Neurobiología de La Lectura
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n.o47/20116,50
NEUROBIOLOGA DE LA
LECTURA Qu ocurre en nuestro cerebro cuando leemos?
9771695
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MENT
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CAPACIDAD EMOCIONAL
EMPATA Y VIOLENCIA
PSICOPATOLOGA
TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO
NEUROCIENCIA
MENTE SANA EN CUERPO SANO
EPIGENTICA
ENTRE LOS GENES Y EL AMBIENTE
PSICOLOGA
LA MENTIRA
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Disponible en su quiosco el nmero de marzo
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SUMARIO
EMOCIONES
14 LA VIOLENCIA: LA OTRA CARA DE LA EMPATA
Luis Moya Albiol
La empata y la violencia podran com-partir circuitos cerebrales. Tal particula-ridad abre caminos nuevos en la investi-gacin para prevenir y tratar la conducta violenta en criminales y delincuentes.
NEUROCIENCIA
22 EJERCICIO CORPORAL PARA LA MENTE
Steve Ayan
La actividad fsica estimula el desarrollo intelectual en la infancia y juventud, fortalece la mente en la madurez y mantiene las facultades cognitivas en la senescencia. Por qu?
PERCEPCIN
32 DE CMO LA MENTE PERCIBE EL MOVIMIENTO
Pascal Wallisch
A simple vista, la percepcin del movi-miento resulta una tarea sencilla, mas en realidad entraa un sistema de fun-cionamiento renado a la par que bsico de la actividad mental.
LECTURA
36 EL BENEFICIO ENCUBIERTO DE LEER
Christian Wolf
La lectura implica mucho ms que disfrutar de un pasatiempo agradable: promueve la concentracin, favorece la empata y ayuda a prevenir la degene-racin cognitiva.
EPIGENTICA
56 ENTRE LA HERENCIA Y LA EXPERIENCIA
Christian Wolf
Gentica o ambiente, qu inuye ms? Segn las nuevas investigaciones, ni una ni otro, pues, en verdad, estos supuestos antagonistas colaboran estrechamente. La epigentica ayuda a entender por qu.
IMPRONTA GENTICA
61 DOTACIONES DISMILES
Melinda Wenner Moyer
La herencia materna y paterna no es casual. El desarrollo de ciertas aptitudes dependen ms de la carga gentica de un progenitor que de otro.
Marzo / Abril de 2011 N 47
61 HERENCIA
78 ANSIEDADLLORAR 66
SUMARIO
66661111 HHHHEEEERRRR
22 EN FORMA
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TERAPIA
78 DISOCIACIN DE ASOCIACIONES
Lena Jelinek y Steffen Moritz
Una alternativa a los tratamientos clsi-cos en el trastorno obsesivo-compulsivo consiste en que el propio paciente elimi-ne sus prejuicios.
PSICOLOGA
66 EL LENGUAJE DE LAS LGRIMAS
Joachim Marschall
Al contrario de lo que reza la creencia popular, llorar no siempre facilita el des-ahogo. Su funcin es, ante todo, comu-nicativa: solo el consuelo de los dems levanta el nimo del apesadumbrado.
SECCIONES5 Encefaloscopio
Salud mental... Somatizaciones... Conducta... Salud... Adicciones... Reproduccin... Educacin.
9 Retrospectiva La meloda de las circunvoluciones
44 Entrevista Stanislas Dehaene:
El cerebro y la palabra escrita
48 Mente, cerebro y sociedadi Efectos de la cafena y la glucosai Qu ocurre cuando nos enfadamos?i Trastorno paranoide de la personalidadi El potencial de disparidadi Trastorno psictico inducido por el alcohol
87 Syllabus La mentira
90 Ilusiones El poder de la simetra
93 Libros Mente animal... Experimentacin animal.
TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO
72 RITUALES SIN FIN
Anne Katrin Klz y Ulrich Voderholzer
Perseveran en sus acciones y pensa-mientos sin cesar, sin poder evitarlo. La disfuncin en un circuito regulador especco del cerebro podra ser una de las causas del trastorno obsesivo-com-pulsivo, una psicopatologa que pertur-ba la vida de quienes la padecen.
EL PODER DE LA LECTURA36 EL BENEFICIO ENCUBIERTO DE LEER42 EFECTO STROOP44 EL CEREBRO Y LA PALABRA ESCRITA
PSICOLOGA CRIMINAL
82 INFANTICIDIO
Stephan Harbort
La madre es la habitual autora en los casos de infanticidio. En busca de una explicacin de semejante conducta, los investigadores analizan la situacin psquica de las delincuentes.
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F. ASENSI: Ejercicio corporal para la mente, Dotaciones dismiles, Disociacin de asociaciones, Infanticidio; NGEL GONZLEZ DE PABLO: De cmo la mente percibe el movimiento, El lenguaje de las lgrimas, Rituales sin n; NOELIA DE LA TORRE: El benecio encubierto de leer; LEX SANTATALA: Efecto Stroop; IGNACIO NAVASCUS: Entre la herencia y la experiencia; LUIS BOU: Encefaloscopio, Entrevista, Ilusiones; MARIN BELTRN: Retrospectiva, Entrevista; ROLF GASER: Syllabus
COLABORADORES DE ESTE NMERO
ASESORAMIENTO Y TRADUCCIN:
Portada: Dreamstime / Francesco Ridol
DIRECTORA GENERAL Pilar Bronchal GarfellaDIRECTORA EDITORIAL Laia Torres CasasEDICIONES Yvonne Buchholz
Anna Ferran CabezaErnesto Lozano Tellechea
PRODUCCIN M. Cruz Iglesias CapnAlbert Marn Garau
SECRETARA Puricacin Mayoral MartnezADMINISTRACIN Victoria Andrs LaiglesiaSUSCRIPCIONES Concepcin Orenes Delgado
Olga Blanco Romero
EDITA
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Gehirn & Geist
HERAUSGEBER: Dr. habil. Reinhard Breuer CHEFREDAKTEUR: Dr. Carsten Knneker (verantwortlich) ARTDIRECTOR: Karsten Kramarczik REDACTIONSLEITER: Dipl.-Psych. Steve Ayan REDAKTION: Dr. Katja Gaschler, Dipl.-Phych. Christiane Gelitz, Dipl.-Biol. Anna von Hopffgarten, Dr. Andreas Jahn (Online-Koordinator), Dipl.-Theol. Rabea Rentschler FREIE MITARBEIT: Joachim Marschall SCHLUSSREDAKTION: Christina Meyberg, Sigrid Spies, Katharina Werle BILDREDAKTION: Alice Krmann, Anke Lingg, Gabriela Rabe REDAKTIONSASSISTENZ: Petra Mers VERLAGSLEITER: Richard Zinken GESCHFTSLEITUNG: Markus Bossle, Thomas Bleck
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MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 5MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 5
SALUD MENTAL
Antidepresivos y personalidadMenos neuroticismo y ms extroversin podran propiciar mejora en la depresin
La familia y los amigos de personas deprimidas pueden sentir que sus seres queridos han sido reemplazados por sosias tristones. No obstante, es posible que el tratamiento de
la depresin provoque cambios de personalidad en quienes
padecen el trastorno.
Desde hace tiempo es sabido que gran parte de la mejora de
nimo que reeren los pacientes despus de tomar antidepre-
sivos se explica por efecto placebo. Un estudio publicado en la
revista Archives of General Psychiatry describe que pacientes
con trastorno depresivo grave, a quienes se les administr un
placebo, sintieron que sus sntomas mejoraban en unas
tres cuartas partes en comparacin con quienes
recibieron paroxetina (antidepresivo co-
nocido tambin por Paxil). Mas solo los
pacientes que tomaron paroxetina ex-
hibieron cambios en dos reas crticas
del modelo pentafactorial de la perso-
nalidad: puntuaciones bajas en neuro-
ticismo o propensin a experimentar
emociones negativas (culpa, ansiedad),
y elevadas, en cambio, en extroversin,
donde guran rasgos como la asertividad
y la charlatanera.
Se cree que los rasgos de la personalidad permanecen esta-
bles durante toda la vida de un individuo. Ni siquiera al instau-
rarse la depresin, que se acompaa de estados de profundo
desnimo, deberan verse alterados los rasgos caracterolgicos
bsicos de la persona. La personalidad, en cambio, s puede
condicionar la probabilidad de sufrir una enfermedad mental.
Investigaciones anteriores determinan que el neuroticismo
condiciona el riesgo de depresin, explica Tony Tang, de la
Universidad del Noroeste. Tang y sus colaboradores observa-
ron que cuanto ms disminua el neuroticismo
de un paciente al tomar paroxetina, menor
era la probabilidad de recidivas tras dejar
de consumirla.
El estudio demuestra que los medi-
camentos antidepresivos y los place-
bos poseen en muchos casos efectos
distintos, afirma Andrew Leuchter,
investigador de la depresin de la Uni-
versidad de California, lo que podra
explicar, en parte, ciertas formas de
benecio teraputico para determina-
dos pacientes.
Allison Bond
Parece que la visin de enfermos pue-de inducir cambios en el sistema inmunitario. Investigadores de la Uni-
versidad de Columbia Britnica presenta-
ron a probandos dos series de imgenes
consistentes, la una, en individuos que
blandan armas de fuego, la otra, en per-
sonas dolientes o enfermas. Despus de
que los voluntarios vieran las series, se
les extrajo sangre, que se expuso a cier-
tas bacterias; luego se midieron en esta
la concentracin de interleucina-6 (IL-6),
segregada por los leucocitos en respues-
ta al estrs o a traumatismos. Aunque
segn los voluntarios las imgenes de
gente armada les causaban mayor estrs
que la visin de enfermedades, los an-
lisis no conrmaban tales declaraciones.
