La participación de las Fuerzas Armadas en el golpe de...

23
1 La participación de las Fuerzas Armadas en el golpe de estado de octubre de 1945: las causales de la insurrección. LUIS ALBERTO BUTTÓ Profesor - Investigador. Universidad Simón Bolívar. Departamento de Formación General y Ciencias Básicas. Edificio de Física y Electrónica 1, Valle de Sartenejas, Baruta, estado Miranda, Venezuela. Teléfonos (oficina): (58) 0212-906-36-80; 906-38-47; 906-35-80. Telefax: (58) 0212-906-36-80. E-mail: [email protected] / [email protected]/ [email protected] Prepared for delivery at the 2003 meeting of the Latin American Studies Association (LASA), Dallas, Texas, March 27-29, 2003.

Transcript of La participación de las Fuerzas Armadas en el golpe de...

1

La participación de las Fuerzas Armadas en el golpe de estado de octubre de 1945: las causales de la insurrección.

LUIS ALBERTO BUTTÓ

Profesor - Investigador. Universidad Simón Bolívar. Departamento de Formación General y Ciencias Básicas. Edificio de Física y

Electrónica 1, Valle de Sartenejas, Baruta, estado Miranda, Venezuela. Teléfonos (oficina): (58) 0212-906-36-80; 906-38-47; 906-35-80.

Telefax: (58) 0212-906-36-80. E-mail: [email protected]/ [email protected]/ [email protected]

Prepared for delivery at the 2003 meeting of the Latin American Studies Association (LASA), Dallas, Texas, March 27-29, 2003.

2

I. Introducción: Las relaciones civiles y militares como marco de referencia para el estudio del golpe de estado de octubre del 45.

La importancia en la historia contemporánea de Venezuela de los sucesos de octubre de 1945, derrocamiento vía un golpe militar del gobierno de Isaías Medina Angarita, y la correspondiente toma del poder por parte de la junta de gobierno integrada por miembros del partido Acción Democrática (AD) y militares pertenecientes al grupo conspirador de la Unión Patriótica Militar (UPM), es innegable. Puede afirmarse, sin peligro alguno de caer en exageraciones: los procesos políticos, económicos, sociales, y hasta culturales, que signaron el desarrollo histórico del país en las cinco décadas siguientes, encuentran en lo ocurrido en y a raíz de octubre del 45, buena parte de las razones explicativas de su razón de ser. Es quizás la relevancia de estos hechos lo que llevó a Luis Castro Leiva a hablar de ese octubre nuestro de todos los días, a tal punto de afirmar, casi de manera tautológica, refiriéndose al balance de dicho proceso ... " tiene entonces toda la apariencia de un dilema: sin el '45 no habría habido democracia verdadera; a causa del '45 nunca hemos podido tenerla" . (Castro Leiva, 1996. p.13) (subrayado del autor).

Actores de primera línea en el golpe del 18 de octubre, fueron, verdad de perogrullo, los ejecutores directos de la acción militar, las fuerzas armadas, en especial el componente más antiguo, el ejército, en cuyos mandos medios, desde el grado de mayor hacia abajo, se concentró el grueso de los principales dirigentes y complotados. Esta participación del sector castrense revierte especial relevancia para la comprensión del derrotero histórico de Venezuela contemporánea, pues con ella se inició una constante aún no modificada en los albores del siglo XXI, la cual define el carácter de las relaciones civiles y militares en esta sociedad, y pone en entredicho la supremacía que desde el mundo civil debe ejercerse sobre los depositarios de la violencia legal del Estado: la participación de las fuerzas armadas en el acontecer político.

Efectivamente, desde octubre del 45, el accionar de los hombres de uniforme en el desarrollo de los procesos históricos venezolanos de la segunda mitad del siglo XX es incuestionable, independientemente de ser velado dicho accionar en algunos casos, o visiblemente manifiesto en otros. No en balde Rafael Poleo ha hecho dos afirmaciones ciertamente preocupantes por lo que en su esencia encierran como peligro para la constitución de una democracia sólida, de una democracia avanzada: ..."Cualquier proyecto político debe responder a la obligada pregunta de cómo reaccionarán frente a él los militares", y ..."en Venezuela y por un largo rato, la política es cosa de militares" (Poleo, 2001. pp. 185,194).

Vale decir, los militares como árbitros y/o operadores del proceso político, uno de los grandes debates de la historia republicana aún no cerrado, en parte por la propia dinámica de los hechos, y en parte por cierta resistencia de los científicos sociales, en especial los historiadores, por abordar el asunto desde una perspectiva superante de lo anecdótico, o de ciertos lugares comunes, tales como caudillismo, militarismo, imperialismo, etc. En cuanto a lo primero, debe resaltarse la persistencia del "hombre a caballo", que por prestigio ganado o por tirar la parada, se vinculó de una u otra manera al ejercicio del poder político en Venezuela, luego de la disolución de la unión colombiana. Efectivamente, de la década de los 30 en el siglo XIX a 1999, 67% de los gobiernos constituidos a nivel nacional (35 de 52) fueron encabezados y/o dirigidos por personeros vinculados al ámbito militar. Vale

3

decir, 169 años de historia republicana, de los cuales en 53 gobernaron civiles y en 116 militares.

En cuanto a lo segundo, razones de tipo práctico, conceptuales y metodológicas han influido para que el tema militar no sea del "agrado" o interés de quienes están llamados a intentar una explicación global de los procesos. Entre estas razones cabe mencionar la contemporaneidad de los hechos, las dificultades en el acceso a las fuentes, el prurito académico, el temor por tratar el tema, y la creencia de que la democracia instaurada a partir de 1958 había resuelto el problema inclinando la balanza hacia el lado de la institucionalidad (Buttó, 2001). En estas condiciones, es harto difícil crear la masa crítica necesaria para discutir el punto en el colectivo nacional, con la amplitud y profundidad requerida para que el control civil, entendido como la supremacía de las autoridades civiles en la gerencia política de la sociedad, llegue a ser un hecho incuestionable.

Así pues, en un marco general de estudio de las relaciones civiles y militares en Venezuela contemporánea desde una óptica de interpretación histórica, se inscribe el presente ensayo, con la intencionalidad de intentar desentrañar algunas de las causales explicativas de las participación de las fuerzas armadas en los sucesos de octubre de 1945, a partir del estudio de la documentación contentiva de las narraciones u opiniones legadas a la posteridad por sus principales protagonistas. Vale decir, la actuación de personeros del sector castrense vista desde su propia óptica.

Lógicamente, como cabe esperar de cualquier trabajo de este tipo, la cuantía y calidad de las fuentes no pretenden ser concluyentes, pues siempre responden a la disponibilidad de acceso que a ellas pueda tener el historiador, al tiempo disponible para su consulta e interpretación (esto último influenciado por los modelos teóricos que se manejen al respecto), y al conocimiento que se tenga de las mismas, lo cual, en todo caso, no es excusa alguna para la evaluación benigna del discurso expuesto, sino limitaciones a ser consideradas en la comprensión de las lagunas que en el tratamiento del caso lleguen a descubrirse.

II. Los antecedentes castrenses del 18 de octubre de 1945: la configuración del profesionalismo militar en Venezuela.

Octubre de 1945 marcó un hito en todos los ámbitos de la vida nacional, verdad a la que no escapó la realidad militar. Este golpe de estado representó la primera gran participación política, dadas su magnitud y condición triunfante, de las fuerzas armadas nacionales configuradas como cuerpo profesional en el período gubernamental de Juan Vicente Gómez, proceso éste iniciado durante la presidencia de Cipriano Castro, y continuado sin mayores variaciones en los regímenes de López Contreras y Medina Angarita. Esto fue así, en tanto las sublevaciones militares de 1928 y 1937 involucraron a un sector reducido de las fuerzas armadas y no tuvieron éxito alguno.

La primera, comandada por el capitán Rafael Alvarado (del Regimiento de Artillería N° 1 acantonado en Caracas) y los subtenientes Rafael Barrios (del batallón que operaba en Miraflores) y Agustín Fernández (del Cuartel San Carlos, en Caracas), en cierto modo influenciada por los sucesos estudiantiles del mismo año, fue vencida por la acción de las tropas al mando del general Eleazar López Contreras, a la sazón comandante de la guarnición de Caracas (S/A/E [a], 1929). Los implicados corrieron diferente suerte: algunos cayeron en combate; otros hechos prisioneros, varios de los cuales murieron en la

4

cárcel; y los menos arrojados al exilio. La segunda no llegó a desarrollarse plenamente, pues el movimiento fue debelado en una acción de inteligencia, y sus participantes y/o sospechosos sometidos a sanciones disciplinarias propias de la institución armada, y/o extrañados en las distintas plazas militares del país (Irwin, 2000).

Este carácter profesional de las fuerzas armadas, resultado de los planes y ejecutorias llevadas a cabo fundamentalmente en el gobierno de Gómez, debe entenderse en los siguientes términos:

• conformación de un cuerpo adoctrinado y mayoritariamente homogéneo, en tanto su especialización en el arte de la violencia armada proviene de la realización de estudios sistemáticos cursados en instituciones ad hoc organizadas en función de planes de estudios específicos.

