Rudolf Steiner - El Mundo Sentidos Y Mundo Espiritu

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    Rudolf Steiner.

    El Mundo

    de los Sentidos y el

    Mundo del Espritu

    GA 134

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    Sobre los ciclos de conferencias.

    Extracto de la Autobiografa de Rudolf Steiner.

    Del contenido impreso de mi actividad antroposfica tenemos dos resultados ante nosotros: en primelugar mis libros publicados para todo el mundo (las obras escritas), y en segundo lugar una voluminosa seride cursos que al principio estaban destinados a su impresin privada y eran asequibles solamente a miembrode la Sociedad Antroposfica. Se trataba de las transcripciones ms o menos fieles que se hacan de mconferencias y que, por falta de tiempo, no pude revisar. Me habra gustado que lo que era palabra habladhubiera permanecido como tal. Pero los miembros queran tener una impresin privada de los cursos. Y as ecomo acabaron imprimindose. Si hubiera tenido tiempo de corregirlos, desde el principio no habra hechfalta poner la nota previa: "Slo para los miembros".

    En esta mi biografa creo que es necesario decir cmo se integran, en lo que elabor comAntroposofa, los dos tipos de publicaciones: mis escritos y estas impresiones privadas.

    Quien quiera seguir de cerca mi labor y mis esfuerzos interiores para exponer la Antroposofa ante l

    conciencia de la poca actual habr de hacerlo de la mano de los escritos editados para el pblico en generaEn ellos tambin me ocupo de los esfuerzos cognoscitivos de la poca. All se halla presente lo que fuconfigurando una y otra vez desde mi "visin espiritual" y que se fue convirtiendo en el edificio de lAntroposofa, aunque en muchos aspectos lo fuera de forma imperfecta.

    Junto a esa exigencia de ir edificando la "Antroposofa" y que sirve nicamente a lo que se vproduciendo cuando se ofrecen al presente mundo de la cultura las comunicaciones del mundo espirituasurgi la otra demanda, la de ofrecer algo a lo que se manifestaba como necesidad anmica y anhelo espiritude los miembros.

    Exista en este ltimo caso una fuerte tendencia a escuchar lo que se halla expuesto en los Evangelios el contenido de la Biblia a la luz de la investigacin antroposfica. En los cursos se quera or hablar de esarevelaciones dadas a la humanidad.

    Al efectuarse dichos cursos de acuerdo con esa demanda se agreg un nuevo aspecto. En esaconferencias slo estaban presentes los miembros y estaban familiarizados con las comunicaciones bsicas iniciales de la

    Antroposofa. Se les poda hablar del modo en que se hizo porque no eran profanos en la Antroposofa

    La posicin de esas conferencias interiores no poda ser la misma que se la de mis escritos, que estabadestinados al gran pblico.

    En los crculos internos slo poda hablar de una determinada manera, y si el contenido hubiera tenidque ser para el dominio pblico, desde un principio debera haberlo conformado de modo distinto.

    Por consiguiente, en la dualidad de los escritos, los pblicos y los privados, tenemos algo que mana ddos trasfondos distintos. Los escritos totalmente pblicos son el resultado de lo que pugnaba y obraba en m

    en las impresiones privadas la Sociedad colabora en ese esfuerzo y esa tarea. En ellos escucho cules son lavibraciones de la vida anmica de los miembros, y en mi viva identificacin con lo que all oigo, surge ldisposicin de las conferencias.

    En ninguna parte se dice nada en lo ms mnimo que no sea el ms puro resultado de la Antroposofque se va edificando. Y por tanto no podemos hablar de concesin alguna a los prejuicios o sensacioneprevias de los miembros. Quien lea estas impresiones privadas pueden tomarlas en su ms pleno sentidcomo resultado de lo que ha de decir la Antroposofa. Por esa razn, cuando empezaron a producirse queja

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    en este aspecto, pudimos apartarnos sin ms de la regla de que slo fueran accesibles a los miembros. Nobstante hay que tener en cuenta que en los ciclos que no he revisado pueden existir errores.

    Por consiguiente slo se concede un juicio competente sobre este tipo de escritos privados a aquel quhaya adquirido el conocimiento previo postulado por la Antroposofa, ya sea por conducto de la SociedaAntroposfica o por otro camino que ella misma haya reconocido como equivalente. Lo que, para la mayor

    de estos ciclos, implica el conocimiento de la esencia del hombre, tal como la expone la Antroposofa, y lexpuesto como "historia a la luz de la Antroposofa" a partir de las comunicaciones del mundo espiritual.

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    PRIMERA CONFERENCIA

    Hannover, 27 de diciembre de 1911.

    En este ciclo de conferencias mi tarea consistir en establecer un puente entre asuntos relativamentcotidianos, experiencias que pueden sobrevenirle al hombre en su vida ordinaria, y las cuestiones supremade la humanidad. Con ello ha de volvrsenos a abrir uno de los caminos que nos lleva de la vida cotidianalo que puede llegar a ser la Antroposofa o Ciencia Espiritual para el alma y el espritu. Sabemos que, en lmedida en que profundizamos en lo que puede darnos la Antroposofa, ella afluye en nuestra sensibilidad, enuestra voluntad y en las fuerzas que necesitamos para mostrarnos a la altura de los mltipleacontecimientos de la vida. Sabemos, adems, que del modo en que podemos experimentar ahora lAntroposofa por las influencias que proceden de los mundos superiores precisamente en esta poca, lAntroposofa se convierte en cierto modo en una necesidad para la humanidad actual. Sabemos que en utiempo relativamente corto, la humanidad perdera la seguridad, la paz interior necesaria para la vida, si emensaje de la Antroposofa no se hubiera acercado a ella justamente en esta poca. Finalmente sabemos que

    esta corriente espiritual antroposfica se contraponen dos formas humanas de pensar y de sentir.Una de ellas es la corriente mental y emotiva que se ha ido preparando a lo largo de muchos siglos y quactualmente se ha adueado de la humanidad en sus ms amplios crculos, y si no lo ha hecho, lo har mupronto. Se trata de aquella orientacin del pensar y del sentir que llamamos materialista en su sentido mamplio. Esa corriente lucha contra la otra que viene dada con la antroposofa misma, es decir, contra lorientacin espiritual. Una pugna que ir incrementndose en el prximo futuro. Se llegar a un punto en quno se sabr distinguir si uno est luchando con una corriente de pensamiento o sentimiento que corresponde una verdad sin disimulos, es decir, ante una representacin del materialismo sin disfraces, o ante otrtendencia distinta que se esconde con las ms diversas mscaras. Porque habrn suficientes corrientematerialistas que, por decirlo de algn modo, se disfrazarn de espirituales, y llegar a ser difcil distingudnde se esconde el materialismo y dnde se encuentra la corriente espiritual. En los ltimos tiempos inten

    mostrar de diversas maneras cuan difcil es tener las cosas claras en este asunto, y lo hice en dos conferenciasucesivas, en una de las cuales intent evocar la sensacin de cmo, a partir de ciertos pensamientos e ideadominantes en el presente, uno puede convertirse en autntico y sincero opositor de la ciencia espiritual. Ela primera conferencia intent mostrar "cmo se rebate la Ciencia Espiritual", seguida de la segunda dondhabl de "cmo defender o fundamentar la Ciencia del Espritu".

    No es que creyera poder presentar todo lo que puede decirse en ambas direcciones, simplemente intentdespertar un sentimiento de que se pueden argumentar muchsimas cosas contra la concepcin cientficoespiritual de la vida con gran apariencia de verdad, y que muchos de los que se sienten obligados a generar esu alma hostilidad contra nosotros no son precisamente los hombres menos veraces del presente, puesmenudo son honrados buscadores de la verdad. No quiero volver a explicarles todos los argumentos qupueden utilizarse contra la ciencia espiritual, slo quiero indicarles que los hbitos mentales y la

    concepciones de nuestra poca generan esas objeciones basadas en buenos fundamentos y que eperfectamente posible rebatir a fondo la ciencia espiritual. Ahora bien, al refutarla, al usar todos loargumentos utiliza-bles contra ella, nos podemos preguntar: qu es lo que nos permite llegar a la objecimejor fundada, la de fundamento ms slido? Como vern, si hoy alguien se confiesa partidario de la cienciespiritual por las predisposiciones bsicas de toda su alma, y luego se familiariza con lo que hoy las cienciason capaces de producir, en toda su amplitud, partiendo de su idea fundamental, entonces puede rebatir fondo la ciencia espiritual basndose en el mundo cientfico del presente. Pero para poder efectuar esrefutacin primero ha de provocar en su alma un determinado estado: ha de situarse en una posici

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    meramente intelectual. Lo que quiero decir con eso nos lo mostrar el examen del lado opuesto. Retengamopor de pronto, lo que he expuesto como si fuera una experiencia personal, es decir, que cuando se conocen loresultados cientficos del presente, y uno se deja llevar solamente por el intelecto, entonces se puede rebatir ciencia espiritual. Mantengmonos ah y acerqumonos al asunto desde el otro lado.

    Como vern, el hombre puede contemplar el mundo desde dos lados. Una de esas concepciones surg

    cuando, por ejemplo, contempla una maravillosa salida de sol, donde el sol parece nacer del oro de la rojizaurora y luego recorre brillante el cielo; el hombre se sumerge despus en los pensamientos sobre cmo erayo solar y el calor del sol conjuran la vida desde el fondo terrestre en el reiterado ciclo anual. O tambipuede entregarse a la contemplacin de lo que sucede tras la puesta del sol, cuando se ha extinguido el rojcrepuscular y poco a poco ha ido apareciendo la oscuridad de la noche, cuando las innmeras estrellaempiezan a brillar en la bveda celeste; el hombre puede sumergirse en las maravillas del firmamentnocturno estrellado. As pues, cuando el hombre observa la naturaleza circundante, llegar a hacerse unrepresentacin capaz de ponerlo en un estado de profunda beatitud. Porque esa representacin puede separecida a una de las ideas fundamentales de Goethe, quien, en una ocasin dijo: "Oh, cuando elevamos mirada a la maravilla del cielo estrellado y contemplamos el curso del universo con toda su magnificenciaacabamos teniendo la sensacin de que todo esto, todo lo que aparece tan esplndido a nuestro alrededor en lperiferia del universo, empieza a tener sentido cuando se refleja en un alma humana, en un hombre lleno dadmiracin". Efectivamente, al hombre se le ocurre la idea de que, igual como el aire que lo circundconforma su ser, penetrando en su interior, igual como respira y gracias a ese proceso que se realiza dentro dl va construyendo su propia entidad, e igual como l es resultado de ese aire, de sus leyes y de su coneximutua, del mismo modo podra decirse que, en cierto aspecto, l es resultado de todo el mundo restante que lrodea, con todo lo que penetra en l por los sentidos, no slo el de la vista, sino tambin el del odo por el quacoge el mundo sonoro y todos los dems mundos que afluyen por los sentidos restantes. El hombre syergue ah, frente a ese mundo sensorial exterior, como resultado confluente de dicho mundo sensorio y sdice: 'Si contemplo ms de cerca todo lo que est a mi alrededor ah fuera, si reflexiono sobre ello, si lpercibo con todos mis sentidos, descubro que el objetivo de todo lo que contemplo llega a su culminacicuando de todo ello se cristaliza la prodigiosa figura del hombre".

