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Copyright © 2018 The New York Times SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA Comentarios son bienvenidos en [email protected]. El confort limita al cerebro Los días de sentarse frente a un escritorio para trabajar pa- recen estar contados. Sabemos que pasar largos periodos sen- tados nos vuelve más suscepti- bles a las en- fermedades cardiacas, diabetes y una muerte prematura. Un nuevo estudio des- cubrió que sentarse también es malo para el cere- bro. Investigadores de la Uni- versidad de California, en Los Ángeles, demostraron que el comportamiento sedentario está asociado con un reducido grosor del lóbulo temporal medial, don- de se encuentra el hipocampo, el centro de aprendizaje y me- moria. Moverse de un lado a otro, o incluso estar de pie, puede con- ducir a un pensamiento más cla- ro. Los peripatéticos, seguido- res de Aristóteles, paseaban por la antigua Atenas mientras ha- blaban de filosofía. “Parece que sabían algo”, escribió Richard A. Friedman en The Times. Esto contradice las ideas comunes sobre el pensamiento profundo, desde los maestros que dicen a los estudiantes que se sienten quietos hasta “El pen- sador” de Rodin, con la barbilla sobre la mano. “Estaban equivocados”, escri- bió Friedman. La noción de que tenemos que proteger a los niños de situacio- nes estresantes también está de nuevo bajo la lupa. El tipo correcto de estrés puede ser be- neficioso, particularmente para los menores. El estrés es la respuesta del cuerpo a un desafío, y un desafío que alguien puede manejar es bueno. Un maestro que presiona a los alumnos y causa ansiedad moderada por lo general es más eficaz que uno que es demasiado relajado con los estudiantes o demasiado duro con ellos. El estrés crónico, que afecta a los niños que viven en circuns- tancias negligentes o abusivas, puede provocar problemas de salud como obesidad, diabetes e hipertensión, y limitar las capa- cidades cognitivas. Estos hallazgos hacen que sean aun más notables los logros de los estudiantes de la Honors Living-Learning Community de la Universidad Rutgers, en Newark, Nueva Jersey. Entre los miembros de la clase figuran: Tyreek, que trabaja de tiempo completo en el Depar- tamento de Limpieza y Reco- lección de Basura mientras que tiene la crianza compartida de su hijo de 10 años; Ahjoni, sobrevi- viente de cáncer que ha recibido quimioterapia, y Mohamed, que fue expulsado de una secundaria y luego suspendido de otra. La mayoría de los estudiantes reclutados para uno de los 900 Honors Colleges de Estados Uni- dos son vistos como una manera de elevar el prestigio de la escue- la, de acuerdo con Naomi Yavneh Klos, profesora en la Universi- dad Loyola, en Nueva Orleans. “La equidad muy a menudo queda fuera de la conversación”, declaró a The Times. Mohamed Abdelghany, el estudiante que fue suspendido, dijo que al principio le dio “ver- güenza” estar en el Honors Co- llege. “Sentía que era un intento mediocre por rescatar a chicos de bajos recursos para que no fracasaran en la secundaria y los llamaron ‘estudiantes de honor’ para hacerlos sentir mejor”, indicó. Sin embargo, cambió de opi- nión una vez que se dio cuenta de lo inteligentes que eran sus compañeros y de lo que tuvieron que superar. “Es una lección de humildad cuando un grupo de personas cree en ti y en tu potencial, cuan- do tú no puedes verlo”, señaló Abdelghany. TOM BRADY INTELIGENCIA Los ricos saben cuando preocuparse. PÁG. 2 EL MUNDO La política brasileña ve nuevos rostros. PÁG. 3 CIENCIA Y TECNOLOGÍA La diversidad reina en un parque boliviano. PÁG. 4 La inmigración revive a un pueblo de Australia Por DAMIEN CAVE PYRAMID HILL, Australia — Una lar- guirucha niña filipina con larga cabellera negra se encontraba parada junto a los palos de cricket detrás de la Escuela St. Patrick, a la espera de que un fornido pa- dre de familia con barba rojiza le lanzara la pelota. La pelota de cricket avanzó lentamen- te. La chica bateó con rapidez y lanzó la pelota hacia el cielo mientras un grupo de niños —en su mayoría filipinos, algunos blancos— vitoreaban y se abrían paso pa- ra ser los siguientes en batear. El partido era una reunión mixta típica de Pyramid Hill, un poblado con un solo bar y alrededor de 500 habitantes en la región central de Victoria, que se ha con- vertido en modelo de renacimiento rural e integración multicultural. “Todavía me sorprende que sean tan abiertos como lo son con nosotros”, dijo Abigail Umali, de 39 años, una veterina- ria de Manila que trabaja en una granja porcina local y cuya hija, María, era la ni- ña al bate. “Esta escuela no estaría aquí si no fue- ra por ellos”, dijo Kevin Matthews, de 36 años, el lanzador. Los filipinos conforman ahora casi una cuarta parte de la creciente población de Pyramid Hill. Se están construyendo casas nuevas en el lugar por primera vez en una generación, y tanto los recién lle- gados como los habitantes de toda la vida dicen que encontraron la respuesta a las crecientes preocupaciones de que los in- migrantes sean una carga sobre los recur- sos de las ciudades australianas. Se llama la vida en los pueblos. “La gente en el campo se mezcla y nece- sita mezclarse”, dijo Tom Smith, un criador de cerdos que, sin darse cuenta, inició el re- nacimiento del poblado en 2008 cuando pa- trocinó visas para cuatro trabajadores de Filipinas. “Simplemente es diferente aquí; es la única forma de sobrevivir”. El éxito de Pyramid Hill —y muchos otros poblados australianos pequeños— sugiere que hay oportunidades que son pasadas por alto. En un momento en el que los políticos en Australia, y en todo el mundo, llaman a limitar la inmigración, pequeños poblados en Australia piden ADAM FERGUSON PARA THE NEW YORK TIMES Continúa en la página 2 FOTOGRAFÍAS POR KASSIE BRACKEN/THE NEW YORK TIMES Sudán del Sur padece hambruna Niños juegan detrás de la escuela católica St. Patrick, en Pyramid Hill, un poblado en Australia que vuelve a la vida gracias a la inmigración. Por MEGAN SPECIA y KASSIE BRACKEN Continúa en la página 2 Millones de sudaneses del Sur, asolado por la guerra, sufren en la “temporada de hambre” Tafisa Nyattie (arr.) dijo que fue atacada cuando salió de un campamento de la ONU, donde iban a esperar raciones. Algunas recurrieron a comer hojas. Cecilia Kideen no tiene suficiente leche para amamantar a su hijo. ARTE Y DISEÑO El conflicto israelí es un éxito en la TV. PÁG. 6

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Copyright © 2018 The New York Times

SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

Comentarios son bienvenidos en [email protected].

El confort limita al cerebro

Los días de sentarse frente a un escritorio para trabajar pa-recen estar contados. Sabemos que pasar largos periodos sen-tados nos vuelve más suscepti-

bles a las en-fermedades cardiacas, diabetes y una muerte prematura. Un nuevo estudio des-cubrió que sentarse

también es malo para el cere-bro.

Investigadores de la Uni-versidad de California, en Los Ángeles, demostraron que el comportamiento sedentario está asociado con un reducido grosor del lóbulo temporal medial, don-de se encuentra el hipocampo, el centro de aprendizaje y me-moria.

Moverse de un lado a otro, o incluso estar de pie, puede con-ducir a un pensamiento más cla-ro. Los peripatéticos, seguido-res de Aristóteles, paseaban por la antigua Atenas mientras ha-blaban de filosofía. “Parece que sabían algo”, escribió Richard A. Friedman en The Times.

Esto contradice las ideas comunes sobre el pensamiento profundo, desde los maestros que dicen a los estudiantes que se sienten quietos hasta “El pen-sador” de Rodin, con la barbilla sobre la mano.

“Estaban equivocados”, escri-bió Friedman.

La noción de que tenemos que proteger a los niños de situacio-nes estresantes también está de nuevo bajo la lupa. El tipo correcto de estrés puede ser be-neficioso, particularmente para los menores.

El estrés es la respuesta del cuerpo a un desafío, y un desafío que alguien puede manejar es bueno. Un maestro que presiona a los alumnos y causa ansiedad moderada por lo general es más eficaz que uno que es demasiado relajado con los estudiantes o demasiado duro con ellos.

