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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA IV TESIS DOCTORAL UN ACERCAMIENTO SOCIOLÓGICO A LA ACCIÓN SOCIAL PROYECTADA. CRÍTICA Y PROPUESTA DE LAS FORMAS DE ACCIÓN E INTERVENCIÓN EN EL ESTADO SOCIAL MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Miguel Arenas Martínez Director: Fernando Álvarez-Uría Rico Madrid, 2010 ISBN: 978-84-693-7616-4 © Miguel Arenas Martínez, 2010

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  • UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

    FACULTAD DE CIENCIAS POLTICAS Y SOCIOLOGA

    DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGA IV

    TESIS DOCTORAL

    UN ACERCAMIENTO SOCIOLGICO A LA ACCIN SOCIAL PROYECTADA.

    CRTICA Y PROPUESTA DE LAS FORMAS DE ACCIN E INTERVENCIN EN EL ESTADO SOCIAL

    MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR

    PRESENTADA POR

    Miguel Arenas Martnez

    Director:

    Fernando lvarez-Ura Rico

    Madrid, 2010

    ISBN: 978-84-693-7616-4

    Miguel Arenas Martnez, 2010

  • UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

    FACULTAD DE CIENCIAS POLTICAS Y SOCIOLOGA

    Departamento de Sociologa IV

    UN ACERCAMIENTO SOCIOLGICO A LA ACCIN

    SOCIAL PROYECTADA.

    CRTICA Y PROPUESTA DE LAS FORMAS DE ACCIN E

    INTERVENCIN EN EL ESTADO SOCIAL

    MEMORIA PRESENTADA PARA OPTAR AL GRADO DE

    DOCTOR POR

    Miguel Arenas Martnez

    Bajo la direccin del Doctor:

    Fernando lvarez-Ura Rico

    Madrid, mayo de 2010

  • II

  • III

    DPTO. DE SOCIOLOGA IV FACULTAD DE CS. POLTICAS Y SOCIOLOGA

    PROGRAMA DE DOCTORADO COMUNICACIN, CAMBIO SOCIAL Y DESARROLLO

    Un acercamiento sociolgico a la accin social

    proyectada.

    Crtica y propuesta de las formas de accin e

    intervencin en el Estado social

    Tesis Doctoral

    Presentada por:

    D. Miguel Arenas Martnez

    Dirigida por:

    Prof. Dr. D. Fernando lvarez- Ura Rico

    Madrid, mayo de 2010

  • IV

  • V

    Agra d ec im ien t os :

    A J ess Ibez por ayudarm e a descubrir

    que no slo es necesario saber sino tam bin poder.

    A Fernando lvarez-Ura por sus n im os y su

    valiosa colaboracin en este proceso,

    pero sobre todo por ser un ejem plo de

    solidaridad in telectual con los

    olvidados de este m undo.

    A todos los que m e han apoyado en este trabajo.

    Dedicado a Choni, a mis hermanos y sobr inos , y a mis amigos.

    Dedicado a todos aquellos a los que quiero y me quieren .

  • VI

  • VII

  • VIII

  • IX

    NDICE

    INTRODUCCIN.

    1

    I. Sociologa, para qu?............................................................................................... 1

    II. Desafos planteados e hiptesis... 9

    III. Propuestas epistemolgicas.... 12

    IV. Estructuracin y desarrollo de la investigacin... 17

    CAPTULO 1:

    ESTADO SOCIAL Y ACCIN SOCIAL PROYECTADA: UNA

    APROXIMACIN SOCIOLGICA......

    19

    I. Sociologa del Estado Social.. 19

    II. El presente del Estado Social: problemas, posibilidades...... 27

    III. Las consecuencias de los cambios: el presente del Estado social de cara a la

    accin social proyectada

    40

    IV. Crtica y transformacin del Estado social... 47

    V. La legitimacin de las polticas sociales.. 58

    VI. El Estado social en un nuevo mbito pblico: retos y desafos... 66

    CAPTULO 2:

    FORMAS DE ACCIN SOCIAL: BASES PARA UNA SOCIOLOGA DE LA

    ACCIN SOCIAL PROYECTADA...

    81

    I. Introduccin: repensar la accin social proyectada y sus relaciones con la

    accin social

    81

  • X

    II. Sociologa, accin y accin social proyectada: relevancia prctica de la

    aplicacin de las polticas sociales

    89

    III. Relevancia e impacto de la intervencin y la accin social proyectada en

    Espaa....

    IV. Anlisis terminolgico y conceptual de la accin social proyectada: hacia un

    enfoque sociolgico

    113

    123

    V. A modo de conclusiones provisionales sobre la accin social proyectada... 149

    CAPTULO 3:

    QU ACCIN DE APOYO A LOS JVENES?.................

    157

    I. Investigacin sociolgica de la comprensin y de la accin social proyectada. 157

    II. Horizonte y lmites de las acciones de poltica social para los

    jvenes

    166

    III. Las actividades de los jvenes en los tiempos y espacios exclusivos... 179

    IV. Las acciones y actividades de los jvenes en los tiempos compartidos o

    inclusivos

    194

    a) Estructuracin social de los jvenes desde los estudios y la formacin:

    Polticas, programas y formas de accin.

    198

    b) Elecciones formativas y profesionales: acciones de apoyo y orientacin..... 210

    c) Las dificultades de emancipacin social de los jvenes: polticas y

    Acciones de empleo y vivienda.

    214

    CAPTULO 4:

    CAMBIO SOCIAL E INICIATIVAS VITALES EN LAS PERSONAS

    MAYORES.....

    227

    I. La recreacin social de la vejez..... 227

    II. Cambios sociales y familiares... .. 238

    III. Estructuracin de las prcticas cotidianas de las personas mayores..... 252

    IV. El estatus social de las personas mayores y la proteccin social..... 261

    CAPTULO 5:

    SOCIEDAD, ACULTURACIN Y EXCLUSIN SOCIAL: LA MINORA

    GITANA.....................................................................................................................

    281

    I. Apertura a la cuestin gitana: mundo social, comprensin y accin sistmica... 281

    II. Clase social, cultura y exclusin en la minora gitana.. 286

    III. Hacia una accin social proyectada de la minora gitana en exclusin. 298

    a) Hacia la insercin educativa de la minora gitana en exclusin... 315

    b) Algunos apuntes para la insercin laboral de la minora gitana............. 325

    c) Elementos para una accin social proyectada sobre hbitat y vivienda. 331

  • XI

    CAPTULO 6:

    NECESIDADES SOCIALES, PLANIFICACIN Y PARTICIPACIN

    SOCIAL: HACIA UNA SOCIOLOGA DE LA ACCIN SOCIAL

    PROYECTADA.....

    343

    I. Los factores transversales en la accin social proyectada: compromiso y

    posibilidad..

    343

    II. Un acercamiento a las necesidades sociales en relacin a la accin social

    proyectada..

    346

    a) Definicin y conceptuacin de necesidades: accin social y justicia

    social...

    347

    b) El reconocimiento de las necesidades.. 355

    c) Estado social, necesidades y accin social proyectada... 361

    III. Planificacin y accin social proyectada: engarces y relaciones recprocas..

    a) Esbozo de una planificacin social situada en la accin

    367

    377

    IV. Participacin social y Accin Social Proyectada 384

    CONCLUSIONES.

    393

    I. De la sociologa de la accin social a la accin social proyectada . 393

    II. Del Estado social a la accin social proyectada: orientaciones e influencias

    recprocas...

    398

    III. De la indagacin sociolgica comprensiva a la investigacin sobre qu accin 400

    IV. De la investigacin sociolgica comprensiva a una actitud investigadora en la

    accin social proyectada

    409

    V. De la crtica de la razn terica a la crtica de la razn prctica. 410

    VI. Un balance final... 411

    ANEXO METODOLGICO ..

    413

    I. Enfoque metodolgico y tcnico: selecciones y explicaciones 413

    II. Colectivos y sectores sociales investigados. 420

    III. La mirada cualitativa de la accin social proyectada: discurso, interaccin y

    situacin..

    434

    COMENTARIO:

    LAS FAMILIAS DE MADRE SOLA COMO EJEMPLO ANALTICO

    CONSTITUTIVO DEL SUJETO SOCIAL EN LA ACCIN SOCIAL

    PROYECTADA.

    441

    BIBLIOGRAFA...

    449

  • XII

    WEBOGRAFA. 475

    NDICE DE FIGURAS.....

    477

  • 1

    INTRODUCCIN

    I.- Sociologa, para qu?

    El punto de partida de este trabajo de investigacin, de esta tesis doctoral, ha sido el

    inters terico-emprico por el campo de las prcticas sociales que en una secuencia lgica,

    ideal y racional, suele suceder a las investigaciones sociolgicas, hayan sido estas realizadas o

    no ex profeso para fines sociales. Al inters personal y profesional por el espacio de

    aplicacin de las polticas sociales, que inciden siempre sobre las vidas de los destinatarios, es

    decir, sobre los ciudadanos, se aadi la sospecha de que predomina en nuestras sociedades

    una forzada separacin, o ruptura, entre las investigaciones sociolgicas y la accin social

    planificada. Se podra por tanto decir que esta tesis fue suscitada por el estupor que ha

    provocado en m este olvido sociolgico.

    Durante ms de tres lustros he tenido la oportunidad de trabajar a caballo de la

    investigacin social y del diseo y la aplicacin de las polticas sociales o de una parte de

    ellas, lo que impuls mi atencin tanto hacia los vnculos entre la investigacin sociolgica y

    la accin social, como hacia las enormes posibilidades que se abren cuando la investigacin

    sociolgica est abierta a la accin o intervencin social reflexiva.

    Por diversas causas que iremos desarrollando, la sociologa no ha concentrado su

    inters en uno de los procesos ms sociales que, a nuestro entender, se puedan encontrar: el

    del desarrollo de una accin proyectada dirigida a resolver los problemas de los ciudadanos

    que fricciona y se acopla con las cotidianas y excepcionales acciones y situaciones de la vida

    social que ellos conforman, y en las que se encuentran inmersos. Es cierto que ha habido una

    presencia sociolgica cualitativamente reseable en el antes y despus del encuentro entre la

  • 2

    accin social proyectada y la accin social en s, pero su ausencia en el momento de tal

    relacin ha determinado que este espacio se configure como un punto ciego en la

    observacin y en la misma accin sociolgica. Esta ceguera no es responsabilidad exclusiva

    de los socilogos pues, como veremos, es funcional a la racionalidad organizativa fordista en

    las sociedades modernas de capitalismo avanzado. En cualquier caso, el resultado ha sido

    negativo tanto para el desarrollo de las teoras sociolgicas como para la reflexividad a la hora

    de desarrollar la intervencin social. La incapacidad de combinar de forma consciente la

    investigacin sociolgica con las polticas sociales, ha favorecido toda una amplia parcelacin

    de saberes y de poderes que a su vez han fragmentado en buena medida los procesos de

    implementacin social.

