Neurobiología de La Lectura

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Libro de biologia

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  • n.o47/20116,50

    NEUROBIOLOGA DE LA

    LECTURA Qu ocurre en nuestro cerebro cuando leemos?

    9771695

    088703

    00047

    MAR

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    47/2

    011

    MENT

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    REBR

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    CAPACIDAD EMOCIONAL

    EMPATA Y VIOLENCIA

    PSICOPATOLOGA

    TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

    NEUROCIENCIA

    MENTE SANA EN CUERPO SANO

    EPIGENTICA

    ENTRE LOS GENES Y EL AMBIENTE

    PSICOLOGA

    LA MENTIRA

  • Disponible en su quiosco el nmero de marzo

  • www.investigacionyciencia.es

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  • SUMARIO

    EMOCIONES

    14 LA VIOLENCIA: LA OTRA CARA DE LA EMPATA

    Luis Moya Albiol

    La empata y la violencia podran com-partir circuitos cerebrales. Tal particula-ridad abre caminos nuevos en la investi-gacin para prevenir y tratar la conducta violenta en criminales y delincuentes.

    NEUROCIENCIA

    22 EJERCICIO CORPORAL PARA LA MENTE

    Steve Ayan

    La actividad fsica estimula el desarrollo intelectual en la infancia y juventud, fortalece la mente en la madurez y mantiene las facultades cognitivas en la senescencia. Por qu?

    PERCEPCIN

    32 DE CMO LA MENTE PERCIBE EL MOVIMIENTO

    Pascal Wallisch

    A simple vista, la percepcin del movi-miento resulta una tarea sencilla, mas en realidad entraa un sistema de fun-cionamiento renado a la par que bsico de la actividad mental.

    LECTURA

    36 EL BENEFICIO ENCUBIERTO DE LEER

    Christian Wolf

    La lectura implica mucho ms que disfrutar de un pasatiempo agradable: promueve la concentracin, favorece la empata y ayuda a prevenir la degene-racin cognitiva.

    EPIGENTICA

    56 ENTRE LA HERENCIA Y LA EXPERIENCIA

    Christian Wolf

    Gentica o ambiente, qu inuye ms? Segn las nuevas investigaciones, ni una ni otro, pues, en verdad, estos supuestos antagonistas colaboran estrechamente. La epigentica ayuda a entender por qu.

    IMPRONTA GENTICA

    61 DOTACIONES DISMILES

    Melinda Wenner Moyer

    La herencia materna y paterna no es casual. El desarrollo de ciertas aptitudes dependen ms de la carga gentica de un progenitor que de otro.

    Marzo / Abril de 2011 N 47

    61 HERENCIA

    78 ANSIEDADLLORAR 66

    SUMARIO

    66661111 HHHHEEEERRRR

    22 EN FORMA

  • TERAPIA

    78 DISOCIACIN DE ASOCIACIONES

    Lena Jelinek y Steffen Moritz

    Una alternativa a los tratamientos clsi-cos en el trastorno obsesivo-compulsivo consiste en que el propio paciente elimi-ne sus prejuicios.

    PSICOLOGA

    66 EL LENGUAJE DE LAS LGRIMAS

    Joachim Marschall

    Al contrario de lo que reza la creencia popular, llorar no siempre facilita el des-ahogo. Su funcin es, ante todo, comu-nicativa: solo el consuelo de los dems levanta el nimo del apesadumbrado.

    SECCIONES5 Encefaloscopio

    Salud mental... Somatizaciones... Conducta... Salud... Adicciones... Reproduccin... Educacin.

    9 Retrospectiva La meloda de las circunvoluciones

    44 Entrevista Stanislas Dehaene:

    El cerebro y la palabra escrita

    48 Mente, cerebro y sociedadi Efectos de la cafena y la glucosai Qu ocurre cuando nos enfadamos?i Trastorno paranoide de la personalidadi El potencial de disparidadi Trastorno psictico inducido por el alcohol

    87 Syllabus La mentira

    90 Ilusiones El poder de la simetra

    93 Libros Mente animal... Experimentacin animal.

    TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

    72 RITUALES SIN FIN

    Anne Katrin Klz y Ulrich Voderholzer

    Perseveran en sus acciones y pensa-mientos sin cesar, sin poder evitarlo. La disfuncin en un circuito regulador especco del cerebro podra ser una de las causas del trastorno obsesivo-com-pulsivo, una psicopatologa que pertur-ba la vida de quienes la padecen.

    EL PODER DE LA LECTURA36 EL BENEFICIO ENCUBIERTO DE LEER42 EFECTO STROOP44 EL CEREBRO Y LA PALABRA ESCRITA

    PSICOLOGA CRIMINAL

    82 INFANTICIDIO

    Stephan Harbort

    La madre es la habitual autora en los casos de infanticidio. En busca de una explicacin de semejante conducta, los investigadores analizan la situacin psquica de las delincuentes.

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  • F. ASENSI: Ejercicio corporal para la mente, Dotaciones dismiles, Disociacin de asociaciones, Infanticidio; NGEL GONZLEZ DE PABLO: De cmo la mente percibe el movimiento, El lenguaje de las lgrimas, Rituales sin n; NOELIA DE LA TORRE: El benecio encubierto de leer; LEX SANTATALA: Efecto Stroop; IGNACIO NAVASCUS: Entre la herencia y la experiencia; LUIS BOU: Encefaloscopio, Entrevista, Ilusiones; MARIN BELTRN: Retrospectiva, Entrevista; ROLF GASER: Syllabus

    COLABORADORES DE ESTE NMERO

    ASESORAMIENTO Y TRADUCCIN:

    Portada: Dreamstime / Francesco Ridol

    DIRECTORA GENERAL Pilar Bronchal GarfellaDIRECTORA EDITORIAL Laia Torres CasasEDICIONES Yvonne Buchholz

    Anna Ferran CabezaErnesto Lozano Tellechea

    PRODUCCIN M. Cruz Iglesias CapnAlbert Marn Garau

    SECRETARA Puricacin Mayoral MartnezADMINISTRACIN Victoria Andrs LaiglesiaSUSCRIPCIONES Concepcin Orenes Delgado

    Olga Blanco Romero

    EDITA

    Prensa Cientca, S. A. Muntaner, 339 pral. 1.08021 Barcelona (Espaa)Telfono 934 143 344 Telefax 934 145 413www.investigacionyciencia.es

    Gehirn & Geist

    HERAUSGEBER: Dr. habil. Reinhard Breuer CHEFREDAKTEUR: Dr. Carsten Knneker (verantwortlich) ARTDIRECTOR: Karsten Kramarczik REDACTIONSLEITER: Dipl.-Psych. Steve Ayan REDAKTION: Dr. Katja Gaschler, Dipl.-Phych. Christiane Gelitz, Dipl.-Biol. Anna von Hopffgarten, Dr. Andreas Jahn (Online-Koordinator), Dipl.-Theol. Rabea Rentschler FREIE MITARBEIT: Joachim Marschall SCHLUSSREDAKTION: Christina Meyberg, Sigrid Spies, Katharina Werle BILDREDAKTION: Alice Krmann, Anke Lingg, Gabriela Rabe REDAKTIONSASSISTENZ: Petra Mers VERLAGSLEITER: Richard Zinken GESCHFTSLEITUNG: Markus Bossle, Thomas Bleck

    Copyright 2011 Spektrum der Wissenschaft Verlagsgesellschaft mbH, D-69126 Heidelberg

    Copyright 2011 Prensa Cientca S.A. Muntaner, 339 pral. 1. 08021 Barcelona (Espaa)

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  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 5MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 5

    SALUD MENTAL

    Antidepresivos y personalidadMenos neuroticismo y ms extroversin podran propiciar mejora en la depresin

    La familia y los amigos de personas deprimidas pueden sentir que sus seres queridos han sido reemplazados por sosias tristones. No obstante, es posible que el tratamiento de

    la depresin provoque cambios de personalidad en quienes

    padecen el trastorno.

    Desde hace tiempo es sabido que gran parte de la mejora de

    nimo que reeren los pacientes despus de tomar antidepre-

    sivos se explica por efecto placebo. Un estudio publicado en la

    revista Archives of General Psychiatry describe que pacientes

    con trastorno depresivo grave, a quienes se les administr un

    placebo, sintieron que sus sntomas mejoraban en unas

    tres cuartas partes en comparacin con quienes

    recibieron paroxetina (antidepresivo co-

    nocido tambin por Paxil). Mas solo los

    pacientes que tomaron paroxetina ex-

    hibieron cambios en dos reas crticas

    del modelo pentafactorial de la perso-

    nalidad: puntuaciones bajas en neuro-

    ticismo o propensin a experimentar

    emociones negativas (culpa, ansiedad),

    y elevadas, en cambio, en extroversin,

    donde guran rasgos como la asertividad

    y la charlatanera.

    Se cree que los rasgos de la personalidad permanecen esta-

    bles durante toda la vida de un individuo. Ni siquiera al instau-

    rarse la depresin, que se acompaa de estados de profundo

    desnimo, deberan verse alterados los rasgos caracterolgicos

    bsicos de la persona. La personalidad, en cambio, s puede

    condicionar la probabilidad de sufrir una enfermedad mental.

    Investigaciones anteriores determinan que el neuroticismo

    condiciona el riesgo de depresin, explica Tony Tang, de la

    Universidad del Noroeste. Tang y sus colaboradores observa-

    ron que cuanto ms disminua el neuroticismo

    de un paciente al tomar paroxetina, menor

    era la probabilidad de recidivas tras dejar

    de consumirla.

    El estudio demuestra que los medi-

    camentos antidepresivos y los place-

    bos poseen en muchos casos efectos

    distintos, afirma Andrew Leuchter,

    investigador de la depresin de la Uni-

    versidad de California, lo que podra

    explicar, en parte, ciertas formas de

    benecio teraputico para determina-

    dos pacientes.

    Allison Bond

    Parece que la visin de enfermos pue-de inducir cambios en el sistema inmunitario. Investigadores de la Uni-

    versidad de Columbia Britnica presenta-

    ron a probandos dos series de imgenes

    consistentes, la una, en individuos que

    blandan armas de fuego, la otra, en per-

    sonas dolientes o enfermas. Despus de

    que los voluntarios vieran las series, se

    les extrajo sangre, que se expuso a cier-

    tas bacterias; luego se midieron en esta

    la concentracin de interleucina-6 (IL-6),

    segregada por los leucocitos en respues-

    ta al estrs o a traumatismos. Aunque

    segn los voluntarios las imgenes de

    gente armada les causaban mayor estrs

    que la visin de enfermedades, los an-

    lisis no conrmaban tales declaraciones.