El estrés crónico, que afecta a los niños que viven en circuns-tancias negligentes o abusivas, puede provocar problemas de salud como obesidad, diabetes e hipertensión, y limitar las capa-cidades cognitivas.

Estos hallazgos hacen que sean aun más notables los logros de los estudiantes de la Honors Living-Learning Community de la Universidad Rutgers, en Newark, Nueva Jersey.

Entre los miembros de la clase figuran: Tyreek, que trabaja de tiempo completo en el Depar-tamento de Limpieza y Reco-lección de Basura mientras que tiene la crianza compartida de su hijo de 10 años; Ahjoni, sobrevi-viente de cáncer que ha recibido quimioterapia, y Mohamed, que fue expulsado de una secundaria y luego suspendido de otra.

La mayoría de los estudiantes reclutados para uno de los 900 Honors Colleges de Estados Uni-dos son vistos como una manera de elevar el prestigio de la escue-la, de acuerdo con Naomi Yavneh Klos, profesora en la Universi-dad Loyola, en Nueva Orleans. “La equidad muy a menudo queda fuera de la conversación”, declaró a The Times.

Mohamed Abdelghany, el estudiante que fue suspendido, dijo que al principio le dio “ver-güenza” estar en el Honors Co-llege. “Sentía que era un intento mediocre por rescatar a chicos de bajos recursos para que no fracasaran en la secundaria y los llamaron ‘estudiantes de honor’ para hacerlos sentir mejor”, indicó.

Sin embargo, cambió de opi-nión una vez que se dio cuenta de lo inteligentes que eran sus compañeros y de lo que tuvieron que superar.

“Es una lección de humildad cuando un grupo de personas cree en ti y en tu potencial, cuan-do tú no puedes verlo”, señaló Abdelghany.

TOM BRADY

INTELIGENCIA

Los ricos saben cuando preocuparse. PÁG. 2

EL MUNDO

La política brasileña ve nuevos rostros. PÁG. 3

CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La diversidad reina en un parque boliviano. PÁG. 4

La inmigración revive a un pueblo de AustraliaPor DAMIEN CAVE

PYRAMID HILL, Australia — Una lar-guirucha niña filipina con larga cabellera negra se encontraba parada junto a los palos de cricket detrás de la Escuela St. Patrick, a la espera de que un fornido pa-dre de familia con barba rojiza le lanzara la pelota.

La pelota de cricket avanzó lentamen-te. La chica bateó con rapidez y lanzó la pelota hacia el cielo mientras un grupo de niños —en su mayoría filipinos, algunos blancos— vitoreaban y se abrían paso pa-ra ser los siguientes en batear.

El partido era una reunión mixta típica de Pyramid Hill, un poblado con un solo bar y alrededor de 500 habitantes en la región central de Victoria, que se ha con-vertido en modelo de renacimiento rural e integración multicultural.

“Todavía me sorprende que sean tan abiertos como lo son con nosotros”, dijo Abigail Umali, de 39 años, una veterina-

ria de Manila que trabaja en una granja porcina local y cuya hija, María, era la ni-ña al bate.

“Esta escuela no estaría aquí si no fue-ra por ellos”, dijo Kevin Matthews, de 36

años, el lanzador.Los filipinos conforman ahora casi una

cuarta parte de la creciente población de Pyramid Hill. Se están construyendo casas nuevas en el lugar por primera vez

en una generación, y tanto los recién lle-gados como los habitantes de toda la vida dicen que encontraron la respuesta a las crecientes preocupaciones de que los in-migrantes sean una carga sobre los recur-sos de las ciudades australianas.

Se llama la vida en los pueblos.“La gente en el campo se mezcla y nece-

sita mezclarse”, dijo Tom Smith, un criador de cerdos que, sin darse cuenta, inició el re-nacimiento del poblado en 2008 cuando pa-trocinó visas para cuatro trabajadores de Filipinas. “Simplemente es diferente aquí; es la única forma de sobrevivir”.

El éxito de Pyramid Hill —y muchos otros poblados australianos pequeños— sugiere que hay oportunidades que son pasadas por alto. En un momento en el que los políticos en Australia, y en todo el mundo, llaman a limitar la inmigración, pequeños poblados en Australia piden

ADAM FERGUSON PARA THE NEW YORK TIMES

Continúa en la página 2

FOTOGRAFÍAS POR KASSIE BRACKEN/THE NEW YORK TIMES

Sudán del Sur padece hambruna

Niños juegan detrás de la escuela católica St. Patrick, en Pyramid Hill, un poblado en Australia que vuelve a la vida gracias a la inmigración.

Por MEGAN SPECIA y KASSIE BRACKEN

Continúa en la página 2

Millones de sudaneses del Sur, asolado por la guerra, sufren en la “temporada de hambre”

Tafisa Nyattie (arr.) dijo que fue atacada cuando salió de un campamento de la ONU, donde iban a esperar raciones. Algunas recurrieron a comer hojas.

Cecilia Kideen no tiene suficiente leche para amamantar a su hijo.

ARTE Y DISEÑO

El conflicto israelí es un éxito en la TV. PÁG. 6

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INTERNATIONAL WEEKLY

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E L M U N D O

2 SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY E INTERNATIONAL REPORT APARECEN EN LAS SIGUIENTES PUBLICACIONES: CLARÍN, ARGENTINA DER STANDARD, AUSTRIA LA RAZÓN, BOLIVIA O ESTADÃO, BRASIL THE HAMILTON SPECTATOR, TORONTO STAR Y WATERLOO REGION RECORD, CANADÁ LA SEGUNDA, CHILE PRENSA LIBRE, GUATEMALA ASAHI SHIMBUN, JAPÓN EL NORTE Y REFORMA, MÉXICO CORREO, PERÚ EL NUEVO DÍA, PUERTO RICO LISTIN DIARIO, REPÚBLICA DOMINICANA NEDELJNIK, SERBIA

más inmigrantes.“Hay una verdadera red de personas

que saben cómo hacer que esto funcione, quienes hacen que funcione en su comu-nidad y pueden compartirlo con otros”, dijo Jack Archer, del Regional Australia Institute, un organismo del gobierno. “Es algo que deberíamos pensar en llevar a una escala mayor”.

Pyramid Hill está a 240 kilómetros de tranquilo recorrido en auto desde Mel-bourne, terminando con un tramo de tierras en su mayoría vacías salvo por dorados campos de trigo y ovejas grises.

La comunidad tomó su nombre en 1836 de un afloramiento rocoso de granito a las orillas del pueblo. Desde su cúspide, hay nuevos puntos de referencia visibles

que dejan entrever la desesperanza lo-cal: silos de granos que ya no están en uso; una fábrica de alimento para mas-cotas que cerró en 2008.

Los habitantes hablan de la era que precedió a los filipinos como de una des-esperación callada. Calles sin niños. Ca-sas deterioradas. La población local tocó fondo con 419 habitantes en 2011, de 699 en los 60.

“Estábamos en graves apuros”, dijo Cheryl McKinnon, alcaldesa de Loddon Shire, el municipio que incluye a Pyra-mid Hill. “Necesitábamos que nuestra población creciera”.

Los economistas a menudo hablan de

la inmigración en términos de un efecto multiplicador. Los recién llegados no só-lo ocupan empleos, sino que los crean, al conllevar demanda para nuevos produc-tos y servicios.

Esto resulta particularmente cierto en Australia, donde el salario mínimo es de 18.29 dólares australianos por hora (13.70 dólares) y la mayoría de los inmigrantes son trabajadores calificados o estudian-tes.

Sin embargo, en muchas ciudades y suburbios la inmigración generó proble-mas con la vivienda, escuelas saturadas y tráfico. El gobierno del primer minis-tro Malcolm Turnbull respondió restrin-giendo la inmigración y manteniendo centros de detención frente a la costa para quienes busquen asilo.

Lugares como Pyramid Hill ofrecen una alternativa.

Las estadísticas del Regional Austra-lia Institute sugieren que muchas comu-nidades rurales sufren no debido a la fal-ta de empleo, sino a la falta de empleados.

Smith abordó esto al volar a Manila en 2008 para entrevistar a candidatos para

empleos en su granja porcina Kia-Ora. Dos de los empleados que contrató origi-nalmente todavía trabajan en Kia-Ora.

Umali, la veterinaria, se mudó de Syd-ney a Pyramid Hill hace cuatro años con su esposo y dos hijos.