    Y lo cierto es que el hombre puede sentirse sobrecogido por el sentimiento de identificarse con lapalabras que de forma tan primigenia y elemental expres el poeta griego al decir: "Existen muchas cosamagnficas, pero ninguna es ms grande que el hombre!" Cuan unilaterales se muestran todos los fenmenodel mundo ah fuera! Pero cuando observamos ese mundo sensorial ah fuera y luego vemos al hombre comser sensorio entre todos ellos, en quien afluye todo lo dems, da la impresin de que han confluido en desde todos los lados. Pues cuanto ms se contempla el mundo con precisin, tanto ms se nos presenta ehombre como la confluencia de todas las unilateralidades del universo restante. Cuando uno desarrolla en sinterior ese sentimiento frente al mundo y su convergencia en el hombre, surge en nuestra alma upensamiento impregnado de una honda sensacin exultante, la idea del hombre querido por Dios, del hombrque se manifiesta como si los actos e intenciones de los dioses hubieran construido todo el universo enterdonde verter sus acciones desde todos los lados, con el fin de que pudieran converger en la obra ms dignque los dioses situaron en el centro del universo: el ser humano. Obra querida por los dioses! Eso lo dectambin alguien que justo en este aspecto observaba el mundo sensorial exterior en relacin con el hombr"Qu son todos los instrumentos del msico frente a la maravillosa estructura del rgano auditivo dehombre, ese instrumento musical, o frente a la prodigiosa estructura de la laringe, ese otro instrumentmusical?" Podemos maravillarnos ante muchas cosas en el mundo, pero no hacerlo frente al hombre, tacomo se sita en el seno del mundo, slo es posible cuando no se lo conoce en su asombrosa estructura. Aentregarse a esas observaciones, surge en nuestra alma el pensamiento: Cuntas cosas habrn hecho los seredivino-espirituales para llevar a cabo al ser humano!

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    Ese es uno de los caminos que puede darle al hombre una visin del mundo. Pero existe an otro caminque se abre paso en nosotros cuando en nuestro interior desarrollamos un sentimiento frente al esplendor, poder y la magnitud de lo que llamamos ideas morales, cuando miramos en nuestra alma y dejamos qupalpite un poco en nosotros lo que significan los ideales ticos en el mundo. Forma parte de la naturalezsaludable y multilateral del hombre el sentir en toda su grandeza la magnificencia de los ideales morale

    humanos. Frente a ellos podemos desarrollar algo capaz de imponerse sobre nuestra alma, como lo hacen laesplndidas manifestaciones del universo que obran desde fuera sobre el hombre. Eso es lo que sucedcuando uno enciende en su interior todo el amor y el entusiasmo que pueden ir ligados a los ideales objetivos morales del hombre. Uno puede verse en ese caso impregnado por una enorme calidez, y entonceel pensamiento que necesariamente se integra con esa sensacin de los ideales ticos es distinto al que resultde la anterior forma de ver el mundo y que se apoyaba en las revelaciones del universo a travs del hombrLos que sienten con la mxima intensidad el poder de los ideales morales son los que consideran este otrpensamiento como el ms importante: "cuan lejos ests hoy t, hombre, de los elevados ideales ticos qupueden emerger en tu corazn! cuan pequeo te muestras con todas tus capacidades y actividades ecomparacin con la magnitud de los ideales morales que eres capaz de concebir!". No sentirse tan minsculfrente a los ideales morales slo es posible en una constitucin anmica realmente pequea. Porquprecisamente en la medida en que crece la grandeza del alma siente el hombre su desproporcin ante loideales ticos. Emerge entonces en ella un pensamiento que a menudo nos sobreviene como humanos: "Coenerga y coraje hemos de intentar hacer todo lo posible para ir madurando cada vez ms e ir haciendo qulos ideales morales puedan irse convirtiendo paulatinamente en fuerzas en nuestro interior". En algunapersonas, el pensamiento de la desproporcin ante los ideales morales puede arraigar de tal modo que ssienten totalmente destrozadas en su interior, alejadas de Dios, porque, por otro lado, sienten intensamentcmo el hombre exterior que ha sido ubicado en el mundo sensorial es algo querido por Dios. Y tal vez sdicen a s mismos: "ah ests t con todo lo que t eres exteriormente. Cuando te contemplas como seexterno has de admitir que eres una confluencia de todo el mundo querido por Dios, t eres un ser queridpor Dios, y llevas en ti la semblanza divina. Luego miras en tu interior y ves surgir los ideales que Dios hinscrito en el corazn y que indudablemente debieran ser para ti energas donde reina la voluntad divina. Yluego encuentras cmo surge de tu alma la experiencia de tu desproporcin".

    Esos son dos de los caminos que nos llevan a una concepcin del mundo. El hombre puede contemplarsa s mismo desde fuera y sentirse profundamente dichoso ante su naturaleza tal como la quiere Dios; ehombre tambin puede observarse desde dentro y sentirse hondamente aplastado por lo lejos que su alma estde Dios. Pero una sensibilidad sana solamente puede decirse: "De los mismos orgenes divinos de dondproceden las fuerzas que han colocado al hombre en el mundo, como si fuera un grandioso extracto duniverso entero, desde esos mismos orgenes divinos han de brotar los ideales morales que se hallan inscritoen el corazn. Por qu lo uno est tan alejado de lo otro?" Ese es realmente el gran interrogante de lexistencia humana. Nunca habra habido Antroposofa ni filosofa en el mundo si, consciente inconscientemente, con ms sensibilidad o con ms claridad mental, no hubiera surgido en las almas humanaesa escisin que hemos descrito. Porque toda investigacin y reflexin profunda del hombre ha surgido experimentar esa escisin interior. Qu es lo que se interpone entre el hombre querido por Dios y el hombralejado de Dios? Esa es en realidad la pregunta fundamental de toda filosofa. Y aunque esa cuestin sformule y se describa de mltiples maneras, es esa pregunta la que subyace en todo pensar y cavilar humanosCmo puede llegar el hombre a imaginarse la posibilidad de tender el puente entre la contemplacin de sfaceta exterior, sin duda gozosa, y la visin interior de nuestra alma que nos sumerge en esa profunddiscrepancia?

    Como vern, hemos de describir brevemente el camino que puede recorrer el alma humana parelevarse, de manera digna y adecuada, hacia las supremas cuestiones de la existencia, con el fin de descubrdnde podra hallarse el origen de los errores. Porque en el mundo exterior, en la medida en que ese mund

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    es dominado por la ciencia, al hablar del saber y del conocimiento se suele decir sin asomo de dudaEfectivamente, cuando se emiten los juicios idneos, cuando se reflexiona adecuadamente, el resultadnecesario ser la verdad. Mas para describir cuan equivocada es esa afirmacin de que la verdad y econocimiento son el producto infalible del pensar correcto, una vez utilic una sencilla comparacin ququisiera volver a contarles aqu para mostrarles que lo correcto no ha de conducir necesariamente a lo rea

    Haba una vez en un pueblecito un nio a quien sus padres enviaban siempre a comprar panecillos. Cada vele daban diez cntimos y con ellos traa siempre seis panes. Si se compraba un panecillo costaba docntimos, pero l traa a casa siempre seis por diez cntimos. El pequeo no era un gran matemtico y nuncse preocup del porqu traa seis panecillos por diez cntimos cuando costaban dos cada uno. Pero al cabo dun tiempo se sum a la familia una especie de hermano adoptivo ms o menos de la misma edad, que vende otro lugar y que era un buen aritmtico. Y sabiendo que cada panecillo costaba dos cntimos, se dio cuentde que su hermanito iba al panadero, que le daban diez cntimos y pens: "traer cinco panecillos". Era ubuen aritmtico y pensaba correctamente. Si el panecillo cuesta dos cntimos, traer cinco panecillos por lodiez cntimos. Y qu pasaba? Pues que traa seis! Y el buen aritmtico se dijo: "pero eso no cuadra, eimposible que traigas seis panecillos! O se han equivocado o t has hurtado un panecillo". Al segundo da, epequeo volvi a traer los seis panecillos por el precio de diez cntimos. El hecho es que en aquella regiera costumbre que al comprar cinco panecillos se regalaba siempre un sexto. Por lo que era de lo ms naturaque el pequeo comprara cinco y le dieran seis. Lo cual era una costumbre muy provechosa para los que esu hogar necesitaban justamente cinco panecillos.

    Ahora bien, el buen aritmtico pens de forma totalmente correcta, no cometi ningn error en spensar, pero ese pensar no se corresponda con la realidad. Hemos de admitir que el pensar correcto nllegaba a la realidad, porque sta no se rige de acuerdo con el pensar correcto. Como vern, en este caso spuede demostrar, de hecho, que con el pensamiento ms certero y complejo que uno sea capaz de entretejelgicamente puede producirse lo correcto, y que puede ser totalmente falso cuando se lo mide con el patrde la realidad. Eso es algo que siempre puede suceder. Por esa razn, una demostracin exclusivamentmental nunca puede ser decisiva para la realidad. Tambin podemos equivocarnos en el concatenamiententre causas y efectos que solemos aplicar al mundo exterior. Quiero darles tambin un ejemplo de elloSupongamos que alguien se pasea vadeando un arroyo y llega hasta un punto, otra persona lo est vienddesde lejos y ve cmo se desploma a la orilla del arroyo y cmo cae al agua. La segunda persona se precipitcorriendo, para salvarlo, pero acaba sacndolo muerto del agua. Al examinar el cadver se puede constatapor ejemplo, que la persona se ha ahogado, y hasta se pueden usar todo tipo de argumentos para demostrarlQuizs haba una piedra en el lugar donde cay, y entonces pensamos que tropez con ella, cay al agua y sahog. La secuencia mental es correcta: alguien que paseaba por la orilla tropieza con una piedra, cae en ero, cuando se lo saca est muerto, por consiguiente es que se ha ahogado. No puede ser de otro modo. Pero ehecho es que en este caso no tiene por qu ser as. Porque si uno no se deja dominar por ese encadenamientde causa y efecto tal vez descubra que esa persona tuvo un ataque al corazn, y como estaba en la orilla dero cay en el agua. Cuando caa ya estaba muerto, pero simplemente hizo los mismos pasos del que cae aagua estando vivo. Como ven, si por la reunin de los sucesos exteriores, alguien concluye que la persona ecuestin tropez, cay al agua y se ahog, est equivocado; no es eso lo que se corresponde con la realidapuesto que cay al agua porque estaba muerto y no se ahog en ella por haber cado en el ro. Juicios de estipo los encontramos por todas partes en nuestra literatura cientfica, la diferencia es que uno no suele darscuenta, como no nos daramos cuenta de lo que realmente pas con el que cay en el agua si no linvestigramos en cada caso. Esos errores suelen hacerse continuamente en el concatenamiento de causas efectos. Mas con ello slo quiero sealar que nuestro pensar, de hecho, es absolutamente incompetente corespecto a la realidad, no es decisivo, no es un buen juez.