    Mientras que la serie armas provoc la

    elevacin de un mero 7 por ciento en la

    concentracin de IL-6, esta se incremen-

    t en un 24 por ciento tras la visin de

    enfermos.

    Desde el punto de vista evolutivo, pa-

    rece razonable que el sistema inmunitario

    responda de manera enrgica cuando es

    necesario, opina Mark Schaller, psic-

    logo y coautor del estudio. Si veo a mi

    alrededor a un grupo de personas enfer-

    mas cabe la posibilidad de que exista una

    infeccin en el entorno, por lo que ms

    vale que ponga mi sistema inmunitario

    a punto. Se ignora la forma exacta en la

    que una imagen puede traducirse en una

    activacin de clulas inmunitarias, son

    muchos los compuestos neuroqumicos

    que conectan el cerebro con el sistema

    inmunitario. Harn falta ms estudios

    para elucidar la cadena exacta de acon-

    tecimientos.

    Emily Anthes

    SOMATIZACIONES

    Inmunizacin a primera vistaObservar a un enfermo puede generar cierta proteccin frente a la enfermedad

    ENCEFALOSCOPIO

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    DREAMSTIME / LUIS FRANCISCO CORDERO

  • 6 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    CONDUCTA

    La testosterona tambin juega limpioLa hormona de la agresin puede lograr que las personas resulten ms amables con sus semejantes

    Bocazas en el bar, temerario en la conduccin, despectivo con el deportista estrella que se encuentra en baja forma. Se trata del primate testosterona, la encarnacin jactancio-

    sa de la agresividad masculina, el vivo reejo de la expresin

    brutal, egocntrica y antisocial de la testosterona.

    Para explorar e indagar ms a fondo este fenmeno,

    Christoph Eisenegger, neurocientfico de la Universidad

    de Zrich, y su equipo disearon un estudio en el que

    participaban solo mujeres y en el que tomaban parte

    en paralelo la testosterona y el dinero, raz este ltimo

    de todos los males, como es sabido. Se demostr que si

    el xito depende de actuar de una forma equitativa, el

    aumento en la testosterona no incita a la agresin, sino

    a la cooperacin.

    El estudio se basaba en un juego bipersonal sencillo, ya

    analizado en bastantes ocasiones, en el que los probandos

    han de repartirse una cierta suma de dinero. Una de las

    jugadoras propona, a un solo envite, una forma de repar-

    tirse la cuanta. Si la otra participante aceptaba, cada una

    reciba lo acordado. Mas si rechazaba la propuesta, las dos

    se quedaban sin nada.

    A las mujeres que habran de plantear el reparto les fue

    administrada, ora testosterona, ora placebo. Para asegurarse

    de que la testosterona inuyera en el comportamiento, la

    dosis fue suciente para multiplicar por 400 los niveles

    basales de dichas mujeres. Tras la administracin, bien de

    hormona, bien de placebo, se les pidi que tratasen de adi-

    vinar qu sustancia se les haba administrado.

    Las participantes que recibieron placebo, creyendo haber

    recibido hormona, solo ofrecieron repartos equitativos en

    un 10 por ciento de las veces, inducidas, tal vez, por pre-

    juicios negativos y estereotipados sobre los efectos de la

    testosterona. Por otra parte, aquellas que recibieron testos-

    terona pero juzgaron que era placebo, propusieron repartos

    equitativos en un 60 por ciento de las veces, frecuencia

    bastante mayor que en los casos de acierto en lo adminis-

    trado: 30 por ciento para la hormona y 50 por ciento para

    el placebo.

    En denitiva, explica Eisenegger, los efectos de la hor-

    mona dependen del contexto. Al parecer, la testosterona

    alienta la ambicin de victoria cualesquiera que sean los

    medios para lograrla. Si la meta consiste en ser el rey del

    monte, las fuertes concentraciones de testosterona pueden

    llevar a la agresin verbal o fsica. Pero si el premio consis-

    te en el mutuo benecio, esa misma hormona engendra

    colaboracin.

    Sandy Fritz

    LA POSTURA Y EL PODERUna pose dominante eleva los niveles de testosterona

    Es probable que su jefe ocupe mucho espacio: los anima-

    les dominantes exhiben su estatus mediante la adopcin

    de posturas voluminosas; los humanos no somos la ex-

    cepcin. Un estudio apunta a que tales poses modican

    los niveles hormonales. Cuando los investigadores soli-

    citaron a los probandos que pusieran los pies sobre la

    mesa o que, sentados, inclinasen el torso hacia el escri-

    torio, los voluntarios experimentaron alzas en testos-

    terona, as como descensos en cortisol, la hormona del

    estrs. Los probandos no solo se sentan ms podero-

    sos; su siologa indicaba que realmente lo eran, arma

    Dana R. Carney, psicloga de la Escuela de Negocios de

    la Universidad de Columbia. As pues, ponga los pies en

    alto y pregntese: A ver, quin manda aqu?.

    Frank Bures

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  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 7

    El hecho de que personas muy ca-feteras, as como las fumadoras, parecen manifestar menor riesgo de

    sufrir la enfermedad de Parkinson ha

    motivado a cientcos de la Universi-

    dad de Washington a vericar los efec-

    tos del caf y de los cigarrillos. Leo Pa-

    llanck y sus colaboradores se valieron

    de moscas de la fruta genticamente

    modicadas de modo que sus clulas

    dopamnicas fueran muriendo al enve-

    jecer (la muerte de clulas productoras

    de dopamina en el cerebro provoca los

    temblores y otras limitaciones motoras

    caractersticas del prkinson). Al admi-

    nistrar a las moscas caf y extractos

    de tabaco, las clulas dopamnicas

    de los insectos sobrevivan; adems,

    su esperanza de vida aumentaba. Los

    cientcos descartaron que las sustan-

    cias protectoras fueran la cafena y la

    nicotina; el caf y el tabaco contienen

    otras sustancias prometedoras. Las

    droslas constituyen un magnco

    sistema para aproximarnos a los prin-

    cipios activos responsables de la mejo-

    ra, explica Pallanck.

    Michele Solis

    SALUD

    Caf y cigarrillosAlgunas sustancias del tabaco y del caf podran favorecer la proteccin cerebral

    ADICCIONES

    Los fumadores ante la muerteSon disuasorias las advertencias de las cajetillas?

    A partir de 2012, Estados Unidos se sumar a los pases que ya rotulan las

    cajetillas de cigarrillos con

    grandes fotografas de rga-

    nos lesionados, extremidades

    amputadas u otras impresio-

    nes desagradables o espanto-

    sas. Algunas investigaciones

    han dado pbulo a la idea de

    que las imgenes de enferme-

    dades inducidas por el tabaco

    llevan al fumador a percibir

    su propia mortalidad. Sin

    embargo, un estudio apunta

    a que tales recordatorios no

    siempre producen los efectos

    deseados.

    Jamie Arndt, psiclogo de

    la Universidad de Missouri,

    pidi a estudiantes fumado-

    res que respondiesen a unos

    cuestionarios concebidos, en

    un caso, para inducirles pen-

    samientos sobre su mortali-

    dad, y en otro, para llevarles a

    considerar las consecuencias

    de suspender un examen. A

    continuacin, ofrecieron un

    cigarrillo a los probandos;

    midieron la intensidad con

    que fumaban, objetivada en

    el volumen, el flujo y la dura-

    cin de cada calada. Entre los

    probandos poco habituados

    a tal hbito, los que contes-

    taron al cuestionario sobre

    mortalidad fumaron con me-

    nor intensidad que los que se

    enfrentaron al posible sus-

    penso. Segn Arndt, es pro-

    bable que quienes fumaban

    poco o de forma ocasional

    respondieron a la induccin

    de pensamientos sobre la

    muerte tratando de reducir

    su propia vulnerabilidad. Los

    fumadores empedernidos, en

    cambio, reaccionaron inha-

    lando de manera ms vigoro-

    sa el humo de sus cigarrillos.

    En este caso Arndt sugiere

    que tal vez los participantes

    tratasen de aliviar un estado

    de nimo negativo median-

    te una actividad placentera.

    Aunque las causas se desco-

    nocen, las relaciones psicol-

    gicas entre tabaquismo y el

    temor a la muerte son ms

    complejas de lo que se presu-

    ma. As, el grafismo impre-

    so en las cajetillas puede no

    ejercer en todos los consumi-

    dores el efecto deseado.

    Karen Schrock

    IS

    TOC

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  • 8 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    La depresin posparto afecta entre el 10 y el 15 por ciento de las mujeres. Numerosos mdicos creen que esta depre-sin obedece a los cambios hormonales de la madre que ha

    dado a luz, sin embargo, no se conocen pruebas sucientes de

    una relacin entre las uctuaciones hormonales extremas y el

    trastorno depresivo. El hecho de que los padres padezcan tam-

    bin de tal depresin demuestra que no es solo una cuestin

    de hormonas.

    Al descubrir que la de-

    presin posparto afecta a

    parejas con problemas o

    faltos de apoyo, los bilo-

    gos Randy Thornhill y F.

    Bryant Furlow, de la Uni-

    versidad de Nuevo Mxi-

    co, y el propio autor, su-

    girieron por separado que

    dicha depresin posee un

    origen evolutivo. Sabemos

    que muchos animales me-

    joran sus posibilidades de

    transferencia gentica (re-

    produccin) mediante el

    abandono de sus cachorros

    cuando escasea la comida o

    no encuentran apoyo para

    la crianza.

    Cuando a una madre le falta el apoyo de su pareja o de otros

    familiares, quiz se convenza de que no puede sacar adelante

    a su criatura. El sufrimiento emocional que acompaa al tras-

    torno depresivo se comporta en cierto modo como un dolor

    fsico. Los estudios conrman que las madres con depresin

    posparto reducen de manera notable el esfuerzo para la crianza

    de sus hijos y a menudo les vienen ideas de acometer dao a

    su beb.

    Sin embargo, son muy pocos los progenitores aquejados de

    depresin posparto que abandonan al recin nacido. Dicho

    trastorno podra cumplir otra funcin: la falta de inters de una

    madre por su beb despertara deseos de ayudar en otras perso-

    nas. Ciertos estudios sugieren que al acentuarse los sntomas de

    depresin en las madres, los padres dedican ms atencin a los

    nios; fortalecer el apoyo social es uno de los mejores medios

    para mitigar tal tipo de depresiones.

