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    revista de anlisis polticoN16 / 2015

    EL PROCESO BOLIVIANO ENCLAVEREGIONAL

    LVAROGARCALINERA

    TRANSFORMACIONES EN LAIGUALDAD DE GNERO EN

    BOLIVIAMARAEUGENIAROJAS

    BREVE BALANCEECONMICO Y SOCIAL

    DEL GOBIERNO DEL

    MAS-IPSPMARIANAZEBALLOS

    A 10 AOS DELPROCESO DECAMBIO EN

    BOLIVIA

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    revista de anlisis poltico N16

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    Vicepresidencia del Estado Plurinacional de BoliviaJacha Marrka Sullka Irpataa UttaTaqi Markana Kamachi Wakichana Tamtachawi Utta

    awra Kawsaypura suyuta sullka KamanaRimanakuy u-mallina suyu kamana

    Ttat guasu juvicha jakuerigua jembiapoaTtaguasuiomboat juvicha jembiapoa

    Depsito legal: 4-13049-12ISSNI: 78069La Paz Bolivia

    Consejo editorialHctor Ramrez, Gabriel Limache y Juan Carlos Pinto.

    Participan en este nmerolvaro Garca Linera, Salvador Schavelzon, Elmar Altvater, Grard Mauger, FaritLimbert Rojas Tudela, Sue Yanamoto, Daniela Ochoa Ovando, Patricia GuzmnCabello, Mara Eugenia Rojas, Arnaldo Otegi Mondragn Logroo, Mariana Zeballos,Cynthia Daniela Franco Pinto, Dra. Miren Itxaso Arias Arana, Alison Lemos Gama

    da Silva PT, Juan ngel Caldern, Vctor Hugo Romero, Louca Lerch, Atilio Born,Gabriel Alejandro Villalba Prez, Ricardo Rocha y Hjalmar Jorge Joffre-Eichhorn.

    Edicin y correccin

    DiseoGabriel Snchez

    Ilustracin portadaRicardo Rocha

    ArtesRicardo Rocha

    El contenido de los artculos publicados en La Migraaesde entera y exclusiva responsabilidad de sus autores.

    Distribucin gratuitaImpreso en Bolivia

    2015

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    CONTENIDO

    I SECCIN:

    PARA SEGUIR PENSANDOEL MUNDO DESDEBOLIVIA

    Pg. 24

    Pg. 12

    Pg. 30

    Pg. 34

    Pg. 44

    Pg. 48

    Pg. 52

    El proceso boliviano enclave regional(lvaro Garca Linera)

    Podemos y la experiencia bolivianaAcerca de la construccin de un nuevoproyecto espaol de voluntad popular(Salvador Schavelzon)

    Una lectura del fallo de la CorteInternacional de Justicia(Farit Limbert Rojas Tudela)

    La invencin de la poltica en Bolivia:esbozo de una respuesta a lareeleccin presidencia(Daniela Ochoa Ovando)

    Poltica del compromiso sociolgico(Grard Mauger)

    Acumulacin y violencia(Elmar Altvater)

    Autor: Ricardo Rocha.

    Desafos para pensar la memoriacolectiva desde Bolivia(Sue Yanamoto)

    II SECCIN:

    LAS DEMOCRACIAS Y EL MAR

    Pg. 56

    El rol de los medios de comunicacin en laPoltica: Opinin publica vrs. Construccindel Sentido Comn(Patricia Guzmn Cabello)

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    6IV SECCIN:

    DEMOCRACIA INTERCULTURAL YDESCOLONIZACIN

    Pg. 100

    Pg. 106

    Pg. 64

    Pg. 71

    Pg. 76

    Pg. 82

    Pg. 90

    Pg. 94

    III SECCIN:

    APORTES REVOLUCIONARIOS Y ORGANIZACINTransformaciones en la igualdad de gneroen Bolivia: un breve anlisis de los cambios ybrechas de gnero(Mara Eugenia Rojas)

    Carcel y lucha en el

    Pas Vasco(Arnaldo Otegi Mondragn Logroo)

    Breve balance econmico y socialdel gobierno del MAS-IPSP(Mariana Zebal los)

    Subjetividad y subversin en poltica:reactualizando la historia desde abajo(Cynthia Daniela Franco Pinto)

    Democracia Intercultural: la experienciade habitar cuidando la diversidad(Dra. Miren Itxaso Arias Arana)

    La nacin en Bolivia: una lectura deFausto Reinaga a la luz de Franz Fanon(Alison Lemos Gama da Silva, Mara Julia Gimnez)

    La alternativa educativa Por qu laeducacin es una alternativa?(Juan ngel Caldern)

    Crnicas del desmantelamiento de Bolivia(Vctor Hugo Romero)

    Autor: Ricardo Rocha.

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    V SECCIN:

    GEOPOLTICA Y DERECHOS HUMANOS

    VI SECCIN:

    CULTURAS Y LETRAS

    Pg. 114

    Pg. 118

    Pg. 122

    Pg. 128

    Pg. 130

    Pg. 140

    Pg. 144

    Mapeas o te mapean: (geo) poltica deun instrumento de gobierno en Bolivia(Louca Lerch)

    El arte plstico en oruro y la visibilizacinde imgenes del indioLa construccin de la interculturalidad en elmarco de la comunicacin para el desarrollo(Ricardo Rocha)

    El Teatro del OprimidoMtodo de Fuerza en la Lucha por unnuevo Sentido Comn

    (Hjalmar Jorge Joffre-Eichhorn)

    El escribir como una forma de transcender(lvaro Garc a Linera)

    Entendiendo la diplomacia de los pueblos(Gabriel Alejandro Villalba Prez)

    Imperio, Imperialismo y Extractivismo(Atilio Born Entrevista)

    IV SECCIN:

    OJO LECTOR

    Pg. 154Libros sugeridos por la Biblioteca y ArchivoHistrico de la Vicepresidencia del Estado

    Sicko de Michael Moore Documental queexplora las crudas realidades del sistema desalud norteamericano(Javier Garca Bellota)

    Autor: Ricardo Rocha.

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    Editorial

    Un ao ms se va y empieza otro. Secumplir en enero el dcimo aniver-sario del inicio del proceso de cam-bio en nuestro pas. Parecen muchos

    que ha vivido nuestro pas en el pasado, queha transcurrido entre golpes de Estado milita-res que protegan los intereses de los sectoresdominantes y democracias frgiles que cum-plieron el mismo papel. La alternancia en elpoder fue casi una regla pues fueron varios losque pugnaban por acceder al poder de Estado ydesde all lograr pingues ganancias personalescon las que muchos polticos del pasado se enri-

    -viano, al que siempre le toco poner los muertos,el maltrato, la discriminacin y el trabajo malpagado. Cuando las balas no podan detenerlas protestas populares aparecan los periodosdemocrticos en los que los partidos polticosse apropiaron del escenario, para ofrecer elec-toralmente inclusin, trabajo y otras maravillasque nunca se cumplan, pero que haban cum-plido su propsito de hacer creer a las mayoras

    que ellas elegan y decidan lo que ocurra enel pas. As pasaron muchos aos de vida repu-blicana y 20 aos de neoliberalismo en los queo bien estuvimos intentando protegernos delas balas y la desaparicin o bien votando porquienes siendo de una condicin social diferen-te, reciban el apoyo de la diversidad bajo la ilu-sin de que podran cambiar el pas.

    Tuvieron que pasar muchos gobiernos, paraconvencernos de que en realidad ninguno de lospartidos tradicionales quera cambiar el pas yque los cambios de maquillaje que algunos en-sayaron, slo buscaban endulzar el proceso de

    convirtindonos en cada vez ms pobres. Por esoel 2005 y durante 10 aos el pueblo, el de esasmayoras diversas y plurinacionales, voto poralguien que lo expresaba y lo proyectaba como -rior y en el propio pas como el impulsor de unarevolucin en Democracia; vot por una identi-dad propia, expresada en el presidente Evo quees uno de los de la mayora, de los que vivieron

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    9la miseria y la exclusin, por tanto alguien quecomo lder est dispuesto a transformar el paspor razones polticas y de compromiso existen-cial, hasta las ltimas consecuencias.

    - publicacin de nuestra revista Migraa 16, conla que esperamos persistir en la deliberacincomo un factor importante para conocernosy reconocernos en nuestra diversidad. Con- acadmicos que apuestan a ser parte del mun-

    do de las ideas que construyen pas. Desde elexterior del pas, nos escriben y hacen llegar sus y ponderar la revolucin en democracia queha emprendido el pas y que es observada enel mundo entero que nos reconoce como inter-locutores vlidos en este largo pero necesariocamino de la autodeterminacin de los pueblos.Otros han aprendido del proceso bolivianopara repensar su propio pas, como PODEMOS

    de Espaa que ha emprendido una ruta de vic-torias que ya han quebrado el discurso unipolarde los sectores dominantes del sistema.

    Tambin queremos ponderar en medio de todaslas colaboraciones y aportes, la de Oaki que nosescribe desde una celda en el pas vasco, paracompartir su compromiso poltico y sus sueosplenamente vlidos para seguir construyendo laautodeterminacin de nuestros pueblos. Espera-mos de verdad que sigamos viviendo tiempos -mados en nuestra diversidad y al mismo tiempocon un Estado Plurinacional que nos expresa y

    nos muestre orgullosos de tanta diversidad quesomos capaces de expresar como pas. Que leencontremos el gusto permanente a leer y escri-bir para seguir existiendo y trascendiendo comoescribe el Vicepresidente, para que nos prepare-mos a una democracia cada vez ms intercultu-ral, ms nuestra, que nos prepare el camino parael Socialismo Comunitario. Es nuestro compro-miso desde la Migraa, seguir aportando paraque nuestra utopa sea posible.

    Autor: Ricardo Rocha.

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    I SECCIN

    PARA SEGUIR PENSANDO ELMUNDO DESDEBOLIVIA

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    Autor: Ricardo Rocha.

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    lvaro Garca Linera

    El proceso boliviano en

    clave regional*

    El da de hoy quisiera compartir con us-tedes una especie de balance, rpido yesquemtico, de estos ltimos 15 aosde grandes transformaciones en nuestro

    continente, en la mayora de nuestros pases deAmrica Latina y, no cabe duda, en el mundoque de alguna manera, pueda ayudar a visua-lizar nuestro horizonte.

    Me gustara destacar, en ocho puntos, algunosavances y logros en el mbito de los procesosrevolucionarios en el mundo, pero tambin qui-siera hacer nfasis en sus tensiones, compleji-dades y sus propias contradicciones, ya que sonel motor de la transformacin, de las nuevas lu-chas y logros.

    Si tenemos futuro es porque somos un procesoen movimiento y no algo esttico. A quienes ha- funcionales a la ofensiva imperial, les decimosque venimos y que nos hemos forjado en ella,que nada de lo que se ha hecho en el continenteha venido como regalo ni concesin de nadie, yque estos procesos habrn de continuar porque

    tenemos un pueblo y un continente de lucha yseguiremos teniendo un continente y un procesode lucha.

    Ocho avances y tensiones en los procesos revo-lucionarios latinoamericanos

    * Versin revisada de la ponencia brindada por el Vicepresidente, en el II Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP) 2015:"Democracias en revolucin: por la soberana y la justicia social", realizado en Quito-Ecuador, el 29 de septiembre de 2015.