Mientras que la serie armas provoc la
elevacin de un mero 7 por ciento en la
concentracin de IL-6, esta se incremen-
t en un 24 por ciento tras la visin de
enfermos.
Desde el punto de vista evolutivo, pa-
rece razonable que el sistema inmunitario
responda de manera enrgica cuando es
necesario, opina Mark Schaller, psic-
logo y coautor del estudio. Si veo a mi
alrededor a un grupo de personas enfer-
mas cabe la posibilidad de que exista una
infeccin en el entorno, por lo que ms
vale que ponga mi sistema inmunitario
a punto. Se ignora la forma exacta en la
que una imagen puede traducirse en una
activacin de clulas inmunitarias, son
muchos los compuestos neuroqumicos
que conectan el cerebro con el sistema
inmunitario. Harn falta ms estudios
para elucidar la cadena exacta de acon-
tecimientos.
Emily Anthes
SOMATIZACIONES
Inmunizacin a primera vistaObservar a un enfermo puede generar cierta proteccin frente a la enfermedad
ENCEFALOSCOPIO
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DREAMSTIME / LUIS FRANCISCO CORDERO
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6 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
CONDUCTA
La testosterona tambin juega limpioLa hormona de la agresin puede lograr que las personas resulten ms amables con sus semejantes
Bocazas en el bar, temerario en la conduccin, despectivo con el deportista estrella que se encuentra en baja forma. Se trata del primate testosterona, la encarnacin jactancio-
sa de la agresividad masculina, el vivo reejo de la expresin
brutal, egocntrica y antisocial de la testosterona.
Para explorar e indagar ms a fondo este fenmeno,
Christoph Eisenegger, neurocientfico de la Universidad
de Zrich, y su equipo disearon un estudio en el que
participaban solo mujeres y en el que tomaban parte
en paralelo la testosterona y el dinero, raz este ltimo
de todos los males, como es sabido. Se demostr que si
el xito depende de actuar de una forma equitativa, el
aumento en la testosterona no incita a la agresin, sino
a la cooperacin.
El estudio se basaba en un juego bipersonal sencillo, ya
analizado en bastantes ocasiones, en el que los probandos
han de repartirse una cierta suma de dinero. Una de las
jugadoras propona, a un solo envite, una forma de repar-
tirse la cuanta. Si la otra participante aceptaba, cada una
reciba lo acordado. Mas si rechazaba la propuesta, las dos
se quedaban sin nada.
A las mujeres que habran de plantear el reparto les fue
administrada, ora testosterona, ora placebo. Para asegurarse
de que la testosterona inuyera en el comportamiento, la
dosis fue suciente para multiplicar por 400 los niveles
basales de dichas mujeres. Tras la administracin, bien de
hormona, bien de placebo, se les pidi que tratasen de adi-
vinar qu sustancia se les haba administrado.
Las participantes que recibieron placebo, creyendo haber
recibido hormona, solo ofrecieron repartos equitativos en
un 10 por ciento de las veces, inducidas, tal vez, por pre-
juicios negativos y estereotipados sobre los efectos de la
testosterona. Por otra parte, aquellas que recibieron testos-
terona pero juzgaron que era placebo, propusieron repartos
equitativos en un 60 por ciento de las veces, frecuencia
bastante mayor que en los casos de acierto en lo adminis-
trado: 30 por ciento para la hormona y 50 por ciento para
el placebo.
En denitiva, explica Eisenegger, los efectos de la hor-
mona dependen del contexto. Al parecer, la testosterona
alienta la ambicin de victoria cualesquiera que sean los
medios para lograrla. Si la meta consiste en ser el rey del
monte, las fuertes concentraciones de testosterona pueden
llevar a la agresin verbal o fsica. Pero si el premio consis-
te en el mutuo benecio, esa misma hormona engendra
colaboracin.
Sandy Fritz
LA POSTURA Y EL PODERUna pose dominante eleva los niveles de testosterona
Es probable que su jefe ocupe mucho espacio: los anima-
les dominantes exhiben su estatus mediante la adopcin
de posturas voluminosas; los humanos no somos la ex-
cepcin. Un estudio apunta a que tales poses modican
los niveles hormonales. Cuando los investigadores soli-
citaron a los probandos que pusieran los pies sobre la
mesa o que, sentados, inclinasen el torso hacia el escri-
torio, los voluntarios experimentaron alzas en testos-
terona, as como descensos en cortisol, la hormona del
estrs. Los probandos no solo se sentan ms podero-
sos; su siologa indicaba que realmente lo eran, arma
Dana R. Carney, psicloga de la Escuela de Negocios de
la Universidad de Columbia. As pues, ponga los pies en
alto y pregntese: A ver, quin manda aqu?.
Frank Bures
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El hecho de que personas muy ca-feteras, as como las fumadoras, parecen manifestar menor riesgo de
sufrir la enfermedad de Parkinson ha
motivado a cientcos de la Universi-
dad de Washington a vericar los efec-
tos del caf y de los cigarrillos. Leo Pa-
llanck y sus colaboradores se valieron
de moscas de la fruta genticamente
modicadas de modo que sus clulas
dopamnicas fueran muriendo al enve-
jecer (la muerte de clulas productoras
de dopamina en el cerebro provoca los
temblores y otras limitaciones motoras
caractersticas del prkinson). Al admi-
nistrar a las moscas caf y extractos
de tabaco, las clulas dopamnicas
de los insectos sobrevivan; adems,
su esperanza de vida aumentaba. Los
cientcos descartaron que las sustan-
cias protectoras fueran la cafena y la
nicotina; el caf y el tabaco contienen
otras sustancias prometedoras. Las
droslas constituyen un magnco
sistema para aproximarnos a los prin-
cipios activos responsables de la mejo-
ra, explica Pallanck.
Michele Solis
SALUD
Caf y cigarrillosAlgunas sustancias del tabaco y del caf podran favorecer la proteccin cerebral
ADICCIONES
Los fumadores ante la muerteSon disuasorias las advertencias de las cajetillas?
A partir de 2012, Estados Unidos se sumar a los pases que ya rotulan las
cajetillas de cigarrillos con
grandes fotografas de rga-
nos lesionados, extremidades
amputadas u otras impresio-
nes desagradables o espanto-
sas. Algunas investigaciones
han dado pbulo a la idea de
que las imgenes de enferme-
dades inducidas por el tabaco
llevan al fumador a percibir
su propia mortalidad. Sin
embargo, un estudio apunta
a que tales recordatorios no
siempre producen los efectos
deseados.
Jamie Arndt, psiclogo de
la Universidad de Missouri,
pidi a estudiantes fumado-
res que respondiesen a unos
cuestionarios concebidos, en
un caso, para inducirles pen-
samientos sobre su mortali-
dad, y en otro, para llevarles a
considerar las consecuencias
de suspender un examen. A
continuacin, ofrecieron un
cigarrillo a los probandos;
midieron la intensidad con
que fumaban, objetivada en
el volumen, el flujo y la dura-
cin de cada calada. Entre los
probandos poco habituados
a tal hbito, los que contes-
taron al cuestionario sobre
mortalidad fumaron con me-
nor intensidad que los que se
enfrentaron al posible sus-
penso. Segn Arndt, es pro-
bable que quienes fumaban
poco o de forma ocasional
respondieron a la induccin
de pensamientos sobre la
muerte tratando de reducir
su propia vulnerabilidad. Los
fumadores empedernidos, en
cambio, reaccionaron inha-
lando de manera ms vigoro-
sa el humo de sus cigarrillos.
En este caso Arndt sugiere
que tal vez los participantes
tratasen de aliviar un estado
de nimo negativo median-
te una actividad placentera.
Aunque las causas se desco-
nocen, las relaciones psicol-
gicas entre tabaquismo y el
temor a la muerte son ms
complejas de lo que se presu-
ma. As, el grafismo impre-
so en las cajetillas puede no
ejercer en todos los consumi-
dores el efecto deseado.
Karen Schrock
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8 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
La depresin posparto afecta entre el 10 y el 15 por ciento de las mujeres. Numerosos mdicos creen que esta depre-sin obedece a los cambios hormonales de la madre que ha
dado a luz, sin embargo, no se conocen pruebas sucientes de
una relacin entre las uctuaciones hormonales extremas y el
trastorno depresivo. El hecho de que los padres padezcan tam-
bin de tal depresin demuestra que no es solo una cuestin
de hormonas.
Al descubrir que la de-
presin posparto afecta a
parejas con problemas o
faltos de apoyo, los bilo-
gos Randy Thornhill y F.
Bryant Furlow, de la Uni-
versidad de Nuevo Mxi-
co, y el propio autor, su-
girieron por separado que
dicha depresin posee un
origen evolutivo. Sabemos
que muchos animales me-
joran sus posibilidades de
transferencia gentica (re-
produccin) mediante el
abandono de sus cachorros
cuando escasea la comida o
no encuentran apoyo para
la crianza.
Cuando a una madre le falta el apoyo de su pareja o de otros
familiares, quiz se convenza de que no puede sacar adelante
a su criatura. El sufrimiento emocional que acompaa al tras-
torno depresivo se comporta en cierto modo como un dolor
fsico. Los estudios conrman que las madres con depresin
posparto reducen de manera notable el esfuerzo para la crianza
de sus hijos y a menudo les vienen ideas de acometer dao a
su beb.
