Retamal Melancolía y Modernidad 2005

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,o· .~" REVISTA DE HUMANIDADES·; y-OLUMEN 10 ;2005; PP. 89 ·98 MELANCOLÍA y MODERNIDAD CRISTIÁN RETAMAL UNIVlERSIDAD ANDRÉS BELLO Resumen. Por medio del presente artículo se exploran las relaciones entre el concepto de modernidad, entendido en el marco de la teoría crítica, y el de melancolía procedente del psicoanálisis. Ambos se han relacionado frecuentemente en las discusiones sobre la posmodernidad, Aquí dichas relaciones son analiza- das desde el concepto más acotado de posilustración, como una forma más fecunda de comprender el nuevo tono emocional de la modernidad. Abstract, In the present paper, the relation ships between the concepts of modernity from the critical theory stand point and the melancholy derived from psychoanalysis are explored. Both concepts have been frequently related in discussions about modemity. Here, the relations ships between these are analyzed from the concept coming from pos-illustration, as a more effective way to understand the emotional atrnosphere ofthe present modernity.

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    REVISTA DE HUMANIDADES; y-OLUMEN 10 ;2005; PP. 89 98

    MELANCOLA y MODERNIDAD

    CRISTIN RETAMAL

    UNIVlERSIDAD ANDRS BELLO

    Resumen.

    Por medio del presente artculo se exploran las relaciones entre el conceptode modernidad, entendido en el marco de la teora crtica, y el de melancolaprocedente del psicoanlisis. Ambos se han relacionado frecuentemente enlas discusiones sobre la posmodernidad, Aqu dichas relaciones son analiza-das desde el concepto ms acotado de posilustracin, como una forma msfecunda de comprender el nuevo tono emocional de la modernidad.

    Abstract,

    In the present paper, the relation ships between the concepts of modernityfrom the critical theory stand point and the melancholy derived frompsychoanalysis are explored. Both concepts have been frequently related indiscussions about modemity. Here, the relations ships between these areanalyzed from the concept coming from pos-illustration, as a more effectiveway to understand the emotional atrnosphere ofthe present modernity.

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    Uno de los problemas ms interesantes en el anlisis de la modernidad es el intersque ha alcanzado la melancola como tono emocional predominante. Incluso paraaquellos que abogan por una interpretacin de la situacin actual bajo los paradigmasposmodemos la melancola sirve de ncleo de articulacin frente al optimismo dela modernidad. Sin embargo, la melancola ya estaba presente en los anlisis deWalter Benjamin. l extendi el trmino "melancola de izquierda" para designaruna modalidad de crisis de la izquierda en particular, que consecuentemente afectal conjunto de la modernidad. Parece una obviedad sealar que tanto el conservadu-rismo y el liberalismo no parecen estar en crisis. Al contrario, su auge y euforia escorrelativo a los estertores de su adversario histrico. La melancola de izquierdatiene una dimensin ms importarte que ser expresin de una crisis de ampliasrepercusiones en el mbito de las alternativas polticas modernas. Dicha condicin

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    se revela como una crisis de la propia subjetividad moderna, y particularmente comoun agotamiento de las fuerzas emancipadoras radicadas en la herencia de la Ilustra-cin y en los diversos utopismos. El centro de dicha melancola es justamente elagotamiento del utopismo tal cual lo hemos conocido y su filosofia de la historia.Benjamin, al recurrir a la imagen del ngel de la historia que retrocede ante elhorror de la catstrofe, evoca indirectamente el grabado de Durero Melancola /,como representacin de este estado, que alude a una tristeza frente a la caducidadde las acciones humanas'.

