MODERNISMO y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO,SOCIAL Y ESTÉTICO

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MODERNISMO Y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO, SOCIAL Y ESTÉTICO. 1. Introducción La generación del 98 y el Modernismo son dos movimientos literarios coetáneos: abarcan aproximadamente las dos décadas que forman la bisagra entre los siglos XIX y XX. Hacia 1900 España tenía 19 millones de habitantes de los que 12 eran analfabetos. Desde 1880 en sectores intelectuales y populares crece el descontento contra la política de la Restauración. Es una época en la que abundan las denuncias al sistema de turno de partidos viciado por el caciquismo, los desequilibrios sociales y la ineficacia y corrupción del poder. Ese clima de desmoralización es por tanto anterior a la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898. Sin embargo esa fecha ha quedado como símbolo de ese periodo asociada a decadencia, pesimismo y anhelo regeneracionista. También toda la cultura europea de la época refleja malestar e inquietud. Es lo que se conoce como crisis de la conciencia europea de fin de siglo, un profundo desacuerdo con las formas de vida de la civilización burguesa. Este clima de desorientación espiritual y crisis de valores entronca directamente con el naciente existencialismo de Heiddeger para el que el hombre es un ser abocado a la muerte. Se trataba de una angustia tan filosófica como vital y entre las consecuencias de la crisis de fe en el racionalismo y el rechazo de su consecuencia artística –el realismo- se cuentan un acentuado rechazo por la observación de la experiencia y un sentido del absurdo de la vida humana. Dado que la vida es ruin y absurda, la más insensata de las actividades a las que se puede consagrar un artista es la de copiarla. Este alejamiento del realismo será el tema central del ensayo de Ortega La deshumanización del arte .Allí expone que la tendencia del siglo XIX a confundir la vida con el arte y por tanto asignar a este la función de representar la realidad era un aberración en la que no incurrirán los artistas del siglo XX. 1

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MODERNISMO Y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO, SOCIAL Y ESTÉTICO.

1. Introducción

La generación del 98 y el Modernismo son dos movimientos literarios coetáneos: abarcan aproximadamente las dos décadas que forman la bisagra entre los siglos XIX y XX. Hacia 1900 España tenía 19 millones de habitantes de los que 12 eran analfabetos. Desde 1880 en sectores intelectuales y populares crece el descontento contra la política de la Restauración. Es una época en la que abundan las denuncias al sistema de turno de partidos viciado por el caciquismo, los desequilibrios sociales y la ineficacia y corrupción del poder. Ese clima de desmoralización es por tanto anterior a la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898. Sin embargo esa fecha ha quedado como símbolo de ese periodo asociada a decadencia, pesimismo y anhelo regeneracionista.

También toda la cultura europea de la época refleja malestar e inquietud. Es lo que se conoce como crisis de la conciencia europea de fin de siglo, un profundo desacuerdo con las formas de vida de la civilización burguesa. Este clima de desorientación espiritual y crisis de valores entronca directamente con el naciente existencialismo de Heiddeger para el que el hombre es un ser abocado a la muerte. Se trataba de una angustia tan filosófica como vital y entre las consecuencias de la crisis de fe en el racionalismo y el rechazo de su consecuencia artística –el realismo- se cuentan un acentuado rechazo por la observación de la experiencia y un sentido del absurdo de la vida humana. Dado que la vida es ruin y absurda, la más insensata de las actividades a las que se puede consagrar un artista es la de copiarla. Este alejamiento del realismo será el tema central del ensayo de Ortega La deshumanización del arte .Allí expone que la tendencia del siglo XIX a confundir la vida con el arte y por tanto asignar a este la función de representar la realidad era un aberración en la que no incurrirán los artistas del siglo XX.