    No obstante, las supuestas funciones de la depresin no se

    han comprobado todava. Si usted o una persona querida su-

    fre el trastorno de marras, acuda de inmediato a un mdico:

    existen tratamientos ecaces, que incluyen antidepresivos y

    sesiones de psicoterapia.

    Edward H. Hagen

    EDUCACIN

    La diversin motivaAdvertir a los alumnos de la trascendencia de un trabajo puede resultar contraproducente

    Todo docente sabe que hay alumnos que se sienten motivados de forma inherente para sobresalir, mien-tras que a otros, sencillamente, les resulta indiferente.

    Los psiclogos William Hart, de la Universidad de Alaba-

    ma, y Dolores Albarracn, de la Universidad de Illinois,

    proponen remodelar la tarea, dndole un carcter ms

    ldico, para lograr que los rezagados superen a aque-

    llos que sobresalen. La forma en que un docente plantea

    una actividad puede inuir en el xito de los alumnos

    al realizarla.

    Los investigadores clasicaron a los jvenes probandos

    segn la semejanza de notas escolares, agrupndolos en

    interesados por destacar e interesados en pasarlo bien.

    Tras ello, solicitaron a los estudiantes que mirasen la

    pantalla de un ordenador que emita breves destellos

    con palabras asociadas al xito escolar (logro, perfec-

    cin o sobresalir). En pruebas subsiguientes, sopas de

    letras o el juego del ahorcado (o scrabble), los ansiosos

    por sobresalir obtuvieron resultados mejores que los

    indiferentes.

    Dicho experimento vino a conrmar las presunciones

    usuales, sin embargo el estudio posterior rompi los

    esquemas. Los participantes fueron acicateados de nue-

    vo con palabras de excelencia; tambin se les pidi que

    completasen un ejercicio de bsqueda de palabras. Esta

    vez, en lugar de presentarles la tarea como un examen

    formal de competencia lingstica, los investigadores

    anunciaron que se tra-

    taba de jugar. Los re-

    sultados de esa simple

    modicacin semntica

    fueron impresionantes:

    los supuestos rezaga-

    dos no solo realizaron

    mejor la tarea en la se-

    gunda ronda, sino que

    sus puntuaciones supe-

    raron al grupo de nota-

    bles y sobresalientes.

    Los autores del estudio

    sealan que para ciertos

    estudiantes, cuando una

    tarea es propuesta como

    diversin, aumenta

    su motivacin y rendi-

    miento.

    David DiSalvo

    REPRODUCCIN

    Causas de la depresin pospartoEl estado depresivo tras el parto podra deberse al instinto animal de supervivencia

    IS

    TOC

    KPH

    OTO

    / PA

    LI R

    AO

    GET

    TY IM

    AG

    ES

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 9

    RETROSPECTIVA

    Planteamos la eterna pregunta: cmo se explica la existencia de personas sumamente inteligentes y de enorme

    talento? Hace tres siglos, los frenlogos

    pensaban que las proporciones y abulta-

    mientos del crneo podan distinguir a

    genios de criminales. Al examinar una

    sociedad psicolgica alemana la cabeza

    de Charles Darwin, uno de sus miembros

    declar que presentaba la protuberan-

    cia de la veneracin tan desarrollada

    como para valerle a diez sacerdotes. En la

    Europa y Norteamrica del siglo XIX, va-

    rios acadmicos distinguidos, entre ellos

    Gauss, Broca, Gall, Pavlov, Osler y otros,

    legaron su cerebro para el estudio anat-

    mico; algunos con la probable esperanza

    de dejar la conrmacin pstuma de su

    genialidad.

    Al inicio, los anatomistas compa-

    raban el peso bruto y el volumen del

    cerebro en su conjunto, mientras que

    con los lbulos y las circunvoluciones

    superficiales hacan lo que buenamente

    podan. Con la llegada de la anatoma

    microscpica consiguieron investigar

    diferencias histolgicas, mas en 1928 los

    investigadores llegaron a la conclusin

    de que los primeros estudios no propor-

    cionaban una base a partir de la que

    [se pudieran] inferir capacidades menta-

    les. Sin embargo, neurofisilogos de la

    poca empezaban a identificar regiones

    especficas del encfalo responsables de

    la funcin motriz general y la activi-

    dad sensorial. En los ltimos decenios,

    los neurohistlogos han desarrollado

    la citoarquitectura, clasificacin que

    les permite contar neuronas y clulas

    de apoyo (oligodendrocitos, astrocitos

    LA MELODA DE LAS CIRCUNVOLUCIONESA lo largo de la historia, los cientcos han intentado descifrar el enigma eterno: la clave del talento.

    El cerebro de los pianistas podra albergar la respuesta

    CHARLES T. AMBROSE

    CEREBROS VIRTUOSOS

    A los 21 aos de edad, el pianista Lang Lang debut en el Carnegie Hall.

    Las investigaciones revelan cmo la adquisicin de habilidades especcas se

    asocia con cambios en la estructura del cerebro. Qu podramos descubrir si

    analizramos el cerebro de este virtuoso del piano?

    AP

    PHO

    TO /

    AM

    ERIC

    AN

    SC

    IEN

    TIST

  • 10 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    y clulas gliales) en distintas reas ce-

    rebrales.

    Durante el decenio pasado, las imge-

    nes cerebrales obtenidas por tomografa

    de emisin de positrones (TEP) y por re-

    sonancia magntica funcional (RMf) han

    permitido localizar, de forma no invasi-

    va, funciones y respuestas diversas. Pero

    incluso provistos con tales herramientas,

    el enigma persiste: dnde se origina el

    talento?

    Cerebros geniales Albert Einstein, quien falleciera en 1955

    en Princeton a los 76 aos de edad, es el

    genio moderno ms venerado. Sin embar-

    go, su cerebro tuvo un destino tortuoso:

    durante varios aos permaneci en un

    frasco con formaldehdo guardado en un

    armario de Kansas, de ah fue trasladado

    a Berkeley y en la actualidad se conserva

    en Hamilton. En la Universidad McMas-

    ter de dicha localidad estadounidense,

    el cerebro de Einstein se compar con

    los encfalos de un grupo de varones de

    edades similares. El rgano cerebral del

    fsico guraba dentro de los lmites nor-

    males, excepto en los lbulos parietales

    (regin responsable de la cognicin vi-

    suoespacial y del pensamiento matem-

    tico, que eran un centmetro ms anchos

    un 15 por ciento que los del grupo

    de control. Segn Sandra F. Witelson, con

    los conocimientos de esa poca sobre el

    desarrollo del cerebro es probable que

    ya se distinguiera la forma singular del

    encfalo del cientco.

    Cada uno de los lbulos parietales

    posteriores de Einstein constaba de un

    compartimiento diferenciado, en vez de

    los dos caractersticos separados por la

    cisura de Silvio. Con anterioridad, en

    la Universidad de California en Berkeley,

    Marian Diamond y sus colaboradores ha-

    ban informado de que la isocorteza (las

    seis capas exteriores de materia gris) del

    lbulo parietal izquierdo de Einstein (el

    rea 9 de Brodmann) contena un 77 por

    ciento ms de clulas gliales por neurona

    que los cerebros de otros 11 varones nor-

    males de entre 47 y 80 aos de edad.

    Tal proporcin sugera una respuesta de

    las clulas gliales a una mayor necesidad

    metablica neuronal y podra reejar el

    mayor uso de dicho tejido en la expre-

    sin de sus poco comunes poderes con-

    ceptuales.

    Sin duda, las personas con una capa-

    cidad musical desarrollada, caso de los

    compositores, directores y concertistas

    eminentes, pueden competir en talla in-

    telectual con los genios matemticos. Los

    grandes pianistas combinan varias fun-

    ciones: odo, percepcin, apreciacin, me-

    moria y ejecucin. En el sentido del odo

    se implica la corteza auditiva primaria,

    la cual se encuentra en gran medida en la

    regin anteromedial de la circunvolucin

    de Heschl (giro transverso anterior del

    lbulo temporal). Un estudio publicado

    en Nature Neuroscience en 2002 arma

    que este giro es 2,3 veces ms grande y el

    doble de activo en el cerebro de msicos

    profesionales que el de aquellos que no

    lo son, dato que sugiere una plasticidad

    en el cerebro humano que se desarrolla

    bajo condiciones de intensa formacin

    musical. La naturaleza histolgica de tal

    aumento sigue pendiente de estudio.

    Volviendo al repaso cronolgico, a me-

    diados del siglo XIX, Jean Pierre Flourens

    (1794-1867) sostena que las funciones

    cognitivas son la actividad integrada de

    todo el cerebro. En fecha ms reciente, el

    premio Nobel Eric Kandel y el psiquiatra

    RESUMEN

    Encfalo y genialidad

    1 Los avances en el conocimien-to de la estructura y funciona-miento del cerebro han permitido

    relacionar sus transformaciones

    con capacidades especcas.

    2 El proceso para pulir las habi-lidades motrices puede tener paralelismo con el modo en que

    aumenta el almacenamiento me-

    morstico.

    3 Pese a que el incremento de las sinapsis y la eciencia si-nptica en las reas motrices expli-

    can parte del virtuosismo al piano,

    tambin debera considerarse la

    neurognesis.

    CORTEZA MOTRIZ

    La adaptacin pictrica del homnculo

    motor de Wilder Peneld representa la

    cantidad de corteza motriz primaria dedica-

    da a las partes del cuerpo. El entrenamien-

    to intenso incrementa la representacin

    cortical de la parte del cuerpo adiestrada,

    por ejemplo, en la regin asociada con los

    dedos de un msico habilidoso.

