Y CAUSAS DE LA SUBLEVACION - Universidad de...

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2L2/ ii Z) Y CAUSAS DE LA SUBLEVACION DEL 23 Y 24 DE JULIO DE l 822 EN BENIGARLO. Qw r ' valencia : IMPRENTA DE MIGUEL DOMINGO. Año 1822.

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    Y C A U S A S DE L A S U B L E V A C I O N

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    EN BENIGARLO.

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  • J T a r a manifeslar lo que me propongo en esta exposición he creído que bastarci la sucinta y exacta relación de los principales acontecimientos que lian acaecido en Benicar- ló desde que empezó íí percibirse el extravío de la opinion y abatimiento del espíritu público hasta baherse verificado la sublevación y luga de los facciosos lí la gavilla del rebelde Rambla; y me lisongeo que en honor de mi patria esta narración deinostrarcí que no todo el pueblo, como se dijo en el diario patriótico de Valencia del 5o de julio , se ha vuelto faccioso , sino que los desórdenes v atentados que en esta villa se han cometido provienen del origen y causas que en este escrito indico y deben atribuirse solamente íí las personas que por esta exposición se deduciríí que ios ban promovido ó tolerado. Tampoco dudo que siendo en todos los pueblos el fomes y progresos de las facciones casi los mismos que en Beni- carló , la indicación de las causas que aqui ban ocasionado el mal . puede ser muy útil para que se cure en todas partes radicalmente. Empero protesto que mi íínimo no es el acriminar a' nad ie , y si bieu he procurado refer ir solo los hec ho s y expresiones que he visto ú o i d o , ó que se me han contado por personas de mi mayor confianza , omitiendo un sinnúmero de ocurrencias y anécdotas que no h e tenido por tan ciertas é interesantes, también lo es que las reflexiones y juicio exacto ó erroneo que formo de los sucesos y del concepto de las personas á que se refiei’en, quiero se considei'en únicamente como una ilación de ios hechos que enarro; mas ’̂ como una aserción positiva que prevenga los fallos de la autoridad á quien corresponde la averiguación y castigo de los delitos.

    A principios de mavo próximo pasado empezó á perc i birse por las expresioiies de la gente ignorante y de varios sugetos cuyo dicUímen influye sobremanera en la opinion popular que no estaban muchos en buen sentido , y que reinaba en Benicarló suma indiferencia hacia nuestras sabias instituciones. Procurando averiguar la causa de tan sensible extravío deduci por las conversaciones que tuve con diferentes personas á quienes puse sagazmente en el caso de manifestarme sin rebozo su modo de pensar, pro

  • venia (i) de la ignorancia, de las perversas insinuaciones de algunos fauííticos y egoístas y de la indolencia (]ue se suponia en la autoridad. Tuve al mismo t iempo la satisfacción de ol)servar t|ue el entusiasmo y valor de la milicia voluntaria y de caballería no habian decaído en nada, y que la decisión de alguiios patriotas era la misma que siempre habian manifestado.

    E l i esta época apareció en los confines de la provincia de Tarragona el faccioso Rambla, y banderizando algunos rebeldes en Ulldecona y otros pueblos formó una gavilla con la que se situó ya en la Cenia, ya en Roseü. Este desagradable acontecimiento debía haber alarmado muchísi-- mo al alcaide don Agust ín Martorell y al ayuntamiento constiKicional de esta villa , y decidúloles ti tomar medidas enérgicas y muy prontas para mantener á todo trance el orden público y evitar la evasión de algún mal intencionado ó seducido. Sí se hubiera velado cuidadosamente sobre la conducta y proyectos de los sospechosos(2), si se hubieran prohibido desde luego las reuniones tabernarias , si se hubiera mandado por J>ando que ninguno anduviese sin luz desde las diez en adelante , y d ninguna hora de la noche mas de tres personas juntas, sí para hacer observar estas precisas regulares disposiciones se hubiera rondado de noche por el pueblo con el celo y v i gilancia que exigían las circunstancias; ¿ cómo hubiera podido verificarse con el descaro que se egecutó á la señal de dos tiros la noche del 26 de mayo la evasión de varios vecinos de Benicarló , que capitaneados por el capuchino F r . Francisco Marza', presbítero , y Ramón Ti l ler , se marcharon a' reforzar al rebelde Rambla , sin que en su reunión ni en su marcha fueran incomodados ni perseguidos? Realizóse la evasión, segnn dijeron, con tanta tranquilidad y confianza que los prófugos se detuvieron largo rato en €l barranco de Ag u a Oliva a media legua de Bsnicarló, en la carretera íí Vinaroz ; alii les arengó el fraile , conferenciaron entre sí , y hubo quien en aquel punto se retrajo y se volvió lí su casa. Ignoro si el dia siguiente se tomó declaración al retraído ; pero dudo que se enviara lista no-

    ( j ) D ^ i a n u n o s q u e l a r e l i g i ó n p e l i g r a b a , y o t r o s q u e n o l l o v í a p ^ q u e D io s e s t a b a i r n i a d o c o n t r a n u e s t r a s n u e v a s i n s t i t u c i o n e s . ¿ Q u i e n i m b u í a a l p u e b l o s e n c i l l o é i n c a u t o e s ta s i d e a s ? j Q u i é n s e c o n s t i t u í a i n t e r p r e t e d e l o s d e s ig n io s d e l A l t í s i m o ?

    ^ 3 ) 1,1 f l c a l d e p r i m e r o c o n s t i t u c i o n a l d o n A g u > t in M a r t o r e l l p o d í a c o n o c e r lo s p e r f e c t a m e n t e , p u e s n o l e f a l t a h a s i d o a d e m a s e s c r i b a n o d e l j u z g a d o m u c h í s i m o s a f l o s / V h a ' g o b e r n a - do . l a \ i l l a v a n a s \ e c e s . ® « c m «

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    mínal de los prófugos y el aviso circunslancíacto de este acontecimiento con la urgencia que debía participarse al señor gefe político superior de la provincia , y puedo asegurar que en las noches siguientes noté el mismo descuido que en las anteriores , y que no se adoptaron las indicadas medidas. También me causó bastante sentimiento que aquellos dias de pascua de Pentecostes no .se predi cara contra esta pública rebeldía , afeando tan horroroso crimen , explicando algunos artículos d é l a Constitución y rectificando la opinion extraviada.

