VALDÉS HANSEN, Felipe: “Los últimos arponeros vascos ......Y, sin embargo, de los dos últimos...

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VALDÉS HANSEN, Felipe: “Los últimos arponeros vascos: Juan José Zubiaur y Ramón Inchausti”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 7, Untzi Museoa-Museo Naval, Donostia-San Sebastián, 2012, pp. 579-590.

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  • VALDÉS HANSEN, Felipe: “Los últimos arponeros vascos: Juan JoséZubiaur y Ramón Inchausti”, Itsas Memoria. Revista de EstudiosMarítimos del País Vasco, 7, Untzi Museoa-Museo Naval,Donostia-San Sebastián, 2012, pp. 579-590.

  • Los últimos arponeros vascos: Juan José Zubiaur y Ramón Inchausti

    Felipe Valdés Hansen

    Recep.: 15.10.12

    BIBLID [1136-4963 (2012), 7; 579-590] Acep.: 20.11.12

    Resumen

    Se recogen las semblanzas de los dos últimos arponeros vascos, después de muchos siglos de tradición ballene-ra en el País Vasco. Ramón Inchausti Pujana (Elanchove, 1909-Gijón, 1988) y Juan José Zubiaur Irazábal (Eran-dio, 1905-1976) trabajaron como arponeros al servicio de las compañías balleneras del estrecho de Gibraltar(IMSA: Industrial Marítima S.A.) y de Galicia (IBSA: Industria Ballenera S.A.). Inchausti realizó su última campañaen 1960 y Zubiaur en 1963. Ello, tal como se expone en el artículo, marca el fin del ciclo ballenero vasco cuyoinicio se remonta a la Edad Media.

    Palabras clave: Industria ballenera, Galicia, estrecho de Gibraltar, arponeros vascos.

    Laburpena

    Euskal Herriko balea arrantzak mendeetako tradizioaren barruan, azken bi euskal harpoilarien berri laburrak bil-tzen dira. Ramon Intxausti Pujana (Elanchobe, 1909-Gijon, 1988) eta Juan Jose Zubiaur Irazabal (Erandio, 1905-1976) harpoilari ibili ziren Gibraltar itsasarteko (IMSA: Industrial Marítima S.A.) eta Galiziako (IBSA: IndustriaBallenera S.A.) balea-konpainietan. Intxaustik 1960an egin zuen bere azken kanpaina, eta Zubiaurrek 1963n.Artikuluak azaltzen duen bezala, horrek markatu zuen euskal baleazaleen zikloa, Erdi Aroan hasia.

    Gako-hitzak: balea industria, Galizia, Gibraltar itsasartea, euskal harpoilariak.

    Abstract

    A biographical sketch of the last two Basque whalers after many centuries of whaling tradition in the BasqueCountry. Ramón Inchausti Pujana (Elanchove, 1909-Gijón, 1988) and Juan José Zubiaur Irazábal (Erandio, 1905-1976) worked as whalers for the whaling companies of the Straits of Gibraltar (IMSA: Industrial Marítima S.A.)and Galicia (IBSA: Industria Ballenera S.A.). Inchausti completed his last campaign in 1960 and Zubiaur in 1963.As explained in the article, it marked the end of the Basque whaling industry, which started back in the MiddleAges.

    Key words: whaling industry, Galicia, Straits of Gibraltar, Basque whalers.

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  • Felipe Valdés Hansen

    1. FINAL DEL CICLO BALLENERO VASCO

    Ni versos ni canciones. Ni siquiera un breve obituario o un párrafo dando cuenta de su muerte encualquier diario local del norte. Los últimos arponeros vascos casi se desvanecieron en la Historia dela misma manera que llegaron a ella hace siglos. En silencio.

    Bien conocidos son, en cambio, los hechos en torno a la captura de una ballena en Orio en 1901,la última ballena vasca o de los vascos aunque todavía queden algunas ballenas francas en el mar1.Los versos anónimos y la versión musical que se hizo después (Balearen bertsoak de Benito Lertxun-di) describen la captura del cetáceo por los patrones de traineras de aquel puerto, empleando arpo-nes de mano a la vieja usanza. Al igual que sus antepasados, cuyas cuadrillas de balleneros gozaronde gran prestigio en todo el Cantábrico siglos atrás, pero en su caso teniendo que recurrir a la dina-mita para paliar su falta de destreza:

    Mila bederatzieun da En el primer añolenengo urtean de mil novecientosmaiatzaren amalau día catorce de mayogarren egunian delante de la barra de OrioOrioko herriko apareció, a eso de las nueve,barraren aurrian una ballena…balia agertu zanbeatzik aldian…

    Bost treñero juan ziran Fueron cinco traineraspatroi banarekin. cada una con su patrón.Mutil bizko bikain Con hombres adiestradosguztiz onarekin. y fornidos.Manuel Olaizola Con Manuel Olaizola y Loidi,eta Loidirekin, con Uranga, Atxaga,Uranga, Atxaga ta y Manterola…Manterolarekin…