    Se puede concebir e investigar el conjunto de la accin social proyectada de manera

    sociolgica como un todo, en donde los proyectos, su desarrollo y aplicacin, tengan una

    unidad terico-emprica. Y a la vez es preciso investigar desde la sociologa las necesidades y

    caractersticas de la propia accin proyectada al hilo de sus destinatarios: los ciudadanos. Slo

    de esta manera se podr restablecer la unidad y continuidad entre los diferentes tipos de

    investigacin y entre las diversas concepciones y prcticas proyectadas1. En trminos

    generales se puede decir que la principal pretensin de esta tesis es contribuir a ese objetivo.

    As pues, la finalidad de esta investigacin materializada en forma de tesis doctoral, es

    avanzar en la comprensin sociolgica de aquella accin social que, construida y desarrollada

    desde instituciones y/o organizaciones pblicas y privadas, pretende incidir en la mejora de la

    situacin social de aquellos colectivos a los que va destinada. Intentar, por tanto, acercarme a

    las condiciones de la accin en un momento histrico dado, tratando de restituir sus relaciones

    con las operaciones y construcciones antecedentes y consecuentes, que han terminado por

    desgajar esta accin en campos formales, temporales y fsicos diferenciados. Se tratara de

    entenderla como una misma realidad, desde su concepcin, proyeccin y prctica, en la

    certidumbre de que ello la acercar junto a otras contribuciones a las necesidades reales de

    los ciudadanos, tal y como ellos mismos las perciben y son detectadas, en el marco del Estado

    social. El propsito implica articular el contexto y contenido relacional entre las dos clases de

    accin, accin social y la que llamamos accin social proyectada, que por momentos

    interactan, se recrean y relacionan una con otra, pero que poseen una naturaleza y

    condiciones muy diferenciadas, encarnadas y manifestadas desde el momento de su

    encuentro2. En consecuencia, todo ello nos pone ante la idea de que esta accin interventora

    no se produce de forma aislada, por lo que es preciso entenderla en sus contextos diacrnicos

    y sincrnicos que implican procesos decisorios valorativos, ms o menos explcitos, a la hora

    de su proyeccin. Nos referimos a todo lo que est incorporado que atae a la dimensin

    1 J. M. FERNNDEZ SOBRADO. La bsqueda del objeto: la eterna cuestin de la sociologa, en: Revista

    Espaola de Investigaciones Sociolgicas, nm. 67. Madrid: Centro de Investigaciones Sociolgicas. 1994. p.

    110. 2 P. BOURDIEU. El sentido prctico. Madrid: Taurus. 1991. p. 34 y ss.

  • 3

    temporal y genealgica, y tambin a las elecciones sobre necesidades sociales, planificacin y

    participacin social. En definitiva, y para cerrar este catlogo de intenciones, la finalidad

    ltima del anlisis aqu desarrollado es incidir en la accin social proyectada mediante la

    incorporacin conceptual y metodolgica propia del anlisis sociolgico. Y es que, como ya

    sealaba en el siglo XIX el socilogo francs mile Durkheim, en el prefacio a la primera

    edicin de su libro titulado De la divisin del trabajo social, no habra que dedicar a la

    investigacin sociolgica ni una hora de atencin si esta tan slo gozase de un inters

    especulativo.

    La temtica de nuestro trabajo es doblemente paradjica en la medida que es una

    reflexin sobre una accin intelectual que, adems, incide sobre una parte de la accin social

    general. Una accin proyectada que ha sido analizada y secuenciada en fases, pero, a la hora

    de su aplicacin, en apariencia se presenta de manera similar a la de la propia accin social

    que vamos conformando individual, colectiva y relacionalmente los agentes sociales: como

    una lgica en acto que debe ser econmica y precisa, respondiendo a la urgencia adecuada de

    los actos de la vida cotidiana3. Y ello es as, porque idealmente la ltima parte de la accin

    proyectada debe suponer el encuentro e interaccin con la accin social, incorporndose desde

    ese instante como parte de ella con todas las consecuencias. Pero el argumento de la accin

    social proyectada sera demasiado escueto y limitado si no llegsemos a identificarla como

    componente del Estado social. En efecto, aunque los contornos a veces sean imprecisos, esta

    clase de accin est de manera clara unida histricamente a los avances del Estado social

    europeo, sobre todo desde los aos cincuenta del siglo XX, y a sus reformas preventivas y/o

    correctoras.

    La materia de esta tesis es por tanto la accin social proyectada en el contexto de la

    sociologa del Estado social y de su debatido cambio y adecuacin a las transformaciones

    sociales generales que han sufrido las sociedades europeas, y en concreto la espaola, en los

    ltimos treinta aos. El crculo se cierra, aunque sea de manera provisional, al poner a la

    accin proyectada en situacin desde la perspectiva de los cambios sociales y de los nuevos

    retos y configuraciones planteados al Estado social por el empuje del neoliberalismo, cambios

    que obligan a restaurar la complejidad de su cometido al modo de la evolucin de las ciencias

    sociales en los ltimos aos.

    El estudio de la accin proyectada desde la sociologa del Estado social nos emplaza,

    asimismo, al campo general de la aplicacin de las polticas sociales, en concreto a lo que

    desde diferentes mbitos se denomina de manera distintiva, entre otras acepciones,

    implementacin, intervencin, accin social, trabajo social, educacin social, animacin

    sociocultural, etc., y que nosotros llamamos accin social proyectada. Ms all de un nimo

    corrector, o de buscar la originalidad, lo que se intenta es una clarificacin sociolgica

    terminolgica, conceptual y comprensiva sin pretensiones de convertir nuestras propuestas

    3 P. BOURDIEU. Les structures sociales de lconomie. Paris: Seuil, 2000. p. 260 y ss.

  • 4

    en una ortodoxia. El objetivo es desarrollar un razonamiento sociolgico que supone para la

    sociologa una implicacin en los problemas de nuestro tiempo. Vamos a intentar dar a

    entender de una forma transversal el contenido de nuestro propsito sobre la accin social

    proyectada.

    Hablamos de accin porque, como toda accin, desde su concepcin hasta su

    materialidad supone una continuidad relacionada que prevalece a su fragmentacin en

    espacios racionales objetivados4. De la misma forma, siendo una intervencin discursiva y/o

    material de los agentes al modo de cualquier accin, va mucho ms all al integrar las

    capacidades, intenciones y conocimientos. Y porque, de principio a fin, tambin su

    materialidad est enmarcada en condiciones que son relativamente desconocidas que pueden

    producir unas consecuencias hasta cierto punto inciertas y/o no intencionadas.

    Precisamente, al calificar como social a la accin proyectada lo que se pretende es

    subrayar su acercamiento relativo al lado generativo y azaroso de la accin social. Pues ms

    all de un medio inicial ilusorio o realmente controlado a travs de su racionalizacin

    objetivada, su proceso de construccin est ceido como limitacin y posibilidad a la

    mixtura de los agentes que participan en ella, a sus poderes y posiciones, y a los saberes y

    juicios valorativos sustentados5. En un segundo momento, al ser una accin social proyectada

    que interviene en una parte de la accin social, termina por incorporarse o fundirse con sta,

    desapareciendo en los efectos y consecuencias los rasgos de la maleabilidad tcnica original.

    Y si caracterizamos como proyectada a esta clase de accin social, es para establecer

    las notorias diferencias que tiene con la accin social en s. Pues, ms all de que toda accin

    social ha de ser de alguna forma proyectada, se trata de una accin intelectual que est

    construida en condiciones muy alejadas de las de aquella, remitiendo a un entorno regulado, a

    un control del tiempo y del espacio que dimensiona los componentes intelectuales frente al

    sentido prctico de la accin social prctica, que lo es porque no necesita pensarse para ser

    hecha6. Aunque ms adelante seguiremos profundizando en la accin social y en la accin

    social proyectada [en adelante ASP o, indistintamente, AP] y sus relaciones, pensamos que,

    por ahora, es suficiente este avance para justificar nuestra eleccin terminolgico-conceptual.

    La ASP es el tema principal de esta tesis. Como es bien sabido tanto el Max Weber de

    Economia y sociedad, tal y como ha sido ledo desde la perspectiva del individualismo

    metodolgico, como el Talcott Parsons de La estructura de la accin social identificaron el

    anlisis sociolgico con la teora de la accin, pero en la medida en que sus categoras,

    conceptos y construcciones tericas se produjeron en el marco de sociedades liberales, en la

    medida en que sus concepciones de la accin reposaban en las conductas de los individuos, al

    4 F. GARCA SELGAS. Anlisis del sentido de la accin: el trasfondo de la intencionalidad en: J. M.

    DELGADO; J. GUTIERREZ (coords.) Mtodos y tcnicas cualitativas de investigacin en ciencias sociales.

    Madrid: Sntesis. 1994. p. 495. 5 E. LAMO DE ESPINOSA. La sociedad reflexiva. Sujeto y objeto del conocimiento sociolgico. Madrid:

    Centro de Investigaciones Sociolgicas. 1990. p. 67 y ss.

    E. MORIN. Sociologa. Madrid: Tecnos. 1995. p. 88 y ss. 6 P. BOURDIEU. El sentido prctico p. 57 y ss.

  • 5

    margen de las clases sociales, no pudieron abrir sus anlisis al mbito de la accin social

    proyectada en el marco de las sociedades planificadas en las que cobra un fuerte peso la

    accin social institucional. Y es precisamente en este nuevo marco, favorecido por el

    keynesianismo, en el que socilogos como Karl Mannheim o Pierre Bourdieu, por ejemplo,

    hablaron de la intervencin social. Nuestra propuesta no nace por tanto por generacin

    espontnea, se apoya en un fondo social del conocimiento sociolgico, trata de asumirlo,

    prolongarlo, trata en fin de tomar el relevo. La centralidad argumental y la profundidad

    terica que consigamos imprimir a la ASP nos ser necesaria para el anlisis emprico que

    vamos a intentar desarrollar a partir de algunos colectivos sociales que son significativos

    desde esta perspectiva de la orientacin y desarrollo de las polticas sociales: jvenes,

    personas mayores y minora gitana. Estos tres colectivos se encuentran en la periferia de la

    sociedad salarial, la sociedad en la que todava nos encontramos. Las investigaciones de

    carcter descriptivo, explicativo y comprensivo que hemos realizado en los ltimos aos las

    vamos a completar anidndolas con una segunda lectura a los materiales cualitativos

    grupos de discusin, sobre todo, y entrevistas en profundidad obtenidos en su momento. Es

    una reinterpretacin reflexiva de segundo orden, que ahora tiene como fin investigar qu ASP

    se puede inferir de los discursos, y qu necesidades de los destinatarios con respecto a esa

    accin se expresan al hilo del habla de los participantes. Tambin es un anclaje emprico que a

    travs de jvenes, mayores y minora gitana intentar comprobar los acercamientos previos a

    la ASP y a sus contextos y, desde luego, discutir la pertinencia de los discursos producidos

    o a producir en un futuro para su investigacin. En definitiva, adems de investigar para

    conocer y/o comprender tambin se investigar para ver cmo debe ser la intervencin en el

    conjunto del proceso, incluyendo los momentos de la irrupcin de la ASP en la accin social,

    en la vida cotidiana de los ciudadanos.

