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LIBROS Y NOMBRES DE CASTILLA-LA MANCHA SEPTUAGESIMOCTAVA ENTREGA 78 Año III/ 10 de agosto de 2012 Catálogo de publicaciones de la Asociación Cultural Montes de Toledo 1977-2011 Coordinación: Milagros López Fernández Edita: Asociación Cultural Montes de Toledo 122 pags.; Toledo 2012; La hacendosa Asociación Cultural “Montes de Toledo” lleva trabajando de manera constante y con sumo empeño por la comarca toledana que la nombra más de treinta y cinco años, durante los cuales ha recogido papeles, documentos, facsímiles, programas de fiestas populares, entradas a los más diversos espectáculos celebrados en cualquiera de los pueblos monteños, estampas, folletos, bandos, actas y documentos y legajos oficiales, muchos de los cuales son conocidos como Llegas. Y esta labor recopiladora ha tenido la virtud de convertirse en salvadora de todos y cada uno de esos documentos, y más ahora al encontrarse escaneada la mayor parte de los mismos, por lo que, digamos, han sido rescatados dos veces. Y al mismo tiempo esta Asociación Cultural, que se ha de contar entre las pioneras de toda España y entre las más perseverantes en su empeño comarcalista, ha generado otros muchos escritos, a partir de esos documentos encontrados y conservados y, también, mediante el proceso de investigación en los archivos municipales, sobre todo, y de creación literaria. Y el producto de toda esta labor investigadora y creativa libros, folletos, revistas, facsímiles, recopilaciones de estudios históricos sobre la comarca, etc.- ha sido recopilada en un denso catálogo de 120 páginas. Y observando el mismo índice se llega a la conclusión de que ningún tema concerniente a los pueblos monteños, ya pertenecientes a la provincia de Toledo, ya a la de Ciudad Real, ha resultado ajeno al interés investigador y divulgativo de la Asociación. Así, en los cerca de treinta facsímiles publicados y detallados en el índice, se encuentran documentos referentes a las tensas relaciones de la comarca con Toledo, fechados entre la segunda mitad y el último tercio del siglo XVIII; otros aluden a páginas históricas de la comarca, como la reseña que hace el ayuntamiento de Orgaz sobre las víctimas ocasionadas por la facción del bandolero conocido como Palillos el 25 de abril de 1839, y documentos sobre la Guerra de la Independencia, y sobre la Santa Hermandad Vieja de Talavera, tan relacionada con la idéntica institución monteña, y otros “documentos medievales de los Montes”; algunos hacen referencia a aspectos religiosos: Vida milagrosa de Santa

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LIBROS Y NOMBRES

DE CASTILLA-LA MANCHA

SEPTUAGESIMOCTAVA ENTREGA

78 Año III/ 10 de agosto de 2012

Catálogo de publicaciones de la

Asociación Cultural Montes de

Toledo 1977-2011

Coordinación: Milagros López

Fernández

Edita: Asociación Cultural Montes de

Toledo 122 pags.; Toledo 2012;

La hacendosa Asociación Cultural “Montes

de Toledo” lleva trabajando de manera

constante y con sumo empeño por la

comarca toledana que la nombra más de

treinta y cinco años, durante los cuales ha

recogido papeles, documentos, facsímiles,

programas de fiestas populares, entradas a

los más diversos espectáculos celebrados en

cualquiera de los pueblos monteños,

estampas, folletos, bandos, actas y

documentos y legajos oficiales, muchos de

los cuales son conocidos como Llegas. Y

esta labor recopiladora ha tenido la virtud

de convertirse en salvadora de todos y cada

uno de esos documentos, y más ahora al

encontrarse escaneada la mayor parte de los

mismos, por lo que, digamos, han sido

rescatados dos veces. Y al mismo tiempo

esta Asociación Cultural, que se ha de

contar entre las pioneras de toda España y

entre las más perseverantes en su empeño

comarcalista, ha generado otros muchos

escritos, a partir de esos documentos

encontrados y conservados y, también,

mediante el proceso de investigación en los

archivos municipales, sobre todo, y de

creación literaria. Y el producto de toda esta

labor investigadora y creativa –libros,

folletos, revistas, facsímiles, recopilaciones

de estudios históricos sobre la comarca,

etc.- ha sido recopilada en un denso

catálogo de 120 páginas. Y observando el

mismo índice se llega a la conclusión de

que ningún tema concerniente a los pueblos

monteños, ya pertenecientes a la provincia

de Toledo, ya a la de Ciudad Real, ha

resultado ajeno al interés investigador y

divulgativo de la Asociación.

Así, en los cerca de treinta facsímiles

publicados y detallados en el índice, se

encuentran documentos referentes a las

tensas relaciones de la comarca con Toledo,

fechados entre la segunda mitad y el último

tercio del siglo XVIII; otros aluden a

páginas históricas de la comarca, como la

reseña que hace el ayuntamiento de Orgaz

sobre las víctimas ocasionadas por la

facción del bandolero conocido como

Palillos el 25 de abril de 1839, y

documentos sobre la Guerra de la

Independencia, y sobre la Santa Hermandad

Vieja de Talavera, tan relacionada con la

idéntica institución monteña, y otros

“documentos medievales de los Montes”;

algunos hacen referencia a aspectos

religiosos: Vida milagrosa de Santa

Quiteria…, y a supersticiones, “Un amuleto

arriero”; otros aluden a plantas medicinales

usadas en los montes en el siglo XVIII.

