TRABAJADORES y EMPRESARIOS

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DICÓSIMO, Daniel y SIMONASSI, Silvia (compiladores) Trabajadores y empresarios en la Argentina del Siglo XX. Indagaciones desde la historia social, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2011 - 192, pp. - Este libro reúne un conjunto de trabajos destinados a reflexionar acerca de temas de historia de los trabajadores e historia empresaria, traspasando las fronteras que tradicionalmente han distanciado a ambos campos disciplinares, para analizar problemas derivados de la construcción de relaciones sociales centradas en el trabajo, forjadas en comunidades urbanas articuladas alrededor de ramas de producción, sectores de servicios o empresas específicas, contemplando las tensiones y conflictos producidos históricamente en torno a las organizaciones sindicales y empresarias así también como la cotidianidad de los lugares de trabajo, en distintos momentos paradigmáticos del siglo XX argentino.

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Rosario, 2011

Daniel Dicósimo

Silvia Simonassi

compiladores

Trabajadores y empresarios

en la Argentina del siglo XX:

indagaciones desde la historia social

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ÍNDICE

PresentaciónDaniel Dicósimo y Silvia Simonassi ......................................................................... 11

PRIMERA PARTEORGANIZACIÓN SINDICAL, PODER Y REPRESENTACIÓN

 IntroducciónMónica Gordillo ....................................................................................................... 17

Control a bordo: la Federación Obrera Marítima, 1916-1921

Laura Gabriela Caruso .............................................................................................. 21

 La estructuración de una estrategia gremial dominante en SOMISA (1960-1976).

 Los procesos sindicales y las relaciones de hegemonía/subalternidad 

María Julia Soul ........................................................................................................ 35

 La lucha por el poder sindical en el interior de la provincia de Buenos Airesdurante los años 1970. Política obrera, representación y orden productivo

Daniel Dicósimo ....................................................................................................... 49

SEGUNDA PARTECONFLICTIVIDAD Y CONSENTIMIENTO EN SECTORES INDUSTRIALESY DE SERVICIOS

 Introducción

Juan Suriano ............................................................................................................. 67

 La constitución de una “gran familia”: trabajadores e identidades sociolaborales

en las empresas extractivas estatales de la Patagonia Austral 

Daniel Cabral Marques ............................................................................................. 71

 La importancia de las fuentes judiciales para el análisis del conicto y la

disciplina en la industria del cemento

Griselda Lemiez ........................................................................................................ 89

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 El personal de la administración pública nacional y sus proyecciones político-sindicales durante el primer gobierno peronista (1946-1955)

Gustavo Nicolás Contreras ..................................................................................... 105

Conictividad obrera durante la última dictadura militar en Rosario y el 

“Cordón Norte del Gran Rosario”. El otoño caliente de junio de 1977 

Andrés Carminati .................................................................................................... 121

TERCERA PARTE

LAS RELACIONES LABORALES DESDE LA MIRADA EMPRESARIA

 Introducción

Mirta Zaida Lobato ................................................................................................. 139

 La familia ferroviaria a principios del siglo XX: bienestar y lealtades de hierro

en el Ferrocarril Central Argentino

Laura Badaloni ........................................................................................................ 143

 Educar el cerebro o pensar con las manos: los industriales rosarinos

 y la formación técnica para el trabajo en los albores del peronismo

Silvia Simonassi ....................................................................................................... 159

 Algunas consideraciones sobre poder, productividad y trabajadores

en el primer peronismo: la mirada de los industriales metalúrgicos (1946-1955)

Marcos Schiavi ....................................................................................................... 175

Los autores y las autoras ......................................................................................... 191

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Siglas y abreviaturas más utilizadas

AHMO Archivo Histórico Municipal de OlavarríaAMPSF Archivo de la Memoria de la Provincia de Santa FeAOEE Asociación de Obreros y Empleados del EstadoAT Asociación del TrabajoATE Asociación de Trabajadores del EstadoCAIM Cámara Argentina de Industrias MetalúrgicasCCA Centro de Cabotaje Argentino

CGT Confederación General del TrabajoCIM Cámara de Industriales MetalúrgicosCNAOP Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación ProfesionalCNT Centro de Navegación TransatlánticaCPCN Confederación del Personal Civil de la NaciónDNT Departamento Nacional del TrabajoFAIM Federación Argentina de la Industria MetalúrgicaFCCA Ferrocarril Central ArgentinoFGCIR Federación Gremial del Comercio y la Industria de RosarioFOM Federación Obrera Marítima

FORA Federación Obrera Regional ArgentinaLADEP Liga Argentina de Empleados PúblicosLECN Liga de Empleados Civiles NacionalesOIT Organización Internacional del TrabajoPC Partido ComunistaSOMISA Sociedad Mixta Siderúrgica ArgentinaSPTL Sociedad Protectora del Trabajo LibreSTSA Sindicato de Trabajadores Siderúrgicos de ArgentinaUF Unión FerroviariaUOM Unión Obrera Metalúrgica

UPCN Unión del Personal Civil de la NaciónYPF Yacimientos Petrolíferos Fiscales

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Presentación

Daniel Dicósimo 

silvia simonassi

¿Cómo abordar las relaciones entre obreros y patrones, entre organizacio-nes sindicales y empresarias? ¿Cómo poner en tensión las estrategias

obreras y patronales en coyunturas de conictividad? ¿Es posible con-gurar un objeto de análisis que procure dar cuenta de las tramas devínculos que se construyen entre empresarios y trabajadores? ¿Cómo aproximarnos ala relación entre bases obreras y dirigentes sindicales? ¿Es posible entrecruzar de ma-nera compleja experiencias regionales con la dinámica nacional? ¿Desde qué anclajesteóricos y a partir de qué reservorios documentales se hace factible reexionar sobreexperiencias laborales territorialmente situadas? ¿De qué manera “correr el velo” paraestudiar dimensiones de la experiencia obrera para las cuales no existen registros es-critos? ¿Cuáles son las posibilidades y los límites para pensar el comportamiento dela clase obrera en periodos de censura y trauma?

Este libro reúne un conjunto de artículos destinados a reexionar acerca de temasde historia de los trabajadores e historia empresaria, procurando traspasar las fronte-ras que tradicionalmente han distanciado a ambos campos disciplinares. Se analizan

 problemas derivados de la construcción de relaciones sociales centradas en el traba- jo, forjadas en comunidades urbanas articuladas alrededor de ramas de producción,sectores de servicios o empresas especícas, contemplando las tensiones y conictos

 producidos históricamente en torno a las organizaciones sindicales y empresarias asítambién como la cotidianidad de los lugares de trabajo, en distintos momentos para-digmáticos del siglo XX argentino.

La búsqueda de relaciones entre estos campos se intenta, como si ese desafío fue-ra poco, desde perspectivas teóricas y metodológicas que no provienen exclusivamen-

te de la historia cultural.1 Asumiendo el riesgo de resultar poco seductores para los jóvenes académicos, como lo asumiera John Womack Jr., los autores aquí compiladosno adoptan como sus temas solo la subjetividad, la experiencia o la cultura obrera den-

1 Las reexiones en torno al predominio de la historia cultural en los estudios del trabajo no son nuevas,han sido señaladas por ejemplo por VIOTTI DA COSTA, Emilia “Nuevos públicos, nuevas políticas,nuevas historias. Del reduccionismo económico al reduccionismo cultural: en busca de la dialéctica”,en Entrepasados, núm. 16, principios de 1999. Desde una perspectiva más general, GEOFF ELEY haabogado por un diálogo entre tradiciones en “¿El mundo es un texto? De la historia social a la historiade la sociedad dos décadas después”, en Entrepasados, núm. 17, nes de 1999; más recientemente enUna línea torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad , Universitat de Valencia, 2008 yel debate publicado en Entrepasados, núm. 35, comienzos de 2009.

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12 Trabajadores y empresarios en la Argentina del siglo XX 

tro y fuera del trabajo, que han sido tópicos de la corriente principal de la historia delos trabajadores de los últimos 25 años, sino que recuperan temas y enfoques conside-rados clásicos y marginados por tradicionales, como la historia político-institucionalde los sindicatos, las ideas gramscianas sobre hegemonía en las relaciones laborales,el control obrero, los mercados internos de trabajo, entre otras. Esta compilación se

 propone revitalizar el estudio del trabajo, explorando las dimensiones del conicto, elconsenso y las estrategias empresarias, porque, siguiendo a Womack,2 

“…el trabajo es intrínseca e innitamente un objeto del interés, esdecir, no un signo o una práctica o un instinto, sino una acción en-caminada a producir cosas útiles, algo consciente, aprendido, serio,

intencional, honesto, concienzudo, fascinante, algo como la cultu-ra, pero también particular, fastidioso, absorbente, arduo, frustrante,quizá agotador y de una importancia generalizada, fundamental yurgente, y el trabajo industrial está dividido y divide, pero aun asíes colectivo”.