“No creerían lo cálida que es la gen-te aquí”, dijo Umali. “Han aprendido a adaptarse”.

Las investigaciones muestran que las áreas que resucitan con más rapidez les ofrecen a sus recién llegados no sólo em-pleos bien remunerados, sino un sentido de comunidad.

En Pyramid Hill, los vecinos se reúnen con regularidad para comer y conocerse unos a otros. Una fiesta filipina se sumó al calendario de eventos anuales del po-blado en 2015.

El poblado ha recibido a los filipinos con beneplácito en parte porque las fami-lias llevan energía. Pero también ayuda que, al igual que la gente de la localidad, muchos son católicos y ya hablaban algo de inglés.

Los programas para asentar a inmi-grantes con menos instrucción (o de

raza negra o musulmanes) en poblados pequeños en ocasiones han demostrado ser más difíciles. Incluso en Pyramid Hill, la incomodidad y falta de respeto no son algo insólito.

Duke Caburnay, de 16 años, cuyo padre trabaja en Kia-Ora, dijo que cuando su equipo juega fútbol australiano en otros poblados, en ocasiones escucha insultos raciales.

“Generalizan mucho: los asiáticos son así, los australianos asá”, dijo Fritzie Ca-burnay, de 46 años, la madre de Duke, quien tiene una Maestría en Administra-ción Pública. “Algunas personas dicen que los filipinos han invadido el lugar”.

De todos modos, indicó, “aquí nos sen-timos como en casa”.

El año pasado, relató Umali, su esposo estaba en Kia-Ora en su turno habitual cuando murió repentinamente de un in-farto. Tenía 44 años.

Su muerte fue seguida de efusiones de apoyo para ella y sus dos hijos, Raphael, de 12 años, y Maria, de 10. Todos los días solía llegar gente a la casa que renta, son-riente y llevando comida y dinero.

“Ni siquiera puedo comparar lo que me sucedió aquí con lo que habría sucedido en Filipinas”, dijo Umali. “De hecho es abrumador”.

Rastrear a los ricos se ha convertido en una industria voyerista mundial. Pero también puede proporcionar pistas de hacia dónde se dirigen los países. Cuando una nación comienza a caer en dificultades económicas y políticas, las personas adineradas a menudo son las primeras en enviar su dinero a paraísos más seguros en el extranjero. Los ricos no siempre emigran junto con su dinero, pero cuando lo hacen, es una señal inclu-so más reveladora de problemas. Desde 2013, New World Wealth, un grupo de investigación con sede en Sudáfrica, ha estado rastreando migraciones millona-rias estudiando registros de propiedad, programas de visas, reportes noticiosos e información de agentes de viajes y otros que dan servicio a los ricos. En una población mundial de 15 millones de per-sonas con un patrimonio de más de un millón de dólares en activos netos, casi 100.000 cambiaron su país de residencia el año pasado.

En la mayoría de los países es justo suponer que cualquier éxodo millonario está compuesto principalmente por sus habitantes, y no por inversionistas ex-tranjeros, porque las clases adineradas estarán dominadas por ciudadanos o antiguos residentes. En 2017, los mayores éxodos salieron de Turquía y Venezuela. Como si entendiera la señal, la lira turca ahora está en caída libre. También hubo emigraciones importantes de India cuyas autoridades fiscales demasiado fervientes están ejerciendo un restrictivo control, y de Gran Bretaña bajo la nube

del brexit. Por el otro lado, la disminución en los flujos de salida puede ser un signo positivo, y en 2017 el mayor cambio para bien se dio en ese caldero de hostilidad antiricos, Francia.

Igualmente sorprendente fue la falta de cambio en Estados Unidos, donde la llegada de un presidente multimillona-rio no pareció atraer ni repeler a los mi-llonarios. Un total neto de 9.000 millona-rios se mudaron a Estados Unidos el año pasado, pero representan una gota en el océano de 5 millones de millonarios estadounidenses.

Gran Bretaña y Francia parecían estar intercambiando lugares como imanes de riqueza. Durante décadas, bancos cautelosos, regulaciones laxas y las comodidades de Londres habían atraído a los ricos a Gran Bretaña. Hasta 2016, recibía un flujo considerable de

millonarios cada año, pero se revirtió repentinamente el año pasado con un éxodo neto de 3.000, en medio de temores de que Londres verá su ocaso como ca-pital financiera cuando abandone la UE. Durante mucho tiempo, Francia había sido vista como la anti-Gran Bretaña, un bastión de tendencia izquierdista de bu-rócratas entrometidos y altos impuestos que ahuyentaban a los ricos, a pesar de los encantos de París. Pero el creciente éxodo de millonarios alcanzó su punto máximo en 2016 con una salida neta de 12.000, para luego disminuir bruscamen-te a sólo 4.000 el año pasado. La razón más probable: la elección en mayo de Emmanuel Macron.

Cierto, los millonarios desplazados despiertan poca compasión, pero ningún país gana al perder el talento y capital de sus habitantes más ricos, en particular

países emergentes como India. Impre-sionantemente, India sufrió una pérdida neta de 7.000 miembros, un 2 por ciento de su población millonaria, en 2017. Eso se dio a pesar del optimismo global sobre el crecimiento de India e igualó la fuga de la estancada economía de Rusia. Esta inusual fuga podría estar impulsada por las preocupaciones de la élite por una campaña oficial anticorrupción y la auto-ridad ilimitada otorgada a los funciona-rios fiscales para enfocarse en los ricos.

En el peor de los casos, los episodios de fuga de capital pueden ganar impul-so hasta que el valor de la moneda se colapsa, sumiendo a la nación en una crisis. Los registros de balanza de pagos muestran que 10 de las últimas 12 crisis monetarias importantes, remontándose a la crisis del peso mexicano de 1994, comenzaron cuando los habitantes em-

pezaron a enviar dinero al extranjero, lo que generalmente ocurría dos años antes de que la moneda se devaluara.

NICOLAS ORTEGA

La vida de pueblo integra más a los inmigrantes

Los peores meses del hambre están por llegarContinúa de la página 1

KASSIE BRACKEN/THE NEW YORK TIMES

Trabajadores humanitarios han sido atacados por ambos bandos en Sudán del Sur, dificultando el reparto de alimentos. Un campamento de la ONU.

INTELIGENCIA/RUCHIR SHARMA

Los millonarios suelen saber cuándo dejar un país

Ruchir Sharma, autor de “The Rise and Fall of Nations: Forces of Change in the Post-Crisis World”, es el estratega global titular en Morgan Stanley Investment Management. Envíe sus comentarios a [email protected].

Continúa de la página 1

La comida falta hasta en los campamentos protegidos de la ONU.

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E L M U N D O

SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por THOMAS ERDBRINK

TEHERÁN — Para llegar al salón de fiestas Emarat, hay que conducir a las afueras de Teherán y entrar en el cam-po hasta una entrada marcada sólo con un número. Allí, un guardia verifica su nombre y lo guía hacia un gran estacio-namiento oculto de la carretera.

Al salir del auto, camina por una serie de pasajes con arcos que conducen a un exuberante jardín que termina en una gran puerta de madera. Es la entrada al salón principal que, en este día, está re-pleto de mesas decoradas con flores y ba-ñadas con la luz de docenas de candiles.

La fiesta, que celebra la boda de Amir Hashemi y su flamante esposa, Melina Hashemi, ya había empezado. Hombres con esmoquin y mujeres con vestidos re-veladores han tomado la pista de baile al oír el clásico pop “The Pretty Ones Ha-ve to Dance”, del exiliado cantante iraní Andy. Las parejas charlan animadamen-te mientras beben de pequeñas botellas de agua de plástico.

Los celebrantes están violando no me-nos de seis leyes fundamentales de com-portamiento en la República Islámica de Irán: mezcla de sexos; mujeres que

muestran la piel y no usan velo; baile; música pop, y consumo de alcohol (bebi-das con vodka en las botellas de agua).

En otra época, todas estas violaciones serían castigadas con azotes o prisión. Algunas, como no usar el velo en la cabe-za y beber alcohol, todavía se castigan.

En las bodas tradicionales, hombres y mujeres celebran en salas separadas. Cuando se reúnen más tarde, se supone que no deben saludarse de mano, ya que cualquier contacto físico está prohibido. Sin embargo, la boda de los Hashemi ilus-tra cómo las viejas reglas están cediendo.

“Ni siquiera pensamos dar una fiesta tradicional”, dijo Hashemi, de 36 años.

