Microsoft Word - TRES DIOSAS.do - Ramon Ivan Suarez Caamal

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1 TRES DIOSAS Ramón Iván Suárez Caamal

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TRES DIOSAS

Ramón Iván Suárez Caamal

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A Emily, Alejandra y Sylvia

Y si pintara Botticelli

a las tres diosas en desgracia

en el jardín del céfiro

danzando sin la muerte…

Y si sus ropas tersas

desnudaran sus almas

y el mirto de sus sienes

diera paso a la vida…

Y si los ojos que las dicen

o los labios que las miran,

cantasen: Primavera…

Oh, maravilla, desposadas

las tres con el silencio

en este virgen Paraíso.

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HABLAN LAS DIOSAS

No son sino flautas las tibias heladas.

Qué contrasentido de los sentidos.

Cuánta desolación de pájaros

bajo nuestras pestañas.

Ningún relámpago nos despierta.

Debemos suturar las nubes más oscuras

y hacernos un vestido con lágrimas.

Somos la aguja, la espina,

el nido de la desolación,

la pared húmeda de la hiedra...

Somos las tres con un solo ojo,

unas tijeras y un diente.

A nuestro horror complacen las palabras del mar.

Un solo canto a tres voces.

Una sola voz a tres pájaros.

Una sola jaula,

una sola jaula,

una sola jaula....

Qué esperan para liberarnos

donde el tuétano late incertidumbre

para cantar a tres voces.

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Para gritar a tres cantos.

Para llorar a tres huesos

hasta que la escritura exclame:

¡Basta!

Y ponga un ramo de cenizas

sobre nuestros versos...

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LA DAMA DE BLANCO

Morir no duele mucho: nos duele más la vida.

Emily Dickinson

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A M O R ¿QUÉ ES MEJOR?

¿Qué es mejor?

¿Abrir la jaula para que escapen los secretos

o cubrirlos con un paño hasta que se asfixien?

Confieso que mi cárcel es un reloj de péndulo

y que sus pájaros gritan.

Digo también que mis demonios gozan

lenta muerte del alma.

PERVERSIONES

Las tijeras de un jardinero

se santiguan con el verdugo.

Después cumplen el trabajo al que están destinadas:

Abren,

cierran sus piernas.

Gozan las perversiones del perfume.

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ALGUNAS NOCHES

Algunas noches

la concupiscencia me visita.

Ignoro si viene como ángel

o como serpiente,

bajo luna delgada

o lengua bífida,

si me ofrece su fruto

o una corona de hiedra.

Dos ciegas a la intemperie buscándose:

Una, intangible;

la otra, sin manos.

Es gélido el aliento,

arde la frente.

Imposible decir…

Quizá el violín en cópula de gatos

pueda atar a los barrotes de la cama

nuestras cuatro muñecas y cercenarlas

para que sean las heridas quienes hablen.

NIÑO DE YESO Hay un niño de yeso en mi vientre,

llora todos los días en el anonimato de las tumbas.

¿Por qué contengo la respiración

frente al capullo de mi virginidad ilesa?

El niño reclama:

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¿Matarás por mí?

¿Morirás por mí?

SOLO DE AMOR

En un solo de amor

bailamos.

Tú: la luz.

Yo: la tibieza;

En torno, la penumbra.

Pensé – pensaste:

Es eterna la llama.

Pero el viento juntó pulgar e índice

sobre el solo de amor

y se apagó la vela.

GANAMOS AL PERDER

Porque te gano,

lloro.

Las redes rotas se volvieron alas.

¿De quién?

¿Mías?

¿Tuyas?

¿De ninguno?

Porque perdí, sonrío,

pues ya el fruto no se pudre

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y hay un aroma:

¿De qué flores? ¿Pulpa?

Ganamos al perder el cielo

o solamente lo perdimos

yo, mi sombra, mi demonio

y tú tienes el laurel.

¿O lo tuviste siempre?

UNA MIGAJA

Una migaja para el tordo.

Si la desdeña,

si mi amor no le place,

la guardaré en el corazón

hasta el próximo invierno.

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L O C U R A

PASIÓN Y ALBEDRÍO

En un plato de la balanza puse mis libros;

en el otro, me arrodillé sin fuerzas

para rezar por lo que fui.

A veces ganan los pecados;

otras, la dulce penitencia.

Casi no pesa la sal.

Tiene plomo la tinta que hurto a la noche.

Difícil equilibrio el de los pétalos:

Rosa de nieve - Cáliz de sombra:

El Bien - El Mal

cuando pesamos pasión y albedrío.

PÉNDULO

Tu péndulo

- corazón-

late entre cizaña.

Deshójame

deshójame

antes que el ruiseñor anuncie su alborozo.

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ME ESCONDÍ EN LA ESCRITURA

Me escondí en la escritura

como en la noche los pájaros.

Silenciosos,

saben que la fronda los protege.

A mí no me sostiene la esperanza

aunque cante en los gajos de la tinta.

Pájaros y versos tienen igual propósito:

Callar frente a la noche.

NO POSEO EL SECRETO

Tolero a las abejas

y envidio la Alquimia de su troquel colectivo.

Ninguna de mis flores

-aun amando la escarcha-

posee el secreto para hacerse inmortal:

Tercas y semejantes a mí

e inútiles frente a la helada.

NINGÚN CIELO NOS DARÍA

Para las moscas,

banquete de fruta y tiempo,

el zumo las hace dar piruetas.

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Gozan

-y cuando no son recibidas-

insisten hasta que la cáscara se pudre.

Refocilémonos,

hermanas,

en el festín.

El vino es agrio,

mas el placer posee mieles que ningún cielo nos daría.

HILO Y AGUJA

Hilo y aguja, zurzo mi poema:

Fruto que no se dará,

ni deseo.

Después lo guardo

y el olvido lo cuida.

Hilo y aguja…

Alguna vez sangré mis yemas,

el papel gritó conmigo.

Salí al jardín para tocar la vida.

Otro aguijón hirió mi mano:

Duele menos el rosal.

ME DICE UN ECO No soy original.

Nadie lo es desde que fue creado el Paraíso.

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Copio la seda de las flores,

el canto de las aves en mi voz,

Ya está madura la manzana del jardín…,

me dice un eco.

Lo sé.

Lo sé.

