Los ODM: Panorámica General

ESTUDIOS SOCIOECONÓMICOS

1.a. Pobreza, Justicia, ODM2

Desde la frialdad de los números, la renta mundial puede representarse por una tarta estadística de seis trozos. Un sexto, predominantemente occidental, vive en la prospe-ridad, mientras dos tercios componen los países emergen-tes y emergentes-dinámicos que progresan lenta aunque consistentemente. El sexto restante, acoge a mil millones de personas en un grupo de aproximadamente 60 países que son incapaces de escapar de la extrema pobreza: es el millardo maldito.Por tanto, vivimos en un mundo injusto. Junto a facto-res geopolíticos y culturales, la pobreza se basa en una distribución radicalmente desigual de la Renta, unida a una distribución desigual de activos, al acceso desigual al mundo del trabajo digno y a la divergente distribución del poder político. La radiografía del Sur ha revelado durante decenios un crecimiento económico razonable, pero sin reducción general de la pobreza o, en su caso, un creci-miento con desigualdades crecientes. Los penosos logros alcanzados se centran básicamente en los dos colosos asiáticos, China e India. El sistema libre de mercado ha cosechado una serie de fracasos de los cuales uno de los más signifi cativos, y el más hiriente en costes humanos, ha sido la fl agrante asimetría de distribución de los In-gresos. Se proclama que la globalización ha benefi ciado a todos, pero de forma desigual. Todos navegamos en el mismo barco pero las diferencias de clase y camarote des-criben episodios infames. Se contabilizan desigualdades fl agrantes a nivel de países entre desarrollados, emergen-tes dinámicos, en desarrollo y pobres. Pero también hay disparidades crecientes en la distribución interna entre los

Estudios EmpresarialesNº 138 • 2012/1

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Los Objetivos de Desarrollo del Milenio: Panorámica general - Manfred Nolte

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio: Panorámica general

Manfred Nolte1

Es investigador - colaborador de ALBOAN

1. AntecedentesResumen: En el triste e injusto contexto de 1000 millones de personas incapaces de escapar de la extrema pobreza, la doctrina social cristiana y el acervo normativo de las Naciones Unidas se eri-gen como dos referentes morales insustituibles. Por ello, en este artículo, se analizan los Objetivos de Desarrollo del Milenio ( ODM) . Se expone su ori-gen, sus primeros logros, asi como su fragilidad, refl exionando sobre el controvertido concepto de ayuda. A su evaluación sigue una refl exión sobre los interrogantes que quedan tras el 2015, fecha para la que se fi jaron.

Palabras clave: Pobreza, Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Abstract: In the cruel and unfair context of 1,000 million people incapable of escaping from extre-me poverty, the Christian social doctrine and the regulatory legacy of the United Nations emerge as two irreplaceable moral institutions. Consequently this article will analyse the Millennium Develop-ment Goals (MDG), outlining their origins, initial success as well as their fragility and will refl ect on the controversial concept of aid. This assessment is followed by a refl ection on the questions that will remain after 2015.

Key words: Poverty, Millenium Developmente Goals.

Recibido: 17 enero 2012 - Aceptado: 21 febrero 2012



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países, incluso entre los occidentales. Un reciente informe de la OCDE(2011) ha constatado que en las últimas tres décadas, 25 de los 34 países que constituyen este Club de los Ricos, han contabilizado distribuciones regresivas de las rentas. Y los medios en EEUU han aireado recien-temente la convergencia en el 0,1% de su población de crecimientos de ingresos escandalosos. Los indignados de Wall Street se han atrincherado bajo la bandera ‘nosotros, el 99%’. Adicionalmente evidencia una rapacidad corto-placista cuando hipoteca la sostenibilidad medioambien-tal de nuestros nietos, otra forma obscena de desigualdad entre generaciones al margen de la existente entre ciuda-danos o naciones.Este es el contexto en el que la Sociedad civil, incluidas las grandes Confesiones religiosas, movimientos de soli-daridad y Organizaciones Internacionales como Naciones Unidas, FMI o Banco Mundial inscriben la vasta y compleja problemática de la promoción del desarrollo. Con diferen-te óptica aunque con una esperanzadora convergencia, la doctrina social cristiana y el acervo normativo de Naciones Unidas se erigen como dos referentes insustituibles. El principio de la justicia distributiva, que alude a la co-rrecta asignación fi nal de los bienes, admite fundamen-taciones diversas (Etxeberría y otros, 2002),pero el común

denominador se establece en que la ayuda, además de al ámbito de la voluntariedad se remite irrenunciablemente al de los derechos humanos, básicos e inalienables, de sus receptores. Incluso el liberalismo proprietarista mas puro (Smith, 1776), ha asumido desde sus orígenes una deter-minada tendencia al altruismo, a veces amalgamada con aspectos ético-religiosos, subsiguientes más que inheren-tes o intrínsecos al modelo de sistema elegido. Sea como fuere, bien de manera refl exiva, solidaria y voluntaria o por razones de imperativo ético, Occidente viene asumiendo en principio una determinada responsabilidad en relación a la pobreza del planeta. Con independencia de la accio-nes bilaterales y de las Instituciones Multilaterales como el FMI o el Banco Mundial, la promoción del desarrollo se concreta básicamente en las asignaciones que la OCDE realiza de forma regular a través de su brazo operativo DAC, Comité de asistencia al desarrollo, que proporciona alrededor del 90% de la ayuda mundial, y de forma más programática y universalista a través de los ODM. Como ley moral, los ODM arrancan en Setiembre de 2000 con la ‘Declaración del Milenio’ de Naciones Unidas, un texto genérico y poco estructurado que se iría depurando pau-latinamente. La meta está situada en 2015, donde se eva-luará el grado de cumplimiento de un compromiso global

de tres lustros. A tres años vista de dicha fecha cobra todo su valor y signifi cado el sopesar el grado de infl uencia que hayan podido tener para rescatar de la miseria a los colec-tivos millonarios en número del sur, desprovistos hasta el escándalo de derechos y capacidades básicas.

1.b. Los ODM, antecedentes y acuerdo global

Convertidos en el referente del consenso internacional sobre el concepto del desarrollo, las metas alcanzables y el rol que corresponde a cada uno de los agentes sociales involucrados en el tema de la cooperación, los Objetivos de Desarrollo del Milenio representan en la actualidad un absoluto del que nadie osa desvincularse, pero que al mismo tiempo presenta algunas notables fi suras con-ceptuales. De ellas hablaremos más tarde. Como seña-lan González y Guzmán(2008), ”Gracias a los ODM se ha conseguido un consenso sin precedentes sobre la di-rección en que han de moverse los esfuerzos mundiales de desarrollo. Aportarían una visión y misión común para países del Norte y del Sur”. Escasas voces discordantes en cuanto a la deseabilidad de la iniciativa, aunque, como se verá, el peso de la balanza bascule hacia la denuncia de

sus puntos débiles. Incluso autores muy críticos como Cle-mens (2005) y Easterly (2003) orillan la cuestión del im-pacto global sobre la pobreza. Ambos reconocen el valor motivador e inspirador de los ODM. Para el primero, existe poca duda de que los ODM han ayudado a galvanizar a la comunidad de donantes. Para el segundo, el entusias-mo inspiracional de los ODM han contribuido asimismo al progreso de aspectos específi cos del mundo de la po-breza. Las dudas se centran en aspectos derivados, como el hecho de si son alcanzables o no, pero pocas personas dudan de que los ODM y la atención que subsidiariamen-te han suscitado, han conducido al desarrollo de áreas de acción congruentes con el progreso para terminar con la pobreza planetaria.

1.c. Origen y consolidación de los Objetivos de De-sarrollo del Milenio

La fi jación de unos objetivos globales de promoción del desarrollo, la lucha sistemática contra el hambre, la enfer-medad, el analfabetismo y la inclusión social tiene sus an-tecedentes en Naciones Unidas ya desde la década de los 60, consagrada como ‘la primera década del desarrollo’.


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Campañas contra plagas como la viruela o el estableci-miento de pautas de crecimiento sostenido del PIB fueron acometidos con éxito relativo durante más de 10 años.En 1975 los Jefes de Estado y de Gobierno presentes en la XXV Asamblea de Naciones Unidas adoptaron por una-nimidad una decisión tan histórica como incumplida: des-tinar el 0,7% del PIB de los países ricos a aliviar la miseria de centenares de millones de humanos que libraban dia-riamente la batalla por la supervivencia. Esta decisión, la fi nanciación consensuada de la promoción del desarrollo, jugará un papel estelar en la arquitectura de la Declara-ción del Milenio. Posteriormente, el octavo objetivo que se agregará a la Declaración hará hincapié sobre otros as-pectos distintos de los meramente pecuniarios.Durante los 90 se suceden una serie de reuniones de alto nivel buscando el consenso de los países para luchar contra la exclusión y sus consecuencias, entre las que cabe destacar la Conferencia ‘Educación para Todos’ de Jomtien (1990); la Cumbre Mundial sobre la Infancia en Nueva York (1990); la Cumbre de Derechos Humanos de Viena (1993); la Cumbre sobre Población y Desarrollo de El Cairo (1994). En 1995, los Jefes de Estado y de Gobier-nos del planeta se reunieron en Copenhague para cele-brar la ‘Cumbre mundial para el desarrollo social’ con el trasfondo de una serie de conferencias internacionales en los que Naciones Unidas renovaba su agenda social pos-terior a la era de la guerra fría con el compromiso solemne de erradicar la pobreza mundial. En el mismo año tendría lugar la cumbre de la Mujer en Beijing y en 1996 y 1997 se celebrarían las de la FAO y ESTAMBUL, respectivamen-te. “Shaping the 21st century”, presentado por la OCDE en 1996, es otro antecedente singular inspirador de los ODM, tanto que al menos seis de sus grandes objetivos se trasladaran miméticamente al texto de los ODM.Con estos antecedentes, la Declaración del Milenio (2000), adoptada en Setiembre de 2000 por 189 estados miembros de Naciones Unidas, establece el marco regla-do más ambicioso hasta la fecha, aunque de forma poco sistemática y articulada, suponiendo una especie de carta programática que recoge las aspiraciones más convergen-tes de las Instituciones y de la Sociedad Civil comprometi-da con la promoción del desarrollo. Los líderes mundiales se prometen “liberar a todos los hombres mujeres y niños de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la ex-trema pobreza”. Al expresarlo públicamente, los líderes del planeta expresan por primera vez en la historia de la humanidad que este objetivo y sus derivados pueden al-canzarse a la vista de los recursos, conocimiento y tecno-logías disponibles. Y que siendo posible, sería ominoso no