    Y, sin embargo, de los dos últimos arponeros nada se dijo a pesar de no ser el suyo un lance ais-lado u ocasional como el de 1901. Tanto no lo fue que ninguno entre todos los arponeros vascos –ydesde luego fueron muchos a lo largo de la historia– cazó tantas ballenas como Ramón InchaustiPujana y Juan José Zubiaur Irazábal. Lo que antes llevaba toda una vida o más, de haberlas tenido,ellos lo resolvieron en una campaña. En la de 1953 habrían llegado hasta los trescientos cetáceos, sien el barco de Inchausti no hubiesen perdido uno ya arponeado en medio del temporal; pero eso,hoy en día, no tiene tintes de aventura ni de proeza. La sobreexplotación, mejor dicho nuestra tomade conciencia de ésta, ha puesto fin a la sugestiva imagen del ballenero en el pasado. Al arponero deantaño, ensalzado en no pocas obras de la literatura y la pintura, se contrapone ahora el de la eraindustrial que se sirve de los adelantos técnicos para realizar la matanza; ni siquiera su oficio es ya

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    1. Ballena franca es el nombre común de la especie Eubalaena glacialis, el cual prevalece actualmente en detrimento de otros cada vezmenos frecuentes como ballena vasca, de los vascos o vizcaína.

    “Las condiciones en que se desliza la vida actual hacen a la mayoría dela gente opaca y sin interés. Hoy, a casi nadie le ocurre algo digno deser contado. La generalidad de los hombres nadamos en el océano dela vulgaridad. Ni nuestros amores, ni nuestras aventuras, ni nuestros

    pensamientos tienen bastante interés para ser comunicados a losdemás, a no ser que exageren y se transformen. La sociedad va

    uniformando la vida, las ideas, las aspiraciones de todos”.

    Pío Baroja, Las inquietudes de Shanti Andía (1911)

  • considerado como una caza o una pesca. Es la paradoja del ballenero al que siempre acompañó unaaureola de aventurero enfrentado al leviatán en mares lejanos, la cual ha terminado por perder ennuestros días.

    Pero cuando Zubiaur e Inchausti fueron arponeros, incluso cuando dejaron de serlo, todavía fal-taba mucho para que llegasen –también por el mar– los primeros ecologistas que propiciaron esecambio. Y de aquél contexto previo, tan diferente al nuestro en el modo de interaccionar con elentorno, no podemos sustraerlos individualmente. A ellos ni al resto de arponeros españoles del sigloXX. Pero el olvido del que han sido objeto Inchausti y Zubiaur no es consecuencia de esta nueva per-cepción, sino de la desidia y del desconocimiento. Probablemente no sería así de haber continuadola actividad ballenera en otro lugar que no fuese una recóndita cala encarada al cabo Finisterre,habiendo empezado ambos en otro lugar, la rada africana de Benzú, no menos desconocido y dis-tante de todo en aquel tiempo.

    La contratación de arponeros vascos por los balleneros de otros lugares, como en su caso, fue unacostumbre siglos atrás, cuando las compañías comerciales inglesas y holandesas pusieron en marchasus industrias de saínes. También entre los armadores del norte de Galicia hasta el siglo XVIII. Es pro-bable que en la elección y contratación de los dos primeros arponeros de IBSA, de Zubiaur e Inchaus-ti, influyese veladamente el peso de la historia, el prestigio todavía indeleble de los arponeros vascos.Así lo parece si tenemos en cuenta que no se diferenciaban del resto de sus compañeros en cuantoa experiencia, dado que la industria ballenera moderna no tuvo implantación en el País Vasco, lacual, por otra parte, poca o ninguna similitud tenía con la de siglos atrás.

    La imagen del arponero erguido en la proa de una pequeña embarcación de madera, blandiendoun sencillo arpón de hierro, ha dado paso a la de un ballenero que, salvo accidentes, no asume elmismo riesgo. El arpón moderno es un pesado artilugio articulado de unos ochenta kilos de pesoprovisto de una carga explosiva en la punta, el cual requiere de dos marineros para sostenerlo a pul-so con cierta dificultad. Para lanzarlo es absolutamente imprescindible el uso de un cañón artilladoen la proa de un moderno barco de vapor. La dificultad no ha desaparecido del todo, es diferentecomo lo es también el rorcual común o el azul, más grande, rápido y fuerte que la ballena franca y elcachalote.

    El menor riesgo no resta un ápice de preeminencia al arponero entre los tripulantes. De su acier-to depende en buena medida el éxito de la campaña y la parte sustancial del sueldo de muchos a

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    Ramón Inchausti Pujana (Elanchove, 1909-Gijón, 1988).Fotografía cedida por Diego Inchausti García.

    Juan José Zubiaur Irazábal (Erandio, 1905-Erandio, 1976).Fotografía cedida por Lander Zubiaur Ruiz de Asúa.

  • Felipe Valdés Hansen

    bordo y en tierra, a través de las primas por cetáceo. Desde el vigía en lo alto del palo hasta el fogo-nero debajo de la cubierta, pasando por el peón de plataforma o el gerente de la factoría. Incluso enlos últimos años se acrecentará al suprimirse la duplicidad de mando en los barcos, pasando a ser elcapitán-arponero. Se prescindía así del modelo al uso en la pesca de altura, donde existía la figura delpatrón de pesca y el de costa. En el caso de los balleneros el arponero ejercía como el patrón de pes-ca y, mar adentro, era quien mandaba a bordo de un modo no arbitrario. Se salvaguardaba así suconcurrencia vital en la empresa, porque sobre el patrón de costa recaía la responsabilidad del barcoante las comandancias de marina de la dictadura, quedando expuesto a la inhabilitación temporal opermanente en el caso de los accidentes marítimos más graves. La responsabilidad del arponero, encambio, era de otra índole. De su capacidad y experiencia dependía, en última instancia, el éxito dela empresa y, por ello, era uno de los trabajadores mejor remunerados por ésta.