En España el malestar de fin de siglo se manifiesta en la cultura a través del Modernismo y , en este sentido, la denominada generación del 98 sería una variante del modernismo en la cultura castellana. La existencia de esta generación como algo diferente del modernismo ha generado abundante bibliografía. Al respecto encontramos opiniones divergentes. Aquellos como Pedro Salinas que distinguen entre modernistas, que estarían de parte de la estética y grupo del 98, de parte de la ética y aquellos que niegan la existencia de tal distinción, como R.Gullón que en su artículo “La invención del 98” ataca lo que considera una falsa dicotomía. La invención del 98 es un suceso perturbador pues rompe la unidad de la literatura española de principios de siglo. Hay un solo y amplio movimiento, producto del cambio de sensibilidad cuyos rasgos esenciales son tanto la rebeldía como la renovación del lenguaje en la poesía y en la prosa; el Modernismo. No parece suficiente ni exacta la distinción ética –estética , lo bueno-lo bello para deslindar Modernismo y 98 como movimientos independientes. Es evidente la exigencia ética que palpita en la estética modernista del primer Valle-Inclán o la exigencia estética a la que se obliga la ética de Unamuno. Por otra parte ¿donde situaríamos a Machado, primero modernista y que se deshace del esteticismo para convertirse después de 1907 en el poeta del paisaje y de las angustias castellanas en campos de Castilla? Semejante es la opinión de J.C.Mainer para quien es una falsificación hablar de generación del 98:

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no hay razón para desgajar algunos nombres del conjunto del Modernismo, pues hay únicamente una común actitud de ruptura. Es cierto que ambos movimientos comparten algunos rasgos sociales, políticos, artísticos y éticos. Todos rechazan el materialismo, el parlamentarismo de la Restauración y la estética realista y recogen influencias culturales comunes: el vitalismo irracionalista de Nietsche, el existencialismo de Kirkegaard, el pesimismo de Schopenhauer, el anticapitalismo de raigambre romántica, y reciben en el arte el influjo del impresionismo, del simbolismo y de escritores como Tolstoi, Ibsen o Maeterlinck.Comparten pues ambos el rechazo al positivismo racionalista y se inclinan hacia el subjetivismo, el neoespiritualismo o el irracionalismo.

Mas tarde el propio Pedro Salinas matiza su opinión en su artículo La literatura española moderna. Allí habla de una común voluntad de renovación pero también de dos direcciones en ese esfuerzo renovador. Son cosas distintas aunque no divergentes o exclusivas pues todos los nuevos escritores participan de su estructura espiritual de esos dos elementos constitutivos y son un tanto 98 y un tanto modernistas. Lo que varía únicamente es la proporción: la generación del 98 trasciende del simple carácter de una escuela literaria, es en realidad una nueva actitud del artista y del intelectual español ante los problemas espirituales. Por todo ello parece adecuado considerar la equilibrada posición de otros como Tuñon de Lara quien rechaza el mito de generación de 98 pero afirma su realidad como grupo más o menos coherente y homogéneo por sus contactos juveniles y sus posiciones bien definidas en torno al regeneracionismo con su afición al paisaje castellano y su actitud meditativa siendo, por otra parte inexcusable atender a la evolución propia de cada uno de los autores.

2. Modernismo

El Naturalismo con su pretensión de convertir la literatura en una especie de experimento científico, su concepción materialista, su ciego determinismo había llegado ya a una notable decadencia que coincide con el desgaste del pensamiento positivista y científico y que hacia 1880 se había convertido en un naturalismo espiritualista. Los modernistas y el 98 rechazan estas concepciones literarias junto con la atmósfera finisecular utilitarista y burguesa. El Modernismo se caracteriza por los cambios operados en el modo de pensar a consecuencia de las transformaciones ocurridas en la sociedad occidental del siglo XIX. La industrialización, el positivismo filosófico, el marxismo, el militarismo, la lucha de clases, el auge del capitalismo y la burguesía, neo-idealismos y utopías , todo mezclado provoca la reacción del artista que partiendo de la herencia romántica se siente al margen de la sociedad. Supone , pues, una actitud neorromántica por el rechazo al entorno y a las normas sociales y morales que coartan la libertad del ser humano por el rechazo de la hipocresía y el materialismo y por la defensa del espiritualismo, la belleza y el subjetivismo. La protesta contra el orden burgués aparece en formas escapistas. Como señala R: Gullón el artista rechaza la indeseable realidad en la que ni puede ni quiere integrarse y busca caminos para la evasión. Uno de ellos es el de la nostalgia y conduce al pasado; otro, trazado por el ensueño lleva a la transfiguración de lo distante, lejos de la vulgaridad cotidiana ambos de raíz escapista y rebelde. Como afirma F.De Onís el Modernismo es la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX y que se había de manifestar en el arte, la religión, la política y en los demás aspectos de la vida con todos los caracteres de un cambio histórico. Por tanto podemos definir el Modernismo literario como un movimiento de ruptura con la estética vigente que se inicia en torno a 1880 y cuyo desarrollo alcanza hasta la primera

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guerra mundial.Tal ruptura enlaza con la amplia crisis espiritual de mundo a fines del siglo XIX.

