Villagrán Et Al - 1998 - Etnobotánica Andina

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7 RESUMEN El área del Salar de Atacama, Provincia de El Loa, segunda Región de Antofagasta del norte de Chi- le, es una de las más secas del mundo, correspon- diendo al área de máxima penetración del Desier- to de Atacama en la costa Pacífica de Sudamérica. En efecto, y en concordancia con la disminución de las lluvias en sentido NW-SE, desde los Andes de Arica (18°S), hacia los de Antofagasta (24°S), se observa que la vegetación se retrae paulatina- mente hacia mayores altitudes. Así, extensas áreas al interior de la ciudad de Calama, representadas por el Salar de Atacama, Cordillera de Domeyko y sectores bajos de la vertiente occidental andina corresponden a desiertos ‘absolutos’, con valores de coberturas de plantas vasculares prácticamen- te nulos. La hiperaridez de la región es interrum- pida por oasis, como San Pedro de Atacama y Toconao, y algunas quebradas que cuentan con agua permanente, hábitats que permiten el desa- rrollo de agricultura en el sector. Así, y a pesar de la extremada aridez y aislamiento, subsisten en la región poblaciones con tradición atacameña que han desarrollado un acabado conocimiento y uso de los precarios recursos bióticos del desierto. El objetivo de este trabajo es acceder al conocimien- to de las plantas en los territorios de estas culturas y definir sus singularidades etnobotánicas, en co- rrespondencia con su situación tan especial den- tro de los Andes del norte de Chile. Con este pro- pósito, se realizó una recolección exhaustiva de la flora del área y un muestreo sistemático de la ve- getación, este último siguiendo un transecto altitudinal desde el Salar de Atacama (2.700 m) hasta el Salar de Aguas Calientes (4.500 m). Pos- teriormente, se entrevistaron 38 personas prove- nientes de San Pedro de Atacama, Toconao, Talabre, Camar, Socaire y Peine. Para las 173 especies de plantas consultadas se registraron 416 nombres vernaculares, correspon- diendo la mayor proporción al español (53%) o una combinación indígena-español (12%). Entre los nombres indígenas destacan los provenientes de los idiomas atacameño o kunza (8%), quichua (5%), aymara (2%) o una combinación de estas tres lenguas (16%). Un rasgo interesante es la exis- tencia de nombres múltiples, y en varias lenguas, para una cierta cantidad de especies, probablemen- te una expresión del multilingüismo que caracte- riza a la región. Se ha registrado también diferen- ciación de nombres de plantas dentro del área de estudio, existiendo un conjunto de nombres vernaculares de plantas restringidos al sector sur del Salar de Atacama, específicamente a las loca- lidades de Peine, Socaire y Camar. Estos nombres son definidos por algunos informantes como co- rrespondientes a las denominaciones antiguas de las plantas (“nombres que daban los abuelos”) y pertenecerían al idioma atacameño o kunza. En lo que se refiere a la etnoclasificación de las plantas, La tradición surandina del desierto: Etnobotánica del área del Salar de Atacama (Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, Chile) 1 Estudios Atacameños Nº 16 - 1998 1 Proyecto FONDECYT 1970908 * Laboratorio de Palinología, Departamento de Biolo- gía, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile, Ca- silla 653, Santiago, Chile. E-mail: [email protected]. ** Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Casilla 10115, San- tiago, Chile. E- Mail: [email protected]. *** Departamento de Lingüística, Facultad de Filosofía, Universidad de Chile, Santiago, Chile. E- Mail : [email protected] CAROLINA VILLAGRÁN * , VICTORIA CASTRO ** , GILBERTO SÁNCHEZ *** , MARCELA ROMO ** , CLAUDIO LATORRE ** y LUIS FELIPE HINOJOSA **

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etnobotanica en los andes

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  • 7RESUMEN

    El rea del Salar de Atacama, Provincia de El Loa,segunda Regin de Antofagasta del norte de Chi-le, es una de las ms secas del mundo, correspon-diendo al rea de mxima penetracin del Desier-to de Atacama en la costa Pacfica de Sudamrica.En efecto, y en concordancia con la disminucinde las lluvias en sentido NW-SE, desde los Andesde Arica (18S), hacia los de Antofagasta (24S),se observa que la vegetacin se retrae paulatina-mente hacia mayores altitudes. As, extensas reasal interior de la ciudad de Calama, representadaspor el Salar de Atacama, Cordillera de Domeykoy sectores bajos de la vertiente occidental andinacorresponden a desiertos absolutos, con valoresde coberturas de plantas vasculares prcticamen-te nulos. La hiperaridez de la regin es interrum-pida por oasis, como San Pedro de Atacama yToconao, y algunas quebradas que cuentan conagua permanente, hbitats que permiten el desa-rrollo de agricultura en el sector. As, y a pesar dela extremada aridez y aislamiento, subsisten en laregin poblaciones con tradicin atacamea quehan desarrollado un acabado conocimiento y usode los precarios recursos biticos del desierto. Elobjetivo de este trabajo es acceder al conocimien-

    to de las plantas en los territorios de estas culturasy definir sus singularidades etnobotnicas, en co-rrespondencia con su situacin tan especial den-tro de los Andes del norte de Chile. Con este pro-psito, se realiz una recoleccin exhaustiva de laflora del rea y un muestreo sistemtico de la ve-getacin, este ltimo siguiendo un transectoaltitudinal desde el Salar de Atacama (2.700 m)hasta el Salar de Aguas Calientes (4.500 m). Pos-teriormente, se entrevistaron 38 personas prove-nientes de San Pedro de Atacama, Toconao,Talabre, Camar, Socaire y Peine.

    Para las 173 especies de plantas consultadas seregistraron 416 nombres vernaculares, correspon-diendo la mayor proporcin al espaol (53%) ouna combinacin indgena-espaol (12%). Entrelos nombres indgenas destacan los provenientesde los idiomas atacameo o kunza (8%), quichua(5%), aymara (2%) o una combinacin de estastres lenguas (16%). Un rasgo interesante es la exis-tencia de nombres mltiples, y en varias lenguas,para una cierta cantidad de especies, probablemen-te una expresin del multilingismo que caracte-riza a la regin. Se ha registrado tambin diferen-ciacin de nombres de plantas dentro del rea deestudio, existiendo un conjunto de nombresvernaculares de plantas restringidos al sector surdel Salar de Atacama, especficamente a las loca-lidades de Peine, Socaire y Camar. Estos nombresson definidos por algunos informantes como co-rrespondientes a las denominaciones antiguas delas plantas (nombres que daban los abuelos) yperteneceran al idioma atacameo o kunza. En loque se refiere a la etnoclasificacin de las plantas,

    La tradicin surandina del desierto:Etnobotnica del rea del Salar de Atacama

    (Provincia de El Loa, Regin de Antofagasta, Chile)1

    Estudios Atacameos N 16 - 1998

    1 Proyecto FONDECYT 1970908* Laboratorio de Palinologa, Departamento de Biolo-

    ga, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile, Ca-silla 653, Santiago, Chile. E-mail:[email protected].

    ** Departamento de Antropologa, Facultad de CienciasSociales, Universidad de Chile, Casilla 10115, San-tiago, Chile. E- Mail: [email protected].

    *** Departamento de Lingstica, Facultad de Filosofa,Universidad de Chile, Santiago, Chile. E- Mail :[email protected]

    CAROLINA VILLAGRN*, VICTORIA CASTRO**, GILBERTO SNCHEZ***, MARCELA ROMO**,CLAUDIO LATORRE** y LUIS FELIPE HINOJOSA**

  • 8y tal como ha sido documentado en otros estudiosetnobotnicos andinos, la denominacin de lasespecies, y la distincin de grupos de especies, sebasa principalmente en el contraste de caracters-ticas morfo-fisionmicas. Entre las clases de agru-paciones de plantas registradas, categorasetnogenricas, destacan las construidas sobre labase de formas de crecimiento (agrupaciones deformas de vida); por parecido morfolgico gene-ral (agrupaciones taxonmicas); por compara-cin con otras plantas importantes o tiles (agru-paciones en torno a un referente); por similitud dealgn atributo morfolgico, teraputico, alimenti-cio, u otros (agrupaciones por similitud en algunapropiedad). En los Andes del norte de Chile, lasdos ltimas clases de agrupaciones son exclusivasde la regin del Salar de Atacama.

    De las 173 especies consultadas en Atacama, 165tenan uno o ms usos (94,8%), distribuyndoselos distintos tipos de usos en las siguientes 10 cla-ses principales: Forrajero, 35%; Medicinal, 24%;Alimenticio, 9%; Combustible y Lea, 6%; Cons-truccin y Artesanas, 6%; Adorno, 5%; Tintreo,4%; Perjudicial, 3%; Ritual, 2%, y Otros usos va-riados, 6%. Generalmente, las especies tienen deuno a tres usos aunque, para varias especies, seregistraron usos mltiples (e.g. la chillka, con sieteusos; el algarrobo, con seis). La utilidad de la florade los distintos pisos de vegetacin muestra lassiguientes tendencias: El Piso Altoandino es pre-dominantemente forrajero (52%) y los PisosPuneo y Prepuneo son principalmente forrajero(Puneo, 31%; Prepuneo, 44%) y medicinal(Puneo, 25%; Prepuneo, 13%). Tambin, enambos pisos, las especies de plantas tintreas yalimenticias son ms abundantes que en el restode la vegetacin del rea. La flora azonal de lasquebradas, riberas de ros, salares y chacras mues-tra un uso ms diversificado, hecho que corres-ponde a la heterogeneidad vegetacional que ca-racteriza estas formaciones.

    Se discuten los resultados etnobotnicos en el con-texto de la cosmovisin, percepcin ambiental,control de recursos naturales y transformaciones,por parte de las comunidades estudiadas.

    ABSTRACT

    The Atacama salt flat, or salar, lies in northernChiles second region of Antofagasta, and is one

    of the driest areas in the world as it corresponds tothe maximum penetration of the Atacama Desertinto the interior from the Pacific coast. This isobserved as well in the vegetation gradient whichretreats to greater altitudes following theprecipitation gradient that decreases from the NWtowards the SE, from the Andes of Arica (18S) tothe Andes of Antofagasta (24S). Absolute desert,areas with practically no plant vascular plants,occurs near the city of Calama to the interior, suchas the Salar de Atacama, the Domeyko cordilleraor other low lying piedmont regions of the westernslope of the Andes. This hyperaridity is interruptedby only a few oases such as San Pedro de Ataca-ma and Toconao, and a few ravines supplied withflowing water on a permanent basis that allow foragriculture to be sustained on a regular basis.Despite these factors, the few atacameotraditional communities that subsist in the areahave developed a thorough knowledge and use ofthe biotic resources present in the desert. Ourobjective in this paper was to access the plantknowledge of these cultures as well as definingtheir ethnobotanical uniqueness, particularly whenseen from their special viewpoint within the An-des of northern Chile. With this goal we set out toexhaustively collect the flora of the area as wellas working on systematic surveys of the vegetationthrough an altitudinal transect from the Salar deAtacama (2.700 m) to the Salar de Aguas Calien-tes (4.500 m). We also obtained 38 interviews fromthe inhabitants of San Pedro de Atacama, Toconao,Talabre, Camar, Socaire and Peine.

    For the 173 species of plants consulted in theseinterviews, we registered 416 common names,with the largest proportion of these originatingfrom spanish (53%) or a native-spanish combina-tion (12%). Among those pure native names en-countered, these have their origins in atacameoor kunza (8%), quichua (5%), aymara (2%) or acombination of these three languages (16%). Oneinteresting feature is the existence of multiplenames in several languages for certain species,possibly an expression of the many languagespresent in the region. Name differentiation withinthe study area was also observed, with a set ofcommon names restricted to a certain locality, suchas Peine, Socaire and Camar. These names weredescribed by a few informants as originating fromancient names (names used by our grandfa-

  • 9thers) and correspond to the atacameo or kunzalanguages. Regarding plant ethnoclassification, thenaming of different species as well as differencesbetween groups of species is based primarily oncontrasting morpho-phisionomical traits, as docu-mented in other Andean ethnobotany studies.Among the different classes of groups of plantsrecorded (ethnogeneric categories), the mostprominent are those based on different growthforms (life form groups); morphological similar-ity (taxonomic groups); comparisons to differ-ent other important or useful plants (referencegroups); or by a common attribute such as mor-phology, therapeutic value, food, etc. (groups withshared properties). These last two groups areunique to the Salar de Atacama region withinnorthern Chile.

