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La movilización electoral y el fin de la Reí i Conservadora. IV Así, desde 1928 Colombia vivía en un agitado y conflictivo ambiente social y electoral. El año 1929 fue de elecciones. El 12 de mayo tuvieron lugar los comicios para renovar la Cámara de Representantes y el 6 de octubre los ciudadanos colombianos fueron citados para cambiar la composición de los concejos municipales. Ambas contiendas eran parte constitutiva de una mayor, la presidencial, que tendría lugar el 9 de febrero de 1930. Las elecciones parlamentarias del 12 de mayo de 1929. Estas elecciones fueron importantes para nuestro análisis por cuanto llevaron al Congreso de la República a los leopardos Silvio Villegas y José Camacho Carreño. El primero llegó en representación de Caldas. El segundo acababa de regresar del extranjero, tal como lo registró la prensa: "Después de haber permanecido en Europa dos años largos y de haber ilustrado con su presencia la Asamblea de Bucaramanga, llega hoy de retorno a Bogotá José Camacho Carreño, noble expositor de la doctrina conservadora y hermano intelectual nuestro" 1 . Esta jornada electoral llevó también a la Cámara de Representantes a Jorge Eliécer Gaitán y reeligió a Gabriel Turbay, leopardos liberales, como alguien los denominó. De estos dos sectores de la opinión política nacional saldrán voces enardecidas que contribuirán a la caída del régimen conservador. Elíseo Arango, además, aspiraba a repetir Cámara. Los tres leopardos fueron ayudados por la prensa conservadora. Augusto Ramírez Moreno dedicó editoriales y columnas en El Debate a destacar la figura de Arango, y, a través de ello, a apuntalar las tesis que distinguían el leopardismo: EJ Debate, mayo 3 de 1929, p. 3.

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La movilización electoral y el fin de la Reí i Conservadora. IV

Así, desde 1928 Colombia vivía en un agitado y conflictivo ambiente social y electoral. El año 1929 fue de elecciones. El 12 de mayo tuvieron lugar los comicios para renovar la Cámara de Representantes y el 6 de octubre los ciudadanos colombianos fueron citados para cambiar la composición de los concejos municipales. Ambas contiendas eran parte constitutiva de una mayor, la presidencial, que tendría lugar el 9 de febrero de 1930.

Las elecciones parlamentarias del 12 de mayo de 1929.

Estas elecciones fueron importantes para nuestro análisis por cuanto llevaron al Congreso de la República a los leopardos Silvio Villegas y José Camacho Carreño. El primero llegó en representación de Caldas. El segundo acababa de regresar del extranjero, tal como lo registró la prensa: "Después de haber permanecido en Europa dos años largos y de haber ilustrado con su presencia la Asamblea de Bucaramanga, llega hoy de retorno a Bogotá José Camacho Carreño, noble expositor de la doctrina conservadora y hermano intelectual nuestro"1.

Esta jornada electoral llevó también a la Cámara de Representantes a Jorge Eliécer Gaitán y reeligió a Gabriel Turbay, leopardos liberales, como alguien los denominó. De estos dos sectores de la opinión política nacional saldrán voces enardecidas que contribuirán a la caída del régimen conservador. Elíseo Arango, además, aspiraba a repetir Cámara. Los tres leopardos fueron ayudados por la prensa conservadora. Augusto Ramírez Moreno dedicó editoriales y columnas en El Debate a destacar la figura de Arango, y, a través de ello, a apuntalar las tesis que distinguían el leopardismo:

EJ Debate, mayo 3 de 1929, p. 3.

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Arango es uno de los remos más seguros en la política conservadora de nuestros días [...] Pacientemente nosotros hemos construido al lado suyo todas nuestras ideas fundamentales. Él adivinó los teoremas ciertos de la teoría nacionalista que nosotros predicamos, con Mauricio Barres, él nos dijo que de todas las fórmulas saludables para el género humano, la única completa, la más sólida y la más extendida era la nacionalidad [...] el nacionalismo no es únicamente una inclinación del sentimiento, sino una obligación racional y matemática. Entre colombianos miembros de un estado invadido por diversas familias espirituales, y amenazado por un regionalismo insurgente, todos los temas políticos discutidos, todos los problemas suscitados, deben ser resueltos en torno de un común elemento nacional. Cuando las izquierdas revolucionarias desataron contra la república tradicionalista sus cóleras en tumulto, Elíseo Arango se erigió en el parlamento como el signo de la victoria. Su discurso en defensa del proyecto sobre orden público es uno de los más bellos momentos de la elocuencia colombiana. Su palabra eléctrica daba todos los brillos cambiantes de las lámparas mágicas: parecía una catedral gótica ilustrada entre los vitrales por la gracia múltiple de los símbolos. Cada uno de sus pensamientos se convertía en belleza pura2.

En los últimos días de la campaña un editorial de El Debate, titulado "La reforma social", iluminó el horizonte electoral conservador: "En el año de 1928 el partido conservador se presentó a las cámaras con un proyecto de defensa social; en el de 1929 debe presentarse con un programa de reforma social"3. El editorialista, que no era esta vez, por su estilo, Silvio Villegas, argumentaba: "Es un criterio demasiado simplista creer que los ejércitos numerosos o las leyes de represión bastan por sí solos para construir el orden público"4. Así, tratando de sacar al conservatismo del empantanamiento en que se encontraba, proponía extender la doctrina de su partido hacia las aspiraciones obreras: "Es necesario crear el seguro obligatorio, proteger los derechos del colono, elevar el standard de vida de los obreros, sostener los salarios elevados, imponer todas las leyes sociales que sin quebrantar nuestra tradición doctrinaria, restablezcan en las clases laboriosas la confianza más plena en nuestra colectividad"5. De esta manera, el catolicismo social a que apelaba este sector de la opinión conservadora nacional se llenaba de contenidos concretos. El editorialista sostenía que la economía industrial podría convertirse "en el auxilio más efectivo de las clases trabajadoras abaratando la producción, injertando a los obreros en las empresas, por medio de la organización y racionalización del trabajo"6. Este avance era la comprobación del efecto que finalmente ejercía sobre el espectro leopardo el proceloso proceso histórico que se vivía en Colombia: "Nuestro deber moral y político nos impulsa a ir hacia el pueblo sin orgullos intelectuales, incorporando las masas rebeldes al pensamiento y a la acción política de nuestro partido"7. Para el editorialista, el Conservador no era un partido capitalista, por tanto, podía, con la ideología del catolicismo social, servir de síntesis: "Contra la filosofía revolucionaria, la Iglesia ha definido los deberes del hombre, señalando al propio tiempo el Evangelio como el mejor programa de reformas sociales para las turbaciones de nuestros días"8. Al tiempo que proponía que sacerdotes y laicos emprendieran la obra de sindicalizar a los obreros católicos sostenía que el capitalismo y el socialismo:

