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Edición correspondiente al mes de JULIO 2015

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  • EDITORIAL: Para la Libertad, por Claudio Csar Garca Pintos

    DOPPELGNGER, por Claudio Csar Garca Pintos (pp. 3 a 8)

    AUTOESTIMA. (continuacin) por Dides I.Hernndez Silvera (pp.9-

    10)

    COMUNICAR EL DOLOR, por Patricia Mara Nigro (pp.11-12)

    DNDE EST EL LMITE?, por Claudio Csar Garca Pintos (pp.

    13 a 15)

    LENGUAJE, HERMENUTICA Y PSICOTERAPIA EXISTENCIAL,

    por Jos Martnez-Romero Gands (pp. 16 a 22)

    LA LOGOTERAPIA VINCULAR EN LAS EMPRESAS, por Anala

    Boyadjin (pp. 23 a 25)

    LA PGINA DE CAVEF, por Claudio Csar Garca Pintos (pp. 26 a

    32)

  • D oppelgnger es un trmino alemn, que significa algo as co-mo doble caminante Proviene de doppel (que significa doble), y gnger (traducido como andante)

    Si bien puede ser utilizado para denominar la existencia de un doble, es decir, cuan-do una persona es muy parecida a otra, su

    forma ms antigua fue acuada y se le atri-buye al novelista Jean Paul, quien en 1796

    la utilizara (escrita como doppeltgnger)

    definindola como el que camina al lado

    En espaol podramos asimilar esta pala-

    bra a sosias, trmino que refiere a la per-sona que tiene mucho parecido o similitud

    con otra, hasta tal punto que pueden llegar a confundirse. Por extensin, tambin se

    suele aplicar a doble, impostor o imitador.

    Volviendo al trmino alemn, decimos que ha sido centro de leyendas fantasmagricas

    y de varias obras literarias clsicas, que han hecho de esta similitud, el eje centro de historias apasionantes, al punto de ge-

    nerar un verdadero gnero literario espec-

    fico.

    Las herencias mticas de muchas culturas, son riqusimas en figuras de vigencia per-manente. Nunca pasan de moda ni pierden

    inters, porque son las primeras explicacio-nes de misterios que luego la ciencia ha po-dido ir revelando (o creemos que lo ha

    hecho, a riesgo que la ciencia pueda termi-nar siendo una forma ms elaborada y va-

    nidosa de mitologa moderna); de hecho, en

    muchas de ellas encontramos el fenmeno

    doppelgnger. Las leyendas nrdicas y germnicas, por ejemplo, lo presentan co-

    mo un augurio de muerte. Cuando una persona ve, o se cruza en la calle con su doble, esto significa el augurio de que va a

    morir pronto. Al menos, augura un serio problema de salud o un profundo infortu-

    nio. El dramaturgo sueco Strindberg, defi-ni taxativamente que el que ve a su doble, es que va a morir Ms all de comprender la cuota de ficcin y fantasa que rodea es-ta creencia, en muchas regiones del mundo

    an se cree que la existencia del dop-pelgnger es algo real, habiendo quienes aseguran haber visto a su propio doble fan-tasmal y, comnmente, sufren de una in-

    tensa angustia psicolgica tras el suceso.

    Otras leyendas folclricas de culturas di-versas y extraas entre s, tambin atribu-

    yen a los doppelgnger, un carcter fantas-magrico. La duplicacin de seres huma-nos que se cruzan entre s, o la existencia

    de un mismo ser con dos aspectos o perfi-les, la encontramos tambin en mitologas tales como, por ejemplo, el Hombre Lobo,

    Lamia (cultura grecolatina, muchacha her-mosa que puede manifestarse como una

    serpiente, mezcla de asusta-nios y seduc-

    tora terrible) y otros similares.

    De todos modos, su verdadero impacto es

    dado en el mbito literario. Figura en nu-merosas ficciones, especialmente en relatos

    de fantasa y horror.

    DOPPELGNGER

    Por Dr Claudio Csar GARCIA PINTOS

    Mail de contacto: [email protected]

    03

  • 04

    Saltando de los relatos mitolgicos a for-

    mas literarias ms prximas a nosotros, reconocemos que en el Romanticismo el

    fenmeno del doble es bastante frecuen-tado, como materializacin de lo oscuro y misterioso en la persona, algo cercano a lo

    que Carl Jung llamara Sombra. Algunos crticos literarios y estudiosos del gnero del doppelgnger sugieren que los autores que lo transitaron se inspiraron en las his-torias de la literatura psiquitrica que des-

    criba cuadros de pacientes esquizofrni-cos. De all la historia de ese doble que ge-neralmente no tena ni siquiera sombra, y que muchas veces se materializaba pero otras veces no, y siempre resultaba ser un

    desdoblamiento del mismo personaje.

    Una obra emblemtica de este gnero es El extrao caso del Dr. Jekyll y Mr. Hy-de (1886), de Robert Louis Stevenson, tan-to como El Doble (1846) de Fedor Dostoi-evski, relato en el cual presenta el desdo-blamiento de la personalidad del protago-nista, revelando las oscuridades de su pen-

    samiento.

    En La Sombra, Hans Christian Andersen toma el relato de Dostoievski y cuenta la historia de un sabio que delega en su som-bra algunas de sus responsabilidades, al

    punto tal que, en un momento determina-do, sombra y persona trocan sus lugares, y

    la sombra termina usurpando el lugar del

    sabio.

    Sin dudas, la obra de Edgar A. Poe,

    William Wilson, se destaca entre los clsi-cos del gnero. Sencillamente porque en

    su obra, el otro, el doble, no encarna el as-pecto oscuro del protagonista como ocurre en todos los otros casos-, sino, al contrario,

    el aspecto luminoso de su consciencia. Ms all de su aparicin en la literatura de

    todos los tiempos, al doppelgnger lo en-contramos en el cine y en otros productos de la cultura. Un ejemplo muy prximo es

    una campaa publicitaria de COCA-COLA que, tratando de posicionar su producto

    Coca-Cola Zero, propona entrar en una aplicacin gratuita y buscar tu dopplegn-ger. Consista en que el usuario introdu-jera su foto y el programa localizaba (buscando en una formidable base de da-tos) a la persona con el mayor parecido fsi-

    co. La idea era promover que el nuevo pro-ducto, siendo Zero, no perda el sabor ori-ginal de la bebida. Eran dos productos dis-

    tintos pero, al mismo tiempo, iguales. El lema publicitario era: "Si Coca-Cola Zero tie-ne el sabor de Coca-Cola , es posible que alguien por ah tenga tu cara? " Una vez lo-

    calizados, los usuarios gemelos podan contactarse, incluso, a travs de FaceBook. La idea del doble, sosia o doppelgnger, es

    central (y antiqusima) en un determinado gnero de la literatura que nos ha legado obras famosas desde siempre, pero tam-

    bin ha permitido desarrollar interpretacio-nes psicolgicas de procesos o estados de

    la mente. Si bien lo curioso de las historias es el modo o momento en que ambos (los dobles) se cruzan, se encuentran, se revin-

    culan, an conflictivamente, lo interesante es descubrir cundo y por qu razn se

    produjo el punto de divisin o particin; y ese momento es cuando el protagonista se ha convertido en uno de los dos, en una de

    las dos mitades. Y esto acontece cuando se vivencia la imposibilidad de la convivencia pacfica entre ambas manifestaciones del

    s-mismo. Como una escisin interna entre aspectos con determinadas caractersticas

    por un lado, y aspectos con otras determi-nadas caractersticas, usualmente contra-rias u opuestas, por el otro. As, una de las

    mitades, asume la posicin dominante res-pecto de la otra, al punto de cobrar vida

    propia, independiente, abandonando a la dominada. As aparece la idea de un geme-lo (no real), que, habitualmente, asume la

    concentracin y representacin de las peo-res caractersticas, haciendo su presenta-

    cin como el gemelo malvado.

    Muchas veces, ese otro Yo, asume la posi-

  • 05

    bilidad de desafiar restricciones que el Yo no se anima a hacerlo, o manifiesta fortale-

    zas que el Yo no se permite asumir.

    Esta dinmica del otro yo, expresin del doppelgnger, ha sido reflejada en innume-rables tiras cmicas y personajes de co-

    mics. Tal el caso de Guillermo Divito, y su tira cmica El otro yo del Dr.Merengue (dcada del 50) El Dr.Merengue era un hombre atildado, elegante, medido, sobrio, correcto, educado, calmo, pero el otro yo es burln, agresivo, hostil, grosero, ordina-

    rio, descontrolado en sus reacciones.

    En el mundo de los cmics, sobreabundan

    las historias de personajes que tienen una vida pblica recatada, sencilla, tmida, te-

    merosa, incluso frgil y vulnerable, pero que se manifiestan tambin como super-hroes invencibles y todopoderosos. Desde

    Superman y Batman, pasando por todos los hroes de la moderna mitologa cultural

    de los cmics. Incluso algunos ms litera-rios como El Zorro, inspirado en el perso-

    naje de Montecristo.

    El Psicoanlisis no se ha mantenido al margen de este fenmeno doppelgnger y el

    propio Sigmund Freud lo ha tomado en consideracin en algunos de sus ms me-

    morables trabajos. La supuesta visualiza-cin de un doppelgnger por parte del pa-ciente, se considera ahora como un aspecto

    en particular de su personalidad, contra la

    cual el paciente est luchando por contro-lar. El paciente reconoce las similitudes

    con su doble, tanto como los comporta-mientos que ste manifiesta y que conside-ra como extremos; interpretamos que el su-

    puesto doppelgnger, personaliza diferen-tes aspectos de la psique que han sido re-primidos por el individuo, ante los cuales

    lucha por mantener reprimidos y separa-

    dos de s mismo.

    La literatura psiquitrica tambin ha ape-lado al fenmeno doppelgnger, describien-do diferentes situaciones sintomticas y

    dinmicas, de cuadros tales como la esqui-

    zofrenia o las psicosis.

    De todos modos, abandono la lnea de la interpretacin psicoanaltica profunda o la psicopatologa mayor, para pasar a intentar

    una lectura ms existencial o vivencial del doppelgnger. Quiero decir, esa vivencia del doble, esa ficticia particin de m mis-

    mo en dos mitades iguales y opuestas, solo es un proceso psictico? Es exclusi-

    vamente una vivencia esquizoide, o puede experimentarse en la existencia cotidiana de la persona normal? Esta es mi inquie-

    tud.

    Doppelgnger y persona espiritual

    La ontologa dimensional frankliana nos

    Vieta de El Otro Yo del Dr. Merengue

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    permite vincularnos con la persona como

    unidad existencial. Es decir, como un ser que asume la responsabilidad de resolver

    su existencialidad. Suelen decir los filso-fos que nacemos hombre y nuestro destino es convertirnos en persona. Nacer hombre,

    es inevitable pero convertirnos en persona es opcional. Qu quiere decir? Simple-mente que la realizacin personal no es

    una cuestin cronolgica, el caso de espe-rar que pasen, una tras otra, las pginas

    del calendario hasta llegar al da de la rea-lizacin. No. Se trata de una bsqueda pro-pia y una decisin. Bsqueda?Decisin?

