Ramon Xirau

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Revista de Estudios Cervantinos Nº 10 / Diciembre 2008 Enero 2009 / www.estudioscervantinos.org LA SABIDURÍA EN EL QUIJOTE Ramón Xirau Algunas hipótesis No soy partidario de teorizar demasiado a partir de una novela, o un poema, o una obra de arte. La novela obviamente está escrita para que se lea, para ser leída, gustada y vivida. Esto es especialmente cierto de una novela de aventuras como lo es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. En lo que sigue me limitaré a una serie de opiniones, ideas, creencias, que la lectura de la novela sugiere, después de haberla disfrutado en lo que tiene de gozoso y también de dramático, de serio y triste. Me aventuraré, estamos en plena aventura, y espero que con pocas desventuras, en la novela, para recordarla, revivirla, hacerla mía. No voy a separar mucho a Cervantes y El Quijote. Me gustaría decir, en primer lugar, algo del Prólogo al Persiles y Segismunda. Es una novela que yo he leído. Yo no sé por qué nadie la lee o todo mundo dice que es muy complicada de leer. Es muy hermosa y la segunda parte es muy divertida. Bien, en este Prólogo, que es muy conocido, Cervantes cuenta con humor, melancolía y aceptada resignación, cómo iba cabalgando lentamente en su rocín pasilargo, [cuando] se encuentra con un estudiante que al reconocerlo lo llena de elogios. Contesta Cervantes: «Ese es un error donde han caído muchos aficionados ignorantes; yo, señor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las Musas, ni ninguna de las demás baratijas que ha dicho». Llegados a la puerta de Toledo dice: «A Dios, gracias; a Dios, donaires; a Dios, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida». Sancho dirá, y éste es el ciclo de mi conferencia, al final de la novela El Quijote: «Verdaderamente se muere Alonso Quijano el Bueno». En don Quijote, en Sancho, a pesar de don Miguel de Unamuno, a quien quiero y admiro mucho, creo que está presente Cervantes con toda su sabiduría. Cuál es El Quijote y cuál es Cervantes, me parece un problema secundario. ¿Cuál es esta sabiduría? Un saber lleno de humor, no creo que de ironía, que acaso fuera comparable con el sabio humor de un francés bastante español, Montaigne. Pero, ¿qué es en El Quijote la sabiduría? La respuesta tal vez pueda darse, aunque sea en forma abreviada y parcial, si recordamos, primero, la locura de don Quijote; segundo, las aventuras del caballero andante; tercero, la caballería relacionada con la Edad de Oro; cuarto, la sabiduría final de este caballero que muere, en parte, para que ya no haya más Avellanedas; pero que muere también por otros motivos que veremos al final. Desde el punto de vista de quienes lo rodeaban, curas, barberos, amas, etc., don Quijote estaba rematadamente loco. Hoy estamos convencidos, como probablemente lo estaba Cervantes, de que está rematadamente cuerdo. Un profesor inglés, en una conferencia hace muchos años, hacía notar que en este punto hay una semejanza entre 1

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Un ensayo de uno de los filósofos españoles exiliados en México sobre la poesía y el saber

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  • Revista de Estudios Cervantinos N 10 / Diciembre 2008 Enero 2009 / www.estudioscervantinos.org

    LA SABIDURA EN EL QUIJOTE

    Ramn Xirau

    Algunas hiptesis

    No soy partidario de teorizar demasiado a partir de una novela, o un poema, o una obra de arte. La novela obviamente est escrita para que se lea, para ser leda, gustada y vivida. Esto es especialmente cierto de una novela de aventuras como lo es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

    En lo que sigue me limitar a una serie de opiniones, ideas, creencias, que la lectura de la novela sugiere, despus de haberla disfrutado en lo que tiene de gozoso y tambin de dramtico, de serio y triste. Me aventurar, estamos en plena aventura, y espero que con pocas desventuras, en la novela, para recordarla, revivirla, hacerla ma.

