Dependencia y crecimiento industrial: las unidades domésticas
y la producción de calzado en León, Guanajuato
Margarita Calleja El Colegio de Michoacán
El objetivo de este trabajo es explicar por qué en un desarrollo industrial como el que se llevó a cabo en la ciudad de León, Guanajuato, principal centro productor de calzado del país, coexisten formas tradicionales de producción —talleres artesanales— y empresas mecanizadas de alta productividad. El proceso de industrialización para la elaboración de calzado en León, principalmente durante los años cincuenta del presente siglo, escapa del modelo clásico del desarrollo capitalista, en el que la lógica de la acumulación necesariamente elimina las unidades productivas menos competitivas del mercado.
En el caso analizado, los pequeños talleres familiares o picas, supuestamente antieconómicos, son utilizados económica, social y políticamente por las fábricas y juegan un papel estratégico en el proceso de la reproducción capitalista.
I. Referencias conceptuales
Subdesarrollo y dependencia
En la década del treinta, y principalmente del cincuenta, el interés principal de los países latinoamericanos se centró en lograr el desarrollo
económico: se pretendía disminuir la dependencia del comercio internacional, reafirmar la independencia política y económica, y “cerrar la brecha” entre los países desarrollados y subdesa- rrollados. El desarrollo económico se entendió como un proceso evolutivo hacia las formas avanzadas de la moderna sociedad industrial. La industrialización se consideró el elemento más dinámico que traería consigo una expansión de la producción y por consiguiente, mayor oportunidad de empleo y elevación del nivel de vida de la población en general.
A pesar del optimismo y de la política de sustitución de importaciones y desarrollo hacia adentro, no se logró siquiera eliminar los obstáculos atribuidos a la sociedad tradicional ni tampoco nivelar las desigualdades regionales. La industrialización tendió a concentrarse en torno a las ciudades principales surgidas en periodos anteriores; el sector rural no logró salir del estancamiento a pesar de que expulsó gran parte de la mano de obra campesina a la ciudad. Por su parte, el sector urbano no logró incorporar a la esfera de la actividad económica moderna a la población rural desplazada o a los obreros sin calificación, quienes pasaron a formar lo que se ha llamado población marginal.
El concepto de dependencia reubicó la polémica sobre el desarrollo al considerar a este último como un fenómeno histórico mundial, producto de la expansión y consolidación del sistema capitalista. Este concepto hace énfasis en la subordinación política y económica de los países sub- desarrollados a los intereses de los países desarrollados. Las nociones de “centro” y “periferia”, por su parte, subrayan las funciones que cumplen las economías subdesarrolladas en la división internacional del trabajo: como los países
subdesarrollados ocupan una posición asimétrica respecto al proceso de transferencia o recepción del capital, su desarrollo es desigual.-
Dependencia y acumulación de capital
Los conceptos arriba resumidos hacen alusión a la relación que se establece entre dos tipos de países interdependientes en un solo sistema mundial. En términos generales, la principal diferencia entre ambos tipos de países es que en unos, las relaciones capitalistas de producción se encuentran generalizadas, mientras que en los otros no. Se polemiza, sin embargo, sobre las condiciones de difusión y reproducción de las relaciones capitalistas en los países llamados “subdesarrollados”, “dependientes”, o “periféricos”.
Luxemburgo (1967), al respecto, planteó que la expansión del sistema capitalista requiere de una articulación de modos de producción, a través de la cual se realiza la acumulación de capital del sector dominante. Dejando aparte las objeciones técnicas a su definición de acumulación (cf. Schumpeter 1976), este planteamiento abre la discusión a un fenómeno históricamente presente: la persistencia de relaciones no capitalistas de producción. Algunos antropólogos, para analizar este fenómeno, relacionan el concepto de modo de producción —conjunto de relaciones de producción y fuerzas productivas— con otros que se refieren a diversas estructuras sociales: el parentesco, la organización social, la religión. Godelier, por ejemplo, encuentra que entre los aborígenes australianos, el parentesco actúa a la vez como infraestructura y como superestructura: regula el derecho y el acceso al territorio, o sea los medios de trabajo y producción, y al mismo tiempo proporciona el marco social de
las actividades político-rituales e ideológicas. El aporte de Godelier (1975) resalta la importancia de la estructura de parentesco en la reproducción de una determinada formación económica y social, y al aplicar el concepto de modo de producción a las sociedades no capitalistas, le da mayor especificidad y contenido a instituciones que parecerían residuales o anacrónicas dentro de las transformaciones globales del capitalismo: la familia, el parentesco, la organización ritual.
En una vena similar Meillassoux (1977) analiza la manera como el capitalismo se inserta en las relaciones no capitalistas y plantea que la explotación capitalista en ciertas circunstancias descansa sobre la comunidad doméstica y su transformación moderna: la familia. El beneficio que el capitalismo obtiene de las unidades domésticas es que estas últimas le ofrecen una mercancía por la que nada invirtió en su formación y desarrollo: el salario únicamente cubre “la reconstitución” inmediata de la fuerza de tra bajo y se desentiende de su mantenimiento en las épocas de desempleo, enfermedad, vejez y reproducción de la prole. Por su parte, la unidad doméstica se reproduce de acuerdo a relaciones y recursos agrícolas propios que no son “contractuales” (medidos por un salario) sino de “dependencia personal”.
Industrialización y sector de pequeña escala
Algunos autores marxistas admiten que la dependencia no es una condición uniforme: los factores internos de los propios países (recursos naturales, estructuras precoloniales, nacionalismo) han modulado las relaciones de dependencia. También admiten que a pesar de que la depen-
dencia es una situación condicionante —en la medida que limita las posibilidades de desarrollo de estos países no es definitiva— pues puede reorientarse hacia una economía interna más independiente.