    1. La reivindicacin de lo democrtico

    como el espacio de la revolucin

    Un primer elemento que quisiera destacar es la revolucionarios.

    En el siglo anterior, muchos de nosotros (denuestros profesores, de la izquierda de la queemergemos, que nos hered sus glorias y susderrotas) habamos concebido a la democraciacomo un escenario sospechoso digmosloas y hasta cierto punto incmodo, que tenaque ser utilizado de manera instrumental paraalcanzar y llegar a la revolucin, para conseguiry llegar al socialismo.

    En general, el siglo XX estuvo marcado, en las iz-quierdas, por una mirada esquiva respecto a losprocesos democrticos. Y estos ltimos 15 aoshan mostrado, a partir de lo que ha sucedidoinicialmente en Venezuela, Ecuador, Argentina,Brasil, Bolivia, Uruguay, Nicaragua, posterior-

    mente en El Salvador, de que la democracia no esuna etapa temporal o un puente que nos condu-ce, necesariamente, hacia una nueva sociedad.

    El aporte que Amrica Latina est incorporandoal debate de las izquierdas en el mundo es quela democracia no es solamente un mtodo, sino

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    lvaro Garca Linera

    Naci en Cochabamba-Bolivia. Eslicenciado en Matemticas por laUniversidad Nacional Autnoma de

    Mxico (UNAM). A su regreso a Boliviase dedic a la organizacin y aporteideolgico en el Ejrcito Guerrillero TpacKatari (EGTK), conciliando la teoraindianista con el marxismo y generandouna praxis revolucionaria-comunitaria.En 1992 fue encarcelado durante cincoaos; en 1997 sale de prisin por no habersentencia en su contra. Dict ctedra enla Universidad Mayor de San Andrs(UMSA) y otras universidades.En el ao 2005 fue invitado porel presidente Evo Morales comovicepresidente para las eleccionesen las que triunfaron. Actualmentees vicepresidente del EstadoPlurinacional de Bolivia.Entre sus publicaciones destacan:De demonios escondidos y momentos derevolucin. Marx y la revolucin socialen las extremidades del cuerpo capitalista(1991); Reproletarizacin. Nueva claseobrera y desarrollo del capital industrial enBolivia (1952-1998)(1999); Sociologa delos movimientos sociales en Bolivia(2004);

    Estado multinacional(2005); Forma valory forma comunidad(2009); La potenciaplebeya(2010); Las tensiones creativasde la Revolucin(2011); Geopoltica dela Amazona, poder hacendal patrimonialy acumulacin capitalista(2012);Identidad boliviana. Nacin, mestizaje y

    plurinacionalidad(2014).

    tambin un espacio; el escenario del propio pro-ceso revolucionario. Porque es justamente endemocracia, en el desarrollo de las capacidadesorganizativas autnomas de la sociedad, en eldesarrollo de la capacidad de participacin y deintervencin en los asuntos colectivos y comunes,que los procesos revolucionarios latinoamerica-nos han prosperado, se han consolidado y se estndesarrollando. Ciertamente, esta no es una con-cepcin de la democracia de manera procedimen-tal (como modos de seleccin de gobernantes) nisiquiera simplemente como principios ticos, enla versin literal y minimalista de lo democrtico.

    Lo que Amrica Latina est mostrando es queesta reivindicacin de lo democrtico como elespacio mismo, como el escenario inevitable yobligado de la revolucin, requiere y necesitauna reinvencin o refundacin de lo democr-tico, que no se quede nicamente en la selec-cin de los gobernantes o un modo de respetarla asociatividad, el pensamiento y la actividadpoltica que evidentemente son hechos de-mocrticos, sino que parta de su fundamen-to y esencia, de lo democrtico como la cre-

    ciente participacin de la sociedad en la tomade decisiones.

    Nos referimos, entonces, a la democracia por en-cima de la concepcin fsil proveniente, en sumayora, de los pases del norte, tradicionalmen-te llamados democrticos, en los que apenasla mitad de su poblacin elige gobernantes; y deesa mitad, ni el 2 % participa en la toma de deci-siones; y de ese 2 %, en realidad menos del 1 %

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    tiene la fuerza de decisin y de ejecucin de lasdecisiones.

    Para nosotros, esas democracias fsiles del norteno son ningn modelo a imitar o seguir. La de-mocracia que estamos reinventando en AmricaLatina es una democracia plebeya, de la calle,de la accin colectiva, de la participacin y de lamovilizacin.

    Y es, pues, precisamente en este escenario de la de-mocracia concebida como creciente y permanenteparticipacin de la gente en la vida pblica y colec-tiva, en los asuntos comunes, familiares, educati-vos, mdicos, econmicos y presupuestarios, don- socialista de cualquier proceso revolucionario.

    En el fondo, el socialismo es la radicalizacin ab-

    soluta de la democracia: la democracia llevada alcentro de trabajo, al parlamento, al rgano Eje- que hemos aprendido es que cualquier mtodode lucha, ha de ser revolucionario nicamente sicuenta con la participacin de la gente. Ya sea por real en la medida de la creciente y permanenteampliacin y desborde de la sociedad en el ejer-cicio, cumplimiento y desarrollo de ese mtodo.Sin eso, cualquier accin parlamentaria (electo-ral) o armada ser reformista u oportunista.

    2. Tomar o construir el poder?Un segundo debate de la izquierda mundial que estsiendo zanjado por la experiencia latinoamericana,es el que se da en torno a tomar o construir el poder.Qu hay que hacer?

    Para aquellos que hemos sido formados en la viejaescuela, al menos los leninistas y yo me reivindicocomo un leninista absoluto, el objetivo de la tomadel poder est bien y es correcto. Pero si quienes lapropugnamos no entendemos que el Estado, por

    muy democrtico o participativo que sea, es tambinun monopolio de lo comn y de lo universal, un mo-nopolio creciente de lo colectivo, no entenderemosque la toma del Estado es asimismo la toma de esemonopolio y de sus instituciones y, a la larga, la susti-tucin de unas instituciones y de ese monopolio poruna nueva administracin y una nueva burocracia.

    Entonces, frente a ese riesgo de convertir la revolu-cin en un proceso que simplemente sustituya una

    lite por otra, surge el debate en torno a si se debe ono tomar el poder.

    John Holloway le plante a las izquierdas mundialesy latinoamericanas transformar el mundo sin tomarel poder1.

    Claro, se entiende que en el esfuerzo por alejarse deesa sustitucin de lites, del control de un monopo-lio y de la concentracin de decisiones porque esotambin es el Estado algunos reivindicaron la notoma del poder para cambiar el mundo, recluyndo-se en pequeos ncleos, comunas y actividades se-miautnomas que construyeran socialismo y comu-nismo en lo pequeo, en los hbito alimentarios, enlas compras y en la transferencia de objetos. Sin em-bargo, olvidaron una cosa terrible: que cuando unose aleja y no quiere embadurnarse ni mancharmecon el poder (recluyndose en su pequeo espacio

    o comuna al margen de l) no consigue que el poderdesaparezca. Al contrario, independientemente delo que uno diga o haga, el poder del Estado siguey seguir existiendo bajo la vieja forma de monopo-lio centralizado por unas oligarquas que rotan en lagestin de la administracin pblica. Entonces, enese nuestro aislamiento, silencio, aparente abandonoy reclusin monstica en un centro donde nadie secontamine con el poder, lo nico que permitiremoses que unos pocos sigan administrando en contra delas mayoras, que el poder del Estado se mantengaen manos de unas pequeas oligarquas que priva-ticen los recursos de muchos. Estaremos dejandoque el Estado, que ese monopolio llamado Estadosiga desorganizando a la sociedad y conduciendo ladesposesin de sus recursos comunes. Y, lo peor, queesto pblico no estatal (producto de la sociedad, quesurge en esas pequeas iniciativas autnomas o se-miautnomas, de manera aislada y desarticulada), ala larga quede subsumido por el propio Estado y lospropios procesos de valorizacin del capitalismo.

    El gran problema de enfocarse solo en uno u otroaspecto (tomar el poder o construir el poder) radicaen que hay y hubo en la izquierda una concepcin

    del Estado como una cosa; una cosa que o bien esconquistable (hay que conquistar el Estado) o bien esdistanciable (hay que alejarse o huir de ella porquenos envenena).

    No obstante, la cuestin es que el Estado no es sim-plemente una cosa (si bien representa instituciones,

    1 Se puede revisar, Holloway, John. Cambiar el mundo sin , EdicionesHerramienta, Buenos Aires, 2002.

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    pero esa izquierda debe entender que si bien el Esta-do es comunidad (una comunidad ilusoria) tambin esmonopolio, y no puede contentarse nicamente contomar el poder. No; sino que est obligada (antes, enmedio y como continuacin del proceso) a transfor-mar, democratizar y construir el poder, porque si so-lamente nos dedicamos a tomarlo sin transformarlo,sin construir el poder social que democratice la tomade decisiones, a la larga devendremos en una nue-va lite. Pero, si solo nos contentamos con construir dejando tranquilas a las lites para que gobiernendurante 500 aos ms, y el poder se volver nueva-mente en contra de la sociedad.

    Entonces, si el Estado es una institucin paradojal,las revoluciones contemporneas tambin son para-djicas. El destino de una revolucin se juega en ladialctica de la toma y la construccin del poder, de

    la ampliacin y la concentracin del poder.

    3. La construccin hegemnica:

    proceso cultural de convencimiento o

    asalto frontal al Estado

    Una tercera enseanza y complejidad de la revolu-cin latinoamericana en marcha, est relacionada a lacuestin de la hegemona, entendida como liderazgointelectual, moral, tico, lgico y organizativo de unbloque social sobre el resto de la sociedad, a partirdel cual todos vemos el porvenir, el horizonte y lasntesis de lo que somos. Esa es la idea general, ensentido gramsciano, de la hegemona.

    El viejo debate del siglo XX acerca de cmo lograr he-gemona estaba escindido en dos vertientes referidasa los pases asiticos y a los modernos (occidentales).En los pases asiticos, poseedores de una sociedadcivil supuestamente muy frgil y amorfa, haba quetener una guerra de movimientos, de asalto frontal alEstado. En cambio, en los pases occidentales, conuna sociedad civil e instituciones pblicas fuertes,

    haba que tener una mirada menos audaz, ms len-ta y difusa, unaguerra de posiciones, para asediar lasslidas casamatas que tiene el Estado y la sociedadcivil contempornea. Guerra de movimientos oguerrade posiciones, asalto frontal o largo proceso cultural deconvencimiento y seduccin para llegar al poder. Ahestaba el viejo debate.

    Y en esa mirada paradojal que quiero resaltar de losprocesos revolucionarios porque si no fueran para-

    normas y procedimientos que le dan una forma c-sica) es ms que eso. Es una relacin entre las per-sonas, una manera de vincularnos cotidianamenteen torno a cosas que nos involucran a todos: la via-lidad, la educacin, el intercambio de productos, lasanidad, el respeto, los procedimientos lgicos, losprocedimientos morales, etc. El Estado es, pues, elespacio de lo comn, lo colectivo y universal quetiene una sociedad.