    S. Bsqueda porque la libertad nos per-mite elegir por dnde, cmo, de qu mane-

    ra intentarlo. Por tal decimos que somos arrojados a la existencia, es decir, con la posibilidad de elegir cmo vivirla.

    Decisin porque depender del compro-miso que asumamos; por tal decimos que estamos confrontados por la nada, es de-cir, entre nosotros y la nada, media la oportunidad de llegar a ser alguien. Si no

    la aprovechamos, terminaremos siendo na-die. Recordemos al Gral. San Martn reco-mendando a su nieta que sers lo que de-bas ser, o no sers nada. O al genial Karl Jspers diciendo que todo hombre termi-nar siendo tal persona, en funcin de la

    causa que abrace en su vida.De modo tal que cada uno de nosotros debe buscar y

    decidir quin terminar siendo.

    Ahora bien, puede surgir una nueva pre-

    gunta: buscar y decidirse, dnde?

    Cuando pensamos dnde buscar, no po-demos confundirnos. Muchas bsquedas

    fracasan porque se realizan en el lugar in-adecuado. En este caso, debemos buscar en nosotros mismos. La naturaleza huma-

    na es tan rica en opciones y posibilidades, que las rene a todas ellas. Y dentro de ese universo de posibilidades, podremos en-

    contrar la nuestra.

    Lo bueno y lo malo, lo rico y lo pobre, lo

    fuerte y lo vulnerable, lo comprometido y lo

    indiferente, lo claro y lo oscuro, lo que libe-

    ra y lo que condena y en ese universo ab-soluto de potencialidad, yo busco y en-

    cuentro, decido por lo bueno o lo malo, lo rico o lo pobre, lo fuerte o lo vulnerable Y al decidir, me decido por ser bueno o ma-

    lo, rico o pobre, fuerte o vulnerable

    Es decir, aquello que termine siendo, es el resultado de mi bsqueda y mi decisin.

    Yo no puedo sentirme culpable de mi patri-monio gentico, pero la configuracin de este patrimonio me da la oportunidad de realizar una obra personal o de omitirla. Algo seme-jante cabe decir de las predisposiciones no patolgicas del ser humano: se puede here-dar el talento, pero la decisin de utilizarlo o dejarlo baldo queda reservada a la perso-na... el hombre tiene que disponer de lo que el destino ha dispuesto. Debe disponer de

    las disposiciones, dice Viktor Frankl.

    Podramos decir que, esa decisin puede terminar siendo el punto de particin al que nos referamos cuando hablbamos de los doppelgnger. Esa decisin, ese modo de disponer de nuestras disposiciones, marca una lnea divisoria entre ser de una manera

    o de otra. Entre quin soy Yo y quin

    hubiera sido si hubiera elegido otra cosa.

    Esto permite afirmar que, efectivamente, mi propia naturaleza me habilita para poder ser

    Mr.Hyde o el Dr.Jekyll, pero ser uno u otro depende de quin decida ser. Y esa es la

    ltima o primera- libertad de la persona es-piritual. Nosotros hemos tenido la oportuni-dad de conocer al hombre quiz mejor que ninguna otra generacin. Qu es, en reali-dad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cmaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando

    una oracin, afirma Frankl

    Es ms, es posible que en distintos momen-

    tos de nuestra existencia personal, manifes-temos ser uno u otro, y es entonces cuando

    la ficcin parece hacerse realidad.

  • 07

    . El Hombre Verde

    Un personaje de cmic permitir ilustrar aquello que quiero reflexionar. Se trata del

    conocido Increble Hulk Hulk es un per-sonaje creado en 1962 por Stan Lee y Jack Kirby, y relata la historia de un cientfico,

    Robert Bruce Banner; estaba haciendo in-vestigaciones con una bomba gamma, y,

    accidentalmente, se produce una explosin en el laboratorio, dndole de lleno al Dr.Banner. Esta explosin provoca en l

    una transformacin gentica que deriva en la creacin de Hulk. A partir de ese mo-

    mento, el apacible Dr. Banner se ver sor-prendido por la aparicin de Hulk, cada vez que experimente estados de furia, excita-

    cin y miedo (activaciones del sistema ner-vioso), convirtindose en un ser monstruo-so dotado de una fuerza superhumana, ca-

    paz de dar saltos de cientos de metros, aguantar la respiracin debajo del agua y

    en el espacio. Adems, su cuerpo depen-diendo de las necesidades, puede mutar para adaptarse a las situaciones nuevas, y

    aguantar el disparo de un misil en su pe-cho. Cuando aparece, la desmesura de su

    fuerza, termina destruyendo todo a su pa-

    so, an cuando sus intenciones sean no-bles; son solo la manifestacin de esa emo-

    cionalidad expresada sin reparo ni orden. Una vez recuperada la cordura, desaparece Hulk y reaparece Banner, turbndose por

    lo que hizo el otro y escapando para evitar el castigo y condena. Es perseguido y

    acosado en todo momento por el ejrcito. Por qu puede ilustrarnos la historia de

    Hulk? Veamos.

    Pensemos que nosotros mismos podemos ser Hulk. Mejor dicho, que en todos noso-

    tros existe un Dr.Banner y un Hulk. Uno (Banner), es aquel que puedo ser cuando

    respondo a una situacin de vida; el otro (Hulk), es el que aparece cuando reacciono ante una situacin de la vida. La ontologa frankliana nos permite reconocer en noso-tros tres dimensiones, a saber: biolgica,

    psicolgica y notica o espiritual.

    La dimensin Biolgica motoriza a la perso-

    na, ofrece la fuerza motriz, la vitalidad; la Psicolgica sostiene la existencia, porque

  • 08

    nos permite estar-en-el mundo, nos hace presente, vinculndonos con el mundo, el otro; la dimensin Notica es la que nos or-

    dena como persona, es decir, la que orienta la unidad hacia el sentido. En comparacin con el animal, esta tercera dimensin marca

    la diferencia substancial. Ellos (los anima-les), tambin poseen una dimensin biolgi-

    ca y una psicolgica. Una les otorga vitali-dad y la otra, les permite estar y subsistir en el mundo. Pero esa existencia del animal es

    inmediata, plana, vinculada permanente-mente con el mantenimiento de la vida. La de la persona es trascendente, profunda,

    orientada hacia la realizacin personal. Si jugamos con la idea de la tercera dimen-sin, podra decir que la existencia del ani-mal es como una pelcula comn, y la de la persona, como una pelcula 3D; cobra una profundidad que la otra no tiene. Si nos sa-camos los anteojos especiales para verla, la

    veremos muy similar a la anterior, pero si nos ponemos esos anteojos, accederemos al espectculo deslumbrante de la tridimensio-

    nalidad. Y esto ocurre con las comparacio-nes que muchas veces se hacen entre la per-sona y el animal. Todo depende de cmo se

    lo mire.

    Esa tercera dimensin ordena, es decir orienta a la unidad hacia el sentido; dicho de otra manera, al cumplimiento del deber-

    ser. Y en ese cumplimiento, la persona se

    realiza como tal. Es as que la diferencia en-tre la persona y la bestia, radica en ese orde-

    namiento autotrascendente, solo susceptible

    para la persona.

    Cuando respondemos a la vida y sus exi-gencias, decimos que la persona toda se compromete en su respuesta, y sta a su vez, est comprometida con la realizacin de

    un valor. Por eso es ordenada y, al mismo tiempo, ordena. Sin embargo, cuando reac-

    cionamos, perdemos ese orden interno (es muy comn la expresin me saqu, me sac, como haciendo alusin a haber perdi-do un eje) y al perderlo, pierdo de vista el horizonte de mi realizacin, y me vinculo

    con la necesidad inmediata de afirmarme en la existencia. De alguna manera, acto como

    el animal, que solo procura subsistir.

    Creo que todos podemos ser el Dr.Banner (cuando respondemos) o el monstruoso Hulk (cuando reaccionamos). La posibilidad de

    ser cualquiera de ellos, est en todos noso-tros. La decisin de ser uno u otro, en lti-

    ma instancia, ser siempre nuestra. Entre uno y otro, entre la persona y la bestia, en-tre Yo y mi otro Yo, la diferencia est marca-

    da por lo que ordena. El llamado punto de particin que determina que aparezca Hyde o Jekyll, Banner o Hulk, es el momento de la

    decisin personal.

  • 09

    AUTOESTIMA

    (continuacin)

    Por Dra. Dides I. HERNNDEZ SILVERA Mail de contacto:

    [email protected]

    E n consultorio recibimos muchas ve-ces pacientes que concurren con una serie de preguntas que les ator-mentan y perturban el sueo y su vida diaria. Quin soy? Cules son mis cualidades?

    Cules mis talones de Aquiles? De qu soy capaz? Cules son mis xitos y mis fracasos, mis habilidades y mis restriccio-

    nes? Cunto valgo para m y para la gente que me rodea? Logro el afecto, el amor y

    respeto de los dems o siento que no puedo ser querido, valorado y amado? Siento una brecha enorme entre lo que quisiera

    ser y lo que creo que soy? Qu puedo hacer por mi mismo? Lucho o me dejo es-

    tar? Los componentes de la autoestima

    La autoestima contiene mltiples facetas. Es posible tener una buena autoestima en

    el terreno intelectual que contrasta con una frgil en lo afectivo. Puede ser variable

    en distintas actividades y prcticas: labo-ral, afectivo, intelectual, corporal, etc. El adulto ha fortalecido en el mejor de los ca-

    sos resistencias en base a las experiencias que tuvo y los recursos que emple. Es probable que un xito o un fracaso en

    un sector tengan consecuencias en los otros. Un desengao amoroso acarrear

    una vivencia de prdida de valor personal. A la inversa, un xito en un campo deter-minado puede beneficiar la autoestima.

    Los componentes de la autoestima son in-

    terdependientes. Puede alguien tener difi-cultades en el amor por s mismo: an

    habiendo logrado una aceptable trayectoria personal ante un fracaso sentimental se le impondrn dudas insoportables. Tambin

    puede suceder que padezca de falta de con-fianza porque los padres lo han sobreprote-gido evitndole la confrontacin con la rea-

    lidad por lo cual, pese al afecto recibido, tendr dudas dolorosas ante sus logros.

    Nuestra autoestima depende de mltiples espejos aunque tambin existe un espejo

    interior pero no es objetivo y est entur-biado por la mirada de los dems. Estoy

    trabajando bien? Mis hijos me quieren? No tengo entusiasmo para nada? Soy ntegro en mi vida? Descuid a mis perso-

    nas queridas? Aporto algo a la comuni-dad? Mi vida es acorde a mi tica? La autoestima es sentirnos competentes

    para enfrentarnos a los desafos. Contiene varios aspectos: confianza en nuestra capa-

    cidad de pensar, aprender, elegir y tomar decisiones adecuadas y conviccin en nuestro derecho a ser reconocidos por los

    dems y por nosotros mismos. En la autoestima participan no slo senti-mientos, sino tambin pensamientos y acti-

    tudes tendientes a los valores empleados. Por autoestima entendemos esa autoeva-

    luacin que expresa aprobacin/desaprobacin, pero adems lo que desear-amos que nos ocurriera y lo que en reali-

  • 10

    dad sucede que muchas veces est alejado

    de lo accesible y posible.... Entrando as muchas veces en un sendero de no acepta-

    cin, inadecuacin de logros y frustracin. Algunos componentes de la autoestima

    son: 1- Aceptar las potenciales para actuar con

    eficacia en el logro de las metas 2- Estar satisfecho con la forma de actuar.