intentarlo. De ahí la afi rmación recogida en la Declaración de Copenhague, arriba citada, de que la erradicación de la pobreza no es un mero imperativo ético y moral, sino también político. En la cumbre de Ginebra de 2000, bajo el lema ‘Copenhague+5’, las arduas discusiones llevadas a término por FMI, Banco Mundial y OCDE en torno al documento ‘Un mundo mejor para todos’ publicado por el Secretariado de Naciones Unidas anticipó la ampliación de los ODM mediante la inclusión de su punto 8, de claro contenido político.La consagración defi nitiva y sistematizada de los ODM en base a Objetivos, Metas e Indicadores se dilataría hasta la Asamblea general de Naciones Unidas en Setiembre de 2001, fruto del trabajo coordinado de Naciones Unidas, OCDE, FMI y Banco Mundial. Todos los objetivos deberían alcanzarse en el plazo de 3 lustros, hasta 2015, previén-dose reuniones de seguimiento y coordinación. Los ODM son una reacción a la vaguedad programática de la De-claración de 2000 y también un intento de ensanchar la narrativa de la pobreza y el desarrollo. La intención era traspasar los parámetros meramente dinerarios de 1 dó-lar/ día como umbral de pobreza (elevado a 1,25$ con posterioridad) abrazando un concepto mas holístico de la persona, su libertad y capacidades. Con todo, ya pode-mos avanzar que los ODM se desmarcarán en el tiempo poco del concepto desarrollista de la persona basado en lo meramente económico.En 2002, Jeffrey Sachs, catedrático de la Universidad de Columbia y Director del Instituto de la Tierra fue encarga-do por el Secretario General de la ONU del ‘Proyecto del Milenio’ un plan con una concreción de la que adolecían los ODM y que fueron sometidos a la Asamblea de UN en 2005, bajo el título “Invirtiendo en Desarrollo: Un Plan práctico para lograr los ODM”. El Proyecto del Milenio agrupa a 10 grupos de trabajo temáticos con 250 exper-tos de todo el mundo tanto del sector público, privado y de la sociedad civil, con la misión de recomendar las me-jores estrategias para lograr los ODM, analizando costes, políticas y medidas mas adecuadas. Trascendiendo la mera eliminación de la pobreza, la De-claración del Milenio asume (art.1.) su responsabilidad en relación a la dignidad humana. “Tenemos, un deber que cumplir respecto de todos los habitantes del planeta, en especial los más vulnerables y, en particular, los niños del mundo.” Los valores fundamentales que se defi enden (art. 6.) vienen constituidos por la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto de la naturaleza y la responsabilidad común. Los derechos humanos, de-mocracia y buen gobierno se recogen en el título V, re-



servando al título VI la parte central de los Objetivos, la protección de las personas vulnerables.Como casi todo el acervo doctrinal de Naciones Unidas que posee un valor prescriptivo condicional, los ODM se consideran un conjunto de normas y no objetivos planifi -cados al uso empresarial. Ello debe condicionar la aprecia-ción de su modo de acercarse a la realidad. En todo caso muchos indicadores facilitan la medición de las estrategias

acometidas y en todo caso generan un marco de respon-sabilidad en el que los Gobiernos deben dar cuenta a sus ciudadanos y a la sociedad civil.

Dicho esto, es el momento de remitirnos a la transcrip-ción de los ODM, un cuerpo metodológico y planifi cado consistente en 8 Objetivos mayores, 18 metas y 60 indi-cadores.


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Objetivo 1. Erradicar la pobreza extrema y el hambreMeta 1.A Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar por día

1.1 Proporción de la población con ingresos inferiores a 1 dólar PPA (paridad del poder adquisitivo) por día (1a)

1.2 Coefi ciente de la brecha de pobreza (según línea

1.3 Proporción del consumo nacional que corresponde al quintil más pobre de la población

Meta 1.B Alcanzar empleo pleno y productivo, y trabajo decente para todos, incluyendo mujeres y jóvenes

1.4 Tasa de crecimiento del PIB por persona ocupada

1.5 Tasa de ocupación

1.6 Proporción de la población ocupada con ingresos inferiores a 1 dólar PPA por día

1.7 Proporción de la población que trabaja por cuenta propia o como trabajadores familiares auxiliares con respecto al empleo total

Meta 1.C Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que padecen de hambre

1.8 Proporción de niños menores de 5 años con pesp inferior al normal

1.9 Proporción de la población por debajo del nivel mínimo de consumo de energía alimentaria

Objetivo 2. Lograr la enseñanza primaria universalMeta 2.A Asegurar que, para el año 2015, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza

primaria

2.1 Tasa neta de matricula en educación primaria

2.2 Proporción de alumnos que comienzan el primer grado y llegan al último grado de educación primaria

2.3 Tasa de alfabetización de las personas de 15 a 24 años, mujeres y hombres

Objetivo 3. Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujerMeta 3.A Eliminar las desigualdades entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y

en todos los niveles de la enseñanza para el año 2015

3.1 Relación entre niños y niñas en la enseñanza primaria, secundaria y superior

3.2 Proporción de mujeres en el empleo asalariado del sector no agrícola

3.3 Proporción de escaños ocupados por mujeres en los parlamentos nacionales

Objetivo 4. Reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años Meta 4.A Reducir en dos terceras partes, entre 1990 y 2015, la mortalidad de los niños menores de 5 años

4.1 Tasa de mortalidad de niños menores de 5 años

4.2 Tasa de mortalidad infantil

4.3 Proporción de niños de 1 año vacunados contra el sarampión

Objetivos de desarrollo del milenio,metas e indicadores




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Objetivo 5. Mejorar la salud materna Meta5.A Reducir, entre 1990 y 2015, la mortalidad materna en tres cuartas partes

5.1 Razón de mortalidad materna

5.2 Proporción de partos con asistencia de personal de salud cualifi cado

Meta5.B Lograr, para el año 2015, el acceso universal a la salud reproductiva

5.3 Tasa de uso de anticonceptivos

5.4 Tasa de fecundidad adolescente

5.5 Cobertura de atención prenatal (al menos una consulta y al menos cuatro consultas)

5.6 Necesidades insatisfechas en materia de planifi cación familiar

Objetivo 6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades Meta 6.A Haber detenido y comenzado a reducir, para el año 2015, la propagación del VIH/SIDA

6.1 Prevalencia del VIH/SIDA entre las personas de 15 a 24 años

6.2 Uso de preservativos en la última relación sexual de alto riesgo

6.3 Proporción de la población de 15 a 24 años que tiene conocimientos amplios y correctos sobre el VIH/SIDA

6.4 Relación entre la asistencia escolar de niños huérfanos y la de niños no huérfanos de 10 a 14 años

Meta 6.B Lograr, para 2010, el acceso universal al tratamiento del VIH/SIDA de todas las personas que lo necesiten

6.5 Proporción de la población portadora del VIH con infección avanzada que tiene acceso a medicamentos antirretrovirales

Meta 6.C Haber detenido y comenzado a reducir, para el año 2015, la incidencia del paludismo y otras enfermedades graves

6.6 Tasa de Incidencia y mortalidad asociadas al paludismo

6.7 Proporción de niños menores de 5 años que duermen protegidos por mosquiteros impregnados de insecticida

6.8 Proporción de niños menores de 5 años con fi ebre que reciben tratamiento con los medicamentos adecuados contra el paludismo

6.9 Tasa de incidencia, prevalencia y mortalidad asociadas a la tuberculosis

6.10 Proporción de casos de tuberculosis detectados y curados con DOTS (tratamiento breve bajo observación directa)

Objetivo 7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente Meta 7.A Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales e invertir la pérdida de

recursos del medio ambiente

7.1 Proporción de la superfi cie cubierta por bosques

7.2 Emisiones de dióxido de carbono (total, per cápita y por cada dólar PPA del PIB)

7.3 Consumo de sustancias que agotan la capa de ozono

7.4 Proporción de poblaciones de peces que están dentro de límites biológicos seguros

7.5 Proporción del total de recursos hídricos utilizada

Meta 7.B Reducir la pérdida de biodiversidad, alcanzando, para el año 2010, una reducción signifi cativa de la tasa de pérdida

7.6 Proporción de las áreas terrestres y marinas protegidas

7.7 Proporción de especies en peligro de extinción

Meta 7.C Reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de personas sin acceso sostenible al agua potable y a los servicios básicos de saneamiento

7.8 Proporción de población que utiliza fuentes mejoradas de abastecimiento de agua potable

7.9 Proporción de población que utiliza servicios de saneamiento mejorados

Meta 7.D Haber mejorado considerablemente, para el año 2020, la vida de por lo menos 100 millones de habitantes de tugurios

7.10 Proporción de población urbana que vive en tugurios




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Objetivo 8. Fomentar una alianza mundial para el desarrolloMeta 8.A Desarrollar aún más un sistema comercial y fi nanciero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio. Inclu-

ye el compromiso de lograr una buena gestión de los asuntos públicos, el desarrollo y la reducción de la pobreza, en los planos nacional e internacional.

Meta 8.B Atender las necesidades especiales de los países menos adelantados. Incluye el acceso libre de aranceles y cupos de las exportaciones de los países menos adelantados; el programa mejorado de alivio de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME) y la cancelación de la deuda bilateral ofi cial, y la concesión de una asistencia ofi cial para el desarrollo más generosa a los países que hayan expresado su determinación de reducir la pobreza.

Meta 8.C Atender las necesidades especiales de los países en desarrollo sin litoral y de los pequeños Estados insulares en desarro-llo (mediante el Programa de Acción para el desarrollo sostenible de los pequeños Estados insulares en desarrollo y las decisiones adoptadas en el vigésimo segundo periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General).

Meta 8.D Abordar en todas sus dimensiones los problemas de la deuda de los países en desarrollo con medidas nacionales e internacionales a fi n de hacer la deuda sostenible a largo plazo.

Asistencia ofi cial para el desarrollo (AOD)

8.1 La AOD neta, total y para los países menos adelantados, en porcentaje del ingreso nacional bruto de los países donan-tes del Comité de la Asistencia para el desarrollo (CAD) de la OCDE

8.2 Proporción de la AOD total bilateral y por sectores que los donantes del CAD de la OCDE destinan a servicios sociales básicos (enseñanza básica, atención primaria de la salud, nutrición, abastecimiento de agua potable y servicios de saneamiento)

8.3 Proporción de la AOD bilateral de los donantes del CAD de la OCDE que no está condicionada

8.4 AOD recibida por los países en desarrollo sin litoral como porcentaje de su ingreso nacional bruto

8.5 AOD recibida por los pequeños Estados insulares en desarrollo como proporción de su ingreso nacional bruto

Acceso a los mercados

8.6 Proporción del total de importaciones de los países desarrollados (por su valor y sin incluir armamentos) procedentes de países en desarrollo y países menos adelantados, admitidas libres de derechos

8.7 Aranceles medios aplicados por países desarrollados a los productos agrícolas y textiles, y a las prendas de vestir pro-cedentes de países en desarrollo

8.8 Estimación de la ayuda agrícola en países de la OCDE como porcentaje de su producto interno bruto

8.9 Proporción de la AOD destinada a fomentar la capacidad comercial

Sostenibilidad de la deuda

8.10 Número total de países que han alcanzado el punto de decisión y número total de países que han alcanzado el punto de culminación en la iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME) (acumulativo)

8.11 Alivio de la deuda comprometida conforme a la iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy en-deudados y la Iniciativa para el alivio de la deuda multilateral

8.12 Servicio de la deuda como porcentaje de las exportaciones de bienes y servicios

Meta 8.E En cooperación con las empresas farmacéuticas, proporcionar acceso a medicamentos esenciales en los países en de-sarrollo a precios asequibles.

