Taller Mal Banal Educación (P.mellado)

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Taller de trabajo a partir del concepto de "mal banal" de Arendt realizado por el profesor P. Mellado en el postítulo Filosofía y Educación de la Universidad de Chile el año 2015

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Universidad de Chile

Universidad de ChileFacultad de Filosofa y Humanidades

Posttulo Filosofa y educacin

Profesor: Pedro Mellado RipollAlgunas consideraciones acerca de la visibilidad de la banalidad del mal en el sistema educacional chileno.Creo que debemos ver estas cosas en toda su banalidad (in ihrer ganzen Banalitt), en su prosaica trivialidad, porque eso es lo que las caracteriza en realidad. Las bacterias pueden causar epidemias que borran naciones enteras, pero siguen siendo meras bacterias. Veo con horror toda insinuacin de mito o leyenda, y todo lo que no es as de especfico es una insinuacin semejante Karl Jaspers En efecto, ahora opino que el mal nunca es Radical, que slo es extremo, y que no posee profundidad ni dimensiones demonacas. Puede crecer anormalmente y asolar el planeta por que se esparce como un hongo por la superficie. Es desafiante para el pensamiento, como dije, porque el pensamiento trata de llegar a algo profundo, de ir hasta la raz, y cuando se ocupa del mal, se frustra, por que no encuentra nada. Esa es la banalidad H. Arendt

1.Y el acontecimiento hace temblarResulta que acontece el mal. Un mal inslito, incomparable a tal punto de no encontrar precedentes. Se vuelve incomprensible el crimen, pues anula los modelos de comprensin para lo criminal y, debido a su magnitud inconmutable, resulta absurdo el castigo si lo que se pretende es hacer justicia. En repercusin a la horrible novedad que el acontecimiento percute, las categoras se rebalsan y en el quin que ha construido las categoras de comprensin se produce una fisura que deja entrever una inesperada faceta de su humanidad, no considerada ni de broma dentro del mbito de las nebulosas categoras que pretenden darle a lo humano una forma, ni siquiera como una posibilidad en estado de latencia. Volvemos el rostro en el instante mismo en que parecemos reconocer en el quin del mal, -responsable del exterminio- a uno de nosotros. Siendo nosotros, a quienes el exterminio nos parece incomprensible. Es cosa comn que rechacemos intestinalmente la posible latencia de un mal capaz de asuntos tan horribles en nosotros con la misma fuerza del asco; como una reaccin orgnica que rechaza lo que ulcera al cuerpo: expulsar al quin del exterminio de los lmites de la humanidad, aislar al responsable del mal y, considerarlo como un otro-no-nosotros, a fin de separarlo, apartarlo, juzgarlo, sentenciarlo. Esta separacin resulta de incalculable comodidad, pues nos expa y nos ennoblece. Sin embargo, al separar de nosotros la responsabilidad del mal, se da rienda suelta a la posibilidad de una ilimitada mutacin del responsable (no-nosotros) del mal hasta extremos demonacos.

2.Sucede que unos humanos hacen algo horrible que, en nuestra calidad de humanos, no comprendemos de aquellos humanos. Desde la inmovilidad del horror hasta la imposibilidad de la comprensin, abrazamos una opinin de nosotros mismos muy posiblemente de las mejores- que creemos, nos faculta a pensar que nosotros que no somos as, nunca haramos eso. Por eso no comprendemos que alguien como nosotros haga algo as. Sin embargo nos negamos a aceptar que simplemente algo as sea obra de monstruos o locos, pues nos parece irracional, a lo menos de caricatura, as como de caricatura es demonizar el asunto. El problema es enfrentarse a la posibilidad de que los hechos dicten que aquellos que participaron en algo as, eran-fueron, al menos como nosotros. Como si no existiese la posibilidad de que el hombre se vuelva un monstruo loco, como si no hubiere acontecido algo que nos hiciese pensar que podemos nosotros ser ms que aquel monstruo o que aquel loco. , menos.

Creemos ser humanos como si esto no implicara nada ms que el fortuito hecho de nacer, como si esto fuera algo que no se necesita comprender, como algo dado, nos aferramos a su inalienable conveniencia, a sus inspidos derechos y desde este pedestal nos facultamos a detestar (condenar, maldecir). A esta pedestre humanidad per se no le es problema categorizar lo inhumano.