    Muy bien. Y entonces cmo salimos de la duda y de la ignorancia si nuestro pensar no puede ser ugua seguro? Quien tenga experiencia en estas cosas, quien se haya ocupado mucho con el pensar, sabe qu

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    puede demostrarlo todo y rebatirlo todo, y ya no se deja impresionar por ninguna sutileza filosfica. Puedadmirar esa sagacidad mental, pero no puede confiarse al mero intelecto, porque sabe que se puedeencontrar argumentos igualmente vlidos para la opinin opuesta. Eso es aplicable a todo lo que se pueddemostrar y refutar, y en este aspecto se pueden hacer en la vida las observaciones ms interesantes. Tiene ucierto atractivo, aunque exclusivamente terico, conocer a personas que han llegado a un determinado punt

    de su evolucin anmica, al punto donde vivencian e intuyen interiormente que puede demostrarse y rebatirstodo, pero que todava no han llegado al grado de maduracin que les permita acercarse a lo que llamamoconcepcin espiritual del mundo. En las ltimas semanas tuve que dedicarme a este tipo de pensamientos recordar a una persona con la que me encontr y que era un magnfico ejemplo de esa disposicin anmicauna persona que a su vez no estaba lo suficientemente madura para captar la realidad con la ciencia espirituapero que haba llegado a comprender cmo todas las cosas que puedan afirmarse filosficamente puededemostrarse o rebatirse. Me refiero a Laurenz Mllner, un hombre de gran agudeza, profesor universitario dViena que muri hace unas semanas. Un hombre con grandes dotes intelectuales que con la mxima claridapoda alegar los argumentos necesarios para demostrar los ms variados sistemas filosficos y que al mismtiempo poda rebatirlos todos, lo que le llev a convertirse l mismo en un escptico. Una vez le escuch dviva voz estas palabras, en cierto sentido terribles: "Las filosofas no son ms que un bello juego dpensamientos!". Y una vez que se ha observado varias veces la agudeza del juego mental de aquel hombrera interesante constatar que nunca se pudo agarrar a Mllner en ningn punto, porque nunca llegaba admitir nada. A lo sumo, cuando alguien haba expresado algo en contra de alguna concepcin del mundo, lencantaba aducir todas las cosas que hicieran falta en favor de esa concepcin, concepcin que a lo mejohaba hundido sagazmente l mismo unos das antes. Era una mente muy interesante, en cierto sentido uno dlos filsofos ms importantes de esta poca. Lo que le llev a adoptar esa actitud bsica tiene tambin sinters. Aparte del hecho de ser un buen conocedor de la evolucin filosfica de la humanidad, Mllner ertambin sacerdote catlico y quera seguir siendo un buen sacerdote, a pesar de que en sus ltimos tiempoejerci de profesor en la Facultad de Viena. El modo de ahondar en los razonamientos catlicos, de hechprovoc que ante las consideraciones fecundadas por un cierto fervor religioso, todo el resto drazonamientos mentales que pudieran darse en el mundo le parecieran poca cosa, tan slo un juego dpensamientos. Pero el hecho de que l mismo no dejara de ser escptico fue producto de su catolicismo. Erdemasiado grande para mantenerse en el catolicismo meramente dogmtico, mas por otra parte el catolicismen l pesaba mucho y le impeda ascender a una captacin cientfico-espiritual de la realidad. Es de enorminters observar a un alma as, llegada justo al punto donde se puede estudiar lo que hace falta para que hombre se aproxime a la realidad. Porque es evidente que ese hombre sagaz tena muy claro que con spensar no poda acercarse a la realidad.

    Ya en la antigua Grecia se habl de cul habra de ser el punto de partida para la saludable reflexihumana que pretendiera acercarse a la realidad. Y aquellas palabras que se dijeron en Grecia siguen estandsiempre vigentes. En aquel entonces se deca: "Toda indagacin humana ha de partir del asombro. " Mqueridos amigos, captemos esas palabras en sentido positivo! Captmoslas de tal manera que en el alma ququiere abrirse paso hacia la verdad ha de existir en algn momento ese estado anmico en el que uno se sitlleno de admiracin frente al universo. Quien logre captar toda la intensidad de esa mxima griega acabdicindose: "Cuando una persona, sean cuales sean las condiciones que le han llevado a meditar y reflexionasobre las cosas, parte de la admiracin ante los hechos del mundo, es como si se depositara una semilla en ltierra y de ella brotara una planta". Porque en cierto sentido todo saber ha de tener el asombro como semillaLa cosa es distinta cuando no se parte de la admiracin; tal vez cuando uno era joven los maestros linculcaron ciertas proposiciones fundamentales que lo convirtieron en filsofo; o uno se meti a filsofporque en el status social en que creci era costumbre aprender cosas por el estilo, llegando as a la filosofpor las circunstancias del entorno. Tambin es sabido que el examen ms fcil en el colegio es el de filosofEn pocas palabras, existen cientos y miles de puntos de partida para la filosofa que no proceden del asombr

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    Convivir con la verdad basndose en esos puntos de partida podra compararse a hacer una planta de papmach en lugar de tomar una semilla y hacer que crezca una planta de verdad. Esa es una comparaciexacta, porque todo verdadero conocimiento que, en definitiva, pretenda relacionarse con los enigmas dmundo, ha de surgir de la semilla del asombro, de la admiracin. Y por muy sagaz que sea uno en el pensaaunque la agudeza mental le desborde, no sacar ningn provecho de ello si nunca ha pasado por el estadio d

    la admiracin. Habr un hermoso encadenamiento de ideas y todo ser correcto, pero no olvidemos que lcorrecto necesariamente no tiene por qu acertar en lo real. Es fundamental que antes de empezar a pensaantes de que pongamos nuestro pensar en movimiento, hayamos pasado por el estado de asombro. Todpensar que se ponga en marcha sin pasar por la admiracin acaba siendo finalmente un mero juego mentaPor consiguiente el pensar ha de tener su primer origen en el asombro. Pero eso no basta. Si el pensar sorigina en la admiracin y el hombre se halla predispuesto por su karma a ser una persona sagaz, y con ciertorgullo llega a vanagloriarse de su propia agudeza mental, limitndose a desarrollarla, el hecho de que haypartido del asombro no le habr ayudado en nada. Porque una vez que el asombro se ha implantado en alma y, en el curso posterior de su pensamiento, el hombre se limita meramente a seguir pensando, tampocpuede penetrar en la realidad. Quede claro que no estoy sugiriendo que el hombre tenga que dejar de pensar que el pensamiento es algo perjudicial. Porque esa es a menudo una idea extendida en muchos crculoesotricos, donde se considera detestable el pensamiento porque el hombre slo ha de partir del asombroPero cuando el hombre ha empezado a pensar un poquito y puede enumerar los siete principios que lconstituyen, no necesita dejar de pensar, ha de seguir pensando. Lo que hace falta es que, despus deasombro, se produzca otro estado anmico, que podramos llamar de reverencia, de veneracin ante aquello lo que uno se aproxima con el pensar. Despus del estado de asombro ha de producirse el estado dveneracin, de respeto. Todo pensar que no llegue a sentir reverencia ante aquello que se le ofrece serincapaz de penetrar en la realidad. El pensamiento no debiera moverse por el mundo con los pies ligeros de danza, pues una vez que ha salido del estado de admiracin, ha de echar races en la sensacin y esentimiento de reverencia ante el fundamento del mundo.

    En ese punto, el sendero del conocimiento se sita en la posicin opuesta a la de lo que hoy suelllamarse ciencia. Supongamos que alguien se halla en su laboratorio ante sus retortas, analizando sustancias sintetizndolas en nuevas combinaciones, y nosotros nos acercamos y le decimos: "En realidad t ereincapaz de investigar la verdad! Por mucho que hagas y deshagas las sustancias, lo que t haces son merohechos del mundo que efectas sin piedad, sin dedicarles tu veneracin. Tendras que acercarte a tus retortacon la misma reverencia con la que el sacerdote se acerca a su altar." Qu creen Vds. que nos contestarhoy ese investigador? Lo ms probable es que se burlara totalmente de nosotros, porque, desde el punto dvista de la ciencia actual, no se entiende que la veneracin tenga nada que ver con la verdad, con econocimiento. Y si no se burla de nosotros, esa persona a lo sumo nos dir: "Yo puedo realmententusiasmarme por lo que sucede en mis retortas, pero que ese entusiasmo sea otra cosa que mi asuntpersonal privado, que tenga que ver con la investigacin de la verdad, nunca se lo hars entender a un shumano racional". Si hablamos de que la investigacin y el pensar nunca han de prescindir de la veneracique no se debe progresar en el pensar sin sentirse impregnado por el sentimiento de reverencia ante lo que sest investigando, no cabe duda de que los actuales cientficos nos considerarn algo chiflados. Ese es esegundo aspecto.

    Pero si una persona que ha llegado a un cierto sentimiento de veneracin, quisiera seguir avanzando coel mero pensar, volvera a dar en el vaco, no progresara. Encontrara algunas cosas correctas, y en ellatendra algunos puntos de vista bien fundados, porque ha recorrido las dos primeras etapas, pero prontllegara de nuevo al absurdo. Porque una vez que hemos experimentado lo suficiente el asombro y lreverencia, ha de producirse en nuestro estado anmico una tercera etapa que podramos definir como sentirsen sabia sintona con las leyes universales. Ese sentirse en sabia consonancia con las leyes del universosolamente lo conseguimos cuando hemos logrado comprender cmo el mero pensar, en ciertos aspecto

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    carece de valor; cuando nos hemos dicho una y otra vez: Quienquiera que solamente vaya construyendo (sinvestigacin) en la mera correccin del pensar - tanto si la fundamenta como si la refuta - se halla en misma situacin que nuestro nio que haba contado correctamente el nmero de panecillos. Si el pequehubiera sido capaz de decirse: "lo que calculas puede ser correcto, pero no debes basarte en tu pensacorrecto, has de ir ms bien en busca de la verdad, te has de poner en concordancia con la realidad", el ni

    habra descubierto algo que est por encima de su correcto pensar: la costumbre local de regalar un sextpanecillo al que comprara cinco. Habra descubierto que uno ha de salir de s mismo hacia el mundo exterioy que el pensar correcto no basta para saber si algo es real o no.

