LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN MOTA DEL CUERVO, 1808-1814.
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MOTA DEL CUERVO Y SU HISTORIA
ACTAS DE LAS III JORNADAS DE HISTORIA LOCAL
Coordinador.: Oscar Bascuñan Añover
Organiza: Asociación Cultural Pequeña Mancha
3 | P á g i n a
MOTA DEL CUERVO Y SU HISTORIA
ACTAS DE LAS III JORNADAS DE HISTORIA LOCAL
Óscar Bascuñán Añover
Coordinador
4 | P á g i n a
EDITA:ASOCIACIÓNCULTURALPEQUEÑAMANCHA
ISBN:978‐84‐697‐0951‐1
LugardePublicación:MotadelCuervo(Cuenca)
Año:2014
5 | P á g i n a
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN MOTA DEL
CUERVO, 1808-1814.
AngelRamóndelValleCalzado
UniversidaddeCastilla‐LaMancha.
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LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN MOTA DEL CUERVO, 1808-1814.
Ángel Ramón del Valle Calzado
Universidad de Castilla-La Mancha
La celebración del bicentenario de la Guerra de la Independencia y de la proclamación
de la primera Constitución, la de Cádiz en 1812, ha dado lugar a relevantes aportaciones
historiográficas tanto en el ámbito nacional como en el regional y local1. Además de las
propias fuentes archivísticas para conocer el caso de Mota los más valiosos son aquellos que
han estudiado zonas cercanas como el de José Luís Muñoz sobre Cuenca o el de Felipe
Molina sobre el Priorato de San Juan2. Dado que el resultado de la consulta a los fondos
archivísticos ha sido poco alentador aquí presentamos una primera aproximación a lo que
supuso este periodo en la historia de Mota del Cuervo, que necesitará ser ampliada y revisada
posteriormente.
Quisiera partir de un elemento fundamental: La Guerra de la Independencia supone el
protagonismo del pueblo. Por primera vez el pueblo participa y cuenta. Los levantamientos de
mayo-junio de 1808 suponen la aparición por toda España de las Juntas de Gobierno, nuevas
poseedoras del poder gracias en parte a la iniciativa popular. Su poder y su fuerza radican en
que son la emanación del poder del pueblo y no de un soberano. El pueblo participa de alguna
manera en el nombramiento de las nuevas autoridades y éstas asumen competencias que antes
se abrogaba la corona como declarar la guerra. La Guerra de la Independencia supone el
despertar del pueblo, protagonista de la resistencia y esencial en la formación de las guerrillas.
Pero a la vez el pueblo fue el que sostuvo y sufrió la guerra, una guerra, por cierto, con unos
costes demográficos, económicos y sociales devastadores. El pueblo fue el que nutrió las filas
del ejército y la guerrilla. El pueblo fue el que contribuyó de manera continua y sostenida al
mantenimiento de los varios ejércitos combatientes (español, francés y anglo-portugués) con
sus recurrentes contribuciones de guerras. En fin, el pueblo fue el que sufrió una guerra larga,
costosa y dura, muy dura.
1 Por ejemplo, R. Fraser, La maldita Guerra de España. Historia Social de la Guerra de la Independencia, 1808-1814, Barcelona, Ed. Crítica, 2006 y Juan Sisinio Pérez Garzón, El nacimiento de la nación liberal (1808-1814), Madrid, Síntesis, 2007. 2 J.L. Muñoz, Crónica de la Guerra de la Independencia. Orgullo y sufrimiento en Cuenca, una ciudad aislada en mitad del conflicto, Cuenca, Fundación de Cultura ciudad de Cuenca, 2007.
7 | P á g i n a
1. La crisis del Antiguo Régimen en La Mancha
1.1. Mota del Cuervo en la estructura territorial del Antiguo Régimen
Las provincias aparecen como tales en 1591 con fines hacendísticos, asignando a cada
ciudad con voto en Cortes un territorio determinado. Se crea entonces una muy extensa
provincia, la de Toledo, que integra en el partido de Ocaña a la villa de Mota del Cuervo3. Por
lo tanto en los tiempos de la Guerra de la Independencia Mota pertenecía a esa provincia y en
ese marco geográfico debe estudiarse. No obstante y dado que en la división provincial de 1833
Mota del Cuervo se incorpora a la provincia de Cuenca, en el partido judicial de Belmonte,
deberemos tener en cuenta esta realidad histórica, ya que desde 1833 Mota ha unido sus
destinos a la provincia de Cuenca. Por otra parte no podemos olvidar el nexo histórico de la
villa con la Orden de Santiago a la que pertenecía desde sus orígenes.
Sea como fuere, la realidad es que Mota del Cuervo destaca por una posición
sumamente estratégica, en el centro de La Mancha, en un cruce de caminos que comunica el
centro de la Península con el sur y con el Levante, y en los lindes de las por entonces más
importantes provincias: Toledo, Cuenca y La Mancha. Esa situación geográfica hace que el
protagonismo de Mota del Cuervo en la Guerra de la Independencia sea sumamente relevante y
merezca la pena estudiarlo.
1.2. Mota del Cuervo en el tránsito a la contemporaneidad
Pero, ¿Cómo era Mota antes de la guerra? La fuente más fiable para conocer la
estructura socioeconómica de esta villa es el Catastro de Ensenada, realizado a mediados del
siglo XVIII, en 1752 en el caso de Mota4. A pesar de los años transcurridos hasta 1808,
pensamos que, en lo fundamental, Mota no había variado en exceso sus rasgos principales entre
1752 y 1808. Según el Catastro, Mota del Cuervo contaba a mediados del XVIII con 850
3 Para más detalle ver F. García Martín, "Análisis, comentario y documentación de las divisiones administrativas que ha sufrido la región. Siglo XIX", en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha. X. Transformaciones burguesas, cambios políticos y evolución social (2), Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 397-426. 4 Se ha utilizado principalmente el interrogatorio original del Catastro publicado en el portal Pares del Ministerio de Cultura y la obra de J.M. Donézar Díez de Ulzurrun, Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen. La provincia de Toledo en el siglo XVIII, Madrid, Instituto de Estudios Agrarios, 1984. En parte seguimos también el análisis muy acertado de C.J. Gómez Carrasco y M. del Mar Simón García, “Mota del Cuervo en 1750. Sociedad y economía de una población manchega en el siglo de la Ilustración”, en Mota del Cuervo y su historia. II Jornadas de historia de Mota del Cuervo, Mota, Ayuntamiento de Mota Diputación de Cuenca, 2011, pp. 94-125.
