Lectura dirigida

28
Haga clic para modificar el estilo de subtítulo del patrón “Lectura dirigid UAQ Bellas Artes LDA III Pedagogía del Arte I María Antonieta Gutiérrez Rodríguez

Transcript of Lectura dirigida

Haga clic para modificar el estilo de subttulo del patrn

Lectura dirigida

UAQ Bellas Artes LDA III Pedagoga del Arte I Mara Antonieta Gutirrez Rodrguez

Texto: Mam se cas con un Obosta:

Lectura dirigidaMam se cas con un obosta Autor: Paul de Vergie (hijo de Jean de Vergie, segundo oboe de la Boston Symphony Orchestra)

La prxima vez que vea una orquesta sinfnica trabajando, mire bien a los tres instrumentistas, segunda fila al centro, que sacan notas quejumbrosas de lo que parecen desnutridos clarinetes. Los instrumentos son oboes, y est usted mirando a seres embrujados, endiablados.

Al pblico le gusta pensar que todos los obostas son locos. Toda la seccin de violines los odia. Sus esposas e hijos se alegran cuando no estn en casa. Un encantador de serpientes con una cobra en sus manos, no tiene tantos problemas como los que le da un oboe al obosta.

Es ms, estas personas se lamentan por haber tomado el oboe; los mejores blasfeman, en sueos, por las vidas sencillas del resto de los instrumentistas. Pero no se pueden enojar, porque les sube la afinacin.

Amigo, tiene usted problemas? Entonces se alegrara conociendo a un obosta, o a su familia. Yo lo s porque soy el hijo de uno de los mejores obostas del pas.

Diga a la gente que su padre es mdico, y le preguntarn en dnde; diga que es abogado y le preguntarn qu rama practica; diga que es obosta y simplemente no le preguntarn.

Me gustara testificar como hijo, que no todos los obostas son necesariamente locos, pero que tienen todo el derecho de serlo.

Es ms, si es cierto que un obosta en Canad sola sacar a su esposa de la cama los das de ms fro para darle su lugar a su oboe, es porque los oboes son ms difciles de mantener afinados que la ms temperamental de las esposas. El hombre tena un caso serio, les cuento:

Muchos hombres tienen esposas; slo un puado de desafortunados tienen oboes. Y un hombre con un oboe no debera casarse de todos modos; es una forma de bigamia. Si est casado con un oboe ya tiene toda la esposa e hijos que alguien puede necesitar; y no necesita una suegra tampoco.

Tomemos una maana en casa. Pap tuvo una tarde tormentosa batallando con ese oboe, y ahora quiere recomponerse siendo extremadamente agradable.

Hora del desayuno. Pap ve a toda la familia junta y los recuerda como adorables. Prueba su caf. Somos la viva imagen de la paz. De pronto, pap lanza un rugido de clera, como si hubiera encontrado cido carbnico en su taza. Salta en sus pies, quin me tir al suelo mi mejor caa?, explota.

Ahora volvemos a la normalidad. Imagnense, cuando mam comenz a preparar el desayuno, la mesa estaba cubierta con diminutos destornilladores, cantidad suficiente de cuchillitos como para hacer toda la ciruga del Hospital Central, y caas.

Para un obosta, su alma no es tan importante como su caa, ni tampoco le da tanto trabajo. Nunca le saldr bien. Empieza siendo un fuerte tallo de caa creciendo en el sur de Francia y termina como dos frgiles papelitos atados a un tubito de cobre

El secreto de una caa est en el raspado. Requiere prctica, una delicada seguridad con el cuchillo y la paciencia de un santo. Tambin incluye aullidos de exasperacin, insultos, rechinar de dientes y agona del alma. Simplemente prepararse para tocar es un trabajo duro en s mismo, ya que para tocar la maldita cosa hay que estar muy cerca del autoflagelo.

A grosso modo, usted debe aguantar la respiracin por medio minuto, dejando escapar muy pero muy gentilmente el aire por la fragilsima embocadura, que se ve como el hermano mayor de la liblula, mientras corren sus dedos a travs de primorosos arpegios, todos staccato y probablemente con seis bemoles.

La casa de un obosta est llena de pequeos vasitos con agua, donde se remojan las caas. Usted ve, el pobre obosta est tratando de lograr una, lo suficientemente blanda para lo que tiene que tocar hoy. Es un experto en esto (debe serlo) y seguramente conseguir una en el estado exacto para producir ese sonido dulce y redondo que necesita.

Entonces, qu pasa? Le cambian el programa, empezando con msica que requiere una caa fuerte, con mucho sonido y muy brillante, y est frito. Siempre est frito. La caa que sonaba tan bien en casa, suena dbil y enfermiza en el teatro o se raja justo cuando la necesita, o si no pasa nada de esto, se le pega una llave y le arruina el solo.

Tratamos de no poner nervioso a pap y de mantenerlo feliz; o tan feliz como puede llegar a ser un obosta alguna vez, porque un obosta triste baja la afinacin. Y si l est bajo, toda la orquesta est baja. La orquesta, como ustedes saben, afina con l. Siendo un perfeccionista frustrado, nada en el mundo le hace cambiar su La.

Un millar de endemoniados temores cercan al obosta El calor raja su instrumento, el fro tambin. Demasiado hmedo, tambin puede rajarse, y cualquier rfaga inesperada lo partir como a un meln.

Pap estudia media hora en cada ambiente de la casa, hasta hacer el circuito completo. En el da ms caluroso mantiene las ventanas celosamente cerradas, y tiene cientficamente calculado cunto aguanta cada vecino.

A su paso va dejando un camino de caas, destornilladores, corchitos y palas que nadie se atreve a tocar, mucho menos a mover. Una empleada de limpieza que perdimos, le tiro una vez todo un grupo de caas a un cajn de un escritorio. Solo gracias a un gran autocontrol, mi pap logr no estrangularla. A su turno, ella dijo que estaba dolida por su actitud y que era muy difcil limpiar una casa en la que toda superficie plana tena un frasquito con agua.

Cada vez que escucho a mi pap tocar dulcemente su oboe, en vez de estrellarlo contra el piano, mi respeto por su carcter crece. Qu vida!!!

La carrera de un obosta se divide en dos claros momentos: 1) Decide tocar el oboe 2) Se lamenta el resto de su vida.

Un violinista que tuviera que criar sus propios gatos para sacar una cuerda Mi, decente, no tendra ni la mitad de los problemas que tiene un obosta en su lunes ms tranquilo.

Donde quiera que encontremos el oboe en casa, all se queda. Nadie lo toca; yo ando de puntillas a su alrededor asegurndome, de que ni la ms mnima brisa le llegue a este malhumorado invlido crnico.

Otros msicos piensan que la historia del obosta que sacaba a su esposa de la cama los das de fro, es cmica. En casa entendemos cmo se senta el hombre. Era una eleccin entre tener problemas con su mujer o problemas con su oboe, y se decidi por el mal menor.