La negra grande de San Cristóbal 1

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 TENDENCIAS 34 DOMINGO, 28 DE JUNIO DE 2015 [email protected]  C  a  l  l  e  6  3 C al l e 6 4 C al l e  6 1  C  a  l  l  e  6  2     C    r    a  .      1     3     2  V  ía San  Jerón  imo-Mede  l  l  ín     V    í   a     S   a    n     P   e   d    r   o  C  a   l   l  e   6   2     C    r    a  .     1     3         C    r    a  .     1     3     2 Institución educativa San Cristóbal Parque principal Estación de policía  Q u e b r  a d  a  I   g  u  a  n   a  SAN CRISTÓBAL Parque Biblioteca Fernando Botero LA COMUNIDAD LO QUE SE LEE 3.500 visitantes es el promedio mensual. 5.500 visitantes pueden tener en un mes de alta afluencia como septiembre u octubre. 3.600 visitantes atendidos por consultas bibliográficas en febrero. 865 libros se prestaron en mayo. 2.508 libros tiene la colección infantil. 152 libros son de primera infancia. 7.067 libros hay en la colección de adultos. 40% ha crecido la colección de adultos desde que empezó el parque biblioteca.    U    B    I   C  A  C   I  Ó  N  lib a CULTURA RESEÑA La negra grande de San Cristóbal El parque biblioteca Fernando Botero es un lugar de encuentro, en el que además se lee, conversa y aprende. La cultura está en esa caja negra. Por MÓNICA QUINTERO RESTREPO E l gato que el maestro Botero le re- galó al parque biblioteca que se lla- ma como él, mira a esa estructura negra y rectangular las 24 horas del día, con su sonrisa y sus ojos fijos, pero ya sin bigotes. Aunque lo de los bigotes, que no volvieron a ponerle –o que no volvieron a crecer– porque se los lleva- ron varias veces, ya no importa. El gato no ha dejado de ser gato y en cambio es, de todas maneras, ese que saluda cuan- do se entra al Fernando Botero. El gato, dice Juan  Paulo Campo Vives, gestor coordinador, es un símbolo y sitio de reunión. En el de cola parada se en- cuentra la gente y si hace mucho calor, o si llueve, hasta se resguardan debajo. El parque biblioteca se inauguró el 19 de octubre de 2011, pero cuando el gato llegó, el 1 de abril de 2012, fue casi como si se hubiera vuelto a inaugurar. Esa vez el maestro dijo que donaba la escultura con una intención, “el arte al encuentro del público y no el público al encuentro del arte. El hombre nece- sita del arte para vivir mejor”. A Paulo le parece, de todas maneras, que por ese suceso malo llegó uno bue- no. Pocos días después de que el gato se instalara en su pedestal se llevaron el pri- mer bigote y las noticias cayeron sobre el parque biblioteca. No hubo felicidad por eso, pero de tanta bulla muchos más su- pieron que en San Cristóbal estaba ese lu- gar, mientras en la comunidad, otros más entendieron que había que apropiarse de la biblioteca, que era de todos, y que, so- bre todo, no se cuidaba sola. Después del gato está esa estructura negra de ventanas y balcón. Luego del primer hall, al frente está la sala de ex- posiciones, a la izquierda el teatro –que usan, aunque piensan en los detalles y en modernizarlo– y a la derecha la en- trada a los servicios bibliotecarios. En el fondo, en la sala infantil, los ni- ños tienen un tapete de colores para sen- tarse a leer.  Eidy Bedoya, técnica de bi- bliotecas, explica que los niños no van solos, que siempre hay adultos que se sienta con ellos, por lo general los papás.  Juliana Gómez , siete años, está ahí, en- tre un li bro. “Hay muchos libros buenos”, dice, y sigue ahí. Su papá, J ohn Jairo Oso- rio, mientras tanto, comenta que “veni- mos con frecuencia a compartir con los niños, para que se enamoren con los li- bros y se habitúen a la lectura”. Si bien a la biblioteca van grandes y chicos, el gestor coordinador precisa que la mayoría son niños y jóvenes. Pro- puestas, no obstante, hay para todos, desde los servicios bibliotecarios, hasta los procesos de cultura digital y, muy importante, el fomento a la lectura. Además hay espacio para las expre- siones artísticas, que se construyen en comunidad. En San Cristóbal, comenta Juan Paulo, se baila, se actúa, se pinta y se canta. Por eso el teatro, para poder mostrar lo que hacen. La cultura del rock, precisa él, es muy fuerte. Cada tres meses hacen un encuentro, incluso. Otros pisos Bajando las escaleras hay una sala interac- tiva que usan para capacitaciones, y don- de un grupo de jóvenes maneja una emi- sora, Cosas de A-K. Son independientes, ellos solo los acompañan. Arriba están las salas mediáticas. Tres están siempre disponibles para uso libre y la cuarta es para talleres de formación. Los computadores están en casi todas partes. También en las salas de lectura y de talle- res. Lo digital es fundamen tal. En la sala de lectura de adultos lo que más leen, indica Ann y Val encia , técnica de biblioteca, es literatura universal. Como la mayoría son jóvenes de colegio , igual ha- cen tareas, y en la pared donde está la co- micteca, se sientan a veces a conversar. Porque en el Fernando Botero no solo se va a leer, también a encontrarse. Dice Juan Paulo que es un espacio donde están cómodos, libres, tienen diferentes posibi- lidades para pasar el tiempo y es gratis.  Kelly Johana Muñoz está sentada, mi- rando a través de la ventana. Escucha mú- sica. Al parque biblioteca va una vez a la semana, máximo cada dos, porque en- cuentra un sitio tranquilo. Hay otros temas de interés para la co- munidad. La ruralidad, por ejemplo. San Cristóbal tiene 17 veredas. Por eso no solo se quedan dentro de las paredes del par- que, sino que salen hasta donde está la gente, para que les pase como esa vez que estuvieron en San José de la montaña y una usuaria se registró y a la semana esta- ba ya con sus dos hijos registrándo se ellos también. Así que ir es hacer que ellos, la comunidad, los visite luego. “Es muy im- portante –señala el gestor coordinador– la interrelación con la gente”. Entonces, los usuarios van caminando por los pasillos. Muchos se hacen en el balcón a mirar el corregimiento, la carre- tera. Están los que se sientan en los corre- dores a oír música o los que van a ese jar- dincito, que es un proyecto que tienen en el que los papás y los hijos siembran jun- tos. Hay un club de astronomía que se sube a la terraza a ver las estrellas, B-612, se llama, y un poco más allá del gato está la Escuela de música, a la que van unos 218 niños. Es de vientos y percusión. Así, de arriba abajo, se va llenando de personas esa estructura que diseñó el ar- quitecto Orlando García. La idea era que, como se ubica en un entorno rural, no compitiera, sino que al contrario, se rela- cionara con el paisaje, que el verde de la naturaleza resaltara. Pretendía, además, que en las noches, sigue Juan Paulo, el par- que biblioteca se mimetizara con el pue- blo y se viera el corregimiento, solamente, como un corregimiento en la montaña. De ahí el negro, además que les ayuda a que el clima adentro sea más cálido. “Esta es la negra grande de San Cristóbal” El Parque Biblioteca Fernando Botero se ubi- ca en el corregimiento de San Cristóbal. Lu- gar de historias, de conversaciones y de lec- turas. Un lugar que espera que el maestro Botero vuelva otra vez, aunque sea a saludar. EN DEFINITIVA