Sin embargo, son muy pocos los progenitores aquejados de
depresin posparto que abandonan al recin nacido. Dicho
trastorno podra cumplir otra funcin: la falta de inters de una
madre por su beb despertara deseos de ayudar en otras perso-
nas. Ciertos estudios sugieren que al acentuarse los sntomas de
depresin en las madres, los padres dedican ms atencin a los
nios; fortalecer el apoyo social es uno de los mejores medios
para mitigar tal tipo de depresiones.
No obstante, las supuestas funciones de la depresin no se
han comprobado todava. Si usted o una persona querida su-
fre el trastorno de marras, acuda de inmediato a un mdico:
existen tratamientos ecaces, que incluyen antidepresivos y
sesiones de psicoterapia.
Edward H. Hagen
EDUCACIN
La diversin motivaAdvertir a los alumnos de la trascendencia de un trabajo puede resultar contraproducente
Todo docente sabe que hay alumnos que se sienten motivados de forma inherente para sobresalir, mien-tras que a otros, sencillamente, les resulta indiferente.
Los psiclogos William Hart, de la Universidad de Alaba-
ma, y Dolores Albarracn, de la Universidad de Illinois,
proponen remodelar la tarea, dndole un carcter ms
ldico, para lograr que los rezagados superen a aque-
llos que sobresalen. La forma en que un docente plantea
una actividad puede inuir en el xito de los alumnos
al realizarla.
Los investigadores clasicaron a los jvenes probandos
segn la semejanza de notas escolares, agrupndolos en
interesados por destacar e interesados en pasarlo bien.
Tras ello, solicitaron a los estudiantes que mirasen la
pantalla de un ordenador que emita breves destellos
con palabras asociadas al xito escolar (logro, perfec-
cin o sobresalir). En pruebas subsiguientes, sopas de
letras o el juego del ahorcado (o scrabble), los ansiosos
por sobresalir obtuvieron resultados mejores que los
indiferentes.
Dicho experimento vino a conrmar las presunciones
usuales, sin embargo el estudio posterior rompi los
esquemas. Los participantes fueron acicateados de nue-
vo con palabras de excelencia; tambin se les pidi que
completasen un ejercicio de bsqueda de palabras. Esta
vez, en lugar de presentarles la tarea como un examen
formal de competencia lingstica, los investigadores
anunciaron que se tra-
taba de jugar. Los re-
sultados de esa simple
modicacin semntica
fueron impresionantes:
los supuestos rezaga-
dos no solo realizaron
mejor la tarea en la se-
gunda ronda, sino que
sus puntuaciones supe-
raron al grupo de nota-
bles y sobresalientes.
Los autores del estudio
sealan que para ciertos
estudiantes, cuando una
tarea es propuesta como
diversin, aumenta
su motivacin y rendi-
miento.
David DiSalvo
REPRODUCCIN
Causas de la depresin pospartoEl estado depresivo tras el parto podra deberse al instinto animal de supervivencia
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RETROSPECTIVA
Planteamos la eterna pregunta: cmo se explica la existencia de personas sumamente inteligentes y de enorme
talento? Hace tres siglos, los frenlogos
pensaban que las proporciones y abulta-
mientos del crneo podan distinguir a
genios de criminales. Al examinar una
sociedad psicolgica alemana la cabeza
de Charles Darwin, uno de sus miembros
declar que presentaba la protuberan-
cia de la veneracin tan desarrollada
como para valerle a diez sacerdotes. En la
Europa y Norteamrica del siglo XIX, va-
rios acadmicos distinguidos, entre ellos
Gauss, Broca, Gall, Pavlov, Osler y otros,
legaron su cerebro para el estudio anat-
mico; algunos con la probable esperanza
de dejar la conrmacin pstuma de su
genialidad.
Al inicio, los anatomistas compa-
raban el peso bruto y el volumen del
cerebro en su conjunto, mientras que
con los lbulos y las circunvoluciones
superficiales hacan lo que buenamente
podan. Con la llegada de la anatoma
microscpica consiguieron investigar
diferencias histolgicas, mas en 1928 los
investigadores llegaron a la conclusin
de que los primeros estudios no propor-
cionaban una base a partir de la que
[se pudieran] inferir capacidades menta-
les. Sin embargo, neurofisilogos de la
poca empezaban a identificar regiones
especficas del encfalo responsables de
la funcin motriz general y la activi-
dad sensorial. En los ltimos decenios,
los neurohistlogos han desarrollado
la citoarquitectura, clasificacin que
les permite contar neuronas y clulas
de apoyo (oligodendrocitos, astrocitos
LA MELODA DE LAS CIRCUNVOLUCIONESA lo largo de la historia, los cientcos han intentado descifrar el enigma eterno: la clave del talento.
El cerebro de los pianistas podra albergar la respuesta
CHARLES T. AMBROSE
CEREBROS VIRTUOSOS
A los 21 aos de edad, el pianista Lang Lang debut en el Carnegie Hall.
Las investigaciones revelan cmo la adquisicin de habilidades especcas se
asocia con cambios en la estructura del cerebro. Qu podramos descubrir si
analizramos el cerebro de este virtuoso del piano?
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10 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
y clulas gliales) en distintas reas ce-
rebrales.
Durante el decenio pasado, las imge-
nes cerebrales obtenidas por tomografa
de emisin de positrones (TEP) y por re-
sonancia magntica funcional (RMf) han
permitido localizar, de forma no invasi-
va, funciones y respuestas diversas. Pero
incluso provistos con tales herramientas,
el enigma persiste: dnde se origina el
talento?
Cerebros geniales Albert Einstein, quien falleciera en 1955
en Princeton a los 76 aos de edad, es el
genio moderno ms venerado. Sin embar-
go, su cerebro tuvo un destino tortuoso:
durante varios aos permaneci en un
frasco con formaldehdo guardado en un
armario de Kansas, de ah fue trasladado
a Berkeley y en la actualidad se conserva
en Hamilton. En la Universidad McMas-
ter de dicha localidad estadounidense,
el cerebro de Einstein se compar con
los encfalos de un grupo de varones de
edades similares. El rgano cerebral del
fsico guraba dentro de los lmites nor-
males, excepto en los lbulos parietales
(regin responsable de la cognicin vi-
suoespacial y del pensamiento matem-
tico, que eran un centmetro ms anchos
un 15 por ciento que los del grupo
de control. Segn Sandra F. Witelson, con
los conocimientos de esa poca sobre el
desarrollo del cerebro es probable que
ya se distinguiera la forma singular del
encfalo del cientco.
Cada uno de los lbulos parietales
posteriores de Einstein constaba de un
compartimiento diferenciado, en vez de
los dos caractersticos separados por la
cisura de Silvio. Con anterioridad, en
la Universidad de California en Berkeley,
Marian Diamond y sus colaboradores ha-
ban informado de que la isocorteza (las
seis capas exteriores de materia gris) del
lbulo parietal izquierdo de Einstein (el
rea 9 de Brodmann) contena un 77 por
ciento ms de clulas gliales por neurona
que los cerebros de otros 11 varones nor-
males de entre 47 y 80 aos de edad.
Tal proporcin sugera una respuesta de
las clulas gliales a una mayor necesidad
metablica neuronal y podra reejar el
mayor uso de dicho tejido en la expre-
sin de sus poco comunes poderes con-
ceptuales.
Sin duda, las personas con una capa-
cidad musical desarrollada, caso de los
compositores, directores y concertistas
eminentes, pueden competir en talla in-
telectual con los genios matemticos. Los
grandes pianistas combinan varias fun-
ciones: odo, percepcin, apreciacin, me-
moria y ejecucin. En el sentido del odo
se implica la corteza auditiva primaria,
la cual se encuentra en gran medida en la
regin anteromedial de la circunvolucin
de Heschl (giro transverso anterior del
lbulo temporal). Un estudio publicado
en Nature Neuroscience en 2002 arma
que este giro es 2,3 veces ms grande y el
doble de activo en el cerebro de msicos
profesionales que el de aquellos que no
lo son, dato que sugiere una plasticidad
en el cerebro humano que se desarrolla
bajo condiciones de intensa formacin
musical. La naturaleza histolgica de tal
aumento sigue pendiente de estudio.
Volviendo al repaso cronolgico, a me-
diados del siglo XIX, Jean Pierre Flourens
(1794-1867) sostena que las funciones
cognitivas son la actividad integrada de
todo el cerebro. En fecha ms reciente, el
premio Nobel Eric Kandel y el psiquiatra
RESUMEN
Encfalo y genialidad
1 Los avances en el conocimien-to de la estructura y funciona-miento del cerebro han permitido
relacionar sus transformaciones
con capacidades especcas.
2 El proceso para pulir las habi-lidades motrices puede tener paralelismo con el modo en que
aumenta el almacenamiento me-
morstico.
3 Pese a que el incremento de las sinapsis y la eciencia si-nptica en las reas motrices expli-
can parte del virtuosismo al piano,
tambin debera considerarse la
neurognesis.
CORTEZA MOTRIZ
La adaptacin pictrica del homnculo
motor de Wilder Peneld representa la
cantidad de corteza motriz primaria dedica-
da a las partes del cuerpo. El entrenamien-
to intenso incrementa la representacin
cortical de la parte del cuerpo adiestrada,
por ejemplo, en la regin asociada con los
dedos de un msico habilidoso.
