SATANÁS -Pablo de Rokha (1927)

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SATANAS (1927)

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poema tremendista del siglo pasado

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SATANAS

(1927)

YO EXISTO,ah!,YO EXISTO sobre el da corriendo,AQUI,pregunto mi direccin a las alondras del infinito ms infinito,CANTO, CANTO, CANTO,agarrndome a los aeroplanos de mi voz, oh! , de mi voz embanderada y americana, o borneo, monologando, una gran palmera de volcanes,abro los stimos ojos encima de ese rodaje de lminas y tringulos indiscutibles,refuto la argumentacin desdentada del esqueleto,y, tocando la canilla despavorida, inicio el tiempo, amigos, inicio el tiempo,el tiempo de los vocabularios y los siglos partidos en figuras:A, E,I,O, U;cuando la tarde inmvil, como un toro, en la derrota del gesto y del signo,rodea de ciudades agonizantes el acorden de los ltimos sueos,yo escupo, lleno de saliva, la guatita de las estrellas, yo escupo, pero yo escupo;adems, los lagartos empapelados me lamen la filosofa;los frutos maduros del sollloran en mis teatros de azufre y sangre quemada, y el problema de lutome araa las entraas de celuloide terriblecon los serruchos del jazz-bandirremediablemente, ME ARAA LAS ENTRANAS DE CELULOIDE TERRIBLE, entonces, se me ren las tripas, se me ren las tripas, y se me ren las muelas lo mismo que a los tontos y a los muertos, a los parientes de adobe que hacen costumbres,y la vieja mohosa que cuida los despoblados con su tristeza,a los atades sin candado,a las emociones sin candado,a los emigrantes son candado,a las botellas rotas y rojas encima del crepsculo, y a los crucifijos empeados y espantososen el desvn de los somieres y los colchones de las putas nubladas, entonces, se me ren las tripas, se me ren las tripas, y se me ren las muelas lo mismo que a los tontos y a los muertos, empuo los ltigos metafsicosy me azoto el corazn, agarro las palabras por la garganta y, aunque me muerdan, las voy domesticando, y afirmo, y niego, y afirmo, entonces, se me ren las tripas, se me ren las tripas, y se me ren las muelas lo mismo que a los tontos y a los muertos;es la cosa lluviosa y sin ttulo, la angustia adoquinada, del color del periodismo y del color del cementerio, el limn de las agrias provincias, la religiosidad colonial y tan espaola de los tejados enmohecidos como las medallas, las brujas paridas de la fatalidad, el petate indemostrable y los mantos usados y las nias y las lunas usadas y los finados sin velas constantes;los recuerdos coleccionados en alcancas ;por eso soy como la cuaresma y como la obscenidad AMARILLA;as, altanero y abismado como los cipreses o como los poetas,quebrado a la manera del riel violento,con aburrimiento de termmetro, de epopeya y de oficina,blanco y negro, a planos totales,lo mismo que la psicologa del Buonarotti, o la moral colosal del fuego y del hierro, y tambin, s, tambin, oh! , matemtico,parecido a una discusin de los terremotos con los terremotos;uno se compara a todo lo aciago, lo oscuro, lo acerbo,se define entre los naufragios,y le sobra espanto capaz de vestir de herrumbre a toda la alegra humana,semejante a las guilas contradictorias,vuelo en tirabuzones entusiastas y ofensivos en la tristeza,quebrndome en umbrales insospechables,o hago la cada acuarelada del avin sin desterrados;agujerear lo absoluto,dominar la tiniebla endurecida y el mar de azogue,triplicar la voluntad,y demostrar a Dios a carcajadas, como los pjaros,geomtrico y maquinal como las catstrofes ;meto mi alma en los bolsillos del mundoy saco polillas y mates de verdades muertas,me paro encima de mi esperanza,aspiro a los rascacielos estrafalarios, al puente tirado de siglo a siglo,y todos los versos se me cuelgan del corazn,entonces, mi cansancio dobla la cabeza,y un signo inmvil se remonta encabezando los presidiarios y los vagabundos;tribulacin, horrenda tribulacin del camino que quiere hacerse fin ;es, tambin, la accin dispersa y ahuecadora, es tal vez un desequilibrioque responde a arquitecturas perdidas ;slo la soledad me acompaa en este ardiente derrumbamiento sin murallas, destino de ametralladora quebrada, exactamente, de ametralladora quebrada o mucho teatro en ruinas,ay !, como perro loco allo a orillas de las noches peludas,los gallos huidos cantan en la eternidad,encima de los rboles serios y negros de las naciones incendiadas,estiro los brazos de punta a punta de la tierra,y muchos los mbitos ciegos,echan a volar desde mi figura incorruptible,borneo agrios cantos, altos cantos de ladrones,rodeado de mujeres agonizantes,por eso goteo sudores de gente destruida,sin embargo, mi voz es contentamiento,congoja a electricidad, actitud pattico-dinmica, con piedras azules,violoncelo sin violetas,emocin de mquina y de mscara, caricatura en bronces fatales,mi gramtica es alegremente lgubre,s, lo mismo que el asesinato en las batallas, plvora con alcohol morado y polvoso,opresin al espritu de aquel que viviese al pie de la ms