8.13 Proporción de la población con acceso sostenible a medicamentos esenciales a precios asequibles

Meta 8.F En cooperación con el sector privado, dar acceso a los benefi cios de las nuevas tecnologías, en particular los de las tecnologías de la información y de las comunicaciones

8.14 Líneas de teléfono fi jo por cada 100 habitantes

8.15 Abonados a teléfonos celulares por cada 100 habitantes

8.16 Usuarios de Internet por cada 100 habitantes



Políticos, académicos y representantes de la sociedad civil han debatido durante los últimos doce años acerca de las luces y las sombras de la iniciativa de los ODM. Es evi-dente que el impulso reactivo (por temor a determina-dos efectos ‘boomerang’) o proactivo para la asistencia a quienes no han gozado de igualdad de oportunidades es siempre elogiable. Otra cosa es que el enfoque sea el coherente y los instrumentos utilizados los adecuados. Poner a disposición del Sur unas sumas de dinero y unos mecanismos de colaboración, formación y entendimiento deben situarse al haber del proyecto. También es intere-sante la recuperación del liderato de Naciones Unidas en la promoción de desarrollo.

2.a. El declive de la pobreza global

La pobreza promedio global, un indicador de claras limi-taciones, está cayendo con sostenibilidad, fruto básica-mente del auge de los mercados emergentes, los BRICS, con los dos gigantes asiáticos, que augura una traslación geopolítica de la centralidad económica del planeta en el horizonte de 2025. Ellos acaparan 4/5 de la reducción de la pobreza global. Las estadísticas del Banco Mundial se inician 30 años atrás y el último corte disponible es a 2005,(con excepción de un informe de 2012 que se co-mentará al fi nal de estas páginas) en cuyo momento se estima que uno de cada cuatro habitantes de los países en desarrollo, 1.370 millones de personas, vivía por de-bajo del umbral del umbral de subsistencia de 1,25$/día. Desde 2005 las cosas no han hecho sino mejorar global-mente. Según algunas fuentes, desde 2005, hasta 500 millardos de personas han podido escapar de la pobreza, lo que implicaría haber logrado sobradamente el primero de los objetivos del milenio.Ello en modo alguno supone un cheque en blanco para la validación del proyecto general de los ODM, que deja amplísimas zonas del planeta desprotegidas y sometidas a plagas devastadoras de toda índole. Son tres, no obstante, los vientos favorable que han arras-trado la pesada nave del Sur hacia demarcaciones favo-rables. El primero las relaciones sur-sur, un hecho autóc-tono y espectacular, que ha estimulado el crecimiento y el empleo de muchas economías particularmente africa-nas. El segundo la importancia compensatoria global de los grandes emergentes en un momento de grave crisis

occidental. De no haber sido por los primeros, que han mantenido demanda y precios de los productos críticos de exportación de los más pobres manteniendo, ejerciendo de fuerza compensadora mundial (‘decoupling’), el efecto dominó hubiera acarreado consecuencias devastadoras. En tercer lugar los mercados emergentes han apostado por una economía de mercado más humana y persuasiva que la mostrada en las rígidas recetas del FMI e Institu-ciones.

2.b. La centralidad de Naciones Unidas

Naciones Unidas es competente para garantizar la paz mundial, los derechos humanos y promover el desarro-llo entre los pueblos. A este amplio objeto social se une la legitimidad del Organismo Internacional en particular en cuanto a las disposiciones emanadas de su Asamblea producidas mediante la formula ‘un país un voto’. Pero las apariencias optimistas se ven superadas por las realidades veladas ya que la capacidad normativa y la necesidad de consenso aporta frenos a un buen número de sus inicia-tivas. En otras ocasiones, temas troncales y globales de su incumbencia son canibalizados por los intereses de las grandes potencias. La conferencia de Doha de 2008 se vio pisoteada por la Cumbre de Washington del G20, cuando Naciones Unidas reclamaba la titularidad del foro para la discusión de la Gran Crisis en Curso.En los 90 Naciones Unidas sembró las bases de la agenda del desarrollo que cristalizarían fi nalmente en la iniciativa que da titulo a este comentario. La Declaración del Mile-nio sitúa al Organismo Multilateral en la centralidad del desarrollo pro-pobre, avanzando sobre un modelo de las Instituciones meramente desarrollista. Siendo como es el más inclusivo de los foros multilaterales, el hecho del pro-tagonismo que Naciones Unidas juega en la actualidad en el acompañamiento de los ODM, seguimiento, reali-zación de informes y sensibilización es un hecho positivo en la interpretación del catalogo de acciones de la promo-ción del desarrollo.

Son múltiples y de muy variada índole las críticas surgidas en torno a la iniciativa de los ODM: quienes las descri-ben como una declaración generalista más al uso de la ambigüedad de Naciones Unidas que nunca se llevará a término, o su inefi cacia dada la cortedad de los plazos im-puestos abriéndose el interrogante de su prórroga y con-


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2. Algunas conquistas de los ODM

3. Fragilidad de los ODM



tinuidad. Carentes de diagnóstico al dirigirse a las conse-cuencias y no a las causas del subdesarrollo. Oportunistas al utilizar porcentajes en lugar de cifras absolutas, o mez-quinas sobre todo en el indicador de umbral de pobreza situado en 1,25$/día. Para otros minimalista y para unos terceros excesivamente ambiciosos con la repercusión deslegitimadora sobre toda acción de promoción del de-sarrollo. Otras opiniones echan en falta capítulos esencia-les como la distribución, la óptica de las desigualdades o el cambio climático. Examinemos algunos puntos de vista.

3.a. Defi nición y seguimiento de objetivos

Una de las críticas más comunes radica en la fragilidad que ofrece el modelo ODM para la medición del progreso de los objetivos, como consecuencia en buena medida de la arbitrariedad seguida en su defi nición, y el terreno conce-dido a la duda sobre su posible implementación. Ashwani Saith (2006) ha señalado las carencias escondidas en ob-jetivos, acciones e indicadores que los convierten en poco operativos para su programación, y en consecuencia para su seguimiento.William Easterly ha califi cado de ‘pobres y arbitrarios’ los criterios designados para la medición del progreso de los ODM (Easterly, 2009). Easterly agrega que la arbitrarie-dad se ha enconado en África, cuyos países tendrán más difi cultades para alcanzar los ODM. El Objetivo 2 para al-canzar una educación primaria universal es mucho más complejo de implementar en unas regiones o países que en otros que partieran de niveles iniciales más altos. Otras críticas se dirigen a la confusión creada en torno a si los objetivos son globales, regionales o por países. Alcanzar una educación primaria universal es un objetivo envolven-te y absoluto mientras que recortar a la mitad la pobreza admite prorratas, compensaciones e incluso incrementos –como es el caso– en las desigualdades entre personas, regiones y países.

3.b. Un exceso de ambición

Para otros (Center for Global Development, 2005), los ODM constituyen un programa condenado al incumpli-miento desde su comienzo por sus supuestos heroicos, pobre diseño y trazado excesivamente ambicioso. El in-forme subraya que en 2004, para reducir su pobreza a la mitad, el Banco Mundial cifraba el crecimiento medio anual de África para los 15 años del proyecto en el 7%, cuando en el periodo 1985-2000 solamente cinco países habían logrado dicha velocidad de crucero. No es este el

único rasgo de irrealismo del programa. La escolarización del 95% en escuelas primarias(por debajo del 100% del objetivo) requeriría un progreso sin precedentes históricos a tipos de crecimiento que no habrían sido alcanzados por ningún país según los datos disponibles a partir de 1960 (Easterly, 2009). Estos argumentos se han acentuado con el pesimismo desatado por la corriente crisis global.

3.c. Una noción limitada del concepto ‘pobreza’

Es generalmente aceptado que los ODM suponen una con-quista en la tradicional acepción del desarrollo confi nada a unos parámetros económicos restrictivos y simplifi cadores, ampliándola aquí a otra serie de ámbitos como el educacio-nal, de salubridad, igualdad de género, apropiación y otros aunque de manera absolutamente insufi ciente. Desde las valiosas aportaciones de Amartya Sen (1981), fi losofo y economista bengalí, ganador del Nobel en 1998, el ámbito de la pobreza ha quedado notablemente ensanchado. En su infl uyente ensayo ‘Poverty and Famines: An Essay on entitlements and deprivation’ Sen recuerda que las ham-brunas no se fundamentan en la escasez de oferta de ali-mentos sino en los mecanismos defi cientes y desiguales de canalización y distribución de dicha oferta. Sen es el autor del Índice de Desarrollo Humano (IDH), consagrado por Na-ciones Unidas y basado entre otros en el indicador de ‘ca-pacidad’. La capacidad trasciende la mera posibilidad física de obrar de una determinada manera y se concentra en la calidad personal, ambiental y estructural que acompañan a una persona para el ejercicio de una determinada actividad. El derecho a la sanidad, además de considerar al individuo en el censo de benefi ciarios precisa de una determinada cultura, medios de transporte, ambiente adecuado, para ser un derecho efectivo y real. La cultura es antesala o sinónimo de participación. Los mas desfavorecidos deben poder expresar su voz para la cons-trucción de su futuro. La apropiación y el empoderamiento serán eslóganes comunes en la efi cacia de la ayuda. Los ODM están interpretados en clave de pobreza, de falta de renta. De enfermedad y carencias, en articular 1,25$ o menos de ingresos por día. Pero como señala Oya (2007) existe en la pobreza un confl icto relacional, un problema de exclusión, cuyas raíces se hunden en una concepción social de las relaciones de producción.

3.d. ODM y dimensión política

Lo anterior conduce a signifi car la dimensión política de los ODM, a la necesidad de lograr procesos políticos más


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igualitarios y participativos, aspecto que no se recoge ex-plícitamente en las metas de los ODM. Como subrayan González y Guzmán(2008) “La participación implica una transacción de poder”, ya que pretende incluir a las los excluidos” Los ODM omiten la discusión sobre la distri-bución del poder en las sociedades, dentro de los países en desarrollo y entre los países pobres y los desarrollados desentendiéndose de la infl uencia que tienen los intereses de los diferentes grupos en los modelos de distribución y en la existencia de la pobreza.

3.e. La imposición neoliberal

Como ha puntualizado Dubois (2005) Occidente enfoca el problema de la pobreza de los pueblos con una polí-tica reactiva sin profundizar en las causas últimas que la promueven. En consecuencia y de forma prácticamente generalizada, dado que el DAC no es sino el canalizador de la AOD de los países mas ricos del planeta, la agenda social está sometida incondicionalmente al código libe-ral, incluso con el sesgo de los ingredientes del Consenso de Washington, que conllevan los principios de reformas estructurales, privatizaciones y austeridad y consolidación fi scal que no siempre coinciden con los intereses de la si-tuación concreta por la que atraviesan los países recepto-

res. En este modelo no tiene cabida conceptual el análisis de la existencia misma de la pobreza que tiene su origen en una distribución asimétrica e injusta de los bienes y derechos del planeta. Los ODM son así un fajo de medidas ‘impuestas’ por el norte al sur.

3.f. El olvido del derecho al desarrollo

Para millones de personas que viven en la trampa de la pobreza absoluta a lo largo y ancho del planeta, la Declaración de Naciones Unidas sobre el derecho al desarrollo(Naciones Unidas 1986)representa un punto de esperanza. La aspiración de convertirlo en realidad es el fundamento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los objetivos acordados internacionalmente en re-lación con el rescate de los más vulnerables.La Declaración lo defi ne como «un derecho humano in-alienable en virtud del cual cualquier persona está legiti-mada para participar, contribuir y disfrutar del desarro-llo económico, social, cultural y político, dentro del cual puedan realizarse todos los derechos humanos y todas las libertades fundamentales». Las estrategias de desarrollo en curso deberían articularse en torno a este derecho teniendo, por tanto, como obje-tivo los de los ODM, buscando implementar la visión de la



Carta de Naciones Unidas acerca de un mundo más justo e igualitario.Como recuerda ‘El derecho al desarrollo, marco para lo-grar los ODM’ (Naciones Unidas 2010), “la comunidad internacional está llamada a crear un entorno global libre de impedimentos estructurales en el que los países en de-sarrollo tengan la oportunidad de desarrollar sus activida-des económicas. El derecho al desarrollo incorpora el prin-cipio de la cooperación internacional junto a los principios de transparencia, igualdad, participación, responsabilidad y no discriminación. El derecho al desarrollo agrega valor a los esfuerzos para alcanzar los ODM al ofrecer un marco integrado, holístico y cohesivo”.

