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José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 1
Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones
críticas en torno al argumento de Forbes
Dr. José Tomás Alvarado 1
Instituto de Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
1 José Tomás Alvarado Estudió en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en donde obtuvo el grado de Licenciado en Derecho en 1994. Se tituló como abogado en 1997. Trabajó en diversos puestos en la Universidad de los Andes entre 1995 y 2005, siempre dedicado a la docencia y a la investigación en cuestiones relacionadas con filosofía analítica.Entre 1988 y 2001 realizó el programa de doctorado en Filosofía en la Universidad de Navarra (España), defendiendo su tesis doctoral el 30 de noviembre de 2001 titulada "Hilary Putnam: el argumento de teoría de modelos contra el realismo". Se ha incorporado en agosto de 2006 al Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso como profesor asociado, dictando las asignaturas de Filosofía del Lenguaje y Teoría del Conocimiento.
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Resumen:
este trabajo presenta y critica el argumento desarrollado por Graeme Forbes para la necesidad
de origen. En primer lugar se estudia en detalle el argumento, considerando sus
presuposiciones y la relación que tiene con el argumento para la misma conclusión de Saul
Kripke y Nathan Salmon. En segundo lugar, se examinan las dificultades del argumento de
Forbes, comparándolo con la crítica de Teresa Robertson. Aparece que es (i) en el mejor de
los casos, inconcluyente, y (ii) en el peor de los casos, incoherente.
Abstract:
the work presents and criticizes the argument developed by Graeme Forbes for the necessity
of origin. In first place, the argument is studied in detail, considering in particular its
presuppositions and the relation it has with the argument of Saul Kripke and Nathan Salmon
for the same conclusion. In second place, the difficulties of Forbes’s argument are discussed,
comparing it with the criticism by Teresa Robertson. It appears that it is (i) at best,
inconclusive, and (ii) in the worst case, incoherent.
Palabras clave: necesidad de origen, metafísica modal, Graeme Forbes, modalidad, esencia
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En los últimos años se ha desarrollado un intrincado debate sobre la necesidad de origen
desde que Kripke propusiera como esencial a un objeto el material de que ha sido construido
y como esencial a una ser vivo los gametos de los que ha sido engendrado2. La necesidad de
origen defendida originalmente por Kripke se presentó como un ejemplo de necesidad cuya
justificación es a posteriori. Una línea de argumentación para la necesidad de origen proviene
directamente de estos escritos de Kripke3 y del refinamiento que de ella ha efectuado después
Nathan Salmon4. Una consideración detallada de tal línea de argumentación se ha efectuado
en otro lugar y no puede ser repetida aquí5. El objetivo de este trabajo es considerar con
detención la estrategia desplegada por Graeme Forbes para defender la necesidad de origen
en una serie de escritos6. Esta estrategia tiene, por supuesto, puntos de contacto con la forma
estándar de justificar la necesidad de origen asociada con Kripke-Salmon, pero ofrece
también importantes diferencias que será conveniente estudiar con cierta detención, en
particular, porque podría ofrecer formas de obviar las dificultades sistemáticas que han sido
alegadas contra otras estrategias de argumentación.
En lo que sigue, la estructura de este trabajo será la siguiente. En primer lugar se
explicará el argumento de Forbes poniendo de relieve sus diferencias con la estrategia
Kripke-Salmon y destacando los aspectos en los que el argumento parece merecer críticas. En
segundo lugar se tratará de manera especial la crítica de Teresa Robertson a Forbes, pues se
trata de la réplica más fuerte existente en la literatura filosófica y cómo puede esta crítica ser
neutralizada, si es que cabe tal cosa. Se terminará con una breve indicación de las
conclusiones que se podrían obtener de todo este examen.
2 Cf. S Kripke, Naming and Necessity, Oxford: Blackwell, 1980, 110-115; “Identity and Necessity” en J. Kim & E. Sosa (eds.), Metaphysics. An Anthology, Oxford: Blackwell, 1999, 72-89, especialmente 80-81.3 Cf. S. Kripke, Naming and Necessity, 114, nota 56. 4 Cf. N. Salmon, Reference and Essence, Oxford: Blackwell, 1982, 193-216, 219-252; “Modal Paradox: Parts and Counterparts, Points and Counterpoints” Midwest Studies in Philosophy 11 (1986), 75-120; “The Logic of What Might Have Been” The Philosophical Review 98 (1989), 3-34.5 Cf. J. T. Alvarado, “Necesidad de origen y metafísica modal” Diánoia 50 Nº 54 (2005), 3-326 Forbes ha expuesto su argumento primeramente en “Origin and Identity” Philosophical Studies 37 (1980), 353-362 y lo ha reiterado después, en algunos casos tratando de efectuar reparaciones frente a las críticas. En particular cf. The Metaphysics of Modality, Oxford: Clarendon Press, 1985, 132-159; “In Defense of Absolute Essentialism” Midwest Studies in Philosophy 11 (1986), 2-31; “A New Riddle of Existence” Philosophical Perspectives 8 (1994) Logic and Language, 415-430; “Origins and Identities” en A. Bottani, D. Giaretta & M. Carrara (eds.), Individuals, Essence and Identity. Themes of Analytic Metaphysics, Dordrecht: Reidel, 2001. Algunas cuestiones semejantes son tratadas en G. Forbes, “Time, Events and Modality” en R. Le Poidevin & M. MacBeath (eds.), The Philosophy of Time, Oxford: Oxford U.P., 1993, 80-95.
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1. El argumento de Forbes
El argumento de Forbes opera mediante la reducción al absurdo de la hipótesis de que un
organismo vivo tenga origen en otro organismo diverso de aquel desde el que se ha
desarrollado7, mostrando así que el origen de un ser vivo es esencial a él. Aquí hay que
considerar que aunque el argumento de Forbes está expresado como referido exclusivamente
al origen biológico de un ser vivo, su argumento es perfectamente generalizable si es que se
hacen las sustituciones pertinentes. Por este motivo en lo que sigue se lo tratará sencillamente
como una argumentación dirigida a mostrar la necesidad de las condiciones de origen de un
objeto en términos generales, aún cuando los ejemplos considerados por Forbes estén
referidos al tipo de organismo a partir del que se ha desarrollado o crecido un ser vivo. Pues
bien, supóngase, para empezar que un organismo vivo, sea el árbol r generado a partir de una
determinada semilla, sea m. Así, hay un mundo posible tal que:
w1: el árbol r se genera de la semilla m
Si es que no existiese necesidad de origen, debería suponerse que es posible que el mismo
árbol r se hubiese generado a partir de otra semilla n. Puede suponerse que este árbol r que
surge de la semilla n tiene la mismas propiedades intrínsecas monádicas que el árbol r que
surge de la semilla m y ha crecido en el mismo lugar que r-en-w1, esto es, tiene el mismo
tamaño, exactamente la misma configuración de ramas, hojas, flores y frutos para cada
instante de tiempo. Se puede suponer que si se hace una descripción de lo que le acaece al
árbol en cada instante de tiempo, descontando lo que pueda suceder en el ambiente en el que
se da el árbol en cuestión, r generado de la semilla m es indiscernible de r generado de la
semilla n. Así, hay un mundo posible tal que:
7 Señala Forbes que la tesis que quiere defender es la siguiente:
(K) □∀x□∀y□ [(x es una propágula de y) → □((y existe) → (x es una propágula de y))]
Señala Forbes que ha tomado el término “propágula” (propagule) de la Biología y que significa la entidad desde la que ha crecido o se ha desarrollado un ser vivo. Lo que dice este principio (K) es que si dos objetos cualesquiera x e y son tales que x es la entidad de la que ha crecido o se ha desarrollado el ser vivo y, entonces es esencial a y el haber crecido o haberse desarrollado a partir de x (cf. G. Forbes, “Origin and Identity”, 353)
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w2: el árbol r se genera de la semilla n
La suposición central es que r-en-w1 = r-en-w2. Es esta suposición lo que se va a reducir al
absurdo. Recuérdese también que tanto r-en-w1 como r-en-w2 comparten todas las
propiedades intrínsecas monádicas, sea N, y la ubicación espacial. Una propiedad intrínseca
es una propiedad que resulta indiferente a las ampliaciones o restricciones que pudiese tener
un mundo posible en el que se encuentre localizado el ente en cuestión al que se atribuye tal
propiedad. David Lewis caracteriza una propiedad intrínseca del siguiente modo: una
propiedad es intrínseca si y sólo si su atribución a un objeto es indiferente al hecho de
encontrarse ese objeto sólo o acompañado. Un objeto se dice “solo” si y sólo si no existe
ningún otro objeto en el mundo posible en el que se encuentre. Un objeto está “acompañado”
si y sólo si no está solo8. La idea intuitiva es que deben excluirse propiedades que sólo se
pueden atribuir a un objeto, dado como está constituido el mundo posible en el que se
encuentra, pero que no dan cuenta de ninguna determinación real en el objeto. Así, por
ejemplo, si es que en el mundo actual es verdadero que Napoleón Bonaparte fue derrotado en
la batalla de Waterloo, entonces es verdadero afirmar de Julio César que es tal que Napoleón
Bonaparte fue derrotado en la batalla de Waterloo, pero difícilmente admitiríamos que esto
pudiese ser indicado como una propiedad que está determinando realmente a Julio César. Si
el mundo se hubiese acabado el idus de marzo del 44 A.C. nada hubiese cambiado en cuanto
a las propiedades intrínsecas poseídas por César. Pues bien, cuando se dice que los árboles r-
en-w1 y r-en-w2 comparten la misma disposición de ramas, follaje, flores y frutos para cada
instante de tiempo, crecen exactamente en el mismo lugar, etc. se está diciendo que todas las
propiedades intrínsecas poseídas por esos árboles son comunes, con excepción de las
propiedades intrínsecas relacionales. En efecto, hay relaciones que determinan
intrínsecamente a un objeto, entre las que se encuentran de manera especial las relaciones de
dependencia causal9. Ciertamente, por ejemplo, la semilla de que proviene un árbol es una
8 Cf. D. Lewis, “Defining ‘Intrinsic’” (con R. Langton), en Papers in Metaphysics and Epistemology, Cambridge: Cambridge U.P., 1999, 116-132. El mismo Forbes hace una discusión de la noción de “propiedad intrínseca” en “Origins and Identities”, 10-14.9 Hay que hacer notar que esto es así sólo si es que se tiene una concepción realista sobre la causalidad. En lo que sigue, este trabajo va a operar bajo la hipótesis de que las relaciones causales son ontológicamente primitivas y no supervinientes a otros hechos ontológicamente más básicos. Una explicación de estas concepciones sobre la causalidad y una defensa de una concepción realista en M. Tooley, “Causation: Reductionism versus Realism” en E. Sosa & M. Tooley (eds.), Causation, Oxford: Oxford U.P., 1993, 172-192.
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entidad con la que ese árbol posee una dependencia causal. El árbol no es indiferente al darse
o no darse de ese antecedente. Después de todo, sin semilla no hay árbol. Cuando se quiere
defender la contingencia de origen se está defendiendo la idea de que se podría tener
exactamente el mismo objeto (en este caso un árbol), sustituyendo sus antecedentes causales
por otros que no provoquen un cambio relevante en las propiedades intrínsecas monádicas
poseídas por el objeto de que se trate.