    La justificacin de esta investigacin se inscribe, por tanto, en ese horizonte inicial de

    posibilidades. Al caracterizarla como sociolgica queremos subrayar la importancia de la

    continuidad entre el campo de investigacin y el campo de aplicacin de las polticas sociales.

    Las ciencias sociales, y entre ellas la sociologa, han venido incorporando en los ltimos aos

    innovaciones tericas, metodolgicas y tcnicas que, pensamos, no tienen su correlato en la

    dimensin de la accin y de la prctica7. Cubrir esta laguna supone el intento de plasmacin

    de una comprensin compleja como la investigacin, en una intervencin que cuando se

    activa a menudo termina por simplificarse. De la misma forma, muchas de las investigaciones

    realizadas olvidan que en su contexto deben aportar las claves al menos genricas que las

    relacionen con el mundo vital del que hablan y permitan su redimensionamiento prctico, sea

    ste del nivel que sea. Pero la cuestin no slo atae a la discontinuidad entre investigacin

    7 J. IBEZ. Del algoritmo al sujeto. Perspectivas de la investigacin social. Madrid: Siglo XXI. 1985. p. 203 y

    ss. Ver tambin, El regreso del sujeto. La investigacin social de segundo orden. Madrid: Siglo XXI. 1994. Y

    ver tambin, El papel del sujeto en la teora (hacia una sociologa reflexiva), en: E. L. DE ESPINOSA y J.E.

    RODRIGUEZ IBAEZ (eds.). Problemas de teora social contempornea. Madrid: Centro de Investigaciones

    Sociolgicas. 1993.

  • 6

    social y accin. El espacio de aplicacin de las polticas sociales, al estar situado entre la

    poltica y la economa, en el mbito de lo social, sufre fuertes presiones externas, y hacia

    adentro est dividido en monopolios, profesiones o lugares de pertenencia8. Por otro lado, la

    insuficiente presencia sociolgica profesional y acadmica en la intervencin social, tampoco

    ha ayudado a resolver o mejorar el problema de la necesaria traduccin entre dos campos que,

    adems, deberan articular espacios amplios y compartidos de reflexin y debate.

    En el contexto de la redefinicin del Estado social, de su eficacia y, en consecuencia,

    de la adaptacin a las necesidades reales de los ciudadanos, esta investigacin la

    consideramos relevante ya que una gran parte de las polticas sociales terminan por activarse

    y aplicarse mediante la ASP9. Bien es cierto que no todos los servicios y polticas se

    desarrollan a travs de ella, pero incluso en tal caso existe una fuerte dependencia entre los

    servicios de atencin e informacin y esta accin experta, ya que deben mantener una

    relacin y atencin prctica con los ciudadanos que les asocia estrechamente, sosteniendo

    unos niveles altos de coherencia y unidad de actuacin. Por tanto, ms all de prestaciones y

    servicios del Estado social que de manera habitual no requieren equipos de accin e

    intervencin, existe un amplio campo de actuaciones, a veces solapadas, que son ASP en el

    sentido que le conferimos aqu. Por ejemplo: en educacin, con equipos que, con variados

    contenidos y motivos, afrontan la relacin de la institucin escolar con el mundo social y

    familiar; en empleo, detectando necesidades para trabajadores y empresas y activando

    polticas al respecto; en sanidad, informando y orientando en procesos de salud; en servicios

    sociales, cubriendo un amplio espectro de intervencin que va desde la informacin y

    orientacin hasta la activacin de equipos transversales en barrios degradados, etc. Asimismo,

    tambin en los ltimos aos es estratgicamente notoria la intervencin desplegada desde el

    llamado Tercer Sector, que impulsa el voluntariado, con asociaciones y/o organizaciones no

    gubernamentales que aunque estn vinculadas en mayor o menor grado con el Estado social

    actan de manera independiente10

    .

    Es posible que baste con revisitar el nexo de la investigacin y la accin

    detenindonos en est ltima, y con resaltar la importancia cuantitativa y cualitativa de la

    ASP en el Estado social, para justificar la relevancia de esta investigacin. Sin embargo, an

    cabe mencionar otros dos aspectos que teniendo un carcter instrumental o de mediacin, son

    en nuestra opinin significativos para avanzar hacia una intervencin ms comprensiva, y

    para profundizar en una metodologa capaz de aportar la informacin necesaria sobre qu

    accin necesitan los ciudadanos. Nos referimos, primero, a un acercamiento a las relaciones y

    diferencias entre la accin social y la ASP, y posteriormente a la pregunta sobre la utilidad de

    los textos de los grupos de discusin para su investigacin.

    8 J. ION. Le travail social lpreuve du territoire. Toulouse: Privat. 1990. p. 47.

    9 P. DONATI. Manual de sociologa de la familia. Navarra: EUNSA. 2003. p. 405.

    10 M. HERRERA GMEZ; P. CASTN BOYER. Las polticas sociales en las sociedades complejas.

    Barcelona: Ariel. 2003. p. 141 y ss.

  • 7

    Es preciso relacionar las dos clases de accin para poner de manifiesto las condiciones

    que las asemejan y diferencian, y para desarrollar su potencialidad en el contexto de la

    legitimacin de las polticas sociales. Pero se necesita tambin la explicacin terico-

    metodolgica que proporcionan los grupos de discusin, porque pretendemos demostrar que

    este material emprico, apropiado para conocer y comprender las acciones de los ciudadanos,

    tambin lo es para aportar herramientas que permitan comprender y disear desde una

    perspectiva no tecnocrtica una ASP ms adaptada a sus necesidades y a sus propias

    demandas. Si esta tesis sirviese para avanzar en estas dos perspectivas habramos dado un

    paso importante para completar este estudio, para avanzar hacia una perspectiva ms global,

    una perspectiva enriquecida por los datos obtenidos al aplicar tcnicas cualitativas de

    investigacin social.

    Como pusieron de manifiesto los socilogos interesados por los mtodos biogrficos

    toda investigacin social se ve marcada por el encuentro entre la trayectoria personal del

    investigador y la dinmica social en la que est inserto. La motivacin seminal de este trabajo

    hay que buscarla en la dedicacin profesional sociolgica del autor, desde mediados de los

    pasados aos ochenta, tanto a la intervencin como a la investigacin en el contexto local, es

    decir, all donde fundamentalmente se aplican y desarrollan las polticas sociales. En ese

    mbito lo habitual hubiera sido trabajar en la prctica de la intervencin alternando la

    dedicacin en varias actividades caractersticas anejas: indagacin en sistemas de informacin

    e indicadores sociales, planificacin, programacin, y, en su caso, la misma

    implementacin y desarrollo de proyectos. Sin embargo, las oportunidades de investigacin

    fueron surgiendo al hilo del inters de las instituciones de los ayuntamientos en el

    conocimiento de algunos colectivos sociales: juventud y jvenes, infancia marginada, minora

    gitana, vejez y personas mayores, entre otros. En conexin con todo esto, haba un fuerte

    inters personal previo por la investigacin y, ms en concreto, por las relaciones complejas

    existentes entre epistemologa, metodologa y tcnicas de investigacin social. Este inters se

    fragu durante los estudios de sociologa y, sobre todo, en las clases del profesor Jess

    Ibez, de tal forma que sus trabajos tuvieron una gran influencia en el devenir profesional

    del autor de esta tesis. Sin embargo, lo que termin por activar la decisin de abordar

    sociolgicamente la ASP fue la participacin regular en ella, y tambin su observacin en

    proceso a lo largo de varios aos. Haba un inters creciente por situar a las investigaciones

    sociolgicas en el curso de la accin y, al mismo tiempo, por traducir la complejidad

    investigadora y sus resultados en proyectos de accin no-triviales pero posibles, que fueran

    capaces de dirigirse y dialogar con los iniciales destinatarios de la accin experta: los sujetos

    sociales11

    .

    Casi finalizando el siglo XX, el paso desde las ocupaciones sociolgicas profesionales

    hasta la sociologa acadmica, provoc un distanciamiento en relacin a las preocupaciones

    11

    H. VON FOERSTER. Las semillas de la ciberntica. Barcelona: Gedisa. 1991. p. 185 y ss.

  • 8

    ms inmediatas sobre este campo. No obstante, aunque sedimentada, esa necesidad intelectual

    continu manifestndose y mucho ms cuando de manera espordica se reactivaba a travs de

    investigaciones sobre jvenes y personas mayores o evaluaciones insercin laboral

    encargadas externamente, en las que las observaciones y propuestas para la ASP eran

    estratgicamente relevantes. Por otro lado, aunque el alejamiento produce olvido y una

    aminoracin de la tensin intelectual, bien es cierto que esa misma distancia facilita la re-

    situacin emocional ante el objeto de estudio, as como la bsqueda de la objetividad. De esta

    forma, durante el transcurso de los estudios de doctorado y la obtencin del Diploma de

    Estudios Avanzados fue cuando se vio la oportunidad de que confluyeran estas motivaciones,

    inquietudes y planteamientos con la realizacin de este trabajo. Al mismo tiempo, se puede

    decir que es cuando comienza el proceso de investigacin propiamente dicho. Pero situados

    en tal presente histrico nos hacamos algunas preguntas:

    1) Cmo abordar empricamente un objeto sociolgico como el de la ASP?

    2) Cul deba ser el planteamiento principal?

    3) Hasta qu punto, en fin, es relevante esta clase de accin para la sociologa, cuyos

    cometidos descriptivos, explicativos y comprensivos ya son en extremo complejos?

    Las respuestas a estas preguntas bsicas y su posible contestacin, est encarnada en la

    globalidad de este texto y a l habr que remitirse. Pero, en cualquier caso, en esos momentos

    era necesario contestarlas para ver cuajar y continuar la investigacin en forma de unos

    planteamientos iniciales que fortalecieran su desarrollo.

