16303284 Harvey David El Derecho a La Ciudad NLR n 53 2008

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    Vivimos en una era en la que los ideales de los derechos humanos se hancolocado en el centro de la escena tanto poltica como ticamente. Se hagastado una gran cantidad de energa en promover su significado para laconstruccin de un mundo mejor, aunque la mayora de los conceptos quecirculan no desafan fundamentalmente las lgicas de mercado liberales yneoliberales o los modos dominantes de legalidad y de accin estatal. Vi-

    vimos, despus de todo, en un mundo en el que los derechos a la propie-dad privada y el benefici aplastan todas las dems nociones de derechos.Quiero explorar aqu otro tipo de derecho humano, el derecho a la ciudad.

    Ha contribuido el impresionante ritmo y escala de urbanizacin de losltimos cien aos al bienestar humano? La ciudad, en palabras del soci-logo urbano Robert Parker, es

    el intento ms exitoso del ser humano de rehacer el mundo en el que vive deacuerdo con el deseo ms ntimo de su corazn. Pero si la ciudad es el mun-do que el ser humano ha creado, es tambin el mundo en el que a partir deahora est condenado a vivir. As pues, indirectamente y sin un sentido ntidode la naturaleza de su tarea, al hacer la ciudad, el ser humano se ha rehechoa s mismo1.

    La cuestin de qu tipo de ciudad queremos no puede estar divorciadade la que plantea qu tipo de lazos sociales, de relaciones con la natura-leza, de estilos de vida, de tecnologas y de valores estticos deseamos.El derecho a la ciudad es mucho ms que la libertad individual de acce-der a los recursos urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotrosmismos cambiando la ciudad. Es, adems, un derecho comn antes queindividual, ya que esta transformacin depende inevitablemente del ejer-

    cicio de un poder colectivo para remodelar los procesos de urbanizacin.La libertad de hacer y rehacer nuestras ciudades y a nosotros mismos es,como quiero demostrar, uno de nuestros derechos humanos ms precio-sos, pero tambin uno de los ms descuidados.

    1 Robert Park, On Social Control and Collective Behavior, Chicago, 1967, p. 3.

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    EL DERECHO A LA CIUDAD

    DAVID HARVEY

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    ARTCULOS Desde sus inicios, las ciudades han surgido mediante concentraciones

    geogrficas y sociales de un producto excedente. La urbanizacin siem-pre ha sido, por lo tanto, un fenmeno de clase, ya que los excedentesson extrados de algn sitio y de alguien, mientras que el control sobresu utilizacin habitualmente radica en pocas manos. Esta situacin gene-ral persiste bajo el capitalismo, por supuesto; pero dado que la urbaniza-cin depende de la movilizacin del producto excedente, surge una co-nexin ntima entre el desarrollo del capitalismo y la urbanizacin. Loscapitalistas tienen que producir un producto excedente a fin de producirplusvalor; ste a su vez debe reinvertirse para generar ms plusvalor. Elresultado de la reinversin continuada es la expansin de la produccinde excedente a un tipo de inters compuesto, y de ah proceden las cur-

    vas logsticas (dinero, produccin y poblacin) vinculadas a la historia dela acumulacin de capital, que es replicada por la senda de crecimientode la urbanizacin en el capitalismo.

    La perpetua necesidad de encontrar sectores rentables para la producciny absorcin de capital excedente conforma la poltica del capitalismo yenfrenta al capitalista con diversas barreras a la expansin continua y li-bre de inconvenientes. Si el trabajo es escaso y los salarios son altos, obien el trabajo existente tiene que ser disciplinado normalmente los dosmtodos ms comunes son provocar un desempleo inducido tecnolgica-mente o asaltar el poder de la clase obrera organizada, o bien deben en-

    contrarse nuevas fuerzas de trabajo mediante la inmigracin, la exporta-cin de capital o la proletarizacin de elementos de la poblacin hastaese momento independientes. Los capitalistas deben tambin descubrirnuevos medios de produccin en general y nuevos recursos naturales enparticular, lo cual presiona de modo creciente sobre el entorno natural ala hora de obtener las materias primas necesarias y absorber los residuosinevitables. Los capitalistas necesitan tambin descubrir nuevas reas deextraccin de recursos naturales, tarea que es con frecuencia el objetivode los esfuerzos imperialistas y neocoloniales.

    Las leyes coercitivas de la competencia tambin fuerzan la continua im-plementacin de nuevas tecnologas y formas organizativas, dado que s-tas permiten que los capitalistas venzan a sus competidores que utilizanmtodos inferiores. Las innovaciones definen nuevos deseos y necesidades,reducen el tiempo de rotacin del capital y mitigan la friccin de la dis-tancia, lo cual limita el mbito geogrfico en el que el capitalista puedebuscar suministros ampliados de fuerza de trabajo, materias primas y de-ms insumos productivos. Si no existe suficiente poder de compra en el

    mercado, deben encontrarse nuevos mercados mediante la expansin delcomercio exterior, la promocin de nuevos productos y estilos de vida, lacreacin de nuevos instrumentos crediticios y el gasto pblico y privadofinanciado a travs del endeudamiento. Si finalmente la tasa de beneficioes demasiado baja, entonces la regulacin estatal de la competencia rui-nosa, la monopolizacin (fusiones y adquisiciones) y las exportacionesde capital ofrecen vas de salida.

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    Si alguna de las mencionadas barreras no puede ser evitada, los capitalis-tas no pueden reinvertir rentablemente su producto excedente, bloquen-dose la acumulacin de capital y enfrentndolos a la crisis en la que sucapital puede devaluarse y en algunos casos destruirse fsicamente. Lasmercancas excedentes pueden perder su valor o ser destruidas, mientrasque los activos y la capacidad productivos pueden dejar de utilizarsecomo tales y quedar ociosos; el dinero mismo puede devaluarse median-te la inflacin, y la fuerza de trabajo, conocer el desempleo masivo. Cmoha impulsado, pues, la necesidad de eludir estas barreras y de expandirlas reas de actividad rentable la urbanizacin capitalista? Sostengo aquque la urbanizacin ha desempeado un papel particularmente activo,junto con fenmenos como los gastos militares, a la hora de absorber elproducto excedente que los capitalistas producen perpetuamente en subsqueda de beneficios.

