REVISTA MEDIEVAL 39

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El Tesoro de Orrius • Los cristianos de Al-Andalús

NÚMERO 43 / Bimestralwww.revistamedieval.com

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5,95 €

Otro Mundo Medieval

La Mujer VikingaArte

La Miniatura AltomedievalRománico

La transición del Románico al Gótico

La Batallade Agincourt

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www.revistamedieval.com 3

Sumario

Página 28 La Ruta del Destierro

Página 80 El Monasterio de Ripoll

Página 46las Guerras Medievales

Página 36La música en Echano

5 Editorial 7 La foto del lector 8 Relatos Medievales 12 Cine 13 Numismática 14 Música 16 Genealogía 17 Cocina 18 Feria y Festivales 19 Libros / Cd / Dvd 96 Suscripción 98 En el próximo número...

Mundo Románico 20 El genial arquitecto de Ramiro I (2ª Parte)

Turismo 28 La Ruta del Destierro

Música 36 La música en Echano Historia Militar 46 Las Guerras Medievales

Perfiles 58 Girolamo Savonarola

Espiritualidad 68 El Eremita San Ramón y el Monasterio de Vallbona

Monumentos 80 El Monasterio de Ripoll

La Entrevista 90 Ildefonso Falcones

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www.revistamedieval.com 21www.revistamedieval.com 2120 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

El genial arquitecto de Ramiro I (2ª Parte)

Pablo García-DiegoPdte de la asociación de amigos del arte altomedieval Españolwww.turismo-prerromanico.es

A lfonso II, que murió sin des-cendencia, le sucedió Ramiro I (842-850), hijo de Bermudo I. Era ya una persona de más

de 50 años y no tuvo un reinado tran-quilo ya que durante los ocho años que gobernó tuvo que reprimir varias rebe-liones, rechazar los ataques de los vikin-gos, e imponer la ley en sus territorios. Además conquistó y perdió León y es el protagonista de la leyenda del Apóstol Santiago en la mítica batalla de Clavijo.

Pero si pasó a la historia fue por los dos edificios que hizo construir en el monte Naranco, cerca de Oviedo, y la pequeña iglesia de Santa Cristina de Lena, que constituyen el llamado “Arte Ramirense” y pueden ser considerados como el grupo de monumentos más in-teresante de todo el arte altomedieval europeo, tanto por su valor intrínseco como por ser un compendio de las mejo-res técnicas constructivas que provienen de los periodos anteriores y, sobre todo, por los caminos que abría hacia todo el arte posterior.

Los tres están totalmente aboveda-dos, son de plantas completamente di-ferentes que no se ajustan al modelo impuesto en tiempos de Alfonso II, y en ellos la altura adquiere una gran impor-tancia. Estas características significan un rompimiento total con la arquitectura asturiana anterior, de la que sólo con-servan los contrafuertes exteriores y los arcos de medio punto, aunque en este caso sobre columnas. Existen otras im-portantes coincidencias entre ellos:

Cada edificio corresponde a un pro-grama integral, muy completo, para el que además se diseña y desarrolla toda la decoración escultórica que se inserta en su estructura.

Son edificios construidos a base de sillares pequeños muy bien escuadra-dos y están totalmente abovedados. Las bóvedas se soportan sobre arcos fajones que están estribados en el exterior por contrafuertes y en el interior sobre co-lumnas adosadas al muro como luego veremos reproducido en la arquitectura románica.

Poseen una riquísima decoración es-culpida en columnas, capiteles, basas,

MUNDO ROMÁNICO

Vista general de San Miguel de Lillo desde el sudoeste. El tercer tramo es un ábside añadido a la parte de la iglesia que no se hundió

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El genial arquitecto de Ramiro I (2ª Parte)

Pablo García-DiegoPdte de la asociación de amigos del arte altomedieval Españolwww.turismo-prerromanico.es

A lfonso II, que murió sin des-cendencia, le sucedió Ramiro I (842-850), hijo de Bermudo I. Era ya una persona de más

de 50 años y no tuvo un reinado tran-quilo ya que durante los ocho años que gobernó tuvo que reprimir varias rebe-liones, rechazar los ataques de los vikin-gos, e imponer la ley en sus territorios. Además conquistó y perdió León y es el protagonista de la leyenda del Apóstol Santiago en la mítica batalla de Clavijo.

