Semana del libro

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CONSIGNA: ORDENA EL TEXTO, PRIMERO EN FORMA INDIVIDUAL Y LUEGO EN

FORMA COLECTIVA

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A. “Los ceibos del tiempo en que yo era niño no lucían flores rojas como hoy”B. – con la aurora vimos al ceibal de grana cual si por dos lados fuera a amanecer.C. – por entretenerse se había pasado la hoja de ceibo por entre los labios.D. _ Tal lo que me dijo aquel indio viejo que se santiguaba y adoraba al sol.E. _ Me lo dijo un indio viejo y medio brujo que se santiguaba y adoraba al sol:F. _ Pero una mañana sucedió el milagro es algo tan bello que cuesta creer;G. _ Entonces los ceibos, como por encanto, se fueron tiñendo de rojo color…H. LEYENDA DE LA FLOR DE CEIBO

I . _ Y era que la moza más linda del pago, esperando al novio toda la velada.J. Fernán Silva Valdés (Uruguayo)

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ESTRATEGIAS LECTORAS

• ANTICIPAR

• CONFRONTAR

• COMPARAR

• VERIFICAR

• RE-LECTURA

• SOCIALIZACIÓN

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Me l o d i j o u n i n d i o v i e j o y me d i o

b r u j oq u e s e s a n t i g u a b a y a d o r a b a a l s o l :" L o s c e i b o s d e l t i e mp o e n q u e y o

e r a n i ñ on o l u c í a n f l o r e s r o j a s c o mo h o y .P e r o u n a ma ñ a n a

s u c e d i ó e l mi l a g r o- e s a l g o t a n b e l l o q u e c u e s t a c r e e r - ;

c o n l a a u r o r a v i mo s a l c e i b a l d e

g r a n a ,c u a l s i p o r d o s

l a d o s f u e r a a a ma n e c e r .

Y e r a q u e l a mo z a má s l i n d a d e l

p a g o ,e s p e r a n d o a l n o v i o

t o d a l a v e l a d a ,p o r e n t r e t e n e r s e s e h a b í a p a s a d o

l a h o j a d e l c e i b o p o r e n t r e l o s

l a b i o s .E n t o n c e s l o s

c e i b o s c o mo p o r e n c a n t o ,

s e f u e r o n t i ñ e n d o d e r o j o

c o l o r . . . "T a l l o q u e me d i j o a q u e l i n d i o v i e j oq u e s e s a n t i g u a b a y a d o r a b a a l s o l

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(Montevideo, 1887-1975) Poeta, narrador y dramaturgo uruguayo que junto a Pedro Leandro Ipuche fue uno de los iniciadores, a comienzos de la década de 1920, de la corriente nativista. En 1913 publicó su primer volumen de versos, Ánfora de barro, donde, si bien aún aparecía inmerso en el modernismo, ya mostraba la fuerte visualidad de sus imágenes, una característica constante de su estilo. Representativo de la estética modernista y emblemático de esta corriente en el Uruguay es su poemario Agua del tiempo (1921). Sus libros posteriores más significativos, ya dentro de la corriente nativista, fueron Poemas nativos (1925), Intemperie (1930), Romances chúcaros (1933), y Romancero del sur (1939). Su vinculación con los géneros populares se manifiesta en las numerosas letras de tangos, milongas, canciones criollas, valses y cifras que escribió. Incursionó también en la dramaturgia, y en 1970 recibió el Gran Premio Nacional de Literatura.

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Como la leyenda de la indiecita Anahí Cuenta otra leyenda que esta flor es el alma de la Reina India Anahí, la

más fea de una tribu indomable que habitaba en las orillas del Río Paraná.

Pero Anahí tenía una dulce voz, quizás la más bella oída jamás en aquellos parajes, además era rebelde como los de su raza y amante

de la libertad como los pájaros del bosque.Un día fue tomada prisionera, pero valiente y decidida, dio muerte al

centinela que la vigilaba.En ese mismo momento, quedó sellado su destino para siempre: condenada a morir en la hoguera, la noche siguiente, su cuerpo fue

atado a un árbol de la selva, bajo y de anchas hojas.Lentamente, Anahí fue envuelta por las llamas. Los que asistían al suplicio, comprobaron con asombro que el cuerpo de la reina india tomaba una extraña forma, y poco a poco se convertía en un árbol

esbelto, coronado de flores rojas.

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• Anahí o la leyenda de la flor del ceibo

Había en la tribu Guayaquí una indiecita que amaba su tierra natal al extremo de recorrer sola los bosques conversando con las aves, con las flores, con los animales que poblaban el bosque. Era conocida por la

dulzura de su voz que de continuo entonaba los cánticos propios de su raza. Cuando ella cantaba, hasta el río rumoroso parecía callar para escucharla.

Un día, un gran pájaro de blanquísimas alas llegó navegando por el río; de él bajaron hombres barbudos cubiertos por metales relucientes que parecían dueños del rayo

transformándose por momentos en monstruos de cuatro patas y dos cabezas que atropellaban todo lo que encontraban en su camino.

La tribu de Anahí decidió defender la tierra nativa superando el terror que los embargaba ante aquellos monstruos desconocidos que más que hombres parecían creación del mismo Añangá.

