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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA TESIS DE LICENCIATURA EN HISTORIA Presenta: Rodrigo Ruiz Velasco Barba Directora: Dra. Cristina Gutiérrez Zúñiga El ANTIJUDAÍSMO EN EL PENSAMIENTO DE SALVADOR BORREGO ESCALANTE: ENTRE LA CRUZ GAMADA Y LA CRUZ DE CRISTO GUADALAJARA, JALISCO. ABRIL, 2007

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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

TESIS DE LICENCIATURA EN HISTORIA

Presenta: Rodrigo Ruiz Velasco Barba

Directora: Dra. Cristina Gutiérrez Zúñiga

El ANTIJUDAÍSMO EN EL PENSAMIENTO DE SALVADOR BORREGO ESCALANTE:

ENTRE LA CRUZ GAMADA Y LA CRUZ DE CRISTO

GUADALAJARA, JALISCO. ABRIL, 2007

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Agradecimientos

Es mi deseo agradecer a don Salvador Borrego Escalante por todas las atenciones

recibidas. Ha sido muy grato conocerlo personalmente.

Asimismo agradezco a mi directora de tesis, la doctora Cristina Gutiérrez Zúñiga,

que en todo momento me hizo las observaciones que creyó pertinentes y brindó a este lego

apoyo inestimable.

Igualmente quiero hacer mención del coronel don Mario Rueda Gandarilla y a su

hijo, mi colega Jesús Alonso Rueda Almonte, sin quienes me hubiera sido imposible este

tránsito.

Muchas gracias al maestro politólogo Miguel Ángel Jasso Espinosa por sus

sugerencias y comentarios; los cuales me han sido de mucha utilidad.

Agradezco a todos los profesores que fueron parte de esta licenciatura en Historia y,

especialmente, al doctor Francisco Barbosa Guzmán; gracias al cual adquirí experiencia en

el manejo de los archivos. Espero aprovechar esa experiencia en el futuro.

Por último, gracias a mis padres por ser también lectores y comentaristas ocasionales

durante la elaboración de este trabajo.

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INDICE INTRODUCCIÓN 4 CAPÍTULO I EL FENÓMENO DEL ANTIJUDAISMO I. LOS ORÍGENES DEL ANTIJUDAÍSMO 11 II. EL ANTIJUDAISMO CRISTIANO 16 III. EL ANTIJUDAÍSMO TEOLÓGICO DEL P. JULIO MEINVIELLE 30 IV. LA CONSPIRACIÓN JUDÍA MUNDIAL Y LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION 34 V. EL ANTIJUDAÍSMO NAZI 40 VI. ACERCA DE LAS CONCEPCIONES NAZIS DEL CRISTIANISMO 55 VII. CONCLUSIÓN DEL PRIMER CAPÍTULO 61 CAPÍTULO II EL ÁMBITO MEXICANO I. EL CALDO DE CULTIVO 64 II. MEDIO SIGLO DE HISTORIA MEXICANA 76 CAPÍTULO III EL PENSAMIENTO DE SALVADOR BORREGO I. LA TRAYECTORIA VITAL 83 II. CUADROS E IMÁGENES:

A) BORREGO Y SU TIEMPO 94 B) LAS OBRAS DE SALVADOR BORREGO 97 C) ARCHIVO FOTOGRÁFICO 98

III. SALVADOR BORREGO ANTE EL NAZISMO Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 101 IV. BORREGO FRENTE A LA HISTORIA DE MÉXICO 118 V. LA HISTORIA COMO ESCENARIO DE UN ENFRENTAMIENTO METAFÍSICO 138 VI. UNA POLÉMICA EXÉGESIS 148 CONCLUSIÓN 157 FUENTES 166 INDICE ONOMÁSTICO 175

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INTRODUCCIÓN Contrario a lo que puede creerse, el antijudaísmo ha estado presente, a lo largo de la

historia, no solamente entre las multitudes carentes de instrucción; también ha sido patente,

con cierta frecuencia, entre los intelectuales. Filósofos como Denis Diderot y Voltaire,

Schopenhauer o Feuerbach; novelistas como Pío Baroja y Alexander Solzhenytsin; los

poetas Víctor Hugo y Ezra Pound; músicos como Franz Liszt y Richard Wagner; los

pensadores socialistas Sorel y Fourier; anarquistas como Bakunin y hasta un tal Carlos Marx

por sólo mencionar algunos. Todos ellos albergaron en sus textos o en sus discursos –con

mayor o menor intensidad y obedeciendo con regularidad a diversas y hasta contradictorias

posturas- pensamientos antijudíos que no suelen ser recordados por la mayoría de sus

entusiastas admiradores de hoy; demasiado impopular. No se trata de una tendencia

únicamente presente entre la intelectualidad foránea; México ha sido también suelo de

pensadores con esta característica.

En nuestro país pocos escritores han demostrado un irrespeto a lo “políticamente

correcto” como Salvador Borrego Escalante. Encuadrado por la prensa e intelectualidad

predominante dentro de la “extrema derecha” mexicana, ha fustigado al marxismo tanto

como al liberalismo. Ha sido un implacable crítico de nuestra clase gobernante al mismo

tiempo que denunciante de lo que, para él, es un proceso de degradación moral de nuestra

sociedad inducido desde la enseñanza y los medios masivos de comunicación.

Siendo partidario de que México retome el “rumbo correcto”, un retorno a sus raíces

cristianas, ha profesado también una ferviente admiración al sistema nacionalsocialista

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alemán en general y a la figura de Hitler en particular. La anterior circunstancia es, quizá, la

que le ubica como uno de los escritores mexicanos más singulares del siglo XX.

En un artículo aparecido en el diario Excélsior el 8 de febrero de 2001 Víctor Manuel

Muñoz Patraca se admira de que:

En “El pensamiento de la reacción mexicana” , que Gastón García Cantú antologó en los años 60 para empresas editoriales, faltó la presencia de Salvador Borrego. Este periodista (...) ha tenido una importancia fundamental en los últimos 50 años. Su libro “Derrota Mundial” tiene 42 ediciones a noviembre de 2000, aunque no hay colofón que aclare de cuántos ejemplares se conforma la edición, el número quizás supere a “El laberinto de la soledad” de Octavio Paz. Pese a la significación de Borrego, no tiene ficha biográfica en la Enciclopedia de México ni en el Diccionario Biográfico de Humberto Mussacchio.”1

El silencio mediático hacia la obra de Borrego resulta incomprensible si se tiene en

cuenta que, según su página web, más de medio millón de sus libros han sido vendidos,

asegurándose así un amplio impacto dentro de un sector de la sociedad mexicana. Incluso en

una fuente tan sensacionalista y militante como La ultraderecha en México de Manuel

Buendía, el nombre de Salvador Borrego brilla por su ausencia.2 No obstante, en los últimos

años ha venido produciéndose en México un aumento en el interés de los personajes y

grupos de la llamada extrema derecha dentro del mundo editorial. Ello obedece –

probablemente- a la llegada del Partido Acción Nacional al poder, en el año 2000: la vuelta

de la “derecha católica” tras los hilos del gobierno. Dos ejemplos de este interés editorial

son los libros publicados por Álvaro Delgado y Edgar González Ruiz.3

En el primer caso, en uno de los libros del periodista y colaborador de la revista

Proceso, Álvaro Delgado, se hacen algunas menciones de nuestro personaje. Los

1 Víctor Manuel Muñoz Patraca, “Anticapitalista Concurrencial Diccionario Biográfico” en: Excélsior, 8 de febrero de 2001. Texto disponible desde Internet en: http://www.salvadorborrego.com/Articulos/repmun.html Consultado el 05/04/07. 2 El libro es en realidad una selección de columnas periodísticas hecha por Miguel Ángel Sánchez de Armas. Vid. Manuel Buendía, La ultraderecha en México, México, Oceano-Excélsior, 1984. 3 El primero de ellos es un periodista que ha sacado a la luz publica la presunta existencia de una organización secreta de ideología católica-conservadora que supuestamente detentaría el poder de la nación a través del PAN. En cuanto al segundo, se trata de un maestro en filosofía por la UAM que ha publicado trabajos sobre el pensamiento conservador mexicano en general y de una importante familia en especial: los Abascal.

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comentarios son de la mayor importancia puesto que pondrían de relieve la necesidad de

conocer más el pensamiento de Borrego; por su proyección dentro de ciertos grupos

destacados en la política nacional y sobretodo por el papel que se le confiere dentro de esos

grupos en el adoctrinamiento de nuevos elementos.

Salvador Borrego ha sido, desde que escribió Derrota Mundial, en 1945 (sic), el autor icono de la extrema derecha nacional, antisemita hasta la ofuscación. De ese libro, como de América Peligra, han abrevado generaciones de militantes de la Organización Nacional del Yunque, seducidos por el heroísmo fascista.4

Salvador Borrego ha sido un personaje cercano a algunos de los líderes más

emblemáticos del catolicismo tradicionalista en México. Fue –por poner un caso- un

colaborador y amigo de Salvador Abascal Infante, quien fuera carismático líder histórico de

la Unión Nacional Sinarquista durante el Cardenismo. De ello precisamente deja constancia

Edgar González Ruiz en su libro sobre Los Abascal, una de las familias más representativas

del conservadurismo mexicano:

Salvador Borrego fue un personaje intelectualmente cercano a Salvador Abascal, como lo prueba su mutua colaboración de muchos años y las reiteradas referencias que en sus libros hace Abascal a Borrego, quién también escribía en forma constante en La Hoja de Combate. Como se ha mencionado, Abascal hizo en Jus varias ediciones de Derrota Mundial [la obra capital de Borrego]...5

La edición de don Salvador Abascal, de Derrota Mundial en Jus, atrajo críticas

incluso dentro del propio campo “conservador”. El propio Salvador Abascal cuenta cómo

Manuel Gómez Morín criticó agriamente Derrota Mundial por su presunto antijudaísmo:

Unos 10 años antes [principios de los sesenta] tuve con él la primera discusión cuando salió de las prensas de Jus una de las ediciones de Derrota Mundial, de Salvador Borrego. Le mandé a don Manuel un ejemplar, cosa de rigor. Pocos días después me habló por teléfono para condenar el libro y mi edición. Sostenía la tesis de que los judíos no tienen la culpa de nada. Discutimos acaloradamente más de hora y media, y ninguno de los dos cedió...6

A González Ruiz no se le podían escapar algunos comentarios sobre las referencias

hechas a los judíos en Derrota Mundial: 4 Álvaro Delgado, El Ejército de Dios, México, Plaza y Janés, 2004, p. 255. 5 Edgar González Ruiz, Los Abascal, México, Grijalbo, 2002, p.86. 6 Salvador Abascal, En legítima defensa y más en defensa del Papado, México, Tradición, 1973, p.27.

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El propio Borrego adopta en algunos pasajes de su libro [Derrota Mundial] un tono que pretende ser más moderado que el de la propaganda nazi, comenzando por Mi Lucha, de Adolf Hitler, quien si pregonaba clara y directamente la “maldad” de la “raza judía” en su conjunto.7

Aunque obviamente el mayor impacto de los trabajos de Borrego ha tenido lugar en

el interior de México también hay que mencionar que ha existido cierta proyección

internacional. Algunas de sus obras más famosas, como la ya mentada Derrota Mundial, ha

sido editada en naciones como Argentina y España.

En este último país ha llamado la atención de un reconocido historiador, filósofo y

teólogo, de confesión evangélica, César Vidal Manzanares, quien en una de sus obras

acometió contra Borrego:

Borrego se encuadra dentro de un catolicismo marcado precisamente por la intolerancia, la agresividad y el recurso fácil a la violencia.8

Hemos traído a colación los comentarios de González Ruiz, Álvaro Delgado y César

Vidal por dos razones: en primer lugar, porque adelantan algunos de los aspectos más

importantes de la labor borreguiana: las simpatías hacia el nacionalsocialismo alemán, su

presunto antisemitismo y su militancia católica. En segundo lugar: para dejar en claro que -

al menos en nuestro conocimiento- la figura de Borrego, pese a su importancia, es

mencionada por otros autores de forma un tanto secundaria y, casi sin excepción, con una

orientación crítica. Sólo encuentra cabida como dato adjunto o subordinado al desarrollo de

temas más amplios o como personaje próximo a otra figura destacada dentro del ámbito

político.

La presente investigación pretende contribuir a llenar un vacío de información. Se

ubica dentro del rico y extenso género de la historia de las ideas. Su objetivo es aportar “un

grano de arena” al mejor conocimiento de este autor, tan singular, que ha sido, dada su

7 Edgar González Ruiz, Los Abascal... p.87. 8 César, Vidal, La revisión del Holocausto, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1994, p.161.

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longevidad, un testigo privilegiado de la historia reciente de nuestra nación y del mundo.

Desde luego que ese conocimiento no podrá abarcar la multiplicidad de aspectos dignos de

estudio dentro de la obra borreguiana; ello sobrepasaría por mucho los alcances de una tesis

de licenciatura en Historia. Por lo tanto, nos concentraremos en un aspecto concreto que

quizás sea el más llamativo: su perspectiva acerca del judaísmo.

Admitimos que el tema es realmente demandante dada la delicadeza y seriedad que

merecen. Pero, al mismo tiempo, nos reconforta y esperanza la idea de que, al final, las

dificultades bien pueden valer la pena. No es una elección casual: la “cuestión judía” ocupa

un lugar central en la interpretación histórica que defiende Borrego. Al grado de que, en

1998, el Instituto Stephen Roth para el estudio del Racismo y el Antisemitismo aludía a

Borrego como “uno de los más prolíficos escritores antisemitas en lengua española”.9

Al entrar en contacto con la obra borreguiana fue inevitable que aparecieran en

mente algunas preguntas concernientes a la tipología de su pensamiento. Me constaba la

adhesión personal de don Salvador Borrego al credo católico –que además impregnaba

buena parte de su obra- pero, a la vez, era manifiesta una simpatía del autor hacia el

nacionalsocialismo alemán y su política con respecto a los judíos. ¿Eran las creencias de

Salvador Borrego respecto a los judíos encuadrables dentro del tradicional antijudaísmo

católico-teológico o, tal vez, dentro del racismo primordialmente antijudío propio del

nacionalsocialismo alemán? A lo largo de este trabajo nos proponemos responder

satisfactoriamente a esta pregunta.

Luego la empresa consistirá, en un primer capítulo, en la breve caracterización del

antijudaísmo en sí y, posteriormente, en los orígenes y razones de las dos corrientes

antijudaicas antes mencionadas. Más adelante expondremos, también brevemente, la historia 9 Citado en: Edgar González Ruiz, Los Abascal... p. 213.

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del antijudaísmo en México así como la explicación del contexto político, social y cultural

del México del siglo XX. Sólo entonces procederemos a ocuparnos de la trayectoria vital de

Salvador Borrego y, al final, del análisis de su postura en torno a “la cuestión judía” al

trasluz de su propia obra, misma que constituirá, acompañada de entrevistas con nuestro

personaje, la totalidad de las fuentes primarias empleadas para este trabajo. El desarrollo del

mismo procurará permanecer lo más alejado posible de los frecuentes prejuicios y clichés al

uso, el hábito del denuesto o la caricaturización, con que suelen ensuciarse obras de este tipo

cuando son encaradas por algún adversario ideológico; pero también se posicionará al

margen de cualquier tipo de apología o panegírico, faltaba más.

En el primero de los casos, es un vicio muy común adoptar la estrategia de acumular

unidireccionalmente informaciones que buscan perjudicar la imagen del autor estudiado. En

el polo opuesto, se recurre a la acumulación de información que atañe únicamente a aquellos

aspectos que -se entiende- le benefician y enaltecen. Al margen de esta costumbre de

satanizar o canonizar, debe imponerse un método que no se dedique a mutilar su objeto ni a

seleccionar textos en un determinado sentido, soslayando aquellos que marchen en el

sentido opuesto.

En el caso que nos ocupa es necesario rastrear en sus líneas generales la evolución de

una forma de pensamiento antiquísima que conforme transcurren los siglos ha ido

adquiriendo diversos matices y encontrando su camino por diversos cauces. Estos torrentes

encuentran en Salvador Borrego a su más conspicuo exponente en México. Parte importante

de nuestro trabajo consiste en dar un orden lógico a estas corrientes y a la forma y grado en

que fueron siendo asimiladas hasta ser integradas en su pensamiento. Igualmente

pretendemos aprehender nuestro “objeto” atendiendo a su contexto histórico. Un tiempo

marcado –en una primera etapa- por las simpatías que generaron dos ideologías totalitarias

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en su apogeo y que se prolonga hasta alcanzar la llamada era postmoderna. Época convulsa

en que “soluciones” extremas aparecieron dotadas de un inusual atractivo.

Es esta circunstancia, la que une a un escritor incómodo para el establishment con

una época cegada por las pasiones, lo que ha evitado retomar la cuestión desde la mesura.

Por nuestra parte solo cabe, antes de comenzar, expresar el máximo respeto por quienes,

como don Salvador -independientemente de lo equivocado o acertado de sus planteamientos

y creencias- sostienen en lo fundamental, con innegable coraje, unas ideas reñidas con “el

viento de la historia”. Algo que, en ocasiones, cuando se trata de tesis impopulares y

políticamente incorrectas, acarrea una serie de riesgos y costes que Borrego aceptó

estoicamente. Fue el precio de ocupar un lugar en la trinchera de quienes –al menos

aparentemente- han sido vencidos. A realizar la empresa pues.

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CAPÍTULO I EL FENÓMENO DEL ANTIJUDAÍSMO I. LOS ORÍGENES DEL ANTIJUDAISMO

Cualquier estudio que pretenda llegar a “buen puerto” debe comenzar por las

definiciones conceptuales. La Real Academia Española de la Lengua, en su diccionario del

2001, 22ª. edición, define al “antisemita” como: “adj. Enemigo de la raza hebrea, de su

cultura o de su influencia”. Nótese que la definición dada por este diccionario engloba

diversas categorías, abarca al que parte de motivaciones raciales, culturales e históricas por

igual. Esta definición puede ser funcional e incluso justificada si atendemos a la enorme

popularidad que ha cobrado la palabra antisemitismo. Sin embargo, en rigor es equívoca.

Antisemitismo es un concepto erróneo porque su intención es sólo en referencia a los

judíos cuando, dada la etimología de la palabra, en realidad se está ampliando su alusión a

todos los descendientes de Sem, hijo del patriarca Noé si seguimos el relato bíblico. Por lo

tanto, abarca a una multitud de grupos humanos que sobrepasan por mucho a la

descendencia –ya sea de tipo racial o étnica- de Abraham, Isaac y de Jacob (padres del

pueblo hebreo).

La palabra antisemitismo fue creada en fecha tan tardía como 1879 por Wilhelm

Marr en su libro La victoria del judaísmo sobre el germanismo considerada desde un punto

de vista no-religioso.10 Esto es, que el uso de antisemitismo fue obra de autores que

pretendieron desligar sus opiniones sobre los judíos de todo aquello que tuviera que ver con

10 Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia, España, Flor del Viento, 2001, p.19.

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cuestiones religiosas o teológicas. De allí que corrientes a quienes cabría endilgarles el

adjetivo de “antisemitas”, según la definición de la RAE, en realidad rechazan el

antisemitismo propiamente dicho.11 Por todo este cúmulo de inconvenientes, nosotros vamos

a recuperar la palabra “antijudaísmo”, otorgándole el mismo significado que la RAE da al

término antisemitismo.12 Hecha la aclaración, entremos al espinoso tema de los orígenes.

El antijudaísmo es un fenómeno de larga data en la historia de la humanidad. Las

causas de esta oposición, en su origen, han sido también largamente debatidas y hay quienes

sostienen como origen desde una enfermedad mental hasta la legítima defensa.

Los orígenes históricos del antijudaísmo también han sido causa de enconada

polémica . La hipótesis que da una mayor antigüedad al antijudaísmo es la de Hermann

Gunkel quien afirma que aparece con la existencia misma del pueblo hebreo. Esta tesis ha

sido furiosamente contradicha, por razones obvias, tanto por autores judíos como pro-judíos.

Así Gustavo Perednik:

Sostener, como de algún modo u otro lo hacen Hermann Gunkel o Theodor Mommsen, que con los primeros hebreos aparece la judeofobia, es dar por sentado que las meras diferencias son la fuente del odio, y no la intolerancia frente a las diferencias. Abraham no tenía por qué generar enemigos por el hecho de proponer la distinción monoteísta; la judeofobía comienza con los judeófobos, no con los judíos.13

Evidentemente que, como nos dice Perednik, la fuente de la hostilidad y del odio, es

la intolerancia hacia las diferencias. Lo que se le olvida –querríamos creer- mencionar a

11 Los ejemplos son algunos sectores del catolicismo tradicionalista y de importantes corrientes del mundo árabe-musulmán contrarios al judaísmo y al estado de Israel. Los primeros, al entender que la cuestión no puede ser abordada desde otra perspectiva que no sea la religiosa y porque teóricamente rechazan el racismo. Los segundos, porque no sólo son descendientes de Sem sino también de Abraham, cuyo hijo Ismael, fruto de la unión con su esclava Agar, es reconocido por los árabes como padre común. 12 Es decir, reconociendo sus distintas motivaciones y variantes dentro del concepto. Vale aclarar que en el desarrollo de este trabajo respetaremos, cuando citemos a otros autores, el término que ellos hayan empleado. Por último, se ha defendido como otra alternativa, con León Pinsker, el término “Judeofobia”. Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia... p.20. Lo encontramos inconveniente debido al sufijo “fobia” que indica odio o miedo de un carácter irracional. En nuestra opinión, un posicionamiento hostil a la influencia del judaísmo no siempre obedece a la irracionalidad, aunque a menudo de hecho así suceda. 13 Ibid, p.38.

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Perednik es que la intolerancia frente a esas ideas efectivamente existió de forma muy

temprana, probablemente ya en la era patriarcal, y que además esa intolerancia no fue

unilateral sino mutua, recíproca entre gentiles y judíos.

Para algunos estudiosos, el pueblo de Israel fue un pueblo absolutamente original,

diferenciado, y entre sus sellos distintivos se encontraba el germen del conflicto y la

intolerancia de los demás pueblos hacia los israelitas y, al mismo tiempo, de los israelitas

hacia los demás pueblos.14

A pesar de que -a nuestro juicio- el antijudaismo es más antiguo, se puede hablar de

un recrudecimiento o agudización del mismo a partir del siglo III a.C, a raíz de la expansión

del mundo heleno gracias a las conquistas de Alejandro Magno.

Fue Alejandría, una ciudad en donde habitaba una gran colonia judía al lado de una

igualmente importante colonia griega, el origen de una serie de obras literarias antijudías

como las de Manetón15 y otros escritores egipcios de habla griega como Queremón,

Lisímaco, Poseidonio, Filostrato, Apolonio Molón y Apión. En algunos de estos textos se

mencionaban acusaciones que generalmente son tenidas ahora por descabelladas e

14 El pensador judío del siglo XIX Bernard Lazare expresa algo de esta idea:”Wherever the Jews settled after ceasing to be a nation ready to defend its liberty and independence, one observes the development of antisemitism, or rather anti-Judaism; for antisemitism is an ill chosen word, which has its raison d'être only in our day, when it is sought to broaden this strife between the Jew and the Christians by supplying it with a philosophy and a metaphysical, rather than a material reason. If this hostility, this repugnance had been shown towards the Jews at one time or in one country only, it would be easy to account for the local causes of this sentiment. But this race has been the object of hatred with all the nations amidst whom it ever settled. Inasmuch as the enemies of the Jews belonged to divers races, as they dwelled far a part from one another, were ruled by different laws and governed by opposite principles; as they had not the same customs and differed in spirit from one another, so that they could not possibly judge alike of any subject, it must needs be that the general causes of antisemitism have always resided in Israel itself, and not in those who antagonized it. This does not mean that justice was always on the side of Israel's persecutors, or that they did not indulge in all the extremes born of hatred; it is merely asserted that the Jews were themselves, in part, at least, the cause of their own ills.” Bernard Lazare, Atisemitism it´s history and it´’s causes, p.5. Portal de Aaargh. Texto disponible desde Internet en: http://www.aaargh.com.mx/fran/livres2/LAZeng.pdf Consultado el 05/04/07. 15 Manetón escribió una Historia de Egipto en donde el relato bíblico del Éxodo hebreo fue transformado en una expulsión de leprosos por el rey Amenofis. La motivación de Manetón fue probablemente de carácter patriótico ya que la narración hebrea del suceso era hiriente para el orgullo nacional egipcio. Véase: Gustavo Perednik, La Judeofobia... p.43.

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inverosímiles.

Por poner algunos ejemplos: Mnaseas de Patros mencionaba que los judíos adoraban

una cabeza de asno y Damócrito, por su parte, afirmó que los judíos tomaban un no-judío

cada 7 años y lo asesinaban en el Templo de Jerusalén.16 Otros comentarios, por el contrario,

parecen más comedidos y comprensibles.

Cuando el mundo heleno fue sometido militarmente por Roma, sus sabios heredaron

los prejuicios antijudíos presentes en la literatura griega. De esta manera los satiristas

Horacio y Juvenal aportaron al caudal; historiadores como Tácito; y otros autores como

Tíbulo, Ovidio, Quintiliano y Marcial siguieron por la misma senda; incluso Séneca y

Cicerón.17

El conflicto fue mayúsculo y los periódicos levantamientos de los judíos contra las

autoridades griegas y romanas nos dan una muestra de las proporciones. El historiador

inglés Paul Johnson hace un comentario interesante sobre este conflicto:

Las dos grandes rebeliones judías contra el dominio romano no deben interpretarse como meros alzamientos de un pueblo colonizado que responde a la inspiración del nacionalismo religioso, sino como un conflicto racial y cultural entre judíos y griegos. La xenofobia y el antihelenismo, que fueron una característica definitoria de la literatura judía a partir del siglo II a.C., fueron cabalmente retribuidos (...) la hostilidad concreta hacia los judíos, que comenzó a manifestarse hacia la segunda mitad del I milenio a.C. fue una consecuencia del monoteísmo judío y sus repercusiones sociales. Los judíos no podían reconocer ni reconocieron la existencia de otras deidades, ni les demostraron respeto (...) La circuncisión los separó de los restantes pueblos y fue considerada por el mundo grecorromano como una costumbre bárbara y repugnante. Al menos, la circuncisión no impedía la relación social. Las antiguas leyes judías de tipo dietético e higiénico sí. Esto, quizá más que ningún otro factor cualquiera, concentró la hostilidad sobre las comunidades judías. En una palabra, el <distanciamiento> estuvo en el origen del antisemitismo de la Antigüedad: los judíos no sólo eran inmigrantes, sino que se mantenían separados.18

Esta pugna fue el marco de la profanación del Templo en el año 168 a.C. por parte de

Antioco IV Epífanes y, ya bajo la dominación romana, de la destrucción del Templo de

Jerusalén por el general Tito en el año 70 d.C. Ambos acontecimientos tuvieron un enorme 16 Una probable calumnia que revivió siglos más tarde dentro del mundo cristiano. 17 Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia... pp. 47-49. 18 Paul Johnson, La Historia de los Judíos, Barcelona, Vergara, 2004, pp 163 y 164.

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impacto en el pueblo judío y tuvieron su culminación con la expulsión de los judíos de

Palestina decretada por el emperador Adriano después de derrotada la revuelta judía de

Simón Bar Kojba en el año 135 d.C.

Por todo lo hasta aquí mencionado, son cada vez más los autores que aceptan la

existencia de un antijudaísmo que toma una fuerza cada vez más inusitada a partir del siglo

III a.C., debido al choque entre la cultura grecorromana y la hebrea.19 Fue un choque hasta

cierto punto inevitable si se consideran los siguientes hechos concernientes a dos formas de

pensamiento propias de dos de las más grandes e influyentes culturas en toda la historia de

la humanidad:

A medida que se difundieron las ideas griegas acerca de la unicidad de la humanidad, la tendencia judía a tratar a los que no eran judíos como seres ritualmente impuros, y a prohibir el matrimonio con ellos, provocó la hostilidad porque se le consideró antihumanitaria; a menudo se uso la palabra misántropo (...) Los griegos veían su oikumene, es decir, el universo civilizado allí donde prevalecían sus ideas (en contraposición al chaos que estaba más allá de sus fronteras), como una sociedad multirracial y multinacional, y los que rehusaban aceptarlas eran enemigos del hombre.20

Y he aquí entonces que cuando sucede la diáspora a raíz de la política de Adriano ya

se encontraba arraigado un antijudaísmo grecorromano. Sin embargo, un siglo antes había

empezado un nuevo conflicto -ahora en el seno mismo del judaísmo- que a la postre cobraría

enorme importancia y permanecería teniéndola durante milenios. El conflicto del que

hablamos tiene lugar, por supuesto, con la aparición del cristianismo.

19 Vid. Flannery, Edward, Veintitrés siglos de antisemitismo, España, Paidós, 1974. 20 Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p.164.

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II. EL ANTIJUDAÍSMO CRISTIANO

El simple título de este capítulo puede causar extrañeza. Semejante sensación puede

deberse al hecho de que la nueva religión, el cristianismo, procede del judaísmo; tal como

una rama emerge del tronco del árbol. Todos los más primitivos cristianos, incluyendo a su

fundador, habían vivido como judíos y se habían considerado siempre como judíos. Lo cual

ha seguido, hasta el día de hoy, claro para las distintas confesiones cristianas:

Parecía, pues, obvio que en el pensamiento de los primeros cristianos, todos o casi todos de procedencia judía, la Iglesia no era sino la prolongación de Israel, una nueva rama brotada del pueblo elegido. La Iglesia era judía: judío su divino fundador, judía su madre, judíos los apóstoles, judíos sus primeros miembros. Aquellos tres mil hombres que se convirtieron a raíz de la predicación de Pedro el día de Pentecostés eran también judíos.21

Por esta circunstancia es que puede resultar del todo absurdo que el cristianismo

haya podido generar un antijudaísmo. A pesar de esto, lo cierto es que judaísmo y

cristianismo fueron distanciándose mutuamente hasta producir una gran rivalidad. La

hostilidad entre unos y otros arranca desde Jesús mismo. Jesús se enfrentó verbalmente con

las sectas judías predominantes de la época (siglo I): saduceos y fariseos. Como respuesta, el

estrato sacerdotal procedió a someter a Jesús a un juicio irregular22 que culminó con su

ejecución ordenada por el procurador romano Poncio Pilatos.23

21 Alfredo Sáenz S.J, La Nave y las Tempestades, t.1, Buenos Aires, Gladius, 2002, p.31. 22 Vid. Lémann, Augustin et Joseph, La Asamblea que condenó a Jesucristo, Madrid, Criterio, 1999. 23 Algunos historiadores judíos niegan la historicidad del relato evangélico que habla del proceso y crucifixión de Jesús. Sin embargo, el propio Talmud –texto sagrado de los judíos- registra el hecho: “ La víspera de Pascua colgaron a Jesús y el heraldo estuvo ante él durante cuarenta días, diciendo: <Va a ser lapidado, porque practicó la brujería y la seducción, y conducía a Israel por el mal camino. Todo el que pueda decir algo en su defensa, que venga y lo defienda>. Pero no hubo nada que pudiera esgrimirse en defensa suya, y lo colgaron la víspera de la Pascua.” (Sanedrín 43ª. Baraita.) Citado en: César Vidal, El Talmud, España, Alianza Editorial, 2003, p.127. El mismo César Vidal explica “En las últimas décadas, por razones históricas fáciles de explicar, ha existido una tendencia muy acusada a distanciar a los judíos de la muerte de Jesús. Si con ello se pretende decir que no todos los judíos de su época tuvieron responsabilidad en su ejecución y que los actuales no deben cargar con la culpa, semejante corriente historiográfica es correcta. Si, por el contrario, lo que se pretende señalar es que la condena y muerte de Jesús fue un asunto meramente romano, entonces se falta a la verdad histórica. Los Evangelios señalan que en el inicio del proceso que culminaría con la crucifixión de Jesús hubo una acción de las autoridades judías que le consideraban un extraviador. El dato es efectivamente repetido por

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Pero con la muerte de Jesús no acabó todo. Sus antiguos seguidores afirmaron que

Jesús había resucitado y como consecuencia, lo que pudo ser la muerte precipitada de un

nuevo movimiento religioso cualquiera, fue en realidad el punto de partida para una

vigorosa y extraordinaria expansión. Los primeros judeocristianos llevaron el mensaje de

Jesús a sus compatriotas, procurando su conversión; mientras tanto, las autoridades judías

les consideraron una amenaza y en no pocas ocasiones volcaron su capacidad represiva

contra ellos.24 Es de notarse que esta represión inicial por parte del judaísmo hacia los

primeros judeocristianos es omitida o negada por aquellos historiadores judíos actuales que

cultivan el más acrítico victimismo judío, como es el caso de Gustavo Perednik.25

Más ajustado a la realidad es que inicialmente los cristianos se caracterizaban por su

rechazo de la violencia y aún habría que esperar varios siglos para que pudieran conciliar su

religión con la lucha armada. El judaísmo oficial aprovechó este momento, en donde

contaba aún con relativo poder, para reprimir a la nueva religión que había nacido de su

vientre.26

Sin embargo, esa situación iba a cambiar en los siglos siguientes y ello se debió

primeramente a la enorme propagación del cristianismo entre la gentilidad. Fue una etapa el Talmud, que incluso atribuye toda la responsabilidad de la ejecución en exclusiva a esas autoridades y que señala que lo colgaron —una referencia a la cruz— la víspera de Pascua (Sanh 43 a).” César Vidal, “¿Aparece Jesús en fuentes históricas distintas de las cristianas?”, Portal de Libertaddigital, 25 de abril de 2003. Disponible desde Internet en http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1275758094 Consultado el 07/05/06. 24 Es el caso de la ejecución de Esteban o, en una escala mayor, si hemos de creer a San Justino, de las matanzas de cristianos llevadas a cabo durante la revuelta judía de Bar Kojba. 25 Dice Perednik, por ejemplo: “El cristianismo emerge del judaísmo; sus líderes fueron judíos, como sus primeros seguidores y su culto. En principio ello podría haber sido motivo de confraternidad y, en efecto, los primeros cristianos eran considerados miembros de la grey judía, y no hubo antagonismo serio entre las dos religiones mientras el Estado judío existía.” Gustavo Perednik, La Judeofobia... p.51. 26 En un principio los judeocristianos tenían un culto privado y uno público. En lo privado se reunían con sus hermanos y llevaban a efecto los ritos propios del cristianismo mientras que en lo público seguían participando en los actos y ritos propios de la religión judía, dentro de la cual deseaban permanecer. Tal circunstancia fue siendo cada vez menos frecuente debido a las persecuciones y llevó al rompimiento pleno cuando en el concilio fariseo de Jamnia en el 90 d.C., los judeocristianos fueron oficialmente expulsados de las sinagogas. Se maldecía en cada oficio a los cristianos. Vid. César Vidal, El legado del Cristianismo en la Civilización Occidental, España, Espasa, 2002, pp. 61 y 62. Vid. Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p.179.

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que comenzó a mediados del siglo I impulsada primordialmente por un hombre excepcional,

el apóstol Saulo Pablo de Tarso, y culminó con la proclamación del cristianismo, por parte

del emperador Teodosio, como religión oficial del Imperio Romano en el año 380 d.C. A

partir de ese momento el cristianismo tuvo la posibilidad de reprimir a los que fueron sus

perseguidores en el pasado.

El origen de esta hostilidad mutua fue de carácter eminentemente teológico desde el

principio. Los cristianos afirmaban ser la fiel continuación y superación de Israel y del Viejo

Testamento mientras que los judíos rechazaban rotundamente estos enunciados.

El punto de disputa más delicado fue la afirmación de que Jesús era el Mesías, el

Siervo Sufriente anunciado por Isaías y, al mismo tiempo, Dios; lo anterior fue interpretado

por el judaísmo oficial como un sacrilegio y la violación de su principio mas querido: la

enorme diferenciación entre el Dios único y su creación; un escándalo.

Los judíos no podían aceptar la divinidad de Jesús [y al mismo tiempo] como hombre creado por Dios sin rechazar el postulado básico de su creencia. Los cristianos no podían admitir que Jesús fuera algo menos que Dios sin rechazar la esencia y el propósito de su movimiento. Sí Cristo era Dios, el judaísmo era falso. En este punto no podía existir absolutamente ningún compromiso. Por lo tanto, cada fe representaba una amenaza para la otra.27

Se presentó entonces una rivalidad teológica puesto que -a pesar de que existían

muchos postulados comunes- ambos entendían que existían enunciados fundamentales de

una y otra religión que chocaban directamente.

De gravedad es que el mundo cristiano, conforme fue despegándose de su primitivo

estadio judeocristiano e impregnándose de la cultura grecorromana, fue adquiriendo algunos

rasgos del antijudaísmo heleno y pagano; mezclándose de una forma peligrosa para las

comunidades judías de la diáspora.

Entre los cristianos era común responsabilizar a los judíos por la muerte de Jesús y

27 Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p. 177.

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las persecuciones contra los cristianos primitivos; se interpretaban textos evangélicos en este

sentido. Lo cual fue, desde luego, un abuso; pues no todos los judíos podían ser responsables

por aquella sucesión de hechos violentos, ni judíos de las generaciones futuras debían pagar

por lo sucedido tiempo atrás.

La acusación de culpabilidad colectiva en Mateo y la acusación que alude a los <hijos del demonio> en Juan se unieron para formar el núcleo de una rama específicamente cristiana del antisemitismo, que se superpuso a la antigua y ramificada tradición antisemita pagana y se combinó con ella para formar con el tiempo un poderoso mecanismo de odio.28

La acusación de deicidio fue la base del antijudaísmo cristiano pero con el paso de

los años, y de los siglos, fueron acumulándose los episodios históricos en que quedaba

patente que sólo se trató del principio de una historia de mutuas agresiones. Una hostilidad

que se materializó en episodios como las simpatías que sectores judíos tuvieron hacia el

arrianismo; ante el renacer pagano tras la figura de Juliano el Apóstata29; la expansión del

Islam30 y el catarismo31. Fue común y corriente que muchos judíos simpatizaran y

colaboraran con todo movimiento que atentara contra el odiado rival: el orden cristiano y, de

forma especial, católico.32

Desde la otra trinchera, el nuevo orden cristiano e imperial romano, y después sus

28 Ibid, p. 178. 29 “Los judíos habían recibido con alivio el renacimiento pagano de Juliano” Paul Johnson, La Historia de los Judíos... P.199. En el mismo sentido puede consultarse a Heinrich Graetz, History of the Jews,,t. II, Filadelfia, Publicaciones judías Sociedad de América, 5717 (1956), pp. 295 y ss. 30 Que los judíos, en ciertos lugares, fueron entusiastas colaboradores de la penetración del Islam en el ámbito de la Cristiandad queda al descubierto, por poner un ejemplo, en el caso español, debido a Juan de Mariana o por el, probablemente, más grande historiador español: Claudio Sánchez Albornoz. Vid. Sánchez Albornoz, Claudio, España, un enigma histórico, Barcelona, Edasa, 1991. En un sentido opuesto a considerar a los judíos como una “quinta columna” favorable al Islam: Cfr. Vidal, César, España frente a los judíos: Sefarad, España, La Esfera, 2006. 31 “La Iglesia no andaba descaminada cuando identificaba influencias judías en el movimiento albigense” Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p.259. Ver al respecto también: Vicente Risco, Historia de los Judíos, Barcelona, Surco, 1960. T.V, Cap. II, p.306. 32 “Los judíos se mostraron activos y en cierto sentido fueron el catalizador de las dos fuerzas que finalmente quebraron el monopolio de la Iglesia: el Renacimiento y la Reforma. Las acusaciones populistas lanzadas contra los judíos en la Edad Media fueron todas y sin excepción mera fantasía. En cambio, la afirmación de que los judíos constituían un sector intelectualmente subversivo tenía un ingrediente de verdad” Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p.259.

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remanentes -los reinos levantados sobre sus escombros-, llevaron a efecto una serie de

medidas de segregación hacia los judíos.

Estas medidas respondieron en ocasiones a las condenas que algunos Padres de la

Iglesia lanzaron contra los judíos, sobresaliendo entre otros, en este renglón San Juan

Crisóstomo, San Ambrosio, San Cirilo, entre otros. Las legislaciones de Teodosio II,

Justiniano, concilios como el Iliberitano y los Toledanos, etc., impusieron en Europa una

carga de restricciones a los judíos entre las que se incluían -como mero botón de muestra-

que los judíos fueran excluidos de puestos políticos y militares; la prohibición de comerciar;

subestimación de testimonios judíos frente a los tribunales, obligatoriedad de agregar en la

vestimenta un objeto que les identificara públicamente como judíos, pesadas cargas

contributivas, el confinamiento en guetos, etc. Los judíos fueron tenidos a lo largo de toda la

Edad Media en Europa como un pueblo extraño y de segunda o tercera clase.33

A pesar de darse ocasionalmente estallidos de violencia popular antijudía –

pogromos- existía una cierta contención en el empleo de la misma debido principalmente a

la labor de la jerarquía eclesiástica:

El objetivo de los jefes cristianos responsables nunca fue extirpar al judaísmo mediante la fuerza. San Agustín (354-430 d.C.), el más influyente de los teólogos latinos, sostuvo que con su mera existencia los judíos eran parte del plan de Dios, puesto que eran testigos de la verdad del cristianismo, y su fracaso y su humillación simbolizan el triunfo de la Iglesia sobre la sinagoga. Por lo tanto, la política de la Iglesia consistía en permitir la supervivencia de pequeñas comunidades judías en condiciones de degradación e impotencia.34

Por otro lado, a menudo los reyes protegían a las comunidades judías por las

beneficiosas repercusiones económicas que tenían sus actividades para la Corona.

Precisamente las cuestiones económicas fueron otro detonador de los sentimientos

antijudíos. Hemos mencionado antes la prohibición a los judíos de ciertas actividades o

33 Vid. Gustavo Perednik, La Judeofobia... pp. 69-71. 34 Paul Johnson, La historia de los judíos... p. 200.

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empleos; esta situación ocasionó que un amplio porcentaje de ellos se dedicara al préstamo

con usura. El préstamo usurario había sido una práctica común y legal en la antigüedad; sin

embargo, esto no era admitido dentro del orden social, político y económico de la

Cristiandad; la usura era inmoral. En la legislación hebrea –tanto en la Torá como en el

Talmud- el préstamo a interés es ilegal en cuanto a los correligionarios pero no en cuanto a

los goyim (no-judíos)35; por lo tanto la usura fue percibida por los cristianos como una señal

de hostilidad. Buena parte del pueblo llano asoció al judío con la figura del usurero

explotador y esto fue un ingrediente más de odio hacia los judíos dentro de los reinos

cristianos.36

Cuando a la sazón los templarios y lombardos se destacaron en la actividad bancaria,

los judíos ya no fueron indispensables y los reyes procedieron en ocasiones a la expulsión de

los judíos de sus reinos. Así sucedió en Inglaterra (1290), Francia (1306 y 1394), España

(1492), Lituania (1495), etcétera.

Otra fuente de conflicto propia de la Edad Media fueron las llamadas “controversias

talmúdicas”. El Talmud (palabra hebrea que significa: “estudio”), uno de los libros sagrados

de los judíos, fue denunciado como “obra blasfema” y por lo tanto se confiscaron ejemplares

sistemáticamente, en diferentes países europeos, y fueron llevados a las hogueras para que

se consumieran allí. Efectivamente, el Talmud contenía algunos pasajes ofensivos hacia

Jesús, María y los cristianos, aunque estos representaban un pequeño porcentaje de la obra.37

35 Levítico 25, 26 y Deuteronomio 23, 21. 36 “La opresión económica tendía a manifestarse en las zonas donde se les profesaba más antipatía, y si los judíos reaccionaban concentrando esfuerzos en el préstamo de dinero a gentiles, la impopularidad –y por lo tanto la presión- se incrementaba. Los judíos se convirtieron en un elemento de un círculo vicioso.” Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p. 211. 37 Aunque pocos, aquellos pasajes en donde se aludía a Jesús eran de una violencia suprema. Jesús fue, según el Talmud, el hijo de una adúltera y de un tal Pantera; también Jesús es situado, para toda la eternidad, sufriendo “un tormento entre excrementos en ebullición”. Vid. Vidal, César, El Talmud, España, Alianza Editorial, 2003, 155 pp.

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El hecho de que judíos hubieran perseguido a los cristianos cuando tuvieron el poder

y la oportunidad; el que hubieran colaborado con movimientos subversivos o la

significación del préstamo usurario como un azote a los no-judíos resultaron, de alguna

manera, elementos que ayudan a comprender el desarrollo de un antijudaísmo cristiano. No

obstante, estas razones -que contaron con un relativo sustento real- se combinaron con las

más tenebrosas acusaciones. Un asunto muy espinoso -aún en la actualidad- es el que

corresponde a los llamados “crímenes rituales” o “libelos de sangre”. Una creencia muy

extendida que responsabilizaba a los judíos de reproducir periódicamente, en una criatura

inocente (un niño), la Pasión de Jesús.38

También se llegó a identificar a los judíos con la “peste negra” y con la profanación

de hostias consagradas.

El fervor religioso y guerrero que vivió la Cristiandad durante el periodo de las

Cruzadas fungió como el marco histórico de las matanzas más graves perpetradas por los

cristianos contra los judíos. Especialmente durante las tres primeras cruzadas las tropas

expedicionarias llevaron a cabo matanzas masivas de judíos por donde iban pasando. Estas

matanzas eran perpetradas en la convicción, alimentada con el paso de los siglos, de que los

judíos eran agentes de Satanás y, de paso, vengar la muerte de Jesús. Los cruzados llegaron

a imponer a los judíos la opción de la conversión o la muerte por lo cual algunos de ellos

El prestigiado historiador Luis Suárez Fernández menciona que durante las controversias talmúdicas se fue gestando una transición entre el antijudaísmo religioso y el “antisemitismo moderno”. Vid. Suárez Fernández, Luis, Cristianismo y Europeidad, España, Eunsa, 2003, pp.94-96. 38 Los supuestos casos suman varios, algunos ejemplos: Wuerzburg (1147), Norwich (1148), Gloucester (1168), Lincoln (1255), Niño de la Guardia, España (1491). Este último caso inspiró a Lope de Vega en una de sus obras. Aunque hay excepciones, casi ningún historiador de relieve sostiene, hoy en día, la autenticidad de alguno de esos supuestos hechos. Es quizá un mito reciclado de la época pagana, una insidia desde entonces lanzada contra los judíos, adaptada al contexto cristiano y aderezada con otras supersticiones populares. El tema fue vuelto a poner a flote por la propaganda nazi, en especial por Julius Streicher en su diario Der Sturmer: Vid. Monniot, Albert et Streicher, Julius, Los crimenes rituales ¿una patraña antisemita ?, Lima, La Verdad, sin año.

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eligieron el martirio.

Durante este periodo pareció que la idea de un antijudaísmo limitado por razones

ético-morales, de origen cristiano, se esfumaba; pero se trató de un paréntesis provocado por

la efervescencia propia de la época, un momento que era dramático para toda Europa ante la

embestida del Islam. La situación degeneró en un severo descontrol. Ante la necesidad de

soltar los lazos que guardaban al caballo de la guerra éste se desbocó y atropelló en su

carrera de la muerte a aquellos a quienes no estaba dirigido en un principio.

La situación de segregación que sufrieron los judíos bajo la Cristiandad provocó que,

previsiblemente, llegado el momento, muchos judíos recibieran con alegría la Reforma

Protestante. Después de todo, así se lograba dividir y debilitar al sistema que les había traído

tantas desdichas.39 Las nuevas iglesias reformadas simpatizaron inicialmente con el

judaísmo. Fue éste el caso de Martín Lutero quien después dio una vuelta de ciento ochenta

grados y atacó al judaísmo de una forma virulenta dando paso así a un antijudaísmo

específicamente protestante. 40

El siglo XVI fue también, según algunos importantes sociólogos, un periodo en

donde comenzó a incubar el capitalismo. Es clásico el estudio que el sociólogo alemán Max

Weber realizó sobre el tema, en el mismo se relaciona la ética protestante –y más

concretamente metodista y bautista- con la aparición del capitalismo.41 A pesar de la

popularidad de las conclusiones de Weber existen otras posibilidades, quizás

39 “El factor principal que afectó a los judíos a los destinos judíos en la Europa del siglo XVI fue la Reforma. A la larga, el ascenso del protestantismo benefició enormemente a los judíos. Al quebrar la unidad monolítica de la Europa latina, truncó las aspiraciones cristianas de crear una sociedad con una sola fe. Así, concluyó el peligroso aislamiento de los judíos como único grupo inconformista. En extensas regiones europeas la Reforma trajo consigo la desaparición de los frailes, los más odiados enemigos de los judíos... “ Paul Johnson, La Historia de los Judíos... p. 290. 40 Vid. Lutero, Martín, Sobre los judíos y sus mentiras, Portal de Herencia Cristiana. Texto disponible desde Internet en: http://www.herenciacristiana.com/luther/luther.html Consultado el 10/04/07. 41 Vid. Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, FCE, 2003.