De modo que, asumiendo la centralidad del trabajo en la vida social y el retorno delinterés por producir investigaciones históricas que aborden dicha temática, este librorecoge algunas de las apropiaciones de los recientes debates producidos en el interior de la disciplina en términos de problemas, dimensiones espaciales y fuentes. Una delas tramas que recorren transversalmente los artículos, las relaciones laborales, estámoldeada a partir de la consideración de los vínculos recíprocos que se instituyenentre los trabajadores y los empresarios (o las empresas), abordadas en términos de

 prácticas gerenciales o empresarias y estrategias gremiales, sindicales u obreras. Peroesas relaciones son pensadas también en términos de interacciones entre trabajadores,tanto las más horizontales, como las construidas entre aquellos que disputan el poder de las organizaciones sindicales y esa inmensa mayoría de trabajadores “de base”.Relaciones que a lo largo de todo el siglo XX aparecen fuertemente mediadas, consti-tuidas, reguladas por la dimensión estatal. Si las relaciones entre empresarios, trabaja-dores y Estado están presentes en todos los artículos de esta compilación, uno de los

 problemas que se deriva de allí corresponde al carácter de esas relaciones, pensadas

en clave de conicto y consentimiento, de donde se desprende con gran claridad eldesafío de debatir el viejo concepto de paternalismo –obrero o industrial– a la luz delos nuevos casos analizados. Son visibles además, aunque más sugeridos que desarro-llados, aquellos nuevos desafíos para la historia del trabajo –la consideración de la va-riable étnica como constitutiva de las relaciones laborales, por ejemplo– que informansobre la coexistencia de otras identidades y la necesidad de avanzar en este camino.3 

2 WOMACK JR., John Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva historia de los movimien-

tos obreros, FCE, México, 2007, p. 34.3 LOBATO, Mirta Zaida “Niveles y dimensiones de análisis en el mundo del trabajo: notas a partir 

de una experiencia de investigación”, en  Anuario IEHS , núm. 22, 2007. Para los entrecruzamientos

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Presentación  13

En lo referente a las distintas articulaciones espaciales, el trabajo da cuenta delos avances producidos en torno a las historias locales y regionales. Si bien no estánausentes los enfoques que subrayan dimensiones nacionales, otros tantos centran sumirada en espacios regionales diversos, tanto Capital Federal como otros del ampliointerior: Rosario, San Nicolás, Patagonia Austral, el centro y sudeste de la provinciade Buenos Aires. Esta reducción de la lente es fruto de los desarrollos historiográcos

 producidos en distintas universidades durante las últimas décadas, donde la historiaregional se construyó como aproximación analítica a lo especíco de las sociedadesde pertenencia, es decir, como historias no encerradas en sus particularismos sino endiálogo crítico con los procesos nacionales.

Las distintas contribuciones dan cuenta también de la variedad de fuentes queconuyen en la renovación de los estudios sobre las relaciones laborales: fuentes judi-ciales y de organismos de inteligencia del Estado, actas y publicaciones de empresasy de asociaciones empresarias, periódicos y folletos producidos por organizaciones

 políticas de izquierda y prensa local. Esta diversidad descubre la potencialidad de losreservorios locales y los archivos privados, para iluminar aspectos poco explorados delas relaciones laborales. Los trabajos aquí reunidos permiten visualizar la pertinenciade cruzar fuentes tradicionalmente aceptadas en el propio campo disciplinar pero des-aprovechadas en otros, tan claramente ilustrada por la compulsa entre fuentes obrerasy patronales desplegada en algunos artículos de esta compilación.

El libro está dividido en tres secciones, prologadas cada una de ellas por inves-tigadores que exhiben una importante trayectoria en temas de historia del trabajo, a

 partir de la que hacen visibles núcleos problemáticos comunes inscriptos en tradicio-nes previas, temas y problemas novedosos y senderos posibles de recorrer que puedenser pensados a modo de agenda.

La primera de estas partes, introducida por Mónica Gordillo, articula contribu-ciones que exploran experiencias sindicales colocadas en tensión con las políticasestatales y gerenciales. El artículo de Laura Gabriela Caruso aborda las luchas por elcontrol sindical en la contratación de obreros marítimos entre 1916 y 1921; María Ju-lia Soul investiga la estructuración de una estrategia gremial en la planta de la empresaestatal SOMISA en San Nicolás desde su instalación hasta 1976; y Daniel Dicósimo

estudia los problemas de organización y representación en sindicatos del interior de la provincia de Buenos Aires en los primeros años 1970.

La segunda sección, presentada por Juan Suriano, integra trabajos que discutenla conictividad y el consenso en las relaciones laborales en distintos planos y expre -siones. Daniel Cabral Marques trabaja las identidades sociolaborales construidas a

 partir del trabajo en torno a las empresas estatales extractivas de la Patagonia Austral;Griselda Lemiez explora la potencialidad de las fuentes judiciales para el trabajo de

entre género y clase, son particularmente sugerentes de la misma autora, las reexiones contenidas en“Historia del trabajo: género y clase”, en CERNADAS, Jorge y LVOVICH, Daniel –editores–  Historia

¿para qué? Revisitas a una vieja pregunta, Prometeo, Buenos Aires, 2010.

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la disciplina laboral y extra laboral en la minería del centro de la provincia de BuenosAires; Gustavo Nicolás Contreras revisa las concepciones dominantes sobre las rela-ciones entre sindicatos y peronismo, a través de una reconstrucción del devenir de lasorganizaciones sindicales nacionales de los empleados públicos entre 1945 y 1955;y Andrés Carminati, por último, analiza los alcances, motivaciones y causales de laola de conictos gremiales de junio de 1977 en Rosario y el cordón norte del GranRosario, en un intento por comprender mejor la conictividad general de los primerosdos años de la última dictadura militar.

La tercera sección, reseñada por Mirta Zaida Lobato, reúne artículos que se de-tienen en la perspectiva empresaria sobre diferentes dimensiones de las relaciones

laborales. Laura Badaloni explora la conguración de representaciones sobre la “granfamilia ferroviaria” a principios del siglo XX a partir de la publicación de la empresaCentral Argentino, Silvia Simonassi indaga en los discursos y las prácticas desplega-das por los industriales rosarinos en torno a la formación de trabajadores jóvenes yMarcos Schiavi estudia las preocupaciones de los industriales metalúrgicos de BuenosAires sobre el trabajo y los trabajadores, a través del periódico de la Cámara Argentinade Industriales Metalúrgicos.

Por último, queremos indicar que este libro es fruto de la dinámica de trabajo delI Workshop “Conictividad y consentimiento en las relaciones laborales. Las prác-ticas obreras y empresarias en la Argentina del siglo XX”, realizado en la ciudad deTandil durante el mes de abril de 2010 y organizado por el Instituto de Estudios Histó-rico Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNCPBA y el nodo CESOR de la Unidad Ejecutora en Red de Conicet ISHIR-UNR. El encuentro permitió laconuencia reexiva entre historiadores experimentados y jóvenes investigadores enformación, provenientes del ámbito universitario y del CONICET. Los distintos artí-culos aquí presentados recogen los aportes realizados por los participantes en aquellosdías de fecundos intercambios. Los introductores de las diferentes secciones en quese divide esta compilación, Mónica Gordillo, Juan Suriano y Mirta Zaida Lobato,actuaron en esa oportunidad como agudos comentaristas de los respectivos trabajos.A todos ellos les expresamos nuestro profundo agradecimiento y respeto académico;también reconocemos el aporte económico de la Universidad Nacional de Rosario y

el Instituto de Estudios Histórico Sociales de la UNCPBA, sin el que esta publicaciónno hubiera sido posible.

Tandil y Rosario, marzo de 2011

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PRIMERA PARTE

Organización sindical, poder y representación

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Introducción

mónica GorDillo

Algunos ejes comunes atraviesan los tres trabajos que se presentan a conti-nuación, lo que hace posible trascender lo analizado en cada uno de ellosy reexionar acerca del proceso de constitución de la ciudadanía laboral a

lo largo del siglo XX, así como sobre sus características hasta mediados de los años1970, momento en que se iniciaría su crisis.Dos de esos ejes o temas principales, íntimamente relacionados entre sí, son el

 proceso de institucionalización de una legalidad industrial que prescribe la interven-ción del Estado como garante de la misma, y los límites y alcances del poder obrero ysindical en ese proceso. Ligado con lo anterior, se plantea también el problema de las

 bases de ese poder en el “suelo de fábrica” (Soul) y el referido a los lazos de repre-sentación/representatividad construidos como estrategias sindicales dominantes; asícomo el de los márgenes y contenidos que adoptan la no subordinación u oposición aesas estrategias (Soul y Dicósimo).