    El ngel representado por Durero est rodeado de smbolos que representan el mundodel conocimiento y la tcnica humana, la fuente de sus segurdades, que tienen pocosentido frente a la conviccin de la superioridad efectiva de la naturaleza, en particu-lar la accin devoradora del tiempo que todo consume. Incluso la condicin trascen-dental del ngel se manifiesta contradictoria en la situacin representada, ya que miraen lo lejano el nombre de la melancola intentando comprenderlo por medio del dis-curso que desganadamente escribe. La figura de Durero es una buena representacinde la imagen utpica que intenta reunir en s la fuerza y determinacin moderna porconstruir un mundo slido. Pero que tiene como una caracterstica aadida la capaci-dad del vuelo, condicin desde muy antiguo asociada a las deidades. Capacidad so-brehumana que sugiere el desprendimiento del suelo, como representacin de la rea-lidad que conocemos y que es superada por una nueva visin privilegiada del hori-zonte temporal. En este sentido, la figura angelical es una proyeccin radical de lohumano, que est impregnada de modernidad y que, por su misma condicin existen-cial, tiene acceso al conocimiento de lo divino, y aun as sufre de melancola. El ngelde Durero no busca respuestas, no alza el vuelo, en contraste su actitud es ms cerca-na a la tierra, a los objetos que parecen recientemente abandonados, porque se hanmanifestado como intiles para la tarea de comprender y alterar la propia caducidad.La representacin se vuelve espectral ya que se comprende que lo que se evoca, para-djicamente, es la muerte de algo que no existe.

    Aqu es posible recurrir a las categoras psicoanalticas, ya que Freud no slo des-cribi la melancola como la reaccin a la prdida de un ser amado existente yconcreto, sino tambin como la ausencia inesperada e irrecuperable de una abstrac-cin equivalente. En tal sentido, la lista de abstracciones equivalentes que formanparte de la melancola moderna es larga': los utopismos, el progreso, el relato de laHumanidad, etc. Estos elementos fueron las piedras angulares de la construccin desentido social y personal y por ello ocupan un lugar privilegiado en el tono emocio-nal melanclico. Segn Freud la melancola se caracteriza psquicamente por unestado de nimo profundamente doloroso, una cesacin del inters por el mundo

    Francisco Serra y Fernando Garca Selgas. 'ta melancola de la izquierda". En Ensayos de filosofa social.Madrid. Libertarias Prodhufi. Espaa. 1992. p.37.lb id. p.35.

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    exterior, la prdida de la capacidad de amar, la inhibicin de todas las funciones, yla disminucin del amor propio",

    En la melancola, a diferencia del duelo, el principio de realidad se ve derrotado. Elobjeto tiende a permanecer y se niega su desaparicin y, en este sentido, cobra unaspecto espectral. Las abstracciones equivalentes adoptan la condicin defantasmagoria y ms que nunca su ausencia marca la percepcin del tiempo comocerrado sobre s. La percepcin de vivir en medio de espectros se acenta por mediode la necesidad de preservar una cierta pureza de la memoria que est condenada alfracaso, ya que la memoria es por definicin lo fugaz, el agua que se va entremediode los dedos. La memoria es un proceso activo y radicalmente subjetivo, que setransforma, que supone valoraciones, picos dinmicos de recuerdo y de olvido yque no pueden ser detenidos en un instante del tiempo como posesin absoluta.Pero el deseo de una memoria infinita siempre ha sido parte del utopismo modernoy justamente es lo que aparece como necesario preservar. La memoria infinita es labase de la posibilidad de la auto transfiguracin y la ltima resistencia a la cada dela identidad, el ncleo duro que asigna sentido y lugar en el mundo.