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complementarias, que situarían el nacimiento del capitalismo en otras fechas más tempranas

y mediante otros agentes. Como son los trabajos del sociólogo alemán Werner Sombart en

donde el capitalismo sería –en parte- una consecuencia del sentido práctico de la religión

judía.42 La tesis de Sombart ha sido aceptada por numerosos estudiosos de la historia y la

economía.43

La nueva Europa estaba emergiendo y con ella moría la Cristiandad, el ordo político

medievalis. Según el profesor Elías de Tejada, el antiguo orden es destruido por cinco

fracturas: la religiosa de Lutero, la ética de Maquiavelo, la política de Bodino, la jurídica de

Hobbes y la sociológica de la paz de Westfalia. Al margen de esta nueva realidad se va a

plantar la Hispanidad como una especie de muro resistente frente a la nueva situación, una

suerte de Cristiandad menor.44

La cosmovisión de la Cristiandad pereció al ritmo de la secularización radical puesta

en marcha por estas cinco fracturas. Se dejó atrás una cosmovisión teocéntrica y

cristocéntrica, y se encumbró una cosmovisión cada vez más antropocéntrica. A partir de

entonces aquellos resabios de tradicionalismo van a ir gradualmente siendo vencidos y, al

mismo tiempo, aquellos cristiano-católicos que simpatizan con el antiguo orden van a cargar

su parte de responsabilidad al judaísmo por la perdida de “su mundo”; lo que ellos

consideraban una degeneración o subversión del “orden natural querido por Dios”.

42 Vid. Sombart, Werner.The Jews and Modern Capitalism, Canadá, Batoche Libros, 2001. 43 Gustavo Perednik afirma: “Pero quien definitivamente sentó las bases para la exploración del rol de los judíos fue el otrora prestigioso sociólogo Werner Sombart. Su singular teoría rastreó los orígenes del capitalismo hasta la Edad Media tardía, y encontró en la labor globalizadora de los judíos la causa del nuevo sistema económico. Su obra Los judíos y el capitalismo moderno (1911) atribuyó el desarrollo del nuevo sistema a cuatro características de los judíos: 1) su confrontación con el ineficiente sistema corporativo; 2) su habilidad para modernizarse; 3) la naturaleza práctica de su religión, y 4) el desarraigo que se les impuso. Así, los judíos serían los pioneros del comercio internacional.” Gustavo Perednik, “Los Judíos y la Economía”. En el Portal de Monografías.com. Disponible desde Internet en: http://www.monografias.com/trabajos28/judios-y-economia/judios-y-economia.shtml Consultado el 06/04/07. 44 Francisco Elías de Tejada, La Monarquía Tradicional, Madrid, Rialp, 1954, p.36 y ss. Véase también: Ayuso, Miguel, ¿Después del Leviatán? Sobre el Estado y su signo, México, Folia, 2003.

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Frente al desencadenamiento de este proceso se irguió España, proyectada hacia

ultramar, como valladar de la catolicidad. Marcelino Menéndez y Pelayo lo expresa con

vehemencia en su Historia de los Heterodoxos Españoles:

España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio (...); esa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra.45

Según algunos especialistas, una parte de los judíos van a actuar en contra de España

motivados por un desquite por lo que conllevó su expulsión de 1492. En el terreno de la

propaganda, hicieron su contribución a la denominada “leyenda negra” antiespañola y

anticatólica.46

Muchos judíos se destacaron en la lucha contra el Imperio Español y Católico no

sólo desde el terreno de la propaganda sino también desde formas más activas y directas,

promoviendo desde países extranjeros, protestantes y musulmanes, la acción militar en

contra de España.47 Por esta tesis se decidió uno de los más grandes pensadores españoles

del siglo XX, como es el caso de Salvador de Madariaga. Según este ilustre pensador,

habrían sido los principales responsables por el desmoronamiento del Imperio Español los

judíos, los masones y los jesuitas (después de su expulsión de España).48

Para entonces, inicios del siglo XIX, no era el Imperio Español lo único que

colapsaba, era todo el antiguo régimen lo que tambaleaba con los mazazos de la Revolución

Francesa.

La Revolución Francesa fue considerada por los tradicionalistas cristianos un hito;

para éstos, ya no sólo se atacaba la “salud espiritual” de los pueblos sino también a la propia

45 Vid. Menéndez Pelayo, Marcelino. Historia de los Heterodoxos Españoles, México, Porrúa, 2000. 46 Una propaganda de tendencia visceralmente antiespañola y anticatólica que llegó a penetrar fuertemente la historiografía y cuyos ecos llegan hasta el día de hoy. Vid. Powell, Philip. Árbol de Odio, México, APC, 2001. 47 Federico Rivanera Carlés, Los conversos ¿Victimas o victimarios de España?, Argentina, CEH Cardenal Juan Martínes Silíceo, 1994, p.71 y ss. 48 Vid. Madariaga, Salvador de., El auge y el ocaso del Imperio español, Madrid, Espasa-Calpe, 1979.

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institución monárquica, salvaguarda del orden natural.

Durante el siglo XIX, van a ser publicadas una serie de obras que denuncian una

conspiración judía y masónica para la destrucción del cristianismo, el orden monárquico y

aún del dominio pleno del orbe. Con la fundación de la Masonería regular en 1717, con las

Constituciones de Anderson, la misma se destacó enormemente en imprimir aceleración al

proceso de secularización. En este tenor, su papel dentro de la Revolución Francesa se

encuentra bien documentado y no extraña –porque no es incierto- que a una rama importante

de ella se le identificara con el jacobinismo o anticlericalismo radical.

Probablemente la primera de estas obras, que denunciaron una acción anticristiana y

anticlerical por parte de distintas sociedades secretas encaminadas a la subversión política,

social y cultural, es la del abate Agustín Barruel (1797): Memoire pour servir a l’histoire du

Jacobinisme (Memorias para servir a la historia del Jacobinismo).49 Esta obra de Barruel

denunciaba únicamente a la masonería, enciclopedistas e iluminados de Baviera como

protagonistas de la subversión revolucionaria anticristiana; los judíos no figuraban como un

factor. Sin embargo, en obras posteriores, varios autores integraron a los judíos en esta

trama conspirativa al lado de los masones conformando la llamada “conspiración judeo-

masónica”.

49 Dice el experimentado estudioso de la Masonería Ricardo de la Cierva: “Agustín Barruel era un erudito jesuita francés del siglo XVIII, que fue expulsado de Francia con toda su orden, pronto suprimida, y vivió hasta bien entrado el siglo XIX (...) Durante el primer tercio del siglo XIX el éxito y la difusión del libro de Barruel fueron avasalladores en Europa entera y en las Américas. Pero a medida que se imponían las ideas del liberalismo radical, identificado en toda esa centuria con la masonería, se organizó desde el campo liberal, revolucionario y masónico una oleada inagotable de criticas y descalificaciones contra Barruel y su obra, que en el siglo XX ha sido sepultada por esa campaña hasta el punto de que participan en ella no pocos escritores católicos y aun conservadores arrastrados por la corriente y en casi todos los casos sin haber leído los cuatro tomos de Barruel” . Comenta el mismo autor que él mismo cayó en esa dinámica y se sumó a las criticas en alguna época sin haberle leído. Cuando, por fin, pudo tener acceso su obra cambió de opinión: “La obra de Barruel, y ahora no hablo de oídas ni bajo el imperio de las modas, puede tener defectos debidos en gran parte a su proximidad con los hechos de que nos habla (lo cual también es una gran ventaja) pero en conjunto me parece decisiva y tan importante para los comienzos del siglo XXI que merece una reivindicación a fondo”. Ricardo de la Cierva, La Masonería Invisible, Madrid, Fénix, 2002, pp. 89, 90 y 91.

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Esta peculiar literatura antijudía, ahora centrada en el tema de la conspiración es,

para Norman Cohn, un fenómeno típicamente moderno pero al mismo tiempo conectado con

la vieja tradición antijudía medieval:

El mito de la conspiración judía mundial representa una adaptación moderna de esa tradición demonológica antigua. Según ese mito, existe un gobierno secreto judío que, mediante una red mundial de organismos y organizaciones camuflados, controla partidos políticos y gobiernos, la prensa y la opinión pública, los bancos y la marcha de la economía. Se dice que el gobierno secreto hace todo eso conforme a un plan secular y con el único objetivo de lograr que los judíos dominen el mundo entero, y también se dice que se está acercando peligrosamente al logro de ese objetivo.50

Cuando Norman Cohn señala la relación de esa tradición demonológica medieval (de

raíz cristiana) como antepasado remoto de la moderna tesis de la conspiración judía mundial

nos parece que, al menos en parte, acierta. Es hasta cierto punto natural y previsible que este

tipo de literatura haya tenido entre sus autores y lectores crédulos a un número considerable

de cristianos. Después de todo, los hechos históricos avalan un enfrentamiento multisecular

entre el cristianismo y el judaísmo. Siguiendo la lógica de este pensamiento, resultaba

posible consignar que siendo los cristianos los paladines de la luz y verdad supremas, los

judíos, uno de sus más antiguos y enconados enemigos históricos, no podían ser otra cosa

que los pretorianos de las tinieblas y la oscuridad.

Desde luego que el antijudaísmo cristiano se había empapado de las creencias más

discutibles e incluso supersticiosas, sobretodo al nivel más popular y con la generalizada

oposición de la jerarquía eclesiástica; pero, a la vez, resultaba indiscutible que sectores

judíos habían sido un factor disidente y desestabilizador del antiguo orden y que habían

contribuido de muchas maneras a su desmoronamiento.

Como opinión personal, nos parece plausible que la tesis de la conspiración judía

mundial tuviera alguna relación con interpretaciones bíblicas, en especial con el libro del

50 Cohn, Norman. El mito de la conspiración judía mundial, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 19.

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Apocalipsis. Numerosos teólogos y pensadores cristianos han considerado que el libro

revela a grandes trazos las ultimidades de la Historia. Antes de la Parusía –o segunda venida

de Cristo- el mundo sería victima de un orden diabólico y anticristiano de carácter

omnímodo, totalitario. Es por demás probable que en la psicología de intelectuales cristianos

se hayan relacionado estas ideas con el hecho de que sus enemigos multiseculares –judíos y

gnósticos51- mejoraban su ubicación y aumentaban su poder de forma paralela a la

decadencia del cristianismo.52

Al mismo tiempo que esto ocurría, el poder del Estado iba alcanzando niveles

monstruosos y esto, desde luego, fue contemplado como un signo de la inminencia del

“reinado del Anticristo”. La aparición de los movimientos y las revoluciones socialistas –en

donde militaba frecuentemente una nueva clase de judío desligado de su religiosidad

tradicional53- parecieron confirmar esta tendencia. El triunfo de la revolución bolchevique la

51 Los masones fueron y siguen siendo considerados por jerarcas e intelectuales cristianos, tanto católicos como protestantes, como la forma moderna de la gnosis. Véase la encíclica del Papa León XIII Humanum Genus. 52 Dice el jesuita Alfredo Sáenz que la nacionalidad del Anticristo “según algunos Padres y exegetas antiguos, será judío, para mejor emular a Cristo, su antitesis, que también lo fue. El cuerno pequeño que en la profecía de Daniel crece casi de golpe (c.f. Dan, 7, 8.20), podría ser el reino de Israel, comenzando el Anticristo por constituirse en Rey de los judíos, quienes se le someterán con gozo, creyéndolo el Mesías esperado, hasta que los desengañe cruelmente, pues llegado a la cúspide, perseguirá a todas las religiones que no se le sometan de manera absoluta, <<incluida la de sus padres>> (cf. Dan. 11,37).” Alfredo Sáenz, El fin de los tiempos y seis autores modernos, México, APC, 1996, p. 350. También puede consultarse sobre el tema: Vid. Castellani, Leonardo. El Apocalipsis de San Juan, Buenos Aires, Vórtice, 1990. 53 Es el caso, en el mundo de los intelectuales, de Carlos Marx. Éste publicó en 1844 dos ensayos «Sobre la cuestión judía» (Die Judenfrage). Dice Paul Johnson que: “Los seguidores de Hegel eran en mayor o menor medida antisemitas, y en 1843 Bruno Bauer, cabeza antisemita de la izquierda hegeliana, publicó un ensayo en el que exigía que los judíos abandonasen totalmente el judaísmo. Los ensayos de Marx fueron una réplica a esto. No objetó el antisemitismo de Bauer; en realidad lo compartía y apoyaba, y lo citó con aprobación. Pero discrepaba con la solución de Bauer. Marx rechazaba la creencia de éste acerca de que la naturaleza antisocial del judío era de origen religioso y podía remediarse alejando al judío de su fe. En su opinión, el mal era social y económico”. Paul Johnson, Intelectuales, España, Vergara, 2000, p. 77. Marx proponía: “Tomemos en consideración al judío real, no al judío del sabat (...) sino al judío cotidiano”. “¿Cuál era el fundamento profano del judaísmo? La necesidad práctica, su propio interés. ¿Cuál es el culto mundano del judío? El regateo. ¿Cuál es su Dios mundano? El dinero (...) El dinero es el dios celoso de Israel, junto al que no puede existir ningún otro dios. El dinero rebaja a todos los dioses de la humanidad y los convierte en mercancías. El dinero es el valor autosuficiente de todas las cosas. Por eso le ha quitado al mundo entero, tanto al mundo humano como a la naturaleza, el valor que le corresponde como propio. El dinero es la esencia alienada del trabajo y la existencia del hombre; esa esencia lo domina y él la idolatra. El dios de los judíos ha sido secularizado y se ha

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llevó hasta el paroxismo. Las piezas encajaban en lo que se ha dado llamar El sentido

cristiano de la Historia y la profecía apocalíptica.

convertido en el dios del mundo (...) El judaísmo llega al apogeo con la coronación de la sociedad burguesa”. Carlos Marx, Sobre la cuestión judía. Portal del Partido Comunista Colombiano. Texto disponible desde Internet en: http://www.pacocol.org/es/Biblioteca/002_Marx/013_Cuestion_Judia.htm Consultado el 07/03/07. Por estos derroteros transcurrían los alegatos marxistas en contra de la fe de sus abuelos, a la cual identificaba en su forma secularizada, con el origen del mal social. Lasalle fue objeto de burlas racistas por parte de Marx: “el negrito judío”, “un judío grasiento disfrazado con brillantina y joyería barata”. “Ahora no tengo la menor duda de que, como señala la conformación de su cráneo y el nacimiento de su cabello, desciende de los negros que se unieron a Moisés en su huida de Egipto (a menos que su madre o abuela paterna tuviera cruza con negro). Esta combinación de judío y alemán con un fondo negro tenía que generar un híbrido increíble”. En: Paul Johnson, Intelectuales... p.82. Para Antonio Golmar: “El antisemitismo de Marx es, además de evidente, frecuente. Lo encontramos en La cuestión judía, en El Capital –véase la descripción del capitalista como un circuncidado hacia dentro y las citas antisemitas de Lutero, que Marx reproduce sustituyendo el término judío por el de capitalista-, incluso en su correspondencia con Engels, donde al descalificar a Lasalle, parece secundar las delirantes tesis del llamado racismo científico.” Antonio Golmar, “La cuestión judía, <revisitada>”, Portal de Libertaddigital, 18 de enero de 2007. Disponible desde Internet en: http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276232867 Consultado el 06/03/07.

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III. EL ANTIJUDAISMO TEOLÓGICO DEL P. JULIO MEINVIELLE

El sacerdote jesuita Julio Meinvielle (1905-1973), de nacionalidad argentina, ha sido

uno de los máximos exponentes modernos, en lengua española, del antijudaísmo católico.

Destacó por su gran labor intelectual como escritor de obras eruditas así como por ser

fundador de la Sociedad Tomista Argentina. Teólogo y filósofo, es conocido por ser uno de

los más obstinados contradictores del pensador católico aperturista Jacques Maritain, sobre

todo a raíz de las posiciones que cada uno defendía con respecto a la Guerra Civil Española.

En torno al pensamiento del P. Meinvielle se formó el grupo Tacuara, grupo inicialmente de

ideología católica, conservadora, antijudía y anticomunista.

Previamente hicimos un recorrido de la evolución histórica del antijudaísmo

cristiano. Ahora pretendemos abundar a manera de complemento en el tema de los

presupuestos teóricos. El caso del Padre Julio Meinvielle resulta, en esta dirección,

paradigmático. Por ende, consideramos útil para el propósito de este capítulo hacer una

breve reseña del libro de Meinvielle, El Judío en el Misterio de la Historia54; en él se

explaya, de manera más sintética y sencilla, el antijudaísmo teológico, católico y

preconciliar.

En unos de los capítulos de dicho libro, “El judío según la teología católica” , el

pueblo judío es, según Meinvielle, especial, le está reservado lo divino. Dios planea

bendecir a toda la tierra a través de la descendencia de Abraham (el padre de los judíos).

El problema surge con la cuestión de si tal bendición es transmitida mediante la

carne o mediante la fe en la divina promesa de un redentor. La respuesta correcta sería la

54 Vid. Meinvielle, Julio. El Judío en el Misterio de la Historia, Buenos Aires, Theoría, 1963.

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segunda opción y para probarlo interpreta pasajes bíblicos como los que corresponden a

Caín y Abel (Génesis Cap.4); Ismael e Isaac (Génesis Cap.21), Esaú y Jacob (Génesis

Cap.25). En estos pasajes bíblicos, se encuentran implícitos, según Meinvielle, los papeles

teológicos que Dios tiene reservados a la Sinagoga y a la Iglesia; contrapuestas a lo largo de

la historia. En las anteriores figuras se da la circunstancia de que, a pesar de provenir

carnalmente del mismo padre, sólo el que es fiel a la divina promesa es agradable a Dios en

tanto que el otro es marginado y reacciona procurando la muerte de su hermano.

El pueblo judío es el linaje teológico, escogido, consagrado, santificado para significar y traernos en su carne a Ese otro que había de venir, al Esperado de las naciones. He aquí lo tremendo de ese pueblo: su carne está santificada y estigmatizada para traernos a Aquel que es la Verdad y la Vida; que es la Salud de los hombres. Pero ¿Por qué esta carne es santa? ¿Porque es el linaje de Abraham, o porque ha de traernos a Cristo? En otros términos: ¿Es Cristo quien santifica al linaje judío, o es el linaje judío el que santifica a Cristo?55

Dependiendo del posicionamiento individual del judío frente a estas preguntas

resultará su papel teológico. Un pueblo judío que, según Meinvielle, es superior frente al

gentil tanto en lo bueno como en lo malo. Sí aceptó a Jesucristo será lo primero, si le

rechazó lo segundo. El gran pecado de los segundos fue, por supuesto, la muerte de Jesús.

Por ello serán malditos –hasta su conversión en los tiempos finales- como lo fue Caín. Al

cual no se le debe matar pues se encuentra marcado -pues lleva una marca de Dios- como el

propio Caín. Y así:

El judío, que fue misterio de bondad, queda convertido en misterio de iniquidad. Ya no es Isaac, sino Ismael. No Jacob, sino Esaú. No Abel, sino Caín.56

En este sentido, dice Meinvielle, no cabe esperar otra cosa de los judíos [los que le

rechazaron, no convirtiéndose en cristianos] que el hecho de ser un enemigo declarado de

todos los pueblos, pero en especial del cristiano. Una enemistad terrible, universal e

inevitable, por ser teológica. Un antagonismo trascendente. La historia de la humanidad,

55 Ibid, p. 17. 56 Ibid, p. 26.

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después de Cristo, consiste en ese enfrentamiento.

La única defensa y protección de los pueblos gentiles para no caer en la esclavitud judaica es la vida cristiana. Porque Cristo, únicamente, es la salud del hombre. De aquí que la Edad Media no ha sufrido la dominación de los judíos.57

De lo contrario:

Si los pueblos gentiles, repudiando esta grandeza como obscurantista y sombría, quieren ser grandes con la grandeza de Babilonia, podrán serlo, sí, pero como sirvientes del judaísmo. Porque los judíos tienen la superioridad en el dominio de lo carnal.58

Por lo que:

Los cristianos, que no pueden odiar a los judíos, que no pueden perseguirlos ni impedirles vivir, ni perturbarlos en el cumplimiento de sus leyes y costumbres, han de precaverse, no obstante, contra la peligrosidad judaica.59

De todo el estudio de Meinvielle se deduce una confrontación teológica entre los

cristianos y los judíos, un poco a la manera de las “dos ciudades” de San Agustín.60 El judío

que no ha aceptado a Cristo cumple el papel de perseguidor de la Iglesia; pese a todo, al

cristiano no le está permitido odiar al judío, ni llevar a efecto algún tipo de violencia injusta

contra él. Se trata de un antijudaísmo limitado por circunstancias de orden moral y

religiosas. Por eso mismo, sin temor a caer en contradicción, el mismo Meinvielle nos

recuerda que la Iglesia no cobija el antisemitismo:

El antisemitismo está condenado por la Iglesia en decreto del Santo Oficio del 25 de marzo de 1928, que dice: “La Iglesia Católica ha acostumbrado siempre a rezar por el pueblo judío, que fue depositario de las Promesas divinas hasta Jesucristo, a pesar de la ceguera de este pueblo. Más aún, lo ha hecho a causa de esta ceguera. Regla de esta misma caridad, la Silla apostólica ha protegido a este pueblo contra injustas vejaciones, y así reprueba todos los odios y animosidades entre los pueblos, así condena el odio contra el pueblo escogido por Dios en otro tiempo, este odio que hoy se designa de ordinario con el vocablo de antisemitismo”.61

Más adelante, el Padre Meinvielle, comentando un texto del Papa Inocencio III

parecido al anterior, manda un mensaje a los antisemitas:

57 Ibid, p. 31. 58 Ibid, p. 30. 59 Ibid, p. 32. 60 Puede verse también: Vid. Meinvielle, Julio. De la Cábala al Progresismo, México, Nos, 1990. 61 Julio Meinvielle, El judío... p. 39.

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Tomen nota los antisemitas de estas prescripciones, para no rebasar de lo justo en la acción represiva de la peligrosidad judaica. Sobre todo, no olviden que el antisemitismo como odio contra el judío, por el solo hecho de serlo, no resuelve el problema, que es teológico.62

Esta terrible confrontación, por ser teológica, sólo será resuelta y acabará en el

momento de la conversión de los judíos, al filo del final de la historia.

Para concluir este apartado, recordemos la necesidad de retener los términos en que

Meinvielle sostiene un antijudaísmo católico y teológico. Meinvielle toma su distancia con

respecto a lo que llama antisemitismo en el entendido de que ese término es ajeno de toda

consideración religiosa; lo que -para él- significa renunciar a comprender el problema. Al

mismo tiempo rechaza el odio63 -en concordancia con la Iglesia- pues éste supone desear el

mal a quien se dirige, cuando en realidad desde la lógica interna del cristianismo aquello que

se les desea es el mayor bien: la recepción de la gracia divina y la salvación a través de su

conversión.

El pensamiento de Meinvielle es muy útil para comprender la propia postura

borreguiana en torno a la cuestión. Fue un autor que leyó y citó Borrego; y cuya presencia

en México fue registrada por Manuel Buendía en uno de sus artículos periodísticos.64

62 Ibid, pp. 62 y 63. 63 La RAE otorga este significado al vocablo: Antipatía o aversión hacia algo o hacía alguien cuyo mal se desea. 64 Vid. Manuel Buendía, La Ultraderecha... p.29.

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IV. LA CONSPIRACIÓN JUDÍA MUNDIAL Y LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN.

Hemos mencionado antes que la primera obra vinculada con una conspiración contra

el orden cristiano se debe al abate Barruel. También se mencionó que esa conspiración de la

que hablaba Barruel tenía por protagonistas a los masones y no a los judíos. La idea de una

conspiración judeomasónica no se encontró entonces, pues fue posterior, y cuando apareció

lo hizo en forma de una novela escrita por un periodista prusiano de nombre Hermann

Goedsche. La novela se llamaba Biarritz y fue publicada durante 1868. En la misma se

relata –en el capítulo “En el cementerio judío de Praga”- lo sucedido durante una reunión

secreta durante la noche. La reunión congregaba a doce representantes de las doce tribus de

Israel; los doce representantes alzaban la voz anunciado lo que cada cual aporta dentro del

plan de socavación del orden existente y preanunciaban el momento en que los judíos

llegasen a ejercer un control total del mundo.

Aquella obra de Hermann Goedsche estuvo destinada a ser la más importante

antecesora de la que seria la obra antijudía más popular. En un tiempo relativamente breve,

las ficciones novelísticas de Goedsche fueron utilizadas -en otros países como Rusia y

Francia- como partes de un discurso auténtico pronunciado por un tal “rabino Eichhorn”.

Entre ellos se encontraban el francés Francois Bournand que lo publicó en Les Juifs et nos

contemporains (1896); el ruso P.A. Krushevan y el propagandista antijudío alemán Theodor

Fritsch en su Catecismo Antisemita.65 De tal guisa, lo que fue una propaganda antijudía que

se conservaba en el terreno del recurso literario, como una novela, pasó a presentarse como

un documento auténtico, presuntamente fidedigno.

65 Vid. Norman Cohn, El mito... pp. 36 y 37.

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De forma particular, en Francia aparecieron una serie de intelectuales católicos que

aceptaron la tesis de una conspiración judeomasónica contra el orden natural y cristiano.

Entre ellos se destacó Gugenot des Mousseaux con una obra, publicada en 1869, titulada Le

Juif, le judaisme et la judaisation des peuples chrétiens; el autor recibió el reconocimiento

del Papa Pío IX.66 La obra cobró popularidad en un momento delicado en la situación

interna de Francia; un momento en que buena parte de la población francesa que se

identificaba con siglos de tradición monárquica y católica se enfrentaban a una república de

carácter masónico y furibundamente anticlerical. Al mismo tiempo, en Italia se vivían años

de conflicto entre el Papado y el gobierno italiano, también de tendencia marcadamente

masónica. A la obra y actividad de Des Mousseaux les siguieron otros autores por la misma

línea como el abate Chabauty en Les Francs-Macons et les juifs: Sixieme Age de l’Eglise

d’apres l’Apocalypse (1881) y Les Juifs nos maítres (1882).67

Hemos escrito con anterioridad de la relación entre las profecías apocalípticas y la

creencia en una “conspiración judeomasónica” por el poder mundial. Al respecto considero

oportuno traer a colación un comentario de Norman Cohn, ya que lo confirma:

Gugenot des Mosseaux dice reiteradamente que lo que le inspiró (...) fue la profecía del Anticristo. Según esa profecía, que figura en el capítulo segundo de la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, la segunda venida de Cristo y el Juicio Final se verán sucedidos inmediatamente por la manifestación del Anticristo, <el hombre de pecado, el hijo de perdición>. Exigirá ser objeto de culto como un Dios, y gracias a los prodigios que hará con la ayuda del Diablo, engañará a todos los que quieran engañarse. Establecerá su dominación sobre el mundo entero hasta que Cristo, al volver, lo destruya con el aliento de su boca. Hasta ahí llega el Nuevo Testamento; pero en los siglo II y III después de Cristo, cuando la Iglesia y la Sinagoga fueron entrando en competencia y conflicto cada vez más abiertos, los teólogos cristianos empezaron a dar una nueva interpretación a aquella profecía. Predijeron que el Anticristo sería un judío y amaría a los judíos sobre todos los pueblos; mientras que los judíos, por su parte, serían los seguidores más fieles del Anticristo y lo aceptarían como Mesías.68

66 La obra de Gugenot des Mausseaux es citada con elogio por el Padre Julio Meinvielle en De la Cábala al Progresismo. De hecho, es notable la influencia que ejercieron sobre Meinvielle los distintos autores antijudíos de lengua francesa. 67 Vid. Norman Cohn, El mito... p. 45. 68 Ibid, p. 42.

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Precisamente una de las tesis de Norman Cohn es que las creencias nazis en una

conspiración judía mundial son una forma secularizada de las ideas apocalípticas cristianas.

Pero, por ahora, simplemente nos interesa hacer evidente la relación existente entre la

creencia en esa conspiración judeo-masónica mundial y esas mismas creencias cristianas

basadas en interpretaciones de la Revelación.

Francia fue, en este sentido, un campo fértil para las publicaciones antijudías;

podríamos agregar autores decimonónicos como el monseñor León Meurin, Eduard

Drumont, Albert Monniot, Charles Maurras y después, en pleno siglo XX, a los que Jean

Francois Revel ubica como “los campeones intelectuales y literarios del antisemitismo”:

Louis Ferdinand Céline, Pierre Drieu La Rochelle, Robert Brassilasch, entre otros. 69 Sin

embargo, aunque Francia no sería ajena al asunto, el libro destinado a convertirse en el

bestseller del antijudaísmo mundial apareció a principios del siglo XX en Rusia: Los

Protocolos de los Sabios de Sión.70

Si hemos de creer a una buena parte de los propagandistas antijudíos más exaltados

Los Protocolos serían un documento auténtico compuesto por 24 actas con las conclusiones

de un congreso sionista en Basilea, Suiza, en el año de 1897 (incluso se llegó a afirmar que

Teodoro Herzl, el fundador del sionismo, era el autor). Las 24 actas habrían contenido las

líneas maestras de un plan de dominación mundial en donde no sólo la masonería se

encontraba inmiscuida a manera de herramienta judaica sino que también aparecían el

liberalismo, el anarquismo y el socialismo como tales.

En la versión más general, los <protocolos>, o actas o capítulos, son 24; todos juntos llenan un folleto, de unas cien páginas pequeñas en ambas ediciones inglesas. No es fácil resumirlos, pues el estilo es pomposo y difuso, y los argumentos tortuosos e ilógicos. Pero con perseverancia cabe distinguir tres temas principales: una crítica del liberalismo; un

69 Jean Francois Revel, El conocimiento inútil, México, Planeta, 1990, p.41. 70 Hemos revisado la siguiente versión: México, Época, 9ª.ed., 1975. Edición completa con estudios y comentarios críticos de M. E. Jouin e Introducción del “Duque de la Victoria”.

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análisis de los métodos por los que los judíos han de lograr la dominación del mundo, y una descripción del Estado mundial que se va a establecer... 71

El dilema de la autenticidad o no-autenticidad de los Protocolos parece haber sido

resuelto cuando, según algunos autores, se descubrió que constituían un plagio de un libro

datado en 1865 cuyo autor era un abogado francés de nombre Maurice Joly y que se titulaba

Diálogos en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. El libro de Joly era una dura

crítica contra Napoleón III. Pues bien, lo sorprendente sucedió cuando un análisis

comparativo de los Protocolos con respecto al libro de Joly mostró asombrosas

coincidencias.

En total, hay más de 160 pasajes de los Protocolos, que representan más de dos quintas partes de todo el texto, claramente basados en pasajes de Joly; en nueve de los capítulos, los prestamos representan más de la mitad del texto, en algunas las tres cuartas partes, en uno de ellos (el séptimo protocolo), casi la totalidad del texto. Además, con menos de una docena de excepciones, el orden de los pasajes tomados de prestado sigue siendo el mismo que en la obra de Joly, como si el adaptador hubiera sido trabajado con el Diálogo mecánicamente, página por página, copiándolo directamente en sus <protocolos> sobre la marcha. Incluso la disposición en capítulos es muy parecida: los veinticuatro capítulos de los Protocolos corresponden a los veinticinco del Diálogo. Hasta en el final, donde predomina la profecía de la Era Mesiánica, no se permite el adaptador ninguna independencia real de su modelo. De hecho, se trata del caso más claro de plagio –y de falsificación- que cabría desear.72

Las investigaciones sobre quién estuvo detrás del plagio y de su posterior manejo

apuntan a la Ojrana (la policía secreta zarista) y concretamente su jefe de la sección

extranjera: Pyotr Ivanovich Rackovsky. Los Protocolos fueron publicados por primera vez

en Rusia de la mano del monje ortodoxo Serge Nilus. En la Rusia de principios del siglo

XX, a diferencia de otros países, la propaganda antijudía contaba con un apoyo oficial;

probablemente ello se debiera a la enorme importancia que empezaban a cobrar muchos

judíos en los movimientos revolucionarios. A pesar de que fueron tempranas las voces que

alegaron la muy probable farsa de los Protocolos, éstos continuaron siendo explotados por

71 Norman Cohn, El mito... p. 63. 72 Ibid, p.79.

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los propagandistas antijudíos (algunos de buena fe).73

Uno de los más destacados propagandistas de Los Protocolos ha sido sin duda Henry

Ford. El célebre industrial estadounidense fundó un diario en la ciudad de Detroit, el

Dearborn Independent con 250,000 ejemplares por tirada, para sostener durante los

primeros años de la década de los veinte una campaña antijudía en los Estados Unidos. Los

artículos que Henry Ford escribió para su periódico comentando los Protocolos fueron

después reunidos conformando el libro titulado El Judío Internacional.74

Cuando los Protocolos llegaron a Alemania se mezclaron con la pujante ideología

volkish-racista y fueron reinterpretados en consecuencia.

A sus ojos, las maquinaciones de los Sabios de Sión eran la expresión suprema de las características que atribuían a la <raza> judía. Se interpretaba la conspiración mundial judía como el producto de una tendencia destructiva inerradicable, una sed de mal que se consideraba innata en todo judío. Una camada especial de seres subhumanos, morenos y apegados a la tierra, estaba trabajando en una conspiración para destruir a los hijos de la luz, a la <raza> <aria> o germánica, y los Protocolos contenían su plan de campaña (...)75

Ya se trataba de un antijudaísmo distinto pues en la visión volkish existió un

rompimiento con el cristianismo:

Para ellos <el judío> no era sólo, ni principalmente, el destructor de reyes y el enemigo de la

73 Existen autores de renombre que descartan la tesis de la conspiración judeomasónica de los Protocolos; pero en cambio están dispuestos a conceder la existencia de conexiones entre judaísmo y masonería. El historiador español Ricardo de la Cierva, experto en este tema, observa: “Las exageraciones y distorsiones del antisemitismo y los Protocolos han repercutido en contra de la Historia auténtica. Han suscitado en el mundo judío un agudo complejo de defensa concretado en algunas instituciones muy activas, que –sobre todo después del Holocausto- se alzan contra quienes, sin aceptar la burda farsa de los Protocolos, piensan, con serios motivos, que entre Judaísmo y Masonería existen conexiones históricas indudables...”. Ricardo de la Cierva, La Masonería Invisible, España, Fénix, 2002, p. 31. 74 Revisamos la siguiente versión: Bogotá, Pensar, sin año, 407 pp. Versión española de Bruno Wenzel. Sobre Ford, comenta Ricardo de la Cierva: “Ford aceptaba de lleno la tesis de los Protocolos y acusaba a los judíos de Norteamérica de pretender el dominio sobre los no-judíos mediante el control de la banca y las redes comerciales, la cultura y los medios de comunicación, prensa, teatro, la nueva industria del cine. El fallo más lamentable de Ford es que generalizaba lo particular y mezclaba datos auténticos con falsedades como las contenidas en los Protocolos (...) Pese a sus graves errores de contenido y de cálculo, El judío internacional es un libro que merece un detallado análisis (...) Henry Ford conocía bien la evolución del poder judío en los sistemas vitales de Estados Unidos, por que vivía muy cerca de esos sistemas vitales de la política, las finanzas y los negocios. Le faltaron consejos rigurosos que no subordinasen la investigación seria al odio destructivo. Pero no se puede descartar despectivamente toda la literatura antisemita sin detectar en ellas vetas de auténtica realidad histórica.” Ricardo de la Cierva, Los signos del Anticristo, España, Fénix, 1999, p.236. 75 Norman Cohn, El mito... p. 196.

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Iglesia; era por encima de todo la fuerza que desde hacia dos mil años socavaba la forma verdadera y original de vida de los alemanes. El cristianismo histórico en sí era una creación judía que había ayudado a destruir el mundo arcaico germano. Ahora el capitalismo, el liberalismo, la democracia, el socialismo y la forma urbana de vida continuaban el proceso; juntos formaban el mundo <judío>, la Era Moderna que era creación de éste y en la que prosperaba.76

Esta cosmovisión volkish fue el antecedente más inmediato del nazismo. Quizá por

ello no resulta extraño que el Partido Nazi se haya encargado de difundir Los Protocolos

hasta el grado de convertirlos en una pieza estelar de su propaganda antijudía. Es muy

posible que el mismo Adolf Hitler no creyese en la autenticidad de los mismos, pero es

seguro que les atribuyó no escasa veracidad.

76 Ibid, pp. 177 y 178.

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V. EL ANTIJUDAÍSMO NAZI

Durante el siglo que sucedió al marasmo de la Revolución Francesa empezaron a

gestarse profundos cambios en cuanto a las motivaciones del antijudaísmo. Durante ese

siglo se fue cocinando un antijudaísmo sustancialmente distinto que obedece a diferentes

motivaciones ya alejadas del viejo antijudaísmo teológico propio de una Cristiandad de la

cual no pervivían sino los despojos. El hecho no ha pasado desapercibido para pensadoras

de relieve que han estudiado el tema, como Hannah Arendt:

El antisemitismo, una ideología secular decimonónica (...) y el odio religioso hacia los judíos, inspirado por el antagonismo recíprocamente hostil de dos credos en pugna, es evidente que no son la misma cosa; e incluso cabe poner en tela de juicio el grado en que el primero deriva sus argumentos y su atractivo emocional del segundo.77

Estamos conscientes de la dificultad terminológica que supone calificar de

“antijudaica” la postura nazi. En efecto, en un sentido pareciera incorrecto si consideramos

que el término tiene una connotación religiosa; y fue exactamente esa la causa por la que se

acuñó, para diferenciar, el secularizado antisemitismo. Sin embargo, ya nos hemos explicado

en otro lugar sobre los inconvenientes que derivan de su uso. No nos atrevemos a la

invención de un neologismo y por lo tanto seguiremos refiriéndonos al antijudaísmo nazi.

Pero hay que tener muy en mente que se trata de un antijudaísmo secular y, por eso mismo,

distinto y condenado por el antijudaísmo católico.78

Este nuevo antijudaísmo aparece en el contexto de la modernidad. Esta modernidad

abre paso –con la pluma de filósofos como Hegel- a las ideologías marxista y fascista. El

último, un movimiento popular moderno y revolucionario a su modo, se caracterizó por un

antimarxismo virulento pero, al mismo tiempo, imitó para combatirlo muchos de sus

77 Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, México, Taurus, 2004, p.13. 78 Como es el caso de Julio Meinvielle en consonancia con el Magisterio de la Iglesia.

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métodos. El antijudaísmo –contra la opinión más frecuente- no fue un ingrediente ideológico

esencial del fascismo.79 Pero hubo excepciones.

Cuando en 1933 Adolfo Hitler fue proclamado canciller era un partido político

confesa y desinhibidamente antijudío el que tomaba las riendas de la nación alemana. No era

un antijudaísmo tradicional, entendiendo por tal el emanado de la vieja rivalidad religiosa,

sino más bien un antijudaísmo de nuevo tipo. Este nuevo antijudaísmo no se había forjado

de la noche a la mañana, ni por generación espontánea: era el producto de la confluencia de

muchos y variados afluentes ideológicos provenientes desde distintos campos, aunque

algunos se retroalimentaran entre sí.

En este apartado entraremos en esta materia una vez que consideramos

absolutamente decisivo su conocimiento para tener una cabal idea de la totalidad del

antijudaísmo nazi. Para ello seguiremos muy de cerca –principalmente- la investigación que

sobre el tema ha tenido el escritor César Vidal a bien hacer y que consta en un libro que –en

usual expresión de su autor- “no tiene desperdicio”: Los incubadores de la serpiente.

El afluente wagneriano.

Richard Wagner (1813-1883) fue un extraordinario personaje que no solamente

destacó por su impresionante talento como compositor musical sino que también dejó una

perdurable huella ideológica. De hecho, con Wagner, ambos ámbitos resultan inseparables.

Pues el arte, según Wagner, debe ser total, globalizante (Gesamtkunstwerke). El mismo tiene

una finalidad muy especifica y es reforzar la unidad nacional a costa de recalcar la

79 “El Antisemitismo como componente esencial e inseparable de la ideología fascista –entendido éste en un sentido genérico- parece ser una máxima comúnmente aceptada por parte de la opinión pública y los medios de comunicación. Ahora bien, se trata de un planteamiento erróneo, fruto de una generalización del nacionalsocialismo alemán a todos los demás fascismos, ya que ni todos los fascismos fueron antijudíos –los menos se podría afirmar sin temor a errar-, ni el antisemitismo nace como un apéndice del fascismo”. Erik Norling, Delenda est Israel, España, Barbarroja, 2001, p.7. Una estudio que coincide con esta afirmación de Norling: Vid. Payne, Stanley. Historia del fascismo, Barcelona, Planeta, 1995.

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diferenciación con respecto a “los otros” (que es el judío por antonomasia). El músico

alemán argumentaba en Das Judentum in der Musik (El judaísmo en la música) que el judío

es incapaz de crear el verdadero arte. Los judíos serían un pueblo eminentemente

materialista y opuesto a todo lo que es auténticamente alemán. Idea que se mantiene en su

ensayo Deutsche Kunst und deutsche Politik (Arte alemán y Política alemana, 1867).

Comenta Vidal sobre la idea de Wagner:

Fundamentalmente lo alemán se define, una vez más, por lo que no es; y lo que no es, de manera especial, es lo judío. Este último es un calificativo que equivale a materialista, a parásito que se enriquece con el caudal nacional, a extranjero, a infiltrado corruptor de la nación.80

Para Wagner, he aquí un punto muy importante, el judío es sobretodo reconocido por

sus características raciales. Los judíos tienen un aspecto físico desagradable y hay que evitar

a toda costa mezclar la sangre con ellos. En contraparte se yerguen los héroes germanos de

las óperas wagnerianas, como Sigfrido.

La concepción wagneriana de la obra de arte como una manifestación global, cuya finalidad es afianzar la comunidad nacional germánica y proyectarla hacia un mundo que será, por definición, mejor, tiene como una de sus consecuencias el retrato denigrante de tipos correspondientes a su imagen del judío. Para estrechar los lazos de la comunidad, según el pensamiento wagneriano, hay que rechazar lo diferente. De hecho, sin acentuar esos elementos de diferenciación es imposible tener conciencia de la propia identidad. Precisamente por ello, el racismo, más especialmente el antisemitismo, no constituye simplemente una nota pintoresca en la obra del compositor sino más bien uno de los fundamentos indispensables e irrenunciables de la misma, un elemento absolutamente esencial. Por ello, como Wagner señala en Das Judentum..., en escena el judío nunca puede ser un personaje positivo.81

Las óperas de Wagner, como Los maestros cantores de Nuremberg, El anillo de los

Nibelungo o Parsifal se mantienen fieles a esta línea.82

El afluente nietzscheano.

El filósofo alemán Federico Nietzsche aportará lo suyo sobretodo en las que

80 César Vidal, Los incubadores de la serpiente, España, Anaya & Mario Muchnik, 1997, p. 28. 81 Ibid, p.30. 82 Vidal atribuye, sin mencionar la fuente, las siguientes palabras a Hitler: “Cualquiera que desee entender la Alemania nacionalsocialista debe conocer primero a Wagner”. Ibid, p.19.

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probablemente son sus dos obras más extremas: La genealogía de la moral y El Anticristo.

En la primera de estas obras Nietzsche se muestra partidario de un cambio de los

valores existentes. Hace una crítica de esos valores. Por lo tanto, Nietzsche realizó un

estudio acerca de los orígenes de la moral, abordado desde la historia y la filología.83 La

conclusión de ese estudio revelaba, según Nietzsche, que en la antigüedad los buenos eran

los poderosos, los aristócratas, los violentos. Había que recuperar esos valores.

Para Nietzsche, por tanto, el concepto de “bueno” es algo que se identifica con los aristócratas, con los señores, con la clase superior. Por el contrario, lo malo corresponde a la plebe, al vulgo, a la clase inferior. En ese sentido, la moral primigeniamente buena es la de las elites aristocráticas y la mala la que se da entre la plebe. Obviamente, esa identificación descarnada de lo bueno con lo aristocrático y de lo malo con lo plebeyo no contaba con un consenso generalizado en la época de Nietzsche. A juicio de éste, tal circunstancia había que atribuirla a que se había producido una transmutación de valores, la creación de una moral diferente a la primigenia, reflejada, según él, en las diferentes lenguas.84

¿Quiénes son, para Nietzsche, los responsables de esta transmutación de los valores?

Pues las castas sacerdotales y, en especial, el pueblo sacerdotal por excelencia: los judíos.

(...) Pongamos el ejemplo más notable. Todo lo que en la tierra se hizo contra los “nobles”, los “poderosos”, los “amos”, los “gobernantes” no puede compararse con lo que hicieron los judíos. Los judíos se vengaron de sus dominadores por una radical mudanza de los valores morales, es decir, con una venganza esencialmente espiritual. Sólo un pueblo de sacerdotes podía obrar así. Los judíos, con formidable lógica, echaron por tierra la aristocrática ecuación de los valores “bueno”, “noble”, “poderoso”, “hermoso”, “feliz”, “amado de Dios”. Y con el encarnizamiento del odio, afirmaron: <Sólo los desgraciados son los buenos; los pobres, los impotentes, los pequeños son los buenos; los que sufren, los necesitados, los enfermos, los lisiados son los piadosos, son los benditos de Dios; sólo a ellos pertenecerá la bienaventuranza; por el contrario, vosotros, que sois nobles y poderosos, seréis para toda la eternidad los malos, los crueles, los codiciosos, los insaciables, los impíos, los réprobos, los malditos, los condenados...>85

Para llevar a cabo esta venganza, esta transmutación de los valores, los judíos se han

valido, según Nietzsche, de un instrumento, de una especie de “caballo de Troya”: Jesús de

Nazaret.86 Luego, debido al cristianismo, instrumento de la venganza judaica, la moral del

83 Nietzsche fue profesor de filología clásica en Basilea, Suiza, desde 1870 a 1878. 84 César Vidal, Los incubadores... p. 48. 85 Federico Nietzsche, La genealogía de la moral, España, Íntegra, 1, 7. 86 “Jesús de Nazaret, el evangelio encarnado del amor, el “Salvador”, que traía a los pobres, a los enfermos y a los pecadores la bienaventuranza y la victoria, ¿no era él la seducción en su forma más irresistible, la seducción que por un rodeo había de conducir a los hombres a adoptar los valores judíos? El pueblo de Israel, al herir al

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hombre vulgar ha prevalecido, la moral del resentimiento; lo cual significa un gran retroceso

para la humanidad. Una de las conclusiones de Nietzsche en La genealogía de la moral es

que durante la historia de la humanidad consiste hay una lucha entre dos polos opuestos: uno

positivo, al que identifica con “Roma”, y otro negativo, “Judea”.87

En el segundo tratado de la misma obra, Nietzsche va a hacer una consideración

positiva de la crueldad y a la vez negativa de la culpa. El hombre “bueno”, para Nietzsche,

tendría que estar liberado de limites morales y ser cruel de forma natural hacia los seres

inferiores.88 Su ejercicio produce placer. Esta forma de pensar chocaba frontalmente con la

moral judeocristiana y es por ello que Nietzsche no escatimó en epítetos hacia el Nuevo

Testamento, tan repugnante y alejado de lo que, para él, era una moral modélica.89

En resumen, pues (...) [para Nietzsche] resulta imperativo regresar a unos fundamentos morales propios de lo auténticamente bueno, aristocrático, señorial. Serían unas bases morales que afirman que no hay culpa frente a la libertad de acción humana, que la crueldad y el descargar la misma sobre los inferiores es bueno y natural y que la consigna de “todo es permisible, nada es verdad...” es un correcto fundamento. 90

En El Anticristo, Federico Nietzsche va a correr por el mismo sendero antijudío y

Salvador, su aparente adversario, ¿no hirió al verdadero objeto de su odio sublime? ¿No fue la oculta magia negra de una política verdaderamente grandiosa de la venganza, de una venganza previsora, subterránea, lenta y calculadora, el poner Israel en la cruz a la faz del mundo al verdadero instrumento de su venganza, como si este instrumento fuese su enemigo mortal, para que el mundo, es decir, los enemigos de Israel, tuvieran menos escrúpulos en morder el anzuelo más funesto y peligroso?...” Federico Nietzsche, La genealogía de la moral... 1,8. Esta idea de Nietzsche fue tomada por importantes sectores nazis: “Para los nazis, el cristianismo era <extranjero> y <antinatural>, o lo que se ha descrito como el <veneno póstumo> de los judíos, una idea que los nazis tomaron de Nietzsche”. Michael Burleigh, El Tercer Reich, México, Taurus, 2005, p.288. 87 Federico Nietzsche, La genealogía de la moral... 1, 16. 88 Ibid, 2, 6. Quizás la más genial refutación de este hombre superior nietzscheiano, despojado de conciencia, se la debamos a la pluma de Dostoievsky en su novela Crimen y Castigo. 89 Federico Nietzsche, La genealogía de la moral, 3, 22. Es interesante conocer un punto de vista católico sobre el <superhombre> nietzscheiano. “El arquetipo nietzscheano, en suma, es capaz de defender una causa, de tomar una decisión irreversible y riesgosa, de ser fiel a un pensamiento y a un amor. Es capaz de castigar y derribar a un osado, es capaz de la ira y de la espada justiciera. Es, en una palabra, un verdadero Señor (...) Hasta aquí sí se quiere, lo plausible y lo rescatable. Pero el Superhombre carece de compasión y de piedad. Desconoce abiertamente virtudes como la magnanimidad y la caridad. En cambio la venganza y la inmisericordia, la ambición. la codicia, la arrogancia y la crueldad son sus cualidades identificatorias, y no hemos anunciado arbitrariamente ninguna de ellas. Cabría incluso el calificativo “bestial”, no pocas veces usado por Nietzsche para referirse a “su” hombre superior”. Antonio Caponnetto, Los Arquetipos y la Historia, Folia, México, 2003, p.127 y 128. 90 César Vidal, Los incubadores... pp. 55 y 56.

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anticristiano91 de La genealogía de la moral. Incluso sugiere –coherentemente con su

creencia en la necesidad de imponer un orden “natural” en donde los fuertes prevalezcan

sobre los débiles- el modelo de castas de la India o a la secta árabe de los hashishim.