Comencemos el recorrido por los momentos y casos planteados en los trabajos.Los tres estudian actores que ocuparon posiciones estratégicas dentro de los diferentesregímenes de acumulación predominantes. El periodo analizado por Laura Caruso(1916-1921) es clave en el avance institucionalizador del Estado, proceso que aunqueno se inició con la presidencia de Yrigoyen encontró en ella concreciones importan-tes. En efecto, en el conicto de los trabajadores marítimos planteado en este texto,aparece la gura de un Estado actuando para denir mecanismos que garanticen lareproducción del orden capitalista. Ese conicto muestra un triángulo donde si bienel contrincante principal es la poderosa empresa naviera Mihanovich y sus aliados, ladisputa muestra también la intención de consolidar la intervención y presencia estatalen el ámbito de un servicio público esencial para el mantenimiento del modelo agroex-

 portador. De este modo, los decretos de Ocialización de 1919 –que establecieron laobligatoriedad de un registro a cargo exclusivamente del Estado para la contrataciónde personal– que fueron presentados como un triunfo obrero, aparecen también comoun avance en las prerrogativas del Estado, más allá de que por circunstancias coyuntu-rales derivadas de un ciclo ascendente de protesta obrera no se pudiera todavía ejercer totalmente esa potestad y se debiera compartir con el sindicato el poder decisorio so-

 bre la contratación. A su vez podría pensarse que esa decisión resultó funcional a losintereses estatales, como una medida para terminar con el lock out patronal impuesto,ganándose al mismo tiempo el apoyo obrero. En este sentido, la posición del Estadono parece ambigua o diferente de la que tomará en 1921, al intervenir nuevamente en

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18 Trabajadores y empresarios en la Argentina del siglo XX 

el conicto, aunque sí cambien las estrategias para imponer ese control estatal –paraentonces de manera coactiva– en un contexto de declinación y crisis de la protestaobrera. En consecuencia, no se trataría de un Estado capturado por las presiones deltrabajo o del capital sino de uno que va sentando posiciones en el ámbito de las rela-ciones laborales, con cierta autonomía de las demandas corporativas pero, a su vez,orientado a la defensa y reproducción del régimen de acumulación capitalista.

En ese marco, también el avance en el reconocimiento institucional del sindica-to, que aparece como una consecuencia del conicto, puede pensarse como un pasohacia su integración dentro del mecanismo de la negociación colectiva y como uninstrumento para limitar la incertidumbre derivada del conicto capital-trabajo; así

como para frenar la potencialidad disruptiva del control de la producción bajo otrostérminos. De este modo, el control de la contratación –nudo principal del conicto quedescribe Caruso– si bien aparece como un avance obrero, debiera pensarse más biencomo el reconocimiento institucional al sindicato, sin consecuencias al parecer en loreferido al control obrero sobre la producción. Podría considerarse como un primer 

 paso en la denición de un proceso de trabajo pautado sobre la base del acuerdo entrecapital y trabajo, garantizado por el Estado, que se materializará más adelante en elestablecimiento de los convenios colectivos.

El nudo presente aquí es, entonces, el reconocimiento de la función interventoradel Estado y el papel del sindicato como institución capaz de garantizar –bajo condi-ciones pautadas– la reproducción consensuada del orden capitalista. Sin duda, esto noserá un proceso lineal y sin tensiones: tanto las respuestas sindicales como las patro-nales lo pusieron en evidencia. De todos modos es necesario destacar que esa cuestión

 pudo plantearse por el proceso previo de consolidación y de fortalecimiento sindicalcon una orientación determinada, que se venía operando en el gremio marítimo desde1910.

Otro tema queda planteado a partir del trabajo de Caruso, y se hará presente enlos otros dos: ¿puede asimilarse el control sindical al control obrero?, ¿se disputabaen este conicto el control del sindicato sobre la contratación, es decir, sobre el in-greso al mercado de trabajo, o el control obrero sobre el proceso de trabajo en tanto

 productores y no meramente asalariados?, ¿estaban presentes estas dos dimensiones

de la condición obrera que se plantean en el trabajo de Soul siguiendo a Gramsci? Elartículo de Caruso no avanza sobre esta cuestión pero aparecen indicios de que no

 podría fácilmente asimilarse la demanda de control sindical esbozada en el conictocon la de control obrero, en el sentido planteado por Gramsci; en todo caso, sí lo haríadesde una perspectiva más parecida a la cogestión de algunos términos de la relaciónsalarial. Sobre estos tópicos volveremos más adelante.

Los artículos de María Julia Soul y Daniel Dicósimo se reeren a otro momentoimportante dentro del proceso que estamos presentando. El caso de los trabajadoressiderúrgicos de la empresa SOMISA, analizado por Soul, arranca en 1960 y culminaen 1976; el abordado por Dicósimo se centra en los trabajadores metalúrgicos de Tan -

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Introducción  19

dil entre nales de los años 1960 y comienzos de los 1970. Se trata de una etapa dondese encuentra ya instituida plenamente una legalidad industrial y un tipo de ciudada-nía laboral basadas en los parámetros del pacto fordista, presente en las sociedadesindustriales de los países centrales. Éste establece un tipo de relación salarial1 quegarantiza la actividad sindical como reproductora del orden, contraria a toda transfor-mación o disrupción de él y que, además, en el caso argentino terminó cristalizandoen un modelo de representación sindical sumamente centralizado y verticalista en suconducción. En ese contexto, ¿qué espacios quedaban para las prácticas de no subor-dinación? En términos de Soul, cristalizarían en “transacciones sociales”, en accionesintersticiales en los lugares de trabajo o en intentos de control del proceso productivo

que no implicarían “control obrero” en un sentido emancipador o, según plantea, sinque esa potencialidad adquiriera relevancia o incidencia política. Sin embargo, másallá de las prácticas de no subordinación que pudieran encontrarse en los lugares detrabajo y que no aparecen como el núcleo de este artículo, centrado en la construcciónde la estrategia sindical dominante, podría pensarse que las acciones desarrolladas por la conducción inicial del sindicato así como los intentos de creación de un sindicatosiderúrgico por fuera del encuadramiento sindical en la UOM, aparecerían no sólocomo una disputa por un tipo de organización sindical sino, también, por el control del

 proceso de producción –entendido en el sentido planteado más arriba de poder incidir en el mismo– al propiciar el reconocimiento de las tareas especícas del ocio que noeran incluidas en el convenio del sector metalúrgico, sin que esto signicara cuestio -nar las bases de la legalidad industrial establecida sino la representación de las tareas

 propias de la rama en ella. Esta primera etapa que la autora acertadamente conceptua-liza como de “movilización”, caracterizada por la auto-organización, por la deniciónde objetivos y metas y que se diferenciaría de la de “participación” posterior –cuandolos trabajadores quedan alineados bajo la disciplina centralizante de la UOM– podría

  pensarse también como propia de un momento de constitución e institución de laespecicidad de un sector nuevo y dinámico como lo era el siderúrgico dentro de esalegalidad industrial, caso similar a lo ocurrido en otras industrias de punta como laautomotriz, por ejemplo, que habilitó también un momento inicial de intensa “movi-lización” para establecer las reglas del trabajo especíco y diferenciarse de las pautas

impuestas por la UOM. ¿Era la UOM, como sindicato de rama, representativo de lasespecicidades del trabajo siderúrgico? Como se verá, esa tensión se manifestó endos intentos de creación de un sindicato siderúrgico –en 1965 y en 1971– que, aunquefueron desarticulados, seguramente deben haber incidido en la incorporación de unapartado especial para este sector en el convenio colectivo de 1975. Por otro lado yrecurrentemente, en el trabajo aparece también el tema de la representatividad, como

1 En el sentido planteado por la teoría de la regulación que reconoce en ella distintas dimensiones: pro-ceso de trabajo; división social y técnica del trabajo; formas y grados de movilización de la fuerza detrabajo; formas de determinación de los ingresos; modalidades y pautas de consumo obrero.

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20 Trabajadores y empresarios en la Argentina del siglo XX 

la contracara de la consolidación de una estrategia sindical dominante, que se resolve-ría combinando coacción y consenso.

El problema de la representación/representatividad y el de las bases sobre las quese asentaba el poder sindical, es el tema central del artículo de Dicósimo. Muestra ladisputa por el poder de conducción del gremio en un contexto donde la verticalidad yla burocratización, asociadas a la impronta de la línea vandorista dentro del sindica-lismo peronista, comenzaron a ser cuestionadas por movimientos disruptivos de base.Pero, ¿cuál fue el alcance de la disrupción en el sindicato metalúrgico de Tandil? El ci-clo de protesta abierto con posterioridad al cordobazo habría servido de marco para undiscurso y prácticas que canalizaran el descontento obrero, basado tanto en el modo de

conducción local poco transparente, como en las consecuencias sobre los trabajadoresde la expansión en la industria que llevó a las empresas a no respetar pautas conven-cionales. Al parecer, sobre esa defensa se montó la oposición, es decir, sosteniendocomo una de las demandas principales la defensa de la legalidad industrial que lasempresas –en especial la más importante de ellas, Metalúrgica Tandil– no garantiza-

 ban al no respetar lo establecido en los convenios. Esto servía para cuestionar, a suvez, las bases del poder sindical imperante y su propia representatividad, dado quehabía dejado de garantizar el “orden productivo” en el cual se habían socializado lostrabajadores metalúrgicos. Por lo tanto, no se trataba sólo de no permitir la democraciainterna sino, fundamentalmente, de no hacer respetar la ciudadanía laboral. De todosmodos, luego de ese momento expansivo tanto social como económicamente, la dis-ciplina volvería a imponerse en esas plantas.