    Lo que se nos revela en este intento de preservar la identidad por medio de la me-moria, es la fractura de la formacin del s mismo moderno. Son muchas las formasde narrar dicha formacin del carcter de la modernidad, sin embargo aqu nossituaremos en la que nos entrega "Dialctica de la Ilustracin. Fragmentos filosfi-cos'". En dicho relato, la modernidad se asemeja a Odiseo que errante en el mundo,enfrenta las experiencias para poner a prueba su naturaleza. El itinerario de lasexperiencias confirma la identidad moderna como un perimetro cerrado, que per-manentemente intenta mantenerse frreo ante el cambio. Por ello la modernidadconstantemente mantiene una actividad reflexiva respecto del mundo. All es dondese crean las diferencias interiores que la propulsan al futuro. El utopismo ha jugadoeste rol central de sistema reflexivo de la modernidad y lo ha hecho como unadiferencia interior de sta. La fractura implica que el utopismo, expresado como elimpulso a la transformacin social, ha sido tambin una matriz de aprendizaje parala vida que se ha roto. En efecto, ser una diferencia interior era, antes que nada, unaexperiencia existencial profunda que mostraba un lugar en el mundo, y en donde sereciba como herencia un determinado modo de vida que conllevaba una ciertacomprensin de la realidad y una misin de transformarla. Esto, necesariamente,lleva implcita la tarea de un peculiar cuidado de s, que tiene como resultado lanegacin de una manera de ser y el mandato de la autotransformacin. Slo en esesentido cabra interpretar el llamado kantiano a ser modernos'. La carencia existen-

    Sigmund Freud. "Duelo y melancola". En Freud Total 1.0. Obras completas de Freud en versin digital.Buenos Aires. Nueva Helade. 1995. (Todas las referencias a las obras de Freud en este texto estn torna-das de esta edicin).Theodor Adorno y Max Horkheimer. Dialctica de la Ilustracin. Fragmentos filosficos. Madrid. EditorialTralla. 199B.Inmanuel Kan!. Crtica de la razn pura. Qu es la Ilustracin? Valencia. Universitat, 1992.

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    cial es la huella de esta condicin de la prdida de herencia como una falta, unaausencia de sentido que slo puede ser llenada por las imgenes utpicas. La heren-cia perdida tiene un doble sentido; por una parte nombra, aunque nunca abarca, lafalta de un sentido dado de la realidad que otorgue plenitud, y por otra nombra a laimagen utpica que promete la redencin de esta primera ausencia.

    La condicin espectral que adopta el utopismo est vinculada justamente con estaprivacin de la herencia de los sueos, que durante siglos se han tejido de genera-cin en generacin. Derrida ha nombrado este fenmeno como el aprendizaje devivir rodeado de fantasmas", que en el mejor de los casos se comportan como com-paeros, amgos que demandan una poltica de la memoria, de la herencia y de lasgeneraciones que se afianza en lajusticia, no en el derecho, que como indica Benjamnya est asentado en cierta violencia fundacionaF. Los espectros son las vctimas dela historia, que tanto preocuparon a Bloch y Benjamn, y que se convirtieron en uncentro ineludible para la teoria crtica y que luego han sido fundamentales en lasreflexiones de Zygmunt Bauman". En efecto, las vctimas se han vuelto espectros aligual que las imgenes utpicas que prometan su redencin.

    Sin embargo, la idea misma de redimir a las vctimas a travs de la memoria serevela inadecuada, ya que como bien seal Max Horkheimer a Benjamin, en unacarta de 1937 citada por este ltimo"; "La injusticia pasada ha ocurrido y estcerrada. Los muertos han sido matados fjectivamente ...Si se toma la inconclusincompletamente en serio, hay que creer en el juicio final .. "La nica manera desostener esta redencin es mantener los residuos mesinicos en el utopismo, quetan alto precio han cobrado por la esperanza proporcionada. Benjamn lo expresacon la siguiente claridad:

    El correctivo a estos cursos de pensamiento [lo recin sealado porHorkheimer] reside en la consideracin de que la historia no es nicamenteuna ciencia, sino en grado no menor, unafonna de la remembranza. Lo quela ciencia ha "establecido "puede ser modificado por la remembranza. Laremembranza puede convenir lo inconcluso (la dicha) en algo conclUido,ylo concluido (el sZffrimiento) en algo inconcluso. Esto es teologa;pero en laremembranza hacemos una experiencia que nos prohbe concebir la histo-ria de modo fUndamentalmente ateolgico, as como tampoco nos es lcitobuscar escribirla en conceptos inmediatamente teo/gicos'.