    La presencia de Zubiaur e Inchausti en Galicia fue también otro guiño al pasado, pues desde laEdad Media y hasta el siglo XVIII los vascos acudieron a la costa gallega, el caladero ballenero másimportante de la Península Ibérica. En el siglo XVI lo hicieron a bordo de grandes naos, más tarde enpequeñas cuadrillas contratadas o igualadas con la gente local y al final, después de un gran lapso detiempo, llegaron ellos dos para cerrar definitivamente –ahora sí– el ciclo. Porque la captura de laballena franca de 1901, hoy motivo de una acertada fiesta conmemorativa en Orio, no pone puntofinal al ciclo ballenero vasco. Éste se prolongó en su ocaso hasta 1963, cuando Zubiaur optó porseguir el camino de Inchausti que le precedió en el retiro tres años antes. No era la primera vez quesu amistad incidía en la trayectoria profesional de uno de los dos dándole un giro. Por ello, la sem-blanza conjunta de ambos es la mejor opción de aproximación biográfica.

    2. ÁFRICA Y EL ESTRECHO DE GIBRALTAR

    Ramón Inchausti Pujana nació encima del mar o casi. Eso es lo verdaderamente importante y no tan-to el cuándo: 1909. La suya era una familia acomodada venida a menos, antaño relacionada con elnegocio del escabeche y las conservas de pescado en la playa de Laga; doblando el peñón del caboOgoño del que Elanchove se descuelga en equilibrio desbaratado sobre el mar. Se alistó sin demasia-da convicción en el ejército vasco para no quedar mal delante de las chicas de su pueblo, donde ape-nas quedaban ya muchachos de su quinta que no lo hubiesen hecho. Al menos su destino en un des-tacamento de comunicaciones, durante la guerra civil, le sirvió para enrolarse después comotelegrafista en un par de barcos2.

    Terminada la guerra lo volvemos a encontrar en el Musel, el puerto de Gijón, transportando car-bón hasta Southampton a bordo del Erandio y del Ea. Ello no es cuestión baladí en su vida –un bar-co más, una etapa más– porque fue aquí donde conoció a Olvido García, su mujer. Decidieron esta-blecer su residencia en los alrededores, primero en el barrio del Muselín y después en el de Jovecolindante al puerto. Pero dejó el Ea y el carbón al enterarse que preparaban dos balleneros en unastillero de Gijón: el Marsa y el Benzú. No fue el único que aprovechó la oportunidad de enrolarse enlos dos barcos a punto de partir al estrecho de Gibraltar. También lo hicieron otros marineros asturia-nos y gallegos.

    Y es que de Gijón era la armadora Nespral, uno de los principales accionistas de IMSA (IndustrialMarítima S.A.), la compañía propietaria de la factoría ceutí de Benzú; aunque ésta estaba mayorita-riamente participada por accionariado vasco. Fundamentalmente por el grupo de Lejona, cuya firmaAgra S.A. se dedicaba a la transformación de aceites y grasas para la fabricación de conocidos pro-ductos alimenticios. Su fábrica –hoy remodelada y en otras manos– delimitaba al norte la ría de Bil-bao, antes de que ésta mudase de faz en la bocana flanqueada por los edificios de Las Arenas y Por-tugalete con su puente colgante, arco triunfal de la industria bilbaína. En Agra trataban así de reducirlas importaciones de aceite, promoviendo una producción casi propia conjuntamente con el grupode San Sebastián, el de la industria de jabones Lizariturry y Rezaola, fabricante del popular jabónlagarto. La naviera Gobaldre de Bilbao constituía la otra parte del accionariado vasco con participa-ción significativa. En Madrid se localizaba otro núcleo importante del corpus accionarial, además de

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    2. Agradezco a Diego Inchausti García, hijo de Ramón Inchausti Pujana, su amabilidad y la información familiar y personal referente a lavida de su padre. Entrevista realizada en Gijón el 25 de julio de 2010, en la casa que antaño fue de su padre.

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    la presidencia que ostentó el marqués de Casa Pizarro Ramiro Alonso Castrillo y Mansi. Éste, ademásde haber ocupado la dirección del departamento marítimo de CAMPSA, era el director gerente dePEBSA, la industria pesquera y bacaladera más importante del momento.

    IMSA fue reflotada en el verano de 1946, durante una junta general extraordinaria de accionistascelebrada en San Sebastián. Había sido constituida en el año 1927, iniciando sin éxito su actividadindustrial dos años después en la localidad de Río Martín próxima a Tetuán. La elección del lugar, enla orilla mediterránea del Protectorado español en Marruecos, se vislumbra como el principal obstá-culo al que tuvieron que enfrentarse desde el primer día. Esta es la razón por la que, veinte años des-pués, la nueva dirección reubicó la planta abandonada en el lado atlántico del Protectorado; en unarada –la de Benzú– próxima a Ceuta, puerto base de sus barcos balleneros. Y, aunque la experienciafue mucho más fructífera contratando un barco noruego (el Hval IV) y expertos de aquel país a bor-do de los suyos, este otro proyecto se vio igualmente abocado al fracaso. De nuevo la ubicación dela factoría, todavía demasiado lejos del Atlántico más abundante en rorcuales, impidió la consolida-ción de esta segunda tentativa en el Protectorado, tercera del Estrecho.

