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LA CARICATURA EN MEXICO Una interesante exposición. Una entrevista. Una pregunta POR SALVADOR DOMINGUEZ ASSIAYN "Gran mascarada", caricatura de "El Hijo del Abuizote", en que .aparecen los ¡jersonlljes más populares a fines del siglo XIX. -Esto de salvar el archivo de la prensa meJ:(icana -nos dice don Rafael Carrasco Puente, el director de la He- meroteca- ha sido empresa larga. Por muchos años, los periódicos se guarda- ban juntos con los libros, en la Biblio- teca Nacional. Fué hasta noviembre de 1912 cuando el director, don Rogelio Fernández Güell, ordenó que se les se- parara y se les concentrara en un De- -partamento de Publicaciones y Revis- tas, en el- coro del mismo tempio de San Agustín. El tiempo sigUió su marcha y de la Escuela Bibliotecas, en la anti- gua Facultad de Altos Estudios, salió una generación de bibliotecarios mejor prepárados. A ella pertenecí. Por esto, pude compartir la preocupación de don Francisto Monterde de asegurar y or- ganizar acervo tan valioso. Felizmente era director don Enrique Fernández Ledesma,. -a quien cómo' era natural cautivó la idea, y el año de 1932 -se hizo _ el traslado a la capilla del Tercer Or- den, donde al fin se le dió el nombre que .yo haqía propuesto: "Hemeroteca Nacional". El local era mejor que el hermoso, pero inadecuado, de San Agustín; mas todavia resultaba insufi- ciente ... y a luchar un poco más, has- ta que el rector Brito Foucher me con- cedió éste de la ex iglesia de San Pe- dro y San Pablo que tenemos ahora. Su aspecto era demasíado severo. Bien hice en pensar en. Roberto Montenegro, que consiguió darle lozanías de acuarela. En cambío, otros problemas los he ali- viado, pero no resuelto: clima artifi- cial, ventilación constante; y el otro, gravísimo, de que los periódicos se multiplican en México y ocupan mucho mayor. espacio que los libros. Hay que adquirirlos y darles acomodo. Por for- tuna, contamos con un rector como el doctor Zubifán y autoridades el licenciado González Castro y el doctor Ya les ,debo esta riueva plata- forma en que pude establecer el museo iconográfico. Ahora, un tanto en or- den los periódicos, nos pusimos a espi- gar hasta poder presentar, la noche del 28 de noviembre de 1947, la primera exposición que ha habido de la carica- tura en México. y qué distinción establece usted entre la pintura y la caricatura? -Es muy difícil establecerla. ¿ Dón- de termina Diego Rivera pintor y dón- de empieza el Diego Rivera caricatu- rista? Pero nuestros filósofos y estetas .. ya se han preocupado del punto. Vea usted esta antología que ojalá consiga publicar. La hojeamos y nos hallamos con excdentes trabajos sobre la cari- catura, de Antonio Caso, José Guadalu- pe Zuno, Samud Ramos, Manud Toussaint, Teodoro Torres, Justino Fernández y Luis Hidalgo. Con algu- nas .páginas que le agregue, será un éxito editorial seguro ... Pero, insistimos, ¿-qué es la caricatu- ra? Don Antonio Caso dijo: "El cari- caturista difiere del pintor en un solo aspecto, no más, pero decisivo; fun- damentalmente, no sólo ve, sino opi- na sobre lo que mira. No es imparcial." Y Samuel Ramos replica: "¿ Y qué pin- tor no opinal' . " El rasgo distintivo es la sujeción d.e la caricatura a la lidad que la engendró. Es entre las ar- tes del diseño, la rpás afectada de in- dividualidad. Tiene la instantaneidad de lo presente puro. De ahí que un día tt otro que rebajarse a documen- to biográfico." Pensamos que Caso se acercó a una buena, aunque insuficiente, defini- ción. Quizás debió agregar que la opi- nión del caricaturista es siempre bur- lona. Sin embargo, todavía el punto quedaría obscuro. La réplíca de Ramos es tremenda. No hay pintura que no contenga, en alguna forma, la opinión de su autor. La eficacia cómica de la caricatura suele extinguirse con la vida o la actuación del personaje que repre- senta. ¿ A quién impresiona ahora la de Sánchez Azcona, que tanto hiza reír a sus contemporáneos? Pero Ramos no da una definición; señala una con- tingencia que no siempre se cumple. -¿ Usted conoce alguna anterior a ésta de "La tiranía" que hasta ahora es la más antigua que he encontrado en la prensa mexicana, en Iris, un periódico crítico-literario del 29 de abril de l826? Recordamos que en un fresco hallado hace un lustro en Teotihuacán y que re- presenta el Tlalocan, está un individuo grotesco, llorando a lágrima viva y hablando hasta por los codos, según lo indican las numerosas vírgulas .que simbolizan la palabra. Los mismos al- bañiles que intervinieron, le llamaron "El diputado". Y el recuerdo de este detalle nimio nos en cavilacio- nes. Es indudable que no hubo inten- ción caricaturizante de parte del pintor tolteca, yeso de la intención parece esencial para que 'Ia caricatura deba considerarse como verdadera caricatu- ra. Lo que ajenamente a este prtpósito resulte, tiene que ser, descartado. .En cambio, sí hay intención satírica hacia el diputado, en el mote de los albañiles. /y si la intención es requisito, entonces la caricatura gráfica no'es más que uno de los aspectos de un complejo psico- lógico del que nacen también la diatri- ba, el epigrama y la befa. Ya se sabe que existen caricatUras. verbales, como las hay animadas, imitativas, etc. Y si es así, en nuestra protohistorIa ya exis- ten corno jeroglíficos, caricaturas de Meconetzin ("hijo del. maguey") , apli- a Topilízin, el último rey tolteca. nacido de la infausta Xóchitl, la del pulque. Luego, a defectos fí- siaos, las de Tízac y Cuitláhuac. El apodo, a que tan dado es nuestro pue- blo, busca darnos una impresión cari- caturesca de alguien, asociándolo a fi- guras' de. animales o cosas -el coyote, la garrocha, palillo, etc.-, llegando. a veces al mismo modo de ser de la per- sona. ¿ Acaso a don Miguel Hidalgo no le llamaban "El Zorro" por su ca- rácter cauteloso y astuto? Y esa inten- ción puede expresarse en la escultura, en la pintura misma, en los trabajos de 20 * UNIVERSIDAD DE MEXICO

