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    Editor Susan WatkinsEditorial Committee Tariq Ali, Perry Anderson, Gopal Balakrishnan, Emilie Bickerton,

    Robin Blackburn, Robert Brenner, Malcolm Bull, Alexander Cock-burn, Mike Davis, Peter Gowan, Tom Mertes, Francis Mulhern,Julian Stallabrass, Jacob Stevens, Tony Wood, JoAnn Wypijewski

    Assistant Editor Tony WoodPublishing Director Jacob StevensAssistant Publisher Kheya BagEditorial Assistant Emilie BickertonSubscriptions Manager Johanna ZhangInterns Max Gasner, Aaron Benanar

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    Nmero 43 marzo/abril ndice

    Editor de la edicin en castellano Carlos Prieto del CampoTraduccin Juan Mari Madariaga, Marta Malo de Molina Bodeln, Paloma

    Molen Alonso, Cristina Pia Aldao, Ral Snchez Cedillo, AnaVarela Mateos

    New Left Review Ltd., 2007 Ediciones Akal, S. A., 2007para lengua espaolaSector Foresta, 128760 Tres CantosMadrid - EspaaTel.: 918 061 996 / Fax: 918 044 028www.akal.com

    ISSN: 1575-9776-43Depsito legal: M-2599-2000Impreso en Cofs, S. A.Mstoles (Madrid)

    2 Contenidos

    Artculos

    5 Mike Davis Los demcratas despus denoviembre

    29 Robert Brenner Estructura vs. coyuntura en EstadosUnidos

    55 Gran Therborn Despus de la dialctica

    Crtica

    103 Tom Nairn La Unin en peligro?

    120 Duncan McCargo La corona vaca de Bhumibol

    131 C. Prendergast De Arras a Termidor

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    DUNCAN MCCARGO: ensea Ciencias Polticas en la Universidad deLeeds; autor de Politics and the Press in Thailand(2000); coautor de The

    Thaksinization of Thailand(2005).

    TOM NAIRN: ensea en el Royal Melbourne Institute of Technology;autor de After Britain(2000) yPariah(2002); coautor de Global Matrix

    (2005); vase tambin NLR9, 23 y 37.

    CHRISTOPHER PRENDERGAST: miembro del Kings College,

    Cambridge; autor de The Triangle of Representation(2000); editor deDebating World Literature(2004); vase tambin NLR8, 10, 24 y 34.

    GRAN THERBORN: ensea Sociologa en la Universidad deCambridge; autor de Between Sex and Power(2004); editor de

    Inequalities of the World(2006); vase tambin NLR10, 22 y 35.

    AUTORES

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    Fueron las elecciones de noviembre de 2006 una masacre poltica de propor-ciones picas o la pelea por la rutinaria renovacin de mitad de mandato? Du-rante la semana posterior a la victoria demcrata, los analistas de ambos par-tidos ofrecieron opiniones tan contradictorias como las de los protagonistasde Rashomon, la pelcula en la que Kurosawa retrata desde diferentes ngu-los una violacin y un homicidio. Por el lado liberal, Bob Herbert se congra-tulaba en su columna en The New York Timesde que la anomala del miedoinducido de la era de George Bush hubiera exhalado su ltimo suspiro,mientras Paul Waldman (Baltimore Sun)anunciaba un gran paso en la mar-cha de la nacin hacia la izquierda y George Lakoff (CommonDreams.org)celebraba una victoria de los valores progresistas y en cuanto a los hechosconcretos, un nuevo marco basado en valores (sea lo que sea eso)1. Por ellado conservador, Lawrence Kudlow (National Review) se negaba a recono-cer siquiera las evidentes manchas de sangre en la escalinata del Congreso:si tenemos en cuenta la victoria de los sectores conservadores dentro delBlue Dog demcrata (un comit de demcratas conservadores organizado en1995 como envidiosa emulacin de los Republicanos de Gringrich) y laderrota de los sectores liberales del Partido Republicano en el nordeste,el cambio producido en el Congreso podra en realidad ser una victoriaconservadora en vez de liberal. William Safire, aunque disgustado por-que la izquierda perdedora hubiera ganado finalmente unas elecciones,minimiz el resultado como una perdida normal de mitad de mandato2.

    I. LA VICTORIA Y SUS TRIBULACIONES

    Pero Safire riza demasiado el rizo. Aunque la victoria demcrata de 2006no fue el diluvio que desataron los republicanos en 1994, liderados por

    1 Bob Herber, Ms. Speaker and Oher Trends, The New York Times, 9 de noviembre de 2006;Paul Waldman, A Big Step in Nations March to Left, The Baltimore Sun, 12 de noviembrede 2006; y George Lakoff, Building on the Progressive Victory, CommonDreams.org., 14 dediciembre de 2006.2 Lawrence Kudlow, Reach Out to the Blue Dogs, kudlowsmoneypolitics.blogspot.com, 8de noviembre de 2006; y William Safire, After the Thumpin, The New York Times, 9 de no-viembre de 2006.

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    ARTCULOS

    LOS DEMCRATAS DESPUS DENOVIEMBRE

    MIKE DAVIS

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    Newt Gingrich, Dick Armey y Tom Delay (ver cuadro 1), no fue en abso-luto un resultado normal. A pesar del bajo relieve electoral de la cues-tin econmica, el tema clsico de la oposicin en las elecciones de re-novacin de mandato, los demcratas consiguieron invertir la mayora enla Cmara de Representantes (la mayor masacre republicana desde 1974)

    y recuperar el Senado por un escao. De hecho en Vermont, el Senadoobtuvo su primer miembro socialista declarado con Bernie Sanders, unindependiente en las listas de los demcratas.

    Por primera vez en la historia los demcratas no perdieron ni un solopuesto ni ninguno de los escaos abiertos de la Cmara de Representan-tes. Los votantes independientes (26 por 100 del electorado) se decidie-ron por los demcratas en una proporcin casi de dos a uno, el mayormargen jams obtenido entre los independientes desde los primeros xi-tos electorales de 19763. Con el liderazgo femenino ms fuerte de toda lahistoria americana, superaron a los republicanos entre las mujeres en unaproporcin de 55 a 45 y de forma ms sorprendente an, consiguieronreducir la tradicional ventaja del Partido Republicano entre hombres blan-cos (un demoledor 63 por 100 en las elecciones de 1994) hasta el 53 por1004. Segn el veterano analista Stanley Greenberg, uno de cada cinco vo-tantes de Bush se pas al bando azul de los demcratas. Pero los resul-tados ms espectaculares se produjeron en el segmento electoral dehombres privilegiados (universitarios y sectores acomodados) donde elmargen republicano del 14 por 100 en 2004 se transform en una ligeramayora demcrata. Aunque la prdida de votos del ncleo duro de losrepublicanos (evangelistas y poblacin rural blanca) fue poco importan-te, el partido de la mayora moral cay un 6 por 100 entre los catlicos,mientras los hispanos enfadados con el respaldo republicano a las redesde vigilantes y a los muros fronterizos, masacraron a los republicanos en

    varias circunscripciones del oeste en las que hasta entonces, los resulta-dos haban sido muy igualados5.

    En las elecciones estatales, los demcratas demostraron an ms empu-je. En vsperas electorales, el Partido Republicano se jactaba de su ma-

    yora de gobernadores (28 a 22) y de su ligera ventaja en el control delas cmaras legislativas estatales (49 a 47 con dos empates)6. Comparadocon el abrumador predominio demcrata en las legislaturas anteriores a1994, cuando los republicanos controlaban slo 8 Estados, este equilibrio

    virtual ha sido para John Hood, presidente de un think tank conserva-dor de Carolina del Norte, una de las consecuencias ms significativas y

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    ARTCULOS

    3 William Schneider, Swing Time, National Journal, 11 de noviembre de 2006.4 Thomas Edsall, White-Guy Rebellion, National Journal, 11 de noviembre de 2006.5 Robert Borosage, James Carville y Stanley Greenberg, The Meltdown Election. Report onthe 2006 Post-Election Surveys, Democracy Corps, Washington DC, 15 de noviembre de2006, pp. 2-3.6 Hay 98 cmaras en 50 Estados, pero Nebraska, gracias a George Norris, ha tenido un par-lamento unicameral desde 1937.

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    duraderas de la Revolucin Republicana. Pero es un legado que se hadesvanecido (los republicanos slo estarn en 3 de los 10 Estados mspoblados), y con la prdida de 8 cmaras estatales (ahora 56 demcra-tas, 41 republicanas y un empate). Hood seala que lo peor para los re-publicanos es que los partidos mayoritarios en las asambleas legislativasestatales sern los que controlen la redistribucin de circunscripcioneselectorales ante el inminente censo de 2010. Si los demcratas mantie-nen su impulso actual, el Congreso de Estados Unidos se teir ms deazul7.

    Por regiones, los candidatos republicanos fueron diezmados en Nueva In-glaterra, el corazn del Partido Republicano, incluyendo su bastin tradi-cional de New Hampshire, donde los demcratas se hicieron con la legis-latura estatal por primera vez desde la Guerra Civil y en los Estadosatlnticos, lo que llev a un eminente conservador a lamentarse de queel Partido Republicano est en vas de perder para siempre el noroeste8.Los demcratas tambin consiguieron sorprendentes avances en el mediooeste y el oeste conservador, sobre todo en Colorado, donde la industriade alta tecnologa impuls un creciente voto hispano9. Incluso en el surlos demcratas consiguieron detener el declive que arrastraban desdehace bastante tiempo y ganar 19 escaos en legislaturas estatales. (A pe-sar del extendido mito del carcter solidamente republicano del sur, losdemcratas siguen manteniendo una mayora del 54 por 100 en los par-lamentos sureos.)10.

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    ARTCULOS

    7 John Hood, GOP Car Wreck, National Review, 4 de diciembre de 2006. Los demcratasdoblaron el nmero de estados (de 8 a 16) donde controlan tanto la cmara legislativa comoel cargo de gobernador. Vase el anlisis de Tim Storey y Nicole Moore, Democrats Deli-ver a Power Punch, State Legislatures(diciembre de 2006).8 Jonathan Martn, Damn Yankees, National Review, 18 de diciembre de 2006.9 Para una visin histrica de cmo los millonarios liberales estn comprando la poltica deColorado, vase John Miller, The Color Purple, National Review, 4 de diciembre de 2006.10 T. Storey y N. Moore, Democrats Deliver a Power Punch, cit.

    Ganancias republicanas

    1994

    Ganancias demcratas

    2006

    Cmara de Representantes 54 31

    Senado 8 6

    Gobernadores 10 6

    Asambleas legislativas estatales 20 4

    Congresistas estatales 472 320 aprox.

    Fuente: T. Storey y N. Moore, Democrats Deliver a Power Punch, cit.; y J. Hood, GOPCar Wreck, cit.

    Cuadro 1. 1994 vs. 2006

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    En Kansas, el Estado que representa para Tom Frank la falsa concienciade los votantes11, la demcrata Nancy Boyda acab con el mandato de

    Jim Ryun (la antigua estrella de las pistas olmpicas) en un distrito electo-ral para el Congreso en el que Bush haba obtenido veinte puntos de ven-taja dos aos antes. La popular gobernadora demcrata Kathleen Sebeliusobtuvo fcilmente la reeleccin mientras que otros puestos importantesfueron ocupados por antiguos republicanos que se presentaban como de-mcratas, una sorprendente inversin en la tendencia de las reconversio-nes polticas. El personaje ms relevante de la cultura conservadora, el fa-ntico antiabortista y fiscal general Phil Kline fue pulverizado al recibirapenas una tercera parte de los votos en las suscripciones tradicionalmen-te conservadoras de Kansas City (Johnson County)12. Nada pareca espe-cialmente mal en Kansas en otoo de 2006.