    3- Tomar decisiones y perseverar en ellas 4- Tener una mirada benevolente hacia uno m i s m o .

    5- Lograr una imagen aceptable de s mis-m o .

    6- Valorar logros en funcin de los proyec-tos personales.

    Miedos y novedad. Entrenndose con frustraciones que no lo abatan y con gratificaciones que lo com-

    pensen, aunque no sean inmediatas, aun-que sean esperanzas. Las personas auto-

    evalan su destreza en la prctica de labo-res, su simpata con los patrones ticos y espirituales, la forma en que otros la acep-

    tan y el grado de eficacia que desempean. Resumiendo, La valoracin de uno mismo es el punto de partida en la bsqueda de

    sentido Viktor E. Frankl

    A veces la frustracin de la voluntad de sentido se compensa mediante una volun-tad de poder, en la que cabe su expresin

    ms primitiva: la voluntad de tener dinero. En otros casos, en que la voluntad de sen-

    tido se frustra, viene a ocupar su lugar la voluntad de placer. Por ello, no deberamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su propia misin que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concre-

    to. Por tanto ni puede ser reemplazado en la funcin, ni su vida puede repetirse; su

    tarea es nica como nica es su oportuni-dad para instrumentarla. En ltima instan-

    cia, el hombre no debera inquirir cul es el

    sentido de la vida, sino comprender que es a l a quien se inquiere. Repensarse y replantearse la misin en el mundo.

    Frankl, VE (1991-61), El hombre en bus-ca de sentido, Barcelona, Herder

    Op Cit. (62)

  • 11

    COMUNICAR EL DOLOR

    Por Dra. Patricia Mara Nigro

    Mail de contacto: [email protected]

    E s importante comunicar el dolor. Cuando tropezamos con l, esca-parle, esconderlo, negarlo, es la pe-or decisin. Un amigo me dijo una vez que es como una brasa caliente que tengo en la palma de la mano. Si no lo co-

    munico, es como si cerrara la mano y me quemara ms, me doliera ms profunda-mente.

    Hay infinitas causas de dolores. Todas son

    comunicables. Fsicas, emocionales, psqui-cas La muerte de un ser querido, la en-fermedad terrible del que amamos, la

    prdida del trabajo, la enfermedad propia, la violencia de las calles, la violencia

    domstica. Dicen que el dolor ms terrible es la muerte de un hijo. No puedo imaginar otro. Hoy quiero escribir sobre el dolor que

    se siente cuando una familia se deshace. Estamos en el ao de la familia y me pare-ce oportuno hablar de este dolor.

    En la vida cotidiana, como explica Erwin-

    Goffmann en un libro imprescindible, La presentacin de la persona en la vida coti-diana, uno debe asumir mscaras, segn los roles que tenga que cumplir a diario. Esas mscaras se adquieren desde pe-queo y uno puede comunicar una perso-nalidad muy diferente, segn el rol que est desempeando en ese momento.

    Pienso, por ejemplo, en el lugar comn de

    los payasos, en cuyas caras se dibuja una

    gran sonrisa pero que, cuando se sacan el

    maquillaje, vemos brotar las lgrimas. Re-cuerdo tambin el suicido del gran actor

    Robin Williams. El hombre era un produc-tor de risas pero por dentro llevaba un do-lor indefinible. Sin embargo, sus mscaras

    estaban muy bien diseadas para no dejar que los que lo rodeaban percibieran su do-lor. Esconder su pena lo llev al suicidio.

    Volviendo, entonces, al dolor de las familias me pregunto: Qu lleva a una persona que

    comparti aos con otra, con la que tuvie-ron hijos, a irse sin mirar atrs? Cmo puede ser feliz el que se va cuando abando-

    na lo que form y vio crecer? Cmo puede pensar en la felicidad con otra u otro ser

    humano, si las personas no son intercam-biables? Qu mscara habr de usar cada vez que vea a sus hijos a la cara? Y cmo

    mirar a Dios un da sabiendo que con l no hay mscara que valga? La gente dice que el amor no es eterno, que

    la rutina desgasta el matrimonio, que siem-pre uno puede volver a enamorarse, que los

    chicos de ahora estn acostumbrados a los cambios de pareja de los padres. Mentira. Creemos lo que queremos creer para poder

    mirar nuestra mscara en el espejo en la maana. El tiempo que todo desvanece nos ha vuelto inmisericordes, carentes de la ca-

    pacidad de amar al otro en tanto otro, co-mo lo que era y como lo que es hoy. Somos

    totalmente desconsiderados con los dems ytambin con nosotros mismos. En una hermosa pelcula, Las ventajas de

  • 12

    ser invisible, al protagonista un profesor le dice una frase que l logra aprendermuy bien: aceptamos el amor que creemos que merecemos. Pienso que, para que las fami-lias se destruyan, uno de los dos segura-mente acept un amor chiquito, egosta,

    casi de lstima, porque crea que era eso lo que mereca. Y luego, cuando ese amor pe-

    queo muri, ya no se puede evitar lo in-evitable: que el otro le reproche cualquier conducta y tome el camino ms corto: irse.

    Porque todo lo que vivimos, lo vivimos pen-sando que no merecamos ms que eso. Al-go que se pareca bastante al amor pero no

    lo era del todo. Y luego vienen juntos la tristeza, la decepcin, el desgarro, si hubo

    deslealtad a nuestra confianza. Todos estos sentimientos se comunican de muchas ma-neras.

    Algunas personas se enojan mucho e ima-ginan situaciones de venganza baadas en sangre al estilo Shakespeare pero, en el

    fondo, lo que se les desangra es el alma; hay otros que caen en depresin, ataques de pnico, sndromes postraumticos -

    porque por suerte hoy para todo hay un nombre- y rpidamente los mdicos les

    prescriben ansiolticos y antidepresivos,que no les alivian el dolor pero les atontece la mente;

    hay algunos que recurren a terapias ajenas a nuestra cultura (consumen ts de hier-bas ignotas, cpsulas de aceites varios; co-

    mienzan a practicar lo que la vecina del ba-rrio les dijo que era yoga; meditan a las

    cinco de la maana sobre una alfombra comprada ad hoc; intentan respiraciones varias; frecuentan astrlogos, curanderos,

    coaches ontolgicos; concurren a grupos de solos y solas rpidamente (no sea que haya

    que soportar la soledad diez minutos), en fin, son las soluciones que nos brinda la sociedad contempornea para no COMUNI-

    CAR NUESTRO DOLOR, para no aceptarlo y llorar a gusto, para empezar una nueva

    vida. El duelo es un proceso que tiene un tiempo acorde con el corazn de cada persona y

    merece respeto. Tal vez haya que inventar un nuevo verbo y, cuando los que se pre-ocupan por nosotros vienen con consejos y

    recetas, responderles: muchas gracias por querer mi bien pero en este momento estoy duelando. Si no me tomo este tiempo, co-rro el riesgo de pasar al odio en lugar de al perdn. Y, si no perdono al que me hizo da-

    o, cmo seguir adelante sin rencor, sin daarme a m mismo? A lo mejor, en estas situaciones lmite, es el

    momento oportuno para desarrollar nues-tra espiritualidad, que estuvo escondida

    mientras trajinbamos el da a da, es el momento de responder a Dios que est af-nico de tanto llamarnos, es el momento del

    perdn al otro y a uno mismo; es el mo-mento de la caridad, es el tiempo de dar y no de recibir.

    Con el tiempo, el dolor ir disminuyendo su intensidad. Probablemente, con la hume-dad, la herida duela otra vez cada tanto. Lo

    importante es que se comunique la tristeza y que no huyamos del que est triste como si tuviera peste. Nadie est libre del dolor y

    del sufrimiento, como deca C. S. Lewis, el dolor que sentimos hoy es el fruto de nues-

    tra felicidad de ayer, la otra cara de la mo-neda. No hay una sin la otra. Considero que hemos de abandonar ese do-

    lor en las manos de Dios, de aceptar su sentido purificador y sacarle frutos de cari-

    dad a montones para repartirlo entre los que tienen sed, los que tienen hambre, los que lloran, los que nos necesitan realmen-

    te. Comuniquemos nuestro dolor, saqu-moslo a la luz, que se ventile bien, porque pronto se va a transformar en otra cosa, se

    va a transformar en la virtud que nunca pasar: la caridad.

  • DNDE EST EL LMITE?

    Por Dr Claudio Csar GARCIA PINTOS

    Mail de contacto: [email protected]

    13

    H ay historias de vida que no pue-den dejar de conmovernos. Senci-llamente porque manifiestan con poderosa fuerza, los recursos con los que cuenta la persona para sortear ad-versidades y transformarlas en oportunida-

    des. Hace cierto aquello que propona Vik-tor Frankl de transformar el sufrimiento en la propia victoria personal. Lo ms impac-

    tante de esas historias es que son protago-nizadas por personas comunes, no por su-

    perhombres, y eso les otorga un valor testi-monial que, adems de conmovernos, nos comprometen. Son algo as como pioneros

    existenciales que, sin proponrselo, nos van sealando un horizonte de realizacin

    posible para todos nosotros. De los tantos ejemplos ms o menos cotidianos que po-demos comentar, quiero tomar ahora uno

    de los testimonios destacados, aquellos que se universalizan y se hacen ms cono-

    cidos.

    Evgen Bavcar es ciego. Algunos episodios en su vida desafortunadamente le hicieron

    perder la vista. Primero fue la rama de un rbol la que le hizo perder el ojo izquierdo;

    posteriormente, solo unos meses ms tar-de, la explosin de una mina abandonada le ocasion la prdida del ojo derecho. Todo

    sucedi en 1958, cuando tena 12 aos de edad. Evgen naci en 1946 en Eslovenia. Ms all de la lamentable circunstancia

    que deja ciego a un nio de 12 aos, lo cu-

    rioso de su historia es que Evgen Bavcar es considerado en la actualidad, como uno de

    los ms destacados fotgrafos del mundo.

    El pueblo en el que naci Evgen se llama Lokavec, y queda en Eslovenia, muy cerca

    de Trieste, y supo pertenecer al imperio austro-hngaro. Sus padres eran humil-

    des y su padre, paisano, muri cuando l solo contaba con siete aos de edad.

    Jams me asom a la fotografa mientras vea. Mis primeras fotos las tom ya estan-do ciego, y tuve la suerte de conocer a un fotgrafo que me present su oficio como una profesin que yo podra ejercer, dice Evgen, recordando que sus primeras foto-grafas fueron tomadas cuando tena 16 aos de edad (cuatro aos despus de

    haber quedado ciego) Sus compaeros del bachillerato tomaban fotos a sus novias, y l no quiso ser menos que ellos, por lo que

    pidi prestada una cmara de fotos a su

    hermana e inici una historia increble.

