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La responsabilidad con el medioambiente crece cada vez más en el sector agro. Flores con sentido social y medioambiental es la etiqueta que se exporta de Colombia para el mundo. COLOMBIA FLORECE LA SOSTENIBILIDAD EN 48 SOSTENIBILIDAD

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La responsabilidad con el medioambiente crece cada vez más en el sector agro. Flores con sentido social y medioambiental es la etiqueta que se exporta de Colombia para el mundo.

COLOMBIAFLORECE

LA SOSTENIBILIDAD EN

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SOSTENIBILIDAD

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Es de esperarse que un país con la biodiversidad de Colombia se destaque mundialmente por la belleza de sus paisajes e insumos

naturales. Además de producir flores de alta calidad y con la garantía de haber sido cultivadas en las mejores condi-ciones ambientales y sociales, el país también sobresale por ser líder en pro-puestas ligadas al sector floricultor que son amigables con el entorno y que se destacan por su responsabilidad social.

Este sector en Colombia, que en volumen de exportaciones solo es su-perado por el petróleo y el café, ofrece grandes oportunidades para destacarse en responsabilidad social y la sostenibi-lidad, especialmente ante el reto de la conservación de la diversidad biológica y mitigar la huella ecológica y sus efec-tos el cambio climático mundial, por ejemplo a través de un uso responsable de los suelos y las aguas.

Pablo Álamo, director del área de Excelencia Humana de la Universidad Sergio Arboleda, explica el significado de la palabra sostenibilidad de manera sencilla: “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin compro-meter las necesidades de las generacio-nes futuras”. Esto puesto en práctica en el sector floricultor, “se trata de aprove-char de manera innovadora las opor-tunidades de crecimiento económico que las flores brindan, a la vez que se ponen los medios para conservar la gran riqueza de recursos naturales que tiene Colombia, con un compromiso por reducir los altos índices de pobreza y desigualdad existentes en este sector”.

Ahora bien, en términos de la oferta de f lores sostenibles, Colombia, con su sello Florverde® Sustainable Flowers, comparte el liderazgo mundial en ex-celentes estándares y en su comerciali-zación con Kenia y su estándar Kenian Flower Culture Counsil, siendo los dos únicos países con su propio esquema sostenible en el planeta.

La Certificación“Florverde® Sustainable Flowers (FSF) es un estándar socioambiental indepen-diente que garantiza flores certificadas producidas responsablemente. Esto requiere que los productores adopten medidas que protejan los derechos de los trabajadores e implementen buenas prácticas ambientales. FSF también ayuda a salvaguardar la calidad por medio del cuidado y de un manejo adecuado de las flores.”

Desde hace 20 años, Colombia cuen-ta con su propio sistema de exigencia en sostenibilidad. Ximena Franco Villegas, directora de la organización Florverde® Sustainable Flowers, explica que este es-tándar de sostenibilidad surgió como res-puesta a una campaña de desprestigio que surgió en la década de los años ochenta, por parte de varias ONG europeas, en la que se afirmaba que las flores colombia-nas provenían de una industria que no se preocupaba por la salud de sus floriculto-res ni por su bienestar emocional.

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EL SELLO DE SOSTENIBILIDAD Algunas de las certificaciones que se pueden encontrar en el mercado floricultor son:• Florverde® Sustainable Flowers• Rainforest Alliance• Business Social

Compliance Iniciative• Flor Ecuador• Ehper, Code of Practice

Gold Level Certified • Kenya Flower Council• Social Accountability

International SAI • Ethical Trading Iniciative • Fairtrade International

DESPUÉS DE HOLANDA, COLOMBIA ES EL SEGUNDO MAYOR EXPORTADOR DE ESTE PRODUCTO EN EL MUNDO Y ESTADOS UNIDOS ES UNO DE LOS PRINCIPALES IMPORTADORES DE FLORES DE ORIGEN COLOMBIANO. EL PORCENTAJE DE IMPORTACIÓN SE ACERCA A 85%.

TERRITORIOS CON MÁS CULTIVOS FLORALES• Sabana de Bogotá 75%• Antioquia 20%• Centro del país 5%

PAÍSES A LOS QUE MÁS SE EXPORTA • Estados Unidos 75.6%• Rusia 5.6%• Japón 3.9%• Reino Unido 3.7%• Canadá 2.6%• Otros 8.6%Fuente: Asocolflores 2014.

Este sistema de sostenibilidad es-tá enfocado en tres grandes aspectos: medioambiente, responsabilidad social y competitividad. Esta guía le da a los empre-sarios y productores reglas que van desde cómo deben tratar a sus trabajadores, hasta qué elementos debe utilizar para fumigar.