[...] no eran otra cosa que dos tiranías rivales, la una que tiene el poder y la otra que t ra ta de adquirirlo, reposando ambos sobre el abuso: el primero sobre el abuso de la propiedad privada, el segundo sobre el de la propiedad colectiva [...] Sólo el catolicismo suministra a la sociedad su verdadera fórmula organizadora. Situado a igual distancia de ambos, el catolicismo social es el único camino para la reforma intelectual y moral de nuestro tiempo9.

1 Ibid.. abnl 20 de 1929, p. 3. Ibid., mavo 6 de 1929, p. 3,

4 Ibid. 7 Ibid. " Ibid. 7 Ibid. - Ibid. " Ibid.

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Un cierto populismo conservador se vislumbra por fin. Las tesis fueron recogidas de inmediato por el leopardo Ramírez Moreno, quien complementó la reforma social proponiendo el levantamiento de la carta agrícola del país y exigió del Gobierno una voluntad soberana en el problema del petróleo nacional10. La campaña electoral les permitió a los Leopardos formular sus propuestas de manera mucho más comprensible. La agitación social y la presencia de los obreros en las calles fueron los estimulantes que provocaron la propuesta de reforma social. El Debate editorializó inmediatamente después de las elecciones:

Nuestro nacionalismo es la afirmación de las fuerzas económicas y políticas de la patria. No queremos hacer de la república un tétrico palacio sobre el cual gravita la consideración de la muerte, sino un activo laboratorio de la vida. Es Estado intervencionista, defendiendo al débil contra los abusos del fuerte, la patr ia segura de su destino, vertebrada con vías de comunicación que permitan el desarrollo de su riqueza, erguida en su tradición y en su poder contra las corrientes imperialistas que amenazan su destino. Pueblos engreídos en la miseria son fácilmente sojuzgados11.

Los resultados de estas elecciones eran cruciales por cuanto el candidato conservador a la Presidencia de la República sería escogido por el Congreso.

Las elecciones para concejos municipales y la exaltación del adversar io como ene migo.

La hora tiene solemnidad histórica. La sombra

fatídica del enemigo se c ierne sobre la

colectividad conservadora. Si la inercia, si la

abulia, si la pereza se apodera de nosotros en

el deba te que se avecina, seremos

es t ruendosamente derruidos por la s ierpe

proditoria de ¡as avanzadas izquierdistas y será

de nuevo en t ron izado en ¡os dominios

municipales el poder ominoso de ¡as huestes

formadas por retazos incoherentes de ideas

liberales, masónicas y socialistas.12

Álzate intervino intensamente en todas las campañas electorales de 1929. En su transcurso estuvo metido en la elaboración de la Página Universitaria de El Colombiano, donde se autopublicó, en toda su extensión, un célebre discurso ante los candidatos conservadores al Concejo de Medellín, un día antes de las elecciones. Podríamos decir que se trata del primer discurso de campaña electoral que conocemos de nuestro personaje y por eso lo transcribimos totalmente:

Aunque siempre he abominado de las prácticas retóricas, no puedo menos de iniciar este discurso conforme a la distribución clásica. Apelo a un exordio cauteloso para decir cómo me atemoriza suceder en esta tribuna a un eximio orador, de cuyos labios fluyen los conceptos, sucesivos, como un desfile de ménades, ebrias en la rítmica plenitud de la danza.

71 Ibid. ' Ibid.. mayo 21 de 1929, p. 3.

72 Véase "Ante el peligro", editorial de La Defensa, octubre 4 de 1929, p. 3.

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Gonzalo Restrepo Jaramillo mantiene todos los prestigios de la oratoria. Al igual que en ciertas estampas antiguas, donde las figuras se integran en el paisaje prestigioso que las circunda, siempre se le debe imaginar en el acto de volcar evidencias sobre la muchedumbre, surcada por hondos ríos de estremecimientos. Su voz edifica arquitecturas de una prodigia armonía, que triunfa con gloria en los accidentes innumerables de la piedra. Ninguna más eficaz en las actuales circunstancias políticas, cuando urge resucitar nuestras victorias difuntas. No es posible obedecer el mandato del poeta beodo, torciendo el cuello a la elocuencia. Merced a ella las actividades colectivas, profundamente aletargadas, se reaniman, se multiplican, se pueblan de acontecimientos. Ya expresó, el ensayista, en una metáfora benemérita, que era la palabra un poco de aire estremecido que desde la madrugada confusa del Génesis tiene poder de creación.