    Revoluciones urbanas

    Consideremos, en primer lugar, el caso del Pars del Segundo Imperio. Elao de 1848 trajo consigo una de las primeras innegables crisis de capi-tal excedente y de fuerza de trabajo ociosa a escala europea, que golpea Pars de modo especialmente duro, dando lugar a una revolucin abor-tada protagonizada por los trabajadores desempleados y por aquellos ut-

    picos burgueses que consideraban la repblica social como el antdoto ala avaricia y la desigualdad que haban caracterizado a la Monarqua deJulio. La burguesa republicana reprimi violentamente a los revoluciona-rios, pero no logr resolver la crisis, que se zanj con el ascenso al po-der de Luis Napolen Bonaparte, quien organiz un golpe de Estado en1851 proclamndose emperador el ao siguiente. Para sobrevivir poltica-mente, recurri a una amplia represin de los movimientos polticos al-ternativos, mientras que se enfrent a la situacin econmica mediante un

    vasto programa de inversin en infraestructuras tanto en el interior de

    Francia como en el exterior, en donde acometi la construccin de ferro-carriles en toda Europa y en Oriente, apoyando grandes obras como elCanal de Suez. En el interior, Luis Napolen consolid la red de ferroca-rriles, construy puertos y drsenas, y desec zonas pantanosas, pero so-bre todo acometi la reconfiguracin de la infraestructura urbana de Pa-rs, encargando a Georges Eugne Haussmann las obras pblicas de laciudad en 1853.

    Haussmann comprendi claramente que su misin era contribuir a resol-

    ver el problema de la existencia de capital excedente y la situacin de de-sempleo existente mediante la urbanizacin. Reconstruir Pars absorbienormes cantidades de trabajo y capital para la poca y, suprimiendo lasaspiraciones de la fuerza de trabajo parisina, fue un instrumento esencialde estabilizacin social. Haussmann se inspir en los planes utpicos quefourieristas y saint-simonianos haban debatido durante la dcada de 1840para remodelar Pars, introduciendo, no obstante, una importante diferen-

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    cia, ya que transform la escala a la que se imagin el proceso urbano.Cuando el arquitecto Jacques Ignace Hittorff le present sus planes de unnuevo bulevar, Haussmann se los devolvi dicindole: No es suficiente-mente ancho [] le has dado una anchura de 40 metros y yo lo quierode 120 metros. Anexion los suburbios y redise barrios enteros comoel de Les Halles. Para llevar a cabo estos proyectos, Haussmann precisa-ba de nuevas instituciones financieras y nuevos instrumentos de deudacomo el Crdit Mobilier y el Crdit Immobilier, que fueron instituidos deacuerdo con lneas saint-simonianas. Haussmann ayud, de hecho, a re-solver el problema de la utilizacin del excedente de capital establecien-do un sistema protokeynesiano de mejoras urbanas en infraestructuras fi-nanciadas mediante el endeudamiento.

    El sistema funcion muy bien aproximadamente durante quince aos eimplic no slo la transformacin de las infraestructuras urbanas, sinotambin la construccin de un nuevo modo de vida y de persona urba-na. Pars se convirti en la ciudad de la luz, un gran centro de consu-mo, turismo y placer; los cafs, los grandes almacenes, la industria dela moda y las grandes exposiciones cambiaron la vida urbana de modoque pudiera absorber enormes excedentes mediante el consumo. Trasun tiempo, sin embargo, el sistema financiero, sobretensado y especu-lativo, y las estructuras de crdito colapsaron en 1868. Haussmann fuedespedido; Napolen III, desesperado, declar la guerra a la Alemania

    de Bismarck para perderla, crendose un vaco en el que se produjo laComuna de Pars, uno de los grandes episodios revolucionarios de lahistoria urbana del capitalismo, desencadenado en parte por la nostal-gia del mundo que Haussmann haba destrozado y por el deseo de lostrabajadores de recuperar la ciudad de la que haban sido desposedospor sus trabajos2.

    Saltemos ahora a la dcada de 1940 en Estados Unidos. La descomunalmovilizacin para atender el esfuerzo de guerra haba resuelto tempo-

    ralmente el problema del uso del excedente de capital, que haba pare-cido tan intratable durante la dcada de 1930, y el desempleo que ha-ba trado aparejado, pero todo el mundo tema lo que podra sucederuna vez que la guerra concluyese. Polticamente la situacin era peligro-sa: el gobierno federal estaba, en efecto, dirigiendo una economa na-cionalizada y mantena una alianza con la Unin Sovitica comunista,mientras que fuertes movimientos sociales con inclinaciones izquierdis-tas haban emergido durante la dcada de 1930. Como en la era de LuisBonaparte, las clases dominantes de la poca consideraban necesaria

    una vigorosa dosis de represin poltica, siendo demasiado familiar laposterior historia de la poltica del mccarthysmo y de la Guerra Fra, cu-yos primeros signos abundaban ya a principios de la dcada de 1940.

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    2 Para un examen exhaustivo, vase David Harvey, Paris, Capital of Modernity, Nueva York,2003 [ed. cast.: Pars, capital de la modernidad, Madrid, Akal, 2008].

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    En el frente econmico, persista la cuestin de cmo podra absorber-se el capital excedente.

    En 1942, apareci en Architectural Forumuna larga evaluacin de las ini-ciativas y trabajos de Haussmann, que documentaba con detalle lo queste haba hecho, intentaba un anlisis de sus errores y buscaba recuperarsu reputacin como uno de los mayores urbanistas de todos los tiempos.El artculo no era sino de Robert Moses, quien tras la Segunda Guerra Mun-dial hizo en Nueva York lo que Haussmann haba hecho en Pars3. Mosescambi la escala de pensamiento sobre el proceso urbano. Mediante unsistema de autopistas y transformaciones de infraestructuras, suburbaniza-cin y la remodelacin total no slo de la ciudad sino del conjunto de laregin metropolitana, contribuy a resolver el problema de la absorcinde capital excedente. Para lograrlo, explor las nuevas instituciones fi-nancieras y los modelos fiscales que liberaran el crdito necesario parala expansin urbana financiada mediante el endeudamiento. Cuando esteproceso se extendi al conjunto de las mayores reas metropolitanas esta-dounidenses de nuevo otro cambio de escala, desempe un papel fun-damental a la hora de estabilizar el capitalismo global despus de 1945,periodo en el que Estados Unidos poda permitirse propulsar la economaglobal no comunista incurriendo en dficits comerciales.

