Tema a-04 Ecologia Forestal. Factores

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Tema 4. Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores. 1. Conceptos básicos. 1.1.- Factores ecológicos. Se considera factor ecológico a cualquier elemento del medio que actúa directamente sobre un ser vivo. Pueden clasificarse como: Factores permanentes. Climáticos, edáficos, alimenticios, bióticos... con actuación más o menos constante y permanente. Factores esporádicos. De reducida frecuencia en su actuación, tal vez una sola vez cada 50, 100 ó 200 años. Son los que llamamos factores de perturbación: incendios, sequías extremas, heladas extraordinarias... Factores limitantes. Son aquellos que, o bien porque se encuentran ausentes, o bien porque se encuentran por debajo de un mínimo crítico, o por encima de un máximo tolerable, condicionan a una especie en sus posibilidades de ocupar, con éxito, una zona determinada. Ejemplo: las bajas temperaturas, la sequía, baja fertilidad, competencia de otras especies, etc. 1.2.- Tolerancia absoluta y tolerancia relativa. Existe para todos los organismos vivos la llamada tolerancia absoluta, que es la capacidad de sobrevivir en los extremos de un factor particular (luz, calor, frío, sequía...), y la llamada tolerancia relativa, que es la capacidad añadida de crecer y reproducirse en competencia con otros seres vivos. 1.3.- Óptimo fisiológico y óptimo ecológico. Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 1

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Factores que influyen en Ecología Forestal.

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Tema 4. Ecología forestal (I). Conceptos básicos.

Factores.

1. Conceptos básicos.

1.1.- Factores ecológicos.

Se considera factor ecológico a cualquier elemento del medio que actúa

directamente sobre un ser vivo. Pueden clasificarse como:

Factores permanentes. Climáticos, edáficos, alimenticios, bióticos... con

actuación más o menos constante y permanente.

Factores esporádicos. De reducida frecuencia en su actuación, tal vez una

sola vez cada 50, 100 ó 200 años. Son los que llamamos factores de

perturbación: incendios, sequías extremas, heladas extraordinarias...

Factores limitantes. Son aquellos que, o bien porque se encuentran

ausentes, o bien porque se encuentran por debajo de un mínimo crítico, o

por encima de un máximo tolerable, condicionan a una especie en sus

posibilidades de ocupar, con éxito, una zona determinada. Ejemplo: las bajas

temperaturas, la sequía, baja fertil idad, competencia de otras especies, etc.

1.2.- Tolerancia absoluta y tolerancia relativa.

Existe para todos los organismos vivos la llamada tolerancia absoluta, que

es la capacidad de sobrevivir en los extremos de un factor particular (luz, calor,

frío, sequía...), y la llamada tolerancia relativa, que es la capacidad añadida de

crecer y reproducirse en competencia con otros seres vivos.

1.3.- Óptimo fisiológico y óptimo ecológico.

Se define el óptimo fisiológico de una determinada especie, a las

condiciones ambientales que le son más favorables en condiciones

experimentales; es decir: en ausencia de la competencia de otras especies. Se

define el óptimo ecológico de una especie, por las condiciones ambientales en las

que con mayor frecuencia aparece en la Naturaleza; es decir: habida cuenta ya de

los efectos de la competencia. Obviamente ambos óptimos no suelen coincidir.

Son necesarias dos observaciones en este sentido:

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El óptimo ecológico de una especie es de muy difícil interpretación, al

menos a partir de las poblaciones residuales que hoy solemos observar en la

Naturaleza real. Las presencias actuales de una especie rara vez se

corresponden con la vocación ecológica real de la especie, y obviamente no

son las mismas que tendría en la Naturaleza original; sobre todo en los

países más intensamente transformados por el hombre. No hay que

confundir la ecología de las masas residuales de una especie con su ecología

natural o propia. Las condiciones ecológicas en las que aparece hoy su

residuo con la máxima frecuencia, no son necesariamente aquellas en las

que aparecería en el medio natural, en las que “quisiera aparecer”. Por

ejemplo: el quejigo apenas aparece en España en su verdadera ecología,

pues hoy se ha transformado en campos agrícolas. Tampoco aparece en su

verdadera ecología el acebuche, que ocupó antaño todos los suelos

arcillosos de las campiñas andaluzas. O el pino carrasco, que hoy parecería

preferir las duras condiciones de las sierras del Levante a otras zonas de

mayor calidad.

Por otra parte, la sola contemplación de la competencia con otras especies,

resulta ser también una visión excesivamente pobre; tanto de la dinámica

natural propia de los ecosistemas naturales, como de los factores de

selección genética que actuaron o actúan realmente dentro de los mismos.

Existen toda una multitud de factores de perturbación, de aparición más

bien esporádica, que han tenido una importancia enorme en la evolución de

los ecosistemas y de sus especies. No pocos estudios prescinden también de

los diversos factores de perturbación. Algunas especies no han evolucionado

sólo bajo los meros efectos de una selección climática, edáfica, y de la

competencia biológica. Por ejemplo, muchas han estado ligadas al fuego, a

los aludes, a las grandes avenidas, etc. Otras veces, los fenómenos de

competecia interespecífica vienen determinados en su desenlace por la

eventual intervención de factores de perturbación más o menos atípicos:

sequías extraordinarias, heladas imprevistas, etc.

El conocimiento pleno de la ecología de una especie, exige evaluar su

posible distribución y comportamiento primigenio, y analizar además los posibles

factores de perturbación que pudieron actuar sobre ella.

1.4.- Valencia ecológica.

Es la posibilidad que tienen las especies de habitar en diferentes medios

ambientes, con diferencias entre sus factores ecológicos más o menos grandes.

Ejemplo: el roble tiene una valencia ecológica más restringida que cualquier

especie de las llamadas cosmopolitas.

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1.5.- Territorio.

Es la región habitada y defendida por una especie. La territorialidad permite

a los individuos de una especie repartirse de una manera más regular sobre los

espacios que ocupan, asegurando la supervivencia y seguridad de los mismos.

Concepto util izado sobre todo en el reino animal.

1.6.- Hábitat y Nicho ecológico.

Hábitat es el lugar en el que vive un organismo. El nicho ecológico es el

modo en que un organismo se relaciona con los factores bióticos y abióticos de su

ambiente. Incluye las condiciones físicas, químicas y biológicas que una especie

necesita para vivir y reproducirse en un ecosistema. La temperatura, la humedad

y la luz son algunos de los factores físicos y químicos que determinan el nicho de

una especie. Entre los condicionantes biológicos están el tipo de alimentación, los

depredadores, los competidores y las enfermedades, es decir, especies que

rivalizan por las mismas condiciones.

Generalmente, los nichos vienen determinados por las exigencias

alimenticias de las especies que integran una comunidad. Debido al proceso de la

selección natural, las plantas y los animales han evolucionado, generando

diversos tipos de poblaciones, capaces de ocupar distintos nichos ecológicos. La

diversificación de los nichos permite explotar al máximo un espacio y sus recursos

alimenticios. Resulta de vital importancia conocer las exigencias de los nichos de

las diferentes especies forestales, con la finalidad de que los árboles no crezcan

en localizaciones a las cuales no están adaptados, y no se vean sujetos a los

ataques de los animales y a las enfermedades y plagas. Tarde o temprano, las

especies plantadas fuera de su rango de actuación, declinarán en su vigor y

estarán sujetas a los daños causados por los agentes biológicos.