    Mano

    Brazo

    Ho

    mb

    ro

    Codo

    Mu

    eca

    Dedos

    Pulgar

    TOM

    DU

    NN

    E / A

    MER

    ICA

    N S

    CIE

    NTI

    ST

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 11

    Larry Squire reiteraron que la memoria

    no es una facultad unitaria de la mente,

    sino que se compone de sistemas ml-

    tiples, cada uno con lgica y neuroana-

    toma propia. As, la memoria contiene

    dos sistemas, a corto y a largo plazo, los

    cuales se ubican en regiones del cere-

    bro distintas. La memoria a largo plazo

    consta de dos tipos: el recuerdo explci-

    to, declarativo y consciente (relacionado

    con experiencias y acontecimientos), y

    el recuerdo implcito, no declarativo e

    inconsciente (asociado con las habilida-

    des motoras, hbitos, etctera). Varios

    autores han localizado ambos tipos en

    la isocorteza de las regiones cerebrales

    de arriba, en concreto, en las cortezas

    frontal y parietal, as como en los lbulos

    temporales mediales. El estudio sobre el

    almacenamiento de la memoria se com-

    plica con la hiptesis de que recordar

    qu y cmo son cuestiones dispa-

    res que pueden hallarse localizadas en

    regiones diferentes de la isocorteza. En la

    actualidad se desconoce hasta qu punto

    se encuentran circunscritas las reas de

    asociacin de recuerdos especcos. No

    sabemos, por ejemplo, si la experiencia

    y el conocimiento memorizados de un

    estudio de Chopin reside en la misma

    regin de la corteza que los de un pre-

    ludio de Bach.

    El movimiento en el encfaloLa localizacin de funciones motrices

    comenz cuando Marc Dax (1771-1837),

    compatriota de Flourens, inform de afa-

    sia en pacientes diestros que sufran un

    derrame cerebral con hemiplejia derecha,

    es decir, incapacidad a causa de alguna

    lesin del hemisferio izquierdo. Varios

    decenios despus, Paul Broca (1824-1880)

    corroboraba dicha observacin, de tal

    suerte que el rea motriz del habla en

    el hemisferio cerebral izquierdo fue de-

    nominada rea de Broca (circunvolucin

    frontal inferior izquierda).

    Aunque los primeros neurosilogos

    se interesaron por la localizacin de las

    funciones sensoriales en el cerebro, en los

    ltimos tiempos, la ciencia ha centrado

    su atencin en la localizacin de la me-

    moria. Mas, en comparacin con la me-

    moria y el odo (entendiendo por tal la

    compleja respuesta global a un estmulo

    auditivo), las funciones motoras resultan

    ms fciles de localizar y probablemente

    de investigar. As, se han cartograado en

    las reas discretas de proyeccin sobre la

    supercie del hemisferio cerebral, como

    muestra el famoso homnculo motor

    diseado por el neurocirujano Wilder

    Peneld.

    El proceso para pulir las habilidades

    motrices ms delicadas puede tener

    paralelismo con la manera en cmo

    aumenta el almacenamiento memors-

    tico. Los mecanismos propuestos para

    incrementar la memoria se han centrado

    en una de las dos explicaciones alterna-

    tivas, no excluyentes. Por un lado, las

    sinapsis ya existentes pueden cambiar

    como resultado de alteraciones en la

    expresin gnica local, de forma que

    producen nuevas protenas y crece el n-

    mero de vesculas cerca de la membrana

    presinptica. Por otro, pueden generarse

    nuevas sinapsis (sinaptognesis). Los es-

    tudios sobre la memoria han prestado

    hasta ahora poca atencin a una terce-

    ra posibilidad: la neurognesis. En mi

    opinin, el aumento de las sinapsis y el

    incremento de la eciencia sinptica en

    las reas motrices clave puede explicar

    en parte el virtuosismo al piano, pero su-

    giero que tambin debera considerarse

    la neurognesis.

    La plasticidad del cerebro adultoHasta el decenio de los setenta del si-

    glo XX, el dogma de la neurofisiologa

    sostena que la generacin de neuronas

    nuevas en la mayor parte del cerebro

    se limitaba al perodo de la embriog-

    nesis, salvo raras excepciones, como las

    clulas granulares del bulbo olfativo y

    el hipocampo. Se crea, pues, que tras el

    nacimiento, la regeneracin de las neu-

    ronas se limitaba a los nervios perifri-

    cos. Mas al comprobarse que todas las

    reas corticales del cerebro presentaban

    plasticidad (cambios con el tiempo), las

    modulaciones en funcin y actividad se

    atribuyeron a los cambios sinpticos. Sin

    embargo, estudios recientes sugieren que

    la neurognesis tambin puede desempe-

    ar una funcin.

    Se reconoce ahora que el cerebro hu-

    mano posee una plasticidad extraordina-

    ria, as como un potencial para restaurar

    una funcin perdida. Despus de lesiones

    localizadas en el encfalo, los dcit neu-

    rolgicos a menudo se pueden mejorar

    con un entrenamiento especial. En pocas

    palabras, es posible provocar cambios en

    el cerebro de forma discrecional. Ahora

    bien, qu esperaramos encontrar en las

    personas sanas que realizan movimien-

    tos minuciosos mentalmente exigentes

    (como los mecangrafos y los msicos)?

    Desarrollan cambios morfolgicos con-

    EXPANSIN DE LA MATERIA GRIS

    En 2004, se entren a voluntarios durante

    tres meses para dominar unos juegos ma-

    labares bsicos. Mediante RMf se conrm

    la expansin de materia gris en dos reas

    localizadas de los cerebros.

    CO

    RBIS

    / A

    MER

    ICA

    N S

    CIE

    NTI

    ST

  • 12 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    sistentes y apreciables en reas motrices

    determinadas del cerebro?

    Los pianistas siempre han sido conside-

    rados buenos candidatos para ese tipo de

    estudios. En los aos veinte del siglo XX,

    Rudolf Klose examin el cerebro de un

    joven pianista prodigio, Goswin Skeland

    (1872-1900), mas solo inform sobre la

    morfologa macroscpica (El tamao del

    giro supramarginal resulta enorme). Hoy

    en da, un examen detallado del encfalo

    de pianistas experimentados informara

    sobre la topografa neuronal, adems de

    otros detalles de la estructura, con lo que

    podran conocerse las caractersticas dis-

    tintivas de este giro tan enorme .

    Una opinin extendida sobre la neu-

    rognesis es que las neuronas nuevas

    pueden deberse a la transformacin de

    clulas madre y su migracin a lugares

    relevantes. La base siolgica de tales

    cambios, no definida an, podra im-

    plicar clulas accesorias adyacentes que

    liberan factores qumicos, clulas endo-

    teliales o ambas, las cuales estimularan

    el crecimiento de nuevos vasos circula-

    torios (angiognesis).

    Mayor irrigacinEl neuropatlogo Alfred Meyer se reri,

    en una nota a pie de pgina, a un traba-

    jo de B. K. Hindze publicado hace unos

    50 aos, en el que demostraba que en el

    cerebro de las personas con capacidades

    excepcionales la irrigacin arterial es ms

    elaborada que en aquellos sujetos con ca-

    pacidades mediocres. Sin embargo, dicho

    estudio era demasiado limitado para

    permitirnos sacar conclusiones deniti-

    vas. En 1974 se describi el ujo sangu-

    neo del cerebro de pacientes con esqui-

    zofrenia crnica; otro estudio registr el

    ujo sanguneo del hemisferio asociado

    con el habla y la lectura de personas nor-

    males (en ambas investigaciones se utili-

    z el mtodo xenn-133 con 32 detectores

    colocados junto a la cabeza del probando).

    En el ltimo caso, los autores armaban

    que el ujo sanguneo del cerebro se ha-

    llaba regulado en ltima instancia por la

    actividad metablica del tejido neuronal.

    Fred Wolf y Frank Kirchhoff midieron en

    2008 el ujo sanguneo por RMf, tras lo

    que armaron que la actividad del astro-

    cito afectaba al ujo sanguneo local.

    Los siguientes nueve informes descri-

    ben un aumento del encfalo o del

    volumen de reas corticales determi-

    nadas despus de varios estmulos. En

    los cuatro primeros, los investigadores

    no tomaron en consideracin la posibi-

    lidad de la neurognesis; en los ltimos

    cinco, s.

    1 A principios del decenio de los

    ochenta, William Greenough y sus

    colaboradores entrenaron a ratas

    adultas en laberintos. Descubrieron

    que los campos dendrticos de las

    neuronas piramidales de la corteza

    visual de los mridos haban aumen-

    tado con respecto al grupo de con-

    trol. Las ratas entrenadas en tareas

    motrices complejas tambin presen-

    taban mayor grosor de la corteza

    cerebelosa respecto a los roedores

    de control que se haban sometido

    a una actividad fsica mayor median-

    te dispositivos diversos, como ruedas

    de ejercicio. Segn los autores, los

    resultados implicaban cambios en

    el nmero de sinapsis en el proce-

    so de la memoria. Sin embargo, no

    continuaron con una investigacin

    histolgica concluyente.

    2 Ya en los noventa, Gregg Recanzo-

    ne y sus colaboradores entrenaron

    a monos para que discriminaran dos

    estmulos vibratorios aplicados en un

    dedo. Despus de varios miles de en-

    sayos descubrieron que el tamao de

    la representacin cortical del dedo

    entrenado se duplicaba con creces

    con respecto a las mismas reas del

    resto de los dedos.

    3 En 1995, Thomas Elbert utiliz tc-

    nicas de neuroimagen para estudiar

    a un grupo de violinistas diestros.

    Hall que la representacin cortical

    de los dedos de la mano izquierda

    de dichos msicos de cuerda era

    mayor que en los sujetos de control

    (la mano derecha mueve el arco,

    por lo que hay mucho menos movi-

    miento y estimulacin de las yemas

    de los dedos).

    4 Bogdon Draganski y sus colabora-

    dores estudiaron en 2004, mediante

    escneres de RMf, a jvenes volun-

    tarios que haban llegado a dominar

    los tpicos juegos malabares tras tres

    meses de entrenamiento. Descubrie-

    ron que la sustancia gris se expanda

    en el rea media temporal y en el

    surco intraparietal posterior izquier-

    do. La expansin disminuy tres me-

    ses despus.

    5 En 1962, Joseph Altman realiz los

    primeros estudios neurolgicos con

    marcado radiactivo. Inyectaba 3H-

    timidina en lesiones provocadas en

    el cuerpo geniculado lateral de ra-

    tas adultas. Encontr marcadores en

    clulas gliales, en neuroblastos y en

    unas cuantas neuronas en el rea de

    la lesin o cerca de ella. Juzg que la

    presencia de neuroblastos marcados

    apoyaba un proceso de neurognesis

    en el rea reparada.