Mano
Brazo
Ho
mb
ro
Codo
Mu
eca
Dedos
Pulgar
TOM
DU
NN
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Larry Squire reiteraron que la memoria
no es una facultad unitaria de la mente,
sino que se compone de sistemas ml-
tiples, cada uno con lgica y neuroana-
toma propia. As, la memoria contiene
dos sistemas, a corto y a largo plazo, los
cuales se ubican en regiones del cere-
bro distintas. La memoria a largo plazo
consta de dos tipos: el recuerdo explci-
to, declarativo y consciente (relacionado
con experiencias y acontecimientos), y
el recuerdo implcito, no declarativo e
inconsciente (asociado con las habilida-
des motoras, hbitos, etctera). Varios
autores han localizado ambos tipos en
la isocorteza de las regiones cerebrales
de arriba, en concreto, en las cortezas
frontal y parietal, as como en los lbulos
temporales mediales. El estudio sobre el
almacenamiento de la memoria se com-
plica con la hiptesis de que recordar
qu y cmo son cuestiones dispa-
res que pueden hallarse localizadas en
regiones diferentes de la isocorteza. En la
actualidad se desconoce hasta qu punto
se encuentran circunscritas las reas de
asociacin de recuerdos especcos. No
sabemos, por ejemplo, si la experiencia
y el conocimiento memorizados de un
estudio de Chopin reside en la misma
regin de la corteza que los de un pre-
ludio de Bach.
El movimiento en el encfaloLa localizacin de funciones motrices
comenz cuando Marc Dax (1771-1837),
compatriota de Flourens, inform de afa-
sia en pacientes diestros que sufran un
derrame cerebral con hemiplejia derecha,
es decir, incapacidad a causa de alguna
lesin del hemisferio izquierdo. Varios
decenios despus, Paul Broca (1824-1880)
corroboraba dicha observacin, de tal
suerte que el rea motriz del habla en
el hemisferio cerebral izquierdo fue de-
nominada rea de Broca (circunvolucin
frontal inferior izquierda).
Aunque los primeros neurosilogos
se interesaron por la localizacin de las
funciones sensoriales en el cerebro, en los
ltimos tiempos, la ciencia ha centrado
su atencin en la localizacin de la me-
moria. Mas, en comparacin con la me-
moria y el odo (entendiendo por tal la
compleja respuesta global a un estmulo
auditivo), las funciones motoras resultan
ms fciles de localizar y probablemente
de investigar. As, se han cartograado en
las reas discretas de proyeccin sobre la
supercie del hemisferio cerebral, como
muestra el famoso homnculo motor
diseado por el neurocirujano Wilder
Peneld.
El proceso para pulir las habilidades
motrices ms delicadas puede tener
paralelismo con la manera en cmo
aumenta el almacenamiento memors-
tico. Los mecanismos propuestos para
incrementar la memoria se han centrado
en una de las dos explicaciones alterna-
tivas, no excluyentes. Por un lado, las
sinapsis ya existentes pueden cambiar
como resultado de alteraciones en la
expresin gnica local, de forma que
producen nuevas protenas y crece el n-
mero de vesculas cerca de la membrana
presinptica. Por otro, pueden generarse
nuevas sinapsis (sinaptognesis). Los es-
tudios sobre la memoria han prestado
hasta ahora poca atencin a una terce-
ra posibilidad: la neurognesis. En mi
opinin, el aumento de las sinapsis y el
incremento de la eciencia sinptica en
las reas motrices clave puede explicar
en parte el virtuosismo al piano, pero su-
giero que tambin debera considerarse
la neurognesis.
La plasticidad del cerebro adultoHasta el decenio de los setenta del si-
glo XX, el dogma de la neurofisiologa
sostena que la generacin de neuronas
nuevas en la mayor parte del cerebro
se limitaba al perodo de la embriog-
nesis, salvo raras excepciones, como las
clulas granulares del bulbo olfativo y
el hipocampo. Se crea, pues, que tras el
nacimiento, la regeneracin de las neu-
ronas se limitaba a los nervios perifri-
cos. Mas al comprobarse que todas las
reas corticales del cerebro presentaban
plasticidad (cambios con el tiempo), las
modulaciones en funcin y actividad se
atribuyeron a los cambios sinpticos. Sin
embargo, estudios recientes sugieren que
la neurognesis tambin puede desempe-
ar una funcin.
Se reconoce ahora que el cerebro hu-
mano posee una plasticidad extraordina-
ria, as como un potencial para restaurar
una funcin perdida. Despus de lesiones
localizadas en el encfalo, los dcit neu-
rolgicos a menudo se pueden mejorar
con un entrenamiento especial. En pocas
palabras, es posible provocar cambios en
el cerebro de forma discrecional. Ahora
bien, qu esperaramos encontrar en las
personas sanas que realizan movimien-
tos minuciosos mentalmente exigentes
(como los mecangrafos y los msicos)?
Desarrollan cambios morfolgicos con-
EXPANSIN DE LA MATERIA GRIS
En 2004, se entren a voluntarios durante
tres meses para dominar unos juegos ma-
labares bsicos. Mediante RMf se conrm
la expansin de materia gris en dos reas
localizadas de los cerebros.
CO
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12 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
sistentes y apreciables en reas motrices
determinadas del cerebro?
Los pianistas siempre han sido conside-
rados buenos candidatos para ese tipo de
estudios. En los aos veinte del siglo XX,
Rudolf Klose examin el cerebro de un
joven pianista prodigio, Goswin Skeland
(1872-1900), mas solo inform sobre la
morfologa macroscpica (El tamao del
giro supramarginal resulta enorme). Hoy
en da, un examen detallado del encfalo
de pianistas experimentados informara
sobre la topografa neuronal, adems de
otros detalles de la estructura, con lo que
podran conocerse las caractersticas dis-
tintivas de este giro tan enorme .
Una opinin extendida sobre la neu-
rognesis es que las neuronas nuevas
pueden deberse a la transformacin de
clulas madre y su migracin a lugares
relevantes. La base siolgica de tales
cambios, no definida an, podra im-
plicar clulas accesorias adyacentes que
liberan factores qumicos, clulas endo-
teliales o ambas, las cuales estimularan
el crecimiento de nuevos vasos circula-
torios (angiognesis).
Mayor irrigacinEl neuropatlogo Alfred Meyer se reri,
en una nota a pie de pgina, a un traba-
jo de B. K. Hindze publicado hace unos
50 aos, en el que demostraba que en el
cerebro de las personas con capacidades
excepcionales la irrigacin arterial es ms
elaborada que en aquellos sujetos con ca-
pacidades mediocres. Sin embargo, dicho
estudio era demasiado limitado para
permitirnos sacar conclusiones deniti-
vas. En 1974 se describi el ujo sangu-
neo del cerebro de pacientes con esqui-
zofrenia crnica; otro estudio registr el
ujo sanguneo del hemisferio asociado
con el habla y la lectura de personas nor-
males (en ambas investigaciones se utili-
z el mtodo xenn-133 con 32 detectores
colocados junto a la cabeza del probando).
En el ltimo caso, los autores armaban
que el ujo sanguneo del cerebro se ha-
llaba regulado en ltima instancia por la
actividad metablica del tejido neuronal.
Fred Wolf y Frank Kirchhoff midieron en
2008 el ujo sanguneo por RMf, tras lo
que armaron que la actividad del astro-
cito afectaba al ujo sanguneo local.
Los siguientes nueve informes descri-
ben un aumento del encfalo o del
volumen de reas corticales determi-
nadas despus de varios estmulos. En
los cuatro primeros, los investigadores
no tomaron en consideracin la posibi-
lidad de la neurognesis; en los ltimos
cinco, s.
1 A principios del decenio de los
ochenta, William Greenough y sus
colaboradores entrenaron a ratas
adultas en laberintos. Descubrieron
que los campos dendrticos de las
neuronas piramidales de la corteza
visual de los mridos haban aumen-
tado con respecto al grupo de con-
trol. Las ratas entrenadas en tareas
motrices complejas tambin presen-
taban mayor grosor de la corteza
cerebelosa respecto a los roedores
de control que se haban sometido
a una actividad fsica mayor median-
te dispositivos diversos, como ruedas
de ejercicio. Segn los autores, los
resultados implicaban cambios en
el nmero de sinapsis en el proce-
so de la memoria. Sin embargo, no
continuaron con una investigacin
histolgica concluyente.
2 Ya en los noventa, Gregg Recanzo-
ne y sus colaboradores entrenaron
a monos para que discriminaran dos
estmulos vibratorios aplicados en un
dedo. Despus de varios miles de en-
sayos descubrieron que el tamao de
la representacin cortical del dedo
entrenado se duplicaba con creces
con respecto a las mismas reas del
resto de los dedos.
3 En 1995, Thomas Elbert utiliz tc-
nicas de neuroimagen para estudiar
a un grupo de violinistas diestros.
Hall que la representacin cortical
de los dedos de la mano izquierda
de dichos msicos de cuerda era
mayor que en los sujetos de control
(la mano derecha mueve el arco,
por lo que hay mucho menos movi-
miento y estimulacin de las yemas
de los dedos).
4 Bogdon Draganski y sus colabora-
dores estudiaron en 2004, mediante
escneres de RMf, a jvenes volun-
tarios que haban llegado a dominar
los tpicos juegos malabares tras tres
meses de entrenamiento. Descubrie-
ron que la sustancia gris se expanda
en el rea media temporal y en el
surco intraparietal posterior izquier-
do. La expansin disminuy tres me-
ses despus.
5 En 1962, Joseph Altman realiz los
primeros estudios neurolgicos con
marcado radiactivo. Inyectaba 3H-
timidina en lesiones provocadas en
el cuerpo geniculado lateral de ra-
tas adultas. Encontr marcadores en
clulas gliales, en neuroblastos y en
unas cuantas neuronas en el rea de
la lesin o cerca de ella. Juzg que la
presencia de neuroblastos marcados
apoyaba un proceso de neurognesis
en el rea reparada.