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vecinos, entre 3000 y 3200 habitantes. Por otro lado, el Diccionario de Madoz señala para 1845
una población de 934 vecinos (3705 habitantes)5. De estos datos podemos deducir que la
población de Mota en 1808 estaría entre ambos parámetros, aunque debido a la evolución
demográfica regresiva de la segunda mitad del XVIII y primeros del XIX pensamos que estaría
más cerca de la primera que de la segunda. En todo caso estamos hablando de una villa de tipo
medio. No era el típico gran pueblo manchego, pero tampoco una población de escasa
relevancia.
Al igual que sucedía en su entorno, la inmensa mayoría de esta población vivía de los
recursos agrarios, aunque en Mota el porcentaje de población activa no agrícola era algo mayor
que en otras poblaciones, debido seguramente a la importante presencia de un importante
núcleo de artesanos alfareros6. Por su parte, Gómez Carrasco y Simón García nos indican que la
población artesana alcanzaba el 20%, un porcentaje muy significativo, que distingue al núcleo
moteño de otras poblaciones cercanas, y que demuestra un incipiente proceso de urbanización
de la villa7.
A pesar de ese núcleo artesanal, Mota seguía siendo una villa agraria caracterizada por
la escasa tierra cultivada, con una relevante presencia de montes y de terrenos adehesados
donde pastaban principalmente ganados lanares, significativos en cuanto a número pero muy
concentrados en unos pocos ganaderos, de sólo 18 vecinos8. Si analizamos bien los datos del
reparto de la tierra entre los diferentes cultivos podemos extraer algunas conclusiones:
1) La baja ocupación de la tierra. Sólo el 67% de las tierras están cultivadas. Si tenemos en
cuenta que estaba generalizado el sistema de año y vez resulta que las tierras cultivadas
anualmente no superaban el 40% del término. Esto derivaba en una limitada capacidad de
producción agraria.
2) La dedicación casi en exclusiva de las cultivadas al cereal. Frente al omnipresente cereal, las
superficies destinadas a la vid o al olivar son minoritarias, así como las áreas de regadío,
completamente marginales. Esto explica, por ejemplo, la existencia de 16 molinos
harineros (15 de viento y uno de agua) frente a los siete de aceite. Era, por tanto, una
5 P. Madoz, Diccionario geográfico, estadístico e histórico. Castilla-La Mancha, Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La mancha, 1987, p. 170. 6 Donézar nos indica que el 17,6 % de la población activa se dedicaba a actividades no agrícolas y que existían 56 alfareros, lo que contrasta con el dato que se da en el interrogatorio del Catastro donde se nos indica que sólo existen tres hornos para conocer cántaros. De todas formas la importancia del sector alfarero en Mota es algo que está contrastado históricamente. Donézar, Riqueza…, p. 104 y 107. 7 C.J. Gómez Carrasco y M. del Mar Simón García, “Mota del Cuervo…, p. 114 y 117. 8 Para un mayor detalle ver el ya citado interrogatorio del Catastro de Ensenada.
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economía escasamente diversificada. No obstante, dentro de esta primacía cerealística,
Mota se aleja de otras poblaciones vecinas en lo que respecta a las tierras dedicadas al
viñedo en un porcentaje algo mayor. En este sentido nos encontramos en un lugar que
estaba anticipando la importancia posterior del viñedo en tierras manchegas9.
3) Además existía un enorme desequilibrio de la distribución de la tierra y del producto
derivado de su explotación entre unos grandes propietarios (Iglesia, ayuntamientos y
principales) frente a una inmensa mayoría de pequeños propietarios y de una gran masa de
jornaleros. En Mota las tierras vinculadas, es decir, pertenecientes a los grupos citados
anteriormente agrupaban a buena parte de las tierras del término.
Gráfico 1. Reparto de cultivos en Mota del Cuervo en 1752.
Fuente: Catastro de Ensenada, 1752.
Las consecuencias sociales de este reparto y uso de la propiedad son evidentes. La
mayor parte de la población vivía al borde mismo de la subsistencia, y ya el Catastro nos indica
la presencia de 400 jornaleros y 100 pobres de solemnidad. La propiedad rústica, ganadera e
inmobiliaria se concentraba en unas pocas manos, en una elite rural que controlaba además los
resortes del poder local. Cualquier incidencia en esta estructura provocaba importantes
episodios de crisis de subsistencia, y eso es lo que va a ocurrir a lo largo de la segunda mitad del
XVIII y primeros años del recién estrenado XIX.
9 C.J. Gómez Carrasco y M. del Mar Simón García, “Mota del Cuervo…, p. 110.
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Cereal Incultas Vid Olivar Otros
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1.3. Crisis económica y motines de subsistencia en Toledo y La Mancha (1766-1804)
La liberalización del comercio de granos, promulgada en 1765, provocó el
desabastecimiento y la subida exorbitada de los precios de los cereales. Comienza así una
importante crisis de subsistencias y una significativa crisis social que derivará en los conocidos
motines de 1766, que se extendieron por buena parte de las provincias de Toledo, Cuenca y La
Mancha, y cuya petición más común fue la bajada del precio del pan10. Precisamente estos
motines son la primera expresión de un profundo descontento social que va a explicitar con
frecuencia durante la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX. Desde 1765-1766 y
hasta la guerra se producen otras cinco crisis mixtas (subsistencia y epidémicas) en un corto
espacio de tiempo: 1772-1773, 1785-1789, 1794, 1797-1798 y, sobre todo, 1802-1805. Esta
última alcanzó proporciones dramáticas, especialmente tanto en la provincia de La Mancha, con
más de 50 pueblos afectados y cerca de 15.000 enfermos como en la de Toledo11. Conviene
detenernos en el desarrollo de esta última crisis, la más cercana a 1808.
Según Mariano García Ruipérez, los motines de subsistencia comenzaron, entre otros
lugares, en 1789 en la localidad de Herencia y continuaron con los más extensos de 1802, que
se extendieron por toda la provincia a partir de Villanueva de los Infantes. Eran motines
populares por la escasez y carestía del abastecimiento del pan12. El siglo XIX se abría así para
La Mancha en un contexto de crisis profunda y de gran descontento social. La crisis había
producido, amén de unas perdidas demográficas considerables, un gran absentismo laboral, el
abandono de tierras de cultivo, la caída del precio de la tierra y la elevación de los salarios13.
