No. 08 El fantasma del hambre recorre el mundo

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13 de mayo de 2008 • Número 8 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada ¿BIOSEGURIDAD O BIOAMENAZA? ¿BIOSEGURIDAD O BIOAMENAZA? Pág. 17 Pág. 17 TEMA DEL MES

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En menos de cien años la agricultura ha vivido tres grandes mudanzas tecnológicas inspiradas en el paradigma productivo capitalista.

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13 de mayo de 2008 • Número 8

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

¿BIOSEGURIDAD O BIOAMENAZA?¿BIOSEGURIDAD O BIOAMENAZA?

Pág. 17Pág. 17

TEMA DEL MES

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La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 13 de mayo de 2008 • Número 8

A raíz del desbalance entre producción y demanda de productos agropecuarios, se ha planteado

la mayor aplicación de tecnología agrícola científica occidental (...) Pocas veces se aprecia

que la agricultura ultramoderna involucra: fuertes inyecciones de energía de otros sistemas, en este caso

energía fósil; subsidios sustanciales, generalmente encubiertos; uso de tecnologías capaces de deteriorar

los recursos con gran rapidez e intensidad (...)Efraím Hernández Xolocotzi. Biología agrícola, 1985

En menos de cien años la agricultura ha vivido tres grandes mudanzas tec-nológicas inspiradas en el paradigma

productivo capitalista.Tres revoluciones tres. La primera, conoci-

da como “revolución verde”, ocurre a media-dos del siglo pasado y es un rompimiento con la agronomía surgida de los sistemas agrícolas campesinos (como la que en México desa-rrolló brillantemente Hernández Xolocotzi) a la que sustituye un modelo de “agricultura industrial” sustentada en riego, mecanización a ultranza, semillas híbridas, fertilizantes quí-micos y múltiples agrotóxicos.

El saldo: proliferación de monocultivos intensivos y mecanizados desplegados sobre tierras planas e irrigadas, donde se suple la progresiva pérdida de fertilidad con dosis crecientes de abonos químicos y se contra-rresta el incremento de plagas con el empleo masivo de pesticidas. Todo ello basado en semillas híbridas que no son de polinización libre y conducen a una dependencia abso-luta respecto de las empresas agrotecnológi-cas, que sobre esta base inician su expansión hasta transformarse en gigantes corporativos trasnacionales.

El nuevo “paquete tecnológico”, que radi-caliza brutalmente las tendencias históricas a la especialización y simplificación producti-va, está pensado para regiones agrícolas como las estadounidenses, argentinas, brasileñas o australianas, con amplias llanuras, condicio-nes naturales uniformes y usufructuadas por extensas unidades de producción netamente empresariales, mientras que resulta contrain-dicado para el variado paisaje rural europeo ancestralmente asociado con la pequeña y mediana agricultura familiar y es veneno para la pequeña y muy pequeña producción campesina tercermundista, a veces indígena y comunitaria, asentada sobre ecosistemas abigarrados y frágiles cuyo aprovechamiento sustentable demanda estrategias múltiples, flexibles, adecuadas, personalizadas...

A mediados de los 80s del siglo pasado se patentaron las primeras plantas transgénicas y para el arranque del tercer milenio millones de hectáreas de cultivo empleaban semillas de genoma manipulado. Se habló entonces de la segunda “revolución verde” y algunos pensaron que se cumplía por fin el sueño decimonónico de industrialización de la agri-cultura, pues al descifrar los códigos de la he-rencia genética los bioingenieros se sintieron dueños de las fuerzas productivas de la natu-raleza, que ahora podían ser aisladas, transfor-madas y reproducidas in vitro creando seres vivos de fábrica susceptibles de ser patentados y por tanto más lucrativos que los silvestres.

Promotoras y beneficiarias de esta tecnología son las corporaciones que embarnecieron en la segunda mitad del pasado siglo con base en los agroquímicos y las semillas mejoradas y que ahora se transforman en omnipresen-tes “industrias de la vida”. Pero en verdad se trata de industrias de la muerte pues no sólo expolian al productor, también erosionan el germoplasma, pues cuando hay selección na-tural positiva a favor de plantas transgénicas se pierden razas, cada una adaptada a condi-ciones específicas.

Si la ingeniería genética interviene genes, la nanotecnología modifica la materia en es-cala molecular y atómica, pasando de obtener plantas genéticamente manipuladas a intro-ducir plantas molecularmente alteradas. Lo que combinado con la informática permitiría, dicen sus apologistas, hacer de la agricultura una biofábrica aún más uniforme, más sim-plificada y más automatizada que los vertigi-nosos monocultivos derivados de la primera y la segunda etapas de la “revolución verde”.

Pasar de sujeto a objeto. Estas mudanzas tecnológicas están provocando un vuelco de enorme trascendencia histórica, en que el agricultor pasa de sujeto activo a objeto pa-sivo. Durante el siglo XX la ancestral cultu-ra productiva de los hombres del campo es abruptamente suplantada por procedimientos y recursos tecnológicos que se oponen tanto a sus usos y costumbres como a los modos parsimoniosos del medio natural por ellos domesticado. La sabiduría del campesino –como la de los viejos agrónomos– se refiere a los ecosistemas complejos donde desarrolla su labor: sabe, por ejemplo, cómo seleccionar las semillas de la cosecha anterior para mejorar la nueva siembra; sabe que entreverados o suce-sivos, el frijol y el maíz se complementan pues la leguminosa fija en el suelo el nitrógeno que el cereal necesita; sabe que ciertas plantas, como el chile, repelen plagas, y que otras como la calabaza de grandes hojas, ayudan a conservar la humedad; sabe, en fin, que sin bosques llueve menos, hay poca infiltración y se secan los ojos de agua. Física, química, biología, meteorología, estadística, informá-tica y otras disciplinas especializadas pueden fortalecer notablemente los saberes prácticos y holistas del campesino, pero no debieran su-plantarlos. Cuando tal cosa sucede, como con la primera “revolución verde”, los transgéni-cos y la nanoescala, el productor pasa de usar la tecnología a ser usado por ella. Y esto no se debe a que la ciencia se hizo más complica-da y sólo resulta accesible al especialista; al contrario, las estrategias de conocimiento ho-listas y sistémicas, como las que emplean los campesinos, asumen y manejan la compleji-dad, mientras que las ciencias instrumentales buscan a toda costa la simplificación. Así, la reduccionista ingeniería genética o nanoesca-la pretenden explicar las cosas a partir de sus unidades constituyentes más pequeñas, dejan-do de lado las interrelaciones sistémicas y el contexto, que es lo que enfatizan sus críticos y lo que manejan los campesinos.

Intervenir el genoma y remodelar la mate-ria en el nivel molecular no es invadir compe-tencias de Dios y puede ser tan loable como

endurecer con fuego la punta de una coa. El problema con estos enfoques está en el mo-delo científico y la estrategia tecnológica que siguen, así como en la lógica económica a la que obedecen. Opuesta a los paradigmas de complejidad, diversidad y variabilidad, que a su vez entroncan con la parsimonia y susten-tabilidad productivas compatibles con la in-clusión social y el bienestar duradero, la pers-pectiva científico-técnica que, obsesionada por la velocidad y la eficiencia que producen utilidades, rinde culto a la simplificación, la uniformidad y la estabilidad, es un quehacer seudocientífico al servicio del capital; a las órdenes de un ente impersonal y desalmado cuya mayor virtud es la codicia.

Y un establishment tecnológico al que sólo motivan las ganancias de sus patrocinadores corporativos tiende a violentar el principio de precaución y es un peligro para la vida. En los años 40s del pasado siglo fueron el DDT y otros plaguicidas altamente tóxicos que no se retiraron sino hasta los 70s; en esa década se tuvo que luchar contra colorantes, sabori-zantes y conservadores artificiales que resul-taron cancerígenos; en los 80s la amenaza provino de hormonas de crecimiento y otros medicamentos dañinos; en los 90s comenzó a percibirse el riesgo que para el germoplasma, y quizá para el consumidor, representan los transgénicos; en el tercer milenio comienzan a liberarse productos nanotecnológicos, un “enemigo invisible” según el grupo ETC cu-yos posibles efectos negativos son totalmente desconocidos

En la variedad está el gusto. En Food for Thought (Nature Materials, vol. 3, septiembre 2004, p 579-581) Athene Donald, sostiene que debido a las diferencias de suelos, climas y modos de cultivo, los productos agrícolas son de gran variabilidad,“con una composición básicamente incontrolable” y en última ins-tancia “no confiables”. Pero, sostiene, gracias al ensamblaje atómico y la modelación mo-lecular, la nanotecnología puede remediarlo produciendo alimentos más uniformes, más estables y hasta más nutritivos. Chance, pero a Athene se le olvida que aun en los extremos más precarios la producción y el consumo de alimentos son cultura, de modo que las pre-suntas proteínas industriales jamás reempla-zaran una buena cecina de Yecapixtla, no hay saborizante sintético que pueda con el café de Coatepec y ningún aguardiente de diseño le llega, ni de lejos, al mezcal artesanal de Mi-nas. También esto lo sabía el agrónomo de a pie Hernández X., citado en el epígrafe: ”Ha-bría que señalar que existe una relación entre el producto comestible, la forma de cocinarlo y el amor que genera en el consumidor. Esto quiere decir que para el hombre de campo, después de un buen día de trabajo, consumir unas buenas tortillas, un plato de frijoles cal-dosos preparados con epazote y unos chiles verdes picantes, constituye un manjar”.

Digamos, pues, parodiando a los poetas es-tridentistas del siglo pasado: ¡Muera la proteí-na sintética! ¡Viva el mole de guajolote!

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuéllar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPO

AGRICULTURA: ASUNTO DE VIDA O MUERTE

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abía una vez, en un país remoto, una familia de campesinos muy pero muy pobres. Tan pobres que un día decidieron vender la única vaca que les quedaba. El encargado de lle-varla al mercado fue el hijo más pequeño. Pero a medio camino el mozo se encontró con una trasnacional biotec-

nológica que ofreció cambiarle la vaca por unas habichuelas mágicas. Se-ducido por las melosas palabras de la corporación, el jovencito entregó la vaca, cogió las judías encantadas y emprendió el regreso a casa silbando feliz por el buen negocio que había hecho. Pero al enterarse del ruinoso trueque, la madre montó en cólera y mientras daba merecida paliza al des-aprensivo zagal, tiró las prodigiosas habichuelas por la ventana.

A la mañana siguiente la soya transgénica se había extendido por el traspatio, el huerto y la milpa de la familia. Y seguía creciendo sin parar, de modo que pronto el monocultivo se extendía por miles y miles de hec-táreas. Donde antes susurraba el viento entre árboles frondosos, donde maduraban ondulantes las doradas mieses, donde pastaban apacibles las mugientes vacas, se extendía ahora un ominoso desierto verde…

avegábamos con proa a las Indias Orientales cuando una furiosa tormenta hundió nuestra embar-cación. Todos los tripulantes perecieron ahogados en el mar embravecido. Menos yo que, atado con una soga a un trozo de mástil y llevado por una corriente providencial,

logré llegar hasta una playa donde me tendí exhausto y de inmedia-to quedé dormido. Al despertar, muchas horas después, trate de incorporarme. Pero mis esfuerzos fueron vanos, pues durante mi sueño legiones de micro-robots, tan pequeños que me re-sultaban invisibles, se habían apoderado de mi cuerpo. Con el tiempo descubriría que me encontraba en el reino de Nanoput, habitado por ingeniosos mecanismos en miniatura nacidos de la manipulación molecular. Infausto país infi nitesimal donde por largos años fui obligado a servir a sus minúsculos habi-tantes, quienes, a cambio, me cebaban y me vestían…

iendo cuánto había crecido la maldad sobre la Tierra, Yavé se arrepintió de su obra y decidió exterminar a los hombres. Presa de divina ira, envió fuertes vientos, desató grandes tormentas e hizo llover durante cuarenta días y cuarenta noches. El dilu-vio universal –que los infi eles llamaron cambio climático– inundó

toda la Tierra. Y por otros cuarenta días y cuarenta noches estuvieron altas las aguas. Pero no perecieron todos los hombres ni perecieron todas las bestias, pues una previsora trasnacional había construido un arca de trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto donde almacenó muestras de fi e-ras y de ganados; de verduras, aves, peces, reptiles y toda suerte de alimañas impuras. Descendidas que fueron las aguas, el arca se asentó sobre el monte Ararat. Desde ese elevado lugar la trasnacional, que desde entonces recibe el nombre de Monte Santo, anunció que Dios había puesto a su servicio todo cuanto tiene hojas y tallos y raíces; todo cuanto marcha, trota, vuela, nada, ga-tea, salta, se desliza, rueda, repta, se arrastra o permanece quieto. Procread, multiplicaos y poblad la Tierra, habría dicho Yavé, pero desde ahora pariréis a vuestros hijos con dolor, os ganaréis el pan con el sudor de la frente y, por sobre todas las cosas, pagaréis a Monte Santo por el uso de sus patentes.

ILUSTRACIÓN: Héctor Rojas Valdivia [email protected] TEXTOS: A. B.

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Gian Carlo Delgado

La nanotecnología manipula la materia a escala nanomé-trica, es decir a la mil millo-

nésima de metro. Alude al diseño, caracterización y producción de nanoestructuras, esto es dispositivos y sistemas a partir de “controlar” la forma, el tamaño y las propiedades de la materia a dicha escala. Las aplicaciones son amplias y abarcan lo civil y lo militar. Por ejemplo, los materiales nanoestructurados ya

son utilizados, desde la fabricación de neumáticos de alto rendimien-to o de telas con propiedades anti-manchas, hasta la de cosméticos, fármacos y nuevos materiales para usos en electrónica, aeronáutica o armas de última generación (más potentes, ligeras, etcétera).

El avance de la nanotecnología ha generado una doble atención. Por un lado, se observan amplios beneficios que posibilitarían la po-tencial reestructuración, en princi-pio, de todo el entorno material que

nos rodea. Y, por el otro, se identifi-can posibles implicaciones que esa transformación generaría en el me-dio ambiente y, de ahí, en la salud, puesto que estarían presentes nove-dosas nanoestructuras diseñadas por el ser humano y cuyas característi-cas, en su gran mayoría, son todavía desconocidas. A pesar de ello, el en-tusiasmo es creciente. La expansión del negocio, calculado en ventas por unos 50 mil millones de dólares (mmdd) en 2006, alcanzará al cierre de 2008 un monto de entre 100 y 150

mmdd. Para 2010 se habla conser-vadoramente de 500 mmdd y para 2015 del billón de dólares. No es ca-sual que el gasto mundial en inves-tigación se ha elevado: pasó de unos 430 millones de dólares en 1997, a 3 mmdd en 2003; a 8.6 mmdd en 2004; y a 12.4 mmdd en 2006.

La nano-agroindustria. Con po-cas aplicaciones en el mercado, las ganancias “nano” del sector se esti-man en 2.6 mmdd para 2003 y siete mmdd para 2006. Las proyecciones sugieren hasta 20 mmdd al cierre de esta década. Tal boom se debe a que la nanotecnología promete revo-lucionar la agroindustria como un todo. Es decir, en tanto la produc-ción agrícola, el procesamiento de alimentos y su empaquetamiento.

1. En la producción agrícola se habla de “cultivos de precisión”, sobre todo de bienes relativamente caros y que por tanto permiten fuer-tes inversiones. Dígase, por ejem-plo, la uva para vino o el tomate cherry de cultivo hidropónico. El paquete nanotecnológico incluye, además del eventual “perfeccio-namiento” de la manipulación a nivel atómico-molecular del ADN, el uso conjunto de computadoras, sistemas de posicionamiento glo-bal, micro/nano dispositivos sen-soriales remotos, así como nuevos agroquímicos “nanomejorados”; todo con el objeto de: a) monito-rear en tiempo real las condiciones ambientales y del suelo, así como del desarrollo de las plantaciones (incluyendo el estrés); b) controlar los insumos empleados; y c) iden-tificar eventuales patógenos, plagas u otros inconvenientes como los relacionados a las condiciones ópti-mas de almacenamiento de granos u otros productos agrícolas (hume-dad, temperatura, etcétera).

Y es que se considera posible un “tratamiento inteligente” que, simi-lar al de la nanomedicina, pueda monitorear y diagnosticar la salud de los cultivos y, consecuentemen-te, a partir de desarrollar “nanoes-tructuras inteligentes”, entregar dosis adecuadas de herbicidas, pesticidas, nutrientes, etcétera. De modo similar funcionaría la nano-veterinaria tanto en lo que refiere al monitoreo, diagnosis, tratamiento e intervención terapéutica de anima-les. Monsanto (Estados Unidos), Syngenta (Suiza), Bayer y BASF (Alemania) se perfilan a la cabeza del negocio.

2. En los alimentos procesados las nanoaplicaciones son diversas, aunque el grueso gira en torno al uso de diversas nanoestructuras como plataformas ideales para el nanodiseño, introducción y funcionalidad de conservadores, saborizantes, nutriceúticals (vita-minas, etcétera) y otros aditivos para la elaboración de alimentos “a la medida” del consumidor. El sostén tecnológico es el diseño de nanoestructuras que puedan ser “activadas” al contacto con la saliva o los jugos gástricos, entre otros me-dios. En el primer caso se habla de intensificadores de sabor, mientras que en el segundo, de bloqueado-res del mismo. El pan de caja de la autraliana Tip Top ya hace uso de nanopartículas rellenas de aceite de pescado como fuente de Omega 3, mismas que se rompen una vez ingeridas de modo que el consumi-dor no detecte el “mal sabor”.

Las expectativas han llevado al grueso de los gigantes de la in-dustria a desarrollar todo tipo de nanoestructuras multi-funcionales, muchas de las cuales tendrán a su estómago como destino. Tal es

NANOALIMENTOS:EL FUTURO DE SU ©OMIDA

NANOTECNOLOGÍA: UN PEQUEÑO PELIGROLA VIDA EN RIESGO

Silvia Ribeiro

La nanotecnología avanza a un ritmo vertiginoso. Ya se encuentra en el mercado en más de 700 produc-tos. Pero cada vez más estudios científicos muestran

que su proceso de producción y su consumo implican nue-vos riesgos ambientales y a la salud.

No existe regulación sobre productos nanotecnológicos, porque las sustancias que usan ya estaban reguladas. Las empresas no tuvieron que hacer nuevas pruebas de ino-cuidad. Pero justamente su tamaño diferente –lo que hace que estos productos sean atractivos para la industria (por los cambios que propician en textura, color, resistencia, propiedades microbicidas, biodisponibilidad, facilidad de absorción por el cuerpo humano, animales o plantas)– es lo que hace también que tengan propiedades nocivas.

Por ello, la principal academia científica del Reino Uni-do (The Royal Society) alertó en 2004 que las nanopartícu-las deben ser consideradas como químicos nuevos y que no debería permitirse su liberación hasta ser evaluadas.

