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No hay cosa que nos haga más daño que el ver que somos objeto de burla o que se ridiculiza lo que nosotros consideramos sagrado. Muchos cristianos tienen hoy día la sensación de ser perseguidos o denostados por el hecho de vivir según unos criterios y unos valores. Jesús sufrió el escarnio y la burla en el momento del tormento de la cruz. Las autoridades hacían muecas, los soldados le ofrecieron vinagre, uno de los crucificados a su lado le insultaba. Incluso habían puesto un letrero para ridiculizarlo: "Jesús Nazareno, rey de los judíos" Utilizamos sus siglas, “para más INRI", para subrayar una situación de ofensa o de humillación. Hubieran preferido que pusiera: "Este ha dicho soy el rey de los judíos". Todo era un espectáculo esperpéntico. Pero, paradójicamente Él era Rey, pero su reino no es de este mundo. ¿Qué querían decir cuando le pidieron por tres veces?: "Sálvate a ti mismo", ¿acaso que hiciera un milagro para bajarse de la cruz, acaso que demostrara su poder o su riqueza, acaso una prueba para demostrar que era el Mesías? Junto a esta humillación lo que más le dolió sin duda a Jesús fue el abandono de los suyos. ¿Cómo debemos responder los cristianos cuando nos sintamos incomprendidos o acusados? Pues con las mismas armas de Jesús: el amor y el perdón. El, simplemente dijo: "Padre perdónales, porque no saben lo que hacen". Tuvo que ser precisamente un malhechor el que descubriera el reinado de Jesús, tuvo que ser en la cruz.... Algunos no lo reconocieron cuando hacía milagros y él lo reconoció crucificado en un madero. Como dice San Agustín "en su corazón creyó y con la lengua hizo la profesión de fe". Le dijo "Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino". Esperaba su salvación para el futuro y estaba contento con recibirla tras un largo plazo de tiempo. La esperaba para largo, pero el día no se hizo esperar. El Señor le respondió: "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. El paraíso que el buen ladrón se imaginaba tenía árboles de felicidad, por eso Jesús le dice: hoy estás conmigo en el árbol de la cruz, hoy estarás conmigo en el árbol de la salvación. Su trono es la cruz, su cetro una caña, su manto es una túnica pequeña de color púrpura, su corona es de espinas. En su reino los últimos son los primeros y los primeros los últimos. Ahora comprendemos por qué hace unas semanas nos decía el evangelio que el reino no vendrá espectacularmente, sino que está dentro de nosotros. Tú puedes ser constructor del reino si trabajas por la paz y la justicia, si eres capaz de servir como Jesús, de perdonar como El, de luchar en favor de la vida y de la fraternidad. Cristo es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Nosotros somos sus miembros. Todos los creyentes, no solo los actuales, sino también los que existieron antes de nosotros y los que han de existir después hasta el fin del mundo pertenecen a su cuerpo, del que Él es la Cabeza. En este "Cristo total" todos los bautizados asumimos la misión y el destino de Cristo: hacer posible ya aquí la realidad del reino y esperar con confianza que un día resucitaremos con El. José Maria Martín OSA Las Matas. Madrid - Año XVII - nº 1029 Domingo XXXIV - T.O. CICLO C 24 noviembre 2019 JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO http://www.sanjoselasmatas.es [email protected] Que mis caminos, de palabra y de obra, empiecen y acaben en Ti. Sabiendo que, contigo, todo concluirá bien: en victoria y en triunfo seguro, con amor, frente al odio, desde el servicio, antes que el egoísmo. QUIERO PARECERME A TI, MI REY Extendiendo la inmensidad de tu Reino en cada una de las almas, allá donde alguien te busque o en el rincón donde la necesidad, apremie. Allá donde, el dolor del hombre indague y reclame respuestas supremas. Allá donde, la orfandad de la humanidad añore una mano que la proteja, la sostenga, la levante y la dignifique. Y, cuando la cruz asome en el horizonte, agarrarme a ese tronco salvador con la obediencia de la fe. Derramando desde ese trono de madera, mi vida y mi valor, mi esfuerzo y mi generosidad. Vertiendo como Tú, oh, Señor, palabras de aliento y de consuelo, ánimo, valor y esperanza. QUIERO PARECERME A TI, MI REY Y, al contemplar tu poder y tu reinado saber que no hay nada en el mundo, comparable con lo que Tú me ofreces: tu Verdad, tu Camino y tu Vida. Dueño, Rey y Señor de la historia, ayúdame a ser entusiasta, heraldo y vasallo de tu Reino. Que ningún otro tesoro, reluciente al ojo humano, me aparte de Ti… ¡oh Rey soberano! Javier Leoz Lunes, 25: 19:30h. Biblia. DOCUMENTOS DE QUNRAM. J. Trebolle Martes, 26: 18:00h. Equipo de CARITAS, Acción Social. Miércoles, 27: 19:30h. Grupo R. Carismática Jueves, 28: 18:00h. Catequesis. 20:30h. Oración de la comunidad Viernes, 29: 17:00h. y 18:00h. Catequesis de todos los niveles. Sábado, 30: 10.00h. Retiro-convivencia de Adviento. Domingo, 1: PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO Eucaristías: 11:00h. y 12:30h. 12:00h. Catequesis En la misa de 11:00 ENTREGA DE LOS EVANGELIOS a los grupos de Comunión III AVISOS - Agradecimiento por la generosidad en Operación KILO. - COLECTA Día de la Iglesia diocesana: 1620€ - VENTA DE LOTERIA CON FINES BENÉFICOS Nº 52.565 - EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA “HISTORIA DE LA PARROQUIA” Se siguen recibiendo fotografías, en préstamo. - Congreso de laicos «Pueblo de Dios en salida». Madrid, del 14 al 16 de febrero de 2020. XXXIV SEMANA TIEMPO ORDINARIO Día 25 Catalina de Alejandría, Gonzalo, García. Dan 1,1-6.8-20 Sal Dan 3,52-56 Lucas 21, 1-4 Día 26 Leonardo de Porto Mauricio, Conrado, Silvestre, Siricio, Bto.Santiago Alberione. Dan 2, 31-45 Sal Dan 3, 57-61 Lucas 21, 5-11 Día 27 Nª Sra. de la Medalla Milagrosa, Flora y María, Bto. Ramón Llull. Dan 5,1-6.13-14.16-17.23-28 Sal Dan 3,62-67 Lucas 21, 12-19 Día 28 Catalina Labouré, Honesto de Nimes. Dan 6,12-28 Sal Dan 3,68-74 Lucas 21, 20-28 Día 29 Filomeno, Iluminada, Bto. Bernardo Francisco Hoyos. Dan 7, 2-14 Sal Dan 3,75-81 Lucas 21, 29-33 Día 30 Andrés, apóstol. Zósimo, Bernaldo, Cutberto, Justina. Rom 10, 9-18 Sal 18 Mateo 4, 18-22 COMIENZA el TIEMPO DE ADVIENTO y el CICLO LITURGICO A