Egregio don necesítase para hacer vibrar el auditorio en el alterno ritmo de las palabras y de los silencios. Por eso nosotros venimos de los claustros a decir sólo nuestra verdad, aspirando a que en el pueblo, perpetuamente joven, encuentren estas voces resonancias afines. N u e s t r a adolescencia es un episodio que anhe lamos vivir p l enamen te . El en tus iasmo beligerante, prólogo de la acción, nos predispone a intervenir en todo, conforme al ideal socrático de la vida. E s t u d i a n d o en pro longados insomnios , cuando l a s t e o r í a s pol í t icas se a g l o m e r a b a n confusamente en los libros, los escritores tradicionalistas i luminaron nues t ra inteligencia como un denso racimo de antorchas. Las certidumbres adquiridas entonces estamos en el deber de transmitirlas, ahora que la patria se angustia ante un porvenir invadido de sombras. Es preciso precavernos de funestos destinos. Las agrupaciones colectivistas conducen hoy el mundo por itinerarios trágicos. El mesianismo eslavo, que significa el opaco crepúsculo de una cul tura , se prolonga con urgencias imprevistas por todos los confines, produciendo en las clases laboriosas y humildes una fatal embriaguez de odios. Algunos hombres buenos pero candidos se uncen a la belleza abstracta de unos móviles que no tendrán realidad, mientras los corifeos íntimamente aspiran a hacer del poder público una feria de apetitos, para lo cual la oratoria demagógica desvía el criterio de las turbas ignaras. Ya se presienten en el país sucesos violentos como una aglomeración de alaridos. Las torvas furias sociales son excitadas por seres que, como el personaje enigmático de Alexis Tolstoi, sin vínculos con el ayer, con el hoy, con el mañana, hacen constar sólo su perenne turbación anímica.

Súbi tos t aumaturgos pueblan los ámbitos de ofrecimientos totales , de ment i ras l íricas, pretendiendo suspender de palabras livianas la grave tarea de reconstruir las instituciones que buscan demoler violentamente, en el olvido de que el progreso es un orden en movimiento conforme al concepto clásico. Por fortuna fracasan siempre con sus programas aventureros, porque los vocablos efímeros ya no resuenan gratos en el oído de los hombres que anhelan mejor que generosidades acústicas, realidades mudas. Pero es necesario restaurar la verdad política, para que no se siga atrayendo con promesas sonoras el electorado arisco. En la estructura de todos nuestros partidos de la izquierda se advierten inequívocas ar is tas románticas . El romanticismo es un exceso de imaginación. Hay que defender nuestras instituciones frente al caos. En el orden internacional esto significa la defensa de la tradición latina contra los bárbaros. Porque nos acecha, ávido u oblicuo, el imperio del continente sombrío cuyo pasmo místico conmueve la rapsodia de Tagore. El nuevo mandato de nuestro partido es la superación constante de los esfuerzos realizados. Para mantener su predominio, que se identifica con la realidad política, económica y moral de la patria, debemos todos levantar en cada sitio una tribuna y si fuere preciso una barricada. Nuest ra colectividad ha de perseverar erguida sobre un vértice de grandezas, con vocación renovada hacia los grandes hechos, a la inversa de ciertos partidos caducos y aptos sólo para apacentar esperanzas.

Hemos afirmado nuestros preceptos políticos y económicos con oportunas reformas sociales. Los grupos menos favorecidos de la sociedad viven en un orden de realidades inexorables desde la entronización del salario. El partido conservador, que comprende de las necesidades y las angustias proletarias, ha esclarecido su acción cumpliendo graves obligaciones para con las

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clases desvalidas, exaltando los méritos silenciosos del artesano y del labriego. No ciertamente realiza sus propósitos íntegros, porque la política en el gobierno es la ciencia de las probabilidades. Este mismo pueblo, cuyas fatigas el conservatismo ha recompensado, debe armar las instituciones actuales, oponiéndose a la prosperidad de los motines socialistas. Magníficamente probo, Georges Valois. de regreso de todas las quimeras, escribía que el socialismo, la anarquía, serían errores mortales para la humanidad. Contra estas fuerzas disolventes los conservadores hemos de mantener intacto nuestro patrimonio político. No se repite en nosotros el destino de aquellos herederos indolentes que disuelven sus fortunas sin tregua, preocupados solo en asistir a banquetes poblados de mujeres amables, que t ras la fatiga del vino dejan caer la gravedad de sus dulces cuerpos desfallecientes sobre las coronas de la víspera. Los que no vivimos los días heroicos de las guerras civiles, apenas sí podemos imaginar sobre cuánto anónimo sacrificio se erigió la república conservadora. Una adolescencia turbulenta con fe en la eficacia de morir, iba a sumarse a la carne numerosa de holocausto que se maduraba en los campamentos. Los pocos que regresaban de la bélica emergencia, con sol y cansancio de todos los climas, decían patéticamente el dolor de una oscura supresión de hombres, en cuyos rostros inmóviles perseveraba una postuma exigencia de misericordia. Sobre aquellos tiempos podrían escribirse bellos poemas apologéticos. Las contiendas interiores que nos dieron el triunfo constituyen para la patria su segunda epopeya emancipadora. Ante las tumbas de aquellos muertos sin nombre deberíamos hacer una plegaria unánime, densa de emoción. Sus sombras ausentes, pueblan nuestro pasado. No bajo los altos pinos mudos del cementerio, sino en ignorados sitios, reposan sobre la tierra fiel. Ellos se reaniman dentro de nosotros. El conservatismo es hoy un grave león cautivo que siente la nostalgia de las arenas. Inundemos mañana la ciudad pacífica de entusiasmos, caudalosos como un río que saliera de madre. Hemos de obtener mayoría, no sólo practicando el precepto del res taurador galo, agresivo y lúcido, que nos exige hacer política siempre, sino para salvaguardia de esta tierra dadivosa. Sobre la cual se instala el hogar colmado de lentas reminiscencias patriarcales. Porque hay que amar la t ierra egoístamente como una prolongación de nosotros, con la antigua unción mística con que Eneas, en el canto III de la epopeya saluda desde el mar sinfónico las colinas oscuras y bajas perfiladas en el horizonte. Es preciso ser fieles a un pasado de esfuerzos. El ambiente es ahora heroico cual si hubiese un tácito revuelo de banderas . Así en el verso i lustre del poeta, iremos mañana t ras la victoria, coronados de luz, únicamente, como las torres"11.