6 En el decenio de los ochenta, el la-
boratorio de Fernando Nottebohn
inform de que en el cerebro ante-
rior (hyperstriatum) del canario hem-
bra el volumen de dos ncleos del
control de voz (conjuntos funciona-
les de neuronas y clulas asociadas)
aumentaba en el apogeo de la tem-
porada de canto; luego disminua
para volver a aumentar durante la
temporada de canto siguiente. El re-
pertorio de canciones de los canarios
cambia todos los aos. A las aves se
les inyect 3H-timidina, compuesto
que se incorpora al ADN de clulas
que se replican. En las aves que reci-
bieron el marcador se comprob que
el aumento de volumen en un rea
en particular vena acompaado de
clulas precursoras neuronales glia-
les, endoteliales y migratorias mar-
cadas; todas ellas se interpretaron
como signos de neurognesis.
El estudio de la neurognesis
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MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 13
Todos estos estudios no explican si el
aumento de la sangre se produca a travs
de capilares existentes o recin formados
(estos ltimos surgiran quizs en un
procedimiento anlogo a la angiogne-
sis tumoral). Una consideracin recproca
es si el incremento del ujo sanguneo
en un rea podra estimular en la misma
un mayor desarrollo de neuronas o de
astrocitos, tal como permite tambin
que proliferen clulas malignas en cier-
tos tumores slidos. Michael Chopp y sus
colaboradores han examinado agentes
que promueven la neurognesis y la an-
giognesis durante la recuperacin de un
derrame cerebral inducido en animales.
Segn sus resultados, las metaloprotei-
nasas de la matriz expresadas en la vas-
culatura periinfarto son quimiotcticas
para los neuroblastos que emigran de la
zona subventricular. La angiognesis fue
supervisada por RM.
CodaLos concertistas de piano representan
un modelo humano de actividad mo-
triz altamente integrada. El rea motriz
primaria de las manos y los brazos se en-
cuentra en la circunvolucin precentral
del lbulo frontal. Si una RMf de tal rea
revela en los pianistas profesionales un
aumento del ujo sanguneo, cabe pre-
guntarse si ello se debe a neocapilares
inducidos previamente por un pptido
angiognico; similar al factor de la angio-
gnesis derivado del macrfago o factor
de necrosis tumoral alfa. La angiognesis
se ha estudiado en condiciones patol-
gicas determinadas, como los tumores
cerebrales (glioblastomas) y los casos de
derrame. El presente artculo sugiere una
funcin no patolgica de la angiognesis
en cerebros sanos y estimulados.
Buscar un pptido (o pptidos) angiog-
nico ligado al talento en la neurognesis
sera difcil en pianistas experimentados:
los concertistas de piano son escasos y
venerados, por lo que podra contrariar-
les una investigacin neuroqumica de
sus cerebros. Adems, sus extraordina-
rias habilidades motrices se desarrollan
durante muchos aos de prctica, por lo
que el largo intervalo podra dicultar
la identicacin de un supuesto pptido
angiognico presente y activo solo en el
inicio de los nuevos capilares. Por el con-
trario, parece verosmil, si nos basamos
en trabajos como el de Nottebohn sobre
el canto de los pjaros (vase el recuadro
Estudio de la neurognesis), que man-
tener un alto nivel de destreza al piano
requiere la continua estimulacin de un
factor angiognico con el n de preservar
un lecho capilar local desarrollado.
Charles T. Ambrose se licenci en medicina en la Escuela Mdica Johns Hopkins. Imparte
microbiologa patgena en la Universidad de
Kentucky. Ha publicado extensamente sobre
historia de la medicina.
American Scientist Magazine
BIBLIOGRAFA COMPLEMENTARIA
LEARNING AND RECEPTIVE FIELD PLAS-
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of the National Academy of Sciences
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y Q. Jiang en Stroke, vol. 38,
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7 En 1998, Peter Ericksson y sus co-
laboradores inyectaron a cinco
pacientes en fase terminal bromo-
desoxiuridina (BrdU), un nucle-
tido sinttico que, al igual que la 3H-timidina, se incorpora al ADN
de clulas que se replican. Descu-
brieron que, tras su muerte (entre
varias semanas y dos aos despus),
ciertas clulas de la circunvolucin
dentada del hipocampo se halla-
ban marcadas con dos BrdU y con
un marcador neuronal especco.
Interpretaron los resultados como
indicadores de gnesis de nuevas
neuronas a partir de clulas proge-
nitoras que se dividen en el giro.
8 Un ao despus, en 1999, Elizabeth
Gould y su equipo administraron a
macacos adultos BrdU. Despus de
una semana encontraron neuronas
maduras marcadas en las cortezas
prefrontal, temporal inferior y pa-
rietal, lo que indicaba que las neu-
ronas se aaden a la neocorteza
de los primates en edad adulta.
Los autores no consideraron los
estudios previos de Altman y Not-
tebohn como denitivos o como
pruebas de neurognesis.
9 Por ltimo, el trabajo de Marian
Diamond y sus colaboradores en
2004 demostr que factores nu-
tricionales y otras inuencias am-
bientales afectaban al crecimien-
to continuo del cerebro humano
despus del nacimiento. Las ratas
a las que proporcionaban jugue-
tes y ruedas de ejercicio (entorno
enriquecido) desarrollaban ms
clulas gliales por neurona en la
corteza occipital. Observaron asi-
mismo cambios en el tamao del
estroma neuronal, la densidad de
neuronas, la longitud de las ramas
dendrticas, la densidad dendrti-
ca en la espina, la longitud de las
sinapsis y los recuentos de clulas
gliales.
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14 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
La violencia: la otra cara de la empataLa empata y la violencia podran compartir circuitos cerebrales.
Tal particularidad abre caminos nuevos en la investigacin para prevenir
y tratar la conducta violenta en criminales y delincuentes
LUIS MOYA ALBIOL
MISMOS CIRCUITOS
Los circuitos neuronales de la
empata convergen en parte
con los de la violencia.
DEN
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ARO
Ponerse en el lugar de los dems, en eso consiste la empata. Para algunas perso-nas resulta una tarea sencilla, casi innata. Para
otras, representa un proceso complicado, un
esfuerzo activo que no siempre se logra, mas
no por ello resulta imposible. Por lo general, se
puede aprender a ser emptico, a mejorar dicha
capacidad e incluso a interiorizarla. El cerebro
emptico entiende con mayor facilidad los
sentimientos, las emociones y los pensamien-
tos de otras personas. Tal habilidad depende
de la educacin recibida, de las experiencias
vividas y del aprendizaje de vida de cada uno,
aunque tambin inuyen factores biolgicos,
como la disposicin y conformacin de las
estructuras cerebrales, la accin de diversos
neurotransmisores, la estimulacin hormonal
y, posiblemente, la carga gentica. Las mujeres,
en general, se muestran ms empticas que los
hombres. Ello se debe, en parte, a la exposi-
cin prenatal a las hormonas sexuales, proceso
que organiza el cerebro en un modo especco,
conformndolo como masculino o femenino
antes del nacimiento mediante la accin cere-
bral de los andrgenos y los estrgenos. Dicha
armacin no signica que un hombre no pue-
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MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 15
RESUMEN
Los dos lados del contagio emocional
1Un componente cognitivo y otro emocional conforman la
capacidad de empatizar.
2 Ser emptico resulta importante en el mbito social, adems
de producir consecuen-
cias siolgicas.
3 Las redes neurona-les de la empata y de la violencia podran
solaparse, ser parcial-
mente similares.
da ser ms emptico que una mujer. De hecho,
muchos varones lo son; adems, las diferencias
dentro de un mismo gnero resultan siempre
mayores que las que surgen al comparar hom-
bres y mujeres. Mas, segn las estadsticas, ellas
son ms empticas que ellos.
La empata se conforma de dos componen-
tes: uno de naturaleza cognitiva, otro de natu-
raleza emocional. El primero se relaciona con
la capacidad de una persona para comprender
y abstraer los procesos mentales de otro indi-
viduo. El segundo se reere al acercamiento
de un sujeto al estado emocional de otro, as
como a las reacciones que ello le provoca. A
pesar de la dicultad de evaluar la empata,
se han elaborado escalas y cuestionarios para
medirla. Uno de los instrumentos de medida
ms empleados es el ndice de Reactividad In-
terpersonal (IRI), que evala la empata desde
una perspectiva amplia y en todas sus dimen-
siones, incluyendo factores cognitivos (toma de
perspectiva y fantasa) y emocionales (preocu-
pacin emptica y malestar personal).
La toma de perspectiva consiste en la habi-
lidad y la capacidad para comprender el pun-
to de vista del otro; la fantasa es la capacidad
imaginativa de una persona para ponerse en
situaciones cticias. Por su parte, la preocu-
pacin emptica reeja los sentimientos de
compasin, inquietud y afecto ante el malestar
del otro, mientras que el malestar emocional
consiste en los sentimientos de desazn que
se producen al observar experiencias negati-
vas en los dems. A travs del cuestionario IRI,
con todas sus escalas, se obtiene una medida
bastante fehaciente de la empata en todas sus
dimensiones. La diferenciacin entre ambos
componentes, cognitivo y emocional, es impor-
tante: se empieza a observar que los circuitos
neuronales que los regulan son diferentes.
Cerebro y empataQu sabemos sobre las bases biolgicas de la
empata? Evaluar la empata, como ya se ha
sealado, no resulta tarea fcil; incluso es casi
imposible en situaciones reales. A consecuencia
de ello, en la ltima dcada se estn llevando a
cabo estudios en el laboratorio que reproducen
de forma controlada aquello que ocurre en la
vida real, en situaciones cotidianas. Aunque
la medicin y la evaluacin de la empata en
el laboratorio tambin es una tarea ardua, el
desarrollo de las tcnicas de neuroimagen o
de estudio del cerebro humano in vivo permite
avanzar en el conocimiento del circuito neuro-
nal implicado en su regulacin y expresin.