La mayor parte de los especialistas incluyen dentro de la literatura modernista tanto las primeras manifestaciones evasivas e incontaminadas, como otras más comprometidas. Henríquez Ureña expone la existencia de dos etapas: en la primera el culto preciosista de la forma prevalece el desarrollo de una voluntad de estilo que culmina en refinamiento artificioso y en inevitable amaneramiento. En la segunda etapa, sin abandonar la voluntad de estilo, a la vez que el lirismo personal alcanza manifestaciones intensas ante el eterno misterio de la vida y de la muerte, el ansia de lograr una expresión artística cuyo sentido fue genuinamente americano es lo que prevalece

La literatura modernista combinaba pues diversas influencias: de los románticos recoge la actitud del rechazo de la realidad y el deseo de evasión que les lleva al intimismo y a la creación de mundos imaginarios. También es de raíz romántica la exaltación de los sentimientos, el individualismo-subjetivismo, el gusto por las ambientaciones decadentes y por los temas existenciales como la muerte o el sentido de la vida; de la poesía francesa el modernismo hereda la sensualidad, el gusto por la perfección formal y el uso de símbolos. Todo ello contribuye a una profunda renovación estética.

Las raíces el Modernismo se encuentran en Hispanoamérica y en la poesía francesa de la segunda mitad de siglo XIX.

El modernismo hispanoamericano está representado por Jose Martí -rebelde, poeta y revolucionario-, Gutierrez Nájera, J.Asunción Silva, Leopoldo Lugones y sobre todo R.Darío. El modernismo aúna el deseo de renovación social y artística y supone una autoafirmación política y cultural que rechaza toda influencia española y busca otra influencias en la literatura americana –W.Withman-, italiana –D’Annunzio- o francesa.

La poesía francesa de finales del XIX se manifiesta a través de dos tendencias: el parnasianismo y el simbolismo.El parnasianismo de T.Gautier o Leconte de Lisle pretende la perfección formal, la brillantez sensorial, el arte por el arte. Es por tanto una corriente esteticista, El poeta parnasiano se evade de la realidad a través de la fantasía, la recreación de mundos exóticos –Oriente- o lejanos en le tiempo –Grecia clásica, Edad Media- que reflejan una visión estética donde abunda lo sensorial.El simbolismo es la otra gran corriente de la poesía francesa de la época con poetas como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud o Mallarme. El Manifiesto simbolista de 1886 aparece como un rechazo al parnasianismo preocupado exclusivamente por la estética y expresa que el objetivo de la poesía simbolista es transmitir los sentimientos del poeta a través de símbolos. Es una poesía intimista, subjetiva y neorromántica que pretende captar la correspondencia entre el alma y el paisaje. La poesía simbolista sugiere a través de símbolos el mundo interior del autor, sus sueños, su alma y sus galerías en las que predomina el sentimiento de tristeza, el tono sentimental, las vagas sugerencias, la musicalidad, el cromatismo apagado y sombrío, la melancolía, el crepúsculo, lo otoñal.Asimismo será notable también la influencia del decadentismo que extraía de la atmósfera decadente de la época un cierto gusto por la transgresión moral y una prosa artística y preciosista que buscaba la perfección estilística en figuras como Barbey D’Aurevilly, Eça de Queiroz, Poe, Whitman o Wilde.

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Por último también Bécquer influirá en el enfoque intimista de algunos modernistas españoles. Así las Soledades de Machado y las Arias Tristes de J.R.Jiménez están tamizadas por ese leve sentimentalismo becqueriano.