    Este proceder de la autoridad y la indiferencia de mii- clias personas de sumo influjo en la opinion popular h i cieron creer indispensable á varios patriotas el excitar el celo del alcalde Martoroll í tomar disposiciones prontas y fuertes , tanto para evitar el progreso de la evasión como para poner la villa cí cubierto de cualquier insulto de los facciosos: me consta que don Mariano Miguel y Polo, ca- pitan de ingenieros, se avisto al efecto la tarde del 28 con e lseñor a lcalde,y despues de o írecérsele para lo que le considerase útil al 'bien publico y defensa del pueblo , le l u - ro algunas reflexiones sobre el estado del espíritu públ ico , y le estimuló á no omitir ninguna de las medulas y precauciones que imperiosamente requirian las críticas circunstancias; Sin duda el resultado de esta conferencia fue publicarse al anochecer un bando en que se previno lí lodos los vecinos estuviesen dispuestos íí la deíensa de la villa en el caso de intentar los facciosos sorprendernos , y el haberse convocado al señor cura párroco, al padre guardian , á los comandantes de las milicias y lí otros ciudadanos para que en unión con el ayuntamiento constitucional deliberaran sobre lo que este les propusiera. Mientras iban reuniéndose los citados sugetos , llegóse á casa del alcalde don Agustin Martorel l , don Mariano Miguel , a quien dijo ante todo Martorell haber recibi do'^dns oficios del faccioso JR.ami)la y del íraile Marzrf, en los cuales se le pedian un gran número de raciones de toda especie , y una contribución pecuniaria, amenazando de muerte al alcalde si no se las remitían. L levóle luego don Agust in Martorell á su despacho para hacer le ver los enunciados oficios, y saber su dictiímen acerca de la contestación que 11 el los daba. Dí jole M iguel que los oficios eran una f a n f a r r o n a d a indiscreta, y que algún dia verían un documento justificativo que acriminarla a los que en ellos se firmaban como gefes de la facción, que la contestación le parecía muy constitucional y valiente j pero juagaba que no conyenia ni era

  • . .decoroso à úna autorìilad constitucional el responder à semejantes escritos, antes bien seria mas imponente à los facciosos el detener à ios conductores de los pl iegos, pues nadie les precisaba à obedecer à unos rebeldes , y puede muy bien que tales l iombres hubieran sido enviados con pretexto de los oficios para instruir à los facciosos del espíritu público, de ias disposiciones que se acordaran aquella noche para la defensa de la villa, y. de cuanto pudiera convenirles acerca de sus familias y de sus cómplices. Don Patric io Donney que con don Anselmo Segarra se hallaban en el indicado despacÍio, protestó sin esperar la resolución del señor alcalde contra la indicación de detener à los conductores de los oficios, diciendo que la medida propuesta era muy imprudente y arriesgada ; puesto que podia l legar dia en que los paisanos de Benicarló sufrieran igual suerte. Don Mariano Miguel y don Joaquín su hermano, que l legó durante la lectura de la contestación no pudieron contener su fuego patriótico, y ridiculizaron en seguida à Donney su ititundado miedo, le reprendieron su tlescon- íianza. le dijeron que eran sospechosas las consideraciones con los facciosos, y últimamente que el egoismo y conducta ambigua serian la perdición del pueblo y ocasionarían males incalculables. E l alcalde ofreció no enviar la contestación , pero los conductores de los p l ie gos quedaron en libertad.

    Reuniéronse ios convocados en la sala capitular, y empezóse la sesión por la lectura de los mencionados olicios ; y exponiendo el alcalde don Agustin Martorel l à ios concurrentes el fin de aquella reunión, dijo ser para tratar en unión con el aynjitamiento constitucional lo conveniente no solo à la defensa clel pueblo, sino también para rectificar el espíritu público, contener el progreso de la evasión, y conseguir si era posible el arrepentimiento de los prófugos. Viendo que ninguno tomaba la palabra ni proponía cosa alguna relativa los indicados objetos, pidii) el señor alcalde à don Mariano Miguel expusiera francamente sus ideas, proponiendo lo que le pareciera conducente al intento. Entonces peroró Miguel enérgicamente demostrando el origen y causas de los males que experimentamos, e' indicando los remedios oportunos. Primeramente hizo ver que puesto que la ignorancia y exti'avío de la gente sencilla bien intencionada, eran una de las causas de los desórdenes que se notaban, consideraba indispensable que sin pérdida de tiempo se esmeraran todos los eciesiiísticos eu

  • rectificar el espíritu piibllco, predicando sin cesar con- ti-a el infame delito de la rebelión, pintando al incauto j>nel)lo los horrores de la guerra civil que nos amenazaba, si todos unidos estreclxamcnte à la Constituci»ti que proclama por única verdadera y nacional la religión católica, apostólica, romana, y obedeciendo las órdenes del gobierno no procuramos disuadir ù los ilusos, delatar ante la ley à quien quisiera iiollarla, y defendernos valerosamente contra esos malvados rebeldes que con el t ítulo de defensores de la religión que tan descarada é ignominiosamente insultan, van à sumirnos en un abismo de desgracias y desdichas. Recomendó a los individuos del ayuntamiento y demás ciudadanos inspirasen en sus conversaciones paiticulares los mismos sentimientos à sus amigos y deudos, suplicándoles encarecidamente en nombre de la patria estuviesen Jñen unidos, y opusieran un dique insupei'able al torrente de males que nos amenazaban. P ro bó además ser absolutamente preci so prohibir las reuniones en las tabernas, mandar que ninguno anduviese por el pueblo sin luz desde las diez de la noche en adelante ni mas de tres personas juntas à ninguna hora, vigilar sobre los sugetos sospechosos, sofocar en su origen con un pronto y eficaz escarmiento el mas mínimo germen de seducción o sublevación , qne convenia alentar con el aprecio y agradecimiento à las lieneméi'itas milicias, voluntaria y de caballería, y precisar à los capitanes de la legal don V i cente Stontía, don Anselmo Segarra y don Ramón W l i i - te i\ que instruyesen del mejor modo posible sus com- paiiías, reuniendo precisamente los dias de fiesta a todos los milicianos aun cuando no fuera mas que para arengarles en favor de nuestras sabias instituciones, y estimularles ù su defensa, y la de la villa en caso de invasión. Ultimamente minilestó liasta qué punto era despreciable la gavilla del seüicioso Rambla y su segundo comandante Marzá, y propuso los medios que cie ía mas seguros y menos incómodos para la defensa de la villa V conservación del órdcn, tuvo la satisfacción de que todas las indicadas medidas merecieran la unánime aprobación de la junta, y el alcalde constitucional don A g u s tín Martorell, el cura párroco don José Ortoneda y el P . Guardian Fi'. Bautista L luc prometieron púl>licamen- te egecutar cada uno por su parte cuanto se habia propuesto.

    A l dia siguiente llegó à esta villa el escuadrón de coraceros con dos compañías del regimiento iiiíantería

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  • de Mrftaga. La venido í e esta tropa fue anunciada con sumo regoc i jo , las milicias voluntaría y tle caballería sal ieron ii media legua dcl pueblo a recibirla y se unieron

    sus filas, fue obsequiada con vino j aguardiente al entrar en la villa, y con el mas vivo entusiasmo fue acompañada de la música y muellísima gente á la plaza de Ja Constitución donde se victoreó á esta, al rey constitucional, al congreso nacional, á la nación, i Riego, a la milicia y á la villa de Benicarló. Cantáronse delante de la la'pida himnos patrióticos y una nueva canción contra la rebeldía de Rambla y sus secuaces. V i tan reanimado el espíritu público, tan entusiasmados á unos, y tan abatidos a otros, que ii mi corto entender, si la autoridad (i) y los prelados hubieran practicado desde aquel dia lo que ofrecieron en la junta, Benicarló l iubieia sido modelo del constitucionalismo, y la villa de mas decisión y tranquilidad de toda la comarca.