Curioso es también que, en El Anticristo, Nietzsche arremeta contra los anarquistas y

socialistas por considerarlos de una misma procedencia: la cristiana.92

El afluente darwinista.

Importantes fueron –y siguen siéndolo hasta el día de hoy- las teorías del científico

inglés Charles Darwin.

De acuerdo con éste, el desarrollo de las formas vivas existentes en nuestro planeta debían atribuirse a la evolución, un proceso de creciente complejidad que se producía mediante la selección natural.93

En esta línea, Darwin consideraba importante la competencia entre los miembros de

una misma especie y también la competencia entre unas especies y otras dentro del

mecanismo de selección natural. Estas ideas -que en su momento fueron consideradas

rigurosamente científicas- dieron pie a que fueran aprovechadas por movimientos políticos e

ideológicos que presuntamente vendrían a confirmarse y respaldarse científicamente con las

teorías de Darwin.94 Posteriormente otros autores, influenciados por estas teorías,

trasladarían esta competencia natural a un combate entre razas ligado a la selección natural.

La conexión entre la teoría darwinista y la eugenesia o el racismo basado en la creencia en una raza superior no fue una mala interpretación de las tesis de Darwin, sino aspectos que él mismo, de manera expresa, señaló. Para Darwin, las razas de color no eran sino especies menos evolucionadas que el blanco. De hecho, insistió en que el cerebro de los blancos era mayor que el de los que tenían los miembros de otras razas y que eso era un signo de su superioridad intelectual. Si los blancos, según Darwin, estaban extendiendo su dominio a zonas de la tierra distintas del continente europeo no se debía a la superioridad tecnológica sino a su inteligencia superior. La base para esta superioridad la atribuyó en una obra

91 “Ya sabemos con qué inaudita violencia ha rechazado Nietzsche el cristianismo”. Así comienza el filósofo Karl Jaspers un libro sobre la posición de Nietzsche ante el cristianismo. Vid. Jaspers, Karl, Nietzsche y el Cristianismo, sin lugar, Ed. Elaleph.com, 1990, p.3. 92 Vid. Nietzsche, Federico, El Anticristo, México, Tomo, 2002. 93 César Vidal, Los incubadores... pp. 93 y 94. 94 Como en el caso de ideólogos liberales y del mismo Carlos Marx.

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posterior a la selección sexual, tema al que dedicó la segunda parte del Origen del hombre.95

No obstante, el primer hombre más directamente involucrado en la elaboración de un

“racismo científico” fue un conde de nacionalidad francesa llamado Joseph Artur de

Gobineau (1816-1877).96 Este aristócrata publicó en 1853 y 1855 una obra titulada Essai

sur l’inégalité des races humaines (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas) ; en

esta obra se afirmaba que todas las razas humanas son desiguales no solo en el terreno

meramente físico, sino también psicológico. Gobineau había llegado a esta conclusión

después de considerar como argumento el supuesto hecho de que existía un sentimiento

universal que lo confirmaba, y de observar la ausencia de determinantes geográficos que

explicaran la prosperidad de unas regiones y la pobreza de otras. Según Gobineau, dice

Vidal:

(...) la nación no deriva su valor de la tierra, sino que el proceso es exactamente el inverso. Es la raza, en realidad, la que otorga su valor al suelo. La respuesta al porqué de la desigualdad no se halla por tanto en la geografía sino en la biología.97

Para Gobineau existían únicamente 3 razas: blancos (a su vez subdivididos en

caucasianos, semitas y jafetitas), negros (camitas) y amarillos (altaicos, mongoles, fineses y

tártaros). De estas 3 razas la superior era la blanca, sin la cual ninguna civilización podía ser

creada. Más aún se recalca el papel del ario como el superior y fundamental sin cuyo aporte

es imposible encontrar una verdadera civilización. Gobineau también llamaba la atención

sobre el peligro que encerraba la mezcla de razas dado que con respecto a los blancos –

especialmente los arios- sólo podría traer como consecuencia una degeneración que

repercutiría de forma directa y proporcional en la decadencia de la civilización.

95 César Vidal, Los textos que cambiaron la historia, Barcelona, Planeta, 2000, p. 377. El autor prueba lo que dice a través de una carta que Darwin envió a W. Graham el 3 de julio de 1881. 96 Personaje que durante un tiempo fue subordinado de Alexis de Tocqueville; quien se sintió fascinado por las teorías de Gobineau aún cuando las consideró falsas, según señala Vidal. 97 César Vidal, Los incubadores... p. 99.

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Las ideas de Gobineau ganaron gran popularidad en Alemania a través de la

traducción que hizo de su libro un bibliotecario de la Universidad de Gotinga llamado

Ludwig Scheman. A partir de él, las ideas de Gobineau influenciaron a uno de los

principales intelectuales del nazismo como lo fue Alfred Rosenberg, y al mismo Adolfo

Hitler.

Otro canal por el cual las ideas de Darwin, y más concretamente de Gobineau,

llegaron a influenciar y encontrar acomodo en el movimiento nacionalsocialista fue a través

de Houston Stewart Chamberlain. Este autor inglés (1855-1927), que después adoptó la

nacionalidad alemana, publicó el libro, en el año de 1899, Die Grundlagen des neunzehnten

Jahrhunderts (Los fundamentos del siglo XIX).

Como su propio título indicaba, la obra pretendía describir las bases de la cultura europea del siglo XIX. Aunque, en teoría, la misma intenta constituir una especie de explicación cristiana de la historia, en la práctica no es sino un alegato racista que descansa en dos pilares muy concretos: la tesis de la superioridad de la raza alemana y la de la influencia destructora de los judíos y del judaísmo.98

En el primer volumen de esta obra -una historia de la humanidad hasta el año 1200-

Chamberlain destacó el papel de los griegos y sus magnificas realizaciones en diversos

campos. También subrayó algunos vicios de los griegos como la invención de la democracia

y una moralidad que dejaba mucho que desear. Finalmente, Grecia habría iniciado su

declive debido a la mezcla de razas con los asiáticos. De este declive le salvó

provisionalmente Roma que a la postre también habría sufrido su decadencia por el mismo

motivo. Según Chamberlain , paralelamente a la caída del Imperio Romano se produjo un

choque entre dos razas puras: la judía y la teutona.

Precisamente ese supuesto enfrentamiento entre judíos y teutones sirve a Chamberlain para articular su teoría principal, la de que la historia gira en torno a la conciencia de raza. Ésta permite que el individuo se alce al batiburrillo de razas mezcladas y le dota de un poder extraordinario, casi sobrehumano, el mismo que tuvieron los teutones para salvar el legado

98 Ibid, pp. 104 y 105.

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romano de un caos inicial.99

En el segundo volumen de su obra, Chamberlain relata cómo los teutones salvaron a

la humanidad preservando para ella el legado de Roma y enfrentándose a la inferior raza

judía. Esta nueva cultura teutona habría nacido con el Renacimiento en el norte de Italia del

talento de artistas, poetas y pensadores como Correggio, Galileo, Dante, Giotto, Donatello,

Leonardo da Vinci y Miguel Ángel (sic). Los judíos, al ser opositores de la cultura teutona,

ya en el siglo XX:

(...) deberían ser contemplados como un peligro social y político y, precisamente por ello, no podían disfrutar de la semiigualdad proporcionada por la emancipación.100

Houston Stewart Chamberlain se empeñó también en conservar una imagen positiva

del cristianismo. Pero para poder mantener esa imagen positiva en una tesis histórica que se

centraba en el enfrentamiento total entre arios y judíos se vio obligado a someter la figura de

Jesús a una especie de metamorfosis: resulta que Jesús no fue judío, sino ario... Semejante

proceso alquímico fue adoptado después por Rosenberg y Hitler. El libro de Chamberlain

tuvo un enorme impacto en Alemania en donde recibió muchos elogios -que provinieron

incluso del mismo Káiser Guillermo II- y su popularidad permaneció durante la Alemania

nacional-socialista.

El afluente ocultista

A todos los ya mencionados antecedentes ideológicos del nazismo va a agregarse el

del esoterismo. Este proceso arranca con una mujer nacida en la ahora Dniepropetrovsk,

Ucrania, de nombre Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891). Madame Blavatsky fue, desde

muy temprana edad, una mujer en estrecho contacto con el mundo de lo oculto y lo

preternatural, tras ejercer durante un periodo como una médium común y corriente se

99 Ibid, p. 106. 100 Ibid, p. 107.

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convirtió en el personaje clave en la fundación de una sociedad ocultista que cobrará enorme

importancia hasta nuestros días: la Sociedad Teosófica.101

Blavatsky escribió en 1877 su obra Isis sin velo; en la misma descubría lo que

presuntamente era el auténtico ocultismo egipcio. Más tarde, en el año de 1888, publicaría

su obra más importante: La doctrina secreta.102 Los comentarios de Blavatsky acerca de un

misterioso manuscrito secreto -que había supuestamente consultado en un monasterio

subterráneo en los montes Himalaya- llamado Estancias de Dyzan.

En el segundo volumen de La Doctrina Secreta, Antropogénesis:

(...) madame Blavatsky vincula la teoría de la evolución con una visión racista del género humano. De acuerdo a la misma los ciclos del universo son testigos de la aparición de siete razas raíces. Si las cuatro primeras siguen un proceso de descenso espiritual, a partir de la quinta y hasta la séptima se produce un proceso inverso de ascensión.103

Las tres primeras razas corresponden a la astral, hiperbórea y lemuria, en ese orden.

Tres razas inferiores al hombre actual dentro de las cuales, la tercera, se había mezclado

dando paso a monstruos degenerados. La cuarta raza se identificaría con los habitantes de la

civilización de la Atlántida, perdida en un diluvio: los atlantes. La quinta plaza la ocupaban

los arios; mismos que, sí aceptaban ser iniciados en el ocultismo blavatskiano, heredarían la

supremacía mundial.

El resultado final del aprendizaje de los arios no podía resultar más evidente para madame Blavatsky. Finalmente, los mismos podrían dominar el mundo y concluirían con la era presente marcada negativamente por el influjo espiritual de los cristianos y judíos. El rechazo blavatskyano de la cosmovisión judeocristiana se manifestó, entre otras cosas, en sus afirmaciones de fe politeísta, en su caracterización positiva de Satanás o en su insistencia en que no sólo Lucifer no era malo sino que además era el dios al que los teósofos que hubieran llegado al último grado de iniciación debían adorar. Asimismo, madame Blavatsky subrayó en sus enseñanzas que el Dios de la Biblia es perverso; que los judíos son un pueblo despreciable (y una raza indigna); y que el Nuevo Testamento era un libro profundamente desagradable, auténtica “bestia negra”, para la ocultista. En cuanto a la figura de Jesús (...) [lo] privaría de sus características judías y lo convertiría en un maestro espiritual insulso,

101 Antecedente de, entre otros movimientos, la Nueva Era (New Age). Sobre la Sociedad Teosófica y Madame Blavatsky. Vid. Guénon, René, El Teosofismo, historia de una pseudo-religión, Barcelona, Obelisco, 1989. 102 Vid. Blavatsky, Helena Petrovna, La Doctrina Secreta, México, Berbera, 6 vols., 2001. 103 César Vidal, Los incubadores... p. 117.

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etéreo e irreal, impregnado de la visión ocultista.104

La doctrina de Blavatsky no tardó en propagarse por Alemania.105 Allí retomó un

gran impulso mediante una serie de personajes que hicieron aún mas hincapié en el factor de

la supremacía aria y dieron a sus doctrinas un sentido político más explícito. A estos nuevos

ocultistas se les reconoce por ariósofos y tuvieron por su primer representante de relieve a

un austriaco llamado Guido Karl Antón List (1848-1919).

List fue converso al paganismo a muy temprana edad y cultivó el ocultismo teosófico

con el antijudaísmo militante. Probablemente su aporte más destacado a la posterior

configuración del nazismo alemán se deba a su convicción de crear un estado ario con

núcleo en Austria. En el mismo, los que formaran parte de la jerarquía serían legitimados

por su pureza racial y su adhesión a la gnosis. En el nuevo estado ario los eslavos y los

judíos serían segregados prohibiendo su acceso a la educación, comercio, funcionariado y

otras profesiones. La eugenesia sería a su vez una práctica habitual. También profetizaba la

venida de un Mesías, un Salvador, que sería -con el paso de los años- relacionado con Hitler.

La ariosofia nacida en Austria iba a ser conocida en breve por toda Alemania gracias

a organizaciones como la Germanenorden de Theodor Fritsch106 y la revista Ostara de Lanz

von Liebenfels, entre otras.

104 Ibid, p. 119. La doctrina de Blavatsky también incluía la creencia en la reencarnación, que justamente había tenido su origen en los arios que invadieron la India milenios antes de Cristo. 105 La primera ocasión en que la esvástica apareció en la portada de una revista alemana lo hizo a través la publicación teosófica Lotusbluthen (Flores de loto). Vid. César Vidal, Los incubadores... p. 122. 106 “Organización antisemita, núcleo secreto e interno de la Reichshammerbund o <Alianza del martillo del Reich (...) gestada en Leipzig en torno a 1910 conforme al modelo de las logias masónicas, nacida o fundada formalmente en 1911, llamada Germanenorden desde 1912, nombre impuesto por Theodor Fritsch. Acentúa la necesidad de obedecer y de consagrarse a un <Imperio> pangérmanico y a la restauración de una nación y raza germana totalmente pura. Para ello había que expulsar a las razas inferiores, a saber, los judíos, los gitanos, los mestizos, los anarquistas. Sus adeptos debían tener cabellos rubios, ojos azules y piel blanca pálida (lo más posible). En su emblema figura la cruz esvástica. De ahí y de la Sociedad Thule la tomaron los nacionalsocialistas. Se discute e influjo de la ariosofía. En sus rituales y en sus ritos de iniciación predominan los elementos masónicos y los wagnerianos (...) Uno de sus miembros directores, Hermann Pohl, la orientó mucho más hacia el neopaganismo germano que hacía la política... “ Manuel Guerra Gómez, Diccionario Enciclopédico de las Sectas, España, BAC, 2001, pp. 334 y 335.

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Estas organizaciones se mostraban unánimes en su desprecio del parlamentarismo, el

antijudaísmo más exaltado, y la necesidad de una dictadura militar capaz de llevar a los arios

a la realización de ambiciones imperiales. Otra organización ariosófica que tuvo su

importancia en la fundación del Partido Nacional Socialista fue la Sociedad Thule fundada

por Rudolf von Sebottendorff.107

Concluida la Primera Guerra Mundial la Sociedad Thule, junto con Germanenorden

se enfrentaron, con las armas en la mano, a los revolucionarios durante la revuelta comunista

de 1919. Por ese entonces la Sociedad Thule se rodeó de una serie de personajes que

después tuvieron un papel destacado al lado de Hitler y del nazismo en general, tales como

Gottfried Feder, Dietrich Eckart, Rudolf Hess y Alfred Rosenberg.

A fines de 1918 Sebottendorff fundó un círculo laboral llamado Deutsche

Arbeiterverein que tenía por objetivo el proselitismo; propagar las ideas de Thule entre la

población. En ese círculo participaron Karl Harrer, como presidente Antón Drexler y como

vicepresidente Michael Lotter. En diciembre del mismo año, Drexler propuso la creación del

Partido Obrero Alemán (Deutsche Arbeiterpartie), mismo que se fundó el 5 de enero de

1919 con el mismo Drexler como presidente. El 12 de septiembre de 1919 ingresaba en el

partido Adolfo Hitler y a finales de febrero de 1920 se convirtió en el NSDAP (Partido

Nacionalsocialista Obrero Alemán), siglas que perduraron hasta 1945. Tres meses después

Hitler diseñó el estandarte del nuevo movimiento, con la esvástica en el centro.

Resulta obvio que el papel que la asociación Thule tendría en la articulación del nazismo no puede ser en absoluto minimizado. Como señalaría el mismo Sebottendorff, los primeros

107 “<Thule> es el nombre dado por Piteas a la tierra más septentrional descubierta por él hacia el año 300 a.C. El fundador de la Sociedad Thule, Sebottendorff, la identificaba con Islandia, país de refugiados germánicos. <<Nuestra sociedad (Thule) es una orden germánica... Nuestro dios es Walvater, su runa es la runa Ar y la Trinidad de Wotán, Woli, We es la unidad de la Trinidad. La runa Ar significa ario, fuego primordial, sol y águila. El águila es el símbolo de los arios...>> (Discurso de Sebottendorff en 1918). Las <runas> son las letras del alfabeto germánico más arcaico, signos secretos de valor mágico. Thule es una ideología pangermánica y antisemita, que sirvió de soporte teórico al nazismo...”. Ibid, p. 940.

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seguidores de Hitler surgieron de Thule, de la Union Laboral Alemana (DAV, Deutsche Arbeiterverein) fundado por Karl Harrer, un miembro de Thule, y del Partido Germano-Socialista (DSP, Deutsche-Sozialistische Partei) cuyo órgano de expresión era el Munchener Beobachter que, como Volkischer Beobachter, se convertiría en el periódico oficial del partido nazi. Sin embargo no menos cierto es que la aparición de Hitler eclipsó totalmente a von Sebottendorff y lo descabalgó de un movimiento que entonces comenzaba a encontrarse en su mejor momento.108

Los cuatro afluentes repasados en el presente capítulo junto con Los Protocolos de

los Sabios de Sión fueron configurando la Weltanschauung (cosmovisión) del emergente

Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán y la mente del propio Adolfo Hitler.

Mi Lucha

Cuando Hitler, después del fracasado putsch de Munich en 1923, fue recluido en la

prisión de Landsberg comenzó a elaborar lo que suponía sería su “testamento político”, ya

entonces aparecieron con enorme nitidez las ideas que han precedido en este capítulo. En

Mein Kampf (Mi Lucha) se reproducen textos como los siguientes que pasaremos a citar a

continuación –sin afán de ser exhaustivos- en donde quedan de manifiesto la influencias

darwinista-gobineauiana- chamberlainiana a la vez que de los ariósofos.

(...) No debe olvidarse la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno; su misión es conservar su raza [en otras traducciones aparece la especie]109 Un estado de concepción racista, tendrá, en primer lugar, el deber de librar al matrimonio del plano de una perpetua degradación racial y consagrarlo como la institución destinada a crear seres a la imagen del Señor y no monstruos, mitad hombre, mitad mono.110 Si un pueblo sucumbe en la lucha por los derechos del hombre, es porque al haber sido pesado en la balanza del Destino resultó demasiado liviano para tener la suerte de seguir subsistiendo en el mundo terrenal. Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer, y esto por la justicia eterna de la Providencia. El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes.111 El pecado de la sangre y la contaminación de la raza son el pecado original en este mundo y el final de una humanidad que se rinde ante él.112

Todo cuanto hoy admiramos –ciencia y arte, técnica e inventos- no es otra cosa que el

108 César Vidal, Los incubadores... p. 148. 109 Adolfo Hitler, Mi Lucha, México, Latinoamericana, 1960, 1, 3. 110 Ibid, 2, 2. 111 Ibid, 1, 3. 112 Ibid 1, 10.

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producto de la actividad creadora de un número reducido de pueblos y quizá, en sus orígenes, de un solo pueblo [el ario]. Todas las grandes culturas del pasado cayeron en la decadencia debido sencillamente a que la raza de la cual habían surgido envenenó su sangre. Si se dividiese la Humanidad en tres categorías de hombres: creadores, conservadores y destructores de la cultura, tendríamos seguramente como representante del primer grupo sólo al elemento ario (...) La perdida de la pureza de la sangre destruye para siempre la felicidad interior; degrada al hombre definitivamente y son fatales sus consecuencias físicas y morales.113

Junto a estas ideas provenientes de quienes adherían al denominado darwinismo

social –y aún de la ariosofia- se hallaban otras que aludían al pan-germanismo y a la

realización de un estado en donde se encontraran reunidos los pertenecientes a una misma

raza:

La Austria germana debe volver al acervo común de la patria alemana, y no por razón alguna de índole económica. No, de ningún modo, pues aún en el caso de que esa unión considerada económicamente fuese indiferente o resultase incluso perjudicial, debería llevarse a cabo a pesar de todo. Pueblos de la misma sangre corresponden a una patria común. Mientras el pueblo alemán no pueda reunir a sus hijos bajo un mismo Estado, carecerá de derecho, moralmente justificado, para aspirar a una acción de política colonial.114

Idea –la última- que también se encontraba en los ariósofos. También son visibles las

ideas de Nietzsche en torno a una minoría aristocrática superior a la mayoría plebeya:

Es un hecho que, cuando en una nación, con una finalidad común, un determinado contingente de máximas energías se segrega definitivamente del conjunto inerte de la gran masa, esos elementos de selección llegarán a exaltarse a la categoría de dirigentes del resto. Las minorías hacen la historia del mundo, toda vez que ellas encarnan, en su minoría numérica, una mayoría de voluntad y de entereza.115

Sobre la “cuestión judía” también existen textos en donde es posible trazar

conexiones con sus antecedentes inmediatos.

El antípoda del ario es el judío (...) En la vida parasitaria que lleva el judío, incrustada en el cuerpo de naciones y Estados, está la razón de eso que un día indujera Schopenhauer a exclamar que el judío es el “gran maestro de la mentira”. Su vida en medio de otros pueblos puede, a la larga, subsistir, solamente si logra despertar en ellos la creencia de que, en su caso, no se trata de un pueblo, sino de una “comunidad religiosa”, aunque muy singular. Esta es por cierto su primera gran mentira. Para poder vivir como parásito de pueblos, tiene que recurrir el judío a la mixtificación de su propio carácter [racial].116 Hasta qué punto toda la existencia de este pueblo se basa en una mentira continua queda

113 Ibid, 1, 11. 114 Ibid, 1, 1. 115 Ibid, 2, 2. 116 Ibid, 1, 11.

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mostrado de manera incomparable por los Protocolos de los Sabios de Sión, tan infinitamente odiados por los judíos.117

Los textos hitlerianos que corroboran los nexos entre su pensamiento y los afluentes

que hemos descrito en este capítulo podrían multiplicarse hasta cubrir varias páginas. Mas,

para el propósito de este trabajo, consideramos suficientes los ya evocados.118

117 Idem. En: César Vidal, Los incubadores... p- 202. El texto no aparece en la versión de Mi Lucha que utilizamos. 118 Una obra no carente de interés sobre los personajes que influenciaron el pensamiento de Hitler en la obra colectiva: Hitler y sus filósofos, Barcelona, Ojeda, 1998.

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VI. ACERCA DE LAS CONCEPCIONES NAZIS DEL CRISTIANISMO

Quien nos venga siguiendo a estas alturas comprenderá la incompatibilidad existente

entre el viejo antijudaísmo teológico-cristiano y las distintas fuentes del antijudaísmo

nacionalsocialista. Sus motivaciones son bien distintas.

Hemos visto que exponentes del antijudaísmo cristiano, como Meinvielle,

rechazaban lo que llaman antisemitismo, porque entendían que el problema era religioso y

teológico. Apartarse de esta perspectiva significaba, según ellos, renunciar a comprender la

problemática. Lo mismo puede decirse, pero en sentido inverso, de la opinión de los nazis

antijudíos sobre el antijudaísmo cristiano.

En la mente de Hitler, el antijudaísmo cristiano es equivoco:

El antisemitismo del partido cristianosocial se fundaba en concepciones religiosas y no en principios racistas (...) Es claro que una acción contra los judíos sobre una base semejante podía causarles a éstos sólo una relativa inquietud, pues, en el peor de los casos, un chorro de agua bautismal era siempre capaz de salvar al judío y su comercio. Abordada la cuestión tan superficialmente, jamás podía llegarse a un serio y científico análisis del problema fundamental y sólo se conseguía apartar a muchos de los que no concebían un antisemitismo de estas características. Este modo de hacer las cosas a medias anulaba el mérito de la orientación antisemita del partido cristianosocial. Era un pseudo antisemitismo de efectos más contraproducentes que provechosos; se adormecía despreocupadamente creyendo tener al adversario cogido por las orejas mientras en realidad era éste quien tenía al contrario sujeto por la nariz.119

Ahora bien, esas diferencias ideológicas ¿deben entenderse como un corte tajante

entre ambas formas de pensamiento?; ¿podrían subsistir elementos de la vieja tradición

antijudía cristiana en la nueva nacionalsocialista? Semejante pregunta exige una respuesta

matizada.

Algunos autores como Richard Steigman-Gall han defendido –en un muy interesante

119 Adolfo Hitler, Mi Lucha... 1,3.

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estudio120- que la ideología antijudía nacionalsocialista se vio envuelta –en muchos de sus

elementos destacados- en un lenguaje cristiano. Steigmann-Gall analiza en su obra discursos

y escritos de personajes nacionalsocialistas de algún relieve -como Dietrich Eckart, Joseph

Goebbels y el mismo Adolfo Hitler, entre otros- para defender la tesis de que los lideres

nacionalsocialistas entendían su lucha contra el judío en términos específicamente

cristianos, aunque ciertamente un cristianismo sui generis: “cristianismo positivo”.

Nuestra posición es que –al margen de que esas declaraciones hayan sido sinceras u

oportunistas- ese discurso con elementos “cristianos” no representan más que una imagen

adulterada y falsificada del cristianismo; a tal grado que ya no parece lo más propio usar ese

término para designarle. Cierto es que Cristo es mencionado -por algunos dirigentes nazis-

frecuentemente como un personaje muy positivo y que en ocasiones se utiliza el discurso de

un nacionalsocialismo “defensor del cristianismo” frente al “espíritu judaico demoníaco”.

Sin embargo, como hemos visto con anterioridad en el análisis de los orígenes ideológicos

del nazismo, la figura de Cristo ha sido vaciada de su contenido original. Cristo ya no es en

la mente de los jerarcas nazis un judío, sino un ario. Incluso la revelación

veterotestamentaria ha sido rechazada, por lo cual ya no se puede hablar siquiera de una

misma fuente inspirada.

No resulta por lo tanto casual que, por poner un ejemplo, la Glaubensbewegung

Deutsche Christen (Movimiento religioso de cristianos alemanes) -uno de los colectivos

presuntamente cristianos más radicalmente pro-nazis- haya rechazado aquello que de la

Sagradas Escrituras le incomodaran:

[Hay que] librarse, en el servicio divino y en la confesión, de todo lo que no es alemán, liberarse del Viejo Testamento con su moral judía, y de estos cuentos de tratantes de ganado y rufianes. Con razón se ha calificado a este libro como uno de los más dudosos de la historia

120 Steigmann-Gall, Richard. The Holy Reich, USA, Cambridge University Press, 2003.

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mundial... También sería necesario... que todos los textos evidentemente desfigurados y supersticiosos del Nuevo Testamento sean alejados y que se renuncie principalmente a la teología de misericordia e inferioridad del rabino Pablo... Sí nosotros extraemos de los Evangelios lo que nos habla a nuestros corazones alemanes, entonces resalta clara y brillantemente lo esencial del dogma de Jesús, lo que está completamente de acuerdo con las exigencias del nacionalsocialismo, y de ello podemos estar orgullosos.121

En otras palabras, el “cristianismo positivo” que defendían los nacionalsocialistas

debe entenderse como una reinterpretación –desfiguración- radical del cristianismo. Una

política que buscaba eliminar del viejo cristianismo todo aquello que pudiera ser molesto

para la cosmovisión nazi: la prioridad era el movimiento, la raza y la nación; el cristianismo

se transformaría –lo que fuera adaptable- conforme a las necesidades y lo demás sería

extirpado. El “cristianismo” que profesaban ha sido tergiversado.122

La Iglesia Católica por su parte observó nítidamente esta deriva y la denunció. El 19

de marzo de 1937 el Papa Pío XI publicaba su encíclica Mit brennender Sorge:

El que encumbra la raza, el pueblo, el Estado y el régimen sobre los valores básicos de la sociedad humana, que dentro del orden terrenal ocupan un lugar esencial y respetable, y los sobrepone también a todos los demás valores, aun a los religiosos, endiosándolos y falsificando el orden de las cosas creado y mandado por Dios, éste está muy lejos de la verdadera fe en Dios y del recto concepto de la vida (...) En Jesucristo, Hijo de Dios convertido en hombre, se ha manifestado la plenitud de la bondad divina. Las Sagradas Escrituras del Viejo Testamento son la palabra de Dios, una parte esencial de su Revelación (...) Esta revelación no puede ser modificada por el hombre, y menos aún puede ser sustituida por las teorías arbitrarias de ciertos portavoces actuales que quieren entronizar el llamado mito de la sangre y de la raza (...) Revelación, en el sentido cristiano, es sólo la palabra de Dios a los hombres. Usar esta misma denominación para las <insinuaciones de sangre y raza, para las hazañas de la historia de un pueblo> es desconcertante. Tal moneda

121 Discurso pronunciado en el Palacio de los Deportes de Berlín el 13 de noviembre de 1933 por el doctor Reinhold Krause, jefe de distrito de los cristianos alemanes del gran Berlín. Citado en: Kurt Zentner, El Tercer Reich, Barcelona, Bruguera, 1978, vol.2., pp. 364 y 374. 122 “Los nazis despreciaban el cristianismo por sus raíces judaicas, su afeminamiento, su espiritualidad y su universalidad. Parecía una negación de la vida frente a su afirmación y movilizaba valores y sentimientos indeseables. El perdón no era para odiadores resentidos, ni la compasión de gran utilidad para gente que quería aplastar a los débiles. En una palabra, el cristianismo era <una enfermedad del alma> (...) Pero eran los valores sustanciales del cristianismo los que se interponían en su camino, impugnando todas sus reivindicaciones e impidiendo la desinhibición moral indispensable para su delirio racial. Haciendo al cristianismo un dudoso cumplido, se daba cuenta de que sólo algo notablemente similar lo borraría, es decir algo cuya mejor descripción ha sido <una especie de mimesis destructiva>. Había que eliminar los principios básicos, pero la emotividad religiosa difusa restante tenía su utilidad. Prescindiendo de las ambivalencias y antagonismos del cristianismo con los judíos, su vinculación básica con la compasión y la humildad era anatema para una política de egoísmo racial y adoración de la brutalidad y de la fuerza”. Michael Burleigh, El Tercer Reich... pp. 287 y 288.

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falsificada no merece ser incluida en el vocabulario de un fiel cristiano.123

Por cierto que, entre las lagunas importantes en el estudio de Steigman-Gall, se

encuentra el silencio sobre lo que registran los diarios de algunos allegados a Hitler. Inéditos

hasta que el historiador David Irving tuvo la oportunidad de tenerlos entre sus manos. Hasta

qué punto la posición de Hitler –que era nominalmente católico- era tan contraria al

cristianismo queda de manifiesto con sus opiniones a lo largo de sus conversaciones

privadas:

“Dios hizo al hombre”, –dijo en una ocasión-, “y el hombre nació para el pecado. El hombre recibió de Dios la libertad para hacerlo. Durante medio millón de años Dios se queda mirando mientras los hombres se arrancan los ojos los unos a los otros, y sólo entonces se le pasa por la cabeza enviar a su único Hijo. Pues si que se hizo esperar. Todo esto parece una torpeza colosal” Y unos días después añadió: “Me parece absurdo hacer del Cielo algo atractivo si la misma Iglesia nos dice que sólo los que no lo han hecho tan bien en la vida podrán entrar en él, como por ejemplo los retrasados mentales y similares. No será muy bonito que cuando entremos en él encontremos a toda esa gente que –a pesar de su Beatitud: <Bienaventurados los pobres de espíritu>- ya han sido una bendita molestia cuando estaba viva. Qué clase de atractivo es ése si ahí arriba no vamos a encontrar más que mujeres feas y mentalmente insípidas”.124

En realidad, las opiniones de Hitler con respecto al cristianismo – en conversaciones

privadas- no pasaban en ocasiones del género de la diatriba. Comenta y cita Irving:

En cuanto a la Biblia, “ese artefacto judío”, Hitler se lamentaba de que se hubiera traducido al alemán. “Cualquier alemán en su sano juicio sólo puede llevarse las manos a la cabeza viendo cómo esta muestra de efusión judía, este balbuceo sacerdotal ha convencido a otros alemanes para que hagan las mismas cabriolas que solíamos ridiculizar a propósito de los derviches de Turquía y de las razas negras.”125

123 Pío XI, Con ardiente preocupación, Portal de Mercaba. Texto disponible desde Internet en: http://www.mercaba.org/PIO%20XI/pioxi-08.htm Consultado el 10/03/07. 124 Citado en: David Irving, El camino de la guerra, España, Planeta, 1990, pp. 252 y 253. 125 Ibid, p. 253. En el diario de Hewel, asistente a las reuniones del Fuhrer, se encuentra asimismo fechado con el 8 de junio de 1941 lo siguiente como derivado de una charla con Adolfo Hitler: “Después de cenar, ha habido una charla maravillosa [por parte de Hitler] sobre el Imperio Romano y su sustitución por el Cristianismo... El Cristianismo ha significado un largo acto de engaños y contradicciones. Predica la bondad, la humildad y el amor al prójimo, pero bajo esta frase se han quemado y asesinado a millones de personas al son de piadosos proverbios. Los antiguos confesaban abiertamente que mataban para protegerse, para vengarse o para castigar. Los cristianos lo hacen sólo por amor... Sólo el Cristianismo ha creado un Dios vengador que envía al hombre al infierno justo cuando empieza a utilizar la inteligencia que Dios le ha dado (...) Lo trágico es que hoy en día hay miles de personas “instruidas” que corren por el mundo creyendo en toda esta farándula: ellos niegan que la Naturaleza es todopoderosa, glorifican al débil, al enfermo, al tullido y al estúpido. En el mundo ideal del Pastor [Friedrich von Bodelschwingh] los sanos sólo encuentran la vida eterna si han dedicado sus vidas al débil, al idiota y gente parecida; los enfermos están para que podamos hacer Buenas Obras. Si esto sigue así durante mucho tiempo, pronto habrá más enfermos que sanos. Hoy ya hay mil millones de ellos. En cuanto a la crueldad, el Cristianismo tiene todos los récords. El Cristianismo es la venganza del judío errante.

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No hace más falta decir que Hitler definitivamente no creía en el Dios encarnado del

cristianismo y que sus vagas creencias religiosas consistían más bien en un panteísmo, de

allí sus frecuentes alusiones a “La Providencia” (que puede ser entendida como “la

naturaleza”, una fuerza impersonal).

En carta de Christa Schroeder –secretaria de Hitler- del 21de abril de 1939 se lee:

“El jefe sabe muy bien que el problema de la Iglesia es muy delicado, y que si estalla la guerra puede volverse contra él en casa. Tengo la impresión de que él se alegraría mucho si encontrara una forma respetable de solucionarlo”126

De lo hasta aquí mencionado se desprende que Hitler sentía una profunda aversión

hacía los fundamentos de la teología cristiana, también hacía aquello que el cristianismo

había aportado a la civilización occidental a través de la historia; asimismo se reconoce que

Hitler se encontraba consciente de que una ofensiva franca contra las iglesias no era

conveniente. Comenta y cita Irving:

En los primeros años la única forma que se le ocurría a Hitler para solucionarlo significaba el uso de la dinamita. Pero la madurez le llevó a reconocer que también podía dejar que las iglesias <<se pudrieran como un brazo gangrenoso>> hasta que en los púlpitos sólo quedaran inocentones, y en los bancos sólo señoras viejas: <<La juventud más sana estará con nosotros>>, predijo Hitler lleno de confianza. La Providencia, decía, había dado al hombre la capacidad de juzgar por sí mismo: <<Ese juicio me enseña que es esta tiranía de la mentira lo que se debe destruir. Pero también me enseña que eso aún no se puede hacer.>> El 29 de junio de 1941 Hewel anotó otra conversación con Hitler sobre el tema de la religión: <<El Partido no debe aspirar nunca a sustituir a la religión. No se debe luchar contra la religión sino que hay que dejar que se muera por su propia cuenta>>.127

De estos testimonios deducimos que –en resumen- la posición personal de Hitler era

absolutamente antagónica al cristianismo y que sí Hitler moderaba públicamente su discurso

aparentando tener una posición favorable hacia el mismo esto se debió a su naturaleza

pragmática, oportunista. Aunque el libro de Hermann Rauschning, Hitler me dijo, es

Donde estaríamos hoy si no hubiera existido el Cristianismo: tendríamos la misma inteligencia, pero nos habríamos evitado un vacío de mil quinientos años... Lo terrible es que millones de personas creen, o actúan como si creyeran, en todo esto: fingen creerlo todo. Si hubiéramos sido mahometanos, hoy el mundo sería nuestro”. Citado en: Ibid, pp. 254 y 255. 126 Citado en: Ibid, p.253. 127 Ibid, pp. 253 y 254.

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actualmente tenido por los historiadores –y con razón- como una obra poco fiable me parece

que uno de sus párrafos describe bien la posición de Hitler ante las iglesias y el cristianismo

en general:

“¿Qué debemos hacer? Lo que la Iglesia católica hizo para imponer la fe a los paganos: conservar lo que se pueda conservar y darle otro sentido. Nosotros seguiremos el mismo camino: Pascua ya no es la Resurrección, sino la eterna renovación de nuestro pueblo; Navidad es el nacimiento de nuestro Salvador: el espíritu de heroísmo y libertad de nuestro pueblo...”128

Quedaba consignado que la táctica nacional-socialista con respecto al cristianismo

no se diferenciaba sustancialmente de aquella que habían empleado los gnósticos en su

conflicto con el cristianismo: preservar la gnosis con la cobertura de una superficie -la

epidermis- cristiana.129

128 Citado en: Kurt Zentner, El Tercer Reich... p. 361. 129 Esto atañe sólo a un sector de la jerarquía nacionalsocialista -la que pretendía adulterar y reinterpretar el cristianismo falsificando el contenido y conservando la superficie, entre ellos el mismo Hitler- puesto que había otro sector importante declaradamente pagano.

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VII. CONCLUSIÓN DEL PRIMER CAPÍTULO En esta primera parte creemos haber ilustrado más o menos al lector acerca del

porqué y cuando se originó y cómo fue evolucionando el antijudaísmo. El antijudaísmo

aparece en la Antigüedad dentro de los pueblos paganos y se radicaliza en el caso de la

cultura grecorromana clásica. Significativamente ya en ese entonces autores como Filostrato

(s.II a.C.) se refirieron al judío como un enemigo de toda la humanidad.

Con la aparición del cristianismo –una religión surgida del judaísmo mismo- inició

un periodo de disputa religiosa que se prolongaría durante milenios. Los judíos, en un

primer momento, fueron quienes iniciaron una persecución contra los pacíficos miembros

del cristianismo primitivo. Sin embargo, a partir de que las instituciones y emperadores

romanos se convierten al cristianismo –que es declarada religión oficial- la situación dio un

vuelco de ciento ochenta grados –una auténtica “vuelta a la tortilla”- y los judíos pasaron a

ser los perseguidos.

Las persecuciones perpetradas por los cristianos contra los judíos alcanzaron en

algunas ocasiones –como durante las primeras cruzadas- cotas de inaudita violencia; no

obstante, en términos generales se puede hablar de una política antijudía limitada por

razones de orden teológico y expresados con toda claridad por el genio de San Agustín de

Hipona. Al fin y al cabo, el hecho de que los fundadores del cristianismo y de que el mismo

Cristo, el Dios-Hombre, hubiera venido como judío al mundo actuó –entre otros factores-

como un amortiguador.

Cuando fue siendo más drástica la pérdida de influencia del cristianismo dentro de la

sociedad comenzó a surgir en sectores cristianos la creencia en la inminencia del reinado del

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Anticristo. Como las profecías paulinas y apocalípticas hablaban de que el reinado del

Anticristo sería lo más parecido a una forma de gobierno global –que hoy llamaríamos

totalitaria- se comenzaron a formular teorías acerca de una “conspiración mundial” que se

vería confirmada en el terreno de la evolución histórica de la humanidad y especialmente del

surgimiento de movimientos cada vez más rabiosamente anticristianos.

Los responsables de esta “conspiración mundial” serían los rivales históricos del

cristianismo: judíos y gnósticos (masones). Esta creencia en una “conspiración

judeomasónica mundial” fue el punto de conexión con otra clase de antijudaísmo de

naturaleza esencialmente distinta del clásico antijudaísmo derivado de una disputa religiosa

de larga data. Un nuevo antijudaísmo que reinterpretó esta creencia en una “conspiración

mundial” según su propia perspectiva racista (en un sentido estricto, biologicista). Este

nuevo antijudaísmo racista comenzó a gestarse durante el siglo XIX y a partir de 1933

comenzó a poner en práctica lo que hasta entonces era una teoría, encaramado en el estado

alemán. Dentro de las peculiaridades que este nuevo antijudaismo racista presentaba –

cuestión crucial-, figuraban un distanciamiento, tergiversación o, ya de plano, rechazo

absoluto al cristianismo mismo.

Las presuntas conexiones –por no decir abierta colaboración- que unos autores

consideran existió entre el nazismo y el cristianismo deben ser matizadas. Hemos visto ya,

en el capítulo anterior, algunos de las concepciones de “los incubadores” con respecto al

cristianismo. Todos, sin excepción, adherían a formas de pensamiento incompatibles con

cualesquiera de las pregonadas por las más importantes iglesias cristianas. La política

religiosa del gobierno nazi consistía en el oportunismo. Aunque primeramente buscó

granjearse las simpatías tanto de las iglesias protestantes como la católica -con el fin de

instrumentalizarlas y mantener la paz interior en un periodo en donde acechaban los

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conflictos internacionales- es patente que allí donde el influjo del nazismo fue más fuerte,

dentro de un sector cristiano determinado, ocurrió una desnaturalización más o menos

radical del cristianismo tradicional. Aquel cristianismo positivo que Hitler dijo defender –en

los 25 puntos- debía ser interpretado como una peculiar relectura del cristianismo que, de

hecho, lo dejaba desfigurado e irreconocible.

El nuevo antijudaísmo racista que pregonaba a los cuatro vientos el

nacionalsocialismo, era un antijudaísmo de nuevo tipo, desprovisto de los limites ético-

morales que, imperfectamente, habían no obstante prevalecido durante el apogeo de la

Cristiandad. El nuevo movimiento nazi, imbuido del novedoso darwinismo social, no

contaba, ni deseaba contar, con las barreras morales que separaban una política encaminada

únicamente hacia la marginación y vigilancia -de un enemigo teológico e histórico- de la

que llevaba directamente a la consumación de un genocidio.130

130 El término “genocidio” para calificar la persecución nazi de los judíos es respetado por autores afines al revisionismo del Holocausto como Norberto Ceresole. Vid. Ceresole, Norberto, La falsificación de la realidad, Madrid, Ediciones Tercera Posición, 1998, p. 225. Por otro lado, al hacer la distinción entre el antijudaísmo limitado-católico e ilimitado-nazi pretendemos, más allá de un juicio moral, atender al nexo causal entre determinados valores morales asumidos y sus consecuencias prácticas en uno y otro caso.

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CAPÍTULO II EL ESCENARIO MEXICANO

I. EL CALDO DE CULTIVO En el presente capítulo nos proponemos mencionar los antecedentes, incluso

remotos, del pensamiento antijudío en México. Es pertinente considerar, con el fin de

establecer el contexto histórico, a las diversas organizaciones que en México pregonaron el

antijudaísmo de la variante que fuese. La grave crisis por la que pasó Europa, y el mundo

entero, tuvieron graves repercusiones en México. La influencia ideológica que emanaba de

los contendientes tuvo su reflejo en México a través de la prensa, los intelectuales y los

movimientos sociales actuantes.

Observa el investigador Ricardo Pérez Montfort que “el estudio del antisemitismo

en este país [México] todavía está por hacerse”.131 Nosotros vamos a proponer brevemente,

en atención a la necesidad de un contexto, las líneas generales del antijudaísmo en México.

La historia del antijudaísmo en México comienza a escribirse –por cuestiones

obvias- a partir de la conquista española. Aunque se encontraba prohibido el establecimiento

de individuos y comunidades judías en el Nuevo Mundo, no pudo impedirse del todo su

llegada debido a fenómenos como el del criptojudaísmo.132

El Imperio Español, abanderado de la causa católica, se preocupó por conservar la

ortodoxia de la grey cristiana e instituyó el tribunal de la Inquisición como una medida

131 Pérez Montfort, Ricardo, “El discurso nacionalista en México”, en: VV.AA, Los empresarios alemanes, el Tercer Reich y la oposición de derecha a Cárdenas, México, Ediciones de la Casa Chata, 1988, p.339. 132 Esto es, judíos falsamente conversos al cristianismo. En la clandestinidad continuaban con sus ritos judaicos.

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defensiva frente a las herejías que amenazaban el orden tradicional hispano-católico. Una

medida obligada dada la alianza imperante del trono y el altar. Los atentados a la ortodoxia

religiosa eran atentados a la estabilidad política.

Aunque la Inquisición no tenia por objeto la vigilancia y represión de las

comunidades judías dentro de sus dominios -no caían en su jurisdicción- sí enfocaba sus

baterías contra los herejes “judaízantes” (un término de por sí bastante revelador). Era una

hostilidad de carácter teológico, en continuidad con lo resaltado en el primer capítulo de este

trabajo.133

Los judíos que fueron arribando a México, ahuyentados por las persecuciones de las

que eran objeto en sus países de origen, lo hacían en busca de un lugar en donde “echar

raíces” e intentar progresar. Es difícil determinar su cantidad, pero se sabe que grupos

considerables se instalaron durante el porfiriato, y luego durante el “maximato”.

En México, las tres primeras décadas del siglo marcaron la conformación de diversas comunidades judías organizadas de origen sefardí y ashkenazí en las ciudades de México, Guadalajara, Monterrey y Tijuana.134

Aún durante este último periodo, inmerso en una realidad revolucionaria, la

concepción que la generalidad de los mexicanos tenían acerca del judío era aquella ligada a

la disputa teológica entre el catolicismo y el judaísmo. Al menos así lo apreció la periodista

judía Anita Brener, en 1924:

Para el mexicano promedio, el judío es simplemente un demonio bíblico. Es el que traicionó a Cristo (...) Aún hoy en día, con la excepción de algunas personas de la clase media y de algunos intelectuales, México aún cree en los viejos mitos de la Iglesia acerca del judío...135

133 Que no se trataba, ni remotamente, de un odio racial se infiere si se tiene en cuenta que los primeros tres inquisidores generales provinieron de familias judías conversas al cristianismo: Tomás de Torquemada, Diego de Deza, Alfonso Manrique. Vid. Dumont, Jean, Proceso contradictorio a la Inquisición Española, Madrid, Encuentro, 2000. Puede consultarse también sobre el tema: Vid. Abascal, Salvador. La Inquisición en Hispanoamérica, México, Tradición, 1998. 134 Cristina Gutiérrez Zúñiga, La Comunidad Israelita en Guadalajara, Guadalajara, El Colegio de Jalisco, 1995, p.27. 135 Anita Brener, “The Jew in México”, The Nation, vol. 119, núm. 3086, 27 de abril de 1924. En: Gojman, Alicia, Los dorados y el antisemitismo en México (1934-1940), México, FCE, 2000, p.148.

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Plutarco Elías Calles, el llamado “jefe máximo de la Revolución”, abrió en algún

grado las puertas a la inmigración judía mientras que, al mismo tiempo, protagonizó la

persecución religiosa contra los católicos. Esta persecución provocó la sangrienta lucha

entre 1926 y 1929 llamada “guerra cristera” o, más épicamente, “La Cristiada”.136 Este

levantamiento cristero, que contó con un fuerte respaldo popular, marcó fuertemente la

época. Fue el testimonio vivo de una sociedad tradicional que reacciona frente a la

Revolución.

Es interesante señalar que, dentro del discurso de algunos católicos pro-cristeros, ya

aparecía una identificación de la Revolución con el judaísmo: el “judío Calles” habría

heredado el odio de sus antepasados contra la Iglesia Católica y ésta era, en parte, una

explicación -un porqué más- del conflicto.

Al margen de las cuestiones religiosas existían otros motivos que alentaron la

hostilidad hacia los judíos durante las primeras décadas del siglo XX. Una de ellas es la

fuerte competencia económica a la que se vieron sometidos los pequeños comerciantes de

nuestro país. Los judíos se destacaron como un colectivo emprendedor que, por poner un

ejemplo, utilizaron el comercio ambulante y ventas en abonos como medio para dominar

espacios en el mercado. Situaciones como la mencionada contribuyeron a la formación de

ciertas organizaciones clase-medieras que adoptaron un discurso y un programa opuesto no

sólo a los judíos, sino también frente a otros grupos de inmigrantes como los chinos. Este

tipo de organizaciones comenzaron a aflorar en nuestro país en la década de los treinta; de

forma simultanea al ascenso del nazismo en Alemania.

Unas de estas organizaciones, agrupadas en la Confederación de la clase media,

136 Vid. Meyer, Jean, La Cristiada, 3 vols,, México, Siglo XXI, 2001.

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fueron el Comité Pro-Raza y Juventudes Nacionalistas. Ambas agrupaciones adoptaron un

discurso antijudío más virulento. En su programa se defendía la necesidad, mediante una

campaña de convencimiento, de que las mujeres mexicanas no se casaran con los extranjeros

“indeseables y degenerados”.137 Sin embargo, en vistas a nuestro objeto, lo más llamativo de

estas agrupaciones es que identificaban el judaísmo con el comunismo y, al mismo tiempo,

propagaban la idea de una conjura mundial.138

El historiador Ricardo Pérez Montfort sostiene que estas organizaciones difundían

textos como El judío Internacional de Henry Ford y Los protocolos de los Sabios de Sión y

que es posible formar paralelismos entre los contenidos de éste y otros libros antijudíos con

los programas de dichas organizaciones. Es probable que dichas organizaciones nacieran

motivadas por la llegada a México de este tipo de literatura proveniente de Europa y los

Estados Unidos.