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Este contenido se publicó el 28 de junio de 2015 en el periódico El Colombiano, y su autora es Mónica Quintero Restrepo.

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    Calle 63

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    Institucineducativa

    San Cristbal

    Parqueprincipal

    Estacinde polica

    Quebrada Iguana

    S A N C R I S T B A LParque BibliotecaFernando Botero

    LA COMUNIDADLO QUE SE LEE

    3.500visitantes es el promedio mensual.

    5.500visitantes pueden tener en un mes de alta afluencia como septiembre u octubre.

    3.600visitantes atendidos por consultas bibliogrficas en febrero.

    865libros se prestaron en mayo.

    2.508libros tiene la coleccin infantil.

    152libros son de primera infancia.

    7.067libros hay en la coleccin de adultos.

    40%ha crecido la coleccin de adultos desde que empez el parque biblioteca.

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    CULTURA RESEA

    La negra grande de San CristbalEl parque biblioteca Fernando Botero es un lugar de encuentro, en el que adems se lee, conversa y aprende. La cultura est en esa caja negra.

    Por MNICA QUINTERO RESTREPO

    El gato que el maestro Botero le re-gal al parque biblioteca que se lla-ma como l, mira a esa estructura negra y rectangular las 24 horas del da, con su sonrisa y sus ojos fijos, pero ya sin bigotes. Aunque lo de los bigotes, que no volvieron a ponerle o que no volvieron a crecer porque se los lleva-ron varias veces, ya no importa. El gato no ha dejado de ser gato y en cambio es, de todas maneras, ese que saluda cuan-do se entra al Fernando Botero.

    El gato, dice Juan Paulo Campo Vives, gestor coordinador, es un smbolo y sitio de reunin. En el de cola parada se en-cuentra la gente y si hace mucho calor, o si llueve, hasta se resguardan debajo.

    El parque biblioteca se inaugur el 19 de octubre de 2011, pero cuando el gato lleg, el 1 de abril de 2012, fue casi como si se hubiera vuelto a inaugurar. Esa vez el maestro dijo que donaba la escultura con una intencin, el arte al encuentro del pblico y no el pblico al encuentro del arte. El hombre nece-sita del arte para vivir mejor.

