La Germania y Diálogo de los Oradores - Cayo Cornelio Tácito

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  • 8/13/2019 La Germania y Dilogo de los Oradores - Cayo Cornelio Tcito

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    C. CORNELIO TACITO

    La Germaniay

    Dilogo de Jas oradores

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    COLECCION (HVERSALl 'X / PrecIe __;""'..... -_

    /7.- ~ --...-.

    f~! OBRAS PUBLICADAS" ,i/ Filoaoffa 1 PedAloifa.

    1". 7.-KAIIo"T: lA 1>..u: N.~fl.-'-XAN'l': 1..0 BIl'Ul"KTCA. -- < r r.. -LLO Y LO IR1BLIlID..~~~i:::,,;iuJ~~:.npor Bnaa7CN1de crtUc&.-

    N." 3. y. 37.-CICERON: 'rraducclu del alem"n(~VKSTIOXE8 ACADR- pot" A.. Muches Blvero.~IICA8. - Traduccla N~' 86.--0. COll.NELIOdel laUa por A. ILUUa- TACITO: DI,&;LOG O

    N.~~"'A.-LEIBNITZ: .D8 LOS OBA.DOftES.OI'('8CVLO$ F1LOlJ(). ~UCClh51l del I a t fil

    l'ICOll. _ 'J'raduocJfa por D. O. SIzto )' D.1.del Ctancb por 11. O. Esquerra, reylaa4a yMoreate. COrn!ctda.

    IliatOna.-KO 41, 60 ., n.-pt.O-~611 4IelJatlu por

    .TARCO: l'J!)A8 pA.. .1 'dGo)"& Y Humain. 1'8-ItALKLA.8. '""-Tra4lJo. 'f'JIBaa .., OorreCld&..,\6" 4"1 II T I eIr O por N 85.--0. CORNELIOA. R. RO~lUllll08, TACITO: LA GERMA.

    vllNldA y corre 4&. -. . a4 6dN.b 78. 79 Y 80.-J.CJl ~ - Tt uc:eln "I8 AR: CO)(l'lNTAR1U Iatla por P. AlamOllDII: LA Ol:ERRA DU BlU'rlMltoe. reY1Mda .,LAS G.4LLlS. - 'l'ra- eorrelrtda.

    foesfa.l'.' 1. l.' 3 Y 4.-I'OJQLl. (}ALRRIAS Y OTR~

    DKL CJD. - Telllo., POIOlAS. - 8e1fUllcl&luduccl6npor AU_ edfcl6ft.R,',. l'.8:1 J O U.-GAROILA-

    l'.' 27.-AXTONIO UA- -80 DC LA. V E G A:CItADO: SOLEDJ)U, to..Teatro.

    N.- 5 YS.-T.OPE DI!l va- NA~ POR DJ!:8CON-G,\: FVEXTIC onGolt' FlAPO. .C ome dl&.-:o.:A. Comedla.-EdlcI60 E d I e I ~D cuidada po,"vl."da por Am'rt.:O A. Castro.Cn~tro. N t9 F. 'O.-A. CARO;r

    N.' 55 '1 5~.-nUJZ.~. D8 SA~ARCHAI3.AI.ARCO~: 1.()l'- rr~ BLD.umaO.DBsa-CII OS l'Rn ILtCOlA_- VI 'LLA.' ";"'~uccl61l:.~~;.~~,~.':: .~~>~ .~ ..3. I.

    ..N." (;. F10.;""~I~ ";-L6p .

    )SOl.t~1: ~_"-~~

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    e o L Ee e I ilN U N IV E R S A L

    C. Cornelio Tcito

    LA GE~IANIA Y DILOGO DE LOS ORADOIS

    WCMXJX

    DI\~',J(~_ L ._ L..-, _.~v .... _.\.

    118-~8~ _&.~t~~~i.AllAA\ioO

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    11 8 (>HOPIl!111AI>

    Copyright hy Oalpe. \~l~

    Papel f:.brica.do especia.lmente por La Papelera E"palola.

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    COLECCION UNIVERSAL

    C. CORNELIO TACITO

    La Germaniay

    Dilogo de los oradores

    Las traduccioncs de Alamos Barl'icllto8, Sixto y Ezquerl'a

    han sido cuidadosumente revisad , y correg-idns.

    MADRID-BARCELONA

    MCMXIX

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    De la vida de Cayo Cornclio Tcito, autu)' dcl Di-log-o dl\ los Ol"adores y de la Gel'munia, tenemos cs-C(Tsasnoticias, sacadas, cn su maym'ia, de su. prO-pias obres. lIijo dc un ]!'ocurador de ia Galia bclga,

    naci, probalcmcntc, cntrc los aitos f)' y 56, Y casen 8 con la lu}a de Af/rieola. Sn carrcra polticaC11lpCZdurante el 'ciuado de Vespasianoj (u, suce-sivamente, ed, l)J'e/ol';tI tribullo-en 8,"i-, Y alcanzel {oJ/sldado en 97; ya cn esta (ceha haba producidoel Diitlog'o; la mayora de los crticos colocan la {echade composicin delaGel'mania cn el (UIOde SU consa-

    lado; las Historias y Anales, sus obras fundamcllta-les, que nos dan C I conocer en toda Sit llleni/ud el ,ql"uio de Tcito, son posteriores einc{)1/Illlelrls. El granhistoriadol' r07llwio--qllc fu tamlJin iusi!Jne orudOl'--debi mOI''haeia el alia 13-/,

    'Tania el Dilog-o de los Oradores COl/lOla Germa!Jiu pcr7llallcr:ieron igllorados lIasla el promedio del

    siglv XV. Sll descul'idol' {l/I; el 'J1IOIIJI~ JIenorh deAseali, 'lue haba sido fllCw'fjado pol' el papa Nico,ls V de buscar J J copiar en los mona-,terio.~ de Fran-cia, Afemania]l ninal1ta7'Ca antiguos monumelltos,El cdice original contwia, adem,is del Dilogo y de(IlGermunia, WIfragmento del De virus illustribus.dc Sudonio. J,us maitllsc,'itos lJue 110,1/('o/wce1IW'; SOIL

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    (OI''..~ de la copia hecha por llenoch del ori,,inal;talllt. ste eOInO la frmtsc,-ipcin primitiva se hallpCl'dido.

    Ne todos lo. eludito.~ que halt estudiado la prime-ra di ambas obra.~ la han atribudo a T,ic'ito . .Justo,ips/o .~ela adjwlit: a QuintiaTlo, y otros optaron

    por j'lo el .loven o Sueto/lio. Uazones de ordcnCJ'onol.l1ico.de una Jade, .II(~stilsti(~as, de otra, h'UIhecho inclinar la balan,;a en favor del autor d(~lAgrieola J I de los Anales, y ho!! estri fuera de duda que

    l, yw otro, e,~el autor de t:ste interesante tratarlo.La trad/lc~'n de la (jt:rman ia que publicamos "S

    la qu" d a luz e-n el ario 1794 D. nalta.~ar AlamosBarri "Idos, JI la del Di.log'o de los Oradores es laque p.tblicaron en el misllw vall/men D, Cayetano

    Sixto il D. 'o(/(Juin Ezqu"1'1a.La.~ cO'recciol/('s qlle, tanto en ella como en la Ger-

    man il' -obra del rni.~mo traductor -) h('lnos heclto res-ponden, en Sil /J/ayol'a, a l(l.~ rnp.,jOl'(lsque la edUeamodel na ha introducido. generalmente en virtud de

    plausd)le.~ conjetul'as, I'llel texto ol'ii/tual; il est

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    m I ' guiado dd propsito de dal' a conoc/'/' a los roma-

    nos Jlai.~es y I'(~yiones igno/"ado.~ por ellos. F:l p,.~tilo de

    Tldf.o 1'.)/ este libro l/O tiP,lll'. aln la enrgi

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    DEL SIT 10, COSTUMBRES

    Y PU EBLO S D E LA G E R M A N I A

    I. Ln Germania (1), en conjnnto, e,t separadade lus Galias, Retias y Panonills par cI H!i: J ' el Danuhio, y de los ;rmatas y Dacos o por los moutes, oclllliedo que se tienen los unos Il los all'os. El ocanocerca la dems, abrazando graudsimns islas ygolfos, y algunas naciones y reyes, de que con la gue.'

    rra sc ha tcuido lloticia poco ha. El Rhin, SUliCllOdela mas alto c illUcnlsiblc de los A:pl~s dc' la Hetia, yhai('ndo corrido un poco haeia Occidente, yuch'ederecho hasta meterse cn el Odano Septentrional.El Danubio nace Cil la cumbre dc Abnoba, monte,aunque alto, no spero, y habieno pasado pOI' mu-chas y diferentes ticr:'u;;, e:ltrll. en el mnr l'ntico por

    seis bocas, que la s(ptima, antes de !leg-ill"a la mar,se pierde en Jas L .',was,

    2. Yo 1I1" Illclinaria a creer que los g'ermanos tie-nen su o. '~'~n en la misma tierra, y que !la (,stnmezclaos eon la venida y hospedaje de otras gen,

    (I) Ln C"rrnutlln hrhtlr8. o trnnsrenana. por oposicin COD I

    romana.

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    tes, pO'qlJ(~los que antiguamente queran IUudar dehabitat iII, la~ buscaban por mar y no por tierra, yde lIue~,tro mar van muy pncas veces nlwios a aquel

    g'runtle ocano. que, parn decido asi, est opuesto alHuest!'r. Y, ,quill qui;;kra dejar el Asia, Africa o

    ltalia, ;' l!c;;llfiando los peligros de un lIlaI' hOrl'ibley no conocido, ir Il huscltr nGermania, tierra sin for-lila dt' ( liD. Ik sprrn cido, dr, ruill habitacin y tris-tt~vista si 110(~spara los que fuere su pntria?

    Celeh'an Cilversos antig-uos-que es slo el ~nero

    de mlit!,',s y memoria qup tienr-11- 1111nios llamadoTuiston. nacido de la tit,rra, y su hijo Manno, de loscuales, dicen, tir,IW principio lit nllcr'lll. Mauno dejtres hij( s, de los nOlllhres di, los cuales se llaman

    I\lgeYon~s los

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    "un ellos mismos propio ypmticular nombre, y sedtmorninaroll universal'rente Gel'manos.

    0. Tambin cuentan que hubo un Hrcules (1)en

    esta tierra, y al marchar al combate (mtonan cimticos, celebrndole como el primero entre los hombres(le valor. Poseen tambin ciertos famosos cantos liamados /)al'dito, qlw les incitan a la lucha y les auguran el resultado de la misma; en deeto, pOI'ljlW,o sehacen temer o tienen miedo, si'g'n ms o menos

    bien. respondt~ y resuena el escuadrn: y esto {~sparaellos mis indicio de valor que armouia t~voces.

    Desean y procurau con cuidado un 8011 spero yespantable, poninduse los escudus delante de la boca,para que, detenida la voz, se hindle y Stl lfwantems. Piensan algunos qU(\ Ulises, en su larg-u y fa-

    bulosa navegacin cu que anuvu vag'ando, lleg a

    este ocano, entr en Germallia y fun en ella laciudad a que llam AscHn;.rgio, lug-ar asentado a laribera del Rhin, y habitado hoy dlu;que en tiempos

    pasados se hall alii nn altar consagrado a Ulises, en

    que tambin estaba escrito el nombre de Laertes, supadre, y que en los confines de Alemania y Retia seven hoy dia letras griegas en mrmoles y sepuleros.

    Pero no quiero conlirmar esto con argumentos, ni,lenOS refutarlo; cada ::ual crea o no crea --lo quequisierc--, conforme a su ingenio.