Pero si pasó a la historia fue por los dos edificios que hizo construir en el monte Naranco, cerca de Oviedo, y la pequeña iglesia de Santa Cristina de Lena, que constituyen el llamado “Arte Ramirense” y pueden ser considerados como el grupo de monumentos más in-teresante de todo el arte altomedieval europeo, tanto por su valor intrínseco como por ser un compendio de las mejo-res técnicas constructivas que provienen de los periodos anteriores y, sobre todo, por los caminos que abría hacia todo el arte posterior.

Los tres están totalmente aboveda-dos, son de plantas completamente di-ferentes que no se ajustan al modelo impuesto en tiempos de Alfonso II, y en ellos la altura adquiere una gran impor-tancia. Estas características significan un rompimiento total con la arquitectura asturiana anterior, de la que sólo con-servan los contrafuertes exteriores y los arcos de medio punto, aunque en este caso sobre columnas. Existen otras im-portantes coincidencias entre ellos:

Cada edificio corresponde a un pro-grama integral, muy completo, para el que además se diseña y desarrolla toda la decoración escultórica que se inserta en su estructura.

Son edificios construidos a base de sillares pequeños muy bien escuadra-dos y están totalmente abovedados. Las bóvedas se soportan sobre arcos fajones que están estribados en el exterior por contrafuertes y en el interior sobre co-lumnas adosadas al muro como luego veremos reproducido en la arquitectura románica.

Poseen una riquísima decoración es-culpida en columnas, capiteles, basas,

MUNDO ROMÁNICO

Vista general de San Miguel de Lillo desde el sudoeste. El tercer tramo es un ábside añadido a la parte de la iglesia que no se hundió

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MÚSICA

La música enC uando a finales del mes

de Mayo acudí a Madrid a impartir una conferencia sobre la música en el Ca-mino de Santiago, invitado

por el Círculo Románico, era inevitable que los comentarios previos girasen alre-dedor de dos ‘polos’: la tradición musical y las artes plásticas del románico. Poco a poco, un tratamiento en espiral fue de-rivando de las generalidades a los casos concretos hasta que un nombre surgió en la conversación: Echano, una cons-trucción familiar para mí ya que, por su iconografía musical, había sido incluida en mis investigaciones doctorales. Sin embargo, en esta ocasión, la cuestión que se me planteó fue más trascendente: ¿era la ermita de San Pedro de Echano una construcción ‘convencional’ desde el punto de vista de su ornamentación o po-día tener una significación más profunda en el terreno musical?; ¿estaba represen-tado sólo aquello que se veía o se podía ‘ver’ algo, más allá de lo representado? Con el compromiso de intentar llevar a cabo un estudio más metódico de todos estos aspectos, y apoyándome en los pos-tulados del Grupo Ailbe, verdadero artí-fice de tan novedosa teoría, comprendí que la labor debía ir de lo tangible a lo abstracto, del hecho a la hipótesis, de la iconografía musical al contenido simbó-lico.

iconografía musicalLa ornamentación exterior de la ermita de Echano se concentra en las arquivol-tas y los capiteles de la portada norte, así como en una rica colección de canecillos que recorren el alar del edificio y sus-tentan el tejaroz de la portada. La abun-dancia de los motivos musicales en el conjunto decorativo ya fue apreciada en su momento, así como su proximidad es-tructural y estilística con otras construc-ciones de las diferentes rutas jacobeas como Uncastillo (zaragoza), Moraime (La Coruña) o Leyre (Navarra). El traba-jo escultórico permite apreciar la labor de dos (o tres) diferentes ‘maestros’ o talle-res encargados, respectivamente, de los canecillos, los personajes de la arquivol-ta central y los capiteles. Los canecillos muestran un buen trabajo volumétrico,