Así, por ejemplo, Warren (1976) sostiene que el impacto del imperialismo en el tercer mundo favorece la industrialización;3 si bien existen bostáculos para su desarrollo, éstos no se originan sólo en las actuales relaciones del imperialismo con el Tercer Mundo, sino también en contradicciones internas del propio Tercer Mundo. Asimismo considera que los lazos de dependencia que unen a los países imperialistas con el Tercer Mundo cada vez son menos fuertes. Esto no significa que el capitalismo haya dejado de existir, sino que el éxito del desarrollo capitalista de los países periféricos estriba en que sean capaces de proporcionarse las condiciones económicas sociales y políticas apropiadas para la reproducción continua del capital, como un sistema social que representa la forma superior de producción de mercancías. Para Warren, la independencia política formal proporciona a los países subde- sarrollados maniobrabilidad e iniciativa, que aunadas a las fuerzas sociales internas ha conducido al desarrollo industrial. Uno de los cambios más importantes ha sido que la industrialización ha dejado de asociarse exclusivamente con una burguesía nacional bien desarrollada y vinculada al imperialismo. Junto a ellos, han surgido diversas combinaciones de clases que han tenido un mayor grado de participación social, económica y política —formal o no— y que han moldeado el desarrollo de los países del Tercer Mundo. Este factor, por otra parte, explica la creciente importancia del Estado, como promotor del desarrollo nacional.
Bryan Roberts (1980), por su parte, admite que el proceso industrial de capital intensivo genera un excedente de población que se dirige principalmente al sector terciario; pero considera a esta población como la base económica y social que proporciona servicios y mano de obra barata a través de la cual se expanda el sistema capitalista. En la organización económica urbana de los países subdesarrollados hay dos sectores: el de gran escala, constituido por las actividades que no se llevan a cabo dentro de las fábricas y que tampoco utilizan los mismos servicios financieros, profesionales y comerciales del sector de gran escala. Se refiere más concretamente a pequeños comerciantes, talleres de reparación, hombres y mujeres que se autoemplean, artesanos.
La economía en pequeña escala no es una reminiscencia del pasado; no es tradicional, ni en las técnicas que utiliza ni en sus tipos de actividad. Antes bien, se les ha dejado el ámbito de operación más riesgoso o de menor rentabilidad para la gran empresa, pero que es imprescindible para la expansión capitalista. Para hacer frente a un mercado inseguro y competitivo, la economía de pequeña escala utiliza formas de trabajo distintas a las asalariadas, como el empleo de la mano de obra familiar y la red de préstamos que proporcionan las relaciones de amistad y confianza. Tampoco se sujeta a la reglamentación gubernamental y prefiere hacer proliferar sus empresas en vez de aumentar su tamaño. Esas características del sector de pequeña escala limitan su acumulación de capital, pero, le dan mayor- flexibilidad ante la incertidumbre del mercado.
El argumento de este artículo
El desarrollo de la industria del calzado en León data apenas de este siglo. Muchas de las actuales fábricas modernas tienen como antecedente un taller familiar que por los años veinte elaboraba manualmente el calzado. En los años treintas y principalmente en los cincuentas se inicia el proceso de modernización de la manufactura de calzado —principalmente con la introducción de maquinaria—; a partir de entonces aumentó el número de fábricas pero también el número de ta lleres artesanales. Esta paradoja determina que en la actualidad encontremos estructura industrial compuesta por unidades productivas que se articulan entre sí a través de relaciones mul- tidireccionales de dependencia. Hay elementos de grado que diferencian entre sí a las unidades productivas como el nivel tecnológico, el uso de mano de obra y prestaciones; en este sentido se puede hablar de un mayor o menor desarrollo industrial; sin embargo, el elemento cualitativo de diferenciación que nos va a permitir hablar de coexistencia, articulación y persistencia mas no de evolución o sucesión, es la organización del trabajo.
En estos términos, encontramos unidades productivas, o sea las fábricas y talleres que tienen como base de producción y reproducción al capital, el cual determina la contratación de la mano de obra y media las relaciones sociales; hay una pugna entre capital y trabajo que se manifiesta en sindicalización, huelgas, despidos, etc. En cambio, los talleres familiares o picas requieren basar su producción y reproducción en la unidad doméstica. Esto no significa que el capital no intervenga: las picas se mueven y funcionan dentro del mercado, hay contratación de obreros
asalariados y acumulación de capital, e incluso puede haber “salario” entre los miembros de la familia; pero lo importante es que la pica reúne en la familia el acceso y la posesión de los medios de producción; a través de relaciones de cooperación, aportación de trabajo no cuantificado y obediencia se busca no la subsistencia individual, sino familiar.
Dentro del proceso de industrialización del calzado en León, la pica como unidad productiva y la familia como unidad social constituyen, al combinarse, el sector que amortigua los ciclos de crisis y reproducción del modo capitalista de producción. Economía y organización familiar no se oponen como “instituciones” diferentes.
A pesar de la modernización, el desarrollo industrial leonés se ha basado en el uso intensivo de la mano de obra. Esta mano de obra —muy abundante— se encuentra en un estado rotativo y no es exclusiva de una sola unidad productiva. Las industrias han utilizado estratégicamente estas características de la mano de obra —abundancia y movilidad—, aunada a un monopolio laboral, para crear las condiciones de trabajo que más la favorecen: bajos salarios, pago a destajo, ausencia de contratación colectiva y de pago de horas, etc. En este contexto de rotación de obreros, las picas son una alternativa de empleo del excedente de mano de obra que espera ser contratada o bien es desechada de las fábricas. Por otra parte, las alternativas de empleo que ofrecen los talleres disminuyen las prestaciones ocupacio- nales, salariales y sindicales.
Desde el punto de vista del mercado las picas persisten porque producen un producto barato para el consumo popular; no sólo porque utilizan insumos de menor calidad, sino porque las relaciones domésticas de producción permiten que
gran parte del trabajo no sea cuantificable er dinero y mantengan los precios bajos.
II. La estructura industrial de León
La ciudad de León se localiza al poniente del estado de Guanajuato; es de las ciudades industriales más importantes del estado y el mayor centro productor de calzado del país (sobre todo zapato para niño y caballero).1
El complejo industrial de la ciudad se encuentra formado por una mayoría de empresas productoras de calzado; además se han instalado un gran número de industrias conexas, que abastecen a la industria del calzado de materias primas: curtidurías, fábricas de suelas, tacones, hormas, agujetas, moldes, pegamentos, tintas, cajas de cartón, fabricación y distribución de maquinaria para el calzado. En 1976, la Cámara Guanajuatense del Calzado estimó que, de la población económicamente activa mayor de los 12 años de edad, el 95% estaba relacionada con esta industria.