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No hay cosa que nos haga más daño que el ver que somos objeto de burla o que se ridiculiza lo que nosotros consideramos sagrado. Muchos cristianos tienen hoy día la sensación de ser perseguidos o denostados por el hecho de vivir según unos criterios y unos valores. Jesús sufrió el escarnio y la burla en el momento del tormento de la cruz. Las autoridades hacían muecas, los soldados le ofrecieron vinagre, uno de los crucificados a su lado le insultaba. Incluso habían puesto un letrero para ridiculizarlo: "Jesús Nazareno, rey de los judíos" Utilizamos sus siglas, “para más INRI", para subrayar una situación de ofensa o de humillación. Hubieran preferido que pusiera: "Este ha dicho soy el rey de los judíos". Todo era un espectáculo esperpéntico.

Pero, paradójicamente Él era Rey, pero su reino no es de este mundo. ¿Qué querían decir cuando le pidieron por tres veces?: "Sálvate a ti mismo", ¿acaso que hiciera un milagro para bajarse de la cruz, acaso que demostrara su poder o su riqueza, acaso una prueba para demostrar que era el Mesías? Junto a esta humillación lo que más le dolió sin duda a Jesús fue el abandono de los suyos. ¿Cómo debemos responder los cristianos cuando nos sintamos incomprendidos o acusados? Pues con las mismas armas de Jesús: el amor y el perdón. El, simplemente dijo: "Padre perdónales, porque no saben lo que hacen".

Tuvo que ser precisamente un malhechor el que descubriera el reinado de Jesús, tuvo que ser en la cruz.... Algunos no lo reconocieron cuando hacía milagros y él lo reconoció crucificado en un madero. Como dice San Agustín "en su corazón creyó y con la lengua hizo la profesión de fe". Le dijo "Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino".