• la experticia de esta organización se obtiene de la monopolización de una parte muy concreta de la función pública, los aspectos relacionados con la seguridad y defensa, para lo cual utilizan una tecnología propia, razón por la cual acumulan la memoria tecnológica correspondiente.

• su desempeño está regido por un aparato legal pensado en función de proporcionarle la diferenciación necesaria del resto de las instituciones nacionales.

La aclaratoria es pertinente, pues algunos estudiosos del tema militar, caso de Samuel P. Huntington, plantean que el profesionalismo termina convirtiéndose en una especie de control civil objetivo conducente a la exclusión de los militares de toda participación en la esfera política (Huntington, 1957). Sin entrar a discutir el punto, obviamente este no fue el caso de la Venezuela de 1945, salvo se concluya que el grado de profesionalismo era exageradamente bajo. En todo caso, lo importante a destacar es el carácter novedoso de las fuerzas armadas que derrocaron a Medina Angarita, en tanto con por lo menos dos décadas de antigüedad, habían dejado de ser una organización integrada a la usanza decimonónica de las montoneras y las huestes armadas de apoyo a los caudillos regionales o nacionales, hasta donde sea posible el uso de esta última acepción.

Sin ánimos ni pretensiones de agotar el tema, considérense ciertos detalles de este proceso paulatino de "profesionalismo" militar, a fin de poder entender qué clase de fuerzas armadas derrocaron al gobierno de Medina Angarita. Por ejemplo, resalta el hecho de que los oficiales de las mismas eran lo conocido en el lenguaje común como militares de escuela, egresados de la llamada Escuela Militar a partir de 1913 (decretada su organización en julio de 1903, e inaugurada oficialmente el 5 de julio de 1910, con sede en La Planicie, hoy Museo Histórico Militar); de la Escuela de Aspirantes a Oficiales entre 1929 y 1930 (sede inicial en Caracas, luego mudada a Ocumare de la Costa y posteriormente a Maracay); de la Escuela Militar y Naval desde 1931 a 1936 (sede en el Cuartel Páez de Maracay); y de la Escuela Militar desde 1937 (sede en La Planicie, Caracas). Esta última denominación se mantuvo hasta el cambio a Academia Militar de Venezuela, ocurrido en 1970.

Eran, en este sentido, profesionales formados bajo un régimen de estudios propio, en las armas de infantería, artillería, caballería e ingeniería, el cual incluía en el grado correspondiente lo relativo al conocimiento y práctica de los estados mayores. Este plan de estudios, vigente desde 1910, fue modificado por completo en 1918, para dar cabida a las

5

enseñanzas estratégicas y tácticas desprendidas de la 1ª. Guerra Mundial, y para introducir el dominio del armamento desarrollado y puesto en práctica durante este conflicto. Fue un plan de estudios con fuerte influencia germana, peruana y norteamericana. Lo primero por la impronta dejada por el asesor chileno con formación prusiana Samuel Mc-Gill, contratado desde finales de la década del 10; lo segundo por el intercambio de oficiales y convenios establecidos con institutos de formación castrense de la tierra de Manco Capac; y lo último como resultado del establecimiento en Venezuela, a mediados de los años 30, de una misión militar estadounidense contratada para asesorar técnicamente al ejército, lo cual se tradujo en la tendencia a adoptar en esta escuela la organización y procedimientos característicos de la academia de West Point (S/A/E [b], 1992).

La preparación de muchos de estos oficiales fue ampliada con su pasantía, luego de graduados, por escuelas de armas y de estado mayor foráneas. Incluso, desde 1911 hasta 1945, 16 oficiales venezolanos obtuvieron el grado de subtenientes en institutos militares sitos allende las fronteras nacionales. Pueden mencionarse:

• Ulpiano Varela, Manuel Morán, Carlos Meyer, Tomás Pérez Tenreiro, Ramón Clemente Morales, Pedro Delgado Suárez, Clemente Sánchez Valderrama y Martín Márquez Añez, en Perú.

• Juan Jones Parra, Chile. • José Jiménez Velásquez, EEUU. • Raúl Castro Gómez, Francia. • Miguel Hernández Lossada y Frank Antonio Rísquez, Ecuador. • Roberto Moreán Soto, México • y José González Rodríguez y Pedro Colmenares Moreno, en Colombia (Ibid).

Esta característica particular de los oficiales formados a raíz de los cambios operados en la concepción de los estudios militares venezolanos desde la primera década del siglo XX, puede observarse haciendo un paseo por el résumé acumulado antes del golpe del 18 de octubre, por cuatro de los más conspicuos representantes del grupo que encabezó, coordinó y ejecutó esta asonada: Delgado Chalbaud, Pérez Jiménez, Julio César Vargas y Llovera Páez.

Carlos Delgado Gómez (conocido en la historiografía como Delgado Chalbaud, en alusión a los apellidos de su padre) se graduó de ingeniero civil en 1933 en París, ciudad en la que también obtuvo el grado de bachiller. Posteriormente egresó como capitán de ingenieros de la Escuela de Trabajos Públicos de Versalles, y al regresar a Venezuela se asimiló al ejército con el grado de capitán, en septiembre de 1936, grado éste que pasó a la condición de efectivo en 1942. Hizo el curso de guerra química y estado mayor en Fort Leavenworth, y otros estudios de especialización en su área en la misma Francia. Desarrolló actividad docente en la Escuela Militar de La Planicie, donde desempeñó el cargo de jefe de estudios y dictó las cátedras de fortificaciones, álgebra, geometría analítica y cálculo infinitesimal (Urdaneta, 1988). En la junta de gobierno que sustituyó a Medina Angarita ocupó el cargo de ministro de Guerra y Marina, luego de la Defensa Nacional.

Marcos Evangelista Pérez Jiménez, egresó como subteniente de la Escuela Militar y Naval de Venezuela en 1931, y fue el alférez mayor de su promoción, conformada por 29 graduandos, 7 de ellos de la Armada, con la particularidad de haber ocupado en sus cuatro años de carrera el primer lugar en orden de mérito. En Lima, Perú, hizo el curso del arma

6

correspondiente en la Escuela de Aplicación de Artillería y el curso de comando y estado mayor en la Escuela Superior de Guerra. En este país, también asistió como observador a la Escuela de Clases de Artillería de Chorrillos y al Grupo de Artillería Montada de Las Palmas. Su labor docente se concentró en las cátedras de armamento de infantería, empleo de la artillería, armas automáticas y balística (Escuela Militar de La Planicie), servicio de campaña e informaciones (Escuela de Aplicación de Infantería de Caracas) y doctrina de guerra en cursos de oficiales de distintas escuelas. El 18 de octubre de 1945 ocupaba el cargo de jefe de la primera sección del estado mayor (Tarnoi, 1954).

Similar al caso de Pérez Jiménez, dada su vinculación con el sistema escolar militar peruano, fue el de Julio César Vargas Cárdenas, quien desde 1929 realizó estudios en Lima en la Escuela de Aplicación de Infantería, en la Escuela de Clase de Infantería y en la Escuela Superior de Guerra, de donde egresó como oficial de estado mayor en 1933 (S/A/E [c], 1948). Vargas ocupó el 1er. lugar de su promoción (Escuela Militar, 1926) y fue profesor de la Escuela de Aplicación de Infantería de Caracas, donde dictó la cátedra de infantería técnica. El 18 de octubre de 1945 ocupaba el cargo de jefe de la tercera sección del estado mayor.

Luis Felipe Llovera Páez, quien junto a Delgado Chalbaud y Pérez Jiménez formó parte de la junta militar que derrocó al presidente Rómulo Gallegos en noviembre de 1948, egresó como subteniente en la promoción de 1932 de la Escuela Militar y Naval, ocupando el primer lugar y siendo el alférez mayor. Este oficial completó su formación en el arma de infantería en Fort Bening, Georgia, EEUU.

El estudio del perfil de los oficiales mencionados es de singular importancia para comprender algunas de las variables presentes en el proceso ocurrido en octubre del 45, pues obviamente existió una identificación entre ellos, basada en la conciencia de su participación entendida motu propio como histórica, a raíz de la forma como se veían en el contexto de la sociedad venezolana de la época. Se entiende, por consiguiente, el deslinde de estos oficiales con otros profesionales militares como Mario Vargas (egresado en la promoción de 1931 de la Escuela Militar y Naval, en la cual ocupó el 1er. lugar), quien si bien formó parte de UPM (se le consideró inclusive su fundador) (S/A/E [d], 2000) y desempeñó el cargo de ministro de Relaciones Interiores en la junta de gobierno que asumió el poder a la caída de Medina Angarita, amén de ser hermano de Julio César, terminó en la acera contraria a sus antiguos correligionarios, cuando estos decidieron asumir el control del país en 1948 al desplazar al partido gobernante AD.