    La factoría de Benzú inició su actividad a finales de 1947 e Inchausti y Zubiaur lo hicieron comomarineros del Marsa y del Benzú, a bordo de los cuales llegaron al estrecho de Gibraltar. Zubiaurempezó como arponero aprovechando una baja por enfermedad del noruego que ejercía como talen su barco o al finalizar, en octubre de 1948, el acuerdo con el grupo de aquel país al que recurrióIMSA para compensar su falta de experiencia. Lo repentino del cambio se deduce si tenemos encuenta que Zubiaur, al principio, tuvo incluso que compaginar este puesto con el de maquinistanaval, para lo cual había sido contratado en la ballenera. De hecho, ya lo era a bordo del Benzú cuan-do este barco, con otro nombre y aspecto, daba un servicio muy diferente como yate de recreo delarmador Alejandro Zubizarreta en Bilbao.

    Puerto de Elanchove. Fotografía F. Valdés Hansen.

    Erandio. Fotografía F. Valdés Hansen.

  • Felipe Valdés Hansen

    Juan José Zubiaur Irazábal, también vizcaíno, había crecido en el meandro más industrial de la ríade Bilbao a la altura de los Altos Hornos de Vizcaya. Nació en 1905 en la ribera de Axpe, en el Eran-dio industrial que fue levantándose con un humor bien diferente al de la campa, el Erandio de arribao Goikoa. Su padre, Sotero Zubiaur, había bajado a la ribera desde los altos del Goierri, más arribatodavía, recorriendo su propio camino al tener que dejar el caserío Felipena, o de Felipe, que heredóel primogénito de los hermanos. En Erandio montó un café-restaurante con billar y reservados con elque fue haciendo fortuna y a relacionarse provechosamente, hasta convertirse en el propietario devarias gabarras. Un buen negocio porque éstas, sin puerto exterior ni calado suficiente, fueronimprescindibles en el desarrollo industrial de la ría de Bilbao. Así que su hijo Juan José creció rodea-do de barcos, astilleros y talleres navales en la dársena de Axpe. Quizás por eso entendió como undestino natural acabar de maquinista naval, al igual que otro de sus hermanos, entre los que tambiénhubo un capitán de barco, además del hermano que dio continuidad al negocio paterno de las gaba-rras3.

    Para Zubiaur e Inchausti llegó otra buena oportunidad con el arrendamiento de los dos barcos deIBSA en marzo de 1951, el Caneliñas y el Temerario, mientras concluían las obras de la factoría deesta otra empresa en Galicia, la de Caneliñas en Coruña. IBSA comenzó a negociar el convenio conIMSA cuando los barcos todavía no habían ni llegado a Coruña procedentes de Sudáfrica, donde loscompró a una importante compañía ballenera para la cual dejaron de ser útiles. Lo que para ellos yano lo era para los gallegos, en cambio, sí y sobre todo para IMSA que, de este modo, veía reforzadatemporalmente su flota al contar con dos balleneros auténticos, más eficaces que los suyos transfor-mados como tales en Gijón. Fue entonces cuando Zubiaur y probablemente Inchausti se convirtieronen los arponeros de ambos barcos, al correr por cuenta de los arrendatarios la contratación de losmarineros más apropiados para este puesto.

    El Marsa se utilizó como barco auxiliar para remolcar los cetáceos hasta la factoría, mientras queel Benzú se mantuvo plenamente operativo con el asturiano Juan Álvarez como arponero. Finalizadoel arrendamiento el último día de junio los dos balleneros volvieron a Galicia, reembarcando Inchaus-ti y Zubiaur en los barcos propiedad de IMSA. Poco después, con el propósito de poner a prueba sufactoría de Galicia, IBSA telegrafió a la dirección de esta otra empresa en Madrid solicitando la cola-boración de alguno de sus arponeros, es decir, de Inchausti, Álvarez o Zubiaur, a lo cual respondieronaquéllos eludiendo el compromiso:

    “Si pudieran facilitarnos, aunque fuera momentáneamente, la cooperación de un arponero lo estimaría-mos mucho. Agradecemos nos telegrafíen si posible. Afectuosos saludos”4.

    “Sentimos comunicarles nuestros arponeros de vacaciones a cuya terminación deben incorporarse Ceu-ta ballenera”5.

    Sin embargo, Zubiaur terminará por cambiar de casa armadora volviendo a ponerse al pie delcañón en el Caneliñas, un barco mucho mejor que los reconvertidos balleneros de la factoría africa-na. De su contratación se dio cuenta en la memoria de IBSA correspondiente al ejercicio de ese año.En la misma se le reconoce como una elección muy acertada, después de haber considerado inicial-mente la contratación de algún arponero extranjero:

    “Después de la experiencia adquirida en la primera campaña de nuestros barcos y de la que ya os dimoscuenta en la memoria del anterior ejercicio, se vio la necesidad de contar con arponeros expertos queasegurasen, en lo humanamente posible, la captura de cuantos ejemplares se pusiesen al alcance denuestros [barcos]. A ella se encaminaron nuestros esfuerzos y vista la dificultad de conseguir arponerosnoruegos o portugueses, nos inclinamos por un español de los que habían tripulado nuestros barcos ensu primera campaña. Se iniciaron las oportunas conversaciones que culminaron en la contratación de unexcelente arponero”6.

