Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

300

description

En este trabajo, mi principal objetivo es evaluar el signifi cado social de la cerámica Nasca temprano proveniente del valle de Acarí, donde se han recuperado muestras de alfarería Nasca temprano.

Transcript of Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Page 1: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí
Page 2: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí
Page 3: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

UNIVERSIDAD DE CHILE

REVISTA CHILENA DE

ANTROPOLOGÍA

Nº , Santiago,

ISSN -

EditoresAndrés Troncoso, Andrés Gómez y Eugenio Aspillaga.Departamento de Antropología, Universidad de Chile

Editor Sección Monográfi caClaudio César Olaya (Universidad Nacional Federico Villarreal, Perú)

Comité EditorialHugo Benavides (Fordham University, Estados Unidos)

Luis Alberto Borrero (Consejo Nacional de Investigaciones Científi cas y Técnicas, Argentina)

Luis Jaime Castillo (Pontifi cia Universidad Católica del Perú, Perú)Josepa Cucó (Universidad de Valencia, España)

Pedro Paulo Funari (Universidade Estadual de Campinas, Brasil)Alfredo González Ruibal (Universidad Complutense, España).Enrique Luque (Universidad Autónoma de Madrid, España)Rosamel Millamán (Universidad Católica de Temuco, Chile)Horacio Sabarots (Universidad de Buenos Aires, Argentina)

Charles Stanish (Cotsen Institute of Archaeology, University of California, Estados Unidos).

Page 4: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Este Volumen es una coedición del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile y el Instituto Francés de Estudios Andinos

© Instituto Francés de Estudios Andinos, UMIFRE 17, CNRS-MAEE. Av. Arequipa 4595, Lima 18, Perú

Teléf.: (51 1) 447 60 70 Fax: (51 1) 445 76 50. E-mail: [email protected]. Pág. Web: http://www.ifeanet.org

Este volumen corresponde al tomo 9 de la Colección «Actes & Mémoires de l’Institut Français d’Études Andines» (ISSN 1816-1278)

Consultas y suscripciones deben dirigirse a:Revista Chilena de Antropología

Departamento de Antropología-Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile

Av. Ignacio Carrera Pinto 1045 – ÑuñoaSantiago, Chile

E-mail: [email protected]://www.facso.uchile.cl/publicaciones/antropologia/index.html

ISSN 0716-3312

Imagen de Portada: Pieza del Complejo Cultural Llolleo perteneciente

al Museo Nacional de Historia Natural.

Impreso en Gráfi ca LOM

Page 5: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Índice

Revista Chilena de Antropología ...................................................... 7

Editorial Producción y distribución de cerámica en los Andes prehispánicos:perspectivas contextuales y prácticas ................................................. 9

Signifi cado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú ..................................................................... 15

Lidio Valdez

Rol de la Cerámica en la Afi rmación Social de los Mochesdel Valle de Santa ........................................................................... 37

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia ................................................................................ 77

Rommel Ángeles Falcón

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq, Ayacucho, Perú .................... 113

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación y Algunos Elementos de Discusión........ 133

Francisco Vallejo Berríos

Page 6: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos con el Estilo Ychsma ............................. 169

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú ...................................................................... 189

Lidio M. Valdez

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio ................................................. 205

Anita G. Cook

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama (Río Loa, Norte Grande de Chile) ............... 227

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes: El Caso de los Alfareros de la Pampa de Burros .................................................................. 261

Hartmut Tschauner

Page 7: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Revista de Antropología N°20, 2009: 7-8Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

Editorial

Revista Chilena de AntropologíaComo ya comentamos en el número pasado, la Revista Chilena de

Antropología del departamento de Antropología de la Universidad de Chile ha comenzado un camino de formalización y acercamiento a los estándares de publicaciones científi cas internacionales, proceso arduo y exigente que pone a prueba nuestros esfuerzos como editores.

Bajo el importante camino trazado por nuestros antecesores, la revis-ta se plantea como objetivos para los próximos años el contar con mayor volumen de publicación. Dos serán los objetivos a lograr a contar de los números venideros: Uno, el afi anzar la visibilidad de la revista a nivel na-cional e internacional, para lo cual hemos emprendido diferentes estrategias de referenciación e indexación en bases de datos específi cas de las Ciencias Sociales; dos, organizar y desarrollar por temas dos números por año a partir del 2010.

Nuestra fórmula editorial se sustentará a partir de esta fecha con el objetivo de alcanzar dos números por año, organizando algunos números temáticamente y otros quedando abiertos a todo tipo de artículos.

En el tema que nos convoca para este número, se han reunido nueve trabajos orientados a discutir la producción y distribución de cerámica en los Andes prehispánicos, los que abordan diferentes temáticas sociales de la época prehispánica andina a partir de la alfarería con casos de estudios en Perú y Chile. Para ello hemos invitado como editor de este volumen al arqueólogo peruano Claudio César Olaya, quien nos introducirá a cada uno de los textos en su editorial de la sección temática.

La presencia de este tema, la variedad de autores que escriben y el co-rresponder este número a una coedición con el prestigioso Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA, Perú), no son más que el refl ejo de los objetivos que orientan a la Revista Chilena de Antropología, ser una revista interna-cional que dé cabida a temas amplios y variados que nos permiten abrir y

7

Page 8: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Editorial

8

articular nuestras preguntas y prácticas con el quehacer latinoamericano y mundial. Este número es un paso más en esa línea.

Page 9: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Editorial

Producción y distribución de cerámica en los Andes prehispánicos: perspectivas contextuales y prácticas

El 2 de septiembre del año 2005 en la ciudad de Lima, se llevó a cabo la cuarta edición del simposio denominado Seminario de Arqueología UNFV, el cual llevó el título de La producción y distribución de cerámica como indicador social y político en los Andes prehispánicos y coloniales. A pesar de lo sugestivo del título, las ponencias presentadas tuvieron una gran variedad de enfoques, desde los más «clásicos» hasta los más innovadores, pero todos concentrando los esfuerzos, obviamente, en estudios sobre cerámica. Las 15 ponencias admitidas ofi cialmente (dos de las cuales lamentablemente no fueron presentadas por no llegar a tiempo los conferencistas) tomaron diversos rumbos metodológicos para llegar a exponer sus resultados respec-tivos. Para cumplir con los requerimientos del evento y la publicación se presentaron trabajos que podían incluir tanto datos estilísticos (Ángeles, este número; Valdez, este número; Dolorier y Casas, este número; Vallejo, este número) como arqueométricos (Chapdelaine et al., este número), mientras que algunos, a partir de casos prácticos, proponen lineamientos metodoló-gicos e interpretativos de acuerdo a realidades diversas (Vallejo, éste número; Uribe, este número). Otros casos que podemos mencionar son aquellos que tomaron más de una perspectiva para mostrar sus respectivos aportes (Cook, este número; Valdez y Valdez, este número), los cuales combinan enfoques funcionales y contextuales para llegar a las inferencias del caso. Es signifi cati-vamente relevante la información proveniente de talleres, la cual nos brinda panoramas bastante amplios para entender patrones de consumo y políticas de producción (Tschauner, este número). Como se puede apreciar, tenemos una gran variedad de enfoques y tendencias metodológicas, las cuales están permitiendo llegar a niveles de inferencia óptimos.

Pasando a los casos netamente prácticos, Lidio Valdez intenta seguir manteniendo los postulados que sostienen que el valle de Acarí, durante el Período Intermedio Temprano, mantiene una autonomía política con res-pecto a la sociedad Nasca. En trabajos anteriores, esta hipótesis ya había sido

Revista de Antropología N°20, 2009: 9-14Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

9

Page 10: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Editorial

10

esgrimida por el autor a partir del estudio de contextos funerarios, señalando una suerte de etnicidad, la cual se haría más fuerte ante las presiones exter-nas, aunque permitiendo la entrada de ciertos elementos estilísticamente relacionados a Nasca. Se brinda un panorama inicial sobre el contexto social en el cual se desenvuelve y circula la alfarería nasca.

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa nos brindan nuevos datos en torno al panorama político que ellos interpretan como un control directo del valle de Santa por parte del área nuclear moche durante la Fase IV, que estilísticamente identifi ca a esta sociedad. Pero, a su vez, se propone la emergencia de una identidad «santeña» en el valle, producto de las presiones externas y otros factores internos. A partir de la identifi cación de sitios productores de cerámica y relevantes datos radiocarbónicos se pre-senta una interesante y atrevida propuesta de parte de los autores, los cuales intentan comprender de manera global la naturaleza del estado Moche Sur.

A partir de una muestra de cucharas provenientes del sitio wari de Conchopata, Anita G. Cook discute algunos patrones de consumo, circula-ción y uso poco conocidos para estos objetos, pues generalmente estos son asociados a contextos de índole doméstica. Ciertos contextos de alto valor ritual y simbólico contienen a estas cucharas, las cuales podrían adquirir a partir de esta situación social un signifi cado que hasta el momento ha pasado casi desapercibido. Todo haría indicar que estas cucharas también podrían ser enmarcadas dentro ciertos eventos de carácter funerario y ritual, adquiriendo un prestigio que recién empieza a ser entendido.

Siguiendo con los trabajos centrados en el Horizonte Medio, pasa-mos al sitio wari de Marayniyoq en Ayacucho. Lidio Valdez y J. Ernesto Valdez nos ubican en una situación social que ha sido casi ignorada por la mayoría de investigadores que realizan estudios sobre cerámica en esta zona: la reutilización de vasijas (desechadas) por parte de estratos sociales poco favorecidos. Todo haría indicar que muchas piezas de alfarería que en algunos contextos habrían sido desechadas o descartadas, son rescatadas y reutilizadas por personas pertenecientes a una clase social de pocos recursos materiales, y con mucho menos recursos en buenas condiciones o nuevos. Los autores, a partir de esta situación, intentan demostrar la existencia de contradicciones sociales existentes entre clases, aquellas que pueden hacer derroches de poder al sacrifi car cerámica fi na y otra que tiene que «reciclar» desechos para satisfacer sus necesidades. Discutible enfoque, el cual expone muchas evidencias interesantes.

Page 11: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

11

Producción y distribución de cerámica en los Andes prehispánicos: perspectivas contextuales y ...

Tomando como punto de referencia el valle de Asia de la costa sur-central del Perú, Rommel Ángeles nos brinda un panorama bastante amplio en torno a la distribución de los sitios que presentan cerámica del estilo Ce-rro del Oro. No solo contamos con un reporte de sitios que se asocian a éste estilo, sino que también este es caracterizado desde lineamientos puramente estilísticos y cronológicos, brindando una completa ubicación a partir de las evidencias con las que se cuentan, las cuales se restringen casi totalmente a material de superfi cie y colecciones. Ese aporte se constituye en un punto de partida para retomar la discusión en torno a la irrupción del Horizonte Medio en esta parte de la costa peruana, fenómeno que estilísticamente se revela como una materialidad bastante ecléctica y dinámica.

Retomando la costa sur peruana, Valdez nos muestra los resultados de un hallazgo fortuito en el sitio conocido como La Oroya. Un rico contexto de ofrendas del Horizonte Medio es documentado en este trabajo. Cabe aclarar que se admitió este aporte extra, el cual no fue presentado en el sim-posio, debido al carácter relevante de la información pues reporta de manera muy sucinta otro caso de la llamada «tradición de ofrendas» del Horizonte Medio. Si bien el trabajo es de corta extensión, éste cumple con el objetivo de informar sobre la existencia de otro caso de este tipo de eventos. Al igual que en algunos otros sitios del Horizonte Medio, en La Oroya se habrían suscitado eventos de carácter ritual dentro de los cuales el «sacrifi cio» de va-sijas fi nas de diversos estilos del Horizonte Medio habrían sido una situación propiciada en determinados contextos sociales de elite.

Obteniendo información primaria y sumamente importante del taller de Pampa de Burros, Hartmut Tschauner nos lleva a entender que en la sociedad Chimú existieron unidades de producción que actuaban o trabaja-ban ajenas a los mandatos o lineamientos estatales. El sugestivo enunciado a través de una analogía que dice textualmente «los olleros no son del inka» no hace más que captar nuestra atención, a través de una analogía, hacia rum-bos que nos lleven a comprender que no siempre los centros estatales tienen la capacidad de supervisar todo tipo de producción. Un caso interesante, el cual queda para posteriores debates y reevaluaciones.

Retomando un caso ya casi olvidado por los arqueólogos que trabajan en la costa central peruana, Camilo Dolorier y Lyda Casas realizan un análi-sis estilístico-iconográfi co del estilo Tricolor Geométrico (Horizonte Medio Época 4) sobre la base de ajuares funerarios procedentes del sitio de Hua-llamarca en el valle bajo del Rímac y cruzando esta información inédita con muestras publicadas, procedentes estas últimas de Ancón y otros sitios im-portantes. Lo más resaltante de este estudio sería, a nuestro parecer, la ma-

Page 12: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Editorial

12

nera como se insertan los resultados para la comprensión de un fenómeno posterior: la génesis de la sociedad y el estilo Ychsma. El origen de Ychsma es una de las etapas más oscuras en el estudio de esta sociedad (Vallejo, este número). Este aporte será de utilidad para llenar parcialmente ese espacio vacío.

Continuando con los estudios en la costa central peruana, Francisco Vallejo nos brinda algunas refl exiones y discusiones, las cuales representarían una continuación de trabajos anteriores iniciados por el autor en algunos sitios ychsma del valle del Rímac. Defi nir unidades estilísticas, contextos, distribución y cronología relativa es el objetivo primordial de este impor-tante aporte, el cual tiene una base de datos bastante amplia, compuesta por diversos tipos de contextos como los funerarios, los llamados «pagos» a la tierra, basurales y otros alternativos. Muchos aspectos terminológicos y esti-lísticos son despejados a partir de una revisión crítica de trabajos anteriores, tratando de proporcionar una visión bastante global de la sociedad Ychsma, la cual ya estamos comenzando a entender de manera más completa desde algunos años, a raíz de las múltiples investigaciones que se vienen ejecutan-do en los valles del Rímac y Lurín.

Dejando de lado los Andes Centrales, Mauricio Uribe nos entrega una magnífi ca contribución para entender cómo «El Inka» se manifi esta en el desierto de Atacama, Norte Grande de Chile. Este artículo constituye un valioso aporte para entender cómo se materializa este fenómeno en esta parte de Sudamérica, en la cual los estudios centrados en los períodos tardíos se encuentran muy avanzados. Se hacen importantes propuestas interpreta-tivas y metodológicas para comprender cómo la cerámica y su relación con los caminos se enmarca dentro de un complejo panorama en el cual mu-chas sociedades adoptan diversos mecanismos políticos ante la presencia del Tawantinsuyu. A su vez, se escenifi ca la manera como estos sistemas sociales se prolongan hasta tiempos de la irrupción europea en el territorio. Siguien-do proporcionando alcances en torno a este tema de interés regional, Uribe nos brinda un interesante caso para entender la manera como «el Inka» se asienta sobre esta zona de Chile, y dejando en claro que la «generosidad» del imperio obedece a complejas modalidades de manejo político que se pueden entender a partir de la distribución de cerámica a nivel regional.

Habiendo hecho este breve repaso sobre los artículos presentados en esta entrega, debemos dejar en claro algunos aspectos relativos a la edición de este conjunto de artículos. Desde el mes de septiembre del año 2005, exactamente desde el día del evento mencionando líneas atrás, el suscrito

Page 13: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

13

Producción y distribución de cerámica en los Andes prehispánicos: perspectivas contextuales y ...

empezó una convocatoria a diversos profesionales peruanos y extranjeros para la conformación de un grupo de asesoría editorial, el cual comenzó a trabajar desde el mes de enero del 2006. Las funciones principales de este grupo de profesionales se centraron en garantizar un control de calidad so-bre los trabajos remitidos al editor, a través de críticas y comentarios sobre los mismos. En los créditos de este preámbulo fi guran los nombres de estos nueve colegas que han hecho posible que estos trabajos vayan por el camino correcto en lo concerniente a niveles de exigencia. A pesar de que algunos aportes tuvieron que ser rechazados por diversos motivos, creemos que fue necesario contar con esta valiosa asesoría.

La presente publicación no hubiera sido posible sin el apoyo de mis colegas de la Universidad de Chile, Mauricio Uribe Rodríguez y Andrés Troncoso, director del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile y editor de la Revista Chilena de Antropología respectivamente. A pesar de que casi todos los artículos refi eren a zonas ubicadas dentro del Perú, ellos se mostraron muy interesados en publicar estas actas parciales del evento, en este Nº 20 de la revista, correspondiente al año 2009. A ellos gracias totales por su generosidad y comprensión.

Así también, gracias al Instituto Francés de Estudios Andinos, el presente número pertenece al Tomo 9 de la colección Actes & Mémoires de l`Institut Français d’Études Andines. Gracias a las gestiones y aval respectivo de esta importante entidad, tenemos el honor de ser parte de esta serie.

Queremos agradecer a todos aquellos que hicieran posible el evento que dio origen a esta publicación. En primer lugar, a la Facultad de Huma-nidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima, Perú), a tra-vés del entonces decano, el doctor Lorgio A. Guibovich Del Carpio, quien facilitó todos los avales respetivos para la realización del evento, sin poner ninguna objeción a que este se realice, por primera vez, fuera del claustro universitario. El suscrito formó parte de la comisión organizadora del even-to, junto a Marina Romero y Claudia Arce, y contamos con la entusiasta colaboración de un grupo de apoyo de estudiantes de arqueología de las bases 2004 y 2005 de nuestra casa de estudios, entre los que se encontraron Isabel Cinthya Caja, Patricia Díaz, Lea Lorena Rojas, María Paula Velarde, Luis Alfredo Fernández Wanda, Melissa del Alcázar, Diana Inga, Luis Núñez Yaya, Audry Pallete y muchos otros que colaboraron activamente.

Nuevamente debemos agradecer al Instituto Francés de Estudios An-dinos, que ha permitido la inclusión de este número de la revista en la serie mencionada líneas arriba. Al doctor Henri Godard, hasta el año 2007 direc-

Page 14: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Editorial

14

tor de esta prestigiosa entidad científi ca, quien gentilmente aceptó nuestra propuesta y solicitud para incluirnos en esta colección y apoyar la presen-tación de la publicación. Nora Araujo tuvo mucha paciencia a la hora de tramitar las gestiones respectivas. La doctora Anne-Marie Brougère, respon-sable de publicaciones del IFEA, se encargó de cerciorarse de que nuestros asesores editoriales trabajaran con la seriedad respetiva. Todos ellos forman un grupo profesional de primer nivel.

A Carlos Del Águila, quien durante su gestión como director del Mu-seo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (MNAAHP) nos permitió usar el auditorio de esta entidad para la realización del simpo-sio. Su apoyo y paciencia permitieron que tengamos este importante aval para nuestras actividades. Así también desde su posición como asesor de edición, hizo mucho por contribuir a elevar el nivel de algunos artículos. A Carlos nuestro más sincero reconocimiento y agradecimiento, no solo por su fructífera gestión como director del MNAAHP, cargo que lamentable-mente ya no ostenta, sino también por su amistad.

El grupo de asesores editoriales mencionados anteriormente fue fundamental para elevar el nivel de las contribuciones. Entregando sus fi chas editoriales dentro de los plazos fi jados contribuyeron de manera decisiva a nuestra labor. Las gracias a todos los miembros de este formidable grupo. Sin ningún orden en particular, las gracias a Mauricio Uribe (Universidad de Chile, Chile), Izumi Shimada (Southern Illinois University, USA), Claude Chapdelaine (Université de Montréal, Canada), Iván Ghezzi Solís (Ponti-fi cia Universidad Católica del Perú), Carlos Del Águila Chávez (Instituto Andino de Estudios Arqueológicos - INDEA, Perú), Martti Pärssinen (Uni-versity of Helsinki, Finland), Tiffi ny A. Tung (Vanderbilt University, USA), Carlos Farfán (Codirector del Proyecto Ychsma de la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica - Universidad Nacional Federico Villarreal, Perú) y Rafael Segura Llanos (Pontifi cia Universidad Católica del Perú). El profesionalismo y buena voluntad de cada uno de ellos es algo que ha contribuido a la pre-sente publicación.

Claudio César OlayaUniversidad Nacional Federico Villarreal, Facultad de Humanidades, Escuela

Profesional de Antropología y Arqueología, Especialidad de Arqueología

Lima, martes 1 de abril de 2008

Page 15: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Signifi cado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú

Social Signifi cance of the early Nasca Ceramics in the Acari Valley, Peru

Lidio M. Valdez

Resumen

En este trabajo, mi principal objetivo es evaluar el signifi cado so-cial de la cerámica Nasca temprano proveniente del valle de Acarí, donde se han recuperado muestras de alfarería Nasca temprano. Hasta hace poco, dichas muestras sirvieron para sostener que un estado Nasca temprano centrado en Cahuachi habría sido la fuerza principal que introdujo la cerámica Nasca hacia los valles vecinos, siendo uno de estos Acarí. Lejos de confi rmar dicha propuesta, los especialistas mantienen un consenso casi unánime en sostener que Nasca nunca llegó a constituir un estado; por su lado, los recientes estudios realizados en el valle de Acarí dan a conocer que el estilo Nasca nunca sustituyó al estilo local. La introducción de la fi na al-farería Nasca al valle de Acarí parece estar asociada con personajes de poder, quienes utilizaron objetos exóticos para expandir y conso-lidar sus prestigios personales. Ejemplares de la cerámica Nasca, si bien presentes en Acarí, siguen siendo limitados.

Palabras Clave: Andes Centrales, Costa Sur, Periodo Intermedio Temprano, Nasca.

1 Department of Archaeology, University of Calgary. E-mail: [email protected] Recibido: Octubre 2007. Aceptado: Marzo 2008.

Revista de Antropología N°20, 2009: 15-36Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

15

Page 16: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

16

Abstract

Th e main purpose of this paper is to assess the social signifi cance of the early Nasca ceramics found in the Acari Valley, of the South Coast of Peru. Until recently, Nasca ceramics found in Acari have been used to argue that an early Nasca state centered at Cahuachi invaded Acari, resulting in the eventual introduction of Nasca ar-tifacts. Far from confi rming this speculation, scholars agree that Nasca never established a centralized political authority, while recent studies in Acari show that Nasca ceramics never substitu-ted the local pottery tradition. Th e introduction of the polychrome Nasca ceramics to the Acari Valley appear to be associated with the emergence of local elites who used foreign exotic goods to enhance personal prestige. Samples of Nasca ceramics are found in Acari, but are limited and never replaced the local style.

Key Words: Central Andes, South Coast, Early Intermediate Pe-riod, Nasca

Introducción

De los varios materiales culturales recuperados de los sitios arqueológi-cos, la cerámica es el artefacto que ha recibido mayor atención de los especialis-tas, especialmente en regiones como los Andes Centrales. Este hecho obedece, como advirtió Lanning (1967:24), a varios factores, los mismos que varían desde su abundancia y fácil preservación en los sitios arqueológicos, hasta los notables y rápidos cambios de orden estilístico, útiles para determinar la cro-nología relativa de los sitios arqueológicos (Sackett 1985:277). Por cuanto los cambios estilísticos ocurren de un espacio geográfi co a otro (espacio) y de un tiempo a otro (tiempo), dichas variaciones son de vital importancia en el aná-lisis arqueológico. En efecto, en base a análisis estilísticos de la cerámica, Max Uhle fue hábil en aislar las varias tradiciones culturales de los Andes Centrales y establecer la inicial secuencia cronológica (Strong 1948:94). Dicha secuen-cia maestra fue posteriormente adoptada por Kroeber (1927, 1944), y sirvió para defi nir la categoría de “horizontes” (Kroeber 1944:108; Strong 1948:94; Willey 1948:8). La secuencia cronológica en vigencia (Rowe 1960), edifi cada sobre la base de los trabajos anteriores, fue también elaborada en base a las diferencias estilísticas.

Así como en otros lugares (ver, Dunnell 1986:32; Conkey 1990:8; Plog 1990:61-62), la inicial identifi cación de las diferentes tradiciones cul-

Page 17: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

17

turales de los Andes Centrales (i.e., Vicús, Moche, Recuay, Lima, Nasca, Huarpa) fue basada estrictamente en las diferencias estilísticas de la cerámica. En efecto, al clasifi car el material arqueológico (cerámica) en términos de es-tilo, los especialistas no tardaron en notar los contrastes estilísticos entre una cultura y otra (Bennett y Bird 1949:115; Lanning 1967:122). Por su parte, la homogeneidad estilística de una cultura, si bien no del todo ignorada, sólo fue esbozada en términos de continuidad poblacional, aislamiento y la apa-rente poca comunicación entre una cultura y otra (Bennett y Bird 1949:69, 115). Sin embargo, y siempre enfatizando el aspecto cronológico, los estilos o tradiciones culturales fueron divididos en varias fases que denotaban el de-sarrollo gradual de una determinada cultura, desde luego siguiendo un razo-namiento evolucionista. El mejor ejemplo de estudios de esta naturaleza lo encontramos en el trabajo de Menzel, Rowe y Dawson (1964). Este notable interés de varias generaciones de arqueólogos fue parte, y consecuencia, de toda una corriente arqueológica que caracterizó a la América en general (ver Conkey 1990), y cuyo mayor objetivo fue establecer secuencias cronológicas y culturales, como un paso necesario para explicar el proceso histórico-cul-tural (Willey y Sabloff 1980:97).

Al mismo tiempo, la identifi cación de los mayores centros cultu-rales y las mismas tradiciones culturales se basó en la recurrencia estilística (Bennett y Bird 1949:68-69). De esta manera, y así como Donald Proulx expuso sucintamente, en los Andes Centrales una cultura está básicamente defi nida en base a la cerámica, y cuando el mismo estilo de cerámica ocurre en dos o más sitios se asume directamente que sus habitantes pertenecieron a la misma cultura (Proulx 1968:99). Cabe recordar que hasta hace poco, las muestras de cerámica utilizadas para tales objetivos fueron las piezas de-coradas. Por lo tanto, para los especialistas la cerámica siempre fue, y conti-núa siendo, un instrumento diagnóstico de mucha importancia (Lumbreras 1984:3).

En este trabajo, es mi intención ubicar el caso del periodo Intermedio Temprano (circa 1 – 550 d.C.) del valle de Acarí, prestando particular aten-ción a la alfarería Nasca temprano proveniente de dicho valle. Para su efecto, primero se ubica el motivo de estudio dentro del contexto arriba referido, para luego enfocar a la parte simbólica de los artefactos. En particular, con-sidero de mucha utilidad prestar atención al origen y lugar de proveniencia de los artefactos. Efectivamente, a parte de su función cotidiana, los objetos son símbolos que ponen en contacto dos o más sociedades diferentes. Como símbolos de origen foráneo, el valor de los objetos ya no radica en la función que debieron cumplir, o para la cual fueron manufacturados, sino está de-

Page 18: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

18

terminada en la conexión con lugares específi cos, que para muchos no dejan de ser lugares exóticos, cuyos nombres y existencia sólo se conocen a través de segundas o terceras personas.

En el contexto de la arqueología Andina, existen muchos lugares de importancia, pero de cuya existencia muchos individuos probablemente sólo se enteraron por intermedio de otras personas que tuvieron la oportunidad y privilegio de llegar hasta dichos centros. Cuzco, como capital de un im-perio nunca antes visto en el contexto Andino, fue uno de aquellos centros. Pachakamaq, Wari, Tiwanaku, Chavín de Huántar, fueron otros lugares que incluso muchos años después de su inicial abandono siguieron mantenien-do su prestigio (ver Burger 1992: 265). Para la costa sur, no encontramos sitios de similar prestigio y poder que los anteriormente mencionados; una excepción es Cahuachi, el centro ceremonial Nasca temprano ubicado en el valle de Nasca (Silverman 1993; Silverman & Proulx 2002; Valdez 1994). Estudios efectuados en este sitio revelan que Cahuachi fue también el centro donde una mayor cantidad de la fi na alfarería Nasca fue utilizada (Silverman 1988).

La costa sur

Con anterioridad a la identifi cación de Cahuachi como centro cere-monial, éste fue visualizado como una ciudad urbana y capital del fl orecien-te estado Nasca temprano (Rowe 1963). Dentro del marco de esta interpre-tación, la presencia de la fi na y policroma cerámica Nasca temprano fuera de los valles de la cuenca del Río Grande e Ica fue interpretada como una manifestación de la expansión militarista de Nasca (Lanning 1967; Proulx 1968; Massey 1986). La presencia de los así llamados “cabezas trofeo” y de sitios al parecer “fortifi cados” parecía reforzar la hipótesis que interpretó a Nasca como un estado militarista y expansivo.

Un rasgo característico de los sitios del periodo Intermedio Tempra-no del valle de Acarí es la presencia de grandes muros que encierran su perí-metro (Valdez 2000:162), los mismos que fueron inicialmente identifi cados por Rowe (1963:11-12) como “fortifi caciones”. Siguiendo dicha sugerencia, otros investigadores enfatizaron la aparente función defensiva de los muros perimétricos de los sitios de Acarí. Por ejemplo, Lanning (1967:121) no sólo enfatizó que Acarí fue conquistado por Nasca, sino también dio a entender que a lo largo de cada valle de la costa sur existen numerosos sitios fortifi -cados pertenecientes al periodo Intermedio Temprano. Además, Lanning da referencia a la presencia de armas de guerra, llevando a la obvia conclusión

Page 19: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

19

que este periodo fue convulsionado. Del mismo modo, Proulx (1968:97) vio a Nasca (circa 1 – 550 d.C.) como una cultura expansiva y cuya infl uen-cia fue sentida en el valle de Acarí. Proulx (1971:20) analizó los así llamados “cabezas trofeo” y concluyó que éstas eran producto de la guerra. Partiendo de esta misma línea de análisis, Massey (1986:338) identifi có a Nasca como un estado que administró varios valles de la costa sur desde su centro esta-blecido en Cahuachi. Dentro de esta perspectiva, los objetos Nasca hallados en Acarí fueron interpretados como directo producto de esta invasión y con-quista Nasca.

Las últimas tres décadas fueron fructíferas para el estudio de la cul-tura Nasca. Efectivamente, varios estudios fueron llevados adelante, muchos de los cuales orientados a verifi car planteamientos que hasta entonces apa-recían como conclusiones defi nitivas (Carmichael 1988, 1995; Silverman 1993; Silverman y Proulx 2002; Valdez 1998; Vaughn 2000). Fue enton-ces que las viejas conjeturas, formuladas a partir de evidencias superfi ciales, no pasaron el escrutinio hecho mediante excavaciones arqueológicas, y fue así que Nasca empezó a ser visualizado de una manera distinta (Silverman 1993, 2002; Silverman y Proulx 2002). La mejor síntesis de esta etapa de transición en los estudios Nasca, la ofrece Proulx (2001:129) al sostener:

“Bajo el viejo modelo que visualizó a Nasca como un estado primi-tivo con un gobierno central que emanó desde su capital Cahuachi, fue fácil sostener que los Nasca se expandieron mediante medios militares, sometiendo los valles vecinos e imponiendo su cultura a sus habitantes…”

Es precisamente dentro de este contexto interpretativo que se necesita explicar el signifi cado social de la cerámica policroma Nasca proveniente del valle de Acarí (Figura 1). Para poner en perspectiva la presente discusión, primero se da referencia a los recientes trabajos arqueológicos efectuados en el valle de Acarí. Dicha información no sólo es básica, sino también permite discutir el carácter de los contextos excavados en sitios específi cos. Es de dichos contextos que se extrae la información que permite abordar el tema motivo de esta contribución.

Page 20: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

20

Figura 1. Ubicación de los sitios del periodo Intermedio Temprano del valle de Acarí.

Figure 1. Location of the Early Intermediate Period sites of the Acari Valley

El proyecto arqueológico Acarí

“… catalogamos 25 sitios en todo el valle de Acarí entre el gran ce-menterio Nazca 2-3 de Huarato a la cabeza del valle y los basura-les de moluscos de Chaviña en la boca del río” (Rowe 1956:140).

“Más arriba en el valle, en Chocavento, hay otro sitio de habita-ción fortifi cado, muy parecido a Tambo Viejo aunque su tamaño es mucho más pequeño. Todavía más arriba existen dos sitios adicio-

Page 21: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

21

nales de características parecidas, uno es en Amato y otro en Hua-rato. Ambos son más pequeños que Chocavento. Todos estos sitios parecen haber sido construidos y abandonados durante el Periodo Intermedio Temprano fase 3” (Rowe 1963:11-12).

En un esfuerzo por esclarecer aspectos de la arqueología de Acarí que permanecen inciertos, durante estos últimos años se ha logrado efectuar tra-bajos de excavación en los sitios de Huarato y Amato (Valdez 2007, 2007). Dichos estudios vienen siendo efectuados dentro del programa de investiga-ciones del “Proyecto Arqueológico Acarí” dirigido por el autor. Inicialmente, Huarato y Amato fueron identifi cados por Rowe (1963) como sitios perte-necientes al periodo Intermedio Temprano, pero en ninguno de estos sitios se habían efectuado trabajos de excavación. En consecuencia, la excavación realizada primero en Huarato (Valdez 2005a, 2005b, 2005c, 2007) y luego en Amato constituyen logros largamente esperados.

Entre otros, los trabajos arriba mencionados, y otros a proseguir en las temporadas que siguen, están orientados a explicar mejor la situación de este valle durante el referido periodo. Por cuanto este fue el tiempo durante el cual la cultura Nasca fl oreció en los valles de Ica y la cuenca del Río Grande, no se puede ignorar el caso Nasca, y de manera muy particular la infl uencia del centro ceremonial Nasca temprano de Cahuachi (Silverman 1993; Val-dez 1994, 1998). Por esta razón, determinar la naturaleza de las relaciones entre Nasca y Acarí es uno de los focos principales de este proyecto. Otros aspectos que se busca defi nir están relacionados a subsistencia, uso del espa-cio, especialización, construcción y los patrones mortuorios.

En primer lugar, Huarato (Figura 2) es un sitio que presenta una ocu-pación perteneciente a las primeras fases del Periodo Intermedio Temprano (circa 1 – 400 d.C.) y está ubicado en la parte superior media del valle. Como muchos otros, este ha sido objeto de intensas actividades clandestinas del huaqueo, pero nunca excavado sistemáticamente. Una excepción fue la intervención de Carpio (1942), pero que cuyos resultados nunca fueron bien sustentados. Además del huaqueo, otras actividades contemporáneas, como la ampliación de los campos de cultivo, han contribuido al deterioro físico del sitio arqueológico. Como resultado, la extensión original del si-tio ha sido considerablemente reducida, mientras lo que se conoce del sitio sigue siendo muy limitado. En efecto, hasta hace poco la única referencia acerca del sitio fue la breve mención de Rowe (1956, 1963), la misma que no deja de ser muy general.

Page 22: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

22

Figura 2. Foto aérea del sitio de Huarato con indicación de los sectores excavados.

Figure 2. Aereal view of Huarato with indication of the excavated sectors

De acuerdo a Carpio (1942:488), así como Lothrop y Mahler (1957:3) y Proulx (1989:73), es posible que Julio C. Tello haya llegado hasta Huarato. De acuerdo a dicha versión, Tello habría sido uno de los primeros en lamen-tar la destrucción de los sitios como resultado del saqueo. Posteriormente, Rowe (1956:140) describió Huarato como “un gran cementerio Nazca 2-3”, probablemente en base a la cantidad de huesos humanos observados en la superfi cie. Desafortunadamente, el pillaje continúa y pone en peligro la misma existencia del sitio.

En segundo lugar, durante las temporadas de 2005 y 2006 los traba-jos se centraron en el sitio de Amato (Figura 3). A diferencia de Huarato, Amato nunca fue excavado aunque sí intervenido por los huaqueros. Sin embargo, dichas intervenciones (excepto el cementerio del lado NE y que pertenece a periodos posteriores) no han sido intensas como en Huarato. Por lo tanto, Amato se encuentra en buen estado de conservación. El sitio aparece del todo encerrado por un muro largo perimétrico, aspecto este que otros sitios contemporáneos de este valle lo comparten. Al interior de dicha construcción son visibles muchas otras estructuras y muros largos que divi-den el sitio en varias partes.

Page 23: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

23

Figura 3. Foto aérea del sitio de Amato con indicación del sector central.Figure 3. Aereal view of the Amato site with indication of the central sector

La Evidencia Arqueológica

“El valle de Acarí fue el último de la costa sur en mantener una orientación y asociación predominantemente norteña” (Menzel y Riddell 1986:105).

Mientras queda evidente que apenas se ha dado inicio en los estudios sistemáticos en los sitios de Acarí, los resultados hasta hoy disponibles ya presentan un escenario distinto de lo que se aceptó hasta hace poco. El caso específi co es con respecto a las formas de enterramiento de Acarí (Valdez 2005a, 2005b, 2006, 2007) que hasta hace poco eran desconocidos. Por lo tanto, y por primera vez, estas nuevas evidencias provenientes de Acarí pue-den ser comparadas y contrastadas a los patrones de enterramientos Nasca (Carmichael 1988). De particular importancia es notar que en la opinión de Carmichael (1988:306; Orefi ci y Drusini 2003:118), la policroma cerámica Nasca es un elemento que siempre está presente en los entierros Nasca.

Las formas de enterramiento de Acarí han sido discutidos en otros trabajos (Valdez 2005a, 2006), razón por la cual aquí sólo se hace una breve referencia. Teniendo en cuenta las variaciones en cuanto a la construcción de las tumbas se refi ere, ya se pueden distinguir hasta cuatro formas de en-terramientos para los sitios de Acarí. La primera consiste de un simple hoyo

Page 24: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

24

excavado directamente en el suelo natural y en donde el cadáver había sido depositado. Entierros de este tipo no contienen ofrenda alguna. La segunda forma de enterramiento es en urnas, y con la excepción de una excavada recientemente en Amato, todas pertenecen a individuos infantes (Valdez 2006:7). Un total de 6 entierros intactos (y 5 saqueados) en urnas fueron excavados a la fecha, pero ningunos poseían ofrendas de cerámica. Una ex-cepción viene a ser un entierro excavado en 2004 en Monte Grande Alto y que poseía cerca de la cabeza una pequeña vasija cerrada, decorada en el estilo local. La tercera forma de enterramiento consiste de hoyos también excavados directamente en el suelo natural que –a diferencia de la primera forma– disponen de techos de caña o de lajas, y en cuyo interior fueron de-positados los cuerpos (Valdez 2005a:50, 2006:8). Este tipo de enterramien-tos incluyen adultos e infantes, y con la excepción de una tumba excavada en Huarato (Valdez 2005a), la cerámica no es un elemento que recurre en dichos contextos. La cerámica encontrada en la tumba de Huarato es mo-nocroma y de acabado simple (Valdez 2006: Figura 13) y defi nitivamente no es Nasca. Finalmente, durante la temporada de 2004 una estructura con-teniendo el resto de tres individuos adultos fue excavada en Tambo Viejo (Valdez 2006: Figura 8). La estructura había sido saqueada en parte, pero dos de los entierros, ambos separados del primero por un pequeño muro, aún estaban en sus contextos originales. Como parte del ajuar funerario de uno de los individuos, uno de sexo femenino, se halló una pata trasera de ca-mélido. El siguiente individuo encontrado in situ no poseía ofrenda alguna. En el relleno depositado sobre este se encontraron fragmentos de cerámica del estilo local (Valdez 2006:11).

Recientemente, en la parte central del sitio de Amato se llegó a ex-cavar varias decenas de esqueletos humanos con indiscutibles evidencias de haber sido decapitados. Lo interesante para esta discusión es la presencia de un entierro perteneciente a un individuo adulto de sexo masculino asociado a los cuerpos decapitados y que sí mantenía su cabeza. Dicho individuo, cuya edad oscila alrededor de los 60 años, poseía una pechera hecha de cuentas y cientos de huesos de alguna ave pequeña. Al igual que los en-tierros encontrados en Huarato (Valdez 2005a), este individuo había sido depositado manteniendo una posición sentada, con las rodillas fl exionadas hacia el pecho, las manos cruzadas a la altura de los pies, y orientado hacia el norte. Además de los individuos decapitados, también se hallaron un total de cuatro camélidos jóvenes, colocados como ofrendas cerca del individuo adulto. Finalmente, cerca de los camélidos fueron hallados varios ejemplares de Spondylus trabajados. Otros objetos encontrados en asociación al indi-viduo incluyen las vainas del maní y un mate que había sido depositado

Page 25: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

25

precisamente cerca de los pies. Lo sobresaliente de todo este hallazgo, y los anteriormente referidos, es la ausencia de la policroma cerámica Nasca. Tal como se anotó líneas adelante, la cerámica Nasca es un objeto recurrente en los entierros Nasca.

El hallazgo de las piezas de Spondylus en Amato es clara prueba de la importancia de los productos exóticos en este valle, los mismos parecen ha-ber estado conectados con individuos de prestigio. Obviamente el individuo adulto de Amato era uno de dichos personajes y su importancia se puede evaluar observando el número de personas sacrifi cadas y la presencia de pro-ductos exóticos. Un fechado de carbón obtenido para dichos contextos arro-jó una fecha de 15 d.C., y sugiere que este contexto antecede al periodo de la aceptación en Acarí de la policroma cerámica Nasca como objeto de lujo.

Además de los entierros, tanto en Huarato como en Amato se llegó a excavar otros contextos que contenía desechos y otras evidencias domésticas. En ambos casos, sin embargo, la presencia de fragmentos de la cerámica Nasca es raro. Por ejemplo, en el sector 2 de Huarato se llegó a defi nir re-cintos identifi cables como criaderos de cuyes y silos de almacenamiento, además de otros recintos. En asociación a todas estas estructuras, y otras similares, la cerámica Nasca simplemente no ocurre.

En las recientes excavaciones realizadas en Amato también se logró exponer contextos con deposiciones que contienen restos domésticos. Este es el caso concreto de la esquina sur-oeste del recinto central donde se halla-ron los cuerpos decapitados. Allí se defi nió una deposición profunda conte-niendo un acumulamiento de desechos de carácter doméstico y como tales conteniendo la mejor colección de cerámica para un sitio del periodo Inter-medio Temprano de Acarí. Además de la cerámica, otros restos que ocurren en el referido contexto son restos de plantas y animales, ceniza, tejidos, hue-sos trabajados, y muchos otros restos orgánicos. Sin embargo, fragmentos Nasca simplemente no ocurren en dicho contexto. Resumiendo, los trabajos hasta hoy realizados en Acarí no han resultado en el hallazgo de contextos con alfarería Nasca temprano. Una rara excepción viene a ser una deposición excavada al lado exterior del muro norte de Huarato, donde sÍ ocurren los fragmentos Nasca temprano.

La Cerámica Nasca Temprano en Acarí

Hasta antes de las excavaciones efectuadas en Huarato y Amato existía la tendencia a asumir que dichos sitios estaban asociados con la cerámica Nasca temprano. Aunque ya se había cuestionado dicha posibilidad (Valdez

Page 26: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

26

1998), esta persistía en particular de parte de quienes aún consideran Nasca como un estado. Otros investigadores, incluido Silverman y Proulx (2002; Proulx 2001), ya no consideran Nasca como un estado.

Previamente, se había sugerido que tal vez determinados individuos de Acarí utilizaron objetos exóticos, incluida la bella cerámica Nasca, como bienes de lujo que simbolizaron status y prestigio (Valdez 1998). Con este modelo se esperaba que como objetos que connotaban prestigio y status, la ocurrencia de la cerámica Nasca formará parte del ajuar funerario de deter-minados individuos (Valdez 1998:162, 183). Sin embargo, y contrario a las expectativas, ningún entierro hasta hoy excavado presenta la fi na y policro-ma cerámica Nasca.

La ausencia de entierros conteniendo objetos Nasca no está del todo descartado y el modelo en mención no está del todo descartado. Conside-rando el fechado obtenido para Amato, queda obvio que los eventos obser-vados con los trabajos en Acarí pertenecen a las fases iniciales del desarrollo de los sitios del periodo Intermedio Temprano de Acarí. Al mismo tiempo, es oportuno recordar que el auge del centro ceremonial Nasca de Cahuachi no se dio hasta aproximadamente los años 200 o 250 de la presente era. En consecuencia, la llegada de las primeras muestras de objetos Nasca al valle de Acarí debe estar relacionada al prestigio de Cahuachi. En defi nitiva existen muestras de cerámica Nasca y otros objetos Nasca en Acarí (Valdez 2006: Figura 14), pero estas parecen haber llegado mucho tiempo después del es-tablecimiento de sitios como Huarato y Amato. Esta interpretación deja abierta la posibilidad de que la presencia de los objetos Nasca en este valle no guarde ninguna relación con los muros perimétricos de los sitios de Acarí y como tales dichos muros parecen no haber sido edifi cados para resistir la posible ofensiva militar Nasca.

En base a las nuevas evidencias, se hace evidente que antes y durante el tiempo que las primeras muestras de cerámica Nasca temprano fueron intro-ducidos hacia Acarí, en este valle existía un estilo local (Valdez 1998, 2000, 2007). Artística y tecnológicamente, dicha cerámica es de acabado simple en comparación a la policroma cerámica Nasca temprano. Por ejemplo, las va-jillas en el estilo local son de superfi cie áspera, sin engobe, y las decoraciones consisten de motivos simples ejecutados sin mayor cuidado (Figuras 4 y 5). Estos defi nitivamente no son comparables a los diseños Nasca.

Page 27: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

27

Figura 4. Cerámica local proveniente de HuaratoFigure 4. Local ceramic sherds from Huarato

No cabe duda que la cerámica Nasca temprano llegó hasta el valle de Acarí (Figura 6). Aunque queda obvio que mayores trabajos se hacen nece-sarios para defi nir el contexto de la cerámica Nasca en Acarí, parece probable que la población Nasca no participó en la introducción de la cerámica Nasca al valle de Acarí. En su lugar, los responsables debieron haber sido los perso-najes que buscaron agrandar sus prestigios y donde la posesión de objetos de lujo y objetos foráneos fue de vital importancia. En defi nitiva, la cerámica Nasca proveniente de Acarí fue manufacturada fuera de este valle (Valdez 1998). Finalmente, y no obstante su aceptación en Acarí, el estilo Nasca nun-ca logró sustituir a la cerámica local. Esto podría estar explicando su limitada distribución como producto de su asociación a individuos de prestigio, quienes obviamente debieron haber sido también pocos.

Figura 5. Cerámica local proveniente del recinto central de AmatoFigure 5. Local ceramic sherds from the central enclosure of Amato

Page 28: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

28

En consecuencia, y aparte de Tambo Viejo, Coquimbo y Boca del Río donde todavía no se ha excavado, el único sitio donde hasta la fecha se ha recuperado una buena colección de cerámica Nasca viene a ser Huarato. Sin embargo, incluso en el referido sitio los fragmentos Nasca fueron halla-dos en las afueras del muro perimétrico. Dicha deposición, fuera del sitio, podría estar indicando la proveniencia foránea de dichos artefactos e incluso su posible rechazo por parte del resto de la población local. Por el momento, la mayor presencia de la cerámica Nasca temprano en Huarato se puede empezar a explicar en términos del acercamiento físico del sitio al territorio Nasca. Efectivamente, Huarato es el sitio de todo el valle de Acarí más próxi-mo a cualquier asentamiento Nasca, especialmente al área de Las Trancas. Esta observación gana mayor sentido si se toma en consideración la presencia de asentamientos Nasca temprano en dicha zona (Schreiber 1999:168). Como tal, no está por demás sugerir que dicho acercamiento tal vez fue una de las razones que convirtieron a Huarato en una suerte de puerta de ingreso de los objetos Nasca hacia el valle de Acarí.

Figura 6. Cerámica Nasca temprano proveniente del lado exterior del muro Norte de Huarato.

Figure 6. Early Nasca ceramic sherds found outside the northern wall of Huarato

Se puede anticipar, además, que dicho acercamiento haya permitido una mayor fl uidez en las relaciones sociales entre los habitantes de Huarato y los del valle de Las Trancas. Dicha fl uidez pudo haber resultado no sólo en el intercambio de objetos, sino sobre todo en matrimonios, permitiendo de este modo la reubicación de determinadas personas en lugares distintos. En conse-cuencia, esta es una posibilidad alterna que la investigación arqueológica debe

Page 29: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

29

considerar con mayor seriedad para así determinar si en el pasado se dieron reubicaciones poblacionales.

A parte de la misma cerámica Nasca, ya existen evidencias que señalan que otros productos Nasca también hicieron su ingreso hacia Acarí, cum-pliendo probablemente una función idéntica a la de la cerámica. El primer caso concreto se trata del mate pirograbado (Figura 7) encontrado en la superfi cie del sitio de Monte Grande Alto (Valdez 2000). Otro objeto viene a ser una diadema de oro laminado y decorado en el estilo Nasca recuperado del sitio de Huarato (Figura 8). La presencia de este objeto en particular abre la posibilidad de que determinados personajes residentes de Huarato ad-quirieron status especiales en virtud de su conexión con Nasca y los objetos Nasca. Por lo tanto, los objetos Nasca sí llegaron hasta Acarí, pero al parecer llevados por la misma gente de Acarí. El objetivo parece haber sido elevar el status social de personajes específi cos. Si este fue el caso, en este proceso de la introducción de los objetos Nasca al valle de Acarí la población Nasca tal vez nunca participó. Cualquiera haya sido el mecanismo que resultó en la introducción de los artefactos Nasca, no hay duda que tales objetos fueron introducidos a un contexto de una tradición local (Figura 9).

Figura 7. Mate decorado en el estilo Nasca temprano proveniente de Monte Grande Alto.

Figure 7. Decorated gourd with early Nasca designs from Monte Grande Alto

Teniendo en consideración los recientes hallazgos, todo parece indicar que las evidencias hasta hoy recuperadas mediante las excavaciones efectua-das pertenecen a las fases iniciales del desarrollo local y cuando la interacción entre Huarato y Nasca fue aún muy limitada. Los fechados de carbón 14 que iremos obteniendo en el curso de los trabajos verifi carán nuestros plan-

Page 30: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

30

teamientos. Esto desde ya confi rma que existe una tradición local en este valle y que fue efectivamente al contexto de dicha tradición local que fueron introducidos los objetos Nasca.

Figura 8. Diadema de oro en el estilo Nasca temprano proveniente de Huarato.Figure 8. Head ornament made of gold in the early Nasca style from Huarato

Por su parte, merece anotar que los trabajos que se vienen efectuando en Acarí dan a conocer que entre Nasca y Acarí existen muchos elementos comunes. Esta no debe extrañar considerando la cercanía geográfi ca entre ambos valles. A parte de las diferencias en cuanto a la forma de los asenta-mientos y los estilos de cerámica se refi ere, otros elementos y prácticas pare-cen haber sido generalizadas a lo largo de toda la Costa Sur. Esta incluye el uso de los adobes cónicos, la elaboración de las antaras de arcilla (aunque el acabado es menos sofi sticado en Acarí), la obtención de las “cabezas trofeo”, y la utilización de una serie de plantas domésticas. Un análisis más detallado, el que se espera efectuar en la medida del progreso de los trabajos de campo, probablemente revelará variaciones que por ahora no parecen ser obvias.

Page 31: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

31

Figura 9. Cerámica local proveniente del recinto central de Amato.Figure 9. Local ceramic sherds from the central enclosure of Amato.

En síntesis, la función de objetos determinados, como la misma cerá-mica, va más allá de aquella para la cual el artefacto fue originalmente ma-nufacturado. Por su asociación a lugares y personajes de prestigio, un cuen-co de cerámica puede ser fácil e intencionalmente transformado, de ser un utensilio de uso cotidiano a otro que simboliza prestigio y status. Siguiendo el modelo que visualizó Nasca como un estado expansivo, se esperaría encon-trar una mayor presencia de elementos Nasca en Acarí, y en algunos sitios incluso la sustitución total del estilo local. Sin embargo, ninguno de estos escenarios es visible a la fecha. En lugar de la conquista, el nuevo modelo explica mejor los mecanismos que en última instancia llevaron a objetos determinados fuera de su contexto inicial. Dicho mecanismo fue evidente-mente social, donde determinados individuos parecen haber participado ac-tivamente en el proceso de adquisición de artefactos capaces de transformar status sociales existentes.

Agradecimientos: Expreso mi gratitud y agradecimiento al Instituto Nacional de Cultura por los permisos cedidos para poder llevar adelante los trabajos de investigación en el valle de Acarí. Mis gracias también para los orga-nizadores del IV Seminario de Arqueología UNFV por haber facilitado mi par-ticipación en dicho evento. Todo intento de trabajo hubiera sido simplemente imposible sin la participación de los integrantes del “Proyecto Arqueológico Aca-rí”, cuya lista sería larga y tal vez incompleta para enumerarlos. Del mismo modo, mi profundo reconocimiento para Ángel Iglesias y esposa, Rosa Mazue-lo, por su permanente apoyo incondicional durante las varias temporadas de campo. Finalmente, mi agradecimiento para mi esposa Katrina Bettcher, y mis hijos Kai y Kía, por el amor y cariño que siempre me brindan.

Page 32: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

32

Bibliografía

Bennett, W. y J. Bird. 1949. Andean Culture History: the archaeology of the Central Andes from early man to the Incas. The Natural History Press, Garden City, New York.

Burger, R. 1992. “The Sacred center of Chavín de Huántar”. En The Ancient Americas: Art from Sacred Landscapes, editado por R. F. Townsend, pp. 265-277. The Art Institute of Chicago, Chicago.

Carmichael, P. 1988. Nasca Mortuary Customs: Death and Ancient Society on the South Coast of Peru. Ph. D. Dissertation, Department of Archaeology. University of Calgary, Calgary.

Carmichael, P. 1995. “Nasca burial patterns: social structure and mortuary ideology”. En Tombs for the Living: Andean Mortuary Practices, editado por T. D. Dillehay, pp: 161-187. Dumbarton Oaks, Washington D.C.

Carpio, A. 1942. “Datos sobre la arqueología de los valles de Acarí y Duaca”. XXVII Congreso Internacional de Americanistas, Actas y Trabajos Científicos de la Segunda Sesión, Vol. I: 435-529. Lima.

Conkey, M. 1990. “Experimenting with Style in Archaeology: Some Historical and Theoretical Issues”. En The Uses of Style in Archaeology, editado por M. Conkey y C. Hastorf, pp: 5-17. Cambridge University Press, Cambridge

Dunnell, R. 1986. “Five Decades of American Archaeology”. En American Archaeology, Past and Future, editado por D. Meltzer, D. Fowler y J. Sabloff, pp: 23-49. Smithsonian Institution Press, Washington y Londres.

Lanning, E. 1967. Peru before the Incas. Prentice-Hall Inc., Englewood Cliffs, New Jersey.

Kroeber, A. 1927. “Coast and Highland in Prehistoric Peru”. American Antiquity 29: 625-653.

Kroeber, A. 1944. Peruvian Archaeology in 1942. Viking Fund Publications in Anthropology No. 4, New York.

Lumbreras, L. 1984 “La Cerámica como indicador de culturas”. Gaceta Arqueológica Andina 12: 3.

Page 33: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

33

Lothrop, S. y J. Mahler. 1957. Late Nazca burials in Chaviña, Peru. Papers of the Peabody Museum of Archaeology and Ethnology 50 (1). Harvard University, Cambridge, MA.

Massey, S. 1986. ociopolitical change in the upper Ica Valley, B.C. 400 to 400 A.D.: Regional States on the South Coast of Peru. Ph. D. Dissertation, Department of Anthropology, University of Los Angeles, Los Angeles.

Menzel, D. y F. Riddell. 1986. Archaeological Investigations at Tambo Viejo, Acari Valley, Peru, 1954. California Institute for Peruvian Studies, Sacramento.

Menzel, D., J. Rowe y L. Dawson. 1964. The Paracas Pottery from Ica: a Study of Style and Time. University of California Publications in American Archaeology and Ethnology. University of California Press, Berkeley y Los Angeles.

Orefici, O. y A. Drusini. 2003 Nasca: hipótesis y evidencias de su desarrollo cultural. Centro Italiano Studi e Ricerche Archaeologiche Precolombiane, Brescia.

Plog, S. 1990. “Sociopolitical Implications of Stylistic Variation in the American Southwest”. En The Uses of Style in Archaeology, editado por M. Conkey y C. Hastorf, pp: 61-72. Cambridge University Press, Cambridge.

Proulx, D. 1968. Local Differences and Time Differences in Nasca Pottery. University of California Publications in Anthropology 5, Berkeley & Los Angeles.

Proulx, D. 1971. “Headhunting in ancient Peru”. Archaeology 24:16-21.

Proulx, D. 1989. “Nasca trophy heads: victims of warfare or ritual sacrifice?”. En Cultures in Conflict, editado por D. Tkaczuk y B. Vivian, pp: 73-85. The Archaeological Association, University of Calgary, Calgary.

Proulx, D. 2001. “Ritual uses of trophy heads in ancient Nasca society”. En Ritual Sacrifice in Ancient Peru., editado por E. Benson y A. Cook, pp: 119-136. University of Texas Press, Austin.

Rowe, J. 1960. “Cultural Unity and Diversification in Peruvian Archaeology”. En Men and Cultures: Selected Papers of the Fifth International Congress of Anthropological and Ethnological Sciences, editado por A. Wallace, pp: 627-631. University of Pennsylvania Press, Philadelphia.

Rowe, J. 1956. “Archaeological explorations in Southern Peru, 1954–1955”. American Antiquity 22(2): 135-151.

Page 34: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

34

Rowe, J. 1963. “Urban settlements in ancient Peru”. Ñawpa Pacha 1: 1-27.

Sackett, J. 1985. “Style, Ethnicity, and Stone Tools”. En Status, Structure, and Stratification: Current Archaeological Reconstructions, editado por M. Thompson, M. García y F. Kense, pp: 277-282. The Archaeological Association, University of Calgary, Calgary.

Schreiber, K. 1999. “Regional approaches to the study of prehistoric empires: examples from Ayacucho and Nasca, Peru”. En Settlement Pattern Studies in the Americas: Fifty Years since Virú, editado por B. Billman y G. Feinman, pp: 160-171. Smithsonian Institution Press, Washington, D.C

Silverman, H. 1988. “Cahuachi: non-urban cultural complexity on the South Coast of Peru”. Journal of Field Archaeology 15: 403-430.

Silverman, H. 1993. Cahuachi in the Ancient Nasca World. University of Iowa Press, Iowa City.

Silverman, H. 2002. Ancient Nasca Settlement and Society. University of Iowa Press, Iowa City.

Silverman, H. y D. Proulx. 2002. The Nasca. Blackwell Publishers, Malden, MA.

Strong, W. D. 1948. “Cultural Epochs and Refuse Stratigraphy in Peruvian Archaeology”. En Reappraisal of Peruvian Archaeology, editado por W. Bennett, pp: 93-104. Memoirs of the Society for American Archaeology 4.

Valdez, L. 1994. “Cahuachi: New Evidence for an Early Nasca Ceremonial Role”. Current Anthropology 35 (5): 675-679.

Valdez, L. 1998. The Nasca and the Valley of Acarí: Cultural Interaction on the Peruvian South Coast Region during the First Four Centuries A.D. Ph.D. Dissertation, Department of Archaeology. University of Calgary, Calgary.

Valdez, L. 2000. “La Tradición Cultural Huarato de Acarí y sus Relaciones con Nasca”. Arqueología y Sociedad 13:159-171.

Valdez, L. 2005a.“Patrones funerarios del periodo Intermedio Temprano del valle de Acarí”. Corriente Arqueológica 1:43-60.

Valdez, L. 2005b. “Early Intermediate Period mortuary practices in the Acari Valley, Peru”. Ponencia presentada al 45th. Annual Meeting of

Page 35: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Significado Social de la Cerámica Nasca Temprano en el Valle de Acarí, Perú.

35

the Institute of Andean Studies, Enero 2005, University of California, Berkeley

Valdez, L. 2005c. Investigaciones Arqueológicas en Huarato, Acarí. Informe de la temporada del 2004 del Proyecto Arqueológico Acarí presentado al Instituto Nacional de Cultura, Lima.

Valdez, L. M. 2006. “Los vecinos de Nasca: entierros de la tradición Huarato del valle de Acarí, Perú”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 35 (1): 1-20.

Valdez, L. M. 2007. “La investigación arqueológica en el valle de Acarí y la contribución de Francis A. Riddell, En Arqueología del Área Centro Sur Andina: Actas del Simposio Internacional. Andes 7:11-27. Boletín del Centro de Estudios Precolombinos de la Universidad de Varsovia.

Vaughn, K. 2000. Archaeological Investigations at Marcaya: a village approach to Nasca sociopolitical and economic organization. Ph. D. Dissertation, Department of Anthropology. University of California, Santa Barbara

Willey, G. 1948. “A Functional Analysis of “Horizon” Styles in Peruvian Archaeology”. En Reappraisal of Peruvian Archaeology, editado por W. Bennett, pp: 8-15. Memoirs of the Society for American Archaeology 4.

Willey, G. y J. Sabloff. 1980. A History of American Archaeology. W. H. Freeman and Company, New York

.

.

Page 36: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí
Page 37: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afi rmación Social de los Moches del Valle de Santa

Th e Role of the Ceramics in the Social Affi rmation of the Moche From de Santa Valley

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

Resumen

Desde la perspectiva que los moches dominaron y reestructuraron sociopolíticamente el valle de Santa durante la fase IV (450-800 años d.C.), una nueva sociedad Moche se constituyó como provin-cia del estado expansionista Moche Sur. Nuevas fechas radiocar-bónicas confi rman una presencia dominante moche que duró más de tres siglos y la densidad de la cerámica típica en los sitios de la fase IV indican sin duda la producción masiva y la promoción del estilo Moche en el valle de Santa. El control político permitió el desarrollo de una identidad moche en Santa. Las relaciones entre el centro –el sitio Huacas de Moche– y la periferia –el valle de Santa– se discuten a partir de la producción y la distribución de la cerámica doméstica y decorada. Además, intentamos comprender la alfarería local en términos de indicadores sociopolíticos de la sociedad estratifi cada Moche asentada en este valle, indicando los sitios de producción cerámica y los resultados de una primera fase de análisis de pastas por activación neutrónica.

Palabras claves: Moche, expansión, cerámica, identidad cultural.

1 Département d’Anthropologie, Université de Montréal, Québec, Canada. E-mail: [email protected]

2 Département d’Anthropologie, Université de Montréal, Québec, Canada. E-mail: [email protected]

3 Proyecto Santa de la Universidad de Montreal, Ancash, Perú. Email: [email protected]

Recibido: Junio 2007. Aceptado: Diciembre 2007

Revista de Antropología N°20, 2009: 37-76Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

37

Page 38: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

38

Abstract

From the perspective that the Moche dominated and restructured at the socio-political level the Santa Valley during Phase IV (AD 450-800), a new Moche society emerged as a Province of the ex-pansionist Southern Moche State. New radiocarbon dates support a strong Moche presence lasting more than three centuries, and the high density of typical ceramic on sites of this phase indicates without any doubt the intensive production and promotion of the Moche style in the Santa Valley. Political control allowed the deve-lopment of a local Moche identity in Santa. Th e relations between the center, Huacas de Moche, and the periphery, the Santa Valley, will be discussed regarding the production and distribution of do-mestic and decorated ceramics. We will also try to understand the locally produced ceramic and the socio-political indicators of the stratifi ed Moche society established in Santa by looking at ceramic production centers and at the fi rst results of paste analysis with neutron activation.

Key words: Moche, expansion, ceramic, cultural identity.

Introducción

La producción cerámica es un componente principal en el estudio de las sociedades pretéritas complejas. La preservación prolongada y su abun-dancia son atributos que la distinguen de otras categorías de artefactos y la convierten en evidencia válida para aproximarse a una historia cultural y explorar una conducta social. La producción alfarera al interior de las so-ciedades complejas puede ser empleada para evaluar la promoción guber-namental de mensajes ideológicos, políticos y económicos. Pero también puede caracterizar aspectos de carácter artístico, tecnológico o tendencias de consumo promovidas por los dirigentes o los grupos sociales.

La cerámica puede ser estudiada desde diferentes perspectivas y puede relacionarse con varios aspectos del comportamiento humano. Estas consi-deraciones se aplican sin excepción a la cultura Moche como cultura, como civilización y como Estado. A pesar que utilizamos la cerámica para estu-diar los indicadores sociopolíticos en el valle de Santa, el marco analítico de nuestras investigaciones se basa en el enfoque de la cultura total, lo cual signifi ca que para entender una cultura debemos observar y estudiar todos los elementos disponibles. Sin embargo, la cerámica es generalmente el dato

Page 39: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

39

más apropiado para explorar el comportamiento social complejo. La asocia-ción hecha por los arqueólogos se basa generalmente en algunas observacio-nes etnográfi cas generales, en particular sobre los procesos de enculturación entre un maestro y un aprendiz en la producción alfarera (Arnold 1993; Druc 1996).

Un estilo puede permanecer durante varias generaciones sin que se produzcan cambios signifi cativos, pero también es posible que diacrónica-mente un estilo cerámico pueda sufrir modifi caciones graduales de orden artístico, de consumo y evolución tecnológica o experimentar cambios drás-ticos creando un equilibrio puntuado. También es posible que algunos ob-jetos menos decorados y de manufactura simple hayan sido utilizados en ámbitos ceremoniales y hayan adquirido una carga simbólica que es difícil de identifi car.

En ciertos casos un estilo cerámico puede ser un indicador potencial-mente ambiguo del contexto de producción, como habría sucedido durante el dominio inca en Lambayeque, donde se produjeron formas mayormente locales conjuntamente a modelos introducidos por administradores incas (Hayashida 1999). Considerar únicamente al estilo de la cerámica como índice del contexto sociopolítico de una sociedad podría llevar a una con-clusión distinta de aquella que emerge con mayor fundamento de una pers-pectiva que integra la economía del momento y la relación entre artesanos y consumidores de sus productos (Tschauner et al. 1994; Hayashida 1999). Esto no deriva en un impedimento para aproximaciones basadas en la ce-rámica, sino que señala la necesaria correlación de sus datos con aquellos proporcionados por otras evidencias de actividades humanas.

Las vasijas decoradas y en particular la iconografía representada en la cerámica moche han sido objeto de numerosos estudios e interpretaciones, los cuales señalan que las representaciones religiosas y de representantes de la autoridad ideológica primaron sobre las representaciones de las actividades cotidianas (Donnan 1976, 1978; Hocquenghem 1987; Makowski 1996, 2003; Uceda 2004). Algunas escenas han sido empleadas frecuentemente en la literatura arqueológica para ilustrar casos propuestos de organización sociopolítica e interacción humana prehispánica (Wilson 1988: 340, 1997). Por el contrario, la cerámica llana o doméstica asociada no despertó el mis-mo interés en los investigadores. Afortunadamente en los últimos años esta situación ha cambiado y se ha incrementado el interés por su análisis, como el necesario complemento al estudio de la cerámica decorada para defi nir tradiciones artesanales, secuencias cronológicas y procesos sociales.

Page 40: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

40

El estado moche sur

Antes de continuar con la presentación de la cerámica moche y sobre su signifi cado como indicador social y político en esta sociedad fuertemente jerarquizada, es necesario explicar la presencia moche en el valle de Santa y su entendimiento como el resultado directo del carácter expansionista del Estado Moche Sur, que constituyó un estado territorial que se extendió a lo largo de 200 kilómetros de la Costa Norte del Perú y que tuvo acceso a seis valles (Figura 1). Consideramos que durante la segunda mitad del Período Intermedio Temprano (350-700 d.C.) los moches se desarrollaron como estado multivalle y que el valle de Santa fue una provincia de este estado ex-pansionista cuyo poder estaba centralizado en el sitio Huacas de Moche. La presencia física de una población moche, ya sea ésta reducida o numerosa, ha sido propuesta sobre la base de semejanzas evidentes entre la producción cerámica en los valles de Santa, Moche y Chicama (Larco Hoyle 2001). La comparación de todas las categorías de cerámica sugiere una evolución estilística similar en estos tres valles, cuyas poblaciones habrían compartido una misma ideología, prácticas religiosas y un arte común, pero también con elites y grupos corporativos compitiendo al nivel de valles y sectores específi cos de la región.

En la primera mitad del siglo veinte, Rafael Larco Hoyle (1938, 1939, 1948, 2001) defi nió las principales características de la cultura Moche y formuló una secuencia cerámica compuesta de cinco fases: I a V (Larco Hoyle 1938, 1939, 1948). Durante la última década su vigencia y aplicación para explicar una misma evolución en todo el territorio bajo la infl uencia de la cultura Moche han sido cuestionadas, notándose una serie de carac-terísticas que permiten establecer dos grandes áreas de desarrollo, separadas geográfi camente por el desierto de Paiján. El área septentrional se denomina Mochica-Norte y el área meridional Mochica-Sur (Kaulicke 1992, 1994; Castillo y Donnan 1994; Bawden 1996). Las características observadas por Castillo y Donnan (1994: 177-178) permiten reconocer una tradición cerá-mica Mochica-Norte distinta del área Mochica-Sur. Las evidencias señalan que los pueblos del territorio Mochica-Norte compartieron una serie de ele-mentos con los pueblos del territorio Mochica-Sur, participando ambos de una misma cultura, pero al mismo tiempo distinguiéndose y manteniendo una propia identidad.

Page 41: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

41

Figura 1. Principales sitios moche de la costa norte del Perú y delimitación de los territorios Moche Sur y Moche Norte.

Figure 1. Main moche sites in the Northern coast of Perú and Southern and Northern Moche territory delimitation.