No hay que perder de vista el contexto internacional en que se vive durante la década

de los treinta: el bolchevismo se consolida dentro de su fortaleza soviética en espera del

momento propicio para exportar su revolución hasta el último confín de la tierra; al mismo

tiempo, Alemania, liderada por Hitler, se anuncia como un bastión antibolchevique. En

España se vivió una cruenta guerra civil (1936-1939) entre unas fuerzas nacionalistas y

católicas (apoyadas militarmente por la Italia fascista y la Alemania nacionalsocialista) y,

por otro lado, una coalición de fuerzas políticas –Frente Popular- conformada por

socialistas, comunistas y anarquistas (sobretodo apoyados militarmente por la URSS, nación

137 Docts. Comité Pro-Raza. CIESAS. En: Ricardo Pérez Montfort, Los empresarios alemanes...pp. 339 y 340. 138 “Las grandes catástrofes mundiales que se veían arribar gracias a la maquinación “judeo-bolchevique”, según estas ideas totalitarias (sic), prenden en la clase-media mexicana a manera de anticomunismo. La reacción, como se ha visto, es la identificación de “todo lo malo y nefasto” con lo comunista (...) La otra veta de las doctrinas totalitarias, el racismo, se manifiesta, por lo menos en estas organizaciones estudiadas con menos intensidad que el anticomunismo”. Ricardo Pérez Montfort et al, Los empresarios alemanes... p.327.

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que, en su debido momento incluso se aseguró la hegemonía sobre la Coalición139)

promotores de la revolución social y de la descatolización del país. Las terribles matanzas

del clero católico resultan, de por sí, fieles indicativos de la magnitud de la persecución:

4,184 clérigos seculares; 2,356 regulares y 283 monjas.140

Mientras esto sucedía –o estaba por suceder- en el escenario internacional o europeo,

en México el régimen nacional-revolucionario entraba, en 1934, en los albores de una nueva

fase de importantes transformaciones. De especial relevancia es recordar los aspectos más

importantes de la gestión cardenista (1934-1940): una reforma agraria que destinó enormes

cantidades de tierra para el reparto ejidal; una reforma educativa: la escuela socialista; y la

expropiación petrolera. De estas tres reformas cardenistas, al menos las dos primeras

contaron con una buena cuota de impopularidad entre amplios sectores sociales. En cuanto a

las relaciones internacionales, en contraste con el mito de la diplomacia mexicana “no

intervencionista”, el gobierno de México se mostró como un convencido partidario del

Frente Popular e hizo lo que estuvo de su parte para apoyarlo no solo diplomáticamente,

sino incluso militarmente, para que resultasen vencedores durante la Guerra Civil

Española.141 México acogió refugiados y aceptó la creación, dentro de su territorio, de un

gobierno español en el exilio.

Ante esta política interna y este alineamiento en el plano internacional por parte del 139 Vid. Moa, Pío, El derrumbe de la segunda república y la guerra civil, España, Encuentro, 2001. 140 Vid. Montero, Antonio, Historia de la persecución religiosa en España, Madrid, BAC, 2004. El impacto de las cifras puede ser aún más escalofriante si se tiene en cuenta que los revolucionarios no pudieron ejercer su represión en toda España, sino sólo en una parte de ella. En la diócesis de Barbastro, el caso más extremo, fue aniquilado el 87.8% del clero. 141 Ángel Viñas, “Intervención y no intervención extranjeras” en: Edward Malefakis et al., La Guerra de España, Madrid, Taurus, 1996, p.. 272. En contraparte: “El apoyo recibido por la España nacional lo fue sobretodo gracias a la labor desarrollada por los periódicos que le eran afines al denunciar los envíos de armas que se hacían por vía marítima lo que permitió que los nacionales pudieran capturar al buque Mar Cantábrico que repleto de armamento fue interceptado por la flota nacional. Entre los periódicos pro-nacionalistas se distinguieron en la capital azteca Abril, Excélsior y El Universal; en Monterrey El Porvenir; en Mérida El Diario de Yucatán y en Veracruz El Dictamen”. José Luis de Mesa, Los Otros Internacionales, España, Barbarroja, 1998, p. 241.

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gobierno de don Lázaro Cárdenas, hubo movimientos que presentaron una fuerte resistencia.

Algunos eran francamente contrarrevolucionarios y otros reconocían a la Revolución

Mexicana pero objetaban que ésta se había pervertido o desviado hacía el comunismo.

Una de estas organizaciones fue la Acción Revolucionaria Mexicanista, encabezada

por el general Nicolás Rodríguez. El estudio de esta organización ha sido realizado por la

doctora Alicia Gojman de Backal precisamente desde la característica que más nos interesa:

la de su faceta antijudía. La Acción Revolucionaria Mexicanista fue descendiente directa del

Comité Pro-Raza. Según la estudiosa:

[Estas] organizaciones (...) tenían rasgos que se asemejaban al partido nazi; eran organizaciones paramilitares que tenían fe ciega en sus jefes, justificaban sus ataques en nombre de “la defensa del país, la familia y las instituciones”, y se dedicaban a acaparar la atención de la gente, por ejemplo mediante la organización de grandes desfiles. Para entonces la actitud xenófoba siguió una línea más precisa de argumentación “científica” que al Estado nazi le interesaba difundir por el mundo: la de la revolución biológica, que se manifestó con mayor intensidad en el momento que subió Hitler al poder en enero de 1933. Los ataques de los grupos xenófobos en México, además de referirse a los chinos, decían que los judíos habían invadido el comercio con sus sistemas de ventas en abonos, habían entrado ilegalmente al país, que vendían a bajo precio, y vendían saldos, además de invadir las posiciones económicas de ciudadanos del país. Esto se comenzó a difundir, diciendo que eran biológicamente degenerados, y se los calificó como la raza nefasta de la humanidad.142

Gojman de Backal sostiene que el movimiento de Nicolás Rodríguez recibió una

cierta “influencia ideológica nazi-fascista” y, en efecto, los alegatos de Los Dorados143 en

relación con que los judíos fueran una “raza degenerada” sugieren un nexo con las creencias

biológicas nazis.

Los Dorados creían que el país corría el riesgo de caer bajo el comunismo con la

complicidad del gobierno cardenista. Lázaro Cárdenas fue tendiente a favorecer a los

sindicatos obreros de ideología izquierdista; los cuales estaban produciendo mucha agitación

en los centros urbanos y provocando a su vez el temor de los sectores patronales.

142 Alicia Gojman de Backal, Los dorados y el antisemitismo en México 1934-1940, p.164. 143 Se les llamaba así por el color de su uniforme.

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La Acción Revolucionaria Mexicanista fue una de las asociaciones que estuvieron más involucradas en los zafarranchos callejeros (...) Esta organización se manifestaba públicamente con caballería, macanas, botas, armas de fuego y vestía camisas doradas con la insignia de la ARM bordada en ellas. Con su clásico grito de ¡Muerte al comunismo! y ¡México para los mexicanos!, aparecía cuando grupos obreros de izquierda hacían demostraciones o marchas. Su odio al “comunismo y al judaísmo” pretendía basarse en una visión ultra-nacionalista que la llevaba a considerar a cualquier ideología de izquierda como una posición antimexicana. Su respuesta en contra de esto condujo a sus miembros a quemar fotos de líderes rusos, o a tomar locales de organizaciones como el Partido Comunista, a atacar a huelguistas de cualquier sindicato (electricistas, telefonistas, taxistas, etc.) y a apalear o presionar mediante propaganda escrita u oral a los judíos.144

Otro movimiento anti-cardenista fue el de la Unión Sinarquista Nacional. Esta

organización se funda en 1937 y llegó a integrar entre 1940-41 a más de 500,000 miembros.

Su nacimiento se enlaza con la de la Cristiada, de la cual es en cierta medida continuador:

La Unión Nacional Sinarquista pertenece a la historia de los movimientos contrarrevolucionarios en el seno de la Revolución Mexicana. Tiene puntos en común con el levantamiento de los cristeros: los dos han crecido en el terreno ideológico y cultural del catolicismo; los dos han hecho su reclutamiento, fundamentalmente, en el medio campesino; los dos han sido movimientos de masas. Estos son los puntos comunes.145

La historia del sinarquismo se enlaza directamente con sociedades secretas como

Legiones y La Base, que emplearon la táctica del enemigo masónico para alcanzar sus

propósitos. El sinarquismo también presenta una serie de coincidencias con las

organizaciones clase-medieras que hemos analizado, como el Comité Pro-Raza, y con los

Dorados: son agrupaciones en donde se encuentran elementos como un nacionalismo

exacerbado y un apasionado anticomunismo. El sinarquismo también identificó al judaísmo

con el comunismo y lo percibió, en continuidad con la tradición católica, como un enemigo

histórico.146 Aunque, por supuesto, las argumentaciones raciales tan del gusto nazi no

forman parte del discurso sinarquista, esto incluye el pensamiento de su más radical y

carismático líder y exponente: Salvador Abascal Infante. El sinarquismo, por el contrario, en

palabras de Abascal, siempre se manifestó contrario al nazismo:

144 Ibid, 203. 145 Jean Meyer, El Sinarquismo, El Cardenismo y la Iglesia, México, Tusquets, 2003, p.23. 146 Friedrich Katz, “La conexión alemana”, en El Buscón, México, núm. 8, 1984, pp. 148-149. En: Alicia Gojman y Backal, Los dorados... pp. 161 y 162.

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No puede ser nuestro modelo el nazismo, revolución específicamente alemana, hija legítima de la revolución protestante de Lutero. Ni el fascismo, que es, como el nazismo, deificación de una raza y de un gobierno soberbio que ha de ser castigada con el aniquilamiento de Mussolini y de Hitler. No hay soberbia que Dios no humille. Nos llaman nazi-fascistas, pero no existe en México un movimiento más sinceramente anti-nazi que el Sinarquismo. Somos nacionalistas radicales y no buscamos al exterior modelos que imitar ni amos a quienes servir. Hitler es el gran azote de Dios, es un genio militar (...) Cuando haya cumplido su misión, la destrucción de Rusia, le pasará lo que a todos los instrumentos de Dios: se romperá en dos pedazos.147

Existe pues un rechazo del sinarquismo al nazismo, pero al mismo tiempo un

reconocimiento del nazismo como un instrumento divino, pese a su perversidad, para

castigar y destruir al comunismo. Apuntamos que en el sinarquismo –al margen de la

posición oficial- existió alguna simpatía hacia el nacionalsocialismo alemán, consecuencia –

en parte- del marcado sentimiento antiyanqui arraigado en el movimiento.

Más allá de las características antes enunciadas, el sinarquismo fue ante todo un

movimiento católico-laico restaurador:

La UNS habla de establecer en México una “democracia cristiana”, un “orden social cristiano”, radicalmente distinto del “desorden revolucionario”, rechazando a la vez comunismo y liberalismo. Este lenguaje es el del catolicismo social “intransigente”. La UNS es el arcángel que se enfrenta con las fuerzas del mal y de la revolución, que rechaza la lucha anticristiana de clases, así como el liberalismo económico-social que lleva a la disgregación social y nacional. Los sinarquistas preconizan la organización corporativa de la sociedad cristiana, de acuerdo con los principios y las tradiciones de justicia y de caridad social (...) Esta corriente de pensamiento del catolicismo intransigente nació con la Revolución francesa, pretende ser contrarrevolucionaria, se afirma con Gregorio XVI, adquiere amplitud con Pío IX (Quanta Cura, Syllabus). El sinarquismo, siguiendo esta línea, asume el rechazo de las tres R, del Renacimiento, de la Reforma (protestante y mexicana) y, de la Revolución (francesa, soviética y mexicana), la oposición al individualismo, el racionalismo y la secularización.148

Este “catolicismo intransigente” es la causa de que la UNS haya expresado una

simpatía para con las dictaduras pro-católicas de Antonio Salazar, en Portugal, y Francisco

Franco, en España. Su exaltación del pasado imperial español y católico le llevó a profesar

una especie de “ecumenismo hispano”.

Dorados y UNS aglutinaron en torno a sí una parte importante de la oposición de 147 Jean Meyer, El Sinarquismo, El Cardenismo y la Iglesia, p.158. 148 Ibid, 162-163.

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derecha a Cárdenas. Ambas organizaciones contaban con ideas comunes; pero también

existían claras diferencias. Dice Hugh Campbell en su obra La derecha radical en México

1929-1949 que estos movimientos opositores al cardenismo pueden ser clasificados, a

grandes rasgos, en dos grupos: la “derecha secular” y la “derecha religiosa”. Los Dorados,

callistas, burgueses regiomontanos y almazanistas, formarían parte del primer grupo;

mientras los sinarquistas y el Partido Acción Nacional conforman el segundo.149

Es significativo que los discursos racistas tuvieron un mayor eco dentro de las

organizaciones pertenecientes al grupo de oposición secular –Comité Pro-Raza, Dorados-

que entre la derecha religiosa (católica).

Paralelamente a la presencia de estos movimientos -en los albores y el

desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial- en México se libra una guerra de la

propaganda. Esta otra cara de la Segunda Guerra Mundial, sus repercusiones en un país

situado en la periferia de la occidentalidad, como lo es México, ha sido estudiado por José

Luis Ortiz Garza, en su obra México en Guerra: La historia secreta de los negocios entre

empresarios mexicanos de la comunicación, los nazis y E.U.A.150

Ortiz Garza presenta una competencia desigual entre las distintas potencias

extranjeras involucradas en el conflicto mundial en su lucha por conquistar espacios dentro

de los medios de comunicación mexicanos. Por un lado, la acción de agentes nazis como

Artur Dietrich y por el otro, la desbordante presión ejercida por la OCAIA de Nelson

Rockefeller y el Comité Interaliado de Propaganda, liderado por el famoso antropólogo

Jaques Soustelle, representante del gobierno en el exilio del general Charles de Gaulle.

Ortiz Garza describe el silenciamiento de los diversos órganos de la prensa escrita

149 Vid. Campbell, Hugh, La derecha radical en México 1929-1949, México, SEP, 1976. 150 México, Planeta, 1989.

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reacios a someterse a los dictados de la censura aliada:

Desde 1938, los dos grandes periódicos nacionales, Excélsior y El Universal, habían estado asumiendo una actitud de simpatía hacia el movimiento nazista. Esta postura continuaría hasta principios de abril de 1941, cuando los propagandistas aliados tomaron represalias económicas contra los medios informativos adversos. El Universal, que desde un principio había adoptado una actitud más moderada, resintió menos las presiones, pues había rectificado su rumbo ideológico. La persistencia de Excélsior se mantuvo, sobre todo a través de la primera edición de Últimas Noticias, muy poco afecta a alentar la causa de los aliados, pero terminaría cediendo también, como resultado del boicot realizado por los anunciantes aliados, quienes logran la expulsión de D. Miguel Ordorica, director del vespertino, mismo que, junto con Rodrigo de Llano, era calificado en Washington como nazista.151

Siendo esa la suerte de los dos diarios independientes más populares, no nos extrañe

que los diarios dependientes del partido oficial, El Nacional, y de la CTM, El Popular, no

resultasen ningún escollo para los intereses aliados. Menos aún después de que el Estado

declarase la guerra a Alemania por los hundimientos de los buques mexicanos Faja de Oro

y Potrero de Llano por sumergibles alemanes en mayo de 1942; a partir de entonces el

gobierno mexicano paso de ser únicamente hostil a ser beligerante. Así se hizo aún más

insostenible la posición de los órganos “filo-germanos”.

Vale la pena, antes de entrar de lleno en la figura de don Salvador Borrego, tener en

cuenta a algunos autores que, de alguna manera, marcan un precedente en cuanto a su

posición en referencia al nacionalsocialismo. Autores que se hicieron leer en medios

influyentes del México contemporáneo. Debemos a Miguel Ángel Jasso, una muy

reveladora tesis de maestría acerca de la simpatía para con el nacionalsocialismo suscitadas

dentro del ámbito de la intelectualidad mexicana.152 El autor deja de relieve, lo documenta,

las simpatías de cuatro intelectuales mexicanos: Gerardo Murillo, Rubén Salazar Mallén153,

José Vasconcelos y Salvador Borrego.

151 Ibid, 81. 152 Jasso Espinosa, Miguel. La simpatía por el nacionalsocialismo y el fascismo en México, México, Tesis de Maestría en Ciencias Políticas por la UNAM, 2003. 153 El cual no nos interesa demasiado ya que, a pesar de ser el fundador de un partido abiertamente fascista, sus simpatías fueron para con el fascismo italiano.

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El primero de ellos, Gerardo Murillo Cornadó, Dr.Atl, (1875-1964), pintor y escritor,

nacido en Guadalajara, Jalisco, recorrió un itinerario intelectual bastante contradictorio.

Socialista en su juventud y pregonero de un anti-catolicismo hiriente, resabio de su pasado

constitucionalista al lado de Venustiano Carranza, durante su madurez –década de los treinta

y durante la Segunda Guerra Mundial-:

(...) se convirtió en un efervescente propagandista del fascismo, antisemita y constructor de panegíricos a favor del régimen de Adolfo Hitler.154

Lo cual consta en diversos folletos escritos por el autor o en sus artículos desde su

tribuna en los diarios El Universal y Excélsior. En relación a su antijudaísmo vale señalar

los folletos de su autoría: Los judíos sobre América y Paz germana o paz judeo-británica.

En los mismos es notoria una visión negativa del judaísmo, al cual identificó –no fue, desde

luego, el primero- con el comunismo (contra el cual se revolvió). Mientras duró este

discurso suyo, estuvo en la órbita de la “derecha secular”.

Por otra parte José Vasconcelos (1882-1959), uno de los más notables pensadores

mexicanos del siglo XX, fue otro de los intelectuales que simpatizaron con el

nacionalsocialismo alemán. Así quedo de manifiesto, de forma preponderante, a raíz de su

dirección de la revista Timón, una publicación que no ocultó sus preferencias por el

nazismo. Miguel Jasso observa que José Vasconcelos fue, en su etapa final, un “escritor

fatigado” que acabó respaldando la causa nazi motivado155, aparte de la cuestión económica,

por su ferviente antiyanquismo y antiliberalismo, y su constante preocupación por el peligro

que para la civilización cristiana representaba, a sus ojos, el socialismo marxista, al que

154 Miguel Jasso, La simpatía... p.127. 155 “En cuanto a la posición de Vasconcelos y su condición “pro-fascista” es importante aclarar que simpatizó abiertamente con Francisco Franco durante la Guerra Civil Española. Y no sólo eso, sino que en varias ocasiones atacando al marxismo y a la expansión norteamericana, llegó a defender el imperialismo violento ejercido por la Alemania hitleriana, asociando, tal como lo hacía el discurso nazi-fascista, los males del mundo con los judíos”. Ricardo Pérez Montfort at al., Los empresarios alemanes... p.306.

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llegó a identificar con el Anticristo.156 En contraparte, Vasconcelos fue un apasionado

humanista y propuso un socialismo cristiano-católico (lo cual le coloca, pese a su

heterodoxia en relación a la doctrina católica, dentro del grupo de oposición de la “derecha

religiosa”).

En resumen, podemos inferir una situación extrema: Vasconcelos sentía un profundo descrédito hacia las ideologías liberal y comunista, esto explica el interés que le despertó la aparición del fascismo. Si Mussolini y Hitler no se pronunciaban en contra del catolicismo y además firmaban convenios con el máximo representante de la Iglesia Católica, podía ver en ellos y en sus regímenes un contrapeso al comunismo y a lo que él llamó poinsetismo. Esto explica el interés real de Vasconcelos por el fascismo: por su capacidad intrínseca de “desinfectante” de la epidemia marxista. Exorcismo de los posesos comunistas.157

Durante la década de los cincuenta, Vasconcelos entra en contacto con Derrota

Mundial de Salvador Borrego, y asume en alguna medida sus tesis. Para Miguel Jasso, la

obra periodística de Vasconcelos, al final de su vida, es sorprendentemente semejante a la

sostenida por Salvador Borrego. Nos encontraríamos ante un auténtico punto de intersección

entre la obra del viejo maestro y la del aún joven periodista.

156Alfonso Taracena, José Vasconcelos, México, Porrúa, 1990, p.21. 157 Miguel Jasso, La simpatía...p. 263.

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II. MEDIO SIGLO DE HISTORIA MEXICANA La producción libresca de Salvador Borrego –si exceptuamos Periodismo

Trascendente- se extiende a lo largo de poco más de medio siglo. Desde 1953 con Derrota

Mundial hasta el 2006 con su más reciente libro 2006-2012 Lo que se puede esperar. Estos

años se corresponden con gran parte de la Guerra Fría; un periodo caracterizado por su

bipolaridad. Los Estados Unidos encabezaban el polo capitalista mientras la Unión Soviética

hacia lo propio con el comunista.158 Este enfrentamiento, que arrastró en torno a sí al mundo

entero, repercutió de diversas maneras en México.

La guerra fría coincide a grandes rasgos con el periodo conocido en México como la

post-revolución. Es una época -para México- que tiene como principal característica una

extraordinaria estabilidad política con escasos paralelos en el contexto no sólo

latinoamericano, sino mundial.159

El poder era monopolizado por un solo hombre –el presidente de turno- y la vía de

acceso a ese poder era un partido político: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que

había nacido en 1946 siendo el heredero del antiguo PRM. El cambio de siglas no fue cosa

banal, puesto que coincide con el distanciamiento cada vez mayor entre los nuevos

postulados del partido en busca del crecimiento económico y los antiguos objetivos del

cardenismo en pro de una “democracia de los trabajadores” y, por lo mismo, de una retórica

de “lucha de clases”.

158 En México, tras la etapa revolucionaria del presidente Lázaro Cárdenas (1934-40), se había virado hacia la moderación durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho (1940-46). Después de todo, había en aquel entonces una necesidad de unidad nacional en un escenario condicionado por la conflagración mundial más tremenda de todos los tiempos. 159 Lorenzo Meyer, “De la estabilidad al cambio” en: VV.AA, Historia General de México, México, El Colegio de México, 2000, p. 883.

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A partir de 1940, durante el gobierno del general Manuel Ávila Camacho, México

comenzó a acelerar su crecimiento económico debido a la demanda cada vez más grande de

diversos artículos con ocasión de la Segunda Guerra Mundial. El crecimiento económico fue

acompañado por un proceso de industrialización patrocinado desde instancias oficiales y con

la colaboración del sector privado. El período que podemos enmarcar entre los años de 1940

a 1970 son años que tienen como principales distintivos precisamente el florecimiento de la

clase media, la industrialización y la urbanización acelerada. Como afirma Lorenzo Meyer,

México dejó de ser un país eminentemente rural para volverse urbano.160

El Partido oficial contaba con dos ideas legitimadoras: el ya citado crecimiento

económico y el nacionalismo mexicano, en especial, la relativa independencia con respecto

al poderoso vecino del norte. El crecimiento económico del país, a partir de 1940, fue real;

aunque el reparto de la riqueza era sumamente desigual. Durante el sexenio de Miguel

Alemán (1946-52) el crecimiento económico coincidió con grandes inversiones en la

industria y altos índices de corrupción, por lo que su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines 1952-58,

impulsó la política económica conocida como “desarrollo estabilizador”. Se trataba, en

suma, de crecer sin inflación y de proyectar una imagen de austeridad contrapuesta al

derroche alemanista. La política del “desarrollo estabilizador” persistió aún durante los dos

siguientes sexenios, los del popular Adolfo López Mateos (1958-64) y de Gustavo Díaz

Ordaz (1964-70).161

A los cambios económicos y sociales se sumaron los culturales. Eran años de

profundos cambios que afectaban en particular a la juventud. El existencialismo, el

freudismo y el marxismo mantenían una fuerte presencia en los centros de enseñanza. Eran

160 Idem. 161 Luis Pazos, Historia Sinóptica de México, México, Diana, 2005, pp.134-139.

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los años de la contracultura, el “rock and roll” y los “hippies”; fueron factores que se

sumaron en contribución a la llamada “brecha generacional”. Una época de acerba crítica a

los –rezaba el discurso progre- “hipócritas valores tradicionales” de la sociedad mexicana.

Lo cierto es que se trataba de corrientes culturales extranjeras que pisaron fuerte en

México y transformaron a grandes segmentos de la población, especialmente urbana. Como

acepta José Agustín en su divertida y ultra-progre crónica:

En los cincuenta se fue quedando atrás la vieja concepción rural de México. Fue el “adiós a la imagen nacional del charro y la china poblana”, dice Carlos Monsiváis. La industrialización y el desarrollismo generaron formas de cultura urbana, pero también un franco proceso de cambios profundos en la identidad nacional; en lo peor se trató de una evidente desnacionalización...162

Ya que estamos en la sección cultural: la década de los cincuenta y sesenta, fue

testigo de una nueva generación de intelectuales que se expresaron, de forma preferencial, a

través de la novela, el ensayo y la poesía. Con Salvador Novo y Alfonso Reyes como

predecesores, aparecieron en vitrinas obras del jalisciense Juan Rulfo, Juan José Arreola,

Octavio Paz, José Revueltas, Jesús Reyes Heroles, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena

Poniatowska, entre otros...163

Frente a este grupo de intelectuales progresistas -muchos de los cuales se

encontraron próximos a los centros de poder, otros fueron más distantes e inclusive

opuestos-, el “sector reaccionario” contó entre sus filas con hombres como Jesús Guiza y

Acevedo, Salvador Abascal, Celerino Salmerón, Antonio Rius Facius y al propio Salvador

Borrego. El catolicismo servía como aglutinante para la mayoría de estos intelectuales

“contrarrevolucionarios”. Por aquellas fechas, no sólo enfrentaban al marxismo sino que

también les preocupaba la fuerte penetración que estaba llevando a cabo el protestantismo y

162 José Agustín, Tragicomedia Mexicana, México, Planeta, vol.1., p.149. 163 En el renglón historiográfico destacaron las figuras de Pablo González Casanova, Daniel Cosío Villegas, José Fuentes Mares, Luis González y González...

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diversas sectas dentro del país. También alarmaba la “deriva” dentro del propio campo

católico -después del Concilio Vaticano II- una vez que grupos de clérigos y laicos

simpatizaron con la llamaba “opción por los pobres”, en la órbita de la Teología de la

Liberación. Uno de cuyos simpatizantes en México fue el obispo de Cuernavaca, Sergio

Méndez Arceo.

Pese al radical activismo de algunas agrupaciones estudiantiles de ultraderecha como

FUA, MURO o los Tecos las principales amenazas a la estabilidad del régimen –en aquel

periodo- provinieron tanto de una parte del sector obrero como de estudiantes

revolucionarios cuyo fervor era un efecto de la Revolución Cubana.

La propensión popular a protestar públicamente recibió un impulso justo al iniciarse el año de 1959, cuando, sorpresivamente, en Cuba huyó el dictador Fulgencio Batista y las fuerzas del Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro dominaron toda la isla. Fidel Castro entró en La Habana y la Revolución Cubana fue la noticia más importante en todo el mundo. En México, los izquierdistas proclamaron su entusiasmo, y el gobierno, que después de todo venía de una revolución, vio con buenos ojos el triunfo indiscutible de Fidel Castro, el Che Guevara y Camilo Cienfuegos...164

Durante ese año de 1959 el sindicato ferrocarrilero liderado por una facción radical,

encabezada a su vez por Demetrio Vallejo, había logrado enfrentarse al gobierno con algún

éxito hasta que fue controlado por el ejército mexicano. Pero fue 1968 el año decisivo,

cuando en la capital de la república y, más precisamente en Tlatelolco, estudiantes

revolucionarios que protestaban contra el gobierno se enfrentaron con las fuerzas de

seguridad del Estado, con un coste trágico en vidas humanas. Un acontecimiento que

significó un hito para la izquierda.165

En 1968 estalló violentamente esta contradicción entre cambio económico, social y cultural por un lado e inmovilidad política por el otro, teniendo como catalizador a un movimiento

164 José Agustín, Tragicomedia Mexicana... p.173. 165 Los hechos de Tlatelolco han hecho correr verdaderos ríos de tinta y los enfoques con que suelen interpretarse esos sucesos son a menudo contradictorios. Como una referencia más, no carente de probabilidad, se encuentra la teoría que apunta a la propia KGB con el objeto de desestabilizar la región y hacer de México “un nuevo Vietnam” para los Estados Unidos. Vid. Barron, John, KGB, Londres, Hodder and Stoughton, 1974. En especial el capítulo “The plot against México”.

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estudiantil de protesta en la ciudad de México, movimiento al que el presidencialismo autoritario no supo dar solución política y que finalmente intentó resolver por la vía de la represión abierta. El aparente éxito inicial de esta solución pospuso y prolongó su verdadera solución; en realidad, el desajuste producido entonces –una pérdida irrecuperable de legitimidad- no pudo ser superado y resurgió más tarde de varias formas, unas violentas y otras pacíficas que fueron motor del cambio. En cualquier caso, fue a partir del 68 que se inició una lenta, difícil y contradictoria evolución del sistema político impulsada por la nueva pluralidad mexicana.166

En 1970 se abre un nuevo período de cambios en la historia de México, la nueva

línea perdura hasta mediados de los ochenta. Es probable que haya sido decisivo el

movimiento del 68, porque los próximos sexenios de Luis Echeverría (1970-76) y José

López Portillo (1976-82), trajeron a México la vuelta de la retórica revolucionaria de

tiempos de Cárdenas. Se ha mencionado que, en parte, este viraje del régimen se debió al

temor de ser “rebasados por la izquierda”.

La política económica del nuevo viraje , influida por marxistas y keynesianos,

renunció al “desarrollo estabilizador” de los gobiernos pasados y abrazó el llamado

“desarrollo compartido”, que consistió en crecer a base de gasto y utilización del déficit

presupuestal. La burocracia creció al mismo ritmo que la estatización de las empresas-

incluso la banca-, hubo inflación y el peso se devaluó de manera dramática. La crisis se

agudizó con una impresionante corrupción y con la inestabilidad de los precios del petróleo.

En cuanto a la política internacional, el gobierno se reafirmó en su simpatía hacia

Fidel Castro y también apoyó al presidente chileno, el revolucionario Salvador Allende (que

en 1973 será derrocado por César Augusto Pinochet).

No debe extrañar que la década de los setenta haya sido percibida como un período

de alarma para muchos sectores sociales como los empresarios y parte de la clase media. El

gobierno se radicalizó en su discurso y su política económica generó tremendas crisis que

todavía esperaron para mostrar su punto más álgido el sexenio de Miguel de la Madrid. Y,

166 Lorenzo Meyer, “De la estabilidad al cambio” en Historia General de México... pp.883 y 884.

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por si fuera poco, en un contexto internacional en donde los movimientos revolucionarios y

marxistas mantenían una fuerte presencia en Ibero-América –al amparo de la Revolución

Cubana- e incluso provocaban serios conflictos armados como en Chile, Argentina o

Centroamérica.

De hecho, durante esa misma década de los setenta, pulularon por México un

hervidero de pequeños grupos violentos en pro de una Revolución de signo marxista o afín:

el Frente Urbano Zapatista, el Movimiento de Acción Revolucionaria, las Fuerzas

Revolucionarias Armadas, el Comité Estudiantil Revolucionario, el Comando Armado del

Pueblo o la Liga Armada Comunista. Pero ninguno de los movimientos adquirió la fama de

las guerrillas de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en el estado de Guerrero; o de la Liga 23

de Septiembre, creada precisamente bajo la inspiración del asalto al cuartel de Ciudad

Madera, Chihuahua, un hecho inspirado a su vez en el asalto al cuartel Moncada por Fidel

Castro, en 1953. La presencia de estos grupos involucrados en un enfrentamiento con el

régimen , las graves crisis económicas y la revolución cultural fueron las características de

unos convulsos años setentas.

Estas crisis dieron lugar a un nuevo viraje del régimen. Durante el sexenio de Miguel

de la Madrid (1982-88) se inició una nueva etapa en la política económica, la de

“reconversión industrial” que más tarde desemboca en la adopción del “neoliberalismo”.

Fue entonces que se dio carpetazo al modelo proteccionista que se centraba

principalmente en el mercado interno y se pretendió enfrentar la realidad de un mundo

globalizado en donde la competencia con otras economías lucía inevitable. Esta nueva fase

se aceleró durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari (1988-94) con una intensa

privatización de empresas; abatiendo el ejido y mediante la firma del Tratado de Libre

Comercio con los Estados Unidos y Canadá. Nuevos escándalos de corrupción, probables

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crímenes de estado y nuevas crisis económicas (debidas sobretodo a una nueva

devaluación), fueron la herencia de la administración salinista que debió enfrentar Ernesto

Zedillo (1994-2000) a partir de 1994; año en el que aparece una nueva guerrilla de corte

marxistoide e indigenista en el estado de Chiapas: el Ejército Zapatista de Liberación

Nacional (EZLN).

La nueva tendencia del régimen priísta coincide –y esto es significativo-, en el plano

internacional, con el cuarteamiento y desmoronamiento de la Unión Soviética. A fines de los

ochenta –tras el desgaste soviético en Afganistán de 1983 y la derrota de su tecnología

militar en el Líbano frente a la estadounidense del ejército israelí- se abre una transición de

un mundo bipolar a uno unipolar. El bloque situado tras “la cortina de hierro” -qué diría sir

Winston Churchill- se rendía ante la superioridad del modelo capitalista estadounidense.

Volviendo al teatro nacional. Los cambios en la política económica del régimen

fueron secundados más tarde con la democratización del país. Hasta el año 2000, México

estaba constituido formalmente - asevera el historiador Lorenzo Meyer- como una república

federal, con división de poderes, democrática; pero esto no era real. La llegada de un nuevo

milenio fue la ocasión para que después de más de 70 años el triunfo electoral de una

oposición fuera legalmente reconocido. El gobierno de Vicente Fox, del Partido Acción

Nacional (democristiano), puso especial énfasis en salvaguardar las libertades y continuó la

política de sus predecesores, de aproximación al modelo neoliberal. Ese continuismo se

volvió impopular en sectores importantes de la sociedad y fue empleado a fondo por el líder

de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, para catapultarse a la silla presidencial.

Aunque fue derrotado por el panista Felipe Calderón en las elecciones presidenciales

históricamente más disputadas de nuestra nación, en 2006.

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CAPÍTULO III EL PENSAMIENTO DE SALVADOR

BORREGO ESCALANTE I. SALVADOR BORREGO: SU TRAYECTORIA VITAL Hasta el día de hoy, nunca se ha escrito una biografía de Salvador Borrego.167 Los

datos en que me baso para este capítulo han sido recolectados de diversas fuentes. Las más

importantes son un par de entrevistas publicadas en Internet y realizadas por militantes

nacionalsocialistas. De capital importancia es, también, la obra ya citada de Miguel Jasso

Espinosa, quien sostuvo muchas entrevistas personales con Borrego; la seguiremos muy de

cerca. Y, por último, la entrevista personal que pudo realizar el propio autor de esta tesis.

Tuvimos el honor de conocer personalmente a don Salvador Borrego el 9 de agosto

del 2006. Habíamos acordado por teléfono la fecha de una entrevista y nos movilizamos una

noche antes de la mañana pactada en dirección a la capital. Con el ambiente enrarecido en lo

climatológico por las constantes lluvias, y en lo político, por los desafiantes campamentos

de la Coalición por el bien de todos manifestando su inconformidad con el proceso

electoral, ese día fuimos recibidos muy gentilmente en su domicilio. En aquella memorable

ocasión albergamos la convicción de que nos encontrábamos frente a una leyenda en el

ocaso de su vida. Aunque eran perceptibles los rasgos naturales del envejecimiento,

acompañados de una mirada en ocasiones perdida, nos sorprendió la lucidez que aún

conservaba a pesar de su sorprendente longevidad. Su hogar era modesto; su trato atento y

167 Esa primera biografía de Salvador Borrego está siendo preparada por Miguel Ángel Jasso Espinosa.

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cordial. Creímos entonces muy adecuadas las espadas que pendían en la pared como

decoración, y los libros que aparecían por doquier, encajaban muy bien con lo que había

sido su propia actividad intelectual.

Salvador Borrego Escalante nació en México D.F., durante el año de 1915.168 Su

padre fue Onésimo Borrego Lozano, de profesión abogado, se desempeñó después en

diversos puestos públicos en la llamada “Comarca Lagunera”. Fue Jefe Político de la ciudad

de Durango, agente del Ministerio Público Federal y secretario del juzgado de distrito en

Torreón; el último puesto que ocupó, cuando repentinamente le sobrevino la muerte, en

1935, fue el de Juez de Primera Instancia en la ciudad de Lerdo.169 La madre fue Otilia

Escalante, quien se dedicó a las tareas del hogar. En esa unión fueron engendrados cuatro

hijos.170

Miguel Jasso nos comunica en un e-mail que la familia emigró de Torreón hasta la

Ciudad de México para encontrarse con los parientes.171 De ahí que don Salvador naciera en

el Distrito Federal. Sin embargo, en el breve lapso de dos años la familia retornó; fue a parar

a la región de La Laguna y en esa comarca transcurrió su infancia.

Salvador Borrego nació en el seno de una familia católica practicante pero “no

exagerada”172; por ende, no debe extrañarnos que su primera instrucción tuviera lugar en un

colegio católico.

Revela Miguel Jasso que el adolescente Salvador Borrego realizó estudios de

168 Edgar González Ruiz, Los Abascal... p.305. 169 El Siglo de Torreón, 29 de agosto de 1935. 170 Carta enviada por Salvador Borrego a Rodrigo Ruiz Velasco Barba el día 23 de febrero de 2007. (archivada). También en: Entrevista a Salvador Borrego por Rodrigo Ruiz Velasco el día 9 de agosto de 2006, en México D.F., grabada y conservada por el autor. 171 Del 21 de febrero de 2007. 172 Entrevista a Salvador Borrego por Rodrigo Ruiz Velasco...

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economía e historia en el Instituto Español de la ciudad de Torreón, Coahuila.173

Desde adolescente adquirió el hábito de la lectura. Especialmente fascinantes para él

resultaron diversas obras como la del biólogo, sociólogo y antropólogo francés Gustave Le

Bon, Psicología de las masas, o la del médico Alexis Carrel: El hombre, ese Desconocido.

Le atraían mucho también los temas de la aviación, una afición que perdurará y será

palpable a través de su obra.174

A principios de la década de los treinta, Borrego decidió sumarse a una de las

instituciones tradicionales por excelencia:

Hacía el año de 1932, la carrera militar despertó el interés del joven Salvador (...) Desempeñó el grado de cabo y eventualmente el de sargento.175

Una vez cumplido su contrato de dos años, Borrego decide, no sin antes haberlo

dudado, abandonar el Ejército puesto que “no se veía futuro”.176 Es entonces cuando surge

la posibilidad de ingresar al medio periodístico a través de su hermano mayor, Enrique

Borrego; quien se desempeñaba como director del diario Tribuna, de la ciudad de Durango.

De allí emigra, siendo huérfano de padre y madre, siguiendo los pasos de su hermano

mayor, a Excélsior, en México, donde se convierte en discípulo de Miguel Ordorica. Más

tarde, durante 1939, contrae matrimonio con doña Angelina; tendrán tres hijos.

Miguel Jasso nos informa que Borrego, al mismo tiempo que trabajaba en Excélsior,

durante la guerra hacía un noticiero para la XEW llamado “El noticiero Carta Blanca”.

Recordemos que, en el segundo capítulo, hemos mencionado el entramado de

intereses en juego en el mundo de los medios de comunicación poco antes y durante la

173 Miguel Jasso, La simpatía ... p. 274. Hay autores que tienen a Salvador Borrego por estudiante de historia y economía en la UNAM. Tal cosa fue negada por él mismo en conversación telefónica con nosotros el día 16 de febrero de 2007. (no grabada) 174 Entrevista a Salvador Borrego por Rodrigo Ruiz Velasco... 175 Miguel Jasso, La simpatía ... p. 274. 176 Carta de Salvador Borrego a Rodrigo Ruiz Velasco del 23 de febrero de 2007.

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Segunda Guerra Mundial. El diario Excélsior fue justamente uno de los más presionados

para que se sometiera a la línea propagandística de los aliados. Borrego vivió ese drama

desde adentro.

Acerca de la presión que se ejercía sobre los medios, comentó don Salvador cuando

se le cuestionó al respecto en una entrevista de hace algunos años:

(...) enumerar detalles de presión sería largo y cansado, pero vea usted un ejemplo: después de ocho meses de que Inglaterra y Francia declararan la guerra a Alemania, después de que en ese tiempo estuvieron concentrando ejércitos para iniciar su ofensiva, Alemania se les adelantó y atacó el 10 de mayo de 1940. La pequeña línea Maginot fue rota y empezaron a ser dominadas las líneas anglo-francesas, ocurría entonces que en México se había formado un grupo de anunciantes, encabezado por el señor Jacques Soustelle, que amenazaron a la casa Excélsior con retirar su publicidad porque, según decían ellos, se estaba favoreciendo a los nazis. El golpe iba primero contra Últimas Noticias por ser el que publicaba primero los sucesos de Europa, dado que a las dos de la tarde, como ya le expliqué antes, ya se tenía información de todo lo ocurrido allá hasta las nueve de la noche (hora europea). El director del periódico, Don Miguel Ordorica, le pidió al señor Soustelle que pasara a la redacción toda una mañana para que viera, objetivamente, cómo se hacia el diario. El señor Soustelle aceptó, consecuentemente se le fueron mostrando los mensajes que llegaban de la Asociated Press con matriz en Nueva York. La pequeña Maginot acababa de ser perforada en Sedan y empezaban a caer en poder de los alemanes algunas posiciones del norte de Francia. El señor Ordorica le dijo al señor Soustelle: Usted en su almacén comercial exhibe en sus aparadores la mercancía que más llama la atención de sus compradores. Nosotros en el periódico hacemos lo mismo. Las noticias más importantes van en primera plana, si lo merecen incluso se ponen a ocho columnas; y agregó, más o menos: la guerra no se gana en México, sino en Europa. Sin embargo, el grupo de anunciantes fue cancelando su publicidad para ahogar al periódico. El director, el señor Ordorica, tuvo que ser retirado. Lo que se pretendía, en suma, era que se manipulara la información para que el lector no se enterara o se enterara a medias de lo que estaba sucediendo.177

En este marco de presión -cuando no de censura- Borrego comenzó a acumular

material que no pudo publicarse, proveniente de las agencias internacionales, con el afán de

una investigación personal. De este período datan sus primeras simpatías hacia el

nacionalsocialismo alemán:

Empecé a simpatizar con el Nacional Socialismo cuando percibí que las informaciones de prensa, a partir de 1937, eran manipuladas para desorientar al lector. Yo trabajaba en un

177 Portal de Nuevorden. Texto disponible desde Internet en: http://www.nuevorden.net/nc_10.html Consultado el 07/04/07. Nuevorden es un grupo neonazi con presencia en diversas naciones. No se menciona el nombre de quién realizó la entrevista, sólo se anota que ha sido remitida por “camaradas NS mexicanos” . Tampoco se hace mención de la fecha, aunque presumiblemente, no debe datar de hace más de 6 años. Ante tales circunstancias, durante nuestra entrevista con Salvador Borrego no tuvimos más remedio que leérsela completa para que corroborase su autenticidad y fidelidad, cosa que en efecto sucedió.

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importante periódico, Excélsior, y pude ver las cosas por dentro.178

Mientras trabajó en Excélsior y su vespertino Últimas Noticias, se desempeñó

sucesivamente, en un claro ascenso, como reportero, secretario de redacción y jefe de

redacción (de 1936 a 1965).

Durante la década de los cuarenta se fue integrando al grupo de trabajo de la Cadena

García Valseca. Una Cadena que a la postre englobará una enorme cantidad de periódicos y

publicaciones varias. En sus páginas pudieron leerse un buen número de columnistas de

renombre, una buena parte de ellos eran intelectuales disidentes: José Vasconcelos, Miguel

Ordorica, René Capistrán Garza, Gustavo de Anda, Jesús Guisa y Acevedo, Celerino

Salmerón, Antonio Rius Facius, Luis Reed Torres, entre otros.

Borrego fue, dentro de la Cadena, el primer director de El Sol de Guadalajara

(1948)179. Destacó igualmente, a lo largo de este período, su papel como fundador y director

de la Academia Teórico Práctica de Periodismo García Valseca en 1949. Estos episodios,

sobre la Cadena y la Academia, fueron contados por el mismo don Salvador:

Por principio de cuentas buscó [el coronel Valseca] un buen director y seleccionó a don Miguel Ordorica, fundador de Últimas Noticias de Excélsior. Junto con él contrató los servicios de otros tres periodistas ya probados en la técnica periodística moderna: Javier Martínez, Salvador Borrego y el licenciado Julio López de la Cerda (...) Además se creó, en 1949, la primera Academia Teórico-Práctica de Periodismo para becar y capacitar a jóvenes interesados en cursar las especialidades de reportero, jefe de información, secretario de redacción y jefe de redacción. El director de la Academia era Salvador Borrego y también daban clases Víctor Velarde, Bernardo Albaitero y Josefina González Madrid. Esa Academia estaba instalada en el edificio de Bucarelli 18, que acababa de adquirir la C.G.V. Se le dotó de un pequeño taller donde se imprimía un diario que circulaba únicamente entre el personal de la Cadena. Se le llamó El Sol de Bucarelli y los primeros números eran didácticos, redactados y cabeceados por los maestros.180

Con fines pedagógicos, Salvador Borrego –como director de la Academia- escribió y

178 Entrevista a Salvador Borrego por Alexis López en junio de 2002, sin más datos. Portal de Acción Chilena. Texto disponible desde Internet en: http://www.accionchilena.cl/Internacional/entrevista_a_salvador_borrego.htm Consultado el 05/04/07. 179 Aunque honoríficamente era Miguel Ordorica. 180 Salvador Borrego, García Valseca, Cómo fundó y perdió 37 periódicos y cómo Eugenio Garza Sada trató de recuperarlos y perdió la vida, México, Tradición, 1982, pp. 42 y 50.

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publicó, en mayo de 1951, su primera obra: Periodismo Trascendente. Un libro que tuvo

fuerte impacto en la formación de futuras generaciones de periodistas; los datos que recogía

eran fruto neto de la amplia experiencia periodística de su autor:

En la función trascendente el periodismo es un órgano sensorial sociológico al servicio de la colectividad. Es un órgano que penetra en la realidad actual, a través de las apariencias a veces desconcertantes y contradictorias, y que percibe el porvenir que las mayorías no pueden ver aún; es el tacto a la distancia del tiempo, que hace conscientes para la sociedad los peligros y las promesas que se perfilan en el futuro. Cuando el periodismo no llega a ser trascendente, cosa que ocurre a menudo, se acoge forzosamente a normas políticas, a normas económicas o a normas egocéntricas. Todas ellas son prostituciones del periodismo. Cuando mucho, juzgadas benévolamente, son manifestaciones circunstanciales e incompletas del periodismo.181

Los anteriores pasajes son muy reveladores. Cuando Periodismo Trascendente era

publicado, su libro más afamado -Derrota Mundial- estaba ya por aparecer.182 Como

Salvador Borrego aceptó en algún momento, trasladó y aplicó estas ideas a la Historia.

En 1953 Salvador Borrego publica la primera edición de Derrota Mundial y, hasta

1964, le toca el turno a América Peligra; cuya publicación casi coincide con el lanzamiento,

en 1965, de El Sol de México vespertino. El primer periódico de México con rotativas

“offset-color”; Salvador Borrego fue su primer director. En ese mismo año, 1965, Borrego

abandona Excélsior para dedicarse de lleno a la Cadena García Valseca (será jefe de la

redacción central hasta 1973). Su salida de Excélsior obedeció a un cambio radical en el

talante del periódico.183 Así narró el hecho el propio Borrego años después:

El caso de “Excélsior” es ilustrativo. En 1949 su director, don Rodrigo de Llano, comenzó a admitir a varios redactores “liberales”, atendiendo al consejo de su amigo Roy Rubbotom, Secretario Adjunto para Asuntos Iberoamericanos, del Departamento de Estado americano,

181 Salvador Borrego, Periodismo Trascendente, México, ediciones del autor, 1989, p.5. “Expresar qué cambios e incidentes diarios le ocurren a la sociedad (...) es la misión inmanente; explicar más profundamente cómo existe y se desenvuelve esa sociedad e inducirle cómo debe desenvolverse en lo material y en lo moral, es la misión trascendente (...) Visto en su primer aspecto, el periodismo es un oficio. Visto en el segundo, es una profesión superior”. Idem. 182 Aclara don Salvador: “ (...) tardé prácticamente quince años en ir recolectando y clasificando datos y en ir investigando en diversas disciplinas, o sea de 1936 a 1951, luego me llevó dos años escribir y rescribir la primera edición de Derrota Mundial...”. Entrevista a Salvador Borrego en Nuevorden... 183 “ (...) una célula encabezada por Julio Scherer [García] dio un golpe de mano en Excélsior, en enero de 1965, y tomó el control del periódico para inclinarlo a la corriente marxista”. Salvador Borrego, García Valseca... p. 81.

