Relacion Firmenich, Montoneros y Militares

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La Historia del Doble AgenteEl periodista norteamericano Martín Edwin Andersen lanzó la primera piedra hace unos pocos años, cuando revistaba como corresponsal de Newsweek en la Argentina. Ahora, desde las páginas del semanario The Nation, que se edita en Estados Unidos, vuelve a la carga con la misma inquietante afirmación: el líder montonero Mario Firmenich comenzó a cooperar con los servicios de inteligencia militares a partir de 1973, preocupado por el definido viraje a la izquierda de su organización. La versión ha sido refutada por otros investigadores del tema y suscitó las iras del ex fiscal de San Martín, Juan Romero Victorica. No obstante, subsisten interrogantes que no hallaron aún la debida respuesta. Los viejos Montoneros no quieren ni oír decir que su jefe de la década anterior pudo ser un agente doble dirigido desde las sombras por la contrainteligencia militar. Los uniformados reaccionan con indignación ante la menor insinuación de que los Montoneros cumplieron algún papel bajo control militar, tal como atizar las contradicciones políticas y favorecer determinados objetivos, aunque para ello debieran matar a jefes y oficiales de las tres armas. En este peligroso escenario de rechazos por doble vía, el periodista norteamericano Martín Edwin Andersen tuvo la ocurrencia, la semana pasada, de resucitar el tema más polémico de todas las investigaciones que realizó durante su estancia en la Argentina. La tesis ya había sido anticipada hace algún tiempo en el semanario Expreso, de Buenos Aires, y ahora fue nuevamente elaborada para la revista The Nation, en los Estados Unidos.Mario Firmenich, escribe ahora Andersen, fue un agente doble que trabajó para el Ejército Argentino a partir de 1973, cuando advirtió que el movimiento guerrillero nacionalista que comandaba empezó a inclinarse cada vez más hacia la izquierda. Andersen dice haber recibido la primera noticia de la singular situación de boca de un diplomático norteamericano, quien sabía que al jefe de los Montoneros "lo manejaba un coronel del Batallón de Inteligencia 601". Como reconocimiento a esta labor, el coronel fue ascendido a general y pasó a dirigir en persona la inteligencia militar, agrega. ...

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    Relacion FIRMENICH, MONTONEROS Y MILITARES

    LA HISTORIA DEL DOBLE AGENTE El periodista norteamericano Martn Edwin Andersen lanz la primera piedra hace unos pocos aos, cuando revistaba como corresponsal de Newsweek en la Argentina. Ahora, desde las pginas del semanario The Nation, que se edita en Estados Unidos, vuelve a la carga con la misma inquietante afirmacin: el lder montonero Mario Firmenich comenz a cooperar con los servicios de inteligencia militares a partir de 1973, preocupado por el definido viraje a la izquierda de su organizacin. La versin ha sido refutada por otros investigadores del tema y suscit las iras del ex fiscal de San Martn, Juan Romero Victorica. No obstante, subsisten interrogantes que no hallaron an la debida respuesta. Los viejos Montoneros no quieren ni or decir que su jefe de la dcada anterior pudo ser un agente doble dirigido desde las sombras por la contrainteligencia militar. Los uniformados reaccionan con indignacin ante la menor insinuacin de que los Montoneros cumplieron algn papel bajo control militar, tal como atizar las contradicciones polticas y favorecer determinados objetivos, aunque para ello debieran matar a jefes y oficiales de las tres armas. En este peligroso escenario de rechazos por doble va, el periodista norteamericano Martn Edwin Andersen tuvo la ocurrencia, la semana pasada, de resucitar el tema ms polmico de todas las investigaciones que realiz durante su estancia en la Argentina. La tesis ya haba sido anticipada hace algn tiempo en el semanario Expreso, de Buenos Aires, y ahora fue nuevamente elaborada para la revista The Nation, en los Estados Unidos. Mario Firmenich, escribe ahora Andersen, fue un agente doble que trabaj para el Ejrcito Argentino a partir de 1973, cuando advirti que el movimiento guerrillero nacionalista que comandaba empez a inclinarse cada vez ms hacia la izquierda.