En Europa y Estados Unidos hay procesos para hacer regulaciones pero, mientras, las empresas aprovechan el

vacío legal para inundar los mercados con sus productos nanotecnológicos. Un ejemplo dramático es la industria cosmética: la mayoría de bloqueadores solares, muchos champús y cremas anti-arrugas, contienen nanopartículas.

Paradójicamente, hay estudios que muestran que las na-nopartículas producen radicales libres y dañan el ADN de las células, propician un posterior surgimiento de más arru-gas y, potencialmente, podrían inducir tumores. Casi todos los productos de “liberación controlada”, por ejemplo libe-ración lenta con efecto que dura días o meses, como ciertos parches farmacéuticos, contienen nanopartículas.

En la agricultura y la alimentación, existen productos nanotecnológicos en plaguicidas y otros agrotóxicos, en aditivos (colorantes, conservadores, texturizantes), instru-mentos de uso culinario (hornos, tablas de picar, ollas, sar-tenes, guantes) y embalajes.

Un estudio del Instituto de Tecnología de New Jersey (2005) mostró que las nanopartículas de óxido de aluminio impiden el crecimiento de la raíces en maíz, soya, calabaci-ta y otros cultivos. Otras investigaciones concluyen que las nanopartículas pueden trasladarse en suelo y agua, matan-do vida microbiana necesaria.

Un informe reciente de Amigos de la Tierra Australia sobre nanotecnología en alimentación y agricultura com-piló cientos de referencias científicas sobre problemas con sustancias nano que se usan como aditivos alimentarios y en embalajes. El dióxido de titanio nanoformulado pro-dujo radicales libres y daño al ADN en experimentos con animales de laboratorio; en dosis mayores causó daños al hígado y riñones. El zinc y el dióxido de zinc causó daños en hígado, bazo y corazón en ratones, así como en célu-las humanas in vitro, aun en pequeñas dosis. Las nano-partículas de dióxido de silicio mostró malformaciones de proteínas (in vitro), similares a las que causan desórdenes neurodegenerativos.

Las nanopartículas de plata (en lavarropas y secadores de pelo, instrumentos de cocina, aditivos y suplementos ali-mentarios) son objeto de una denuncia popular presentada en mayo 2008 a la EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos) por sus graves impactos eco-lógicos. Muestran además alto grado de toxicidad en célu-las cerebrales y hepáticas de ratones.

Al igual que con los transgénicos, las empresas prometen muchas cosas para vender sus productos, pero los impactos negativos y a mediano plazo se los dejan a los consumido-res y productores.Investigadora del Grupo ETC

Desregulación y toxicidad

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Lourdes Edith Rudiño

La Secretaría de Agricultura (Sagarpa) prevé que cam-pos del sur de Tamaulipas y del norte de Sinaloa serán espacio para experimentar maíz transgénico en el ciclo

otoño/invierno 2008-09, y que en los ensayos entren semillas de Monsanto, Dupont, Syngenta –las compañías que desde hace cuatro años han buscado esta experimentación– y tal vez de centros de investigación instalados en México, los cuales están trabajando en el desarrollo de maíces modificados gené-ticamente con resistencia a sequía y a aluminio.

En entrevista, Víctor Manuel Villalobos, coordinador de Asuntos Internacionales de la Sagarpa, consideró que los re-sultados de los experimentos estarán listos a mediados del año próximo y los siguientes pasos serán la siembras piloto, semi-comercial y comercial y “se harán con base en información científica, documental, donde no haya parientes silvestres del maíz, donde no se siembren razas criollas”.

Anticipó que las decisiones para tales pasos no serán fáciles, pues se augura una discusión sobre los centros de origen. Des-de la perspectiva de Villalobos, “será más manejable (tomar las decisiones con base en) centros de domesticación o de diversi-dad genética, pues es muy difícil ubicar físicamente en alguna parte del territorio cuál es el centro de origen; esto tiene que ver con antecedentes históricos, etnobotánicos, antropológicos muy difíciles de ubicar (...) Nos tomaría años tratar de definir los centros de origen”.

El funcionario señaló que, luego de la publicación en marzo del reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Gené-ticamente Modificados (LBOGM), lo que sigue como requisito para los experimentos es el Régimen Especial para la Protección del Maíz (REPM) y se tendrá listo para mediados de 2008.

Medidas protectoras. La propuesta gubernamental del texto del Régimen está siendo objeto de comentarios y recomenda-ciones de la opinión pública; este proceso concluirá el 24 de mayo y después de 60 días el REPM deberá publicarse. “Vamos con los tiempos; espero que haya aportes y recomendaciones para hacerlo más eficiente. No estamos en la actitud de buscar atajos o rutas cortas para no implementar las medidas de biose-guridad que se necesitan (para proteger al maíz nativo)”.

Villalobos dijo que el gobierno federal está satisfecho por el reglamento de la LBOGM, el cual, junto con la ley, da li-neamientos para llevar a cabo los ensayos con los organismos genéticamente modificados (OGM), y no define ni restringe superficies. “Un país como México, con las necesidades y po-tencialidades que tiene, requiere la biotecnología y los transgé-nicos. No podemos cerrarles la puerta. Lo que siempre hemos

peleado es ‘déjennos realizar la experimentación para poder establecer, con bases científicas, cuáles son los riesgos reales y cuáles los grados de manejo’ (...) Si los riesgos son tales que pudiéramos considerar mucho más daño que beneficio, esa se-ría una respuesta y el gobierno lo asumiría”.

Consideró que el rechazo de sectores de la sociedad a la experimentación de maíz transgénico no se sustenta –pues los ensayos están previstos con todas las medidas de bioseguridad que existen, incluido el corte de espigas de las plantas para que no polinicen—, y preocupa que científicos estén en esa postura, “pues tal vez su intención sea no resolver el proble-ma” de insuficiente producción doméstica de granos básicos y dependencia de abasto del extranjero. Si los experimentos se hubieran realizado hace cuatro años, dijo, hoy México estaría en condición de enfrentar mejor la crisis alimentaria mundial. Hoy “apremia el tiempo” por la agudeza de los conflictos de oferta y precios de alimentos en el orbe.

Atender interés de productores. Señaló que la experimen-tación prevista para Sinaloa y Tamaulipas tiene como priori-dad medir el flujo genético de una planta transgénica a otra que no lo es, para atender preocupaciones de la sociedad, pero también busca evaluar rendimientos, y dar respuestas a los agricultores.

Consultado acerca de por qué urge dar entrada a la siembra de maíces modificados en México, cuando los disponibles co-mercialmente en el mundo no están diseñados para las nece-sidades agroclimáticas del país, reconoció que el maíz Bt –que es resistente a cierto tipo de gusanos lepidópteros– “posible-mente no tenga los esquemas de combate a lepidópteros que atacan en este lado de la frontera”.

Pero dijo que el maíz resistente a herbicidas sí ofrece beneficios a nuestro país, pues reduce los costos de eliminación de malezas.

Y afirmó que la urgencia por el maíz transgénico busca que los agricultores inicien un proceso de aprendizaje sobre el manejo de medidas de bioseguridad, para que así estén listos cuando se tengan maíces más propicios para las necesidades domésticas. “Qué mejor que ir ensayando con eventos (tipos de transgénicos) que si bien no son dañinos, a lo mejor no son los más importantes (para México)”. Con esto también “vamos a informar a la sociedad que existe la capacidad y el compromiso de los productores de manejar (los transgénicos) de forma adecuada (...) Necesitamos ir definiendo esquemas de capacitación (para los agricultores) que van a surgir después del proceso experimental y piloto”.

Villalobos previó que entre las semillas a experimentar en-tren algunas del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt) y del Centro de Investigaciones Avanzadas (Cinvestav) del Politécnico, donde se están desa-rrollando maíces resistentes a sequía y a aluminio (este último, propicio para suelos del sureste de México).

el caso de Nestlé (dueña tam-bién del 49 por ciento de L’Oreal; en la vanguardia de nanocosmé-ticos), Kraft (EUA; que encabeza la iniciativa privada involucrada en el diseño del plan de acción de ese país en nanoalimentos), Heinz (EUA), Unilever (Reino Unido/Holanda), entre otras.

3. Las nanoaplicaciones en em-paquetamiento son revoluciona-doras. De las investigaciones más sonadas está la “lengua electrónica” de Kraft, una plataforma de nano-sensores extremadamente sensibles a gases que desprenden los alimen-tos cuando se echan a perder y que hacen que un indicador cambie de color. Se suman materiales como la película de embalaje Durethan (de Bayer Polymers) que es más fuerte y resistente al calor que el resto de las que se encuentran en el mercado. Además, protege los ali-

mentos envasados de la humedad y del oxígeno por la vía de nanopar-tículas de silicate introducidas a la película nanoestructurada. El uso de nanopartículas bloqueadoras de rayos UV (de dióxido de titanio), antimicrobianas y antibacterianas (de plata) también prometen alar-gar el tiempo de vida de productos perecederos.

Se suma el “empaquetamiento inteligente” y que incluye técnicas de “nano-impresión” (nanocódigos de barra) y de nanocodificación de materiales plásticos y de papel para propósitos de autentificación por radio frecuencia. Se trata de rasgos útiles tanto para la protección de marcas y patentes, como para el rápido y fácil manejo de millones de paquetes por parte de cadenas como Walmart o Carrefour.

Incertidumbres de la nano-tecnología. Tomando nota de

la complejidad e incertidumbre que rodea las nanoestructuras en cuanto a sus potenciales impactos al medio ambiente y la salud (con-taminación, alergias, intoxicación, alteración del ADN, etcétera), es de esperarse que el uso masivo de éstas en la agroindustria, conlleve a que el orden de probabilidad de riesgo sea aún mucho mayor. Y

si bien la discusión está sobre la mesa en el marco de entes como la Organización para la Coopera-ción y el Desarrollo Económico, la Unión Europea o la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, entre otros, se aprecia cuando menos perti-nente y urgente el estudio sobre la reactividad de las nanopartí-

culas y sus interacciones, no sólo inmediatas y reducidas a espacios determinados, sino también en el largo plazo y en una situación de saturación ambiental global con diversas nanopartículas pululan-do y potencialmente reactivas. Lo mismo es válido en relación a la salud, pues la investigación no sólo debe enmarcarse al análisis nano-toxicológico (exposición inmedia-ta) sino a las potenciales implica-ciones de largo plazo ocasionadas por una convivencia permanente con esas nanoestructuras. Dígase por la vía de los alimentos. En el proceso, es claro que el diálogo y la participación activa del público es fundamental.Autor de “Guerra por lo Invisible: negocio, implicaciones y riesgos de la nanotecnología” (Ceiich, UNAM. México, 2008)www.giandelgado.blogspot.com

EXPERIMENTACIÓNde Maíz Transgénico a Fines de 2008: Sagarpa

Indispensable, para enfrentar crisis alimentaria, dice•

Admite juzgado petición de amparo contra el Reglamento de la LBOGMUn juzgado del Distrito Federal dio entrada a la soli-citud de amparo que presentó la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) en contra del Reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Mo-dificados (LBOGM) y del acuerdo para conformar el Régimen Especial de Protección del Maíz (REPM).

El 28 de abril el juzgado segundo de distrito en mate-ria administrativa del DF admitió la petición de ampa-ro y programó para el 26 de junio una audiencia cons-titucional para recibir las pruebas de la parte quejosa, esto es de Víctor Suárez, director de la ANEC.

El recurso promovido reclama la inconstitucionalidad del Reglamento y del proceso seguido para el REPM y arguye que México es centro de origen del maíz –con 60 variedades nativas y casi dos mil adaptadas— y, dice, la contaminación transgénica implica graves riesgos para el ambiente, la biodiversidad e incluso para la sa-lud humana. La ANEC demanda que se apliquen las medidas de bioseguridad y el principio de precautorie-dad que están considerados en ordenamientos legales vigentes, como son la propia LBOGM y el Protocolo de Cartagena sobre seguridad de la biotecnología.

NANOTECNOLOGÍA: UN PEQUEÑO PELIGROLA VIDA EN RIESGO

Depurar anaqueles

En apego al Principio Precautorio, todos los productos

relacionados con alimentos, bebidas (incluidos los

suplementos nutricionales) y forrajes que incorporen

nano partículas manufacturadas deben ser retiradas

de los anaqueles hasta el momento que entren el vigor

los regímenes regulatorios que sí tomen en cuenta las

características especiales de estos materiales, y hasta

que se demuestre que los productos son seguros. ETC.

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Antonio Turrent Fernández

En la Ley de Bioseguridad de Or-ganismos Genéticamente Mo-dificados (LBOGM) —en vigor

desde 2005— el Estado mexicano valo-ra que nuestro territorio, como parte de Mesoamérica, es el centro de origen del maíz y el centro más importante de su biodiversidad en el mundo. Más de dos millones de familias campesinas mexi-canas cultivan 59 razas nativas de maíz (RNM) en cerca de seis millones de hec-táreas (66 por ciento del total nacional) persiguiendo su seguridad alimentaria. Los maíces nativos son sometidos desde tiempos inmemoriales a mejoramien-to genético nativo, con el propósito de adaptarlos a diversas condiciones de producción (a veces extremas) y a diver-sos usos alimenticios. Además de esta función social crítica para la nación, la biodiversidad del maíz será particular-mente relevante al desafío que el inmi-nente cambio climático global plantea a la seguridad alimentaria de México y del mundo. El incremento de uno a dos grados centígrados en la temperatura máxima diaria en los próximos 25 años, reducirá la duración del ciclo de cultivo de maíz y también su potencial de rendi-miento. Así, los maíces híbridos comer-

ciales que, sembrados en el Altiplano Central bajo riego completan su ciclo productivo en 180 días y rinden hasta 15 toneladas por hectárea, podrán reducir su ciclo a 150-160 días y su rendimiento potencial a ocho-10 toneladas por hec-tárea. Habrá una nueva dinámica po-blacional de los enemigos naturales del maíz: algunas plagas y enfermedades típicas de regiones tropicales incidirán en las regiones templadas de México. La biodiversidad del maíz “en activo” complementada con la biodiversidad contenida en bancos de germoplasma, serán aliados clave para desarrollar nue-vas tecnologías que contrarresten las nuevas amenazas. Se entiende que por esta razón y por su estatus de alimento básico nacional (principalmente de los más desposeídos rurales) es que el Esta-do mexicano ha de proteger este recurso de la humanidad.

La LBOGM y su Reglamento prevén la especificación e imposición de un Ré-gimen de Protección Especial del Maíz Nativo que garantice la permanencia e integridad de las RNM así como su es-pacio vital de cultivo, mientras se cultiva maíz transgénico (MT) a campo abier-to. La misma ley dicta la secuencia de etapas (a) experimental, (b) piloto y (c) comercial, como proceso —esperemos

que reversible— para la introducción gradual de la tecnología de maíz trans-génico al campo mexicano. La etapa experimental habrá de contestar las pre-guntas pertinentes sobre bioseguridad y su ejecución será en áreas pequeñas con estrictas normas que impidan el escape de material transgénico al campo mexi-cano. En contraste, la etapa de libera-ción comercial prescindirá por razones obvias, de muchas de las medidas de bioseguridad de la etapa experimental.

Los planes corporativos trasnaciona-les probablemente prevén como primer paso de la etapa comercial, la siembra de maíz transgénico en tres millones de hectáreas de tierras conocidas por su alto potencial productivo. El Régimen de Protección Especial del Maíz Nativo habrá de garantizar la permanencia e integridad de las RNM en esta tercera etapa. ¿Es esto posible en tal escenario?

Es necesario prever que la liberación comercial del cultivo de MT en el cam-po mexicano pondría en juego cinco fuerzas por lo menos que, estimulando la interacción entre el MT y las RNM, conducirán a la acumulación progresi-va e irreversible de ADN transgénico en las RNM. Estas fuerzas son: (a) las prácticas de campo del Mejoramiento Genético Nativo (MGN), (b) la biolo-gía reproductiva del maíz, (c) el estatus actual inmaduro de la tecnología del ADN recombinante, (d) las característi-cas de una nueva oleada de maíz trans-génico y (e) la obsolescencia del gene titular de la construcción transgénica.

(a) Las prácticas de campo del MGN. Para mantener el vigor de sus se-millas de maíz, los campesinos las inter-cambian con sus vecinos y con cierta frecuencia también las adquieren de lugares distantes (pudiendo hurtar las mazorcas de los campos visitados: una o dos mazorcas por visita) y mezclan esas semillas con la propia para facilitar su cruzamiento. De esta manera evitan la consanguinidad en sus razas nativas de maíz e introducen nuevos caracteres. La mujer se encarga de seleccionar la semilla para la siembra con base en los rasgos morfológicos de la semilla y la mazorca, según el uso de acuerdo con el contexto cultural. La LBOGM dicta la separación por distancia y/o por fecha de siembra para impedir la interacción en las RNM y el MT. Esta medida pue-de ser efectiva para impedir que el po-len del MT alcance los jilotes de

TRANSGÉNICOS AMENAZAN LA BIODIVERSIDAD DEL MAÍZ NATIVO

Acumulación de ADN modificado debilitaría la riqueza • de las 59 razas de México

Los campesinos deberían resguardar los maíces nacionales • ante inminente cambio climático

Bioseguridad en México: una cronologíaMaría Colín

1999Se posicionó el tema de los transgénicos en los medios • de comunicación; por primera ocasión se discutió en las cámaras de Diputados y Senadores.Coordinado por Conacyt y Conabio, se preparó para la • Presidencia de la República un informe sobre la biotec-nología agrícola y los cultivos transgénicos; ya se adver-tían los riesgos de los maíces modificados.Primera iniciativa de ley de bioseguridad propuesta por • el PVEM.A partir de muestras de embarques de maíz en el Puerto • de Veracruz procedentes de Estados Unidos, Green-peace comprobó la presencia de maíz transgénico en México.Se logró que la información sobre los experimentos de • cultivos transgénicos aprobados fuera pública, así como la de aprobaciones de transgénicos para consumo humano.El gobierno federal definió la moratoria • de facto para los experimentos con maíz transgénico.Aprobación en el Senado de una iniciativa de reforma a • Ley de Salud para incluir etiquetado obligatorio a los ali-mentos elaborados con OGM. Se quedó en el tintero.Por decreto presidencial, se creó la Comisión Interse-• cretarial de Bioseguridad (Cibiogem) como encargada de los asuntos relacionados con los OGM.

2000Declaración del Consejo Nacional Indígena contra la • introducción al país de organismos transgénicos.Gerber eliminó el uso de OGM en sus productos de • venta en México.Se conformó la red de tortillerías de maíz mexicano li-• bre de maíz transgénico (más de 470 participantes).Derivado de muestras tomadas por Greenpeace, se • comprobó que Maseca, Minsa y Bimbo utilizan maíz transgénico en sus productos.Las compañías agrobiotecnológicas fundaron Agrobio, • que organiza foros, contrata cabilderos profesionales y financia proyectos científicos biotecnológicos.Se aprobó en la Asamblea Legislativa del DF ordena-• miento ecológico que prohíbe transgénicos en suelo de conservación.El gobierno mexicano firmó el Protocolo de Cartagena • sobre bioseguridad.