alta cantina,o se asomase al pensamiento, desde el borde del mundo, sobre los abismos,temblando, a la orilla, bien a la orilla,y se resbalase de repente, s, s,adems, el dolor es durable como la mala comida,dnamo a millones de actividades por segundo,con la inminencia y lo espantoso de las revoluciones astronmicas,mi corazn est ah, girando,porque yo soy el que espera el tren que no existi nunca,y el que escucha todas las horas del cielo,el condenado a la gotera que cae encima del cerebro, una a una,sin embargo, querra, ah! , querra que todos los pescados del sol sonoro, nave inmvil anclada encima de los sepulcros desaparecidos,y el timn de las estrellas ocenicas,para tocar la campana del genio,en ese instante cuadrado y declamatorio de la poesa,o ando vendiendo mi corazn de pobre enorme,y mis espectculos de girasoles, ay!, con negros tremendos,adems, la llamarada vegetal del porvenir, adems,y el ejercicio en patines de alambre o de aceite circulatorio,la guitarra apolillada del aviador, tirada sobre los crepsculos y los telgrafos, impunemente,avizorando los ltimos;entonces, cacarean las gallinas trascendentales;pero yo no comprendo, yo no comprendocmo el diamante del da no corta an el vidrio intil e impresionante;timoneo mis buques piratas, y tus cielos tenaces y rubios, FILOSOFIA,levanto las compuertas imaginarias,y los cien tranques iguales avasallan la curva siniestra, persiguindose,luego las ideas asesinadas,la intuicin escalonada en escalonado, verde-podrido, granate, tuerta, negra, ciega, con ocasos guillotinados,el ademn de tempestad innumerable,la conciencia aulladora, la clnica, lo polvoroso, lo derrengado,y la voluntad del mueble durable,el animal no usado, no,la abulia, la inercia, la descomposicin ilimitada y abarcadora;ya viene llegando, la noche, ay!, la noche, la noche con su ramo de violetas;si, eso es todo;aquella gran honorabilidad de cordero clavada al alma;palanca del suceso en la mano demente y gris, PALANCA, PALANCA, sobre los gestos cncavos, LA NADA,la camisa incomprendida que me cie entonces, siempre,corona de araas,el da quebrado, sin literatura,el hombre sublime,y un pantaln de fuego y de llanto encima,Dios llorando, no vendo caminos ni ciudades,y es el instante exclusivo y asombroso que apunta la carabina del destino,por eso comprendo lo apenado,y el color de la ley violenta,las piedras llagadas, sin sombra, la enfermedad del acero y del andrajo,las osamentas, las espesuras de mstiles,la orquesta despernancada del terremoto, tan sincero y tan soberbio,la risa juda del automvil,levantndole los vestidos a las montaas;recuerdo el estilo de la vieja que venda pescado con ojos profundos,y el chofer variable como la temperatura,las baladas diplomticas de la motocicleta enamorada, bien enamorada;ahora soy quien define las madreselvas,tambin los edificios, las tonadas definitivas, y el gesto en agua inmvil;lo mismo desembarcan del recuerdo aquellas enfermeras violetas;o ando buscando a Pablo de Rokha desde las alturas desprestigiadas, y, aunque me encuentro en sus obras de sueo, en las estampillas y en las sepulturas,soy lo errante, lo inencontrado, lo ausente,no el viajero, el viaje, oh!, oh!, el viaje, la rueda andariega, extranjera, untada de pases invulnerables,la sirena patolgica del transatlntico,arrinconada en las distancias desmejoradas del pretrito,con las cejas llovidas de acordeones;aterriz el minuto de la canilla despellejada,el minuto del costillar y las cuencas abstractas, adentro del invierno,y el minuto del hueso intil y abandonado;agarro mi sombrero,y es dolor,agarro mi palabra,y es dolor -y ES DOLOR mi sombrero y mi palabra-,dolor , dolor cado de las bocas de los mundos, dolor, dolor,trizado de verdades continentales;camino, yo camino,y mis huesos ignoran cmo se anda andando,tiempo sin canciones,y la culebra literaria y espaola, automvil de ceniza,rbol con gusanos en el cerebro,y frutos calientes,sol de herrumbre, empavesado, en la cada estrafalaria,cosas de solos,oficinas con mucha sucia, mucha,y un paraguas incontestable,goteado de siglos y gestos de maquinarias,sol urbano,manada de tribulaciones GRIS,manada de tribulaciones,recuerdo que hubo pocasen que ped prestada la congoja al astrnomo.y a Dios lo absurdo,hoy vendo la capa morada por treinta silencios,y este jumento de ail, de oro, de carbn,que se pasa comiendo estrellas y asuntos,y bebindose, a cada jornada,todas las bodegas de LA POESIA;inventar un mundo, o un mundo,echrselo a la espalda, en vrtice, solo, sin grandeza,y sentirse como las mantas mojadas;voy a degollar mi canto con mi burla;asumo toda la desgracia distribuida;por eso escribo, desde las plataformas, los varios estados trascendentalesen la cartula extasiada, ms adecuada;mandato de existir y devenir testarudo;he ah que yo corono las glorias antiguas, francamente;adems, digo: CANTO, digo: TIEMPO, digo: MUNDO,y la verdad colosal levanta la cabeza desde los sepulcros y los aeroplanos,como si se le hubiesen roto las arterias a la conciencia;mi sueo define, UNO, sin