Los temas modernistas responden al sentimiento de rechazo y desarraigo del presente. Ese deseo de evasión se orienta hacia la huida mediante la creación de mundos de belleza lejanos en el tiempo y el espacio, con una tendencia por lo clásico, lo mitológico, y lo pagano y hacia la intimidad del poeta, animada por un intenso vitalismo que explica la sensualidad de muchos poemas o a veces el tono nostálgico y melancólico derivado de ese malestar finisecular. También encontramos preocupaciones existenciales como la angustia del ser humano, desamparado ante un mundo que no comprende o el anhelo de aniquilar la conciencia que produce dolor y sufrimiento.El estilo supuso una profunda renovación de la métrica, del lenguaje y de los recursos expresivos. En conjunto la poesía modernista es muy sensorial y la musicalidad, el cromatismo, y la plasticidad se logra mediante procedimientos muy variados:-los recursos fónicos contribuyen a la musicalidad, por ejemplo a través de la métrica dodecasílabos, alejandrinos, eneasílabos, verso libre- la distribución rítmica de los acentos, las rimas internas, aliteraciones, anáforas, paralelismo..El léxico es muy sensorial y se enriquece con palabras cultas, exóticas y abundante adjetivación. Los recursos más característicos son los símbolos y la sinestesia que mezcla diferentes referencias sensoriales. Por encima de todo, el Modernismo está presidido por la búsqueda de lo bello, como decía J.R.Jiménez el encuentro de nuevo con la belleza sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa.

Entre la nómina de escritores modernistas el mayor es sin duda Ruben Darío que ejerció una enorme influencia en la poesía española de su tiempo -S.Rueda, F.Villaespesa o M.Machado-. También será modernista la primera época de A.Machado,Valle-Inclán o J.R.Jiménez. R.Darío es el gran padre del Modernismo y el mayor poeta de su tiempo ya que sintetiza las influencias del modernismo americano y de los movimientos europeos. En su obra vemos dos etapas. Una primera, la de Azul y Prosas Profanas que recoge composiciones en verso y prosa plenamente modernista plena de exotismo, musicalidad y erotismo y que supone una profunda renovación en los temas, el lenguaje y la métrica. Destaca por su deslumbrante sensualidad, el vitalismo paganizante, la fantasía, el aristocratismo. Su segunda etapa es una poesía más preocupada por los contenidos humanos recogida en Cantos de vida y esperanza. Aparece en ella motivos españoles cercanos al grupo del 98, composiciones de tema político –crítica de la influencia de la política norteamericana- sin olvidar poemas evasivos esteticistas y composiciones de tono grave y existencial como Lo fatal.Su influencia fue esencial en la poesía castellana al difundir el modernismo americano y la poesía francesa. Poetas como los Machado, J.R.Jiménez e incluso los poetas del 27 valoraron enormemente su poesía.

3. Grupo del 98

Hacia 1913 Azorín divulga el nombre de generación del 98 en una serie de artículos para referirse a un grupo de escritores españoles que en su juventud expresan su profundo desagrado ante la sociedad de la Restauración y señalan la necesidad de cambios sociales, culturales y estéticos. En él engloba a un grupo de autores muy dispares: Unamuno, Baroja, Maeztu pero también R.Darío, Valle-Inclán, o Benavente. Basándose en los criterios de generación literaria establecidos por Jeschke, como

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coetaneidad, formación intelectual semejante, contacto entre ellos, acontecimiento general que aúna voluntades y rasgos comunes de estilo, F.L.Carreter incluye en esta generación al Grupo de los Tres, con los autores del Manifiesto de 1901 que denunciaba la situación de España (Azorín, Maeztu y Baroja; si bien este último negara la existencia de tal generación), a Unamuno como guía del grupo, al Machado de Campos de Castilla, epígono del 98, y el Valle-Inclán de los esperpentos con la crítica más despiadada que se haya hecho a la sociedad de su tiempo y a M .Pidal como el sabio de la generación. Las características que permiten hablar de grupo no son solo esa actitud de protesta sino también un profundo amor al arte y entre las influencias las el parnasiano G. Gautier o el simbolista Verlaine. Esta actitud crítica entronca con los ilustrados, con Larra y con los liberales reformistas o regeneracionistas de fines del XIX entre los que se encuentran los krausistas.El regeneracionismo es una corriente de pensamiento que denuncia los males del país y plantea soluciones a esos problemas. Destaca entre ellos J.Costa que propone reformas como la necesidad de educación y de reforma agraria con su lema despensa y escuela. Son también regeneracionistas Ramiro de Maeztu que tuvo gran contacto con los jóvenes del 98 y Angel Ganivet quien desde una perspectiva pesimista denuncia los males de su tiempo y recrea con nostalgia un pasado ideal que contrapone al mercantilismo y la industrialización. En su Idearium español (1896) propone una renovación espiritual que arranque de las tradiciones hispánicas. Allí diagnostica el mal de los españoles; la abulia. La comunidad española, dirá Ganivet, se caracteriza por un espíritu de desunión y agresividad que impide la transformación auténtica de la sociedad. Semejante actitud debe desecharse. El modelo de regeneración no es otro que un don Quijote idealizado, ajeno a cualquier preocupación terrena, casi místico.A su vez el Krausismo inspirado por el pensador alemán Krause fue un movimiento liberal reformador que pretendía incidir en la sociedad a través de la educación –fundación de la Institución Libre de Enseñanza-. Frente a la educación tradicional, en general religiosa, representaban una opción laica y liberal que pretendía iniciar una nueva ética personal y antidogmática. J.Sanz del Río y Giner de los Ríos fueron los pedagogos más representativos del krausismo.