Con respecto al número y clasificación de los establecimientos dedicados a la producción de calzado no existe un criterio unificado, ni tampoco hay una manera confiable de cuantificarlos; cada dependencia agrupa de distinta manera a las empresas. Por ejemplo el Centro de Investigaciones y Asistencia Tecnológica del Estado de Guanajuato en 1977 divide a la industria en 800 fábricas mecanizadas, 1 500 fábricas pequeñas medianamente mecanizadas y 4 000 talleres familiares o picas. La Cámara de la Industria del Calzado de Guanajuato, organismo oficial que agrupa a los productores en el año de 1978 contaba con 820 socios clasificados en: 78 empresas grandes que producen diariamente 1 500 pares o
más; 235 empresas medianas que producen entre 500 y 1 500 pares diarios y 507 empresas pequeñas que producen de 10 a 500 pares diarios. De esta industria pequeña, el 75% corresponde a ta lleres familiares.5
Localmente, para diferenciar a los distintos tipos de unidades productivas se utilizan los términos de fábrica, taller, pica y taller de maquila. Esta clasificación, además de hacer referencia a criterios cuantitativos (volumen de producción, número de trabajadores, tipo de maquinaria, local de trabajo), enfatiza criterios de tipo cualitativo, como son la situación legal de las empresas6 y las relaciones sociales que se establecen dentro de ellas. En el presente artículo parto de la clasificación local.
Fábricas son las que le dan a León la imagen industrial; generalmente poseen edificio construido exprofeso. En 1975 se fundó el parque industrial al sur de la ciudad; pero hasta la fecha la mayoría de las fábricas se encuentran dispersas.
En las fábricas el proceso de producción se encuentra dividido en sus mínimas fracciones. La utilización de maquinaria especializada es esencial: de un 80 a un 90% de las fracciones se realiza mecánicamente. La producción en serie se encuentra dividida por departamentos: cada uno de ellos tiene un encargado que distribuye el trabajo a los obreros, los cuales se encuentran situados alrededor de bandas o rieles giratorios. Cada obrero se encarga de elaborar una o varias fracciones.
Las fábricas pagan impuestos, e inscriben a los obreros en el IMSS, pero no todos los patrones cumplen con las prestaciones que marca la ley (sueldo mínimo, horario de ocho horas de trabajo, seguro social, pago de horas extras, vacaciones, aguinaldo).7
El pago del salario es a destajo. El cálculo se hace con la técnica de tiempos y movimientos: de acuerdo al grado de dificultad de las operaciones, con base en el salario mínimo que establece anualmente el gobierno. Pocas empresas pagan arriba del mínimo. Las épocas de alta y baja producción repercuten en el salario. En algunas empresas los obreros o son despedidos en las épocas bajas o salen voluntariamente cuando ven que el salario ya no les alcanza para el gasto familiar.
El sistema de ventas se realiza a través de agentes viajeros. Además hay fábricas que tienen su propia tienda exclusiva en las principales ciudades del país. La exportación es otro canal de comercialización que utilizan las más grandes; pero no es una vía importante de venta: sólo el 2% de la producción nacional de calzado se exporta.
Las fábricas cuentan con el apoyo de las instituciones bancarias y financieras, y se benefician de las asociaciones de empresas como la Cámara del Calzado.
Los talleres
También se encuentran dispersos por toda la ciudad. Generalmente no tienen un local construido exprofeso y se instalan en casas habitación rentadas. Son empresas con un nivel de tecnología inferior a las fábricas; todavía dependen del tra bajo manual del obrero, y suplen la carencia de maquinaria acudiendo a los talleres de maquila.
En muchos talleres el trabajo se realiza en operaciones por un solo obrero que elabora una fase del proceso de todo a todo, o sea, que la operación no se encuentra fraccionada. En los talleres grandes, se observa la tendencia hacia la frac- cionalización del trabajo.
Los talleres tienen a los obreros inscritos en
el Seguro Social, aunque nunca a todos los que emplean. No cumplen con el resto de las disposiciones que marca la ley. En los talleres siempre han existido las zorritas, término local que alude a los aprendices del oficio, generalmente niños. Además de los obreros que trabajan dentro del taller hay obreros a domicilio que sólo van a recoger o llevar su tarea.8 y también hay macheteros, o sea obreros que por la m añana trabajan en una fábrica y por la tarde trabajan una o dos horas en un taller para aumentar su ingreso.
Los talleres medianos producen unos 1 000 pares a la semana y ocupan alrededor de 20 obreros (dentro del taller o en sus domicilios). Muchos talleres se amplían aumentando el número de trabajadores a domicilio o instalando otro taller en un local diferente. Con esto disminuyen los impuestos, evaden al Seguro Social y no concentran a tantos obreros bajo un mismo techo: evitan así su organización política.
En los talleres, el dueño hace las compras de materia prima, supervisa a los obreros y si el taller es chico, además participa como trabajador en el proceso productivo. Las relaciones que se establecen entre el dueño del taller o maistro y los obreros son de familiaridad y tuteo; de esta manera disminuyen las tensiones y conflictos en las relaciones laborales.
La comercialización del calzado en los talleres la hace el propio dueño: busca mercado en la ciudad de León o en lugares cercanos. Sólo los ta lleres más grandes, con cierta capacidad financiera, venden su producción a almacenistas o zapaterías, ya que el pago es con documentos post-fechados. Los talleres más chicos prefieren vender al contado a los intermediarios que llegan a León el fin de semana.
Los talleres de maquila
No son unidades productoras de calzado. No hay compra de materia prima ni ésta se procesa hasta convertirse en un producto final: el zapato. Su intervención en el proceso productivo se realiza solamente en determinadas fracciones que requieren de maquinaria especializada. A las maquilas acuden los talleres que no cuentan con suficiente maquinaria, y las picas. El cobro se establece por unidades de trabajo realizado y según la complejidad de la operación.
El local de maquila cuenta con 2, 3 ó 4 máquinas, que pueden ser de un solo dueño y estar manejadas por obreros; también puede haber varios socios que aporten y operen su máquina ellos mismos. La maquinaria de estos talleres es de segunda mano y puede ser propia o rentada. Cuando es propia se adquiere por compra o a cuenta de indemnización; esto es, cuando la fábrica o taller quiebra, un modo de indemnizar al obrero es dándole maquinaria. También existen casas comerciales que se dedican a vender y rentar maquinaria nueva y usada.