    No voy a separar mucho a Cervantes y El Quijote. Me gustara decir, en primer lugar, algo del Prlogo al Persiles y Segismunda. Es una novela que yo he ledo. Yo no s por qu nadie la lee o todo mundo dice que es muy complicada de leer. Es muy hermosa y la segunda parte es muy divertida. Bien, en este Prlogo, que es muy conocido, Cervantes cuenta con humor, melancola y aceptada resignacin, cmo iba cabalgando lentamente en su rocn pasilargo, [cuando] se encuentra con un estudiante que al reconocerlo lo llena de elogios. Contesta Cervantes: Ese es un error donde han cado muchos aficionados ignorantes; yo, seor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las Musas, ni ninguna de las dems baratijas que ha dicho. Llegados a la puerta de Toledo dice: A Dios, gracias; a Dios, donaires; a Dios, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida. Sancho dir, y ste es el ciclo de mi conferencia, al final de la novela El Quijote: Verdaderamente se muere Alonso Quijano el Bueno.

    En don Quijote, en Sancho, a pesar de don Miguel de Unamuno, a quien quiero y admiro mucho, creo que est presente Cervantes con toda su sabidura. Cul es El Quijote y cul es Cervantes, me parece un problema secundario. Cul es esta sabidura? Un saber lleno de humor, no creo que de irona, que acaso fuera comparable con el sabio humor de un francs bastante espaol, Montaigne. Pero, qu es en El Quijote la sabidura? La respuesta tal vez pueda darse, aunque sea en forma abreviada y parcial, si recordamos, primero, la locura de don Quijote; segundo, las aventuras del caballero andante; tercero, la caballera relacionada con la Edad de Oro; cuarto, la sabidura final de este caballero que muere, en parte, para que ya no haya ms Avellanedas; pero que muere tambin por otros motivos que veremos al final.

    Desde el punto de vista de quienes lo rodeaban, curas, barberos, amas, etc., don Quijote estaba rematadamente loco. Hoy estamos convencidos, como probablemente lo estaba Cervantes, de que est rematadamente cuerdo. Un profesor ingls, en una conferencia hace muchos aos, haca notar que en este punto hay una semejanza entre

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  • Shakespeare y Cervantes. El punto es el inters por la locura, el sentido de la locura y sueo. Pero, en fin, ste es un tema que no voy a desarrollar en detalle.

    Cul es la locura especfica de don Quijote? Claro, no estoy hablando aqu desde el punto de vista clnico, psicoanaltico, psiquitrico. Cul es su locura? No es la de esta novela rapsdica que se llama Rinconete y Cortadillo. Ah la locura tiene otro sentido. No es tampoco la de aquella admirable novela El licenciado Vidriera, que al enloquecer dice verdaderas locuras, cuando don Quijote dice, en cambio, en la suya, muchas cosas justas, muchas cosas reales y verdaderas. En parte, la locura de don Quijote se ala a la lucidez misma.

    Juan David Garca Baca, un gran pensador espaol que acaba de fallecer, parafraseando a Oscar Wilde, escriba al recordar a don Quijote: Es buen tema para buen loco, no de atar sino de admirar. Es el tema de la fe suficientemente imposible. Por decirlo, esta vez s, con Unamuno, don Quijote es un loco de verdad no de mentirijillas, loco y no tonto. Es probable que don Quijote encarne El elogio de la locura. Tiene probables relaciones con ella. La idea, tal vez, de que el loco es ms cuerdo que los cuerdos de este mundo. En todo caso, y lo repito con Garca Baca, don Quijote es: el loco con cordura caballeresca. Don Quijote, en esta su locura, es con frecuencia la imagen de la claridad. Sancho habr de decir que don Quijote es loco, pero gracioso; corts, pero impertinente; y, sobre todo, que no est loco, sino que es atrevido.