Sin embargo, la secuencia estilística de la cerámica moche establecida por Larco Hoyle (1938, 1939, 2001) sí se aplica en el territorio Moche Sur. El incremento del territorio moche durante la Fase III parece estar asociado a una intensifi cación de la integración cultural y política entre los valles de Moche y Chicama y el área entre Virú y Santa. La Fase IV habría estado vin-culada a la consolidación de un sistema que comprendió los valles de Chao, Santa y Lacramarca así como diversas secciones de los valles de Virú (Strong y Evans 1952; Bourget 2003), Nepeña (Proulx 2004) y posiblemente Casma (Wilson 1995) y Huarmey (Prümers 2001). El sitio Huacas de Moche habría ejercido un control hegemónico sobre gran parte de este territorio (Moseley 1992; Shimada 1994a, 1994b; Chapdelaine 2003a, 2004a, 2004b; Uceda y Tufi nio 2003). La Fase V en cambio atestiguó una reorientación del rol de los moches en valles como Santa, donde las vasijas fi nas Moche V habrían ingresado sólo como artículos de intercambio con elites locales y autónomas (Donnan 1973; Pimentel y Paredes 2003). A diferencia de algunos sectores del área septentrional de la Costa Norte, no se ha logrado reportar para los sitios entre Chicama y Santa una producción local de piezas cerámicas com-binando formas y motivos moche y wari, tanto en versiones bicromas como policromadas, como las halladas en el valle de Jequetepeque (Castillo 2003).

Page 42: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

42

Existe para el valle medio de Santa el reporte de Donnan (1973) de piezas cerámicas policromas del Horizonte Medio, sin embargo ese conjunto de botellas con cuerpo en forma de gota halladas en un contexto funerario po-dría corresponder a objetos de alta calidad intensamente trafi cados durante inicios del Horizonte Medio.

Es necesario preguntarnos si el estilo Moche Sureño era excluyente, distinguiendo a poblaciones usuarias de otras poblaciones no moche o si era empleado como una herramienta incluyente, fortaleciendo ideologías y jerarquías sociales multiétnicas. La respuesta a esto debe incluir el reco-nocimiento de un proceso de por lo menos 400 años, período durante el cual la evolución de estrategias e identidades demarcó la presencia moche en Santa.

La presencia moche en el Valle de Santa

A mediados del Período Intermedio Temprano, antes de la llegada de los primeros colonos moche al valle de Santa, la cultura local compartía muchos rasgos con la cultura Gallinazo del valle de Virú. De hecho, la ce-rámica del Período Suchimancillo del valle de Santa (Wilson 1988) puede relacionarse con varios tipos cerámicos contemporáneos en el valle de Virú, tales como Castillo Llano, Valle Llano, Castillo Modelado, Castillo Inciso y Gallinazo Negativo (Bennett 1950; Strong y Evans 1952; Fogel 1993). La cerámica gallinazo posee características propias al nivel técnico, estilístico y formal que permiten diferenciarla claramente de la cerámica moche en el valle de Santa. Los hallazgos de fi liación recuay en varios contextos arqueo-lógicos de tipos habitacional, ritual y funerario asociados a una ocupación gallinazo o moche (Chapdelaine et al. 2003) en el valle de Santa, constitu-yen evidencias de la interacción de los pueblos altoandinos con los pueblos de la costa. Objetos de cerámica y tejidos de procedencia serrana o fabrica-dos según las técnicas de la sierra posiblemente formaban parte de las redes de intercambio entre ambas regiones. Parte de la cerámica recuay en el valle de Santa probablemente se produjo en la zona de Pashash o en el Callejón de Huaylas. Esta cerámica formaba parte de una tradición de alfarería fi na y doméstica diferente de la Moche, pero con afi nidades tecnológicas y estilís-ticas con la tradición Gallinazo (Grieder 1978; Wilson 1988).

La presencia moche en el valle de Santa fue propuesta desde los estu-dios pioneros de Larco Hoyle (1938, 1939), luego reafi rmada por Donnan (1973) y Wilson (1988) sobre la base de similitudes entre la cerámica y otros objetos típicos del estilo Moche que se encuentran en los valles de Moche

Page 43: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

43

y Chicama con aquellos provenientes del valle de Santa. Para explicar la presencia moche en el valle de Santa se favoreció la idea de la conquista terri-torial y la guerra (Wilson 1988, 1999). Frente a esta posición, nos pregunta-mos si realmente este valle había sido incorporado por los moches mediante una conquista militar o si más bien hubo una expansión cultural ligada a una asimilación gradual de las elites locales y su adhesión voluntaria a la esfera de infl uencia moche, lo cual conllevó así a una conquista ideológica. En este sentido el objetivo general del Proyecto Santa de la Universidad de Montreal (PSUM) se orientó a precisar la naturaleza de la presencia moche en el valle de Santa, evaluar su duración y comprender los mecanismos que explican su presencia1.

Como consecuencia de la primera fase de nuestro programa de inves-tigación, además de haber documentado la presencia moche en varios sitios de la parte baja del valle de Santa, particularmente en los sitios El Castillo, Guadalupito, Hacienda San José, Huaca China, GUAD-88 y GUAD-121 (Figura 2), ahora podemos estudiar la presencia moche en el valle de Santa dentro de un marco cronológico preciso (entre 300 y 800 años d.C. según 28 fechas radiocarbónicas) y apoyarnos en numerosas colecciones confor-madas por una gran variedad de restos culturales. Más de 50 sitios moche de los 205 sitios identifi cados por Wilson (1988) han sido recorridos, evalua-dos y sido objeto de una recolección de superfi cie con la fi nalidad de formar colecciones de objetos diagnósticos (Chapdelaine y Pimentel 2001, 2002; Chapdelaine et al. 2003, 2004). Basándose en las investigaciones arqueo-lógicas previas (Wilson 1988; Donnan 1973) y los resultados de nuestras excavaciones en sitios moche de este valle, la abundancia de objetos típicos de la cultura Moche, por ejemplo fl oreros y huacos retratos, sobrepasa am-pliamente la posibilidad de explicar esta profusión como resultado de inter-cambios. Además numerosos cementerios que incluyen únicamente alfarería moche y la existencia de construcciones monumentales de carácter público, las estructuras arquitectónicas, el estilo de los artefactos y los entierros son todos identifi cables con lo que conocemos de la cultura Moche. Es evidente, en nuestra opinión, que la presencia moche en el valle de Santa debe expli-carse en gran parte por una extensión territorial del Estado Moche, lo cual implica un importante movimiento de personas, una migración que toma la forma de una invasión a partir del momento en que los moches controlan el acceso a las nuevas tierras irrigadas. Además, los nuevos dirigentes debieron tratar con la población local que seria asimilada parcialmente y/o desplazada hacia la parte media y alta del valle de Santa (Chapdelaine 2004c).

Page 44: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

44

A partir del análisis preliminar de los nuevos datos recolectados por el PSUM, surge una perspectiva histórica con un marco cronológico de por lo menos 400 años y que abarca principalmente dos fases estilísticas distintas: Moche III (ca. 300-500 d.C.) presente principalmente en el sitio El Castillo de Santa, y Moche IV (ca. 500-750/800 d.C.) representada por múltiples asentamientos en ambas márgenes del valle y en el sector anexo de Lacra-marca, con ocurrencia menos frecuente de materiales Moche V en sitios como El Castillo de Santa (Chapdelaine y Pimentel 2001) y Huaca Hedion-da (Donnan 1973; Wilson 1988) y en los sistemas de caminos conduciendo al valle de Chao (Pimentel y Paredes 2003). La producción y la distribución de la cerámica moche durante los cuatro siglos de este capítulo de la prehis-toria regional nos permiten una mejor comprensión de las diversas tenden-cias y los comportamientos asociados a la edifi cación de esta nueva sociedad en el valle de Santa, la cual implicó un contacto inicial entre las entidades gallinazo locales y los grupos portadores del estilo Moche III, una probable intensifi cación de relaciones económicas e ideológicas entre estas entidades y la posterior dominación moche sobre el territorio local con el establecimien-to de un nuevo centro regional en Guadalupito y el proyecto de expansión agrícola en Lacramarca. El resultado fue la formación de una nueva sociedad jerarquizada Moche en el valle de Santa que habría reproducido inicialmen-te la estructura original de líderes provenientes de los valles de Moche y de Chicama (Chapdelaine 2003b, 2003c; Pimentel 2004a, 2004b), pero que pudo experimentar un proceso fi nal de emergencia de una identidad moche local inmersa en la esfera de interacción norcosteña de la segunda mitad del Periodo Intermedio Temprano, y que aparece evidente en la emergencia de grandes cercaduras con cerámica Moche IV en la margen sur del valle de Santa (Gamboa 2004, 2005: 164, 175-176).

A partir del análisis preliminar de los nuevos datos recolectados por el PSUM, surge una perspectiva histórica con un marco cronológico de por lo menos 400 años y que abarca principalmente dos fases estilísticas dis-tintas: Moche III (ca. 300-500 d.C.) presente principalmente en el sitio El Castillo de Santa, y Moche IV (ca. 500-750/800 d.C.) representada por múltiples asentamientos en ambas márgenes del valle y en el sector anexo de Lacramarca, con ocurrencia menos frecuente de materiales Moche V en sitios como El Castillo de Santa (Chapdelaine y Pimentel 2001) y Huaca Hedionda (Donnan 1973; Wilson 1988) y en los sistemas de caminos con-duciendo al valle de Chao (Pimentel y Paredes 2003). La producción y la distribución de la cerámica moche durante los cuatro siglos de este capítulo de la prehistoria regional nos permiten una mejor comprensión de las di-versas tendencias y los comportamientos asociados a la edifi cación de esta

Page 45: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

45

nueva sociedad en el valle de Santa, la cual implicó un contacto inicial entre las entidades gallinazo locales y los grupos portadores del estilo Moche III, una probable intensifi cación de relaciones económicas e ideológicas entre estas entidades y la posterior dominación moche sobre el territorio local con el establecimiento de un nuevo centro regional en Guadalupito y el proyecto de expansión agrícola en Lacramarca. El resultado fue la formación de una nueva sociedad jerarquizada Moche en el valle de Santa que habría reproducido inicialmente la estructura original de líderes provenientes de los valles de Moche y de Chicama (Chapdelaine 2003b, 2003c; Pimentel 2004a, 2004b), pero que pudo experimentar un proceso fi nal de emergencia de una identidad moche local inmersa en la esfera de interacción norcosteña de la segunda mitad del Periodo Intermedio Temprano, y que aparece evi-dente en la emergencia de grandes cercaduras con cerámica Moche IV en la margen sur del valle de Santa (Gamboa 2004, 2005: 164, 175-176).

Figura 2. Localización de los sitios moche de la parte baja y media del valle de Santa.

Figure 2. Moche sites location in the lower and mid Santa valley.

Page 46: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

46

Las evidencias de la fase Moche III se concentran en la parte baja del valle de Santa (Chapdelaine y Pimentel 2003; Chapdelaine et al. 2003; Do-nnan 1973). Durante esta fase El Castillo alcanzó una notable importancia. Este sitio fue inicialmente un centro de primer orden de la cultura Gallinazo y se transformó luego en un centro moche muy importante, tal como lo evidencian la construcción de la Huaca con murales y el sistema de terrazas, donde se realizaban principalmente actividades de carácter administrativo. Los testimonios en la parte alta de El Castillo permiten sostener la idea del mantenimiento de la población gallinazo después de la llegada de los mo-ches (Chapdelaine et al. 2003: 52-56).

En cambio, la presencia Moche IV abarcó toda la parte baja del va-lle de Santa y del valle de Lacramarca, que está localizado inmediatamente al sur. En efecto, durante esta fase se produjeron transformaciones locales profundas: a) La incorporación de la anteriormente desértica y deshabita-da zona de Lacramarca, que fue transformada en valle cultivable mediante la construcción de canales de irrigación, la creación de tierras agrícolas y el asentamiento de decenas de asentamientos entre los cuales destacan los sitios Huaca San Pedro (GUAD-202) y Hacienda San José (GUAD-192), que constituye el sitio habitacional moche de mayor extensión en el valle de Lacramarca (Wilson 1988: 207); b) La emergencia del sitio Guadalupito (GUAD-111 y GUAD-112) localizado en el sector de Pampa de los Incas, un centro urbano compuesto por una extensa zona residencial y por edifi cios públicos que constituyen la máxima expresión del poder moche en el valle de Santa, con una población de status social variado y actividades económi-cas diversifi cadas, portadora del estilo Moche IV; y c) El funcionamiento de los primeros conjuntos arquitectónicos amurallados de planta rectangular o cercaduras (GUAD-121 y GUAD-135), ubicados en el área limítrofe entre los valles de Santa y Lacramarca, cuyos ocupantes compartían, igualmente a los de Guadalupito, la tradición cerámica Moche IV (Gamboa 2004).

El rol de la cerámica en el desarrollo del estado Moche sur

La cerámica moche fue reconocida desde inicios del siglo veinte como la más diversifi cada y compleja en representaciones escultóricas de América del Sur y su alta calidad fue la razón principal para su presencia en los me-jores museos del mundo. Para nosotros esto signifi ca que la cerámica moche no presenta problemas de identifi cación, si es que los fragmentos o las vasijas completas son similares a los modelos conocidos en los valles centrales de Moche y Chicama. El único problema relacionado con su identifi cación y autenticidad es la imitación de esta cerámica, lo cual es posible mediante la

Page 47: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

47

obtención y utilización de moldes. La alta calidad alcanzada por los alfare-ros moche es el criterio para distinguir la verdadera cerámica moche de las imitaciones. Sin embargo, debemos indicar que la calidad de la cerámica al interior de la producción artesanal moche es variable y que existen vasijas de mediana calidad en el propio sitio de Huacas de Moche. La presencia de una gran cantidad de cerámica similar o virtualmente idéntica a la cerámica de estilo Moche proveniente de los valles de Moche y Chicama permite la identifi cación del origen moche de la mayoría de alfareros y de los usuarios de esta cerámica. Debemos igualmente tomar en consideración la presencia de otros artefactos asociados a diferentes contextos arquitectónicos y funera-rios en cualquier intento para determinar el origen étnico de un grupo. No cabe duda que la cerámica moche es un buen indicador de etnicidad, pero no debemos olvidar que otros rasgos culturales como son los textiles, ador-nos personales, peinados, tocados y tatuajes por citar algunos, son también indicadores culturales que combinados con la cerámica permiten una mejor identifi cación de la fi liación étnica de un grupo.

Según los arqueólogos que investigan las sociedades que alcanzaron el nivel del estado, la producción cerámica pudo ser utilizada como herramien-ta ideológica para promover a la nueva elite gobernante (Moseley 1992). Detrás de este enunciado que sirve para explicar el carácter expansionista del Estado Moche se encuentra la producción masiva de vasijas de alta calidad decoradas con exquisitos diseños de línea fi na y sorprendentes representa-ciones antropomorfas, zoomorfas y fi tomorfas moldeadas. Un paradigma importante de los estudios sobre la cultura Moche ha sido el de proponer que los ceramios decorados, que se encuentran en contextos funerarios y conjuntos residenciales y que han sido descritos como objetos rituales o de elite, fueron vehículos para la transmisión de mensajes políticos, econó-micos e ideológicos (Bawden 1994, 1996; Donnan 2004; Donnan y Mc-Clelland 2004). Esto signifi ca que la cerámica puede ser considerada como herramienta para promover las metas del Estado. Por lo tanto en el caso del valle de Santa, la cerámica moche habría servido para incorporar a los grupos locales de fi liación gallinazo bajo su dominio. Sin embargo, los datos del PSUM no permiten sostener esta hipótesis, sino más bien la idea de un movimiento de población de origen moche hacia el valle de Santa. Al pare-cer la población local se mantuvo separada de los primeros colonos y siguió produciendo su propio estilo de cerámica por varias generaciones hasta que los moches tomaron el control político total de esta región a principios de la fase IV (aproximadamente entre los años 500 y 600 d.C.). Esta cohabitación duró unos 150 años después del establecimiento de los moches en El Casti-llo, primer sitio importante de la fase III en el valle de Santa.

Page 48: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

48

La rica iconografía moche que decora las vasijas y otros objetos de cerámica tales como fi gurinas, instrumentos musicales, máscaras, piruros y cucharas ha sido analizada por expertos que han identifi cado la existencia de varios temas iconográfi cos (Donnan 1978; Hocquenghem 1987; Castillo 1989; Bourget 2001; De Bock 2003; Makowski 2003). Los rituales religio-sos, la reproducción del mundo natural y la guerra son algunos de los temas que predominan en las representaciones de las vasijas pintadas y escultóricas elaboradas por los artistas moche. Muchos problemas de investigación se han formulado utilizando escenas iconográfi cas específi cas para promover o para verifi car una idea o un comportamiento. Por ejemplo Wilson (1988: 339-340) seleccionó algunos fl oreros para ilustrar la guerra y su teoría sobre la conquista del valle de Santa por un ejército moche (ver también Arkush y Stanish 2005; y para una visión más amplia Arkush y Allen 2006).

El rol y la importancia de la cerámica moche en el valle de Santa deben ser considerados desde una perspectiva sociopolítica particular de carácter intrusivo. Es importante mencionar que originalmente la cerámica moche y todos los signifi cados que ella podría haber contenido fueron llevados al valle de Santa e impuestos a la población local. Este panorama se basa en la naturaleza del Estado Moche Sur, un estado territorial con una organización política centralizada predispuesta a ampliar su territorio en la medida que su naturaleza expansionista encajaba con su estructura sistémica. Al estudiar la cerámica moche del valle de Santa, es esencial aceptar la idea según la cual este producto era disponible dentro de un sistema de clases basado en la desigualdad y en los privilegios de la clase alta, que tenía acceso diferen-ciado a las mercancías y a los recursos. La cerámica moche jugó un rol de gran importancia, entre los siglos IV y VII de nuestra era, en el desarrollo de una nueva sociedad en la parte baja del valle de Santa y no era ajena a los eventos y procesos que ocurrían en los valles más al norte. Estilística y tecnológicamente la cerámica moche del valle de Santa, es similar a la que se encuentra en los sitios urbanos y rurales de los valles de Moche y Chicama (Donnan y Mackey 1978: 65-211; Russell et al. 1994, 1998; Franco et al. 2003; Gumerman y Briceño 2003).

La elite de un estado prehispánico tenía necesidades económicas: co-sechas estables, productividad y excedentes que permitieran la construcción de templos, acueductos, caminos, canales de irrigación, fortalezas, palacios y residencias de la elite; necesidades militares: destacamentos de soldados, ejército permanente, armas, control del territorio, fuerzas de la ley y de pro-tección de las propiedades estatales; necesidades ideológicas: templos, pa-lacios, capillas, banquetes, prisioneros para los rituales y la producción de

Page 49: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

49

símbolos a manos de artesanos especializados a tiempo completo. De todas estas necesidades, la cerámica era de particular importancia para las nece-sidades económicas así como para los objetivos ideológicos. Es necesario mencionar que la cerámica moche fue el producto de un grupo foráneo que había conquistado y ocupado un valle extranjero a través de una serie de acontecimientos de largo plazo que duraron probablemente 400 años. En este contexto particular es evidente que la cerámica moche cumplió un papel importante en el desarrollo de la nueva sociedad Moche en el valle de Santa. Basándonos en los datos arqueológicos reunidos por el PSUM, el objetivo central de esta contribución consiste en determinar la importancia que tuvo la cerámica decorada –generalmente vinculada a la elite– y la cerá-mica utilitaria en la afi rmación social de los mochicas del Santa, para luego proporcionar argumentos que nos permiten sostener que la cerámica moche fue un fuerte indicador étnico (Figura 3).

Figura 3. Vasija de la fase Moche III de un hombre presentando un tejido (Procedencia: tumba del Conjunto #15 de la zona urbana del sitio Huacas de

Moche).Figure 3. Moche III phase vessel depicting a man with a textile (Proceeds from: Conjunto

#15 tomb from the urban area of Huacas de Moche site).

Producción y distribución de la cerámica Moche en el Valle de Santa

Los sitios moche de Santa y Lacramarca muestran en la superfi cie y en las áreas excavadas la presencia constante de piezas decoradas y no decoradas similares a las que se encuentran en los valles de Moche y Chicama (Figuras 4, 5). La mayoría de tiestos muestran un control adecuado de cocción en

Page 50: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

50

atmósfera oxidante, pero ocurren piezas de quemado imperfecto o piezas deformadas durante el quemado (Figuras 6, 7). El uso de pigmento negro sobre engobes crema y rojo generó piezas con pintura tricolor, usuales en sitios de las fases Moche III y IV. A partir de la fase III se elaboraron cuencos fi nos que reproducían en pequeña escala la morfología de grandes tinajas y ollas de cocina. Si bien ocurren piezas con alta inversión de trabajo en la decoración pintada, también encontramos una gran variabilidad en el grado de esfuerzo puesto en el pintado y pulido de piezas tales como cucharas, cuencos, cántaros y ollas, lo cual nos sugiere la existencia de una diversidad de valores cualitativos atribuidos por los usuarios a la cerámica, pero tam-bién que es necesario reevaluar la dicotomía «cerámica fi na y doméstica» al existir productos cerámicos que enlazan estos extremos.

Figura 4. Vasija escultórica en forma de sapo de la fase Moche IV (Procedencia: Conjunto #5 de la zona urbana del sitio Guadalupito).

Figure 4.Toad shape sculpted vessel of Moche IV phase (Proceeds from: Conjunto #5 from the urban area of Guadalupito site).

La producción y distribución de cerámica es una parte de la economía moche que necesita más investigación y análisis detallado. Solo media de-cena de talleres de cerámica moche han sido excavados hasta la fecha. Pero en un territorio con 200 kilómetros de largo, la organización, tamaño y escala de la producción cerámica son aspectos que aún nos son esquivos. Talleres como los de Pampa Grande (Shimada 1994a) y Huacas de Moche (Uceda y Armas 1998; Bernier 2005) o de Cerro Mayal (Russell et al. 1994, 1998; Russell y Jackson 2001) podrían ser el tipo recurrente en los sitios urbanos y aldeanos como también pueden representar la excepción en la mayoría de ellos. Talleres corporativos de artesanos especialistas trabajando en proximidad a agentes gubernamentales en sitios residenciales urbanos,

Page 51: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

51

como también talleres familiares en localidades secundarias o rurales, son posibilidades distintas de la organización productiva alfarera moche y no debe descartarse su existencia contemporánea, pero en diferentes contextos socioeconómicos.

Figura 5. Figurina vacía en forma de mujer, fase Moche III (Procedencia: Tumba #3 de la Terraza Norte del sitio El Castillo).

Figure 5. Female shaped emptied fi gurine, Moche III phase (Proceeds from: tomb #3 from the Northern terrace of El Castillo site).

La producción de cerámica y la arqueología de las unidades domésti-cas –mediante la excavación en áreas de conjuntos residenciales– son aspec-tos de las sociedades complejas que en los últimos años han recibido mayor atención (Uceda y Armas 1997, 1998; Bernier 2005). Antes de iniciar nues-tro proyecto había muy poca información sobre la producción de cerámica moche en el valle de Santa. Se asumía que la cerámica de mayor calidad se habría obtenido a través de los vínculos comerciales entre la capital y los nuevos centros que surgieron en el valle de Santa siempre y cuando la pobla-ción moche fuese poco numerosa. Un aumento importante de la población moche en el valle de Santa habría provocado también un aumento signi-fi cativo en la necesidad de cerámica moche. En tal sentido, la producción local de cerámica de estilo Moche para servir aspectos relacionados con los intereses políticos, económicos e ideológicos, así como aquellos de perte-nencia étnica, era inevitable y probablemente debió desempeñar un rol muy importante en la construcción de la nueva sociedad provincial.

Page 52: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

52

Figura. 6. Vasija escultórica de la fase Moche IV con el motivo de maní (Procedencia: cementerio al noroeste de la zona urbana del sitio Hacienda San

José, Lacramarca).Figure 6. Moche IV phase sculpted vessel with peanut motif (Proceeds from: Northwestern

cemetery from the urban area of Hacienda San José site, Lacramarca).

Figura 7. Vasija escultórica de la fase Moche III en forma de ola con el motivo de la escalera (Procedencia: Tumba #3 de la Terraza Norte del sitio El

Castillo).Figure 7. Moche III phase wave-shaped sculpted vessel with ladder motif (Proceeds from:

Tomb #3 from the Northern Terrace of El Castillo site).

Con la fi nalidad de comprender la naturaleza de la presencia de Mo-che en el valle de Santa, debemos recalcar que se han identifi cado más de 205 sitios de esta cultura y que la cerámica constituye siempre la clase de

Page 53: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

53

objeto más abundante en estos establecimientos de diferentes tamaños y funciones (Donnan 1973; Wilson 1988; Chapdelaine et al. 2003).

Si asumimos que la presencia de moldes asociados a recipientes con defectos de cocción y a una gran cantidad de cerámica típica de Moche en sitios de habitación así como en cementerios son elementos sufi cientes para discutir sobre la producción de cerámica en estos mismos sitios o en los sitios vecinos, la existencia de varios centros de producción de cerámica en la parte baja del valle de Santa concuerda bien con el tamaño de la población moche en este valle y con sus necesidades para la utilización cotidiana de vasijas de cerámica y de otras categorías de artefactos de cerámica (Figura 8).

Figura 8. Localización de los sitios moche con moldes de la parte baja del valle de Santa.

Figure 8. Location of moche sites with molds in lower Santa valley.

Se había postulado que en el valle de Santa se produjo localmente cerámica moche, complementada con el intercambio y distribución de mol-des (Donnan 1973; Wilson 1988). Sin embargo, sólo unos pocos moldes cerámicos fueron reportados antes del inicio de nuestras investigaciones en el valle de Santa. En el sitio Moche III El Castillo (Figura 9) se han encon-trado fragmentos de moldes y platos de alfarero dentro de los rellenos de tierra y desechos entre los pisos de las construcciones en la Terraza Norte, que corresponde a un sector de carácter administrativo donde predomina un sistema de terrazas con patios, banquetas y rampas. También hemos hallado

Page 54: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

54

este tipo de indicios de producción cerámica en el sector denominado Terra-za Este, donde se documentó un sector de arquitectura pública compuesto de una gran plaza y un sistema de banquetas que conduce hacia un trono. Hasta el momento este asentamiento constituiría el único sitio con eviden-cias indirectas de producción cerámica de la fase Moche III identifi cado en el valle de Santa (Chapdelaine y Pimentel 2001, 2002; Chapdelaine et al. 2003).

En el sitio Moche IV de Guadalupito, un centro urbano compuesto por conjuntos residenciales y administrativos, dos grandes plataformas de adobes, plazas extensas y cementerios, la presencia de moldes en superfi cie fue percibida como indicio de producción supervisada por las elites (Wilson 1988: 211). Durante nuestros trabajos del 2002 se recuperaron más moldes en las excavaciones de los conjuntos residenciales. Sin embargo, a pesar de las prospecciones intensivas y el levantamiento detallado de planimetría de la zona residencial, no se ubicó ningún probable taller o área de producción cerámica intensiva y especializada (Chapdelaine et al. 2003: 26-36).

El sitio Hacienda San José, localizado en el valle de Lacramarca, fue el segundo asentamiento Moche IV que permitió iniciar la comprensión de una producción local extensiva de cerámica (Figuras 8, 10). En este sitio, compuesto por conjuntos residenciales, cementerios y un edifi cio platafór-mico pequeño, efectuamos recolecciones sistemáticas durante dos tempora-das y realizamos excavaciones en área durante una temporada, sin que ha-llemos un taller de producción cerámica. Sin embargo, documentamos 135 moldes completos o fragmentados y varios fragmentos de vasijas de cerámica con defectos de cocción (agrietamiento y/o deformación de las paredes de cámaras y golletes), asociados a cuatro conjuntos habitacionales (Chapdelai-ne y Pimentel 2001, 2002). Gran parte de estos materiales fueron recupe-rados sobre los pisos de barro y en los rellenos de tierra y desechos bajo los pisos de ambientes y patios al interior de los conjuntos. En el Conjunto #4 no se defi nió un área para quema de vasijas, pero sí un ambiente (Ambiente #9) con adobes dispersos fuertemente calcinados, pedazos de arcilla cruda y abundantes fragmentos de vasijas domésticas, sin mayores evidencias de una cadena operativa de producción alfarera (Chapdelaine y Pimentel 2002: 112, Figura 35).

Más moldes fueron hallados en los sitios GUAD-88 (Figura 11), GUAD-130 (Figura 12) y GUAD-186. Estos sitios están localizados en los alrededores de El Castillo y están asociados a la ocupación Moche IV, mientras que El Castillo corresponde a la fase Moche III. En estos nuevos

Page 55: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

55

asentamientos de la fase IV y particularmente en GUAD-88 encontramos fragmentos de más de ochenta moldes para la fabricación de cántaros llanos, cántaros con cara-gollete, botellas escultóricas, fi gurinas y aplicaciones (Tai-llon-Pellerin 2004).

Figura 9. Molde de un fl orero, fase Moche III (Procedencia: Terraza Norte del sitio El Castillo).

Figure 9. Vase mold, Moche III phase (Proceeds from: Northern Terrace of El Castillo site).

Un porcentaje signifi cativo de la cerámica moche de Santa habría sido producida localmente como respuesta a un crecimiento demográfi co interno y a la necesidad utilizar cotidianamente y en eventos especiales vasijas y otros artefactos cerámicos. La utilización de moldes para reproducir tendencias es-tilísticas populares en los principales sitios de los valles de Moche y Chicama pudo devenir en un medio para la reproducción constante de modelos origi-nales, que implicó la complejización del sistema de producción inherente a la elaboración de cerámica por moldeado, pero que también signifi có el de-sarrollo de un nivel de conocimiento y manipulación del simbolismo de las imágenes en ella representadas (Cummins 1994, 1998: 208-210). Siguiendo esta perspectiva, es muy posible que los artesanos especialistas en la fabrica-ción de las vasijas por moldeado hayan sido inmigrantes originarios de los valles centrales de la civilización Moche. Pero es necesario preguntarnos si en esta producción cerámica especializada participaron también artesanos que pertenecían a los grupos étnicos locales de fi liación gallinazo.

Page 56: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

56

Figura 10. Moldes de la fase Moche IV del sitio Hacienda San José, Lacramarca.

Figure 10. Moche IV phase molds from Hacienda San José site, Lacramarca.

El contexto geopolítico de procedencia de la cerámica moche habría tenido un impacto directo sobre su distribución. Si la producción cerámica hubiese sido controlada por dirigentes de otros valles y sus representantes en el valle de Santa, la distribución de piezas se habría limitado a las elites moche y locales que habrían recibido vasijas fi nas a manera de presentes. Por el contrario, si la cerámica fue elaborada localmente en talleres de va-riado tamaño y localizados en diferentes sitios del valle, mayores segmentos socioeconómicos pudieron tener acceso a estos artefactos con fi nes domésti-cos, ceremoniales y funerarios. Ciertamente los datos para los sitios Guada-lupito, Hacienda San José y GUAD-88 de la fase Moche IV no se adecuan a la hipótesis de un fuerte control estatal de la producción cerámica o una centralización física de la misma. Los datos arqueológicos más bien sugieren una diversifi cación de los centros de producción cerámica moche en el valle de Santa.

Page 57: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

57

Figura 11. Moldes de la fase Moche IV del sitio GUAD-88.Figure 11. Moche IV phase molds from GUAD-88 site.

El origen de la cerámica moche: contribución del análisis por activación neutrónica

Generalmente la técnica popular para identifi car la procedencia de un tipo particular de artefacto es el criterio de abundancia. En nuestro caso, la impresionante cantidad de artefactos moche en el valle de Santa era y se considera todavía como la evidencia principal para argüir sobre la presencia física de los moches en este valle. Más de 205 sitios han sido identifi cados como pertenecientes a la cultura Moche o que presentan un componente moche y la mayoría de ellos localizados en la parte baja del valle. Varios cementerios ricos en cerámica pintada o moldeada típica del estilo Moche están asociados con sitios de habitación. Este es un elemento de base para poder asumir que los moches ocuparon físicamente el valle de Santa y que el comercio y la difusión no explican la presencia de colecciones abundantes y diversifi cadas de objetos de estilo Moche. Los artefactos de cerámica, metal, piedra, textil, conchas y madera, así como los restos arquitectónicos y los contextos funerarios son todos atribuibles a la cultura Moche. La circulación y distribución de productos cerámicos entre los valles de Moche y de Santa no puede ser eliminada, pero parece imposible que estas actividades expli-quen por sí solas la gran cantidad de vasijas implicadas que se encuentran en el valle de Santa. La distribución local de los artefactos de estilo Moche manufacturados localmente debe ser entonces la opción lógica para explicar su presencia en el valle de Santa.

Page 58: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

58

El origen o la proveniencia de un artefacto constituyen un criterio predominante para discutir sobre la distribución y la producción de la ce-rámica. La imitación de un producto es siempre una posibilidad y la iden-tifi cación visual de una vasija pintada o moldeada como típica del estilo Moche estará basada en la capacidad del analista y en la validez del concepto de defi nición de qué es la cerámica típica Moche. En cualquier producción artesanal, la calidad variará y la difi cultad de dar una identifi cación cultural específi ca se convertirá en un desafío más difícil de resolver.

Además de trabajar con esquemas mentales y una buena colección de referencia –lo cual es fácil de hacer con la cerámica moche– los arqueólogos disponen de varias técnicas o métodos para la identifi cación cultural de la cerámica. Primero, el análisis tecnológico y en particular el análisis de la pas-ta, que pueden dar más peso a las variables morfo-estilísticas, en particular datos mineralógicos obtenidos del análisis de secciones delgadas. En segundo lugar, el análisis por activación neutrónica o técnicas similares que se utilizan regularmente para estudiar la procedencia de cualquier conjunto de cerámi-ca. Hemos utilizado este método y a continuación presentamos brevemente los resultados del análisis de 34 muestras de cerámica, una pequeña muestra para estudiar la procedencia de artefactos de cerámica moche en el valle de Santa (Tabla 1). En El Castillo se seleccionaron 11 muestras, 6 muestras en Guadalupito y 16 muestras provienen de Hacienda San José. Cada muestra implicaba la manipulación de 100 miligramos de peso para ser sometida al reactor de la Escuela Politécnica de Montreal (Kennedy y Chapdelaine 2004). El análisis comprendió moldes, botellas, fl oreros, cántaros y cuencos. Además se sometieron 4 muestras de arcilla cruda y de adobes (todas del sitio Hacienda San José, con excepción de una arcilla cruda tomada en un corte del río Santa, 2 kilómetros al este de Guadalupito y 3 kilómetros al oeste de El Castillo) que fueron examinadas paralelamente, y que pueden a su vez ser comparadas con los datos del sitio Huacas de Moche (Chapdelaine et al. 1995) para entender la relación entre los valles de Moche y Santa.

Los resultados expresados en partes por millón de cada elemento quí-mico identifi cado fueron comparados entre las muestras para determinar su distancia; cuanto más grande es el número, más grande es la diferencia que identifi ca una arcilla distinta. Una manera de ilustrar esta comparación es el dendrograma que permite agregar las muestras más parecidas o similares. Examinando el dendrograma (Figura 13) se puede observar cinco grupos de diferentes tamaños. Las distancias más pequeñas expresan una fuerte posi-bilidad de provenir de la misma fuente de arcilla o de la misma pasta pre-parada.

Page 59: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

No. No cat. Sitio Fase Descripción Contexto*

PE301 G-112.898 Guadalupito IV Florero, motivo ave CA#4 ; A-1

PE302 G-112.3637 Guadalupito IV Florero, motivo fl or CA#5 ; A-3, nicho 3

PE303 G-112.4576 Guadalupito IV Cántaro, motivo cangrejo CA#3C ; A-3

PE304 G-112.27 Guadalupito IV Fragmento de molde superfi cie, CA#2-3

PE305 G-112.34 Guadalupito IV Fragmento de molde superfi cie, CA#2-3

PE306 G-97 Guadalupito sector, Rio Santa ---- Arcilla natural cerca G-97

PE307 EC-5935 El Castillo Norte III Botella, dios con colmillos CA#2, A-2S

PE308 EC-5981 El Castillo Norte III Botella, monstros CA#2, tumba #2

PE309 EC-5985 El Castillo Norte III Botella, motivo sol CA#2, tumba #2

PE310 EC-6466 El Castillo Norte III Botella, achira con ratón CA#2, tumba #3

PE311 EC-6469 El Castillo Norte III Botella, motivo ave CA#2, tumba #3

PE312 EC-5950 El Castillo Norte III Fragmento de molde CA#2; A-2S

PE313 ECE-696 El Castillo Este III Botella, dios con colmillos CA#2

PE314 ECE-773 El Castillo Este III Fragmento de molde CA#2, A-5

PE315 ECE-1564 El Castillo Este III Florero crudo CA#2; A-5

PE316 ECE-1771 El Castillo Este III Crisol CA#2; A-5

PE317 ECE-2588 El Castillo Este III Tiesto Gallinazo crudo Terraza alta, cuadro L5

PE318 G-88 Guad-88 IV? Tiesto Moche crudo Sector Este, p.h. #3

PE319 G-192-187S Hacienda San José ---- Arcilla cruda modelada Sector Sur

PE320 G-192-J29 Hacienda San José ---- Desecho arcilla cruda Sector central, CA#4; A-9A

PE321 G-192-A Hacienda San José ---- Adobe quemada Sector Sur

PE322 G-192-G16 Hacienda San José ---- Fragmento adobe Sector Norte, CA#1, A-1

PE323 G-192-1651 Hacienda San José IV Huaco retrato Sector central, CA#4 ; A-6

PE324 G-192-1534

Hacienda San José IV Fragmento

de molde Sector Norte, CA#2, A-4

PE325 G-192-2631

Hacienda San José IV Fragmento

de molde Sector central, CA#4; superfi cie

PE326 G-192-2644 Hacienda San José IV Fragmento fi gurina Sector central, CA#4 ; A-5A

PE327 G-192-2645 Hacienda San José IV Fragmento fi gurina-silbato Sector central, CA#4 ; A-5A

PE328 G-192-338 Hacienda San José IV Florero, motivo triángulo Sector Norte, cuadro H-16, tumba

PE329 G-192-410 Hacienda San José IV Florero, motivo geométrico Sector Norte, cuadro H-20

PE330 G-192-1040 Hacienda San José IV Florero, motivo geométrico Sector Sur, superfi cie

PE331 G-192-926 Hacienda San José IV Plato, motivo geométrico Sector Norte, cuadro G-17, superfi cie

PE332 G-192-210 Hacienda San José IV Plato, motivo geométrico Sector Norte, cuadro H-18, superfi cie

PE333 G-192-317 Hacienda San José IV Cántaro, exterior blanco Sector Norte, cuadro H-18, superfi cie

PE334 G-192-328 Hacienda San José IV Cántaro, motivo línea blanca Sector Norte, cuadro H-18, superfi cie

* CA: conjunto arquitectónico; A-: ambiente; p.h.: pozo de huaquero; cuadro: unidad de registro de 20 x 20 metros.

Tabla 1. Lista de las muestras analizadas con el método de activación neutrónica.

Table 1. Analysed samples with neutron activation method.

Page 60: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

60

Figura 12. Molde de la fase Moche IV del sitio GUAD-130.Figure 12. Moche IV phase mold from GUAD-130 site.

Figura 13. Dendrograma de 34 muestras del valle de Santa analizadas por el método de activación neutrónica.

Figure 13. Dendrogram of 34 samples from Santa valley analyzed by neutron activation method.

Se puede observar que el Grupo A es minoritario, con dos muestras, y pa-rece distinto tanto de las muestras de arcilla natural del valle de Santa como de la mayor parte de muestras de cerámica santeña, pudiendo corresponder a piezas

Page 61: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

61

importadas de otro valle o elaboradas con una fuente local distinta de arcilla. La muestra Pe-323 corresponde a una vasija retrato de muy buena calidad del Conjunto #4 del sitio San José (Figura 14).

Los grupos B, C y D son considerados como objetos de producción local, apoyándonos en la similitud o la distancia corta que existe entre las muestras de algunas vasijas con las muestras de arcilla local. Estos grupos son minoritarios, indicando sin duda que las arcillas naturales analizadas no fueron muy populares en la producción de otras vasijas seleccionadas del valle de Santa. El Grupo D está constituido por muestras de dos adobes de Hacienda San José y podemos sostener de manera preliminar que este tipo de arcilla cruda no fue utilizado por los alfareros. Sin embargo, no se puede excluir totalmente este tipo de arcilla si consideramos que las vasijas fueron fabricadas con una pasta preparada y mezclada con diferentes tipos de arcilla.

El Grupo E es el más extenso, pero su correlación con las arcillas locales analizadas es problemática. Las once muestras presentan una gran similitud y el grupo parece homogéneo (Figura 15). No se puede eliminar la posibilidad de un origen en el valle de Santa pero como las distancias en-tre este grupo y las muestras que han sido consideradas locales son fuertes, creemos que es importante comparar este grupo con los datos que tenemos del sitio Huacas de Moche. Al mismo tiempo se puede examinar la posición del Grupo A así como de las muestras Pe-309 y Pe-312, que corresponden a un fragmento de botella con el motivo del sol radiante proveniente de una tumba de elite del sitio El Castillo y a un molde de vasija escultórica, respec-tivamente, para así determinar el posible origen de estas piezas, tan distintas de las muestras asociadas a un origen local, es decir los grupos B, C y D.

Se ha determinado de manera muy clara que las muestras del Grupo E no tienen correspondencia clara con las muestras del sitio Huacas de Moche (Figura 17, y ver Kennedy y Chapdelaine 2004; para otros dendrogramas en las Figuras 4 y 5 disponibles en el sitio http://www.anthro.umontreal.ca/varia/colloque_SAA _4/SAA04/index.html). Este grupo se mantiene ho-mogéneo pero las distancias entre ciertos miembros del Grupo E son más parecidas a las muestras de Huacas de Moche que a las del valle de Santa. Dentro de esta perspectiva, podemos mantener la idea de que las muestras proceden del valle de Moche o que en su fabricación se utilizó una pasta no muy diferente de la pasta utilizada en la fabricación de fi gurinas y cerámica decorada del sitio Huacas de Moche.

Page 62: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

62

Figura 14. Vasija tipo «huaco retrato» del grupo A, fase Moche IV (Procedencia: Conjunto #4 del sitio Hacienda San José, Lacramarca).

Figure 14. «Huaco retrato» vessel type from group A, Moche IV phase (Proceeds from: Conjunto #4 of Hacienda San José site, Lacramarca).

Figura 15. Florero de la fase Moche IV con un motivo de cabezas de ave (Procedencia: Conjunto #4 de la zona urbana del sitio Guadalupito).

Figure 15. Moche IV phase vase with bird head motif (Proceeds from Conjunto #4 of the urban zone of Guadalupito site).

El Grupo A y las muestras Pe-309 y Pe-312 no tienen una relación con las arcillas, las fi gurinas y la cerámica decorada del sitio Huacas de Moche (Kennedy y Chapdelaine 2004: Figuras 3, 4, 5). La conclusión más lógica sería entonces considerar un origen desconocido de estas muestras, lo cual sugiere también una diversidad de fuentes de arcilla en la producción alfa-rera del valle de Santa durante la presencia moche. Un resultado inequívoco

Page 63: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

63

corresponde a la muestra Pe-302 que no forma parte de los grupos identi-fi cados pero cuya distancia con las muestras del Grupo E no es grande. Se trata de un fl orero (Figura 16) elaborado con pasta de alta calidad, hallado en el Conjunto #5 de Guadalupito, que está ubicado frente a la plataforma principal de este centro urbano. Esta muestra presentó una composición similar a las vasijas fi nas, fi gurinas y arcillas analizadas en el sitio Huacas de Moche y podemos asumir que esta pieza fue elaborada en el valle de Moche y llevada al valle de Santa como un artículo de alto status. Adicionalmente, debemos señalar que este fl orero presenta una decoración en línea fi na ejecu-tada con gran maestría y debe formar parte de la producción de un artesano afi liado a un taller prestigioso de pintores de alfarería ritual.

Figura 16. Florero de la fase Moche IV con un motivo fl oral (Procedencia: nicho del Conjunto #5 de la zona urbana del sitio Guadalupito).

Figure 16. Moche IV phase vase with fl ower motif (Proceeds from: Conjunto #5 niche of the urban zone of Guadalupito site).

Al comparar la composición química de las muestras de arcillas de los valles de Santa y de Moche surgió un primer resultado. Las arcillas recolecta-das en depósitos sedimentarios del valle de Santa muestran una composición similar en su conjunto, pero difi eren de las arcillas y las piezas de Huacas de Moche. También existió una notoria distancia entre las vasijas de Huacas de Moche y la mayoría de las muestras analizadas provenientes del valle de Santa (Figura 17).

Page 64: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

64

Figura 17. Dendrograma comparativo de las muestras del valle de Santa y Huacas de Moche.

Figure 17. Comparative dendrogram of Santa valley and Huacas de Moche samples.

El resultado del análisis de pastas por activación neutrónica ha sido alentador, particularmente al relacionarlo con los datos proporcionados por este mismo procedimiento en el sitio Huacas de Moche. Permite asumir con mayores evidencias la existencia de una producción local de redes de inter-cambio de cerámica fi na entre el valle de Santa con otros valles de la Costa Norte. Pero para llegar a formular un cuadro más completo sobre estos as-pectos de la producción alfarera debemos ampliar el número de piezas anali-zadas, incluyendo un mayor número de vasijas llanas y de uso doméstico.

Page 65: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

65

Conclusiones

Dentro de un marco histórico de cuatro siglos de duración, durante el cual se fue construyendo una nueva sociedad regional que reprodujo muy de cerca la organización de la sociedad de origen, cada comunidad moche en el valle de Santa fue económicamente autosufi ciente. Tuvieron que generar excedentes para los señores locales moche y para sus linajes originales de los valles más al norte.

Basados en las sorprendentes semejanzas de todos los aspectos de la cultura de Moche y los resultados del Proyecto Santa de la Universidad de Montreal, podemos sostener la idea que el valle de Santa constituyó una pro-vincia moche controlada por un gobierno directo y que Guadalupito fue el centro político y económico de la provincia de Santa durante la fase IV. Sin embargo, la cerámica moche del valle de Santa muestra tendencias distintas, que aunque menores, pueden ser califi cadas como indicadores de un esti-lo Santa dentro del estilo general Moche, una suerte de Moche Provincial. Este desarrollo podría eventualmente haber conducido a una independencia o autonomía local respecto del centro moche, pero los fuertes lazos fue-ron más poderosos que las diferencias. El valle de Santa se entiende todavía como la periferia del corazón moche y queda demostrado que los datos de la cerámica pueden ser utilizados para hacer inferencias sobre cuestiones políticas complejas. Se necesitan otras evidencias para completar la interpre-tación sobre el rol de la cerámica, pero persiste la idea de que esta nos pro-porciona elementos valiosos para comprender el proceso social involucrado en su fabricación, distribución y accesibilidad, ya sea limitada a un grupo reducido de miembros de la sociedad o disponible a grandes segmentos de la población.

El desarrollo de un estilo provincial Moche en el valle de Santa puede ser interpretado como evidencia de la autonomía política de los gobernantes moche en este valle (Figura 18). Sin embargo, consideramos que las rela-ciones constantes entre el corazón y la periferia explican mejor las seme-janzas generales de la producción cultural de los valles de Moche y Santa. La conclusión sería que los gobernantes de los valles centrales de Moche controlaron directamente la población de Santa. Será interesante en el futu-ro comprobar si este tipo de gobierno político existió en el centro regional Pañamarca del valle de Nepeña, donde más datos sobre la presencia de Mo-che proporcionarán mayores luces sobre la organización política del Estado Moche Sur en esta zona fronteriza.

Page 66: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

66

Al nivel estilístico los lazos entre los valles de Santa y Moche durante las fases Moche III y IV (aproximadamente 350-800 d.C.) eran más fuertes que las fuerzas centrífugas. La ocurrencia de tendencias localistas no es im-probable, tanto en elites como en segmentos poblacionales de menor status ocupando el valle de Santa por generaciones sucesivas. Pero la cultura mate-rial de las fases Moche III y IV en este valle y particularmente la cerámica y su carga simbólica indican estrechos vínculos entre ambos valles, tanto en la producción como en el empleo de artículos de alto valor económico y sim-bólico, como en los artefactos de producción y consumo masivo. Durante la larga ocupación moche del valle de Santa parece lógico pensar que los mo-ches nacidos en este valle se volvieron «santeños» más que «mochicas» y que por lo tanto el desarrollo de una identidad provincial moche era inevitable, especialmente para los miembros de las clases populares que tenían pocas posibilidades de regresar a su tierra de origen.

Figura 18. Reconstitución de un fl orero pedestal de la fase Moche III con representación escultórica de cuatro rostros humanos. Esta pieza representaría una variante estilística local, con uso de pintura crema sobre rojo y ojos «grano de café» (Procedencia: Conjunto #1 de la Terraza Norte del sitio El Castillo).

Figure 18. Reconstitución Reassembly of a Moche III phase pedestal vase with the sculpted representation of four human faces. Th is piece represents a local stylistic variant with cream

over red paint and «coff ee grained» eyes (Proceeds from: Conjunto #1 of the Northern Terrace of El Castillo site).

Es factible que los gobernantes de Huacas de Moche y de los centros asociados como El Brujo planifi caran, consolidaran y ampliaran sus vínculos con el valle de Santa, introduciendo inicialmente en este valle sus propios

Page 67: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

67

referentes culturales y reproduciendo estructuras sociopolíticas e ideológicas vigentes desde la fase Moche III en el sitio El Castillo, con una reorientación notable de las estrategias de dominación durante la fase Moche IV, que sig-nifi có la ampliación de la frontera agrícola y la creación de un nuevo centro de actividades ceremoniales y gubernamentales con sede en Guadalupito. El control de una población por otra puede incluir una primera etapa de demandas unilaterales por parte de los grupos dominantes sobre los domi-nados, con una fase ulterior de coexistencia negociada e interdependencia. Pero la presencia moche en el valle de Santa pudo implicar un proceso inver-so, con coexistencia temprana seguida por una reformulación de los objeti-vos políticos y la estructura de las jerarquías sociales regionales.

La información arqueológica permite argumentar que la alta densi-dad de cerámica Moche IV en Santa fue el resultado de una producción local diversifi cada en ubicación de centros de manufactura, incluyendo la importación desde valles vecinos de piezas de alta calidad y posiblemente de moldes. La producción masiva y el acceso a moldes y vasijas de diferen-te calidad por diversos segmentos de las poblaciones en el valle de Santa son elementos que favorecen la idea de una promoción del estilo cerámico Moche –particularmente durante la fase IV– entre elites y las colectivida-des inmigrantes moche, como también con los nativos aculturados o con individuos que compartían intereses con los moches y que estuvieron in-volucrados en proyectos estatales como el desarrollo de la irrigación en el valle de Lacramarca y la emergencia de Guadalupito. Este proceso implicó complejos vínculos de cohesión social y redes de intercambio económico, que en conjunto permitieron la producción y circulación constante de pie-zas cerámicas y su consumo cotidiano. La defi nición de estos vínculos será un reto en los próximos años

La producción de cerámica moche en el valle de Santa y una factible red de distribución intravalle de la cerámica decorada jugaron un rol prin-cipal en la afi rmación sociopolítica de una entidad Moche Santeña. La ce-rámica moche moldeada, pintada o llana fue empleada por los gobernantes, los líderes de los linajes o las asociaciones corporativas así como por el resto de las comunidades asentadas en la parte baja del valle de Santa y contribuyó durante varias generaciones tanto a la afi rmación de su identidad frente a las poblaciones foráneas vecinas, como a una integración en los eventos y procesos norcosteños del Período Intermedio Temprano.

Para terminar, podemos concluir señalando que la cerámica moche del valle de Santa jugó un papel similar al que tuvo en el valle de Moche y

Page 68: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

68

que fue utilizada como herramienta ideológica e incentivo político y econó-mico para cualquier individuo o grupo familiar que compartía los mismos valores que la elite moche. La producción masiva de cerámica local Moche de Santa y la amplia red de distribución dirigida hacia cada miembro de esta nueva sociedad regional moche desempeñaron un rol importante en la afi rmación social y política de sus usuarios. Las mejores vasijas fueron hechas para los gobernantes, pero la producción y distribución de vasijas típicas moche fue también efi ciente entre los miembros de las clases populares mo-che que ocupaban la parte baja del valle de Santa. Como nota fi nal podemos afi rmar que los moches no solamente propagaron la palabra de su poder sino que también pusieron a la disposición su exquisita y distintiva cerámica caracterizada por su bicromía y su alto grado de realismo.

Agradecimientos: Los autores desean expresar su agradecimiento a todos los miembros del Proyecto Santa de la Universidad de Montreal entre los años 2000 y 2004, en particular a Hélène Bernier, Véronique Bélisle, Da-vid Chicoine, France-Éliane Dumais, Julie Fournier, Juan López Marchena, Delicia Regalado y Alexandra Taillon-Pellerin. Asimismo a los organizadores del IV Seminario de Arqueología de la Universidad Nacional Federico Villa-rreal por brindar la oportunidad de exponer nuevos datos sobre la ocupación moche del valle de Santa.

Notas1 El Proyecto Santa de la Universidad de Montreal es un programa de investigaciones ar-

queológicas auspiciado por el Consejo de Investigaciones en Ciencias Humanas del go-bierno del Canadá. Los trabajos de campo de la primera fase fueron conducidos entre los años 2000 y 2002. Los trabajos de laboratorio se realizaron durante el 2003 y 2004. La segunda fase de este programa de investigaciones se ha iniciado en noviembre del 2005 y los objetivos de la investigación son básicamente las mismos: la excavación de los sitios importantes moche para entender la naturaleza de la provincia de Santa en el marco del Estado expansionista Moche Sur y la excavación en pequeña escala de sitios de fi liación cultural Gallinazo para medir el impacto de la presencia moche en los grupos locales. La comprensión de las actividades domésticas y el fechado de los componentes más impor-tantes y los principales eventos en estos sitios son otros de los objetivos fundamentales de nuestro proyecto.

Bibliografía

Arkush, E. N. y M. W. Allen. 2006. The Archaeology of Warfare, Prehistories of Raiding and Conquest. University Press of Florida, Gainesville.

Arkush, E. N. y C. Stanish. 2005. “Interpreting Conflict in the Ancient Andes: Implications for the Archaeology of Warfare”. Current Anthropology 46 (1): 3-28.

Page 69: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

69

Arnold, D. E. 1993. Ecology and Ceramic Production in an Andean Community. Cambridge University Press, Londres.

Bawden, G. 1994. “La Paradoja Estructural: la Cultura Moche como Ideología Política”. En Moche: Propuestas y Perspectivas, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 389-414. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche. Travaux de l’Institut Français d’Études Andines 79. Institut Français d’Études Andines, Lima.

Bawden, G. 1996. The Moche. Blackwell Publishers, London.

Bennett, W. C. 1950. The Gallinazo Group, Viru Valley, Peru. Yale University Publications in Anthropology, Number 43, New Haven

Bernier, H. 2005. Étude archéologique de la production artisanale au site Huacas de Moche, côte nord du Pérou. Tesis doctoral. Département d’Anthropologie, Université de Montréal.

Bourget, S. 2001. “Rituals of Sacrifice: Its practice at Huaca de la Luna and Its Representation in Moche Iconography”. En Moche: Art and Political Representation in Ancient Peru, editado por J. Pillsbury, pp: 89-109. National Gallery of Art, Washington, D.C.

Bourget, S. 2003. “Somos Diferentes: dinámica ocupacional del sitio Castillo de Huancaco, valle de Virú”. En Moche: Hacia el final del milenio, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 245-267. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. I. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Castillo, L. J. 1989. Personajes míticos, escenas y narraciones en la iconografía Mochica. Fondo Editorial de la Universidad Católica del Perú, Lima.

Castillo, L. J. 2003. “Los últimos Mochicas en Jequetepeque”. En Moche: Hacia el final del milenio II, editado por: S. Uceda y E. Mujica, pp: 65-123. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Castillo, L. J. y C. Donnan. 1994. “Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur. Una perspectiva desde el valle de Jequetepeque”. En Vicús, editado por. K. Makowski, I. Amaro, M. Diez-Canseco, O. Eléspuru y J. A. Murro, pp: 143-176. Banco de Crédito del Perú, Lima.

Chapdelaine, C. 2003a. “La Ciudad de Moche: Urbanismo y Estado”. En Moche: Hacia el final del milenio II, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 247-285. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche.

Page 70: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

70

Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Chapdelaine, C. 2003b. “Moche Art Style in the Santa Valley: between being “à la mode” and developing a provincial identity”. Ponencia presentada en Sibley Conference, Noviembre 2003. University of Texas, Austin.

Chapdelaine, C. 2003c. “State Expansion with or without Warfare: Moche Invasion and Colonization of the Santa Valley, North Coast of Peru”. Ponencia presentada en Fourth Complex Society Group Conference, Cotsen Institute of Archaeology, Noviembre 2003. UCLA, Los Angeles.

Chapdelaine, C. 2004a. “Gallinazo and Moche at El Castillo of Santa: An Interlocking History”. Ponencia presentada en 23rd Annual Meeting of the Northeast Conference on Andean Archaeology and Ethnohistory, Noviembre 2004. Yale University, New Haven.

Chapdelaine, C. 2004b. “Moche Political Organization in the Santa Valley: A Case of Direct Rule through Gradual Control of the Local Population”. Ponencia presentada en el Simposio New Perspectives on Moche Political Organization, Agosto 2004. Dumbarton Oaks, Pontificia Universidad Católica del Perú y Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima

Chapdelaine, C. 2004c. “The Moche Occupation of the Lower Santa Valley and the nature of the Southern Moche State”. Ponencia presentada en 69th Annual Meeting of the Society for American Archaeology, 31 de marzo al 4 de abril 2004. Montreal. (www.anthro.umontreal.ca)

Chapdelaine, C. y V. Pimentel. 2001. Informe del Proyecto Arqueológico PSUM (Proyecto Santa de la Universidad de Montreal) 2000. La presencia Moche en el valle de Santa, Costa Norte del Perú. Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (disponible en http://www.mapageweb.umontreal.ca/chapdelc), Lima.

Chapdelaine, C. y V. Pimentel. 2002. Informe del Proyecto Arqueológico PSUM (Proyecto Santa de la Universidad de Montreal) 2001. La presencia Moche en el valle de Santa, Costa Norte del Perú. Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (disponible en http://www.mapageweb.umontreal.ca/chapdelc), Lima.

Chapdelaine, C. y V. Pimentel. 2003. Un tejido único Moche III del sitio Castillo de Santa: una escena de cosecha de yuca. Bulletin de l’Institut

Page 71: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

71

Français d’Etudes Andines 32 (1): 23-50. Lima: Institut Français d’Études Andines.

Chapdelaine, C., G. Kennedy y S. Uceda 1995. “Activación neutrónica en el estudio de la producción local de la cerámica ritual en el sitio Moche, Perú”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 24 (2): 183-212. Lim

Chapdelaine, C., V. Pimentel y H. Bernier. 2003. Informe del Proyecto Arqueológico PSUM (Proyecto Santa de la Universidad de Montreal) 2002. La presencia Moche en el valle de Santa, Costa Norte del Perú. Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (disponible en http://www.mapageweb.umontreal.ca/chapdelc), Lima.

Chapdelaine, C., V. Pimentel, G. Gagne, J. Gamboa, D. Regalado y D. Chicoine. 2004. “Nuevos datos sobre Huaca China, Valle de Santa, Perú”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (1): 55-80. Lima: Institut Français d’Études Andines.

Cummins, T. 1994. “La Tradición de figurinas de la costa ecuatoriana: estilo tecnológico y el uso de moldes”. En Tecnología y Organización de la cerámica prehispánica en los Andes, editado por I. Shimada, pp: 157-172. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Cummins, T. 1998. “The Figurine Tradition of Coastal Ecuador: technological styles and the use of molds”. En Ceramic Production in the Andes: Technology, Organization, and Approaches, editado por I. Shimada, pp: 199-212. University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia.

De Bock, E. 2003. “Templo de la escalera y ola y la hora del sacrificio humano”. En Moche: Hacia el final del milenio I, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 307-324. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Donnan, C. 1973. Moche Occupation of the Santa Valley, Peru. University of California Publications in the Anthropology, vol. 8. University of California Press, Berkeley

Donnan, C. 1976. Moche Art and Iconography. UCLA Latin American Center Publications. University of California, Los Angeles.

Page 72: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

72

Donnan, C. 1978. Moche Art of Peru. Pre-Columbian Symbolic Communication. Fowler Museum of Cultural History, University of California, Los Angeles.

Donnan, C. 2004. Moche Portraits from Ancient Peru. University of Texas Press, Austin.

Donnan, C. y D. McClelland. 1999. Moche Fineline Painting, Its evolution and its artists. Fowler Museum of Cultural History, Los Angeles: UCLA.

Druc, I. 1996. “De la etnografía hacia la arqueología: aportes de entrevistas con ceramistas de Ancash (Perú) para la caracterización de la cerámica prehispánica”. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines 25(1): 17-41.

Fogel, H. P. 1993. Settlements in Time: A Study of Social and Political Development during the Gallinazo Occupation of the North Coast of Peru. Ph.D. dissertation. Department of Anthropology. Yale University, New Haven.

Franco, R. Gálvez, C. y S. Vásquez. 2003. “Modelos, función y cronología de la Huaca Cao Viejo, complejo El Brujo”. En Moche: Hacia el final del milenio II, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 125-177. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Gamboa, J. 2004. “Plazas y cercaduras: una aproximación a la arquitectura pública Moche IV-V en Santa y Moche”. Ponencia presentada en Primera Conferencia Internacional de Jóvenes Investigadores sobre la Cultura Mochica. Un simposio organizado en conjunción con la conferencia New Perspectives on Moche Political Organization, Agosto 2004. Dumbarton Oaks, Pontificia Universidad Católica del Perú y Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima.

Gamboa, J. 2005. “Continuidad y cambio en la organización de los espacios arquitectónicos de Huaca de la Luna y Plataforma A de Galindo, costa norte del Perú”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 34 (2): 161-183.

Grieder, T. 1978. The Art and Archaeology of Pashash. University of Texas, Austin.

Gumerman IV, G. y J. Briceño. 2003. “Santa Rosa - Quirihuac y Ciudad de Dios: asentamientos rurales en la parte media del valle de Moche”. En Moche: Hacia el final del milenio II, editado por. S. Uceda y E.

Page 73: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

73

Mujica, pp: 217-243. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Hayashida, F. 1999. “New insights into Inka pottery production”. En Ceramic Production in the Andes: Technology, Organization, and Approaches, editado por I. Shimada, pp: 313-335. University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia.

Hocquenghem, A.-M. 1987. Iconografía Mochica. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Kaulicke, P. 1992. “Moche, Vicus-Moche y el Mochica Temprano”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 21(3): 853-903.

Kaulicke, P. 1994. “La presencia Mochica en el Alto Piura: Problemática y Propuestas”. En Moche: Propuestas y Perspectivas, editado por. S. Uceda y E. Mujica, pp: 327-358. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche. Travaux de l’Institut Français d’Études Andines 79. Institut Français d’Études Andines, Lima.

Kennedy, G. y C. Chapdelaine. 2004. “Neutron Activation characterization of Moche Ceramics from the Moche Site and the Lower Santa Valley”. Ponencia presentada en 69th Annual Meeting of the Society for American Archaeology, Marzo-Abril 2004. Montreal.

Larco Hoyle, R. 1948. Cronología arqueológica del norte del Perú. Sociedad Geográfica Americana, Buenos Aires.

Larco Hoyle, R. 1938. Los Mochicas I. Casa Editora La Crónica y Variedades, Lima.

Larco Hoyle, R. 1939.Los Mochicas II. Casa Editora La Crónica y Variedades, Lima.

Larco Hoyle, R. 2001.Los Mochicas. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera y Fundación Telefónica, Lima.

Makowski, K. 1996. “Los seres radiantes, el águila y el búho. La imagen de la divinidad en la cultura Mochica”. En Imágenes y mitos, editado por K. Makowski, I. Amaro y M. Hernández, pp: 13-114. Australis S. A - Fondo Editorial SIDEA, Lima.

Makowski, K. 2003. “La deidad suprema en la iconografía mochica: ¿cómo definirla?”. En Moche: Hacia el final del milenio I, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 343-381. Actas del Segundo Coloquio sobre

Page 74: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

74

la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Moseley, M. E. 1992. The Incas and their Ancestors. Thames and Hudson, New York.

Pimentel, V. 2004a. “Comparing Mochica Household from Moche and Santa Valleys, North Coast of Peru”. Ponencia presentada en 69th Annual Meeting of the Society for American Archaeology, Marzo-Abril de 2004. Montreal.

Pimentel, V. 2004b. “Viviendas Mochica e identidad en los valles de Moche y Santa, Costa Norte del Perú”. Ponencia presentada en Primera Conferencia Internacional de Jóvenes Investigadores sobre la Cultura Mochica. Un simposio organizado en conjunción con la conferencia Nuevas Perspectivas en la Organización Política Moche, agosto 2004. Dumbarton Oaks, Pontificia Universidad Católica del Perú y Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera, Lima.

Pimentel, V. y M. I. Paredes. 2003. “Evidencias Moche V en tambos y caminos entre los valles de Santa y Chao, Perú”. En Moche: Hacia el final del milenio I, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 269-303. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Proulx, D. 2004. “Pañamarca and The Moche Presence in the Nepeña Valley Revisited”. Ponencia presentada en 69th Annual Meeting of the Society for American Archaeology, Marzo-Abril 2004. Montreal.

Prümers, H. 2001. “El Castillo de Huarmey: una plataforma funeraria del Horizonte Medio”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 309-312.

Russell, G. y M. Jackson. 2001. “Political Economy and Patronage at Cerro Mayal, Peru”. En Moche: Art and Political Representation in Ancient Peru, editado por J. Pillsbury, pp: 159-175. National Gallery of Art, Washington, D.C.

Russell, G., Leonard, B. y J. Briceño. 1994. “Cerro Mayal: Nuevos datos sobre la producción cerámica Moche en el valle de Chicama”. En Moche: Propuestas y Perspectivas, editado por. S. Uceda y E. Mujica, pp: 181-206. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche. Travaux de l’Institut Français d’Études Andines 79. Institut Français d’Études Andines, Lima.

Page 75: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rol de la Cerámica en la Afirmación Social de los Moches del Valle de Santa

75

Russell, G., Leonard, B. y J. Briceño. 1998. “The Cerro Mayal Workshop: Addressing issues of craft specialization in Moche Society”. En Ceramic Production in the Andes: Technology, Organization, and Approaches, editado por I. Shimada, pp: 63-89. University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia.

Shimada, I. 1994a. Pampa Grande and the Mochica Culture. University of Texas Press, Austin.

Shimada, I. 1994b. “Los Modelos de organización sociopolítica de la cultura Moche: nuevos datos y perspectivas”. En Moche: Propuestas y Perspectivas, editado por. S. Uceda y E. Mujica, pp: 359-387. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche. Travaux de l’Institut Français d’Études Andines 79. Institut Français d’Études Andines, Lima.

Strong, W. y C. Evans. 1952. Cultural Stratigraphy in the Viru Valley, Northern Peru: The Formative and Florescent Epoch. Columbia Studies in Archaeology and Ethnology 4. Columbia University Press, New York.

Taillon-Pellerin, A. 2004. “Ceramic Production at Guad-88: A Secondary Moche Site of the Lower Santa Valley”. Ponencia presentada en 69th Annual Meeting of the Society for American Archaeology, Marzo-Abril 2004. Montreal.

Tschauner, H.; Vetters, L.; Dulanto, J.; Saco, M. y C. Wester. 1994. “Un taller alfarero Chimú en el valle de Lambayeque”. En Tecnología y organización de la producción de cerámica prehispánica en los Andes I, editado por I. Shimada, pp: 349-393. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Uceda, S. 2004. “El complejo arquitectónico religioso Moche de Huaca de la Luna: el templo de la divinidad de las montañas”. En Investigaciones en la Huaca de la Luna 1998-1999, editado por S. Uceda y R. Morales, pp:367-375. Universidad Nacional de Trujillo y Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna, Trujillo.

Uceda, S. y M. Tufinio. 2003. “El complejo arquitectónico religioso Moche de Huaca de la Luna: una aproximación a su dinámica ocupacional”. En Moche: Hacia el final del milenio II, editado por S. Uceda y E. Mujica, pp: 179-228. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Page 76: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Uceda, S. y J. Armas. 1997. “Los talleres alfareros en el centro urbano Moche”. En Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995, editado por S. Uceda, E. Mujica y R. Morales, pp: 93-104. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad, Trujillo.

Uceda, S. y J. Armas. 1998. “An urban pottery workshop at the site of Moche, North Coast of Peru”. En Ceramic Production in the Andes: Technology, Organization, and Approaches, editado por I. Shimada, pp: 91-110. University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology, Philadelphia.

Wilson, D. 1988. Prehispanic Settlement Patterns in the Lower Santa Valley, Peru: A Regional Perspective on the Origins and Development of Complex North Coast Society. Smithsonian Institution Press, Washington, D.C.

Wilson, D. 1995. “Prehistoric Settlement Patterns in the Casma Valley, North Coast of Peru: Preliminary Results to Date”. Journal of the Steward Anthropological Society 23 (1-2): 189-227.

Wilson, D. 1997. “Early State Formation on the North Coast of Peru. A critique of the City-State Model”. En The Archaeology of City-States, Cross-Cultural Approaches, editado por D. L. Nichols y T. H. Charlton, pp:229-244. Smithsonian Institution Press, Washington, D.C.

Wilson, D. 1999. Indigenous South Americans of the Past and Present, an Ecological Perspective. Westview Press, Boulder.

Claude Chapdelaine, Víctor Pimentel y Jorge Gamboa

76

Page 77: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

Th e Cerro del Oro style from the Middle Horizon in the Asia Valley

Rommel Ángeles Falcón

Resumen

Hacia fi nes del Periodo Intermedio Temprano e inicios del Ho-rizonte Medio, surge un estilo innovador en la costa sur central del Perú, el estilo Cerro del Oro, cuyo nombre deriva del sitio del mismo nombre ubicado en el valle bajo de Cañete. Esta cerámica reúne formas novedosas e iconografía proveniente de diversas tra-diciones.