Sus compañeros de viaje no lo vieron como parte del grueso de oficiales llamados a dirigir el país en función de su preparación, y lo tildaron de político antes que militar profesional. El cenit de la ruptura fue su envío al exilio luego del golpe contra Gallegos, Pérez Jiménez explicó el asunto en estos términos: ..."Mario Vargas, quien se pliega a Acción Democrática, no tuvo la fortuna de

prepararse militarme, de hacer las Escuelas correspondientes para el ejercicio de una jerarquía militar superior. Entonces, sintiéndose sin las credenciales profesionales adecuadas busca el respaldo del sector político y se pliega a AD. Esta es la diferencia que existe entre Julio César Vargas y Mario Vargas. Otros oficiales, no habiendo tenido tampoco la suerte de prepararse debidamente para el ejercicio de las funciones de mayor jerarquía, creyeron que no tenían otro recurso que meterse bajo la sombra del político. Esa es una verdad como un templo. No vamos a decir que el Capitán Mario Vargas fuese un oficial de

7

altísimas credenciales. Era un oficial mediano, entre los que no habían tenido la suerte de ir al exterior" (Blanco Muñoz, 1983. p.77).

La estructuración del componente armado bajo parámetros profesionales pasó, igualmente, por la redacción de un cuerpo legal que recogió en la normativa las características propias del mismo. Así, en julio de 1933 se promulgó la Ley Orgánica del Ejército y de la Armada, posteriormente derogada por una ley homónima de julio de 1939, la cual a su vez fue sustituida por ley del mismo nombre vigente a partir de julio de 1944. En las tres, con las modificaciones establecidas entre una y otra, se normaron aspectos fundamentales de la organización y funcionamiento de las fuerzas armadas, tales como:

• lo relacionado con los requisitos para ascender de uno a otro grado, entre los cuales se estipularon elementos comunes para todos los grados de la jerarquía militar, y elementos diferenciales para cada grado en específico.

• la condición de los oficiales asimilados, caso Delgado Chalbaud. • lo referente a las pensiones a recibir en caso de disponibilidad, retiro, invalidez o

montepío. • los límites de edad para el pase obligatorio a la situación de retiro.

En la misma dirección apuntó la aparición del Código de Justicia Militar y Naval en julio de 1933, sustituido por el Código de Justicia Militar de julio de 1938, hoy en día vigente con las modificaciones parciales de 1958 y 1959; del Reglamento de Servicio en Guarnición en abril de 1938, vigente hasta 1968; y de la Ley del Servicio Nacional de Seguridad en julio de 1938. Influyeron, también, en la configuración de este profesionalismo militar la adquisición de armamentos (no detallada para evitar sobrecargar el discurso) y la fundación de la aviación militar en diciembre de 1917 y de la Guardia Nacional en agosto de 1937.

La introducción de estas novedosas maneras de organización y proceder, y las mejoras a las estructuras existentes, trajeron consigo un cambio significativo en la valoración de la profesión militar en el seno del colectivo nacional. Esto explica un llamado aparecido en la prensa de 1948 para estimular el ingreso a los institutos de formación castrense, reflejo del espíritu de la época, por lo menos en esa década:

"Ese campo tiene hoy otra ruta: la carrera de las Armas que compite con las enumeradas en respetabilidad, responsabilidad y conveniencia, en condiciones iguales a las mejores que puedan ser presentadas en nuestros institutos de estudios superiores. Es hora de hablar del tema porque los establecimientos docentes de las Fuerzas Armadas están anunciando la apertura de sus inscripciones, cuyo período es suficientemente largo como para que puedan atender el patriótico llamado los jóvenes venezolanos, hasta de las más remotas comarcas. El Ejército, la Marina, la Aviación, la Guardia Nacional, constituyen en nuestros días, con vastas proyecciones, semillero de profesionales aptos y especializados. Sus escuelas respectivas reúnen cuanto pueda hacer realidad este concepto. Pasó ya el tiempo del menosprecio por esos institutos. Nadie piensa en la Escuela Militar o en las demás de su índole cuando hay un hijo díscolo en la casa. Aquel erróneo concepto de la disciplina a lamparazos que se presumía como objetivo básico de esos supuestos correccionales, dejó de ser. De esas escuelas surgen hoy hombres cuya ilustración se aparea con su vocación, hombres que conjugan el deber de servir a la Patria con el ejercicio de una profesión que tiene cada día mayores alicientes técnicos y económicos"... (S/A/E [e], 1948. p.4).

8

Esta es la vista panorámica de las fuerzas armadas que derrocaron al gobierno de Isaías Medina Angarita. Buena parte de las causales de este golpe pueden rastrearse en la particular formación de los oficiales ejecutantes.

III. Las causales militares del golpe .

La data histórica es concluyente: la decisión de organizar y llevar a cabo el golpe del 18 de octubre de 1945 fue tomada por una parte de la oficialidad venezolana, específicamente perteneciente al ejército, y al mismo se sumó, por sugerencia de este grupo militar, el componente civil, representado básicamente por integrantes de la alta directiva de AD. Así lo dieron a conocer actores de primera línea como Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt.

El primero dejó bien claro este hecho, al exponer las razones que condujeron a su grupo a ofrecerle al sector político, la presidencia y la mayoría de la junta de gobierno a constituirse al triunfar el alzamiento: i)aparecer ante el país como un grupo nada sediento de poder, motivado tan solo por el deseo de transformación nacional; y ii)propinar un mentís a los propios adecos, quienes desde los tiempos de organización de su partido en Barranquilla, consideraban a los militares un conglomerado poco profesional, que ..."con un bistek y con una prostituta se le podía llevar a donde se quisiera" (Blanco Muñoz, op.cit. p. 53).

El segundo narró en Venezuela, Política y Petróleo, los contactos entre miembros de su partido y de la UPM, iniciados con la invitación hecha por estos a través de la figura de Edmundo Fernández, quien luego sería integrante de la junta de gobierno presidida por Betancourt. Reveló mucho una de las conclusiones de estas entrevistas:

"Sucesivas entrevistas con grupos militares nos llevaron a la conclusión de que había hombres de vocación democrática, convencidos de que el Ejército no debía ser fuerza deliberante y de la solución del sufragio libre, como única fórmula racional para efectuar cambios de Gobierno. Otros se nos revelaron desde el primer momento como ambiciosos desorbitados. Pero unos y otros nos produjeron la impresión muy clara de que estaban dispuestos a ir a la acción violenta, con o sin nosotros, porque además de los factores de orden general que influían sobre su decisión, ésta encontraba fuertes asideros en la forma como se comportaba el régimen frente a las Fuerzas Armadas" (Betancourt, 1986. p.226) (subrayado, LAB).

Por lo tanto, las motivaciones del golpe fueron las de los oficiales agrupados en la UPM que lo organizaron, comandaron y ejecutaron. La UPM se fundó copiando el esquema conspirador de células similares ya existentes en Argentina, Chile y Perú. Su equipo directivo no superó los 10 integrantes, y a la cabeza estuvo Pérez Jiménez (S/A/E [d], 2000). Las razones de la UPM pueden resumirse en dos grandes bloques:

i) las causales instrumentales del alzamiento: la reorganización de las fuerzas armadas nacionales, lo cual incluyó la revisión de los sistemas de ascensos, el aspecto salarial, las condiciones de vida de la oficialidad y la tropa, la asignación de los puestos de comando a los oficiales profesionales, y el equipamiento y entrenamiento necesario para incrementar el apresto operacional.

ii) las causales conceptuales del alzamiento: la convicción de estos oficiales de ser el estamento mejor preparado para arbitrar los destinos del país,

9

cuando no dirigirlos directamente, y de que la modernización constante de su organización, traería aparejado el desarrollo nacional.

III.1 Las causales instrumentales del golpe .

Estos elementos se observan en la documentación producida por los complotados. En el Acta Constitutiva de la UPM, donde se establecieron los compromisos de los oficiales sumados a la conspiración, incluyendo el juramento de silencio estilado en estos casos, se lee, amén de reflexiones generales en torno a la necesidad de renovar las instituciones del país, rechazar la corrupción, buscar el progreso nacional, propiciar el patriotismo, y establecer un gobierno originado en el voto universal y directo, la obligatoriedad de luchar los oficiales por:

..."la creación de un Ejército verdaderamente profesional; limpio de todos aquellos elementos que por senectud o incompetencia constituyen causa de atraso, y dotado de material y demás medios morales, técnicos y económicos necesarios a su desarrollo"... (Tamayo, 1963. p.73).