Los trabajos representan un importante aporte para pensar los mecanismos a par-tir de los cuales se fueron construyendo posiciones hegemónicas dentro del mundolaboral, construidas dialécticamente en un proceso donde interactuaron el Estado, elcapital y el trabajo para establecer una legalidad industrial que se convirtió en cierto“orden natural”, y que redujo el poder obrero a poder sindical. Las líneas abiertas por otros trabajos pioneros, abonan también a plantear las relaciones complejas de con-sentimiento/no subordinación/insubordinación entre los dirigentes y sus bases que de-

 jan márgenes para la subjetividad obrera. Los trabajos presentados se basan en fuentes poco trabajadas y aportan interesantes perspectivas para pensar las especicidades

sectoriales y epocales en el largo proceso de institucionalización de las relaciones yde una ciudadanía laborales.

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Control a bordo:la Federación Obrera Marítima, 1916-1921

laura Gabriela caruso

Durante las primeras décadas del siglo XX los obreros marítimos fueron sujeto

destacado de importantes movimientos huelguísticos y del desarrollo de laorganización sindical en la Argentina. Encargados de una actividad central enla estructura agroexportadora como el transporte, estos trabajadores de ríos y costastuvieron una posición estratégica en la economía nacional. El desarrollo de una infra-estructura de transporte que permitiera la exportación y comercialización de la pro-ducción nacional incluyó, junto al tendido de la red ferroviaria, la constitución de unaota mercante, a cargo de empresas privadas de diversa índole, y cuya conguraciónse fue alterando con el correr de los años a partir de un marcado proceso de concen-tración y centralización del capital, protagonizado por la Compañía de Navegación

 Nicolás Mihanovich.En 1910 se creó un sindicato que agrupaba las diversas categorías de trabajado-

res embarcados. Surgió así la Federación Obrera Marítima (FOM), uno de los prime-ros gremios por actividad de carácter nacional, que nucleaba a marineros, foguistas,mozos y otros trabajadores embarcados de sala de máquinas, cubierta y cocina. LaFOM, al frente de la cual se encontraban militantes del   sindicalismo revolucionario vernáculo, llegó a ser una de las organizaciones sindicales más importantes de las

 primeras décadas del siglo XX, así como también uno de los pilares de la FederaciónObrera Regional Argentina del Noveno Congreso (FORA IX), la principal centralgremial dirigida por la misma corriente.

El hecho de constituir uno de los engranajes claves de la actividad económica po-tenció las acciones y demandas de los obreros marítimos frente a las empresas del sec-

tor y a los sucesivos gobiernos. Sumado al desarrollo de una organización sindical na-cional que reunía a diversas secciones y categorías, constituyeron elementos esenciales

 para el éxito de sus acciones de lucha y el establecimiento del control del ingreso y lascondiciones de contratación, trabajo y permanencia por parte del sindicato, a mediadosde la década de 1910. Este control ejercido por la FOM fue construido en el mediano

 plazo mediante la organización sindical y las luchas sostenidas durante aquellos años.Desde la huelga marítima de nes de 1916 hasta la huelga general convocada contralos actos de violencia patronal a mediados de 1921, gran cantidad de paros parcialesy generales, boicots en solidaridad y demás formas de lucha fueron impulsados por laFederación, para desarrollar así el control sindical del trabajo a bordo.

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22 Trabajadores y empresarios en la Argentina del siglo XX 

Junto a la posición estructural estratégica y al desarrollo de su organización sin-dical, otro elemento esencial para el control sindical fue la acción conjunta con losgremios de ociales, y la solidaridad y coordinación con otros gremios de la FORAIX, así como con los obreros embarcados de los países limítrofes Uruguay y Paraguay.El posicionamiento patronal, sus niveles de organización y acuerdo fueron tambiénclaves en este proceso. A pesar de su intransigencia inicial, las empresas debieronacceder a la negociación forzadas por la acción sindical y por la política del gobiernoradical, el cual tendió a favorecer al sindicato marítimo con la mediación y la inacciónde las fuerzas represivas del Estado en determinadas coyunturas. Sin embargo, en elquinquenio aquí estudiado, las grandes empresas de navegación dieron renovado im-

 pulso a sus organizaciones corporativas, el Centro de Cabotaje Argentino (CCA), laAsociación del Trabajo (AT) y la Liga Patriótica, mediante las cuales se posicionaronfavorablemente tanto para presionar al gobierno como para desarrollar una accióndirecta en detrimento del poder sindical.

Huelgas marítimas: la construcción del control sindicalLas embarcaciones mercantes que iban hacia Corumbá, Asunción, Montevideo, elLitoral y la Patagonia, junto a cantidad de otros barcos menores que operaban dentrode los puertos para el trasbordo de mercaderías, pasajeros y tripulantes, fueron elescenario especíco del trabajo marítimo y espacio de disputa entre el sindicato y lasempresas, en el cual la FOM logró ejercer su control entre 1916 y 1921.

El propio sentido de la actividad marítima hizo del trabajo a bordo y sus formascaracterísticas una experiencia regional.1 En similares embarcaciones y condicionestranscurrían las faenas diarias de obreros uruguayos, paraguayos, brasileños, argenti-nos, chilenos, junto a los miles de inmigrantes que conformaban las tripulaciones del

 pabellón argentino. A principios del siglo XX tuvieron predominancia los inmigrantesitalianos, españoles y croatas, entre muchos otros, aunque en los años posteriores a laLey de Cabotaje de 1910 aumentó el número de argentinos, nativos o naturalizados. 2 La estacionalidad de la actividad agropecuaria y del transporte de su producción seimpuso en la lucha obrera: la mayoría de las huelgas se desarrollaron en la época decosecha, durante los meses de verano, cuando la coyuntura era propicia para plantear 

acciones y reclamos diversos, con mayor capacidad de presión.El periodo comprendido entre los últimos años de la Primera Guerra Mundial y

la inmediata posguerra estuvo caracterizado por el conicto ascendente y la moviliza-

1 DE OLIVEIRA, Vitor Wagner Neto Entre o Prata e Mato Gresso: uma viagem pelo mundo do trabalho

marítimo de 1910 a 1930 (Buenos Aires, Montevidéu, Assunção e Corumbá), UNICAMP, Campinas,2006.

2 La Ley de Cabotaje 7049 reservaba a las embarcaciones de bandera nacional –que no pagaban de-rechos de entrada, faro, balizas, sanidad y visa consular en puertos nacionales y de algunos paíseslimítrofes– la navegación uvial o de cabotaje entre puertos interiores. En estos debía haber obligato-riamente un capitán o patrón y la cuarta parte de la tripulación argentinos.

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ción obrera. Desde 1916 la FOM impulsó una serie de huelgas generales y parciales,acciones que hicieron posible el control sindical sobre las condiciones de trabajo a

 bordo. Junto a paros menores y otras formas de lucha, los movimientos huelguísticosmás importantes fueron del sector marítimo en su totalidad y algunos parciales contraalgunas empresas. Las huelgas más importantes fueron las de diciembre de 1916, ene-ro de 1919 (impulsada antes de la Semana Trágica y sostenida luego de la nalizaciónde la huelga general) y nes de mayo de 1921, junto a las parciales que afectaronsobre todo a la empresa Mihanovich, en abril de 1917 y durante todo 1920. En este

 periodo el ascenso del conicto no fue privativo de nuestro país; muy por el contrario,se expresó en las luchas obreras en ascenso en diversos países americanos y europeos,

reimpulsadas por la acción de los movimientos revolucionarios triunfantes en Rusia,y otros que no lo fueron, como los de Alemania e Italia. En Argentina durante elquinquenio abierto con la huelga general marítima de 1916 se produjeron importantes

 paros como los impulsados por otros gremios, como las del sector de municipales, enmarzo de 1917, ferroviarios y frigorícos, entre junio de 1917 y mayo de 1918, juntoa las del Litoral, la huelga general y los hechos conocidos como la Semana Trágica.

La huelga general marítima de 1916 inició el movimiento ascendente de luchasen el periodo. Declarada el 1 de diciembre, esta fue la primera acción sindical ennuestro país ocurrida en una coyuntura de depresión económica durante la Gran Gue-rra, y que poco tiempo después comenzaría a recuperarse. Las asambleas de foguis-tas y marineros de Buenos Aires confeccionaron un pliego de reivindicaciones, alque se sumarían los mozos y cocineros, patrones y conductores. Junto al planteo decuestiones salariales, las demandas efectuadas por los marítimos estaban relacionadascon los constantes cambios en la base técnica del proceso de trabajo de a bordo, losque apuntaban a incrementar la productividad del trabajo y a desplazar trabajadores,afectando la composición, calicación y cantidad de mano de obra empleada en lasembarcaciones.3 La falta de apoyo gubernamental a las empresas y de intervención delas fuerzas represivas fue clave para el triunfo sindical en este conicto. En huelgasanteriores, como ocurrió a nes de 1911, la ayuda proporcionada por las dependenciasdel Estado que actuaban en el puerto había hecho posible sostener la regularidad delos servicios, al proporcionar embarcaciones y personal a la compañía Mihanovich.4

La protesta nalizó el 4 de enero de 1917, con la mediación del Jefe de Policíanombrado por el Poder Ejecutivo Nacional y la rma de un laudo arbitral que estable-cía, entre otras cláusulas, la limitación de la jornada y de las tareas correspondientesa cada categoría de a bordo. Sin embargo, no incluyó el reconocimiento formal delcontrol sindical sobre la contratación, aunque en los hechos y a partir de la huelgafueron sus miembros los únicos habilitados para trabajar a bordo de las embarcacionesdel pabellón nacional. Este control fue impuesto por la acción directa de la FOM, en

3 CARUSO, Laura “La huelga general marítima del Puerto de Buenos Aires, diciembre 1916”, en Revis-

ta de Estudios Marítimos y Sociales, Año 1, núm. 1, Mar del Plata, 2008.4 Acta Directorio Argentino Empresa Mihanovich, núm. 95, 9 de enero de 1912.