Planteamos que el estilo cerámico Cerro del Oro no es exclusivo del valle de Cañete y se distribuye principalmente en el valle de Asia, llegando hasta Mala y Chilca. Para el valle de Asia se encuentra asociado a una serie de sitios habitacionales ubicados en ambas márgenes del valle desde el litoral hasta el valle medio. El estilo Ce-rro del Oro se asocia a un patrón arquitectónico, textiles de algodón y un patrón funerario diferente al que ocurre paralelamente en la costa central. Del mismo modo algunas características antropológi-cas parecen indicar que se trata de un grupo diferente. Considera-mos que existen pues características para establecer su identifi cación espacial desarrollada fuertemente en este periodo cuyo centro prin-cipal estuvo en el valle de Cañete.

Palabras Clave: Horizonte Medio, Wari, Cerro del Oro, valle de Asia, Perú

1 Museo Municipal Huaca Malena, Lima, Perú. E-mail: [email protected] Recibido: Diciembre 2007. Aceptado: Abril 2008

77

Revista de Antropología N°19, 2009: 77-112Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

Page 78: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

78

Abstract

Towards aims of the Early Intermediate Period and the beginnings of the Middle Horizon, arises an innovator style at the south cen-tral coast, the Cerro del Oro style, whose name drift of the place of the same name located in the low valley of Cañete. Th is pottery reunites to novel forms and iconography originated on diverse tra-ditions.

We rose that the Cerro del Oro pottery style is exclusive from Ca-ñete Valley and distributed at the valley of Asia, arriving even till Mala and Chilca. At the valley of Asia it is associated to a series of housing places located in both margins of the valley from the coast to the middle valley. Th e Cerro del Oro style is associated to an ar-chitectonic pattern, cotton textiles and funerary patterns which are diff erent from the ones that appears parallels at the central coast. In the same way some anthropological characteristics seems to indicate that those people belong to a diff erent group. We consider that there exist characteristics to establish their space identifi cation strongly develop at this period whose main centre was located at the Cañete Valley.

Key Words: Middle Horizon, Wari, Cerro del Oro, Asia valley, Peru.

Introducción

El Horizonte Medio constituyó una etapa crucial en los Andes Cen-trales. Este implicó cambios en el patrón funerario, el crecimiento de una serie de asentamientos y el desarrollo de un sistema ideológico que unifi có gran parte de los Andes Centrales con sus respectivos aportes locales; estos fenómenos se evidencian en la costa y sierra a través de nuevos tipos de patrón de asentamiento, variaciones en el patrón funerario, aparición de textiles con iconos wari y nuevos estilos cerámicos. El tránsito de este com-plejo periodo y su transformación hacia una época donde las sociedades adquieren una personalidad particular de carácter local, es un fenómeno poco conocido.

Hacia fi nes del Periodo Intermedio Temprano e inicios del Horizonte Medio, surge un estilo innovador en la costa surcentral. El sitio Cerro del Oro en el valle bajo de Cañete se convierte en el centro de un movimiento

Page 79: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

79

especial plasmado en su cerámica, advertida tempranamente por Kroeber y Menzel.

A partir de los trabajos de Alfred Kroeber (1937) y Louis Stumer (1971), Dorothy Menzel (1968) defi nió para el Horizonte Medio la exis-tencia de un nuevo estilo para el valle de Cañete al cual se denominó Ce-rro del Oro, cuyo nombre deriva del importante sitio arqueológico en el valle bajo de Cañete donde se ubica un extenso complejo arquitectónico y cementerio. El estilo Cerro del Oro toma una serie de elementos morfoló-gicos e iconográfi cos de diferentes estilos como Nasca, Cajamarca, Lima, Nievería y Chaquipampa. Posteriores trabajos en el referido sitio (Ruales 2001), establecieron aspectos de la arquitectura, asociaciones y la secuencia ocupacional del sitio.

El presente trabajo, muestra que dicho estilo cerámico no es exclusivo del valle de Cañete y se distribuye principalmente en el valle de Asia, lle-gando hasta Mala y Chilca. Para el valle de Asia se encuentra asociado a una serie de sitios habitacionales ubicados en ambas márgenes del valle, desde el litoral hasta el valle medio. El estilo Cerro del Oro se asocia a un patrón arquitectónico, textiles de algodón y un patrón funerario diferente al que ocurre paralelamente en la costa central. Del mismo modo algunas carac-terísticas antropológicas parecen indicar que se trata de un grupo diferente. Consideramos que existen pues características para establecer su identifi ca-ción espacial desarrollada fuertemente en este periodo cuyo centro principal estuvo en el valle de Cañete.

El valle de asia: ecología y arqueología

El valle de Asia se encuentra situado a 100 kilómetros al sur de Lima, entre los valles de Mala por el norte y Cañete por el sur (Figura 1). Destaca por su aridez, el amplio cono deyectivo y sus playas arenosas frente a la isla de Asia, donde habitan lobos de mar, y la cual constituye un importante lugar para el anidamiento de aves guaneras.

El valle es corto, no penetra más de 60 kilómetros en la sierra. Pre-senta suelos aluviales y un relieve que muestra depresiones. La agricultura es bastante difícil utilizándose para tal efecto el agua del subsuelo a través de pozos. Las pampas eriazas tienen poco uso por la falta de agua de riego. Los suelos tienen un origen aluvial, coluvial y eólico. La fauna es típicamente costeña.

Page 80: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

80

Figura 1. Mapa de ubicación de la costa sur central y el valle de Asia.Figure 1. Map of location of the central South coast and the Asia valley.

A casi un kilómetro de la playa el cauce del río se divide en dos ver-tientes, las cuales son denominadas El Gallo y Río Chico.

Las lomas en la actualidad, son explotadas de manera temporal por los ganaderos de la sierra y de manera permanente para la explotación de piedras y gravilla como material de construcción por los pobladores de la costa. Estas se ubican en ambas márgenes del valle, destacando las de Puquio Salado, Marquesa, Casablanca, Pacay, Perico y El Huaranguito al norte, y las lomas de Quilmaná y Ancapuquio al sur. Estas son intensamente aprovecha-das en invierno, cuando crece el pasto para el alimento del ganado que baja de la sierra aledaña.

A la altura de la localidad de Coayllo existe un puquio de agua y de las cercanías nace un canal de irrigación para el valle, y un segundo irriga la porción norte del valle. Ambos se inician casi en la misma toma (Tello 2000: 13).

Page 81: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

81

El valle medio es estrecho y de bordes pendientes, ensanchándose a la altura de las localidades de Coayllo, Uquira y Omas. Coayllo presenta un clima cálido, posee agricultura permanente, se dedica al cultivo casi exclu-sivo de nísperos y pacae, y en menor grado de maíz y otros frutales. Posee una baja densidad poblacional, y está dividida en los anexos de San Juan de Quisque, Coayllo, Uquira, Yesera y Esquina. Estas áreas corresponden a las de mayor productividad y a las de mayor número de sitios prehispánicos a partir del Horizonte Medio en adelante.

Un camino carrozable une Asia con Coayllo, Uquira, Omas y Quin-ches.

La información arqueológica del valle es escasa. Cirilo Huapaya Man-co indica la presencia de una variedad de arquitectura y cerámica (Tello 2000: 179-189) reportando materiales que hoy podemos asignarlos al Periodo In-termedio Temprano, Horizonte Medio, Periodo Intermedio Tardío y Hori-zonte Tardío. Mejía Xesspe realiza anotaciones sobre el valle y realiza las exca-vaciones en Huaca Malena bajo la dirección de Julio C. Tello (Tello 2000).

Frederic Engel (Engel 1963, 1987), señala la existencia de 190 sitios (20 precerámicos, 87 chavín, 3 wari, 2 huacas post-wari: Huaca Malena y Huaca Partida, 26 poblados ica-chincha-cañete y uno con rasgos incaicos, así como 50 no determinados) (Engel 1987). Engel también realiza estudios en el sitio temprano de Asia Unidad 1, correspondiente al periodo Arcaico (Engel 1963).

Ángeles (2002) reporta un importante hallazgo del periodo Forma-tivo, relacionándolo con el área de interacción Chavín. Dorothy Menzel (1971) describe material cerámico del Periodo Intermedio Temprano al cual denomina estilo Capilla. En 1997, Denise Pozzi-Escot dirige excavaciones en Huaca Malena reportando datos sobre el Periodo Intermedio Temprano y el Horizonte Medio (Ángeles y Pozzi-Escot 2000, 2001, 2004, 2005).

Ángeles y Pozzi-Escot (2004) realizan una síntesis acerca de la ocupación del valle durante el Periodo Intermedio Tardío hasta el Horizonte Tardío.

Sandra Negro (1982) describe el sitio inca de Uquira, el cual es inves-tigado nuevamente por Antonio Coello (1991) y recientemente excavado por Emily Baca (2001).

En resumen, podemos indicar que la ocupación en el valle ha sido permanente, existiendo periodos de alta y baja densidad poblacional, y al respecto debe considerarse la escasez de agua durante las avenidas del río.

Page 82: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

82

Durante el periodo Precerámico Tardío, la ocupación se concentra en el valle bajo. No se conforman grandes centros ceremoniales sino áreas habitacio-nales y cementerios en las mismas zonas habitacionales. Durante el Periodo Inicial, crece el número de sitios habitacionales, y algunos de estos al parecer cumplirían funciones rituales, pero no aparecen grandes complejos ceremo-niales como ocurre en la costa central. Durante el Horizonte Temprano se reporta una baja poblacional y un desarrollo de asentamientos importantes en el valle medio y superior a la altura de Omas. Este es un fenómeno pecu-liar que sucede de manera paralela en el valle de Cañete.

Durante el Periodo Intermedio Temprano se construye el sitio más extenso, Huaca Malena, y aparecen asentamientos relacionados a lo largo del valle bajo y medio, pero en número menor. Durante el Horizonte Me-dio, en su primera época, aparece el estilo Cerro del Oro y se produce un aumento de los asentamientos habitacionales desde el litoral hasta el valle alto. A partir de la Época 3 del Horizonte Medio hay nuevos cambios y se reportan importantes contextos funerarios en Huaca Malena.

El Periodo Intermedio Tardío corresponde al grupo denominado Coayllo, el cual ocupa principalmente el valle medio. Durante el Horizonte Tardío los sitios son ampliados y se ubican tanto en las zonas de mayor pro-ducción agrícola como también en las entradas de quebradas importantes, así como en lugares de la parte alta debido al estrecho contacto con la sierra (Ángeles 2003).

El Periodo Intermedio Temprano en el Valle de Asia

Las excavaciones realizadas en Huaca Malena (Ángeles y Pozzi-Escot 2000), permitieron caracterizar para este periodo, una arquitectura de adobes semicilíndricos hechos a mano y una cerámica tricolor caracterizada por platos de contorno simple con decoración interna. Los cántaros son de cuello recto corto, color marrón y diseños en blanco ubicados en el labio (Figura 2). Huaca Malena fue construida durante este periodo constituyendo el sitio más desta-cado del valle de Asia para esta época. Los reconocimientos llevados a cabo en el valle indican a su vez la presencia de 10 sitios contemporáneos que com-parten similar arquitectura y cerámica. Esta cerámica y arquitectura ha sido reportada también en el valle de Mala (Gabe 2000) para el sitio denominado Cerro Salazar, también conocido como Totoritas. Nuestros reconocimientos indican la presencia de esta cerámica en el sitio de San José del Monte en Mala (Ángeles 2003) así como en los niveles inferiores de Cerro del Oro en el valle de Cañete, de acuerdo a la información publicada por Mario Ruales (2001). Por lo expuesto, podemos plantear que durante el Periodo Intermedio

Page 83: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

83

Temprano los valles de Mala, Asia y Cañete estuvieron relacionados tanto a nivel de arquitectura como de cerámica, pero sus lazos sociales, económicos y políticos aún no pueden ser defi nidos. Es evidente que se trata sin embargo de la primera evidencia de cohesión cultural que se presenta para dichos valles, sin descartar que futuras investigaciones aclaren las probables relaciones que habrían existido durante el Horizonte Temprano.

Figura 2. Cerámica del Periodo Intermedio Temprano procedente de Huaca Malena. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 2. Ceramics of the Early Intermediate Period from Huaca Malena. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

El Horizonte Medio: Épocas 1 y 2

De acuerdo a Menzel, la Época 1 del Horizonte Medio para el valle de Cañete se caracteriza por la aparición del estilo Cerro del Oro, cuyo nombre deriva del extenso complejo ubicado en el valle bajo de Cañete (Kroeber 1937). Se trata de un estilo que condensa diversos estilos propios del Horizonte Medio que son comunes en Lima, Nasca, Ayacucho e inclu-sive Cajamarca.

El reconocimiento del valle bajo y medio de Asia nos ha permitido identifi car cerámica del estilo Cerro del Oro en el valle bajo así como en am-bas márgenes del valle de Asia hasta la localidad de Omas. Ejemplares simi-lares a los reportados por Kroeber (1937) y Ruales (2001) en Cerro del Oro, están presentes en el valle de Asia pero en esta ocasión se encuentran asocia-dos a terrazas habitacionales. Una característica importante es el aumento de población, el uso intensivo de terrazas aglutinadas a ciertos sectores del valle e inclusive una fuerte comunicación y relación con el valle de Mala.

83

Page 84: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

84

Durante la época 1 del Horizonte Medio, Huaca Malena es abando-nada. Efectivamente, en el lugar solo han sido hallados escasos fragmentos de cerámica de estilo Cerro del Oro y hay una ausencia total de arquitectura de adobes cúbicos hechos a mano.

La Cerámica del Estilo Cerro del Oro

De acuerdo a Dorothy Menzel (1968: 101-103), el estilo Cerro del Oro es muy ecléctico, con características prestadas de una variedad de otras tradiciones estilísticas, incluyendo Nievería, Nasca 9 y Chaquipampa. Hay también algunos elementos que representan supervivencias de la tradición Lima de la costa central y que datan de las épocas precedentes. Algunas de las características más notables del estilo Cerro del Oro las encontramos en una alfarería de pasta notablemente blanca o amarillenta, y escudillas con base anular, características estas que no tienen semejanza con ninguno de los estilos del Horizonte Medio 1, ni anteceden en ninguna de las tradiciones costeñas. Los estudios del estilo están basados principalmente en la cerámica procedente de las excavaciones realizadas por Alfred Kroeber (Figuras 3, 4, 5).

Figura 3. Platos de estilo Cerro del Oro procedentes de las excavaciones de Alfred Kroeber en Cerro del Oro (1937), similares al material de los valles de

Asia y Mala.Figure 3. Plates of Cerro del Oro style coming from the excavations of Alfred Kroeber in

Cerro del Oro (1937), ceramics similar from Asia and Mala valleys.

Page 85: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

85

Las escudillas con base anular son el tipo de vaso más común en el es-tilo Cerro del Oro, y también son comunes cántaros de tamaño grande, me-diano y pequeño. Otro tipo común son las escudillas toscas, la mayoría de las cuales son muy similares a las del estilo Nasca 9. Las coladeras cónicas son únicas. Algunos diseños de aves y cabezas trofeo tienen marcada semejanza con el estilo Nasca 9. Aparecen así mismo, diseños nievería, especialmente las escudillas de base anular, siendo el tipo más común el animal encorvado del estilo Nievería y una pequeña variante especial del animal con aguijón, extendido ventralmente, también del estilo Nievería. Algunos de los diseños de la tradición Lima también se presentan en Nievería y Cerro del Oro. El estilo Cerro del Oro tiene además una variante modifi cada del animal en-corvado, tema que está presente en todos los estilos del Horizonte Medio. Hay también imitaciones locales que derivan de los diseños chaquipampa, tales como los diseños de rayos con simetría rotacional y rayos prolongados con tallos ondulantes y un animal extendido de cúbito ventral con cuerpo trapezoidal que es atribuido específi camente al estilo Chaquipampa B.

Figura 4. Cántaros de estilo Cerro del Oro, procedentes de las excavaciones de Alfred Kroeber en Cerro del Oro (1937).

Figura 4. Jars Cerro del Oro style, coming from the excavations of Alfred Kroeber in Cerro del Oro (1937).

Según Menzel (1971: 132-133), las innovaciones más importantes del estilo Cerro del Oro son: el cuenco de ángulo basal con lados cortos y fondo profundo, por lo general con base anular (Kroeber 1937: LXXI), y el uso de nueva arcilla blanca caolín. Tanto la forma del vaso como el uso de la pasta blanca recuerdan al estilo Cajamarca, especialmente en su fase II. También aparecen algunos nuevos diseños que son casi idénticos a los diseños de Cajamarca II, notablemente una greca escalonada negra sobre fondo blanco

Page 86: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

86

dentro de una banda angosta, la cual algunas veces bordea el diseño del per-fi l de un animal encorvado. La única diferencia es que el diseño del animal encorvado del estilo Cerro del Oro es parecido al del estilo Nievería.

Figura 5. Ollas de estilo Cerro del Oro procedentes de las excavaciones de Alfred Kroeber en Cerro del Oro (1937).

Figure 5. Pots Cerro del Oro style coming from the excavations of Alfred Kroeber in Cerro del Oro (1937).

Las semejanzas más próximas a Nasca 9 se refi eren a cuencos pesados idénticos a los de Nasca 9 de Ica y Nasca, diseños de cabezas trofeo y dise-ños de rayos, especialmente aquellos de animales encorvados con apéndices radiales, que pertenecen al estilo Nievería, y otros que pertenecen a la tra-dición de diseño de rayos de Ayacucho, notablemente con la presencia de rayos con tallos ondulados, un diseño de animal encorvado con cola larga y en espiral, y fi guras de rayos bilateralmente simétricos. Pueden ocurrir también rasgos serranos como diseños radiales de rotación, fi guras similares a palanquetas de gimnasia y grandes bandas en zigzag que pertenecen a la variedad Acuchimay Polícromo de Bennett.

De acuerdo a Menzel, tanto su eclecticismo como lo asombroso de su mezcla son característicos de toda una serie de estilos de prestigio del Hori-zonte Medio 1 de la costa sur, la costa central y la sierra.

En Chincha, Dwight Wallace halló cerámica relacionada al estilo Ce-rro del Oro en PV 57-26 y 48. Kroeber reporta cerámica Cerro del Oro en el valle de Mala (Kroeber 1937).

Menzel asevera (1971: 135) que la signifi cación del estilo Cerro del Oro está en que probablemente representa la única época en la historia de

Page 87: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

87

Cañete cuando este valle y Asia compartieron un estilo especial de prestigio propio, en el cual lograron combinar una selecta mezcla de rasgos de estilos de todas partes del Perú, formando un modelo original. Por esta razón el área de Cañete-Asia es un importante campo nuevo para el estudio de los patrones de difusión del Horizonte Medio. Uno se pregunta cuál será la explicación de su breve independencia.

Todos los estilos de prestigio regional del Horizonte Medio 1 tuvie-ron una corta existencia y, con la excepción de algunos vasos, sobrevivieron apenas rastros de ellos en las épocas siguientes. La explicación de esto radica probablemente no sólo en el hecho de que fueron en su mayoría mezclas basadas en tradiciones extranjeras, sino también en que fueron estilos esen-cialmente seculares que no parecían tener ninguna signifi cación simbólica particular. Evidentemente, ambos factores fueron en parte responsables de la rápida suplantación de los estilos del Horizonte Medio 1 por los nuevos estilos de prestigio tiahuanacoides de Wari y Pachacamac que tenían una gran cantidad de rasgos simbólicos, además de los seculares, y quizás de ma-yor importancia es el hecho de que contribuyeron con ideas originales y no hicieron simplemente mezclas de rasgos prestados.

El sitio Cerro del Oro

Se encuentra ubicado a la altura del Kilómetro 136 de la carretera Panamericana Sur, en el distrito de San Luis, provincia de Cañete. De acuer-do a Mario Ruales, el sitio ocupa un área aproximada de 120 hectáreas, compuesto por una serie de estructuras piramidales, plazas, recintos y pla-taformas levantadas con adobes cúbicos hechos a mano, un segundo sector tardío compuesto por recintos de tapia asociados a cerámica Cañete Último y Chincha así como una serie de estructuras de piedra y cementerios del mismo periodo.

Investigaciones Previas

Los trabajos realizados por Alfred Kroeber en 1925 permitieron es-tablecer las características de la arquitectura y la cerámica. Posteriormente Julio C. Tello realizó excavaciones en el lugar y los materiales recuperados en estos trabajos se conservan en el Museo Nacional de Arqueología, Antropo-logía e Historia del Perú (Figuras 6, 7).

Page 88: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

88

Figura 6. Cerámica procedente de Cerro del Oro, Cañete. Colección Tello (Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú).

Figure 6. Ceramics coming from Cerro del Oro, Cañete. Collection Tello (National Museum of Archaeology, Anthropology and History of Peru).

A fi nes de la década de 1950, Louis Stumer (1971) realiza estudios y defi ne el estilo Cerro del Oro como perteneciente al Periodo Intermedio Temprano e inicios del Horizonte Medio.

Menzel (1968) determina que el estilo Cerro del Oro pertenece a la Época 1 del Horizonte Medio, principalmente por rasgos de la cerámica que recuerda a diseños chaquipampa y nasca 9.

Figura 7. Cerámica procedente de Cerro del Oro, Cañete. Tipos de coladores. Colección Tello (MNAAHP).

Figure 7. Ceramics coming from Cerro del Oro, Cañete. Types of strainers. Collection Tello (MNAAHP).

Page 89: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

89

De acuerdo con Mario Ruales (2001), el sitio presenta dos ocupacio-nes, una del Periodo Intermedio Temprano con presencia de adobes semici-líndricos y una segunda etapa con adobes cúbicos y la cerámica denominada Cerro del Oro.

El estilo Cerro del Oro en el valle de Asia

Las características formales del estilo reportado en el sitio de Cerro del Oro, nos permiten establecer las características morfológicas y decorativas para distinguirlo estableciendo sus asociaciones a arquitectura, patrón de asentamiento y otros materiales culturales.

Las características del estilo Cerro del Oro presentes en los materiales del valle de Asia, son casi idénticas a las del valle de Cañete, tanto a nivel morfológico como decorativo. Se presentan:

1) Platos de color naranja natural decorados con una banda negra gruesa en el borde interior.

2) Cuencos de paredes altas y divergentes y labio redondeado.

3) Cuencos con paredes verticales rectas o muy ligeramente convexas, bases inclinadas, rectas y con base anular (Figura 8).

4) Decoración externa con diseños serpentiformes, animal encorvado, cabe-zas antropomorfas, grecas o color crema verdoso. Diseños en color cre-ma, rojo, naranja, gris o violáceo oscuro.

Figura 8. Platos con ángulo basal de estilo Cerro del Oro, procedentes de Topas o Quisque 2, valle medio de Asia. Colección Museo Municipal Huaca Malena.Figure 8. Plates with basal angle of Cerro del Oro style, coming from Topas or Quisque 2,

average valley of Asia. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

Page 90: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

90

5) Acabado alisado mate.

6) Jarras pequeñas, medianas y grandes.

7) Cántaros. El cuello supera la altura del cuerpo. Generalmente no están decorados en el cuello a excepción de bandas en negro, marrón o violáceo sobre naranja natural.

8) Decoración geométrica en el cuerpo (incluye círculos con asterisco) o aspas múltiples al interior, diseños triangulares, círculos delineados en negro. En varios casos los cántaros presentan cuello efi gie relacionado a materiales de Nasca.

9) Ollas escasas, globulares y de cuello corto ligeramente expandido.

10) Coladores, de forma cónica con borde doblado al interior, decoración en el tercio superior generalmente de color negruzco o violáceo, pocos ejemplares presentan diseños estilizados. Existe variación en el tamaño de los agujeros del colador.

Decoración

1) Espirales y fi guras en S decoradas con puntos blancos tanto en el borde como en el interior, generalmente en el tercio superior de las vasijas.

2) Diseños antropomorfos de un personaje de perfi l.

3) Rostros humanos en los platos similares a las cabezas trofeo nasca que aparecen también como cara-gollete en jarras y en las fi gurinas que re-cuerdan al estilo Nasca.

4) Animal encorvado (variante del estilo Nievería) según Menzel (1968). Es muy común en varios tipos de vasijas.

Componentes morfológicos

1) Platos de ángulo basal.

2) Platos con decoración interna.

3) Cántaros (Figura 9).

4) Cántaros cara-gollete.

5) Coladores cónicos.

6) Figurinas de la tradición Nasca.

Page 91: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

91

Los platos presentan base anular, paredes rectas de labio adelgazado, decoración externa, fondo crema con una banda delgada de color negra en el labio, el resto del cuerpo presenta diseños geométricos. Platos de paredes convergentes cortas y base redondeada. Decoración externa de triángulos con barras al interior.

Figura 9. Cerámica de estilo Cerro del Oro asociada, procedente de contexto funerario recuperado de Quisque 2. Colección Museo Municipal Huaca

Malena.Figure. 9. Ceramics of Cerro del Oro style, coming from recovered funeral context of

Quisque 2. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

Decoración

1) Diseños de cabezas trofeo, aves en posición de perfi l.

2) Diseños Nievería.

3) Animal encorvado.

4) Elementos lima similares a los utilizados por el estilo Nievería.

5) Imitaciones del estilo Chaquipampa.

6) Animal extendido de cúbito ventral con cuerpo trapezoidal.

Distribución de sitios

La distribución de la cerámica de estilo Cerro del Oro para el valle de Asia se extiende desde el litoral (sitio Las Palmas), hasta Esquina de Omas, es decir hasta los 800 metros sobre el nivel del mar aproximadamente. Apa-rece asociada a asentamientos discretos distribuidos en ambas márgenes del

Page 92: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

92

valle ocupando pequeñas quebradas laterales, concentrándose al pie y en las laderas de importantes cerros. Estos sitios tienen características domésticas debido a la presencia de ceniza, conchas y por la presencia de asentamientos aterrazados con arquitectura de piedra y adobes cúbicos. Alguno de estos sitios ostentan claras evidencias de contener cementerios.

En este sentido las características del estilo Cerro del Oro pueden caracterizarse en:

a) Presencia de cerámica de estilo Cerro del Oro típico de Cañete en super-fi cie o en los perfi les expuestos al interior del valle de Asia.

b) Sitios con arquitectura de piedra de cerro conformando estructuras ha-bitacionales ubicadas en terrazas asentadas en las laderas de cerros o en pequeñas quebradas.

c) Presencia de adobes cúbicos hechos a mano, similares a los reportados en el sitio de Cerro del Oro en Cañete, los cuales se colocan sobre los muros de piedra.

Sitios en el litoral

Destaca el sitio Las Palmas, ubicado a la altura del Kilómetro 101 de la carretera Panamericana Sur. Se trata de un conjunto de estructuras de piedra y montículos de baja altura situados en las inmediaciones de hoyas de cultivo y muy cerca de la playa arenosa. La cerámica en el sitio incluye platos de ángulo basal y base anular así como coladores. Las Palmas es el sitio más cercano al litoral, al parecer forma parte del sitio denominado El Antival por Cirilo Huapaya (Tello 2000: 185-187), donde se reporta la presencia de adobitos hechos a mano. El lugar probablemente estuvo relacionado a la explotación marina, sin embargo, su relación a hoyas de cultivo podría indicar que esta práctica agrícola podría datar de ese periodo. Las Palmas es hasta el momento el único sitio de este periodo en el litoral. El avance ur-bano suscitado en el litoral de Asia ha propiciado la desaparición de algunos sitios de este periodo.

Sitios en el valle

Los sitios que presentan cerámica Cerro del Oro comienzan a distri-buirse en ambas márgenes del valle, a partir del estrechamiento del mismo, en las inmediaciones de la localidad de Esquina de Asia. Se trata de asenta-mientos de carácter habitacional mayormente discretos, ubicados de manera conglomerada al pie de algún cerro importante, o en pequeñas quebradas a ambas márgenes del valle.

Page 93: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

93

La cantidad de sitios conteniendo cerámica del estilo Cerro del Oro es alta si se compara con aquellos del Periodo Intermedio Temprano. En algunos casos reocupan sitios del periodo anterior y en otros se asientan en lugares donde antiguamente no fueron utilizados. Los sitios por lo general aparecen concentrados en las laderas de importantes cerros y en pequeñas quebradas. La zona de mayor concentración de sitios corresponde al actual distrito de Coayllo, entre los 200 y 800 metros sobre el nivel del mar. El sitio Topas o Quisque 2 destaca por su complejidad, así como la presencia de contextos funerarios con cerámica de estilo Cerro del Oro (Figura 9). Los platos de ángulo basal son sumamente populares. Del referido sitio proce-den una serie de cántaros típicos de este estilo (Figuras 10, 11, 12).

Figura 10. Cántaros de estilo Cerro del Oro, procedentes de Topas o Quisque 2, valle medio de Asia. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 10. Pitchers of Cerro del Oro style, coming from Topas or Quisque 2, average valley of Asia. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

Page 94: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

94

Figura 11. Fragmentos de cántaros de estilo Cerro del Oro, procedentes del valle medio de Asia. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 11. Fragments of pitchers of Cerro del Oro style, coming from the average valley of Asia. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

Figura 12. Cerámica Cerro del Oro: platos, cántaros y coladores. Procedentes del valle medio de Asia. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 12. Plates, pitchers and strainers. Coming from the average valley of Asia. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

Page 95: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

95

Figura 13. Cerámica llana asociada a la clásica cerámica Cerro del Oro, correspondiente a las primeras fases del Horizonte Medio. Colección Museo

Municipal Huaca Malena.Figure 13. Cerámics associated to the classic ceramics Cerro del Oro, corresponding to fi rst

epochs from the Middle Horizon. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

En la fi gura 1 se ilustra la relación de los principales sitios arqueológi-cos de este periodo que presentan cerámica Cerro del Oro en superfi cie. Como se aprecia aparecen desde el litoral y ocupan hasta el valle medio. Asociado al fi no estilo Cerro del Oro aparece una cerámica llana de superfi -cie alisada tosca de color marrón con huellas de estrías verticales; bowls, cán-taros de labios engrosados, coladores en forma de bowl, platos y miniaturas conforman su hábeas morfológico (Figura 13). Si bien la mala conservación de los sitios no permite apreciar sus características formales, algunos de ellos permiten comprender mejor su organización espacial (Figura14).

Caracterizando la distribución del estilo Cerro del Oro en el Valle de Cañete

Si bien el sitio Cerro del Oro es el asentamiento más extenso y en el cual se defi nió este estilo cerámico (Kroeber 1937, Menzel 1968, 1971; Ruales 2001), la distribución de sitios es más amplia en el valle de Cañete.

El sitio Cerro del Oro se caracteriza por presentar arquitectura masiva de adobes cúbicos hechos a mano que conforman grandes recintos, tumbas abovedadas y de acuerdo a la información de Ruales, existen evidencias de paredes que contenían frisos con diseños relacionados a la cerámica de este estilo.

Page 96: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

96

Figura 14. Uno de los sitios que integran el grupo de asentamientos al pie de Cerro Las Papas.

Figure 14. One of the sites that integrate the group of establishments on the Hill Las Papas.

En el valle bajo de Cañete, en el lugar denominado Pampa Clarita, en los terrenos de la empresa Agriconsa, el sector ubicado entre Herbay Alto y Concón, en el brazo izquierdo del valle y cerca de la desembocadura del río, Héctor Walde (Comunicación personal) reportó el hallazgo de un cemen-terio con una serie de contextos funerarios conteniendo fardos asociados a cerámica Cerro del Oro. Se trataba de contextos funerarios en forma de bota con una boca de 120 centímetros y una profundidad de 3 a 4 metros. Los individuos se hallaban enfardelados y poseían tocados en la cabeza. Fueron recuperados tres fardos funerarios y diversos materiales tales como penachos de plumas y diversos adornos sumamente fi nos. Estos materiales se encuen-tran depositados en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e His-toria del Perú.

De la localidad de San Vicente de Cañete en el sector La Balanza, procede un cántaro de cuello recto de color marrón y decoración de bandas paralelas y círculos concéntricos en la parte superior del cuerpo. Esta vasija se inserta dentro del estilo Cerro del Oro (Figura 15).

Page 97: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

97

Figura 15. Cerámica de estilo Cerro del Oro, procedente de La Balanza, valle bajo de Cañete. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 15. Ceramics from La Balanza, lower Cañete valley. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

Durante labores de prospección en el valle medio de Cañete en la localidad de Lunahuana, Juan Paredes reportó el hallazgo de una gran pie-dra a manera de huanca enmarcada dentro de una estructura cuadrangular de adobes cúbicos a manera de adoratorio. En el lugar pudimos observar la presencia de cerámica Cerro del Oro así como evidencias de pintura mural sobre una pared blanca con diseños estilizados delineados en negro y rojo. El sitio fue bautizado por Juan Mogrovejo como Huanca Maki debido a que la piedra posee unas horadaciones naturales a manera de garra de felino. Sus coordenadas UTM son 361665 E y 48904 N.

El importante trabajo de identifi cación de sitios arqueológicos del valle de Cañete realizado por Carlos Wiliams y Francisco Merino (1974), mues-tran una serie de sitios en el valle con cerámica de este estilo (Figura 1).

Como se percibe, existen una serie de sitios de diferente tipo que se distribuyen entre el litoral, el valle bajo y el valle medio de Cañete. La mayor parte de sitios son aldeas, aunque existen sitios de probable carácter admi-nistrativo y religioso.

La cerámica de la colección Tello

El Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú conserva una colección de cerámica, procedente del sitio de Cerro del Oro. De acuerdo al año de registro esta pertenecería a la colección realizada por

Page 98: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

98

Julio C. Tello en 1925 (Figuras 6, 7). Está compuesta por una olla (C 34255 22.7) con el labio delineado en marrón oscuro, cuello corto evertido y cuer-po globular color naranja, tiene una altura de 24 centímetros y la boca posee un diámetro de 24 centímetros. Presenta decoración en la parte superior del cuerpo con diseños de media luna en posición horizontal delineados en negro y al interior presenta color blanco o rojizo, el diseño es derivado de Nasca. De acuerdo a la información proporcionada por el museo, esta vasija procede del Cementerio 2-Tumba 7 de Cerro del Oro. Un tiesto de similares características procede de San José del Monte en el valle de Mala.

El primer cántaro (C 34256 22.4) es de cuello corto y ligeramente evertido, cuerpo de forma irregular y base plana, tiene una altura de 32 cen-tímetros y una boca de 15 centímetros. La decoración en el tercio superior del cuerpo de la vasija es delimitada por una banda delgada de color negro amarronado. Presenta diseños circulares delineados en negro. Posee engobe naranja oscuro. Esta vasija recuerda a material de Mala procedente de Cerro Salazar (Gabe 2000). El segundo (C 34257 22.2) corresponde a un cántaro alto de cuello recto y corto, cuerpo globular y base plana. El material de la Colección Tello es sumamente interesante, y los coladores cónicos pertene-cen al estilo Cerro del Oro al igual que uno de los cántaros. Sin embargo los otros cántaros se relacionan a material del Periodo Intermedio Temprano vinculándose fuertemente con el contexto funerario recuperado por Carmen Gabe en Cerro Salazar.

El estilo Cerro del Oro en el Valle de Mala

Dos contextos resultan de interés para establecer la presencia del es-tilo Cerro del Oro en el valle de Mala: las estructuras de adobes cúbicos y la cerámica reportada por Carmen Gabe en Cerro Salazar (Gabe 2000), y también la colección del colegio de Santa Rosa obtenida durante la cons-trucción del mismo. Ambas son del valle bajo. Existen reportes de pequeños asentamientos tanto en otros sectores del valle bajo como El Salitre, en la desembocadura del río Mala, en la zona de Bujama y en Esquivilca. Otros sitios se hallan en el valle medio. Tal es el caso de San José del Monte. Se ad-junta una relación de sitios reportados por Williams donde se ha reportado cerámica de este estilo.

En el sector de Bujama existe un sitio con cerámica Cerro del Oro, el cual se halla asociado a un canal de regadío producto de la ampliación de la frontera agrícola. Estaríamos hablando de poblaciones altamente organi-

Page 99: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

99

zadas que expandieron la frontera agrícola y estuvieron intercomunicadas fuertemente.

No podríamos decir que existe una jerarquía de sitios en el valle de Mala, pues las evidencias están relacionadas a zonas habitacionales y no se distinguen centros administrativos de importancia.

La colección del colegio (Figuras 16, 17), procede de contextos fu-nerarios en los cuales predominaban fardos. Este dato resulta interesante porque se relaciona a los contextos funerarios de Cerro del Oro y Pampa Clarita en el valle de Cañete y se establecen las diferencias con los contextos funerarios contemporáneos de Nievería que se caracterizan por un patrón funerario extendido. La colección incluye cántaros de cuello recto y cuerpo globular con decoración en el tercio superior, platos con base anular y otros con decoración interna. De igual manera con anterioridad (Ángeles 2003) llamamos la atención sobre el sitio denominado San José del Monte, donde aparece un sitio de carácter habitacional con cerámica Cerro del Oro (Figura 18). Finalmente, del valle de Mala, sector de Azpitia, procede un singular hallazgo de sartas con cuentas de piedra y concha a manera de quipus aso-ciados a agujas de hueso y madera (Figura 25) que corresponde al Horizonte Medio al relacionarse a agujas y cuentas procedentes de Cerro del Oro (Ma-rio Ruales, comunicación personal).

Figura 16. Cántaros de estilo Cerro del Oro, procedentes de Santa Rosa, valle de Mala. Colección Colegio Santa Rosa de Mala.

Figure 16. Pitchers Cerro del oro style from Santa Rosa, Mala valley. Collection School Santa Rosa de Mala.

Page 100: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

100

Aproximaciones

El estilo Cerro del Oro como vemos, se distribuye ampliamente entre los valles de Mala, Asia y Cañete y se asocia a arquitectura de adobes cúbicos hechos a mano y mampostería de piedra. Los sitios de mayor dimensión se ubican en el valle de Cañete donde destaca el sitio de Cerro del Oro. Sin embargo, estudios posteriores podrían determinar una jerarquía de sitios. Al parecer la aparición de este estilo se produce a fi nes del Periodo Intermedio Temprano y se desarrolla en la Época 1 del Horizonte Medio, cuando cobra un inusual auge. Su iconografía se alimenta de elementos foráneos, prin-cipalmente sureños y serranos así como de la costa central. La cantidad de sitios reportados principalmente en el valle de Asia indican que en esta época hubo un incremento de la población y, en consecuencia, pudieron suscitarse cambios climáticos que favorecieron el desarrollo de actividades agrícolas.

Figura 17. Platos de estilo Cerro del Oro, procedentes de Santa Rosa, valle bajo de Mala. Colección Colegio Santa Rosa de Mala.

Figure 17. Plates from Santa Rosa, Mala valley. Collection School Santa Rosa de Mala.

Los patrones funerarios correspondientes a fardos han sido interpreta-dos como una infl uencia sureña llegada durante este periodo. Sin embargo, el patrón funerario de fardos y posición en cuclillas es característico en el valle de Asia, inclusive desde los Desarrollos Regionales o Periodo Intermedio Tempra-no, y como sabemos este patrón viene desde Paracas en el sur. Esto signifi caría que los valles de Mala, Asia y Cañete poseen una tradición funeraria distinta a la que se produce en la costa central, donde los patrones lima y nievería se relacionan a contextos funerarios extendidos. Los datos de Cerro Salazar y

Page 101: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

101

Santa Rosa en el valle bajo de Mala, así como de Huaca Malena indican estas características tanto para el Periodo Intermedio Temprano como para el Hori-zonte Medio. Esta tradición es pues fuertemente sureña y se mantiene durante el Horizonte Medio.

Figura 18. Cerámica de estilo Cerro del Oro, procedente de San José del Monte, valle de Mala. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 18. Ceramics from San Jose of Monte, Mala valley. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

En el valle de Asia, ocurren rasgos signifi cativos a destacar. El sitio más importante del Periodo Intermedio Temprano, Huaca Malena, es aban-donado, no encontrándose arquitectura de este periodo, y la densidad de cerámica de estilo Cerro del Oro es prácticamente ausente. El sitio no es utilizado ni siquiera como cementerio, lo cual indica un cambio ideológico importante entre las poblaciones de esta época.

Comienzan a aparecer una serie de nuevas aldeas distribuyéndose en-tre el litoral y el valle medio. Aparecen a veces situándose en la boca de pequeñas quebradas laterales, sin embargo, en realidad se trata de grandes concentraciones que conforman terrazas habitacionales con arquitectura de piedra y adobes cúbicos. El hallazgo de cerámica en proceso de confección en el valle de Asia indica que esta fue fabricada localmente.

Similar fenómeno ocurre en el valle de Mala. La existencia de algu-nos sitios en la zona de Bujama, implica que durante este periodo se inició la ampliación de la frontera agrícola, pues la zona es alimentada hasta la actualidad por un canal que sale del río Mala. El hallazgo fortuito de un contexto compuesto por una gran cantidad de sartas de hilos de algodón de

Page 102: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

102

la cual penden cuentas y agujas distribuidas en pares y tríos, implica conjun-tamente con el modelo de quipu de algodón reportado por Ruales en Cerro del Oro, que existe una experimentación de formas de contabilidad aún no defi nidas con claridad que establecen un tipo de ordenamiento contable que es necesario defi nir.

El fenómeno Cerro del Oro constituye una evidencia de unidad es-tilística y arquitectónica, refl ejo de compartir una ideología y un sistema social, político, religioso y económico. Si la cerámica, los textiles o los con-textos funerarios refl ejan una identidad propia y diferencias sustantivas entre ellos a manera interna, estas podrían estar relacionadas a aspectos cronológi-cos aún no resueltos o rasgos internos de esta sociedad. Es evidente que Ce-rro del Oro representa una unidad en donde el valle de Cañete jugó un rol principal. Desconocemos las relaciones internas entre asentamientos y entre valles vecinos, pero lo que es evidente es que culturalmente son diferentes a los valles de Lurín y Rímac, donde no se ha reportado cerámica de este estilo. ¿Cuál fue el impacto de Wari en las primeras etapas de su desarrollo? ¿Qué signifi can los estilos regionales que se forman y desaparecen de manera intempestiva? Un aspecto de interés se refi ere a la riqueza agrícola de los va-lles donde existe una mayor densidad de sitios, tal es el caso de Cañete para la costa surcentral y lo mismo ocurre en el valle del Rímac con la presencia del estilo Nievería. En ambos casos, estos estilos innovadores conviven con formas locales propias del periodo anterior, siendo probable que su uso solo haya sido destinado a fi nes rituales o específi cos aún no defi nidos.

En el valle de Asia aparece asociado al estilo Cerro del Oro una cerá-mica llana de color marrón y acabado alisado tosco. Esta sin embargo perdu-ra en el tiempo y llega a las épocas 2B y 3 del Horizonte Medio, y recuerda a vasijas del estilo Cuculí defi nido por Engel para el valle alto de Chilca.

Adicionalmente a la cerámica que caracteriza este estilo, los textiles muestran iconografía relacionada al estilo cerámico y la confección extensiva de tejidos de algodón ha sugerido una marcada independencia de la sierra (Figura 19). Es probable que la alta producción agrícola tanto de Cañete como de los valles indicados establecieron una entidad propia sumamente independiente con respecto a sus materias primas, pero que son receptivas a los estilos propios de este periodo, con especial énfasis a los de Ayacucho y Nasca. La presencia de tejidos en técnica cara de urdimbres discontinuas de pelo de camélido con decoración en tye dye indica una fuerte vincula-ción con la costa sur y probablemente con la sierra (Figura 20), tomando en consideración que esta técnica y decoración son sumamente difundidas

Page 103: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

103

desde Nasca para el sur. En relación a los textiles, de acuerdo a información de Mario Ruales, sus estudios en Cerro del Oro reportan una importante cantidad de tejidos de algodón con iconos relacionados a la cerámica.

Para el valle de Chilca, la información de este estilo es escasa, por no decir nula, y la única evidencia corresponde a algunos fragmentos de cerá-mica de estilo Cerro del Oro en el sitio de Sawilka identifi cado por Frederic Engel como correspondiente al Imperio Wari. Cabe precisar que Sawilka se ubica estratégicamente en la confl uencia de dos quebradas principales de acceso a la sierra.

Figura 19. Fragmento de tejido de algodón confeccionado en técnica tapiz ranurado. Estilo Cerro del Oro. Colección Museo Municipal Huaca Malena.

Figure 19. Weave fragment of cotton made in tapestry, Cerro del Oro style textile. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

El estilo Cerro del Oro corresponde a una cerámica distribuida entre los valles de Mala, Asia y Cañete, durante la Época 1 del Horizonte Medio.

El sitio de mayor relevancia asociado a esta cerámica es Cerro del Oro en el valle bajo de Cañete, el cual presenta arquitectura monumental con presencia de adobes cúbicos hechos a mano, a lo largo del valle de Cañete, así como asentamientos de carácter habitacional distribuidos entre el valle bajo y medio, tal como se aprecia en el catastro de Williams y Merino.

Page 104: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

104

Figura 20. Fragmento de tejido de lana en técnica cara de urdimbres discontinuas con decoración en tie dye y pintado, Horizonte Medio, asociado a cerámica Cerro del Oro. Procede de Socsa, valle medio de Asia. Colección

Museo Municipal Huaca Malena.Figure 20. Weave fragment of wool in expensive technique of warp of discontinuous warps with decoration in tie dye and painted, Middle Horizon, associated to ceramic Cerro del

Oro; Socsa site in the Asia valley. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

En el valle de Asia, los asentamientos con cerámica Cerro del Oro se ubican desde el litoral (Las Palmas) hasta el valle medio (Omas). Los sitios ubicados en Omas incluyen también estilos cerámicos locales (Figura 21).

Los sitios son pequeños pero concentrados en las laderas suaves de cerros de poca pendiente y generalmente utilizan terrazas rellenadas y de-limitadas por un muro de piedra de cerro en cuya parte superior se ubican adobes cúbicos (Figuras 22, 23). Los sitios de los valles de Asia y Mala son de menor envergadura comparándolos con los del valle de Cañete, pero los tipos de cerámica son muy similares.

Page 105: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

105

Figura 21. Cerámica del Horizonte Medio procedente de Pueblo Viejo, Omas, incluye fragmento estilo Cerro del Oro. Colección Oliver Huamán.

Figure 21. Ceramic from Pueblo Viejo in Omas, Asia, including frgament in Cerro del Oro style. Collection Oliver Huamán.

Durante la Época 1 del Horizonte Medio, el número de asentamien-tos se incrementa. Aunque en los valles de Mala y Asia no se distinguen con claridad sitios de gran envergadura, lo que hizo pensar a algunos investiga-dores que se trataba de largos periodos de abandono de los valles, es evidente que existe un incremento de poblaciones así como un desarrollo arquitectó-nico importante.

La presencia de íconos relacionados al estilo Chaquipampa, pero de confección local, indica la llegada de importantes infl uencias de Ayacucho y el incremento de relaciones con la costa.

El estilo Cerro del Oro, en consecuencia, no solo representa una ce-rámica correspondiente a un solo sitio arqueológico sino que constituye el símbolo de una región durante una época.

Page 106: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

106

Figura 22. Sitio Cerro Grande o Topas 2, sector Coayllo, valle de Asia. Sitio habitacional con cerámica Cerro del Oro.

Figure 22. Cerro Grande or Topas 2, Coayllo sector in Asia Valley. Habitacional site with ceramic Cerro del oro.

Figura 23. Terrazas habitacionales en Pueblo Viejo de Omas. Se presenta un estilo local y algunos fragmentos de cerámica de estilo Cerro del Oro.

Figure 23. Settlement in terraces: Pueblo Viejo de Omas. One appears a local style and some fragments of style ceramics Hill of Gold.

Page 107: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

107

Finalmente, los restos óseos asociados a este estilo corresponden a individuos con deformación craneal bilobada. Los fardos funerarios de las épocas 2B y 3 del Horizonte Medio de Huaca Malena están integrados por individuos que no presentan deformación craneana, y están asociados a ce-rámica llana y tejidos principalmente de pelo de camélido y algodón. Por lo expuesto, las épocas 2B y 3 del Horizonte Medio implican un cambio radical. No se han reconocido sitios habitacionales con claridad, sin em-bargo, destacan los contextos funerarios emplazados sobre las estructuras de las edifi caciones del Periodo Intermedio Temprano de Huaca Malena (Ángeles y Pozzi-Escot 2000, 2001), donde se han reportado contextos fu-nerarios de elite conteniendo fardos de falsa cabeza con fi nos tejidos wari de similares características a las halladas en Pachacamac por Max Uhle (1903) y en Ancón por Reiss y Stübel (1880-1887). La cerámica asociada a estos contextos es llana y ausente de decoración, a excepción de pocos ejemplares que incluyen cántaros cara-gollete y vasos con la representación del grifo de Pachacamac. Los tejidos de Huaca Malena son particulares, se distinguen tapices del más puro estilo Wari así como otros correspondientes a estilos de la costa central, la costa norte y la costa norcentral subdivididos a partir de la iconografía plasmada principalmente en los tapices.

Tejidos procedentes del valle de Asia

Un fragmento de tejido tie dye confeccionado con pelo de camélido fue recuperado de la superfi cie del sitio de Socsa ubicado en las inmediacio-nes de Coayllo. Se trata de un excepcional fragmento de uncu o camiseta confeccionado en técnica cara de urdimbre de urdimbres discontinuas y te-ñido mediante tye dye. Presenta fl ecos estructurales (Figura 20).

Cabe resaltar que en este periodo se sucede un cambio en los patrones de asentamiento, y el número de sitios habitacionales y cementerios crece en gran proporción con relación al periodo anterior. Así existen sitios en el valle bajo y medio donde destaca La Palma, el complejo arqueológico Quis-que, Socsa, San Lucas, Las Papas, Pan de Azúcar, Piedra Estrella, Uquira 3, 4, 5 y Tierra Amarilla (Figuras 10, 16, 17, 18, 19). Algunos fragmentos de cerámica de este estilo aparecen en Pueblo Viejo, Omas.

La arquitectura es de piedra y adobes cúbicos, también reportados por Tello (2000) en el sitio Cerro Los Perros, al que denominamos Quisque 1.

Page 108: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

108

Figura 24 Cerámica de estilo Cerro del Oro, procedente de Tierra Amarilla, valle medio de Asia.

Figure 24. Ceramics of Cerro del Oro style from Tierra Amarilla, Asia valley.

Algunos sitios que tenían material de estilo Cerro del Oro en el valle de Mala fueron reportados durante los trabajos de prospección por encargo del Instituto Nacional de Cultura (Williams y Merino 1976). Ciertamente, los sitios del Horizonte Medio se distribuyen desde el litoral hasta el valle alto. El sitio de La Ensenada (26j 5J01 en la nomenclatura de Williams y Merino) es uno de los sitios con arquitectura y cerámica de estilo Cerro del Oro en el litoral, y la ocupación en la zona parece que fue restringida. Igualmente, en Esquivilca (distrito de San Antonio) y San José del Monte, ubicado en la margen izquierda del valle de Mala a 8 kilómetros del litoral, ambos sitios de carácter aldeano, destaca la presencia de cerámica de estilo Cerro del Oro. En Cerro Salazar, Carmen Gabe, indica la presencia de ce-rámica de este estilo que aparece asociada a arquitectura de adobes cúbicos hechos a mano. Al parecer en Cerro Salazar existió una aldea de pescadores durante este período. Finalmente, de Mala, en el sector Santa Rosa, procede una importante colección de vasijas de este periodo. Se trataba de fardos en contextos funerarios. El sitio denominado San José del Monte incluye zonas habitacionales con cerámica de estilo Cerro del Oro (Figura 18).

Cañete constituye el valle con mayor cantidad de sitios de este perio-do. El sitio de Cerro del Oro, en el actual distrito de San Luis, se encuentra ubicado a la altura del Kilómetro 136 de la carretera Panamericana Sur, y ocupa un área de 120 hectáreas (Ruales 2001: 359) frente a los sitios de menor envergadura existentes en el valle y en los valles vecinos antes mencionados. Desde esa perspectiva, se podría indicar que el sitio de Cerro del Oro debe de

Page 109: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

109

constituirse en el principal sitio de la costa surcentral durante el Horizonte Medio. Los sitios detectados tanto en Chilca, Mala, Asia y Cañete estarían supeditados bajo algún sistema aún no defi nido al centro de Cerro del Oro. A este se suman sitios en La Quebrada, Pampa Clarita (cementerio reportado por Héctor Walde), una serie de asentamientos en ambas márgenes del valle y el importante sitio de Rumi Maki (en Lunahuana, reportado por Juan Mogro-vejo), una estructura de adobes que encierra una enorme «huanca» de planta rectangular. Los muros de adobes cúbicos presentan pintura mural sobre fon-do blanco y crema y diseños delineados en negro y rojo.

Figura 25. Conjunto de sartas de cuentas y agujas de hueso y madera procedentes de Azpitia, valle de Mala. Colección Museo Municipal Huaca

Malena.Figure 25. Set of strings of accounts and needles of bone and wood coming from Azpitia,

Mala valley. Collection Municipal Museum Huaca Malena.

El patrón funerario de cámaras rectangulares o en forma de bota, en donde se depositan los cadáveres enfardelados y en posición fl exionada, muestran un patrón sureño, diferente al de la costa central.

Este estilo cerámico a la fecha ha sido reportado entre los valles de Chilca, Mala, Asia y Cañete. Por lo expuesto podemos plantear que duran-te la época 1 del Horizonte Medio, los mencionados valles conformaron una unidad cultural propia, la misma que surgió asociada a un incremen-to poblacional, la formulación de una arquitectura propia y cuya cerámica recepciona elementos ideológicos iconográfi camente relacionados a Wari a través del uso de elementos de los estilos Chaquipampa, Nasca y Lima, a los que ubica en formas cerámicas locales, algunas de ellas con reminiscencias serranas de Cajamarca, de Wari y de la costa central. Estas nuevas formas

Page 110: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

110

relacionadas a este estilo son innovadoras toda vez que se alejan de las tra-diciones culturales previas (Ángeles y Pozzi-Escot 2000; Gabe 2000). Pero estos sucesos no son aislados a la región. En la costa central paralelamente se suceden una serie de hechos que permiten el desarrollo del estilo cerámico denominado Nievería, que se asocia a la tradición local denominada Lima Tardío. Este estilo Nievería, sin embargo, tiene una distribución limitada. Aparece principalmente en los grandes centros administrativos religiosos del valle de Rímac tales como Maranga, Catalina Huanca y en menor grado en Pucllana. Algunas botellas y platos han sido reportados en la zona de Chac-lla, sierra de Lima, y en menor grado se encuentra (con formas limitadas) en los valles del Chillón, Lurín y Chancay. Vasijas nievería proceden igualmente del valle de Fortaleza-Pativilca, algunas del valle de Casma y aparecen como ofrendas foráneas en contextos funerarios de elite en San José de Moro, en el valle de Jequetepeque (Castillo 2001).

Si bien la costa central se caracteriza por la presencia de grandes edifi ca-ciones indicativas de un poder centralizado y un sistema político sustentado en una elite gubernamental, los mismos que se concentran en el valle del Rímac; los valles de Chillón y Lurín presentan una menor cantidad de estas edifi cacio-nes y las mismas se caracterizan por estar ubicadas en lugares estratégicos.

El estilo Cerro del Oro se distribuye entre los valles de Mala, Asia y Cañete durante las épocas 1 y 2 del Horizonte Medio. Esta cerámica se asocia a arquitectura monumental de adobes cúbicos hechos a mano cuyo centro principal es Cerro del Oro en Cañete. En Asia y en Mala se trata de sitios habitacionales distribuidos entre el valle bajo y medio.

En el valle de Asia, cerámica del estilo Cerro del Oro se ubica en asentamientos pequeños que se encuentran frente al litoral, en las laderas de cerros y bocas de quebradas. Representa un incremento de sitios frente al pe-riodo anterior. La arquitectura es de piedra con adobes cúbicos y en algunos sitios se observan evidencias de actividades artesanales.

Este tipo de evidencia, sugiere que se desarrolló una entidad cultural propia de índole regional, resultado de la presencia de infl uencias wari, pero con un tipo de carácter propio y local. Es probable que el interés de Wari esté referido a la riqueza agrícola de los valles de Mala y Cañete, mientras que Asia se vio favorecido por el desarrollo de esta entidad.

Agradecimientos: Al Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú por permitirnos fotografi ar la cerámica de la Colección Tello procedente de Cerro del Oro. A todos los estudiantes de arqueología

Page 111: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

El Estilo Cerro del Oro del Horizonte Medio en el valle de Asia

111

de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que nos acompañaron en los recorridos por el valle de Asia. A Denise Pozzi Escot, Arturo Santos, Uli-ses Ibáñez, Mirtha Cruzado y Héctor Walde y en especial a los organizadores del simposio La producción y distribución de cerámica como indicador social y político en los Andes prehispánicos y coloniales y a los editores de la Revista Chilena de Antropología por su especial deferencia.

Bibliografía

Ángeles, R. 2002. “Un hallazgo del periodo formativo en el valle de Asia”. Arqueología y Sociedad 14: 99-122.

Ángeles, R. 2003. Arqueología del valle de Asia. Cuadernos del Patrimonio Cultural 1. Museo Municipal Huaca Malena. Lima.

Ángeles, R. y D. Pozzi Escot. 2000. “Investigaciones arqueológicas en Huaca Malena, valle de Asia”. Arqueológicas 24: 63–77.

Ángeles, R. y D. Pozzi Escot. 2001. “Textiles del Horizonte Medio. Las evidencias de Huaca Malena, valle de Asia”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 401-424.

Ángeles, R. y D. Pozzi Escot. 2004. “Del Horizonte Medio al Horizonte Tardío en la Costa Sur Central: el caso del valle de Asia”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (3): 861-886.

Ángeles, R. y D. Pozzi Escot. 2005. “Un fardo funerario de Huaca Malena, valle de Asia”. Corriente Arqueológica 1: 119-148.

Baca, E. 2001. “Establecimiento estatal inka en el valle de Asia, Uquira”. Actas del XII Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina, vol. II: 174-194. Lima.

Castillo, L. J. 2001. “La presencia de Wari en San José de Moro”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 143-179.

Coello, A. 1991. “Uquira: un sitio inka”. El Peruano, 1 y 7 de abril: 1-3. Lima.

Engel, F. 1963. “A preceramic settlement on the Central Coast of Peru: Asia, Unit 1”. Transactions of the American Philosophical Society 53 (3): 1-139.

Engel, F. 1987. De las Begonias al Maíz. Vida y producción en el Perú antiguo. Centro de Investigaciones de Zonas Áridas (CIZA). Universidad Nacional Agraria, La Molina. Lima.

Page 112: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Rommel Ángeles Falcón

112

Gabe, C. 2000. Investigaciones arqueológicas en Cerro Salazar, Mala. Serie de Investigaciones CEAMA, 1. Lima.

Kroeber, A.L. 1937. “Archaeological Explorations in Peru. Part IV. Cañete Valley. First Marshall Field Archaeological Expeditions to Peru”. Anthropology Memoirs 2 (4): 221-273.

Menzel, D. 1968. La cultura Huari. Compañía de Seguros y Reaseguros Peruano-Suiza. Lima.

Menzel, D. 1971. “Estudios arqueológicos en los valles de Ica, Pisco, Chincha y Cañete”. Arqueología y Sociedad 6: 1-167.

Negro, S. 1982. “Ukira, arquitectura Inca de la costa central”. Revista de la Universidad Ricardo Palma 5: 83-98.

Reiss, J. W. y M. A. Stübel. 1880-1887 The Necropolis of Ancon in Peru: a contribution to our knowledge of the culture and industries of the Empire of the Incas, Being the results of excavations made of the spot (traducción de A. J. Keane). 3 volúmenes. A. Asher & Co, Berlín.

Ruales, M. 2001. “Investigaciones en Cerro del Oro, valle de Cañete”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 359-399.

Stumer, L. 1971. “Informe preliminar sobre el recorrido del valle de Cañete”. Arqueología y Sociedad 5. 23-35.

Tello, J. C. 2000. Arqueología del valle de Asia: Huaca Malena. Cuadernos de Investigación del Archivo Tello 2. Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

Uhle, M. 1903. Pachacamac. Report of the William Pepper, M. D., LL. D., Peruvian Expedition of 1896. Department of Archaeology, University of Pennsylvania. Philadelphia.

Williams, C. y M. Merino. 1974. Inventario, Catastro y Delimitación del Patrimonio Arqueológico del Valle de Cañete. Centro de Investigación y Restauración de Bienes Monumentales. Instituto Nacional de Cultura. Lima.

Williams, C. y M. Merino. 1976. Inventario, Catastro y Delimitación del Patrimonio Arqueológico del Valle de Mala. Centro de Investigación y Restauración de Bienes Monumentales. Instituto Nacional de Cultura. Lima.

Page 113: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq, Ayacucho,

Perú

Use and Reuse of Wari Ceramics: A View from Marayniyoq, Ayacucho, Peru

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

Resumen

Las excavaciones arqueológicas efectuadas en el sitio Wari de Ma-rayniyoq, del valle de Ayacucho, Perú, resultó en el hallazgo de una excelente colección de cerámica, la mayoría de las cuales pertene-cientes a vasijas de tamaños grandes. El objetivo de este trabajo es explicar, primero, el contexto social que determinó la producción de formas particulares de cerámica, y, segundo, evaluar las razo-nes que conllevaron a la reutilización de las vasijas. El análisis funcional de las vasijas también permite determinar que dentro de la estructura política Wari, los centros destinados a la produc-ción operaron maximizando los recursos, y en caso de Marayniyoq reutilizando vasijas rotas que en otros contextos simplemente fue-ron abandonados. Esto es de particular interés considerando que en centros de privilegio, la elite Wari podía sacrifi car vasijas fi namente decoradas.

Palabras Clave: Andes Centrales, Horizonte Medio, Wari, Cerá-mica.

1 Department of Archaeology, University of Calgary. E-mail: [email protected] Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Huamanga, Ayacucho, Perú. ervalcar@hotmail.

comRecibido: Octubre 2007. Aceptado: Mayo 2008

113

Revista de Antropología N°19, 2009: 113-132Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

Page 114: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

114

Abstract

Archaeological excavations carried out at the Middle Horizon Wari site of Marayniyoq, in the Ayacucho Valley, Peru, uncove-red an excellent collection of ceramic vessels, the majority of them being large sized. Th e objective of this paper is to explain, fi rst, the social context that determined the manufacturing of specifi c vessel forms, and, second, to evaluate the reuse broken vessels. Th e functional analysis of the ceramics also allows us to determine that within the Wari political structure, the production centers operated maximizing resources, and in the particular case of Marayniyoq reusing broken vessel. Th is is of particular interest noting that at other important centers, the elite was privileged to sacrifi ce fi nely decorated vessels.

Key Words: Central Andes, Middle Horizon, Wari, Ceramics

Introducción

La cerámica es un tipo de artefacto que a menudo abunda en muchos sitios arqueológicos, y por cuanto proveen información valiosa con respecto a cronología, estilo, y forma, son de mucha utilidad para el análisis arqueológico. En este trabajo, nuestro objetivo es discutir el caso particular de la forma para así determinar no sólo la función de las vasijas en sí, sino también de contex-tos específi cos. La forma de las vasijas permite determinar la función de las vasijas, las mismas que a su vez sirven para evaluar la función de contextos específi cos o de sitios arqueológicos en general. No obstante que existe la posibilidad que una vasija puede cumplir funciones distintas, es decir más de una función, se entiende que éstas son manufacturadas para desempeñar funciones específi cas. Se entiende que la función general de las vasijas es “cambiar la estructura comestible de las comidas, ya sea cocinando o tostan-do, y para almacenar y servir una variedad de comidas específi cas” (Arthur 2002:332).

Durante la manufactura se determina la función que cumplirá una vasija. Esta determinación permite conocer el tiempo de trabajo que ocasiona la manufactura de la vasija. Al mismo tiempo, aparte de la función específi ca, el lugar donde la vasija será utilizada es otro factor que determina la cantidad de esfuerzo que se invierte en la producción de una vasija determinada. Para poner las cosas en breve, por un lado, una vasija destinada a cumplir funciones de almacenamiento, y en consecuencia mantenida lejos de la audiencia, será

Page 115: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

115

menos elaborada y requerirá menor tiempo de trabajo. Por otro lado, vasijas a ser utilizadas en contextos públicos, por lo general serán mejor elaboradas, y en consecuencia demandarán mayor tiempo de trabajo. Atributos adiciona-les incrementan estas diferencias, las mismas que se ponen a consideración líneas adelante.

En este trabajo, partimos de aquella premisa bastante simple, y para su efecto primero defi nimos la función de determinadas vasijas recuperadas mediante excavaciones arqueológicas. En seguida, buscamos diferencias adi-cionales, a parte de la misma forma, para distinguir en lo posible otras varia-bles que pueden servir en el análisis funcional de la cerámica. Finalmente, se presta atención al tratamiento fi nal de las vasijas. Esta última permite cono-cer qué tipo de vasija, o vasijas, fue la que requirió mayor esfuerzo y energía de trabajo. Para este caso, se asume que el alfarero minimiza su tiempo de trabajo al manufacturar una vasija. Esto quiere decir que el ceramista no gastará la misma energía y esfuerzo en la producción de dos formas de vasijas destinados a cumplir funciones distintas. Para desarrollar nuestro postulado, tomamos en consideración la cerámica proveniente del sitio Wari de Mara-yniyoq (Valdez 2002a, 2006).

Al mismo tiempo, es nuestra intención discutir el signifi cado de las vasijas mejor elaboradas y de manera especial el acabado fi nal, incluido la decoración. En este aspecto, planteamos que existe una intencionalidad de parte del alfarero en decorar de una manera particular vasijas específi cas. En el caso de la colección en consideración, parece probable que vasijas determi-nadas fueron decoradas para cumplir funciones totalmente distintas de las pu-ramente funcionales. En este caso, y tal como se discute más adelante, algunas vasijas fueron medios que transportaron y transmitieron la ideología del apara-to estatal Wari. Para poner en perspectiva nuestra discusión, primero damos una breve referencia a la evidencia arqueológica, para luego discutir la forma de las vasijas de Marayniyoq y evaluar su función. Luego tocamos el caso de la restauración de las vasijas. Finalmente discutimos nuestros hallazgos en el contexto del estado Wari.

La colección de cerámica Wari de Marayniyoq

Marayniyoq es un asentamiento Wari ubicado a corta distancia al norte de la ciudad capital Wari, en el valle de Ayacucho, Perú (Figura 1). Las excavaciones arqueológicas que efectuamos en el sitio entre 1999 y 2002 resultaron en el descubrimiento, entre otros, de una serie de piedras trabaja-das de superfi cie plana y con claras muestras de haber sido utilizadas como

Page 116: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

116

batanes. Confi rmando esta conclusión, también se hallaron en los mismos contextos las partes activas de los batanes, conocidos en la región de Ayacu-cho como tunay (Valdez 2002a, 2000b, 2003, 2006; Valdez, et al. 2000). En base a dichos descubrimientos, se concluye que Marayniyoq fue un centro especializado Wari orientado al procesamiento probablemente de la qora. Como se conoce, la qora es la materia prima utilizada para la elaboración de la chicha (Morris 1979).

Figura 1. Ubicación de Marayniyoq en el valle de Ayacucho.Figure 1. Location of Marayniyoq in the Ayacucho Valley

Otro descubrimiento de igual signifi cado es la colección de cerámica. Desde un inicio quedó obvio que una gran proporción de la cerámica recu-perada de Marayniyoq estaba constituida por aquellas de tamaño grande. El posterior análisis confi rmó nuestra anticipación, determinando además que dos son las formas más comunes. La primera forma consiste de una vasija

Page 117: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

117

abierta, de tamaño grande y base cónica (Figura 2), la misma que en la región de Ayacucho es conocida como maqma (Arnold 1985:150; Valdez 1997:68, 2002a:77). Funcionalmente, estas vasijas son ideales para depositar granos así como para fermentar bebidas como la chicha (Arnold 1985:150; Isbell et al. 1991:44). La segunda forma que también ocurre con alta frecuencia es una vasija cerrada y de tamaño grande (Figura 3). Por la particular ubica-ción de sus asas, que aparecen asimétricamente colocadas en sus lados, esta vasija es idéntica a una localmente conocida como qipiri (Valdez 1997:72, 2002a:76). A diferencia de otras vasijas de forma similar, el qipiri es una for-ma manufacturada para ser transportada. En consecuencia, funcionalmente estas vasijas son ideales para transportar bebidas.

Figura 2. Maqma de manufactura simple y de base cónicalFigure 2. Maqma of simple manufacture and a cnical base.

Ambas formas tienen sus variantes más pequeñas. La variante de la primera forma es conocida como tinaja, mientras que la variante de la se-gunda es referida simplemente como qipiri pequeño. En general, estas son los tipos de cerámica más comunes de Marayniyoq; en el resto de este traba-jo nuestra atención está orientada a estas dos formas.

Page 118: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

118

Figura 3. Qipiri de manufactura simple y de base cónica.Figure 3. Qipiri of simple manufacture and conical base.