    4. Yo soy de la opinin de l{,sque entiendcn quelos gennanos nUllca sc juntaron en casamiento con

    {1} I)enontiuaciu greco-lRtil1~\ del dio~ gerulnico Tito'/' ()})onu ..r.

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    metales, que se presentaron a sus embajadores yprlncipcs, no hacen ms caso que si fueran de barro.Bien cs ver{lad que los que vivcll en nuestras fron-teras, Ilcausa del comercio, estiman el oro y la pla-

    ta, y conocen y escogen algunas monedlls de Insnuestras; pero los que habitan la tierra dentro tra-tan ms sencillamente, y a la. costumbre antigua,

    trocando unas cosas por otras. Prefieren la monedaantigua (1) y conocida, coftlo son senatos y biga.-tos (2), y se inclinan ms a la plata que al oro, no poraficin particular que In tengan, sino porque el n-mero de las monedas de plata es mlis acomoodo

    para comprar menudencias y cosas usuales.6. No tiencn hierro cn abundancia, como se pue-

    dc colegir de sus armas. Pocos usan de espooas nilanzas largas; pero tienen ciertllS astas, quc ellos lla-man f/'amea.~, con Ull hierro angosto y corto, pero'tan

    agudo y tan fcil de mancjar, que se puede pelear.con ella oe lejos y de cerca, segn la nr;:esidad. La

    gente de a caballo se contentll. con escudo y Cra-mea; la in {anterill. se sirve tambin de armas arroja-dizas, y trae cada uno muchas, las cuoles tiran muylejos. Andan desnudos, o con Ull sayo ligero. No soncuriosos en su traje. Slo traen los escudos muy pin-

    tados y de muy escogidos colores. Pocos traen ori-gas, yapenas se halla uno o dos con casco de metal

    (1) D~ tiempos de la Repblica.

    (2) Serrati !lummi: dellarlo de plata., cuyo borde estalla. den-tado a manera de -Ierra: bioatu91lummu8: dCllario de plllta coa

    la efigie de una victoria montada en una figa (carro de dos ca-hallos).

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    o de cuero, Lo!;cah'\lo,; 110&onhien hechos ni Iig-e-

    ros, ni Jos e1lS{\Il1lIt"oh'er Ituna. mano y a otra yIlhaeer carld'oles, segl'ltI nuestra usanza; de una ca-

    rrera dewel fl, (),'ol\'iPllllo a Hna mano todos en tro-

    pa, hacen SI ~f('.doCOlitanto orden que nillg'uno sequeda atr:'t~, Y todo biell considerado, !;\\hallar'quesus mftyorps fuerzas eonsisten en la infantera: y as!,pelean mezdados. rl'spnndiendo admirahlemente al

    paso de los c thalle J)!,'twcza de los infant.ps, quese ponen al frentl\ ( escuadrn. por ser mance-bos escog'lda: entre todos, Haynmero sealado de

    ellos; de cadL puehlo, ciento, yti"nen entre los suyos l~ste mismo nombrL\(I). y quedlt's por titulo!; dedig-nidad y h,nra. lo que al principio no fu ms quenmero. El t':'cuadrn se compone de escuadras fOL"madas en punta. El retirarse, como sea para volverIl acompt.er, t.ir-nen ms por ardid ybuen consejo que

    por miedo. Rt,tiran ;;us lIlue'tos, aun cUllndo est enduda la hatalla, El mayo\' delito y flaqueza entrHellos es Icjar ,'I escudo, Y los que han l\uldo ell talignominia no melhm hallal'sB presentes a los sani-lieios ni junt.as, y muchos, hllhindose escapado deIn batalla, aea baron su infamia ahorcndose,

    7. Eligen SIS reyes por la nobleza; pero sus capi-

    tanes, por el v.dor. El poder de los reYBSno es abso-Into perpetuo. Y los capitanes, si SB mnestran mls

    prontos y atre-'idos, y son los primeros que peleandl'lllnte del escuadrn, g'ohiernun mas por el ejemploque dan de su 'alor y admiracin de esto, que por

    (1) Los "Cien.

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    !II imperio ni autoridad llel cargo. Por lo llems. elcastigar, pre.llrIer.r a:l.otar 110 so p(>.rmit(~sino a Jossacerdotes. y au como por pella. ni Jlor mandato del

    capitn, silla como si lo manara Dios, que, segn

    ellos, asiste a losqtw pelean. LJe\'au a la guerra algunas imgenes e insignias, que sacan de los bp,;-ques sag-rados, y Jo que principalmente los illcita aser valientes y esforzados es que no hacen sus escua-dras y compaas de toda suerte el , :"

    se ofrecen acaso, sino de cada .milia y parentdlaparte. Y ai entrar en la batalla tienen cerca susprendas ms queridas, pai'a que puedan oil' los alari-dos de las mujeres y los g-ritos de los nifios. Estos son

    los tieles testigos de sus hechos y los que ms los ala-han y engrandecen. Cuando se ven heridos, van almseiar las heridas a sus madres y a sus mujeres, yellas no tienen pa,vor de contarlas ni de examinarlas

    con cuidado, y en medio de la bata:Ia les llevan ali-mentos yconsejos.8. De manera qne algunas veces, segn ellos

    cnentan, han restaurado las mujeres hatallas ya casiperd;das, haciendo \'oh"lr los esclladl'on(~S '1uo se Il-clinaban a huir, con la cOllstanc!l de sus ruegos, ('011ponerles delante los pechos y representarle,; el (,erea-

    no cautiverio quP-de esto se seguira, el cual tenll'1lconlIlayor vehemencia por causa de ellas; tanto, 'jlWse puede teller mayor confianza de las ciudades, q Ileentre SIlSrehe'~es dan algunas doncellas nobles. Por-que l1un se persuaden de que hay en ellas Ull 110s6

    {I) Dc eahnll()~. De infRntc~.

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    rar cmo, sobre un~ vestidura blanca. Luego cI sa-cerdote de la ciudad, si es que se trata de negocio

    pblico, a el padre de familia, si es de cosa particu-lar, despus de haber hecho oracin a los dioses, al-zando los ojos al cielo, toma tres palillos, de cadavez uno, y hace la interpretacin segn las sealesquo de antemano les. habian puesto, Si las suertesson contrarias, no tratan n:s aquel dia del negocio,y si son favorables, procul'an an certificarse porageros. Tambin saben ellos adivinar por el vuelo

    y canto de las aves. Mas es particular de esta nacinobservar las seales de adivinanza, que para resol-verse sacan de los caballos. Estos se sustentan a ex-

    pensas pblicas en las mismas selvas ybosques sa-grados, todos blancos, y que no han sen'ido en nin-guna obra humana, y en cuanto llevan el carrosagrado, los acompaan el sacerdote, y el rey a

    principe de laciudad, y consideran atentamente susrelinchos y bufidos. Y a ningn agiiero dan tantocrdito como a ste; no solamente el pueblo, sinotambin los nobles y Grandes, y los sacerdotes, loscuales se tienen Itsi por ministros de los dioses, y a108 caballos por sabedores de la voluntad de ell08.Observan asimismo otro agero para saber el sl1cesode las guerras importantes, Procuran coger, como-quiera que sea, uno de aquella nacin con quien hande hacer guerra, yle hacen entrar en batalla conuno de los ms valientes de los suyos, armado (~adacUlll COD las armas de su tierra, y segn la vic-toria del uno o del otro, juzgan la que ha de su-

    ceder.

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    IS

    11 Los principes (I) resuelven las cosas de menorimportancia, yJas de mayor se tratan en junta ge-nera (le todos; pero de manera que aun aquellas deqne \oca al pueblo el conocimiento, las traten y con-sielm' 'n primero los principes. Jntanse a tratar delos nllgocios pblicos-si no sobreviene de repentealgn caso no pensado -en ciertos dias, como cuandoes IUlIanueva, o cuando es llena, que este tiempotiene, pOI'el ms favorable parll emprender cualquiera cosa. No cuentan por dias, como nosotros,

    sino J,or noches. Y en esta forma hacen sus contra-tos y asignaciones, que parece que la noche g-ula eldia. "ienen esta falta causada de su libertad, queno s juntan todos de una vez, ni como gentes queobedecieran una orden a plazo sealado, y as IleBuelell g-astar dos y tres dias aguardando los quehan (.e venir. Sic~ntanse armados ycada uno corno

    le agrada. Los sacerdotes mandan que se guardesilencio, y todos los obodecen, porque tienen enton-ces poier de castigar. Luego oyen al rey a al princi-pe-qlle les hace los razonamientos-, segn la edad.noble. a o fama de cada uno adquirida en la gCl'l'll,o segn su elocuencm, teniendo ms autoridad dt",

    persul,dir que poderio de mandar. Si no les agradalo pro 'mesto, contradicenlo, haciendo estruendo yruio con la boca; pero si les contenta, menean ysacudltl las fru1!1eas. Que entr6 ellos es la ms hOll-rada aprobacin la que se sig-ninclt con las armas.

    (t) .It fe.;; de lu aristo('.racia ~errnnna, revestlos tlt! autoridad

    urllcillL .dig-Ios;t o militar.

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    I!que lo mirall. I

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    libertos son poco ms estimados que los esclavos; po-cas veces tienen mando en casa de los amos, y nun-

    ca en las ciudades, salvo en aquellas naciones en

    que n,andan reyes. Que alii pued(>n ms que los li-bres j ms que los nobles. En todas las dems, ladesigualdad de los libertas sin'e para conocer losque son libres.

    26. Aqu no se sahe qu cosa (~sdar y tomar ainter~~, ni acrecentar el caudal con usura~j y poresto se usa menos que si fuera prohibido. Cada ln-

    gill' tOlna tanta ti(~l'ra para labrar euanto tiene hom-bres qlle la labren, y la reparten despus entre si,conforme a la calidad de cada uno; es fcillll. parti-cin p,)r los muchos campos que hay. Mudan cadaaio rle heredades, y siempre les soora campo; por-que no procuran acrecentar la fertilidad ycantidadde la tierra ('on el trabajo e industria, plantando

    Arbole" cercando prados y reg-ll.ndohuertas (1). Slose contentan con que la tierra les d grano; yaslnodivide. el ailo (m tantas partes eomo nosotros. CoIlOcen ,~l invierno, primavera y lJ!ltio, y saben susnomlll'l's; el del otoio no le s~ben, ni sus bienes.

    27. Ninguna pompa tienen en sus entierros. Slo

    que para quemar los cnerpos de los hombres ilus-tres US:'1l de eierta lea. ~o echan sobre la hogueI'llvestido" ni co~s olorosns. Slo queman con los muer-to; sus armas: y con algunos, ~s caballos. Ha~l\

    (1) Q\ l'Cre dcdr T.{to qne 10:-:'~CT1nUll()S 0 luehnn COll 11\

    t ier ra pa 'Il.hIH'(-rla l))'odlH.'f' 1l1:\Sde la cJ:H>('oll~iente su f('rtil!-

    dluln.llll'n),

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    los sepulcros de (;spedes, y menosprecian los monu-lIl(>ntosgrandes y de mucha obra como enfadosos ype6udos a los difuntos. Dejan presto las IAg-rimas yllanto, y tarde el dolor y tristeza. Tienen por cosuhonesta para las mujeres, el llorar; y para los horn-ores, el acordarse.

    Esto es lo que, en general, he sabido del origen y

    costumbres de los germanos. Ahora dir de los ins-titutos y usos de cada gente de ellos, en qu se di-ferencian los unos de los otros, y asimismo las na-

    ciones que de Germania pasaron a las provincias d < -Francia.