Faustino Porras Musicólogo, Doctor en Arte

y catedrático de MúsicaEchano

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MÚSICA

La música enC uando a finales del mes

de Mayo acudí a Madrid a impartir una conferencia sobre la música en el Ca-mino de Santiago, invitado

por el Círculo Románico, era inevitable que los comentarios previos girasen alre-dedor de dos ‘polos’: la tradición musical y las artes plásticas del románico. Poco a poco, un tratamiento en espiral fue de-rivando de las generalidades a los casos concretos hasta que un nombre surgió en la conversación: Echano, una cons-trucción familiar para mí ya que, por su iconografía musical, había sido incluida en mis investigaciones doctorales. Sin embargo, en esta ocasión, la cuestión que se me planteó fue más trascendente: ¿era la ermita de San Pedro de Echano una construcción ‘convencional’ desde el punto de vista de su ornamentación o po-día tener una significación más profunda en el terreno musical?; ¿estaba represen-tado sólo aquello que se veía o se podía ‘ver’ algo, más allá de lo representado? Con el compromiso de intentar llevar a cabo un estudio más metódico de todos estos aspectos, y apoyándome en los pos-tulados del Grupo Ailbe, verdadero artí-fice de tan novedosa teoría, comprendí que la labor debía ir de lo tangible a lo abstracto, del hecho a la hipótesis, de la iconografía musical al contenido simbó-lico.

iconografía musicalLa ornamentación exterior de la ermita de Echano se concentra en las arquivol-tas y los capiteles de la portada norte, así como en una rica colección de canecillos que recorren el alar del edificio y sus-tentan el tejaroz de la portada. La abun-dancia de los motivos musicales en el conjunto decorativo ya fue apreciada en su momento, así como su proximidad es-tructural y estilística con otras construc-ciones de las diferentes rutas jacobeas como Uncastillo (zaragoza), Moraime (La Coruña) o Leyre (Navarra). El traba-jo escultórico permite apreciar la labor de dos (o tres) diferentes ‘maestros’ o talle-res encargados, respectivamente, de los canecillos, los personajes de la arquivol-ta central y los capiteles. Los canecillos muestran un buen trabajo volumétrico,

Faustino Porras Musicólogo, Doctor en Arte

y catedrático de MúsicaEchano

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46 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 47

HISTORIA MILITAR

Las Guerras Medievales

David odalric de Caixal i Mata de armagnacHistoriador Militar

P robablemente muy pocas artes están dominadas por la tradición como el arte mili-tar . Esta actitud ha estado tan generalizada que pen-

sadores militares de la categoría de sir B.H.Lidell Hart consideraban a la Edad Media como una etapa oscura y gris : los caballeros se lanzaban a la batalla, en pos de la gloria personal, en violentos combates individuales, donde impera-ba la fuerza sobre la táctica. La guerra medieval, a pesar de la imagen popular creada, no se basaba en las batallas ; las guerras de asedio y defensa de plazas, las cabalgadas en territorio enemigo –con su equivalente musulmán de las razzias-, las acciones de pillaje y saqueo, etc. eran las formas más comunes de la acción béli-ca. En la época se usaba una expresión para referirse a este concepto, la “guerra guerreadora” , basada en la conquista de plazas y ciudades, en emboscadas, corre-rías y cabalgadas, en la destrucción de los puntos y zonas de avituallamiento del campo enemigo, etc. En términos estric-tamente militares, la guerra medieval es una guerra limitada, cuyas características prevalecerán en Occidente hasta el siglo XVIII -con la irrupción de la Revolución Francesa y Napoleón Bonaparte-; supo-ne la intervención de efectivos relativa-mente reducidos, con unos objetivos limitados (corregir fronteras, someter a un vasallo, prestigio personal), sin la fina-lidad de una guerra de aniquilación. Con todo, la batalla campal, la confrontación en campo abierto era considerada como el clímax de la guerra, el acontecimiento que daba sentido heroico a una campaña, y el punto culminante de las aspiraciones de los contendientes. Independiente-

mente de los protagonistas que afecta-ba, una batalla era un acontecimiento de entidad y relevancia independientes de cualquier otro hecho, digna de ser contada. La abundante literatura que ha pervivido hasta nuestros días indica de la aceptación de este fenómeno; a su vez, el detalle con que determinados hechos son descritos –hazañas de los reyes, lan-ces de los caballeros- mientras que otros detalles de los combates son práctica-mente obviados en las crónicas –como la composición y tamaño de las fuerzas, ac-ciones de los peones, asedios, correrías, etc.- son reveladores del interés y moti-vación personal y social de los cronistas. La imagen del choque frontal entre ma-sas de caballería e infantería ha pervivi-