Pues bien, el argumento de Forbes continúa considerando un tercer mundo posible en
el que nuevamente se genera un árbol a partir de la semilla n instanciando las mismas
propiedades intrínsecas monádicas N y creciendo en el mismo lugar en el que han crecido r-
en-w1 y r-en-w2. Como esta circunstancia es composible con que la semilla m produzca, por
otra parte, otro árbol en la vecindad, se da un mundo posible con las siguientes
características:
w3: (el árbol s se genera de la semilla n e instancia N) & (el árbol t se genera de la semilla m e
instancia M)
Aquí hay que suponer que M es un conjunto de propiedades intrínsecas monádicas y
ubicación espacial diferentes de N. Esto es, se supone que t-en-w3 posee una configuración de
ramas, follaje, flores y frutos diferente de la poseída por r-en-w1, r-en-w2 y s-en-w3. Esto es,
toda la diferencia entre w2 y w3 es que en w3 junto al árbol crecido de la semilla n ha crecido
otro árbol en otro lugar de la semilla n. A estos tres mundos posibles debe agregarse un cuarto
en el que acaece que:
w4: el árbol t se genera de la semilla m e instancia M
Esto es, este mundo posible w4 sólo se diferencia de w3 en que en el primero no crece el árbol
s de la semilla n. Sólo está el árbol t.
El problema surge ahora cuando se trata de identificar los objetos de w3 con los de w4.
Quien quiera rechazar la necesidad de origen tiene tres opciones sistemáticas: (a) identificar
r-en-w1 con s-en-w3; (b) identificar r-en-w1 con t-en-w3; (c) no identificar a r-en-w1 ni con s
ni con t-en-w3. La argumentación de Forbes consiste en mostrar que ninguna de estas
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opciones es aceptable si es que las identidades de objetos en distintos mundos posibles han de
estar fundadas. Como ninguna de estas opciones es aceptable, entonces debe rechazarse la
hipótesis inicial de que r-en-w1 = r-en-w2, esto es, la hipótesis de que el árbol r podría haber
crecido a partir de una semilla diferente de la que de hecho se ha desarrollado. Todo esto
requiere una atención detenida.
Caso (a): la primera alternativa que podría tener en vista un defensor de la contingencia de
origen es suponer que el árbol original, esto es, r-en-w1 es idéntico a s-en-w3. Hay ventajas en
esta identificación. El árbol r-en-w1 y s-en-w3 instancian el mismo conjunto N de propiedades
monádicas intrínsecas y poseen la misma ubicación espacial. Como, por hipótesis, r-en-w1 =
r-en-w2, la identificación de s-en-w3 con r-en-w1 conduce a identificar también r-en-w2 con s-
en-w3, lo que es de esperar dadas las semejanzas existentes entre ellos, pues s-en-w3 ha
surgido de la misma semilla n que r-en-w2 y comparten la instanciación del conjunto de
propiedades N. Hay, sin embargo, importantes defectos en esta alternativa. Considérese, para
empezar, que r-en-w1 debe ser identificado con t-en-w4. Si se recuerda, en este mundo posible
w4 sólo existe un árbol desarrollado de la semilla m –al igual que el árbol original en w1- pero
que instancia un conjunto de propiedades monádicas intrínsecas M ≠ N y está localizado en
una ubicación espacial diferente de aquella que posee r-en-w1. Si se atiende, sin embargo, a
los mundos posibles w1 y w4 se verá que lo más razonable es identificar esos dos árboles. En
efecto, el árbol r podría haber crecido en un lugar diferente de donde de hecho creció en w1 y
podría haber tenido una configuración de ramas, follaje, flores y frutos diferente de la que de
hecho ha poseído en w1. En w4 sencillamente se está dando cuenta de esas diferentes
vicisitudes que podrían haberle acaecido al árbol r. Ahora bien, si es r-en-w1 = t-en-w4,
entonces por transitividad, r-en-w1 habrá de ser idéntico con todo aquello con lo que t-en-w4
sea idéntico, pero parece obvio que t-en-w4 = t-en-w3. En efecto, han surgido de la misma
semilla m, poseen exactamente la misma ubicación espacial y el mismo conjunto de
propiedades intrínsecas monádicas. Por lo tanto, resulta que r-en-w1 = t-en-w3, pero esto
genera una gruesa aporía, pues ya se había supuesto que r-en-w1 = s-en-w3 y es claro, por lo
que sucede en w3, que los objetos s y t son diferentes10. Sin embargo esto choca con el hecho
10 Un supuesto de esta argumentación es la necesidad de la identidad y de la inidentidad, esto es, el hecho de que si dos objetos son idénticos, entonces son necesariamente idénticos y que si dos objetos son diferentes, entonces son necesariamente diferentes. Una justificación de esta tesis se puede consultar en S. Kripke,
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de que r-en-w1 sea idéntico no sólo con s, sino también con t, pues por la transitividad de la
identidad esto debería conducir a la identificación de s y t, lo que resulta absurdo. Sucede,
entonces, que esta opción debe ser desechada.
Caso (b): la segunda alternativa que podría considerar el defensor de la contingencia de
origen es sostener que r-en-w1 es idéntico a t-en-w3. Esta hipótesis tiene la ventaja de que no
choca con el hecho de que el árbol t-en-w3 sea idéntico con el árbol t-en-w4. Como ya es claro
que r-en-w1 = t-en-w4, no se sigue de esto ninguna consecuencia indeseable. La gran
dificultad que tiene esta hipótesis es que ya se ha asumido que r-en-w1 es idéntico con r-en-
w2, pero parece difícil rechazar que, a su vez, r-en-w2 = s-en-w3, pues han crecido desde la
misma semilla n, instancian el mismo conjunto de propiedades intrínsecas monádicas N y
están ubicados en la misma localización espacial. El problema es que es claro, por lo que
acaece en w3, que los árboles s y t son diferentes y esta línea de consideraciones conduciría a
sostener que r-en-w1 debería ser idéntico a los árboles s y t, identificándolos, lo que resulta
absurdo. Esta segunda opción también debe ser, por lo tanto, desechada.
Caso (c): la tercera y última alternativa que queda abierta para el defensor de la contingencia
de origen es negarse a identificar r-en-w1 con cualquiera de los árboles s y t en w3, dadas las
dificultades sistemáticas que han sido ya expuestas. Este curso de acción, sin embargo, tiene
el inconveniente de que se han efectuado ya identificaciones de r-en-w1 con r-en-w2 (ésta es,
en efecto, la hipótesis de la que parte el argumento) y de r-en-w1 con t-en-w4 (pues el árbol r
podría haber crecido en un lugar diferente y haber instanciado el conjunto de propiedades
intrínsecas monádicas M en vez de N). Y estas entidades r-en-w2 y t-en-w4 claramente
pueden ser identificadas con los árboles s y t, respectivamente, en el mundo posible w3. Estas
identificaciones están fundadas en la instanciación de conjuntos idénticos de propiedades
“Identity and Necessity”, 72-73. La idea es la siguiente: es claro que todo objeto es necesariamente idéntico a sí mismo. Supóngase ahora una identidad cualquiera A = B. Si A y B son idénticos deben poseer exactamente las mismas propiedades, pero A es necesariamente idéntico a A, por lo tanto B también es necesariamente idéntico a A. Ahora bien, supóngase que A ≠ B, y esto fuese algo contingente, esto es, que aunque A ≠ B en un mundo posible w1, hubiese otro mundo posible w2 en el que A = B. Sucede que, como la identidad es necesaria (por el argumento anterior), si A = B en w1, entonces A = B de manera necesaria, en todos los mundos posibles, incluyendo w2. Luego, no puede ser que A ≠ B sólo de manera contingente. Este argumento para la necesidad de la diferencia requiere que las relaciones de accesibilidad sean simétricas, lo que no resulta un requerimiento excesivo (en efecto, el argumento depende de que w1 sea accesible desde w2 dado que w2 es accesible desde w1).
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monádicas intrínsecas y en la posesión de un origen común. Si quien rechace la necesidad de
origen va a negar que esto último sea un respecto relevante para la identificación de objetos
entre diversos mundos posibles, no pareciera que pudiese negar la plausibilidad del principio
de que las identidades e diferencias deben encontrarse fundadas. Esta opción (c) tiene, por lo
tanto, el inconveniente de que choca contra este principio que resulta independientemente
aceptable.
La conclusión que saca de esta situación Forbes es que debe rechazarse el supuesto
inicial de que r-en-w1 = r-en-w2. Como lo que diferencia a r-en-w1 de r-en-w2 es el origen,
entonces lo que se está sosteniendo es que el árbol r no pudo haber tenido un origen diferente
del que tuvo, esto es, que el árbol r no pudo haber crecido de otra semilla diferente de m, por
lo que es esencial al árbol r el haber crecido de tal semilla. Tal como se ha hecho notar más
arriba, este argumento puede ser generalizado para la justificación de cualquier tipo de
condiciones de origen y no sólo el origen biológico de un ente vivo. Considérese el clásico
ejemplo de la mesa11. Kripke sostiene que una mesa que ha sido construida de madera en el
mundo actual no podría haber sido construida de hielo. Tal como en el caso presentado por
Forbes para el origen biológico de un árbol, debe aquí suponerse, en primer lugar y para
efectos de una reductio ad absurdum. Entonces se tiene un mundo posible w1, tal que:
w1: la mesa r está hecha de la madera m e instancia el conjunto de propiedades intrínsecas
monádicas N.
Como, por hipótesis, la mesa r podría haber sido construida mediante otro material (sea otra
madera u otro tipo de material diferente), entonces se tendría también:
w2: la mesa r está hecha del hielo n e instancia el conjunto de propiedades intrínsecas
monádicas N.
La hipótesis es que la mesa r-en-w1 = la mesa r-en-w2, esto es, que el material del que ha sido
construida la mesa r le es contingente. Como parece perfectamente composible un mundo
11 Cf. S. Kripke, Naming and Necessity, 113-115.
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posible en el que tanto la madera m como el hielo n dan lugar a mesas, hay un tercer mundo
posible en el que:
w3: (la mesa s está hecha del hielo n e instancia las propiedades monádicas intrínsecas N) &
(la mesa t está hecha de la madera m e instancia las propiedades monádicas intrínsecas M)
Tal como en el caso del árbol y la semilla de la que ha crecido, se debe suponer aquí que toda
la diferencia entre w2 y w3 es que junto a la mesa construida del material n existe otra mesa
construida del material m. Finalmente agregamos otro mundo posible que es idéntico a w3
con la única diferencia de que no hay ninguna mesa construida del material n. Así:
w4: la mesa t está hecha de la madera m e instancia las propiedades monádicas intrínsecas M
Una vez que está dado este cuadro surge la cuestión de qué identificaciones deben hacerse
entre la mesa r-en-w1 y las mesas s y t de w3. Hay aquí restricciones que provienen del hecho
de que, en primer término, la mesa s-en-w3 = r-en-w2, pues comparten todas las propiedades
monádicas intrínsecas N y el mismo material n y, en segundo término, que la mesa t-en-w3 =
t-en-w4, pues comparten las mismas propiedades intrínsecas monádicas M y el mismo
material m. Ahora bien, es claro que s ≠ t, por lo que acaece en w3. Como, por otro lado, s-en-
w3 = r-en-w2 y t-en-w3 = t-en-w4, resulta que r-en-w2 ≠ t-en-w4, pero la hipótesis de la que se
ha partido es que r-en-w1 es idéntica tanto a r-en-w2 como a t-en-w4. Deberían ser idénticas,
pero no lo pueden ser dada la diferencia de s y t en w3. Por supuesto, hay aquí muchas
cuestiones ulteriores que requerirían una atención detenida, pero esto da una idea de cómo el
argumento de Forbes puede ser expandido a una argumentación general de defensa de la
necesidad de origen no restringida solamente a entes vivos. Será conveniente ahora
considerar el principio de identidad fundada en que parece apoyarse toda esta estrategia
argumentativa.