    Terminado su bachillerato, estudi Filosof-a e Historia en la Universidad de Liublia-

    na, en la cual tambin ejerci como profe-sor, y, posteriormente (1972), viaj a Fran-cia y estudio en la Sorbona, ingresando fi-

    nalmente al CNRS (Centre Nationale de la Recherche Scientifique), publicando un tra-bajo sobre el expresionismo alemn; y se

    naturaliz francs.

  • 14

    Profundiz sus estudios de Filosofa del Ar-

    te, contando con la ayuda de compaeros que le describan las obras de arte, obte-

    niendo una idea intelectual, un sentimiento esttico indirecto, segn comenta, con la prudencia de reconocer que las descripcio-nes expresan en primer lugar los fantasmas de quien observa el cuadro. As, con la ayuda de estos particulares lazarillos, Ev-gen se introdujo en el arte, o permiti que

    el arte se introdujera en su vida. Por esos tiempos, frecuentaba a muchos amigos y relaciones y, en condicin de amateur, ju-

    gaba a impresionarlos sacndoles fotograf-as que regalaba a sus circunstanciales modelos. Su entusiasmo fue en aumento,

    al punto que public un aviso en la revista Paris-Match, solicitando modelos para un fotgrafo ciego, intento que fracas rotun-damente, dado que nadie se hizo eco de la

    convocatoria.

    Evidentemente fue desarrollando una sen-sibilidad particular, que le permiti una

    forma diferente de percepcin de la reali-dad, que l mismo supo definir y describir,

    an en detalles aparentemente menores. He aprendido mucho acerca del mundo vi-sible gracias a la fotografa. Por ejemplo, de las mujeres. Necesitan ser miradas y conoz-co bien la incomodidad que sienten, ante al-

    guien que no puede verlas

    En lo especficamente tcnico, lo ms sor-

    prendente es que los encuadres de este fotgrafo son prcticamente perfectos. l mismo define que lo son porque la gente

    quiere que as sean, que si fuera por l, se saldra de esos marcos. Los encuadres los

    crea auditivamente, a partir de la voz de los fotografiados, los sonidos del paisaje, a ve-ces utilizando el tacto para calcular direc-

    cin y distancia de los modelos. Recurre tambin a las imgenes que almacena de

    sus tiempos anteriores a la ceguera, las cuales le permiten recrear los nuevos pai-sajes que fotografa. Eslovenia es el nico pas que he visto en mi vida Slo ah la hier-

    ba es verdaderamente verde, porque slo ah el color que aprend a atribuirle al pasto se asemeja al sonido de la palabra que utili-zaba para describirlo. Pero Eslovenia es, an-te todo, una galera interior que me sirve co-mo espejo para crear las imgenes de todos los dems pases De hecho, sus fotograf-as procuran ser la expresin observable

    para otros, de su propio mundo interior.

    Sostiene que su fotografa surge de la pe-

    numbra, de la oscuridad, tal como si fuera una cmara oscura. Para realizar sus fotos, deja abierto el obturador mientras se acer-

    ca y aleja del objetivo, asistindose con una linterna o con una vela (para reconocer va-riaciones de oscuridad), valindose del tac-

    to o de la descripcin de un asistente.

    En 1997, organiza su primera exposicin

    en Pars. Para algunos crticos, su obra tie-ne repercusin solo por el hecho de ser cie-

    go; sin embargo para otros (la mayora), es un verdadero artista. A partir de ese mo-mento, se sucedieron otras muestras, se

    editaron libros de arte con sus colecciones, se realizaron cortometrajes contando su historia y su vida ha dado origen a perso-

    najes de novela que replican su experien-

    cia.

    Sus reflexiones sobre el narcicismo son sorprendentes. Ha estudiado el impacto de

    la mirada en el otro, siendo ciego. No sola-mente en las mujeres (como ya dijera), sino en todos sus modelos. Seala que las per-

    sonas necesitan de la mirada del otro para forjar su propia percepcin de s mismas. Pero al relacionarse con un ciego, pierden

    esta posibilidad de contemplarse a travs del impacto que producen en el otro. Esto

    genera desconcierto y angustia. La ausen-cia del ojo del fotgrafo acenta la precarie-dad de ese instante irreversible que es la toma fotogrfica. Las personas retratadas no pueden mostrarse de la forma habitual porque falta esa complicidad con el fotgrafo que les confirma su narcisismo. Para su-perar esta dificultad y que sus modelos se

  • 15

    relajaran en sus sesiones de fotos, Bavcar

    llevaba consigo un espejo prendido en su solapa, de modo que pudieran verse refleja-

    dos en l. Lo ms significativo es que ver su reflejo en el espejo generaba el mismo efec-to que si estuvieran siendo vistos por el

    otro. Concluye en que la mayora de las personas, no necesitan del otro sino espe-jos en los que pudieran verse a s mismos!

    Estas y otras de sus reflexiones nos llevan a descubrir que ms all de su limitacin

    visual, posee muchos recursos entre los que se destacan su sagacidad y sentido del

    humor.

    La relacin de Evgen Bavcar con la cegue-ra no siempre fue la misma. Al principio la sufri y se indign por ella. Por entonces, todo en l testimoniaba que era ciego. Sus anteojos, por ejemplo, eran enormes y muy

    oscuros, de modo que nadie dudara de su limitacin. Sin embargo, pasado un tiem-

    po, pudo hacerla propia y ya pas a ser su ceguera. Fue entonces que pudo em-pezar a jugar con ella y a hacer de cuenta que vea. En un reportaje comenta algunas de sus ancdotas. Una vez, viajando en un

    autobs, mantuvo una charla acerca del paisaje con su compaero de asiento. Pero l viajaba ms lejos y, para bajarme, deb buscar mi bastn hasta entonces disimula-do. En otra ocasin, conoci por telfono a una mujer que ignoraba su ceguera. Por miedo al rechazo, l postergaba un encuen-tro personal y sostena el contacto telefni-

    co. Pero un da esta mujer le exigi que se vieran personalmente y l no pudo excu-

    sarse ms de hacerlo. Se citaron en un caf y l tom la precaucin de llegar antes para ubicarse en una mesa estratgicamente

    dispuesta. Intentaba disimular su ceguera todo lo que pudiera. Para darle mayor ve-rosimilitud, -comenta- coloqu entre mis ma-nos un peridico y, sentado a la mesa, hice de cuenta que lo lea. Luego, entre el ruido, reconoc la voz del telfono. Quera saber por qu estaba sosteniendo el peridico al revs Todos somos ngeles cados, con la

    oportunidad nica de introducir en este mundo de tinieblas un poco de luz, dijo Ev-gen Bavcar en un reciente reportaje. Como cualquier otro grupo que vive marginado, los ciegos han sido obligados a expresarse con las palabras de otros y en su nombre. Mi sed de imgenes tambin consiste en com-batir todos los lugares comunes acerca de

    los ciegos.

    Evgen Bavcar es un hombre comn, que

    pudo expresar su humanidad de una ma-nera extraordinaria. Y de all que su testi-monio sea conmovedor y comprometedor.

    Porque todos somos personas comunes, con la misma posibilidad de desarrollar

    existencias extraordinarias. El film El co-lor prpura (pelcula dirigida por Steven Sp ie lbe rg en1985 , basada en la novela homnima de Alice Wal-ker ganadora del Premio Pulitzer en 1983),

    presenta a Celie (su protagonista) A los 14 aos queda embarazada de su padre, quien la vende por unas pocas monedas a otro

    hombre que la maltrata fsica y psicolgica-mente y la tiene como esclava durante mu-

    chos aos, siendo separada de su hermana Nettie que es enviada a frica como escla-va-, termina asesinando a su maltratador y

    huyendo de la justicia con su hijo, etc, etc, etc. Y en este momento reflexivo, define

    que soy pobre, soy negra y puede que sea fea, pero, por Dios, estoy aqu!! El valor testimonial de estas personas es, precisa-mente, ese, la definicin de estar aqu! co-mo manifestacin concreta de dignidad

    personal. Dignidad que solo depende de las barreras y limitaciones que existen en

    nuestra mente y en nuestro espritu. Por-que, ninguna limitacin es lo suficiente-mente poderosa como para hacernos desis-

    tir de hacernos presentes en la existencia, ocupar un lugar propio y brindar luz al mundo que nos rodea. Porque, quien se so-

    mete a sus limitaciones, solo hace sombra, pero quien hace de ellas una oportunidad,

    ilumina. --

  • 16

    Resumen:

    En nuestro trabajo como Psicoterapeutas Exis-tenciales tomamos muy en cuenta la necesidad de escuchar, detenerse, comprender y luego hablar. Pero, segn Dilthey, solo podemos de-terminar la comprensin por el sentido y el sentido apenas por la comprensin. Podemos, apenas, acercarnos al conocimiento del otro porque entendemos que la existencia del con-sultante ha generado estructuras y en nuestro intento de comprender nos dirigimos a tratar de aprehender el sentido de su vida. Concede-mos mucha importancia a la Hermenutica, disciplina encargada de acercarse a la interpre-tacin de dichas estructuras, permitiendo un cierto grado de conocimiento. Heidegger afirma que "El lenguaje es la casa del ser. En su casa el hombre habita. Consideramos su postura y la de otros autores sobre el concepto de len-guaje en Analtica Existencial.

    Palabras clave: Anlisis Existencial Lenguaje Hermenutica Terapeuta

    M ucho se ha explicado, en reunio-nes y congresos, sobre los apor-tes de la Analtica Existencial a la prctica de la Psicoterapia. El principal hincapi de casi todos los traba-jos se realiz sobre las diferencias entre los

    aportes de metodologas basadas en deduc-ciones hipotticas y la Analtica Existencial

    que utiliza mtodo de comprensin descrip-

    tiva o fenomenolgico. Fue Wilhem Dilthey

    (1833-1911) el primero en explicar esta dualidad entre lo que llam Ciencias del

    Espritu y Ciencias de la Naturaleza.

    En nuestro trabajo como Psicoterapeutas Existenciales tomamos muy en cuenta la

    necesidad de escuchar, detenerse, com-prender y luego hablar. Pero, segn Dilt-hey, solo podemos determinar la compren-sin por el sentido y el sentido apenas por la comprensin. Podemos, apenas, acercar-

    nos al conocimiento del otro porque enten-demos que la existencia del consultante ha

    generado estructuras y en nuestro intento de comprender nos dirigimos a tratar de aprehender el sentido de su vida. Concede-

    mos mucha importancia a la Hermenuti-ca, disciplina encargada de acercarse a la interpretacin de dichas estructuras, per-

    mitiendo un cierto grado de conocimiento.