    Su fuerza radica en eso, en que nos atraviesa, nos in-volucra y nos contiene a todos; si no, no sera univer-sal (ms bien sera particular). Y, en la medida en quenos involucra a todos (an a los que no queremosnada y, por tanto, huimos de l), el Estado es una re-lacin viva entre las personas, es lo que ellas tienenen comn (aunque vivan en diferentes barrios, ciu-dades o departamentos; en el caso del Ecuador, enQuito o Guayaquil, en la sierra o la Amazona).

    Entonces, el Estado es pues tambin el espacio y lagestin de lo comn, de lo universal y colectivo esta-tizado que tiene una sociedad. Sin embargo, si bienes lo comn y colectivo, tambin es su concentracin,su monopolizacin; es decir, tambin es monopolio.Y Marx tena una frase fantstica que resuma estaparadoja estatal, la de comunidad ilusoria2. Iluso-ria, porque no est objetivamente construida a partirdel encuentro entre las personas libremente asocia-das; pero al mismo tiempo es una comunidad real,vigente (de ah que el Estado es una comunidad ilu-soria). Es as que el Estado gestiona lo comn, peroal mismo tiempo lo monopoliza; es una relacin pa-radojal: material e ideal, colectiva y monopolizada,universal e individualizada. En eso radica su magia.

    Por lo tanto, si el Estado es ms que una cosa (msque instituciones y procedimientos), si es tambin locomn, los preceptos lgicos y morales con los queintegramos nuestra vida en comn, personas que vi-vimos en lugares muy distintos, pero que nos senti-mos partcipes de una misma comunidad histricaen el mundo; entonces hay que tomarlo! Hay quetomar y conquistar esa relacin.

    No nos podemos quedar al margen del poder porque l y van destrozando a la sociedad a partir de l. Nopuede haber izquierda revolucionaria que no optepor la toma del poder ese es un falso debate,

    2 Ver Marx C. y Engels F., "Feuerbach. Oposicin entre lasconcepciones materialistas e idealistas" (Captulo I de "Laideologa alemana"), en Marx, C. y Engels F., Obras escogidas,Tomo I, Editorial Progreso, Mosc (URSS), 1974.

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    dojales no seran revolucionarios, qu es lo que hamostrado la experiencia latinoamericana al respecto?Nuevamente, que los dos son necesarios.

    No puede haber conquista del poder ni transfor-macin de la correlacin de fuerzas en el Estado, si -metros de percepcin lgicos, morales y de ordena-miento del mundo de la sociedad.

    Qu pas en Ecuador, Bolivia, Venezuela, los aos2000, 2005, 2008? Hasta antes, los lineamientos queordenaban el mundo de las personas eran: la priva-tizacin de los recursos va a traer el bienestar y lariqueza para el pueblo; los Estados son burcratas;en el mundo globalizado la presencia de la inversinextranjera es la salvadora; todos somos neoliberales.Eso ordenaba el mundo, la vida cotidiana, los hori-zontes de accin, los parmetros lgicos y la toleran-

    cia moral de las personas hacia los gobernantes.

    Pero qu pas despus? Aquello ya no era tolera- -miento neoliberal del mundo, esas ideasfuerza queordenaban la organizacin cotidiana del mundo ennuestra sociedades fueron cuestionadas, se fueronresquebrajando y siendo debatidas, por dirigentespolticos, sindicales, acadmicos, por el ama de casay el estudiante. Algo no cuajaba ni encajaba en este 3al que todos, tardeo temprano, tenamos que ceirnos para conseguir la

    historia que no se presentaba como tal; y un paraso cotidiano para lograr conseguir el sustento diario yuna fuente de ingresos.

    Hubo un cimbramiento espiritual, mental y culturalen las sociedades latinoamericanas; en unos casos,promovido por una accin militar; en otros, por unaaccin colectiva frente a los dueos del agua o poruna movilizacin frente al gobierno que haba enga-ado a su pueblo. Se trataba de un quiebre cultural, -

    nes del sentido comn de la sociedad. Y sobre ese es- las tolerancias morales de las personas y que habilita -des, proyectos y liderazgos) es que emerge cada uno

    3 Se hace referencia al libro escrito por Francis Fukuyama El (1992), en el que se sostieneque el liberalismo econmico y poltico se habra impuesto culminante de la evolucin ideolgica de la humanidad.

    de los procesos progresistas en Amrica Latina, conlos presidentes Chvez, Kirchner, Correa, Lula, Evo.

    Esos lderes no caen como un rayo en el cielo des-pejado. No. Antes se da un quiebre previo, funda- haber el asalto del poder digmoslo as, la tomadel poder (por la va electoral o revolucionaria), si nose tiene previamente una transformacin en los pa-rmetros culturales. En otras palabras, no existe unaverdaderaguerra de posicionessin una previaguerra demovimientos, y lo mismo a la inversa.

    Por tanto, bastar con promover una transforma-cin cultural en los parmetros cognitivos de la so-ciedad para crear identidades y una predisposicinal cambio? Si bien, esa es una condicin necesaria, no que haya triunfado contentndose simplemente con

    Aqu, en Ecuador, acaso no se ha tenido que derro-tar, primero en las urnas y luego en las calles, a laoposicin golpista para consolidar el proceso revo-lucionario? En Bolivia, acaso no hemos tenido quederrotar electoral, poltica y militarmente a los sepa-ratistas y a la derecha que queran dividir el pas pararecin consolidar el proceso revolucionario?

    No hay revolucin duradera o verdadera que sim-plemente se asiente a travs de la transformacingradual de los parmetros culturales. Inevitablemen-te, esa tiene que traducirse, tarde o temprano, en unaaccin de fuerza y de derrota del adversario. Sola-mente derrotando a tu adversario, tu hegemona cul-tural podr irradiarse y consolidarse.

    Entonces, qu nos ensea la experiencia latinoame-ricana? Que en realidad la hegemona es haciendoreferencia a dos grandes autores Gramsci, Leniny nuevamente Gramsci. Es decir, lucha cultural, desmbolos, identidades, construcciones cognitivas, deideasfuerza desde la sociedad; condensacin, en-frentamiento, derrota de tu adversario tienes que

    derrotar a tu adversario, porque si no, no has triun-fado, e inmediatamente luego de que has derrota-do a tu adversario, nuevamente lucha cultural paraasentar y consolidar esa victoria. Y si otra vez el ad-versario vuelve a sobreponerse y busca reagruparse,otra vez derrota cultural, tica, poltica y, si es necesa-rio, militar, para volver a avanzar en la parte cultural.

    La referencia a solo Lenin o solo Gramsci, suponeun falso debate. Gramsci sin Lenin evoca un proce-

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    so de irradiacin sin victoria; Lenin sin Gramsci, unhecho de fuerza sin irradiacin. Necesitas a Lenin y aGramsci, a ambos.

    4. La lucha por las ideas-fuerza y el

    sentido comn de la sociedad

    Un cuarto punto de nuestros procesos latinoamerica-nos (que emerge del anterior) es la importancia de lalucha por el sentido comn, que son las ideas ordena-doras y movilizadoras del mundo y de la cotidiani- -cia moral entre los gobernantes y los gobernados, dellugar de las certidumbres estratgicas de la sociedad.

    Evidentemente, la dominacin neoliberal consistien fuerza, coercin e imposicin, pero tambin fueun conjunto de ideasfuerza. Tambin fue y quiz

    fundamentalmente un conjunto de preceptos men-tales, de sentidos comunes de lo propio y lo ajeno,de lo privado y de lo colectivo, de lo extranjero y de probable y de lo improbable, mediante los cuales lasociedad (el ama de casa, estudiante, dirigente, par-tido poltico, congresista) ordena, explica y se ubicanen el mundo para desenvolverse en l.

    Hablamos, pues, de las ideasfuerza, de los esque-mas mentales, lgicos y morales que tienden a natu-ralizar el hecho de la dominacin, a volverlo cuerpo,carne y rutina; a convertirlo en algo natural.

    Si esto es as, entonces la revolucin (la lucha contrael neoliberalismo) que requiere de golpes de fuerzaelectoral y de fuerza social, colectivos y moviliza-bles, tambin precisa, en lo fundamental, de nuevasideasfuerza, ideas esperanzadoras con la capacidadde generar movilizacin y accin colectiva, con la po-sibilidad de territorializarse e irradiarse. Una luchavictoriosa contra el neoliberalismo es imposible sinuna lucha en las ideas, antes, durante y, fundamen-talmente, despus de la toma del poder.

    En este punto, quisiera hacer un llamado deatencin a las ms de 54 organizaciones polticasde Amrica Latina (14 del Ecuador) a no descui-dar la lucha por las ideas. De un tiempo a estaparte, despus de las victorias y del gran ascen-so de un intenso debate colectivo que ayud aposesionar y a convertir en fuerza material unconjunto de ideas progresistas revolucionariassobre el mundo, hemos entrado en un periodode estancamiento. Y eso es muy peligroso, es pe-

    ligrossimo. Tenemos la necesidad permanentede renovar, enriquecer y relanzar ese conjuntode ideas revolucionarias. No podemos perderla bandera de la esperanza de la sociedad. Unarevolucin es una esperanza movilizadora enmovimiento prctico y en estos quince aos he-mos avanzado bastante, hemos logrado muchascosas nos ha costado muchsimo, pero an

    La batalla de las ideas es nuevamente decisivaen las universidades, los peridicos, los mediosde comunicacin, las asambleas, reuniones y en-cuentros. No debe existir escenario donde el re-volucionario no est dando batalla con su idea,su pancarta, su frase, su peridico o su discurso.

    En muchos lugares de Amrica Latina, los lucha-dores sociales que estbamos en el mbito sindi-

    cal, gremial o acadmico, ahora hemos pasado ala gestin de gobierno eso era necesario, porsupuesto, por lo que hemos dejado abandona-da la retaguardia y eso es muy peligroso.

    Necesitamos volver ah. Un dirigente condu-ciendo el sindicato, la federacin o confedera-cin; un acadmico enseando en la universidad gestin pblica o de obras. No podemos con-centrar toda la fuerza intelectual y activa en lagestin del gobierno. No podemos descuidar elfrente social lo digo como experiencia, esonos ha pasado a nosotros y es un error.

    Muchos dirigentes combativos y luchadores hanpasado a la gestin de gobierno y ahora son alcal-des, ministros y diputados. Excelente! Tenemosun parlamento con el 65 % de asamblestas pro-venientes de organizaciones sociales; se trata deun parlamento muy plural. Pero me preocupa loque est pasando a nivel del sindicato, de la fede-racin o confederacin y de la academia, porqueall es donde se est comenzando a atrincherar laderecha. No permitamos eso. Salgamos nueva-

    mente all a dar la batalla por el sentido comn,por las ideas; pues eso es lo que ha de sostener lacontinuidad de este proceso a largo plazo.

    5. La gobernabilidad dual de los

    procesos revolucionarios

    Una quinta leccin que hemos aprendido y queha emergido de la accin y lucha de los proce-

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    sos revolucionarios, es que la que la democraciano puede reducirse nicamente al mbito de laparticipacin parlamentaria, por muy plural, par-ticipativa y expresiva que ella sea. Los procesos consolidan, se construyen y se profundizan, te-niendo obligatoriamente! fuerza en el parla-mento y fuerzas en las calles. Venimos y nos he-mos forjado en las calles; eso hay que mantener.

