LA DANZA - Revista de la Universidad de México · Los indios de Bolivia, ... a participar en la...

2
UNIvERSIDAD DEMEXICO LA DANZA Por Luis TERAN GOMEZ E L origen de las danzas de Bolivia, que aun perdu- ran hoy día entre las masas indígenas, se re- monta a edades anteriores al reinado de los incas. En el Tahuantisuyo, vastísimo terri- torio que comprendía el Alto y Bajo Perú, el Ecuador, una pequeJÍa parte de Colombia, tie- rras norteñas de Chile y Ar- gentina, la danza llegó a su apo- geo durante el período incásico. Si bien la conquista española res- tringió esa manifestación innata en el indio, no pudo ser anulada ni con la introducción de nuevas danzas religiosas, traídas de la península ibérica. "Cuando los españoles entraron por primera vez en América --dice Williams Robertson- se asombraron por la danza y vieron con admira- ción un pueblo, casi siempre frío e inanimado, manifestar actividad siem- pre que se trataba de esta su di- versión favorita. Es verdad· -continúa- que la danza en- . tre ellos no debe llamarse una di- versión, sino una ocupación seria e importante que se mezcla en toda clase de circunstancias de la vida pública y privada." ':. Los indios de Bolivia, prefe- rentemente los que habitan en las provincias de La Paz, sienten verdadera pasión por la danza y siguiendo la huella de sus ante- pasados, conservan aún, con in- significantes variaciones, los dis- fraces picos de tiempos idos. Estos, que se cubren con pieles de tigres y suponen tener h fuerza y fiereza del felino; aqué- llos, que cargan sobre sus hom- bros alas de cóndor v mantienen la convicción de la ma- jestad del rey de los aires; los de aquí, que se visten con cueros de zorros y creen poseer su astucia y vivácidad; y los de más altá que se envuelven en cueros de oso y de puma y dicen tener su poder. Todos estos disfraces lle- van adornos de pasamanerías, plumas de mil colores y piedras falsas. Nada hay más espectacu- lar y atrayente que un desfile de disfrazados, en donde la intimi- dad entre leones y zorros, tigres y vicuñas, osos y corderos, causa hilaridad. A poco tiempo de la conquista del Perú, los españoles, convenci- dos de la idolatría de los nati- vos, les enseñaron diversas dan- zas, entre las que, la de mayor aparato, fué la de Los Diablos, que encerraba en el fin de in- culcar en los indios un· gran te- mor al infierno. De ahí que en esta singular· danza, los persona- jes princip;rfes estén encarnados .. Histor(a de América. 1827. DE LOS DIABLOS 21 en Lucifer y S¡¡tanás y el Ar- cángel San Miguel. Una comparsa de diablos es- formada, por lo común, de cuarenta a sesenta apuestos y fornidos indígenas que, en su re- corrido por calles y plazas, eje- cutan piruetas arriesgadas, chi- llan, silban y dan gritos esten- tóreos que delei tan a los cente- nares de curiosos que les hacen coro. El disfraz de diablo, extre- madamente llamativo y fantás- tico, es una verdadera obra de arte y de lujo. Bordadores espe- cializados emplean en su confec- ción hrgo tiempo, mucha seda, hilos de plata y de oro, abalo- rios y lentejuelas, espejillos y pe- drería falsa, monedas de plata y aun de oro de diversos tamaños y valores. El indumento, por lo general, consta de un enorme mascarón vaciado en yeso, con dos y hasta cuatro cuernos de grandes di- mensiones pintados en rojo y amarillo. Las orejas son dos alas de murciélago, los ojos ascuas de vivo fuego, la nariz un repe- lente camaleón y los hbios dos pequeñas víboras; los dientes son terroríficos y, las mejillas, siem- pre tachonadas con cscarabajos y otros insectos de colores bri- llantes. El pollerín, la chaquct:l y el pantalón, de fino raso de felpa, lucen bordados en alto- rrelieve con gusanillo de oro y plata y llevan en las orillas fle- cos, alamares y cadenillas mul- ticolores. U na prenda comple- mentaria que no puede faltar, es el peto cuajado de monedas de oro y de plata, las más de épo- cas del coloniaje, que producen un tintineo agradable cuando los diablos se ponen en movimiento. Las capaS son de finísima felpa de color rojo escarlata, con sola- pas bordadas, y muestran en sus orillas cascabeles y lentejuelas. Completa la vestimenta un par de botas blancas de charol que suben hasta las rodillas y que abajo terminan en dos espuelas de metal con grandes rosetones que despiden chispas al contacto con el empedrado de las calles. Los diablos de jerarquía llevan en la mano un rebenque que ha- cen rechinar a cada momento, o bien duros azotes a los que les dan la forma de víboras. Satanás y Lucifer que presiden la com- parsa diabólica, no se despren- den del tridente, que les da ca- tegoría y autoridad. En la hora actual, con objeto de dar incremento al folklore boliviano, la ciudad de Oruro se ha convertido en un gran in- fierno, donde los diablos de todo rango y condición viven y se multiplican a más y mejor. De centro minero de gran FOLKLORE

Transcript of LA DANZA - Revista de la Universidad de México · Los indios de Bolivia, ... a participar en la...