2001La Semarnat participó por primera vez en la discusión • y elaboración de una norma FITO-ECOL para la siem-bra semi-comercial y comercial de transgénicos junto con la Sagarpa, la cual nunca se publicó.Inclusión del principio precautorio y definición de • maíz como cultivo estratégico nacional en la Ley de Desarrollo Rural.Greenpeace reveló la contaminación de maíces nativos • mexicanos en Oaxaca a partir de investigaciones de Igna-cio Chapela y David Quist. Como reacción, la Semarnat reveló resultados parciales de su propia investigación.Más de 80 científicos y mejoradores de maíz de diversos • países llamaron a los gobiernos del mundo a proteger la diversidad del maíz mexicano y sus parientes silvestres.Se aprobó una reforma al Código Penal Federal sobre • bioseguridad, que convierte en delito la importación, transporte, almacenamiento y liberación de OGM.

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las RNM y viceversa, pero no impedirá que los campe-sinos viajeros, que buscan maíces atractivos para introducir a sus parcelas, tomen mazorcas de maíz transgénico sembrado comercialmente y las incorporen como progenitor a su proce-so de MGN.

(b) La biología reproductiva del maíz. El sistema repro-ductivo del maíz es típicamente promiscuo. En la polinización del jilote de cada planta intervienen de 10 a 20 machos veci-nos; cada planta produce hasta 25 millones de granos de polen y unos 500 óvulos. En preparación de la fase reproductiva de una planta de maíz, una parte del ADN de cada cromosoma aportado por el progenitor macho es intercambiado con la fracción homóloga aportada por el progenitor femenino. Este proceso ocurre en 25 millones de eventos independientes y al azar en la formación de otros tantos granos de polen y de 500 o más óvulos en cada planta. Este mecanismo es proclive a la dispersión de nuevos alelos dentro de la población. En contras-te, el frijol es una planta no-promiscua, porque se autofecunda en alto grado.

(c) Estatus inmaduro de la tecnología del ADN recom-binante (T-ADN-R). No obstante los impresionantes logros de la biotecnología moderna, los métodos empleados para la transformación comercial de plantas aún no logran controlar la ubicación del inserto transgénico, si bien esa ubicación es conocida a posteriori con gran precisión. En el mercado actual estadounidense y de Canadá de semillas de maíz transgénico hay 40 o más eventos transgénicos independientes aprovecha-dos en los circuitos comerciales. Con muy alta probabilidad, los insertos transgénicos se ubican en 40 o más posiciones dife-rentes (diferentes cromosomas y diferentes ubicaciones dentro del cromosoma). Esta dispersión incontrolable es factor poten-cial de acumulación de ADN transgénico en las RNM expues-tas a interacción con MT por la vía de la reproducción sexual. Otro rasgo de esta etapa inmadura de la T-ADN-R, es que la construcción transgénica manejada comercialmente porta (a) su propio promotor (con la función de impulsar la expresión del gene titular) y es un fragmento de ADN viral que actúa sin pausa en todas las células de la planta y que en el mejor de los casos no obedece la regulación del ADN residente de la misma planta (y en el peor, puede activar ilícitamente genes vecinos del ADN residente), y (b) un gene marcador normal-mente de resistencia a la penicilina, también con potenciales implicaciones ecológicas.

(d) La nueva oleada de maíz transgénico. Los consorcios semilleros trasnacionales operan en el mercado nacional de semillas mejoradas de maíz con híbridos no-transgénicos adaptados a las mejores condiciones de producción: las de riego y las de buen temporal. Las progenies de estos híbridos no-transgénicos y los maíces nativos —cuando son cruzados por los mismos campesinos— expresan vigor híbrido (mayor

rendimiento), principalmente debido a la diversidad genética entre ambos progenitores. Seguramente que estos híbridos no-transgénicos ya han sido transformados por los mismos con-sorcios en previsión de su futura liberación comercial como transgénicos. Esta generación de híbridos transgénicos es di-ferente a los híbridos transgénicos importados como grano y acercados a los campesinos en programas oficiales de ayuda en áreas deprimidas y sembrados por los mismos campesinos en mezclas con su semilla. Aunque ambos tipos de híbridos transgénicos expresan vigor híbrido al cruzarse con los maíces nativos, el híbrido importado como grano es susceptible a las enfermedades prevalentes en México, a las altas temperaturas, sequías, competencia con malezas, días más cortos, etcétera. Éste no será el caso con la nueva oleada de híbridos transgéni-cos y por lo tanto tendrán mayor oportunidad de infiltrarse en el genoma de las razas nativas.

(e) Vida útil del gene titular de la construcción transgéni-ca. Los pesticidas, el control biológico específico y la resisten-cia genética “vertical” son estrategias de defensa de los cultivos, mismas que tienen vigencia finita. Esto es, que hay un período en el que ofrecen control efectivo de la plaga o de la enferme-dad. La razón biológica de esta vigencia es la biodiversidad y la capacidad de mutación en las especies. Junto con el maíz coevolucionaron en Mesoamérica sus enemigos naturales y también los enemigos naturales de sus enemigos naturales. Así que el gusano cogollero por ejemplo, tiene su biodiversidad en el país como también la tienen sus 40 especies parasitoi-des y sus entomopatógenos como el bacillus thuringiensis y otros. Una cepa específica de Bt con capacidad para controlar el gusano cogollero lo es para una fracción de los genotipos de esta plaga, pero habrá otros genotipos que ya disponen de los alelos de resistencia específica en su ADN residente (por-que ya mutaron durante su coevolución) y que sólo esperan que la presión de selección los beneficie para incrementar su frecuencia. Las poblaciones de gusano cogollero de Chiapas, Veracruz, Chihuahua, Oaxaca, etcétera, seguramente que son biodiversas como lo son las RNM. El uso de MT en México como estrategia específica de control, seguramente habrá de enfrentar este escenario de diversidad. Es cierto que todavía no se reportan muchos casos de obsolescencia de los maíces trans-génicos que se usan intensamente contra otras plagas del maíz en Estados Unidos, Canadá, Argentina y Brasil, donde ya se despliegan estrategias para prolongar la vigencia de cada gene titular. Sin embargo, es inevitable que la vida útil termine más adelante. Cuando ése sea el caso, los consorcios semilleros ya dispondrán de otro(s) transgene(s) de Bt que permitan el retor-no del control eficiente, de nuevo con una vigencia finita, tal y como ocurrió con la estrategia de los pesticidas. Es indispen-sable remarcar que cuando tal ocurra, el o los eventos transgé-nicos específicos obsoletos, serán descartados y donde

ONGs, incluida Greenpeace, presentaron una denun-• cia popular ante la Profepa por la contaminación del maíz mexicano. Nunca hubo resolución.

2002Emisión de una declaración pública que rechaza las • importaciones de maíz GM mezclado con convencio-nal procedente de EU.Formación de la Red en Defensa del Maíz.• Se presentó en la Cámara de Diputados una iniciativa • de reforma a la Ley del Consumidor sobre etiquetado de productos con OGM. Quedó archivada. ONGs, entre ellas Greenpeace, y las comunidades de • Oaxaca afectadas denunciaron la contaminación trans-génica de maíz criollo ante una instancia internacional (Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte, CCA). La CCA accedió a elaborar un estudio sobre las implicaciones de la contaminación.El gobierno mexicano ratificó el Protocolo de • Cartagena.El senador Rodimiro Amaya del PRD presentó iniciativa • de Ley de Bioseguridad, como propuesta presentada y cabildeada por integrantes de la Academia Mexicana de la Ciencias (Bolívar Zapata) y la industria biotecnológi-ca. Esta Iniciativa es la que se discutió y aprobó en el Congreso en diciembre de 2004.

2004La CCA publicó sus recomendaciones en el estudio • “Maíz y biodiversidad: los impactos del maíz transgéni-co en variedades criollas de maíz”: Parte de su conteni-do fue cuestionado por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá; argumentaron falta de rigor científico pese a que más de 50 científicos de los tres países de América del Norte participaron en su elaboración.Se aprobó la Ley de Bioseguridad de Organismos Ge-• néticamente Modificados (LBOGM) en el Congreso después de un intenso cabildeo.

2005 Decreto publicado por el Congreso de Oaxaca que • declara a esta entidad centro de origen y de diversidad genética (banco de germoplasma in situ).Se publicó en el DOF la LBOGM.• Se presentaron las primeras solicitudes para liberar maíz • transgénico a nivel experimental por parte de Monsan-to, DowAgrosciences y Pioneer, las cuales fueron auto-rizadas en octubre.Greenpeace presentó recurso de revisión contra de • dichas autorizaciones por violaciones a la LBOGM, y fueron canceladas de inmediato.Greenpeace demandó por responsabilidad de servidores • públicos a funcionarios de Sagarpa por el otorgamiento ilegal de dichas autorizaciones.Las tres empresas volvieron a presentar en noviembre • las mismas solicitudes para liberar maíz transgénico a nivel experimental; les fueron negadas.Greenpeace publicó la • Guía roja y verde de los alimen-tos transgénicos, primer esfuerzo ciudadano para pro-veer de Información al consumidor en la materia.

2006 Hubo un tercer intento de las empresas por obtener las • autorizaciones sin contar con el marco de bioseguridad adecuado.La Sagarpa informó a las empresas solicitantes que no • estaba en condiciones de dar las autorizaciones.Monsanto, Dow y Pioneer presentaron a la Sagarpa soli-• citud de reconsideración por su negativa a dar los permi-sos. La Sagarpa desestimó la petición porque no se

FRANKENSTEINS VERDESLA VIDA EN RIESGO

La liberación del cultivo

comercial de maíz

transgénico en México,

cuna de la domesticación

del maíz y principal

centro mundial de su

biodiversidad, puede

potencialmente conducir

a la acumulación de

los 40 o más eventos

transgénicos en cada una

de las 59 razas nativas

de maíz y puede ser causa

catastrófi ca de pérdida

de biodiversidad.

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habían expedido los acuerdos de determinación de centros de origen y de diversidad genética del maíz.Aparecieron publicados en el DOF el Acuerdo por el • que publican conclusiones para determinar los centros de origen y centros de diversidad genética de maíz en México, y el Aviso por el que se establece el régimen de protección especial del maíz, para el caso de liberaciones experimentales de maíz modificado genéticamente.Junto con agricultores de Sinaloa, Greenpeace solicitó • amparos contra la publicación de los dos acuerdos antes citados.

2007Greenpeace presentó denuncia administrativa ante el • Órgano Interno de Control de la Secretaría de Salud, en contra de funcionarios de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), por omisiones que han permitido la libre importación y co-mercialización ilegal de arroz GM procedente de Esta-dos Unidos, violando diversas disposiciones legales. Aún no hay respuesta.Greenpeace presentó denuncia penal ante la PGR por po-• sible siembra ilegal de maíz transgénico en Chihuahua.El Congreso del Estado de México aprobó un punto de • acuerdo para solicitar que la entidad sea declarada libre de maíz transgénico.

2008FEBRERO

Se constituyó formalmente y comenzó a operar el Con-• sejo Consultivo Mixto de la Cibiogem con 15 represen-tantes de grupos sociales: ambientales, campesinos y agroindustriales.

MARZOSe publicó en el DOF el Reglamento de la LBOGM.•

ABRILSe presentó ante la Cofemer anteproyecto del Régimen • de Protección Especial de Maíz (RPEM), necesario para resolver las solicitudes de permisos de liberación al ambiente de maíz GM.Greenpeace, Fomento Cultural y Semillas de Vida pre-• sentan denuncia popular ante Profepa contra presencia de maíz transgénico en variedades criollas de Sinaloa.

A la fecha, como organizaciones seguimos esperando:Políticas nacionales de bioseguridad.• Un real y completo RPEM.• La determinación de cultivos y áreas geográficas donde • se localizan los centros de origen y de diversidad genéti-ca del maíz y de otros cultivos originarios de México.Las normas oficiales mexicanas en materia de • bioseguridad.Solución efectiva de los casos de contaminación que ya • se presentan en diversas partes del país antes de preten-der liberar maíces transgénicos a nivel experimental.Demostración de que nuestras autoridades cuentan • con capacidad técnica y humana para la realización de biomonitoreo y labores de inspección y vigilancia, así como de esquemas de rastreabilidad de OGM.Acreditación de laboratorios nacionales de detección de • OGM, cuyos resultados no serán considerados información confidencial, como ya ha ocurrido en otras ocasiones.

Finalmente esperamos de nuestras autoridades que, en unos meses, no nos vengan a anunciar la tragedia que ya esperamos: “que como el territorio mexicano está conta-minado con maíces transgénicos no hay nada por hacer más que comenzar a sembrarlo legalmente”. Esto será una vergüenza nacional por ser centro de origen y diversi-dad genética de este grano. Quedaríamos exhibidos como nación que no supo proteger ni valorar sus propios recur-sos y enfrentaríamos responsabilidades frente a la comu-nidad internacional.Asesora legal Greenpeace México

existan serán sólo contaminantes genéticos. Por esto es que la biodiversidad de los enemigos naturales del maíz y de los enemigos de éstos es un motor potencial de incremen-to de construcciones transgénicas en el mercado de semillas mejoradas de maíz. Las RNM que hayan sido transformadas por cruzamiento con el evento transgénico obsoleto, tendrán que convivir de ahí en adelante con esta fuente irreversible de contaminación genética, sin derivar ventaja, además de seguir acumulando nuevas construcciones transgénicas.

Los 40 eventos transgénicos existentes actualmente en el mercado internacional de semilla de maíz transgénico funcio-nan comercialmente como eventos independientes: sólo una o unas cuantas construcciones transgénicas por planta en cada híbrido comercial. Es teóricamente posible acumular esos 40 eventos transgénicos en las mismas plantas de maíz, a través de cruzamientos convergentes programados entre donantes indi-viduales. Esto es posible, dada la diferente ubicación de los 40 insertos en el genoma (diferentes cromosomas y loci). Sin em-bargo, no se ha explorado tal acumulación de ADN transgé-nico por varias razones. Una razón es que varios o muchos de esos eventos contienen el mismo gene titular (en ubicaciones diferentes) y no tendría sentido acumular réplicas. Otra razón podría ser que existiera un umbral de acumulación inferior a las 40 construcciones transgénicas en operación, más allá del cual hubiera interferencia con el ADN residente del maíz y se pusiera en riesgo funciones vitales genéticamente controladas por aquel: fotosíntesis, metabolismo, forma, proceso reproduc-tivo, defensa contra enemigos naturales, adaptación a altas o bajas temperaturas, rendimiento, etcétera.

Es también teóricamente posible, en el caso hipotético de la liberación comercial de MT al campo mexicano, que la interacción de las cinco fuerzas atrás citadas y otras más, condujeran —a través de varias o muchas generaciones de cruzamientos entre ambos materiales— a la acumulación irre-versible e indeseable de los 40 eventos transgénicos en cada una de las 59 razas nativas de maíz de México. La misma po-sibilidad de existencia de umbrales de acumulación para cada RNM, reduciría sistemáticamente en su caso, la biodiversidad del maíz.

Es atendible la hipótesis alterna, frecuentemente invocada por los proponentes de la liberación comercial del MT en México, que niega la existencia de tal umbral de acumulación, porque la presencia de ADN extraño es un fenómeno común en la evolución de las especies. A contrapelo se puede citar que si bien no se han observado individuos acumulantes de hasta 40 construcciones transgénicas por vía sexual, sí se los obser-va como producto del método biolístico con bajo, mediano y alto número de réplicas. Estos individuos (que seguramente muestran daño somático por los impactos múltiples) son tí-

picamente desechados porque no son viables o bien, porque se comportan como genéticamente inestables. En todo caso, ambas posturas contrapuestas en cuanto a la existencia de un “umbral vital” de acumulación de ADN transgénico en las ra-zas nativas de maíz carecen de cotejo experimental.

La fase experimental prevista en la LBOGM tiene por objeto despejar a cabalidad dudas como ésta, para definir el Régimen de Protección Especial del Maíz Nativo, con implicaciones profundas en su biodiversidad. Es necesario intentar producir los acumulantes de hasta 40 construcciones transgénicas en cada una de las 59 RNM mediante cruzamientos programados bajo condiciones de cuarentena. Las progenies habrán de ser observadas para cotejar la hipótesis del umbral de daño irre-versible en cada RNM. Este camino es una vía rápida para generar los individuos acumulantes de hasta 40 construcciones transgénicas en unos cinco años y permitiría el cotejo de la hi-pótesis en un microcosmos controlado y con riesgo razonable. Tal investigación es cara en términos económicos y de tiempo, pero lo que está en riesgo para el país y para la humanidad es demasiado precioso para ignorarlo. Tal vez la respuesta tecno-lógica a los retos del futuro derivados del cambio climático, esté en esa biodiversidad “en activo” practicada por 2.28 millo-nes de pequeñas unidades de producción de mexicanos que colectivamente la cultivan, manejan, mejoran y amplían y que como país civilizado nos toca proteger.

Conclusiones. 1.-La imposibilidad de controlar la ubica-ción del inserto transgénico de los métodos de transformación usados por los consorcios semilleros transnacionales no ha sido hasta ahora factor que limite la eficiencia de la tecnología del ADN recombinante. Como resultado, los 40 o más eventos transgénicos disponibles actualmente en el mercado de semi-llas de maíz transgénico están ubicados en otros tantos loci.

2.- Teóricamente, es posible reunir en un solo genotipo los 40 o más loci mediante cruzamientos programados, a menos de que exista un umbral inferior a 40 dosis de ADN transgénico tal, que interfiera con las funciones vitales genéticamente con-troladas por el ADN residente, que haga inviable al genotipo.

3.- La liberación del cultivo comercial de maíz transgénico en México, cuna de la domesticación del maíz y principal cen-tro mundial de su biodiversidad, puede potencialmente con-ducir a la acumulación de los 40 o más eventos transgénicos en cada una de las 59 razas nativas de maíz y puede ser causa catastrófica de pérdida de biodiversidad.

4.- Debe cotejarse la hipótesis del “umbral de interferencia vital” del ADN transgénico acumulado en cada una de las razas nativas de maíz, en condiciones de cuarentena como requisito para proceder a las siguientes etapas de liberación piloto y comercial.Investigador Nacional III, UCCS, A.C.

