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Avignon, nueva sede del Papa

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Avignon, nueva sede del Papa

El Papado en Aviñón (1309-1377)

• Clemente V, electo Papa en 1305, estableció su residencia en el sur de Francia. Los romanos hablaban de la cautividad de Babilonia. No es exacto decir cautiverio ni exilio, pero sí refugio.

• a) Causa del traslado a Aviñón: ¿Por qué los Papas fijaron su residencia en Francia? Una causa fue la lucha fratricida en Italia entre los Orsini y los Colonna.Tambiéninfluyó el deseo de alejarse de la órbita de los emperadores alemanes, pero cayeron bajo el dominio del rey francés. También en Roma había clima de violencia y saqueo, en el que peligraban la paz, la libertad y hasta la misma vida de los Papas. En Aviñón no había anarquía, ni luchas callejeras, ni güelfos ni gibelinos, ni Orsinis ni Colonnas. En Aviñón había paz y buena administración.

AVIGNON

La elección de Avignon no fue casual. El continuo desplazamiento de Clemente V no le gustaba a su sucesor. Una administración además tiene necesidad de una sede estable y fácilmente alcanzable. Avignon estaba en una posición favorable. Estaba a mitad de camino entre Italia y España. Se llegaba fácilmente desde Alemania y desde los estados del Norte. Tenía una buena colocación estratégica. Estaba bajo la jurisdicción del conde de Provenza, vasallo de la Iglesia por el reino de Sicilia, estaba cerca de Francia sin ser un súbdito

Tenía todas las ventajas para ser una buena capital, pero le faltaba la apostolicidad, era una elección política, pero no espiritual.

Avignon, nueva sede del Papa

• B-Cosas positivas: la situación de Aviñón no creaba inconvenientes para la dirección de la Iglesia: la ciudad era tranquila y estaba bien situada; era fácil comunicarse desde allí con toda la cristiandad.

Los papas de Aviñón

196. Clemente V (1305-14) 197. Juan XXII (1316-34) 198. Benedicto XII (1334-42) 199. Clemente VI (1342-52) 200. Inocencio VI (1352-62) 201. Bto. Urbano V (1362-70) 202. Gregorio XI (1370-78)

c) Cosas negativas:

• Un buen número de cardenales o eran franceses o seguían los intereses del rey de Francia; también la mayor parte de los Papas que se sucedieron en Avión eran franceses, y quedaban bajo la influencia del rey francés. Prueba de esto es que el rey Felipe el Hermoso logró del Papa Clemente V la supresión de la orden de los templarios, mediante un concilio en Vienne (1311-1312). A partir del Papa Juan XXII la corte pontificia aumentó en personal, y con ello los gastos. Por eso, el Papa para cubrir los gastos de operación aumentó las tasas que los obispados, abadías y cabildos debíen pagar a la Santa Sede. Esto provocó ásperas protestas y deterioró la imagen de los Papas de Aviñón. A esto se añadió la voluntad el Papa de reservarse la designación de todos los obispos que, por su designación, debían aportar a la hacienda pontificia un año de sus rentas.

Siete papas francesesEn Aviñón, el Pontificado se afrancesó y el colegio de los Cardenales también (hasta casi el 90%).

Estos pontífices fueron buenos administradores.Prosiguieron la obra de centralización del gobierno eclesiástico, iniciada por la reforma gregoriana.Esto multiplicó los gastos y exigió más recaudación.

Un buen sistema fiscalLos papas -y en especial Juan XXII (1316-1334)- crearon el más perfecto sistema fiscal de la época, con el fin de no desperdiciar ninguna posible fuente de ingresos. La Hacienda aviñonesa alcanzó sus propósitos, pero el ansia tributaria dañó gravemente el prestigio pontificio, divulgando una imagen ingrata del Papado, que produciría resultados nefastos en el futuro.

El Puente desde el Ródano

Problemas doctrinales

Las profecías del abad cisterciense Joaquín de Fiore: el advenimiento de un «papa angélico».

Los movimientos espiritualistas.

Junto a Luis II de Baviera se refugiaron los jefes del partido de los franciscanos «espirituales» —enemistados con los papas por la cuestión de la pobreza—, entre ellos el ministro general de los franciscanos Miguel de Cesena y el inglés Guillermo de Ockham, que exaltaba en sus escritos el papel del Imperio en el Orbe cristiano y proponía un régimen democrático para el gobierno de la Iglesia.

Defensor pacis

• Marsilio de Padua, profesor en París, antiguo rector de esa

Universidad fue autor del Defensor Pacis, una obra que

rompía abiertamente con la tradición doctrinal cristiana.

– Para Marsilio, el Papa no gozaba de especial potestad y

tenía tan sólo el carácter sacerdotal;

– la Jerarquía eclesiástica era de institución humana;

– la Iglesia carecía de poder de jurisdicción y los clérigos

tan sólo podían recibirlo de los príncipes;

– la Iglesia, en suma, se hallaba en situación de plena

dependencia con respecto al Estado.

Nuevas ideas sobre del poder real• La nueva política proclamaba la absoluta soberanía del

Estado, sin dependencia alguna del Pontificado; incluidos los

asuntos eclesiásticos, que también le estarían sujetos.

• Esto favorece la configuración «nacional» de la Iglesia en los

distintos reinos.

– En Inglaterra, los estatutos de «Provisores» (1351) y de

Praemunire (1353 y 1393) contribuyeron decisivamente a

crear una «Iglesia anglicana», bien sumisa al rey mucho

tiempo antes de Enrique VIII y la Reforma.

– En Francia, el «espíritu laico» y el robustecimiento del

poder real dieron vida al «Galicanismo», que culminó en el

siglo XV con la «Pragmática Sanción» de Bourges (1438).

– La «Pragmática» consagró un particularismo eclesiástico

que perduraría en Francia hasta la gran revolución del siglo

XVIII.

• Pese a estas flaquezas humanas, la Iglesia en

esta época tuvo sus santos: santa Delfina, santa

Rosalina de Villeneuve, san Roque de

Montpellier, santa Isabel de Portugal, santa

Juliana de Falconeri; el beato Urbano V, que fue

Papa en Aviñón. También santa Ángela de

Foligno, viuda y terciaria franciscana; el beato

Raimundo Lulio; y sobre todo, santa Catalina de

Siena, terciaria dominica y doctora de la Iglesia.

El clamor por el regreso a Roma

La vuelta del Papa a Roma era el común anhelo de los mejores espíritus de la época, desde Santa Catalina de Siena o Santa Brígida a Petrarca. La pacificación de los Estados Pontificios por el cardenal español Gil de Albornoz facilitaba el retorno.

Santa Brígida a su regreso de Compostela

Retorno a Roma

El retorno del papa era querido por toda la cristiandad menos por Francia. El primero en empeñarse seriamente fue Urbano V (1362-70, era benedictino), fue un papa pío, lleno de celo por la reforma, iluminado. Es venerado como beato. A pesar de la protesta del rey de Francia y de los cardenales franceses, en 1367 dejó Avignon y se trasladó a Roma donde fue acogido con entusiasmo. No obstante la situación no era todavía segura, por lo cual el papa, a pesar de la amonestación de Sta. Brígida, en otoño de 1370 volvió a Avignon, donde poco después murió.

En este punto la situación se hace explosiva, por un lado por el duro gobierno de los legados franceses, y por el otro por la propaganda de Florencia que incitaba a la rebelión.