    1) El punto de partida era la pretensin de realizar una investigacin social con

    mtodos y tcnicas netamente sociolgicos. Y, de entre ellos, se buscaban los que

    proporcionaran un material para analizar, en el que poder captar no slo las necesidades que

    justifican la ASP sino tambin sus caractersticas requeridas, ms o menos explcitas,

    expresadas desde los potenciales ciudadanos destinatarios. Esa demanda de datos de agentes

    en proceso es lo que nos llev a la eleccin de los grupos de discusin. Y, antes que

    disearlos y realizarlos entonces, tomamos tambin la decisin de releer algunos de ellos,

    presuponiendo que podramos inferir, interpretar y modular elementos significativos para la

    ASP. De esta forma, se podra complementar en el tiempo la comprensin del primer anlisis

    con la investigacin de la accin de la lectura ulterior. Es decir, nuestro planteamiento y con

    esto vamos a la respuesta de la segunda pregunta 2) pasa por investigar la accin, lo cual no

    deja de ser inslito: la investigacin suele ser antecedente descripcin, explicacin,

    comprensin, o consecuente la evaluacin a que la ASP haya intervenido y se incorpore, o

    se fusione, con la accin social ms general. En efecto, se trataba de abordarla pensamos

    entonces pero a condicin de no fragmentarla en el curso de su desarrollo, y de entenderla

    distinta aunque relacionada con el trayecto global de la accin12

    . Y en tercer lugar, 3) en aquel

    momento presupusimos que la causa de la excepcionalidad sociolgica en este contenido de

    12

    P. NAVARRO. El holograma social. Una ontologa de la socialidad humana. Madrid: Siglo XXI. 1994. p.

    173.

  • 9

    investigacin, se deba ms a la notoria ausencia profesional y acadmica que a su

    inadecuacin o irrelevancia. Pues, en efecto, nos encontramos ante un objeto de conocimiento

    en el que se dan las condiciones fundamentales para ser abordado y analizado de manera

    sociolgica, al poder observar una serie de interrogantes y dilemas sociales que estimamos

    relevantes. Por ejemplo, las relaciones colectivas vinculadas con las individuales, la lgica de

    la accin social frente a la de la ASP y sus relaciones con la situacin social, su insercin en

    la accin social, su anlisis genealgico y sincrnico, las condiciones y modelos de aplicacin

    de las polticas sociales, la participacin social en la AP y las polticas sociales, entre otros.

    En definitiva, estas fueron las motivaciones y planteamientos iniciales que si bien contados

    desde la percepcin del presente son en buena parte causa de este texto y de sus resultados.

    II. Desafos planteados e hiptesis

    Hemos propuesto hasta aqu la finalidad general de la investigacin, tambin su

    temtica principal y hemos procurado que su justificacin y relevancia fueran lo

    suficientemente claras como para cimentar el empeo de realizarla. Tambin, hemos visto las

    vinculaciones tanto personales como sociales que nos han comprometido en todo el proceso.

    Ha llegado ahora el momento de dirigirnos al territorio de los medios y de lo concreto,

    planteando los principales objetivos que nos han ayudado a conseguir los imprescindibles

    resultados parciales, que estn muy relacionados con la solidez a la que puedan llegar las

    conclusiones obtenidas13

    . En efecto, la ASP como encarnacin del desarrollo de las polticas,

    en general, y de las polticas sociales, en particular, es el tema principal de esta tesis doctoral

    pero no su centro, ya que aqu lo tcnico debe trasladarse al mbito de lo poltico y lo

    emocional. La centralidad debe ser trasladada al intento de fraguar algunas aportaciones en

    favor de la ampliacin de la ciudadana, mediante la aplicacin de polticas sociales que

    siendo solidarias profundicen en su adaptacin y respeto a los ciudadanos. Adems, estn los

    mencionados pasos intermedios que secuencian la investigacin y que constituyen los

    objetivos de nuestro trabajo a modo de desafos que nos permitan avanzar en la comprensin

    de esta clase de accin interventora.

    1. En general, la ASP es un factor importante en la consecucin, de una forma activa, del

    bienestar social desde el Estado social, y adems suele manifestar una dependencia estratgica

    de su diseo y configuracin. Por ello, a partir de este primer objetivo resultar obligado tratar

    sociolgicamente la situacin del Estado social, como la clave de bveda de la reforma social

    en nuestras sociedades: junto a los cambios acontecidos en los ltimos aos y sus

    consecuencias, nos acercaremos a los dilemas que se presentan en la actual coyuntura

    13

    F. ALVIRA MARTN. Diseos de investigacin social: criterios operativos en: M. GARCA FERRANDO;

    J. IBAEZ; F. ALVIRA (compilacin) El anlisis de la realidad social. Mtodos y tcnicas de investigacin.

    Madrid: Alianza Editorial. 1986. p. 68.

  • 10

    realizando las consecuentes elecciones valorativas sobre su posible cambio y desarrollo. Y,

    por la misma causa, al pretender formular propuestas que mejoren esta accin, debemos

    resituarla en la institucin de la que forma parte El Estado social buscando sus

    dependencias y relaciones recprocas.

    2. Una vez puesta en contexto la ASP, el segundo objetivo que nos hemos planteado

    implica directamente el abordarla conceptualmente. Su comprensin terica y su significacin

    prctica diferenciada en el Estado social, resultan imprescindibles. Como lo es tambin

    conseguir relacionarla y discernirla de los estatutos epistemolgicos de la accin social en s.

    Es decir sus caractersticas, sus semejanzas y diferencias, junto a las potencialidades y

    limitaciones que se pueden inferir de su desigual naturaleza que si bien relacionada obliga

    tambin a no confundirlas.

    3. Con el tercer objetivo, se intenta establecer un dilogo y una interaccin entre lo

    terico y lo emprico. Si la ASP tiene sentido en el contexto de la abstraccin conceptual,

    tambin lo debe tener en las narraciones y discursos de las personas y colectivos que

    participaron en nuestros grupos de discusin. Desde esas conversaciones y debates, se trata de

    articular un discurso analtico de carcter general que aborde las necesidades sociales, y se

    interrogue por el rol social que juegan en nuestra sociedad cada uno de los sectores sociales y

    colectivos a investigar jvenes, mayores, gitanos. A partir de ah, el objetivo es elaborar

    algunas prescripciones que yendo de lo especfico a lo general, compongan un conjunto de

    aportaciones sobre la ASP necesaria en el Estado Social que pretendemos, en el camino hacia

    una sociedad ms justa y solidaria. Al mismo tiempo, trataremos de objetivar y comprender

    cules y cmo son los factores transversales que a modo de pasos obligados balizan su

    trayectoria conformndola de manera ms o menos explcita. Son algunos de los espacios en

    los que racionalmente se suelen establecer las secuencias de la ASP: necesidades sociales,

    planificacin social y, en su caso, participacin social.

    4. El cuarto objetivo se refiere, en general, a los componentes metodolgicos. Es decir, a

    la manifestacin explcita especficamente y en cada uno de los captulos de las elecciones

    y decisiones realizadas en lo que atae a las perspectivas epistemolgica, metodolgica y

    tcnica. Por lo tanto, su carcter es diagonal y debe desplegarse al conjunto del trabajo y a las

    maneras de pensar y obrar que en l desarrollamos.

    5. El quinto objetivo es obligado en la medida en que se refiere a los resultados y nuevos

    interrogantes provocados sobre el papel de ASP, y con ella del Estado social en nuestra

    sociedad. El propsito es, pues, desarrollar un conjunto de conclusiones y propuestas, que

    aadan alguna nueva luz sobre las exigencias de los procesos de activacin solidaria desde el

    Estado social en las sociedades actuales.

  • 11

    La materializacin de la intervencin social dirigida a los ciudadanos de una forma

    fragmentada, con insuficiente conocimiento, y las ms de las veces como una mera aplicacin

    de carcter dependiente, exige una mejora que redunde en la situacin de aquellos a los que se

    dirige. Con estos desafos y objetivos propuestos la hiptesis principal de este trabajo es la

    siguiente:

    Al llevar la ASP al terreno de la accin social, analizndola sociolgicamente, se

    podr restituir y recuperar una intervencin social ms unitaria y continuada entre

    conocimiento y prctica, entre concepcin y desarrollo, entre planificacin e

    implementacin, entre accin experta y accin social en s, que aproveche mejor sus

    potencialidades de ciudadana social para beneficio de los sujetos a los que se dirigen

    las polticas sociales.

    1. ESQUEMA DE TESIS DOCTORAL: UN ACERCAMIENTO

    SOCIOLGICO A LA ACCIN SOCIAL PROYECTADA

    SOCIEDAD

    SOCIEDAD

    ESTADO

    INTERVENCIN

    DEL

    ESTADO SOCIAL

    SOCIAL

    A

    C

    C

    I

    N

    S

    O

    C

    I

    A

    L

    P

    R

    O

    Y

    E

    C

    T

    A

    D

    A

    MERCADO

    Accin social

    JVENES

    MAYORES

    MINORA GITANA

    NECESIDADES

    PLANIFICACIN

    PARTICIPACIN

    SOCIAL

    DEMOCRACIA

    SOCIAL Y POLTICA

  • 12

    III. Propuestas epistemolgicas

    Los planteamientos generales que hemos desarrollado hasta aqu junto a los objetivos

    y la hiptesis que acabamos de formular, nos obligan a justificar y explicar nuestra

    perspectiva epistemolgica y las opciones y elecciones metodolgicas y tcnicas. A ese fin,

    desde la perspectiva epistemolgica o del conocimiento es preciso realizar una apertura de

    contenido que ayude a comprender la naturaleza problemtica de la ASP, y el desafo al que

    nos enfrentamos al abordarla14

    .

    Desde muchas miradas el Estado social keynesiano, tambin conocido como el modelo

    social europeo, es la construccin institucional socialmente arraigada, ms perfilada hacia la

    consolidacin de los derechos sociales y la justicia social15

    . Un compromiso que prioriza la

    reforma social preventiva y correctiva, tratando de poner freno a la creciente mercantilizacin

    de los derechos sociales en la que estn embarcadas nuestras sociedades capitalistas a

    comienzos del siglo XXI. Un intento tambin de proteger al conjunto de la ciudadana de las

    manifestaciones de desigualdad, al menos de las ms acuciantes. Nos encontramos en una

    sociedad en la que desde sus albores, en el siglo XVIII, pugnan dos fuerzas formidables que

    hasta cierto punto son dependientes: el modo de produccin capitalista en lo que respecta al

    sistema econmico, y el Estado social que trata de acrecentar, material y simblicamente, los

    espacios de proteccin desmercantilizados, a salvo de la lgica econmica y de sus avatares16

    .