    Miirchó la tropa al otro dia, y no se observaron en Benicarló las providencias propuestas y prometidas. E l juez de primera instancia del partido ci rculó la órden que j-ec( mondaba á los prelados la predicación de la Constitución, y la lectura de las leyes de 17 de Abr i l de 1821, sancionadas en 25 y 26 del mismo, y de la órden de 12 de Mayo del mismo año.

    Dióse cumplimiento á esta orden en la parroquia y en el convento el próximo dia festivo ; pero ni antes rii despues se predicó ni se hizo acto alguno públ ico religioso, relativo £i los objetos que convenia i lustrar al pueblo. A l contrario en nueve ó diez sermones que se predicaron aquellos dias en la parroquia y convento nada se insinuó que ni remotamente aludiera u expl icar la Constitución, a reprobar el execrable crimen de re beldía, y a persuadir al pueblo la sumisión y confianza en las autoridades constituidas. Este si lencio estudiado de los predicadores, produjo á mi entender (2) mas efec-

    ( 1) S a l i e n d o e l a l c n l r l e d o n A g u s t í n M a r t o r e l l á e s p e r a r l a t r o p a e n c o m p a ñ í a d e d o n A m b r o s i o S a n z y d o n R a m ó n Z a r a g o z a , e n c o n t r ó á d o n M a r i a n o M ig u e l y l e d i j o : „ c u á n t o h e c e l e b r a d o l o q u e -vd. p r o p u s o a n * c h e ! o f r e z c o le á v d . d e n u e v o q u e l o d o se c u m p l i r á p u n t u a l m e n t e ; ” y e s t e l e c o n t e s t ó : „ n o d e ) e v d . , s e ñ o r a l c a l d e , d e h a c e r l o a s í , y d e s d e l u e g o : e s t o es l o ú n i c o q u e d e b e s a l v a r n o s . ”

    (a ) L o s e x p r e s a d o s s e r m p n e s f u e r o n s o b r e l o s s a g r a d o s m i s t e r i o s d e l a S a n t í s im a T r i n i d a d y d e l a E u c a r i s t í a ; y c o m o e l a s a n t e r e q u e r í a a n . m a r á l o s f ie les á l a f i r m e z a e n l a fe y r e l i g i ó n , e r a i n d i s p e n s a b l e q u e l o s p r e d i c a d o r e s h u b i e r a n p r o t e s t a d o v a r i a s v e c e s , é í n c u U a d o

  • to qae si franca y declaradamente se hubiera perorado en iavor de la rebelión.

    ¡ Cucínto siento el no poder asegurar que entretanto à lo menos el alcalde y ayuntamiento constitucional ad.optaban las medidas enérgicas que se les propusieron, y que no omitían nada de cuanto pudiera conducir a la conservación del orden y tranquilidad pública! Mas como no oí publicar ningxin bando relativo a ellas , ni h e sabido que se hubiese dado ninguna disposición, ni observé diferencia ninguna, ni enmienda de los aljusos que antes notaba, debo interir que el alcalde Míirtorell nada egecutó de lo que ofreció practicar, y ya desde eiitonces este descuido y abandono me hicieron recelar su connivencia.

    Anuncióse la tarde del q de Junio la derrota y dls- persif-n de la gaviliu dcl faccioso Rambla, y el alcalde constitucional mandó en seguida publicarla por bando, manifestó suma alegría, creyendo quizá con esto ha- foer h ec h o bastante.

    Consecuencia de esta dispersion fue el infestarse la huerta y término de Renicarló de los dispersos de la misma villa, que según se decía, unos pernoctaban (i) en sus mismas casas y otros en las dec amp o. ¿Qité diligencias practicó la autoridad para prenderlos ? ¿Qué se hizo de orden suya para perseguirlos y exterminarlos. ■Yo por mas que procuré saber qué gestiones se practicaban para la pronta captura de unos hombres que en 6u vida vaga no podían cometer mas que delitos y mil atentados, no pude tener noticia de otra que de la pesquisa domiciliaria que se egecutó una de aquellas noches sin ninguna reserva, con mucha gente y la cabar Hería, vendo sucesivamente de casa en cata de los tac- ciosos. l lab i éndo se frustrado esta operacion, como era regular al modo, tan indiscreto con que se había pracr- t icado, en vez de dar las gracias el señor alcalde Martorel l Ù las milicias, voluntaria y de caballería que le habían auxiliado con el mayor celo y satisíaccion, abo-

    a p o s i ó l i c a , r o m a n a , y q u e l a C o n s t i l u c i o n p r e v e n í a fu e s e p e r p e t u a - m e n t e l a r e l i g i ó n d e l a iN ac ion , m a s d e n i n g ú n m o d o líx t e y r e l i g i ó n q u e d e f i e n d e n R a m b l a y e l c a p u c h i n o M a r z a , M i s a s , m o . e a A n t o n V e l T r a p e n s e . ¿ S i l o s o g é rc i to s f i a n c e s . - s e l a f ío i 8 . 8 s e h u b i e r a n t i t u l a d o d e t ’. i n s o r t s ele l a f e , h u b i e s e n d e j a d o l o s p r e u i c a d p - r e s d e d c s e n e a ñ a r e l i n c a u t o p u ’.-blo í , _ ,

    ( O L a h e r m a n a d e u n f a c c io s o a l ven p o r l a m a n a n a l e s a g u j e r o s h e c h o s e n el b a l c o n d e c a s a d o n M a i i a n o M i g u r l , p r o r u m p i o c o n la m a y u r f r e s c u r a v d e s f a c h a t e z : p u e s u o d i r á n q u e e s to lo b a L e c h o m i h e r m a n o , p u e s t o , q u e h a d o r m i d o e n c a s u e» la HOLúe.

  • cTiornó públicamente a esta, dicieiido á sii comandante el apreciablc patriota Joii G.ibriel Sangüesa, que sus ha“ hladurias é indiscreciones hahian desconcertado e l plan que él había form ado para la aprensión de los dispersos. La delicatleza del comandante no pudo disimular este a^ra- \io, y al dia siguiente pasó un oficio á don Agust in Blar- torelJ, suplicándole atentamente se sirviera indicarle los motivos que habia tenido para denigrar con aquellas expresiones íi él y a Id beneme'rita milicia de su mando, asegurándole que estaban todos prontos no solo a justificar que habian obrado con mucha mas reserva y energía que la que se les habia e)icargado, sino que ninguno deseaba y estaba mas interesado que ellos en la persecución y captura de los facciosos. Desentendióse el alcalde de este oficio y no tuvo la urbanidad de contestar. F ue muy sensible a los milicianos de cal)allería esta desatención de la autoridad, y algunos de ellos la reputaron como una prueba evidente del desprecio, y aun del aborrecimiento que dias hace recelaban les tenia. No obstante, estos dignus ciudadanos no cesaror» de ofrecerse al mismo alcalde para cuanto les iuxgara útiles, y los ilias que estaban de servicio pasando pl iegos, escoltando presos ó en persecución de facciosos eran para ellos los de mayor contento y satisfacción, á pesar de que no ignoraban que estas pülílícas demostraciones de su patriotismo y denodada decisión les acarreaba el rencor de los serviles y egoístas, y el escarnio y mofa de muchos que les designaban ya por v íc timas de su venganza en los días de la sublevación.