bayonetas, sin heliotropos, en la eternidad honorable u honorable;soy, y sollozan las atmsferas, porque se le perdieron los estilos matemticos;me voy haciendo,y mi tranco talla la estatua innominada,MOVIMIENTO ABSOLUTO;ignoro los cuerpos diversos que me cien,pero no comprendo, y s todas las cosas, an las hipotticas,con aquella dual astronoma del subconsciente;tuerzo mi cordura de avin indispensablehacia la palabra de los objetos,y oscilo a una altura subterrnea y muy difcil;anecdotario de los sepultureros eternos;naturalmente, yo concibo el sol, el mar y el cielo artista,entiendo la fruta preada,y entiendo el carcter romano del bronce,la oracin moral de la piedra,la gritada entusiasmada del eucalipto encima del colegio de esmeralda,la voz latina de la abeja vendimiadora,y, sin embargo, mi corazn se parece a un antiguo Dios abandonado;todava la poesa,el umbral invisible e inminente, en donde nos partiremos la cabeza,el abismo, el abismo, el abismo;enrollo mi accin al malestar nico, al ademn nico,y mis venas se arrancan de la tierra soberbia como grandes ros de angustia,planeo sobre la metafsica,evoluciono arriba del tiempo amvil,agarro los caballos maleducados,y se me destruyen los puntales del universo,o la jarcia morada;sistema de lamentos, oficina de cantos y llantos,y las tas echadas entre los membrillos y las caobas, adentro del portamonedas,s, las oscuras uvas de polvo,los murcilagos colgados del mes de agosto, de la tos pulmonar de junio y julio,y la matemtica de platino del poema,el fantasma duro y vago, a la vez, construido y destruido de smbolos, la arquitectura, el lgebra, el mbolo de tracciones imprescindibles;es la bruma, la niebla de diamante, tan arbitraria,el bulto inhbil que se sumerge,la funcin infantil, abismada, abstrada y adivinatoria,lo contradictorio que coincide con lo contradictorio por todo aquello,y se adapta y se acopla al imprevisto ecuacionable,el ciego que intuye las formas eternas, iluminadas por todas las sombras,la libertad mecnica y frentica del individuo;mismamente la encina azul amamanta sus hijos artificiales,la estupenda guagua amarillaeructa de leche celeste la gran negrura filosfica;porque la soledad, como el invierno, requiere mantas de agua;pero jams, jams, jams sali el sol por el occidente,a pesar de que todas las noches mis noche no son, apenas, sino das olvidados;con la hijita muerta encima del pecho de fiera,s, agujere la muralla de metal polvoroso y girante,arras los puentes y las torres acumuladas;la espada y el amor, seora, son materias indiscutibles;ahora la tarde con tres tetas, principalmente, la tarde con tres tetas sin importancia,y los pjaros matemticos,el ave de cartn o de latn con porcelana y an de vidrio de botella de botica, cantando en la astronoma del hemisferio y del esqueleto,la tonada argumentada de resortes;y despus, los astros quebrados,la bandera del cielo enlutada, amarrada a las astillas del mundo,el acorden de la muerte sonandoencima de la oscuridad amedrentada, ah! ,dominando el drama mugriento,la gran seriedad sin triunfos de estrella ni de abismo,y el aire de metales tuberculosos,yo, egregio, enderezando fatigas sin dinero,apuntalando mis debilidades de hroe,llenando la tinaja desventuradacon el llanto de las historias viudasal sol mojado,acumulando caras de mundos en la dinamita del estilo;amontono, yo amontono tu actitud encima del oriente,a la manera de grandes ciudades de otoo, de grandes ciudades de invierno, tu actitud semejante a los ltimos frutos del castao, del manzano, del naranjo, tu actitud semejante a los recuerdos de la ta soltera,tu actitud semejante a los versos honestos de las guitarras y las provinciasoh!, tu actitud olorosa a cedrones y a limones pretritos,atraco leos, grandes lefios a las hojas caducas,y tus hogueras innumerablesvan alegrando la antigedad parada del crepsculolo mismo que el aroma til de las panaderas;ay!, la inmensa tos de sangre que viene del poniente;deshojados pantalones asesinos;en fin, un sol maricn que parece vidrio muy grande;sobreviene la rosa lluviosa y pobre;pero yo veo la sombra partida en colores emocionantes;los pjaros blancos del Mediterrneo y aquella gran vela moderna, corrigiendo,porque la nada agranda;la risa nerviosa del automvil del hospicioquiebra las botellas del da,y las escuelas huelen a rosas maduras;recuerdo los mercados, las bodegas y las cocineraslas caletas mariscadoras,el corazn de los vinos honrados y polvorientos,la cara de tinaja o de guitarra de la malaya asesinada en rubes,los morrones entusiastas y anarquistas como el pescado,y, a la izquierda del mundo,el sol falsificado de los cementerios;las carretas huracanadasvinieron a alojar en las lluviosas y enmohecidas canciones de entonces, con aquel copioso aroma a vacas perdidas;ahora yo me acuerdo de Licantn, orillas del Mataquito,me acuerdo de la casa aquella, como de polvo, con duraznos, con membrillos, con naranjos, con un farol, s, con un farol en la esquina de la noche y con palomasllorando mis arriba del pueblo