Algunos de estos facsímiles se encuentran

en una obra de carácter general y hacen

referencias a diversos pueblos de la

comarca, por lo que han sido recogidos, y

dados a la imprenta precedidos de una

introducción. Es el caso de “Los Montes de

Toledo en el Madoz” y “Los Montes de

Toledo en las Estampas de Félix Urabayen.

En fin, se encuentran también facsímiles

referentes al historiador, repoblador y

arzobispo Jiménez de Rada, a la presencia

de la comarca en la cartografía histórica,

etc. En dos capítulos consecutivos se da

cuenta de las publicaciones de la

Asociación referentes al Turismo Rural y al

Senderismo, en los que se reseñan

numerosa rutas por los Montes, y de la que

traspasa las lindes monteñas para adentrarse

en tierras de Extremadura hasta llegar a

Guadalupe. Varias de estas publicaciones se

ciñen a lugares o monumentos particulares

de los montes: el castillo de Montalbán y

los demás castillos de la comarca, la ruta de

los visigodos, la de los templarios, la de los

guerrilleros. En fin, se recoge también el

título de la guía de la comarca, en la que se

da cuenta también del Museo de

Costumbres y Artes Populares asentado en

Guadamur. El siguiente apartado, el cuarto,

recoge toda la información publicada sobre

la Asociación y la Comarca monteña, y en

el quinto se recogen los respectivos índices

temáticos de la Revista de Estudios

Monteños y el de El Monteño, una hoja

desplegable y de carácter noticiero.

En el apartado Monografías se recoge una

amalgama de libros, crónicas, artículos y

ensayos de carácter monográfico que

aluden a los más diversos aspectos de los

Montes. Así, dedicados al lenguaje tres:

Vocabulario de los Montes de Toledo,

Breve diccionario del habla… y los

primeros lenguajes escritos en la comarca;

la literatura también está presente en

diversas formas: en poesía, leyenda, como

la del Castañar y narrativa, en la que se da

cuenta la ruta del pastor Madaleno que

hicieron ocho esforzados adelantados desde

Ajofrín a San Pablo el 14 de agosto de

1996, y también “Montes de Toledo: Tierra

de refugio”, en que se alude a la

particularidad hospitalaria de los Montes

para bandoleros, maquis y golfines y demás

gentes transgresoras, precisamente, por su

carácter bravío y montaraz. La heráldica se

encuentra representada en varias

publicaciones, y la astronomía, y un

compendio de recetas monteñas, y el modo

de criar abejas en los Montes, y la música y

los músicos monteños, etc. Dos trabajos

merecen ser destacados sobre los demás,

ambos de carácter compendioso: Escritores

monteños y el índice temático de los

números 0 al 30 del Boletín de los Montes

de Toledo. Y otro trabajo que merece ser

destacado es “Comarca de los montes de

Toledo: Cronología histórica”, en el que se

da cuenta de los hechos y fechas más

relevantes en la comarca desde los

horizontes del Paleolítico hasta nuestros

días.

Y como si la Asociación no quisiera dar por

cerrado el campo de su interés por la

región, en los apartados siguientes se alude

a varias publicaciones: tarjetas de

felicitación con motivos monteños, guías y

mapas, de carácter comarcal, algunos y

otros referidos a aspectos particulares,

como “el camino del pastor Madaleno” y

“Moraleda. El último bandolero de los

Montes de Toledo”. Destaca también en

este apartado la “Agenda turística de los

Montes de Toledo”. En cuanto a libros, es

decir, en esos casos en que la Asociación se

ha convertido patrocinadora, se recogen

dos: el libro editado en Homenaje a

Fernando Jiménez de Gregorio, 1988, y

Etnobotánica en los Montes de Toledo,

2002. Todo este material, puesto a

disposición de los socios y de cuantos

deseen acercarse a la sede de la Asociación,

pone de manifiesto el inmenso interés de la

Asociación por preservar todo lo referente a

la comarca monteña, por estudiar su

patrimonio documental y artístico y por

proteger y dar a conocer las riquezas

gastronómicas y paisajísticas y folclóricas y

etnográficas y tradicionales, culturales en

definitiva, de toda la comarca de los Montes

de Toledo.

Juan José Fernández Delgado

Sin respiro. Cuidadoras

familiares: calidad de vida,

repercusión de los cuidados y

apoyos recibidos

Mª Victoria Delicado Useros

(coord.), Antonio Alcarria

Rozalén; Antonia Alfaro Espín;

Ana Barnés Martínez; Eduardo

Candel Parra; Francisco García

Alcaraz y Carmen Ortega

Martínez

Ed. Talasa; Madrid 272 pp. 26 €

El Grupo de Investigación Cualitativa,

Enfermería y Sociedad (GICES) de la

Facultad de Enfermería de Albacete,

coordinado por la profesora de la

UCLM Victoria Delicado Useros, ha

publicado el libro "Sin respiro", una

obra que recoge los trabajos de

investigación que ha llevado a cabo este

equipo de la Universidad de Castilla-La

Mancha (UCLM) durante la última

década, centrado en los cuidadores no

profesionales de personas dependientes.