    Al mismo tiempo, son conocidos los problemas de origen diverso ideolgicos, financieros,

    de legitimacin, etc, que han provocado su cuestionamiento en las ltimas dcadas, y que se

    dirigen hacia algunos derechos y polticas otrora intocables que an hoy apenas han

    comenzado a remitir. Si bien muy pocos se atreven a negar su trascendencia en nuestras

    sociedades, abogando por ejemplo por su supresin o mxima reduccin, s se dan

    diferencias considerables respecto a su diseo y configuracin de sus protecciones y

    prestaciones17

    . La ASP al estar de forma mayoritaria localizada en el Estado social, es en

    especial sensible a las dificultades y variaciones comentadas, mucho ms cuando la

    inestabilidad de las polticas, de los servicios y equipos que las activan es bastante habitual. Y

    si los dilemas de nuestra sociedad con respecto al Estado social no slo tienen que ver con su

    crecimiento o disminucin, es reconocible que una parte sustantiva de la intervencin al estar

    al albur de tales fluctuaciones, resulta afectada en el desarrollo de las actividades y servicios

    14

    P. BOURDIEU; J.C. CHAMBOREDON; J.C. PASSERON. El oficio del socilogo. Madrid: S. XXI. 1976. p.

    14 y ss. 15

    F. LVAREZ-URA; J. VARELA. Sociologa, capitalismo y democracia: gnesis e institucionalizacin de la

    sociologa en Occidente. Madrid: Morata. 2004. pp. 215 y 370, respectivamente. Ver tambin, A. GARCA

    SANTESMASES. Reflexiones sobre el nuevo orden/desorden internacional, en: Daimon. Revista de Filosofa,

    nm. 29. Murcia: Universidad de Murcia. 2003. p. 120 y ss. 16

    R. CASTEL. La metamorfosis de la cuestin social. Una crnica del salariado. Barcelona: Paids. 1997. p. 20

    y ss. 17

    A. HEMERIJCK. The self-transformation of the European Social Model, en: G. ESPING-ANDERSEN [et

    al]. Why we need a new welfare state? Oxford: Oxford University Press. 2002. pp. 173-214.

  • 13

    dirigidos a los ciudadanos que en esos momentos se estn desarrollando. Pero la imagen y

    configuracin del Estado solidario tambin depende de la ASP, puesto que forma parte de l y

    termina por influirle y conformarlo. Y lo hace segn sus capacidades temporales en forma de

    recursos humanos y materiales, tambin segn sus modelos de accin desplegados en la

    prctica y, finalmente, dependiendo de las distintas formas de relacin tenidas con los

    ciudadanos y sus organizaciones representativas.

    En ese sentido, es preciso referirse a la posicin de la ASP al nivel ocupacional

    general, y a las fragmentaciones manifestadas en diversos niveles en el seno del propio Estado

    social que, sin duda, terminan por repercutir en los ciudadanos destinatarios. Estas

    insuficiencias se emplazan en la continuidad de una marcada ambivalencia en nuestra

    sociedad con respecto al Estado social y sus logros. De un lado, es notoria su legitimidad y

    arraigo social, y en especial por parte de aquellas personas que visualizan sus servicios y

    actividades o sus ausencias ms directamente, como los jvenes o las personas mayores. De

    otro lado, su accin y activacin est condicionada en ocasiones por una imagen correctora y

    asistencial, que denota la posicin desigualmente subsidiaria con respecto a los otros sistemas

    sociales y en especial al econmico. Esa visin parcial no deja de ser una defensa ante los

    procesos de estigmatizacin provocados por modelos particularistas de implementacin, y

    actuaciones inadaptadas o separadas de los contextos y agentes sociales de destino. No

    obstante, an dentro del mismo Estado social ocurren procesos de fragmentacin entre

    polticas y/o servicios que responden a la dinmica social general mencionada de

    subsidiariedad, o tambin a procesos ms especficos que derivan de la establecida

    disociacin jerarquizada de lo intelectual frente a lo manual. Mientras que el Estado social y

    la ASP sean necesarios para el conjunto de los ciudadanos, valdr la pena intentar profundizar

    en el anlisis de tales diferenciaciones que, adems, se manifiestan de forma dinmica.

    Internamente al Estado social existe un proceso de ordenacin socio-ocupacional

    estructurado material y simblicamente, en el que estn involucrados los agentes externos e

    internos matizndolo o reforzndolo desde su ubicacin temporal en tales relaciones. De esta

    forma, dependiendo del lugar que se ocupe, sitan a cosas y personas y quedan situados segn

    los otros18

    . Y tal referente de ordenacin se manifiesta a partir del par intelectual/manual y sus

    numerosas derivaciones, en una lgica contrastante binaria que a pesar del mayor estatus de

    lo intelectual es recproca de arriba abajo y viceversa, y dinmica, porque se atribuyen

    intercambios relativos y provisorios de roles. En el encadenamiento de las numerosas

    derivaciones del par, y dependiendo de los niveles organizativos y posiciones ocupadas, los

    que otrora fueron imputados tcticamente de activistas manuales ahora lo sern de tericos

    intelectuales y posteriormente de nuevo podrn ser acusados de prcticos manuales . De

    igual forma, ellos mismos en otro momento del proceso y a modo defensivo, podrn realizar

    parecidas o equivalentes imputaciones. Bien es cierto que no se trata de que exista un

    18

    P. BOURDIEU. La distincin. Criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus. 1988. p. 479 y El sentido

    prctico p. 336 y ss.

  • 14

    continuo e indiscriminado baile atributivo, pues su eficacia relativa depender de la

    verosimilitud referencial que se consiga transmitir en tales asignaciones.

    As, nos parece que estos son sntomas elocuentes de la reedicin de los ineludibles

    dilemas que afectan a las ciencias sociales y a la sociologa, que en el campo de la ASP no

    suelen abordarse: formalismo versus empirismo, estructura versus accin, subjetivismo versus

    objetivismo y micro versus macro19

    . En efecto, la misma separacin material y simblica de

    la investigacin, de la investigacin de necesidades y de la alta planificacin, o de la

    evaluacin, con respecto a la accin proyectos, implementacin, intervencin, aboca a

    una especializacin ordenada que angosta las posibilidades de ambos campos. Por un lado,

    evita incomodas injerencias aunque, por otro lado, tambin centra sus actividades,

    limitndolos y ensimismndolos. En el campo comprensivo, o terico, es habitual que se

    aborden estos dilemas y llegar a resultados positivos, pero se quedan ah teniendo nula o

    escasa incidencia en el mundo de la intervencin. En cualquier caso, es bastante habitual que

    olviden la implicacin y el componente prctico de tales elaboraciones. Por contra, en el

    campo de la accin experta, las elaboraciones generales son externamente dadas e importadas,

    girando las preocupaciones principales en torno a los dispositivos tecnolgicos eficaces de

    intervencin, mayormente centrados en lo individual. Su aislamiento y especializacin

    termina por impedir que se emitan informaciones valiosas de vuelta que puedan orientar la

    investigacin sobre las especficas necesidades de la accin en las actuaciones20

    .

    Pero la dificultad no es slo de fluidez comunicativa recproca, sino tambin de

    conformacin interna de cada uno de estos mbitos que actan como verdaderos campos de

    fuerza y competencia21

    . La mejora en el entendimiento comunicativo junto a la agilidad en el

    intercambio de informacin es bsica, aunque insuficiente. Dado que investigacin y accin

    estn separadas y van a seguir estndolo con las consecuencias que esto implica, es preciso

    en cada uno de ellas intentar transformaciones que les aporten aquello de lo que carecen: en el

    dominio terico, la necesidad de traspasar la frontera de la interpretacin comprensiva para

    llegar hasta la interpretacin prctica de las necesidades de la AP, con la referencia de los

    ciudadanos destinatarios; en el dominio prctico, utilizar las elaboraciones de la investigacin

    social como uno de los instrumentos habituales e ineludibles en el proceso de su emergencia,

    y no como una mera convencin para fundamentar, en el mejor de los casos, ex ante la

    intervencin. Sin embargo, pensamos que an sera preciso ir ms all de lo que sugieren

    estos posibles compromisos simtricos cruzados y decantar el cuenco del lado de la accin. La

    investigacin de la ASP no slo debe efectuarse desde sus resultados ex post como hace la

    19

    M. S. ARCHER. Realist social theory: the morphogenetic approach. Cambridge: Cambridge University Press.

    1995. p. 65. 20

    R. CASTEL. La insercin y los nuevos retos de las intervenciones sociales en: F. LVAREZ-URA (ed.)

    Marginacin e insercin. Madrid: Endymin. 1992. pp. 2536; F. LVAREZ-URA. En torno a la crisis de los

    modelos de intervencin social. Madrid: Talasa. 1995. p. 22 y ss. 21

    E. MARTN CRIADO. El concepto de campo como herramienta metodolgica, en: Revista de

    Investigaciones Sociolgicas, nm. 123. Madrid: Centro de Investigaciones Sociolgicas. 2008. p. 18 y ss.

  • 15

    evaluacin22

    , sino tambin en los momentos de su emergencia desde ambos campos: el de la

    investigacin y el de la accin proyectada. Es decir, tal investigacin sociolgica debe ser

    un objeto de atencin habitual en el dominio terico, pero tambin en el mismo campo

    prctico como la nica manera de restituir los instrumentos necesarios internos para su

    autonoma intelectual y prctica. Slo as se podrn abordar aqu los dilemas de las ciencias

    sociales a los que antes aludamos y, en especial, el de formalismo versus empirismo. En

    definitiva, a pesar de la diferencia de condiciones de la ASP con respecto a la accin social, su

    proceso secuenciado y desigualmente controlado debe incluir en recproca dependencia tanto

    los elementos tericos como los prcticos. O lo que es lo mismo, entender su concepcin,

    proyeccin y accin como una unidad y, en este sentido, como una unidad construida y

    proyectada que emerge en distintos momentos y lugares.

    Con lo dicho hasta aqu queda claro que la pretensin aunque no la ms finalista es

    conseguir la eficacia del Estado social, y por la parte que le toca la eficacia de la ASP. La

    pertinencia de tal anlisis se basa en la observacin de problemas de funcionamiento

    regulares, que se ubican en una dimensin distinta del justificado debate sobre su crecimiento

    o mantenimiento frente a su disminucin y/o rediseo hasta versiones mnimas. Y esto

    ya sea por mtodos explcitos o por otros ms discretos que tienden al abandono paulatino

    hasta provocar, por inanicin, su presencia residual. Sin querer ignorar o banalizar

    ingenuamente tal conflicto, nuestra posicin parte desde la absoluta necesidad del Estado

    social como garanta contra la injusticia y la desigualdad, y el acrecentamiento de los

    derechos sociales. A partir de ah, pensamos que la discusin debe articularse sobre la mejora

    de su funcionamiento y sobre su adecuacin a las necesidades de los ciudadanos. A nuestro

    entender, esta es una de las asignaturas pendientes del actual Estado social.