del sueo, me acuerdo de la ta Clorinda, oliendo a chicha florida, y de don Custodio y de la Rosa y de la Flora Faras y de la beata doa Rosario y del Oficial Civil y del cura don Liborio,me acuerdo de los chicharrones y de los pigelos y los causeos de don Vicho, y del porua Abdn Madrid y de la tonta Martina y del compadre Anacleto y del borracho Juan de Dios Pizarro y Juan de Dios Chaparro,me acuerdo de las piaras costinas, tan olorosas a cochayuyos y a sentimientos de Iloca,y me acuerdo de los lagares, ciertamente, de los lagares de buey, arrumados en los graneros, llenos de huevos y herramientas, entre junio y julio,y me acuerdo de las botas y las mantas espaolas de mi abuelo,me acuerdo de la media rayada del silabario y de las enredaderas polvorientas de la escuelay despus, Talca, la cida, la rida Talca,la lluviosa ciudad negra, seria, fea y atribulada, de santos de sombra y de aceitunasla vieja escuela cluequeando entre los tamarindos,la vieja escuela primaria, la vieja escuela primaria, y don Toms, el preceptor don Toms, si, don Toms, el amigo de Dios, y las bolitas,y el volantn azul arriba de la provincia enmohecida,aquella gran bronconeumona y los anchos armarios de carretillas y la vida de Coln, la vida de Edison, la vida de Washington con monitos, y los lacrimatorios del mapamundi, y las matitas de poroto y de zapallo creciendo, ardiendo en los extramuros del alma,los caminos de estatuas, apuntalando un sol cuadrado y polvoso,y los himnos escritos en la piedra, por la oscura mano que nadie conoce,y despus, el Seminario de las polillas, catres de chinches meados de perros y muertos, el Seminario de las araas y el gran invierno abandonando su huevo enorme en los soberado s de la infancia,la yegua cristiana y difcil,la cola peluda y colonial del catolicismoenlazndome, envolvindome, amarrndome,la humedad filosfica, la humedad matemtica, de aquel animal aceitoso y amarillo con lo aceitoso y lo amarillo del mausoleo,entelequia espantosa creciendo del adolescente, abismado como la llama ambigua del aguardiente,la llaga cristiana o la desgarradura, anidada de murcilagos,y el pecado, el pecado madurando una gran callampa negra, entre las sabandijas y las brujeras, y despus, despus, las nias Pinochety las caceras y las borracheras en la montaa, adentro del espritu irreparable,y los versos honestos entre los sembrados, los espinales, los viedos y las islas profundas de Pocoa,que era lo mismo que un causeo de invierno, que era,y despus, el nio inhbil, el confundido, el planetario,a patadas con los manicomios,y las cartas lluviosas: estudia, hijo, estudia, las cosechas van malitas, a la bodega vieja se le cay el cielo y a la Chepita un diente, qu te sucede? . . .cobra un giro y reza por nosotros, el ao intil, hijo, si, el ao intil, tu mami te manda un pavito, abrazos, hojuelas y charqui de la guitarra, aqu, ya hay violetas, cudate, van aceitunas, patitas de chancho, miel, quesitos de cabra, muri el rucio Caroca, tu padre, Ignacio,y yo dentro de la vida tremenda, llorando con los finados, en camiseta,marchando, marchando, muy contento y muy bohemio, marchando, marchando as:Pedro Sienna, el Tonto Barella, Jorge Hbner, Vicente Huidobro,Daniel de la Vega, Mariano Latorre, la Wini, ngelCruchaga S. M., Gabry Rivas, Fray Apenta, marchando,marchando,y despus, la cada hacia Talca, ay!, hacia Talca,solo y loco, los das terribles con cabeza de zapallo,las araas degolladas de la literatura, andando la noche difcil,el amigo Jara y las putas, y el amigo Jara y Mejas,y las botellas y las colillas sin esperanza y los gallos de la adolescencia llorando en las camas amargas,el espritu esquinado y triangulado, trisndose en acciones intermitentes, y el joven que quiere matarse,sucediendo el pan filosfico a riberas del eucalipto militar de Pelarco,el hombre salvaje y titnico, el hombre sublime y dinmico que le aprieta el cogote a la desesperacin y se lava la cara con salmuera y con vinagre, y come carnero,y despus, LA LUISITA, ms bonita que un continente,las palomas florecidas de Juana Ins de la Cruz,la cuchillada en la garganta del espritu, la cuchillada,yo gozoso como un tomate,la niita linda que pisa alfombras de ternura derrumbada y dolorosa y uno que lo encuentra todo bueno y nuevo, lo mismo que en los Evangelios, y anda alegre como una luna o un caballo, el circulo de plvora y a la vez de tarde llorante y de musculatura y de filosofa de ocano,la tal tristeza de miel de los enamorados,la moneda melanclica sonando en la oscuridad del hombre,y despus, ay! , despus, despus el Coronel,el CORONEL, el CORONEL, el CORONEE y el cine,la perilla dominadora de los aeroplanos,y el Coronel ensendole urbanidad a mi herosmo,como un elefante que le tirase la barba al mundo,la suegra peluda y metafrica como el patbulo, y Carlitos tan cumplido, tan caballerito. . .