  • Andersen dice haber recibido la primera noticia de la singular situacin de boca de un diplomtico norteamericano, quien saba que al jefe de los Montoneros "lo manejaba un coronel del Batalln de Inteligencia 601". Como reconocimiento a esta labor, el coronel fue ascendido a general y pas a dirigir en persona la inteligencia militar, agrega. Andersen fue rpidamente desmentido por el ex fiscal de la Cmara Federal de San Martn, Juan Romero Victorica, quien se precia de haber obtenido para Firmenich una pesada sentencia. Entre los Montoneros sobrevivientes el silencio ha sido estricto. En realidad, ellos ya haban contestado a Andersen cuando ste public por primera vez su investigacin. La situacin del periodista norteamericano es de una extraordinaria incomodidad, a pesar de que muchos de quienes lo conocen no lo creen un embustero y admiten que su fuente es seguramente genuina. La incomodidad nace del hecho de que Andersen no puede mencionar con nombre y apellido a sus fuentes, ni al diplomtico ni al jefe de la estacin de la CIA en Buenos Aires, quienes sin duda conocan los entresijos de la formidable confusin de aquellos aos. La imposibilidad de identificarlos lo coloca en inferioridad de condiciones para defender su trabajo, que a partir de ese momento se sostiene nicamente en la palabra del autor. El espacio donde Andersen se mueve es adems muy poco elstico. Por las razones apuntadas al comienzo, es dudoso que reciba aportes de los Montoneros contra su jefe, y tambin es problemtico que los militares lo ayuden a probar que existi un contrato secreto entre sus propios servicios de inteligencia y los guerrilleros que aquellos combatieron. El estruendo causado por la bomba periodstica de Andersen, de todos modos, tardar en apagarse. Es natural, en tiempos electorales. Pero el hecho de que la bomba pueda explotar dos veces revel que es estos das existe una sensibilidad especial dentro del pas para mirar con otros ojos las investigaciones que llevan hacia esa zona tenebrosa donde los servicios de contrainteligencia puedan llegar a entenderse con sus enemigos de superficie. Uno de los nudos en los que Andersen ha centrado su serie de razonamientos es el episodio real de 1975, donde sin duda alguna se reunieron fsicamente agentes de inteligencia y montoneros. Una casa sospechosa. El cinematogrfico episodio que permiti a los Montoneros celebrar una conferencia de prensa dentro de una "casa de

  • seguridad" de la inteligencia militar, el 20 de junio de 1975, tambin fue investigado por el periodista argentino Juan Gasparini, quien reside en Ginebra, donde ejerce la ctedra universitaria. Gasparini conoca la historia desde antes que Andersen la escribiera por primera vez, y posteriormente la investig recurriendo a sus propias fuentes. Dos hombres de la SIDE, los cuados Rodolfo Silchinger y Nelson Romero, utilizaban la casa de Libertad 244, en Martnez, como lugar de reuniones y para encerrar a vctimas de secuestros extorsivos. La casa era propiedad de Romero, quien viva all con su mujer, Laura Iche. En noviembre de 1974, los agentes de la SIDE mantuvieron secuestrado all al joven Jos Poliseki, a quien terminaron asesinando, cuando no recibieron el rescate exigido a su padre, un mediano industrial. Dice Gasparini que estos dos agentes de la SIDE estaban realmente dentro de la casa cuando Firmenich cit en ella a la prensa, para presentarles a Jorge Born y poner trmino a la extorsin en su contra. Gasparini, que estaba vinculado orgnicamente a los montoneros, afirma haber reconstruido el hecho apelando a "fuentes que no merecen duda, de rreprochable honestidad", para concluir que "la versin de Andersen debe, en parte, rectificarse. Segn la versin corregida por Gasparini, la casa de Martnez fue efectivamente alquilada por los Montoneros, pero en respuesta a un aviso comercial fijado en la pared de una confitera de la calle Maip, en el centro de Buenos Aires y sin que mediara vinculacin anterior de ninguna clase, Los Montoneros, bajo la cobertura de una empresa que se dispona a festejar un acontecimiento propio, la alquilaron para la reunin de Firmenich, Born y la prensa. Los testimonios de Gasparini recordaron que unos minutos antes de que Firmenich entrara en el edificio, Laura, la mujer del agente Romero, sali a buscarlo, lo encontr con Silchinger y los tres penetraron en la casa donde ya estaba armado el tinglado de la conferencia de prensa. El grupo armado que esperaba a Firmenich reaccion ante la novedad inmovilizando a las tres personas, hasta que concluy el acontecinento. La "casa de seguridad" no sera, de acuerdo con Gasparini, exactamente eso sino una discreta residencia donde los dos agentes realizaban sus propios negocios. Sin embargo, Gasparini llama la atencin sobre la nica reaccin ofrecida por Firmenich a la divulgacin del episodio, que consisti en una declaracin a travs de su abogado, Mario Montoto, quien desvi la responsabilidad por haberla alquilado a los periodistas Francisco Urondo y Luis Guagnini. "De hecho (Montoto) dio pie a pensar que, si hubo infiltracin, la responsabilidad caba a los dos mencionados que, obviamente, no pueden responder fue el comentario de Gasparini, aludiendo a la muerte de ambos.