    Pero ese ponerse en sabia sntoma con la realidad no es algo que suceda por s mismo. Si fuera as, nVds. ahora, ni nadie en el pasado, habran experimentado la tentacin de Lucifer en este punto. Porque loguas divinos del mundo haban concebido al hombre como partcipe en la distincin entre el bien y el maen la adquisicin del conocimiento, y en que pudiera comer del rbol de la ciencia (del conocimiento), pereso estaba previsto para pocas posteriores. Lo que fall en los hombres fue que quisieron hacer suyo esconocimiento del bien y del mal prematuramente. Por la influencia de la tentacin de Lucifer, los hombrequisieron aduearse antes de tiempo de lo que tendran que haber alcanzado solamente ms tarde. En esproceso slo poda generarse un conocimiento inadecuado que, con respecto al conocimiento real que hombre tendra que haber alcanzado de acuerdo con los planes divinos, es como un nio prematuro ecomparacin al nio que nace completo. Por eso tenan razn los gnsticos cuando dijeron aquellas palabraEl conocimiento humano, tal como acompaa a los hombres a lo largo de sus encarnaciones en el mundo, een realidad un prematuro, un ectroma, porque los hombres no supieron esperar hasta haber hecho todo lnecesario para llegar al conocimiento. Tendra que haber pasado un tiempo en el que el hombre habra idmadurando ciertos estados anmicos y entonces le habra tenido que sobrevenir el conocimiento. Ese pecadoriginal de la humanidad lo sigue cometiendo humanidad actual, porque, de no hacerlo, no nos preocupartanto tener prisa en aprehender una verdad y estaramos dispuestos a madurar para llegar a captar ciertaverdades.

    Una vez ms, al hombre moderno le parecera extrao que alguien se le acercara y le dijera: "tcomprendes perfectamente el teorema de Pitgoras, pero si quieres comprender ms profundamente esignificado oculto de que 'la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa', antes de que madures para comprender que 'tres por tres es igual a nueve', has de realizar ciertas cosas en talma". Y el hombre actual se burlara an ms si alguien quisiera decirle: "Esto slo lo comprenders cuandte pongas en sintona con las leyes universales que han ordenado las cosas de modo que las leyes matemticase manifiesten de determinada manera". En realidad los hombres siguen cometiendo el pecado origincuando creen ser capaces de comprenderlo todo en cada momento y no admiten que la conciencia ha de teneprimero un determinado soporte interior y que no se puede llegar propiamente a la realidad con los mrigurosos juicios.

    Eso forma parte del tercer estado que hemos de describir. Por mucho que uno se esfuerce en el rigor dsus razonamientos, el error puede estar en su base. Slo puede producirse un juicio acertado cuando hemologrado un cierto estado de madurez, cuando hemos esperado hasta que el juicio brote en nosotros. Ncuando nos empeamos en encontrar el juicio correcto, sino cuando nos esforzamos en madurar para que ejuicio se acerque a nosotros, y entonces tiene algo que ver con la realidad. Quien pugna terriblemente parlograr el juicio acertado nunca puede deducir que de ese esfuerzo surja un juicio decisivo. Slo puede esperaalcanzarlo quien dedique su empeo en madurar poco a poco, y esperar que surjan los juicios correctos de larevelaciones que fluyen hacia l, porque ha madurado. Ah se pueden tener las ms curiosas experienciaComo es natural, quien tenga la tendencia a llegar rpidamente a sus conclusiones se dir: "Si alguien hcado al agua y luego lo sacan muerto, es que se ha ahogado". Pero quien se haya hecho sabio, que haymadurado por la experiencia de la vida, sabr que en cada caso individual no significa nada la regla genera

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    sino que en cada caso individual hemos de estar atentos a todos los aspectos de lo que nos viene dado y slhemos de juzgar segn los hechos que se nos presentan. Eso podemos verlo muy bien corroborado en la vida

    Tomemos un caso. Hoy alguien dice algo. Ahora bien, puede ser que tengamos otra opinin y nodigamos: "Lo que dice no es verdad", porque nosotros tenemos tal vez una opinin distinta. Fantstico, puede estar equivocado, pero nosotros tambin. En cierto aspecto es posible que ambas opiniones sea

    correctas o que ambas sean errneas. Pero en la tercera etapa que hemos mencionado ya no ser importante eque uno tenga una opinin distinta, da lo mismo. Es como si uno estuviera situado por encima de su propijuicio. Y el que ha adquirido la sabidura (de la madurez antes descrita), retiene su juicio para no versimplicado de ningn modo con l, se abstiene de juzgar, incluso cuando es consciente de que podra tenerazn. As pues, a modo de prueba, como si fuera un experimento, uno no emite su juicio. Pero supongamoque alguien hoy nos dice algo. Dentro de dos meses nos dice lo contrario. En ese caso podemodesconectarnos y no tenemos nada que ver con ambos hechos. Cuando dejamos que los dos acten sobrnosotros no hace falta que refutemos ninguno, porque ellos mismos se contradicen entre s. Entonces el juicilo realizar el mundo exterior y no nosotros. Ah empieza a juzgar el sabio. Es interesante ver que, poejemplo, nunca entenderemos el modo en que Goethe ejerci su ciencia natural, si carecemos de ese conceptde sabidura de que las cosas mismas son las que deben juzgar. Por ello dijo Goethe aquella interesantmxima - la encontrarn en mi introduccin a los escritos cientficos de Goethe - : "Nunca habra que hacersjuicios o hiptesis sobre los fenmenos exteriores, porque los fenmenos mismos son la teora, ellos mismoexpresan sus ideas cuando uno ha madurado para dejar que acten adecuadamente sobre uno mismo". No strata de sentarse y dejar ir desde el alma lo que uno cree correcto, sino de madurar y dejar que el juicio brotde los hechos mismos. As hemos de situarnos frente al pensar, de modo que ste no se convierta en juesobre las cosas, sino en instrumento para que hablen ellas mismas. Eso es lo que quiere decir ponerse esintona con las cosas.

    Cuando se ha realizado este tercer estado, el pensar ya no ha de querer sostenerse en sus propios pies, y sproduce el estado anmico ms elevado que uno debe alcanzar cuando se quiere llegar a la verdad. El estadque podemos denominar entrega. Asombro, veneracin, sabia sintona con los fenmenos universaleentrega al curso del universo, esos son los estadios que hemos de recorrer y que debieran acompaar siempral pensar, que nunca han de abandonarlo, si no queremos que ste se limite a llegar a lo puramente correctpero no a lo verdadero. Quedmonos en este punto al que hemos ascendido a travs del asombro, reverencia, la sabia consonancia con los fenmenos del mundo y lo que hoy hemos llamado entrega, pero quan no hemos explicado, porque vamos a hacerlo maana. Mantengmonos ah, en la entrega, y retengamopor otro lado, la pregunta que hicimos: "Por qu hace falta situamos en una postura meramente intelectupara poder rebatir la ciencia espiritual?" Dos cuestiones que maana intentaremos abordar.

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    SEGUNDA CONFERENCIA

    Hannover, 28 de diciembre de 1911

    Ayer llegamos al punto donde desembocamos en el estado anmico de la entrega, que se nos present

    como estado supremo, si queremos que el pensar tenga algo que ver con lo verdaderamente real, si queremoque penetre en la realidad lo que habitual-mente llamamos conocimiento. O dicindolo en otras palabras: Upensar que se ha elevado a los estados anmicos del asombro, la veneracin ante el mundo de lo real y que ssiente situado en sabia sintona con los fenmenos del mundo, un pensar que fuera incapaz de elevarse a svez a la regin descrita en el estado anmico de la entrega tampoco sera capaz de llegar a la realidad. Peresa entrega slo puede alcanzarse si con toda energa intentamos tener ante la conciencia que el mero pensaes insuficiente y adems nos esforzamos en generar la disposicin anmica que no se canse de decirnos: Nhas de esperar que tu pensar te d conocimientos de la verdad, en un principio slo has de esperar que teduque. Es extraordinariamente importante que desarrollemos esa actitud de que nuestro pensar nos educaComo vern, si realizamos esa afirmacin en la prctica, sabremos trascender muchas cosas de un modo mudistinto al que estamos habituados a hacerlo. Supongo que no muchos de ustedes habrn estudiado a fondo a

    filsofo Kant. Tampoco es que haga falta. Bstenos aqu con decir que en la obra ms importante de Kant, lCrtica de la Razn Pura, encontrarn siempre indicadas por un lado las pruebas a favor y por el otro loargumentos en contra. Tomemos una frase, por ejemplo: "el mundo empez una vez en el tiempo"; luegKant escribe tal vez en el reverso de la pgina la otra frase: "el mundo siempre ha existido desde leternidad". Y para esas dos proposiciones que, como ven, son justamente contrapuestas, Kant aportargumentos vlidos tanto para la una como para la otra. Es decir que demuestra tanto que el mundo empezen algn momento como que nunca tuvo un principio. Kant llama a eso antinomias y con ello quiere mostrla limitacin de la capacidad cognoscitiva del hombre, quiere mostrar que el hombre necesariamente ha dllegar a esas argumentaciones contradictorias. Es decir: mientras el hombre opine que puede llegar a lverdad, que puede llegar a coincidir con algn tipo de realidad objetiva mediante el pensar o la elaboracide conceptos, o la elaboracin mental de las experiencias, es realmente terrible comprobar que con eso

    instrumentos se puede demostrar una cosa y tambin la contraria. Si es as cmo va a llegar el hombre a realidad? Pero cuando nos hemos educado a considerar que el pensar no es capaz de decir la ltima palabrjustamente all donde nos enfrentamos con las cosas decisivas, cuando nos hemos educado enrgicamenteconsiderar el pensar como un simple medio de adquirir sabidura de la vida, como medio para tomar enuestras manos la propia autoeducacin hacia la sabidura, entonces no nos vemos afectados por el hecho dque, mentalmente, se pueda demostrar o contradecir alguna cosa. Porque pronto descubrimos que justo ehecho de que no podamos aduearnos de la realidad elaborando los conceptos es lo que nos permite trabajar educarnos de la forma ms libre en los conceptos e ideas. Si uno fuera constantemente corregido por lrealidad, la elaboracin de los conceptos no sera ningn medio de autoeducacin. Tengamos en cuenta quen la elaboracin de nuestros conceptos slo tenemos un medio activo y libre de educarnos a nosotromismos, cuando la realidad no nos entorpece en la libre elaboracin de las ideas.