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LA CARICATURA EN MEXICOUna interesante exposición. Una entrevista. Una pregunta

POR SALVADOR DOMINGUEZ ASSIAYN

"Gran mascarada", caricatura de "El Hijo del Abuizote", en que .aparecen los ¡jersonlljes más populares a fines del siglo XIX.

-Esto de salvar el archivo de laprensa meJ:(icana -nos dice don RafaelCarrasco Puente, el director de la He­meroteca- ha sido empresa larga. Pormuchos años, los periódicos se guarda­ban juntos con los libros, en la Biblio­teca Nacional. Fué hasta noviembre de1912 cuando el director, don RogelioFernández Güell, ordenó que se les se­parara y se les concentrara en un De­

-partamento de Publicaciones y Revis­tas, en el- coro del mismo tempio de SanAgustín. El tiempo sigUió su marcha yde la Escuela dé Bibliotecas, en la anti­gua Facultad de Altos Estudios, salióuna generación de bibliotecarios mejorprepárados. A ella pertenecí. Por esto,pude compartir la preocupación de donFrancisto Monterde de asegurar y or­ganizar acervo tan valioso. Felizmenteera director don Enrique FernándezLedesma,. -a quien cómo' era naturalcautivó la idea, yel año de 1932 -se hizo

_ el traslado a la capilla del Tercer Or­den, donde al fin se le dió el nombreque .yo haqía propuesto: "HemerotecaNacional". El local era mejor que elhermoso, pero inadecuado, de San