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quien decía que de ese modo el periódico ganaría más representación. En realidad, tales “liberales” eran comunistas disfrazados. Y cuando don Rodrigo de Llano murió, cobraron inusitada virulencia. Entre ellos figuraban Álvarez del Villar, Hero Rodríguez Toro, Julio Scherer (...) Durante una asamblea efectuada en enero de 1965, la infiltración marxista armó un alboroto, que ya tenía prefabricado, rompió el quórum y declaró desconocidos a los Consejos de Administración y Vigilancia, encabezados por Enrique Borrego Escalante. El “golpe”, por ilegal y minoritario, no hubiera tenido mayor trascendencia, pero sus autores pidieron y lograron que la Policía preventiva entrara a “Excélsior” –alegando que se temían sabotajes- y que la propia policía impidiera el acceso a los integrantes de los Consejos de Administración y Vigilancia, quienes habían sido electos legalmente por la asamblea desde el año anterior. A ese golpe siguió una “purga”. A quienes no se alineaban con los “golpistas” se les suprimían las “horas extras” o se les “suspendía” con cualquier pretexto. El terror por un lado, y las canonjías por otro, fueron las nuevas armas de control. Aunque la situación de la Cooperativa Excélsior era claramente ilegal, y aunque hubo varios fallos judiciales que así lo declararon, el Secretario de Industria, Octaviano Campos Salas (simpatizante marxista), y su cercano colaborador Benjamín Ritchkiman (amigo de Julio Scherernstein), dieron “largas” y “largas” al asunto. Entretanto, los “golpistas” expulsaron a veintenas de redactores, escritores y trabajadores de la Cooperativa, llevaron a gente de su bando y consolidaron su situación de hecho, aun cuando de derecho seguía siendo ilegal. Por supuesto, la línea política de “Excélsior” y de sus demás publicaciones fue cambiada hacia la izquierda. La información internacional se distorsionó para favorecer a Castro Ruz, a Brejnev, al “Che” Guevara, etc. Y las planas editoriales giraron en igual sentido.184

Para don Salvador, se trata de un año y un acontecimiento significativo, porque

marca el paso de una fiera lucha por el poder de la prensa escrita mexicana. Borrego

sostiene que dicha lucha también se hizo sentir en el interior de la propia Cadena García

Valseca, a través de su subdirector Manuel Ratner:

Ratner criticaba constantemente a “El Sol de México vespertino”, dirigido por Salvador Borrego. Llegó al grado de pretender que se mutilara la información extranjera a fin de no identificar que los desórdenes en Venezuela, Argentina, Colombia, etc., eran encabezados por comunistas, y ni siquiera la guerrilla del “Che” Guevara, en Bolivia, debía ser llamada como tal. Quería, prácticamente, que al lector se le privara de elementos de juicio para darle la impresión de que dichos desórdenes eran brotes de “insurgencia” popular.185

En 1968, Borrego se trasladó a Monterrey para la fundación y dirección de

Tribuna.186 Para esa fecha era evidente que la C.G.V. había experimentado una sorprendente

expansión ya que agrupaba nada menos que 37 periódicos en todo el territorio nacional. En

ese mismo año, tiempos de olimpiadas en México, Borrego publica Infiltración Mundial, y

184 Salvador Borrego, México Futuro, México, ediciones del autor, 1984, pp. 54 y 55. 185 Ibid, p.58. 186 Salvador Borrego comenta sobre Tribuna: “La Asociación Nacional de Publicidad, con sede en el Distrito Federal, en diciembre de 1972 concedió a Tribuna de Monterrey un diploma como <El mejor diario de la provincia mexicana>. “ Salvador Borrego, García Valseca... p. 74.

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en 1972, México Futuro.

Los años de la década de los setenta fueron tiempos lúgubres para Borrego. El

coronel José García Valseca se había endeudado para ampliar la técnica “offset-color” al

resto de sus periódicos; aunque la situación económica no era del todo grave el gobierno

intervino y tomó el control económico de la Cadena. Un grupo inversor encabezado por el

empresario regiomontano Eugenio Garza Sada ofreció pagar las deudas para el rescate de

los periódicos, pero el gobierno obstaculizaba la operación.187 El 17 de septiembre de 1973,

Eugenio Garza Sada fue asesinado y días después, en Guadalajara, también el industrial

Fernando Aranguren, colaborador de Garza Sada en la operación.

García Valseca se vio obligado, en medio de fuertes presiones, a vender la Cadena al

gobierno de Luis Echeverría. Éste lo vendió a Organización Editorial Mexicana (su

principal accionista era Mario Vázquez Raña, entonces funcionario público y amigo íntimo

de Echeverría). Una buena parte de los colaboradores de la Cadena fueron marginados y la

línea ideológica –que la había caracterizado- cambió radicalmente. Borrego, por su parte,

renunció.188

A partir de entonces, sus apariciones en la prensa disminuyeron o se limitaron a

medios de menor difusión. De forma especial, mantuvo su presencia en La Hoja de

187 Cuenta Borrego que el interventor Humberto Hiriart amenazó a la contadora de la Cadena, Adamina Montes: “Pues no es posible que la Cadena vaya a quedar en manos de los más reaccionarios y retardatarios empresarios. Y le advierto a usted que se llegará incluso a la acción directa para evitar que eso suceda”. Ibid, p. 100. 188 Así registró Carlos Monsiváis, un enemigo ideológico, la presencia de Borrego en la Cadena García Valseca durante tantas décadas: “La guerra fría exacerba, afina e industrializa el anticomunismo de la Cadena. Previsor, García Valseca contrata en 1947 –para El Sol de Guadalajara– a Miguel Ordorica, fundador de Últimas Noticias de Excélsior– de donde se le cesa por sus simpatías pronazis y a Salvador Borrego, autor del bestseller Derrota Mundial, exaltación de Hitler y denuncia de la conspiración internacional judía. Para el belicoso y ubicuo plan de intimidación que es la cadena, la mínima expresión democrática es traición a la patria, no hay mayor lealtad que el inmovilismo y el anticomunismo está inscrito en la más noble raigambre nacional.(...) En 1965, aparece El Sol de México (dirigido por el tenaz Salvador Borrego) y en 1968 Tribuna de Monterrey, “trigésimo eslabón” de una Cadena que, para 1972, se declara constituida por 32 diarios.” Carlos Monsiváis, A ustedes les consta, México, Era, 1980, p. 64.

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Combate, de su amigo Salvador Abascal.

La década del setenta fue también un momento difícil para su obra. Ya desde 1953,

cuando publicó Derrota Mundial había sido atacado:

(...) el libro cayó como una brasa ardiente entre el mundillo de los intelectuales mexicanos. Algunos críticos dictaminaron su rechazo hacia Derrota Mundial por “alto contenido antisemita y antimarxista”. Particularmente esto último convirtió al autor en un ser inexcusable, incapaz de ser asimilado o perdonado. Peor aún, a partir de ese momento, al escritor se le identificó con la extrema derecha mexicana, de la noche a la mañana lo hicieron heraldo y más tarde “el ideólogo”. Como Derrota Mundial fuera alcanzando su segundo edición, la tercera, la cuarta o la última, al escritor le siguieron colgando toda clase de adjetivos, pero el que más ha persistido es el que lo tilda de antisemita.189

A pesar de los ataques, los libros de Borrego continuaron funcionando muy bien en

términos comerciales. Pero en la década de los setenta, sus libros fueron siendo retirados de

los grandes almacenes que antes los comercializaban: Palacio de Hierro, Liverpool,

Librerías Cristal, etc.190 Salvador Borrego hace responsable de esta situación a la Liga

Antidifamación191, los cuales:

(...) se presentaron hasta la puerta de su casa para amenazarlo con llevarlo ante los tribunales por “ser el autor y distribuidor de un libro que difunde odio racial contra la comunidad judía”192

Don Salvador considera que existió una campaña contra su persona y su obra, al

grado de ser ésta la causa de haber quedado fuera del periodismo. Aunque aún trabajaría

por un tiempo, a partir de 1974, como el hombre importante de los periódicos La realidad

mexicana y El Mexicano, de Agustín Navarro Vázquez.193

Por si fuera poco, durante 1976, don Salvador sufrió la perdida de uno de sus tres

hijos: su primogénito, Jesús. Un drama donde interviene un prolongado tratamiento a base

189 Miguel Jasso, La simpatía por el nacionalsocialismo, p. 280. 190 Ibid, p.299. 191 Se trata de una organización judía fundada por la B’nai B´rith en Estados Unidos. Su objeto es detener, por diversos medios, a quienes “difaman al pueblo judío”. Esta organización se ha hecho famosa por episodios como la oposición y boicot contra la película La Pasión, de Mel Gibson, por considerarla antisemita. Intelectuales de izquierda como Noam Chomsky han criticado a esta organización por ser, más que nada, “propagandistas del estado de Israel”. 192 Miguel Jasso, La simpatía por el nacionalsocialismo... p.298. 193 En conversación telefónica con el señor Borrego, el día 16 de febrero de 2007. (no grabada)

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de corticoides y que Borrego mismo describe en su libro Yatrogenía.194

A pesar de las presiones y los apuros económicos que sufrió a partir de entonces

(tuvo problemas con el cobro de la pensión, Seguro Social), a partir de esa década Borrego

fue aumentando su producción de obras. Anteriormente conjugaba sus cargos en los

diversos periódicos con la escritura de libros sobre temas históricos; pero desde entonces se

concentrará en la redacción y publicación de obras que ya no podían ser encasilladas

únicamente en la temática histórica, sino en las más variadas disciplinas como filosofía,

economía o novela.

No son los libros que produciría un académico típico. Eso salta fácilmente a la vista.

Son los libros de un periodista de profesión que incursiona en otras disciplinas; lo cual no

acarrea necesariamente demérito alguno, pero si vuelve comprensibles algunas falencias

inaceptables en un académico contemporáneo. Por poner un ejemplo: aunque Borrego

menciona a menudo sus fuentes, no fue meticuloso en detallar las citas; por lo que su rastreo

o localización requieren esmero.

Sin embargo, por lo general son libros ricos en datos sepultados por los historiadores

profesionales y hay que entender que son obras destinadas al público en general y no a un

círculo reducido de expertos. Su expresión fue sencilla y no por ello incapaz de abordar

temas dotados de una gran complejidad. Contó a su vez con la innegable virtud de escribir

de tal manera que involucra al asombrado lector en la narración. Sus temas no sólo se

refirieron a lugares y tiempos remotos sino que, en gran medida, tuvieron por objeto los

temas de su tiempo. Todo ello lo convirtió en el escritor de referencia de “la ultraderecha”,

aunque –según su propia confesión- nunca perteneció a ninguna organización o partido

político. 194 Vid. Salvador Borrego, Yatrogenia, México, ediciones del autor, 1990.

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El periodista Álvaro Delgado recuerda su entrevista personal con Borrego:

Sonríe complacido cuando evoca las legiones de jóvenes que llegaban hasta el diario para conocerlo personalmente.

<Me los enviaba ese señor de Provida>. -¿Jorge Serrano Limón? -Sí, pero desde hace un tiempo ya no me visita nadie. -¿Desde cuándo? -De unos años para acá. Yo creo que les dio miedo.195

Don Salvador fue ante todo, un resistente. Rescoldo de un mundo radicalmente

transformado por la Revolución. Se convenció de la existencia de una magna pugna a través

de la historia de la humanidad y quiso ser participe de ella a través de la escritura. Su misión

era denunciar “el peligro que corría la nación”.

195 Álvaro Delgado, El Ejército de Dios... p.255.

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II. CUADROS E IMÁGENES: A. TABLA CRONOLÓGICA: BORREGO Y SU TIEMPO PERIODOS

VIDA Y OBRA DE SALVADOR BORREGO

ACONTECIMIENTOS NACIONALES

ACONTECIMIENTOS INTERNACIONALES

1911-1915 -Nacimiento de Salvador Borrego (1915)

-Inicia la Revolución Mexicana (1910) -Fin de la dictadura de Porfirio Díaz (1911) -Francisco Madero presidente (1911) -Asesinato de Madero (1913) -Tropas useñas ocupan Veracruz (1914)

-Inicia la Primera Guerra Mundial (1914)

1916-1920 -Intervención norteamericana en México (1916) -Promulgación de la nueva Constitución (1917) -Asesinato de Carranza (1920)

-Revolución Rusa (1917) -Creación del Ejército Rojo (1918) -Culmina la Primera Guerra Mundial con la derrota de Alemania y aliados (1918) -Fin de la contrarrevolución rusa (1920)

1921-1925 -Presidencias de Álvaro Obregón (1920-24)

-Hitler, presidente del partido nacionalsocialista (1921) -Marcha sobre Roma y primer gobierno de Mussolini (1922) -Encarcelamiento de Hitler por el putsch en Munich.

1926-1930 -Presidencia de Plutarco Elías Calles (1924-28), asesinato de Obregón y sucesión de Emilio Portes Gil (1928-30) Guerra Cristera (1926-1929)

-Crisis económica de 1929.

1931-1935 -Borrego completa sus estudios básicos e ingresa al Ejército (1932)

-Inicia presidencia de Lázaro Cárdenas (1934).

-Hitler es proclamado Canciller en Alemania (1933)

1936-1940 -Reformas cardenistas. -Guerra Civil Española

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-Borrego en Excélsior (1937) -Matrimonio con Angelina (1939)

-Movilizaciones de los Dorados y el Sinarquismo (1937)

(1936-1939) -Inicia la Segunda Guerra Mundial (1939)

1941-1945 -Borrego en la XEW

-Mordaza a la prensa “filogermana”. -México entra en la Segunda Guerra Mundial (1942)

-Culmina la Segunda Guerra Mundial con la derrota de las fuerzas del Eje (1945)

1946-1950 -Borrego, director de la Academia Teórico-Practica (1949)

-Presidencia de Miguel Alemán (1946-52): abandono del discurso retórico y revolucionario de Calles y Cárdenas.

-Creación del Kominform (1947) -Bloqueo de Berlin (48-49) -Se funda el Estado de Israel (1948) -Tratado del Atlántico Norte (1949) -Primer experimento atómico ruso (1949)

1951-1955 -Don Salvador publica Periodismo Trascendente (1951) y Derrota Mundial (1953)

-Presidencia de Adolfo Ruiz Cortines (1952-58) -Inicio del periodo del “desarrollo estabilizador”.

-Guerra de Corea (1950-53) -Inicia la política de “distensión” en Rusia (1954)

1956-1960 -Presidencia de Adolfo López Mateos (1958-64) -Se da cabida a la oposición en el Congreso.

-Represión Soviética en Hungría (1956) -Triunfo de la Revolución Cubana. Gobierno de Fidel Castro (1959)

1961-1965 -Publicación de América Peligra (1964) y dirección de El Sol de México “offset-color” . -Borrego abandona Excélsior (1965)

-Presidencia de Gustavo Gustavo Díaz Ordaz (1964) -Continúa la política de “desarrollo estabilizador”.

-Concilio Vaticano II (1962-65) -Crisis de los mísiles entre Cuba, la Unión Soviética y los Estados Unidos (1962) -Asesinato de Kennedy (1963) -Inicia la Guerra de Vietnam (1964)

1966-1970 -Don Salvador en la estructuración y fundación de Tribuna en Monterrey (1968) -Publicación de: Infiltración Mundial

-Olimpiadas y sucesos de Tlatelolco (1968)

-Guerra de los seis días (1967) -Richard Nixon en Estados Unidos (1968)

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(1968) -Inicia presidencia de Luis Echeverría (1970-76)

-Salvador Allende, presidente de Chile (1970)

1971-1975 -La C.G.V. es intervenida. -Asesinato de Garza Sada (1973) -Borrego renuncia a Tribuna (1974) -Borrego director de La realidad Mexicana (desde 1974)

-Cambio en la política económica: mayor gasto público, mayor burocracia. -Vuelve el discurso socialista.

-Escándalo de Watergate (1973) -Golpe de Pinochet en Chile (1973) -Muerte de Franco en España (1975)

1976-1980 -Muerte de Jesús Borrego (1976) -Publicación de Batallas Metafísicas (1976) y de Inflación Empobrecedora (1980).

Presidencia de López Portillo (1976) -Continúa creciendo el gasto público y la burocracia. -Altos grados de corrupción entre los funcionarios. -Devaluaciones.

-Dictadura Militar Argentina Revolución Islámica en Irán (1979) -Ronald Reagan, presidente estadounidense (1980) -La Unión Soviética invade Afganistán (1980)

1981-1985 -Publicación de: Arma Económica (1984) y ¿Qué pasa con EE.UU? (1985)

-Presidencia de Miguel de la Madrid (1982) -Empiezan a cambiar las políticas estatistas de sus sucesores.

-Guerra de las Malvinas (1981) -Intervención norteamericana en Nicaragua (1983)

1986-1990 -Se publican: Pueblos Cautivos (1987), Soy la Revolución Neoliberalizada (1989) y Acción Gradual

-Presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988) -México gira definitivamente hacia el Neoliberalismo -Firma del TLC.

-Perestroika (1987) -Cae el Muro de Berlín (1989) -Revuelta de estudiantes en Pekín (1990)

1991-1995 -Publicaciones de Economía Destructora y Neoliberalismo (1995)

-Presidencia de Ernesto Zedillo (1994) -Insurgencia del EZLN -Crisis económica

-La Unión Soviética deja oficialmente de existir (1991) -Se acelera el proceso de globalización. -Nacimiento de la Unión Europea (1993)

1996-2000 -Se publican: La Cruz y la Espada (1998) y Disolución Social (2000)

-Cae el priismo Vicente Fox, presidente de México (2000)

2001-2006 -Publicaciones: A dónde nos quieren llevar (2002), Imperialismo y Teología (2003), Desilusión Traumática (2004) y Democracia Asfixiante (2005)

-Felipe Calderón, presidente de México (2006)

-Atentado contra las torres gemelas (2001) -Invasiones de Afganistán e Irak por los Estados Unidos.

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B. OBRAS DE SALVADOR BORREGO TITULO AÑO DE LA 1ª.

EDICIÓN NÚMERO DE EDICIONES

EJEMPLARES EDITADOS

Periodismo Trascendente

1951 Diecisiete 42,000

Derrota Mundial 1953 Cuarenta y siete 160,000 América Peligra 1964 Veintidós 67,000 Infiltración Mundial 1968 Díez 32,000 México Futuro 1972 Ocho 16,000 Batallas Metafísicas 1976 Ocho 16,000 México Cautivo 1976 Dos 2,000 Juventud 1977 Siete 15,000 Inflación Empobrecedora Deflación...

1980 Siete 10,000

Metas Políticas 1983 Seis 18,000 Arma Económica 1984 Cinco 10,000 García Valseca 1984 Cuatro 8,000 ¿Qué pasa con EE.UU.? 1985 Cinco 10,000 Dogmas y Crisis 1985 Cuatro 8,000 Pueblos Cautivos 1987 Cuatro 8,000 Puzzling Neighborgs 1987 Una 2,000 Años Decisivos 1988 Tres 6,000 Acción Gradual 1989 Dos 4,000 Diálogos Uno 1,500 Soy la Revolución Neoliberalizada

1989 Tres 5,000

Yatrogenia 1990 Cuatro 7,000 Reflexiones 1994 Tres 5,000 Psicología-Guerra 1994 Dos 3,000 Neoliberalismo 1995 Cinco 10,000 Economía Destructora 1995 Cuatro 8,000 Un posible fin de la crisis

1997 Tres 6,000

Panorama 1998 Dos 4,000 La Cruz y la Espada 1998 Cuatro 8,000 Disolución Social 2000 Dos 4,000 2001-2006 Lo que se puede esperar

2000 Dos 4,000

Waffen SS 2001 Cinco 10,000 Sucesión Presidencial 2002 Una 2,500

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A dónde nos quieren llevar

2002 Dos 4,000

Guerra Submarina 2003 Dos 4,000 Imperialismo y Teología 2003 Dos 4,000 Luftwaffe 2004 Dos 4,000 Desilusión Traumática 2004 Dos 4,000 Democracia Asfixiante 2005 Dos 4,000 Pintor, Soldado, Fuehrer 2006 Dos 4,000 2006-2012 Calderón 2006 Una 2,000

TOTAL 40 títulos

542,000196

C. ARCHIVO FOTOGRÁFICO Descripción

Fuente

[p.99, parte superior] Portada de Derrota Mundial, en su tercera edición de 1956.

Archivo privado de Rodrigo Ruiz V.

[p.99, parte inferior] Borrego supervisa el cierre de Excélsior, durante 1960.

Archivo privado de Salvador Borrego.

[p.100, parte superior] Salvador Borrego frente al embajador de los Estados Unidos, McBride, durante una visita a “El Sol de Puebla” en 1971.

Idem.

[p.100, parte inferior] Salvador Borrego durante la entrevista con Rodrigo Ruiz Velasco, en el 2006.

Archivo privado de Rodrigo Ruiz V.

196 Los datos nos fueron proporcionados por el mismo don Salvador y, su secretaría, la Sra. Tapia. No se incluyen las ediciones realizadas en el extranjero. Ni de ediciones ajenas al autor.

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III. SALVADOR BORREGO ANTE EL NAZISMO Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

A punto de concluir el año de 1953 fue publicada la primera y más importante obra

histórica de Salvador Borrego Escalante: Derrota Mundial. La obra que a la postre le

garantizó una mayor notoriedad y fama dentro de algunos sectores de la sociedad mexicana.

El libro consistió, básicamente, en una interpretación revisionista –una crónica- de la

Segunda Guerra Mundial y, como tal, se enfrentaba a la versión oficial del conflicto, tanto

en México como en el resto del mundo. En cuanto a las motivaciones de Borrego Escalante,

se enlazan con su actividad periodística de aquellos años:

(...) quiero precisar que cuando ocurrió la presión-chantaje sobre “Excélsior”, yo no adquirí repentinamente una posición que me condujera a “Derrota Mundial”, pues sólo fue un incidente que me motivó a iniciar investigaciones acerca de lo que parecía una “acción internacional” encaminada a suprimir una versión e imponer otra.197

La crónica de Borrego, hasta el día de hoy, ha sido vuelta a editar en cuarenta y cinco

ocasiones en México y otras tantas en el extranjero.

Cuando la primera edición se ofreció al público estaba desprovista de un prólogo,

pero en su segunda edición -marzo de 1955- ya contaba con uno, y además proveniente de la

pluma de un ilustre personaje: José Vasconcelos.

(...) cuando se publicó la primera edición yo casi no quise recurrir a los amigos porque era un tema bastante polémico y no quería comprometerlos, pero un día en la Cadena García Valseca, donde fue a colaborar el licenciado Don José Vasconcelos, me presentaron con él y me dijo: ¿Es usted el que escribió Derrota Mundial?. Pues sí -le dije-, y entonces hizo algunos elogios del libro y yo aproveché la ocasión para decirle: Pues, como verá usted, mi libro no tiene Prólogo, ¿No podría usted hacerlo? y me dijo: Si, con mucho gusto Y así fue como se prologó, digamos accidentalmente, la segunda edición.198

En verdad que las impresiones de Vasconcelos acerca de Derrota Mundial no podían

ser más elogiosas, ello quedó manifiesto desde las primeras líneas del Prólogo:

197 En carta a Rodrigo Ruiz Velasco Barba, del 12 de septiembre de 2006. 198 Entrevista a Salvador Borrego por anónimos para Nuevorden...

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La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda edición, es una de las más importantes que se hayan publicado en América. Causa satisfacción que un mexicano de la nueva generación, haya sido capaz de juzgar con tanto acierto los sucesos que conocemos bajo el nombre de la Segunda Guerra Mundial.199

Vasconcelos denunciaba el efecto masivo, tergiversador y pernicioso causado por la

propaganda aliada así como la peligrosidad que el “monstruo anticristiano” (el comunismo)

representaba para el mundo entero en su avasallador avance.

En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que iluminado y profético, se revelan los pormenores de la conjura tremenda.200

La conjura tremenda de la que habla Vasconcelos –y que alude a la tesis central de

Derrota Mundial- tenía como principales protagonistas a las fuerzas del comunismo

internacional y al auxilio que se les confirió desde las democráticas naciones occidentales

para asegurar su existencia y futura expansión.

Vamos ahora a entrar de lleno en la obra de Salvador Borrego. Prevenimos al lector

sobre el carácter evidentemente limitado de éste y los apartados que siguen. No pretendemos

un resumen completo de su obra. Para ello remitimos a los interesados directamente con la

obra de don Salvador. Lo que aquí nos proponemos es simplemente la exposición de las

“líneas maestras” siempre en busca de nuestro cometido original: la perspectiva borreguiana

acerca del antijudaísmo; sus motivos, sus raíces, su especificidad.

Al mismo tiempo, avisamos que nos reservamos los comentarios de otros autores,

personales e información adicional en las notas a píe de página; invitamos a su seguimiento

con mayor cuidado del habitual. Excluyendo las ocasiones en donde se indique lo contrario

los textos ajenos a las notas únicamente reflejan las ideas de don Salvador Borrego.

Borrego emprendió su tarea –en el Capítulo I de Derrota Mundial- mediante la

199 Salvador Borrego, Derrota Mundial, México, ediciones del autor, 1999, p.5. 200 Ibid, p.6.

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descripción de un proceso revolucionario acaecido entre 1848 y 1919.201 Fue un suceso que

tuvo enormes repercusiones y que –al generar una reacción anticomunista: el nazismo-

produjo el posterior y gigantesco conflicto armado.202 Así pues, comunismo y nazismo son

contemplados conjuntamente para poder entender la época.203

El proceso revolucionario que se produjo en Rusia durante el siglo XIX tenia como

“espina dorsal” a buena parte de la población judía, a su vez organizada en una compleja

red de comités secretos que encausaban la acción contra el régimen zarista. Mas el

movimiento que tenía por objetivo el derrocamiento del Zar Nicolás II no se restringió a

estar integrado principalmente por judíos rusos sino que éstos fueron auxiliados y

financiados por judíos de América y Europa Occidental.

(...) la base ideológica de la revolución rusa la crearon los judíos Marx y Engels; la pusieron en movimiento social Lenin, Zinoviev, Kamenev, Bronstein y otros israelitas; la solapó y ejecutó a medias el hebreo Kerensky; la ayudaron económicamente desde EE. UU. los magnates Kuhn Loeb, Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olaf Ashberg, y la hicieron posible agitando a las masas proletarias un sinnúmero de comisarios israelitas, como judíos eran –simbólicamente- 10 de los 12 revolucionarios que ejecutaron a la familia real de los Romanof.204

El movimiento comunista no es otra cosa que una herramienta mediante la cual “el

movimiento político judío” buscaba satisfacer sus anhelos de dominio mundial. Una

gigantesca conspiración que incluso contó con importantes partidarios activos en los

201 En el primero de esos años fue publicado el Manifiesto del Partido Comunista y en el segundo de dichos años el comunismo había logrado afianzarse –por primera vez- en un Estado: la Unión Soviética. 202 En este punto don Salvador no se distancia mucho de exposiciones históricas acreditadas en la actualidad, como aquella de La guerra civil europea (1917-1945) por el catedrático Ernst Nolte, quien sostiene que el nazismo fue una reacción al comunismo Cfr. Nolte, Ernst. La guerra civil europea, 1917-1945, Nacionalsocialismo y bolchevismo. México, FCE, 2001, 548 pp. 203 “La comparación entre comunismo y nazismo es, de hecho, no sólo legítima, sino indispensable, porque sin ella ambos fenómenos resultan ininteligibles. La única manera de comprenderlos —y de comprender la historia de la primera parte de este siglo es «tomarlos juntos» (Furet), estudiarlos «en su época» (Nolte), es decir, en el momento histórico que les es común”. Alain de Benoist, Comunismo y Nazismo, Barcelona, Ediciones Áltera, 2005, p.17. 204 Derrota Mundial... pp. 22 y 23.

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ambientes de la alta finanza y de la prensa de Occidente.205

Es llamativo que esta equiparación entre judaísmo- bolchevismo y gran banca judía

internacional sea apuntalada por Borrego recurriendo –entre otros textos- a una alocución

del “rabino Caleb”

Por supuesto, no olvidaron [los judíos] su meta revolucionaria, que el rabino Caleb había esbozado así en la tumba de Simeón Ben Jhuda, en Praga: “Conviene que, en la medida de lo posible, nos ocupemos del proletariado y lo sometamos a aquellos que manejan el dinero. Con este medio levantaremos a las masas... Las empujaremos a los agitaciones, a las revoluciones, y cada una de estas catástrofes significará un gran paso para nuestras finalidades”.206

No es baladí observar –antes de continuar- que la cita del Discurso del Rabino –entre

205 Comenta Miguel Jasso: “En esencia, lo que Salvador Borrego indica, es cómo bajo la encubierta acción de una supuesta lucha social se encontraba otra meta secreta: el deseo de la palingenesia social, que es decir el resurgimiento y la hegemonía del pueblo judío.” Miguel Jasso, La simpatía por el nacionalsocialismo... p.361. Esta identificación de judaísmo y comunismo/ bolchevismo fue algo corriente, mas no exclusivo, de la propaganda nacionalsocialista -incluso se acuñó el término “judeo-bolchevismo”- pues autores tan distintos como Nicolás Berdiaev, Mijail Bulgákov o Hillaire Belloc defendieron la misma tesis. Vid. N. Berdiaev, Orígenes y espíritu del comunismo ruso, Valencia, Fomento de Cultura, 1958, p. 166. Vid. Hillaire Belloc, Los judios, Buenos Aires, Dictio, 1977, pp. 74.87. Las fuentes que emplea Borrego para llegar a dicha identificación son desiguales. En un porcentaje nada despreciable la información proviene de autores antijudíos como Walter Schubart, Henry Ford o Traian Romanescu. Sin embargo, resulta imposible negar objetivamente el papel activo de judíos en la Revolución rusa y el movimiento marxista internacional, como reconocen autores de prestigio como Francois Furet y Paul Johnson: “(...) se desprende del propio relato de Furet, en Francia y en otros países hubo un porcentaje inusitadamente alto de judíos que ocupaban puestos dirigentes en el movimiento marxista o en el comunista.” Ernst Nolte, La guerra civil europea... p.23. “Es cierto que los judíos ocupaban lugares destacados en el partido bolchevique, en los niveles más altos tanto como en la base: en los congresos del partido, del 15 al 20% de los delegados eran judíos (...) Ciertamente, los judíos comunes padecían como consecuencia del compromiso judío con el régimen. Los bolcheviques judíos eran numerosos en la Cheká (policía secreta), en el papel de comisarios, inspectores fiscales y burócratas, y cumplieron una función destacada en los grupos organizados por Lenin y Troski para confiscar el grano a campesinos que lo ocultaban. Todas estas actividades hicieron que se los odiase.” Paul Johnson, La historia de los judíos... pp. 539 y 540. Al margen de las conexiones judías, es justo subrayarse en favor de Borrego que reputados autores aceptan un soporte a la Revolución bolchevique por parte de banqueros internacionales. “¿Los capitalistas internacionales financiando a una revolución cuyo principal objetivo consistía en despojarles de su riqueza y de su poder? Sin embargo se trata de un hecho probado; y la explicación vendrá después pero el hecho no se puede negar”. Ricardo de la Cierva, La Masonería Invisible...,p.591. También: Cfr. Sutton, Anthony. Wall Street and the Bolshevik Revolution, USA, html versión de Estudios de Teología Reformada, 2001. Aunque, ciertamente, en parte –y esto es un dato ignorado o pasado por alto por Borrego- esos mismos grupos de la alta finanza estuvieron también detrás del nazismo. Vid. Sutton, Anthony, Wall Street and the rise of Hitler, USA, html version de Estudios de Teología Reformada, 2001. 206 Derrota Mundial... p.14. No es otra cosa que un fragmento del capítulo “En el cementerio judío de Praga” de la novela Biarritz de Hermann Goedsche, del cual ya hemos escrito. La fuente de la cita no aparece en Derrota Mundial, pero hemos logrado identificarla debido a que en muchas ediciones de Los Protocolos de los Sabios de Sión suele integrarse dicho texto como “prueba adicional”. Cfr. Los Protocolos de los Sabios de Sión. Edición completa con estudios y comentarios de M.E. Jouin. Traducción por Duque de la Victoria. México, Época, 1975, pp. 34 y 35.

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otras-, aunque no son un recurso muy frecuente de Borrego, permiten relacionar su

pensamiento con la literatura antijudia decimonónica que desemboca con Los Protocolos.

Volviendo a nuestro hilo. En el marco de una conspiración judía mundial, la opinión

que Borrego se forjó sobre la revolución bolchevique aparece con enorme claridad, y es

bastante negativa:

La famosa <dictadura del proletariado> era sólo una fórmula propagandística para encubrir la dictadura extraña impuesta al proletariado ruso. El comunismo teórico había hablado de redención del proletariado para atraer a las masas, pero una vez controladas éstas, el comunismo práctico resultaba ser algo distinto. Era, en suma, un imperialismo dirigido y apuntalado por los jefes y los comisarios judíos de la URSS.207

Borrego asevera que, frente a la “Revolución judeo-marxista” -triunfante en Rusia-,

que a partir de 1917 amenazaba a toda Europa, se van a levantar –con la misión expresa de

combatirle- los fascismos y, en especial, el nacionalsocialismo alemán liderado por Hitler.

En cuanto a la política exterior [del entonces todavía no en el poder partido nazi], la idea fundamental era combatir el marxismo entronizado en Rusia y obtener territorios soviéticos para el crecimiento de Alemania. Por tanto, ésta ya no buscaría más su expansión en ultramar ni interferiría la política colonial de Inglaterra y Francia. En otras palabras, Hitler buscaba zanjar las viejas querellas con el Mundo Occidental y marchar hacia el Oriente. Mientras tanto, el marxismo crecía con aspiraciones de dominio universal y se vigorizaba mediante sus instrumentos de lucha de clases e internacionalización.208

Con el anterior texto Borrego perfila su tesis central: el nuevo partido

nacionalsocialista alemán –que había evitado que Alemania cayese en la órbita comunista-

proyectaba el crecimiento nacional a costa de la destrucción del marxismo atrincherado en la

Unión Soviética; al mismo tiempo, el nazismo no presentaba ninguna animosidad contra las

democracias occidentales. Sin embargo, éstas terminarán por interponerse entre Hitler y José

Stalin atendiendo a una finalidad inconfesable; la de preservar la herramienta de dominio

judaico que constituía el comunismo soviético.

Así nació el pensamiento básico que determinó la doctrina política de Hitler, primero, y luego de toda Alemania. Hitler consideró al pueblo ruso un conglomerado de razas ignaras dominadas por la fuerza de un núcleo marxista-judío y convertidos en un instrumento para el

207 Derrota Mundial... p.56. 208 Ibid, p.50.

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dominio de otros pueblos. Y consideró que Alemania debería luchar contra la URSS en defensa propia. El crecimiento del Reich a costa del suelo soviético sería la compensación material de esa lucha.209

Esta Alemania que se proclamaba baluarte de Occidente frente al “judeo-

bolchevismo” despierta la obvia, no solo simpatía de Borrego, sino también la admiración.

La llegada del nazismo al poder en Alemania no pudo ser sino providencial dada la situación

crítica y humillante en la que se encontraba la nación germana tras su derrota en la Primera

Guerra Mundial y la imposición del tratado de Versalles.

El hecho de que el nuevo régimen nazi haya tomado la forma política de la dictadura

–aunque alcanzó el poder democráticamente- no resulta en sí mismo vituperable:

Frecuentemente se ha visto en la historia que los pueblos en zozobra recurren a la voluntad de un hombre para encontrar su propio camino y cuando en esos momentos aflictivos hallan a ese hombre resuelto a asumir la responsabilidad de todos, la tensión disminuye y la esperanza resurge. La dictadura es una necesidad esporádica en la historia de la humanidad. Si en el caso de Alemania se la vilipendió tanto, fue por intereses partidistas, mas no porque en realidad fuera un régimen contrario a la voluntad popular (...) La dictadura es un instrumento, no una “cosa en sí”; puede ser buena o mala, querida u odiada, según el fin a que se oriente210

En la mente de Borrego, la dictadura nazi se orientaba hacia un fin “bueno”: el

exterminio del bolchevismo; la defensa de Occidente.

Uno de los aspectos del gobierno nacionalsocialista que causan una mayor

admiración en Borrego es su política económica, a la cual califica de “nueva revelación”.

Efectivamente, antes de la llegada de Hitler al poder, Alemania padecía un tremendo paro:

seis millones de desempleados. El acierto de la política económica nazi fue evidente cuando

el desempleo fue abatido junto con los cánones tradicionales de la economía liberal.

La fórmula no era un secreto, pero sonaba inverosímilmente sencilla entre tanta falacia que la seudociencia económica judía había hecho circular por el mundo. Consistía, básicamente en el principio de que “la riqueza no es el dinero, sino el trabajo”. En consecuencia, sí faltaba dinero, se hacía, y si los profetas del reino del oro gritaban que esto era una herejía, bastaba con aumentar la producción y con regular los salarios y los capitales para que no ocurriera

209 Ibid, p.41. 210 Ibid, p.90.

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ningún cataclismo económico.211 En ese mismo tenor:

Si los sabihondos de la <ciencia económica> erigida en <tabú> alegaban que cierto terreno no podía abrirse al cultivo ni acomodarse ahí determinado número de cesantes, debido a que no había dinero, esto parecía ser una razón suficiente. La economía nazi, en cambio, se desentendía de que en el banco hubiera o no divisas o reservas de oro; emitía dinero papel, creaba una nueva fuente de trabajo, daba acomodo a los cesantes, aumentaba la producción y ese mismo aumento era la garantía del dinero emitido. En vez de que el oro apuntalara al billete de banco, era el trabajo el que lo sostenía. En otras palabras, la riqueza no era el dinero, sino el trabajo mismo, según la formula adoptada por Hitler.212

Amerita ser mencionada la comparación que hace Borrego de la política económica

nazi en relación con el catolicismo:

Es curioso que el régimen estaba logrando, a través de la política y la economía, la realización de la Doctrina Social de la Iglesia, consistente en que se haga justicia a las clases desvalidas, en que no se use el capital para especular y extorsionar, en que se propicie el amor al prójimo y en que se conserven las sanas costumbres.213

Siguiendo la crónica: una vez que la nueva Alemania se vio libre de los problemas

más acuciantes en su interior fue, paso a paso, primero, cumpliendo su objetivo de reunir en

un solo Reich a todos los germano parlantes, mediante la anexión de Austria y los Sudetes

checoslovacos (1938 y 1939), y en segundo lugar, abriéndose paso hacia la posesión de una

extensa frontera con la Unión Soviética (para poder invadirla). De forma paralela a estos

avances alemanes en Europa Oriental las democracias occidentales –en especial Inglaterra y

Estados Unidos- fueron ejerciendo cada vez una mayor presión sobre el gobierno nazi en

contra de lo que debieran ser los intereses naturales de Occidente y en favor de los intereses

del judaísmo.

[En Occidente] una artificial psicosis de guerra estaba siendo creada como requisito previo a la inconcebible tarea de interponer a Occidente entre Alemania y el marxismo, en provecho exclusivo de este último (...) La participación del judaísmo en ese régimen determinó el estrecho entendimiento entre Roosevelt y la URSS y fue asimismo la causa de que los pueblos occidentales –contra sus propios intereses- fueran lanzados a aniquilar a Alemania

211 Ibid, p.85. 212 Ibid, p.82. Como información adicional, Borrego prologó una edición española de una recopilación de textos sobre economía por el nacionalsocialista Gottfried Feder. Vid. Feder, Gottfried. Economía de Éxito, Buenos Aires, Moderna, 2002, 125 pp. 213 Salvador Borrego, Pintor, Soldado, Fuehrer, México, ediciones del autor, 2006, p.73.

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para salvar al marxismo.214 Y sentencia:

Como requisito previo para usar la fuerza de los países occidentales, el movimiento político judío los engañó y desorientó. Con razón Schopenhauer dijo el siglo pasado que <el judío es el maestro de la mentira>. Con esa maestría ha conseguido que sus propias víctimas le sirvan, naturalmente sin saber a quién sirven, y hasta con la ilusoria creencia de que se sirven a sí mismas.215

Cuando la crisis diplomática germano-polaca ocurrió – a mediados de 1939- los

gobiernos del Reich y de la Unión Soviética, mediante sus ministros de Relaciones

Exteriores von Ribbentrop y Molotov respectivamente, firmaron un pacto de no-agresión y

repartición de zonas de influencia.216 El hecho fue visto por el escritor mexicano de la

siguiente forma:

(...) Stalin veía que ese último obstáculo [Polonia] para la embestida alemana contra Rusia estaba a punto de desaparecer. Su acertada evaluación de las circunstancias era semejante a la que hacían los consejeros israelitas de Roosevelt: si la guerra se iniciaba exclusivamente entre Alemania y la URSS, sería luego punto menos que imposible persuadir al mundo de que debería acudir en auxilio del marxismo. Rusia tendría entonces que luchar sola... y sola, ¡estaba perdida!... En cambio, si se lograba que el Occidente entrara en guerra contra Alemania antes de que ésta atacara a la URSS, entonces quedaría automáticamente garantizado que Occidente combatiría en el mismo bando del bolchevismo. Y así fue. Una vez comprometidos en la lucha contra Alemania, ningún inglés, francés o norteamericano rechazaría el concurso armado de la URSS. En consecuencia, el Kremlin extremó su cautela a fin de retardar lo más posible el ataque alemán y le ofreció a Hitler un pacto de no agresión.217

Hitler, por su parte, habría aceptado el pacto como una forma de disuadir a Francia e

Inglaterra en caso de llegar el momento de hacer efectivas las garantías de ayuda militar a

Polonia, en caso de un conflicto con Alemania. Hitler habría caído en una trampa ya que “el

movimiento político judío” ya tenía previsto lanzar a Occidente a la guerra contra Alemania

tomando como casus belli la invasión alemana de Polonia.

Los polacos -animados por la falsa seguridad de esas garantías- se obstinaron en no

214 Derrota Mundial... pp. 69 y 73. 215 Ibid, p.115. Nótese cierta similitud con Mi Lucha, de Hitler, en la pág. 53 de nuestro trabajo. 216 Sobre el particular, sobretodo el capítulo “El pacto nazi-soviético”: Vid. Bloch, Michael. Ribbentrop. La figura más inexplicable del gabinete de Hitler, Argentina, Vergara, 1994. 217 Derrota Mundial... p.120.

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ceder a las –en un principio- moderadas reivindicaciones de Hitler, precipitando así el

estallido de la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que, según don Salvador, Hitler no

deseaba, al menos frente a Francia y la Gran Bretaña.

A todo lo largo de su crónica de la Segunda Guerra Mundial, Borrego muestra un

gran interés en una descripción de las cuestiones estratégicas. Es evidente que las hazañas

bélicas le producen fascinación a la par que la propia figura de Hitler.218

Conforme fueron sucediéndose los acontecimientos de la Guerra Mundial en Derrota

Mundial es notoria una admiración del autor a lo que parece ser un logro de la voluntad

frente a situaciones absolutamente adversas y que, podría calcularse, se encuentran fuera de

los límites humanos, la impresión general es: Alemania, sola, frente a la práctica totalidad

del orbe. Los teutones no lograron vencer, pero... ¡Qué cerca estuvieron de la hazaña! Los

sacrificios y el espíritu combativo del pueblo alemán y de su Fuhrer adquieren así tintes

épicos. Si por Borrego fuera, seguramente Hitler merecería un espacio en el clásico Los

Héroes de Thomas Carlyle.219

Cuando en 1940 las fuerzas de la Werhmacht (Ejército Alemán) hunden el frente

occidental invadiendo Holanda, Bélgica y Francia, un triunfo en el que tuvo especial mérito

la estrategia en parte concebida e implementada por el mismo Hitler220; el Fuhrer habría

218 Y es que Borrego está muy lejos de aquellos historiadores como Louis Untermeyer cuyo desprecio por Hitler llevado hasta el paroxismo les impide considerar sus innegables dotes como estratega y hombre de Estado. Cfr. Untermeyer, Louis, Forjadores del Mundo Moderno, t.III., México, Grijalbo, 1957. La admiración que siente Borrego hacia algunas figuras emblemáticas del nacionalsocialismo fue declarada –por si queda a estas alturas alguna duda- a Acción Chilena: “¿Qué personaje o personajes históricos del Nacional Socialismo y el Fascismo europeo son especialmente admirables desde su perspectiva y por qué? - Desde luego, Hitler, Heydrich, Goebbels y los generales Model, Keitel, Jodl, Kesselring y Rommel, por mencionar sólo a algunos.” Entrevista a Salvador Borrego por Alexis López... 219 Borrego se muestra de acuerdo con el filósofo Arthur Schopenhauer en el sentido de que la voluntad es la cualidad más preciosa del hombre. Una cualidad que le reconoce a Hitler. 220 Dice Borrego: “Pese a los notables aciertos de estrategia que Hitler demostró en la campaña de Francia, varios aristócratas generales se resistían naturalmente a aceptar sus gestiones, y aun sus directivas, que eran órdenes. Y es que seguían viendo en él a un cabo, carente de preparación académica, y no cabía en su cabeza de peritos que un autodidacta en cuestiones militares pudiera intuir los principios básicos del arte de la guerra,

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dejado escapar al Cuerpo Expedicionario Británico en Dunkerke a propósito: una evidencia

más de que Hitler no deseaba la guerra contra el Imperio Británico, al que admiraba

profundamente.

En 1941 tanto Yugoslavia como Grecia habrían sido utilizadas por el “movimiento

político judío” como “carne de cañón “ para retrasar la operación Barbarroja (invasión a

Rusia): la guerra que Hitler si deseó. Cuando ésta, al fin, inicia –junio del mismo año- se

libra un combate que sólo puede ser etiquetado como “la más grande lucha en la historia de

las armas”, una lucha brutal entre la civilización occidental y la “barbarie

judeobolchevique”.

El irresistible y avasallador empuje de las tropas alemanas les llevó hasta las puertas

de Moscú. No obstante, una serie de circunstancias impidieron la consumación del triunfo

de las armas germánicas; principalmente, la apertura de otros frentes aunado al envío de

material bélico por parte de las democracias occidentales con la inconfesable meta de salvar

al “bolchevismo judío”.

El tema del nazismo, Hitler y la Segunda Guerra Mundial no culmina para Borrego

con Derrota Mundial, va a ser una constante en su producción historiográfica. Ya hemos

mencionado Infiltración Mundial ( libro en donde analiza el papel crucial de los servicios

secretos e infiltrados en la final derrota nazi); le siguieron: Waffen SS ¿Criminales o

Soldados? (en donde se reivindica a estos legendarios grupos armados); Guerra Submarina

(descripción de los vaivenes de la guerra marítima y especialmente de las aventuras de los

temibles U-Boots); Luftwaffe (sobre las batallas aéreas) y Pintor, Soldado, Fuehrer.

a veces con más profundidad que los profesionales saturados de teoría y de pormenores técnicos”. Derrota Mundial... pp. 233 y 234.

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(2006).221

En las distintas publicaciones sobre el tema de la Segunda Guerra Mundial, Borrego

recurrió a diversas fuentes. Éstas son tan numerosas que corremos el riesgo de caer en un

reduccionismo al destacar unas sobre otras. Aún así, puede subrayarse el recurso a los

testimonios de políticos, militares y estudiosos militantes o simpatizantes de ambos

contendientes.222

Por todo lo hasta aquí mencionado puede concluirse que Salvador Borrego es uno de

los re-habilitadores de Hitler y el nazismo –junto con Joaquín Bochaca223- más notorios en

el mundo de habla hispana.

Sobre la persecución de los judíos por los nazis, Borrego comenta:

Hasta el momento en que esa gran coalición organizó todos sus inmensos recursos en la lucha contra el nacionalsocialismo, los judíos residentes en Alemania no habían sido dañados en sus personas, aunque sí en sus intereses políticos y económicos. Por ejemplo, se les impidió que mediante la pintura estrambótica, la música sensualista. Los bailes vulgares, la pornografía y las teorías disolventes y debilitadoras de los valores morales eternos, relajaran el medio ambiente de la población alemana. Y no es que el judío carezca de moral; todo lo contrario, es un pueblo de admirables costumbres, sobrio y disciplinado, pero sus líderes utilizan todas las corrientes impuras que puedan dañar o debilitar a los no-judíos. No consumen venenos, pero propician la popularización de ellos.224

Y prosigue:

221 Todos ellos son libros en donde se sostienen básicamente las mismas ideas que ya esbozara Borrego en Derrota Mundial, aunque con un enfoque más detallado y a la vez integrando las últimas investigaciones de otros autores sobre el tema. Especial interés tiene el último libro que mencionamos porque don Salvador se propone dejar en evidencia el trato tendencioso que los principales historiadores académicos (Kershaw, Burleigh, Steinert, Shirer) dan a Hitler. Por ejemplo, al intercalar de cuando en cuando algún adjetivo descalificativo. Defectos que también se pueden encontrar en Borrego aunque en sentido inverso; mediante, por ejemplo, y sin afán de ser exhaustivos: omisiones de masacres nazis; el soslayo de la política nazi en torno a temas morales como la eutanasia y la eugenesia o lo relativo al racismo -eje crucial del nazismo-, cuando era dirigido no sólo hacia los judíos sino hacia otros grupos étnicos como los eslavos. Un estudio interesante, aunque no compartamos en algunos aspectos, sobre los diversos biógrafos de Hitler en: Vid. Lukacs, John, El Hitler de la Historia, España, FCE, 2003 (1997). 222 Así por ejemplo: las memorias de Winston Churchill; el libro-testimonio de Einsenhower, Cruzada en Europa, o al historiador militar británico Basil Lidell Hart. 223 Cfr. Joaquín Bochaca, La historia de los vencidos, España, Wotan, 2006. Un libro muy interesante, ya que es coincidente con Borrego en muchos puntos y el desarrollo en sí mismo es similar. Con una trascendental diferencia: en Bochaca no hay una intención de presentar la historia como un choque entre Cristo y Anticristo. Es una versión expurgada del sentido cristiano. No es casual dado que Bochaca pertenece a CEDADE (Circulo Español de Amigos de Europa), una organización neonazi que se aparta del discurso religioso de Borrego. 224 Salvador Borrego, Derrota Mundial... p. 308.