    La suburbanizacin de Estados Unidos no fue nicamente cuestin de

    nuevas infraestructuras. Como en el Segundo Imperio, implic una trans-formacin radical de los estilos de vida, la introduccin de nuevos pro-ductos: de las viviendas a las neveras y los aires acondicionados, de losdos coches en el garaje a un enorme incremento en el consumo de pe-trleo. Tambin alter el paisaje poltico, ya que la propiedad subsidiadade una vivienda para la clase media cambi el objeto de atencin de laaccin comunitaria hacia la defensa de los valores de la propiedad y lasidentidades individualizadas, canalizando el voto suburbano hacia el re-publicanismo conservador. Se pensaba que era menos probable que los

    propietarios de una vivienda, aplastados por la deuda, recurriesen a lahuelga. Este proyecto absorbi con xito el excedente y asegur la esta-bilidad social, aunque a costa de vaciar los centros de los cascos urbanos

    y generar descontento entre aqullos, bsicamente afro-americanos, aquienes se les negaba el acceso a la nueva prosperidad.

    A finales de la dcada de 1960, comenz un tipo diferente de crisis; Mo-ses, como Haussmann, cay en desgracia y su solucin se consider ina-propiada e inaceptable. Los tradicionalistas se agruparon en torno a Jane

    Jacobs e intentaron contrarrestar la modernidad brutal de los proyectos deMoses con una esttica de barrio localizado. Pero las reas suburbanas yahaban sido construidas y el cambio radical del estilo de vida que traa

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    3 Robert Moses, What Happened to Haussmann?, Architectural Forum LXXVII (julio de1942), pp. 57-66.

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    aparejado haba tenido innumerables consecuencias sociales, llevando alas feministas, por ejemplo, a proclamar esas reas como el lugar de susdescontentos primordiales. Si la haussmannizacin desempe un papelen las dinmicas de la Comuna de Pars, las caractersticas descarnadasdel modo de vida suburbano tambin desempearon su parte en los es-pectaculares acontecimientos que tuvieron lugar en Estados Unidos en1968. Los estudiantes blancos de clase media mostraron su descontentodesencadenando una fase de revuelta mediante la bsqueda de alianzascon grupos marginales que reivindicaban los derechos civiles y agrupn-dose contra el imperialismo estadounidense para construir otro tipo demundo, que inclua tambin otro tipo de experiencia urbana.

    En Pars, la campaa para detener la va rpida de la margen izquierda yla destruccin de barrios tradicionales por la invasin de gigantes de al-tura como la Place dItalie y la torre Montparnasse ayud a animar lasmayores dinmicas del levantamiento de 1968. En este contexto, HenriLefebvre escribi La revolution urbaine, que predijo no slo que la urba-nizacin era central para la supervivencia del capitalismo y, por lo tanto,susceptible necesariamente de convertirse en objeto crucial de la lucha declases y de la lucha poltica, sino que estaba despareciendo paulatinamen-te la distincin entre el campo y la ciudad mediante la produccin de es-pacios integrados a lo largo del territorio nacional, si no ms all del mis-mo4. El derecho a la ciudad tena que significar el derecho a dirigir la

    totalidad del proceso urbano, que estaba dominando cada vez ms elcampo mediante fenmenos que iban del agribusinessa la segunda resi-dencia y el turismo rural.

    De la mano de la revuelta de 1968 vino la crisis financiera de las institu-ciones crediticias que, al financiar la deuda, haban propiciado un boominmobiliario durante las dcadas precedentes. La crisis se intensific a fi-nales de la de 1960 hasta que el sistema capitalista colaps, primero conla explosin de la burbuja del mercado inmobiliario en 1973, a la que si-

    gui la quiebra de la ciudad de Nueva York en 1975. Como indic Wi-lliam Tabb, la respuesta a las consecuencias de esta ltima avanzaron, dehecho, la construccin de la respuesta neoliberal a los problemas de per-petuar el poder de clase reanimando la capacidad de absorber los exce-dentes que el capitalismo debe producir para sobrevivir5.

    Rodear el globo

    Demos otro salto hasta la coyuntura actual. El capitalismo internacionalha conocido una rpida serie de crisis y debacles Asia oriental y sudo-

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    4 Henri Lefebvre, The Urban Revolution, Minneapolis, 2003, yWritings on Cities, Oxford, 1996.5 William Tabb, The Long Default. New York City and the Urban Fiscal Crisis, Nueva York,1982.

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    riental en 1997-1998; Rusia en 1998; Argentina en 2001, pero hasta tiem-pos recientes haba evitado una crisis global, aun teniendo en cuenta lainestabilidad crnica para disponer del excedente de capital. Cul fue elpapel de la urbanizacin para estabilizar esta situacin? En Estados Uni-dos, se acepta la opinin de que el sector de la vivienda fue un impor-tante estabilizador de la economa, particularmente tras el hundimientodel sector de la alta tecnologa a finales de la dcada de 1990, y un com-ponente activo de la expansin en los primeros aos de la actual. El mer-cado de la vivienda absorbi directamente una gran cantidad de capitalexcedente mediante la construccin de centros urbanos as como de vi-

    viendas y espacios de oficina suburbanos, mientras que la rpida inflacinde los precios de los activos de la vivienda respaldado por una genero-sa ola de refinanciacin hipotecaria a tipos de inters histricamente ba-jos estimul el mercado interior estadounidense de bienes de consumo

    y de servicios. La expansin urbana estadounidense contribuy parcial-mente a estabilizar la economa global, en un momento en que EstadosUnidos soportaba enormes dficits comerciales con el resto del mundo,endeudndose aproximadamente por un monto de 2 millardos de dla-res diarios para alimentar su insaciable pauta de consumo as como lasguerras de Iraq y Afganistn.