Aunque no tenemos datos directos sobre lo sucedido en Mota es evidente que compartió
con el resto de las poblaciones vecinas estos efectos. En conclusión, Mota a la altura de 1808
vive en un clima social y económico explosivo. Una generación diezmada por el hambre, la
muerte y la necesidad podía convertirse en el caldo de cultivo para los levantamientos de 1808.
Estos últimos van a tener por su naturaleza política un carácter distintivo de los anteriores
motines de subsistencia, pero es evidente que estos últimos son también la continuidad de una
10 Ver el estudio de los motines en J. Díaz Pintado, Conflicto social, marginación y mentalidades en La Mancha (siglo XVIII), Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 1987. 11 M. García Ruipérez, Revueltas sociales, hambre y epidemia en Toledo y su provincia. La crisis de subsistencia de 1802-1805, Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 1999. También M.S. Gómez de las Heras, "Los embates epidémicos en Castilla-La Mancha a principios del siglo XIX. Las tercianas de 1803-1804", en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha. IX. Transformaciones burguesas, cambios políticos y evolución social (1), Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 181-185. 12 M. García Ruipérez, Revueltas sociales…, pp. 245-275. 13 M. García Ruipérez, Revueltas sociales…, pp. 277-354, especialmente 343-347 y D. Reher, “La crisis de 1804 y sus repercusiones demográficas. Cuenca (1775-1825), Moneda y Crédito, num. 154 (1980), pp. 35-72.
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conflictividad que no era nueva ni desconocida. Las clases populares habían adquirido ya un
modo, una cultura del motín, y en 1808 esta se pondrá de nuevo en movimiento, uniendo
peticiones nuevas y viejas.
2. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Con la excusa del reparto hispano-francés de Portugal, acordado en el tratado de
Fontainebleau, las tropas francesas iniciaron a comienzos de 1808 la ocupación militar de
España, lo que provocó que el descontento popular contra Godoy aumentara de forma notable.
Esta circunstancia fue hábilmente aprovechada por el heredero de la Corona, el futuro Fernando
VII, para llegar al trono. La noche del 17 al 18 de marzo de 1808, el Motín de Aranjuez pone
punto final no sólo al gobierno de Godoy sino también a un reinado, ya que Carlos IV abdica en
su hijo. Se inicia así, de una forma peculiar, el reinado de Fernando VII.
Para estudiar el caso concreto de Mota podemos distinguir dos grandes etapas. La
primera abarcaría desde el comienzo de la guerra, en mayo de 1808, hasta la derrota de Ocaña,
en noviembre de 1809. En todos estos meses el protagonismo de La Mancha es muy relevante no
sólo por el levantamiento contra los franceses sino, sobre todo, porque se convierte en frente de
batalla, donde los ejércitos dirimirán sus fuerzas. La segunda etapa es la de la ocupación francesa
(finales de 1809 hasta el verano de 1812) y los epígonos finales de la guerra.
2.1. Mota y la guerra, 1808-1809
El 2 de mayo supone el inicio del levantamiento en Madrid. Pero días antes en Toledo
habían ocurrido graves incidentes. El 20 de abril el pueblo toledano proclamaba Rey a Fernando,
cuyo retrato se ubicó en el ayuntamiento y en la plaza de Zocodover. No llegó a crearse ninguna
junta de gobierno sino que se sustituyó a las autoridades acusadas de seguir a Godoy. No
obstante, podemos considerar el motín de Toledo como uno de los precedentes de la Guerra de la
Independencia y un antecedente obvio de lo que iba a ocurrir en el resto del país poco después.
Salvo lo sucedido en Toledo en abril, en el resto de la región los alzamientos
antifranceses y la constitución de las Juntas se producen entre los últimos días de mayo y los
primeros del mes de junio, cuando el ejército francés de Dupont había atravesado ya la región sin
incidentes y se encontraba en Andalucía. Además de algunas locales que se crearon, sobre todo,
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en las poblaciones más importantes, las Juntas con mayor peso se constituyeron en las capitales
de provincia y aquellos núcleos con una relevancia institucional como partidos o gobernaciones.
El movimiento juntero fue mucho más radical, más popular y potente en las provincias
meridionales de Castilla-La Mancha (Albacete y Ciudad Real). En el norte y este de la actual
región de Castilla-La Mancha la insurrección antifrancesa fue, salvo en Molina de Aragón, nula.
En Cuenca capital no se produjo insurrección alguna en mayo y junio de 1808. Pocos días
después Cuenca fue ocupada por Moncey (entre el 11 y el 17 de junio) que no fue recibido de
manera hostil, mientras buena parte de las antiguas autoridades simple y llanamente se habían
marchado. No fue hasta bien entrado el verano, a mediados de agosto de 1808 y tras la victoria
española de Bailén, cuando se crea la Junta Suprema de Gobierno con un marcado carácter
institucional. Estaba presidida por el obispo de Cuenca (Ramón Falcón Salcedo), el corregidor
(Ramón Gundín), el intendente (Baltasar Fernández), un canónigo y cinco propietarios. Ni en su
creación ni formación aparecen elementos populares. Tampoco sabemos si en alguna población
conquense se constituyó alguna otra Junta ni, por desgracia, de cómo transcurrieron aquellos
meses de la guerra en Mota del Cuervo. En poblaciones cercanas a Mota pertenecientes al
Priorato de San Juan también se formaron juntas, aunque los datos sobre las mismas son muy
fragmentarios, parece que Mota del Cuervo quedó bajo la jurisdicción de la junta de gobierno de
Alcázar de San Juan, y desde aquí se mandaron instrucciones para el alistamiento de tropas en
junio de 180814.
Muy cerca de Mota, en Campo de Criptana, se produjo a finales de ese mismo mes un
motín popular, que las autoridades no pudieron dominar:
“como a la hora de las 12 del medio día se levantó en esta villa un crecido número de personas de
ambos sexos armadas con porras, hoces, gavilanes, horcas y otros instrumentos que con alaridos y
voces descompuestas y desentonadas anunciaban el más espantoso tumulto y sedición”15.
Las iras populares iban dirigidas contra un militar, el coronel Gregorio de Silva, acusado
de godoísta y profrancés, y además miembro por matrimonio de la oligarquía local. Asaltaron su
casa y se le asesinó junto a su madre. Seguramente las noticias del motín popular de Criptana
llegaron a Mota y provocaron preocupación entre sus autoridades, aunque parece ser que en esta
población el pueblo no llego a amotinarse. 14 F. Molina Carrión, La Guerra de la Independencia en el Priorato de San Juan (1808-1814), Ciudad Real, BAM, 2009, pp. 36-37. 15 Ibíd., pp. 65-66.