    El trmino hermenutica proviene del verbo

    griego (jermeneueien) que signi-fica interpretar, declarar, anunciar, escla-recer y, por ltimo, traducir. Significa que

    alguna cosa se vuelve comprensible o se lleva a la comprensin. Se considera que el trmino deriva del nombre del dios griego

    Hermes, el mensajero, al que los griegos atribuan el origen del lenguaje y la escritu-

    ra y al que consideraban patrono de la co-municacin y el entendimiento humano. El

    LENGUAJE, HERMENUTICA Y

    PSICOTERAPIA EXISTENCIAL

    Por Dr.Jos MartnezRomero Gands

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    Blog: logoterapiagalicia.blogspot.com.ar

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    Artculo publicado en el N 10 de la Revista Latinoamericana de Psicologa Existencial, Abril 2015

  • 17

    trmino originalmente expresaba la com-

    prensin y explicacin de una sentencia os-cura y enigmtica de los dioses u orculo

    que precisaba una interpretacin correcta. En filosofa el trmino hermenutica fue especialmente sealado por Wilheim Dilt-

    hey en el Origen de la hermenutica (1900) y fue revivido en el siglo XX por diversos filsofos como Martin Heidegger (1927) y

    Hans-Georg Gadamer (1960)

    El salto se produce en pleno siglo XX con

    Martn Heidegger quien, en su anlisis de la comprensin, afirma que, cualquiera que

    sta sea, presenta una estructura circu-lar. Deca:Toda interpretacin, para pro-ducir comprensin, debe ya tener compren-

    dido lo que va a interpretar. Esta recipro-cidad entre texto y contexto es parte de lo que Heidegger llama el crculo hermenuti-

    co, recurso explicativo de tipo dialgico que intenta dar razn de los aspectos generales

    para el entendimiento. Tanto en el campo filosfico como en el teolgico, se hace refe-rencia al crculo hermenutico para desig-

    nar la estructura circular de la inteleccin o entendimiento (Scheleiermacher (2002).

    Hermeneutik. Herder)

    Heidegger introduce nuevos derroteros en

    la hermenutica al dejar de considerarla nicamente como un modo de comprensin del espritu de otras pocas y pensarla co-

    mo el modo fundamental de situarse el ser humano en el mundo: existir es compren-der. Heidegger cambia el foco de la her-

    menutica desde la interpretacin a la comprensin existencial, la cual es tratada

    como un modo de ser en el mundo ms di-recto, no-mediado - por lo tanto ms autntico- que simplemente como un

    "modo de conocer"(Heidegger, Martin (1927/1962). Being and Time. Harper and Row. p. H125) Por ejemplo, sostuvo la ne-

    cesidad de una "hermenutica especial de la empata" para disolver el clsico proble-

    ma filosfico de las "otras mentes", ponien-do el problema en el contexto del estar-con

    del modo de relacionarse humano. (A pesar

    de que el mismo Heidegger no complet es-te proyecto. Agosta, Lou (2010). Empathy

    in the Context of Philosophy. Palgrave Mac-

    millan. p. 20).

    Pero no nos consideramos hermeneutas sino psicoterapeutas o terapeutas exis-tenciales. Buscar a un mensajero o un

    mediador o acudir a un terapeuta?

    No siempre tenemos claro el origen de estas

    dos acepciones. Mediador es el que est en el medio. Por cierto, igual origen que para mediocre (medius: estar en medio y ocris: montaa o peasco escarpado). As mediocris sera el que se queda a mitad del camino, a mitad de la montaa, algo pobre o que no destaca en la evolucin de

    la lengua romance.

    Explicar el origen de la palabra terapeuta resulta un poco ms difcil y apasionante.

    La palabra terapeuta deriva del griego therapeia, que refiere a la medicacin pe-ro tambin significa servir, cuidar, aten-der. Ubicndonos en la grecia clsica en-contramos que therapn era el siervo y therapeutikos el siervo encargado de cui-dar la realizacin de servicios religiosos aunque tambin el encargado de expulsar a

    los perros que ingresaran en el templo.

    Debemos pensar, entonces, en un

    terapeuta que no se ubique por encima de los dems, que no pretenda solamente interpretar, esclarecer o traducir sino que

    est a su servicio. Estamos al servicio del otro para acompaarlo en el camino hacia

    su plenitud.

    Es evidente que estamos formados intelec-

    tualmente a partir de nuestra informacin y prctica en los mbitos universitarios. Heidegger nos ha mostrado en Ser y Tiem-po que la interpretacin se funda en la inteleccin pero sta no surge de aquella. Pero el consultante se mueve como un todo

    en el dominio de la existencia humana conformando una entidad comprensiva so-

  • 18

    lamente inteligible desde la mirada filos-fica que considera los dominios esenciales

    (nticos) de la existencia.

    Salimos al encuentro del otro, un existente que consulta y que no puede ser percibido de manera pasiva. Como intelectuales for-

    mados en los aspectos tericos de la filosof-a, la psicologa, la sociologa y el arte esta-

    mos siempre tentados a inteligir a ese existente que tenemos enfrente. Es imposi-ble no inteligir de una manera activa como

    terapeutas (sujeto cognocente) pero no ca-be ni corresponde apartarse de una din-

    mica dialgica entre terapeuta-paciente, con una retroalimentacin mutua siempre ubicada en el contexto de lo que significa

    existencia. Ese dilogo es una comunica-cin de sentido que podemos expresar en palabras de Heidegger: sentido es lo exis-tencial de la existencia, slo la existencia tiene sentido. Semeja una frase redundan-te pero constituye, segn l, el crculo de

    la inteleccin.

    Estas afirmaciones levantan crticas en el campo cientfico en cuanto ste, obviamen-te, no puede presuponer principios axiom-

    ticos preestablecidos para formular sus postulados y sita al crculo hermenutico

    en una disyuntiva fundamental, en un vicio que re-sita la necesidad de acceder a la posibilidad del uso del mismo dentro del

    campo de las ciencias exactas ya que visto desde este punto de vista se convertira en un recurso inacabable. Se dispone as de

    un imperativo de usar el crculo no como un vicio sino como herramienta en cuanto

    los intentos de asumir los saberes no impli-can la pre-suposicin de ningn principio, razn por la cual el evidente vicio de com-

    prensin quedara superado

    Como dijimos, en el encuentro psicoterap-

    utico basado en postulados de la Analtica Existencial entendemos se produce el pro-ceso de escuchar, detenerse, comprender y luego hablar. En el libro Gadamers Hermeneutics and the art of conversation

    (Andrzej Wiercinsky, editor, International

    Studies in Hermeneutics and Phenomeno-logy, Vol.I) se seala que el lenguaje no

    pertenece, necesariamente, a la esencia de la existencia humana. As, la conversacin

    tampoco pertenece a esa esfera.

    La conversacin se realiza en un lenguaje. Sin embargo, el lenguaje no es significado e

    instrumento para la conversacin. Gada-mer enfatiza que no tenemos una conver-sacin sino que somos conversacin y lo analiza extensamente en relacin a la lec-tura de Heidegger sobre Hlderlin. ste se

    concentra en la conversacin de los huma-nos con los dioses y Gadamer en la rela-

    cin dialogal entre los seres humanos.

    En Carta sobre el humanismo Heidegger afirma que "El lenguaje es la casa del ser. En su casa el hombre habita. Todo lo que piensa y todo lo que crea con palabras se

    convierte en el guardin de su casa.

    Heidegger se pregunta: Qu es habitar? En qu medida el construir pertenece al

    habitar? (Heidegger, M. (1994), Construir, habitar, pensar Traduccin de Eustaquio

    Barjau, en Conferencias y Artculos, Ser-bal, Barcelona.) Contina, afirmando, El construir como el habitar, es decir, estar en

    la tierra, para la experiencia cotidiana del ser humano es desde siempre, como lo dice tan bellamente la lengua, lo habitual. De

    ah que se retire detrs de las mltiples maneras en las que se cumplimenta el

    habitar, detrs de las actividades del cui-dar y edificar. Luego estas actividades rei-vindican el nombre de construir y con l la

    cosa que este nombre designa. El sentido propio del construir, a saber, el habitar,

    cae en el olvido.

    Este acontecimiento parece al principio como si fuera un simple proceso dentro del

    cambio semntico que tiene lugar nica-mente en las palabras. Sin embargo, en

    realidad se oculta ah algo decisivo, a sa-ber: el habitar no es experimentado como el

  • 19

    ser del hombre; el habitar no se piensa

    nunca plenamente como rasgo fundamen-

    tal del ser del hombre.

    Sin embargo, el hecho de que el lenguaje, por as decirlo, refiera al significado propio de la palabra construir, el habitar, testifica

    lo originario de estos significados; porque en las palabras esenciales del lenguaje, lo

    que stas dicen propiamente cae fcilmente en el olvido a expensas de lo que ellas mientan en primer plano. El misterio de es-

    te proceso es algo que el hombre apenas ha considerado an. El lenguaje le retira al

    hombre lo que aqul, en su decir, tiene de simple y grande. Pero no por ello enmudece la exhortacin inicial del lenguaje; simple-

    mente guarda silencio. El hombre, no obs-tante, deja de prestar atencin a este silen-

    cio.

    El carcter conversacional del lenguaje est basado en prioridades Platnicas de lo

    hablado sobre lo escrito. Lo hablado des-cansa en la prioridad del verbum interius,

    de la palabra interior. El esplendor total del lenguaje solamente se expresa en la con-versacin. Com-versatio significa volverse hacia el otro, enfrentar al otro, estar frente a frente. Las proposiciones escritas nunca podrn traducir la complejidad y ri-queza de la conversacin, sus significados y sus relaciones con la cultura y las comu-

    nidades.

    En forma similar a lo que Heidegger esta-

    blece como relacin entre Ser (Sein) y un ser (das Seiende), Gadamer establece una relacin entre lenguaje y lenguaje hist-rico que se actualiza, constantemente, en el uso del habla y en el poder de la palabra.

    Esto lo sabemos muy bien los que emigra-mos a un pas diferente al de la etapa de formacin del lenguaje en nuestra infancia.

    Nos ACTUALIZAN en este tema los escritos de Ludwing Wittgenstein (1889-1951) cuando afirma The limits of my language

    mean the limits of my world. (Los lmites de mi lenguaje significan los lmites de mi

    mundo). Pone un ejemplo prctico y senci-

    llo: Nuestras palabras slo expresan hechos, del mismo modo que una taza de

    t slo podr contener el volumen de agua propio de una taza de t por ms que se

    vierta un litro en ella.

    Y un ejemplo personal: no siempre me en-tendieron en mi emigracin a Espaa

    cuando hablaba en castellano aprendido en mi infancia en Argentina. Y muchas ve-ces lo hablado por los otros atacaba los

    fundamentos de mi habla (Espaa: coger = agarrar / jArgentina: coger = copular). De-

    biramos tener muy claro esta situacin los lectores de Sartre recordando cuando afir-maba Las palabras son pistolas carga-das (en Ques-ce que la littrature, Paris, Gallimard). Cargadas de connotaciones, de prejuicios, de matices, de poesa, de amor,

    de odio, de esperanza; nunca son neutra-les, como no lo es ninguna de las creacio-

    nes de la mente humana.