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Incómodas verdades del maíz modifi cado

Aleira Lara

El gobierno federal quiere instalar un gran laboratorio experimental de transgénicos en México y que sea-

mos conejillos de indias de esta tecnolo-gía incierta e insegura.Es irresponsable que autoridades de las secretarías de Agricultura (Sagarpa) y Medio Ambiente (Semarnat) quieran ex-perimentar el comportamiento del maíz transgénico en nuestro país, centro de origen de este grano, a pesar de que se cuenta con evidencias científi cas de los daños ocasionados al medio ambiente y a la economía de los productores en Ar-gentina y Brasil. En cambio, Francia, Ru-mania y otras cinco naciones europeas ya tomaron precauciones y rechazaron las autorizaciones para sembrar el grano MON 810, de la trasnacional Monsanto.Está demostrado que la dispersión del polen del maíz puede ocurrir a varios kiló-metros y que un cultivo transgénico pue-de afectar gravemente a los orgánicos y tradicionales. También se demostró que el cereal modifi cado es dañino a la fl ora y fauna, al suelo y a la salud humana. La toxina incorporada al grano genéticamen-te modifi cado que sirve para eliminar al gusano barrenador, plaga inexistente en México, afecta a insectos como lombrices de tierra, mariposas, hormigas y arañas que interactúan con los cultivos. Mien-tras la industria biotecnológica asegura que los transgénicos son seguros para la alimentación humana, se niega a hacer pública información vital que demuestre posibles problemas de salud.En 2005, luego de una demanda de Greenpeace, una corte alemana ordenó a Monsanto publicar sus estudios sobre los efectos del maíz Bt MON 863 en ratas. Los científi cos independientes reportaron altos índices de toxicidad en los órganos inter-nos de los roedores usados en el estudio.A pesar de las evidencias científi cas y del llamado de cientos de miles de mexicanos a prohibir la experimentación con transgé-nicos en nuestro país, la Sagarpa y la Se-marnat se han vuelto fi eles promotoras de las empresas biotecnológicas y desdeñan nuestra soberanía alimentaria violando el Protocolo de Cartagena, del cual México es signatario.¿Realmente cree el gobierno federal que es genuino el interés de la industria bio-tecnológica por reactivar el campo mexi-cano? ¡Claro que no! Estas empresas sólo buscan el monopolio del maíz, por su importancia en la alimentación mundial y por su valor económico en el mercado internacional.Es falso que los transgénicos acaben con el hambre en el mundo: la falta de alimen-tos se debe al acceso limitado a las tierras para cultivo, a la escasez del agua y al poco ingreso para hacerla producir.El problema real es la falta de voluntad de los gobiernos para implementar políticas públicas que incentiven la producción tra-dicional y orgánica; y que aseguren nuestra soberanía alimentaria. El gobierno federal debe implementar urgente e impostergable-mente un verdadero régimen de protección especial del maíz que prohíba por completo la liberación de transgénicos en México.Coordinadora de la Campaña de Agricultura Sustentable y Transgénicos de Greenpeace México

Elena Álvarez-Buylla

El gobierno ha contravenido reite-radamente los mandatos de bio-seguridad: conservar la diversidad

genética del maíz en sus centros de ori-gen y diversidad que se localizan en todo México, y no introducir a campo abierto bajo ningún régimen los maíces trans-génicos. Pero la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modifica-dos (LBOGM) y su Reglamento no son precautorios, y ahora se propone un an-teproyecto de Régimen Especial de “Pro-tección” del Maíz con disposiciones para tramitar solicitudes de siembra de dichos transgénicos.

El maíz es promiscuo pues los granos de maíz de una mazorca resultan de la fertilización de los óvulos por polen que, movido por el viento, llega de muchas otras plantas de maíz localizadas hasta miles de metros de distancia. En México, los genes se mueven también en las semi-llas, que se intercambian entre producto-res a distancias aún mayores. Por eso es imposible evitar el movimiento (o flujo) de genes de unas plantas de maíz a otras, así como la acumulación y combinación de distintos transgenes en una misma planta, una vez que se siembra un maíz transgénico en campo.

La contaminación transgénica abre incertidumbres y riesgos, además ame-naza la integridad genética, vocación alimenticia y carácter de bien público del maíz criollo. Esto se vuelve diáfano y preocupante cuando nos referimos al

maíz que expresa fármacos y sustancias industriales pues, por desgracia para los pueblos de maíz, se ha decidido usar este cereal (no el trigo o el arroz para los cuales ni siquiera se ha permitido la libe-ración comercial de transgénicos) como bio-reactor para producir antibióticos, anticoagulantes, espermaticidas, vacu-nas, aceites, plásticos y muchos otros quí-micos que ni siquiera conocemos o de los que ni siquiera sabemos porque son se-creto industrial. El maíz bio-reactor pro-

mete un gran negocio, aún mayor que los transgénicos que hoy ofrece el mercado para la agricultura industrializada.

Por otra parte, los maíces transgéni-cos disponibles son insuficientes para resolver los problemas importantes del campo mexicano, pero aunque fueran la panacea, no valdría la pena arriesgarse, porque implican efectos socio-ambien-tales nocivos, reafirman la dependencia tecnológica y la pérdida de soberanía y seguridad alimentarias, además abonan

el camino al maíz bio-reactor porque: (1) en Estados Unidos más de 90 por ciento del maíz que no debía tener trans-génicos ya lo tiene, y (2) ya ha habido escapes de ensayos del maíz bio-reactor, que se siembra en miles de hectáreas, y de siembras experimen-tales de líneas no auto-rizadas para el consumo humano, que llegaron a los anaqueles del mun-do (arroz LL601, maíz Starlink, entre otros). Es urgente un escruti-nio cuidadoso de todos los transgenes de maíz en México y el mundo, porque si uno de los ge-nes del maíz bio-reactor se combina con otro que dé ventaja al maíz (ejemplo: Bt o to-

Daños Socio-Ambientales y Pérdida de Soberanía,RIESGOS DE LOS TRANSGÉNICOS

Peligros serios con los maíces usados para bio-reactores y antibióticos• Necesario, aplicar principio precautorio del Protocolo de Cartagena•

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¿Dependencia alimentaria? ¡Ni ma..íz!, octubre 2007

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Adelita San Vicente Tello

La Ley de Bioseguridad de Organis-mos Genéticamente Modificados (LBOGM) fue muy controvertida

en su proceso de discusión y cuando fi-nalmente se aprobó, a fines de 2004. En esos momentos era difícil lograr consen-sos, pero cuando se propuso establecer un régimen de protección para los culti-vos en que México es centro de origen, en especial maíz, hubo un acuerdo gene-ralizado de la relevancia que tiene el he-cho de que Nikolai Vavilov (1926) ubicó a México entre los ocho centros de origen del planeta.

La idea original de los legisladores al establecer el Régimen de Protección Es-pecial del Maíz (RPEM) dentro de la ley era considerar las recomendaciones del Informe sobre la Contaminación de Maíz en México elaborado por la Comisión de Cooperación Ambiental del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que coordinó José Sarukhan.

El taller que se realizó el 12 de junio de 2006 en la Cámara de Diputados con expertos del tema, en el que se discutió el contenido del RPEM, generó el con-senso de una amplia preocupación por la conservación del maíz, que se expresó en un Manifiesto y que en sus conclusiones destaca: “el Régimen debe implementar una moratoria a la siembra de maíz trans-génico en campo, de cualquier tipo, ya sea experimental o de pequeña escala, hasta que no se lleve a cabo un plan na-cional de protección de la diversidad del maíz mexicano”.

Consenso global. Hoy se ratifica esta pre-ocupación pues en el Reporte de la Evalua-ción Internacional de la Ciencia y la Tec-nología para el Desarrollo de la Agricultura –que es una iniciativa del Banco Mundial con la Organización de las Naciones Uni-das para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Global Ambiental (GEF) y otras instancias internacionales, junto con representantes de los gobiernos, de la socie-dad civil, el sector privado e instituciones científicas de todo el orbe– se remarca que: “Siendo América Latina una región impor-tante como centro de origen de cultivos de relevancia global, como el maíz, la papa y el tomate, existe la preocupación de la con-taminación génica si se introducen cultivos transgénicos en los centros de origen, por ejemplo, la papa transgénica en Bolivia o el maíz transgénico en México”.

Los argumentos científicos de la socie-dad, incluso de las instituciones mundia-les, en torno a la protección del maíz se multiplican; sin embargo, al publicarse el 19 de marzo el Reglamento de la LBOGM, la subsecretaria de Fomento y Normativi-dad Ambiental de la Secretaría de Medio

Ambiente, Sandra Herrera, sostuvo que “ya se pueden realizar cultivos de maíz transgénico, pues el régimen especial de ese grano y la definición de los centros de origen son aspectos adicionales”.

Para la subsecretaria, que parece des-conocer el marco jurídico, no importa que se violente la Constitución, o la LBOGM, que en su artículo segundo señala que: “Para cumplir su objeto, este ordenamiento tiene como finalidades (:..) XI. Determinar las bases para el estableci-miento caso por caso (…) de cultivos de los cuales México sea centro de origen, en especial del maíz, que mantendrá un régimen de protección especial (…)”.

Regulación contradictoria. El Regla-mento emitido por la Semarnat, constri-ñe este importante instrumento de bio-seguridad creado por el legislador para proteger la condición única de México como centro de origen a “disposiciones jurídicas relativas a la bioseguridad que establezca la autoridad.” (Artículo 65 del Reglamento). Es ilegal que el Reglamen-to pretenda restringir un mandato especí-fico y concreto establecido en Ley, a un señalamiento vago y abstracto.

Demandamos una postura clara del Po-der Ejecutivo frente a una tecnología que implicaría una grave dependencia, la pér-dida de soberanía sobre nuestras semillas de maíz, y finalmente, sobre el alimento central de los mexicanos. El dilema está entre la introducción de una tecnología su-mamente cuestionada, frente a la situación inconmensurable de ser centro de origen del cereal más importante para nuestro país y tal vez hoy para el mundo.Semillas de Vida, AC

Monsanto y el monopolio de los alimentos

Aleira Lara

La trasnacional estadounidense Monsanto es due-ña de la patente de 90 por ciento de las semillas transgénicas en el mundo. Ocultando información

a gobiernos y consumidores, intenta convertir a la agri-cultura y la producción de alimentos en un gran expe-rimento genético.Sin embargo, su éxito hasta ahora ha sido muy limitado pues sólo uno por ciento de los agricultores del mundo está plantando cultivos transgénicos, de los cuales 85 por ciento están concentrados en tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá, con sólo cuatro cultivos (al-godón, canola, soya y maíz) que han sido cultivados a escala comercial.Interés mercantilista. No obstante, Monsanto mantiene su estrategia de hacer que los agricultores alre-dedor del mundo dependan de sus semillas, herbicidas y pesticidas patentados y no duda en barrer con todo lo de-más: agricultura sustentable, el ambiente, los intereses del consumidor y el sustento de los agricultores si es ne-cesario para lograr su meta de dominación de mercado.Un reporte de 2007 del Centro para la Seguridad Ali-

mentaria (CFS, por sus siglas en inglés) documenta mi-les de investigaciones y casi cien procesos legales de Monsanto contra agricultores estadounidenses.Monsanto ocupa 75 empleados y un presupuesto anual de 10 millones de dólares con el único fi n de investigar y enjuiciar agricultores. Hasta ahora, la empresa ha deman-dado a productores en 25 de los 50 estados de la Unión Americana. La sentencia legal promedio en contra de los productores y a favor de Monsanto es de 412 mil dólares. En una demanda judicial, la empresa le ganó más de 3 millones de dólares a un grupo de productores de Texas.

En conjunto, por las demandas certifi cadas contra productores, Monsanto ha cobrado más de 15 millo-nes de dólares, sin contar lo que obtiene mediante acuerdos extrajudiciales.Después de 10 años de plantar transgénicos en Esta-dos Unidos y como resultado inevitable de la poliniza-ción entre estos cultivos y los tradicionales, la mitad de las semillas de maíz y soya y 83 por ciento de las semillas de canola han sido contaminadas con varie-dades modifi cadas.Patentes y contaminación. La Ley de Propie-dad Industrial de México, como la de las patentes de Estados Unidos, faculta a empresas como Monsanto a demandar a los productores que se vean contamina-dos por transgénicos o que hagan uso “indebido” de un producto o tecnología patentada.La implementación de cultivos de maíz transgénico en México puede provocar una avalancha de demandas por el uso de una tecnología patentada por Monsanto, como ocurre actualmente en Estados Unidos.La experiencia de muchos productores de ese país de-muestra lo erróneo que es permitir la siembra de maíz transgénico en México, ya que únicamente traerá ganan-cias a las grandes corporaciones y condenará a los pro-ductores a depender completamente de su monopolio y al país entero a la pérdida de soberanía alimentaria.Coordinadora de la Campaña de Agricultura Sustentable y Transgénicos de Greenpeace México

lerancia a herbicidas), la contami-nación por sustancias del bio-reactor se saldría de control.

Principio precautorio. En efecto, lo que en Estados Unidos pueden ser escapes residuales con baja o mínima intensidad e incidencia, y factibles de ser rectificados, en México podrían multiplicarse y causar desastres irreversibles (algo así como el cambio climático). No nos perdamos en la discusión sobre la suficiencia tecnológi-ca para el campo mexicano de las líneas transgénicas de maíz, que actualmente se comercializan, de sus riesgos, o de las promesas de los vendedores. Rescatemos el principio precautorio del Protocolo de Cartagena que México firmó. ¡Con-sensuemos un NO al maíz transgénico a campo abierto en México y NO al maíz bio-reactor en cualquier parte del mundo! Potenciemos una verdadera innovación tecnológica –cada vez más constreñida por los monopolios de las patentes– en el marco de un desarrollo agrícola sustenta-ble con apoyo público, con productores y consumidores, con desarrollos nacionales (híbridos que prometen más que los trans-génicos con menos riesgo), en diálogo con el conocimiento tradicional, cuya fuerza innovadora ha quedado demostrada en la diversidad genética del maíz criollo que nunca debe privatizarse, y comprometi-dos con la justicia social.

Como dijo el doctor Alejandro Alagón: el que se rechace la bomba atómica, no implica que el uso de la energía nuclear para fines médicos se deba condenar. Busquemos una biotecnología segura acorde con las condiciones de México y su carácter megadiverso para resolver lo más urgente: la desigualdad social y los desastres ambientales asociados. La pe-netración del maíz por transgenes en su centro de origen y diversidad es una con-taminación con vida propia que pone en riesgo la vocación alimenticia del maíz y su carácter de recurso público. Es ur-gente actuar: “Cuando ya no tengamos opciones, ya de nada nos servirá la ciencia, la evidencia, y ni siquiera la persuasión mo-ral” (Claire Hope Cummings). Detalles del sustento científico a estas conclusiones pronto en: www.unionccs.net.Instituto de Ecología, UNAM

Maíz brujo

Nos cuenta un joven

instructor comunitario

amuzgo de Guerrero:

Sí conocemos ese maíz: es

brujo. Ojea a los otros,

les roba su alma. Nomás él

quiere ser fuerte. Así es ese

transgénico, así su modo.

DILEMA DEL RÉGIMEN DE PROTECCIÓN ESPECIAL DEL MAÍZ

Resguardar a México como centro de origen o facilitar la • entrada de una tecnología cuestionada

mentaria (CFS, por sus siglas en inglés) documenta mi-les de investigaciones y casi cien procesos legales de Monsanto contra agricultores estadounidenses.

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José Antonio Serratos Hernández

Hace diez años la discusión acerca del maíz transgénico se concentraba, como sigue ocurriendo ahora, en la

bioseguridad y sólo parcialmente se analiza-ban las patentes y su posible impacto sobre el maíz. Al mismo tiempo, se enfrentaba la presión de empresas biotecnológicas para que se permitiera, injustificadamente, la siembra de maíz transgénico en “ensayos experimen-tales” de gran escala.

Ante el acoso, y después de un análisis exhaustivo, algunos miembros del extinto Comité Nacional de Bioseguridad Agríco-la preparamos la moratoria para pruebas en campo con maíz transgénico. Hoy estamos en una situación semejante a la de 1998, pero en condiciones mucho más difíciles para la protección del maíz.

La estructura de la Ley de Bioseguridad; la publicación del reglamento de esa ley, y el régimen especial de protección del maíz, diseñado para prácticamente dejarlo inde-fenso ante el grano transgénico, conforman un escenario desalentador para la conserva-ción del maíz nativo mexicano. A diferencia de lo que se logró en 1998, esta vez se hará oficial la proliferación de ensayos en campo con maíz transgénico y en consecuencia su desregulación. Ante esta expectativa es con-veniente retomar el tema de las patentes y las consecuencias que la distribución comercial de maíz transgénico podría acarrear al germo-plasma de maíz mexicano.

En 13 estados de la República se ha repor-tado la presencia de maíz transgénico desde los primeros hallazgos de Quist y Chapela en Oaxaca en 2001. La mayoría de estos re-portes han sido minimizados (INE-Conabio 2001-2005), descalificados (Ceccam-ONGs, 2003) y ocultados (Sagarpa-Cibiogem, 2002-2004) por los encargados de la biosegu-ridad. Así, aunque la desregulación de maíz transgénico inicia este 2008, existen ya desde hace varios años focos de dispersión de maíz modificado en México.

Según los representantes de las empresas trasnacionales (Agrobio) y el secretario eje-cutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), en aproximada-mente seis años se habrán autorizado varios tipos de maíz transgénico en México. Por lo tanto, al aplicar un modelo de dispersión de estos maíces de 2001 a 2014, encontramos que la desregulación incrementará la tasa de su difusión a grados altísimos, en particular después de 2014. En esas circunstancias, es se-guro que en los próximos años los transgenes se incorporarán en un gran porcentaje en las razas de maíz nativo y en algunas poblaciones de teocintle.

Si el maíz contiene transgenes, ¿cuáles son las consecuencias? El impacto de la introduc-ción de transgenes en el maíz nativo o en el normal es inmediato y se da en el ámbito de la ley de propiedad industrial. El campesino que no haya comprado semilla transgénica, pero que su maíz haya sido contaminado con

transgenes aunque no se haya dado cuenta, al poner en circulación su producción de grano estará cometiendo una infracción administra-tiva que le costaría hasta 20 mil días de salario mínimo por no tener una licencia para usar la patente. En otras palabras, al legalizar la pro-ducción de maíz transgénico, la ley de biose-guridad no tiene aplicación y los productores de maíz quedarán a merced de las disposicio-nes de la ley de propiedad industrial.

Mayor contaminación en comunidades mexicanas. Otra consecuencia es que con el incremento de la difusión de maíz transgéni-co, los transgenes estarán incorporándose a un mayor número de comunidades en las que todavía se conserva el maíz nativo de México. En esos lugares se estarán incubando los maí-ces nativos transgénicos por la inserción de transgenes, con la etiqueta de las compañías biotecnológicas. Los programas de conserva-ción in situ tendrán que contender con esa nueva variable si es que no quieren conser-var germoplasma patentado. En paralelo, la conservación en bancos de germoplasma será cada vez más complicada porque deberá ase-gurarse que las semillas de su colección activa no han sido infiltradas con algún transgene. En los bancos de semilla locales, la integridad del maíz será mucho más difícil de conservar ya que la infraestructura y los recursos para su mantenimiento no son adecuados. El riesgo de almacenar maíz nativo transgénico será muy alto y se abre la posibilidad que las em-presas poseedoras de los transgenes reclamen derechos sobre esos maíces nativos.