    En los trminos del debate sobre la cuestin social y el bienestar social intervienen

    diversas variables que no podemos ignorar. La eficacia del Estado social, de sus servicios y

    agencias, es uno de los contenidos fundamentales para fortalecer y acrecentar su legitimidad

    social. Sin embargo, en los ltimos aos a la eficacia se la ha situado ms del lado de la

    racionalidad programtica interna de la eficiencia, que de la modulacin y construccin de

    acciones que respondan a las necesidades de los ciudadanos destinatarios. En ese sentido, no

    es tanto un abandono, que no existe, como una inadaptacin23

    . La profusin de servicios,

    agencias y prestaciones por encima de las necesidades reales en la que incurran a menudo

    los Estados de bienestar, es ineficaz desde la perspectiva de la racionalidad y la

    optimizacin. Pero sobre todo lo es por inadecuacin a los destinatarios, fomentando, por

    22

    F. ALVIRA MARTN. Investigacin evaluativa: una perspectiva experimentalista, en: Revista Espaola de

    Investigaciones Sociolgicas, nm. 29. Madrid: Centro de Investigaciones Sociolgicas. 1985. pp. 129-142. 23

    P. DONATI. Ciudadana y sociedad civil: dos paradigmas. (ciudadana lib/lab y ciudadana societaria) en:

    Revista Espaola de Investigaciones Sociolgicas, nm. 98. Madrid: Centro de Investigaciones Sociolgicas.

    2002. p. 44 y ss.

  • 16

    ejemplo, la dependencia y la consiguiente disminucin de la autonoma social y personal24

    .

    No existe, pues, un dilema entre la eficacia y lo que necesitan los ciudadanos destinatarios. En

    todo caso, sustantivar el supuesto derroche de aquellos a los que el Estado social protege en

    tiempos difciles, no puede ser nada ms que sntoma de la miseria moral que por momentos y

    lugares atenaza a nuestras sociedades. Por contraste, es reseable la delicada situacin del

    Estado social al recibir variadas demandas externas que han terminado por acentuarlo como

    un sistema apaga fuegos de otros sistemas econmico, mercado de trabajo, necesidades

    formativas, que le realizan crecientes peticiones de intervencin, a fin de atenuar

    problemas desigualdad, injusticia social, etc. o restituir derechos sociales. An contando

    con las tendencias organizativas centrpetas al crecimiento y a la indispensabilidad, es claro

    que sus propias capacidades reguladoras reformadoras y correctoras pueden llegar a

    provocar, si no se presta atencin al problema, la saturacin y en el peor de los casos su

    colapso25

    .

    Con esta apertura al problema hemos querido significar las inquietudes sedimentadas

    que se nos plantean al realizar este trabajo26

    . Si toda elaboracin de estas caractersticas tiene

    un para qu, tenemos la esperanza de que el ncleo argumental de nuestra causalidad

    gnoseolgica haya quedado expresada en los prrafos anteriores. Quedara por elucidar el

    para quin27

    . A lo largo de los aos hemos demandado opinin sociolgica sobre la

    pertinencia y relevancia de estudiar la ASP, es decir, la llamada intervencin social

    aprovechando nuestro devenir entre la investigacin y la accin. Pues bien, con independencia

    de la mayor o menor cercana de nuestros interlocutores al objeto de estudio, la mayora de

    sus pareceres nos animaron a emprender y continuar este trabajo, no sin advertirnos las

    dificultades que podramos encontrar a la hora de obtener informacin bibliogrfica y

    documental relacionada con el tema que nos ocupa. No obstante, sera injusto no reconocer a

    algunos socilogos hombres y mujeres y a su sociologa que ms all de sus tareas de

    investigacin descriptivas, explicativas o comprensivas han podido profundizar en el estado y

    consecuencias de la intervencin social o acercamientos anejos, que nosotros denominamos

    y queremos construir como ASP. La vala de sus aportaciones para nuestro empeo quedar

    significada de manera conveniente a lo largo del texto. En cualquier caso, no se puede decir

    que haya habido un requerimiento explcito para realizar esta investigacin de tesis doctoral.

    Ms bien la sentimos como una demanda social que esperamos nazca del convencimiento

    compartido sobre la necesidad de continuar hacindose preguntas y dar alguna respuesta

    24

    G. RODRIGUEZ CABRERO. Tendencias de cambio en poltica social en: G. RODRIGUEZ CABRERO;

    D. STOELSEK SALEM (eds.) Apuntes sobre bienestar social. Alcal de Henares: Servicio de publicaciones

    Universidad de Alcal, 2002. p. 21 y ss. 25

    N. LUHMANN. Teora poltica en el Estado de bienestar. Madrid: Alianza Editorial. 1993. Ver, por ejemplo,

    pp. 37 y 86. 26

    J. C. COMBESSIE. El mtodo en sociologa. Madrid. Alianza Editorial. 2000. pp. 87-88. 27

    J. IBAEZ. Perspectivas de la investigacin social: el diseo en la perspectiva estructural en: M. GARCA

    FERRANDO; J. IBAEZ; F. ALVIRA (compilacin) El anlisis de la realidad social. Mtodos y tcnicas de

    investigacin. Madrid: Alianza Editorial. 1986. p. 33 y ss.

  • 17

    desde una perspectiva sociolgica28

    , llevando la intervencin social del lado de la accin

    social. Se trata de complementar las aportaciones, prcticas y mtodos de otras disciplinas que

    contra lo que pudiera parecer se encuentran ms implantadas en este campo: trabajo social,

    psicologa, pedagoga, educacin social o animacin sociocultural, entre otras. Desde luego,

    no es nuestro propsito entablar una competicin con ellas, pero tampoco obviar problemas

    de enfoque y desarrollo social que resultaran enriquecidos de contar con las aportaciones

    sociolgicas. Es decir, la sociologa como la ciencia que ya desde finales del siglo XVIII se

    plante participando en ellas la necesidad de acciones preventivas o correctoras, dirigidas a

    paliar las crecientes injusticias provocadas por los profundos cambios sociales y por los

    mismos efectos del nuevo sistema econmico capitalista. Precisamente, nuestro acercamiento

    opta ms por evitar estriles discusiones partiendo del grado cero de la ASP, y entablar un

    dilogo con el objeto de estudio. Y, sobre todo tratamos de comprender qu accin es la ms

    apropiada para los ciudadanos en funcin de sus necesidades. Al mismo tiempo, durante

    buena parte del trayecto hemos estado en el momento y lugar preciso pues ha existido el

    distanciamiento temporal necesario respecto al campo de la accin donde est ubicada la

    intervencin, para que las inquietudes y las confusiones morales que en ocasiones genera la

    participacin e implicacin directa hayan ido sedimentando. Asimismo, nos hemos

    encontrado durante buena parte de su realizacin en la posicin adecuada en la universidad,

    desde el punto del desarrollo de una empresa de estas caractersticas29

    .

    IV. Estructuracin y desarrollo de la investigacin

    Ms all de esta Introduccin, en la que hemos avanzado justificaciones, objetivos e

    hiptesis, la investigacin est estructurada de una forma muy sencilla a partir de los captulos

    siguientes. En el 1 y 2 se abordan los contenidos y relaciones de la sociologa, el Estado

    social, la accin social y la ASP. As, en el captulo 1 se realiza un acercamiento sociolgico a

    la situacin del Estado social en Espaa, sin olvidar el marco europeo de referencia con el que

    estamos involucrados y concernidos. Al mismo tiempo, se intentan resaltar cules son sus

    principales envites y apuestas, y las influencias precondicionales de contexto derivadas hacia

    la ASP. En el captulo 2, a partir del referente del Estado social en el que est contenida, se

    aborda esta clase de accin identificndola y analizando sus principales caractersticas, as

    como los debates y dilemas con los que se encuentra comprometida en la actualidad. En una

    segunda parte de este mismo captulo 2, a partir de un acercamiento terico se delimitan sus

    diferencias y relaciones con la accin social en s y los potenciales beneficios que implica esa

    operacin conceptual, intentando evitar la confusin entre una accin social y otra accin

    intelectual con los consiguientes efectos fructferos en sus aclaradas relaciones.

    28

    dem: p. 32. 29

    En 2007, el autor de esta tesis volvi al puesto de socilogo en la administracin local que ya antes de la

    universidad haba desarrollado.

  • 18

    En los tres captulos siguientes se realiza el anclaje y anlisis emprico con los

    colectivos de referencia elegidos para recrear y armar la ASP: en el 3 se aborda el caso de los

    jvenes, en el 4 el de las personas mayores y en el 5 el de la minora gitana. Antecediendo a

    sus componentes especficos se realizan dos operaciones comunes: la primera incide en la

    comprensin de estos colectivos para establecer las condiciones de la ASP necesaria, y la

    segunda se acerca a sus consecuencias una vez desarrollado el anlisis de los discursos.

    El captulo 6 puede ser visto como producto y consecuencia tanto de los primeros, que

    son ms de corte terico y situacional, como de los posteriores, que intentan anclar la ASP a

    las aportaciones empricas mencionadas. Orientndonos por ese anlisis emprico precedente,

    se intentan hacer evidentes tres operaciones que son pasos obligados siempre presentes en la

    ASP con el fin de mejorar su aplicabilidad. Es decir, situndola con relacin a las

    concepciones sobre las necesidades sociales, con respecto a las decisiones y desarrollos de

    planificacin social, y tambin desde la perspectiva de la participacin social de los

    ciudadanos destinatarios.

    Antes del anexo metodolgico, se abordan las conclusiones. Sin olvidar la relacin

    universalismo-particularismo, se tratan de fusionar las aportaciones parciales que sobre la

    ASP se hayan podido ir obteniendo en los captulos precedentes. Asimismo, intenta volver a

    resituarse a la luz de los descubrimientos y aportaciones de la globalidad del estudio. Se

    pretende que tal estructuracin comprometa a la sociologa como una de las disciplinas con

    ms bagaje potencial para incorporar sus aportaciones en esta clase de accin; ms all de que

    deba prestarle una mayor atencin, o adecuar parte de sus conocimientos, mtodos y tcnicas

    a su investigacin, anlisis y aplicacin.