do en el imaginario, doctrinal y popular, durante generaciones; acciones heroicas, cargas de caballería, confusos comba-tes, duelos singulares a espada, rápidas cabalgadas, etc. vienen a nuestra mente cuando rememoramos un combate me-dieval. Y sin embargo, esta ensalzación de la batalla no se correspondía con la realidad de la guerra medieval. Los estu-dios histórico-militares revelan cómo los conflictos medievales no se basaban en confrontaciones campales, y que sólo en contadas ocasiones éstas se constituían en decisivas en los conflictos. Sin embar-go, el hecho que las batallas fuesen acon-tecimientos excepcionales e infrecuentes no es óbice para que no sean tenidas en consideración; en ocasiones las batallas

Asedio cruzado. Miniatura francesa s.XV. Lucha entre caballeros. Libro del Caballero Zifar, folio 81r. © foto M.Moleiro Editor. www.moleiro.com

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46 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 47

HISTORIA MILITAR

Las Guerras Medievales

David odalric de Caixal i Mata de armagnacHistoriador Militar

P robablemente muy pocas artes están dominadas por la tradición como el arte mili-tar . Esta actitud ha estado tan generalizada que pen-

sadores militares de la categoría de sir B.H.Lidell Hart consideraban a la Edad Media como una etapa oscura y gris : los caballeros se lanzaban a la batalla, en pos de la gloria personal, en violentos combates individuales, donde impera-ba la fuerza sobre la táctica. La guerra medieval, a pesar de la imagen popular creada, no se basaba en las batallas ; las guerras de asedio y defensa de plazas, las cabalgadas en territorio enemigo –con su equivalente musulmán de las razzias-, las acciones de pillaje y saqueo, etc. eran las formas más comunes de la acción béli-ca. En la época se usaba una expresión para referirse a este concepto, la “guerra guerreadora” , basada en la conquista de plazas y ciudades, en emboscadas, corre-rías y cabalgadas, en la destrucción de los puntos y zonas de avituallamiento del campo enemigo, etc. En términos estric-tamente militares, la guerra medieval es una guerra limitada, cuyas características prevalecerán en Occidente hasta el siglo XVIII -con la irrupción de la Revolución Francesa y Napoleón Bonaparte-; supo-ne la intervención de efectivos relativa-mente reducidos, con unos objetivos limitados (corregir fronteras, someter a un vasallo, prestigio personal), sin la fina-lidad de una guerra de aniquilación. Con todo, la batalla campal, la confrontación en campo abierto era considerada como el clímax de la guerra, el acontecimiento que daba sentido heroico a una campaña, y el punto culminante de las aspiraciones de los contendientes. Independiente-

mente de los protagonistas que afecta-ba, una batalla era un acontecimiento de entidad y relevancia independientes de cualquier otro hecho, digna de ser contada. La abundante literatura que ha pervivido hasta nuestros días indica de la aceptación de este fenómeno; a su vez, el detalle con que determinados hechos son descritos –hazañas de los reyes, lan-ces de los caballeros- mientras que otros detalles de los combates son práctica-mente obviados en las crónicas –como la composición y tamaño de las fuerzas, ac-ciones de los peones, asedios, correrías, etc.- son reveladores del interés y moti-vación personal y social de los cronistas. La imagen del choque frontal entre ma-sas de caballería e infantería ha pervivi-

do en el imaginario, doctrinal y popular, durante generaciones; acciones heroicas, cargas de caballería, confusos comba-tes, duelos singulares a espada, rápidas cabalgadas, etc. vienen a nuestra mente cuando rememoramos un combate me-dieval. Y sin embargo, esta ensalzación de la batalla no se correspondía con la realidad de la guerra medieval. Los estu-dios histórico-militares revelan cómo los conflictos medievales no se basaban en confrontaciones campales, y que sólo en contadas ocasiones éstas se constituían en decisivas en los conflictos. Sin embar-go, el hecho que las batallas fuesen acon-tecimientos excepcionales e infrecuentes no es óbice para que no sean tenidas en consideración; en ocasiones las batallas

Asedio cruzado. Miniatura francesa s.XV. Lucha entre caballeros. Libro del Caballero Zifar, folio 81r. © foto M.Moleiro Editor. www.moleiro.com

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Josep Torroella Prats (Licenciado en Historia)