Se advierte en el discurso el tono de prevención y temor que acompañaba todas las actividades de la generación conservadora de Álzate. Allí confluyen sus lecturas propias y las que compartía con sus superiores inmediatos: Barres está presente y junto a él el sermón doctrinario de la prevención y el temor trabajado ya por los Leopardos: la defensa de la tradición latina contra los bárbaros. La pieza oratoria de Álzate es tan sólo una muestra del discurso con el que concurría el conservatismo a las tres elecciones de 1929. Parodiando a Clausewitz, diríamos que para nuestro caso no es la guerra la continuación de la política por otros medios, como la definió el teórico militar alemán —definición desarrollada y demostrada más adelante por Lenin cuando construía su teoría del imperialismo—, sino que, entre nosotros, la política fue la continuación de la guerra por otros medios. Las elecciones se desarrollaron en un lenguaje que comprueba lo que aquí venimos sosteniendo: el traslado del vocabulario de la confrontación bélica a la política. Para entonces en Colombia la naturaleza de lo político estaba constituida por la dialéctica amigo-enemigo. En la elaboración de esa estrategia, el modelo de hacer la política en la Europa de entreguerras fue calcado. Podría decirse también que era así como se estaba haciendo la política a nivel uni­versal. En Colombia, los Leopardos, y Álzate junto a ellos, contribuyeron a afianzar

El Colombiano, octubre 8 de 1929. p, 3,

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este esquema. El conservatismo y la Iglesia movilizaron todos sus efectivos. Conferencia de connotados ideólogos fue uno de los mecanismos a los que se recurrió asiduamente. Sus contenidos se convertían de inmediato en editoriales de El De­bate, de El Colombiano o de La Defensa, entre otros.

En todos los lugares la estrategia conservadora de hacer vivir la campaña electoral como contienda militar haciendo uso de su vocabulario y de la metáfora de la guerra fue general, pero en Medellín tuvo lugar su mayor expresión, quizás por tratarse de las últimas elecciones antes de las presidenciales, ya que de sus resultados dependería el destino de las dos candidaturas enjuego. El diario La Defensa consagró la totalidad de sus páginas al debate eleccionario de la ciudad. Utilizó la primera para insertar día a día un sumario del siguiente tenor:

Dentro de 48 horas habremos librado una batalla decisiva para el conservatismo. El enemigo está listo a usar todas las a rmas : fraude, gritos, amenazas , y quien sabe cuántas más. Aprestémonos a disputarles palmo a palmo, voto a voto la victoria, si no queremos que al amparo del tesoro municipal, la masonería vuelva a enseñorearse de esta ciudad católica. Hay un dilema: 0 trabajar todos ocho horas el domingo o el azote de una administración liberal por quién sabe cuántos años14.

Veamos en varios documentos el léxico que se esgrime. Obsérvese la carga de las palabras colocadas en negrilla por el autor. En un llamamiento: "Cada voto puede ser decisivo en el día de mañana. Todas las fuerzas liberales-socialistas están coaligadas para apoderarse del municipio de Medellín. ¡¡Alerta!!"15.

En una convocatoria:

O b r e r o s C o n s e r v a d o r e s Catól icos . P a r a el domingo es tamos al is tados con el enemigo para dar una ba ta l la decisiva, y de los esfuerzos de ese día depende la libertad de la patr ia y la seguridad de los intereses del distrito de Medellín. Obreros conservadores: Religión y Pa t r i a exigen que vayamos a los campos en su defensa: el domingo nos l a n z a r e m o s a las u r n a s , a la lucha en coraje de b r a v u r a a t r i u n f a r a costa de todo sacrificio. No es posible que en presencia del adversario pa ra derrotarnos, permanezcamos indiferentes, hay que llevar la satisfacción de haber cumplido los deberes más sagrados del hombre como es el de salvar la patria. / Así es que todo el que sienta latir en su pecho una sola pulsación de Religión y de la Pa t r ia e s t a r á con nosotros . En nombre de la l iber tad a m e n a z a d a : en nombre de la Religión y de la patr ia insultada: en defensa de los intereses del municipio de Medellín, yo convido a todos los conservadores para que vengan a mil i tar a nuest ro campamento. / Recuerden que al finalizar el periodo liberal, estos iban a arrojar a los Hermanos Cristianos de los salones de la Plaza de Flores, educadores de la juventud católica y dio la suerte que el cuatro de octubre de 1925 triunfó el par t ido conservador. / El domingo a las cuatro de la ta rde seremos vencedores si Dios lo quiere. Adelante primero la religión y la pat r ia . Medellín, Marco Tulio Vanegas, Capitán, octubre 3 de 192916.

Por entonces no sólo se desconocía al adversario, sino que se le podía acusar con razón o sin ella! lo importante era darle sentido al discurso de la confrontación. Terminaba de la siguiente manera el editorial con el que empezamos este parágrafo:

El partido conservador representa la pureza en la administración de los fondos públicos y el partido libera! la dispersión de ellos para premiar los fraudes indelicados y escandalosos: nuestro

74 La Defensa, octubre 4 de 1929, p.l 77 Ibid. octubre 5 de 1929. p. 4. " Ibid.

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partido representa el progreso armónico de la ciudad de Medellín y de las fracciones y el partido enemigo la despreocupación completa de las necesidades y la dedicación de los fondos a industrializar los debates eleccionarios. Escojamos17.

Y hubo avisos curiosos como este: "No salga al campo mañana. El trabajo en las mesas de todos y cada uno de los conservadores, es necesario mañana!! Puede pesarle por mucho tiempo su desidia"18. O como este otro: "Mañana o Nunca. Ocho horas de trabajo o quien sabe cuántos años de dominación comunista!!"19.