En esta tónica se ubicó Pérez Jiménez, en ocasión de desgranar los fundamentos del golpe del 45:

"Al poco tiempo que yo regresé del Perú me ascendieron a Mayor. Comenzó entonces a gestarse la Revolución de Octubre. No la rusa, sino la nuestra. Era un movimiento contra el General Medina. A mi regreso ya había encontrado que había inquietud entre los oficiales. Entre otras cosas, se habían establecido unos cursos para sargentos y los ascendían a oficiales. Esto no caía bien entre los oficiales procedentes de la Escuela. Por otra parte, la nueva Escuela Militar que estaba haciendo el General Medina tenía una capacidad exigua. No tenía la capacidad para el número de alumnos necesarios a fin de producir suficientes oficiales para los reemplazos indispensables en un buen encuadramiento de las Fuerzas Armadas. Y se corría el rumor de que lo que había era el deseo de convertir a las Fuerzas Armadas en algo así como una policía nacional. Y nosotros veíamos esto como una manifestación, entre tantas, del grado de atraso en que estaba el país respecto a otros países suramericanos, comenzando por la misma Colombia" (Blanco Muñoz, op.cit. pp.51-52).

Razones fundamentalmente militares, comunicadas la mañana del 19 de octubre a parte de la directiva del Partido Comunista de Venezuela, a quienes Pérez Jiménez convocó a dialogar en la sede de la Escuela Militar de la Planicie, donde operó el comando de la rebelión. Allí, luego de advertirles que la no cooperación con el gobierno emergente implicaba un baño de sangre en el país, les manifestó los motivos del golpe. Estos fueron, a decir de uno de los representantes comunistas presentes, Juan Bautista Fuenmayor, los siguientes:

..."la convocatoria a elecciones populares directas para organizar los poderes públicos; los ascensos militares y el mejoramiento de los sueldos; la transformación del Ejército venezolano en una institución moderna y eficiente, en lugar de la gendarmería que, según ellos, era para entonces la institución armada"... (Fuenmayor, 1968. p.303).

Pérez Jiménez acusó a los gobiernos de Gómez, López Contreras y Medina Angarita de ineficaces en cuanto al profesionalismo de la institución militar, por cuanto no crearon, a su entender, la "maquinaria militar" requerida por el país para, entre otras cosas, enfrentar las apetencias territoriales del Estado colombiano. Esta carencia la ejemplificó haciendo

10

referencia a la firma, en condiciones desventajosas para el interés nacional, de los tratados limítrofes de 1941, lo cual ocurrió así, según su óptica, por el mayor de poder de fuego, y la superioridad técnica y numérica, de las fuerzas armadas del vecino país. Para él, estos gobiernos entendieron y mantuvieron a las fuerzas armadas como "una especie de guardia pretoriana", al punto de decir del principal asesor político del presidente Medina, Arturo Uslar Pietri:

..."El doctor Uslar viene desde el gomecismo. Sus familiares fueron servidores del General Gómez. El entró a asesorar al Presidente Medina, y entre otras cosas se decía que era él quien le inculcaba al Presidente la idea de que las Fuerzas Armadas fueran desjerarquizadas, en el sentido de que no estuvieran a la altura de otros países. Se pensaba que las Fuerzas Armadas debían limitarse a ser una especie de policía nacional y nada más (...) Pero las ideas del doctor Uslar Pietri no eran enteramente constructivas con respecto a la institución armada y la nación"... (Blanco Muñoz, op.cit. p.56).

En la misma onda, la opinión que tuvo del principal asesor militar del presidente Medina es elocuente, por cuanto ayuda a la comprensión de las causas de la asonada:

..."Como asesor militar trajo al General Morán, quien se dedicó a hacer no lo que le convenía a la institución armada sino lo que le dictaba o sugería el Presidente Medina Angarita. Ni siquiera se lo ordenaba, sino que se lo sugería. Y resulta que nosotros tuvimos que sufrir la acción del General Morán. Ese fue uno de los factores que más empujó a la juventud militar, a los oficiales jóvenes a que nos rebeláramos. El General Morán era despótico con el oficial y nada progresista. No formulaba planes de creación de institutos, de adquisición de armamento racional, nada para hacer progresar a las Fuerzas Armadas y ponerlas al nivel de los requerimientos exigidos para el cumplimiento de sus funciones específicas" (Ibid. pp.56-57).

Por lo anterior se emprendió un conjunto de transformaciones en las fuerzas armadas a la salida de Medina Angarita del poder. A estos hechos se refirió Delgado Chalbaud en discurso transmitido en cadena radial, con motivo de la celebración de la batalla de Carabobo y día del ejército, el 24 de junio de 1946:

"Es día onomástico de nuestras Fuerzas Armadas, pero es día también de su renacimiento. Existe una realidad tangible y es que una aurora luminosa se levanta, que nos enrumbamos con paso firme a la conquista de un patrimonio al que tiene innegable derecho toda colectividad nacional armada: fuerza moral, fuerza intelectual, fuerza material. En esta compleja labor estamos empeñados, por una parte, el conglomerado militar venezolano, y por otra, el Gobierno Nacional"... (Delgado Chalbaud [a], 1989. p.32).

Estas medidas se implementaron a partir de la promulgación de una serie de decretos relacionados con el ..."adoctrinamiento, organización y bienestar general de las Fuerzas Armadas Nacionales"..., calificados por el ministro de la defensa como soluciones parciales enmarcadas en un contexto de soluciones generales. Es importante resaltar la salvedad de que el contenido de estos decretos se adecuó a lo demandado por los organismos técnicos de las fuerzas armadas. Decretos de:

..."máximo interés, no solamente para estas Fuerzas, sino para la Nación entera, ya que con ellos se dan los pasos iniciales para una consciente y eficaz organización de la defensa nacional"... (Ibid. p.35).

11

Entre los decretos mencionados por Delgado Chalbaud destacaron el 318, el 351, el 352, el 353 y el 354 (S/A/E [f], 1989), todos dictados en 1946. El primero sirvió de fundamento legal para la desaparición del Ministerio de Guerra y Marina y la creación del Ministerio de la Defensa Nacional, de acuerdo a las recomendaciones hechas en este sentido por el llamado Consejo Supremo de la Defensa Nacional, conformado en su mayoría por miembros de las fuerzas armadas. Mediante el mismo se estableció la doctrina del comando único para ejercer el mando directo sobre los tres grandes agrupamientos que por decreto 349 pasaron a conformar las fuerzas armadas nacionales; a saber, las fuerzas armadas militares (ejército, marina y aviación, en orden de antigüedad), las fuerzas armadas de cooperación (guardia nacional) y las fuerzas armadas policiales.

Este decreto tuvo una importancia fundamental, pues entre las distintas entidades establecidas como integrantes del nuevo ministerio, incluyó el llamado estado mayor general, encargado de los aspectos técnicos y doctrinarios de las fuerzas armadas, mando operativo de las mismas, a cuya cabeza quedó el mayor Pérez Jiménez, consciente de que el verdadero poder político del país se mantendría en el sector castrense, y el auténtico control del mismo descansaría en este unidad. El mismo ex - presidente dejó en claro el asunto:

..."El golpe no fue obra del pueblo como se ha querido hacer ver. Entonces, si el principal factor de poder, quien había hecho posible el movimiento, era precisamente la institución armada, y Pérez Jiménez era uno de los que tenían más prestigio dentro de las Fuerzas Armadas, es lógico que si hubiera estado preocupado por la figuración política, me hubiera ido a Miraflores o simplemente los hubiera llamado a reunirse conmigo en la Escuela Militar. Pero ese no era mi interés (...) Había una labor intensa que cumplir en las Fuerzas Armadas, había que cambiar la mentalidad, profesionalizar la institución, hacer que los oficiales adquirieran el nivel de conocimientos profesionales adecuados, crear el número de institutos suficientes, buscar los armamentos adecuados, en síntesis, hacer de las Fuerzas Armadas una institución superada. Y eso lo podía hacer mejor desde dentro de la institución, sin tener que estar ocupándome de la cuestión política (...) Yo no quería salir de mi parcela, porque sabía plenamente que al salirme, y tener que asumir funciones de más responsabilidad y mayor magnitud, tendría forzosamente que descuidar la conducción de las Fuerzas Armadas" (Blanco Muñoz, op.cit. pp.74-75).

El decreto 351, ordenó la construcción, en los terrenos donde se estaba edificando la nueva sede física de la Escuela Militar, hoy en día las instalaciones de Fuerte Tiuna, de un gran centro de instrucción militar, destinado a cubrir algunas de las necesidades planteadas en cuanto a institutos de formación castrense. En este centro funcionaría la Dirección General del mismo, la escuela superior de guerra (cursos de comando y estado mayor), y las siguientes escuelas de armas: infantería, artillería, caballería, ingeniería, transmisiones, y blindados y motorización. El centro iría acompañado de las siguientes unidades operativas: 1 batallón de infantería (700 plazas); 1 batallón de artillería (120 plazas); 1 escuadrón de caballería (200 plazas); 1 compañía de zapadores (120 plazas); 1 destacamento de blindados y tren (150 plazas); 1 compañía de transmisiones (120 plazas); 1 batería antiaérea (100 plazas); 1 compañía antitanque (100 plazas); y 1 destacamento de policía militar (120 plazas).