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Sí tenemos constancia del papel de las juntas en estos primeros meses de la guerra. Por el
lado positivo centraron sus esfuerzos en el terreno militar colaborando en el alistamiento de
soldados, la formación de batallones voluntarios y los suministros de armas, dinero y alimentos
al ejército español. Por el negativo malgastaron su esfuerzo en polémicas internas. Las juntas
hicieron resurgir antiguos localismos y las polémicas entre ellas fueron muy generalizadas. Por
ejemplo la Junta Superior de Ciudad Real realizó un alistamiento en agosto de 1808 que suscitó
las quejas generalizadas de diferentes juntas locales. También la de un vecino de Mota, Alfonso
Tirado, cuya relación con el ayuntamiento no queda clara, aunque es evidente que de alguna
forma participaba del gobierno municipal. Tirado, a título personal, se queja amargamente al
Consejo de Castilla de las órdenes confusas que han recibido las autoridades locales con motivo
del alistamiento de la Junta de Ciudad Real, cuya actuación es sometida a severa critica porque
se entiende que no ha actuado con la debida equidad e igualdad tanto en este tema como en otros
relativos al cobro de suministros16. Este documento es muy interesante pues nos viene a
demostrar, por un lado, que Mota quedó a partir de la guerra bajo la jurisdicción de la Junta
Superior de La Mancha y no de la de Cuenca o Toledo y, por otro, llama la atención que sea un
vecino a título individual y no las propias autoridades moteñas el que se queje de la injusticia de
la Junta. Finalmente el alistamiento se llevó a efecto y en octubre de 1808 se pudo formar el
batallón de Voluntarios de La Mancha, que se integró en el ejército del centro, donde figuraron
varios vecinos de Mota del Cuervo17.
Tampoco tenemos noticias de muestras de resistencia de los moteños ante los franceses,
como si sucedió en otras villas cercanas. El pueblo de Villacañas, el 20 y el 21 de diciembre de
1808, se amotinó, desautorizó a sus autoridades y organizó su autodefensa. El pueblo se enfrentó
así a fuerzas francesas superiores y evitaron la ocupación del pueblo durante un tiempo18. La
actitud de los moteños en este sentido parece estar preñada de cierto realismo pues al no
enfrentarse directamente a los franceses evitaban saqueos indiscriminados como el de Quero el
25 de diciembre de 180819.
Si 1808 supuso un enorme coste en vidas y bienes para los vecinos de Mota, el año
siguiente será aún peor dado que La Mancha se convirtió en el campo de batalla en el que se
dilucidaba la ocupación de Portugal y Andalucía, y, por lo tanto, el resultado final de la guerra.
16 AHN, Consejos, leg. 5518, exp. 8, pp. 118 y siguientes. 17 F. Molina Carrión, La Guerra, p. 76. 18 M.F. Gómez Vozmediano, “Vivir en tiempos de guerra. La vida cotidiana de los españoles durante la invasión francesa”, en España 1808-1814. De súbditos a ciudadanos, Toledo, Junta de Comunidades, 2008, p. 138. 19 F. Molina Carrión, La Guerra, p. 80.
14 | P á g i n a
Tres grandes ejércitos participan en las acciones bélicas: el IV ejército francés, el anglo-español
de Extremadura y el español llamado primero del Centro y después de La Mancha. Las
poblaciones manchegas hubieron de sobrevivir a continuos cambios en los frentes y las continuas
peticiones de suministros de materiales por parte de los diferentes ejércitos.
Cuatro grandes batallas tienen lugar en este año: Uclés (enero), Talavera de la Reina
(julio), Almonacid (agosto) y Ocaña (noviembre). La primera y la última afectaron de manera
más directa a Mota del Cuervo por la cercanía de la misma. De Uclés destaca el efecto
psicológico que tuvo en las poblaciones cercanas, no la propia batalla sino el salvaje saqueo
posterior de la población y de otras vecinas como Horcajada de la Torre. Los testimonios que se
han conservado sobre este saqueo son terroríficos:
“Uclés fue entrada a saco. Sesenta y seis habitantes, elegidas entre las familias más distinguidas,
tres sacerdotes santiaguistas y un religioso carmelita fueron salvajemente asesinados. Más de
trescientas mujeres, entre ellas monjas dominicas, después de haber servido al lascivo ardor de la
soldadesca, fueron hacinadas en un montón para abrasarlas vivas, y muchas perecieron en llamas.
El pueblo fue incendiado y quedó en ruinas y reducido a una tercera parte de lo que era antes”20.
No es de extrañar, por tanto, que tras esta acción, la sólo noticia de que los franceses se
acercaban a una población provocaba la huída precipitada de buena parte de la población. Así
sucedió en Mota en diferente ocasiones, que se quedó incluso sin su principal autoridad, el
Alcalde mayor José Antonio Martín Palomino quién en diciembre de 1808 se retiró a Consuegra
con todos sus muebles y equipajes21. Desde entonces asumió el poder el abogado Carlos
Izquierdo, que hasta entonces había sido el regidor decano. Como primera autoridad vivió
situaciones francamente difíciles pues tuvo que afrontar las continuas peticiones de suministros
por parte de los diferentes ejércitos a lo largo de 1809. Una prueba de ello es lo sucedido en abril
y mayo de 1809, fecha en que La Mancha estaba ocupada por los franceses. El General
Sebastiani ordenó recoger en La Mancha un empréstito extraordinario de seis millones de reales
de los que correspondían a Mota 62.275 reales, que debían entregarse en ocho días desde la
llegada de la orden, y si ésta procedía con la diligencia debida:
20 P. Prumeda, Crónica de la provincia de Cuenca, Madrid, 1869, p. 56. 21 AHN, Consejos, 11988, exp. 11.
15 | P á g i n a
“será tratada con la mayor protección y consideración, pero si al contrario (que no lo creo)
manifestase lentitud y mala voluntad, y no hiciese la entrega en el término prescripto (…) se
embiará un batallón para que viva a discreción y hará sufrir a ese pueblo una ejecución militar”22.