    Pero el proceso urbano ha experimentado otra transformacin de escala.Se ha hecho, dicho en una palabra, global. Los boomsinmobiliarios en el

    Reino Unido y en Espaa, as como en otros muchos pases, han ayuda-do a propulsar una dinmica capitalista de modos que se asemejan agrandes rasgos a lo que ha sucedido en Estados Unidos. La urbanizacinde China durante los ltimos veinte aos ha sido de un carcter diferen-te, concentrndose en el desarrollo de su infraestructura, siendo inclusoms importante que el proceso estadounidense. Su ritmo se intensificenormemente tras una breve recesin en 1997, hasta el punto de queChina ha consumido casi la mitad de la produccin mundial de cemen-to desde 2000. Ms de cien ciudades han rebasado el punto de inflexin

    del milln de habitantes durante este periodo, y pequeos pueblos comoShenzhen se han convertido en gigantescas metrpolis de entre 6 y 10 mi-llones de habitantes. Colosales proyectos de infraestructuras, que inclu-

    yen presas y autopistas financiadas de nuevo mediante el endeudamien-to, estn transformando el paisaje. Las consecuencias para la economaglobal y la absorcin de capital excedente han sido significativas: Chilecrece espectacularmente gracias al alto precio del cobre, Australia avanzaa pasos de gigante e incluso Brasil y Argentina se han recuperado en par-te gracias a la fortaleza de la demanda china de materias primas.

    Es la urbanizacin de China, por lo tanto, el estabilizador primario delcapitalismo global en la actualidad? La respuesta tiene que ser un s ma-tizado, porque China es nicamente el epicentro de un proceso de urba-nizacin que ahora se ha hecho genuinamente global, en parte por morde la impresionante integracin de los mercados financieros que han uti-lizado su flexibilidad para financiar mediante el endeudamiento el desa-

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    ARTCULOS rrollo urbano en todo el mundo. El banco central chino, por ejemplo, se

    ha mostrado activo en el mercado hipotecario estadounidense, mientrasque Goldman Sachs se ha involucrado intensamente en el vigoroso mer-cado inmobiliario de Bombay y el capital de Hong Kong ha invertido enBaltimore. En medio de una marea de migrantes empobrecidos, la cons-truccin ha crecido de un modo inusitado en Johannesburgo, Taipei yMosc, as como en las ciudades de los pases capitalistas centrales, comoLondres y Los ngeles. Impresionantes si no criminalmente absurdos re-sultan los proyectos de megaurbanizacin que han emergido en OrientePrximo en lugares como Dubai y Abu Dhabi, los cuales han absorbidolos excedentes procedentes de la riqueza del petrleo en los modos msobscenos, socialmente injustos y ambientalmente despilfarradores.

    Esta escala global dificulta la comprensin de que lo que est sucedien-do es tericamente similar a las transformaciones que Haussmann super-

    vis en Pars, dado que el boomurbanizador global ha dependido, comosucedi con los que le antecedieron, de la construccin de nuevas insti-tuciones y dispositivos financieros para organizar el crdito necesariopara sostenerlo. Las innovaciones financieras lanzadas durante la dcadade 1980 titularizacin y serializacin de las hipotecas locales para ser

    vendidas en todo el mundo y establecimiento de nuevos vehculos paranegociar obligaciones de deuda garantizada han desempeado un papelfundamental, siendo sus principales beneficios la dispersin del riesgo y

    la posibilidad de crear fondos de ahorro excedente de ms fcil accesopara la demanda de vivienda. Estas innovaciones financieras tambinhan reducido los tipos de inters globales, al tiempo que generaban in-mensas fortunas para los intermediarios financieros que trabajaban conesos prodigios. Pero dispersar el riesgo no significa eliminarlo. Adems,el hecho de que ste pueda distribuirse tan ampliamente, estimula com-portamientos locales todava ms arriesgados, porque el pasivo puedetransferirse a otra parte. Sin controles adecuados de evaluacin del ries-go, esta ola de financiarizacin se ha traducido ahora en la doble crisis

    de las hipotecas subprimey del valor de los activos inmobiliarios. El re-sultado de todo ello se concentr primero en las ciudades estadouniden-ses, con implicaciones particularmente serias para los afroamericanos debajos ingresos ubicados en el centro de las ciudades y los hogares a car-go de una mujer soltera. Ha afectado tambin a aquellos que, incapacesde permitirse los elevadsimos precios de la vivienda en los centros ur-banos, especialmente en el sudoeste, fueron obligados a desplazarse alas periferias metropolitanas: aqu decidieron especular, inicialmente pa-gando tipos de inters baratos, con viviendas adosadas ya construidas,

    enfrentndose ahora a costes de desplazamiento crecientes a medida queaumenta el precio del petrleo y con cuotas hipotecarias cada vez ma-yores cuando comienzan a pagar los intereses de acuerdo con los tiposde mercado.

    La crisis actual, con sus severas repercusiones locales sobre la vida y lasinfraestructuras urbanas, amenaza tambin la totalidad de la arquitectu-

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    ra del sistema financiero global y puede desencadenar, adems, una re-cesin de envergadura. Los paralelos con la dcada de 1970 son esca-lofriantes, incluida la inmediata respuesta con la concesin de dinero f-cil por parte de la Reserva Federal en 2007-2008, que generar casi contoda seguridad fuertes corrientes de inflacin incontrolable, si no unasituacin de estanflacin, en un futuro no muy lejano. Sin embargo, lasituacin es mucho ms compleja en la actualidad, y sigue siendo unacuestin abierta si China puede compensar una debacle seria de Esta-dos Unidos; incluso parece que en aquel pas el ritmo de la urbaniza-cin puede estar ralentizndose6. Los sistemas de negociacin informa-tizados que operan prcticamente en tiempo real siempre amenazancon crear una gran divergencia en el mercado, que ya est producien-do una increble volatilidad en la negociacin burstil y que precipita-r una crisis masiva que requerir repensar totalmente cmo funcionanno slo los mercados monetarios y financieros, sino tambin su relacincon la urbanizacin.