    Tales resultados refutan claramente la leyenda de imbatibilidad que se habatejido alrededor de la estrategia de Karl Rove, basada en una intensa movili-zacin de las bases (normalmente estimulada por la histeria respecto a algn

    valor cristiano en peligro) y en la masiva publicidad negativa (normalmentedirigida a extender alguna mentira o calumnia contra la oposicin). De acuer-do con Stanley Greenberg, el Partido Republicano ha terminado ofreciendola imagen ms negativa que podemos recordar, peor an que la que ofrecicon el Watergate. Pero los anlisis electorales demcratas (realizados con lacolaboracin de Robert Borosage y James Carville) demostraban claramenteque las prdidas republicanas no son necesariamente ganancias demcratas.El Partido Demcrata tambin acab estas elecciones ofreciendo una imagenms negativa que en 2004 [...] los demcratas slo obtienen avances modes-tos, y menos del 50 por 100 de los votantes los asocian con conceptos clavescomo estar de tu parte, tener visin de futuro y cuidar de las familias13.

    Thomas Edsall opina que los triunfos demcratas son frgiles y advierteque se basan ms en la insatisfaccin extendida por la guerra de Iraq queen un cambio ideolgico como el que produjo los auges republicanos de

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    11 El brillante e influyente libro de Frank, Whats the Matter with Kansas? (2004), retrata auna clase blanca trabajadora que ha renunciado a cualquier clculo racional de sus intere-ses econmicos a cambio de una ira cultural desesperada y manipulada. Como muchosotros progresistas, pide a los demcratas que opongan al populismo cultural de Karl Rovesu propio populismo econmico. Mi crtica de su texto Whats wrong with America? (pre-parado para un debate celebrado en la UCLA) aparece en In Praise of Barbarians. Essaysagainst empire, Chicago, 2007.12 Peter Slevin, Trounced at Polls, Kansas GOP Is Still Plagued by Infighting, The Washing-ton Post, 30 de diciembre de 2006. Slevin afirma que las batallas culturales, sobre todo lateora de la evolucin y el aborto, pueden haber dividido tal vez irreparablemente al Parti-do Republicano en Kansas.13 R. Borosage, J. Carville y S. Greenberg, The Meltdown Election. Report on the 2006 Post-Election Surveys, cit. El analista republicano Frank Luntz se muestra de acuerdo con Green-berg: Gran parte de los resultados fueron una declaracin de desencanto ante el liderazgorepublicano, ms que un apoyo a la alternativa demcrata. La eleccin fue un referndumsobre el Partido Republicano. T. Storey y N. Moore, Democrats Deliver a Power Punch, cit.

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    1980 y 199414. El nivel de militancia alcanza un equilibrio que no se pro-duca desde finales del siglo XIX (38 por 100 demcrata contra 37 por 100republicano), y el control de la Cmara de Representantes se decide porlas oscilaciones de unos pocos puntos, lo que se debe a que los republi-canos han sido hbiles a la hora de zanjar las polmicas redistribuciones

    de los distritos electorales para las elecciones de medio mandato, unaoperacin que les han servido para ganar poder15.

    Sin embargo, entre los vencedores no hay consenso en cuanto a la direc-cin que debe tomar su partido. A diferencia de 1994, cuando el Partido Re-

    publicano estaba unido con entusiasmo alrededor de su programa de la re-volucin en el Congreso, los idelogos demcratas de finales de 2006 seencuentran muy divididos. Mientras los progresistas como Ezra Klein (TheAmerican Prospect)teman que los Blue Dogs se dispusieran a expulsar alos liberales de las salas de poder, Christopher Hayes (Nation)aplauda elnuevo populismo demcrata y Michael Tomasky (editor de The AmericanProspect) afirmaba que el partido se estaba moviendo de manera inteligen-te hacia la izquierda y hacia el centro a la vez, (el partido ha conseguidomantener su coalicin de centro-izquierda y hacer que las diferencias entre

    las dos tendencias sean menos importantes)

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    . Hillary Clinton y su coro deaduladores presuman del milagro del centro vital y dinmico, mientrasotros demcratas ms pesimistas se mostraban de acuerdo con la sarcsticaprediccin de Safire de que el partido se diriga hacia la guerra civil.

    En cualquier caso, los demcratas dirigidos por la presidenta de la Cma-ra de Representantes, Nancy Pelosi, el lder de la mayora Steny Hoyer yel lder de la mayora en el Senado Harry Reid tienen dos aos para con-

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    14 Th. Edsall, White-Guy Rebellion, cit.15 La distribucin de los escaos del Senado, en el que Wyoming con menos de 500.000personas tiene la misma representacin que California con casi 35 millones, supone para losrepublicanos (dominantes en las zonas rurales menos pobladas) una ventaja importante.16 Ezra Klein, Spinned Right, American Prospect online, 8 de noviembre de 2006, ChristopherHayes, The New Democratic Populism, The Nation, 4 de diciembre de 2006 y Michael To-masky, Dems put the big tent back together, Los Angeles Times, 12 de noviembre de 2006.

    Cuadro 2. Porcentaje de voto popular en las elecciones a la Cmarade Representantes

    Republicano Demcrata

    2000 48 48

    2002 51 46

    2004 50 47

    2006 46 52

    Fuente: Charlie Cook, Rebalancing Act, National Journal, 2 de diciembre de 2006.

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    solidar sus ganancias electorales y armar con eficacia a Hillary Clinton parauna batalla muy dura contra John McCain o Rudy Giuliani en 200817. (Nin-guno de los dos recientes fenmenos, el republicano Mitt Romey y el de-mcrata Barack Obama tienen posibilidades de sobrevivir a la brutal cribade las primarias, aunque ambos podran ser reciclados para la vicepresi-dencia)18. El 110 Congreso ofrecer a los demcratas una oportunidad ex-traordinaria para combatir los programas reaccionarios implantados en1994 por la Revolucin Republicana y en 2001 y 2002 por la Guerra con-tra el Terrorismo. Sin embargo, los demcratas estarn divididos entre dosimperativos categricos: por un lado, intentar que con George Bush sehundan el mayor nmero posible de republicanos y, por otro, reclamar elmstico centro y el apoyo de los grupos de presin corporativos. Si nosguiamos por el pasado reciente, una poltica demcrata realmente popu-lista e ideolgicamente combativa es totalmente incompatible con el pro-

    yecto de Clinton de convertir a los demcratas en los representantes mscualificados de la economa basada en el conocimiento y la globalizacin.

    La cruzada populista einclusive centrista que la nueva mayora demcrataha enarbolado, se pondr a prueba cuando se tenga que enfrentar con lacruda realidad de los cuatro grandes temas que dominarn de forma inevi-table el nuevo Congreso: (1) el fracaso en Iraq y la Guerra contra el Terro-rismo; (2) el legado de corrupcin republicana en el Congreso y los fraudescorporativos; (3) las urgentes necesidades sociales no atendidas (incluyendola reconstruccin de la Costa del Golfo) en el contexto del enorme dficitprovocado por Bush y (4) la creciente preocupacin por los costes socialesde la globalizacin econmica. En cada uno de ellos, las esperanzas de los

    votantes de noviembre pasado de conseguir que se produzcan cambios rea-les en Washington sern probablemente defraudadas por los imperativos deconseguir la eleccin de Hillary y satisfacer los grandes negocios.

    II. UNA GUERRA MENOR O MAYOR?

    A diferencia de las elecciones presidenciales de 2004 y la polmica sobrela importancia de los valores de los votantes, en noviembre de 2006 no

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    17 La insatisfaccin de los votantes independientes con Bush dio alas a McCain y a Giulia-ni, considerados los nicos republicanos que podran triunfar en ese segmento del electo-rado, pero lo ms importante, increment el valor de futuro de Terminator. El gobernadorde California Arnold Schwarzenegger, cuya fortuna poltica se derrumb en 2005 tras un de-sastroso mandato como republicano conservador, ha resucitado de entre los muertos en unanueva y popular encarnacin, como prdigo demcrata. Sus mentores consideran ahoramismo la posibilidad de una enmienda constitucional que permita al actor nacido en el ex-tranjero presentarse a las elecciones presidenciales de 2012.18 Una encuesta de opinin de la CNN sobre a quin noqueran los votantes como candi-dato de su partido, daba un 50 por 100 a Mitt Romney entre los republicanos (slo detrsdel retirado lder de la mayora en el Senado Bill Frist) y un 38 por 100 a Barack Obama en-tre los demcratas (por detrs de Al Gore y el desafortunado John Kerry). Vase Poll Track,National Journal, 2 de diciembre de 2006.

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    ha habido ninguna duda sobre cul ha sido la cuestin clave que ha mo-vilizado a la mayora de los electores. Con la economa renqueante toda-va animada por la burbuja inmobiliaria (aunque una recesin inducidapor el sector inmobiliario podra no estar lejana), y al no haber provoca-do grandes respuestas el azote a mexicanos y homosexuales, el tema cru-cial fue la derrota en ciernes de la intervencin en Iraq.

    Seis de cada diez votantes manifestaban a los encuestadores que desapro-baban la gestin de Bush en la guerra, la espiral de matanzas en Bagdad

    y la parlisis de la Casa Blanca, y que haban votado en consecuencia. Loseditoriales y las encuestas de opinin coincidan en que Iraq era la palan-ca de Arqumedes que haba lanzado a los votantes independientes deforma tan masiva hacia la opcin demcrata19. Mientras tanto los idelo-gos conservadores y los grupos de presin vean consternados cmo susplanes nacionales eran trastocados por el monstruoso Frankenstein deIraq20. Incluso el electorado militar, un coto exclusivamente reservado alPartido Republicano (como lo denomina la columnista Roas Brooks), hacomenzado a dar muestras de rebelda: las encuestas del Military Timesmuestran que el porcentaje de soldados que se identifican como republi-canos ha descendido desde el 60 por 100 en 2004 al 46 por 100 a finalesde 2006. Slo algo ms de la tercera parte de los militares aprueba la for-ma en que Bush dirige la guerra21.

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    19 William Schneider estaba fascinado por la correlacin numrica casi exacta en cada re-gin entre los que desaprobaban la guerra y los que desaprobaban al presidente: SwingTime. Charlie Cook, otro conocido analista, conceda a Iraq el 70 por 100 de la influenciaen el cambio de republicano a demcrata en la nacin, The Wars Wave, National Journal,11 de noviembre de 2006.20 Vase Bara Vaida y Neil Munro, Reversal of Fortunes, National Journal, 11 de noviem-bre de 2006.21 Como destaca Brooks, la agresiva republicanizacin del ejrcito profesional es un fen-meno relativamente reciente (desde Reagan y la Segunda Guerra Fra), que ha sido reforzadopor una poltica republicana que ha trasladado las bases militares y programas de entrena-

    Demcratas % Independientes % Republicanos %

    1 Guerra en Iraq 61 Guerra en Iraq 52 Guerra en Iraq 38

    2. Economa 19 Economa 18 Precio del petrleo 20

    3.Sanidad y precio

    del petrleo18

    Sanidad y precio

    del petrleo14 Inmigracin 19

    4. Crisis energtica 10 Crisis energtica 13 Terrorismo 18

    5. Ayuda a catstrofes 10 Inmigracin 9 Seguridad nacional 12

    Cuadro 3. Prioridades de los votantes

    A los votantes se les preguntaba cules deberan ser las prioridades principales del presidente.Fuente: Encuesta Gallup, 28-31 agosto de de 2006, citado en Jeffrey Jones, Iraq WarDominates as Americans, Gallup Organization, Princeton, 8 de septiembre de 2006.