    6 En el decenio de los ochenta, el la-

    boratorio de Fernando Nottebohn

    inform de que en el cerebro ante-

    rior (hyperstriatum) del canario hem-

    bra el volumen de dos ncleos del

    control de voz (conjuntos funciona-

    les de neuronas y clulas asociadas)

    aumentaba en el apogeo de la tem-

    porada de canto; luego disminua

    para volver a aumentar durante la

    temporada de canto siguiente. El re-

    pertorio de canciones de los canarios

    cambia todos los aos. A las aves se

    les inyect 3H-timidina, compuesto

    que se incorpora al ADN de clulas

    que se replican. En las aves que reci-

    bieron el marcador se comprob que

    el aumento de volumen en un rea

    en particular vena acompaado de

    clulas precursoras neuronales glia-

    les, endoteliales y migratorias mar-

    cadas; todas ellas se interpretaron

    como signos de neurognesis.

    El estudio de la neurognesis

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 13

    Todos estos estudios no explican si el

    aumento de la sangre se produca a travs

    de capilares existentes o recin formados

    (estos ltimos surgiran quizs en un

    procedimiento anlogo a la angiogne-

    sis tumoral). Una consideracin recproca

    es si el incremento del ujo sanguneo

    en un rea podra estimular en la misma

    un mayor desarrollo de neuronas o de

    astrocitos, tal como permite tambin

    que proliferen clulas malignas en cier-

    tos tumores slidos. Michael Chopp y sus

    colaboradores han examinado agentes

    que promueven la neurognesis y la an-

    giognesis durante la recuperacin de un

    derrame cerebral inducido en animales.

    Segn sus resultados, las metaloprotei-

    nasas de la matriz expresadas en la vas-

    culatura periinfarto son quimiotcticas

    para los neuroblastos que emigran de la

    zona subventricular. La angiognesis fue

    supervisada por RM.

    CodaLos concertistas de piano representan

    un modelo humano de actividad mo-

    triz altamente integrada. El rea motriz

    primaria de las manos y los brazos se en-

    cuentra en la circunvolucin precentral

    del lbulo frontal. Si una RMf de tal rea

    revela en los pianistas profesionales un

    aumento del ujo sanguneo, cabe pre-

    guntarse si ello se debe a neocapilares

    inducidos previamente por un pptido

    angiognico; similar al factor de la angio-

    gnesis derivado del macrfago o factor

    de necrosis tumoral alfa. La angiognesis

    se ha estudiado en condiciones patol-

    gicas determinadas, como los tumores

    cerebrales (glioblastomas) y los casos de

    derrame. El presente artculo sugiere una

    funcin no patolgica de la angiognesis

    en cerebros sanos y estimulados.

    Buscar un pptido (o pptidos) angiog-

    nico ligado al talento en la neurognesis

    sera difcil en pianistas experimentados:

    los concertistas de piano son escasos y

    venerados, por lo que podra contrariar-

    les una investigacin neuroqumica de

    sus cerebros. Adems, sus extraordina-

    rias habilidades motrices se desarrollan

    durante muchos aos de prctica, por lo

    que el largo intervalo podra dicultar

    la identicacin de un supuesto pptido

    angiognico presente y activo solo en el

    inicio de los nuevos capilares. Por el con-

    trario, parece verosmil, si nos basamos

    en trabajos como el de Nottebohn sobre

    el canto de los pjaros (vase el recuadro

    Estudio de la neurognesis), que man-

    tener un alto nivel de destreza al piano

    requiere la continua estimulacin de un

    factor angiognico con el n de preservar

    un lecho capilar local desarrollado.

    Charles T. Ambrose se licenci en medicina en la Escuela Mdica Johns Hopkins. Imparte

    microbiologa patgena en la Universidad de

    Kentucky. Ha publicado extensamente sobre

    historia de la medicina.

    American Scientist Magazine

    BIBLIOGRAFA COMPLEMENTARIA

    LEARNING AND RECEPTIVE FIELD PLAS-

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    of the National Academy of Sciences

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    pacientes en fase terminal bromo-

    desoxiuridina (BrdU), un nucle-

    tido sinttico que, al igual que la 3H-timidina, se incorpora al ADN

    de clulas que se replican. Descu-

    brieron que, tras su muerte (entre

    varias semanas y dos aos despus),

    ciertas clulas de la circunvolucin

    dentada del hipocampo se halla-

    ban marcadas con dos BrdU y con

    un marcador neuronal especco.

    Interpretaron los resultados como

    indicadores de gnesis de nuevas

    neuronas a partir de clulas proge-

    nitoras que se dividen en el giro.

    8 Un ao despus, en 1999, Elizabeth

    Gould y su equipo administraron a

    macacos adultos BrdU. Despus de

    una semana encontraron neuronas

    maduras marcadas en las cortezas

    prefrontal, temporal inferior y pa-

    rietal, lo que indicaba que las neu-

    ronas se aaden a la neocorteza

    de los primates en edad adulta.

    Los autores no consideraron los

    estudios previos de Altman y Not-

    tebohn como denitivos o como

    pruebas de neurognesis.

    9 Por ltimo, el trabajo de Marian

    Diamond y sus colaboradores en

    2004 demostr que factores nu-

    tricionales y otras inuencias am-

    bientales afectaban al crecimien-

    to continuo del cerebro humano

    despus del nacimiento. Las ratas

    a las que proporcionaban jugue-

    tes y ruedas de ejercicio (entorno

    enriquecido) desarrollaban ms

    clulas gliales por neurona en la

    corteza occipital. Observaron asi-

    mismo cambios en el tamao del

    estroma neuronal, la densidad de

    neuronas, la longitud de las ramas

    dendrticas, la densidad dendrti-

    ca en la espina, la longitud de las

    sinapsis y los recuentos de clulas

    gliales.

  • 14 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    La violencia: la otra cara de la empataLa empata y la violencia podran compartir circuitos cerebrales.

    Tal particularidad abre caminos nuevos en la investigacin para prevenir

    y tratar la conducta violenta en criminales y delincuentes

    LUIS MOYA ALBIOL

    MISMOS CIRCUITOS

    Los circuitos neuronales de la

    empata convergen en parte

    con los de la violencia.

    DEN

    IS Z

    AM

    ARO

    Ponerse en el lugar de los dems, en eso consiste la empata. Para algunas perso-nas resulta una tarea sencilla, casi innata. Para

    otras, representa un proceso complicado, un

    esfuerzo activo que no siempre se logra, mas

    no por ello resulta imposible. Por lo general, se

    puede aprender a ser emptico, a mejorar dicha

    capacidad e incluso a interiorizarla. El cerebro

    emptico entiende con mayor facilidad los

    sentimientos, las emociones y los pensamien-

    tos de otras personas. Tal habilidad depende

    de la educacin recibida, de las experiencias

    vividas y del aprendizaje de vida de cada uno,

    aunque tambin inuyen factores biolgicos,

    como la disposicin y conformacin de las

    estructuras cerebrales, la accin de diversos

    neurotransmisores, la estimulacin hormonal

    y, posiblemente, la carga gentica. Las mujeres,

    en general, se muestran ms empticas que los

    hombres. Ello se debe, en parte, a la exposi-

    cin prenatal a las hormonas sexuales, proceso

    que organiza el cerebro en un modo especco,

    conformndolo como masculino o femenino

    antes del nacimiento mediante la accin cere-

    bral de los andrgenos y los estrgenos. Dicha

    armacin no signica que un hombre no pue-

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 15

    RESUMEN

    Los dos lados del contagio emocional

    1Un componente cognitivo y otro emocional conforman la

    capacidad de empatizar.

    2 Ser emptico resulta importante en el mbito social, adems

    de producir consecuen-

    cias siolgicas.

    3 Las redes neurona-les de la empata y de la violencia podran

    solaparse, ser parcial-

    mente similares.

    da ser ms emptico que una mujer. De hecho,

    muchos varones lo son; adems, las diferencias

    dentro de un mismo gnero resultan siempre

    mayores que las que surgen al comparar hom-

    bres y mujeres. Mas, segn las estadsticas, ellas

    son ms empticas que ellos.

    La empata se conforma de dos componen-

    tes: uno de naturaleza cognitiva, otro de natu-

    raleza emocional. El primero se relaciona con

    la capacidad de una persona para comprender

    y abstraer los procesos mentales de otro indi-

    viduo. El segundo se reere al acercamiento

    de un sujeto al estado emocional de otro, as

    como a las reacciones que ello le provoca. A

    pesar de la dicultad de evaluar la empata,

    se han elaborado escalas y cuestionarios para

    medirla. Uno de los instrumentos de medida

    ms empleados es el ndice de Reactividad In-

    terpersonal (IRI), que evala la empata desde

    una perspectiva amplia y en todas sus dimen-

    siones, incluyendo factores cognitivos (toma de

    perspectiva y fantasa) y emocionales (preocu-

    pacin emptica y malestar personal).

    La toma de perspectiva consiste en la habi-

    lidad y la capacidad para comprender el pun-

    to de vista del otro; la fantasa es la capacidad

    imaginativa de una persona para ponerse en

    situaciones cticias. Por su parte, la preocu-

    pacin emptica reeja los sentimientos de

    compasin, inquietud y afecto ante el malestar

    del otro, mientras que el malestar emocional

    consiste en los sentimientos de desazn que

    se producen al observar experiencias negati-

    vas en los dems. A travs del cuestionario IRI,

    con todas sus escalas, se obtiene una medida

    bastante fehaciente de la empata en todas sus

    dimensiones. La diferenciacin entre ambos

    componentes, cognitivo y emocional, es impor-

    tante: se empieza a observar que los circuitos

    neuronales que los regulan son diferentes.

    Cerebro y empataQu sabemos sobre las bases biolgicas de la

    empata? Evaluar la empata, como ya se ha

    sealado, no resulta tarea fcil; incluso es casi

    imposible en situaciones reales. A consecuencia

    de ello, en la ltima dcada se estn llevando a

    cabo estudios en el laboratorio que reproducen

    de forma controlada aquello que ocurre en la

    vida real, en situaciones cotidianas. Aunque

    la medicin y la evaluacin de la empata en

    el laboratorio tambin es una tarea ardua, el

    desarrollo de las tcnicas de neuroimagen o

    de estudio del cerebro humano in vivo permite

    avanzar en el conocimiento del circuito neuro-

    nal implicado en su regulacin y expresin.

    El descubrimiento de las neuronas espejo

    (neuronas que se activan al observar un estado

    motor, perceptivo o emocional de otro indivi-

    duo) ha facilitado avanzar en la comprensin

    del modus operandi del cerebro emptico. En

    primates no humanos y en seres humanos

  • 16 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    desarrollar una accin concreta y observarla

    cuando la lleva a cabo otro individuo activa

    la representacin cerebral del sistema motor,

    efecto que se plasma en las neuronas espejo

    ubicadas en las cortezas promotora y parietal.