12

Los decretos 352, 353 y 354 abordaron, desde una óptica general y otra coyuntural, el problema del nivel de vida de la oficialidad y la tropa. En el primero se ordenó construir el Círculo Militar. El segundo destinó una importante suma del presupuesto del Ministerio de la Defensa Nacional (3.000.000 Bs.) al patrimonio de la llamada Caja de Previsión Social de las Fuerzas Armadas, hoy Instituto de Previsión Social de las Fuerzas Armadas (IPSFA). El tercero mandó a otorgar viviendas por un monto de 25.000 Bs. y 5.000 Bs., a los deudos de los oficiales y aspirantes a oficiales, y de los individuos de tropa, muertos durante el desarrollo del golpe, respectivamente.

Los cambios trascendieron lo contemplado en estos decretos. En un discurso pronunciado con motivo de la celebración del primer aniversario de los sucesos de octubre de 1945, Delgado Chalbaud expresó: "El problema fundamental que tuvo que encarar el Gobierno Revolucionario en relación con las Instituciones Armadas de la República fue el estado de desorganización y abandono en que éstas se encontraban" (Delgado Chalbaud [b], 1989. p.39), razón por la cual en ese año de gestión se implementaron acciones como las siguientes:

• incremento de 37% en los sueldos de los oficiales. • aumento de 57% en las raciones individuales de los individuos de tropa. • ampliación en un 50% de lo destinado a la alimentación y los servicios higiénicos

de la tropa. • dotación de médicos y practicantes a todas las unidades. • extensión de los suministros de farmacia en un 25% • amplificación de 200%, 167% y 100% de los alumnos de la Escuela Naval, de la

guardia nacional y de la Escuela Militar, respectivamente. • adquisición de material flotante y volante, y otros pertrechos bélicos, por un

monto superior a lo desembolsado por igual concepto en la década comprendida entre 1935 y 1945 (Ibid).

Como era de esperarse, las transformaciones se reflejaron en la porción del presupuesto nacional destinada a los aspectos de seguridad y defensa. Los presupuestos de defensa de 1946 y 1947 sumaron la cantidad de 75.275.527,70 Bs., monto equivalente al 9,58% del total nacional. En igual período, los presupuestos de educación y sanidad juntos representaron el 15,55% del total nacional. Vale decir, cada uno por separado estuvo por debajo de lo asignado al ministerio de la defensa (Ibid).

Una importancia aún mayor tuvieron los decretos 63 y 267, de noviembre de 1945 y marzo de 1946, en ese orden (S/A/E [g], S/F). El 63 declaró como hábiles para desempeñar los cargos de jueces en los tribunales militares, a todos los oficiales activos del ejército y la marina, independientemente de su grado, con lo cual la oficialidad insurgente pasó a controlar la justicia militar, anteriormente reservada a oficiales con mayor antigüedad. Con el 267 se pasó a retiro a la mayor parte de los oficiales con grados superiores a los golpistas, fuesen o no de carrera. Esto dejó vacantes las plazas de los comandos superiores, inmediatamente ocupadas por los vencedores de octubre.

Un editorial del diario La Esfera (dirigido por Ramón David León, personaje vinculado al mundo militar), redactado con motivo del día del ejército, resumió lo considerado logros en el ámbito castrense por la cúpula dirigente del país entre octubre de 1945 y junio de 1948:

13

..."El pueblo venezolano ha visto complacido en el transcurso de los últimos años, el decoroso empeño del gobierno y de los máximos dirigentes militares para elevar el nivel económico, moral y cultural de nuestras Fuerzas Armadas, el anhelo de modernizar sus cuadros; de ofrecer a sus integrantes alojamiento adecuado en los cuarteles; de impulsar el desarrollo de la enseñanza técnica; de multiplicar la capacidad de las escuelas para la formación de oficiales; de enviar a reputados centros extranjeros a distinguidos miembros de la oficialidad para seguir cursos de perfeccionamiento en diversos planteles especializados (...) Como fruto de esa intensa y patriótica labor, tanto en la Escuela Militar, como en la Escuela de Oficiales de la Guardia Nacional, se han operado cambios importantes y reformas, sin duda útiles y plausibles. Entre otras innovaciones han sido modificados substancialmente los pensa de estudios, a fin de ofrecer mayor posibilidad de preparación a los alumnos; se ha obtenido un sistema de equivalencias con los cursos civiles paralelos, que anteriormente contemplaban mayor número de materias que las exigidas en los institutos militares, y se ha elevado la capacidad de dichos establecimientos"... (S/A/E [h], 1948. p.1).

Los problemas técnicos y de organización de las fuerzas armadas venezolanas de aquel entonces fueron incluso reseñados por observadores internacionales. Un documento del gobierno de los Estados Unidos, fechado en 1942, reflejó esta situación, aunque del mismo se puede discutir la comparación hecha con fuerzas armadas de otros países del continente con experiencia de combate real, contrario al caso venezolano. Se lee en el documento:

"El ejército de Venezuela, con su organización y adiestramientos actuales no puede ser empleado sino para suprimir desórdenes públicos. El ejército de Venezuela es inexistente como fuerza de combate y sólo sirve para proteger el orden interno. La calificación profesional general de los oficiales, especialmente a nivel práctico, es inferior y posiblemente menor a la media de los países latinoamericanos. En comparación con otros ejércitos de Sudamérica tomados colectivamente es probablemente más bajo que el promedio, en eficiencia combativa. Sin embargo, es en alto grado competente para llevar a cabo su misión primaria como es preservar el orden interno"... (Vivas, 1993. p.306).

Estas causales vinculadas al problema de la reorganización de las fuerzas armadas pueden considerarse instrumentales, pues se centraron en aspectos puntuales de modernización tecnológica, doctrinaria y programática, de lo que a la larga se convertiría en el principal instrumento de gobierno, las fuerzas armadas, cuando el círculo abierto en 1945 con el desplazamiento del gobierno constitucional por actores militares, se cerró con el desconocimiento del plebiscito de 1952, y la inmediata instauración de un gobierno que se declaró a si mismo como de las "fuerzas armadas".

Amen de lo expuesto en el párrafo supra, las causales anteriores se diferenciaron de las denominadas conceptuales en este escrito, pues analizadas por separado muestran una significativa contradicción en el planteo del problema militar de la época, visto desde la óptica de sus propios protagonistas. Los niveles de organización y desarrollo técnico de las fuerzas armadas venezolanas para octubre de 1945, podrían asumirse como insuficientes para las necesidades del país, o más concretamente para las aspiraciones abrigadas en este sentido por la oficialidad joven. Pero reconocer esta realidad no implica desconocer los adelantos logrados desde el gobierno de Gómez al 45, pues la existencia misma de los oficiales cabecillas del golpe, con los características particulares explicativas de su acción, resultó un producto directo de estas reformas.

14

Esto fue así, en tanto estos oficiales obtuvieron su preparación técnica en los institutos de formación castrense organizados bajo los parámetros de dichas reformas, no programadas ni ejecutadas por ellos. Y completaron esta formación con estudios realizados allende las fronteras nacionales, en centros considerados de avanzada para la época, dada la intencionalidad ex - profesa de la alta gerencia del país, evidentemente interesada en profesionalizar a las fuerzas armadas de aquel entonces. Estos oficiales captaron fallas y/o retrasos técnicos de las fuerzas armadas venezolanas al compararlas con sus pares de otros países latinoamericanos, porque tuvieron el conocimiento y la experticia necesaria para adelantar tal evaluación, lo cual fue producto de la preparación recibida y de la aplicación práctica de tales enseñanzas.

Esta contradicción se muestra en el testimonio de un participante de la asonada, el para entonces teniente Pablo Flores, quien dijo del general Medina lo siguiente:

"Pero aquel gallardo militar que tenía gran ascendiente sobre los oficiales del Ejército, se entregó en brazos de la oligarquía, y desatendió muchas necesidades perentorias del pueblo y casi todas las aspiraciones de las Fuerzas Armadas. El incremento en éstas no se produjo y seguimos siendo un país prácticamente sin Institución castrense" (Flores, 1987. p.27).

Para luego afirmar: "Dentro del grupo de oficiales que durante el gobierno del General López Contreras, habían tenido la suerte de viajar al exterior y hacer algunos cursos de armas y cursos de Estado Mayor, empezó a sentirse el espíritu de superación (...) Los oficiales de las nuevas promociones, fueron tomando conciencia de su papel histórico en la Institución Armada y empezaron a ver con cuidado materias que los pusieran al día con los adelantos de los Ejércitos modernos. Organización Militar, Táctica de pequeñas y grandes unidades; Logística y Estrategia; Fortificación (...) El 18 de octubre de 1945 fue la culminación de un movimiento que se organizó, como una protesta de aquel sistema reinante, por el grupo de oficiales jóvenes, un par de mayores, capitanes, tenientes, sub-tenientes, sub-oficiales profesionales de carrera, que aspiraban una transformación en el país. Los escalones para ascenso estaban repletos de oficiales generales y superiores que se habían hecho el hábito de pasar los días en una rutina agobiante, muchos con el criterio de que ningún oficial subalterno debía escaparse a su récord de ser arrestado por ellos" (Ibid. pp.27-29).