    En la ltima parte de esta tesis doctoral presentamos el anexo metodolgico en el que

    se explicitan de forma detallada justificando su pertinencia las selecciones metodolgicas y

    tcnicas por las que hemos optado, y con las que hemos intentado responder a los

    planteamientos, objetivos y a la hiptesis formulada ms atrs. Asimismo, en un volumen

    aparte, se incluye un anexo documental que contiene el conjunto del material emprico

    cualitativo de las transcripciones de los grupos de discusin utilizados.

  • 19

    CAPTULO 1

    ESTADO SOCIAL Y ACCIN SOCIAL PROYECTADA:

    UNA APROXIMACIN SOCIOLGICA

    I. Sociologa del Estado Social

    Continuar con nuestro objeto de estudio implica detenerse en el Estado social, pues

    ms all de sus diseos y configuraciones incluidas las que conllevan acciones y

    aplicaciones externas desde la sociedad civil o la comunidad, toda accin social proyectada

    ASP siempre tendr grados de dependencia y coordinacin con l. Pero no slo se trata de un

    asunto de alineamiento organizativo o institucional, tambin lo es de conocimiento y enfoque

    metodolgico, pues con el fin de destacar y enaltecer a esta clase de accin no podemos caer

    en el error como a veces ocurre de pensarla aislada sin las mediaciones y relaciones que la

    demarcan y ella misma delimita en el conjunto del Estado social y del mbito pblico.

    Adems, frente a la subrayada fragmentacin entre investigacin y accin y, dentro de sta, de

    los procesos de diagnosis, planificacin e implementacin accin, es preciso radicarla en su

    contexto. Es decir, es preciso objetivar los factores ms relevantes que implican su

    articulacin y desarrollo habitual. Por lo tanto, se trata de relacionarla y acercarla a otras

    partes u operaciones del proceso global de la investigacin-accin, pero tambin de

    distinguirla, resaltando sus especficas necesidades en la actuacin hacia los ciudadanos

    destinatarios1. En suma, situarla en las dinmicas de los diseos y configuraciones dominantes

    en el seno del Estado social en el contexto europeo sin anclarnos a un Estado social

    concreto, pero incorporando aquellos elementos conceptuales que pensamos determinantes a

    1 Las explicaciones comportan introduccin de distinciones diferencias para designar unas cosas y no otras

    que quedan sin delimitar. Ello obliga a una observacin recursiva de la propia tarea. Ver F. VALLESPIN.

    Introduccin, en: N. LUHMANN. Teora poltica en el Estado de bienestar. Madrid: Alianza Editorial. 1993.

    p. 12. Ver tambin, J. IBAEZ. El papel del sujeto en la teora pp. 365 y 366.

  • 20

    la hora de su anlisis y comprensin. En este primer captulo, en el que abordamos la

    sociologa de la ASP, proponemos detenernos de manera introductoria, primero, en aquella

    parte de los procesos histricos, polticos y sociales que son explicativos en la situacin actual

    del Estado social, ayudndonos a comprender su gnesis y desarrollo. En segundo lugar, nos

    ceiremos a su presente, tan lleno de interrogantes sobre sus diseos, configuraciones y

    futuro, pero al mismo tiempo tan exigido en cuanto a sus actuaciones, agilidad y flexibilidad.

    Nos detendremos, en tercer lugar, en los relevantes procesos de legitimacin social con sus

    fallas y consecuencias imprevistas que, en ocasiones, lo fortalecen social y polticamente y,

    algunas veces, lo debilitan. Y, por ltimo, ser conveniente abordar los principales retos y

    apuestas que se debern acometer en el inmediato futuro que ya avanza enmascarado, desde

    este presente donde se estn rediseando sus nuevos estatutos y configuraciones.

    Por estas razones, se abandona el camino ms corto y directo hacia la ASP con el

    inters de resituarla en el mbito del Estado social y, subsidiariamente, junto a otras entidades

    que, sin pertenecer al mercado, actan tambin en el mbito pblico, con el fin de procurar

    una mejora en las condiciones de vida de aquellos ciudadanos a los que se dirigen. No

    obstante, al mismo tiempo que realizamos este rodeo la ASP estar muy presente en este

    anlisis. Es decir, nos acercamos al Estado social no dejando de perder a esta accin experta

    de vista en la medida que las relaciones entre ambos, su coordinacin y adecuacin recproca

    siempre han sido y sern esenciales; y mucho ms cuando se trate de un Estado democrtico

    fortalecido, pero tambin capaz de proyectar medidas de bienestar cada vez ms giles y

    adaptadas a las necesidades de la ciudadana, sea sta individual o colectiva.

    Parece que la mayora de los anlisis y opiniones fundadas apuntan a que, desde hace

    algunos aos, nos encontramos en una encrucijada de caminos, en la que nos estamos jugando

    la orientacin primordial de nuestras sociedades y Estados. O es aceptada una sociedad

    sometida a las exigencias de la economa, rompiendo as el espacio social intermedio que

    desde la postguerra caracteriza a la tradicin europea del bienestar, es decir, un espacio de lo

    social regulado fuera del mercado capitalista, entre la lgica econmica y poltica, o, por el

    contrario, se contribuye a modelar una figura del Estado social que est a la medida de los

    nuevos desafos que se estn presentando en nuestras sociedades2. Hasta los pasados aos

    ochenta en que comenzaron a acrecentarse crticas diversas, el Estado social constitua la

    forma institucional reconocida desde la que se estableca un compromiso entre la dinmica

    econmica gobernada por la bsqueda de beneficio y la preocupacin de proteger regida por

    las exigencias de la solidaridad en una sociedad democrtica. Es decir, un freno a los

    menoscabos producidos hacia aquellos a los que la libertad y el individualismo haban cortado

    los vnculos y apoyos sociales, estando privados de toda proteccin y reconocimiento. De esta

    forma, su razn se encontraba en la respuesta a esas situaciones de individualidad negativa,

    procurando establecer o restaurar aquellos vnculos cercenados. Al efectuar una mirada de

    2R. CASTEL. La metamorfosis pp. 24 y 32.

  • 21

    largo plazo se puede observar que siempre ha existido alguna forma de conflicto entre la

    ciudadana y el sistema capitalista de clases, entre el mercado y la satisfaccin de necesidades

    mediante la poltica de bienestar3. Si bien el mercado, con suerte, tiene la capacidad selectiva

    de remunerar el esfuerzo, el trabajo, la competitividad y el riesgo, as como de innovar, sin

    embargo, al ignorar las necesidades sociales, tena que ser el Estado quien retribuyera las

    rentas primarias por medio de impuestos, transferencias, igualdad de derechos, y de libertades

    y oportunidades4. Supona reconocer el establecimiento de un espacio social en el que se

    intentaba promover la circulacin, el intercambio y la reciprocidad de bienes interpersonales

    materiales y simblicos, a semejanza de aquellos lugares no mercantilizados que podemos

    observar en diversas sociedades, incluida la nuestra5. Una suerte de pacto o contrato social

    reeditado, cuyo advenimiento signific la introduccin de un tercero entre los que haban

    propugnado la moralizacin popular como remedio salvador6, y los partidarios de la

    agudizacin de las contradicciones entre capital y trabajo mediante la lucha de clases7.

    Se ha ido pagando un duro precio por los avances sucesivos del Estado social, pues ha

    sido durante las etapas de crisis cuando ha progresado ms notablemente. Tales periodos de

    discontinuidad constituyen tiempos de prueba en los que se acaba reformulando, de manera

    ms o menos explcita, el viejo contrato social8. De esta forma, los antecedentes y

    advenimiento de la segunda gran guerra dieron paso, posteriormente, a su configuracin

    institucional ms elaborada y reconocible. Por supuesto, existi el debate entre partidarios y

    detractores, pero las renovadas demandas de seguridad y civilidad despus de la catstrofe,

    ayudaron a establecerla y desarrollarla asegurando, a su vez, frmulas de garanta de

    satisfaccin de los derechos y necesidades sociales. Se trataba de una nueva versin del

    Estado enraizada con el concepto de progreso, ante la conviccin de que existan formas de

    organizacin social ms idneas que otras en la consecucin y desarrollo de los derechos

    civiles, polticos y sociales9. Frente a la razn econmica liberal que estableca y establece

    una homologa entre mercado y sociedad, de forma que se procurara el hacer todo el uso

    posible de las fuerzas espontneas de la sociedad y recurrir lo menos que se pueda a la

    coercin10

    , los defensores de la nueva configuracin institucional al tiempo que rechazaban

    la abstencin pasiva del liberalismo, abogaban por una democracia activa y comprometida

    con la justicia social. Haba que intentar reconducir el orden econmico para detener el caos,

    3 T. BOTTOMORE. Ciudadana y clase social cuarenta aos despus en: T. H. MARSHALL Y T.

    BOTTOMORE. Ciudadana y clase social. Madrid: Alianza Editorial. 1998. p. 98. 4 J. P. DUPUY. El sacrificio y la envidia. El liberalismo frente a la justicia social. Barcelona: Gedisa. 1998. p.

    183. 5 N. PIZARRO. Tratado de metodologa de las ciencias sociales. Madrid: Siglo XXI. 1998. p. 279 y ss.

    6 F. LVAREZ-URA; J. VARELA. Sociologa, capitalismo y democracia p. 73.

    7 R. CASTEL. La metamorfosis p. 272.

    8 P. ROSANVALLON. La crisis del Estado providencia. Madrid: Civitas. 1995. p. 44.

    9 L. DOYAL; I. GOUGH. Teora de las necesidades humanas. Barcelona: Icaria. 1994. pp. 168 y 49,

    respectivamente. 10

    Cfr. F. A. HAYEK. Camino de servidumbre. Madrid: Alianza Editorial. 1978. p. 45. El entrecomillado es

    nuestro.