    Acogiéronse al indulto publicado en Ulldecona, cuando la facción de Rambla se habia disipado como el h u mo, y no se tenian noticias del paradero de su gefe, ni la mas remota esperanza de que volviese á reorganizarse, los dispersos de Benicarló, que ningún caso habiaii h ec h o del concedido en esta villa dias antes, cuando el haberse separado de la gavilla hnijiera sido una señal de fiu arrepentimiento. E l alcalde pr imero constitucional don Agust in Martorell no podia ni debia ignorar que a pesar de que el indulto ponia a estos prófugos k cubierto de todo castigo y persecución ulterior, sin embargo la autoridad debia vigilar muchísimo sobre la conducta de esta gente, sobre sus expresiones y sobre sus reuniones, porque era muy temible que si llegaba a formarse de nuevo alguna otra facción se marcharían otra vez seduciendo quizá á muchos mas. Ignoro de todo punto con qué género de rigilaiicia ha observado don A g u s -

  • l in Martorell á sprnejante canalla, siendo así, segan sé me tlijo, que los ¡nduitados eran los que en tocias las reuniones tabernarias llevaban el palo de la gaita en las conversaciones subversivas; que en los corri l los de las cuatro esquinas de la calle mayor (parage el mas público de Benicarló á veinte pasos de casa el alcalde) sucedía lo mismo; que el ex.-í'accioso y actualmente faccioso Agust ín Cornelles gritó el 7 de Julio en el arrabal de ü ildecona a las seis y inedia de la tarde delante de mas de cincuenta personas al pasar el miliciano de caballería don Joaquín Miguel y Polo: fu era bigotes, y reconvenido por este, diciéndole por qué le insultaba coa aquel grito sedicioso, le contestó que tenia libertad paya gritar lo que quisiera. Dieron parte inmediatamente

  • tisfaccion üi que se liaiña condenado al ex-facc¡oso (i). Es imposible dejar de sospechar que aquei inoportuno y urgente l lamamicntó tuviera otro objeto y fin que el comprometer al miliciano ftliguel á que ó dejase de ir en aquella hora, y con eso el indultado no le diera satisfacción alguna, ó á que yendo fuera asesinado por los turbulentos de los corril los, ó cuando menos u que por el l iecho de admitir en casa del alcaide aquella satisfacción de uno de los ex-lacciosos se atrajera de nue- y o su rencor, y expusiera mas y mas su persona, casa y bienes. Hay acasos que p' irecen providencias.

    En el intermedio entre la dispersión y reacción de la gavilla del rebelde Ram])[a anduvieron vagando por los términos de Calig, Alca lá y Benicarló algunos prófugos que tuvieron la osadía de introducirse la madrugada del ocho en el centro de la villa, atacar la cárce l , intentar sacar los presos y acribil lar í\ balazos el balcón del miliciano de cabiiHería Pedro Falcó , y al marcharse uno de los de casa don Mariano Miguel , veri fi cando todo esto solos de ocho á diez facciosos, confiados en el descui

  • tlia anterior las milicias, voluntaria y ele caballería; orden de reunirse á dicha hora para marchar a apostarse en la carretera de AlcalfC con el o])jeto de proteger el trfínsito de la cliligenciá-oorreo, en \ez de ir directamente á su destino se dirigieron hácia donde se creyó que liabian fufado los facciosos. No se les halló, coiiio era natural, habiendo tenido mas de dos horas ele t iempo para alejarse, y los expresados milicianos se situaron en la venta de la Sierra’, a una legua de Benicarló en la pre- dicha carretera al intento indicado. Remitió el alcalde flíartoreJl al comandante don Bartolomé ^^hite el aviso que habia recibido del alcalde de Calig en que le participaba que los facciosos sin duela «jue habian entraelo aquella madrugada en Benicarló, habian desarmado ua coracero solo y desmontaelo, y qne se marchaban há- cia Alcalá, previniénelole Martorell hiciera en vista de aquella noticia lo que le pareciera oportuno. E l comandante y todos los milicianos se elecidieron en seguiela á ir i\ encontrar á los rebeldes; halláronlos a poco rato, los atacaron valerosamente; pero ̂ su fuga precipi tada. Y la aspereza del terreno impidieron el batirlos y alcanzarlos. Sabíase antes de llegnr al pueblo que estos íiprecial)les milicianos se habian portado valerosamente (i), y habian tenido un dia penosísimo; con todo el señor alcalde les recibió con la mayor frialdad, sin maniíes- tarles su debiela satisfacción, aprecio y reconocimiento (2). No puedo pasar tampoco en silencio otra ocurrencia que influyó muchísimo para el desaliento y escisión de la milicia voluntaria. Fueron nombraelos para la referida operación todos los milicianos vo úntanos; pero escusándose la mitad con pretextos írivo os, eleja- ron ir á los i3 solos que he dicho, quedando los otros, A lo que yo sepa, sin ningún castigo ni escarmiento. M hubieran ido todos, quizá los facciosos hubiesen s.do co-idos ; y «or lo menos se hubiera enmendado lo que se Aeri fi caba en casi todas las salidas y latigas, u saber, el hacerlas los pundonorosos y obedientes, queeUuuicse en sus casas los maulones é insubordinados.

    ( 1) S c ü u n »1 p a r t e d e l c o m a n d a n t e , l o s f ^ c i o s o s f u e r o n 18 y lo si a n o f d e i n l L t e v i a n o e r a n s i n o . 3 , d e

    r o n d e f r e n t e á l o s r e b e l d e s y o t r o s t r a t a r o n d e t i n d o U s l a r e t h a d a p o r l a e s p a ld a d e l n .o n t e .e s c a b r o s i d a d d e l t e n t n o n o i^náo h a c e r m a s q u e d e s d e e l > a l í eT\rAt# fi'í'r á Id inÍDnicriíi. . / ^(a ) ¡ Q " é t a n efic.-iz p a r a a l e n t a r , y e i i l i i s i a sm ary a l i e n t e s y b e n e m c j i t ü s c i u d a d a n o s .

  • Notando don Mariano Miguel que el señor alcalde nada le preguntaba sobre el acontecimiento de la madrugada del 8 á pesar de que en su casa ha]>ían disparado tres tiros contra un l)alcon, de manera que por tina singular dicha no mataroi. á su madre polít ica, cre- ■yó que la causa de esta emisión del alcalde, seria por inc um bi rá don Mariano el participárselo primero, para que avisada la autoridad, pudiera proceder á practicar las averiguaciones oportunas. Pasó pues u su casa el dia g, y le dió parte de lo ocurrido, añadiéndole que cuando llegara el caso de declarar él y los de su casa po- dria dar noticias intej’esantes sobre este suceso. Esta declaración ofrecida no se ha pedido aun (i) ;\ este c iudadano, y por ella hubiera podido saber don Agust ín Mai torel l , que á la una de la madrugada ya estal)an ios facciosos dentro de la villa, junto la casa de don Mariano Miguel , qtie á poco rato hablaron con el sereno, sin duda para informarse de si había ó no riesgo en p enetrar hasta la cárcel, que destacaron uno de ellos para confabularse con los campaneros, y que de los facciosos fueron conocidos por José Bonét desde su ventana uno ó dos al t iempo de marcharse.