Así alrededor de 1900 el grupo nace a la cultura denunciando la descomposición social y moral, el atraso, la incultura y el conservadurismo de las clases dirigentes y de la Iglesia. Pero a partir de 1905 la evolución de cada escritor las lleva por caminos divergentes. Desde ese punto de vista, uno de los rasgos del grupo es la evolución desde posturas juveniles radicales –anarquizantes en Baroja, Azorín y Maeztu y socialista en Unamuno- hacia posiciones conservadoras en su madurez –idealismo en Unamuno, escepticismo en Baroja, conservadurismo en Azorín y autoritarismo en Maeztu-.

La actitud ética de denuncia social también les diferencia de los modernistas. Esta preocupación por los problemas sociales y culturales las lleva a la reflexión sobre la sociedad española, sus gentes y sus formas de vida, en las que se observa una evolución desde el criticismo a posturas espiritualistas o nostálgicas.Es en los quince primeros años de siglo, pasado el radicalismo juvenil cuando se configura lo que se ha considerado la mentalidad del 98. Tal mentalidad ofrece en su base un remarcado idealismo al que acompañan un acusado interés por las preocupaciones existenciales –las interrogaciones sobre el sentido de la vida, sobre el destino del hombre, tan presentes en Azorín, Baroja y Unamuno- así como un enfoque subjetivo del tema de España.

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El tema de España surge a partir de la búsqueda de su identidad. Unamuno planteará el tema en términos idealistas: habla del alma de España y busca esa alma en Castilla, a través de su paisaje, mitos y sus orígenes histórico-literarios. De ahí el interés y la revalorización de la primitiva literatura castellana y mitos como Quijote y Sancho. El tema del paisaje castellano y la identificación Castilla-España se convertirá así en uno de los temas característicos.La crisis de fin de siglo se refleja en las preocupaciones existenciales: el sentimiento de angustia y la inclinación hacia el subjetivismo. El tema de la voluntad y la abulia o falta de voluntad será tema característico de la época.A continuación analizamos ambos temas como vertebradores de una forma de pensar y de sentir.

3.1. Los problemas religiosos y existenciales.

España no escapó a las corrientes irracionalistas ni a las angustias vitales que trajo consigo la crisis de fin de siglo que dio como fruto el Modernismo y el 98.En efecto ese malestar vital, desazón romántica y angustiada está recogida ya por R.Darío en sus Cantos de vida y esperanza. Igualmente la poesía inicial de A.Machado (Soledades; 1903) gira en torno a temas como el destino del hombre, el tiempo, la muerte y expresa la vieja angustia que hace el corazón pesado; la angustia de quien camina perdido buscando a Dios entre la niebla. Es en los escritores del 98 en quienes más intensamente se desarrollan los problemas existenciales hasta el punto, como afirma Shaw, de ver en ellos un precedente del existencialismo europeo.Como primeras muestras de ello señalemos las tres novelas publicadas en 1902, cuando los autores del 98 van dejando atrás sus ideales juveniles: Camino de perfección de Baroja, La voluntad de Azorín y Amor y pedagogía de Unamuno. Rasgo común a las tres es una introspección angustiada. Fernando Osorio, el personaje barojiano, busca en vano algo que dé sentido a la vida. A Antonio Azorín, el protagonista de La voluntad, le domina la inexorable marcha de todo nuestro ser y de las cosas que nos rodean hacia el océano misterioso de la Nada. En la nada y en la desesperación desemboca también el Apolodoro de Amor y Pedagogía. En todos ellos se ve el mismo hastío de vivir, el mismo dolor y ese estado de ánimo al que darán el nombre de angustia vital o angustia metafísica.