    Adems, dichas neuronas permiten al observa-

    dor entender las intenciones del otro, aspecto

    muy relacionado con el componente cognitivo

    de la empata [vase El descubrimiento del

    otro, por Katja Gaschler; MENTE Y CEREBRO,

    n.o 23]. Al menos en humanos, existen dife-

    rencias notables entre individuos: aquellos con

    mayor empata presentan tambin una mayor

    activacin del sistema motor de las neuronas

    espejo. Por todo ello, las neuronas espejo per-

    mitiran explicar cmo somos capaces de ac-

    ceder a la mente de otros y comprenderla, de

    modo que facilitan la conducta social entre las

    personas.

    En la actualidad, diversos investigadores

    analizan los circuitos neuronales implicados en

    la empata a travs de experimentos relaciona-

    dos con las emociones, la expresin del asco, el

    dolor o el perdn. Los estudios incluyen tcni-

    cas de neuroimagen, en especial la resonancia

    magntica funcional, que permite obtener fo-

    tografas del cerebro en momentos puntuales,

    como cuando se maniesta empata.

    Estmulos y expresin de ascoA travs de investigaciones en las que se mos-

    traba a los probandos fotografas con conteni-

    do emocional neutro, positivo o bien negativo,

    o en las que los voluntarios deban adoptar la

    perspectiva de otra persona en situaciones neu-

    tras o con carga emocional, se ha comprobado

    un aumento de la actividad en la corteza occi-

    pital y lmbica. Los resultados de los estudios,

    sin embargo, no siempre coinciden, incluso

    abarcan en cada caso un gran nmero de es-

    tructuras cerebrales. As, en una investigacin

    se observ que al evaluar el estado emocional

    de otras personas, las mujeres mostraban una

    mayor activacin de la corteza frontal inferior

    derecha que los hombres, lo que indicara que

    ellas, en las interacciones sociales cara a cara,

    emplean en mayor medida reas cerebrales que

    contienen neuronas espejo. Dicho mecanismo

    biolgico podra encontrarse en la base del

    contagio emocional. Asimismo, se ha com-

    probado que aunque el reconocimiento de ros-

    tros incrementa la activacin del hemisferio

    derecho en ambos gneros, solo en las mujeres

    ms empticas se registra una mayor activa-

    cin de dicha regin. Comienzan, por tanto, a

    conocerse las diferencias en las partes del cere-

    bro que regulan la empata, diferencias ligadas

    en especial al hemisferio derecho.

    Uno de los mtodos de estudio de la empata

    hacia emociones negativas consiste en el exa-

    men de la expresin de asco. La experiencia

    en s misma, as como su observacin en otras

    personas, activa dos estructuras cerebrales: la

    nsula anterior y el oprculo frontal adyacen-

    te (o IFO, en su conjunto). La lesin en dichos

    rganos modica, pues, la propia experiencia

    de asco y su interpretacin en otros, por lo que

    desempearan un papel fundamental para el

    contagio emocional y la comprensin empti-

    ca. El IFO se relaciona asimismo con la empata

    para las sensaciones gustativas agradables (por

    ejemplo, al observar a alguien tomando una

    bebida placentera), no solo con las repulsivas

    o desagradables.

    Empatizar para el dolorEs probable que el mayor nmero de es tudios

    sobre empata se haya llevado a cabo en el con-

    texto del dolor. Tal estado psicolgico muestra

    una gran importancia evolutiva, ya que permi-

    te adaptarnos al medio, adems de facilitarnos

    la supervivencia. El dolor puede experimentar-

    se en s mismo de manera directa o percibirse

    a travs de los dems, ya que es el producto de

    una combinacin de componentes sensoriales,

    perceptivos y emocionales. Tales componentes

    poseen su base neurobiolgica: los aspectos

    sensoriales y perceptivos del dolor se hallan

    regulados por la corteza sensorial primaria y

    secundaria; el componente afectivo-motiva-

    cional, por su parte, se asienta en la corteza

    cingulada anterior y la nsula. Toda la red de

    circuitos neuronales asociada con dicha sensa-

    cin constituye la matriz del dolor.

    Pese a la estrecha relacin entre los com-

    ponentes, diversas investigaciones basadas en

    tcnicas de neuroimagen indican que solo el

    componente emocional de la matriz se involu-

    La nsula anterior y el oprculo frontal adyacente se relacionan con el contagio emocional de sensaciones agradables y repulsivas

    LAS NEURONAS ESPEJO

    Hallazgos recientes en primates

    no humanos muestran que las

    neuronas espejo no solo se re-

    lacionan con la representacin

    de la accin, sino que tambin

    facilitan la comprensin de los

    otros y sus intenciones, lo que

    estara muy relacionado con

    el componente cognitivo de la

    empata.

    MA

    TTH

    EW H

    OEL

    SCH

    ER

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 17

    cra en la empata para el dolor. No obstante, no

    debe olvidarse que la empata, adems de emo-

    cional, es tambin cognitiva y sensoriomotora,

    por lo que podra asentarse en mecanismos

    bsicos que posibiliten la representacin de las

    sensaciones de los dems en el propio sistema

    sensoriomotor. En este sentido, algunos inves-

    tigadores han aplicado estmulos dolorosos en

    las manos de sujetos ajenos o con vinculacin

    emocional con la persona examinada; otros

    estudios analizaban las expresiones faciales de

    dolor. Segn se comprob, la percepcin del do-

    lor de otras personas puede variar en funcin

    de algunos factores moduladores, como la ex-

    periencia previa o el gnero del observador. As,

    un estudio mostr que la matriz del dolor se

    activa en mayor medida en observadores inex-

    pertos en prcticas de acupuntura (se inserta-

    ban agujas en diversas partes del cuerpo, como

    la boca, las manos y los pies) que en mdicos

    con experiencia en tal actividad. Por lo gene-

    ral, las mujeres se maniestan ms reactivas

    que los hombres a la observacin de estmulos

    dolorosos y, por lo tanto, ms empticas para

    el dolor ajeno.

    En resumen, al observar el dolor de otros,

    puede producirse una activacin de los circui-

    tos neuronales que regulan tal sensacin, es

    decir, de la empata para el dolor. Dicha ac-

    tivacin y su intensidad dependen de multitud

    de factores, como la personalidad del sujeto

    o su vinculacin afectiva con la persona que

    experimenta el dolor, entre otras. Aun as, no

    siempre se produce; no todas las personas ac-

    tivan esas redes cerebrales al observar el dolor

    ajeno. Yendo ms all, podra existir una ac-

    tivacin en otro sentido? Es posible una acti-

    vacin placentera? Puede sentirse placer con

    el dolor de los dems? Ms adelante tratar de

    responderse a la cuestin. Valga como avance

    que las redes neuronales de la empata y de la

    violencia podran solaparse de algn modo, lo

    que dara respuesta a tales interrogantes.

    Actitud emptica y perdnUn conjunto de trabajos han valorado la ca-

    pacidad de perdonar a otras personas en rela-

    cin con la empata. En un primer momento,

    se indic que tanto los juicios empticos como

    los de perdn activaban el lbulo frontal, en

    concreto, la circunvolucin frontal superior

    izquierda y la corteza orbitofrontal. De forma

    especca, las actitudes empticas activaban

    las reas temporal medial izquierda y frontal

    inferior izquierda, mientras que el perdn ac-

    tivaba el giro cingulado. La implicacin de es-

    tas estructuras en la empata y el perdn se ha

    conrmado en un estudio posterior en el que

    se aplic una terapia cognitivo-conductual a

    pacientes de ambos gneros con trastorno por

    estrs postraumtico. Los probandos deban

    leer una historia cticia y emitir un juicio so-

    bre la misma intentando especular acerca de

    las intenciones de los otros, evocar empata y

    establecer juicios de perdn sobre sus acciones.

    La activacin de las estructuras cerebrales para

    la empata y el perdn cambiaron conforme se

    resolvan los sntomas de estrs postraumtico,

    por lo que la terapia podra haber contribuido a

    que se produjese una respuesta neuronal nor-

    malizada ante las tareas propuestas.

    Limitaciones de los estudiosLas investigaciones sobre empata y cerebro

    han sido objeto de crtica por la inadecuacin

    de algunos de sus aspectos metodolgicos. A

    modo de ejemplo, algunos investigadores selec-

    cionaban aquellos resultados de actividad sig-

    nicativa en relacin con algunas estructuras

    cerebrales, pero ignoraban otros, de manera que

    construan la medida de la actividad cerebral a

    partir de ciertos datos; ello poda incrementar

    las correlaciones entre reas cerebrales y empa-

    ta, y aportar resultados poco ables.

    Sin embargo, no todos los estudios presen-

    tan tales limitaciones metodolgicas. En cual-

    quier caso, se trata de los primeros avances

    que permiten analizar y determinar las reas

    cerebrales implicadas en la empata.

    Si bien existe un avance en el uso de los

    estudios de neuroimagen para investigar la

    empata, cabe sealar el vaco que impera en

    otros parmetros biolgicos, como las hor-

    monas, los neurotransmisores, los ge-

    nes o los indicadores inmunolgicos.

    Por otro lado, cabe sealar que se

    ha empezado a analizar la funcin

    de la oxitocina, hormona relaciona-

    da con la conducta social, obser-

    vndose que la administracin

    de dicha sustancia aumenta

    la empata para el dolor.

    171717777777777

    otros parmetros biolgicos, como las hor-

    monas, los neurotransmisores, los ge-

    nes o los indicadores inmunolgicos.

    Por otro lado, cabe sealar que se

    ha empezado a analizar la funcin

    de la oxitocina, hormona relaciona-

    da con la conducta social, obser-

    vndose que la administracin n

    de dicha sustancia aumentat

    la empata para el dolor.

    EN LOS DEMS

    Una de las estrategias expe-

    rimentales para analizar la

    empata es a travs de los

    estudios sobre el dolor ajeno:

    al observarlo se puede activar

    la matriz del dolor o con-

    junto de estructuras cerebra-

    les que regulan este estado

    psicolgico.

    DEN

    IS Z

    AM

    ARO

  • 18 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    Todava faltan, sin embargo, trabajos que ana-

    licen la relacin de la empata con otras hor-

    monas, caso del cortisol, hormona principal

    del estrs con una funcin importante en la

    violencia humana.