  • "Lo real es que ni Urondo ni Guagnini conocan a Romero y a Silchinger por otros motivos", agrega, atribuyendo a una coincidencia fortuita la superposicin fsica de agentes de inteligencia y Montoneros. Para Gasparini, el fiscal Romero Victorica pudo haber contribuido a que la tesis de Andersen se construyera con datos de la pesquisa, lo que de todos modos resulta menos probable, dada la inquina que aquel le profesa al periodista norteamericano. En cuanto a la explicacin de Firmenich, a travs del abogado, Gasparini la considera "remiendo infeliz ". Gasparini est convencido de que "los Montoneros no fueron destruidos por infiltracin de los servicios de inteligencia militar". La reescritura de Gasparini es, entre tanto, tambin incompleta. En noviembre de 1986, cuando la Cmara Federal confirm las condenas de prisin contra tres agentes de inteligencia acusados de secuestros extorsivos y de la muerte de Poliseki, no solamente mencion a los siniestros cuados Silchinger y Romero. Tambin aparecieron los nombres del comandante general de Gendarmera Guillermo Francisco Correa y del coronel Carlos Abel Godoy. Correa era el jefe del grupo de tareas donde trabajaban los agentes; posteriormente, escal hasta ser jefe de polica de la ciudad de Tucumn y ms adelante desempe la direccin de seguridad de la Univesidad Nacional del Sur. Adems de Silchinger, los otros dos agentes condenados fueron Alejandro Omar Huss y Juan Carlos Alberto Chirico, ste ltimo hasta un mximo de 23 aos, ya que en diciembre de 1984 haba merecido otra condena, de 12 aos, por hurtos y robos reiterados. Silchinger logr una absolucin por el homicidio calificado de Poliseki, en tanto que Huss recibi sentencia de 15 aos. La idea de que los agentes secretos trabajaban con cierta libertad de accin, y hasta alquilaban para reuniones sociales la finca de Martnez, pierde consistencia despus de leer aquellas actuaciones del "Caso Poliseki". Los militares Correa y Godoy fueron sobresedos porque existi para los jueces una duda con respecto al crimen de Poliseki. Pero en ningn momento hubo vacilaciones sobre la relacin de dependencia que una a estos jefes militares con los criminales, unin que se verificaba en actividades de inteligencia en Buenos Aires y en Tucumn. El comandantes Correa, superior de stos, concurra habitualmente a la finca y su conexin con esta historia surgi de su presencia en ella, a fin de individualizar a otro secuestrado por sus subordinados, a quin se le imputaba actividad subversiva. Esta concurrencia probada de Correa al lugar, hace mucho ms verosmil la creencia de que se trataba de una casa de seguridad de la inteligencia militar, y no de una propiedad que agentes explotaban por cuenta propia.

  • Tambin el periodista Pablo Giussani, que cubri la conferencia de prensa de Firmenich y Born en la casa de seguridad, esboz sus dudas sobre la situacin. Qu significa ste nexo?, escribi Giussani, Denota slo un episodio de infiltracin, comn en las organizaciones guerrilleras?, O est indicando una vinculacin ms articulada y profunda?. Lo que ms llam la atencin de Giussani fue que la Cmara Federal, para absolver al comandante general Correa, haba comprobado antes que ste interrog a otro recluso en la casa de seguridad un ao ms tarde que a Poliseki. Esto lleva a inferir que la conferencia de prensa se produjo en una casa que continuaba funcionando normalmente como base de operaciones represivas, agreg Giussani, quin pregunt entonces Es imaginable que pueda ocurrir semejante cosa sin que haya algn tipo de relacin entre los dos grupos de usuarios del local? Un fiscal enojado. La ojeriza del fiscal Romero Victorica contra Andersen fue famosa en la poca en que el periodista norteamericano resida en Buenos Aires. Aunque ambos se proponan acabar con Firmenich, uno mediante una larga condena y el otro demostrando su condicin de agente doble, parece que a Romero Victorica le disgustaba la insistencia de Andersen en que haba una suerte de contrato secreto entre los militares de inteligencia y el jefe de los Guerrilleros. Esta hiptesis enfureci a Romero Victorica, vinculado por lazos de familia, tanto con la magistratura como con las fuerzas armadas. El fiscal pertenece al cenculo de catlicos integristas radicado en Bella Vista, provincia de Buenos Aires, donde hacen los trabajos prcticos para iniciarse en poltica los adolescentes de la revista Cabildo. La prehistoria de Firmenich, cuando frecuentaba personalmente a estos mismos cenculos, es uno de los misterios dolorosos de la derecha argentina. Ellos prefieren aceptar la apostasia de Firmenich antes que su actividad como agente doble. Romero Victorica est casado con Ins Aguirre, cuyo padre, el general de caballera Julio Aguirre, fue uno de los compaeros de Juan Carlos Ongana en el golpe de 1966. La irritacin de Romero Victorica contra las extemporneas interpretaciones de Andesen lleg a ventilarse desde las radios argentinas y dio lugar a situaciones divertidas y acciones judiciales por agravios a terceras personas. El fiscal insista en sus avinagrados dilogos sobre Andesen y en negarle hasta la condicin de periodista. Un fragmento de una entrevista efectuada por Radio Continental, el 13 de febrero de 1987, permite ver la hostilidad que lo dominaba: Romero Victorica: -Yo no entiendo, no entiendo nada. Hay un seor Andersen, un periodista, un pseudo-periodista, que dice que es

