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Manual de Filosofa del Lenguaje

Departamento de Filosofa Universidad del Valle

CONTENIDO

presentacin Unidad N 1 Platn Aristteles Ideas fundadoras acerca del lenguaje Platn

7

10 13 15 28 2931

Cratilo o la correccin de los nombresCamilo V ega G o n z lez

Comprensin y discusin Aristteles

Sobre La interpretacinArist teles

Comprensin y discusin Bibliografa complementaria Unidad N 2 San Agustn Guillermo de Ockham Reflexiones filosficas sobre el lenguaje en la Edad Media San Agustn

42 44

46 5052

Signo y lenguaje en San Agustn [Extractos]A fo n so R in c n G o n z l e z l

Comprensin y discusin Guillermo de Ockham Sobre los universales [Extractos de Sum a d e lgica ]G uillerm o d e O ck h a m

61 6264 73

Comprensin y discusin

La concepcin lingstica del conocim iento en OckhamD aniel H e r r e r a R e s t r e p o 74

Bibliografa complementaria

82

Unidad N 3 John Locke Teoras lingsticas de los siglos X V II y X V III John Locke De las palabras, o del lenguaje en general [Extracto de E nsayo sobre el en ten dim iento hu m an o]J ohn L o cke 91

86 89

Comprensin y discusin Lenguaje y pensamiento en Locke [Extracto de L as palabras, las ideas y las cosas, una presentacin de la filo so fa d el lenguaje]M a n u e l G a r c a C a r p in t e r o

95

96 116

Bibliografa com plem entara Unidad N 4 Bertrand Russell John Langshaw Austin El problema de la verdad [Extracto de Lenguaje, com u n icacin y verdad]A d o l f o L e n G m e z G ir a l d o

118

Bertrand Russell Sobre la naturaleza de la verdad y la falsedad [Extracto de Ensayos filosficos]B ertran d R u sse l l

133 135 141 142 144 153 153 Unidad N 5 Ludwig Wittgenstein

Comprensin y discusin John Langshaw Austin Verdad [Extracto de E nsayos filosficos]J o h n L a n g sh a w A u s t in

Comprensin y discusin Bibliografa com plem entaria

Ludwig Wittgenstein Las dos filosofas de W ittgensteinB ryan M a g e e - D a v id P e a r s

156158

Verdad como correspondencia en el Tractatus [Extracto de Verdad sin fu ndam en tos]R a l M e l n d e z A cua 169

Investigaciones F ilosficas [Extractos 1-45)L u d w ig W i t t g e n s t e in 181

Comprensin y discusin Bibliografa com plem entaria

193 193

Unidad N 6 John Langshaw Austin John Rogers Searle John Langshaw Austin (1911-1960)D anilo G uzmn

196 202 208 209 210 221 221

Perfomativo-constativoJ ohn L angshaw A ustin

Comprensin y discusin John Rogers Searle Qu es un acto de habla?J ohn R ogers S earle

Comprensin y discusin Bibliografa complementaria

Unidad N 7 WilUard van Orinan Quine Desbordes de la traduccin filosficaJ uan M anuel C uartas R est r e p o

224 236 238 254 255 269

Willlard van Orman Quine Significado y traduccinW illlard van O rman Q uin e

Comprensin y discusin Teora de la evidencia y holismo moderado en W. v. O, QuineG ermn G uerrero P ino

Bibliografa complementaria

PRESENTACION

El Departamento de Filosofa de la Universidad del Valle adelanta en la actualidad con la colaboracin de la Decanatura y la Unidad de Artes Grficas de la Facultad de Humanidades un proyecto acadmico-editorial que se propone dar forma a diversos M anu ales para la enseanza de la Filosofa en sus distintas reas. En el espritu de la presente propuesta editorial entendemos el M anu al d e F ilosofa d el len guaje como un instrumento de aproximacin a un campo particular, en este caso la filosofa del lenguaje; instrumento que recoge las ideas principales desarrolladas en ese campo y les da un tratam iento histrico o jerrquico segn los problemas derivados del lenguaje y abordados por los diferentes autores. Evidentemente el M an u al reclam a seleccin, lo que hace apenas obvio tom ar algunas decisiones en relacin con las prioridades; como el lector podr apreciar, el diseo de las unidades plantea un criterio malamente llam ado econm ico, razn por la cual otros ensayos sobre los problemas del lenguaje, igualmente im portantes, no han sido tomados en cuenta. Pero el M anual reclama igualmente coherencia y funcin didctica para que constituya una herramienta de auto proyeccin de los estudiantes en su bsqueda de conocim ientos en un campo particular. En nuestra concepcin de la filosofa concedemos tanta im portancia a los grandes filsofos y a las grandes obras como a la labor de profesores y com entaristas que recapitulan acerca de los problemas y ponen en relacin aspectos que no quedan contemplados en las obras cannicas; si no fuera as, el Manual sera una simple antologa de textos sin ms gua que la ordenacin cronolgica de los autores. La filosofa del lenguaje tiene, para fortuna, captulos muy sealados que es posible recorrer en tres o cuatro movimientos: las reflexiones de la antigedad, la Edad M edia y el siglo X V II; las reflexiones propiciadas por la apertura cien tfica que em pieza en el siglo X IX , y las lecturas contemporneas. De cada uno de estos momentos es posible distinguir textos o fragmentos de obras que concentran su reflexin en el lenguaje y en los problemas de l derivados, en los que se .vela no slo una versin de poca, un pensamiento, sino tambin una proyeccin, un aislamiento de asuntos que retornarn sintomticamente a lo largo de la historia. Resumiendo, el M anual d e F ilosofa d el L en gu aje llama la atencin sobre lo siguiente: a) Ofrece una presentacin del 'lenguaje, no como un asunto cerrado en s mismo, sino como un problema a partir del cual es posible ingresar en otros problemas; problema que pregunta por los vnculos que se establecen entre el pensamiento, el significado, la verdad y ia realidad. b) Ofrece un recorrido histrico que permite visualizar como lo expresa Ian Hacking por qu el lenguaje importa a la filosofa? c) Consigna textos cannicos sobre el lenguaje debidamente acompaados de presentaciones, pautas para la lectura y bibliografa complementaria. d) Distingue unidades orientadas por los problemas propios del lenguaje y por la historia de la filosofa. El momento conclusivo de tales unidades es el momento presente, cuando se distinguen diversas aperturas de la reflexin filosfica hacia la lingstica, la escritura, la semitica, la argumentacin, laonto-semntica, etc.

e) Para dar testimonio de nuestras propias reflexiones acerca del lenguaje, el Manual acopla los textos cannicos con textos crticos, principalmente de filsofos colombianos. Agradecemos la colaboracin incondicional de los profesores: Alfonso Rincn, Daniel Herrera R., Manuel Garca Carpintero, Adolfo Len Gmez G., Ral Melndez A., Danilo Guzmn L., Anglica Mara Franco y Germn Guerrero R Asimismo encomiamos el apoyo del profesor Lus Humberto H ernndez y de las personas que trab ajan en la Unidad de A rtes G rficas de la Facultad de Hum anidades. Para los editores, Juan Manuel Cuartas R. y Camilo Vega Gonzlez, es un placer recibir a los lectores.

UNIDAD N 1 Platn Aristteles

Ideas fundadoras acerca del lenguaje Platn

10 13

Cratilo o la correccin de los nombresCajMilo V ega G o n z l e z 15

Comprensin y discusin Aristteles

28 2931

Sobre la interpretacin'ARISTTELES

Comprensin y discusin Bibliografa com plementaria

42 44

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IDEAS FUNDADORAS ACERCA DEL LENGUAJE

En los anlisis filosficos relacionados con el lenguaje se ha sobreentendido la participacin de stos en la presentacin, localizacin y definicin de los seres reales o imaginarios. En sus albores, la reflexin sobre el lenguaje involucraba la doble perspectiva del m ythos y el lgos, la dificultad radicaba en conciliar de un lado si el lenguaje y los nombres eran connaturales, segn la consideracin de que el lenguaje es transparente; y de otro si la convencionalidad y absoluta arbitrariedad del lenguaje era la versin correcta. Esta disputa perfil en G recia varias escuelas segn se aceptara o no que el lenguaje constituye una esfera lgica sobrepuesta a la realidad, aadida por el hombre para efectos de su propio conocim iento. Los presupuestos tericos de los antiguos en relacin con el lenguaje partan, no del tratamiento de los nom bres, sino del Xyoq (o Valoracin lgica del discurso); en el fragmento 50 de Herclito se advierte, en este sentido, la condicin de vinculacin que existe entre el lgos y el En (Uno-TodoU nidad-Ser)1. En ese acto concom itante que se da entre escuchar (el Xyoq) y reconocer (el En), el A-yoq afirma su presencia. En la misma medida en que H erclito reconoce en la Unidad una versin concentrada de la pluralidad, el Xyoc, por l propuesto cuenta con una y a su vez diversas valoraciones: a) como verdad, el Xyoq manifiesta la organizacin tica del Ser; b) como pensamiento, el Xyoc; constituye una versin lgica de la realidad; c) como sistema, el Xyoc; orienta la dinmica csmica (ontolgica) de la realidad; d) como discurso, el Xyoc, revela el universo lingstico. Intentam os ver en esta pluralidad del Xyoc, una propuesta en relacin con el devenir de las ideas como estadio culminante de la filosofa. As, una hiptesis central deducida de Herclito, sera la siguiente: Cm o ante el hecho de la movilidad y relativa estabilidad de las cosas, podr existir una esfera nominal que refleje tal realidad? Al efecto, en la alusin al Xyoc, como organizacin lgica del discurso, se esperar igual movilidad y relativa estabilidad. La lucha de contrarios vislumbrada por Herclito, resalta as com o el impedimento ms genuino para que el lenguaje, no digamos nombre, sino represente la realidad. Esta temprana puesta en cuestin del lenguaje en la filosofa griega, confronta la aparente estabilidad del lenguaje con el movimiento continuo de la realidad, y apunta a la comprensin de que en el interior de cada individuo existe, en relacin con el lenguaje, un s y un no que lo exponen sin tregua como movilidad y retorno, como acomodacin y trnsito. La oscuridad" atribuida a Herclito no invalida, de otro lado, su tratamiento del lenguaje como orculo que revela y oculta al mismo tiem po; la contradiccin entre proposiciones significara, en este sentido, la accin del lenguaje que no slo afirma la realidad, sino igualmente su devenir, su movimiento y su cambio. Pero contradecir tambin remite a entrar en oposicin, como si el universo de los nombres opusiera barreras insalvables a la realidad. Siendo el Xyoc, universal: razn, ley del universo, su principio de unidad reside en el nombre (vofxa), como representacin particular de la1C uando se escu ch a, no a m, sin o a la Razn, es sa b io con ven ir en qu e todas las cosas son una. frag. 50. El Fragm ento que citamos est recogidos de la ordenacin H. Diels - W Kranz; traduccin de Conrado Eggers Lan y Victoria E Julia, Los filsofos presocrticos I. Editorial Credos. Madrid 1986, pp. 311-397.

