LIDERAZGO EMPRESARIAL

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LIDERAZGO EMPRESARIAL

Es pues, desde esta perspectiva personalista y de la fe en Jesucristo, desde donde voy a analizar el significado de Liderazgo Empresarial.

El liderazgo y la empresaEfectivamente, si líder es la persona humana capaz de dirigir a otros hombre, su carisma y su compromiso no pueden entenderse sino a la luz de la comunidad. El equipo es el marco donde se dibuja y desarrolla la imagen del líder; por eso cuando aparece la crisis en el horizonte social, la gente busca líderes, no solamente administradores talentosos. Todo cambio implica estrés y crisis; por ello, una comunidad sin auténticos líderes es incapaz de afrontar el cambio del medio ambiente. Las sociedades sin líderes son grupos humanos rutinarios, estructuras estancadas sin logros personales, sociales ni culturales significativos. Le líder debe ser capaz de manejar constructivamente el cambio, superando la ordinaria resistencia a éste; cuando un grupo humano pierde la fe, la confianza en sus instituciones y en sus líderes se convierte en cínico o entra en un proceso depresivo.

Pero los líderes de los que hablaremos son líderes empresariales, por esto creo necesario definir lo que entiendo por empresa: El compromiso organizado de varias personas físicas que se reúnen para lograr un objetivo común. Es en estas organizaciones donde el líder empresarial deberá ejercer su impacto social y comunitario.

El liderazgo empresarialEs importante distinguir la función de administración de la función directiva. El administrador es aquel elemento indispensable en la empresa, que pone oportunamente los medios financieros, materiales y humanos para el buen logro de los objetivos establecidos.

Sin embargo, a la función administrativa no toca establecer los fines ni los objetivos que orientan todo el “que-hacer” de la empresa, ésta es, a mi modo de ver, la tarea fundamental de la Dirección, por eso quien cubre este puesto es o debe ser un líder, una persona que ve con claridad a dónde llevar la empresa y es capaz de convencer a los miembros de la organización a sumar sus esfuerzos para conseguir las metas, los objetivos y los fines que el líder les propone con gran claridad y entusiasmo.

Es propio del líder, del director, asumir la responsabilidad de las grandes decisiones de la empresa. El núcleo de la dirección, el centro de liderazgo, radica en la toma de decisiones y el marcar las grandes políticas de la empresa.

Pero para asumir el riesgo de la decisión y acertar en la toma de ésta, es necesario que el líder tenga algo más que carisma; se requiere una inteligencia ágil y profunda, una gran habilidad de análisis y síntesis de los problemas y situaciones, además de una gran capacidad creativa. El líder no puede fundar su decisión solamente en la razón de que “así se han hecho las cosas en la empresa y así se han resuelto hasta ahora los problemas”. El auténtico líder debe tener la inspiración del artista y del investigador que en cada encrucijada se preguntan: “Si siempre se ha hecho así, por qué no se intenta de otra manera”.

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El verdadero líder, es además, una persona hondamente afectiva, lo que le permite amar y entusiasmarse por los objetivos que crea y contagiar su entusiasmo a sus colaboradores, pero esto lo hace también en momentos críticos. Finalmente, el líder debe desarrollar una gran disciplina y un gran control de sí mismo, de lo contrario puede ser pobre soñador o un manojo de buenas intenciones. Por esto que hemos dicho, es obvio que no abundan los líderes auténticos, y que el líder no nace sino que se hace siempre que se dé lo que afirma el refrán: “Lo que la naturaleza no ha dado, no lo puede ofrecer la Universidad de Salamanca”. Esto ha permitido describir a los autores del libro:“El liderazgo y la lucha por la integridad”.

“La gran mayoría de los líderes de los negocios han triunfado no por el carisma, sino por la experiencia, el buen juicio, la audacia, la tenacidad y el mucho trabajo”

Quisiera, una vez definido lo que entiendo por liderazgo, recordar la importancia de la sensibilidad y el constante análisis del entorno que el líder debe tener para mantener viva la empresa y adaptarla oportunamente a los cambios.

Así como el líder debe tener una gran sensibilidad para analizar el entorno de su empresa viendo la realidad de sus proveedores, de su mercado, de sus competidores, de las necesidades del mundo cambiante, así también debe ser sensible a lo que pasa dentro de la empresa: ¿cómo es la comunicación interna?, ¿cuáles son las fortalezas y debilidades?, ¿qué tan motivada está la gente?, ¿sienten suyo el proyecto en todos los niveles?

Concluyamos este apartado diciendo que el líder auténtico tiene dos responsabilidades básicas:

1. Infundir a la empresa propósitos y valores deseables.2. Crear un ambiente que estimule al personal para que enfrente los problemas

con creatividad y con profunda dedicación personal.Exigencia de la Doctrina Social Cristina en el líder empresarialel desarrollo económico debe estar ordenado al “servicio” del hombre y no al contrario. Este servicio al hombre integral tiene como consecuencia que el desarrollo económico no queda bajo el control de unos cuantos, sino que se vea siempre el horizonte de la comunidad nacional e internacional:

Concluyamos k esta Doctrina Social de la Iglesia, fundada en la palabra encarnada y transmitida en el Evangelio, se sintetiza en la prioridad de:

- La dignidad de la persona humana.- La justicia y el equidad en la distribución de los frutos del trabajo.- El derecho primario al uso universal de los bienes de este mundo.- La prioridad del trabajo humano sobre el capital en la producción de los bienes

materiales.Todos estos principios y valores evangélicos interpelan y confrontan al líder empresarial cristiano a ser un líder para el servicio de la comunidad, a ejemplo de Jesucristo que, teniendo plena conciencia de tener todo poder en el cielo y en la tierra, vino para “servir” y no para ser “servido”. Éste es el reto de todo auténtico empresario cristiano, y más ahora en este momento de desequilibrio económico y social que estamos viviendo. Reto difícil de aceptar y más difícil de cumplir ante los mitos de la

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competitividad, la eficacia y el libre mercado. Esperamos cumplir con esta ardua y maravillosa vocación de liderazgo empresarial al servicio de nuestra comunidad.