    Of the 173 species consulted in Atacama, 165 hadone or more uses (94.8%), with the different typesof uses distributed in 10 main classes: Fodder 35%,Medicinal 24%, Alimentary 9%, Fuel and Wood6%, Building and Crafts 6%, Decoration 5%, Dyes4%, Harmful 3%, Ceremonial 2%, Other uses 6%.On average, species had from one to three usesalthough some species had truly multiple uses (e.g.the chilka, with seven uses and the algarrobo withsix). Also, the uses of the flora from differentvegetation belts showed certain tendencies. TheHigh Andean belt was predominantly for fodder(52%) while the Puneo and Prepuneo belts wereprimarily fodder (Puneo 31%, Prepuneo 44%)and medicinal (Puneo 25%, Prepuneo 13%) inuse. Higher numbers of plants are used as dyesand food in these latter two belts as compared tovegetation from other areas. The azonal flora fromravines, river floodplains, salars, and fields has amore diverse use, observation that coincides witha more heterogeneous vegetation that is presentin these areas.

    We discuss these ethnobotanical results in the lightof the cosmovision, environment perception, con-trol and transformation of natural resources onbehalf of the communities studied.

    1. Introduccin

    El Desierto de Atacama se extiende desde el nortedel Per (5S), a lo largo de la costa Pacfica yvertiente occidental de los Andes, hasta la ciudad

    de Copiap en territorio chileno (27S), siendo unode los ms secos del mundo (Borgel, 1973;Caviedes, 1973; Mortimer, 1980). La escasez deprecipitaciones en la regin determina la ausen-cia total de procesos erosivos significativos y lamantencin de uno de los relieves ms extraordi-narios del mundo: en menos de 300 kilmetrosexisten casi 15000 m de desnivel entre la fosaChileno-Peruana de Atacama (-8066 m) y la cum-bre del Volcn Llullaillaco (6723 m), en la Cordi-llera de los Andes (Abele, 1988).

    Dentro del rea ocupada por el Desierto de Ataca-ma, la regin administrativa de Chile conocidacomo Regin de Antofagasta, entre 22 y 26S,corresponde a la de mxima penetracin de la ari-dez hacia el interior del continente sudamericano,conformando un desierto absoluto en gran par-te de su superficie, donde los valores de las cober-turas de plantas vasculares son prcticamente nu-las (Villagrn et al., 1981; Villagrn et al., 1983).La extremada aridez ha permitido la preservacinde vastas extensiones de ignimbritas volcnicas,formadas en el Mio-Plioceno, a lo largo de granparte de la regin, interrumpidas por quebradasprofundas y por serranas locales de rocasPaleozoicas y Mesozoicas (Cordillera de Domeykoy Serranas frontales con alturas promedio entre3500 a 4000 m) y por grandes cuencas endorreicasintermontanas, como el Salar de Atacama y el Salarde Punta Negra (Abele, 1988; Marinovic &Lahsen, 1984). Los domos volcnicos y estrato-volcanes, cuyas edades van desde el Plioceno hastael Holoceno, constituyen las cimas ms altas de laCordillera de los Andes, donde gran parte de ellassobrepasan los 5500 m en altura (Marinovic &Lahsen, 1984).

    El origen de la aridez en la regin de Atacama seremonta al Eoceno, intensificndose a partir delMioceno medio. Las condiciones desrticas ac-tuales obedecen a dos causas principales: 1) la bajacapacidad de aporte de humedad desde el OcanoPacfico, debido a la presencia permanente de lacorriente fra de Humboldt y del AnticiclnSubtropical del Pacfico Sur; 2) el efecto de som-bra de lluvia que ejerce la Cordillera de los Andeshacia el oeste, bloqueando las masas de aire h-medo que vienen de la Cuenca del Amazonas(Albers & Brimhall, 1988; Ericksen, 1983;Mortimer, 1973). Esta hiperaridez ha sido inte-

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    rrumpida por fases pluviales que tuvieron impor-tantes efectos en los regmenes climtico-vegetacionales de las regiones altoandinas duran-te el Pleistoceno y Holoceno (Grosjean, 1994;Grosjean & Nez, 1994; Messerli et al., 1997;Seltzer, 1990).

    El clima de los Andes desrticos se caracteriza porprecipitaciones escasas, en aumento con la alti-tud, debido a la predominancia de las tormentasconvectivas estivales generadas sobre el Altipla-no (entre 4.000 a 5.000 m). Este fenmeno es co-nocido localmente como invierno boliviano ycapta humedad desde la Cuenca del Amazonas(Caviedes, 1973). En trminos altitudinales gene-rales para los Andes desrticos de Chile, entre2.000-3.000 m se recibe en promedio entre

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    Considerando la larga y singular historia de per-manencia de poblaciones humanas en el rea entorno al Salar de Atacama, su aislamiento y pre-cariedad debido a la extrema rigurosidad climticay pauprrima biota, nos hemos propuesto en esteestudio investigar las singularidades del conoci-miento etnobotnico de la flora silvestre y la per-cepcin del paisaje, fuentes de las cuales extraenestas comunidades sus modos y recursos de sub-sistencia y las categoras para producir una signi-ficacin.

    2. Areas de estudio y metodologas

    2.1. Flora y vegetacin del rea de estudio

    En la Figura 1 se muestra el rea de estudioabarcada por el estudio etnobotnico, coordena-das geogrficas, los grandes sectoresgeomorfolgicos y el transcurso del transectoaltitudinal a lo largo del cual se coleccion la flo-ra y se muestre la vegetacin. Con el propsitode conocer la composicin de la flora, la fisiono-ma y cobertura de la vegetacin y las distribucio-nes de las principales asociaciones florsticas delrea andina en torno al Salar de Atacama, se reali-z un transecto a lo largo de un trayecto altitudinaldesde el Salar de Atacama (231630"S;675824"W; 2.700 m), siguiendo el camino inter-nacional hacia el Paso de Guaitiquina y pasandopor Talabre y Laguna Leja, hasta el Salar de AguasCalientes (232954"S; 674306"W; 4.500 m). Enla Figura 1 se muestra el itinerario del transecto ytambin las localidades en las cuales se realizaronlas entrevistas etnobotnicas: el oasis San Pedrode Atacama, Talabre y Socaire, en la Precordillera;Toconao, Camar y Peine, situadas en quebradasjunto al margen desrtico del Salar de Atacama.

    La primera etapa de trabajo de campo consistien una recoleccin exhaustiva de la flora zonal yazonal del rea y de un muestreo sistemtico de lavegetacin. Ambas actividades fueron realizadasdurante las dos primeras semanas de abril de 1998.Todos los taxa fueron herborizados en triplicadoy numerados, a lo largo del transecto altitudinalmencionado (Fig. 1) y de acuerdo con las meto-dologa convencionales en la elaboracin de co-lecciones sistemticas. La flora azonal fueherborizada en el Salar de Atacama (trayecto SanPedro-Toconao) y en las quebradas, riberas de ros

    y chacras de los poblados de Toconao, Talabre,Camar, Socaire, Peine, adems del oasis deTilomonte. Los nmeros de herbario se citan paracada especie en el Anexo 1 y los ejemplares que-dan depositados en el Herbario de CarolinaVillagrn (Facultad de Ciencias de la Universi-dad de Chile), con duplicados en el Herbario de laUniversidad de Concepcin. Las especies fuerondeterminadas en el Herbario de la Universidad deConcepcin, con la colaboracin de los Profeso-res Clodomiro Marticorena y Oscar Matthei. Elmuestreo de la vegetacin se realiz a lo largo deltransecto mencionado y sobre la base de 21 par-celas de 16 m2 de superficie, con una rplica cadauna (Mueller-Dombois & Ellenberg, 1974), dis-tribuidas regularmente cada 100 m de altitud en elgradiente. En cada parcela se consider la exposi-cin de ladera, pendiente, altitud, tipo de substratoy todos los taxa presentes. Para cada parcela secalcul la cobertura de todos los taxa leosos ysemileosos, y la cobertura general de la vegeta-cin, sobre la base de mediciones directas de 2dimetros y la altura de cada individuo. La fre-cuencia de hierbas fue calculada en las mismasparcelas anteriores, sobre la base de transectos de4 m de longitud (con rplica) en los cuales se re-gistr cada 10 cm la presencia-ausencia de taxaherbceos. Los resultados se muestran en la Figu-ra 2 [grfico Tilia] que muestra las tendenciasaltitudinales de las distribuciones de coberturas decada taxa a lo largo de la gradiente estudiada, ade-ms de las delimitaciones de los pisos de vegeta-cin a travs de un anlisis de conjuntos(CONISS).

    La vegetacin zonal de los Andes del norte deChile ha sido tradicionalmente dividida en cuatropisos altitudinales de vegetacin: el pisoPrepuneo o desrtico, caracterizado por una ve-getacin de arbustos de muy escasa cobertura; elpiso Puneo o Tolar, semidesierto, caracterizadopor la dominancia de arbustos o tolas; el pisoAltoandino o Pajonal, con fisionoma esteparia ydominado por Gramneas en champas y plantasen cojines; y el piso Subnival, con coberturas muyralas de pequeas hierbas en rosetas y cojines, quese extiende hasta el lmite superior de las plantas(Villagrn et al., 1981; 1983). Esta misma nomen-clatura se ha seguido en la definicin de los pisosde vegetacin del rea de estudio, a saber:

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    Piso Prepuneo o desrtico (Fig. 2), comienza alos 2.600 m y se extiende hasta los 3.400 m; secaracteriza por coberturas muy bajas (

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    2.2. Las comunidades del rea de estudio(Figura 1)

    San Pedro de Atacama

    Es un oasis de pie de puna, situado a una altura de2.436 m y cercano a la confluencia de los ros Ata-cama y Vilama. Desde tiempos coloniales fue uncentro de trfico y engorde de ganado, con pobla-cin mayoritariamente indgena, pero tambin deadministracin espaola. A principios del sigloveinte, el poblado ya contaba con servicios pbli-cos, como correo, telgrafo, registro civil, escue-las pblicas y aduana. Los problemas sufridos poreste pueblo, cabecera del Salar de Atacama, hansido diversos a travs de su historia y, en conjun-to, han contribuido a un fuerte proceso de cambioque ha sido ms acelerado que en ninguna comu-nidad del rea. Hacia mediados de la dcada delos 60, la mayora de agricultura se realizaba enplanos, variando los terrenos entre 10 m2 a ms deuna hectrea; ya entonces la gente perciba la pau-latina merma del recurso hdrico (Aranda, 1961-

    64; Field, 1966; Castro, 1987), problema que seha acelerado en las ltimas dcadas. De modo que,si bien en sus ayllus se mantiene un modo de vidade nfasis agropastoril (Gundermann & Gonzlez,1995), el curso de los cambios muestra una fuertetendencia a constituirla en un rea urbana, al ser-vicio del turismo nacional e internacional masi-vo. Sin embargo, esto no significa la ausencia deciclos diversos de revitalizacin, como por ejem-plo, la artesana textil, actividad que abarca unacomercializacin masiva a nivel local y nacionaly la participacin de artesanos de otras comuni-dades del Salar de Atacama.

    Toconao

    El poblado de Toconao se sita 38 km al surestede San Pedro, en el borde oriental del Salar deAtacama. Su particular microclima lo convierteen un vergel en medio del desierto, siendo famo-so por sus bosques de algarrobos y chaares,adems de la produccin frutera de membrillos,paltas, damascos, peras, manzanas, uvas, ciruelas,

    Figura 1: Regin de estudio mostrando el Salar de Atacama, la trayectoria del transecto para elmuestreo altitudinal de la vegetacin y los poblados en que se realizaron las entrevistas etnobotnicas.