3.g. ODM y salvaguarda de Derechos humanos (DD.HH) básicos

El punto anterior destacaba el derecho al desarrollo como un derecho fundamental del individuo bajo el código de Naciones Unidas. Otra cosa es que los ODM al estar pen-sados desde la promoción del crecimiento económico, comporten un progreso equitativo en la disminución de la pobreza y desde luego tengan poco que ver, como efecto impacto, con el progreso de determinados derechos hu-

manos. Reconocer a las personas como titulares de dere-chos económicos y sociales, implica la existencia de otras personas o Instituciones obligadas a asegurar la vigencia de los derechos, fundamentalmente los Estados, aunque la exigibilidad legal sea débil o se halle limitada.El sistema de Naciones Unidas descansa en tres pilares bá-sicos: Paz y seguridad, desarrollo y DD.HH. Y en ocasiones estos conceptos parecen discurrir por caminos separados. ¿Encontramos en los ODM una intersección de los dos últimos conceptos mencionados, y de ser así, pueden re-forzarse recíprocamente de forma efectiva?Para comenzar debemos asegurarnos de que los ODM son consistentes o simplemente congruentes con los DD.HH, dado que la Declaración como tal guarda silencio en relación a estos últimos y en general los objetivos ge-nerales parecen ignorar sus requerimientos mas básicos. Por ejemplo el segundo objetivo aspira a la educación pri-maria universal, pero no insiste en los principios de obliga-toriedad y calidad. En muchos países del tercer mundo un altísimo porcentaje de jóvenes embarazadas entre los 10 y los 14 años lo son como consecuencia de violaciones o incestos y su vida corre un grave peligro como consecuen-cia de partos insalubres o abortos ejecutados por afi ciona-dos sin escrúpulos de tal manera que los Gobiernos violan derechos humanos de ciudadanos cuyas condiciones de


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vida se han comprometido a mejorar bajo los ODM. Esta conducta esquizofrénica no es una excepción.Otro aspecto se refi ere a la lucha contra la exclusión y la discriminación, algo exigido por los derechos humanos internacionales y que no se constata explícitamente en los ODM. Un ejemplo lo constituye la salubridad de los servicios higiénicos públicos en los múltiples campos de refugiados de África, como ha denunciado sistemática-mente Amnistía Internacional. Las mujeres que tienen que utilizar letrinas alejadas de sus chozas corren el riesgo de asalto o violación algo que evidencia una seria discrimina-ción de género.Un tercer punto se refi ere al millardo de personas que se estima viven en suburbios miserables a lo largo del plane-ta. Bajo la ley internacional los Estados están obligados a implementar una serie de derechos básicos como la vi-vienda y unos mínimos de seguridad. Dentro de los ODM no hay mención de estos compromisos y se supone que los Estados lo realizarán de forma voluntaria.El cuarto punto se refi ere a la participación ciudadana ple-na e informada, un requisito para una planifi cación efecti-va y unos resultados satisfactorios. El actual marco de los ODM no reconoce explícitamente este derecho.La quinta etapa se refi ere a la exigibilidad y responsabili-dad de los gobiernos en relación a los DD.HH. La realidad es que no hay ninguna o escasa supervisión parlamentaria nacional de los ODMOtro trazo crucial se muestra en la incidencia sobre los DD.HH. de la asistencia y cooperación internacional para alcanzar los ODM incluidos en el Objetivo número 8 re-lativo a la asociación global de países desarrollados y en desarrollo. El último objetivo de los ODM omite que las políticas abordadas deben ser consistentes con los están-dares de los ODM, algo que, por ejemplo se reclamó en ACCRA 2008 cuando se reclamó a los países donantes que cumplieran con los compromisos internacionales más básicos, como la igualdad de género, el respeto medioam-biental, la igualdad de oportunidades y otros.

Como ya hemos comentado, en 1975 los Jefes de Estado y de Gobierno presentes en la XXV Asamblea de Naciones Unidas adoptaron por unanimidad una decisión tan his-tórica como incumplida: destinar el 0,7% del PIB de los países ricos a aliviar la miseria de centenares de millones de humanos que libraban diariamente la batalla por la su-

pervivencia. Esta decisión, la fi nanciación consensuada de la promoción del desarrollo, jugará un papel estelar en la arquitectura de la Declaración del Milenio. A fecha de hoy apenas media docena de países cumplen lo comprometi-do. Los países que más esfuerzo dedicaron en 2010 a la ayuda ofi cial al desarrollo en términos de su renta fueron Noruega (1,10 % del PNB, cuatro décimas más que en 2009), Luxemburgo (1,09 %, cinco décimas más), Suecia (0,97 %, 15 décimas menos), Dinamarca (0,90 %, dos décimas suplementarias) y Holanda (0,81 %, una décima menos). Todos los demás están por debajo del Objetivo de Naciones Unidas de dedicar a desarrollo el o,7% de su PIB.La AOD es importante y la comisión Zadillo en 2002 esti-mó que habría que prácticamente duplicar las cantidades asignadas a principios de 2000 para cumplir con los ODM. Pero con ser un factor importante encierra importantes elementos de controversia.La AOD debe entenderse como un complemento de otras fuentes de fi nanciación del desarrollo. Su efecto catalítico se muestra en atraer y apalancar inversión do-mestica y extranjera hacia aquellos países con una capa-cidad limitada de atracción de dichos fl ujos, forjando las bases de sistemas fi nancieros y fi scales internos estables que faciliten un clima adecuado de desenvolvimiento de la economía. Su propósito es apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo para mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones. Su último objetivo es alcanzar los Ob-jetivos de Desarrollo del Milenio(2000) y a largo plazo, fa-vorecer la autonomía de los países benefi ciarios para que no precisen de ayuda alguna.El Consenso de Monterrey (2002) subrayó la necesidad de un considerable aumento de la Asistencia Ofi cial y en ese sentido instó a los países del norte a realizar esfuerzos concretos para alcanzar el objetivo del 0,7% de su PIB. En Gleneagles (2005) los Países donantes se comprometieron a incrementar la AOD de 80 millardos de dólares en 2004 a 130 en 2010, a una tasa del 12% anual, para llegar a un ratio del 0,35 del PIB. El compromiso del 0,7% vuelve a alzarse como bandera reivindicativa de la Declaración de Doha (2008), en los párrafos 41 y siguientes.De acuerdo con los datos ofi ciales de la OCDE (2011) los 23 miembros del DAC concedieron 128,7 millardos de dólares en ayuda en el ejercicio 2010. Esto representó un incremento del 6,5% respecto de 2009. Según las cifras comunicadas por la OCDE en términos relativos esa ayuda representó en 2010, un 0,32 % del Producto Nacional Bruto (PNB) de los países del CAD, una décima más que el ejercicio precedente. Ese 0,32 %, igual al que se había

4. La ayuda como concepto multiforme y controvertido



alcanzado en 2005, fue el nivel más elevado desde 1992. En términos absolutos, los mayores contribuyentes fueron Estados Unidos con 30.154 millones de dólares (un 3,5 % más que en 2009), Reino Unido con 13.763 millones (+19,5 %), Francia con 12.916 millones (+7,3 %), Ale-mania con 12.723 millones (+9,9 %) y Japón con 11.045 millones (+11,8 %). No obstante, la ayuda de Estados Unidos siguió siendo en términos comparativos una de las más bajas del CAD con un 0,21 % de su PNB, sólo por en-cima de la de Corea del Sur (0,12 %), Italia (0,15 %), Gre-cia (0,17 %) y Japón (0,20 %). España, que en los ejerci-cios precedentes había aumentado de forma signifi cativa su aportación, marcó en 2010 una signifi cativa reducción del 5,9 % para quedar en 5.917 millones de dólares, el 0,43 % del PNB. Los datos más recientes en manos de la OCDE preludian una desaceleración en el incremento de la ayuda ofi cial al desarrollo para el periodo 2011-2013.A pesar de la mejoría pasada, la trayectoria de cumpli-miento de DAC resulta amenazada y por tanto decep-cionante. La tasa de crecimiento de la AOD tendría que experimentar un salto vigoroso para poder alcanzar el Ob-jetivo 2015 de los ODM. Adicionalmente, el nuevo entor-no internacional con gravísimas crisis en curso, no solo la fi nanciera sino en particular la creciente crisis alimentaría y de materias primas así como la necesidad adicional de medidas para mitigar el cambio climático, reclama recur-sos supletorios. Pero el simple aumento de los fondos comprometidos re-sulta insufi ciente. Será necesario agregar algunas consi-deraciones adicionales acerca de su efectividad (calidad) y responsabilidad, junto a la redefi nición del propio con-cepto de AOD.El Consenso de Monterrey realizó importantes contribu-ciones al concepto de “efi cacia de la ayuda” señalando justamente que la calidad importa tanto o aun más que la cantidad. Un primer debate doctrinal se refi ere a la efecti-vidad de la ayuda en general, esto es, a la relación de cau-salidad entre mayores sumas de AOD y mayores tasas de desarrollo en los países pobres benefi ciarios. Este debate ha llevado a un amplio abanico de conclusiones , desde los que sostienen que la relación de causalidad es total, hasta los que la niegan, pasando por el matiz, siempre sibilino, de que sin poderse desechar una clara correlación entre ambas variables, ello no implica necesariamente una relación de causa a efecto. Incluso apuntalando la correla-ción desconocemos su sentido. Por su innegable infl uencia conviene citar a los represen-tantes de la “escuela escéptica” o aun pesimista que acusan a la fi lantropía de promotora de la precariedad.

Autores como Bauer, Collier, Easterly, Barder-Birdsall y Clemens-Moss, entre otros, se han posicionado, con ma-tices diversos, en favor de esta tesis. Dambisa Moyo(2009)en un polémico libro titulado “Dead Aid”, (ayuda muer-ta), declara que las ayudas asiduas pueden reducir el aho-rro y la inversión de los benefi ciarios, crear una cultura de dependencia, debilitar su sector exportador a través del llamado “mal holandés”, reducir la competitividad perpe-tuando la pereza de los gobernantes, e incapacitar la crea-ción de un incipiente sistema fi scal, entre otros efectos perniciosos. La ayuda exterior, alega, supone anualmente el 13% del PIB de África y hasta el 60% de sus presupues-tos estatales, y aun así 700 millones de sus pobladores siguen viviendo en la necesidad extrema.