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realidad; en esta articulacin del Xyoq com o discurso se vislumbra, por supuesto, el sistema racional dialctico que se recoge desde H erclito y que contina en Scrates, Platn y Aristteles; sistema propuesto como forma de integracin del Ser individual en un orden armnico del devenir. Se puede concluir apunta Jouzas Zaranca que la realidad y su expresin lingstica no alcanza su plenitud a nivel del vojia, sino del Xyoq. La ley universal que opera en el mundo no puede revelarse en una sola palabra, sino en el discurso2. As, el Xyoq (o discurso), declara la posicin de complementariedad en el plano lingstico entre sus dos elem entos: el vofia y el prjua. Para Herclito, el Ayoc establece la unidad de los opuestos all donde el rhma expresa el devenir; dicho de otra manera, Herclito reconoce la resistencia que se instala entre el lenguaje y la realidad; tensin simblica que el Xyoq dinamiza, tornndola a un tiempo duradera y expresable. Por justa o natural conviccin, H erclito entrev la dimensin de su exposicin sobre el lenguaje tal como lo revela el trmino etim ologa (e-ro^oc;), o reconstitucin de la verdad (de las cosas). En este punto crucial la aspiracin de H erclito en relacin con el lenguaje, o ms exactam ente, con la justeza del lenguaje, consiste en la expresin a travs suyo de la unin de los opuestos, en la misma medida en que la realidad se nos presenta bajo una relativa estabilidad en el marco de un flujo continuo. El lenguaje, entonces, encerrando sentidos opuestos, nos da la clave para su valoracin en la filosofa de Herclito. Cambiando de pensador, en varias ocasiones el tema del lenguaje recae entre las inquietudes de Platn, toda vez que en el conjunto de su teora existe un inters genuino por vislumbrar una conexin ontolgicamente vlida entre los objeto y los nombres. El Teeteto, que expondr la madurez de la concepcin general del lenguaje en Platn, se sirve de la analoga del espejo para describirla naturaleza del kyoq como transparencia de la realidad: Veamos, pues argumenta Scrates qu quiere decir el trmino explicacin (Xyoq)? A mi me parece que significa una de estas tres cosas (...). La primera es la manifestacin del pensamiento por medio del sonido que se articula en verbos y nombres, revelando as la opinin en la corriente voclica como si fuera en un espejo o en el agua. N o te parece a ti que explicacin es algo por el estilo ? (206c-d .)3 En el Sofista, por su parte, basado en consideraciones eminentemente sem nticas, queda definido el votxa como la sealizacin por parte del artfice (o sujeto) de las acciones, y el p r^ a como el nombre mismo de la accin, y ambos, tal como lo aprendimos de Herclito, como los constituyentes inalienables del Xyoq. El problema de la rectitud del lenguaje se plantea aqu en el marco de la antinomia physis / nom os, que resalta la imposicin del nombre. B ajo la misma perspectiva, en su intento por definir una disciplina que integre las reglas de com binacin formal de las palabras, Platn dio origen a la lgica formal, cuyo m todo permite describir adecuadam ente las com binaciones necesarias para llegar a las definiciones de todos los trminos, a la vez que hace factible deducir la correccin o incorreccin de todas las com binaciones. Pero ser en el Cratilo donde se enunciar el problema de los nombres bajo los trminos ms genuinamente platnicos, abriendo mltiples posibilidades de indagacin al lenguaje. El dilogo en su conjunto reabre la discusin acerca de la validez o invalidez del lengu aje para acceder al conocimiento, no bajo un tamiz estrecham ente lingstico, sino epistemolgico. Cratilo, el segundo interlocutor de Scrates en el dilogo, se nos presenta como discpulo de Herclito; determinacin que nos ubica ya ante una relevancia del problema de los nombres en la filosofa de Herclito, que Platn se propone recoger; desafortunadamente Cratilo, com o en general los llamados discpulos de Herclito, est muy por debajo de su maestro, y exagera y distorsiona la versin de aqul en relacin con la coin ciden tia oppositorum (o convergencia de significados contrarios de los nom bres), dando lugar a Scrates para que planee su argumentacin alterna en torno a la arbitrariedad de los nombres, inspirada en una versin extrema del panta rei de Herclito (o flujo incesante de las cosas).2 ZARANCAS, Jouzas. El noma en la filosofa de Herclito, en d eas y Valores. Nos. 53/54. Dic. 1978. Universidad Nacional de Colombia. Bogot, pp. 115-127. 5 PLATN. Teeteto, en D ilogos V. Editorial Gredos. Madrid. 1988, pg 308. Introduccin, traduccin y notas. Alvaro Vallejo Campos.

12 Scrates, en efecto, cuestiona: Pero tampoco es razonable, Cratilo, afirmar que existe conocimiento si todas las cosas cambian sin cesar y nada permanece. Porque, si esto mismo, el conocimiento, no deja de ser conocim iento, seguir siendo siempre conocim iento y habr conocimiento. En cambio, si la misma forma (eidos) del conocim iento cambiara sin cesar, se cambiara automticamente en otra forma de conocim iento y no habra conocim iento. Pero, si se cambiara sin cesar, no habra nunca conocim iento, y de este razonam iento se sigue que no habra ni sujeto que conozca ni objeto cognoscible. (4 4 0 a -b .)4 Al respecto Rodolfo Mondolfo expone: Esta polmica eletica contra el devenir, que deja en la sombra el concepto heraclteo fundamental de la coin ciden tia oppositorum , determ ina la posicin, igualmente polmica, que van asumiendo los heraclteos (y que aparece netamente en Cratilo) de defensores del devenir y sostenedores del panta rei. En su afirmacin del flujo com o cambio y proceso de formacin y disolucin de las cosas se pierde completamente el concepto heraclteo del flujo com o transm utacin recproca de los opuestos, revelacin y prueba de la identidad de los contrarios.5 No debe pensarse, sin em bargo, que de m anera definitiva Platn o b jeta la d octrina de la coincidencia de los opuestos de Herclito circunscribindola a una versin absoluta de los nombres; la antinomia heracltea: convergencia / divergencia, aparece en el tratamiento que efecta Platn del pensamiento de Herclito en dilogos diferentes al Cratilo, como incompatible o contradictoria con el flujo universal y las tensiones opuestas; as, en el Teeteto (152d ), dilogo donde se establecen algunas de las conclusiones ms importantes de Platn acerca del lenguaje, se resalta igualmente el valor de la doctrina heracltea y su deslumbrante coherencia en relacin con la variabilidad de instancias como el ciclo csmico, el orculo, el fuego y los nombres. Platn concede finalmente, como aprendemos de Herclito, que: ninguna co sa es en s y por s m ism a una sola (...), y n ada es n u n ca , sin o q u e siem pre d ev ie n e. O tra consideracin importante en la G recia antigua en relacin con el lenguaje, es la de Aristteles, para quien el lenguaje lo constituyen sonidos que poseen significados establecidos tan slo de manera convencional; ninguna parte de los cuales tiene significado si se la considera separada del todo, y ningn sonido es por naturaleza un nombre, ms que convirtindose en un smbolo. Si consideramos detenidamente estos juicios, entendemos que como sonido, el nombre est conformado necesariamente por otros sonidos que han conseguido una com binacin ideal; que cada sonido no significa en s mismo absolutamente nada, porque no existe una convencin al respecto, y porque se le utiliza simple y llanamente como elemento com binatorio. He aqu, en pocas palabras, una justificacin radical del pensamiento griego en relacin con la arbitrariedad de los nombres: al adquirir distincin como sm bolo6, el lenguaje y los nombres (ovo^a) se comprenden y distinguen bajo previa convencin. Los estoicos, por su parte, defendieron la idea de que los nombres se conforman naturalmente y que los sonidos imitan originalmente a las cosas nombradas; concentrando su estudio del significado en la etimologa, sostuvieron que los por ellos denominados son id os prim arios imitan a las cosas; adems, basados en criterios estrictam ente lgicos, se propusieron caracterizar el lenguaje sobre la base de las analogas, postulando de paso una estrecha relacin entre el significado y la forma gram atical.

4 PLATN. Cratilo o d el Lenguaje. Editorial Trotta. Madrid. 2002, pg. 150. Edicin y traduccin de Atilano Domnguez. ' MONDOLFO, Rodolfo. H erclito, textos y problem as de su interpretacin. Siglo XXI editores, S.A. Mxico 1966., pp 349350. 6 Va en la etimologa de la palabra sm bolo (oufioAo) encontramos una versin material bastante rica, que contempla las deas de enlace, encuentro, contribucin, confluencia (entre ros o caminos).

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PLATNincluso una amnista, para poner fin a la guerra civil. De nuevo Platn se siente inclinado a mezclarse en los asuntos del estado; pero ocurre que bajo el nuevo gobierno tiene lugar el proceso y condena de Scrates: He aqu que gentes poderosas llevan a los tribunales a este mismo Scrates, nuestro amigo, y presentan contra l una acusacin de las ms graves, que l ciertamente no mereca de manera alguna: fue por impiedad por lo que los unos le procesaron y los otros lo condenaron, e hicieron morir a un hombre que no haba querido tomar parte en el criminal arresto de uno de los amigos de aqullos, desterrado entonces, cuando, desterrados, ellos mismos estaban en desgracia. La injusticia del orden oligrquico y los errores de la democracia conducen a Platn a orientar su pensamiento en el sentido de encontrar un fundamento slido para poder instaurar un orden justo: Entonces me sent irresistiblemente movido a alabar la verdadera filosofa y a proclamar que slo con su luz se puede reconocer dnde est la justicia en la vida pblica y en la vida privada. As, pues, no acabarn los males para los hombres hasta que llegue la raza de los puros y autnticos filsofos al poder o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad no se pongan verdaderamente a filosofar. El ao 399 tiene lugar la condena y muerte de Scrates que despejarn los posteriores caminos del padre de la Filosofa acadmica. Temiendo ser molestado por su condicin de amigo y discpulo de Scrates, Platn se refugia en Megara donde permaneci probablemente tres aos, entrando en relacin con la escuela y con Euclides de Megara. Posteriormente parti pa' . Africa, visitando, primero, Egipto y, despus, la Cirenaica, donde frecuent a Aristipo de Cirene y al matemtico Teodoro. A partir de este momento se dan varias versiones de sus viajes. Para unos regresa directamente a Atenas, para otros va a Italia meridional a fin de conocer las sedes pitagricas y a Arquitas de Tarento. Hacia el ao 388 abandona Italia (o Atenas) para dirigirse a Sicilia. En Siracusa reina un griego, Dionisio I el Anciano, que tiene en jaque a los cartagineses y se ha convertido en amo de Sicilia. Platn intima con Din, cuado de Dionisio, gran admirador de los socrticos. El caso es que despus de ser llamado por el rey, el propio Dionisio lo expulsa (no se conocen exactamente los motivos). Embarca en una nave espartana que hace escala en la isla de Aegina, a la sazn en guerra con Atenas, y Platn es hecho esclavo y luego rescatado por Annceris, a quien haba conocido en Cirene. En el 387 regresa a Atenas y funda la Academia, primera escuela de filosofa organizada, origen de las actuales universidades. All