    Jacques Derrida. "Exordio a los espectros de Marx". En Espectros y pensamiento utpico. Santiago. Univer-sidad Arcis y LOM Ediciones. p. 8.Walter Benjamin. "Para una crtica de la violencia". En Angelus Novus. Barcelona. Edhasa. 1971lygmunt Bauman. Modernidad y Holocausto. Madrid. Ed. Sequitur. 1998.W. Benjamin. "la obra de los pasajes. (convoluto N) Fragmentos sobre teora del conocimiento y teora delprogreso". En La dialctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Santiago Universidad Arcis y LOMEdiciones. p. 140.lbid. p. 141.10

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    El pasado est cerrado, y con l todo el inmenso sufrimiento que reverbera en lahistoria. La nocin de redencin es en cierto modo idealista, y evidentemente tienetoda la carga teleolgica implcita del judeocristianismo, ya que soslaya al sujetoparticular que ha sufrido en su propia historia personal el devenir de la gran historiauniversal. De este modo podemos percatamos que las formas tradicionales de en-tender el utopismo carecen de la capacidad de cumplir su promesa de reintegrar alas vctimas a la humanidad, como una nocin superior donde se encuentran recon-ciliados los extremos del dolor y la plenitud, la vctima y su victimario. Desde laperspectiva de la crisis del utopismo, y la melancola de ella derivada, la situacinespectral implica vivir entre el vrtice desolador de la prdida, la ausencia, y porotra parte el sueo de 10 que hubiera podido ser. Vrtice que Derrida seala como elde la vida y la muerte, donde quedamos atrapados como una situacin intermediaen donde, al igual que los espectros, hay que aprender a vivir de un modo diferente,nuevo e incluso positivo".

    La modernidad que nos ha tocado vivir, una modernidad entre muchas y demasiadoincompleta, est permanentemente determinada por estas situaciones intermedias yespectrales, en que los vnculos de sentido que daban coherencia a la estructura deltiempo se han vuelto obsoletos. Por ello, nos vemos abocados a la necesidad continuade restablecer nuestros equilibrios existenciales en un mundo en que la intensidad delcambio ya no est relacionada con las narrativas de progreso. Por ello, llamar tarda aesta forma de modernidad tiene la ventaja de marcar precisamente su desplazamientorespecto de un proyecto inconcluso, al decir de Habermas. Por ello el apelativo deposmodernidad se muestra tan antojadizo, como un funeral antes que el enfermo ex-hale por ltima vez. Vivimos ms bien una poca posilustrada en que aun nos ampa-ramos a los relatos generados por la Ilustracin, pero sabindolos insostenibles en supretensin de racionalidad trascendental. Ms bien apelamos a ellos porque son elmarco nico y necesario en que se sostiene el fundamento de la democracia y laexpansin de la igualdad y las libertades. Ciertamente, 10 anterior nos deja en unasituacin intermedia cargada de melancola por la sensacin no slo de prdida de esaabstraccin equivalente -los sueos utpicos-, sino tambin la melancola est referi-da a una nueva sensacin de caducidad y fugacidad inscrita en el mbito ontolgico.Como ya se indic, el relato de formacin de la modernidad, basada en la matrizilustrada, tiende a la persistente igualdad de s rnisma, que a su vez se fundamenta enla solidez ontolgica, en la interpretacin de la permanencia de los objetos y su esta-bilidad inherente en nuestros marcos categoriales. Por ello, las formas modernas deentender la trascendencia estn emparentadas con la solidez ontolgica, que hoy se halicuado ante un nuevo paradigma de fluidez ontolgica". Lo anterior fundamenta la

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    12J. Derrida. Op. Cit. p. 9.Z. Bauman. Modernidad lquida. Buenos Aires. Fondo de cultura econmica. 2002. Igualmente, ChristianRetamal La fluidez ontolgica como propuesta utpica de la globalizacin. Brechas. posibilidades y conflic-tos. Rev. Sepiensa.cl. Disponible en http://www.sepiensa.cI

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    inviabilidad de los relatos racionales de trascendencia tal como la modernidad losentendi.