Estrechamente ligadas a este talante se hallan sus actitudes ante lo religioso. Los noventayochistas habían caído de jóvenes en un total agnosticismo y en un acentuado anticlericalismo debido al catolicismo insustancial de la España del momento y a la alianza del clero con los sectores políticamente más conservadores.

Azorín pasa primero a un sereno escepticismo a la manera de Montaigne, más tarde a un vago deísmo en el que gravita la incertidumbre sobre el sentido de la existencia. Más tarde la angustia deja paso a una suave melancolía con la que contempla el fluir del tiempo. Más personal y contradictorio es el pensamiento de Unamuno quien se definió a sí mismo como un hombre de contradicción y de pelea, alguien que dice una cosa con el corazón y otra con la cabeza y que hace de esta lucha su vida. Una crisis juvenil le había hecho perder la fe y orientó sus anhelos hacia la revolución social, pero una nueva crisis en 1897 le acerca a los problemas espirituales. Desde entonces temas como la condición humana, la inmortalidad, la existencia de Dios, el Cristianismo como forma de salvación constituirán su obra a lo largo de ensayos, poemas, novelas o dramas. Se trata de una filosofía vitalista que contiene sus más intensas formulaciones en Del

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sentimiento trágico de la vida. Arranca de la realidad del hombre de carne y hueso y de sus anhelos contradictorios. A las ansias de plenitud, de serlo todo se opone la amenaza de la nada tras la muerte. Surge así esa angustia como un despertar a la condición trágica del hombre. La inmortalidad es la gran cuestión de que depende el sentido de nuestra existencia: si el alma no es inmortal nada vale nada, ni hay esfuerzo que merezca la pena como dirá en el prólogo a Niebla.De ahí su hambre de Dios, necesidad de un Dios que garantice nuestra inmortalidad personal. Pero la razón por un lado le niega la esperanza aunque su corazón por otro se la imponga desesperadamente.Ese sentimiento trágico de la vida se manifiesta en San Manuel Bueno Mártir, la historia del cura que ha perdido la fe pero debe fingir ante sus feligreses para no privarles de consuelo espiritual. La novela, que expone como ninguna otra el conflicto entre la razón y la fe y el ansia de eternidad, se resuelve con un enfoque nuevo: la alternativa entre una verdad trágica y una felicidad ilusoria se resuelve a favor de la segunda pues sólo las religiones consuelan de haber tenido que nacer para morirAños más tarde Unamuno escribe La agonía del cristianismo sobre mi agonía, mi lucha por el Cristianismo donde expone su personal y heterodoxo cristianismo: su apasionado amor por Cristo y su querer creer

Baroja desarrolla su escepticismo religioso, su pesimismo existencial en toda su obra pero especialmente en El árbol de la ciencia (1911) Narra la vida de Andrés Hurtado, alter ego del autor, un personaje perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños hasta el punto de afirmar: Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz adonde dirigirse.Los conflictos existenciales constituyen el centro de la obra. Andrés no cree en una religión cuyos postulados son indemostrables pero tampoco halla ningún asidero intelectual ya que tampoco la ciencia le proporciona las respuestas a los grandes interrogantes sobre el sentido de la vida y el mundo. Al contrario la inteligencia y la ciencia no hacen sino agudizar el dolor de vivir lo que le llevará al suicidio final. La vida en general, y sobre todo la suya le parecía una cosa fea, turbia , dolorosa e indominable.El árbol de la ciencia es una novela sumamente representativa de la época, la novela más típica de la generación del 98 en palabras de Valbuena y ante todo una buena muestra de cómo Baroja y sus coetáneos anticiparon buen número de los tema de las corrientes existenciales contemporáneas.