El alcalde ante ese requerimiento redactó un escrito al General en jefe del ejército del
Centro en el que observamos dos actitudes que deben ser subrayadas. Una, que el pueblo ha
sufrido diferentes exacciones y saqueos por parte de los franceses, y que sus vecinos se niegan a
pagar el nuevo empréstito. Y, dos, un intento de no colaborar con los franceses siempre y cuando
puedan recibir el apoyo militar ante una supuesta reacción francesa:
“se halla en el mayor apuro y conflicto con sus vecinos por hallarse estos sumamente aniquilados
por el saqueo y malos tratamientos que sufrieron al tránsito de las tropas francesas y resueltos a
perder sus vidas y haciendas. En esta atención espera este común sin perdida de tiempo la
protección y órdenes de V.E. para acreditar su celo a favor de la Religión, el Rey y la Patria”23.
Es entendible que en estos meses muchas de las autoridades abandonasen a su suerte a
sus pueblos. Por esta razón la actitud del regidor decano de Mota es encomiable pues se mantuvo
en su puesto e intentó salvar la situación lo más decorosamente posible. No podemos olvidar que
los meses previos a la batalla de Ocaña hubo en La Mancha una enorme concentración de tropas
(españolas y francesas) que exigieron un sacrificio económico enorme a todos estos pueblos,
incluidos Mota del Cuervo, que dejaba de estar en el frente de batalla, pero no por ello libre de
las funestas consecuencias de la guerra24. Los testimonios de los propios franceses evidencian las
difíciles circunstancias en que se movían las autoridades locales en los años de la guerra:
“es preciso violentar a los habitantes para hacerle aceptar el título de alcalde; nadie quiere una
autoridad que puede ser inquietada por ambos bandos. Algunas veces en un mismo día recibe a
los españoles y a los franceses, la opinión que de él se tiene está pendiente de un hilo si con ella
persiste en alimentar y proteger a los adversarios…”25.
22 AHN, Estado, 60 R. 23 AHN, Estado, 60 R. 24 Es el caso de Villamanrique del Tajo. Ver F. Cana, Villamanrique durante la Guerra de la Independencia,
disponible en www.villamanriquedetajo.es/Revistas/Sep2008_sup.pdf. 25 Testimonio del militar francés J.J. de Naylies, recogido en J. Villar Garrido y A. Villar Garrido, La Guerra de la Independencia en Castilla-La Mancha. Testigos extranjeros, Toledo, Junta de Comunidades, 2008, p. 321.
16 | P á g i n a
Por todo ello sería interesante poder indagar más en el protagonismo de este abogado de
Mota, que durante todos estos años ocupó la más alta dignidad local, y darle un reconocimiento a
su papel de mediador ante las peticiones militares de unos y otros.
2.2. La ocupación francesa de Mota y La Mancha. La hora de la guerrilla.
Tras Ocaña comienzan los años de la ocupación francesa y, por tanto, del gobierno, en
parte, de los afrancesados que apoyan a José I. Esta ocupación militar nunca pudo ser total,
limitándose a los más importantes núcleos de población y las zonas de gran interés estratégico
como era el caso de Consuegra en cuya fortaleza hubo durante toda la ocupación importantes
contingentes militares. Desde allí los franceses efectuaban constantes expediciones para requisar
bienes de todo tipo por toda la comarca.
Evidentemente los franceses dejaron muchas zonas libres, las más alejadas e inaccesibles,
que siguieron siendo controladas por los españoles y se convirtieron en las bases de las Juntas de
Gobierno y de las guerrillas. En las zonas directamente controladas por los franceses existía una
estructura bifronte con dos autoridades, militar en manos de franceses y civil dirigida por
españoles afrancesados, cuyo peso e influencia fue debilitándose progresivamente. En la
estructura de poder francesa Mota de Cuervo junto con otras poblaciones como Campo de
Criptana o Pedro Muñoz quedaron bajo el mando de la Prefectura de La Mancha con sede en
Manzanares, aunque en Alcázar de San Juan se establecía una capital de distrito, que incluía a
Mota del Cuervo.
En Mota los franceses no dejaron tropas fijas. Como en el resto de poblaciones
nombraron nuevas autoridades y cargos, y seguramente en Mota también hubo afrancesados,
pero tenemos muy pocos datos al respecto. Sólo sabemos que un religioso agustino llamado
Francisco del Rosario, “propenso a la libertad” se negaba a predicar, ni oír en confesión y ya no
vestía las ropas religiosas con la excusa de que los franceses así se lo exigían. Evidentemente no
podemos colegir que este sacerdote fuera un afrancesado o que colaborara con ellos, pero su caso
es interesante pues demuestra que el alcalde de Mota mantenía correspondencia con las
autoridades españolas en 1810 en plena ocupación francesa. También no deja de ser curioso que
se pida la expulsión del pueblo del fraile por su “propensión a la libertad”26.
26 AHN, Consejos, 11988, exp. 10.
17 | P á g i n a
La ocupación francesa no fue tranquila. La resistencia contra los franceses estaba dirigida
por las Juntas Provinciales pero su instrumento esencial fueron las guerrillas o cuerpos francos,
organizaciones que durante estos años tienen un gran protagonismo. Además de Francisquete,
partidas con gran protagonismo en La Mancha fueron las de Miguel Díaz, comandante del
Escuadrón Volante de Fernando VII, la de Juan Palarea, más conocido como el Médico, que
llegó a comandar una gran fuerza cercana a los mil efectivos, entre caballería e infantería, o la de
Francisco Abad, Chaleco, valdepeñero que inició su lucha contra los franceses muy pronto, en
1808, y cuyas acciones fueron decisivas a lo largo de toda la guerra. Todos ellos tuvieron un
importante papel en el desgaste militar francés, no solo dificultando su abastecimiento y
comunicaciones sino también requisando armas, hombres y alimentos para el ejército español,
tareas ambas que minaron fuertemente al ejército francés.
En un escrito del ayuntamiento de Mota del Cuervo en 1819 y firmado, entre otros, por
Carlos Izquierdo, el que fuera la máxima autoridad en la población durante la Guerra, y, por lo
tanto, muy fiable, se afirma que “no ha havido formación de partida ni cuerpo alguno en esta
villa”, lo que no implica que Mota no se viera afectado por la actuación de las guerrillas. Dicho
documento nos informa que dos partidas usaban la población como refugio, sobre todo la de
Miguel Díaz, “que estuvo bastantes veces y días” en el pueblo, así como la partida del Abuelo.