    En mi percepcin, los procesos revolucionariostienen una gobernabilidad dual. Por una parte,la gobernabilidad que se gesta en la articulacindel Ejecutivo, el liderazgo revolucionario, el par-lamento, la expresin de los sectores sociales.

    Y el segundo mbito de gobernabilidad es la re-lacin que se entabla con las organizaciones so-ciales, los sindicatos, las asambleas, los barrios y

    los gremios movilizados defendiendo su revolu-cin. Eso es democracia.

    Hemos criticado la democracia fsil del norte,donde se elige una vez cada cinco aos y luego

    un puado de 20 personas decide el destino demillones. No queremos eso. La democracia lati-noamericana, real, profunda y radical, tiene quever con la amplia participacin de la sociedaden el parlamento, en los ministerios, con la pro-funda movilizacin y participacin de la socie-dad en las calles, para defender y profundizar suproceso revolucionario.

    6. La eficiente gestin econmica

    Una sexta leccin que sacamos de nuestra expe-riencia revolucionaria, est vinculada con el pa-pel de la gestin econmica.

    Cuando uno est en la gestin de gobierno, en-tiende la profundidad de los textos del Chedebatiendo, entre otros, con Charles Bettellheimsobre la economa en Cuba4

    Lenin acerca de la nueva poltica econmica en"Ms vale poco pero bueno"5, etc. Mientras quecuando uno est en oposicin lo que importa estanto su capacidad de movilizacin como la decrear ideasfuerza articuladoras que generen unprincipio de esperanza social en torno a lideraz-gos individuales y colectivos. Eso es lo central, yuno se juega diez, veinte, treinta, cuarenta aossi es que no la vida entera para que todoesto se consolide en un proceso revolucionario,como acontece hoy en Amrica Latina.

    Sin embargo, una vez que el proceso revolucio-nario (que emerge desde la sociedad) se vuelvegestin de gobierno, evidentemente se necesitacapacidad de movilizacin, de seduccin y deconvencimiento, pero tambin y esto es lonuevo capacidad de gestin econmica.

    Los procesos revolucionarios latinoamericanos

    4 Entre 1963-1964 se desarroll en Cuba el denominado "grandebate econmico", en el que participaron importantes diri-gentes de la revolucin, como Ernesto (Che) Guevara y Car-los Rafael Rodrguez, adems de Charles Bettelheim (pro- Partido Comunista francs) y Ernest Mandel (uno de los di-

    rigentes ms conocidos de la Cuarta Internacional trotskista).En palabras de este ltimo, ese debate estuvo referido a cua-tro cuestiones principales. Dos de orden prctico, que versa-ban sobre los problemas de poltica econmica del gobiernorevolucionario (la organizacin de las empresas industriales)y la importancia relativa de los estmulos materiales en laconstruccin del socialismo. Y otras dos, de orden terico: elpapel exacto de la ley del valor en la poca de transicin delcapitalismo al socialismo, y la naturaleza estricta de los me-dios de produccin estatizados en esa poca.

    5 Se puede revisar Lenin, V. I., "Ms vale poco y bueno" (4 demarzo de 1923), en Obras, Tomo XII (1921-1923), EditorialProgreso, Mosc, 1973.

    Autor: Ricardo Rocha.

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    ciclos heroicos de participacin y movilizacinno son perpetuos y se dan por oleadas, con mo-mentos de ascenso, consolidacin, estabiliza-cin, descenso, y luego valles que pueden durarsemanas, meses o aos, hasta lograr un nuevoproceso de ascenso social.

    En esos valles que, pueden ser cortos o largos, yano se tienen los momentos heroicos de genero-sidad y universalismo desplegados como derro-che revolucionario, pues se trata de tiempos decotidianidad, de resultados, en los que la socie-dad le dice al gobernante (al presidente Correa,al presidente Evo, al presidente Chvez, al presi-dente Lula o al presidente Kirchner): he pelea- mi proceso, es mi conquista, pero tambin quie-ro resultados. Quiero tener agua potable, ver mi

    calle mejorada, tener una escuela, un hospital.Y es ah donde debemos mostrar la otra cara delrevolucionario, en la capacidad de gestin, por-que ser revolucionarios tambin se demuestraen la capacidad de gestin econmica de nues-tro pas.

    -sar en Amrica Latina en los prximos aos(2015-2018), que es una etapa de transicin, vaa depender de cmo respondemos, actuamosy generamos un conjunto de decisiones que lebrinden certidumbre a las personas en el mbitoeconmico.

    Ah tenemos que depositar toda nuestra fuerza,porque es ah donde nos vamos a jugar nuestrodestino y donde el imperio, las fuerzas conser-vadoras locales e internacionales estn apuntan-do sus caones de permanente conspiracin. Enla economa es donde tenemos que obtener unanueva victoria, a travs de una buena gestin yadministracin econmica.

    No me detendr sobre todos los aspectos princi-

    pales en relacin a este tema en Bolivia, solamen-te mencionar algunos que nos estn ayudandoy tienen que ver con la exportacin (el mercadoexterno) y el mercado interno.

    Cuando los precios estuvieron altos, crecimosmucho gracias a la economa de exportacin. El50 % de nuestras exportaciones provienen delgas y cuando subi el precio del petrleo y delgas, ingres mucho dinero a nuestra economa.

    Pero como sabamos que eso era coyuntural einestable, porque cualquier rato poda caer (yael 2008 el precio del barril de petrleo haba ca-do de 140 a 35 dlares, ms de cien dlares), que -mica de exportaciones aunque por supuesto,hay que aprovechar sino que debe generartambin una retaguardia, eso es, el mercado in-terno, el crecimiento va dinmica interna o mer-cado interno.

    En Bolivia, el dinamismo del mercado externoha cado. En vez de crecer al 6 o 7 %, estamoscreciendo al 4.5 %. Y es un buen crecimiento por-que hemos tomado la previsin de apuntalartambin a la dinmica del mercado interno, que fortaleza del mercado interno sin una distribu-cin de la riqueza).

    La teora econmica nos aconseja, primero, ge-nerar riqueza y, luego, distribuirla. Sin embargo,nosotros no les hemos hecho caso a los econo-mistas, esperando primero producir para luegodistribuir, sino que hemos distribuido y produ-cido, producido y distribuido. A medida queproducamos, distribuamos, y al distribuir pro-ducamos ms y mejor. De esa manera, estamospudiendo remontar este momento adverso en elmbito econmico.

    Un segundo elemento importante es el controldel Estado sobre los resortes fundamentales dela economa, de las empresas y de la generacindel excedente del pas. Todo, tanto el crecimien-to, la inversin como la distribucin de la rique-za, en funcin de la sociedad y para potenciarla sociedad. La totalidad del aparato econmicodebe centrarse en torno al ncleo del empodera-miento y la mejora de las condiciones de la pro-pia sociedad.

    7. El extractivismo y la preservacin de

    la Madre TierraUn sptimo problema y tensin que se est dan-do en nuestros procesos revolucionarios, es eldebate entre la generacin de mayor riqueza ma-terial y bienestar econmico, y la preservacinde la Madre Tierra. Se trata del famoso debatesobre los extractivismos, que se ha puesto demoda en Amrica Latina. Claro! Ecuador, Vene-zuela y Bolivia arrastran una herencia extracti-

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    vista, que en el caso de nuestro pas se remonta a1.570 cuando el virrey Toledo instaura el trabajoobligatorio en el Cerro Rico de Potos y nos con-vierte en un pas productor de materias primasson exportadoras a la metrpoli.

    Desde entonces, Bolivia y Amrica Latina que- -taria de tareas al interior del capitalismo, comoproductoras de materias primas. Son casi 450aos que arrastramos esa herencia. Es cierto, esaherencia est ah! Adicionalmente, las socieda-des latinoamericanas tienen muchos problemasde pobreza y necesidades inmediatas, porquedurante dcadas y siglos (en el transcurso de laColonia, la Repblica, hasta el neoliberalismo)han estado abandonadas a su suerte.

    Esa es nuestra herencia: el extractivismo histrico

    y las grandes necesidades materiales insatisfechasde nuestra gente. Y lo que tenamos que hacer erapara satisfacer las necesidades del pueblo, que veaen sus lderes y en su revolucin la esperanza parasalir de la pobreza y acabar con su miseria y aban-dono, era producir en base a esa herencia.

    Sin embargo, tenemos a la vez otra herencia enAmrica Latina, que es nuestra raz indgena, en nuestra herencia familiar se encuentra un in-dio, porque somos indios y venimos de una razindgena que representa nuestra fuerza y en laque se condensa no solamente una identidad ehistoria, sino la enseanza de un tipo de Marxdira intercambio metablico con la naturale-za, mutuamente procreativa.

    Las tecnologas y la sabidura indgena, hereda-das en tierras bajas y en tierras altas, en la Ama-zona y la sierra, corresponden a una tecnologay unos conocimientos productivos que siempreintentaron dialogar con la naturaleza, porqueella fue concebida como un ser vivo, un ser org-nico; y el ser humano como una prolongacin or-gnica de ese ser superior. Entonces, si el ser hu-

    mano depende y es una prolongacin de ese servivo superior, no se lo puede matar, porque parael indgena es matarse a s mismo. Arrastramosesa herencia y venimos de esa raz. Y, dado quehoy en el mundo el cambio climtico est afec-tando y transformando la siembra, la cosecha yel clima, una responsabilidad del revolucionarioes asumir esa raz como una fuerza creativa parala preservacin de la naturaleza.

    Pero cmo hacer coincidir las dos herencias?-Cmo articularlas, especialmente en sociedadescomo la ecuatoriana o la boliviana, de vieja ypreponderante historia extractivista? Se trata deun gran debate que ni Lenin ni Gramsci abarca-

    Si solo nos dedicamos a producir no importaque sea de manera extractivista para satisfacernuestras necesidades materiales, tendremos xitoy resultados econmicos, pero habremos abando-nado la raz comunitaria, la herencia comunitariaindgena que habilita un futuro o porvenir comu-nitario (porque el futuro socialista va a ser ecol-gico o no va a ser ni va a poder existir). Por otrolado, si solamente nos dedicamos a cuidar la na-turaleza y a no tocarla, continuaremos viviendoen la pobreza y la miseria. Y vendrn los neolibe-rales a quienes no les importa preservar nada,

    ni los rboles ni los pajaritos que se dedica-rn a producir como puedan para satisfacer lasnecesidades de la poblacin. Y la poblacin conjusto motivo nos va abandonar.