1.7.- Frecuencia de una especie

Indica el número de veces que una especie está representada en una

localidad dada. Mide el porcentaje con que aparece una especie en un número de

parcelas-muestra dentro de una asociación.

1.8.- Abundancia

Indica el número relativo de ejemplares de cada especie presente en una

localidad dada.

1.9.- Dominancia.

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Porcentaje del área basal de una especie dentro de una localidad dada. Se

dice que una especie es dominante cuando caracteriza una formación por su

preponderancia en cantidad o en desarrollo, o ambas cosas a la vez.

1.10.- Densidad.

Es la medida del grado de ocupación del espacio por una especie. Se

expresa en número de individuos (u otro valor medible), por unidad de área

ocupada (normalmente la hectárea).

2.- El Clima.

2.1.- Macro, meso y microclima.

Al estudiar los posibles efectos del clima sobre los seres vivos debemos

diferenciar entre:

Macroclima. Es el clima general de una Región. Existe una influencia sobre

el clima de los bosques. La existencia de grandes macizos forestales bien

poblados reduce la amplitud de temperaturas extremas en una región dada.

Aunque la cantidad de lluvias no varíe a veces gran cosa por efecto de una

masa forestal, sí lo hace la humedad del aire, que se ve favorecida por el

proceso de la transpiración, lo que, en especial en el universo tropical,

termina por generar precipitaciones y tormentas. El clima general que

corresponde a una determinada situación geográfica, puede ser modificado

por factores locales, como la altitud. En efecto, a igualdad de latitud, el

clima de una montaña será normalmente más riguroso que el de una llanura.

En cierto modo la altitud compensa la latitud y al revés. En consecuencia,

dentro del área ocupada por las especies forestales, existe una diferencia de

comportamiento entre el extremo norte de su área de distribución, donde se

comportan como especies de llanura o de bajas altitudes, y el extremo sur

donde suelen colonizar relieves más o menos elevados.

Mesoclima. Es el clima que, dentro de un macroclima concreto, aparece en

determinadas superficies más restringidas, situadas en condiciones

especiales (fondos de valle, laderas, planicies...) dependiendo pues de

factores locales. En países fuertemente soleados (como suelen serlos los

típicamente mediterráneos) tiene importancia notable el efecto de la

orientación o exposición y la distribución de las laderas, que

compartimentan el espacio en mesoclimas diferenciados en “solanas” y

“umbrías’. El efecto umbría- solana aumenta con las radiaciones, y por ello,

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conforme nos elevamos en altitud o descendemos en latitud. Siempre es más

marcado en los lugares más luminosos, de menor humedad atmosférica, y de

clima más contrastado. En la selvicultura normal, este efecto suele ser el

más relevante a escala local: dentro de cada monte concreto. En muchas

ocasiones, el mesoclima de un rodal de monte no está tanto causado por su

exposición respecto a los rayos solares, sino por su orientación respecto a

determinados tipos de vientos, más secos (solanos o terrales), más violentos

y constantes, etc.

Microclima. Es el clima en el que finalmente vive cada individuo, vegetal o

animal. En selvicultura el microclima puede ser manipulado, como pasa en la

mayor parte de las intervenciones, y en especial en las llamadas cortas de

regeneración. En esquema: “los montes tienen un macroclima, sus rodales

un mesoclima y sus individuos un microclima”.

El clima condiciona la existencia misma del bosque, que a su vez es un gran

consumidor de agua y necesita ciertas dosis de calor. El clima determina

numerosos tipos de montes: bosques costeros en climas uniformes, bosques

húmedos por oposición a los bosques continentales que deben soportar climas de

estaciones muy contrastadas, bosques de llanuras, bosques de montañas, bosques

ecuatoriales o por el contrario estepas... Resulta imposible la existencia de un

bosque en un desierto, en altitudes extremas, o en las regiones polares; a su vez

los matorrales leñosos quedan excluidos de las zonas esteparias, donde son

sustituidos mayoritariamente por plantas herbáceas... En definitiva, el clima

determina los diferentes tipos de formaciones vegetales, e interviene en la

reproducción y evolución de los ecosistemas. El clima interviene, asimismo, en el

desarrollo y evolución de las poblaciones, así como en la reproducción de las

plantas.

2.2.- El aire y el viento.

El aire es vehículo del clima y tiene una importancia física considerable,

resultando indispensable para el desarrollo de las plantas. El aire contiene los

gases atmosféricos responsables de los principales procesos fisiológicos de las

plantas: oxígeno (función respiratoria), anhídrido carbónico (función clorofíl ica), y

nitrógeno (síntesis de proteínas), pudiendo hoy llegar a padecer contaminaciones

significativas.

La mayor parte de los fenómenos meteorológicos están ligados a los

movimientos atmosféricos del aire (vientos) que se originan en el juego de

presiones y depresiones del aire. Los vientos locales pueden ser secos o venir

cargados de humedad. Los vientos suaves y húmedos son beneficiosos, ya que

favorecen la respiración y la fotosíntesis. La fecundación de las flores y la

diseminación de frutos y semillas se favorecen en cambio por los vientos secos. Si

el viento es violento, provoca daños en la vegetación, deformando órganos y

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lacerando la morfología de la planta, l legando a actuar como importante factor de

perturbación al provocar en casos extremos grandes “catástrofes” por derribo de

los árboles. Los vientos secos producen una excesiva transpiración de las hojas y

órganos tiernos, a la vez que desecan el suelo. En lugares muy batidos por el

viento (por ejemplo, algunas costas y cimas de las altas montañas) los árboles

toman un típico aspecto «abanderado». Es frecuente también que los vientos

«solanos», cálidos, secos y constantes quemen los brotes anuales tiernos, así

como las flores y frutos en formación.

Hoy en día el aire también tiene importancia en cuanto su composición por

la contaminación atmosférica. Así la lluvia ácida, el dióxido de nitrógeno, el

etileno, los fluoruros, el ozono, el amoniaco y el cloro pueden causar daños a

especies forestales. También el aumento del CO 2 puede desestabilizar los

equilibrios actuales con consecuencias hoy desconocidas.

2.3.- La temperatura.

Todas las funciones vitales de las plantas responden a unos condicionantes

de temperatura. El comienzo de la actividad vegetativa, el desarrollo de las

yemas, la germinación de las semillas, y el desarrollo de las flores y frutos, serían

algunos ejemplos controlados por este factor. Sin embargo, la temperatura debe ir

acompañada de humedad, para proporcionar los mejores resultados.

Temperaturas extremadamente altas o bajas implican un cese en el

desarrollo de las plantas, que incluso pueden sufrir traumas fisiológicos, lesiones

más o menos graves, e incluso la muerte por necrosis de los tejidos y, finalmente,

el bloqueo de las principales funciones fisiológicas.