    Vis ta la indiferencia con que el alcalde y ayuntamiento constitucional tomaron la entrada de los facciosos, y algunos otros incidentes y ocurrencias que indicaban manifiestos síntomas de rebel ión, creyeron los que la intentaban que podían empezar á formar el plan para realizarla. P o r otra parte los serviles vociferaban que en Madrid se había restablecido el despotismo, y pcr- stxadiéndose los sediciosos que si no se daban prisa a .sublevarse, no sacarían de su atentado el fruto y premio que esperaban. Un celoso patriota oyó en aquellos días que en un corril lo frente una taberna á mas de asegurarse la victoria de los guardias y el trastorno dei sistema constitucional, se añadía que el coronel don José Martin, hi jo del Barón de la casa Blanca, vecino de esta villa, y el teniente coronel don José Miguel y P«>- lo, natural de este pueblo, entrambos oficiales de guardias que estaban dando en Madrid las mayores pruebas de su lealtad, de su patriotismo y de su valor, venían con mucha gente para capitanear á todos los revoltosos de la comarca, y preguntando uno de los que escuchaban, como admirado de tan agradables nuevas al que las

    ( i ) L a a u t o r i d a d q u e p o r n o q u e r e r a v i r n a r l o s J e j a i m n i i n e s l o i u e h i o í j es c ó m p l i c e d e e l l o s , y l o s f o m e n t a c o n s u c o n m v e n c i a .

  • referia ele dónele las habla adquíríflo, Ies aseguró que en ei convento se las Iiabian cU c Ij o . E i qxie oyó esta conversación no pndo conocer de los del corri l lo sino á Miguel Marzcí, por sobrenombre Santa Cruz, que despues se puso al frente de los rebeldes la noche del a 5 , y les comandaba en los alentados que coraetieroD. Este hom bre perverso, natural de Benicarló, y vecino de San Mateo, inspiraba ias mas justas sospechas á los buenos con su innecesaria permanencia en esta villa, tanto mas cuanto se le veía continuamente frecuentar las tabernas, entrometiéndose en todas las reuniones y corril los para dar noticias alarmantes, y hablarles de las proezas de los facciosos.

    Grecia entretanto la efervescencia, y se agravaban los síntomas de la próxima sublevación. Decíase que iba á verificarse una de aquellas noches, tomando las armas de los milicianos voluntarios y demíís vecinos, los caballos y armamento de los milicianos de caballería, saqueaii- ilo sus casas, y asesinando algunos de los mas decididos constitucionales, y añadíase que querían llevarse por comandantes al teniente coronel retirado don Vicente Ten do Arista, y al teniente don Bartolomé Wl i i te , comnn- dante de la milicia voluntaria. Este rumor, sea cual lucre sxi grado de probabil idad, infundió bastantes recelos á causa de ser los indicados sugetos muy amigos de don Agustin Martorell , y el Ten de Arista no gozar ya antes de este anuncio la confianza de varios liberales (i).

    Patentes la incuria y connivencia de la autoridad, determinaron algunos milicianos voluntarios, los de ca!>a- l lería y otros ciudadanos decididas, a no transigir ja- mrfs con los inalos, el reunirse unos en casa de don Joaquín Mí"uel , otros en la de don Eduardo Macdonal y don Antonio la Muela, y otros en algunos de sus amigos de mayor confianza. A l mismo tiempo don Mariano Miguel tenia en sn casa algunos hombres armados

    5’ prevenidos que con él velaban toda la noche, y esta- )an resueltos u defenderse á todo trance, y auxiliar a los que fuesen atacados. As í se pasaron aquellos tris- tres dias y terribles noches, sin que á una- sublevación tan inminente y tan pública se opusiera por el alcalde y ayuntamiento constitucional de esta villa providencia

    ( i ) E l q u e ig n o r e l a s r e l a c i o n e s d e d o n B a r t o l o m é White c o n d o n P a t r i c i o D c n n e y , y n o c o n o z c a á d o n R a m ó n W l i i t e s u h e r m a n o , es im p o s ib l e c o n c i l i c l a e x t r a v a g a n c i a d e a p e t e c e r l o s f a c c ío » •os l e s c a p i t a n e a r a el d o n B a i t o l o m é , c o m a n d a n t e d e l a m i l i c i a v o l u n t a r l a , y o í lc i a l a d e m á s d e t i d i d o y e x c e l e n t e .

  • ninguna enérgica ni medida alguna pronta y eficaz.Era todavía mas sensible el observar el desvío é in

    diferencia que varias personas afectaban hiícia I >s l iberales, y la atención y consideraciones que dispensaban a Jos indultados y serviles. Formaba el conttaste chocante y r idículo v e r á don Joaquiii Monsi-i rat, síndico primero constituciojial y otros señorones íaiiiilia- Tizarse con el populacho é iniciados en la subler icion, l isonjear al presbítero don ¡Vlaiiuel Feb re r y alguuDS í ia i- les, y no saludar en aquellos dias á «Ion lUariaiM Miguel, ni á su hermano don Joaquin, ni a oti'os patriotas exaltados (i). Aunq ue despreciaban estos varias desatenciones que notaban, no dejaron de conncer por ellas los sentimientos y mal espíritu de los que se l as ’hacian, y dedujeron que mas temibles serian quizá en Benicarló la indolencia y consentimiento de la autoridad, y la protección y apoyo que tendrian ios facciosos en algunas personas de distinción, que no el rencor de los subievailos.

    Convocóse el ¡4 de Julio otra junta, a la que de órden del alcalde primero constitiicionai, fueron cunvoca- dos ios comandant(*s de las milicias, los militares y varios otros ciutladanns de esta villa. Reunieronse en la sala del ayuntamiento íi las diez de la mañana, y el señor alcalde Martorell manifestó á los reunidos ser el objeto de aquella junta, tratar de acuerdo con el ayun- tami