Arstocles de Atenas, apodado Platn el de anchas espaldas, nace, probablemente, el ao 428-427 a. de C. en Atenas, o quizs en Aegina. Perteneca a una familia noble. Su padre, Aristn, se proclamaba descendiente del rey Codro, el ltimo rey de Atenas. Su madre Perctiona, descenda de la familia de Soln, el antiguo legislador griego. Era adems hermana de Crmides y prima de Critias, dos de los treinta tiranos que protagonizaron un golpe de estado oligrquico el ao 404. Platn tuvo una educacin esmerada en todos los mbitos del conocimiento. Es posible que se iniciara en la filosofa con las enseanzas del heracliteano Cratilo. A los veinte aos (407) tiene lugar el encuentro con Scrates: acontecimiento decisivo para Platn. Scrates contaba entonces 63 aos y se convertir en su nico maestro hasta su muerte. Tanto por sus relaciones familiares, como por vocacin, Platn tuvo la intencin de adentrarse en la vida poltica. Pero, segn narra en la Carta Vil, dos sucesos decisivos le hicieron desistir de ello. Durante el rgimen de los treinta tiranos sus parientes (Critias, Crmides) y conocidos le invitan a colaborar con el gobierno: Yo me hice unas ilusiones que nada tenan de sorprendente a causa de mi juventud. Me imaginaba, en efecto, que ellos iban a gobernar la ciudad, conducindola de los caminos de la injusticia a los de la justicia. Pero las acciones criminales iniciadas por el nuevo gobierno desilusionaron a Platn; sobre todo por el intento de mezclar a Scrates (el hombre ms justo de su tiempo) en el prendimiento de Len de Salamina (un exiliado del partido demcrata) para condenarlo a muerte. Pero Scrates no obedeci y prefiri exponerse a los peores peligros antes de hacerse cmplice de acciones criminales. Los exiliados del partido democrtico se rehicieron bajo la direccin de Trasbulo y, con el apoyo del pueblo ateniense, derrotaron a los oligarcas. Al principio los hombres del nuevo gobierno utilizaron una gran moderacin, votando

14 permanecer durante veinte aos dedicado al estudio y a la enseanza. Pero el filsofo volver en otras dos ocasiones a Siracusa. El ao 367 muere Dionisio I y le sucede en el trono su primognito Dionisio II. Din concibe la idea de traer a Platn a Siracusa como tutor del sucesor de su cuado. Platn no era optimista sobre los resultados, pero Din y Arquitas le convencen hacindole ver las perspectivas de reformas polticas que se le ofrecen. Platn acude a Siracusa dejando a Eudoxo al frente de la Academia. Muy pronto el joven Dionisio ve en Din y en Platn dos rivales, por lo que destierra a Din y ms tarde hace lo mismo con el filsofo. Con todo les promete el regreso. El ao 366 vuelve a Atenas donde permanecer seis aos. Posteriormente (361) Dionisio invita de nuevo a Platn y el filsofo se dirige a Siracusa acompaado de varios discpulos. Herclides Pntico es ahora el encargado de regir la Academia. De nuevo, la actitud de Dionisio fue tajante con el ateniense que, preso, consigui ser liberado merced a la intervencin de Arquitas. Una vez libre regres a Atenas. Pero Din no cej en su empeo, sino que reclut un ejrcito del que formaban parte discpulos de Platn, venci a Dionisio e instaur una dictadura. Sin embargo a los tres aos fue asesinado por su amigo, el platnico Calipo. Es difcil resumir la filosofa de Platn una de las ms influyentes en la historia de la filosofa no slo a causa de su complejidad, sino tambin porque pueden considerarse en ella distintas etapas, marcadas especial mente por la evolucin de su ms sonada y discutida doctrina filosfica: la teora de las ideas. Platn escribi muchas obras, generalmente dilogos, en los que suele aparecer su maestro Scrates. Las ms importantes son: Gorgias, sobre la virtud y la cuestin de si se puede ensear. Banquete; trata del eros como fuerza que nos impulsa hacia la belleza y la bondad. Fedn, sobre la inmortalidad. Pedro, sobre la teora de las ideas y la divisin del alma en tres partes. Timeo, donde se expone la filosofa platnica de la naturaleza. Leyes, su ltima obra, que dej inacabada, sobre los fu nd am entos del Estado y la educacin de los ciudadanos. M enn, sobre el co n o cim ien to anmnesis o recuerdo. como

Repblica. Sin duda, la obra ms importante y donde Platn expone su pensamiento de forma ms completa, desde el estudio del individuo hasta la teora de la sociedad y la metafsica. Su tema central es la relacin entre felicidad y justicia. Platn continu en Atenas su trabajo al frente de la Academia hasta el ao 348-347, fecha probable de su muerte.

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CRATILO O LA CORRECCIN DE LOS NOMBRESCamilo Vega Gonzlez*El Cratilo de Platn n o es tan ridculo com o parece Jean-Jacques Rousseau

[ Le mot ch ien ne mord pas (Im p alab ra perro no m u erde), con esta contundente afirmacin el emilogo francs Grard GENETTE inicia su rico libro M im olgicas. V iaje en C ratilia1, donde la )bvia referencia al nombre del D ilogo platnico en absoluto resulta una simple coincidencia. La nmersin ms profunda en cuestiones cratilian as como propsito. La citada afirmacin con que mancamos es otra prueba fidedigna de ello. Le mot chien ne mord pas, cifra y resume el motivo principal, junto con las dos variaciones caractersticas, del D ilog o. Las variaciones, hiptesis alternativas propuestas al motivo principal, son: i i.) la teora naturalista, que admite el lenguaje, especficamente los nombres, como signo natural, siendo stos exactos por naturaleza (kat physin) ;y

I ii.) la teora convencionalista, donde la exactitud de los nombres se considera pacto y consenso (synthk y hom ologa), como convencin o costumbre (kat nm on o thos) de quienes adquieren ei hbito de hablar.

[ El motivo principal, el inferirlo no resulta difcil ya, es la cuestin de la exactitud de los nombres I orthts on om tn ). En una esquina, defendiendo la hiptesis n aturalista tenemos a Cratilo; en la ptra esquina, defendiendo la con v en cion alista, tenem os a Hermgenes, dram atis persones, a los ^jue se suma Scrates como rbitro, contendiente en una y otra escuadras, adems de catalizador Entrambas. Antes de proseguir, y de entrar de lleno en ellas, valga destacar una precisin etimolgica comn a dos de los nombres que comandan el D ilogo: Cratilo (K ratylos) y Scrates (Sokrtes), formados ambos sobre el sustantivo kr to s dominio; el prim ero encabeznd olo, el segundo Ejercindolo a lo largo de su discurrir, durante su desenvolvimiento entero. La postura de Scrates es ambiga y determinante al no adscribirse ni total ni unilateralm ente a ninguna de las dos variaciones propuestas, demostrando la complejidad y el largo aliento, asimismo sus alcances, del motivo principal. El ejercicio ms puro de la dialctica2. La forma dialgica perfecta. El acabado. A quien primero adhiere Scrates es a Cratilo y su hiptesis n aturalista, en una supuesta decidida oposicin a la hiptesis con ven cion alista de Hermgenes, al cual tambin adherir tangencialmente ms adelante. Ya lo veremos3. En su apologa de la tesis n aturalista Scrates apelar al recurso de la etimologa Camilo Vega Gonzlez es candidato al ttulo de Profesional en Filosofa, por la Universidad dl Valle, con la monografa de grado: Preliminares para la consideracin del movimiento (y de P hysica entera) en Aristteles [seccin primera]; autor de diversos artculos sobre cine recogidos en la Revista Kin etoscopio, de Medelln. G. GENETTE: M imologiques. Voyage en Cratylie. ditions du Seuil. Pars. 1976. 'Al respecto comenta del D ilogo W. K. C. GUTHR1E: "E stam os en presen cia d e la d ialctica real, con Platn en su n ivel as elevado d e chan za en su esfuerzo p or hacern os pensar. Para ex a m in ar la cu estin tpica d e la correccin de los nombres d esde todos los ngulos, l h a ap rov ech ad o por com pleto la ven taja d e la form a dialgica. Ella le posibilita Exponer las teoras contrapuestas, a fin d e m ostrar q u e ninguna es com pletam en te correcta y llegar a la n ica con clu sin de p e la cuestin n ecesita m ayor con sideracin" (Cratilo, en H istoria d e la filo so fa griega, vol. V [Platn Segunda poca I la Academia]. Gredos. Madrid. 1992. Pgs. 26-27). 1Dice i M CROMBIE: Scrates p arece fav orecer una solucin in term edia d e acu erdo con la cu al lo estrictamente ecesario para la significacin es el uso con ven cion al, pero sin em bargo ciertos son idos son naturalmente apropiados para iportar ciertos significados, d e m an era q u e es mejor usar estos sonidos p ara tales sign ificados" (El lenguaje en el C ratilo, fnAnlisis d e las doctrinas d e Platn. Volumen 2, captulo 4 [Lgica y lenguaje]. Alianza. Madrid 1988. Pg. 471).

16 para confirmarla, en uno de los pasajes ms caractersticos y conocidos del D ilogo (383a-427d). En su posterior asalto a la misma tesis, fuera de ponerla en duda le asesta un golpe definitivo admitiendo un cierto grado de convencin en el lenguaje (427d -440e; cf., especialmente, 4 3 3 e -4 3 5 c ). Eso tambin lo veremos. Mientras tanto, antes de ocuparnos del vivaz Scrates que se nos m uestra m s caprichoso y travieso q u e nunca, ad op tan d o prim ero una postura y despus la otra"*, es preciso considerar las dos posturas en cuestin, los dos frentes en contienda. Cratilo -v a H erm genes- dixit: cad a uno

de los seres tien e el n om bre ex a cto por n aturaleza. No q u e sea ste el nom bre q u e im ponen algunos llegan do a un acu erd o para n om brar y asig n n d ole u na fraccin d e su propia lengua, sin o que todos los hom bres, tan to griegos co m o brbaros, tienen la m ism a exactitud [connatural] en sus n om b res (3 8 3 a 3 -b l) El nombre que corresponde a cualquier cosa siendo el mismo, propio, paratodos los hombres y en todas las lenguas, sin distincin ni intercambio. Hermgenes, por su parte,

dixit: no soy cap az d e creerm e q u e la exactitu d d e un n om bre sea otra qu e p acto y con sen so 3. Creo yo, en efecto, q u e cu alqu iera q u e sea el n om bre q u e se le p on e a alguien, ste es el n om bre exacto. Y q u e si, d e nuevo, se le ca m b ia por otro y ya no se llam a a q u l -c o m o solem os cam b irselo a los e s c l a v o s n o es m en os ex acto ste q u e le sustituye q u e el prim ero. Y es q u e no tien e cad a uno su n om bre por n atu raleza alguna, sin o por con ven cin y h b ito d e qu ien es suelen pon er n om b res(3 8 4 c l0 -e l) El nombre intercambiable, dispensable y sustituible, tal cual en los casos ms abyectos. En la afirm acin de Herm genes ocurre un p a s o del m bito personal de uso, al ms extenso e intrincado del intersubjetivo; sto constituye ya, per se, un grande avance en favor de su argumentacin, no obstante implique otro tanto de confusin, confusin que Scrates, artero, no dudar en aprovechar, haciendo gala de sus dotes ms finas. L a confusin como mtodo de adquisicin de conocim iento. El doloroso parto. Scrates: partera de ideas. La m aye tica realizada. Scrates: la se al d em n ica

q u e se m e p resenta m e im pide tener trato con algunos, pero m e lo perm ite con otros, y stos d e nuevo vuelven a h acer progresos. A hora bien, los q u e tienen relacin conm igo experim entan lo m ism o qu e les p asa a las q u e d an a luz, pu es sufren los dolores d el parto y se llenan d e p erplejidades d e d a y d e n oche, con lo cu a l lo p asan m u cho peor q u e ellas. Pero m i arte pu ed e suscitar este dolor o hacer q u e llegue a su fin (Teeteto, 151a).