    28. El divo Jnlio (1), principe de los autores, es-cribe que antiguamente la potencia de los galos fumayor, y por esto es cosa creble que tambin ellos

    pasaron a Germania; porque, cnnto era lo quepoia estorbtll ni impedir el ro para que cada na-

    cin, como fuese hacindose poderosa, no dejase snstierras y ocupase las ajenas, que aun eran comunps,

    y no apartadas ni defendidas por la potencia de losreillos? Y asi, los helvecios ocuparon la tierra quehay entre la selva Rercinia y el rio Meno y cI Rhin,y los boyos pasaron ms adelante (2); y ambas na-ciones son gAlicns. Y aun ahora dura el liOmbre de

    I3oiemo, que es memoria de aquella nacin, aunqnelos que le hahitan son ya otros. Es cosa illciel'ta Rilos al'aviscos, dividind06e de 102 osos, que es nncillde Gel'mtl.llia. pasaron a Panonia; o si los osos, de-

    (I) Cnyo Julio C~lll', IIll181'de \08 Comentll.r1OOl.

    (21 PI'ObllblQlIlente hll.~t. Ulll( part" de :8avlera y Hollernl"

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    I!

    jalldo Illos araviscos, vinieron a Germania; porqueamb..s gentes tienen aun ahora el mismo lenguajeylas mismas ordenanzas y costumbres; y porque vl-vieno antiguamente con Ulla gran pobreza y li-bertad, eran unos mismos los bienes y los male;; deuna ~.otra ribera. Los treveros ylos nervios deseanyprot:uran COli grande ltmbicin que su origen seade Alt\ma~ia; como si por esta gloria de la ('asta de-jarAn de parecerse Il10$galos en el talle y en la IJo-jedad. Los vangiones, trebocos y nemctes, que ha-

    bitan la ribera del Rhin, sin duda son germanos. Nilos uUos tampoco, aunque merecieron ser coloniade los romanos, y se llamen de mejor gana agripi-nenses, del nombre de su fundadora \1), se aver-genz;m de su origen. Que habiendo stos pasadoantiguamente el Rhin, por las muchas pruebas quebubo de su tideltlad, los pusieron sobre la misma

    ribera no para ser guardados, sino para que recha-zasen ILlenemigo.

    ~. Los bata vos son los ms valerosos de estasnacion"s. No tienen mucha tierl'a en la ribera delRhin, pero ocupan una isla de l. Antiguamente fupueblo de los catas, y, por las disensione" que hubo,>.ntre ellos, pas a estas tierras, para hacerse en

    ellas part.e ,lei imperio romano. I.udales la honray el tes:,imonio de la compaia antigua (2), porqueno los tratan call menosprecio COli la carga de 108t.ributo~, IIi los cogedores los molestan ymaltratan.

    (I) !(.ll'lIl1\.

    (t) ~8 ,leclr. de lA. a.lia.nza romalut. ,

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    Viven libres dl:' cargas y de imposiciones, y sola-

    mente, apartados de los dems para el uso de lasbatallas, se guardan y resen':lll como armas para

    1M guerras (1). Estc mismo reconocimiento haCI\lllos matiacos.

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    bin \-an siendo meno:; poeo a PO('o;todos ellos estndentro de la seh-a Hercinia, fuera de la cual no po-

    seen nada. Son los de esta nacin de cuerpos ms

    rohu tos, de miembl'os rehechos, de aspecto feroz yde mayor vigor de nimo. Tienen mucha industriay astucia para entre g-crmanosj porque dan los car-

    gos Illos mejores, obedecen a sus capitanes, guar-dan >us puestos, conocen las ocasiones, difieren plimpel.u, reparten el dia, fortiflcanse de noche, cuen-tan la fortuna entre las cosas dudosas, y la virtud

    entre las seguras y ciertasj .Y,lo que es ms raro yslo concedido a la disciplina romana, hacen msfundf,JIlcnto en el capitAn que en el ejrcito. Toda

    su fu'~rzl\ consiste en la infantera, la cual, ademsde las armas, lleva tambin su comida y los instru-mentes de hierro para las obras militares. Los otrosgermulOS parece que. van a dar batallaj 108catos, Il

    hacer g'uerra. Hacen pocas correrias yescaramuzasypeleas casuales. Esto es propio de la caballera:

    hacer presto su efecto y retirarse presto. La prisaanda (~erca dp] temor; y la dillldn, de la cons-tancia.

    31. Lo que entre las otras naciones de Germania

    se hac'~ pocas veccs, .r eso por la osadia de algunos,entre los catos est ya introducido por comn con-sentimiento de todos, que los mancebos dejen crecerel cabfllo y la barba, y que no se quiten aquellafigura de la cara yla cabeza corno voto yobligacinque ha~en al VaIol' (1), si no es habiendo muertr. al

    (I) F.I Valor personificltdo )' dlvlnizado.

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    gn enemigo. Jobre la sangre y despojos del enemi-go descubren la frente, y dicen que entonces har. sa-tisfecho a Id . obligacin de haber nacido, y qur, son

    dignos dl'. su patria y de sus padres. Los !lojos, tiacos y c/,bardes, y que son intiles para la guerra,qued'.n siempre con aquella suciedad (1). Los msvali .mtes traen tambin un anillo de hierro-'lue esco~a afrentosa para aquella gente-como por prisin,J.asta desatarse de ella con haber muerto algn ene-migo. Son muchos los catos que gustan de este tra-

    ie, y~on esta insignia llegan a encanecer. y son mi-l'ados y respetados de los enllmigos y de 105; suyos.Estos son siempre los que comienzan las batallas.De stos S~ forma siempre el primer escuadrn nue-vo en la vista, porque ni aun en tiempo de paz seles quita ni disminuye aquel aspecto horrible y es-

    pantoso. Ninguno de ellos tiene casa o heredad, nicuidan de ello; dondequiera que llegan. los recibeny sustentan, prdigos de los bienes ajenos y despreciadores de los propios, hasta que con la vejez pier-den la sangre, ycon ella se reducen a estado de no

    poder llevar tan spera y rigurosa virtud.32. Tras los catos estn ios usipios, y los tencteros

    Illa ribera del Rhi n, donde ya lleva tan to caudal, quepuede servir d,) trmino. Los tencteros, dems de lareputacin que han alcanzado. en la guerra, tienengrande ventaja en la caballer!a, la cual no es me-nos estimada que la infanter!a de los catos. Sus an-

    (1) Los roma.nos que Ileva.ha.nel cabello corto y la. barhaa.felt.nda,consideraban como suciedad est.acost.umhre hrhara.

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    tepasados los instituyeron, y 108 descendicntes losimitan. Estos son los jue~os de los nios, las comp~-

    tencias de los mancebos, en que pers~veran aun

    'espu; de viejvs. Danse los caballos por parte de laherench; pero no como las dems cosas al hijo ma-yor, sin:) al que se muestra feroz y mejor para laguerra.

    33. ':.'ras los tencteros se seguian antiguamentelos bructeros, cuyas tierras se dice que ocupan aho-ra los camavos y angrivnrios, habiendo echado deellas, y destruido totalmente, a los bructeros conconsentiminto de las naciones comarcanas, o porel odio que les tenian por su soberbia, o por codiciade la pr.\sa, o por fwor particular que nos han que-rido I.acer los dioses. Porque aun no nos ngaron elespectculo de la batalla, en que murieron sesenta

    mil de eJos sin que interviniesen las armas de losromano" sino para gusto y recreacin de nuestrosojos, qUI: es cosa ms magnifica y gloriosa. Pleguea los dio.es, si estas gentes no nos han de amar, quehaya en';re ellos siempre grandes aborrecimientos,pues qUl., declinando los hados del Imperio, ningunacosa mayor nos puede dat' la fortun3. qu~ discordias

    entre lo~ en~llligos.34. Los dulgubnios y casuarios, con otras nacio-

    nes no tan nombradas, cierran por las espaldas a lOBaugrival'ios ycall1ayos, y por la frente los rp.cibenlos frisolles, que se llaman mayores y menores, se-gn son ms o menos poderosos. Estas dos nacionesil8van extendiendo junto al Rhin hasta el Ocano,1rodean tambin grandsimos lagos por donde han

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    Ilavegado armadas romanas. Tambin por aquellapaite tentamos con la navegacin el mismo Ocano,y la fama public que aun subsistian as columnasde Hrc'"les, sea que el h-::roellegara a aquellas par-

    tes, o que todas Jas cosas grandes, de comn acuer-do, las atribuimos a su gloria. No falt osadla a Bru-so Germnico para averi,ruarlo; pero el Ocano seopuso a que se inquiriesen sus cosas y las de Hrcu-les. De entonc~s ac ninguno 10intent, pareciendoms religioso -:;'conforme a la rzverencia que debe-mos a los diose" creer sus obras, qne qnerer S8-

    berlas.35. Hasta aqui tuvimos conocimiento de Alema-

    nia por el Occidente. Hacia el Septentrin hace unagrande vuelta. Desde los frisios c(lmienzan luego loschaucos, que ocupan mucha costa del mar, y se vanex.tendiendo al lado de todas las naciones que he

    nombrado, hasta que revuelven hacia los catos. Y noslo son seores los chaucos de tan grande espadode tierras, sino que las llenan. Este es un pueblo elms noble de toda Alemania, yque prefiere conser-var su grandeza ms con justicia, que con fuerza;yiven quiet.os yretirados, sin codicia y sin mal are-tito; no buscan guerras, ni hacen robos ni latrol:

    cinios. Y el mayor argumento de su virtud y fuer-za es que, para ser superiores a todos, no hacenagravio a ninguno. Verdad es que tienen siempretodos prontas las armas, y que en caso necesario

    pueden armar ejrcito, porque poseen gran cantidadde hombres y de caballos. Y cuando estn sosega-dos, tienen la misma fama que en la guerra.

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    36. Aliado de los chaucos yde los catos habitanlos cheruscos, los ';uales, no acometindolos nadie,gozalOn largo ti,~mpo de una demasiada paz que losfu n archital' do. Y esto les fu ms gustoso que se-

    guro. Porql:e el estar sosegados entre 'vecinos pode-rosos e iu',olentes, es sosiego falso; donde se proce-de pO' f'.rmas, la bo~dad y modestia son los nombresdel v' .ncedor. Y asilos chernscos, que antiguamen-te (;ran llamados buenos y justos, son tenidos ahorapor n.\cios, flojos y cobardes; en cambio, la fortuna

    de los catos, que los sujetaron, pas por sabiduria.La ru ina de los cheruscos llev tras si a los fosos,sus vecinos, y vinieron a ser igualmente compae-ros suyos en las adversidades, habiendo sido meno-res en las prosperidades.