Uno de los riegos más grandes para la in-vestigación y el mejoramiento de maíz por la presencia de patentes en el grano transgénico es el bloqueo de las actividades de desarrollo tecnológico en las instituciones públicas. Se puede argumentar que las empresas posee-doras de las patentes permiten, sin cargo, el uso de sus patentes en investigación. Sin embargo, este tipo de acciones pierden su ca-rácter altruista cuando consideramos que las licencias gratuitas sólo son para investigación y así las instituciones públicas se convierten en maquiladoras de tecnología con mínimos beneficios económicos para ellas. Con la di-fusión masiva de maíz transgénico, la investi-gación y el desarrollo del maíz se convertirían en un área exclusiva de las empresas biotec-nológicas, y se estarían privatizando.

Pérdida de riqueza genética. Los peligros y los riesgos para el maíz nativo por la incor-poración del transgénico al agroecosistema mexicano son aspectos de bioseguridad que necesitan tiempos muy largos de investiga-ción para definirlos con precisión y que, por lo visto hasta ahora, no parecen ser priorita-rios para las personas a cargo de la bioseguri-dad. Las patentes, sin embargo, desde el pri-mer reporte del maíz transgénico en Oaxaca ya plantean una serie de problemas que en unos cuantos años podrían convertirse en la pérdida del patrimonio genético, histórico y cultural de México, el maíz nativo.Investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de Mé[email protected]

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Preocupan patentes transgénicas en maíz nativo mexicano

Inminente, la desregulación oficial del • grano modificado

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Ana de Ita

La moratoria a la siembra de maíz transgé-nico establecida en México hace diez años llegará a su fin cuando se otorgue el primer

permiso de siembra experimental y en cuestión de meses será legal la siembra comercial.

Para Monsanto el levantamiento de la morato-ria mexicana es una prioridad, pues aun con ella México ocupa el cuarto lugar en sus ventas, una vez que las compañías semilleras nacionales su-cumbieron ante la feroz competencia y que fue eliminada la empresa estatal Pronase. A escala mundial Monsanto triplicó sus ganancias en el primer trimestre del 2008 con base en la venta de semillas de maíz (transgénico e híbrido) y de her-bicidas. El auge de los agrocombustibles y el uso de maíz para la fabricación de etanol en Estados Unidos aumentaron el valor de sus acciones en 21 por ciento. En este entorno favorable, lograr la siembra de maíz transgénico en México, en don-de cerca de la mitad de la superficie agrícola se destina a este cultivo, parece un negocio jugoso.

Monsanto ha contado con el apoyo de los legisladores que aprobaron a su favor la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM), y con el respaldo de funcionarios de las secretarías de Agricultura y Medio Ambiente, que publicaron el reglamento de la ley y burocráticamente intentan concluir el Régimen de Protección Especial al Maíz.

Los permisos para siembra experimental cancelados por ilegales en los años anteriores se ubicaban en Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Tamaulipas, y aunque los funcionarios se empeñan en negarlo, en esos estados existe una amplia diversidad de razas y variedades nativas. En Chihuahua hay 23 razas catalo-gadas y teocintle, que también se registra en Sinaloa (Turrent y Serratos 2004).

Ilusiones. Algunos productores comercia-les de estas entidades, ávidos de aprovechar los años de buenos precios para el maíz que el auge del etanol provoca, ponen su fe en la tecnología y sostienen, como la publicidad de Monsanto, que el maíz transgénico mejorará su rentabilidad y rendimiento; que reducirá sus costos y aumentará el volumen de pro-ducción, y tendrá un impacto benéfico sobre el ambiente al reducir el uso de plaguicidas.

Pero el maíz transgénico �–a diferencia del paquete de la Revolución Verde–� no aumenta el rendimiento de las cosechas, excepto al re-ducir los daños por plagas. Monsanto avanzó en los años recientes desarrollando un maíz genéticamente modificado que ataca al ba-rrenador europeo, pero también controla a los gusanos cogollero, elotero y de la raíz, los cuales, a diferencia del primero, sí son plagas mexicanas Pero si la parcela no tiene un daño considerable por estas plagas, no habrá nin-gún aumento de rendimiento o de volumen

de producción. Además las plagas desarrollan resistencias, por lo que entre un 20 y un 35 por ciento del área debe sembrarse con cul-tivos convencionales. Las otras plagas deben ser atacadas con otros venenos.

El maíz resistente a herbicidas los usa in-tensivamente, así que además del costo del producto y de su aplicación, cuestiona los supuestos beneficios al ambiente. La semilla transgénica es más cara que la convencional y adicionalmente los productores deben pagar el costo de una licencia por el uso de la tec-nología. Actualmente con maíces híbridos �no transgénicos� los productores en esos estados están obteniendo muy altos rendimientos, en-tre cinco y 12 toneladas por hectárea, que será muy difícil incrementar con transgénicos.

Así la rentabilidad de la siembra del maíz transgénico debe ser cuidadosamente anali-zada por los productores, contra la inciden-cia de plagas, los costos y precios del maíz, además de considerar el rechazo de los consumidores.

En el contrato de compra de semillas ge-néticamente modificadas los productores se comprometen a no venderlas, intercambiar-las, regalarlas o guardarlas, a riesgo de ser de-mandados penalmente por la corporación.

Así mientras es poco probable que los productores obtengan beneficios extraordi-narios, es inevitable que la siembra de maíz

transgénico contamine a la de maíz conven-cional, pues la coexistencia es imposible, Además, debido al control monopólico del mercado de semillas que ejerce la compañía, si los productores deciden dejar de sembrar transgénicos dependen de la existencia en el mercado de otras variedades que pueden no estar disponibles tal como les ocurrió a los productores en Estados Unidos. Los consu-midores no tendrán la posibilidad de optar por maíz convencional, pues al cabo de algu-nos ciclos todo el maíz será transgénico o es-tará contaminado. A menos que la sociedad civil muestre activamente su rechazo al maíz transgénico, la ilusión de los productores de convertirse en granjeros modernos nos colo-cará a todos como siervos de Monsanto.

Elisa Ramírez Castañeda

En la narrativa y mitología indígenas siempre hay un acuerdo inicial entre los hombres y los dioses. En los primeros y buenos tiempos los creadores y sus cria-

turas no son iguales pero coexisten; tienen trato cotidiano, pleitos amorosos, celos, envidias. Pero, ante todo, observan una serie de normas y reglas que no se deben transgredir.

La violación del pacto con los dioses rompe el equilibrio. Los hombres pierden cualidades divinas y ya no puede tran-sitar entre la esfera terrenal y la sobrenatural. La transgre-sión a veces es accidental: se tira la comida, se destapan las ollas, se hiere a un animal con dueño; pero en otros casos es intencional: incredulidad, falta de respeto a los dioses. Y por la desobediencia premeditada a reglas fundamentales se paga un precio muy elevado.

En el imaginario indígena es claro que muchos aspectos de la civilización occidental violentan el orden cósmico. Y esta ruptura tiene costos: los males económicos, sociales, ambientales y espirituales que hoy nos aquejan remiten esta transgresión básica. Así, los actuales relatos indígenas sobre logros y pérdidas culturales pueden leerse, también, como alegorías de nuestra crisis civilizatoria.

Origen de la abundancia. El niño maíz, Sentiopil o Ta-makatsin, pelea con el rayo y al final hace un trato: Cente-llo le dijo al niño maíz: espíritu del maíz, sácame de aquí y te perdonaré la vida; dime en qué puedo ayudarte. El santo del maíz dijo al Centello: sí, te diré lo que necesito. Para sobrevivir quiero que cuando yo esté tierno me bañes con agua de lluvia, para que crezca. Así lo harás año con año, por los siglos de los siglos. El santo del maíz regresó a la tierra y se convirtió en maíz, y así continúa hasta hoy en día. El Centello o rayo, quedó en medio del mar y desde

allá truena y relampaguea cuando empieza el tiempo de aguas” (Zoque-popoluca).

Una vieja se encontró un grano de maíz y, curiosa, sem-bró la semilla. Al siguiente año volvió a sembrar y de así ob-tuvo todo el maíz que necesitaba. La vieja tenía un perrito que andaba en la milpa. Un día se perdió y al buscarlo vio que sus ojos se le habían convertido en frijoles y la cabeza en calabaza.

Cuando murió el primer jefe kikapú, la gente se dio cuenta de que en el sitio donde lo enterraron crecieron distintas plantas. De su cabeza salieron las calabazas; de sus dientes el maíz y de sus dedos las matas de frijol.

Causas de la escasez. El Señor Ángel tenía cuatro hi-jas: Sme’ Ixim, Madre del Maíz, tenía el pelo rubio y la ropa llena de masa; Sme’ Chenek’, la Madre del Frijol, era morena y tenía el pelo negro; Sme’ Bojch, la Madre de la Jícara, tenía la piel muy blanca y la cara redonda; Sme’ Ch’um era la Madre de la Calabaza y su pelo era rojizo y amarillo. La muchacha del maíz debía casarse con el pri-

mer sembrador y, durante un lapso acordado con su padre, no debía hacer nixtamal, moler ni tortear. Pero la suegra, enojada, la obligó a trabajar y la piel de la muchacha maíz se descascaró y sangró al molerse a sí misma. La joven re-gresó a su casa, pero el maíz se había perdido y a partir de entonces se obtiene con grandes sacrificios. Y no sólo el maíz se perdió, también la potestad de crecer rápidamente, los instrumentos que ayudaban a hacer el trabajo, los gra-nos que hasta de a uno eran llenadores, los recipientes que se colmaban mágicamente. Al perderse el maíz, se perdió para siempre la capacidad de que el fruto fuera siempre del tamaño del hambre (Tzeltal).

Antes se cocía el maíz y con un solo grano alcanzaba para hacer pozol, con un solo grano alcanzaba para hacer torti-llas; ahora, bastante maíz hay que cocer para hacer tortillas; bastante para hacer pozol. Y todo por culpa de la codorniz. Había una muchacha que a las doce iba a dejar el maíz al trabajadero de los hombres. Pero al ir a agarrar un rastrojo, se levantó una codorniz y la muchacha se espantó y regó el maíz que llevaba. Ya no lo pudo levantar completo y ahí quedó tirado un poco. Entonces se regresó a su casa y, con el espanto y para acabar más rápido, para ya no entretenerse agarró maíz de a bastante, con una jícara (Huave).

En diversos cuentos se narra cómo quien penetra a la casa del rayo y vuelca las ollas de la lluvia y del viento ocasiona ciclones y tempestades. Entonces se rompe para siempre la comunicación entre los seres de este y los del otro mundo: ya ningún muchacho regulará la lluvia, ningún sembrador divino recorrerá la tierra en busca de esposa, nadie podrá mirar más lejos que sus propios creadores.

El modo de hacer milpa, el conocimiento del clima y la reverencia y ceremonia con que se trata a los alimentos remiten a un antiguo maridaje del hombre con la natu-raleza, no la Arcadia idílica que quería el romanticismo, pero sí una relación ordenada y potencialmente armoniosa. Cuando esta relación se fractura, se desatan ciclones y llu-vias torrenciales, las cosechas disminuyen, el maíz escasea y el hambre acecha. Habrá que preguntarse, entonces qué norma de convivencia hemos violado.

La causa de nuestras desgraciasDe cómo se logró el maíz y cómo se perdió•

FRANKENSTEINS VERDESLA VIDA EN RIESGO

Granjeros modernos o siervos de Monsanto

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Campesinos protestan frente a las ofi cinas de Cargill - México, en 2004.

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Víctor Suárez Carrera

El encarecimiento de los alimentos en los meses recientes a niveles sin pre-cedentes desde los años 50s configura

una verdadera crisis mundial, que ha impul-sado a todos los organismos internacionales (ONU, FAO, UNCTAD, FMI, Banco Mun-dial, G8, OMC) a reconocerla como un grave problema no sólo para los países importado-res netos sino también para los desarrollados y la economía global en su conjunto.

La multiplicación de los precios de los ali-mentos, de una a tres veces respecto de los nive-les de 2006, profundiza la desnutrición, pobreza y caída del poder adquisitivo de la mayoría de los hogares mexicanos y del mundo entero.

Más de 40 países, entre ellos México, han experimentado conflictos sociales y políticos derivados de la inflación alimentaria. El se-cretario general de las Naciones Unidas llamó a una reunión urgente de todos los organis-mos de esta instancia, incluidos Banco Mun-dial (BM) y Fondo Monetario Internacional (FMI), para analizar la crisis y encontrar solu-ciones urgentes y de fondo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hizo una convocatoria similar a sus miembros para sesionar a princi-pios de junio en Roma. El G-8 (grupo de los países más poderosos) ha incluido el tema en la agenda de su reunión de julio.

México: excepción mundial, según Cal-derón. Sin embargo, de acuerdo con las declaraciones del presidente Calderón y de miembros de su gabinete, en México no hay

crisis alimentaria: somos una excepción mun-dial, no pasa nada, todo está bajo control.

Que los precios de la tortilla se hayan in-crementado más de 40 por ciento y tiendan a llegar a dólar el kilo para principios de junio “no hay problema”.

Que los precios del trigo y del arroz se ha-yan duplicado y triplicado, respectivamente, en los meses recientes, y que la canasta ali-mentaria básica haya sufrido un aumento de 42 por ciento en la administración calderonis-ta, “sí, pero no hay desabasto”.

Que el Banco de México declare que la meta inflacionaria de 3 por ciento para 2008 no podrá cumplirse, y que se superará 4.75 de-bido a la presión del encarecimiento alimen-tario, “no importa, todo esta bajo control”.

Que estemos dependiendo en 42 por cien-to de nuestros alimentos de Estados Unidos (EU), y que en 2007 hayamos importado 20 millones de toneladas de granos y oleaginosas con valor de 5 mil millones de dólares más 7 mil millones de dólares en hortalizas, frutas y otros alimentos procesados y bebidas, “no hay problema, los consumidores tienen mejores opciones de compra”.

Que por el incremento de los precios de los alimentos se prevea que en México aumen-ten en dos millones las personas con desnutri-ción y anemia y en seis millones las personas en condiciones de pobreza, “para eso está el nuevo programa Vivir Mejor”.

El secretario de Agricultura, Alberto Cár-denas, dice que el alza de precios es una bur-buja inflacionaria; el de Economía, Eduardo Sojo, que el abasto está garantizado –aunque

no precisa a qué precios ni con qué conse-cuencias económicas, sociales y nutriciona-les–, y el titular de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, afirma que “no ha habido inflación, ni explosión de precios de los alimentos”.

Se trata, como vemos, de la política del avestruz, de un gobierno autista, que se niega a reconocer la existencia de la crisis alimen-taria en México.

Las corporaciones, beneficiarias de la crisis. Para el gobierno de Calderón no hay crisis alimentaria, “para qué cambiar” si a las grandes empresas agroalimentarias la crisis les ha traído un crecimiento sin precedentes en sus utilidades.

Es el caso de Archer Danield’s Midland (ADM), que –según informó The Wall Street Jornal Americas– reportó ganancias del tercer trimestre (del año fiscal de EU) de 42 por cien-to en su actividad de procesador de alimen-tos, y una septuplicación de las utilidades de su filial que almacena, transporta y comercia granos como trigo maíz y soya. O Monsanto, líder en transgénicos y productor de semillas híbridas y herbicidas, que obtuvo en los re-cientes tres meses ganancias que duplicaron las del periodo previo. Y sus competidoras, Dupont y Syngenta acaban de revisar al alza sus predicciones de ganancias. Asimismo, hay noticias de que la suiza Nestlé y la francesa Danone han logrado sostener sus ganancias pues han trasladado a los consumidores las al-zas de los precios de sus insumos agrícolas. Y el fabricante de maquinaria agrícola Deere & Co registró un aumento de 55 por ciento en sus ingresos del trimestre más reciente.

También las mexicanas Maseca, Bimbo, Bachoco, Lala y Sigma, entre otras, han visto aumentar sus utilidades al tiempo que se pro-fundiza la crisis.

La crisis alimentaria en México (y el mun-do) es resultado de las políticas neoliberales aplicadas desde hace 25 años sin interrupción por los gobiernos priístas y panistas, de con-formidad con los lineamientos del FMI y BM y los intereses de los países desarrollados y sus corporaciones agroalimentarias.

Se apostó a desmantelar la capacidad de producción nacional para depender de las im-portaciones subsidiadas con precios inferiores a los costos de producción provenientes de EU. Antes teníamos autosuficiencia alimen-taria, sobre la base de la oferta campesina y políticas activas de apoyo y protección del Estado mexicano. Ahora estamos en el peor de los mundos: estructura de producción in-terna desbaratada y dependencia alimentaria creciente a precios altos sin precedentes. Y lo que es peor aún: la tendencia alcista de los precios mundiales de alimentos seguirá en los próximos años y, probablemente, lustros.

La crisis alimentaria ha sido impulsada por el uso geopolítico, sin ninguna justificación eco-nómica o ambiental, de granos y oleaginosas para la producción de agrocombustibles en Es-tados Unidos y la Unión Europea. Tan sólo EU utiliza unos cien millones de toneladas de maíz (volumen capaz de alimentar a 500 millones de personas durante un año, y equivalente a cinco veces la cosecha mexicana) para este propósito.

Pero la crisis es también resultado de con-siderar a la agricultura un sector más de la economía capitalista; a los campesinos una “carga” en la modernización de México, y a los alimentos una mercancía más y no un de-recho humano fundamental.

En los 25 años recientes se ha impuesto la idea de que la agricultura no tiene la finalidad primaria de producir alimentos, sino mercan-cías para la exportación y ahora combustibles “limpios”. ¿Comestibles o combustibles?

Los trágicos costos de la política de dependen-cia de abasto desde el exterior, de guerra contra la agricultura campesina, de depositar la seguri-dad alimentaria en el “libre comercio” y en los países desarrollados y sus corporaciones, ahora se está volviendo contra sus creadores y promotores. Es tiempo de reconocer el fracaso de las políticas neoliberales hacia el campo y la alimentación.

Nuestras propuestas. Es urgente cambiar de modelo y de instituciones, no sólo en México sino en todo el orbe. El movimiento campesino autónomo lo ha venido planteando desde hace años, con propuestas viables y bien fundadas, principalmente desde el Movimiento El Campo no Aguanta Más y la Campaña Sin Maíz no hay País. Hasta ahora no hemos sido escuchados.