    Por otra parte, cabe destacar que el estado de melancola asociado a la figura de lamuerte del utopismo, por lo menos en el sentido conocido hasta ahora, tiene comocontexto inexorable el de la catstrofe. Lo que Benjamin denominaba un estado deexcepcin que se ha convertido en la regla vinculada a la produccin del progreso!'.En efecto, la persistencia de la injusticia como un continuo histrico se ha conver-tido en la norma de la vida, que se deriva del despliegue mismo del progreso, le esinherente, es su anverso ambiguo e incierto. De este modo, la melancola est enca-denada a una muerte producida por medio de un crimen, no la muerte como parte dela "secuencia normal" de la propia condicin natural. Por lo tanto, la muerte acon-tecida como catstrofe atrapa por medio de la melancola que adopta el modo deuna condena.

    Es necesario, entonces, separar contundentemente estas dos formas de la melanco-la que no estn comprendidas en el anlisis freudiano; la melancola como el esta-do de postracin y sufrimiento derivado de la muerte de un ser querido, o una "abs-traccin equivalente", que no puede ser superada en el duelo -como una forma decura de la tristeza donde el individuo se restablece y se reintegra en la vida social-y esta otra forma de melancola sustancialmente distinta, en que tanto los seresqueridos como las "abstracciones equivalentes", el utopismo en este caso, son lite-ralmente destruidos. La prdida no puede ser integrada en la comprensin emocio-nal de los sujetos, porque dicho acontecimiento no cabe dentro de las lgicaspredecibles, y por cierto inexorables, de los ciclos de vida y muerte. sta se presen-ta justamente como lo impredecible e increble, lo inasimilable. Ronda permanen-temente en ella tanto la conviccin de la injusticia como la de los mltiples relatosposibles de cmo podra haber sido la vida sin dicha carencia. Y si bien estos proce-sos frecuentemente se convierten en la base del reclamo por la justicia, que encierto modo es ya una salida del estado de melancola, tambin se da el caso contra-rio donde se produce un encierro en ella.

    Las abstracciones equivalentes que han sido derrotadas pierden su estatutomovilizador y articulador de sentido. Se retiran, desaparecen, su pulso se hace mslento pareciendo que entran en un estado de hibernacin, en espera de tiemposmejores. Sin embargo, se vuelven ms espectrales en tanto se cae en la cuenta,siguiendo a Freud, de que al parecer el objeto perdido no es fcilmente identifica-ble. Ese "aquello" extraviado es la propia imagen de la redencin, de la propiatransmutacin en un algo otro totalmente distinto. "Aquello", designado as por sucarcter irrepresentable y al mismo tiempo distante, pero a su vez, paradjicamententimo al modo de una "diferencia interior" que se mantiene en el mbito de la

    13 J. Derrida. Op. Git. p. 94.

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    promesa, de la profeca, de algo que debe suceder y que no acontece. Pero convienerecordar que lo que se ha perdido, en realidad ha sido arrebatado por la derrotapoltica que ha implicado costos inconmensurables de sacrificio y dolor. Por ende,la prdida viene a verificar la idea de Benjamin de la historia como catstrofe.