    Entonces, no podemos simplemente producir de -mo, porque de esa forma renunciamos a nues-tra raz y porvenir. Pero tampoco podemos con-tentarnos con ser unos guardabosques, dejandoa nuestra gente, a los pueblos indgenas, en lamiseria colonial en la que viven hoy, porque suscondiciones de vida, lejos de ser idlicas, son lascondiciones de pobreza que han sido construidasen los en los ltimos 500 aos de colonialismo. Yeso es lo que nos propone ese medioambienta-lismo colonial como yo le he denominado,que propugna que los latinoamericanos dejende soar con el progreso si quieren hacer algnaporte a la humanidad, y se dediquen a cuidarrboles y generar oxgeno, mientras el nortecontina produciendo e inundando de C02 elmundo, destruyendo los bosques y las reservasnaturales del planeta. Eso es lo que propugna elmendioambientalismo colonial! Que los pases

    del sur paguemos la plusvala ambiental, conge-lando nuestra produccin, desarrollo y futuro;congelando nuestras condiciones de vida queson coloniales. Eso supuestamente en arasde preservar la naturaleza, mientras los del nor-te continan con la orga destructiva del planeta.

    Y nos atacan. Gobierno de Correa, extractivista!.Gobierno de Evo Morales, extractivista! Claro,los que nos critican reciben un buen dinero de

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    esos organismos extranjeros para acusarnos y, ala larga, sirven a esos intereses externos. Puesno seores! Qu es lo que estamos haciendo enBolivia y en Ecuador que sigo a distanciaqueconsidero es lo correcto? Permtanme explicarlo.

    Tenemos que salir del extractivismo? Por su-puesto que s, pero no congelando las condi-ciones de produccin o regresando a las condi-ciones de vida de la edad de piedra. Saldremosde l utilizndolo temporalmente para crear lascondiciones culturales, organizativas y materia-les que nos permitan dar un salto hacia la econo-ma del conocimiento.

    Sin embargo, de qu economa del conocimien-to podemos hablar cuando tenemos compaerosque viven en el altiplano, en casas de piedra, quecaminan cinco horas para llegar al colegio, que

    se sientan en asientos de barro y que se duermendurante el da porque no pudieron alimentarsebien para mantenerse despiertos? Qu econo-ma del conocimiento se construye de esta ma-nera?

    Esa es la farsa del mediambientalismo colonialporque existe un medioambientalismo revo-lucionario, que nos quiere hacer caer en esatrampa de que las condiciones de vida actual delos pueblos indgenas son idlicas y armnicas.Que vayan a ver a un nio durmindose porqueno pudo desayunar bien! Que entren a la Ama-zona para ver cmo la gente se muere a cau-sa de la mordedura de una vbora por falta deatencin mdica oportuna! Esa es una realidadque no conocen, porque desde las ONG dondetrabajan en las que ganan mucho dinero sededican a ver desde la ventana lo que pasa en elmundo e intentan resolver los problemas desdeall. No puede ser as.

    Hay que acabar con el extractivismo? S. Perosimultneamente hay que acabar con la miseriautilizando las herramientas heredadas. Cmo

    pueden pedirnos acabar en cinco aos lo que hadurado 500?Nos exigen que acabemos en seismeses lo que ha durado siglos! No seores, novamos a caer en esa trampa.

    Los procesos latinoamericanos estn conscien-tes de que hay que transitar a una economa delconocimiento, a una economa industriosa quevincule la ciencia y la tecnologa contemporneacon la ciencia y la tecnologa ancestral. Vamos

    a llegar a eso, pero lo vamos hacer creando lascondiciones materiales, culturales y espiritualespara ese tipo de economa y sociedad, producien-do lo que hoy tenemos, usando temporalmenteel petrleo, el gas, los minerales, la agricultura.Necesitamos un periodo de transicin, un puen-te que cree las condiciones tcnicas, materialesy culturales de una nueva generacin capaz desuperar el extractivismo.

    Entonces, vamos a seguir produciendo (porquehay que satisfacer las necesidades materiales dela gente) pero, a la vez, creando las condicionespara un reencuentro con la naturaleza, rescatan-do la tradicin indgena de la relacin mutua- S. Temporalmente. S Necesariamente hastacrear la nueva sociedad del conocimiento y dela cultura.

    Aqu, permtanme criticar a esa izquierda de ca-fetn que as la llamo yo o si ustedes quie-ren izquierda deslactosada. Evidentementehay grupos que se oponen, provenientes di-cen desde la izquierda ms radical del proce-so. Quines son? Una izquierda perfumada queobserva el fragor de los procesos desde el balcn,en la televisin o tomando caf. Una izquierdabien remunerada, que se horroriza del lenguajeguerrero y del olor de la plebe en las calles, por-que le incomoda el estruendo de la batalla y eldesorden de una democracia de barricada.

    Es una izquierda a la que le gusta su caf desca-feinado, que critica a los gobiernos progresistaspor no haber construido en una semana el co-munismo! Una izquierda que, aprovechando el no hayamos acabado, de una buena vez, con elmercado mundial, y denuncian, en seminarios externo que les garantizan su buena vida), a losgobiernos progresistas, por no haber instauradoinmediatamente y por decreto el buen vivir (el

    Vivir Bien).

    La verdadera y desbordante lucha de clasesplebeya e indgena les resulta incomprensiblea estos caballeros y seoritas. La nica revolu-cin que conocen es la que han visto resumidaen History Channel. Y, por ello, la multiformea veces, desorganizada lucha plebeya realpor el poder, les resulta totalitaria, tirnica yautoritaria.

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    Son, pues, los radicales de palabra y timoratosde espritu. Son los cmplices arrepentidos delpasado neoliberal, devenidos hoy de manerasorpresiva en ultra radicales profetas del in-minente fracaso de los procesos revolucionarios.Portadores de teoras "deslactosadas", no tienenninguna medida concreta, ni una sola propuestaprctica enraizada en el movimiento social quepueda hacer avanzar los procesos revoluciona-rios. Por tanto, son los mediocres corifeos internosde la nueva ofensiva imperial, que buscan deses-tabilizar a los procesos y gobiernos progresistas.

    Su pseudo radicalismo abstracto e inoperante noapuntala ninguna movilizacin ni refuerza la ac-cin colectiva de los sectores populares, campesi-nos, obreros o indgenas. Pero eso s, su discursoaglutina el conservadurismo y racismo de los sec- -

    curso pseudo izquerdista o pseudo ambientalista,buscan desprestigiar los procesos revolucionarios.

    Al no impulsar la movilizacin de las clases sub-alternas ni ser alternativa de poder real, estospseudos radicales trabajan para los restaurado- del relato del progresismo latinoamericano! Losconozco. Me toc vivir un proceso parecido enlos aos 80 en Bolivia, un proceso progresistacuando estaba el gobierno de Juan Jos Torres,con el gobierno progresista de la Unidad De-mcrata y Popular (UDP), con sus problemas y izquierda radical que le demanda el comunismo,el socialismo, el decreto, el nacionalizar los mer-

    Ellos no fueron alternativa ni entraron al poder,ms bien ayudaron a derrocar a los gobiernosprogresistas y lo que habilitaron fueron diez aosde dictadura militar, veinte aos de neoliberalis-mo. Sin embargo, como por suerte estamos vivospara sacar lecciones de la historia y no volver arepetirla ni permitir que estos tipos vuelvan a so-

    cavar los procesos revolucionarios, propiciandoel regreso de las fuerzas conservadoras.

    8. La cuestin de la cohesin

    nacional estatal

    En trminos generales, podemos decir que elneoliberalismo ha tenido dos fases o etapas a ni-vel mundial.

    La primera, que va de los aos 1980s (con Ro-nald Reagan y Margaret Thatcher) hasta el 2000o 2005. Y, la segunda, desde el ao 2005 hasta laactualidad no sabemos cunto ms, a nivelmundial.

    En la primera fase (1980 a 2005), el neoliberalis-mo captur, reform y utiliz al Estado nacionalpara transferir el excedente (la riqueza pblica,las empresas pblicas, los ahorros pblicos) a lasempresas privadas, a la propiedad privada localy, fundamentalmente, extranjera. Las empresas -cursos de los bancos a los sectores privados y seentregaron los recursos naturales a la inversinextranjera.

    En esta fase, el Estado nacional jug el rol de re-gulador y transferente de lo pblico a lo privado,

    pero tambin asumi el papel de cohesionadorcultural de la sociedad en torno a la privatiza-cin. Es decir, cumpli las funciones de privati-zar, transferir lo pblico a lo privado, y ademsde brindar la cohesin cultural o ideolgica elcemento, dira Louis Althusser para mantenerla percepcin de la sociedad articulada a las de-cisiones gubernamentales.

    Hoy nos encontramos ante una nueva fase delneoliberalismo, en la que los Estados plurina-cionales son un estorbo y me atrevo a decirque han sacado la leccin de lo que ha pasadoen Amrica Latina para no repetirla y empezar aoperar en el mundo rabe y Europa de maneradistinta; una fase distinta en la que los Estadosnacionales ya no le son cmodos, funcionales nitiles al neoliberalismo.

    Se ha pasado a una etapa de desmembramiento,debilitamiento y fraccionamiento de los Estados,con dos variantes. La primera, la formacin deoposiciones polticas movilizadas, la creacin dereas extraterritoriales del Estado (pueden serparques nacionales), el fraccionalismo regional

    en algn pas y, posteriormente, la promocin deguerras civiles e intervencin militar extranjera(es el caso de Irak, Afganistn, Libia, Tnez, Si-ria; no sabemos an si el caso de Ucrania puedeentrar tambin en este modelo).

    La segunda variante tiene que ver con el impul-so a las privatizaciones, la ampliacin del endeu-damiento pblico, la prdida de soberana tribu-taria y monetaria de esos Estados y el recorte de

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    reas de intervencin estatal. El ejemplo de Gre-cia es aqu paradigmtico en esta otra modali-dad de derrumbe de la soberana estatal Lo queha hecho Europa, Merkel en Alemania, el FondoMonetario Internacional (FMI) y el Bundesbank,con el pueblo griego es paradigmtico.

    Ambas variantes, va guerra civil o recortamien-to de soberana, conducen a una implosin delos Estados y a una cohesin ideolgica, ya nopor parte de ellos, sino por estructuras supraes-tatales y una nueva reparticin de empresas, re-

    Este es momento novedoso. Si en los aos 80slos Estados eran funcionales al desarrollo delneoliberalismo, en esta etapa no lo son. Basta verla aniquilacin de los Estados laicos en el mundo

    controla la geopoltica y el petrleo, pero ahorabajo la va de la fragmentacin, de pequeos feu-dos armados, enfrentados unos contra otros.

    Si esta es la lgica contempornea, necesaria-mente la defensa de los Estados bajo un nuevomando y un nuevo bloque social de poder, sepresenta como una tarea imprescindible en losprocesos revolucionarios de Amrica Latina yel mundo.

    La defensa de los procesos en Amrica Latinarequiere la profundizacin de la revolucin y lairradiacin a otros lugares.

    Es importante que no olvidemos que los proce-sos revolucionarios nos son permanentementeascendentes, sino por oleadas (avanzan, se con-solidan, se estancan, retroceden, caen, vuelven alevantarse), en un proceso continuo de avancesy retrocesos.

    En el fondo, la lucha del pueblo y solo la lu-

    del continente y el mundo.