“Queremos festejar con todos”, afirmó la novia.

Hasta hace más o menos una década, el riesgo de ser atrapado por las fuerzas de seguridad habría sido alto. Pero hoy, al menos en Teherán, las parejas jóvenes pueden elegir en Instagram entre doce-nas de salones de bodas, algunos de ellos recintos enormes con seguridad, servi-cio de banquetes, DJ, bandas musicales y juegos pirotécnicos.

Los eventos siguen siendo ilegales y, en ocasiones, aún se presenta la policía, a ve-

ces para cobrar sobornos, pero las bodas mixtas se han convertido en una gran in-dustria aquí, y los salones son escenario de matrimonios casi todas las noches.

Cuando millones se unieron a la revo-lución encabezada por el clero en 1979, las estrictas leyes islámicas gozaban de un apoyo generalizado. Pero no muchos años después, el consenso comenzó a desintegrarse. A pesar de monopolizar la política, el sistema educativo, los tribu-nales, las fuerzas de seguridad y la ma-yoría de los medios noticiosos de Irán, sus líderes conservadores llevan mucho tiempo en retirada.

“Este gobierno teocrático está estan-cado en su propia ideología proclamada,

que no es clara ni predecible”, dijo Shahla Lahiji, editora y activista de los derechos civiles. “Ni siquiera puede aceptar un ápi-ce de cambio en la ley y sólo puede tolerar el cambio si se ve obligado por la gente”.

El péndulo puede oscilar ampliamente en Irán, con periodos de relativa libera-lidad que alternan con medidas represi-vas. Pero la mayoría de los iraníes dice que los cambios están tan extendidos y son tan ampliamente aceptados que se necesitaría un cataclismo para dar mar-cha atrás.

Recientemente, en una de las tres su-cursales del Sam Café de Teherán, una canción de Dua Lipa sonaba desde los al-tavoces, donde hasta hace tres años sólo

se permitía música instrumental. Jóvenes sentados frente a MacBooks bebían lattescomo si la capital de la República Islámica fuera sólo otra ciudad del mundo.

“El cambio social no es reversible en Irán, porque las tradiciones han cambia-do; la forma en que las personas interac-túan y se relacionan ha cambiado “, dijo el periodista Nader Karimi Joni.

Desde hace tiempo, la vestimenta es un campo de batalla entre los iraníes y su gobierno. Además del velo obligatorio, las mujeres deben usar un sobretodo ce-rrado que llega a las rodillas. A los hom-bres no se les permite usar pantalones cortos, y durante décadas sólo los médi-cos podían usar corbata, considerada un símbolo de Occidente.

Sin embargo, los iraníes siempre han encontrado formas creativas de rom-per las reglas. Actualmente, los abrigos abiertos son el furor entre las mujeres. El Estado ha dejado de hacer cumplir todas las reglap excepto las de los velos y los pantalones cortos.

“Estamos cambiando sin parar, pero la clase gobernante no tiene una teoría o visión de cómo dirigir al país”, dijo Hojat Kalashi, un sociólogo. “Lo que está claro es que este conflicto entre una sociedad que cambia gradualmente y las leyes rí-gidas no puede continuar para siempre”.

Brasil ve la llegada de caras nuevas a la política

Los iraníes dejan los tabúes para divertirse

Por SHASTA DARLINGTON

SÃO PAULO, Brasil — Pedro Markun alguna vez pensó que hackear el sistema político de Brasil era la mejor manera de cambiarlo. Durante la última década, el programador informático de 32 años

agitó al establishmentpolítico con intrusiones digitales, como cuando clonó el blog presiden-cial para permitir co-mentarios.

Ahora, quiere hacer algo más que solo sacu-

dir al sistema. Quiere derrotarlo en las urnas para obtener un escaño en el Con-greso. Markun forma parte de una ola de nuevos candidatos que fueron empujados a actuar por un escándalo de corrupción que ha hundido a los principales partidos del país y derribado a políticos poderosos.

El presidente Michel Temer, el líder conservador de Brasil, ha sido acusado en la investigación de corrupción conoci-da como Lava Jato, o Autolavado, centra-

da en el lavado de dinero en la compañía petrolera estatal Petrobras. El expresi-dente Luiz Inácio Lula da Silva comen-zó a cumplir una condena de 12 años en prisión relacionada con el caso en abril. Más de la mitad de los senadores del país y un tercio de los legisladores de la cá-mara baja están siendo investigados por delitos. Pero la mayoría piensa que será reelegido en octubre, cuando Brasil elija también a su próximo presidente.

Según las encuestas, la corrupción es la principal preocupación de los electo-res frente a los comicios, mientras que la confianza en los partidos políticos tradi-cionales está en su punto más bajo. Los ajenos a la política esperan aprovechar el descontento. “Me di cuenta de que el problema no era tanto la política, sino los políticos”, dijo Markun. “Y la única ma-nera de acercar la política a la gente es

llevar a la gente común a la política”.Otra candidata “externa”, Michelle

Guimaraes, exejecutiva de Johnson & Johnson, dijo que se acercó a la política por los deficientes servicios de salud en su estado natal de Amazonas. “Decidí que era hora de que los políticos que han estado en el poder durante los últimos 30 años se retiraran”, dijo Guimaraes, quien se postula para la cámara baja del Congreso.

Para Camila Godinho, ambientalista y trabajadora social del Estado de Bahía, su decisión de postularse para el Congre-so fue impulsada en parte por el deseo de dar a los electores opciones más allá de las familias políticas tradicionales que han ocupado el cargo por generaciones. “Tenemos que mostrar a la población que hay opciones”, dijo Godinho.

Estos nuevos rostros enfrentan obstá-

culos abrumadores. Los candidatos no pueden postularse como independientes, y los líderes de los partidos que general-mente compiten tienden a apoyar a los leales por encima de los novatos. Y por ley, los candidatos sólo pueden empezar a hacer campaña en agosto. Pero los que ya están en cargos electos usan sus acti-vidades oficiales para llegar a los votan-tes con mucha anticipación.

En respuesta al escándalo del auto-lavado, la Suprema Corte prohibió las contribuciones corporativas a las cam-pañas, y el Congreso aprobó un fondo pú-blico para financiarlas. Pero ese dinero se está asignando a los partidos basán-dose en su representación actual en el Congreso. Eso deja a los partidos menos establecidos en desventaja.

Un grupo de brasileños influyentes han establecido iniciativas apartidistas

para entrenar a nuevos políticos. Reno-vaBR ha proporcionado estipendios a 133 brasileños de todo el abanico político que planean postularse para el Congreso. El dinero cubre los gastos de manuten-ción mientras los participantes toman cursos intensivos de derecho electoral y constitucional, procesos legislativos, financiamiento y mercadeo de campa-ñas. Muchos nuevos candidatos también reciben ayuda de Agora, un grupo creado en 2016 para involucrar más al público en general en asuntos políticos.

Incluso si muchos candidatos nuevos no ganan, los partidarios de infundir nueva sangre en la política brasileña di-cen que 2018 es sólo el inicio.

Los electores están empezando a pres-tar atención. Filipe Nogueira Consoline, de 33 años, productor musical en São Paulo, dijo que se está sintiendo atraído hacia los nuevos candidatos.

“Se trata de dejar atrás la corrupción, pero también de buscar algo nuevo, no los mismos viejos blancos de siempre”, dijo.

ARASH KHAMOOSHI PARA THE NEW YORK TIMES

La boda de Melina Hashemi incluyó hombres y mujeres juntos, bebiendo y bailando música pop, comportamientos ilegales en Irán.

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C I E N C I A Y T E C N O L O G Í A

4 SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por BRAD PLUMER

WASHINGTON — En los últimos años, los investigadores del cambio climático han empezado a darse cuenta de que el dióxido de carbono extra que la humani-dad bombea a la atmósfera no sólo está calentando al planeta, sino que también está haciendo menos nutritivos algunos de nuestros cultivos más importantes.

En un nuevo estudio, los investigado-res han encontrado que el arroz expuesto a niveles elevados de dióxido de carbono contiene cantidades más bajas de nu-trientes importantes.

Las posibles consecuencias para la sa-lud son grandes, dado que ya hay miles de millones de personas que no obtienen suficiente proteínas, vitaminas u otros nutrientes.