3.2. El tema de España

Las ideas de la juventud del 98 evolucionan hacia posturas idealistas con atención a los valores que constituyen la esencia de España y el predominio de actitudes contemplativas y subjetivas. Jamás abandonaron su intensa preocupación por España. Ante el estado del país la generación del 98 representa un ademán de rechazar y otro de adherir. Rechazan –como los regeneracionistas- el ambiente político de la Restauración, el parlamentarismo, la democracia liberal y denuncian el espíritu de la sociedad. Unamuno habla de su ramplonería, Azorín critica la apatía que nos ata las manos, Maeztu habla de parálisis progresiva, de suicidio del país. En cambio, con el tiempo, proclamarán todos su adhesión a una España eterna y espontánea referida a su interés por sus tierras y por lo que hay de permanente en su historia.

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Las tierras de España fueron recorridas por todos ellos y descritas con dolor y con amor. Junto a una mirada crítica, que descubre la pobreza y el atraso encontraremos una exaltación lírica de los pueblos y del paisaje, sobre todo de Castilla donde los hombres del 98, la mayoría de la periferia, vieron la médula de España. Hasta el punto de poder hablar de mitificación de Castilla o de una concepción histórica castellano-céntrica. Es reveladora de una nueva sensibilidad estética su valoración de las tierras castellanas por lo que tienen de austero, de recio, por su poder para sugerir algo más de lo que captan los sentidos.

La Historia fue otro de sus centros de interés, el propio Azorín hablaba de la del 98 como una generación historicista. Los noventayochistas bucean en la historia para descubrir las esencias de España dando a menudo un salto hacia lo intemporal. En efecto hay en ellos una exaltación de los viejos valores permanentes de Castilla y de España paralela a la exaltación del paisaje. Muy significativo es que, por debajo de la historia externa –reyes, héroes hazañas- les atrajera lo que Unamuno llamó la intrahistoria, la vida callada de los millones de hombres sin historia que con su labor diaria han ido haciendo la historia más profunda. Unamuno en efecto introduce tres conceptos básicos: historia, intrahistoria y tradición eterna. Por debajo de la historia externa de hechos fugaces hay una intrahistoria de sucesos permanentes que fluyen en el tiempo pero que perduran en sustancia una vez pasada su actualidad. Esa vida intrahistórica es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna.

Por otra parte en los escritores el 98 el amor a España se combina con el anhelo de europeización. Apertura hacia Europa y revitalización de los valores propios se equilibran en la expresión unamuniana tenemos que europeizarnos y chapuzarnos de pueblo.

Si un eje de la obra de Unamuno está constituido por los conflictos religiosos y existenciales el otro sería su constante preocupación por España. Su temprana obra En torno al casticismo (1895) plantea ya algunas de las cuestiones centrales al 98: la valoración de Castilla, la articulación de casticismo y europeización, el interés por la intrahistoria. Su evolución ideológica le llevaría a relegar a un segundo término los problemas materiales para prestar interés creciente e cuestiones espirituales. Importante trascendencia tienen Vida de Don Quijote y Sancho, personalísima interpretación de la obra cervantina como expresión del alma española. Su conclusión es que los males del país residen en que ya no hay quijotes; la ramplonería lo domina todo. A partir de esta obra Unamuno parece sustituir su antiguo anhelo de europeizar España por una afirmación de los valores nacionales que convertiría a España en reserva espiritual del mundo moderno.

La visión azoriniana de la historia y el paisaje está impregnada de su temperamento melancólico y su espíritu nostálgico. Azorin mira el país desde su obsesión por el Tiempo, por la fugacidad de la vida, con un íntimo anhelo de apresar lo que permanece y fijar en el recuerdo las cosas que pasaron. En Azorín más que en ningún otro se aprecia ese paso de lo histórico a lo intemporal. Así en libros como Los pueblos (1905) o Castilla (1912) abundan las páginas en que revive el pasado con sus viejos hidalgos, y sus ciudades y pueblos por cuyas calles transitan Fray Luis, Manrique o el Lazarilo en su esfuerzo por recobrar el tiempo ido y encontrar la esencia de España en su historia. También siente Azorín ese interés por los asuntos cotidianos, esos hechos menudos que frente a los grandes hechos forman la sutil trama de la vida cotidiana.