  • premio. Suplicó también ¡í la autoridad se publicara por bando para que sirviera esta demostración de desagravio y estímulo íí nuevas proezas. E l señor alcalde previno íí los coiiiríndantes reunieran á los milicianos aquella tarde para leerles el oficio expresado, mas el bando no se publicó. En seguida insinuó el mismo clon Mariano que faltaban bastantes de los sugetos convocados, entre otros el síndico primero don Joaquín Monserrat, clon Patric io D o n n e y , don Antonio O U e r , don Diego Oconor , añadiendo don Francisco David que aun cuando vinieran todos los convocados le parecía no eran suficientes para determinar y convenir sobre los medios de la defensa; pues como podian adoptarse medidas que ocasionasen gastos y sorvicios extraordinarios, era preciso asistieran y convinieran en ellas todos los sugetos que gustasen contribuir, no fuera que por no haber contado con ellos, despues se negasen íí lo que sin su consentimiento se les impusiese. Esta indicación no se discutió por de pronto íí causa de haberse enviado nuevo recado á los convocados para que acudiesen al instante, y suspenderse hasta su llegada. Entretanto varios ciudadanos dii igieron al alcalde y ayuntamiento constitucional un sin nüinero de lamentos y reverentes quejas sobre el lastimoso estado ;í que se h a bia dejado llegar al pueblo por la indolencia de la autoridad, y el empeño en no practicar nada de cuanto en la junta del 28 de Mayo se liabia propuesto, y desjiues le habian indicado varios ciudadanos amantes del bien públ ico. Tomando la palabra don Mariano Miguel , r e produjo sucintamente cuanto en aquella ]unta habia dicho, se habia aprobado y no egecutado, enumeró los abusos que lejos de corregirse se habian fomentado, manifestó el peligrosísimo estado d-e: la opinion y espirita público, y aset^uró que con pojc,o^^;stantes mas de connivencia y apatía el mal se harÍa-i^l9||^|ii^lMM^-6alízaria la sublevación. P e r o demostró qiUe^PsRHf^^adia re mediarse, y que el alcalde y ayuntamiento, íí cuyo cax’- go está ia conservación del órden público, debían cumplir tan sagrada obligación. Añadió por último, adhir iendo á la reflexión de don Reduscindo Fresquét , que no era necesaria otra junta ni reunión; pues la autoridad sin que se la aconseje ni ostigue á ello, debe h a cer observar las leyes, cuidar de la seguridad de las personas y bienes de los vecinos y de la tranquilidad pública (i); que al efecto podian el sefior alcalde y ayun-

    ( i ) A r t í c u l o 3 a i d e la G o n s l i t u c i o n po’-ílica.

  • tamíento constitucional contar con el anxil ío de todos los buenos, y desplegando la energía y celo necesarios, se conseguirian indudablemente tan importantes objetos. Insistióse sin embargo sobre la convocación de otra junta mas numerosa, y se acordó para el dia siguiente. Entonces hizo presente don Mariano Mig ue l , que no podría asistir d la expresada reunión, y desde luego ofrecía para lo que en ella se determinara su persona, y lo que con proporcion á sus facultades se le asignara para ocurr ir á los gastos de la defensa que se adoptasen.

    El alcalde y ayuntamiento constitucional juzgaron sin duda haber llenado cumplidamente sus deberes solo con la coiivocacion de 1a junta, pues ninguna providencia se observó para reprimir las conversaciones subversivas que cundían aquella tarde entre los muchos y numerosos corril los en los parages mas públicos de ia viüa, ni dispersar los mas sospechosos é imponentes que se formaron por la noche, y subsistian en los mismos sitios. Y a be dicho antei-iormente que el pueblo estuvo en una efervescencia tumultuosa, que en los grupos se oían Voces sediciosas, y amenazas contra varios patriotas, y se proyectaban descaradamente sublevación, robos y asesinatos. Es indudable que si el alcalde rlon Agustin Martorel l se hubiese puesto al frente de la milicia voluntaria y de caballería, si hubiera llamado para que le auxiliasen á los oficiales y derniís patriotas que sabía no deseaban mas que emplearse en el servicio de la Patria, en aquella noche hubiera dispersado los perversos corrillos, aprendido ú los principales alborotadores, contenidos y escarmentados paia siempre los sediciosos, y restablecido el orden de manera que difícilmente se h u biera vuelto íí trastornar. No faltaron ciudadanos que propusiesen egecutar por sí solos lo que debia haber hecho la autoridad; pero el respeto á la misma Constitución y las leyes les contuvo, y fue la causa de no haber acabado aquella noche con todos los perversos.

    Aunque todo denotaba que aquella noche iba íí realizarse la sublevación (i), sin embargo, ó J)ien sea por([ue los que dirigían la rebel ión no creían poderla verificar sin ningún obstáculo, permaneciendo en la villa los milicianos de caballería y algunos sugetos muy decididos

    ( i ) P r u e b a d e p U o , y «le q u e e l a l c a l d e y a y u n l a m i c i í t o c o n s l í - t u c i o i t a l i iu p e n s a b a n h a c e r m u c h a r e s i s t e n c i a p o r su p u i t i ’, f u e e l h3Í)ür e n v i a d o e l c a j ó n d e c a r t u c h o s i n t a c to á c a s a d c l m i l i c i a n o d o a J o a q u í n M i g u e l , e n d o n d e e s t a b a n i e u a i d o s v a r io s p aU ' ío ta s .

  • á oponerse íí sus inicuos designios, j al mismo alcalde y ayiintamieuti) constitucional si los toleraba, ó bien porque el plan no estaba plenamente concertado, no se egecutó, como era de temer.

    A l dia siguiente se celebró la enunciada junta, y despues de varias discusiones se acordó sostener armados con la gratificación de 5 rs. vn. diarios fí 5o hombres á las órdenes del l enieníe don Francisco Brotons, decretando un repartimiento entre los pudientes para ocurr ir por un mes tt este cargo. Cometióse la indiscreción de encarsíar la defensa del pueblo á personas no milicianos, siendo así que rf la autoridad auxiliada de estos es á quien por la Constitución y por las leyes incumbe la seguridad de las personas y bienes de los vec inos , y la conservación del órden público (i), y por esta anomalía, según presumo, no fue aprobado por el gete super ior polít ico de la provincia este proyecto. Mas las prevenciones que al mismo tiempo me dijeron hacia este superior gefe para lograr los objetos indicados no se pusieron en práctica por el alcalde don Agostin Martorell , y así quedó ya de todo punto abandonada la villa al capricho de los perversos. ¡Qué situación tan desesperada para los decididos liberales, qué de atentados y desórdenes van á cometerse sin oposiclon ni embarazo alguno!

    Con todo los revoltosos no se decidieron á verihcar sus planes hasta que consiguieron con sus anienazas ahuyentar del pueblo á los milicianos de caballería, algunos voluntarios y á otras personas á quieres temían, aunque sabían que no serian síjcotridas, contentáronse entretanto con alarmar, vocinglear y amenazar descarada é impunemente á los que les estorvaban, y cerci®rarse hasta no iludar de que cuando intentaran la sublevación, la podrían realizar con entera seguridad y á su gusto. No omitieron tampoco los sediciosos el ofrecer protección y seguridades á algunos sugetos; pues me consta que á don Mariano Miguel y Polo se le hizo saber el día i 4 p o r la tarde, que si daba dos onzas de oro podia estar tranquilo en su casa sin miedo de ninguna tropelía; pero negándolas, que estaba con el mayor pel igro su vida y

    f i ) R e p i t i é r o n s e e n e s ta j u n t a l o s m i s m o s l a m e n t o s y r e v e r e n t e » q u e jn s á 1;» i n d o l e n c i a d e l s e ñ o r a l c a l d e y a y u n t a m i e n t o c o n s l i t u - c i o n a l , y d e lo s p r e l a d o s e c l e s iá s t i c o s , y l a s m i s m a s i n d i c a c i o n e s q u e s e i i a b i a n h e c h o i n c e s a n t e m e n t e p o r l o s p a t r i o t a s d e s d e l a p r i m e r a j u n t a , y d e s g r a c i a d a m e n t e p r o d u j e r o n e l m i s m í s i m o i i i n g u a e f e c to . H o h a y p e o r s o r d o

  • sn casa (i). Este ciudadano contestó sin deliberar un momento que jama's transigiría con ios Tacciosos, que mientras estuviera en su casa se defendería en ella, que procuraría entretanto por todos ios medios que estuviejen á su alcance, el que la autoridad frustrase los intentos de esos malvados, y que si no podia conseguirlo, abandonaría mas bien su casa, y se pondrían en salvo, que no el dar un maravedí pai-a tan infames proyectos.