    En Galicia confiaban en iniciar la primera campaña al volver los barcos del Estrecho, pero no fueposible hasta 1952 al retrasarse las obras y puesta a punto de la factoría. La captura experimental deun rorcual común o azul, en octubre de 1951, puso de manifiesto que en tierra, al contrario que enel mar, todavía quedaba mucho por mejorar y aprender. La casualidad quiso que fuese ésta la más

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    3. Agradezco a Lander Zubiaur Ruiz de Asúa, sobrino de Juan José Zubiaur, su amabilidad y la información familiar y personal sobre el bio-grafiado. Entrevista realizada en Erandio, el 27 de octubre de 2012, en el local de la Sociedad de Caza y Pesca a la que perteneció su tío.

    4. Telegrama de IBSA a IMSA, 17.07.51.5. Telegrama de IMSA a IBSA, 19.07.51.6. Borrador de la memoria de IBSA año 1951, mayo 1952.

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    grande o una de las más grandes entre todas las ballenas que se procesaron en Caneliñas durante susegunda etapa hasta 1985 y, probablemente, también de las más grandes cazadas por Zubiaur:

    “El vapor Caneliñas salió a pescar con orden de cazar una sola ballena y a las pocas horas de su salidaentró en la factoría de Caneliñas con un ejemplar de 24 metros y 70 toneladas de peso, hemos estadoallí ayer por la tarde y hoy quedará desguazada y metida en los autoclaves”7.

    Sin embargo, por su gran tamaño y la precariedad de medios no pudo aprovecharse plenamente.La ballena cayó del carro de la rampa a la playa donde no tuvieron más remedio que descuartizarla,acarreando los trozos de carne y grasa hasta la factoría. Sus gigantescas mandíbulas flanquearondurante décadas una de las entradas al edificio principal a modo de recuerdo, tantas que al final–cerrada y abandonada a su suerte la factoría– ya casi nadie recordaba con exactitud el tiempo quellevaban ahí y menos quién pudo haberla cazado. Mientras esperaban a un Lord Elgin o a un norue-go que las salvase, como todo lo demás aunque fuese a costa de llevárselo, un incendio en la facto-ría –probablemente premeditado– las destruyó en 2004.

    La prontitud con la que Zubiaur regresó con el cetáceo, el gran tamaño de éste, además del avis-tamiento de otros, sirvió para despejar dudas y temores sobre el éxito de una empresa que habíaconfiado en exceso en el precedente noruego y algunos hechos aislados; en vez de realizar un estu-dio sobre las poblaciones de grandes cetáceos en esta parte del Atlántico:

    “Así las cosas, decidimos que uno de los balleneros saliese a la mar, no sólo para comprobar experimen-talmente la existencia de cetáceos en nuestras costas, si que también para poder precisar, experimental-mente también, si las instalaciones respondían al fin perseguido. La experiencia ha sido halagüeña, puesse comprobó la abundancia de ballenas y nuestra factoría, salvo algunos detalles que ya han sido subsa-nados, reúne las condiciones convenientes”8.

    La proximidad del invierno, con el consiguiente empeoramiento del estado de la mar y la factoríaa medio terminar, llevó a los dos barcos de nuevo al sur. Pero esta vez el convenio se firmó con la otrafactoría que operaba desde el estrecho de Gibraltar: la de Getares, en la bahía de Algeciras, propie-

    7. Carta de IBSA a M. C. Antón Palacios, accionista de IBSA, 02.10.51.8. Borrador de la memoria de IBSA año 1951, mayo 1952.

    El Caneliñas remolcando un rorcual arponeado por Zubiaur. Corcubión, años cincuenta. Fotografía Ramón Caamaño.

  • Felipe Valdés Hansen

    dad de la empresa malagueña López Gutiérrez S.A. El mayor margen de beneficio, además de lafructífera colaboración empresarial que venían manteniendo ambas industrias, llevó a la dirección adecantarse por esta otra opción en detrimento de la renovación del acuerdo con IMSA. El arrenda-miento se prolongó durante casi medio año, desde noviembre de 1951 hasta el mes de mayo del añosiguiente. En esta ocasión el puesto todavía vacante de arponero en el Temerario fue ocupado por unnoruego contratado por la empresa andaluza. Durante aquellos meses Zubiaur tuvo tiempo dedemostrar su valía respecto a éste, porque su barco fue el que hizo rentable el arrendamiento matan-do 44 de los 55 cetáceos que atraparon entre los dos barcos.

    Antes de volver a Galicia la dirección de IBSA encomendó a Zubiaur que gestionase la contrata-ción de un arponero para el Temerario, ya fuesen los de Benzú, el noruego de Getares o algún otrode los que estuvo en el Estrecho. Al mismo tiempo se dirigieron directamente al presidente de laballenera de Getares, interesándose por el noruego para contratarlo por igual tiempo (medio año) eidénticas condiciones9. Se presentó así la ocasión de Zubiaur para recomendar a su amigo Inchaustique, de este modo, pasó del Marsa al Temerario en 1952, de IMSA a IBSA y del Estrecho a Galicia,donde las expectativas eran más halagüeñas.

    Porque en IMSA los problemas se hicieron tan acuciantes que, ese mismo año, se plantearon laposibilidad de disolverse. Lo evitaron momentáneamente adquiriendo en Noruega dos ballenerosauténticos en un intento de incrementar la eficacia del Marsa y del Benzú que vendieron. El consi-guiente endeudamiento, unido a la imposibilidad de invertir la tendencia de unas capturas por deba-jo de lo esperado y rentable, les abocó al cierre después de vanos intentos por evitarlo. Primero a tra-vés de la ayuda económica del Alto Comisariado de España en Marruecos que permitió adquirir losnuevos barcos y después planteándose varias vías de colaboración con las industrias balleneras deGalicia. La de 1954 fue la última campaña en Benzú, tras lo cual fue desmantelada terminando sumaquinaria, al igual que los barcos, en manos de las dos balleneras gallegas: IBSA y Massó HermanosS.A.