“Sin respiro. Cuidadoras familiares:

calidad de vida, repercusión de los

cuidados y apoyos recibidos”, es el

título de esta publicación en la que,

junto a la coordinadora del grupo,

participan los miembros del GICES y

profesores de la UCLM, Antonio

Alfaro, Eduardo Candel, Francisco

García y Carmen Ortega, y los

enfermeros del SESCAM, Antonio

Alcarria y Ana Barnés.

Según estudios ya publicados, la mayor

parte de las mujeres y hombres que

cuidan y atienden a las personas

dependientes, son familiares de las

mismas o cuidadores no especializados.

Partiendo de esta realidad, la UCLM a

través del GICES ha desarrollado

durante diez años una novedosa línea de

investigación para mejorar la calidad de

vida de estos cuidadores principales

sometidos a problemas de salud

derivados de la labor que efectúan.

Los trabajos que se presentan en este

libro, editado por Talasa, se han llevado

a cabo bajo la óptica de tres de sus

protagonistas más destacados: las

cuidadoras familiares, las cuidadoras

inmigrantes y los sanitarios que les son

más próximos representados en los

profesionales de la enfermería.

Metodológicamente, los abordajes son

tanto cualitativos como cuantitativos,

mediante grupos de discusión, estudios

descriptivos y a través de una

aproximación experimental con

intervenciones psicoeducativas para

cuidadoras.

Además de contextualizar los resultados

de estos estudios, el libro invita a

realizar una revisión actualizada sobre

el fenómeno del cuidado familiar y sus

implicaciones, especialmente desde la

perspectiva del género, ya que se habla

de un rol que, todavía hoy, es

desempeñado mayoritariamente por

mujeres. Para completar esta particular

iniciativa, se incluyen un anexo y un

CD con las diferentes sesiones de

trabajo que componen la intervención

psicoeducativa con cuidadoras

desarrollada por el propio grupo

GICES.

Gabinete de Comunicación UCLM.

Albacete

Andrés SALINAS MECO

Palabras utilizadas en corrillos,

solanas y tertulias de Tórtola de

Henares

Ayuntamiento de Tórtola de Henares

(Guadalajara), Concejalía de Cultura,

2008, sin paginar.

Comentamos este librito, de no

demasiadas páginas, por el interés que

tiene en la actualidad, precisamente

ahora que la globalización somete a

todos los países a un rapidísimo proceso

de aculturación que contribuye a que,

tanto la palabra hablada como la escrita,

se pierdan (aunque surjan otras distintas

basadas en ellas) -buena prueba de son

las formas de comunicación surgidas

con las nuevas tecnologías:

ordenadores, teléfonos móviles,

etcétera- y que, a pesar de todos los

avances en lo que a comunicación se

refieren, han logrado que el hombre se

encuentre cada vez más solo.

Por ello es bueno que ayuntamientos,

asociaciones y personas concretas, con

su nombre y apellidos, en este caso

Andrés Salinas como recopilador y el

Ayuntamiento de Tórtola de Henares y

la Asociación Cultural “Torela”

(nombre de Tórtola en el siglo XII),

como editor y colaborador,

respectivamente, se den la mano para

conservar todo aquello que el tiempo va

dejando de lado, va olvidando paulatina

e imperceptiblemente, hasta que de

buenas a primeras, sin que apenas nos

demos cuenta, hayan desaparecido

definitivamente.

Buena parte de estas manifestaciones

culturales, quizás la más importante, la

constituyen los leguajes, las formas de

hablar de cada país, las hablas o fablas

de cada comunidad, provincia, zona,

pueblo, barrio, calle…

Por eso, este librito, que no es más que

una especie de vocabulario ordenado de

la „A a la Z‟, es importante desde el

punto de vista del filológico, porque

recoge palabras que, en muchos casos

ya casi no se usan, han desaparecido o,

incluso, han perdido su significado

primigenio. El por entonces alcalde de

la localidad señala oportunamente que

“Todavía hoy, estas palabras se oyen

por las plazas, esquinas y solanas de

nuestro pueblo”, lo cual ya es un mérito

que suceda en un pueblo como Tórtola

de Henares, tan bien comunicado,

porque a mejor comunicación mayor y

más rápida aculturación, ya que, por lo

general, los pueblos más aislados

geográficamente y, por tanto, peor

comunicados, han mantenido mejor su

forma de hablar.

Soledad Herrero, entonces consejera de

Cultura de Castilla-La Mancha,

indicaba que “Recuperar palabras

antiguas, voces que usaron nuestros

abuelos, quizá nuestros padres, pero que

a nuestros hijos ya empiezan a sonarles

como antiguas, arcaicas, es una labor

muy necesaria, y muy positiva…”.