Esperaba su salvación para el futuro y estaba contento con recibirla tras un largo plazo de tiempo. La esperaba para largo, pero el día no se hizo esperar. El Señor le respondió: "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. El paraíso que el buen ladrón se imaginaba tenía árboles de felicidad, por eso Jesús le dice: hoy estás conmigo en el árbol de la cruz, hoy estarás conmigo en el árbol de la salvación.

Su trono es la cruz, su cetro una caña, su manto es una túnica pequeña de color púrpura, su corona es de espinas. En su reino los últimos son los primeros y los primeros los últimos. Ahora comprendemos por qué hace unas semanas nos decía el evangelio que el reino no vendrá espectacularmente, sino que está dentro de nosotros. Tú puedes ser constructor del reino si trabajas por la paz y la justicia, si eres capaz de servir como Jesús, de perdonar como El, de luchar en favor de la vida y de la fraternidad.

Cristo es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Nosotros somos sus miembros. Todos los creyentes, no solo los actuales, sino también los que existieron antes de nosotros y los que han de existir después hasta el fin del mundo pertenecen a su cuerpo, del que Él es la Cabeza. En este "Cristo total" todos los bautizados asumimos la misión y el destino de Cristo: hacer posible ya aquí la realidad del reino y esperar con confianza que un día resucitaremos con El.

José Maria Martín OSA

Las Matas. Madrid - Año XVII - nº 1029 Domingo XXXIV - T.O. – CICLO C – 24 noviembre 2019

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

http://www.sanjoselasmatas.es [email protected]

Que mis caminos, de palabra y de obra, empiecen y acaben en Ti. Sabiendo que, contigo, todo concluirá bien: en victoria y en triunfo seguro, con amor, frente al odio, desde el servicio, antes que el egoísmo. QUIERO PARECERME A TI, MI REY Extendiendo la inmensidad de tu Reino en cada una de las almas, allá donde alguien te busque o en el rincón donde la necesidad, apremie. Allá donde, el dolor del hombre indague y reclame respuestas supremas. Allá donde, la orfandad de la humanidad añore una mano que la proteja, la sostenga, la levante y la dignifique. Y, cuando la cruz asome en el horizonte, agarrarme a ese tronco salvador con la obediencia de la fe. Derramando desde ese trono de madera, mi vida y mi valor, mi esfuerzo y mi generosidad. Vertiendo como Tú, oh, Señor, palabras de aliento y de consuelo, ánimo, valor y esperanza. QUIERO PARECERME A TI, MI REY Y, al contemplar tu poder y tu reinado saber que no hay nada en el mundo, comparable con lo que Tú me ofreces: tu Verdad, tu Camino y tu Vida. Dueño, Rey y Señor de la historia, ayúdame a ser entusiasta, heraldo y vasallo de tu Reino. Que ningún otro tesoro, reluciente al ojo humano, me aparte de Ti… ¡oh Rey soberano! Javier Leoz

Lunes, 25: 19:30h. Biblia. DOCUMENTOS DE QUNRAM. J. Trebolle

Martes, 26: 18:00h. Equipo de CARITAS, Acción Social. Miércoles, 27: 19:30h. Grupo R. Carismática Jueves, 28: 18:00h. Catequesis.

20:30h. Oración de la comunidad Viernes, 29: 17:00h. y 18:00h. Catequesis de todos los niveles. Sábado, 30: 10.00h. Retiro-convivencia de Adviento. Domingo, 1: PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

Eucaristías: 11:00h. y 12:30h.

12:00h. Catequesis

En la misa de 11:00 ENTREGA DE LOS EVANGELIOS a los grupos de Comunión III

AVISOS - Agradecimiento por la generosidad en Operación KILO. - COLECTA Día de la Iglesia diocesana: 1620€ - VENTA DE LOTERIA CON FINES BENÉFICOS Nº 52.565 - EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA “HISTORIA DE LA PARROQUIA” Se siguen recibiendo fotografías, en préstamo. - Congreso de laicos «Pueblo de Dios en salida». Madrid, del 14 al 16 de febrero de 2020.

XXXIV SEMANA TIEMPO ORDINARIO Día 25 – Catalina de Alejandría, Gonzalo, García.

Dan 1,1-6.8-20 – Sal Dan 3,52-56 – Lucas 21, 1-4 Día 26 – Leonardo de Porto Mauricio, Conrado, Silvestre, Siricio, Bto.Santiago

Alberione.