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    granadas, higos y pasas. El rea de cultivos seemplaza en las vertientes de las quebradas dondehay agua en abundancia (e.g. Quebrada Jerez); lairrigacin es facilitada por la construccin de te-rrazas en suave pendiente, donde el terreno lo per-mite. Hay nfasis en el cultivo del maz, pero tam-bin se cultivan papas, zanahorias, ajos, rbanos,perejil y claveles dobles, siendo este ltimo unproducto valioso para su comercializacin en elmercado urbano (Castro, 1987). La ganadera enToconao privilegia la masa de ovinos por sobre el50%, seguido por el ganado de camlido, caprinos,equinos y porcinos en mucho menor proporcin;con todo, su masa pecuaria representara el 14,5%del total existente en la cuenca del Salar de Ataca-ma (Gundermann & Gonzlez, 1995).

    Talabre

    Talabre se localiza en el Piso Puneo de Tolar, aleste del Salar de Atacama y a unos 3.500 m dealtitud, cercano a la quebrada del mismo nombre;se emplaza a los pies del volcn Lascar, aproxi-madamente a 80 kilmetros de San Pedro de Ata-cama. Situado en la hoya hidrogrfica del Salarde Atacama, el ro Talabre comienza en la vega deSaltar, es afluente del Soncor y conforma una que-brada con direccin E-O. La ubicacin actual delpoblado, en un sector denominado campo azul porlos talabreos, data de 1982. El traslado de la po-blacin, desde su ubicacin original quebrada arri-ba, fue una consecuencia de la actividad del vol-cn Lascar. En tiempos de la colonia esta comuni-dad dependa administrativamente de Toconao,

    Figura 2: Distribucin altitudinal de coberturas vegetales (%) en un transecto Salar de Atacama-Talabre-Laguna Leja y Salar Aguas Calientes, Regin de Antofagasta, Chile.

    Villagrn, Latorre & Hinojosa (Abril 1998)

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    pueblo con el que mantiene relaciones hasta laactualidad. Tambin existen relaciones de inter-cambio y parentesco con los poblados de Camar,Socaire y Peine y con el noroeste argentino.Talabre tiene una poblacin estimada de 54 habi-tantes, segn el Censo de 1992, agrupados en tre-ce unidades familiares; a stas se deben agregarcerca de nueve familias que, aunque se encuen-tran en localidades vecinas como Peine, Toconao,Camar e incluso San Pedro y Calama, mantienenganado y pastos en mediera, reafirmando fuertesnexos en el mbito de la herencia. La cantidadactual de viviendas habitadas en el poblado es de13, siendo construcciones con un patrn concen-trado en forma de villorrio; en sus inmediacionesse encuentran terrazas de cultivos. La principalactividad econmica es el pastoreo y la textilerapara el comercio, en tanto que la agricultura es desubsistencia (Morales, 1997).

    Camar

    Camar se sita a 2.770 m de altitud, 72 kilme-tros al sudeste de San Pedro, entre dos quebradasy frente al Salar de Atacama. Junto con Talabre,Camar se visualiza como una sociedad ms con-servadora, con una actividad agrcola de subsis-tencia y alta movilidad para el manejo ganadero.

    Socaire

    Al sudeste de Talabre, tambin en el Piso Puneode Tolar, a unos 3.600 m de altura y junto al cerroMiscanti y laguna del mismo nombre, se sitaSocaire. Su poblacin tiene hasta hoy una movili-dad mayor que la de los lugareos de los oasisprepuneos, similar a otros pueblos de altura dela subregin de ro Salado. Este asentamiento estrodeado por diferentes clases de terrazas, cons-truidas sobre terrenos de variadas topografas. Elemplazamiento original del pueblo parece haberestado en relacin directa con los antiguos y abun-dantes cursos de agua, hoy escasos. Actualmente,el agua es trada al pueblo por un canal desde ver-tientes que tienen su origen en la alta puna. Desta-ca un conjunto notable de andeneras de origenprehispnico, algunas reutilizadas y otras moder-nas, siendo una de las tcnicas productivas msexitosas empleadas el uso de aterrazamientos es-calonados cruzados por canales (Field, 1966). Unestudio pionero sobre la etnobotnica de la flora

    silvestre de Socaire es el de Munizaga y Gunckel(1958); adems, este trabajo registra el conoci-miento de los socairinos sobre el maz, la papa, laqunoa y la alfalfa. La identificacin de los ma-ces fue realizada por el gegrafo Rafael Baraona.De acuerdo a catastros de esta dcada, la superfi-cie agrcola actualmente en uso sera de 48,51 ha,con predominio del cultivo de alfalfa por sobre un70% del rea, seguido en menor escala por el tri-go, la papa, el maz, habas, frutales, ajo, qunoa yotras hortalizas. En cuanto a la ganadera, losrubros ms productivos de la localidad lo consti-tuyen los ovinos (58%), seguido por caprinos(27%) (Gundermann & Gonzlez, 1995; Folla,1989).

    Peine

    Al sudoeste de Socaire, en el borde oriental delSalar de Atacama, a unos 105 kilmetros de SanPedro y a 2.600 m de altura, se encuentra el po-blado de Peine. En una explanada rocosa inclina-da, que se alza en la ribera norte de la quebrada dePeine, se encuentran dispersas en una amplia ex-tensin, las ruinas de un pueblo precolombino quepuede datar desde antes del arribo de los incas aeste territorio y que, aparentemente, sigui en fun-cionamiento durante el Tawantinsuyu y en la po-ca colonial. En esta localidad hay una capilla, hoyen ruinas, estratgicamente situada al borde delcamino que conduce hacia el sur del pas. En elborde sur de la misma quebrada, y paralela a ella,se construy el pueblo actual, emplazado en pen-diente y articulado por una calle larga y ascen-dente que culmina en una placita, donde est cons-truida la nueva iglesia, de aspecto colonial. Por laquebrada adyacente al pueblo escurre una delga-da corriente de agua que nace en dos puntos dife-rentes, a pocos metros, al noreste del pueblo; esterecurso permite regar los campos de cultivo aun-que su pequeo caudal pone lmites a los espacioscultivados, los que alcanzan una extensin de 10a 12 hectreas. La gente de Peine ocupa tambinel oasis de Tilomonte, situado unos 16 kilmetrosms al sur, en donde cultiva alfalfa, maz y trigoen unas tres has. Para el pastoreo, las vegas msimportantes que aprovechan los habitantes de Pei-ne, son las de Plar al sur y a medio da de distan-cia del pueblo, hacia la frontera con Argentina.Las vegas de Tambillo son usadas tanto por la gentede Peine como por socairinos y los pastores de

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    Toconao (Castro, 1987). Mostny (1954) entregauna detallada descripcin de la utilizacin de losrecursos vegetales silvestres, siendo de mayorimportancia en esta localidad, como en toda el reade estudio, el algarrobo y el chaar. Entre lasplantas cultivadas son importantes el maz, la al-falfa, el trigo, las papas, las habas y hortalizas; laganadera est representada por burros, mulas,ovejas, camlidos y cabras. Se aprovechan bienlos cueros de animales en la fabricacin de mon-turas, sogas, cinchas, riendas y sandalias. Sin em-bargo, es la textilera con lana de oveja, llama ovicua la que se considera de mayor importancia.Un vasto panorama sobre estas actividades es do-cumentado por Mostny (1954). La dinmica in-terna y las presiones externas han cambiado, pro-bablemente, los valores cuantitativos de estas ac-tividades en las ltimas dcadas, pero Peine anpuede ser considerada esencialmente una socie-dad agropastoril.

    2.3. Las entrevistas etnobotnicas

    Con un tercer duplicado del herbario de Atacamase confeccionaron 2 muestrarios de referencia pararealizar las entrevistas con los pobladores. El pri-mer muestrario (Cuaderno I) contena 73 taxa,correspondientes a la flora zonal de los pisosSubnival, Altoandino, Puneo y Prepuneo. Elsegundo muestrario (Cuaderno II) contena 111taxa, correspondientes a la flora azonal de las que-bradas y las malezas, mayormente introducidas,de las chacras y huertas. Los nmeros de referen-cia de las especies contenidas en estos dos cua-dernos se citan en el Anexo 1.

    Los nombres y usos correspondientes a los 73 taxa,contenidos en el cuaderno I, fueron consultados a18 personas procedentes de: Toconao (cuatro hom-bres y una mujer); Socaire (dos hombres y unamujer); Peine (un hombre y una mujer); Camar(un hombre y dos mujeres), Talabre (tres hombres)y San Pedro de Atacama (dos mujeres). Los nom-bres y usos correspondientes a los 111 taxa conte-nidos en el Cuaderno II fueron consultados a 20personas procedentes de: Toconao (cuatro muje-res); Socaire (un hombre y dos mujeres); Peine(un hombre y tres mujeres); Camar (un hombre ytres mujeres), Talabre (tres hombres) y San Pedrode Atacama (dos mujeres).

    En las entrevistas participaron todos los autoresdel trabajo. Las respuestas fueron grabadas en tri-plicado en cintas magnetofnicas, en poder de losinvestigadores del proyecto. Sobre la base de latranscripcin textual de todas las cintas magneto-fnicas grabadas, se confrontaron las repuestassobre nombres y usos de las plantas y en el Anexo1 se sintetiza la informacin obtenida, respetandolas diferencias regionales en nombres y usos re-gistrados. Muy poca informacin fue eliminadacomo dudosa sobre la base de contrastacin derespuestas. En el Anexo 2 se presenta el anlisisetimolgico de los nombres vernaculares recopi-lados, de acuerdo a la bibliografa indicada en elencabezado del mismo. En ambos Anexos se pre-senta el anlisis lingstico y la transcripcin fo-ntica de los vernculos. En el Anexo 3 se listanalfabticamente los vernculos registrados y seseala, con abreviaciones, la procedencia lings-tica de cada nombre.

    3. Resultados etnobotnicos

    3.1. El origen de los nombres vernacularesatacameos

    Nos ha resultado extraordinariamente estimulan-te constatar, en este estudio, que la flora de la Re-gin del Atacama es perfectamente conocida porsus habitantes. Para todas las 173 especies de plan-tas consultadas se obtuvieron 416 nombresvernaculares. En el Anexo 1 se listan las especiesconsultadas y sus respectivos nombresvernaculares. En el Anexo 2 se proporcionan lossignificados de los vernculos. En el Anexo 3 seenumeran alfabticamente los 416 nombresvernaculares de plantas registrados en el rea deestudio y se indican con smbolos las proceden-cias de los nombres. En la Figura 3 se muestranlas proporciones de nombres de plantas correspon-dientes a las distintas lenguas registradas.

    En la Figura 3 se observa que la mayor propor-cin de nombres son espaoles: 219 vernculos,correspondientes al 53% del total de nombres re-gistrados, proceden de este idioma. Algunos, porcierto, bastante enigmticos como, por ejemplo,leja, ljia, likia. Aparentemente, es el uso medi-cinal de la ceniza de la planta llamada as(Baccharis tola ssp tola) la que determina el nom-bre. Otro nombre extrao es lava, lava del agua o

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    bvaro, posiblemente una derivacin de las pala-bras lama y baba. Otro nombre aparentementeespaol es kaudal, aplicado a Carpobrotus

    aequilaterus, probablemente refirindose a la for-ma de cola de las hojas carnosas y alargadas. Losnombres esporal, espural, espuro o simbol(Pennisetum chilense), asignados a una Gramneamuy comn en las quebradas, es para nosotrostotalmente enigmtico y no sabemos a qu pro-piedad de la planta aludira. Algunos nombres es-paoles son contracciones o deformaciones depalabras espaolas, como, por ejemplo, los nom-bres alfa o alfilla, derivados de alfalfa. Un prs-tamo del espaol sera el nombre ajenko. Tam-bin existe un buen nmero de nombres (49,12%)que combinan palabras indgenas y espaolas.

    La proporcin de nombres indgenas de plantascorresponde al 34% del total de nombres registra-dos, sin consideracin de aquellos que mezclanpalabras indgenas y espaolas (Fig. 3). Entre los

    nombres indgenas, los ms recurrentes son los delidioma kunza, rasgo extremadamente singular dela etnobotnica atacamea, considerando que la

    mayora de estos nombres no se conocen ni usanen otras regiones andinas de Chile. Destacan aslos alrededor de 35 nombres (8%) que ya han sidodefinidos como provenientes del idioma atacame-o o kunza por Munizaga et al. (1958) y Vasse etal. (1896) o bien que, probablemente, tambincorresponden a este idioma por su uso restringidosolamente a esta regin (estos ltimos se sealancon signo de interrogacin en el Anexo 3). Ejem-plos de estos nombres kunza son: bsal; chme,chmen o chvil; chochar o chuchar; chkel ochkil; chkchar; chukula; kafle; kmen okmin; kuchal; keche o tiechi; konte, konti,o kontikonti; ktar, kotra, kotro, o ktaro;kulchao o kulchau; kume; lokoche; nori o noris;ojalar; ojman u osman; ppur pasto; silao osailo; sbir o sber; stur o stor.