Este es un libro que se ha ido

construyendo gracias al interés de su

autor que, lentamente, poco a poco, ha

ido recogiendo todas aquellas palabras

que escuchaba a sus padres y abuelos a

lo largo de sus conversaciones

cotidianas, precisamente esas a las que

menos interés se les suele prestar, pero

que definen a un pueblo.

También es posible que muchas de las

palabras recogidas en este “palabrario”

no se utilicen exclusivamente en

Tórtola, y que algunas hayan llegado

del exterior por vías pecuarias o

caminos comerciales, otras quizás

falten; pero ello no empece la tarea

porque en muchos casos los vocablos

cambian su significado y se adaptan (o

son adaptadas) a las necesidades del

lugar que habitan.

Este libro merece la pena por lo que

significa, por el empeño en conservar

un puñado largo de palabras que de otra

forma se hubieran olvidado y que, de

esta forma, se han recogido como piezas

de museo que pueden ser analizadas por

los especialistas, pero que en la mayoría

de los casos aún pueden usarse con total

tranquilidad, porque quien las emplee

(en Tórtola) será entendido y

contestado.

Dice Andrés Salinas: “Siempre he

creído en el poder y en el encanto de las

palabras, porque, éstas, no viven fuera

de nosotros, sino que nosotros somos su

mundo y ellas el nuestro”. Y añade: “En

los tiempos que mi domicilio y mi vida

se desarrollaban en Madrid, observaba

como algunas palabras utilizadas con

naturalidad en mi entorno familiar,

sorprendían a la mayoría de amigos,

compañeros y vecinos. Comentándolo

con mis amigos de Tórtola, estaban de

acuerdo y pensaban que había que hacer

algo al respecto… y de este modo

empecé, con tranquilidad y paciencia, a

recopilar estas palabras, escuchando

conversaciones con gente mayor -y no

tan mayor- (e) incluso interrumpirles

para saber qué significado o qué sentido

le daban a una expresión de esas

palabras tortoleñas”.

Viene al caso señalar aquí y ahora que,

todavía no hace tanto, los habitantes de

cada uno de los pueblos de Guadalajara,

e incluso de cada barrio de la capital,

por poner el caso más cercano,

mantenían viva su forma de hablar. Una

forma clara y concisa que, sin llegar a

constituir una jerga, todos entendían. En

algunos casos, esas formas de hablar (y

de escribir) llegaron a conservarse a

través de raras ediciones, como aquellas

Costumbres y Rebuznos alcarreños en

renglones cortos y largos (escritos) por

el “Celipe” y el “Polito” (Madrid,

1907), que en 1993 dimos a conocer en

edición facsimilar Francisco Viana y

yo; libro, por cierto, al que Pepe

Aguado hizo una Réplica y comentarios

a…, diez años más tarde.

Y junto a estos Rebuznos Alcarreños

también han surgido algunos trabajos

acerca del habla particular de diversos

pueblos de nuestra provincia que en

muchos casos hemos visto publicados

en la revista Cuadernos de Etnología de

Guadalajara, por ejemplo, los llevados

a cabo por Antonio Berlanga

Santamaría, “El habla de Corduente y

sus gentes” (2008); Mariano Marco

Yagüe, “Vocabulario de palabras

típicas” (2009); Doroteo Sánchez

Mínguez, “Palabrario, decires, dichos,

dicharachos, refranes y adivinanzas de

Peñalver” (2005); Tomás Sanz

Casarrubios, “Diccionario del Alto

Jarama”, además de otros dedicados al

conocimiento de ciertas jergas, como

“La Mingaña de Milmarcos:

Vocabulario y Textos” (1991), en la que

Blanca Gotor publicó dos cuentos: El

San Doque con Morrascosas (El Gato

con Botas) y La Cachorra del Casimiro

(La Caperucita Roja). De “la migaña”

de Maranchón -otra jerga similar a la

anterior, con la que no se debe

confundir, que en lugar de ser utilizada

por los esquiladores lo era por los

muleteros- hay noticia en el boletín de

la Asociación Cultural de su mismo

nombre (El Boletín de la Migaña).

La verdad es que desde hace muchos

años se vienen recogiendo estas

palabras, a veces en breves notas, como

aquel trabajo que José de la Fuente

Caminals, “Algunas palabras de Renera

(Guadalajara)”, publicara en la Revista

de Dialectología y Tradiciones

Populares (1951), que no abarca más de

cinco páginas y todavía no ha llegado el

momento de cesar en la recogida de

palabras aún vivas, en trance de

desaparecer o recientemente

desaparecidas, aunque todavía latentes

en el sentir popular, como lo

demuestran dos nuevos trabajos a la

espera de publicación acerca de las

palabras empleadas por los habitantes

de Arbeteta y de Bustares.

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

VARIOS AUTORES:

PROSAS DE ALCANDORA

EDICIONES QUE VAYAN ELLOS,

ALBACETE, 2012

El modo en que nació y fue

conformándose el grupo Alcandora no

es el menos atractivo de los relatos que

componen esta antología de quince

autores. Dieciséis si contamos al

prologuista, Domingo Henares.