Altas temperaturas. Las temperaturas elevadas pueden incrementar el agua

transpirada por las plantas, provocando la desecación del suelo. Puesto que,

cuanto más se seca el suelo, más les cuesta a las raíces de la planta extraer

el agua de poros capilares del suelo cada vez más pequeños, l lega un

momento en que la transpiración supera la absorción del agua a través del

sistema radical de la planta, y ésta puede llegar a secarse. Las altas

temperaturas del aire pueden ser pues una de las causas que contribuyan a

la muerte de un vegetal, si bien de forma indirecta. Además, exposiciones

cortas de los vegetales a las altas temperaturas, desactivan los sistemas

enzimáticos de las plantas, con los consiguientes efectos letales. No

obstante, exposiciones prolongadas a una temperatura menor son

igualmente letales. Como consecuencia de las elevadas temperaturas, las

plantas se ven obligadas a cerrar sus estomas, perdiendo la capacidad de

supervivencia, debido a que su nivel respiratorio da como resultado una

fotosíntesis neta negativa. La combinación de vientos fuertes y altas

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temperaturas provoca una transpiración excesiva que puede causar la

muerte de los vegeta les por falta de agua.

Bajas temperaturas. En nuestras latitudes, los fríos invernales provocan la

parálisis de la vegetación y una adaptación de la misma a estas condiciones.

Fríos excesivos pueden llegar a provocar traumas en la vegetación: necrosis

de tejidos, desecación de las agujas de pino, congelación de yemas... Todo

ello puede provocar el exterminio de las plantas en especies poco

adaptadas, árboles poco protegidos, muy viejos o muy jóvenes. Los

principales efectos de las bajas temperaturas son:

o Sequía. Uno de los efectos más comunes provocados por las bajas

temperaturas, es el daño invernal producido por la sequía en esta

época. Los árboles pueden morir por falta de agua, al estar ésta

congelada, y presentarse las temperaturas diurnas, frecuentemente,

por debajo del punto de congelación.

o Descalce. Las heladas invernales pueden provocar fenómenos de

«descalce» en las plántulas jóvenes, cuyo sistema radical no está bien

adherido al suelo. Los descalces por heladas son debido a que las

plantitas son desplazadas del suelo como consecuencia de la expansión

del agua tras su congelación y el replegamiento posterior causado por

el deshielo. La tracción generada por el proceso de expansión puede

cortar las raíces que se encuentran bajo la línea de congelación. En

una segunda fase, las raíces quedan expuestas al aire y se secan, en

consecuencia la planta muere. Los suelos de textura fina, cieno y

margo- arcillosos, son los más propensos a los fenómenos de descalce

de las plantas por heladas. A cambio este fenómeno reduce la

compactación del suelo.

o Heladas tardías. Las heladas tardías se producen en la primavera, al

comienzo de la estación vegetativa. Cuanto más atípica y tardía es una

helada primaveral, más daños produce en la vegetación, pues los

órganos de las plantas están tiernos y turgentes en su primer brote.

Las flores y frutos son los órganos que más sufren, así como las hojas

tiernas, los jóvenes brotes, y las yemas terminales de los tallos. Son

muy susceptibles a estos efectos: hayas, fresnos, nogal, castaño, falsa

acacia, abeto Douglas... Debido a estas heladas pueden dañarse las

hojas y las flores que posteriormente no podrán fructificar. Las heladas

tardías pueden llegar incluso a dañar el cámbium, lo cual provoca, al

menos de momento, la muerte del árbol. Las heladas tardías o

primaverales que se producen en noches despejadas de nubes y en

especial con vientos del norte, tras el escape de las radiaciones de

calor del suelo hacia el cielo, producen grandes daños en especies

poco adaptadas, en las que brotan demasiado prematuramente para las

condiciones del lugar. Las heladas tardías son de temer especialmente

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en los fondos de los valles, hacia los que escurre el aire frío de las

montañas (inversión térmica) y, en general, en sitios desnudos y poco

abrigados.

o Heladas tempranas. Los daños por las heladas otoñales tempranas no

son tan numerosos ni tan importantes como los anteriores. El daño

producido por esta causa (helada temprana) se produce cerca del final

de la estación de crecimiento, sobre brotes maduros, pero antes de

que las yemas invernales hayan tenido tiempo de prepararse y

prevenirse del daño causado por el frío. Estos daños cobran

importancia en los casos en que las razas del sur, de determinadas

especies, son trasladadas muy al norte de su rango de distribución, y

no han tenido tiempo de desarrollar los previos mecanismos de defensa

que exigen los rigores del frío invernal, o que tardan demasiado en

desprenderse de las hojas en el otoño: haya, algarrobo, almendro,

algunos clones de chopo, pino insigne...

Antes de proceder a una repoblación forestal, deben conocerse las

temperaturas medias y las extremas probables del lugar considerado, y, lo que es

más importante, verificar si son compatibles con la fenología 1 y amplitud

ecológica de la especie, o genéricamente taxón, a repoblar. Dichos cuidados

deben extremarse especialmente con las especies exóticas y con todos los

orígenes genéticos ecológicamente remotos.

2.4.- La luz.

La luz es un factor vital para las plantas verdes, ya que interviene en la

fotosíntesis. Denominamos temperamento 2 en selvicultura a la condición de una

especie arbórea en relación con la luz, que se manifiesta en su exigencia y

tolerancia de insolación directa o sombra en las primeras edades para mantener

un desarrollo normal.

Es inoperante separar los efectos de la luz y el agua sobre las plantas. El

vegetal necesita agua para absorber los minerales por la raíz y llevarlos hasta las

hojas, pero a la vez, sin el concurso de la luz no puede producirse la fotosíntesis

que proporcionarán los carbohidratos esenciales para el crecimiento de la raíz y la

captación del agua. Las especies del grupo de las “heliófilas” o “intolerantes”

(también llamadas de sol o de luz) deben mantener una superioridad en el

crecimiento en altura, respecto a las demás, si quieren continuar desarrollándose.

No ocurre lo mismo con las especies “esciófilas” o “tolerantes” (también llamadas

de sombra), debido a su capacidad de crecer en condiciones de escasa 1 Fenología: momento en el cual suceden los fenómenos característ icos en el c ic lo vital de los organismos. P.e.: momento de la f loración en una variedad.

2 Temperamento en Ecología es el conjunto de característ icas de una especie en respuesta a los dist intos agentes externos que actúan sobre el la.

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i luminación, siendo de esta manera capaces de mantener unos niveles adecuados

de crecimiento. En resumen, diremos que las especies intolerantes o de luz

requieren espacios abiertos y bien iluminados para desarrollarse; se reproducen

mejor en áreas que hayan sido plenamente destruidas, cortas a mata rasa,

quemas, campos abandonados... y tienen tendencia a formar masas menos densas

que las especies tolerantes. Por otro lado, las tolerantes o de sombra requieren

protección para reproducirse, desarrollándose mejor bajo el amparo de un cierto

dosel arbóreo, formando masas más densas. Los límites de tolerancia de una

especie dada, tanto por defecto como por exceso, definen un intervalo óptimo

para cada especie.

El temperamento y la edad. Las especies, según su temperamento,

reaccionan de diferentes formas al factor luz, en función de su edad. Así:

Las especies “heliófilas” reclaman la luz en cualquier estadio de su vida y

no pueden desarrollarse más que a plena luz solar. Como, por ejemplo, los

pinos, los chopos, los alerces,...

Por contra, las especies “esciófilas” tienen que tener sombra al menos

durante su juventud, aunque después terminen también reclamando la

plena luz solar. Ejemplo: el haya o el abeto.

Finalmente, existen especies de carácter intermedio que se acomodan a

necesidades intermedias de luz-sombra. Ejemplo: Quercus , Picea ,

Pseudotsuga ...