Page 1: LA DANZA - Revista de la Universidad de México · Los indios de Bolivia, ... a participar en la celebración de una fecha cívica, o ya a holgar en una festividad religiosa. Para

UNIvERSIDAD DEMEXICO

LA DANZAPor Luis TERAN GOMEZ

EL origen de las danzas de

Bolivia, que aun perdu­ran hoy día entre lasmasas indígenas, se re­

monta a edades anteriores alreinado de los incas. En elTahuantisuyo, vastísimo terri­torio que comprendía el Altoy Bajo Perú, el Ecuador, unapequeJÍa parte de Colombia, tie­rras norteñas de Chile y Ar­gentina, la danza llegó a su apo­geo durante el período incásico.Si bien la conquista española res­tringió esa manifestación innataen el indio, no pudo ser anuladani con la introducción de nuevasdanzas religiosas, traídas de lapenínsula ibérica. "Cuando losespañoles entraron por primeravez en América --dice WilliamsRobertson- se asombraron porla danza y vieron con admira­ción un pueblo, casi siemprefrío e inanimado, manifestar ~aactividad extraordinari~, siem­pre que se trataba de esta su di­versión favorita. Es verdad·-continúa- que la danza en- .tre ellos no debe llamarse una di­versión, sino una ocupación seriae importante que se mezcla entoda clase de circunstancias dela vida pública y privada." ':.

Los indios de Bolivia, prefe­rentemente los que habitan enlas provincias de La Paz, sientenverdadera pasión por la danza ysiguiendo la huella de sus ante­pasados, conservan aún, con in­significantes variaciones, los dis­fraces tÍpicos de tiempos idos.Estos, que se cubren con pielesde tigres y suponen tener hfuerza y fiereza del felino; aqué­llos, que cargan sobre sus hom­bros alas de cóndor v mantienenla convicción de p~seer la ma­jestad del rey de los aires; los deaquí, que se visten con cueros dezorros y creen poseer su astuciay vivácidad; y los de más altáque se envuelven en cueros deoso y de puma y dicen tener supoder. Todos estos disfraces lle­van adornos de pasamanerías,plumas de mil colores y piedrasfalsas. Nada hay más espectacu­lar y atrayente que un desfile dedisfrazados, en donde la intimi­dad entre leones y zorros, tigresy vicuñas, osos y corderos, causahilaridad.

A poco tiempo de la conquistadel Perú, los españoles, convenci­dos de la idolatría de los nati­vos, les enseñaron diversas dan­zas, entre las que, la de mayoraparato, fué la de Los Diablos,que encerraba en sí el fin de in­culcar en los indios un· gran te­mor al infierno. De ahí que enesta singular· danza, los persona­jes princip;rfes estén encarnados

.. Histor(a de América. 1827.

DE LOS DIABLOS21

en Lucifer y S¡¡tanás y el Ar­cángel San Miguel.

Una comparsa de diablos es­tá formada, por lo común, decuarenta a sesenta apuestos yfornidos indígenas que, en su re­corrido por calles y plazas, eje­cutan piruetas arriesgadas, chi­llan, silban y dan gritos esten­tóreos que delei tan a los cente­nares de curiosos que les hacencoro. El disfraz de diablo, extre­madamente llamativo y fantás­tico, es una verdadera obra dearte y de lujo. Bordadores espe­cializados emplean en su confec­ción hrgo tiempo, mucha seda,hilos de plata y de oro, abalo­rios y lentejuelas, espejillos y pe­drería falsa, monedas de plata yaun de oro de diversos tamañosy valores.

El indumento, por lo general,consta de un enorme mascarónvaciado en yeso, con dos y hastacuatro cuernos de grandes di­mensiones pintados en rojo yamarillo. Las orejas son dos alasde murciélago, los ojos ascuasde vivo fuego, la nariz un repe­lente camaleón y los hbios dospequeñas víboras; los dientes sonterroríficos y, las mejillas, siem­pre tachonadas con cscarabajosy otros insectos de colores bri­llantes. El pollerín, la chaquct:ly el pantalón, de fino raso o· defelpa, lucen bordados en alto­rrelieve con gusanillo de oro yplata y llevan en las orillas fle­cos, alamares y cadenillas mul­ticolores. U na prenda comple­mentaria que no puede faltar, esel peto cuajado de monedas deoro y de plata, las más de épo­cas del coloniaje, que producenun tintineo agradable cuando losdiablos se ponen en movimiento.Las capaS son de finísima felpade color rojo escarlata, con sola­pas bordadas, y muestran en susorillas cascabeles y lentejuelas.Completa la vestimenta un parde botas blancas de charol quesuben hasta las rodillas y queabajo terminan en dos espuelasde metal con grandes rosetonesque despiden chispas al contactocon el empedrado de las calles.Los diablos de jerarquía llevanen la mano un rebenque que ha­cen rechinar a cada momento, obien duros azotes a los que lesdan la forma de víboras. Satanásy Lucifer que presiden la com­parsa diabólica, no se despren­den del tridente, que les da ca­tegoría y autoridad.