Me acusarán de plagio

hasta en las palabras de mi tumba.

Si Dios se copió cuando nos hizo,

para qué preocuparse

por el primer día y la noche que le sigue.

¿DE QUÉ COLMENA LLEGAS? ¿De qué colmena llegas, éter?

Perdona que no amemos el dolor.

Con mieles somos derribados,

pero hay otro cáliz que los días reúnen

aunque la tempestad cierre todas las salidas.

NADIE

Como Penélope

espero a Nadie:

Ya somos dos...

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Llegará Nadie a visitar mi exilio.

La multitud que soy

saldrá, con vítores, a recibir al héroe.

ELIJO EL FUEGO

De los árboles la zarza de fuego elijo.

Tengo voluntad de arder.

No me importa la vigilia del ángel a la entrada del panteón

donde las flores se mustian

como culpándose de mi ausencia.

ENTRA EL JARDÍN A MI CUARTO

Abolidas las paredes, entra el jardín a mi cuarto:

Pócimas, conjuros, libros de magia…

Recorro el bosque en busca de hierbas y musgo,

añado el corazón de un colibrí al bebedizo,

hojas de menta, alas de un hada, cuarzo…

Bruja, bacante, sibila

salmodio en lenguas extrañas y me sosiego

en la semilla de la ensoñación.

A la mañana siguiente, saludo, comedida,

a quienes presenciaron estos sucesos

y fingen que nada pasó. Les pago con hojas de oro

su tolerancia. Tomo mis tijeras y sigo,

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sin remordimientos, con la acción cotidiana

de cortar gajos y flores bajo la luz del día.

EN LA PENUMBRA ¿Realmente estoy aquí?

O sólo soy la sombra

de dos manos trágicas

que fingen un vals eterno.

LEEN A MIS ESPALDAS

¿Quién lee sobre mis hombros?

¿Quién espía mi sangre?

Pocos reciben salvoconducto con mis cartas,

ninguno viola mi recinto.

Si es imposible,

por qué esta sensación que me eriza la nuca.

Giro la cabeza y no hay nadie;

mas, leen a mis espaldas

la apretujada caligrafía

gente de un tiempo no llegado,

quizá esperpentos de lo posible,

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DIOS ME TIENE EN UN PUÑO

¿Y quién me sacará un día de fiesta, con unas alas para huir…?

Quise encerrar la vida;

huir para encontrarme.

Pero escapar sin alas es locura.

Duele mi cuarto.

Dios me tiene en un puño.

ESCUCHA MIS RECLAMOS

Golpeo a la puerta de la eternidad.

Es sordo el tambor;

a veces un graznido en mis sienes.

La madera tiene rasguños.

Dios no escucha mis reclamos.

No me sentaré desamparada frente al mar

mientras caen sus lamentos.

INSANIA – CORDURA

La lucidez se nutre con mis temores

y eso la vuelve despreciable.

Vivo en la neblina,

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el viento templa su diapasón:

Insania - cordura;

mi sangre y su manso balido

degüellan el alba.

Lo testifico sobre las Sagradas Escrituras.

Créanme, dientes, dedos, córneas:

Tallé una doble vida en el marfil del unicornio.

ESCALOFRÍO

Me tocaron sus ojos y sentí escalofrío.

Entonces el santuario es vulnerable,

el recelo no sirve.

Entró. Hablé de mil cosas intrascendentes,

lo conduje por pasadizos con intención de perderlo.

Fui cortés y fría.

Me preguntó por la rosa inmutable.

Ofrecí llevarlo a sus enigmas;

inventé cerrojos, laberintos, mapas falsos:

Una rosa, en mi pecho.

Caminó detrás. Vi, de reojo,

que traía sus tijeras en las manos.

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ESCUCHEN

Escucho a los grillos.

Uno solo me dejó sorda;

toda la noche estuvo

y no fui capaz de arrebatarle su sermón.

En mi cabeza,

grillos.

¡Cállenlos!

Las hojas de tila no sirven…

Oigo su reclamo pese a que me encerré con las sombras.

Grillos,

desafinados querubes a la siniestra de Dios:

Una pesada broma para mis nervios al filo.

LA ESPERANZA, ESA COSA CON PLUMAS…

Viene a comer la esperanza

semillas que le doy a destiempo;

Así fue siempre,

con inoportuna seña llamo a quien no tengo al alcance.

Pero la esperanza

–frente a tus ojos-,

es real.

–Tócala-.

Trina esta frase:

-Jamás ayer-

-Jamás ayer-.

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No complazco mi afán con migas;

con pecados veniales, menos.

Conciencia,

conozco tus ardides.

Ya retiré mi mano.

La esperanza es otra de tus ilusiones.

EN OTRA VIDA

Mi locura fue en otra vida.

Estoy cuerda. ¿Puedo estarlo?

Cuerda de la cajita musical,

cuerda del reloj de cuerda,

cuerda donde se mece el ahorcado,

cuerda que odia la saeta en fuga,

cuerda donde camino cuerda

y el vértigo a rabiar me aplaude,

cuerda que me da cuerda:

¿Alguien se acuerda de la cuerda?

COMO UNA MONEDA Dios, lánzame como una moneda

Día – muerte

Noche – vida

Girasol – luciérnaga

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Dar vueltas en el aire

Subir

Subir

Subir

Caer

Caer

Caer

Sin saber qué caer

Dónde caer

Desde el pulgar del infierno

A las sombras de la agonía

Desde el impulso del albedrío

A la gravedad de las circunstancias

Girar girar girar

Subir subir subir

Caer caer caer

Y al final la zambullida límpida

En las Aguas del Principio

Sin importar si ganó la locura

O perdió la razón por tanto vértigo

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M U E R T E VESTAL DEL ALBA

Si una rosa,

si su perfume,

su color

y su fantasma

hacen que cierres la mano sobre sus espinas,

y si la sangre

brota,

entonces,

aún vives.

POR LA BELLEZA Morí por la belleza.

Morí de vida.

Iba de lino por la sombra,

deshilaché mis días con los versos.

Morí vida, belleza.

Puedo decirlo.

Me encerré en lo que supe:

Las palabras.

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NO ESTOY EN ESTOS VERSOS No vivo por la verdad,

la máscara que tengo

se amoldó perfecta a los huesos de mi cara.