Sin entrar en un debate doctrinal más extenso resulta evi-dente que la efi cacia de la ayuda está condicionada a una serie de factores, liderados por una buena gobernanza, que lleva a aquella al buen fi n del desarrollo sostenido. Esta última es también la tesis del Banco Mundial y de la mayoría de la comunidad de donantes (González, 2007). Esto es especialmente signifi cativo en el caso de aque-lla forma de ayuda, sistemática, fungible y genérica que se denomina “Ayuda presupuestaria” (Budget–support) donde los fondos se asignan directamente al presupuesto del Gobierno receptor constituyendo su fuente prioritaria de ingresos. Las cifras de Moyo relativas a la ayuda al con-tinente africano(13% de su PIB y 60% de sus presupues-tos)son explicativas por si mismas. La efi cacia de la ayuda se ha mostrado más expeditiva, in-cluso en ausencia de estructuras idóneas de gobernanza, en la modalidad de “Ayuda-Proyecto” (Project-support), aspecto crecientemente auspiciado en el tiempo (Barder y Birdsall,2006). En este capítulo se inscribe también la ayuda humanitaria que se moviliza en respuesta a calami-dades repentinas, así como la dispensada a través de las ONGs u otros circuitos privados, para los que hay consen-so unánime respecto de su efectividad. Como ha señalado Jeffrey Sachs (2009), nadie puede ignorar los avances sig-


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Aunque la ayuda exterior a África supone el 60% de sus presupuestos nacionales y el 13 del PIB conjunto, 700 millones de sus habitantes siguen viviendo en extrema necesidad



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nifi cativos registrados en áreas como la mortandad infan-til, educación de adultos, escolarización primaria, potabili-zación de aguas, maternidad, combate de epidemias y un largo etcétera, que se autojustifi can con las estadísticas en la mano. Una variante de la ayuda-proyecto adopta una estructura vertical o sectorial en lugar de la geográ-fi ca o de país.Los programas globales, a menudo referidos como “fon-dos globales” o” fondos verticales” se defi nen como asociaciones e iniciativas relacionadas cuyos benefi cios se esperan cosechar en más de una región, y en las que los socios acuerdan establecer una nueva organización formal(o informal), generan nuevos productos y servicios, contribuyendo con recursos sufi cientes al programa. Los fondos globales enfocan determinados temas o asuntos de forma vertical, en contraste con el enfoque horizontal del modelo de ayuda a un solo país. Mientras que el pri-mer programa global de alcance, el CGIAR se estableció hace 25 años, el “boom” actual de fondos verticales se inició a fi nales de 1990. Las contribuciones realizadas a través de fondos globales representaban el 3% del to-tal de la AOD en 2005. Los principales sectores cubiertos por los programas globales son la salud (GFATM, Fon-do Global para el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria) y el medio ambiente (GEF, Instrumento ambiental global). El

rápido incremento, tanto de tamaño como de espectro de países, alcanzado por el CF (Fondo Catalítico) bajo la ini-ciativa “Educación para todos/Iniciativa de procedimiento urgente” (EFA/FTI) en los meses recientes incluye al sector educacional entre los objetivos de los fondos globales. La verticalización de la ayuda, por otra parte, posee el atri-buto de su segmentación y direccionamiento, evitando destinos alternativos, lo que debe interpretarse como una directriz de futuro en el contexto de la nueva arquitectura de la ayuda.Otro enfoque de la ayuda se refi ere a su aportación en función de parámetros de éxito y resultados del país re-ceptor. El país donante en cuestión establece diversos umbrales de aportación para el siguiente ejercicio en fun-ción de la consecución de unos objetivos en programas concretos, escolarización, vacunación etc. En el ejercicio en curso. Tales acciones refuerzan la apropiación de los programas, su autonomía y responsabilidad. Este tipo de aproximación se halla aun en fase incipiente.La Declaración de Paris (2005) sobre la Efectividad de la Ayuda fi rmada por 35 Países donantes, 26 agencias mul-tilaterales y 56 Países receptores de ayuda, aunque auspi-ciada bajo los intereses de la OCDE, es un referente im-portante al consensuar entre países donantes y receptores



un acuerdo basado en cinco principios básicos: Apropia-ción, Armonización, Alineación, Orientación a Resultados y Mutua Responsabilidad, enunciados genéricos y expli-cativos por si mismos en cuyo detalle no podemos entrar. EL Foro sobre Cooperación para el Desarrollo de Naciones Unidas, integrado en la marca de ECOSOC representa una iniciativa interesante para abordar cuestiones relativas a la efectividad de la ayuda. En su reunión del mes de Junio de 2009, 380 Organizaciones Civiles de más de 80 Países fi rmaron un importante Documento titulado BETTER AID, un benchmark en materia de efi cacia de la ayuda.El “Tercer Foro de Alto Nivel” sobre la efectividad de la ayuda celebrado en Accra (2008) dio lugar al “Programa de acción de Accra”, más conocido por sus siglas en In-gles “AAA” (Accra Agenda for Action, 2008) y ha venido a recapitular el estado de la cuestión de la efi cacia de la ayuda. Los puntos clave recogidos en la AAA son los siguientes:• Predictibilidad: los países en desarrollo reforzarán los

vínculos entre gasto público y resultados y los donan-tes facilitarán información adelantada de la ayuda pla-nifi cada en los 3/5 años futuros.

• Apropiación: los gobiernos de los países en desarrollo se comprometerán más con los Parlamentos y con las organizaciones de la sociedad civil.

• Sistemas nacionales: Como primera opción se utiliza-rán los sistemas del país asociado antes que los del país donante, y los donantes participarán sus planes de incrementar el uso de sistemas nacionales.

• Condicionalidad: Los donantes modifi carán las condi-ciones prescriptivas acerca del cómo y el cuando de la utilización y gasto de la ayuda, hacia otras condiciones basadas en los propios objetivos de desarrollo de los países receptores.

• Desvinculación: Los donantes elaborarán planes indi-viduales para desvincular progresivamente su ayuda.

• Fragmentación de la ayuda: Los donantes acuerdan evitar la creación de nuevos canales de ayuda y jun-tamente con los receptores trabajarán en una línea de división del trabajo orientada al benefi ciario.

• Asociación: Todos los actores quedan aleccionados para utilizar los principios de la Declaración de París y vuelve a aplaudirse el valor de la cooperación Sur-Sur.

• Transparencia: Donantes y receptores incrementarán sus esfuerzos para realizar evaluaciones recíprocas hasta el 2010. Ello implicará un mayor compromiso parlamentario y ciudadano y se complementará con evidencias independientes creíbles.

La mala gobernanza o, en casos extremos, su ausencia se invoca invariablemente como una limitación básica para la movilización de recursos en los países en desarrollo, dado que esta se ve constreñida por debilidades institu-cionales y políticas. KAHN (2008), KAUFMANN y KRAAY (2007), presentan unos indicadores básicos de gobernan-za. El Banco Mundial (Governance and anti-corruption, 2009) hace del estudio y seguimiento de la gobernanza uno de los ejes de su misión.La “buena gobernanza” es un fi n en sí mismo y no un medio para algo, ni siquiera para el desarrollo, pero en teoría con ella se reputa que puede mejorarse la moviliza-ción de recursos y un crecimiento impulsado por las fuer-zas del mercado, debido a que una buena gobernanza actúa mejorando la efi ciencia transaccional del mercado y del marco político. Se trata de un conjunto de condiciones institucionales de-seables, que se sitúan en torno a los siguientes enunciados:• Bajo nivel de corrupción • Sistema político democrático donde los Gobiernos de-

ben rendir cuentas a los votantes ante los que son responsables

• Imperio de la ley con unos sistemas legales efi cientes.• Derechos de propiedad estables• Entorno de alternativas de trabajo y actividad empre-

sarial y comercial viables en el limite de la legalidadEs a todas luces evidente que en ausencia de estos re-quisitos, la ayuda sistemática que fi nancia el presupuesto del Estado de forma genérica, sin orientación al proyecto, puede verse y de hecho se ve seriamente quebrantada. La corrupción invalida la acción de la ayuda y la revierte a intereses personales o lo desvía a otros espurios o con-trarios al espíritu de la acción solidaria. En los países en desarrollo, se estima que un billón de dólares de origen ilícito se desvía a terceros países a través de este sistema, constituyendo la condición económica más dañina para el pobre, socavando el alivio de la pobreza y retrasando su crecimiento sostenible. En su conjunto, como magnitud stock histórica, Tax Justice Network calcula que los acti-vos mantenidos en los centros extraterritoriales (Offshore Centers) o Paraísos fi scales con este origen suman unos 11,5 billones de dólares. La corrupción institucional es sin duda el mayor obstáculo para la efi cacia de la ayuda y para la promoción del desarrollo de los países mas desfa-vorecidos.La difi cultad reside en que una buena gobernanza aca-rrea un elevado coste y que en los países avanzados el logro de la misma ha sido un lento proceso a lo largo de los años, siempre inacabado. La consolidación de


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un sistema de derechos de propiedad exige no solo el compromiso del Gobierno sino numerosas ejecuciones, arbitrajes, protección y resolución de confl ictos con su correspondiente coste económico. La lucha contra la co-rrupción implica que los gobiernos cuenten con fuentes fi nancieras signifi cativas para el desarrollo de la acción política, un presupuesto sufi cientemente amplio como para que la mayoría de las demandas redistributivas de la sociedad puedan proveerse a través del mismo y es-tructuras regulatorias y de ejecución para convertir los ámbitos ilegales de actividad en otros conforme a la ley. La validación de la acción publica ante un electorado amplio y no ante unas minorías requiere una capacidad redistributiva presupuestaria estable.

Un estudio del Banco Mundial (The World Bank, 2012) analiza los impactos de la fragmentación y de la condicio-nalidad. Cuando los donantes tienen una amplia cuota del mercado de ayudas gozan de mayores incentivos para maximizar el impacto del desarrollo de sus ayudas con-dicionando en medida menor. El ranking de percepción de índices de corrupción señala que mayores cuotas de ayuda están ligadas a menor condicionalidad de la ayu-da y que pueden ser una respuesta adecuada cuando las pérdidas derivadas de la corrupción son mayores que las derivadas de la condicionalidad.Los esfuerzos para la creación de capacidades, -concepto introducido por Amartya Senn y al que ya nos hemos refe-rido con anterioridad-y por lo tanto de unas bases efi caces de asignación económica, están asociados al Concepto de Estado y al desarrollo de la dimensión Institucional. El papel del Estado y su consiguiente ubicación en el debate del fracaso en los países en desarrollo viene dictado por dos visiones interpretativas diferentes. La visión dominan-te adjudica al Estado un papel de “proveedor de servicios” en particular de determinados bienes públicos como la ley y el orden, la seguridad social y la regulación del mercado, dejando a este su función proveedora general. El modelo alternativo se decanta por un Estado de “transformación social” con unas funciones más críticas como son la mu-

tación de sociedades precapitalistas y preindustriales en unas sociedades de mercado industriales y efi cientes, una vez se haya diseñado su andadura particular. El fracaso del Estado en los países en desarrollo se ha basado en la mayoría de los casos en la ausencia de una capacidad institucional y política adecuada para asistir y acelerar la dinámica del cambio. Más aun, en ausencia de este se-gundo modelo, el primero suele igualmente estar aboca-do al fracaso.Las raíces son históricas. En la década de los 50 las teorías del subdesarrollo justifi caban el mismo en la incapacidad de utilizar sus recursos disponibles, buscando una inter-vención estatal paliativa. Esta proposición de sesgo trans-formador viene a sustituir a la incapacidad del mercado para ofrecer soluciones en una gran parte de los países en desarrollo. El Consenso de Monterrey continua situando al Estado en el viejo rol de proveedor de servicios asegu-rando las condiciones para la iniciativa privada, cubriendo las necesidades de infraestructura dirigida a la moviliza-ción de recursos, y generando un entorno propicio para el fl ujo fi nanciero privado, principalmente internacional. Pero esta orientación ha favorecido más a los intereses de las empresas multinacionales que a los propios países en desarrollo, por lo que debe ser evaluada críticamente en cada circunstancia y para cada país.