    Propiedad y pacificacin

    Como en todas las fases precedentes, esta ltima radical expansin delproceso urbano ha trado aparejadas increbles transformaciones de losestilos de vida. La calidad de la vida urbana se ha convertido en una mer-

    canca, como la ciudad misma, en un mundo en el que el consumismo,el turismo, las industrias culturales y las basadas en el conocimiento sehan convertido en aspectos esenciales de la economa poltica urbana. Lainclinacin posmoderna a estimular la formacin de nichos de mercado

    tanto en los hbitos de consumo como en las formas culturales acechala experiencia urbana contempornea con un aura de libertad de elec-cin, siempre que se disponga de dinero para ello. Grandes centros y su-perficies comerciales proliferan como lo hacen los restaurantes de fastfoody los mercados de productos artesanales. Asistimos ahora, como se-

    ala el socilogo urbano Sharon Zukin, a la pacificacin mediante el cap-puccino. Incluso la incoherente, blanda y montona promocin de vi- vienda adosada suburbana, que contina dominando en muchas reas,recibe ahora su antdoto en la forma de un movimiento en pro de unnuevo urbanismo que oferta la venta de comunidad y estilos de vida decalidad para cumplir todo tipo de sueos urbanos. ste es un mundo enel que la tica neoliberal de un intenso individualismo posesivo y su co-rrespondiente retirada poltica de las formas de accin colectiva se con-

    vierte en el modelo de la socializacin humana7. La defensa de los valo-

    res de la propiedad se convierte en un inters poltico tan fundamentalque, como seala Mike Davis, las asociaciones de propietarios en el esta-

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    6 Richard Bookstaber, A Demon of Our Own Design. Markets, Hedge Funds and the Perils ofFinancial Innovation, Hoboken (NJ), 2007.7 Hilde Nafstad et al., Ideology and Power. The Influence of Current Neoliberalism in Society,

    Journal of Community and Applied Social PsychologyXVII, 4 (julio de 2007), pp. 313-327.

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    do de California se han convertido en bastiones de la reaccin poltica, sino de fascismos fragmentados a escala de barrio8.

    Vivimos cada vez ms en reas urbanas divididas y proclives al conflicto.Durante las ltimas tres dcadas, el giro neoliberal ha restaurado el poderde clase en manos de las elites ricas. En Mxico han aparecido 14 milmi-llonarios desde entonces, y en 2006 el pas se jactaba de que un conna-cional, Carlos Slim, era el hombre ms rico del planeta, al tiempo que lasrentas de los pobres se haban estancado o directamente disminuido. Losresultados se hallan indeleblemente grabados en las formas espaciales denuestras ciudades, caracterizadas cada vez ms por fragmentos fortificados,comunidades valladas y espacios pblicos privatizados sometidos a cons-tante vigilancia. En el mundo en vas de desarrollo en particular, la ciudad

    se est dividiendo en diferentes partes separadas, con la evidente formacin deinnumerables micro Estados. Barrios ricos dotados de todo tipo de servicios,tales como escuelas exclusivas, campos de golf y de tenis, y servicios privadosde polica que patrullan el rea de modo permanente, se entrelazan con asen-tamientos ilegales en los que puede disponerse de agua nicamente en fuentespblicas, no existe alcantarillado, la electricidad es pirateada por unos pocos pri-

    vilegiados, las calles se convierten en barrizales cuando llueve, y donde com-partir casa es la norma. Cada fragmento parece vivir y funcionar de modo au-tnomo, aferrndose tenazmente a lo que ha sido capaz de conseguir en lalucha diaria por la supervivencia9.

    Bajo estas condiciones, los ideales de identidad urbana, ciudadana y perte-nencia ya amenazados por la difusin del malestar de la tica neoliberalresultan mucho ms difciles de sostener. La redistribucin privatizada median-te la actividad criminal amenaza la seguridad a cada paso, promoviendo de-mandas populares para que sea suprimida por la polica. Incluso la idea deque la ciudad podra funcionar como cuerpo poltico colectivo, un lugar enel que y desde el que los movimientos sociales progresivos podran emanar,

    no parece plausible. Existen, sin embargo, movimientos sociales urbanosque intentan superar el aislamiento y remodelar la ciudad de acuerdo conuna imagen diferente de la promovida por los promotores inmobiliarios res-paldados por el capital financiero, el capital corporativo y un aparato de Es-tado cada vez ms imbuido por una lgica estrictamente empresarial.

    Desposesiones

    La absorcin de excedente mediante la transformacin urbana tiene unaspecto todava ms siniestro, que ha implicado repetidas explosiones de

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    8 Mike Davis, City of Quartz. Excavating the Future in Los Angeles, Londres y Nueva York,1990 [ed. cast.: Ciudad de cuarzo, Madrid, Lengua de Trapo, 2003].9 Marcello Balbo, Urban Planning and the Fragmented City of Developing Countries, ThirdWorld Planning ReviewXV, 1 (1993), pp. 23-35.

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    reestructuracin urbana mediante la destruccin creativa, que tiene casisiempre una dimensin de clase, dado que son los pobres, los no privi-legiados y los marginados del poder poltico quienes sufren primeo y enmayor medida las consecuencias de este proceso en el que la violenciaes necesaria para construir el nuevo mundo urbano a partir de las ruinasdel viejo. Haussmann desgarr los viejos barrios pobres de Pars, utilizan-do el poder de la expropiacin en nombre de la mejora y la renovacincvicas, e implement deliberadamente la expulsin de buena parte de laclase obrera y de otros elementos levantiscos presentes en el centro dela ciudad, donde constituan una amenaza al orden pblico y al poder.Cre una forma urbana en la que pensaba incorrectamente, como se de-mostr en 1871 que, con niveles suficientes de vigilancia y control mili-tar, podra garantizarse que los movimientos revolucionarios seran dome-ados con facilidad. Sin embargo, como Engels sealo en 1872:

    En realidad, la burguesa dispone nicamente de un mtodo para resolver elproblema de la vivienda de modo vacilante, es decir, resolverlo de modo quela solucin continuamente reproduzca de nuevo el problema. Este mtodo sellama Haussmann [] No importa qu diferentes puedan ser las razones, elresultado siempre es el mismo; los escandalosos callejones y callejuelas desa-parecen acompaados por las generosas autoalabanzas de la burguesa queexplican el tremendo xito cosechado, pero reaparecen de nuevo inmediata-mente en algn otro sitio [] La misma necesidad econmica que los produ-jo en una primera ubicacin, los reproduce en otro lugar10.