    37. Los cimbros estn en aquel mismo seno deAlemlonia cercanos al Ocano, yes ahora ciudad pe-

    quea, pero de grande nombre. Y vense grandesrastro, de su antigua fama; en ambas riberas hayrnina~ de alojamientos y espacios de ellos, por cuyocircui1.Ose podrla medir, aun hoy, la grandeza ymultitud de su gente, y creer en lo veroslmil de tangran fmigracin. Corria ~l ao 640 de la fundacinde nUl~stra ciudad, cuando se oy hablar la primeravez df las armas de los cimbros, siendo cnsules Ce-cilio :\1etelo y Papirio Carbon. Y si desde entoncescontamos hasta el segundo consulado de Trajano,hallar,\mos casi doscientos diez aos, y tantos haque vamos conquistando a Germania. En medio detan largo si~do, ha habido grandes daos de una

    parte y de otra. Ni los samnites, ni los cartaglneses,

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    ni las provincias de Espaa, ni las de Galia, ni aunlos partos, nQ nos dieroll ms avisos de su poder,porque ms dura cosa es vencer la libertad de los

    g-ermanos, que el reino de Arsaees. Pues, con quotra cosa nos puede dar en rostro el Oriente abatidopor Ventidio, sino con la muerte de Craso, habiendotambin l perdido a l'acoro a manos del mismoVentidio? En cambio, los germanos, habiendo presoo desbaratado a Carbon, y Casio y Scauro Aurelio,

    y Servilio Cepion, quitaron juntamente cinco ejrci-

    tos consulares al pueblo romano, y arrebatarontambin a Augusto. a Varo y tres legiones. Y nolos maltrataron, y vencieron sin recibir dao CayoMario en Italia, el divo Julio en Francia, y Druso,Nern y Germnico en sus propias tierras; despusde esto, se convirtiet'on en burla y escarnio las goran-des amenazas de Cayo Csur (1). Desrle entonces

    hubo ociosidad, y no se movieron hasta que COll laocasin de nuestra discordia y de las guerras civiles,habiendo ganado los alojamientos donde invenlabanlas legiollcs, desearon y procuraron tambin sujetarlas provincias de Francia, de donde despus fueron

    echados. Y poco tiempo ha se triunf de ellos sin ha-berlos vencido.

    ;~. Ahora hemos de decir de los suevos, los cua-les no son una gente sola, como los catos o los tene-teros, sino muchas y difercntes naciones, y con pro-pios nombrcs cada una, aunque en comn se llaman

    (l) Cltligula. Alude Tcito a la desastrosa y rldieula expe-

    dicin que orden eontrllos J\'crmanos.

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    SUllY'lS: ocupan la mayor parte de Germania. La in-signia de esta gente es echarse atrs .el cabello yatarl} con un nudo. Con esto se diferencian los sue- '

    vos de los demAs germanos; y los libres de ellos, (telos efclavos. Entre las otras naciones se usa poeoesto, a no ser algunas que, o han emparentado conlos SlLevos, o quieren imitarIos como se suele; peroning mo lo hace pasados los aos de la mocedad.Los sllevos, aun despus de canos, retuercen el ea-

    bello que causa horror, y muchas veces le atan so-

    lame:lte en lo alto de la cabeza. Los principes letraen con ms curiosidad, y este euidado tienen dela compostura de su rostro; pero sin mala intencinni c\l!pa, porque no se adornan de esta manera paraamar o ser amados, sino que, habiendo de ir a lasbatallas, piensa que con traer el cabello en esta for-ma, han de causar terror al enemigo cuando pusie-

    re lo. ojos en ellos.39. Los semnones dicen que son el10s los mAs an-

    tiguos y mAs nobles de los suevos, y confirmase lafe de su antigedad con \lna ceremonia religiosa.En cierto tiempo del ao se juntan todos los pueblosde aquella nacin por su;; embajadores en un bosque

    consagrado de sus antepasados con supersticiones yage,os, y, matando pblicamente un hombre, ce-lebran los horribles principios de su brbaro rito.Reverencian asimismo este bosque sagrado con otraceremonia. Que ninguno entra en l sino atadocorno inferior, y mostrando y confesando en eso la

    potes-ad de Dios. Y si acaso cae, no le es licito le-

    vantarse, y se ha de ir revolcando por el suelo.

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    y toda esta supersticin se endereza a mostrar quealii ha tenido origen su gente; que Dios, seor de

    todos, habita alll, y que todas las dems cosas estnsujetas y obedientes. Aade autoridad a esto lamultitud de los emnones, porque habitan cien ciu-dades, y por su grandeza se tienen por cabeza delos suevos.

    40. Por el contrario, ennoblece a los longobardossu poco nmero; rodeados de muchas y muy belico-sas naciones, se conservan y estn seg-uros, no con

    sumisin y obediencia, sino con batallas y peligros.Los reudignos, aviones, anglos, varinos, eudoses,8uardoncs y nuitones, estn cercados y amparadosde rios y de bosques. Ninguno de ellos tiene otracosa notable que el adorar en comn a Nerto, quesignifica la Madre tierra, la cual piensan que inter-viene en las cosasy negocios de los hombres, y que

    entra y anda en los pueblos. En una isla del Ocanohay un bosque llamado Casto, y dentro de l un ca-rro consagrado cubierto con una vestidura: no espermitido tocarle sino a un sacerdote. Este conocecundo la diosa est en aquel recinto secreto, y conmucha reverencia va siguiendo el carro, del que ti-ran vacas. Son dias alegres y regocijados, y lu-

    gares de fiesta, todos aquellos donde tiene por bienllegar y hospedarse. Y no trata!.' de cosas de guerra,ni toman las armas; todo gnero de ellas est ence-rrado; solamente se conoce y ama la paz y quietud,hasta que el mismo sacerdote vuelve la diosa a sutemplo, harta y cansada de la conversacin de loshombres. Luego se lava ~n un lago secreto el carro

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    y la vestidura, y la misma diosa, si a lo qUll!lerescreer. A los esclavos que sirven e~ esto, se los traga01mismo lago. De aqul les viene a todos un oculto

    terror, .) una santa ig'norancia de lo que pueda seraquello :ue ven solamente 108 que han de perecer.41. y esta es la pal'te de los suevos, que se ex-

    tiende us adentro de Alemania. La mAs cercanaciudad--para seguir ahora el Danubio, como antessegul el Rin -es la de los hermunduros, gente fiel alos romanos; y por eso ellos solos entre los germa-

    nos ne~.cian y tratan no solamente en la ribera,sino ms adentro, y hasta en la insigne y famosacolonia ,le la provincia de Retia. Pasan por todaspartes siu llevar guarda (1). Y siendo Ilsl que a lasotras naciones enseamos solamente nuestras ar-mas y campamentos, a stos abrimos nuestras casasy heredades, pues no las codician. En el pais de los

    hermunduros nace el Elba, 1'10 famoso y conocidocn otro tiempo; hoy lo es slo de nombre.

    42. junto a los hermunduros habitan los na-riscos, y luego los marcomanos y lOBquados. Laprincipal gloria y fuerzas son las de los marcoma-nOB,y ganaron con su valor la misma tierra que po-seen, echando de ella a los boyos; pero no degene-ran de e'los los nariscoa y los quados. Esta es lafrontera de Germania por la parte que la cie elDanubio_ Los mal'comauos y quados tuvieron, hastael ti:>mpp rl{~nuestra memoria, reyeB de su mismagente. FlI noble entre ellos el linaje de Maroboduo

    (1) Sill 'sta.r sometidos a. IlLvigilancia. roma.na.

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    y Tudro. Ahora sufren ya imperio de extranjeros;

    pero la fuerza y poder de sus reyes depende de laautoridad romana. Pocas veces los ayudamos eonlIuestras armas, y muchas ms con dinero; pero nopor eso son menos poderosos.

    43. Los marsignos, cotinos, osos y burios cierranpor la espalda los marcomanos y quados. De loscuales, los marsignos yburios revelan su origen suevo en el traje y lengua. Los cotinos. por la leng-uaglica que hablan, ylos osos, por la pannica mues

    tran no ser germanos, ytambin porque sufren tributos; parte de ellos se los imponen los srmatas, yparte los quados, corno a extranjeros. Los cotinos.aun por a.vergonzarlos ms, trabajan en las minasde hierro. 'l'ienen todos estos pueblos poca tierrallana, pero hicieron asiento en bosques y en las cum-bres de los montes; porque stos se continan hasta

    el fin de la Suevia, y la dividen por medio. De laotra parte de estas montai'as viven otras muchasgentes, entre las cuales la de los ligios es la de ma-yor nombre y la que se extiende por ms ciudades.De que bastar referir las ms poderosas, que sonlos arios. helvecon8s, manimos, elisios, naharvalos.En la tierra de los naharvalos hay un bosq uc delantiguo culto a cargo de un sacerdote que anda convestido femenil. Los dioses de l, segn la interpre-tacin romana, dicen ser Castor y Polux, yel nom-hre de aquella {leidad es Alcis. No tienen ningunasimgenes suyas, ni hay rastros algunos de supersti-cin extranjera; pero son adorados como hermanos

    y como mozos. Y los hllrios, adems de aventajarse

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    en hwrzas a los pueblos que hemos nombrado pocoha, skndo feroces, ayudan su fiereza nat.ural con elarte y con el tiempo. Traen los escudos negros ylos cU'lrpos teidos, y escogen las noches ms oscu-ras pbra las batallas: y con el mismo terror y figu-ra de .lste ejrcito funeral, causan espanto, no pu-diend( ninguno de los enemigos sufrir aquella vistanueva y como infernal. Porque los ojos son los pri-meros que se vencen e.n las batallas.

    Tra8 los lugios siguen los gotones; a quien man-

    dan reves, y aunque estn algo ms sujetos que lasdems naciones de Germania, no les han quitadoan del todo la libertad. En la costa del Ocano ha-bitan los nlgios y lemovios; todas estas .gentes sedistinglen por sus escudos redondos, sus espadascortas? sn obediencia a los reyes.

    44. y luego en el mismo Ocano tienen sus ciu-

    dades Il)s suyones, gente poderosa en soldados y ar-madas. Sus navios se diferencian de los nuestros enque tienen proa por ambas partes, para poder porcualquiera lIegllr a abordar ya tierra. No usan develas, ni llevan los remos atados por los costados,sino sueltos y libres, como en algunos rios, para po-derlos n..uc!a.calIado que fuere menester. Tambinentre ellos tienen honra y estimacin las riquezas;y por esto los manda uno solo, no por permisinsuya y oor el tiempo que les parece, sino con abso-luto pod.~r, sin excepcin alguna. Y no se les permi-te, como a los dems germanos, el uso de las armasindiferelltemente. sino que estn cerradas y con

    gnarda, y ste, esclavo. Porque el Ocano prohibe

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    las entradas ,Yacometimientos repentinos de enemi-

    gos; y verdaderamente los hombres con armas enlas manos estando ocioso, fcilmente se dan al vicio

    .Y causan desrdenes, Y no es provechoso para losreyes entregar la g'uarda de las armas al noble ni al

    lib, ni aUll al liberto.45. Ms all de los suyoues hay otro !llar pere-

    ~oso y casi inmvil; se cree que es el que eerca ydiie la redondez de la tierra, porque despus depuesto el sol se ve siempre aqucl resplandor quedeja hasta que \'uel,'e a nuccI', de !llaIlera que oscu-rece las estrellas. Y tambin hay opinin que se oyeel ruido que el sol hace al emerger del Ocano, yque se ven las figuras de los caballos y los rayos dela cabeza; y es la fama que hay yverdadera, quehasta alii y no ms llega la naturaleza. En la costa

    del mar suvico, a mano derecha, habitan los cstiOll,los cuales tienen los ritos y hbitos de los suevos, yen la lengua se parecen ms a la de los britanos.Adoran a la madre de los dioses, Y por insignia desu supersticin traen unas figuras de jabalies. Yesto a los que reverencian la diosa sirve de armas yd(~seguridad y defensa, aun entre los enengoB.