Hermgenes sometido. El minado de la teora convencionalistaTodo lo h erm oso es difcil, cu an d o hay qu e aprenderlo. Scrates, recordando un antiguo proverbio (C ra t, 384b)

Tal vez aqu valga la pena recordar el attrezzo que circunscribe el desenvolvimiento dramtico del D ilog o: el problema de \a orthts planteado dentro de la tpica anttesis sofstica physis-n m os 6 contem pornea al D ilogo, vigente para cuando la fecha de su composicin. Con esto en mente podemos, entonces, m ejor entender porqu Scrates hace inclinar a Hermgenes, y a su postura4 lbdem . 5 Vale aqu consignar una nota muy a propsito que uno de los traductores espaoles del D ilogo trae a cuento: [aqu] H erm genes em p lea una term inologa vaga, propia d e qu ien no tien e las ideas m uy claras o expresa, no una teora, sin o un clim a d e opinin" (Crtilo, versin castellana de J. L. CALVO [esta es la versin por la que nos regimos], en D ilogos, vol II. Credos. Madrid. 1983. Pg. 365, nota 6. El n fa s isc s nuestro). 6 L a oposicin physis/nmos constituye, sin duda, una de las grandes creacion es d e la filosofa griega. Con ella se crea un instrumento de reflexin crtica ap licado, en prim er lugar, a la cuestin d el origen y valor d e las leyes y de las norm as m orales. Pero ad em s esta op osicin h a c e p o sib le la crtica generalizada acerca de la cultura, si entendem os p or cultura todo aq u ello q u e en el h om bre no es producto d e la naturaleza. D e este m odo, la cultura griega pudo autocriticarse, reflexion ar sobre s m ism a (T. CALVO MARTNEZ: Naturaleza y nomos, en D e los sofistas a Platn: P oltica y pen sam ien to [Segunda parte: L os sofistas, m aestros y crticos de la cultura] Cincel Madrid. 1986. Pg. 75. R ecom endam os revisar, especialmente e in extenso, el apartado referido, pgs. 74-79). Un tratamiento sucinto y adecuado de la antinomia sofstica physis/n m os y lo que ella suscita, se encuentra en W K. C. GUTHRIE: La anttesis n om os-p h fsis en moral y poltica, en H istoria d e la filo so fa griega, vol. III (Siglo V Ilustracin], parte primera [El m undo de los sofistas], cap. 4. C redos Madrid. 1994 Pgs. 64-138. R ecom en dam os confrontarlo, tam bin, in extenso.

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moderadamente convencionalista, hacia una extrem a individualista harto afn a la epistemologa del sofista Protgoras, no olvidemos el nfasis puesto en el attrezzo 7, de la que inicialm ente Hermgenes disenta. Tal vez valga tam bin aqu tra e r una fina precisin que Jo s Luis CALVO hace en la Introduccin al D ilogo, respecto al tratam iento que del lenguaje com o problema Platn en ste articula: el lenguaje com o tal n o es e l o b jeto d el d ebate, sin o u na ex cu sa d e P latn p ara sen tar su propia epistem ologa y -e n ltim o trm in o- su propia ontologa. El Crtiio n o es un estudio del lenguaje en su estructura y fu n cion am ien to 8. Es un d eb a te sobre la v alid ez d el m ism o p ara llegar al con ocim ien to9 (...) [:] el p roblem a rea l no es lingstico, sin o ep istem ol g ico10. El movimiento que efecta Platn, a travs de su clsico alter ego Scrates, de establecer lm ites a la teora con v en cion alista que Hermgenes representa (hasta hacerlo inclinar, infam e, ante Protgoras, y ms all), es pausado y en varias estaciones, manteniendo una direccin nica e inamovible: a la con ven cion alista contrapone una teora n atu ralista harto sui generis. El movimiento citado, las cortapisas impuestas al convencionalismo nominal ms radical, ocurre en una parcela del discurso bien demarcada: entre 385a y 390e. Veamos. A ntes, los relevos. Las estaciones que la cada de Hermgenes en las redes de la argumentacin dialctica socrtica supone. Los diestros persuadir y disuadir socrticos11 aplicados y puestos en marcha. En un primer momento, Scrates aprovecha la oportunidad que un lapsus en la argumentacin de Hermgenes dej abierta: mientras intenta definir el clim a d e o p in i n en que se debate su postura, H erm genes habla, para definirla, indistintamente de syn thk y hom ologa (pacto y consenso) o de n om os y th os (convencin y costumbre), evidenciando su poca delicadeza lingstica para con el correcto empleo de los trminos; as en su versin de teora con v en cion alista pasa, olmpicamente por cierto, de enunciarla desde una esfera de uso puram ente personal a hacerlo desde una social (cf, de nuevo, supra, 3 8 4 c l0 -e l). Un descuidado lapsus com o ste para Scrates resulta un apetitoso bocadillo. En dos preguntas, en dos movimientos perfectos, Scrates enreda a Hermgenes, y su mesurada -vagusim apostura convencionalista, en una extrem a individualista. Scrates a Hermgenes: A quello qu e se llam a a ca d a cosa es, segn t, el n om bre d e ca d a cosa? (...) Tanto si se lo llam a un particular com o una ciu d ad? [Lo m ism o si lo p on e un particu lar qu e si lo p on e la ciu d a d ? ] 12 (385a). Con la sumisin de Hermgenes granjeada, Scrates continua en su intento de llevarlo a la admisin del relativismo El reconocim iento de un lgos verdadero y otro lgos falso por Hermgenes, y de entrambos partes o verdaderas o falsas segn sea el caso, asimismo de los nom bres -la s partes ms pequeas del discurso- le lleva a consentir, incitado por el insistente Scrates, lo siguiente, afirmndolo:

"Yo d esd e luego, no reconozco para e l n om bre otra exactitu d qu e sta: e l q u e yo p u ed a dar a cad a cosa un nom bre, eL q u e yo h ay a dispuesto, y q u e t pu ed as darle otro, e l que, a tu vez, dispongas. De esta form a veo tam bin qu e en ca d a una d e las ciu dades hay n om bres distintos p ara los ..listnos objetos: tanto para unos griegos a d iferen cia d e otros, com o p ara los griegos a d iferen cia d e los7 Cabe recordar aqu tambin la mencin irnica que del sofista Prdico de Ceos hizo Scrates, supra, en 384b La 'cuestin sofistica' pendiendo en el fondo. Scrates, in loe. c it.: Y ciertam en te q u e el apren dizaje relativo a los nom bres no es un asunto balad. D e a h qu e si yo h u biera escu ch ad o y a d e b oca d e Prdico la exposicin d e cin cu en ta dracm as que, segn l dice, basta para qu e el oyente est instruido sobre el particular, n ada im pedira sin du da q u e t su pieras a l m om ento la verdad acerca d e la rectitud d e los nom bres Pero lo cierto es q u e no le h e escu ch ad o m s q u e la exposicin de un dracm a. Cmo estar, pues, seguro d e con ocer la verdad acerca d e cosas tan im portantes? (Versin de Atilano DOMNGUEZ [Platn. Cratilo o d el lenguaje, introduccin, versin castellana y notas] , Trotta. Madrid. 2002). Una entraable semblanza de los sofistas del siglo V nos la ofrece Madame Jacqueline de ROMILLY en su hermosa obra L os grandes sofistas en la Atenas de Pericles (Seix Barral. Barcelona. 1997). Recomendamos la lectura de tan estimulante trabajo. " A. E. TAYLOR: Plato, the Man an d his Work, Londres, 1929, aun reconociendo que el tema bsico del dilogo es la correccin de los nombres, piensa que es un estudio del uso y funciones de la lengua. Cf., tambin, P. FR1EDLNDER, The Dialogs, First Period, Nueva York, 1964. (Nota de J L. CALVO) 9 Sobre la finalidad, bsicamente epistemolgica del Crtiio, cf. H. STE1NTHAL, G esch ich te der S prachw issen schaft bei den G riechen und Rm ern [Historia de la lingstica en los griegos y romanos], Berln, 1961, as como A. DIS, Autour de Platn, If: Les dialogues (pgs. 482 y ss.), Pars, 1927. (Nota de J. L CALVO). 10]. L. CALVO: Introduccin a! Crtiio, en ed cit., pgs. 349; 350. - Cf Digencs LAERCIO, Vidas, II, 29. 1 Versin de A. DOMNGUEZ. 2

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brbaros" (385d -e) Los nom bres que c a d a u no pone com o sien d o exactos, indistintam ente: suposicin que contradice la nocin misma de n m os (convencin), contravinindola en su centro ms profundo -valga aqu, tambin, sealar que nm os significa, adems, costum bre o uso sociales-; dicho tcito reconocim iento de un extrem o individualismo niega, de ja cto , y por principio, las implicaciones que tanto sy n th k (pacto) como hom ologa (consenso) conllevan, su carcter de ser previo acuerdo intersu b jetiv o. O portunidad ptim a para que S crates traiga a cuento a Protgoras y su tesis del hombre medida de todas las cosas (hom o m en su ra)13. El cn it del relativismo antiguo. Scrates a Hermgenes: v eam os si tam bin te p arece q u e su cede a s con los seres: q u e su esen cia es distin ta p ara ca d a in dividu o com o m an ten a P rotgoras a l decir qu e el hom bre es la m edida d e todas las cosas (en e l sentido, sin duda, d e qu e tal com o m e parecen a m la s cosas, a s son p ara m, y tal com o te p arecen a ti, a s son para t) ( Crat., 385e-386a) = Acaso [Protgoras] n o d ice algo a s com o qu e las co sas son para m tal com o a m m e p arece qu e son y q u e son p ara ti tal y co m o a ti te p arece q u e son ? (Teet., 152a). Una vez hace convenir dialgicam entea Hermgenes con Protgoras, pese a la resistencia del primero14, Scrates pasa a la discusin de la tesis fundamental del segundo, refutndola al dem ostrar las inconsistencias en que reposan sus supuestos. La crtica a que el relativism o su bjetivista, que pretende negar validez objetiva al conocim iento, de Protgoras es sometida en este D ilogo es mucho ms moderada y sencilla a la que lo ser sometido despus15 en Teeteto, donde la refutacin es ms radical y conclusiva. Podemos decir, si la especulacin no resulta tan trada de los cabellos, que Cratilo constituye un estadio inicial y moderado de la crtica hecha, con exitosos resultados, en Teeteto sobre la tesis central de Protgoras. Aqu referiremos, simplemente, a dicha crtica de manera oblicua y no transversal, que reservamos, mejor, para otra investigacin donde dicho tem sea decididamente especfico. Teeteto constituye un magnfico ejemplo de la m aye tica socrtica puesta en obra. El hacer parir definiciones a su personaje principal, en torno a un problema particular (cul es la esencia de, qu es verdaderamente, la epistem e?), como leitm otiv. El intento ser, entonces, dentro de las varias definiciones, arribar a la ms adecuada que de epistm pueda darse. La primera que alumbra Teeteto, la primera que ser sometida a la fiscalizacin de la partera Scrates, conduce, inevitablem ente, a Protgoras y su consabida tesis caracterstica, es una definicin que identifica ep istm con asth esis. Es esta primera definicin la que aqu nos interesa16. Teeteto, a Scrates, dixit: Yo, d e h ech o, creo q u e el q u e sabe15 Esta expresin se acu como cifra de la ms extensa suya: El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son ( k v t v x iJ rH T , p 7 l 7 1 0 TLP, pg 181. 12 TB, Anhang II (Aufzeichnungen, die G. E. Moore in Norwege nach Diktat niedergeschrieben hat, A prill914), pg 209.