Falsear se hizo costumbre;

no estoy en estos versos,

es otra la que habla,

otra que se ha escondido en el polen de su patio

y escribe a sus amigos cartas que la luz incendia.

CIELO AZUL

Puedes oír el tren en la lejanía.

Y esperar que llegue.

O darte la vuelta.

Siempre prisas, pañuelos, llanto,

caras que se borran, cielo azul…

Junto a los rieles aguardas sin saberlo;

¿qué dice el humo en dirección contraria de la vida?

Corre, corre, corre.

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PREMONICIÓN -¿Quiénes llegaron?

Que no sean langostas

o quedaré desnuda frente a Dios.

-¿Quién se marcha?

Soy yo entre el cortejo;

yo, coronada de abejas,

bajo las nieves de diciembre.

MOSCAS

¿Qué hacen las moscas en la página que aún no termino?

¿Vienen a burlarse de mi inmortalidad bajo la máscara

[del ninguno?

Las hay por decenas en mi pañuelo,

parecen dormitar en mi rostro;

se unen, giran, gesticulan.

Si fueran semillas en los surcos del cuaderno,

¡cuántos demonios regaría con mis lágrimas!

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VESTIDA DE NEGRO Este retrato no soy yo –amortajada-

-con mi vestido negro -y sonriente-.

Me fotografiaron fuera del jardín

rodeada de cardos;

el lazo de mi garganta

es del cordero pascual;

él me dará su blancura.

Poesía, seré tu fiel vestal hasta la muerte.

¿Observan mis manos?

Hay flores,

iluminan apenas el fondo oscuro.

Si soy lirio,

si soy garza,

¿por qué la noche acosa?

Este retrato no soy.

Vean las manos que me desnudan con versos.

VESTIDA DE BLANCO El blanco es el color perfecto

para mis esponsales con la oscuridad:

Así resplandece mi pequeña llama.

Algunos objetos de la habitación

invocan al mundo:

Vaso,

hilos y agujas,

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pétalos secos,

hojas con mis cartas…

Cuando me desposó la Poesía

no hubo festín, ningún ángel

dijo: Salve, llena eres de gracia…

Ella tomó mi mano y la condujo en la penumbra.

¡Qué sábanas del tálamo!

¡Cómo duele la entrepierna!

La suma de todos los colores dio a la nieve su rostro:

Mi ataúd será igual a mi vestido,

como mi piel,

como la losa que clausura mi estancia en este mundo.

Pongan,

si vienen de visita,

azahares en mi nicho.

RESPONSOS

Velamos el cadáver de una palabra:

Cuatro cerillos, una cruz de migajas.

Lloré, lloré por la difunta

sin saber que el dolor era por mí.

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LA LLAVE Te di llave de mi cuarto.

Úsala para cerrar la puerta.

No entres.

Apenas un suspiro cabe entre pared y duda.

Quédate donde gruñe el Cancerbero.

ENTRE LA VIDA Y LO ETERNO Para la vida cuido mi jardín,

para la eternidad escardo estrellas;

entre una y otra crecen mis conflictos:

Pago al reloj que siega ciego.

Cuántos brotes corté sin darme cuenta.

A quién herí con alevosa mano.

Por ello me disculpo.

Dejo constancia en mis cartas.

Gusten su aroma a tantas muertes.

Estoy junto al dolor, escardo estrellas.

POR QUÉ NO SALGO

¿Quieres saber por qué no salgo?

Necesito ser una con el túmulo.

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Para moldear la rosa más exacta

debo acostumbrarme al claustro.

Voces y campanas son más nítidas

en su jaula cubierta con un paño rojo.

Me acerco al virtuosismo cada día:

Sólo falta cerrar mis ojos al abrirlos.

AGONÍA

Hay espanto de huesos en la carne estéril.

Odio la plaga de los números,

ni moscas ni abejas.

El jardín está seco. Recorre mi espectro su claustro.

La luz de las estatuas no es mía. Yo solamente,

ebria de muerte y tules,

dije mi angustia cubriéndome los ojos,

Hay pétalos mustios en el camino…

Hay espanto de huesos en la carne estéril.

¡Ay, espanto de huesos bajo carne macilenta!

¡Ay, castañear de dientes bajo el túmulo!

CÚBRELA, OH TIERRA, CON TU VESTIDO…

Cuando los tules hayan vuelto al polvo,

cuando sueñe en la cuna de un pétalo,

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cuando el gorrión que al sur se marcha

tome con su pico algunas de mis letras

y cante bajo la fronda oscura su dolor…,

la luna no dejará de ser mi madre

y sus manos acariciarán mis despojos.

Aún así, la orfandad oprime.

Oh, Tierra, cúbreme con tu vestido.

OTRAS VOCES

Como el pinzón que da pequeños saltos sobre la fosa,

mi alma no se resigna a partir.

Baila lo que yo no quise o pude.

Gira a derecha e izquierda el cuello.

Es niño de mi sepulcro…

Se puede ser feliz

siempre que no aturdan

las otras voces que lo pueblan.

EPITAFIO

Cuando no esté

pongan en mis ojos

dos semillas y no lloren.

La lluvia es suficiente

para la resurrección.

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SELVA DE PLATA, SYLVIA

Morir/ es un arte, como cualquier otra cosa…

Sylvia Plath

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1. Ted se disculpa

¿En qué cordero va tu insomnio?

No soy culpable de tu desolación:

no tensé el yugo ni abrí la llave;

Antes, puse el mar a tus pies

y me fui para que lo poseas.

2. Al fin y al cabo estoy viva por casualidad…

No pongas espejos frente a mi calavera;

me empolvo nariz y pómulos;

¡Cállate!

Y haz caso a mi sonrisa;

soy feliz hasta el ridículo.

Lo sabes, siempre lo supiste.

Déjame sola frente a la luna

hasta que brote un pájaro

de la lengua que no tengo.

3.

Quise llamarme Dios.

¿Es desmesura?

Podía reconstruir la rosa en mi palma,

inmovilizar el vuelo del relámpago con una sonrisa,

detener el latido de los tulipanes y del sol.

Podía, podía…

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4.