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    Tras doce aos de arrogante mayora en el Congreso, el Partido Republi-cano ha tropezado con las contradicciones del nuevo imperialismo. O tal

    vez no. Resulta una irona que el voto contrario a la guerra haya aupadoa unos demcratas que realmente no tienen la responsabilidad actual dedetener la brbara ocupacin estadounidense. Poco despus de las elec-ciones, Tom Hayden alab a los grupos de ciudadanos de Chicago y otroslugares que haban luchado por convertir las elecciones en un plebiscitosobre una guerra cada vez ms impopular, pero advirti que ningn par-tido est preparado para aceptar que la guerra es una causa perdida yque el informe del Grupo de Estudios sobre Iraq ofrecera a los lderesdemcratas una base comn, junto a los congresistas republicanos, paraeliminar la opcin de una retirada inmediata22.

    A pesar de la opinin pblica mayoritaria de que el conflicto de Iraq esuna mala guerra y de que las tropas deberan regresar a casa, la actualestrategia demcrata es la de cuestionar desde la barrera la desastrosa po-ltica de Bush, mientras se evita cualquier paso decisivo para terminarrealmente con la ocupacin. De hecho, desde el punto de vista del froclculo poltico, los demcratas no tienen ms inters en ayudar a Busha salir del marasmo de Iraq que el que Bush ha demostrado por capturaro matar a Osama bin Laden. Por lo tanto, como sealaba recientementeLos Angeles Times, Pelosi y los demcratas no tienen planes espectacula-res para influir en el curso de la guerra23. El presidente del Comit Na-cional Demcrata Howard Dean, quien al principio se present como laencarnacin del movimiento contrario a la guerra, advierte ahora que lomximo que puede esperar la opinin pblica de la nueva mayora esque imponga cierto freno al presidente24. Asimismo Pelosi ha renuncia-do desde el primer momento a una autntica influencia sobre la polticablica de la Casa Blanca: seremos previsores. No cortaremos la financia-cin25.

    La verdadera oposicin a la guerra (dejando a un lado la publicitada pos-tura de John Murtha) ha procedido de las filas del Comit Negro del Par-tido Demcrata, cuyos miembros, entre los que figuran John Lewis, Char-les Rangel y Barbara Lee, son tambin los principales promotores delrecientemente creado Comit por la Retirada de Iraq, presidido por el elo-cuente Maxine Waters de Los Angeles. La clara coincidencia entre el co-

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    miento de oficiales a los Estados ms conservadores. Rosa Brooks, Weaning the militaryfrom the GOP, Los Angeles Times, 5 de enero de 2007.22 Tom Hayden, Election Interpretation, notas a su clase en Pitzer College, 9 de noviembrede 2006.23 Noam Levey, Democracy To-Do List is Modest at Outset, Los Angeles Times, 2 de enerode 2007.24 William Schneider, Warring Sects, National Journal, 18 de noviembre de 2006.25 Levey, Democracy To-Do List. Pelosi recoge la opinin del principal idelogo del Consejode Direccin Demcrata, Will Marshall, de que los que conocen la historia (por ejemplo, Viet-nam) preferirn no intentar influir en la poltica sobre Iraq mediante la reduccin de fondos,por ejemplo. James Kitfield, Next Steps in Iraq, National Journal, 11 de noviembre de 2006.

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    mit antibelicista (que incluye tambin unos diez representantes hispanosliderados por Jos Serrano de Nueva York) y los miembros del Congresoms decididamente comprometidos con los programas sociales urbanos,expresa una tendencia poltica fundamental que los medios han pasadopor alto: la extendida opinin en las comunidades de color de que las in-tervenciones en Iraq y Afganistn (que cuestan ms de 2.000 millones dedlares por semana) estn desviando recursos fundamentales para las ne-cesidades humanas en zonas y barrios pobres, al tiempo que dejan a lascomunidades inmigrantes bajo la sospecha de deslealtad.

    Esta nueva ecuacin entre necesidades humanas, derechos civiles de losinmigrantes y antiimperalismo, podra convertirse en un poderoso progra-ma alternativo para la poltica estadounidense si se viera reforzado por unenraizado activismo y una movilizacin consistente. Pero se es el dile-ma. Aunque el Comit por la Retirada de Iraq haya crecido hasta los 74miembros (ms de una quinta parte de los representantes demcratas enla Cmara) en vsperas de las elecciones de noviembre, su alcance quedanotablemente disminuido por la ausencia de un movimiento nacionalcontrario a la guerra, as como por la renuncia de los principales sindica-tos progresistas como SEIU, HERE-UNITE y AFT a convertir la retirada enuna prioridad poltica.

    La paradoja crucial que defina el panorama electoral de noviembre, erala existencia de un fuerte sentimiento contrario a la guerra sin un movi-miento visible contra ella. A diferencia de 1968 y 1972 (o incluso 1916 y1938) la oposicin de los votantes a la intervencin en tierras lejanas noestuvo animada por un movimiento organizado, capaz de poner en apu-ros a los polticos o de vincular la oposicin a la guerra con una crticams profunda de la poltica exterior (en este caso la Guerra contra el Te-rrorismo). El amplio y espontneo movimiento antibelicista del inviernode 2003, cuya energa llen el vaco de la oposicin demcrata a la inva-sin de Bush, fue primero absorbido por la campaa de Dean en la pri-mavera de 2004 y polticamente disuelto despus por la candidatura deKerry. La Convencin Demcrata de 2004, que deba ser un foro para ata-ques generalizados contra la poltica exterior e interior de los republica-nos, se transform en una lamentable celebracin patritica de John Kerrycomo Rambo de la elite bostoniana.

    De izquierda De derecha

    Comit Progresista 70 Nueva Coalicin Demcrata 60

    Comit Negro 43 Coalicin Blue dog 44

    Comit por la Retirada de Iraq 74 Demcratas por la Vida 32

    Cuadro 4. Afiliacin de los congresistas demcratas a comits ideolgicos

    Algunas comisiones se solapan.Fuente: Democrats to Watch, National Journal, 18 de noviembre 2006, pp. 23-26.

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    Aunque muchos activistas esperaban el resurgir de un movimiento aut-nomo pacifista a partir de las ruinas de la campaa de Kerry, slo se hanproducido algunos focos aislados de protesta continuada. Una de las prin-cipales tareas de Howard Dean en su presidencia demcrata (y la princi-pal razn de su eleccin) fue la de inmovilizar las fuerzas antibelicistasbajo una difusa e hipcrita coalicin de Todos Contra Bush. Al conver-tir a Bush y a sus padres polticos Cheney y Rumsfeld en los temas prin-cipales, los demcratas han evitado sibilinamente un autntico debate so-bre Iraq. Los lderes demcratas pueden denostar al presidente por elcaos en Bagdad, pero ninguno de ellos ha ofrecido una crtica por la res-ponsabilidad de Estados Unidos en la profunda anarqua en la que se esthundiendo un amplio conjunto de pases desde Pakistn a Sudn. No hahabido debate alguno sobre la luz verde de la Administracin de Bush ala masacre israel de civiles libaneses o, ms recientemente, del siniestropapel de la CIA al instigar la invasin de Somalia por Etiopa y los ata-ques areos estadounidenses. Mientras tanto la derecha israel sabe queHillary Clinton proporcionar un apoyo tan intransigente a su poltica enGaza y en Cisjordania, como lo hara cualquier fundamentalista de Texasesperando ansioso el Apocalipsis.

    Lo cierto es que los lderes demcratas, con excepcin del Comit Negroy de algunas notables voces aisladas, han explotado el resentimiento na-cional contra la poltica de Bush en Iraq para consolidar, no para minar,el consenso subyacente en Washington sobre la Guerra contra el Terro-rismo. Mientras que un movimiento nacional de carcter pacifista habra

    vinculado posiblemente el Apocalipsis de Iraq con la inminente catstro-fe en Afganistn y la nueva guerra regional en el cuerno de frica, la pla-taforma demcrata, por el contrario, reafirm su compromiso con la gue-rra contra los islamistas como parte de un programa ms amplio paraexpandir, no reducir, la lucha contra la insurgencia a escala global. Traedlas tropas a casa ya no era una reivindicacin demcrata, pero la dupli-cacin del tamao de las Fuerzas Especiales para destruir redes terroris-tas y el incremento del gasto en antiterrorismo nacional son piezas cen-trales de su Nueva Direccin para Amrica (una coleccin de lemas yfrases que recuerdan lejanamente el slido Contrato con Amrica deGingrich en 1994)26.

    Del mismo modo, la direccin demcrata ha evitado deliberadamente eldebate sobre las implicaciones constitucionales de la Patriot Act; ningndemcrata significativo ha propuesto la retirada de los poderes totalitariosreclamados por el presidente desde el 11-S. De hecho Hillary Clinton hasealado que est a favor de los encarcelamientos sin juicio o incluso deluso de la tortura en ciertas circunstancias. La portavoz Pelosi, mientras tan-

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    26 Cuando el National Journalpregunt a Ike Skelton, del Comit de Fuerzas Armadas so-bre sus prioridades, respondi: Tienen buenos equipos? Tienen chalecos antibalas? La in-fantera y las Fuerzas Especiales necesitan ser ms numerosas, tener mejor entrenamiento yestar mejor equipadas. Democrats to Watch.

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    to, ha subrayado que los objetivos demcratas en el 110 Congreso sern,en primer lugar, recolectar los sencillos frutos de las reformas generales(salario mnimo, recetas, becas a estudiantes etc.), y luego pasar rpida-mente a una agenda de innovacin para las industrias de alta tecnologa.Los debates sobre poltica exterior en el Congreso, gracias a la dura opo-sicin de ms de cien Nuevos Demcratas y Blue Dogs, no llegarn msall de las conclusiones del Plan Baker-Hamilton o de cualquier nueva es-trategia coercitiva para la autoliquidacin nacional palestina que propon-ga Condoleezza Rice, y que sern asumidas por ambos partidos.

    Qu ha ganado entonces el voto antibelicista? La conclusin es que la de-silusin pblica con la poltica mesinica de los neoconsevadores ha alla-nado el camino a una restauracin realista, bajo el amparo del plan Ba-ker-Hamilton, que reconcilie los conceptos de poltica exterior de Bushpadre y Clinton. El bao de sangre en Iraq ha abierto los sarcfagos delPotomac dejando al descubierto un plido ejrcito de viejos secretarios deEstado y asesores de seguridad nacional (Scowcroft, Eagleburger, Brzezins-ki y, por supuesto, la momia principal, el propio Kissinger), vidos de darlecciones al Congreso sobre la forma racional de imponer la voluntad deEstados Unidos al resto del mundo. Naturamente, Hillary Clinton es la rei-na de los realistas en lo que a la poltica exterior estadounidense se refie-re (excepto cuando sta entra en conflicto con los intereses israeles), y noes probable que la nueva mayora demcrata en el Congreso se aleje de-masiado del guin ya previsto para su campaa de 2008. En futuros deba-tes con Rudy Giuliani o John McCain (quien recientemente se ha autopro-clamado salvador de la victoria en Iraq), Hillary se dispone a ser unamusculosa recluta Jane que supere cualquier gesto de los hombres conpropuestas an ms duras sobre Al-Qaeda, Palestina o Cuba.