La partida de Miguel Díaz denominada Escuadrón Volante de Fernando VII tuvo una
enorme actividad en La Mancha durante 1810. Según Ronald Fraser estaba formada por “ciento
cincuenta caballos montados” que se movían principalmente por toda La Mancha desde el sur de
Madrid hasta Sierra Morena. Al principio efectuaba labores de vigilancia, de espionaje y de
asalto de correos, pero pronto pasó a realizar acciones militares. En mayo tuvo un choque en
Puerto Lapice con fuerzas francesas acantonadas en Consuegra. Según su versión su victoria fue
total dando muerte a 53 soldados franceses y haciendo prisioneros a los restantes. Parece que esta
fue su principal aportación en la guerra27.
De Manuel Hernández, más conocido como el Abuelo, tenemos menos datos. Sabemos
que era de Seseña y que su apodo estaba relacionado con su edad. Actuó también en toda la zona
de La Mancha y aparece asociado en ocasiones a otras partidas como la de Juan Palarea. Entró
en Madrid al acabar la guerra junto a otros grandes guerrilleros como El Empecinado o Chaleco,
pero, al contrario que estos, sus ideas eran claramente absolutistas, y en la época del Trienio en
27 R. Fraser, La maldita Guerra…, p. 547 y F. Asensio Rubio, “La guerrilla en La Mancha”, en España 1808-1814. De súbditos a ciudadanos, Toledo, Junta de Comunidades, 2008, pp. 106-107.
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1821 formó una partida realista, aunque en esta ocasión con mucho menos éxito que en su
primera época28.
Imagen 1. Retrato del guerrillero Manuel Hernández, “el Abuelo”.
La partida de Juan Palarea, el Médico, que apareció por Mota del Cuervo fugazmente,
fue mucho más importante, encabezando la 7ª partida de Patriotas Voluntarios. Tras actuar más
al norte, en 1811 creó los Escuadrones de Húsares Francos Numantinos en los que llegó a contar
con casi mil hombres y centró sus acciones en La Mancha. Ya era coronel. En ese año sufrió
grandes pérdidas en una acción en Tembleque y, a partir de ese momento, luchó con gran
denuedo y saña contra las tropas francesas tanto de las provincias de La Mancha como de
Cuenca. Liberal convencido llegó a mariscal de campo y a luchar contra los carlistas.
28 Así lo cuenta Mesoneros Romanos en sus Memorias de un Setentón, R. Fraser, La maldita Guerra…, p. 722.
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Imagen 2. Retrato del guerrillero Juan Palarea, “el Médico”.
Fuente: www.regmurcia.com
2.3. El saqueo de Mota y Francisquete
No obstante, la acción bélica más significativa que va a tener lugar en Mota del Cuervo
durante la guerra está relacionada con la partida de Francisco Sánchez, más conocido como
Francisquete o “el tío Camuñas”, su lugar de origen. Como trajinante que era conocía a la
perfección los caminos de la zona. Se lanzó a la guerrilla junto a otros familiares muy pronto,
nada más comenzar la guerra en 1808. En abril de 1809 los franceses los sorprendieron en su
propio pueblo deteniendo a su hermano y colgándolo “de la vela de un molino de viento que hay
cercano a esta población, donde estuvo más de un mes”. Este hecho tuvo una enorme influencia
en él, y explica su crueldad con los franceses. De este comportamiento cruel nace la expresión
¡qué viene el tío Camuñas!, que según parecen gritaban los franceses ante los ataques de este
guerrillero, y que luego será profusamente utilizada para amedrentar a los niños.
Según Asensio atacaba unidades francesas, capturaba correos y convoyes, produciendo a
los franceses continuos daños. También pecaba de indisciplinado y actuaba por su cuenta en
muchas ocasiones, lo que provocó que las autoridades militares españoles disolvieran su partida
y lo arrestaran por sus continuos desmanes sobre las poblaciones por las que pasaba.
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Imagen 3. Retrato del guerrillero Francisco Sánchez, “Francisquete” o “el tío Camuñas”.
Fuente: www.francisquete.com
Un poco antes, el 24 de mayo de 1810, es cuando se produce un enfrentamiento entre esta
partida y un destacamento francés a las puertas de Mota. El alcalde lo narraba así:
“Esta partida tubo un ataque en esta villa el día 24 de mayo. Se componía de unos 400 caballos y
100 infantes, los enemigos 60 caballos y 100 infantes. A él cargar uyeron en dispersión los de la
partida y murieron en la retirada ocho. Solo hubo un herido francés, y se entregaron al saqueo
durante toda la noche”29.
Como vemos el choque militar en sí no es muy significativo, pero sí el saqueo de Mota.
Por desgracia la fuente es muy escueta, y no refiere más datos del mismo, que por su duración y
los antecedentes conocidos de otras poblaciones debieron ser muy traumáticos para la población.
Algunas fuentes citan que durante la Guerra Mota vio destruido parte de su patrimonio como la
Imagen de Nuestra Señora de la Asunción, el Altar y el retablo de la Iglesia Parroquial así como
la desaparición del cáliz y otros ornamentos religiosos. No sabemos si esa destrucción se debe al
saqueo que estamos narrando.
29 AHN, Diversos-Colecciones, 74, nº 42, pp. 75-76.
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En 1811, Francisquete fue sorprendido y capturado en Belmonte por los franceses, que lo
perseguían con gran ahínco. Fue fusilado inmediatamente y sus últimas palabras fueron que
moría “por defender la nación”30.
2.4. Retirada de los franceses por Mota
La derrota española en Arapiles en julio de 1812 decide a los franceses a evacuar Madrid
hacia Valencia por tierras manchegas. El convoy es impresionante. 2.000 carros y 25.000
personas con mujeres, niños y ancianos, acompañan al Rey José en su huída. Los testimonios
sobre la crudeza de la marcha son elocuentes en plena canícula manchega, como bien explica
uno de los generales más importantes que participaron de la misma:
“Aquella marcha de quince días fue de las más penosas. Los habitantes huían, se llevaban a sus
bestias, destruían hornos y molinos: se hallaba trigo pero no harina. El calor era excesivo, los
arroyos iban secos y los pozos de las aldeas por donde se pasaba pronto se agotaban. Fue
imposible mantener el orden y la disciplina en las tropas que no recibían raciones y que, tras
jornadas abrasadoras, no encontraban agua para apagar su sed. El grande número de hombres
aislados y la inmensa cantidad de mozos agregados al convoy, cometieron grandes desórdenes y
algunos crímenes. Todos los que se quedaban rezagados o se separaban en busca de agua o de
víveres, eran cogidos por los guerrilleros que seguían a la columna y marchaban por sus
flancos”31.