Dan 2, 31-45 – Sal Dan 3, 57-61 – Lucas 21, 5-11 Día 27 – Nª Sra. de la Medalla Milagrosa, Flora y María, Bto. Ramón Llull.

Dan 5,1-6.13-14.16-17.23-28 – Sal Dan 3,62-67 – Lucas 21, 12-19

Día 28 – Catalina Labouré, Honesto de Nimes.

Dan 6,12-28 – Sal Dan 3,68-74 – Lucas 21, 20-28 Día 29 – Filomeno, Iluminada, Bto. Bernardo Francisco Hoyos.

Dan 7, 2-14 – Sal Dan 3,75-81 – Lucas 21, 29-33 Día 30 – Andrés, apóstol. Zósimo, Bernaldo, Cutberto, Justina.

Rom 10, 9-18 – Sal 18 – Mateo 4, 18-22

COMIENZA el TIEMPO DE ADVIENTO y el CICLO LITURGICO A

«Compartimos con alegría la belleza de tener a Jesús como

nuestro rey; su señorío de amor transforma el pecado en gracia,

la muerte en resurrección, el miedo en confianza». Papa

Francisco. Homilía Solemnidad Cristo Rey 20/11/2016

Lectura del segundo libro de 2Samuel 5,1-3 En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”». Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel. Palabra de Dios. Salmo responsorial: Salmo 121 R/. VAMOS ALEGRES A LA CASA DEL SEÑOR. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R/. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 12-20 Hermanos: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. Palabra de Dios.

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 23, 35-43 En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Éste es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». Palabra del Señor.

Este último domingo del presente ciclo litúrgico está dedicado a Jesús de Nazaret como Rey del Universo y, da paso al Adviento. Este camino nos sirve de preparación para su espera jubilosa.

Las lecturas de hoy nos pueden ayudar a descubrir que el auténtico y único reino es el que proclamó tantas veces Jesús, y que Él mismo vivió: el amor a todos sin distinción, el servicio, la misericordia, el perdón y el compromiso de anunciar la Buena Noticia.

En Él, por Él y para Él debe de ser encaminado nuestro esfuerzo para que su Evangelio sea tomado en cuenta a la hora de reconducir este mundo un tanto despistado o perdido. Nunca es tarde para entrar por el camino del Evangelio. Cualquier día puede ser el “hoy” de la salvación.

Habituados a proclamar la “victoria de la cruz”, corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios a sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.

Jesús ha venido al mundo para dar testimonio de la verdad, de que su reino es de Dios y que no se instaura con medios de fuerza, ni con el poder de las armas. Esta es la verdad de Jesús, la verdad que proclamamos, nuestra propia verdad. Él vino a inaugurar el reino de la verdad, de la justicia y del amor, un reino donde la muerte sería vencida.

Cristo es el verdadero Dios que no pasa. Es el de ayer, el de hoy y el de mañana. Es el personaje más importante en toda la historia de la humanidad. Es el único capaz de llenar de veras los deseos más profundos de nuestro corazón. No podemos separar la muerte de Jesús de su propia vida. Jesús no pudo vivir de una forma y morir de otra. Su muerte es testimonio vivo de cómo pensó y vivió.

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente es cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva. Es precisamente al besar la cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: “Si alguno viene detrás de mi… que cargue con su cruz y me siga”.

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde solo hay indiferencia ante los que sufren.

Revisemos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado. ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?

Acudamos a Cristo cuando la fachada del mundo se derrumbe; cuando otros soberanos nos invitan a postrarnos ante ellos, perdiendo la dignidad y hasta la capacidad de ser nosotros mismos. Ese Rey que nació pobre, pequeño, humilde, en el silencio y que -hoy- es exaltado en una cruz, sin demasiado ruido, humildemente, nos llama a la fidelidad. ¿Queremos ser suyos? ¿Seremos capaces de luchar por su reino? ¿No preferiremos formar parte de ese gran batallón de los que ya no luchan, no esperan, no creen… ni sueñan?

Pongamos a Jesús en el centro de nuestra vida, de nuestra vocación, de nuestra familia, de nuestro pensamiento, de nuestras entregas y de nuestra generosidad. Hoy, desde la cruz, nos enseña que el camino del servicio, del amor y de la entrega es la mejor forma de ascender un día hasta su presencia.