    La nica posibilidad de que los demcratas en el Congreso, con el ComitNegro y sus aliados pidiesen la retirada, sera que fueran desbordados porel descontento de la opinin pblica, a medida que la insurgencia y la gue-rra civil en Iraq continen agotando los recursos de la ocupacin. En undesesperado intento por apaciguar a los sunes y defender una zona con-trolada en Bagdad, la Administracin de Bush valora en este momento unaofensiva abierta contra las milicias de Muqtada al-Sadr. Una nueva guerracon el ejrcito Madi (mucho ms numeroso y mejor entrenado desde susprimeras batallas con tropas americanas en 2004) abrira otra caja de Pan-dora, en la que se arriesgara un nmero insostenible de bajas estadouni-denses y una respuesta explosiva de todo el mundo chi. (Los inevitablesataques areos sobre Sadr City produciran macabras escenas que recorda-ran a los bombardeos areos israeles sobre el sur de Beirut.)

    Si Condoleezza Rice y Robert Gates apoyan esta ltima escalada tendrnla oportunidad de ganarse a algunos demcratas belicistas (aunque sinduda perdern a algunos notables republicanos). El lder del SenadoHarry Reid ya ha puesto de manifiesto su tremenda confusin al apoyar

    y rectificar rpidamente despus su apoyo a la propuesta de enviar 35.000

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    soldados ms a Bagdad. En el Senado, el halcn Joe Lieberman, reelegi-do como independiente tras su retirada en las primarias demcratas, serun slido defensor de la escalada. En estos momentos Pelosi se plantearechazar la concesin de nuevos fondos para el contingente de la escala-da, pero no llegar a cuestionar la financiacin de las tropas ya enviadas.

    Lo que Pelosi y Reid decidan finalmente, y su grado de compromiso conla retirada escalonada que proponan en los seis puntos de su programade noviembre, ser decidido en gran parte por el resurgir o no del movi-miento contra la guerra. Los votantes de noviembre pasado mostraban me-nos dudas que sus candidatos sobre la falta de esperanza de la situacin(segn las encuestas de opinin, slo uno de cada cinco votantes creeque el presidente o los demcratas tienen un plan claro para Iraq)27, y laopinin pblica podra encontrar alternativas explosivas frente a un Con-greso impotente. De hecho slo las protestas masivas, no constreidas porla realpolitikde Howard Dean y de MoveOn.org, pueden decantar el equi-librio de poder en el Congreso hacia un debate decisivo sobre la retirada.

    III. LOS LMITES DE LA INVESTIGACIN

    Uno de los detalles ms curiosos de las elecciones de noviembre fue laeleccin de Nick Lampson para el viejo escao de Tom DeLay en el dis-trito 22 de Texas. Lampson, un profesor de colegio que fue anteriormen-te congresista demcrata por Galveston, fue una de las vctimas principa-les de la infame redistribucin en 2003, de los distritos electorales deTexas: una cacicada que fue posible por las masivas e ilegales donacio-nes empresariales que el lder de la mayora en el Congreso trasvas paraobtener una mayora republicana en la asamblea legislativa de Texas. Gra-cias al valor de un jurado local y a Ronnie Earle, fiscal de distrito del Tra-

    vis County, DeLay fue condenado por perjurio en septiembre de 2005 ypoco despus, tras la investigacin federal por sus vnculos con el corrup-to lobbyde Jack Abramoff, se vio obligado a dimitir de la presidencia y aabandonar su escao.

    DeLay ha sido el Robespierre de la Revolucin Republicana de 1994 ytal vez el cruzado ms despiadado del gobierno monocolor de toda la his-toria de los Estados Unidos. Cofundador del llamado Proyecto de la Ca-lle K28, junto con Rick Santorum y Grover Norquist, era famoso por ob-

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    27 Datos del Pew Research Center citados en The Price of Patience de William Schneider,National Journal, 2 de diciembre de 2006.28 K Street, as llamado por la direccin de las oficinas de muchos grupos de presin, esla puerta giratoria que convierte a los antiguos miembros del Congreso (sobre todo presi-dentes de comit) y sus colaboradores en lobbistasbien pagados por industrias farmacuti-cas, petrolferas, agentes de bolsa y dictadores extranjeros. Aunque los libros de texto toda-va no reconocen su gran importancia la Calle K es realmente el cuarto poder financierodel gobierno de los Estados Unidos.

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    tener mediante coacciones inmensas contribuciones a las campaas porparte de los lobbies, a cambio de permitirles redactar directamente losproyectos legislativos de los republicanos. Como lder de la mayora oMartillo de la mayora, como era conocido tanto por los republicanoscomo por los demcratas, impuso una disciplina ideolgica sin preceden-tes en el Partido Republicano (llegando a desafiar una propuesta de laCasa Blanca para aliviar ligeramente la presin fiscal sobre familias conbajos ingresos), mientras azotaba cualquier vestigio de poltica social. Encolaboracin con el infame Abramoff, fue tambin el abogado de las pro-puestas ms ruines del Capitolio, desde el apoyo al trabajo sin proteccinen el paraso de los talleres de trabajo superexplotado de las Marianas delNorte (territorio de los Estados Unidos no protegido por las leyes labora-les estadounidenses), a los favores secretos a una gran corporacin rusaque como contrapartida proporcionaba fondos a sus causas29.

    Tras ms de una dcada de ser arrollados por la apisonadora de la co-rrupta campaa de financiacin de DeLay (con Karl Rove como conduc-tor que desaparece tras el atropello), los demcratas tienen ahora la opor-tunidad de comenzar a deshacer la Revolucin Republicana, esto es, deatajar los flujos corruptos de poder y dinero personificados por DeLay yel Proyecto de la Calle K. El Congreso, naturalmente, siempre ha sido per-meable a la estrategia de pagar para jugar y a la concesin de preben-das a los polticos por los grupos de presin para que legislen en uno uotro sentido, pero hasta 1994 los republicanos nunca haban presionadotan activamente para imponerse como el partido ineludible para estable-cer esos acuerdos, en vez de ser simplemente el partido habitual de lossectores empresariales. (Esto, en parte, fue una reaccin a los xitos de-mcratas al conseguir el apoyo de nuevos sectores econmicos como elcine, los medios de comunicacin, los fabricantes de software, las empre-sas de biotecnologa o las de los juegos de azar.)

    La buena noticia de la victoria de noviembre es que numerosos veteranosdemcratas liberales, como Charles Rangel (Formas y Medios), BarneyFrank (Servicios Financieros), Henry Waxman (Reforma gubernamental),David Obey (Expropiaciones), Ike Skelton (Fuerzas Armadas), y JohnRockefeller IV (Comit de inteligencia del Senado), usarn sus presiden-cias tan arduamente ganadas, para organizar un barrido inquisitorial de lainmensa corrupcin de los aos de DeLay. Con el poder de citacin final-mente en manos de la oposicin, el entramado de intereses que dominala Administracin de Bush tendr que enfrentarse a las investigacionesque consiguieron eludir tras el escndalo de Enron. De hecho, a medidaque los esqueletos vayan saliendo tambalendose del armario republica-no, y la opinin pblica comprenda la inmensa magnitud de mentiras yestafas que han producido la invasin de Iraq, la falta de reconstruccin

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    29 Vase Lou Dubose y Jan Reid, The Hammer. Tom Delay, God, Money and the Rise of theRepublican Congress, Nueva York, 2004.

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    de Nueva Orlens, los fraudes de seguridad nacional como el programaEscudo de la Biosfera, y los subsidios a las compaas de seguros, farma-cuticas y petrolferas, los votantes respaldarn abrumadoramente unnuevo rgimen de planificacin gubernamental, una renovacin de la le-gislacin medioambiental, de sanidad y seguridad, as como una verdade-ra reforma de la financiacin de las campaas.

    Esta es la verdadera oportunidad que los demcratas podran aprovecharen teora, pero es poco probable que su direccin permita que las inves-tigaciones en el Congreso sigan el rastro del dinero y de la corrupcinhasta sus orgenes. Las esperanzas progresistas de que el Congreso pudie-ra regresar a los tiempos heroicos de las investigaciones antimonopoliode Thurman Arnold a finales de la dcada de 1930, o al desenmascara-miento por parte del Comit Watergate de las ilegalidades republicanas enla dcada de 1970, parecen vanas ante la insistencia de Pelosi de atar cor-to a los perros de presa demcratas en aras de un supuesto centrismo.Pelosi ya ha conseguido someter a un humillante juramento de lealtad alos dos veteranos demcratas negros que parecan ms dispuestos, obli-gando a John Conyers, presidente del Comit Judicial, a renunciar a su in-clinacin por las citaciones (el pas no quiere ni necesita gobiernos pa-ralizados, dijo recientemente) y haciendo que Charles Rangel, el msfiero adversario de Dick Cheney en el Congreso, recite un par de estro-fas del guin que le ser impuesto por el partido (Tengo que asumir una

    visin de liderazgo, prometi)30. De forma ms maquiavlica an ha co-locado a Henry Waxman, enemigo nmero uno de la Casa Blanca, paraque compruebe, en palabras del analista Brian Friel, que la falta de vigi-lancia desplegada por el Congreso no haga a los demcratas culpablesde obstruccionismo y extremismo en el prximo ciclo electoral31.

    En ausencia de una presin continua por parte de grupos sindicales yecologistas es poco probable que los demcratas causen molestias a lasgrandes empresas, a las cuales estn deseando atraer y sustraer de su apo-

    yo a los republicanos. Sin duda harn algo con Haliburton y los contra-tos fraudulentos en Iraq, y tal vez el juicio por perjurio contra ScooterLibby (jefe de gabinete de Cheney) se vea aderezado con nuevas revela-ciones, de Rockefeller y su Comit de Inteligencia respecto a las mentirasde la Administracin y las pruebas manipuladas que han llevado hastaBagdad; pero la ampliacin de este crculo de revelaciones tropezar conuna fuerte resistencia, no slo por parte de los republicanos que intenta-rn salvarse, sino de los demcratas que procurarn proteger sus renova-dos vnculos con los mismos grupos corporativos que se encuentran enel ncleo de la corrupcin y de los escndalos. La oportunidad de poneral descubierto y reformar ser combatida a cada paso por la tentacin de

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    30 Richard Cohen, David Baumann y Kirk Victor, Going Blue, National Journal, 11 de no-viembre de 206, p.16; y Democrats to Watch.31 Brian Friel, Junkyard Dogs, on a Leash, National Journal, 11 de noviembre de 2006.

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    cerrar tratos y recoger contribuciones electorales. Como afirma The Eco-nomistde manera cnica pero aguda, los nuevos congresistas no se vena as mismos como revolucionarios. Despus de todo su objetivo no esimplantar un programa concreto sino preparar el terreno para las eleccio-nes presidenciales de 200832.