“Cuando estudiamos la seguridad ali-mentaria, nos hemos enfocado en cómo el cambio climático podría afectar la pro-ducción de cultivos”, dijo Lewis H. Ziska, fisiólogo de plantas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y coautor del estudio. “Pero la calidad de esos culti-vos y su contenido nutricional pueden ser igual de importantes, y eso no siempre ha recibido la investigación que merece”.

En el estudio, publicado en mayo en Science Advances, Ziska y sus colegas expusieron campos de arroz experimen-tales en China y Japón a los mismos ni-veles elevados de dióxido de carbono que se espera que habrá en décadas futuras como resultado de la actividad humana.

La mayoría de las 18 variedades de arroz que se cultivaron contenían signi-ficativamente menos proteínas, hierro y zinc que el arroz que se cultiva hoy. Todas las variedades de arroz presentaron dis-minuciones drásticas en vitaminas B1, B2, B5 y B9, aunque contenían niveles más altos de vitamina E.

Los investigadores se enfocaron en el

arroz porque más de 2.000 millones de personas en todo el mundo dependen deél como principal fuente de alimento.

“En un país como Bangladesh, el arroz proporciona un 70 por ciento de las ca-lorías y no hay muchas otras oportuni-dades de obtener esos nutrientes”, dijo Kristie L. Ebi, profesora de Salud Pública de la Universidad de Washington y coau-tora del estudio.

El documento se basa en un estudio pu-blicado en Nature en 2014, el cual encontró que niveles elevados de dióxido de carbo-no reducían la cantidad de zinc y hierro en el trigo, el arroz, los chícharos y la soya.

Con más investigaciones, los científi-cos intentarían reproducir o modificar genéticamente los cultivos para que preserven su valor nutricional pese al aumento del dióxido de carbono. Pero es-to podría representar un reto, dijo Ziska, dado que todas las líneas de arroz proba-das en su estudio mostraron disminucio-nes significativas en vitamina B.

Si los científicos no pueden resolverlo, quizá se necesiten cambios más grandes para mitigar el efecto sobre la nutrición a nivel mundial. “La conclusión es que la gente necesitará dietas más diversas con más variedad de fuentes alimentarias de calidad”, indicó Ebi. “Ése ya es un gran reto”.

Otra posible solución sería reducir la cantidad de dióxido de carbono que emi-te la humanidad.

“La idea de que los alimentos podrían volverse menos nutritivos fue una sor-presa”, dijo Samuel S. Myers, científi-co de la Universidad de Harvard, que trabajó en el estudio de Nature de 2014. “Pero creo que debemos seguir esperan-do sorpresas.Aún tenemos muy poco co-nocimiento de cómo esas alteraciones se multiplicarán en los ecosistemas y afec-tarán la salud humana”.

El cerebro del Homo naledi era pequeño pero complejo

La diversidad llena un parque de Bolivia

El dióxido de carbono reduce los nutrientes en los alimentos

Un trasplante podría curar en la etapa fetal

Por DENISE GRADY

SAN FRANCISCO — En los tres meses antes de que siquiera naciera, Elianna Constantino recibió cinco transfusiones de sangre y un trasplante de médula ósea. Todos se realizaron con una aguja pasada a través del abdomen y el útero de su ma-dre, hasta la vena en su cordón umbilical.

Elianna, que nació el 1 de febrero, tiene una enfermedad genética que usualmen-te mata al feto antes del alumbramiento. La condición, alfa talasemia mayor o hidropesía fetal, deja a los glóbulos ro-jos incapaces de llevar el oxígeno por el cuerpo, causando anemia severa, insu-ficiencia cardiaca y daño cerebral. Las transfusiones en el útero la mantuvieron viva, pero sólo trataron su enfermedad. El trasplante de médula ósea tiene el potencial de curarla. Aún es demasiado pronto para saber si tendrá éxito.

Elianna y su madre, Nichelle Obar, fueron las primeras pacientes en un ex-perimento que empuja los límites de la terapia fetal.

Si el tratamiento funciona, podría abrir la puerta a usar trasplantes de médula ósea antes del nacimiento para curar no sólo la enfermedad hematológi-ca de Elianna, sino también la anemia de células falciformes, la hemofilia y otros trastornos hereditarios, algunos tan graves que el diagnóstico prenatal puede llevar a los padres a poner fin al embarazo.

La médula ósea es considerada una cura potencial porque rebosa de células madre, que pueden crear reemplazos para células faltantes o defectuosas.

“Este trabajo orienta hacia una nueva dirección de terapias molecu-lares y celulares aplicadas de forma no invasiva al campo de la cirugía fetal, que actualmente consiste en grandes cirugías para trastornos anatómicos”, expresó Tippi MacKen-zie, cirujana pediátrica y fetal que di-rige el estudio en el Hospital Infantil Benioff de la Universidad de Califor-nia, en San Francisco.

Obar, de 40 años, y su esposo, Chris Constantino, de 37, son saludables, pero se enteraron durante el primer embarazo de ella que son portadores de talasemia.

A nivel mundial, unos 100.000 niños al año nacen con casos severos. Millones de personas son portadores, más co-múnmente las de Asia, el Mediterráneo, África o Medio Oriente.

El primer hijo del matrimonio, Gabriel, ahora de 3 años, está sano. Pero cada hijo que conciban tiene una posibilidad de uno en cuatro de estar afectado. Una imagen de ultrasonido a las 18 semanas mostró que el corazón de Elianna tenía el doble del tamaño que debía tener y se acumulaba fluido alrededor de sus pul-mones y otros órganos. El flujo de sangre a través de su cerebro era anormalmente rápido, una señal de anemia severa.

Todo apuntaba hacia la alfa talasemia mayor, la peor forma de la enfermedad. Algunas referencias médicas describen el padecimiento como “incompatible con la vida”, y la mayoría de los fetos muere en el útero de insuficiencia cardiaca. El embarazo puede acabar en un aborto espontáneo y los padres podrían desco-nocer la razón. Muchos ignoran que son portadores.

Las transfusiones al cordón umbilical durante el embarazo pueden salvar al feto

y podrían impedir el daño cerebral. El ni-ño entonces requerirá transfusiones cada tres o cuatro semanas de por vida; los pro-cedimientos cuestan unos 50.000 dólares al año y conllevan sus propios riesgos.

Un trasplante de médula ósea tras el na-cimiento puede curar la enfermedad, pero sólo si se encuentra a un donador compa-tible. El trasplante también conlleva peli-gros y cuesta unos 150.000 dólares.

Algunos médicos ven las transfusiones con reservas porque piensan que incluso si el niño sobrevive, aún hay un riesgo muy alto de daño cerebral significativo.

La meta general de la terapia fetal es actuar con suficiente tiempo para mini-mizar o incluso impedir un daño perdu-rable a causa de problemas severos que empiezan en el útero. Con un trasplante de médula ósea, la ventaja adicional de realizarla antes del nacimiento es que el sistema inmunológico fetal todavía no es-tá completamente desarrollado, así que es poco probable que rechace el trasplante.

En contraste, cuando los trasplantes se realizan después del alumbramiento, el niño necesita primero un arduo trata-miento con quimioterapia para prevenir el rechazo. Ese tratamiento puede resul-tar fatal: la tasa de mortalidad es de alre-dedor de 7 por ciento, principalmente por

infecciones.Los trasplantes de médula ósea en los

fetos se intentaron por primera vez en los años 90. Algunos funcionaron, pero la mayoría fracasó, y en general los médi-cos abandonaron el procedimiento, seña-ló MacKenzie.

Pero la investigación hizo un hallazgo clave: La madre, no el feto, rechazaba los trasplantes que provenían de los padres u otros donadores.

“Todo el mundo tiene una donadora perfecta cuando es un feto, y es la ma-má”, expresó MacKenzie.

Hasta ahora no ha habido ningún bene-ficio obvio del trasplante para Elianna. Como todos los niños con su trastorno sanguíneo, necesita una transfusión ca-da tres semanas.

Perolas pruebas han encontrado algu-nas de las células madre de su mamá en su sangre. Se desconoce si empezarán a ayudarla. De no ser así, sus padres po-drían optar por un trasplante de médula ósea para curar la enfermedad y liberar-la de toda una vida de transfusiones.

En ese caso, si algunas de las células de su madre persisten, podría hacer po-sible que acepte otro trasplante de Obar con menos quimioterapia que la normal-mente requerida.