    Violencia y empata: dos caras de la misma moneda?Tras revisar y analizar las investigaciones sobre

    empata y cerebro, puede concluirse que algu-

    nas regiones cerebrales, como la corteza pre-

    frontal, el lbulo temporal, la amgdala y otras

    estructuras del sistema lmbico, desempean

    una funcin fundamental en la empata. El sis-

    tema lmbico est implicado en las emociones,

    pero tambin en la habilidad de ponerse en el

    lugar de los dems. Dicha parte del encfalo

    recibe el impulso primario para transferirlo

    ms tarde a la corteza cerebral, en concreto, a

    la parte temporal y prefrontal. Esta zona con-

    creta del cerebro (que caracteriza a nuestra es-

    pecie por su desarrollo notable frente a otros

    primates no humanos) controla y regula los

    impulsos y, por tanto, la accin de expresar o

    no una emocin determinada. En el caso de la

    empata, los sentimientos experimentados por

    otras personas se analizan e integran en dichas

    reas del cerebro.

    Podran estar implicadas las mismas reas

    cerebrales en la empata y la violencia? Contes-

    Los estudios sobre cooperacin permiten analizar la em-

    pata en el laboratorio. En este sentido, nos planteamos

    llevar a cabo el siguiente experimento: dos sujetos deban

    construir juntos una casa con piezas de lego a semejanza

    de un modelo previamente construido. De este modo, la

    cooperacin mediante la comunicacin visual (no se ad-

    mita la comunicacin oral) resultaba imprescindible para

    alcanzar el objetivo. Cada participante dispona de una

    caja con las piezas necesarias aunque no sucientes para

    la construccin del edicio. Es decir, para completar la casa

    deban utilizar piezas de ambas cajas, deban cooperar. Los

    participantes colocaban las piezas alternativamente: cada

    uno seleccionaba una de entre sus propias chas y se la

    pasaba al otro sujeto para que la colocara. Al entregar la

    pieza tras la seleccin, el probando deba mirar a la otra

    persona a los ojos con el n de que asintiera con la mirada y

    permitiese el movimiento, asegurndose de que emplazaba

    el bloque en el lugar correspondiente.

    Con el n de controlar el efecto de la cooperacin, se

    manipul el resultado de la tarea. Despus de la prueba se

    informaba a los participantes sobre el resultado, si haba

    sido positivo o negativo, a pesar de que los investigadores

    indicaran al inicio que los criterios seguidos para la evalua-

    cin seran la calidad de la construccin (semejanza con el

    modelo) y los errores en la colocacin de las chas. Antes,

    durante y tras la nalizacin de la tarea se evaluaron los

    niveles hormonales de cortisol, la frecuencia cardiaca y la

    actividad electrodrmica de los probandos.

    Todos los participantes manifestaron un ligero incre-

    mento del cortisol al nalizar la labor, adems de una dis-

    minucin progresiva conforme transcurra el tiempo. Por

    otro lado, mientras que el grupo que obtuvo un resultado

    positivo de su cooperacin mostraba una disminucin de

    la respuesta del cortisol tras nalizar la tarea, la pare-

    ja con un resultado negativo la increment. Del mismo

    modo, se produjo un aumento en la activacin del sistema

    nervioso autnomo de los probandos al cooperar, efecto

    que se plasm en las variaciones de frecuencia cardaca

    y actividad electrodrmica (indicador indirecto de emo-

    cionalidad). Todo ello indica que la cooperacin-empata

    provoca cambios siolgicos a diversos niveles y se modula

    segn el resultado obtenido en la misma. As, un resulta-

    do negativo tras una cooperacin podra producir efectos

    similares a los de un acontecimiento estresante o adverso

    para una persona. Por tanto, el hecho de ser emptico

    no solo resulta importante en el mbito social, sino que

    tambin produce consecuencias determinadas en nuestra

    respuesta biolgica.

    Empata y cortisol

    AM

    BAS

    FOTO

    S: S

    ARA

    DE

    AN

    DR

    S

    COOPERACIN REVELADORA

    Con el n de analizar en el laborato-

    rio la respuesta psicosiolgica a la

    cooperacin se propuso la construc-

    cin por parejas de una casa median-

    te piezas de lego y siguindose como

    ejemplo un modelo ya construido.

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 19

    tar a la pregunta no resulta en estos momen-

    tos sencillo, ya que todava se carece de datos

    cientcos sucientes. Lo que aqu se propone

    es una hiptesis de trabajo que podra abrir

    nuevos caminos en la investigacin para preve-

    nir y tratar los problemas derivados de la vio-

    lencia humana. De forma intuitiva, se pensaba

    en la empata como un camino hacia la no

    violencia (se sabe que la empata desempea

    una funcin inhibidora en la violencia: cuando

    alguien se pone en lugar del otro es ms dif-

    cil que llegue a causarle dao). Sin embargo,

    esta armacin se fundamentaba en la expe-

    riencia, el aprendizaje y la observacin de los

    resultados de la educacin para la empata,

    sin conocer los fundamentos biolgicos que se

    encuentran en la base de esa inhibicin.

    Tras una revisin exhaustiva de las inves-

    tigaciones con neuroimagen sobre la relacin

    entre cerebro y empata, llama la atencin que

    las partes cerebrales asociadas con la conducta

    emptica coincidan en gran medida, aunque

    no en su totalidad, con las relacionadas con la

    agresin y la violencia. En consecuencia, los

    circuitos neuronales para empata y violencia

    podran ser parcialmente similares, de modo

    que controlaran la capacidad de ponerse en el

    lugar del otro, as como de agredirlo.

    Los ms empticos y violentosA tenor de las observaciones, cabra argumen-

    tar que la estimulacin de los mismos circuitos

    del cerebro en una direccin podra reducir su

    actividad en la otra. En comparacin con el res-

    to de los animales, nuestra especie se estima

    como la ms violenta, porque somos capaces

    de matar en serie y cometer genocidios y otras

    atrocidades similares. Pero, por otro lado, los

    seres humanos somos tambin la especie ms

    emptica, ya que somos capaces de ponernos

    en el lugar de otros y actuar de manera altruis-

    ta con personas que no pertenecen a nuestra

    Los menores que han sufrido malos tratos durante la in-

    fancia muestran un mayor riesgo de presentar conductas

    antisociales y violentas durante la adultez, fenmeno que

    se ha denominado ciclo de la violencia. En la base del

    desarrollo de conductas agresivas confluyen distintos fac-

    tores ambientales y biolgicos, entre los que se encuen-

    tran los genticos, los neuroqumicos, los hormonales, los

    neurolgicos, los inmunolgicos, los sociales, los familia-

    res, la experiencia previa y las diferencias individuales.

    A partir de esa compleja interaccin de factores, hemos

    establecido los posibles paralelismos entre los cambios

    neurobiolgicos que se producen como consecuencia del

    maltrato infantil y aquellos observados en adultos agre-

    sivos o violentos.

    Neurobiologa del maltrato infantil: el ciclo de la violencia

    DEN

    IS Z

    AM

    ARO

    Factores moduladores de las consecuencias del maltrato infantil

    Consecuencias neurobiolgicasdel maltrato infantilCambios estructuralesNMenor volumen del hipocampoNHiperactivacin de la amgdalaNMenor volumen del cerebeloNMenor volumen

    del cuerpo callosoNMaduracin precoz

    de la corteza prefrontal

    Cambios funcionalesNSntomas caractersticos TEPTNDescontrol y violencia impulsivaNMenor procesamiento

    de informacinNAlteracion cognitiva

    y psicopatologasNMenor integracin interhemisfricaNMaduracin precoz y lateralizacin

    El ciclo de la violenciaPrincipales resultadosobtenidos en adultos violentosNPrdida unilateral

    del tejido de la amgdalay el hipocampodel lbulo temporal

    NIrritabilidad lmbicaNHipoactivacin en regiones

    del lbulo frontalNMenor lateralizacin

    hemisfrica en tareasque implicanprocesamiento verbal

    NDescenso del metabolismode glucosa en elcuerpo calloso

    Difer

    encias in

    dividuales Gentica Tipo de maltrato

    Gn

    ero

    E

    dad

    Factores familiares Enriquecimiento ambienta

    l Fac

    tores

    socia

    les

    H

    orm

    on

    as

  • 20 MENTE Y CEREBRO 47 / 2011

    familia (por lo que no comparten nuestra carga

    gentica), a nuestra comunidad o que nos resul-

    tan desconocidas. Si el mismo circuito de redes

    neuronales controlase tanto la empata como

    la violencia, sera harto improbable mostrar

    ambas al mismo tiempo (como sucede habi-

    tualmente). Ello no signica que una persona

    emptica no pueda ser violenta, aunque s su-

    giere que cuando alguien es capaz de ponerse

    en el lugar de los dems le resulta ms difcil

    actuar con violencia; al menos en ese preciso

    momento.

    Tampoco debemos olvidar la importante

    funcin que desempean la experiencia, los

    aprendizajes y el ambiente en el que vivimos,

    ya que una educacin que fomenta la empata

    traza un buen camino para reducir la violen-

    cia. De manera simplicada, podra decirse

    que poseemos una predisposicin biolgica

    para ser empticos, violentos o ambas cosas,

    pero el ambiente en el que vivimos modera

    su expresin. Por supuesto, hablamos de la

    poblacin general; las conclusiones cambian

    cuando nos referimos a la conducta antisocial

    caracterstica de la psicopata o a los rasgos

    autistas de personas con trastornos del es-

    pectro autista. Aunque ambos casos dieren

    completamente entre s, comparten como

    caracterstica la falta de empata (sea porque

    el cerebro carece de los circuitos cerebrales

    adecuados o bien porque no dispone de un

    correcto funcionamiento para experimentarla

    y expresarla).

    Todos los factores juntos, biolgicos y am-

    bientales, propician que una persona pueda

    resultar ms emptica que otra.

    Maltrato y conducta agresivaOtro aspecto fundamental en la empata es la

    experiencia previa, ya que puede marcar de

    forma notable su desarrollo posterior. En una

    investigacin se observ y compar la reac-

    cin emocional de nios de entre uno y tres

    aos, con condiciones de nivel social y estrs

    semejantes, mas les diferenciaba que algunos

    provenan de hogares en los que se ejerca el

    maltrato, los otros no. La prueba consista en

    estudiar la reaccin de los jvenes probandos

    ante un compaero con dicultades. Los nios

    que no haban sufrido malos tratos observaban

    con atencin al compaero con problemas, se

    preocupaban por l e incluso intentaban conso-

    larlo. Los nios maltratados, por el contrario, no

    mostraron empata, reaccionaban con enfado,

    amenazas e incluso agresin fsica. Es posible

    que el maltrato anule la tendencia natural a la

    empata, pero tambin que el modelo que trans-

    miten los progenitores en los primeros aos de

    vida sea el que aparece despus en los sujetos

    no empticos.