El descubrimiento de las neuronas espejo
(neuronas que se activan al observar un estado
motor, perceptivo o emocional de otro indivi-
duo) ha facilitado avanzar en la comprensin
del modus operandi del cerebro emptico. En
primates no humanos y en seres humanos
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16 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
desarrollar una accin concreta y observarla
cuando la lleva a cabo otro individuo activa
la representacin cerebral del sistema motor,
efecto que se plasma en las neuronas espejo
ubicadas en las cortezas promotora y parietal.
Adems, dichas neuronas permiten al observa-
dor entender las intenciones del otro, aspecto
muy relacionado con el componente cognitivo
de la empata [vase El descubrimiento del
otro, por Katja Gaschler; MENTE Y CEREBRO,
n.o 23]. Al menos en humanos, existen dife-
rencias notables entre individuos: aquellos con
mayor empata presentan tambin una mayor
activacin del sistema motor de las neuronas
espejo. Por todo ello, las neuronas espejo per-
mitiran explicar cmo somos capaces de ac-
ceder a la mente de otros y comprenderla, de
modo que facilitan la conducta social entre las
personas.
En la actualidad, diversos investigadores
analizan los circuitos neuronales implicados en
la empata a travs de experimentos relaciona-
dos con las emociones, la expresin del asco, el
dolor o el perdn. Los estudios incluyen tcni-
cas de neuroimagen, en especial la resonancia
magntica funcional, que permite obtener fo-
tografas del cerebro en momentos puntuales,
como cuando se maniesta empata.
Estmulos y expresin de ascoA travs de investigaciones en las que se mos-
traba a los probandos fotografas con conteni-
do emocional neutro, positivo o bien negativo,
o en las que los voluntarios deban adoptar la
perspectiva de otra persona en situaciones neu-
tras o con carga emocional, se ha comprobado
un aumento de la actividad en la corteza occi-
pital y lmbica. Los resultados de los estudios,
sin embargo, no siempre coinciden, incluso
abarcan en cada caso un gran nmero de es-
tructuras cerebrales. As, en una investigacin
se observ que al evaluar el estado emocional
de otras personas, las mujeres mostraban una
mayor activacin de la corteza frontal inferior
derecha que los hombres, lo que indicara que
ellas, en las interacciones sociales cara a cara,
emplean en mayor medida reas cerebrales que
contienen neuronas espejo. Dicho mecanismo
biolgico podra encontrarse en la base del
contagio emocional. Asimismo, se ha com-
probado que aunque el reconocimiento de ros-
tros incrementa la activacin del hemisferio
derecho en ambos gneros, solo en las mujeres
ms empticas se registra una mayor activa-
cin de dicha regin. Comienzan, por tanto, a
conocerse las diferencias en las partes del cere-
bro que regulan la empata, diferencias ligadas
en especial al hemisferio derecho.
Uno de los mtodos de estudio de la empata
hacia emociones negativas consiste en el exa-
men de la expresin de asco. La experiencia
en s misma, as como su observacin en otras
personas, activa dos estructuras cerebrales: la
nsula anterior y el oprculo frontal adyacen-
te (o IFO, en su conjunto). La lesin en dichos
rganos modica, pues, la propia experiencia
de asco y su interpretacin en otros, por lo que
desempearan un papel fundamental para el
contagio emocional y la comprensin empti-
ca. El IFO se relaciona asimismo con la empata
para las sensaciones gustativas agradables (por
ejemplo, al observar a alguien tomando una
bebida placentera), no solo con las repulsivas
o desagradables.
Empatizar para el dolorEs probable que el mayor nmero de es tudios
sobre empata se haya llevado a cabo en el con-
texto del dolor. Tal estado psicolgico muestra
una gran importancia evolutiva, ya que permi-
te adaptarnos al medio, adems de facilitarnos
la supervivencia. El dolor puede experimentar-
se en s mismo de manera directa o percibirse
a travs de los dems, ya que es el producto de
una combinacin de componentes sensoriales,
perceptivos y emocionales. Tales componentes
poseen su base neurobiolgica: los aspectos
sensoriales y perceptivos del dolor se hallan
regulados por la corteza sensorial primaria y
secundaria; el componente afectivo-motiva-
cional, por su parte, se asienta en la corteza
cingulada anterior y la nsula. Toda la red de
circuitos neuronales asociada con dicha sensa-
cin constituye la matriz del dolor.
Pese a la estrecha relacin entre los com-
ponentes, diversas investigaciones basadas en
tcnicas de neuroimagen indican que solo el
componente emocional de la matriz se involu-
La nsula anterior y el oprculo frontal adyacente se relacionan con el contagio emocional de sensaciones agradables y repulsivas
LAS NEURONAS ESPEJO
Hallazgos recientes en primates
no humanos muestran que las
neuronas espejo no solo se re-
lacionan con la representacin
de la accin, sino que tambin
facilitan la comprensin de los
otros y sus intenciones, lo que
estara muy relacionado con
el componente cognitivo de la
empata.
MA
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MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 17
cra en la empata para el dolor. No obstante, no
debe olvidarse que la empata, adems de emo-
cional, es tambin cognitiva y sensoriomotora,
por lo que podra asentarse en mecanismos
bsicos que posibiliten la representacin de las
sensaciones de los dems en el propio sistema
sensoriomotor. En este sentido, algunos inves-
tigadores han aplicado estmulos dolorosos en
las manos de sujetos ajenos o con vinculacin
emocional con la persona examinada; otros
estudios analizaban las expresiones faciales de
dolor. Segn se comprob, la percepcin del do-
lor de otras personas puede variar en funcin
de algunos factores moduladores, como la ex-
periencia previa o el gnero del observador. As,
un estudio mostr que la matriz del dolor se
activa en mayor medida en observadores inex-
pertos en prcticas de acupuntura (se inserta-
ban agujas en diversas partes del cuerpo, como
la boca, las manos y los pies) que en mdicos
con experiencia en tal actividad. Por lo gene-
ral, las mujeres se maniestan ms reactivas
que los hombres a la observacin de estmulos
dolorosos y, por lo tanto, ms empticas para
el dolor ajeno.
En resumen, al observar el dolor de otros,
puede producirse una activacin de los circui-
tos neuronales que regulan tal sensacin, es
decir, de la empata para el dolor. Dicha ac-
tivacin y su intensidad dependen de multitud
de factores, como la personalidad del sujeto
o su vinculacin afectiva con la persona que
experimenta el dolor, entre otras. Aun as, no
siempre se produce; no todas las personas ac-
tivan esas redes cerebrales al observar el dolor
ajeno. Yendo ms all, podra existir una ac-
tivacin en otro sentido? Es posible una acti-
vacin placentera? Puede sentirse placer con
el dolor de los dems? Ms adelante tratar de
responderse a la cuestin. Valga como avance
que las redes neuronales de la empata y de la
violencia podran solaparse de algn modo, lo
que dara respuesta a tales interrogantes.
Actitud emptica y perdnUn conjunto de trabajos han valorado la ca-
pacidad de perdonar a otras personas en rela-
cin con la empata. En un primer momento,
se indic que tanto los juicios empticos como
los de perdn activaban el lbulo frontal, en
concreto, la circunvolucin frontal superior
izquierda y la corteza orbitofrontal. De forma
especca, las actitudes empticas activaban
las reas temporal medial izquierda y frontal
inferior izquierda, mientras que el perdn ac-
tivaba el giro cingulado. La implicacin de es-
tas estructuras en la empata y el perdn se ha
conrmado en un estudio posterior en el que
se aplic una terapia cognitivo-conductual a
pacientes de ambos gneros con trastorno por
estrs postraumtico. Los probandos deban
leer una historia cticia y emitir un juicio so-
bre la misma intentando especular acerca de
las intenciones de los otros, evocar empata y
establecer juicios de perdn sobre sus acciones.
La activacin de las estructuras cerebrales para
la empata y el perdn cambiaron conforme se
resolvan los sntomas de estrs postraumtico,
por lo que la terapia podra haber contribuido a
que se produjese una respuesta neuronal nor-
malizada ante las tareas propuestas.
Limitaciones de los estudiosLas investigaciones sobre empata y cerebro
han sido objeto de crtica por la inadecuacin
de algunos de sus aspectos metodolgicos. A
modo de ejemplo, algunos investigadores selec-
cionaban aquellos resultados de actividad sig-
nicativa en relacin con algunas estructuras
cerebrales, pero ignoraban otros, de manera que
construan la medida de la actividad cerebral a
partir de ciertos datos; ello poda incrementar
las correlaciones entre reas cerebrales y empa-
ta, y aportar resultados poco ables.
Sin embargo, no todos los estudios presen-
tan tales limitaciones metodolgicas. En cual-
quier caso, se trata de los primeros avances
que permiten analizar y determinar las reas
cerebrales implicadas en la empata.
Si bien existe un avance en el uso de los
estudios de neuroimagen para investigar la
empata, cabe sealar el vaco que impera en
otros parmetros biolgicos, como las hor-
monas, los neurotransmisores, los ge-
nes o los indicadores inmunolgicos.
Por otro lado, cabe sealar que se
ha empezado a analizar la funcin
de la oxitocina, hormona relaciona-
da con la conducta social, obser-
vndose que la administracin
de dicha sustancia aumenta
la empata para el dolor.