La estrategia escogida por el conservatismo, sumada al intenso trabajo de los cuadros entre los cuales se destacó Álzate, rindió sus frutos: el conservatismo ganó las elecciones en la ciudad de Medellín: "a las cuatro de la tarde el enemigo había recibido el golpe de gracia que los hombres honrados de Medellín dieron con sus votos al monstruo comunista", fue el parte de victoria que rindió La Defensa al día siguiente de los comicios. El periódico destacó la participación de los jóvenes universitarios en la contienda y les reconoció su trabajo: Isaías Lozano Quintana, Julián Cock, Jesús Naranjo, Montes Herrera, José López Henao, José Mejía Mejía y Gilberto Álzate Avendaño. De este último escribió: "Su prosa ondulada conserva los vaivenes de las danzas clásicas. Podría dialogar con fruición espontánea en las academias culturales. Pertenece a los jóvenes de ÉLITE y sus llamaradas oratorias son aptas para despertar las chispas en los cerebros de selección. Entre los estudiantes guarda el puesto de las avanzadas guerreadoras"20.

Los resultados fueron interesantes por cuanto muestran que no eran infundios lo del temor que sentía el conservatismo ante el avance del comunismo. En 47 mesas reportadas en la edición de La Defensa del 7 de octubre, los conservadores alcanzaron 3.463 votos, seguidos de los comunistas que pusieron 2.595, mientras los liberales apenas llegaron a 287. Lo que significa también que el discurso socialista había seducido al electorado liberal. En las elecciones de 1925, por ejemplo, los resultados estuvieron más a tono con la dinámica del bipartidismo: conservadores: 7.2861 liberales: 6.36721.

Pero, además de haber ganado los conservadores en Medellín, para mayor mérito de Álzate y su gente, ganaron los valencistas. Valencia ganó también en Manizales, Santa Marta, Cúcuta, Ibagué, Barranquilla, Tunja, Duitama, Sogamoso y en su natal Popayán. Así las cosas, las elecciones fueron ganadas por Valencia y eso lo legitimó como candidato del partido. Con su triunfo vendría el de Álzate también. No fueron las cosas así en Bogotá. Allí ganaron los liberales. Impresionó de tal manera el triunfo liberal en Bogotá y otros municipios del país que a partir de entonces el conservatismo leopardo, es decir el reunido alrededor de El Debate, presintió que el fin de la hegemonía conservadora estaba cerca. El conservatismo no caería por la vía de la insurrección como aparecía en los medios conservadores y como realmente lo querían sectores del PSR en la coyuntura de 1928, sino por la vía electoral. Había ayudado a la derrota la división conservadora que a esta altura era irreversible. El sector de Vásquez Cobo había sido acusado de aliarse en listas con los liberales en algunos lugares del país. Cuestión muy importante por cuanto permitiría otra veta para la interpretación histórica. El sector valencista que se expresaba en el espíritu leopardo no aceptaba al otro, al contrincante: pensaba y así lo declaraba: "La República es el partido conservador en su plenitud doctrinaria"22. En esta coyuntura de 1929 la división del conservatismo volcó sobre su propio interior

7 Ibid.. octubre 1 de 1929. p. 3, " /bití., octubre 6 de 1929. p, 1 " ibid. p. 12.

" Ibid.. octubre 7 de 1929. p. 3 77 Información tomada de ibid,. p. 1. " El Debate, octubre 2 de 1929. p. 3.

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el carácter de la hostilidad: vasquismo y valencismo empezaron a verse también como enemigos. Pero en medio de todo hubo espacio para la sensatez y la autocrítica. Marco Naranjo López desde Manizales confrontaba por igual a conservadores y liberales. Decía que los primeros sólo se habían dedicado a explotar la ingenuidad religiosa de las muchedumbres campesinas y los segundos a estimular el caudillaje, y que mientras tanto los grandes problemas nacionales habían continuado sin solución. Señalaba que se acercaba la época "en que para disfrutar del favor popular es preciso ganar el prestigio en el trabajo constante y efectivo en beneficio del progreso económico y cultural de la patria"23.

En el análisis de lo acontecido, los editoriales de El Debate comenzaron a cantar la derrota tanto en sus titulares ("La agonía del régimen") como en sus contenidos: "tenemos la intuición cierta de estar asistiendo a las últimas horas de la hegemonía conservadora. Parece que nos fatigara el poder, cincuenta años de gobierno han arruinado las fuerzas vitales de nuestro partido, y con heroica insensatez destruimos la fortaleza poderosa, levantada con el esfuerzo de nuestros sacrificados y de nuestros mártires"24. Para este sector conservador "la única forma de salvar al conservatismo de esta peripecia histórica" era la aceptación por parte del vasquismo de la victoria electoral de su contendor.

El final de la campaña presidencial .

Socialistas y liberales consideraron pertinente presentar nombres. Se lanzó primero la candidatura de Alberto Castrillón25, que significaba la fuerza del movimiento socialista en el país, y luego la del embajador liberal del gobierno conservador, Enrique Olaya Herrera, que sacó la campaña del pantano a donde había caído por el conflicto entre los candidatos conservadores y la Iglesia. Olaya le dio altura al debate. Obligó a los ideólogos conservadores a replantear las cosas. Nuevos líderes del conservatismo aparecieron con un acento menos grave que el de los Leopardos: Mariano Ospina Pérez, joven apuesto y con el don del equilibrio, resolvió contestar al discurso elec­toral de Olaya desde los editoriales de El Colombiano: "Nosotros queremos situarnos en el mismo plano de serenidad en que se ha colocado el distinguido estadista de procedencia liberal, y pretendemos hacer el análisis comparativo de su programa y de la labor del conservatismo en el gobierno, en el parlamento y en la prensa"26. Y así, punto por punto, demostraba Ospina que las propuestas de Olaya habían sido ya realizadas por los gobiernos conservadores.