    Krameria lappacea (13) chakachaka, chipichapi, monte negro, palo colorado,pegapega, t colorado, tikara, tkara, tikara hembra, tikara negra, cadilloHaplopappus rigidus (9) bailabn, bailawela, bailawena, chajchajra, chajchara,chejchara, wailawn, wailawn, bailawnAtriplex madariagae (7) chkil, kachiyuyo, kachuyo, kachuyo macho, krial, yuyo,chkelChuquiraga atacamensis (7) azafrn, killokiska, lengua de gallina, quebrolla,Rezongn, tajtar, tastarLupinus subinflatus (6) chujchu, garbanzo del campo, konte chico, kontechujchento, kontikonti, qelaUrmenetea atacamensis (6) kokakora, ktar, kotra, kotro, ktaro, oreja de ratnAdesmia atacamensis (5) atalte, iloka, iloka macho, iluka macho, ilkarHoffmanseggia doellii (5) algarrobilla, bilankichu, kulchao, kulchau, mutucuruAtriplex imbricata (4) chkel, chkil, kopakopa macho, ojalarCaiophora rhameri (4) ojman, ortega, ortiga, osmanOpuntia camachoi aff. (4) kume, puskayo, kisko, tunaSisymbrium lanatum (4) chochar, chuchar, sber, sbirAcaena magellanica (3) cadillo, stor, sturAcantholippia deserticola (3) kore, kori, rikarikaSolanum metarsium (3) kabra mkun, kabra mikuna, flor morada

    Tabla 1Nombres mltiples de la flora del rea del Salar de Atacama, Regin de Antofagasta, Chile

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    Tambin destacan entre los nombres indgenasaqullos provenientes de los idiomas aymara oquechua, rasgo comn en la nomenclatura botni-ca de distintas comunidades altiplnicas, docu-mentadas en la literatura (Fig. 3, Anexo 3). Delidioma quechua destacan 15 nombres (5%), a sa-ber: bilankichu; kachiyuyo o kachuyo; kallya;killokiska; maransel; molle o muelle; payko;pupusa; kisko; sicha; suncho; tara; viravira;walkawalka; yuyo wacho. Del idioma aymaramerecen destacarse los siguientes nueve nombresvernaculares de plantas (2%): aawa; chacha;chakachaka; chape y chipichapi; chijlla, chijuao chijuachijua; koa; kotakota; waycha; qela.

    Un gran nmero de nombres indgenas de plantasde la regin de Atacama (67 nombres, 16%) hansido documentados en distintos idiomas, general-mente aymara, quechua y kunza. Hasta la fecha,no ha sido posible determinar cul es el idiomaoriginal de estos nombres y cules son prstamos.Algunos ejemplos de nombres provenientes tantodel idioma quechua como del aymara y kunza sonlos siguientes: chacha pulika; chullapasa;chachakoma, chachakoma de la vicua; cham-pa; chillawa; kokakora; mokoraka; mutukuru;tola;michi; arka; chuchikan o chukikan; cha-ar; kore, kori o krial; iro o iru; lampaya; pin-go o pingopingo; puskayo; totora; waylla owaya; kopa o kopakopa; yuyo; lako; wilka;chukllara; iloka; tajtar o tastar; pasakana.Asimismo, una buena cantidad de nombres (49,

    12%) combinan palabras indgenas y espaolas.As por ejemplo, nombres mixtos espaol-aymaraseran: aawa blanca, aawa grande, aawanegra; chacha chica, chacha fina, chacha hem-bra, chacha macho, chacha pelada; paja sikuya.Seran nombres mixtos espaol-quechua los si-guientes: kabra mikuna; comida de vizcacha;flor de la champa; forraje de vizcacha; pastode vicua; lea de tola; kachuyo macho; pupusadel agua, pupusa del campo; iloka hembra,iloka macho; maransel hembra, maransel ma-cho; tara hembra, tara macho; yuyo arka. Se-ran nombres espaol-kunza: konte chico, tikarahembra.

    Finalmente, merece destacarse que unos pocosnombres indgenas (3%) provienen del idiomamapuche, como ilwe o ilhue (y sus variantesniebla, ible, iebla, iuble); bailawn (y susvariantes bailabn, bailawela, bailawena,wailawn, wailawn); y palke o palki. Un nom-bre proviene del idioma arahuaco, tuna. La pro-cedencia de tres nombres todava no ha sido esta-blecida: tamarugo, tolontoln, rikarika.

    3.2. Nombres mltiples

    Un rasgo muy particular de la etnobotnicaatacamea es la existencia de nombres mltiplespara varias especies. Por ejemplo, para Kramerialappacea se registraron 13 vernculos; paraHaplopappus rigidus, nueve; para Atriplex

    Figura 3: Las distintas lenguas de los nombres vernaculares (N=416) registrados para la flora delSalar de Atacama, Regin de Antofagasta, Chile.

    Espaol53%

    Quechua5%

    Varios idiomasindgenas

    17%Desconocidos

    1%Mapuche3%

    Aymara2%

    Atacameo7%

    Espaol/Indgena12%

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    madariagae y Chuquiraga atacamensis, siete; paraLupinus subinflatus y Urmenetea atacamensis,seis. En la Tabla 1 se muestran las especies conms de dos nombres vernaculares y se destacansubrayados los nombres kunza de las especies.Parece ser que la existencia de nombres mltiplesobedece al hecho de que se conserven en la zonalos nombres antiguos de muchas plantas, en kunza,y adems se hayan incorporado los nombres es-paoles y aymara/quechua de las mismas.

    .

    3.3. Diferenciacin local de nombres

    Es tambin interesante resear que se ha registra-do diferenciacin de nombres de plantas dentrodel rea del Salar de Atacama. En efecto, existeun conjunto de nombres vernaculares de plantasrestringidos al sector sur del Salar de Atacama,especficamente a las comunidades de Peine, So-caire y Camar. Estos nombres son definidos poralgunos informantes como correspondientes a lasdenominaciones antiguas de las plantas, nombresque daban los abuelos. Estos nombres de uso res-tringido, no son usados frecuentemente por todoslos pobladores, prefirindose citar las denomina-ciones ms difundidas actualmente en la reginde Atacama.

    Para la flora nativa, entre los vernculos restringi-dos a Peine, Socaire y Camar se pueden citar:chajchara o chajchajra, para una especie deno-minada bailawn en una amplia extensin geo-grfica del territorio chileno (Haplopapus rigidus);kori o kore para una especie conocidaregionalmente en los Andes del norte de Chilecomo rikarika (Acantholippia deserticola);kulchao o kulchau para una hierba conocidacomo bilankichu o mutukuru (Hoffmanseggiadoellii) en otras localidades andinas; y kabranmikun o kabra mikuna (Solanum metarsium)para una especie llamada flor morada en los res-tantes poblados de Atacama. Tambin se registra-ron algunos nombres exclusivos de la localidadde Peine, como atalte, para una especie llamadacomnmente iloka o iloka macho en los restan-tes poblados de Atacama y tmor en el Loa supe-rior (Adesmia atacamensis); tolontoln, para unaespecie llamada tomatillo (Lycopersicon chilense)en los Andes del norte de Chile; y kaudal, parauna especie nativa, pero introducida a la zona como

    planta de jardn, y que en el resto de Atacama, yen el Loa superior, es llamada blsamo o dedosde ngel (Carpobrotus aequilaterus). De uso so-lamente restringido a Socaire se pueden citar loscasos del cardoncillo, conocido en el resto de laregin atacamea como perlilla o roseta y, en elLoa superior, como rosita (Junellia seriphioides);por ltimo, los frecuentes nombres de ortega, or-tiga o itapaya de las especies de ortiga en el nortede Chile son reemplazados, en este poblado, porel vernculo ojman u osman (Caiophorarhameri).

    Una mencin especial merece el vernculolokoche, nombre proporcionado solamente enPeine, para una especie de Hypochaeris que crececomo maleza en las huertas del poblado y que noha sido descrita botnicamente en el pas. Estaespecie fue solamente observada y coleccionadaen Peine, aunque algunas personas de San Pedroy de Talabre reconocieron el nombre y nos asegu-raron que esta especie tambin crecera enTilomonte y en Coyo.

    3.4. La etnoclasificacin

    3.4.1. Los significados de los nombres deplantas

    Del anlisis de los significados de los nombresvernaculares de plantas en Atacama (Anexo 2), sedesprende que una de las caractersticas ms re-currentes para nombrar plantas se refiere a atribu-tos propios de la especie, ya sea el aspecto o for-ma general (hbito) de la planta o de rganos (ra-ces, tallos, hojas, espinas, inflorescencias, etc.);tambin algunas propiedades especficas, como eltamao, color, olor, produccin de latex u otrasson consideradas. Los atributos para nombrar pue-den ser aludidos directamente en el nombre, ousando analogas con formas de animales o deobjetos. As por ejemplo, el aspecto general de laplanta es considerado en nombres comoWalkawalka, que alude a los artculos del talloque asemejan las cuentas de un collar; Cola delagarto, para la misma especie, es smil de la for-ma de los tallos cilndricos y carnosos; Keche oTieuchi (liendre en kunza), es tal vez un smil deldiminuto tamao de una plantita altoandina; Ace-rillo, alude a la forma de cojn o almohadilla deotra especie. Los nombres de Dedos de ngel,

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    Kudal y Blsamo, de otra especie, parecen alu-dir tanto a la forma de las hojas alargadas y carno-sas (a modo de dedos o cola) como al alivio queprovoca como medicina; nombres como Oreja dechojchor y Oreja de ratn, son smiles de for-mas de hojas; nombres como Gato o Michi, sonuna analoga de la forma del fruto con la cabezade los felinos; Cola de zorro, es una analoga si-milar entre este animal y la forma de los hbitosy/o inflorescencias de varios pastos; Pata de per-diz, alude a la ramificacin y aspecto de los talloscon cicatrices de hojas, que se asemejan a las es-camas de una pata de ave; Zapatilla, a la formade la corola. El color es tambin un atributo con-siderado en muchos nombres, como, por ejemplo,Palo colorado, Espina blanca, Espina negra,Flor amarilla, Flor blanco, Flor morada,Nevadilla, Nevadita o Nieve, Sangra oSangrinaria, Leche, Lecheleche o Lecherito delcampo. El olor es considerado en nombres comoSobaco negro o Sobaquillo.

    El hbitat de la planta es otro de los atributos con-siderado para nombrar especies. Por ejemplo, Florde la pea, para designar lquenes crustceos so-bre rocas; otros nombres remiten al hbitat acu-tico o hmedo y las comunidades asociadas, comoFlor del agua, Flor de lako, Flor de Champa y,posiblemente, Nori o Noris (mojado o verde, VerAnexo 2); los nombres Hierba de la sal yKachiyuyo aluden a hbitats salobres (salares).

    La utilidad de la planta tambin es una caracters-tica usada para nombrar especies, ya sea comoforraje para la fauna domesticada y silvestre omedicina animal, o para satisfacer necesidadeshumanas. El valor forrajero de varias especiesqueda, por ejemplo, consignado en los nombres(ver Anexo 2): Kabra mkun o Kabra mikuna(comida de cabra); Comida de perdiz; Comidade vizcacha; Forraje de vizcacha; Comida delsuri; Chujchu (terciana) o Konte chujchento,para plantas que producen tercianas al ganado;Tablilla, aludiendo a su uso para entablillar hue-sos quebrados de animales. El valor de algunasespecies para las personas, ya sea como alimento,remedio u otros usos, se expresa en nombres talescomo: Hierba del tapn o Arcilla (contradiarreas); Blsamo o Blsamo finito; Pingo oPingopingo (sano); T, Hoja de t, T de burro,T silvestre, T verde y Lokoche (achicoria).