    Como las corporaciones temen el poder de citacin en manos de Rangely Waxman (si bien restringido por Pelosi), buscarn refugio felizmente enlos comits de campaa demcratas. La fusin entre la Amrica corpora-tiva y el Partido Republicano parece menos permanente e inmutable quehace un ao, y como predijo Business Weekpoco despus de las eleccio-nes, las compaas harn cola para reunirse en grupos de presin concredenciales demcratas33. Por su parte la direccin demcrata busca di-nero descaradamente. El prximo ciclo electoral ser el ms caro de lahistoria, y es improbable que Hillary Clinton decida orientar los debatesen el Congreso hacia los crmenes de las industrias farmacuticas, petro-lferas y armamentsticas que podran pasarle factura en 2008. Desde unaperspectiva estratgica tiene ms sentido para los demcratas concentrarlos debates sobre un puado de villanos de la Administracin, mientrascalladamente reconstruyen la paridad de representacin en la Calle K,donde muchos ejecutivos se congratulan de su reciente liberacin de lasgarras de DeLay, la malvada bruja de Texas.

    Tal y como expone Business Weekpara tranquilizar a los lectores inquie-tos, cualquier tendencia hacia excesos populistas en el nuevo Congresoser contrarrestada desde las propias filas demcratas por millonarios,abogados corporativistas y empresas de alta tecnologa, sobre todo de laNueva Coalicin Demcrata (el grupo en la Cmara del Democratic Lea-dership Council*) presidida por la congresista Ellen Tauscher de Califor-nia. En un Congreso demcrata tan dividido, el grupo de 40 moderadosde Tauscher influir de forma extraordinaria en las polticas fiscales, co-merciales y presupuestarias. Es ms, los altos directivos que estn preo-cupados por las posibles investigaciones y las compaas que teman per-der sus lucrativos contratos con el gobierno, siempre podrn acudir a lanueva revelacin de la Calle K, George Crawford, quien como anteriorjefe de personal de Nancy Pelosi, se ha situado como la persona con laque hay que hablar en Washington para cualquier asunto. En los ltimos

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    32 Old dogs, few tricks, The Economist, 11 de noviembre de 2006.33 Richard Dunham y Eamon Javers, The Politics of Change, Business Week, 20 de noviem-bre de 2006.* El Democratic Leadership Council es una organizacin sin nimo que sostiene que el Par-tido Demcrata debe abandonar sus tradicionales posiciones populistas y optar por polti-cas moderadas y conservadoras centristas como respuesta a las aplastantes victorias cose-chadas por Ronald Reagan frente al candidato demcrata Walter Mondale en las eleccionespresidenciales de 1984. El DLC alaba al presidente Clinton como prueba de la viabilidad deuna Tercera Va y como una estrategia coronada por el xito; vase, http://www.ndol.org/.[N. del T.]

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    meses, revela Business Week, ha aadido a la Exxon Mobil Corp. y Am-gen Inc. a su cartera de clientes34.

    Pero al margen de la aceptada regulacin de las 100 horas, pocas de lasreformas que han atrado votos progresistas para los demcratas, tienenprobabilidades de abrirse paso en medio de la inminente lluvia de fon-dos donados por los lobbiesorganizados por Crawford y otros demcra-tas. La poltica energtica, por ejemplo, ha sido uno de los temas ms des-tacados por el partido, y la senadora Barbara Boxer (nueva presidenta delComit de Medio Ambiente y Trabajos Pblicos) ha organizado una am-plia coalicin de ecologistas en torno a la regulacin de las emisiones ydel consumo de los automviles. Pero como el periodista Richard Simoninformaba recientemente en Los Angeles Times, los fabricantes de cochesde Detroit y la gente del petrleo de Texas estn sorprendentemente pocopreocupados. Segn dice un dirigente de la Asociacin Nacional de Pe-troqumicas y Refineras, confiamos en que haya suficientes demcratasque nos conozcan y nos comprendan35.

    Los demcratas comprensivos en el 110 Congreso incluirn a senadoresde Estados exportadores de energa, como Mary Landrieu (Luisiana) y JeffBingaman (Nuevo Mxico), as como al poderoso presidente del Comitdel Energa del Congreso, John Dingell (Michigan), quienes lucharn paradefender hasta la ltima molcula de dixido de carbono emitida por unFord Explorer o un Chevy Suburban. Nancy Pelosi podra retirar a la in-dustria petrolfera algunas de las ventajas fiscales ms escandalosas, peroBarbara Boxer nunca atacar realmente el problema ni reducir la depen-dencia del petrleo extranjero. Aunque haya millones de personas aterra-das por la verdad incomoda del calentamiento global, siempre habr de-mcratas dispuestos a impedir cualquier reduccin sobre las emisiones degases responsables del efecto invernadero o que votarn a favor de man-tener las prerrogativas especiales de la industria del petrleo.

    IV. DFICITS Y GESTIN PARTIDISTA DE LOS DESEQUILIBRIOS

    A diferencia de la mayora de los sistemas parlamentarios europeos, el sis-tema de partidos estadounidense esta nacionalizado tan solo en parte, ylos programas regionales y locales adquieren un relieve excepcional en elfuncionamiento del Congreso. Las elecciones de 2006 lo han puesto demanifiesto de forma espectacular: al margen de que el electorado se hayadesplazado hacia la izquierda o no, el peso del Congreso se ha traslada-do a los Estados azules de las costas. Texas, Florida, Virginia y Georgia(cuyos distritos fueron pilares estratgicos de la revolucin republicana de

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    34 Dunham y Javer, Politics of Change.35 Richard Simon, Green laws no slam-dunk in new Congress, Los Angeles Times, 18 de di-ciembre de 2006.

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    1994) se han quedado fuera, mientras han entrado California y NuevaYork (los parias de la era Bush). O para ser ms precisos, los demcratasque representan al tringulo de oro de Wall Street, Hollywood y Silicon

    Valley, dominan ahora el Congreso.

    Aunque California y Nueva York (junto con Massachussets y Washington)dominan la investigacin y las exportaciones tecnolgicas estadounidenses,la industria del espectculo y los servicios financieros, se han convertido enlos principales recaudadores para las polticas redistributivas republicanasdesde 1994. California tal vez sea el caso extremo. Durante cincuenta aos,desde los suministros a los aliados en 1940, hasta la cada del muro de Ber-ln, la industria aeroespacial y electrnica de California ha recibido un flu-jo constante de dlares procedentes de Defensa. Desde 1990 al menos, lossubsidios fiscales han cambiado de direccin y ahora California exporta susimpuestos federales hacia Estados mayoritariamente republicanos. Mientrasantes California reciba 1,15 dlares en gasto federal por cada dlar que pa-gaba en impuestos, ahora recibe slo 79 centavos. (La falta de equidad espeor que la que expresa la cuadro 5, ya que California y Nueva York sontambin los principales puertos de entrada para los nuevos inmigrantes ylos servicios financieros que deberan estar bajo control federal.) En partecomo resultado de este desequilibrio, la economa regional ms tecnolgi-camente avanzada del mundo se apoya en infraestructuras escandalosa-mente deficientes desde el punto de vista material, social y educativo (enlas escuelas primarias y secundarias principalmente).

    Pero los demcratas tendrn que luchar contra s mismos, no slo contralos republicanos, si quieren dar la vuelta al relativo declive del gasto fe-deral, sobre todo en las ciudades envejecidas de los Estados ms libera-

    Estados republicanos Estados demcratas

    Texas 1,00 California 0,79

    Florida 0,98 Nueva York 0,80

    Virginia 1,59 Illinois 0,72

    Georgia 0,96 Massachussets 0,79

    Arizona 1,23 Connecticut 0,67

    Alabama 1,68 Minnesota 0,69

    Carolina del Norte 1,08 Wisconsin 0,83

    Carolina del Sur 1,36 Michigan 0,86

    Kentucky 1,51 Oregon 0,99

    Alaska 1,90 Washington 0,91

    Cuadro 5. Relacin gasto federal/impuestos

    Fuente: State Blaming Washington for Budget Woes, Los Angeles Times, 15 de febrero 2005.

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    les. Aunque el nuevo liderazgo en el Congreso, especialmente Pelosi yClinton, ha sido muy beligerante para hacer frente a las necesidades desus propios distritos y Estados, ha dejado al partido con las manos atadaspor un compromiso que venera la reduccin del dficit y la frugalidad fis-cal. Aunque Iraq y la corrupcin poltica eran las cuestiones ms impor-tantes para los votantes, el antiguo grito de guerra de los republicanos, laresponsabilidad fiscal fue el eje central del programa demcrata de laNueva Direccin para Amrica.

    A pesar de las voces en The Nationy otros medios afirmando que los de-mcratas estn canalizando ahora su populismo interno, el partido siguehaciendo un ferviente nfasis sobre la disciplina presupuestaria, antes quesobre el gasto pblico, similar al que caracteriz el reinado del ex presi-dente de Goldman Sachs, Robert Rubin, como secretario del Tesoro deClinton. En la prctica, esto no slo se traduce en la renuncia demcrataa asumir nuevos gastos, sino en la negativa a debatir la vuelta atrs de loscien mil millones de dlares en beneficios fiscales que disfrutan los sec-tores acomodados. Gravar y gastar, gravar y gastar, gravar y gastar, de-ca el senador Kent Conrad, presidente del Comit Presupuestario, a TheNew York Times, no vamos a entrar en eso36. El presidente puede entre-gar el Tesoro a los ms ricos e incurrir en deudas colosales mientras in-

    vade el mundo, pero los demcratas han jurado pleitesa a un modelo an-tikeynesiano que habra avergonzado al propio Calvin Coolidge.

    De hecho los partidarios ms rabiosos del equilibrio presupuestario (staes la descripcin oficial de su pgina web) son los Blue Dogs, que comoindicbamos anteriormente son demcratas conservadores. Reclutadosprincipalmente en ciudades pequeas en rpido crecimiento como Merced,Tallahassee y Hot Springs, los Blue Dogs cultivan una imagen ms tradicio-nal y popular en contraste con la imagen sofisticada de los Nuevos Dem-cratas, que tienden a representar a los distritos ms ricos de Connecticut yCalifornia. Aunque comparten la dura doctrina de los Nuevos Demcratasdel DLC, son menos favorables a las subvenciones y a los acuerdos de li-bre comercio. La verdadera intencin de los Blue Dogs es su oposicin de-maggica a los gastos sociales y especialmente a la ayuda federal a lasgrandes ciudades de mayora negra y latina. Con 44 miembros y numero-sos aliados en el lado republicano, los Blue Dogs pretenden detener el gas-to en el prximo Congreso mientras renen votos para una enmienda cons-titucional que exija un presupuesto federal anual equilibrado37. Uno de susprincipales aliados, John Spratt de Carolina del Sur, ser presidente del Co-mit de Presupuestos del Congreso, y con la bendicin de Pelosi el princi-pal promotor en el partido de la austeridad presupuestaria38.

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    36 Edmund Andrews, The Democrats Cautious Tiptoe Around the Presidents Tax Cuts, TheNew York Times, 4 de enero de 2007.37 Blue Dog Coalition, 12-Point Reform Plan for Curing Our Nations Addiction to DeficitSpending, en www.bluedogdemocrat.org.38 Democrats to Watch.