Por NICHOLAS ST. FLEUR

¿Qué es lo que hace a los humanos tan inteligentes? ¿Los cerebros grandes? Una nueva investigación de las diminu-tas cabezas de un pariente de los huma-nos llamado Homo naledi sugiere que, cuando de la complejidad del cerebro se trata, el tamaño no es lo único que im-porta.

En 2013, unos científicos que excava-ban una cueva en Sudáfrica hallaron restos del Homo naledi, un homínido extinto que se cree vivió entre hace 236.000 y 335.000 años.

Con base en los restos craneales, los investigadores concluyeron que tenía un cerebro apenas del tamaño de una naranja. Pero las marcas dejadas por el cerebro sugieren que pese a su tamaño, el cerebro del Homo naledi compartía una forma y estructura similar a la del cerebro del humano moderno, que es tres veces más grande.

“Ahora hemos visto que se puede empacar la complejidad de un cerebro grande en un paquete pequeño”, dijo Lee Berger, paleoantropólogo de la Universidad del Witwatersrand en Sud-áfrica y autor del artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Desde que sus restos fueron recu-perados por primera vez, el Homo na-ledi ha desconcertado a los científicos. De pies a cabeza, el antiguo homínido muestra una mezcla de rasgos primiti-vos y simiescos, junto con característi-cas humanoides más avanzadas.

“Es un mosaico que no se parece a nada de lo que hayamos visto o espe-rado”, dijo Berger, que descubrió al Ho-mo naledi en la cámara Dinaledi de la cueva Rising Star de Sudáfrica. Hasta el momento, el grupo de investigadores han encontrado más de 2.000 fósiles pertenecientes a estos parientes de los

humanos.Tras examinar las impresiones de

cinco fragmentos de cráneo de Homo naledi, el equipo descubrió que la es-pecie tenía un lóbulo frontal similar al del humano moderno y diferente al del simio. Los científicos también hallaron que el Homo naledi tenía un cerebro asi-métrico, con el hemisferio izquierdo que se presenta más hacia adelante que el

derecho, lo que también se observa en los humanos. La asimetría en el cerebro se asocia con niveles más altos de com-plejidad en la conducta, indicó el equipo.

Con base en las regiones del cerebro que el Homo naledi comparte con los humanos modernos, los autores sugi-rieron que puede haber mostrado un comportamiento complejo.

El hallazgo no significa que el tama-ño del cerebro no sea importante para crear un cerebro complejo. Más bien, el tamaño por sí solo no cuenta toda la his-toria. “Hay algo respecto a la forma que realmente también importa”, dijo John Hawks, paleoantropólogo en la Univer-sidad de Wisconsin, en Madison, y tam-bién autor del artículo.

Simon Neubauer, antropólogo físico en el Instituto Max Planck de Antropo-logía Evolutiva en Alemania, dijo que el hallazgo respaldaba la idea de que tanto el tamaño como la organización del ce-rebro son importantes para la evolución humana.

Pero agregó que el Homo naledi po-dría ser un caso atípico en una tenden-cia homínida general hacia el aumento del tamaño del cerebro.

Por JAMES GORMAN

El Parque Nacional Madidi, en Boli-via, se extiende desde las tierras bajas hasta las cimas de montañas, desde 180 hasta 6.000 metros sobre el nivel del mar. Abarca más de 18.000 kilómetros cuadrados de hábitats enormemente diferentes. Rob Wallace, un ecologista con el grupo Wildlife Conservation So-ciety (WCS) en Bolivia, dice que es “un lugar donde la Amazonia se encuentra con los Andes”.

Tiene bosques nublados, selvas en las tierras bajas, ríos, arroyos y hume-dales. Incluso tiene glaciales.

“Madidi se estableció sobre la hipó-tesis de que podía ser el área protegida más biológicamente diversa del mun-do”, dijo Wallace. Y, señaló, lo es para mamíferos, aves, plantas y mariposas.

En junio de 2015, un equipo de cientí-ficos, casi todos bolivianos, emprendió una investigación de tres años de obser-vación de la vida en el parque, concen-trándose en 15 sitios. La investigación, respaldada por WCS, fue complemen-tada con una investigación de literatura científica. El objetivo del proyecto, Iden-tidad Madidi, era identificar el mayor nú-mero posible de las especies que vivían en el parque.

Los resultados se han dado a conocer: el número total de especies documen-tadas para Madidi es ahora de 8.524. El equipo en el campo encontró alrededor de 4.000 especies, 1.362 de ellas que nun-ca antes habían sido registradas allí. Con base en otra información sobre cómo es-tán distribuidas las especies, calculan que hay probablemente 11.395 que viven en el parque, aunque algunas no han si-do vistas todavía. Eso incluye todo tipo de animales con espina dorsal, todas las plantas y las mariposas. Abordar todas las especies de insectos era ir demasiado lejos.

Entre los hallazgos figuraron 124 es-pecies y 8 subespecies que se cree que

son nuevas para la ciencia, como la rata espinosa, una lagartija y 13 especies nue-vas de mariposas.

Por supuesto, la conclusión del estu-dio plantea una pregunta: ¿Por qué im-porta cuál parque es más diverso?

El orgullo nacional puede ser un mo-tivador para la conservación, y Walla-ce dijo que el estudio se inició en gran parte debido a que “la gente en Bolivia desconocía lo especial que realmente es Madidi”.

El estudio tenía sentido científico de-bido a que tener un registro como pun-to de referencia para la diversidad en

cualquier área protegida es importan-te para entender qué sucede a medida que cambia el clima y la urbanización alrededor del área. Para los investiga-dores, interesados en cómo interactúan las especies entre sí y con su entorno, el primer paso es conocer a las especies.

Sin embargo, los conteos de especies nunca son definitivos. La cantidad de gente que cuenta, qué áreas se eligió muestrear, la época del año, los cambios en el entorno con el paso del tiempo, to-do puede afectar los totales finales.

El punto es proteger a la mayor canti-dad de especies como sea posible.

BRYAN MELTZ PARA THE NEW YORK TIMES

Nichelle Obar con su hija, Elianna, que tiene un mal que fue tratado antes de que naciera mediante un trasplante.

ARRIBA Y ABAJO DERECHA, ROB WALLACE/WILDLIFE CONSERVATION SOCIETY; ABAJO IZQ., OMAR TORRICO/WILDLIFE CONSERVATION SOCIETY,

ARRIBA E IZQ., MILENIUSZ SPANOWICZ/WILDLIFE CONSERVATION SOCIETY

(De arr.) Un atrapamoscas real, monos tití de Madidi, una rana lémur de flancos rojos, y una rata del arroz son algunas especies del Parque Nacional Madidi, Bolivia.

JOHN HAWKS

Fotografías del cráneo del Homo naledi, un homínido cuyo cerebro tenía características humanoides, hallado en la cueva Rising Star, Sudáfrica.

El cráneo presenta los signos de conductacompleja en el cerebro.

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L A F O R M A E N Q U E C O M E M O S

SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por ADAM NOSSITER

baguette

baguette

Baguette

baguette

ba-guettes

baguet-tes

boulangerie

baguette

Hijos de inmigrantes han ganado el premio a la mejor baguette.

La papa tiene otros sabores en los Andes

Los postergadores se dedican a hornear tartas

Los inmigrantes hacen el más francés de los panes

La comida callejera es una razón para descubrir BangkokPor MATT GROSS

yen ta fowontons

bamee moodaeng

nuggets

statu quo

bamee moodaeng

Por MADHUR JAFFREY

quacha chuño

Por JULIA MOSKIN

freelance

procrastibaking

procrastibaking

brownies

FOTOGRAFÍAS POR GUILLERMO GUTIERREZ CARRASCAL PARA THE NEW YORK TIMES

(En el sentido del reloj de sup.) Sembrando en Chahuaytire, Perú; papitas fritas; una de los cientos de tipos de papas andinas; el mercado en Calca.

JENS KRISTIAN BALLE

DMITRY KOSTYUKOV PARA THE NEW YORK TIMES

Mahmoud M’seddi, ganador este año del Gran Premio a la Mejor Baguette Parisina.

DAVID RAMA TERRAZAS MORALES PARA THE NEW YORK TIMES

El gobierno tailandés intenta reubicar a los vendedores callejeros en “zonas designadas”, pero el cambio es lento.

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A R T E Y D I S E Ñ O

6 SÁBADO 9 DE JUNIO DE 2018THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por BRETT SOKOL

El fallecido artista Robert Indiana describió en una ocasión a la emoción del amor como un “producto peligroso, cargado de riesgo”. Bien podría haber estado hablando de “LOVE”, su obra em-blemática, creada a mediados de los 60.