Traduciendo para sustentar lo expresado: unas fuerzas armadas donde no se había hecho lo suficiente según sus oficiales subalternos, pero en las cuales se formuló y ejecutó lo indispensable para formar cierto espíritu crítico entre los integrantes de su dirigencia media, a tal punto de llegar a ser conscientes del papel, que a su entender, estaban llamados a desempeñar dentro de su organización y en el seno de la sociedad. Una fuerzas armadas no organizadas por la junta de gobierno del 45, sino por los regímenes anteriores, deslinde del cual estaban contestes sus propios integrantes, pues como sentenció Delgado Chalbaud en 1946: ..."las Fuerzas Armadas no son una Institución nacida de la Revolución"... (Delgado Chalbaud, op.cit.[a]. p.33)

III.2 Las causales conceptuales del golpe .

En el ánimo y racionalidad de la oficialidad propulsora del golpe de estado del 45, se observó un móvil originado en el concepto tenido de si mismos como interpretes y árbitros por excelencia de la realidad nacional, lo cual les llevó a identificarse como estamento

15

idóneo para regir los destinos del país. De cara al grupo dirigente político en funciones considerado atrasado y adoleciente de entreguismo, de frente a los políticos de más reciente aparición en el espectro local vistos como adocenados, y considerándose por encima de un pueblo evaluado como insuficientemente maduro para el ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos, este sector de las fuerzas armadas asumió la postura del componente profesional mejor preparado para llevar adelante los procesos de cambio demandados por el momento histórico. El desglose de este móvil configura el cuadro de las que pueden calificarse causales conceptuales del golpe militar del 18 de octubre de 1945.

Pérez Jiménez fue enfático al respecto. Tildó al gobierno de Gómez de período de atraso y estancamiento del país, y al de López Contreras de cesionista del espacio territorial, pues desde su prisma permitió la pérdida de 200.000 kms2 de la geografía nacional con los tratados limítrofes de 1941. Señaló a ciertos políticos que encontraron en López virtudes como iniciador de un proceso de democratización progresiva del país, como meros aduladores a quien les permitió actuar de manera más o menos legal durante su gobierno. Le enrostró a AD apetencia de poder por el poder en si mismo, cuando esta organización de masas decidió ser su compañera de viaje en la aventura golpista (Blanco Muñoz, op.cit.).

Desde su óptica, el nacionalismo debía reflejarse en hechos concretos, especialmente obras físicas, y la vigencia o no de un régimen de libertades públicas era cuestión secundaria frente a las realizaciones materiales y/o cuantificables de un gobierno. El dilema no era democracia o dictadura, sino progreso o atraso del país. La cita es elocuente:

"Para mí por sobre el espíritu democrático debe estar un concepto cabal de beneficio público, de engrandecimiento nacional. Y los sistemas de gobierno tienen que subalternizarse a los logros realmente beneficiosos para la nación (...) A mi manera de entender, considero que la máxima manifestación de nacionalismo está en sacar a una nación de un nivel inferior y colocarla en un nivel superior. En todas las cuestiones: en cultura, en situación económica, en todo aquello que jerarquiza a los pueblos y les da categoría de pueblos civilizados. Pero si eso no se logra, las manifestaciones de nacionalismo que se hayan pronunciado no tienen ningún valor, ni son acreditantes para calificar de nacionalista a determinado gobierno, o a determinada persona" (Blanco Muñoz, op.cit. pp.47-48).

En consecuencia, el gobierno debía ser militar, pues sólo los profesionales de las armas sintetizaban el espíritu de sacrificio y la preparación adecuada para materializar en la praxis empresa de tal envergadura. Derrocado el gobierno de Medina, y liberado el país de la influencia de partidos como AD, Unión Republicana de Gobierno (URD) y el Partido Comunista de Venezuela, la oficialidad insurgente pudo mostrar la principal intencionalidad animadora de su periplo al poder inaugurado en 1945. El mismo Pérez Jiménez lo dejó saber:

"Quiero ser muy claro en esto: con la aparición de la Junta Militar de Gobierno lo que se pretendió fue volver por los fueros de las Fuerzas Armadas como institución básica de la nación. Lo que Venezuela significó en la función liberadora del siglo pasado se le debe a la función de sus Fuerzas Armadas en el continente. Si después de la independencia, Venezuela decayó, debilitándose notablemente, a medida que sus Fuerzas Armadas dejaban de tener la mística, la moral y la eficiencia guerrera que tuvieron cuando el Libertador, eso quiere decir

16

entonces que la nación venezolana marcha al ritmo que le marcan sus Fuerzas Armadas. Esa teoría la he sostenido y creo fervorosamente en ella. No habrá una nación grande venezolana sin unas Fuerzas Armadas igualmente grandes. Y no podrá haber jamás unas Fuerzas Armadas de primer orden con una nación allá abajo. De manera que al mejorar sus Fuerzas Armadas la nación se fortalece. Esto es lo que buscábamos nosotros con el Nuevo Ideal Nacional: construir una nación próspera, digna y fuerte" (Ibid. p.40).

Esta concepción puede encontrarse en el discurso de otros protagonistas de primera línea en la UPM. Julio César Vargas, verbigracia, explicó las razones generales conducentes a la insurrección de 1945:

..."es bien sabido que la oficialidad que realizó el 18 de octubre de 1945, por su misma preparación y su adelanto intelectual, pudo comprender la situación del país, y con entera responsabilidad moral y de pensamiento enarbolar las banderas de progreso, orden, legalidad, respeto y honestidad públicas que fueron los móviles fundamentales de la revolución" (Vargas, 1948. p.8).

Los militares viéndose ellos mismos como interpretes y depositarios de las aspiraciones del pueblo venezolano. Con retórica diferente, Mario Vargas, en discurso pronunciado en Lagunillas, estado Zulia, en 1946, expresó más o menos lo mismo:

"Advierto que aunque no soy político, tengo aquí que hablar como miembro del Gobierno y exponer el criterio de ese Gobierno; pero no quiero que deje de hacerlo el militar: ese también va a hablar: El movimiento revolucionario no lo efectuamos sólo nosotros; fuimos solo un instrumento: ¡el movimiento revolucionario lo llevó a cabo el pueblo de Venezuela! Nosotros estábamos con ese pueblo en el silencio y en la labor oscura de nuestros cuarteles; nosotros somos carne viva de ese pueblo; procedemos todos, de humilde cuna; y ahora, en la posición de gobierno o en las posiciones a que lleguemos como consecuencia de la Revolución, no podemos traicionar tampoco a ese pueblo" (Vargas [a], 1989. p.249).

Fuerzas armadas que, al decir de Delgado Chalbaud, en cadena radial de junio del 46, ..."intervinieron una vez en lo político, traduciendo una aspiración mayoritaria del pueblo venezolano, restituyendo a éste una Soberanía perdida"... (Delgado Chalbaud, op.cit.[a]. p.34). Esto lo desarrolló con mayor detalle al cumplirse un año del golpe del 45:

..."Cuando después de serena y patriótica meditación fue reconocida la ruina administrativa, política y moral a que nos conducía a pasos agigantados un régimen corrupto, se tomó la grave determinación que culminó en la jornada del 18 de octubre de 1945 (...) Triunfó el movimiento con las armas, es verdad; pero es que éstas son capaces de generar todo lo bueno y todo lo noble, y por eso el movimiento de octubre no fue un vulgar golpe militar, no un cuartelazo, no la ambición de algunos traducida en violencias felices y estériles. Fue una aspiración nacional ejecutada para Venezuela por su pueblo y su ejército quien no tiene otra voluntad que la de servir a la permanencia de las Instituciones democráticas (...) Hace un año triunfó el movimiento con las armas que expresaron la voluntad de un pueblo"... (Delgado Chalbaud, op.cit.[b]. p.37).

Esta misma tónica reinó en otras de sus intervenciones. En el discurso pronunciado en Caracas, en enero de 1946, en una concentración de apoyo al gobierno, equiparó nación y ejército:

17

"El Ejército y la República que ayer iniciaron su glorioso resurgimiento con el sacrificio de sangre de los héroes de Octubre, no son de un partido o de determinada región, son del pueblo entero de Venezuela; son de la capacidad y de la honradez, impulsadas por la acción justa y enérgica de un pueblo que despierta, que aspira y que promete" (Delgado Chalbaud [c], 1989. p.16).

Dos meses después, en Puerto Cabello, retomó el tema al hablar de la unión pueblo y ejército, que llamó unión cívico - militar indestructible. Allí puntualizó:

..."Es necesario reconocer, como se ha hecho aquí, que la Juventud Militar colaboró con la Revolución, sí, colaboró traduciendo un inmenso sentimiento popular, un inmenso sentimiento que se va afianzando día a día y que nada lo quebrantará" (Delgado Chalbaud [d], 1989. p.19).