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Cuando a los líderes hebreos se les impidió seguir realizando esa hábil política, sus monopolios de propaganda gritaron mundialmente que eran objeto de persecución. Las quejas subieron de tono cuando Hitler barrió asimismo con las organizaciones masónicas, que escudándose en la ciencia y el estudio se infiltran en las altas esferas oficiales y refuerzan la influencia del movimiento político judío.225

Con la marcha de la guerra, las medidas represivas del gobierno alemán contra los

judíos se recrudecieron. En Borrego existe la idea de que los hebreos eran, en alguna

medida, sinónimo de conspiradores, más aún, un Estado dentro del Estado.226 De hecho, una

causa de la derrota alemana fue, de forma importante para Borrego, un producto de la

actividad emprendida desde las sombras por núcleos conspirativos –principalmente judíos,

masones y comunistas- dentro de la misma Alemania. Un tema que tratará más a fondo,

como ya indicamos, en Infiltración Mundial, en 1968.

La política antijudía de los nazis que llevó al confinamiento de los judíos en campos

de concentración no sería cualitativamente distinta de la que los mismos aliados llevaron a

cabo, por ejemplo, en los Estados Unidos contra un pueblo enemigo como el japonés. Con

respecto al antijudaísmo nazi, escribe Borrego:

El antisemitismo de Hitler, el antisemitismo del nacionalsocialismo alemán, no fue una causa, sino un efecto; una reacción fanática ante el fanatismo del movimiento político judío; y es evidente que el fenómeno no desaparece suprimiendo simplemente el efecto. Las causas primarias del antisemitismo anidan en la conducta misma del hebreo, y mientras él no se modifique, llevará latentes consigo los gérmenes de nuevos movimientos en contra suya. Ni el gigantesco poder que ha alcanzado lo librará de esa desgracia inherente a su empecinada manera de ser.227

Para Borrego pues, el antijudaísmo nazi es netamente defensivo –o contra-ofensivo-

y por lo tanto, hasta cierto punto lo justifica. Aunque, al llamarle “reacción fanática”

reconoce que fue excesiva y desordenada. Aunado a este comentario, es pertinente acotar lo

siguiente: existe -en la última cita- una implícita idea que a Borrego le distancia del

225 Ibid, 308 y 309. 226 Ibid, p.313. 227 Ibid, p.314.

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antijudaísmo de Hitler y los nazis; esto es, la idea de que el judío puede modificarse –por

ejemplo, al volverse sinceramente al cristianismo- en tanto que el nazismo considera que las

características del judío le son intrínsecas, por su peculiar carga biológica; en esta vida, el

ser humano puede elegir entre múltiples posibilidades, pero no –por cierto- en lo que

respecta a su identidad racial.

Reafirmándonos en lo que venimos connotando se encuentra una nota a pie de

página de su Derrota Mundial, que sugiere un distanciamiento de un antijudaísmo racial,

vulgar e irracional si así se quiere ver:

Debe discernirse claramente que una cosa es la lucha política contra el movimiento político judío y otra muy distinta es la hostilidad injusta contra el pueblo judío en masa, sólo por ser judío.228

En Derrota Mundial, Borrego manifiesta su escepticismo sobre la cifra oficial de

judíos asesinados en el Holocausto –seis millones- e incluso es patente que no cree que

existiera una orden o plan formal de exterminio:

Antes de la guerra había 6 millones de judíos en toda Europa, y de haber sido asesinados seis millones, no habría quedado ni uno, lo cual es absolutamente falso (...) Todo esto tiene por objeto desplegar una enorme cortina de compasión hacia los hebreos para encubrir los móviles políticos de sus jefes internacionales, empeñados en una lucha total contra el mundo cristiano. Y como ganancia extra –cosa muy importante-, Israel se basa en ese cuento para cobrarle a Alemania las indemnizaciones que han venido exigiendo.229

228 Ibid, p.33. 229 Ibid, p.595. En la actualidad la difusión de tales teorías por parte de algunos investigadores, los llamados “revisionistas del holocausto”, es penada en algunos países como Alemania, Austria y Francia. En nuestro teatro nacional, aparece el caso de José Luis Ontiveros; él cargó contra la creencia en el Holocausto, lo que le valió recibir ataques por parte de la Liga Antidifamación y embajadas de Israel y los Estados Unidos. Presionaron a tal grado que fue expulsado de la revista Siempre. Vale aclarar que la critica de Salvador Borrego al Holocausto, aunque temprana, no fue incisiva. Sus argumentos no alcanzan ni remotamente la sofisticación de los revisionistas más destacados como Robert Faurisson o Carlo Mattogno. El revisionista español Enrique Aynat Eknes justamente reprocha a César Vidal Manzanares el haber integrado a Salvador Borrego –dentro de su replica al revisionismo del holocausto- en su lista de autores negacionistas: “Además, algunos de los autores citados por Vidal son completamente desconocidos en los círculos revisionistas internacionales. Ni S. Borrego ni S.E. Castan son citados siquiera una vez en el extenso índice de autores de la principal revista revisionista, “The Journal of Historical Review”, que recoge 759 artículos de fondo y recensiones de obras publicadas a lo largo de 13 años.” Enrique Aynat, El holocausto a debate Respuesta a César Vidal, Valencia, Aaargh, 2002, p.20. (1995) El único revisionista del Holocausto de auténtico relieve citado por Borrego es el francés Paul Rassinier. De paso, menciono aquí el papel de Borrego, como prologuista- de otro libro revisionista y antijudío. Vid. Gossler, Hannerl, La Farsa Judía, México, Escorpio, 1982.

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Hemos revisado en el primer capítulo las razones ideológicas del antijudaísmo nazi.

Ahora bien, esos distintos afluentes que abordamos en ese capítulo no aparecen en la obra de

don Salvador. No existe evidencia alguna de que estuviese familiarizado con el pensamiento

wagneriano y aunque recurrió a la lectura de Nietzsche no aparece ningún rastro que nos

haga creer en una asimilación por Borrego de su particular prédica antijudía (y a la vez

anticristiana), centrada en la transmutación de los valores. Ni mucho menos existe un indicio

en la dirección de una aceptación del ocultismo nazi, sucesor de la Blavatsky y la ariosofia.

En lo que respecta al racismo y exclusivismo germánico, piedra basal del nazismo, lo

rechaza y lo creyó un error nazi a la postre superado:

En el Nacionalsocialismo hubo una corriente exagerada de germanismo, pero fue superada a partir de 1940 con la formación de las Waffen S.S. 230

En el capítulo primero, vimos también cómo el nacionalsocialismo alemán fue tributario

del “racismo científico” y cómo éste a su vez se fundamentó –o pretendió fundamentarse- en

la “teoría de la evolución” de Charles Darwin. Ahora bien, para el propósito de este trabajo,

es vital determinar si Salvador Borrego aceptó la Teoría de la Evolución como paso previo e

indispensable para llegar al racismo científico sostenido por Gobineau, Chamberlain y

después los nazis en pleno. ¿Acepta Salvador Borrego la “teoría de la evolución”? La

respuesta es que no le otorga un rango de verdad científicamente comprobada.

En su obra Juventud, de 1982, Borrego se decantó decididamente contra Darwin y, en

general, el macro-evolucionismo (transformismo), en cambio, acepta una micro-evolución, y

no precisamente por obra del azar.231

230 Entrevista a Salvador Borrego por Alexis López... Es una idea que, por cierto, es muy discutible. Me refiero al hecho que haya sido superado el inicial pangermanismo. A nuestro entender es más probable que, por razones utilitarias, por la demanda del esfuerzo de guerra, los alemanes se vieron forzados a integrar cuerpos armados de distintos países en la lucha contra la Unión Soviética. Una medida transitoria. 231 Salvador Borrego, Juventud, México, ediciones del autor, 1982, pp.13-37.

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En otra de sus obras, Reflexiones, pone en boca del “Sentido Común”, que se dirige a su

airado opositor “Maestro Socialista”, quien funge como firme defensor del darwinismo, las

siguientes palabras:

¡Espera!... Quizá tu versión de que la vida recorrió un largo camino, desde la célula hasta el hombre, contenga verdades. Al crear Dios al Universo, todo pudo parecer caótico, pero Él ya tenía virtualmente trazado un camino hacia determinados logros, y ya había impuesto leyes que habrían de cumplirse, aparentemente en forma mecánica. De esta manera, una vez creada la materia, se fue desarrollándose (evolucionando), mas no por azar.232

No hay un rechazo total. Otorga pues, una probabilidad a algunas facetas de la teoría

evolucionista. Mas no una certeza. Una certeza que se antoja indispensable, una condición

sine qua non, sí su mente llegó alguna vez a una conformidad con el racismo científico. Por

lo tanto, nos parece seguro que Borrego no asimiló esa corriente que contribuyó de forma

muy importante en la configuración del ideario nazi. Ni Gobineau, ni Chamberlain,

encuentran espacios en las cuantiosas páginas de sus obras.

Holgaría decir que en la obra borreguiana no existen afirmaciones de carácter racista-

biologicista sí no se encontraran de por medio las frecuentes alusiones a unos u otros

individuos como judíos. En efecto, don Salvador emplea sistemáticamente ese método en

vías a comprobar la existencia histórica de la magna conspiración. Teniendo en cuenta lo

que se busca probar, el procedimiento entraña cierta lógica. Pero ese mismo proceder ha

provocado en algunos la suspicacia sobre sí es posible imputar a Borrego el racismo que él

mismo reprocha al judaísmo.233 En cualquier caso, la postura de Borrego no proviene de un

planteo, digamos, biologicista; es importante hacer esta distinción. Borrego no adopta el

discurso del determinismo biológico, y por ende se ausentan los juicios sobre la superioridad

o inferioridad intrínseca de unas razas frente a otras.

232 Salvador Borrego, Reflexiones, México, ediciones del autor, 1994, p.31. 233 El diccionario de la RAE define “racismo” como: “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros”. En una segunda acepción se contempla el sentido de inferioridad inherente de otras razas o etnias frente a la propia.

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Pese a este distanciamiento, la simpatía que generó el nazismo en Salvador Borrego

se encuentra fuera de toda duda. Pero es tiempo de abordar la cuestión sobre sí

definitivamente existe una conciencia de pertenencia de don Salvador en relación a dicho

grupo. En la era actual, “nazi” o “nacionalsocialista” a pasado a ser un adjetivo

(des)calificativo siempre lanzado por terceras personas en contra o sobre quien se desee

perjudicar. Y es un lugar común que los rivales ideológicos de Salvador Borrego le

califiquen como “nazi”, en un sentido peyorativo. Como una especie de arma arrojadiza.234

Si uno navega por la red y recala en las distintas webs neonazis de habla hispana

pueden encontrarse algunas referencias a Salvador Borrego. Incluso se refieren a él como un

“camarada”. Nosotros le preguntamos –personalmente- a Salvador Borrego sobre el tema y

nos contestó que no le desagradaban las referencias que hacen algunos colectivos neo-nazis

presentándolo como uno de los suyos (siempre que no pertenecieran a “exagerados”).235

Según Borrego en Derrota Mundial, la doctrina nacionalsocialista, en su vertiente

alemana, no es exportable. El mismo Salvador Borrego señala que ésta sólo puede ser

trasladable a otros pueblos con sus debidas modificaciones (pone el ejemplo del gobierno de

Francisco Franco en España236). Es obligada una adaptación a la idiosincrasia propia de cada

pueblo. Además, queda claro que el racismo biologicista, rasgo distintivo del

nacionalsocialismo alemán (aunque Borrego no “dramatice” en este aspecto), no lo

234 Lo cual inevitablemente me recuerda los textos de un célebre poeta español de nuestro siglo XX: “Hasta ahora, todas las afiliaciones y calificaciones políticas se hacían de dentro a fuera del individuo; quiero decir que las hacía el propio interesado. La denominación de color o de partido era una cosa que se conjugaba en primera persona. Se decía: «Yo soy liberal», o «yo soy conservador», o republicano, o tradicionalista... Pero ahora, desde hace unos años, ha surgido una calificación nueva, que no se conjuga en primera persona, sino en segunda o tercera. Me refiero al fascismo, «Tú eres fascista», «él es fascista», se dice. No es una declaración política que hace el interesado. Es un diagnóstico que le hace una persona desde fuera, como si le asegurara: «Usted es diabético, o escrufuloso, o linfático. Usted no lo sabe, pero lo es...»”. José María Pemán, El otro es fascista en: Razón Española, España, núm. 97, Sept-Octubre 1999. En el portal de Razón Española. Texto disponible desde Internet en: http://galeon.com/razonespanola/re97-pem.htm Consultado el 07/04/07. 235 Alude a skinheads y otros grupos “desorientados”. 236 Salvador Borrego, Derrota Mundial... p. 50.

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comparte. El propio autor se expresa -en otro de sus bestseller: América Peligra (1964)-

bastante positivamente sobre el mestizaje como fundamento de la nacionalidad mexicana.

Siguiendo en este punto la línea que trazara José Vasconcelos, en La Raza Cósmica.

Considero que no es exportable, lo dijo el mismo Hitler. Si se lleva el nacionalismo a México ya no es nacionalismo alemán, es nacionalismo mexicano. Y si se lleva el socialismo, a cualquier parte, ese socialismo buscará mejorar el nivel de vida de esa sociedad. No de la alemana, sino de la mexicana o la argentina o, en fin... El nacionalsocialismo es una ideología, pero tiene que adaptarse en cada país. Yo creo que toda persona patriótica está de acuerdo con el nacionalsocialismo, porque somos nacionalistas mexicanos y somos socialistas en el sentido inicial de la palabra “socialismo”, de mejorar a la sociedad en todos sus aspectos.237

Es en este tenor que debe entenderse el nacionalsocialismo que defiende Borrego. La

visión que Borrego posee con respecto al nazismo resulta, en suma, un enfoque alternativo

absolutamente contracorriente. El mundo de la posguerra basó, en cierto sentido, su

legitimidad a raíz del supuesto enfrentamiento entre “buenos” (aliados) y “malos” (Eje);

éstos fueron los cimientos de ese nuevo orden. La obra de Borrego -por su parte- consiste en

un “torpedeo” de esa “línea de flotación”. No sólo existe una consideración positiva de

Hitler y el nazismo sino que la derrota de las armas alemanas es concebida –de ahí el título

de su bestseller- como una Derrota Mundial; el requisito indispensable para el asentamiento

de un orden mundial anticristiano a través de la –rescatada de una muerte segura o muy

probable- revolución marxista: una herramienta judaica.

237 Entrevista a Salvador Borrego por Rodrigo Ruiz Velasco... Esta declaración de don Salvador me recuerda –por la similitud del planteamiento- un discurso de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española: “Nos dicen que somos imitadores (...) Nos dicen que somos imitadores porque este movimiento nuestro, este movimiento de vuelta hacia las entrañas genuinas de España, es un movimiento que se ha producido antes en otros sitios. Italia, Alemania, se han vuelto hacia sí mismas en una actitud de desesperación para los mitos que trataron de esterilizarlas; pero porque Italia y Alemania se hayan vuelto hacia sí mismas y se hayan encontrado enteramente a sí mismas, ¿diremos que las imita España al buscarse a sí propia? Estos países dieron la vuelta sobre su propia autenticidad, y al hacerlo nosotros, también la autenticidad que encontramos será la nuestra, no será la de Alemania ni la de Italia y, por tanto, al reproducir lo hecho por los italianos o los alemanes seremos más españoles de lo que hemos sido nunca”. Discurso de Proclamación de Falange Española de las J.O.N.S. Pronunciado en el Teatro Calderón de Valladolid el día 4 de marzo de 1934. José Antonio Primo de Rivera, Textos Revolucionarios, España, Ediciones 29, 1996, p. 60.

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IV. BORREGO FRENTE A LA HISTORIA DE MÉXICO

En el año de 1964 salió de la imprenta el que fue considerado el segundo libro de

Borrego en orden de importancia: América Peligra. Si en Derrota Mundial la temática giró

alrededor de la Segunda Guerra Mundial, en América Peligra se desarrolla un revisionismo

histórico en relación a México.238

No fue el producto de una tentación aislada, ya contaba con precursores en

investigaciones similares –en tanto revisionistas- como el México Falsificado de Carlos

Pereyra, en 1949.239

Como hemos visto, la “cuestión judía” tuvo un peso preponderante en Derrota

Mundial; el importante papel que Borrego atribuye a los judíos en ese escenario se encontró,

de alguna forma, respaldado por el hecho de que en Europa, Rusia y los Estados Unidos los

judíos constituían una minoría considerable. Pero eso no sucedía en México, en donde los

judíos fueron muy escasos; había poca tela de donde cortar. Sin embargo -juzga Borrego- no

por ello el judaísmo dejo de jugar un rol importante en nuestro país. Su influencia se dejó

sentir, fundamentalmente, a través de las herramientas con las que contó “el movimiento

político judío”: en especial las sociedades secretas y su poderosa influencia tanto en el

interior de México como a través de potencias extranjeras, sobretodo de los Estados Unidos.

238 “América Peligra, muestra un trabajo de investigación directo donde se recurrió a entrevistas con algunos personajes que la historia oficial no reconoce tan destacados. Añadiendo a su investigación este elemento característico el periodista, su texto se hizo más dinámico. Dejando hablar a los personajes, venciendo la solemnidad, su texto debió ser visto de un estilo herético. Al interrumpir el silencio sagrado de los muertos que invariablemente la historia oficial presenta, fue donde se causó problemas. Si bien hurgar en la historia no lo hizo alguien temible, la difusión de sus pesquisas lo convirtió en un escritor incómodo, tal como lo fuera José Vasconcelos. El libro de Salvador Borrego es finalmente una interpretación de la historia mexicana, pero los “críticos” de su época le respondieron sobre todo con el insulto, la violencia, la fuerza injusta de la ley o con vagas consideraciones políticas, morales o filosóficas. En esencia es la misma respuesta que recibieron los escritores revisionistas de Europa por atreverse a reinterpretar la historia. El libro quedó entonces en eso, en una sola expresión acusatoria: antisemita.” Miguel Jasso, La simpatía... p.340. 239 Obra que, por cierto, Salvador Borrego tuvo muy en cuenta entre una amplísima gama de bibliografía y trabajos periodísticos de lo más variopinta.

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De esta forma los masones fueron el relevo en lo que al papel protagónico era menester.

Después de ver que lo de la Guerra Mundial [la segunda] estaba muy enredada pero que se podía aclarar, y que Derrota Mundial lo aclara, hasta donde es posible según creo, dije bueno la historia de México también está muy enredada, parece una “cena de negros”. Que los conservadores son los malos, y que no, que los conservadores son los buenos, y que no. Eran dos corrientes históricas contradictorias. Entonces yo busqué un punto de equilibrio, ni todos han de ser malos aquí ni todos han de ser buenos y entonces me interesó investigar. A Madero siempre lo trataban muy mal los conservadores no revolucionarios y a mi me pareció que Madero era bien intencionado. Y cuando escribí América Peligra lo dije y luego recibía críticas porque hablé bien de Madero. Por ejemplo, me decían con tono despectivo: “No, Madero era un espiritista y un revolucionario”. No, no, pero Madero tuvo muy buenas intenciones, se opuso a la reforma agraria que tan desastrosa ha sido para el país y lo mataron por instigación del embajador Wilson. Lo de manifestarse en contra de los textos gratuitos no fue una determinante para que escribiera América Peligra, es un elemento pero no determinante. Lo de los textos gratuitos empezó desde la época de Calles, se habló de una educación oficial, sectaria, que luego después vino Cárdenas y ya la implementó, pero no, más bien la intención de América Peligra fue esclarecer la historia de México a la luz de la influencia de Estados Unidos que se ejerce sobre México. Porque el mexicano no ha hecho propiamente su historia libremente, le ha sido impuesta por influencias que vienen de Estados Unidos, de otro modo no se entiende la historia. Eso de que la revolución se hizo porque los campesinos ya estaban hartos de que no hubiera democracia en México, no, no. No sabían nada de eso. Y que luego se levantaron en Chihuahua, les dieron armamento. ¿Quién hacía rifles en Chihuahua?, todos se los pasaban desde Fort Bliss. Villa pudo levantar cinco mil hombres porque le dieron armas en Estados Unidos.240

América Peligra, de Salvador Borrego representó una acometida en contra de la

“historia oficial”. En consecuencia, se volvió objeto de descalificaciones; pero éstas se

mantuvieron en un nivel superficial, “a lo fácil”, sin someterle a una crítica seria.

Vamos ahora a exponer someramente el contenido de América Peligra:241 Salvador

Borrego presenta la historia de los últimos dos siglos como una lucha entre dos polos

opuestos encarnados en los typos del “mexicano” y el “anti-mexicano”. El primero se

caracterizaría por haber adquirido un idealismo en la forma de un alto grado de conciencia

de la propia nacionalidad, en tanto fruto del mestizaje racial y cultural; mientras que el

segundo se caracterizaría por un apego al egoísmo y su tendencia a prestarse a intereses de

potencias exteriores para satisfacer sus conveniencias personales. Ajenos a esos dos polos

deambularía la mayor parte de la población nacional, el tercer grupo: los“pre-mexicanos”; 240 Miguel Jasso, La simpatía... pp. 329 y 330. 241 Comentarios personales, de terceros e información adicional queda relegada –salvo cuando se indique- a las notas a pie de página.

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que se distinguirían por no haber logrado esa conciencia nacional, se destacan entonces por

su indolencia, por su carácter pasivo y expectante.242

Como preámbulos al desarrollo de la historia de México, añádase a este esquema

comprensivo el imperativo –sostiene Borrego- de conocer la verdadera historia; la misma

que ha sido oscurecida por una versión oficial carente de escrúpulos.

Una falsa imagen de nuestro pasado y de los hombres que intervinieron en él es el punto de partida para perder el camino del porvenir. Falsear la historia es el primer paso para torcer el destino de un pueblo, y en nuestro caso es evidente que decisivos virajes fueron impuestos por manos extrañas, por fuerzas ajenas a México que encubren todavía ahora su acción con el engaño. Seguirles la pista desde sus más remotos orígenes es encuadrarlas mejor en su actual acecho.243

Queda claro, por lo tanto, una pretensión desmitificadora. Luego Borrego comienza

su interpretación histórica con un breve comentario acerca de las culturas precolombinas. Es

claro que su posición respecto a ellas busca ser moderada; tan remota al indigenismo como

del total desprecio a las culturas autóctonas.

A fines del siglo XV, antes de la Conquista de las tierras ahora llamadas México, no todo era ignominia y sangre, como algunos pretenden. Tampoco refulgía, como otros dicen, una gran cultura que iba a ser salvajemente destrozada por la voracidad del conquistador. Había pesadas tinieblas, uno que otro rayo de luz y un vivero de pueblos cuyo común denominador era la reciedumbre y el saber sufrir con estoica resistencia las inclemencias de la selva y las crueldades de sus dioses.244

La conquista española mediante la expedición de Hernán Cortés es vista como el

catalizador de la “autoliberación” de un conjunto de pueblos subyugados cruelmente por los

aztecas. La llegada de los españoles fue providencial puesto que con ellos se abrió paso el

cristianismo.

Sin duda que los conquistadores también buscaban oro y que uno de sus iniciales móviles

242 Unas categorías que compartían los sinarquistas. En los dieciséis puntos básicos de dicho movimiento, el quinto dice: “Repudiamos la clasificación antipatriótica y tendenciosa que divide a los mexicanos en <izquierdas>, <derechas>, <revolucionarios> y <reaccionarios>. México aclama, para salvarse, la unión permanente de todos sus hijos y sólo establece una división: mexicanos y anti-mexicanos”. Jean Meyer, El Sinarquismo, el Cardenismo y la Iglesia, p.142. Sólo falta, al menos en los puntos básicos sinarquistas, la categoría del pre-mexicano. 243 Salvador Borrego, América Peligra, México, ediciones del autor, 2000, pp.36 y 37. 244 Ibid, pp. 38 y 39.

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era el anhelo de poder y de gloria. Pero no fue esto lo que perduró en su empresa, pues además traían el fulgor de una nueva civilización, el instrumento espiritual de su lengua, una religión de amor y no de destrucción y un nivel de vida mil veces más humano.245

El balance, en todo caso, fue positivo a favor de Cortés y la obra de España en estas

tierras. Fue un proceso civilizatorio que significó importantes avances en los más diversos

campos: fundación de ciudades y universidades, estabilidad política y unos indígenas que

gozaron, a grosso modo, de un sistema más benigno.

Ambos elementos: el indígena y el español; conforman las simientes de la nueva

nacionalidad, todavía en busca de su plena maduración.

El choque armado entre el indio y el español se resolvió en dos batallas, pero la sangre en la corriente del mestizaje continuó por mucho tiempo su silenciosa lucha para armonizar sus heterogéneas herencias; diferentes épocas de la evolución humana confluyeron en esta aleación bajo el signo de una nueva fe desconocida en América. Si en el reino mineral ciertas aleaciones son benéficas; si en el reino vegetal el híbrido desenvuelve ventajas y adolece de irreparables fallas, en el misterio vital de las aleaciones raciales las desventajas van rezumándose y llegan a ser finalmente superadas. Así ocurre una vez más en la historia con la nueva nacionalidad mexicana, que no es ya lo español ni lo indígena, si bien es portadora a la vez del arrojo ibero de Cortés y del sacrificio estoico de Cuauhtémoc (...) Confundir lo indígena con lo mexicano es vivir quinientos años atrás. El indio dejó de ser factor activo de la historia en estas tierras desde que la alianza de tlaxcaltecas y españoles derribó el Imperio Azteca, en su tiempo única manifestación indígena con aspiraciones de nacionalidad. Tras la llamada de la conquista que no sólo derrotó las armas de los indígenas sino también su espíritu, estos se convirtieron en masa amorfa, en sujetos pasivos de la historia. El español fue el amo indiscutible; dominó en lo físico y en lo espiritual, destruyó ídolos, implantó idioma, construyó las bases para una nueva nacionalidad y al cruzar su sangre dio origen al mestizo, alma en conflicto por el cisma que le dio origen, contradictorio por las diversas vetas que heredó y que de momento no acertaba a armonizar, indefinido e indiferenciado como todas las manifestaciones primarias de vida. Se necesitó el transcurso del tiempo y la interacción de las múltiples herencias raciales para que comenzara a surgir la conciencia de una nueva nación, por caprichos del azar bautizada con el viejo nombre del pueblo mexica, que prácticamente había dejado de existir. Y el nacimiento de esta nueva nacionalidad no ha terminado porque todavía no concluye el mestizaje en que las variadas herencias se sintetizan, se concretan y se armonizan para afirmarse en una misma dirección. Por eso en rigor racial y espiritual –no en simple clasificación demográfica- hay relativamente pocos mexicanos, dispersos en el enorme espacio territorial de dos millones de kilómetros cuadrados y diluidos en la masa todavía imprecisa de millones de pre-mexicanos.246

Para Borrego la historia consiste, desde que Jesús murió en el Calvario, en el

enfrentamiento entre los cristianos y los anticristianos. Ese choque alcanza América con la

misma llegada del cristianismo a través de los españoles; en los barcos de estos últimos

245 Ibid, p.50. 246 Ibid, pp.8 y 9.

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llegaron a América los primeros marranos, que en realidad serían en alguna proporción

cripto-judíos. Entre estos criptojudíos y la Inquisición comenzó la lucha en la Nueva España

Con la llegada de los Borbón al trono español –especialmente con Carlos III- la

alianza del trono y el altar comenzó a quebrantarse. La expulsión de los jesuitas -mediados

del siglo XVIII- encuentra su significado en este contexto. El régimen borbónico habría

actuado de esa manera por la fuerte presencia de masones dentro de sus filas, en donde

destacaban los “hermanos tres puntos”: Conde de Aranda, Floridablanca y Campomanes.

La masonería aparece en la obra borreguiana como una herramienta al servicio del

judaísmo en su afán de vengarse del Imperio Español por la expulsión de 1492. La

masonería, ligada a los intereses extranjeros de Francia, Inglaterra y los Estados Unidos

juega un papel esencial en la destrucción del Imperio Español en América. En lo que

concierne a la Independencia de México fue trabajada por dos grupos muy distintos:

La Independencia era un hecho que se acercaba inexorablemente. Era un hecho natural e inevitable, como inevitable es que los hijos se independicen de los padres. Ahora bien, sobre el movimiento espontáneo de independencia actuaron dos fuerzas que aunque coincidían en la meta de que la Nueva España se desligara de la metrópoli, en el fondo eran diametralmente opuestas e irreconciliables. Una de esas fuerzas era la masonería internacional –movida por el núcleo político hebreo- que anhelaba vengarse de la España católica y ganar nuevas provincias ideológicas en América. La otra fuerza la constituían los criollos y mestizos que querían un nuevo país, México, independiente de España y dueño de su propio destino.247

La incursión de Francisco Javier Mina, financiada por banqueros hebreos de

Inglaterra, es señalada como el mayor intento por logias masónicas extranjeras de intervenir

y apropiarse del movimiento insurgente mexicano.248 El movimiento consumador de la

Independencia, por el Ejército Trigarante de Agustín de Iturbide en 1821, se situó en los

antípodas del protagonizado por Mina.249

247 Ibid, p.93. 248 Ibid, pp. 106 y 107. 249 Ibid, p.112. La idea que Borrego posee sobre la Independencia de México refleja a las claras una cercanía a los postulados iturbidistas incluidos en el Plan de Iguala. Por otra parte, si comparamos dicha interpretación

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El recién nacido Imperio Mexicano habría sido, no obstante, víctima de la acción

encubierta de unas logias escocesas controladas y arengadas por el agente estadounidense

Joel R. Poinsett (nieto de hebreos, afirma Borrego). Un personaje cuya trascendencia sería

enorme en la suerte de México.250

Tras el derrocamiento de Iturbide, las logías y Poinsett impondrían un sistema

republicano federal. Poinsett patrocinó las logías yorkinas, más radicales que las escocesas,

las cuales fueron quedándose postergadas.251 En este sentido habría que entender el golpe de

“la Acordada” contra Gómez Pedraza (1828), por el grupo yorkino. Tras la caída en

desgracia del yorkismo, tras el fusilamiento de Vicente Guerrero, la llegada de los

conservadores vendría a imponer un poco de cordura. Especial simpatía genera en Borrego

la figura de Lucas Alamán quien habría realizado una loable labor con su impulso, bastante

atinado, de la industrialización; también destaca su voz de alarma con respecto al peligro

que se cernía sobre Texas. Esto último sería a fin de cuentas lo que animó a Poinsett a tomar

rápidas medidas contra Alamán.

Sostiene Borrego que, desde Nueva Orleáns y Charleston, en los Estados Unidos, se

manejaban los hilos de la masonería en México y se les orientaba en razón de los intereses

del emergente Imperio Yanqui.

(...) la intriga masónica internacional estaba recuperándose del golpe recibido [con la llegada de los conservadores] y pronto iba a lanzar su contraofensiva para derrocar al régimen. La logia de Nueva Orleáns trabajó afanosamente para rehacer sus lazos en México, estropeados por el tropiezo del rito de York y dio impulsos al nuevo Rito Nacional Mexicano, cuyo nombre

con la exposición que hace Luis Villoro del mismo proceso histórico, es evidente que este último otorga una mayor importancia a la división clasista de la sociedad y la pugna de los intereses de clase como clave comprensiva. Vid. Luis Villoro, “La Revolución de Independencia”, en: VV.AA, Historia General de México... pp.491-523. El mismo autor, Luis Villoro, apenas menciona el papel de la masonería en la Independencia de México. 250 La figura de Poinsett despertó también la atención de José Vasconcelos, lo consideró una especie de “bestia negra”. Es para considerar que Borrego se documentó sobre el personaje, pues consultó y citó el trabajo de José Fuentes Mares sobre el particular. 251 América Peligra... p.136.

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tenía la ventaja de no cargar el desprestigio del yorquismo y de engañar a muchos incautos. Era la misma gata, pero revolcada.252

El golpe contra Anastasio Bustamente (1832) perpetrado por Antonio López de

Santa Anna con apoyo de las logías allanó el camino para la mutilación territorial de México

por los Estados Unidos. Especial consideración como líderes del Partido Liberal -al servicio

de la política norteamericana a decir de Borrego-, tienen Valentín Gómez Farias y José

María Luis Mora, que junto con Lorenzo de Zavala –a quién tiene por “padre espiritual de

los antimexicanos”- y Juan Álvarez reciben, simple y llanamente, el apelativo de traidores a

la patria.

Borrego piensa que el federalismo fue implantado en México por las logias para

propiciar su desmoronamiento en el momento en que tuviera que defenderse de las

agresiones externas de los Estados Unidos.253 Por lo tanto, el centralismo representaba en el

contexto, para él, una opción más sensata. Las rebeliones de los federalistas contra los

centralistas se limitaron a hacer el juego a la presión ejercida sobre México desde el exterior.

Esos mismos levantamientos federalistas responderían a instrucciones emanadas de las

logias masónicas de Nueva Orleáns y Charleston manipuladas por líderes hebreos. Bajo esa

doble presión se consumó la amputación de más de la mitad del territorio nacional.

Pero naturalmente ni la conjura de las logias de Charleston y Nueva Orleáns, ni la confiada actitud del pueblo americano que dejaba influir su política internacional por el Sanedrín, son la causa única y la explicación simplista de nuestras desgracias. Conjuntamente con ese factor extraño han coincidido decisivamente un sinnúmero de debilidades nuestras, a su vez resumibles en la traición del antimexicano, en la inconsciencia del premexicano y en la escasez y dispersión del mexicano. El desastre de 1847 comenzó a incubarse desde que las fuerzas extrañas a México, representadas por el poinsetismo masónico, hallaron en nosotros coyunturas de discordia para escindir el espíritu titubeante de la naciente nacionalidad. A ello se prestaron traidores innatos, antimexicanos ansiosos no de Patria sino de botín personal,

252 Ibid, p.149. 253 Borrego se basa, en este punto, en el historiador William Manning en “La Misión de Poinsett en México”. Sobre el apoyo de la masonería al federalismo, concreta Borrego: “La masonería internacional prohijaba el federalismo de amplia autonomía para los Estados porque ella no tiene asegurado el poder y así buscaba debilitar a sus adversarios, pero una vez que logra afianzarse en el mando practica el centralismo con mayor celo que nadie porque así aumenta su fuerza política, aun cuando de palabra sigue proclamando el “federalismo” de amplia autonomía política y económica para los Estados”. América Peligra... p.154.

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que con la ayuda extranjera movieron masas ignaras para sabotear a la minoría mexicana que defendía a la nación.254

Después de la derrota y mutilación nacional por los Estados Unidos255, los

conservadores quedaron dueños del terreno. Mas éstos no estuvieron a la altura de las

circunstancias y cometieron la “estupidez criminal” de traer de vuelta a Santa Anna. La

política del “cojo” fue tan insatisfactoria que pronto tanto liberales como muchos

conservadores aunaron esfuerzos para deshacerse de él.

Mediante el Plan de Ayutla los liberales quedan nuevamente en la cima. Éstos

promulgaron en esta ocasión una Constitución de carácter radical que preparó el escenario

para una nueva confrontación entre conservadores y liberales.256 Casi como una

correspondencia con la ley física causa-efecto los conservadores católicos se levantaron en

armas contra la política masónica, según refiere Borrego.

En apariencia los liberales quedaron dueños del campo nuevamente. La realidad es que ellos sólo eran una fachada moderada de lo que en el fondo seguía siendo el control masónico internacional. La palabra liberalismo implica tolerancia, moderación, condescendencia con todas las corrientes ideológicas y armonización de intereses. Pero bajo estos velos atractivos para cierto número de adeptos sinceros, se escondía la mano de la masonería, y tras ella, más oculta aún, se movía la milenaria pugna de lo judío contra lo católico.257

La nueva Guerra Civil, conocida como Guerra de los Tres Años, atrajo la atención

de potencias extranjeras. Por un lado los Estados Unidos se comprometieron en el auxilio

del bando liberal y, más tarde, los conservadores reciben el respaldo de Napoleón III,

254 Ibid, p.186. 255 El período que va desde la consumación de la Independencia hasta la derrota mexicana frente a los Estados Unidos es abordado por Josefina Vázquez en la Historia General de México. Comparada con la descripción de Borrego encontramos algunos semejanzas y algunas diferencias. En cuanto a las primeras, es de notar que Josefina Vázquez concede un importante papel a las logias masónicas, aunque no llega a considerar las ramificaciones internacionales de las mismas y las consecuencias que esto pudo traer a la actuación de las nacionales. Por otra parte, aunque Josefina Vázquez no interpreta la historia de México como una tensión entre el mexicano y el antimexicano, si hay una aceptación en el sentido de que personajes que encajan dentro del segundo grupo en el esquema borreguiano, como Gómez Farias, fueron intolerantes y carentes de tacto político. En cuanto al federalismo, Josefina Vázquez concede que su instauración facilitó la tarea del esfuerzo de guerra estadounidense. Vid. Josefina Zoraida Vázquez, “Los Primeros Tropiezos”, en: VV.AA, Historia General de México... pp.527-582. 256 Borrego crítica, sobretodo, las leyes de desamortización de bienes eclesiásticos y comunales. 257 América Peligra, pp.200 y 201.

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emperador de Francia, interesado en apuntalar una nación americana capaz de poner coto al

expansionismo norteamericano en la región. La diferencia ética estribó –piensa Borrego- en

que los conservadores no comprometieron la integridad territorial de la nación; en tanto que

los liberales, con don Benito Juárez a la cabeza, de hecho atentaron contra ella mediante

tratados como el Mclane-Ocampo: una fechoría de alta traición.

La intervención francesa, sin embargo, no dejó de ser señalada por Borrego como

una equivocación de los conservadores. Seguramente que Borrego sintió la contradicción en

la pretensión de que la auténtica causa nacional haya sido defendida por un ejército

extranjero:

Tal vez si los conservadores hubieran confiado más en la propia sangre, tan menguada por la reciente lucha, hubieran podido conseguir que la alianza con Napoleón se hiciera sin la presencia de soldados extranjeros en México. Armas y dinero podían haberles bastado para instaurar un nuevo régimen. Pero no fue así, y esto le confirió a Juárez lauros de defensor ante fuerzas extrañas, siendo que él mismo representaba otras fuerzas también extrañas, aunque menos evidentes.258

La instauración del segundo Imperio, con Maximiliano I de Habsburgo, es

presentada también como un nuevo error departe de los conservadores pese a que concede al

austriaco la seguridad de sus buenas intenciones; México no necesitaba un conciliador. Las

partes eran irreconciliables, solamente quedaba velar porque prevaleciera la causa correcta.

La lucha entre conservadores y liberales, librada durante el siglo XIX, fue la lucha

del México católico frente a la ramificación de la masonería internacional y el judaísmo

internacional. Por ende, la derrota conservadora es ciertamente lamentada por Borrego; es

evidente a lo largo de sus textos el respeto que sintió hacia un caudillo como Miguel

Miramón y, en contraste, la imagen negativa para México de Benito Juárez. El triunfo de los

liberales, no obstante, no repercutiría tan negativamente en México durante las décadas

258 Ibid, p.231.

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siguientes.259

El porfirismo presentó -entiende Borrego- un balance positivo. Entre sus aspectos

rescatables están el haber aportado un período de treinta años de paz y reconstrucción.

Ocurrieron muchos avances en cuanto a lo material con el montaje de la infraestructura

ferrocarrilera, el desarrollo agrícola e industrial, y también en lo moral, con la honradez en

el manejo de los fondos públicos. Aunque también hubo puntos negativos como las

descomunales concesiones de tierras a extranjeros; la ley bancaria de 1897 proclive a los

monopolios bancarios, o la perniciosa influencia oficiosa de la filosofía positivista de

Augusto Comte importada a México por Gabino Barreda.260

Defender a todo trance a don Porfirio, presentándolo como creador de un paraíso de paz y progreso, es seguramente idealizar su figura, que fue grande, pero que también tuvo fallas graves. Pero presentar a don Porfirio como un tirano, opresor del pueblo, aliado de la ignorancia y del oscurantismo, es una insensatez todavía mayor, a veces obra de la ramplonería publicitaria y a veces obra de la mala fe.261

259 Con el afán de contrastar con los historiadores académicos, he consultado el capítulo escrito por Lilia Díaz, sobre el período que abarca la Guerra de los tres años y el segundo Imperio, para la Historia General de México. En este caso, es notable que la profesora Díaz se inclina, en mayor o menos grado, hacia la causa liberal, a la cual llega a presentar como la defensora del orden legal emanado de la Constitución de 1857. Es destacable como Lilia Díaz llega a dar por verídicos algunos episodios que forman parte de la mitología liberal: como es el caso de las palabras de Guillermo Prieto que salvan la vida a Benito Juárez ante el pelotón de fusilamiento. La profesora Díaz condena las ejecuciones de Leonardo Márquez en Tacubaya y condena el “asesinato” de Melchor Ocampo, también por Márquez. En cambio, no hay drama con la ejecución de Maximiliano y si mucha benevolencia hacia las posturas de Juárez. Tampoco hay drama con las ejecuciones perpetradas por Santos Degollado en Guadalajara. Por otra parte, Lilia Díaz parece equiparar los tratados Mclane-Ocampo y Mon-Almonte, llevados a cabo por liberales y conservadores con Estados Unidos y España respectivamente. En cualquier caso, es interesante notar el choque historiográfico entre el revisionismo borreguiano, claramente favorable a los conservadores, y la historiografía académica más o menos actual, todavía predispuesta a favorecer la causa liberal, a la cual tiene por la causa del “progreso”. Vid. Lilia Díaz, “El Liberalismo Militante”, en: VV.AA., Historia General de México... pp.585-631. 260 Cfr. Comte, Augusto. La Filosofía Positivista, México, Porrúa, 2000. 261 América Peligra... p.269. Historiadores como Luis González también sostienen un juicio matizado con respecto al balance porfirista. Estamos ante una apertura muy gradual departe de los historiadores a ir concediendo aspectos positivos al porfirismo. No es extraña esta actitud, ya que la “perversidad intrínseca” del sistema porfirista fue el legitimador estrella de la “venerable” Revolución Mexicana; cuestión delicada. En el caso de Luis González, es presto a conceder algunas notas positivas hacia el porfirismo. Sin embargo, se hace hincapié en: el autoritarismo del régimen; en que la prosperidad porfiriana no alcanzó a la mayoría de la población, generando una gran desigualdad; etc. Vid. Luis González, “El Liberalismo Triunfante”, en: VV.AA., Historia General de México... pp. 701-705. Enrique Krauze, historiador oficioso, en su biografía de Porfirio Díaz, refleja sus simpatías hacia la causa liberal y especialmente hacia la persona de Benito Juárez. El porfirismo es contemplado como la era de una impecable administración generadora de progreso material, aunque no haya sido lo mismo con el progreso

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El desmoronamiento del régimen porfirista estuvo ligado -para don Salvador- a la

política imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica. Durante décadas México gozó

de una cierta paz por una situación meramente coyuntural: los efectos de la guerra de

secesión estadounidense. El desgaste norteamericano tras ese conflicto habría sido tal que

evitó por unos años que Estados Unidos volviera a su política imperialista más agresiva.

Pero esta fase concluyó con la guerra hispano-estadounidense de 1898; en la cual los

Estados Unidos volvieron a mostrar –para desgracia de México- su verdadera naturaleza

expansiva.

Don Porfirio Díaz se habría mostrado contrario a esta política imperialista

norteamericana –respaldó a José Santos Zelaya en Nicaragua, mostró su desagrado en lo que

a la situación en Cuba y Panamá se refería y rehusó limitar la influencia europea y japonesa

en México- y, por ende, el gobierno norteamericano apoyó a la disidencia con el fin de

derribarle. En consecuencia, las logias masónicas dentro de México recibieron instrucciones

de pasar de su fase pacífica a la fase violenta. De ahí el derribo del gobierno de don Porfirio.

De ahí el trajín de la Revolución Mexicana.

Lo decisivo –no hay que perder de vista el tronco entreteniéndose demasiado con las ramas- es que al Norte del río Bravo ya se había decidido derribar al porfirismo. Inicialmente bendecido por la masonería internacional, don Porfirio evolucionó hacía un nacionalismo con fuerzas propias pero ya no complacía todos los deseos de los “hermanos” del Norte.262

La débil oposición a Díaz habría ido cobrando inusitadas fuerzas a través de la fácil

adquisición de armamentos norteamericanos. Especialmente siniestra es la actividad de los

hermanos Flores Magón, que asolaron Baja California en compañía de aventureros

extranjeros dispuestos a fundar una nueva república en California de carácter revolucionario

social y con el ejercicio de la libertad. Vid. Krauze, Enrique, Porfirio Díaz. Místico de la autoridad, México, FCE, 1987. 262 Ibid, p.297.

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y radical-anarquista.

Por el contrario, don Francisco I. Madero es descrito con benevolencia:

No cabe duda de la buena fe de Francisco I. Madero. Era liberal en el verdadero sentido de la palabra, descendiente de judíos portugueses, pero hacía mucho que su familia ya no practicaba la ley mosaica y se había asimilado a las costumbres de México (...) Por algunos días Francisco pensó en hacerse jesuita, pero don Evaristo lo envió a Europa, donde adquirió inclinaciones por el espiritismo. Durante su estancia en Estados Unidos y en Francia fue iniciado en la masonería y dejó de practicar el catolicismo, pero sin embargo no era un masón entusiasta (...) En la finca de su padre, en Parras, era bondadoso y justiciero con peones y empleados. Ni sus enemigos niegan esas características (...) Madero, hombre limpio en política, de trato afectuoso, soñador, era un buen jefe-símbolo para una revolución.263

El gobierno de Francisco I. Madero se fundamentaba en buenas intenciones;

desgraciadamente el embajador norteamericano se encargaría de mover el tapete sobre el

cual se erguía don Francisco. El embajador estadounidense, Henry Lane Wilson, encabezó

el movimiento anti-maderista a causa de la irreductible negativa de Madero para llevar

adelante una amplia reforma agraria deseada por La Revolución Mundial:

El propósito oculto de esa deformación de la reforma agraria es disolver la fuerza nacionalista e independiente que siempre ha representado en todos los países el sector agrícola cuando es dueño de la tierra. Disolver este núcleo es el primer paso para luego controlar a las masas campesinas, que más tarde son utilizadas como ariete por la Revolución mundial (marxismo).264

Por esa y otras razones la embajada norteamericana se destacó como el más

peligroso elemento desestabilizador del gobierno maderista. Por ende, el cuartelazo de la

ciudad de México y la traición de Victoriano Huerta fueron estimulados por el mismo Henry

Lane Wilson.

El mismo Victoriano Huerta, una vez en el poder se mostró decidido a hacer una

política propia y, por lo tanto, fue un fiero opositor a las injerencias del embajador

norteamericano en la política nacional. Victoriano Huerta entonces no era el hombre idóneo

263 Ibid, pp.298 y 299. Lo anterior abona la idea que don Salvador se aparta del antijudaísmo de tipo racial; los judíos pueden asimilarse, integrarse. 264 América Peligra... p.312.

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en México para el “movimiento político judío” y por ello el embajador norteamericano

continuó alentando las acciones contra el gobierno mexicano. Fue justamente la intervención

estadounidense en Veracruz lo que volvió inevitable la caída de Huerta.

Tras la caída de Huerta, la Revolución Mexicana entró en su fase más sangrienta. Por

un lado Villa y Zapata, por el otro Carranza y Obregón. Los segundos reciben el apoyo

decidido de los Estados Unidos y al final resultan vencedores en el campo de batalla. Para

Borrego, el apoyo yanqui a Carranza fue la consecuencia de una hábil maniobra de

Carranza: hizo concesiones a los Estados Unidos a cambio de reconocimiento. Concesiones

como el desmantelamiento del ferrocarril de Tehuantepec (que perjudicaba económicamente

la explotación yanqui del canal de Panamá); la política anticatólica; los guiños a la Casa del

Obrero Mundial; las reformas en materia agraria (creación de ejidos) y la misma

Constitución de 1917 (que para Borrego no pasa de ser un texto sectario impuesto por una

minoría a instancias de la masonería internacional y a espaldas de la mayor parte de la

nación).

A pesar de todo, Carranza una vez en el poder modificaría su política en contra de

los intereses ocultos de la Revolución Mundial. Se aproximó a Alemania; se movilizó en el

sentido de reclamar para la nación los productos del subsuelo (lo cual perjudicaba a los

petroleros extranjeros) y se mostró poco dispuesto a llevar a cabo una radical reforma

agraria. Por todo ello, Venustiano Carranza -una vez concluida la Primera Guerra Mundial-

fue prácticamente desconocido por Washington; lo que exhortó a la disidencia en el interior.

Así como la actitud del gobierno norteamericano fue crucial en el derrocamiento de Díaz,

Madero, Huerta y factor importante en la derrota del villismo, así mismo patrocinó la caída

de Carranza y la llegada del nuevo líder: Obregón. El famoso “manco de Celaya” lograría su

reconocimiento de los Estados Unidos por el conducto de los ominosos Tratados de

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Bucareli.265

El gobierno de Plutarco Elías Calles, sucesor de Obregón, merece la aprobación por

parte de Borrego en algunos aspectos, sobretodo en economía; la reticencia callista a

incrementar de forma considerable los ejidos, su política bancaria y las reformas en

Hacienda cuando comienza a recabar impuestos directos, el impuesto sobre la renta “para

que pagaran más los contribuyentes que ganarán más”, etc. Pero, por otro lado, como puntos

negativos de su labor, Borrego destaca su apoyo a la CROM (según don Salvador, un

peligroso instrumento a favor de la comunistización del país influenciado desde el exterior,

entre otros por Samuel Gompers, presidente de American Federation of Labor) y, desde

luego, la brutal persecución religiosa que emprendió:

(...) el régimen callista logró buenos progresos en el orden administrativo, y sin duda hubiera conseguido hacer muchos bienes de no haberse empeñado ciegamente en su lucha antirreligiosa que le distrajo energías y que tanta sangre, inquietud y dinero costó al país.266

La persecución que Calles y su gobierno protagonizaron en contra de los católicos

tiene su origen, a decir de Borrego, en un misterioso congreso masónico realizado en 1924

en Ginebra, Suiza. Un nuevo impulso en la lucha anticatólica que, al menos en México, ya

contaba con unos precedentes en Carranza o Juárez y, en un plano internacional, con la

Revolución Francesa y la Revolución Soviética.