    Usan poco de hierro y mucho de bastones. Trabajanms ycon ms cuidado y sufrimiento en cultivar latierra y sembrar granos y otros frutos, que lo queacostumbra la pereza de los dems germano!!. Na-vegan tambin por el mar, escudriando sus secre-tos. Yellos solos cogen en los bajos y en la mismacosta, el ambar amarillo, que llaman gleso. Pero('oOInO son brbaros, nunca han procurado saber ni

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    hallad) lo que es ni como se engendra. Y aun mu,cho tif mpo lo Bolian dejar entre las otras inmundi-

    cias qlle la mar echa, hasta que nuestro apetito y

    superfluidad le puso nombre y estimacin. Ellos nolo usait; eogenle tosco, y nos lo traen sin darle otra

    figura ni forma, y rnaravillanse del precio que reci-

    ben por l. Pero bien se puede entender que es li-cor de algn rbol; porque muchas veces se echande ver en medio de l alg'uJlos animalejoB y aveci-

    lIas qle. habilldosele pegado, se quedan despus

    alii en"errados, cuando se endurece la materia. YocreeI'll] que, como en algunas partes secretas delOrientl\ se producen el incienso y el blsamo, asi

    t.ambin haya rboles ms frtiles en las selvas ;rbosque; de la~ islas y tierra (irme del Occidente, cu-

    yos !icl,res, secados por los ra;yos del sol que tienen

    cere.l, "ienen a caer en la mar junto a ellos, dedonde ias tempestades los echan en las ot.ras costasque estn enfrente. S se prueba la naturaleza delambar pegndolc fuego. hallaremos que se enciel'-de corn.) tea, y hace una llama grasa y olor:;,,;a, y

    des~~~; se ablanda y derrite, qlledandr: como pez o

    resina.

    Confinan con los suyones la nacin de los sitones,los cuales se les parecen en todo lo dems, y slo sediferendan en que los seorea una mujer, que tantocomo mto degeneran, no solamente de la libertad,

    sino de la servidumbre misma.46.Aqui es el fin de la Suevia. Estoy en duda

    si pondr las naciones de 108 peueinoB, venados yfannos entre los srmatas o entre los germano8,

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    aunqne los peucinos, a qne alg'unos llaman bastar-nas, vi ven como los germanos en la lengua y hbi-to, y asiento y casas. Lu suciedad y entorpecimien-

    to es comn a todos. Y habiendo los principales dedIos emparentado con los srmatas (1), se han co-rrompido algo, hadndose a su manera de vidu.Los venedos han tomado mucho de sus costumbres,porque, como salteadores, corren todos los montes ysierras que hay entre los peucinos y los fennos.Pero con todo eso se cuentan stos ms por alema-

    nes, porque tienen moradas fijas, usan escudos, sehuelg-an de caminar a pie yson giles; todo lo cuales diferente en los srmatas, que viven en carros yandan a caballo. Los fennos tienen una horrible fie-reza yuna pobre71a cruel. No tienen armas, ni caba-llos, ni casas; sustntanse con hierba, vistense depieles, y la tierra les sirve de cama. Consiste t.odasu esperanza en las flechas, las cuales, a falta dehierro, arman con hoosos. Los hombres y mujeresse sustentan de la caza; ellas de ordinario los a~~!:1-paan y les piden parte de ella. LI)~.iosno tienenotro refugio ni acogida ~vntra el agua y las fieras,sino algunas cal-:d.uas que tejen con ramas y con las

    cuales s~ cubren; a ellas se vuelven los mozos yael!as se recogen los viejos. Y les parece esto mayorfelicidad que cansarse ygemir labrando los camposy fabricando casas, y traer entre la esperanza y elmiedo los bienes propios .y ajenos. Y viviendo segu-

    (I) y hablnose mezclado por los casamientos con lOB Br-

    ffiata..q, se han, cte.

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    ros pb.ra con los hombres, y seguros para con 108dio-ses, han alcanzado una cosa dificultostsima: el no

    tener siquiera necesidad del deseo. Lo dems que 8e

    cuenla de la tierra y la gente que habita ms allde lah que he dicho, todo es fabuloso; como decirque .08 helusios y oxionlls tienen las cabezas dehomtres y los cuerpos y miembros de fieras. Yast d~jar de tratar de esto, como cosa que no estaveriguada.

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    DILOGO DE LOS ORADORES

    1. Mucho tiempo ha que deseas saber de mi,Justo Fabio, por qu causa, habiendo florecido enlos pasados tiempos en ing-enio y fama tantos exce-lentes oradores, ahora el nuestro, fulto de ellos yBillaplauso, apenas conserva el uso del nombre mis-mo de orador, pues asi llamamos nicamente a los

    antiguos; pero a los elocuentes de estos dias, causi-dicos, abogados, patronos y cualquiera otra cosamenos oradores_ A esta tu pregunta no me atrevie-ra yo en verdad a responder ytomar sobre mis hom-

    bros el peBo de tan grande cuestin en tales trmi-nos, que haya de juzgarse mal de nuest/ros ingeniosBia esto no llegan mis alcances, o de mi modo de

    pensar, si no quiero decir mi parecer, en el caso deque hubiera yo de preferir el mio y no de reprodu-cir cierta conversacin de hombres muy discretos,seg'Il las c!rculIstancias de ahora, que yo, siendomuy joven, les oi, y en la que estaban tratando estamisma cuestin. Asi que el trabajo no c-

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    :,u

    ros \-arones escuch, discurridas con sutileza y di-('ha; con gravedad; : declarar con !a misma elegan-cia, con las mismas razones y el mismo orden, lus

    diversas cnusas que cada uno expona bastante ra-zonables, manifestando su interior modo de pensnry di,currirj pues no falt quien, tomando rI partidocontrario, despus de haber censurado y desprecia-do mucho a los antiguos, antepu:5iera la elocuencil\de nuestros tiempos a In de aqullos.

    2. Porque al dia signiente en que Curiacio Ma-TPrn')(1) habia recitado su tmgedia de Catn, te-

    nindose noticia de que habia ofendido los nimosde l,)s poderosos, como que, olvidndose l de s.slo habla pensado como Catn en el argumento de

    aqu('lla tragedia, y esparcindose sobre esto un

    g'ande murmurio en la ciudad, vinieron a su casa

    Marco Aper (2) y Julio Secundo (;~),ingeuios cnton-ces los ms excelentes de nuestro foro, a los cualcl\no slo ola yo con grande aficin en los Tribuna-les, sino que frecuentaba su casa y 108acompaaba

    en publico con un vehemente deseo de aprender ycierta viveza juvenil, de suerte, que escuchaba conansia sus dilogos y discusiones, y aun hll.:5talos se-creto; de sus reservadas plticas, y si bien muchos

    opinaban poco favorablemente, diciendo que Secun-

    (l' .:onocldo tan slo por Aste pasaje del Dilogo. TduJ

    cita olr.s trllgedIls debida. a su pluma.

    (~j ~'ltmos(l or dor, galo de orl,en y maestro

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    do no era expedito en el dedr, y que Aper habia

    \:onseguido la fama de elocuente ms por g'

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    pbli~o, para que, dlljado n un lado este cuida-do pueda dedicanne enteramente a ete nuevo tra-

    bajo.

    - "No te fastidian tanto - dijo Aper - eBl\StrA-gedias que, olvidando la aficin a las oraciones ycausbS, consumas todo el tiempo, antes en la Medea,yahora en Thyestes, puesto que estn llamndoteal foro las caUHaSde tantos amigos, ci patrocinio detantas colonias y Municipios, a quienes apeulUl po-

    drlas dar abasto, aunque no te cargaras de nuevaocupacin con tus tragedias de Domicio y Catn;quier

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    f > . ' J

    una de las partes tiene ganada la inclinacin de

    ellos. Porque, quin ignora que nin"'1lno tiene ms~streehez conmigo, ya por la amistad, ya por trato'de compaeros, que Saleyo Baso (1), varn no me-

    nos bueno que consumado poeta? Y por cierto, si elarte de la poesia se acusa, ninguno otro reo hallo de

    TTlsconsideracin ..- Bien descuidado est - dijo Aper -, tanto Sa-

    leyo Baso corno otro cualquiera que fomente el es-tudio de la potica y la gloria de los poemas, si no se

    dedica a defender cansas. Mas yo, puesto que he en-

    contrado un rbitro de esta demanda, no permitirquo Bell defendido Materno con acompaamiento demuchos, sino que yo a l mismo ante vosotros leacusar de que, habiendo naeido para la elocuenciavaronil yoratoria, con que poder al mismo t.iempoadquirir y defender amistades, gallar relaciones yprot.eger pr()villcia~, abandone un estudio, en com-paracin del cual no puede imllginarse otro en nues-tra ciudad, ni ms copioso para la ut.i1idad, ni msfecundo en deleites, ni ms decoroso para el honor,ni ms lcido para la fama de la ciudad, ni ms ilus-

    tre para la celebridad de todo el Imperio yde todas

    Jas naciones. Porque, si han de dirigirse a la utili-

    dad de la vida todas nuestras miras y acciones, qucosa hay ms apercibida que e;ercitar aquella artecon que siempre armado puedas libremente servirde defensa a los amigos, de auxilio a los extraos.

    de salud Illos que peligran y, al contrario, poner

    (1) Poeta ,;plco.

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    miedc yespanto a los envidiosos y enemigos, y tmism(, estar seguro y como fortalecido con un comoperpeuo pod' e imperio? Cuya fuerza y utilidadbien 53 deja ver en la defensa y patrocinio de otros.

    cualldo Jas rosas suceen prsperamente; pero sillega ilsentirse cI rui,lo del peligro propio, uo enverda,1 la lorig-a y la espada es en la batalla para-peto tan fu('.rte Clima la elocuencia cn favor dl' Ullreo que peligra, pues es al mismo tiClrnpo arma de-fensiv,t y ofensI,t con que ig'!Hthn('nte puedes de-fencler y acometer, ya ('n el Tribunal (11, ya. en el

    Scnad,), ya en prCSCllciadel principe. Qu otra cosams q\le su elo(~u(~llcia, hallando contrarios a los senadorls, opuso poco ha Eprio Marcelo (2), quien.arrest/dlo y sobre si, dej burlada la sabiduria deHelvidio, elocuente a la verchtd, pero poco experto,yaun tierno en semejantes contiendas? No hablarms acerca de la utilidad, a cuya parte creo no S(~opong-' en nada mi amigo Materno.

    16. Paso a explicar cI gusto que trae comig-o laelocuente oratoria, cuyo deleite no se goza por unsolo in:;tante, sino casi todos los dias ycasi a cadahora. '~u cosa ms dulce para un nimo noble y

    bien educado. criado, dig-rnoslo asi. para los ms

    puros deleites, que ver llena y concurrida siempresu casa de los hombres ms distinguidos, y saberque est) le viene. no por causa de riqueza u orfan-

    (1) En el de 108Centunvir08.

    (2) Delator, famoso por.u elocuenda, qne alcanz gran pre-

    dicamento en tiempos de Nern.

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    dad ~l), ni por la administracin civil de algn em-pleo, sino por si mismo:> Antes bien, concurren los

    hijos hurfanos y poderosos a ver a un jo\-en y po-bre para que tome a su cargo los riesgos de sus ami-

    g'os o los suyos. Hay, acaso, algn deleite tan gran-de de las ms copiosas riquezas y el mAs encumbra-do poder que mirar a todos, ya ancianos y de mayoredad, ya confiados en la gracia de toda la ciudad,

    confesando que, enmediv de la abundancia de todaslas cosas, no tienen en si un bien, que es el inejor ylIIs principal? Adems, qu acompaamientos ydespl\didas de togados! Qu aspecto ell pblico!Qu acatamieuto en los Tribunales! Qu gusto allevantarse a orar, yestar en pie, vindose rodeadode silencio, y que (!il l solo fijan todos su vista; api-arse el pueblo, rodear el circo, y mover al oyentea cualquier afecto de que el orador se revisticre!