171717777777777
otros parmetros biolgicos, como las hor-
monas, los neurotransmisores, los ge-
nes o los indicadores inmunolgicos.
Por otro lado, cabe sealar que se
ha empezado a analizar la funcin
de la oxitocina, hormona relaciona-
da con la conducta social, obser-
vndose que la administracin n
de dicha sustancia aumentat
la empata para el dolor.
EN LOS DEMS
Una de las estrategias expe-
rimentales para analizar la
empata es a travs de los
estudios sobre el dolor ajeno:
al observarlo se puede activar
la matriz del dolor o con-
junto de estructuras cerebra-
les que regulan este estado
psicolgico.
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AM
ARO
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18 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
Todava faltan, sin embargo, trabajos que ana-
licen la relacin de la empata con otras hor-
monas, caso del cortisol, hormona principal
del estrs con una funcin importante en la
violencia humana.
Violencia y empata: dos caras de la misma moneda?Tras revisar y analizar las investigaciones sobre
empata y cerebro, puede concluirse que algu-
nas regiones cerebrales, como la corteza pre-
frontal, el lbulo temporal, la amgdala y otras
estructuras del sistema lmbico, desempean
una funcin fundamental en la empata. El sis-
tema lmbico est implicado en las emociones,
pero tambin en la habilidad de ponerse en el
lugar de los dems. Dicha parte del encfalo
recibe el impulso primario para transferirlo
ms tarde a la corteza cerebral, en concreto, a
la parte temporal y prefrontal. Esta zona con-
creta del cerebro (que caracteriza a nuestra es-
pecie por su desarrollo notable frente a otros
primates no humanos) controla y regula los
impulsos y, por tanto, la accin de expresar o
no una emocin determinada. En el caso de la
empata, los sentimientos experimentados por
otras personas se analizan e integran en dichas
reas del cerebro.
Podran estar implicadas las mismas reas
cerebrales en la empata y la violencia? Contes-
Los estudios sobre cooperacin permiten analizar la em-
pata en el laboratorio. En este sentido, nos planteamos
llevar a cabo el siguiente experimento: dos sujetos deban
construir juntos una casa con piezas de lego a semejanza
de un modelo previamente construido. De este modo, la
cooperacin mediante la comunicacin visual (no se ad-
mita la comunicacin oral) resultaba imprescindible para
alcanzar el objetivo. Cada participante dispona de una
caja con las piezas necesarias aunque no sucientes para
la construccin del edicio. Es decir, para completar la casa
deban utilizar piezas de ambas cajas, deban cooperar. Los
participantes colocaban las piezas alternativamente: cada
uno seleccionaba una de entre sus propias chas y se la
pasaba al otro sujeto para que la colocara. Al entregar la
pieza tras la seleccin, el probando deba mirar a la otra
persona a los ojos con el n de que asintiera con la mirada y
permitiese el movimiento, asegurndose de que emplazaba
el bloque en el lugar correspondiente.
Con el n de controlar el efecto de la cooperacin, se
manipul el resultado de la tarea. Despus de la prueba se
informaba a los participantes sobre el resultado, si haba
sido positivo o negativo, a pesar de que los investigadores
indicaran al inicio que los criterios seguidos para la evalua-
cin seran la calidad de la construccin (semejanza con el
modelo) y los errores en la colocacin de las chas. Antes,
durante y tras la nalizacin de la tarea se evaluaron los
niveles hormonales de cortisol, la frecuencia cardiaca y la
actividad electrodrmica de los probandos.
Todos los participantes manifestaron un ligero incre-
mento del cortisol al nalizar la labor, adems de una dis-
minucin progresiva conforme transcurra el tiempo. Por
otro lado, mientras que el grupo que obtuvo un resultado
positivo de su cooperacin mostraba una disminucin de
la respuesta del cortisol tras nalizar la tarea, la pare-
ja con un resultado negativo la increment. Del mismo
modo, se produjo un aumento en la activacin del sistema
nervioso autnomo de los probandos al cooperar, efecto
que se plasm en las variaciones de frecuencia cardaca
y actividad electrodrmica (indicador indirecto de emo-
cionalidad). Todo ello indica que la cooperacin-empata
provoca cambios siolgicos a diversos niveles y se modula
segn el resultado obtenido en la misma. As, un resulta-
do negativo tras una cooperacin podra producir efectos
similares a los de un acontecimiento estresante o adverso
para una persona. Por tanto, el hecho de ser emptico
no solo resulta importante en el mbito social, sino que
tambin produce consecuencias determinadas en nuestra
respuesta biolgica.
Empata y cortisol
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COOPERACIN REVELADORA
Con el n de analizar en el laborato-
rio la respuesta psicosiolgica a la
cooperacin se propuso la construc-
cin por parejas de una casa median-
te piezas de lego y siguindose como
ejemplo un modelo ya construido.
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tar a la pregunta no resulta en estos momen-
tos sencillo, ya que todava se carece de datos
cientcos sucientes. Lo que aqu se propone
es una hiptesis de trabajo que podra abrir
nuevos caminos en la investigacin para preve-
nir y tratar los problemas derivados de la vio-
lencia humana. De forma intuitiva, se pensaba
en la empata como un camino hacia la no
violencia (se sabe que la empata desempea
una funcin inhibidora en la violencia: cuando
alguien se pone en lugar del otro es ms dif-
cil que llegue a causarle dao). Sin embargo,
esta armacin se fundamentaba en la expe-
riencia, el aprendizaje y la observacin de los
resultados de la educacin para la empata,
sin conocer los fundamentos biolgicos que se
encuentran en la base de esa inhibicin.
Tras una revisin exhaustiva de las inves-
tigaciones con neuroimagen sobre la relacin
entre cerebro y empata, llama la atencin que
las partes cerebrales asociadas con la conducta
emptica coincidan en gran medida, aunque
no en su totalidad, con las relacionadas con la
agresin y la violencia. En consecuencia, los
circuitos neuronales para empata y violencia
podran ser parcialmente similares, de modo
que controlaran la capacidad de ponerse en el
lugar del otro, as como de agredirlo.
Los ms empticos y violentosA tenor de las observaciones, cabra argumen-
tar que la estimulacin de los mismos circuitos
del cerebro en una direccin podra reducir su
actividad en la otra. En comparacin con el res-
to de los animales, nuestra especie se estima
como la ms violenta, porque somos capaces
de matar en serie y cometer genocidios y otras
atrocidades similares. Pero, por otro lado, los
seres humanos somos tambin la especie ms
emptica, ya que somos capaces de ponernos
en el lugar de otros y actuar de manera altruis-
ta con personas que no pertenecen a nuestra
Los menores que han sufrido malos tratos durante la in-
fancia muestran un mayor riesgo de presentar conductas
antisociales y violentas durante la adultez, fenmeno que
se ha denominado ciclo de la violencia. En la base del
desarrollo de conductas agresivas confluyen distintos fac-
tores ambientales y biolgicos, entre los que se encuen-
tran los genticos, los neuroqumicos, los hormonales, los
neurolgicos, los inmunolgicos, los sociales, los familia-
res, la experiencia previa y las diferencias individuales.
A partir de esa compleja interaccin de factores, hemos
establecido los posibles paralelismos entre los cambios
neurobiolgicos que se producen como consecuencia del
maltrato infantil y aquellos observados en adultos agre-
sivos o violentos.
Neurobiologa del maltrato infantil: el ciclo de la violencia
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Factores moduladores de las consecuencias del maltrato infantil
Consecuencias neurobiolgicasdel maltrato infantilCambios estructuralesNMenor volumen del hipocampoNHiperactivacin de la amgdalaNMenor volumen del cerebeloNMenor volumen
del cuerpo callosoNMaduracin precoz
de la corteza prefrontal
Cambios funcionalesNSntomas caractersticos TEPTNDescontrol y violencia impulsivaNMenor procesamiento
de informacinNAlteracion cognitiva
y psicopatologasNMenor integracin interhemisfricaNMaduracin precoz y lateralizacin
El ciclo de la violenciaPrincipales resultadosobtenidos en adultos violentosNPrdida unilateral
del tejido de la amgdalay el hipocampodel lbulo temporal
NIrritabilidad lmbicaNHipoactivacin en regiones
del lbulo frontalNMenor lateralizacin
hemisfrica en tareasque implicanprocesamiento verbal
NDescenso del metabolismode glucosa en elcuerpo calloso
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encias in
dividuales Gentica Tipo de maltrato
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Factores familiares Enriquecimiento ambienta
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20 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011
familia (por lo que no comparten nuestra carga
gentica), a nuestra comunidad o que nos resul-
tan desconocidas. Si el mismo circuito de redes
neuronales controlase tanto la empata como
la violencia, sera harto improbable mostrar
ambas al mismo tiempo (como sucede habi-
tualmente). Ello no signica que una persona
emptica no pueda ser violenta, aunque s su-
giere que cuando alguien es capaz de ponerse
en el lugar de los dems le resulta ms difcil
actuar con violencia; al menos en ese preciso
momento.
Tampoco debemos olvidar la importante
funcin que desempean la experiencia, los
aprendizajes y el ambiente en el que vivimos,
ya que una educacin que fomenta la empata
traza un buen camino para reducir la violen-
cia. De manera simplicada, podra decirse
que poseemos una predisposicin biolgica
para ser empticos, violentos o ambas cosas,
pero el ambiente en el que vivimos modera
su expresin. Por supuesto, hablamos de la
poblacin general; las conclusiones cambian
cuando nos referimos a la conducta antisocial
caracterstica de la psicopata o a los rasgos
autistas de personas con trastornos del es-
pectro autista. Aunque ambos casos dieren
completamente entre s, comparten como
caracterstica la falta de empata (sea porque
el cerebro carece de los circuitos cerebrales
adecuados o bien porque no dispone de un
correcto funcionamiento para experimentarla
y expresarla).