Por qu nos llama la atencin cmo un humano deviene nazi, ms que cmo un humano deviene humano? Porque la idea de pensar en el esfuerzo que implicara la empresa de llegar a ser humano como decimos que un humano es y no como somos efectivamente- es tan impopular, como popular es la idea de cmo el humano llega a ser nazi y luego monstruo, es decir no-humano. La popularidad de esta idea reside en la desvinculacin de la responsabilidad ante el mal que ofrece, en la oportunidad de juzgar, lavndose las manos. La dificultad a vencer es hacerse cargo del problema abandonando la comodidad del prejuicio desvinculante, es decir: caer en la cuenta de la posibilidad de que el mal sea causado por nosotros; no porque seamos demonios, monstruos o locos, o porque tengamos motivaciones malficas, sino porque las motivaciones ms triviales, comunes e insustanciales, o en otros trminos; porque los motivos ms banales, ms humanos, pueden causar un mal cuya magnitud total no tiene una directa relacin con la magnitud de las motivaciones que, en cada caso, cada uno de nosotros pueda tener. Esto nos lleva a pensar en la posibilidad de un mal colosal alimentado de un cmulo de pequeas y banales motivaciones humanas. El irremediable dolor de una muela se desarrolla en base a la persistencia imperceptible e indistinguible de las bacterias. La persistencia -en cada caso- unidireccional de las bacterias, dirigida a sobrevivir vuelve inimpugnable su terrorfica labor, pues cada quien, a su manera persiste bsicamente en lo mismo.3.El singular caso de Eichmann es un ejemplo de aquel mal endeble; pequeamente siniestro, -ilustrado en palabras de Richard Bernstein: Segn Arendt, ni el antisemitismo ciego, ni el odio sdico, y ni siquiera profundas convicciones ideolgicas lo motivaban, sino el mvil trivial y de lo ms mundano de ascender en su carrera profesional, complacer a sus superiores, demostrar que poda hacer el trabajo en forma correcta y eficiente. En este sentido, sus motivos eran a la vez banales y demasiado humanos

Repitamos estos motivos de Eichmann a ver si se parecen a los motivos que nosotros, como profesores, de vez en cuando sostenemos sin ninguna mala intencin, cuando reclamamos y exigimos: ascender en su carrera profesional, complacer a sus superiores, demostrar que poda hacer el trabajo en forma correcta y eficiente. Eichmann quera hacer eso: nosotros tambin: queremos dinero y estabilidad; fines de semana y vacaciones. Estas motivaciones no son nada del otro mundo, son algo que todos reconocemos, en un contrato, en un reglamento, en una reivindicacin -o lisa y llanamente como un mecanismo de supervivencia, o desde una perspectiva ms llevadera: como la frmula de una carrera al xito; o ms simplemente an para comer, -nos gusta comer

Si existe un paralelo (guardando las proporciones del mal) entre los motivos de Eichmann y nuestros motivos profesionales debemos tener la sensatez de admitir la posibilidad de que banalmente seamos responsables de alguna forma del funcionamiento de un mal que se escapa a nuestra perspectiva, por que desde ella poco logramos visualizar. Enfrentmonos a considerar por un momento nuestra singular responsabilidad banal de un mal tan colosal como el mal que est causando en gran medida la manera en la que se est administrando la educacin en Chile. A fin de aclarar la conexin entre la nocin arendtiana de la banalidad del mal y la contingencia del problema educacional en este pas, admitamos los siguientes parmetros del mal banal explicitadas en este curso:

El mal banal se enmarca en un mal a gran escala, que supone considerar a otros (a un grupo determinado) como seres superfluos, seres prescindibles, que es producto de una organizacin o sistema. Imbuido en la funcionalidad del sistema mismo, el ejecutor del mal banal es slo una pieza, un engranaje y, sus motivos no surgen del mal, pueden ser profesionales, aspiracionales; el mal es cometido ms bien por la ausencia de pensamiento, es decir, por la incapacidad de juzgar aquello que sucede. Hasta qu punto nos es lcito observar el problema de la educacin bajo estos parmetros? Ms que la respuesta a esta pregunta se da aqu una propuesta a discutir: En la medida en que el sistema educacional chileno opere econmicamente y, en distintas formas, con ms o menos intensidad, el alumno sea considerado como deudor, el alumno como estudiante no necesariamente ha de ser considerado; en esta medida, que el alumno se eduque, no es requisito del funcionamiento del sistema, por tanto el alumno como estudiante educado es prescindible, superfluo y, aquel profesional de la educacin que no se detenga a ver el problema ms all de su vlida pero superficial perspectiva, que lo lleva a responsabilizar a otro, sin juzgar su propio rol, ser tan responsable del problema de la educacin, como responsable es un engranaje en el funcionamiento de un relojTaller:

En base a la temtica del curso en general y atendiendo a la ptica aqu propuesta, intente desarrollar al menos dos de los problemas propuestos a fin de discutirlos:A.Conceptualice, es decir, exprese en el lenguaje tratado en el curso, un hecho o situacin que haga visible la presencia del mal banal en el sistema educacional.B.Explique en qu medida podemos decir que el/la profesor/a es banalmente responsable del problema de la educacin, si piensa que el/la profesor/a no tiene responsabilidad alguna en ello, explquese.C.Analice la idea de que el alumno-estudiante es superfluo para el sistema educacional, tome partido a favor o en contra, y de argumentos para su postura al respecto. Bernstein, R. El mal radical: una indagacin filosfica. Lilmod, Buenos Aires, 2004. Pg. 299

Ibd.,pg. 304

Ibid. Pg 308