Los talleres de maquila se encuentran inscritos en Hacienda y el Seguro Social. También están afiliados a la Cámara del Calzado.
Las picas
Se desgina con el nombre de pica a un pequeño taller operado por el jefe de la familia con la ayuda de su esposa e hijos. La elaboración del zapato es manual y la maquinaria que poseen es muy elemental.
Pica es también el taller de un hombre solo, quien aporta su propio trabajo y da a maquilar parte del proceso.9
Geográficamente las picas se ubican en las colonias populares y en los barrios más antiguos; hay además una gran concentración de expendios de pieles y peleterías, donde se vende al menudeo todo tipo de materiales auxiliares a la elaboración del calzado. Asimismo, funcionan numerosos talleres de maquila. Durante la semana se observa un gran movimiento de personas que llevan rollos de piel, que van o vienen de la maquila, o de los domicilios donde elaboran algún proceso. El medio de transporte más común es la bicicleta; en ellas trasladan sus tareas en costales de nylon.
Generalmente las picas operan clandestinamente, dentro de la misma casa del propietario: en un cuarto, o en el patio, bajo un tejabán. En otros casos, la escasa maquinaria con la que cuentan no se concentra en un solo cuarto para no llamar la atención de los inspectores de Hacienda y el IMSS.
La m aquinaria que utilizan es obsoleta, adquirida por compra o indemnización de algún taller o pica que deja de funcionar. Cada semana se inicia un nuevo ciclo productivo; la materia prima se compra al menudeo y al contado. Hay picas que para reducir sus costos de operación utilizan desperdicios de material de fábrica.
La distribución del trabajo familiar en la pica varía según la edad, sexo y especialidad de sus miembros. Es común que la esposa o las hijas sean quienes adornen el zapato y se ocupen además de las labores domésticas. Los hijos menores van a la escuela y ayudan en pequeñas labores (cortar forros, embarrar, ir a dejar y recoger las tareas de la maquila, ir a la peletería a comprar cosas sencillas como tachuelas o hebillas, o ir por los refrescos). Los hijos mayores y el jefe de familia se ocupan de algún proceso; el padre su
pervisa también el trabajo y se encarga de comprar la materia prima. El aprendizaje del oficio se hace dentro de la misma pica.
El horario es más flexible que en las fábricas y talleres. Trabajan de martes a sábados. Los lunes es el día de descanso o el día en que trabajan con menor intensidad; a medida que se acerca el fin de semana, que es cuando venden el zapato, la actividad se intensifica. Las horas de trabajo durante el día nunca son fijas: se trabaja en el día y en la tarde, generalmente más de ocho horas, y cuando el trabajo es intenso continúan has- tas las diez u once de la noche.
Es común que en las picas además del tra bajo familiar exista trabajo asalariado, cuando en la familia no hay quien sepa realizar un determinado proceso o cuando se requiere de más gente. Los obreros que emplean las picas son generalmente personas maduras, que por su edad no son ya admitidas en las fábricas. Pueden trabajar dentro del taller o ser trabajadores a domicilio. El pago de los obreros se hace a destajo; cada sábado reciben su raya, siempre menor al salario mínimo. Su horario de trabajo generalmente excede de ocho horas. Estos obreros no están inscritos en el Seguro Social y no presionan al piquero para que los inscriba.
Cuando la producción de la pica es poca (100 a 150 pares, o menos por semana), se vale de los macheteros para que hagan las tareas, ya que la producción de la pica no es suficiente para darle trabajo a otro obrero fijo.
El trabajo familiar se adapta a las fluctua- qiones en la época de ventas. El jefe de familia y en ocasiones los hijos mayores realizan más de un proceso. Gracias a esto, se puede suplir mano de obra asalariada. Otra estrategia de la pica es transferir mano de obra familiar temporalmente
hacia la industria, mientras la producción de la pica baja. Cuando los hijos son ya mayores y pueden ganar un salario trabajando fuera de la pica, el jefe de la familia suele pagarle “salario” a sus hijos. Sin embargo, este salario es simbólico: el jefe de familia no paga al hijo todo lo que trabaja sino que deja algo para el gasto de la casa; por otra parte, con el dinero que recibe, el hijo cubre gastos personales de transporte, vestido, calzado, y si estudia se paga la educación.
El ciclo de producción de las picas es semanal. Cada sábado venden su mercancía y ese mismo día tienen que pagar la raya (salario) a los obreros; por eso es importante contar con algún dinero líquido. Generalmente venden a los intermediarios locales o forasteros que pagan con dinero en efectivo. La tendencia es a mantener una relación estable con algún intermediario; aunque esto pueda implicar vender a un precio menor, evitan problemas en periodos bajos de ventas. Por otra parte, el endeudamiento del piquero permite al intermediario obtener aún más barata la mercancía del piquero.
Si no vende a los intermediarios, el jefe de familia coloca la mercancía en los locales comerciales de la ciudad, o en poblados cercanos, donde puede ir y volver el mismo día. Otros piqueros venden directamente al público los 12 ó 24 pares que producen en los tradicionales tiraderos: puestos informales que viernes y sábados se ponen alrededor del mercado central de abastos de León. Ciertos talleres de calzado, además de vender su propia producción, funcionan como intermediarios de las picas. Incluso puede haber relaciones de dependencia tan estrechas que convierten a la pica en trabajadora a domicilio cuando un taller la abastece de materia prima.
En síntesis, cada pica diversifica sus alter
nativas de comercialización dependiendo de su monto de producción, ganancia, disponibilidad de tiempo para vender la mercancía, urgencia para recuperar la inversión, época de venta del zapato y redes sociales.
Lógica e interdependencia de las unidades productivas.
Las fábricas, talleres y picas organizan ,de manera interdependiente sus propios recursos. Además, se diferencian unas de otras por sus condiciones laborales, inversión de trabajo, mayor o menor nivel tecnológico y complejidad social.