    Llev ms de cien aos completar el aburguesamiento del centro de Pars,con las consecuencias vistas en los recientes levantamientos y en la ola de

    violencia que sacudi los suburbios aislados que atrapan a los migrantesmarginados y a los trabajadores y jvenes desempleados. Lo triste en estecaso, por supuesto, es que la situacin descrita por Engels se reproducede modo recurrente a lo largo de la historia. Robert Moses empu el ha-cha en el Bronx, segn sus propias palabras, cosechando largos y ruido-

    sos lamentos de los grupos y movimientos vecinales. En el caso de Parsy Nueva York, una vez que el poder de las expropiaciones del Estado hasido objeto de resistencia y contencin exitosas, se desencadena una pro-gresin ms insidiosa y cancerosa a travs de la disciplina presupuestariamunicipal, la especulacin inmobiliaria y la zonificacin del uso del suelode acuerdo con la tasa de beneficio de su ms elevado y mejor uso. En-gels comprendi esta secuencia de modo ms que certero:

    El crecimiento de las grandes ciudades modernas concede al suelo localizado

    en determinadas reas, particularmente en aquellas que se hallan centralmen-te situadas, un incremento artificial y colosal de su valor. Los edificios erigidossobre las mismas deprimen su valor en vez de incrementarlo, porque dejan deestar adaptados a circunstancias que no dejan de modificarse, siendo entonces

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    10 Friedrich Engels, The Housing Question, Nueva York, 1935, pp. 74-77.

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    derribados y sustituidos por otros, lo cual sucede sobre todo con las viviendasde los trabajadores que se hallan ubicadas en los centros de las ciudades y cu-

    yas rentas, incluso forzando al mximo su congestin, nunca pueden, o lo ha-cen muy lentamente, incrementarse por encima de determinado mximo. Sondemolidas y en su lugar se construyen tiendas, almacenes y edificios pblicos11.

    Aunque esta descripcin fue escrita en 1872, es aplicable directamente aldesarrollo urbano contemporneo en gran parte de Asia Delhi, Sel,Bombay, as como a los procesos de gentrificacin de Nueva York. Enel corazn de la urbanizacin caracterstica del capitalismo radica un pro-ceso desplazamiento y lo que yo denomino acumulacin por despose-sin12. Se trata de la contraimagen de la absorcin de capital mediante elredesarrollo urbano, que da lugar a numerosos conflictos en torno a lacaptura de suelo valioso en manos de las poblaciones de renta baja quehan podido vivir en esas ubicaciones durante muchos aos.

    Considrese el caso de Sel durante la dcada de 1990: las empresas deconstruccin y los promotores inmobiliarios contrataron escuadras de ma-tones con complexin de luchadores de sumo para invadir los barrios delas colinas de la ciudad, que no slo demolieron y destrozaron las vivien-das sino tambin todas las pertenencias de aquellos que haban construi-do sus propias casas durante la dcada de 1950 en terrenos que se ha-ban convertido ahora en suelo de gran valor. Edificios de gran altura, queno muestran traza alguna de la brutalidad que permiti su construccin,cubren ahora la mayora de esas colinas. En Bombay, entretanto, 6 millo-nes de personas oficialmente consideradas como chabolistas se hallan ins-taladas en terrenos sobre los que no poseen ttulo legal alguno; todos losmapas de la ciudad dejan estos lugares en blanco. Con la pretensin deconvertir Bombay en un centro financiero global digno de rivalizar conShanghai, el boominmobiliario se ha intensificado y el suelo que ocupanestos habitantes ilegales parece cada vez ms valioso. Dharavi, una de lasreas urbanas hiperdegradadas ms prominentes de Bombay, se estimaque puede tener un valor de 2 millardos de dlares. La presin para desa-lojarla aduciendo razones ambientales y sociales que ocultan el apode-ramiento del suelo asciende da tras da. Los poderes financieros, respal-dados por el Estado, presionan para que se produzca un desalojo por lafuerza, con la intencin de apropiarse violentamente de terrenos en algu-nos casos ocupados durante una generacin. Se trata de acumulacin decapital mediante boomsde actividad inmobiliaria, ya que el suelo se ad-quiere prcticamente sin ningn coste.

    Ser compensada la gente que es desplazada? Los afortunados obtendrnalgo, pero aunque la Constitucin india especifica que el Estado tiene la

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    11 Ibid., p. 2312 D. Harvey, The New Imperialism, Oxford, 2003, captulo 4 [ed. cast.: El nuevo imperialis-mo, Madrid, Akal, 2004].

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    obligacin de proteger las vidas y el bienestar del conjunto de la pobla-cin, con independencia de la clase o la casta, y de garantizar los dere-chos a la vivienda y el alojamiento, el Tribunal Supremo ha dictado sen-tencias que reescriben esa exigencia constitucional. Como los habitantesde esas reas urbanas hiperdegradadas son ocupantes ilegales y muchosno pueden demostrar de modo irreprochable una residencia prolonga-da, no tienen derecho de compensacin. Conceder tal derecho, afirma elTribunal Supremo, equivaldra a recompensar a los rateros por sus accio-nes, de modo que los ocupantes ilegales, o bien resisten y luchan, o biense trasladan con sus pocas pertenencias para acampar en los mrgenes delas autopistas o donde puedan encontrar un reducido lugar para instalar-se13. Ejemplos de desposesin pueden encontrarse tambin en EstadosUnidos, aunque stos tienden a ser menos brutales y ms legalistas: el de-recho del Estado al dominio eminente ha sido objeto de abuso a fin dedesplazar a residentes establecidos en viviendas razonables en beneficiode usos del suelo de mayor importancia como grandes edificios de vivien-das y centros comerciales. Cuando tal comportamiento lleg al TribunalSupremo estadounidense, los jueces sentenciaron que era constitucionalque las autoridades locales se comportasen de ese modo para incremen-tar la base imponible de sus impuestos sobre la propiedad14.