PERFILES

Girolamo F lorencia, año

1497. El 7 de febrero, último dia

del Carnaval, una gran hoguera encendida en

la céntrica Piazza della Signoria redujo a ceni-

zas un montón de valuosos objetos, entre los que había

sombreros de plumas, perfu-mes, juegos de ajedrez, ins-trumentos musicales, libros de conocidos autores italianos (las obras de Dante, las Rimas

de Petrarca, el Decamerón de Boccaccio...). También ardie-ron varias pinturas sobre la mi-

tologia clásica obra de Sandro Botticelli. Un año más tarde, en

mayo de 1498, Girolamo Savonaro-la, el fraile dominico que había ins-tigado aquella quema pública de “va-nidades” – así llamaba él a los objetos mundanos consumidos por el fuego - fue quemado junto con otros dos frailes de su orden en la misma plaza tras ser torturado y ahorcado.

Durante la Edad Media la bella plaza florentina llamada della Sig-noria, corazón político de la ciudad, fue el escenario de varios aconteci-mientos históricos. Tumultos, ce-lebraciones, fiestas populares, eje-cuciones…. Las quemas de 1497 y 1498, sin embargo, son dos sucesos muy recordados por los libros de his-toria. Muy cerca de la renacentista Fontana di Nettuno, el lugar donde el incómodo fraile fue quemado está indicado con un disco de porfirio que contiene una larga inscripción en bronce. Sin embargo, distraídos por los monumentos, las esculturas y los bellos edificios que rodean la plaza, son muy pocos los turistas que prestan atención al texto recor-datorio de aquel suceso histórico.

En el museo del florentino con-vento de San Marcos - convento del

Precursor de la Reforma

que Savonarola fue nombrado prior en 1491 - se conserva un retrato del personage. Su autor fue el dominico y artista florentino Fray Bartolomeo della Porta. En la tela podemos ver un rostro de perfil sobre un fondo negro. El hombre viste el hábito negro de los dominicos. Su aspecto es severo, muy poco agradable. La nariz prominente y aguileña, el labio inferior más gran-de que el superior, los pómulos hun-didos, la mirada fija en algún punto… Un hombre sin duda inquietante. Su riguroso ascetismo había contribuído sin duda a darle este severísimo, terri-ble aspecto. Una inscripción en latín en la parte inferior de la obra pone: HIERONYMI·FERRARIENSIS·A·DEO·MISSI· PROPHETAE·EFIFIGIE. Es decir: “Retrato del profeta Jeró-nimo de Ferrara, enviado por Dios”. Savonarola fue ciertamente un fraile muy incómodo para muchos de sus contemporáneos.

Formación con los dominicos Nacido el año 1452 en Ferrara – donde se le erigió una estatua, en la pequeña Piazza Savonarola, junto al Castello Estense - Girolamo Savonarola fue un monje dominico, predicador y confesor de personajes como Lorenzo el Mag-nífico y Pico della Mirándola. También fue teólogo, político y algunos incluso le consideran un poco profeta por ha-ber predicho, entre otras cosas, el fin del poder de los Medici – un fin tem-poral que, por otra parte, cualquier buen conocedor de la situación políti-ca en Italia hubiera podido predecir. Savonarola también aseguró haber predicho la muerte del papa Inocencio VIII, que, elegido en 1484, falleció el 25 de julio de 1492. Aunque por poco tiempo, es indudable que Savonarola influyó en la vida de Florencia de fi-nales del siglo XV, el quattrocento en la península Itálica. Para algunos fue

Savonarola

Girolamo Savonarola fue un monje dominico, predicador y confesor de personajes como Lorenzo el Mag-nífico y Pico della Mirándola.

58 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

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Josep Torroella Prats (Licenciado en Historia)

PERFILES

Girolamo F lorencia, año

1497. El 7 de febrero, último dia

del Carnaval, una gran hoguera encendida en

la céntrica Piazza della Signoria redujo a ceni-

zas un montón de valuosos objetos, entre los que había

sombreros de plumas, perfu-mes, juegos de ajedrez, ins-trumentos musicales, libros de conocidos autores italianos (las obras de Dante, las Rimas

de Petrarca, el Decamerón de Boccaccio...). También ardie-ron varias pinturas sobre la mi-

tologia clásica obra de Sandro Botticelli. Un año más tarde, en

mayo de 1498, Girolamo Savonaro-la, el fraile dominico que había ins-tigado aquella quema pública de “va-nidades” – así llamaba él a los objetos mundanos consumidos por el fuego - fue quemado junto con otros dos frailes de su orden en la misma plaza tras ser torturado y ahorcado.