    Habiendo, pues, conseguido los rebeldes ahuyentar á los enunciados sugetos, habiendo observado por muchos dias que ni sus reuniones, ni sus conversaciones subversivas, ni sus amenazas se reprimían por el alcalde y avuntamiento constitucional, que el espíritu público estaba en su favor, que la facción del rebelde Rambla progresaba, y sobre todo que se acercaban las tropas, y que a' su llegada por mas protección y connivencia que se prometieran de la autoridad, era imposible quedaran impunes tantos crímenes y atentados, resolvierou la noche del 20 de Julio llevar al cabo su tan pr em editada, enunciada y declarada sublevación.

    En la madrugada entre una y dos de la misma , se dirigieron como unos diez á doce facciosos de este p u e blo híícia el fuerte de la playa, l lamado el baluarte, y ajiedrentando con algunos tiros á los dos ó tres arti l leros que Iiabía, consiguieron con poca ó ninguna resisr teíicia apodei ’arse de un cajón de municiones (2) y de sus armas. Luego intentaron otro tanto en la casita del resguardo que está contigua y frente al referido baluarte (5), y ios guardas les entregaron algunas de las .que ten.an.

    Orgullosos con este tan fácil triunfo, volvieron á la villa pur el arrabal del mar, y al paso entraron en casa del Barón de la Casn-Blanca, v preguntaron por eí h i jo don Melchor, miliciano voluntario, asegurando á su hermano don Zeferino que no le harían ningún daño,

    ( 1) ¿ Q u i e n s a b e s i i g u a l o f r e c i n i i e n io so J i i i i a á o t r a s p e r s o n a s , y n o h a b i e n d o t e n i d o l a r e s o l u c i ó n d e c o n t e s t a r c o m o e s t e d e c i d i d o p a t r i ó l a , d a i i a n a l g u n a c a n l i i a d j q u e s i b i e n l e s h a g a r a n t i z a d o la p r e c a r i a s e g u r i d a d q u e d i s : r u t a r o n d u r a n t e l a s u b l e v a c i ó n , d e b ió a n l e s servil- d e p r e m i o y a ñ a g a z a p a r a s e d u c i r á m u c U o á , j a le i iU 'i r ics á l a i i - b o l d i a ?

    (2,; A q u e l l a t a r d e h i z o t r a s l a d a r e l a l c a l d e el c a j ó n d e m u n i c i o - Ccá a i f u e r t e . M e j o r h u b i e r a s i d o h a b e r l o r e p a r t i d o e n t r e l o d o s l o s m ’l i c i a n o s a r m a d o s , y l i a b e r l o s e m p l e a d o ci>ntra l o s fa cc io s o s .

    (i>) E l b a l u a r t e es i n e x p u g n a b l e s í n o se a t a c a c o n a r t i l l e i í i i , y l a c a s i t a q u e e s t á a l p i e . a u x i l i a d a d e lo s d e l I n e r t e , lo es i g u a l m e n t e .

  • tgpero qne «leseaban se les entregasen el fusil y forni turas. Este les contestó que su hermano ya algunas noches que no dormía allí, que se había l levado sus armas y vestuario, y que no sabían en dónde estaba. Igual tentativa y díulogo pasaron en casa don Patr ic io Donney , saliendo al balcón don Ramón (i) W h i te , l iermano de don Bartolomé á quien se buscaba, y diciéndoles no estaba en casa, quedaron satisfechos.

    Reuíiiéronse despues de estas pesquisas tras las tapias del juego de la pelota unos diez, y dispararon dos ó tres tiros, señal convenido para mayor reunión. Ag re- gíh’onse a esta señal unos cuantos mas, y gritando vi- ya Raml>la y muera la Constitución, marcharon ha'cia la plaza, y en frente de la l ípida se conferenció entre todos sobre si debia ó no echarse abajo, ó á lo menos fusilarla. Se decidió que por entonces se la dejase, marchándose todos á casa del alcalde primero constitucional don Agust in Martorell. Llamaron descompasadamente á su puerta, y respondióles que no la abria á nadie. Los facciosos intentaron de resultas de esta respuesta derribarla, pero antes de verificarlo se les abrió saliendo á su encuentro el alcalde con la escopeta en la mano, y toda su familia con gran llanto hasta que reconocie'ndose unos y otros cesaron el miedo y los gemidos. Dieron en seguida los facciosos mil seguri dades al alcalde de que no seria maltratado, y preguntándoles este qué querían, le dijeron que las armas de los milicianos y las municiones que estaban en la cárcel. E l alcaide se resistió al principio con vigor u este atentado; pero asegurándole los rebeldes que no trataban libertar á los presos, sino solamente extraer ias armas y municiones que hubiese, les franqueó la cárcel y casa de la villa, y tomáronlas á su satisfacción y gusto (2).

    Volviendo á casa don Agustin Martorel l , gritando viva Rambla, mueran Riego y la Constitución, entraron al paso en la tienda de G a lleta, y tomaron cincuenta

    (1 ) E s t e s u j e t o e s c a p i t a n d e l a m i l i c i a l e g a l , y n i f u e m o l e s t a d o n í i n s ú l t a l o p o r l o s f a c c io s o s . S in d u d a n o l e c o n s i d e r a r i a n e n e m ig o su y o . „( 2) ¡ Q u i e n h a b i a d e i m a g i n a r q u e es to s h e r m o s o s t u s i l e s q u e t a n t o s a f a n e s , t a n t a s i n s t a n c i a s y t a n l a r g o ü e s e r a b o l s o h a b i a n c o s t e o a l s i n d i c o p r 'm p r o c o n s t i t u c i o n a l d e l a ñ o a n t e r i o r d o n J o a q u í n M i - g u : l p a r a h a c e i l o s v e n i r d e B a r c e l o n a , y a i m a r á l a b e n e m é r i t a m i l i c i a v o ' u n t a r i a , h a b i a n d e s e r a l g ú n d i a i n f a m e p r e s a d e r e b e l d e s d e l a m i s m a T i l l a , y l o s p r i m e r o s i n s t r u m e n t o s q u e l e s h a a s e i v i d o c o n t r a su p a t r i a !