    Mas lo que hasta aqui refiero sou los placeres msconocidos y que estn a la vista aun de los de po-cos alcances;, mayores son otros ms ocultos y que

    solamente los conocen los mismos Ol'adore~; porque,ora traiga una oracin bien limada ypensada, siem-pre percibe un como contrapeso y balanza constan-

    te, asi del deleite como del mismo decir; ora traiga

    nuevo y reciente trabajo, no sin algn sobresaltodel nimo, este mismo afn recomienda el suceso y

    (1) Uno dt~ lu:i lnedlo~ m.~ :-iocorrfd.s ptHll }JTOCUra1"8t: U W t o

    herenei8., consista en frccuentar la. mansin e n.lg-n anciano

    rico y l ograr, u fuerza de adulnclones, un tl?~tN.mentofavoro.-

    ble. 't'cito alude aqu ~Stl, artimaa.

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    lisonjea el .,rusto. Pero cuando se arresta a hablardl) repente, esta misma temeridad produce mayorplal:cr; porque sucede con las obras de ingenio lomis'Ilo que en el campo, yes que, aunque se siem-

    bre'} otras muchas veces, y se cultiven por muchotiempo, son ms gratas las que da de si el suelo.

    l". Yen verdad, si he de hablar de mi mismo,aquel dia en que se me present la vestidura de se-nad)r, o en que, siendo yo hombre nuevo y nacidoen \lna ciudad (l de ningn favor, recibllacucstu-ra, .) el tribunado, o la pretura, no fu para mi msalegre qne todos los dems, en que, tal cual es lamediana facultad mia de orar, me toca dcfendcr conbuen suceso a un reo, o tener algn pleito feliz antelos centunviros, o sacar a paz y a salvo ante el prin-cipe a 'Onsmismos Iibertos y procuradores. Entoncesme parece Ilmi subir sobre los tribullllllos, las pre-

    turas yconsulados, y nun tener lo que, de no nacerron '.mo, ni se concede por decreto imperial ~Iivienepor dfavor. Qu comparacin tiene la fama o nom-bre de cualquier arte con la gloria de los oradores,que no solamente son ilustres en la ciudad entre losque :ienen negocios y cuidados, sino tambin entrelos nlOZ09 y jvenes, que, desde luego, tienen buen

    natural y dan de si buenas esperanzas? Culesnomhres ponen antes )0'0 padres a sus hijos? .Aquinprimero y ms frecuentemente nombra por su nom-bre dimperito vulgo y la plebe, y los seala con eldedo') Tambin los forasteros y viajeros, rlespus de

    (I) De IllGalill,

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    :)7

    haber 0\0.0 antes hablar de ellos en los MunicipiOlly colonias, apenas se apearon en la ciudad pre-

    guntan por ellos, los buscan y quieren conocerlo8 ..18. Me atreveria a apostar que este Marcelo

    Eprio, de quien habl poco ha, y que Crispo Vibio--porque con ms g-lIsto me valgo de ejemplos nue-vos yreeientes que de los remotos y olvidarlos-noson menos conocidos en los extremo~ trminos de latierra que en VerceH a en Cl1.PUt,de dondt' SBdicennatural('s. Ni Il esto contribuye el que el primero

    tenga doscientos rniJ!ones de sestercios yque el se-gundo posea trescientos -aunque Ilesta tan gran ri-queza pueda pensarse que han llegado por la utili-dad que les viene de la oratoria-, sino la misma elo-cuencia, cuya divina esencia y celeste poder produ-jo, a la verdad, muchos ejemplares de todos 108siglos, manifestando a qu grado tan alto de fortuna

    hayan Ilegado los hombres con la fuerza de su in-genio. Pero, como he dioho arriba, estos ejemplaresson ms cercanos a nosotros; y tales, que no necesi-tamos saberlos de oidas, sino que los tenemos antelos ojos. Porque cuanto ms bajo y menos conocidonacimiento han tenido, y cuanto ms notable hasido la pobre~!l yescasez de bienes que los rode al

    nacer, tanto mlls ilustres y esclarecidos ejemplares"on para demostrar la utilidad de la oratoria; pu~sin el brillo del nacimiento, y 8in patrimonio, nin-guno de ellos educado con cuidado, y el uno defigura poco recomendable, han llegado a ser por es-

    pacio de muchos aos los ms poderosos en la ciu-

    dad, y mientras quisieron, los prIncipes del foro; y

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    . '> 8

    ahora los primeros en la amistad del Csar, casi

    todo 10~obieman y SOl1miradas por el mismo prin-ripe call grande acatamiento. Porque Vespasiano,

    anciano vencrable y varn prudentsimo, bien co-

    llOce qu.\ los resta1\tes amigos suyos estn apoyadossobre aquello que dc l rcdbieron y en la que estell su nUllo conceer Il cllos mismos y prodigar alos dem:\s; y que, Cll camhio, Marcelo y Crispo tra-

    jeron ea lsigo 1\ su amistad la que no recibieron ni

    puede re~ibirse del principe. ~lll\enor lug-ar ocupan

    entre tl1.\tas y tan grandes utilidades los blasonfls,timbres / estatuas; la cual, sin e)nbargo, no es dedesprecillr, ni menos las riquezas y el valimiento;todo la et:al ms fcilml'nte hallar quien la vitupe-re que q,en lo deseche. Vemos, por cierto, lIeuasde esto~ honores, ornamentos y facultades las casasde aquellt.s que se licdicaron desde su mocedad a las

    causas COlenses y al estudio de la oratoria.19. En cuanto a los poemas y versos, en los cua-

    les desea ;.laterno gastar toda su vida-pues desde

    llqultom principio su diseurso-, ni acarrean digni-dad alg-ulHl a sus autores, ni fomentan sus utilida-des; a lo ms, consiguen un breve deleite y unaplauso In eco y sin fruto. Y si no, diml., Materno

    --aunque 10 sea gustoso a tus oldos esto milllo quedigo, y adelante dir -, de qu sirve el que Aga-menn a ~asn hablen elocuentemente en tus tra-

    gedias? Q dn por eso ha vuelto Il su casa defendi-do por ti y agradecido a tu defensa? Quin es el

    Q "" ,>J'Dra " GN}ado. O&Compaa Il Slloleyo, e::sce\en

    poe ta entre nosotros, o, si se le quiere dar un titulo

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    ms honorifico, excelente ad\'ino? Mus si un amigo

    suyo, si un pariente, si l mismo, en fin, se hallase

    en algn negocio apU\"ado, acudir a Secundo, uquipresente, o a ti, Materno; no porque eres poeta, ni

    para que hagas vel'SOSen su flwor, ya que stos lenacen IlBaso en su casa, y muy bellos y agrada-bles, pero cuyo suceso es que, despus de haber gas-tado un ao entero, y empleado todo el dia y lamayor pUl'te de la noche el tiempo en forjar un li-bro, disponerle a la luz pblica, tiene que rogar depropio intento yhalagar a algunos pal'a que se dig-

    nen eseucharloj y esto no de balde, porque tieneque buscar casa prestada, levantar en ella circopara auditorio, alquilar asientos y repartir esquelas;y aunque el xito de sus recitaciones sea el ms fe-liz, todo aquel aplauso no dura tres dias, como su-cede en una planta o flor cortada que no llega acierto ysazonado fruto, Ni de alii saca amistad al-guna o clientela, ni lleva a su casa el gusto de ha-

    ber hecho un beneficio duradero en la memoria dealguno, sino voces ,-agas y huecas, y un gozo pasa-jero, Ha poco que alabamos la liberalidad de Vespa-siano, como asombrosa y eminente, por haber dadoa Baso quinientos mil sestercios; cosa grande, a la

    verdad, haber merecido con su ingenio el agrado-del principe; pero cunto mejor seria, si asl lo per-mitiesen los propios haberes, venerarse a si mismo,obsequiar su ingenio y probar su propia liberalidad?A:idase a esto que los poetas, si han de trabajar y-hacer algo digno de ellos, tienen que huir del tl'at()de los amigos, privarse de las diversiones de la ciu-

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    ~ad ~. abandonar las dems ocupaciones, y, comoilllos ,licen, retirarse a los bosques y selvas; esto eg,a los ,Iesiertos.

    10. Pero ni aun la {ama y buena opinin, a la

    -cual nicamente se dedican, afirman(lo ser el nicoprem

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    hl

    cia, prefie)"(>~ot'!\viarte dP.\ camino; ~.estaudo en con-

    diciones de alcanzar lo ms arduo, te quedas en l()menos importante. Y del mismo modo que si hubie-l'IlS nncido en la Grecia, en donde es loable ejerci-tarse en las arte,; de la palestra, y los dioses te hu-bieran concedido las fuerzas y vigor de Nicrosta-

    to(n, no pennitirla 'lue aquellos memhrudos bra-zos, hechos a propsito para la lucha, se aflojasencon el tiro ligero del dardo o del disco; asi yo, desdelos auditorios (2) y tnatros, te llamo al foro y a lasca usas; esto es, IlJas verdaderas luchas; principal-mente cuando 1\0puedes acoger te al efugio que fa-

    vorece a otros de que est menos expuesto a ofen-der el cstu dio de los poetas que d de los oradore!lj

    porque hierve en ti el vigor de tu bella naturaleza,

    . ofendes, no por causa de algn amigo, sino por tu

    IttUj ni CIlta ofensa pUed(l paliarse, o con el CUlll-plimiento de la amistad o de la abogada, o con ha-berte puesto Il Ol'ar con mpetu de repente en uu

    caso fortuito; TlU('S no puede ruenos de parcct'r quehas elegido bien de pensado un personaje notable,y que hable con el carcter correspondiente a sufama, Bien s Jn que a esto puede responderse: que

    por esta parte se IlllquiercD aprobacion('s; y por laotra, cn los mismos auditorios se alahan t~tas cosas,'! se anda luego (lll boca de todos .... (3). Dcja, pues,

    \ 1) Clebre atleta dcl siglo l. de QuiclJ habla Qulntl1\uo.(II,8. H).

    (t) SIlIIUl de leeLura !JLlka._(3) LaguIla cD elori~illal.

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    2

    ilun lado la l~xeusa de la quietud ydcseuido cuall-do te t:mes un eontraro superior; bistanos a nos-

    otros (onsen-ar las controversias particulares y denuestro siglo; y si al llevarlas a la prctica nos fue-se preciso ofender alguna vez los odos de los pode-rosos p.)!"causa de algn amigo que peligra, queda-r. aprobada la fiddidad del oficioy excusada la li-bertad.

    11. Habiendo dicho esto Aper con bastante acri-

    tud, como acostumbraba, y eon grave rostro, em-pez !II Lterno con voz suave y risueHa: Heme prt1-venido -- dijo - It acusar a los oradores no menitiempo tiel que Aper ha gastado en alabarlos --pue8

    juzgaba que de la laudatoria de ellos hiciese digre-llin par'1 cusar a los poetas yechar por tierra elestudio de la poesa - ; subsan esto con cierta babi

    dad, pl rmitiendo q'le hiciesen versos aquellos queno estudesen en disposicin de ejercitar el foro.Mas yo, ,LsIcomo en el ejercicio de llS causa8 puedobacer alg'o, y acaso sobresalr, as tambin he em-pezado felizmente a conseguir en la recitacin detragedias alguna fama, principalmente desde queen el Nern quebrant la maligna potencia de Vati-I'lio, que :Jrofanaba, adems, el sagrado de los estu-dios; y hoy creo, si es que tengo alguna celebridady nombrt, haberkl granjeado ms por la gloria delos poem/.s que por las oraciones; y,asi. he resue1\oquitarme ya de la faena del foro; ni echo de menosesos acol.lpaamientoil y squitos, o las repetidas

    salutll.ciom,s; ni ;IlS estatuas y timbres que, aUIlsin desea rio yo, se me ltntraron en mi casa, Por-

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    que hasta ahora, mejor que con la elocuencia,

    t:Ollsen'o mi estado y tranquilidad con la inocencia; ni espero tener ocasin jams de oral' en el

    Senado, ~ino en defensa de algnno que se halle cnpeli gro.