    El problema de Benzú, como el del resto de factorías del Estrecho en cualquiera de sus épocas,fue su ubicación. El estrecho de Gibraltar, lejos de ser un lugar idóneo como paso obligado de cetá-ceos, era un embudo del que costaba mucho salir. En tiempo y en dinero. El esfuerzo por barco y suscostos de explotación venían lastrados por la gran distancia respecto a la zona más abundante enrorcuales en la que, además, no podían adentrarse demasiado. Al hacerlo corrían el riesgo de supe-rar el radio de acción a partir del cual las ballenas no eran comercialmente aprovechables al llegar atierra. Tanto menos valían cuanto más tiempo tardasen los barcos en llevarlas a la factoría. El OcéanoAtlántico, a pesar de lamer el acantilado de Benzú, todavía quedaba demasiado lejos.

    3. FINISTERRE

    En Galicia, en cambio, la situación era bien diferente. Prueba de ello es que en la campaña de1953 los balleneros de IBSA llevaron a Caneliñas 299 cetáceos cazados casi de manera salomónicaentre los dos barcos: 150 el de Inchausti y 149 el de Zubiaur, incluyendo una ballena azul. Pero lomás excepcional de aquella campaña fueron los tres jibartes que Zubiaur arponeó en un solo díadentro de la bahía de Finisterre, prácticamente delante de la factoría de Caneliñas.

    La amistad y la colaboración entre ellos fue también algo excepcional en un ambiente marcadopor la competitividad, el engaño puntual y, en menor medida, por el compañerismo entre los arpo-neros. Hay que tener presente que la actividad ballenera moderna incentivó el individualismo. Lasinnovaciones técnicas heredadas de la revolución industrial hicieron innecesario el concurso de variasembarcaciones de un mismo puerto o de una compañía para matar un cetáceo. El arponero y su tri-pulación, considerado como sujeto, deja de ser un cazador social que requiere de la cooperación delos otros. Las primas de la empresa por captura hacen el resto. Pero no es el caso de Zubiaur eInchausti, cuyos barcos salen con frecuencia al mismo tiempo para batir el mar a la vista el uno delotro. Si no lo hacen probablemente no tienen inconveniente en revelar su posición o la de los cetá-ceos avistados, porque, a diferencia del resto de arponeros, ellos no procedían del mundo de la pes-ca donde se administraban los silencios, las verdades a medias e incluso la mentira con igual destre-

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    9. Carta de IBSA a López Gutiérrez S.A., 23.04.52; notas a B. Osset, accionista de IBSA, sobre el final del convenio IBSA-López Gutiérrez, s/f.

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    za que la red o el anzuelo. Su origen vizcaíno, además, contribuye a estrechar los lazos dentro y fue-ra del mar, lejos de su tierra.

    En los partes de captura abundan los registros conjuntos. Seis ballenas a unas 50 millas de Finis-terre, cinco al sur de la isla de Sálvora, otras cinco a 30 millas del cabo Vilano, donde también caza-ron seis cachalotes e incluso nueve a tan sólo 25 millas de distancia del cabo Touriñán. Un día de sep-tiembre llegaron tan lejos que de las nueve ballenas que trajeron no se pudo aprovechar ni un kilo decarne, por las horas de más que necesitaron para recorrer las 150 millas de vuelta a la factoría. Aveces los dos barcos navegan tan cerca que se da algún esporádico caso de cooperación a la viejausanza, algo impensable con el resto de arponeros:

    “Este cachalote fue cazado conjuntamente por los dos barcos, habiendo arponeado primero el Caneliñasy rematado por el Temerario de común acuerdo y para que les fuese posible hacer su captura”10.

    En Galicia se sucedieron las campañas sin interrupción desde 1952 hasta 1985. Los dos arpone-ros vascos corresponden a la primera época, la década de los años cincuenta. Durante los dos prime-ros años, desde su constitución en 1946, IBSA había ido de la mano con IMSA. Compartieron inclu-so el mismo presidente, hasta la venta de la totalidad de las acciones a un grupo de industriales delpuerto de Coruña. Éstos, poseedores de la concesión de pesca en Galicia, establecieron su centroproductivo sobre las ruinas de la factoría de la Compañía Ballenera Española que, entre 1924 y 1929,fue la primera en establecerse en la ensenada de Caneliñas después de hacerlo en Getares (1921-26). Esta compañía anglo-noruega participada por españoles al igual que la Sociedad Española Coro-na, ésta en la ría de Vigo y en la costa de Huelva donde fondeó su factoría flotante, es el precedentede la industria ballenera moderna en Galicia y en el caladero del estrecho de Gibraltar. No así susarponeros noruegos. Durante aquellos años ninguno de los marineros locales, marineros de cuotapara cumplir con lo estipulado en las concesiones de pesca sin ánimo de instruirles, ocupó el puestode arponero. Así que buena parte de la trascendencia de Zubiaur e Inchausti no radica tan sólo en sucondición postrera, sino también en ser los primeros después de mucho tiempo; desde que la activi-dad ballenera decayó en el País Vasco como empresa estable y sistemáticamente organizada allá porel siglo XVIII.