Examinándolos uno por uno, vemos que

solo una pulsión tan minoritaria como la

escritura pudo reunir a un grupo tan

heterogéneo. Ha pasado más de un

cuarto de siglo desde que Manuel Terrín

y Paco Bonal coincidieron en una

librería (1986). Recuerdan hasta el

diccionario de escritores españoles

contemporáneos que acababa de

adquirir el segundo y que estaba

hojeando en el momento de la epifanía.

A la tertulia que fundaron fueron

acudiendo casi en tropel muchos y

variopintos autores, que andaban tan

huérfanos como ellos de asociarse con

gente afín. Es estremecedor ver cómo

bastantes de aquellos tertulianos,

algunos de los más tenaces, no están ya

presentes. Echo de menos, entre otros, a

Andrés Duro del Hoyo, Antonio Matea

y Paco González Bermúdez. Pero aquí

sigue el resto, inasible al desaliento,

manteniendo bien alta la bandera de la

literatura, constituidos en asociación,

reuniéndose en los altos de la confitería

La Suiza y con sede en el Ateneo.

Compartieron una antología de poemas

y ahora ésta otra de narraciones, en la

que hay desde cuentos a ensayos,

pasando por microrrelatos. Además, la

mayor permisividad de la prosa, nos

granjea sorpresas como la participación

de Teodora Lozano, incansable

espectadora cultural. Citarlos a todos

sería prolijo, y solo a unos pocos,

injusto, pero ahí están, formando un

corro apretado, tan ilusionados como el

primer día y mirando a la posteridad a

través de la cámara, desde la

contraportada del libro.

Arturo Tendero

Manuel Cortijo Rodríguez

Memoria de lo usado

Diputación de Albacete, 2012

El escritor de La Roda (Albacete)

Manuel Cortijo Rodríguez ha publicado

el poemario „Memoria de lo usado‟, al

escenario de cuyas páginas lleva su vida

y hace que los actores sean los propios

lectores

Cuando los poemarios son

confesionales, y suelen serlo casi

siempre, buen número de ellos no dejan

de guardar un tiempo autobiográfico

revestido con metáforas embellecidas a

través de veladuras más o menos líricas,

donde podemos interpretar la vida del

poeta, o parte de su propio sentimiento

como algo que fuera imaginado y

querido, pensado en beneficio de la

sociedad, el paisaje y el humanitarismo,

todo ello como estética y concordia

mutua. Y este poemario, „Memoria de

lo usado‟(), que nos acaba de llegar

desde la mano de del autor, Manuel

Cortijo Rodríguez, no supone excepción

ninguna en su concepto. Es más,

podemos pensar que el edificio de sus

versos se construyó principalmente con

materiales de idéntica factoría.

Manuel Cortijo Rodríguez, La Roda

(Albacete), 1950, es uno de esos poetas

que han surgido a la publicación de

libro con una edad madura, pues es éste

su primer poemario. Pero ello no

significa que a su vez, Manuel Cortijo,

deje de ser un poeta muy conocido en

todos o casi todos los cenáculos del

verso madrileños, revistas del género

españolas y como miembro de muy

diversos jurados, porque su presencia,

publicación y arraigo, ha sido y es una

constante en la poesía de la capital de

España. No en vano reside en Getafe

desde 1977.

„Memoria de lo usado‟, se divide en tres

secciones temporales (Antes, Ahora y

Después), más una portada que está

llevando al lector por una senda

interpretativa donde se refleja la

existencia por los mismos Momentos

que le sirven de pórtico.

Inversamente a los seis personajes de

teatro que buscan autor en la escena

para ser interpretados, aquí el autor, el

poeta, lleva su vida al escenario de las

páginas. Los actores son los propios

lectores, porque el poeta así los ha

considerado y conseguido.

Porque por aquí está pasando la vida (y

de qué modo) en los Momentos de su

inicio, no deja de recordarme el

celebérrimo poema de César Vallejo,

cuando éste nos habla de los golpes que

aquélla nos suele dar: “Hay momentos

en curso que no tienen / ni un destello

que darnos de sus luces”, nos dice

Cortijo en sus dos primeros versos. Y

más adelante: “Momentos que si llegan

a escribirse / serán en clave velada,

reservada al silencio”.

El poeta no quiere silenciarlos; no

quiere silenciarlos, y hace bien. Este

silencio sería el sacrificio de un

acertado libro; de un poemario que ve la

luz sin hojarasca alguna en la lengua

castellana. Poseía desnuda la suya;

directa, en versos que son concebidos a

través de imágenes e interpretativas

metáforas. Sin falsos adjetivos, sus

alejandrinos, octosílabos y eneasílabos

integran la copa de un gran árbol sobre

el tronco de los Momentos iniciales.

Aquí se crecen los adverbios en sus tres

divisiones. Se apoya para ello en la

relación amistosa de sus colegas más

cercanos y amigos.