    Contrariamente a lo expresado ms arriba

    sobre las prioridades Platnicas de lo hablado sobre lo escrito encontramos la po-sicin del filsofo francs J. Derrida

    (Derrida, Jacques, Filsofo francs contem-porneo. Naci en El-Biar (Argelia) en

    1930. Realiz estudios en la Ecole Normal Suprieure de Pars, siendo alumno de Je-an Hyppolite y de Maurice de Gandillac.

    Desde 1983 es Director de estudios de la Escuela de altos estudios sociales de Pars, de donde es catedrtico de filosofa, y pro-

    fesor de la Universidad de California). Su obra es ante todo una crtica de las cate-

    goras tradicionales de la metafsica y la hermenutica, que ha dado lugar a la lec-tura desconstructiva de numerosos textos

    cannicos, indistintamente filosficos o li-terarios, y ha afectado las doctrinas que ms han influido en la sensibilidad lings-

    tica de nuestro tiempo. Pero, posiblemente, el principal mrito de Derrida ha sido refe-

    rir el concepto tradicional de razn a la en-

    tronizacin filosfica de la palabra.

  • 20

    Es importante en la obra de Derrida la

    conviccin de que la tesis logocntrica se sustenta en la hegemona que las filosofas

    del lenguaje han solido asignar a la palabra hablada. Segn Derrida, el logocentrismo ha tendido a menospreciar la escritura, y

    tal menosprecio fue correlativo a la tenden-cia a enaltecer la expresin oral. Lo cierto es que el contraste entre palabra y escritu-

    ra ha orientado decisivamente la tradicin logocntrica. En esta discusin Derrida

    sostiene que, por un lado, se ha mantenido que la palabra era una manifestacin pura e inmediata del lenguaje. Por otro lado, ha

    depreciado la escritura hasta el punto de atribuirle un carcter meramente derivado.

    Ha llegado a ser considerada, en efecto, un orden subalterno de signos cuyo nico co-metido es de-signar la palabra. Tal posicin

    derivara, segn Derrida, de la creencia en una especial proximidad entre la palabra y el espritu (Diccionario de Filosofa, Her-

    der).

    Porqu nos referimos a Derrida en este tra-

    bajo a riesgo de caer en la plyade de afir-maciones de moda acerca de su teora?

    Porque el autor define la esencia de su mo-vimiento ut i l izando e l trmino deconstruccin. Este trmino proviene del concepto de Destruktion, de Martn Heideg-ger ( 1889-1976) quien nos exhortaba a apartarnos de la tradicin de la ontologa

    exponiendo su desarrollo interno. Como Heidegger, Derrida utiliza trminos nuevos

    que logra luego de tachar parte del vocablo o de separar los fonemas. Por ejemplo, co-nectando su recuerdo de Argelia donde na-

    ci con la palabra nostalgia, afirma padecer de nostalgere. Un ejemplo en castellano de este juego sera analizar la traduccin del libro citado: El monolingismo del otro o la prtesis de origen. El autor utiliza en francs la prothse dorigine. Etimolgica-mente, pro y thesis, dirigido a aquello que se afirma como original. De ah que de-

    biramos traducir o la afirmacin del ori-

    gen. Un origen que ha sido sustituido y entonces la aparicin de la prtesis, idio-ma agregado al original, que siempre ser

    artificial. El traductor no REPAR en la po-

    sible deconstruccin del ttulo.

    Resulta, a veces, complicado seguir sus

    propuestas tericas dificultad que desapa-rece cuando leemos acerca de su propia ex-

    periencia en relacin a la incorporacin del lenguaje. Su discurso expresa la ficcin dramtica de una lengua con respecto a

    ella misma o su respuesta a las lenguas colonizantes, expresado siempre en el mar-

    co de una conversacin animada con su interlocutor imaginario. Simultneamente, entrelaza esta ficcin con una postulacin

    de premisas y tesis acerca de la lengua materna, la hegemona de una poltica acerca de esa lengua, el colonialismo y la

    relacin terapeuta-paciente en el caso de consultantes que hablan otro idioma al del

    terapeuta, tuvieron una lengua materna distinta a la usada en la sesin o reconocen influencia social sobre muchos aspectos de

    su habla (jergas, usos locales o argots). En nuestra experiencia personal ha sido refe-

    rencia inexcusable en el tratamiento de problemas de alteridad y alienacin en re-lacin a la cultura de emigrantes (Martnez-

    Romero Gandos, Jos (2005) Tesis Docto-ral: Alteridad y alienacin en los emigran-tes gallegos al Ro de la Plata. Su compren-

    sin existencial. Indita).

    Me permitir, con el mximo de respeto in-

    telectual por su trabajo, parafrasear su re-lato y trasladar sus conceptos a una refe-

    rencia autobiogrfica que nos permitir comprender las dificultades imaginarias de un psicoterapeuta que nos recibiera en

    consulta: Yo mismo, como autor de este trabajo, estoy encerrado en una celda. Mi educacin formal ha sido realizada en cas-

    tellano, con los aportes del ingls y el francs. Mejor debiera decir fue realizada en espaol. O tal vez, en porteo. Ambas realidades idiomticas estn muy lejos de

  • 21

    mi realidad lingstica. Nac en Buenos Ai-

    res, soy porteo. Me cri cerca del puerto. Puedo afirmar mi porteismo aunque algu-

    nos autores creen que Buenos Aires tiene pocas trazas de una ciudad que se asoma, a travs de un puerto, al mar. En este caso

    solo puede asomarse al Mar Dulce, el Ro de la Plata, ancho mar que lleva dos horas de moderna navegacin cruzarlo en su des-

    embocadura. Buenos Aires es una ciudad

    mediterrnea. Eso dicen ellos.

    Me atrevera a afirmar que nuestra porteidad surge de dos aspectos muy importantes de la cultura: efectivamente tuvimos un puerto muy activo y estuvimos siempre mirando por encima del Atlntico

    para tratar de ver, con esfuerzo, la costa europea. Mejor dicho, esforzarse para ver Paris. Nuestro puerto nos puso en contacto

    con muchas culturas y esto se refleja en la lengua que hablamos. Nac en Buenos Ai-

    res, en el porteo barrio de San Telmo, de padres gallegos. Mi lengua no es el castellano, ni el espaol, ni siquiera el lunfardo porteo. No tengo ms que una lengua, no es la ma, dice Derrida (Derrida, J. op. cit.) Las primeras cancio-nes de cuna que recib fueron cantadas en gallego. Me fajaron hasta los 6 meses, en-vueltas mis piernas y abdomen en largas tiras blancas arrolladas alrededor de m hasta los 6 meses. Como un matambre. Tal

    como se hizo siempre en la aldea natal de mis padres. Para que creciera con las pier-

    nas derechas. Eso lo lograron. Y que le cantara a mis hijos canciones de cuna en

    gallego, tambin.

    En mis recuerdos como psicoterapeuta aparecen numerosos casos clnicos asisti-

    dos que reconocieron avances en el logro de un proyecto vital asumido y autntico cuando pudieron comprender las dificulta-

    des aadidas a su historia por pertenecer, simultnea o alternativamente, a culturas

    diferentes de acogida con lenguajes tam-bin diferentes o especiales. Especial re-

    cuerdo para pacientes con padres de origen

    japons, rabe, judo, quechua, chan, guaran o incluso ingls, que los haca sen-

    tir a veces orgullosos, a veces conflictuados y siempre diferentes a su grupo de referen-

    cia.

    No tengo ms que una lengua, no es la ma. Y an ms. Soy monolinge. Mi mo-

    nolingismo mora en m y lo llamo mi mo-rada; lo siento como tal, pertenezco a l y lo habito. Me habita. (...) Ahora bien, nunca

    esta lengua, la nica que estoy condenado as a hablar, en la vida, en la muerte, esta

    nica lengua, ves, nunca ser la ma. Nun-ca lo fue, en verdad. Dice Derrida (Vase

    la relacin con el habitar en Heidegger)

    Este proceso de reconocimiento de la len-gua propia es intelectual y lo realiza el au-

    tor desde su conocimiento sobre las len-guas que influyeron en l (francs, rabe, idish y el hebreo del culto). Una discusin

    interesante del autor relaciona la lengua materna (comillas en el original) con facto-res de colonialismo y dominacin que afec-

    tan su desarrollo.

    Sabemos y lo expresamos as tericamente que en el despliegue de la existencia mun-dana cada hombre se enfrenta con la sole-

    dad de su proyecto, una tarea formidable que intenta superar la angustia por la fini-tud de su propia empresa. Cada uno es

    nico e irrepetible frente a este proyecto. Y la tarea se presenta como una lucha cons-

    tante por sostener el sentido de vida.

    Frente a la oscuridad que presenta la per-

    sona para la captacin de ese sentido, el signo intenta la universalizacin de lo que al saber objetivo le est vedado resear. Se

    establecen, as, conciliaciones posibles en-tre la vivencia subjetiva y la interpretacin de los signos que sta persona produce, de

    los cuales el lenguaje es uno de los princi-

    pales.

    El lenguaje es la expresin de la actividad de la conciencia que da cuenta de vivencias

  • 22

    nicas e inenarrables en su verdadera di-

    mensin. Nuestra tarea como Psicoterapeu-tas Existenciales es comprender al otro, in-

    terpelarlo mediante la apelacin que reali-zamos en cada encuentro. Llamarlo, apelar a l, para que pueda acceder al despliegue de su existencia del modo ms autntico que le sea posible. Apelamos al otro como investigadores y como psiclogos

    para que nos manifiesten, a travs del len-guaje, lo que sintieron, sienten y esperan

    en relacin a ese proyecto vital.

    Bibliografa:

    del Acebo Ibez, Enrique (1998) El arraigo

    y la morada como categoras existenciales (Espacio, Sociedad y Cultura), Buenos Ai-

    res, Edicin Estudios del IMAE, N 1.

    Derrida, Jacques (1975) Gnesis y estruc-tura de la fenomenologa, en Las nociones de estructura y gnesis, Buenos Aires,

    Paids.

    Derrida, Jacques(1996) El monolingismo del otro, Ediciones Manantial S.R.L., Bue-nos Aires,1997 Ttulo original: Le monolin-

    gisme de lautre ou la prothse dorigine,

    Pars.

    Diccionario de Filosofa (1996) Editorial Herder, VERSIN en CD.Barcelona, 1996.ISBN 84-254-1991-3 Autores: Jordi

    Corts Morat y Antoni Martnez Riu.

    Dilthey, Wilheim (1990) Teora de las con-

    cepciones de mundo, Alianza Editorial,

    Mxico.

    Edie, James M.(1976) Vigencia de la con-cepcin Huserliana de la idealidad del len-

    guaje, en Sentido y Existencia de Gary Brent Madison, Editorial Verbo Divino, Es-tella, Pais Vasco. Ttulo original Sens et

    existence (Editins du Seuil)

    Heidegger, Martin (1993) Ser y Tiempo,

    Mxico, F.C.E.

    Heidegger, Martn (1977) Letter on Huma-

    nism, Basic Writings, Nueva York, Harper

    and Row.

    Sartre, Jean Paul (1979) Letre e le nant- Essai d'ontologie phnomnologique, Paris,

    Ed. Gallimard.

    Stein, Ernildo (1973) A questao do mtodo na filosofia - Um estudo do modelo heideg-

    geriano, San Pablo, Ed. Das Cidades.