Porque la realidad es lo que se toca y mira,

porque las paredes de mi celda

hablan con sus demonios,

no se puede existir de otra forma

o serían falsos estos papeles

con los que envuelvo mi osamenta

y la regalo a mis amigos

junto con una pestaña

o el mechón de la yegua más celosa.

Me oculto en el mármol,

también puedo ser frígida hasta la insensatez:

Parloteo de un molino para tus dedos

en la puerta que cierro para estar sola.

5.

En la cruz grazna una carraca,

las hojas crujen;

el campanario extiende sus manteles

-largo diapasón para el convite-,

y pide silencio con el índice…

Mi piel mecida por el invierno,

el responso de mis niños.

Y tú, gran farsante,

finges mi obituario con versos muy sentidos

que nada dicen en mi libro de horas.

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6.

Me diagnosticaron miedo

y frivolidad.

Les respondí mostrando el cuervo que devora mis entrañas.

Dicen que es azul mi locura,

que en invierno se puede patinar en ella.

Es verdad.

Hice un círculo perfecto con la luna,

saqué un pez y se los ofrecí en mi cumpleaños.

¿Cuántos? ¿Veinte? ¿Doscientos?

No quiero verme demasiado vieja.

Las sábanas son limpias como mis pecados.

Ted puso en la mesa un ramo de tulipanes,

tomé uno y lo até con mis cabellos.

Pasan gentes, días, faunos por el hospital.

Finjo no verlos. ¿Y el traje con el que morí de dulzura

frente a las abejas? ¿Y los frascos

donde hacía versos en compota?

¿Y el tren sepultado bajo la hojarasca?

Algún día permitirán que me marche.

Lo haré acompañada de frívolos gestos,

vestida con la noche y gatos del Sabath,

mas sonriendo inocente;

en la diestra estas hojas que te permito llenar

[con mis visiones.

7.

Apenas entraba a la vorágine del espejo

cuando ya dos caimanes daban coletazos

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y el follaje del agua se volcaba en noche.

Apenas la gárgola de la catedral abría sus párpados

cuando la luna rodaba por acueductos.

Apenas el naranjo en floración,

cuando mis abejas morían.

Para qué,

para qué evoco el oro de Eros

si la frustración me pierde.

Son vanas mis intenciones.

Márcame hasta que la piel borre tu desprecio.

8.

Hojas, hojas, hojas.

Te marchas, primavera;

tus pisadas el eco me devuelve;

No con una escoba bendeciré la casa..

Hojas, hojas, hojas…,

Lágrimas estériles,

permitan que las acune

y acaso el céfiro sienta piedad por nosotras.

9.

Celdas doradas para mis monjas de oro.

La Diosa Madre distribuye dones y letargos.

No será el ocio el camino al cielo;

baten en beatitud sus alas,

murmullo de arena.

La feligresía expulsó a los machos de su convento,

alquimia y trajín; después, la dulce recompensa

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que defenderemos hasta la muerte

si no nos engañan con promesas de azúcar

[y humo del infierno.

Creemos en su dogma:

Somos guardianas del Grial,

nos ataron redes metafísicas,

preferimos morir desgarradas antes que ceder el tesoro:

tigresas de Blake, tigresas de Blake…

10.

Dentro de la urna funeraria

hay un atado de papiros

que resistió los enconos del tiempo.

Los traductores asumen que es el Amor quien canta

a la belleza de una virgen en las aguas del Nilo.

(O es una mujer la que escribe).

Pudiera ser que ella suplantó la mano del Faraón

con estos himnos que rinden pleitesía

al ibis en celo de una diosa.

Fue así: Hace más de mil años escribí estas canciones

mientras me miraba al espejo,

Hace más de mil años la luna fue mi amante,

la ungí con caricias de arena,

mordí los dátiles de sus pezones,

besé sus caderas que se deshacían con el viento;

hace más de mil años tuve que embalsamarla con nubes;

hace más de mil años la luna fue devorada por un cocodrilo:

Guardé sus astillas en el vientre núbil del ánfora.

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11.

Los médicos me recetaron compresas y baños fríos:

¡Estás curada!

Puedes irte por la cuerda floja que baja de la luna

o montar la escoba del hombre más frío.

Es que tuve la malsana costumbre de aferrarme a una mano.

12.

Bajo los párpados de un sapo

dormí. Tendré que desollarme

y untarte mi veneno. La sal es buena

para estos menesteres: un puño

y seré estatua. Aguardo

que me cosan los labios. Mis hermanas,

las flexibles, celebran: Sapo,

salta. Sapo, salta. O tal vez el caldero sea

solución para que, ya despellejado,

la pócima nos redima del tedio:

Sapo de luna llena, vástago de la podredumbre,

corcovado y bizco, puño de un titán. A piedra y lodo

cerré mi sueño. A piedra y lodo salto

agridulce hasta perderme…

13.

¿Alguna vez dije: gaviotas en el sanatorio?

Más bien, oficiantes junto a la Estigia.

Cofias y delantales de la lluvia gris

permiten despedirnos del mundo.

Amables con los condenados,

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les otorgan su deseo y chillan,

chillan, no por burla, sí con el regocijo

de saberse necesarias en la muerte.

Salen del lecho marino: horribles plumas,

escamas el cuello, garras las extremidades.

Pudiera ser más piadosa con estas mujeres,

pero me gana el rencor y así las dibujo.

¿Alguna vez dije gaviotas?

Son gaviotas disputándose nuestros restos mortales.

14.

Si están secos los árboles

y no hay señal de lluvia,

¿para qué cantar agradecida

los sermones del bastardo abril?

Y si el viento es invisible,

tan invisible que no mueve las ramas,

¿para qué el latido?

Ayer Flora decía:

Goza mis favores sin reparo.

Hoy no hay lebrel para el juicio

de la muela del juicio.

Ah, el yantar arcaico y los goces

de la carnal cuaresma en la ceniza

de todos los favores concedidos.

Se apagó la lumbre, las hormigas

bajan del volcán con negros ataúdes;

están secos los árboles, tan secos

que los muestran entre vidrios

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de un aire que no existe.

Y yo, sin pánico, resuelvo

que mi sangre fenezca

en este abril bastardo.

15.

Ofreceré función de circo sobre mi cráneo.

Me sitúo a veinte huellas del que tiene los cuchillos

para mis sienes donde aúlla

loba que no amamanta Rómulos.