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alianza con los capitanes y ociales, quienes eran los responsables legales y operati-vos de la confección del rol o listado de tripulación.

El incumplimiento de lo acordado llevó a un nuevo paro, esta vez parcial, enmarzo de 1917, contra la Mihanovich. La empresa, creada en 1898 por el croata Nico-lás Mihanovich y transformada en 1909 en una compañía de capitales mixtos inglesesy argentinos, llegó a ser la mayor compañía de navegación en el país. El intento por 

 parte de ésta de revitalizar un sindicato pro-patronal, la Sociedad Protectora del Tra- bajo Libre (SPTL), creado en 1905, fue uno de los motivos principales de conicto, yaque atentaba directamente contra la contratación exclusiva de personal por la FOM.Al frente de esta Sociedad estaba Juan Colmeyro, dirigente de la Liga Obrera Naval,

asesinado en una balacera en el puerto a los pocos días de iniciada la huelga.5

En las primeras semanas ocurrieron reiterados enfrentamientos entre la FOM y la SPTL.6 Algunas de las características fundamentales de la huelga parcial de 1917, en

función de la construcción del poder sindical a bordo, las constituyeron la variedad de prácticas patronales implementadas, como la reorganización del sindicato patronal yla declaración del lock out por parte del CCA. Al paro contra la empresa Mihanovichadhirieron las organizaciones sindicales de otras secciones y categorías de trabaja-dores, como los Contramaestres, Patrones y Conductores de remolcadores, el reciénformado Centro de Comisarios Marítimos y Fluviales, los Prácticos, y la ocialidad,capitanes y comisarios de a bordo y el Centro de Maquinistas Navales. La totalidadde la tripulación de la empresa, incluida la ocialidad, conformaron un Comité deHuelga, coordinando acciones y la organización de la lucha. Esta acción unitaria del

 personal embarcado y el aporte de los embarcados de otras otas, entregando un por -centaje de sus salarios para los huelguistas, posibilitaron y fortalecieron las posicionesdel sindicato en el conicto. Una nueva mediación del Jefe de Policía levantó el lock 

out y la huelga, dispuso el cierre de la SPTL, la reincorporación de la totalidad de losdespedidos y la contratación de los tripulantes en forma conjunta por la FOM y lasempresas, representadas por el capitán, cuya organización gremial era afín a la FOM,con la aprobación de Prefectura y Aduana. El acuerdo, rmado por el CCA, la FORAIX, la FOM, los gremios de ociales, capitanes y patrones, prácticos y comisarios,sancionó la autoridad del capitán en la confección del listado de tripulación, sin que

las empresas puedan tener injerencia directa, lo cual, en tanto la organización gremialde la ocialidad era aliada a la FOM, rearmaba el poder de esta federación en elacceso al trabajo. También incluyó un aumento salarial, el cumplimiento de la jornada

5  Boletín del Departamento Nacional del Trabajo (BDNT), núm. 37, marzo de 1918. El CCA, fue creadoen 1905 como CC Nacional, cambiando su nombre en 1910 tras una reorganización interna. Éste agru- paba a las empresas del transporte de cabotaje, siendo el representante colectivo de la patronal uvialy marítima de bandera argentina. Durante este periodo fue su presidente Alberto Dodero, gerente de laMihanovich.

6  La Organización Obrera, 1 de mayo de 1917, septiembre de 1917.

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laboral y los turnos a bordo, así como de las condiciones de habitabilidad, higiene yalimentación, asuntos sobre los que el sindicato logró tener injerencia.7

La alianza político sindical de la FOM con los gremios de ociales y capitanesfue uno de los elementos claves en el éxito de sus acciones. La Federación logróestablecer su control en la contratación y en ciertos aspectos del trabajo. El capitánarmaba y presentaba el listado de la tripulación ante las autoridades estatales, siendouna pieza clave en el mecanismo de contratación. Sin embargo, fueron las accionesde lucha sistemáticas emprendidas por la Federación las que lograron concretar yconsolidar el control sindical a bordo. Sostener este poder ganado por el gremio re-quirió de la acción cotidiana, en cada confección del listado de la tripulación, en las

giras por el puerto y el control de cada barco a la hora de zarpar, en las actividadesde propaganda y sindicalización, por mencionar algunos de los múltiples escenariosde construcción de este control por parte del gremio, esenciales en el conicto entreel capital y el trabajo por el control del trabajo a bordo. Tanto el poder gremial sobreel acceso al trabajo como la especial atención que el gobierno radical tuvo para conla FOM fueron temas de preocupación y denuncia durante las reuniones de directoriolocal de la Mihanovich. Se reconocía lo perjudicial que resultaba el acuerdo entremaquinistas, ociales, marineros y foguistas, ya que dicultaba conseguir personal noagremiado y aumentaba los salarios. Además, con clara conciencia de sus falencias ynecesidades, se mencionaba con preocupación la necesidad de ceder a las exigenciasobreras y realizar concesiones para no hacer evidente la falta de unión y organizaciónexistente entre los armadores.8

La FOM pasó de 2.000 miembros en 1916 a 12.336 dos años después, de los cua-les 9.100 trabajaban en el puerto porteño. Las secciones que la conformaban entoncesse multiplicaron, sumándose las de Campana, Zárate, Rosario, San Fernando, SantaFe, Concordia, Concepción del Uruguay y Posadas, y otras en la costa patagónica.9 Sucapacidad de organización sindical y de presión ante el gobierno y la patronal colocóa la Federación en un lugar privilegiado en el movimiento obrero de la época.

En tanto que la propia existencia del sindicato, su legitimidad como representan-te de los trabajadores embarcados y su control sobre las condiciones de contratacióny trabajo a bordo no habían logrado algún tipo de legalidad o sanción formal, la lucha

 por el control sindical a bordo se mantuvo vigente, expresándose en nuevas accionesdesarrolladas en los años siguientes por el sindicato. Entre el 8 de enero y el 1 defebrero de 1919 se declaró una nueva huelga general. Por segunda vez, se sumarontodas las secciones de a bordo, incluyendo ociales, maquinistas, mozos, marineros,foguistas y demás tripulantes, para exigir la formalización del control sindical sobre la

7 BDNT, núm. 37, marzo de 1918.8 Acta Directorio Argentino Empresa Mihanovich, núm. 191, 10 de abril de 1917; núm. 218, 9 de abril

de 1918; núm. 194, 9 de mayo de 1917.9 BDNT, núm. 41, abril de 1919.

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selección de tripulantes y la disciplina a bordo y el derecho a la realización de boicotscomo medida de solidaridad con otros gremios, entre otras reivindicaciones.

La actitud de la patronal marítima se torno más intransigente a medida que logróun mayor nivel de coordinación y de acción. El CCA actuó en conjunto, no sin disi-dencias, con el Centro de Navegación Transatlántica (CNT), organización impulsada

 por las empresas de navegación transatlántica junto a la diplomacia estadounidensey británica.10 En las acciones desplegadas contra la movilización obrera es posibleobservar los fuertes vínculos entre la formación de la Liga Patriótica y la Marina,la que organizó milicias y coordinó la acción de civiles armados y jóvenes ocialesen la zona del puerto desde el Centro Naval. Allí mismo se realizó posteriormente la

 primera reunión de la Liga. En paralelo, la AT –creada en mayo de 1918 y de la cualformaban parte el CCA y el CNT junto con la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio,las empresas ferroviarias, los exportadores de cereales, entre otros– publicó y difun-dió un maniesto acusando a la FOM de ser “el soviet del puerto de Buenos Aires”. Elobjetivo de esta campaña era la destrucción de la fuerte organización sindical, a travésde su desmoralización y desmovilización mediante diversos dispositivos: violenciacallejera, rompehuelgas, organizaciones para-policiales.11 A la vez, buscaron presio-nar al gobierno nacional mediante el lock out . El gobierno radical sostuvo una políticaambigua en apariencia. Por un lado, una fuerte represión para con algunos gruposobreros y en determinadas coyunturas, por ejemplo durante la huelga iniciada en lostalleres Vasena en enero de 1919, frente a la cual el gobierno de Yrigoyen dispuso lamilitarización de la ciudad, clausuró locales y detuvo a dirigentes obreros, de maneracontrastante. Por otro, el caso de la huelga marítima, contemporánea a dichos sucesos,en la cual el PEN dispuso la mediación y accedió a negociar con la FOM y los cen-tros de la patronal, a partir de la confección, interpretación e implementación de losdecretos de ocialización, los cuales serán el eje del conicto en dos años siguientes.Sin duda uno de los elementos más novedosos en este conicto fue el desarrollo deuna estrategia patronal con un mayor grado de organización y organicidad, la cualse estructuró discursivamente en torno a la defensa del trabajo libre, en oposición alcontrol sindical.