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    sobre el sujeto poltico y las implican-cias de plantearlo en trminos de clasespopulares o de un pueblo ms genri-

    co. Llevando este debate al objeto de tu tesis de interesante de pueblo boliviano como confor-mado por naciones y pueblos indgena origina-rio campesinas, con las naciones y los sujetoscolectivos que complejizan una idea de puebloms clsica en la tradicin poltica populista. Porotra parte, en Bolivia y Amrica del Sur aparecela idea de la clase media como una nueva identi-dad en la que tambin los indgenas se integrancada vez ms. En este sentido, Cmo construiro tener un pueblo como interlocutor en uncontexto donde ste se concibe como compuesto

    por ciudadanos y no necesariamente como lasmasas populares o indgenas que encontramosen Bolivia y en otros lugares de Sudamrica?;Cmo estn viviendo esa discusin, en partetctica y en parte de proyecto poltico, que pasatambin la cuestin de la composicin del pro-pio Podemos? Cmo ordenas esos elementos:pueblo, clases populares, clase media, en lo tc-

    tico, en el proyecto, en la composicin de Po-demos? igo Errejn: Esta es una discusin enmarcha y diferentes compaeros de Podemosdaran diferentes respuestas. Yo parto de unacomprensin de lo poltico por la cual ese sujetono es ninguna derivacin de ningn componen-te de clase, ni de ninguna posicin sociolgicaen la estructura productiva ni en la economa. Esuna construccin fundamentalmente narrativa,una produccin de una voluntad en comn.

    Ahora bien, con qu materiales se hace esa pro-duccin de voluntad en comn? Pues yo creoque hay que tener en cuenta tres elementos enel caso espaol. En primer lugar, no tenemos unEstado fallido, ni un Estado con zonas grises nicon sombras. Tenemos un Estado que funciona,

    que administra el territorio y genera certidum-bres, que tiene instituciones que canalizan laspeticiones, le da seguridad a la gente y gobier- Que es una poblacin fundamentalmente deciudadanos y que ha producido mucho ms ciu-dadana que pueblo. Es decir, la gente est acos-tumbrada a las certidumbres: si tienes el proble-

    Salvador Schavelzon (entrevistador)

    Podemos y laexperiencia bolivianaAcerca de la construccin de un nuevoproyecto espaol de voluntad popular

    * Realizada en la sede de Podemos, Madrid, el 9 de julio de 2015. El presente artculo es solo un fragmento de dicha entrevista.

    Entrevista a igo Errejn*

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    2ma uno, vas a la ventanilla uno; problema dos,ventanilla dos; problema tres, ventanilla tres. Nocortas la calle para que te restablezcan la luz enlas farolas de tu calle.

    Eso es un dato central, digamos (pues) cualquierposibilidad de ruptura del sistema de partidos yde construccin de una voluntad popular nuevapasa por el hecho de que estamos trabajando conuna sociedad en la que los procesos de ciudada-nizacin son exitosos. Cuando volv (despus) devivir en Amrica Latina, aprend a mirar esto enlos aspectos ms cotidianos. Todo es muy sencillo.Eso te produce mucha certidumbre para que va- drsticamente cules son los mimbres para quepueda haber cambio poltico. Con qu se constru-

    ye la posibilidad de una mayora diferente.

    En segundo lugar, con respecto a la cuestin de lasclases medias, lo fundamental que est pasando enEspaa es que hay una crisis de expectativas. Noestn siendo los sectores ms golpeados los queestn saliendo a movilizarse, o los que han encabe-zado las protestas o incluso el voto en un sentidotransformador o de cambio. Lo fundamental sonesos sectores que han visto la posibilidad de la mo-

    igo Errejn

    Naci en Madrid Espaa. Es doctor enCiencias Polticas y de Administracinpor la Universidad Complutense de

    Madrid (UCM), con sobresaliente Cumlaude y mencin europea, con unatesis doctoral sobre la construccinde hegemona del Movimiento AlSocialismo (MAS) en Bolivia. Ha sidoinvestigador visitante en diferentesuniversidades, (UCLA, Los ngeles)y europeas (UU, Utrecht y UNIBO,Bolonia). Actualmente es investigadorposdoctoral en el Instituto Complutensede Estudios Internacionales(Madrid). Entre sus temas de estudio poltico, el anlisis del discurso y lahegemona, los procesos de cambiopoltico y transformacin estatal enLatinoamrica, sobre los que ha escritodiferentes libros y artculos. Colaboraregularmente con diferentes medios decomunicacin y anlisis. Es director decampaa del partido poltico Podemosde Espaa.

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    Autor: Ricardo Rocha.

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    vilidad social ascendente bloqueada. Y han vistoque, por primera vez en tres generaciones en la his-toria de Espaa y esto es importantsimo, vana vivir peor que sus padres. Se rompe, por tanto,el mito del ascenso social individual y el progreso.Y ese era seguramente el mito, y realidad, porqueera una realidad capaz de mantener a los sectoresmedios en el mismo proyecto de pas conducidopor la oligarqua. Y eso se quiebra. As que unabuena parte de la reaccin de la que Podemos yel movimiento 15M son feudatarios, tiene que ver,como en muchos procesos de cambio, con una cri-sis de expectativas. Y (esa) es una reaccin de signosi me permites conservador. No en trminosideolgicos, sino porque quiere (de)volver a unaparte los derechos erosionados por la gestin dela crisis y tiene la sensacin de estafa, porqueno es que impugne el pacto de la constitucin del78 en un sentido de superacin revolucionaria. Es

    que bsicamente lo que dice es oigan, se la estnsaltando ustedes, los poderosos. Hay una ciertasensacin de que los ciudadanos cumplen la ley ylos que mandan no. As que es una reaccin quetiene un componente ciudadanista y conservador,en ese sentido, de defensa del anterior marco y delEstado de Derecho, que limita las posibilidades o, uno no puede hacerse trampas. Tiene que mante-nerlo en la cabeza para saber hasta dnde puedellegar, o cul es el alcance posible para imaginarseel proceso de transformacin poltico o el procesode cambio poltico.

    Pero el ltimo elemento es que se ha ido produ-ciendo el acercamiento progresivo del Partido So-cialista y el Partido Popular, como dos opcionesque han sido percibidas por muchos ciudadanoscomo una opcin similar. Su supeditacin comn econmica de tener recursos con los que comprarla obediencia en Espaa, han ido generando unproceso de alienacin de buena parte de nuestrapoblacin con respecto a las lites polticas y eco-nmicas; sobre todo polticas por desgracia,

    a las que van culpando de la crisis y sobre todovan agrupando: bueno, ustedes, centro izquier-da y centro derecha son lo mismo y, fundamen-talmente: la diferencia principal no es la que(los) separa entre ustedes, sino la que (los) separa(a) todos ustedes, de nosotros.

    Eso ha ido produciendo la posibilidad de cons-truir una voluntad popular nueva que, en todocaso, en Espaa se asienta sobre treinta aos de

    derrota cultural de la izquierda, de sus smbo-los, de sus banderas, de sus canciones, de su te-jido asociativo. As es que cuando la gente sale aprotestar e impugnar lo que existe, sale por fuerade los relatos tradicionales, de los smbolos quehaba disponibles en la izquierda para la contes-tacin de la existente, y para intentar superarlo.Esto no tanto por una especie de escisin aut-noma sobre la izquierda Es que para muchosde los que salen a protestar ni siquiera es ya unreferente. Es ms, consideran que el ciclo polticose ha cerrado, y se ha cerrado tambin para losque eran oposicin a ese ciclo poltico. Es decir:ustedes no hicieron nada malo pero son parte delo viejo. Eso puede ser injusto en trminos ticoso personales, pero me parece que informa o expli-ca bien una parte de lo que est sucediendo.

    Con esos elementos, nosotros hemos jugado a

    alterar esa divisin simblica izquierda-dere-cha, e intentar construir una voluntad popularpor oposicin a los que mandan. Es un tipo deconstruccin similar a la que ha hecho el FrenteNacional en Francia, solo que con sentido ideo-lgico antagnico y lo digo con toda la volun-tad polmica; totalmente diferente, en la me-dida en que no ponemos como chivo expiatorioa los ms dbiles, a los migrantes, sino que elafuera que permite construir ese pueblo son laslites polticas entregadas a los sectores privile-giados, que ms han ganado dinero en la crisismientras a todo el mundo le iba peor. Y frente aellos intentamos construir un bloque alternativoque tiene dos partes. Un ncleo fuerte compues-to por los sectores ms golpeados, por lo menosms golpeados en sus expectativas durante estosaos; los perdedores de la crisis, digamos, y queese ncleo pueda articular en torno a s un acuer-do de pas diferente. (En) eso obviamente quedamucho para recorrer, y no se agota en la peleaelectoral, de modo alguno.

    Nosotros nos estamos centrando en la batallaelectoral porque es para lo que nacimos y por-

    va a poder haber el resto de los combates es-tratgicos. Hay que intervenir en el ciclo elec-toral como una cua que evite que se cierre enfalso, y que ms o menos las lites y sus viejospartidos lo cierren y restablezcan los equili-brios tradicionales. Pero la construccin de esavoluntad popular nueva va mucho ms all ytiene muchas tareas a las que nosotros no nece-sariamente llegamos y para las que hace falta

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    el concurso de muchos otros sectores de la so-ciedad civil.

    SS: Abriste varios temas. Uno es el de la lgicade construccin de hegemona, que es otro de-bate que se puede tener con Bolivia, en parti-cular con Garca Linera, y que discuts un pocoen tu tesis. Incluso en El Passali una entre-vista de tu ex orientador en donde ste planteauna diferencia con la concepcin de hegemonade Garca Linera y el MAS, a partir de cmolidiar con el adversario y pensar la relacin en-tre discursos y fuerzas polticas de oposicin.Te quera preguntar sobre tu concepcin dehegemona en relacin a lo nacional-popular,y en relacin a los lmites que encuentran re-lacionado con esta lgica que decas, del parla-mentarismo, y tambin en relacin al escenarioeuropeo, lo que puede llevarnos a pensar el l-

    mite de la transformacin en escala nacional.La pregunta es, en estas condiciones, cul esel cambio que se puede esperar con Podemos?

    IE: El otro da discuta con un compaero, medioen broma, que deca: si para ganar al adversariote tienes que parecer tanto a l cuando ganas,cunto le has ganado? Esto no solo es un traba-lenguas, (sino que) expresa una verdad turbado-ra y apasionante de la poltica: Quin ha ganado algunos instrumentos de poder y hayas construidoun poder poltico de signo diferente, pero al preciode haberte ido pareciendo a l. Y seguramente esoes la magia que hace tan apasionante el estudio dela hegemona como forma de construccin de po-der poltico, que es que uno asegura que si es de-rrotado, es derrotado por alguien que se le ha teni-do que parecer. Y en ese sentido hay que reconocerque aunque tenemos una crisis de hegemona enEspaa actualmente, venimos de 30 aos de cons-truccin de estabilidad, de construccin de un tipode sociedad, un tipo de sentido comn, un tipo decultura, de un tipo de instituciones, de un tipo deformas de valoracin de la legitimidad poltica.