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Su espíritu crítico también es notorio en Alma castellana o Andalucía trágica en las que denuncia aspectos sociales y políticos concretos o en Castilla donde se lamenta de la parálisis intelectual del pueblo españolLas evocaciones del paisaje merecen especial atención. Azorín mira el paisaje con ojos entrecerrados, proyectando sobre lo que ve su sensibilidad melancólica. Tras sus innumerables viajes pintó todos las pueblos, pero destaca su visión de las tierras de Castilla con sus llanuras , sus colinas, y su alma. El paisaje, decía de modo subjetivista, es nuestro espíritu, sus melancolías, sus anhelos. Todo ello impregnado con un lirismo siempre atento al detalle revelador con esa técnica miniaturista que Ortega llamaba primores de lo vulgar.

Maeztu supone un caso extremo de evolución ideológica. Fue el más revolucionario de todos en su juventud en los artículos recogidos en Hacia otra España (1899), una visión implacable de la decadencia en tono exaltado En su madurez en cambio defenderá ideas de signo opuesto, netamente tradicionalistas. Este pensamiento se condensa en Defensa de la Hispanidad donde exalta la España imperial y su acción en América y cuya fuerza está en su credo católico.

La preocupación por España de Baroja es apreciable en El árbol de la ciencia con su violenta denuncia de las deformidades de la vida española, de la pobreza cultural del país, el desprecio por la ciencia y la investigación. También ocupan lugar los aspectos sociales, las miserias y lacras sociales, con un mundo rural inmóvil y presidido por la insolidaridad y la pasividad ante las injusticias, con la denuncia del caciquismo. La ciudad, Madrid, por otra parte es un campo de ceniza, un pantano por donde discurre una vida sin vida. Ni siquiera cabe la regeneración social, mera utopía ante un pueblo cada vez más degenerado. De ahí su inclinación hacia un anarquismo espiritual basado en la simpatía y en la piedad sin solución práctica alguna pues la justicia es una ilusión humana.

3.3 Estilo

La estética del 98 se inclina hacia la sencillez. Rechaza la retórica ampulosa y el tono casticista y persiguen una expresión personal que renovará la estética, el lenguaje y los géneros. El grupo del 98 aportará notables novedades en la lengua literaria en principio en contacto con las típicamente modernistas pero pronto adquiere un tono propio. Así, Azorín afirma que una obra será tanto mejor cuando con menos y más elegantes palabras haga brotar más ideas, También Unamuno afirma tengamos primero que decir algo jugoso, fuerte, hondo y luego del fondo brotará la forma.

Destaca poderosamente el subjetivismo como rasgo estético primordial. Y con él el lirismo como expresión de un sentir personal en el que paisaje y alma, realidad y sensibilidad llegan a fundirse indisolublementeTambién asistimos a las innovaciones en los géneros literarios. El género principal será el ensayo sobre temas variados -Unamuno, Maeztu, Azorín- hasta el punto de poder afirmar que configuraron el ensayo moderno dándole una flexibilidad que les permitiría recoger por igual la reflexión literaria, histórica filosófica, la visión lírica del paisaje o la expresión de lo íntimo. La novela admite profundas novedades técnicas, superadoras de maneras realistas: ahora cabe la libertad y rapidez impresionista de Baroja, el ritmo lento y meditativo de Azorín, la introspección y las distorsiones de la realidad de las nivolas unamunianas.

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ESQUEMA

1.Introducción

Modernismo frente a 98

2.Modernismo

.Reacción neorromántica

.Raíces

.Temas

.Estilo

.R.Darío

3.Grupo del 98

.Nómina

.Regeneracionismo

.Krausismo

3.1 Los problemas religiosos y existenciales

.Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida

.Baroja. El árbol de la ciencia

3.2. Tema de España

.Unamuno

.Azorín

.Maeztu

.Baroja

3.3. Estilo

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Page 11: MODERNISMO y 98 COMO FENÓMENO HISTÓRICO,SOCIAL Y ESTÉTICO

BIBLIOGRAFÍA

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……………………………………………………………………………………………*Mainer,J.C. “El Modernismo como actitud” En Historia y crítica de la literatura española.6.Modernismo y 98. ed Crítica.Barcelona.1986……………………………………………………………………………………………Autores y obras citados

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