    Otros usos se expresan en nombres como Brea oBreya, cuya resina se usa como brea; Likia, Le-ja o Ljia, cuya ceniza es usada medicinalmente;Quebrolla o Rezongn, por el ruido que hace alser quemada como combustible.

    Desafortunadamente, el significado de muchosnombres propios de plantas de Atacama es total-mente desconocido. Este es el caso de la mayorade las palabras simples en idioma kunza, que de-signan especies, principalmente, del desiertocomo: Chmen o Chvil, Chochar o Chuchar,Chkel o Chkil, Chkchar, Chukula, Kmeno Kmin, Ktar, Kotra, Kotro o Ktaro,Kulchao o Kulchau, Sber o Sbir, Stor o Stur.Tambin muchos nombres propios y simples deplantas, en idiomas quechua o aymara, tienen sig-nificados desconocidos, como, por ejemplo,Atalte, Chakachaka, Ipallapa,Chajchajra,Chajchara o Chejchara, Pupusa, Sicha, etc.Otros nombres de especies silvestres, muy cons-picuas y ampliamente utilizadas, son nombradasen toda Amrica con su nombres propios, cuyossignificados ya se ha perdido, como Chaar,Molle o Muelle, Palke o Palki, etc. Los nombrespropios de plantas en idioma espaol correspon-den, en muchos casos, a especies advenas tantocultivadas como malezas, que tienen ese nombreen gran parte del mundo de habla hispana. Estosnombres son muy antiguos y con significados yaolvidados. Este es el caso, por ejemplo, de la Alfao Alfalfa, Apio, Berro, Romero, Esprrago, etc.Otros nombres de especies silvestres, que se pare-cen a especies cosmopolitas, consignan este pare-cido en nombres tales como Berrillo, Alfilla,Romerillo, etc. Nombres como Suncho,Rikarika, Esporal, Espural o Espuro, Ojalar,Simbol, Kaudal son absolutamente crpticos encuanto a su significado y ni siquiera es claro sison espaoles o indgenas.

    3.4.2. Las etnocategoras genricas

    Muchos nombres de las plantas de Atacama estncompuestos por dos palabras. Una genrica, usa-da para un conjunto de plantas que comparten unamisma caracterstica, y otra especfica. Tal comoha sido documentado en otros estudiosetnobotnicos de los Andes de Chile (Aldunate etal., 1981; Villagrn & Castro, 1999), las agrupa-ciones de plantas reconocidas con nombres gen-

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    ricos o colectivos (categoras etnogenricas) seconstruyen, generalmente, sobre la base del con-traste de caractersticas morfofisionmicas, ya seala forma de crecimiento de la planta (agrupacio-nes por formas de vida) o la morfologa total de laplanta (agrupaciones taxonmicas). Sin embar-go, y como rasgo singular de la etnoclasificacinandina del norte de Chile, se han registrado en elSalar de Atacama otras clases de agrupaciones.Especficamente, se han registrado agrupacionesconstruidas sobre la base de la similitud de algnrgano especial u otros atributos, como el uso quese hace de la planta. Tambin se han registradoagrupaciones usando como referente plantas im-portantes, tanto silvestres como advenas. La dis-tincin de especies dentro de una categoraetnogenrica se realiza sobre la base de los mis-mos atributos discutidos en el captulo anterior.Sin embargo es importante destacar que, entreotros atributos usados para la distincin de espe-cies, el ms recurrente es el contraste hembra-macho. Este contraste se usa para la distincinentre especies ms femeninas (e.g. pequeas,grciles, blandas, con frutos, etc.) y las ms va-roniles (e.g. ms altas, robustas, rgidas, sin fru-tos, con espinas, etc.). Este es un rasgo muy tpicode la etnoclasificacin andina y ya ha sido desta-cado en la literatura (Aldunate et al., 1981;Villagrn & Castro, 1999). Algunos ejemplos ata-cameos son: pingopingo macho y hembra,

    tikara macho y hembra, chacha macho y hem-bra, maransel macho y hembra, iloka macho yhembra, tara macho y hembra. A continuacinse describen las principales etnocategoras gen-ricas registradas en Atacama (ver Fig. 4):

    Agrupaciones por formas de vida: Se registra-ron una serie de nombres vernaculares que agru-pan especies distintas que comparten en comnuna misma forma de crecimiento. Muchos de losnombres usados para distinguir formas de vida yahan sido documentados en la literatura y tienenuna amplia difusin en el Altiplano (ver Aldunateet al., 1981; Villagrn & Castro, 1999). As, porejemplo, el nombre de Tola, Tolita o Tolilla, paradesignar a los arbustos y subarbustos leosos do-minantes en los Tolares. Sin embargo, destacacomo rasgo singular de la Regin de Atacama elfrecuente uso de la palabra espaola Monte paradesignar a esta misma forma de vida. Asimismo,el uso del vernculo Yaretilla, para designar es-pecies con crecimiento en cojines laxos, es deamplio uso en los Andes.

    Los nombres colectivos, para designar las distintasformas de vida de los pastos del rea de estudio sontambin usados en una extensa regin de los An-des. As, por ejemplo, el nombre de Paja, Iro oIru, para nombrar a las Gramneas perennes de losPajonales; Pasto o Pastito, para agrupar a las espe-

    Tabla 2El ciclo anual del pastoreo en Talabre

    (De acuerdo a Morales, 1997)

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    cies de hierbas anuales y perennes, en general (lasespecies anuales son calificadas frecuentementecomo pastos de lluvia); Grama, Gramilla oGramillo, para nombrar a las distintas especies deGramneas perennes, pequeas, rastreras y de hojadura, que conforman el csped de los fondos dequebradas y riberas; Cebadilla o Cebadillo, paralas Gramneas anuales pequeas y malezas predo-minantes en la poca de lluvias. Un nombre de for-ma de vida muy reiterado en la regin de Atacama,y que se usa muy poco en otras reas, es Kafle, elcual agrupa las distintas especies de Gramneasherbceas, generalmente de consistencia blanda eintroducidas como malezas en las chacras. Tam-bin estas plantas son llamadas frecuentemente conel vernculo espaol Pastos Blandos.

    En lo que se refiere a la vegetacin palustre y acu-tica, los nombres registrados tienen igualmente unaamplia representatividad en los Andes. As porejemplo, el nombre de Champa, Champita o

    Vega, para designar a las especies pigmeas queconforman cojines en torno a los cursos de agua;Unquillo, Unquillar, o Junquillo, para las espe-cies palustres de Ciperceas y Juncceas de loslugares hmedos de quebradas; Loroma, para lasespecies acuticas flotantes de Angiospermas;Lama, Lako o Lava, para las especies de AlgasVerdes filamentosas. El ltimo trmino, Lava, nohaba sido todava documentado en la literaturapara esta forma de vida.

    Una forma de vida singular de la regin del Salarde Atacama es la definida con el nombre de Enre-dadera, que agrupa a las especies herbceas vo-lubles, ya sean erguidas o postradas.

    Agrupaciones por referencia a otra planta (Fig.4). Un resultado de este estudio, que merece des-tacarse, es el registro de agrupaciones de plantashechas por referencia a otra planta importante, yasea porque es muy conspicua o tiene importancia

    Figura 4: Sistema de clasificacin etnobotnica de las plantas del Salar de Atacama, Regin deAntofagasta, Chile.

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    Figura 5: Bosquejo de lapercepcin del paisaje enTalabre mostrando lossectores de campo, vega yestancias (cerro). Deacuerdo al dibujoproporcionado en Abril de1998 por dos pastores deTalabre, LeonardoLeandro Armella de 19aos y Luis Soza Mamanide 27 aos.

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    econmica. El nombre de las plantas nombradaspor referencia a otra, generalmente corresponde adiminutivos de la lengua espaola, como, porejemplo, cuernillo, garbancillo, gramilla,sobaquillo. Este es el caso, por ejemplo, de laalgarrobilla (Hoffmanseggia doellii) y delalgarrobillo (Acacia sp), nombradas as por susimilitud con un rbol muy apreciado, el algarro-bo (Prosopis alba), semejanza que se refiere alparecido de las hojas, color ceniciento de la plan-ta y forma de las legumbres. Por analoga con elcardn (Echinopsis [=Helianthocereus]atacamensis), el ms importante y til cactuscolumnar del desierto, es denominado cardnchico otro cactus columnar ms pequeo (no de-terminado) y cardoncillo (Junellia seriphioides),un arbusto del tolar con estpulas espinosas. Otroejemplo es el berro picante o berrillo(Ranunculus cymbalaria), llamado as por su se-mejanza, en hbito y hbitat, con una especie co-mestible, el afamado berro (Mimulus glabratus).

    Las referencias a otras plantas no solamente se res-tringen a especies nativas, sino que tambin aludena plantas introducidas e, incluso, malezas. Este esel caso de varias especies de malezas de chacras,con hojas delgadas, tiernas y comestibles, denomi-nadas colectivamente romazas (Amaranthusdeflexus, Hypochaeris nov. spec., Plantago majory P. lanceolata), por analoga con una maleza co-mestible ampliamente difundida en el pas, laromaza (Rumex aff. crispus). Asimismo, varias es-pecies silvestres de hbito blanquecino, altoandinasy pertenecientes al gnero Senecio (S. jarae, S.xenophyllus, S. scorzonaerifolius), son denomina-das romerillo, por analoga con una planta medici-nal, comestible y cultivada en las huertas, el rome-ro (Rosmarinus officinalis). Las bayas carnosas deLycopersicon chilense y Solanum elaegnifolium,parecidas al tomate, explicaran el nombre de to-matillo para estas dos especies. Un caso interesan-te corresponde a la agrupacin de una serie de ma-lezas denominadas yuyo, arka y yuyo arka(Atriplex madariagae, Amaranthus deflexus,Chenopodium album y Ch. ambrosioides), especiesasociadas a los cultivos de quinoa (Chenopodiumquinua), una de las plantas domsticas andinas msvaloradas.

    Agrupaciones por similitud de propiedades:Tambin es muy frecuente la elaboracin de agru-

    paciones de plantas sobre la base de propiedadescomunes, ya sea la forma de rganos como lasraces, hojas, flores, inflorescencias, frutos, coloro algn otro atributo relacionado con el uso (e.g.sabor, olor, efecto teraputico, etc.). Las especiesllamadas orejas de ratn o colas de zorro, por laforma de sus hojas o inflorescencias (Exodeconusintegrifolius, Urmenetea atacamensis y varias es-pecies de Gramneas). Asimismo, los frutos secosy espinosos de Acaena magellanica y Kramerialappacea, que se adhieren al pelaje de animales ya la ropa, explican el nombre de cadillo que se daa estas dos plantas. Este nombre es muy frecuenteen Chile para especies con frutos de iguales ca-ractersticas.

    Por otro lado, propiedades comunes referentes aluso tambin determinan agrupaciones de plantas.Por ejemplo, los pares de especies llamadasmaransel y altea, por la presencia de una razengrosada medicinal o comestible, respectivamen-te (Perezia atacamensis, Werneria glaberrima,Junellia digitata, Nototriche estipulata). El usocomo alimento determina los nombres de dos plan-tas muy parecidas, el soiko (Tagetes minuta), co-mestible, y el soiko de la cabra (Schkuhriamultiflora), no consumido por la gente. El usomedicinal de dos especies altoandinas y aromti-cas determina el nombre comn de pupusa paraambas (Xenophyllum incisum y Junellia digitata).

    Agrupaciones taxonmicas (Fig. 4). Finalmen-te, las especies pueden ser agrupadas por su pare-cido morfolgico general, criterio comnmenteusado en Taxonoma Vegetal. Este tipo deetnocategoras ha sido ampliamente documenta-do para otras regiones andinas y en la zona de es-tudio se ha registrado tambin el uso deetnocategoras ya descritas en la literatura, comoel nombre de aawa o espina, para las especiesarbustivas y espinosas del gnero Adesmia; el nom-bre de malva, malvilla o malvisco para distintasespecies de la familia Malvceas; el nombre detara para especies de Fabiana.

    Entre las agrupaciones taxonmicas no documen-tadas y propias de la regin de Atacama se desta-can los nombres de chacha, para especies del g-nero Parastrephia; chkel o chkil para especiesarbustivas del gnero Atriplex; iloka o iluka paralas especies resinosas y sin espinas del gnero

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    Adesmia; konte, konto o kontikonti para espe-cies del gnero Lupinus.