-eche la patita mi hijito!...la ta Zoila y la ta Juliay Adardio y las muelas casadas y la ta Clarisa,y el Coronel, el Coronel, atencin: firm! . . .y ahora, solos,arrinconados contra la montaa, solos,o domando bestias de hierro,arrojndoles huevos de guila a esa trinchera,el tren lluvioso o nublado de acordeones, crujiendo mundo a mundo,Buin, Maipo, Barrancas, San Felipe, Concepcin, Valparaso, Santiago de Chile, y los hoteles y las pensiones con telaraas, sin solucin divina, en donde devienen solteronas, usureros y comida triste,y las patronas empapeladas con diarios ledos y moscas,el bastn imperial azotando fieras de cemento;ah! , traa la muerte adentro, la guagua,s, s, como un fruto de azufre, anidado en la rosa de las entraas, s,por eso era tan vieja y tan soberbia su actitud de vidrio trizado,ay! , de vidrio trizado, ay!,y su alma imponente de ciego o de muerto,y su carita triste y grande y fuerte,y su belleza como el mar o como el sol, o como todas las montaas del mundo, o lo mismo que un verso de fuego,ay!, un Dios miserable la segua desde lo infinito,las frutas profundas de la tierrano alegraron, no, no alegraron su juventud equivocada,el huevo de ceniza de la tristeza,vala mis que todas las cosas ella, yo lo juro;edifico la impresionante soledad, edificoel cinturn de gozo y de llanto, la vida parida de huesos,el crculo girante y variable alrededor del ideal,la gran muralla de latigazos,la perspectiva de tringulos y lminas y vrtices atrabiliarios, hacia la ltima voz humana;he ah, el hombre que tiene un ojo, slo un ojo de diamante serio, y setenta manos sin causa, cuerpo de piedra, pies de bronce errante y circulatorio como un planeta o como las jaibas ancianas, y rostro movible, andariego y errabundo, semejante al calendario,y est cruzado de naciones y de verdades, y vestido de una gran manta pintada con crepsculos, empuando el bastn de los sucesos, los destinos y las palabras,he ahy he ah, que saca la lengua ardida, en lo negrazo, y se re con la dentadura;despernancado y despavorido,yo vengo viviendo a zancadas incoherentes,solo,mundo abajo, ay!, siglo abajo, desgarrndome las entraas imaginariasen los espejos despedazados del instante;historia del espanto;parece un dolor cerebral, amiga,y son, apenas, los instintos adoloridos,la carne maltratada y vagabunda,la estatua atribulada que llora adentro del hombre forzudo,en verdad, soy amargo como la salmuera,pero lo soy combatiendo, lo soy peleando contra la amargura,tengo la fe tremenda del que no cree en nada,por eso, si, por eso mi corazn guerrero y soberbio camina con la espada desenvainada, bramando, como un toro notable,por la va frrea de las batallas,es la voluntad adivinatoria,la certidumbre ensangrentada de los viejos, humanos huesos,la lmpara negra de las intuiciones formidables;ahora, la nia solita con los muertos,Dios mo!, viviendo la vida dispersa de las sepulturas,adentro de la tierra,untada de olvido, como los aos usados,llena de mundos en desorden,cavada de eternidad como un poema, as lo digo,y rodeada, slo rodeada de si misma;canta el da parado medio a medio del mundo,y la vida madura como una gran manzana;la Luisita tiene los ojos lo mismo que las aceitunas,adems, es pequea y tranquila,y anda mirando, as, como apartada, as, como extranjera por lo absoluto,con su actitud de abeja tan abeja,yo la quiero a la Luisita, yo la quiero,Wintt de Rokha, la ultramarina,y es difcil ser indispensable, como el alma,yo la quiero,siempre se me distingue, principalmente cuando lloro o ando lejano,adems, soy casado con ella;hoy no tengo dinero, generalmente no tengo dinero afanoso,y el mercader de agosto llora encima del paraguas olvidado,pero son cuatro los atados de alegra,como los horizontes, como los Evangelios, como los continentes, si hubiese un continente muerto, van con sombrero, con zapatos y abrigo impresionante,y hay bastantes porotos, bastantes papas, bastantes garbanzos y bastante trigo, hay uvas antiguas en la despensa,hay 7 gallinas, 2 pavos, 2 patos y un cerdo alegre y religioso,la lluvia aumenta la soledad y pide causeo y vihuelas,ja!, ja!, ja! . . . ;me gusta la tierra chilena,soy chileno,me da tristeza la verdad nacional contra el gobierno y el estado;amo la bandera tan engreda, tan orgullosa, enarbolada,y odio al animal del tiempo, tan oficinista, tan,pero yo hubiera sido soldado, bien soldado como Pedro de Valdivia,as, borracho, aventurero, as, as,as, mujeriego y sinvergenza y pendenciero, catlico y ladrn, as, ladrnantiguo monstruo agrario,rebrindo mi raza de bandidos y de piojentos jugando a LA REPUBLICA;fonde el da peludo y deshabitado,duracin sin duracin, que emerge, triplicndose,la hora de la bala rotunda,yo estaba edificando, no, deificando la ciudad vertical, sin cielo arriba ni abajo, el horizonte de metales irrevocables,cuando los pjaros de aluminio llegaron a discutir conmigo,entonces la culebra automticase me enrosc al corazn, en figura de remordimientos sin escamas,y los perros de la plaza pblicame confundieron, ay!, me confundieron con un astro variable,y le ladrarona la gran bandera que sala de mi boca;colgaba del tiempo en el tiempo,tal como las peras hermosas en los silabarios de la infancia,con esa