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de cmo es posible el sentido y la verdad en el lenguaje parece chocar, entonces, contra lmites que no se pueden rebasar, so pena de caer en lo inefable e impensable. Las condiciones lgicas de posibilidad del lenguaje son, o bien in justificables e inexpresables, o bien tendran que auto-justificarse y ser evidentes sin necesidad de ser expresadas en el lenguaje (esto trae a la memoria la primera frase de los Tagebcher 1914-1916: La lgica debe bastarse a s m ism a, TB, pg. 8 9). Para resolver, por lo menos parcialmente, esta dificultad W ittgenstein apela a su fundamental distincin entre decir y mostrar. Pero antes de aclarar el papel que juega tal distincin en el tratam iento de esta dificultad, tratemos de ahondar un poco ms en la dificultad misma. En qu consiste propiamente la imposibilidad o problematicidad de un lenguaje en el que se pretendan dar explicaciones y justificaciones ltimas de las condiciones lgicas para que l misino pueda tener sentido? Intentem os ilustrar la dificultad a travs de un ejemplo un tanto extremo. Supongamos que preguntamos a alguien acerca de la verdad o falsedad de cierta proposicin p (por ejemplo: mi ejem plar del Tractatus est sobre mi escritorio). La persona interrogada reacciona de m anera muy exc n trica e inesperada a nuestra pregunta, mostrando claramente que no logra comprender en absoluto el sentido de la proposicin p. Pero no slo no logra reconocer cul es el estado de cosas o la situacin representada por p, sino que, a juzgar por sus reacciones, ni siquiera parece entender que la proposicin se emplea para representar cierta situacin. Podramos intentar explicarle el sentido de p apelando a otras proposiciones que expresen lo mismo. Supongamos, empero, que tras estas explicaciones nuestro desconcertado personaje todava sigue sin entender, ni las explicaciones, ni el sentido de p. Podramos intentar ahora, ya algo desesperados, la enorm e empresa de llevar a cabo un anlisis lgico de la proposicin hasta llegar a sus com ponentes elementales ltimas, que figuran estados de cosas atm icos y que se conectan de manera inm ediata con la realidad. Luego de los esfuerzos extremos que hay que empear para lograr esto (se trata, sin duda, un ejemplo muy idealizado), la persona no comprende an la proposicin, ni su exhaustivo anlisis, ni su relacin con la realidad. Comenzamos ya a sospechar que estamos ante un caso absolutam ente irremediable y hasta ahora no visto de incompetencia lingstica. Tal vez esta persona es totalm ente incapaz de entender hasta lo ms obvio, lo que para cualquier otra persona en uso del habla es absolutamente claro13. Quiz, en nuestra desesperacin, se nos llegue a ocurrir que lo que le hace falta a este pobre hombre es una comprensin muy bsica de lo que se requiere, en general, para que una proposicin cualquiera tenga sentido, y entonces tal vez podamos, com o ltimo recurso, tratar de (habindole dado y una buena repasada al Tractatus) explicarle una concepcin lgico-filosfica muy fundamental de lo que es en general el sentido de una proposicin, de las cor.alciones lgicas que debe cumplir una proposicin cualquiera para te n e r sentido, para poder rep resentar lo real. Por supuesto, inmediatamente nos daramos cuenta, antes de siquiera intentarlo, de que la persona no podr comprender nuestra pretendida explicacin general por las m ism sim as razones por las que no comprenda la, a primera vista poco problem tica, proposicin original p. Y si todava llegara a ocurrrsenos la feliz idea de emplear otro lenguaje que no presuponga las mismas condiciones lgicas de sentido que el nuestro, con la vana esperanza de poder, ahora s, entendernos con nuestro desamparado personaje, lo que ocurrira, ms bien, sera que ya ni siquiera podramos entendemos nosotros mismos. Pues recordemos que en el Tractatus se sostiene que las condiciones de sentido de nuestro lenguaje son tambin las de cualquier lenguaje posible que pretenda reflejar la realidad (y sta se ha asumido com o la funcin esencial de todo lenguaje), por lo tanto un supuesto lenguaje que no las cumpliese carecera com pletam ente de sentido14.15 En ese punto (probablemente mucho antes!) el ejemplo puede resultar demasiado inverosmil. Cmo puede haber comunicacin con alguien as? Sin embargo, en aras de la aclaracin que pretendemos hacer, supongamos que la persona en cuestin ha dicho cosas totalmente fuera de lugar luego de las explicaciones y que, sin embargo, con una obstinacin casi inquebrantable seguimos insistiendo en entrar en comunicacin con l. La inevitable implausibilidad del ejemplo no le resta fuerza, confiamos, al punto que se quiere ilustrar con l. El ejemplo se complica todava ms si se tiene en cuenta que el propio Wittgenstein reconoce al final de su Tractatus, que sus intentos en esta obra de trazar los lmites de lo decible y lo pensable, chocan con esos mismos lmites. Es decir, las

178 ' El problema radica aqu en que cualquier explicacin com pleta, ltim a del sentido de las proposiciones del lenguaje descansa sobre o presupone lo que se pretende explicar. Si alguien entiende ya la proposicin p no necesita de tal explicacin (suponiendo que no sea filsofo y cierto tipo; de filsofo!), y si alguien tiene tal incom petencia lingstica como la que hemos tabulado aqu, ninguna explicacin le servir para superarla, pues en cualquiera se empleara ineludiblemente lo que no comprende an y se requerira, justam ente, la competencia de la que carece. Con el ejemplo hemos tratado de m ostrar que ninguna explicacin general del sentido y de las condiciones de verdad de una proposicin puede ser completa o absoluta. Las explicaciones deben terminar en algn punto en el que el sentido se muestre de manera inmediata sin que se necesite explicar m s15. Si no se llega a este punto, o si ste no existiera, las explicaciones no aclararan nada. D icho de otro modo: toda explicacin de las condiciones lgicas de sentido debe reposar sobre la previa posesin de un sentido que no requiera, a su vez, de explicacin. De lo contrario no podra explicarse nada. En el Tra.cta.tus se asume que el nivel en el cual el sentido se muestra de modo com pletamente perspicuo, sin necesidad de decirlo expresamente o de dar explicaciones ulteriores, es el nivel de las proposiciones elementales. En este nivel el sentido debera poder mostrarse y captarse de manera inmediata, difana, transparente. Las proposiciones elementales deberan poder cumplir la aspiracin de claridad completa que tanto desvelaba a Wittgenstein. Vemos aqu cmo la distincin entre decir y mostrar juega un papel esencial. Entre las variadas cosas de las que Wittgenstein afirma que no pueden decirse, sino mostrarse, se cuentan las condiciones lgicas que deben satisfacer las proposiciones para tener sentido, poder ser verdaderas o falsas, y la forma lgica que debe tener el lenguaje para poder reflejar la realidad. Dada una proposicin elemental, en ella debe estar mostrada, exhibida su forma lgica de representacin o de figuracin; la cual debe coincidir con la forma lgica de lo representado, coincidencia que es condicin para que ella tenga sentido, para que pueda representar o figurar un estado de cosas. Pero lo que a proposicin muestra, ella no lo puede decir o representar: 2.172 La figura, sin embargo, no puede figurar su forma de figuracin; la muestra. 2.173 La figura representa su objeto desde fuera (su punto de vista es su forma de representacin), porque la figura representa su objeto, justa o falsamente. 2.174 La figura no puede sin embargo situarse fuera de su forma de representacin16. Con estas palabras Wittgenstein sintetiza muy condensadamente lo que hemos venido tratando de aclarar: si describo o trato de explicar la forma lgica usando proposiciones fcticas, la descripcin debe poder ser correcta o falsa y entonces ella debe representarla desde fuera, es decir, sin poseer dicha forma lgica. Pero al n poseerla la descripcin carece de sentido, no puede representar ni describir nada, no puede ser justa o incorrecta. La imposibilidad de dar una explicacin absolutamente com pleta, en un lenguaje fctico, de los requerim ientos lgicos para que una proposicin tenga sentido, comporta una imposibilidad de dar cuenta de manera completa, en tal lenguaje, de la nocin de verdad com o correspondencia. El que una proposicin sea verdadera depende de su concordanciaproposiciones del Tractatus no cumplen con los requisitos que se exigen en l para que una proposicin tenga sentido. En efecto, las proposiciones del ltactatus no figuran estados de cosas y, de acuerdo con las ideas mismas de esta obra, carecen de sentido. Wittgenstein, al pretender examinar las condiciones que debe cumplir un lenguaje para poder reflejar lo real, ha traspasado los lmites que separan lo que tiene sentido de lo que no lo tiene, pues ha necesitado recurrir a proposiciones que no cumplen tales condiciones. Se ha tropezado, pues, con laso mismsimas dificultades que estamos sealando en esta parte de nuestro trabajo La clara conciencia que l tiene de este problema se expresa en su bella y famosa metfora de la escalera: Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que l haya salido a travs de ellas fuera de ellas (Debe, por as decirlo, tirar la escalera despus de haber subido por ella ) (TLP, 6 54, pg. 203) 15 La idea de que las explicaciones o razones se agotan y que deben, entonces, reposar finalmente (si es que reposan en absoluto y no quedan suspendidas en el aire) sobre algo que ya no hay que explicar, de lo cual no hay que dar razones, es una idea que ser tambin muy importante en los puntos de vista sobre el significado y la aplicacin de reglas que expone Wittgenstein en sus Investigacion es filosficas Pero en esta obra aquello que no hay que explicar ms, el punto en el que podemos dejar de dar razones es muy distinto, como lo veremos posteriormente 16 TLP, pg.47.