A los veinte días de huelga se acordó la mediación gubernamental del Estado

nacional. A partir de los decretos de ocialización emitidos el 22 de febrero, 15 y 28de marzo y 26 de mayo de 1919, garantizó la libertad de conformar las tripulaciones,

 pero impidió a las empresas dejar fuera activistas, delegados y adherentes a la FOM.12 A pesar de la oposición del CNT y de la AT –que argumentaron que la libertad de tra-

10 BDNT, num. 37, marzo de 1918.11 MCGEE DEUTSCH, Sandra Contrarrevolución en la Argentina. 1900-1932. La Liga Patriótica Ar-

 gentina, UNQ, Buenos Aires, 2003; BILSKY, Edgardo   La Semana Trágica, CEAL, Buenos Aires,1984, p. 136; RAPALO, M. Ester “Los empresarios y la reacción conservadora en la Argentina: las publicaciones de la Asociación del Trabajo, 1919-1922”, en Anuario IEHS , num. 12, Tandil, 1997.

12 Crónica del DNT (CDNT), núm. 15, marzo de 1919.

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 bajo no había quedado garantizada– las empresas nucleadas en el CCA levantaron ellock out .13 El conjunto de decretos autorizó a la Aduana y Prefectura a proveer estiba-dores y tripulantes al producirse un conicto y estableció la formación obligatoria deun registro de personal a cargo del Estado.14 Sin embargo, en los hechos dicho registrofue controlado por la FOM. La selección de los tripulantes, la administración de lacontratación, permanencia y antigüedad de los trabajadores marítimos estuvo bajo lainjerencia del sindicato, el cual impuso a sus federados como la única mano de obraautorizada a trabajar a bordo.

La disputa por el control del trabajo a bordo giró, a partir de 1919, en torno alsignicado de la ya mencionada ocialización estatal, sancionada por los decretos

cuyo texto fuertemente ambiguo permitía implementar y justicar tanto la libre con-tratación en el puerto garantizada por el Estado y defendida por las empresas, comola contratación exclusiva de personal sindicalizado. La ocialización constituía unaforma legal cuyo contenido real era determinado por las relaciones de fuerza en cadacoyuntura.15 De hecho el control sindical se mantuvo hasta junio de 1921; la luchasistemática y unicada impuso cierta interpretación de los decretos favorable al gre-mio. La ocialización sancionada por el gobierno fue su recurso para garantizar lacontinuidad del transporte marítimo, con base en el apoyo al sindicato en estos años.La mayor presión internacional y la creciente organización patronal de las empresasnacionales dejaron al gobierno un acotado margen de acción, el cual procedió a lamilitarización del puerto a mediados de 1921.

En febrero de 1920 la FOM declaró nuevamente una huelga parcial que durómás de un año, contra la empresa Mihanovich. Esta fue una de las huelgas más pro-longadas en la historia argentina, y paradójicamente, una de las menos estudiadas. 16 La contundencia de la medida, la imposibilidad de lograr una pronta mediación favo-rable a los objetivos del sindicato, como había ocurrido en oportunidades anteriores,y la posición intransigente de las empresas y sus organizaciones, cuya capacidad de

 presión y acción se habían visto ampliamente acrecentadas en esos años, resultarondeterminantes en la prolongación de huelga. Ésta se oponía a la práctica patronal deMihanovich de incorporar trabajadores no sindicalizados del Uruguay o Paraguay por medio del cambio de bandera de sus embarcaciones. En un intento de confrontar la

injerencia directa de la FOM en su ota, la patronal utilizó esta táctica, por entonces

13 ADELMAN, Jeremy “State and labour in Argentina. The port workers of Buenos Aires”, en  JLAS ,Cambridge University Press, Vol. 25, 1993, pp. 73-102.

14 CDNT, núm. 14, febrero de 1919; CDNT, núm. 15, marzo de 1919; CDNT, núm. 16, abril de 1919.15 CATERINA, Luis María “La regulación del trabajo portuario: trabajo libre, trabajo federado y ocia-

lización (1916-1930)”, en Revista Historia del Derecho, núm. 25, IIHD, Buenos Aires, 1997.16 CARUSO, Laura “La huelga parcial marítima en el Puerto de Buenos Aires, febrero 1920-marzo 1921.

El respeto al derecho sindical contra la defensa del trabajo libre”, en VII Jornadas de Investigadores

del Departamento de Historia, UNMdP, 2008; LUCENA, Alberto y VILLENA, César “La primera burocracia sindical. La Federación Obrera Marítima y la gran huelga de 1920-21”, en Anuario CEICS ,Año 2, núm. 2, Buenos Aires, 2008.

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incipiente, de cambiar la pertenencia a determinado pabellón nacional según las leyesy normativas vigentes. El cambio de bandera posibilitaba al armador quedar bajo unalegislación más permisiva en cuanto a protección del trabajo, régimen salarial, condi-ciones de contratación, capacitación, controles de seguridad y habilitación, régimenimpositivo, y sobre todo, permitía evitar el poder gremial en las cuestiones de a bordo.Aunque esta práctica no fue privativa de la “M” ni de las empresas marítimas argenti-nas, fue esta compañía quien la impulsó tempranamente con relación a los armadoresde otros países a principios del siglo XX. Le permitía al propietario disminuir costosa partir de contratar mano de obra barata, pagar salarios mínimos, eludir ciertas regla-mentaciones del trabajo a bordo y, en este caso, evitar la acción de la FOM.17

La empresa desembarcó tripulantes sindicalizados argentinos y los reemplazó por otros de países limítrofes, maniobra que fue contrarrestada por el apoyo de lossindicatos marítimos de Uruguay y Paraguay y, fundamentalmente, por la solidaridadentre la tripulación y los ociales en el sector marítimo. En los primeros días del mesde julio el gremio estableció un sistema de turnos, mediante el cual las tripulacionesde las empresas no afectadas por la huelga cedían su puesto a los que a esa altura lle-vaban seis meses en conicto, rotación que fue organizada por el Consejo Federal dela FOM. Los turnos, en los que participaron al menos 4.000 obreros, no incluyeron ala ocialidad y al personal técnico, quienes debían contribuir con un monto mensual alfondo de huelga para asegurar el salario de los huelguistas.18 Mihanovich instrumentódiversas acciones, desde reparto de panetos en el puerto con automóviles provistos

 por la AT, en los que se acusaba de soborno a la dirección de la FOM, de corrupción,falta de transparencia en la rendición de cuentas de la Federación y de la FORA IX,hasta la contratación de rompehuelgas, organizada por la AT. Al mismo tiempo, elCNT repudió públicamente la huelga en una solicitada en la prensa argentina, soli-darizándose con la empresa Mihanovich y planteando la posibilidad de un lock out  internacional al Puerto de Buenos Aires.19 

Ante la persistente negativa patronal, recién en marzo de 1921 y con la mediacióndel Ministro de Obras Públicas se llegó a un acuerdo, por el cual la empresa reconoció

 por primera vez al sindicato como representante de los trabajadores, y le concedió lacontratación exclusiva de sus aliados en todas sus embarcaciones de bandera argen-

tina. A pesar del triunfo obrero, en la primera mitad de 1921 los trabajadores queda-ron en una posición debilitada tras un año de conicto, en un contexto de depresióneconómica, sumado a las disputas internas entre diversas corrientes políticas. Como

17 Esta práctica, conocida hoy como bandera de conveniencia, se convirtió en una estrategia habitualde las empresas marítimas a nivel mundial a partir de la Segunda Guerra Mundial. También conocidacomo banderas de refugio, banderas baratas o registros abiertos, es denida como aquellos buques enlos que ya no existe vínculo directo entre el pabellón del buque y la sede comercial del mismo, es decir,donde el pabellón o bandera de la embarcación es de un país diferente al de su propietario o armador.

18  La Organización Obrera, 24 de julio de 1920.19  La Organización Obrera, 26 de junio de 1920.

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contraparte, la patronal marítima estaba fortalecida, con un mayor poder de presión yde organización, logrando cambiar el contenido de la ocialización decretada, tornán-dola un recurso para garantizar la continuidad del transporte en benecio propio. ElEstado permitió a las empresas contratar personal no agremiado, hecho que sólo pudollevarse a cabo ante la ruptura de la alianza entre tripulantes y ociales, instigada por la patronal a través de amenazas directas e indirectas hacia capitanes y ociales, queoperaban sobre diferencias existentes entre la ocialidad y la tripulación a partir delas propias características del trabajo a bordo. Desde entonces, la Liga Patriótica y laAT, a través de las brigadas, obligaron a los capitanes y ociales a utilizar sólo obre -ros no federados en la conformación de las tripulaciones. Aquellos que se rehusaban

eran hostigados por inspectores de la Liga. La ocialización pasó a ser la forma degarantizar el transporte y cargamento de los buques para la exportación por parte delgobierno en favor de los capitales marítimos, los que habían visto obstaculizado el

 proceso de acumulación a lo largo de esos años de intenso conicto. Ante este hecho,la política estatal perdió toda ambigüedad; la mayor presión internacional, en manosdel CNT, y la creciente organización y efectiva gestión del CCA llevaron al gobier-no radical a determinar la apertura del puerto y la normalización de los servicios denavegación, en función de los intereses generales del país, afectados por la huelga.