Decir que 40% de los de los volúme-nes exportados en Colombia son certi-f icados con el sello Florverde, muestra que el escenario de la sostenibilidad f loricultora es positivo en nuestro país. Andrea Olivar, gerente de la Platafor-ma de Comercio Sostenible Solidaridad Colombia, expone que también se ex-portan más de 3.200 millones de tallos con el otro certificado brindado por Ra-inforest Alliance, y que, además de estos productores con su sello de certificación, existen múltiples productores afiliados a

Asocolf lores que, sin necesidad de con-tar con el sello sostenible, cumplen con todos los estándares medioambientales, sociales y competitivos.

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LOS RETOS: “NO TODO ES COLOR DE ROSA”Ximena Franco y Andrea Olivar enumeran los retos más evidentes pa-ra los productores y empresas comercializadores de flores en Colombia: 1. El agua

Un inconveniente que afecta a todos y que, con el cambio climático, ha lle-gado para desafiar a la humanidad. Desde Florverde en asociación con Asocolflores, se viene trabajando des-de hace veinte años en una iniciativa llamada Finca Florverde; desde allí se enseña a los floricultores agremiados a ser sostenibles y a cuidar el recurso hídrico, al que por tantos años se le ha dado un manejo paupérrimo. La directora de esta organización afirma que “en un año lluvioso como lo fue 2014, un 60% del agua que era utilizada en cultivos de flores agremiados provenía de aguas lluvia; esto aumentó en comparación con el indicador del año 2001 que fue de 16%,”. Durante 2015 y el presente año, estas cifras han disminuido debi-do a la sequía; sin embargo, la cultura del ahorro de agua se mantiene entre los floricultores del gremio, haciendo mediciones y balances hídricos de los que resultan planes de uso eficiente del agua, utilizando riego por goteo, y pensando más allá de su finca, tra-bajando conjuntamente con sus veci-nos en el ahorro del recurso hídrico.

2. El mercado Todos esperan que las flores que adquieren sean sostenibles, pero pocos quieren pagar por ellas. La etiqueta sostenible, que solía ser un reconocimiento por las buenas obras, ahora es un elemento obligatorio para el acceso a los mercados. Las iniciativas en están-dares de calidad se convirtieron en lo mínimo que deben realizar los productores, haciendo que esta acreditación ya no se realice por hacer las cosas verdaderamente bien, sino por poder entrar a

competir en ventas. Colombia, que se ha distinguido por ser el mejor en sostenibilidad floriculto-ra, con sus altos estándares de cali-dad, entra al mercado en igualdad de condiciones con otros produc-tores que certifican con estándares más sencillos de alcanzar. El ejemplo más claro está en las exportaciones a Estados Unidos. Los importadores o supermer-cados exigen a los productores colombianos contar con la etique-ta de sostenibilidad. En teoría, esta exigencia está bien hasta que se compara con los productores norteamericanos. Mientras que en Colombia los estándares para la floricultura son tan exigentes que superan las mismas leyes, como la presencia de menores de edad en los cultivos, en Estados Unidos y Holanda, se reciben estudian-tes que, durante las vacaciones, quieran cosechar tulipanes.

3. Relevo generacional Los jóvenes no quieren trabajar en la agricultura. Según Franco, “para los jóvenes es mucho más atractivo trabajar en el comer-cio, pues les da más estatus, así tengan muchas horas extra y no les paguen todo lo de ley”. Y esto no es solo un problema que se pre-senta con los trabajadores; en los productores se evidencia el mismo reto: “están estas personas que fue-ron pioneras en la agricultura hace 45 años, que fundaron sus empre-sas, sus cultivos y sus siguientes generaciones no necesariamente quieren mantener el negocio agrí-cola, porque puede ser más renta-ble y menos riesgoso urbanizar o

cualquier otro negocio”. Este desa-fío se hace más crítico en el sector floricultor, ya que la mayoría de cultivos están cerca del casco urbano. En sectores que no están muy urbanizados, como Nariño y Cauca, la mano de obra se mueve allí mismo, mientras que en Cun-dinamarca, específicamente en la Sabana de Bogotá, hay un mundo de posibilidades en construcción, comercio, vigilancia y empleos en los que, aquellos cansados del campo, prefieren desempeñarse.

4. Estigma social El boicot de los años ochenta dejó marcas en el imaginario colectivo de los colombianos. La satanización de las flores hace que pocos quieran trabajar en el sector. Ximena Franco explica esta problemática diciendo: “lo que la gente no sabe es que ofrecemos protección a nuestros flo-ricultores, trabajamos con muchas alternativas no químicas al control de plagas y somos pioneros en ellas; el problema es que nosotros no estamos diciéndolo constantemente porque pensamos que simple-mente esta es la manera correcta de hacer las cosas y punto. El reto está en quitar el estigma sobre la floricultura en Colombia que no tiene realmente razón de ser”.

Ximena Franco, directora de Florverde® Sustainable Flowers.

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