Bajo este prisma justificó la intervención de las fuerzas armadas en la política activa, casi como un deber inexcusable de su preparación profesional, en discurso pronunciado en San Felipe, estado Yaracuy, en marzo de 1946, en el cual defendió el comportamiento de Mario Vargas, criticado en la prensa por el contenido de su intervención en el mitin de respaldo al gobierno, efectuado en Caracas, en enero del mismo año.

..."Si el Ejército es una institución eminentemente apolítica, no lo son los individuos que salidos del Ejército forman parte de la Junta Revolucionaria de Gobierno, porque a partir de ese momento se antepuso el político al militar y entonces la función política no es un derecho usurpado, es un deber de venezolano ejercerla, porque ella significa preocupación administrativa, preocupación de gobierno, preocupación social, en una palabra preocupación política y negársela es llegar hasta el absurdo (...) Se pretende que (...) los militares piensen encastillados en sus problemas militares (...) y cuando el militar Mario Vargas, miembro de ese gobierno, asevera que el Ejército lo apoya, no está haciendo política, está simplemente anunciando un principio elemental porque el Gobierno tiene derecho a esperar que el Ejército que lo llevó al poder, lo apoye también en las realizaciones posteriores de la Revolución"... (Delgado Chalbaud [e], 1989. pp.17-18) (subrayado LAB).

Como se ha visto, los discursos de estos oficiales resumieron los móviles de la actuación de las fuerzas armadas en y a partir de 1945: las fuerzas armadas llevaron al poder a la junta de gobierno; las fuerzas armadas interpretaron el clamor popular; las fuerzas armadas encarnaron el sentir nacional; las fuerzas armadas fueron la única institución en capacidad de regir los destinos nacionales; las fuerzas armadas tuvieron el deber de actuar en política guiadas por su preocupación por la administración de la cosa pública y el progreso del país.

Esto explica el recorrido hecho por esta institución entre 1945 y 1958: • en 1945, ejecutores directos de la modificación del cuadro político. • entre finales del 45 y noviembre del 48, árbitros de la realidad nacional. • de 1948 hasta 1958, operadores de primera línea del sistema de gobierno.

El tutelaje de las fuerzas armadas sobre la sociedad venezolana del momento al que se hace referencia, puede leerse en documentos dados a conocer por Delgado Chalbaud en su condición de ministro de la defensa. Por ejemplo, en junio de 1946, advirtió:

..."el Gobierno dispone de medios de fuerza para restablecer el orden perturbado cuando suba de punto el ardor de la lucha cívica, porque dispone de Fuerzas Armadas Nacionales, que, conscientes de su misión, obedecen y

18

obedecerán siempre a través de sus Comandos para salvaguardar los derechos de la ciudadanía venezolana" (Delgado Chalbaud, op.cit.[a]. p.34).

Alerta repetida en octubre del mismo año, cuando recordó que yendo más allá de ..."su función administrativa e institucional"..., las fuerzas armadas se habían convertido en ..."celoso guardián de la seguridad pública"..., y estaban ..."en actitud vigilante en toda la Nación"..., pues ..."son fuertes no solamente porque tienen armas poderosas sino porque viven concentradas en el pensamiento de su propia Unidad sagrada y en el mantenimiento del orden interno" (Delgado Chalbaud, op.cit.[b]. pp.39,42). Por consiguiente:

"Quien pretendiera dividir en banderías las Fuerzas Armadas Nacionales, será cruelmente defraudado porque encontrará en cada caso la conciencia profesional en actitud de rotunda negativa porque mal puede trocarse el interés nacional con intereses de sectores. Será defraudado, pero también castigado por la Ley quien se atreva a tan turbias maniobras, pues así lo exige la seguridad individual y colectiva de las Fuerzas Armadas que es también la seguridad nacional" (Ibid. p.42).

Huelga decir, mantener la seguridad del país, pasaba por contrarrestar todo cuanto se considerara inconveniente o problemático para las fuerzas armadas, institución mesiánicamente entendida por sus dirigentes a liderar los procesos de cambio de la sociedad venezolana de aquel entonces. Esta idea se intentó difluir a la colectividad mediante la creación de una matriz de opinión. En un largo artículo de prensa aparecido en octubre de 1948, se planteó la existencia de una crisis de gobernabilidad del régimen encabezado por Rómulo Gallegos, se acusó de la misma a los actores políticos y se exculpó al sector militar. Conjuntamente se presentó la actuación de las fuerzas armadas en los sucesos de octubre del 45 como el resultado de la conciencia adquirida por éstas en torno a su papel de liderazgo en el contexto nacional. La cita, aunque larga, es pertinente:

"Dentro de esas justas aspiraciones todos los hombres de Venezuela, la ciudadanía unánime de los veinte Estados de la Unión, de los dos Territorios y del Distrito Federal, sin divergencias regionalistas, desde el Táchira a la región llanera y desde Carabobo hasta la zona costeña, estaban agrupados bajo un mismo ideal patriótico. Los vinculaba estrechamente el fervoroso deseo de reestructurar económica, social, administrativa y políticamente un país orientado con sinceridad y firmeza hacia un porvenir de dignidad y bienestar del cual fuera la mejor garantía un presente próspero y decoroso fundamentado en la mutua conveniencia y en la común equidad que debían surgir de un movimiento unánime de opinión cívica que motorizara otro movimiento de convicción y responsabilidad republicana en el ejército. Se requerían esas dos armoniosas acciones conjuntas, porque la experiencia nacional sabía que el cambio no había de venir por medio de una de nuestras insurrecciones armadas de antiguo tipo, de una de aquellas viejas contiendas intestinas que sólo nos dejaron ruinas y sangre, atraso y aumento de barbarie, humillaciones internacionales y desprestigio interno. La experiencia criolla estaba conteste en que la solución del problema nacional no podía proporcionarla sino el ejército, en cuyo seno palpitaban sordamente los mismos anhelos de dignificación y mejoramiento que animaban manifiestamente al conglomerado civil. La experiencia venezolana, tan duramente aleccionada, tenía que confiar firmemente en que de las propias entrañas del régimen, de los mismos ya gastados basamentos de su conformación, se produjera la natural reacción que se condensa, se expande y estalla en el seno de las prolongadas hegemonías políticas, donde bullen y se agitan tantas ambiciones y egoísmos bastardos,

19

tantos propósitos contrarios, y en el cual laten también tantos anhelos sinceros y abnegados. En lo más íntimo del orden de cosas derribado hace ya tres años, esos anhelos sinceros y abnegados los representaba la institución armada (...) Contra la revolución de octubre han conspirado todos, gobierno y oposición, partidarios y enemigos, y hasta el mismo partido que usufructúa el mando. Si ha habido traición contra el golpe militar, contra los elevados propósitos que lo hicieron estallar, y que lo estimularon, es la traición de todos. Los militares jóvenes cumplieron" (S/A/E [i], 1948. pp.1,3) (subrayados de LAB.)

En resumen, la data histórica pareciera ser ilustrativa del planteamiento central: anidó en estos oficiales cierta convicción de ser miembros de una institución que, por formación y experticia, estaba consagrada a establecer las directrices de la sociedad venezolana ante la falta de modernidad del resto de las instituciones y actores sociales. Esta oficialidad se visionó como un estamento progresista y capacitado para motorizar, supervisar y/o ejecutar los cambios que a su entender debían producirse en el conglomerado humano integrante de la Venezuela de aquel entonces. Equipararon modernización de su institución con modernización del país. Estas fueron las causales conceptuales de su actuación como operarios directos de los cambios políticos introducidos en 1945.

IV. Conclusiones.

1. La trascendencia de los cambios históricos ocurridos en octubre de 1945, justifican en la actualidad la realización de nuevas investigaciones sobre el tema, más allá de las significativas referencias historiográficas contabilizadas, fundamentalmente porque buena parte de ellas se centran en el ámbito estrictamente político. Las profundidades del proceso, y las secuelas dejadas por el mismo en el derrotero de la sociedad venezolana, demandan la revisión constante de lo expuesto, especialmente si se hace a la luz del estudio de fuentes no tratadas con la meticulosidad requerida o fuentes simplemente no laboradas hasta el momento. El tema es de los "históricos" por excelencia, por todo cuanto arrastra de una época anterior al presente, propiciando cierta comprensión del último a partir del pasado, súmmum del trabajo histórico.

2. La participación militar en estos sucesos, encaja en el planteo hecho en el párrafo anterior. El golpe de estado de octubre del 45 abrió una especie de caja de Pandora, cuyos demonios, aún sueltos en su andar por la sociedad venezolana, se han expresado y expresan en la participación, directa o indirecta, velada o manifiesta, de las fuerzas armadas en el acontecer político del país. Vale decir, y parafraseando a Richard H. Kohn (Kohn, 1997), fuerzas armadas, o importantes sectores de ellas, que se asumen como institución existente no sólo para defender la sociedad, sino incluso para definirla. Manifestación de pretorianismo, si se entiende el concepto en los términos manejados por Amos Perlmutter, en tanto el sector militar pretende y/o ejerce poder político sobre el resto del conglomerado social, recurriendo a la fuerza o amenazando con la misma (Perlmutter, 1981). Esta es una realidad difícilmente cuestionable en la historia contemporánea de Venezuela, evidenciada en 1945, en 1948, en las insurrecciones militares ocurridas durante la década de los sesenta, y en la organización de distintos grupos conspiradores al interior de las FFAANN, a lo largo de los años 70 y 80, cuyo éxtasis ocurrió en febrero y noviembre de 1992.