Sabemos por el documento realizado por el ayuntamiento de Mota que este guerrillero
era otro de los grandes guerrilleros manchegos, Francisco Abad, alias “Chaleco”, que hostigó a
la columna desde Aranjuez a Albacete, pasando por Mota del Cuervo. El general Hugo nos dice
cómo el convoy “devastaba todo el territorio por donde pasaba, igual que un nubarrón de
langostas”32. Sabemos gracias al testimonio de unos de los consejeros del Rey José que el día 17
de agosto el Rey durmió en El Toboso, mientras el grueso del convoy lo hacia en Mota. Pueden
imaginar lo que para un pueblo como Mota significó atender las demandas de tal cantidad de
personas. Otro militar francés Fée comenta a su paso por este pueblo lo siguiente:
30 Hemos seguido en este relato a F. Asensio Rubio, “La guerrilla.., pp. 100-104. 31 J. Villar Garrido y A. Villar Garrido, La Guerra…, p. 432. 32 Ibid, p. 464.
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“Dormimos en Mota del Cuervo, viva imagen de la pobreza. El agua falta completamente.
Numerosos molinos de viento, que recuerdan la primera proeza de Don Quijote”33.
Por fortuna, el fin de la guerra estaba próximo. No obstante, las consecuencias políticas,
económicas y sociales para Mota fueron muy significativas.
3. LOS COSTES DE LA GUERRA
La Guerra en sí y las primeras medidas económicas liberales de las Cortes de Cádiz
minaron las bases económicas del Antiguo Régimen. Se partía de una grave situación como lo
demuestran, como ya vimos, las sucesivas crisis de subsistencias de la segunda mitad del siglo
XVIII y principios del XIX, especialmente la de 1803-1804. Evidentemente la situación bélica
impuso una "economía de guerra" que tuvo graves consecuencias. Mota del Cuervo por su
posición estratégica sufrió un enorme coste en impuestos y suministros, que se hicieron más
penosos conforme transcurría la guerra. La situación era alarmante no sólo en el sector agrario
sino también en la industria artesana como la cerámica, que se encontró con importantes
dificultades.
Aunque no tenemos testimonios sobre la gravedad de la situación en Mota, si son muy
numerosos en relación a toda la comarca. Ya en 1809 la Junta Superior de La Mancha hacía un
informe de la situación desolador de la situación de la provincia:
“Los pueblos desiertos, las casas yermas y arruinadas, la suciedad y el hedor intolerable de ellas
junto al peso de las desgracias, el hambre y la intemperie, han acabado en los montes con un sin
número de familias”34.
Ya acabada la guerra los ayuntamientos describen muy gráficamente la situación:
"Los labradores (...) quedan destruidos, sus tierras eriales y incultas (...) y los cuantiosos
suministros y auxilios apuraron una gran parte de la población con epidemias, hambres y todas
clases de desgracias..."35.
33 Ibid, p. 504. 34 AHN, Estado, leg. 63C. 35 Archivo Municipal de Almagro, leg. 239, 6053.
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Especialmente significativo es el testimonio del escribano de Torralba, que se puede aplicar sin
ninguna duda al caso de Mota:
“… como las contribuciones y exacciones que las tropas enemigas a todos los pueblos de esta
provincia fueron tan exorbitantes desde el año de 1809 hasta el de 1813, y no cortos los auxilios a
las partidas españolas se prestaron en dinero y otros efectos, a que se agregó el abandono quasi
general de la labraduría y siembra de granos y demás frutos, quedaron los pueblos constituidos en
la mayor indigencia e infidelidad que jamás se había visto, pues los precios de los comestibles
fueron tan sumamente altos (…) y así las demás cosas necesarias para la vida humana; hubo en él
(Torralba) muchas familias que se alimentaron por largo tiempo con yerbas silvestres, ya cocidas
o ya crudas, y no faltaron algunas personas que impelidas del hambre comían la carne de las
bestias que morían por enfermedad o por hambre”36.
La guerra provocó el descenso de la producción agraria e industrial, dando paso
inmediatamente a las crisis de subsistencia. Sin olvidar los propios efectos del conflicto, esta
situación explica que, entre 1808 y 1814, se produjera una importante inflexión demográfica que
tuvo sus momentos álgidos en 1809 y en 1812 tras una serie de malas cosechas. Los testimonios
sobre la dureza de la crisis de 1812 son muy abundantes dado que en ese año se unieron las
elevadas contribuciones de guerra con una muy mala cosecha. En conjunto, ambas crisis de
subsistencia, más las pérdidas propias de la guerra tanto en el frente como en la retaguardia
hipotecaron el crecimiento demográfico de la región durante la primera mitad del siglo XIX.
Según los datos de Higueruela del Pino la diócesis de Toledo perdió casi un 8% de la población
entre 1808 y 1815, aunque la cercana vicaría de Alcázar de San Juan supera este porcentaje al
superar el 11%.
Por otra parte, la propia guerra, por un lado, y, por otro, las medidas económicas
emanadas o del gobierno de José I o de Cádiz supone el desmantelamiento de las bases
económicas del Antiguo Régimen con disposiciones como la desamortización, la abolición de
los señoríos o la reordenación de los diezmos. Las medidas desamortizadoras afectaron a dos
instituciones básicas del Antiguo Régimen como la Iglesia y los municipios. Los bienes
eclesiásticos se habían visto afectados por la legislación de José I, que, al menos, supuso la
supresión de muchos conventos, siendo reutilizados como cuarteles u hospitales, cuando no
incendiados. Con la excusa de su lamentable estado, el decreto de septiembre de 1813 puso en
36 A.R. del Valle Calzado, “La batalla de Torralba…, p. 251.
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marcha la desamortización eclesiástica. Dadas las circunstancias, ninguno de estos procesos
desamortizadores (el afrancesado y el liberal) tuvieron efectos prácticos.
Algo similar ocurrió con el decreto de enero de 1813 por el que se procedía al reparto de
bienes municipales a los acreedores del Estado y a aquellos que habían prestado servicios
relevantes durante la guerra. Este tipo de propiedades estaban siendo sometidos a un intenso
proceso de roturación que se incrementó durante la guerra, dado que las cabañas ganaderas
sufrieron un grave retroceso. La Guerra de Independencia termina por decantar la batalla entre
agricultura y ganadería de las últimas décadas por la primera y explica el gran proceso roturador
que se produce en buena parte de Castilla-La Mancha, especialmente de bienes municipales, a
partir de 1808. Aunque es imposible cuantificar el impacto del mismo, ya que carecemos de
estudios concretos, sí podemos señalar que, por poco significativo que fuera, tienen un gran
contenido que ponía en entredicho el sistema económico vigente.