Existen distintas clasificaciones de los diferentes temperamentos de las

especies forestales unas en cinco clases, y otras de 7 niveles. Esta última se

considera válida para las muy diversas condiciones ambientales españolas.

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CALIFICACIÓN EN ESPAÑA LIBERACIÓN (AÑOS)

Luz 0 a 1

Media luz 1 a 2

Medio con tendencia a luz 2 a 3

Medio 3 a 4

Medio con tendencia a sombra 4 a 6

Media sombra 6 a 8

Sombra 8 a 10

Esta clasificación es meramente orientativa, ya que las necesidades de luz

en ningún caso son absolutas y pueden venir compensadas con otros factores,

como calidad del suelo o clima. El temperamento es por tanto una cuestión más

bien ecológica. Todas las especies forestales exigen plena luz para su correcto

desarrollo a partir de una edad más o menos avanzada. En la TABLA anterior se ha

tratado de indicar una estima de la edad máxima que llegan a alcanzar los

individuos jóvenes del regenerado, en condiciones de sombra y competencia con

otras plantas.

Todas las especies, con independencia de su temperamento, resisten la

sombra en sus primeras edades, de aquí el habitual recurso a umbráculos en los

viveros. La muerte en el bosque de las plántulas más de luz, como consecuencia

de la competencia de otras que les den sombra, puede atribuirse más bien a la

competencia de los sistemas radicales que a la mera falta de luz.

Los diferentes orígenes genéticos de una misma especie pueden tener

necesidades diferentes de iluminación en las primeras edades. Especialmente en

el caso de las especies con amplia área de distribución natural, por ejemplo el

pino silvestre También es fácilmente observable en campo que un mismo origen

genético puede tener diferentes necesidades de iluminación, en función de la

mayor o menor luminosidad del clima en que se implante. Podrá exigir mucha

iluminación en un clima brumoso y buscar una cierta cubierta en otro muy

luminoso. Así el pino silvestre es una especie de luz en Centro-Europa y es

especie de temperamento medio en el Sistema Central Español.

Cuanto menor sea la necesidad de luz de las hojas de sombra de un árbol,

más densa podrá ser su copa, proyectando una sombra más intensa. La intensidad

de la sombra de una especie, nos guía por tanto sobre su probable temperamento

específico.

La insolación o “golpe de sol” es debida a la acción directa de los rayos

ultravioletas sobre las tiernas cortezas de algunos árboles (haya) o las cortezas

poco espesas de los árboles jóvenes. Los árboles de las alineaciones o los del

borde del bosque son los más expuestos a estos golpes de sol que matan sus

tejidos corticales, en concreto afecta a la delicada capa generatriz del cámbium.

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Pese a que guardan un cierto paralelismo, no debemos confundir heliofil ia y

esciofil ia, conceptos anteriormente expuestos, con especies “Xéricas o xerófilas”

éstas últimas se han adaptado a vivir en medios ambientes secos, es decir a

vegetar sobre suelos secos y especies “higrófilas” que son aquellas que se han

adaptado a vivir sobre suelos con drenaje deficiente o suelos húmedos, y especies

“mesófilas” que son las intermedias entre las anteriores y se crían sobre suelos

con drenaje normal. Tampoco deben confundirse con “termofilia” que hace

referencia a la inclinación de un taxón por el calor, no aguantando el frío.

2.5.- El agua

2.5.1.- La humedad atmosférica

La humedad atmosférica se mide como humedad relativa del aire, que es el

contenido en un momento dado de vapor de agua, respecto al contenido de la

atmósfera saturada a la misma temperatura. La humedad relativa está, pues,

estrechamente ligada a la temperatura del aire. Con igual cantidad de agua

cuando la temperatura baja aumenta la humedad relativa.

El agua transpirada por las plantas, junto con la que se evapora de la

superficie terrestre, de los ríos y del mar, se eleva a la atmósfera bajo la forma de

gas incoloro e invisible. Cuando el aire se enfría, una parte del vapor de agua se

condensa en finas gotas tan diminutas que quedan en suspensión en la atmósfera.

Este vapor de agua condensado, aparece como un humo blanquecino que, si está

cerca de la superficie del suelo se denomina niebla y, si se eleva hacia el espacio,

nube.

Las nieblas pueden ser beneficiosas o perjudiciales, según los casos:

interceptan el calor y la luz, o dulcifican sus efectos; se oponen a la formación de

las heladas tardías, o ralentizan el deshielo; pueden causar el enfriamiento del

suelo, o retardar su recalentamiento. Suelen generar las llamadas precipitaciones

“horizontales” que llegan a ser muy importantes en algunos ecosistemas.

Las nieblas con su humedad favorecen, en general, a la vegetación forestal,

l imitando el proceso transpiratorio. Las nieblas favorecen, por contra, el

crecimiento de los hongos.

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2.5.2.- Las precipitaciones.

Cuando las nubes, empujadas por el viento, encuentran una corriente de aire

frío, las pequeñas gotas de agua que las forman, se hacen a cada vez más

gruesas, y acaban por caer al suelo, originando las precipitaciones: l luvia, nieve y

granizo. Si la temperatura de las nubes desciende por debajo de los cero grados

centígrados, se congela el vapor de agua de las mismas, y se forman cristales de

hielo. Una congelación lenta dará nieve, una rápida granizo. Es principalmente a

través de las lluvias y de las nieves como se completan las precipitaciones de

agua, que son decisivas para la vegetación.

Si bien, el volumen de precipitaciones anuales atmosféricas (que se mide en

litros por metro cuadrado o en milímetros) es importante, todavía lo es más el

reparto de las mismas a lo largo del año. Un mal reparto de las lluvias es el que

se produce en la región mediterránea, ya que llueve en el invierno y en verano

existe una gran escasez de agua. Así, la mayor parte del agua caída en el invierno

no es aprovechada, porque las plantas se encuentran en período de reposo

vegetativo, a causa del frío, y el suelo se lava de nutrientes. Los mejores climas

para el crecimiento de la vegetación son aquellos en que las precipitaciones son

regulares y los veranos lluviosos: cuando coinciden la humedad y las buenas

temperaturas. Sin embargo, unas precipitaciones demasiado importantes acaban

lavando el suelo y arrastrando sus nutrientes.

La precipitación total anual de un lugar dado, va a estar influida por los

siguientes factores generales y locales:

La latitud. Se define como la distancia que hay entre el ecuador y el

lugar considerado expresada en grados, variando desde 0º a 90º. Tanto

la lluvia como las precipitaciones decrecen, en general, a medida que

nos alejamos del ecuador y nos dirigimos hacia los polos.

La altitud. Se mide desde el nivel del mar. Conforme la altitud crece,

normalmente es mayor la cantidad de lluvia que cae y menor la

temperatura. Por cada 100 metros de altitud la temperatura suele

descender en nuestras latitudes entre 0,45 y 0,65 grados. A su vez las

precipitaciones suelen incrementarse en aproximadamente un 8%.

Cuando se estudia el clima de una determinada estación forestal, es

recomendable corregir los datos originales de la estación

meteorológica correspondiente, para ajustarlos a la altitud de la zona

de estudio.