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    La direccin del Partido Demcrata, atemorizada por las repercusioneseconmicas y electorales que tendra la reforma del actual sistema fiscal

    y controlada de cerca por los Blue Dogs, prefiere que sean los dficits re-publicanos y los recortes presupuestarios los que dicten la poltica dem-crata. Karl Rove pretende exactamente eso y en el da de ao nuevo,Bush invit a los demcratas a unirse a l para equilibrar el presupuesto,un objetivo que les atara las manos, dejndoles con poco o ningn es-pacio de maniobra para sus prioridades en el Congreso39.

    V. NUEVA ORLENS CONTRA SILICON VALLEY

    La intencin de los lderes demcratas de anteponer el equilibrio presu-puestario a las necesidades humanas refleja en parte el equilibrio de po-der dentro del partido, donde los Blue Dogs (solos o combinados con losNuevos Demcratas) reclaman ahora un verdadero poder de veto sobre lanueva legislacin. Fue seguramente esta presin por parte de sector con-servador la que condujo a los estrategas del Congreso, bajo el mando delrepresentante de Illinois Rahm Emanuel, a omitir deliberadamente cual-quier mencin a Nueva Orleans en la publicidad de la campaa de 200640.

    El destino de Nueva Orlens es una de las grandes tragedias morales dela historia estadounidense moderna, pero la mayora de los demcratas senegaron desvergonzadamente a cuestionar durante la campaa la res-puesta federal al huracn Katrina o la posterior limpieza tnica de la Cos-ta del Golfo. Aunque el propio presidente Bush declar en su discurso de

    Jackson Square que tenemos el deber de enfrentarnos a esta pobreza [re-velada por el Katrina] con acciones decididas, los demcratas no hanmostrado mayor sentido del deber ni capacidad para acciones decidi-das que la evidente hipocresa e incompetencia de la Casa Blanca. Susprioridades quedaron de manifiesto en la plataforma nacional de noviem-bre que subrayaba el dficit y el envo de ms tropas pero no menciona-ba ni el Katrina ni la pobreza.

    Incluso el Comit Negro, con algunas excepciones, ha sido sorprenden-temente reacio a responder a una incesante serie de provocaciones porparte de la Administracin de Bush (incluyendo la ms reciente de demo-ler 4.000 unidades de viviendas sociales poco daadas en Nueva Orlens

    y cortar de golpe las ayudas a la vivienda de miles de refugiados del Ka-trina fuera de la ciudad). Aunque Rangel de Harlem ha prometido nuevassesiones en el Congreso sobre la pobreza a la luz de la catstrofe de Nue-

    va Orlens, es poco probable que llegue a desafiar el fetiche de la reduc-cin del dficit. Ser ms fcil seguir culpando a la poltica republicana

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    39 Joel Havemann, Bush wants budget balanced by 2012, Los Angeles Times, 4 de enero de2007.40 Its as if this year, Katrina was the subliminal issue, Michael Tisserand, The Katrina Fac-tor, The Nation, 1 de enero de 2007.

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    (merecidamente, por supuesto) antes que recortar los beneficios fiscalesde los ricos que podran financiar los nuevos gastos sociales.

    Pero Nancy, Harry y Hillary s tienen una cruzada interna cuya importan-cia trasciende otros dogmas y limitaciones: la promocin del programade innovacin con el que los demcratas esperan ampliar su apoyo entodo el pas entre las corporaciones de alta tecnologa y las empresas cuyaactividad tiene un alto componente cientfico. Si alguien echaba en faltala urgencia y pasin que los demcratas debieron haber centrado en elKatrina y en la pobreza urbana, podr encontrarlas en los encendidos dis-cursos que dedicaron a reductos tecnolgicos como Emeryville, Mountain

    View, Raleigh y Redmond.

    El programa de innovacin es una verdadera prioridad demcrata, a di-ferencia de la retirada de tropas de Iraq o la reconstruccin de vidas y ho-gares en Nueva Orlens. Directivos de industrias tecnolgicas como Cis-co y Genetech, molestos con la negativa republicana a renovar losimportantes beneficios fiscales de investigacin y desarrollo de las empre-sas de Silicon Valley, colaboraron con Pelosi y sus colegas del rea de laBaha de San Francisco para desarrollar una serie de demandas, incluidanuevas normas de contabilidad de las stock options, crditos actividadescontinuadas de I+D, reformas de patentes, subsidios para energas alter-nativas, fondos para la National Science Foundation, y una neutralidadde red para Internet, que los demcratas han prometido aprobar en200741. Los demcratas tambin han apoyado el programa que mantieneSilicon Valley a flote con ingenieros extranjeros baratos, la mayora de loscuales no tienen derecho a sindicarse ni a organizarse42.

    El vido inters de los demcratas por las patentes y la innovacin fuepuntualmente recompensado con un 50 por 100 de aumento, respecto a2004, de las contribuciones electorales procedentes de las industrias dealta tecnologa43. Al mismo tiempo, segn el Centro de Respuestas Polti-cas, mientras en 2000 los fondos republicanos procedentes de Silicon Va-

    lley eran del 43 por 100, el porcentaje ha cado en la actualidad al 4 por10044. Desde los primeros das de la Administracin de Clinton, la seduc-cin de los sectores de software y biotecnologa y sus aliados (junto conla profundizacin de los ya importantes vnculos con la industria del cine

    y el espectculo) han sido el equivalente demcrata al proyecto republi-cano de la calle K45. Ahora que Al Gore est en el consejo de Google y

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    41 Jim Puzzanghera, Pelosi likely to speak up for thech industry, Los Angeles Times, 13 de

    noviembre de 2006.42 David Bacon, Inmigrants Find Hi-Tech Servitude in Silicon Valley, Labor Notes(septiem-bre 2000).43 J. Puzzanghera, Pelosi likely to speak up for thech industry, cit.44 El director de comunicaciones de CPR, Massie Ritsch en uno de los comunicados delTechnological Daily de National Journal(agosto 2006).45 Vase Sara Miles, How to Hack a Party Line. The Democrats and Silicon Valley, ed.? Nue-va York, 2001.

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    Apple y que Pelosi disea futuros virtuales con los fundadores de Goo-gle, Larry Page y Sergey Brin, el Milenio ha llegado. De hecho, con el as-censo de demcratas del rea de la Baha de San Francisco a posicionesde control en el Congreso, Nueva Orlens puede seguir pudrindose enla miseria, pero Silicon Valley y sus allegados pueden tratar como igualesa los petroleros y a los contratistas de defensa que todava estn parape-tados en la Casa Blanca.

    VI. OSCURO POPULISMO

    Los demcratas, como seala frecuentemente Thomas Edsall, representandos universos de poblacin muy diferentes y en gran parte incompatibles.Dos de cada cinco votantes demcratas se ajustan al estereotipo de pro-fesional liberal con buena educacin y acomodado, pero el resto de labase del partido son personas con desventajas sociales y econmicas:clases trabajadoras negras e hispanas, mujeres empleadas en los sectoreslaborales ms humildes y hombres blancos con empleos industriales tra-dicionales pero en rpido declive46. El partido pos New Dealliderado porlos Clinton se ha movilizado por completo para articular y defender losintereses de los trabajadores acomodados, de los universitarios y de lasindustrias globales en las que stos trabajan; el resto de los demcratas

    viaja en la parte de atrs del autobs bajo la cnica asuncin de que losnegros, los inmigrantes y los blancos pobres no tienen otro sitio a dondeir y que, por lo tanto, son votos demcratas automticos.

    Desde el auge y cada de la estimulante campaa de la Coalicin Arcoi-ris de Jesse Jackson en 1984, no ha habido ningn desafo serio a la he-gemona de los Nuevos Demcratas y a su ideologa de la Tercera Va,que propugna el neoliberalismo econmico y la tolerancia cultural. Sinembargo, el sueo de una nueva rebelin populista y antiyuppie, alimen-tada por la justificada ira de los sectores trabajadores y basada en la olvi-dada mayora del partido, ha continuado inspirando a progresistas y ve-teranos de la Coalicin Arcoiris a medida que sufran bajo el yugoarrogante de los centristas y partidarios de la globalizacin econmica delDLC.

    As, pocos das despus de su asombrosa victoria sobre George Allen enVirginia, el senador demcrata James Webb public un artculo en TheWall Street Journalbajo el provocativo ttulo de Lucha de clases. Webb,que fue secretario de la Marina bajo Ronald Reagan, adverta que unacreciente divisin de carcter socioeconmico estaba hundiendo de nue-

    vo a Estados Unidos en un sistema de clases como el que no habamosconocido desde el siglo XIX. Mientras los salarios se colapsan y la seguri-

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    46 Thomas Edsall, National Journal, 23 de septiembre 2006. Utiliza datos del Pew ResearchCenter para caracterizar al electorado demcrata.

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    dad social declina, la atencin de los trabajadores estadounidense se des-va hacia histricas campaas cuidadosamente orquestadas sobre dioses,armas, homosexuales, abortos y banderas. El ex dirigente republicanoadverta que las polticas de la era de Karl Rove fueron diseadas paradistraer y dividir a la gente que de otra manera se rebelara contra el de-terioro de su nivel de vida47.

    La columna de Webb asombr como era de esperar a muchos lectores deThe Wall Street Journalpero encant a los progresistas, quienes recono-cieron que estaba citando casi textualmente el libro de Tom Frank, Whatsthe matter with Kansas?y respaldando su llamada a los demcratas pararecuperar el manto del populismo econmico. Webb mantena que la vic-toria demcrata dara una oportunidad a los trabajadores estadouniden-se para que su voz [por fin] pueda ser escuchada con sus legtimas que-jas sobre el coste del libre comercio y la exportacin de empleos. Ynuestros gobernantes deca no tienen deber ms importante que el deconfrontar la creciente injusticia de esta era de globalizacin.

    Fuegos artificiales o manifiesto para el levantamiento tanto tiempo espe-rado? Unas semanas despus en The Nation, Christopher Hayes afirmabaque la nueva preocupacin de Webb por la clase trabajadora vctima dela globalizacin era parte de una genuina tendencia populista dentro delPartido Demcrata, cuyos portaestandartes incluan tambin al congresis-ta Heath Shuler de Carolina del Norte y al senador Sherrod Brown deOhio48. Ciertamente sus llamamientos al patriotismo econmico (Schuleracus a su oponente republicano al Congreso de vender a las familiasamericanas) y sus estridentes denuncias del internacionalismo y el librecomercio encendieron verdaderas chispas en las ciudades textiles de Ca-rolina y Virginia y en los condados de los Apalaches en Ohio, donde in-dustrias enteras han desaparecido durante la ltima dcada. En 2004, JohnKerry perdi en las montaas (incluyendo en la tradicionalmente dem-crata Virginia occidental) porque no tena prcticamente nada que decirsobre la crisis de empleo en la regin; en esta ocasin los demcratas em-plearon demagogia de primera clase con un lenguaje local.

    Pero como el propio Hayes subraya con nfasis, el populismo econmi-co tiene un lado oscuro, y admite que otros analistas

    [...] han despertado el espectro del alzamiento del ala del partido tipo LouDobbs cuyos argumentos econmicos estn unidos al nacionalismo racial,el tipo de populismo que se siente igual de cmodo denostando a lasgrandes empresas como a los extranjeros ilegales que roban los empleosde los estadounidenses en su propia casa, y cuya oposicin a la guerra

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    47 James Webb, Class Struggle: American workers have a chance to be heard, The Wall Stre-et Journal, 15 de noviembre de 2006.48 Ch. Hayes, The New Democratic Populism, cit.