Así, en el poema dedicado a Eladio

Cabañero, busca “la verdad y la voz

para decirlo”, le exige “el oído a luz de

la palabra”; o cuando en el Ahora,

acogiéndose a sus propio latidos vitales

dice que “Lo mismo me sucede cuando

escribo / un verso que no sé....si acabaré

salvando”, y más adelante, analizando

el Después, en el penúltimo poema se

apoya en la conformidad del ser

humano que se sabe con el privilegio de

las letras, confirma la tremenda verdad

de que “la vida escrita / es todo lo que

queda”, más aún, en el último

apostillará que: “haber llegado aquí con

lo vivido, / no es poco este traer /.../

Ahora es tiempo de un tiempo por venir,

/ por escribir la vida en descendente, / la

carne del poema con palabras”.

Nicolás del Hierro, en El diadigital.es

24-VI-2012

RECUPERACIONES

Cuarta entrega de la sección

Cien libros para conocer Cuenca

Guadalajara y Cuenca.

José María Quadrado y Vicente de

la Fuente. Barcelona, 1886; Establecimiento

Tipográfico Editorial de Daniel Cortezo

y Cª. Edición facsímil: Barcelona, 1978;

Ediciones El Albir, 432 páginas.

Castilla la Nueva es un título de la serie

"España. Sus monumentos y artes. Su

naturaleza e historia", editado en

Barcelona en los años 1885 y 1886 por

la editorial de Daniel Cortezo.

Son sus autores José María Quadrado

y Vicente de la Fuente, que fundieron

en tres tomos, de los que el segundo

trata de las provincias de Guadalajara

y Cuenca (el primero, dedicado a la

provincia de Madrid, en 398 págs con 6

láminas, 2 en color y un

plano desplegable de la capital; y el

tercero, de 508 páginas, con otras dos

en color, sobre Ciudad Real y Toledo),

una obra anterior, realizada por varios

autores bajo el título Recuerdos y

bellezas de España, en doce volúmenes,

de los que los números 6 y 7, editados

respectivamente en 1848 y 1853

corresponden a Castilla la Nueva y

considerada como una obra cumbre del

romanticismo español.

El autor, de origen balear (Ciudadela,

Menorca, 1819; Palma de Mallorca,

1896) fue un auténtico polígrafo de las

letras: archivero, investigador,

periodista, historiador, escritor en un

terreno entonces sin calificar pero hoy

bien conocido, el del turismo divulgador

de las bellezas del país, a cuyo

conocimiento y estudio dedicó

prácticamente toda su vida haciéndola

coexistir con otro largo número de

ocupaciones profesionales.

El trabajo que nos ocupa parte del texto

original ya citado, obra de Quadrado en

1853, actualizado en 1885 por Vicente

de la Fuente. Pero a pesar de las

adiciones de éste, permanece en todo el

volumen el acendrado espíritu del

primer autor, adornado de una serie de

elementos que lo hacen meritorio de

todo tipo de reconocimientos. Culto a la

vez que curioso, se acerca al paisaje y a

los pueblos con el ánimo impregnado de

la sabiduría aprendida a través del

conocimiento pero con los ojos abiertos

a cualquier tipo de impresión captada

sobre el terreno; conoce y maneja bien

las fuentes históricas y las incorpora al

relato con normalidad, sin pedantería.

El volumen que nos ocupa es la segunda

parte del libro dedicado a las provincias

de Guadalajara y Cuenca; el texto

correspondiente a éste empieza por una

somera descripción general de la

provincia para entrar luego en el

segmento correspondiente a la capital,

con una feliz afirmación inicial: “A la

fundación de Cuenca, quien quiera la

fundase, presidió sin duda un feliz

pensamiento; nunca obtuvo ciudad

alguna situación más original y

pintoresca”, seguida de un sobrio

resumen histórico continuado del

capítulo dedicado a la catedral, en el

que es necesario valorar tanto la justeza

de los comentarios como la propiedad

de los juicios emitidos sobre el

contenido de nuestro primer

monumento. Los párrafos dedicados a la

situación presente de la ciudad nos

permiten alcanzar un preciso

conocimiento de cual era el estado de la

capital conquense en aquellos años

convulsos, “en que se ha ido reponiendo

a duras penas de aquel quebranto”, el

producido por el asalto de las tropas

carlistas todavía no mucho antes.

La visita a los lugares más destacados

de la provincia, desde Cañete a Huete,

desde Uclés a Alarcón y Minglanilla,

completan el contenido de este libro que

camina despacioso, con buen criterio y

excelentes ilustraciones por el áspero

territorio provincial. Y que es, además

de útil, bello. Quizá el primer libro

sobre Cuenca al que puede atribuirse

este calificativo, porque hasta ese

momento, ciertamente, no puede decirse

que los volúmenes referidos a la

provincia conquense hubieran destacado

por su mérito tipográfico. Este de

Quadrado y de la Fuente sí lo tiene. Sin

ser una guía en el sentido estricto que

hoy aplicamos a este término, sin ser ni

de lejos un libro para llevar en el

bolsillo cuando se viaja sí ofrece unas

valiosísimas ilustraciones que llevan las

firmas de Pascó, Oms y Delgado en los

dibujos a pluma, con heliografía de

Thomás y grabados de Gómez Polo.