molicie apostlica de los cueros vineros,y era modesto y soberbio como los preceptores, y crecacomo la niebla que viene saliendo de adentro;todas las desgracias son lo mismo,por eso los cielos modernos demuestran la permanencia del ahorcado,y la naturaleza de piedra muertano requiere la patologa inaudita de la poesa,ni el chupete del hombre mediocre,la trizadura de vidrio ordinario de lo cotidiano,la costumbre mellada y capciosa,el impermeable descompuesto, que huele a gruta podrida,y es igual que revienten das de vitrioloo tiempos floridos de calendarios con limoneros;por lo tanto, he venido a derramar geometra en los muebles y en los hombrespues aunque anoche manoteaban los nios enfermos y yo los cuidaba humildementeyo iba cavando frmulas, tallando lneas absolutas,corrigiendo y dirigiendo las montaas, los destinos, las palabras del universo, conduciendo la mquina matemtica;ahora, voy a escribir las congojas del sexo,la bestia quemada, como de fruta intil y poderosa,abriendo las piernas del mundo,lo mismo que esa gran boca peluda,la inquietud desgarrada y furibunda, como las razas malditas, o los crucifijos,el mineral de fuego con la lengua afuera,la noche intil, sonando,los cuerpos torcidos, que parecen escarabajos feroces,batallando en la pelea alucinada,el beso que hiere y que muerde, enyugando los elementos,las camas eternas, llorando,y la faz desparramada y patibularia de caricatura terrible,las lenguas pegadas a los sexos,lamiendo, chupando, mordiendo, lo mismo que moluscos azotados,y el corazn en ventolera,semejante a la motocicleta rodando ao abajo,crucificado en la trepidacin violenta y amedrentada,y el lamido de oveja de la caricia agradecida y pstuma, como adolescencia de empleado,la sonrisa dominadora anudando los astros amargos,el gesto de pantano y de sembrado o de leones universales;perdido en la farmacia cosmopolita,arrinconado a la vecindad de las estufas, doblado en siete dobleces,apuro los tragos urbanos, bien contento,porque el pjaro montas aletea en la infancia de las guitarras,y un son agrario se difunde en la qumica psicolgica;deriva el pas, arbolado de banderas mojadas,arrastrando cielos arruinados,lo mismo que un buque, nublado de eclipses, invierno adentro,y un sol lluvioso cuelga del romadiso agreste,leo los diarios futuros o recuerdo a Raimundo Martnez, el despachero-asesino de Maipo, y a Pancho Lobos, el preceptor y el maricn del pueblo,y a la Matilde Garca, la solterona,y a Carlos Muoz, el tonto patas de palo, y a la Honoria,tambin a don Csar, picoteado de canciones,y recuerdo la iglesia anacrnica y el cura borracho y apolillado;de repente me reviento, y se rehunde conmigo la cosa redonda con hombrecitos,de cabeza en lo abandonado;son los techos malsanos, ruinosos, velludos,y el alacrn de los suelos baldos,el alambre elctrico que le rebana el corazn al transente,la rata y la araa viudas del antetecho,la cit deshonesta, pendenciera y sin esperanza,la gata rabona que salta desde el trasnochador variable,y el sol, partido de locura, apareciendo, de noche, en lo espantoso,con la cara barbuda de adioses,la gra ramplona del consuetudinario,a patadas con los sueos,en el lmite patolgico y geomtrico,ese olor grande y falso de la gran magnolia de papel entusiasta,el bandonen de las breas navieras,el Charleston que uno empua destripndose, mi hijita,un hombre errando en los tranvas que nunca partieron,all o ah o aqu,en la juntura alucinada, sin direccin explicatoria,en donde emergen, peleando,7 candelabros por el Asia y 7 candelabros por el frica,y concluyen todos los caminos,y la bandera enlutada acumula lo oscuro, que es luz contraria,los vientos hablando y dirigindose,la gran locomotora, sin calzado, arafi5ndose el vientre demente,los rascacielos tan bien grandazos,tirando torres al vaco,-ah! ... a . . . a . . .tirando puentes al vaco,la garra. csmica de las gras rajando los estmagos de las toneladas,y el avin que se estrella contra lo infinito,como un escarabajo enorme, partiendo los hierros eternos,la tristeza astronmica de las chimeneasescupiendo hacia los acuarios estrellados, que parecen grandes copas,el corazn socialista y asesino de las fbricas;semejante a esa manzana de azufre de los cementerios anulados,parecido al gallinero que se llen de huevos de plvora, a la estufa,o al sembrado irresponsable, envenenador del vecindario que puebla las botellas pulmonaresnaci y creci y muri esto, esta gran frecuencia dramtica,ahora va tendida sobre mis terrazas municipales;por eso parezco un hombre cargado con bultos oscuros o atados anticipadosy un anunciador de tneles, los barrios hediondos a pescaderas y a crepsculos,la bestia obrera, tan mosqueada,el amor desmuelado y cuchillero, que parece escabeche podrido,es otra gran vida cada, sin afeitarse nunca,y siempre oliendo a cebolla, a chupilca, a puta obesa,la canallada pica y pattica del invierno,asomando el juanete amarillo entre el ramaje ensangrentado de lasagonas, y borneando su cola de toses-adioses,la cara macabra de las agencias, que hieden