    4. Percepcin ambiental

    No obstante que cada comunidad tiene su propiamicropercepcin del paisaje, el estudio que hemosrealizado, en los pueblos del Salar de Atacama,nos permite asegurar que estas comunidades com-parten el sistema de categorizacin que hemosdado a conocer para Toconce, en el Loa superior(Aldunate et al., 1981), hace ya cerca de dos d-cadas, y que ha sido comparado con otras regio-nes andinas por Villagrn et al. (Villagrn & Cas-tro, 1999; Villagrn, Castro & Snchez, 1999). Enel caso de Toconce, poblado situado a 3.400 m enla cuenca del ro Salado, sus habitantes organizanel paisaje en, por lo menos, cuatro ambientes con-tinuos, que se suceden a lo largo del gradientealtitudinal, y tres unidades discontinuas, azonales.Los primeros son, desde el nivel altitudinal infe-rior, la pampa, trmino con el que se refieren a lasplanicies desrticas o con vegetacin muy rala; eltolar, ambiente con predominio de arbustos de-signados con el nombre genrico de tolas; elpajonal, ubicado inmediatamente por sobre eltolar y caracterizado como una zona ms fra conpredominio de los ichu (pajas); y el panizo, loca-lizado en las cumbres de los cerros y definido porla ausencia de vegetacin. Las unidades ecolgicasazonales son los mdanos o arenales; las hoya-das, lugares fros con frecuentes heladas; y lasvegas, reas de plantas forrajeras en las cercanasde afloramientos de agua y caracterizadas por laabundancia de champas, pequeos cojines de plan-tas. De acuerdo a la forma de utilizacineconmico-social del entorno, los toconcinos dis-tinguen tres nuevas unidades: chacra, campo y ce-rro, incluyendo cada una de ellas varias de las enti-dades ecolgicas mencionadas anteriormente. Lachacra es el espacio agrcola de terrazas y melgasque, por definicin, es lo cultural en s y est direc-tamente asociada a los asentamientos poblacionales.El campo, integra varios pisos ecolgicos talescomo el tolar, la vega, la pampa y los mdanos. Loque define este concepto es la realizacin de activi-dades pastoriles en su mbito. Se sita en la interfazentre un espacio cultural y otro natural, en cuanto ala percepcin del paisaje. El patrn habitacional quele corresponde es la estancia, por definicin mstransitoria que el poblado en la Provincia de El Loa.

    Finalmente, el cerro comprende preferentementelas unidades ecolgicas de panizo y pajonal. Es unterritorio para la recoleccin de vegetales, de pas-toreo de llamos y de caza; en esta zona, losasentamientos humanos son totalmente transitorios(pascanas, camas de arrieros, etc.). Los sectoresde mayor altura de este espacio son concebidoscomo lugares sagrados.

    Debido a la extensin de este trabajo, no nos fueposible estudiar a nivel de detalle la percepcinparticular del paisaje de cada comunidad del Sa-lar de Atacama. De la informacin recopilada, sedesprende que es en Talabre donde se expresa elms detallado conocimiento y comprensin delpaisaje, sus recursos y sus diferentes planos designificacin. Es probable que la perduracin ymantencin de este saber est fuertemente asocia-do a la alta movilidad de los talabrinos durante elciclo anual, dado el nfasis pastoril de esta comu-nidad, pero sin duda no debe ser ajeno a otras co-munidades con actividades pastoriles an signifi-cativas, como por ejemplo Ollage, Alto Loa, So-caire. A modo de ejemplo para la regin del Salarde Atacama, y gracias al dibujo que nos obsequia-ran dos jvenes pastores talabreos (Fig. 5), ofre-cemos un bosquejo de la percepcin del paisajeen Talabre. Como se aprecia en el esquema reali-zado por los pastores de Talabre (Fig. 5), las cate-goras de Cerro y Campo son explcitas. En laTabla 2 se muestra la rotacin del ganado en losdistintos sectores de pastaje usados por lostalabrinos, de acuerdo a Morales (1997).

    Como se observa en la Tabla 2 (Morales, 1997),las actividades de pastoreo de los talabreos sepractican durante casi todo el ao, en las vegasms bajas y cercanas del poblado: Tumbre, Que-brada Ecar, Catarape, Soncor y Talabre Viejo.Durante el periodo estival, se prefieren las vegasde altura aledaas a Laguna Leja, como por ejem-plo Laguna Verde, Tara, Pili, Toro Blanco, Abra yAguas Calientes. En el periodo seco de invierno,adems de las vegas bajas se utilizan los pastos delos cerros (Cerros Corona, Tumisa, Lascar, Ecar,Ojos de Ecar, Saltar), adems de la alfalfa culti-vada como forraje. En las reas de vegas, tolar ypajonal, los pastores de Talabre tienen estancias oviviendas transitorias. El perodo de pasteo delganado camlido, en ellas, es variable y puedecubrir un lapso de dos a tres meses, en compaa

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    del pastor; luego, los animales se dejan solos en ellugar, por un perodo tambin variable. Loscaprinos son conducidos a lugares ms bajos yplanos de oasis, con algarrobos y chaares, comoTambillo y Soncor, donde tambin los talabreostienen sus estancias.

    Dentro de la percepcin del paisaje de lostalabreos juegan un rol fundamental algunos ce-rros: Tata Liri (Zapaleri), Mama Quimanchu(Quimal),Tata Likanku (Licancabur),TataPilancho (Pular) y, particularmente, aquellos quedan agua como el Itucuna (Ecar) y Tucusi (Ojosde Ecar) (Crdenas, 1999). El concepto de Maiko,como deidad tutelar proveedora de agua, de forra-je y protector del ganado, si bien genrico y equi-valente al concepto Mallku, parece reservado par-ticularmente para mencionar al Volcn Lascar. Paraofrendar (pagar) a este mallku, los talabreosrealizan una ceremonia en su cumbre. Como entoda el rea andina, existe el culto a laPachamama y a los antepasados (abuelos). Enlas cercanas de Talabre hay numerosos panelescon arte rupestre de data prehispnica, en los quedestacan motivos antropo-, zoo- y fitomorfos, en-tre otros, figuras de camlidos, cactus y flores(Morales, 1997). La misma localizacin deTalabre, aledaa a quebradas y pasos cordilleranosque se entrecruzan, para alcanzar Laguna Leja,el sector de Patos, Ecar y el Salar, le otorga espe-cial significacin a la percepcin de los espaciostalabreos. Para ellos, estos lugares forman uncordn de gentiles y abuelos, por cuanto cada lu-gar conserva la huella de los antiguos (antepasa-dos prehispnicos), ya sea grabada en las piedrascomo arte rupestre, en pequeas construcciones,o en los mismos espritus de los antiguos que sue-len habitar en Patos y Saltar (Valenzuela et al.,1998).

    Por otro lado, el espacio local se integra a unapercepcin de los espacios regionales ymacrorregionales. La mayora de los pobladoresdel Salar de Atacama conoce, en el lado bolivianoy argentino, los senderos para llegar a las comu-nidades de Lipez o la puna argentina. Muchos deellos estn igualmente en condiciones de recono-cer el sistema de cerros y lugares sagrados exis-tentes en esos lugares, requisito indispensable paratransitar por los caminos y manejar las aguadas ynichos que pudieran ser importantes productiva-

    mente. Estos espacios son esencialmentediscontinuos, hecho que plantea el problema delos lmites. No nos referimos a las fronteras entrelos Estados - Repblicas de la regin ni a los lmi-tes poltico-administrativos nacionales, todosartificialmente impuestos, sino al manejo que ha-cen las propias comunidades indgenas para defi-nir quienes pueden tener acceso a determinadoespacio productivo (Castro & Martnez, 1996).Este tema, que tiene directa incidencia en el ma-nejo econmico de las distintas unidades doms-ticas, ha sido objeto de escasa atencin por partede los estudiosos en nuestra regin y loretomaremos en la discusin.

    5. Utilizacin de la flora

    La flora de cada uno de los pisos ecolgicos, comoasimismo la flora azonal de las vegas, quebradas,salares y las malezas de las chacras de la reginson utilizadas, por las comunidades indgenas, parausos que comprenden desde los econmicos (agri-cultura, pastoreo, etc.), alimenticios (recoleccin)y tecnolgicos (construccin, textilera, mueble-ra, artesana, etc.), incluyendo los medicinales yrituales (sacrificios, infusiones, vahos, quemas ri-tuales, etc.) y otros de eficacia simblica. Tras estautilizacin opera un elaborado sistema de clasifi-caciones propias del pensamiento indgena, queordena y categoriza las distintas especies y sus sig-nificados.

    Los resultados de nuestro estudio muestran que,de las 173 especies de plantas consultadas en tor-no al Salar de Atacama, 165 especies tenan uno oms usos (95%). Solamente para ocho especiesno se reconoci uso. En la Fig. 6 se muestra ladistribucin de los distintos tipos de usos de lasplantas, sobre una base de los 328 usos registra-dos. En la misma se observan los 10 clases de usosprincipales registrados, en importancia decrecien-te: Forrajero, 35%; Medicinal, 24%; Alimenticio,9%; Combustible y Lea, 6%; Construccin yArtesanas, 6%; Adorno, 5%; Tintreo, 4%; Per-judicial, 3%; Ritual, 2% y otros usos variados, 6%.Indudablemente, el recurso vegetal en el rea deAtacama es predominantemente de uso forrajeroy medicinal. Resulta interesante destacar el por-centaje relativamente alto de especies comestiblesy tintreas, en relacin a otras regiones andinas.El resto de los usos se distribuye ms o menos

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    equilibradamente, no sobrepasando ninguno deellos el 6% del total de usos registrados.

    Generalmente, las especies tienen uno, dos o tresusos, aunque, en casos excepcionales, se hace unautilizacin mltiple de la especie. Este es el casode la chillka, que tiene siete usos, el algarrobo,que tiene seis usos, y el pingopingo, cachiyuyo,tara, chaar, leja y cortadera, con cinco usoscada una (ver Anexo 1). Nueve especies fueroncalificadas de perjudiciales, especialmente para elganado y la agricultura, a pesar de que ellas eranvaloradas en otros aspectos, tales como el orna-mental o medicinal.

    En la Figura 7 se muestra la distribucin de losusos de la flora de los distintos pisos de vegeta-cin, en el gradiente estudiado. De la compara-cin de estas distribuciones, se destacan algunastendencias. As, por ejemplo, el Piso Altoandinoes predominantemente forrajero. De los 63 usosregistrados para la flora de este piso, el 52% co-rresponde a plantas que alimentan a los animalesdomsticos y/o silvestres. En este Piso es tambinimportante el uso como lea de los arbustos, es-pecialmente de las races y troncos de los arbus-tos achaparrados y cojines leosos (16%). LosPisos Puneo, o de Tolar, y Prepuneo, o de ma-

    torral semidesrtico (Fig. 7), exhiben una distri-bucin ms equilibrada de los distintos tipos deusos de la flora, en comparacin con el Altoandino.En ambos pisos predominan los tipos de usosforrajero (Puneo, 31%; Prepuneo 44%) y me-dicinal (Puneo, 25%; Prepuneo 13%). Tambin,en ambos pisos las especies de plantas tintreasson ms abundantes que en el resto de la vegeta-cin del rea y, en un mbito regional amplio, ex-traordinariamente representado (Puneo, 7%;Prepuneo, 13%). En particular, se destacan losarbustos del tolar como la principal fuente de com-bustible y lea de la zona de estudio (Puneo 13%).Por otro lado, en el Piso semidesrtico se desta-ca la ms alta proporcin de plantas alimenticiasde la zona de estudio (Prepuneo, 14%). La flo-ra azonal de las Quebradas, riberas de ros, salaresy chacras muestran (Fig. 7), igual que los dospisos anteriores, un franco predominio de las es-pecies forrajeras (36%) y medicinales (26%).Tambin son relativamente importantes variosotros tipos de usos tales como comestibles (10%),adorno (9%), construccin y artesanas (7%) yusos varios (7%). Se desprende del anlisis pre-cedente que esta flora es la que tiene la utiliza-cin ms diversificada, hecho que se correspon-de con la heterogeneidad vegetacional que la ca-racteriza.