Previsiblemente, las simpatías de Borrego en el nuevo conflicto que asomaba -en

1926- están con los cristeros. El levantamiento de éstos fue una respuesta legítima a unas

265 De la descripción que Borrego hace sobre la Revolución Mexicana. Al menos sobre sus personajes y movimientos más tempranos, se infiere que no consideraba sus ideales originales nocivos para la nación. La cuestión agraria no fue abordada por Madero, Zapata o Villa en los términos que más tarde los planteó el cardenismo. Los primeros estaban por la pequeña propiedad. La Revolución sufrió una desviación debida a presiones internacionales que encontraron una mayor disposición entre los constitucionalistas. Esa injerencia extranjera es la que más preocupa a Borrego y es por eso que favorece a Victoriano Huerta más de lo que están dispuestos a ceder los historiadores académicos. Cfr. Berta Ulloa, “La Lucha Armada”, en: VV.AA., Historia General de México... pp.759-821. 266 América Peligra... 398. Es curioso que Borrego conceda tanto a un líder tan fanáticamente anticatólico como Plutarco Elías Calles. ¿Acaso percibió en él al “hombre fuerte” capaz de imponer orden en la nación?

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leyes injustas:

O la ley emana del pueblo, interpretándole sus más elevados anhelos, o carece de toda validez moral y entonces su único apoyo es el terror.267

Fue aquel un levantamiento en donde , por un lado, se plantaron un conjunto de

hombres carentes de armas modernas, sin pertrechos ni servicios médicos, sólo sostenidos

por una fe inquebrantable y, por el otro lado, un ejército federal que cuenta con el

apadrinamiento –con repercusiones en la logística- de los Estados Unidos de Norteamérica.

Era casi imposible que la rebelión cristera lograra un triunfo completo y estableciera por sí sola un gobierno propio, pues su enemigo no era únicamente un régimen con tales o cuales fuerzas de apoyo dentro de México, sino un régimen apoyado por la masonería internacional, incluyendo altos círculos del Departamento de Estado americano. La lucha se habría balanceado sólo que los cristeros hubieran tenido también apoyo internacional en armas, dinero y presión política. Sin embargo, luchando como grupo nacional contra fuerzas internacionales, los cristeros podían llegar a frustrar los planes más radicales de la acción anticatólica y además despertar, movilizar y alentar indirectamente la lucha de otras fuerzas políticas desafectas al régimen.268

Esas fuerzas, independientes de los cristeros, desafectas al régimen efectivamente

aparecieron: el vasconcelismo y el movimiento renovador de Gilberto Valenzuela y el

general Gonzalo Escobar. A pesar de la amenaza real que estos tres movimientos

representaban para Calles y sus compañeros de viaje, éstos lograron capear el temporal

gracias a la intervención del embajador norteamericano, Dwight Morrow (hombre

presuntamente emparentado con la casa bancaria Morgan), a favor del régimen. Morrow

patrocinó los llamados “Arreglos” entre la Iglesia Católica y el gobierno callista a sabiendas

de que ya no convenía a los intereses de la Revolución Mundial (hebrea, masónica y

marxista) el continuar con una línea anticatólica violenta. Ello se debió a que pese a la

enorme superioridad material del gobierno se estaba produciendo una fuerte protesta

internacional por lo que sucedía en México.

El laboratorio mexicano estaba revelando que los métodos adoptados no eran

267 Ibid, 404. 268 Ibid, 426.

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suficientemente eficaces y que Lenín había tenido razón al aconsejar que a la religión se le infiltrara y minara por dentro, pero sin ataques abiertos que hicieran mártires. En este punto el marxismo coincidía ciento por ciento con la directiva 17 del movimiento político judío (Basilea, 1897), la cual traza una fingida colaboración con la Iglesia, y hasta un aparente movimiento de protegerla, a fin de penetrar en ella (...) La hipótesis de que el uso de la fuerza podría dar un triunfo más rápido a los sectores anticristianos, quedaba claramente invalidada durante la lucha que se libraba en México.269

Con la llegada de Roosevelt al poder en los Estados Unidos (llegada propiciada, por

círculos financieros internacionales –núcleo del movimiento político oculto- mediante el

crack de 1929) se iniciaba una nueva etapa radical en la Revolución. Hasta antes de F. D.

Roosevelt, el “movimiento político judío” marchó aparejado, en una simbiosis, con el

imperialismo estadounidense. Sin embargo, a partir de Roosevelt comienza a trabajar en su

contra, frente a los verdaderos intereses de los Estados Unidos. Entonces se privilegia la

herramienta de conquista que es el marxismo y el liberalismo pasa a segundo plano.

Señala Borrego que Franklin Delano Roosevelt integró en su equipo de trabajo a la

nata del círculo secreto judío y masónico: personalidades como Bernard Baruch, John D.

Rockefeller, Samuel Rayburn, Henry Morgenthau, los Morgan, los Warburg, Stephen Wise

y Untermeyer, entre otros:

Con Roosevelt ya no era difícil identificar al movimiento político secreto de actuación internacional y ya no era necesario quebrarse la cabeza lucrando sobre la falsedad o autenticidad de los Protocolos de Sión, pues todo lo que éstos delineaban fantásticamente a fines del siglo pasado comenzaba a ser ya tangible realidad con hechos y con nombres. Los forjadores de estos sucesos modernos ya no eran fantasmagóricos personajes, sino hombres prominentes, visibles a la luz del día, actuantes en las actividades de mayor alcance mundial.270

El ascenso de Roosevelt en los Estados Unidos iba a traer importantes repercusiones

en México. Significaría –en primer lugar- que la lucha anticatólica podría reanudarse. Para

activar de nuevo el mecanismo de lucha, Roosevelt envió como nuevo embajador a Josephus

269 Ibid, 446. Este pasaje de América Peligra, recién citado, entraña singular importancia; confirma que Salvador Borrego, a pesar de no otorgarles una importancia medular en el desarrollo de sus trabajos, cree en la autenticidad de Los Protocolos de los Sabios de Sión. No otra cosa son las directivas del “movimiento político judío [en] Basilea, 1897” a las que apela. 270 Ibid, 473.

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Daniels; un hombre que ejerció una especie de tutela sobre el que fuera, a partir de 1934, el

nuevo presidente de México: Lázaro Cárdenas.

Cárdenas se desembarazó de Calles e inició una política de profundas reformas en

nuestro país. Hasta Cárdenas, Borrego no percibe a la Revolución Mexicana como algo

rotundamente negativo. Sin embargo, ésta se fue tergiversando al integrar en sus programas

reformas que no contemplaron jamás los revolucionarios originales como Madero, Villa o

Zapata.

Borrego encuentra ruinosa a la administración cardenista desde muchos puntos de

vista. El control político del sector obrero por medio de la CTM, el desastre de los

Ferrocarriles Nacionales y, en el campo mexicano -especialmente en Yucatán y su

producción de henequén- una acción de consecuencias nefastas debida a la creación

descomunal de ejidos cuyo objeto primordial era el control político de las masas campesinas

a costa de la producción agrícola.

Lo que proliferaba en México bajo el cardenismo no era (...) comunismo, sino procomunismo, o sea la etapa en que el marxismo se disfrazaba de bienhechor, de paternal consentidor, para empujar a las masas como ariete contra el orden establecido, después de lo cual ya puede quitarse la careta y afianzar su dominio.271

Este procomunismo también se ejercitó, en el ámbito nacional, mediante la

educación socialista y, en política exterior, mediante el apoyo al Frente Popular español

durante la Guerra Civil de 1936-39. Entre lo positivo del cardenismo, aislada quedaba la

expropiación petrolera.

En los primeros tres años del sexenio cardenista se había procurado reanudar la

política anticatólica. En este contexto nacen, al menos en el papel, tres fuerzas opuestas a

esa política: los dorados, el sinarquismo y el PAN. Especial aprecio merece Salvador

Abascal y su movimiento: “Frente al asalto comunista en México representaba la respuesta 271 Ibid, 493 y 494.

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auténtica”.272 El PAN por su parte, encabezado por “las familias custodias”, representa “un

engaño a la sana oposición”. Manuel Gómez Morín no es sino un “infiltrado”, un “palero”

del PRM, luego PRI.273

Según Salvador Borrego, atendiendo al contexto histórico internacional –la

inminente Segunda Guerra Mundial-, Cárdenas dio marcha atrás en su política anticatólica.

Para entonces el comunismo era derrotado en España y las fuerzas de Hitler se alistaban

para embestir a la Unión Soviética; los padrinos del marxismo en Occidente desistieron de

su intento en México porque necesitaron ir preparando el terreno para ir en auxilio del

marxismo.

Utilizar a los pueblos occidentales –cristianos y demócratas- en una lucha a favor del marxismo, entrañaba grandes dificultades y por tanto el Presidente Roosevelt y su camarilla se dedicaron a confeccionar la engañosa bandera que lucharía para salvar a tres instituciones básicas: la religión, la democracia y la buena fe internacional. Y, si se iba a enarbolar esa bandera, era inoportuno que en Occidente se libraran campañas antirreligiosas de índole comunista. La que se desarrollaba en México debería aplazarse.274

Esos altos intereses internacionales fueron los que al final pesaron, y determinaron

que Cárdenas postergara a quien se perfilaba como su fiel continuador: el radical Gral.

Francisco Múgica. En su lugar, al final seleccionó como sucesor al moderado Gral. Manuel

Ávila Camacho.275

Conforme se re-editaba América Peligra fueron agregándose nuevos textos a la obra

con el fin de mantener actualidad. Así: la historia posterior de México es una alternancia

272 Ibid, 532. 273 Ibid, 533. 274 Ibid, 530. 275 El caso del cardenismo es una especial ocasión para los contrastes. Frente a la animadversión de Borrego hacia dicha administración, los historiadores oficiosos y los catedráticos suelen construir panegíricos, como Enrique Krauze; otros, de forma más velada, presentan un Cárdenas demoledor de las estructuras del pasado colonial (modernizador por ende, en un sentido positivo) y bienhechor de amplios sectores del campesinado, es el caso de Lorenzo Meyer. Éste reconstruye el pasado otorgando un mayor peso a lo social y económico. Para Meyer, Cárdenas intentó llevar a México por una “cuarta vía”, ajena al capitalismo, al comunismo y al fascismo. Cfr. Krauze, Enrique, Lázaro Cárdenas. General Misionero, México, FCE, 1987. Cfr. Meyer, Lorenzo, “La Institucionalización del Nuevo Régimen”, en: VV.AA., Historia General de México... pp.853-879.

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entre distensión y cierto aceleramiento en la dirección revolucionaria marxista. De 1940 a

1970 lo primero, del 70 al 82 lo segundo. Esta última cabalgata pro-marxista es el objeto del

libro México Futuro, en 1972.

En cuanto se desmorona el bloque soviético –con la Perestroika de Gorbachov-, el

“peligro” marxista en su fase más radical y violenta se diluye. Pero permanece como arma

del “movimiento político judío”, más peligrosa aún, el Neoliberalismo (esta fase encuentra

su camino en México a través de las administraciones de Miguel de la Madrid, Carlos

Salinas de Gortari, Zedillo y aún Vicente Fox).

Las crisis económicas que sucedieron tras el abandono en México del “desarrollo

estabilizador” fueron objeto de varios libros en donde aparecen las recurrentes inflaciones y

deflaciones, estatizaciones y privatizaciones, como tenazas del “Supracapítalismo”

orientadas hacia el sometimiento y empobrecimiento de México.

En resumen, Borrego encuentra que la historia de México ha sido dirigida por manos

extrañas. Los mexicanos no han tenido la oportunidad de construir, con sus propias manos,

el país que desean. El país realmente existente es el producto de poderosas fuerzas

internacionales que –en lo fundamental- así lo imponen. El liberalismo, la masonería, el

marxismo, los Estados Unidos y detrás de todos ellos las manos hebreas.

En esta misma línea de investigación, sobre México, Borrego escribió otros tantos

libros. Destacan Pueblos Cautivos276, Disolución Social, Inflación Empobrecedora...,

Panorama y Neoliberalismo; manteniendo en todos ellos una línea de crítica mordaz frente

a tirios y troyanos, contra la clase gobernante en general y el proceso de globalización. Ni la

alternancia panista ni el advenimiento de la democracia han significado ningún cambio

sustancial, si acaso más bien para mal. 276 Libro que cuenta con una versión en inglés: Puzzling Neihgbors.

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Si en un primer momento -en el año 2000- Salvador Borrego se permitió algún

optimismo con respecto al gobierno de Vicente Fox, éste, a corto plazo, se desvaneció, al

grado que la calificó de “desilusión traumática”.277 La democracia imperante –por sí sola- no

trae consigo la solución a los problemas más acuciantes que enfrenta el país.278 La

desconfianza de don Salvador hacia el mismo sistema partitocrático es notoria.

En la actualidad los pueblos carecen de Partido. Sépanlo o no, se hallan solos.279

277 Vid. Salvador Borrego, Desilusión Traumática, México, ediciones del autor, 2004. 278 Vid. Salvador Borrego, Democracia Asfixiante, México, ediciones del autor, 2005. 279 Salvador Borrego, A dónde nos quieren llevar, México, ediciones del autor, 2002, p.26. Ante este desencanto, Salvador Borrego escribió en el año 2001 una Novela Política: Energía en Movimiento es Acción. Sucesión Presidencial 2006-2012. Un grupo de ciudadanos comunes deciden hacer su propio partido y enfrentar a los partidos políticos tradicionales basados en una política plenamente nacionalista en donde la honestidad, la austeridad, la lucha contra la delincuencia (pena de muerte incluida) y el rescate del campo se encuentran entre sus lineamientos principales. El nuevo Partido recibe el nombre de Partido de Mexicanos Defraudados [Esta idea de Borrego fue seguida por algunos de sus lectores quienes registraron, ante notario público, la Asociación Civil “Mexicanos Defraudados”. Su página web en http://www.mexdef.org/ Salvador Borrego es presidente honorario de esta asociación.], dirigido por el “Lic. Licón” quien resultaría presidente de la república con su victoria electoral en el 2006. La novela es interesante porqué permite hacernos una idea de lo que Borrego ejecutaría si le correspondiera –en este momento histórico- la dirección del Estado Mexicano. Llama la atención que las acciones de gobierno plasmadas en la novela son profundas, pero a su vez permanecen dentro de una postura posibilista (debido a que, para Borrego, hoy por hoy es imposible romper de forma plena con el Nuevo Orden Mundial dirigido por los Estados Unidos, y los hebreos detrás de ellos). A pesar de las fuertes limitaciones que se desprenden del contexto nacional e internacional –sostiene Borrego- es posible salir adelante –al revés de nuestros genuflexos gobernantes- con sacrificio y fuerza de voluntad. Para la consecución de una gran empresa, una persona voluntariosa es preferible a una persona muy inteligente pero carente de coraje. Un criterio que fue importante seguir dentro de los “Mexicanos Defraudados” de la novela. Con todo, no se puede hablar de un voluntarismo total, ya que aún la cualidad más preciada del hombre se ve superada por lo sobrenatural. No otra cosa revela Borrego cuando hace decir, en su novela, a “Amelia”, que se dirige a su esposo el “Lic. Licón”: “Hay una fuerza más poderosa que la voluntad del que lucha, y es la fuerza del Destino. -Así es –dijo Licón pensativamente-. Según un adagio “haz las cosas como si todo dependiera de ti, y espera en Dios porque todo depende de Él”.

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V. LA HISTORIA COMO ESCENARIO DE UN ENFRENTAMIENTO METAFÍSICO

Don Salvador Borrego no se limitó –de ninguna manera- a escribir sobre temas

relacionados con Hitler, el Tercer Reich, la Segunda Guerra Mundial o historia y política

mexicana. En publicaciones ulteriores a sus tres más extensas y famosas obras incursionó en

la Filosofía de la Historia y, aún tanteó en el de la Teología de la Historia. Borrego buscó

comprender de forma total lo que sucedió, sucede y sucederá durante una historia que no es

únicamente material ni únicamente humana. Existen actores de carácter metafísico, angélico

o divino que la condicionan. Vamos a intentar aclarar la cuestión:

Salvador Borrego asevera que la historia consiste en un enfrentamiento multisecular

entre dos fuerzas opuestas, radicalmente enfrentadas: el bien frente al mal. Fuerzas que se

enfrentan materialmente mientras devienen los siglos pero que, empero, no hacen sino

reflejar una batalla que es primeramente espiritual. No existe –en rigor- un maniqueísmo;

pues éste sostiene la existencia del mal como un principio “con vida propia”, un ente

independiente del bien, autónomo. El Sentido de la Historia se enmarca, por el contrario, en

un sentido más o menos agustiniano.280 El mal no es sino una carencia de una cualidad que

se debería poseer, una tendencia hacia el no-Ser. No tiene vida propia. No puede permanecer

por sí mismo. Es parasitario con respecto al Ser. Lo que presenta es, pues, un dualismo

limitado y contingente.281

Las fuerzas que van adoptando los hombres, los pueblos, las civilizaciones, las culturas, son impuestas por el choque de las fuerzas metafísicas del Bien y del Mal. En otras palabras, los

280 O sea, un enfrentamiento entre el amor Dei y el amor sui. Esto es, entre la Charitas y la Superbia. Las dos ciudades levantadas sobre estos dos principios: La Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre. Vid. Alberto Caturelli, El Hombre y la Historia, Guadalajara, Folia, 2005, 560 pp. (1959). Vid. San Agustín, La Ciudad de Dios, México, Porrúa, 1998. 281 Salvador Borrego, Reflexiones, México, ediciones del autor, 1994, pp. 10-14.

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resultados que van haciéndose visibles en el espectacular mundo de lo físico –en el cual nos hallamos inmersos-, las batallas que se pierden o las batallas que se ganan, son –simplemente- resultados de las batallas que se pierden o se ganan en el invisible y misterioso ámbito de lo metafísico, de lo espiritual. La civilización cristiana, al debilitar su adhesión a Cristo, empezó a perder la lucha en el ámbito metafísico. Y todo lo que después ha venido ocurriendo durante siglos, en el ámbito físico, es consecuencia de aquello. No son muchos los enemigos (...) Todas sus diversas manifestaciones y variados arsenales proceden de un solo adversario.282

Ese adversario no es otro que el Anticristo en su manifestación histórica y Satán

como realidad puramente espiritual. De manera que la historia consiste en el enfrentamiento

entre los opuestos: Bien versus Mal; Cristo versus Anticristo; Iglesia versus Sinagoga; Cruz

versus Estrella.

(...) Cristo no traía la paz, sino una guerra de nuevo tipo, de características muy distintas a las guerras anteriores. En este nuevo tipo de contienda no estaban en juego riquezas materiales o el dominio sobre campos y ciudades. Con él convergían, en choque, dos fuerzas metafísicas de diferente signo. Eran dos continuidades, dos trascendencias. Ya no era la lucha que buscaba un triunfo para cien o más años, sino la búsqueda de un triunfo perenne (...) ¿Con Cristo o contra Él? (...) Dos fuerzas metafísicas habían chocado en la Tierra: la de Cristo y la del Anticristo; y necesariamente se encarnaban en figuras humanas. A la vez, adquirían símbolos universales: de un lado surgió la Cruz. Del otro ya existía, desde muchos siglos antes, la Estrella, que había sido adorada por judíos...283

La historia humana es pues, la sucesión de luchas entre estos dos principios. El

hecho mismo de la lucha, del combate, encierra un misterio y una paradoja: su rostro

destructivo es tan capaz de elevar al ser humano hasta las más altas cúspides del valor, el

amor y el heroísmo, como también de hundirlo en los más profundos abismos de la

cobardía, el egoísmo y la brutalidad.

Más antiguo que el deseo de paz es el deseo de guerra (...) Todo lo que vive, lucha. La guerra es una amplificación gigantesca del espíritu de los pueblos y de los hombres, en la que afloran vivencias ocultas. En ella no solamente hay el significado de un conflicto entre dos gobiernos o entre dos pueblos: hay también significados más profundos e invisibles; quizá por eso es una necesidad esporádica de los pueblos y de la humanidad misma. No simplemente por un capricho irreflexivo, sino por una necesidad potente y misteriosa, es por lo que grandes masas de hombres en la plenitud de su existencia salen al encuentro con la muerte (...) Paradójicamente, pese a sus cenizas de destrucción, la guerra es también creadora (...) Los pueblos crecen y se hacen grandes y maduros al golpe de sus luchas a través de la historia. Y esa lucha es dolorosa, pero inevitable y sagrada (...) Por mas que los intelectuales se empeñen abstractamente en afirmar lo contrario, la fuerza de las armas en

282 Salvador Borrego, Batallas Metafísicas, México, ediciones del autor, 1988, p.97. 283 Salvador Borrego, La Cruz y la Espada, México, ediciones del autor, 2001, pp. 23, 24 y 25.

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guerra es un hecho solemne e incontrastable; siniestro, pero grandioso.284

La exaltación borreguiana de la guerra -acontecimiento que encierra una honda

significación histórica, trascendental tanto material como espiritual- se corresponde con el

símbolo de la Espada. Una Espada que -nos dice Borrego- se puso al servicio del

cristianismo tras la conversión del Imperio Romano.285 Mas no por ello las fuerzas de la

Estrella –símbolo hebreo, legendaria enemiga de la Cruz- permanecieron inactivas, muy al

contrario siguieron amenazando a la Cristiandad. De ahí la necesidad de la formación del

tribunal de la Inquisición:

La Inquisición fue creada en 1223 durante el pontificado de Gregorio IX porque las monarquías y la Iglesia tenían la certeza de que existía una conspiración contra ambas, dirigida por grupos secretos judíos. Dicho tribunal tenía la misión de defender al trono y al altar...286

El proceso subversivo comenzó a conocer el éxito –cuenta don Salvador- cuando la

Espada se puso al servicio, de modo indirecto, de los intereses del judaísmo durante la

Reforma Protestante del siglo XVI.

Lutero tenía violentos arranques contra los judíos, en general, pero era influido por el monje Nicolás de Lira, quien a su vez era influido por el rabino Salomón-Raschi. Martín Lutero se presentó inicialmente sólo como “moralizador” de la Iglesia, pero luego evidenció que la meta era crear otra Iglesia. Actuó contra los dogmas: cambió el significado de la misa; eliminó varios sacramentos y proclamó la predestinación, según la cual Dios crea a unos hombres para la salvación y a otros para la perdición eterna. Quince años después lo secundó Juan Calvino, radicalizando lo de la predestinación (...) El movimiento luterano incluyó el gran significado de que –por primera vez, después de 1,500 años- los seguidores de la Estrella

284 Derrota Mundial... p.148. Un texto interesante de Giulio Evola en Metafísica de la Guerra: “El principio general al cual apelar para justificar la guerra en el plano de lo humano es el <heroísmo>. La guerra, según esto, ofrece al hombre la ocasión de redescubrir al héroe que anida en él. Rompe la rutina de la vida cómoda y, a través de las más duras pruebas, favorece un conocimiento transfigurante de la vida en función de la muerte. El instante final en el cual un individuo debe comportarse como un héroe es el último de su vida terrestre y pesa infinitamente más en la balanza que toda su existencia vivida monótonamente en la agitación incesante de las ciudades. Esto es lo que compensa, en términos espirituales, los aspectos negativos y destructivos de la guerra que el paternalismo pacifista pone unilateral y tendenciosamente de relieve. La guerra, estableciendo y realizando la relatividad de la vida humana, estableciendo y realizando también el derecho de un "más allá de la vida", tiene siempre un valor anti-materialista y espiritual.” Disponible desde Internet en: http://usuarios.lycos.es/disidentes/GUERRA.html Portal de la “Biblioteca Evoliana”. Consultado el 07/04/07. 285 La Cruz y la Espada... p.29. 286 Ibid, p.51.

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volvían a tener, indirectamente, el apoyo de la Espada.287

El estallido de la Revolución Francesa implicó una nueva fase, mucho más radical

que la previa:

Como es bien sabido, los puntos principales de la Revolución son acabar con la Era Cristiana, romper los lazos tradicionales de la familia; privar a los padres del derecho de educar a sus hijos; y crear una República Universal. (Esto no era ocurrencia de unos cuantos manifestantes en marcha hacia La Bastilla)288

La Revolución en sus más variadas encarnaciones no representa otra cosa que un

movimiento milenario de la Estrella contra la Cruz.

Con la Revolución Soviética (1917), hija de la Revolución Francesa, se inicia una

nueva etapa, de un anticristianismo aún más fanático. El marxismo atrajo poderosamente la

atención de Borrego. Vio en la Revolución Bolchevique un poderosísimo ariete que

amenazaba el mundo cristiano en espera de engullirlo y someterlo a la esclavitud.289 El

marxismo generó en él una impresión marcadamente negativa. Por lo que dedicó buena

parte de su tiempo a desmontarlo en toda la línea y a denunciar su amenazante presencia

dentro de la misma Iglesia mediante, por ejemplo, la Teología de la Liberación.290

El Sentido de la Historia, en los textos de Borrego, dista mucho de ir en un sentido

287 Ibid, p.47. 288 Ibid, p.53. 289 No resulta incomprensible esa postura, pues el marxismo en tanto praxis, realización práctica, con sus regímenes totalitarios, utilizó diversas formas de represión hasta niveles nunca vistos en la historia de la humanidad. Es ineludible citar Le livre noir du comunisme. Crimes, terreur, repression de 1997, que ha sido traducido al español en 1998 por editorial Planeta. Sorprendentemente, los autores dirigidos por Stephane Courtois son de ideología izquierdista, y en su libro queda al descubierto lo que muchos ya mencionaban y otros se negaban a aceptar, la experiencia comunista cobró, por lo menos, la vida de 100’000,000 de seres humanos distribuidos de la siguiente manera: “URSS, 20 millones de muertos; China, 65 millones de muertos; Vietnam, 1 millón de muertos; Corea del Norte, 2 millones de muertos; Camboya, 2 millones de muertos; Europa Oriental, 1 millón de muertos; América Latina, 150,000 muertos; Afganistán, 1.5 millones de muertos; movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder, una decena de millares de muertos” Stephane Courtois et al, El libro negro del comunismo, España, Planeta, 1998, p.18. En una orientación semejante puede consultarse el célebre ensayo de investigación histórica de un nobel ruso Vid. Solzhenytsin, Alexander, Archipiélago Gulag, Barcelona, Plaza & Janés, 1974. 290 Salvador Borrego, Acción Gradual, México, ediciones del autor, 1989, pp. 45-101. Con respecto al marxismo y la Teología de la Liberación Vid. Ricardo de la Cierva, Historia de la Iglesia en el siglo XX, Madrid, Fénix, 1997.

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ascendente.291 El mito del “progreso indefinido” no encuentra en la obra borreguiana ningún

eco, por más remoto que fuera. Al contrario, la decadencia de la Cristiandad marca una

atrofia, un cambio para mal. La concepción que tiene del Sentido de la Historia sigue siendo

lineal –no cíclico-, pero no es francamente optimista: la Reforma Protestante y las

Revoluciones Francesa y Soviética fueron latigazos catastróficos para la humanidad. En

cambio, desde Jesucristo a la Revolución Bolchevique, el Sentido de la Historia borreguiano

coincide sustancialmente con el del catolicismo tradicionalista –a no ser, quizá, por la

marcada e inusitada importancia que cobra el judaísmo al margen de cualquier otro factor-;

al menos hasta la entrada en la escena histórica del nacionalsocialismo alemán...292

Borrego piensa que el nacionalsocialismo encuentra su significado metafísico como

Espada al servicio de la Cruz. Lo dice con todas las letras cuando menciona el poderío

militar alemán que, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el Fuhrer había logrado

levantar:

(...) surgía así una Espada poderosa en el centro de Europa. Al prohibir a la masonería, al declararse adversaria a muerte del marxismo y al denunciar que existía una conspiración hebrea, esa Espada estaba colocándose al lado de la Cruz293

Mas no sólo respondía dicho acercamiento –entre Tercer Reich y la Cruz- a la

conciencia de que el cristianismo y el nazismo compartieran unos mismos adversarios.

Borrego defiende que el nazismo -lejos de poseer una ideología ajena u hostil- se mostraba

en concordancia con el cristianismo:

Dado los valores cristianos que en forma más o menos ortodoxa defendía el régimen de 291 Salvador Borrego, Panorama, México, ediciones del autor, 1998, pp.48- 54. Como sostuvieron, por ejemplo, desde Vico y Kant hasta Ernest Bloch y Teilhard de Chardin. 292 Desde nuestro punto de vista; una de las tesis más discutibles de don Salvador Borrego es sostener que el nacionalsocialismo prestó -en esa lucha multisecular, histórica y metafísica de la Cruz frente a la Estrella- su Espada al servicio de la Iglesia y el Cristianismo. Ubicándose en el lado de los “buenos”. En este punto se aparta bastante de los teólogos y pensadores católicos tradicionalistas. Pero en cuanto el nazismo desaparece derrotado se retoma la ruta afín a esta forma de pensamiento. Se trata, por ende, de un breve, pero significativo, paréntesis de disidencia. 293 La Cruz y la Espada... p.93.

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Hitler; dado el Concordato que había firmado con el Vaticano; dado que ambos coincidían en su denuncia contra el desenfreno de las finanzas y la usura; dado que ambos tenían como enemigo común al marxismo; dado que Hitler se entrevistaba con el nuncio Cesare Orsenigo, no dejaba de especularse si estaba dándose el fenómeno de una alianza entre Berlín y el Vaticano, entre la Espada y la Cruz, como en el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico del II Reich.294

Por el mismo rumbo:

(...) el Nacionalsocialismo era absoluto en relación a la política y lo administrativo. En lo espiritual o religioso no imponía nada. Aún más, se basaba en el cristianismo, de acuerdo con la fe evidentemente mayoritaria del pueblo alemán.295

Hitler también habría sido un católico convencido:

Desde joven, Hitler se declaró católico al enrolarse en el ejército. Triunfante su partido, lo reiteró así en la alta filiación de jefes. En privado y en público lo repitió muchas veces. Admiraba a la Iglesia Católica hasta puntos que, como el celibato, son controvertidos por muchos clérigos...296

Congruente con este posicionamiento, la derrota nazi durante la Segunda Guerra

Mundial resultó no sólo una derrota alemana, sino una Derrota Mundial. La URSS logró

sostenerse gracias a Occidente y continuó amagando al resto de la Tierra con exportar su

régimen totalitario.

Retomando la cuestión de El Sentido Cristiano de la Historia; podría pensarse que

tras la guerra fría -la desmembración de la Unión de Republicas Socialistas y Soviéticas y la

caída del Muro de Berlín-, los temores que embargaron la mente de Borrego habrían sido

vanos. El movimiento revolucionario que durante tanto tiempo preocupó a Salvador Borrego

–el marxismo soviético- había dejado de existir, y sin siquiera una enconada y gigantesca

lucha que precediera a su disolución. Pero la verdad es que –para Borrego- el peligro no se

había diluido en absoluto. Todo lo contrario, el peligro es –en la actualidad- aún mayor si

294 Ibid, p.94. En realidad, debe referirse al I Reich. 295 Pintor, Soldado, Fuehrer... p.62. 296 Batallas Metafísicas... p.34. Hemos apuntado, en un capítulo anterior –por medio de David Irving, que no es sospechoso de ser anti-hitleriano-, cómo hasta qué punto la posición personal y privada de Hitler con respecto al cristianismo era muy negativa. En este punto por lo tanto respetuosamente discrepamos de don Salvador. Probablemente Borrego se ha dejado convencer fácilmente por algunas expresiones oficiales –para la galería- bastante oportunistas por parte de los líderes nazis y de algunos prelados: o por estudios insuficientes sobre el asunto como el siguiente: Aguilar. J. Et Asensi, J.M., Hitler y la Iglesia, Madrid, Nos, 1973.

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cabe. Y es que el derrumbe del bloque soviético no habría sido sino el producto de un

cambio de táctica y no de fines.

La convergencia concertada entre Washington y Moscú, en la década de los años 80’s., dio por resultado que el marxismo-leninismo (Revolución Mundial) suprimiera su táctica de enfrentamientos directos y violentos, y a la vez, que el liberalismo de Occidente acelerara su paso y se convirtiera en Neoliberalismo (...) Bajo su nueva advocación, la lucha por la hegemonía mundial se basa primordialmente en un vasto despliegue de la fuerza económica para controlar la vida de las naciones en todos los órdenes. Esto se viene realizando mediante el cálculo insensible y cruel, que algunos sectores han calificado como “capitalismo salvaje”.297

No era entonces que hubiera desaparecido la Revolución marxista –apoyada por

Wall Street- sino que ésta había sido amalgamada con la otra táctica revolucionaria: la del

liberalismo. Un simple cambio de estrategia por parte de quienes manejan los hilos de la

“conspiración mundial”. La nueva fórmula se resumiría en la máxima “seducir, no violar”.

La nueva estrategia oficial para la conquista del poder mundial sería el Neoliberalismo.

Conquistando una a una nuevas posiciones desde campos como la economía, medios de

comunicación; procurando la destrucción de las soberanías nacionales y promoviendo de

muchas formas la disolución social. Todo de una forma más o menos sutil. Así, don

Salvador pone estas palabras en boca de la “Contrarrevolución” en una de sus obras:

En los últimos tiempos es cuando la Revolución ha logrado sus más grandes avances, y sin embargo, es cuando más imperceptible se ha vuelto (...) Cuando ya se empezaba a percibir algunos aspectos del vasto plan, la Revolución cambió su nombre. Ahora, bajo el de Neoliberalismo, se esconde la misma fuerza internacional, la que seduce con la idea de asociar a todas las naciones en un Gobierno Global, en son de progreso y paz. En realidad, se encamina hacia una dictadura universal. Con la desaparición de la URSS se considera que desapareció el peligro, y precisamente se ha vuelto mayor. Pero como el mundo no lo percibe aún, yo he perdido credibilidad como defensora de los valores tradicionales (...) Una pertinaz propaganda se lanza a diario en mi contra. Se dice que soy “reaccionaria”. Pues sí; soy una reacción . Reaccionar es virtud de todo ser viviente, y lo es más cuando reacciona contra el mal. Se me acusa de ser “conservadora”. Desechar lo inútil y conservar lo bueno, lo positivo, ¿qué tiene de censurable? Se dice que soy “fanática”. ¡Falso! El fanatismo es una forma desordenada de defender algo. En cualquier bando hay “acelerados”, pero éstos no son mi guía (...) Se afirma que soy “derechista”. Este es un término impreciso que no me corresponde (...) [éstas] son acomodaticias (...) Por último, se me lanza lo que el adversario juzga que es el peor insulto y se me llama “fascista”. Sin embargo, Mal frente a Mal, el que ha hecho el marxismo (hijo de la Revolución Mundial) es mil veces peor que todo lo que se le atribuye al fascismo. Mi esencia es cristiana, por necesidad. Así como la del enemigo es

297 Salvador Borrego, Neoliberalismo, México, ediciones del autor, 2000, p.71.

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anticristiana, también por imperiosa necesidad.298

El Nuevo Orden Mundial anticristiano que se viene edificando es relacionado con las

profecías apocalípticas y paulinas.299

Debe acotarse que El Sentido Cristiano de la Historia no se adhiere -en su

teleología- ni a una posición optimista ni a una pesimista, ni el “progreso indefinido”, ni el

fracaso y extinción de la humanidad. El Sentido Cristiano de la Historia contempla –como

hemos mencionado- la erección, al filo de la historia, de un gobierno totalitario

intrínsecamente perverso; sin embargo, al final le está reservado el triunfo definitivo del

bien – de Jesucristo- y la derrota del mal -Satán y los que le sirven-; conforme profetizan las

Escrituras. Justo cuando el Orden Mundial Anticristiano llegue a su apogeo, éste se

derrumbará.300 Así lo afirma también Borrego:

La fuerza milenaria que ahora casi lo domina todo, cree que la Era Cristiana está en su agonía para dar paso a una Nueva Era de signo opuesto. Sin embargo, su fracaso será mayor porque ocurrirá en el punto en que haya alcanzado su máximo poder.301

El derrumbe de ese “Orden Mundial Anticristiano” se encuentra incluso ligado a la

acción de una intervención directa de las legiones angélicas. Conforme anuncian las

profecías bíblicas. Es una idea que aparece en la mente de Borrego:

Ahora la Cruz no tiene Espada ni posibilidad visible de volver a tenerla. Será preciso que acudan en su auxilio las Milicias Celestiales. No se concibe cómo. No se concibe dónde. Pero la promesa existe.302

298 Salvador Borrego, Soy la Revolución Neoliberalizada, México, ediciones del autor, 1999, pp. 97 y 98. Además de optar por una posición absolutamente antisistema frente a la Revolución (es decir, más allá de la “derecha” y la “izquierda”) en el texto que acabamos de citar –en su parte final- hay claras resonancias del antijudaísmo teológico de Julio Meinvielle. La lucha es Cristo versus Anticristo. Una lucha inevitable, por necesidad, cada uno de los bandos interpreta un papel teológico. 299 Un Nuevo Orden que, a causa del cambio táctico realizado (convergencia del marxismo y el liberalismo), quizás ya no se presente como lo intuía George Orwell en su anti-utopía 1984 sino como lo concebía Aldous Huxley en Un mundo feliz. Ya no es el empleo de la fuerza bruta, sino el de las “malas artes”. Seducir, no violar. El curso de la historia adquiere así, en la mente de Borrego, una no menos dramática –y trágica- antesala a su consumación. 300 Un interesante trabajo acerca los diversos sentidos históricos en: Vid. Illanes, José Luis, Historia y Sentido, España, Rialp, 1997. 301 Salvador Borrego, Psicología-Guerra y a la Nueva Era 2000., México, ediciones del autor, 1996, p.130. 302 La Cruz y la Espada.... p.122.

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La derrota nazi en 1945 adquiere una especial relevancia, pues fue la última ocasión

en que el cristianismo contó con una poderosa espada capaz de cortar los poderosos

tentáculos de la conspiración. Después de ese hecho, para Borrego lamentable, no cabe

perder la esperanza en la divina promesa.

Mientras no llegue el auxilio que le fue prometido a la humanidad hace dos mil años –y de esa manera culmine el triunfo cristiano- sigue vigente lo que en 1945 se vio claramente como DERROTA MUNDIAL.303

Consta que don Salvador Borrego recibió la influencia de diversos teólogos

especializados precisamente en la teología de la historia. Ya hemos conocido algo del

principal de todos ellos –en cuanto a la influencia ejercida sobre Borrego-: Julio Meinvielle.

Otro –y muy destacado- fue el también sacerdote jesuita argentino Leonardo Castellani

(1899-1981) a quién cita en algunas ocasiones y por el contexto en que lo hace se entiende

que lo hace estando de acuerdo con sus conclusiones.

(...) Leonardo Castellani considera que el misterio de las fuerzas negativas que actúan en el mundo moderno puede descifrarse en el Apocalipsis. La filosofía de la historia, dice, es imposible sin la Teología y sin la Profecía.304

Borrego se ubica, siguiendo a los Padres Castellani y Meinvielle, entre quienes

conciben un itinerario histórico para la humanidad marcado por el triunfo seguro del “bien”

sobre el “mal”; lo profetizado en las Escrituras. La derrota del “mal” es, por lo tanto,

absolutamente inevitable.

(...) la fuerza metafísica del Mal está irremediablemente perdida, derrotada y perdida en un Tiempo que está más allá de nuestro tiempo presente.305

De modo que don Salvador se adhiere claramente –con la excepción de su

consideración del nazismo- a un Sentido de la Historia ya contemplado por la filosofía y la

303 Derrota Mundial... p.630. 304 Acción Gradual... p.100. Otra posición concordante con Castellani y Borrego: Vid. Pieper, Josef. Sobre el fin de los tiempos, Madrid, Rialp, 1955. 305 Batallas Metafísicas... p.107.

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teología cristiana.306

Otra resonancia de la esjatología cristiana en el pensamiento de Borrego –y de la

mayor importancia para nuestro tema- se encuentra en la creencia en la conversión final del

pueblo judío al cristianismo.

[Hay que] recordar las consideraciones teológicas del padre Julio Meinvielle, en el sentido de que el judío es un misterio en la Historia, misterio que se resolverá gozosamente –para judíos y cristianos- al final de los tiempos, cuando ellos se reconcilien con la divinidad de Cristo Jesús.307

Así pues, Borrego adhiere claramente a una concepción de la historia que sólo es

comprensible desde una óptica cristiana y, más específicamente, católica. La historia no es

sino la lucha entre los opuestos Cristo y Anticristo. La teología católica adquiere así un peso

fundamental en el pensamiento y obra de Salvador Borrego Escalante.

306 En este sentido -haya sido o no del conocimiento del propio Borrego-, es inevitable señalar la profunda discrepancia de la esjatología [Esto es, estudio de las ultimidades. Del griego esjatón, lo último. Prescindimos del más usual “escatología” porque la palabra está conectada con el griego scatos que viene a ser “excremento”] cristiana con las propias concepciones del sentido histórico nazi. Éstas se encontraban imbuidas de un fatalismo, propio de las arcaicas y paganas culturas germánicas, en donde el triunfo final no se encontraba garantizado, ni en la trascendencia ni en la inmanencia: “(...) el nazismo era distinto de otros credos políticos que consideraban los sacrificios actuales un precio que valía la pena pagar por la gloría futura, o que aseguraban que toda la virtud residía en un grupo de individuos, cuyos enemigos eran vasijas de iniquidad demoníaca. Carecía del <final feliz> aplazado pero dialécticamente garantizado del comunismo, y se sentía angustiado e invadido por fantasías y creencias apocalípticas (sic) que eran conscientemente paganas y primitivas. Aunque pretendiese paradójicamente hablar el lenguaje de la razón aplicada, y fuese capaz de cálculos refinados, el nazismo tenía un pie en el sombrío mundo irracional del mito teutónico, en el que enjuiciaba positivamente la fatalidad heroica y en el que había que jugarse el todo por el todo: redención racial y nacional o perdición”. Michael Burleigh, El Tercer Reich, pp. 40 y 41. La creencia departe de otras “religiones políticas” como el comunismo en referencia a un “final feliz” descienden claramente de creencias cristianas. Aunque, desde luego, como observó el comunista italiano Antonio Gramsci la diferencia entre ambas estriba en que la creencia del primero es en la inmanencia y no en la trascendencia. Vid. Sáenz, Alfredo, Antonio Gramsci y la Revolución Cultural, Guadalajara, APC, 2001. 307Pintor, Soldado, Fuehrer... p.258. De la cita podemos deducir –reafirmando lo visto con anterioridad- que Borrego no comparte una consideración de tipo biológica, como hacían los nazis. Durante los días de la Cristiandad los judíos fueron periódicamente perseguidos, mas al ser la hostilidad la consecuencia de una disputa teológica la conversión –forzosa o voluntaria- siempre – o casi siempre- fue una posibilidad de poner fin a esa hostilidad. Ésta era una opción que no tuvieron los judíos que habitaron el Lebensraum (espacio vital) teutón de 1933 a 1945. La hostilidad ya no fue –en el caso del nazismo- la consecuencia de una disputa religiosa sino de la misma “naturaleza judaica”. Ya no se hizo hincapié en el ethnos sino en el genos.

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VI. UNA POLÉMICA EXÉGESIS En el primer capítulo de este trabajo, hemos acometido el difícil tema de las

variantes entre dos diferentes formas de antijudaísmo, dos posturas sostenidas por dos

fuerzas históricas distintas. Ahora bien, hemos descubierto cómo una de ellas –el

catolicismo- manifestó su hostilidad de una forma limitada, debido en parte a que siempre

comprendió que su propia Iglesia emanó del judaísmo mismo. En cambio, la otra fuerza –el

nazismo- pregonó un antijudaísmo mucho más irrestricto. A su vez, el nazismo hizo una re-

lectura del cristianismo para expurgarlo de sus raíces judías y , de esa manera, embonar lo

que fuera posible dentro de su propia ideología.

En consecuencia, por ejemplo, el antijudaísmo racial de los nazis los llevo a negar –

redundando en lo sostenido por Houston Stewart Chamberlain- que Jesús hubiera sido judío

(todo ello en pro de un cristianismo positivo que les permitiera rescatar aquello que del

cristianismo fuera útil a sus propósitos). Estos malabarismos parece que no encontraron eco

en Borrego, para quien Jesús ciertamente había sido parte del pueblo judío. Así lo demuestra

el siguiente texto en el que se refiere al momento en que los apóstoles comienzan a propagar

la Palabra -tras la muerte y resurrección de Cristo- entre los judíos que hasta ese momento

habían desconocido al Salvador:

¿Difundir los Evangelios?... Pero, si pronunciados por el propio Cristo no habían tenido más respuesta en su pueblo [el judío] que el desprecio y la condena a muerte, ¿qué podía esperarse si unos cuantos presuntos desventurados iban a repetirlos?308

De manera que sí el antijudaísmo extremo había llevado a algunos “cristianos

alemanes” simpatizantes del nazismo a negar el judaísmo de Jesús –un punto vital en la

teología dogmática cristiana, supuesto que la legitimidad de Jesús como Mesías era

308 La Cruz y la Espada... p.28. El subrayado es nuestro.

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consecuencia, entre otras cosas, de sí era o no descendiente de David, como anunciaban las

profecías-, esa tendencia no se reflejó en Salvador Borrego.

Sin embargo, en otros aspectos don Salvador se apartó de la defensa de la ortodoxia

cristiana –y católica-. A raíz de lo visto hasta ahora podría creerse que Borrego fue inmune a

las repercusiones teológicas que podrían suponer para el cristiano la proximidad o simpatía

hacia una corriente que profesó un antijudaísmo tajante que, a la manera de los nazis, se

esforzara por desligar, separar o confrontar cristianismo y judaísmo; al grado de que el

primero no pudiera ser la continuación y perfección del segundo, conforme sostiene la

ortodoxia cristiana. Sorprendentemente no fue así.

Tradicionalmente los textos sagrados del judaísmo actual como el Tanaj (Antiguo

Testamento), el Talmud e incluso, en ambientes heterodoxos, la Cábala, han sido señalados

por los antijudíos de las más variadas escuelas. En cuanto a los dos últimos –el Talmud y la

Cábala-, fueron criticados acerbamente tanto por cristianos antijudíos como por los nazis.

Borrego comparte este afán despectivo hacia estas escrituras del judaísmo e incluso las

conecta con el nacimiento de la masonería.309 La situación ya se vuelve más delicada en

relación al Antiguo Testamento.310

En uno de sus libros más recientes, Borrego especuló sobre las posibles razones por

las cuales el pueblo hebreo habría sido capaz de mantener a través de los siglos una acción 309 A pesar de que seguramente tenía una opinión exageradamente negativa del Talmud y de la Cábala –en buena medida consecuencia de las obras tendenciosas por las cuales conoció dichos textos [Uno de los libros sobre el Talmud que ocasionalmente considera y que he revisado es: I.B. Pranaitis, El Talmud Desenmascarado, Lima, La Verdad, 1981. Pranaitis era un sacerdote católico ruso, muy antijudío, cuya calidad como conocedor de las lenguas hebraicas ha sido puesta en duda] - no resulta del todo incomprensible que haya reaccionado así si tenemos en cuenta los ataques a Jesús, María y a los cristianos que se incluyen en el primero y a la extraña y misteriosa argamasa de doctrinas –muchas de ellas babilónicas- que componen el segundo. 310 Los nazis podían emplearse a fondo en el vituperio del mismo pero los cristianos antijudíos optaron por una posición más prudente; después de todo, el Antiguo Testamento formaba una parte integral de la Revelación Cristiana y por lo mismo gozaba de la consideración de la Iglesia como un conjunto de libros sagrados. Por lo tanto, se trataba de una maniobra que entrañaba cierto riesgo; si se actuaba con ligereza las granadas estallarían en el campo propio.

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continuada y orientada hacia la obtención del poder mundial absoluto.

La respuesta puede hallarse en el insólito adoctrinamiento que dicho pueblo ha venido recibiendo durante 4,000 años, desde Abraham. Sus cinco libros sagrados (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) condicionan de modo tan exclusivo –y excluyente- sus pensamientos y sus sentimientos que lo han convertido en un pueblo único en su género, distinto a todos los demás. Así ha sido a través de doscientas generaciones o más. Ningún otro pueblo ha recibido una educación igual, ni parecida.311

A lo largo de aproximadamente una treintena de páginas, Salvador Borrego realiza

una polémica interpretación del Antiguo Testamento y, en especial, de su porción primera:

el Pentateuco o Torah.312 La idea expuesta por Borrego no puede ser más clara: consiste en

una supuesta contradicción absoluta entre los mandatos de Yahvé (Dios de Abraham, Isaac,

Jacob y los judíos) y lo enseñado por Jesucristo a través del Nuevo Testamento.