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    de Iraq est basada, como la de Pat Buchanan, en un aislamiento de Es-tados Unidos que antepone su bienestar a cualquier otra consideracin.

    Aunque Hayes prefiere creer en la tendencia progresista de personajescomo Shuler y Webb, creo que est ms acertado cuando compara su po-ltica con demagogos racistas como Dobbs y Buchanan49.

    Una lectura atenta del artculo Lucha de clases de Webb, por ejemplo,revela precisamente su creencia de que los jardineros mexicanos y losbanqueros inversores explotan por igual a la clase nativa trabajadora yque hay una extensa reserva de mano de obra procedente de la inmigra-cin ilegal que est a la espera de ahogar los valores y los salarios esta-dounidenses. Un extrao prrafo que hace una insinuacin implcita so-bre ciertos grupo inmigrantes que tienen la gentica adecuada y que,por lo tanto, se sitan naturalmente como candidatos para acceder a laclase superior puede interpretarse como una referencia a las fantasassobre el peligro amarillo que pueblan los discursos de Webb. Como Se-cretario de la Marina fue uno de los principales valedores de la continui-dad de la Guerra Fra con China, a quien despus vio desarrollando uneje estratgico con el mundo musulmn, y se alej de la poltica de Bushen Iraq precisamente porque crea que Rumsfeld estaba fortaleciendo demanera criminal a los verdaderos enemigos: Irn y China50.

    Heath Shuler, la antigua estrella deportiva de los Washington Redskins,tambin dirige apasionadas diatribas contra la Tratado de Libre Comerciode Amrica del Norte (TLCAN) y la exportacin de trabajos fuera de la pa-tria. Pero al igual que Webb, su mensaje populista est envenenado porun racismo que incluye anuncios en televisin que presentan a Shulercomo un hroe solitario que lucha contra la amnista para los inmigran-tes ilegales. Ezra Klein en American Prospectmantena hace poco que losliberales no deberan preocuparse excesivamente por las salidas de tonode Webb y Shuler o por sus posturas reaccionarias sobre los homosexua-les y el aborto. En un Congreso dominado por los demcratas, tienen po-cas posibilidades de practicar su conservadurismo social. Sus posturaseconmicas, sin embargo, tendrn ms eco cuando el Congreso, final-mente, dedique su atencin a temas como la salud pblica, el empleo, ladesigualdad, las normas corporativas y dems asuntos nacionales que alos demcratas tanto les gusta debatir51.

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    Ibid. Dejo aparte para una discusin posterior la emergente campaa presidencial deJohn Edwards, quien en un intento de superar a Hillary por la izquierda, parece habersecomprometido con un progresismo ms slido y autntico que el falso populismo que de-cepcion a sus seguidores en 2004. Para una interesante introduccin, Vase Perry Bacon,The Anti-Clinton, Time, 15 de enero 2007.50 James Webb, What to do about China?, The New York Times, 15 de junio 1998; y Hea-ding for Trouble, The Washington Post, 4 de septiembre 2002.51 E. Klein, Spinned Right, cit.

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    Al margen de las heroicas suposiciones de Klein sobre las intenciones re-formistas de los demcratas, su discurso subestima gravemente los peligrosque supone el nacionalismo econmico dentro de las filas demcratas. Porsu parte Karl Rove y la Casa Blanca, fueron ampliamente sorprendidos elao pasado por la explosin de histeria contra los inmigrantes dentro delas bases conservadoras, y los editores de The American Prospect (la re-

    vista de los demcratas progresistas) podran lamentar la infravaloracinde la xenofobia dentro de su propio partido. Al menos la mitad de los 30escaos que los demcratas arrebataron a los republicanos fueron ocupa-dos por candidatos con posturas conservadoras sobre inmigracin. Esms, a lo largo de todo el sur y el medio oeste, los demcratas atacarona los republicanos por ser demasiado suaves con la inmigracin ilegal,

    y una pgina web del comit de campaa demcrata lleg a superponerimgenes de personas escalando vallas fronterizas con retratos de Bin La-den y Kim Jong II. Los Blue Dogs en particular, son fieros defensores deun muro de escala continental y del uso de la polica local para reforzarlas leyes nacionales de inmigracin52.

    En el nuevo Congreso ser interesante ver hasta dnde llegan los Webby los Shulers con sus ataques proletarios contra unos principios del librecomercio que son sagrados tanto para los Nuevos Demcratas como paralos clintonianos. (Mi intuicin es que las ocultas heridas de clase sernms llevaderas una vez que hayan mantenido algunas clidas conversa-ciones con los ricos representantes de los parques del Tringulo de Inves-tigacin y los crculos influyentes de Washington). Por otro lado, hay mu-chas posibilidades de que los aspectos xenfobos y antiinmigrantes de supopulismo sean amplificados por la sinergia con republicanos de ideas si-milares. Los demcratas podrn congratularse de momento con la auto-destruccin de la estrategia latina de los republicanos, pero no son in-munes a los mismos demonios en su propio partido. En el peor escenarioposible, el tan esperado Nuevo Populismo se convertira simplemente enuna rampa de lanzamiento de los intolerantes de ambos partidos, mien-tras la direccin demcrata continuar siguiendo los dictados de GoldmanSachs y Genentech.

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    52 Brian Friel, Splits of Their Own, National Journal, 9 de septiembre 2006.

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    PRLOGO

    PRIMERA PARTE. REPUBLICANO TENAZ Y REBELDE

    I.CRISTAL DEL SIGLO, TESTIGO DE CARGO

    II.PJARO LIBRE, MOLESTO Y SOLITARIOIII.ESCRITOR, GRANDSIMO ESCRITORIV.POR LA SEAL DE LA SANTA CRUZ

    V.REPUBLICANO GALLO DEL ALBAVI.MS ALL DEL PERSONAJE, PERSONA DE CARNE Y HUESO

    SEGUNDA PARTE. EUSKADI, LTIMA REBELDA

    I.PUERTO DE REFUGIO Y UTOPAII.UNA CIERTA IDEA DEEUSKADI

    III.DEMONZN YUNAMUNO ALGUERNICADEPICASSO

    IV.MISTIFICACIONES DEL FANTASMA(AVIRANETA)V.ESPERANDO LA MANO DE NIEVE

    VI.IN MEMORIAMVII.EPITAFIO ENHONDARRIBIA AL ARCNGEL REBELDE

    APNDICE. ENTREVISTAS

    I.CUADERNOS PARA ELDILOGO. DICIEMBRE1977II.EL VIEJO TOPO. FEBRERO1978

    III.CAMP DE LARPA. SEPTIEMBRE-OCTUBRE1979

    IV.PUNTO YHORA. JULIO. 1980V.EGIN. 22 OCTUBRE1982VI.PUNTO YHORA. OCTUBRE1982VII.EL PAS. 14 NOVIEMBRE1982VIII.ELPAS.SEPTIEMBRE- 1983

    BIBLIOGRAFA

    www.foca.es

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    NDICE

    El punto ciego de un viejo sueo de simetra

    Espculo

    La j de Platn

    www.akal.com

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    ESTRUCTURA VERSUS COYUNTURALas elecciones de 2006 y el desplazamiento hacia la derecha

    de la poltica estadounidense

    ROBERT BRENNER

    Cmo habra que interpretar la reconquista del Congreso por los dem-cratas en 2006 en el contexto de las tendencias generales de la poltica es-tadounidense durante las ltimas dcadas? En lo que sigue examinar laevolucin de los dos partidos principales con el trasfondo de los cambiossubyacentes en el equilibrio de fuerzas de clase en Estados Unidos, paraentender la coyuntura de 2006 en relacin con los movimientos estructu-rales y ms profundos de la poltica estadounidense, desde las luchasobreras de la dcada de 1930 y la adhesin de la mayora de los demcra-tas al New Deal, pasando por las reformas de la Gran Sociedad durante laexpansin de posguerra, hasta los paradigmas polticos de la ofensiva ca-pitalista desde el inicio del largo declive. Desde ese marco argumentarque el ascenso de la derecha republicana a partir de sus bases en un Suren expansin y no sindicalizado ha introducido una nueva dinmica en lapoltica estadounidense que pretende impulsar la agenda proempresarialms all de todo lo que el propio Reagan hubiera imaginado.

    I. LA VICTORIA DEMCRATA

    Los propios resultados han sido ya analizados detalladamente. Hablandoen general, la base de la victoria demcrata en las elecciones a mediomandato de 2006 reside en cambios de un 4-6 por 100 en su favor en casitodas las categoras del electorado, ms un cambio muy significativo del14 por 100 entre los latinos1. Esto ha permitido a los demcratas aumen-

    1 En comparacin con las elecciones a la Cmara de Representantes de 2004, los demcratasse beneficiaron de un cambio del 6 por 100 del voto masculino blanco, el 4 por 100 del voto

    femenino blanco, el 5 por 100 de los jvenes entre dieciocho y veintinueve aos, el 4 por100 de los que ganan menos de 50.000 dlares al ao y el 6 por 100 de los que superan esacifra, manteniendo el 89 por 100 del voto negro. Los demcratas obtuvieron importantes me-joras en el Medio Oeste, Nordeste, Sur y Oeste, lo que supuso una mayora simple para losdemcratas de 4,9 millones de votos, frente a una mayora simple republicana de 3,4 millo-nes de votos en 2002 y de 2,9 millones en 2004. Con respecto a las elecciones en 2002, tam-bin a medio mandato, en 2006 se produjo un desplazamiento del 5,5 por 100 de los repu-blicanos a los demcratas.

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    tar su representacin en la Cmara de Representantes de 202 a 233 esca-os, mientras que los republicanos han bajado de 232 a 202. En el Sena-do el Partido Demcrata gan seis nuevos escaos, pasando de 45 a 51(incluidos dos independientes), mientras que los escaos del Partido Re-publicano pasaron de 55 a 49.

    Aunque algunos han hablado de un nuevo impulso hacia la reforma so-cial2, se reconoce en general que la evolucin del voto representaba unrechazo de la ejecutoria del gobierno de Bush ms que un aumento delapoyo a los demcratas. Durante el mes de octubre de 2006 las pantallasde televisin estadounidenses estuvieron dominadas por imgenes delcreciente caos y enfrentamiento entre comunidades en Iraq, mientras die-cisis agencias de inteligencia informaban de que la guerra estaba alimen-tando el terrorismo, en lugar de reducirlo. Por otra parte, las denunciasde corrupcin y los escndalos sexuales dejaban al desnudo la hipocre-sa de la farsa republicano-fundamentalista; Katrina segua levantandoronchas; la seguridad de la patria, como la reconstruccin de Iraq, se

    venda al mejor postor, con un trasfondo de escasa mejora en el empleo,estancamiento de los salarios reales y reduccin de las pensiones y los se-guros sanitarios. Pero evidentemente es el fracaso militar de Estados Uni-dos en Iraq el que ha hecho tan excepcional esta coyuntura electoral3.