Mientras la morfología de las vasijas es obvia y es muy útil para defi -nir sus funciones, es de suma importancia prestar atención a las similitudes y diferencias de ambas formas desde el punto de vista de la tecnología de producción. En primer lugar, consideremos el caso de la maqma. En base a atributos adicionales, como el tipo del cuello, forma de la base, entre otros, queda evidente que hay tres variantes de la maqma. Esta sub-división ha sido tratada en otro trabajo, razón por la cual no se vuelve a repetir en esta oportunidad. Lo importante para los fi nes de esta discusión es que la maqma, no obstante sus variaciones morfológicas, presenta características comunes en cuanto a manufactura y acabado se refi ere. Vasijas de este tipo fueron manufacturadas sin mayor cuidado. Por ejemplo, la arcilla utilizada parece no haber sido la mejor, y los desgrasantes agregados tampoco fueron seleccionados con el necesario cuidado. Además, las superfi cies tanto interna como externa, son ásperas, desiguales, y carecen de un pulido. Al fi nal del proceso de manufactura, apenas un ligero baño de engobe fue aplicado sobre la superfi cie externa. Como se podrá observar, en ningún caso vasijas de esta forma fueron decoradas. Importante es anotar que las tinajas fueron tam-bién manufacturadas siguiendo los mismos parámetros que las maqmas.

Por su parte, teniendo en consideración el acabado y la forma de la base, vasijas del segundo grupo (qipiri) pueden ser sub-divididos en una de base cónica (Figura 4), y otra de base plana (Figura 5). En cuanto a manu-factura y tratamiento fi nal se refi ere, las vasijas de base cónica comparten el mismo tratamiento que las vasijas abiertas; es decir, este grupo de vasijas fueron manufacturados sin mayor cuidado, y esto incluye la ausencia de las decoraciones. Entretanto, la otra variante de qipiri presenta no sólo una

Page 119: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

119

base plana, sino también fue mejor elaborado. Por ejemplo, los desgrasantes son poco visibles en comparación al grupo anterior. Además, la superfi cie externa presenta un mejor tratamiento y tiende a ser más homogénea. So-bre dicha superfi cie se aplicó primero un engobe naranja o rojizo, y luego decorados.

Figura 4. Qipiri de manufactura más elaborada y de base plana.Figure 4. Qipiri of better manufacturing with a fl at base.

De lo hasta aquí referido, se observa que las vasijas de tamaño grande, no obstante sus diferencias en cuanto a forma se refi ere, fueron continua-mente poco elaborados. Merece hacer resaltar que con la rara excepción de una vasija abierta que tiene una base plana, todas las vasijas poco elaboradas presentan una base cónica. En contraste, las vasijas mejor elaboradas y que incluyen decoraciones, presentan por lo general una base plana.

Esta notable diferencia determinada por la forma de la base tiene im-plicancias en cuanto al uso espacial de determinadas formas de vasijas. En efecto, aquellas de base cónica fueron destinadas a permanecer estables en lugares específi cos. Dichos lugares fueron unos hoyos producidos en el piso y ubicados al interior de las estructuras. Efectivamente, en las proximida-des de las vasijas de base cónica, se han expuesto varios hoyos, indicando que estos fueron los lugares donde dichas vasijas descansaron. Confi rmando esta observación, durante la temporada del 2002 se halló una vasija cerrada manteniendo aún su posición original. Además, merece anotar que las bases cónicas siempre presentan raspaduras producto de haber permanecido en los hoyos. Por su lado, vasijas de base plana, con algunas raras excepcio-nes, fueron mejor manufacturadas. Además, estas fueron producidas para ser trasladadas con mayor frecuencia y facilidad, donde una base plana ob-

Page 120: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

120

viamente habría garantizado mejor estabilidad sin la necesidad de mantener una posición permanente en un determinado lugar.

Figura 5. Qipiri de manufactura más elaborada y de base plana.Figure 5. Qipiri of better manufacturing and fl at base.

Estas notables diferencias en cuanto a la forma de la base de las va-sijas se refi ere, también determinaron si las vasijas fueron producidas para estar en contacto directo con una numerosa audiencia, o simplemente con un grupo más reducido de la población. De nuestro análisis se desprende que las vasijas de base cónica, con algunas raras excepciones, parecen haber sido vistas sólo ocasionalmente. Por lo tanto, parece probable que el poco esfuerzo invertido en la producción y acabado de las vasijas de base cónica fue determinado por el simple hecho que estas no fueron producidas para ser expuestas. En otras palabras, por el hecho que estas no iban a estar en contacto con una amplia audiencia, el esfuerzo invertido en su manufactura fue menor en comparación al tiempo que consumió la producción de las vasijas de base plana. Como tales, la principal función de este tipo de vasijas probablemente fue la de almacenamiento (graneros).

Como ya se anotó, hay vasijas cerradas que tienen base cónica. Di-cha forma sugiere que estas fueron manufacturadas para transportar, pero al parecer en forma limitada. Otra posibilidad es que dichas formas fueron utilizadas en circunstancias determinadas que no necesariamente involucra-ban una presencia considerable de la población; es decir, durante los que-haceres cotidianos, como pudo haber sido el acarreo del agua. En cualquier caso, la base cónica parece haber sido un factor que limitó su movilidad, considerando que dichas vasijas no podían ser trasladadas de un lugar a otro con la misma facilidad que una de base plana. Por esta particularidad,

Page 121: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

121

vasijas cerradas de base cónica fueron poco transportables pero ideales para otras actividades como el almacenamiento de granos y la fermentación de bebidas. La presencia de raspaduras en la base precisamente sugiere que estas vasijas permanecieron en lugares específi cos, al igual que las vasijas abiertas de base cónica.

A diferencia de las vasijas cerradas de base cónica, aquellas provistas de base plana probablemente fueron fáciles de ser transportadas. En otras palabras, este grupo de vasijas parecen haber sido manufacturadas específi ca-mente para ser trasladadas de manera constante. Su base plana precisamente permitiá que estas podían ser llevadas de un lugar a otro sin mayor difi cul-tad. Al parecer, esta particularidad de haber sido manufacturadas para estar en movimiento fue la que hizo que estas vasijas sean no sólo mejor elabora-das, sino también decoradas. Esto implica que la producción de estas vasijas requirió mayor esfuerzo de trabajo.

Como vasijas transportables, puede existir poca duda que éstas estu-vieran destinadas para entrar en contacto con la audiencia (Figura 6), tal vez en el mismo sentido que un kero. Cabe añadir que el qipiri es transportado en la espalda de una persona (Figura 7); cuando esto ocurre, un qipiri con gollete debió haber sido visible por toda la comunidad. Y, si la vasija fue transportada a distancias considerables, a lo largo de dicho tramo este tam-bién debió haber sido observado, permitiendo de este modo el contacto con una población bastante numerosa.

Considerando que las vasijas mejor elaboradas no ocurren con fre-cuencia en cualquier sitio, sino sólo en sitios de mayor prestigio, se puede sostener que la jerarquía de los sitios está refl ejada en el tipo de utensilios utilizados por sus residentes. En el caso Wari, el sitio de Conchopata viene a ser un excelente ejemplo y cuyos utensilios ceremoniales son mejor elabo-rados que las vasijas provenientes de sitios como Azángaro (Anders 1989) y Marayniyoq, para citar dos casos. En consecuencia, el hecho de ser vistos requirió la inversión de mayor trabajo en la producción de formas específi -cas1.

Page 122: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

122

Figura 6. Qipiri con gollete proveniente de Marayniyoq.Figure 6. Qipiri with a face-neck from Marayniyoq.

Figura 7. Posición de un qipiri al ser transportado.Figure 7. Position of a qipiri at the moment of being transported.

Es importante añadir que el alfarero Wari, aun conciente que la vasija era producida para ser vista, minimizó el esfuerzo invertido en el acabado fi nal de la misma. Efectivamente, cuando se trató de decoración, sólo la par-te visible fue decorada (Figura 8), mientras que aquellos sectores de la vasija que rara vez fueron vistos, no fueron decorados en absoluto. En el caso de los qipiris, la parte decorada obviamente era la frontal, lo que hace evidente que las vasijas decoradas Wari fueron símbolos del mismo aparato estatal. Al igual que durante el periodo Inka (Morris 1991:522), la iconografía Wari en particular debió haber sido un medio a través del cual el estado Wari entró en contacto con la audiencia. Como tal, es muy posible que los motivos

Page 123: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

123

representados en las vasijas portaran un mensaje del estado. Curiosamente, las vasijas cerradas como los qipiris se caracterizan por la cara gollete, como la ilustrada en la Figura 8. Los caras golletes no parecen representar a simples individuos; más bien, estas parecen representar a personajes de importancia y de poder (ver Isbell y Cook 2002; Ochatoma y Cabrera 2002). Por lo tan-to, es nuestra sugerencia, que la intención de personifi car a una vasija fue in-tencional y que con esto se buscó el contacto entre la autoridad y el resto de la comunidad. Por último, si estas vasijas sirvieron para transportar la chicha, dicha bebida debió haber tenido una conexión con la autoridad. Es decir, el hecho de distribuir la bebida pudo haber sido un acto donde el estado hizo sentir su presencia simbólica pero efectiva. Entonces, determinadas formas de vasijas, convertidas en portadoras de la ideología estatal, cumplieron fun-ciones que se extienden más lejos de lo puramente funcional; en su lugar, formas específi cas y utilizadas en determinados contextos cumplieron un rol determinante en difundir la ideología del poder.

Figura 8. Qipiri decorado con evidencias de haber sido previamente restaurado.Figure 8. Decorated qipiri with evidence of have been previously reused.

Reutilización de las vasijas

Otro aspecto de igual importancia que se extrae de los trabajos de investigación efectuados en el sitio Wari de Marayniyoq es la presencia de muchas vasijas que habían sido restauradas en el pasado. En efecto, hasta el reciente hallazgo de vasijas restauradas en el mencionado sitio, no se co-nocía de algo similar para el caso Wari en el valle de Ayacucho. El porqué vasijas fragmentadas que pudieron haber sido descartadas fueron restauradas y reutilizadas tiene importancia, especialmente para evaluar la función de

Page 124: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

124

un sitio como Marayniyoq. Al mismo tiempo, es interesante anotar que mientras en sitios como Marayniyoq existía al parecer la obvia necesidad de restaurar vasijas rotas o rajadas, en otros sitios del mismo valle, como Conchopata (Cook 2004:157), se observa que vasijas muy bien elaboradas y fi namente decoradas fueron intencionalmente destruidas. Estas diferencias denotan con suma claridad las diferencias en cuanto a función y prestigio de estos dos sitios por ejemplo, donde los sectores de mayor prestigio podían destruir objetos cuya producción requirió mayor desgaste de energía. Fi-nalmente, estas variaciones son indicadores del grado de estratifi cación que diferenció a los varios sectores de la población Wari.

Las vasijas que fueron restauradas no son piezas únicas, como tampo-co ejemplares fi namente decorados. Si bien vasijas decoradas fueron tam-bién restauradas, igual trato recibieron aquellas pobremente manufactura-das. Esto demuestra que tratamiento y sofi sticación tecnológica no fueron los criterios que determinaron si una vasija podía o no ser restaurada. Efecti-vamente, tanto vasijas cerradas como abiertas, y que incluyen las decoradas y las no decoradas, recibieron el mismo tratamiento. Desde luego, esto incluye vasijas de bases planas y bases cónicas.

Nuevamente, la interrogante que surge es por qué fue necesario res-taurar vasijas en este sitio en particular, y cuál fue el mayor propósito para dicha restauración. Obviamente, muchas de las vasijas restauradas no pu-dieron haber seguido cumpliendo sus funciones iniciales. En particular, si estas vasijas fueron inicialmente manufacturadas para almacenar o fermen-tar bebidas, dicha función debió haber sido simplemente imposible cumplir precisamente porque las vasijas ya no estaban en las mismas condiciones. De igual forma, vasijas que al parecer fueron inicialmente destinadas para transportar bebidas, una vez restauradas su función debió también haberse modifi cado. Por lo tanto, queda evidente que restauración y re-uso implicó necesariamente modifi cación de la función inicial de las vasijas.

Para comprender el signifi cado y el porqué de la presencia de vasijas restauradas en Marayniyoq es de suma importancia considerar la presencia de una serie de piedras trabajadas identifi cadas como batanes en el mismo sitio (Valdez 2002a). Junto a los referidos batanes también se hallaron los elementos activos de los batanes, confi rmando de este modo que una activi-dad importante efectuada en el sitio fue el procesamiento de granos (Valdez 2003, 2006). Por cuanto el procesamiento de granos, por lo menos desde la perspectiva de la etnografía local, está asociado con el trabajo de la mujer (Allen 1988:140; Hastorf 1991:134; Meyerson 1990:49), existe la posibi-lidad de que la actividad efectuada en este sitio tuviera una fuerte conexión

Page 125: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

125

con la mujer. Confi rmando esta observación, en las inmediaciones de los batanes se recuperaron muestras de piruros. Como se conoce, el piruro es un artefacto asociado con el hilado, que a su vez es otra actividad ejecutada por la mujer (Gero 1990:54; Murra 1983:107; Rowe 1946:241). Interesante es anotar que de acuerdo a Morris (1979:28), en asociación a los elementos que atestiguan la producción de la chicha también está el piruro, sugiriendo precisamente que la chicha fue producida por las mujeres (Morris y Th omp-son 1985:70). De fuentes ethnohistóricas se conoce que durante el auge del estado Inka la producción de la chicha fue tarea de la mujer. En consecuen-cia, estos descubrimientos, puestos en conjunto, sugieren para el caso Wari un panorama idéntico al caso Inka2. Todo esto, por último, confi rma que Marayniyoq fue un establecimiento especializado y cuya función fue asocia-da con la producción de la chicha.

El crítico se preguntará, y qué de las vasijas restauradas. Tal como se anotó líneas adelante, existe evidencia contundente que sugiere que la fun-ción de Marayniyoq fue asociada con el procesamiento de alguna variedad de grano. Y, considerando que por más perfecta que haya sido la restaura-ción de las vasijas, rara vez –si no nunca– estas pueden cumplir la función inicial para la que fueron manufacturadas. Esto especialmente si se trata de vasijas que fueron manufacturadas para transportar y depositar bebidas. En su lugar, la función de vasijas restauradas se modifi ca por completo. Esta es una observación a la que los especialistas interesados en el estudio de la ce-rámica tenemos que prestar más cuidado y mayor atención, particularmen-te cuando nuestras conclusiones se derivan de fragmentos y no de formas completas.

Y como es de esperar, productos como la qora necesitan de un lugar donde ser depositados antes y después de su procesamiento. Por lo tanto, la presencia de vasijas restauradas en Marayniyoq sugiere que estas probable-mente fueron las empleadas para dicha fi nalidad. Esta es, a nuestro juicio, la única forma de explicar la función de vasijas restauradas. Esta observa-ción enseña a su vez que en determinadas circunstancias la función podría ser fácilmente alterada. Con esto también queda evidente que la forma no necesariamente tiene una estrecha conexión con la función, especialmente cuando se trata de vasijas restauradas.

Al mismo tiempo, los trabajos efectuados en Marayniyoq vienen de-mostrando, aparte de defi nir la función del sitio, que el lapso de vida de vasijas determinadas varía de acuerdo a varios factores. Tal como David y Kramer (2001:4) anotan, vajillas frágiles y las que entran en mayor contacto

Page 126: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

126

con las personas son las que tienen una corta vida. Este vendría a ser el caso de los qipiris decorados y las copas. Entretanto, el lapso de vida de las vasijas utilizadas para almacenar productos y que como tales permanecen en lugares menos accesibles, como el interior de una vivienda, al parecer tienden a du-rar más. Sin embargo, el hecho de restaurar y reutilizar determinadas formas hace que la vida de estas sea todavía más prolongada. En consecuencia exis-te toda la posibilidad que arqueológicamente los contextos arqueológicos contengan materiales manufacturados y utilizados durante periodos largos y que probablemente sobrepasan toda una generación de vidas humanas. Esto en particular de vasijas abiertas que desde ya tienen un lapso de vida larga.

El porqué en un sitio como Marayniyoq fue necesario restaurar va-sijas cuando no muy lejos había un centro orientado a la producción de la cerámica y donde la elite incluso podía darse el honor de destruir vasi-jas policromas (Ochatoma y Cabrera 2002; Cook 2004) es una importante interrogante, pero difícil de responder. Sin embargo, se puede sugerir que el comportamiento de la elite Wari fue muy similar a cualquiera otra clase dominante. Es decir, los sectores destinados a la producción no fueron la prioridad del estado, no obstante que las actividades que efectuaron fueron de mucho valor para la elite. En otras palabras, los sectores responsables de la producción tenían que acondicionarse a las condiciones de trabajo, improvisando incluso objetos de los que requerían con urgencia. Todo esto, fi nalmente, confi rma que Wari fue una sociedad con una estratifi cación so-cial vertical.

Resumiendo, los trabajos efectuados en Marayniyoq dejan a la luz nuevas evidencias que permiten conocer más de cerca a una sociedad como Wari. La restauración y la posterior reutilización de las vasijas es un caso úni-co que ilustra las condiciones bajo las cuales los sectores menos favorecidos tuvieron que llevar adelante sus tareas con el estado. No obstante que la chi-cha fue producto altamente requerido por la sociedad Wari, su producción se efectuó en condiciones bastante arcaicas, la misma que tal vez refl eja la condición en la que se encontraron las poblaciones menos favorecidas.

El significado social de la cerámica

Existe poca duda que Wari fue una sociedad elitista y donde los secto-res del poder controlaron a una numerosa población (Lumbreras 1980:81). Para una sociedad como Wari, la ideología asociada con el poder debió tam-bién haber sido otro mecanismo que ayudó a consolidar la autoridad, espe-cialmente en sus fases iniciales. Es de anticipar que sociedades como Wari

Page 127: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

127

utilizaron todos los medios posibles para comunicar y propagar la ideología ofi cial (Menzel 1964). La cerámica obviamente fue uno de tales medios, y de manera particular aquellas formas que entraron o estaban manufacturadas para entrar en contacto con la audiencia. Sin lugar a dudas, esta parece que fue la forma más efi ciente por medio de la cual la autoridad Wari hizo sentir su presencia no sólo en los actos públicos organizados por la misma autori-dad, sino también en otras de carácter local.

Tal como otros especialistas han discutido, el estado Wari elaboró una ideología nueva (Isbell y Cook 1987, 2002), la misma que se expresa sobre todo en la iconografía de la alfarería. Los motivos que frecuentan vasijas específi cas son nuevos en el sentido que con anterioridad no existieron en el valle de Ayacucho. Una vez establecida, la nueva iconografía fue propagada por gran parte de los Andes centrales.

Este proselitismo estatal se hace visible en muchas formas de la colec-ción de cerámica Wari. En sitios como Marayniyoq, aparte de las copas, una de las formas que cumplió dicho rol fueron los qipiris. Estas formas trans-portables fueron al parecer un medio efi ciente para que el estado entre en constante contacto con la población en todos sus niveles. En consecuencia, es indiscutible el importante rol que cumplió la cerámica Wari, la misma que se extendió de lo simplemente funcional. Como en el caso Inka (Morris 1991), la cerámica policroma Wari, como portadora de los símbolos del es-tado, debió haber sido en todo instante un ente que hizo sentir la presencia, aunque sea indirecta, del aparato estatal.

Resumiendo, esta refl exión acerca de las formas de cerámica Wari provenientes de Marayniyoq proveen información que fácilmente podría ser ignorada si se prestara atención sólo a la forma. La forma, si bien es un elemento bastante útil para la interpretación arqueológica, tiene sus limi-taciones. Como se ha demostrado en esta corta contribución, el concepto de forma es fácilmente modifi cado en casos como cuando las vasijas son restauradas y vuelven a ser utilizadas. El porqué algunas culturas se vieron obligadas a restaurar y reutilizar sus vasijas va más allá de la intención de esta contribución. Al mismo tiempo, este trabajo deja en claro que la cerámica fue un medio efectivo utilizado por organismos estatales como Wari para propagar la ideología ofi cial. Para esto, vasijas determinadas, de manera par-ticular aquellas que entraron en contacto con un mayor número del público, fueron las encargadas de llevar la insignia estatal. Finalmente, y aun cuando el estado estaba detrás de este proceso de difusión, el alfarero buscó formas de minimizar su trabajo, prestando mayor atención a secciones específi cas

Page 128: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

128

de las vasijas que fueron mejor elaboradas, mientras aquellas poco visibles fueron simplemente dejadas sin ser decoradas. Otras que fueron vistas desde varios ángulos obviamente fueron, y tuvieron que ser, del todo decoradas, con la excepción de la base.

Consideraciones finales

Aparte de defi nir la función de un sitio como Marayniyoq (Valdez 2006), el estudio de la colección de cerámica permite extraer datos que fá-cilmente pueden ser ignorados. Para poder extraer la información aquí dis-cutida fue imprescindible volver a restaurar las vasijas talmente rotas encon-tradas durante las excavaciones. Este procedimiento fue bastante trabajoso y consumió harto tiempo; sin embargo, una vez que las vasijas fueron por lo menos parcialmente restauradas y sus formas defi nidas, fue posible abordar no sólo aspectos relacionados a la función inicial de las vasijas, sino sobre todo de otras posibilidades que se hicieron evidentes. Este fue precisamente el caso de la restauración de las vasijas en el lejano pasado, un caso del todo novedoso para los estudios Wari.

Por lo tanto, restauración y reutilización de objetos previamente rotos y / o fragmentados ya se dio en el pasado. Debieron existir muchas razones que llevaron a restaurar las vasijas y una de estas parece haber sido la necesi-dad de contar con vasijas nuevas para de ese modo poder seguir desarrollan-do sus actividades dentro de toda las normalidades. Es posible también que vasijas restauradas fueran las ideales para tales funciones. En todo caso, y tal como atestigua la ausencia de instrumentos relacionados con la producción de la cerámica, Marayniyo fue un sitio relativamente ajeno con la alfarería, lo que sugiere que la cerámica utilizada en Marayniyoq fue manufacturada en algún otro lugar, al parecer lejos de los límites del mismo sitio de Maray-niyoq. Una de estas pudo haber sido Conchopata (Pozzi-Escot et al. 1993), sitio identifi cado con la producción de cerámica durante el auge del estado Wari. No obstante que Conchopata no está del todo lejos de Marayniyoq, la obtención de la cerámica parece que no fue del todo fácil. Es decir, sitios como Marayniyoq no necesariamente disponían de la cantidad y variedad de vasijas que requerían para poder desarrollar sus funciones. Esta tal vez fue una de las razones por las cuales los trabajadores de Marayniyoq se vieron en la necesidad de restaurar vasijas fragmentadas que en otras circunstancias pudieron haber sido descartadas sin mayor difi cultad. Desde luego existen probablemente otras posibilidades que por ahora se nos hace difícil percibir,

Page 129: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

129

las mismas que sólo llegarán a ser percibidas en la medida que empecemos a discutir más allá de los límites tradicionales.

Otra consideración interesante que se extrae del estudio de las vasijas de cerámica provenientes de Marayniyoq es la diferencia en cuanto al tra-tamiento de las vajillas se refi ere, el mismo que parece que fue determinado por el espacio donde las vasijas iban a ser utilizadas. Como se podría anti-cipar, aquellas destinadas a cumplir una función de almacenamiento y que como tales estaban destinadas a permanecer al interior de las viviendas o es-tructuras similares fueron menos elaboradas. Al mismo tiempo, estas fueron a menudo dotadas de una base cónica. Por su lado, las destinadas a ser vistas, como son las vasijas transportables, fueron mejor elaboradas y decoradas. Esta diferencia fue intencional y por supuesto fue una forma de minimizar el esfuerzo del alfarero. Del mismo modo, la decoración no siempre implicó el tratamiento completo de las vasijas. Por el contrario, el especialista Wari siempre buscó la forma de minimizar su trabajo al momento de decorar las vasijas. Como se anotó líneas adelante, cuando fue posible sólo la parte visible de la vasija fue decorada. Estas vasijas fueron medios que llevaron los símbolos del estado y mediante eso hacer sentir la presencia del aparato gubernamental en los rincones más alejados del territorio Wari.

Finalmente, una vez fragmentadas, las más fi namente decoradas, así como las menos elaboradas fueron igualmente restauradas. Y una vez res-tauradas, aquellas portadoras de los símbolos del estado y otras que no los poseían llegaron a cumplir funciones idénticas. Con esto, es decir con la res-tauración, todo el concepto inicial que una vasija debió haber llevado fue del todo modifi cado y obviamente ignorado. Vasijas restauradas, no obstante el trato inicial recibido durante su elaboración, fueron empleadas para fi nes comunes; en este caso para depositar al parecer productos por procesar y / o recientemente procesados.

Agradecimiento: Reiteramos nuestro agradecimiento a las autorida-des del Instituto Nacional de Cultura por el apoyo otorgado para llevar adelante los estudios en el sitio de Marayniyoq. Todo intento de trabajo en Marayniyoq hubiera sido en vano sin la oportuna ayuda económica de la Social Sciences and Humanities Research Council de Canadá. Nuestras gracias se extienden a todas las personas que formaron parte del “Proyecto Arqueológico Marayniyoq”, y de manera especial a los vecinos del sitio ar-queológico por mostrar interés en las tareas de investigación. Finalmente, nuestras gracias a las organizadoras del IV Simposio de Arqueología UNFV

Page 130: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

130

por habernos permitido participar en dicho evento y poder presentar los resultados de nuestros trabajos.

Notas.1. Esta variedad de vasijas fueron las portadoras de todo un conjunto de símbolos creados

por el recientemente establecido estado Wari (Isbell y Cook 1987) y luego introducidos no sólo a regiones distantes del valle de Ayacucho, sino también a todos los niveles de la comunidad. Es decir, el asentamiento más pequeño y más remoto dentro del territorio Wari fue expuesto a dichos símbolos que portaron el mensaje del estado Wari. Dichos símbolos no existieron en el valle de Ayacucho durante el desarrollo de la cultura local Warpa, y más bien hicieron su aparición con Wari. Al mismo tiempo, este fue el mo-mento cuando la tecnología de la cerámica producida en el valle de Ayacucho muestra mayor sofi sticación, especialmente en cuanto al acabado de las vasijas se refi ere. Con esto, por primera vez en la historia antigua del valle de Ayacucho la cerámica entra al mismo nivel con la alfarería de la costa sur, que coincidentemente inició a hacerse más rústica a fi nales del periodo Intermedio Temprano. Este hecho deja abierta la posibilidad que el recientemente establecido estado Wari logró reubicar alfareros Nasca hacia el valle de Ayacucho, en el mismo sentido que el estado Inka reubicara a especialistas en muchas actividades, como es el caso de los ceramistas Chimú, hacia el Cusco. La idea central para esta reubicación de los ceramistas Nasca al valle de Ayacucho debió haber sido mejorar la tecnología alfarera. Con esto existe la posibilidad que el sistema de mitimaes empleado por el estado Inka tal vez tenga sus orígenes en el estado Wari.

2. Esta observación deja abierta la posibilidad que instituciones como el de las aqllas tal vez fueron inicialmente establecidas por el estado Wari y luego adoptadas efi cientemente por el estado Inka.

Bibliografía

Allen, C. 1988 The Hold Life Has: Coca and cultural Identity in an Andean Community. Smithsonian Institution Press, Washington, D.C.

Anders, M. 1989. “Wamanga pottery: symbolic resistance and subversion in Middle Horizon epoch 2 ceramics from the planned Wari site of Azángaro (Ayacucho, Perú)”. En Cultures in Conflict: Current Archaeological Perspectives, editado por D. Tkaczuk y B. Brian, pp: 7 – 18. The Archaeological Association of the University of Calgary, Chacmool. University of Calgary, Calgary.

Arnold, D. 1985. Ceramic Theory and Cultural Process. Cambridge University Press, Cambridge.

Arthur, J. 2002. “Use-alteration as an indicator of socioeconomic status: an ethnoarchaeological study of the Gamo of Ethiopia”. Journal of Archaeological Method and Theory 9 (4):331-355.

Cook, A. 2004. “Wari art and society”. En Andean Archaeology, editado por H. Silverman, pp: 146 – 166. Blackwell Publishing. Malden, MA.

Page 131: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Utilización y Reutilización de la Cerámica Wari: Una Perspectiva Desde Marayniyoq

131

David, N. y Kramer, C. 2001. Ethnoarchaeology in Action. Cambridge University Press, Cambridge & New York.

Gero, J. 1990. “Pottery, Power and parties! At Queyash, Peru”. Archaeology 43 (2):52-55.

Hastorf, C. 1991. “Gender, space, and food in prehistory”. En Engendering Archaeology: Women in Prehistory, editado por J. Gero y M. Conkey, pp: 132 – 159.. Blackwell Publishing. Cambridge, MA.

Isbell, W. H. y A. Cook. 1987. “Ideological origins of an Andean conquest state”. Archaeology 40 (4): 27-33.

Isbell, W. H. y A. Cook. 2002. “A new perspective on Conchopata and the Andean Middle Horizon”. En Andean Archaeology II: Art, Landscape, and Society, editado por H. Silverman y W. H. Isbell, pp: 149-305. Kluwer Academic/Plenum, New York.

Lumbreras, L. 1980. “El Imperio Wari”. En Historia del Perú, tomo II, editado por J. Mejía Baca, pp: 10 – 91. Editorial J. Mejía Baca, Lima.

Menzel, D. 1964. “Style and time in the Middle Horizon”. Ñawpa Pacha 2:1-105.

Meyerson, J. 1990. Tambo: Life in an Andean Village. University of Texas Press, Austin.

Morris, C. 1979. “Maize beer in the economics, politics, and religion of the Inca Empire”. En Fermented Foods in Nutrition, editado por C. Gastineau, W. Darby y T. Turner, pp: 21 – 34. Academic Press, New York.

Morris, C. 1991. “Signs of division, symbols of unity: art in the Inka Empire”. En Circa 1492: Art in the Age of Exploration, editado por J. Levenson, pp: 521 – 528. Natural Gallery of Art, Washington, D.C.

Morris, C. y D. Thompson. 1985. Huánuco Pampa: an Inca City and its Hinterland. Thames and Hudson, London.

Murra, J. 1983. La Organización Económica del Estado Inca. Siglo XXI e Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Ochatoma, J. y M. Cabrera. 2002 “Religious ideology and military organization in the iconography of a D-shaped ceremonial precint at Conchopata”. En Andean Archaeology II: Art, Landscape, and Society, editado por H. Silverman y W. H. Isbell, pp: 225 247. Kluwer Academic/Plenum Publishers, New York.

Page 132: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez y J. Ernesto Valdez

132

Pozzi-Escot, D., M. Alarcón y C. Vivanco. 1993. “Instrumentos de alfareros de la época Wari”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 22:467-496.

Rowe, J. 1946. “Inca culture at the time of the Spanish conquest”. En Handbook of South American Indians: The Andean Civilizations, Vol. 2, editado por J. Steward, pp: 183 – 330. Smithsonian Institution Bureau of American Ethnology, Bulletin 143, Washington, D.C.

Valdez, L. 1997. “Ecology and ceramic production in an Andean community: a reconsideration of the evidence”. Journal of Anthropological Research 53:65-85.

Valdez, L. 2002a. “Marayniyoq, evidencias de producción de chicha en un establecimiento Wari”. Gaceta Arqueológica Andina 26:69-86.

Valdez, L. 2002b. “New archaeological excavations at the Wari site of Marayniyoq, Ayacucho Valley, Peru”. Ponencia presentado en 21st Northeast Conference on Andean Archaeology and Ethnohistory. Carnegie Museum of Natural History, Noviembre 2002. Pittsburgh, Pennsylvania.

Valdez, L. 2003. “The grinding stones from the Marayniyoq Wari site of the Ayacucho Valley, Peru”. Ponencia presentado en 43rd Annual Meeting of the Institute of Andean Studies. Enero 2003. Berkeley, California.

Valdez, L. 2006. “Maize beer production during Middle Horizon Peru”. Journal of Anthropological Research 62 (1) 53-80.

Valdez, L. Ms. Variabilidad y función de la cerámica Wari de Marayniyoq, Ayacucho, Perú. Manuscrito en poder del autor.

Valdez, L., K. Bettcher, J. Valdez y C. Vivanco. 2000. “Marayniyoq, un establecimiento Wari en el valle de Ayacucho, Perú”. Boletín de Arqueología PUCP 4:549-564.

Page 133: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación y Algunos Elementos de

Discusión

Th e problematic of theYchsma ceramics: the state of the situation and some elements of discussion

Francisco Vallejo Berríos

Resumen

El presente artículo intenta esbozar una serie de problemas exis-tentes en torno al manejo de la cerámica ychsma, especialmente en la defi nición de su unidad estilística, secuencia y distribución, basándose en las nuevas investigaciones realizadas en los valles del Rímac y del Lurín, así como aquellos otros estudios esenciales para entender a la sociedad Ychsma en su conjunto. Elementos tales como territorio, etnicidad y la presentación de algunos contextos arqueológicos ychsma, sirven de marco para incorporar una discu-sión sobre los criterios arqueológicos utilizados para la defi nición de la secuencia cerámica Ychsma, así como para incorporar al debate algunos argumentos adicionales sobre la misma.

Palabras clave: Ychsma; cerámica ychsma; secuencia cerámica; cos-ta central peruana.

Abstract

Th is paper tries to outline the problems related to the use of the Ychsma pottery, in particular with the defi nition of its stylistic unity, sequence, and distribution based in recent research at the Rímac and Lurín valleys and other essential contributions to un-

1 Universidad Nacional Federico Villarreal, Perú. E-mail: [email protected] Recibido: Diciembre 2007. Aceptado: Abril 2008

Revista de Antropología N°19, 2009: 133-168Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

133

Page 134: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

134

derstand the Ychsma society as a whole. Elements like territory and ethnicity and some ychsma archaeological contexts are the frame of a brief discussion about the archaeological criteria used to defi ne the ychsma ceramic sequence, and also to incorporate to the debate additional arguments.

Key Words: Ychsma; ychsma pottery; sequence pottery; Peruvian central coast.

Problemática general

En general, la problemática de la cerámica ychsma ha girado y gira en torno a tres grandes factores: el corpus cerámico, la secuencia y la distri-bución geográfi ca. Por el corpus cerámico, entendemos todo el conjunto de formas y tipos cerámicos que han sido utilizados por la sociedad Ychsma. Este conjunto, propiamente material, tiene dos expresiones objetivas: su ubicación en el tiempo, es decir lo que los arqueólogos llamaríamos secuen-cia, y su ubicación en el espacio, lo que llamamos distribución geográfi ca.

Una revisión rápida de las principales investigaciones que tratan sobre la cerámica ychsma o sus afi nes terminológicos, hace ver que todavía no exis-te uniformidad en los planteamientos generales. De hecho, la comprensión misma del estilo Ychsma y sus componentes cerámicos es abordado de dife-rentes maneras surgiendo, o aún utilizándose, términos estilísticos paralelos o restrictivos a algunos elementos cerámicos, como ocurre con las denomi-naciones de “Huancho” o de “Puerto Viejo”, por citar las más conocidas.

Luego de la defi nición etnohistórica del término (Rostworowski 1972, 1978) y el trabajo de Bazán Del Campo (1990), diversos investigado-res aún continuaron utilizando terminologías obsoletas o limitantes como las ya citadas de “Huancho” (Ravines 2000) y “Puerto Viejo” (Makowski y Vega Centeno 2004; Ángeles 2003; Tantaleán y Pinedo 2004). Incluso varios tipos cerámicos Ychsma fueron catalogados como pertenecientes a otros estilos foráneos, como el Chincha (Isla 1995). En varios casos, al ca-recerse de un criterio uniforme sobre el estilo Ychsma, proliferó también la saturación de términos estilísticos basados en algunos rasgos tecnológicos o decorativos, como los de Negro sobre Blanco (Paredes y Ramos 1994), Lu-rín Orange (Eeckhout 1999), Lurín Negro (Makowski 2003) y Estilo Llano (Franco 2004), entre otros.

Page 135: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

135

Como bien han señalado recientemente Feltham y Eeckhout (2004: 646), las clasifi caciones anteriores realizadas han apuntado demasiado al uso de la fragmentería cerámica, sin tomar en cuenta el riesgo que esto conlleva, pues varios de los elementos «clasifi catorios», tanto decorativos como tecno-lógicos usados mayormente para la separación estilística se pueden incluso encontrar con facilidad en una sola vasija ychsma (Figura 1).

Figura 1. Ejemplo de los problemas derivados de la clasifi cación cerámica ychsma basada en algunas características decorativas. La imagen refl eja la

posibilidad de que varias «categorías» propuestas puedan incluso pertenecer a una sola vasija.

Figure 1. Example of the problems derived from the ychsma decorative-based pottery classifi cation. Th e image refl ects the possibility that several proposed «categories» may even

belong to a single vessel.

Los criterios de clasifi cación que nosotros hemos venido usando para la defi nición del corpus cerámico Ychsma (Díaz y Vallejo, 2002; Vallejo 2004), apuntó necesariamente hacia un método tipológico basado en los principios de asociación. De manera similar, para la defi nición de la secuen-cia, nos hemos basado principalmente en la superposición física de los con-textos arqueológicos, remitiéndonos a criterios de ordenamiento temporal, utilizando además la cronología relativa existente como criterio de secuen-cialidad. Finalmente, para la distribución geográfi ca, que requiere criterios de identifi cación precisos de los elementos cerámicos, es decir el método co-rológico, recurrimos al principio de recurrencia de los elementos cerámicos

Page 136: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

136

ychsma, presentes o reportados en los diversos sitios del área involucrada y de sus posibles colindancias con otras tradiciones estilísticas.

El estilo ychsma. nuevos aportes sobre la cerámica Ychsma

La realización del coloquio «Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos Tardíos» en el 2004, organizado por Peter Eeckhout de la Université Libre de Bruxelles (ULB) y la publicación de las ponencias presen-tadas en el Tome 33, Nº 3 del Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines (Eeckhout 2004 [ed.]), marcan un hito sumamente importante en el estudio arqueológico de esta región. De hecho, varios de los estudios presentados, precisan y dan mayor claridad al estado de la situación sobre la investigación arqueológica concerniente a la sociedad Ychsma y, particularmente, apuntan a un mejor entendimiento de los elementos culturales pertenecientes a esta sociedad.

Sin embargo, como se desprende de estos estudios, la posibilidad de haber llegado a un entendimiento completo o siquiera general de la sociedad Ychsma aún está muy lejana. Una de las razones más determinantes en este aspecto, estriba en el hecho de que en realidad los estudios sistemáticos sobre esta sociedad están recién desarrollándose y muchos de sus resultados e in-vestigaciones de campo aún se encuentran en proceso1. Con todo, creemos que la perspectiva a futuro es bastante satisfactoria en estos momentos, pues por fi n se está abordando la cuestión de la sociedad Ychsma con la seriedad científi ca debida. Es importante, por ello, señalar para el caso de la cerámica, los estudios presentados tanto por Feltham y Eeckhout (2004), como el de Makowski y Vega Centeno (2004), los cuales, aunque toman el estudio de la cerámica desde perspectivas diferentes, presentan resultados específi cos sobre la misma. También merecen mención los trabajos de Régulo Franco (2004) y Miguel Cornejo (2003) quienes elaboran cuadros culturales expli-cativos tomando como material de apoyo a la cerámica asociada.

Por otro lado, existen importantes trabajos de investigación relaciona-dos con la problemática de la cerámica ychsma presentados en otras publi-caciones, que igualmente constituyen aportes sustanciales al entendimiento y clasifi cación general de esta. Entre ellos, podemos mencionar a Ravines (2000), Guerrero (2004), Hudtwalker y Pinilla (2004) y Díaz y Vallejo (2005), los cuales ofrecen elementos importantes a la discusión a partir del estudio de diversos contextos arqueológicos asociados y en donde la cerámi-ca está presente de manera relevante.

Page 137: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

137

Sobre el Llamado Estilo «Puerto Viejo»

No pocas confusiones han originado este término y su aplicación al estudio de la cerámica tardía de la región ychsma. Desde su primera iden-tifi cación por Bonavia (1959), para el sitio del mismo nombre ubicado en-tre Chilca y Mala, estos elementos cerámicos han sido descritos como si se tratara de un conjunto diferente del corpus cerámico Ychsma. Este tipo de errores proviene del tiempo en el que aún se utilizaba el término «Huancho» para designar a la cerámica ychsma, cuando a esta solo se le consideraba como la «cerámica burda y llana» que existía en el valle bajo del Rímac (Iriarte 1960). Con los pocos estudios efectuados en sitios tardíos del bajo Rímac, el cuadro clasifi catorio usado en ese entonces estaba separando a los componentes cerámicos del llamado estilo “Puerto Viejo” del estilo “Huan-cho”, considerándose ambos como pertenecientes a dos grupos y etnias di-ferentes.

En realidad, cuando los estudios arqueológicos se han desarrollado con mayor envergadura en el bajo Rímac, en sitios como Armatambo, La Rinconada y Huaquerones (Puruchuco) por ejemplo, se ha visto con cla-ridad que los criterios clasifi catorios usados inicialmente para la cerámica tardía de esta región estaban muy limitados a solo pocos fragmentos diag-nósticos, sesgando por ello los resultados de una seriación cerámica y mos-trando un cuadro arqueológico irreal. La aparición en los sitios indicados de grandes grupos contextuales cerrados, como son mayormente los contextos funerarios, han permitido apreciar que lo que se venía considerando como un estilo diferente, era simplemente parte de las técnicas decorativas de un grupo cerámico mucho más complejo y rico en elementos que las simples características del llamado estilo Huancho. Bazán del Campo (1990) en su trabajo inicial sobre la cerámica ychsma, apunta correctamente sobre el error incurrido en las clasifi caciones anteriores, incorporando aquellos tipos ce-rámicos como el famoso cara-gollete, que era considerado antes como el elemento más diagnóstico del estilo Puerto Viejo, en el grupo Ychsma.

Aunque estas apreciaciones pudieran parecer una simple formalidad en el uso de los términos, sus implicancias arqueológicas son muy importan-tes, pues es recién a partir de ellas que existe una herramienta arqueológica concreta para poder considerar a los valles bajos del Rímac y del Lurín como pertenecientes a un mismo grupo cultural. Si bien la etnohistoria, a partir de los trabajos de Rostworowski (1972, 1978), ya señalaba enfáticamente este aspecto, el estudio de la cerámica asociada y su correcta clasifi cación han hecho que exista además la evidencia material para corroborar dicha afi rmación etnohistórica.

Page 138: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

138

Un trabajo anterior realizado por nosotros (Vallejo 2004), retoma el estudio de la cerámica tardía en esta región, incorporando defi nitivamente los componentes del llamado estilo Puerto Viejo en el estilo Ychsma y ade-más intenta ordenarlos de acuerdo a un criterio de seriación y secuencialidad cerámica. Es claro, de acuerdo con este estudio, que los componentes del llamado estilo Puerto Viejo, son en realidad parte de las técnicas decorativas de la cerámica ychsma, presente en determinados tipos cerámicos (Figura 2). La recurrencia de estos tipos cerámicos en asociación directa de los demás componentes y tipos cerámicos ychsma, es harto evidente y documentada en los diversos trabajos de investigación realizados, no solo en los sitios men-cionados del bajo Rímac, sino también en el bajo Lurín, con los sitios de Las Palmas (Paredes y Ramos 1994), Pueblo Viejo (Makowski y Vega Centeno 2004) y Pachacamac (Franco 1998, 2004; Feltham y Eeckhout 2004). Aun en el cercano valle bajo del Chilca (Engel 1984), la presencia de este tipo de material es notoria y relevante, guardando estrecha similitud con la hallada en los valles bajos del Rímac y Lurín.

Figura 2. Tipos cerámicos ychsma que incorporan la decoración pictórica en las fases Medio B, Tardío A y Tardío B, halladas en Armatambo. Obsérvese

que varios de estos elementos decorativos son clasifi cados por otros autores como pertenecientes al «estilo Puerto Viejo».

Figure 2. Ychsma ceramic types incorporating pictoric decoration in Medio B, Tardío A and Tardío B phases found in Armatambo. Notice that several of these decorative elements

are classifi ed as belonging to «estilo Puerto Viejo» by other authors.

Es extraño, por ello, que aún algunos investigadores persistan en estas aparentes divisiones estilísticas (Makowski y Vega Centeno 2004), incor-porando o sugiriendo en sus planteamientos la idea de prestaciones o de

Page 139: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

139

traslado de piezas cerámicas desde la zona de Mala o Chilca, lugar de donde se indica que provendría el estilo Puerto Viejo, hacia la zona del bajo Lurín o del bajo Rímac (Ángeles 2003; Ángeles y Pozzi-Escot 2004; Tantaleán y Pinedo 2004). Quizás debería tenerse presente que, cuando Bonavia (1959) realizó dicha clasifi cación, la muestra se componía casi exclusivamente de fragmentos decorados, sesgando de manera importante la muestra compara-tiva. Defi nitivamente, en las propias investigaciones arqueológicas, es usual que muchos investigadores asuman de hecho una posición localista con res-pecto al material identifi cado, creyendo que el sitio o el valle en estudio es necesariamente el origen del mismo, como se aprecia en los planteamientos de Ángeles y Pozzi-Escot (2004: 881-882) o de Tantaleán y Pinedo (2004) para los valles de Asia y Mala respectivamente. Lo más seguro, es que en cada uno de los valles señalados se esté fabricando cerámica local del estilo ychsma y por ello, estén presentes en cada una de estas piezas cerámicas algunas características particulares y locales, aun perteneciendo en general a este mismo estilo (Ángeles 2003: 19; Ángeles y Pozzi-Escot 2004: Fig. 20 derecha). Por otro lado, es evidente que la cerámica tardía en los valles de Mala y Asia todavía está en proceso de identifi cación, así que no sería nada raro que en ese proceso existan estilos propios en cada uno de ellos.

Como nuevamente recalcamos, las asociaciones y contextos arqueoló-gicos donde el material llamado «Puerto Viejo» está presente en los valles del Rímac y del Lurín, son numerosos (Bueno 1983: 26, Fig b; Hyslop y Mujica 1992: Fig. 20; Isla 1995: Fig. 6 d; Díaz y Vallejo 2003b: Fig. 3, 2005: Figs. 14, 17; Franco 2004: Figs 36.2, 37, 38; Feltham y Eeckhout 2004: Figs. 14, 17, 33; Makowski y Vega Centeno 2004: Fig. 7; Vallejo 2004: Figs 11b, 11c, 13c, 13d, 14b, 15a, 16a, 17, 20k, 21b, 21c), y comprenden no solo los con-textos funerarios (Díaz 2004; Díaz y Vallejo 2005), sino diversos contextos como los basurales, los «pagos», etc. Las características propias de este tipo de cerámica, donde la decoración pictórica es su principal elemento de iden-tifi cación, han establecido que esta se encuentre solo en determinados tipos cerámicos, como algunos cuencos, botellas y especialmente en los conocidos cara-golletes (Figura 3), por lo que el criterio funcional en dicha cerámica está marcadamente presente y por tanto, su presencia corresponda también con determinados contextos. Por esta razón, su existencia en los contextos funerarios es resaltante, en comparación con estratos o contextos de origen doméstico o en el relleno de estructuras. Aquellos investigadores que hayan trabajado con contextos y material cerámico tardío o ychsma en estos valles, comprenderán fácilmente que la presencia de material decorado pictórica-mente es mucho menor al material no decorado pictóricamente, por lo que

Page 140: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

140

la escasa presencia del material «Puerto Viejo» en algunos contextos o sitios se vuelve aun más notoria.

Figura 3. Vasijas escultóricas del tipo “caragollete” provenientes de contextos funerarios hallados en Armatambo (Díaz 2004).

Figure 3. “Caragollete” type sculpted vessels proceeding from funerary contexts found in Armatambo (Díaz 2004).

Por otro lado, como lo hemos observado en el estudio anteriormente señalado (Vallejo 2004), la presencia de material decorado para la cerámica ychsma, en los tipos conocidos como «estilo Puerto Viejo», solo comienzan a aparecer hacia la época Media, específi camente en la fase Ychsma Medio B, popularizándose hacia la siguiente fase Ychsma Tardío A, ambas fases de cronología preincaica. Durante la vigencia del imperio incaico, es decir en la fase Ychsma Tardío B, la decoración del tipo llamado Puerto Viejo, continúa realizándose, lo mismo que la producción de los tipos cerámicos cara-gollete, y aunque presentan algunas nuevas características, solo son una continuidad estilística de las fases precedentes o también presentan infl uen-cias originadas en la propia dinámica de la producción cerámica durante el imperio incaico.

En conclusión, el llamado «estilo Puerto Viejo» solo correspondería a varias formas decoradas pictóricamente del estilo Ychsma; y el que es con-siderado su tipo cerámico principal como son las formas cara-golletes, es en realidad una de las formas clásicas o tipo del estilo Ychsma, con gran recurrencia en los sitios ychsma de los valles bajos del Rímac y del Lurín, así como en el cercano valle bajo del Chilca. Otras formas típicas del llamado

Page 141: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

141

estilo Puerto Viejo, como los cuencos carenados y algunas botellas pequeñas, tienen las mismas características de pertenencia estilística con respecto al grupo Ychsma.

Criterios técnicos de clasificación para la cerámica ychsma. algunas de las clasificaciones arqueológicas anteriores

Un intento inicial de nosotros por establecer la distribución geográ-fi ca del estilo ychsma y su secuencia tuvo que basarse necesariamente en los trabajos de campo desarrollados en lo que podría considerarse su área nuclear y sus áreas periféricas. Dado que las investigaciones arqueológicas en el valle de Lima han sido por lo general bastante limitadas, fue necesario revisar puntualmente los trabajos realizados en el valle próximo de Lurín principalmente aquellos desarrollados en el santuario de Pachacamac, así como también áreas vecinas como Chilca (Engel 1984), a fi n de intentar defi nir el estilo cerámico local presente en esta región durante el periodo Intermedio Tardío.

Entre los primeros trabajos arqueológicos realizados, merece destacar el efectuado en Pachacamac por Strong y Corbett (1943), tomando básica-mente los resultados que obtuvieron del corte practicado en el basural Este del Templo del Sol. La secuencia cerámica propuesta por ellos está basada en la existencia de varios grupos cronológica y estilísticamente diferentes, algunos tempranos como el estilo «Blanco sobre Rojo», muy relacionados según ellos con la cerámica hallada en Cerro Trinidad (Chancay), y el es-tilo «Pachacamac Interlocking» similar al hallado en Maranga (Lima). En estos trabajos notaron la ausencia de fragmentos del estilo, llamado en ese entonces, «Tiahuanacoide» (hoy correspondiente al estilo Huari). Para las fases tardías del sitio y a las que corresponde mayormente la conformación del basural excavado, establecieron dos grupos principales: el «Inca Asocia-do» y el «Inca Polícromo», desagregados a su vez en diferentes sub-tipos cerámicos cada uno. Un sub-grupo de difícil defi nición fue señalado como «Punteado e Inciso». Del análisis de las formas y tipos presentados para el «Inca Asociado», es claro para nosotros que la mayoría del material presenta-do corresponde al período Inca (Ychsma Tardío B), con ausencias notables de formas correspondientes al estilo Ychsma Temprano y Medio, salvo un pequeño fragmento del tipo «Punteado en Zona» (Strong y Corbett 1943: Fig. 19 - i).

Hacia fi nales de la década de 1950, Bonavia (1959), presentó un estu-dio sobre material cerámico recuperado en la zona de Puerto Viejo (Chilca) en una recolección de superfi cie. De los resultados de este estudio se defi nie-

Page 142: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

142

ron dos tipos principales: «Negro sobre Blanco» y «Cara gollete». El primer grupo corresponde a vasijas con decoración exterior de motivos estilizados (principalmente peces) delineados en color negro sobre la superfi cie tratada en color blanco (en realidad no se trata de color blanco, sino de un crema que en muchos casos está más cercano del amarillo). El segundo grupo es defi nido a partir de cántaros, particularmente tratados con una decoración antropomorfa en el gollete mismo de la vasija; esta consiste en la repre-sentación del rostro de un personaje en relieve y con trazos delineados en pintura negra, sobre fondos blancos y rojos. Aunque la muestra consistió mayormente de fragmentería, es de resaltar el hecho de que por primera vez son defi nidos en la literatura arqueológica tipos cerámicos de tradición netamente local con ausencia clara de formas o tipos Inca, de tal manera que estos fueron catalogados desde allí, y en diversos estudios posteriores como el estilo «Puerto Viejo».

Fases e Interfases Cerámicas

Algunos investigadores conciben la idea de que los cambios cronoló-gicos en una secuencia cerámica corresponden obligatoriamente a cambios radicales en las tradiciones cerámicas, al punto de pensar en grupos cerá-micos muy bien delimitados contextualmente por fases. En realidad, en los contextos arqueológicos, los cambios cerámicos aparecen y se suceden de forma gradual y es común encontrar elementos de diferentes fases en un mismo contexto. Si bien, desde un punto de vista formal, al querer precisar el aspecto cultural, nos inclinamos a hablar de grandes cambios o transfor-maciones de un estilo o tradición cerámica a otra, la propia dinámica social ha conducido a que un grupo humano asimile y reproduzca gradualmente estos cambios. Por ello, es preferible hablar de «formas tipo» o de «íconos tipo», para indicar a aquellos elementos cerámicos característicos de tal o cual fase, y que, por lo general, deben estar ausentes en las siguientes o an-teriores fases, según sea el caso. Los cambios o mutaciones en las tradiciones cerámicas, pocas veces alcanzan a producirse en todo el corpus cerámico que utiliza una determinada sociedad y más bien afectan solo algunos elementos socialmente más representativos o funcionalmente más dinámicos.

Estos elementos deben ser tenidos muy presentes por los arqueólogos, cuando analizan determinados contextos arqueológicos que se encuentran objetivamente en el periodo de interfase. Dependiendo de la gradualidad de los cambios, los contextos arqueológicos de interfase, incluso pueden llegar a ser más numerosos que los propios contextos que se asignan exclu-sivamente a una única fase cerámica. En muchos casos, la utilización del

Page 143: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

143

concepto de «fase» por los arqueólogos, debe ser tomado como una herra-mienta de ordenamiento secuencial basada en determinados indicadores a fi n de organizar el material en una posición de cronología relativa. A veces, este ordenamiento basado en cambios específi cos en la tradición cerámica, puede correlacionarse con importantes cambios culturales que, además, se evidencian en otros órdenes del comportamiento social como la arquitectu-ra, el patrón funerario, etc.

Este esquema parte de un principio básico utilizado en la arqueolo-gía, donde el elemento más tardío es el que asigna la datación defi nitiva del contexto. Por ejemplo, es común en varios contextos ychsma, hallar un con-junto cerámico con formas y tipos asignables a la fase Ychsma Tardío A (fase previa a la ocupación inca), pero que puede presentar uno o dos elementos de cerámica inca del estilo cuzqueño. Aunque proporcionalmente, los tipos cerámicos existentes son en su mayoría correspondientes a la fase previa a los incas, el contexto se asocia directamente con el periodo inca. Esto por supuesto, tratándose de contextos cerrados, y en donde los problemas de intrusión pueden ser descartados. La explicación de este hecho reside en que muchas de las formas y tipos cerámicos anteriores al periodo Inca continúan produciéndose al interior de la sociedad Ychsma, y los cambios que se pro-ducen en la cerámica local, luego de la ocupación incaica, se dan de manera gradual e inicialmente se expresan con pequeñas variaciones. Aun cuando este tipo de ejemplo es claramente evidente, la situación parece más difícil de entender cuando no necesariamente aparecen elementos cerámicos fácil-mente reconocibles como aquellos pertenecientes al estilo Inca Cuzqueño, sino formas llamadas “híbridas” o formas locales infl uenciadas por el estilo Inca u otros estilos foráneos que interactúan en aquel periodo y, especial-mente, cuando los elementos cerámicos son pertenecientes enteramente al estilo Ychsma, pero que solo aparecen en la época inca2.

Solamente el cruce de información contextualmente válida y la recu-rrencia de determinados tipos cerámicos en asociación con los especimenes «marcadores», pueden crear cuadros cada vez mayores de grupos cerámicos, los cuales son defi nidos y ordenados en fases. El criterio usado en este caso, para la defi nición de fases cerámicas es puramente arqueológico, pues la cerá-mica ychsma, a diferencia de otras, es poco permeable a crear líneas continuas y secuenciales en base a algún diseño iconográfi co específi co, como cuando se aprecia la evolución de un determinado “icono” a lo largo del tiempo. Este tipo de ordenamiento secuencial, basado en la evolución iconográfi ca de determinados diseños fue, de hecho, utilizado para el ordenamiento de las fases cerámicas Nazca y Wari (Menzel 1968), respectivamente.

143

Page 144: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

144

El ordenamiento en fases de la cerámica ychsma (Vallejo 2004) obe-deció, por ello, a criterios exclusivamente arqueológicos, basándose especial-mente en la presencia, recurrencia, asociación y superposición de los grupos cerámicos hallados en contextos cerrados. Bajo este aspecto, fue fundamen-tal el uso de contextos funerarios, para la distinción y segregamiento de los grupos cerámicos que se ordenaron por fases dentro de una secuencia lo más objetiva posible. Es importante precisar que cada fase cerámica representa únicamente una parte del universo cerámico, y aunque se intente compren-der todas las formas y tipos cerámicos involucrados en cada periodo, en tér-minos prácticos solo se pueden identifi car aquellas formas y tipos cerámicos susceptibles de ser aislados, tanto de los elementos cerámicos antecedentes, como de los precedentes3.

Territorio y etnicidad

El Territorio Ychsma: El Área Nuclear y las Áreas Periféricas

Desde las primeras defi niciones etnohistóricas dadas por María Rost-worowski (1972) para la sociedad Ychsma a comienzos de la década de 1970, se ha especulado bastante sobre las características culturales y étni-cas de esta sociedad, como también sobre su verdadera extensión territorial. Defi nitivamente, siendo las referencias documentales de la Colonia las que mayormente se han usado para este fi n, es claro que muchos elementos con-cernientes quedan en el rango de lo hipotético para fi nes arqueológicos. Se suma el hecho de que estas fuentes coloniales lamentablemente no precisan estos aspectos de la sociedad Ychsma con la claridad debida, infi riéndose en el mejor de los casos solo algunos aspectos.

Aun en muchos casos, las descripciones coloniales para la región se refi eren exclusivamente a la organización existente durante el periodo Inca, quedando apenas indicadas o mencionadas pocas referencias muy sueltas sobre la organización social anterior a los incas (Duviols 1967; Santillán 1968 [1563]), correspondiente con el periodo Intermedio Tardío y que ve-nimos llamando también como periodo Ychsma. Dado que varios de los trabajos posteriores publicados por Rostworowski (1972, 1978) que utilizan documentos coloniales de archivo, apuntan a una suerte de unidad étnica y política entre los valles bajos de Lurín y del Rímac, parece muy probable que esta región sea efectivamente el área nuclear de la sociedad o cultura Ychs-ma (Cornejo 2000; Díaz y Vallejo 2003a, 2003b). Otras áreas periféricas al entorno de esta región básica, como sería el área de los valles medios (en especial la región llamada chaupiyunga), así como también el área del valle

Page 145: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

145

bajo del Chilca, parecen corresponder al resultado de infl uencias culturales y quizás expansivas de la sociedad Ychsma, especialmente ocurridas hacia fi nales del periodo Intermedio Tardío y especialmente durante el periodo incaico.

Elementos adicionales sobre la secuencia cerámica Ychsma

Los Finales del Horizonte Medio: la Época 4

Cuando iniciamos la tarea de organizar secuencialmente al material cerámico ychsma, nos encontramos con grandes difi cultades, en especial al tratar de defi nir, de acuerdo a la información existente, al material cerámico perteneciente a los dos horizontes cronológicos que enmarcan el Periodo Intermedio Tardío. Salvo el material con iconografía fácilmente reconocible, como la wari e inca respectivamente, el resto de material cerámico asociado perteneciente a estos periodos era en su mayoría desconocido o poco repor-tado.

Si nos remitimos exclusivamente a la cerámica de fi nales del Hori-zonte Medio (Época 4), esta apenas es esbozada en sus características más básicas en el estudio de Menzel (1968). Se suma a ello, que el material de-bidamente reportado para los valles del Rímac y del Lurín es muy escaso, y aun, las colecciones cerámicas existentes sobre esta época en particular son igualmente limitadas. Tanto en Pachacamac como en Huallamarca, se conservan varios especímenes de este periodo, pero es necesario defi nir las características formales de ambos grupos.

En Pachacamac, por ejemplo, material conocido de este periodo pa-rece provenir de un antiguo cementerio ubicado en el sector llamado de «Puente Lurín», donde hacia las décadas de 1960 y 1970 se recuperaron diversos especímenes cerámicos. En los depósitos del Museo de Sitio de Pa-chacamac, existen por ello, varias piezas que guardan estrecha relación con el periodo fi nal del Horizonte Medio. Este periodo, que Menzel (1968) llamó como Época 4, parece confi gurarse como una época de abandono casi com-pleto de los cánones estilísticos wari, que predominaban en las épocas 2 y 3 anteriores (Figuras 4, 5). Tanto los acabados como los diseños mismos de la Época 4, reproducen elementos apenas remanentes de las épocas anteriores. Los acabados mates, aunque todavía polícromos, y los diseños restringidos a algunos elementos geométricos repetitivos, son característicos de este pe-riodo, así como el aumento de formas escultóricas modeladas (Figura 6). Las afi nidades estilísticas con el estilo Huaura, imperante en la región del

Page 146: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

146

Norte Chico e incluso en Ancón (Willey 1943: Plate 1), son evidentes y notorias, tal como aparece con ligeras variantes en algunos especímenes de Huallamarca (Guerrero 2004: Foto 7). Por ello, nos parece que los hallaz-gos del Templo Viejo (Franco 1993, 2004; Franco y Paredes 2001) se en-cuentran mucho más relacionados con la Época 4 que con las precedentes, precisamente porque son coincidentes con las características formales de la cerámica de fi nales del Horizonte Medio que se conocen.

Figura 4. Cerámica de la época 2 del Horizonte Medio hallada en Pachacamac (Schmidt 1929). Obsérvese los elementos de diseño y de acabado muy

formalizados con los cánones estilísticos wari.Figure 4. Middle Horizon Epoch 2 pottery found in Pachacamac (Schmidt 1929). Notice

highly formal design and termination elements with Wari stylistic canons.

Aunque la Época 4, por la declinación en las técnicas cerámicas, pare-ciera también una época de declinación cultural, en realidad constituye un periodo de surgimiento de los elementos que caracterizaran culturalmente a la sociedad Ychsma. Uno de estos elementos principales, de hecho, estuvo constituido por el ídolo de Pachacamac al cual se le rindió culto, y objetiva-mente, fue el elemento central de su religión.

Las afi nidades de los motivos iconográfi cos presentes en el ídolo con las fases estilísticas de fi nales del Horizonte Medio e inicios del estilo Ychs-ma, son mayores cuando se ven en conjunto las representaciones talladas del ídolo, ya muy distantes de los cánones estilísticos wari de la Época 2, y más emparentados con representaciones en cerámica que utilizan diseños impresos a partir de moldes. En la Época 3 esta técnica decorativa está espe-cialmente presente en varios valles norteños como Casma y Huarmey con diseños formalizados y muy recurrentes, y además con un tratamiento más

Page 147: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

147

geométrico. Pero es mayormente a fi nales del Horizonte Medio (Época 4), que las vasijas que utilizan esta técnica en el estilo Huaura, adoptan diseños más curvilíneos, con una representación simbólica aun más variada y rica en elementos que asemejan escenas en movimiento. Este tipo de representacio-nes se encuentran con frecuencia muy presentes en los valles bajos de Huau-ra, Pativilca y Paramonga (Carrión Cachot 1959). En un anterior trabajo (Vallejo 1988), habíamos notado las semejanzas formales entre los motivos del ídolo de Pachacamac y las representaciones simbólicas de la zona Huau-ra-Pativilca, ilustrados por Carrión Cachot, especialmente en la llamada «es-cena celestial» y la representación de la «pareja divina», muy ligados con los mitos de creación y fertilidad que relacionan las divinidades de Vichama y Pachacamac consignados por el agustino Calancha (1974).

Figura 5. Vasijas de la época 3 del Horizonte Medio provenientes de Pachacamac (Schmidt 1929). Algunos diseños provenientes de la época 2 aún se continúan reproduciendo, aunque la riqueza temática se ve restringida a

pocos elementos por vasija.Figure 5. Middle Horizon Epoch 3 vessels proceeding from Pachacamac (Schmidt 1929).

Some epoch 2 designs are still reproduced, although theme richness is limited to few elements per vessel.

Page 148: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

148

Figura 6. Pachacamac. Cerámica de la época 4 del Horizonte Medio (Schmidt 1929). Acabados mate o con poco pulimento caracterizan esta época. Los

diseños pictóricos muchas veces se limitan a pequeños elementos decorativos como círculos y líneas paralelas o zigzagueantes.

Figure 6. Pachacamac. Middle Horizon Epoch 4 pottery (Schmidt 1929). Mate or little polish terminations characterize this epoch. Picture designs are often limited to small

decorative elements as circles and parallel or zigzag lines.

Si nos detenemos a analizar las representaciones impresas en la ce-rámica, vemos que en general estas parecen describir escenas míticas, donde generalmente fi gura de manera recurrente un personaje central, muy pro-bablemente derivado del dios de los báculos wari, el cual aparece con los brazos abiertos y con una serie de elementos iconográfi cos y seres que lo rodean. Además de seres o personajes complementarios y con atributos que podríamos considerar míticos, como felinos o cánidos con apéndices que sobresalen del cuerpo, aparecen otros seres adicionales diseñados con un tra-tamiento naturalista, especialmente en las representaciones de peces y aves. Una de estas escenas reproducidas por Dulanto (2001: Fig. 83), ejemplifi ca este modelo de diseño iconográfi co, donde es posible ver incluso ciertas se-mejanzas en el tratamiento de los seres naturalistas, peces y aves por ejemplo, con las representaciones existentes en el lado B de la Puerta de Pachacamac (Vallejo 2005).

Tanto en la idea misma de la representación de las deidades, como especialmente en la serie de elementos adicionales o complementarios que se añaden a la deidad o deidades principales, las semejanzas estilísticas y con-ceptuales de diseño son bastante marcadas entre todas estas representaciones aludidas, hecho que también encuentra bastante coincidencia con las afi ni-

Page 149: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

149

dades estilísticas a nivel de secuencia cerámica. Es claro una vez más, que las regiones huaura e ychsma estuvieron muy articuladas en un momento determinado, especialmente hacia la Época 4 del Horizonte Medio, época de mayor prestigio y difusión del estilo Huaura (Figura 7). Si la evidencia arqueológica a partir del estudio de la cerámica es correcta, la zona ychsma fue fuertemente infl uenciada por la zona huaura en la Época 4, al punto de que quizás hubiera incluso una suerte de dependencia o sujeción política hacia Huaura (Vallejo 2004). De ser cierta esta hipótesis, la religión debió también estar en cierta manera condicionada por estos factores y refl ejar una primacía o quizás una competencia entre ambas zonas.

Figura 7. Cerámica del estilo Huaura procedente de Huacho y Végueta (Schmidt 1929). Tanto los elementos de diseño como las formas cerámicas

utilizadas, caracterizan un estilo muy defi nido y particular.Figure 7. Huaura style pottery proceeding from Huacho and Végueta (Schmidt 1929).

Both design elements and used ceramic forms characterize a well-defi ned and particular style.

Los mitos recogidos por el Padre Calancha (1974), sobre la lucha de Vichama, un dios de la zona de Huaura (Végueta - Huacho), y Pachacamac, un dios de la zona ychsma, pueden ser una muestra de la rivalidad que surgió en un momento entre ambos territorios étnicos y que marcarían el punto de distanciamiento e independencia política y estilística de la zona ychsma con respecto a la de Huaura, conservadas en la mitología de los indígenas de Vé-gueta y Huaura, como reminiscencias de confl ictos anteriores. Precisamen-te, en el tejido publicado por Schmidt (1929) proveniente de Pachacamac (Figura 8), las escenas de guerra y enfrentamiento entre varios grupos de personajes evidencian una suerte de periodo de extrema belicosidad, prácti-

Page 150: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

150

camente ausente en todas las representaciones estilísticas ychsma de las fases Media y Tardía. Escenas similares son también visibles en el textil publicado por Ubbelohde-Doering (1952: 81). Las fases Ychsma Temprano (A y B) podrían tratarse más bien de un periodo de independencia y consolidación del territorio étnico ychsma en torno al culto totémico de la antigua deidad conocida como Ychsma o Pachacamac. La ausencia de fechados radiocar-bónicos de la puerta y del ídolo de Pachacamac, evitan que puedan datarse defi nitivamente estos eventos, pero tomando al menos comparativamente otros registros absolutos referenciales, se puede establecer este periodo entre el 900 y el 1000 d.C., tiempo en que se estaría produciendo el fi nal de la Época 4 del Horizonte Medio e inicios del Periodo Intermedio Tardío en toda la costa central.

Figura 8. Textil decorado hallado en Pachacamac con representación compleja (Schmidt 1929). Los elementos de diseño encuentran paralelismos con las fases

cerámicas Ychsma Temprano.Figure 8. Decorated textile found in Pachacamac with a complex representation (Schmidt

1929). Th e design elements have similarities with Early Ychsma ceramic phases.

La Época Ychsma Temprano

El punto de diferenciación estilística y cronológica entre los fi nales de la Época 4 del Horizonte Medio y los comienzos del Periodo Intermedio Tardío (fase Ychsma A), aparecen hasta ahora poco claros, en especial lo refe-rente a los tipos y formas cerámicas involucradas. Aunque tenemos nociones básicas sobre este periodo de cambio, es claro que resta mucho por defi nir. Los recientes trabajos arqueológicos, los cuales aún no están publicados, en el cementerio existente frente al Templo de Pachacamac realizados por la misión belga del Proyecto Ychsma dirigido por Peter Eeckhout y Carlos

Page 151: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

151

Farfán, y los más recientes del Pachacamac Archaeological Project, dirigidos por Izumi Shimada y Rafael Segura, de seguro brindaran información con-sistente al respecto.