La lejanía del mar. Cuanto más lejos se esté del mar, menor va a ser

normalmente la precipitación, siempre que el resto de los factores se

mantengan constantes. Típicamente, en los climas continentales llueve

poco y las temperaturas (no dulcificadas por la proximidad del mar)

son extremadas.

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El relieve. Existe, en general, una mínima pluviométrica en los valles y

una máxima en las crestas. Las colinas obligan al viento a elevarse

favoreciendo las lluvias; los valles canalizan el viento creando

corrientes de aire. Normalmente las masas de aire se desprenden de su

agua (llueve por tanto) cuando el relieve les obliga subir. La licuación

de ese vapor desprende calor que recalienta ese aire desecado. Es

normal que las precipitaciones sean mayores en las laderas que miran

a la dirección de donde proceden los vientos húmedos, y que las

temperaturas lo sean en las contrarias. En muchas ocasiones, es la

posición relativa de los diferentes macizos montañosos, la que regula

la distribución de las precipitaciones.

La nieve

Si la nieve caída no es demasiado espesa ni muy persistente, protege el

suelo y las plantas contra los fríos excesivos. Si además funde lentamente,

proporciona una reserva de agua importante, necesaria para las plantas en esas

épocas. Pero si la nieve es muy abundante, sus efectos pueden llegar a ser

negativos, pues rompe las ramas de los árboles e incluso los tallos, pudiendo

llegar a desenraizarlos o quebrarlos, provocando grandes daños. Una nevada lenta

y sin viento, que acumule nieve sobre los árboles, seguida de una fuerte helada

que la solidifique y, posteriormente, de fuertes vientos, son las mejores

condiciones para el derribo de las masas forestales.

Si la nieve funde rápidamente, provoca inundaciones nada favorables; como

las que se producen en el deshielo, cuando el calor encuentra los montes

nevados. En la alta montaña son clásicos, además, los daños de los aludes. Si la

nieve persiste mucho tiempo, no deja airear el suelo, creando una atmósfera

asfixiante para las raíces de las plantas jóvenes.

2.5.3.- La sequía

Convencionalmente se acepta que un mes tiene carácter árido o seco,

cuando la precipitación durante el mismo, expresada en milímetros o en

litros/metro cuadrado, es inferior al doble de su temperatura media, expresada en

grados centígrados (P < 2T). El crecimiento de las especies forestales leñosas,

suele condicionarse más, a la escasez de agua por sequía que a la de cualquier

otro factor de la localidad forestal.

El agua del suelo es un factor vital, que influye en el crecimiento y

reproducción de los árboles. Los años de sequía dejan su huella en el registro de

los anillos, existiendo en zonas “secas” una correlación entre la anchura del anillo

en cuestión y el déficit en agua (cuanto más ancho sea el anillo, mejores habrán

sido las condiciones de crecimiento de ese año).

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Page 14: Tema a-04 Ecologia Forestal. Factores

Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

Los árboles evitan la sequía extrema mediante su capacidad de absorber

grandes cantidades de agua, siendo eficaces para retenerla. De esta manera

pueden tener sus estomas abiertos y realizar la fotosíntesis, manteniendo incluso

un potencial hídrico favorable. En casos extremos, las plantas se ven obligadas a

cerrar estomas. Esto conlleva desventajas importantes que desembocan en una

disminución de la función fotosintética y del crecimiento vegetal, e incluso puede

conducir a la especie a la inanición.

A lo largo de la evolución, las plantas han aprendido a defenderse de la

sequía, mediante diversas adaptaciones morfológicas y fisiológicas que

resumiremos en:

Capacidad de la raíz para extraer mucha agua del suelo. (Gran desarrollo

de su sistema subterráneo).

Relación raíz/parte aérea elevada.

Control estómatico.

Gruesa cutícula a fin de disminuir el proceso transpiratorio.

Adaptaciones de las hojas, ya comentadas al estudiar la hoja.

Elevada proporción de tejido conductor de agua con respecto al no

conductor (muchas venas y venillas).

Elevadas presiones osmóticas en sus jugos celulares: las plantas tienden

a absorber más agua y a reducir la transpiración, si la concentración de la

savia es elevada (ajuste osmótico). Las plantas de los desiertos, y las de

los saladares son especialmente hábiles en este sentido.

2.6.- Rayos.

Tienen gran importancia ecológica en el medio mediterráneo, por ser, junto

con los volcanes y la autocombustión, las causas principales de los grandes

incendios forestales de origen natural con los que han evolucionado los

ecosistemas naturales. Suelen dañar a los árboles más altos y valiosos del

bosque. Al menos en zonas montañosas, se distribuyen con cierta tendencia a

caer repetitivamente en los mismos lugares. En España son frecuentes los

incendios causados por los rayos durante las llamadas tormentas secas (sin

lluvia). Tan importantes llegan a ser los rayos como factores de perturbación, que

algunas especies, como el Pinus pinaster , presentan una distribución natural muy

coincidente con la de las tormentas secas.

2.7.- Efectos climáticos de la topografía

Según sea un terreno desde el punto de vista topográfico, según sea el

mesoclima (umbrías y solanas), los árboles tenderán a crecer más o menos. Así,

Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 14

Page 15: Tema a-04 Ecologia Forestal. Factores

Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

los vegetales ubicados en pendientes orientadas al Sur (solanas) tienen, en zonas

cálidas, un crecimiento más lento, debido a que la mayor temperatura del aire y

la mayor radiación neta provocan un incremento en la respiración y, en

consecuencia, una disminución en la asimilación neta de fotosintatos,

reduciéndose el crecimiento del árbol. Además, al elevarse la temperatura del

aire se requiere una mayor demanda transpiratoria, lo que es perjudicial para los

vegetales que habitan en climas secos. No obstante, también es cierto que todos

estos factores pueden ser ampliamente compensados en parte debido a que los

vegetales situados en pendientes expuestas al Sur tienen una estación de

crecimiento más prolongada. Esta compensación puede darse en climas fríos y

húmedos.

Pero los efectos de la topografía no pueden reducirse sólo a las puras

cuestiones mesoclimáticas, a la observación de su exposición respecto de las

radiaciones solares y los vientos. Tienen también una gran importancia sobre la

erosionabilidad de los suelos (muy ligada a sus pendientes) y sobre sus

posibilidades de exportación o importación de materiales, nutrientes, y agua. Las

formas convexas del terreno favorecen las localizaciones más pobres, mientras

que las localizaciones más ricas se asocian a las formas cóncavas del terreno. En

las primeras, el agua y los nutrientes tienden a escurrir por las laderas del monte,

Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 15

Page 16: Tema a-04 Ecologia Forestal. Factores

Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

ocurriendo lo contrario en las formas cóncavas del terreno donde tienden a

acumularse y concentrarse el agua y los minerales.

En los perfiles de las sierras es típico reconocer la cresta, la ladera, el sopié

y el valle. El volumen, la fertil idad y la humedad del suelo, crecen típicamente

entre la cresta y el valle. A este cambio se asocian típicamente una vegetación y

una potencialidad diferenciadas.

Cuando la topografía es suave, puede evitarse o disminuirse el escurrimiento

del agua, debido a que ésta se acumula llenando los poros del suelo. Sin embargo,

si l lueve mucho, el suelo pasa a estar pobremente drenado, desarrollándose en

algunos casos zonas pantanosas. Otras veces basta con que haya una capa

impermeable que inhiba el drenaje.