2. El principio de identidad fundada
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Se ha podido apreciar que un principio crucial en la argumentación de Forbes para justificar
la necesidad de origen es aquel principio según el cual las identidades deben encontrarse
fundadas en ciertos hechos del mundo, lo que se ha tomado como indicando que las
identidades entre dos objetos debe estar “respaldada” por la posesión de propiedades
idénticas. Otra forma de plantear el principio es que si dos objetos no poseen propiedades
“sustantivas” en común, entonces no puede sostenerse que su identidad sea un hecho “bruto”.
Esta idea, presentada aquí de manera vaga y no muy precisa, requiere una atención cuidadosa
si es que se quiere comprender de manera adecuada el argumento de Forbes, como asimismo
el valor que tal argumento podría tener. Señala Forbes:
Voy a empezar haciendo dos presupuestos, sin argumentar sobre el primero de ellos. Éste es que la tesis de la
necesidad de la identidad es verdadera, lo que significa que la extensión de la relación de identidad es la
misma en cada mundo posible. El segundo presupuesto es que las verdades de re sobre la posibilidad
metafísica y, en particular, los alegatos de identidad entre mundos que implican esas verdades, no pueden ser
simplemente verdaderos (barely true); para cualquier verdad semejante debe haber algo de una naturaleza
relativamente menos problemática en virtud de lo cual sea verdadera o, de manera equivalente, si la relación
de identidad entre mundos obtiene, deben existir hechos en los que consista su obtención12.
La formulación que hace Forbes del principio de identidad fundada hace pensar en áreas de la
ontología en la que se buscan relaciones de superviniencia entre tipos de hechos. Los hechos
de cierta clase ontológicamente derivativa deben hacerse depender de otros hechos que
poseen un carácter más básico. Aquí se trataría de que las identidades de objetos entre
mundos posibles ha de ser dependiente de otros hechos que posean un carácter ontológico
más básico. Estos hechos más básicos son los que para Forbes han de poseer una naturaleza
“menos problemática”. Tratándose aquí, sin embargo, de hechos sobre relaciones de
identidad entre objetos en diferentes mundos posibles no es posible formular la cuestión en
términos de superviniencia o, al menos, no es posible hacerlo si es que se toma en
consideración la noción estándar de superviniencia13. Esto no obsta, naturalmente, para
12 G. Forbes, “Origin and Identity”, 353. Los destacados son del texto. Forbes cita a este respecto a Michael Dummett quien había argumentado que los condicionales contrafácticos no podían ser simplemente verdaderos (barely true), esto es, que si son verdaderos debería existir una base de propiedades y hechos categóricos en virtud de los que fuesen verdaderos (cf. M. Dummett, “What is a Theory of Meaning? (II)” en G. Evans & J. McDowell (eds.), Truth and Meaning, Oxford: Clarendon Press, 1976, 67-137, especialmente 89.) 13 En efecto, los hechos del tipo A se dicen “supervinientes” a los hechos del tipo B si y sólo si dos mundos posibles que posean hechos del tipo A diferentes deben también poseer hechos del tipo B diferentes (cf. J.
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buscar una formulación suficientemente precisa de la idea de Forbes. Por otra parte, debe
distinguirse la tesis de Forbes de un principio de truth-maker que la haría trivial14. El
principio de truth-maker indica que:
(1) ∀p [(p es verdadera) → ∃h (p es verdadera en virtud de h)]
Aquí, ‘p’ está rigiendo sobre proposiciones y ‘h’ sobre estados de cosas del mundo. Este
principio (1), entonces, indica que para toda proposición verdadera –o toda verdad- hay un
estado de cosas del mundo que la hace verdadera. D. M. Armstrong lo expresa diciendo que
para cada verdad particular debe existir cierto “existente” o “porción de la realidad en virtud
del cual esa verdad es verdadera”15. Cuando se dice aquí que toda identidad debe estar
“fundada” no se está diciendo que debe existir un truth-maker de la proposición que enuncia
tal identidad en el mundo. El estado de cosas que cumple la función de truth-maker puede
perfectamente tener un carácter primitivo desde el punto de vista ontológico. Lo que se está
diciendo aquí es que si dos objetos son idénticos, entonces esa identidad debe estar fundada
en estados de cosas que no sean la mera identidad en cuestión. Por supuesto, este principio
así enunciado no parece muy verosímil si es que estuviese referido a cuestiones sobre lo que
acaece en un único mundo posible y en un único instante de tiempo. El truth-maker de un
enunciado que identifique a Cicerón con Tulio es sencillamente el único objeto denotado
tanto por el nombre propio “Cicerón” como por el nombre propio “Tulio”. Sin perjuicio de
las preguntas semánticas y epistemológicas que puedan efectuarse en relación con estos
enunciados de identidad, desde el punto de vista ontológico no son especialmente
interesantes. Esto cambia, naturalmente, cuando se trata de la identidad de un objeto en
distintos instantes de tiempo o cuando se trata de la identidad de un objeto en diferentes
mundos posibles, representando lo que le pudiese haber acaecido a ese objeto en
circunstancias contrafácticas. Forbes está postulando su principio de identidad fundada para
Kim, “Supervenience as a Philosophical Concept” en J. Kim & E. Sosa (eds.), Metaphysics, 540-556). Aquí los “hechos” en cuestión tienen que ver con la relación de identidad que se da entre objetos de dos mundos posibles, por lo que no se trata de la distribución de estados de cosas en un único mundo posible sino, cuando menos, a la comparación de estados de cosas en dos mundos posibles simultáneamente. 14 La expresión truth-maker podría, tal vez, expresarse en castellano como “verificador” pero este término ya tiene un uso relativamente estable en filosofía que podría fácilmente confundirse con lo que se quiere decir aquí. Por este motivo y mientras no se encuentre otra expresión castellana apta se utilizará sencillamente truth-maker, sin traducir.15 D. M. Armstrong, Truth and Truthmakers, Cambridge: Cambridge U.P., 2004, 5
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estos casos de identidad inter-temporal e inter-mundial. En particular para el caso inter-
mundial, cuando se dan casos de identidad o de diferencia “no fundada” en el sentido que
interesa a Forbes se habla de una haecceitas o thisness como componente de la esencia
individual del objeto de que se trate. Por ejemplo, si dos objetos son diferentes aunque
posean exactamente las mismas propiedades intrínsecas universales, entonces se dice que la
única diferencia existente entre ellos es que las haecceitates de esos objetos son diferentes.
Nada funda su diferencia más que el mero hecho de darse tal diferencia. Por otra parte, si
existe una identidad entre dos objetos entre los que no se da ninguna propiedad intrínseca
universal en común, se dice que lo único que los identifica es la posesión de la misma
haecceitas16. Cuando Forbes postula que las identidades deben estar fundadas, está
postulando que no son admisibles haecceitates para dar cuenta de identidades o inidentidades
de objetos en diferentes mundos posibles. Si una mera haecceitas no es aceptable, entonces
las identidades (o diferencias) deben encontrarse fundadas en la posesión de idénticas
propiedades intrínsecas universales o, según sea el caso, en la posesión de diferentes
propiedades intrínsecas universales.
La idea, por lo tanto, del principio de identidad fundada de Forbes ha de estar referida
a la fundamentación ontológica de las relaciones de identidad entre diferentes mundos
posibles en la posesión en común de idénticas propiedades. Es obvio que aquí hay que
descontar las propiedades extrínsecas, entendiendo la noción de “propiedad extrínseca”, tal
como se ha explicado más arriba. Las propiedades extrínsecas no especifican las
determinaciones que posee un objeto o entidad sino, cuando más, las determinaciones que
poseen otros objetos o entidades en el mundo posible en el que se da el objeto o entidad en
cuestión (o incluso en otros mundos posibles), por lo que –ciertamente– no constituyen un
respecto para la fundamentación de enunciados de identidad o de diferencia. No basta, sin
embargo, con la exclusión de las propiedades extrínsecas, pues no todas las propiedades
intrínsecas son aptas para la formulación del principio en el que está pensando Forbes. En
especial deben ser excluidas las relaciones intrínsecas relacionales, como –por ejemplo– las
relaciones de dependencia causal17. En efecto, cuando se considera si un objeto podría haber
16 Una discusión general de estas nociones en D. M. Adams, “Primitive Thisness and Primitive Identity” en J Kim & E. Sosa, Metaphysics, 172-183. También, J. T. Alvarado, “Esencias individuales e identidad primitiva” (no publicado).17 Hay que hacer notar aquí que esto sólo vale si es que se posee una concepción no reductivista de la causalidad, que es la que está presuponiendo en este trabajo.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 14
tenido un origen diferente del que de hecho ha tenido, se está considerando si es que el
mismo objeto pudo haberse dado –preservando en lo posible todas las propiedades intrínsecas
monádicas del objeto o, al menos, la mayor parte de estas propiedades– pero sustituyendo las
vinculaciones causales que han determinado que ese objeto posea esas propiedades
intrínsecas monádicas en el mundo actual. Así, se considera si el mismo árbol r con las
mismas propiedades intrínsecas monádicas N, pudo haberse generado de una semilla n
diferente de la semilla m, de la que se ha generado tal árbol en el mundo actual. El árbol
depende causalmente de la semilla, y esta relación de dependencia causal es una propiedad
intrínseca en el árbol, pero es una propiedad intrínseca de la que se hace aquí abstracción. El
principio de identidad fundada de Forbes, por lo tanto, puede recibir esta primera
formulación:
(2) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → ((x = y) → ∃P ((P es intrínseca y
monádica) & (x posee P en w1 ↔ y posee P en w2)))]
Aquí, en esta proposición (2) se está diciendo que para todo objeto x existente en el mundo
posible w1 (x@w1) y todo objeto y existente en el mundo posible w2 (y@w2), tales que esos
mundos posibles son diferentes (lo que garantiza que se trata de una comparación de objetos
entre mundos posibles), entonces, si es que x es idéntico con y, debe existir al menos una
propiedad intrínseca monádica en común para x e y. Esta primera formulación es, sin
embargo, demasiado débil, pues una propiedad intrínseca monádica es, por ejemplo, “ser un
cuerpo”, así es que parece difícil que el principio pueda efectuar una tarea efectiva de
discriminación entre casos de identidad fundada y casos de identidad no fundada. El principio
debe ser fortalecido de alguna manera para que pueda cumplir las funciones teóricas que
Forbes espera de él.