4.a. Redefi nición del marco de la AOD. La calidad de la ayuda va mas allá de la efi cacia de la ayuda para el desarrollo.

Comenzando por un tema meramente contable resulta absurdo considerar el alivio de la Deuda como AOD y ello a pesar de que el Consenso de Monterrey (CM) señala explícitamente que “los recursos que suministren para el alivio de la deuda no menoscaben los de AOD destinados a los Países en desarrollo” y la Declaración de Doha (DdD) constate que “Nos alienta la recuperación de la AOD tras su tendencia negativa anterior a la Conferencia de Mon-terrey (la AOD en cifras reales aumentó en un 40% entre 2001 y 2007), aunque señalamos que una parte impor-tante de la corriente de asistencia posterior a 2002 consis-tió en alivio de la deuda y asistencia humanitaria”.La AOD comprende con criterios ofi ciales la ayuda, el ali-vio de la deuda, la asistencia humanitaria de emergencia y otras actividades en favor de la paz. En su conjunto se estima que solo un tercio de la AOD puede ser considera-da como ayuda. Ello desfi gura la decisión de los gobiernos fi rmantes del CM, que en cualquier caso precisa de fl ujos de fondos adicionales y predictibles.

USA y Japón, principales donantes en términos absolutos no alcalzan el objetivo del 0.7% del PNB y manifi estan no adherirse a este criterio cuantitativo de ayuda



Un aspecto esencial congruente con la efi cacia de la ayu-da es la adecuada participación y asociación de todas las partes interesadas, sin posibilidad de exclusión de los países receptores de la ayuda. Sin ello resulta imposible una colaboración genuina. Ni el G8 ni la OCDE parecen ofrecer el marco estructural adecuado para superar el ses-go de dominación implícito en el discurso del desarrollo, mientras que la ya citada iniciativa del ECOSOC, el Foro sobre la cooperación al Desarrollo puede resultar en una plataforma conveniente para el intercambio democrático de criterios y buenas prácticas. La participación y la aso-ciación se extienden a todas las partes interesadas y por lo tanto también a la sociedad civil. La simetría de la asocia-ción debe extenderse a otros campos, por ejemplo a los de la responsabilidad y la transparencia fi nanciera, partes esenciales del contrato de ayuda. A los gobiernos recep-tores se les exige que exhiban unas cuentas fi nancieras y presupuestarias fi ables respecto de la utilización de la ayuda, requisito que debería ser complementado por un suministro oportuno y previsible de fl ujos de ayuda por parte de los donantes.Apropiación nacional y condicionalidad son dos criterios que chocan frontalmente en el escenario del desarrollo y minan la efi cacia de la ayuda. Es cierto que el primero de los criterios invocados en la Declaración de París im-plica tiempo y compromiso. La capacidad para adquirir apropiación crece con el aprendizaje y la acción, pero en general los donantes inciden negativamente en la apro-piación cuando activan la condicionalidad. La ayuda tiene que orientarse y dirigirse con fl exibilidad y alineación ha-cia prioridades de desarrollo nacionales en el interés de las personas afectadas. La apropiación democrática no se refi ere en exclusiva a los gobiernos del sur, sino que debe alcanzar a los parlamentos, la sociedad civil y otros agen-tes del proceso de desarrollo. En la reunión celebrada por el Foro para la cooperación al Desarrollo en Roma, en Ju-nio de 2008, se han establecido una serie de áreas en las que focalizar la apropiación y alineamiento democráticos.Las condiciones –sobre todo las condiciones económicas vinculadas a la ayuda- no son legítimas si son impuestas en vez de derivarse de un proceso incluyente de diálogo y de negociación Las Instituciones Multilaterales deben promover el paso de la condicionalidad a la recomen-dación. Está demostrada la correlación negativa entre predictibilidad y condicionalidad. En aquellos países de instituciones fuertes y procesos transparentes de gestión política, el incremento de la ayuda debería basarse en los resultados y no en las condicionalidades ex-ante.Los países en desarrollo deben aprender unos de otros y

de las experiencias y errores pasados. En este contexto la Cooperación Sur-Sur, con proyectos simples y exentos de condicionalidades representa una iniciativa a explorar.El Programa de acción de Accra señala certeramente que es menester reducir la costosa fragmentación de la ayuda ya que su efi cacia se ve reducida cuando existen dema-siadas iniciativas duplicadas, en especial a niveles nacio-nales y sectoriales. Reducir la fragmentación de la ayuda mejorando la complementariedad de las iniciativas de los donantes y la división del trabajo entre los donantes, lo que incluye una mejor asignación de recursos dentro de los sectores, dentro de los países y entre los países, se constituye, en su consecuencia, en un objetivo prioritario. A tal fi n, la AAA propone que los países en desarrollo tomen la iniciativa al momento de determinar las funcio-nes óptimas de los donantes en el apoyo a las iniciativas de desarrollo a niveles nacionales, regionales y sectoriales. Los donantes respetarán las prioridades de los países en desarrollo, con lo que se garantiza que los nuevos acuer-dos sobre la división del trabajo no impliquen una menor cantidad de ayuda para los países en desarrollo en forma individual. Sin embargo con ser importantes la coordinación y au-sencia de fragmentación de la ayuda, el creciente y muy actual fenómeno de la cooperación descentralizada (Gon-zález 2008) suscita nuevos debates sobre el binomio efi -cacia y especialización. El valor añadido de la cooperación descentralizada, conducida por la sociedad civil en para-lelo a los esquemas de efi cacia de la ayuda promovida “por Estados, para Estados” y su especifi cidad, habría que buscarlo profundizando en su origen como una coopera-ción que nace de la cercanía a la ciudadanía, en el cono-cimiento y convivencia con el actor receptor de la ayuda con un legado histórico a sus espaldas y un conocimiento de campo al que son ajenos los grandes mecanismos de la ayuda estatal.La cercanía del 2015 apremia la dinámica de asignación de fondos para los ODM. En este sentido el ritmo de adop-ción de compromisos es de vital importancia para el obje-tivo propuesto. En primer lugar Estados Unidos y Japón, los principales donantes en cifra absoluta no solo no han alcanzado el objetivo del 0,7% del PNB sino que manifi es-tan explícitamente no adherirse a criterios cuantitativos de ayuda relacionados con este indicador. Además muchos países, entre ellos Alemania, no han presentado el calen-dario de cumplimiento a medio plazo de sus obligaciones ODA. Por ello es necesario que los Países donantes some-tan sus calendarios vinculantes con la máxima urgencia. Un calendario, aparte de vincular más estrechamente a los


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estados que adopten compromisos de aportar fondos adi-cionales, priorizando donaciones sobre préstamos, ofrece una mayor predicción de su uso y facilita la coordinación de acciones en los países receptores.La ayuda al desarrollo es únicamente una parte de la ecuación del desarrollo del Sur y debe ser organizada en el contexto más amplio de su interrelación con el co-mercio, la deuda, la movilización de recursos internos e internacionales, la radical reforma del estatuto fi scal in-ternacional con la desaparición de los paraísos fi scales, y la aparición de sistemas impositivos nacionales capaces de alimentar sostenida y recurrentemente la columna de ingresos de los presupuestos estatales.La ayuda es muy importante, pero el objetivo es un mundo donde ya no sea necesaria; donde la pobreza no sea una realidad cotidiana para millones de mujeres y hombres; donde el trabajo decente sea una realidad para todos; donde los recursos globales se distribuyan con justicia; donde las desigualdades sociales y de género sean erra-dicadas; donde se respeten a las poblaciones indígenas; donde Estados fortalecidos democráticamente cumplan con los derechos económicos sociales y culturales; donde los bienes públicos globales, incluyendo la sostenibilidad ambiental, estén asegurados por instituciones multilate-rales internacionales con igual participación de todos los países.

La ayuda puede jugar un importante papel para aglutinar a los agentes del desarrollo en torno a esta visión, y es ob-vio que se necesita urgentemente más y mejor ayuda para afrontar la escalada de retos que plantean la pobreza, la desigualdad y la exclusión. Pero la ayuda será efi caz cuan-do se pueda demostrar claramente que se orienta hacia dichos retos bajo un enfoque universal, más democrático, incluyente y representativo, cimentando una plataforma de mínimos de gobernanza y ausencia de corrupción, en la que no solo los países receptores sino también Occiden-te tiene un delicado y defi nitivo papel a jugar.

4.b. Otras causas de la trampa de la Pobreza

Con independencia de la necesaria atemperación del fac-tor exógeno ayuda en la resolución de los ODM, existen factores extraeconómicos que hacen de la pobreza una cárcel de perpetuidad. Una abundante literatura teórica sugiere los mecanismos capaces de generar círculos vi-ciosos de penuria y estancamiento. El “efecto umbral” preconizado por Galor y Zeira (1993) muestra que por de-bajo de un cierto nivel de renta, la sociedad en cuestión es incapaz de generar las inversiones mínimas necesarias para activar el proceso de crecimiento. Otro dispositivo automático que perpetúa la miseria se relaciona con el riesgo. Como nota Abhijit Banergee los vulnerables son



más refractarios al riesgo que los ricos porque las pérdidas les hieren de forma más cruel. Pero la pobreza en sí misma no puede ser una trampa. De lo contrario todos seguiríamos en la indigencia. ¿Por qué la globalización ha sido incapaz de acelerar el crecimiento de estos países asolados? Las Instituciones pueden poseer cualidades malignas. Formas persistentes de pobreza en-contradas en antiguas colonias europeas son atribuibles según Engerman y Sokoloff (2003) a la escasísima parti-cipación de la población autóctona en la organización de los procesos de producción e innovación.Pero ha sido Paul Collier, (2007) quien ha lanzado las hi-pótesis mas provocativas. Para el Director del Centro de Estudios africanos de la Universidad de Oxford, son cuatro las trampas en las que los países mas desasistidos tienden a caer. La primera es el confl icto. Tres cuartas partes de esta población han atravesado o atraviesan una guerra civil. Guerras que se extienden durante años con con-secuencias económicas desastrosas, siendo la mitad de ellas rebrotes de confl ictos anteriores. Para Collier estas contiendas tienen poco que ver con el colonialismo o la disparidad de rentas, y mucho que ver con la alta propor-ción de jóvenes analfabetos, los desequilibrios entre gru-pos étnicos y la abundancia de recursos naturales como diamantes o petróleo que son la fuente de fi nanciación de las rebeliones.Justamente esta característica acoge la segunda trampa. Las rentas de estos recursos no solo favorecen las insur-gencias sino que crean graves disfunciones democráticas. Los países pobres ricos en recursos no recaudan impuestos pero por ello mismo tampoco se someten al veredicto del electorado. La geografía es la tercera trampa, para aque-llos países cercados, sin cauces naturales para su comercio exterior, y que dependen de los sistemas de transporte de sus países vecinos muchas veces hostiles o con análogas difi cultades a las suyas.Finalmente la trampa de una mala gobernanza asociada a la corrupción, la medida en que se ejerce el poder público en benefi cio privado, esa lacra pavorosa que destruye a un país desde su interior. Si estas son las causas principales de la extrema pobre-za en el mundo: ¿Qué pueden hacer los países ricos por atenuarla o superarla? Hay dos cosas importantes que oc-cidente puede emprender. Los productos africanos nece-sitan una protección temporal frente a los competidores asiáticos, mediante una política discriminante de cupos y aranceles. Ello iría unido a una intensifi cación de estánda-res internacionales para bloquear el comercio de diaman-tes que se utiliza para fi nanciar los confl ictos militares.