  • piedras de chispa, y aguardiente. En casa del alcalde encontraron ya al ayuntamiento constitucional, y el qtie capitaneaba aquella chusma de sediciosos pidió cincuenta pesetas y cincuenta raciones bajo su recibo. El ayuntamiento se escusó de las raciones por la imposibilidad de hallarlas en aquella hora, mas di()les el ditsero que pidieron (i): armados de fusiles, de municiones y con dinero marcharon disparando algunos t iros, y gritando sediciosamente* d las tres y media de la mañana C{tmo unos treinta y cinco facciosos, siendo estos y no mas ios que á vista y tolerancia de la autoridad cometieron en un pueblo de mas de i 5oo vecinos con tres compañías de milicia legal, mas de aS milicianos voluntarios armados v deci didísimos, y 6 de caballería bien montados v armados, valerosos y entusiasmados, los desórdenes intlícados, armándose machos de los rebeldes, y poj trccbííndose todos con las armas y municiones destina

  • )or l iaher manifpstaclo Brotons pü})licamente, que la su- )levacion acaecida habia acontecido por no hal)er toma

    do la autoridad en tiempo opoituno las disposiciones convenientes, y no haber opuesto ni demostrado jamás resistencia ui desagrado á los desórdenes. E l alcalde Mar- torrei l , desatendiendo por entonces tan piíblica y afrentosa acriminación, solo trató de dispersar el tumulto, y salvar la vida á Brotons, introdiuñendolo en su casa para que huyendo despues por los terra dos , se evadiese de las pesquisas y nuevos reconocimientos que los alborota- tloies intentasen. ¿Pero , puesto en seguridad á Brotons, se prendió por ventura á ninguno de los alborotadores, ó por lo menos se avisó al juez de primera instancia quiénes fueron, para proceder á su captura y castigo? ¿Qué providencias se vieron este dia, para que no se i’cpitieran nuevos atentados? ¿Qué se decia, que se cantaba en esta villa públicamente por los sediciosos qne ha- hian quedado? No recordemos cosas tan desagradables, que sobre hacer muy poco íavor á Benicarló, acriminan sobremanera á la autoridad.

    Quedaron los buenos amedrentados por lo que habian visto aquella madrugada y todo el dia, y entre la agitación y la sorpresa de haber salvado su vida , y escapado milagrosamente de las manos de los sediciosos, percibieron se formaba un grupo de facciosos (i) en las cuatro esquinas, que aumentado Insensiblemente, empezó á gritar con el mayor descaro al anochecer: ciérrense las puer^ tízs, Y nadie salga á la ventana- Obedecido este mandato con la puntualidad y prontitud que dicta un terror pánico ceneral, empezaron desde luego los sediciosos (2) á cometer sus execrables designios. Recorrieron algunas casas de milicianos voluntarios para lomarles las armas, fornituras, uniformes y dinero, y cogiendo en casa dcl mismo alcalde don Agustin Martorell al valiente y decidido miliciano Querol , le maniataron y lo l levaron á las cuatro esquinas para asesinarlo. Su padre desconsolado acudió al alcalde Martorell, quen le dijo que hixscase ciia- tro onzas de oro, pues habia conseguido rescatar á su h i - io por esta cantidad. Marchó al punto Bartolomé Querol á encontrar un amigo que se las prestase, y hallo en su casa á don Diego Oconor, que gratuita y generosamente se las entregó, aconsejándole que procurara obtener del

    (i) He aquí los corrillos contia los cuales tantas veces se Jia-

    ^'(af^Tstos^eran parte de los de la madrugada, y algunos otros que s* les agregaron.

  • panadero Tora algnna rebaja. En la escalera de casa O c o - jinr encontró Querol ú la esposa de aquel, dona Ang ela Wl i i t e , que le previno no volviera á casa ei alcalde ))or la plaza, sino por la calle mayor. Lo hizo así Querol ator- tunadamente , y encontróse en la calle mayor con Tora, rf quien suplicó se contentase con menos de las cuati o onzas de oro por el rescate de su hi jo. ¿A qué me viene Vd. ahora, le dijo Tora, con esta importunidad, sí lo he transigido con Martorrell por dos onzas y media. > su L ijo de Vd. está ya desatado? En efecto í’ue Qiiorol á caba del alcalde en compañía de Tora , entrególe las dos onzas y media, y quedó satisfecho (i).

    Entretanto robaban los sediciosos capitaneados por Miguel Marzá, conocido por ei sobrenonilire de Santa Cruz , mantas en casa José Ibaíiez, exigiéndole ademas cien duros, y extrayéndolo de su casa, y l levándolo á las cuatro esquinas para matarlo, si no Ins aprontaba en seguida , y dejando á este en la indecisión de su suerte, fueron á toaiar los caballos de Zaragoza y don Joaqtiin Monserrat {2), y saquear el estanco de la calle mayur, injuriando é insultando el mismo Santa Cruz á la estanquera paríenta suya.

    Otra gavilla se dedicó á robar los caballos y armamento de los milicianos de cabalh-’ ría, pcru fue infructuosa esta gestión, porque los habian puesto en salvo, refugiándose con ellos á la plaza de Peñíscola. En casa del miliciano don Joaquin Miguel no se contenti ron con la contestación de (|ue este ciudadano se habia marchado con sus caballos y armas, sino que subió Tora con unos cuantos á reconocer la casa, y con las mas terribles amenazas se empeñaron en «pie se presentara el dependiente y apoderarlo don Ramón Zaragoza, para tlarles 200 duros que exigiasí. Zaragoza permaneció escondido en el terrado, negándose á b.ijar, y decidido á todo trance á no transigir con tal canalla evitó el darles ni un maravedí.

    p e casa don Erque a l d i a s i g i i i e n te se l o d ^ v o lv i f i ro n .

    e inbaraz i ) ó e s t o i b o p o d i i i n c a u ' i a r l e s u s a n n a s y i i n i - f o r ín C j l i a b i c n d o s e e m b a r c a d o e n u n g r a n b u q u e ? .

  • A l marcharse, reunidos ya en la plazuela ele la Ab adía, dijeron los facciosos que se les hahia olvidado lo principal, ú salier, fusilar la lapida, y saquear la cnsa del constitucionalísimo don Mariano Miguel. Dirigiéronse pues unos cuantos

  • Benicarló pues, como se ha querido suponer, un pue blo faccioso, ni se deben atribuir rf todo él las detestables ideas y sentimientos que solo en la enrevesada imaginación, y desnaturalizado carácter de muy pocos de sus espúreos hijos se abrigan; ai contrar io, en lo general este pueblo es laborioso, morigerado, sensato y sencillo, y se ha portado patriótica, leal y valerosamente en todos tiempos y circunstancias- no faltan en esta villa constitucionales decididísimos, patriotas muy celosos del bien públ ico, y hay muchísimos hombres de bien que a'pesar de su ignorancia, odian y detestan los desórdenes y sus autores. Es por último ciertísimo que el lastimoso extravío y atentados que se han cometido en Benicarló, no han provenido de perversidad de carácter de sus habitantes, sino de las causas indicadas, debiendo por lo mismo todos los amantes de esta villa, desear é insistir en que la autoridad superior penetrándose de esta verdad, castigue á los causantes de estos c r í m ^ á ^ y vea así la Nación con su castigo, quie'nes y cuán pocos son los que ó por sus perversas sugestiones é intrigas, ó por criminal tolerancia y condescendencia, ó por su escandalosa sublevación y fuga, han merecido justamente el detestable dictado de facciosos.

    Benicarló 5 de Agos to de 1822.E l Enemigo de las facciones.

  • r.V . H.