Es interesante comparar el principio de identidad fundada que interesa a Forbes con el
principio leibniciano de identidad de los indiscernibles. La identidad fundada de Forbes
parece requerir la exclusión de haecceitates y esta negación de la existencia de haecceitates
para dar cuenta de fenómenos de identidad o diferencia primitivas suele identificarse con la
identidad de los indiscernibles:
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 15
(3) ∀x∀y [∀P(Py ↔ Px) → (x = y)]18
Esto es, si dos objetos poseen las mismas propiedades, entonces son el mismo objeto. De
manera equivalente, se puede decir que si dos objetos son diferentes, entonces debe existir al
menos una propiedad que uno de ellos posea y que el otro no posea. Este principio resulta
una verdad lógica trivial si es que se admiten cualquier tipo de predicados y propiedades en
él. Por este motivo, usualmente se lo interpreta restringido a cierta clase de propiedades que
resulten relevantes desde un punto de vista metafísico, como –por ejemplo– sólo las
propiedades universales intrínsecas (sean o no relacionales). Tomado de este modo, existen
fuertes motivos para dudar del principio19. La cuestión que interesa considerar aquí, sin
embargo, es si acaso Forbes requiere este principio (3) de identidad de los indiscernibles para
su argumento, o si puede apelar a algo más débil. ¿Es que el principio de identidad fundada
debe tomarse simplemente como la identidad de los indiscernibles? Si no es así, ¿cuál es
exactamente el principio que necesita Forbes?
Lo que interesa a Forbes para su argumentación es sostener que no es razonable
diferenciar dos objetos que poseen todas las propiedades intrínsecas monádicas en común. En
efecto, en el argumento se postula que r-en-w2 debe ser identificado con s-en-w3, como
asimismo se postula que t-en-w3 debe ser identificado con t-en-w4. En ambos casos existe en
común un conjunto de propiedades intrínsecas. Existe también un origen en común, pero esto
debe ser descontado, pues si se postulase de entrada el origen como una de las condiciones
que son parte de los respectos que permiten decidir las cuestiones de identidad o diferencia
entre objetos, entonces resultaría ocioso luego argumentar a favor de la necesidad de origen.
La necesidad de origen quedaría automáticamente garantizada por el requerimiento de
18 El principio para la identificación de objetos en diferentes mundos posibles y restringido a propiedades monádicas intrínsecas quedaría como sigue:
(3’) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → (∀P((P es intrínseca y monádica) & (Py ↔ Px)) → (x = y))]
19 Estos motivos están desarrollados en los trabajos citados de D. M. Adams, “Primitive Thisness and Primitive Identity” y J. T. Alvarado, “Esencias individuales e identidad primitiva”. El principio de identidad de los indiscernibles se torna trivial si es que se considera como propiedad admisible la mera auto-identidad. Por ejemplo, sea que Cicerón ≠ César, entonces debe existir al menos una propiedad que diferencie a Cicerón de César, ya sea porque César la posee y Cicerón no, o ya sea porque Cicerón la posee y César no. Está garantizado que exista esta propiedad si es que se admite la propiedad de ser idéntico a Cicerón (λx x = Cicerón), pues dado que Cicerón es diferente de César, es obvio que Cicerón poseerá tal propiedad y César no la poseerá.
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José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 16
identidad fundada. Esto exige, sin embargo, que deban descontarse de los respectos de
comparación para la fundamentación de las relaciones de identidad las propiedades
intrínsecas relacionales. La idea de Forbes debería ser que la comparación de las propiedades
intrínsecas descontando las relaciones causales en las que se vea envuelto un objeto debe ser
suficiente para resolver las cuestiones de identidad o diferencia entre mundos posibles. Al
menos esto es lo que se requiere para que funcione su argumentación.
Aún suponiendo la restricción a propiedades intrínsecas monádicas existe varias
cuestiones que requieren aclaración. Las proposiciones (2) y (3), esto es, la primera
formulación del principio de identidad fundada y el principio de identidad de los
indiscernibles, están sosteniendo cosas bastante diferentes. El primero señala que si dos
objetos en dos mundos posibles diferentes son idénticos, debe existir alguna propiedad
monádica intrínseca en común, de lo que se sigue por contraposición que si dos objetos (en
dos mundos posibles diferentes) no poseen ninguna propiedad intrínseca monádica en común,
entonces son diferentes. No está diciendo el principio que si dos objetos en dos mundos
posibles diferentes poseen todas o algunas propiedades monádicas intrínsecas en común
deban ser identificados. El principio (3) de identidad de los indiscernibles señala justamente
una implicación en este sentido: si dos objetos poseen exactamente todas las propiedades
intrínsecas monádicas en común, son el mismo objeto, de lo que se sigue, por contraposición,
que si poseen al menos una propiedad intrínseca monádica diferente, deben ser diferenciados.
No está diciendo este principio (3) que dos objetos idénticos deben tener todas o algunas
propiedades monádicas intrínsecas en común. Aparte de la diferencia en el orden de
dependencia condicional, existe una diferencia importante en los cuantificadores que están
operando sobre las propiedades monádicas intrínsecas. Considerando todas las formas en que
pueden ocurrir antecedente y consecuente y los cuantificadores, aparecen cuatro
formulaciones alternativas:
(2) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → ((x = y) → ∃P ((P es intrínseca y
monádica) & (x posee P en w1 ↔ y posee P en w2)))]
Ésta es la primera formulación del principio de identidad fundada ya presentado. Un
principio más fuerte es:
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 17
(4) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → ((x = y) → ∀P ((P es intrínseca y
monádica) → (x posee P en w1 ↔ y posee P en w2)))]
Este principio de identidad fundado fuerte señala que si dos objetos de diferentes mundos
posibles son idénticos, deben poseer todas las propiedades monádicas intrínsecas en común y
no simplemente al menos una, tal como lo indica el principio (2) de identidad fundada débil.
A su vez, el principio de identidad de los indiscernibles quedaría en dos formas, fuerte y
débil:
(5) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → (∀P((P es intrínseca y monádica) &
(x posee P en w1 ↔ y posee P en w2)) → (x = y))]
(6) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → (∃P((P es intrínseca y monádica) & (x
posee P en w1 ↔ y posee P en w2)) → (x = y))]
La diferencia entre estos dos principios es que (5) indica que si dos objetos en dos mundos
posibles diferentes poseen todas las propiedades intrínsecas monádicas en común, entonces
son el mismo objeto y (6) indica que si dos objetos en dos mundos posibles diferentes poseen
al menos una propiedad intrínseca monádica en común, entonces son el mismo objeto.
Considerando estas cuatro formulaciones posibles, es claro que se deben desechar de entrada
(4) y (6), esto es, el principio de identidad fundada fuerte y el principio de identidad de los
indiscernibles débil. El primero impondría requerimientos exorbitantes para la identidad de
objetos en diferentes mundos posibles y el segundo implicaría una laxitud inaceptable para
las identificaciones de objetos entre estos mundos. Según el principio de identidad fundada
fuerte sólo puede decirse que dos objetos en mundos posibles diferentes son el mismo objeto
si es que poseen todas las propiedades intrínsecas monádicas en común. Así, por ejemplo,
parece obvio pensar que el gato Micifuz podría haber perdido un bigote. Esto significa que
hay un mundo posible en el que el gato Micifuz (el mismo gato) ha perdido un bigote. Como
poseer un bigote menos implica una diferencia en la forma y, por lo tanto, implica una
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 18
diferencia en una propiedad intrínseca monádica, resulta que la posibilidad de que Micifuz
haya perdido un bigote requiere poder identificar en diferentes mundos posibles objetos que
no poseen todas las propiedades intrínsecas monádicas en común, en contra de lo que postula
el principio (4) de identidad fundada fuerte. Como parece obvio que Micifuz podría haber
perdido un bigote, este principio (4) debe ser rechazado. Por otro lado, el principio de
identidad de los indiscernibles débil exige identificar objetos en diferentes mundos posibles
que poseen al menos una propiedad intrínseca monádica en común. Así, por ejemplo, Gengis
Khan mide más de 1 metro en el mundo actual (wA) y Napoleón Bonaparte mide más de 1
metro en algún mundo posible diferente del mundo actual. Como la estatura es una propiedad
monádica intrínseca, entonces Gengis Khan-en-wA y Napoleón Bonaparte-en-wi (para wA ≠
wi) poseen al menos una propiedad monádica intrínseca en común y, de acuerdo al principio
(6) deben ser identificados. Recuérdese, además, que la identidad es necesaria por lo que si es
que Gengis Khan-en-wA = Napoleón Bonaparte-en-wi, entonces resulta que en el mundo
actual son idénticos Napoleón Bonaparte y Gengis Khan. Esto es un resultado inaceptable,
por lo que (6) debe ser rechazado.
Tal como puede verse, la discusión debe centrarse únicamente en los principios de
identidad fundada débil (2) y de identidad de los indiscernibles fuerte ((5), de acuerdo a la
formulación más exacta). Hay ventajas y desventajas para cada uno de ellos. En primer lugar
considérese el principio (2) de identidad fundada débil. Tiene la ventaja de que parece la
expresión formalizada inmediata de lo que explícitamente ha afirmado Forbes: toda identidad
debe estar fundada en hechos ontológicamente más básicos. La “fundamentación” es la
posesión de propiedades monádicas intrínsecas en común. De esta manera, parece natural
sostener que si dos objetos son idénticos (antecedente), entonces poseerán al menos una
propiedad intrínseca monádica en común (consecuente), tal como lo dice (2). La dificultad
fundamental de este principio es que Forbes requiere identificar a los objetos r-en-w2 con s-
en-w3, como asimismo requiere identificar a los objetos t-en-w3 con t-en-w4 porque
comparten el mismo conjunto de propiedades intrínsecas monádicas. Esto es, pareciera que
Forbes requiere un condicional en la dirección opuesta a la de (2), en que el antecedente es la
posesión de las mismas propiedades monádicas intrínsecas y el consecuente es la identidad.
Esto es lo que hace el principio fuerte de identidad de los indiscernibles (5). Sucede, por lo
tanto, que pareciera que este principio (5) cumple de manera más eficiente las funciones
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 19
teóricas que requiere el argumento de Forbes. Este principio no parece exactamente lo que
daba a entender las formulaciones explícitas de los textos que se han discutido, pero
claramente parece ser lo que, desde una perspectiva sistemática, requiere el argumento de
Forbes. Por este motivo, en lo sucesivo, se tomará el principio (5) de identidad de los
indiscernibles fuerte sencillamente como el requerimiento de identidad fundada.
3. Comparación con el argumento Kripke-Salmon
Será ahora útil hacer una comparación con la línea de argumentación estándar para la defensa
de la necesidad de origen desarrollada por Kripke y Salmon. Hay autores que sencillamente
han identificado éste argumento o familia de argumentos con el de Forbes que se está aquí
discutiendo20. Como se han hecho notar muchas falencias en el argumento estándar, si la
defensa de Forbes es meramente una variación de aquél, las falencias apuntadas también lo
afectarán. La argumentación estándar Kripke-Salmon depende de tres tesis21:
Principio de suficiencia: si es posible que una entidad r de tipo N se origine de m, entonces
necesariamente toda entidad que se genere de m del tipo N (satisfaciendo, además, las
condiciones C) será idéntica a r.