a sepultura y a prestamista, casa honorable, sin pensionista, da pensin a caballeros honorables, prefirindose extranjeros honorables, comida de familia honorable, con o sin muebles, se arriendan piezas honorables, se arriendan, y se hacen zurcidos.o aquel aroma a zorra, que es fuerte como la espada,ese que time un sur de ocanos occidentales, lo mismo que nias sin mediasy voz de helechos en deporte,el animal de lo mecnico sucesivo y la melodaabrochndose el chaleco de la locura,y todava el Dios borracho,que llora meando en todas las esquinas del universo,y se rasca los murcilagospor la izquierda,y se rasca los murcilagoscon la pata trasera del da,en aquel almacn desvergonzado que vende laureles y verdades falsificadas, la calavera de los difuntos viejos, goteada de cerotes de astros,la melena supersticiosa de los pueblos solteros y mal comidos de Chile,los hongos pelados que le salen a la melancola,y los cielos nerviosos, enlutados de ramajes deshojados,arriba de la caja urbana,tremolando sus pases rotos,la vela de los desvelos,y la viuda con flores moradas,que cruza, llorando,el callejn de la noche tremendaescoltada de asesinos,las sillas ahorcadas y las mesas degolladas como mujeres;es lo mismo que si yo grito: i socorro ! . . .y se quiebran todos los vidrios del cementerio,calendario de dinamita,olla de llanto, clausurada con trminos geomtricos,llena de frejoles continentales,capaz de calentar el fuego y la muerte,un guiso valiente, caramba,para estmagos de conquistadores o de bandidos o de guerreros,s, s, a mi corazn no lo tuercen los cantos,cultivo de espadas en terrenos de piedra y de hierro,un mono salvaje y ledo,y un gran animal sensual, comiln, dormiln y borracho,esto me define:un cuero de vinos calientes,eso,un cuero de vinos calientesrevolcndose en las maanas asfaltadas del siglodebajo del sonido del cielo,rbol con msculos de planetas equivocados,tierra de muertos, en donde madura la uva,y ondula, como un mar, el universo temible del hombre,golondrina de acero que sabe canciones automticas,toro de bano, potro de bano, galopado de campanas y ladridos;o estoy contento porque me gusta decir zapallo, comba, verano, sin causa;unos tocan la trutruca apolillada en el rincn invernal y extranjero,otros encanallan la esperanza manosendola, como a una ingenua antes de casarse,y no la montan renunca, contrarrenunca,otros desembocan con los huesos comidos de larvas,otros se ponen brillantes de trajines, lo mismo que las putas y monedasotros atornillan el universo con el esqueleto,unos estn parados, otros estn tendidos y otros oscilan navegando entre universos,todos son lo mismo,detrs del hombre subsiste la nada que proyecta la nada,y el viaje ausente y sin cabeza;otra vez, otra vez su recuerdo invulnerable,pobrecita la Carmencita, tan inmensa,sin embargo, nos veremos, carita de nido entre los choclos soberbios,mi hijita, ay!, hermosa como los toros egipcios,alma sin cuerpo bajo los altos castaos,ay!, la misma tristeza me la va quitando, me la va arrebatando del corazn errante,parece que fuese ms del mundo y del tiempo,as como el sol ardiendo sin propietarios,pero yo encuentro su actitud de pollito acurrucada en todas las cosas;todava me acuerdo del instante espeluznante,yo iba adentro de la noche, oh!, adentro de la noche llena de gallos;arriba del techo paran todas las estrellas republicanas,los gatos inmensos de la oscuridad rasguaban las murallas del mundo,y un pjaro, estrellndose, volaba contra la tiniebla,geman las esquinas atribuladas de asesinos y muertos que meaban avergonzados,de repente, Pablo de Rokha me dio su mano podrida,s, desde la ltima puerta de las ltimas puertas,y como yo soy yo, Pablo de Rokha, me asust mucho, pero mucho,desde entonces siempre llevo toda la barba crecida, como los murcilagos elegantes;hoy no quiero encender mi cigarro porque puedo incendiar el mundo;una gran bandada de llantos, comedores de dolores,enluta los cielos erguidos y sin telaraas, la tierra abierta como las sandas, yo conozco el grito inmvil de abajo,la planta tiznada que puja saliendo de la boca,la columna resonadora del alarido,conozco la muerte y la muerte con los pelos crecidos e infinitos,conozco toda la congoja del sexo;los gerentes imperialistas del Wall Streettenan su razn animal diciendo(acaricindose el estmago del espritu):el tiempo es oro, oro del tiempo, ay!, oro del tiempo sin moneda,porque la vida prctica est llena de piojos de plata;sol honrado como un gran poeta,sol hermoso como un caballo, sol antiguo como un proverbio,sol sonador y que seca las ropas mojadas;visionario, lujurioso, carnicero,valiente y cobarde, amigos,tomador de vinos, comedor de quesos trascendentales,glotn, andariego, bribn,tonto y flojo como la belleza,vicioso del alma,voy a decirlo, una gran tinaja fermentadora, en donde deviene toda la literatura,Dios hecho trofeo,ambicin de la tierra parida de chancros y tumbas;por eso adentro del hombre hay vacos irremediables,la tristeza que choca sonando contra las baldosas del ao,la