    12. En cuanto a los bosques, selvas y lng-ares retirados, que reprenda Aper, a mi me causan tanto

    placer, que los cuento entre los principales f'utos delos versos; porque stos no se componen en medio

    del bullicio, ni teniendo de espera al litigante antela pnerta, ni entre el luto y el llanto de los reos, sinoque'. el nimo se retira Il.los lugares puros e inocen-tes y goza de los recintos sueros. Estos fueron los

    principios de la elocuencia, stos sus templos; coneste hbito y culto se introdujo, para bien de losmortllles, en aquellos castos pechos aun nO'contami-

    nados de vicios; asl lo afirmaban los orculos. Por-que el uso de esta interesada y sanguinaria elo-cuencia es reciente e hijo de la relajacin de las cos-tumbres, y como t, Aper, declas, sustituido en lu-gar de arma afilada. Mas aquel venturoso, ya nues-tro modo de hablar, aquel sig'lo de oro, escaso deoradores yde delitos, abundaba de poetas y adivi-

    liaS, que cantaban los generosos hechos y no defen-dan los ruines; ni otros algunos tuvieron mayorhonor ni ms sagrado; en primer lugar, entre 108dioses, cuyas respuestas, segn es fama, daban a'~ono~er, y a cuyos banquetes asistlan; y en segun-do lugar, entre los hijos de los dioses y los sagrados

    reyes, entre los cuales no ballamos a ningn abo-gado, sino a Orfeo. a Lino; y si ms hondamente

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    quieJ'es apurarlo, almillmo Apolo. Pero si estas co-ll&S te parecen con exceso fabulosas y fraguadaspor el capricho, al menos me concederAs, Aper, queno l

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    micio (1), ni en la dig'nidad de su carrera, ni en laperpetuida(! de su fuma, Porque Crispo ~. Marcelo,ejemplos que me propones, qu tienen ('.11 esta su

    fortuna que desear? Acaso porque temen ()porqueson temidos'? Acaso porque aun los mismos que so-

    licitan sus favores se indignan de tene' que debr-stllos; a porque, atados con la adulacin, ni pameennunca bastante esclavos a los que mandan, ni anosotros bastante libres'? ,Cul es este tan gran po-dnr suyo? Otro tanto suelen poder los lilH~rtos. A mi

    las dulces Musas, como dice Virgilio \2), apartado deinquietudes y cuidados, y de la' necesidar! de obraralgo eada dia eontra mi intencin, llvenll1e a aque-llos sagrados recintos y a aquellas fuentes donde nosufra ms, lleno siempre de miedo al desatinado yresbaladizo foro y una plida fama; Il\'enme donde

    no me despierte el rumor de los que vengan Ilsalu-rlflrme a del anheloso liberto; ni, incierto de la por-venir, escriba un testamento en lugar de una hipo-ttH'a; ni posea ms que ]0 que pueda dejar a quien

    yuquiera cuando !legue mi hora fatal y el tin de mivida, t me pongan sobre el tmulo, nO triste y es-

    pantoso, sino alegre y coronado; ni nadie por mi

    llH'moria consulte ni pida (3)14. Aun no bien habia concluido Materno, exal-

    (1) El mfamoso de los oradores ell tiempos de Julio Afrl-

    CM.IJO.

    i!) V. Gergic"., 11,471>.

    pl) Se refiere' Illos funerales solemnes que el Senado, eon

    nuencia del principe, acordaba celebrar cuando mora algnhombro eminente.

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    tado ~ como fuera de si, cuando \Jpstano Mesala ( I jentr en su aposento, y habiendo sospechado, por laatenc n de cada UIlO,que la pltica era asunto dI'

    gravrdad, dijo:-He venido, por ventura, a mala sazn, estando

    vosotros tratando alg'una secreta consulta, o ell lameditacin de aiguna causa?

    - l,ada de eso - dijo Secundo -; antes bien, mehubiHa alegrado que hubieses venido ms tempra-no, p'les te hubiera causado placer, no slo el dis-

    curso elegante que ha hecho nuestro ApeI', exhor-tandc. a Materno a que pusiese todo su ingenio y ~s-tU'lio en orar causas, sin tambin la oracin deMatel'llo en defensa de la poesia festiva, y comoconvlmfa defender a los poetas, pero satirica, y con

    estilo ms smnejante al de stos, que al de los ora-dor!'5.

    -Aml---dijo :\le~ala---me hubiera servido de in-decible placer oil' sem'jante discurso, y, Illa ver-

    dad, rue complazco en que vosotros, ~ue sois varo-nes rxcelentes y los oradores de nuestros tiempos,empleis vuestros talentos, asi en los negocios foren-ses ren el. ejercicio de las declamaciones, como

    tambin en unlls disputas que alimentan el ingenioyfadlitan un gustoslsimo recreo de erudicin y Ii-teralura, no slo a vosotros que disputis de estasCOSR!!, sino tambin a aquellos a cuyos odos Begaresu n)ticia. As, por vida mfa, no menos veo ser digno de aprobarse en ti o Secundo, el que, habiendo

    (I; Ora.dor de lama e historiador

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    67

    escrito la vida de Julio Africano, hayas dado a to-dos esperauza dB componer ms libros de tsta espe ;0 de los concurrentes, y el abundante y vago oyen-

    (11 Ln~ exr:eprio1les era.n meios tie defensa concedidos por el

    jus prlorianum Ilqulcnes, tenlcndo en contra suya cI derecho

    .stricto, tenan cn sn favor III"rllldRd.

    (2) Documcnto e8crlt.o que seiw.labll el orden el procedI-

    miento eu ca" CIl~O}Jl\rtlcuh,r.

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    ; 4

    te, est:. acostumbrado ya a eXIg-!rgrit.oirlos, lino tambin volver a su casa instruidos COlialguna cosa digna de atcndn y memoria. Y sc Il,comun .can mutuamente, y lo escriben muchas "l'ceSa sus c)lonias y provincias, ora hayan \"sto brillaI'algn pensamiento con alguna aguda y breve sen-tencia, ora sobresalir con algn adomo exquisito ~.potico. Porque ya se pide a un orador tambin laelocuencia potica, no manchada con lo rancio de

    Atio a Pacuvio, sino sacada del divino tesoro de Ha

    racio, Virgilio y Lucano. Condescendiendo, p'Ies,con los oirlos y juicios de estos ls oradores de nues-tra edal, resulta la elocuencia de I~sta ms hennosay arlornada. Mas no por eso son menos persuasivasnUl',;tr:.s orndones, porque llegan con ms rleleitc a

    los oid(,s de los que juzgan. Acaso creerias que sonmenos Euertes los t.emplos de estos dias, porque no

    estn construidos con piedras toscas y disformes te-jas, sino porque brilluu en mrmol y en oro relum-

    bran?21. Porque os dir llanamente la que siento: Yo

    apenas puedo tener la risa con algnno de los anti-ruos, y en otros ni aun impedir el sueo. Ni nOIIl-

    brar B uno del pueblo, como Canutio, o Arrio, 0108Furnio. o los Toranios, o cualesquiera otros que ell-

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    tn pudriendo huesos yesqueletos en el mismo hos-pital (1). El mismo Calvo, que dej6 escritos veintinlibros, segn creo, apenas me gusta en una que otra

    oracioncilla, ni veo que otr03 sean de distinto pare-cer que el miD; porque, quin hay que lea la deCalvo contra Asitio, o la que hizo' contra Druso?y en verdad que andan en manos de curiosos la8acusaciones tituladas contra Vatinio, especialmentela segunda; est adornada de palabras y expresio-nes acomodadas a los oldos de los jueces; tanto, que

    COl1ocel'sque el mismo Calvo entendi lo que eramejor, y que no le falt voluntad para hablar conestilo magnifico y adornado, sino el ing-enio y lasfuerzas, Qu diremos de las oraciones de Celio? Escla.ro, agradan por el artificio en general, ya por elde algunas de sus partos, en las cuales reconocemosla gracia y alteza de nuestros tiempos; pero la pocaeleccin de palabras, la. interrumpida composicin ylas trases sin arte huelen a antigedad; n reputo &nadie por tan amigo de lo rancio que alabe a Celio

    por la parte que es antiguo. Concedamos enhora.-buena aC, Csar que en la elocuencia, por causa dela grandeza de las cosas a que tenia que atender y

    por sus ocupaciones, hubiese hecho menos de lo querequeria su divino ingenio, del mismo modo que aBruto, Ilquien dejamos en su filosofa, pues que ensus oraeiones e inf(~riorIlsu fama, como lo confiesan

    (1) Toda esta fruse, un poco o1,;cura, el:! Ull proverbio; refire-

    ~e Tcito Il[ estilo descarnado que parece dejar ver los hueso.

    o",,,), y que egtt\. fa.lto de ener~i" y nervio.

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    hasta sus mismos admiradores, a 110 sel' quo algunolea la de Csar en favor do Deca Samnita, a la deBruto en favor del rey Deyotaro, y los dems enquiellos se observa la misma lentitud y tibieza o at!mire alguno de sus versos, pues los hicieron y los-t\ntrf garoll en las bibliotecas, no mejor que Cicern,pero con ms facilidad, porqne muy pocos saben qneaqullos los compusieron. Tambin Asinio, aunqnenacir. en tiempos ms cercanos a nosotros, me parc-ee qlle estudi entre los Menenios y los Apios; l,

    ('iertlmente, imit a Pacuvio y Attio, asi en las tra- .gedhs que hizo como en sus oraciones: tanto es duroy sera. A la manera del cuerpo del hombre, es her-mosa aquella oracin en la que no se ven sobresalirlas venas ni se le cuentan los hue.os, sillo bicll comtem.crada la sangr~, llena los miombros, y se rel!'-ya en los morcillos, y a los mismos nervios cubre elroso~, y la gracia los recomienda. No quiero repren-der :~Corvino, porque no estuvo de su parte el qlWexplcsase el placer y brillo de nuostros tiempos ycuallto hubiera correspondido, a su juicio, la ener-giaiel nimo a del ingenio.

    2~. Vengo a Cicern, quien tuvo la misma

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    vent algunas sentencias de afectos, particularmen-te en aquellas oraciones que compuso yaviejo ycel"cano al fin de su vida, esto es, despus que habla he

    cha ma~'ores progresos, y aprendido, por prctica yexperiencia, el mejor gnero de orar. Porque SUI>primeras oraciones no carecen de los defectos de losantiguos: pesado ell los exordios, prolijo en las na-rraciones, parado en las digresiones, conmuve~elnguidamente, rara vez entra en calor, y tiene po-

    cos afectos. Escasas son las sentencias qU0estn dis-puestas armnicllmente y rematadas con brillantez;nada podrs el:;coger, nada notar, y como eu un edificio tosco son firmes, a la verdad, y duraderas lasparedes; pero no bastante amoldado y lucido. Masyo quiero que el orador, como un rico y buen padrede familia, est a cubierto de un edificio que, no

    slo le defienda de las lluvias y vientos, sino tambin que agrade a la vista y a los ojos; que estalhajado, no solamente de las precisas alhajas, sinoque en sus aparadores baya tambin oro y piedras

    preciosas que por recreo puedan tomarse en las ma-nos, y mirarse muchas veces, y algunas otras seguarden como gastadas y aejas; no hay palabra

    como amohecida, ni la sentencia est formada conpesadez y pereza a la manera de los Anales; huya lafea e insulsa chocarrera, varie la composicin, y noa.cabe de una misma manera todos los periodos.