    Don Quijote, as, puede parecer a veces, a pesar de todos los pesares, como un ser bastante sensato. Y si hay en l locura, sta existe porque don Quijote, enemigo de su tiempo, suea imposibles, suea ideas y creencias que si alguna vez fueron posibles, han dejado de serlo. Lo hermoso, lo grande, no est en el presente ni est en el futuro, est en el pasado. En otras palabras, aqu no hay utopa como la puede haber en Moro, Campanella y otros. Entonces, este mundo de la novela caballeresca est situado, un poco como se dice en los cuentos, en el rase una vez.

    Recordemos los consejos de don Quijote a Sancho, cuando ste iba a ser gobernador de la nsula Barataria. Recordemos algunas de sus exhortaciones: para ser un buen gobernador has de temer a Dios, porque en el temerlo est la sabidura y siendo sabio no podrs errar en nada (II, XLII). Eso no lo dice un loco, lo dice un seor loco-cuerdo. Hay que conocerse a s mismo, dice. Hay que proceder con blanda suavidad, sigue. Hay que hacer gala de humildad. Hay que ser justos, compasivos, caritativos. Los consejos de don Quijote se oponen a los actos reales de quienes gobiernan aquellos tiempos, los tiempos de Cervantes. Pero tambin, yo creo, nuestros tiempos. Razn de ms para declararlo loco y aun loco peligroso. Las palabras de don Quijote, llenas de buen sentido, no dejan de ser revolucionarias ante el orden establecido de su tiempo y, repito, acaso de todos los tiempos.

    Bien, la sabidura de don Quijote habr de buscarla ms all de advertencias, consejos, exhortaciones, tanto en su locura como en la cordura final de don Alonso Quijano, el Bueno. El Quijote, como las novelas de su gnero, es, en efecto, una novela de caballeras, precisamente al querer negarlas. Toda esta obra, todo El Quijote, y parte de otros libros de Cervantes, es obra de aventuras. Me gustara preguntarme un poco qu significa, o qu quiero que aqu signifique la palabra aventura. Las aventuras son, ante todo, algo que se abre a lo posible, a la posibilidad. De ah que la novela sea tan eminentemente legible. Nos lleva de una situacin a otra, de advenimiento en advenimiento hasta su conclusin donde se cancelan los tiempos.

    El hecho de que la aventura sea una posibilidad parece sealar hacia la esperanza. Pero, la aventura tiene algo de azaroso. Y encuentro en el Diccionario de autoridades,

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  • precisamente, en referencia a la novela de aventuras y caballeras, la siguiente definicin, que parece en este caso til o que, en todo caso, trae agua a mi molino. Dice as: acae-cimiento de sucesos no esperados, sino casuales. No esperado; una aventura es algo inesperado y se ignora concretamente cul ser su medio y sobre todo cul ser su fin.

    As, la aventura es bsqueda y la bsqueda es, por lo menos, posibilidades de soar hacia algo, aunque esto sea un imposible como deca Garca Baca. Lo cual permite, en cierta forma, si pensamos en esta bsqueda, cierta confianza. Y sta existe muchas veces en don Quijote. Confianza hacia s mismo y, hay que repetirlo, tal vez un poco fuera de contexto, aqulla frase que se ha dicho en cada conferencia: Yo s quin soy. Confianza en que se presentar la ocasin de aventurarse con ventura.

    Pero las aventuras de don Quijote terminan casi siempre, muchas veces, en desdichas. Los fracasos reales son percibidos muchas veces por don Quijote como xitos. Por ejemplo, si los rebaos no son ejrcitos no es porque realmente no lo sean para don Quijote lo son, sino porque algn encantador ha transformado los ejrcitos en rebaos y sta es la realidad de don Quijote. Adems, con cierta frecuencia los fracasos son negaciones de este mundo y esperanza de un mundo superior. Dice en cierto momento don Quijote, en una frase muy hermosa: Los trabajos del espritu exceden a los trabajos del cuerpo. Don Quijote no se engaa, en todo caso puede desengaarse. Desengaado, acercndose poco a poco a la muerte el ciclo que va desde el principio al fin de este comentario, don Quijote habr de decir en la Segunda parte de la novela: Soy el ms desdichado de los hombres. Pero, don Quijote conserva su fe, a pesar de todo. Y aqu yo me preguntara qu es lo que permite que conserve esta fe.