José Luis Muñoz

Será genealogía

Elena Román

La isla de Siltolá, Sevilla, 2012; 56

pags.; 10 €; n

Cordobesa de nacimiento (1970) pero

residente en Toledo, Elena Román tiene

publicados, además de este libro:

“Destrucción de algunos tópicos sobre

lo incierto” (2011), “Esta dichosa

ansiedad doméstica” (2011), “Diario de

un ascensor en un bloque de dos plantas

con azotea” (2010), “Veintiún bisontes”

(2008), “A propósito de los cuerpos”

(2008), “Lo circense” (2008) y “Ocho

paradas en la arena” (2009), además del

libro electrónico “Zaquizamí” (2011).

Ha ganado numerosos premios

literarios. Colabora en revistas literarias

y ha sido recogida en varias antologías,

la última de ellas la de Descrito

ediciones (Toledo, 2012), que ya

comentamos en estas páginas (Vid.

Libros de CLM nº 69).

Poesía de la cotidianeidad, traspasada

por la hondura y por la audacia poética:

“Se nos va quedando la ropa

grande,

los huesos grandes,

el alma grande”

La rebeldía vital se une a la rebeldía de

las metáforas, que nos llevan a un

registro muy personal, desacostumbrado

y muy autónomo.

“Todas las mañanas,

cuando me levanto,

Piso mis sueños”.

El libro presenta una seria de estampas

familiares, alejadas de cualquier tópico

imaginable, en una línea de reflexión

autocrítica, nada complaciente, y

cargada de chispa poética.

El giro de los poemas de este libro,

breves por lo general es el paso de la

descripción de una situación familiar,

más o menos previsible a un salto

ideológico y poético imprevisto que

confiere la especificidad al poema, y

configura el lenguaje propio de la

autora.

Dice Elena en su blog

(http://elblogtardiodeelenaroman.blogsp

ot.com.es), en una entrada del pasado

mes de julio:

“A propósito de lenguajes:

me resulta más fácil escribir en

prosa

Pero la poesía me es más

necesaria”.

Estamos ante una voz nueva; fresca y

potente que dirá mucho en el panorama

de la joven poesía española.

Alfonso González-Calero

Florentius

Fernando Lallana

Ed. Celya; Toledo, 2012

Florentius llega a Hojablanca

Buenas tardes. Estamos aquí para hablar

de un libro, «Florentius», un libro cuya

calidad salta a la vista tan solo echando

un vistazo a alguna de sus 281 páginas y

deleitarnos con sus bellísimas

descripciones, sus cuidados personajes,

y su lenguaje directo y efectivo que

adentra fácilmente al lector en la

historia de un viaje.

Porque eso es «Florentius»: Un largo

viaje, un enorme viaje, una mudanza

descomunal que atraviesa Europa desde

Bruselas a Toledo y que se adentra en

ese otro viaje en el que todos vamos

embarcados, como los argonautas, -

generacíón tras generación-, en ese

devenir histórico en el que, querámoslo

o no, vamos todos enganchados en éste,

aquel o ese otro siglo en el que la divina

providencia, si son creyentes, o en el

que el destino quizá escrito en las

estrellas -para los más escépticos-, quiso

envolvernos un día.

Y en ese viaje también cabalga

Fernando Lallana, el autor, aquí le

tienen, tan serio él, quizá a lomos de un

caballo o recostado en una carreta

soportando el frío intenso de unos

parajes por donde discurre una suntuosa

caravana que acompaña a los príncipes

Juana de Castilla y Felipe de Austria

hacia nuestra ciudad, hasta Toledo, final

del camino, donde los príncipes deben

jurar como herederos de los reinos

españoles.

En el mes de marzo, me acerqué a

«Florentius» tímidamente en forma de

reseña de prensa que plasmé en el diario

para el que trabajo, el diario ABCde

Toledo. Y lo titulé: «Florentius, el viaje

de Lallana. Arranca el siglo XVI y

soplan vientos de Reforma. Una

caravana de 500 personas está en

marcha».

No soy crítico literario, solo una

periodista que últimamente sale

demasiado tarde de la redacción, y me

encantaría ser una experta para hablar

de «Florentius». Pero algún resorte

correcto -quiero creer- debí tocar en mi

texto para le gustara a Fernando

Lallana, y nada más y nada menos que

al editor del espléndido libro, aquí a mi

lado, no tan serio, Gonper, que solo

lleva un año en Toledo y ya es conocido

por toda la ciudad y parte de la

provincia.

La sensación que tuve al leer este libro

en movimiento que es «Florentius» fue

la misma, casi la misma, que

experimenté al leer «El Hereje», de

Miguel Delibes. Sí, no exagero. Ese

relato inmerso en la España luterana que

vivía bajo la amenaza de la Inquisición

tiene bastantes puntos en común, a mi

juicio, con el libro de Lallana, sobre

todo en el lenguaje empleado, rico,

culto, magníficamente descriptivo, que

podría ser, y lo es, propio de la mejor

literatura clásica.