Ahora bien, a pesar de las marcadas diferencias, las unidades productoras de calzado forman una sola estructura industrial; coexisten e interactúan dentro del mismo sistema de mercado. El mercado lo estoy entendiendo como una instancia necesaria a la cual recurren todas las unidades productivas para el abastecimiento de insumos, mano de obra y capital, y posteriormente para la venta del producto terminado convertido en zapato. La interrelación de las fábricas, talleres y picas dentro de la estructura de mercado se va a manifestar en la circulación de tecnología, materias primas y mano de obra.
Con respecto a la tecnología y materia prima, las fábricas transfieren a los talleres y picas la maquinaria de desecho y desperdicios de piel. Los talleres y picas copian la moda que imponen las fábricas con diseñadores propios y publicidad. En cambio, talleres y picas reproducen y capacitan la mano de obra, y la transfieren a las fábricas. A pesar de que entre las distintas unidades productivas existe una gran diferencia de nivel tecnológico, salarios, prestaciones, etc., el obrero que se encuentra trabajando en ellas es el
mismo, quien en un momento dado puede vender simultáneamente su fuerza de trabajo a varias.
Las fábricas cuentan con pocos centros de capacitación y como no tienen aprendices,10 son las picas y talleres los que se encargan de proveer de mano de obra adiestrada a las fábricas, con la ventaja de que no son especialistas en una sola fracción, sino que conocen un proceso “de todo a todo”. Esto proporciona a la fábrica mayores recursos de conocimiento y acomodo, ya que a pesar de las innovaciones tecnológicas el proceso de producción no ha alterado la manufactura: sólo la ha fraccionado. Además, dentro de las fábricas de calzado hay procesos, como el corte, que a pesar de la maquinaria persisten como tra bajos manuales, para lograr mayor calidad.
Por último, retomando lo que se dijo al ha blar de la comercialización del zapato en las pi- cag, vemos que si bien algunas picas dependen del taller intermediario para la venta de su mercancía, el sentido de la relación se invierte cuando las fábricas y talleres aumentan su producción a expensas de unidades menores.
III.- Evolución de la industria del calzado en León
Desde su fundación en 1576 hasta el siglo XVIII, León formó parte del complejo agrícola minero e industrial del Bajío. Abastecía a Guanajuato de granos y muías; producía sillas y monturas, y contaba con una industria textil que hacía tejidos de lana y algodón, rebozos, chales y sarapes. Para el siglo XIX se curtían pieles y se continuaba manufacturando artículos de piel como arne- ses, sillas y trajes de charro, pero la actividad industrial más importante era la textil; ésta continuó hasta los años cuarenta del presente siglo,
cuando decayó el uso del rebozo hecho en telar de madera. Cobró entonces gran importancia el calzado.
Hacia 1920, la producción del calzado tenía lugar toda ella en la organización familiar del trabajo: las picas, que elaboraban el zapato manualmente. La única máquina que utilizaban era la de pespuntear (coser). La piel entonces se curtía a base de productos naturales y las herramientas se hacían en León. El zapato se vendía localmente en los tiraderos o barateros. Además, llegaban intermediarios procedentes de ciudades cercanas y de México, que compraban el zapato de varias picas, pagándoles a vuelta de via- je.
A partir de 1930 hay talleres que comienzan a introducir maquinaria americana y europea importada de Estados Unidos. Con la introducción de maquinaria surgen los talleres de maquila, cuyo uso se generalizó entre las picas. Otra innovación importante de esta época se dio a tra vés de las peleterías, que introdujeron nuevas materias primas de elaboración química e industrial. En la misma década, además del comercio local del zapato en los tiraderos y de los intermediarios a crédito, aparecen los almacenes de calzado y los intermediarios foráneos que pagan al contado. Estos últimos llegaban los fines de semana y se instalaban en los hoteles cercanos al mercado de abastos, alrededor del cual se ponían los tiraderos. A partir de esta fecha los almacenistas e intermediarios van a tomar en sus manos la distribución del calzado: quedan sujetas las ventas de los talleres a los intereses de los comerciantes, hasta el grado de influir en el éxito o fracaso de los talleres.
Uno de los efectos de la Segunda Guerra Mundial fue la ampliación de la demanda de cal
zado; venían a buscarlo mayoristas norteamericanos e incluso surgió en León una asociación de pequeños productores para exportarlo. Durante este periodo hubo una gran proliferación de talleres; algunos de ellos trabajaban día y noche. Las peleterías daban facilidades de crédito. A pesar de ello, la escasez de capital y maquinaria impidió que los talleres crecieran. En 1945 la demanda bajó y hubo un periodo de quiebra de ta lleres; las fábricas, en cambio, orientaron su inversión a la mayor tecnificación, con lo que abarataban sus costos de producción.
En la década de los cincuenta, hay un grupo pequeño de grandes empresas que tienden a la mayor complejidad en el proceso productivo or- ganizacional, y encabezan el desarrollo local. Las picas, por su parte, no desaparecen; se adaptan a una nueva situación de competencia en el mercado (reducción de precios y producción masiva); el uso generalizado de la maquila en las picas les da acceso a la nueva tecnología, que ahorra trabajo manual y tiempo de producción.
En los años sesenta se da una ampliación de las empresas, primero en forma horizontal abriendo nuevas fábricas, y durante la segunda parte de la década la implicación es vertical, hacia la curtiduría y la elaboración de algún material básico como forros y fibras sintéticas. La formación de consorcios industriales ha permitido a las empresas asegurar su abastecimiento de piel; esto ha sido un factor importante para el crecimiento de las empresas, dada la tradicional es- cazes de cuero crudo.
A partir de 1976 la economía mexicana se ha caracterizado por una inflación acelerada y devaluaciones de moneda, que han encarecido el costo de las materias primas, principalmente el cuero crudo, que se importa en un 35% de Estados
Unidos. Esta inestabilidad económica ha propiciado la quiebra de numerosos talleres y picas sin que esto implique su desaparición; posteriormente vuelven a surgir.