179 con la realidad a la que representa. La verdad, en general, depende de la m anera com o estn relacionados lenguaje y realidad. Pero no hay un punto de vista exterior y privilegiado que permita pensar y describir esta relacin, por as decirlo, desde fuera. Al pensar, explicar, describir estamos necesariamente inmersos en el lenguaje, o en algn lenguaje, y todo lo que digamos en l tiene que cumplir ya sus, en ltimas, inexpresables e injustificables condiciones de sentido y verdad. Como no podemos salimos de uno de los extrem os de la relacin de isomorfismo en que se fundan el sentido y la verdad, no podemos ver desde un pretendido punto de vista exterior y privilegiado los extremos, para explicar cmo estn relacionados. Slo podemos ver de la relacin lo que de ella se nos muestra en una de las partes relacionadas, la del lenguaje y el pensamiento, y esto que se nos muestra de ella no podemos decirlo, ni dar razones o justificaciones de ello. La concepcin de verdad como correspondencia del Tractatus se apoya sobre la concepcin pictrica del sentido de las proposiciones. Slo de una proposicin con sentido se puede decir si es verdadera o falsa y slo si una proposicin figura una situacin posible en la realidad, se puede comparar el sentido de la proposicin con los hechos para determinar su valor de verdad, es decir, para determinar si el sentido de la proposicin est de acuerdo con los hechos. Pero, n qu consiste propiamente esta concordancia? En qu consiste la com paracin entre la proposicin (o su sentido) y la realidad que perm itira estab lecer la verdad o falsed ad de la prim era? y cm o podra ju stifica rse o fundamentarse la idea de que la verdad consiste en tal concordancia? Respecto a estos interrogantes ya la posibilidad de resolverlos se presentan dificultades anlogas a las que encontram os al discutir la cuestin de cmo explicar las condiciones de sentido de una proposicin. No debemos esperar, entonces, que se pueda dar una solucin ltima y completa a estas preguntas. Con argumentos similares a los que m uestran la inefabilidad de los presupuestos lgicos del sentido, tratemos de mostrar ahora la injustificabilidad de la teora de verdad Como correspondencia y la inefabilidad de esta nocin. Volvamos a la sencilla proposicin p (que ya nos caus no pocas dificultades) y supongamos que ella es verdadera, esto es, que corresponde a un hecho. Supongamos tambin que un nuevo personaje (ste no sufre de incom petencia lingstica pero es un escptico irredimible) nos pide una justificacin de la verdad de p. Le decimos simplemente, esperando con ello resolver la cuestin, esta vez en pocos segundos y sin mayores esfuerzos, que es evidente que la proposicin p est de acuerdo con los hechos. El escptico no queda, sin embargo, muy satisfecho y nos pide que expliquemos y justifiquem os esta relacin de concordancia o correspondencia entre p y los hechos a la que, segn l, hemos recurrido com o si fuera algo com pletam ente sobreentendido (y ya anticipam os al or esta exigen cia nuevos dolores de cab eza). Si quisiram os describir esta concordancia entre p y el hecho representado por p usando otras proposiciones fcticas, estaramos asumiendo que dicha concordancia es un nuevo hecho, en cierto sentido de segundo orden, en el que se conectan los elementos de la proposicin con los del hecho figurado por ella. En otras palabras estaramos asumiendo que hay una figura de segundo orden en la que la figura original p concuerda con el hecho, y si expresramos y afirmramos la concordancia entre p y lo figurado por p, entendida como un hecho de segundo orden, mediante una nueva proposicin q, que sera una figura de segundo orden, el escptico no desperdiciara la oportunidad de exigir ahora una justificacin de la verdad de esta figura de segundo orden q. Se vislumbra ya la amenaza de una cada en una regresin infinita. Para seguir la muy recomendable estrategia de atajar las regresiones infinitas desde el mismo comienzo, tendramos que negar que la concordancia entre p y el hecho sea un nuevo hecho de segundo orden expresable en una nueva proposicin fctica. La moraleja que habra que extraer, entonces, de nuestro fabulado encuentro con el escptico es que la concordancia entre una proposicin verdadera y el hecho figurado por ella no es, ella misma, un nuevo hecho y, por consiguiente, no puede describirse en el lenguaje fctico que W ittgenstein delimita en el Tractatus . Asi com o la forma lgica, en cuanto condicin de sentido, ya qued confinada dentro de lo inefable, lo trascendental, la concordancia entre proposiciones y hechos, que es la condicin de verdad, tam bin queda ms all de los lmites que Wittgenstein traza a lo decible. La concordancia entre p y el hecho, que constituyen la verdad de p, debe estar mostrada, exhibida cuando se hace la com paracin entre p y la realidad;

180 pero ella no puede decirse, describirse ni justificarse mediante otras proposiciones tcticas, ya que esto nos precipitara en una regresin infinita. N uevam ente, com o en el caso del sentido, los fundamentos o presupuestos lgicos mismos de la concepcin de la verdad resultan ser inefables e injustificables. La pretendida verdad acerca de la verdad no podra ser demostrada, sino que tendra que asumirse. La plausibilidad de la teora de correspondencia que Wittgenstein asume, reposa sobre el hecho de que ciertas cosas que no pueden decirse, ni explicarse, ni justificarse se muestren en las proposiciones del lenguaje y en sus com paraciones con los hechos. Si, por ejemplo, alguien dijese yo quiero saber cules son las condiciones que deben darse para que la proposicin p sea verdadera, quiero que se me explique Cmo compararla con los hechos y cul es exactamente la relacin de concordancia que debo buscar ver para establecer su verdad, si es que realmente la verdad consiste en una concordancia con los hechos, lo nico que podramos responderle, si p es elemental, sera algo parecido a lo que tiene que ocurrir es que p y tal vez sealar, exhibir de algn modo lo que no puede expresarse ni explicarse recurriendo a otras proposiciones: la correspondencia entre la proposicin y el hecho. En este nivel muy bsico de nuestra exposicin de la concepcin pictrica del sentido y de la nocin de verdad com o correspondencia en el Tractatus nos chocam os con el infranqueable lmite de lo decible, nos topamos con lo inefable y quedamos condenados al silencio. Silencio que tendremos que romper en el siguiente captulo para examinar las crticas que formula el propio Wittgenstein a sus concepciones del Tractatus. Estas crticas deben poder conducirnos a nuevas perspectivas que nos permitan volver a decir algo positivo sobre el significado y la verdad.

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INVESTIGACIONES FILOSFICAS*[Extractos 1-45]Ludwig W ittgenstein

1. Agustn, en las C onfesiones (I, 8): Cum ipsi (m ajores homines) appellabant rem aliquam, et cum secundum eam vocem corpus ad aliquid movebant, videbam, et tenebam hoc ab eis vocari rem illam, quot sonabant, cum eam veilent ostendere. H oc autem eos velle ex motu corporis aperiebatur: tamquam verbis naturalibus omnium gentium, quae fiunt vultu et nutu oculorum, ceterorumque membrorum actu, et sonitu vocis indicante affectionem animi in petendis, avendis, rejiciendis, fugiendisve rebus. Ita verba in variis sententiis locis surs posita, et erebo auditat, quarum rerum, signa essent, paulatim colligebam, measque jam voluntates, edom ito in eis signis ore, per haec enuntiabam. [Cuando ellos (los mayores) nombraban alguna cosa y consecuentem ente con esa apelacin se movan hacia algo, lo vea y comprenda que con los sonidos que pronunciaban llamaban ellos a aquella cosa cuando pretendan sealarla. Pues lo que ellos pretendan se en tresacaba de su movimiento corporal: cual lenguaje natural de todos los pueblos que con mmica y juegos de ojos, con el movimiento del resto de los miembros y con el sonido de la voz hacen indicacin de las afecciones del alma al apetecer, tener, rechazar o evitar cosas. As, oyendo repetidamente las palabras colocadas en sus lugares apropiados en diferentes oraciones, colega paulatinamente de qu cosas eran signos y, una vez adiestrada la lengua en esos signos, expresaba ya con ellos mis deseos]. En estas palabras obtenem os, a mi parecer, una determinada figura de la esencia del lenguaje humano. C oncretam ente esta: Las palabras del lenguaje nom bran objetos las oraciones son com binaciones de esas denominaciones. En esta figura del lenguaje encontramos las races de la idea: Cada palabra tiene un significado Este significado est coordinado con la palabra. Es el objeto por el que est la palabra. De una diferencia entre gneros de palabras no habla Agustn. Q u i e n as describe el aprendizaje del lenguaje piensa, creo yo, primariamente en sustantivos com o mesa, silla, pan y en nombres de personas, y slo en segundo plano en los nombres de ciertas acciones y propiedades, y piensa en los restantes gneros de palabras com o algo que ya se acomodar. Piensa ahora en este empleo del lenguaje: Envo a alguien a comprar. Le doy una hoja que tiene los signos: cinco manzanas rojas. Lleva la hoja al tendero, y ste abre el cajn que tiene el signo manzanas; luego busca en una tabla la palabra rojo y frente a ella encuentra una muestra de color; despus dice la serie de los nmeros cardinales asumo que la sabe de memoria- hasta la palabra cinco y por cada numeral toma del cajn una manzana que tiene el color de la muestra. As, y similarmente, se opera con palabras. Pero cm o sabe dnde y cmo debe consultar la palabra rojo y qu tiene que hacer con la palabra cin co?. Bueno, yo asumo que act a com o he descrito. Las explicaciones tienen en algn lugar un final. Pero cul es el significado de la palabra cinco? No se habla aqu en absoluto de tal cosa; slo de cm o se usa la palabra cinco. 2. Este concepto filosfico del significado reside en una imagen primitiva del modo y manera en que funciona el lenguaje. Pero tambin puede decirse que es la imagen de un lenguaje ms primitivo que el nuestro. Tomado de: Ludwig WITTGENSTEIN, Investigacion es filo s fic a s , Parte I 1-45. Editorial Crtica - UNAM Mxico. 1988, pp. 17-65. Traducido por: Alfonso Garca Sures - Carlos Ulises Moulines.

182 Imaginmonos un lenguaje para el que vale una descripcin como la que ha dado Agustn: El lenguaje debe servir a la com unicacin de un albail A con su ayudante B. A construye un edificio con piedras de construccin; hay cubos, pilares, losas y vigas. B tiene que pasarle las piedras y justam ente en el orden en que A las necesita. A este fin se sirven de un lenguaje que consta de las palabras: cubo, pilar, losa, viga. A las grita B le lleva la piedra que ha aprendido a llevar a ese grito. Concibe ste como un lenguaje primitivo completo. 3. Agustn describe, podramos decir, un sistema de comunicacin; slo que no todo lo que llamamos lenguaje es este sistema. Y esto debe decirse en muchos casos en que surge la cuestin: Es esta representacin apropiada o inapropiada? La respuesta es entonces: S, apropiada; pero slo para este dominio estrictam ente circunscrito, no para la totalidad de lo que pretendemos representar Es como si alguien explicara: Los juegos consisten en desplazar cosas sobre una superficie segn ciertas reglas... y le respondiramos: Pareces pensar en juegos de tablero; pero sos no son todos los juegos. Puedes corregir tu explicacin restringindola expresamente a esos juegos. 4. Imagnate una escritura en que las letras sirviesen para designar los sonidos, pero tambin para designar la acentuacin, y com o signos de puntuacin. (Una escritura puede concebirse como un lenguaje para describir pautas sonoras). Imagnate ahora que alguien entendiese esa escritura com o si cada letra correspondiera simplemente a un sonido y no tuviesen tambin las letras funciones enteramente diferentes. Una concepcin tan simplista de la escritura se asem eja a la concepcin del lenguaje de Agustn. 5. Si se considera el ejemplo de 1, se puede quiz vislumbrar hasta qu punto la concepcin general del significado de la palabra circunda al lenguaje de un halo que hace imposible la visin clara. Disipa la niebla estudiar los fenmenos del lenguaje en gneros primitivos de su empleo en los que se puede dominar con la vista claramente la finalidad y el funcionamiento de las palabras. El nio emplea esas formas primitivas del lenguaje cuando aprende a hablar. El aprendizaje del lenguaje no es aqu una explicacin, sino un adiestramiento. 6. Podramos imaginarnos que el lenguaje de 2 fuese el lenguaje total de A y B, y hasta el lenguaje total de una tribu. Los nios son educados para realizar estas acciones, para usar con ellas estas palabras y para reaccionar a s a las palabras de los dems. Una parte importante del adiestram iento consistir en que el instructor seale los objetos, dirija la atencin del nio hacia ellos y pronuncie a la vez una palabra; por ejemplo, la palabra losa mientras muestra esa forma. (No quiero llamar a esto explicacin ostensiva o definicin ostensiva, porque el nio an no puede pregu n tar por la denom inacin. Lo llamar enseanza ostensiva de las palabras. Digo que formar una parte importante del adiestramiento porque as ocurre entre los seres humanos, no porque no pudiera imaginarse de otro modo). Puede decirse que esta enseanza ostensiva de palabras establece una conexin asociativa entre la palabra y la cosa. Pero qu quiere decir esto? Pues bien, puede querer decir diversas cosas; pero se piensa muy de inmediato en que al nio le viene a la mente la figura de la cosa cuando oye la palabra. Pero entonces, si sucede esto es esta la finalidad de la palabra? S, p u ed e ser la finalidad. Puedo imaginarme tal empleo de las palabras (de series de sonidos). (Pronunciar una palabra es como tocar una tecla en el piano de la im aginacin). Pero en el lenguaje de 2 no es la finalidad de las palabras evocar imgenes. (Pudiera ciertamente descubrirse que es provechoso para la verdadera finalidad). Pero si la enseanza ostensiva produce esto debo decir que produce la comprensin de la palabra? No entiende la exclam acin losa! el que acta de acuerdo con ella de tal y cual modo? La enseanza ostensiva ayud indudablemente a producir esto, pero slo junto con una determinada instruccin. Con una diferente instruccin la misma enseanza ostensiva habra producido una comprensin enteramente diferente.