ahuecadura parchada de razones sentimentales;de dnde me agarro para no caerme muerto? . . .arrinconado all en donde mean las viejas,entre los letreros abandonados de LA VIDA,entre los huesos urbanos, entre las copas trizadas, entre los tarros llovidos, yo hago pjaros sin ilusionesla fina vbora del suceder, tan metafsica,y tambin la rata peladaque roe la soledad trascendental de los sepulcroscon el colmillo de los anuarios,el animal de palo de los pueblos,la eterna vaca de greda con tetas como los ros antiguos,el ave temible y prudente que tiene barba,la carcoma, hueso de perro, preada de faraones de alcaloides,la bruja peluda que parece feto de muerta;entonces, sin embargo, ahora,el soberbio horizonte de puales sublevados,los cinco smbolos muertos de la estacin radiotelegrfica del universo constante, aplaudiendo a esa manzana de plvora, fragante de noche enorme;la yegua rayada del peligro, a la orilla, en ese lmite;cartero de bronce,golpeo las ventanas de la muertecon mi atado de violetas,las galeras del canto salvajeatraviesan la esfera llena de ojos azules,enarbolo todas las banderas,remezco el almendro del verso,y la ceniza encantadorame va cubriendo las viejas espaldas de rbol,entonces, mi brazocruza la sombracantando, como los obreros;un viento agrestele roba, jugando, los ptalos de su delantal feliz como un gallo,besndole la poesa integral del talle,la polica sabe que adentro del corpio, adentro,se lleva robados dos jarritos de plata,y no se atreve a quitrselos,ayer le abri el vestido,un cardo insolente y vagabundo, como un poeta,y fue lo mismo que desnudar a una flor,unos creen que es un insecto de las huertas antiguas,otros creen que tiene derecho a perfumar los aos como las abejas o como las cigarras,yo le corto manojos de besos para las banderas dionisiacas;es nerviosa y coquetala locomotora,as, como las colegialas imaginarias,con su risa de hierrosencima del poniente, cruzado de animales analfabetos,parece que fuese a agujerear el horizonte,pero el peso del cielo y del tiempocansa la audacia,y se tiende, suspirando de alegra,morena entre los sembrados;sinceramente, no comprendocmo es posible que un ovillo de lana amarilla, de lana,cante como las victrolas?,uno cree, pues, uno Cree que habra que dar vueltas a una figura de oropara que aquel carretel automtico sonase,o, canta solo lo solo,el canario,esa tal msica de geografa agreste como las ovejas,labrado en la hoja de lechuga de la maanaes una gran mentira de lujoy un cesto de verduras recin llovidas;la tarde se parece a las peras maduras,el eucalipto se empina sobre el crepsculo, todo lo nervioso,y se envuelve en los choapinos violetas,levanta la tonada sola y roja,con hierros mohosos, el portaln de antao,y cantan las altas tonadas del polvo,arriba, camarada, arribaas uvas sonoras del contentamiento,es la hora del sapo y del canto,y el da heridotiene la resonancia gris de las campanas rotas,y un ancho sol trizado,feas estrellas negras del murcilago,araando la luna chilenacon aquel escalofro de lo peludo,sin embargo, todavava sobrando, entre el cielo y el mundo, apenas,el horizonte necesario para levantar la copa;parientes de mujeres,las frutas curiosas se asoman, hablando o hablando,al balcn de los viajeros,cuando yo paso andando, lo mismo que un da profundo,circula el sueoen el horario de mis ojos, llenos de semillas,y mi poncho de luz,rayado de paisajes inabordables,mi poncho de luz,cubriendo los lomos doblados del viaje y del hombre;abarca las perspectivas,corno una gran patagua blanca;ignoro dnde comienzo eignoro dnde concluyoy, sin embargo, yo estoy solo, yo estoy solo,s,yo estoy solo, como la altura, que es la voluntad del abismo,adems, yo viajo conmigo, que tambin es otro,pero yo hago el crculo de mi angustia,alrededor de mi vaco,y la soledad sale de m y me envuelvecomo la muerte, que sale del hombre,o como la sombra, que va a la rastra, y agranda el mundo;aqu, yo slo coloco a Igor, el pirata, ceido de corsarios normandosy escrito de pualadas,al capitn Kragh, arado de inscripciones rnicas,y a Gog, el innumerable y sus vikingos, Rhin adentro, tan rubio, tancristiano, tan justo, asesinado sin malicia,ahora, la borrachera atravesada de campanarios, la escoba de la bruja Karungia y San Vito,el viaje hacia la infancia, remontando la Edad Media y la abracadabray los sbados negros en los navos del whisky,y el rbol de lgrimas, teido con vinos marinos y adivinanzas amarillas como calaveras,aquel trigal, oh! , aquel trigal alucinado y dionisiaco,y toda la tierra empapelada de das domingo, que parecen viejos pueblos muertos;... ay! ... ... ...por cuanto asoma un viento prudente,por lo tanto, agarro mi tristeza y voy a tocarla a la otra esquina del cielopara que Dios me perdone la manera y el grito;el hueso endonde,yo parado en la perpendicular de mi lamento,hora del pjaro sin comedia,no comprendo, verdaderamente, ayer, todava, despus,atribulado, arrinconado,como un bobo, o lo mismo que un capitn de piratas ocenicosatribuyo mis pasiones a la naturaleza . . .