20

3. Por consiguiente, de 1945 a la fecha, se observa una brecha nada desdeñable entre el control civil ideal que debe existir sobre el sector castrense, y los intentos trazados al respecto. Por ello, no es nada baladí estudiar la actuación de las fuerzas armadas en octubre del 45, en procura de ciertas lecciones históricas, encaminadas a mejor entender procesos posteriores. No debe soslayarse esta realidad: el tema de las relaciones civiles y militares en Venezuela contemporánea demanda mayor atención por parte de la historiografía nacional, en tanto elemento crucial para la estructuración de una sólida sociedad democrática.

4. Resumiendo, en este trabajo se pretendió exponer algunas de las principales causales que motivaron a un sector importante de las fuerzas armadas nacionales, especialmente miembros del ejército, a organizar, dirigir y ejecutar el golpe de estado de octubre del 45. La identificación de estas causales se hizo a partir de la revisión de la opinión vertida por varios de los más conspicuos representantes del sector conspirador. Se clasificaron en causales instrumentales, problemas inherentes a la organización de las fuerzas armadas, y conceptuales, concepción por parte de los protagonistas de su aparente papel histórico. No se asumió en este escrito intención alguna de pontificar sobre el tema, en tanto una vasta documentación espera, y a lo mejor desespera, por ser trabajada, razón por la cual podrían detectarse un sin fin de causales más. Si algún aporte puede extraerse de estas páginas, es el deseo del autor en terciar en una discusión aún no abordada en todas sus aristas, o en todo caso de propiciar tal discusión.

V. Bibliografía.

AVENDAÑO LUGO, José Ramón (1982). El militarismo en Venezuela. Caracas, Ediciones Centauro.

BETANCOURT, Rómulo (1986). Venezuela, política y petróleo. Caracas, Monte Avila editores.

BLANCO MUÑOZ, Agustín (1982). Habla el General. Caracas, UCV.

BRAVO, Manuel (1986). "Eleazar López Contreras, la Junta Revolucionaria de Gobierno y el militarismo conspirativo". Tiempo y Espacio. Caracas, IUPC, n° 5, volumen III. pp. 107-112.

BUTTÓ, Luis Alberto (2001). "¿Militarismo en Venezuela en los albores del siglo XXI?. La adecuación de una categoría de análisis histórico". Militares y civiles. Balance y perspectivas de las relaciones civiles - militares venezolanas en la segunda mitad del siglo XX. Caracas, UCAB. pp. 233-243.

CASTRO LEIVA, Luis (1996). Ese octubre nuestro de todos los días. Caracas, Fundación CELARG.

CONSALVI, Simón Alberto (2000). Un magnicidio con acento de barbarie. Disponible en http://www.el-nacional.com

DE CORSO, Giusseppe (2001). "El modelo económico militar en el siglo XX: la experiencia de la década militar 1948-1958, el modelo de la Quinta República y la perspectiva histórica". Militares y civiles. Balance y perspectivas de las relaciones

21

civiles - militares venezolanas en la segunda mitad del siglo XX. Caracas, UCAB. pp. 143-157.

DELGADO CHALBAUD, Carlos (1989). [a] "Alocución del teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y ministro de la Defensa Nacional, dirigida a las Fuerzas Armadas Nacionales". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 52). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 31-35. ______________________________(1989). [b] "Exposición del Comandante Carlos Delgado Chalbaud en la celebración del primer aniversario de la Revolución de Octubre". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 52). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 37-43. _______________________________(1989). [c] "Palabras pronunciadas por el mayor Carlos Delgado Chalbaud, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y encargado del Ministerio de Guerra y Marina, el 15 de enero de 1946 en Caracas". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 52). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 15-16. _______________________________(1989). [d] "Versión taquigráfica de las palabras pronunciadas por el teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y actual ministro de la Defensa Nacional, a instancia de la multitud ciudadana congregada en Puerto Cabello para recibir a los miembros del Gobierno Revolucionario el 29 de marzo de 1946". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 52). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. p. 19. ______________________________(1989). [e] "Versión taquigráfica del discurso pronunciado por el teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y actual ministro de la Defensa Nacional, en la concentración del pueblo de Yaracuy, en San Felipe, el día 28 de marzo de 1946". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 52). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 17-18.

FLORES ÁLVAREZ, Pablo A (1987). Reminiscencias de un general enjuiciado. Caracas, S/E.

FUENMAYOR, Juan Bautista (1968). 1928-1948. Veinte años de política. Madrid, Editorial Mediterráneo.

GARCÍA VILLASMIL, Martín (1964). Escuelas para formación de oficiales del Ejército. Origen y evolución de la Escuela Militar. 1810 - 1964. Caracas, Ministerio de la Defensa.

HUNTINGTON, Samuel (1957). The Soldier and the State: The Theory and Politics of Civil - Military Relations . Cambridge, Harvard University Press.

IRWIN, Domingo (2000). Relaciones civiles - militares en el siglo XX. Caracas, El Centauro ediciones.

KHON, Richard H (1997). An Essay on Civilian Control of the Military. Disponible en http://www.unc.edu/pepts/diplomat/amdipl_3/khon.html.

22

PERLMUTTER, Amos (1981). Political Roles and Military Rulers . Londres, Fran Cass and Co. Ltd.

POLEO, Rafael (2001). "El nuevo rol de la institución armada". Militares y civiles. Balance y perspectivas de las relaciones civiles - militares venezolanas en la segunda mitad del siglo XX. Caracas, UCAB. pp. 185-194.

S/A/E [b] (1992). Academia Militar de Venezuela. Promociones. Caracas, Ministerio de la Defensa.

S/A/E [g] (S/F). Compilación de Leyes, Reglamentos y Decretos Militares. Caracas, S/E.

S/A/E [f] (1989). "Creación del Ministerio de Defensa Nacional - Centro de Instrucción Militar - Fuerzas Armadas Nacionales - Edificio para el Círculo Militar - Casa para los deudos de los militares caídos en octubre - Tres millones para la caja de previsión social - Condecorados distinguidos oficiales - Otras disposiciones sobre las Fuerzas Armadas". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 52). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 25 - 30.

S/A/E [i] (1948). "El balance que arroja la República antes y después del Golpe Militar". La Esfera. Caracas, 18/10/1948. pp. 1 y 3.

S/A/E [h] (1948). "El día del Ejército". La Esfera. Caracas, 24/06/1948. p. 1.

S/A/E [c] (1948). "Julio César Vargas dice que viene a trabajar". La Esfera. Caracas, 02/03/1948. p. 15.

S/A/E [e] (1948). "La carrera de las armas". El País. Caracas, 22/06/1948. p. 4.

S/A/E [a] (1929). Memorias del Ministerio de Guerra y Marina. Año 1929. Caracas, S/E.

S/A/E [d] ( 2000). Refrescando la memoria histórica. Disponible en http://www.el-nacional.com

SCHAPOSNIK, Eduardo (1985). La democratización de las Fuerzas Armadas venezolanas. Caracas, Fundación Nacional Gonzalo Barrios - ILDIS.

TAMAYO SUÁREZ, Oscar (1963). De frente a la realidad venezolana. Limouges, Ouvrages escrité.

TARNOI, Ladislao (1954). El Nuevo Ideal Nacional de Venezuela. Madrid, Edi. Verdad.

URDANETA, Ramón (1988). 20 crímenes inolvidables. Caracas, Editorial Panapo.

VARGAS, Julio César (1948). "El teniente coronel Julio César Vargas en carta que nos dirige desmiente la versión de que esté preparando un libro para su publicación". El Heraldo. Caracas, 25/04/1948. pp. 8 y 4.

VARGAS, Mario (1989). [a] "Discurso pronunciado por el mayor Mario R. Vargas, miembro de la Junta la Junta Revolucionaria de Gobierno y actual ministro de Relaciones Interiores, ante la multitudinaria concentración petrolera de Lagunillas, estado Zulia, con motivo de recibir la visita de los miembros del gobierno revolucionario". Pensamiento

23

político venezolano del siglo XX (tomo 51). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 247-250. ________________(1989). [b] "Introducción a la Memoria del Ministerio de Relaciones Interiores correspondiente al año civil de 1946". Pensamiento político venezolano del siglo XX (tomo 51). Caracas, Ediciones del Congreso de la República. pp. 327-332.

VIVAS GALLARDO, Freddy (1993). Venezuela, EEUU, 1939-1945: La Coyuntura Decisiva. Caracas, UCV.

ZERPA ROJAS, José Acacio (1998). Las Fuerzas Armadas y la Democratizacion Nacional. Mérida (Venezuela), Universidad de Los Andes - Alcaldía del Municipio Sucre.