    La melancola guarda esta tristeza infinita por la aoranza de la promesa que seescapa en el tiempo. En ella se preserva la esperanza de verse a s mismo reflejadoen la trascendencia, ms all de toda limitacin de la vida real. En efecto, la moder-nidad cre sus propias diferencias interiores -progreso, utopa, cambio social, re-voluciones, etc.- que le permitieron un dinamismo inusitado, su vocacin de futuroy que la tensionaron y generaron sus contradicciones. Siguiendo este modelo, lamelancola moderna tambin ha producido sus diferencias interiores en las que lafantasa juega un papel muy importante. Freud describi la evolucin de la fantasacomo una resistencia a abandonar las fuentes de placer disponibles, lo que se enmarcaen una tendencia del aparato anmico al ahorro de energas. Al cimentarse el princi-pio de la realidad, qued el fantasear como una esfera independiente, que slo serelaciona con el principio de placer por medio de los juegos infantiles y continaluego en los sueos diurnos liberndose de la dependencia de los objetos reales.Incluso Freud agrega una metfora muy significativa sobre la topografia de la ima-ginacin, que es "como una nacin cuya riqueza se basa en la explotacin del suelo,pero que se reserva un terreno sin cultivar en estado natural (Yellowstone park) 14 ".Extrapolando ese anlisis al caso de las abstracciones equivalentes y sus relacionesestructurales con la modernidad, el espacio de la imaginacin aparece como unterritorio sin cultivar, lo cual no significa que dicho territorio imaginario no tengaun valor implcito en la circulacin econmica del deseo. Su sentido como diferen-cia interior es que, primeramente, slo con su presencia logra una regulacin delterritorio ya colonizado y administrado; por ejemplo en el sentido de la funcinnegativa del utopismo sealada por Adorno" . En segundo trmino, este terreno,que en principio aparece como reserva natural puede tener una doble lectura: A)como reserva natural en el sentido que se le ha asignado una funcin de diferenciainterior para que se convierta en una suerte de paradigma de la diferencia en mediode un universo racionalizado, y eventualmente en un punto de fuga ante el agota-miento de las posibilidades de dicho universo y B) como un terreno reservado que

    l' S. Freud. 'Formulaciones sobre los dos principios del suceder psquico." Op. Cit. Bloch analiza este especifico punto de la fantasia, como reserva natural sustrada al principio de realidad, que se rnaniesta coactaday desvinculada de su relacin con el futuro en el marco freudiano. Por el contrario, para Bloch el 'rase unavez permite vislumbrar en el fue una vez el ser una vet' (El subrayado es mo.) El principio esperanza. Vol.1. Madrid. Aguilar. 1977-1980. p. 85. Lo anterior se expresa en los cuentos infantiles, que pretenden que losnios se identiquen egocntricamente con el protagonista y su final feliz, lo que aparece como el anunciode una experiencia por venir. El cuento infantil, repetido muchas veces funcionaria como una profeca hechaal nio respecto de su propia utopa por alcanzar, lo que se revela como un proceso de formacin del smismo.M. Horkheimer. 'Utopia" En Arnhelm Neusss (cornp.) Utopa. Barcelona. Barral, 1971.p. 91 y ss.15

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    puede ser colonizado para enfrentar situaciones de crisis y, por lo tanto, aunqueparezca un espacio desaprovechado, pertenece al mbito de lo que est inventaria-do como un recurso disponible.

    En la primera alternativa nos encontramos en una perspectiva weberiana, matizadapor la teora crtica de la modernidad, en que la jaula de hierro de la racionalizacindeja un espacio disponible para la diferencia, establecindose de este modo un prin-cipio de dinamismo. En nuestra situacin parece que dicho principio se ha agotado.La racionalizacin de los diversos mundos de vida modernos que se establecieronbajo la bandera de crear un mundo estable, ontolgicamente slido. Como destacaBauman", la modernidad intenta establecer una claridad sobre el mundo creandouna estructura que rompa con el azar. "Estructura" significa, desde un punto devista ontolgico, monotona de sucesos, repeticin relativa, lo que conduce a lopredecible en el mbito epistemolgico. La estructura conlleva que las probabilida-des sean manejables haciendo ms factibles las que se desean. De esta manera, elhbitat humano "estructurado" es "una isla de regularidades en un mar de azar" "aunque su efecto paradjico sea la construccin de nuevas formas de represin yaburrimiento existencia!.