    Se trata, para decirlo otra vez con Garca Baca, de una fe suficientemente imposible. Tambin de una fe absolutamente real. Don Quijote es un caballero y el caballero no pierde ni fe, ni pierde nunca, a pesar de todos los pesares, la esperanza. En forma que no deja de ser jocosa para el lector, dice el caballero, el que pertenece a la Orden de Caballera Andante debe saber (es muy curioso y es realmente muy cmico) jurisprudencia para deshacer entuertos; debe ser telogo, herbolario, mdico, astrlogo, matemtico, conocer las virtudes teologales y cardinales; ser casto, eso es lo que hace raro pensar en su casamiento; saber errar; ser sufrido en los trabajos y ante todo, ser caritativo y valiente. Todas las palabras que he usado son de Cervantes.

    As, la Caballera es una ciencia. Y en algn momento parece ser un sustituto a la ciencia de las ciencias: la Teologa. Sera entonces, ciencia o ciencia de las ciencias. En todo caso podramos preguntarnos si son burlas de Cervantes o verdades cervantinas. Probablemente son ambas cosas. Por una parte, es claro que Cervantes no cree en una ciencia de la Caballera; por otra, cree de veras en el Caballero don Quijote, en su valenta y prudencia. Sin hablar de influencias, quiero recordar que este tema, el de la caballera, aparece en la novelstica espaola, aunque no est escrita en este caso en castellano, desde el siglo XIII. Esa hermosa novela, Blanquerna de Raimundo Lulio, dedica una parte abun-dante a lo que llama el Caballero de Valor. Y don Quijote es un caballero de valor, un caballero que encarna los valores.

    La valenta es, entonces, una virtud caballeresca, sobre todo cuando pensamos como don Quijote que la valenta que no se funda en la prudencia se llama temeridad. Pero, por qu si la valenta es prudencia, es don Quijote tantas veces temerario? Creo que puede haber una razn ms o menos clara. Se ha observado muchas veces que en la novela hay frecuentemente un abismo entre hecho y razn. Don Quijote tiene siempre las razones, tiene siempre razn. Los hechos le son casi adversos y de ah su drama. El ideal

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  • caballeresco en el cual cree don Quijote es imposible; lo cual significa que no sea deseable y, sobre todo, objeto de la voluntad del caballero, otra vez a pesar de los pesares.

    Como estamos en una novela de caballeras y sta sera la pregunta que cit en segundo lugar, hay que preguntarse brevemente: qu es un caballero? Vamos un poco indirectamente. El caballero necesita una dama. Don Quijote crea a Dulcinea tan largamente encantada a lo largo de la novela. En este punto, el ideal de la caballera, no de una ciencia caballeresca, es muy parecido a Las leyes de amor del siglo XIV. Me explico un poco. Me refiero a la poesa provenzal, del siglo XII al XIII, despus ms o menos organizada en Las leyes de amor, a la cual contribuyen Petrarca y Dante. Para todos ellos y tambin para el ideal de la caballera, el amor inalcanzable es el amor verdadero.

    Recurdese un ejemplo muy sencillo: la espada de Tristn. Estn Tristn e Isolda acostados, desnudos, con la espada en medio. Es el amor imposible, deseado y no realizado. Para todos ellos, trovadores, Petrarca, Dante, el amor inalcanzable es el amor de verdad. Claro que de Dulcinea no basta, sin embargo, decir que es un smbolo. Se trata ms bien de un ideal vivido y, al mismo tiempo, inexistente.

    Amrico Castro es un pequeo parntesis, pero es importante ha relacionado tambin esta idea de caballero que yo relaciono con Las leyes de amor, con el mismo platonismo, pero especialmente con el neoplatonismo italiano del Renacimiento que tanta influencia tuvo en Espaa.