    23. No quiero motejar aquello deru.eda de la fortu-nay el caldo Verrino, ya cada tres sentencias aquel

    esse videatur, que en boca de todos anda como estribillo, porque he trado todo esto bien a mi pesar, y

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    he omitido otras cosas. las cuales nicamente admiran;r las repiten los que se lisonjean de llamarse

    oradlres antiguos. A nadie nombrar; me contento

    con Ilotar el carcter de los hombres. Mas a vuestravist8 estn aquellos que leen a Lucilio en vez deHorl.cio, ya Lucrecio en vez de Virgilio; aquellos aquie les les da asco la elocuencia de Autidio Baso oServilio Noniano, en comparacin de Sisen a o Varrn, aquellos que repugnan y aborrecen los comen-taries (1) de nuestros retricos, y admiran lo~ deCalvo; aquellos a qllienos, charlando aute los jueces.a la usanza antigua, no tienen oyentes, no los escucha 'll pueblo, y apenas pueden sufrirlos los mismo.Iitig:lntes, tan tristes y desaliados, consiguen CUllla dl:bilidad y ayuno aquella misma sanidad de queBegorian. A la verdad, los mdicos no aprueban

    aqudla salud que se adquiere con angustia de ni-mo, ni basta que uno no est enfermo; le quiere ro-busto, alegre y animoso; poco dista de la enferme-dad aquel en quien slo se alaba la mera sanidad.Mas vosotros, que sois elocuentlsimos, ilustrad, como

    pod( is y lo hacis, a nuestro siglo con el mAs e16-game gnero de orar. Porque veo, Mesala, que t

    imit'1s lo ms gustoso de los antiguos, ya vosotros,Mat'lrno y Secundo, que mezcl.is con la gravedadlo ms brillante y culto de la expresin que hay envose.tros: eleccin de la invencin, orden de las co-sas : r copiosa diccin cuando la causa lo pide; breve-dad cuando se requiere, decoro en la composicin y

    (1) O sea.los discursos escritos.

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    No vOJ' Ildiscutir las palabras; llmeseles, pues, an-tiguos. antepasados o con cualquier otro nombre,con tal que quede sentado que en aquellos tiempos

    fue ms sobresaliente su elocuencia. Tampoco meopongo a aquella parte de su discurso, en quese afirloa que hubo muchas formas de elocuencia,no sl( en los mismos siglos, sino en diversos. Pernal modo que entre los ticos sc da el primer lug-Ill'aDems :encs, y obtienen el prximo Hyprides, Lisiasy Lieu ('go, y por consentimiento g-cneral se celebraparticL.!armente esta edad de los oradores, asi cntrenQsotrc.s Cicern sobresali entre todo, los demselocuentes del mismo tiempo. Mas Calvo, Asinio,

    Cesar, Celio y tiruto, con razn son antepmstos Illos que le siguieron ms o menos cerca de nosotros.ni obsta que entre si se diferencien en especie ,-,on

    tal que convengan en gilnero. Calvo es ms cortado;Asinio, ms numeroso; Csar, ms brillante; Celio,ms nordaz~ Brllto, ms grave; Cicern, ms vehe-mente, ms lleno, ms enrgico; pero todos tienenla misma sanidad de elocuencia; de suerte que, sitomas.m las manos juntamente los libros de todos,vers yue aun en diversos talentos hay cierta seme-

    janza J' parentesco de juicio y voluntad; yen cuan-to Ilque unos Illotejaron a otros, y quedan cartasliuyas (In que se nota algo por donde se descubreliUreciproca malevolencia, es vicio, y no de orado,res, sino de hombres. Porque creo que Calvo y Asi-nio ' y aun el mismo Cicern, acostumbraron a tener

    envidia y malevolencia, y fueron poseidos de otrosncios de la humana debilidad. Slo Bruto, entre s-

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    to;, pien~o que no estuvo tocado del odio ni envidia,

    ,ino que descubri, llana e ingenuamente, lo inte-rior de su nimo. Acaso tendria envidia de Cicern,

    cuando, It

    mi parecer, 'no la tenia ni aun de Csar?En cuanto a Servio Galba, a Lelio ya todos los res-tantes antiguos que ApeI' censur, no necesitan dedefensor, confesando yo que faltaron algunas cosasItsu elocuencia, como que aun estaban en su infan-cia y no era bastante adulta.

    26. Pero si, dejalHlo aparte aquel mejor y ms per-

    lecto gnero de elocuencia, se ha de escoger unaforma, quisiera, en verdad, ms la vehemencia deC. Graco, o la madurez de Craso, que los afeites del,leeenas o el retintin de Galinj por tanto, desearams vestir al discllrso con una toga recia, que ador-narle con vestidos brillantes y de mujer prost.itulda.

    Ni tampoco es oratorio, o, ms bien, no r,s varonil,

    ese culto de que usan los ms ne los abocados denuestros tiempos, expresando aires teatrales con laafectacin de las palabras, poca g'l'avedad en las sen-tencias y cr,ncia en la composicin, y jactndoselos ms de lo que debe causar vergUenza escuchar,reputando por alabanza, gloria e ingenio, el que secanten y dancen sus Comentarios. De donde tieneorigen aquel feo e impropio, pero frecuente aplau-so, con que se dice que nuestros oradores hablancon soltura, y los histrioncs danzan con elocuencia.No negar que Casio Severo, al cual slo sr, atrevia nombrar nuestro amigo ApeI', comparado con losque despus florecieron, puede ser llamado orador,

    aunque en la mayor parte de sus libros haya msLA GRRMANJA

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    causas que t poco antes dijiste que acostumbrabasa tratar con ms apacible elocuencia, y admirandola de nuestros tiempos antes que ttl irritase Apcr im-

    pug-nando la de tus antepasados.- No me he ofendido - dijo - con la disputa de

    Aper, ni tampoco ser decente que 08 ofendis vos-otros si alguna cosa por casualidad disonase a vues-tras oidos, puesto que sabis bien que es ley {le esteg'nero de plticas decir su parecer sin que trascien-da el dao a la amistad.

    - Pasa adelante - dijo Materno-, y puesto quehas de hablar de los antiguos, usa de la antig'na li-

    bertad, de la cual hemos degenerado ms que de laelocuencia.

    28. y Mesala:--No escondidas causas quieres saber, Materno,

    ni de ti mismo, ni de este Secundo, o de este Aperig-noradas, aunque me dais el cargo de sacar a pla-za lo mismo que nosotros todos sentimos. Porque,quin ignora que, no solamente la elocuencia, sinotambin las dems artes, se desviaron de esa anti-gua gloria, no por falta de hombres, sino por de-sidia de la juventUd, descuido de los padres, igno-

    rancia de los maestros y olvido de la usanza antigua?, cuyos males, teniendo su primer origen enRoma, difundidos despus por Italia, ya corren porlas provincias, si bien los nuestros estn ms a nues-tra vista. Yo hablar slo de la ciudad y de estosdefectos propios y nacidos en nuestras casas, los

    cuales pasan inmediatamente a nue.tros hijos, y sevan amontonl\ndo por todos los {l'ados de la vida.

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    Pero antes hablar de la severa disciplina de lIues-tros antepasados sobre el modo de educar a los hi-

    jos y formarles el corazn. En primer lug'ar, desde

    el principio, el hijo que le daba a cada uno su castamadrn, no en la choza de U:.la alquilada nodriza,

    sino en el seno, y entre los brazos de la buena ma-

    dre, era educado, cuya principal loa era saber cui-dar d'l su CRsa y mirar por sus hijo;;. l

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    hag-a delante del amo nmo, puesto quc ni aun 105mismos padrcs nve7.an a sus hijos a la bondad ni a.

    la modestia, sino a la lasci\'ia ia la hurla perver-

    sa, pOI' cuyo medio se introduce la desenvoltura yel meunsprecio de lo propio y de lo extrao. Anms; me parece que los vicios peculiares de esta ciu-dad se engendran en el vientre de la madre, el apre-

    cio que se hace rle los histriolll~s y la pasin por losglarlinctores y luchadores a eahallo, en cuyas diver-siones. ocu,ado y poseido el \nimo. (,cuuto lugar

    deja para las huenas artes? A quin hallarAs queen Jas casas hable de otra cosa? (,Qu otras conver-saciones rie los jvenes oimos, si alguna ve? pntra-mos en los auditorios'? Ni aun los maestros gastanotras plticas con sus oyentes ms frecuentes questas; acarrean ctiscipulos, no por haber examinado

    en ellos la buena cOllducta y el talento, sino elatractivo de sus cortesias ~. la aagaza de la adu-lacin.

    H O . l)C'jo apart.e el estudio de las primeras letras (1), en las cuales se poue poco esmero; ni se gasta mucho tiempo ('U la. gramtl'a, en entender los

    autores, y en ~studiar la antigedad, ni en el conoci-

    miento lostico e histrico de las ('o:;as, ni del hom-bre, ni de los tiempos, sino que se apresuran para ira or a los que llaman retrico., cuya intlueneiamostrar bien pronto l'u\n e5casa haya sido al in-troducirse en Roma, y cun poca autoridad hayatenido entre nuestros antepasados, Para est(l es

    (l) E~ decir. la lt~('tl1ra.(>scritnrn, C'.lrulo y m!"rN.

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    menester volver los ojos a aquella enseanza, quehl'mos oi,lo haber usado a aquellos oradores, cuyoinmenso trabajo y cotidiana meditacin yejerdcio

    en todo gnero de estudios se deja ver en sus libros.Bien conocido tcnis el tratado de Cicerll intitula-do Bruto, en cuya parte ltima-porque la prinwrase emple8. en la narracin de los oradores antiguos-renere su; propios principios, su pasos, ycomo dllr-ta educacin de su elocuencia, que aprendi ('I De-

    recho civil bajo la direccin e Q . :\fucio, qua rl.lCbi la instruccin en todas partes de la filosofa, yade Filn, Acadmico, ya de Diodoro Estoico; ~. queno contento cou estos maestros, que habia fcni lo la

    proponill de oil' en Roma, viaj por la Acaya yAsia para aprovecharse de todos los conocimientosde las varias artes. Asl que, por vida mla. en lo. li-

    bros de Ckern es fcil advertir que no les fair.,', lainstrucciu eientlfica ni en la geometrla, ni ('Il lamusica, n en la gramtica, ni en ninguna arte Jibel'al. El tu\o conocimiento de su sutileza dialctica.l de la utilidad de la parte moral, l de las cansasfsicas de las cosas y sus movimientos. Asi la admirabIe elocllencia de este varn esclarecido, abunda

    y rebosa ce mucha erudicin, de la instruccin nmuchas altes yde todas las ciencias; ni la encl'g'Jadel discurso se cie en tan breves yestrechos limitescoulo la de las dems artes, sino que es orador, aquelque sobre toda cuestin puede hablar con lucimien-toy adorno, con dispo~icin a pprsuadir, segll el

    decoro de la.scosas y ocasin de los tiempos, con de-leite de lo~oyentes.

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    Hl. De esto estaban persuadidos aquellos 3Ilt.i-guos oradores. Para conseguirlo. conoclau qu~ l'l'amenester no declamar en las escnelas de los ret.ri-cos, ni ejercitar su lengua y \'oz en controver,.iasfingidas. apartadas "llteramente de la verdad, SillOembeber su nilllo de aquellas altes en que se dis-puta de los I>ienes y males, de lo honesto o lo torpe-de lo justo e inju .to, Esta es la materia en que seejercita el orador, porque Cll las causas judicialesfrecuentemente hablamo;; de la equidad, en las de-

    liberativas, de lo til;en las demostrati\-as, de lo ho-nesto; pero de forma que, a veces, todas estas cosasse mezclan recprocamente, acerca de las