La quiebra del Antiguo Régimen se demuestra, por ejemplo, en la resistencia campesina
al pago de los diezmos y otros derechos señoriales37. Las circunstancias excepcionales de la
guerra significaron un aumento considerable del fraude al diezmo, algo que venía sucediendo
desde largo tiempo. Esta resistencia supone un giro decisivo al dañar el modelo de distribución
del producto agrario.
Por desgracia la Guerra de la Independencia inaugura también el ciclo infernal de la
violencia en la España contemporánea. En el caso de los franceses el principal problema era el
abastecimiento de las tropas que está en el origen de muchas de sus actuaciones represivas. Las
requisiciones violentas, en muchos casos, de alimentos, animales y dinero explican el odio hacia
los franceses por parte de la población manchega. Además estas requisiciones iban acompañadas
de severas admoniciones por parte de las autoridades militares francesas, que en muchas
ocasiones se cumplían. Especialmente duras fueron las medidas tomadas a lo largo de 1809 por
el General Sebastiani, que ordenó el saqueo de Fuente el Fresno en abril de 180938 para servir de
ejemplo a toda la provincia y que enviaba unas misivas especialmente significativas como esta:
“cuando se asesine a algún francés, se arrestará inmediatamente a cuatro de los habitantes
principales…; si los delincuentes no son entregados en el término de 48 horas, seran aorcados…,
37 C. Rodríguez López-Brea, "La crisis del Antiguo Régimen en el Arzobispado de Toledo. El impago de diezmos (1800-1820)", en Javier M. Donézar y Manuel Pérez Ledesma (eds.), Antiguo Régimen y Liberalismo. Homenaje a Miguel Artola. 2. Economía y sociedad, Madrid, Alianza, 1995, pp. 285-294. 38 “degollaron a 14 personas mayores, incendiaron la iglesia y las mejores casas del pueblo”. L. Higueruela del Pino, La diócesis…, p. 260.
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si se reincide, la ciudad, villa o aldea será entregada al saqueo y los habitantes todos pasados a
cuchillo...”39.
Los saqueos de las poblaciones iban acompañados de robos, violaciones y asesinatos.
Veamos un ejemplo concreto que pudiera asemejarse al ocurrido en Mota del Cuervo. El 8 de
agosto de 1809 llegan a Valdepeñas tropas francesas que acaban de ser rechazadas en
Despeñaperros y comienzan un saqueo de la población:
“entraron en el pueblo, incendiaron más de cien casas cometiendo las mayores atrocidades,
degollaron a las personas que encontraron en sus casas, en los campos y en las cuebas, saquearon
la mayor parte de la villa viéndose sus vecinos precisados a abandonarla, se les dio por temor
quantos viveres quisieron, desarmaron al pueblo, llevándose cuarenta pares de mulas y carruajes
que no se han podido recobrar (…), robaron igualmente la hermita de la patrona destrozando los
ornamentos”40.
El ataque indiscriminado a las personas y a sus bienes, incluido elementos considerados
sagrados, como los símbolos religiosos, pueden explicar la reacción antifrancesa41. A eso
debemos sumar la represión ejercida sobre el terreno contra los guerrilleros que eran
inmediatamente fusilados o colgados en sitios públicos. Frente a estas acciones la represión
institucional a través del Tribunal Criminal es mucho más comedida y ordenada, aunque no por
ello inexistente42.
Por parte de los españoles la violencia ejercida fue también muy cruda desde los primeros
compases de la guerra. En un principio ésta se cebó en los correos franceses y en los acusados
por el pueblo de godoístas como lo demuestra la manera en que se asesinó a Cayetano Soler en
Malagón o a Duro Solano en Ciudad Real, exponiendo los cadáveres al escarnio público.
Después en los propios franceses. Salvajes fueron los asesinatos de los enfermos franceses en
junio de 1808 en el Hospital de Manzanares, al que debemos sumar el ataque a un convoy de
enfermos en el puente de Villarta. La guerra acababa de empezar y el grado de violencia era ya
39 Archivo Municipal de Ciudad Real, leg. 15, doc. 417. 40 AHN, Consejos, leg. 5523, exp. 21. 41 Los saqueos también fueron realizados por el ejército aliado inglés. J.G. Cayuela, “Vivencias británicas en la guerra peninsular”, Historia Social, 72 (2012), pp. 36-37. 42 En total este tribunal mandó fusilar a 49 personas entre 1811 y 1813. J.A. García Noblejas, Manzanares…, pp. 156-160. No aparece ningún vecino de Mota del Cuervo.
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inusitado y feroz. En Manzanares los cadáveres de los franceses fueron torturados y
despedazados, y quedaron insepultos hasta la llegada de nuevas tropas francesas43. Un furrier
francés, L.F. Guille, relata lo que encontraron días después:
“Bajé a los patios y al huerto: allí me encontré con el espectáculo más espantoso que jamás había
visto. Unos cincuenta cadáveres que todavía no se habían podido enterrar, nos permitieron juzgar
la barbarie de estos viles asesinos. Unos habían muertos a golpes, otros tenían la cabeza partida a
hachazos y varios de ellos con refinamiento de crueldad, habían sido arrojados vivos en calderas
de aceite hirviendo…”44.
Por desgracia la Guerra supone también la aparición de la violencia política. La derrota
francesa supone, por ejemplo, la persecución implacable de los afrancesados, que son sometidos
a procesos de depuración y juzgados posteriormente. Los más significados debieron marchar al
exilio tras los ejércitos franceses. Son los primeros exiliados de nuestra historia contemporánea.
Lo que no podían imaginar los liberales manchegos es que pocos meses después ellos también
iban a ser perseguidos políticamente y muchos debían unirse a los afrancesados en el exilio. De
una manera menos épica de lo que hasta ahora se ha considerado comenzaba Mota del Cuervo su
andadura por los siglos contemporáneos.
43 J. de Haro Malpesa, Guerra de la Independencia. Bailén 1808. Memorias y diarios, Alcázar de San Juan, 1999, p. 199 y J.A. García Noblejas, Manzanares…, pp. 31-38. 44 Ibid, p. 119.
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