    Y eso no se evapora porque llevemos cinco aosde erosin de la distribucin de la renta o de losderechos sociales en un sentido ms inequitativo la gente en los representantes polticos, y a vecesen las elites econmicas. Pero no erosiona, no car-come del todo esa construccin de terreno por la en parte, en su terreno. Siempre decimos que

    nuestras ideas son de sentido comn, y hay unacrtica auto-situada a nuestra izquierda que dice:es que el sentido comn siempre es conserva-dor, y decimos: claro, es que fueron las liteslas que se movieron ms all del sentido comnde poca que responda a su proyecto histrico.Y entonces, nos podramos encontrar con una si-tuacin en que la defensa de ideas que algunosactores polticos tradicionales abanderaban haceno tanto, hoy coloca a esos mismos actores en imaginar la construccin de una mayora polti-ca diferente. Ahora, a eso te haces la preguntabueno, si has tenido que integrar tanto de lo queeran ellos, de su sentido comn, de sus inerciasy de sus valores, para ser capaz de construir unamayora o un bloque popular con capacidad decambio, de romper el sistema poltico espaol ysus derivas oligrquicas, si has tenido que hacer

    eso cunto tienes de capacidad para avanzar?Poca, como por desgracia, casi siempre.

    El otro da un periodista me preguntaba en unaconversacin ya apagada la grabadora:No tenis miedo a la desilusin, con las expec-tativas creadas? Digamos a que estis levantan-do una ola de ilusin popular que luego os cues-te mucho cumplir porque desarrollarla a mediassea difcil.

    Puede ser uno de los mayores errores, pero yofui de nuevo muy honesto y le deca, en gene-ral, para los sectores subalternos, avances muypequeos han costado verdaderas explosionesde ilusin. Es decir, imagnate una mquina quetiene que producir mucha energa, y es una dina-mo que funciona mal, en (la) que mucha energaaqu se traduce en muy poco movimiento ac,porque la dinamo traduce mal. O sea que tienesque producir inmensas olas de ilusin popularpara que la gente considere que vale la pena, queahora s que se puede, que se pueden transfor-mar las cosas y la gente sencilla puede ganar. Ya lo mejor avanzas la mitad del terreno. Esto no

    -mo: ah, bueno, no se puede avanzar. No. Hayque intentarlo, pero asumir que uno avanza enuna relacin complicada entre las fuerzas que thas podido desatar, y lo fuerte que son los ac-tores que estn jugando para que nada cambie.Y hay que decirlo ntidamente, esos sectores sonhoy mucho ms poderosos que la voluntad decambio en Espaa. Mucho ms. Lo que pasa esque no son capaces de atarlo todo tienen con-

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    tradicciones internas, no tienen capacidad depresentar un proyecto de pas que seduzca a unabuena parte de la ciudadana. Estn atados a unaidea de Unin Europea que aparece sin proyectosobre todo para los pases del sur pero estospoderes son muy fuertes.

    capacidad de avanzar. Hay posibilidad inclusode una mayora diferente, pero que incluso si seconstituyera esa mayora y esa mayora formaragobierno, sera una pequea cua intrusa en unEstado que no le pertenece. Lo estamos viendoen los ayuntamientos de cambio. Las principalesciudades de Espaa: Madrid, Barcelona,Zaragoza, estn ya gobernadas por alcaldas decambio. Han sido 25 aos de gobierno del PPen Madrid, en el Ayuntamiento y t entrasen una alcalda casi pidiendo permiso yo lo

    s porque hay compaeros y compaeras enposiciones muy destacadas en el ayuntamientode Madrid No digo que a los compaeros lesfalte coraje o audacia, lo estn derrochando!,pero es que entras en un sitio en que durante uncuarto de siglo ha sido el adversario el que ha era el ayuntamiento, quienes eran los admi-nistrativos, los burcratas, las inercias, las nor- -do, bueno, un poco lo que puedes y dandopasitos, con el intento de no te puedes poner atodos en contra a la vez.

    Me acuerdo en una charla, que me pareci unacosa particularmente lcida de lvaro Garca Li-nera, que me deca uno no puede enfrentarse alconjunto del bloque dominante todo a la vez. Situ actuacin, por torpeza, lo que hace es restable-cer una unidad que los dominantes ya no tenan,porque se les haba resquebrajado, porque algu-nos estaban dispuestos a pactar y otros no. Si loque haces es que la restableces y constituyes, portu intransigencia o por tu voluntad de avanzarmuy de prisa restableces el bloque de los que

    ayer mandaban, al bloque entero no le ganas; yeso en un Estado particularmente dbil. Imag- este, lo estamos viendo en los ayuntamientos.

    Cunto se puede avanzar entonces? Bueno,pues yo creo que hay una relacin con el Estadoy hay otra con la hegemona. La relacin con elEstado es que puedes avanzar en la medida enque hayas sido capaz de construir acuerdos y un

    equilibrio de fuerzas que te permita ir tomandoposiciones, a menudo, lentamente. Y ah, no s,me parece que no hemos sido capaces de superarla concepcin de Poulantzas. Que es bueno, puesqueda una guerra de posiciones nada pica, enel conjunto del campo institucional. Por la partede la hegemona, cunto avanzas si tienes per-manentemente que integrar a una buena partedel adversario? Pues yo dira que todo dependede cunto cuidas despus la retaguardia. Porquet lo integras, porque el problema de integrarloes que no se integre tal y como era, y que t lo no dejas nada afuera, te puedes ver en el mis-mo problema la batalla que dabas en el parla-mento ahora la das en los congresos internos delpartido, porque ya cabe todo adentro, y eso sies otro problema. Dira que en nuestro caso, eseproblema est muy lejos. En nuestro caso el pro-

    blema no es que quepa todo en Podemos, sinoque el adversario ha podido polarizar mucho,mucho y demasiado pronto, con Podemos, de talmanera de que un tercio te ame y una muy bue-na parte de la poblacin te vean con inquietud ocon miedo.

    No hay que olvidar que esos componentes deque hablbamos de la ciudadana y la clase me-dia producen que para mucha gente la posibili-dad de un cambio poltico en Espaa produzcamiedo. Si de algo ha sido importante conquistarlas alcaldas de las principales alcaldas de Es-paa es que ya no solo hablamos con la retrica,hablamos con las polticas pblicas. Es decir, hoymillones de ciudadanos que tienen una alcaldade cambio pueden ver que no hay apocalipsis.Eso no es propaganda, es fundamental. No es unsitio en que los presidentes van a salir en heli-cptero de la Moncloa. El Que se Vayan Todos1

    aqu no parece que vaya a destituir a nadie. Elpas no est deshecho, no est roto, y creo queno se va a romper como en Grecia. No vamos allegar a esa situacin.

    la gente tiene mucho que perder y mucho queconservar. Me contaba un periodista que undiputado del partido popular le deca hoy nos si dira lo mismo, pero me pareca certero: enlas elecciones se decidir si los espaoles le tie-nen ms miedo a Podemos o ms asco al PP. Yono lo mejorara.

    1 Canto de las calles argentinas en las movilizaciones dediciembre de 2001

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    Contrariamente al concepto de creci-

    miento, el de la acumulacin encie-rra los crculos de la economa real y

    social entre las clases, el metabolismo del uso dela energa y los recursos; es decir, el concepto deacumulacin abarca la relacin de la sociedad conla naturaleza y, por ende, las relaciones de podery su regulacin poltica a nivel local y global. Esun proceso demasiado complejo como para quese mida a partir de un mero indicador como eldel crecimiento del PIB anual. Sobre todo se tratade un proceso cuyo desenlace, dentro de las for-mas sociales de produccin y regulacin capita-lista, es incierto. Abordajes tericos y empricossobre su funcionamiento a largo plazo despier-tan serias dudas. El capitalismo ha construido suandamiaje sobre los pilares de la energa fsil; siesta ltima est puesta en juego en funcin delas cada vez ms escasas reservas de petrleo yde la limitacin que le impone el efecto inverna-dero, es obvio que los fundamentos comienzana resquebrajarse. La crisis de la acumulacin decapital es mucho ms amplia ms que una crisiseconmica medida por los indicadores del creci-miento referidos al producto interno bruto.

    Dentro de la economa de capital, la acumula-cin y el crecimiento estn condicionados por el el plusvalor producido; son los excedentes envalor que se miden como tasa de crecimientoen la produccin capitalista. Solamente podrntransformarse en dinero si la mercanca donde

    se encuentran coincide con la demanda de dine-

    ro. En principio, lo que se logra es un equilibrioestacionario, es decir, si las circunstancias enlas que tiene lugar este proceso permanecen in-variables y las mercancas producidas con esecapital se compran y se venden por su valor, laplusvala es absorbida como renta. Esto es lo que -de la economa no crece por ms que se produz-can ganancias y se acumulen.

    dinmica de las estructuras de reproduccin, esen s una excepcin dentro de la acumulacin ca-pitalista y, por eso, inestable. La regla general esla reproduccin expandida, la acumulacin decapital. El crecimiento. Esto implica que tambinlos mercados deben expandirse para absorber lamercanca producida, de otra manera, no podraproducirse el lucro. En este contexto los ciclos dela oferta y la demanda deben desarrollarse demanera ms o menos proporcional.

    Rosa Luxemburgo puso en duda que esto lti-mo sea posible dentro del capitalismo puro.Al analizar las leyes del proceso del capitalismo,

    Marx haba sustrado de su campo de anlisistodos los factores no-capitalistas de ese mismoproceso. El problema que encuentra Rosa Lu-xemburgo en Marx se sintetiza en la siguientepregunta: puede la reproduccin ampliada, esdecir la produccin a una escala creciente, tenerlugar bajo las condiciones del capitalismo puro yabstracto, donde no existen pases o mbitos no

    Elmar Altvater

    Acumulacin y

    violencia*

    * Extracto de su libro Los lmites del capitalismo. Acumulacin, crecimiento y huella ecolgica.

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    capitalistas? Segn Rosa Luxemburgo, el capital,

    para expandirse, debe necesariamente recurrir aespacios y estratos no capitalistas, de otro modo,se interrumpira el proceso de acumulacin. Laesfera propiamente capitalista, dice Rosa Lu-xemburgo, el capitalismo puro no puede ase-gurar ms que su reproduccin simple.

    Lo que diferencia a la produccin capitalistade todos los sistemas anteriores es que tiendea expandirse mecnicamente a toda la super- -tentes El mtodo inicial del capital es la des-truccin y aniquilamiento sistemticos de lasorganizaciones sociales no capitalistas con quetropieza en su expansin Toda nueva ex-pansin colonial va acompaada, naturalmen-te, de esta guerra tenaz del capital contra lasformas sociales y econmicas de los naturales,as como de la apropiacin violenta de sus me-dios de produccin y de sus trabajadores.Deesto resulta la aniquilacin de conformacionessociales de la economa natural, con el arrasa-miento de pueblos aborgenes enteros con sussistemas sociales, culturales y econmicos.1

    En la concepcin de Rosa Luxemburgo, la capa-cidad de expansin del capital puede ser consi-derada como progreso hasta que las contradiccio-nes inherentes al capitalismola hacen imposible.

    El capitalismo es la primera forma econ-mica con capacidad de desarrollo mundial.