También urge que el Senado apruebe la mi-nuta de la Ley de Planeación para la Soberanía y Seguridad Agroalimentaria y Nutricional; que la Cámara de Diputados apruebe la minuta que establece el derecho constitucional a la alimen-tación, y ambas cámaras, la ley que crea un me-canismo de administración de comercio exterior de alimentos básicos y la reserva estratégica ali-mentaria. Asimismo, debe imponerse una mo-ratoria a la elaboración de combustibles con ali-mentos y a la siembra de maíz transgénico. No hacerlo, confirmaría el papel de complicidad de los grupos parlamentarios del PRI con las políti-cas anticampesinas y de inseguridad alimentaria del gobierno de Felipe Calderón.Director de la ANEC

CRISIS ALIMENTARIA EN MÉXICO: CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO

Desenmascarados, el neoliberalismo y sus instituciones• Urge pacto nacional por la soberanía y el derecho a la alimentación•

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Armando Bartra

Un nuevo pacto entre la ciudad y el cam-po, que revalore lo rural y se traduzca en políticas públicas comprometidas

con el agro, es exigencia del movimiento cam-pesino mexicano cuando menos desde las movilizaciones de 1995, recuperada en 2003 por el Movimiento El Campo no Aguanta Más, recogida (con asegunes) por el Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) y levantada de nuevo cuatro años después por la exitosa campaña Sin Maíz no hay País. Planteo que el gobierno hace como que escucha pero nun-ca asume, pus desde los 80s del siglo pasado quienes gobiernan están convencidos de que la agricultura debe someterse ciegamente a “las señales del mercado” y que en un modelo agroexportador no caben los campesinos.

La rectificación necesaria para salvar al campo y al país es de fondo, pero está visto que la adopción de un nuevo paradigma ru-ral-urbano no resultará de regateos puntuales sino de una correlación de fuerzas claramente favorable a esta causa y un debate público que ponga sobre la mesa los proyectos estratégicos de nación que están implícitos en las políticas rurales. Debate que hoy pueden ganar con fa-cilidad las posturas filocampesinas porque los saldos económicos, sociales y ambientales de la receta neoliberal fueron desastrosos, pero también porque los tiempos están cambian-do, la agricultura mundial entró en una nue-va fase de precios altos y por los arrabales del mundo avanza la hambruna.

Alimentos al alza. Después de la Segunda Guerra Mundial vivimos un largo período de

cotizaciones agropecuarias decrecientes y en los últimos 30 años el precio de los alimentos se redujo 75 por ciento, no tanto por apertura de nuevas tierras al cultivo (algunas incluso se dejaron de sembrar por abandono o mediante subsidios), sino por mayores rendimientos y co-sechas, resultantes de tecnologías asociados a la llamada Revolución Verde que dieron lugar a una suerte de “agricultura industrial” donde, en apariencia, se puede aumentar casi ilimita-damente la productividad con relativa indepen-dencia de las condiciones agroecológicas. Al ex-plosivo incremento del riego (en el siglo XX se construyeron 800 mil presas: 45 mil de más de 15 metros de altura y cien aun mayores), se agre-gó la mecanización a ultranza, las semillas me-joradas, un mayor empleo de fertilizantes quí-micos, nuevos herbicidas y una amplia gama de pesticidas. Esto, los subsidios y en muchos casos el saqueo impago de recursos naturales no re-novables, como aguas fósiles, transformaron a los países metropolitanos en granero del mun-do dejando a los periféricos como abastecedo-res de algunas materias primas agropecuarias e importadores netos de comida.

Para renunciar a la seguridad alimentaria ba-sada en autoproducción y en reservas estratégicas propias, los mercadócratas al mando argumenta-ban que los países de la gran franja equinoccial no tienen vocación cerealera y es más razonable que importen granos baratos a que los produz-can caros. Y, más allá del dumping económico y ambiental que practican las metrópolis pri-mermundistas, lo cierto es que sus rendimientos técnicos y sus abundantes cosechas permitieron mantener bajos los precios de los granos básicos, dándole una apariencia de validez a la decisión.

Esto terminó. El índice de precios de ali-mentos de The Economist está en su punto más alto desde que empezó a hacerse en 1845 y los inventarios de los cereales, como porcentaje de la producción, son los meno-res jamás registrados. A fines de 2007, como saldo de un incremento de 130 por ciento durante el año, el trigo llegó a 400 dólares la tonelada el mayor precio del que haya memo-ria, y el maíz escaló los 175 dólares, también un récord. Cierto, se trata de picos, pero aun cuando descienden, las cotizaciones siguen muy elevadas. Y estas alzas provocan despla-zamiento y encarecimiento de otros cultivos como el arroz, que en los primeros meses de 2008 tuvo un alza de 75 por ciento y, en tanto que se dan en insumos ganaderos, ocasionan el encarecimiento de la carne, el huevo y los lácteos. Según el Banco Mundial (BM), de fines de 2006 a principios de 2008 el precio de los alimentos en general se incrementó en casi 50 por ciento. Las malas cosechas influ-yen, pero más allá de fluctuaciones anuales, las causas de fondo son otras, de modo que el mediano y largo plazo son igualmente omino-sos: según The Institute of Science in Society, con datos del International Food Policy Re-search Institute, de continuar las tendencias actuales, el precio de los alimentos aumenta-rá entre 20 y 33 por ciento para 2010 y entre 26 y 35 por ciento más para 2020.

Por parte de la demanda, hay que conside-rar el incremento del empleo de granos en ali-mentar ganado (provocado, entre otras cosas, por el cambio de hábitos alimentarios en paí-ses como China e India), y más recientemente la explosiva demanda de maíz y otros cultivos de potencial consumo humano para producir agrocombustibles fuertemente subsidiados (15 mil millones de dólares anuales sólo en los paí-ses de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, según el Financial Times). La combinación es explosiva, pues en-tre 2004 y 2007 el mismo incremento que tuvo la producción maicera lo tuvo el empleo de este grano para fabricar etanol, de modo que el aumento de la demanda forrajera presionó sobre las reservas. El saldo: alzas bruscas de los precios. La conversión de granos a combusti-bles y carne resulta ruinosa en un mundo con hambre, pues la cantidad de cereal que aporta las calorías que una persona gasta en un día, sirve apenas para producir un cuarto de litro de etanol o seis gramos de carne de res. Sin embargo, la tendencia se mantiene y en 2008 se prevé que Estados Unidos destinará a pro-ducir etanol un cuarto de su cosecha maicera.

Por parte de la oferta, debe tomarse en cuenta la degradación de los sistemas agrí-colas intensivos, cuyos altos rendimientos se lograron erosionando los recursos naturales, y los altos costos sociales, ambientales, produc-tivos y de transporte asociados a la apertura de nuevas tierras al cultivo, muchas de ellas vulnerables al cambio climático. (ver Eco-nomist Intelligence Unit, No más alimentos baratos, La Jornada 18/12/07). Otro factor no coyuntural que coadyuva al alza de precios por el lado de la oferta es la imposibilidad de seguir soslayando indefinidamente los al-tos costos ambientales directos e indirectos de una actividad que con su actual modelo tecnológico emplea –y en gran medida con-tamina– la mayor parte del agua potable de la que disponemos, que genera un tercio de todos los gases de efecto invernadero (18 por ciento por deforestación y 14 por ciento por la producción misma) y que es usuaria de una porción sustantiva del transporte, que ha su vez genera 14 por ciento de dichos gases.

El pico del petróleo. El fin de los alimentos baratos es inseparable del fin de los combus-tibles baratos. Agotamiento energético que es

también el término del ciclo histórico que em-pezó hace más de 200 años con el despliegue del capitalismo industrial: un orden basado en la ganancia y sostenido por un creciente gasto de energía (en los últimos 20 años se empleó más energía que en toda la historia previa de la humanidad) que sólo fue posible por la ge-nerosidad de los combustibles fósiles. A me-diados del siglo XIX se perfora el primer pozo petrolero y con ese poderoso recurso el siglo XX vive una inusitada aceleración: en un lapso equivalente a 0. 05 por ciento de la historia de la humanidad, el uso de energía crece mil 600 por ciento, la economía se expande mil 400 por ciento, el empleo de agua dulce aumenta 900 por ciento y la población se incrementa 400 por ciento (de 2 mil 500 millones a seis mil millones). Pero a su vez el bióxido de carbono en la atmósfera aumenta mil 300 por ciento y las emisiones industriales 40 mil por ciento.

Todo hace pensar que globalmente estamos en la inminencia del pico del petróleo: fórmula que en términos geológicos designa el momen-to de mayor producción de un yacimiento, a partir del cual ésta se reduce. Dicho máximo ha sido alcanzado ya en muchas regiones pro-ductoras y, según diversos autores (Kenneth Deffeyes, Beyond Oil: The View from Hub-berts Peak; Hirsch, R., R. Bezdeck, y R. Wen-dling, Peak of World Oil Production: Impacts, Mitigation & Risk Management; entre otros citados por Jack Santa Barbara, The False Pro-mise of Biofuels, International Forum on Glo-balization, 2007), es en el nivel planetario una inflexión en curso o inminente. Pero, además de que se produce menos combustible, los ren-dimientos decrecientes de los yacimientos se traducen en reducción de la energía neta que se obtiene del petróleo pues, rebasado el pico, la extracción demanda esfuerzos cada vez ma-yores en forma, por ejemplo, de inyecciones de gas o agua. Otro factor que refuerza la decli-nación de los combustibles fósiles en términos de energía neta es que tienen que explotarse aceites más pesados, depósitos más profundos o fuentes no convencionales en los fondos ma-rinos, en el Ártico o en arenas bituminosas. Así, la energía neta del petróleo pasó de 100 a 1 a 20 a 1 en los últimos años, y sigue descendiendo.

El que se rebase el pico del petróleo y entre-mos en un período de creciente escasez relati-va de combustibles fósiles constituye un fin de época, no porque habrá que cambiar de fuentes de energía, sino porque la densidad energética del petróleo, el gas y el carbón es excepcional y posiblemente irrepetible, pues al estar forma-dos por materia animal y vegetal acumulada y comprimida durante tiempos geológicos con-densan enormes cantidades de energía solar. Energía empaquetada, a la mano y por tanto “barata” en una lógica extractiva, que la huma-nidad sorbió y dilapidó en poco más de cien años. Agotada esta riqueza energética paciente-mente atesorada por el planeta y por tanto no renovable, tendremos que recurrir a otras fuen-tes más duraderas, como la propia radiación solar, que son prácticamente ilimitadas

UN FANTASMA RECORRE EL MUNDO:EL FANTASMA DEL HAMBRE

FIN DE FIESTA

“(...) los subsidios y el saqueo

impago de recursos naturales

no renovables, como aguas

fósiles, transformaron a

los países metropolitanos

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dejando a los periféricos

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netos de comida”.

ILUMINACIONESMIRADAS AL FUTURO DEL CAMPO

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pero tienen una densidad energética muchísimo menor, un saldo energético neto más reducido y un costo económico mayor, cuyo pago –además– no se puede posponer, como durante la jauja de los combustibles fósi-les, y tiene que ser en efectivo.

Así, en un suspiro cósmico, el capitalismo saqueó el presente y el pasado; depredó la biosfera viviente y la biosfera fosilizada. Pero el sueño ha terminado y con él se esfumó el espejismo de abundancia en que vivió la efí-mera civilización industrial. Ojalá se supere también, cuando aún estamos a tiempo, un or-den insostenible e insoportable donde la furio-sa aceleración sin rumbo condensó y exacerbó todas las contradicciones, un mundo inhóspito y errático donde la prisa suplantó a la historia.

Cambio de época. El impacto de la com-bustión masiva de petróleo, gas y carbón nos está llevando a una crisis ambiental irrever-sible. Pero, además, estos combustibles se terminan y con ellos concluye un modelo histórico de desarrollo pues sus virtudes ener-géticas son tan inusuales que es muy probable que nunca más contemos con algo parecido (ver, Jack Santa Bárbara, ibid).

Con el agotamiento del petróleo se agota también un paradigma civilizatorio, un siste-ma mudo que –siendo socialmente inicuo y ambientalmente predador también resultó energéticamente insostenible–. Y la alternati-va a la crisis terminal del mercantilismo abso-luto no está en desarrollar otras fuentes ener-géticas manteniendo la tendencia del gasto; necesitamos cambiar de forma radical nuestro modo de producir, mercadear, consumir y convivir. El sistema basado en la expoliación del hombre y de la naturaleza no puede seguir reteniendo a los miserables en la periferia y es-condiendo la basura debajo de la alfombra; al gran dinero ya no le es posible transferir, des-plazar o posponer las facturas socioambienta-les acumuladas durante las últimas centurias. Y es que al incidir sobre la reproducción del ecosistema planetario con impactos que se desplazan social, espacial y temporalmente, la producción económica capitalista incurre en “costos” ambientales, que por lo general no re-conocen ni pagan quienes los ocasionan sino quienes, estando distantes en la escala social, en el mapa o en el calendario, sufren sus efec-tos desplazados, remotos o pospuestos.

Los excesos del penthouse social se trasmi-nan a los pisos bajos de modo que unos son los que pisan el acelerador y otros los que respiran los gases del escape, unos los que producen la basura (a razón de siete kilos diarios por per-sona en las grandes ciudades) y otros los que viven en los tiraderos. De la misma manera, siendo las economías metropolitanas las más contaminantes, los daños mayores del cam-bio climático están ocurriendo en las regiones tropicales de África y América Latina. Y, por último, mientras las privilegiadas generaciones actuales disfrutan las mieles de una alta pro-ductividad ficticia por insostenible, serán las próximas quienes paguen con hambre, enfer-medad y rebatiña por los recursos las facturas que les heredaron sus irresponsables ancestros.

Al transferir los costos ambientales en la escala social, en el espacio y en el tiempo los ricos envenenan a los pobres, el centro expo-lia a la periferia y el presente saquea al futu-ro. Ciertamente, el capital explota al trabajo, pero esta injusticia canónica no es más que una pequeña parte de la socioambientalmen-te insostenible desigualdad sistémica.

Se agota el modelo de agricultura indus-trial. La crisis energética gravita decisivamen-te sobre la crisis agropecuaria. No sólo porque una de las opciones a los combustibles fósiles son los agrocombustibles cuya expansión se da, en parte, sobre tierras antes destinadas a otros cultivos. También porque la agricultura siguió los mismos patrones que la industria y hoy depende en gran medida de la disponibi-lidad y bajo costo de los derivados del petró-leo: las máquinas agrícolas, muchos sistemas de riego y toda la agroindustria son grandes consumidores de energía; ciertos fertilizantes nitrogenados (urea, amoniaco) provienen de la industria petroquímica, y la globalización agropecuaria supone mover cosechas ma-sivas a grandes distancias con enorme costo en combustibles. El agotamiento del mode-lo energético es también el agotamiento del paradigma de la “agricultura industrial” que empezó a imponerse hace dos siglos.

“En una era de caos climático y recursos disminuidos –sostiene el Manifiesto sobre las transiciones económicas globales– el modelo neoliberal se vuelve inviable. Su dependen-cia de las exportaciones con enormes gastos de transporte y creciente empleo de recursos (...) es insostenible (...) La viabilidad econó-mica futura demandará un dramático vuelco hacia las economías locales, (...) reintroducir una versión modernizada de la sustitución de importaciones (y) promover una ordenada re-rruralización y revitalización de las comuni-dades a través de reforma agraria, educación, métodos agroecológicos de pequeña escala, control de importaciones-exportaciones y énfasis en la democracia local. Todo en pre-paración de la inevitable desindustrialización de la agricultura que vendrá al declinar la dis-ponibilidad de combustibles baratos” (Jerry Mander, editor, Manifesto on Global Econo-mic Transitions, Global Project on Economic Transitions, septiembre, 2007).

El mundo necesita más y mejor comida pero no puede producirla del modo como lo hacía antes. Con altos precios, bajos in-ventarios, ascendentes costos de transporte, progresiva derivación de las tierras y de los cultivos a fines no directamente alimentarios y crecientes efectos del cambio climático so-bre las cosechas, depender de la importación de granos básicos es ruinoso para los países que quizá podrían pagarlas y suicida para los más pobres. En adelante no sólo será social y políticamente pertinente sino también eco-nómicamente rentable en la perspectiva de las cuentas nacionales, recuperar la soberanía y seguridad alimentarias buscando autosufi-ciencia cuando menos en los bienes de mayor consumo. En palabras de Blanca Rubio: “La orientación de los países desarrollados hacia la producción de alimentos para energéticos y con ello la reducción de la oferta mundial de granos para alimentos implica que los paí-ses dependientes se verán obligados a fortale-cer la autosuficiencia alimentaria a riesgo de orientar elevados montos de sus divisas a la compra de los encarecidos alimentos en el ex-terior (Blanca Rubio, ¿Hacia un nuevo orden agroalimentario energético mundial?, en Re-vista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, 26-27, Buenos Aires, 2007).

Pero, quién y cómo puede producir en cada país los alimentos que hacen falta. La salida no está en el agronegocio por tres razones: primera, su modelo tecnológico es depreda-dor, de modo que si encabezara la nue-

“El índice de precios de alimentos de The Economist está en su punto más

alto desde que empezó a hacerse en 1845 y los inventarios de los cereales,

como porcentaje de la producción, son los menores jamás registrados”.

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va expansión agrícola, el daño ambiental sería incalculable; segunda, su racionalidad económica es especulativa, lo que maximi-zaría las rentas a las que dará lugar el nece-sario cultivo de tierras cada vez más lejanas y menos fértiles; tercera, su manejo político del hambre le permite extorsionar pueblos y chantajear gobiernos.

Seguir dejando en manos privadas el apro-visionamiento alimentario, cuando éste se en-cuentra en riesgo es propiciar el arrasamiento final de campesinos y comunidades indígenas por una agricultura especulativa controlada por trasnacionales que además no genera em-pleo (en el caso ejemplar de la soya, apenas dos jornales por cada mil hectáreas); es alen-tar la degradación de suelos, aguas y biodiver-sidad por un sistema de cultivo extractivo o “minero” que ya mostró sus límites; pero es, también, profundizar las distorsiones del mer-cado pues la apropiación y valorización de recursos naturales limitados y de distinto po-tencial productivo genera rentas diferenciales y facilita las rentas absolutas especulativas. Es-tas últimas, no sólo porque al monopolizar el medio de producción, los insumos de patente y los sistemas de mercadeo, se controla la ofer-ta, sino porque al tratarse de alimentos básicos la demanda es inelástica y los precios no tie-nen más límite que la voracidad corporativa y la capacidad de pago del hambreado con-sumidor. Rentas que se embolsan en mayor proporción las trasnacionales graneleras; sus personeros en la operación del cultivo –por lo general empresarios ajenos al campo– bus-can la mayor ganancia en el plazo más corto y se asientan temporalmente en la tierra para establecer una agricultura predadora y sin agricultores. Ejemplo de esto son los “desier-tos verdes” soyeros que invaden el cono sur del continente americano (ver Javiera Rulli, Introducción al modelo de la soja, en Javiera Rulli, coordinadora, Repúblicas unidas de la soja, Grupo reflexión Rural, Paraguay, 2007).