En las empresas económicas son personas las que se asocian, es decir, hombres libres, por lo cual el empresario debe ser un líder auténtico.

El liderazgo del empresario cristiano tiene que ser para el servicio de la comunidad.

El líder debe tener profunda sensibilidad para sentir las ilusiones y las depresiones de su seguidores.

El director de una empresa debe ser un líder que ve con claridad hacia dónde lleva a la empresa y ser capaz de convencer a los demás a sumar sus esfuerzos.

MEXICO NECESITA LIDERES, NO DEMAGOGOS

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No sólo por los recientes vergonzosos comportamientos políticos, se debe aceptar que México necesita con urgencia líderes en los ámbitos políticos, empresariales, educativo y hasta religioso.Los gigantes de la corporación, de las empresas transnacionales o nacionales, los que pagan uno, dos o cinco dólares por jornadas de diez y doce horas dicen lo mismo: “Odiamos a estos obreros, esclavos, sucios o ignorantes, pero los necesitamos “. No pueden existir amos sin esclavos. No pueden haber conductores de rebaños sin rebaños.

Los jefes de los imperios dicen lo mismo: “Odiamos a los ilegales, a los desempleados, a los indigentes, pero los necesitamos para pagar el petróleo con sus vidas en la guerra”. No importan los millones que mueren de hambre, porque es primero el precio de las armas. No importan las víctimas inocentes porque el imperio lo demanda.

Todos los demagogos son miserables y perversos, porque emplean a dignísimos seres humanos para sus fines de poder, de dominación o de maldecida riqueza.

El discurso del demagogo está hecho de mentiras, adula para convencer y conseguir la entrega total e incondicionada de sus seguidores.

La gran deferencia entre un auténtico líder y un demagogo es la misma que hay entre la autenticidad y la hipocresía, entre “ser verdad” y “ser mentira”, entre la grandeza y la miseria, entre servir y abusar.

El líder con sabiduría y poder muestra los mejores caminos, los ilumina y los protege, no los impone. El buen líder dice Antón Chéjov: “¡Qué delicia es respetar a las personas!” y mayor delicia amarlas. Y quien ama y se deleita amando a las personas no las engaña, ni las usa, ni las explota. El buen líder nunca intercambiaría personas por poder o por dinero o por conquistas imperiales.

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El buen líder mira a lo alto, sigue la sugerencia de Agnes Séller: “Nunca dobles la cabeza, mantenerla en alto. Mira al mundo directamente a los ojos”.

El bueno líder se propone utopías, porque, aunque son inalcanzables, ayudan a caminar. Pero, al mismo tiempo, es realista y sigue a Leonardo cuando dice: “El que no puede lo que quiere, que quiera lo que puede”, pero sin complejos, sin comparar su poder con la arenita insignificante.

El bueno líder debe influir en los demás, no por la fuerza de su voz o de sus ademanes, sino por la calidad de su humanidad.

El buen líder debe ser auténtico. Un ser humano auténtico es el que piensa y obra de acuerdo con su dignidad. De hecho, autenticidad es sinónimo de “ser verdad”. Se da la perfecta adecuación entre la verdad del pensamiento y la verdad de la vida lograda con entusiasmo, con pasión y hasta con riesgo.

México necesita con urgencia estos líderes. En la política, que empiecen por cumplir lo que proponen o exigen; que amen al pueblo como se aman a ellos mismos; que no usen el poder y las leyes para su propio beneficio como lo hacen los tiranos, plutócratas perversos, que, con una palabra, encarnen armónicamente poder y sabiduría.

Necesitamos líderes en las empresas que empiecen por afirmar y cumplir: “Aquí lo más importante es la persona”. Empresarios que, con imaginación, inventen las políticas para poner en primer lugar a las personas y tratarlas de acuerdo a su dignidad, pagar los salarios justos –entendidos como mínima distancia entre la justicia conmutativa y la distributiva– y así lograr una empresa fuerte y sólida.

México necesita también líderes religiosos que prediquen sobre todo con su vida y que su vida se ajuste al Evangelio que predican. Líderes también universitarios que defiendan el derecho de los estudiantes a ser tratados como personas y no como las mercancías que exige el mercado. Líderes de las universidades que tengan fe en que la máxima aportación a la sociedad es propiciar los medios para la formación completa de estudiantes y profesionistas con gran calidad humana: desarrollo de la inteligencia, de la imaginación, de la creatividad, de la voluntad firme, de la sensibilidad estética. El mejor medio para mejorar y transformar las sociedades son las universidades de gran calidad humana que cultivan la educación del hombre humano;

Éstos son los líderes que México necesita, líderes que encarnan armónicamente poder y sabiduría, porque el poder sin sabiduría es tiránico y la sabiduría sin poder es frágil.

Artículo publicado en la Revista USEM #275 Enero – Febrero 2007