Una nueva correlación de fuerzas se expresó en la huelga general declarada anales de mayo de 1921, contra los ataques de la Liga Patriótica en Buenos Aires yel Litoral, la avanzada de las empresas y la permisividad del gobierno frente a estoshechos. El gobierno nacional determinó el cierre del puerto, su militarización y la ha-

 bilitación de la contratación de obreros no sindicalizados. Con estas disposiciones seeliminaron de plano las condiciones para el ejercicio del control gremial del trabajo a

 bordo, contenidas en el acuerdo rmado meses antes. La libre contratación en el puer -to que anulaba el poder del sindicato en estas cuestiones fue avalada y garantizada por el Estado: la caballería, la infantería y la policía ocuparon el puerto y sus alrededores,y se dejó en libertad de acción a grupos paramilitares y rompehuelgas organizados por la AT y la Liga Patriótica. La normalización del trabajo portuario y marítimo, orde-nada el 24 de mayo, signicó la aplicación de la libre contratación de trabajadores nosindicalizados. Tras varios choques, una semana después la FOM declaró la huelga

general, a lo cual el gobierno respondió enviando al ejército para garantizar el accesode rompehuelgas, al mando de José F. Uriburu, presidente de facto en 1930. La sis-temática represión en la zona de La Boca y Barracas fue acompañada de la clausurade la sede de la FOM y el encarcelamiento de sus dirigentes.20 La acción represivadel gobierno logró desarticular la organización y el control sindical, aquello que ges-tiones, presiones y la organización patronal habían procurado concretar durante másde dos años. En la coyuntura de 1921 la política abiertamente represiva adoptada por el Estado nacional para con los marítimos fue un elemento novedoso; desde 1916 y

20 ADELMAN, Jeremy “State and labour…” cit.

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hasta ese momento, el gobierno radical había tenido una actitud más bien prescindentehacia las acciones emprendidas por la FOM. Dicha prescindencia puede explicarse en

 primer término por la política de alianza impulsada por el gobierno de Yrigoyen haciaciertos grupos obreros, en particular los marítimos.21 Existieron además otras formasde acción estatal en el conicto marítimo: junto a la prescindencia y la represión,hubo instancias de negociación y mediación, intentos de regular el trabajo e institu-cionalizar ciertas normas a través de la confección y actualización de reglamentos yla sanción de leyes. En todas estas iniciativas el DNT desarrolló intensas gestiones yacciones que lo constituyeron en un actor estatal fundamental de la política laboralestatal del periodo.22

Las prácticas patronales impulsadas fueron múltiples: el lock out , cambio de ban-dera, la reorganización del sindicato pro patronal, el lobby, la violencia directa. Otras,como la presión diplomática ante el gobierno argentino, requirieron una mayor orga-nización y solidaridad internacional, concretadas con la aparición de la AT, la accióncreciente del CCA y el apoyo del CNT. Solo cuando la situación ya no presentaba otrasalida, los grandes armadores accedieron a negociar, a diferencia de las empresas ma-rítimas menores, las que en varias oportunidades contemplaron las exigencias de loshuelguistas en forma casi inmediata. No todas las acciones de las empresas tuvieroneste manto de legalidad. Desde 1919 fue cada vez más frecuente el accionar de ban-das armadas, brigadas del trabajo libre, impulsadas y nanciadas por la AT y la LigaPatriótica, organizaciones que recibían nanciamiento y apoyo del CCA. En conjunto,todas estas acciones expresaban una estrategia antisindical de la patronal marítima, yemblemática de la Mihanovich.

El control sindical o el trabajo libre

“La gran lucha por imponer el respeto al derecho sindical”, así titulaba el periódicode la FORA IX en julio de 1920 su nota central sobre la huelga en curso. 23 El sentidoadjudicado a esa lucha la ubicaba como una acción bisagra en las relaciones laborales,

21 Sobre la relación Estado-clase obrera en el primer gobierno radical ver ROCK, David El Radicalismo

argentino (1890-1930), Amorrortu, Buenos Aires, 1992; FALCÓN, Ricardo y MONSERRAT, Alejan-

dra “Estado, empresas, trabajadores y sindicatos”, en Nueva Historia Argentina, Tomo VI, FALCÓN,Ricardo –director–   Democracia, conicto social y renovación de ideas (1916-1930), Sudamericana,Buenos Aires, 2000; FALCÓN, Ricardo y MONSERRAT, Alejandra “Políticas laborales y relación Es-tado-sindicatos en el gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-1922)”, en SURIANO, Juan –compilador–  La cuestión social en Argentina, 1870-1943, La Colmena, Buenos Aires, 2000; GARGUIN, Enrique“Relaciones entre Estado y sindicatos durante los gobiernos radicales, 1916-1930”, en PANETTIERI,José –compilador–  Argentina: trabajadores entre dos guerras, Eudeba, Buenos Aires, 2000; SURIA- NO, Juan “La política laboral durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen: entre continuidades yrupturas, el rol del Departamento Nacional de Trabajo”, mimeo.

22 CARUSO, Laura “Estado y trabajo marítimo: el Departamento Nacional del Trabajo y su acción enPuerto de Buenos Aires, 1907-1921”, en Revista de Estudios Marítimos y Sociales , Año 2, núm. 2, Mar del Plata, 2009.

23  La Organización Obrera, 10 de julio de 1920.

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un momento clave en la defensa y consolidación del control sindical a bordo y de la propia organización. Las acciones de la FOM se abocaron a controlar las condicionesde la propia actividad a través de la organización sindical, y desaaron el poder pa -tronal sobre el proceso de trabajo, la selección de la mano de obra y las condicioneslaborales. Si bien esta lucha forma parte del horizonte de toda organización gremial, elcontrol del lugar de trabajo y sus condiciones tuvo un lugar privilegiado en la políticaimpulsada por los sindicalistas revolucionarios, quienes dirigían la Federación desdesu creación.

Tópico central del planteo teórico-político sostenido por esta corriente, el controldel trabajo fue sostenido fuertemente por los militantes  sindicalistas en su práctica

gremial. Aunque escasos, algunos trabajos recientes y otros no tanto sobre el sindica-lismo revolucionario permiten conocer sus características y parte de su historia.24 El

 sindicalismo argentino se constituyó en corriente autónoma al ser expulsado del Parti-do Socialista en 1906, por su cuestionamiento al parlamentarismo y al escaso arraigosindical del partido. De un fuerte anti-intelectualismo, el sindicalismo revolucionario se autodenió como apolítico, reivindicó la acción directa y la autoeducación obreraen la experiencia de la lucha sindical. Para éste, el sindicato era la única organizacióngenuinamente obrera, la forma privilegiada de organización, en detrimento del par-tido político. “No soy contrario a que la organización obrera tenga sus libros, perosi niego que sea el vínculo revolucionario para transformar el régimen capitalista.Conquistarán las fabricas, talleres y minas los obreros que tengan potentes organiza-ciones obreras, procediendo a eliminar del camino de la producción toda autoridadestatal y capitalista…”, expresaba Eduardo Pereyra en 1919, con un claro tono antiintelectual, una denición de la tarea militante en torno al control del lugar de trabajo,rearmando el rol revolucionario de la tarea sindical.25 El ámbito de la producción erala expresión más clara de la lucha social, en cuyo marco la puja por el control y laorganización del trabajo cobraba vital importancia. El obrero era entendido e interpe-lado como productor. En una de las muchas obras de propaganda de Julio Arraga, seapelaba al pueblo de los productores como sujeto que ha de concluir con intermedia-rios y representantes.26

La conquista del taller , o del barco, constituyó la acción revolucionaria funda-

mental para los sindicalistas; imponer las condiciones de trabajo al patrón era la tarearevolucionaria. El sujeto era la clase organizada en sindicatos:

24 KERSFFELD, Daniel George Sorel: apóstol de la violencia, Signo, Buenos Aires, 2005; BELKIN,Alejandro Sobre los orígenes del sindicalismo revolucionario en Argentina, CCC, Buenos Aires, 2007;BERTOLO, Maricel Una propuesta gremial alternativa: el Sindicalismo Revolucionario (1904-1916),CEAL, Buenos Aires, 1993; DEL CAMPO, Hugo El sindicalismo revolucionario (1905-1940), CEAL,Buenos Aires, 1986.