Durante la Edad Media la bella plaza florentina llamada della Sig-noria, corazón político de la ciudad, fue el escenario de varios aconteci-mientos históricos. Tumultos, ce-lebraciones, fiestas populares, eje-cuciones…. Las quemas de 1497 y 1498, sin embargo, son dos sucesos muy recordados por los libros de his-toria. Muy cerca de la renacentista Fontana di Nettuno, el lugar donde el incómodo fraile fue quemado está indicado con un disco de porfirio que contiene una larga inscripción en bronce. Sin embargo, distraídos por los monumentos, las esculturas y los bellos edificios que rodean la plaza, son muy pocos los turistas que prestan atención al texto recor-datorio de aquel suceso histórico.

En el museo del florentino con-vento de San Marcos - convento del

Precursor de la Reforma

que Savonarola fue nombrado prior en 1491 - se conserva un retrato del personage. Su autor fue el dominico y artista florentino Fray Bartolomeo della Porta. En la tela podemos ver un rostro de perfil sobre un fondo negro. El hombre viste el hábito negro de los dominicos. Su aspecto es severo, muy poco agradable. La nariz prominente y aguileña, el labio inferior más gran-de que el superior, los pómulos hun-didos, la mirada fija en algún punto… Un hombre sin duda inquietante. Su riguroso ascetismo había contribuído sin duda a darle este severísimo, terri-ble aspecto. Una inscripción en latín en la parte inferior de la obra pone: HIERONYMI·FERRARIENSIS·A·DEO·MISSI· PROPHETAE·EFIFIGIE. Es decir: “Retrato del profeta Jeró-nimo de Ferrara, enviado por Dios”. Savonarola fue ciertamente un fraile muy incómodo para muchos de sus contemporáneos.

Formación con los dominicos Nacido el año 1452 en Ferrara – donde se le erigió una estatua, en la pequeña Piazza Savonarola, junto al Castello Estense - Girolamo Savonarola fue un monje dominico, predicador y confesor de personajes como Lorenzo el Mag-nífico y Pico della Mirándola. También fue teólogo, político y algunos incluso le consideran un poco profeta por ha-ber predicho, entre otras cosas, el fin del poder de los Medici – un fin tem-poral que, por otra parte, cualquier buen conocedor de la situación políti-ca en Italia hubiera podido predecir. Savonarola también aseguró haber predicho la muerte del papa Inocencio VIII, que, elegido en 1484, falleció el 25 de julio de 1492. Aunque por poco tiempo, es indudable que Savonarola influyó en la vida de Florencia de fi-nales del siglo XV, el quattrocento en la península Itálica. Para algunos fue

Savonarola

Girolamo Savonarola fue un monje dominico, predicador y confesor de personajes como Lorenzo el Mag-nífico y Pico della Mirándola.

58 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

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68 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 69

ESPIRITUALIDAD

El Eremita San Ramón y el Monasterio de Vallbona

Josep Maria Sans i Travéacadémico y Director del anC

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68 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 69

ESPIRITUALIDAD

El Eremita San Ramón y el Monasterio de Vallbona

Josep Maria Sans i Travéacadémico y Director del anC

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www.revistamedieval.com 8180 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

MONUMENTOS

Antoni Llagostera Fernández, Periodista y Presidente del Centro de Estudios

Comarcales del Ripollés

Fotos: Julián Guisado El monasterio de Ripoll

L a existencia de una congrega-ción de monjes en la confluen-cia del Ter y del Freser, bajo el liderazgo del presbítero de

Gréixer Daguí, hay que enmarcarla dentro del plan de repoblación del territorio, cuando el conde de Barcelona y Cerdaña Wifredo el Piloso reconquistó las tierras de Osona. Hay un documento del año 880 que recoge la donación al monasterio de unos terrenos del valle de Brocà, de un presbítero llamado Ariolf. A pesar de estos datos ciertos, la leyenda adjudica el descu-brimiento de la imagen de la Virgen a Car-lomagno, y se habla de que fue encontrada el 25 de abril del 880 por Gotmar, primer obispo de la recién restaurada sede episco-pal de Vic, al ser avisado por unos pastores que unas luces misteriosas acompañadas de cantos angelicales aparecían cada sá-bado en las montañas.