    1 Luxemburgo, Rosa, La acumulacin del capital, traduccinde Raimundo Fernndez O., Mxico D.F., Juan Grijalboeditor, 1967.

    Nacido el 24 de agosto 1938 en Kamen,Provincia de Westfalia fue profesorde Ciencias Polticas en la Otto-Suhr-

    Instituto de la Universidad Librede Berln, antes de retirarse el 30 deseptiembre de 2004. Altvater es unreconocido crtico de la economapoltica y autor de numerosos escritossobre la globalizacin y crticas decapitalismo. Un trabajo estndar es desu libro Los lmites de la globalizacin(1996), escrito con su compaero BirgitMahnkopf.

    Elmar Altvater

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    Una forma que tiende a extenderse por todoel mbito de la Tierra y a eliminar a todaslas otras formas econmicas; que no tolerala coexistencia de ninguna otra. Pero es tam-bin la primera que no puede existir sola, sinotras formas econmicas de qu alimentarse,y que al mismo tiempo que tiene la tendenciaa convertirse en forma nica, fracasa por laincapacidad interna de su desarrollo. Es unacontradiccin histrica viva en s misma. Sumovimiento de acumulacin es la expresin,la solucin constante y, al mismo tiempo, lagraduacin de la contradiccin. A una cier-ta altura de la evolucin, esta contradiccinslo podr resolverse por la aplicacin de losprincipios del socialismo.2

    Es lgico preguntarse si efectivamente el desa-rrollo del capitalismo lleva en esta direccin,

    sobre todo cuando, como hace Luxemburgo,se excluyen del anlisis los lmites que le im-pone la naturaleza al desarrollo capitalista. Ens misma, deca la autora, la expansin del ca-pitalismo no conoce lmites, porque el progre-so tcnico y las fuerzas productivas de la tierrarelacionadas con l no lo tienen. Quiere decirque a comienzos del siglo XX Rosa Luxembur-go no vio que con la gnesis del capitalismotambin haba nacido una determinada formade relacin social con la naturaleza. Pero laaccin revolucionaria no es el nico factor defreno, como postularon los clsicos del marxis-mo, sino tambin la naturaleza desde las con-diciones funcionales inherentes a la forma deproduccin capitalista. Hoy por hoy, la natu-raleza marca sus fronteras y est representadapor los movimientos sociales que, articuladospolticamente, constituyen el sismgrafo quemide los topes ambientales y hace visible los

    A pesar de haber omitido la relacin humana conla naturaleza, Rosa Luxemburgo logra desentra-ar una barrera en el desarrollo del capitalismo,

    paradjicamente a partir de un error terico deinterpretacin de los esquemas de reproduccindel capital que haba elaborado Marx. Ella partade la base que la plusvala producida no podaser asimilada en su totalidad por los sectores ca-pitalistas, sino que siempre quedaba un resto desobreproduccin. Con este resto, el capitalismoinvade esferas que no le son propias:

    2 dem, p. 363.

    el capitalismo est atenido, aun en su plenamadurez, a la existencia coetnea de capas ysociedades no capitalistas 3

    necesarias para la realizacin de su plusvala.Estas esferas no capitalistas son las que posibili-tan la acumulacin de capital y mantienen su de-sarrollo. Un proceso que, tal como lo demuestrala historia, solo se logr a travs de la aplicacinde la violencia.

    En su brillante anlisis de las condiciones hist-ricas de la acumulacin, Rosa Luxemburgo fuela primera en demostrar cmo el capitalismosomete a la tierra por la fuerza. A travs de unagrandiosa descripcin histrica, la autora expo-ne la asimilacin de todos los espacios geogr- de valor y explotacin; de manera apasionada

    y contundente muestra cmo en nombre de lamodernidad y el progreso, el proceso de acu-mulacin tiende a reemplazar en todas partes,primero la economa natural por la economasimple de mercancas, y a sta, por formas capi-talistas hasta lograr que la produccin de capi-tal se constituya en la nica y exclusiva formade produccin. Semejante proceso de apropia-cin no pudo menos que realizarse con la fuer-za blica o militar. Por ejemplo, el caso de lasGuerras del Opio en la China que dieron su ini-cio hacia 1840 en las que China se vio obligada aadquirir el veneno de las plantaciones indias paraconvertirlo en dinero destinado a los capitalistas in-gleses.(p. 189) Aqu se demuestra en qu medi-da el complejo poltico econmico impregn elpoder colonial y cun estrecha fue la relacinentre la expansin de la economa libre demercado y el uso de la violencia.4

    En el captulo dedicado a la lucha contra la eco-noma campesina, Rosa Luxemburgo demuestrala manera en que es diezmada la economa cam-pesina u otras formas de economa de subsisten-cia; en regiones donde campesinos o labriegos

    podan alimentarse de lo que producan, se pier-de la soberana alimentaria; con ello se genera ladependencia que lleva a las grandes hambrunasactuales. Tal vez nadie logr expresar de mane-ra tan contundente la destruccin del mundo

    3 dem, p. 280.4 Mike Davis no hace ms que subrayar lo antedicho cuando

    Davis, Mike, Los Holocaustos en la era victoriana tarda, Valen-cia, Universitat de Valencia, 2006.

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    agrario como la situacin de los labriegos nor-teamericanos despus de la Guerra de Secesindescripta por Rosa Luxemburgo:

    La revolucin experimentada por la agri-cultura norteamericana despus de la gran torbellino en que haba cado el granjero. Suhistoria lleva de la mano a la segunda fasedel desarrollo de la acumulacin capitalis-ta, de la que es, igualmente, un excelenteejemplo; el capitalismo combate y aniquilaen todas partes la economa natural, la pro-duccin para el propio consumo, la combi-nacin de la agricultura con el artesanado.Necesita imponer la economa de mercadopara dar salida a la propia plusvala. Laproduccin de mercancas es la forma gene-ral que el capitalismo necesita para prospe-

    rar. Pero una vez que sobre las ruinas de laeconoma natural se ha extendido la simpleproduccin de mercancas, comienza en se-guida la lucha del capital contra dicha pro-duccin. El capitalismo entra en competen-cia con la economa de mercancas; despusde haberle dado vida, le disputa los mediosde produccin, los trabajadores y el merca- del productor, apartarlo de la proteccin dela comunidad; luego, separar la agriculturadel artesanado; ahora, la tarea es separar alpequeo productor de mercancas de susmedios de produccin. (p. 310)

    Trasladada esta conversin al mbito de lospases, el capitalismo, en su etapa final o im-perialista, encuentra en los emprstitos la for-ma ms sutil de sometimiento. Las nacionesse ven obligadas a contraer crditos inter-nacionales que no pueden pagar y terminanpor desangrarsecomo los casos de Egipto y elImperio Otomano que, hacia finales del sigloXIX, terminaron por ser subsidiarios del poderimperial porque no estaban en condiciones de

    pago. Quiere decir que la dinmica de crdi-to y endeudamiento, responsable de las crisiseconmicas y dependencias polticas, no esuna cuestin privativa de la actualidad. ParaLuxemburgo es caracterstica de la fase impe-rial del capitalismo en la que, por medio delotorgamiento de masas de crdito se obliga a

    los deudores a comprar la produccin de lospases centrales. El corolario de este desarro-llo son las barreras aduaneras proteccionistasy aranceles aplicados al ritmo de la ampulosaretrica del libre comercio. A travs de las ba-rreras aduaneras, los pases centrales amparansu economa obligando a los pases deudoresa abrir las propias con el fin de integrarlos enel proceso de acumulacin global y, con ello,mantenerlos dentro de la rbita econmica ypoltica de dominio. Este es el mtodo que semanifiesta en el anlisis de la actual crisis delos alimentos: con el fin de consolidar los n-dices de ganancia del capital, las sociedadesms ricas no vacilan en usar el concepto dellibre comercio junto al de proteccin de suspropios mercados.

    Segn Rosa Luxemburgo la violencia es el motor

    de la acumulacin. En este contexto es imposibleanalizar la integracin de las reas no capitalis-tas al sistema imperialista mundial, sin tener encuenta el rol de la poltica, del Estado y, por lotanto, del poder. El proceso analizado por RosaLuxemburgo pertenece a la historia. No por esoest cerrado ni debe considerrselo solo comoparte del pasado. Autores como David Harveyy Mike Davis (que partieron de Rosa Luxembur-go) demostraron de manera fehaciente su vigen-cia en la actualidad.

    A partir del error terico en el esquema de re-produccin que crey haber hallado en Marx,Rosa Luxemburgo postula que los circuitos dereproduccin simple (simple repeticin inva-riable y constante del proceso productivo) yde reproduccin ampliada (dinmica) no termi-nan de cerrar y dejan un sobrante adicional quesolo puede realizarse o expandirse en espaciosno capitalistas. Este hallazgo dio origen a unode los anlisis histricos ms impresionantessobre el proceso de valoracin capitalista y lasdiferentes formas de violencia que desarrollpara imponerse. En l se basan los postulados

    actuales de la acumulacin por desposesinen la que siguen persistiendo la depredacin, elfraude y la violencia.5

    5 Harvey, David, El nuevo imperialismo: Acumulacin por despo-sesin, traduccin de Ruth Felder, en: Red de Bibliotecas Vir-tuales de Ciencias Sociales de Amrica Latina y el Caribe de lared CLACSO, 2005. http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/

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    34Grard Mauger

    Poltica del compromiso

    sociolgico*

    * La primera edicin fue en: Intersticios. Revista Sociolgica de Pensamiento Crtico.1 Vase, por ejemplo, P. Bourdieu, 1984a; 2001; 2002a; 2002b. Vase tambin el debate sobre este tema en la obra colectiva dirigida

    por Bernard Lahire (2002).

    "Los gobiernos estn siempre interesados en que su sociedad no

    sea ilustrada, porque si ilustrasen a su sociedad seran aniquilados

    en poco tiempo por esa sociedad ilustrada por ellos".

    Thomas Bernhard

    Trabajamos hoy en la incertidumbre y la ignorancia del bien

    exacto (del mal tambin, por desgracia) que podemos hacer.

    Jacques Bouveresse

    Del mismo modo que, segn Sartre,el escritor "est en el ajo (est dans lecoup), haga lo que haga", se puedeconsiderar que la sociologa y, de for-ma general, las ciencias sociales, pueden colabo-rar en el ejercicio de la dominacin o contribuira su crtica (transgrediendo el principio webe-riano de "neutralidad axiolgica", se renuncia

    -derar a la inversa que la sociologa es tanto ms es)1. El trabajo de guardin del orden simblico dominante del mundo social (mandando, porejemplo, las "clases" y sus "luchas" al "cubo debasura de la historia"), en limitar el campo de los

    -toria" y pregonando urbi et orbi que "el neolibe-ralismo" es el horizonte insuperable de nuestrotiempo). En suma, consiste en reforzar la orto-doxia, en particular haciendo que la doxa accedaal estado de opinin y atribuyndole la legitimi-dad otorgada a la ciencia o a sus apariencias: "La el movimiento social y llega hasta el fondo de las

    conciencias de los trabajadores, es muy grande.Produce una forma de desmoralizacin. Y unade las razones de su fuerza es que se halla en ma-nos de personas que parecen estar completamen-te de acuerdo entre s en general, el consensoes un signo de verdad", declaraba Pierre Bour-dieu en la sesin inaugural de los Estados Ge-nerales del Movimiento Social (Bourdieu, 1998).

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