Pero no son estas las más heréticas de las prescripciones de Collier. El británico aboga por intervenciones militares ocasionales en países posconfl icto para evitar nuevas re-caídas en guerras civiles. Estas provocadoras sugerencias que han sido tachadas de imperialismo fi lantrópico abren un debate extremadamente delicado, cuando el mundo asiste consternado a la destrucción de Irak o Afganistán. Pero posiblemente haya que considerar también la efec-tiva intervención en Sierra Leona que acabó con la gue-rra civil, mientras que la pasividad internacional abocó a Ruanda al genocidio.No terminan aquí sus recomendaciones. Lo anterior debe conjugarse con una audaz política normativa: leyes que obliguen a los paraísos fi scales a revelar los depósitos de los cleptócratas, o que regulen la explotación de los recur-sos naturales, preserven la libertad de los medios y pre-vengan el fraude. Tal vez no se consiga forzar a los gobier-nos corruptos a fi rmar estas convenciones, pero ayudarán a estrechar el cerco creado por visionarios y reformistas.

No se persigue en estas líneas una disección detallada de la evolución y progreso de los ODM en su trayectoria ha-cia 2015. Diversos informes de seguimiento permiten un acercamiento pormenorizado al tema desde una óptica ofi cial y nos limitaremos a dar una referencia de los mis-mos. Por otro lado, y este es quizá el aspecto mas relevan-te, ¿no tiene mayor importancia aquello que ha dejado de hacerse que lo que se ha conseguido corregir? El espanto de las bolsas de miseria ¿no tapa y anega cualquier logro parcial de los objetivos? De ahí que el apartado fi nal de este análisis, relativo a las acciones que deben acometerse a partir de 2015 cobra una especial relevancia.

5.a. El primer objetivo se alcanzó en el 2010

Sin duda el hecho mas signifi cativo, no exento de una controversia que no podemos detallar, es el reciente infor-me del Banco Mundial(2012/2), en el que se relata como los países en desarrollo aparentemente llegaron a la meta como grupo en el 2010, en el primero de los ocho Obje-tivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la ONU, redu-ciendo a la mitad los niveles de pobreza. Martin Ravallion director del grupo de investigación del Banco Mundial y principal autor del informe no ha dudado en afi rmar que “ahora estamos seguros de que el mundo en desarrollo


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5. La evaluación del progreso de los ODM




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en su conjunto alcanzó el primero de los Objetivos del Milenio y llegó a esa meta en el 2010 a pesar de la crisis”.El desglose por regiones, sin embargo, muestra que sólo Europa del Este, Oriente Medio y Asia Oriental y el Pacífi -co, que incluye a China e India, lograron el objetivo. África y América Latina no lo han hecho todavía. Al actual ritmo, el Banco Mundial estima que en el 2015 todavía habrá cerca de 1.000 millones de personas en extrema pobreza, defi nido como ciudadanos que viven con menos de 1,25 dólares diarios.Los nuevos datos muestran que la proporción de personas que vive en la pobreza extrema se encuentra ahora en su nivel más bajo desde 1981, cuando la institución comen-zó a seguir los niveles de pobreza. El Banco Mundial reco-noció que 1.290 millones de personas vivía con menos de 1.25 dólares al día en los 10 a 20 países más pobres del mundo en 2008, frente a 1.940 millones en 1981.El caso de China es altamente distorsionador al tiempo que un claro ejemplo de cómo altas tasas de crecimiento contribuyen a la reducción de la pobreza. Los datos del Banco Mundial demuestran que en el 2008 en el gigante asiático había 660 millones de personas menos que vivían con una cifra inferior a 1.25 dólares diarios que en 1981.En África, por primera vez desde 1981, menos de la mitad

de la población vive con ingresos inferiores a 1.25 al día. Se estima que la tasa de pobreza extrema en ese continente ha descendido casi 10 puntos porcentuales desde 1999.La pagina Web de Naciones Unidas ‘Millenium Develop-ment Goals Indicators’(http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Home.aspx) ofrece un de-tallado seguimiento de la evolución de los ODM. Este sitio contiene datos, defi niciones, metodologías y fuentes ofi ciales sobre los más de 60 indicadores utilizados para medir el avance hacia el logro de los ODM. Los datos y análisis son resultado del trabajo del Grupo Interinstitu-cional y de Expertos (IAEG, por sus siglas en inglés) sobre los indicadores de los ODM, coordinado por la División de Estadística de las Naciones Unidas. Igualmente, en este sitio el lector puede encontrar los informes ofi ciales sobre el avance hacia el logro de los ODM y otros documentos elaborados por el IAEG. Los enlaces, documentos e infor-mación son constantemente actualizados para mantener-lo al día sobre los progresos hacia el logro de los ODM.

5.b. Los progresos logrados deben ser consolidados

El 7 de julio de 2011 se publicaba el Informe de los ODM 2011,(Naciones Unidas, 2011), ultimo de la serie ofi cial



publicada por Naciones Unidas. Recoge el progreso sig-nifi cativo realizado por algunos países pero demuestra igualmente que los esfuerzos para alcanzar los ODM en 2015 necesitan ser intensifi cados. Deben afrontar las dis-paridades registradas en el progreso entre las áreas ur-banas y las rurales y apoyar a las poblaciones extrema-damente pobres y aquellas otras que están en notable desventaja por razón de sexo, edad, etnia o discapacidad.He aquí algunos de los hechos más destacados tomados del informe de 2011:• La pobreza sigue reduciéndose en muchos países y re-

giones. A pesar de los serios reveses sufridos por los problemas económicos de 2008-2009, exacerbados por la crisis de los alimentos y de la energía, el mundo sigue encaminado a lograr la meta de reducción de la pobreza. Se espera que para 2015 la tasa mundial de pobreza del mundo sea menor del 15%, muy por de-bajo del objetivo del 23%. Sin embargo, esta tenden-cia global refl eja principalmente el rápido crecimiento ocurrido en Asia oriental, especialmente en China.

• Algunos de los países más pobres han logrado los avances más notables en educación. Burundi, Mada-gascar, la República Unida de Tanzania, Rwanda, Sa-moa, Santo Tomé y Príncipe y Togo han alcanzado el objetivo de lograr la enseñanza primaria universal, o están a punto de ello. Ha habido avances signifi cativos

en Benin, Bhutan, Burkina Faso, Etiopia, Guinea, Mali, Mozambique y Níger, donde la tasa neta de matricu-lación en enseñanza primaria creció más de 25 puntos porcentuales entre 1999 y 2009. Con un incremento de 18 puntos entre 1999 y 2009, África subsahariana es la región con el mejor resultado.

• Las intervenciones específi cas han reducido la morta-lidad de los niños. El número de muertes de niños menores de 5 años ha caído de 12,4 millones en 1990 a 8,1 millones en 2009. Esto signifi ca que cada día fallecen casi 12.000 niños menos. Entre 2000 y 2008, la combinación de una mejor cobertura mediante va-cunaciones y la oportunidad de recibir una segunda dosis de la vacuna produjo una caída del 78% en las muertes por sarampión en todo el mundo. Estas muer-tes evitadas representan una cuarta parte del descenso de la mortalidad total en niños menores de 5 años.

• El aumento de la fi nanciación y los esfuerzos para la reducción de la malaria han reducido las muertes por paludismo. Con la dedicación de gobiernos, agencias internacionales, trabajadores de la salud y la sociedad civil, las muertes mundiales por paludismo han dismi-nuido un 20%, pasando de casi 985.000 en 2000 a 781.000 en 2009. Este progreso se ha logrado gracias a la aplicación de medidas cruciales, como la distri-bución de mosquiteros impregnados de insecticida, que en África subsahariana cubren al 76% de la po-


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blación expuesta a la enfermedad. Los más drásticos descensos absolutos se produjeron en África, donde 11 países redujeron en más de un 50% los casos de infección y las muertes por paludismo.

• Las inversiones en la prevención y el tratamiento del Sida están dando resultados. Las nuevas infecciones por Sida están disminuyendo de modo constante, principalmente en África subsahariana. Se estima que en 2009 hubo 2,6 millones de infecciones por Sida, una caída del 21% respecto a 1997, año que ostenta el record de nuevas infecciones. Gracias a la mayor disponibilidad de fondos y a la expansión de los prin-cipales programas, el número de personas que entre 2004 y 2009 recibieron medicación antirretroviral con-tra el VIH/SIDA se multiplicó por 13. A fi nales de 2009, en los países con ingresos bajos y medios había 5,25 millones de personas que recibían tratamiento, lo cual supone a un incremento de mas de 1,2 millones de personas desde diciembre de 2008. En consecuencia, la cantidad de muertes por SIDA disminuyó un 19% durante ese periodo.

• Gracias a las efi caces estrategias contra la tuberculosis, se están salvando millones de vidas. Entre 1995 y 2009 fueron tratados con éxito 41 millones de pacientes con tuberculosis y se salvaron unos 6 millones de vidas gracias a los efi caces protocolos para el tratamiento de la enfer-medad. En todo el mundo, las muertes atribuidas a la tuberculosis han caído en más de un tercio desde 1990.

• Todas las regiones han progresado en cuanto al acce-so a agua potable. Se estima que en el periodo 1990-2008, 1.100 millones de personas en áreas urbanas y 723 millones en áreas rurales obtuvieron acceso a fuen-tes de agua potable mejoradas. Asia oriental registró los mayores avances en la cobertura de agua potable, pues pasó del 69% en 1990 al 86% en 2008. En África sub-sahariana casi se duplicó la cantidad de personas que dispone de una fuente de agua mejorada, pasando de 252 millones en 1990 a 492 millones en 2008.

• Con todo y con ello, a pesar del progreso logrado, no se está socorriendo a los más vulnerables. Aunque muchos países han demostrado que es posible progre-sar, es necesario intensifi car los esfuerzos y orientarlos hacia los mas necesitados: los que viven en pobreza extrema y los que están en desventaja por razón de su sexo, edad, grupo étnico o discapacidad. Las diferen-cias de progreso entre áreas urbanas y rurales siguen siendo abrumadoras.

• Los niños más pobres han sido los menos benefi ciados en cuanto a la mejora de la alimentación. En 2009, casi

un 25% de los niños de países en vías de desarrollo te-nían un peso inferior al normal, siendo los más pobres los más afectados. En Asia meridional la escasez de alimentos de calidad, las malas prácticas alimenticias y las condiciones de salubridad inadecuadas han con-tribuido a que la defi ciencia de peso en los niños sea la más aguda del mundo. Entre 1995 y 2009, en esa región no se produjo mejora signifi cativa alguna entre

los niños de los hogares más pobres, mientras que la insufi ciencia ponderal en los niños del 20% de los ho-gares más ricos disminuyó casi en un tercio. Los niños de las áreas rurales de las regiones en desarrollo tienen el doble de probabilidad de tener un peso inferior al normal que los niños de las áreas urbanas.