Principio de imposibilidad: ninguna entidad r puede originarse en el mismo mundo posible
de dos materiales completamente diferentes m y n. Un material m se dice “completamente
diferente” de n si y sólo si m y n no tienen ninguna parte en común.
Principio de composibilidad: si (i) un material m puede dar origen a un objeto de tipo N,
satisfaciendo las condiciones C, y (ii) un material completamente diferente n puede dar
origen a un objeto de tipo N, satisfaciendo las condiciones C, entonces es posible que el
material m y el material n originen cada uno de ellos (se entiende que en el mismo mundo
20 En particular J. Hawthorne & T. Szabó Gendler, “Origin Essentialism: The Arguments Reconsidered” Mind 109 (2000), 285-298.21 Aquí se sigue de manera estrecha la caracterización del argumento que se hace en J. Hawthorne & T. Szabó Gendler, “Origin Essentialism: The Arguments Reconsidered”, 287-288.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 20
posible) objetos del tipo N diferentes entre sí, satisfaciendo cada uno de ellos las condiciones
C22.
Aquí, los principios de imposibilidad y de composibilidad parecen plausibles de manera
independiente. No parece posible que un mismo objeto se genere en dos materiales
completamente diferentes o, incluso, sencillamente diferentes, si es que se trata de un objeto
en un único mundo posible23. Por otra parte, si hay un mundo posible w1 en el que un material
m da origen a un objeto de cierto tipo N, y hay otro mundo posible w2 (para w1 ≠ w2) en el
que el material completamente diferente n da origen a un objeto del mismo tipo N, entonces
se puede postular un tercer mundo posible w3 en el que tanto m como n dan origen a objetos
del tipo N diferentes. El problema aparece con el principio de suficiencia que es también el
que efectúa el grueso del trabajo teórico para el argumento. Supóngase, por reductio ad
absurdum que el origen de un objeto fuese contingente. Sea, entonces un primer mundo
posible tal que:
w1: el objeto r del tipo N se genera del material m.
Como, por hipótesis, el origen es contingente, entonces hay un segundo mundo posible en el
que se da el mismo objeto con un origen diferente:
w2: el objeto r del tipo N se genera del material n.
Una cuestión pendiente aquí es determinar exactamente qué se quiere decir cuando se habla
de un “tipo” de entidad. ¿Se trata de la propiedad sortal del objeto en cuestión? ¿Se trata del
conjunto de propiedades monádicas intrínsecas poseídas por ese objeto? No es ésta una
cuestión que interese considerar ahora para los efectos de esta breve discusión. El “tipo de
entidad” puede tomarse, para facilitar la comparación con Forbes, como el conjunto de todas
22 Lo que se dice aquí respecto de los materiales a partir de los que está compuesto un objeto debe entenderse mutatis mutandis para el origen biológico. 23 Naturalmente, si se tratase de mundos posibles diferentes, se estaría de entrada postulando una forma de necesidad de origen, incurriendo así de manera automática en petición de principio. Por otra parte, cuando se habla en el texto de materiales “sencillamente diferentes” se quiere decir que se trata de materiales que poseen al menos una parte en común.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 21
las propiedades monádicas intrínsecas24. Dados los mundos posibles w1 y w2 y el principio de
composibilidad, se tiene un tercer mundo posible:
w3: (el objeto r del tipo N se genera del material m) & (el objeto s del tipo N se genera del
material n)
Dado el principio de imposibilidad, es claro que r-en-w3 ≠ s-en-w3, pues están construidos
con materiales completamente diferentes. Como la diferencia es necesaria, se sigue de esto
que los objetos r y s son diferentes en todos los mundos posibles. En este punto es donde
entra a jugar el principio de suficiencia. Este principio establece que si en un mundo posible,
un material da origen a un objeto de cierto tipo, entonces en todo mundo posible ese material
dará origen al mismo objeto de ese tipo. Como en w1 el material m da origen al objeto r del
tipo N, entonces en w3 también dará origen al mismo objeto r. En w3, sin embargo, es claro
que r ≠ s. Como s ha sido generado del material n y es un objeto del tipo N, debe ser
identificado con r-en-w2 en virtud de este principio de suficiencia. Pero esto implica que r-
en-w1 no puede ser idéntico a r-en-w2. En efecto, el principio de suficiencia tiene como
consecuencia que r-en-w1 = r-en-w3 y que r-en-w2 = s-en-w3. Como r-en-w3 ≠ s-en-w3 se
sigue que r-en-w1 ≠ r-en-w2. La única diferencia entre r-en-w1 y r-en-w2 es que tienen su
origen en materiales diferentes, por lo que este razonamiento mostraría que no es posible que
el objeto r hubiese sido originado a partir de un material diferente del que de hecho ha sido
empleado en su construcción.
Se puede apreciar la importancia fundamental que tiene aquí el principio de
suficiencia para el argumento. Este principio, también, es el que ha concentrado el grueso de
24 Nathan Salmon introduce el “plan” o “tipo de entidad” para reparar el principio de suficiencia y no es demasiado preciso con lo que quiere decir. El “tipo” debería incluir toda la “configuración del material”, pero también otros factores como “el artesano que construyó el objeto, las razones del artesano para construirlo, el lugar y tiempo de construcción”, etc. (cf. N. Salmon, Reference and Essence, 211). Es criticable aquí que Salmon pretenda introducir como parte del “tipo” factores que pertenecen a las condiciones de origen del objeto de que se trate, como son el que produce el objeto y el lugar y tiempo de construcción. La inclusión de estos elementos en una argumentación para la necesidad de origen puede generar de inmediato una petición de principio. Se debe suponer que Salmon ha pretendido justificar la necesidad del material manteniendo fijas las restantes condiciones de origen. Sucede, sin embargo, que este procedimiento (i) no permite la justificación de estas otras clases de condiciones de origen y (ii) tampoco logra inmunizar el argumento contra las críticas (cf. para una discusión detallada de estas cuestiones J. T. Alvarado, “Necesidad de origen y metafísica modal”). Esto hace que lo más razonable será identificar el “tipo” con la clase de todas las propiedades monádicas intrínsecas, tal como acaeció en el caso del argumento de Forbes.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 22
las objeciones25. Es obvio que dado un material cualquiera, éste podría haber dado origen a
una multitud incontable de diferentes objetos en circunstancias contrafácticas. Si considero la
madera de que está fabricado mi escritorio, es obvio que esta misma madera podría haber
constituido una silla, un tótem, un conjunto de juguetes, etcétera. La apuesta del defensor de
esta línea de argumentación es que un fortalecimiento apropiado del principio permitiría
resolver estas dificultades obvias y validar la idea de que, dadas ciertas condiciones
adicionales C que tendrán que ser descubiertas por el filósofo, será el caso que un mismo
material no pueda sino dar origen a un único objeto en todos los mundos posibles. Cuando se
ha propuesto el “tipo de entidad” se ha pensado precisamente en un fortalecimiento de este
estilo. El problema es que ninguna de las reparaciones y complementos del principio de
suficiencia han conseguido su objetivo de manera satisfactoria26.
La cuestión que interesa considerar aquí es qué relación tiene esta línea de
argumentación Kripke-Salmon con el argumento de Forbes. Existe, por de pronto, una
semejanza estructural evidente si es que se pone entre paréntesis, al menos de manera
provisional, el mundo posible w4 del argumento de Forbes. La apelación a este mundo
posible, sin embargo, es lo que hace que el argumento de Forbes pueda dispensarse del
principio de suficiencia, el supuesto más controvertido del argumento Kripke-Salmon, tal
como habrá ocasión de considerar. En la línea de argumentación estándar se consideran
sencillamente dos principios de generación o dos materiales a partir de los cuales puede
construirse un objeto. Luego se toman esos dos materiales y se los contempla co-existiendo
en un mismo mundo posible. Es claro que los objetos son diferentes en ese mundo posible y,
luego –dada la necesidad de la diferencia– en todos los mundos posibles. El argumento es
cerrado, sin embargo, con la introducción del principio de suficiencia del que se sigue que los
materiales m y n co-existiendo en w3 no pueden sino dar origen a un único objeto cada uno de
25 Cf. especialmente T. Robertson, “Possibilities and the Arguments for Origin Essentialism” Mind 107 (1998), 729-749; también Th. McKay, “Against Constitutional Sufficiency Principles” Midwest Studies in Philosophy 11 (1986), 295-304.26 Por ejemplo, cuando se incorpora como condición adicional que el objeto producido a partir de un cierto material sea la instanciación del mismo “tipo” (esto es, el mismo conjunto de propiedades monádicas intrínsecas) es posible pensar en mundos posibles en los que, al igual que en el famoso ejemplo del barco de Teseo, el objeto en cuestión ve reemplazadas sucesivamente todas sus partes materiales por otras de la misma naturaleza. Se toman todas estas partes materiales y se construye con ellas otro objeto del mismo tipo. Así, en ese mundo posible hay dos objetos claramente diferentes construidos con el mismo material y que instancian el mismo “tipo”. El principio de suficiencia reparado identificaría estos objetos, lo que resulta absurdo (cf. N Salmon, Reference and Essence, 219-229; T. Robertson critica las ulteriores reparaciones de Salmon, “Possibilities and the Arguments for Origin Essentialism”, 732-738)
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 23
ellos. Como ese único objeto generado desde m es diferente del único objeto generado por n,
tal como lo muestra el mundo posible w3, resulta que no pueden identificarse los objetos en
w1 y w2 porque poseen orígenes diferentes.
El argumento de Forbes presenta, en cambio, una sutileza mucho mayor. No es el
principio de suficiencia lo que permite inmediatamente justificar que r-en-w1 ≠ r-en-w2, sino
es el hecho de que r-en-w1 debe ser identificado con t-en-w4 y luego t-en-w4 = t-en-w3. Como
en w3, los objetos s y t son claramente diferentes, y como sucede además que s-en-w3 = r-en-
w2, mientras que t-en-w3 = t-en-w4, debe aceptarse –o, al menos, eso parece– que r-en-w1 ≠ r-
en-w2. Aquí el grueso de la tarea la realiza: (i) el principio de identidad fundada, y (ii) la
identificación de r-en-w1 con t-en-w4. No aparece, o al menos, no aparece en la superficie, el
principio de suficiencia.
Ahora bien, alguien podría aquí objetar que la identificación de r-en-w1 con t-en-w4
depende implícitamente en el principio de suficiencia, pues la clase de propiedades
intrínsecas monádicas que instancian son diferentes (recuérdese que r-en-w1 instancia N,
mientras que t-en-w4 instancia M) y el respecto por el que pueden ser identificados es
sencillamente el poseer un origen común en la semilla m. ¿Cuál es el motivo por el que
deben ser identificados r-en-w1 con t-en-w4? Forbes no desarrolla una explicación muy
detallada de la cuestión. Sus indicaciones son las siguientes (contenidas en una nota, por lo
demás):
Un anti-esencialista no puede negar consistentemente que existe un mundo como w [el mundo w4 en la
presentación que se ha hecho aquí], a menos que postule que conjuntamente la propágula y el lugar de origen
de un árbol son esenciales a él. Pero este argumento no causaría problemas a quien quisiera proponer como
una alternativa a (K) [el principio de necesidad de origen biológico] que el lugar y el tiempo de origen de un
organismo les son esenciales. En este trabajo, obviamente, no tengo nada que decir sobre tal persona27.