    En cualquier caso, el maltrato infantil afecta

    de forma considerable al desarrollo de la coope-

    racin, la empata, el altruismo y la conducta

    prosocial. Podran los daos cerebrales que

    padecen los nios maltratados causar la falta

    de empata? Habra alguna relacin con una

    mayor propensin a la violencia en estos ni-

    os? Por la complejidad del tema, resulta difcil

    responder a la cuestin. Ahora bien, los datos

    de los menores maltratados podran indicar

    que los daos en el circuito neuronal implica-

    do en la violencia perpetan su ciclo a travs

    del incremento de la activacin de ese circuito

    como respuesta violenta y la anulacin de la

    modulacin del mismo hacia la empata.

    El maltrato infantil provoca graves secuelas

    psicolgicas y biolgicas. Las personas someti-

    das a malos tratos, abusos y negligencia duran-

    te la niez presentan un cerebro marcado por

    secuelas neurobiolgicas a nivel estructural (al-

    teraciones en las propias estructuras cerebra-

    les), as como funcional (mal funcionamiento

    del cerebro durante una conducta o proceso

    psicolgico concreto).

    En conclusin y segn se ha comprobado,

    puede armarse que como consecuencia del

    maltrato infantil aparecen alteraciones del

    hipocampo, la amgdala, el giro temporal su-

    perior, el cerebelo, el cuerpo calloso, la corteza

    prefrontal y el volumen cerebral y ventricu-

    lar. Tales modicaciones se asocian a secuelas

    cognitivas, altos niveles de estrs psicosocial

    MS EMPATA,

    MENOS VIOLENCIA

    El fomento de la empata acta

    como inhibidor de la violencia,

    no solo por una cuestin social,

    sino tambin biolgica. Es me-

    nos probable que un cerebro

    ms emptico acte de forma

    violenta, al menos de manera

    habitual.

    IS

    TOC

    KPH

    OTO

    / K

    ATO

    CA

    RL

    Los menores maltratados no muestran empata y reaccionan con enfado ante el malestar de otros nios

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 21

    BIBLIOGRAFACOMPLEMENTARIA

    LAS NEURONAS ESPEJO.

    EMPATA, NEUROPOLTICA,

    AUTISMO, IMITACIN O DE

    CMO ENTENDEMOS A LOS

    OTROS. M. Iacobini. Katz;

    Madrid, 2009.

    PSICOBIOLOGA DE LA VIO-

    LENCIA. L. Moya Albiol.

    Pirmide; Madrid, 2010.

    BASES NEURONALES DE LA

    EMPATIA. L. Moya Albiol,

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    en Revista de Neurologa,

    vol. 50, n.o 2, pgs. 89-

    100; 2010.

    POR QU COOPERAMOS?

    M. Tomasello. Katz; Ma-

    drid, 2010.

    NEUROBIOLOGA DEL MALTRA-

    TO INFANTIL: EL CICLO DE LA

    VIOLENCIA. P. Mesa Gresa y

    L. Moya Albiol en Revista

    de Neurologa, (en prensa).

    LA VALORACIN DEL

    RESUL TADO MODULA LA

    RESPUESTA DEL CORTISOL A

    UNA TAREA COOPERATIVA DE

    LABORATORIO EN MUJERES.

    S. de Andrs Garca, E.

    Gonzlez Bono, P. Sariana

    Gonzlez, M.V. Sanchis

    Calatayud, A. Romero Mar-

    tnez y L. Moya Albiol en

    Psicothema, (en prensa).

    y problemas sociales y de conducta, que a su

    vez predisponen al desarrollo de diversas psi-

    copatologas. Las reas cerebrales sealadas

    coinciden en gran parte con aquellas que pre-

    sentan alteraciones en los adultos agresivos y

    violentos, por lo que podran conformar la base

    neurobiolgica del ciclo de la violencia. No se

    trata solo de que el modelo de maltrato pue-

    da aprenderse y desarrollarse de adulto, sino

    que, adems, las reas cerebrales daadas a

    consecuencia del maltrato predisponen a que

    el individuo maltratado presente un cerebro

    potencialmente violento, ms predispuesto al

    desarrollo de conductas violentas.

    El tipo de maltrato y el sexo del menor son

    factores importantes que pueden modular las

    consecuencias psicolgicas y neurobiolgicas

    del maltrato. Los menores que crecen en entor-

    nos violentos, con constantes maltratos fsicos,

    sexuales, o ambos, desarrollan un estado de ex-

    cesiva activacin e hipervigilancia que les lle-

    var a responder de forma hostil ante cualquier

    situacin. En la mayora de los casos resulta

    difcil que se produzca uno de estos patrones

    de forma aislada; por lo general, los nios que

    han sufrido malos tratos han padecido tam-

    bin abandono y negligencia.

    Respecto al sexo del menor, las nias son

    en mayor medida vctimas de abusos sexua-

    les, mientras que el efecto del maltrato en el

    cerebro se encuentra ms marcado en los va-

    rones (una alteracin mayor en el cuerpo ca-

    lloso, un volumen cerebral menor y un mayor

    volumen ventricular). Quiz la diferenciacin

    se encuentre en la base del predominio de los

    trastornos psicopatolgicos en la edad adulta

    en cada sexo. Cuanto antes se produce el mal-

    trato y ms tiempo perdura, mayor cantidad

    de dcits cerebrales se observan.

    Sin embargo, las secuelas se modulan segn

    las diferencias individuales y la capacidad de

    cada cual de aprender del trauma e integrarlo

    en la vida para crecer y madurar (resiliencia).

    No todos los menores vctima de malos tratos

    presentan psicopatologas o dcits en el fun-

    cionamiento cerebral. El hecho de que nuestro

    cerebro siga desarrollndose durante la infan-

    cia y adolescencia, e incluso durante la adultez,

    propicia que sea vulnerable a los efectos del

    estrs crnico o a situaciones traumticas, de

    tal manera que pueden producirse daos f-

    sicos, emocionales y cognitivos, en ocasiones

    irreversibles. Adems de las carencias cogniti-

    vas, muchas de las personas que han sufrido

    tales daos cerebrales desarrollarn psicopato-

    logas en la edad adulta (trastorno por estrs

    postraumtico, depresin, abuso de sustancias

    psicoactivas y trastornos de la personalidad).

    En cambio, un desarrollo del cerebro sin un

    alto nivel de estrs y sin la vivencia de expe-

    riencias traumticas durante los primeros aos

    de vida favorece que la persona sea ms estable

    emocionalmente, ms social y emptica y, por

    consiguiente, menos agresiva o con menos pre-

    disposicin hacia la violencia.

    Una puerta a la rehabilitacin de criminales?La lnea de investigacin que aqu se presen-

    ta podra tener implicaciones positivas en la

    rehabilitacin de criminales y violentos (a

    excepcin del caso de los psicpatas, quienes

    al parecer presentan un cerebro carente de la

    capacidad de empatizar y de comprender las

    emociones de los dems). As, los programas

    de rehabilitacin para psicpatas violentos

    han fracasado hasta el momento, en especial

    aquellos centrados en intentar que dichas per-

    sonas se pongan en el lugar de las vctimas, que

    asimilen las consecuencias que su conducta

    ha provocado sobre ellas y sus seres queridos.

    Pero, qu pasara con el resto de los crimina-

    les? Supondra un avance en el camino hacia

    la rehabilitacin? Si la hiptesis es correcta, si

    empata y violencia comparten circuitos cere-

    brales comunes que las regulan y controlan o

    si las pruebas cientcas apuntan de alguna

    forma en esa direccin, su implicacin en la

    rehabilitacin de personas violentas sera im-

    portante.

    Hoy por hoy podemos trabajar en la preven-

    cin de la violencia. Si para un cerebro emp-

    tico resulta ms complicado comportarse de

    modo violento, la educacin dirigida a la em-

    pata podra representar un camino efectivo

    para reducir los conictos y actos agresivos.

    Sin embargo, es necesario aumentar la inves-

    tigacin, no solo para conocer las estructuras

    cerebrales que regulan la empata, sino tam-

    bin para saber qu sustancias neuroqumicas

    se hallan implicadas y cmo actan en tales

    partes del encfalo, as como para dilucidar qu

    funcin desempean los genes en esta materia.

    Ello permitira avanzar en la psicofarmacologa

    de la violencia y en otras terapias.

    Luis Moya Albiol es profesor del departamento de psicobiologa de la Universidad de Valencia. Su in-

    vestigacin se enmarca en el estudio de los aspectos

    psicobiolgicos del estrs social.

  • 22

    GEH

    IRN

    & G

    EIST

    / M

    EGA

    NIM

    RESUMEN

    En movimiento

    1 El entrenamiento mantenido y mode-rado benecia al cerebro

    y a la mente. El ejerci-

    cio estimula, estabiliza

    y protege la actividad

    mental.

    2 En los ltimos aos, se han dilucidado los efectos del depor-

    te en la mente: se han

    comprobado factores

    de crecimiento que fa-

    cilitan el aumento de la

    irrigacin sangunea y

    la renovacin neuronal,

    indispensables para el

    cerebro. La actividad

    muscular incrementa la

    produccin de esas sus-

    tancias.

    3Otros estudios apo-yan que la prctica regular de ejercicios cor-

    porales puede frenar el

    deterioro mental propio

    de la senectud.

  • MENTE Y CEREBRO 47 / 2011 23

    Muchas personas relacionan el deporte con un concepto: esfuerzo. Para apagar su mala conciencia, intentan animarse a estar

    activos; los objetivos van desde mantener el

    cuerpo en forma, pasando por perder algn kilo

    hasta, simplemente, lograr la admiracin de los

    dems por el esfuerzo al que se someten. El xi-

    to, en tales casos, resulta ms bien discreto.

    Practicar un ejercicio moderado y regular

    estimula y mantiene la salud del cuerpo. Cada

    vez ms investigadores sostienen que no solo

    fortalece el corazn y los msculos; tambin

    aumenta la capacidad mental y la resistencia.

    En los nios contribuye a un mejor desarrollo,

    ayuda tambin a combatir miedos y depresio-

    nes en la madurez y compensa y lentica el

    deterioro mental propio de la senectud. Par