Agustín; mas todavia resultaba insufi­ciente ... y a luchar un poco más, has­ta que el rector Brito Foucher me con­cedió éste de la ex iglesia de San Pe­dro y San Pablo que tenemos ahora. Suaspecto era demasíado severo. Bien hiceen pensar en. Roberto Montenegro, queconsiguió darle lozanías de acuarela.En cambío, otros problemas los he ali­viado, pero no resuelto: clima artifi­cial, ventilación constante; y el otro,gravísimo, de que los periódicos semultiplican en México y ocupan muchomayor. espacio que los libros. Hay queadquirirlos y darles acomodo. Por for­tuna, contamos con un rector como eldoctor Zubifán y autoridades com~ ellicenciado González Castro y el doctorPru·n~da. Ya les ,debo esta riueva plata­forma en que pude establecer el museoiconográfico. Ahora, un tanto en or­den los periódicos, nos pusimos a espi­gar hasta poder presentar, la noche del28 de noviembre de 1947, la primeraexposición que ha habido de la carica­tura en México.~¿ y qué distinción establece usted

entre la pintura y la caricatura?

-Es muy difícil establecerla. ¿Dón­de termina Diego Rivera pintor y dón­de empieza el Diego Rivera caricatu­rista? Pero nuestros filósofos y estetas

..ya se han preocupado del punto. Veausted esta antología que ojalá consigapublicar. La hojeamos y nos hallamoscon excdentes trabajos sobre la cari­catura, de Antonio Caso, José Guadalu­pe Zuno, Samud Ramos, ManudToussaint, Teodoro Torres, JustinoFernández y Luis Hidalgo. Con algu­nas .páginas que le agregue, será unéxito editorial seguro ...

Pero, insistimos, ¿-qué es la caricatu­ra? Don Antonio Caso dijo: "El cari­caturista difiere del pintor en un soloaspecto, no más, pero decisivo; fun­damentalmente, no sólo ve, sino opi­

na sobre lo que mira. No es imparcial."Y Samuel Ramos replica: "¿ Y qué pin­tor no opinal' . " El rasgo distintivoes la sujeción d.e la caricatura a la rea~

lidad que la engendró. Es entre las ar­tes del diseño, la rpás afectada de in­dividualidad. Tiene la instantaneidadde lo presente puro. De ahí que un día

tt otro tendr~ que rebajarse a documen­to biográfico."

Pensamos que Caso se acercó a unabuena, aunque insuficiente, defini­ción. Quizás debió agregar que la opi­nión del caricaturista es siempre bur­lona. Sin embargo, todavía el puntoquedaría obscuro. La réplíca de Ramoses tremenda. No hay pintura que nocontenga, en alguna forma, la opiniónde su autor. La eficacia cómica de lacaricatura suele extinguirse con la vidao la actuación del personaje que repre­senta. ¿A quién impresiona ahora lade Sánchez Azcona, que tanto hiza reíra sus contemporáneos? Pero Ramosno da una definición; señala una con­tingencia que no siempre se cumple.

-¿ Usted conoce alguna anterior aésta de "La tiranía" que hasta ahora esla más antigua que he encontrado en laprensa mexicana, en Iris, un periódicocrítico-literario del 29 de abril de l826?

Recordamos que en un fresco halladohace un lustro en Teotihuacán y que re­presenta el Tlalocan, está un individuogrotesco, llorando a lágrima viva yhablando hasta por los codos, segúnlo indican las numerosas vírgulas .quesimbolizan la palabra. Los mismos al­bañiles que intervinieron, le llamaron"El diputado". Y el recuerdo de estedetalle nimio nos hu~de en cavilacio­nes. Es indudable que no hubo inten­ción caricaturizante de parte del pintortolteca, yeso de la intención pareceesencial para que 'Ia caricatura debaconsiderarse como verdadera caricatu­ra. Lo que ajenamente a este prtpósitoresulte, tiene que ser, descartado. .Encambio, sí hay intención satírica haciael diputado, en el mote de los albañiles.