    Ahora hay que hacer otra pregunta, quiero decir, la misma: qu es un caballero? Por lo pronto, eso lo hemos visto, un caballero es quien busca un ideal; en nuestro caso, este ideal llamado Dulcinea del Toboso. Dice don Quijote: bien podrn quitarme los encantadores la ventura, pero el esfuerzo y el nimo ser imposible. Todo en Cervantes y en don Quijote es esfuerzo. Qu lo anima, qu anima este esfuerzo? El deseo de liberar a los hombres, de liberarlos de verdad, como se libera a los galeotes condenados por la justicia y que van obligados a galeras. No han podido elegir. Para Cervantes y don Quijote es bsico que pueda haber una eleccin. Es decir, que si el caballero es el que viene a traernos la libertad, a este nuestro mundo en donde no la hay, viene a traer al mundo otra realidad, otro tiempo que es tal vez negacin de nuestros tiempos, negacin de los tiempos.

    As, cuando don Quijote le dice a Sancho: Has de saber, oh, Sancho amigo!, que yo nac, por querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en ella la dorada, o de oro, como suele llamarse (I, XX). Este punto es crucial. Estamos, por lo menos en parte, ante el tiempo mtico, acaso un no tiempo, un destiempo, y otra vez en el rase una vez.

    Se cit ya la parte que voy a citar ahora, pero la voy a ligar a otras situaciones. Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quienes los antiguos pusieron el nombre de dorados (I, XI). As habla don Quijote. El mito de la Edad de Oro aparece por primera vez, hasta donde yo s, en Los trabajos y los das del muy antiguo Hesodo. Los hombres que vivieron en esta edad dorada, para caer edad tras edad, hasta la nuestra que es de hierro (cito ahora a Hesodo), vivan como dioses con espritu tranquilo, no conocan el trabajo ni el dolor, ni la cruel vejez. Guardaban siempre el vigor de sus pies y de sus manos y se deleitaban en festines lejos de todo mal. Y se moran como se duermen. El mito, como sabemos todos, fue desarrollado por muchos y entre ellos, claro, Ovidio en Las metamorfosis. Virgilio durante el Renacimiento vuelve a tener mucha presencia con Erasmo y Toms Moro, aunque en Moro cuenta ms la utopa. El mito indica esperanza. Pero, a pesar de indicar esta esperanza, se ve otra vez cmo revela una falta de posibilidad. Todos quisieran ver la verdad del mito, esta Edad de Oro, como algo presente. Y yo creo

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  • que todos saben que pertenece al reino del antes. Insisto, del alguna vez fue: rase una vez.

    Es cierto que al describir la Edad de Oro, don Quijote sigue a los clsicos. En ella podra el hombre ser, voy a citar lo que me parece ms importante, venturoso, sin fatiga alguna, no habra diferencia entre tuyo y mo (I, XI). Evidentemente, eso no es Rousseau, ni es la Revolucin Francesa, porque es muy clsico; es de Hesodo mismo. Todas las cosas eran, en la Edad de Oro, comunes. La justicia no se haca por medio de favores. Yen aquella edad dorada se estableci la Orden de Caballera. Para qu? Para velar por las doncellas. As termina ms o menos la descripcin de esa Edad de Oro.

    El sueo de la Edad de Oro se contrapone a la vida de Espaa y de hecho a toda sociedad humana, en aquel momento y tambin, dramticamente, en nuestros momentos. Pero no es ste su significado nico, ni tal vez el principal. De hecho, ya no puede creer Cervantes, como Vives, como Toms Moro, como Erasmo, en una edad posible, futura, ms o menos utpica o dorada. Pero, qu es la sabidura cuando chocan nimo y deseo, por una parte, y, por otra, la realidad cruel, dura de nuestra Edad de Hierro? La sabidura se le da a don Quijote por partida doble. Se le da en su locura y cercana a la muerte, en las palabras de Alonso Quijano, el Bueno. La sabidura cervantina es varia, es, lo hemos ya dicho, la de los consejos de Sancho, la ciencia caballeresca. Y es sobre todo la bsqueda de esta edad dorada, que acaso sea el trasfondo de todas las venturas y tambin, claro, las grandes desventuras de don Quijote. La sabidura se encuentra tambin en la relacin don Quijote-Sancho. Naturalmente, uno es el amo; el otro, el escudero. Ambos son, en cierta forma, antihroes. O mejor, uno y otro, verdaderos al querer lo que no pueden nunca alcanzar, llegar justamente a los orgenes, estos orgenes dorados de toda la primera Edad del mundo.