    En China, millones de personas estn siendo desposedas de los espaciosque han ocupado durante largo tiempo, ascendiendo a 3 millones nica-

    mente en Pekn. Como carecen de derechos de propiedad privada, el Esta-do puede simplemente desplazarlos por decreto, ofreciendo un pequeopago en metlico para ayudarles en su nueva situacin, antes de conce-der con gran beneficio el suelo a los promotores. En algunos casos, lagente se ha movido voluntariamente, pero abundan las noticias de casosde gran resistencia, que son respondidos con una represin brutal por elPartido Comunista. En China abundan los casos de desplazamientos depoblacin en los mrgenes rurales, que ilustran el significado de la ideade Lefebvre, visionariamente articulada en la dcada de 1960, de que la

    distincin entre lo urbano y lo rural se estaba disolviendo en un conjun-to de espacios porosos de desarrollo geogrfico desigual bajo el poderhegemnico del capital y del Estado. Esto ha sucedido en India, dondelos gobiernos central y estatal favorecen ahora el establecimiento de Zo-nas Econmicas Especiales, supuestamente para el desarrollo industrial,aunque la mayora del suelo se dedica a la urbanizacin. Esta poltica haconducido a enconadas batallas contra los productores agrcolas, cuyoeptome fue la masacre de Nandigram en Bengala occidental en marzo de2007, orquestada por el gobierno marxista del estado. El intento de en-

    contrar terrenos para el Grupo Salim, un conglomerado indonesio, porparte del gobierno del PCI (marxista) se sald con el envo de la polica

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    13 Usha Ramanathan, Illegality and the Urban Poor, Economic and Political Weekly, 22 dejulio de 2006; Rakesh Shukla, Rights of the Poor. An Overview of Supreme Court, Econo-mic and Political Weekly, 2 de septiembre de 2006.14 Kelo versusNew London, CT, decidi el 23 de junio de 2005 en el caso 545 US 469 (2005).

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    15 Gran parte de estas ideas provienen del libro de Hernando de Soto, The Mystery of Capi-tal. Why Capitalism Triumphs in the West and Fails Everywhere Else, Nueva York, 2000; vasetambin el anlisis crtico de Timothy Mitchell, The Work of Economics. How a Discipline Ma-kes its World, Archives Europennes de SociologieXLVI, 2 (agosto de 2005), pp. 297-320.16 Mike Davis, Planet of Slums, Londres y Nueva, 2006 [ed. cast.: Planeta de ciudades mise-ria, Madrid, Foca, 2007].

    para dispersar a los habitantes del pueblo, de los cuales 14 murieron ydocenas fueron heridos. Los derechos de propiedad en este caso no pro-porcionaron ninguna proteccin.

    Qu opinar, por otro lado, de la propuesta aparentemente progresista deconceder derechos de propiedad privada a las poblaciones que ocupanilegalmente, proporcionndoles activos que les permitiran salir de la po-breza?15. Un plan de este tipo se est discutiendo ahora para las favelasde Rio de Janeiro, por ejemplo. El problema es que los pobres, asediadospor la inseguridad de su renta y frecuentes dificultades financieras, pue-den ser persuadidos fcilmente de vender ese activo por un pago en me-tlico relativamente bajo. Los ricos habitualmente rechazan renunciar asus activos de valor sin importar lo elevado que pueda ser el precio ofre-cido por ellos, lo cual explica por qu Moses pudo empuar el hacha enel Bronx de rentas bajas, pero no en la rica Park Avenue. El efecto dura-dero de la privatizacin de la vivienda social en Gran Bretaa por Marga-ret Thatcher ha sido crear una estructura de alquileres y precios en todael rea del Londres metropolitano que impide a los grupos de renta bajao incluso de clase media el acceso a una vivienda en punto alguno pr-ximo al centro urbano. Apuesto que en quince aos, si continan las ten-dencias actuales, la totalidad de las colinas de Rio de Janeiro ocupadaspor favelas estarn cubiertas por altos edificios de viviendas con vistas fa-bulosas sobre la idlica baha de la ciudad, mientras que los anteriores ha-

    bitantes de aqullas habrn sido filtrados a alguna remota periferia.

    Formular demandas

    La urbanizacin, podemos concluir, ha desempeado un papel crucial enla absorcin de los excedentes de capital, siempre a una escala geogrficacada vez mayor, pero al precio de un proceso impresionante de destruccincreativa que ha desposedo a las masas de todo derecho a la ciudad, cua-

    lesquiera que sean stos. El planeta como terreno de construccin chocacon el planeta de ciudades miseria16. Peridicamente esto acaba en re-vuelta, como en Pars en 1871 o en Estados Unidos tras el asesinato deMartin Luther King en 1968. Si, como parece probable, las dificultadespresupuestarias crecen y la hasta ahora exitosa fase neoliberal, posmoder-na y consumista de urbanizacin capitalista mediante la absorcin de ex-cedente llega a su fin y se desencadena una crisis de mayores dimensio-nes, entonces se plantea la siguiente pregunta: dnde est nuestro 1968o, dicho ms llamativamente, nuestra versin de la Comuna? Como suce-

    de con el sistema financiero, la respuesta va a ser mucho ms complejaprecisamente porque el proceso urbano presenta ahora un alcance glo-bal. Los signos de rebelin se prodigan por doquier: el malestar en Chi-na e India es crnico, las guerras civiles desgarran frica, Amrica Latinaest en fermento. Cualquiera de estas revueltas podra ser contagiosa. Adiferencia del sistema financiero, sin embargo, los movimientos urbanos

    y periurbanos de oposicin, que abundan en todo el mundo, no se ha-

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    llan estrechamente interrelacionados; de hecho, la mayora no tienen co-nexin entre s. Si algo los hiciera conectarse entre s, qu exigiran?

    La respuesta a esta ltima pregunta es realmente simple en teora: mayorcontrol democrtico sobre la produccin y utilizacin del excedente. Dadoque el proceso urbano es un canal esencial de uso del excedente, insti-tuir una gestin democrtica sobre su despliegue urbano constituye el de-recho a la ciudad. A lo largo de la historia capitalista, parte del plusvalorha sido gravado fiscalmente, y durante las fases socialdemcratas la pro-porcin a disposicin del Estado ha crecido de modo significativo. El pro-

    yecto neoliberal de los ltimos 30 aos ha estado orientado hacia la pri-vatizacin de ese control. Los datos del conjunto de pases de la OCDEmuestran, sin embargo, que la parte gestionada por el Estado del produc-to bruto se ha mantenido prcticamente constante desde la dcada de197017. El mayor logro del asalto neoliberal ha sido, por consiguiente, im-pedir que la cuota pblica se expandiese como lo hizo durante la dca-da de 1960. El neoliberalismo tambin ha creado nuevos sistemas de go-vernanceque integran los intereses del Estado y de las empresas, y que,mediante el uso del poder del dinero, han asegurado que la utilizacindel excedente a travs de la Administracin pblica favorezca al capitalcorporativo y a las clases dominantes a la hora de conformar el procesourbano. Incrementar la proporcin del excedente detentado por el Esta-do nicamente tendr un impacto positivo si ste es sometido de nuevo