IV. Las picas y el proceso de acumulación capitalista
Cuando situamos a las picas en un contexto dinámico, dos son los factores que le imprimen carácter. Por un lado, tenemos el factor interno de la pica, o sea, la familia como una unidad social que se reproduce y que a lo largo del tiempo varía en su tamaño —número de miembros— y en su composición —sexo y edad de los miembros—, y que al variar la estructura de la familia varía tam bién su estructura como unidad económica de producción, y su patrón de consumo. Por otro lado tenemos el papel que juega la pica en el proceso de acumulación capitalista tal y como se presenta en la industria del calzado en León. Dentro de este proceso las picas son inestables: a lo largo de su vida pueden crecer económicamente, o quebrar y posteriormente volver a surgir. Mientras la pica existe, los miembros de la familia participan de esta unidad de producción. Cuando la pica deja de operar, los miembros se incorporan individualmente a otra actividad económica, generalmente dentro de la industria del calzado, sin dejar de participar en el consumo doméstico.
Origen de la fuerza de trabajo
En los diversos estudios de casos realizados durante la investigación se encontró que la procedencia de los piqueros es rural: todos emigraron de comunidades campesinas cercanas al municipio de León. Los padres de los piqueros fueron
campesinos sin tierras, nacidos a principios de este siglo, que emigraron a la ciudad, trabajaron como albañiles, gendarmes o peones en las tierras de cultivos cercanas a León. No se integraron a la industria del calzado, pues la industria todavía no se había generalizado.
En la segunda generación (la familia de orientación de los piqueros), nacida por los años veinte y treinta, predominan los obreros en la in dustria del calzado y piqueros.
En la tercera, generación (los hijos y sobrinos de los piqueros, nacidos de fines de los cuarenta hasta los sesenta) hay obreros y piqueros pero la mayoría, merced a la educación, acceden a empleos de cuello blanco.
A la luz de esta información se puede decir que no hay una tradición familiar obrera. En primer lugar porque la consolidación de la industria data apenas de treinta años. En segundo lugar, porque a través de las generaciones se observa movilidad ocupacional. Y en tercer lugar porque el proceso de migración rural urbana ha continuado; inclusive, la industria se ha expandido al campo: hay empresas establecidas en poblaciones rurales, fuera del control jurídico de la ciudad, que ofrecen condiciones de trabajo aún peores. Asimismo, numerosas personas se trasladan diariamente de sus comunidades cercanas a León a trabajar en fábricas, en talleres, en picas y como obreros a domicilio.
Se podría hablar, sin embargo, de una cultura obrera, cuyas manifestaciones serían un gran apasionamiento por el fútbol soccer,11 asociaciones religiosas exclusivas, grupos de consumo alcohólico, redes familiares.Circulación de la mano de obra
Si se analiza la fuerza de trabajo desde el punto de vista sincrónico, estructural, encontramos
una gran heterogeneidad. Así como existe el obrero desposeído completamente de medios de producción, hay obreros que poseen alguna maquinaria y se insertan al aparato productivo como obreros a domicilio o de maquila. Mientras en las fábricas predominan los jóvenes, en los talleres y picas los viejos. Mientras que en las fábricas la tendencia es a que el obrero sólo desempeñe fracciones del proceso productivo, en los talleres y picas el obrero aprende a elaborar el proceso completo.
Ahora bien, esta descripción sincrónica nos presenta a las distintas empresas como unidades productivas independientes. Sin embargo, si consideramos la fuerza de trabajo desde el punto de vista de su movilidad, las empresas productivas estáticas cobran un carácter dinámico y se articulan entre sí a través de la circulación de la fuerza de trabajo.
En los estudios de caso de los obreros, encontramos que éstos no necesariamente se emplean en un solo tipo de industrias, sino que a lo largo de su historia laboral se han valido de todas las alternativas de trabajo que ofrecen estas industrias e inclusive las han desempeñado simultáneamente.
Analizaré ahora cómo se da la circulación de la mano de obra:a) Se inicia con el aprendizaje del oficio en los
talleres y picas. (Aunque existen centros de capacitación éstos no son suficientes). El costo del aprendizaje es costeado por los mismos obreros, ya que estos llevan a sus propias zo- rritas y las remuneran. Los talleres y picas asumen el riesgo del desperdicio de material.
b) Una vez que se ha aprendido el oficio, los obreros jóvenes son atraídos por las fábricas vía mejores salarios y prestaciones. Dadas las
condiciones de trabajo en las fábricas que se caracteriza por una mayor intensidad del tra bajo, los obreros jóvenes se encuentran físicamente en mejor posibilidad de rendimiento. No es fortuito el hecho de que en las fábricas la edad promedio de los obreros sea de 25 años.
c) Una vez que el obrero ha envejecido, ya no es admitido en las fábricas. Las posibilidades de empleo de los obreros viejos se encuentra en los talleres y picas. Aquí, aunque la jornada de trabajo excede las ocho horas, el ritmo de productividad es menor, por lo cual se ajusta a su capacidad de trabajo. Además tienen la alternativa de trabajar dentro del taller o irse a sus propios domicilios.
d) Otra alternativa que tienen los obreros expulsados de la industria (ya sea porque no encuentran trabajo en las fábricas o porque la fábrica, taller o pica en la que ellos trabajan quebró) es la de crear ellos mismos su fuente de trabajo, maquilando o iniciando con su familia una pica.
Desde el punto de vista particular del obrero, la tendencia es a tener una historia ocupacional marcada por una rotación continua. Son pocos los obreros que duran trabajando más de cinco años en una sola empresa. Dentro de esta minoría se encuentran básicamente los obreros que por su antigüedad dentro de la fábrica y su edad próxima a la jubilación, permanecen ligados a la empresa.
Entre los motivos por los cuales los obreros cambian constantemente de trabajo, inclusive varias veces en el mismo año, predominan los de tipo económico: buscan el taller o fábrica donde pueden ganar más, ya sea porque el salario es más alto, o porque la producción es mayor, con lo
cual tienen oportunidad de hacer más pares y así aumentar su ganancia. Otro motivo por el cual los obreros cambian de establecimiento es el despido; un tercer motivo es que el taller o fábrica quiebra: (al obrero pueden o no indemnizarlo). También hay trabajadores que migran a Guadalajara, México y los Estados Unidos.
Empleo y fluctuaciones en la producción y el mercado
La demanda del calzado presenta períodos de altas y bajas durante el año, ligados a la temporada de lluvias, fiestas (Navidad, “día de las madres”) y en el caso del zapato de niño, al inicio del curso escolar.