  • periodista de Newsweek. Radio Continental: -El seor Andersen? Romero Victorica: -Andersen. Si usted lo tiene un da cerca pdale su credencial de Newsweek a ver si la tiene actualizada. Radio Continental: -Ud. cree que no es? Romero Victorica: Bueno, usted pdasela. Esta semana, EL PERIODISTA volvi a preguntarle al fiscal su opinin sobre Andersen, confiando en que el paso del tiempo poda haberla amortiguado. No fue as, como puede apreciarse: "Para m, Andersen es un tema concluido, yo no quiero hablar ms sobre ese seor, ya he dicho lo que pienso y es un tema totalmente agotado, sin ningn inters para la funcin que estoy desarrollando. Sabe una cosa? No hay que dar por el pito ms de lo que el pito vale... pero... ste seor es un prfugo de la justicia, s, un prfugo de la justicia argentina, tiene una causa pendiente por calumnias e injurias. Es un fabulador, que en algn momento se refiri a algunas canaletas sucias de hechos que se estaban investigando para desorientar las investigaciones. Es una persona que se ha portado muy mal conmigo... Romero Victorica, entre tanto, en declaraciones radiales rememor algunos libros donde se acusa a Firmenich con argumentos parecidos a los de Andersen, aunque explic que no poda garantizar su veracidad. En la opinin del fiscal que pidi la mxima pena para Firmenich, lo importante es que ste cumpla la condena de 25 aos de crcel, aunque teme que algn gobierno llegue a amnistiarlo en el futuro. En cuanto a Andersen, su polmica con Romero Victorica lo llev a distribuir una biografa en ingls donde consta que, a los 33 aos de edad, ha sido corresponsal de Newsweek y del Chicago Sun Times en Buenos Aires, que sus artculos se publicaron regularmente en Washington Post, The Nation, Toronto

    Globe and Mail, Miami Herald y otros diarios de Estados Unidos, habindose desempeado dentro de su pas en The News, de Paterson, New Jersey y Madison Press Connection. Aunque sin duda con razones menos personales que el ex fiscal Romero Victorica, el abogado Fernando Torres, defensor de Firmenich, coincidi en que "la denuncia no tienen ningn peso". Para reforzar la descalificacin, Torres cit sin embargo al ex fiscal. Hasta Romero Victorica salil a desmentirlo a Andersen", dijo, tal vez olvidando que la pasin del ex fiscal sigue siendo acumular sus desmentidos a lo que escribe el norteamericano. Torres no logra explicarse por qu la cuestin sali otra vez a la superficie y dijo que

  • "la mesa poltica de Firmenich haba decidido en el primer momento darle un tratamiento exclusivamente poltico al asunto, pero despus resolvi no darle importancia ". Sin embargo, es posible que las reacciones provocadas por Andersen alcancen una magnitud mayor de la que supone el abogado de Firmenich. En todo caso, la palabra final volver a tenerla el mismo Andersen, quien anuncia su libro Black Terror: Argentina's Desaparecidos and, the Myth of the Dirty War (Terror Negro: Los Desaparecidos de Argentina y el Mito de la Guerra Sucia), que publicar la editorial Addison-Wesley, de Massachusetts. Referencia: Revista El Periodista - Ao 5 - Numero 232 - Marzo 1989 - Por BENJAMIN VENEGAS