    Es cierto, Sancho se quijotiza, pero yo creo que nunca pierde su personalidad; aun en los momentos de mayor entusiasmo quijotesco, conserva su carcter de hombre de aldea, de labriego. Don Quijote llama a Sancho amigo (eso es muy emocionante), hermano, hijo. Muchas veces se muestra paternal hacia el escudero, pero lo que predomina son la amistad y la hermandad. Cuando Sancho regresa a la aldea, don Quijote se siente terriblemente solo. Cuando muere don Quijote, Sancho se siente totalmente solo, en la desolacin. Virtud constante: la amistad y, afn a la amistad, el amor. Filia y Eros se asocian desde Grecia.

    Lo que llevo dicho muestra que don Quijote, aunque sea un insensato, no lo es de verdad. Est sin duda lleno de ideales, pero en el vivir ms cercano a la vida, ideales muy verdaderos, porque es verdad que sin amistad no hay vida y tambin es verdad que sin amor, s hay muerte. Dentro del texto de El Quijote, Cervantes dice irnicamente: Amigo mo, ste es Cervantes. Irona que tiene un claro sentido: la amistad hacia los otros empieza por la amistad hacia s mismo y, claro, esto dicho irnicamente. La sabidura cervantina y quijotesca es de orden vital; por eso es la ahijada de un amor profundo, una profunda amistad hacia la liberacin de los hombres, hacia la libertad, el libre albedro.

    Hasta aqu algunas muestras de sabidura cervantina y quijotesca. Tendr que perdonarnos don Miguel de Unamuno, espero que desde donde est nos pueda perdonar esta irreverencia que voy a decir, pero yo s tiendo a fundir escritor y protagonista, al fin y al cabo la novela la escribi Cervantes.

    Creo que hay todava algo ms y que es el nudo de casi todo lo que vamos a ver. Hay que agregar a todo lo que se dijo antes, dos grandes virtudes que son forma de la sabidura: la humildad y el agradecimiento, ambas tan infrecuentes. La humildad es acaso

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  • la ms alta de las virtudes cervantinas o quijotescas, como vemos que en la novela se dice: A quien se humilla, Dios ensalza. Recurdese que humildad viene de humus, de tierra, de estar realmente humillado, pero tambin, ese estar humillado significa muchas veces la posibilidad de ascender, de algn tipo de ascenso. Quiero recordar nada ms muy brevemente un magnfico poema de san Juan que nos dice casi exactamente lo mismo, es decir, que la humildad es subir, que bajar es subir.

    Abatme tanto, tanto que fui tan alto, tan alto, que le di a la casa alcance.

    No podra decirse algo semejante de don Quijote, al final de su vida sobre todo?

    Cul es, en cambio, el vicio de los vicios? Claro, la soberbia, pecado y mcula esencial; la misma ingratitud. Al decir de Cervantes, la gratitud es base y fundamento de la humildad. Gratitud como agradecimiento y tambin como gracia, acto de gracia.

    Se acerca la muerte de don Quijote. Lo seguimos, cuando vuelve a la aldea annima y cuando ha decidido que l y Sancho van a ser pastores. Ya no es necesario mostrar cul es la sabidura de don Quijote. Creo que esto, en lo que voy a decir saldr un poco por s mismo. Solamente quisiera hacer notar que, en esencia, las virtudes de don Alonso Quijano, el Bueno, son ya, ahora hombre cuerdo, muy parecidas a las virtudes que proclamaba don Quijote, el Loco. Hay desilusin en don Quijote y en don Alonso, sin duda, pero hay tambin en l la misma esperanza que Cervantes mostraba en el Prlogo al Persiles. Tal vez quiso matar a las novelas de caballeras, quiso matar a los Avellanedas, pero creo que nunca quiso matar al caballero y al ideal del caballero; si acaso tena nostalgia, pero este ideal persista.