En la hora actual, con objetode dar incremento al folkloreboliviano, la ciudad de Orurose ha convertido en un gran in­fierno, donde los diablos de todorango y condición viven y semultiplican a más y mejor. DeOrur~, centro minero de gran

FOLKLORE

Page 2: LA DANZA - Revista de la Universidad de México · Los indios de Bolivia, ... a participar en la celebración de una fecha cívica, o ya a holgar en una festividad religiosa. Para

Escenas de la película "Reina de Espadas",

e 1 N E La Paz, Bolivia. 1953;-

UNIVERSlDAD DE MEXICO

, ...ta parte del coñtinente, la pre:-~encia de una legión de diablos,es un acontecimiento que' traeconsigo un inimitable jolgorio deun fuerte colorido nacional. yque muy bien puede considerarsecomo una de,,'las manifestacionesmás típicas del folkíore bóli~ia"no. De ahí que las mucheC1ü1n­bres ,enceI\didas co~ el fuego deun entusiasmo ,,~xc~pcional yúnico sigan putivadas y abSor­tas a las caravan~s diabólícasaplaudiendo -sus m~nores movi­mientos, porque saben gue losseres sobren'lturales, que "las for­man mantienen )atente y' trans­miten, generación tras' genera­ción, las tradicipnes des~s ante­pasados, y qu.e c)latro· siglos decrudo vegetar no' han sido sufi­cientes para '''bo'rrar costumbres,prejuicios y supersticiones que laconquista nos dejó como heren­cia.

la vitia rusa). El cine ha preten-"dido burlar esta barrera por .lapuerta falsa de la pura tranu,del simple acontecer externo: "sila novela es crecimiento intenw,el cine se contenta con una laborde pastiche o de acarreo: de ahí,fracasos como la A11na Kareninade Duvivier o" la reci~nte Mada­me Bovary con Jennifer Jones:el adaptador ha filtrado para elcine los elementos más "sensacio­nales" de la novela,1a empren­dido sin tapujos la confección 'deun producto bastardo que, pos­teriormente,engendraráco:11edLismusicales, adaptaciones radiofó­nicas, discos LP, funciones detí teres y "Ice Follies" (tal -hasido, en los EE. UU., el' cursoseguido por la sufrida Carmende don Próspero Merimée, laDoma de la Bravía de Shakes­peare, etc.) El cine ha de sercine, y no teatro o novela, puesde lo contrario, se corre peligrotodavía mayor: que la literatura-oh, Dos Passos- intente con­vertirse en cine.

Sin embargo, pensamos que -latercera vía es la más adecuada:la recreación de la obra literaria,al través de la sensibilidad deldirector, y con los elementos

estridentes no guardan armoníacon los aires que deja escucharla murga. La singular rareza delos valiosos disfraces, y la pro­fusión de cuentas de vidrio ymostacillas de relumbró¡-{ que losadornan, -que cn tiempos re­motos eran pepitas de oro, dia­mantes y esm~raldas-, el tlnti­neo ininterrumpido de las mo­nedas adheridas al peto y polle­rín los movimientos rítmicosejc~Litados con toda uniformi­dad, y, sobre todo, esa solel11ni­dad ficticia o verdadera con quecada diablo cumple su cometido,dan al cuadro infernal un atrac­tivo sin igual.

Para las clases populares de es-

gráfico con las palabras de Mon­taigne: Tandis que tu as gardéden ce, tu samblois quelque gran­de chose. El cine mudo, dejadoa sus propias fuerzas, hubo ckinventar medios de expresiónad-hoc: el Cine con e mayúscu­la, quedó escrito por Eisenstein,Chaplin, Flaherty, obligados afijarlo todo -relato, emoción,belleza- mediante imágenes enmovimiento. Al cobrar la fabla,el cine tuvo que asumir funcio­nes ancilares, abrevar en manan­tiales literarios, con éxito des­igual. La dificultad, obviarnente,consiste en lanzar a un elementoajeno obras construídas con lasaletas propias a una nJtacióndefinida. ¿Qué caminos ha esco­gido la cinematografía para tras­ladar, al pez, del mar a una pisci­na? Admitimos la sa1"ltidad invio­lable de buen seet01" de la novelís­tica (piénsese, por ejemplo, enJoyce o Dostoievsky; aún lamás acertada de las version::s fi!­micas de Crimen y Castigo -lafrancesa- se estanca, necesaria­mente, en la intriga policial, pa­sa por alto el pivote ético de lanovela, el valor simbólico de lospersonajes, la íntima ligazón dela conducta de Raskolnikov con

honor, al fastuoso e incompara­ble carnaval de Río de J:ll1eirode 1953.