No menos ominoso es el poder fáctico de un agronegocio que es capaz de inducir polí-ticas y de poner o quitar gobiernos. También en esto el ejemplo lo encontramos en el sur del continente: en marzo de 2008 estalló en Argentina un paro patronal encabezado por la Sociedad Rural Argentina, agrupación de ex-trema derecha vinculada con los ex militares y la iglesia más conservadora. Con amenazas de desabasto, los beneficiarios de la hiperren-table agricultura argentina que lucran con el acceso irrestricto a la tierra pero también con la devaluación de 2001 que elevó abruptamen-te los ingresos de los exportadores, se niegan a pagar los actuales impuestos y con métodos golpistas exigen al gobierno que reduzca las “retenciones”.

Por un campo con rostro humano. Dada su relevancia alimentaria, su importancia laboral y la trascendencia de sus aportes am-bientales y culturales, el buen manejo de los bienes comunes y patrimonios colectivos del mundo rural es socialmente prioritario. In-terés primario que en un contexto de crisis energético-alimentaria deviene asunto de se-

guridad nacional y global donde los requeri-mientos de los mexicanos todos y de la huma-nidad entera están por encima de la “mano invisible” del mercado y la no tan invisible de las trasnacionales y sus protectores impe-riales. En su entreverada e integral multidi-mensionalidad, el campo es ámbito de interés público cuya conducción debe ser comparti-da por el Estado y la sociedad organizada: co-munidades rurales, pobladores, productores agropecuarios, consumidores, creadores de cultura, expertos...

La creciente dependencia alimentaria mexicana en los tiempos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte resultó de que entre 1995 y 2007 disminuyó la superficie sembrada en 12 por ciento y, si bien los ren-dimientos agrícolas crecieron 25 por ciento, la demanda interna aumentó más, de modo que se incrementaron exponencialmente las importaciones. Así, en el caso del maíz, la su-perficie se redujo casi 11 por ciento y, pese a que el rendimiento aumentó 30 por ciento, la importación creció 185 por ciento. En el frijol, la superficie cayó 28 por ciento, el ren-dimiento aumentó 76 por ciento y las impor-taciones subieron 283 por ciento. En trigo la superficie se redujo 27 por ciento y, aun con el aumento de 50 por ciento en rendimientos, la importación se incrementó 217 por ciento. Finalmente, en el caso del arroz la superficie se redujo 22 por ciento y las importaciones au-mentaron 120 por ciento.

Para México, como para muchos otros países severamente deficitarios en alimentos, restaurar la autosuficiencia en básicos supone incrementar sostenidamente los rendimien-tos, pero también recuperar la superficie antes sembradas y aun ampliarlas. Expansión de la frontera agrícola que, a fin de que no sea pre-dadora sino sostenible, debe incorporar crite-rios ecológicos, es decir un manejo múltiple y flexible de los recursos naturales y sociales adecuado a su frágil condición. De lo contra-rio, si la expansión de los cultivos se rige por la maximización de las ganancias en el tiempo más corto, la nueva producción alimentaria adoptará la forma de monocultivos “extracti-vos” que ya tiene en buena parte el planeta, con saldos ambientalmente catastróficos.

Ha llegado el día de que los campesinos alimenten de nuevo al mundo. La alterna-tiva local, nacional y global es la pequeña y mediana producción familiar o colectiva, operando en un marco institucional que en vez de inhibirlas o suplantarlas potencie sus virtudes sociales, ambientales, tecnológicas y económicas. El cultivo doméstico y asociati-vo, por lo general multiactivo y diversificado, puede incrementar su oferta directamente agropecuaria y su aportación de bienes socia-les, ambientales y culturales, como ya lo hizo en el pasado. Pero si no tiene apoyo público y no se regula su entorno económico, acabará vendiendo a precios de costo y consumiendo sus recursos naturales y productivos en vez de conservarlos e incrementarlos. Porque si el agronegocio cobra rentas a la sociedad, la agricultura campesina por lo general las paga y con ello a la larga deja de ser viable.

Necesitamos, entonces, un nuevo enten-dimiento entre el surco y la banqueta donde la ciudad reconozca y retribuya las reales aportaciones de un campo socialmente justo, ambientalmente sostenible y económicamen-te eficiente. Y esto se deberá materializar en

políticas públicas orientadas a darle viabili-dad técnico-económica a lo que es social y ambientalmente necesario, en acciones que revitalicen el mundo rural interviniendo de forma decidida el mercado agropecuario de alimentos, mediante regulaciones y políticas compensatorias. Hoy sabemos que sólo la di-versidad tecnológica y productiva es agroeco-lógicamente sustentable y socialmente inclu-yente, pero el mercado (aun el de la “libre concurrencia” y no digamos el que existe en la realidad, jineteado por las trasnacionales) hace tabla rasa de la diversidad virtuosa, pues no entiende de costos legítimos pero desigua-les y es sordo y ciego para “externalidades” socioambientales decisivas, como preservar la naturaleza, generar empleo e ingreso, propi-ciar la equidad social, sustentar la diversidad cultural...

Posdata: las hambrunas. Desde el 6 de abril de 2008 se desataron en Haití manifesta-ciones y saqueos de tiendas, que fueron repri-midos por la policía local y los Cascos Azules de las Naciones Unidas, con saldo, hasta el momento, de dos muertos, más de cien heri-dos y la caída del gobierno. Y es que el precio del arroz, alimento básico de éste que es el país más pobre del continente Americano, se duplicó en una semana, de modo que hoy al 80 por ciento de la población, que gana me-nos de dos dólares al día, apenas le alcanza el salario para comprar un kilogramo del grano. En los mismos días otros 30 países enfrenta-ban problemas sociales por la carestía de los alimentos, entre ellos Filipinas, Egipto, Pakis-tán, Camerún, Costa de Marfil, Mauritania, Etiopía, Madagascar, Senegal, Nigeria, Soma-lia, Sudán, Uganda, Tajikistán, Armenia, Ve-nezuela, Bolivia, Perú, Chile y Argentina. En las naciones más pobres, como Haití y Perú, se comenzaba a repartir comida, mientras que las de mayor desarrollo relativo canalizaban subsidios a la población depauperada, como Chile, donde el gobierno está entregando un bono alimentario de 45 dólares a un millón y medio de familias marginadas.

En la sección de agricultura del World Development Report, 2008, el BM reconoce que “el ajuste estructural (…) desmanteló un elaborado sistema de agencias públicas que proveía a los campesinos con acceso a la tierra, al crédito, a los seguros, a los insumos y a las formas cooperativas de organización. La expectativa (de) que estas funciones serían retomadas por agentes privados no ocurrió (…) Mercados incompletos y vacíos insti-tucionales impusieron costos enormes (…) un crecimiento que se frustró y pérdidas en bienestar para los pequeños productores, amenazando su competitividad y, en muchos casos, su sobrevivencia”. Admite también que “es necesario volver a colocar este sector (la agricultura) en el centro del programa de de-sarrollo”, entre otras cosas porque de los 5 mil 500 millones de habitantes de los países en desarrollo, 3 mil millones, casi media huma-nidad, viven en el campo, de modo que “se requiere una revolución de la productividad de los pequeños establecimientos agrícolas”.

Pero en la reunión de primavera de 2008, el BM y el Fondo Monetario Internacional (FMI), gargantas profundas del capitalismo salvaje, sus llamados de alerta subieron de tono. Robert B. Zoellick, presidente del BM, apremió a la comunidad internacional a to-mar medidas ante lo que llamó una “situación

de emergencia”, mientras que Dominique Strauss-Kahn, director del FMI, presentó un diagnóstico desolador: ”Cientos de miles de personas pueden dejar de comer. Los niños sufrirán desnutrición, con consecuencias para el resto de sus vidas (…) El alza del precio de la comida está acabando con todo lo obtenido en reducción de la pobreza (…) Ésta puede ser la ruta de un gran conflicto en el futuro”.

Al coro se sumaron, días después, la Or-ganización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al reco-nocer que pese a su gran producción agrícola América Latina tiene “50 millones de subn-utridos” y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que en el documento Evaluación internacional de las ciencias y tec-nologías agrícolas para el desarrollo, sostiene que “la agricultura moderna debe cambiar radicalmente para servir mejor a los pobres y hambrientos (pues) mantener las tendencias actuales en producción y distribución agota-ría nuestros recursos y pondría en peligro el futuro de nuestros hijos”, para concluir aler-tando sobre una posible “explosión” social por el alza en los alimentos.

Ya era hora de que los mayores impulsores de la suicida conversión antiagraria y anti-campesina, como el BM y el FMI, confesaran el etnocidio en que incurrieron con sus “reco-mendaciones”. Pero para que la mudanza por la que claman a destiempo casi todos los orga-nismos multilaterales sea efectiva, hará falta que los países cuyos gobiernos escucharon sus cantos de sirena cambien en serio de rumbo revitalizando la producción de comida y po-niendo al día la economía campesina, pues de otra manera más de 200 millones de perso-nas verán empeorar su situación en los próxi-mos años. Y en países como México –dice a destiempo el FMI– el encarecimiento de los alimentos importados puede elevar el déficit comercial hasta 10 mil millones de dólares, un punto del PIB.

Latinoamérica rebasó el pico del petróleo y el de las remesas (el número de los que envían bajó 30 por ciento y el monto total empieza a disminuir) lo que, sumado a la carestía de los básicos, recrudece la pobreza endémica. Hay que crecer más, dirán algu-nos. Pero el “despegue” económico que las metrópolis lograron con energéticos subvalo-rados tendríamos que emprenderlo nosotros con energéticos al alza. Dice la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): el subcontinente “deberá encarar su crecimiento (…) con energía cara, a dife-rencia de los países desarrollados que logra-ron su industrialización con petróleo barato” (CEPAL, abril 2008). Pero lo que ratifican los quiebres de las tendencias (energéticos y ali-mentos al alza, remesas a la baja) no es que para nosotros el takeoff será más cuesta arriba, sino que la vía primermundista al “progreso” siempre nos estuvo vedada –ahora más–, de modo que habremos de reinventar tanto el camino como el objetivo (el paradigma de modernidad capitalista hace rato dio de sí). Y en esta ruta alterna, la agricultura campesina y el mercado interno serán decisivos.

El viraje tiene dos precondiciones: asumir la soberanía alimentaria mediante una relocali-zación planetaria de la producción de los bási-cos que reduzca el derroche energético de una economía mundial agroexportadora que privi-legia los mercados globales sobre los locales, y asumir la soberanía en el trabajo mediante po-líticas de empleo digno y pequeña producción remuneradora que restauren la esperanza de un mejor futuro en el propio país y reduzcan el costo económico y la erosión social y cultu-ral que ocasiona la migración forzada.

“(...) entre 2004 y 2007 el mismo incremento que tuvo la producción

maicera lo tuvo el empleo de este grano para fabricar etanol. El

saldo: alzas bruscas de los precios. La conversión de granos a

combustibles y carne resulta ruinosa en un mundo con hambre”.

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Katia Winkler y Pablo Sigüenza

Guatemala es originario de numerosas variedades de maíz –sustento civilizatorio mesoamericano milenario–, pero se ha vuelto dependiente de las

importaciones del cereal. En los 80s el país aún era produc-tor autosuficiente, pero hoy las compras desde el exterior de granos básicos, y de maíz en especial, representan una tercera parte de la disponibilidad nacional, cercana a los 50 millones de quintales anuales.

Las importaciones atienden la demanda de la industria de alimentos procesados y de los productores pecuarios; no están en concordancia precisamente con el consumo de maíz per cápita.

De esta forma se justifican las importaciones de granos básicos subsidiados en los países de origen –principalmen-te Estados Unidos–, que favorecen preponderantemente a las empresas trasnacionales controladoras de la cadena alimentaria; como consecuencia, está el abandono del cul-tivo de maíz de los pequeños y medianos productores.

Migración rural. Otros efectos nefastos son la desnutrición crónica en la mitad de los niños y las niñas guatemaltecos me-

nores de cinco años, y el abandono del campo pues la gente migra hacia los países vecinos del norte por la falta perspectivas, de acceso a tierras, insumos y mercados. El aparato público in-tenta mitigar esto con medidas compensatorias y cosméticas, tales como el redireccionamiento de fondos gubernamentales hacia rubros relacionados con la seguridad alimentaria.

El discurso que sustenta las políticas neoliberales en el mundo busca restarle importancia al recurso tierra. Sin embargo, la relación que existe entre la distribución de la riqueza, el valor de la tierra y su tenencia y los índices del llamado desarrollo, es estrecha.

Desafortunadamente, Guatemala no figura entre los paí-ses donde se han logrado procesos de transformación agra-ria y, por ende, cambios estructurales en las sociedades: su concentración de la tierra es de las más altas en América Latina. Las tierras más fértiles del país, en pocas manos, son destinadas a la agroexportación tradicional de los pos-tres para el primer mundo –como banano, café y azúcar– y, en fechas recientes y en aumento, a la producción de agrocombustibles. En cuanto a los pequeños y medianos productores de alimentos, el rubro de maiceros –que parti-cipa de manera importante en los cerca de 26 millones de

quintales del grano producidos anualmente y cultivados en parcelas menores de 10 manzanas–, se encuentra en pleno proceso de descampesinización.

Capacidad de autoabasto. Investigaciones recientes rela-cionadas con la problemática agraria y rural guatemalteca de-muestran que existe suficiente tierra apta para el cultivo del maíz, la cual además, siendo ahora subutilizada u ociosa, po-dría destinarse a satisfacer la demanda nacional alimentaria.

Cambios necesarios y concretos en la tenencia de la tie-rra, junto con una adecuada regulación de sus usos, la fis-calización de la misma, y los insumos necesarios provistos por el Estado, posibilitarían la generación de excedentes de producción considerables, con los cuales no sólo se lograría la sustitución de las importaciones de maíz, y con ello, la soberanía alimentaria nacional, sino que también habría volúmenes para la exportación y la generación de divisas alternas a las remesas. Mediante la afectación de las tierras ociosas, y un consecuente ordenamiento territorial bajo criterios preponderantemente sociales y agroecológicos, es posible la revitalización de la pequeña y mediana produc-ción campesina e indígena del maíz y de la vital milpa.

Parece más que urgente reorientar las políticas agríco-las hacia la solución de la dependencia alimentaria y la conflictividad agraria, ésta última que en la historia aún reciente de Guatemala condujo a una de las guerras más sangrientas y silenciadas del continente.Instituto de Estudios Agrarios y Rurales, Guatemala

Guatemala: entre la dependencia y la soberanía alimentaria

Alejandro Calvillo Unna

Desde mediados de los 90s desapa-recieron los procedimientos para evaluar los riesgos que podían repre-

sentar los transgénicos en la Food and Drug Administration (FDA, Administración de Ali-mentos y Medicamentos) de Estados Unidos.

El artífice de ese proceso en la FDA fue Michel Taylor, quien había trabajado en la firma de abogados King and Spaulding, que asesoró a Monsanto en la elaboración de la regulación pro-biotecnología que la industria cabildeó ante el gobierno estadounidense.

Para Monsanto no podría haber mejor per-sona para tomar el mando de los asuntos rela-cionados con los transgénicos en la FDA. En 1991 se creó un nuevo cargo exclusivamente para él: comisionado de Política. Tres años después el poder de este personaje era incues-tionable: fue nombrado administrador del De-partamento de Seguridad en Alimentos Agrí-colas y Servicio de Inspección de la FDA.

Con Taylor comenzó a darse una profunda desregulación de los transgénicos: la autori-dad dejó de hacer estudios de evaluación, y pasó esta responsabilidad a las empresas. Así, países importadores de granos desde Estados Unidos, como México, reciben transgénicos (maíz, soya, canola) y no hay una real garan-tía de salud para los consumidores.

Los servicios de Taylor serían posteriormen-te bien remunerados. Cuando dejó la FDA, fue nombrado vicepresidente de Políticas Pú-blicas de Monsanto. Esta transformación de

funcionarios a cabilderos de empresas y vice-versa es algo muy común.

A partir del acta de libertad de informa-ción, diversas organizaciones y personas han obtenido documentos internos de la FDA que evidencian la fuerte oposición expresada por expertos de la institución contra la vía li-bre a los transgénicos.

La salud, en manos de trasnacionales. La FDA, influida por Taylor, expresaba pública y oficialmente que los alimentos transgénicos no representaban ningún riesgo para la salud

humana. Pero al interior de la FDA había una “guerra de memos” que derivó en el despido de varios especialistas que se resistieron a la imposición de los intereses del corporativo por encima de la misión de esa institución públi-ca, que es proteger la salud de la población.

Los diferentes grupos de trabajo se manifes-taron. El Grupo de Toxicología de la FDA ad-vertía: “la posibilidad de cambios accidenta-les, inesperados, en las plantas transformadas por la ingeniería genética, justifican la nece-sidad de estudios toxicológicos”. La División de Tecnología y Química en Alimentos de la institución señalaba cuatro riesgos principa-les: el incremento de los niveles de toxinas conocidas; la aparición de nuevas toxinas; un incremento en la tendencia de acumular sus-tancias tóxicas del ambiente, como pesticidas o metales pesados, y alteraciones indeseables en los niveles de nutrientes. El Centro de Me-dicina Veterinaria envió un memorándum en el que alertaba: “el Centro considera que los animales alimentados con plantas genética-mente modificadas enfrentan riesgos en su salud, así como también quien consume la carne o los productos de estos animales (...) los residuos de toxinas en la carne o la leche pueden provocar problemas en la seguridad de los alimentos que consumimos“.

Riesgos silenciados. Las advertencias de los expertos fueron acalladas en beneficio de la industria. Después de varios años y tras ar-duos procesos legales, parte de los documen-tos fueron liberados y hechos públicos. Sin embargo, nada cambió.

Los riesgos más citados que los transgénicos representan para la salud son: la generación de alergias; la transferencia de resistencia a antibióticos desde genes introducidos a los alimentos transgénicos hacia los microorga-nismos de nuestro cuerpo; una mayor pre-sencia de toxinas conocidas, y la aparición de toxinas desconocidas.

Pero hay otras amenazas aún no cataloga-das. Tomemos el ejemplo de la producción de maíces transgénicos para la producción de medicinas. Si se diera el caso de que maíces modificados para producir antibióticos trans-firieran sus genes a maíces para consumo humano, se tendrá un alto riesgo de que los microorganismos patógenos desarrollen resis-tencia al antibiótico en quienes consuman este grano.

Jeremy Riffkin dice que si el siglo XX fue de la industria química, el XXI es de la bio-tecnología. Se han introducido unos 100 mil químicos sintéticos al ambiente y los alimen-tos y hay datos que los responsabilizan de epi-demias de cáncer y efectos mutagénicos y de actuar como disruptores endocrinos. Los aditi-vos químicos en alimentos procesados no han sido evaluados en sus efectos sinergéticos, ni individualmente en profundidad. Varios han sido retirados después de descubrirse, por es-tudios independientes, que son cancerígenos. Recientemente, la Agencia de Estándares de Alimentos del Reino Unido concluyó que co-lorantes comúnmente utilizados en alimentos y bebidas procesadas están provocando déficit de atención e hiperactividad en los niños, uno de los trastornos más severos y comunes en la población infantil y juvenil a escala global.