    El azar nos parece, desde la perspectiva actual, una forma totalmente distinta a loque se representaban con dicho trmino los utpicos de todo signo en la moderni-dad. Hoy, el azar nos muestra una cara amable en que su campo semntico derivadonos remite a las imgenes del juego, un cierto renacimiento de lo mgico, la posibi-lidad de la seduccin de la diferencia. En definitiva, una ruptura o al menos unasuspensin temporal de la intensiva racionalidad de la vida moderna con todo suagobio y estrs, entendido aqu como la incapacidad de sostener la capacidad pro-ductiva en la red socia!' El anverso del agotamiento de la racionalidad es la produc-cin de sociedades opulentas que permiten una reduccin sin precedentes en lahistoria humana de la pobreza, la enfermedad y la ignorancia, as como de formasmuy rudimentarias, aunque no por ello menos dolorosas, de relaciones de poder ydominacin. Por supuesto, esto no quiere decir que la modernidad no est sujeta aun proceso de ambivalencia que genera nuevas formas de incertidumbre y miedo.Por su parte, los autores utpicos se enfrentaron con una nocin de azar que justa-mente mostraba un lado bastante opuesto al que hoy experimentamos. El azar signi-ficaba, y es necesario sealar que para dos tercios de la humanidad sigue siendo deesta manera", la indefensin frente al hambre, la miseria, la explotacin y la enfer-

    16l. Baurnan. "Modernidad y ambivalencia", En Josetxo Beriain (Comp,) Las consecuencias perversas de lamodernidad. Barcelona. Edil. Anthropos. 1996 ..L. Baurnan. Modernidad y Holocausto. Madrid, Ed. Secuitor. 1998, p. 278.En este sentido me parece de gran utilidad consultar la serie de los Informes de Desarrollo Humano quecada ao son publicados, desde comienzos de la dcada de los noventa, por el Programa de NacionesUnidas para el Desarrollo. PNUD, Nueva York. Ediciones Mund~Prensa, Los informes se encuentran disponebles en http://www,undp.org [acceso mircoles, 30 de abril de 20031

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    medad. La imposibilidad de predecir el comportamiento de las fuentes de sustentoy sufrimiento era la cara horrenda del azar, que adoptaba la forma de destino inelu-dible. Esta diferencia en la percepcin del contenido semntico del azar es impres-cindible para medir con justicia los impulsos emancipadores de la modernidad.

    Ciertamente puede indicarse que la construccin intensiva de islas de seguridaden un mar de azar ha derivado en el tono emocional melanclico y, por otra parte,tampoco dichas islas han sido capaces de proporcionar la seguridad moderna queprometi. A modo de ejemplo cabe destacar el impacto que ha tenido en los lti-mos aos la sociologa del riesgo y particularmente la obra de Ulrich Beck. Apesar de todo ello, la modernidad ha creado modos de vida completamente nue-vos y ha permitido importantes avances en el cuidado y proteccin de la vida. Loque quisiera destacar es que la melancola como nuevo espritu de la modernidades un estado propio de la condicin posilustrada -ntese que no posmoderna-pero que necesariamente tiene un carcter transitorio. La condicin espectral dela vida no es sostenible en trminos culturales y las abstracciones equivalentes nohan muerto. stas se encuentran en un proceso de resignificacin social que de-pende de lo que acontezca con la propia herencia ilustrada. Sabemos que dichaherencia se encuentra mltiplemente asediada, sin embargo, como ya se ha indi-cado, sta es el sostn de las libertades que aun ejercemos y de la propia democra-cia. La propia imagen de Durero es transitoria, en el sentido que lo que vemos allrepresentado no puede ser un estado permanente, sino un momento previo a otroque desconocemos y que slo puede resolverse por medio de la accin histricade los ciudadanos modernos.

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