    Vattimo, Gianni(1995) Introduccin a Hei-degger, Edit. Gedisa, Barcelona, ISBN 84-

    7432-254-5

    Publicado por Martnez-Romero Gandos,

    Jos V. en domingo, abril 12, 2015 Etique-tas: Anlisis Existencial - Psicoterapia

    Existencial - Hermenutica - Dr. Jos

    Martnez-Romero Gandos

  • 23

    LA LOGOTERAPIA VINCULAR EN

    LAS EMPRESAS

    Por Lic. Anala Boyadjin

    Mail de contacto: [email protected]

    Por qu Logoterapia?

    L a Logoterapia es una escuela de la Psicologa Humanista que tiene co-mo propsito acompaar a las per-sonas a descubrir el sentido de su vida en toda situacin y momento. He aqu la orientacin fundamental del ser huma-

    no.

    Es necesario comprender que el desarrollo de la Logoterapia se da en el contexto pos-

    terior a la segunda guerra mundial, a partir de la devastacin y la prdida de sentido derivada de ella. El fundador de esta escue-

    la vienesa es el psiquiatra filsofo, antrop-logo y neurlogo Vktor Frankl, que fue

    prisionero en cuatro campos de concentra-cin y que nos deja el gran aporte de lo es-piritual como la dimensin esencialmente humana que se integra a la dimensin psi-

    cofsica del hombre.

    Entonces, la Logoterapia parte de una vi-

    sin integral del hombre (bio-psico-socio-espiritual), dando lugar a procesos y herra-

    mientas de intervencin que potencian las

    capacidades y habilidades de la persona.

    Nos referimos a la dimensin existencial

    del hombre como aquella que lo capacita para hacer frente a las dificultades y mo-mentos lmites de su vida ya que, en ltima

    instancia, siempre puede tomar una acti-tud personal frente a lo que le toca vivir.

    Desde su libertad con responsabilidad pue-

    de aceptar, luchar, tolerar y no rendirse es decir, desplegar su capacidad de resilien-

    cia para sobrevivirlas e incluso salir forta-lecido de esas vivencias. Poder crecer y

    aprender de lo vivido.

    Por qu Logoterapia en la empresa?

    Como venimos sealando, encontrarle sentido a la vida es la motivacin princi-

    pal de la existencia humana. Y en la profe-sin y el trabajo encontramos una va regia para el logro de este sentido.

    Trabajar da a da con el entusiasmo de

    llevar adelante nuestra tarea que forma parte de un todo, de un equipo de trabajo, de una organizacin en la cual aportamos

    nuestra impronta, permite vivir al trabajo como una experiencia enriquecedora y humanizante.

    El trabajo logoteraputico busca encon-trar los modos aptos para que la tarea se

    lleve a cabo con compromiso y satisfaccin en el interior de la organizacin. Sabemos que toda empresa es una orga-

    nizacin con un grupo de personas que realizan su trabajo e interactan confor-mando lo que llamamos una cultura orga-nizacional con diferentes niveles de parti-cipacin y responsabilidad. Es un doble

    concepto de la responsabilidad compartida por la empresa y el empleado. La que co-

  • 24

    rresponde al empresario incluye la imple-

    mentacin de condiciones laborales, sala-riales y ambientales necesarias para que el

    trabajo tenga sentido. Creemos que el nuevo paradigma econmi-co es de carcter social, por eso hoy las

    empresas apuestan a desarrollar progra-mas de responsabilidad social. Se intenta, frente al absurdo del materialis-

    mo vaco, sostener objetivos que lleven hacia una economa con rostro humano. Y en esto de humanizar la empresa, y de humanizar el trabajo, la Logoterapia tiene mucho que aportar, tanto desde su postura

    antropolgica, como desde la logo-actitud para desafiar un modelo deshumanizante

    que aniquila al hombre moderno y lo aleja de su ser y sus valores. La Logoterapia Vincular, resaltando el

    hecho de que somos seres en relacin, y que son justamente esas relaciones las que nos sostienen y nos enriquecen o nos dete-

    rioran, viene a facilitar en la organizacin el trabajo en redes, la solidaridad, el traba-

    jo en equipo, la comunicacin eficaz, los proyectos en comn, la cordialidad y el res-peto por uno y por los otros, creando as

    un ambiente o clima laboral que beneficia el despliegue de los recursos personales y grupales.

    La Logoterapia puede proveer un modelo

    de prevencin e incluso de sanacin de ciertas crisis o neurosis (vaco de sentido, frustracin, distress) ofreciendo un encua-

    dre que les permita desplegar su posibili-dad y responsabilidad encarando el trabajo

    diario con sentido. La responsabilidad que corresponde al tra-bajador es personal y no solamente se rela-

    ciona con su funcin sino tambin con la bsqueda de un sentido autntico de su trabajo que solamente l puede alcanzar.

    Aunque la empresa y las relaciones inter-personales funcionales dentro de la organi-

    zacin pueden colaborar para que el clima sea el mejor posible para que se exprese la

    satisfaccin laboral profesional.

    Es all donde la intervencin de un Logote-

    rapeuta Vincular experimentado en las re-laciones interpersonales en las empresas puede contribuir a que esta relacin sea

    clara y bien establecida haciendo uso de tcnicas especficas para el bien comn. Como Logoterapeuta Vincular trabajo con-

    juntamente con empresas y organizaciones que han comprendido plenamente esta ne-

    cesidad. La Logoterapia se acerca a la em-presa considerando la mutua necesidad de empleador y empleado de encontrar en el

    trabajo un espacio de desarrollo personal que favorezca la calidad de vida y la pro-

    ductividad. Esta propuesta se realiza me-diante tcnicas individuales y grupales (aplicando el modelo Sistmico) para perci-bir las necesidades (diagnstico) ygenerar cambios en la cultura empresarial que fa-vorezcan estos objetivos.

    Tanto a nivel personal como empresarial la

    voluntad de sentido permite la realizacin de ideales y entendemos que el sentido est basado en valores. Cuando debemos en-

    frentarnos a una crisis personal o empresa-rial sern estos valores y este sentido los que darn lugar a la posibilidad de seguir

    adelante, a pesar de todo. Segn la Logote-rapia se trata de elegir entre el sentido o,

    en su defecto, el vaco o la desesperanza. Nada ayuda tanto al hombre o a la Em-presa a superar las dificultades como la

    conciencia de tener una misin. Frente a las dificultades que la vida presenta, el

    "cmo" queda relegado a segundo plano en el momento en que es importante el "para qu". Recordemos la afirmacin frankieana:

    "La vida, an en las peores circunstancias, siempre vale la pena vivirla". Recordemos las palabras de Viktor E.

    FrankI en su artculo "La crisis de la eco-noma y la vida espiritual desde el punto de

    vista del pastor de almas" (FrankI, V.E. "Wirtschaftskrise und Seelenleben

  • 25

    vom Standpunkt des Jugendberaters",

    Seelenrztliche Rundschau 43,1933) so-bre el concepto de "neurosis de la desocu-

    pacin", cuyo sntoma principal es un esta-do de apata, una vivencia de vaco existen-cial, sentimientos de inutilidad y de vida

    sin sentido. Cuando una Empresa define sus objetivos o inicia una campaa de posicionamiento

    o de ventas no es posible ni recomendable que deje de lado la consideracin de aspec-

    tos psicolgicos y sociolgicos de esas es-trategias. Todo especialista en marketing coincide en que es fundamental definir la

    misin, la visin y los valores que susten-tan una campaa.

    La misin, visin y valores representan el sentido de la empresa. De ello depende el futuro y no siempre estos conceptos son

    considerados en las reuniones de trabajo. Conceptos como rentabilidad, desarrollo empresarial o xito y bienestar del em-

    presario estn estrechamente vinculados al

    sentido de la empresa y no podran des-plegarse plenamente sin el compromiso con

    la misin, la visin y los valores. Adems de los valores de actitud y de ex-periencia que describe Frankl como impul-

    sores del sentido agrega los valores de creacin, fundamentales en la relacin de la persona con el mundo y especialmente

    con el mundo del trabajo. De esto se desprende el valor de la motiva-

    cin personal y la necesidad de una buena calidad de vida para poder explorar las po-sibilidades y las capacidades que cada uno

    puede hacer fructificar en su trabajo diario.

  • 26

    Este mes, CAVEF quiere compartir con los

    lectores de LOGORED, un artculo de Alan

    Watts cuyo ttulo es Y QUINES SOMOS,

    EN RESUMIDAS CUENTAS? Se trata de

    otro material de estudio.

    Y QUINES SOMS, EN RESUMIDAS

    CUENTAS? Por Alan Watts

    Una de las preguntas ms fascinantes en

    el mundo es: Quin soy?

    O, qu soy yo? Soy el observador, el co-nocedor? Pero el que eres es la ms inac-cesible de todas las experiencias, comple-

    tamente misteriosa y escondida.

    Cuando hablamos de nuestros egos, utili-

    zamos la palabra Yo, y yo siempre he es-tado tremendamente interesado en lo que

    la gente quiere decir con la palabra Yo porque aparece en errores curiosos en el discurso. Por ejemplo no decimos yo soy un cuerpo. Decimos, yo tengo un cuer-po. De alguna manera no pareciramos identificarnos con todo nuestro ser. Yo di-

    go mis pies, mis manos, mis dientes, como si fueran algo externo a m, y hasta

    dnde puedo darme cuenta, la mayora de la gente siente que son algo a mitad de camino entre las orejas y un poquito ms

    atrs de los ojos, dentro de la cabeza, y desde este centro pende el resto. Y el prin-

    cipio que gobierna all es lo que llamas el

    ego. Eso soy yo!

    Pero yo sencillamente no puedo deshacer-

    me de la idea de que eso es una alucina-cin. Eso no es lo que eres para nada. Y

    es una alucinacin muy peligrosa porque te da la idea de que eres un centro de conciencia, energa y responsabilidad que

    se para en contra y en oposicin a todo lo dems. T eres el principio dentro de tu

    propio cuerpo como si tu cuerpo fuera un automvil y t el chfer. Pero te sientes atrapado en una trampa porque tu cuerpo

    es una especie de desastre. Se enferma, se cansa, te duele y eventualmente se des-gasta y se muere. Y te sientes atrapado en

    la cosa porque te sientes diferente de ella.

    Adicionalmente, sientes que el mundo fuera de tu cuerpo es una trampa horri-ble, llena de gente estpida, quienes a ve-

    ces son simpticas contigo pero la mayor-a no. Todos estn all fuera por s mis-mos, igual que t, y por lo tanto hay un

    tremendo conflicto. El resto, aparte de la gente, es absolutamente tonto; los anima-

    les, las plantas, los vegetales y las pie-dras. Finalmente, detrs de todas esta co-sa hay centros encendidos de radioactivi-

    dad llamados estrellas, y all afuera, don-de no hay aire, no es un lugar para que

    viva una persona.