¿Qué nos depara la introducción masiva de transgénicos con fines alimentarios, medici-nales, industriales, sin la existencia de insti-tuciones y procedimientos de evaluación de riesgos? ¿Cuál es el futuro de la salud y del medio ambiente con la imposición de los in-tereses corporativos sobre los colectivos y el bien común?Director de El Poder del Consumidor, A.C.

DESREGULACIÓN DE OGM EN ESTADOS UNIDOS GENERA MÁS RIESGOS A LA SALUD

Desoyó la FDA oposición de expertos a la vía libre a alimentos modificados•

Químicos dañan a los niños; OGM, nueva preocupación para la salud pública•

NUESTROS VECINOS

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Rafael Obregón Viloria

Para sobrevivir, reproducirse y mante-nerse saludables, los seres vivos requie-ren alimentos y condiciones naturales

que lo permitan. Las necesidades de plantas y animales varían de acuerdo con cada espe-cie: pueden observarse poblaciones distribui-das ampliamente mientras otras sólo están en sitios específicos; asimismo, existen especies con gran capacidad de adaptación y otras que sólo sobreviven en condiciones muy particula-res; también hay especies con poblaciones nu-merosas en cualquier lugar donde se encuen-tren y otras cuyas poblaciones son pequeñas.

Cuando el hombre interviene en los ecosis-temas naturales con la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y urbanización, destruye o fragmenta el hábitat natural de millones de seres vivos. Y si sumamos la sobreexplotación comercial, podemos explicar la critica situa-ción de animales como cocodrilos, manatíes, patos, gansos, lobos, osos, tapires, jaguares, pumas, monos araña, monos aulladores (sa-raguatos), así como diversas aves y plantas, como el palo fierro, el pino piñonero, orquí-deas, cactáceas, pequeñas palmas y muchísi-mas otras. Todas otrora abundantes en Méxi-co y hoy en peligro de extinguirse.

En nuestro país se ha desarrollado el Sistema de Áreas Naturales Protegidas para garantizar la conservación de territorios de importancia biológica. Por medio de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), hoy el gobierno federal administra 164 áreas natu-rales, con más de 23 millones 96 mil 877 hec-táreas. Están también las áreas naturales prote-gidas estatales y municipales, las unidades de manejo de la vida silvestre, los programas de manejo forestal comunitario que desarrollan ejidos y comunidades, y reglamentos locales para proteger tierras aún conservadas.

Ausencia de conectividad. Estas formas de conservación se distribuyen a lo largo y ancho del país, y generan una suerte de islas prote-gidas en territorios que antes pudieron perte-necer al mismo ecosistema, pero que, ante la fragmentación en la cubierta vegetal y el de-terioro de agua y suelo, actualmente no pre-sentan ninguna o tienen escasa conectividad.

Es cierto que para varias especies resultan importantes las áreas protegidas en donde “pedazos” de su hábitat original se encuen-tran conservados, pero en muchos casos la superficie protegida resulta insuficiente para garantizar su desarrollo. Un ejemplo clásico es el jaguar; cada felino necesita entre 25 y 30 kilómetros cuadrados para obtener su alimen-

to, de manera que una población viable de ja-guares requiere una superficie mucho mayor.

Asociados a la disponibilidad de alimentos, hay factores que justifican la necesidad de co-nectar hábitat o fragmentos de ecosistemas hoy aislados. Destacan: primero, el hecho de que mientras más grandes sean las poblaciones, de cualquier especie, es mayor la posibilidad de que haya machos y hembras suficientes para garantizar su reproducción; segundo, cuando una población queda confinada, hay más cru-zamientos entre “parientes”, lo que aumenta la probabilidad de la “deriva” genética, esto es, los riesgos de defectos genéticos, y tercero, las poblaciones establecidas en islas son más vul-nerables a los eventos naturales extraordinarios, como enfermedades, sequías, inundaciones y huracanes, y a los desastres provocados por el hombre, como la mayoría de los incendios.

Así, suena bastante lógico que en México se consolide como política nacional el fomen-to de corredores biológicos que aseguren la conectividad entre los fragmentos de ecosis-temas actualmente conservados. Desde 2001 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) opera el proyecto Corredor Biológico Mesoamerica-no-México (CBM-M) en Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Yucatán, el cual forma par-

te de un esfuerzo regional por incorporar este tema en las agendas públicas de México y los países centroamericanos. El interés de este proyecto es unir los ecosistemas de Norteamé-rica con los de Sudamérica vía el Istmo Cen-troamericano, con la conexión de ecosistemas naturales y poco alterados, así como áreas con uso sustentable de los recursos naturales.

Modificar sustentablemente la produc-ción. La principal dificultad de consolidación del CBM-M consiste en que su universo de atención son zonas habitadas y fragmentadas por producción primaria, caracterizadas por: a) actividades agropecuarias comerciales y extensivas que contaminan suelo y agua por agroquímicos, degradan y erosionan los suelos, ocasionan incendios al utilizar el fuego como principal herramienta y provocan el cambio de uso del suelo en terrenos forestales; b) esca-sos aprovechamientos forestales regularizados por lo que prevalece la tala y caza furtiva; c) la presencia de miles de comunidades rurales dis-persas, campesinas e indígenas en su mayoría, empobrecidas y carentes de servicios básicos, y d) la carencia de opciones productivas que aprovechen sustentablemente la biodiversidad como capital natural no renovable pero funda-mental para el desarrollo con calidad de vida.

Por esto, conectar fragmentos con recur-sos biológicos aún conservados depende de la transformación sustentable de las actuales ac-tividades. Se requiere que municipios, ejidos y comunidades propicien el aprovechamiento de recursos naturales y rompan con la premisa de que la conservación de la biodiversidad es un obstáculo para el desarrollo económico y social.

Es necesario construir para ello políticas pú-blicas coherentes, y corregir los efectos negativos de programas agropecuarios y forestales contra-dictorios entre ellos y con la conservación bioló-gica, mismos que históricamente han contribui-do a la pérdida de selvas y bosques en el país.

CORREDORES BIOLÓGICOS Y DESARROLLO RURAL

ANP, un acierto pero insuficientes para especies como el jaguar• Conservación y producción son compatibles; lograrlo, reto campesino•

Sergio Madrid

El pasado abril las secretarías de Medio Ambiente (Semarnat) y de Agricultura (Sagarpa) firmaron en Palenque, Chiapas, un convenio para promover la

sustentabilidad ambiental en el sur-sureste del país. Pareciera ser un hecho inédito en la historia de las instituciones guber-namentales que actúan en el sector rural. Llama la atención debido a que, por lo general, cada secretaría desarrolla sus políticas y programas de manera independiente dentro de una misma región rural, generando así enormes impactos negativos en términos ambientales y sociales. Así que es fre-cuente encontrar en el campo la puesta en marcha de pro-yectos ganaderos en las mismas áreas donde un año antes se invirtieron recursos para el fomento de la actividad forestal. O bien se impulsa la plantación de palma africana, por su fuerte potencial en bioenergéticos, en superficies donde pre-viamente las instituciones habían definido que se trataba de una región prioritaria para la conservación. Estas contradic-ciones ha sido ampliamente documentadas y se ha demostra-do que uno de los principales promotores de la pérdida de la biodiversidad y la deforestación en México ha sido la política gubernamental de fomento agropecuario y la debilidad las instituciones encargadas de la regulación ambiental.

El convenio, denominado Sustentabilidad Ambiental para el Corredor Biológico Mesoamericano México, “es-

tablece las bases para realizar acciones conjuntas a favor de la inducción del manejo sustentable de los recursos na-turales en las zonas de baja producción agropecuaria en las áreas con valor de conectores biológicos en ecosistemas naturales y poco alterados en los municipios de los estados de Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán”.

Si ambas secretarías tomaran en serio los compromisos y acuerdos que se establecen en el convenio firmado, cierta-mente se estaría dando un paso muy importante para enfren-tar los proceso de cambio de uso de suelo que por décadas han impulsado las políticas gubernamentales. Además, y de gran relevancia, es la intención de desarrollar una estrategia para limitar el cambio de uso de suelo, acompañada de un conjunto de estímulos a los dueños de terrenos forestales enfocados al manejo y uso sustentable del bosque.En el Convenio de Sustentabilidad Ambiental para el Co-rredor Biológico Mesoamericano-México (CBM-M), la Se-marnat y la Sagarpa se comprometen a desarrollar acciones tendientes a:

• Limitar el crecimiento de la frontera agropecuaria, con una declaración de ambas secretarías al respecto, y con la promoción de la participación de otras de-pendencias del Ejecutivo federal y estatal, así como del sector social y privado;Incluir en sus programas reglas que eviten el cambio de • uso de suelo, y estimular estas políticas por medio de filtros

positivos o negativos dentro de sus reglas de operación;Acordar criterios ambientales que incluyan buenas • prácticas productivas para la conservación y uso sus-tentable de la biodiversidad en las reglas de operación de sus programas, así como promover conjuntamente lo correspondiente a las reglas de operación de otros componentes del Programa Especial Concurrente, en el marco del Consejo Mexicano para el Desarro-llo Rural Sustentable, la Comisión Intersecretarial para el Desarrollo Rural Sustentable y los órganos es-tatales, distritales y municipales correspondientes en los estados que integran el CBMx;Participar en los consejos estatales, distritales y mu-• nicipales para el Desarrollo Rural Sustentable, en los términos establecidos por la Ley de Desarrollo Rural Sustentable y la normatividad aplicable;Promover conjuntamente, las Unidades de Manejo • de Vida Silvestre en vinculación con la Unión de Ga-naderos Diversificados en los lugares establecidos de común acuerdo;Compartir capacidades operativas e intercambiar in-• formación relacionada con el objeto del convenio.Establecer componentes de apoyo a la innovación y • adaptación tecnológica, así como de sanidad, inocui-dad y pureza genética, a fin de proteger especies de enfermedades o de invasiones/introducciones antro-pogénicas de especies exóticas, yApoyar la comercialización de productos orgánicos a tra-• vés de mecanismos de certificación y de promoción que acuerden, tanto en México como en el extranjero.

Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sustentable (CCMSS)

CONSERVACIÓN Y DESARROLLO

Un convenio plausibleConcertación Sagarpa-Semarnat: materia pendiente•

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Lourdes Edith Rudiño

La soberanía alimentaria y la soberanía energética están estrechamente vincu-ladas, y en ese sentido la defensa de Pe-

tróleos Mexicanos (PEMEX), del intento de privatizar y trasnacionalizar su renta, es tam-bién la lucha por preservar recursos públicos para la capitalización del agro y para inducir que la paraestatal recupere su capacidad de proveeduría de insumos energéticos a precios justos, propios de un país petrolero, que im-pulsen la producción y la productividad del campo. Dirigentes campesinos y sindicales coincidieron en ello.

“Defender PEMEX como patrimonio na-cional es defender la posibilidad de inversio-nes estructurales para el desarrollo del campo mexicano. Si la renta petrolera se privatiza a favor de las grandes empresas extranjeras, el Estado mexicano no podrá seguir canalizando parte de esa renta (vía el presupuesto federal) hacia el desarrollo rural. Y si esta inversión para el campo, que de por sí es exigua y mal aplicada, se suprime, la viabilidad del cam-po mexicano será cancelada”, advirtió Víctor Suárez, director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).

El Pacto, instrumento clave. Fernando Amezcua, secretario del Exterior del Sindica-to Mexicano de Electricistas (SME), ponderó el Pacto por la Soberanía Alimentaria y Ener-gética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas, firmado en marzo, pues desde esta plataforma, campesinos, sin-dicalistas y organizaciones civiles defenderán la potencialidad del agro nacional para aten-der las necesidades alimentarias domésticas y vinculado a ello la permanencia de PEMEX como patrimonio nacional y proveedor de energía para el agro.

Según Rogelio Alquiciras, miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la Unión Na-cional de Organizaciones Regionales Campe-sinas Autónomas (UNORCA), la condición actual de energéticos al alza –con diesel, ga-solina, fertilizantes, fletes encarecidos para el agro— debería ser estímulo para regular a las multinacionales que especulan y controlan la cadena de producción alimentaria y para re-cuperar la capacidad interna de producir fer-tilizantes (mismos que hoy se importan muy caros desde Rusia).

Pero ello está muy lejos de la intención de la reforma energética del gobierno de Felipe Calderón, “Si empresas extranjeras llegan a apropiarse de la producción de insumos energéticos, vamos a tener consecuencias funestas... todo está íntimamente ligado; las grandes corporaciones están también en la producción de agrocombustibles, y grandes

volúmenes de granos van a ese uso. Esto nos lleva a una escasez de reservas de granos en el mundo, a una elevación de precios de los granos y a una vulnerabilidad en el abasto ali-mentario del país.

Víctor Suárez detalló: “México, que des-manteló sus plantas productoras de fertili-zantes en los años 90s, importó fertilizantes por mil millones de dólares tan sólo en 2007. Los precios de estos insumos procedentes del petróleo se han incrementado en más de 300 por ciento entre 2000 y 2008”, lo cual, aunado a aumentos en otros insumos, como las semi-llas, de 180 por ciento en el mismo lapso, limi-ta seriamente la actividad de los productores pequeños y medios.

Insumos a precios competitivos. Según Suárez, defender PEMEX es punto de partida para inducir que los insumos derivados del pe-tróleo y asociados a las cadenas agroalimenta-rias (en producción, procesamiento, transporte y distribución) se comercialicen a precios com-petitivos a favor de estas cadenas, pues debe es-tablecerse en el país una política que reconoz-ca la importancia estratégica de la producción alimentaría, como tema de seguridad nacional. “Los precios preferenciales darían rentabilidad a los productores agroalimentarios y estabilidad a la oferta y precios al consumidor”.

Alquiciras coincidió con José Narro, diri-gente de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), en que preservar PEMEX como patrimonio nacional es algo de interés campesino evidente. Muchos de los campos petroleros, sobre todo en el sur-sureste, están asentados en comunidades y ejidos, y hay reclamos en Campeche y Tabasco de que la extracción petrolera provoca degradación am-biental y contaminación. Estas demandas no han sido atendidas y si se privatiza PEMEX serán aún menos escuchadas, lo cual acrecen-tará la inconformidad social. “Conocemos el desinterés del capital privado sobre el medio ambiente”, dijo Alquiciras.

Para los dirigentes campesinos, el argu-mento de los funcionarios calderonistas de inyectar recursos financieros a PEMEX, vía la apertura a capital privado, es falaz. “Hay suficiente capital para invertir en PEMEX y modernizarlo, pero no hay transparencia en los recursos. Sabemos que hay millones y mi-llones de dólares que están ingresando gracias

al incremento de los precios del petróleo, pero no sabemos adónde va ese dinero; se especula que a gasto corriente”, dijo Alquiciras.

Fondo social. La Confederación Nacional Campesina (CNC) ha expresado con vigor su rechazo a la reforma energética. Su líder mo-ral, Heladio Ramírez, como cabeza de legis-ladores priístas del medio rural, ha afirmado que los problemas técnicos y financieros de PEMEX pueden solucionarse mediante un proceso gradual de aumento en sus inversio-nes y despetrolizando las finanzas públicas.

El presidente de la CNC, Cruz López, promueve el plan de un “fondo de inversión social energética”, que pretende atraer has-ta 55 mil millones de pesos del bolsillo de los productores agrícolas, y recursos adicio-nales de Afores y de otras fuentes de capital social, para financiar la modernización de PEMEX, de la Comisión Federal de Elec-tricidad y Luz y Fuerza el Centro. Todo, en contraposición a la intención privatizadora del Ejecutivo.

Luego de año y medio de trabajar de forma estrecha, con alianzas y coin-cidencias, productores de granos, de

café, forestales, y socios de uniones de cré-dito rurales, celebraron su primer congreso nacional, y en sus conclusiones destacó el reto de generar mayores capacidades orga-nizativas, de movilización y de alianza en las regiones para fortalecer un movimiento nacional campesino legítimo y desvinculado de los partidos políticos.

El Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CONOC) coincidió también en su congreso (el 2 y 3 de mayo) que es prioridad impulsar la defensa de las sobera-nías alimentaria y energética y el momento actual es el ideal debido a que la tendencia alcista, crítica, de los precios mundiales de los granos conecta los intereses de los agri-cultores y los de consumidores.

El CONOC integra a la Asociación Mexi-cana de Uniones de Crédito del Sector So-cial (AMUCSS), la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Producto-res del Campo (ANEC), la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), la Coordinadora Estatal de Pro-ductores de Café del Oaxaca (CEPCO), el Frente Democrático Campesino de Chihu-ahua (FDCH), el Movimiento Agrario Indí-gena Zapatista (MAIZ), la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Red MOCAF) y la Unión Nacional de Organiza-ciones de Forestería Comunal (UNOFOC).

Estas agrupaciones trabajan unidas, con respeto a la autonomía de cada una, y buscan potenciar, ampliar y multiplicar esfuerzos que ya hacen, como es el caso de la comercializa-ción de granos con infraestructura propia, o la creación de instancias financieras propias de

las campesinas. Y el congreso nacional refren-dó esto. Víctor Suárez comentó, por ejemplo, que el CONOC pretende contar con un ban-co campesino en un lapso de cinco años, a partir de cuatro Sofomes que ya tienen.

En el congreso, Luis Alberto Angulo, coor-dinador operativo del Fondo de Apoyo a Pro-gramas Productivos Agrarios (FAPPA) y del Promusaj (Programa de la Mujer del Sector Agrario) de la Secretaría de la Reforma Agra-ria, informó que estos programas modificaron sus criterios. Antes sus recursos públicos se otorgaban por orden de prelación, aun cuan-do se marginaran solicitudes para proyectos con impacto social importante. Ahora los re-cursos se focalizan a favor de comunidades con alto grado de marginación e indígenas.

Además su presupuesto está creciendo. El FAPPA, que otorga apoyos de 530 mil pesos por proyecto (30 mi de los cuales son para evaluación y asistencia técnica) elevó sus recursos este 2008 en siete por ciento, y el Promusaj que entrega apoyos por 198 mil pesos por proyecto (18 mil para evaluación y asistencia técnica) creció en 70 por ciento. En 2007 el FAPPA benefició a 19 mil 844 per-sonas con 3 mil 343 proyectos, y el Promusaj dio apoyos a 3 mil 732 proyectos con 30 mi 700 beneficiarias.

Busca el Conoc fortalecer la organización campesina

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SOBERANÍA ENERGÉTICASOBERANÍA ALIMENTARIA

Privatizar PEMEX despojaría de recursos • públicos al desarrollo rural

Fundamental, recuperar la capacidad de • producción de fertilizantes

UNA MISMA LUCHA

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Movilización Nacional Campesina en Defensa de la Soberanía Alimentaria y Energética de México, 31 de enero de 2008.