En general, podemos afirmar que las pendientes suaves dan mejores

localizaciones que las pronunciadas. Las orientadas al Norte son mejores, en

general, que las orientadas al Sur, en lo que se refiere al vigor de la población, al

menos en los climas cálidos y secos más habituales en nuestra Península.

2.8.- Las perturbaciones climáticas

Un aspecto particularmente importante en el estudio del clima, es el análisis

del mismo como factor de perturbación de los ecosistemas naturales. Los seres

vivos, vegetales o animales, no viven sujetos a las cifras medias del clima, al

promedio de los datos que el hombre recoge en una estación meteorológica, sino

a la variable sucesión de los diferentes cursos meteorológicos. Ni todos los

momentos del año, ni todos los años, el clima al que está sujeto un ser vivo es

igual a esa media. Esa media no existe.

De forma muy especial, existen momentos, cortos periodos de tiempo, en los

que el clima puede actuar con una dureza impresionante, destruyendo no pocos

seres vivos. Estos extremos tienen una formidable importancia ecológica, porque

suelen asociarse al rejuvenecimiento de los ecosistemas, al reinicio de las

sucesiones en ellos. Así, sequías atípicas, grandes huracanes, gigantescas

nevadas, fortísimas heladas, sorprendentes inundaciones, tormentas secas...

aparecen de vez en vez, incluso tal vez muy raras veces; pero resultan finalmente

determinantes para la selección de las especies, y para la regeneración y

evolución de los ecosistemas.

Los extremos climáticos aparecen casi por todas partes, con mayor o menor

frecuencia. Se producen tanto más frecuentemente, cuanto más cerca de algún

límite de temperatura o de precipitación para las especies se encuentre un lugar.

3. El suelo.

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

3.1.- La roca madre

El suelo y la vegetación presentan interrelaciones tan íntimas que se podría

hablar, incluso, de una sola unidad.

De la denominada roca madre, el material geológico original, es de donde

surgirá el suelo forestal, tras su colonización por la vegetación, normalmente tras

la disgregación física y química de la roca inicial. De esos minerales, producto de

la alteración de las rocas originales, es de donde las plantas extraerán

finalmente, a través de sus raíces, buena parte de los elementos químicos que

necesitan para su supervivencia; excepto el nitrógeno que se extrae

fundamentalmente de la materia orgánica del suelo.

No siempre las rocas madre son duras o «rocas» propiamente dichas. En

ocasiones la roca madre de un suelo puede ser un arenal, u otras rocas madre no

consolidadas.

El tipo de roca, según sea caliza o sil ícea, determina fuertemente los sue los

que encontraremos normalmente en el medio forestal. De la naturaleza de la roca

madre dependen una serie de propiedades físicas y químicas del suelo como:

profundidad, compacidad, riqueza en bases (sobre todo calcio), permeabilidad...

Para que una planta pueda crecer en un terreno, es normalmente necesario

que este contenga nitrógeno. El nitrógeno es muy abundante en la atmósfera.

Determinados microorganismos son capaces de util izarlo directamente, dejándolo

después a disposición de otros seres vivos que no poseen iguales capacidades. De

la materia orgánica del suelo (restos vegetales y animales, principalmente) es de

donde se obtiene normalmente este valioso nutriente tan necesario para las

plantas. Aunque tan sólo sea a título orientativo, diremos que un suelo se

considera rico en materia orgánica cuando esta alcanza o supera el 5 por 100 y

pobre si tiene menos del 2 %. Entre el 2 y el 3 % de materia orgánica suele ser lo

habitual en nuestros suelos.

En realidad, la diferencia entre un suelo y una roca madre no consolidada,

es tan sólo la presencia en el suelo de nitrógeno, que existe en la materia

orgánica y nunca en las rocas madres originales. Una arena sin materia orgánica,

es una roca madre, con ella es un suelo.

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

3.2.- Formación del suelo.

Los factores que condicionan la formación y evolución de los suelos son:

clima, topografía, seres vivos, roca madre, y edad.

El clima es responsable de la alteración de la roca inicial y del tipo de

vegetación que poblará el lugar. Al mismo tiempo será quien «lave» o

arrastre hacia el fondo —o no— los nutrientes y otros elementos, como

la materia orgánica o la arcilla.

Según la topografía, el suelo sufrirá erosión (natural o no) que lo

rejuvenecerá y al tiempo que lo empobrecerá en las laderas, producirá

continuos aterramientos en fondos de valles y otras situaciones

(embalses); o, por el contrario, podrá evolucionar sin erosiones ni

recubrimientos en los terrenos llanos.

La vegetación y la acción de los seres vivos condicionarán el nivel de

evolución del suelo y el grado de agresión al mismo que pueda

producir el clima.

La calidad de la roca madre inicial, condiciona mucho la evolución del

suelo. En especial al principio de esa evolución y, sobre todo, en suelos

sometidos a rejuvenecimientos de algún tipo.

Según la edad del suelo también su grado de evolución puede ser

mayor o menor.

3.3.- Horizontes del suelo

El suelo se distribuye en capas superpuestas, y más o menos paralelas, que

se denominan horizontes. Los horizontes del suelo (A, B, y O) se visualizan por lo

general fácilmente, debido a criterios morfológicos y físicos, tales como posición,

color, olor, espesor y profundidad, estructura y textura, humedad, presencia y

abundancia de raíces.

3.3.1.- Horizonte A

Con la evolución de una roca madre se forma primeramente un horizonte

vivo superficial denominado “A”. Horizonte ya con materia orgánica y que

descansa, por lo menos al principio, sobre la misma roca madre.

Si la lluvia y la temperatura son adecuadas, sobre ese horizonte “A” se

acumularán residuos vegetales (A 0), y por el lavado de la lluvia se arrastrará su

materia orgánica e incluso sus arcillas. Así, la parte inferior de ese horizonte “A”

acabará siendo más pobre y clara que la parte superior. Se diferenciarán pues una

capa de residuos o lecho “A 0” una banda oscura superficial “A 1” y otra inferior

más clara “A2”

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

o La capa más superficial del horizonte A, la denominada “A 0” que puede

existir o no, es fundamentalmente orgánica, debido a la acumulación de los

restos vegetales que la forman: lecho vegetal. En esta capa tiene lugar la

fermentación y humificación 3 de los restos vegetales. “A 0”, que puede

alcanzar en casos extremos hasta 20 cm. de espesor, está habitada por

numerosos organismos: bacterias, hongos, algas, ácaros... y otros seres

vivos. Es, en consecuencia, la capa más rica en materia orgánica y también

la más expuesta a ser lavada por el agua.

o Después viene la capa A 1 que está formada ya por una mezcla de elementos

orgánicos y minerales. Si la humificación es favorable, esta capa goza de

una excelente estructura. Está densamente poblada por las raíces de los

vegetales que encuentran y captan en ella la mayor parte de sus nutrientes.

Cuanto mayor sea el horizonte “A 1” (capa superficial donde se acumula la

materia orgánica), mejor será la calidad de la localización, e implicará un

aumento de la productividad potencial de la vegetación. No obstante, en

suelos mal drenados, un incremento en la materia orgánica indica una

aireación deficiente del suelo y, en consecuencia, unas condiciones de

crecimiento pobres.

o Le sigue una capa A 2 que generalmente es pobre, debido al lavado de los

nutrientes provocado por las lluvias.