Ésta es toda la justificación de Forbes. Parece decir aquí que quien rechazase la identificación
entre r-en-w1 y t-en-w4 debería hacerlo sólo si es que sostuviese que tanto el origen como el
lugar de un objeto son esenciales. El rechazo debería estar fundado, para Forbes, en que un
objeto no puede tener origen en una “propágula” (recuérdese que se trata del organismo a
partir del que se ha generado un ser vivo) diferente y en un lugar diferente. Los árboles r-en-
27 G. Forbes, “Origin and Identity”, 362, nota 6.
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José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 24
w1 y t-en-w4 provienen de la misma semilla, pero se encuentran ubicados en diferentes
lugares e instancian diferentes conjuntos de propiedades monádicas intrínsecas. No se ve, en
realidad, por qué quien rechace la necesidad de origen o, al menos, la identificación entre r-
en-w1 y t-en-w4 tenga que hacerlo aquí postulando otras formas de esencialismo. Como se va
a ver más adelante, una consideración crucial puede ser sencillamente la identificación de
objetos entre diferentes mundos posibles atendiendo simplemente al conjunto de propiedades
monádicas intrínsecas (esto es, identidad de “plan” o “tipo”), para lo que no se requiere
ninguna especie de compromiso con la “necesidad del lugar de ubicación” o cosas
semejantes.
La motivación real de Forbes para la identificación de los objetos r-en-w1 con t-en-w4
parece ser otra. Forbes está realmente pensando en los criterios que serían aceptables para
filósofos en los que las identificaciones de objetos entre diversos mundos posibles se efectúa
de acuerdo a criterios contextuales, por ejemplo, mediante relaciones de semejanza entre
contrapartidas, tal como sucede en la metafísica modal de David Lewis28 o en las propuestas
recientes de Theodor Sider29, pero en especial en la forma en que es tratada la cuestión por
John Mackie30. Señala Mackie:
Si estas explicaciones son correctas [las explicaciones sobre el fundamento contextual de la necesidad de
origen] se seguirá que estas necesidades de re son, en un sentido muy amplio, de dicto después de todo.
Aunque estas necesidades se aplican a cosas individuales y clases naturales (“Este hombre podría no haber...”,
“El oro podría no haber...”, etc.), que se les apliquen es primariamente un rasgo de la forma en que pensamos
y hablamos, de cómo manejamos la identidad en asociación con la posibilidad contrafáctica31.
28 Cf. D. Lewis, “Counterpart Theory and Quantified Modal Logic” en Philosophical Papers Volume I, Oxford: Oxford U.P., 1983, 26-46. También On the Plurality of Worlds, Oxford: Blackwell, 1986, 192-220. Lewis combina la concepción de las contrapartidas para la especificación de las condiciones de verdad de los enunciados modales de re con una concepción realista extrema de los mundos posibles, como entidades de la misma “naturaleza” que el mundo actual. La concepción realista extrema es la justificación principal para la metafísica de contrapartidas. Aparece con claridad que éste es el contexto polémico de Forbes o, al menos, buena parte de ese contexto polémico, en “In Defense of Absolute Essentialism”, especialmente 22-26 en que Forbes critica directamente la coherencia de lo que denomina ahí “contextualismo” para las identificaciones inter-mundanas.29 Cf. Th. Sider, Four Dimensionalism. An Ontology of Persistence and Time, Oxford: Clarendon Press, 2001, 188-208 (aquí está tomada la concepción fundamentalmente para resolver los problemas de persistencia temporal); “The Ersatz Pluriverse” The Journal of Philosophy 99 (2002), 279-315.30 Cf. J. Mackie, “De What Re is De Re Modality?” The Journal of Philosophy 71 (1974), 551-561.31 J. Mackie, “De What Re is De Re Modality?”, 560.
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José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 25
Esto es, la idea de Mackie, compartida en este punto por otros defensores de la metafísica de
contrapartidas es que la identificación de objetos en diferentes mundos posibles y, por lo
tanto, la asignación de valores de verdad a enunciados contrafácticos, dependen
sencillamente de una rango abierto, flexible y vago de respectos mediante los que se hacen
identificaciones de diferentes objetos, dependiente del contexto pragmático en el que ciertos
juicios contrafácticos son evaluados,. No hay un listado único de respectos para estas
identificaciones ni tampoco, por lo tanto, un conjunto de hechos objetivos independientes de
los sujetos cognoscentes, sobre qué es idéntico con qué en diferentes mundos posibles.
Forbes está pensando en un escéptico anti-esencialista de este estilo cuando busca identificar
r-en-w1 con t-en-w4, de manera que incluso este escéptico aceptaría la identificación
propuesta. No se trata, como puede verse, de ningún principio de suficiencia implícito. La
cuestión para Forbes es simplemente ésta: ¿aceptaría un anti-esencialista como John Mackie
la identificación entre r-en-w1 y t-en-w4? Estos dos árboles comparten el mismo origen, se
encuentran en ubicaciones diferentes y poseen propiedades monádicas intrínsecas diferentes
también, pero no hay ningún otro árbol en w1 o en w4 respecto del que fuese más razonable
hacer la identificación. El juicio de identidad considera las semejanzas y diferencias entre r-
en-w1 y t-en-w4, y haciendo una ponderación de ellas y de los restantes candidatos para
efectuar la identificación, decide que las desemejanzas se encuentran dentro del rango de lo
aceptable. Este juicio debe efectuarse considerando aspectos contextuales. Podría, por lo
tanto, sufrir variaciones más o menos radicales si es que el contexto de evaluación tuviese
modificaciones también drásticas, pero Forbes confía en que en contextos “normales” la
identificación que ha propuesto debería resultar aceptable. Esto es todo lo que necesita para
su argumento.
Resulta, por lo tanto, que existe una diferencia fundamental entre la argumentación
estándar para defender la necesidad de origen desarrollada por Kripke-Salmon y el
argumento de Forbes que se está aquí discutiendo. En particular y contra lo que ha sido
sostenido por varios intérpretes contemporáneos, el argumento de Forbes no depende del
desafortunado principio de suficiencia de Kripke-Salmon. Se trata de una argumentación
diferente que, al menos por carecer de los defectos de la estrategia estándar, puede en
principio resultar más exitosa para la defensa de la necesidad de origen.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 26
4. Dificultades del argumento de Forbes
Aunque el argumento de Forbes parece no caer en las dificultades específicas de la estrategia
Kripke-Salmon, parece tener dificultades propias que lo desaconsejan para una defensa
exitosa de la necesidad de origen. Son estas dificultades las que se quieren destacar aquí. Hay
que hacer notar que el tipo de crítica que será aquí desarrollada difiere de las críticas de
Robertson, que serán discutidas en la siguiente sección. El argumento de Forbes parece poder
resistir esas críticas. Sus dificultades, si es que las tiene, no tienen que ver con los
contraejemplos y las reducciones propuestas habitualmente contra él, sino en un rasgo
estructural mucho más básico que será presentado aquí.
Tal como ha habido ocasión de apreciar, el argumento de Forbes funciona ofreciendo
al anti-esencialista un trilema. Dados los mundos posibles w1-w4 que se han explicado, con la
peculiar configuración de objetos, orígenes y conjuntos de propiedades intrínsecas monádicas
en esos mundos, se exige del anti-esencialista que indique con qué objeto de w3 debe ser
identificado el objeto r de w1. El rechazo del anti-esencialista de efectuar la identificación
también tiene un costo teórico inaceptable. El principio crucial para conducir a este trilema es
el principio de identidad fundada que será aquí tomado, de acuerdo a la discusión
desarrollada más arriba, como un principio de este tenor:
(5) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → (∀P((P es intrínseca y monádica) &
(x posee P en w1 ↔ y posee P en w2)) → (x = y))]
Esto es, si dos objetos poseen todas las propiedades intrínsecas monádicas en común,
entonces son idénticos (recuérdese que este principio es el de identidad de los indiscernibles
fuerte, en la discusión que se efectuó). El anti-esencialista no podría identificar el objeto r-en-
w1 con s-en-w3, en primer lugar, porque por otro lado t-en-w3 = t-en-w4 y t-en-w4 = r-en-w1,
así es que t-en-w3 = r-en-w1 por transitividad de la identidad. Pero es claro que s-en-w3 ≠ t-
en-w3, así es que debería resultar que r-en-w1 ≠ s-en-w3, en contradicción explícita con la
hipótesis. En segundo lugar, el antiesencialista no podría identificar a r-en-w1 con t-en-w3,
pues por otro lado s-en-w3 = r-en-w2 y (al menos para efectuar la reducción) r-en-w2 = r-en-
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José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 27
w1, de lo que se sigue por transitividad de la identidad que r-en-w1 = s-en-w3. Como es obvio
que s-en-w3 ≠ t-en-w3, resultaría que r-en-w1 ≠ t-en-w3, en contradicción explícita con la
hipótesis. Algo semejante sucede con la tercera hipótesis que podría adoptar el anti-
esencialista, rechazando la identificación de r-en-w1 con cualquiera de los objetos s-en-w3 y t-
en-w3.
Forbes concluye de esta situación, como se ha visto, que debe rechazarse el supuesto
de que r-en-w1 = r-en-w2 y, con ello, la posibilidad de que un objeto pueda tener un origen
diferente del que ha tenido de hecho Es efectivo que si se elimina esta identificación, se
consigue armonizar y hacer coherente la configuración de objetos y de identificaciones inter-
mundanas en el esquema w1-w4. El problema que tiene esta conclusión propuesta por Forbes
es que: (i) no parece ser la única conclusión que puede ser sacada del esquema, ni en
particular la que sería preferida por el anti-esencialista, pero además, (ii) la solución
propuesta por Forbes está en abierta contradicción con el principio de identidad fundada.
Recuérdese, en efecto, que el argumento de Forbes requiere como pieza crucial la idea de que
toda identidad entre objetos de mundos posibles diferentes debe encontrarse fundada en
hechos ontológicamente más básicos. La forma más razonable de entender este
requerimiento, como ha habido ocasión de considerar, es como el principio (5), esto es, un
principio de identidad de los indiscernibles restringido para propiedades monádicas
intrínsecas, según el cual si dos objetos (existentes en mundos posibles diferentes) poseen las
mismas propiedades intrínsecas monádicas en común, entonces son idénticos. Pues bien, la
pregunta que se puede hacer aquí es: ¿por qué no resolver las dificultades del esquema w1-w4
propuesto por Forbes atendiendo exclusivamente a ese principio? En efecto, si se atiende
exclusivamente a la idea de que deben identificarse los objetos que posean todas las
propiedades intrínsecas monádicas en común, entonces sencillamente debe postularse que (a)
r-en-w1 = r-en-w2 = s-en-w3, pues todos estos objetos instancian el mismo conjunto de
propiedades monádicas intrínsecas N; y (b) t-en-w3 = t-en-w4, pues instancian el mismo
conjunto de propiedades monádicas intrínsecas M. Esta solución requiere que se diferencien
r-en-w1 y t-en-w4, pero desde el punto de vista del anti-esencialista, esto es tan aceptable
como diferenciar r-en-w1 y r-en-w2. El anti-esencialista puede, por lo tanto, resolver
perfectamente las dificultades ofrecidas por el esquema de Forbes de los cuatro mundos
posibles w1-w4 desechando la necesidad de origen y aceptando como criterio de
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 28
identificaciones de objetos entre diferentes mundos posibles la instanciación de las mismas
propiedades monádicas intrínsecas. Esto es lo más natural que cabe esperar de un anti-
esencialista, por lo demás, si es que piensa que estas identificaciones deben efectuarse de
manera contextual. ¿Qué mejor criterio contextual para efectuar las identificaciones que la
semejanza perfecta en respectos intrínsecos monádicos? Sucede, entonces, que el argumento
de Forbes no impone realmente una obligación al anti-esencialista, lo que implica que el
argumento sencillamente no es concluyente ni verosímil32.