    Hemos llegado a sentirnos como centros

    de conciencia muy tierna, sensitiva y vul-

    LA PGINA DE CAVEF

    Director: Dr.Claudio Csar Garca Pintos

    Por Dr Claudio Csar GARCIA PINTOS Mail de contacto: [email protected]

    facebook.com/claudio.garciapintos.1

  • 27

    nerable, confrontada con un mundo al

    que no le importamos para nada. Y por lo tanto, tenemos que meternos con el mun-

    do externo y maltratarlo hasta someterlo a nuestra voluntad. Hablamos de la con-quista de la naturaleza; y conquistamos

    todo. Hablamos de la conquista de las montaas, de la conquista del espacio, de la conquista del cncer, etc. Estamos en

    guerra. Y es porque nos sentimos que so-mos egos solitarios, inextricablemente

    amarrados en un mundo que no hace las cosas a nuestra manera a menos que de alguna forma nos las arreglemos para

    obligarlo.

    Siento que esta sensacin de nosotros co-

    mo un ego es una alucinacin, una con-cepcin totalmente falsa de nosotros mis-

    mos como un ego dentro de una bolsa de

    piel. Lo que realmente

    somos es, en primer lugar, la totalidad de nuestro cuerpo. An cuando el cuerpo est rodeado por piel, y puedo diferenciar

    entre mi afuera y mi adentro, mi cuerpo no puede existir excepto en un determina-

    do tipo de ambiente natural. Obviamente requiere aire, y ese aire debe estar cerca de una determinada temperatura. Requie-

    re nutricin. Y necesita que est en un cierto tipo de planeta cerca de un determi-

    nado tipo de estrella caliente que gire re-gularmente a su alrededor en una forma rtmica y armoniosa de manera que la vi-

    da pueda continuar. Esa organizacin es tan esencial para la existencia de mi cuer-po y para todos sus rganos internos: mi

    corazn, mi cerebro, mis pulmones etc. Por ello, realmente no existe forma de se-

    pararme como cuerpo fsico del ambiente

    natural en el que vivo.

    Eso significa entonces que yo como cuer-po soy compatible con ambiente natural de la misma forma que las abejas son

    compatibles con las flores. Las abejas se ven muy diferentes a las flores. La flor

    crece de la tierra, y los colorea y perfuma

    el aire. La abeja es independiente, zumba y vuela alrededor de las flores. Pero donde

    no hay abejas, no hay flores, y donde no hay flores, no hay abejas. Van juntas y, en ese sentido, conforman un sistema. Un

    sustituto para la palabra sistema es la pa-labra organismo, una forma nica de vi-da, un individuo nico, abejas y flores y

    sin embargo qu diferentes se ven. Natu-ralmente, mis pies se ven muy diferentes

    de mi cabeza. Por supuesto, un hilo los junta y por ello decimos Bueno, es todo uno, obviamente. Son muy diferentes, pero ambos son yo. Los pies y la cabeza, aun cuando son diferentes, son como las

    abejas y las flores van el uno con el otro.

    Por lo tanto para definirme en una forma

    cientfica, y para formar una descripcin clara de mi cuerpo, mi organismo, y mi comportamiento, y para describir lo que

    est haciendo, debo tambin describir el ambiente, el entorno en el cual lo est

    haciendo. Y yo encuentro que lo que soy es una transaccin o una interaccin en-tre este organismo y el ambiente que lo

    rodea. Van juntos y constituyen lo que lla-mamos en fsica un campo unificado. Eso es lo que soy desde un punto de vista pu-

    ramente cientfico. Puede involucrar mu-chas ms cosas que eso, pero fsicamente

    soy un organismo/ambiente. Sin embargo as no es como siento mi ego, y esa no es la concepcin promedio de sentido comn

    de Yo, porque Yo est asociado con el organismo y no con el ambiente. Est en oposicin al ambiente y por lo tanto no

    est asociado para nada con el organismo. Como dije, el ego tiende a relacionar el re-

    sto del organismo de la misma forma que

    el chfer se relaciona con el automvil.

    Cmo tenemos esta falsa sensacin de ser un ego? Bueno, me parece que est

    hecho de dos cosas y lo primero que tene-mos que comprender es que en el curso

  • 28

    de la civilizacin hemos confundido nues-

    tras ideas y palabras y smbolos acerca del mundo con el mundo como tal. El gru-

    po de Semntica General, fundado por el Dr. Alfred Korzybski, tiene una pequea cancin, Oh, la palabra no es la cosa, la palabra no es la cosa, hi, ho, la palabra no es la cosa. Obviamente no te puedes mojar con la palabra agua. La imagen, la

    idea, el smbolo, la palabra no es la reali-dad. El ego, lo que sentimos como yo consiste en la imagen o idea de nosotros mismos que vemos en el espejo o lo que veramos en la imagen de la televisin, y

    lo que obtenemos de otra gente.

    Cuando era pequeo recuerdo que tena

    un amigo que viva en mi misma calle, a quien llamaba Peter y yo lo admiraba mu-

    cho. Algunas veces llegaba a casa e imita-ba el comportamiento de Peter. Mi mam me deca Alan, eso no eres t, ese es Pe-ter. Y ves, ella me estaba dando una ima-gen de m mismo. Cuando haca algo malo

    ella deca: Alan, eso sencillamente no pa-recen cosas tuyas. Estaba ocupada cons-truyendo en m una imagen, una idea del

    tipo de acto que se supona que hara, el

    tipo de persona que se supone que era.

    La palabra persona proviene del Latn per-sona, que significa aquello a travs de lo

    cual (per) el sonido (sona) pasa. Se refiere originalmente a las mscaras que usaban los actores en el drama clsico, porque

    esas mscaras tenan piezas megafnicas en la boca, de manera que en el teatro abierto pudieran proyectar el sonido. En-

    tonces la persona, la persona, es la mscara es el rol que ests desempean-do. Y todos tus amigos y relacionados y parientes y maestros estn ocupados di-cindote lo que eres, cul es tu rol en la

    vida, y slo hay un determinado nmero de roles aceptables que puedes desempe-

    ar.

    Por lo tanto en primer lugar, tu sentido de

    Yo es tu sentido de quin eres, sea que

    seas un marinero, un soldado, un hombre rico, un hombre pobre, un mendigo, un

    ladrn; ya sea que seas un payaso, de tipo fuerte y silencioso, un bejuco pegajoso y podemos nombras docenas de ellos- te

    identificas con un cierto tipo de actuar. Es un ritual bastante complicado, y sin em-bargo hay una cierta manera de actuar

    con la cual te identificas y que constituye

    tu imagen.

    La imagen de ti mismo que tienes es una institucin social en la misma forma, por

    ejemplo, como es una institucin social dividir el da en 24 horas, o dividir el pie en 12 pulgadas, o dibujar las lneas de la-

    titud y longitud, que son puramente ima-ginarias, sobre la superficie de la tierra.

    Es muy til hacer eso porque estas lneas son los medios de navegacin, pero no hay lneas de latitud y longitud en o sobre

    la tierra son imaginarias. No puedes, por ejemplo, utilizar el ecuador para amarrar

    un paquete, porque es una lnea abstrac-ta, imaginaria. Y de la misma forma, la imagen de ti mismo como un ego es un

    concepto imaginario que no es el organis-mo, y an ms no es el organismo en su relacin inseparable con su ambiente na-

    tural fsico total.

    La imagen de ti mismo que tienes es sim-plemente una caricatura, y una caricatura es un ejemplo excelente: Cuando hacemos

    una caricatura de Adolfo Hitler, le estira-mos el cabello, y le ponemos un peine de-bajo de la nariz en lugar de un bigote. De

    la misma manera, nuestra imagen de no-sotros mismos es una caricatura de noso-

    tros mismos porque no incluye la mayora de todas las cosas importantes acerca de nosotros mismos: no incluye todas las co-

    sas que estn ocurriendo dentro del orga-nismo fsico. Oh, tenemos una barriga

    rumbles; ocasionalmente estamos cons-cientes de nuestra respiracin; y ocasio-

  • 29

    nalmente estamos conscientes de que

    duele en alguna parte. Pero casi siempre estamos totalmente inconscientes de todo

    lo que ocurre dentro de nosotros. Estamos inconscientes de nuestros cerebros y de cmo funcionan, as como no estamos

    conscientes de nuestras relaciones con el mundo externo, y muchas de nuestras re-laciones con otra gente son totalmente in-

    conscientes. Dependemos de operadoras telefnicas, de compaas elctricas que

    suplan nuestra electricidad, de las com-paas de servicios de recoleccin de ba-sura y de todo tipo de servicios sobre los

    cuales no pensamos nunca. Y de la

    misma forma no pensamos acerca de la

    presin del aire. No pensamos acerca de la composicin qumica del aire que respi-

    ramos. No pensamos acerca de los rayos csmicos, los rayos gamma, los rayos X o el resultado del sol. No obstante, todas es-

    tas cosas son absolutamente esenciales para nuestra vida, pero no estn incluidas

    en la imagen del ego.

    As que la imagen del ego es muy incom-

    pleta. De hecho, es una ilusin. Pero deci-mos, Bueno, mira, no puede ser de esa manera, porque Yo lo siento. No slo es

    una imagen de m mismo lo que tengo; Tengo un sentimiento slido detrs de la

    palabra Yo. Y por lo tanto cuando pienso Yo, siento que hay algo all. Pero qu es esa sensacin? Esta es una pregunta

    interesante, porque si tu cerebro es tu ego, tienes muy poco en cuanto a la sen-sacin directa de tu cerebro. De hecho,

    las operaciones se pueden realizar en el cerebro slo con anestesia superficial lo-

    cal- no hay sentimiento en el cerebro en

    s.

    Y entonces cul es la sensacin? Cuando tus ojos estn funcionando bien no ves tus ojos. Si tus ojos tienen alguna imper-

    feccin vers puntos en frente de ellos. Esto significa que hay problemas en la re-

    tira o en los nervios, y porque tus ojos no

    estn funcionando apropiadamente, los ves. De la misma manera, no escuchas

    tus odos. Si tienes un sonido en tu odo significa que hay algo mal con tus odos. As que si te sientes a ti mismo, debe

    haber algo mal contigo. Cuando sea que tengas la sensacin de Yo sern como puntos en frente de tus ojos significa que algo est funcionando mal contigo y que ests bajo estrs. Por eso sientes que

    ests all y te sientes como siendo diferen-te de, y de alguna forma separado de, todo lo que realmente eres, lo cual es todo lo

    que ests experimentando. El verdadero t es la totalidad de todo de lo que ests

    consciente y mucho ms.

    Y entonces qu es esta cosa que senti-

    mos en nosotros mismos cuando decimos Ese es mi yo concreto y material? Bueno te dir lo que es. Cuando eres un nio pe-

    queo en la escuela, estabas mirando por la ventana, tirando taquitos o cualquier

    otra cosa y de repente la maestra golpe la mesa y dijo Preste atencin!. Ahora, cmo prestaste atencin? Bueno te que-

    daste viendo fijamente a la maestra y frunciste tu entrecejo, porque as es como te ves cuando ests prestando atencin. Y

    cuando la maestra ve que todos los alum-nos en la clase la estn mirando y frun-

    ciendo el ceo, entonces se tranquiliza y siente que la clase estn prestando aten-cin. Pero la clase no est haciendo nada

    parecido. La clase est pretendiendo que

    presta atencin.

    Si ests leyendo un libro y es un libro complicado que tienes que