    Cuando estn Sancho y don Quijote por entrar a la aldea, percibe don Quijote malos ageros, dice: Malum signum, malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: Dulcinea no aparece!. La muerte se acerca. Como las cosas humanas no son eternas, yendo siempre en declinacin de sus principios hasta llegar a su ltimo fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, lleg su fin y acabamiento cuando l menos lo pensaba (II, LXXIV). De qu muere don Quijote?, preguntaba yo. Tal vez como dice Cervantes, de la melancola que le causaba el verse vencido, o ya por la disposicin del cielo, que as lo ordenaba. Dos aspectos, uno dentro de la novela, el otro de orden religioso.

    Sancho est en la cabecera. Lo rodean sus amigos y su sobrina. Don Quijote haba dicho: Me siento malo. Enfermo est de tristeza al ver que sus ideales no se cumplen. Habla y le dice a Sancho: Perdname, amigo, de la ocasin que te he dado de parecer loco como yo, hacindote caer en el error en que yo he cado, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo. Y ya muy cercana la muerte, ya muy cercanos a cerrar todo el ciclo, Sancho contestaba con una grave y tierna Hay humor, hay ternura y algo de gran hondura en lo que voy a leer, lo conocen todos:

    Ay! respondi Sancho llorando. No se muera vuesa merced, seor mo, sino tome mi consejo, y viva muchos aos; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin ms ni ms, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancola. Mire, no sea perezoso, sino levntese desa cama, y vmonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado; quiz tras de alguna mata hallaremos a la

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  • seora Dulcinea desencantada, que no haya ms que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, cheme a mi la culpa, diciendo que por haber cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto ms que vuesa merced habr visto en sus libros de caballeras ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor maana. Alonso Quijano dicta, todos lo conocen, su breve testamento, testamento de

    caballero pobre, dice as: En fin, lleg el ltimo da de don Quijote, despus de recebidos los sacramentos, y despus de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballeras. Hallse el escribano presente, y dijo que nunca haba ledo en ningn libro de caballeras que algn caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote, el cual, entre compasiones y lgrimas de los que all se hallaron, di su espritu: quiero decir que se muri. Y sta es, tal vez, dentro de la novela, mi hiptesis central. No es contra de la Edad

    de Oro, sino quiz, por decirlo con san Juan de la Cruz, darle a la caza alcance. Ramn Xirau (Espaa, 1924) es filsofo, autor de numerosos libros de ensayos filosficos y estticos. Conferenciante, catedrtico, miembro de jurados varios, prologuista y ocasionalmente comentador de libros. Miembro del Colegio Nacional desde 1973 y director fundador de la revista Dilogos, en 1992 se hizo acreedor a la medalla al Mrito Universitario en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Es autor, entre otros poemarios, de los libros: Natures vives, Ocells, Dit i descrit, Les platges y Poesa completa. 1950-1994. Algunos de los ttulos de su ingente obra son: De mstica: maestro Eckhart, San Juan de la Cruz, Edith Stein, Simone Weil; Ciudades (estudios de arte y esttica); El tiempo vivido: acerca de estar; Introduccin a la historia de la filosofa; Poesa y conocimiento: Borges, Lezama Lima, Octavio Paz; Dos poetas y lo sagrado: Juan Ramn Jimnez, Csar Vallejo; Palabra y silencio; Genio y figura de Sor Juana Ins de la Cruz; Cuatro filsofos y lo sagrado: Teilhard de Chardin, Heidegger, Wittgenstein, Simone Weil; El desarrollo y las crisis de la filosofa occidental; Mito y poesa; Idea y querella de la Nueva Espaa.

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