Si esta dificultad parece seria, existe una mucho más grave. La cuestión es que Forbes
no puede resolver la aporía de los cuatro mundos w1-w4 en la forma que ha propuesto, esto es,
rechazando la identidad de r-en-w1 con r-en-w2 sin incurrir en flagrante contradicción con el
principio de identidad fundada. El principio de identidad fundada exige que dos objetos con
las mismas propiedades monádicas intrínsecas sean identificados. Como r-en-w1 y r-en-w2
instancian el mismo conjunto de tales propiedades N, entonces deben ser idénticos. No puede
ser que Forbes los diferencie desatendiendo el mismo principio que él ha empleado para
arribar a la conclusión que desea. Si, por otra parte, va a desechar el principio para justificar
la necesidad de origen, entonces se quedará sin recursos para plantear la aporía de los cuatro
mundos w1-w4. Parece obvio, por otro lado, o al menos, es altamente plausible pensar que la
necesidad de origen y el principio de identidad fundada son sencillamente incompatibles. No
parece tratarse de una dificultad restringida para esta argumentación de Forbes. Un objeto,
definido por la posesión de un origen único, puede tener después una variedad, en principio
infinita, de diferentes configuraciones posteriores. Una misma semilla puede crecer de
muchos modos. Por supuesto este desarrollo es función de la información genética contenida
en la semilla, pero lo es también de innumerables factores ambientales, del hecho de que, por
ejemplo, hubo un incendio cuando el árbol tenía 5 años, etcétera. Parece obvio, también, que
dos árboles poseyendo un origen diferente podrían llegar a ser réplicas exactas en respectos
intrínsecos monádicos. Nada parece ir en contra de esta suposición. Si se atiende a las
propiedades intrínsecas monádicas parece obvio que habrá que identificar objetos con
diferentes orígenes. Si se atiende a los orígenes, entonces parece obvio que habrá que
32 Hay que acotar aquí que la dificultad apuntada sería mucho más grave si es que Forbes hiciese apelación a un principio de suficiencia para la identificación de r-en-w1 con t-en-w4, pues en este caso, lo que resultaría sería una abierta inconsistencia entre tal principio y la identidad fundada. Esto debe tomarse como una razón sistemática adicional para la interpretación del argumento de Forbes que se ha propuesto en este trabajo, diferenciándolo del argumento estándar Kripke-Salmon.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 29
identificar objetos muy diferentes por respectos intrínsecos monádicos. Así, parece que la
elección de premisas que ha hecho Forbes para su argumento no pudo haber sido más
desafortunada.
Es posible que exista una reparación adecuada del principio de identidad fundada para
que no genere esta inconsistencia notoria, pero tal reparación, si la hubiera, pareciera no
afectar la primera dificultad: el argumento no parece concluyente contra un anti-esencialista.
Por muy debilitado que se encuentre el principio de identidad fundada en alguna
reformulación futura del argumento de Forbes, seguirá operando en el argumento y al mismo
tiempo, ofreciendo al anti-esencialista la herramienta que necesita para resolver la aporía de
los cuatro mundos w1-w4 de una manera satisfactoria a sus propios intereses teóricos y no
satisfactoria para el defensor de la necesidad de origen. Esto parece suficiente para sostener
que el argumento de Forbes no es apto para la defensa de la necesidad de origen.
5. La crítica de Robertson al argumento de Forbes
Será interesante considerar ahora otra línea de argumentación contra la estrategia presentada
por Forbes para la necesidad de origen, que hace patente el mismo tipo de dificultades
sistemáticas a que se ha hecho mención en la sección inmediatamente anterior. Robertson, en
primer término, muestra que un argumento exactamente análogo al argumento de Forbes
podría ser desarrollado pero esta vez para mostrar la necesidad de, por ejemplo, el color de
las hojas de un árbol. Como parece falso pensar que el color de las hojas es esencial a un
árbol, entonces algo debe estar funcionando mal con la estrategia argumentativa de Forbes33.
Considérese, tal como en el argumento original de Forbes, un escenario de cuatro mundos
posibles. Hay un primer mundo posible tal que:
w1: el árbol r tiene hojas verdes e instancia N*.
El conjunto de propiedades N* incluye aquí (i) el origen, (ii) el lugar de ubicación, y (iii)
todas las propiedades monádicas intrínsecas con excepción del color del follaje (no debe
confundirse, por lo tanto, con el conjunto de todas las propiedades monádicas intrínsecas.)
33 Cf. T. Robertson, “Possibilities and the Arguments for Origin Essentialism”, 743-747.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 30
Ahora se va a suponer por reductio ad absurdum que ese mismo árbol pudiese tener hojas de
otro color. Así:
w2: el árbol r tiene hojas azules e instancia N*.
Debe suponerse que la única diferencia que tiene r-en-w1 con r-en-w2 es el color de sus hojas.
Tienen el mismo origen en una misma semilla, ocupan el mismo lugar y poseen, por lo demás
idénticas propiedades monádicas intrínsecas con excepción del color del follaje. Este mundo
posible w2 debe ser admitido por cualquiera que quiera rechazar la necesidad del color del
follaje de un árbol. Luego se postula un tercer mundo posible en el que:
w3: (el árbol s tiene hojas azules e instancia N*) & (el árbol t tiene hojas verdes e instancia
M*)
Aquí en w3 se debe suponer que el árbol s posee el mismo origen que r-en-w1 y r-en-w2,
ocupa el mismo lugar que estos árboles y posee exactamente las mismas propiedades
intrínsecas monádicas con la única diferencia respecto de r-en-w1 del color de su follaje, pues
s tiene las hojas azules. La única diferencia entre w3 y w2 es que en w3 existe además del
árbol con hojas azules un árbol con hojas verdes. Este árbol t-en-w3 instancia M* y, luego,
tiene un origen, una ubicación espacial y un conjunto de propiedades monádicas intrínsecas
diferentes de N*, sea M*. En principio, no se ha decidido si alguno de estos árboles es
idéntico con r-en-w1. Luego, hay un cuarto mundo posible tal que:
w4: el árbol t tiene hojas verdes e instancia M*.
Este mundo w4 sólo se diferencia de w3 en que en w4 no existe un árbol como s de hojas
azules junto con t. Junto a este esquema de cuatro mundos análogo al desplegado por el
argumento de Forbes se debe postular que: (i) r-en-w1 = t-en-w4, y (ii) un principio de
identidad fundada, que no puede ser idéntico al empleado por Forbes pues explícitamente
debería quitarse el color como respecto intrínseco monádico para las identificaciones inter-
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 31
mundanas, pues, de otra manera, el argumento de reducción de Robertson no podría siquiera
partir. Sea este principio revisado:
(5*) ∀x∀y∀w1∀w2 [(x@w1 & y@w2 & w1 ≠ w2) → (∀P((P es intrínseca, monádica y no
es el color del follaje) & (x posee P en w1 ↔ y posee P en w2)) → (x = y))]
En este punto, del mismo modo que en el argumento original de Forbes, se presenta un
trilema para quien quiera rechazar la necesidad del color del follaje. El árbol r-en-w1 (a) es
idéntico con s-en-w3, esto es, el árbol de hojas azules que instancia N*, o (ii) es idéntico al
árbol t-en-w3, esto es el árbol de hojas verdes que instancia M*, o (iii) no es idéntico ni a s ni
a t en w3.
Supóngase, en primer término, (a) que se postulase que r-en-w1 es diferente del árbol
verde t-en-w3 e idéntico a s-en-w3, esto es, el árbol azul. Si este fuese el caso, entonces
debería rechazarse que t-en-w3 es idéntico con t-en-w4, ya que por hipótesis r-en-w1 = t-en-
w4. Pero esto resultaría absurdo pues t-en-w3 y t-en-w4 comparten exactamente las mismas
propiedades intrínsecas monádicas, tienen el mismo origen y ocupan el mismo lugar. No
podrían ser diferentes sino violando lo establecido por el principio de identidad fundada
revisado (5*). Ahora, (b) supóngase que se postulase que r-en-w1 fuese idéntico a t-en-w3. Si
esto fuese así, entonces deberían ser diferenciados r-en-w1 y s-en-w3. Ahora bien, como se
parte de la base de la hipótesis de que r-en-w1 = r-en-w2, debe también postularse que t-en-w2
≠ s-en-w3. Esto, sin embargo, resultaría absurdo pues r-en-w2 y s-en-w3 comparten todas las
propiedades intrínsecas monádicas, el mismo origen y el mismo lugar de ubicación. Luego, si
es que fuesen diferentes existiría una diferencia entre ellos no fundada en ninguna diferencia
intrínseca monádica, en contra del principio de identidad fundada (revisado) (5*). Por lo
tanto, debe rechazarse este cuerno del trilema. Por último, (c) si se sostuviese que r-en-w1 no
es idéntico ni a s ni a t en w3, se viola nuevamente el principio de identidad fundada (5*),
pues el argumento parte del supuesto que r-en-w1 = r-en-w2 y que r-en-w1 = t-en-w4, los que a
su vez, tal como se ha visto, deben ser identificados con los árboles respectivos de w3.
Robertson concluye que, de la misma manera que Forbes ha concluido que debe rechazarse la
inteligibilidad de que el origen sea contingente, aquí también debería concluirse que no es
inteligible el mundo posible w2 y, con ello, que es esencial a un árbol el color de su follaje.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 32
Como a Robertson le parece obvio que el color del follaje de un árbol no es esencial a él34 y
como, estructuralmente, el mismo razonamiento podría construirse para cualquier cosa,
entonces concluye que el argumento de Forbes debe ser absurdo si es que conduce a esta
conclusión increíble.