La prensa conservadora no podía ignorar el acontecimiento de la candidatura de Olaya. De todas maneras, le servía registrar sus pasos para alertar a su propio electorado. El 17 de diciembre, a cuatro columnas, El Colombiano abrió su edición así: "Despierta grande entusiasmo la candidatura de Olaya Herrera". Días después vino otro titular más preocupante: "La postulación de Enrique Olaya Herrera produce desconcierto en las filas conservadoras". La noticia era procedente de Manizales, nicho de influencia de la juventud conservadora:

Tiénese como hecho seguro la proclamación del Dr. Enrique Olaya Herrera, noticia que ha despertado enorme entusiasmo. Anoche dióse la noticia en todos los teatros de la ciudad, y fue

23 Ibid. octubre 17 de 1929, p. 3. 77 Ibid., octubre 7 de 1929. p. 3. 7:7 El Colombiano anunció el 30 de noviembre de 1929, en su página 8. que "el partido socialista revolucionario nombró candidato a la

presidencia de Colombia al impresor Alberto Castrillón"". Más adelante, el 7 de diciembre de 1929, en la página i. a ocho columnas y abriendo edición, el mismo periódico registró asi la noticia7 "Fue proclamada la candidatura de Alberto Castrillón".

"• Ibid.. enero 29 de 1929. p. 3.

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acogida con entusiasmo delirante por todo el público, que vivaba al futuro Presidente de la República. No les interesaba el espectáculo al cual asistían y rechazaban noticias diferentes a la candidatura del Dr. Olaya Herrera. Todas las clases se aprestan a la lucha electoral, lo que está produciendo gran desconcierto en las filas conservadoras-7.

Sin embargo, para el esquema ideológico que se dibujaba desde la derecha juvenil de la sensibilidad leoparda, los acontecimientos de España a finales de enero de 1930 presagiaban malos augurios: "Ayer por la mañana cayó ruidosamente la dictadura que implantó en España Primo de Rivera", fue el titular de El Colombiano del 28 de enero.

El 9 de febrero de 1930 se realizaron las elecciones presidenciales. Cuando la candidatura de Olaya empezaba a imponerse en los lentos escrutinios, un titular de El Colombiano llamó la atención: "Los leopardos se levantarán como un muro para defender la legitimidad". A renglón seguido se informaba: "El leopardo Augusto Ramírez Moreno dice en interviú de hoy "Si el doctor Olaya Herrera triunfa los Leopardos se levantarán como un muro para defender la legitimidad. Esa victoria tendría como escudo la Constitución decretada para este país por los conservadores28.

Si bien los conservadores perdieron las elecciones, bueno es rescatar el triunfo entre ellos del valencismo, que significaba la reafirmación de los Leopardos y de Álzate. Elíseo Arango había acompañado al candidato por todo el país. De haber ganado Valencia la Presidencia, este grupo hubiera dominado en el Gobierno, hubiera significado su arribo al poder. Gracias a ellos, Valencia ganó en Antioquia y allí, en los municipios donde triunfó Olaya, fueron la primera fuerza conservadora: Medellín, Sonsón, Yolombó, entre otros.

En medio de la incertidumbre, el conservatismo no desesperó. Los Leopardos, que respiraban por la herida, no enmudecieron. La página editorial de El Colombiano del 20 de febrero abrió en el extremo izquierdo con el titular: "El Nuevo Programa". Se trataba de un telegrama de los leopardos Silvio Villegas, Augusto Ramírez Moreno y Elíseo Arango dirigido a Ospina Pérez, Gonzalo Restrepo Jaramillo, Miguel Moreno Jaramillo, José U. Muñera, Fernando Gómez Martínez y Gilberto Álzate Avendaño:

Hoy hemos hecho pública una breve exposición política a los hombres jóvenes del conservatismo que es nuestro aporte a la necesaria obra de la unión conservadora. Ratificamos nuestras certidumbres doctrinarias y nuestra convicción de que el resultado adverso de los escrutinios nos abrirá todos los caminos de la victoria. Esperamos trabajar con ustedes en las grandes jornadas de la Reconquista y recibir de ustedes el ejemplo de un noble desdén por quienes a cuatro años de crítica sapiente, de batallar sin fatiga y de gloria cierta29.

El telegrama fue de buen recibo y aprovechado por la redacción del periódico para intertextuar, para agregar consignas de esperanza: "Ni desmayos, ni timideces, ni cobardías, ni entregas a discreción. Acción incesante, férvido entusiasmo, fe en el porvenir y confianza en el triunfo y en Dios. De este programa nada tiene que temer el presidente electo. Su entereza y sinceridad si perduran, encontrarán en el partido conservador el más firme sostén"30.

27 Ibid., diciembre 19 de 1929p, 1 2" Ibid.. febrero 11 de 193(1. p. 8. 271 Ibid.. febrero 20 de 1930, p. 3. " ¡bid.

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La exposición política de la que hacía mención el telegrama era un manifiesto oportuno sobre la manera cómo los Leopardos habían procesado la derrota electoral. Criticaron sutilmente el papel jugado por la Iglesia colombiana en el certamen: "Respetamos el derecho que asiste al clero católico de mezclarse en la política nacional, cuando se t ra ta de combatir partidos que profesan errores filosóficos, claramente condenados por la Iglesia. No aceptamos su intervención como entidad directiva o como arbitro de la política del partido"31. En el Manifiesto, los Leopardos, oportunamente, plantearon el problema de la reconquista del poder y lo ataron a su papel de opositor al nuevo régimen:

Nuest ra colectividad debe sostener el equilibrio político de la nación organizándose como un dique para contener en el gobierno las irrupciones de la impiedad, los avances del despotismo democrático, y, mayormente, para que no sean desfigurados nuestros estatutos jurídicos, cuya custodia tendrá el adversario. / Debemos infundirle a nuestro partido para los conflictos de la vida civil, el propio ánimo y templanza que llevó a los campamentos, en los días heroicos. La reconquista del poder será empresa de abnegación personal en los combatientes, de auster idad y de fe1-.

Es decir, se debería continuar con la misma estrategia del adversario como enemigo y a través de una nomenclatura belicista.