• Las oportunidades de tener un empleo productivo y a tiempo completo siguen siendo escasas, particular-mente para las mujeres. En al menos la mitad de las regiones hay un gran défi cit en cuanto al acceso de las mujeres al empleo remunerado. Tras las pronuncia-das pérdidas de trabajo de 2008-2009, el crecimiento del empleo que tuvo lugar durante la recuperación de 2010, sobre todo en los países en vías de desarrollo, fue menor para las mujeres que para los hombres. Las mujeres empleadas en la industria manufacturera se vieron especialmente afectadas.

• Ser pobre, mujer o vivir en una zona de confl icto au-menta la probabilidad de no ir a la escuela. La tasa neta de matriculación en enseñanza primaria ha au-mentado solo 7 puntos porcentuales desde 1999, lle-gando al 89% en 2009. Recientemente, los avances se han ralentizado, mermando las posibilidades de cum-plir con el ODM de lograr la enseñanza primaria uni-versal en 2015. Los niños de los hogares más pobres, los de las áreas rurales y las niñas son quienes tienen las mayores probabilidades de no asistir a la escuela. El 42% (28 millones) de los niños del mundo en edad de asistir a la escuela primaria que no están matriculados vive en países pobres afectados por confl ictos.

• Los avances en el saneamiento a menudo no llegan a los pobres ni a los que viven en áreas rurales. Más de 2.600 millones de personas carecen de inodoros con


Entre el 1981 y el 2008, 660 millones de chinos han dejado de ser considerados pobres


descarga de agua o de otro tipo de servicios de sanea-miento mejorados, y donde se produjeron avances en este ámbito, en general no llegaron a los sectores po-bres. Un análisis de las tendencias en el periodo 1995-2008 en tres países de Asia meridional muestra que las mejoras en saneamiento benefi ciaron despropor-cionadamente a quienes tenían una mejor situación económica, mientras que la cobertura de saneamiento del 40% de los hogares más pobres apenas aumentó. Las diferencias en la cobertura del saneamiento entre las áreas urbanas y rurales se están reduciendo, pero la población rural sigue en clara desventaja en varias regiones.

• Mejorar las vidas de la creciente cantidad de pobres en zonas urbanas sigue siendo un reto monumental. En los países en vías de desarrollo, los avances en la me-jora de condiciones en los barrios de chabolas no han sido sufi cientes como para contrarrestar el crecimiento de ese y de otros tipos de asentamientos informales. En las regiones en desarrollo, la población urbana que vive en chabolas se estima que asciende a unos 828 millones, cifra que era de 657 millones en 1990 y de 767 millones en 2000. Deberán redoblarse los esfuer-zos para mejorar la calidad de vida de los habitantes pobres que residen en ciudades y metrópolis de los países en vías de desarrollo.

• El mayor acceso a fuentes mejoradas de agua potable no ha sido uniforme. En todas las regiones, el acceso a agua potable es inferior en las áreas rurales que en las urbanas. En África subsahariana, un habitante urbano tiene 1,8 veces más probabilidades de disponer de una fuente mejorada de agua potable que una persona que vive en un área rural.

Este fl ash informativo destila un sabor agridulce plagado de contrastes. Tal vez la amargura sea fi nalmente la nota dominante.Como hito de interés, días antes de la gran cumbre de Setiembre de 2010 en Naciones Unidas, el Fondo Mone-tario Internacional (2010) había propuesto una serie de acciones específi cas para mantener el progreso hacia los ODM, haciendo un llamamiento a los países desarrollados y a los emergentes dinámicos para asegurar una recupera-ción frágil de la crisis global como se ha demostrado con posterioridad. Se reclama de los donantes que manten-gan los compromisos de Gleneagles sobra la AOD, elimi-nando barreras a la exportación de los países más pobres e intensifi cando el apoyo a los más necesitados. Los paí-ses en desarrollo deben centrarse en la recuperación del crecimiento invirtiendo en infraestructura y creando un

entorno de negocio ‘amable’ para la inversión extranjera. Por su parte el FMI continuará con su política de apoyo de prestamos sin intereses para los países sacudidos por shocks puntuales, asistencia técnica y apoyo en la tarea de la creación de capacidades autóctonas congruentes con los objetivos de reducción de la pobreza.

5.c. La reunión de seguimiento de 20 de Setiembre de 2010: 10 años de ODM

Finalmente, entre los días 20 y 22 de Setiembre de 2010, 140 países se reunieron en Nueva York en la sede de Naciones Unidas para revisar el progreso de los ODM, en la llamada ‘Cumbre de los ODM’. El documento fi nal(Naciones Unidas 2010)se compone de tres partes. La primera expone las lecciones de los 10 últimos años de implementación fallida. La segunda contiene un plan de acción para lograr los ODM en 2015 con recomendacio-nes para cada objetivo específi co. La tercera contiene de-terminados acuerdos de seguimiento. Revisando el estado del progreso en la primera parte los gobiernos del planeta reconocen que dicho progreso no es el deseable y que presenta importantes fi suras en muchos objetivos, por no decir en todos. Y en los que se verifi ca una velocidad de crucero aceptable se constata un progreso desigual entre regiones y países. El documento avisa de los peligros de una involución debida a las crisis en curso, la fi nanciera y económica, pero también la energética, la relativa al cam-bio climático y a la pérdida de biodiversidad.Sin embargo, contrariamente a lo que cabría esperar, el capitulo de ‘acciones’ muestra un marcado contraste con la primera parte de diagnóstico.

Dadas las limitaciones que se han descrito en las páginas anteriores en relación a la cooperación internacional para alcanzar los ODM durante los 12 últimos años, la fecha lí-mite de 2015 suscita una serie de amenazas e interrogan-tes. Naciones Unidas anticipa para 2025 una población mundial de cerca de 8000 millones de habitantes frente a los 6.900 de la actualidad, con un crecimiento demo-gráfi co asimétrico que registrará las tasas de crecimiento más signifi cativas en África y Asia con las consecuencias que ello acarrea para los ODM. Problemas adicionales de seguridad en los países receptores de emigrantes aña-dirán previsiblemente tensión al equilibrio de bloques y


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6. Más allá de 2015




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naciones, agravado quizá por la creciente bolsa de po-breza en Europa, cercana al 20%, avivada por la reciente ola de recesiones que amenaza con convertir el paro en un concepto estructural y endémico. Otros factores que amenazan la solidaridad internacional se esconden detrás del cambio climático y las crecientes diatribas e incerti-dumbres que ha desatado, con la incidencia en el número e intensidad de las sequías y hambrunas en las áreas mas afectadas, generalmente en países del sur. La persistencia de determinadas dictaduras, los confl ictos armados, la pi-ratería y el terrorismo se erigen en otros tantos enemigos acérrimos de la cooperación para el desarrollo del sur. Las políticas particulares de determinados donantes en crisis tendrán y tienen efectos perversos en la asignación de las cifras de AOD. En 2012, como ejemplo, España ha dismi-nuido la AOD en un 32,7% respecto de 2011, al igual que Grecia (39,3%)o Bélgica(13,3%), alejándose signifi cativa-mente de uno de los referentes básicos del milenio, como es el compromiso del 0,7% del PIB.En las múltiples instancias en las que la sociedad civil ha hecho uso de los turnos de intervención en las Institucio-nes Multilaterales, se ha denunciado el hecho de que, sin renunciar a los compromisos adquiridos hasta 2015, no

cabe esperar a dicha fecha sin planifi car con la sufi ciente antelación lo que haya de acometerse con posterioridad a ella. Las propuestas mas convergentes giran en torno a convocar una reunión urgente en 2013 por parte del ECOSOC, la Asamblea General de Naciones Unidas o ambos. El documento fi nal de la cumbre de los ODM de setiembre de 2010 requirió al presidente de la 68 sesión de la Asamblea General con esa misma intención. Tam-bién solicita del Secretario General de Naciones Unidas “realizar recomendaciones sobre los próximos pasos para avanzar en la agenda del desarrollo de Naciones Unidas mas allá de 2015”.Finalmente, se depositan las máximas esperanzas en la Conferencia sobre el Desarrollo sostenible conocida como Río+20 que se celebrarán en Río de Janeiro en el mes de junio de 2012 de la que se espera se convierta en la nueva plataforma de lanzamiento de los ODM, más allá de 2015.Un mundo confl ictivo, con una globalización heterogé-nea, no puede permanecer indiferente ante la plaga del subdesarrollo y de la pobreza del planeta, una realidad a superar desde la sensibilización, el compromiso y la multi-lateralidad sin fi suras. Cualquier otro problema es inferior en rango a este.




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NOTAS1 Manfred Nolte es colaborador de ALBOAN, ONG de Desarrollo de los

Jesuitas de la Provincia de Loyola.2 Objetivos de Desarrollo del Milenio.

* Manfred Nolte . Es investigador - colaborador de AL-BOAN, ONG de desarrollo de la Compañía de Jesús en la Provincia de Loyola. Doctor en Ciencias Económicas, en su vida profesional ha simultaneado la actividad académica con la gestión empresarial ocupando car-gos de responsabilidad en el sector fi nanciero.

Curriculum Vitae

Convertidos en el referente del consenso internacional so-bre el concepto del desarrollo, las metas alcanzables y el rol que corresponde a cada uno de los agentes sociales involu-crados en el tema de la cooperación, los Objetivos de Desa-rrollo del Milenio representan en la actualidad un absoluto del que nadie osa desvincularse, pero que al mismo tiempo presenta algunas notables fi suras conceptuales.El seguimiento de su progreso realizado fundamentalmente por Naciones Unidas pero también por otros Organismos mul-tilaterales ha contabilizado avances signifi cativos que reabren sin embargo el agridulce debate de la botella medio llena o medio vacía. La cuestión crítica es comprender donde y por qué el progreso se ha acelerado en unos países y no en otros.A subrayar que la crisis en los países desarrollados, princi-pales donantes del planeta, ha provocado un retroceso im-portante en uno de los pilares del proceso como es la AOD. Por lo demás, alcanzar los ODM supone transformaciones sociales de calado mas allá de meros modelos económicos. Metas parciales como la igualdad de género o un progreso en la salud maternal no se alcanzan con soluciones técni-cas, ni con asesoramiento foráneo ni con subvenciones o donaciones internacionales, sino que reposan en vigorosos cambios socioculturales y en políticas de iniciativa local. Como se predica desde sectores mas audaces de la socie-dad civil el fi n de la pobreza pasa, mas allá del factor ayuda, por el de la justicia, la equidad, la desaparición de privile-gios fi scales y en general de las desigualdades.En su consecuencia, la adaptación de la cooperación al desarrollo al nuevo ecosistema de la ayuda reclama la comprensión de cómo nuevos agentes y nuevas circuns-tancias están cambiando la efi cacia de la ayuda, tal y como ha sido preconizado en el documento fi nal de Bu-san en 2011. El foro ha enfatizado el nuevo papel de la cooperación sur-sur, las implicaciones de una mayor im-plicación del sector privado, enfoques renovados con re-lación a los estados frágiles y en situación de postconfl icto y la formación de una nueva asociación global para una cooperación al desarrollo efectiva.El empoderamiento y apropiación del sur en su propio res-cate, la conciencia de la importancia de la inversión priva-da y de los ODM vinculados al comercio que no solo re-ducen la pobreza sino que indirectamente ayudan a todos los ODM, hace que los programas que sin duda se abrirán al término de 2015 tengan nuevas lecturas y marquen la senda para el alivio de millones de seres humanos aun atrapados en la trampa de la pobreza.


7. Resumen y Conclusiones



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Los ODM: Panorámica General

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