183 Al conectar la barra con la palanca puse el freno. S, dado todo el resto del mecanismo. Slo como parte de este es ella la palanca de freno, y separada de su soporte no es siquiera una palanca, sino que puede ser cualquier cosa o nada. 7. En la prctica del uso del lenguaje (2) una parte grita las palabras, la otra acta de acuerdo con ellas; en la instruccin en el lenguaje se encontrar este proceso: el aprendiz nom bra los objetos. Esto es, pronuncia la palabra cuando el instructor seala la piedra. Y se encontrar aqu un ejercicio an ms simple: el alumno repite las palabras que el m aestro le dice ambos procesos se asemejan al lenguaje. Podemos imaginarnos tambin que todo el proceso del uso de palabras en (2) es uno de esos juegos por medio de los cuales aprenden los nios su lengua materna. Llamar a estos juegos juegos de Lenguaje y hablar a veces de un lenguaje primitivo como un juego de lenguaje. Y los procesos de nombrar las piedras y repetir las palabras dichas podran llamarse tambin juegos de lenguaje. Piensa en muchos usos que se hacen de las palabras en juegos en corro. Llamar tambin juego de lenguaje al todo formado por el lenguaje y las acciones con las que est entretejido. 8. Contemplemos una ampliacin del lenguaje (2). Aparte de las cuatro palabras cubo, pilar, etc., contiene una serie de palabras que se usan como el tendero en (1) us los numerales (puede ser la serie de las letras del alfabeto); adems, dos palabras, que pudieran ser all y esto (porque ello ya indica aproximadamente su finalidad) y que se usan en conexin con un ademn demostrativo; y finalmente una cantidad de muestras de colores. A da una orden del tipo: d-losa-all. A la vez le hace ver al ayudante una muestra de color y con la palabra all seala un lugar del solar. B toma del surtido de losas una del color de la muestra por cada letra del alfabeto hasta la d y las lleva al sitio que A designa. En otras ocasiones A da la orden: esto-all. Con esto apunta a una piedra de construccin, etc. 9. Cuando el nio aprende este lenguaje, tiene que aprender de memoria la serie de los numerales a, b, c... Y tiene que aprender su uso. S e encontrar tambin en esta instruccin una enseanza ostensiva de las palabras? Bueno, se sealan, por ejemplo, losas y se cuentan: a, b, c losas. Ms similar a la enseanza ostensiva de las palabras cubo, pilar, etc., sera la enseanza ostensiva de los numerales que sirven, no para contar, sino para designar grupos de cosas captables con la vista. As aprenden de hecho los nios el uso de los primeros cincr o seis numerales. S e ensean tambin all y esto ostensivam ente? Im agnate cmo podra acaso ensearse su uso! Se seala con ello a lugares y cosas pero aqu este sealar ocurre tambin en el uso de las palabras y no slo en el aprendizaje del uso . 10. Q u designan, pues, las palabras de este lenguaje? Cm o debe mostrarse lo que designan si no es en su modo de uso? Y ya lo hemos descrito. La expresin esta palabra designa esto tiene que convertirse tambin en una parte de la descripcin. O: la descripcin debe hacerse en la forma La palabra... designa.... Ahora bien, se puede por cierto abreviar la descripcin del uso de la palabra losa de modo que se diga que esa palabra designa este objeto. Esto se har si, por ejemplo, se trata meramente de eliminar el malentendido de que la palabra losa se refiere a la forma de piedra de construccin que de hecho llamamos cubo pero se conoce el modo y manera de este referir, esto es, el uso de estas palabras en lo restante. Y del mismo modo puede decirse que los signos a, b, etc., designan nmeros; cuando esto, pongamos por caso, elimina el malentendido de que a, b, c desempean en el lenguaje el papel que desempean en realidad cubo, losa, pilar. Y puede tambin decirse que c designa este nmero y no aquel; cuando con ello, pongamos por caso, se explica que las letras han de emplearse en la secuencia a, b, c, d, etc., y no en la secuencia a, b, d, c.

184 Pero con asimilar as mutuam ente las descripciones del uso de las palabras no se vuelve este uso ms sem ejante! Pues, como vemos, es totalm ente desigual. 11. Piensa en las herramientas de una caja de herramientas: hay un martillo, unas tenazas, una sierra, un destornillador, una regla, un tarro de cola, cola, clavos y tornillos. Tan diversas como las funciones de estos objetos son las funciones de las palabras. (Y hay sem ejanzas aqu y all). Ciertamente, lo que nos desconcierta es la uniformidad de sus apariencias cuando las palabras nos son dichas o las encontram os escritas o impresas. Pero su em p leo no se nos presenta tan claramente, i En particular cuando filosofamos! 12. Es com o cuando miramos la cabina de una locomotora: hay all manubrios que parecen todos ms o menos iguales. (Esto es com prensible puesto que todos ellos deben ser asidos con la mano). Pero uno es el manubrio de un cigeal que puede graduarse de modo continuo (regula la apertura de una vlvula); otro es el manubrio de un conm utador que slo tiene dos posiciones efectivas: est abierto o cerrado; un tercero es el mango de una palanca de frenado: cuanto ms fuerte se tira, ms fuerte frena; un cuarto es el manubrio de una bomba: slo funciona mientras uno lo mueve de ac para all. 13. Cuando decimos: toda palabra del lenguaje designa algo todava no se ha dicho con ello, por de pronto, absolu tam en te nada, a no ser que expliquemos exactam ente q u distincin deseamos hacer. (Bien pudiera ser que quisiram os distinguir las palabras del lenguaje (8) de palabras sin significado com o las que aparecen en poemas de Lewis Carroll o de palabras como ixux en algunas canciones). 14. Imagnate que alguien dijese: Todas las herramientas sirven para modificar algo. As, el martillo la posicin del claro, la sierra la forma de la tabla, etc. Y qu modifican la regla, el tarro de cola, los clavos? Nuestro conocim iento de la longitud de una cosa, la temperatura de la cola y la solidez de la cama. S e ganara algo con esta asimilacin de expresiones? 15. Ms directamente se aplica quiz la palabra designar cuando el signo est sobre el objeto designado. Supon que las herram ientas que A emplea en la construccin llevan determinados signos. Cuando A le muestra al ayudante un tal signo, ste trae la herramienta provista del signo. As, y de maneras ms o menos sem ejantes, designa un nombre una cosa y se da un nombre a una cosa. Resultar frecuentem ente provechoso decirnos mientras filosofamos. Nombrar algo es similar a fijar un rtulo en una cosa. 16. Q u hay de las muestras de color que A le presenta a B ? pertenecen al len guaje ? Bueno, com o se quiera. No pertenecen al lenguaje de palabras; pero si le digo a alguien: Pronuncia la palabra la, contars esta segunda la tambin dentro de la oracin. Y sin embargo juega un papel enteram ente similar al de una muestra de color en el juego de lenguaje (8); a saber, es una muestra de lo que el otro debe decir. Es lo ms natural, y lo que menos confusin provoca, contar las muestras entre las herramientas del lenguaje.((Anotacin sobre el pronombre reflexivo esta oracin))

17. Nos sera posible decir: en el lenguaje (8) tenemos diferentes gneros d e palabras. Pues las funciones de la palabra losa y de la palabra cubo son ms sem ejantes entre s que las de losa y d. Pero, cm o agrupemos las palabras en gneros depender de la finalidad de la clasificacin y de nuestra inclinacin.

185 Piensa en los diferentes puntos de vista desde los que pueden clasificarse herramientas en gneros de herramientas. O piezas de ajedrez en gneros de piezas. 18. Que los lenguajes (2) y (8) consten slo de rdenes no debe perturbarte. Si quieres decir que no son por ello completos, pregntate si nuestro lenguaje es com pleto si lo era antes de incorporarle el simbolismo qumico y la notacin infinitesinal, pues stos son, por as decirlo, suburbios de nuestro lenguaje. (Y con cuntas casas o calles com ienza una ciudad a ser ciudad?) Nuestro lenguaje puede verse como una vieja ciudad: una m araa de callejas y plazas, de viejas y nuevas casas, y de casas con anexos de diversos perodos; y esto rodeado de un conjunto de barrios nuevos con calles rectas y regulares y con casas uniformes. 19. Puede imaginarse fcilm ente un lenguaje que conste slo de rdenes y partes de batalla. O un lenguaje que conste slo de preguntas y de expresiones de afirmacin y de negacin. E innumerables otros. E imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida. Pero qu hay de esto: Es el grito Losa! en el ejemplo (2) una oracin o una palabra? Si es una palabra, no tiene por cierto el mismo significado que-la homfona de nuestro lenguaje ordinario, pues en 2 es una llamada. Pero si es una oracin, no es por cierto la oracin elptica Losa! de nuestro lenguaje. Por lo que toca a la primera pregunta, puedes llamar a Losa! una palabra y tambin una oracin; quiz sea ms acertado una oracin degenerada (como se habla de una hiprbola degenerada), y justamente en nuestra oracin elptica. Pero sa es por cierto slo una forma abreviada de la oracin Treme una losa! una prolongacin de la oracin Losa!? Porque quien grita Losa! significa en realidad: Treme una losa!. Pero cmo haces esto: sign ificar eso mientras dices Losa? Te repites interiormente la oracin no abreviada? Y por qu, para decir lo que otro significa con el grito Losa!, debo traducir esa expresin en otra distinta? Y si significan lo mismo por qu no debo decir: cuando l dice L osa, significa L osa!? O: por qu no has de poder significar Losa!, si puedes significar Treme la losa!? Pero si grito Losa!, lo que quiero decir es que l m e traiga una losa\ Ciertamente, pero consiste querer esto en que pienses de alguna forma una oracin diferente de la que dices? 20. Pero cuando alguien dice Treme una losa!, parece ahora que l podra significar esta expresin como una sola palabra y otras com o tres palabras? Y cmo se la significa ordinariamente? Creo que propenderemos a decir: Significam os la oracn como una oracin de tres palabras cuando la usamos en contraposicin a otras oraciones com o T in dem e una losa, Tre/e una losa, Trae dos losas, etc,; en contraposicin, pues, a oraciones que contienen la palabra de nuestra orden en otrs combinaciones. Pero en qu consiste usar una oracin en contraposicin a otras oraciones? Le vienen a uno a las mientes quiz esas oraciones? Y todas ellas? Y m ientras se dice aquella oracin, o antes, o despus? No! Aun cuando una explicacin sem ejante resulta para nosotros tentadora, slo necesitamos pensar un instante en lo que sucede realmente para ver que andamos aqu por mal camino. Decim os que usamos la orden en contraposicin a otras oraciones porque nuestro len guaje contiene la posibilidad de esas otras oraciones. Quien no entienda nuestro lenguaje, un extranjero que hubiera odo frecuentem ente que alguien daba la orden Treme una losa!, podra formar la opinin de que toda esta serie de sonidos es una palabra y que corresponde quiz a la palabra para piedra de construccin en su lenguaje. Si luego l mismo diera esta orden, quiz la pronunciara de otro modo y nosotros diramos. La pronuncia tan extraam ente porque la tiene por una sola palabra. Pero no ocurre tam bin algo diferente dentro de l cuando la pronuncia algo que corresponda al hecho de que l concibe la oracin com o u na so la palabra? Puede ocurrir lo mismo dentro de l o algo diferente. Pues qu ocurre dentro de ti cuando das una orden as?, eres consciente de que consta de tres palabras m ien tras la pronuncias? Ciertam ente, t d om in as ese lenguaje en el que tambin hay aquellas otras oraciones pero es ese dominio algo que su ced e mientras pronuncias la oracin? Y ya he admitido que el extrao probablemente pronuncie de modo diferente la oracin que concibe de modo diferente; pero lo que llamamos su errnea concepcin