Reconocen los Leopardos, como venían haciéndolo desde finales de la década anterior, la necesidad de grandes transformaciones:

El conservatismo debe ser el intendente de las clases trabajadoras. Vivimos en una época turbada, donde un confuso anhelo de justicia despierta en las multitudes sin fortuna. Para evitar el triunfo de ideas dudosas en su origen, abusivas en su observancia y peligrosas en su objeto, precisa incorporar en nuestro programa las reformas económicas y sociales que escoltan y guarnecen los derechos del trabajo contra el cesarismo de la riqueza. La plutocracia es liberal: significa la victoria del materialismo. Sólo dentro del cauce clásico puede deslizarse sin peligro el Arca grandiosa de la humanidad nueva33.

Se verá si esto se consagra; por lo pronto es buen síntoma. Sin embargo, hay cierto humor contradictorio en cuanto a la amplia representación social que anuncian, puesto que más adelante en el Manifiesto se vuelve a la nostalgia del campo:

La reconquista del gobierno no podremos realizarla sino movilizando a nuestro servicio las clases campesinas, que son el fundamento del orden, el origen de toda economía y la perennidad de las naciones. Es innegable que los Estados, y señaladamente los que, como el nuestro, part icipan de un fértil y extendido territorio, de copiosas selvas inéditas, deben mirar la agricultura como el soporte del poder nacional. Necesitamos arraigar al campesino, substraerlo a las ciudades indiferentes, vincularlo de nuevo a la tierra de sus padres. Toda economía, toda cul tura, es siempre agrícola: crece sobre su terri torio materno y afirma una vez más los invisibles lazos espirituales que unen al hombre sobre el suelo3'1.

Son los ecos de Barres, que siguen acompañando a los Leopardos, los que se expresan. Y no es que no tengan razón. Con justicia reclaman por una moralidad que se pierde en la medida que los pueblos descuidan el campo a favor de la urbanización. Es el planteamiento que correspondería a una política de gobierno ante la inminencia de la conversión de un país en urbano. En cambio, para los obreros y para las pequeñas economías de las ciudades no hay una palabra en el Manifiesto. Evocan

71 Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha.... p. 235. 72 ibid, pp. 238-239 " Ibid.. p. 236. 71 Ibid.. p. 237.

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los trabajadores rústicos porque sienten que los 45 años de dominio conservador se debieron a su apoyo; y es más bien una manifestación de agradecimiento: "Medio siglo de dominación conservadora se explica, entre otros hechos capitales, por el instinto tradicionalista de las clases rústicas; las transitorias vicisitudes de nuestros días por el abandono de los campos"35. Así se explicaban las cosas. Quedaban, sin embargo, en pie algunos principios populistas de carácter moral ya esbozados:

Nuestro concepto del Estado tiende a evitar por medio de una intervención moralmente justificada, el crecimiento del capitalismo, que es la paganización del mundo. Efectivamente, el reino absoluto del dinero es anónimo, insaciable, invulnerable y engendra el egoísmo, el odio y la lucha de clases. La concentración de las riquezas llega a ser una tiranía desmesurada y omnipotente, que aniquila la solidaridad en todas las formas y engendra una plutocracia neopagana. Nuestro deber es oponernos al dominio absoluto del capital en defensa del trabajo. La despreocupación individualista, el dejar hacer, es uno de los coeficientes de las injusticias económicas. El imperialismo de la riqueza, la usura voraz, los monopolios implacables tienen su principal fundamento en las doctrinas que tanto fervor despiertan en el liberalismo israelita36.

Finalmente, el Manifiesto descartaba todo tipo de colaboración con el enemigo triunfador. Llamaba a no caer de nuevo en el republicanismo que:

[...] es la parálisis de la acción, el cansancio de las ideas. La patria no puede construirse sino sobre aquellas doctrinas a nombre de las cuales se puede morir. Si los partidos en el poder necesitan estilos de conciliación y tolerancia, los de la oposición reclaman ánimo más intrépido y voluntad más valiente. No es el tiempo de las transacciones que debilitan, sino la época de las afirmaciones fecundas37.

Es interesante anotar cómo la memoria relativiza el trascendentahsmo con que los protagonistas de esta historia vivieron esa célebre coyuntura. Antonio Alvarez Restrepo, cargado ya de años, se refirió a esta jornada electoral como una campaña alegre'-"poblamos literalmente de palabras sonoras el ambiente recoleto de las provincias caldenses y la gente que nos oía premiaba con aplausos muy cálidos todo aquel desfogue de energía juvenil, aquella fiebre verbal, donde aparecían entremezclados Renán y Barres, D'Annunzio y Gabriel Miró, Ortega y Gasset y José Antonio Primo de Rivera"38. De esta experiencia verbal habría nacido el grecolatinismo, según concluye Alvarez Restrepo39.

El grecolatinismo.

La principal crítica a esta generación de jóvenes conservadores se ha hecho desde la curiosa categoría del grecolatinismo caldense, donde supuestamente caben todos, incluso algunos de sus contemporáneos liberales como Bernardo Arias Trujillo. El término ha servido para alabar a sus supuestos integrantes o para denostar de ellos. Fue puesto por el poeta Rafael Maya, dicen unos; otros que Germán Arciniegas. Alos greco-latinos les alcanzó la vida para autointerpretarse desde esa categoría, que en el fondo les enorgullecía. Álzate y Fernando Londoño, entre otros, escribieron al respecto. El tema ha dado incluso para echar sobre ellos las culpas de los desaciertos en el desarrollo urbanístico de Manizales y en el de todas sus miserias40. Más allá de las condiciones históricas que han debido acompañar su surgimiento y desarrollo, aquí valoramos su presencia en la circulación de las ideas de entonces, porque

•<: I b i d . 7,7 Ibid. •: Ibid. 7H Alvarez Restrepo, Antonio. Testimonio de un hijo del siglo. Bogotá, Ediciones Fondo Cultural Cafetero, 1992, p, 108. " Ibid. '" Véase Jaramillo Echeverri, Octavio. ¿Qué es el grecolatinismo? Manizales. Biblioteca de Escritores caldenses, 1988.