Por el momento, es defi nitivamente el material perteneciente al sitio de Huallamarca en el valle bajo del Rímac, el fundamental para entender esta época, pues representa precisamente el periodo de cambio entre fi nales del Horizonte Medio e inicios del Periodo Intermedio Tardío. Los estudios de Casas y Dolorier (2004) sobre este material están en proceso, los cua-les, sumados a los ya señalados de Pachacamac, podrían llenar el vacío que aún se tiene sobre este periodo. Recientemente Guerrero (2004: fotos 5, 6), ha publicado parte de este material, relacionándolo con el estilo Tricolor Geométrico defi nido en el valle de Chancay por Horkheimer (1970), aun-que asignándolo cronológicamente al Horizonte Medio. Al respecto convie-ne tener presente, que no necesariamente la decoración polícroma o tricolor representa mecánicamente una pertenencia al Horizonte Medio, pues como hemos señalado anteriormente (Vallejo 2004), la fase Ychsma Temprano A incorpora en sus diseños este tipo de decoración polícroma, con al menos tres colores básicos: crema o blanco, rojo y negro, además de varias tonalida-des que se derivan de ellos, como el plomo y el naranja. Aunque la mayoría de acabados son en mate, existen algunos especímenes pulidos, pero son proporcionalmente menores. Aparentemente, el proceso de diferenciación estilística, ocurrido entre fi nales del Horizonte Medio e inicios del Periodo Intermedio Tardío, tuvo un similar proceso en la región ychsma como en la de Chancay, al punto que existen algunas relaciones entre el estilo Tricolor Geométrico de Chancay (Horkheimer 1970: 366, Fig. a) con el Ychsma Temprano A (Figura 9), ambos pertenecientes a inicios del Periodo Inter-medio Tardío (Tabla 1).

Siendo esta una etapa de fuertes cambios, aún queda por defi nir mu-chas de las pertenencias estilísticas que se observan en los contextos asig-nables a este periodo. Por ejemplo, muchas de las representaciones textiles Ychsma Temprano señaladas, parecieran guardar cierta relación estilística con elementos estilísticos Lambayeque, como cuando se representan las piernas en forma zigzagueante, lo mismo que ocurre con determinadas va-sijas Ychsma Temprano (Uhle 1903) que muestran ligeros paralelismos con algunas vasijas sicán, en especial las comúnmente llamadas «huaco rey».

Quizás, el punto de mayor ruptura y de diferenciación con los perio-dos precedentes del Horizonte Medio, se dé durante la fase Ychsma Tempra-no B, cuando se abandona casi completamente la decoración pictórica o esta

Page 152: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

152

queda apenas restringida al uso de dos colores, como el crema que se aplica sobre la superfi cie natural de las vasijas, o el negro que se aplica en algunos pequeños diseños (Guerrero 2004: Fotos 8, 9, 10, 11). Se ensayan otras formas decorativas más simples, como los bruñidos, la cocción reductora o la elevación y forma de los cuellos, por ejemplo. La aplicación de algunos apéndices pequeños, algunas superfi cies pulidas, y en general, el contorno de las vasijas de tipo compuesto, indican que estas técnicas ornamentalmente sustituyen a la ausencia general de decoración pictórica.

Tabla 1. Cuadro cronológico.Table 1. Chronological table.

Page 153: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

153

Figura 9. Cerámica de la fase Ychsma Temprano A hallada por Uhle (1903) en sus excavaciones del cementerio ubicado frente al Templo de Pachacamac.

Figure 9. Early A Ychsma phase ceramic found by Uhle (1903) during his excavations in the cemetery located in front of Pachacamac’s temple.

¿Cuál pudo ser la causa de este cambio tan radical? Es difícil saberlo por la escasez de asociaciones específi cas con este periodo, pero algunos in-dicios parecieran indicar una aislamiento de la región ychsma con respecto a las aledañas, quizás producto de cambios sociales al interior de la propia es-tructura política ychsma al desagregarse en pequeños curacazgos, presiones étnicas de grupos del entorno, o lo que parece también probable, una suerte de desertifi cación del medio, motivado por una escasez de lluvias en la sierra en un periodo relativamente prolongado, seguido de un periodo de grandes precipitaciones. Cualquiera de estos factores, o la combinación de algunos de ellos, pueden haber motivado los cambios radicales observados en la cerá-mica y que se reproducen de alguna manera en el patrón de ocupación de los valles bajos, mucho más disperso e intensivo que los periodos precedentes, pues aunque existan pocos reportes para esta fase, varios de los sitios ychsma parecieran originarse o crecer en este periodo, como el de Macattampu o Armatambo4 por ejemplo. Al parecer, durante esta fase es que se vuelven recurrentes los enterramientos de grandes cántaros o de tinajas, como los hallados en la cima del Templo Viejo en Pachacamac (Franco 1993: Foto 4; Franco 2004), si es que ello puede ser indicio de un culto al agua mucho más extensivo y popular que el existente en los periodos inmediatamente anteriores.

Page 154: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

154

La Época Ychsma Medio

Refl ejo del anterior culto relacionado con el enterramiento o uso de grandes cántaros y tinajas, en la fase Ychsma Medio A, también se puede apreciar en la arquitectura «improntas» o perforaciones existentes en los pi-sos de varios espacios importantes, donde seguramente se encontraron an-tiguamente semienterradas este tipo de vasijas y en asociación directa con las actividades desarrolladas en estos mismos espacios. Ejemplos de este tipo de evidencias han sido halladas en Armatambo (Díaz 2004), La Rinconada (Díaz 2002) y en La Huaca San Borja (Rea 2001). En la Huaca San Borja, varios de los recintos y patios superiores se encuentran con perforaciones circulares de poca profundidad dispuestas en un patrón lineal; es evidente así que estos pisos contuvieron una serie de vasijas grandes.

La mayoría de las vasijas de la Fase A presentes en los contextos ychs-ma, no presentan ningún tipo de decoración pictórica, usándose preferen-temente las superfi cies naturales. En algunos casos la decoración apenas se restringe al uso de toscas aplicaciones de color crema, a manera de líneas gruesas horizontales alrededor del cuello o pequeñas líneas del mismo color en los labios (Díaz y Vallejo 2005: Figs. 8A, 9A), líneas en color negro sobre fondo crema (Figura 10), o aquella que utiliza punteados e incisiones (Figu-ra 11) (Franco 2004: Fig. 34; Shimada et al. 2004: Fig. 7).

Figura 10. Vasija de la fase Ychsma Medio A (Díaz 1998).Figure 10. Middle A Ychsma phase vessel (Díaz 1998).

Aunque la Fase A de esta época, iconográfi camente es relativamente pobre, en la fase siguiente (Ychsma Medio B) comienzan a aparecer muchos de los diseños y motivos que caracterizarán al estilo Ychsma, en especial los basados en la decoración pictórica negro y crema que aparecerá en varias

Page 155: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

155

vasijas (Díaz y Vallejo 2005: Fig. 14), como las formas de pequeñas calabazas (Figura 12). De igual manera, las vasijas del tipo cara-gollete comienzan a ser algo frecuentes en los contextos ychsma, especialmente en los funera-rios (Díaz y Vallejo 2005: Fig. 17) (Figura 13 a), como aquellas vasijas que incorporan pequeñas aplicaciones modeladas (Figura 13 b). Con todo, el volumen de piezas sin ninguna o poca decoración pictórica es muy superior al de vasijas decoradas.

Figura 11. Figurina modelada de la fase Ychsma Medio A, con aplicaciones de punteado en zona e incisiones (Pachacamac).

Figure 11. Middle A Ychsma phase modeled fi gurine with pointed applications in the zone of incisions (Pachacamac).

Figura 12. Vasija fi tomorfa de la fase Ychsma Medio B que reproduce una calabaza (Armatambo).

Figure 12. Middle B Ychsma phase fi tomorph vessel reproducing a pumpkin (Armatambo).

Page 156: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

156

Desde el punto de vista de la arquitectura, la época Ychsma Medio aparece aún con poca defi nición, debido al hecho de que todavía no se ha podido aislar convenientemente un edifi cio correspondiente con esta época. Sin embargo, en Armatambo (Díaz 2004) varios ejemplos de arquitectura de este periodo aparecen claros y sufi cientemente aislados de periodos pos-teriores. Tanto Mateo Salado, La Huaca Santa Catalina, la Huaca San Borja y Mangomarca, por citar algunos edifi cios ychsma del valle bajo del Rímac, parecen decididamente corresponder con esta época. Las características ar-quitectónicas de todos estos edifi cios se inclinan a crear grandes volúmenes en base a tapiales y rellenos sucesivos, a los cuales se les van sumando nue-vas etapas constructivas que cubren las etapas anteriores, tanto con adosa-mientos sucesivos de tapiales como con nuevos rellenos estructurales (Tello 1999). Una característica importante en estos edifi cios, es que muchas veces los rellenos aparecen mayormente limpios o con poca presencia de material cerámico, difi cultando los trabajos de análisis comparativo. En varios casos, los perfi les de estos edifi cios son de forma escalonada en base a plataformas superpuestas contenidas con gruesos muros de tapial (Bueno 1991), y no son raros los amurallamientos o la construcción de altos muros en tapial que rodean los asentamientos.

En Pachacamac, son pocas las estructuras que señaladamente se pue-den asociar con esta época, pues muchos de los edifi cios actualmente visibles corresponden con la ocupación tardía del sitio. Muchas de estas estructuras se asocian con el uso de adobes alargados o de altura pequeña, que aparecen parcialmente cubiertos por las estructuras más tardías o que se encuentran muy deterioradas por exposición. Entre todas ellas, destaca notablemente una estructura existente en el lado oeste del sitio, la cual ha sido reportada por Díaz (2004) y que espacialmente se diferencia de las conocidas Pirámi-des con Rampa, las cuales solo parecen asociarse con la ocupación tardía del sitio (fase Ychsma Tardío A).

Page 157: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

157

Figura 13. Botellas ychsma de la interfase Medio A y Medio B, procedentes de Armatambo (Díaz 1998, 2004).

Figure 13. Middle A and B Ychsma interphase bottles, proceeding from Armatambo (Díaz 1998, 2004).

La ocupación de parte de la banda derecha del Rímac, tan poco cono-cida arqueológicamente, parece quedar confi rmada con las investigaciones de Ravines (2000) en el sitio de Canto Chico, que correspondió al grupo de Lurigancho. De acuerdo al material cerámico presentado para este sitio, es claro que gran parte del mismo corresponde a la época Ychsma Medio y Tardío A, por lo que Canto Chico se presenta como un caso de continuidad ocupacional sucesiva. En Las Palmas (Paredes y Ramos 1994) presentan un conjunto cerámico bastante similar al de Canto Chico, con evidencia tam-bién de continuidad ocupacional para una misma área. Si nos detenemos a analizar el material Ychsma Medio de Canto Chico, veremos notables se-mejanzas con material similar reportado para la banda izquierda del Rímac y para el valle de Lurín, como por ejemplo algunos tipos de ollas y tinajas (Ravines 2000: 140, Figuras 4, 5), y tinajas de cuello en T (Ravines 2000: 218, 219, 220, 221, 222). También en el caso de especímenes modelados como las fi gurinas (Ravines 2000: 260, Figs. 1, 2) y las aplicaciones (Ravines 2000: 255), estas son coincidentes con las reportadas en Armatambo o en Pachacamac, entre otros sitios.

En las zonas de rinconadas del valle del Rímac, como aquella donde se ubica Cajamarquilla, aparece con alguna frecuencia material cerámico per-teneciente a este periodo. Aunque no está todavía clara su relación con la ar-quitectura presente, es evidente, por los estudios de Joaquín Narváez (2006) en el sitio mismo de Cajamarquilla, que varias formas y tipos cerámicos ychsma son utilizados en este lugar. Defi nitivamente, el material ychsma que

Page 158: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

158

mayormente se presenta, como bien señala Narváez, se encuentra asociado con la fase Ychsma Medio A, aunque algunos especimenes todavía presentan claras reminiscencias con la fase anterior (Narváez 2006: Figs. 245, 248).

La Época Ychsma Tardío

La época Ychsma Tardío se diferencia notoriamente de las anteriores por su gran dinamismo, al punto de que el registro arqueológico y la mayo-ría de publicaciones que presentan material ychsma, lo hacen con material y contextos pertenecientes a esta época. Al igual que las épocas anteriores, esta etapa se encuentra subdividida en dos fases: A y B.

En la Fase A, la evolución del estilo a nivel cerámico presenta grandes cambios, especialmente en las características técnicas, aunque morfológica-mente también se presentan varios cambios relevantes. Conjuntos cerámicos pertenecientes a esta fase, y al parecer aislados del material más tardío corres-pondiente con la fase B (periodo inca), han sido reportados en Canto Chico (Ravines 2000), Armatambo (Díaz 2004; Díaz y Vallejo 2005), Las Palmas (Paredes y Ramos 1994) y Pachacamac (Feltham y Eeckhout 2004), aunque evidentemente en muchos otros sitios ychsma el material correspondiente a esta fase está muy presente. Durante esta fase, no es rara la presencia de cerámica elaborada en ambiente reductor (Figura 14), la cual también se manifi esta en las otras fases ychsma pero en mucha menor proporción5.

Figura 14. Vasija de la fase Ychsma Tardío A, procedente de un contexto funerario hallado en Armatambo (Díaz 2004).

Figure 14. Late Ychsma phase vessel, proceeding from a funerary context found in Armatambo (Díaz 2004).

Page 159: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

159

El reciente trabajo de Feltham y Eeckhout (2004) sobre la cerámica hallada en la Pirámide con Rampa III de Pachacamac, apunta a una mayor defi nición de esta fase y, en especial, a clarifi car cuáles son las características morfológicas propias que la distinguen de los componentes cerámicos de la siguiente fase ychsma correspondiente con el periodo Inca. Este importante trabajo no deja dudas sobre la existencia de dos fases tardías para la cerámica ychsma, pues se ha contado con material proveniente de excavaciones ar-queológicas y de asociaciones específi cas en uno de los sitios principales de la sociedad Ychsma. El trabajo de Ravines (2000), en Canto Chico, aunque no logra distinguir las fases involucradas, sirve para visualizar muchas de las formas Ychsma Tardío A presentes en este sitio (Ravines 2000: 122, 124, 177, 203, 204, 211, 213).

En Pachacamac, es precisamente donde se ha encontrado la mayor concentración de Pirámides con Rampa y es en este mismo sitio donde se ha podido defi nir el modelo arquitectónico, a partir de la excavación de tres de ellas: las Pirámides con Rampa Nº 1, 2 y 3 (Jiménez Borja 1985; Paredes y Franco 1987; Paredes 1988; Eeckhout 1995, 1999; Franco 1998, 2004). Si analizamos el material cerámico presente en cada una de ellas asociado con su uso, resulta claro que todas ellas corresponden cronológicamente con las fases más tardías de la secuencia ychsma. Al parecer, el modelo arquitec-tónico de las Pirámides con Rampa en Pachacamac, encuentra su mayor difusión en la fase Ychsma Tardío A, coincidiendo quizás con un mayor dinamismo que la sociedad Ychsma presenta en aquel periodo.

Para la fase Ychsma Tardío B correspondiente con el periodo Inca, la concurrencia de diversos estilos cerámicos ha hecho difi cultosa la asignación o pertenencia estilística de muchos de los especímenes involucrados en esta fase, por ser parte de un proceso mucho más complejo que suma diversos factores tecnológicos, funcionales y estilísticos en la producción cerámica. La complejidad de este periodo, se expresa en una serie de formas y tipos cerámicos que muchas veces escapan a los criterios formales que se tiene para clasifi car determinado estilo, concurriendo muchas veces en una sola vasi-ja varios elementos que recuerdan o se acercan a diversos estilos cerámicos (Figura 15). Por ello, las formas atípicas son muy comunes en este periodo. De alguna manera, las variantes en la cerámica y el surgimiento de nuevas formas o tipos cerámicos, deben ser correspondientes con la complejización social y los fuertes movimientos sociales que se encuentran al interior del imperio incaico. El traslado de grupos humanos completos, como son los famosos mitimaes, las redes de intercambio y tributación ampliamente di-fundidas y muy dinámicas, y especialmente los nuevos roles que el estado

Page 160: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

160

incaico establece en todos los órdenes sociales, hacen que la producción cerámica alcance niveles nuevos, tanto en volumen como en variantes mor-fológicas y tecnológicas.

Los problemas también residen en la propia clasifi cación del mate-rial de estilo Inca Cuzqueño, el cual recibe a veces libremente diversas de-nominaciones, como las conocidas Inca Imperial e Inca Provincial, tal como lo ha señalado ya anteriormente Meyers (1975). Nosotros hemos hecho al menos dos grandes distinciones, la que corresponde al estilo Inca Cuzqueño, con formas y diseños típicos de este estilo, y la que surge como resultado de la propia dinámica incaica en sus provincias o territorios ocupados, que hemos llamado como Inca Regional. Dado que muchas veces el territorio donde se encuentra determinado tipo cerámico excede al territorio aceptado a determinada provincia incaica, es que hemos preferido la denominación de Inca Regional (Vallejo 2004). Las formas y tipos cerámicos que se deri-van de la tradición local y que son pertenecientes al estilo Ychsma, son muy numerosos en este periodo y es común hallar en los contextos arqueológicos de esta fase, tanto los elementos locales del Ychsma Tardío B, como los per-tenecientes al estilo Inca Cuzqueño (Córdova 2005) y el Inca Regional.

Figura 15. Vasija escultórica procedente de Armatambo (Ruales, Toso y Vallejo 1983).

Figure 15. Sculpted vessel proceeding from Armatambo (Ruales, Toso y Vallejo 1983).

Page 161: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

161

Conclusiones

Si bien, hasta hace pocos años, la posibilidad de comprender la si-tuación social y cultural de la región comprendida entre los valles bajos del Rímac y Lurín se encontraba muy limitada por la gran segmentación estilís-tica que existía y por la poca comprensión del proceso secuencial y cronoló-gico de esta, creemos que hoy en día los avances ocurridos en la defi nición del estilo cerámico existente en esta región, pueden objetivamente conducir a una visión mucho más cercana de esta situación.

En realidad, los resultados de orden social y cultural que se pueden obtener a partir de la defi nición de una secuencia cerámica son sumamente importantes. Por citar un caso, las anteriores divisiones culturales existentes para esta región basadas en conjuntos cerámicos distintos, eran en concreto, solo distinciones de orden cronológico propias de la dinámica que experi-menta un estilo cerámico en su desarrollo en el tiempo. La cerámica como tal, no solo representa una manera de entender a una sociedad a través de su iconografía o producción, sino constituye además herramienta fundamen-tal de ordenamiento cronológico para muchos contextos arqueológicos que aparecen mayormente confusos.

Aunque aún queda mucho tema de discusión, con respecto a la defi ni-ción fi nal del estilo Ychsma, es claro que los avances producidos en los últi-mos años están conduciendo a una secuencia cerámica cada vez mas defi nida y específi ca, además de comprender a muchas mas formas y tipos cerámicos, anteriormente desconocidos o poco claros, en el corpus cerámico ychsma. Quedan sin embargo, muchas tareas por resolver, como la defi nición del te-rritorio ychsma y sus áreas periféricas. También es necesario aclarar el aspec-to interno de la región ychsma, en el supuesto de que convivan varios grupos étnicos y que estos se expresen en diferencias cerámicas o si estas diferencias correspondan a otras variables sociales o culturales.

Finalmente, la complejidad del periodo Inca, expresada a su vez en la complejidad de los estilos, formas y tipos cerámicos que se presentan en este periodo, puede ser un gran tema de investigación y discusión, enriquecido aun más con los avances tecnológicos aplicables al análisis de la cerámica.

Agradecimientos: Quisiera agradecer especialmente a Luisa Díaz, Directora del Proyecto Arqueológico Armatambo por el apoyo brindado para la realización de este artículo, tanto con el material gráfi co proveniente de sus investigaciones, como con sus sugerencias. También deseo agradecer

Page 162: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

162

a Glenda Pérez, conservadora del Museo de Sitio de Pachacamac, por la edición de las imágenes presentadas.

Notas:1 Entre estos se pueden señalar al Proyecto Ychsma dirigido por Peter Eeckhout y Carlos Far-

fán, el Pachacamac Archaeological Project dirigido por Izumi Shimada y Rafael Segura, el Proyecto Pueblo Viejo dirigido por Krzysztof Makowski y el Proyecto Armatambo dirigido por Luisa Díaz.

2 El estudio elaborado por Hudtwalker y Pinilla (2004) resulta interesante e importante para comprender la situación cronológica de la isla San Lorenzo, así como las caracterís-ticas básicas de los contextos funerarios. Una primera revisión podría situar las evidencias arqueológicas en la época Ychsma Tardío, comprendiendo sus dos fases A y B, es decir, una fase preinca y la siguiente, perteneciente al periodo Inca. Varias preguntas surgen sin embargo: una es si la ocupación ychsma de la isla se inicia decididamente en la época pre-inca o por el contrario, si las evidencias arqueológicas, aunque asignables estilísticamente a una fase anterior al Horizonte Tardío, son más bien del periodo Inca, dado que también es lógico suponer que en los primeros años de ocupación incaica la cerámica ychsma siguió reproduciéndose de acuerdo con los cánones precedentes.

3 Por ejemplo, la decoración aplicada de serpientes o culebras es muy común en la cerámica ychsma en su fase fi nal, cuando ocurre el Horizonte Tardío (fase Ychsma Tardío B). En ese proceso los préstamos e infl uencias de diversos estilos son frecuentes. Sin embargo este motivo, no es del todo claro de dónde provenga o si es originario en la cerámica ychsma. En una fase anterior (Ychsma Tardío A), aparece este motivo pero en posición vertical y generalmente empleado en otro tipo de vasijas.

4 La aparición y funcionamiento de este curacazgo, está íntimamente ligado con la amplia-ción hacia el sur del canal de regadío de Surco, ocurrida presumiblemente entre los siglos XI y XII, donde son habilitadas sucesivamente grandes extensiones de tierra cultivable. Antes de la dominación incaica en la costa central, el lugar era conocido con el nombre de Sulco o Surco, que es la denominación de la etnia o población que allí residía. Otro topónimo aún existente, pero que podría correlacionarse igualmente con fases antiguas, es aquel de Marcavilca, que signifi caría «ciudad o pueblo sagrado».

5 En la fase Ychsma Temprano B, la cerámica en ambiente reductor aparece también con mayor relevancia. Esta técnica, por supuesto, no fue desconocida entre los ceramistas ychsma y es muy probable que muchos de los especímenes hallados pertenecientes al periodo Inca, en realidad correspondan a la tradición local ychsma en lugar que a la tra-dición chimú, como aparece a veces en algunos autores (p.e. Makowski y Vega Centeno 2004: Fig. 8 b).

Bibliografía

Ángeles, R. 2003. Arqueología del valle de Asia. Cuadernos del Patrimonio Cultural 1. Museo Municipal Huaca Malena. Lima.

Ángeles, R. y D. Pozzi-Escot. 2004. “Del Horizonte Medio al Horizonte Tardío en la Costa Sur Central: el caso del valle de Asia”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (3): 861-886.

Page 163: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

163

Bazán Del Campo, F. 1990. Arqueología y Etnohistoria de los Períodos Prehispánicos Tardíos de la Costa Central del Perú. Tesis de licenciatura. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.

Bonavia, D. 1959. “Cerámica de Puerto Viejo (Chilca)”. Actas y trabajos del II Congreso Nacional de Historia del Perú, I: 137-168. Lima.

Bueno, A. 1983. “El antiguo valle de Pachacamac. Espacio, tiempo y cultura (2a parte)”. Boletín de Lima 25: 5-27.

Bueno, A. 1991. “La «marca» de Lima Prehispánica”. Espacio 31: 38-43.

Calancha, A. de la. 1974 [1638]. Crónica Moralizadora. Ignacio Prado Pastor. Lima.

Casas, L. y C. Dolorier. 2004. Agricultores y tejedores de Huallamarca. Manuscrito en el Museo de Sitio Huallamarca, Lima.

Córdova, M. 2005. “El Sauce, un cementerio del Horizonte Tardío en San Juan de Lurigancho, Lima”. Corriente Arqueológica 1: 199-221.

Cornejo, M. A. 2000. “La nación Ischma y la provincia inka de Pachacamac”. Arqueológicas 24: 149-173.

Cornejo, M. A. 2003. “Sacerdotes y tejedores en la provincia inka de Pachacamac”. Boletín de Arqueología PUCP 6: 171-204.

Díaz, L. 2002 Informe del Proyecto Arqueológico de Rescate «La Rinconada Alta». Manuscrito en posesión del autor, Lima.

Díaz, L. 2004. Informe Final del Proyecto Arqueológico de Rescate en los asentamientos humanos San Pedro y 22 de Octubre–Armatambo, Chorrillos. Lima. Manuscrito en posesión del autor, Lima.

Díaz, L. y F. Vallejo. 2002. “Identificación de contextos Ichma en Armatambo”. Arqueología y Sociedad 14: 47-75.

Díaz, L. y F. Vallejo. 2003a. “Hallazgo de pirámides con rampa en Armatambo”. Medio de Construcción 175: 49-54.

Díaz, L. y F. Vallejo. 2003b. “Armatambo y el dominio incaico en el valle de Lima”. Boletín de Arqueología PUCP 6: 355-374.

Díaz, L. y F. Vallejo. 2005. “Clasificación del patrón funerario Ychsma identificado en Armatambo y La Rinconada Alta”. Corriente Arqueológica 1: 223-322.

Page 164: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

164

Dulanto, J. 2001. “Dioses de Pachacamac: el ídolo y el templo”. En Los Dioses del antiguo Perú, vol. II, compilado por K. Makowski, pp: 159-181. Colección Arte y Tesoros del Perú. Banco de Crédito del Perú. Lima.

Duviols, P. 1967. “Un inédit de Cristóbal de Albornoz: la instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas”. Journal de la Société des américanistes, 56(1), 7-39. París.

Eeckhout, P. 1995. “Pirámide con rampa Nº 3 de Pachacamac, costa central del Perú. Resultados preliminares de la primera temporada de excavaciones (zonas 1 y 2)”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 24 (1): 65-106.

Eeckhout, P. 1999. Pirámide con rampa Nº III, Pachacamac. Nuevos datos, nuevas perspectivas”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 28 (2): 169-214.

Eeckhout, P. 2004. “Relatos míticos y prácticas rituales en Pachacamac”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (1): 1-54.

Eeckhout, P. (ed.). 2004. “Arqueología de la costa central del Perú en los periodos tardíos”. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines 33 (3).

Engel, F. 1984. Prehistoric Andean Ecology. Man, Settlement and Environment in the Andes, Chilca. Centro de Investigación de Zonas Áridas (CIZA) de la Universidad Nacional Agraria del Perú. New York.

Feltham, J. y P. Eeckhout. 2004. “Hacia una definición del estilo Ychsma: aportes preliminares sobre la cerámica Ychsma tardía de la pirámide III de Pachacamac”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (3): 643-679.

Franco, R. 1993.“Los dos templos principales de Pachacamac. Breve síntesis”. Revista del Museo de Arqueología 4: 55-77.

Franco, R. 1998. La pirámide con rampa nº 2 de Pachacamac. Excavaciones y nuevas interpretaciones. 105 p. Trujillo.

Franco, R. 2004. “Poder religioso, crisis y prosperidad en Pachacamac: del Horizonte Medio al Intermedio Tardío”. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines 33 (3): 465-506.

Franco, R. y P. Paredes. 2001. “El Templo Viejo de Pachacamac. Nuevos aportes al estudio del Horizonte Medio”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 607-630.

Page 165: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

165

Guerrero, C. 2004. “Cronología cerámica y patrones funerarios del valle del Rímac: una aproximación a los periodos tardíos”. En Puruchuco y la sociedad de Lima: Un homenaje a Arturo Jiménez Borja, editado por L. F. Villacorta (ed.), pp: 157-177. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología-CONCYTEC. Lima.

Horkheimer, H. 1970. “Chancay prehispánico: diversidad y belleza”. En 100 años de arqueología en el Perú, editado por R. Ravines, pp: 363–378. Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

Hudtwalcker, J. y J. Pinilla. 2004. “Proyecto Arqueológico San Lorenzo 2003-2004”. Revista de Marina 97 (2): 55-64.

Hyslop, J. y E. Mujica. 1992. “Investigaciones de A.F. Bandelier en Armatambo (Surco)”. Gaceta Arqueológica Andina VI (22): 63-86.

Iriarte, F. 1960. “Algunas apreciaciones sobre los huanchos”. En Antiguo Perú. Espacio y Tiempo, editado por R. Matos Mendieta, pp: 259-263. Editorial Juan Mejía Baca. Lima

Isla, J. 1995. “Materiales recuperados por Max Uhle (1906-1907) en la Isla de San Lorenzo, costa central del Perú”. Gaceta Arqueológica Andina 24: 73-91.

Jiménez Borja, A. 1985. “Pachacamac”. Boletín de Lima 38: 40-54.

Makowski, K. 2003. “Arquitectura, estilo e identidad en el Horizonte Tardío: el sitio de Pueblo Viejo-Pucará, valle de Lurín”. Boletín de Arqueología PUCP 6: 137-170.

Makowski, K. y M. Vega Centeno. 2004. “Estilos regionales en la Costa Central en el Horizonte Tardío. Una aproximación desde el valle de Lurín”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (3): 681-714.

Menzel, D. 1968. La cultura Huari. Compañía de Seguros y Reaseguros Peruano-Suiza, Lima.

Meyers, A. 1975. “Algunos problemas en la clasificación del estilo incaico”. Pumapunku 8: 7-25.

Narváez, J. J. 2006. Sociedades de la antigua ciudad de Cajamarquilla. Investigaciones arqueológicas en el Sector XI del Conjunto Tello y un estudio de la colección tardía del Conjunto Sestieri. Auqi Ediciones, Lima.

Paredes, P. 1988. “Pachacamac-Pirámide con rampa nº 2”. Boletín de Lima 55: 41-58.

Page 166: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Francisco Vallejo Berríos

166

Paredes, P. y R. Franco.1987. “Pachacamac: Las pirámides con rampa, cronología y función”. Gaceta Arqueológica Andina 13: 5-7.

Paredes, P. y J. Ramos. 1994. “Excavaciones arqueológicas en el sector Las Palmas, Pachacamac”. Boletín de Lima 91-96: 313-349.

Ravines, R. 2000. “Canto Chico, asentamiento prehispánico del valle del Rímac”. Boletín de Lima XXII (119-122): 93-290.

Rea, C. 2001. Proyecto de Investigaciones Arqueológicas y Puesta en Valor de la Huaca San Borja. Instituto Nacional de Cultura, Lima.

Rostworowski, M. 1972. “Breve ensayo sobre el señorío de Ychma o Ychima”. Arqueología PUC 13: 37-51.

Rostworowski, M. 1978 Señoríos indígenas de Lima y Canta. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Santillán, H. de. 1968 [1563]. Relación del origen, descendencia, política y gobierno de los Incas. En Biblioteca Peruana, primera serie, III. 377-463. Editores Técnicos Asociados, Lima.

Schmidt, M. 1929. Kunst und Kultur von Peru. Impropyläen – Verlag, Berlín.

Shimada, I., R. Segura, M. Rostworowski y H. Watanabe. 2004. “Una nueva evaluación de la Plaza de los Peregrinos de Pachacamac: aportes de la primera campaña 2003 del Proyecto Arqueológico Pachacamac”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (3): 507-538.

Strong, W. D. y J. M. Corbett. 1943. “A ceramic sequence at Pachacamac”. Columbia Studies in Archeology and Ethnology I (2): 27-121.

Tantaleán, H. y O. Pinedo. 2004. “Entre los Andes y el Mar: El valle bajo de Mala antes y durante la ocupación inca”. Revista de Arqueología del siglo XXI 283: 54-63.

Tello, J. C. 1999. Arqueología del Valle de Lima. Cuadernos de Investigación del Archivo Tello 1. Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.

Ubbelohde-Doering, H. 1952. El Arte en el Imperio de los Incas. Editorial Gustavo Gili, Barcelona.

Uhle, M. 1903. Pachacamac. Report of the William Pepper, M. D., LL. D., Peruvian Expedition of 1896. Department of Archaeology, University of Pennsylvania. Philadelphia.

Page 167: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

La Problemática de la Cerámica Ychsma: El Estado de la Situación

167

Vallejo, F. 1988. “Ritos funerarios en el Perú Prehispánico. Análisis de una tumba del complejo funerario de Armatambo, Lima”. En Ande: Prehistoria Come Progetto. Documenti de Etno-Archaeología Precolombiana, editado por M. Lunghi, pp: 381-443. Universitá Católica dil Sacro Cuore. Brescia.

Vallejo, F. 2004. “El estilo Ychsma: características generales, secuencia y distribución geográfica”. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines 33 (3): 595-642.

Vallejo, F. 2005. Informe de la Puerta de Pachacamac: Estudio arqueológico e iconográfico. Museo de sitio Pachacamac. Instituto Nacional de Cultura, Lima.

Willey, G. 1943 “A supplement to the pottery sequence at Ancon”. Columbia Studies in Archeology and Etnology, I (4): 197-211. Columbia University Press, New York.

Page 168: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí
Page 169: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos con el Estilo Ychsma

Characterization of the Geometrical Tricolor style and it’s relationships with the Ychsma style

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

Resumen

El presente estudio examina los antecedentes y caracterización ini-cial del estilo Tricolor Geométrico. Este estilo formaría parte de un complejo conjunto estilístico que se distribuyó a inicios del Período Intermedio Tardío por toda la costa norcentral andina, principal-mente entre los valles de Huaura – Chancay y Ancón. Se examinan los componentes y se reevalúan sus contenidos, generando una cate-goría de análisis factible de contrastación. Posteriormente, ya con parámetros bien defi nidos, se procede a confrontar el estilo con ma-teriales análogos encontrados en el valle del Rímac, explícitamente en los contextos funerarios de la Huaca Huallamarca. Finamente, se evalúa el posible impacto del Tricolor Geométrico en la forma-ción u origen del estilo Ychsma.

Palabras claves Tricolor Geométrico, Ychsma, Chancay, Hualla-marca.

Abstract

Th e present study examines and discusses to the antecedents and initial characterization of the denominated style Geometric Tri-color. Th is style comprised of the stylistic set Huaura that was dis-tributed mainly in the Andean nor-central coast, between valleys

1 Museo de Sitio Huallamarca, Lima. E-mail: [email protected] Museo de Sitio Huallamarca, Lima. Recibido: Octubre 2007. Aceptado: Mayo 2008

Revista de Antropología N°20, 2009: 169--188Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

169

Page 170: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

170

of Huaura – Chancay and Ancón. Th e components are examined and their contents are reevaluating, generating a category of feasi-ble analysis of comparison. With well defi ned parameters and, it is come to resist the style with the found analogous materials in the valley of the Rímac, explicitly in the funeral contexts of the Huaca Huallamarca. Finely, it is tried to evaluate the impact of Geome-tric Tricolor in the formation or origin of the Ychsma style.

Key Words: Geometric Tricolor, Ychsma, Chancay, Huallamarca.

Introducción

Desde muy temprano en la investigación arqueológica se han destaca-do las proximidades e infl uencias estilísticas existentes entre la costa central y norcentral del Perú, sobre todo desde fi nales del Horizonte Medio. Al pa-recer ello fue generado por la existencia de una fuerte relación entre ambas regiones. Algunos investigadores señalan inclusive que producto de aquella inicial conexión estilística se habrían desarrollado dos estilos originalmente emparentados: el Chancay y el Ychsma. Frecuentemente se alude al estilo Tricolor Geométrico (entre otros componentes del complejo Huaura) como uno de los estilos promotores en esta génesis.

Nuestro estudio intenta reevaluar la organicidad de los principales elementos componentes del Tricolor Geométrico que fuera inicialmente identifi cado y defi nido en los cementerios de Chancay y Ancón. El obje-tivo principal es generar una categoría de análisis manejable, y para ello indagamos en los primeros trabajos efectuados en la región, discutiendo las terminologías acuñadas a lo largo del tiempo, su caracterización, validez y aplicación actual. Otro de los objetivos del presente artículo es correlacio-nar cronológica y estilísticamente los materiales alfareros procedentes de contextos funerarios de Huallamarca, que guardan relación con el estilo en cuestión. Finalmente, se procura medir el impacto real que el estilo Tricolor Geométrico y otros estilos tempranos de la costa norcentral generaron en la formación u origen del estilo Ychsma.

Resguardados en que se trata principalmente de un estudio estilístico, en esta oportunidad nos vamos a eximir de exponer en detalle los contextos de los cuales proviene el material procedente de Huallamarca.

Page 171: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

171

Antecedentes del estilo tricolor geométrico

El registro más temprano de este estilo lo obtenemos de Strong, quien clasifi có el material cerámico proveniente de contextos funerarios de Ancón excavados por Uhle en 1904 (Strong 1925). Para ello, empleando el méto-do tipológico estableció la primera secuencia estilística de Ancón. Ella fue organizada en cinco períodos: Ancón Temprano, Medio y Tardío. Los dos últimos fueron subdivididos en: Ancón Medio I – II, correlacionables con el Horizonte Medio; y Ancón Tardío I – II, correspondiente a las fases del Periodo Intermedio Tardío.

Por la materia de nuestro interés nos centraremos únicamente en el análisis de los estilos correspondientes al Ancón Medio II y en el Ancón Tardío I.

Ancón Medio II (Horizonte Medio 3 y 4)

Dentro de las principales características que señala Strong para este período destaca el predominio del engobe rojo sin pulir y el uso de hasta cuatro colores: blanco, negro, rojo y púrpura (defi nido como un rojo muy oscuro). Prevalecen también dos tipos principales de diseños: por un lado el uso de líneas blancas rectas y ondulantes sobre fondo rojo (Strong 1925: placa 44 a, d, h, p); y del otro, un patrón geométrico, de ángulos, triángulos y cuadrados enmarcados en áreas geométricas (Strong 1925: placa 44 k, m, n, o, q, r). En este se usan los cuatro colores antes señalados y correspondería a lo que Uhle llamó Epigonal Norteño, o, en términos de Strong, un descen-diente del estilo «Tiahuanaco». Es preciso resaltar que Strong menciona la coexistencia de ambos tipos en las mismas tumbas. Junto con ellos se regis-tran materiales que emplean dos o tres colores y materiales con decoración pintada de blanco.

Las formas son altamente variables y defi ne cántaros de cuerpo oval con gollete recto y asas verticales, recipientes de cuello ancho y boca más angosta, ollas con aplicaciones y vasijas de cuello y cuerpo aquillado.

Ancón Tardío I (Periodo Intermedio Tardío 1-3)

A este período lo defi ne como una suerte de transición entre el Tetra-color del Epigonal y el Bicolor negro sobre blanco (Chancay – N/B) de la fase posterior. Si bien se hallan presentes en la decoración materiales de uno y dos colores, el más frecuente y característico es el «Tricolor» (Strong 1925: Placa 43 i, j, k, l, m, n).

Page 172: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

172

Las formas más novedosas incluyen platos o tazones con pedestal, ja-rras pequeñas de cuello angosto con asas verticales que conectan el cuello con el cuerpo y aparece una forma de botella con asa estribo de mango cuadrado y sólido, con pequeñas asas verticales que unen el estribo con una boca ensanchada. Se advierte también la ausencia de las dos principales for-mas de la fase anterior: los cántaros de cuerpo oval y los de cuerpo y cuello aquillado.

En resumen, se podría decir que Strong defi nió inicialmente los esti-los Blanco ondulante sobre rojo y el Tetracolor o Epigonal como lo típico del Ancón Medio II, mientras que el Tricolor resulta ser lo más característico del Ancón Tardío I, pero como un estilo transicional.

El método tipológico empleado por Strong para la clasifi cación del material cerámico en base a la técnica decorativa contribuye a acuñar térmi-nos como pentacolor, tetracolor, tricolor, bicolor, blanco sobre rojo o negro sobre blanco para identifi car a los tipos cerámicos característicos de uno u otro período. Al tratarse de tipos abstraídos y aislados con afanes exclusiva-mente cronológicos, descuida las relaciones genéticas inherentes a los proce-sos y cuerpos estilísticos.

El segundo investigador en describir el estilo Tricolor fue Kroeber, quien al igual que Strong, clasifi ca el material excavado por Uhle de cinco cementerios del valle de Chancay (Kroeber 1926). En ellos identifi ca cinco estilos cerámicos, de los cuales el Negro sobre Blanco resulta ser el más tar-dío, antecedido por el Tricolor Geométrico, el Epigonal y, aún más tempra-nos, el Blanco sobre rojo y el Tricolor o Interlocking. A pesar de su orden secuencial, advierte que algunos estilos se pueden encontrar asociados en una misma tumba. Tal es el caso de piezas del estilo Negro sobre Blanco que se hallan junto a vasijas del estilo Tricolor Geométrico y aun del Epigonal. Del mismo modo, la relación contextual de los estilos Tricolor Geométrico y Epigonal es bastante recurrente y confi rmaría la secuencia de Strong.

En principio Kroeber cuestiona la caracterización del Epigonal hecha por Uhle (Pachacamac, Ancón y Supe) mostrado como una derivación de-cadente del estilo Tiahuanaco. De otro lado, propone la emergencia del Epi-gonal como una suerte de desarrollo local, como un estilo relacionado con la costa central. Este se ejecuta en 3 ó 4 colores (rojo oscuro, rojo, blanco y negro) con pigmentos impuros de un acabado mate. Esta decoración es más frecuente en vasos, cubiletes y tazones bajos. Se caracteriza por el uso de pe-queños rectángulos blancos (en fi las) con barritas negras al centro, caras cua-dradas, rudimentarias, de ejecución desaliñada, con la nariz unida al borde

Page 173: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

173

superior, gorros, plumas, paneles con rayos o barras, espirales, curvas lisas o aserradas, puntos grandes o círculos en fi las, etc. Junto a las fi guras señaladas en sus láminas como características del Epigonal (Kroeber 1926: placas 83 b, c, d, e, g, h, i; 84 c), muestra un pequeño grupo de fi guras califi cadas como epigonaloides (Kroeber 1926: placas 84 g, h; 85 b). Al revisar estas fi guras se puede advertir que incorpora material que no necesariamente deriva del estilo «Tiahuanaco» tal como lo hacía Uhle. Por el contrario, se refi ere a nue-vos componentes estilísticos de carácter local (placas 83l; 84b, g, h; 85b).

El estilo Tricolor Geométrico fue nombrado así para distinguirlo del Tricolor Interlocking del estilo Lima. Se puede decir que Kroeber acuña di-cho término aun cuando faltó defi nirlo con mayor precisión. Se caracteriza por el uso de los colores rojo y negro sobre blanco de modo excesivamente geométrico. Los diseños se ejecutan en líneas o rayas anchas rojas sobre un fondo blanco, delineado en negro. Se presenta como elemento típico un marco rojo, que defi ne el espacio con fi guras escalonadas y fi la de diamantes al interior. Este tipo de decoración se encuentra principalmente en jarras (placas 83 a; 84 a; 85d, e, i).

De otro lado, Kroeber observa que la decoración muestra una tenden-cia a cristalizarse en conexión con ciertas formas: el Epigonal se relacionaría principalmente con vasos y cubiletes, mientras que el Tricolor Geométrico lo haría con jarras. Esta observación será ampliada más adelante.

En 1942 Willey y Newman realizan excavaciones en la necrópolis de Ancón (Willey 1943). La colección obtenida en sus excavaciones es ubicada cronológicamente como intermedia entre el Ancón Medio II y el Ancón Tardío I. En ella identifi ca varios estilos cerámicos: B/R (Blanco ondulante sobre Rojo), Epigonal, Estampado, Tricolor Geométrico y Negro Pulido. La cerámica de cuatro colores o Epigonal y el Blanco ondulante sobre rojo son muy populares en el Ancón Medio II pero declinarían en su transición hacia el Ancón Tardío I. En esta transición son sustituidos por el estilo Tri-color, que es absolutamente diferente del Ancón Medio I y II. A pesar de ello, según Willey, el origen del Tricolor se puede remontar a las infl uencias externas que explican los materiales de cuatro y cinco colores del Ancón Medio II.

Dentro de las varias precisiones que elabora Willey acerca de los es-tilos cerámicos de este período, destaca la caracterización del estilo Tricolor segregando dos tipos. El primero defi nido por la relación Rojo y Negro sobre Blanco (Tricolor Geométrico base blanca) y el segundo por Negro y Blanco sobre Rojo (Tricolor Geométrico base roja). En el primer tipo se

Page 174: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

174

suelen emplear principalmente paneles horizontales defi nidos por un marco rojo delineado en negro. En el segundo tipo se emplean tanto paneles ho-rizontales o verticales defi nidos por un marco blanco delineado con negro. Los principales diseños relacionados con ellos son los escalonados, rombos, aserrados y caritas semicirculares de infl uencia Epigonal (Willey 1943: Placa 1: e, f, g, h).

En resumen, Strong fue el primero en identifi car al Tricolor como un estilo de transición, ubicándolo cronológicamente en su Ancón Tardío I (Periodo Intermedio Tardío 1-3). Luego, Kroeber lo rebautiza como Trico-lor Geométrico, diferenciándolo formal y estilísticamente del Tricolor Inter-locking. Finalmente Willey (1943) subdivide al Tricolor Geométrico en dos tipos, base roja y base blanca, y destaca sus principales elementos asociados. Pero cabe señalar que algunos de los tipos catalogados como base roja fueron clasifi cados del mismo modo dentro del Epigonal (también de base roja), pero ello se discutirá a continuación.

Caracterización del tricolor geométrico

Las descripciones previas sirven para tomar una idea clara del proble-ma y ponen de manifi esto la necesidad de reevaluar los contenidos formales y profundizar con mayor detalle en sus alcances, categorización y organi-cidad. Reevaluemos entonces al Tricolor Geométrico como un estilo con componentes que le son propios y exclusivos, plasmados en una organiza-ción bien defi nida, donde cada elemento adquiere valor y distintos niveles de integración.

Tomando en cuenta que existe una fuerte relación entre estilo de-corativo y un particular género de formas cerámicas, emplearemos ambos componentes como criterios de clasifi cación.

Según la decoración

En primera instancia, el estilo decorativo será nuestro principal ele-mento de clasifi cación. Para ello, retomamos los criterios básicos de la sub-división de Willey para la descripción y análisis.

Tricolor Geométrico – Base Blanca

Sobre un fondo blanco, se tiende a generar amplios paneles horizon-tales (sean rectangulares o trapezoidales) enmarcados con una banda roja delineada en negro. Al interior de estos paneles de marco rojo se inscriben

Page 175: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

175

principalmente dos tipos de diseño: rombos y escalonados (Figura 3a). Exis-te un tercer grupo compuesto por asteriscos, chacanas (cruces) y guiones, pero lamentablemente no se cuenta con una buena documentación.

Los rombos emplean paneles horizontales largos y angostos, se presen-tan en cadena, como fi guras continuas alineadas horizontalmente y unidas entre sí por sus extremos. Son invariablemente de color rojo, delineados en negro, y pueden presentar pequeñas subdivisiones o rombos concéntricos con puntos al interior. El área externa a los rombos se suele rellenar con triángulos o semicírculos concéntricos (Figuras 1a: a, b, c).

Los escalonados tienden a emplear paneles horizontales más amplios (trapecios). Se trata de bandas rojas delineada en negro, que dibujan largos escalonados que recorren la superfi cie en forma diagonal, partiendo de los extremos inferiores, hasta encontrarse en la parte central y superior. Cada espacio entre escalones se completa con un pequeño cuadrado con punto negro. Las bandas escalonadas se presentan en forma paralela y en algunos casos se transforman o acompañan con cruces o chacanas al centro o en los ángulos del panel (Figuras 1a: d, e, f, g, h, i, j).

Las cruces o chacanas grandes rellenan equidistantemente los paneles. Mientras que guiones, cruces simples o asteriscos se inscriben al interior de paneles verticales con una franja roja oscura (Figuras 1a: k).

La relación estilística y cronológica entre los dos primeros elementos (rombos y escalones) es bastante clara, pues ambos suelen compartir ubica-ción dentro de una misma vasija.

Tricolor Geométrico – Base Roja

Sobre un fondo rojo se tiende a generar amplios paneles trapezoidales, algunas veces enmarcados con una banda blanca. Los paneles pueden ser aún subdivididos en forma vertical, horizontal, o en semicírculos concén-tricos con franjas blancas delineadas en negro (ver Figura 3b). Al interior, ocupando el espacio central, se suele ubicar caritas o rostros de vista frontal; estas son de forma circular, semicircular o en rectángulo, con ojos redondos y la nariz unida al extremo superior de dibujo. Junto con ellas una suerte de «plumas aserradas» (o espigas) rellenan los espacios laterales, tanto vertical como horizontalmente, en uno u otro sentido. En los intersticios, rellenando los vacíos, se dibujan en blanco y sin borde, pequeñas serpientes (o gusanos) rellenas con puntos negros. Estos componentes forman un grupo iconográ-fi co bien defi nido que algunas veces se les confundió como parte del estilo Epigonal. La asociación de elementos tan estrechamente vinculados revela

Page 176: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

176

que forman un complejo iconográfi co formal, con contenidos precisos y signifi cados propios (ver Figura 1b).

En la mayoría de los casos ambos grupos iconográfi cos (Tricolor Geométrico base blanca y base roja) se manejan en forma independiente uno del otro. Rombos, cruces y escalones ejecutados sobre un fondo blanco se aíslan fácilmente de los rostros semicirculares, plumas aserradas y ser-pientes elaboradas sobre un fondo rojo. Uno y otro presentan sufi cientes particularidades y diferencias como para considerarlos estilos diferentes y no subgrupos de uno mayor. Sin embargo, es posible encontrar piezas que amalgaman elementos de ambos subgrupos, revelando contemporaneidad y afi nidades. Además, comparten un conjunto más o menos restringido de elementos accesorios y se ejecutan sobre los mismos géneros y grupos mor-fológicos de vasijas.

Figura 1. Características del Tricolor Geométrico en Chancay y Ancón.Figure 1.Characteristics of Tricolor Geometric in Chancay and Ancon

Según la forma

El segundo criterio de clasifi cación para defi nir los componentes del Tricolor Geométrico es según la forma de las vasijas con la cual se asocia, que para el caso, se restringe a seis géneros y tipos morfológicos, ellos son: plato con pedestal o de base anular, vaso de paredes abiertas, botella asa estribo con cuerpo aquillado, cántaro de cuerpo aquillado, jarra de cuerpo ovoidal, jarra con asas y otros no publicados (ver Figura 2a). En todas ellas se presentan pequeñas variantes, conjugación de elementos o diferencia de

Page 177: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

177

escalas. Por ejemplo, las jarras de cuerpo ovoidal suelen variar en la forma del gollete, de tubular alto y recto a tubular alto y evertido, y fi nalmente de cuello cóncavo y bajo. Al parecer el primer tipo de cuello es más temprano, y puede presentar tanto una como dos asas cintadas. Tanto cántaros como jarras pueden remplazar sus asas por la aplicación de personajes modelados (Figura 1b: r, u).

Decoración y forma

A este punto es posible entablar una serie de relaciones generales entre decoración y forma de la vasija. Cabe señalar que de ninguna manera estas observaciones limitan posibilidades aún no registradas, sólo se ciñe a mate-rial publicado y conocido hasta el presente.

En este contexto la decoración Tricolor Geométrico base blanca se re-laciona principalmente con tres formas: platos y botellas, pero esencialmen-te con cántaros de cuerpo aquillado (ver Figura 2a). En este caso, se puede apreciar la aplicación de rombos, escalonados y cruces, tanto en forma in-dependiente como en combinación. Por otro lado, el Tricolor Geométrico base roja se relaciona con vasos, jarra con asas y botellas pero especialmente con cántaros de cuerpo aquillado y luego con jarras de cuerpo ovoidal (ver Figura 2a). Como ya se mencionó antes este conjunto iconográfi co posee elementos que le son exclusivos y cada uno de ellos tiende a relacionarse además con un género determinado de vasija. Por ejemplo, los vasos se rela-cionan bien con las serpientes de puntos o sólo con espigas o plumas aserra-das. Ellos decoran el borde sobre una banda roja horizontal. De otro lado, las bandas verticales con plumas aserradas y serpientes se relacionan casi directamente con los cántaros de cuerpo aquillado (ver Figura 1b: o, p, q, r). Finalmente el conjunto compuesto por caras circulares o semicirculares, plumas aserradas y serpientes, se asocia directamente con las jarras de cuerpo ovoidal (ver Figura 1b: s, t, u, v).

Page 178: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

178

Figura 2. Formas características del Tricolor Geométrico.Figure 2.Typical forms of Tricolor Geométrico

Los rostros antropomorfos se pueden ubicar tanto en paneles horizon-tales como verticales, con una división axial del espacio, en el que frecuente-mente el personaje principal se encuentra al centro, y las plumas aserradas lo fl anquean en pares o lo inscriben en semicírculos concéntricos.

Elementos accesorios

Inherente a los subgrupos iconográfi cos antes descritos y a sus particu-lares formas asociadas, existe un restringido grupo de elementos accesorios que vinculan a unos con otros, dándoles unicidad, organicidad y contem-poraneidad. Se trata de elementos decorativos complementarios, como por ejemplo: blondas semicirculares, zigzag con barras, horquillas en forma de 8, triángulos en racimos, espiral rectangular, olas o volutas y aplicados antro-pomorfos u ornitomorfos. Estos suelen ubicarse en los bordes de los cánta-ros, jarras y botellas (ver Figura 3e). El más común es una suerte de blonda compuesta por semicírculos concéntricos que penden del borde, en algunos casos se acompañan con barritas horizontales rellenando los entrantes. Otro elemento está compuesto por diseños en zigzag, que forma triángulos conti-nuos y concéntricos que penden del borde. Al igual que en el caso anterior se suelen acompañar con pequeñas barritas horizontales agrupadas en pares o tríos que rellenan las entrantes y salientes del zigzag. Un tercer elemento menos frecuente, es un remate en pequeños triángulos que forman racimos

Page 179: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

179

unidos por sus vértices. Suelen rellenarse con puntos o asteriscos. El cuarto elemento se ubica en el cuerpo del tipo base blanca, se trata de rectángulos alineados con horquillas en forma de 8 y rombos o diamantes inscritos al interior. El quinto y sexto elemento se hallan muy ligados al Tricolor Geomé-trico base roja. El uno es un espiral rectangular rematado en ambos extremos por un racimo de varas o escalones. Este se organiza en franjas horizontales y remata los bordes o bien en franjas verticales en el cuerpo de las vasijas. El otro es una sucesión de olas o volutas con los rulos aserrados y con las entran-tes rellenadas por barritas horizontales. Este tipo de elemento accesorio sólo se ubica en el cuerpo de la vasija, mas no en el borde.

Junto con estos elementos decorativos pintados aparecen personajes modelados y aplicados. Se puede tratar de cabecitas con rasgos ornitomorfos (lechuza) o de pequeños personajes con sólo cabeza, torso y brazos, asidos por ellos al gollete de cántaros o jarras. Las cabecitas se encuentran solas y se tienden a ubicar al centro de las vasijas, mientras que los personajes gene-ralmente se hallan por pares y ubicados en puntos opuestos del cuello de las vasijas. A parecer dichos elementos tienden a reemplazar a las asas.

Las asas son de buena luz, cintadas y unen el cuerpo con la parte media del gollete. En muchos casos se decoran con una base blanca y barra horizon-tales en negro.

Figura 3. Organización de diseños y elementos accesorios en el Tricolor Geométrico.

Figure 3. Motif organization and accesories elements in Tricolor Geométrico

Page 180: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

180

Tricolor Geométrico en Huallamarca

A partir de esta nueva caracterización del estilo Tricolor Geométri-co procedente de los valles de Huaura, Chancay y Ancón, con paráme-tros estilísticos más detallados y bien defi nidos, se le puede utilizar como una categoría de análisis y buscar los elementos comparativos que hagan posible su confrontación con los materiales presentes en Huallamarca y otras regiones. Ello permitirá evaluar la distribución, grado de infl uencia y alcances cronológicos del estilo.

Para este estudio trabajamos sobre la base de 11 vasijas y 10 frag-mentos que presentan elementos decorativos que guardan relación con el estilo Tricolor Geométrico. De todos ello, 15 guardan estrechas semejan-zas con el Tricolor Geométrico base blanca (Figura 4a: a, b, c, e, f, l-t), mientras que uno deriva de él (4a: d) y sólo 4 especímenes pertenecen al Tricolor Geométrico base roja (Figua 4b: g, i, j, k) y uno se relaciona con el (4b: h).

Tricolor Geométrico – Base Blanca:

Se encontró una importante colección de vasijas que se vinculan con este estilo. De los 16 ejemplares que presentan esta decoración 12 grafi can exclusivamente rombos (Figura 4a: b, c, l-t). Se aprecia de inmediato una primacía del tipo rombos, sin embargo se advierte también, que no existe una correspondencia directa con el estilo descrito para Chancay y Ancón. En la caracterización inicial advertimos el uso de paneles rectangulares y horizontales con marco rojo. Al centro, rombos invariablemente rojos delineados en negro. En Huallamarca –excepto 4a: r– todos presentan marco rojo, y en 12 de ellos, la fi gura circunda completamente el ecuador de las vasijas (excepto 4a: l, o). De todo el grupo, 8 presentan rombos en rojo (uno de ellos con una variación cromática hacia el marrón) y dos (incluyendo el anterior) rompen los esquemas formales de diseño. El interior de los rombos es subdividido en pequeños dameros con puntos y colores alternos (4a: c, e, p). Una segunda variación en los rombos de Huallamarca es el empleo del color gris claro u oscuro para la coloración de los rombos (4a: b, q, r, s). De los cuatro ejemplares que grafi can este tipo, uno de ellos se inscribe en un marco negro. Salvo ello, respetan las reglas del diseño para el tipo rombos.

Otros dos ejemplares rompen las reglas del diseño e intercalan rom-bos de color rojo con rombos gris oscuro, o marrón rojizo con gris claro (4a: c, t). Además de presentar las subdivisiones internas antes mencio-

Page 181: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

181

nadas, una de ellas no se inscribe en marco rojo. Finalmente, un último ejemplar altera totalmente la composición, al punto que pierde la forma de rombo y se convierte en aspas que alternan líneas marrón rojizo con gris cla-ro (4a: d). A pesar de ello conservan el marco rojo anular y el fondo blanco. A este punto, cabe señalar que los ejemplares que rompen el esquema formal reseñado para el área de Chancay – Ancón, muestran colores, formas y ele-mentos accesorios propios de la iconografía local, junto con algunos que son particulares de la costa sur.

Figura 4. Características del Tricolor Geométrico en Huallamarca.Figure 4.Characteristics of Tricolor Geométrico in Huallamarca.

Estas alteraciones se observan también en la forma de las vasijas, pues una de ellas corresponde a un cántaro de cuerpo aquillado (4a: o), pero el resto cántaros de cuerpo coniforme y base plana (en forma de trompo, como elemento formal característico de Huallamarca), con pequeñas asas laterales al ecuador (4a: a, b, d, e). El gollete tiende a ser convexo o tubular. Finalmente tenemos una olla de cuello evertido como elemento morfológi-co totalmente atípico para este tipo de decoración (4a: c).

Sólo 3 especímenes presentan decoración escalonada, de los cuales 2 comparten espacio con los rombos (4a: a, e). En realidad son diseños tan elementales que no rompen los esquemas formales básicos. Sin embargo, ya no se trata de largos escalones en amplios espacios blancos con marco

Page 182: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

182

rojo sino, que al igual que el tipo anterior se ubican en franjas anulares a lo largo del ecuador, paralela a los rombos, de los cuales un solo ejemplar se encuentra enmarcado en un trapecio. Esta última es una botella cara gollete, cuya forma recuerda al «Huaco Rey» del estilo Lambayeque (Figura 4a: f ). Dicho sea de paso esta forma de botella no es ajena a la costa central, pues en sitios como Ancón, Huallamarca y Pachacamac se han recuperado varios ejemplares.

Tricolor Geométrico – Base Roja

Se han hallado 5 especímenes correspondientes a este estilo. Un vaso, una botella doble cuerpo, un cántaro de cuerpo aquillado y dos jarras de cuerpo ovoidal conforman este grupo. Salvo la botella de doble cuerpo (4b: h), los otros 4 ejemplares comparten todos los aspectos formales, de diseño y elementos decorativos, sin mayores variantes. El vaso muestra una franja roja en el borde y se decora con serpientes de punto negro (4b: g). El cán-taro de cuerpo aquillado muestra divisiones verticales con plumas aserradas y serpientes (4b: l). Decoración similar se encuentra en una de las jarras de cuerpo ovoidal (4b: j). Mientras que la otra jarra presenta una decoración más compleja compuesta por una cabecita ornitomorfa (lechuza), modelada y aplicada en la parte superior del cuerpo de la vasija (4b: k). A partir de ella, se desarrolla la decoración dividiendo el espacio en cuatro campos. Los campos de derecha e izquierda se separan con una franja central que muestra un rectángulo en espiral, dibujados en negro. En cada uno de los campos se puede apreciar dos pares de plumas aserradas oponiéndose simétricamente (ver Figura 3). Finalmente los intersticios dejados son rellenados con ser-pientes de puntos negros.

Al parecer, la botella de doble cuerpo no tiene precedentes con este tipo de decoración, ni en Ancón ni en Chancay. El dibujo presentado no grafi ca fi dedignamente los colores, pues fue redibujado del cuaderno de campo de Zegarra (ms), sin embargo, presenta todos los elementos iconográfi cos para incorporarlo en este grupo. Esta forma de botella frecuentemente se asocia en otros contextos con decoración punteada, incisa o con baño blanco le-choso de inicios del Periodo Intermedio Tardío.

Los elementos accesorios presentes en uno u otro tipo son comunes con los identifi cados en la costa norcentral (blondas semicirculares, zigzag con barritas, rectángulos en espiral, aplicados, etc.), con el añadido de ele-mentos locales y otros propios de la costa sur (rectángulos aserrados y aves).

Page 183: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

183

Discusión

A pesar que el estilo Tricolor Geométrico fue defi nido con anteriori-dad para los sitios de Ancón y Chancay (Strong 1925; Kroeber 1926; Willey 1943) al igual que el área compuesta por los valles de Huaura-Chancay (Me-jía 1953; Horkheimer 1962, 1970), son pocos los reportes que lo vinculan con el valle del Rímac. Las escasas menciones relativas a su presencia gene-ralmente no responden a las características anteriormente señaladas. Tanto así, que ninguno de los materiales publicados por Uhle procedentes de Pa-chacamac corresponderían a este estilo (Uhle 1903: Figuras 5, 7, 8). Existe una tendencia de los investigadores en catalogar como «Tricolor» o «Tricolor Geométrico» a todo material (incluyendo fragmentería) que conbine tres colores –sean cuales fueren–, sin hacer el mayor análisis de correlación, ni distingos estilísticos del caso. Ello posiblemente tiene su origen en el error presentado en la secuencia estilística propuesta para Pachacamac por Strong y Corbett en 1943 (Strong y Corbett 1943). En esta se consigna al «Tricolor Geométrico» estratigráfi camente después del «Tiahuanacoide» pero anterior al «Inca».

Su posición cronológica no llama la atención, pues se hallaría en co-rrespondencia con la secuencia de Ancón. El término es el mismo que emplea Kroeber pero la calidad de los materiales difi ere profundamente. Al examinar nuevamente los dibujos se puede apreciar que el material cerámico Tricolor Geométrico de Pachacamac (que en efecto tiene tres colores) no es el mismo que en Ancón y Chancay. Por el contrario, se advierte que correspondería a los estilos tardíos locales, entre ellos, algunos del Ychsma Tardío (Horizonte Tardío).

Desde este error tipológico primigenio se ha generalizado la idea de la presencia de este estilo en Pachacamac, y casi por ende en toda la costa central.

En este contexto, los materiales contenidos en el Museo de Sitio Hua-llamarca son por el momento los únicos ejemplos, en el Rímac, asignables o factibles de comparación con los materiales del Tricolor Geométrico pro-cedentes de la costa norcentral. Es evidente que no se trata exactamente del mismo estilo (como sí sucede en Ancón) que conserve todas sus caracterís-ticas técnicas y formales. Por el contrario, se observan varias diferencias y modifi caciones que le imprimen un carácter propio y local. Así, se incorpo-ran parcialmente algunos elementos del diseño Tricolor Geométrico sobre formas de factura local.

Page 184: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

184

Lo que queda aclarar entonces es: ¿cuáles fueron las causas para tales modifi caciones? Se trata acaso (como mencionamos) de una leve infl uencia norcentral que generó sólo la reproducción y reinterpretación de elementos iconográfi cos sobre formas locales, o la completa asimilación y posteriores cambios producidos por el paso del tiempo. Ello nos conduce a pregun-tarnos además: ¿qué tanto le debe el estilo Ychsma en su origen al Tricolor Geométrico o a otros estilos de la costa norcentral?

La presencia de piezas del estilo Tricolor Geométrico en los contextos funerarios de Ancón es copiosa. Ellas comparten todos los elementos esti-lísticos y formales con la costa norcentral. Algo similar ocurrió con el estilo Teatino, y al parecer, al igual que este, tuvo como límite la bahía de Ancón. Pero, a pesar de la proximidad, en el Rímac no se han hallado sitios o cemen-terios semejantes. Más aún, en Huallamarca se comparten sólo algunas de las características del estilo Tricolor Geométrico base blanca, pero con grandes modifi caciones y reinterpretaciones.

De otro lado, para discutir la cronología del estilo debemos emplear otro tipo de argumentos además del estilístico, que complementen y am-plíen el panorama.

Ravines registra en Ancón tumbas poco profundas de forma cilíndri-ca o casi cúbicas, sin cámara lateral en la base, y con techo de zarzo. Cada tumba puede contener de 1 a 4 fardos, con entierros secundarios en la parte superior. Los fardos se encuentran orientados al Norte, no suelen presentar falsa cabeza, salvo los entierros suntuosos. En algunas de sus representacio-nes, se grafi ca material Tricolor Geométrico y según él corresponderían a su época C, u Horizonte Medio 4 (Ravines 1977, 1981). En términos generales comparten muchas características formales con los contextos funerarios de Huallamarca. Sin embargo, su posición cronológica no es clara aún, pues Cornejo y Kaulicke, para Chancay y Ancón, respectivamente, presentan tumbas asociadas al Tricolor Geométrico con las fases 1 y 3 del Periodo In-termedio Tardío. Ellos establecen un correlato con la propuesta cronológica de Strong (Cornejo 1991; Kaulicke 1997). Además, Kaulicke describe para Ancón tumbas de pozo circular de paredes rectas, cubierto con varas de caña y troncos. Los entierros suelen ser individuales o dobles, orientados al Norte apoyados a la pared Sur. Los fardos son de forma cónica, con falsa cabeza, envueltos en red y cubiertos con tela burda. Cabeza cuadrada, cara pequeña, ojos irregulares, nariz de madera, boca rómbica y peluca de hojas de Áloe. Esta descripción guarda estrechas semejanzas con las tumbas que registra Ra-vines y con los fardos hallados por Zegarra en Huallamarca (Zegarra ms).

Page 185: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

185

Continuando con la discusión cronológica, Díaz y Vallejo, Guerrero, y Vallejo, que estudian independientemente el Rímac, señalan una infl uencia (Guerrero 2004) y fuerte infl uencia (Díaz y Vallejo 2004; Vallejo 2004) de los estilos de la costa norcentral inscritos en el área Huaura-Chancay sobre la costa central; ello, desde las postrimerías del Horizonte Medio (HM-4). Delineándose a partir de allí los estilos Ychsma y Chancay (Vallejo 2004). Sin embargo, no queda claro cuál o cuáles, dentro de este conjunto estilísti-co, repercuten y bajo qué términos formales en la costa central.

Si bien Kroeber y Willey reconocen en algunas de los contextos fu-nerarios (de Chancay y Ancón respectivamente) la coexistencia del Tricolor Geométrico con vasijas del estilo Epigonal, es poco probable que dicho esti-lo sea en el Rímac tan temprano como en el área de la cual recibe el aporte. Sin embargo, ello no descarta que otros estilos del complejo Huaura hayan llegado antes.

Todo parece indicar que la colección de materiales asignables al Trico-lor Geométrico procedente de Huallamarca correspondería a la parte inicial del Período Intermedio Tardío, fases 1-3. Ello en virtud a que en Huallamar-ca no se ha encontrado aún alfarería del estilo Epigonal (el tipo de tumbas tampoco corresponde a esa época). Y que existen por lo menos 4 ejemplares de piezas que comparten –en todos sus extremos– los componentes del Tri-color Geométrico base roja de la costa norcentral y Ancón. Entonces, ¿por qué el Tricolor Geométrico base blanca en Huallamarca presenta modifi ca-ciones mientras que el base roja se incorpora tal cual? A menos que exista una marcada diferenciación cronológica entre el base roja y el base blanca del Tricolor Geométrico –hecho poco probable–, nos encontramos frente a una discrecionalidad en la asimilación de contenidos iconográfi cos. Ello contribuiría a explicar también la preferencia por el uso de rombos con res-pecto a escalonados y cruces en las piezas de Huallamarca. Al igual que la mayor versatilidad hacia el cambio del tipo base blanca, y su permeabilidad a mezclar contenidos iconográfi cos con los de otra región (costa sur).

¿Qué contenidos (étnicos, políticos, simbólicos, etc.) encierran los rombos, escalonados y cruces, y cuáles los rostros semicirculares, barras o plumas aserradas y serpientes con puntos? Todo un reto.