Todos los factores juntos, biolgicos y am-
bientales, propician que una persona pueda
resultar ms emptica que otra.
Maltrato y conducta agresivaOtro aspecto fundamental en la empata es la
experiencia previa, ya que puede marcar de
forma notable su desarrollo posterior. En una
investigacin se observ y compar la reac-
cin emocional de nios de entre uno y tres
aos, con condiciones de nivel social y estrs
semejantes, mas les diferenciaba que algunos
provenan de hogares en los que se ejerca el
maltrato, los otros no. La prueba consista en
estudiar la reaccin de los jvenes probandos
ante un compaero con dicultades. Los nios
que no haban sufrido malos tratos observaban
con atencin al compaero con problemas, se
preocupaban por l e incluso intentaban conso-
larlo. Los nios maltratados, por el contrario, no
mostraron empata, reaccionaban con enfado,
amenazas e incluso agresin fsica. Es posible
que el maltrato anule la tendencia natural a la
empata, pero tambin que el modelo que trans-
miten los progenitores en los primeros aos de
vida sea el que aparece despus en los sujetos
no empticos.
En cualquier caso, el maltrato infantil afecta
de forma considerable al desarrollo de la coope-
racin, la empata, el altruismo y la conducta
prosocial. Podran los daos cerebrales que
padecen los nios maltratados causar la falta
de empata? Habra alguna relacin con una
mayor propensin a la violencia en estos ni-
os? Por la complejidad del tema, resulta difcil
responder a la cuestin. Ahora bien, los datos
de los menores maltratados podran indicar
que los daos en el circuito neuronal implica-
do en la violencia perpetan su ciclo a travs
del incremento de la activacin de ese circuito
como respuesta violenta y la anulacin de la
modulacin del mismo hacia la empata.
El maltrato infantil provoca graves secuelas
psicolgicas y biolgicas. Las personas someti-
das a malos tratos, abusos y negligencia duran-
te la niez presentan un cerebro marcado por
secuelas neurobiolgicas a nivel estructural (al-
teraciones en las propias estructuras cerebra-
les), as como funcional (mal funcionamiento
del cerebro durante una conducta o proceso
psicolgico concreto).
En conclusin y segn se ha comprobado,
puede armarse que como consecuencia del
maltrato infantil aparecen alteraciones del
hipocampo, la amgdala, el giro temporal su-
perior, el cerebelo, el cuerpo calloso, la corteza
prefrontal y el volumen cerebral y ventricu-
lar. Tales modicaciones se asocian a secuelas
cognitivas, altos niveles de estrs psicosocial
MS EMPATA,
MENOS VIOLENCIA
El fomento de la empata acta
como inhibidor de la violencia,
no solo por una cuestin social,
sino tambin biolgica. Es me-
nos probable que un cerebro
ms emptico acte de forma
violenta, al menos de manera
habitual.
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Los menores maltratados no muestran empata y reaccionan con enfado ante el malestar de otros nios
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BIBLIOGRAFACOMPLEMENTARIA
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Gonzlez Bono, P. Sariana
Gonzlez, M.V. Sanchis
Calatayud, A. Romero Mar-
tnez y L. Moya Albiol en
Psicothema, (en prensa).
y problemas sociales y de conducta, que a su
vez predisponen al desarrollo de diversas psi-
copatologas. Las reas cerebrales sealadas
coinciden en gran parte con aquellas que pre-
sentan alteraciones en los adultos agresivos y
violentos, por lo que podran conformar la base
neurobiolgica del ciclo de la violencia. No se
trata solo de que el modelo de maltrato pue-
da aprenderse y desarrollarse de adulto, sino
que, adems, las reas cerebrales daadas a
consecuencia del maltrato predisponen a que
el individuo maltratado presente un cerebro
potencialmente violento, ms predispuesto al
desarrollo de conductas violentas.
El tipo de maltrato y el sexo del menor son
factores importantes que pueden modular las
consecuencias psicolgicas y neurobiolgicas
del maltrato. Los menores que crecen en entor-
nos violentos, con constantes maltratos fsicos,
sexuales, o ambos, desarrollan un estado de ex-
cesiva activacin e hipervigilancia que les lle-
var a responder de forma hostil ante cualquier
situacin. En la mayora de los casos resulta
difcil que se produzca uno de estos patrones
de forma aislada; por lo general, los nios que
han sufrido malos tratos han padecido tam-
bin abandono y negligencia.
Respecto al sexo del menor, las nias son
en mayor medida vctimas de abusos sexua-
les, mientras que el efecto del maltrato en el
cerebro se encuentra ms marcado en los va-
rones (una alteracin mayor en el cuerpo ca-
lloso, un volumen cerebral menor y un mayor
volumen ventricular). Quiz la diferenciacin
se encuentre en la base del predominio de los
trastornos psicopatolgicos en la edad adulta
en cada sexo. Cuanto antes se produce el mal-
trato y ms tiempo perdura, mayor cantidad
de dcits cerebrales se observan.
Sin embargo, las secuelas se modulan segn
las diferencias individuales y la capacidad de
cada cual de aprender del trauma e integrarlo
en la vida para crecer y madurar (resiliencia).
No todos los menores vctima de malos tratos
presentan psicopatologas o dcits en el fun-
cionamiento cerebral. El hecho de que nuestro
cerebro siga desarrollndose durante la infan-
cia y adolescencia, e incluso durante la adultez,
propicia que sea vulnerable a los efectos del
estrs crnico o a situaciones traumticas, de
tal manera que pueden producirse daos f-
sicos, emocionales y cognitivos, en ocasiones
irreversibles. Adems de las carencias cogniti-
vas, muchas de las personas que han sufrido
tales daos cerebrales desarrollarn psicopato-
logas en la edad adulta (trastorno por estrs
postraumtico, depresin, abuso de sustancias
psicoactivas y trastornos de la personalidad).
En cambio, un desarrollo del cerebro sin un
alto nivel de estrs y sin la vivencia de expe-
riencias traumticas durante los primeros aos
de vida favorece que la persona sea ms estable
emocionalmente, ms social y emptica y, por
consiguiente, menos agresiva o con menos pre-
disposicin hacia la violencia.
Una puerta a la rehabilitacin de criminales?La lnea de investigacin que aqu se presen-
ta podra tener implicaciones positivas en la
rehabilitacin de criminales y violentos (a
excepcin del caso de los psicpatas, quienes
al parecer presentan un cerebro carente de la
capacidad de empatizar y de comprender las
emociones de los dems). As, los programas
de rehabilitacin para psicpatas violentos
han fracasado hasta el momento, en especial
aquellos centrados en intentar que dichas per-
sonas se pongan en el lugar de las vctimas, que
asimilen las consecuencias que su conducta
ha provocado sobre ellas y sus seres queridos.
Pero, qu pasara con el resto de los crimina-
les? Supondra un avance en el camino hacia
la rehabilitacin? Si la hiptesis es correcta, si
empata y violencia comparten circuitos cere-
brales comunes que las regulan y controlan o
si las pruebas cientcas apuntan de alguna
forma en esa direccin, su implicacin en la
rehabilitacin de personas violentas sera im-
portante.
Hoy por hoy podemos trabajar en la preven-
cin de la violencia. Si para un cerebro emp-
tico resulta ms complicado comportarse de
modo violento, la educacin dirigida a la em-
pata podra representar un camino efectivo
para reducir los conictos y actos agresivos.
Sin embargo, es necesario aumentar la inves-
tigacin, no solo para conocer las estructuras
cerebrales que regulan la empata, sino tam-
bin para saber qu sustancias neuroqumicas
se hallan implicadas y cmo actan en tales
partes del encfalo, as como para dilucidar qu
funcin desempean los genes en esta materia.
Ello permitira avanzar en la psicofarmacologa
de la violencia y en otras terapias.
Luis Moya Albiol es profesor del departamento de psicobiologa de la Universidad de Valencia. Su in-
vestigacin se enmarca en el estudio de los aspectos
psicobiolgicos del estrs social.
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22
GEH
IRN
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EIST
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NIM
RESUMEN
En movimiento
1 El entrenamiento mantenido y mode-rado benecia al cerebro
y a la mente. El ejerci-
cio estimula, estabiliza
y protege la actividad
mental.
2 En los ltimos aos, se han dilucidado los efectos del depor-
te en la mente: se han
comprobado factores
de crecimiento que fa-
cilitan el aumento de la
irrigacin sangunea y
la renovacin neuronal,
indispensables para el
cerebro. La actividad
muscular incrementa la
produccin de esas sus-
tancias.
3Otros estudios apo-yan que la prctica regular de ejercicios cor-
porales puede frenar el
deterioro mental propio
de la senectud.
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MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 23
Muchas personas relacionan el deporte con un concepto: esfuerzo. Para apagar su mala conciencia, intentan animarse a estar
activos; los objetivos van desde mantener el
cuerpo en forma, pasando por perder algn kilo
hasta, simplemente, lograr la admiracin de los
dems por el esfuerzo al que se someten. El xi-
to, en tales casos, resulta ms bien discreto.
Practicar un ejercicio moderado y regular
estimula y mantiene la salud del cuerpo. Cada
vez ms investigadores sostienen que no solo
fortalece el corazn y los msculos; tambin
aumenta la capacidad mental y la resistencia.
En los nios contribuye a un mejor desarrollo,
ayuda tambin a combatir miedos y depresio-
nes en la madurez y compensa y lentica el
deterioro mental propio de la senectud. Par