La imagen, una de las más reconoci-bles del siglo 20, es de diseño engañosa-mente sencillo: la palabra “love” (amor) en letras mayúsculas, con sus primeras dos letras colocadas encima de las otras dos, con la O en estilo itálico y sugestiva-mente inclinada a la derecha.

Lanzada como un dibujo, luego como pintura y poco después como escultura, se convirtió en un fenómeno cultural, adornando todo, desde libros hasta es-tampillas postales (330 millones vendi-das a la fecha), mancuernillas y tenis. Gran parte de estos productos no goza-ban de licencia y mucho quedó fuera del control de su creador.

Indiana culpó a la popularidad om-nipresente de “LOVE” de destruir su trayectoria, cambiándolo de un portaes-tandarte de la vanguardia de los 60 a un avatar de lo kitsch.

“Estoy seguro de que toda la gente que nació hace 20 años no conoce nada de mí, excepto ‘LOVE’”, se quejó Indiana con The New York Times en 2013.

Para su libro “Robert Indiana: Figu-res of Speech”, de 2000, Susan Elizabeth Ryan entrevistó al artista. Ella escribe que a fines de 1964, “LOVE” era inicial-

mente una explícita palabra de cuatro letras (empezaba con una F y su segunda letra era la U interesantemente inclinada a la derecha). Tras un rompimiento álgido con el también artista Ellsworth Kelly, su intermitente pareja romántica, Indiana se había enfocado en pinturas de palabras.

Para diciembre de ese año, Indiana había cambiado las cuatro letras de su obra a LOVE, empleándolo para tarjetas de Navidad pintadas a mano que envió a sus amistades. El director del Museo de Arte Moderno (MoMA) vio una de las tarjetas y le pidió a Indiana producir en masa una versión para la tienda de rega-los del museo.

Para fines de 1965, la tarjeta “LOVE” del MoMA gozaba de grandes ventas y ya estaban apareciendo copias. Indiana tra-bajó en variantes en pintura y posterior-mente pasó a versiones tridimensionales.

Barbara Haskell, curadora en el Mu-seo Whitney de Arte Estadounidense y organizadora de su retrospectiva de 2013 “Robert Indiana: Beyond Love”, dijo que para un hombre homosexual en 1964 —cuando simplemente poner un pie en un bar gay era motivo de arresto— la opinión de Indiana del amor distaba mu-cho de ser infundada. El problema, dijo Haskell, es que nunca le dio vuelta a la página. Indiana dejó Nueva York en 1978 y se mudó al Estado de Maine.

La continua popularidad de la imagen, dijo Haskell, “le dio a su obra el sentido de que era comercial y que él había trai-cionado su arte por esta única imagen. Y que nada de lo que hizo posteriormente era igual de bueno”.

Por JAMES BARRON

Como cantante de pop en Japón, TiA obtuvo un contrato de grabación a los 16 años. Lanzó un sencillo y un álbum cuando tenía 17 y otro sencillo a los 18. Pero empezó a agotarse, y para cuando tenía 27 años, abandonó su carrera.

Se mudó a Manhattan, con la inten-ción de encontrar algo que hacer que no involucrara la música, y rentó un depar-tamento en un edifico de piedra rojiza en Harlem que por azares del destino estaba junto a una iglesia.

A través de la pared, la cantante —que usa profesionalmente un solo nom-bre con ortografía singular, TiA, como lo hizo en Japón— podía oír el coro góspel de 12 voces de la iglesia ensayando en-tre semana y cantando en servicios re-ligiosos los domingos. La música comu-nicaba la exuberancia de la exaltación, respaldada con guitarras eléctricas, teclados y batería.

El efecto era magnético, y con el tiem-po entró y pidió ingresar al coro, aunque nunca había cantado una sola nota de música góspel.

Eso fue hace dos años. Se ha pulido tanto que participó en un reciente con-curso de música góspel en Nueva Jer-sey.

“Al cantar góspel, canto desde el cora-zón”, dijo la intérprete de 30 años, cuyo verdadero nombre es Tomoka Takaya-ma. “Cuando cantaba como estrella de pop, tenía que fingir que era modelo.

Con el góspel, es natural. Valoro la mú-sica”.

Ha habido un nexo desde hace mucho tiempo entre Japón y la música góspel. A. Curtis Farrow, quien organizó el con-curso de Nueva Jersey en los años 80, dijo que alrededor de un 15 por ciento de los 11.000 cantantes que hicieron audi-ción era japonés o coreano.

“El góspel como forma de arte ha tenido la imagen de que sólo es para la comunidad de raza negra”, expresó. “Pero muchas personas diferentes lo interpretan ahora y de eso se trata, de ser incluyente”.

Los visitantes japoneses tienen años acudiendo en tropel a Harlem, entre ellos cantantes atraídos por la música góspel afroamericana. Tararean los cantos, aplauden y se balancean, aún cuando la mayoría no comparte las creencias religiosas de los cantantes a quienes emulan.

“Se puso de moda porque vamos direc-to al centro del alma”, dijo Vy Higginsen, que con su esposo, Ken Wydro, escribió la música y la letra del musical imbuido de góspel “Mama, I Want to Sing”.

Takayama no lo sabía al entrar a la Iglesia Comunitaria New Hope, pero el ministro, el reverendo Terrance L. Kennedy, ha dirigido talleres de canto góspel en Japón desde los 90. Algunos intérpretes góspel de renombre allana-ron el camino: Mahalia Jackson hizo una gira en Japón en 1971; “Mama, I

Want to Sing” se presentó en 11 ciudades japonesas en los 80.

Takayama, que nació en Yokohama, al sur de Tokio, comentó que se desilu-sionó con la vida de cantante cuando tenía unos 25 años. “Todo mundo le decía: ‘Vende más CD’”, señaló Kohei, otro intérprete nipón que aparece con Takayama y también usa un solo nom-bre, y quien tradujo cuando Takayama cambió al japonés durante una entrevis-ta. “Había demasiada presión. Eso no es arte. Me dijo: ‘Esa no soy yo’”.

Abandonó la música pop tras un con-cierto en 2014. Voló a Nueva York por ninguna razón en particular. “Podría haber sido España. Podría haber sido Brasil”, indicó.

Fue a casa en Japón después de una semana, pero finalmente regresó para

siempre y se mudó al departamento en Harlem.

“No iba a cantar”, dijo Kohei. “No es-taba aquí para cantar. Pero su depar-tamento estaba al lado. Las paredes vibraban”.

El energizante sonido góspel la instó a empezar a cantar de nuevo, mas no los poderosos arreglos del coro. “No estaba segura si estaba bien cantar góspel por-que yo no era religiosa”, dijo Kohei.

Kennedy dijo que consideró a Taka-yama como un regalo: sabía cantar con voz vigorosa y potente en medio de rit-mos insistentes. “TiA puede crear mu-cho sonido”, afirmó.

Kennedy y el coro planean hacer una gira en Japón este año. TiA irá con ellos, como cantante y como creyente: Ken-nedy dijo que la bautizará allí.

Por DAVID M. HALBFINGER

TEL AVIV, Israel — Nadie en la indus-tria de la televisión de Israel estaba muy interesado cuando Avi Issacharoff y Lior Raz presentaron por primera vez la idea de “Fauda”, sobre un equipo de agentes encubiertos que cazan terroristas pales-tinos por toda Cisjordania. Y era de espe-rarse.

Al público aquí le gustaba la evasión, concursos de talento como “The Voice” o “Master Chef”, donde la competencia es individual, no nacional; o programas de realidad como “Big Brother”, donde el conflicto es personal, no político; o fic-ción como “Loaded”, una comedia dra-mática sobre una compañía de arranque de alta tecnología cuyos propietarios se vuelven millonarios de la noche a la ma-ñana, explotando la imagen que tiene de sí mismo Israel como el próximo Silicon Valley.

“La gente no quiere saber de los pales-tinos”, dijo Issacharoff, un periodista que cubre asuntos árabes.

Issacharoff y Raz empezaron a escri-bir la serie en 2010. “Fauda”, que en árabe significa “caos”, fue un éxito entre el pú-blico y la crítica por igual: en Israel, es el

programa más exitoso en la historia de la cadena satelital Yes, mientras que The New York Times lo llamó una de las mejo-res series internacionales de 2017.