    Figura 6: Distribucin de los distintos tipos de usos de las plantas (N=328) del Salar de Atacama,Regin de Antofagasta, Chile.

    Forrajero35%

    Medicinal24%

    Alimenticio9%

    Combustible6%

    Construccin y Artesana6%

    Adorno5%

    Tintreo4%

    Perjudicial3%

    Ritual2%

    Otros usos6%

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    Discusin

    Definir lo andino y sus posibles lmites, tantoculturales como espaciales, es una de las tareaspendientes en el inventario de temas planteadosa los estudiosos de los Andes. Ms que definir,es necesario conceptualizar, y ser capaces de en-tender la multiplicidad de manifestaciones di-ferentes que, a despecho de las disyunciones,seguimos reconociendo como andinas. Los es-tudios de la ltima dcada sobre lo aymara y suespecificidad, desarrollados sobre todo en Bo-livia y en el rea de Quito (Saignes, 1985; Alb& Mamani, 1980; Bouysse-Cassagne, 1987,entre otros), han permitido ver con una nuevamirada ese manto de aparente homogeneidadque era tan frecuente encontrar en el conceptode lo andino en los trabajos de la dcada pasa-da. Esa supuesta continuidad de la tradicinandina se extendera desde el nudo de Pasto, por

    el norte, hasta una frontera sur algo imprecisa,pero que muchos situaban entre el NoroesteArgentino y la regin de Copiap, en Chile (Cas-tro & Martnez, 1996).

    En los Andes del Norte Grande de Chile, a pesarde las improntas de variados procesos sociales yeconmicos, de diferentes presencias republica-nas y de la presencia de distorsionadores enclaveseconmicos, es posible vislumbrar elementos pro-pios de dos tradiciones culturales distintas. Enefecto, entre los rasgos culturales que caracteri-zan a las comunidades andinas de esta regin, seencuentran elementos de una tradicin que se hadenominado Tradicin Altiplnica, integrando lascomunidades genricamente agrupadas bajo elconcepto de aymara, con elementos de influen-cia quechua parlantes y de otros grupos que pue-blan el Altiplano, sobre cuya etnicidad no nos atre-vemos a pronunciarnos. Por otra parte, estn pre-

    Figura 7: Distribucin de los usos de la flora de los distintos pisos de vegetacin en el gradienteestudiado.

    Piso Altoandino

    Forrajes52%

    Lea16%

    Otros32%

    Piso Puneo

    Forrajes31%

    Medicinas25%

    Lea13%

    Tinturas7%

    Otros24%

    Piso Prepuneo

    Forrajes44%

    Medicinal13%

    Alimentos14%

    Tinturas7%

    Otros22%

    Flora Azonal

    Forrajes36%

    Medicinas26%

    Alimentos10%

    Adorno9%

    Construccin7%

    Otros12%

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    sentes elementos de otra tradicin que, sobre labase de evidencias arqueolgicas, Castro, Aldunatey Berenguer (1984) llamaron Tradicin del De-sierto. Recientemente, esta segunda tradicin cul-tural ha sido redenominada, sobre la base de evi-dencias etnogrficas, Tradicin de tierras ridas(Castro & Martnez, 1996), involucrando tanto losespacios de la franja desrtica del Salar de Ataca-ma y Cuenca del ro Loa, como tambin aquellosde la Puna Salada desde el gran Salar de Uyuni haciael sur, en un espacio que involucra varios territo-rios tnicos: lpez, atacamas, la puna de Jujuy e,incluso, el borde de la regin de Tarapac. Concor-dando con los conceptos de estos ltimos autores,nos parece adecuado escoger en este trabajo unnombre que consideramos ms preciso, Tradicindel Desierto y Puna oriental aledaa.

    Las particularidades de la tradicin cultural delDesierto y Puna oriental fueron advertidas prime-ramente por los arquelogos (Nez y Grosjean,1994; Nez & Dillehay, 1978; Castro, Aldunate& Berenguer, 1984; Martnez, 1990). De acuerdoa Nez y Grosjean (1994), las primeras ocupa-ciones humanas, en el rea de Atacama, fueroncazadores trashumantes que vincularon los diver-sos paleorrecursos de la Alta Puna (camlidos, avesy roedores) con los del pie de monte y quebradas,los cuales, adems, contaban con recursos ms es-tables de agua y vegetacin correspondientes alHoloceno temprano (arcaico temprano). Posterior-mente, durante el arcaico medio (8.500-5.000 A.P.),un lapso bautizado como silencio arqueolgico,ha sido registrado para Atacama, al sur de los 23S,donde slo permanecieron asentamientos en encla-ves con recursos ms estables asociados a arroyosy vertientes, bajo los 4.000 m.snm., probablementebajo condiciones climticas desfavorables y dismi-nucin significativa de los recursos naturales. Estaetapa coincide con el comienzo de la domestica-cin de camlidos y la agricultura, innovaciones quepermitieron lograr una mayor autonoma en rela-cin con los recursos de la caza y la recoleccin.Estas prcticas, unidas al desarrollo de tcnicas deconservacin y almacenamiento de alimentos, per-mitieron, ms tarde, el surgimiento de sociedadescomplejas agroceramistas, adecuadas a las condi-ciones ridas de la Puna de Atacama.

    Dentro de la Tradicin del Desierto y Puna orien-tal, recientemente se viene cuestionando la uni-

    dad cultural de la categora atacameo, conceptoque cubre con un manto de homogeneidad a losindgenas de Atacama La Alta y La Baja, a partirdel siglo XVI, desde que los papeles colonialesidentificaron, bajo ese nombre, a toda la pobla-cin que habitaba el territorio delimitado por laadministracin espaola como Atacama. La dis-cusin se ha centrado en la existencia de diferen-cias, que podran ser sustanciales, entre las pobla-ciones prehispnicas que ocuparon la cuenca delro Loa y aquellas asentadas en la hoya del Salarde Atacama; aunque algunos trabajos postulan laexistencia de un grupo tnico prehispnico delSalar de Atacama, que podra recibir el nombrede atacameo, faltan estudios que permitan apor-tar datos suficientes para precisar y definir las ca-ractersticas de esta etnia. Por otro lado, ya desdelas postrimeras del siglo XIX se viene dando unaacelerada desaparicin de algunos rasgos y tradi-ciones culturales propios de este grupo, como lalengua (kunza), lo que denotara un fuerte proce-so de hispanizacin, pese a lo cual estos gruposhan conservado una parte importante de su cultu-ra tradicional.

    De acuerdo a los resultados de este estudioetnobotnico, reconoceremos, como perspectivageneral, un cierto grado de diferenciacin y posi-ble pluralidad cultural en la regin de la Tradi-cin del Desierto y Puna oriental aledaa, comolo han sostenido varios autores (Grebe & Hidal-go, 1988; Martnez, 1990 a,b; Castro & Martnez,1996). Esta apreciacin se basa en la existenciade una serie de singularidades que caracterizaranel conocimiento de la flora, por parte de las co-munidades actuales que integran el sector sur dela tradicin del desierto, especficamente de lascomunidades que habitan en torno al Salar de Ata-cama. Estos rasgos caractersticos se discuten bre-vemente a continuacin, como asimismo sus rela-ciones con el sector norte, especficamente el readel Loa Superior estudiada etnobotnicamente porvarios autores (Aldunate et al. 1981; Villagrn &Castro 1999; Romo, 1998; Villagrn, Castro &Snchez, 1999, este volumen).

    Uno de los resultados ms interesantes de este tra-bajo es la constatacin de una nomenclatura bo-tnica distintiva en el rea de estudio. Como seha mostrado, una interesante proporcin de losnombres indgenas, registrados en este estudio, son

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    usados exclusivamente en las comunidades entorno al Salar de Atacama y provienen de un idio-ma desaparecido, el kunza (8%).2 La persistenciaaislada de estos nombres de plantas, remanentelingstico de la cultura atacamea, el grupo t-nico prehispnico que pobl el Salar de Atacama,confiere distintividad a la nomenclatura botnicadel sector sur de la Tradicin del Desierto y PunaAledaa. Este rasgo tambin se expresa muymarcadamente en la toponimia de la regin. Deacuerdo a Munizaga y Gunckel (1958), existenfitotopnimos tales como un grupo de quebradassituadas al SW de Socaire, Sirntur, nombrevernacular kunza de la planta Pennisetum chilense(llamada tambin esporal, espural, espuro osimbol). Otros fitotopnimos seran: quebrada deKipsuna, de acuerdo al nombre de una planta lla-mada kpsur, no determinada botnicamente, yquebrada Chejcheraja, de acuerdo al nombre deHaplopappus rigidus, la chajchajara ochejchara. Tienen tambin nombre kunza algu-nas de las comunidades estudiadas, como Socai-re, Camar, Puritama.

    De la comparacin de la nomenclatura botnica,obtenida en las comunidades del Salar de Ataca-ma con otras comunidades de los Andes de Anto-fagasta, se desprenden relaciones etnobotnicasdbiles con el Loa Superior, en lo referente algrupo de nombres de origen kunza. Por ejemplo,entre los 98 nombres vernaculares de plantas com-partidos entre Caspana (Villagrn, Castro &Snchez, 1999) y los poblados de Atacama, lamayor proporcin corresponde a nombres espa-oles, o mezclas de espaol e indgena (63%),nombres quichua/aymara (26%) y otros. Solamen-te tres nombres son kunza, silao, konte okontikonto, chukula. Dos nombres son comunesa los idiomas quechua, aymara y kunza y tienenuna amplia difusin en los Andes del norte deChile, lako, kopa o kopakopa. Otros dos nom-bres pueden ser quechua o kunza, kore o kori ytikara. Estos pocos nombres kunza compartidosentre las dos regiones, tienen un amplio uso en lacuenca del Ro Loa (Aldunate et al. 1981; Villagrn

    & Castro 1999), con excepcin de dos que sola-mente se han registrado en la localidad de Caspana,el kore o kori (Acantholippia deserticola), unaespecie muy abundante en el piso prepuneo ydesrtico del norte de Chile y conocida en unaextensa rea geogrfica como rikarika, y el konteo kontikonto (Lupinus oreophilus), conocidacomo flores del campo en Toconce, y garbanzoo qela, en otras regiones altiplnicas. El uso ex-clusivo en Caspana de estos nombres kunza, am-pliamente difundidos en el Salar de Atacama,apuntara a relaciones ms estrechas entre estasdos regiones.

    Frente a la pregunta dnde se sita la transicinentre las comunidades del Salar de Atacama y lasdel Loa Superior?, resulta sugerente destacar quetanto los habitantes de la cuenca del Loa como losdel extremo sur del Salar de Atacama visualizan aToconao como un punto de articulacin, ms alldel cual ambos sectores ven disminuir sus vncu-los y relaciones. Lo interesante es que, precisa-mente, al sur de Toconao es donde se adviertencon mayor fuerza los elementos de la Tradicindel Desierto y Puna oriental aledaa, conjuntamen-te con un aumento de los vnculos hacia la punade Jujuy y hacia lo que hoy es el Noroeste argen-tino. De modo concordante, nuestros resultadosetnobotnicos han permitido registrar diferencia-cin local de nombres dentro del rea del Salarde Atacama. La regin ms tradicional, que man-tiene hasta la actualidad algunos nombres antiguosy exclusivos, corresponde al territorio situado enel borde sur del Salar de Atacama, especficamenteel enclave Camar-Socaire-Peine, donde se conser-van nombres tales como chajchara o chajchajra,kori o kore, kulchao o kulchau, atalte. Nom-bres exclusivos de la localidad de Peine sontolontoln, kaudal, lokoche. De Socaire, ojmanu osman. Un caso singular es el de Ro Grande,en la cuenca del ro Vilama, al norte de San Pedrode Atacama. Un sector de Ro Grande, llamadoquebrada abajo, se identifica con San Pedro deAtacama, mientras que los habitantes de Pealiriy San Juan, igualmente constitutivos de Ro Gran-de, se identifican con Caspana. Se genera as unacuriosa situacin de bisagra o punto deintermediacin entre el poblamiento de la cuencadel Salar de Atacama con la del ro Loa (Castro &Martnez, 1996). Los autores del presente trabajoestn estudiando actualmente la etnobotnica de

    2 En el Anexo 3 se listan los 35 nombres vernacularesregistrados que corresponden, probablemente, al idio-ma kunza y los 17 que corresponden tanto al kunza,como al aymara y al quechua.