    Qu quiere decir que no nos entorpece? En qu nos entorpecera la realidad a la hora de elaboralibremente los conceptos? Entenderemos ese hecho si hipotticamente nos imaginamos nuestro pensahumano comparndolo con el pensar divino - y ya veremos ms adelante que eso no tiene por qu sehipottico. Podemos decirnos: En un principio, tericamente, no podemos hacernos la idea de que el pensdivino sea incapaz de relacionarse con la realidad, slo podemos imaginarnos que la abarca de lleno. Pero dello habra que deducir nada menos que cuando el hombre comete un error en su pensar, no deja de ser unmera equivocacin sin demasiada trascendencia, es un simple error mental. Y cuando el hombre ms adelantse da cuenta de que se ha equivocado en su pensar, puede corregirlo, y con ello ha hecho algo para s

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    autoeducacin, ha crecido en sabidura. Pues bien, si el pensar divino piensa correctamente sucede algo, cuando piensa errneamente algo se destruye, algo se aniquila. Si por consiguiente tuviramos un pensdivino, en cada concepto errneo que nos hiciramos provocaramos un proceso de aniquilacin, primero enuestro cuerpo astral, luego en nuestro cuerpo etreo; y si nuestro pensar fuera divino, si tuviera algo que vecon la realidad, la consecuencia del concepto equivocado provocara en nuestro interior un pequeo proces

    de desecamiento en alguna parte de nuestro cuerpo, un proceso de osificacin. Est claro que en ese caso ntendramos que cometer demasiados errores (en nuestro pensar) porque el hombre pronto acabara desecandsu cuerpo del todo, acabara agotndolo, si los errores de su pensar los convirtiera en realidad. El hecho eque nos mantenemos en la realidad gracias a que nuestro pensar no penetra en ella, porque estamoprotegidos ante esa eventualidad. Por eso podemos equivocarnos continuamente con nuestro pensar, y cuandms tarde corregimos esos errores nos hemos educado a nosotros mismos, nos hemos hecho algo ms sabiopero no hemos provocado al mismo tiempo efectos devastadores por culpa de ellos. Cuanto ms noimpregnemos con la fuerza moral de ese pensamiento, llegamos a aquella entrega que finalmente nos lleva no utilizar el pensar en los puntos decisivos de nuestra vida, cuando tengamos que informarnos sobre lacosas exteriores.

    Eso suena extrao, no es cierto? y al principio parece como si fuera imposible llevarlo a la prctica. an as, es posible que no podamos realizarlo del todo, pero s podemos hacerlo en ciertos aspectos. Tal comestamos constituidos cual seres humanos, no podemos perder del todo la costumbre de emitir juicios sobre lacosas; hemos de juzgar -ya veremos en estas conferencias el porqu - es decir, hemos de hacer algo para lvida prctica, algo que propiamente no penetre en las profundidades de la realidad. Por consiguiente, hemode enjuiciar las cosas, pero ante todo discernimiento y mediante una sabia autoeducacin debiramodesarrollar una cierta prudencia a la hora de afirmar la verdad de lo que juzgamos. Debiramos esforzarnocontinuamente en observarnos a nosotros mismos por encima de nuestros hombros y hacernos conscientes dque all donde usamos nuestra agudeza mental, en el fondo estamos tanteando en lo incierto, y por doquiestamos sujetos a error. Eso choca de frente con los que se enfrentan a la vida con suma cautela, que soincapaces de seguir adelante cuando han de dudar de los juicios que todo lo aseguran ante cada fenmeno acontecimiento. Observemos la vida de muchas personas y veamos cmo, ante todo lo que les sucedeconsideran lo ms importante decir por todas partes: "creo esto" o "creo aquello", o cuando ven algo: "eso mgusta" o "eso no me gusta", etc., etc. Si uno no quiere formar parte de los extremadamente cautelosos, esason las cosas de las que tenemos que desacostumbrarnos si queremos abordar la realidad con nuestra vidanmica. Se trata pues, de desarrollar una actitud que podramos resumir diciendo: "Bueno, si he de vivir hde juzgar, y por lo tanto tendr que hacer uso de mis juicios en la medida que me lo exija la vida prcticapero no cuando quiera conocer la verdad. Cuando quiera acercarme a sta habr de esforzarme en mirar sobrmis propios hombros y tomar con cierta precaucin todo juicio que yo emita".

    Estupendo, pero cmo vamos a llegar a tener pensamientos sobre la verdad si hemos de dejar djuzgar? Ayer dijimos en cierto contexto que hemos de dejar que las cosas hablen, que nos comportemos dforma cada vez ms pasiva ante las cosas y que ellas acabarn manifestando sus misterios. Se evitaramuchos problemas si los hombres no juzgasen y dejaran que los objetos mismos expresasen sus misterios. Eel caso de Goethe, podemos aprender de forma esplndida esa actitud que permite dejar que los objetoexpresen sus secretos. Justo all donde quiere investigar cul es la verdad, Goethe se prohbe a s mismemitir ningn juicio y permite que las cosas mismas le manifiesten sus misterios. Supongamos que uhombre opina sobre algo y el otro deja que las cosas le revelen sus intimidades. Podemos ilustrarlo con uejemplo: El que emite juicios, observa un lobo y lo describe. Descubre que existen otros animales que se lparecen y de esta manera llega al concepto general de "lobo". Luego puede concluir diciendo: "En realidaslo existen especimenes de lobo, mientras que la idea general 'lobo' me la construyo yo en mi mente; el lobcomo tal no existe, lo nico que existen son los especimenes de lobo que corren por el mundo". Su juicifcilmente le dir que slo estamos frente a lobos concretos y que lo que tenemos en el concepto general, e

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    la idea, en esa imagen general del lobo, no es algo real. Quien llega a esa conclusin es la persona qubsicamente se limita a emitir juicios. Pero quien deje hablar a la realidad qu pensar sobre ese elementinvisible del lobo que hallamos en todos los lobos y que a su vez los describe a todos? Ms o menos dira"Comparo una oveja o un rebao de ovejas con un lobo. No quiero empezar emitiendo juicios, sino permitque los hechos hablen." Supongamos que esa persona tiene oportunidad de comprobar que ese lobo se com

    las ovejas. El interesado dir: "Lo que antes hemos visto corretear por all como oveja est ahora dentro dlobo y se ha convertido en parte de l".Pero lo curioso es que esa observacin de los hechos nos muestra cuan real es la naturaleza genrica de

    lobo. Porque lo que uno poda comprobar exteriormente nos tendra que llevar a opinar: Si al lobo slo se dejara comer ovejas sin parar, con el tiempo la sustancia del lobo acabara siendo la de las ovejas que ha iddevorando. Pero el hecho es que nunca se convierte en una oveja, sigue siendo un lobo. Si hemos de juzgacorrectamente, ello muestra que lo material no ha sido simplemente absorbido por un concepto irreal. Saveriguamos qu es lo que hay en el mundo real de los hechos, veremos que aparte de lo que tenemos antnosotros como elemento material en el lobo, ese lobo posee en s mismo algo totalmente real que trasciendlo material, y que lo que no vemos es algo enteramente real. Porque lo que no llega a convertirse en materies precisamente lo que hace que el lobo que devora ovejas no se convierta en oveja sino que siga siendo loboLo puramente material de las ovejas se ha convertido en lobo.

    Es difcil hacerse una idea de cul es la diferencia entre juzgar la realidad y dejarse ensear por ellaPero cuando hemos captado esa distincin y slo aplicamos el juicio para los asuntos de la vida prcticadejndonos instruir por las cosas para acercarnos a la realidad, acabamos desembocando en la disposicianmica que nos dice lo que es la entrega. La entrega es la actitud del alma que no pretende investigar lverdad por s misma, sino que espera recibir la verdad de la revelacin que fluye de las cosas y que es capade esperar hasta haber madurado lo suficiente para recibir esta o aquella revelacin. El juicio quiere llegar la verdad sea cual sea el nivel en que l mismo se encuentre. La entrega no pugna para penetraviolentamente en esta o aquella verdad, ella trabaja sobre s misma, en la propia autoeducacin, y espera copaciencia a que, en un determinado nivel de madurez, afluya y nos impregne la verdad a travs de larevelaciones que emanan de las cosas. Trabajar con paciencia para avanzar en nuestra sabia autoeducacinen eso consiste la disposicin anmica de la entrega.

    Ahora bien, lo importante es hacernos conscientes de los frutos de esa entrega. Lo conseguimos cuandavanzamos con nuestro pensar desde el asombro, pasando por la veneracin y el sentirse en sabconsonancia con la realidad hasta desembocar en la disposicin anmica de la entrega. Y qu es lo qualcanzamos con ello? Que al acercarnos al mundo de las plantas con su verdor, el cambiante color de suflores y otra serie de manifestaciones, cuando contemplamos el firmamento en su azul, las estrellas en sbrillo dorado, sin juzgar nada, dejando que las cosas nos revelen lo que son, cuando hemos llegado a esgrado de entrega, en ese momento las cosas se convierten en algo muy distinto a lo que eran hasta entonceen el mundo sensorial, y en ese mundo de los sentidos se nos revela algo que solamente podramos definicon una palabra extrada de nuestra vida anmica. Cul es?

    En la figura 1, (pg. 32) indicamos con la lnea a-b el mundo sensorio tal como se nos aparecSupongamos que estamos aqu frente al mundo sensorial y lo contemplamos como si fuera un velo que sextiende ante nosotros. Lo que se quiere expresar en esta lnea a-b son los sonidos del mundo sensorial quperciben nuestros odos, los colores y formas que actan sobre nuestros ojos, los aromas y sabores y toda serie de percepciones sensoriales, como podran ser tambin la dureza, la ductilidad, etc. Esa lnea represenel mundo de los sentidos.

    Ahora bien, en nuestra vida habitual tal como nos situamos en ese mundo sensorio, aplicamos nuestrfacultad de juicio. Las ciencias exteriores surgen porque uno se acerca a ese mundo de los sentidos investiga con diversos mtodos cules son las leyes que rigen en esos objetos sensorios. Por la ndole de todlo que hemos dicho anteriormente sabemos que as no penetramos en el mundo de la realidad, porque e

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    juicio no es un gua en esa direccin; vimos que slo educando el pensar en el asombro, la veneracin, etcpodemos acercarnos al mundo de lo real. Entonces se modifica el mundo sensorial y se convierte en algtotalmente nuevo. Es importante que nos aproximemos a ese nuevo aspecto si queremos entender la esencdel mundo de los sentidos.