Entonces, ¿qué impacto e implicancia adquiere el Tricolor Geomé-trico u otros estilos de la costa norcentral (complejo estilístico Huaura) en la formación del estilo Ychsma? Al parecer no tanto como se estima. Las formas típicas de la costa norcentral son sólo parcialmente reproducidas y la iconografía tiene un alcance limitado. Las blondas semicirculares y el engo-

Page 186: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

186

be crema calcáreo, que parecen ser los elementos más distintivos en el Rímac, no pasan de ser elementos aleatorios en el área norcentral. En el mejor de los casos, el Tricolor Geométrico llega al Rímac en calidad de piezas de inter-cambio (con determinado prestigio) y son inmediatamente reproducidas, tal como sucedió con las vasijas de estilo Lambayeque llamadas «Huaco Rey», del cual existe una importante cantidad de réplicas de manufactura e inter-pretación local. Sin embargo, al parecer ninguno de estos dos estilos foráneos caló profunda ni exclusivamente en la formación del estilo local. Tanto en Pachacamac como en Huallamarca existen, además, materiales y elementos iconográfi cos procedentes de otras regiones. No se debería entonces excluir a los estilos Chincha e Ica como aportes en este crisol de estilos. Finalmente, piezas del estilo Chancay negro sobre blanco (N/B) continuaron llegando al Rímac e incluso a Huallamarca.

Al parecer el estilo Ychsma recibe continuamente elementos foráneos, pero su componente y tradición local es la primordial. Un buen ejemplo de ello son las piezas de color anaranjado rojizo y lustroso (estilo Anaranjado Ornamental), frecuentemente empleado como color de base en la decora-ción local (similar al estilo Nievería). Con ella existe todo un universo de elementos iconográfi cos, contenidos, materiales, técnicas y formas pertene-cientes exclusivamente al estilo Ychsma Temprano que aún no han sido de-bidamente explorados.

Conclusiones

Queda claro que la época que involucra las postrimerías del Horizonte Medio y sobre todo los inicios del Periodo Intermedio Tardío también fue de gran dinamismo y prolongó los contactos interregionales. Como se puede apreciar, al Rímac llegan piezas de intercambio procedentes de la costa norte (Lambayeque), norcentral (Huaura – Chancay) al igual que materiales de la costa surcentral (Chincha) y sur (Ica).

Existe un sector de la sociedad civil que adquiere dichos bienes produ-cidos en otras regiones. Una elite de consumidores compuesta por señores ricos –generalmente representados en piezas del estilo local– accedería a ellas (Uhle 1903: Figuras 7:4, 8:4). Parece indicar que existiría un mercado exclu-sivo de objetos suntuarios con valor funerario. Es más, los mismos artesanos locales competirían al incorporar y reproducir los estilos foráneos. La socie-dad Ychsma Inicial fue permeable a nuevas ideas, estilos y contenidos. Al pa-recer una actitud franca fue usual a los pueblos costeros –en especial la costa

Page 187: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Caracterización del Estilo Tricolor Geométrico y Evaluación de Contactos

187

central– y su calidad de vida los potencian como receptores e importadores de mercancías, tecnología e ideas.

Aparentemente el uso de piezas del estilo Tricolor Geométrico, como uno de los varios estilos que se desarrollan en esta época, fue exclusivamente de carácter ritual funerario. Su origen corresponde a la costa norcentral y su distribución masiva por el extremo sur se restringe a la bahía de Ancón. Su importancia y trascendencia reviste en el signifi cado que pudo representar para su portador y en el contenido y ascendencia sobre la población. Ello le permitió, como estilo y componente simbólico, ser incorporado por otras sociedades como la Ychsma Inicial, llegando incluso a ser reproducido y re-interpretado bajo componentes locales, siempre en un contenido funerario.

Los materiales estudiados proceden en todos los casos de contextos funerarios, con las implicancias que ello reviste. Es necesario confrontar esta información coreográfi ca de lo funerario con indicadores que midan el im-pacto de lo foráneo en la vida cotidiana de las gentes y no sólo en la repre-sentación de su muerte.

Bibliografía

Cornejo, M. 1991. “Patrones funerarios y discusión cronológica en Lauri, valle de Chancay”. En Estudios sobre la cultura Chancay, editado por A. Krzanowski, pp: 83–113. Universidad Jaguelona. Krakow.

Díaz, L. y F. Vallejo. 2004. “Variaciones culturales en el valle de Lima durante la ocupación incaica”. Chungara, Revista de Antropología Chilena 36 (2): 295-302.

Guerrero, C. 2004. “Cronología cerámica y patrones funerarios del valle del Rímac: una aproximación a los períodos tardíos”. En Puruchuco y la sociedad de Lima: un homenaje a Arturo Jiménez Borja, editado por L. Villacorta, pp: 157–177. CONCYTEC, Lima.

Horkheimer, H. 1962.Arqueología del valle de Chancay. Catálogo de la exposición «Arqueología del valle de Chancay». Museo de Arte de Lima, Lima.

Horkheimer, H. 1970.“Chancay prehispánico: diversidad y belleza”. En 100 años de arqueología en el Perú, editado por R. Ravines, pp: 363–378. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Kaulicke, P. 1997. Contextos funerarios de Ancón. Esbozo de una síntesis analítica. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Page 188: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Camilo Dolorier y Lyda Casas Salazar

188

Kroeber, A. 1926. “The Uhle pottery collections from Chancay”. University of California Publications in American Archaeology and Ethnology 21 (7): 265-304.

Mejía Xesspe, T. 1953. “La Cultura Huaura. Ensayo de interpretación sobre su origen y desarrollo”. En El Dominical, Diario El Comercio, Domingo 23 de agosto. Lima.

Ravines, R. 1977. “Prácticas funerarias en Ancón (Primera parte)”. Revista del Museo Nacional XLIII: 327-397.

Ravines, R. 1981. “Prácticas funerarias en Ancón (Segunda parte)”. Revista del Museo Nacional, XLV: 89-166.

Strong, W. D. 1925. “The Uhle pottery collections from Ancon”. University of California Publications in American Archaeology and Ethnology 21 (4): 135-190.

Strong, W. D. y J. M. Corbett. 1943. “A ceramic sequence at Pachacamac”. Columbia Studies in Archeology and Ethnology I (2): 27-121

Uhle, M. 1903. Pachacamac. Report of the William Pepper, M. D., LL. D., Peruvian Expedition of 1896. Department of Archaeology, University of Pennsylvania. Philadelphia.

Vallejo, F. 2004. “El estilo Ychsma: características generales, secuencia y distribución geográfica”. Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines 33 (3): 595–642.

Willey, G. 1943. “A supplement to the pottery sequence at Ancon”. Columbia Studies in Archeology and Etnology I (4).

Zegarra, J. 1958. Trabajos de restauración, limpieza y rescate de especímenes arqueológicos de la Huaca Pan de Azúcar o Huallamarca. Manuscrito de diario de campo en posesión del autor. Lima.

Page 189: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

A Wari Ceremonial Ceramic Off ering in La Oroya, Acari Valley, Peru

Lidio M. Valdez

Resumen

El objetivo central de este trabajo es describir y discutir el reciente hallazgo de un depósito de cerámica ceremonial Wari, piezas que habiendo sido intencionalmente rotas fueron enterradas. El referi-do hallazgo proviene del sitio arqueológico de La Oroya, del valle de Acarí, Perú. El hallazgo se produjo en circunstancias que los vecinos del poblado de Acarí, en coordinación con la Cruz Roja, venían abriendo zanjas para instalar los sistemas de alcantarilla-do. Dicha excavación cortó de manera vertical una sección del de-pósito, exponiendo en el corte una deposición de cerámica de más de un metro de profundidad. Por cuanto el hallazgo es único y corría el peligro de ser destruido por completo, se tomó la decisión de intervenir para registrar y recuperar la deposición y de este modo evitar su defi nitiva destrucción.

Palabras claves: Horizonte Medio, Wari, Ofrendas de cerámica, Valle de Acarí

Abstract

Th e aim of this paper is to describe and discuss the recent unex-pected fi nding of a cache of ceremonial Wari ceramics at the site of La Oroya, in the Acari Valley, on the Peruvian south coast region. Th e deposit was found during the excavation of trenches in the

1 Department of Archaeology, University of Calgary. E-mail: [email protected]: Octubre 2007. Aceptado: Abril 2008

Revista de Antropología N°20, 2009: 189-204Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

189

Page 190: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

190

streets of Acari to establish the sewer system of the town. One of those trenches cut a deposit consisting of hundreds of sherds from large polychrome vessels resembling those from Conchopata, in the Ayacucho Valley. Because the fi nding is the fi rst of its kind for the Acari Valley and that its destruction was inevitable, it was decided to carry out an emergency excavation in order to document and uncover the deposit.

Key words: Middle Horizon, Wari, Ceramic off erings, Acari Va-lley

Introducción

“En la época 1B del Horizonte Medio la nueva religión fue más fi r-memente establecida en la región de Ayacucho y Huari, y esta área constituyó el centro de un gran movimiento expansivo que llegó a la costa desde Acarí hasta Chancay y en la sierra hasta Huarás…” (Menzel 1964:67).

Desde el primer hallazgo efectuado en 1927, en el sitio de Pacheco del valle de Nasca, de una inmensa cantidad de cerámica fi namente ela-borada que, habiendo sido intencionalmente rotas fueron posteriormente enterradas (Menzel 1964; Schreiber 1999; Cook 2001), más el posterior descubrimiento de hallazgos similares en Conchopara (Menzel 1964; Isbell 2000; Isbell & Cook 1987, 2002; Cook 1984, 2001) y Ayapata (Ravines 1977) (Figura 1), se llegó a conocer que durante el Horizonte Medio (circa 550 – 1000 d.C.) una práctica Wari de particular importancia fue la des-trucción deliberada de las mejores piezas de cerámica, o mejor dicho urnas, fi namente decoradas que posteriormente habían sido enterradas. Los poste-riores descubrimientos de depósitos similares nuevamente en Conchopata (Isbell 2000; Isbell & Cook 2002; Ochatoma & Cabrera 2001, 2002) y en el sitio de Maymi del valle de Pisco (Anders (1990) dejaron claro que el esta-blecimiento y posterior expansión del estado Wari desde su centro de origen fueron acompañados por diversas actividades ceremoniales que incluyeron el sacrifi cio intencional de una serie de vasijas policromas (Cook 1984:51). Menzel (1964) reconoce a este tipo de depósitos como las “ofrendas de la tradición del Horizonte Medio”.

Sin embargo, con la excepción de Conchopata, sitio este ubicado en el centro del desarrollo del estado Wari, y donde recientemente se han exca-vado nuevos depósitos (Ochatoma & Cabrera 2002), la ocurrencia de tales

Page 191: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

191

hallazgos sigue siendo rara. En efecto, a lo largo del territorio que controló el estado Wari existen solamente un total de tres sitios donde se han recupera-do las ofrendas de la tradición del Horizonte Medio1. Estos son: Pacheco en el valle de Nasca, Ayapata en Huancavelica y Maymi en el valle de Pisco. Las interrogantes que surgen, por lo tanto, son: ¿A qué se debe la rara ocurren-cia de estos hallazgos? ¿Qué de particular tenían los sitios donde a la fecha se han encontrado talles hallazgos? ¿Fueron los asentamientos provinciales Wari establecidos en lugares particulares? Estas son algunas interrogantes que surgen en torno a la poca ocurrencia de tales hallazgos. Cualquiera haya sido el caso, a la fecha dichos hallazgos continúan siendo únicos. En la opi-nión de Glowacki y Malpass (2003) es posible que los lugares seleccionados por la administración Wari para establecer los nuevos asentamientos en las provincias no fueron al azar, sino cuidadosamente seleccionados.

Figura 1. Ubicación del sitio arqueológico de La Oroya en relación a los otros sitios Wari con “ofrendas de la tradición del Horizonte Medio”.

Figure 1. Location of the archaeological site of La Oroya in relation to other Wari sites with “off erings of the Middle Horizon tradition”.

En este trabajo mi objetivo es dar a conocer el reciente hallazgo for-tuito de un depósito de cerámica policroma Wari, que habiendo sido ri-tualmente sacrifi cadas habían sido enterradas siguiendo la costumbre de las ofrendas de la tradición del Horizonte Medio. Dicho hallazgo proviene del sitio arqueológico de La Oroya, ubicado en la parte media del valle de Acarí (Figura 2). El descubrimiento se hizo en circunstancias que el Municipio del mencionado poblado, en coordinación con la Cruz Roja, venía abriendo zanjas para establecer un sistema de alcantarillado. Dicha actividad resultó

Page 192: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

192

en el hallazgo de muchos restos arqueológicos, incluidos los restos humanos. El material que constituye el foco central de este trabajo había sido parcial-mente expuesto, resultando en la extracción de varias piezas. Siguiendo tal descubrimiento, se vio conveniente intervenir con la fi nalidad de registrar el hallazgo y rescatar las piezas arqueológicas. La excavación de rescate con-sistió en el establecimiento de una pequeña unidad de 2x2 m, precisamente sobre el lugar donde la concentración del depósito ya había sido parcialmen-te expuesta.

El sitio arqueológico de la Oroya

En 1954 Dorothy Menzel y Francis A. Riddell llevaron adelante las primeras investigaciones arqueológicas en el valle de Acarí, de la costa sur peruana. No obstante que prestaron mayor atención al sector Inka del sitio arqueológico de Tambo Viejo, Menzel y Riddell llegaron a recorrer buena porción del valle bajo y medio, y producto de dicho esfuerzo fue la ubi-cación de varios sitios arqueológicos2. Entre dichos sitios, el octavo en ser registrado fue La Oroya (PV 74 – 8) y desde un principio identifi cado como un sitio perteneciente a la cultura Wari (Menzel y Riddell 1986).

La proximidad de La Oroya al actual poblado de Acarí es una de las principales razones para el estado actual de este sitio arqueológico. En efecto, lo que parece haber sido un extenso sitio arqueológico, hoy ha sido reducido a un pequeño montículo ubicado al lado Este del estadio de fútbol de Acarí, actualmente ubicado en la parte norte del poblado. El mencionado montículo ha sido a su vez severamente saqueado, quedando de este modo todo el sitio arqueológico destruido. Entretanto, en lo que fue parte del sitio se han levantado numerosas viviendas, todas actualmente ocupadas. Una pequeña plazoleta y calles completan el área urbanizada que hasta hace poco aún formaba parte del sitio arqueológico. Los propietarios de las nuevas construcciones aseguran haber recuperado numerosas piezas arqueológicas, en particular piezas de cerámica completa, durante la construcción de los nuevos inmuebles. Durante la construcción de la plazoleta también se llegó a exponer numerosos restos culturales, confi rmando de este modo que el sitio arqueológico fue extenso.

Page 193: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

193

Figura 2. Ubicación de La Oroya en el valle de AcaríFigure 2. Location of La Oroya in the Acari Valley.

Producto de esta irreparable destrucción, que en parte es producto de la carencia de una política que garantice la integridad física de los sitios arqueológicos, no existe posibilidad alguna de efectuar estudios sistemáti-cos en La Oroya. En consecuencia, lo aquí reportado puede que constituya una de las pocas y raras fuentes que de una u otra manera refl eje lo que fue La Oroya. Sin duda alguna, con la destrucción del sitio de La Oroya se ha perdido no sólo todo un complejo arqueológico, sino también información valiosa que desafortunadamente la comunidad científi ca no podrá rescatar. Por este irreparable hecho, exhorto a las autoridades responsables del cuida-do y protección de las ruinas arqueológicas evitar a hechos similares3.

La cerámica Wari de la Oroya

Desde el momento que se observó el depósito, con varios fragmentos ya extraídos de su contexto original, quedó evidente que éste no se trataba de un simple descubrimiento, sino de un depósito cuya ocurrencia sigue siendo rara para la arqueología Andina en general. Considerando la im-portancia del hallazgo, el primer paso fue inspeccionar el área adyacente al

Page 194: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

194

depósito, para luego proceder con la recuperación de los fragmentos halla-dos en la superfi cie, que como se anotó líneas atrás habían sido extraídos del depósito por los excavadores de las trincheras. Una inspección del corte producido también dejó evidente de la forma inicial del depósito, donde se pudo observar toda una superposición de fragmentos de cerámica (Figura 3). Conocedor de la particularidad del hallazgo se procedió a llevar adelante una excavación de rescate para de ese modo registrar y recuperar el contexto referido, antes de su inevitable destrucción (Valdez & Baus 2005).

Debido a que la apertura de la zanja seguía su curso, el trabajo de res-cate tenía que ser rápido para de esta manera minimizar la pérdida de pieza alguna. De este modo, el trabajo de excavación se completó en 3 días, resul-tando en la recuperación de un total de 37 bolsas de cerámica fragmentada. Cada bolsa pesa aproximadamente 40 kilos.

Figura 3. Vista del depósito de cerámica de La Oroya.Figure 3. View of the ceramic deposit of La Oroya.

El hallazgo fue ubicado en la parte central de una calle que, donde una vez instaladas las tuberías del sistema de alcantarillado, se espera proce-der con el asfaltado. Por lo tanto, una unidad de 2 X 2 metros de dimensión fue instalada precisamente donde la zanja había cortado parte del depósito. En seguida, se procedió a retirar una acumulación de tierra compacta que yacía sobre el depósito. Dicha formación parece haber sido el material allí depositado durante la habilitación de la calle. Por debajo de esta acumula-ción compacta se expuso una pequeña deposición de arena limpia y fi na. Esta sólo es observable en la sección donde estaba la acumulación de los fragmentos de cerámica e indica que fue intencionalmente depositada para cubrir el depósito. Efectivamente, la arena aparece sobre los fragmentos de cerámica. Una vez retirada la arena fi na, el depósito de los fragmentos de cerámica fue expuesto (Figura 4). Desde luego, la arena fi na había fi ltrado hasta mayor profundidad.

Page 195: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

195

Figura 4. Excavación del depósito de cerámica.Figure 4. Excavation of the ceramic deposit.

Los niveles inferiores de la deposición contenían claras huellas de tie-rra quemada, mientras los mismos fragmentos también presentan huellas de quema. La base del depósito era todavía más negra y donde los fragmentos de cerámica estaban bastante compactados. Al parecer algún producto, tal vez orgánico, fue quemado a alta temperatura y una vez enfriado llegó a solidifi carse; como resultado, la excavación de la base de la deposición fue bastante dura debido a que varios fragmentos de cerámica fueron hallados pegados unos a otros. Durante el lavado, dichos fragmentos fueron remoja-dos por varios días en bastante agua, pero sin lograr diluir el material solidi-fi cado y menos separar los fragmentos pegados.

Este hallazgo demuestra que el acto de sacrifi car cerámica fi namente elaborada y proceder con su posterior enterramiento no fue bastante sim-ple. Por el contrario, la evidencia proveniente de La Oroya demuestra que previo o durante el acto de destruir las vasijas se procedió a excavar un hoyo relativamente profundo (1.10 m), de forma circular y de base relativamente cónica y angosta. Tal como indica la presencia de tierra quemada en la base del hoyo, una vez habilitado el hoyo se procedió a quemar algún producto orgánico, creándose de este modo una especie de fogata al interior del hoyo. Al parecer cuando el fuego estaba por consumirse, se comenzó a depositar los fragmentos de la cerámica, los mismos que fueron cuidadosamente co-locados unos sobre otros y siempre en forma horizontal. Esto indica que los

Page 196: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

196

fragmentos no fueron arrojados al azar. Finalmente, una vez depositados los fragmentos se echó una acumulación de arena fi na directamente sobre el depósito, sellando de este modo los fragmentos de cerámica.

La deposición en sí consiste de una acumulación de cientos de frag-mentos de cerámica, generalmente gruesa. Esta sugiere que el hallazgo con-siste de una ofrenda donde una serie de vasijas grandes fueron sacrifi cadas y enterradas. Estilísticamente, la decoración de los tiestos los vincula con la región de Ayacucho y con la cultura Wari en particular (Figura 5). Algunas muestras de las fotos tomadas de las piezas fueron posteriormente enviadas a Patricia Knobloch para su identifi cación estilística. De acuerdo a dicho re-conocimiento, los tiestos son un derivado del estilo Chakipampa 1B (Figura 6). Knobloch también sostiene que las piezas de La Oroya guardan mucho en común con piezas recuperadas en el valle de Moquegua (ver, Owen & Goldstein 2000: Fig. 9). Esta observación confi rma la inicial apreciación de Menzel (1964), quien efectivamente sostuvo que la incorporación del valle de Acarí al control Wari tomó lugar durante el Horizonte Medio 1B.

Figura 5. Cerámica del depósito de La Oroya con fi liación ayacuchana.Figure 5. Ceramics from the deposit of La Oroya with highland Ayacucho origins.

Figura 6. Cerámica del depósito de La Oroya con diseños Chakipampa 1B.

Page 197: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

197

Figure 6. Ceramics from the deposit of La Oroya with Chakipampa 1B designs.

En cuanto a decoración se refi ere, los motivos presentes en los frag-mentos son los mismos o copias de aquellos que frecuentan en las vasijas Okros y Chakipampa del valle de Ayacucho, el centro de origen del Estado Wari. Sin embargo, las muestras de La Oroya no tienen la misma perfección y menos el fi no acabado que las piezas encontradas en Ayacucho (Figura 7), aunque es notable el acercamiento entre ambos materiales, la misma que sugiere presencia de personal Wari dirigiendo la forma como los motivos debieron haberse ejecutado. Es decir, es posible que quienes manufacturaron y decoraron las vasijas fueron artesanos locales de Acarí, pero siguiendo las órdenes de ofi ciales Wari establecidos en Acarí.

Figura 7. Cerámica decorada recuperada del depósito de La Oroya.Figure 7. Decorated ceramics from the deposit of La Oroya.

Además de la cerámica de fi liación ayacuchana, el depósito de La Oro-ya contenía también varias piezas de cerámica del estilo Cajamarca (Figura 8). Este estilo se caracteriza por su pasta de kaolín, superfi cie blanca y dise-ños generalmente geométricos, rellenados con espirales y motivos adiciona-les. Otra característica de la cerámica Cajamarca es su distinguida base de pedestal (Figura 9). Menzel anotó que la cerámica Cajamarca fue uno de los pocos estilos foráneos que mantuvo su prestigio dentro del estado Wari (Topic 1991:237), aunque su ocurrencia en la ciudad de Wari del valle de Ayacucho al parecer es más común en contextos pertenecientes al Horizonte Medio 2B (Menzel 1964:72).

Page 198: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

198

Figura 8. Cerámica del estilo Cajamarca proveniente del depósito de La Oroya.Figure 8. Cajamarca style ceramics from the deposit of La Oroya.

Es oportuno insistir que la cerámica Cajamarca es representativa del Horizonte Medio 2 y el único sitio donde muestras Cajamarca ocurren como objetos foráneos es en Ayapata (Ravines 1977). Para esclarecer este aspecto, fotografías de la cerámica de La Oroya fueron enviadas a Dorothy Menzel. En su respuesta (comunicación personal, Noviembre 2005), Menzel señala que el depósito de La Oroya más parece representar un contexto pertene-ciente al Horizonte Medio 2A. Menzel menciona que la identifi cación de Knobloch del material de La Oroya como “imitación” de Chakipampa B podría mejor ser interpretado como “derivado” de Chakipampa B, el cual es Horizonte Medio 2A. En la opinión de Menzel, la cerámica del Horizonte Medio 1B y Horizonte Medio 2A, si bien presentan diferencias signifi cativas, también comparten varios elementos. Menzel en ningún momento cuestio-na la identifi cación de Knobloch, sino hace resaltar el hecho que los diseños del animal con joroba que aparecen en Horizonte Medio 1B también están presentes en Ayapata, nuevamente un contexto del Horizonte Medio 2.

Page 199: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

199

Figura 9. Vajilla en el estilo Cajamarca con su característica base pedestal proveniente del depósito de La Oroya.

Figure 9. Cajamarca style vessel with its characteristic pedestal base from the deposit of La Oroya.

Ofrendas de la tradición del horizonte medio

Tal como se anotó líneas adelante, las ofrendas de la tradición del Horizonte Medio siguen siendo raros. En el mismo valle de Ayacucho, di-chas ofrendas sólo han sido excavadas en el sitio de Conchopata (Isbell & Cook 1987, 2002; Ochatoma & Cabrera 2001, 2002). Por lo tanto, para el valle de Ayacucho, el sitio de Conchopata constituye un sitio excepcional en tanto que provee información valiosa con respecto a la forma como la ideología Wari se desarrolló. Al mismo tiempo, dichas evidencias anotan que Conchopata jugó un rol de mucha importancia en el proceso del esta-blecimiento de la nueva ideología Wari, privilegio este que posteriormente cedió a la ciudad capital de Wari. La mayor presencia de hallazgos con sig-nifi cado ritual que datan a las fases iniciales del desarrollo del Estado Wari en Conchopata (Cook 2001), apunta precisamente hacia dicha dirección. Se entiende a su vez que los hallazgos de Conchopata anteceden a los otros hallazgos provenientes de las provincias. Por ejemplo, Menzel (1968:49) observó que la presencia Wari en el valle de Nasca (Pacheco) se dio durante el Horizonte Medio 1B.

Ahora, ¿qué fue de Ayapata, Maymi y Pacheco? El caso de Ayapata podría tal vez tener alguna relación con el hecho de que este estaba en el paso necesario hacia el valle del Mantaro, una región bastante fértil y que probablemente no tardó en captar el interés del recientemente establecido Estado Wari. El de Maymi también merece ser explorado siguiendo el mis-mo razonamiento, o podría ser el hecho que Maymi fue establecido cerca

Page 200: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

200

de algún centro local de particular importancia y prestigio aun por ser ubi-cado. Por su parte, Pacheco gana más peso si se mantiene esta perspectiva. Recordemos que Pacheco fue establecido en las proximidades de Cahuachi (Silverman 1993), un centro ceremonial pre-Wari de mucho prestigio en la costa sur durante el periodo previo a la expansión del Estado Wari. Al mismo tiempo, la presencia de las Líneas de Nasca, precisamente al norte de Pacheco, sugieren que el establecimiento de Pacheco fue estratégico. Por lo tanto, la ubicación de Pacheco parece que no fue al azar, sino fue inten-cional y parece que fue orientado a contrarrestar y/o absorber el prestigio de Cahuachi (Valdez 1994a).

Si esta línea de interpretación es válida, ¿cuál habría sido la razón para el establecimiento del sitio de La Oroya en la parte media del valle de Acarí? ¿Había también algún asentamiento de particular importancia en sus inme-diaciones? Desafortunadamente, en Acarí no se ha identifi cado sitio algu-no de la importancia de Cahuachi. Sin embargo, es oportuno recordar que el principal asentamiento Inka establecido en Acarí estaba ubicado a corta distancia de La Oroya (Valdez 1996). En consecuencia, ambas administra-ciones tal vez tuvieron las mismas razones para seleccionar esta sección del valle. Lo sobresaliente de este sector del valle es la presencia de un extenso y fértil terreno agrícola. Considerando la importancia de la agricultura para el Estado Wari, e Inka, esta es una razonable sugerencia. Si la política de la expansión Wari fue conquistar recursos y mano de obra, tal como fue para el Estado Inka, esta sugerencia parece ser una explicación válida.

En todos los casos, y no obstante que las estrategias de ocupación ha-yan variado de una región a otra, parece probable que en el proceso de la ex-pansión del Estado Wari la ideología jugó un papel de mucha importancia. En efecto, el Estado Wari parece no sólo haber prestado atención a la toma de regiones específi cas para de ese modo expandir sus dominios, sino parace haber prestado particular atención a la consolidación de las regiones recién incorporadas. Es ahí donde al parecer la ideología Wari jugó papel primor-dial. Dentro de este contexto, los depósitos deben ser parte de todo un ritual que simbolizó la incorporación de nuevas tierras y nueva población.

Los depósitos conteniendo material Wari probablemente simboliza-ron no sólo la presencia Wari, sino sobre todo un compromiso de parte del Estado Wari hacia con los ocupantes de la región recientemente conquis-tada. Primero, la evidencia de fuego observado en el depósito de La Oroya puede ser evidencia del acto de purifi cación de las tierras recientemente con-quistadas. Segundo, una vez purifi cadas y ser debidamente incorporadas al dominio Wari, el Estado Wari se vio obligado a hacer entrega de una serie de

Page 201: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

201

ofrendas, o pagapus. Sólo así, al parecer, se habría cumplido con la incorpo-ración de nuevas regiones.

El material proveniente de La Oroya ayuda poco para abarcar más esta línea de razonamiento. Sin embargo, si se considera el material hallado en Maymi (Anders 1990), en particular su iconografía, resaltan de inmediato los diseños donde sobresalen una variedad de cultivos alto-andinos. Lo mis-mo se podría decir acerca del material proveniente de Pacheco, donde tam-bién es notable el obvio énfasis en hacer resaltar los cultivos alto-andinos. Considerando el origen del Estado Wari, la presencia de una rica iconografía que hace resaltar a una variedad de plantas y productos, parece haber sido intencional y estratégica, pues el concepto que acompañó a dichas represen-taciones no pudo haber sido otro que fertilidad y prosperidad agrícola. Para una región seca y generalmente árida como la costa sur, representaciones que denotaban fertilidad y prosperidad agrícola seguramente fueron bien-venidos.

La Oroya en su contexto local

Estudios recientes en el valle de Nasca han demostrado la escasa pre-sencia de asentamientos Wari pertenecientes a la época 1B del Horizonte Medio. Hasta hace poco, el único sitio, desafortunadamente ya destruido, fue Pacheco. Las prospecciones de Schreiber (1999:169) sólo llegaron a ubi-car un pequeño establecimiento Wari (Pataraya) ubicado en la parte alta del valle. En la opinión de Schreiber, al tiempo de la llegada Wari al valle de Nasca, este se hallaba parcialmente despoblado como resultado de un posi-ble movimiento poblacional hacia Huaca del Loro.

El valle inmediatamente al sur de la cuenca del Río Grande de Nasca, viene a ser Acarí. A diferencia de la región de Nasca, donde se han efectua-do numerosos estudios arqueológicos, Acarí permanece en la retaguardia. Como resultado, el desarrollo cultural de este valle sigue siendo incierto. Sin embargo, y al igual que en la cuenca del Río Grande de Nasca, al momen-to de la llegada Wari hacia el valle de Acarí había un estilo local que tiene algunos aspectos comunes con el estilo Loro de la Cuenca del Río Grande. Dicho estilo ha sido distinguido por Kent y Kowta (1994) y se caracteriza por unos vasos altos que representan como diseño principal caras antropo-morfas de ojos alargados y nariz modelada. Los sitios donde ocurre dicho estilo incluyen a Tambo Viejo, Gentilar, Pellejo Chico, Chaviña y La Oroya. De todos, el más extenso parece haber sido Chaviña, sitio este ubicado cerca de la desembocadura del río Acarí (Valdez 1994b:358). Para distinguir a esta

Page 202: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

202

traidición local de Acarí del estilo Loro, prefi ero identifi carlo como el estilo Chaviña.

El estilo Chaviña aparece en la superfi cie de La Oroya, denotando que con anterioridad a la llegada Wari el lugar fue ocupado. Por lo tanto, existe la posibilidad de que al momento de la conquista Wari del valle de Acarí, La Oroya constituía un importante asentamiento, tal vez como resultado de su proximidad a la sección más fértil del valle. Cualquiera haya sido el escenario, la evidencia de que se dispone indica que en el valle de Acarí, el Estado Wari se estableció sobre un lugar que estaba ocupado. Considerando la importancia agrícola de esta sección del valle

Resumiendo, el reciente hallazgo proveniente de La Oroya permite incluir a dicho sitio en un grupo selecto de sitios Wari con ofrendas de la tradición del Horizonte Medio. Si bien para ampliar la discusión generada en este reporte se hace necesario llevar adelante los respectivos análisis, la nueva evidencia permite considerar varias posibilidades con respecto a la presencia de tales depósitos. Al mismo tiempo, la nueva evidencia permite conocer aspectos que hace poco simplemente eran desconocidos, siendo el caso particular de la presencia del fuego en dichos rituales. En la medida que nuevos hallazgos sean detectados y nuevas evidencias sean acumuladas es posible que se logre visualizar mejor este importante aspecto de la ideología Wari.

Agradecimientos: Carlos Morán, Maribel Quiroga, María Quiroga, Angus Danielson, Heather Battles, María Quiroga, Sylvere Valentin, Anna-lisa Christie, Patrick Kuse, Annette Baus y Regina McGowan participaron activamente en las tareas de rescate. Rosa Mazuelo, Angel Iglesias y Marko de la Cadena prestaron su apoyo incondicional durante mi estadía en Acarí. Finalmente, hago extensivo mi reconocimiento a Patricia Knobloch y Doro-thy Menzel por sus apreciaciones, observaciones y comentarios con respecto a la ubicación temporal de las muestras de cerámica de La Oroya.

Notas1 Glowacki (2002:268) menciona que depósitos similares existen también en la región del

Cusco, pero no menciona sitio alguno.2 Dorothy Menzel y Francis A. Riddell realizaron sus investigaciones en Tambo Viejo forman-

do parte del proyecto “Caminos del Inca” dirigido por Víctor von Hagen (ver Rowe 1956).3 En particular hago alerta a la posible destrucción del sitio de Tambo Viejo ubicado al lado

Sur del poblado de Acarí. Secciones de Tambo Viejo ya vienen siendo lotizadas, mientras en una buena parte del sitio ya se han levantado numerosas viviendas. De no frenar esta acción, Tambo Viejo podría correr la misma suerte que La Oroya, posibilidad que se tiene y debe de evitar.

Page 203: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Una Ofrenda de Cerámica Ceremonial Wari en La Oroya, Valle de Acarí, Perú

203

Bibliografía

Anders, M. 1990. “Maymi: un sitio del Horizonte Medio en el valle de Pisco”. Gaceta Arqueológica Andina 17:27-39.

Cook, A. 1984. “The Middle Horizon ceramic offerings from Conchopata”. Ñawpa Pacha 22-23:49-90.

Cook, A. 2001. “Huari D-shaped structures, sacrificial offerings, and divine rulership”. En Ritual Sacrifice in Ancient Peru, editado por E. Benson y A. Cook, pp: 137-163. University of Texas Press, Austin.

Glowacki, M. 2002. “The Huaro Archaeological Site Complex: rethinking the Huari occupation of Cuzco”. En Andean Archaeology I: Variations in Sociopolitical Organization, editado por W. H. Isbell y H. Silverman, pp: 267-285. Kluwer Academic / Plenum Publishers, New York.

Glowacki, M. y M. Malpass. 2003. “Water, huacas, and ancestor worship: traces of a sacred Wari landscape”. Latin American Antiquity 14 (4): 431-448.

Kent, J. y M. Kowta. 1994. “The cemetery at Tambo Viejo, Acari Valley, Peru”. Andean Past 4:109-140.

Isbell, W. H. 2000. “Repensando el Horizonte Medio”. Boletín de Arqueología PUCP 4:9-68.

Isbell, W. y A. Cook. 1987. “Ideological origins of an Andean conquest state”. Archaeology 40 (4):26-33.

Isbell, W. y A. Cook. 2002. “New perspectives on Conchopata and the Andean Middle Horizon”. En Andean Archaeology II: Art, Landscape, and Society, editado por H. Silverman y W. H. Isbell, pp: 249-305. Kluwer Academic / Plenum Publishers, New York.

Menzel, D. 1964. “Style and time in Middle Horizon”. Ñawpa Pacha 2:1-106.

Menzel, D. y F. Riddell. 1986. Archaeological Investigations at Tambo Viejo, Acari Valley, Peru 1954. California Institute for Peruvian Studies, Sacramento.

Ochatoma, J. y M. Cabrera. 2001. “Arquitectura y áreas de actividad en Conchopata”. Boletín de Arqueología PUCP 4:449-488.

Ochatoma, J. y M. Cabrera. 2002. “Religious ideology and military organization in the iconography of a D-shaped ceremonial precinct at Conchopata”. En Andean Archaeology II: Art, Landscape, and Society,

Page 204: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Lidio M. Valdez

204

editado por H. Silverman y W. H. Isbell, pp: 225-247. Kluwer Academic / Plenum Publishers, New York.

Owen, B. y P. Goldstein. 2000 “Tiwanaku en Moquegua: interacciones regionales y colapso”. Boletín de Arqueología PUCP 5: 169-188.

Ravines, R. 1977. “Excavaciones en Ayapata, Huancavelica, Perú”. Ñawpa Pacha 15:19-45.

Rowe, J. 1956. “Archaeological explorations in southern Peru, 1954 – 1955”. American Antiquity 22 (2):135-151.

Schreiber, K. 1999. “Regional approaches to the study of prehistoric empires: examples fom Ayacucho and Nasca, Peru”. En Settlement Pattern Studies in the Americas: Fifty Years since Virú, editado por B. Billman y G. Feinman, pp: 160-171. Smithsonian Institution Press, Washington, D.C.

Silverman, H. 1993. Cahuachi in the Ancient Nasca World. Iowa University Press, Iowa City.

Topic, T. 1991. “The Middle Horizon in northern Peru”. En Huari Administrative Structure: Prehistoric Monumental Architecture and State Government, editado por W. H. Isbell y F. McEwan, pp: 233-246. Dumbarton Oaks, Washington, D.C.

Valdez, L. 1994a. “New evidence for an early Nasca ceremonial role”. Current Anthropology 35:675-679.

Valdez, L. 1994b. “Investigaciones arqueológicas en Ventilar, Acarí”. Boletín de Lima 91-96:351-361.

Valdez, L. 1996. “Los depósitos Inka de Tambo Viejo, Acarí”. Tawantinsuyo 2:37-43.

Valdez, L. y A. Baus. 2005. “Wari ceremonial ceramics from La Oroya, Acari Valley, Peru”. Ponencia presentada al 24th Annual Meeting of the Northeast Conference on Andean Archaeology and Ethnohistory, Octubre 2005. American University & Catholic University of America, Washington, D.C.

Page 205: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

“What was served with these spoons?Patterns of Consumption at the beginning of the Peruvian

Middle HorizonAnita G. Cook

Resumen

“Visllani visllacuni”, frase quechua que titula nuestro trabajo, sig-nifi ca: ¿Qué servían con estas cucharas?Este estudio trata de la pro-ducción local de cucharas pintadas y modeladas de distintas formas y tamaños, procedentes de las excavaciones en Conchopata, Ayacu-cho, con el fi n de entender cómo las cucharas fueron utilizadas en la práctica cotidiana. El reconocimiento de patrones de producción, circulación y consumo sugieren que las cucharas pueden revelar comportamientos domésticos y rituales que no han sido abordados en la literatura.

Generalmente las cucharas no son consideradas objetos especiales o como objetos con dimensiones simbólicas, sin embargo, durante el Horizonte Medio (AD 550-1000), en el valle de Ayacucho en los Andes centrales, se han identifi cado cucharas que fueron recupera-das no sólo desde áreas domésticas, sino más bien de una variedad de contextos. Entre éstas, se han identifi cado tres tamaños de cucha-ras. Aquí nos enfocamos en la procedencia, diseño y el modelado de las cucharas en la categoría de menor tamaño. Se considera que las cucharas tenían no solo unas funciones utilitarias sino que conte-

1 Th e Catholic University of America. E-mail: [email protected]

Recibido: Enero 2008. Aceptado: Abril 2008.

Revista de Antropología N°20, 2009: 205-226Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

205

Page 206: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

206

nían un signifi cado simbólico para actividades funerarias y otros usos rituales festivos.

Palabras Claves: Imperio Huari/Wari, cucharas, producción de ce-rámica, contextos rituales y domésticos.

Abstract

“Visllani visllacuni” the Quechua expression in the title means “what did they serve with these spoons?” Th is study examines locally made spoons in distinct shapes and sizes from excavations at the site of Conchopata, Ayacucho, in order to understand how spoons were used in daily practice. Notable patterns of production, circulation and consumption strongly suggest that spoons can both reveal do-mestic and ritual behaviors which have not previously been addres-sed in the literature.

Spoons are not generally examined as luxury goods or as objects with symbolic dimensions, yet during the early Huari Empire (AD 550-1000) in the central Andean Valley of Ayacucho spoons were excavated not only from expected domestic areas, but from a variety of contexts. Th ree spoon sizes are identifi ed. In this essay, I focus on the provenience, design and modeling of the smallest size category. Although spoons had a practical use they also had symbolic signi-fi cance that transcended life and is expressed in their association with the dead, and associated rituals.

Key words: Huari/Wari Empire, spoons, ceramic production, do-mestic/ritual consumption

Introducción

«…entre los objetos del rescate de Atahuallpa, que Francisco Pi-zarro envió de regalo al rey Carlos V, se nombran vasijas, platos, ollas, botellas, fuentes, cucharas y cántaros de oro y plata» (Relación Francesa de la Conquista del Perú 1968 [1543] t. I: 184-187, citado por Olivas 2001: 69).

« [Las cucharas incas]… no tenían la forma universalmente cono-cida, sino que eran casi rectangulares, convexas por fuera y cóncavas por dentro, de arcilla color ocre rojizo y carecían de decoraciones. Las había en tres tamaños, que correspondían a las edades de los

206

Page 207: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

207

comensales; es decir, viejos, jóvenes y niños» (González Holguín 1989 [1608]: 140, 354, 466, citado por Olivas 2001: 72).

¿Qué importancia tiene un estudio de cucharas pre-incaicas como tema de este artículo? Llegué al estudio de estos objetos, que reconocemos como cucharas, a través de nuestras investigaciones sobre la organización de producción cerámica en Conchopata, un sitio arqueológico que ha sido identifi cado anteriormente por varios arqueólogos (Benavides 1965; Lum-breras 1974; Pozzi-Escot 1991; Pérez 1998; Pérez y Ochatoma 1998; Ocha-toma y Cabrera 2000; etc.) como un centro de producción alfarero.

La principal interpretación de estos investigadores y gran parte de la literatura sobre este sitio, han enfatizado el rol económico: es decir, que Conchopata era un pueblo de alfareros. Estos mismos colegas también re-conocen que los alfareros produjeron un amplio rango de vasijas de gran tamaño hasta en miniaturas y posiblemente de muchos estilos típicos del Horizonte Medio. El objeto del Proyecto Arqueológico Conchopata (PAC), que aún se desarrolla, es entender el rol que el sitio tenía a través de su histo-ria. ¿Fue solamente un pueblo de artesanos? ¿Quiénes y por cuánto tiempo habitaron este sitio?

La ciudad de Huari se ubica a unos doce kilómetros al norte del valle de Ayacucho y podemos afi rmar que durante el Horizonte Medio (550-1000 d.C.), Conchopata fue la comunidad más importante al sur del mismo valle (Figura 1).

En esta ocasión presento específi camente un artículo sobre cucharas de cerámica encontradas mayormente en el valle de Ayacucho durante el Horizonte Medio, con la fi nalidad de entender el contexto, uso, circulación y deposición de este tipo de artefacto, en otras palabras, la historia cultural (Gosden y Marshall 1999) y la chaine operatoire (cadena operativa) de es-tos objetos. Las cucharas representan artefactos que fueron producidos con mucho cuidado, fi namente pintadas y muchas veces con los extremos de los mangos decorados con efi gies o esculturas de animales o seres antropomor-fos en miniatura (Figura 2).

207

Page 208: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

208

Figura 1. Mapa de Ayacucho con la ubicación del sitio de Conchopata.Figure 1. Map of Ayacucho including the location of the site of Conchopata.

Existen distintas interpretaciones recientes sobre el sitio de Concho-pata, por ejemplo, Ochatoma y Cabrera enfatizan la cerámica ritual de Con-chopata, particularmente aquellas encontradas en una estructura en forma de D, pero consideran el sitio como un pueblo de artesanos. Isbell (2001) propone que es un palacio en una zona urbana donde se produjo cerámica para la elite, y que la gran cantidad de urnas y cara-golletes con iconografía, representan la vajilla de una nueva generación de dirigentes. Al fallecer éstos, se rompía ritualmente la cerámica del reino anterior. Es una interpretación interesante pero las evidencias no permiten comprobarla. ¿Cómo podemos averiguar si las urnas rotas intencionalmente no se hicieron cuando el sitio fue destruido por los mismos pueblos de Huamanga, a la caída del imperio Wari?

La autora del presente trabajo reconoce que el sitio era uno de los pueblos más importantes del valle desde fi nes del Periodo Intermedio Tem-prano hasta fi nes del Horizonte Medio. Esta importancia es evidente por la presencia de arquitectura doméstica para familias extendidas, edifi cios para los gobernadores o elites intermediarias, templos con patios y estructuras

208

Page 209: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

209

rectangulares, con patios internos identifi cados como patio y galería, arqui-tectura funeraria y avenidas. No se encuentran lugares obvios para alma-cenamiento pero sí cuartos llenos de vasijas grandes para almacenar agua y comida al nivel doméstico. La perspectiva de que una gran parte de la excavación del Proyecto Arqueológico Conchopata (PAC) fue un palacio, como lo defi ne Isbell (2001), se basa en rasgos compartidos por algunos sitios wari, y no defi ne específi camente una residencia de las elites. Similar-mente, no aborda el problema de cómo fueron gobernados los pueblos bajo la hegemonía wari.

Figura 2. La diversidad de cucharas decoradas de Conchopata. Primer fi la: tres vistas de una cuchara del Espacio Arquitectónico 211. Segunda fi la: cuchara con felino, Espacio Arquitectónico 106; Mango en forma de pata de llama,

Espacio Arquitectónico 175T1.Figure 2. Variations of decorated Conchopata spoons. Upper row three views of a spoon

from Room 211. Lower row handle with feline from Room 106, handle in the form of a llama foot from Room 175T1.

Las estructuras más conocidas como patio y galerías (Figura 3), donde los restos excavados en su interior y adyacentes sugieren que hubo fi estas o festines en su patios, y el almacenamiento y preparación de comidas y bebidas en las galerías (Brewster-Wray 1983, 1990). En el patio de estos edifi cios se encuentra una cantidad mayor de cuencos pequeños, keros y vasos, además de la presencia de urnas y enormes jarras para la comida y bebida servidas (Cook y Glowacki 2003). Estos datos sustentan aún más la interpretación de Brewster-Wray (1990), que estos recintos rectangulares eran los patios centrales de las residencias de elite en la ciudad de Huari, un modelo que es relevante a otros sitios wari que comparten el mismo tipo de arquitectura.

209

Page 210: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

210

Los entierros en Conchopata tienen una historia compleja que incluye una variedad de tumbas y áreas dedicatorias que subrayan la importancia del sitio a través del tiempo (Tung y Cook 2006), y el deseo de ser enterrado en el hogar. También se encuentran entierros secundarios que indican que éstos fueron removidos y quizá traídos al sitio (Isbell y Cook 2002; Isbell 2004).

En un estudio de enterramientos de restos humanos, Tung (2003) y Tung y Cook (2006) han sugerido que existe una desviación demográfi ca en Conchopata y que los entierros refl ejan distintas clases sociales. Hay casi dos veces más mujeres que hombres enterrados en el sitio. Hay también muchos jóvenes así como recién nacidos. Hasta ahora no hemos podido explicar el lugar donde enterraron a los hombres de Conchopata o cómo trataron el cuerpo masculino después de la muerte. Lo que es evidente es que aquí vivían muchas mujeres con sus hijos. También hay evidencia de sacrifi cios humanos en forma cabezas trofeos (Tung 2003), en arquitectura cívica o de carácter no domestico como las estructuras en forma de D. Estos datos nos llevan a considerar que Conchopata no pudo haber sido solamente un sitio de producción intensiva de cerámica, sino también un sitio de elites intermediarias, muchas de ellas de mujeres, y que varias actividades habrían ocurrido en el sitio.

Figura 3. Plano del sitio de Conchopata. Patio y galerías en gris, y ubicación de las cucharitas en rojo.

Figure 3. Map of the site of Conchopata indicating patio and galleries in grey, and the distribution of small spoons in red.

210

Page 211: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

211

Propongo que sitios wari que incluyen el típico patrón de arquitectura compleja de patio y galerías (Figura 3) (frecuentemente acompañado por es-tructuras de adoratorios en forma de D y espacios domésticos), representan los vestigios de edifi cios que comprendían actividades múltiples, y que los habitantes pudieron haber usado los patios y galerías de manera distinta, de una estación a otra. Para observar cómo se identifi can estas diferentes activi-dades estamos analizando la distribución de artefactos excavados.

Un ejemplo que nos ayudó a identifi car zonas de posible producción artesanal fue las altas concentraciones de distintos tipos de herramientas de producción alfarera. El problema que surgió es que estos mismos espacios no son zonas anteriormente consideradas en la literatura como espacios de ac-tividad artesanal. En las excavaciones que realizamos en Conchopata hemos encontrado abundante material que contradice muchas presunciones. Por ejemplo, el sitio demuestra una complejidad arquitectónica que sugiere a primera vista una división entre espacios cívicos-religiosos y espacios domés-ticos. Sin embargo, cuando Cook y Benco (2001) analizaron la distribución de artefactos de producción alfarera, los resultados indicaron que ambos tipos de espacio también habían sido utilizados para distintas etapas de pro-ducción alfarera. Esto sugiere que la producción alfarera ocurrió no solo al nivel doméstico, sino también por especialistas que podrían haber utilizado ciertos edifi cios para talleres.

Cuando nos preguntamos si se desarrollaron festines en los patios y galerías, organizados por el estado o imperio, también encontramos que existen datos sufi cientes para esta interpretación. Lo curioso es que los espa-cios artesanales se encuentran también en los mismos espacios identifi cados como zonas donde hubo evidencia de comidas al nivel comunitario o fes-tines. Evidencias de comidas especiales en las que muchas personas partici-paron, coinciden con zonas ideales para la preparación y construcción de vasijas ceremoniales. Entonces, ¿cómo se explica esta coincidencia? ¿Estamos seleccionando los datos que se necesitan para verifi car una interpretación premeditada? Quizás, pero es más probable que espacios amplios como pa-tios y plazas, fueran utilizados para diferentes actividades. Sin embargo no se puede pasar por alto el que los espacios arquitectónicos excavados por el PAC tienen mucho relleno y que hubo bastante predeposición de materiales en el sitio desde tiempos antiguos. Las pocas zonas de deposición primaria existente, es lo que queda de la destrucción actual del sitio que hoy conti-núa, además de la destrucción y huaqueos antiguos.

211

Page 212: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

212

Las cucharas de Conchopata

En este artículo quiero llamar la atención a otros indicadores de uso espacial, es decir, la frecuente presencia de «cucharas» de cerámica en espa-cios de uso múltiple. Se supone que las cucharas, al igual que otros imple-mentos que se utilizaban para servir o consumir alimentos y otros usos co-tidianos de carácter doméstico, fueron hechas de materiales orgánicos como madera y hueso, los que no se conservan bien en los depósitos arqueológicos de la sierra. Por lo tanto, la frecuencia y distribución de cucharas de cerá-mica tuvieron un rol quizás distinto o de prestigio en comparación a otros materiales más desechables. Lo que es importante observar es que no todas las sociedades de los Andes han tenido la costumbre de producir y/o usar cucharas de cerámica.

Las cucharas fueron bastante conocidas en la sierra y costa norte du-rante el Período Intermedio Temprano, en sitios de fi liación cajamarca y recuay; también Moche tiene su variedad de cucharones, pero cucharas de cerámica no son tan frecuentemente observadas en otras sociedades pre-hispánicas. Se observan generalmente asociadas a conjuntos de parafernalia alucinógena en Moquegua y Tiwanaku, y en el norte de Chile con la icono-grafía de la Portada del Sol en Tiwanaku. Es interesante notar que gran parte de las cucharas en el sur son hechas de madera.

Las cucharas de Conchopata, como se verá más adelante, no se identi-fi can con la iconografía del Altiplano. Si las relaciones entre la sierra central de Ayacucho y el Altiplano fueron tan fuertes como indica la iconografía que incluye el Dios con los báculos y fi guras asociadas, el uso de cucharas debe haber tenido otro origen. Además, la costumbre de producir cucharas de cerá-mica es intencional y con fi nes muy específi cos. No tenemos aún datos sobre el proceso u organización de la producción de cucharas en Conchopata, pero este estudio me ha convencido que es necesario apuntar en esa dirección.

La muestra y los estilos

La primera parte de este estudio fue realizada en el año 2004 mediante el análisis de hasta entonces 74 cucharas, y a la fecha hemos analizado 641, y es lo que aquí presentamos. Los resultados preliminares indicaron una ma-yoría de cucharas del estilo Huarpa del Periodo Intermedio Temprano.

212

Page 213: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

213

CUCHARAS: Distribución por estilo y tamaño(N=641)

1 1 5

2001 0 1 0 3

1 22 0 1 8

4 4 1 3

2 0 3

7 8

01 3

0 4

2 6

2

9 5

050100150200250300350

Huamanga

Viñaque

Chakipampa

HuariNegro

Okros

Huarpa Tric.

Huarpa

NoIdentif.

cantidad

Cucharones

Cucharas

Cucharitas

13 1 2 27

3

1

4 . 0 . 1 3 . 4 0 .11. 7

2 .

4 7

3

Figura 4. Histograma de cucharas: distribución por estilo y tamaño.Figure 4. Histogram of spoons by style and size.

De las 641 cucharas analizadas (Figura 4), la mitad de la muestra es del estilo Huarpa (49%). Los resultados de las excavaciones (Leoni 2004) en el sitio Ñawinpukio, a unos 5 kilómetros al sur de Conchopata (Leoni 2004), indican que el estilo Huarpa continúa durante el Horizonte Medio temprano. Entre las cucharas encontradas en Conchopata, 11,7% corres-ponden al estilo Okros, y 4,8% corresponden al estilo Huamanga. Le sigue el estilo Chakipampa con el 3,4 %2. Por lo tanto, es acertado reconocer que Huarpa se mantiene como el estilo principal. Esto sugiere que antes del de-sarrollo de los estilos asociados con Wari, el uso de la cuchara era frecuente y formaba parte de las costumbres locales.

¿Con qué propósitos se utilizaron estas cucharas, muchas de ellas fi -namente decoradas?

Tamaño y tipos de cucharas

La mayoría de las cucharas están fracturadas o rotas por lo menos dos veces, y solo hay muy pocas completas. El análisis inicial basado en una muestra de 74 cucharas indicó que la mayoría son cucharitas que miden en-tre 3 a 6 centímetros de largo. En el análisis preliminar tomé en cuenta solo el largo del fragmento, pero en realidad esta observación refl eja el hecho de que la muestra está mayormente compuesta de fragmentos. Luego se deter-minó que el ancho del mango (Figura 5) de una cuchara resultaba ser mucho

213

Page 214: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

214

más indicativo del tipo de cuchara cuando se trata de artefactos incompletos (Huamán 2005). Esto alteró la interpretación anterior. Por lo tanto, esta nueva forma de clasifi car el tamaño dio lugar a una distribución que es muy diferente (Figura 6): 7 cucharitas (6,19 centímetros de largo), 417 cucharas (6,5-10 centímetros) y 217 cucharones (10,5-20 centímetros).

Figura 5. Medidas de la cuchara.Figure 5. Spoon measurements.

Hay varias formas de cucharas, cucharitas y cucharones, y en muchos casos, el mango es el punto más débil o donde se encuentra la fractura del fragmento. Tomando medidas precisas de las cucharas completas, de las casi completas y del ancho de los mangos, resulta que hay un promedio de tres tamaños de cucharas: pequeñas, medianas y grandes. Como mencionamos antes, las denominamos cucharitas, cucharas y cucharones. Esta distinción no signifi ca que las funciones modernas de estos objetos se aplican directa-mente a las sociedades Huarpa y Wari, como veremos en lo que sigue.

La distribución espacial de cucharitas (Figura 7), sin contar la su-perfi cie y las dos primeras capas más disturbadas, A y B, demuestran que

214

Page 215: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

215

son muy escasas y aparecen principalmente en tumbas y cistas de cerámica a manera de ofrenda (Figura 3). Mientras que las cucharas y cucharones representan la mayoría de los fragmentos, hay dos veces más la cantidad de cucharas, lo cual podría representar un uso más cotidiano, con cucharas para uso particular (Figuras 8-10) y cucharones (Figura 11) para servir.

C U C H A R A S : D i s t r i b u c i ón p o r t a m a ño

7

417

217

0

50

100

150

200

250

300

350

400

450

C uc har itas C uc haras C uc harones

Figura 6. Cucharas: distribución por tamaño.Figure 6. Distribution of spoons by size (small, medium, and large).

Figura 7. Cucharitas. Primera fi la: Espacio Arquitectónico 104 T6. Segunda fi la: Espacio Arquitectónico 208. Tercera fi la: Espacio Arquitectónico 75.

Cuarta fi la: Espacio Arquitectónico 44B y 90.Figure 7. Small spoons. Top row from Room 104T 6. Second row from Room 208; Th ird

Row from Room 75; Bottom Row from Room 44B and 90.

215

Page 216: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

216

Para contribuir a su estudio también recolectamos información sobre las variables de desgaste a fi n de averiguar cómo se usaron las cucharas y su relación al uso de vasijas para servir. Aquí quiero enfatizar que la constante presencia de huellas de uso o desgaste y de re-uso sugiere que las cucharas fueron usadas frecuentemente, o alternativamente por mucho tiempo, pero sólo en ocasiones especiales. Existen muestras de cucharas fragmentadas que llevan perforaciones, las que probablemente fueron hechas para «coserlas» a manera de repararlas. En las conclusiones sugiero cuál de las dos posibilida-des nos parece más factible. Todo esto nos conducirá a una interpretación más amplia sobre el uso del espacio en Conchopata y las actividades rituales, domésticas, festivas y en los momentos funerarios.

Interpretación de las cucharas: la experiencia vivida

El estudio de cucharas de madera que llevan la iconografía de la Por-tada del Sol en Tiwanaku (p.e. el Dios con los báculos y fi guras asociadas), es decir, temas iconográfi cos del Altiplano en combinación con diseños de carácter local, han sido encontrados en contextos funerarios del área sureña en San Pedro de Atacama, Chile. Las condiciones áridas conservaron una variedad de cucharas a través del tiempo. Espoueys (1972-1973: 70) sugie-re algunas funciones principales para este utensilio: 1) como uso ritual, 2) para la transferencia de líquidos, polvos o granos, y 3) función comestible que puede incluir el mezclar y servir comida / bebidas. Espoueys sugiere que el tamaño y forma de la cuchara dicta su función más apropiada. Enfo-cándonos solamente en las siete cucharitas y en las cucharas con un mango fi namente modelado (Figuras 2, 10) de Conchopata, ¿es posible establecer la función de estas cucharas a través de su forma y tamaño como lo sugiere Espoueys? Consideramos también las referencias de la época colonial men-cionadas al inicio de este trabajo: «…que había [cucharas] en tres tamaños, que correspondían a las edades de los comensales; es decir, viejos, jóvenes y niños…» (Pardo 1957: 590-591; González Holguín 1989 [1608]: 140, 354, 466, citado por Olivas 2001: 72).

216

Page 217: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

217

Figura 8. Cucharas. Espacios arquitectónicos 41, 146, 6, 20, 33.Figure 8. Medium sized spoons: Room 41, 146, 6, 20, 33.

Figura 9. Cucharas. Primera fi la: retrato de una fi gura humana, Espacio Arquitectónico 20. Segunda fi la: Espacio Arquitectónico 40B, 33. Tercera

fi la: Espacio Arquitectónico 6, Espacio Arquitectónico 104 con fi gura de ave. Cuarta fi la: Espacio Arquitectónico 143T2 y 210, Espacio Arquitectónico

1121T2.Figure 9. Medium sized spoons. Top row human fi gure from Room 20. Second row from

Room 40B, 33. Th ird row from Room 6, and 104 with bird design. Fourth row from Room 143T2 and 210, and Fifth row from Room 1121T1.

217

Page 218: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

218

Consideramos solo las cucharitas, y nos preguntamos: ¿por qué hay muy pocos ejemplos? Primero: ¿podemos intentar identifi car los espacios arquitectónicos y sus contextos individuales para averiguar si encontramos un patrón de distribución que conlleve una posible interpretación? Los es-pacios arquitectónicos donde se encuentran las cucharitas están indicados en el plano de Conchopata (Figura 3), y se distribuyen en zonas donde hay concentración de entierros y cistas de cerámica de probable origen ritual o ceremonial.

Segundo: ¿sería posible que las cucharitas puedan haber sido utilizadas en tiempos tempranos, es decir en la sociedad Huarpa, quedando así pocos restos arqueológicos en nuestra muestra? Las cucharitas huarpa tienen me-jores contextos que aquellas de otros estilos. Éstas provienen de un piso, un hoyo con cerámica y del interior de una banqueta. Otros estilos de cucha-ritas son Okros y Huamanga, con dos fragmentos que no fueron defi nidos estilísticamente. Si hubo una fase temprana del estilo Huamanga, como fue sugerido por varios arqueólogos (Anders 1986; Pozzi Escot 1991; Ochato-ma y Cabrera 2000; Leoni 2004), entonces las cucharitas podrían ser parte de una tradición que empieza durante el Período Intermedio Temprano con la sociedad Huarpa, y continúa durante el Horizonte Medio temprano.

Figura 10. Cucharas. Primera fi la: Espacio Arquitectónico 112T2. Segunda fi la: Espacio Arquitectónico 181, puño en alto humano. Tercera fi la: Espacio

Arquitectónico 133.Figure 10. Medium sized spoons. Top row from Room 112T2; Second row from Room

181 in the form of a human fi st. Bottom row: Room 133.

218

Page 219: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

219

Figura 11. Cucharones. Primera fi la: Espacio Arquitectónico 150. Segunda fi la: Espacio Arquitectónico 31. Tercera fi la: Espacio Arquitectónico 2, 80a.

Cuarta fi la: Espacio Arquitectónico 152T2.Figure 11. Large spoons/ladles. Top row from Room 150. Second row from Room 31.

Th ird row from Room 2 and 80a. Fourth row from Room 152T2.

Tercero. Dado el alto número de entierros de jóvenes en el sitio, ¿po-demos considerar las cucharitas como juguetes o cubiertos de infantes? Sien-do hechas de cerámica, estas se rompieron más fácilmente. La baja frecuen-cia de cucharitas sugiere que no fueron utilizadas como utensilios cotidianos para niños sino como objetos de prestigio y de uso en ocasiones funerarias y como ofrendas. Los contextos no proveen información en este sentido. Es probable que las cucharitas de madera fueran más prácticas para los niños.

Cuarto. Si las cucharitas son escasas y muy pequeñas, ¿podríamos considerarlas como miniaturas? El rol de las miniaturas en los Andes hasta nuestros días conlleva un sentido ritual y ceremonial. Tenemos dos contex-tos interesantes. El primero es en un espacio arquitectónico (EA 94) donde se encontró una cucharita huarpa dentro de un hoyo con más de 400 urnas en miniatura del estilo Horizonte Medio que fueron rotas intencionalmen-te. La cucharita huarpa pudo haber sido un precioso objeto ritual de he-rencia familiar. Por otro lado, cucharitas que nosotros consideramos en el estilo Huarpa podrían haber sido emuladas en tiempos más tardíos por las siguientes generaciones, quienes reprodujeron ejemplos en ocasiones rituales que rememoraban los ancestros abuelos, bisabuelos, etc.

El segundo contexto es el Espacio Arquitectónico 44b, que forma parte de una zona funeraria que incluye varios tipos de tumbas y cistas con

219

Page 220: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

220

restos humanos. Actualmente estamos en plenos estudios para determinar a los individuos enterrados en la tumbas de este espacio.

Por lo tanto, estas dos cucharitas ocurren en los contextos funerarios o cerca de ellos y en «ofrendas de miniaturas».

Conclusiones

El estudio de cucharas de madera prehispánicas tiene una larga histo-ria. Por ejemplo, en el área sureña en San Pedro de Atacama, Chile, Espoueys (1972-1973: 70) sugiere algunas funciones principales para este utensilio: 1) como uso ritual, 2) para la transferencia de líquidos, polvos o granos, 3) función comestible que puede incluir mezclar y servir comida / bebidas. Él sugiere que el tamaño y forma de la cuchara dicta su función más apro-piada. En la sierra central sabemos que sitios como Conchopata tenían una alta producción de objetos de cerámica y que era una actividad cotidiana durante ciertas épocas del año. Producir cucharas era una parte de la vajilla ayacuchana, especialmente a fi nes del Periodo Intermedio Temprano e ini-cios del Horizonte Medio. El hecho es que tenemos dos cucharas por cada cucharón (217 cucharones y 417 cucharas), lo que sugiere un uso práctico. Se supone que los cucharones eran más apropiados para servir mientras que las cucharas fueron usadas para consumir alimentos (sopas, estofados, papas, etc.) pero en festividades u ocasiones especiales. Las cucharitas y cucharas con mangos escultóricos o con efi gies son muy escasas. Las cucharitas con efi gies en buenos contextos son aún menos frecuentes, pero 3 se encuentran en el Espacio Arquitectónico 6 (EA-6), con un piso de arcilla roja. En la esquina noreste hubo una tumba fi na pero disturbada. Otros artefactos y restos sugieren que pudo haber sido el patio de una residencia de alto status social (Isbell et al. 2002). Las cucharitas eran intencionalmente enterradas, es decir, en contextos no utilitarios.

En nuestra zona de excavaciones en Conchopata, tenemos tantas estructuras especiales que, como he sugerido en las primeras páginas, hay investigadores que prefi eren interpretar este lugar como un sitio de espe-cialistas en la producción de cerámica. Otros interpretan el sitio como un palacio (Isbell 2004) con zonas de residencias, salas de recepción, etc. Isbell ofrece, de una manera procesual, una lista de variables que pueden defi nir un palacio «andino». Puede ser que Pachacámac y Huari ofrezcan mejores indicadores para el Horizonte Medio, pero lamentablemente es difícil vi-sualizar un palacio en Conchopata. Esto se debe en gran parte al hecho que mirando solo la cáscara, es decir, la arquitectura formal y el gran tamaño de

220

Page 221: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

221

unas tumbas vacías como enfatiza Isbell, pone de lado todo el contenido de cada espacio arquitectónico. No obstante el hecho que hay que tener en cuenta es que hubo deposiciones secundarias, y hay vestigios de actividades primarias en el sitio.

Hemos visto que las cucharitas de Conchopata cumplen varias fun-ciones. Primero, estas parecen haber tenido un rol más ritual, siendo mi-niaturas, y encontradas en un deposito de urnas para miniaturas rotas in-tencionalmente. La baja frecuencia de éstas no sugiere que fueran utilizadas como juguetes y utensilios. Se supone que teniendo una amplia población de infantes en el sitio, el número de las cucharitas habría sido mayor de las que hemos encontrado. Segundo, la mayoría de las cucharitas, es decir, casi el 50%, son del estilo Huarpa o Huarpa Tricolor, asociados con otros estilos a comienzos del Horizonte Medio. Lo interesante es que el uso de la cuchara por las poblaciones del valle de Ayacucho empezó durante el Periodo Inter-medio Temprano, cuando ya existía contacto con la sierra norte.

La presencia y contexto de cucharas del Periodo Intermedio Tempra-no en la sierra norte ofrecen información paralela a lo que estamos obser-vando en Conchopata. Joan Gero (2001: 22) nos indica que «en el Sector III del sitio de Queyash Alto, se ubicaron tres cucharones y cucharas con un abundante número de cántaros y vasijas pequeñas que fueron ideales para servir y tomar bebidas». T. Topic y J. Topic (1984) encontraron en sus excavaciones cucharas del estilo Cajamarca Cursivo y un cuenco con pedes-tal, como ofrendas en una tumba en el mausoleo del Horizonte Medio del Cerro Amaru, Huamachuco. Más recientemente J. Topic y T. Topic (2001) mencionan que:

«Desde hace años se sabe que la cerámica de Cajamarca estuvo muy difundida durante el Horizonte Medio. Además, las formas cerámicas cajamarquinas más difundidas son precisamente aque-llas asociadas con la hospitalidad ritual, como cucharas (el énfasis es del autor), tazones bien elaborados y decorados. La cerámica cajamarquina fue también incluida en ofrendas rituales, como la de Ayapata (Ravines 1968, 1977). La extensa distribución y el contexto ritual en el que se encuentra la cerámica Cajamarca es un indicador de prestigio para esta cultura norteña» (Topic y Topic 2001: 186-187).

Los mismos autores interpretan en Marcahuamachuco «…los galpo-nes nichados como ambientes dedicados a la veneración de los ancestros. Además de los huesos, se encontraron restos de comida y la cerámica aso-

221

Page 222: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

222

ciada tiene una mayor frecuencia en tazones, cuencos y cucharas (el énfasis es del autor) decoradas que aquella existente en otros contextos en Marca-huamachuco. La presencia de comida y vasijas sugiere que su colocación era precedida por actividades rituales dentro de un evento festivo» (Topic y Topic 2001: 189-191).

George Lau comenta que el intercambio más evidente entre Cajamar-ca y Ancash lo encuentra durante el Horizonte Medio, entre los años 600-900 d.C. en tazones y cucharas de caolín. Las cucharas son pequeñas. Unos ejemplos de un entierro de Wilkawain y Carhuaz indican que estos objetos fueron reutilizados, con los bordes suavizados, no obstante el hecho que ya estaban rotos (Bennett 1944: 132 d, e).

Finalmente, y regresando al valle de Ayacucho, Juan Leoni (2004) nos ofrece un ejemplo del sitio de Ñawinpukio, ubicado a pocos kilómetros al sur de Conchopata. Este sitio tiene una ocupación Huarpa tardío y del Ho-rizonte Medio. Leoni encontró una ofrenda de cuatro cucharas huarpa. Esto confi rma la importancia y el rol ceremonial de estos utensilios y discute si las cucharitas y cucharas fueron concebidas como cubiertos o más bien como vehículos para integrar a los difuntos con la comunidad y las huacas a través de la reciprocidad de elementos de consumo para el pueblo y los dioses.

Para resumir, tenemos datos de la sierra norte y de Ayacucho en la sierra central, que nos ofrecen unas nuevas perspectivas:

Las cucharitas y algunas cucharas de cerámica jugaron un rol impor-tante en las actividades rituales en el norte durante el Periodo Intermedio Temprano y en Ayacucho. Todas las cucharas de Ñawinpukio son de la épo-ca Huarpa.