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no n ecesita residir en algo que acompae la emisin de la orden. La oracin es elptica no porque omita algo que nosotros significamos cuando la pronunciamos, sino porque es abreviada en com paracin con un determ inado modelo de nuestra gramtica Podra ciertam ente hacerse aqu la objecin: Concedes que la oracin abreviada y la no abreviada tienen el mismo sentido. As pues, qu sentido tienen? No hay entonces una expresin verbal de ese sentido? Pero no consiste el mismo sentido de las oraciones en su mismo em p leo ? (En ruso se dice piedra roja en vez de la piedra es roja; les falta la cpula en el sentido o aaden la cpula m en talm en te ?) 21. Imagnate un juego de lenguaje en el que B , respondiendo a la pregunta de A, d parte del nmero de losas o cubos que hay en una pila, o de los colores y formas de las piedras de construccin que estn aqu y all. As, un parte podra sonar: Cinco losas. Cul es entonces la diferencia entre el parte o la asercin. Cinco losas, y la orden, Cinco losas!? Bueno, el papel que la emisin de estas palabras juega en el juego de lenguaje. Probablemente tambin ser diferente el tono en que se pronuncian, y el semblante y muchas otras cosas. Pero podemos tambin imaginarnos que el tono es el mismo pues una orden y un parte pueden pronunciarse en varios tonos y con varios sem blantes y que la diferencia reside slo en el empleo. )'Ciertamente tambin podramos usar las palabras asercin y orden para designar una form gram atical de oracin y una entonacin; com o llamamos de hecho a No hace hoy un tiempo esplndido? una pregunta, aunque se use como asercin). Podramos imaginarnos un lenguaje en el que todas las aserciones tuviesen la forma y el tono de preguntas retricas; o toda orden la forma de la pregunta: Q uerras hacer esto? Quiz entonces se dira: Lo que l dice tiene la forma de una pregunta, pero es realmente una orden esto es, tiene la funcin de una orden en la prctica del lenguaje. (Similarm ente se dice Hars esto no com o profeca, sino como orden. Q u la convierte en una cosa y qu en la otra?). 22. La opinin de Frege de que una asercin encierra una suposicin que es lo que se asevera, se basa realmente en la posibilidad que hay en nuestro lenguaje de escribir toda oracin asertiva en la forma Se asevera que tal y cual es el caso**. Pero Que tal y cual es el caso no es an una ju gada en el juego del lenguaje. Y si en vez de Se asevera que... escribo Se asevera: tal y cual es el caso, entonces las palabras Se asevera son aqu sencillam ente superfluas. Muy bien podram os escribir tam bin toda asercin en la forma de una pregunta seguida de afirmacin; digamos: Llueve? S! M ostrara esto que toda asercin encierra una pregunta? Se tiene el perfecto derecho a emplear un signo de asercin en contraposicin, por ejemplo, a un signo de interrogacin; o si se quiere distinguir una asercin de una ficcin o de una suposicin. Slo es errneo cuando se da a entender que la asercin consta entonces de dos actos, el considerar y el aseverar (adjuntar el valor de verdad o algo sim ilar) y que ejecutam os estos actos siguiendo el signo de la oracin aproximadamente como cantam os siguiendo las notas. Cantar siguiendo las notas es en verdad com parable con la lectura, en voz alta o en voz baja, de la oracin escrita, pero no con el sig n ificar (pensar) la oracin leda. El signo de asercin fregeano hace resaltar el in icio de la oracin . Tiene, pues, una funcin similar a la del punto final. Distingue el perodo entero de una oracin dentro d el perodo. Si oigo a alguien decir llueve, pero no s si he odo el inicio y el final del perodo, entonces esa oracin no es para m un medio de com prensin. 2 3 . P ero cu n to s gneros de oracion es hay? A caso asercin, pregunta y orden? Hay

in nu m erables gneros: innumerables gneros diferentes de empleo de todo lo que llamamos signos,** Imaginemos una figura que represente un boxeador en una determinada posicin de combate. Pues bien, esa figura puede usarse para comunicarle a alguien cmo debe estar o mantenerse; o cmo no debe estar; o cmo ha estado parado un determinado hombre en tal y cual lugar: o etc. Se podra llamar a esta figura (en terminologa qumica) un radical proposicional Similarmente concibi Frege la suposicin.

187 palabras, oraciones. Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado de una vez por todas; sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje, com o podemos decir, nacen y otros envejecen y se olvidan. (Una figura aproxim ada de ello pueden drnosla los cambios de la m atem tica). La expresin ju ego de lenguaje debe poner de relieve aqu que h a b la r el lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida. Ten a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje en estos ejemplos y en otros: Dar rdenes y actuar siguiendo rdenes Describir un objeto por su apariencia o por sus medidas Fabricar un objeto de acuerdo con una descripcin (dibujo) Relatar un suceso Hacer conjeturas sobre el suceso Presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas Inventar una historia; y leerla Actuar en teatro Cantar a coro Adivinar acertijos Hacer un chiste, contarlo Resolver un problema de aritmtica aplicada Traducir de un lenguaje a otro Suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar. Es interesante comparar la multiplicidad de herramientas del lenguaje y de sus modos de empleo, la multiplicidad de gneros de palabras y oraciones, con lo que los lgicos han dicho sobre la estructura del lenguaje. (Incluyendo al autor del Tractatus log ico-p h ilosop h icu s). 24. Quien no tenga a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje quiz se vea inclinado a preguntas como sta. Qu es una pregunta? Es la constatacin de que no s esto y aquello o la constatacin de que quisiera que el otro me dijera...? O es la descripcin de mi estado mental de incertdumbre? Y es el grito Auxilio! una descripcin de esa ndole? Piensa en cuntas cosas heterogneas se llaman descripcin: descripcin de la posicin de un cuerpo por medio de sus coordenadas; descripcin de una expresin facial; descripcin de una sensacin tctil; de un estado de nimo. Se puede ciertam ente sustituir la form a ordinaria de la pregunt: por la de la constatacin o la descripcin: Quiero saber si... o Estoy en duda sobre si...- pero con ello no se han aproximado mutuamente los diversos juegos de lenguaje. La significacin de esas posibilidades de transform acin, por ejemplo, de todas las oraciones asertivas en oraciones que com ienzan con la clusula Yo pienso o Yo creo (y por tanto, por as decirlo, en descripciones de mi vida interior) se ver claram ente en otro lugar (Solipcism o). 25 Se dice a veces: los animales no hablan porque les falta la capacidad mental. Y esto quiere decir: no piensan y por eso no hablan. Pero: sim plemente no hablan. O mejor: no emplean el lenguaje si prescindimos de las formas ms primitivas de lenguaje. Ordenar, preguntar, relatar, charlar pertenecen a nuestra historia natural tanto com o andar, comer,, beber, jugar. 26. Se piensa que aprender el lenguaje consiste en dar nombres a objetos. A saber: a seres humanos, formas, colores, dolores, estados de nimo, nmeros, etc. Como se dijo: nombrar es algo similar a fijar un rtulo en una cosa. Se puede llamar a eso una preparacin para el uso de una palabra. Pero para q u es una preparacin? 27. Nombramos las cosas y podemos entonces hablar de ellas, referirnos a ellas en el discurso. Como si con el acto de nombrar ya estuviera dado lo que hacemos despus. Como si slo hubiera

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una cosa que se llam a: hablar de cosas. M ientras que en realidad hacem os las cosas ms heterogneas con nuestras oraciones. Pensemos slo en las exclam aciones. Con sus funciones totalm ente diversas Agua! Fuera! Ay! Auxilio! Bien! No! Ests an inclinado a llamar a estas palabras denominaciones de objetos? En los lenguajes (2) y (8) no haba un preguntar por la denominacin. sta y su correlato, la explicacin ostensiva, son, podramos decir, un juego de lenguaje por s mismo. Esto quiere decir realmente: somos educados, adiestrados, para preguntar: Cmo se llama esto? a lo que sigue el nombrar. Y hay tambin un juego de lenguaje: Inventar un nombre para albo. Y, por tanto, decir: Esto se llama..., y entonces emplear el nuevo nombre (as, por ejemplo, los nios dan nombres a sus muecos y luego hablan de ellos y a ellos. Piensa igualmente cun singular es el uso del nombre de una persona para llam ar al individuo nom brado!). 28. Se puede definir ostensivam ente un nombre de persona, un nombre de un color, el nombre de un matrerital, un n u m eral, el nombre de un punto cardinal, etc. La definicin del nmero dos Esto se llama dos mientras se sealan dos nueces es perfectamente exacta. Pero cmo se puede definir as el dos? Aquel a quien se da la definicin no sabe q u se quiere nombrar con dos; supondr que nombras ese grupo de nueces! P u ede suponer eso; pero quiz no lo suponga. A la inversa, cuando quiero asignar un nombre a ese grupo de nueces, l podra tambin malentenderlo como un numeral. E igualmente, cuando explico ostensivamente un nombre de persona, l podra considerarlo como nombre de un color, com o designacin de una raza e incluso com o nombre de un punto cardinal. Es decir, la definicin ostensiva puede en todo caso ser interpretada de maneras diferentes. 29. Quiz se diga, el dos slo puede definirse ostensivamente as: Este n m ero se llama dos. Pues la palabra nmero indica aqu en qu lugar del lenguaje, de la gramtica, ponemos la palabra. Pero esto significa que la palabra nmero tiene que ser explicada antes de que esa definicin ostensiva pueda ser entendida. La palabra nmero de la definicin indica realmente ese lugar, el puest