    Los dos barcos de IBSA en los que navegaron el de Erandio y el de Elanchove, el Caneliñas y elTemerario, fueron adquiridos en Durban (Sudáfrica) en 1950. A bordo del primero Zubiaur completódoce campañas en Galicia (1952-63), una en Benzú (1951) y otra en Getares (1951-52). Inchausti enel Temerario realizó nueve en Galicia (1952-60) y muy probablemente la primera de las dos que hizoeste barco en el estrecho de Gibraltar, donde él completó otras a bordo del Marsa. Las capturas en elmar de Finisterre se mantuvieron a un nivel muy elevado, sin ningún límite y al margen de cualquiercontrol en el mar o en tierra que evitase la muerte de adultos acompañados de crías o de ejemplaressubadultos. Ya vimos que la de 1953 fue la campaña más destacada, pero hubo otras temporadaspor encima de los doscientos ejemplares. Ello, unido a la gratificación por cetáceo que correspondíaal arponero –muy superior a las del resto de marineros–, hizo que Zubiaur e Inchausti ganasen undinero considerable durante estos años. Al final de cada mes la prima acumulada de cada uno eracasi igual a la de todos los tripulantes del barco juntos. En el citado año de 1953, por ejemplo, las pri-mas mensuales de los arponeros en lo más álgido de la campaña superaron con creces las cuarentao cincuenta mil pesetas, pasando de sesenta mil pesetas una de Zubiaur el mes que cazó 41 cetáce-os. Por aquel entonces tal cantidad de dinero era una retribución mensual muy elevada, sin contarpluses de poca cuantía o el sueldo base con el que, eso sí, tenían que conformarse durante los mesesque mediaban entre campaña y campaña.

    La caza tenía lugar en un radio de acción de hasta 120 millas desde Finisterre, con frecuencia enel llamado banco de Galicia en torno a las 70 y 100 millas al oeste de dicho cabo. Las campañas seprolongaban durante siete u ocho meses, comenzando en abril o mayo y terminando en noviembreo diciembre. El mal tiempo, además de la disminución de las horas de luz solar, hacían más rentableel amarre temporal de la flota en el puerto de Coruña durante el invierno. En campaña, para reponervíveres y combustible o cuando un temporal les obligaba a volver a tierra, entraban de arribada eneste puerto o el de Corcubión.

    Por aquel entonces esta parte de la Costa da Morte era un lugar mal comunicado con el resto delterritorio y la ensenada de Caneliñas, casi inaccesible por tierra hasta que los noruegos se fijaron en

    10. Parte de capturas del año 1954, nº 170, 17.11.54.

  • 4. LEJOS DEL MAR

    Cumplió con su promesa y la de 1960 fue su última campaña. Siete u ocho meses seguidos alaño, después de tanto tiempo, era demasiado mar para cualquiera. Sobre todo para su mujer y unniño pequeño que le recibía casi como a un extraño al descender del avión en la pista del aeropuer-to de La Morgal. Inchausti se lo había prometido a Olvido y a Diego ante una imagen de la virgen delCarmen que tenían en casa, la cual era casi lo único a lo que podían aferrarse los marineros de antescuando venían mal dadas.

    Por todo ello fue en vano el viaje que, desde Coruña y hasta Gijón, realizó el presidente de IBSAJosé Docampo para pedirle que continuase. El armador se presentó en la casa de Inchausti en unlujoso coche negro conducido por su chófer o el de la ballenera, con el propósito de hacerle mudarde idea a base de dinero. Ejerciendo de diablo tentador, trajeado y con sombrero, aumentándole laprima por ballena. En la casa que su arponero edificó en Jove con el dinero de las ballenas. Un case-rón de estilo vasco en cuya planta baja instaló un criadero de gallinas, aunque de lo que iban a vivirhasta su jubilación sería del dinero ganado en el mar, pagándose mientras tanto de su bolsillo el res-to de la cotización.

    No quería ser el más rico del cementerio. En su casa de Gijón, en lo que su hijo deja entrevercomo una vida plácidamente hogareña, Inchausti recuperó los días no vividos en tierra. Leyendo ensu rincón favorito de la casa, donde no se le podía molestar, paseando y acudiendo a misa los domin-gos con su mujer. También, para desentumecer el euskera, reuniéndose un día a la semana en un barde Gijón con Ansuriza, un viejo amigo de Ibarrangelu al que el Ea y el carbón, al igual que a él, ter-minó por encallar en aquella ciudad. Así hasta que falleció el 18 de enero de 1988, a los 78 años deedad, en un hospital muy cercano a su casa. Muchos años antes, el 15 de noviembre de 1960, había

    Felipe Valdés Hansen

    ella, todavía más. Desplazarse durante meses hasta aquí para cazar ballenas o trabajar en la factoríaconllevaba un cierto aislamiento, tal como ponía de relieve –no sin cierta exageración– el primerdirector de ésta en una carta de 1951: “…debido a mi aislamiento del mundo civilizado, por estar enla Costa Brava gallega (sic) sin comunicación de ninguna clase”11. Y es que al principio la factoría nisiquiera contaba con medios de telefonía o radiocomunicación. De hecho, los avisos de Zubiaur eInchausti o de los patrones anunciando las capturas llegaban a Caneliñas a través de un recadero dela central telefónica de Corcubión. Y mientras que los marineros gallegos podían ir a casa con lafamilia si el mal tiempo o un esporádico descanso concedía un día o dos en tierra, Zubiaur e Inchaus-ti no disfrutaban de esa ventaja que haría más llevadera la campaña; aunque la rutina y el aislamien-to se interrumpían al entrar de arribada en Vigo o Coruña.