Los cucharones no se encuentran en contextos de ofrendas o tumbas, sugiriendo que tenían una función más apropiada en la preparación de ali-mentos, mezcla y para medir quizás porciones iguales de comida en tazones de tamaños estándar. Los desgastes indican que fueron utilizados para la preparación y servicio de comidas. Las cucharas tenían huellas de desgaste en la parte que tocaba los lados y el fondo de una olla.

En general, las cucharas y cucharones se encuentran en áreas domés-ticas y áreas de preparación y consumo de alimentos en casas y patios donde ocurrieron festines. Estos son patrones generales de la distribución de cucha-ras y cucharones, los detalles serán materia de una futura publicación.

222

Page 223: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

223

Finalmente, una sugerencia muy especulativa. He observado que las proporciones de las cucharas combinan rasgos paralelos a las fi gurinas he-chas de cerámica y otros materiales, como por ejemplo las turquesas de Pi-killacta. Las cucharas tienen la parte distal larga y amplia en comparación al mango que muchas veces tiene un terminal modelado. Las fi gurinas tienen un cuerpo corto, como el mango de la cuchara, y la cara es siempre propor-cionalmente más grande que el cuerpo. Los pies están en la posición termi-nal con un mínimo de modelación.

¿Pudiera ser que las cucharas que dan vida, porque llevan comida y bebida al cuerpo humano, eran concebidas como un ser humano?

Las cuatro cucharitas encontradas recientemente en Huari, en una ofrenda muy grande que incluía 365 vasijas en miniatura (González Carré y Soto 2004), tienen tres puntos en el diseño interno de la cuchara misma, o la parte distal. Parecen ser dos ojos y una boca mirando y riéndose de nuestras interpretaciones a través de los siglos.

Agradecimientos: Quiero agradecer a Abelardo Sandoval por su apo-yo, sus comentarios y ayuda con mi español humilde, por su amplio cono-cimiento de la arqueología peruana y como artista gráfi co en las fi guras de este artículo. Bárbara Wolff , estudiante doctoral de la Universidad Católica de América, ofreció su casa en Ayacucho durante su estadía para el análisis de materiales con apoyo de la Comisión Fulbright. Como parte de sus estu-dios doctorales, Bárbara está investigando en Conchopata, la organización de la producción, y quiénes fueron los productores de la cerámica de uso especial, como las urnas grandes, las jarras pintadas y las vasijas en minia-tura. Su estudio sobre huellas de desgaste y las observaciones hechas por Oscar Huamán López relacionadas al proceso de producción, ayudaron en el reconocimiento de los posibles usos de las cucharas. Wolff también ha contribuido inmensamente a la creación de una base de datos en ACCESS de los hallazgos especiales, sin la cual este estudio no habría sido posible. También agradezco a los arqueólogos Lorenzo Huisa, quien empezó el aná-lisis, y Oscar Huamán López, quien hizo gran parte del trabajo analítico. Sus observaciones, dibujos de posibles usos de cucharas e informes han contri-buido signifi cativamente a este estudio. Mis agradecimientos a Susana Arce por sus comentarios y por haber presentado la ponencia en Lima durante el simposio. Una persona que es realmente clave en nuestro proyecto es Jimmy Jáuregui, quien maneja, introduce y corrige los datos en la computadora, y ayuda en el manejo general de los asuntos administrativos del proyecto.

223

Page 224: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

224

Por último quiero reconocer a todos los miembros del Proyecto Ar-queológico de Conchopata y al codirector William Isbell, porque realmente este trabajo y todo lo que estamos haciendo no hubiera sido posible sin la contribución de cada uno de ellos.

Queremos agradecer al apoyo fi nanciero en forma de becas que el Pro-yecto Arqueológico Conchopata ha recibido de Dumbarton Oaks, National Geographic Society, National Science Foundation, Brennan Foundation y del Fondo de Investigaciones de la Facultad de la Universidad Católica de América en Washington, D. C.

Notas:1 Visllacuni = «sacar algo con cuchara» (Holguín 1989 [1608]: 354)2 Los estilos han sido defi nidos utilizando la cronología desarrollada localmente. Estamos

en el proceso de refi nar los estilos que se encuentran en las excavaciones, los que presen-taremos en futuras publicaciones.

Bibliografía

Anders, M. 1986. Dual organization and calendars inferred from the planned site of Azangaro: Wari administrative strategies. Tesis doctoral. Department of Anthropology, Cornell University.

Benavides, M. 1965. Estudio de la cerámica decorada de Qonchopata, Ayacucho. Tesis de bachillerato. Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho.

Bennett, W. C. 1944. “The North Highlands of Peru: excavations in the Callejón de Huayllas and at Chavin de Huantar”. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History 39 (1): 1-114.

Brewster-Wray, C. C. 1983. “Spatial patterning and the function of a Huari architectural compound”. En Investigations of the Andean Past, editado por D. H. Sandweiss, pp: 122-135. Cornell University. Latin American Studies Program, Ithaca.

Brewster-Wray, C. C. 1990. Moraduchayoq: an administrative compound at the site of Huari, Peru. Tesis doctoral. State University of Binghamton, New York.

Cook, A. G. y N. L. Benco. 2001. “Vasijas para la fiesta y la fama: producción artesanal en un centro urbano huari”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 489-504.

224

Page 225: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Visllani Visllacuni: Patrones de Consumo a Comienzos del Horizonte Medio

225

Cook, A. G. y M. Glowacki. 2003. “Pots, politics, and power: Huari ceramic assemblages and imperial administration”. En The archaeology and politics of food and feasting in early states and empires, editado por T. L. Bray, pp: 173-202. Springer, New York.

Espoueys, O. 1972-1973. “Tipificación de cucharas de madera de Arica”. Actas del VI Congreso de Arqueología Chilena, pp: 63-109. Santiago.

Gero, J. M. 2001. “Field knots and ceramic beaus: Interpreting gender in the peruvian Early Intermediate Period”. En Gender in pre-hispanic America, editado por C. F. Klein y J. Quilter, pp: 15-55. Dumbarton Oaks, Washington DC.

González Carré E. y J. Soto Maguino. 2004. Una ofrenda wari. Cuaderno de Investigación, Serie Arqueología Nº 2. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Lima.

Gonzales Holguín, D. 1989 [1608]. Vocabulario de la Lengua General de todo El Perú llamada Lengua Qquichua o del Inca. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.

Gosden, C. e Y. Marshal. 1999. “The cultural biography of objects”. World Archaeology 31(2): 169-178.

Huamán López, O. 2005. Informe preliminar de análisis de cucharas del sitio arqueológico de Conchopata. Proyecto Arqueológico Conchopata, Ayacucho.

Isbell, W. H. 2001. “Repensando el Horizonte Medio: el caso de Conchopata, Ayacucho, Perú”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 9-68.

Isbell, W. H. 2004. “Mortuary preferences: A Wari culture case study from the Middle Horizon Peru”. Latin American Antiquity, 15 (1): 3-32.

Isbell, W. H. y A. G. Cook. 2002. “A new perspective on Conchopata and the Andean Middle Horizon”. En Andean Archaeology II. Art, Landscape, and Society, editado por H. Silverman y W. H. Isbell, pp: 249-305. Kluwer Academic / Plenum Publishers, New York.

Isbell, W. H.; A. G. Cook, A. Carvajal, J. Ochatoma, C. Milliken y M. Cabrera Romero. 2002. Informe final al Instituto Nacional de Cultura del Perú del Proyecto Arqueológico Conchopata, Año 2001-2000, Vol. 1. INC, Ayacucho.

Leoni, J. B. 2004. Ritual, place, and memory in the construction of community identity: a diachronic view from Ñawinpukio (Ayacucho, Peru). Tesis

225

Page 226: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Anita G. Cook

226

doctoral. Department of Anthropology, State University of New York. Binghamton.

Lumbreras, L. G. 1974. Las Fundaciones de Huamanga. Hacia una prehistoria de Ayacucho. Editorial Nueva Educación, Lima.

Ochatoma, J. y M. Cabrera. 2000. Excavaciones en un poblado alfarero de la época Huari. Manuscrito enviado al Instituto Nacional de Cultura, Lima.

Olivas Weston, R. 2001. La cocina de los incas: Costumbres gastronómicas y técnicas culinarias. Universidad San Martín de Porres, Lima.

Pérez Calderón, I. 1998. “Excavación y definición de un taller de alfareros Huari en Conchopata”. Conchopata. Revista de Arqueología 1: 92-137.

Pérez Calderón, I. y J. Ochatoma Paravicino. 1998. “Viviendas, talleres y hornos de producción alfarera Huari en Conchopata”. Conchopata, Revista de Arqueología 1: 73-92.

Pozzi-Escott, D. 1991. “Conchopata: a community of potters”. En Huari Administrative Structure: Prehistoric Monumental Architecture and State Government, editado por W. H. Isbell y G. F. McEwan, pp: 81-92. Dumbarton Oaks, Washington D.C.

Topic, J. y T. Topic. 2001. “Hacía la comprensión del fenómeno huari: una perspectiva norteña”. Boletín de Arqueología PUCP 4: 181-217.

Topic, T y J. Topic. 1984. Huamachuco Archaeological Project: Preliminary Report on the First Season, June-August 1983. Occasional Papers in Anthropology Nº 1. Trent University, Peterborough.

Tung, T. A. 2003. A bioarchaeological perspective on Wari Imperialism in the Andes of Peru: A view from heartland and hinterland skeletal populations. Tesis doctoral. Department of Anthropology, University of North Carolina Chapel Hill. Chapel Hill, NC.

Tung, T. A. y A. G. Cook. 2006. “Intermediate elite agency in the Wari Empire: the bioarchaeological and mortuary evidence”. En Between King and Commoner: Intermediate Elites in Pre-Columbian States and Empires, editado por C. M. Elson y R. Alan Covey, pp 68-93. University of Arizona Press.

226

Page 227: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

(Río Loa, Norte Grande de Chile)

Pottery and public settlements at the Inka road of Atacama desert (Loa river, northern Chile)

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

Resumen

La prehistoria del Norte Grande de Chile se ha construido en gran parte gracias a una arqueología cuya principal fuente de informa-ción ha sido la cerámica, por lo menos en el caso de sus períodos agro-alfareros. Este elemento de la cultura material ha recibido una atención que frecuentemente no la han tenido otros aspectos del pasado a pesar de la monumentalidad de muchos restos o el alto potencial de conservación de otros materiales en la zona (p.e., ar-quitectura, cestería, maderas, textiles, etc.). Siguiendo las principa-les tendencias del desarrollo de los estudios cerámicos, nuestro pro-pósito en este trabajo es mostrar ciertos lineamientos metodológicos e interpretativos en el tratamiento de la fragmentería cerámica, en términos de sus aplicaciones conceptuales y herramientas analíticas básicas (funcionales, conductuales y contextuales), especialmente relacionadas con las dinámicas sociales y políticas de entidades cul-turales particulares. Lo anterior se enmarca dentro de un objetivo más amplio que pretende estudiar las materialidades cerámicas y arquitectónicas del período Tardío de la región atacameña (1450-1536 d.C.) para comprender arqueológicamente los procesos socia-

1 Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Av. Cap. Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, Santiago. [email protected]

2 Licenciado en Antropología con mención en Arqueología. Yerbas Buenas 207, 5110696, Valdivia. [email protected]

Recibido: Octubre 2007. Aceptado: Junio 2008

Revista de Antropología N°20, 2009: 227-260Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

227

Page 228: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

228

les que desarrollaron sus poblaciones durante el dominio del Inka en el norte de Chile.

Palabras claves: análisis cerámico, arquitectura pública, camino del Inka, Tawantinsuyo, Alto Loa.

Abstract

Th e prehistory of northern Chile has been developed by a descripti-ve archaeology that normally used pottery to reconstruct the agro-ceramic periods. Great attention has been paid to these items of cultural material unlike other elements of the past, such as big sites and well conserved artifacts of these desert zones (e.g., architecture, basketry, textiles, wooden, etc.). In this sense, pottery has been the main focus of the archaeology as a means to reconstruct the past. Th erefore, according to the worldwide tendencies of pottery studies, we will show some methodological and interpretative guidelines in the treatment of this material. We particularity propose some basic concepts and a systematic analysis of the fragmentary debris (func-tional, behavioral and contextual), as it relates to the social and political dynamics of particular cultures. In a wider context we ex-pect to study the ceramic materials and architecture of the Atacama region during its Late Period (AD 1450-1536) to archaeologically understand the social processes of the local peoples during the Inka domination in northern Chile.

Key words: pottery analysis, public architecture, Inka road, Tawan-tinsuyo, Alto Loa.

Introducción

Sin duda, la prehistoria del Norte Grande de Chile se ha construido en gran parte gracias a una arqueología descriptiva, cuya principal fuente de información ha sido la cerámica, por lo menos en el caso de sus períodos agroalfareros (p.e., Uhle 1919; Latcham 1928). Por lo tanto, este elemento de la cultura material ha recibido una atención de tal envergadura que fre-cuentemente no la han tenido otros aspectos del pasado a pesar de la monu-mentalidad de muchos restos o el alto potencial de conservación de otros en la zona (p.e., arquitectura, textiles, cestería, maderas, etc.). En este sentido, la alfarería ha sido un medio privilegiado para la reconstrucción del pasado del desierto más árido del mundo.

Page 229: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

229

Aprovechando nuevas perspectivas acerca de una importante pre-sencia del Inka (Uribe 1999-2000), lo anterior se enmarca dentro de un objetivo más amplio que pretende analizar las materialidades cerámicas y arquitectónicas del período Tardío (1450-1536 d.C.) de la región atacameña (Figura 1). Nuestro propósito es comprender desde una arqueología tipoló-gica y funcional pero substantiva, la dinámica de los sistemas sociales que desarrollaron sus poblaciones durante el dominio del Inka en la región. De acuerdo a lo anterior, la totalidad de la alfarería fue tratada siguiendo un mismo marco metodológico ya establecido para la región (Varela 1992; Va-rela et al. 1993; Uribe 1994, 1996, 2004a), cuya aplicación particular a los sitios estudiados da lugar a una caracterización arqueológica más densa del sistema incaico en el Norte Grande y su extensión temporal, así como en sus efectos culturales y sociales.

Figura 1. Mapa de los Andes Centro Sur y del Norte de Chile, con las principales localidades mencionadas en el texto (Uribe 2004a).

Figure 1. South-Central Andes locations and prehispanic settlements included in the text (Uribe 2004a).

Page 230: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

230

Esta caracterización se refi ere a la dinámica de la ocupación incaica en la ruta del río Loa a lo largo de 125,07 kilómetros lineales, desde sus nacientes en el volcán Miño hasta Lasana (Berenguer et al. 2005), refl exio-nando sobre su papel en la prehistoria del desierto de Atacama, en la red de caminos y asentamientos manejada por el Tawantinsuyo. En particular, nos interesa obtener una visión más profunda de los procesos sociales y políticos del Inka en tierras atacameñas, por medio del conocimiento del sistema de circulación y uso de la cerámica y su fragmentería en los asentamientos con arquitectura más importantes del Alto Loa.

Antecedentes

Nuestro trabajo corresponde a los resultados obtenidos del estudio de la alfarería del Camino del Inka identifi cado en el curso superior del río Loa, el cual se inserta dentro de un proyecto de investigación del sistema vial del Tawantinsuyo en el sector conocido como Alto Loa1 (Figura 2). Al respecto, recientemente hemos informado (Uribe y Cabello 2005) que la identifi ca-ción tipológica de muestras de superfi cie y excavación revela que la cerámica más representativa de la ruta corresponde a vasijas no restringidas, sobre todo a escudillas ornitomorfas engobadas o revestidas rojas, las cuales son de manufactura local pero de estilo incaico (Uribe 1999). En los depósitos, éstas se asocian con tipos locales como jarros, aríbalos y escudillas propios del período Tardío, confi rmando la relación del camino con el imperio hasta períodos coloniales tempranos, momento en el que se introdujeron nuevas materias primas que terminarían por confi gurar la actual tradición alfarera de la región (Varela 1992).

Según nuestro primer trabajo (Uribe y Cabello 2005), la ruta habría sido recorrida al menos desde el período Formativo debido a la presencia de alfarería monocroma y pulida de San Pedro de Atacama, entre otras. No obstante, se iniciaría como un verdadero sistema de movilidad durante el In-termedio Tardío, coherente con el énfasis que entonces tuvo el intercambio mediante caravanas de llamas en Atacama (Núñez y Dillehay 1979; Beren-guer 2004). Esto se aprecia en nuestro análisis en la clara recurrencia de cerámica propia del desarrollo regional junto con alfarería foránea contem-poránea, así como por un arte rupestre local con claras alusiones al tráfi co en los asentamientos loínos (Berenguer 2004).

Page 231: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

231

Figura 2. Mapa de la región del Loa Superior y sector del Alto Loa (Norte de Chile), con los principales sitios mencionados en el texto (Berenguer et al.

2005).Figure 2. Map of the Upper Loa River Region (Northern Chile), and the most important

settlements included in the text (Berenguer et al. 2005).

En particular, la ruta privilegiada por el Inka en Alto Loa se puede trazar a partir de las evidencias obtenidas en al menos 18 puntos registra-dos entre dos tramos a lo largo del río Loa, correspondientes a los tramos Miño-Lequena y Lequena-Lasana (Figura 3 y 4), en cotas que van entre los 4.000 y 3.000 msm respectivamente (Berenguer et al. 2005). En todos ellos destaca una gran presencia de cerámica erosionada, otra clasifi cada mayori-tariamente como escudillas incaicas locales, además de otros tipos incaicos tanto locales como foráneos, que referirían al consumo y servicio de líquidos dada una considerable presencia de platos, cántaros, jarros y/o aríbalos en los asentamientos del camino.

El Inka intervino, seleccionó y remodeló la ruta, ubicando puntos donde se desarrollaron diversas actividades relacionadas con el funciona-

Page 232: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

232

miento estatal, estableciéndose una estructura de asentamientos que llega-ron a constituir importantes instalaciones para: a) posibilitar el simple paso a otros puntos, b) el aprovisionamiento o el descanso de los contingentes, hasta c) una permanencia por tiempo mayor en función de tareas producti-vas, políticas y religiosas que inferimos tanto por las basuras alfareras como por la arquitectura remanente en las instalaciones (Urbina y González 2005; Uribe y Cabello 2005).

De este modo, en una primera categoría se encontrarían: a) la mayo-ría de los lugares con muy escaso material, poco erosionado y restringido a las más puras manifestaciones incaicas, destacando las foráneas, con ca-racterísticas de depósito regular u homogéneo, cuyos desechos derivarían directamente de la circulación por el camino o de rituales vinculados al paso por la ruta (p.e., ofrendas). Una segunda categoría estaría compuesta por b) un número menor de unidades pero con una mayor cantidad de cerámi-ca, combinando un importante porcentaje de alfarería clásica regional y del período Tardío, tanto incaica local como foránea. Aquí, además, tiende a aumentar el material erosionado, así como la heterogeneidad en el proceso de depositación, mostrando funcionalidades más diversas; sin embargo, to-davía se trataría de actividades pasajeras relacionadas exclusivamente con el consumo de alimentos. En tercer lugar, se agrupan c) muy pocas unidades que se constituirían en la cabecera de este sistema, ya que la cantidad y va-riedad de materiales aumenta notablemente. Aquí es frecuente la asociación de escudillas incaicas locales con cántaros y ollas de la región, junto con ma-teriales erosionados y el resto de las cerámicas incaicas y locales en contextos residenciales como públicos.

De este modo, en una primera categoría se encontrarían a) la mayoría de los lugares con muy escaso material, poco erosionado y restringido a las más puras manifestaciones incaicas, destacando las foráneas, con carac-terísticas de depósito regular u homogéneo, cuyos desechos derivarían di-rectamente de la circulación por el camino o de rituales vinculados al paso por la ruta (p.e., ofrendas). Una segunda categoría estaría compuesta por b) un número menor de unidades pero con una mayor cantidad de cerámica, combinando un importante porcentaje de alfarería clásica regional y del período Tardío, tanto incaica local como foránea. Aquí, además, tiende a aumentar el material erosionado, así como la heterogeneidad en el proceso de depositación, mostrando funcionalidades más diversas; sin embargo, to-davía se trataría de actividades pasajeras relacionadas exclusivamente con el consumo de alimentos. En tercer lugar, se agrupan c) muy pocas unidades que se constituirían en la cabecera de este sistema, ya que la cantidad y var-

Page 233: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

233

iedad de materiales aumenta notablemente. Aquí es frecuente la asociación de escudillas incaicas locales con cántaros y ollas de la región, junto con ma-teriales erosionados y el resto de las cerámicas incaicas y locales en contextos residenciales como públicos.

Figura 3a-b. Camino del Inka en el sector del Alto Loa (Norte de Chile). Vistas del tramo Lasana-Incahuasi (Berenguer et al. 2005).

Figure 3a-b. Inka road views at High Loa River (Northern Chile), between Lasana and Incahuasi points (Berenguer et al. 2005).

Page 234: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

234

Figura 4a-b. Camino del Inka en el sector del Alto Loa (Norte de Chile). Vistas del tramo Incahuasi-Santa Bárbara (Fuente: Berenguer et al. 2005).

Figure 4a-b. Inka road views at High Loa River (Northern Chile), between Incahuasi and Santa Bárbara points (Berenguer et al. 2005).

En esta oportunidad, nuestro estudio se centra justamente en esta tercera categoría de asentamientos del Camino del Inka que caracterizan al alto Loa, partiendo del supuesto de que a través del análisis del comporta-miento de la alfarería y sus desechos en contextos con arquitectura pública y residencial podremos profundizar en las dinámicas sociales y políticas que se gestaron con la presencia del Tawantinsuyo en esta parte de Atacama.

La cerámica del camino incaico en el Alto Loa

Siguiendo estos lineamientos, entonces, clasifi camos el material y analizamos el comportamiento depositacional y espacial de la fragmentería cerámica del Alto Loa. Para el estudio de este material, contamos con mues-tras obtenidas por medio de recolecciones de superfi cie que se realizaron a partir de un muestreo al azar de los sitios (sobre el 10%), tomando como referencia las estructuras arquitectónicas o recintos directamente asociados.

Page 235: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

235

A lo anterior se sumó la excavación dirigida de pozos de sondeo, cuadrículas y trincheras en ciertas estructuras, seleccionadas de acuerdo a los resultados de la evaluación in situ de los materiales en superfi cie y su arquitectura.

Este análisis ha comprendido la clasifi cación del material, la elabo-ración de bases de datos a partir de la tipología resultante, la selección de variables a estudiar a través de herramientas estadísticas básicas como con-teos, porcentajes y frecuencias que han sido vertidos en tablas y gráfi cos. En primer lugar, la clasifi cación se ha basado en un reconocimiento visual y macroscópico de los fragmentos, cuyas características de pasta, tratamientos de superfi cie, forma, decoración y manufactura fueron comparados con las tipologías elaboradas para la zona (Varela 1992; Varela et al. 1993; Uribe 1994, 1996, 1997, 1999; Ayala y Uribe 1995). Específi camente, éstas po-nen énfasis en los aspectos tecnológicos más que decorativos de la cerámica, lo cual se debe a que desde la aparición de la alfarería aquella es una práctica casi inexistente en el desierto de Atacama (Tarragó 1989). En este sentido, las pastas y el tratamiento de las superfi cies de las vasijas son los atributos más relevantes para la tipología, inmediatamente seguidos por el resto de las características, las que en su conjunto generan clases cerámicas que han sufrido transformaciones en el tiempo y en el espacio, permitiendo poner a la alfarería en secuencia histórica cultural (Orellana 1963; Le Paige 1964; Th omas et al. 1984; Berenguer et al. 1986; Tarragó 1989; Uribe 2002). Esto signifi ca que a través de ellos es posible establecer las épocas representadas en los sitios, así como el origen local y foráneo de los mismos, a la vez que referirse a las dinámicas culturales asociadas (Castro et al. 1977, 1984; Uribe 1996, 1997, 1999; Agüero et al. 1997, 1999; Uribe y Carrasco 1999).

Para sistematizar estas observaciones, en una segunda fase se han cons-truido las bases de datos donde se integra y ordena cuantitativamente toda la información tipológica sobre la base del número de fragmentos. En cuanto a ello, también se hacen apreciaciones conductuales sobre la manera como la alfarería quedó abandonada, la que es distinta según las circunstancias ocurridas, lo cual ayuda a tener una idea de las actividades que se desarrolla-ron en el sitio sincrónica y/o diacrónicamente, especialmente cuando existe información arquitectónica y estratigráfi ca complementaria. Esto se debe a que, gracias a las formas de las vasijas, la confi guración de los tipos cerámicos revela cierta funcionalidad, lo cual es complementado con la abundancia o escasez de material (cantidad de tipos y fragmentos), así como la restaurabi-lidad, tamaño, desgaste o erosión y residuos de la fragmentería (p.e., hollín), entre otras variables (Adán 1995, 1996). Por esta razón, en una tercera etapa del trabajo se analiza la conducta del material a través de estadística descrip-

Page 236: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

236

tiva, correspondiente a la representación porcentual y gráfi ca de los tipos cerámicos en cada sitio, así como en relación con la distribución de éstos en las unidades de recuperación en particular. De acuerdo con lo anterior, hemos determinado un patrón tipológico general para todos los sitios que, en esta oportunidad, analizamos desde un enfoque más bien conductual y contextual (Schiff er 2002).

Dentro de este patrón general, se distinguió la presencia de un con-junto de tipos que confi guran un componente temprano que se remontaría al Período Formativo del desierto de Atacama (ca. 1000 a.C.-500 d.C.), especialmente constituido por ejemplares locales que se extenderían desde momentos iniciales, medios y tardíos del Formativo hasta el Período Medio (ca. 500-950 d.C.), como lo señala la existencia de la peculiar alfarería mo-nocroma y pulida de la región (Tarragó 1989; Sinclaire et al. 1998; Uribe y Ayala 2004). Por otra parte, registramos tipos de escudillas monocromas café, negras y pulidas junto con cuencos, cántaros y ollas, alisados como re-vestidos rojos, que serían característicos del desarrollo regional hasta más allá de la llegada del Inka (Uribe 1996, 1997, 2002), confi gurando un compo-nente Loa-San Pedro propio del Intermedio Tardío del desierto de Atacama (ca. 950-1450 d.C.). Además de lo anterior, es posible distinguir ejemplares foráneos del mismo período constituidos por tipos monocromos de los Va-lles Occidentales2 y, principalmente, del Altiplano Meridional y el Noroeste Argentino, donde destacan estilos decorativos ampliamente reconocidos en la literatura especializada (Uribe 1996, 1997, 2002, 2004a).

Después, se distinguen ejemplares evidentemente foráneos del perío-do Tardío que adscribimos al tipo Inka-Cusco o Cusco Policromo (Figura 5) con sus rombos e hileras de triángulos en negro, rojo y amarillo, ante, blanco o naranja (Valcárcel 1934; Rowe 1944). A esto se suman las expresiones incaicas locales de escudillas y aribaloides revestidas rojas (Figura 6 c-g; a, i, k), acompañados por expresiones semejantes (Figura 6 b, j, l; h), pero cuya tecnología refi ere a un cambio productivo y más tardío identifi cado por sus «pastas con mica», a veces decorados (Uribe 1999). Asimismo, aparecen tipos incaicos provinciales como Inka-Pacajes o Saxámar con su decoración geométrica en negro sobre rojo de líneas onduladas y fi guras esquemáticas de camélidos (Figura 7); Yavi-La Paya con decoración en negro, rojo y na-ranja de triángulos, espirales, reticulados y fi guras ornitomorfas (Figura 8 a–e), e Inka-Diaguita con decoración de fi guras antropomorfas y zoomorfas con ajedrezados y reticulados en negro y rojo sobre blanco (Figura 8 f-g), los que provendrían del Altiplano Meridional, la Circumpuna y los Andes Meridionales (Uribe y Agüero 2003; Uribe y Cabello 2005). De esta ma-

Page 237: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

237

nera, se confi guraría con claridad un componente Tardío (ca. 1450-1536 d.C.), que incorpora una serie de manifestaciones coherentes estilística y cronológicamente con la expansión del Tawantinsuyo hacia el desierto de Atacama. Luego, en el momento del contacto hispano hacia 1557 d.C. hasta la actualidad, determinamos la continuidad de la cerámica de «pastas con mica» en la región atacameña (Varela 1992; Uribe 2002), que confi gura el componente Etnográfi co.

Figura 5. Fragmentos de cerámica Inka Cusco o Cusco Policromo (INK) del sector Alto Loa (Norte de Chile): a-d) Cusco Policromo A con espigas, e-g e i-j)

Cusco Policromo B con rombos y triángulos.Figure 5. Pottery fragments of Inka Cusco or Cusco Polychrome type (INK) from Alto Loa

(Northern Chile): a-d) Cusco Polychrome A with designs like spikes, e-g and i-j) Cusco Policromo B with designs like rhomb and triangles.

Page 238: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

238

Figura 6. Fragmentos y piezas completas de cerámica Inka Local de la región del Loa Superior (Norte de Chile): c-g) Turi Rojo Revestido Pulido Ambas Caras (TPA); a, i y k) Turi Rojo Revestido Exterior-Negro Alisado Interior

(TRN); b, j y l) Lasana Café Rojizo Revestido Exterior (LCE); h) Lasana Café Rojizo Revestido Pulido (LCP).

Figure 6. Fragments and complete pieces of Local Inca types from Upper Loa River Region (Northen Chile): c-g) Turi Slipped Red and Polished Both Faces (TPA); a, i and k) Turi

Slipped Red-Smoothed Black (TRN); b, j and l) Lasana Sliped Reddish Brown (LCE); h) Lasana Slipped Reddish Brown and Polished (LCP).

Page 239: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

239

Figura 7. Fragmentos de cerámica altiplánica Inka-Pacajes o Saxámar (SAX) del sector Alto Loa (Norte de Chile): a-c) con fi guras zoomorfas (camélidos),

d-f ) con espirales, g-h) con líneas onduladas.Figure 7. Pottery fragments of Inka-Pacajes or Saxámar types (SAX) from High Loa River (Northern Chile): a-c) with zoomorphic designs like camelids, d-f ) with spiral lines, g-h)

with waving lines.

Respecto a la discusión acerca de la temporalidad de todas estas ex-presiones cerámicas que nosotros reunimos en un gran componente (Steh-berg 1991; Adamska y Micheczynski 1996; Pärssinen y Siiriäinen 1997), entendemos que la cronología absoluta del Estado Inca debe ser considera-da como un problema no resuelto, siendo necesarios mayores antecedentes para intentar esclarecerlo. No obstante, siguiendo a Schiappacasse (1999), el análisis de los fechados absolutos en el núcleo incaico coincide en establecer una etapa pre-imperial entre el 1260 al 1396 d.C. y otra imperial del 1400 al 1518 d.C. En relación con esta última, se observarían tres peaks de fechas hacia el 1325, 1440 y 1600 d.C., sugiriendo una historia más compleja y temprana para la formación del Tawantinsuyo que la propuesta por la etno-historia tradicional. En el caso de Chile y regiones aledañas, de acuerdo a un total de 80 fechados por termoluminiscencia y radiocarbono se observa una tendencia a ampliar el límite inferior de este proceso, pudiendo ubicarse este

Page 240: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

240

evento entre el 1400 y 1450 d.C. (Schiappacasse 1999). Frente a esta situa-ción, utilizamos con cautela el concepto de expansión, el cual entendemos como un proceso de formación más que de conquista, y reunimos esta di-versidad alfarera bajo el apelativo de componente Tardío y no propiamente Incaico debido a la complicada y diversa constitución de este crucial período de la arqueología andina. En suma, entendemos la formación del Tawantin-suyo como un lapso entre el 1400 y 1600 d.C., coherente con los fechados que presentamos en nuestro trabajo y el comportamiento estratigráfi co de los sitios estudiados, donde los tipos cerámicos aquí defi nidos aparecen to-talmente asociados (Tabla 1).

Figure 8. Fragmentos y piezas completas de cerámica Inka Provincial de la región del Loa Superior y San Pedro de Atacama (Norte de Chile): a-e) Yavi-La Paya del Noroeste Argentino (YAV), f-g) Diaguita-Inka del Norte Chico de Chile (DIA).

Figure 8. Fragments and complete pieces of Inca Provincial types from Upper Loa River Region and San Pedro de Atacama (Northern Chile): a-e) Yavi-La Paya from Northwest

Argentina (YAV), f-g) Diaguita-Inka from Semiarid Northern Chile (DIA).

Page 241: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

241

Tabla 1. Cuadro con fechados por Termoluminiscencia de la cerámica incaica del Alto Loa (Proyecto FONDECYT 1010327).

Table 1. List of Th ermoluminiscence Dates of Inka Pottery Types from Alto Loa (Project FONDECYT 1010327).

Asentamientos y cerámica en el camino Incaico del Alto Loa

Miño-1 y Miño-2 (3.810 y 3.932 metros sobre el nivel del mar). Miño-1 y Miño-2 corresponden a dos sitios separados por cerca de quinientos me-tros, aunque pertenecen a un mismo punto del Camino del Inka del Alto Loa (Figura 2) en plena cabecera o nacientes del río Loa (Berenguer et al. 2005).

Miño-1 (Mi-1), también denominado Kona Kona-1 (Castro 1992), estaría compuesto por al menos 36 estructuras arquitectónicas (Figura 9), de las cuales fueron analizadas sólo la 1, 2, 15 y 17 (11,1% del sitio). Por su parte, Miño-2 (Mi-2), también denominado Kona Kona-2 (Castro 1992), se encontraría frente a Miño-1 y estaría compuesto por igual número de es-tructuras arquitectónicas (Figura 10), de las cuales fueron analizadas la 4, 5, 13, 19, 20, 21, 26, 27, 29 y 30 (29,4% del sitio). A lo anterior se agrega un espacio abierto a modo de basural y sin asociación directa con las construc-ciones que fue cuadriculado y sistemáticamente recolectado.

Page 242: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

242

Figura 9. Plano taquimétrico y topográfi co del sitio Miño-1, Alto Loa, con las principales estructuras mencionadas en el texto (gentileza de José Berenguer).

Figure 9. Miño-1 site settlement plan and elevations, High Loa River, and the most important structures included in the text (courtesy of José Berenguer).

Miño-1 (UTM E535646/N7659392), se ubica en la terraza occi-dental de un lecho seco y poco profundo que da origen al Loa. Unas 36 estructuras dispuestas en conglomerados o conjuntos dispersos sobre una meseta plana se distribuyen en un perímetro de 1,68 hectáreas incluyendo estructuras y espacios exteriores. La densidad edilicia proyectada (número de recintos por hectárea) señala una cifra de 20,8 recintos por hectárea de terreno, muy baja en comparación con un sitio aglutinado. En términos del uso del suelo e inversión arquitectónica, la sumatoria de las áreas internas de los recintos (es decir, los espacios delimitados por muros), alcanza un total de 2583,5 m2, lo cual signifi ca que de 1,68 hectáreas sólo fueron edifi cadas una parte cercana al 15% de la superfi cie (Urbina y González 2005).

Figura 10. Plano taquimétrico y topográfi co del sitio Miño-2, Alto Loa, con las principales estructuras mencionadas en el texto (gentileza de José Berenguer).Figure 10. Miño-2 site settlement plan and elevations, High Loa River, and the most

important structures included in the text (courtesy of José Berenguer).

Page 243: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

243

El material del sitio Miño-1 suma 749 fragmentos de recolecciones superfi ciales y 91 de excavaciones, lo que en total constituye una muestra de 840 ejemplares divididos en un 89,2% de superfi cie y un 10,8% de excava-ciones. La cerámica predominante corresponde al Período Intermedio Tar-dío (22,9%), siendo indicativa de las poblaciones locales de la región del Loa y San Pedro de Atacama. A lo anterior, se suma otra alfarería del Intermedio Tardío, pero posiblemente del Altiplano Meridional (0,1%). Paralelamente, estos tipos aparecen junto con cerámica Tardía (12,5%), tanto incaica local como aparentemente foránea, en especial del Altiplano Meridional (p.e., Inka-Pacajes o Saxámar). Por último, encontramos alfarería Etnográfi ca de períodos históricos en bajos porcentajes (2,5%). Los erosionados constitu-yen más del 60% de la muestra total, señalando una importante alteración natural como antrópica de la cerámica del lugar.

Miño-2 (UTM E536023/N7659621), posee 36 estructuras dispues-tas en cuatro conjuntos y otras dispersas en una ladera adyacente, demar-cando un perímetro de 0,92 hectáreas, el cual incluye espacios exteriores y un segmento acotado del camino incaico que divide en dos a la instalación. Posee un patrón más aglutinado y ordenado que Miño-1, con una cifra de 39 recintos por hectárea de terreno. En términos del uso del suelo destinado a los edifi cios, la sumatoria de las áreas intramuros alcanza un total de 926,7 m2 lo que signifi ca que del perímetro total sólo fueron construidos el 10% del área total de asentamiento (Urbina y González 2005).

El material del sitio Miño-2 suma 4523 fragmentos de recolecciones superfi ciales y 401 de excavaciones, lo que en total constituye una muestra de 4924 ejemplares divididos en un 91,9% de superfi cie y un 8,1% de ex-cavaciones. La cerámica predominante corresponde al Período Intermedio Tardío (58%), indicativa de las poblaciones locales de la región atacameña (Tabla 2). A ésta última se suma alfarería foránea del Intermedio Tardío con bastante seguridad del Altiplano Meridional (6,20%), posiblemente también de los Valles Occidentales y del Noroeste Argentino (0,06%). Sin embargo, igual que en Miño-1, estos tipos aparecen junto con cerámica Tar-día (12,8%), tanto incaica local como indudablemente foránea, en especial Cusco Policromo (1,6%), además del aquella del Altiplano Meridional y del Noroeste Argentino. Por último, aparece una mínima presencia de alfarería Etnográfi ca de períodos históricos (0,6%). Los erosionados constituyen más del 22% de la muestra total, señalando una alteración natural como antró-pica más bien moderada de los fragmentos.

Page 244: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

244

Tabla 2. Frecuencias y gráfi cos de cerámicas y períodos de los sitios Miño-2 y Cerro Colorado-1.

Table 2. Frequency of pottery debris and periods from Miño-2 and Cerro Colorado-1 sites.

Miño-1 registra escasez de material previo al Inka, relativa densidad de ocupación regional tardía y una leve a nula presencia histórica, lo cual es demostrativo de que el sitio y su actividad fueron iniciativas esencialmente imperiales. Durante esos momentos, un recinto a modo de plaza de 1940 m2 (Estructura 1) habría estado destinado a la producción a gran escala y almacenamiento estatal de alimentos, seguramente con fi nes residenciales pero sobre todo públicos y políticos, ligados a la vialidad del Camino del Inka y al entorno geográfi co (p.e., minería), marcado por el volcán Miño y las nacientes del río Loa, en una zona de límites culturales entre el Altipla-

Page 245: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

245

no y Atacama. Con probabilidad, aquí se cocinaban y colmaban las vasijas que se repartían y empleaban en otros sectores del sitio o en los distintos asentamientos con fi nes altamente rituales. De hecho, recintos asociados a este patio (Estructura 2), estarían destinados al almacenamiento estatal por restos de grandes vasijas y en especial al consumo colectivo de alimentos pre-parados en el patio, apoyando los fi nes públicos y políticos. Por otra parte, existiría arquitectura menor (p.e., Estructuras 15 y 17), cuyas construccio-nes podrían identifi car a unidades domésticas y/o familiares destinadas a mantener el funcionamiento de aquel sector del asentamiento; ya sea como espacio de almacenaje, especialmente de grandes contenedores, o lugar de cocina para una misma unidad doméstica por la concentración de restos de ollas.

El funcionamiento de Miño-1 como productor y lugar de almacenaje de comidas, bebidas así como de artefactos, sería complementario con el papel de Miño-2 en tanto lugar de acopio de esos líquidos y también de los desechos derivados de actividades colectivas, seguramente ceremoniales y públicas, donde se consumieron el alimento y la bebida obsequiados por el Inka (quizás desde Miño-1). Más aún, en el mismo Miño-2 debieron desa-rrollarse grandes festines empleando construcciones habitacionales mayores con techos a dos aguas a modo de callancas (Estructura 13), donde el uso colectivo de estos espacios sería coherente con las condiciones climáticas del lugar que por la gran altura obligan a una mayor protección. De esta ma-nera, resulta consistente la formación de un basural en Miño-2, producto del aseo de esos edifi cios, demostrando a la vez la existencia de prácticas de limpieza sistemáticas durante el dominio del Tawantinsuyo a favor del des-pliegue público.

Otros espacios (p.e., Estructuras 4 y 5) pudieron formar sectores re-sidenciales para la estadía de funcionarios estatales, a juzgar por la concen-tración de material cusqueño en espacios periféricos a las construcciones más grandes. Posiblemente, aquí residieron permanente o temporalmente quienes guardaron líquidos, cocieron alimentos y los consumieron, debido a cierta presencia de platos. Por lo tanto, se trataría de conjuntos arquitec-tónicos establecidos por el Tawantinsuyo, destinados al mantenimiento de funciones estatales, seguramente vinculadas con las actividades productivas de gran escala detectadas en Miño-1 y para servir en Miño-2. Paralelamente, un considerable número de construcciones de Miño-2 (p.e., Estructuras 19 a 21 y 26 a 30) indicarían utilizaciones del espacio con fi nes de almacenaje. En consecuencia, pareciera tratarse de arquitectura menor, en funcionalidad

Page 246: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

246

y escala, la que operaría de manera sincrónica y complementaria como bo-degas o collcas (Castro 1992).

En defi nitiva, este conjunto arquitectónico de la cabecera del río Loa con escasez de material previo al Inka en estratigrafía, demostraría que sus depósitos y actividades fueron sobre todo estatales. A diferencia de Miño-1, esta actividad en Miño-2 alcanzó un carácter público, concentrándose aquí lo más fi no e insinuando posibles oposiciones en términos duales de ambos sitios, en tanto lugar de cocina y lugar de banquetes respectivamente. Obser-vamos, en consecuencia, una utilización diferencial del espacio construido dentro de una dinámica muy pautada o disciplinada, lo que sugiere un ejer-cicio de poder que con bastante certeza remite al modo de penetración del Estado incaico en Atacama (Uribe 2004b; Uribe y Adán 2004).

Cerro Colorado (3.262 metros sobre el nivel del mar). Cerro Colorado o Cirahue (SBa-162) corresponde a un punto intermedio del Camino del Inka en el tramo Lequena-Lasana (Figura 2), varios kilómetros al sur de Miño (Berenguer et al. 2005). Cerro Colorado (UTM N540032/E7585521), también denominado Cerro Colorado-1 (Castro 1992), estaría compuesto por al menos 66 recintos arquitectónicos, de los cuales fueron analizados la estructura 1, 1a, 4, 8, 10a, 12a, 17, 20, 20a, 23, 25, 35a, 41, 41a, 42, 42a y 43, abarcando el 25,75% del sitio. La instalación completa comprende una superfi cie total intramuros de 4383 m2, la que se conforma a partir de tres grandes conjuntos de trazado ortogonal (Estructura 1 a 23a). Estos consti-tuyen el sector incaico al norte del sitio y se conectan con el camino (Figura 11). Junto a estos conjuntos se aprecian estructuras dispersas consistentes en estructuras desmanteladas y parapetos hacia el sur, a las que se suman numerosas oquedades naturales en los afl oramientos rocosos que presentan muros adosados y que probablemente fueron utilizadas como depósitos o alojamientos transitorios a modo de paskanas. Estas estructuras dispersas y en oquedades también se concentran en otro sector (Estructura 24 a 47) y son similares a aquellas ubicadas en la Circumpuna (Nielsen 1997).

Page 247: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

247

Figura 11. Plano taquimétrico y topográfi co del sitio Cerro Colorado-1, Alto Loa, con las principales estructuras mencionadas en el texto, en particular la cancha y usno defi nidos por las estructuras 10A y 23 (gentileza de José

Berenguer).Figure 11. Cerro Colorado-1 site settlement plan and elevations, High Loa River, and the most important structures included in the text, specially structures 10A and 23 like cancha

and usno (courtesy of José Berenguer).

El material cerámico de Cerro Colorado suma un total de 1110 frag-mentos cerámicos, 989 de superfi cie y 110 de excavaciones, los que repre-sentan el 89,10% y 10,90% respectivamente. El material del Intermedio Tardío correspondiente a la alfarería del Loa y San Pedro es predominante (36,58%), reuniendo más de un tercio de la cerámica del sitio (Tabla 2). Sin embargo, el componente Tardío implica alrededor de un 11%. Por lo tanto, como en Miño-1 y Miño-2, mucho del material del Intermedio Tardío de-bió ser contemporáneo con el Inka, los que en su conjunto comprenderían cerca de la mitad de la alfarería analizada (47,57%), representando la ocu-pación más importante del asentamiento. Lo anterior, es del todo coherente con el origen mayoritariamente superfi cial de los fragmentos (89,10%). No obstante, aquí también se determinó la presencia de alfarería del Período Formativo que alcanzaría el 6,13% de la muestra, si bien muchos de los ejemplares son dudosos. Por último, la cerámica Etnográfi ca representa un signifi cativo 19,82%. Los erosionados se acercan a un cuarto de la cerámica (21,53%), señalando una alteración natural como antrópica de la alfarería idéntica a la de Miño.

Del mismo modo, el material de Cerro Colorado sugiere una presen-cia signifi cativa y contemporánea de grupos poblacionales locales y foráneos

Page 248: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

248

en tiempos del Inka. Pero, además, habrían existido manifestaciones previas del Formativo, así como históricas aunque casi sin mayor continuidad en la actualidad. Ahora bien, centrándonos en el período Tardío y al revisar cada una de las construcciones estudiadas y sus depósitos, observamos un panorama bastante complejo que, como en Miño, refi eren a una ocupación y utilización diferencial del espacio dentro de una dinámica muy pautada o disciplinada que sugiere un ejercicio de poder por parte del Inka en Ataca-ma.

La ocupación incaica nuevamente manifi esta una dinámica bastante sofi sticada y de escala pública en Alto Loa. En primer lugar, considerando las características de ciertos recintos (p.e., Estructuras 1 y 1a), permiten propo-ner la existencia de conjuntos habitacionales para funcionarios estatales del Tawantinsuyo, en los cuales se emplearía complementariamente el espacio arquitectónico. Unos para preparar y almacenar alimentos (Estructura 1), mientras otros fueron usados para el consumo de ellos (Estructura 1a). Esto se reproduciría en construcciones correspondientes a un espacio cerrado en torno al cual se organizan recintos más pequeños (Estructura 12a); de tal manera que actúa como un exterior o patio de los anteriores, donde se es-tarían desarrollando actividades preferentemente de consumo de alimentos y dejando basuras primarias de ello. Por su parte, en los interiores funcionar-on otras labores exclusivas, livianas o en ausencia de cerámica como cocinas, bodegas, dormitorios, etc. (Estructuras 1, 4 y 8). En cualquier caso, la esca-sez de material, así como la casi nula presencia de desechos en los exteriores, indican que estos conjuntos arquitectónicos estuvieron afectos a prácticas de limpieza y/o tuvieron una ocupación pasajera, corta o temporal.

A diferencia de estos espacios domésticos y cotidianos, otro gran re-cinto con forma de U (Estructura 10a) permite defi nir un espacio colectivo y público a modo de plaza o cancha, con 3429 m2 de superfi cie. Podemos afi rmar, entonces, que aquí se llevaron a cabo funciones referidas a la ma-nutención de un lugar para la recepción e interacción entre personajes y objetos, tanto locales como foráneos, directamente relacionado con el Es-tado y las actividades festivas propiciadas por éste con sus consecuentes con-notaciones políticas. Los personajes involucrados, seguramente, fueron de estatus bastante alto por las exóticas piezas que dejaron, correspondiente a uno de los porcentajes de cerámica Cusco Policromo más alto observado en la región (6,57%).

De este modo, proponemos que el espacio de la plaza habría fun-cionado en términos de tres franjas de actividad debido a la distribución

Page 249: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

249

diferencial de restos de cántaros, ollas, platos y piezas exóticas (según una división en cuadrantes A, B y C-D). Una franja central y dos laterales, privi-legiando la franja del medio (B) para el encuentro público festivo y ceremo-nial, mientras que a los lados quedarían las vasijas que surtían de alimentos y bebidas a los participantes que los consumían en el centro. Por tanto, es muy posible que los grandes contenedores se ubicaran cerca de los muros que es hacia donde se emplazan nuestros cuadrantes A y C-D, dejando un espacio central correspondiente al cuadrante B para la interacción social y el gran movimiento de cerámicas distintas. Las que, principalmente, estarían destinadas al servicio como consumo de comida y bebida, dentro de un ambiente especial dado por la alta concentración de cerámica incaica del Altiplano Meridional, Noroeste Argentino y sobre todo cusqueña. Además, es posible postular que en estos actos pudieron haber participado unidades sociales acotadas como lo sugiere la evidencia de pequeñas ollas en cada uno de los cuadrantes y franjas de actividad para calentar más que para preparar alimentos, las cuales por su acotada presencia remiten a eventos livianos y particulares. Por otra parte, el énfasis local y foráneo de los materiales dejan vislumbrar una diferencia a lo largo del eje Oeste-Este, pues hacia la izquierda los ejemplares incaicos claramente decrecen y se vuelven mayori-tarios los locales; mientras que hacia la derecha es todo al revés, donde lo incaico se expresa en toda su magnifi cencia. Todo lo anterior es consistente considerando las amplias dimensiones de la estructura y su relación con recintos inmediatamente aledaños (Estructuras 17 y 20-20a), desde donde parecieran surtirse los alimentos consumidos en el lugar y quizás donde esta comida, así como las vasijas ocupadas para contenerla, eran almacenadas (p.e., cántaros, aribaloides, ollas y platos ornitomorfos).

En consecuencia, se distingue un gran ordenamiento espacial y fun-cional que resulta completamente coherente con la construcción, puesto que hacia el Oeste la plaza se halla cerrada y enfrentada a un especial recinto justo en el centro del muro y elevado sobre un afl oramiento rocoso (Es-tructura 23), al contrario del Este donde aparece abierta. En este sentido, dicha estructura marcaría un eje para el movimiento dentro de la plaza, con divisiones duales (derecha-izquierda) y tripartitas (un centro y dos bordes) propias de la ideología imperial y que en este caso en particular refi eren a la actividad pública del consumo festivo al mismo tiempo ceremonial como político de bebida y comida (Uribe 2004b; Uribe y Adán 2004). En con-clusión, la estructura respondería a lo que tradicionalmente la etnohistoria relaciona a canchas y usnos dentro de la economía política del Tawantinsuyo (Zuidema 1980; Meddens 1997; Manríquez 1999; Pino 2004, 2005).

Page 250: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

250

Ahora, como en los otros casos, la relativa abundancia de material que a veces se hace muy escaso en ciertos sectores del recinto, sugieren una breve utilización de la plaza o -nos parece más correcto- dan cuenta de la realización de fuertes actividades de limpieza después de cada evento festivo, señalando que dicha operación no era continua. De este modo, aquí quedaron los fragmentos más pequeños que no estorbaban, muchos concentrados en los núcleos del área de actividad, siendo sometidos a una mayor meteorización por el pisoteo de considerables contingentes de personas. No obstante, para que estas limpiezas fueran practicadas se debió dejar un tiempo de pausa, por lo cual los eventos pudieron tener cierta periodicidad o calendario. En síntesis, la ocupación pudo ser alternada en el tiempo, pero muy intensiva, tanto que su limpieza no permitió la formación de depósitos estratigráfi cos, mostrando una acumulación de desechos principalmente horizontal.

Junto con los conjuntos residenciales, la plaza y sus estructuras com-plementarias que hemos identifi cado en Cerro Colorado, se hallan otras construcciones de distinto origen, cronología y/o funcionalidad. Para co-menzar, la presencia de cerámica formativa concentrada en ciertas construc-ciones (p.e., Estructuras 1a, 10a, 42 y 42a) impiden realizar inferencias muy sólidas al respecto, salvo que confi rmarían utilizaciones pasajeras del mismo sitio por poblaciones más tempranas que ocupaban desde mucho antes este espacio aunque de manera muy móvil, temporal, dispersa y/o por unida-des sociales reducidas. De hecho, lo anterior es elocuente entre los pocos materiales de excavación que confi rman el sustrato formativo en el sitio, alcanzando casi un quinto del depósito estratigráfi co (19,83%) y lo cual es evidente en la presencia esencialmente de restos de ollas, botellas o cán-taros en conjunto con piezas lejanas y quizás especiales (p.e., del Noroeste Argentino). Lo anterior sugiere el desarrollo de ocupaciones domésticas las que, incluso, no serían tan livianas aunque sí acotadas, permitiendo inferir una presencia pasajera pero estable, quizás por una unidad familiar durante cierta temporada (p.e., asentamiento pastoril o estancia).

En tanto, otras construcciones (p.e., Estructuras 25 y 42), podrían haber funcionado como recintos habitacionales de grupos de paso por el lu-gar y, por consiguiente, vinculados a otras actividades móviles o temporales como pastoreo y caravanas, que serían característicos del Intermedio Tardío. Al respecto, las excavaciones permitieron distinguir ocupaciones propias del desarrollo regional, incluso superpuestas a las formativas; en principio de escala igualmente familiar pero mucho más pasajera, quizás enmarcadas dentro de esas prácticas pastoriles y caravánicas. Sin embargo, si los restos fueran contemporáneos con el Inka, también es posible pensar que se trata

Page 251: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

251

de contextos de grupos locales, familiares y modestos cumpliendo labores como pudo ser la mita a favor del Tawantinsuyo.

Otro conjunto constructivo (Estructuras 41, 41a, 42 y 42a), nos ofre-ce una dinámica distinta dentro de la misma ocupación incaica, cuyos esca-sos como pequeños materiales indicarían una pasajera aunque muy exclusiva utilización del lugar por ocupaciones propias del período Tardío, vinculadas directamente al Inka, el Altiplano Meridional y el Noroeste Argentino, sin evidenciar mayor continuidad histórica. En especial, se trataría de la exis-tencia de un recinto habitacional complementario con otros vinculados a posibles funcionarios estatales del Tawantinsuyo, usados para preparar, con-sumir y almacenar alimentos. Pero, al mismo tiempo, cierta restaurabilidad de sus materiales indica un abandono rápido del lugar, lo que junto al des-truido estado de las construcciones, insinúan el desmantelamiento de dicho espacio. Lo anterior, en consecuencia, también sugiere dos momentos de la ocupación tardía de Cerro Colorado dentro del período, ya que unas estruc-turas no siguieron en uso, inclusive se desarmaron, y otras se construyeron después, permaneciendo hasta hoy.

Finalmente, otro aspecto interesante, es que Cerro Colorado junto con ser una instalación ubicada a lo largo de la planicie o pampa que se extiende entre Miño y Lasana al occidente del río Loa, vinculada al movi-miento de personas por su directa asociación al Camino del Inka (Berenguer et al. 2005), se constituye como un punto de encuentro de poblaciones. Esta situación, algo distinta a la de Miño, resulta destacable si se considera que alrededor de este punto se detectan pequeños poblados locales a modo de es-tancias agro-pastoriles y caravaneras, como los asentamientos SBa-41 y SBa-518 (Berenguer 2004). Pero, también parece lógico porque en las cercanías se ha detectado el mineral de San José del Abra, donde fue identifi cado un complejo minero propio del período Tardío (AB-36), claramente explotado por el Inka (Núñez 1999; Salazar 2002).

El Inka, la cerámica y la arquitecura pública del Alto Loa

Recapitulando, las instalaciones primarias del Camino del Inka del Alto Loa expuestas en este reporte, igual como lo vimos antes en las pos-tas de enlace entre ellas (Uribe y Cabello 2005), se caracterizarían por un comportamiento cerámico equivalente, cuyas diferencias permiten identifi -car particularidades entre un sector septentrional y otro meridional3. Pero además, apoyándonos en el registro arquitectónico, estamos en condiciones de plantear que sus peculiaridades responden a las políticas implementadas

Page 252: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

252

por el Tawantinsuyo, en concordancia con sus intereses estatales y la propia historia cultural de las poblaciones atacameñas del Alto Loa.

Los datos aportados por el estudio de la arquitectura de Miño y Cerro Colorado nos permiten avanzar en nuestras anteriores proposiciones sobre los asentamientos a la vera del camino imperial (Urbina y González 2005). Si bien habíamos indicado en términos de jerarquía funcional que Miño pertenecía a una categoría análoga a Cerro Colorado, correspondiente a ins-talaciones primarias y centros administrativos de los distritos mineros que articulaba la red vial de Alto Loa, notamos una inversión diferencial en los tipos y escala de la arquitectura pública presente en cada uno, la que debió servir a propósitos cívico-ceremoniales análogos pero en condiciones disí-miles.

Por lo tanto, diseño y tamaño fueron criterios arquitectónicos selecti-vamente aplicados en la construcción y articulación jerárquica de las insta-laciones incaicas, relacionando el tipo, escala y prestigio de las actividades cerámicas y sociales que debía realizarse en ellas y los usuarios pensados para habitarlas. Las superfi cies construidas por los incas en Miño (72 re-cintos=3510 m2) y Cerro Colorado (66 recintos=4383 m2) fueron eviden-temente las mayores de la red vial de Alto Loa (Berenguer et al. 2005). Por ejemplo, en términos de diseño, la cancha de Cerro Colorado (3429 m2) era un espacio abierto que ocupaba casi el doble del área de la plaza de Miño (1940 m2), y en vez de una callanca techada en un fl anco, estaba delimitada al oeste por un afl oramiento rocoso perpendicular a los muros laterales de casi cuatro metros de altura. Ambas soluciones, aunque distintas, generaban escenarios desde los cuales se tenía palco privilegiado a la imponente cadena de volcanes andinos, en Cerro Colorado una más inclusiva desde Miño a Panire y como telón de fondo el ojo de arena movediza del cerro Cirahue. Ambas plazas dejaron el extremo oriental sin construir o abierto, siguiendo un patrón en U, expuesto al naciente.

En este sentido, nos resulta elocuente que el Inka instaló en Miño la cabecera cívico-ceremonial de su sistema vial dentro del tramo estudiado, construyendo un asentamiento de gran jerarquía, equivalente a lo que sería Cerro Colorado en la mitad de la ruta. Ambos muestran la clara presencia de cerámica Cusco Policroma y un componente incaico notable, que en Miño supera el 12% de frecuencia y un 11% en Cerro Colorado. Así, a diferencia de Cerro Colorado que privilegia el espacio abierto de la plaza o cancha para el despliegue culinario, festivo y ceremonial, los sitios de Miño-1 y Miño-2 operarían de manera separada y complementaria, enfatizando el uso de es-

Page 253: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

253

pacios públicos techados o callancas, así como el complejo callanca-cancha empleado sobre todo en el norte del imperio (Hyslop 1990) y que sólo se repite en Turi y quizás en Catarpe Este, en pleno núcleo atacameño más al sur (Castro et al. 1993; Uribe et al. 2003).

En dichos asentamientos, esta actividad pública se tornaría política en tanto estaría vinculada con banquetes colectivos sugeridos por el com-portamiento cerámico y donde se expresaría la avasalladora generosidad del Inka, distinguiéndose una ocupación y utilización diferencial del espacio construido dentro de una dinámica muy pautada o disciplinada que sugiere un ejercicio de poder íntimo pero a escala macrosocial (Foucault 2002). Establecidos estos puntos de alta jerarquía, de entrada y salida al norte como al sur del Alto Loa, el resto de asentamientos menores ubicados en puntos intermedios y en ambos tramos de la ruta (Uribe y Cabello 2005) cumpli-rían funciones complementarias en escala e intensidad como bisagras del sistema. De este modo, varios sitios constituirían instalaciones de apoyo a esa actividad, organizando la movilidad y el encuentro a través de diferen-tes lugares destinados a una estadía corta y aprovisionamiento de comida y bebida para aquellos que transitaban por el camino imperial. Lo cual, con seguridad, remite al modo andino de penetración del Estado incaico hacia el núcleo de Atacama a través del Alto Loa (Adán 1999; Adán y Uribe 2005; Uribe 2004b; Uribe y Adán 2004).

Considerando esto desde Miño-Lequena, si bien se incluyó en toda la actividad vial a las poblaciones asociadas a la tradición cerámica Loa-San Pedro, de acuerdo a la preponderancia de su alfarería, pareciera que hacia el norte la ocupación incaica fue en gran medida obra exclusiva del Tawantin-suyo, coherente con la considerable frecuencia y fi neza de la cerámica Cus-co Policromo e Inka-Pacajes presente. Es decir, las poblaciones del Período Intermedio Tardío no habrían empleado esta ruta tan intensamente como sí pareciera darse en el tramo Lequena-Lasana, lo que se fortalece sólo de Lequena Viejo al sur donde se confi rman evidencias del Formativo e incluso del Período Medio, repitiendo la conducta que el camino tiene desde aquí hasta el Despoblado de Atacama (Niemeyer y Rivera 1983). En suma, el sec-tor septentrional no pareciera ser una ruta pastoril ni caravanera privilegiada por las poblaciones locales (Berenguer 2004). De hecho, aquí no se detecta-rían concentraciones humanas importantes para el imperio como más al sur. En cuyo caso, las instalaciones intermedias se intensifi carían y vincularían de manera directa, incluso a través de bifurcaciones del camino, con poblados locales como pudo ser el caso de Bajada del Toro y Santa Bárbara-518, los que se extienden hasta ingresar al núcleo atacameño a través del Pucara de

Page 254: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

254

Lasana hasta Chiuchiu (Pollard 1982), seguramente reclutando la mano de obra necesaria por medio de la mita (Uribe et al. 2003; Uribe 2004b; Beren-guer et al. 2005).

Lo anterior es, por otra parte, coincidente con el comportamiento de tradiciones alfareras y culturales foráneas presentes en el tramo Miño-Leque-na. La relativa aunque signifi cativa concentración de expresiones cerámicas del Altiplano Meridional, fi nas como corrientes, decoradas y no decoradas, e incluso posiblemente de los Valles Occidentales y en particular de Tarapacá, sugieren otra esfera de interacción, diferente a la de más al sur, donde tiende a manifestarse la alfarería del Noroeste Argentino, sobre todo Yavi-La Paya, e incluso de los Andes Meridionales como Inka-Diaguita (Uribe y Cabello 2005). Al respecto, nos parece que el Inka articuló este tramo del camino con poblaciones distintas, promoviendo la interacción cultural y económica de Atacama con esos territorios, completando así la ocupación por el norte, el oriente y el sur. De hecho, después del colapso del Tawantinsuyo todos estos sitios parecieran abandonarse rápidamente, retornando a la dinámica local, siendo reocupados sólo por leves incursiones estancieras (p.e., pasto-riles o mineras), y en especial por la presencia histórica y seguro que luego republicana relacionada con el control de arriería y tráfi co, concentradas en Lequena, Conchi y El Abra (Núñez 1999; Salazar 2002). De este modo, deja de haber lugares neutrales que privilegian el encuentro festivo en torno a la «generosidad» del Inka y, por el contrario, se potencia la centraliza-ción política que promueve la explotación indígena, insinuando un cambio ideológico que recién comenzamos a comprender desde la arqueología y la cerámica.

Frente a este panorama, todavía hipotético, aún hace falta la inte-gración de más datos aportados por el resto de las materialidades (p.e., la evidencia lítica, arquebotánica, zooarqueológica, etc.), su asociación contex-tual y la solidez arqueométrica, imposibles de exponer por limitaciones de espacio. Sin embargo, en esta oportunidad hemos querido destacar que la articulación sistemática de la información cerámica y arquitectónica puede ofrecer una lectura que dota de contenido y entrega una imagen viva de las poblaciones ocupando los espacios construidos, permitiéndonos avanzar en las lógicas que el Inka desplegó para moverse y apropiarse de las tierras más áridas del Tawantinusuyo en los Andes Centro Sur.

Agradecimientos: A José Berenguer como investigador responsable del proyecto FONDECYT 1010327, al igual que a Diego Salazar por fa-cilitarnos información de sus investigaciones en Conchi Viejo y Minera El

Page 255: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

255

Abra. Del mismo modo, a todos aquellos que participaron en estos estudios, particularmente a Gloria Cabello, Gregorio Calvo y Alejandra Sejas, por su valiosa ayuda e ideas en laboratorio. A Paulina Chávez por las ilustraciones. También agradecemos a los organizadores del IV Seminario de Arqueología UNFV, Claudia Arce, Claudio César Olaya y Marina Romero por invitar-nos a Lima, donde fue originalmente expuesto este trabajo el año 2004.

Notas:1 Proyecto FONDECYT 1010327 «Arqueología del sistema vial de los incas en el Alto

Loa, II Región», dirigido por J. Berenguer, I. Cáceres, M. Uribe y C. Sanhueza.2 Nos referimos principalmente a alfarería monocroma vinculada con los desarrollos cultu-

rales de la región arqueológica de Pica-Tarapacá, ubicada en el extremo meridional de los Valles Occidentales del norte de Chile (Uribe 2004a).

3 Esta situación sería coincidente con que el trazado de esta parte del camino iría principal-mente por la banda oriental del río Loa, mientras que hacia el sur lo haría por el occidente (Berenguer et al. 2005).

Bibliografía

Ad Amska, A. y A. Michecsynski. 1996. “Towards radiocarbon chronology of the Inca state”. Boletín de la Misión Arqueológica Andina 1: 35-58.

Adán, L. 1995. “Diversidad funcional y uso del espacio en el Pukara de Turi”. Hombre y Desierto 9 (II):125-133.

Adán, L. 1996. Arqueología de lo cotidiano. Sobre diversidad funcional y uso del espacio en el Pukara de Turi. Memoria de Título en Arqueología. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. Santiago.

Adán, L. 1999. “Aquellos antiguos edificios. Acercamiento arqueológico a la arquitectura prehispánica tardía de Caspana”. Estudios Atacameños 18: 13-33.

Adán, L. y M. Uribe. 2005. “El dominio inca en la localidad de Caspana: Un acercamiento al pensamiento político andino (río Loa, Norte de Chile)”. Estudios Atacameños 29: 41-66.

Agüero, C., M. Uribe, P. Ayala y B. Cases. 1997. “Variabilidad textil durante el período Intermedio Tardío en el valle de Quillagua: una aproximación a la etnicidad”. Estudios Atacameños 14: 263-290.

Agüero, C., M. Uribe, P. Ayala y B. Cases. 1999. “Una aproximación arqueológica a la etnicidad: el rol de los textiles en la construcción de la identidad cultural en los cementerios de Quillagua (Norte de Chile)”. Gaceta Arqueológica Andina 25: 167-197.

Page 256: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

256

Ayala, P. y M. Uribe. 1995. “Pukara de Lasana: revalidación de un sitio “olvidado” a partir de un análisis cerámico de superficie”. Hombre y Desierto 9 (II): 135-145.

Berenguer, J. 2004. Caravanas, interacción y cambio en el Desierto de Atacama. Sirawe Ediciones. Santiago.

Berenguer, J., I. Cáceres, C. Sanhueza y P. Hernández. 2005. “El Qhapaqñan en el Alto Loa, norte de Chile. Un estudio micro y macromorfológico”. Estudios Atacameños 29: 7-39.

Berenguer, J., A. Deza, A. Román y A. Llagostera. 1986. “La secuencia de Myriam Tarragó para San Pedro de Atacama: un test por termoluminiscencia”. Revista Chilena de Antropología 5: 17-54.

Castro, V. 1992. “Nuevos registros de la presencia Inka en la provincia de El Loa, Chile”. Gaceta Arqueológica Andina 21 (VI): 139-154.

Castro, V.; C. Aldunate y J. Berenguer. 1984. “Orígenes altiplánicos de la fase Toconce”. Estudios Atacameños 7: 209-235.

Castro, V.; J. Berenguer y C. Aldunate. 1977. “Antecedentes de una interacción altiplano-área atacameña durante el período Tardío: Toconce”. Actas del VII Congreso de Arqueología Chilena, tomo II: 477-498. Altos de Vilches.

Castro, V., F. Maldonado y M. Vásquez. 1993. “Arquitectura del “Pukara de Turi”. Boletín del Museo Regional de La Araucanía 4 (II): 79-106.

Foucault, M. 2002. Vigilar y castigar: el nacimiento de la prisión. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires.

Hyslop, J. 1990. Inka settlement planning. University of Texas Press, Austin.

Latcham, R. 1928. La prehistoria chilena. Sociedad Impresora y Litográfica Universo. Santiago.

Le Paige, G. 1964. “El precerámico en la cordillera Atacameña y los cementerios del periodo agroalfarero de San Pedro de Atacama”. Anales de la Universidad del Norte 3, 275 pp.

Manríquez, V. 1999. “El término Ylla y su potencial simbólico en el Tawantinsuyu. Una reflexión acerca de la presencia inca en Caspana (río Loa, desierto de Atacama)”. Estudios Atacameños, 18: 107-118.

Meddens, F. 1997. “Function and meaning of the usnu in Late Horizon Peru”. Tawantinsuyu, 3: 5-14.

Page 257: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

257

Nielsen, A. 1997. “Inkas en Lípez: primera aproximación”. Ponencia presentada en el simposio El Estado Inka: Desde la periferia al epicentro, XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Universidad Nacional de La Plata, Octubre, La Plata.

Niemeyer, H. y M. Rivera. 1983. “El camino del inca en el despoblado de Atacama”. Boletín de Prehistoria de Chile 9: 91-193.

Núñez, L. 1999. “Valorización minero-metalúrgica circumpuneña: Menas y mineros para el Inka rey”. Estudios Atacameños 18: 177-221.

Núñez, L. y T. D. Dillehay. 1979. Movilidad giratoria, armonía social y desarrollo en los Andes Meridionales: patrones de tráfico e interacción económica. Universidad del Norte. Antofagasta.