Robertson plantea este argumento de necesidad del color del follaje como una
generalización que debería ser resistida por Forbes y que –de hecho– podría ser resistida si es
que se defendiese una tesis de necesidad de origen “fuerte”. Toda la estrategia argumentativa
desarrollada por Robertson contra Kripke-Salmon y contra Forbes es que no pueden dejar de
sostener el carácter esencial de todas las condiciones de origen por pequeñas e insignificantes
que éstas sean. Como le parece a Robertson que una necesidad de origen extendida a todas
las condiciones de origen es un exceso, deben rechazarse los argumentos tanto de Kripke-
Salmon como de Forbes35. Ahora bien, ¿cómo podría Forbes contestar la reducción
propuesta? La idea de Robertson es que el argumento desplegado para probar la necesidad
del color de las hojas de un árbol presupone el rechazo de la necesidad de origen. En efecto,
r-en-w1 y r-en-w2 son idénticos en todos los respectos excepto en el color de las hojas, por lo
que deben ser idénticos en su origen. Ahora bien, r-en-w2 es idéntico en todas las propiedades
a s-en-w3, por lo que también tienen el mismo origen, pero entonces s-en-w3 no puede tener el
mismo origen que t-en-w3. Ahora bien, t-en-w3 posee exactamente las mismas propiedades
intrínsecas monádicas M*, la misma ubicación y el mismo origen que t-en-w4. Como, por
hipótesis, r-en-w1 = t-en-w4, entonces deben tener distinto origen, luego el origen no puede
ser esencial a un objeto u organismo. Robertson acota, adicionalmente, que se requiere
excluir no una forma cualquiera de la necesidad de origen, sino una forma fuerte de
necesidad de origen. Esta forma ‘fuerte’ de la necesidad de origen no admite ninguna
diferencia en las condiciones de origen de un objeto u organismo por pequeñas que éstas
sean. Una concepción más ‘débil’ de la necesidad de origen, en cambio, sólo postula que el
34 Parece obvio que las hojas de un árbol pueden ser pintadas con sumo cuidado por alguien y, luego, pasar de verdes a azules o a cualquier otro color. Probablemente esto provocaría la muerte del árbol que no podría realizar fotosíntesis con su follaje pintado, pero esto es otra cuestión. Lo que mostraría el argumento de Robertson es que pintar las hojas de un árbol vendría a ser un “cambio sustancial”, lo que parece –naturalmente– absurdo.35 La idea de Robertson es que lo razonable sería postular una tesis de necesidad de origen “débil” en la que la “mayor parte” de las condiciones de origen son esenciales pero no todas. Según esta tesis es posible que un objeto pudiese tener un origen “levemente” diferente del que ha tenido de hecho, sin afectar su identidad. Por esto también, las críticas de Robertson son perfectamente inocuas para quienes defienden directamente la necesidad de origen fuerte (como, por ejemplo, J. T. Alvarado, “Necesidad de origen y metafísica modal”.)
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 33
origen de un objeto u organismo no puede ser por completo diferente, pero sí admite que las
condiciones de origen pueden ser ‘levemente’ diferentes si es que no se sobrepasa cierto
umbral de tolerancia. Aquí, Robertson alega que el argumento para la necesidad del color de
las hojas de un árbol requiere específicamente rechazar la necesidad de origen ‘fuerte’. En
efecto, supóngase que son tolerables pequeñas variaciones en el material de que está
compuesto un objeto (o en los organismos que dan origen a otro organismo), entonces podría
ser que el árbol t-en-w3 se haya generado de una semilla sintética constituida por las mismas
moléculas que formaron parte en su momento de la semilla que dio origen al árbol s en ese
mismo mundo posible w3 preservando esta semilla sintética el mismo conjunto de
propiedades intrínsecas monádicas. Como t-en-w4 tiene exactamente las mismas propiedades
M* que t-en-w3 posee el mismo origen que él. Luego, se sigue que r-en-w1 y t-en-w4 poseen
el mismo origen en semillas constituidas del mismo modo. No se necesita, entonces rechazar
la necesidad de origen para hacer operar el argumento para la necesidad del color de las hojas
de los árboles (como para la necesidad de cualquier cosa).
La única forma en que podría negarse que r-en-w1 y t-en-w4 posean el mismo ‘origen’
–en el escenario anterior– es si se incluye bajo este ‘origen’ circunstancias como el tiempo en
que ha sido producido un objeto u organismo y el carácter natural o artificial del material u
organismo en cuestión, así como toda otra circunstancia relevante. De esta manera, si Forbes
quiere efectivamente evitar concluir la necesidad de cualquier cosa con su argumento y, en
especial, la necesidad del color de las hojas de los árboles, debe aceptar una tesis de
necesidad de origen ‘fuerte’ que, para Robertson, es implausible al no admitir ni la más
mínima tolerancia a la variación en las condiciones de origen de un objeto u organismo. De
hecho, el objetivo de su crítica a Forbes es mostrar cómo no es posible defender una tesis de
necesidad de origen moderada sin tener que caer en posiciones ‘fuertes’. La intuición de que
las condiciones de origen podrían haber sido levemente diferentes, entonces, va directamente
en contra de la tesis de necesidad de origen.
Robertson, sin embargo, presenta otra crítica mucho más directa apuntando en el
mismo sentido que la anterior, esto es, mostrando que Forbes debe defender una necesidad de
origen ‘fuerte’36. Sucede que la estrategia de argumentación de Forbes es también suficiente,
si es que funciona, para probar una necesidad de origen ‘fuerte’. En efecto, si se quiere
36 Cf. T. Robertson, “Possibilities and the Arguments for Origin Essentialism”, 746-747.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 34
rechazar una necesidad de origen ‘fuerte’, entonces se debe permitir que existan variaciones
admisibles, esto es, suficientemente leves, en las condiciones de origen de un objeto o un
organismo. Sea, entonces, en w1 un organismo r que se genera de m. En w2 el mismo
organismo r se genera de un principio levemente diferente de m, sea n (por ejemplo, n puede
diferir de m sólo en unas cuantas moléculas). Este organismo r-en-w2 es, por lo demás,
idéntico en todas las propiedades intrínsecas monádicas con r-en-w1 en lo que resulte
compatible con la existencia de distintos orígenes. En el mundo posible w3 hay un organismo
s idéntico en todas las propiedades intrínsecas monádicas con r-en-w2, incluyendo el origen
en n, y hay también otro organismo t que se genera del principio m. Se puede suponer que los
materiales de n necesarios para constituir m son retirados de n paulatinamente y
coleccionados para dar origen a s. Luego, hay un mundo posible w4 en el que t se genera de
m y comparte todas las propiedades intrínsecas monádicas con t-en-w3. Surge, entonces, el
dilema sobre si r-en-w1 es o no idéntico a s-en-w3. Etcétera. Por lo tanto, si la argumentación
de Forbes es correcta debe aceptarse una necesidad de origen ‘fuerte’.
La crítica de Robertson, entonces, vincula el argumento de Forbes con una necesidad
de origen que parece poco plausible. Debe decirse, sin embargo, que: (i) la crítica de
Robertson puede ser contestada sin necesidad de los compromisos que ella pretende atribuir
al defensor de la necesidad de origen, sin perjuicio de que no parece haber nada malo con la
necesidad de origen “fuerte”, tal como se ha expuesto en otro sitio37; y (ii) que las dificultades
que se han apuntado tienen una raíz mucho más profunda y mucho más grave38, desatendida
por la discusión existente en la literatura existente.
En primer lugar, considérese que el argumento de Robertson presupone que deben
tomarse como idénticos a r-en-w1 y t-en-w4 en el esquema que ella ha propuesto. Estos
objetos comparten el color de las hojas pero poco más. No instancian el mismo conjunto de
propiedades M*, tienen diferente lugar de ubicación, diferente origen e instancian un
37 Cf. J. T. Alvarado, “Necesidad de origen y metafísica modal”.38 Este aspecto de la cuestión tampoco ha sido apreciado por la discusión filosófica que han generado las críticas de Robertson, cf. J. Hawthorne & T. Szabó Gendler, “Origin Essentialism: The Arguments Reconsidered”, 291-297; T. Robertson, “Essentialism: Origin and Order” Mind 109 (2000), 299-307; G. Forbes, “Origins and Identities”, 5-16. La discusión se ha concentrado en si puede concebirse como propiedad “intrínseca” el orden en que ha sido generado un objeto u organismo en una secuencia de procesos de sustitución paulatina de partes del tipo del ‘barco de Teseo’. Existen, por de pronto, dificultades mucho más profundas, pero debe hacerse notar que si se adopta una concepción realista de la causalidad, en la que ésta no sea reducible o superviniente a otros tipos de hechos ontológicamente más básicos, entonces es perfectamente aceptable que las dependencias causales de un objeto, entre las que deben contarse las vicisitudes que hayan sufrido los materiales de que esté compuesto un objeto, son propiedades intrínsecas relacionales de éste.
Revista Observaciones Filosóficas Epistemología y Lógica / Enero 2007
José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 35
conjunto de propiedades intrínsecas monádicas diferentes (con excepción del color del
follaje) Ahora bien, dadas estas diferencias, ¿por qué deberían ser identificadas? Dado el
cuadro de cuatro mundos presentados, un crítico de la necesidad del color del follaje
sencillamente rechazaría este supuesto de r-en-w1 = t-en-w4, atendiendo para sus
identificaciones sencillamente a lo que rinda el principio de identidad fundada (revisado)
(5*), esto es, atendiendo sencillamente a qué objetos instancian respectivamente los
conjuntos de propiedades N* y M*. Para esto no se requiere una necesidad de origen “fuerte”
como lo sostiene Robertson sino simplemente el tipo de necesidad de origen que pueda
desprenderse de la semejanza entre los objetos que aparece en el esquema. De hecho, en este
esquema w1-w4, los objetos semejantes e identificados por los respectos relevantes, poseen el
mismo origen. Nada hay que suponer sobre el carácter “fuerte” o “débil” de esta necesidad de
origen.
Tal como se ha podido ver, el argumento de Robertson puede ser neutralizado con
relativa sencillez. El problema, sin embargo, es que los motivos que permiten neutralizar este
argumento de reducción de Robertson son básicamente los mismos que se han empleado para
neutralizar el mismo argumento de Forbes. Robertson está equivocada, entonces, al pensar
que el argumento de Forbes es inaceptable porque conduce a la necesidad de origen fuerte,
pero está equivocada (dejando a un lado la cuestión particular sobre la necesidad de origen
que parece independientemente aceptable) porque hay vicios de fondo en el argumento de
Forbes comúnmente desatendidos en la discusión filosófica existente. El argumento de
Robertson de reducción tendría que funcionar, al parecer, incurriendo en el mismo tipo de
incoherencia que se ha detectado en el argumento original de Forbes. Por un lado, la
conclusión que se pretende sacar del esquema de cuatro mundos w1-w4 es que debe
desecharse la suposición de que r-en-w1 = r-en-w2 y, con ello, debe desecharse la
contingencia del color del follaje de un árbol (y de casi cualquier cosa), pero esto es algo que
precisamente no puede hacerse en virtud del principio de identidad fundada (5*) que
identifica a esos objetos, principio que, por lo demás, ha sido necesario para arribar a la
conclusión deseada.
Sucede, entonces, que las mismas dificultades que afectan de manera, al parecer,
decisiva el argumento de Forbes afectan la crítica que se ha hecho a su argumento apelando a
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José Tomás Alvarado Necesidad de origen e Identidad fundada; consideraciones críticas en... 36
la misma estrategia básica. Esto hace pensar, por lo tanto, que el argumento de Forbes no es
apropiado para una defensa de la necesidad de origen.
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