¿Qué vendaval tira de mis nervios?

¿Quién desgarra mis obsesiones?

Bastaría un anticipo del infierno,

bastaría abrir los ojos ante la desmesura

de vivir, sin que los pasos de la muerte

se confabulen en mi contra.

Bastarían aguas más profundas…

16. Ted de nuevo

Soy Gran Comendador.

Soy azufre del arcángel.

El terciopelo de mi ropa

es igual a tus plumas.

Toca. He venido a llevarte,

dormida virgen de los heliotropos.

Me mirarás. Así sabré decirte lo que el hielo dictó

antes que fingieras olor a gas que atrae moscardones.

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Soy Gran Comendador. Estoy harto

del ácido de tus palabras.

Confiesa y arrepiéntete

o mis tenazas arrancarán tus dedos.

Eres una bruja. Lo sé por tus pezones,

por tu respiración de río desbocado

y el agrio de tus axilas y tu sexo.

17.

Esperaba la pluma en el suelo,

esperaba que la luz bajase de su altar

para torcer sus letras en los cantos

de esa tarde en que el olvido

nos sepultó con hojas.

No me es posible traducir la ira de las dalias.

Tal vez si el río recobrase su sendero,

pueda la pluma –como una sombra-

seguir el vaho de la tierra:

Las garzas en exclamación luciferina

y el telón de la noche caudal

golpeándonos el alma.

18.

Desde la mente del veneno,

desde la lucidez de la agonía,

desde el aire opimo del gas,

desde la ternura de un vaso de leche,

desde abril, desde ayer, desde nunca

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mis palabras niñas

acunadas por el frío.

19. Diálogo de Ted y Sylvia

-Soy el salmón y el puma,

salto de un confín a otro,

te busco cuando estás en celo.

-¿Sabes hablar? ¿Sabes reír?

¿Hay ríos en tus labios?

¿Tempestades en tu alma?

Me proclamo Señor de Todas las Especies

y puedo ser generoso…

-Acepta mi holocausto,

las angustias de mi cauce.

Largo silencio en el bosque,

el musgo cubre la piedra.

20.

La verdad es un bastón de ciego.

Nadie lo quiere en la clarividencia

de la poesía. Preferible –afirman-

andar a tientas en la invalidez

de los hechos; mejor los monstruos

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interiores a las vanas cosas.

Mas el bastón se presta a magia:

Serpientes, rama florecida, luz

de relámpagos, columna vertebral

del universo… Letanía sin fin.

Las vírgenes hacen del bastón

objeto de lujuria y la verdad se calla

para siempre, encalla en el ladrido

de una perra, acalla los reparos

de las menos dichosas. La verdad

y la ciega compañía de quien profiere

los verdugones del maltrato

a la cierva de los Cantares.

Ah, la impura verdad

dando golpes de ciego por mujer.

21. Ted insiste enamorado

Pareces una fruta que desborda sus límites,

alguien en ti quiere salir a otros orbes;

no al exilio, al orgullo de lo pleno.

Te vi, en las faldas de las olas,

danzar ingrávida más allá de las olas;

en el bosque te vi, en sus copas de nubes.

Eres punto de fuga sin perspectiva con el mundo;

la garza puntera del dedo índice del cielo.

¿A dónde vas que no sea fiesta?

No respondas,

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basta el halo que desprendes

para trazar la constelación más pura

en las cartas astrales del poema.

Soy el cazador y tú mi cautiva porque así lo decides.

22.

Y si mi voz es tuya,

¿a cambio qué?

¿El río?

Y para qué el río

si al ímpetu le gano.

¿Tu alma?

El espejo de tu alma

ya se quebró en llanto

desde el principio de los tiempos.

El tambor de tu sangre no me iguala.

Mejor ardamos

y así, ceniza con ceniza,

nadie sabrá qué mano

guía a quién y si los versos

ayuntaron en una sola voz.

23.

Me olvidaste, me olvidarás, me olvidas

como la planta que agoniza en un pasillo.

Su tortura es mi tortura;

42

su impotencia, la mía.

Dejé de regarla

para que su espejo me dijera:

¡Mírate!

Dedos carcomidos por la sed,

ajada sonrisa,

removiendo versos

a los que tus lágrimas no conmueven.

24.

Por la ventana pasan pájaros y nubes.

El canto, el canto es verdadero;

ignoro de quién viene

o por qué lo amo;

Sus motivos nos salvan

cuando desde la cornisa perseguimos nubes.

Los pájaros insisten:

¡No saltes! ¡No saltes!,

ellas son engañosas,

no sirven para cubrir tu desnudez.

Toma nuestras alas.

La ventana, los pájaros, las nubes…,

y el viento cómplice de todos.

25.

La certeza no existe. Las islas se dispersan:

somos nosotros, tú, yo, ellos.

¿Qué desdibujan las nubes?

Simios, ranas, peces como un capricho

43

de Dios en su absoluto tedio.

Con fórceps nacerá el asombro.

Nubes: apelmazadas cordilleras,

fósiles de cuello largo,

aquelarre.

26.

Búsquenme en el aire,

en el reflejo del lago.

O mejor aún,

en los silencios de mi poesía.

27.

¿Por qué se me escapa tu nombre

cuando visito los cementerios?

Ángeles rotos, niños de pan y escalofrío danzan.

Amo la penitencia que me impones;

lamo mis heridas

y aúllo bajo la luna de noviembre.

No sé si con el manantial pueda levantar un templo.

¿Llegaste sin haberte ido?

¿Te marchas y dejas mi vientre asediado por tarántulas?

¿Por qué se me escapa tu nombre, íncubo?

44

28.

Abeja

-dije perfecto-

¿O no lo dije nunca?

Hembra con aguijón,

oro volátil

en el Reino del Orden,

único al que me rindo.

El sosegado rumor de mi sangre

colecta polen y lo torna oro azucarado.

Nunca amé el infortunio

pues creí en la estación floral.

Apenas salía el sol,

marchaba con mis semejantes

en busca de la dicha.

Pero no faltó adversidad:

los helados áspides de la lluvia.

No molesten al enjambre

a menos que vayan protegidos.

No nos molesten o vendrán las Erinias.

Abejas,

-dijes prodigiosos-

vengan, vengan.

Mi corazón

florece.

45

29.