Orellana, M. 1963. “Problemas de la arqueología de San Pedro de Atacama y sus alrededores”. Anales de la Universidad del Norte, 2: 27-39.

Pärssinen, M. y A. Siiriäinen. 1997. “Inca-style ceramics and their chronological relationship to the inca expansion in the southerb lake Titicaca area (Bolivia)”. Latin American Antiquity 8 (3): 255-272.

Pino, J. L. 2004. “El Ushnu inka y la organización del espacio en los principales tampus de los wamani de la sierra central del Chinchaysuyu”. Chungara 36 (2): 303-311.

Pino, J. L. 2005. “El ushnu y la organización espacial astronómica en la sierra central del Chinchaysuyu”. Estudios Atacameños 29: 143-161.

Pollard, G. 1982(1970). The cultural ecology of ceramic stage settlement in Atacama desert. Tesis doctoral. Columbia University. Ann Arbor.

Rowe, J. 1944. “An introduction to the archaeology of Cusco”. Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, XXVII (2): 69 pp.

Salazar, D. 2002. Introducción a la minería prehispánica. El complejo minero San José del Abra, II Región, 1450-1536 d.C. Tesis de Magíster en Arqueología. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. Santiago.

Schiapacasse, V. 1999. “Cronología del Estado Inca”. Estudios Atacameños 18: 133-140.

Schiffer, M. 2002. Behavioral archaeology. Percheron Press. Albuquerque.

Page 258: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

258

Sinclaire, C.; M.“La alfarería del período Formativo en la región del Loa Superior: sistematización y tipología”. Contribución Arqueológica 5 (II): 285-314.

Stehberg, R. 1991. “El límite inferior cronológico de la expansión incaica en Chile”. Xama, 4-5: 63-89.

Tarragó, M. 1989. Contribución al conocimiento arqueológico de las poblaciones de los oasis de San Pedro de Atacama en relación con los otros pueblos puneños, en especial del sector septentrional del Valle Calchaquí. Tesis de Doctorado en Historia. Universidad Nacional de Rosario. Rosario.

Thomas, C.; C. Massone y A. Benavente. 1984. “Sistematización de la alfarería del área de San Pedro de Atacama”. Revista Chilena de Antropología 4: 49-119.

Uhle, M. 1919. “La arqueología de Arica y Tacna”. Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos III (7-8): 1-48.

Urbina, S. y C. González. 2005. “Asentamientos tardíos en el camino Inka de Alto Loa: análisis arquitectónico de las instalaciones en el tramo Lasana-Miño”. Informe de avance proyecto Fondecyt 1010327, Conicyt, Santiago.

Uribe, M. 1994. La cerámica arqueológica de Santa Bárbara: contextos de pastores-caravaneros en la subregión del Alto Loa (1200-1480 d.C.). Informe de Práctica Profesional. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. Santiago.

Uribe, M. 1996. Religión y poder en los Andes del Loa: una reflexión desde la alfarería (período Intermedio Tardío). Memoria de Título en Arqueología. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. Santiago.

Uribe, M. 1997. “La alfarería de Caspana en relación a la prehistoria tardía del subárea circumpuneña”. Estudios Atacameños 14: 243-262.

Uribe, M. 1999. “La alfarería inca de Caspana (norte de Chile)”. Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología 27: 11-19.

Uribe, M. 1999-2000. “La arqueología del Inka en Chile”. Revista Chilena de Antropología 15: 63-97.

Uribe, M. 2002. “Sobre alfarería, cementerios, fases y procesos durante la prehistoria tardía del desierto de Atacama (800-1600 d.C.)”. Estudios Atacameños 22: 7-31.

Page 259: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Cerámica y Arquitectura Pública en el Camino del Inka del Desierto de Atacama

259

Uribe, M. 2004a. Alfarería y metodología. Aportes y proyecciones de los estudios cerámicos en la arqueología del Norte Grande de Chile. Tesis de Magíster en Arqueología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Santiago.

Uribe, M. 2004b. “El Inka y el poder como problemas de la arqueología del Norte Grande de Chile”. Chungara 36 (2): 313-324.

Uribe, M. y L. Adán. 2004. “Acerca del dominio Inka, sin miedo, sin vergüenza”. Chungara, Volumen Especial I: 467-480.

Uribe, M., L. Adán y C. Agüero. 2003. “El dominio del Inka, identidad local y complejidad social en las tierras altas del desierto de Atacama, Norte Grande de Chile (1450-1541 d.C.)”. Boletín de Arqueología PUCP 6: 301-336.

Uribe, M. y C. Agüero. 2004. “Aproximaciones a la Puna de Atacama y la Problemática Yavi”. Ponencia presentada en el XVI Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Sociedad Chilena de Arqueología, Octubre 2003, Tomé, Concepción.

Uribe, M. y P. Ayala. 2004. “La alfarería de Quillagua en el contexto formativo del Norte Grande de Chile (1000 a.C.-500 d.C.)”. Chungara, Volumen Especial II: 585-597.

Uribe, M. y G. Cabello. 2005. “Cerámica en el camino: los materiales del río Loa (Norte Grande de Chile) y sus implicancias tipológicas y conductuales para la comprensión de la vialidad y expansión del Tawantinsuyo”. Revista Española de Antropología Americana 35: 75-98.

Uribe, M. y C. Carrasco. 1999. “Tiestos y piedras talladas de Caspana: La producción alfarera y lítica en el Período Tardío del Loa Superior”. Estudios Atacameños 18: 55-71.

Valcárcel, L. 1934. “Sajsawaman redescubierto”. Revista del Museo Nacional III (1-2): 3-36.

Varela, V. 1992. De Toconce, pueblo de alfareros, a Turi, pueblo de gentiles. Memoria de Título en Arqueología. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. Santiago.

Varela, V.; M. Uribe y L. Adán. 1993. “La cerámica arqueológica del sitio “Pukara” de Turi: 02-Tu-002”. Boletín del Museo Regional de La Araucanía 4 (2): 107-122.

Page 260: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Mauricio Uribe R. y Simón Urbina A.

260

Villaseca, M. de los A. 1998. Entre Luces y Sombras. Etnoarqueología de Pastores del Alto Loa. Memoria de Título. Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Santiago.

Zuidema, T. 1980. “El ushnu”. Revista de la Universidad Complutense 28 (117): 317-362.

Page 261: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes: El

Caso de los Alfareros de la Pampa de Burros

“Los Olleros no son del Inka”, Craft Specialization and Political Economy in the Andes: A Case Study

of the Pampa de Burros Potters, Lambayeque Valley, Peru

Hartmut Tschauner

Resumen

La reciente literatura arqueológica sobre la especialización en tem-pranas sociedades comple jas retrata a la especialización artesanal como un fenómeno profundamente político. En esta visión, las eli-tes emplean bienes especializados para favorecer sus agendas políti-cas y fortale cer su control político; teniéndose por tanto que existe un predominio de la política sobre la economía. En los Andes, este modelo —parcialmente basado en datos etnohistóricos sobre los in-cas— ha sido aplicado a sociedades muy alejadas de la inca en el tiempo y el espacio, comúnmente sin evidencias primarias de con-textos de producción.

Este artículo revisa las evidencias concretas del papel político de la producción alfa rera especializada en los Andes. Utilizando datos provenientes de excavaciones del taller alfa rero chimú en la Pampa de Burros y estudios de distribución regional de sus productos en el valle de Lambayeque, muestra que el modelo político propone una visión demasiado estre cha de la especialización laboral. En la costa

1 Department of Archaeology, Seoul National University, Gwanak-gu, Sillim 9-dong San 56-1, Seoul, 151-742, Korea. E-mail: [email protected]

Recibido: Septiembre 2007, Aceptado: Marzo 2008.

Revista de Antropología N°20, 2009: 261-296Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile, Santiago, Chile

261

Page 262: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

262

norte había especialistas que fabricaban bienes de consumo para el intercambio directo, sin intervención de la elite o del estado chimú. Las reconstrucciones del pasado andino en la imagen de los incas nos cierran la vista a la verda dera variabilidad social y económica que existía en los Andes prehispánicos.

Palabras clave: Producción alfarera, especialización artesanal, di-visión laboral, costa norte peruana.

Abstract

Recent archaeological approaches to specialization in early complex societies portray craft specialization as a profoundly political phe-nomenon. In this view, elites employed specialized craft products to further their political agendas and strengthen their political con-trol; politics is given primacy over economics. In the Andes, this model —partially based on ethnohistoric data on the Inca— has been applied to societies quite distant in time and space from the Inca, commonly without primary evidence from excavated produc-tion contexts.

Th is article reviews concrete, primary evidence for the political role of pottery production in the Andes. Using data from the excava-tions of a Chimú pottery workshop on the Pampa de Burros and a regional study of the distribution of its products in the Lamba-yeque Valley, it shows that the political model proposes an overly narrow model of the division of labor. On the Peruvian North Coast, independent specialists manufactured consumer goods for direct exchange, without intervention from Chimú elites or the state. Modeling the Andean past in the image of the Inca prevents us from perceiving the actual social and economic variability that characterized the Prehispanic Andes.

Key Words: Pottery production, craft specialization, division of la-bor, Peruvian north coast.

Introducción

La reciente literatura arqueológica sobre la especialización en tem-pranas sociedades comple jas retrata a la especialización artesanal como un fenómeno profundamente político (Brumfi el y Earle 1987:1-2, Earle

Page 263: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

263

1987:64-67, Hagstrum 1995:293, Peregrine 1991:8). En esta visión, las eli-tes patrocinan la fabricación de bienes especializados, deliberadamente labo-riosa y depen diente de materias primas exóticas y de difícil acceso (Clark y Parry 1990:319, Hayden 1995:258, Helms 1993). El control de la produc-ción de estos quintaesenciales bienes suntuosos facilita a las elites la conver-sión de artículos de subsistencia en bienes de prestigio, esta tus y adscripción por lealtad, favoreciendo sus agendas políticas y fortaleciendo su con trol político. La producción patrocinada de bienes suntuosos y la producción independiente de bienes de consumo evidentemente pueden coexistir den-tro de una sociedad ya que se trata de dos formas distintas de producción de distintas clases de bienes para distintos propósitos y gru pos de consumido-res (cf. Stein y Blackman 1993:53). Además es concebible que los mismos artesanos especializados puedan haber trabajado a veces patrocinados por miembros de la elite y a veces independientemente de sus patrocinado res (cf. Hayashida 1995, Inomata 2001). Sin embargo, la distinción tipológica entre especialistas pa trocinados y especialistas independientes (cf. Brumfi el y Earle 1987:5, Costin 1991:12) ha sido fervientemente abrazada en la lite-ratura arqueológica.

En los Andes, el modelo político ha caído en suelo fértil, preparado por el paradigma de la verticalidad andina. Según éste, la respuesta al reto de la organización vertical —real o percibida— del ambiente andino fue el ayllu, una unidad social multifamiliar que obtuvo y controló sus re cursos en común y compartió el trabajo (Isbell 1997:117), manifestando un ideal de autosufi cien cia local. Para Murra, la economía política inca siguió estas consagradas tradicio nes andinas, evidentemente inferidas de la misma orga-nización social inca, traduciendo la recipro cidad al interior del grupo y las relaciones entre sus miembros y el señor local en un sistema estatal de tribu-to exclusivamente basado en los servicios de trabajo, todo ello efec tuado a cambio de la promoción del bienestar público, la hospitalidad y el desplie-gue de generosi dad durante los períodos de servicio al estado (p.e. Murra 1972:429, 465, 1975:27, 31, 1978a:65, 97, 143,145–146, 162, 205). Si esta organización socioeconómica del estado inca fue una réplica a gran es-cala de la primigenia institución social andina, entonces estaba justifi cada la aplicación del mismo modelo a sociedades alejadas de la inca en el tiempo y el espacio (p.e. Moseley 1975), desalentando investigaciones independientes de la gama de varia ción en la organización social y económica supra-familiar en los Andes prehispánicos. En antropología, ya hace 25 años que Orlove y Custred (1980:21) criticaron la imagen estática y ahistórica de las actuales poblaciones rurales andinas creada por los estudiosos obsesionados con el ayllu.

Page 264: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

264

El lugar de los especialistas artesanales en este modelo de la organiza-ción socioeconómica andina estuvo exclusivamente en la es fera de la econo-mía política —los olleros eran del inca (Murra 1978b)—. El estado, igual que los señores locales, emplearon especialis tas patrocinados para la produc-ción de artículos elaborados en el estilo corporativo de los auspicia dores así como de bienes más mundanos para uso de los miembros del aparato estatal (D’Altroy y Bishop 1990, D’Altroy, Lorandi, and Williams 1994, D’Altroy, Lorandi, and Williams 1998, Hayashida 1994, Hayashida 1995, Hayashida 1998, Hayashida 1999, Morris 1974, Murra 1978b, Spurling 1993). Los bienes atractivos o exóticos producidos por estos especialistas —particular-mente textiles (Costin 1998, Murra 1962)— sirvieron como símbolos de poder distribuidos entre los señores étnicos y como signos de favor entre otros súbditos (Costin 1998, Morris 1995:848). La producción de artículos artesanales para uso cotidiano del pueblo común habría ocurrido en el ni-vel doméstico sin la intervención de especialistas ni intercambio (D’Altroy 1992:132). Rostworowski (1989a) ha publicado el ejemplo etnohistórico de una comunidad de Canta que en el transcurso del año se mudaba en su totalidad a varios lugares temporalmente habitados, cada uno dedicado a una actividad económica especializada.

En la costa norte peruana, la economía chimú ha sido caracterizada como un ejemplo hipertrófi co del modelo político esbozado arriba, cuyo pilar fue la producción artesanal (Topic 2003:269). Prácticamente toda la población adulta de Chan Chan se dedicaba a la producción de objetos sun-tuosos (ibid.) en talleres asociados a las residencias de la elite gobernante de Chan Chan (Topic 1977, Topic 1982, Topic 1990). Con la excepción de un sitio de extracción de materias primas (Epstein y Shimada 1984), los talleres de Chan Chan y sus productos previsiblemente suntuosos han constituido la única evidencia arqueológica primaria de la producción artesanal chimú. La economía política del palacio se ha convertido en suplente de la econo-mía general de Chimor y la producción artesanal tácitamente se ha vuelto sinónimo de la producción de objetos suntuosos destinados a circular en la esfera política. El extremo sesgo de la evidencia de Chan Chan y un par de grandes centros administrativos ha resultado en la quimera de una econo-mía chimú fuertemente centralizada y administrada (Andrews 1974:259, Mackey y Klymyshyn 1990:210, 221, pero cf. Pozorski 1987:115, Topic 2003:269). Moore (1996:205, 209) incluso habla de una “economía co-mandada” bajo pleno control estatal.

Lógicamente, la otra cara de una economía centralizada y adminis-trada en Chan Chan, proveyendo grandes cantidades de objetos suntuosos

Page 265: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

265

distribuidos para reforzar las alianzas con los señores locales en un estado hegemónico, es una serie de economías provinciales independientes, poco afectadas por la supremacía chimú. Por lo tanto, es inconcebible que la eco-nomía general de Chimor haya sido una “economía comandada”. A lo más, las economías de los señoríos reunidos bajo el mando de Chan Chan pudie-ron haber seguido el mismo prototipo a escala menor. Esto es lo que sugiere el modelo de Netherly (1977, 1984, 1990) de la organización política de la costa norte. Billones de fragmentos de simple cerámica utilitaria chimú esparcidos por toda la costa norte sugieren una producción masiva a escala industrial de bienes de consumo, antípoda de la manufactura de objetos suntuosos bajo el patrocinio de la elite de Chan Chan, donde notablemente no se han encontrado talleres alfareros (Topic 1982:165). Además, la di-versidad de especialistas y la naturaleza de las transacciones de intercambio entre ellos que se describen en las fuentes etnohistóricas de la costa nor-te (Netherly 1977:157, 1984:231, Ramírez-Horton 1981:291-292, 1982: Table 1, Rostworowski 1977a:171-173, 1977b:221-222, 1989b:274, 284) llevan a Rostworowski (1989b:273) a concluir que la división del trabajo y el trueque entre especialistas fueron los principios fundamentales de la organización social costeña. Netherly (1977) y Ramírez (Ramírez-Horton 1981:295-296, 1982:115, Ramírez 1996:10, 164, Figura 1), por otro lado, descartan gran parte de las transacciones descritas en las fuentes como resul-tados de la adaptación a la economía colonial y sustentan un modelo para la época prehispánica casi igual al de la economía política inca.

El presente trabajo pone a prueba estas interpretaciones divergentes de la evidencia documental por medio de un estudio a fondo de un caso concreto de especialización artesanal en la economía chimú, analizando evi-dencia arqueológica primaria de un centro de producción. Para compensar por los sesgos de modelos existentes, examina la producción y distribución de cerámica utilitaria sencilla —un objeto de consumo que no se manu-facturaba en Chan Chan y no conforma con la defi nición de una tecnolo-gía de prestigio (Clark 1995, Clark y Parry 1990, Hayden 1995, Hayden 1998)— en una provincia alejada de Chan Chan, el valle de Lambayeque. Este análisis encuentra la economía chimú provincial poco centralizada y politizada. Alfareros especializados producían y distribuían su cerámica sin interferencia por parte de los señores chimú. El enfoque político es un mo-delo apropiado a la economía de los palacios de Chan Chan, pero tiene poco que contribuir sobre el papel de la división del trabajo en la economía general de Chimor.

Page 266: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

266

El caso de Lambayeque

El área de estudio en la ribera norte del valle de Lambayeque abarca el territorio de un señorío (Cinto) y parte de otro (Túcume) cuyas fronteras aproximadas se conocen de las fuentes etnohistóricas (Netherly 1977, Ne-therly 1984). Arqueológicamente se manifi estan como dos agrupamientos de asentamientos separados por un corredor desocupado (Figura 1). Los chimú construyeron una cadena de centros administrativos equidistantes, ubicados en puntos neurálgicos a lo largo del antiguo canal Taymi, que tras-ciende la frontera entre los señoríos locales. Estos centros representan un nuevo tipo de asentamientos fortifi cados, ubicados en las faldas y cimas de cerros (Figura 2), provistos de audiencias (Figura 3a) y compuestos de recin-tos cerrados erigidos encima de terrazas distanciadas entre ellas (Figuras 2, 3). El mayor de los centros, Pátapo, cooptó la capital del señorío de Cinto. Los montículos de la elite local siguieron ocupados al pie de las nuevas ins-talaciones chimú construidas detrás de gruesos muros parapetados encima del cerro (Figura 2), expresando las relaciones de poder tanto en los cánones arquitectónicos chimú como los lambayecanos y dando testimonio de un régimen chimú no tan indirecto.

Figura 1. Patrón de asentamiento chimú en la ribera norte del valle de Lambayeque.

Figure 1. Chimú settlement pattern on the north bank of the Lambayeque Valley.

Page 267: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

267

La estructura interna de los centros chimú es muy diferente de la de centros administrativos inca (véase p. e. Morris y Th ompson1985). Cla-ramente no jugaban el mismo papel en la movilización de trabajo ya que carecen de todos los correlatos arqueológicos de la hospitalidad estatal a gran escala. No disponen de amplios espacios públicos e instalaciones de almace-naje fuera de contextos residenciales y no se encuentran concentraciones de grandes vasijas de cocina. Aunque las proporciones de platos y cuencos en sus conjuntos cerámicos son excepcionalmente altas, estas vasijas raras veces llevan decoración y no son más característica de un estilo corporativo chimú que las vasijas de servir usadas en sitios habitacionales comunes (Figura 14). Esta falta de un estilo distintivo en la vajilla usada en los centros cobra espe-cial importancia en comparación con el evidente estilo emblemático chimú de su arquitectura que los distingue de todos los asentamientos contemporá-neos en el área de estudio y es foráneo al valle (Figura 4). Además, los platos se encuentran indiscriminadamente en sectores residenciales y públicos. Los espacios públicos son pequeños y numerosos y se encuentran al interior de recintos amurallados cerrados, similares a los “privados”, residenciales. Por ello, las altas proporciones de vasijas de servir se deben a la hospitalidad “privada” de las unidades domésticas de elite que residían en los recintos au-tónomos de los centros. El consumo conspicuo del espacio de estos recintos, su laboriosa construcción en terrazas, el uso exclusivo de materiales nobles y su ubicación elevada y segregada los identifi can como arquitectura de elite (cf. Schiff er 1992:27).

Figura 2. Modelo del centro administrativo chimú de Pátapo, capital cooptada del señorío de Cinto.

Figure 2. Model of the Chimú administrative center of Pátapo, co-opted capital of Cinto polity.

Page 268: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

268

Figura 3. Reconstrucciones arquitectónicas de estructuras del centro administrativo chimú de Salinas: (a) recinto con audiencia (S285m); (b)

recinto residencial (S285i).Figure 3. Architectural reconstructions of structures at the Chimú administrative center of

Salinas: (a) compound with audiencia (S285m); (b) residential compound (S285i).

Aunque la población permanente y el carácter militar de los centros administrativos apoyan la presencia de administradores chimú en Lambaye-que, la movilización del trabajo estaba en manos de las autoridades locales.

El centro de producción alfarera en la pampa de burros

La evidencia primaria para nuestro estudio de la producción de bie-nes de consumo en las provincias de Chimor viene de un taller cerámico (S166c) en la Pampa de Burros, que forma parte de un complejo de 7 hec-táreas de estructuras aglutinadas de piedra de campo (Figura 5). El taller no está físicamente asociado a una residencia de elite o instalación estatal. Los dos próximos centros administrativos chimú están a más de 5 km y 9 km, respectivamente (Figura 6). La arquitectura del taller y de todo el comple-jo de la Pampa de Burros tampoco revela la presencia de administradores. Faltan los arcones relacionados, según Topic (1990:156), al control interno de los talleres de Chan Chan, y no hay audiencia como la hallada en un sitio metalúrgico chimú en el vecino valle de la Leche (Epstein y Shimada 1984).

Page 269: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

269

Aunque falta excavar algunos ambientes de la estructura del taller de-nominada S166c (Figura 7), la ubicuidad de herramientas como moldes, paletas y matrices y sobre todo la presencia de hornos (Figura 8) y rasgos asociados (Figura 9) en cada ambiente excavado eliminan la posibilidad de cualquier uso no relacionado a la producción de cerámica. La ausencia de desechos domésticos y la extrema escasez de fragmentos de vasijas cerámicas grandes asociadas a la preparación de alimentos marcadamente distinguen al taller (S166c) de la estructura residencial adyacente (S166b) a escasos 40 m hacia el SE (Figura 5). La técnica del moldeado vertical practicada por los alfareros de la Pampa de Burros requiere de amplios espacios techados ya que permite producir numerosas vasijas pequeñas, las cuales tienen que pro-tegerse de la intemperie durante las inevitables fases de secado en el molde. Además hay que almacenar los moldes, al menos un juego por alfarero y for-ma de vasija producida (Arnold 1999:70). Para Arnold (1994:496-497) la disponibilidad de espacio techado para modelar, secar y quemar la cerámica es la variable clave que determina la viabilidad de la producción a tiempo completo. Dada la tremenda riqueza de rasgos en los ambientes excavados de S166c, los demás espacios de esta estructura de 40 x 25 m casi forzosa-mente habrían servido como áreas de secado y almacenaje.

Figura 4. El estilo emblemático chimú en la arquitectura de los centros administrativos de Lambayeque: la «ciudadela» S183 de La Puntilla.

Figure 4. Chimú emblem style in the architecture of the Lambayeque administrative centers: the «ciudadela» S183 at La Puntilla.

Page 270: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

270

Figura 5. Plano de los sitios S165 y S166 en la Pampa de Burros. El taller cerámico chimú S166c está en el extremo SW.

Figure 5. Map of sites S165 y S166 on the Pampa de Burros. Th e Chimú pottery workshop S166c is at the SW extreme.

S166b, la probable residencia de los ceramistas, estaba provista de una cocina que ocupaba un cuarto entero de 37,5 m² (Figura 10). Aunque el piso de este espacio estaba tapado de fogones como en S166c, la variación de combustibles quemados (en vez de exclusivamente algarrobo en S166c) y la riqueza de desechos de cocina contenidos en las cenizas no podrían distinguir más a estos fogones de los hornos de S166c. Además, el conjunto cerámico está dominado por vasijas grandes, particularmente porrones, que están notoriamente ausentes en S166c. El tamaño y la naturaleza de esta co-cina sugieren una instalación comunal sirviendo todo el complejo autóno-mo de unos 1.500 m². La presencia de una cocina comunal en un complejo arquitectónico autónomo indica que los residentes de S166b, y por ende los ceramistas de S166c, eran un grupo corporativo o unidad doméstica multifamiliar (cf. Stanish 1992:37-38, Winter 1976:25) de tamaño bastante mayor al de una familia nuclear.

Page 271: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

271

Figura 6. Ubicación del taller cerámico de la Pampa de Burros con respecto a los centros administrativos chimú más cercanos.

Figure 6. Location of the Pampa de Burros pottery workshop relative to the nearest Chimú administrative centers.

Figura 7. Plano general del taller cerámico chimú de la Pampa de Burros, S166c.Figure 7. Map of the Pampa de Burros Chimú pottery workshop, S166c.

Page 272: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

272

El patrón de distribución de los hornos estratigráfi camente contem-poráneos dentro de S166c nos permite algunas conclusiones sobre la orga-nización interna de este grupo corporativo y de la producción de cerámica. En cada ambiente arquitectónico y estrato se encuentra un horno grande con claras evidencias de quema in situ, asociado con varios pozos de cenizas que probablemente servían para precalentar las vasijas antes de la quema (cf. Russell et al. 1994:213, Shimada 1994:308, Shimada y Wagner 2001:27). La quema es la fase más crítica y riesgosa de la secuencia de producción (Bernardini 2000:369, Leach 1976:195, Shimada 1994:309, 311). En un taller que practicaba el moldeado para modelar sus vasijas, una técnica que demanda poca destreza manual, la quema indudablemente era la tarea que más pericia requería (Arnold 1999:76-77). Por ello, la presencia de múlti-ples hornos contemporáneos, cada uno en su propio ambiente arquitectó-nico, tentativamente sugiere que cada ambiente era el espacio de trabajo de un maestro alfarero.

El taller ha arrojado cuatro clases de parafernalia que representan dos tradiciones tecnológicas de la costa norte tardía, el moldeado y el paleteado. Estas incluyen moldes (Figura 11d-k), matrices, paletas (Figura 11a-c), y pulidores. En la Pampa de Burros, el paleteado se practicaba exclusivamente como técnica decorativa. Todas las paletas son de cerámica y llevan negativos de motivos decorativos para estampar las vasijas. No se han encontrado las típicas paletas de madera y cantos rodados asociados con la técnica de mo-delado con paleta y yunque. El estampado con paleta pareciera tecnológi-camente incompatible con el moldeado ya que las vasijas tienen que secarse en el molde y la arcilla debe estar bastante dura a la hora de retirarlas. Sin embargo, los desechos de facto del taller confi rman el uso combinado de es-tas dos tecnologías (Figura 12). Salvo un puñado de tiestos, los desechos del taller no exhiben marcas de yunque (facetas al interior de la vasija), las cuales son extremadamente comunes en los cántaros morfológicamente idénticos provenientes del resto del valle. La decoración estampada con paleta, por otro lado, es igual de ubicua en las colecciones de la Pampa de Burros que en las de prospección.

Page 273: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

273

Figura 8. El recinto S166c-17 del taller cerámico de la Pampa de Burros, área de modelar y de quema.

Figure 8. Architectural environment S166c-17 of the Pampa de Burros pottery workshop, a modeling and fi ring area.

Page 274: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

274

Figura 9. Plano de los recintos S166c-9 y parte de S166c-8 mostrando la densidad de hornos y rasgos asociados al interior del taller S166c.

Figure 9. Map of architectural environments S166c-9 and part of S166c-8 showing the density of kilns and associated features inside the workshop complex, S166c.

La mayoría de las formas de vasijas producidas en S166c —cántaros, cantimploras, botellas y ollas— se modelaron en moldes compuestos de dos piezas partidas a lo largo del eje vertical (Figura 11d-h, j-k). Sólo para platos o cuencos se usaron moldes de una sola pieza (Figura 11i). Vasijas hechas en moldes de dos piezas sólo requieren dos periodos de secado, uno después de modelar cada mitad y el segundo después de unir las mitades, pero el secado en el molde toma mucho tiempo si las vasijas son mayores a unos 20 cm de altura (Arnold 1999:67-68, Arnold y Nieves 1992, 99). Igual que las vasijas grandes, los cuellos de cántaros son problemáticos porque su peso hará que se combe el cuerpo o, si la vasija se seca boca abajo, causará distorsiones del cuerpo si se retira del molde demasiado pronto. Por ello, para facilitar un fl ujo continuo del trabajo y maximizar la producción, los ceramistas o

Page 275: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

275

tienen que emplear numerosos moldes o los cuellos tienen que modelarse aparte. Los alfareros de la Pampa de Burros eligieron la segunda opción, modelando los cuellos de cántaros a mano (probablemente usando platos de alfarero) y también evitaron largos tiempos de secado restringiendo su repertorio de formas a vasijas chicas.

Ya que la técnica del moldeado demanda al menos un juego de moldes por alfarero, el número de moldes en uso al mismo tiempo nos permite es-timar el número de ceramistas y la escala de producción. Dado que muchos fragmentos de moldes acabaron en un enorme basurero fuera de la estruc-tura del taller (previamente un horno) los ceramistas evidentemente solían limpiar sus áreas de trabajo. Por lo tanto, los fragmentos de moldes hallados en esas áreas probablemente fueron desechados allí mismo en un lapso rela-tivamente corto de tiempo antes del abandono del taller. Estos fragmentos representan un número mínimo de 59 moldes en probable uso simultáneo. Este número mínimo indica que varios alfareros —probablemente ayudan-tes ya que es una tarea sencilla— se dedicaban al modelado en moldes.

Figura 10. La cocina (S166b-1) del complejo habitacional S166b, probable residencia de los alfareros de la Pampa de Burros.

Figure 10. Th e kitchen (S166b-1) of residential compound S166b, probable residence of the Pampa de Burros potters.

Page 276: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

276

Figura 11. Paletas y moldes del taller S166c.Figure 11. Paddles and molds from the workshop, S166c.

Otro indicador de la escala de producción es la capacidad de los hor-nos. Asumiendo que las vasijas cubrían el fondo del horno y no se apilaban en varios pisos, el tamaño de una carga de los hornos de S166c habría varia-do entre 50–100 y 200–400 vasijas, dependiendo del tipo de vasijas quema-das. Los pozos someros cubiertos por tiestos grandes y tierra que servían de hornos son tecnológicamente simples, pero son difíciles de operar porque una vez cerrado el horno, no hay manera de monitorear el estado de las va-sijas adentro sin causar daño. La experiencia del operador es el único criterio para decidir cuándo se debe abrir.

Si podemos suponer que los artesanos del pasado escogían entre varias tecnologías disponibles las que mejor se adecuaran a sus prioridades, las cua-lidades descritas de las tecnologías elegidas por los alfareros de la Pampa de Burros nos permiten inferir cuáles eran sus prioridades. Según el análisis de Arnold (1999), los moldes de dos piezas son una tecnología que sólo benefi -cia a especialistas produciendo para el intercambio. El modelado en moldes requiere de tan poca dexteridad manual que permite respuestas fl exibles a aumentos de demanda, rápidamente integrando mano de obra inexperta a la producción. Además, nuevos tipos de vasijas pueden introducirse rápida-mente fabricando moldes a partir de copias de vasijas existentes. Evidente-mente, el moldeado asegura productos uniformes —la esencia del concepto de producción en masa—. Al mismo tiempo, los numerosos moldes y los grandes espacios techados necesarios representan una sustancial inversión de capitales. Todas estas prioridades tienen su eco en el registro arqueológico de la Pampa de Burros.

Page 277: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

277

La organización que se refl eja en el arreglo descrito de instalaciones de trabajo y espacios de vivienda se asemeja a las parcialidades de especialistas descritas en los registros históricos de la costa norte: un complejo autónomo probablemente provisto de una cocina comunal y habitado por un grupo corporativo de especialistas alfareros; segregado de otros grupos de especia-listas y de la población campesina que residía en aldeas de una a dos familias (Ramírez-Horton 1985:424, Ramírez 1996:31) en montículos habitaciona-les dispersos; lejos de los centros administrativos chimú y sin elementos de control en el taller mismo o área residencial asociada. La falta de cualquier indicio de una presencia del gobierno chimú distingue al taller de la Pampa de Burros de todos los otros sitios de producción artesanal chimú excavados hasta la fecha. Entre éstos, S166c es el único taller de cerámica y el único no dedicado a la manufactura de bienes suntuosos. Una comparación de los conjuntos cerámicos de los centros administrativos y de asentamientos habitacionales comunes (Tschauner 2001:156-157) no deja duda de que la cerámica chimú no era un símbolo de estatus y como cargador de un “estilo corporativo” (Moseley 1992) importaba mucho menos que los textiles, plu-mas y artefactos de metal. Por lo tanto, podemos concluir que la elite chimú patrocinaba la producción de bienes suntuosos, pero no estaba involucrada en la producción de bienes de consumo diario.

Figura 12. Distribución de cántaros hechos en molde y modelados con paleta y yunque en varias clases de asentamientos.

Figure 12. Distribution of mold-made and paddle-and-anvil-shaped jars across various settlement classes.

Page 278: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

278

La distribución de cerámica

Para trazar las rutas de distribución e identifi car a los consumidores de la cerámica hecha en la Pampa de Burros es necesario caracterizarla, buscando rasgos que la distingan de los productos de otros talleres que pudieron haber operado coetáneamente en el valle o —ya que la prospección completa de la ribera norte no produjo ninguna evidencia de otro taller— en las regiones aledañas. Aunque las parafernalias de producción constituyen la evidencia más directa de manufactura y de las tecnologías empleadas, para fi nes de caracterización estilística son de menor utilidad que los desechos de facto ya que no existe una correspondencia directa entre las frecuencias de rasgos en moldes o paletas y en las vasijas fabricadas con ellos. Para que caracterice el centro de producción, un rasgo deberá ser signifi cativamente más frecuente entre los desechos de facto de éste que en los conjuntos cerámicos de los asentamientos que consumían los productos (cf. Stark 1992:188-189). El margen de diferencia dependerá del grado de “lealtad del consumidor”, es decir, hasta qué punto los consumidores dependían de un solo taller o acu-dían a múltiples abastecedores de cerámica.

Este criterio estadístico nos permite identifi car cuatro clases de vasijas pequeñas que componen el repertorio característico de la Pampa de Burros: cántaros moldeados, ollas sin cuellos similares a tecomates mesoamericanos, platos con una banda horizontal externa de decoración moldeada (de aquí en adelante “platos PdB”) y botellas de asa estribo. Estas cuatro clases cubren básicamente toda la gama de vasijas pequeñas en uso en el área de estudio durante el periodo chimú.

Geográfi camente, las cuatro clases del repertorio de la Pampa de Bu-rros exhiben el mismo patrón de distribución (Figura 13). Se encuentran concentradas en el valle viejo dentro de un radio de unos 15 km alrededor de S166c; están casi completamente ausentes del valle nuevo hacia el NW; y re-aparecen en el extremo N en el centro chimú de Salinas, cuyo conjunto cerámico incluye al menos cantidades menores de cada una de las cuatro clases. Las distribuciones de las dos clases que cuantitativamente dominan los desechos de facto en el taller son particularmente reveladoras. Cántaros moldeados y los platos PdB son variantes tecnológicas y estilísticas de clases funcionales más amplias. Existían otras variantes de estas clases en el valle de Lambayeque, pero en la Pampa de Burros o no se fabricaban en absoluto (cántaros modelados con paleta y yunque) o sólo esporádicamente (platos con el típico “labio gancho” chimú). En ambos casos, la distribución de las variantes que se producían es diametralmente diferente de la de las variantes

Page 279: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

279

que no se producían en la Pampa de Burros. Las variantes no producidas en S166c son prácticamente ubicuas, constituyen una suerte de “ruido de fondo” aleatorio debajo de un patrón reconocible en la distribución de las variantes pertenecientes al repertorio de S166c. En el valle nuevo los cán-taros modelados con paleta y yunque son la única variante de cántaro, pero en cualquier parte del valle casi no hay asentamiento donde se consumieran exclusivamente cántaros moldeados.

Figura 13. Distribuciones geográfi cas de cántaros hechos en molde y moldeados con paleta y yunque. Los primeros son característicos, los segundos

prácticamente ausentes del conjunto de desechos de facto de S166c.Figure 13. Geographic distributions of mold-made and paddle-and-anvil-shaped jars. Th e former are characteristic for, the latter practically absent from the de facto refuse at S166c.

Page 280: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

280

Figura 14. Distribución de diferentes tipos de platos chimú por clases de asentamientos.

Figure 14. Distribution of diff erent types of Chimú plates by settlement class.

Mientras las distribuciones geográfi cas de variantes de cántaros y pla-tos producidas y variantes no producidas en la Pampa de Burros se distin-guen de manera sorprendentemente paralela, se observa todo lo contrario en sus frecuencias dentro de los conjuntos cerámicos de diferentes tipos de asentamientos. Los cántaros moldeados (Figura 12) son signifi cativamente más comunes en los centros chimú que en los otros tipos de asentamien-tos. En los conjuntos de platos de los centros chimú (Figura 14), por otro lado, predominan los platos de “labio gancho” que no son característicos de S166c y los porcentajes de platos PdB son uniformemente bajos. En los demás asentamientos, las proporciones de platos PdB son 10 veces más altas y las de platos de “labio gancho” alrededor del 25% más bajas que en los centros chimú. Los asentamientos ordinarios también consumían seis a siete veces más ollas sin cuello (Figura 15) que los centros chimú. Partiendo de la

Page 281: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

281

observación que los alfareros de la Pampa de Burros exclusivamente usaron la técnica del moldeado para modelar sus vasijas y que esta técnica tiene ven-tajas intrínsecas para la producción especializada destinada al intercambio, podemos proponer una interpretación que nos permite explicar todos los as-pectos de la distribución de las diferentes variantes de cántaros. Los cántaros modelados con paleta y yunque eran productos domésticos a los cuales todo mundo tenía acceso. Algunas unidades domésticas, probablemente de bajo estatus, exclusivamente consumían productos domésticos. Estas estaban concentradas en el valle nuevo cuyo patrón de asentamiento está dominado por residencias endebles encima de montículos habitacionales. La elite resi-dente en los centros chimú prefería y tenía más acceso a cántaros moldeados fabricados por especialistas. Es probable que estos últimos se consideraran superiores a los modelados con paleta y yunque y posiblemente cumplieran otras funciones, debido a su acabado de superfi cie típicamente más fi no que resulta en una menor permeabilidad.

Figura 15. Distribución de ollas sin cuello por clases de asentamientos.Figure 15. Distribution of neckless ollas by settlement class.

Page 282: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

282

Es evidente que los productos de la Pampa de Burros no se distribuían en conjunto. Diferentes clases de vasijas llegaron a las manos de diferentes consumidores en diferentes tipos de asentamientos. Incluso dentro de cada clase de asentamiento hay bastante variación de patrones de consumo de cerámica y el rango de variación es similar para los centros chimú y los asen-tamientos ordinarios. Los patrones de consumo de cerámica en los cuatro centros chimú están lejos de ser uniformes. Estos datos no apoyan la idea de un abastecimiento centralizado para ninguna clase de asentamientos. Aun-que no es un patrón ideal de frecuencias disminuyentes proporcionales a la distancia del centro de producción (Figura 16), la distribución arracimada alrededor del taller y las generalmente bajas frecuencias de las cuatro clases características del repertorio de S166c en los centros chimú sugieren que la cerámica se transportaba directamente desde el taller a los asentamientos de los consumidores. Y como falta cualquier indicio de una presencia del estado o de la elite en la Pampa de Burros, podemos sugerir que estos envíos fueron interacciones directas entre los especialistas alfareros y los consumidores en las que no intervenían los señores chimú.

Un análisis químico de 187 muestras de cerámica y 35 de arcilla (Fi-gura 17) reafi rma la interpretación de la evidencia tecnológico-estilística (mayor detalle en Tschauner 2001:268-286, Tschauner y Wagner 2003). Aunque los datos de composición en bulto son muy homogéneos, se dis-tinguen dos agrupamientos químicos (Figura 18) y ambos exhiben distribu-ciones espaciales interpretables. Un grupo, denominado W* (defi nición es-tricta) o W (defi nición relajada incluyendo miembros menos estrechamente afi liados), se asocia con el taller de la Pampa de Burros, el otro con el centro administrativo de Salinas (denaminado S* o S) en el extremo N del área de estudio (Figura 19, Tabla 1). Casi el 90% de los miembros de W*/W son de asentamientos ubicados en el valle viejo, donde se encuentra el taller, todos los miembros de S*/S son del valle nuevo, sobre todo del mismo Salinas. Esta diferencia entre valle viejo y valle nuevo es estadísticamente altamente signifi cativa y fuerte.

Page 283: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

283

Figura 16. Relación curvilinear entre porcentaje de cántaros hechos en molde en el conjunto cerámico y distancia del asentamiento del taller S166c.

Figure 16. Curvilinear relation between percentage of mold-made jars in settlements’ pottery assemblages and distance of settlements from the workshop, S166c.

Figura 17. Proveniencia de las muestras de cerámica y arcilla químicamente analizadas y geología de superfi cie del valle de Lambayeque.

Figure 17. Provenience of pottery and clay samples submitted to chemical analysis and surface geology of the Lambayeque Valley.

Page 284: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

284

Los especímenes de S166c forman un grupo muy comprimido, pero la diminuta magnitud absoluta de las diferencias químicas entre todas las muestras del valle de Lambayeque sugiere que no podemos dstinguir mate-rias primas cerámicas dentro del valle en base a su composición elemental. El grupo S*/S, por otro lado, no sólo exhibe una composicón química ma-nifi estamente diferente, pero ésta está vinculada a la de muestras cerámicas y de materias primas del valle de La Leche, previamente analizadas en el mismo laboratorio usando los mismo protocolos. Como sabemos que las fuentes de arcilla de las muestras de La Leche son locales, las similitudes observadas apoyan una afi liación norteña del grupo S*/S con el valle de La Leche. Puesto que no hay evidencia de producción de cerámica en el mismo sitio de Salinas, la fuente o fuentes del grupo S*/S (que es más heterogéneo que W*/W) deben buscarse en el valle de La Leche.

Figura 18. Componentes principales 2 y 3 (sin rotar) de concentraciones de 21 elementos en 218 muestras cerámicas y de arcilla.

Figure 18. Principal components 2 and 3 (unrotated) of 21 element concentrations in 218 pottery and clay samples.

Page 285: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

285

Figura 19. Relación entre agrupamientos químicos de muestras cerámicas y distancias entre proveniencia y el taller S166c.

Figure 19. Relationship between chemical classifi cation of pottery samples and distance of provenience locations from the workshop, S166c.

La abrumadora predominancia de cerámica del grupo S*/S con su establecida afi liación norteña en el centro norteño de Salinas, fuertemente sugiere que la cerámica consumida en los centros chimú venía de fuentes locales. Salinas, ubicado en el límite entre los valles de Lambayeque y La Leche, participó en una esfera económica norteña, separada de la de Lamba-yeque en la que participaban los otros centros. Las elevadas proporciones de miembros del grupo W*/W estadísticamente distinguen los conjuntos cerá-micos de los dos centros ubicados en el valle viejo de los de los dos ubicados en el valle nuevo (Figura 20). En otras palabras, los conjuntos cerámicos de centros chimú están químicamente relacionados a la cerámica de sus alrede-dores. Sin embargo, esto no quiere decir que cada centro obtuviera cerámica de una sola fuente. De hecho, la mayoría de los asentamientos —tanto cen-tros admnistrativos como asentamientos ordinarios— consumían cerámica de más de una fuente. Según Burger y colegas (1994:237) tal diversidad de fuentes representadas en un conjunto de artefactos indica un carácter no institucional de la obtención de los artefactos.

Page 286: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

286

En Salinas, las cuatro clases del repertorio tecnológico-estilístico de la Pampa de Burros se encuentran asociadas con el grupo químico S*/S, el cual está geoquímicamente anclado en el valle de La Leche. Esta asociación indi-ca que el centro de producción norteño representado por el grupo químico S*/S también fue la fuente de los especimenes de las cuatro clases tecnológi-co-estilísticas del repertorio de S166c hallados en Salinas. Estos rompen un patrón de distribución de las cuatro clases asociadas con la Pampa de Burros que de otra manera está restringida al valle viejo. El postulado taller norteño habría empleado las mismas tecnologías y producido una gama de vasijas similar a la de S166c, pero de materias primas locales, notablemente diferen-tes. Los datos químicos confi rman la tesis, implícita en argumentos previos, que el moldeado con moldes de dos piezas no es un estilo tecnológico propio del taller de la Pampa de Burros, sino más generalmente característico de producción especializada de cerámica. Conforme con esta idea, la cerámica modelada con paleta y yunque, consumida y probablemente producida a nivel doméstico por los habitantes rurales del valle nuevo, no se une a nin-guno de los dos grupos químicos interpretados como productos de talleres especializados (W*/W, S*/S).

“Average link-weight clusters” Distancia Mahalanobis

n Distancia promedio DesvEst. n Distancia promedio DesvEst.W*/W 10 12.12 10.21 38 15.96 11.81LV 13 28.18 6.90 — — —S*/S 19 34.70 7.91 19 35.81 3.92NA 97 17.62 12.27 82 19.14 12.36

Análisis discriminante con agrupamientos“Average link-weight clusters” Distancia Mahalanobis

n Distancia promedio DesvEst. n Distancia promedio DesvEst.W*/W 55 14.09 11.77 30 16.91 11.77LV 36 22.63 9.44 — — —S*/S 36 26.13 15.19 97 29.66 13.36

Tabla 1:Agrupamientos químicos: distancia entre proveniencia y el taller S166c: pruebas estadísticas (Student’s t)

Table 1. Chemical groupings: distance between provenience and the workshop, S166c: statistical tests (Student’s).

Page 287: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

287

Figura 20. Distribución de agrupamientos químicos de cerámica en los sectores de los centros administrativos chimú.

Figure 20. Distribution of chemical groupings of pottery across sectors of the Chimú administrative centers.

Según esta interpretación, el taller de la Pampa de Burros abastecía un área que aproximadamente coincide con el agrupamiento de asentamientos al sur del corredor desocupado, que a su vez coincide con el territorio del se-ñorío de Cinto, defi nido en base a las fuentes documentales. Esto acusa una contradicción entre el sistema de centros administrativos estratégicamente planeado que transciende y los patrones de obtención de cerámica que no transcienden la división de los señoríos locales. Los patrones de obtención de cerámica refl ejan la estructura económica y política previa a la ocupación chimú, dos señoríos básicamente autosufi cientes que persistían como unida-des económicas bajo el dominio territorial chimú.

Aunque algunos productos de la Pampa de Burros innegablemente llegaron a algunos de los centros chimú, tanto según los datos tecnológi-co-estilísticos como los químicos los centros administrativos en términos proporcionales recibían menos cerámica de S166c que los asentamientos ordinarios, con la única excepción de cántaros moldeados. Estadísticamente las proporciones de productos de la Pampa de Burros en los conjuntos ce-

Page 288: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

288

rámicos no son distinguibles entre centros administrativos y asentamientos ordinarios. Dentro de los centros administrativos, los productos de S166c tienen la misma probabilidad de hallarse en sectores públicos, identifi cados por la presencia de audiencias y montículos, y sectores residenciales (véase Tschauner [2001:cap.6] para mayores detalles sobre la defi nición de sectores dentro de los centros). Al parecer, las unidades domésticas de elite que resi-dían en los recintos insulares de los centros mantenían relaciones “privadas” de intercambio con los artesanos especializados, igual que las unidades do-mésticas ordinarias, aunque con preferencias un tanto diferentes.

Conclusiones

Las evidencias presentadas apuntan hacia un grupo corporativo o una unidad doméstica multifamiliar de alfareros especializados, produciendo de manera independiente grandes cantidades de pequeños recipientes moldea-dos para el intercambio. Internamente, el trabajo parece haber sido organi-zado a nivel de familias —“una organización individual […] multiplicada muchas veces” (Sandweiss 1992:15)— más bien que un esfuerzo coordi-nado. No hay evidencia de un líder o de estratifi cación interna del grupo. En contraste con el “modelo burocrático” de una “economía comandada” (Moore 1996:205) en Chan Chan, el estado y la elite no intervinieron en la producción y la distribución de simples artículos de consumo como la cerámica. El “modelo burocrático” establece un nexo directo entre la es-pecialización artesanal y la administración. Según Klymyshyn (1987:97), mientras más interdependientes se volvían los productores especializados y más complejas las relaciones de distribución, más indispensables se hacían los servicios administrativos prestados por el estado. Este razonamiento pue-de ser aplicable a la organización de la producción políticamente cargada de bienes suntuosos en el palacio. La economía del palacio de Chan Chan bien pudo haber sido centralmente planeada. Pero los señores de Chan Chan no hicieron ningún esfuerzo de administrar cada aspecto de la economía de subsistencia en las provincias. El “modelo burocrático” nace de una obsesión con la administración, la noción de que solamente la gerencia de la comple-jidad es complejidad genuina.

Brumfi el y Earle (1987:1-2) plantean dos argumentos de por qué la especialización independiente no pudo haber jugado un papel en el desa-rrollo de la complejidad social. Primero, razonan que la especialización in-dependiente presupone un grado de comercialización de la sociedad —con la tierra y el trabajo circulando como mercancías en un mercado— que no

Page 289: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

289

es verosímil sino después de un extenso período de centralización política y desigualdad social. En segundo lugar, ya que las elites no suelen promover la efi cacia económica a nivel de toda la sociedad no habrían tenido ningún in-terés en fomentar la especialización independiente. Este razonamiento una vez más asume que la complejidad reside en la gerencia de la complejidad en manos de la elite y que la especialización independiente y el intercambio directo inevitablemente implican el motivo de maximización racional de utilidades que bien puede ser inválido en un contexto transcultural (Clark y Parry 1990:293).

Pero no es necesario invocar a Adam Smith para formular un modelo de especialización e intercambio no administrados aplicable a sociedades no centralizadas y comercializadas. Una defi nición conductual de la especiali-zación como producción de artículos cuyos consumidores no son miembros de la unidad doméstica de los productores y cuyos productores conservan los derechos de enajenación (Clark y Parry 1990:297-298), no automática-mente incluye la racionalidad económica como parte del concepto. Además, esta defi nición cubre formas no comerciales de intercambio, tales como el trueque. Tenemos que adoptar la posición de los actores del pasado, pregun-tando cómo y bajo qué circunstancias emprender una ocupación especializa-da pudo haber benefi ciado a una unidad doméstica individual y contribuido a resolver problemas concretos que ésta enfrentara (véase p. e. Feinman, Blanton, and Kowalewski 1984). M. Stark (1995, 1999:42) propone que los campesinos se especializan sólo cuando no tienen otra opción. Tal especiali-zación independiente a nivel de unidades domésticas forja relaciones de in-terdependencia entre grupos sociales mucho más extensas que la producción patrocinada de bienes de prestigio, cuyo efecto se restringe a un pequeño sector de la sociedad. Es en este sentido durkheimiano que la especialización es “la esencia económica de la sociedad compleja” (Earle 1987:64).

Bibliografía

Andrews, A. 1974. “The U-shaped structures at Chan Chan”. Journal of Field Archaeology 1:241-264.

Arnold, D. 1994. “Tecnología cerámica andina: una perspectiva etnoarqueológica”. En Tecnología y organización de la producción de cerámica prehispánica en los Andes, editado por I. Shimada, pp: 477-504.Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Arnold, D. 1999. “Advantages and disadvantages of vertical half-molding technology: implications for production organization”. En Pottery

Page 290: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

290

and people, editado por J. M. Skibo y G. M. Feinman, pp: 59-80. University of Utah Press, Salt Lake City.

Arnold, D. y A. Nieves. 1992. “Factors affecting ceramic standardization”. En Ceramic production and distribution: an integrated approach, editado por G. J. Bey y C. A. Pool, pp: 93-113. Westview Press, Boulder.

Bernardini, W. 2000. “Kiln firing groups: inter-household economic collaboration and social organization in the northern American Southwest”. American Antiquity 65:365-377.

Brumfiel, E., y T. Earle. 1987. “Specialization, exchange and complex societies: an introduction”. En Specialization, exchange and complex societies, editado por E. Brumfiel y T. Earle, pp: 1-9. University Press, Cambridge, Cambridge.

Burger, R., F. Asaro, H. Michael, F. Stross y E. Salazar. 1994. “An initial consideration of obsidian procurement and exchange in Prehispanic Ecuador”. Latin American Antiquity 5:228-255.

Clark, J. 1995. “Craft specialization as an archaeological category”. Research in Economic Anthropology 16:267-294.

Clark, J. y W. Parry. 1990. “Craft specialization and cultural complexity”. Research in Economic Anthropology 12:289-346.

Costin, C. 1991. “Craft specialization: issues in defining, documenting, and explaining the organization of production”. Archaeological Method and Theory 3:1-56.

Costin, C. 1998. “Housewives, chosen women, skilled men: cloth production and social identity in the late Pre-hispanic Andes”. En Craft and social identity, editado por C. Costin y R. Wright, pp: 123–144. Archaeological Papers of the American Anthropological Association, vol. 8. American Anthropological Association, Arlington, VA.

D’Altroy, T. 1992. Provincial power in the Inka Empire. Smithsonian Institution Press, Washington, D. C.

D’Altroy, T. y R. Bishop. 1990. “The provincial organization of Inka ceramic production”. American Antiquity 55:120-137.

D’Altroy, T.; A. Lorandi y V. Williams. 1994. “Producción y uso de cerámica en la economía política Inka”. En Tecnología y organización de la producción de cerámica prehispánica en los Andes, editado por I. Shimada, pp: 395-441. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Page 291: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

291

D’Altroy, T.; A. Lorandi y V. Williams. 1998. “Ceramic production and use in the Ina political economy”. En Andean ceramics: technology, organization, and approaches, editado por I. Shimada, pp: 283-312. MASCA Research Papers in Science and Archaeology, Supplement to Vol. 15. Museum of Archaeology and Anthropology, University of Pennsylvania, Philadelphia.

Earle, T. 1987. “Specialization and the production of wealth: Hawaiian chiefdoms and the Inka empire”. En Specialization, exchange, and complex societies, editado por E. Brumfiel y T. Earle, pp: 64-75. Cambridge University Press, Cambridge.

Epstein, S. e I. Shimada. 1984. “Metalurgia de Sicán. Una reconstrucción de la producción de la aleación de cobre en el Cerro de los Cementerios, Perú”. Beiträge zur allgmeinen und vergleichenden Archäologie 5:379-430.

Feinman, G.; R. Blanton y S. Kowalewski. 1984. “Market system development in the pre-Hispanic Valley of Oaxaca, Mexico”. En Trade and exchange in early Mesoamerica, editado por K. Hirth, pp: 157-178. University of New Mexico Press, Albuquerque.

Hagstrum, M. 1995. “Creativity and craft”. En Ceramic production in the American Southwest, editado por B. Mills y P. Crown, pp: 281-299. University of Arizona Press, Tucson.

Hayashida, F. 1994. “Producción cerámica en el imperio inca: una visión global y nuevos datos”. En Tecnología y organización de la producción de cerámica prehispánica en los Andes, editado por I. Shimada, pp: 443-475. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Hayashida, F. 1995. State pottery production in the Inka provinces. Ph.D. dissertation, The University of Michigan, Michigan.

Hayashida, F. 1998. “New insights into Inka pottery production”. En Andean ceramics: technology, organization, and approaches, editado por I. Shimada, pp: 313-335. MASCA Research Papers in Science and Archaeology, Supplement to Vol. 15.:Museum of Archaeology and Anthropology, University of Pennsylvania, Philadelphia.

Hayashida, F. 1999. “Style, technology, and state production: Inka pottery manufacture in the Leche Valley, Peru”. Latin American Antiquity 10:337-352.

Hayden, B. 1995. “The emergence of prestige technologies”. En The emergence of pottery: technology and innovation in ancient societies,

Page 292: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

292

editado por W. Barnett y J. Hoopes, pp: 257-265. Smithsonian Institution Press, Washington, D. C.

Hayden, B. 1998. “Practical and prestige technologies: the evolution of material systems”. Journal of Archaeological Method and Theory 5:1-55.

Helms, M. 1993. Craft and the kingly ideal: art, trade, and power. University of Texas Press, Austin.

Inomata, T. 2001. “The power and ideology of artistic creation: elite craft specialists in Classic Maya society”. Current Anthropology 42:321-349.

Isbell, W. 1997. Mummies and mortuary monuments: a postprocessual prehistory of Central Andean social organization. The University of Texas Press, Austin.

Klymyshyn, A. 1987. “The development of Chimu administration in Chan Chan”. En The origins and development of the Andean state, editado por J. Haas, S. Pozorski y T. Pozorski, pp: 97-110. Cambridge University Press, Cambridge.

Leach, B. 1976. A potter’s book. Faber and Faber, London.

Mackey, C. y A. Klymyshyn. 1990. “The southern frontier of the Chimu Empire”. En The northern dynasties: kingship and statecraft in Chimor, editado por M. Moseley y A. Cordy-Collins, pp: 195-226. Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, D. C.

Moore, J. 1996. Architecture and power in the ancient Andes: the archaeology of public buildings. Cambridge University Press, Cambridge.

Morris, C. 1974. “Reconstructing patterns of non-agricultural production in the Inka economy: archaeology and documents in institutional analysis”. En The reconstruction of complex societies: an archaeological symposium, editado por C. Moore, pp: 49-60. American School of Oriental Research, Cambridge, MA.

Morris, C. 1995. “Symbols to power: styles and media in the Inka state”. En Style, society, and person, editado por C. Carr y J. Neitzel, pp: 419-433. Plenum Press, New York.

Morris, C., y D. Thompson. 1985. Huánuco Pampa: an Inca city and its hinterland. Thames and Hudson, New York.

Moseley, M. 1975. “Prehistoric principles of labor organization in the Moche Valley, Peru”. American Antiquity 40:191-196.

Page 293: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

293

Moseley, M. 1992. The Incas and their ancestors: the archaeology of Peru. Thames and Hudson, New York.

Murra, J. 1962. “Cloth and its functions in the Inca state”. American Anthropologist 64:710-728.

Murra, J. 1972. “El ‘control vertical’ de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas”. En Visita de la provincia de León de Huánuco, Íñigo Ortiz de Zúñiga, visitador, editado por J. Murra, vol. 2., pp: 429-476. Universidad Nacional Hermilio Valdizán, Huanuco.

Murra, J. 1975. Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Murra, J. 1978a. La organización económica del estado inca. Siglo Veintiuno, México, D. F.

Murra, J. 1978b. “Los olleros del Inka: hacia una historia y arqueología del Qollasuyu”. En Historia, problema y promesa: homenaje a Jorge Basadre, pp: 415-423. Pontífica Universidad Católica del Perú, Lima.

Netherly, P. 1977. Local level lords on the North Coast of Peru. Ph.D. dissertation, University of Cornell, Ithaca.

Netherly, P. 1984. “The management of late Andean irrigation systems on the North Coast of Peru”. American Antiquity 49:227-254.

Netherly, P. 1990. “Out of many, one: the organization of rule in the North Coast polities”. En The northern dynasties: kingship and statecraft in Chimor, editado por M. Moseley y A. Cordy-Collins, pp: 461-485. Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, D. C.

Orlove, B. y G. Custred. 1980. “Agrarian economies and social procesess in comparative perspective: the agricultural production unit”. En Land and power in Latin America: agrarian economies and social processes in the Andes, editado por B. Orlove y G. Custred, pp: 13-29. Holmes and Meier, New York.

Peregrine, P. 1991. “Some political aspects of craft specialization”. World Archaeology 23:1-11.

Pozorski, T. 1987. “Changing priorities within the Chimu state: the role of irrigation agriculture”. En The origins and development of the Andean state, editado por J. Haas, S. Pozorski y T. Pozorski, pp: 111-120. Cambridge University Press, Cambridge.

Page 294: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

294

Ramírez-Horton, S. 1981. “La organización económica de la costa norte: un análisis preliminar del período prehispánico tardío”. En Etnohistoria y antropología andina. Segunda jornada del Museo Nacional de Historia, editado por A. Castelli, M. Koth de Paredes y M. Mould de Pease, pp: 281-297. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Ramírez-Horton, S. 1982. “Retainers of the lords or merchants: a case of mistaken identity?”. En El hombre y su ambiente en los Andes Centrales, editado por L. Millones y H. Tomoeda, pp: 123-136. Senri Ethnological Studies 10, National Museum of Ethnology, Osaka.

Ramírez-Horton, S. 1985. “Social frontiers and the territorial bases of curacazgos”. En Andean ecology and civilization, editado por S. Masuda, I. Shimada y C. Morris, pp: 423-442. University of Tokyo Press, Tokyo.

Ramírez, S. 1996. The world upside down: cross-cultural contact and conflict in sixteenth-century Peru. Stanford University Press, Stanford.

Rostworowski de Diez Canseco, M. 1977a. “Coastal fishermen, merchants, and artisans in pre-Hispanic Peru”. En The sea in the pre-Columbian world, editado por E. Benson, pp: 167-186. Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, D. C.

Rostworowski de Diez Canseco, M. 1977b. Etnia y sociedad: costa peruana prehispánica. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Rostworowski de Diez Canseco, M. 1989a. “Canta: un caso de organización económica andina”. En Organización económica en los Andes, editado por J. Medina, pp: 7-13. Hisbol, La Paz.

Rostworowski de Diez Canseco, M. 1989b. Costa peruana prehispánica. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

Russell, G., B. Leonard y J. Briceño. 1994. “Producción de cerámica Moche a gran escala en el Valle de Chicama, Perú: el taller de Cerro Mayal”. En Tecnología y organización de la producción de cerámica prehispánica en los Andes, editado por I. Shimada, pp: 201-227. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Sandweiss, D. 1992. The archaeology of Chincha fishermen: specialization and status in Inka Peru. Bulletin of Carnegie Museum of Natural History. Carnegie Museum of Natural History, Pittsburgh.

Schiffer, M. 1992. Technological perspectives on behavioral change. The University of Arizona Press, Tucson.

Page 295: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

“Los Olleros no son del Inka”, Especialización Artesanal y Economía Política en Los Andes:

295

Shimada, I. 1994. “La producción de cerámica en Mórrope, Perú: productividad, especialización y espacio vistos como recursos”. En Tecnología y organización de la producción de cerámica prehispánica en los Andes, editado por I. Shimada, pp: 295-319. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Shimada, I., y U. Wagner. 2001. “Peruvian black pottery production and metalworking: a Middle Sicán craft workshop at Huaca Sialupe”. MRS Bulletin 26:25-30.

Spurling, G. 1993. The organization of craft production in the Inka state: the potters and weavers of Milliraya. Ph.D. dissertation, University of Cornell, Ithaca.

Stanish, C. 1992. Ancient Andean political economy. The University of Texas Press, Austin.

Stark, B. 1992. “Ceramic production in prehistoric La Mixtequilla, South-Central Veracruz, Mexico”. En Ceramic production and distribution: an integrated approach, editado por G. Bey y C. Pool, pp: 175-204. Westview Press, Boulder.

Stark, M. 1995. “Economic intensification and ceramic specialization in the Philippines: a view from Kalinga”. Research in Economic Anthropology 16:179–226.

Stark, M. 1999. “Social dimensions of technical choices in Kalinga ceramic traditions”. En Material meanings: critical approaches to the interpretation of material culture, editado por E. Chilton, pp: 24-43. University of Utah Press, Salt Lake City.

Stein, G., y J. Blackman. 1993. “The organizational context of specialized craft production in early Mesopotamian states”. Research in Economic Anthropology 14:29-59.

Topic, J. 1977. The lower class at Chan Chan: a qualitative approach. Ph.D. dissertation, University of Harvard.

Topic, J. 1982. “Lower-class social and economic organization at Chan Chan”. En Chan Chan: Andean desert city, editado por M. Moseley y K. Day, pp: 145-176. University of New Mexico Press, Albuquerque.

Topic, J. 1990. “Craft production in the kingdom of Chimor”. En Northern dynasties: kingship and statecraft in Chimor, editado por

Page 296: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Hartmut Tschauner

296

M. Moseley y A. Cordy-Collins, pp: 145-176. Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, D.C.

Topic, J. 2003. “From stewards to bureaucrats: architecture and information flow at Chan Chan, Peru”. Latin American Antiquity 14:243-274.

Tschauner, H. 2001. Socioeconomic and political organization in the late Prehispanic Lambayeque Sphere, northern North Coast of Peru. Ph.D. dissertation, University of Harvard.

Tschauner, H., y U. Wagner. 2003. “Pottery from a Chimú workshop studied by Mössbauer spectroscopy”. Hyperfine Interactions 150:165-186.

Winter, M. 1976. “The archaeological household cluster in the valley of Oaxaca”. En The Early Mesoamerican village, editado por K. Flannery, pp: 25-31. Academic Press, New York.

Page 297: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Envío de contribuciones

La Revista Chilena de Antropología recibe contribuciones de forma ininterrum-pida durante todo el año. Una vez aceptados los trabajos, estos serán publicados en relación al orden del desarrollo del proceso editorial y a la afi nidad con la sección temática (en caso de corresponder a manuscritos propuestos para esta área). La Re-vista Chilena de Antropología sólo publica artículos originales en lengua española o inglesa. Las contribuciones deben ser enviadas por internet a la siguiente dirección: [email protected].

Los manuscritos deben ser enviados en formato word, tamaño carta, márgenes de 2,5 cm, letra Times New Roman, punto 12, doble espacio y con cada una de las páginas numeradas. Se aceptan artículos en idioma español e inglés.

La extensión máxima para manuscritos en la sección Artículos Temáticos y Artícu-los es de 9000 palabras. Reseñas y Tesis no deben superar las 2000 palabras. En todos los casos se incluye bibliografía.

Los artículos deben ajustarse a la siguiente estructura:

Título: En español e inglés; inglés y español. El título en el primer idioma debe ir centrado, negrita y con mayúscula. El del segundo idioma centrado, cursiva y con mayúscula.

Autor(es): en renglón seguido, centrado, se debe indicar nombre y apellido del (los) autor(es). En renglón siguiente Filiación Institucional, dirección postal y correo electrónico.

Resumen: Deben representar el contenido del manuscrito y se ordenan de acuerdo al idioma de presentación del manuscrito. Como segundo idioma debe considerarse el español o inglés. No debe exceder las 200 palabras. El resumen y abstract deben ir seguidos de palabras claves y key words, respectivamente, máximo cinco.

Su estructura es la siguiente:

Resumen(texto)Palabras clave:Abstract(texto)Key words:

Texto: Debe estar claramente organizado, con jerarquización de subtítulos primari-os y secundarios. Los primeros deben ir en formato mayúscula y centrado, mientras que los secundarios alineados a la izquierda, con letra cursiva y formato oración.

Agradecimientos: Se incluyen tras el texto con formato de subtítulo primario.

Page 298: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

Referencias Bibliográfi cas: Las referencias en el texto deben ajustarse al formato (autor, año) en caso de no ser citas textuales y (autor, año: página) en caso de ser citas textuales. Al fi nal del escrito, tras sección agradecimientos se deben incluir las referencias de todos los textos citados, en orden alfabético y ajustándose a la siguiente normativa.

Artículos en Revistas:

Munizaga, C. 1984. Ciudad y vecinos: cuatro ideas para la enseñanza de la vida urbana. Revista Chilena de Antropología 4: 11-30.

Falabella, F.; M.T. Planella, E. Aspillaga, L. Sanhueza y R. Tykot. 2007. Dieta en sociedades alfareras de Chile central: Aporte de análisis de isótopos estables. Chun-gará 39 (1): 5-27.

Libros:

Salinas, F. 2007. Pensar, Sentir, Actuar. Método en Antropología Social. Editorial Universidad Bolivariana, Santiago.

Capítulo de Libro:

Escobar, A. 2000. El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿Globalización o Postdesarrollo? En La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, per-spectivas latinoamericanas, editado por E. Lander, pp: 113-143. FLACSO, Buenos Aires.

Artículo en Actas de Congreso, Simposio o Seminario:

Niemeyer, H. 1977. Variación de los estilos de arte rupestre en Chile. Actas del VII Congreso de Arqueología de Chile, tomo II, pp: 649-660. Altos de Vilches, Chile.

Memorias y Tesis

Castro, V.1997. Huacca Muchay. Evangelización y Religión Andina en Charcas, Atacama La Baja. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Mención Etno-historia, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago.

Notas: corresponden a notas al fi nal del artículo y tras la sección Referencias Bib-liográfi cas. Se deben usar sólo excepcionalmente y deben ir numeradas secuencial-mente en el texto. Deben utilizar letra Times New Roman, punto 10 y números arábicos.

Tablas: Deben ser incluidas en hoja aparte, tras sección notas. Todas las tablas de-ben ser antecedidas por una numeración correlativa en sistema arábico y un título que indique su contenido. Su título debe estar en español e inglés.

Figuras: Deben listarse posterior a las notas, en hoja aparte, incluyendo la leyenda de cada una en español e inglés. Las imágenes no se deben incluir en el texto y de-ben ser enviadas en formato digital, formato TIFF, EPS o Photoshop. Se priorizarán imágenes en blanco y negro. En caso de que las imágenes excedan la posibilidad de

Page 299: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí

publicación de la revista, o bien los autores deseen enviar material complementario, este será incluido en la versión electrónica de la revista disponible en internet.

Los trabajos en la sección Reseñas y Tesis no deben presentar resumen, palabras claves, ni subtítulos.

Page 300: Seginifado Social de la cerámica Nasca temprano en el valle de Acarí