/ y si la intención es requisito, entoncesla caricatura gráfica no 'es más que unode los aspectos de un complejo psico­lógico del que nacen también la diatri­ba, el epigrama y la befa. Ya se sabeque existen caricatUras. verbales, comolas hay animadas, imitativas, etc. Y sies así, en nuestra protohistorIa ya exis­ten corno jeroglíficos, caricaturas deMeconetzin ("hijo del. maguey") , apli­c~do a Topilízin, el último rey tolteca.nacido de la infausta Xóchitl, la delpulque. Luego, r~feridas a defectos fí­siaos, las de Tízac y Cuitláhuac. Elapodo, a que tan dado es nuestro pue­blo, busca darnos una impresión cari­caturesca de alguien, asociándolo a fi­guras' de. animales o cosas -el coyote,la garrocha, palillo, etc.-, llegando. aveces al mismo modo de ser de la per­sona. ¿Acaso a don Miguel Hidalgono le llamaban "El Zorro" por su ca­rácter cauteloso y astuto? Y esa inten­ción puede expresarse en la escultura,en la pintura misma, en los trabajos de

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versidad de Macerata, con siete, ysel'ies completas de revistas de tánextraordinaria importancia, como Ri­vista di diritto commerciale (Sraffa eVivante), Rivista di diritto amminis­trativo, Foro amministrativo, Rivistainternazionale di filosofía del diritto,Rivista di diritto processuale, Dirittocommerciale, Foro de la Lombardía,Foro italiano, Lei y la giurispruden­za italiana. Hay que agregar numero­sísimas monografías de reciente pu­

,blicación, muchas de las cuales llegana México por primera vez, referentes atemas de extrema importancia.

El licenciado Virgilio Domínguezha sido eficazmente secundado en susgestiones por el Embajador de Méxi­co en Italia. licenciado don MarianoArmendáriz del Castillo,. así comopor los profesores y directores de losSeminarios de la Escuela de Jurispru­denéia, .quienes colaboraron en la for­mación de las listas. Mención especialmerece el profesor del plantel licencia­do Antonio Martínez Báez, quienaprovechando su reciente estancia enEuropa realizó toda clase de gestionesy diversos viajes por Francia, Suiza eItalia, colocando diversos pedidos delibros y organizando el envío de ex­pediciones ulteriores, las que próxima­mente llegarán a nuestro país.

de las más espléndidas fiestas del in­genio. La escuela de Villasana y Al­calde es superada por Cabral, Santia­go de la Vega, Pérez y Soto, Rafael­Il10 - que corrió hasta Cuba despuésde dedicar una emponzoñada carica­tura a Victoriano Huerta. Pepe .Navay Mario Vitoria hacen gala de su inge­nio epigramático. La frase zumbona yladina de nuestro lépero se hace oír enLa Guacamaya y en Gil BIas. .

Por último, viene la época del re­finamiento, en que alIado del ttemendoOrozco y el agudo Cabral, surgen Co­varrubias, el de la caricatura sintética,Pruneda, Arthenack, Audiffred, AriasBernal, Cadena M., Peña y tantos otros

.que a diario nos obligan a plegar loslabios en sonrisas malignas.

y dejando al caballeroso don Ra­fael Carrasco Puente celando su He­meroteca, que guarda en la prensa elcorazón vivo de México, nos quedamoscon la obsesionante pregunta: ¿cómopodrá definirse la caricatura ?

Libros ital~anos para la Escuela'de Jurisprudencia

T~asuntos conscientes o fortuitos delos grabadores europeos del final delMedioevo y del Renacimiento reani­man las caricaturas más antiguas delmundo: la muerte y e! diablo, tan fre­cuentes en las "Danzas ma~bras".

Quizás la explicación de esa otra ca­ricatura tan fúnebre y tan mexicana,la de los difuntos en el "pan de muer­to" y en el alfeñique, sean reminis­cencia del culto azteca a Mictlantecuh­tli, el Señor de la Muerte. De cualquiermodo, las "calaveras" impresas, condespiadados epitafios, se popularizan.Se toman además otros tipos, comoe! "lagartijo", la suegra, la coqueta,el viejo verde.