Los documentos de la consagración de una iglesia monástica el 20 de abril de 888 indican que fue edificada a instancias del conde Guifré y de su mujer Guinedell, los cuales dotaron a la fundación de tierras, ornamentos litúrgicos, libros sagrados y va-jilla. En este acto, dejaron a su hijo Radulfo como oblato para que se educara según las normas monásticas. Radulfo de Barcelona, después de secularizarse, casarse y enviu-dar, llegó a ser obispo de Urgell (914-940). En 887, Wifredo había dispuesto algo pare-cido para su hija Emma (que se convertiría en abadesa) con la fundación del monas-terio de San Juan de Ripoll, denominado actualmente de les Abadesses.

A partir de la muerte de Wifredo, el monasterio se convirtió en el panteón de las casas condales de Cerdaña-Besalú. Además de su tumba, podemos encontrar

Monasterio de Santa María de Ripoll.

el antiguo, monasterio de santa marÍa de riPoll no es tan sÓlo uno de los PrinciPales cenoBios esPaÑoles; su relevancia cultural lo convierte en uno de los grandes centros BenedictinoseuroPeos.

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MONUMENTOS

Antoni Llagostera Fernández, Periodista y Presidente del Centro de Estudios

Comarcales del Ripollés

Fotos: Julián Guisado El monasterio de Ripoll

L a existencia de una congrega-ción de monjes en la confluen-cia del Ter y del Freser, bajo el liderazgo del presbítero de

Gréixer Daguí, hay que enmarcarla dentro del plan de repoblación del territorio, cuando el conde de Barcelona y Cerdaña Wifredo el Piloso reconquistó las tierras de Osona. Hay un documento del año 880 que recoge la donación al monasterio de unos terrenos del valle de Brocà, de un presbítero llamado Ariolf. A pesar de estos datos ciertos, la leyenda adjudica el descu-brimiento de la imagen de la Virgen a Car-lomagno, y se habla de que fue encontrada el 25 de abril del 880 por Gotmar, primer obispo de la recién restaurada sede episco-pal de Vic, al ser avisado por unos pastores que unas luces misteriosas acompañadas de cantos angelicales aparecían cada sá-bado en las montañas.

Los documentos de la consagración de una iglesia monástica el 20 de abril de 888 indican que fue edificada a instancias del conde Guifré y de su mujer Guinedell, los cuales dotaron a la fundación de tierras, ornamentos litúrgicos, libros sagrados y va-jilla. En este acto, dejaron a su hijo Radulfo como oblato para que se educara según las normas monásticas. Radulfo de Barcelona, después de secularizarse, casarse y enviu-dar, llegó a ser obispo de Urgell (914-940). En 887, Wifredo había dispuesto algo pare-cido para su hija Emma (que se convertiría en abadesa) con la fundación del monas-terio de San Juan de Ripoll, denominado actualmente de les Abadesses.

A partir de la muerte de Wifredo, el monasterio se convirtió en el panteón de las casas condales de Cerdaña-Besalú. Además de su tumba, podemos encontrar

Monasterio de Santa María de Ripoll.

el antiguo, monasterio de santa marÍa de riPoll no es tan sÓlo uno de los PrinciPales cenoBios esPaÑoles; su relevancia cultural lo convierte en uno de los grandes centros BenedictinoseuroPeos.

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LA ENTREVISTA

ildefonso Falcones, autor de la catedral del mar

“Se veía a la mujer como la encarnación del Mal”Se define como “abogado, casado, con cuatro hijos y escritor de novelas”. Una definición que se queda corta ante un autor que representa uno de los fenómenos literarios más destaca-dos de las letras españolas del último lustro. Vendió de su primera novela, ‘La catedral del mar’, cuatro millones de ejemplares en 2006, el séptimo li-bro más vendido aquel año en todo el mundo. De su segundo, ‘La mano de Fátima’, ya lleva más de medio millón. Repasamos con él algunos de los as-pectos de su primera novela ambien-tada en la Barcelona del siglo XiV.