3.3.2.- Horizonte B.

Los materiales arrastrados desde el horizonte “A”, horizonte denominado de

eluviación (con “e” de exportación), pueden acumularse en un horizonte inferior

«B» denominado de iluviación (con “i” de importación). Bajo él las raíces no

penetran ya gran cosa o nada, y en su parte inferior se presenta ya el suelo inerte

o roca madre, más o menos dura o desagregada según los casos.

Este horizonte «B» es un horizonte mineral rico, donde se acumulan por

iluviación los nutrientes arrastrados por las lluvias procedentes del horizonte «A»,

es de aquí de donde las plantas extraen el agua y parte de los nutrientes que

necesitan para su desarrollo. Eventualmente este horizonte 3 puede además

acumular arcillas.

3 Humif icación: transformación de materia orgánica fresca en humus. Humus es la meteria

orgánica evolucionada y estable.Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 19

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

3.3.3.- Horizonte C

El horizonte «C» se mantiene en equilibrio, por definición. Ni se enriquece ni

se empobrece en nutrientes. Está formado por la roca madre de la que deriva el

suelo y que descansa directamente sobre la roca madre geológica «D ó R» que es

la parte inalterada.

3.4.- El suelo como soporte.

El suelo juega un doble papel como componente del medio forestal: soporte

físico, y reservorio alimenticio de las plantas (oxígeno, agua y nutrientes).

Como soporte físico, el suelo sujeta las raíces del arbolado frente a

vendavales, y permite así la permanencia de los árboles. Los suelos rocosos y con

grandes grietas por las que logren penetrar las raíces del arbolado, permiten una

fuerte resistencia al vuelco del arbolado. Los suelos muy superficiales, por falta

de profundidad útil para las raíces o excesiva falta de oxigenación por muy

pesados o encharcados (condiciones todas ellas que obligan a sistemas radicales

muy superficiales), son los que suministran un peor anclaje a los bosques.

La actividad biológica de las raíces, y de los microorganismos del suelo,

exige la presencia de oxígeno. La respiración puede verse perjudicada en suelos

demasiado compactos y en los demasiado encharcados, máxime si el agua que los

encharca es cálida y poco oxigenada.

Las raíces de los árboles son las encargadas de explorar el medio

subterráneo y de proveer al árbol del agua y los nutrientes que necesita. Estos

nutrientes están contenidos en la denominada solución del suelo, o bien

permanecen retenidos en el complejo arcillo-húmico del suelo. Los suelos

forestales son normalmente deficientes en agua durante la mayor parte de la

estación de crecimiento de las plantas, conteniendo cantidades muy pequeñas de

elementos minerales para el normal crecimiento de los árboles. No obstante, y a

pesar de esas circunstancias, los árboles son capaces de crecer aceptablemente

en la mayoría de los suelos, debido a que su poderoso sistema radical es capaz de

explorar amplias regiones del suelo, y alcanzar el agua y los nutrientes a través

de sus raicil las, pelos absorbentes y micorrizas asociadas.

3.5.- Los nutrientes del suelo

Se denominan macronutrientes aquellos que son más abundantes en la

constitución de las plantas. Son: nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), magnesio

(Mg), calcio (Ca) y azufre (5). Se denominan micronutrientes los que, sin ser

menos imprescindibles, son menos abundantes. Principalmente: hierro (Fe), cobre

(Cu), zinc (Zn), boro (B), manganeso (Mn), molibdeno (Mb), cloro (CI), e incluso el

níquel (Ni). Por su abundancia en el agua y el aire, no se consideran hidrógeno y

Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 20

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

oxígeno como “nutrientes”. Con la excepción de carbono (C), hidrógeno (H),

oxígeno (O), cloro (CI) y azufre (5), que son suministrados por la atmósfera, todos

los elementos son principalmente abastecidos por el suelo.

El N, P, CA y K son los nutrientes del suelo que quedan retenidos en mayor

cantidad por el cultivo forestal en pie. Sobre suelos jóvenes y con vegetación de

crecimiento rápido, se aprecia una reducción anual de N, P, K y Ca en el suelo,

debido a que el crecimiento se realiza principalmente a expensas de estos

nutrientes. No obstante, la escasez inicial de estos nutrientes disminuye a medida

que la masa forestal se acerca a la madurez, lo que evita llegar a que se

produzcan serias deficiencias en estos minerales. En sitios improductivos, las

plantas crecen despacio y se especializan en acumular substancias de reserva

para sobrevivir, más que en optimizar la tasa de fotosíntesis. Esta ventaja se

vuelve inútil, cuando éstas mismas plantas colonizan lugares más fértiles; pues

tantos minerales acumulados, incluso podrían llegar a ser nocivos para ellas.

Además de la fase sólida del suelo (componentes orgánicos, como restos

animales y vegetales, e inorgánicos como arena, limo, arcilla, piedras...), el suelo

se compone de aire, agua y de elementos bióticos igualmente valiosos para la

supervivencia de las plantas.

Una parte del agua del suelo se encuentra íntimamente asociada a las partículas

del suelo. La mayor parte del agua que absorbe la planta está retenida en los poros

capilares en contra de las fuerzas gravitatorias. Los poros no capilares, al ser demasiado

grandes, son incapaces de sujetar el agua contra la fuerza de la gravedad. Estos se

llenan de aire, después de que el agua haya drenado libremente (si puede). En

definitiva, la capacidad de un suelo para retener agua depende de la cantidad de poros

capilares, estando éstos relacionados a su vez con la textura y la densidad de los suelos.

Los poros menores aseguran el agua, los mayores el oxígeno que las raíces de las

plantas precisan para respirar. Así, en los casos extremos, los suelos arenosos suelen ser

secos, pero bien aireados, y los arcillosos suelen retener mejor el agua, pero resultan

asfixiantes. Las texturas intermedias, llamadas “francas’; son finalmente las más

adecuadas para la vegetación; aunque normal mente los peores suelos son los que

quedan para las especies forestales y los demás se dedican a la agricultura.

La fracción biótica del suelo está representada, tanto por organismos

microscópicos vegetales y animales, como por animales y vegetales

macroscópicos. Su función principal, por decirlo de una manera grosera, es

finalmente descomponen los productos y subproductos procedentes de los restos

orgánicos caídos al suelo, y llevarlos hacia su forma original: agua, dióxido de

carbono y minerales, para así poder ser retomados de nuevo por las raíces de las

plantas, cumpliéndose así las necesidades cíclicas del ecosistema.

3.6.- Propiedades físicas del suelo

3.6.1.- TexturaGestión Selvícola 2005-06 Pag.: 21

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

La textura de un suelo se relaciona con el tamaño de las partículas de su

tierra fina. De acuerdo con este concepto, se establecen tres fracciones: arena,

limo y arcilla, sin que entren en consideración ni las piedras ni la grava superior a

dos milímetros. Un suelo, para permitir un buen crecimiento arbóreo, debe tener,

además de suficiente volumen útil accesible a las raíces, aproximadamente un 50

por 100 de su volumen de sólidos (arena, limo, arcilla), un 30 por 100 de agua y

un 20 por 100 de aire. Los suelos muy densos, con mucha cantidad de sólidos por

unidad de volumen, son menos aptos para almacenar el agua disponible por

unidad de volumen que los suelos con la misma textura, pero menor densidad. En

general, los suelos con elevados porcentajes de arena y bajos contenidos de

arcilla, tienen baja fertil idad y escasa capacidad de retención .de agua; a cambio,

son suelos bien aireados y permeables que absorben muy bien el agua. En este

tipo de suelo es vital la abundancia de materia orgánica, ya que ésta aumenta su

capacidad para retener el agua.