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    la regin de Ro Grande y pueden informar quelas relaciones etnobotnicas entre este sector y lascomunidades atacameas son bastante apreciables,a pesar que tambin evidencian influencia de lanomenclatura usada en el Loa Superior.

    Otra de las caractersticas de las comunidades,dentro de la regin de la Tradicin del Desierto,es su diversidad cultural, resultado de la presen-cia estable de grupos inicialmente externos a lazona, desde, al menos, los perodos Prehispnicotardo y Colonial. Ms que en las regiones andinasaltiplnicas de Chile, de la primera Regin (Cas-tro et al., 1982; Villagrn et al., 1999), la nomen-clatura botnica de la Regin de Antofagasta ex-presa la presencia de diversas influencias cultura-les (Aldunate et al., 1981; Villagrn, Castro &Snchez, 1999). Este rasgo se expresa en un nota-ble multilingismo en el espectro de nombres deplantas, destacando los nombres provenientes delkunza, aymara, quechua, mapuche y, principal-mente, del espaol. Si consideramos solamente losnombres indgenas de plantas, lo distintivo de laregin del Salar de Atacama es, como ya se dijo,el predominio del componente kunza, en compa-racin con los componentes quechua y aymara quepredominan en el Loa Superior. Por otra parte, elelevado nmero de vernculos registrados (416)en la regin del Salar de Atacama, debido a la exis-tencia de nombres mltiples para una misma es-pecie, generalmente en lenguas diferentes, reflejatambin la mltiple influencia cultural en el rea.El mejor ejemplo es Krameria lappacea, una im-portante planta tintrea de Atacama, con 13 nom-bres vernaculares registrados, entre los que desta-can tikara o tkara (kunza o quechua),chakachaka y chipichapi (aymara), monte ne-gro, palo colorado, pegapega, t colorado y ca-dillo (espaoles), tikara hembra y tikara negra(kunza/quechua y espaol).

    Por otro lado, desde el perodo colonial, habraocurrido un fuerte y prolongado proceso dehispanizacin en toda la regin. Muchas de lascomunidades de la Regin de Antofagasta chile-na tienen una existencia que, documentalmente,puede fijarse desde el siglo XVII y, probablemen-te, con anterioridad. Es as como, en la segundamitad del siglo XVII, la administracin eclesis-tica colonial propugna y logra un aumento signi-ficativo del clero secular en el virreinato del Per,

    del cual esta rea formaba parte. Vitaliza la pre-sencia de santos en los lugares de culto y desarro-lla una activa participacin en las fiestas patrona-les. Adems, dentro de su actividadevangelizadora, toma a su cargo la educacin, lasalud de la poblacin y los registros de nacimien-tos, matrimonios y defunciones; a esta poltica sesuma el apoyo de administradores laicos (Castro,1997). La fuerte influencia espaola en el readel Salar de Atacama se expresa en varios rasgosque se desprenden de nuestro estudio etnobotnico.En primer lugar, destaca la elevada proporcin denombres en este idioma (53%) o de nombres mix-tos espaol-indgena (12%). Este mismo rasgo seaprecia tambin en las comunidades del sectornorte de la Tradicin del Desierto, en el Loa Su-perior, tanto en Caspana (Villagrn, Castro &Snchez, 1999), como en Toconce (Aldunate etal., 1981). La influencia hispnica tambin se re-fleja en algunos criterios de etnoclasificacin yutilizacin de la flora advena.

    En contraste con los sistemas de clasificacin pre-ferentemente morfofisionmicos, caractersticacomn de la etnoclasificacin en los Andes delnorte de Chile (ver Aldunate et al., 1981; Villagrn& Castro, 1999; Romo, 1998; Villagrn, Castro &Snchez, 1999), en las comunidades del Salar deAtacama se ha registrado multiplicidad de crite-rios en la etnoclasificacin. As, por ejemplo,adems de agrupaciones por forma de vida y mor-fologa, hay tambin reconocimiento deetnocategoras utilitarias y por referencia a plan-tas importantes, muchas veces introducidas. Es-tos dos ltimos rasgos haban sido registrados enChile solamente en la etnoclasificacin mapuche(Villagrn, 1999; Villagrn et al., 1999). Sin em-bargo, a diferencia de la cultura mapuche que ex-presa estas etnocategoras en mapudungun, en laclasificacin atacamea es frecuente la definicinde etnocategoras genricas usando como referen-tes especies importantes con nombre espaol, yasean silvestres o introducidas. Las especies subor-dinadas de una agrupacin por referencia se de-signan, generalmente, con diminutivos (en espa-ol) de los nombres de las especies importantes,como por ejemplo, el algarrobo (algarrobillo),alfa (alfilla), cardn (cardoncillo), romero(romerillo), berro (berrillo), garbanzo(garbancillo), grama (gramillo), cuerno(cuernillo), etc.

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    Adicionalmente, la influencia hispnica se mani-fiesta en muchos nombres de especies de plantasde Atacama que corresponden a prstamos de nom-bres de especies europeas distintas. Obviamente,es el parecido el que lleva a aplicar el mismo nom-bre espaol a un taxon diferente. Algunos ejem-plos son ajenko, amapola, ans, azafrn,borraja, cedrn, pimiento, etc., todos estos, nom-bres aplicados a especies diferentes de las euro-peas que llevan este nombre. En la flora de Chilehay numerosos otros ejemplos de esta caracters-tica de los espaoles, de nombrar especies desco-nocidas con el mismo nombre de otras que ellosconocan en Europa. En el caso de la flora arbrea,destacan los prstamos de nombres europeos paradesignar rboles chilenos sin ninguna relacintaxonmica, a pesar de que estos rboles ya tenansus nombres propios mapuches. Algunos ejemplosde rboles importantes de nuestros bosques,redenominados por los espaoles por su parecido alos europeos, son: canelo (foyge, Drimys winteri),ciruelillo (notru, Embothrium coccineum), avella-no (ngfn, Gevuina avellana), avellanillo (piol,Lomatia dentata), olivillo (tke, Aextoxiconpunctatum), roble (coyam, Nothofagus obliqua),espino (kaven, Acacia caven), ciprs (lawan,Pilgerodendron uviferum), laurel (triwe, Laureliasempervirens), arrayn (Qtri, Luma apiculata),por citar unos pocos (Moesbach, 1982).

    La existencia de una economa bsicamente desubsistencia, acoplada a un ecosistema que se ca-racteriza por la precariedad de sus recursosbiticos, se traduce en una utilizacin intensivade la flora, tanto silvestre como advena. Este ras-go se refleja principalmente en el elevado nmerode usos registrados (328) para la flora de Ataca-ma. Numerosas especies tienen usos mltiples, quees otra caracterstica del uso intensivo de la pau-prrima biota del desierto. Por ejemplo, rbolescomo el chaar y el algarrobo sonimportantsimos como fuente de alimentos, me-dicina, forraje, combustible, construccin,artesanas y usos rituales. De acuerdo a Munizaga& Gunckel (1958), el algarrobo viene siendo usa-do desde el pasado prehispnico, en forma de ha-rina o aloja, en toda la regin del Salar de Ataca-ma. Actualmente, la poblacin de Socaire lo im-porta por trueque de Peine, mientras que el cha-ar lo trae de Toconao. El intercambio de estosproductos, entre las poblaciones bajas y altas, es

    muy importante y, al parecer, tiene una larga data(Martnez, 1998). Munizaga & Gunckel (1958)citan repetidos hallazgos arqueolgicos de cha-ar y algarrobo, en una amplia regin geogrfi-ca del norte de Chile, y sugieren que, tal vez, mu-chos artefactos, como morteros, martillos de pie-dras, etc., estaran relacionados con el aprovecha-miento de estas plantas.

    Hasta el presente, en la regin de Atacama conti-na siendo importante la recoleccin de especiesalimenticias. En Anexo 1 se describen cerca de 30especies consumidas de distintas formas, ya seafrescas, como ensaladas, guisos o en la prepara-cin de productos como harina, licores, bebidas ot. Destacan el algarrobo, el chaar, la sicha, lapasakana, las papas bilankichu, el kachiyuyo,el lokoche, el berro, la altea, el kauchal y el nori,adems de otras plantas utilizadas como t, comocondimento y para preparar la llikta. Munizaga yGunckel (1958) citan, adems, como especies ali-menticias otros dos taxa no determinadosbotnicamente: la cebolla del campo, con bulbocomestible con gusto a damasco; y el kpsur, unaraz comestible que se obtiene de Peine3 . Llamatambin la atencin la gran cantidad de especiesrelacionadas con usos textiles (13), destacandoplantas tintreas como: kopakopa, pingopingo,tikara macho, tikara hembra, chillka, chacha,algarrobo, basal, tomatillo, y la tuna del kumecomo mordiente. Tambin se fabrican con plantassilvestres los implementos utilizados en la con-feccin de tejidos, como la caa, algarrobo, cha-ar, azafrn, carda y el cardn chico. Cabe des-tacar el uso intensivo que se hace de las especiesde malezas de las chacras y huertos, de recienteintroduccin en la zona, reafirmndose as la ne-cesidad de una mxima explotacin de todos losmedios al alcance. Malezas como las romazas,especies de llantn, el amor seco, cepacaballo,la hierba del tapn, las especies de malvas,sangrinaria, hinojo, verbena e, incluso, unaforrajera, la alfalfa, se utilizan en alto grado, tan-to en medicina como en alimentacin. El uso in-tensivo de las malezas, de reciente introduccin,refleja flexibilidad en la incorporacin de nuevosrecursos por parte de estas comunidades.

    3 Entre las races comestibles del borde del salar deAtacama, destaca Tiquilia atacamensis, el kuchal.Corresponde el kuchal al kpsur?

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    Este aprovechamiento mximo de los recursosdisponibles, en este ambiente, se mantiene hastala poca actual, destacndose el nfasis en laagricultura de oasis, especialmente en las co-munidades de Peine, Camar y Toconao. En tr-minos generales, la produccin de las diferentescomunidades del Loa Superior y Salar deAtacama se orienta, en primer lugar, hacia elautoconsumo; en segundo lugar, hacia los mer-cados locales o regionales; por ltimo, hacia eltrueque o el intercambio con gente de otras co-munidades vecinas o venidas desde Lpez, enBolivia, y la puna de Jujuy, en Argentina. Elautoconsumo se basa, esencialmente, en la pro-duccin agropecuaria y, en algunas circunstan-cias, en la recoleccin de especies vegetales o enla caza. Prcticamente, todas las comunidadesposeen alguna variedad de maz apta para su al-macenamiento. Por ejemplo, para Socaire(Munizaga y Gunckel, 1958) se han registrado17 variedades de maz, algunas con nombres po-siblemente kunzas, como aillen (rosado), pokoiy kebir; otros quichua, como pisankalla,chejjecito (chejchistu, chekkchi), aikenisto,este ltimo procedente de Aiquina y evidencian-do, as, relaciones con el Loa Superior. Adems,se han citado 13 variedades de papas para Socai-re, entre ellas la variedad pauna, vernculokunza. El intercambio, an cuando en los vol-menes involucrados es de importancia variable,tiene gran trascendencia porque posibilita el ac-ceso a recursos que, de otra manera, seran inac-cesibles. Adems, pone en juego un complejo yextenso sistema de relaciones socialesintercomunitarias e incluso intertnicas, de largatradicin en la regin. En efecto, cada caravaneroproveniente de otra regin se dirige, generalmen-te, hacia lugares en los cuales ya tiene relacionespreestablecidas con sus moradores y es con elloscon quienes realiza intercambios (Aranda, 1961-1964).

    Por qu, y a pesar de las crisis e influenciasdistorsionadoras sufridas por quinientos aos, elconocimiento de la flora y su uso intensivo sub-siste en un mundo lleno de transformaciones? Lasrespuestas a esta pregunta residen en la persisten-cia de la comunidad. La comunidad est consti-tuida, tanto por la organizacin comunal como porlas unidades familiares, asentadas en un territo-rio colectivo (sensu Plaza y Francke, 1981). Es

    la posesin de tierras cultivables, con todos lostrabajos colectivos de mantencin que ellas gene-ran, lo que posibilita la adscripci