Pelearon, pelearon días y días, semanas enteras. Pero iban siendo echados poco a poco de sus bosques, de sus ríos, de sus sierras. Anahí, pese a su juventud luchaba como los más valientes. Su voz ya no cantaba más,

gritaba la venganza y la guerra y animaba a los hombres y mujeres de la tribu. Pero un día aciago cayó prisionera. Llevada al campamento español, logró en la noche zafar sus ligaduras y golpeando malamente

aun centinela ganó nuevamente el bosque, con tan poco fortuna que volvió a caer en manos de sus

captores.El soldado herido por Anahí murió. Sospechada de bruja, porque nadie podía admitir que con aquel cuerpo

esmirriado y con su juventud pudiera haber dado muerte de un golpe al soldado, y atribuyéndole ayuda diabólica, fue condenada a morir en la hoguera.

Atada al palo de la ejecución y prendido el fuego de los leños, las llamas comenzaron a abrazarla. Pero Anahí, en medio de las llamas, en vez de gemir comenzó a cantar una canción en la que pedía a Tupá por su

tierra, por su tribu, por sus bosques, por sus ríos.Su voz se elevó al cielo, y al nacer el día, el cuerpo carbonizado de Anahí se había convertido en un robusto

tronco de un árbol hermoso del que pendían racimos derojas flores.

Esa es la leyenda del ceibo, nuestra flor nacional.

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El copete del cardenal En un árbol había un nido de pájaros con cinco pichones. Los pájaros

dueños del nido eran de tamaño más bien grande, de lomo gris, pecho blanco y copete marrón. Éstos habían dicho a sus hijuelos que de madrugada, al despertarse, no se asomaran al borde del río, pues como era el principio de la primavera, hacía frío aún y se podían enfermar. Recién tenían permiso para asomarse al balcón del nido, cuando el sol ya estaba alto y empezaba a calentar. Pero los pichones eran muy curiosos; querían verlo todo y especialmente, querían ver el nacimiento del sol. Así fue que una mañanita, desoyendo la advertencia de sus padres, cuando ya había la suficiente claridad para distinguir las cosas, se asomaron al espacio por el borde del nido, en momentos en que salía el sol por el oriente, y lo miraron un rato llenos de asombro y de alegría al ver un espectáculo tan hermoso. Entonces, el sol, enterado en ese mismo instante de la travesura de los pajaritos, satisfecho, y puede ser que un poquito vanidoso al ver que el espectáculo de su belleza, era tan verdadero y hermoso que hasta unos simples pichoncitos de pájaro lo comprendían y admiraban, les mandó un rayo de luz derechito a las cabezas, tiñéndoles los copetes oscuros del rojo más vivo, pagándoles así, con un poco de belleza, su ingenua admiración. Y andando el tiempo, a esos pájaros de copete colorado, los hombres les dieron el nombre de cardenales.

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La derrota del sol En un lugar campesino había una muchacha tan linda, que el sol, celoso de su belleza y de la

admiración que ella despertaba entre los hombres, los cuadrúpedos y las aves, se enojó una vez y anunció por intermedio de los búhos, tan amigos de la noche, su decisión de no salir durante muchos días, para castigarlos por el olvido en que lo iban teniendo. Entonces, ante tal anuncio, se reunieron los hombres, , los cuadrúpedos y los pájaros, cada uno por su lado. Los hombres resolvieron contrarrestar la ausencia del sol, alumbrándose con miles de luces; los cuadrúpedos no llegaron a ponerse de acuerdo, ni tomaron, por lo tanto, resolución alguna; pero los pájaros, más líricos e ingenuos, resolvieron realizar ellos mismos el amanecer, comisionando para tal fantástico fin, a los churrinches, para que éstos con sus cuerpitos emplumados con rojas plumas, a la hora en que debían aparecer los reflejos anunciadores del rey de los astros, en bandada millonaria levantaran el vuelo hacia el oriente para dar con su color la impresión del amanecer. Llegó el día señalado por el sol para imponer su castigo. Millones de churrinches, a cuya gran bandada se habían agregado bandadas de otros pájaros cuyo plumaje, en parte, podía contribuir a la realización del fenómeno, como los pechos colorados, los zorzales, etc., fueron levantando el vuelo por el oriente, abarcando en grupo inmenso y casi compacto, todo el ancho del horizonte. Y contra las leyes físicas de la naturaleza, a pesar de que los colores no se ven fuera de la luz, el fenómeno se produjo. El color rojo de tantos millones de pájaros subiendo lentamente por la trayectoria solar, dio la impresión del amanecer. Los campos, montes y ciudades se aclararon, y cantaron todos los pájaros, y se levantaron del suelo los animales, y saltaron de sus lechos los hombres, y zumbaron los insectos como todos los días. Entonces el sol, al ver que a pesar suyo, se había puesto rojo el horizonte, amaneciendo el día, viéndose vencido y humillado por la lección de las aves, guardó su enojo y sus celos y apareció como siempre, aunque un poco retrasado, enviando uno de sus rayos a los pies de la bella niña. Y he aquí cómo por el esfuerzo de los pájaros líricos e ingenuos, una vez se dio el caso extraordinario de un artificial amanecer.

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REALIZADO POR ALUMNOS DE

5º AÑO B DE LA ESCUELA Nº78 DE BELLA UNIÓN, DEPARTAMENTO

DE ARTIGAS.

MAESTRA MARCELA MINTEGUI

AÑO 2010