Creencia de Borrego es que, de los textos veterotestamentarios, se desprende que

Yahvé (un Dios únicamente nacional) –hablando cara a cara con sus interlocutores hebreos-:

ofreciera, a Abraham y su descendencia, el control total del mundo y los pueblos que lo

habitan313; prohibiera contraer matrimonios con no-judíos (cayendo en un racismo)314;

ordenara exterminios masivos contra pueblos enemigos315; estableciera una serie de rituales

(circuncisión, guardar sábado, etc) cuyo cumplimiento acarrearían las graves penas (incluso

la muerte)316.

Don Salvador encuentra en estos pasajes de las Escrituras veterotestamentarias una

profunda discrepancia con lo enseñado por Jesús. Jesucristo no sólo afirmó que a su Padre

“nadie le ha visto” 317 sino que jamás se refirió al mismo con el nombre de Yahvé. Por sí

fuera poco, Jesús no avaló –según Borrego- el cumplimiento de ciertos ritos sino que

311 Salvador Borrego, A dónde nos quieren llevar, México, ediciones del autor, 2002, p.60. 312 Ibid, pp. 59 y ss. 313 Cita Génesis 12, 7 y 13, 14 y 15. 314 Cita Génesis 34, 14. 315 Cita Éxodo 11, 4-7; 12, 29-31; Números 21, 33-35; 31, 7-35; Deuteronomio 7, 1-4; 7, 16-23... y así sucesivamente. 316 Cita Éxodo 31, 12-14. 317 Juan 8, 19.

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inclusive no los respetó. En contraste con las matanzas del Antiguo Testamento, Jesús

predicó el amor y el perdón al enemigo, su enseñanza fue eminentemente espiritual y no

material –como entiende que se dio en el caso de Yahvé y los hebreos-. La contradicción

entre Yahvé y Jesús es tan patente para Borrego que éste se pregunta si Jesús habría sido

tentado en el desierto por el mismo ente que ofreció a Abraham el dominio del mundo a

cambio de obediencia. Es decir, para Borrego, Yahvé es, probablemente, el mismo vivo

Demonio.318

Y bien, ¿quién era Yahvé?... ¿Podría ser el Ente que ofreció a Jesús el dominio del mundo si lo adoraba? Aquí surge un punto controvertible. Casi todos los exegetas dicen que “Yahvé es el más sagrado nombre de Dios, que fue revelado a Moisés en el Monte Horeb”. Lo dicen basándose en el propio Moisés, quien refiere que Yahvé le habló a dicho monte y le dijo: “Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre”. (...) Ahora bien, las crueldades y barbaridades que aparecen en el Pentateuco (...) ¿cómo se explican? ¿Fueron voces que malinterpretaron los judíos? Evidentemente no provenían del Dios Padre al que se refirió siempre Cristo Jesús. La otra alternativa choca con el sentido común y con la fe. O sea, que Yahvé era el mismo Dios Padre nombrado por Jesús, y que si se les aparecía a los jefes judíos, aunque Jesús lo negara con estas palabras “El Padre que me envió dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante” (Juan, 5: 37) En este punto, como dijo el propio Jesús, solo se le puede creer a Él o estar contra Él. ¿A quién creerle si no a Jesús?...319

El planteamiento de Borrego no es, en este punto, original. Los gnósticos tuvieron

perspectivas semejantes. Al rechazar parte del Antiguo Testamento320 entró en comunión

con posturas nazis al respecto –aunque, al parecer, sin percatarse de ello- y, en contraste,

entró en conflicto con la ortodoxia católica.321

El análisis que Borrego hace de la Torah -buscando contrastarlo y enfrentarlo con las

enseñanzas de Jesús- contradice frontalmente una de las creencias pilares no sólo del

catolicismo, sino del cristianismo en general: la identificación de Yahvé con Dios Padre y, a

318 Una idea relacionada, aunque radicalizada, con la tradicional referencia a Juan 8, 31-47. 319 A dónde nos quieren llevar... pp. 90 y 91. 320 Pues, al parecer, acepta, contradictoriamente, a profetas como Isaías, Jeremías, Malaquías, Daniel, etc. 321 Don Salvador se mostró, durante nuestra entrevista, consciente de que, en este punto, entraba en conflicto con la Iglesia Católica. Incluso me comentó que estas ideas provocaron la indignación de algunos lectores provenientes del lefebvrismo. Me manifestó que incluso un clérigo de ese movimiento tradicionalista –y cismático- le intentó convencer de su supuesto error. Evidentemente no lo consiguió.

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través del dogma de la Santa Trinidad con Jesús mismo, conformando junto con el Espíritu

Santo tres personas y un mismo Ser.322

En el libro Imperialismo y Teología Borrego volvió sobre el mismo planteamiento 322 Yahvé es una vocalización del tetragrámaton YHWH, que significa “Yo soy el que soy”. Un título que se adjudicó el mismo Jesús y que fue una de las razones por las que un sector de los judíos pretendieron matarlo: “De hecho, esta conciencia que tenían los primeros cristianos de que Cristo era el Dios revelado en el Antiguo Testamento al pueblo de Israel no arrancó de su especulación personal, sino del recuerdo de las propias enseñanzas de Jesús. Quizá una de las afirmaciones más categóricas de éste al respecto fue la de apropiarse la denominación con la que Yahvé se presentó ante Moisés cuando le encomendó su misión de liberar a Israel de la esclavitud de Egipto. Examinemos el texto directamente: <<Moisés dijo a Dios: Bien, yo me presentaré a los israelitas y les diré: El Dios de nuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si ellos me preguntan: ¿cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Dios dijo a Moisés: Yo soy el que soy. Así responderás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros>> (Éx 3,13-14) (Ediciones Paulinas). El texto aparece claro en cuanto a la descripción del episodio. Moisés interroga a Yahvé sobre el nombre con que debe presentarle a los hijos de Israel, y Dios le responde que ese nombre es "Yo soy". Pues bien, Jesús se aplicó ese mismo apelativo: "Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados" (Jn 8,24) (Biblia Jerusalén) (Tanto la traducción de Ediciones Paulinas como la Nueva Biblia Española han vertido: "que yo soy el que soy" lo que recoge a la perfección el sentido del texto original desde mi punto de vista).” César Vidal, Las sectas frente a la Biblia, Madrid, Paulinas, 1991. En el mismo sentido deben interpretarse Zacarías 11, 12 y 13 (Jesús es Yahvé vendido por treinta monedas de plata); Isaías 40, 3 (Cristo es Yahvé precedido por Juan el Bautista); Zacarías 12, 10 (Jesús es Yahvé traspasado); Isaías 44, 6 en concordancia con Apocalipsis 22, 13-16 (Cristo se identifica de la misma manera que Yahvé, como el Alfa y el Omega) y un largo etcétera. Nosotros hicimos el día 11 de enero de 2005, a través del chat semanal en Libertaddigital, la siguiente pregunta a César Vidal en su calidad de historiador y teólogo protestante: “¿Cómo pueden explicarse las <apariciones> de Yahvé en el Antiguo Testamento –a Abraham, a Moisés- si se contrasta con textos del Nuevo Testamento como Juan 1,18 (<A Dios nadie le ha visto jamás>)?” A continuación la respuesta que obtuvimos: “ 1.- Porque las teofanías del Antiguo Testamento siempre presentan a Dios bajo un “velo” vg: el ángel de YHVH, el hombre que combate con Jacob, etc. 2.- El texto de Juan 1, 18 no habla de una visión física sino de una comprensión espiritual. De hecho, el versículo siguiente dice aunque <a Dios nadie le vio jamás>, ahora su Hijo nos lo ha explicado”. Portal de Libertaddigital. Texto disponible desde Internet en: http://www.libertaddigital.com:83/php3/opi_desa.php3?fecha_edi_on=2005-01-14&num_edi_on=1453&cpn=22514&tipo=2&seccion=POR_D Consultado el 03/02/07. De modo que aquí Borrego se separa claramente de teólogos católicos antijudíos como Julio Meinvielle, quien si se mantiene dentro de la ortodoxia: “Las verdades naturales-sobrenaturales arrancan de una tradición comunicada por Dios directamente al hombre, desde el primer día de la existencia humana. Esta tradición está en parte, consignada por escrito en los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. A esto llamamos tradición judeo-católica. Porque es la tradición que se conserva fielmente primero en el pueblo de Israel, mientras este pueblo acepta el gobierno de Yahvé y en la Iglesia Católica romana, especialmente en su magisterio público”. Julio Meinvielle, De la Cábala al Progresismo.... p.11. Tampoco está demás el siguiente texto, dice así el Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por el entonces Cardenal -y ahora Papa- Joseph Ratzinger (Benedicto XVI): “El Antiguo Testamento es una parte de la sagrada Escritura de la que no se puede prescindir. Sus libros son divinamente inspirados y conservan un valor permanente, porque la Antigua Alianza no ha sido revocada. En efecto <el fin principal de la economía del Antiguo Testamento era preparar la venida de Cristo, redentor universal>. <Aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros>, los libros del Antiguo Testamento dan testimonio de toda la divina pedagogía del amor salvífico de Dios: <Contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca de la vida del hombre, encierran admirables tesoros de oración, y en ellos se esconde el misterio de nuestra salvación>. Los cristianos veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La Iglesia ha rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Antiguo Testamento so pretexto de que el Nuevo lo habría hecho caduco (marcionismo)”. Catecismo de la Iglesia Católica, México, Coeditores Católicos de México, 2000, pp.39 y 40.

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negativo del Antiguo Testamento. En esta ocasión, el calvinismo -además de ser el núcleo

ideológico que sirvió como eje al Imperialismo Estadounidense- es denunciado como una

especie de judaización del cristianismo. Esta judaización habría sido la que llevó a los

estadounidenses a abrazar el “Destino Manifiesto”, su teoría de la predestinación y la

consiguiente adopción de una cosmovisión racista.

(...) Lo verdaderamente trascendental del calvinismo –lo que ha producido cambios más radicales en el modo de ver la vida- es su Teología. Según ésta, Dios crea a unos seres humanos “predestinados” para la salvación, y a otros para su irremediable condenación, independientemente de que hagan buenas obras o no. Los predestinados a la salvación llevan como un “signo de justificación”, y como identificación pública, su valor y su prosperidad o riqueza.323

Estas creencias desempeñarían –dice Borrego- el crucial papel de “ideas-fuerza”

mediante las cuales los colonos protestantes entraron “a saco” por las praderas

norteamericanas eliminando sin remordimiento a los nativos, siguiendo el ejemplo de la

entrada de Josué en la tierra de Canaán. Esto es, con la convicción de haber sido

predestinados por Dios para poseer una tierra, con una conciencia de superioridad racial que

legitimaba de por sí el exterminio de “seres inferiores” ya de antemano destinados a su

perdición.

De la Teología de la Predestinación se derivaba la idea de la superioridad de la raza y ambos conceptos tomaban varios puntos del Antiguo Testamento. Estos tres elementos iban a estallar con fuerza de miles de megatones (...) Pero, para fortuna del mundo, no únicamente existe el Antiguo Testamento, donde habla Yahvé, sino también el Nuevo Testamento, donde Cristo (Dios Hijo) habla en nombre del Padre.324

Con textos como este, Borrego reafirma su rechazo del Viejo Testamento325 en la

323 Salvador Borrego, Imperialismo y Teología, México, ediciones del autor, pp. 22 y 23. 324 Ibid, pp.27 y 33. 325 Un Antiguo Testamento que –dicho sea de paso- es aprovechado por Borrego en lo que se refiere a ciertos profetas que amonestan a un pueblo judío señalado como perverso y alejado de Dios. Vale la pena citar lo dicho sobre este tema por un ilustre historiador: “Uno de sus principales talentos [de los escritores israelitas y judíos] era la facultad crítica que siempre habían tenido. Era la fuente de su racionalidad, uno de los factores que los había conducido inicialmente al monoteísmo, pues su sentido crítico no les permitía aceptar los absurdos del politeísmo. Pero no sólo tenían una actitud crítica, sino que eran sobre todo, autocríticos. Y eran, o por lo menos habían sido en el pasado, notables historiadores. Veían la verdad, a veces de perfiles horribles, acerca de ellos mismos, y la decían en la Biblia. Mientras otros pueblos elaboraban su épica nacional para

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convicción de que Yahvé no es el Padre de quien hablaba Jesús.

Borrego también asevera que:

(...) en el nuevo país, llamado Estados Unidos de América, los judíos tenían una decidida influencia política, económica y teológica.326

Debido a esa influencia teológica los colonos protestantes se precipitaron en la

misión de ir arrebatando territorios a las tribus nativas; más tarde sería ese mismo espíritu el

que animó al gobierno estadounidense a extirparle a México más de la mitad de su territorio.

Los mexicanos, a diferencia de los nativos que antes habían visto arrebatadas sus

tierras, contaban con una “idea-fuerza” capaz de oponerse a la teología calvinista alrededor

del catolicismo. A pesar de ello –nos cuenta Borrego- México no fue capaz de oponerse

eficazmente a las ideas –tan materialistas- de los estadounidenses a causa de un defecto en

su religiosidad:

Poco podía hacer un catolicismo mexicano tan desleído, tan adulterado, frente a una Teología que era tan profundamente creída y sentida, aunque fuera injusta. La Teología del Catolicismo es de Justicia, Misericordia y Redención, cuyos horizontes se prolongan en la vida eterna. Tiene el aval de Cristo. La otra Teología lleva el sello de la crueldad, de los bienes materiales, del “éxito”, y sus horizontes se pierden dentro de la temporalidad terrestre (...) Creer firmemente en una idea –por falsa que sea- da ventajas sobre otros que tienen ideas verdaderas, pero nubladas por claudicaciones e incertidumbres.327

Calvinismo y judaísmo fueron descritos como colaboradores; entre ambos hubo –

según Borrego- una clase de simbiosis. Ambos fueron rivales encarnizados de la Hispanidad

y del Catolicismo. Ambos recibieron la inspiración de un Antiguo Testamento en manifiesta

oposición al Nuevo. Luego el Antiguo Testamento –o parte de él- era rechazable por

definición.

respaldar y promover su autoestima, los judíos deseaban descubrir dónde estaba el error en su propia historia, tanto como determinar dónde estaba el acierto. Por eso la Biblia está sembrada de pasajes en que los judíos aparecen como un pueblo pecador, a menudo excesivamente perverso y obstinado para aceptar la ley de Dios, aunque la conozcan. De hecho, los judíos aportaron las pruebas utilizadas para acusarlos” . Paul Johnson, La historia de los judíos... pp.248 y 249. 326 Imperialismo y Teología... p.31. 327 Ibid, p.40..

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A pesar de lo antedicho, don Salvador aparece en otras de sus obras como un firme

defensor de la ortodoxia católica. Así lo fue, por ejemplo, ante los embates del modernismo

o progresismo religioso.

Se perfiló una desviación tenaz que no retrocedía ni ante las llamadas de atención del Vaticano ni ante las suspensiones, condenas o excomuniones de algunos de sus ideólogos.328

Los modernistas alegaban que era necesaria una reinterpretación de los dogmas

católicos -más acorde con los tiempos que corrían- y se sintieron atraídos hacia la

asimilación de conceptos extraídos de la Reforma Protestante y del marxismo. Un hecho que

a Borrego le inquietó, vislumbrándolo como una infiltración de la Revolución dentro de la

Iglesia misma. Especial preocupación generó en él la Teología de la Liberación:

La Teología de la Liberación, de esencia materialista, quiere ensamblar a Cristo con el marxismo y demoler la tradicional Teología que siempre ha buscado liberar al hombre del pecado y conducirlo hacia la vida trascendente. Los teólogos del “liberacionismo” materialista quieren seducir con la idea de que no existe el Mal; todo es objeto de “redefinición” para adaptarlo al mundo moderno.329

La acción de la Teología de Liberación encuentra su sentido –según Borrego- en el

marco de la “Guerra Fría”. Responde a la estrategia revolucionaria soviética y se encuentra

conectada con esos mismos servicios de inteligencia y la masonería.

El “liberacionismo” arranca del supuesto de que “el pueblo de Dios” es la fuente de la revelación espiritual y se encamina a desplazar a la teología de dos mil años de cristianismo. Por otra parte, dicha “teología” no trata de liberar a ninguno de los países que han caído bajo el comunismo y que viven en la miseria y la injusticia. Sólo justifica liberar a Cuba de Batista, a España de Franco, a Chile de Pinochet, a Nicaragua de Somoza. Tampoco ha mostrado ningún interés por liberar a Camboya, a Vietnam, a Laos, a Hungría, a Checoslovaquia, ni menos a China y la URSS. Ahí no encuentran absolutamente nada que liberar.330

En síntesis: Borrego creyó encontrar en el Antiguo Testamento el sustento ideológico

del “movimiento político judío”. El protestantismo –especialmente el calvinismo- fue a su

vez una judaización del cristianismo. Ambos –judaísmo y protestantismo- son contrarios al

328 Acción Gradual... p.49. 329 Ibid... p.5. 330 Ibid, p.74.

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verdadero mensaje de Jesús. El peligro para el catolicismo no proviene únicamente de estos

dos enemigos teológicos. También existe dentro de la misma Iglesia a través de los

modernistas y sus descendientes liberacionistas.

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CONCLUSIÓN La obra de don Salvador Borrego es especialmente inteligible a través de la

comprensión del tiempo que le tocó vivir. Criado en un hogar católico e incluso siendo

efectivo, por breve tiempo, del Ejército Mexicano, su vida aparece conectada ya desde su

infancia con las dos instituciones tradicionales por excelencia. De alguna forma ya fueron

perfilándose dos de los valores fundamentales que defendería como escritor: los de la

religión y el hondo nacionalismo que pervive en los ambientes castrenses.

Durante sus inicios en el mundo del periodismo entra en contacto con las versiones

propagandísticas de los contendientes en la Segunda Guerra Mundial. Coincide

precisamente en uno de los pocos diarios reacios a permitir un control de la información en

interés de los aliados: Últimas Noticias, vespertino del Excélsior. Allí es testigo privilegiado

de la censura periodística; hecho que de algún modo le marca y le vuelve proclive a

simpatizar con los nazis.

Cabe señalar otras razones que tienen que ver con el contexto histórico nacional e

internacional; y también con la psicología propia de un sector del conservadurismo católico

mexicano. En primer lugar, debe tenerse en cuenta la difusión en México de la literatura

anticomunista suscitada a raíz de los excesos revolucionarios en diversas partes del mundo.

Entre ellos los de la contemporánea Guerra Civil Española. En México se encuentran aún

frescas las experiencias de la persecución religiosa por el callismo y, posteriormente, la

administración más radicalmente socialista que haya tenido México en su historia; la de

Lázaro Cárdenas.

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Tanto la situación internacional como la nacional fueron observadas con alarma por

algunos sectores sociales. Particularmente un número considerable de la clase media, de los

católicos y de los medios empresariales. Esta mentalidad generó movimientos de reacción al

cardenismo, como el Comité Pro-Raza, los Dorados y el sinarquismo, entre otros.

La atmósfera era propicia para que fracciones de la población vieran con buenos ojos

al nacionalsocialismo alemán. Ya sea como una expresión de antinorteamericanismo o como

un cálculo anticomunista. Esta segunda perspectiva fue cara en ambientes católicos, el

ascenso de Hitler era oportuno; un dique anticomunista. Fue la posición no sólo del Padre

Charles Coughlin en los Estados Unidos, de Salvador Abascal y José Vasconcelos en

México , sino de los mismos Papas Pío XI y Pío XII (que condenaron el nazismo, pero lo

concibieron como un mal menor en relación al comunismo).331

Paralelamente a la difusión del anticomunismo y el anticardenismo se encuentra la

popularización en México, en los treintas, de textos como Los Protocolos de los Sabios de

Sión y El Judío Internacional de Henry Ford, que junto con el discurso nacionalsocialista

abonaron la tesis de la conspiración judía mundial, identificándola con la expansión

marxista.

Salvador Borrego, conectado con el pensamiento católico y expuesto a la influencia

ideológica del nacionalsocialismo alemán, termina asumiendo, después de realizar sus

propias averiguaciones, la tesis conspiracionista. Dicha tesis comienza siendo aplicada al

contexto de la Segunda Guerra Mundial, principalmente a través de Derrota Mundial, pero

también de otros libros menos conocidos por el público en general.

331 En cuanto a la condena del nazismo, ya hemos mencionado la encíclica de Pío XI Mit Brenender Sorge. Encíclica que también debió mucho a Eugenio Pacelli, futuro Pío XII. En cuanto al comunismo, fue motivo de una condena aún más categórica por Pío XI en su encíclica Divini Redemptoris. En la misma se llamó al comunismo “intrínsecamente perverso”. Pío XII se hizo eco de esta condena en distintas ocasiones, llegando a la excomunión de los católicos que se afilien o colaborasen con los partidos comunistas, en 1949.

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Para 1964, la tesis conspiracionista es empleada como clave interpretativa para la

historia de México con América Peligra y se irá actualizando en otras obras; es una señal de

alerta a consecuencia de los hechos que se venían sucediendo en América a partir de 1959

con la creación comunista de una “cabeza de playa” en Cuba.

Con posterioridad Borrego amplia horizontes. Ya no se dedica únicamente a rastrear,

en una labor detectivesca, la conspiración en los procesos históricos concretos de la Segunda

Guerra Mundial y la historia de México, sino que será aplicada a una comprensión total de

la historia humana e incluso más allá de la historia meramente humana, recurriendo a

entidades metafísicas como sustento de lo que se desenvuelve en el plano material. Borrego

amalgamó sus tesis con la teología de la historia católica apoyándose, en especial, en las

obras de los jesuitas argentinos Julio Meinvielle y Leonardo Castellani; enriqueciendo así su

propia obra con la esjatología bíblica.

Resulta por otro lado admirable la capacidad de adaptación de la misma teoría

conspiracionista. En los comienzos de su etapa creativa, Borrego –y muchos otros autores-

apuntaron hacia el marxismo como el instrumento último de dominio universal. Con la

evaporización del bloque soviético la amenaza del dominio universal judío no se desvanece;

ésta pasa a ser la globalización auspiciada por el modelo neoliberal.

Acerca de la simpatía borreguiana para con el nacionalsocialismo, hay que señalar

que en su caso fue más allá que algunos de sus contemporáneos –como los ya citados- que

tuvieron al nazismo como un instrumento divino, aunque perverso en sí mismo. Borrego, en

cambio, lo reivindica a fondo: su economía, su patriotismo, y exalta la imagen de su Fuhrer,

en quién creyó ver la materialización de las supremas potencias de la voluntad humana;

cualidad preciada -aunque insuficiente, pues son necesarios los auxilios celestiales- para

prevalecer en el choque cósmico de Cristo versus Anticristo.

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Existen otros caminos para llegar a Berlín. Parten del axioma “por sus frutos les

conoceréis”; que en este caso es, más exactamente: “por sus enemigos les conoceréis”. El

nazismo comparte con el catolicismo los enemigos: el judaísmo, la masonería, y aún el

liberalismo. De manera que Borrego termina colocando al nazismo como una manifestación

temporal más de esa tensión entre esas dos fuerzas irreconciliables que dan sentido a la

Historia, y lo pone a militar bajo el estandarte de la Cruz de Cristo.

El nazismo es integrado al Sentido Cristiano de la Historia como una fuerza más de

la Contrarrevolución identificada con el cristianismo y con el conjunto de valores que

emanan de él. La tesis es de las más discutibles que Borrego sostuvo. Con respecto a este

tema -la identificación borreguiana de nazismo y cristianismo-, aún hay una puntualización

que debemos hacer: en general, es el nazismo quien supuestamente hereda y respeta un

conjunto de valores y conceptos previos a él, los del cristianismo. Luego, la perspectiva de

Borrego no consiste en una nazificación del cristianismo –como ocurrió en la Alemania del

Tercer Reich- sino por el contrario, en una cristianización del nazismo. Dicho esto sin

menoscabo de que podamos encontrar en la obra de Borrego algunas ideas “sospechosas”;

menciono esto en el sentido de que apuntan en la dirección contraria: la nazificación del

cristianismo. Es el caso de su rechazo del Antiguo Testamento.

Si en el esquema de Borrego el nazismo se subordina a ser una fuerza más de las que

han militado históricamente al servicio de la Cruz, en el bando de las tinieblas son la

masonería, el liberalismo y el marxismo los que se subordinan al judaísmo. Borrego no

reparó en la dificultad que entreve el presentar a los judíos revolucionarios en comunión con

los ortodoxos cuando los primeros han rechazado la tradición de los segundos. El

“movimiento político judío” aparece en su pensamiento como un todo monolítico en cuanto

a la voluntad de alcanzar su anhelo de dominio universal. El judaísmo ocupa pues el sitio

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fundamental, en cuanto a las fuerzas temporales, en la corriente opuesta. Por lo mismo la

“cuestión judía” fue capital en su pensamiento. Esta es la razón por la cual se le ha tildado

de “antisemita” en incontables ocasiones. Sobre ello nos queda por citar la propia opinión de

Borrego, nos la hemos reservado para la ocasión:

Eso de que soy antisemita no es exacto, porque yo no estoy en contra del judío por ser judío, sino de un movimiento político hecho por judíos, como también muchos de izquierda no son antigermanos, sino son antinazis, un movimiento político hecho por alemanes. A mi me llaman antisemita porque me opongo a un movimiento político que está hecho por judíos pero no estoy precisamente en contra del judío por ser judío, porque eso sería tan absurdo como ser antifrancés o ser antiitaliano, esas son posiciones infantiles. Es como decir que alguien odia a los mexicanos porque somos trigueños, o porque venimos de dos razas, todo eso es absurdo. Es más fácil desacreditar a una persona con una palabra genérica que entrar a una comparación de ideas, no quieren entrar a una discusión de fondo, simplemente con una palabra pretenden descalificar lo que uno dice, pero eso es tan absurdo como a alguien se le rechace por ser “chaparro” o por ser “flaco”. En vez de discutir las ideas de esa persona, se le descalifica y ya. En vez de refutar las ideas y los hechos que se relatan en Derrota Mundial, descalifican con una sola palabra: antisemitismo. Y como el antisemitismo es impopular, con ese término ya eliminan toda discusión.332

La respuesta de Borrego a la acusación arroja luz, a nuestro entender, sobre la

pregunta que nos planteamos en la Introducción, acerca de la tipología de su pensamiento.

Creemos que Borrego niega ser “antisemita” por que precisamente relaciona el uso

del término con el odio racial derivado en mayor o menor medida de un biologicismo.

Confirma así el distanciamiento de Borrego en relación al antijudaísmo racial del nazismo;

consecuencia de peculiares creencias biológicas. En realidad, sostenemos que su

antijudaísmo es más próximo al que se dio entre algunos sectores del catolicismo

tradicionalista. La raíz del problema no es racial sino cultural y religiosa.

Como hemos tenido oportunidad de comprobar, para Borrego: Cristo fue judío;

Madero fue un personaje positivo, a pesar de su biología judía, gracias a que se asimiló a las

costumbres de México; el pueblo judío se convertirá al final de la historia tal y como

anuncian las profecías, etc. Hay entonces una posibilidad de modificación de la cual se

332 Miguel Jasso, La simpatía... p. 326.

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prescinde cuando la perspectiva es racial. La solución al problema se encuentra así en la

asimilación, en el bautismo sincero, en el postrer encuentro con Jesucristo.

Pese a las pasadas observaciones, creemos aún que el adjetivo de “antijudío” le cabe

con justeza a Salvador Borrego y su obra. Advertimos que defendemos su uso con

intenciones de carácter únicamente técnico.333

Recordemos la definición de “antisemita” (que nosotros preferimos llamar

“antijudío”) del diccionario de la RAE: como “enemigo de la raza hebrea, de su cultura o de

su influencia”. De manera que si bien la ausencia del racismo-biologicista “libra” a Borrego

de la primera acepción, esto no se logra en cuanto a la segunda y tercera. En efecto, siendo

que la cultura hebrea gravita primordialmente en torno a sus textos sagrados y siendo que,

para Borrego, debido a esos mismos textos el pueblo judío ha sido forjado en su sentido

histórico como implacable opuesto al cristianismo, el adjetivo parece, repetimos, ajustado.

El antijudaísmo borreguiano se encuentra por consiguiente íntimamente relacionado con su

propia percepción de un judaísmo anticristiano.

Nos parece lícito plantear algunas interrogantes que deberían ser trabajadas en el

futuro. Se nos ocurre que, probablemente, el estrato intelectual, tradicionalista o

conservador, en los pueblos hispanos, pudiera haber sido en alguna proporción impermeable

a lo más crudo del discurso nacionalsocialista alemán. Y ello aún cuando existieran

circunstancias coyunturales que aconsejaran una aproximación (frente a la propia

impotencia el nazismo era una amenaza para el odiado orden mundial: la continuidad

333 Es curioso advertir que, a menudo, quienes lo utilizan en un sentido peyorativo, buscando a todo trace descalificar, suelen medir con doble rasero. Hemos tenido ocasión de escribir algo sobre el antijudaísmo de Carlos Marx en una nota a pie de página dentro de un capítulo anterior. Es evidente que el antijudaísmo ocupó también un sitio medular en su obra, quizás no tan recurrente como Borrego pero si más virulento y racista. Sin embargo, rara vez se recuerda esa característica en el pensamiento de Marx y muchos menos hay quienes pretendan descalificarlo de antemano señalándolo como un antisemita. Los ejemplos podrían ser muy numerosos.

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revolucionaria liberalismo-marxismo). El hecho mismo del mestizaje como rasgo distintivo

de la propia nacionalidad y el factor del catolicismo habrían hecho la función de

amortiguador. Ese fue, a nuestro juicio, el caso de Salvador Borrego, pero tal vez lo mismo

pueda decirse en un plano más general.

Esperamos haber contribuido en clarificar la cuestión que nos ocupó. El caso de don

Salvador Borrego Escalante es un caso excepcional en México. Contra lo que era frecuente

en los pensadores contrarrevolucionarios en México y en el mundo hispano, Borrego no

encuentra su soporte teórico en pensadores franceses decimonónicos como Joseph de

Maistre o Louis de Bonald; ni en los españoles Juan Donoso Cortés y Jaime Balmes.334 En

cambio está familiarizado con filósofos germanos como Oswald Spengler.335

Ahondando más en pro de su singularidad, digamos que es uno de los pocos

intelectuales en donde se presenta una tenacidad y fidelidad a toda prueba en relación con

las propias convicciones y ese hecho por sí mismo debería ameritar el respeto y atención que

tan a menudo se le niega entre los académicos y la intelectualidad hegemónica. A pesar del

desdén con que a menudo es recordado Borrego por los personajes que cuentan con el

privilegio de una cierta presencia en la radio, la televisión y las universidades públicas y

privadas –de “engendro pronazi” califica don Carlos Monsiváis a Derrota Mundial-, su obra

ha adquirido una innegable importancia con independencia de la veracidad o falsedad que se

334 Vid Roberto Blancarte, “Las fuentes del conservadurismo mexicano” en: Reneé de la Torre et al, Los rostros del conservadurismo mexicano, México, La Casa Chata, 2005, pp. 197-206. 335 A quien emula en el título de su libro Años Decisivos. Spengler dice lo siguiente en su famosa obra La Decadencia de Occidente: “No ha existido movimiento proletario ni movimiento comunista que no haya operado a favor de los intereses del dinero, en la dirección indicada por el dinero y durante el tiempo permitido por el dinero y sin que los más idealistas entre sus líderes lo hayan sospechado jamás”. Es una frase que encuentra paralelos en Borrego, pues identificó el poder del dinero con el judaísmo, detentador del poder económico, como núcleo de una presunta conspiración (fomentadora de las revoluciones anticristianas). Pero la idea de los nexos entre los grandes magnates y los revolucionarios socialistas y comunistas, teóricamente rivales, es una de las tesis –a nuestro juicio- más interesantes de Borrego. Estudios posteriores han permitido avanzar sólidamente en esa dirección.

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pueda atribuir a sus tesis.

Seguramente parte de esa popularidad débase a su estilo literario, herencia pulida de

su profesión periodística. Como acertadamente comenta uno de sus prologuistas, una de las

principales características de su estilo es la diafanidad. En contraparte, algunos historiadores

profesionales hacían hincapié en desarrollar sus trabajos empleando métodos más o menos

complicados. Lo cual es sin duda causa de gran interés en círculos selectos pero, en manos

de los no especialistas, no provocaron mucho entusiasmo.

Sin embargo, en esta clase de trabajos –aquellos que tienen que ver con temas

especialmente polémicos y dados a verse empañados por la pasión- aparecen a nuestro

entender las posibilidades de la ciencia histórica y académica. Porque, al menos

teóricamente, ésta debe ser capaz de situarse al margen de disputas ideológicas que buscan

satanizar o canonizar en lugar de comprender la evolución de una determinada forma de

pensamiento. Siendo inevitable que el pasado condicione el futuro, los bandos que se han

visto enfrentados a lo largo de la historia a partir de filosofías discrepantes construyen

igualmente sus propias corrientes historiográficas. Hablamos, parafraseando un poco a Von

Clausewitz, de la historiografía como la continuación de la guerra por otros medios. Frente a

esto es imperativo que los historiadores profesionales tomen una prudente distancia y

busquen comprender en lugar de tomar partido.

Como colofón a nuestro trabajo nos gustaría anotar algunas reflexiones sobre las

posibles motivaciones y alcances del prolífico autor que nos ha ocupado: la obra de Salvador

Borrego es una invitación a la acción. No apela únicamente a la razón, también cuenta con

una poderosa carga emotiva. Su expresión fácil y su carencia de la jerga académica le

vuelven accesible. Es lógico por lo tanto el interés de algunas organizaciones por acercarla a

los jóvenes militantes. Su mensaje contracorriente es capaz de conmocionar a un lector que

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encuentra frente a sí –de súbito- un discurso absolutamente discrepante con lo inculcado

desde la enseñanza oficial. Siendo Borrego un periodista profesional conoció perfectamente

la importancia de su oficio en la orientación y formación de las conciencias. Una propiedad

que el historiador comparte con el periodista. Decía George Orwell, en 1984: “Who controls

the past controls the future. Who controls the present controls the past”. De ahí la necesidad

de que la “Contrarrevolución” actúe en ese espacio. Frente a la historia oficial, el

revisionismo histórico como alternativa. Recorriendo la ruta revisionista es posible

abandonar el estado del “premexicano” para llegar al “mexicano” y consecuentemente

luchar en contra del “antimexicano”. Dejar de ser sujetos pasivos de la historia para tornarse

activos. Hora est iam de somno surgere.336

336 Ya es hora de despertar. Vulgata, Romanos 13:11.

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INDICE ONOMÁSTICO A Abascal, Salvador, 6, 70, 78, 91, 134, 158 Abel, 31 Abraham, 11, 12, 30, 31, 151, 152 Adriano, 15 Agar, 12 Agustín de Hipona, 20, 32, 61 Agustín, José, 78 Albaitero, Bernardo, 87 Alamán, Lucas, 123 Alejandro Magno, 13 Alemán, Miguel, 77 Allende, Salvador, 80 Álvarez, Juan, 124 Älvarez del Villar, Gonzalo, 89 Ambrosio, 19, 20 Amenofis, 13 Anda, Gustavo de., 87 Antíoco IV Epifanes, 14 Apión, 13 Apolonio Molón, 13 Aranda, Conde de, 122 Aranguren, Fernando, 90 Arendt, Hannah, 40 Arreola, Juan José, 78 Ashberg, Olaf, 103 Ávila Camacho, Manuel, 76, 77, 135 Aynat Eknes, Enrique, 113 B Bakunin, Mihail, 4 Balmes, Jaime, 163 Bar Kojba, Simón, 15, 17 Baroja, Pío, 4 Barreda, Gabino, 127 Barruel, Agustín, 26, 34 Baruch Mannes, Bernard, 133 Batista, Fulgencio, 79, 155 Bauer, Bruno, 28 Belloc, Hillaire, 104 Benedicto XVI, 152 Berdiaev, Nicolás, 104 Blavatsky, Helena Petrovna, 48, 49, 50, 114 Bloch, Ernest, 142

Bochaca, Joaquín, 111 Bodelschwingh, Friedrich von, 58 Bodino, Juan, 24 Bon, Gustave Le., 85 Bonald, Louis de, 163 Borrego, Jesús, 91 Borrego Escalante, Enrique, 85, 89 Borrego Escalante, Salvador, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 33, 73, 75, 76, 78, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 140, 141, 142, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 164, 165 Borrego Lozano, Onésimo, 84 Bournand, Francois, 34 Brassilasch, Robert, 36 Brejnev, Leonid, 89 Brener, Anita, 65 Buendía, Manuel, 5, 33 Bulgákov, Mihail, 104 Burleigh, Michael,, 111 Bustamante, Anastasio, 124 C Cabañas, Lucio, 81 Caín, 31 Calderón Hinojosa, Felipe, 82 Calles, Plutarco Elías, 66, 119, 131, 132, 134 Calvino, Juan, 140 Campbell, Hugh, 72 Campomanes Rodríguez, Pedro, 122 Campos Salas, Octaviano, 89 Capistrán Garza, René, 87 Cárdenas, Lázaro, 69, 72, 76, 119, 134, 135, 157 Carlos III (de España), 122 Carlyle, Thomas, 109 Carranza, Venustiano, 74, 130, 131 Carrel, Alexis, 85 Castan, Siegfried Ellwanger, 113 Castellani, Leonardo, 146, 159 Castro, Fidel, 79, 80, 81, 89 Céline, Louis Ferdinad, 36 Ceresole, Norberto, 63 Chabauty E. A., 35 Chamberlain, Houston Stewart, 47, 48, 114, 115, 148 Chomsky, Noam, 91 Churchill, Winston, 82, 111 Cicerón, 14 Cienfuegos, Camilo, 79 Cierva, Ricardo de la., 26, 38

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Cirilo, 20 Clausewitz, Carl von., 164 Cohn, Norman, 27, 35, 36 Comte, Augusto, 127 Correggio, 48 Cortés, Hernán, 120, 121 Cosío Villegas, Daniel, 78 Coughlin, Charles, 158 Courtois, Stephane, 141 Cuauhtémoc, 121 D Damócrito, 14 Daniel, 28, 151 Daniels, Josephus, 134 Dante Alighieri, 48 Darwin, Charles, 45, 46, 47, 114 David, 149 Degollado, Santos, 129 Delgado, Álvaro, 5, 7, 93 Deza, Diego de, 65 Díaz, Lilia, 127 Díaz, Porfirio, 127, 128, 130 Díaz Ordaz, Gustavo, 77 Diderot, Denis, 4 Dietrich, Artur, 72 Donatello, 48 Donoso Cortés, Juan, 163 Dostoievsky, Fedor, 44 Drexler, Antón, 51 Drieu La Rochelle, Pierre, 36 Drumont, Eduard, 36 E Echeverría, Luis, 80, 90 Eckart, Dietrich, 51, 56 Eisenhower, Dwight, 111 Elías de Tejada, Francisco, 23 Engels, Federico, 29, 103 Esaú, 31 Escalante, Otilia, 84 Escobar, Gonzalo, 132 Esteban, 17 Evola, Giulio, 140 F Faurisson, Robert, 113 Feder, Gottfried, 51, 107 Feuerbach, Ludwig, 4 Flores Magón (hermanos), 128 Filostrato, 13, 61

Floridablanca, 122 Ford, Henry, 38, 67, 104, 158 Fourier, Charles, 4 Fox, Vicente, 82, 136, 137 Franco, Francisco, 71, 116, 155 Fritsch, Theodor, 34, 50 Fuentes, Carlos, 78 Fuentes Mares, José, 78, 123 Furet, Francois, 103, 104 G Galileo Galilei, 48 García Cantú, Gastón, 5 García Valseca, José, 87, 90 Garza Sada, Eugenio, 90 Gaulle, Charles de., 72 Gibson, Mel, 91 Giotto, 48 Gobineau, Joseph Artur de., 46, 47, 114, 115 Goedsche, Hermann, 34, 104 Goebbels, Joseph, 56, 109 Gojman de Backal, Alicia, 69 Golmar, Antonio, 29 Gómez Farias, Valentín, 124, 125 Gómez Morin, Manuel, 5, 6, 135 Gómez Pedraza, Manuel, 123 Gompers, Samuel, 131 González Casanova, Pablo, 78 González Madrid, Josefina, 87 González Ruiz, Édgar, 5, 6, 7 González y González, Luis, 78, 127 Gorbachov, Mijaíl, 136 Graham W., 46 Gramsci, Antonio, 147 Gregorio IX, 140 Gregorio XVI, 71 Guénon, René, 48 Guerrero, Vicente, 123 Guevara de la Serna, Ernesto, 79, 89 Guiza y Acevedo, Jesús, 78, 87 Guillermo II, de Alemania, 48 Gunkel, Hermann, 12 H Harrer, Karl, 51 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 28, 40 Herzl, Theodor, 36 Hess, Rudolf, 51 Hewel, Walter, 58 Heydrich, Reinhardt, 109 Hiriart, Humberto, 90 Hitler, Adolfo, 5, 7, 39, 41, 42, 47, 48, 50, 51, 52,

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54, 55, 56, 58, 59, 60, 63, 67, 69, 71, 74, 75, 90, 105, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 117, 135, 138, 142, 143, 158, 159 Hobbes, Thomas, 24 Horacio, 14 Huerta, Victoriano, 129, 130, 131 Huxley, Aldous, 145 I Ignacio de Loyola, 24 Inocencio III, 32 Irving, David, 58, 59, 143 Isaac, 11, 31, 151 Isaías, 18, 151 Ismael, 12, 31 Iturbide, Agustín de., 122, 123 J Jacob, 11, 31, 151, 152 Jaspers, Karl, 45 Jasso Espinosa, Miguel Ángel, 73, 74, 75, 83, 84, 85, 104 Jeremías, 151 Jesucristo, 16, 17, 18, 21, 22, 28, 31, 32, 35, 43, 48, 49, 50, 56, 57, 61, 65, 111, 121, 139, 145, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 154, 156, 159, 160, 161, 162 Jodl, Alfred, 109 Johnson, Paul, 14, 28, 104 Joly, Maurice, 37 Josué, 153 Jouin, Ernest, 104 Juan Bautista, 156 Juan Crisóstomo, 19, 20 Juárez, Benito, 126, 127, 131 Juliano (el apóstata), 17 Justiniano, 20 Justino, 17 Juvenal, 14 K Kahn, Otto, 103 Kamenev, 103 Kant, Manuel, 142 Keitel, Wilhelm, 109 Kerensky, Alejandro, 103 Kershaw, Ian, 111 Kesselring, Albert, 109 Kójba, Simón Bar, 13, 15 Krause, Reinhold, 57 Krauze, Enrique, 127, 135

Krushevan, P.A., 34 L Lasalle, Ferdinand, 29 Lazare, Bernard, 13 Lenin , 103, 104, 133 León XIII, 28 Leonardo da Vinci, 48 Lidell Hart, Basil, 111 Liebenfels, Lanz von., 50 Lisímaco, 13 List, Guido von., 50 Liszt, Franz, 4 Llano, Rodrigo de., 73, 88, 89 Lira, Nicolás de., 140 Lope de Vega, Félix, 22 López de la Cerda, Julio, 87 López Mateos, Adolfo, 77 López Obrador, Andrés Manuel, 82 López Portillo, José, 80 López de Santa Anna, Antonio, 124, 125 Lotter, Michael, 51 Lutero, Martín, 23, 24, 29, 71, 140 M Madariaga, Salvador de., 25 Madero Evaristo, 129 Madero, Francisco I., 119, 128, 130, 131, 134, 161 Madrid, Miguel de la., 80, 81, 136 Maistre, Joseph de., 163 Malaquías, 151 Manetón, 13 Maquiavelo, 23, 24 Manning, William, 124 Manrique, Alfonso, 65 Marcial, 14 María, 21, 149 Mariana, Juan de., 19 Maritain, Jacques, 30 Márquez, Leonardo, 127 Marr, Wilhelm, 11 Martínez, Javier, 87 Marx, Carlos, 28, 29, 45, 103, 162 Mattogno, Carlo, 113 Maurras, Charles, 36 Maximiliano I de Habsburgo, 126 Meinvielle, Julio, 30, 31, 32, 33, 35, 55, 145, 146, 147, 152, 159 Méndez Arceo, Sergio, 79 Menéndez y Pelayo, Marcelino, 25 Meurin, León, 36

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Meyer, Lorenzo, 77, 82, 135 Miguel Ángel, 48 Mina, Francisco Javier, 122 Miramón, Miguel, 126 Mnaseas de Patros, 14 Model, Walter, 109 Moisés, 29, 152 Molotov, Vyacheslav, 108 Mommen, Theodor, 12 Monniot, Albert, 36 Monsiváis, Carlos, 78, 90, 163 Montes, Adamina, 90 Mora, José María Luis, 124 Morgenthau, Henry, 133 Morrow, Dwight, 132 Mousseaux, Gugenot des., 35 Múgica, Francisco, 135 Muñoz Patraca, Víctor Manuel, 5 Murillo Cornadó, Gerardo, 73, 74 Mussacchio, Humberto, 5 Mussolini, Benito, 71, 75 N Napoleón III, 37, 125, 126 Navarro Vázquez, Agustín, 91 Nicolás II, de Rusia, 103 Nietzsche, Friedrich, 42, 43, 44, 45, 53, 114 Nilus, Serge, 37 Noé, 11 Nolte, Ernst, 103 Norling, Erik, 41 Novo, Salvador, 78 O Obregón, Álvaro, 130, 131 Ocampo, Melchor, 127 Ontiveros, José Luis, 113 Ordorica, Miguel, 73, 85, 86, 87, 90 Ortiz Garza, José Luis, 72 Orwell, George, 145, 165 Osenigo, Cesare, 143 Ovidio, 14 P Pablo de Tarso, 18, 57 Paz, Octavio, 5, 78 Pedro, 14 Perednik, Gustavo, 12, 13, 17, 24 Pereyra, Carlos, 118 Pérez Montfort, Ricardo, 64, 67 Pinochet, César Augusto, 80, 155

Pinsker, León, 10, 11 Pío IX, 35, 71 Pío XI, 57, 158 Pío XII, 158 Piteas, 49 Pohl, Hermann, 50 Poinsett, Joel R., 123 Poncio Pilatos, 16 Poniatowska, Elena, 78 Poseidonio, 13 Pound, Ezra, 4 Pranaitis I.B., 149 Prieto, Guillermo, 127 Primo de Rivera, José Antonio, 117 Q Queremón, 13 Quintiliano, 14 R Rackovsky, Piotr Ivanovich, 37 Raschi, Salomón, 140 Rassinier, Paul, 113 Ratner, Samuel, 89 Ratzinger, Joseph, ver Benedicto XVI Rauschning Hermann, 59 Rayburn, Samuel, 133 Reed Torres, Luis, 87 Revel, Jean Francois, 36 Revueltas, José, 78 Reyes, Alfonso, 78 Reyes Heroles, Jesús, 78 Ribbentrop, Joachim von, 108 Ritchkimann, Benjamín, 89 Rius Facius, Antonio, 78, 87 Rockefeller, John, 133 Rockefeller, Nelson, 72 Rodriguez, Nicolás, 69 Rodríguez Toro, Hero, 89 Romanescu, Traian, 104 Rommel, Erwin, 109 Roosevelt, Franklin Delano, 107, 108, 133, 135 Rosenberg, Alfred, 47, 48, 51 Rubbotom, Roy, 88 Ruiz Cortines, Adolfo, 77 Rulfo, Juan, 78 S Sáenz, Alfredo, 28 Sánchez Albornoz, Claudio, 19 Sánchez de Armas, Miguel Ángel, 5

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Salazar de Oliveira, Antonio, 71 Salazar Mallén, Rubén, 73 Salinas de Gortari, Carlos, 81, 136 Salmerón, Celerino, 78, 87 Santos Zelaya, José, 128 Scheman, Ludwig, 47 Scherer García, Julio, 88, 89 Schiff, Mortimer, 103 Schopenhauer, Artur, 4, 53, 108, 109 Scroeder, Christa, 59 Sebottendorff, Rudolf von, 51, 52 Sem, 12 Séneca, 14 Serrano Limón, Jorge, 92 Shirer, William, 111 Shubart, Walter, 104 Solzhenytsin, Alexander, 4 Sombart, Werner, 24 Somoza, Anastasio, 155 Sorel, Georges, 4 Soustelle, Jacques, 72, 86 Spengler, Oswald, 163 Stalin, José, 105, 108 Steigmann-Gall, Richard, 55, 56, 58 Steinert, Marlis, 111 Streicher, Julius, 22 Suárez Fernández, Luis, 22 T Tácito, 14 Teilhard de Chardin, Pierre, 142 Teodosio, 16 Teodosio II, 20 Tíbulo, 14 Tito, 14 Tocqueville, Alexis de, 46 Torquemada, Tomás de, 65 Trosky (León Bronstein), 103, 104 U Untermeyer, Louis, 109 V Valenzuela, Gilberto, 132 Vallejo, Demetrio, 79 Vasconcelos, José, 73, 74, 75, 87, 101, 102, 116, 123, 158 Vázquez, Genaro, 81 Vázquez, Josefina Zoraida, 125 Vázquez Raña, Mario, 90 Velarde, Víctor, 87

Vico, Giambattista, 142 Víctor Hugo, 4 Vidal Manzanares, César, 7, 16, 41, 42, 46, 113, 152 Villa, Francisco, 119, 130, 131, 134 Villoro, Luis, 123 Voltaire, 4 W Wagner, Richard, 4, 41, 42 Warburg, Félix, 103 Weber, Max, 23 Wenzel, Bruno, 38 Wilson, Henry Lane, 129 Wise, Stephen, 133 Z Zapata, Emiliano, 130, 131, 134 Zavala, Lorenzo de, 124 Zedillo, Ernesto, 82, 136 Zinoviev, 103