¿Por qué, una vez tenía claro que que-ría hacer una novela de carácter histó-rico, se decantó por la Edad Medieval y no por cualquier otro periodo?Pues en primer lugar porque es el perio-

do en el que se construye la catedral de Santa María del Mar de Barcelona y que sirve como telón de fondo, escenario recu-rrente, de la novela. Pero en segundo lugar porque es el periodo de auge de la ciudad de Barcelona en el Mediterráneo, a nivel comercial… incluso bélico de Catalunya y que hace que desde el punto de vista nove-lístico sea muy interesante.

Comentaba el tema de Santa María del Mar, ¿hay alguna razón en parti-cular por la que se fijara en ella con-cretamente?Sí, sí, evidentemente. Se trata de una igle-sia muy querida en Barcelona y que todos los escolares conocimos en su momento. Es la iglesia de los marineros… Es una iglesia representativa de la ciudad.

Relacionado precisamente con esta

iglesia, y con una presencia muy rele-vante en la primera parte de la novela, aparece la figura del ‘bastaix’, por el que a tenor de cómo lo describe en la obra parece experimentar cierta ad-miración.Cuando te enseñan Santa María del Mar te dicen que era la que construyeron los marineros. Es difícil imaginar de entrada cómo pudieron hacerlo pero después lo estudias y te das cuenta que efectivamente se levantó, que duda cabe, con el dinero de los hacendados de la Ribera, pero también con este apoyo de las gentes humildes. Si te fijas en la portada principal de la iglesia, y a diferencia de muchas otras, no encon-trarás escudos heráldicos de obispos o de grandes personajes que hubieran procura-do la construcción sino que verás las figu-ras de los ‘bastaixos’. Es decir, aparecen en el espacio más destacado de la iglesia. Es

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LA ENTREVISTA

ildefonso Falcones, autor de la catedral del mar

“Se veía a la mujer como la encarnación del Mal”Se define como “abogado, casado, con cuatro hijos y escritor de novelas”. Una definición que se queda corta ante un autor que representa uno de los fenómenos literarios más destaca-dos de las letras españolas del último lustro. Vendió de su primera novela, ‘La catedral del mar’, cuatro millones de ejemplares en 2006, el séptimo li-bro más vendido aquel año en todo el mundo. De su segundo, ‘La mano de Fátima’, ya lleva más de medio millón. Repasamos con él algunos de los as-pectos de su primera novela ambien-tada en la Barcelona del siglo XiV.

¿Por qué, una vez tenía claro que que-ría hacer una novela de carácter histó-rico, se decantó por la Edad Medieval y no por cualquier otro periodo?Pues en primer lugar porque es el perio-

do en el que se construye la catedral de Santa María del Mar de Barcelona y que sirve como telón de fondo, escenario recu-rrente, de la novela. Pero en segundo lugar porque es el periodo de auge de la ciudad de Barcelona en el Mediterráneo, a nivel comercial… incluso bélico de Catalunya y que hace que desde el punto de vista nove-lístico sea muy interesante.

Comentaba el tema de Santa María del Mar, ¿hay alguna razón en parti-cular por la que se fijara en ella con-cretamente?Sí, sí, evidentemente. Se trata de una igle-sia muy querida en Barcelona y que todos los escolares conocimos en su momento. Es la iglesia de los marineros… Es una iglesia representativa de la ciudad.

Relacionado precisamente con esta

iglesia, y con una presencia muy rele-vante en la primera parte de la novela, aparece la figura del ‘bastaix’, por el que a tenor de cómo lo describe en la obra parece experimentar cierta ad-miración.Cuando te enseñan Santa María del Mar te dicen que era la que construyeron los marineros. Es difícil imaginar de entrada cómo pudieron hacerlo pero después lo estudias y te das cuenta que efectivamente se levantó, que duda cabe, con el dinero de los hacendados de la Ribera, pero también con este apoyo de las gentes humildes. Si te fijas en la portada principal de la iglesia, y a diferencia de muchas otras, no encon-trarás escudos heráldicos de obispos o de grandes personajes que hubieran procura-do la construcción sino que verás las figu-ras de los ‘bastaixos’. Es decir, aparecen en el espacio más destacado de la iglesia. Es