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concurría con los otros pensamientos que se abrían espacio en el país. Eran parte de un proceso de dialogicidad sin el cual hubiese sido estéril la lucha ideológica de quienes estaban en su contra. Tenían, sí, más influencia, más poder social y político y, por ende, más posibilidades para que su pensamiento fuera el que prendiera en un suelo abonado por sus influyentes antepasados; lo que sirve, además, para la comprensión del orden del discurso de entonces. En este periodo eran casi parte del poder porque no se había caído todavía ni pensaban que se cayera la hegemonía conservadora.

El grecolatinismo es el producto de una cultura político-religiosa nacional dominante, resultado de una influencia enorme de una manera de pensar y de actuar que había contado con todos los poderes para lograr un enraizamiento en la mentalidad del colombiano. Sedimento denso desde el cual afrontó la irrupción de nuevas literaturas. Al contrario de lo que se afirma, el grecolatinismo no revela la estrechez intelectual de la provincia en que nació, sino su cosmopolitismo. Revela que había condiciones para que lo que llegaba fuese discutido y mirado desde la duda y la sospecha. No podría pedírsele más al país y menos a la provincia donde dominaba una hegemonía discursiva impuesta por el matrimonio Iglesia-Partido Conservador desde tiempo bastante atrás. En esta, en medio de todo, encontraron los grecolatinos, los profesores y mentores que les enseñaron los artes de la retórica, de la exposición y de la dialéctica misma; es decir, gracias a algunos de ellos, a sus enseñanzas, se enfrentaron a un mundo externo equipados no sólo de los preceptos del cristianismo medieval y del moderno que ofrecía teorías sociales en contrapartida al pensamiento secularizador de los nuevos tiempos. Llamarlos grecolatinos quería decir que no sólo emulaban de la Iglesia, sino que apelaban a un pensamiento no precisamente religioso: el de las culturas de la antigüedad: Grecia y Roma, que, además, para su época en la bibliografía política en circulación tenían una ilustración mayor que la de otros periodos históricos. De otra parte, no es tan cierto que giraran en torno a la cultura antigua. Álzate, siendo estudiante universitario y joven dirigente político luego de sus desplazamientos a Bogotá regresaba a Medellín cargado de nueva literatura. Así lo relata en su momento uno de sus entrañables compañeros, José Mejía Mejía:

Gilberto puede hoy día garantizarle al país varios lustros de holgura literaria. Su nuevo bagaje libresco salva esta etapa cansada de la literatura nacional. Con la circulación de Valéry, Romano Guardinni , Mari ta in, Jacques Riviére, Paul Cladel, etc. podemos dirigir al menos cuatro generaciones nacionales [..,] Necesitamos ágiles distribuidores de ideas. Ninguno más logrado e idóneo que Álzate Avendaño. Estamos espiritualmente en bruto para que pueda pensarse en una cultura nacional. Colombia tiene que ser inquilina de otros meridianos espirituales si quiere salvarse41.

De todos modos, el grecolatinismo echado al aire en las manifestaciones públicas y en todos los eventos de la política contribuyó a la ilustración de las masas, a que escucharan sobre la existencia de un variopinto conglomerado de autores. Héctor Ocampo Marín advirtió justamente ese rasgo en el estilo de Álzate: "Su prosa desde entonces se desenvuelve ungida y matizada por las más severas exigencias de la escuela nativa. En sus escritos las voces novísimas se pasean en gancho de minué con las más bellas, aristocráticas y poco manoseadas voces del idioma"42. Lo que no advierten los críticos del grecolatinismo es la bondad de este discurso, a diferencia del que empieza a tomar cuerpo en la otra sensibilidad conservadora después del advenimiento de los liberales al poder. De la disputa por el liderazgo en el

71 El Colombiano, agosto 1" de 1935, p. 5. 12 Ocampo Marín, Héctor. Gilberto Álzate Avendaño.... p. 12.

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conservatismo entre Laureano y Román Gómez en 1932. emergió el discurso que, para desgracia del lenguaje político nacional, distinguiría en lo sucesivo a Laureano y al laureanismo. Los agravios, las injurias en el interior del mismo partido ganaron un espacio y se impusieron como norma. Un político al que la vida le dio tiempo suficiente para rememorar, el célebre tigrillo Noriega, anotó al respecto en sus Antimemorias : "Laureano lanzó contra Román Gómez los cargos más oprobiosos e infamantes. No hubo dicterio, insulto, acusación, ofensa, de que no le hiciera víctima. Hombre siniestro, traidor, perverso, criminal, sórdido, inescrupuloso, cacique pérfido y concupiscente"43.

La crítica acusa a los grecolatinos de haber importado ideas y de no haber creado algo propio. O es falsa la acusación o habría que extenderla a todas las ideas que circulaban entonces. Así ocurría con todos los pensamientos. Justamente, para el surgimiento de lo propio se necesita de la presencia del pensamiento foráneo. La matriz leoparda del grecolatinismo muestra que las ideas nuevas que se importaban no se aceptaban todas por muy conservadoras que hubieran sido. Se podrían admitir en un principio y abandonarlas más tarde. O denostar de ellas, como lo hizo Silvio Villegas cuando apostató de la influencia de Maurras porque el personaje les resultaba incómodo a los inspiradores de El Debate, periódico que empezó a dirigir en 1928.

Finalmente, la categoría grecolatinismo sirvió para ubicar en un solo grupo a los Leopardos y a la gente que empezaba a girar en torno a Gilberto Álzate Avendaño, cuestión que se expresará con evidencia política e ideológica con el surgimiento de la Acción Nacionalista Popular en 1937.

7 Moriega, Carlos Augusto. Mis antimemorias. n/d. 2004, p. 79,

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