    Supongamos que alguien ha desarrollado hasta un cierto grado esa disposicin anmica de la entrega y s

    sita ante el verde frescor de un prado. Como no hay plantas que destaquen con colores distintos en l, en uprincipio se le muestra como un verdor general. Y al contemplar ese prado, la persona no podr evitar qusurja en su interior una sensacin de equilibrio, de un equilibrio lleno de vida, como si sintiera el murmulde las olas, suave, armnico y regular. No podr evitar que surja en su alma esa imagen. En cada sabor, ecada aroma sentir una especie de movilidad. No habr color ni sonido que no le digan nada. Todo dice algy lo dice de tal modo que el hombre siente la necesidad de responder a lo dicho, no con un juicio, sino couna cierta movilidad interior. Para ese hombre el mundo sensorial se abre como si fuera una crislida y desvela su naturaleza; entonces sabe que slo puede describir ese mundo con una palabra: voluntad. En lmedida en que estamos ante el mundo sensorial, todo es voluntad imperante y fluente. Les ruego que tengabien en cuenta que quien haya adquirido esa actitud de la entrega en un alto grado descubre por doquivoluntad activa en el mundo sensorial. Por eso entendern que si alguien ha desarrollado esa disposicin de entrega, aunque sea en pequeo grado, se sentir mal al ver por la calle algn impertinente color de modaporque slo puede sentirlo como algo que se agita interiormente, como suceder con todo lo que perciba dah fuera. Se halla siempre unido con el mundo mediante una voluntad que percibe y siente en todas lacosas. Y se acerca a lo real sintindose unido con todo lo que sea el mundo sensorial mediante la voluntad. Emundo de los sentidos se convierte en una especie de mar de voluntad diferenciada de las ms diversamaneras. Mas con ello, lo que antes sentamos extendido como una superficie, adquiere ahora un ciertespesor. Es como si viramos y oyramos detrs de la superficie de las cosas y percibiramos por todas partevoluntad fluente. Para los que hayan ledo alguna vez a Schopenhauer, les dir que l intuy esa voluntaoperante, aunque de una manera unilateral, slo en el mundo de los sonidos, y por eso describe la msiccomo efectos volitivos diferenciados. Mas para el hombre que se halla en esa disposicin de entrega todo emundo sensorial es voluntad activa. Cuando el hombre ha aprendido a captar voluntad imperante en todo lsensorial, puede profundizar en su incursin en ese mundo y, atravesndolo, puede penetrar en sus misterioque antes se le ocultaban. Para entender el paso siguiente hemos de empezar preguntndonos:

    Cmo averiguamos la presencia del mundo sensorial? Y la sencilla respuesta ser: pues a travs de losentidos; el mundo acstico a travs del odo, el de los colores y las formas a travs de la vista, etc. Trabamoconocimiento del mundo sensorio gracias a nuestros rganos sensoriales. Quien primero se enfrenta a l dmodo habitual deja que ese mundo acte sobre l y luego lo enjuicia. El hombre que ha llegado al estado dentrega tambin empieza dejando que el mundo de los sentidos acte sobre l, luego siente cmo, desde loobjetos, afluye hacia l la voluntad operante, y cmo l mismo parece nadar con los objetos en un mar comde voluntad activa. Cuando el hombre siente esa voluntad imperante al tener las cosas frente a s, de algmodo su evolucin le impulsa por s misma hacia un grado superior. Y puesto que ha llegado a esa entregpasando por las etapas del sentirse en sabia sintona con la sabidura universal, la reverencia y el asombro, ela confluencia de esos estados en la disposicin de la entrega alcanzado al final, aprende a fusionarse con lacosas con su cuerpo etreo subyacente en su cuerpo fsico. En la voluntad activa, el hombre primero sfusiona con las cosas mediante sus rganos sensoriales. Como hombres "entregados", cuando omos, vemosolemos las cosas sentimos la voluntad activa que afluye a travs de nuestros ojos, odos, etc. y nos sentimoen correspondencia con las cosas mismas. Pero detrs del ojo y del odo fsicos se halla el cuerpo etreo dojo y del odo. Estamos totalmente interpenetrados por nuestro cuerpo etreo. Y del mismo modo que ecuerpo fsico se fusiona con las cosas del mundo sensorial mediante la voluntad imperante, tambin el cuerpetreo puede fusionarse con ellas. Pero al hacerlo, se le presenta al hombre una visin totalmente nueva. Emundo se ha transformado de una manera muchsimo mayor que cuando logr penetrar hasta la volunta

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    activa que subyace en la apariencia sensorial. De modo que cuando con nuestro cuerpo nos fusionamos colas cosas, stas ejercen una impresin sobre nosotros que nos impide dejarlas como estn en nuestrarepresentaciones y conceptos, y se transforman cuando entramos en relacin con ellas.

    Supongamos que alguien ha pasado por la disposicin de la entrega. Contempla una hoja verde llena dsavia y dirige hacia ella su mirada anmica. Pues bien, no puede dejar que ese verde permanezca tal com

    est, puesto que en el momento de mirarlo siente que esa hoja verde se trasciende a s misma, siente qudicha hoja tiene la posibilidad de convertirse en algo totalmente distinto. Si tenemos ante nosotros una hojverde, sabemos que en la medida que vaya creciendo la planta, acabar desembocando en los ptalos dcolor. La planta entera es en realidad una hoja transformada. Eso pueden verlo en las investigaciones dGoethe sobre la Metamorfosis de las Plantas. En pocas palabras, quien contempla la hoja, en la hoja que nest todava acabada descubre que ella quiere trascenderse a s misma y percibe ms de lo que la hoja le dSe siente tan afectado por la hoja verde que siente en su propio interior como una vida que brota. Y de esmodo se identifica con la hoja y siente la vida en brotacin. Supongamos, en cambio, que percibe una cortezseca de rbol, entonces slo podr identificarse con ella sintindose sobrecogido por una sensacin dmuerte. En la corteza ve an menos de lo que en realidad representa. Mientras examinemos la corteza secdel rbol por su mera apariencia sensorial, podremos asombrarnos ante ella, podr gustarnos, pero nsentiremos el encogimiento que traspasa nuestra alma y la llena de pensamientos de muerte frente a la cortezdesecada.

    Con esa identificacin del cuerpo etreo con las cosas no hay nada en el mundo que no provoque enosotros sentimientos de crecimiento, devenir, brotacin, y tambin de extincin y descomposicin. Apenetramos con la mirada en las cosas. Supongamos que, como personas en aquel estado de entrega qusiguen avanzando en su autoeducacin, de un modo u otro dirigimos nuestro sentido a la laringe humana, entonces sta se nos presenta de una manera muy peculiar, como un rgano que est en los comienzos de sdesarrollo y que tiene un enorme futuro frente a s; y sentimos eso gracias a lo que la propia laringe nomanifiesta sobre su verdad, dicindonos que ella es como una semilla, y no un fruto o algo que marchita. Yen virtud de lo que la propia laringe expresa sobre s misma, descubrimos que en la evolucin humana vendrun da en que la laringe se habr transformado completamente, y veremos que, si bien actualmente el hombrsolamente produce las palabras con la laringe, llegar un momento que ella engendrar seres humanos. Eles el futuro rgano de generacin, de reproduccin. E igual como el hombre hoy reproduce la palabra con llaringe, sta es el rudimento, el rgano seminal que en el futuro evolucionar para reproducir al hombrentero, cuando ste se haya espiritualizado. Eso lo expresa directamente la laringe si dejamos que ella nodiga lo que es. Otros rganos humanos se nos presentan como rganos que culminaron su evolucin hace ymucho tiempo y que en el futuro ya no estarn presentes en el organismo humano.

    A esa visin se le presenta algo as como el futuro de las cosas en su devenir y en su perecer. Cuandllegamos a esa experiencia de fusin de nuestro cuerpo etreo con el mundo de la realidad, la vida que brota la descomposicin o el marchitamiento son las dos cosas que se entretejen en todo. Algo que, al progresar hombre, se le convierte en una prueba muy difcil. Porque cuando est frente a un ser tiene un sentimiento ddevenir, brotar y crecer ante algunas de sus manifestaciones y una sensacin de muerte y marchitamiento antotras. Todo lo que vemos detrs del mundo sensorio se da a conocer a partir de esas dos energafundamentales. En el mbito del conocimiento espiritual a eso se le llama el "mundo del surgir y del perecer"Cuando se est ante el mundo sensorial se percibe el mundo del surgir y del perecer y lo que subyace en l ela sabidura activa.

    Detrs de la voluntad operante nos hallamos con la sabidura activa! Y digo explcitamente activa operante porque la sabidura que el hombre adquiere en sus conceptos no suele ser activa, sino una sabidurmeramente pensada. La sabidura que el hombre aprehende, al percibir detrs de la voluntad imperante, shalla vinculada con las cosas, y en el mundo de las cosas la sabidura es operante y tiene sus efectos, estrealmente presente. Cuando ella se retira de la realidad aparece el proceso de muerte, cuando afluye en ell

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    aparece el devenir, la generacin de vida que brota y crece. Como vern, podramos delimitar el mundo questamos contemplando ahora y que podemos llamar el segundo mundo, y decir: Miramos el mundo de losentidos como mundo A (figura 1 -pg. 31) y el de la sabidura activa como mundo B.

    La sustancia de nuestro propio cuerpo etreo ha sido extrada de este ltimo. Lo que ah fuera percibimocomo sabidura operante lo captamos tambin en nuestro propio cuerpo etreo. Y en nuestro propio cuerp

    fsico no vemos solamente la apariencia sensorial, sino tambin la voluntad activa, porque en el mundsensorial vemos por doquier la voluntad operante.Lo curioso es que al encontrarnos en ese estado de entrega y situarnos ante otra persona, el color de s

    cuerpo se nos presenta ya no meramente rojizo, amarillento o verdoso, no nos limitamos a ver esos coloresino que al identificarnos con sus mejillas rojizas, por ejemplo, al fusionarnos con la realidad, lo estamohaciendo con la voluntad operante, es decir, que en esas mejillas encarnadas vemos cmo se abalanza sobrnosotros todo lo que en l vive y teje. Los que estn predispuestos a ver mejillas encarnadas se dirn: Lpersona de pmulos rojizos es la nica saludable. Por consiguiente, nos enfrentamos a las personas viendo voluntad operante que hay en ellas, y entonces podemos decir: "Nuestro cuerpo fsico, que aqrepresentamos con este crculo (diagrama 1), ha sido extrado del mundo A, del mundo de la voluntaoperante! En cambio, nuestro cuerpo etreo, que aqu sealo con el segundo crculo, procede del mundo de sabidura imperante, del mundo B. Vemos as en el diagrama el mundo de la sabidura activa y el de lvoluntad operante que se extienden ah fuera, y cmo se relacionan con nuestros cuerpo etreo y fsicrespectivamente.

    Ahora bien, en la vida habitual el hombre no puede conocer el nexo entre ambos. Por lo que vemoindicado en el diagrama, existe una relacin directa entre el mundo sensorial exterior y nuestro cuerpo fsicy entre el mundo de la sabidura activa y nuestro cuerpo etreo. Esos son los nexos que el hombre no percibni puede influenciar. Por qu es incapaz de ejercer ninguna influencia sobre ellos? Porque existe lposibilidad de que nuestros pensamientos y toda nuestra vida racional no sean tan inofensivos para nuestrealidad como lo son en nuestro quehacer cotidiano.