Llegamos a la edad de oro de la ca­ricatura, cuando Madero azuzó el pe­ligroso colmenar de los dibujantes. Lasabejas, a veces áticas, a veces criollas,empiezan por clavar su aguijón en losmismos que decretaron la libertad deprensa. Pese a lo dramático de la hora,el pueblo asiste y ,celebra con risas una

Procedente de Italia acaba de llegara la Escuela Nacional de Jurispruden­cia de la Universidad Nacional deMéxico una remisión de libros, queabarca 1,132 títulos y cerca de 3,000volúmenes, adquiridos en' condicioneseconómicas excepcionalmente favora­bles, pues de haberse comprado en pla­za, en caso de haberlos, su costo ha­bría sido por 10 menos ocho vecesmayor. A dicho contingente se suma­rán en breve otras remesas proceden­tes de Alemania, Francia, Inglaterra,España y Estados U nidos, que haránpronto de la Biblioteca de la Escuelala mejor en su clase de toda la Repú­blica. y una de las mejores del conti­nente. de acuerdo con él propósito yplanes del licenciado Virgilio Domín­guez, director de la mencionada Es­cuela.. Entre tos libros llegados de Italiafiguran las obras fundamentales dela moderna ciencia jurídica italiana,principalmente en los campos del De­recho privado (civil y mercantil), delpenal y del procesal; colecciones de es­tudios, c~mo la de Fiore y Brugi, que

. comprenden cincuenta volúmenes; lade Rotondi, con veintitrés; las de Ca­lamandrei y Donati, cada una condoce; el Tratado de Derecho Interna­cional, de Fedozzi y Santi Romano,en doce tomos; los Anales de la Uni-

llismo de Francia, bajo cuyo signo se­guirán hasta entrado este siglo. Empe­ro, hacia fines del XIX ya el artista vaganan.do en mordacidad. Los persona­jes escogidos para e! sacrificio son aho­ra presentados con una gran cabeza so­bre un cuerpo minúsculo)'. moda que,por 10 demás, fué corriente en Europahasta 1910. No se falta del todo al. res-

. peto a la fisonomía; pero en nada sele favorece. Un poeta, por 10 general,se encarga de aumentar, con un dísti­co o' una cuarteta, la dosis corrosivade! dibujante. Las contiendas políticasafilan los ingenios, como las espadas.Nuestro "peladito" asoma ladinamentepara disparar frases burlonas, llenas' deingenio: "vino español en jarro mexi­cano", como dijo Luis Hidalgo. Apa­rece Escalante en La Orquesta de RivaPalacio (1861-71). El Tecolote y El.eayate lanzan sus flechas. En 1872nace El Ahuizote, animado con la gra-,cia y el cauterio de José M. Villasana,aquel de quien hablara el Duque Job..Deja sucesión: El Hijo del Ahuizote,más injurioso y procaz que su padre.

Vanegas Arroyo, gracias a sus CQ­

laboradores, es consagrado portavozdel pueblo. Verdad es que Posada yManilla conocen como nadie la fibramás sensible del mexicano humilde.

"Tiranía", primera caricatura que se publicó'e1f, "Iris", en 1826.

cera, en versos como' a<i?el de todossabido:

¿ Ves esta repugnante criatura,flaco, pelón, sin dientes, estevado?

y la más antigua de México, nos daotra razón. He aquí que es la caricaturade la Tiranía. Los caricaturistas no seconcretan, pues, a exagerar defectos depersonas.. Llegan a la abstracción y alsímbolo. Este "peladito" que donde­quiera asoma, es el pueblo mexicano;aquélla del gorro de dormir y la carallorosa; es la Patria; y la silla de másallá, excluída la persona humana, es lapresidencia de la república. No hay du­da, pues, de que Samuel Ramos tieneque ampliar su concepto. Tiene queagregar algo, incluso sobre el hecho de.que la primera caricatura que conoce­mos, es la que nos dan las "pesadillas"que turbaron el sosiego de nuestrossueños infantiles.

De cualquier modo, nos damós cuen­ta de que esta exposición guarda unode los más auténticos aspectos de laidiosincrasia mexicana. Las primeras,como la de Iris, apenas se apartan deldibujo. Son dibujos sobrecargados yun poco teatrales. Por desgracia, sehallan más lejos del magnífico lápizde Goya que del realismo y del deta-

"En busca de una amiga", caricatura que tiene por fondo el Palacio Nacional y comopersonajes a don Porfirio Díaz y a una señora que encarna a la opinión pública.

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