Las partículas minerales del suelo cuyo tamaño es inferior a 2 milímetros

constituyen la tierra fina. Atendiendo exclusivamente al tamaño de las partículas

de la tierra fina, éstas se clasifican de la forma siguiente (según la USDA):

Arena. Partículas cuyo tamaño está comprendido entre 2 y 0,05

milímetros. Se llaman arenas gruesas las comprendidas entre 2 y 0,2

milímetros y arenas finas las comprendidas entre 0,2 y 0,05

milímetros.

Limo. Partículas cuyo tamaño está comprendido entre 0,05 y 0,002

milímetros.

Arcilla. Partículas con tamaño inferior a 0,002 milímetros.

Se denomina textura o composición granulométrica del suelo a la proporción

relativa de arena, limo y arcilla que posee.

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

3.6.2.- Estructura.

Las partículas del suelo tienden a agregarse entre sí, usando como material

de soldadura los coloides del suelo: arcillas y humus. Los grumos y agregados

formados mejoran la permeabilidad superficial de los suelos, reduciendo su

erosionalidad. Además, mejoran su aireación y su capacidad de retención del

agua. La estructura del suelo se daña por compactación y pisoteo, y por los

bruscos cambios de temperatura y humedad que se producen en terrenos

descubiertos. La estructura mejora con la abundancia de materia orgánica y vida

asociada a la misma (lombrices...), y con las alternativas suaves de temperatura y

humedad que se producen bajo la cubierta forestal. Una buena estructura edáfica

corrige defectos texturales, especial mente en suelos arcillosos. Debe recordarse

que la estructura se destruye al labrar o pisotear suelos encharcados o muy

Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 24

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

resecos (sin “tempero” se dice en el campo). Las buenas estructuras son sólidas y

grumosas, las peores compactas o inexistentes.

3.7.- Acidez o pH. Suelos ácidos y suelos básicos.

Este parámetro define el grado de acidez dé un suelo y, en consecuencia, si

éste es de reacción ácida o básica. La acidez actual se expresa por el pH, que es

función de la concentración de iones H, en estado libre en la solución del suelo.

Recordemos que el pH puede variar entre O y 14, correspondiendo la neutralidad

a un pH 7. Los suelos medianamente ácidos presentan un pH de 5 a 6.

pH del suelo Denominación Vegetación forestal

Menor que 4,0 Extremadamente ácidos Líquenes, musgos y arbustos enanos.

Muy reducido interés forestal

De 4,0 a 4,7 Muy fuertemente ácidos Coníferas muy acidófilas y abedules,

álamos temblones y algunos alisos

De 4,7 a 5,5 Fuertemente ácidos Coníferas acidófilas y frondosas

frugales

De 5,5 a 6,5 Moderadamente ácidos La mayoría de las coníferas

(especialmente pinos) y frondosas

septentrionales

De 6,5 a 7,3 Neutros Frondosas exigentes en principios

nutritivos

De 7,3 a 8,0 Moderadamente básicos Frondosas de reducida importancia

Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 25

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

maderable

De 8,0 a 8,5 Fuertemente básicos Árboles, y principalmente arbustos,

algo resistentes a la presencia de

cloruros, sulfatos y catión sodio o a

grandes proporciones de carbonato

cálcico.

De 8,5 en

adelante

Extremadamente

básicos

Vegetación halófita y algo resistente al

carbonato sódico. Sin interés forestal.

Los suelos muy ácidos tienen un pH inferior a 5. Por el contrario, los suelos

calizos, tienen un pH superior a 7 y presentan reacción básica. En los suelos muy

ácidos, se libera un exceso del ión aluminio Al a la vez que se empobrecen en

calcio, magnesio, potasio y fosfatos, deficiencias corregibles mediante enmiendas

calizas. Por el contrario, en los suelos fuertemente alcalinos se forman

compuestos difícilmente solubles de hierro, manganeso y fosfatos, y las plantas

se ven mal alimentadas en estos minerales, al hacerse éstos excesivamente

insolubles, presentando déficits acusados en estos nutrientes, que se pueden

corregir parcialmente a través del abonado del suelo.

3.8.- La materia orgánica y el humus.

La materia orgánica del suelo procede siempre de los residuos de los seres

vivos. Existe una materia orgánica que se destruye y mineraliza rápidamente, que

genera los nutrientes que la vegetación precisa. Pero siempre que da una fracción

de descomposición muy lenta, la materia orgánica “estable”, la constitutiva del

humus del suelo. Este humus estructura los gránulos de tierra y retiene

parcialmente los nutrientes minerales, evitando su lavado por las lluvias.

Por tanto el humus es la materia orgánica (vegetal o animal), más o menos

estable, que queda después de una etapa de descomposición química y síntesis

rápida a partir de los residuos de los seres vivos. En ella es imposible reconocer

ya la forma original de las pajas, flores, frutos, hojas, etc., siendo una especie de

pasta oscura que pinta con su color las partículas del suelo Su color es marrón, su

composición esencial a base de los productos resultantes de la descomposición de

la lignina (ácidos húmicos, fúlvicos...), y su mineralización lenta.

La descomposición del humus libera CO 2. Esta descomposición se ve

favorecida por un suministro abundante de desechos ricos en nutrientes, un suelo

neutro, y cantidades adecuadas de oxígeno, humedad y calor. El humus queda

influido por las diferentes prácticas forestales, tales como las claras, fertil ización

o cambio de especie.

Gestión Selvícola 2005-06 Pag.: 26

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Tema A-04: Ecología forestal (I). Conceptos básicos. Factores.

El humus forma complejos muy valiosos con la arcilla, dando un producto de

gran estabilidad en los suelos que es el denominado complejo arcillo-húmico. Está

encargado, entre otras cosas, de retener los nutrientes (cationes y algunos

aniones) procedentes de la descomposición de la hojarasca y demás desechos

vegetales (frutos, raíces, cortezas...), para que no sean arrastrados por las

lluvias. En resumen, el humus juega un doble papel: por un lado fertil iza con su

lenta mineralización el suelo, contribuyendo a un mejor crecimiento de la

vegetación, y por otro lado retiene los nutrientes en el complejo arcillo-húmico,

para que no sean arrastrados por las lluvias a horizontes más profundos del perfil.

Así, en este complejo subterráneo arcillo-húmico es donde quedan retenidos los

elementos nutritivos (Ca, K, Fe, Mg...), resistiéndose así el lavado provocado por

las lluvias. Los nutrientes van siendo cedidos poco a poco a la solución del suelo,

según los van extrayendo y necesitando las raíces de las plantas.

En resumen, la materia orgánica del suelo, además de ser la fuente primaria

de nitrógeno, contribuye a la creación de la estructura edáfica y tiene la

propiedad, en los suelos arenosos, de incrementar la capacidad de

almacenamiento de agua y nutrientes, además de impedir la erosión del suelo. En

los arcillosos evita la compactación, con iguales resultados mejoradores.

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