Grillos, ¿sirven a la Poesía?

Toda la noche estuvo su orquesta pintando a lo Chagall,

hasta mis ojos fueron tréboles.

Las hormigas bajaban de la luna en filas interminables

con pétalos para suavizar el insomnio.

Las termitas iban por túneles dando pauta a mis versos

y la arpista araña enloquecía de júbilo.

Los insectos escriben las mejores fábulas.

Yo las escucho

-atento cuervo-

y decido después con cuál alimentarme.

Yo sirvo a la Noche;

doy lo mejor de mí para sus fines.

Juzguen mis obras:

un hurto aquí, un préstamo allá

y, a tramos, mi falsete.

Caro lector, te sacaré los ojos…

30.

De las aguas calmas del fondo

-aguas de flaqueza-

un leviatán emerge.

En la superficie del alma

provoca tempestades.

Las obsesiones viajan sin orillas,

avasallan cuanto existe.

46

Ah, los altos surtidores,

el hechizo del canto.

Pero la conciencia…

Los arpones de la culpa...

Sus cuchillos nos destazan.

31.

Déjenme dormir, arpías.

Déjenme dormir, madres amadas.

El puente no tiene término…

Ya el insomnio cedía

cuando el enjambre de sus voces

giró en torno de mi cama.

Ya las piadosas sombras

quemaban hierbas de olor junto a mi lecho

cuando el mar de sus gritos hizo trizas las cosas.

Vidrio, vidrio, vidrio: potros desbocados.

¿Es que no hay una isla en este despeñadero,

una saliente a donde asirse

en las arenas movedizas

que no acaban de tragarme?

Se puede ver el crecimiento de la angustia

en el vaso con agua. Tengo que cerrar los ojos

o tomar tijeras, hilo, aguja

para zurcir las grietas de los cuatro muros

que las telarañas no sostienen.

47

Tal vez lo ideal sea abandonarme

en las aguas de Ofelia que no llevan al mar.

Sylvia, la selva de plata es de la luna;

aun la pantera resplandece cuando salta

de la espesura a mi cuerpo moribundo.

Madres, déjenme morir en esta noche

cuyos peldaños se pierden en la bruma.

32.

Los cedros de estrías alargadas,

tan espirituales hasta hacerse traslúcidos,

me regalan un soto para serenarme.

Los cerdos de hocicos sumarios y sumerios,

no tan espirituales para volverse fantasmas,

me evaden en su oficio de tinieblas.

Piara de árboles que husmea en las nubes,

deja que la zahúrda contamine.

Bosque de chanchos que crece como ripios,

enloda las pretensiones de mi vida.

Cedros y cerdos cuentan igual historia

que nos hace frágiles ante la desventura.

Es el cuento de los comunes días y los comunes hechos

en los apretujados vacíos de mi crónica.

Tocar a uno y otro, abrazarlos,

ungirse con sus alegorías:

verdecer hocicos, engordar ramas

y cantar o gruñir satisfechos

hasta que el río llegue a castigarnos.

48

33.

Tuve todo el día y lo corté en pedazos

para el hambre de más días como éstos.

Tuve también migajas de días diferentes

para las hormigas y los cuervos.

Tuve el hambre sin mengua

de quien se quiere eterno

y el hambre de vivir cada día.

Hoy la lluvia arrastra los minutos,

cambian de molde la piedra y el relámpago.

El pan

ya

no lo tengo.

34.

Aun se apague el murmullo de la colmena

sigo escribiendo:

¿Es que nunca acabaré de morir?

49

ALAS PARA ALEJANDRA

Explicar con palabras de este mundo

que partió de mí un barco llevándome… Alejandra Pizarnik

Alguien habita la jaula vacía

En la flama de una vela se mece

Alejandra

Alejandra

El viento no te puede apagar…

50

ALEJANDRA… SOY ALEJANDRA

1.

Tenía quince años cuando mi voz me dijo

Alejandra ¿puedes con el silencio?

Entonces no había jaulas en mi mano

El reloj galopaba por campiñas

Eso creo imagino así fue

Alejandra ¿puedes con el silencio?

Le respondí cantando

Mi única y última canción

Le respondí con una trampa

Sellé mis labios y dejé que la sangre

Corriera por las hojas

2.

Alejandra se aleja de sí

Y Flora aflora en valvas cazamoscas

Soy Alejandra lejos de Alejandra

En el jardín de una mansión en ruinas

3.

Desterré mis palabras

En el exilio de un mes árido

Flora no soy

51

Alejandra dice cada pedrusco

Alejandra cada carrusel del polvo

4.

Me siento bajo la sombra

Me siento sola bajo la sombra

Me siento sola bajo la sombra de un árbol

Sola sin sol bajo la sombra de un árbol

Redonda sombra que a la luz asombra

Siembra su sombra el árbol sombra

Una conmigo me siento me siento árbol

Me siento sombra me siento

Me siento bajo la sombra

5.

Hay una rabia a retazos en el vestido de Flora

Alejandra costuró con cuentos su arpillera

Alejandra Aracné Alejandra Dedal

Si todo fuera zurcir el tiempo

Ha tiempo que asistirían mis cenizas

Al baile con un alma nueva

6.

Amé demasiado el espejo

Alejandra ¿seré Alejandra

En el hilo que se desborda

Más allá de mis pobres letras?

Asfixié al gorrión que emigraba

Crucifiqué en la Cruz del Sur

52

Mis egos femeninos sólo

Para que el poema dijese

Alejandra Soy Alejandra

El son del mar e igual el son

Y el somos y seremos libres

En este corazón al galope

Bajo las tinieblas que nos consumen

7.

¿Quién es esa extraña que me mira fuera de mis límites?

Se va y no puede llamarme llamarse

No tiene el frío que turba en estas aguas

No te marches gemela de mi obscena súplica

Yo no puedo ir por ti

Puertas y ventanas tienen clavos

Que se hunden en mis huesos

Si se quebrara el vasto territorio donde vivo en ausencia

Nos fundiéramos por siempre

Alejandra Alejandra

8.

Bajo la fría piedra de la estatua

Una vela a punto de apagarse

Busca por laberintos a una niña

Que va detrás de las luciérnagas

Nadie la ha visto desde nunca

Pero Alejandra sabe

Que Alejandra existe

Bajo la fría piedra de la estatua

53

9.