En los meses de marzo, abril y mayo hay un aumento en la producción para cubrir la demanda que se presenta en mayo con motivo de las fiestas del mes. Durante junio y julio la demanda baja. A partir de agosto comienza a incrementarse y alcanza su punto más alto en octubre y noviembre, cuando los productores reciben todos los pedidos de zapato que van a ser vendidos en diciembre. En enero, la demanda desciende hasta su nivel más bajo para mantenerse así los primeros meses del año.
La producción del zapato antecede a la demanda. Mientras los meses más altos en la demanda son mayo y diciembre, la producción comienza a aumentar en los meses anteriores para cubrir la demanda de estos dos meses. Las fábricas son las que están en mayor posibilidad de anticipar su producción a la demanda, ya que trabajan por pedidos. Las picas, en cambio, como no producen por pedidos, presentan una curva de producción concomitante a la de demanda.
Ahora bien, la fluctuación en la demanda del zapato crea fluctuaciones en la producción y
éstas repercuten en el empleo de la mano de obra y en el ingreso del obrero, ya que su salario es a destajo. En la época de mayor demanda de zapatos, el obrero asalariado tiene posibilidades de ingresar a un centro de trabajo y además de aum entar su salario. Las épocas de ventas vienen asociadas a despidos en las fábricas, o el mismo obrero abandona el trabajo cuando “ya no le conviene” seguir ahí porque no da para “ganar”. Las picas también incorporan mano de obra asalariada en época de mayor demanda; cuando el ritmo de producción disminuye, la pica se mantiene con la mano de obra permanente, ya sea familiar o asalariada. En los meses bajos hay expulsión de mano de obra familiar hacia la industria.
El desplazamiento de mano de obra de fábricas o talleres y picas y viceversa, es posible debido a que las curvas de demanda no coinciden. De esta manera las diversas unidades productivas se articulan nuevamente en este aspecto y se complementan alternando la demanda desigual a lo largo del año.
Circulación de la mano de obra y sindicalismo
Una consecuencia de la circulación de mano de obra a nivel de toda la industria del calzado es que la variedad de alternativas que tiene la mano de obra para emplearse no permite que se formen organizaciones laborales que pugnen por un mejoramiento de las condiciones de trabajo.
La circulación de la mano de obra favorece a los empresarios industriales, pues les permite prescindir en un momento dado de uno o varios obreros que intenten “meter sindicato”: saben que son fácilmente reemplazables. A nivel de las grandes industrias se manejan listas negras de
obreros líderes o cabecillas que real o potencialmente amenazan la “estabilidad” de la empresa. Debido a todo esto la sindicalización no se ha convertido en un problema grave para la empresa, pues sólo un 4% de los obreros se encuentran integrados a algún sindicato. No es fortuito el hecho de que a partir de los años cincuenta, fecha en que se consolida la gran industria, el sindicalismo que se inició en León desde los años treinta para protección de la introducción de maquinaria y de las malas condiciones de trabajo, se debilitó por la corrupción de los líderes, centrales obreras y burócratas de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, que venden contratos de protección para desconocer la representatividad del sindicato en la firma del contrato colectivo de trabajo; o incluso forman sindicatos blancos reales o ficticios para proteger a las empresas de la entrada de algún otro sindicato que no convenga a sus intereses (cf. Sánchez, Nieto y Urteaga, 1980).
Por otra parte, existen factores de tipo ideo- lógico-religioso que inhiben la organización política de los obreros: se identifican a los sindicatos como “comunistas” y por lo tanto contra la religión. Es importante mencionar que alrededor de la Iglesia Católica hay una gran organización de obreros que rinden culto a San Crispín, patrón de los zapateros, y a la mexicana Virgen de Guadalupe. Hay industriales que fomentan la religiosidad de los obreros permitiendo dentro de las fábricas altares, el canto del Angelus y la celebración de misas.
Persistencia de las picas
Prevalece en León la familia residencial nuclear, aunque siempre se mantienen lazos de cooperación con la familia extensa. Así por ejemplo es
común observar que los hijos o hijas casados que trabajan en la pica del padre como obreros asalariados no exigen su raya de inmediato, sino que se esperan a que haya liquidez.
Dentro de la industria del calzado, las alternativas que tiene la familia para mantenerse y reproducirse son trabajar como obreros asalariados en la industria y organizarse al interior de la familia en una pica. Alternativa por la cual opte la familia está influida tanto por la estructura como por el proceso de acumulación. A lo largo de su vida la fatnilia puede optar por una sola alternativa o atravesar por las dos, según la situación a la que se enfrente. Inclúso, en ocasiones ambas opciones se encuentran en una sola familia.
El hecho de que las picas sean, como unidades económicas, una alternativa de subsistencia y no unidades capitalistas (con posibilidad de acumular) se debe principalmente a dos factores: la coexistencia de diversas unidades productoras del calzado y las relaciones no capitalistas de producción que las picas mantienen hacia su interior.
La coexistencia de unidades con distinto nivel tecnológico crean una transferencia de valor de las chicas hacia las grandes. Estas, además, al ejercer control sobre el mercado, dejan al piquero a merced del intermediario. Por otro lado, las relaciones que se establecen entre los miembros de la familia no son contractuales: se conciben como deberes de ayuda mutua. La posible “plusvalía” extraída de la mujer y los hijos se gasta en el consumo familiar. En cuanto a la exigua plusvalía extraída de ocasionales trabajadores asalariados de la pica, o se destina tam bién a la subsistencia de la familia, o se pierde en el proceso de comercialización.
Actualmente, la historia de la pica que se hace fábrica resulta imposible, no sólo porque una fábrica requiere de gran inversión de capital que la pica es incapaz de generar, sino que además en la actualidad las picas cumplen con una función distinta: la de servir de base a la expansión y de amortiguar a la crisis industrial. Las picas son alternativas de empleo y autoempleo de la mano de obra desocupada y disminuyen la presión que ejerce la fuerza de trabajo sobre el capital. Son también una expresión más de la producción barata de mercancía y de la reproducción gratuita de la mano de obra, que potencian la impunidad del capital periférico.