Su segunda temporada, que debutó en hebreo y árabe en diciembre en Israel, ahora está disponible en Netflix con sub-títulos.

Ya se trabaja en la tercera temporada, aunque la popularidad del programa lo ha convertido en un blanco: el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones exi-gió que Netflix se deshiciera de la serie, llamándola “propaganda racista” que “promueve y legitimiza los crímenes de guerra cometidos por escuadrones de la muerte” del Ejército Israelí.

Lo que explica su éxito en Israel es un ti-po diferente de evasión: una oportunidad para que los israelíes visiten lugares y se involucren en temas que normalmente evitan y luego regresen a casa, sanos y salvos, con tan sólo cambiar de canal.

Para muchos israelíes, el alto muro de concreto que delimita gran parte de Cis-jordania proporciona una suerte de ba-rrera mental necesaria: pueden, si así lo desean, desconectarse del conflicto con los palestinos.

“La gente quiere divertirse”, afirmó Issacharoff. “Quieren ir a la playa, comer en restaurantes, sentarse en cafés y escu-char buena música”.

Sin embargo, el trabajo que realizan las fuerzas antiterrorismo israelíes en su nombre nunca termina.

En “Fauda”, esa tarea se muestra como ruda, caótica y moralmente complicada. Los miembros de la unidad encubierta, agentes de treinta y cuarenta años, son tiernos con sus hijos y parejas en casa, y luego salen a torturar y mucho peor.

“Es como si levantáramos la cortina de un lugar del que nadie habla”, dijo Raz, quien alguna vez fue miembro de Duv-devan, una fuerza de comandos élite conocida por hacerse pasar por ára-bes, y quien también interpreta al perso-naje principal de la serie, Doron Kavillio. “No entienden ustedes el precio mental que pagan estas personas por sus accio-nes. Cuál es el verdadero trabajo”.

Al retratar la violencia israelí y pre-sentar algo de la humillación que experi-mentan los palestinos diariamente, dije-ron sus creadores, “Fauda” permite a los espectadores asomarse al otro lado del muro y ver algunos de los aspectos más

feos de la ocupación, y luego emprender la retirada a la seguridad mientras se consuelan de que todo es sólo ficción.

Pero al crear personajes llenos de tex-tura en ambos bandos —héroes israelíes capaces de las peores maldades y villa-nos palestinos capaces de las mejores clases de amor— “Fauda” puede haber penetrado en algunos de los callos cau-sados por tantos años de fricción.

“Estoy recibiendo correos electrónicos de israelíes que dicen que por primera vez en su vida sienten empatía y compasión por el otro bando”, dijo Raz. “Y lo mismo de Gaza, Kuwait, Líbano y Turquía”.

Issacharoff y Raz reconocen que su programa es una evasión para los israe-líes, su público meta, mucho más que pa-ra los palestinos.

Los detractores palestinos señalan que “Fauda” evita transmitir entera-mente lo opresivo de la ocupación israelí, la demolición de casas y los desalojos de aldeas enteras de beduinos.

Al preguntársele sobre un personaje villano que hace estallar a uno de sus amigos —un punto de la trama objetado por muchos palestinos— Issacharoff ob-servó que hace años, cuando los ataques

con bombas suicidas eran más frecuen-tes, los comandantes terroristas habían explotado a personas emocionalmente débiles para ejecutarlas, en lugar de ofre-cerse ellos mismos a hacerlo.

“Soy israelí, soy judío, soy sionista”, di-jo. “Tengo la historia israelí. Aún después de 18 años en el campo, no puedo enten-der estos ataques suicidas. Así que si al-guien está enviando a este tipo a realizar uno, sí: no le importa y es un ser humano despreciable.

“¿Y sabe de qué otra cosa estoy segu-ro?”, preguntó. “De que en el fondo de sus corazones, la mayoría de los palestinos lo sabe”.

Una bailarina ciega enseña a danzar con otros sentidosUn emblema del amor nació de una ruptura

TiA, una cantante japonesa de pop se convierte al góspel

El conflicto israelí es un éxito en la televisión

FOTOGRAFÍAS POR JULIETA CERVANTES PARA THE NEW YORK TIMES

WILLIAM JOHN KENNEDY, VÍA KIWI ARTS GROUP

Robert Indiana con una pintura “LOVE” en su estudio, en los 60.

JOHN TAGGART PARA THE NEW YORK TIMES

TiA, una cantante de pop en Japón que se retiró a los 27 años, ensaya con el reverendo Terrance L. Kennedy de la Iglesia Comunitaria New Hope.

NETFLIX

Lior Raz (der.) dice que la serie “Fauda” muestra el trabajo violento y crudo de los agentes israelíes.

Por SERENA SOLOMON

No era ni torpe ni sensual, sino como mecánicos inclinados sobre un motor, hablando de sus capacidades y de cómo funciona. En esta analogía, Mana Has-himoto, una bailarina y coreógrafa pro-fesional ciega, era la mecánica titular y su cuerpo era el motor.

En un taller reciente, Hashimoto es-taba rodeada de cuatro estudiantes de una escuela comunitaria para ciegos y visualmente impedidos en la ciudad de Nueva York. Seguían los movimientos de ella con sus manos. Uno la tocaba en el vientre. Otro tenía una mano posada en la cabeza de Hashimoto, mientras que otro más pasaba los dedos por enci-ma de su brazo extendido mientras ella empezaba a inclinarse hacia atrás en un movimiento largo y bajo.

“¿Cómo están sus pies? ¿Está uno adelante del otro?”, preguntó Andrew Zhang, de 22 años, quien perdió la vista en un accidente en la infancia.

“Puedes sentirlo”, dijo Hashimoto, colocando una de las manos de Zhang sobre su espinilla. “Están como en una posición natural”.

“Ajá”, “wow” y “ahhh”, fueron las res-puestas coreadas de los participantes, mientras la combinación de tacto y des-cripciones verbales inspiraban peque-ñas revelaciones.

Hashimoto interpretaba “Bridge Over Troubled Water”, un baile contem-poráneo coreografiado con la canción de los cantantes Simon and Garfunkel, que presentaría en el Museo Metropoli-tano de Arte (Met).

Las interpretaciones y los talleres de Hashimoto llevan al baile, un medio con un fuerte componente visual, a aquéllos que carecen de la vista, al tiempo que ofrecen una nueva experiencia al públi-co dotado de la misma.

Nacida en Japón con visión total, Hashimoto estudió ballet clásico hasta la adolescencia, cuando su vista empezó a deteriorarse debido a una atrofia del nervio óptico. Los médicos le asegura-ron que no perdería la vista por comple-to, y se mudó a la ciudad de Nueva York hace unos 20 años para continuar estu-diando danza. En el curso de 12 meses, se quedó sin vista totalmente.

Dijo que durante un momento pensó que tendría que renunciar a la danza. Pero una amiga sugirió que tomaran

una clase de danza juntas, de manera que Hashimoto pudiera memorizar y re-finar los movimientos a través de pistas táctiles y verbales. Hashimoto dijo que cuando una maestra se conmovió hasta las lágrimas al ver a las dos interactuar al unísono, comprendió que tenía algo

singular que ofrecer a este arte.Ahora necesita asombrosamente po-

co para sus presentaciones: un bastón para abrirse camino hasta al escenario y una cruz hecha con cinta o un pequeño trozo de alfombra para definir su espa-cio y orientación de baile. Normalmente

hace solos, en parte para evitar chocar con otros ejecutantes.

En “Dance Without Sight” (Danza sin vista), un taller que ofrece varias veces al año, Hashimoto lleva a las personas con y sin vista a su mundo. Los partici-pantes —quienes están dotados de vista cierran los ojos o utilizan una venda— exploran el espacio dancístico de Has-himoto, reparando en cómo el sonido re-bota en las paredes, mientras exploran las texturas y la distribución del espacio con el tacto.

En el taller, Madeline Mau, de 11 años, quien tiene su vista limitada a ver som-bras claras y colores brillantes, moldea-ba sus movimientos para imitar los que sentía a través de Hashimoto. Dijo que estaba agradecida de que Hashimoto le permitiera un acceso tan íntimo a su cuerpo y espacio personal.

“He podido traducir la danza en algo que entiendo”, dijo. “Había tantas emo-ciones: soledad, felicidad, amor”.

Mana Hashimoto (arr. y izq.), una bailarina que se quedó ciega, ayuda a otros a experimentar el baile con pistas verbales y táctiles.