    Desde el 11 de Septiembre la estrategia de Karl Rove ha consistido en pre-sentar, primero Afganistn y luego Iraq, como escenario principal de laguerra contra el terror a fin de obtener el apoyo popular que necesitabael gobierno de Bush para la puesta en prctica de su agenda proempresa-rial, que no poda prevalecer electoralmente por s sola. Rove tuvo xitoen 2002 y 2004, cuando la preocupacin por la seguridad nacional supe-r la creciente oposicin a la guerra. El cambio de voto de las mujeres ca-sadas con nios, las llamadas mams de la seguridad, favoreci a los re-publicanos con un 53 y un 56 por 100 respectivamente; pero en 2006 lasmams apoyaron a los demcratas con una diferencia de doce puntos, el50 por 100 frente al 38 por 100. El 57 por 100 de los estadounidenses (fren-te al 35 por 100) piensa ahora que la guerra en Iraq no ha conseguido ha-cer el pas ms seguro. Ah est el meollo de las elecciones de 20064.

    Sin embargo, los republicanos consiguieron resultados bastante buenos. Subase acudi en gran nmero a las urnas, con un incremento de la propor-cin de los evangelistas blancos en el voto total del 23 al 24 por 100, mien-tras que la cifra de los que acuden a la iglesia al menos una vez a la se-

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    2 Vase, por ejemplo, Michael Tomasky, Dems put the big tent back together, Los Ange-les Times, 12 de noviembre de 2006; John Nichols, Power Shifts in the States, The Nation,4 de diciembre de 2006.3 Pew Research Center for the People and the Press, Iraq Looms Large in Nationalized Elec-tion, 5 de octubre de 2006, p. 7.4Jim VandeHei, Republicans Losing the Security Moms, The Washington Post, 18 de agos-to de 2006; CNN Exit Polls for the House of Representatives, 2004 y 2006.

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    candidatos centristas y conservadores para los distritos ms marginales,centrndose enteramente en los fracasos del gobierno de Bush10. Comoconsecuencia, sus nuevos representantes en el Congreso tendern engran medida a reforzar el ala derecha del partido, que aspira nada menosque a un regreso de los das de gloria de Bill Clinton, cuando los presu-puestos equilibrados y el neoliberalismo estaban a la orden del da, eldormitorio de Lincoln estaba siempre ocupado y el principio ms subra-

    yado era la triangulacin*.

    Emanuel representa como pocos al Partido Demcrata actual y es proba-ble que est entre quienes constituyan su futura direccin. Tras ocuparun puesto poltico destacado con Clinton, ha desempeado un papel di-rigente en la modernizacin promovida por el Democratic LeadershipCouncil** (DLC), constituido en 1984 para adaptar el partido a la era deReagan. El objetivo de los nuevos demcratas del DLC es ampliar su ac-ceso al empresariado, al voto blanco y al sur, dando por hecho que elelectorado demcrata tradicional, negro y obrero, no tiene otro partido alque votar. Esto significa el apoyo al acrecentado gasto militar y a lasaventuras imperiales, y la defensa de las reducciones de impuestos yotras polticas proempresariales as como la desaparicin de cualquiercompromiso anterior de redistribucin social que todava quedara con elmovimiento obrero y las organizaciones negras. El DLC tiene ahora se-senta representantes en la Cmara, ms de la cuarta parte del total de larepresentacin demcrata. La tendencia ultraconservadora Blue Dog delpartido, en cambio, tiene ahora cuarenta y cuatro representantes, sietems que en 2004. Este grupo, formado en 1994 por congresistas dem-cratas de derechas, sobre todo pero no nicamente del Sur, para con-trarrestar lo que entendan como una mayora de izquierdas en el parti-

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    ARTCULOS

    10 El da siguiente a las elecciones el 65 por 100 de los encuestados pensaba que el resulta-do se deba a la insatisfaccin con los republicanos; slo un 27 por 100 crea que losdemcratas haban ganado por disponer de mejores candidatos. En 2006 los demcratas ob-

    tuvieron el 57 por 100 de los votantes autocalificados como independientes, frente al 49por 100 obtenido en 2004, y el 61 por 100 de los que se consideraban moderados, frenteal 56 por 100 obtenido en 2004. Vase Marcus Mabry, Newsweek Poll. Bush Hits New Low,msnbc.com, 11 de noviembre de 2006; CNN National Exit Polls, 2004 y 2006; Centrists De-liver for Democrats, Pew Research Center, 8 de noviembre de 2006.* Fue el columnista Dick Morris quien propuso una estrategia de triangulacin para descri-bir la orientacin de Bill Clinton, en virtud de la cual el presidente apelaba a diversos gru-pos de votantes distancindose simultneamente de demcrtas y repblicanos. Muchos fue-ron quienes percibieron esta estrategia como un movimiento hacia el centro del espectropoltico y se sintieron decepcionados en tanto que esperaban que Clinton perseguira unapoltica ms liberal. [N. del T.]** El Democratic Leadership Council es una organizacin sin nimo que sostiene que el Par-tido Demcrata debe abandonar sus tradicionales posiciones populistas y optar por polti-cas moderadas y conservadoras centristas como respuesta a las aplastantes victorias cose-chadas por Ronald Reagan frente al candidato demcrata Walter Mondale en las eleccionespresidenciales de 1984. El DLC alaba al presidente Clinton como prueba de la viabilidad deuna Tercera Va y como una estrategia coronada por el xito; vase, http://www.ndol.org/.[N. del T.]

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    do, se inclina por el conservadurismo no slo en cuestiones socialescomo el aborto y el control de armas, sino tambin en la poltica econ-mica. Muchos Blue Dogs, partidarios del crecimiento y comprometidoscon la responsabilidad presupuestaria, votaron en favor de las medidassociales ms regresivas del gobierno de Bush. En los ocho principalesproyectos de ley que dividieron a los grupos demcrata y republicano enel perodo congresual de 2004-2005, el 45 por 100 de los Blue Dogs sealinearon con los republicanos11.

    A raz de las elecciones a mitad de mandato de 2006, los victoriosos con-servadores del Partido Demcrata han venido ejercitando sus msculos.Como anunci el representante por Arkansas Mike Ross: Los republica-nos han perdido sus escaos, no frente a liberales, sino frente a dem-cratas del Blue Dog [...] Tenemos mucho que decir sobre lo que se aprue-ba y lo que no. El representante por Tennessee John Tanner afirm:Aumentamos nuestra cuota de mercado yendo all donde estaba el mer-cado, a los distritos moderados e incluso republicanos [...] Si queremosmantener y consolidar eso, tenemos que entender la realidad de que elrostro del grupo demcrata ha cambiado y ya no es el que era a finalesde la dcada de 1980 y principios de la de 1990. Naturalmente, esas de-claraciones fueron muy bien recibidas por los dirigentes republicanos delCongreso12.

    II. LA TRAYECTORIA HACIA LA DERECHA

    La estrategia electoral-legislativa de los demcratas y su probable trayecto-ria futura hacen patente la transformacin del modelo poltico estadouni-dense durante el ltimo medio siglo. Desde la hegemona del liberalismo,en la que los demcratas llevaban la voz cantante y los republicanos te-nan que adaptarse a ella, se ha pasado a un predominio de la derecha,en el que los republicanos vienen siendo la fuerza principal respecto a lacual los demcratas se han visto obligados a reconfigurarse. Esta modifi-cacin expresaba la evolucin subyacente en el equilibrio de fuerzas declase y la pauta de la acumulacin de capital, caracterizada primero porun aumento sin precedentes del poder de la clase obrera durante la dca-da de 1930, y ms tarde por un cuarto de siglo de prosperidad acompaa-do por el declive del movimiento obrero. La aparicin de problemas derentabilidad desde la dcada de 1960 dio lugar a un estancamiento econ-mico a largo plazo y a una ofensiva incesante del capital que condujo enltimo trmino a la clintonoma y a continuacin a la derecha dura deBush. A continuacin examinar esta evolucin.

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    ARTCULOS

    11 Chris Bowers, Congressional Loyalty Scorecards, Part Four. Blue Dog Democrats,www.mydd.com.12Jonathan Weissman, Democrats Find Lessons in GOP Reign, The Washington Post, 12 denoviembre de 2006. Sobre los Blue Dog Democrats vase el sitio web del congresista JohnTanner, miembro fundador del grupo: www.house.gov/tanner/blue.htm.

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    Ascenso, estancamiento y colapso del liberalismo, 1932-1980

    Con el trasfondo de la Gran Depresin y la calamitosa respuesta inicial deHoover se produjo, a mediados de la dcada de 1930, el gran incrementode militancia obrera en el sector industrial que propici las transformacio-nes en la conciencia de clase y organizativas que propiciaron el ascenso yreproduccin del reformismo liberal estadounidense13. Esta explosin deaccin directa de masas fuera del campo electoral-legislativo constituy lacondicin indispensable para las mejoras populares del New Deal. Se crea-ron sindicatos de rama para hacer frente a la decidida resistencia de la pa-tronal, en condiciones de creciente radicalizacin poltica. La recientemen-te creada United Auto Workers, por ejemplo, se neg inicialmente a apoyarla candidatura demcrata, y en su congreso fundacional de 1936 propusola formacin de partidos independientes de obreros y agricultores. Duran-te ste perodo florecieron partidos de esas caractersticas a escala local y

    de Estado por todo el pas. En 1934 la gran victoria de los demcratas enlas elecciones a mitad de mandato se entendi como expresin de una iz-quierda en ascenso. La militancia obrera ejerci una presin suficiente paraobligar al renuente gobierno de Roosevelt a aprobar su principal reformalegislativa en 1935: la Social Security Act[Ley de Seguridad Social] y la Na-tional Labor Relations Act(ms conocida como Wagner Act) [Ley de Re-laciones Laborales Nacionales o Ley Wagner], que reconoca los derechossindicales.

    Pero su confianza en Roosevelt llev a los sindicatos del CIO a una de-rrota devastadora en Little Steel en mayo de 1937 y a un aumento de ladesmoralizacin durante la segunda Gran Depresin de 1937-1938. Unonuevo estrato de dirigentes del CIO a tiempo completo desempe tam-bin un papel significativo en la domesticacin de la militancia obrera,contribuyendo a reprimir la oleada de huelgas salvajes con ocupacin defbricasque recorri todos los sectores durante el invierno y la primaverade 1937 y a frustrar una victoria potencial frente a la empresa Chrysler. ElPartido Comunista, que haba desempeado un papel decisivo en la orga-

    nizacin del movimiento obrero a mediados de la dcada de 1930, seadapt ahora a la lnea de Mosc comprometindose en un Frente Popu-lar que inclua no slo al CIO de John Lewis y al Partido Demcrata, sinotambin al gobierno de Roosevelt. El emergente funcionariado del CIO,apartado cada vez ms de la actividad cotidiana en la fbrica y que depen-da del propio sindicato para su sustento, reaccion frente a la cada de lalucha de masas volcndose en la institucionalizacin de las relaciones en-tre sindicatos y patronos mediante la negociacin colectiva amparada porel Estado y la regulacin, lo que trajo consigo un compromiso pleno conla va electoral y con el Partido Demcrata, como instrumento a travs delcual obtener nuevas reformas en el proceso legislativo14.

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    ARTCULOS

    13 La militancia obrera alcanz su cenit en la gran huelga del sector textil de 1934, las vic-toriosas huelgas generales en Toledo, San Francisco y Minneapolis de aquel mismo ao ylas huelgas con ocupacin de