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    Juan José Zubiaur, a la izquierda, en elpuente del Caneliñas. Fotografía cedidapor Lander Zubiaur Ruiz de Asúa.

    11. Carta de M. Bermúdez a M. Espinós Bosch, ministro plenipotenciario en Ciudad del Cabo, 09.07.51.

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    Secuencia de la captura de un cachalote por Zubiaur en elestrecho de Gibraltar a bordo del Caneliñas. Fotogramas de lapelícula Balleneros (J. L. Clemente, 1951). Cortesía de laFilmoteca Española.

    cazado sus dos últimas ballenas que dejaron flotando junto a la rampa de Caneliñas pasada lamedianoche. Dos rorcuales comunes, uno de sólo diez metros y el otro un gigantón de casi veintiu-no del que apenas se pudo aprovechar la carne del lomo, por culpa de los cuatro arpones que nece-sitó para matarlo. Y no volvió al mar. Ni siquiera a pescar bonitos en el otro Temerario, el yate de suhijo, y a pesar de las reiteradas insistencias de éste.

    En cuanto a Zubiaur el parte oficial dice que cazó sus dos últimos cachalotes el 8 de diciembre de1963, aunque en realidad fueron tres. De uno de ellos –costumbre y mala práctica de la empresa– nose pasó nota en la factoría de Caneliñas a la Comandancia de Marina. Aguantó dos campañas másque Inchausti, aunque muy probablemente con la vista puesta en la casa familiar de la Obieta kaleay el páramo castellano, tan diferente y alejado del mar. Las ballenas en verano y las perdices en invier-

  • Felipe Valdés Hansen

    no o, lo que es lo mismo, la caza mayor en el mar y la menor en tierra. Tras dejar la ballenera siguiósaliendo de caza con los compañeros de la Sociedad de Caza y Pesca de Erandio, entre ellos sus her-manos, y sobre todo con su sobrino Lander, al que incluso había llevado a bordo del Caneliñas coin-cidiendo con la instrucción militar de éste en Ferrol. Detrás de las perdices los dos se recorrieron casitoda la provincia de Burgos y otras comarcas castellanas en coche de línea, taxi y, por supuesto, a pie.

    El ejemplo del amigo ya retirado y la imposibilidad de seguir trabajando el mar del mismo modo,codo con codo, probablemente fue el impulso que necesitó para dar ese paso. Zubiaur se parecíapoco a Inchausti del que fue tan buen amigo: soltero, sin hijos y demasiado ocupado pateando elcampo con la escopeta al hombro como para dejarse ver en la iglesia. Él tampoco quería ser el másrico del cementerio. En el de Erandio, en el panteón de su padre, le enterraron en 1976. Había empe-zado con mucho ímpetu en el sur, haciendo incluso varias cachalotadas, pero al final lo fue perdien-do a borbotones hasta vislumbrarse la desmotivación en las palabras del Checo, un marinero quenavegó con él desde los tiempos del Estrecho. Y ello a pesar de ser un gran apasionado de la caza,pero, al igual que para Inchausti, debió de ser tiempo más que suficiente arrinconando la otra partede su vida. En las tres últimas campañas los números de su barco se quedan muy atrás respecto a losdel Temerario, donde los buenos resultados del arponero gallego Jaime Pérez hicieron que rápida-mente Docampo no echase en falta a Inchausti.

    Antes de hacernos iguales la muerte se percibe en su modo de allanar el camino. Devorado por elbarullo de un bar cualquiera en Gijón el uno, engullido por el gentío de Erandio el otro, lejos del mary a punto de morir los dos, resultaría difícil distinguir al arponero en cada uno de ellos. El hastío yales había llevado a dejarlo muchos años antes, porque todo termina convirtiéndose en una rutina, aveces hasta la vida misma, pero no todos los oficios son iguales. Y el suyo tan poco usual e inclusoanacrónico unas décadas después, cien millas al oeste del cabo Espartel o de Finisterre a bordo de unballenero, nada tenía que ver con el de la mayor parte de sus coetáneos tan lejos de la libertad tierraadentro.

    Una mezcla de indudable mérito personal y de azar les abre un hueco en la Historia por anecdó-tica que haya sido su aportación a ésta, aunque tratándose de los dos últimos arponeros vascos esmuy probable que no lo sea tanto.

    BIBLIOGRAFÍA

    VALDÉS HANSEN, Felipe: Los balleneros en Galicia (siglos XIII al XX), Fundación Pedro Barrié de la Maza, A Coru-ña, 2010.

    Sobre J.J. Zubiaur y R. Inchausti véase también UNSAIN AZPIROZ, José María: Balleneros vascos. Imágenes y ves-tigios de una historia singular, Untzi Museoa-Museo Naval, San Sebastián, 2012.

    FUENTES DOCUMENTALES

    Archivo del autor.

    FUENTES ORALES

    Diego Inchausti García (Jove, Gijón; 25 de julio de 2010).

    Lander Zubiaur Ruiz de Asúa y Euzko Lander Zubiaur (Erandio, Vizcaya; 27 de octubre de 2012).

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