    A Paulo le parece, de todas maneras, que por ese suceso malo lleg uno bue-no. Pocos das despus de que el gato se instalara en su pedestal se llevaron el pri-mer bigote y las noticias cayeron sobre el parque biblioteca. No hubo felicidad por eso, pero de tanta bulla muchos ms su-pieron que en San Cristbal estaba ese lu-gar, mientras en la comunidad, otros ms entendieron que haba que apropiarse de la biblioteca, que era de todos, y que, so-bre todo, no se cuidaba sola.

    Despus del gato est esa estructura negra de ventanas y balcn. Luego del primer hall, al frente est la sala de ex-posiciones, a la izquierda el teatro que usan, aunque piensan en los detalles y en modernizarlo y a la derecha la en-trada a los servicios bibliotecarios.

    En el fondo, en la sala infantil, los ni-os tienen un tapete de colores para sen-tarse a leer. Eidy Bedoya, tcnica de bi-bliotecas, explica que los nios no van solos, que siempre hay adultos que se sienta con ellos, por lo general los paps.

    Juliana Gmez, siete aos, est ah, en-tre un libro. Hay muchos libros buenos, dice, y sigue ah. Su pap, John Jairo Oso-rio, mientras tanto, comenta que veni-mos con frecuencia a compartir con los nios, para que se enamoren con los li-bros y se habiten a la lectura.

    Si bien a la biblioteca van grandes y chicos, el gestor coordinador precisa que la mayora son nios y jvenes. Pro-puestas, no obstante, hay para todos, desde los servicios bibliotecarios, hasta los procesos de cultura digital y, muy importante, el fomento a la lectura.

    Adems hay espacio para las expre-siones artsticas, que se construyen en comunidad. En San Cristbal, comenta Juan Paulo, se baila, se acta, se pinta y se canta. Por eso el teatro, para poder mostrar lo que hacen. La cultura del rock, precisa l, es muy fuerte. Cada tres meses hacen un encuentro, incluso.

    Otros pisos Bajando las escaleras hay una sala interac-tiva que usan para capacitaciones, y don-de un grupo de jvenes maneja una emi-sora, Cosas de A-K. Son independientes, ellos solo los acompaan.

    Arriba estn las salas mediticas. Tres estn siempre disponibles para uso libre y la cuarta es para talleres de formacin. Los computadores estn en casi todas partes. Tambin en las salas de lectura y de talle-res. Lo digital es fundamental.

    En la sala de lectura de adultos lo que ms leen, indica Anny Valencia, tcnica de biblioteca, es literatura universal. Como la mayora son jvenes de colegio, igual ha-cen tareas, y en la pared donde est la co-micteca, se sientan a veces a conversar.

    Porque en el Fernando Botero no solo se va a leer, tambin a encontrarse. Dice Juan Paulo que es un espacio donde estn cmodos, libres, tienen diferentes posibi-lidades para pasar el tiempo y es gratis.

    Kelly Johana Muoz est sentada, mi-rando a travs de la ventana. Escucha m-sica. Al parque biblioteca va una vez a la semana, mximo cada dos, porque en-cuentra un sitio tranquilo.

    Hay otros temas de inters para la co-munidad. La ruralidad, por ejemplo. San Cristbal tiene 17 veredas. Por eso no solo se quedan dentro de las paredes del par-que, sino que salen hasta donde est la gente, para que les pase como esa vez que estuvieron en San Jos de la montaa y una usuaria se registr y a la semana esta-ba ya con sus dos hijos registrndose ellos tambin. As que ir es hacer que ellos, la comunidad, los visite luego. Es muy im-portante seala el gestor coordinador la interrelacin con la gente.

    Entonces, los usuarios van caminando por los pasillos. Muchos se hacen en el balcn a mirar el corregimiento, la carre-tera. Estn los que se sientan en los corre-dores a or msica o los que van a ese jar-dincito, que es un proyecto que tienen en el que los paps y los hijos siembran jun-tos. Hay un club de astronoma que se sube a la terraza a ver las estrellas, B-612, se llama, y un poco ms all del gato est la Escuela de msica, a la que van unos 218 nios. Es de vientos y percusin.

    As, de arriba abajo, se va llenando de personas esa estructura que dise el ar-quitecto Orlando Garca. La idea era que, como se ubica en un entorno rural, no compitiera, sino que al contrario, se rela-cionara con el paisaje, que el verde de la naturaleza resaltara. Pretenda, adems, que en las noches, sigue Juan Paulo, el par-que biblioteca se mimetizara con el pue-blo y se viera el corregimiento, solamente, como un corregimiento en la montaa. De ah el negro, adems que les ayuda a que el clima adentro sea ms clido. Esta es la negra grande de San Cristbal

    El Parque Biblioteca Fernando Botero se ubi-ca en el corregimiento de San Cristbal. Lu-gar de historias, de conversaciones y de lec-turas. Un lugar que espera que el maestro Botero vuelva otra vez, aunque sea a saludar.

    EN DEFINITIVA