Alejandra no llega

La espero paciente

Paciente de la lucidez y sus electrodos

10.

Alejandra la que no murió en el bosque de los unicornios

Alejandra que bebe en el cuenco de la luna

Alejandra de nuestras cavilaciones

Alejandra que deja un ramo sobre su túmulo

Aléjate Alejandra

11.

alejandra con la primera letra diminuta

Igual a una semilla de alpiste

Menos que la más distante estrella

O el punto final que no pondré nunca

54

AL AMOR ME NEGARON

1.

¿Te confieso un secreto?

Le tengo pavor a la inocencia

Me aterrorizan sus dientes de leche

En el péndulo de la telaraña

Inocencia

Te perdí cuando la luna bajó con sus regalos

Un espejo y una jaula

Yo nunca fui inocente

Los pecados se enredaban a mi cintura

Me decían al oído su cizaña

Era feliz mordiéndome las uñas

A lomo de una loba por veredas de espanto

Nada más terrible que una fuente sin mancha

Seré feliz cuando las vírgenes de yeso

Lloren por la inocencia que las pudre

2.

Fui a la puerta

Me negaron tres veces

La Muerte

La lluvia

55

3.

Si me atrevo a beber en labios ajenos

Con labios ajenos

Mi soledad morderá el Paraíso

4.

Peces mellizos de Venus

¿Se atreverá mi lengua?

Yo que no digo estas cosas

Ni entro dos veces en el mismo amor

Yo que cubro los espejos cuando me desvisto

¿Aceptaré que muerdo tus pezones

Cuando el agua nos llega a la cintura?

5.

Al tocar la punta de sus senos

Voltios azules quemaron su ropa

De espaldas al suelo recibió el relámpago

Las hierbas a su alrededor gimieron

6.

Otros amores no necesito

Ni quiero

Aunque el enigma se devele

Sólo el de quien me ignora

Amable como una tumba

Y tensa su silencio

Contra el blanco de mi fantasma

56

7.

Besos de asechanza en el invernadero

Besos de sal al sapo

Para que muera el príncipe

Di demasiado

Lo supe tarde

8.

Pez ciego voy hacia mí sin premura

No soy quien vive sus ansias

El río clarísimo de la noche

Oscurece tu ausencia

Aunque el lecho del limo reconforta

Hondo más hondo el río se apacigua

Y me lleva a mí con sosiego

9.

Señor

Cámbiame penumbra por claridad

Por caridad enciende lámparas y girasoles

En las escamas del miedo

No permitas que la bruma nos dé mortaja

Es verdad que caí por negarte

Es cierto que mordí la fruta más oscura

En los gajos del vacío

Pero

57

Señor

Por caridad

Por claridad

Enciéndeme en tu tálamo

Hasta que el viento se lleve mis cenizas

10.

Tuve el agua

La bebí tanto que hoy que me la niegan

Hurgo en el azogue

Con mi sed metafísica de cuerpos poseídos por el alma

De almas en un sorbo de angustia

Tuve el agua la tuve

Como hoy la arena entre mis huesos

La tuve y tanto la bebí

Que de sed me culpo

Y de erial en ojos labios

11. ¿Y quién no tiene un amor?

Aunque tocarlo es tocar el polvo

Aunque los labios hundan barcos de papel

Aunque el fósforo de los huesos en azufre se queme

Aunque siempre ignoremos para qué y por qué

Nos convertimos en sal frente al océano

58

LARGO LARGO MONÓLOGO…

1.

Escribo mi confesión sin que medie tormento

Si quiero salir

Sangro

Si quiero callar

Grito

Si quiero gritar

Huyo de mí

A cuántas vírgenes les hundieron púas

Que el dolor tiene pájaros

2.

Hablar y no decir nada

Saber de agujas hilos

Con qué coser el silencio

3.

La memoria da vueltas en su jaula

Y de pronto nos mira a los ojos

4.

De las hojas la lección aprendo

Pájaros que no quieren irse todavía

Apretujados en una misma muerte

59

5.

Incubo un huevo gigantesco

La mitad bajo tierra

Le doy agua

Corto los breñales que lo ahogan

Ah resplandeciente émulo de la página

En la ilusión de un mundo plano

Bóveda para mi desvarío

Cráneo que pisarán los remordimientos

Por hoy madura

Mitad en la gloria

La otra parte con Luzbel

Poesía

Te condena la zafia inteligencia

Acepta mí locura

6.

En el espectro de los nombres

Pude ser otra en el rencor de las astillas

Mas soy el dado infame

Hecho a la costumbre

De un cielo sin relámpagos

Perdí

Me conoces

Tú que no has nacido

Y que me lees ciego

60

7.

Tantas criaturas

Temor tristeza pájaros sin sombra

Mi canto no viene de ninguna

Pero en ellas me reconozco

La gata siamés que lame mis clavículas

Aguarda con paciencia

Y apenas brotan de mis labios les da muerte

8.

Por qué me asedian los cantos

Si a ninguno necesito

Los presurosos pies del viento

Sobre las hojas dicen

¡No hay salvación!

Sisea la canícula

Así sisea

Así sea

9.

Denle agua a mis labios

Antes que mis palabras se marchiten

Hagan de ellas pan de cada día

O más

Aire indispensable

Es que vivir duele

Y si callo me desgajan

61

¿A quién interesa en este valle de sordos

La mano a la que ayuda un lazarillo?

10.

En la margen fantasma

Donde llegan mis versos

Y se devuelven impuros

En la otra orilla

Es decir ésta

Donde no estamos

Resplandece el veneno

¡Apura ya!

11.

Con tan poco se colma la abundancia

Que me he ido despojando de todo

Ya sin aliento

Fue fácil prescindir de rencores

Sólo guardé en mi puño

-Puño inconsútil si se quiere-

La luciérnaga viva de una palabra

12.

Libar a la vida su gozoso tuétano

Arrancarla a la húmeda lápida

Y que la lluvia siga su responso

Olvidada lejos

62

13.

Largo largo monólogo me dictan las sombras

Brazo de río responde al eco de mis preguntas

Con otro largo largo silencio sin orillas

Al otro brazo

Tal vez el más siniestro

Que no más hondo

Lo unen apenas las espumas

Las dos alas los dos brazos

Humedecen su grito

En las sinuosas rutas de mi sangre

El intangible aliento

Bajo el dictado de la luna

Largo largo monólogo repite

14.