25  La Unión del Marino, núm. 60, febrero de 1920, “Acción y lirismo”; agosto de 1919, “Acción Revolu-cionaria”.

26 ARRAGA, Julio Capítulos sobre Sindicalismo, Biblioteca La Acción Obrera, Buenos Aires, 1918, p. 12.

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“Ha sido la organización de la producción a base patronal que, alintroducir en el trabajo social el principio de autoridad y jerarquía,ha dado origen a las dos clases: directores y dirigidos, capitalistasy asalariados. Y la sociedad, que es hecha a la imagen del taller,reproduce las dos clases, en gobernantes y gobernados. El sindicato,al resumir en el las atribuciones del patrón, al organizar el trabajocon productores exclusivamente, habrá quitado su razón de ser alEstado para seguir mandando a la sociedad. La fábrica libre signicatambién la sociedad libre […] Esa absoluta ruptura con el pasadoimplica realizar la soberanía del trabajo…”.27 

Era entonces imprescindible el reemplazo de la institución patronal dentro del taller 

 por la dirección sindical del trabajo, única forma en que la clase obrera podía resolver sus problemas y realizar sus objetivos.

Las posturas sindicalistas no fueron inmutables, tampoco sus prácticas sindica-les y políticas. De hecho, éstas fueron cada vez más cercanas a planteos corporativo-economicistas, centrados en la defensa incondicional de la herramienta gremial, elsindicato, y consolidando posiciones cuyo pragmatismo propició la negociación, enel camino del abandono progresivo de la confrontación y la declaración de la huelgageneral. El éxito de las acciones impulsadas por la FOM en estos años fue una ex-

 periencia de importancia para la consolidación de los  sindicalistas en la dirección

del sindicato y a la vez, la cristalización de una actitud negociadora. Éstas hicierona la conducción sindical marítima cada vez más proclive a la concreción de logroseconómico-corporativos, en detrimento de su independencia política con relación algobierno nacional. Su retórica formalmente revolucionaria dio paso, en el procesa-miento de estas experiencias, a nuevos posicionamientos del  sindicalismo y de losgremios que dirigía. La intensa lucha en torno al control sindical sobre el mercadode trabajo, la contratación, permanencia y condiciones de trabajo a bordo impulsadaentre 1916 y 1921 no fue expresión de un proceso de radicalización política; tampocoimplicó una dimensión conictiva más amplia a nivel de la política nacional, en lacual se plantearan elementos de oposición al poder gubernamental.

En plena huelga de 1920, la patronal representada por la AT mostraba sobrada preocupación por el poder adquirido por la FOM y la anuencia del Estado.28 Su defen-sa de la libertad de trabajo expresaba una política tendiente al debilitamiento y deses-tructuración del sindicato, para la imposición de condiciones de trabajo a bordo másrentables. El trabajo libre, en tanto principio justo y defensa de la individualidad de lacontratación, era vulnerado por la huelga de la FOM que, “utiliza la coacción contrala libertad de trabajo sin amparo ninguno […] ya no puede aplicarse aquella jurispru-dencia individualista que supone que en caso de huelga parcial el patrón puede buscar 

27 ARRAGA, Julio Capítulos sobre Sindicalismo, cit., p. 15.28  Boletín de la Asociación del Trabajo, núm. 15, 5 de septiembre de 1920, p. 5.

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obreros en otra parte, pues todos están aliados a un sindicato único”.29 El secretariode la AT, Atilio Dell’Oro Maini denunciaba la amplia libertad dada a las Sociedadesde Resistencia y otras entidades subversivas y las exigencias inadmisibles de la FOM“que alteran esencialmente la disciplina de a bordo”, y que obligaron a las empresas“a amarrar sus buques porque no han conseguido de parte de las autoridades la acciónenérgica que tan importante y grave situación merecía; ni saciar las exigencias de lossoviets (que tales son las federaciones obreras)”.30 La acción de la FOM era caracteri-zada como un alzamiento que,

“…por sobre la total paralización de las actividades portuarias […]  por sobre la total supresión de las operaciones de cabotaje que su

actuación diculta hasta tal punto […] por sobre la conocida serie deanormalidades en benecio de los dirigentes y vividores del  soviet 

 portuario, por sobre todo ello resalta el nuevo abuso realizado, por-que mediante el se ha consumado una evidente rebelión, un notorioalzamiento contra el orden constituido”.31

¿Cómo denir la política de ocialización, centro del conicto entre la FOM y la patronal, entre 1919 y 1921, expresada en los decretos? ¿Fue la garantía estatal delcontrol sindical o la posibilidad legal de liberar el trabajo a bordo de este control? Engran medida funcionó en ambos sentidos, en tanto en esos dos años cambiaron lasrelaciones de fuerza. El aumento de la presión y de la capacidad de acción del CNT yel CCA, la AT y la Liga, hicieron que en mayo de 1921 el gobierno radical dispusierala militarización del puerto y estableciera la “normalización” de las actividades, bajola misma denominación de ocialización, que se impuso así como un recurso paragarantizar la continuidad del transporte en benecio de las empresas navieras, permi-tiéndoles la libre contratación de personal no agremiado.

Reexiones fnales

Uno de los problemas centrales en torno a la construcción del control sindical del tra- bajo marítimo entre 1916 y 1919 es la relación establecida entre los trabajadores ma-rítimos y el Estado nacional, en la cual se enmarca la acción permisiva del gobierno

entre 1916 y 1921. La función económica estratégica de estos obreros, el traslado dela producción de exportación hacia los puertos y el manejo de remolcadores y lanchas,requeridos para las maniobras de grandes transatlánticos en puertos articiales comoel de Buenos Aires, constituye un primer elemento, necesario pero no suciente, ensu explicación. El gobierno nacional expresó una especial preocupación por regular las condiciones del trabajo a bordo, la cual se manifestó en la confección de regla-mentos, proyectos legislativos, incluido el proyecto de Código de Trabajo de 1921, y

29  Boletín de la Asociación del Trabajo, núm. 8, 20 de mayo de 1920, p. 7.30  Boletín de la Asociación del Trabajo, núm. 1, 5 de febrero de 1920.31  Boletín de la Asociación del Trabajo, núm. 14, 20 de agosto de 1920, p. 6.

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en la participación en las Conferencias de la OIT, en particular la de 1920 dedicadaexclusivamente al trabajo marítimo.

La acción impulsada por el gobierno nacional implicó un reconocimiento tácitode la FOM como interlocutora y representante válida de los trabajadores marítimos,en el marco de la estrategia política del primer gobierno radical de establecer unaalianza con sectores obreros en la construcción de una mayor legitimidad y la amplia-ción de sus bases sociales.32 En un contexto institucional carente de mecanismos for-males de conciliación y arbitraje, el reconocimiento al sindicato marítimo se expresóen la mediación estatal ante el conicto marítimo, viabilizada a través del presidentemismo o de otras instancias del Poder Ejecutivo (Ministerios de Obras Públicas, Ha-

cienda, Interior, Policía de la ciudad o el DNT). Con el cambio de coyuntura, tras lahuelga marítima de 1920, los límites de esta política se hicieron evidentes.Otro elemento atendible en cuanto al control sindical fue la alianza entre la tri-

  pulación y la ocialidad, que permitió hacerlo efectivo. La acción conjunta de susgremios logró que el capitán, con múltiples atribuciones, derechos y responsabilida-des a bordo en cuanto a la conformación de la tripulación, las condiciones y normas,actúe en solidaridad con la Federación. Esta unidad contradecía de alguna manera ladisciplina jerárquica a bordo y la fuerte diferenciación existente entre la tripulacióny la ocialidad, apreciable tanto en las tareas diarias, en los saberes requeridos y ensu organización gremial, siendo estos elementos especícos del trabajo marítimo yde su organización laboral. Esta era la cotidianeidad en las tareas a bordo: ocialesy tripulantes habitaban y trabajaban en espacios diferenciados, comían y dormían enlugares distintos. Incluso a pesar de estar dentro de la misma embarcación, un maqui-nista podía no ver al jefe de máquinas durante varios turnos; lo mismo un marinero uotro tripulante con el capitán. Además de los contrastes entre tripulación y ocialidad,existían diferencias en el interior de cada sección, dando como resultado una organi-zación del trabajo a bordo fuertemente jerárquica y disciplinaria, la cual era cuestio-nada por la alianza del personal embarcado, contradiciendo la disciplina basada en laaplicación y respeto de las jerarquías, invocada por las empresas y sancionada por lareglamentación existente.

Entre 1916 y 1921 la FOM impulsó diversas acciones de lucha por medio de las

cuales logró el control del trabajo a bordo en las otas de la navegación de cabotaje.Si bien esta disputa no implicó la oposición del gobierno, resultó, en cambio, en unareconguración de las relaciones de fuerza entre la patronal marítima y el sindicato,desaando el poder patronal sobre el proceso de trabajo, la selección de la mano deobra y las condiciones laborales. La construcción gremial de una estrategia de controldel espacio laboral y sus prácticas hicieron de los obreros marítimos un grupo cohe-sionado, aunque esto no implicó necesariamente un proceso de radicalización política,sino por el contrario, habilitó la negociación y la apelación al Estado.

32 FALCÓN, Ricardo “Políticas laborales y…”, cit.

Ó