,Por cierto que, constituye unespectáculo un tanto raro, quepermanece grabado por largotiempo en la mente, la aparic:ónsúbita de una comparsa o cara­v,ma de sesenta o más diablos, encorrecta formación, precedidapor una banda de ,música, queejecuta exprofeso partituras har­to exóticas. A la cabeza de la co­lumna marchan con bastantegarbo Satanás y Lucifer y el ar­cángel San Miguel. A éstos kssiguen los hijos del averno, por­tando cada uno la respectiva ma­traca de madera, cuyos sonidos

E L

tira con todos sus disfraces. Po:'­que éstos mueren y aquella per­manece, Clair, y su protagonista(Gérard Fhillipe) liegan al te­lón de su historia con aparenteoptimismo y envidiable sereni­dad. Hélas! Más ha valido con­templar el torso magnífico deGina Lollobrigida, que batirsepor La France a fin de civilizarbe~·ebercs. Aparente he dicho:Clair acaba de condenar a sahéroe, le ha permitido conocerla vida, le ha negado la ruta yla libertad del sueJ1o. Ainsi soit-il.

Observación de un espectadoral abandonar la sala donde S~

desarrolló el proceso de canoni­zación de Henri de Toulousse­Lautrec: "Esta es una películasobre un enano que además pin­taba, y no sobre un pintor queademás era enano."

Dos brillantes cintas inglesas-El jJaria de las islas y Reinade espadas- nos sitúan frenteal problema de la adaptación, dela novela, al cine. A veces, ocu­rre pensar en el arte cinemato-

Por Carlos FUENTES

22

importancia, salen de vez en vez,a muv diversas ciudades y villasdel p~ís, caravanas de diablos, yaa participar en la celebración deuna fecha cívica, o ya a holgaren una festividad religiosa. Paraactuár en ambas manifestacio­nes, tienen dramas, comedias ydiálogos de muy fácil interpre­tación.

Existen en la ciudad antesnombrada numerosas agrupacio­-nes de diablos de vida ya larga yconvenientemente organizadas,y, es tan grande ya la populari­dad que han alcanzado no ,sóloen Bolivia, que una caravana dediablos se preparó expresamentepara concurrir como invitada de

LOS grandes creadores có­

" ,micos -y René Clairmerece el rango- sonquizá los más trágicos de

los creadores. Porque, creyentesde la libertad, permiten a sushombres decidir, y en seguida, lespresentan la cuenta. Todo csco­,ger -dicen Chaucer, Cervantes,

, Swiftt- implica pagar, sacrifi­car, abandonar. Y René Clair.con ellos, es creador cómico, trá­gicamente cómico: ,comete suscrímenes sin derramar sangre.Condena a la, vida. '

Clair inició su carrera en elcine cuando el al'ant-garde sedisponía a cometer impúdicos ac­tos inestéticos y a revelar secre­tos, que, al hacerse del dominiopúblico, acabarían por autosuici­darse. Si el avantgardismo cine­matográfico pecó por falta demeta, su virtud fué haber ori­ginad'o un ambiente de libertad.Clair supo aprovechar este clima,y dotarlo de brújula. El espíritude independencia creadora quedistingue a la mejor obra de Clair-y al cine francés en general­encuentra nueva expresión enLes Belles de Nuit. Las pelícu­las de René Clair -El sombrerode paja de Italia, El Millón, ANous la Liberté- son todas, enel fondo, cantos a la libertad yal goce del espíritu, Declaracio­nes de Derechos Humanos im­presas en celuloide; y Les Bellesde Nuit viene a añadir un ar­tículo: la 'libertad para soñar.

Los personajes de Clair saben,con imaginación y alegría, haCertodo aquello que no debería estarprohibido; sus revoluciones vandirigidas contra la pedantería,la costumbre anquilosada-, la hi­pocresía y el abuso. Armado deun sentido filoso del rer/uctio mIabsurdum, basta a Clair un li­gero movimiento de cámara parareducir a sus debidas proporcio­n~s la pompa y la circunstancia.En Les Belles de Nuit, aprove­chando el intersticio del sueño,Clair se remonta al pasado enbusca de la vida y en rechazo delos clisés, la patriotería, la men-