Escribir es una fría lucidez

Un extraño alejamiento

La costra oscura de la herida

Que se irá con el polvo

Escribir sobre la rosa de la rosa

Con la pluma de un ángel

Con carbón pezuñas

Escribir y borrar lo vivido

Para dar paso a los sueños

63

Escribir y borrar los sueños

Para vivirlos ciertamente

Escribir las palabras de las olas y las solas

En el vaivén de una lucidez que aterra

15.

Hueca

Cual suele ser la vasija

Cuyo abultado vientre engaña

Me dejarán caer al precipicio

Y con estas uñas y cabellos

Amasarán mi canto

Hueco

Eco

De los mil pájaros que fui

16.

Nací para péndulo del reloj

Los ojos desmesuradamente abiertos

Fijos en ti que no me miras

64

ALGUIEN SE AHOGA EN EL ESPEJO

1.

Frente a tantos espejos

No sé en cuál estoy

2.

Por un pasillo me persigo

No es mi mano detrás de las palabras

No perro rabioso

Mi sombra mordiéndome la vida

Soy yo en los círculos sombríos

Yo tras mí en las manecillas del reloj

3.

A ras del cielo

A ras de Dios

Huí de la bandada

Me rezagué de todos y de todo

Para buscarme

Al otro lado

Del espejo

4.

Qué aroma tan profundo

El de algunos árboles

Aun los que no están

65

Permanecen de este modo

Así deben ser los elegidos

5.

Sentía el frío de la muerte

El titilar de mi sangre

Para qué el desmayo de quien nada posee

Tal vez no pude sortear el egoísmo

Quizá mi libertad

Es el límite de mi insignificancia

6.

El viento preña el vientre de las cortinas

¿Nacerá una confesión con alas?

7.

Las hojas del otoño se convierten en golondrinas

Las más cercanas al cielo aún son verdes

Las más próximas a la tierra lúgubres

Las que se han hundido en mis huesos

Vuelan por un río azul

Y con mis labios se van otra vez al origen

8.

Alguien se ahoga en el espejo

El cuarto se inunda con el dolor de los deudos

Alguien abre la puerta

Y en la calle el río nos arrastra

66

9.

Veintiún gramos pesa la piedra de la locura

Igual que el soplo de Dios sobre el barro

Igual a las promesas del demonio

Que equilibran la balanza

10.

Lilas y verdes caen de mi corazón a la tierra

Canto un alba sin nubes

Soy un pájaro en el hombro del ángel más taciturno del cementerio

Sonríe la piedra y se desquebraja

De sus fragmentos broto

Lilas y verdes guías por el suelo

Hojas sin alas bajo la lluvia enferma

Mi corazón ingrávido en su buque de espinas

Da los últimos tumbos en tus ojos

Lilas y verdes caen del cielo

11.

Sin pedestal ni tiempo

Sin tiempo a un pedestal

Sin réquiem ni epitafio

Más que la hiedra viva

Mejor así mejor así

67

NUNCA HUBO UN ANTES 1.

Dame lluvia tus dones

Para que reverdezcan mis huesos

Es mediodía en el calvario

Me crucifican entre el bien y el mal

Madre

¿Hasta cuándo

Lloraré en tu vientre

Desde el mío seco?

2.

Nunca hubo un antes que anticipara perdón

La culpa estaba escrita en el alma

Y Dios el Dios de la Clemencia

Había muerto con nosotros

3.

Un clavo en el corazón de Dios

Duele a los hombres un clavo

En el corazón de los hombres

Duele a Dios un clavo

4.

Dios de la crueldad

Las muchas guerras nos tienen mutilados

68

Y las alas ay las alas en jirones

Nuestro último refugio cuán inútil

Ángeles altísimos

Ya no cantamos a la Gloria

Y por mujer u hombre

Caemos

Caemos

En el lodo

De tan puros una entelequia

Más culpa y peso

Heridos ya de amor

Ángel de la Desolación

Gimo si lames mi costado

Ángel de la Angustia

Guárdame de mí

Ángel sin rostro

Despósame en el ara

Ángel del Perdón

Seca mi llanto

No poseeré a un ángel

A menos que me venza

5.

No he soltado la cola de la serpiente

No he soltado la seda de mi falda

69

Y giro giro

Si la locura muerde mi mano

Su veneno será antídoto contra mi propia vida

Si cambio de piel

Y le digo a la muerte que soy suya

Ni aún así soltaré la cola de mi sangre

Que me engañó en el Paraíso

6.

Acepto mis demonios y los exorcizo

Con las espinas de la rosa

El ángel que fui una vez

Cayó de bruces e hizo trizas el río

Nadie tiene la mirada limpia

Aunque la deslave el llanto

Nadie le da los buenos días al espejo

Nadie suelta palomas en su pañuelo de adiós

Mas hay un resquicio de esperanza en el relámpago

Un leve perfume en la rosa que deshaces en tu puño

7.

Quise darme a ti

Desde el vientre del ánfora

Quise mi vinagre Señor

Para sellar tus labios

Arrimé lanza y esponja

Piedad a mansalva

70

Yo que no creo en ti

Y no creo como tú mundos ficticios

Me doy acéptame acepta

Mi vientre donde se gesta la desdicha

8.

Beso en mis manos tu alcanfor

Me has perdonado –lo sé- por la flores

Y los cantos que permites a mi exilio

Hoy que tengo en mis palmas tu ser

Lo amo como aman a la tierra las primeras gotas de lluvia

Rehago mi dolor y lo transformo en vino que embriaga

[mi poesía

9.

Me voy

Por fin al dado

Le ha dado por rodar

Y en el hueso roído

Ruedo

Me voy

Por fin veré el azogue

Llorar por mí

Tan polvo

Me voy

O el azaroso azar me lleva

Yo no lo decidí

¿O sí?

Me voy

71

10.

Te devuelvo la voz hermano

Quiebra mis ramas y liba el tuétano

No hay vacío en tus costillas

Te pertenece el cieno mánchate

Te pertenece el cielo márchate

Aquí yace quien no quiso llamarse Flora

Fue flor en sus cenizas