    a control democrtico.Es obvio que el derecho a la ciudad est cayendo cada vez ms en ma-nos de intereses privados o cuasi privados. En Nueva York, por ejemplo,el milmillonario alcalde Michael Bloomberg est remodelando la ciudaden sintona con los promotores, Wall Street y los elementos de la clase ca-pitalista transnacional, promovindola como una ubicacin ptima paralas empresas de alta gama y un destino fantstico para los turistas. Estconvirtiendo Manhattan en una inmensa comunidad vallada para los ri-

    cos. En Ciudad de Mxico, Carlos Slim haba remodelado las calles delcentro para agradar la mirada de los turistas. Pero no slo se trata de queindividuos ricos ejerzan un poder directo. En la ciudad de New Haven,carente de recursos para la reinversin urbana, est Yale, una de las uni-

    versidades ms ricas del mundo, que est rediseando gran parte del te-jido urbano para adaptarlo a sus necesidades. Johns Hopkins Universityest haciendo lo propio con la zona oriental de Baltimore, y ColombiaUniversity planea hacer lo mismo respecto a determinadas reas de Nue-

    va York: ambas iniciativas han desencadenado movimientos vecinales de

    resistencia. El derecho a la ciudad, tal como se halla hoy constituido, seencuentra demasiado restringido, en la mayora de los casos, a una redu-cida elite poltica y econmica que se halla en condiciones cada vez msde conformar las ciudades de acuerdo con sus propios deseos.

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    17 OECD Factbook 2008. Economic, Environmental and Social Statistics, Pars, 2008, p. 225.

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    Cada mes de enero, la Oficina del Interventor del Estado de Nueva Yorkpublica una estimacin del total de bonos pagados por Wall Street duran-te los anteriores 12 meses. En 2007, un ao desastroso para los mercadosfinancieros desde todo punto de vista, esos bonos ascendieron a 33,2 mi-llardos de dlares, tan slo un 2 por 100 menos que el ao anterior. Amediados del verano de 2007, la Reserva Federal y el Banco Central Eu-ropeo inyectaron miles de millones de dlares en crditos a corto plazoen el sistema financiero para asegurar su estabilidad, y posteriormente laFed redujo espectacularmente los tipos de inters e inyect enormes can-tidades de liquidez cada vez que el ndice Dow amenazaba con caer es-trepitosamente. Entretanto, aproximadamente dos millones de personashan perdido o estn a punto de perder sus viviendas por la ejecucin desus hipotecas. Muchos barrios urbanos e incluso comunidades periurba-nas en Estados Unidos han sido clausuradas y vandalizadas, destrozadaspor las prcticas prestamistas de las instituciones financieras. Esta poblacinno percibe bonos. En realidad, dado que la ejecucin hipotecaria significala condonacin de la deuda, lo cual es considerado como una renta en Es-tados Unidos, muchos de los expulsados se enfrentan a una importantecarga tributaria en concepto de impuesto sobre la renta por un dinero quenunca estuvo en sus manos. Esta asimetra no puede entenderse sinocomo una contundente y masiva forma de confrontacin de clase. Estdesencadenndose un Katrina financiero, que amenaza, conveniente-mente para los promotores inmobiliarios, con barrer barrios enteros de

    renta baja ubicados en terrenos potencialmente de alto valor situados enel centro de las ciudades, de forma mucho ms eficaz y rpida de lo quesera posible con los expedientes de expropiacin forzosa.

    Durante el siglo XXI veremos surgir una oposicin coherente a estas pau-tas de comportamiento. Existen ya, por supuesto, una gran cantidad dediversos movimientos sociales que se concentran en la cuestin urbana,desde India y Brasil hasta China, Espaa, Argentina y Estados Unidos. En2001, se insert un anexo sobre la ciudad en la Constitucin brasilea,

    fruto de la presin ejercida por los movimientos sociales, que reconocael derecho colectivo a la ciudad18. En Estados Unidos, se ha sugerido quelos 700 millardos de dlares destinados a rescatar a las instituciones finan-cieras se entreguen a un Banco para la Reconstruccin que servira paraevitar las ejecuciones hipotecarias y financiar proyectos para revitalizar losbarrios y renovar las infraestructuras municipales. La crisis urbana queest afectando a millones de personas se pondra por delante de las ne-cesidades de los grandes inversores y financieros. Desafortunadamente,los movimientos sociales no son lo suficientemente fuertes como para im-

    poner esta solucin, ni han convergido todava en torno al objetivo sin-gular de obtener un mayor control sobre los usos del excedente y muchomenos sobre las condiciones de su produccin.

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    18 Edsio Fernandes, Constructing the Right to the City in Brazil, Social and Legal Studies

    XVI, 2 (junio de 2007), pp. 201-219.

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    En este momento de la historia, sta tiene que ser una lucha global, pre-dominantemente con el capital financiero, ya que sta es la escala a laque trabajan en la actualidad los procesos de urbanizacin. Obviamente,la tarea poltica de organizar tal confrontacin es difcil, cuando no apa-bullante. Sin embargo, las oportunidades se multiplican, porque, comodemuestra este breve texto, las crisis estallan recurrentemente en torno ala urbanizacin tanto local como globalmente, y las metrpolis se hanconvertido en el punto de colisin masiva nos atrevemos a llamarlo lu-cha de clases? de la acumulacin por desposesin impuesta sobre losmenos pudientes y del impulso promotor que pretende colonizar espaciopara los ricos.

    Dar un paso adelante para unificar estas luchas supone adoptar el dere-cho a la ciudad como eslogan prctico e ideal poltico, porque el mismoplantea la cuestin de quin domina la conexin necesaria entre urbani-zacin y produccin y utilizacin del excedente. La democratizacin deese derecho y la construccin de un amplio movimiento social para ha-cerlo realidad son imprescindibles si los desposedos han de recuperar elcontrol sobre la ciudad del que durante tanto tiempo han estado priva-dos, y desean instituir nuevos modos de urbanizacin. Lefebvre tena ra-zn en insistir en que la revolucin tiene que ser urbana, en el ms am-plio sentido de este trmino, o no ser.