    En nuestra vida cotidiana, en el estado de vigilia, los buenos dioses han procurado que nuestropensamientos no acten con demasiada virulencia sobre nuestra propia realidad, nos han despojado del podeque nuestros pensamientos podran ejercer sobre nuestros cuerpos fsico y etreo. De no ser as, las cosairan realmente mal. Vuelvo a insistir: si en el mundo de los hombres, los pensamientos realmensignificaran lo mismo que significan en verdad como pensamientos de los dioses, con cada error el hombrprovocara un pequeo proceso de muerte en su interior y pronto acabara desecado. Y no hablemos de mentira! Pues si el hombre tuviera acceso (con el pensar) al mundo de la verdad, con cada mentira calcinarla correspondiente porcin del cerebro, y pronto descubrira cuan poco dura el cerebro. Los buenos diosedespojaron a nuestra alma del poder sobre nuestros cuerpos fsico y etreo. Pero eso no puede durar siemprePues si nuestra alma jams llegara a tener una influencia sobre ellos, muy pronto acabaramos con las fuerzaque imperan en nuestros cuerpos fsico y etreo y nuestra vida sera muy breve. Como veremos en el curso destas conferencias, en nuestra alma existen fuerzas que han de volver a verterse en dichos cuerpos porqustos las necesitan. Por eso, en determinados momentos, nuestra alma ha de derramar ciertas corrienteenergticas en el cuerpo fsico y el etreo. Eso es lo que sucede en la noche, cuando dormimos. En esomomentos afluyen desde el universo, a travs de nuestro cuerpo astral y de nuestro yo, las corrientes que nohacen falta para eliminar la fatiga. En esos instantes existe de hecho la conexin viva entre los mundos de lvoluntad y de la sabidura con nuestros cuerpos fsico y etreo. Porque durante el sueo nuestro cuerpo astray nuestro yo desaparecen en el seno de esos mundos. Penetran en ellos y en su interior generan centros datraccin para las sustancias que habrn de afluir desde el mundo de la sabidura en el cuerpo etreo, y desdel mundo de la voluntad activa en el cuerpo fsico. Eso es lo que ha de suceder por la noche. Si el hombrepor lo general, estuviera ah presente con su conciencia - ya veran Vds. cmo se producira esa afluencia d

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    energas! -, qu sucedera? Que al estar conscientemente presente con sus errores y sus vicios, con todo lnegativo que realiza en el mundo, se convertira en una especie de aparato receptor de las fuerzas que habrade confluir. En ese caso se produciran terribles estragos en nuestros cuerpos fsico y etreo a causa de lo quel hombre emanara de su cuerpo astral y de su yo desde los mundos de la sabidura y de la voluntaoperantes.

    Por eso, para que afluyesen por la noche las energas adecuadas en nuestros cuerpos fsico y etreo, lobuenos dioses se preocuparon de que no pudiramos estar presentes en ese proceso con nuestra concienciPara ello amortiguaron la conciencia humana durante el sueo, para que con sus pensamientos, que entonceestaran activos, no pudiera destruir lo que sin duda destruira. Ese es tambin uno de los elementos que mnos duelen cuando ascendemos a los mundos superiores con el sendero cognoscitivo que hemos descritocuando realmente ponemos manos a la obra. En mi escrito Cmo se alcanza el Conocimiento de los MundoSuperiores? encontrarn la descripcin de cmo la vida nocturna, la vida que dormimos, nos sirve de ayudpara poder ascender desde la realidad exterior a los mundos superiores. Y cuando a partir del Mundo de Imaginacin, el hombre empieza a iluminar la conciencia de sueo con su conocimiento, sus experiencias vivencias, tendr que esforzarse en eliminar de su conciencia todas las fuentes de destruccin de sus cuerpofsico y etreo. Es por eso que se hace necesario conocerse muy bien a s mismo cuando se quiere ascender los mundos superiores. Cuando uno se conoce con exactitud, en la mayora de los casos deja de amarse a smismo. Ese amor a s mismo suele desaparecer cuando empezamos a conocernos - no olvidemos que esamor propio est presente en todos y que se equivoca quien piensa que no se ama a s mismo, pues uno sama a s mismo ms que a cualquier otra cosa del mundo. Cuando se supera ese amor propio, podemodesprendernos de nosotros mismos. En ese proceso de ascenso, hemos de llegar a decirnos: "Tal como ereahora mismo has de apartarte". Ya se ha hecho mucho con el mero hecho de haber llegado al estado dentrega que hemos descrito. Pero hemos de llegar a no amarnos a nosotros mismos. Hemos de poder llegar decirnos: "Has de dejarte de lado. Porque si tienes en tu interior lo que sueles amar en forma de erroremezquindades, prejuicios, simpatas y antipatas, y eres incapaz de dejarlo a un lado, tu ascenso provocarque tus errores, mezquindades y prejuicios introduzcan determinadas fuerzas en aquello que ha de afluir parque puedas despertar la clarividencia. Y cuando todo ello confluye en tus cuerpos fsico y etreo, tumltiples errores producirn otros tantos estragos en dichos cuerpos". Mientras carecemos de conciencidurante el sueo, mientras somos incapaces de ascender a los mundos de la clarividencia, en esa mismmedida los buenos dioses evitan que esas fuerzas destructivas intervengan en nuestros cuerpos fsico y etreal mezclarse con las corrientes que afluyen desde los mundos de la voluntad y la sabidura operante. Percuando llevamos en nosotros nuestra conciencia al mundo de la clarividencia, los dioses ya no nos protegenporque la proteccin que nos dan consiste precisamente en hacernos inconscientes - y entonces nosotromismos hemos de apartar nuestros prejuicios, simpatas, antipatas, etc. Todo eso hemos de logrdescartarlo, porque si todava nos aferramos a algn resto de amor propio, deseos personales, etc,, y aemitimos juicios partiendo de lo personal, todo ello se convierte en elementos que perjudican nuestra salues decir, nuestros cuerpos fsico y etreo, cuando estamos ascendiendo hacia los mundos superiores.

    Es de capital importancia tener esto en cuenta. Ello puede contribuir a convencernos de cuan importantes que en la vida cotidiana nuestros pensamientos, tal como los captamos habitualmente, no tengan nada quver con la realidad y no ejerzan ninguna influencia sobre los cuerpos fsico y etreo del hombre, siendincapaces de afectar a la realidad de una forma directa o decisiva. Mas si por la noche estuviramoconscientes mientras dormimos, s podran tener un efecto decisivo, pues cada pensamiento errneo destruiralgo en los cuerpos fsico y etreo. En esos momentos surgira lo que hemos descrito. El mundo sensorial snos presentara como un mar de voluntad activa y detrs de ella veramos cmo acta en esa voluntadinstigndola y estimulndola, la sabidura que construye el mundo, continuamente provocando con suoleadas los procesos de surgir y perecer, nacer y morir. Estaramos viendo el mundo de lo verdadero, emundo de la voluntad operante y el de la sabidura activa; pero este ltimo es el mundo del surgir y de

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    perecer, de los constantes nacimientos y muertes. Ese es nuestro mundo, y es de enorme importancia llegarconocerlo. Pues en el momento en que se lo reconoce, empezamos a tener un medio importante parprofundizar en nuestra entrega, pues nos sentimos sumergidos en incesantes nacimientos y muertes, sabemos que con todo lo que hacemos estamos inmersos en algo que est surgiendo o pereciendo. Lo buenno ser simplemente algo de lo que podamos decir: "Esto es bueno, me llena de simpata, etc.". No es as

    Porque ahora el hombre empieza a saber que el bien en el universo es algo creador y que equivale al munddel surgir. Y el hombre siente el mal como descomposicin que se derrama. Esa es una importante transicia una nueva concepcin del mundo en la que el mal podr sentirse como el ngel de la muerte, el ngeexterminador que recorre el mundo; una concepcin en la que slo podr sentirse el bien como el creador dincesantes nacimientos a gran y a pequea escala. Y al hombre que comprende estos hechos la cienciespiritual habr de darle una intuicin de cunto puede profundizar en su cosmovisin gracias a esta visiespiritual del mundo, una intuicin que le haga sentir: "El mundo del bien y del mal no son simplemente lque se nos presenta en la ilusin (Maya) exterior, donde nos enfrentamos a ellos con nuestra capacidad djuicio y slo sentimos que nos provocan simpata o antipata. No, el mundo del bien es el mundo de lcreador, y el mal es el ngel exterminador que recorre el mundo con su guadaa". Con cada mal qurealicemos nos convertimos en ayudantes del exterminador participando en los procesos de muerte descomposicin. Los conceptos que aprehendemos desde fundamentos espirituales actan fortaleciendo todnuestra visin del mundo. Esa es la fuerza que ha de adquirir la humanidad a partir del momento actual parproseguir hacia la evolucin cultural del futuro, porque eso ser lo que necesitarn los hombres. Hasta aqulos buenos dioses protegieron a los hombres y se preocuparon de ellos, mas ahora en nuestra quinta poccultural postatlante ha llegado el momento en que los hombres vuelven a tomar el destino en sus manos en ebien o en el mal. Para ello hace falta que los hombres sepan lo que significa el bien como principio creador lo que implica el mal como principio portador de muerte.

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    TERCERA CONFERENCIA

    Hannover, 29 de diciembre de 1911

    Por la conferencia de ayer pudimos ver cmo el cuerpo fsico humano se relaciona con lo que llamamo

    nuestro mundo sensorial. Tambin vimos que el cuerpo fsico de algn modo consta de la misma sustancique encontramos en el mundo sensorio exterior, sustancia que ayer se nos mostr realmente como voluntaEllo nos permite decir que en el mundo exterior de los sentidos tenemos voluntad operante y que, poconsiguiente, tambin la tenemos en el cuerpo fsico humano. En ese aspecto, nuestra corporalidad fsictambin forma parte del mundo sensorial exterior. Detrs del mundo sensorial hemos encontrado, a su vez, emundo del surgir y del perecer cuya verdadera forma constituye lo que podemos llamar la sabidura activa. Yde esa sustancia est constituido a su vez el cuerpo etreo humano. Ahora bien, en ambos cuerpos se hallainsertos el cuerpo astral y el yo; porque el hombre integral, tal como se nos presenta en la Tierra, es uacoplamiento mutuo de los cuerpos fsico, etreo, astral y del yo.

    En este punto hemos de agregar una observacin que tal vez hoy sea un poco difcil, pero que una veformulada nos permite comprender mejor el mundo y, por consiguiente, tambin la esencia del hombre. D

    antemano tendremos que dar por sentado que los cuerpos fsico, etreo, astral y el yo de algn modo han destar ensamblados entre s. Ahora bien, quien por la clarividencia desarrollada logra contemplar esensamblaje de los cuatro miembros constitutivos de la naturaleza humana, recibe la impresin - y ya veremocuan importante es tener en cuenta esa impresin - de que esos cuatro miembros estn ensamblados de unmanera irregular, y se ve obligado a decirse: "En algn momento tuvo que producirse ese desorden". O seque recibimos la impresin de que esos cuatro miembros de la entidad humana no se acoplan entre s de lmanera que les correspondera y que en algn momento se tuvo que producir el actual desorden. Cuando stoca este punto dentro de los misterios de la vida, podemos descubrir la infinita profundidad que conllevalos mensajes religiosos ocultos si realmente se los comprende.