  • 22

    pues ni la tierra, ni los seres humanos son meras mercancas. Pero no slo: adems mediante

    la planificacin democrtica era preciso influir en los procesos de creacin y propagacin de

    valores, en el desarrollo del reconocimiento de los derechos humanos, demostrando que

    existan otras condiciones sociales que no estaban contenidas o sujetadas en el orden

    econmico11

    . Cuando hablamos de democracia no slo nos referimos a su definicin formal o

    procedimental que en exclusividad se adecua a las formulaciones liberales o neoliberales de

    la economa y la sociedad. La democracia tiene que ser algo ms que un mtodo de formacin

    de las decisiones colectivas a travs de la garanta de los procedimientos idneos para

    asegurar la voluntad popular, desde la regla de la mayora en la toma de decisiones12

    . En

    consecuencia, este modelo es sustentado desde una racionalidad del mismo tipo formal o

    instrumental, adaptndose del mejor modo posible a los fines perseguidos sin atender ni a

    principios ni a consecuencias nocivas o efectos perversos13

    . Tal aproximacin formal es

    bsica y genera posibilidades, pero no puede ser el lmite, debiendo ser integrada con vnculos

    sustanciales o de contenido, por los que la mayora no pueda tener el poder de suprimir el

    poder de la minora14

    . Rasgos sustanciales como la garanta de las formas y del mtodo

    democrtico, y de sus variados y complejos presupuestos, son ineludibles para toda definicin

    de democracia al suponer otros tantos topes u obligaciones de contenido a los poderes de la

    mayora. Por un lado, desde un plano ms formal, hay derechos fundamentales consistentes en

    expectativas negativas como los de libertad y autonoma, tanto civil como poltica que son

    derechos que imponen prohibiciones de lesin cuya violacin genera antinomias. Por otro

    lado, partiendo de una racionalidad sustancial que conlleva una consideracin tica y de los

    riesgos y consecuencias que acarrea, hay un prisma de democracia igualmente sustancial

    cuyos derechos fundamentales consisten en expectativas positivas como lo son todos los

    derechos sociales, como vnculos u obligaciones de prestacin cuya ausencia genera tanto

    lagunas graves de participacin en la sociedad, como de inclusin o de ciudadana social. Es

    decir, en la estela del Estado social, estos son los derechos que ms se acercan a la ciudadana

    universal, no ya por pertenecer a una determinada sociedad poltica sino por el simple hecho

    de ser mujer u hombre en cualquiera de nuestras sociedades15

    .

    Es indudable que si hablamos del presente, el concepto e idea de Estado social en

    cualquiera de sus versiones colisiona frontalmente con la formulacin liberal, o con su

    variante neoliberal impulsada en las ltimas dcadas por intelectuales norteamericanos16

    . En

    11

    K. MANNHEIM. Diagnostico de nuestro tiempo. Mxico-Buenos Aires. 1966. pp. 73 y 28 y ss. 12

    L. FERRAJOLI. Sobre la definicin de 'democracia'. Una discusin con Michelangelo Bovero, en:

    Isonoma. Revista de filosofa y teora del derecho. Nm. 19. Mxico: Instituto Tcnolgico Autnomo de

    Mxico. 2003. p. 227 y ss. 13

    Cfr., M. WEBER. La accin social: ensayos metodolgicos. Barcelona: Pennsula. 1984. p. 7. Ver tambin,

    M. CRUZ. Racionalidad substancial y formal, en: S. GINER; E. LAMO DE ESPINOSA; CRISTOBAL

    TORRES (eds.) Diccionario de Sociologa. Madrid. Alianza Editorial. 2004. p. 625. 14

    J. IBAEZ. A contracorriente. Madrid: Fundamentos. 1997. p. 61 y ss. 15

    M. HERRERA GMEZ ; P. CASTN BOYER. Las polticas sociales en las sociedades complejas p. 108. 16

    Nos referimos, por ejemplo, a Robert Nozick y John Rawls. Ver al respecto P. ROSANVALLON. La crisis

    del Estado providencia p. 88 y ss. y J. P. DUPUY. El sacrificio y la envidiaen especial caps. 5, 7 y 8.

  • 23

    ese sentido, no se puede decir que exista una equivalencia plena entre la utopa del libre

    mercado y nuestras sociedades, caracterizadas como capitalistas por su modo de produccin.

    Ms bien, lo que se puede observar histricamente son diferentes grados de presencia y

    legitimidad histrica entre las ideas neo liberales, la democracia, tal como la hemos

    definido, y el Estado social. Desde esa perspectiva, con el advenimiento de la sociedad

    moderna ha habido una coexistencia que, sustantivamente, ha sido conflictiva e imperfecta,

    entre el capitalismo ms o menos influido por el dogma del libre mercado y el Estado

    solidario y protector. En primer lugar, ha habido coexistencia como representacin material y

    reflexiva de la sociedad tanto a causa de aquellos que queran supeditar la sociedad al orden

    econmico, como de los que propugnaban un creciente espacio social protector que estuviera

    ms all de los avatares econmicos. Tal relacin, ha supuesto una dependencia recproca

    desigual ya que sin el Estado social sera imposible concebir el capitalismo contemporneo y

    el funcionamiento de las democracias polticas17

    . En segundo lugar, siempre ha habido una

    coexistencia conflictiva que ha sido encarnada histricamente por los epgonos liberales,

    promoviendo la mercantilizacin de todo aquello que hasta el momento no lo estaba por

    ejemplo: ideas, informaciones, salud, educacin, tendencias estticas, polticas e

    intelectuales, frente a la bsqueda de garantas estatutarias duraderas y no revisables en

    funcin de los rendimientos econmicos18

    . Dicho de otra forma, mantener o ampliar la

    desmercantilizacin, entendida como grado en que las personas o familias pueden mantener

    un nivel de vida socialmente aceptable ms all de cual sea su participacin en el mercado19

    .

    Y, en tercer lugar, ha existido tambin una coexistencia que hemos caracterizado como

    imperfecta, en la medida que los diseos del capitalismo y del Estado social no han sido

    racionales y controlados, donde todas las eventualidades y consecuencias pragmticas

    estuvieran previstas, apareciendo tanto efectos impensados como perversos. Ambos sistema

    econmico capitalista e institucin social, han tenido que ir reformndose sobre la marcha a

    partir de reorganizaciones de orden interno, pero tambin a causa de las crticas de origen

    diverso que han ido recibiendo. Es decir, reconocemos rdenes y configuraciones que son

    productos de nuestras acciones, pero que en la mayora de los casos no lo son de nuestros

    diseos20

    . As, desde la indiferencia normativa del sistema econmico capitalista, sus

    transformaciones organizativas globales han intentado conseguir nuevas condiciones para la

    continuidad de la amoral acumulacin del capital, mediante el desplazamiento de la

    frontera entre lo que an no ha sido mercantilizado y lo que es susceptible de serlo. De esta

    forma, sus sucesivos cambios han creado nuevos problemas, nuevas desigualdades y nuevas

    injusticias que slo han encontrado lmites cuando la crtica social ms arraigada socialmente

    17

    G. RODRIGUEZ CABRERO. El Estado de Bienestar en Espaa: debates, desarrollo y retos. Madrid:

    Fundamentos. 2004. p. 17. 18

    L. BOLTANSKI; E. CHIAPELO. El nuevo espritu del capitalismo. Madrid: Akal. 2002. pp. 492 y 266,

    respectivamente. 19

    G. ESPING-ANDERSEN. Los tres mundos del Estado de bienestar. Valencia: Edicions Alfons el Magnamim.

    Generalitat Valenciana. 1993. p. 60. Se trata de la conocida definicin elaborada y desarrollada por este autor. 20

    Cfr. J. P. DUPUY. El sacrificio y la envidia p. 17.

  • 24

    le ha puesto freno y le ha obligado a autocontrolarse21

    . Desde el diferencial existente entre el

    estado de cosas deseable en relacin al estado de cosas real, en muchas ocasiones algunas

    partes del Estado social han ejercido esa crtica, convergiendo con otras voces externas.

    En efecto, se puede decir que existe un contraste pero tambin una dependencia entre

    el sistema econmico y esta forma institucional, pues la sealada ausencia de normas y la

    amoralidad de la acumulacin del capital obligan a incorporar fuentes de legitimidad y

    rdenes de justificacin ajenas, dndole una dimensin moral y recreando los sucesivos

    espritus del capitalismo22

    . El Estado social, al nadar entre la previsin y la correccin de los

    problemas sociales, ha jugado en ocasiones ese papel de apagafuegos del sistema econmico

    capitalista; en especial en los ltimos lustros en los que ha soportado una situacin paradjica

    que puede ser claramente definida como de doble vnculo23

    : por un lado, ha sido, y es,

    objetivo de crticas de estatizacin, centralizacin y control social muchas de ellas

    provenientes de los liberales y los neoliberales, pero al mismo tiempo se le ha encomendado

    la responsabilidad de mitigar y corregir los efectos de los cambios que la reestructuracin del

    sistema socioeconmico est provocando, y que, de rechazo, no dejan de impactarle

    influyendo en su configuracin. Desde esta ambigedad es fcil ver las dificultades que

    histricamente ha entraado un proyecto autnomo y activo del bienestar relacionado pero

    relativamente independiente, cuanto que su cometido ha sido el ocuparse de las

    consecuencias y secuelas de los otros sistemas sociales.

    Sin embargo, no todos los problemas han provenido de reintegrar lo econmico en lo

    social y corregir y compensar los efectos del mercado24

    , pues tambin se ha podido observar

    una adecuacin desigual, de los servicios y proyectos habituales o en vas de consolidacin.

    Bajo la idea de que el Estado social en Europa se ha ido articulando desde los pasados aos

    cuarenta de una forma homloga con la sociedad que constitua su contexto, al industrialismo

    fordista le ha acompaado un Estado centralizado y burocrtico de tendencia corporatista

    con diversas organizaciones de representacin de intereses25

    que en su versin social

    desarrollaba y desarrolla polticas sociales racionales y preceptivas pero carentes de

    flexibilidad26

    . Y la otra cara de la inmovilidad y del desarrollo vertical, ha sido la

    autodemanda inducida por la que a una sociedad masificada la ha acompaado la atomizacin

    21

    L. BOLTANSKI; E. CHIAPELO. El nuevo espritu del capitalismo pp. 71-82-89 y 588. Acumulacin debe

    entenderse en la transformacin permanente del capital, de los bienes de equipo y de las distintas adquisiciones

    materias primas, componentes, servicios en produccin, de la produccin en dinero y del dinero en nuevas

    inversiones. Ver p. 35. Desde conceptuaciones acordes con la ortodoxia del sistema econmico capitalista en vez

    de acumulacin se habla de buscar un continuo crecimiento econmico. 22

    dem: p. 601 y ss. Para acercarse al concepto de nuevo espritu del capitalismo a partir de estos autores,

    siguiendo a Max Weber, ver, en especial, p. 41 y ss. 23

    Para la teora del doble vnculo (Double bind) ver P. WATZLAWICH; J. H. BEAVIN; D. D. JACKSON.

    Teora de la comunicacin humana. Barcelona: Herder.1983. p. 196 y ss. 24

    P. ROSANVALLON. La crisis del Estado providencia p. 119. 25

    J. T. GOLTHORPE. Orden y conflicto en el capitalismo contemporneo. Madrid: Ministerio de Trabajo. 1991.

    p. 126. 26

    M. HERRERA GMEZ; P. CASTON BOYER. Las polticas sociales en las sociedades complejas p. 17.

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    de lo socia