NOTAS
(1) La investigación sobre aspectos diversos de la industria del calzado se realizó durante los años 1977 y 1978 por Javier Madra- zo, Celia Falomir y yo misma (cf. Calleja, Falomir y Madrazo 1980). El material sobre los talleres familiares y sus unidades domésticas proviene de una investigación personal. Agradezco a la Dra. Carmen Viqueira la revisión y comentarios al trabajo de tesis y al Dr. Guillermo de la Peña la minuciosa lectura y sugerencias al manuscrito de este artículo. También fueron útiles los comentarios del Dr. Bryan Roberts.
(2) La bibliografía “dependentista” es muy abundante, cf. un resumen de sus principales tesis en Sunkel y Paz, 1979.
(3) El indicador de Warren es que después de la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Mundo ha tenido mayor crecimiento industrial que los países desarrollados; no obstante, se ha basado en industrias pequeñas. Prefiere no utilizar los criterios convencionales para medir el desarrollo porque obscurecen esta realidad.
(4) Datos proporcionados por la Cámara de la Industria de Calzado de León. León genera el 36% de la producción total de la República Mexicana; Jalisco aporta el 27% (zapato de dama); el D.F. produce el 26.1% y el resto de la República el 10%.
(5) Llama la atención el descenso que hay en el número de empresas en tan solo un año. Más que a una disminución real, la diferencia estriba en la utilización de distintos criterios y al hecho de que los talleres familiares operan clandestinamente.
(6) La situación legal de las empresas se refiere a su registro en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y a la inscripción de la empresa al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Las cuotas del IMSS son cubiertas totalmente por el patrón en caso de que el obrero gane arriba del mínimo, las cuotas se cubren por ambos.
(7) En algunas fábricas se permite a los obreros que trabajen horas extras para que aumenten su “raya” de la semana; o también el patrón, a través del encargado, pueda pedir a los obreros que se queden a trabajar después de las horas de salida. En ninguno de estos dos casos el obrero recibe un pago extraordinario por las horas trabajadas después de la jornada estipulada, sino sólo por la producción adicional lograda.
(8) Tarea: Cantidad determinada de trabajo, que se realiza conjuntamente.
(9) El término pica aplicado a los talleres pequeños y talleres familiares se debe a que, cuando se inicia el taller, hay expectación hacia su resultado. La frase que usan para expresar su expectativa es “¡a ver si pica!” (“¡a ver si pega, si da resultado!”). Otra versión es que en los talleres pequeños levantan del suelo la piel y todo material sobrante que todavía puede ser utilizado. Así “pican” de un lado y de otro.
(10) En 1966-1968 aproximadamente, el IMSS instauró la norma de que todo aprendiz debía percibir el salario mínimo y tener las mismas prestaciones que el resto de los obreros. Hasta antes de esta fecha, los zorritas y oficiales -aprendices-, eran admitidos dentro de las fábricas; pero no eran contratados directamente por la empresa sino que los mismos obreros llevaban a sus hijos, parientes, vecinos o conocidos a la fábrica para que ahí mismo en su local de trabajo, aprendieran el oficio. A las fábricas les convenía tener zorritas , ya que éstas, además de que se adiestraban en el oficio y aprendían el funcionamiento de la fábrica, eran la reserva de trabajo de la misma fábrica. Por otra parte, a las fábricas no les costaba nada adiestrar al próximo obrero, ya que el mismo obrero, del salario que recibía en la fábrica, le daba a la zorrita.
(11) En León existen dos clubes profesionales de fútbol soccer, uno llamado León , asociado a los zapateros, y el Curtidores, relacionado con las tenerías.
(12) Generalmente sólo en las empresas con sindicato hay contratos de trabajo. Las fábricas grandes sin sindicato se protegen
de éste ofreciendo condiciones de trabajo y ciertas prestaciones extras de las que marca la ley.
(13) Se calcula que en 1978 la industria del calzado daba ocupación a 62,000 trabajadores y si además se incluye a los trabajadores familiares la cifra es de 310 000, de los cuales sólo 2 191 eran obreros sindicalizados.
REFERENCIAS
CALLEJA, M argarita, Celia FALOMIR y Francisco J. MADRAZO, 1980. Unidad doméstica y organización del trabajo de la Industria del Calzado en León, Gto. Tesis IUA México, D.F.
DOS SANTOS, Theotonio, 1974. La crisis de la teoría del desarrollo y las relaciones de dependencia en América Latina. En: La dependencia político-económica de América Latina. Helio Jaguaribe et. al., Ed. S. XXI 6a ed. México.
EMMANUEL, Arghiri, 1976. Mitos del desarrollo contra mitos del subdesarrollo. En: Industrialización y Tercer Mundo. Ed. Anagrama, Col. Debates, Barcelona.
GODELIER, Maurice, 1977. “Modos de producción, relaciones de parentesco y estructura demográfica”, en Bloch Maurice: Análisis marxista y antropología, Ed. Anagrama, Barcelona, España.
LABARTHE, Ma. de la Cruz, 1977. La industria del calzado generada en el área urbana de la ciudad de León. Mecanoescrito. CIS-INAH.
LUXEMBURGO, Rosa, 1967. La acumulación del capital, Ed. Grijalbo. México, D.F.
NUN, José, 1969. “Suberpoblación relativa, ejército industrial de reserva y masa m arginal”, Revista Latinoamericana de Sociología # 69/2.
R0BERTS, Bryan, 1980. Ciudades de campesinos. La economía política de la urbanización en el tercer mundo, Ed. Siglo XXI, Ira. Ed. México.
SANCHEZ, Sergio, Raúl NIETO y Augusto URTEA- GA, 1980. Los trabajadores del calzado en Guanajuato. En: Cuadernos Políticos, No. 24, Abril-Junio 1980. pp. 55-56.
SCHUMPETER, Joseph, 1976. Teoría del desenvolvimiento económico.México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
SUNKEL, Osvaldo y Pedro PAZ, 1979. El subdes- arrollo latinoamericano y la Teoría del desa- rollo. Ed. Siglo XXI, 13a ed., Méxio.
VlLLANUEVA OLMEDO,Minerva. Sindicatos y negociación colectiva: Los trabajadores del calzado en León, Gto., Tesis: Universidad Veracruzana, Facultad de Antropología.
WARREN, BILL, 1976. “Imperialismo e industrialización capitalista”, emlndustrialismo y Tercer Mundo. Ed. Anagrama, Colección, Debates. Barcelona, España.
Top Related