    Iremos viendo poco a poco que lo que se implica con ese desorden se halla maravillosamente expresad

    en la Biblia con las palabras que Lucifer le dice al hombre cuando quiere tentarlo: "Vuestros ojos se oabrirn y sabris distinguir entre el bien y el mal" (Gnesis, 3,5). En esas palabras subyace algo de enormprofundidad. No quieren decir que slo los ojos "se abrirn", porque aqu los ojos en realidad son lorepresentantes de todos los sentidos. Si entendemos adecuadamente las palabras de Lucifer, podemotraducirlas de la manera siguiente: "Si me segus a m - es decir a Lucifer - todos vuestros sentidos actuarde forma distinta a como tendran que hacerlo si siguierais a los dioses". En realidad, es muy difcil para hombre actual imaginarse cmo actan esos sentidos, y no tendr ms remedio que decir algunas cosas eapariencia grotescas si quiero esclarecerles cmo obraran dichos sentidos si no hubiera intervenido Lucifproduciendo ese desorden en el ensamblaje regular de los cuatro miembros constitutivos de la naturalezhumana. Y digo que parecern grotescas por la simple razn de que los hombres, en su actual configuracinno pueden concebir que desde el principio las cosas fueran realmente distintas a como las vivencia

    actualmente. Si al hombre moderno se le hace la pregunta de para qu sirven los ojos?, nada podr ser mnatural que responder diciendo: Obviamente, sirven para ver. Y es evidente que si alguien dice: los ojos nsirven para ver!, con cierta razn se le considerar un loco. En realidad, desde el principio de la evolucin dla Tierra, los ojos humanos no estaban destinados a ver. Empezaron a adecuarse para la visin, tal como hola poseemos, gracias a la tentacin de Lucifer. Dicho de otro modo, la energa visual del hombre no tena quhaber impregnado los ojos y salir hacia fuera, hacia los llamados "objetos", sino que, de acuerdo con laintenciones originales de los dioses -y permtanme usar esa expresin- con cada acto de visin el hombrtendra que haberse hecho consciente de su propio ojo, es decir, no tendra que haber visto las cosa

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    exteriores, sino que nicamente debera haber sentido su propio ojo. Tendra que haberse hecho consciente dla actividad que tiene lugar en el interior del ojo, mientras que hoy no la sentimos y slo nohacemos conscientes de lo que sucede gracias a dicha actividad, es decir: aparece ante nuestra conciencia objeto exterior. Pero el hombre tendra que haberse visto implicado en su visin mucho antes de llegar objeto, en el ojo tendra ya que haberse hecho consciente de s mismo, sintiendo la actividad ocular.

    Actualmente, el hombre no puede hacer eso en el ojo, a menos que haya realizado algn desarrolloculto especial. Slo puede hacerlo con la mano, porque al menos puede distinguir con ella si est asiendo uobjeto, o si la est moviendo libremente, sin propsito, de modo que se da cuenta simplemente de la actividade la mano. Cuando el hombre se limita a dirigir su energa visual hacia el ojo, simplemente no ve nada. Eses lo que sucedera en el hombre actual. Pero no era esa la intencin original, sino que cuando el hombrhubiera prestado atencin a su ojo o a su odo, o a cualquier rgano sensorial, hubiera tenido que percibir voluntad operante, se hubiera visto a s mismo flotando en esa voluntad activa y se habra dado cuenta de ellpor la forma peculiar en que sta interviene en el ojo. Con el ojo tendra que haber sucedido algo parecido lo que ocurre con la mano. Cuando agarramos algo sentimos que el objeto es duro, si logramos aplastarlsabemos que es dctil. Pero en realidad lo que estamos captando es lo que hacemos con la mano. Lo mismhabra sucedido con el ojo. Si el cuerpo etreo estuviera bien ensamblado en el fsico, simplemensentiramos el ojo que entra en relacin con la voluntad activa.

    Mas el cuerpo etreo no est bien acoplado al fsico, eso es lo singular, aunque no deja de ser un ejempldel desorden que hay dentro del hombre. En la entidad humana ninguno de los cuerpos est realmente bieensamblado con los dems, todos ellos se relacionan de manera anormal. Si la influencia de Lucifer no shubiera producido en el principio de la evolucin, el ensamblaje mutuo de los miembros constitutivos serdistinto. Y lo que hoy queremos esclarecer es el hecho de que algo muy particular tuvo lugar con el desordeque se introdujo por el influjo lucifrico.

    Intentemos dilucidar ese hecho del modo siguiente. Quiero empezar expresando el asunto de un modesquemtico (vase el diagrama de la figura 2, en la pgina 48). Observemos primero la conexin entre cuerpo fsico y el cuerpo etreo inserto en l. Si el cuerpo etreo estuviera integrado de forma ordenada en fsico, tal como era la intencin originaria de los dioses, el hombre - y perdonen que utilice palabras del todinadecuadas, porque no las hay para ello en nuestro lenguaje ordinario - experimentara a su alrededor unespecie de continuo murmullo de voluntad operante (parecido al que produce la llovizna). El hombrpercibira por doquier voluntad activa diferenciada, segn cual fuera el rgano sensorial que dirigiera hacia mundo. Esos rganos, en su diversidad, simplemente le daran oportunidad de viven-ciar la voluntad dforma distinta, pero no dejara de sentir por todas partes el murmullo de la voluntad. Como ya se dijo, eso elo que sucedera si el cuerpo etreo estuviera bien acoplado al fsico. Pero no es eso lo que ocurre, porque erealidad no se halla ensamblado del todo dentro de l, no impregna totalmente el cuerpo fsico, sin que dejuna parte de l a sus propias fuerzas, lo que provoca que el cuerpo fsico tenga un peso excesivo en sactividad propia. Por consiguiente, existen zonas en el cuerpo fsico humano que no se hallan plenamentimpregnadas del cuerpo etreo como debieran estarlo segn los planes originales de las entidades divinoespirituales que dirigen la evolucin terrestre. Y esos puntos donde el cuerpo fsico no se halla penetradadecuadamente por el cuerpo etreo son aquellos donde se forman los rganos sensoriales. Ello provoca qudichos rganos adopten la forma que tienen actualmente. Esa es la razn por la que en cada uno de ellotengamos esa peculiar actividad puramente fsica que, de algn modo, se sustrae a las actividades vitalegenerales.

    Tengamos en cuenta que en el ojo hay algo que podramos comparar con los efectos puramente fsicode una cmara oscura, de un aparato fotogrfico. Es como si una parte del cuerpo fsico hubiera sido extradde la impregnacin general del cuerpo etreo. Y eso es realmente lo que sucede. Lo mismo ocurre con el odinterior propiamente dicho, donde en el laberinto auricular tenemos algo as como el teclado de un piano. Ecomo si el cuerpo etreo se hubiera retirado, y nos encontramos en el cuerpo fsico con efectos de naturalez

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    puramente fsica, no impregnados debidamente por lo etreo, provocndose as lo que llamamos sensacioneExperimentamos los colores porque el cuerpo etreo del ojo no penetra ordenadamente en su rgano fsiccorrespondiente, haciendo que dentro del organismo se generen efectos puramente fsicos. Lo mismo sucedcon los dems sentidos: en todos ellos se produce la preponderancia del cuerpo fsico sobre el cuerpo etreoPara empezar, ello nos permite decir que, en la relacin mutua entre los cuerpos fsico y etreo, no

    encontramos con el predominio del cuerpo fsico sobre el etreo. Si esa preponderancia no se produjera, todel mundo sensorial que vemos extenderse a nuestro alrededor no existira para nosotros como tal. El hombrentrara en relacin con el mundo circundante percibindolo todo como el murmullo de la voluntad activondulante. No se sentira pasivo frente al mundo, sino activo, como lo hace cuando extiende la mano. Es uhecho sumamente interesante que resulta de una verdadera observacin superior de la entidad humana: qutodo el mundo sensorial se basa en el hecho de que el cuerpo etreo ha sido retirado de los rganos de losentidos, y que en ellos se ha depositado algo que constituye un elemento puramente fsico en nosotros.

    En segundo lugar, analicemos la relacin existente entre el cuerpo etreo y el cuerpo astral. Nuevamentdescubrimos que no se interpe-netran adecuadamente, sino que existe un predominio del cuerpo etreo sobrel cuerpo astral en la naturaleza humana. Eso es fcil de descubrir por poco que se use la clarividencia. Si nexistiera ese desequilibrio, el hombre, por ejemplo, nunca podra llorar. En el instante en que vemos a alguiellorando, segregando ese curioso fluido salino desde sus glndulas lagrimales, descubrimos que existe unactividad excesiva del cuerpo etreo sobre el cuerpo astral. El hombre no puede imprimir plenamente en lvida de su cuerpo etreo lo que vivencia astralmente, porque el cuerpo etreo ejerce su preponderancia sobrel astral y ello se expresa en el hecho de que el etreo repercute en el cuerpo fsico hacindole "exprimir" lalgrimas. Pero eso es lo que sucede con toda secrecin glandular y todos los procesos de secrecin del cuerphumano. Todos ellos se basan en el predominio del cuerpo etreo sobre el astral. Y esa preeminencia, esequilibrio trastornado, se expresa en su reaccin sobre el cuerpo fsico que acaba provocando todas lasecreciones glandulares. Si no fuera as, en la actividad glandular no se producira una excrecin, sino que lactividad del cuerpo astral, al identificarse con la del cuerpo etreo, agotara sus funciones con la movilidad la actividad interior. Las glndulas no segregaran nada, ejerceran su accin en s mismas, sin que sprodujera una secrecin de materia. Ya podrn darse cuenta, por la observacin suprasensible, del enormpoder que ejerce la tentacin lucifrica. Si Lucifer no hubiera intervenido en la ordenacin csmica, nuncsudaramos - y perdonen la expresin -, sino que la actividad y el movimiento que ah tiene lugar acabaraen el interior del rgano correspondiente, nada saldra de la glndula. El segundo aspecto es, pues, que exisun predominio del cuerpo etreo sobre el cuerpo astral.

    Si deducimos la singular naturaleza de nuestro mundo sensorial del primer desequilibrio y decimos qula preponderancia del cuerpo fsico sobre el etreo provoca la peculiar forma de percibir nuestro mundsensorio, habremos de decir que el predominio del cuerpo etreo sobre el astral produce lo que podramollamar nuestra sensacin emotiva de nosotros mismos. Porque la sensacin global, la sensacin de bienestar malestar que el hombre tiene con respecto a su cuerpo, procede de esa primaca que tiene el cuerpo etresobre el astral. Por consiguiente la sensacin corprea global es la expresin subjetiva de esa preponderancia

    Si hemos de seguir nuestro estudio no podemos hacerlo siguiendo un esquema. Si lo hiciramos assera fcil y diramos: "Est claro, nos ha construido un predominio del cuerpo fsico sobre el etreo, lueguna preponderancia del cuerpo etreo sobre el astral, el tercer paso habr de ser un predominio del cuerpastral sobre el yo". As se elaborara un esquema siguiendo razonamientos lgicos. Pero no es ese el caminoSuele suceder que cuando alguien nos comunica hechos suprasensibles y se quiere avanzar en ellos siguiendun esquema, la realidad siempre acaba mostrndonos nuestra equivocacin. No sirve seguir adelante con intelecto; podemos hacerlo durante un trecho, pero pronto vara todo. En el tema que nos ocupa, el terceelemento de desequilibrio nos lleva a un predominio inverso, una preponderancia del cuerpo astral sobre cuerpo etreo. Es decir, nuevamente una relacin entre el astral y el etre