Pero, -y aquí está la diferencia para mí-,

«Florentius» es más divertido, es un

auténtico libro de aventuras al que se

une un ingrediente esencial, el

cinematográfico. Porque de película es

esa fastuosa comitiva de más de

quinientos integrantes, una auténtica

ciudad ambulante habitada por todo tipo

de personajes, civiles, eclesiásticos,

soldados, nobles, bellas mujeres,

rameras, cortesanas, clérigos. Y hasta

Juana la Loca y Felipe el Hermoso

aparecen para los amantes de la Historia

novelada. ¿Se puede pedir más?

«Mas de 300 carruajes cargados con

fardos de equipajes cubiertos por telas

amarradas con zunchos, circundaban las

plazas aledañas. Desde la tarde anterior,

vajillas, camas, colchones, mesas,

lámparas, todo tipo de muebles, útiles

de cocina, enseres diversos,

instrumentos musicales y tapices fueron

transportados en arcones de madera e

incorporados a los carruajes...», escribe

Lallana con un perfecto control del

lenguaje, las imágenes, la historia y su

propia imaginación.

Pero nada es gratis y durante siete años

el autor, amante de la Historia de los

siglos XV y XVI, ha tenido que

documentarse, leer muchas crónicas,

tomar notas, viajar mucho, mucho, hasta

alcanzar los mares del Norte de Europa,

donde seguro que anda parte del alma

de este escritor novel que es Fernando

Lallana, a quien la inspiración ha

pillado trabajando, como anhelaba el

genial Picasso.

Lallana ha plasmado en el libro su gran

admiración por los humanistas de la

época, sobre todo de Erasmo de

Rotterdam y Tomás Moro, con quienes

yo creo que comparte una base ética

esencial en defensa de la verdad, la

justicia y la libertad de todos los seres

humanos.

Pero ¿quién es Florentius?, me

preguntaba yo en aquella reseña de

ABC. En primer lugar, un holandés

impregnado del pensamiento humanista

de Erasmo de Rotterdam y que pone al

descubierto la corrupción y el abuso que

caracterizan el poder civil y eclesiástico

de principios del siglo XVI, tanto en la

corte flamenca como en la española,

donde también, como en El Hereje,

reinaba sin corona la Santa Inquisición.

Y además, Florentius, -una especie de

asesor de un importante y malvado

prelado-, es un hombre guapo, bien

parecido, de impresionante porte,

educado, ilustrado y de fuerte y

enigmática personalidad. Así lo ha

creado Fernando Lallana, quizá

inconscientemente para hacerlo aún más

atractivo al celuloide. «El recién llegado

llamaba la atención por su larga

cabellera, cuadrada mandíbula, rasgados

ojos de color miel, nariz apuntada y

rasurado rostro. Su figura era tan

proporcionada como esbelta, alta en

más de dos varas. Su caminar,

pausado....».

En el capítulo donde Lallana se adentra

en el personaje de Florentius

descubrimos por qué el autor saca en la

portada del libro un retrato de Sandro

Botticelli titulado «retrato de un joven»,

éste que ven aquí, precioso cuadro. Lo

cuento, con permiso del autor, con

palabras del propio Florentius: «Al cabo

de unos meses me trasladé a Bolonia y

después a Florencia, donde gané unos

dineros posando, vestido a la moda de la

ciudad, en los talleres del maestro

Botticelli. El maestro me pintó con un

bonete encarnado y una chaqueta de

rico paño verde, forrada de piel de

cabra, que se ajustaba a la garganta con

un cordón».

Silencio, se rueda, ¡acción! Seguro que

sería un éxito de taquilla trasladar

Florentius al cine.

Quedaría coja esta intervención si no

me refiriera a otro entrañable personaje,

alter-ego del holandés e imprescindible

para montar la trama «florentiusiana».

Se trata de Benjamín Téllez, el

segoviano, «empotrado» en la caravana

junto un grupo de frailes españoles, y

residente en Toledo. Por fin Toledo. Un

chico joven, gordinflón, tozudo,

ingenuo, de gran corazón y dura mollera

cuya familia vive en esta misma ciudad,

en el Adarve de Ciruelo, a un paso de la

parroquia de Santo Tomé, cerca de aquí.

Y es este escenario centroeuropeo se

unen ambos personajes aparentemente

tan diferentes, pero a la vez tan cercanos

en bondad y espíritu. Su relación es un

bellísimo canto a la amistad que

Fernando Lallana entona entrelazado

entre una trama argumental que termina

en Toledo, cuando lo que ya no es ni

una sombra de Florentius va subiendo al

patíbulo de Zocodover en un carruaje

arrastrado por viejas mulas. «Declarado

culpable de sus cargos, -dice el libro-,

había sido condenado a morir junto a

dieciocho hombres y cuatro mujeres,

acusados de brujería».

¿Por qué, no tienen curiosidad? Lean el

libro. No tiene desperdicio.

Palabras de la periodista María José

Muñoz en la presentación del libro en

la librería Hojablanca; Toledo, julio

2012

La moza del cántaro: Dos

comedias

Lope de Vega y Cándido María

Trigueros

Editorial Universidad de Extremadura

Cáceres: 2012

Colección: Textos UEX

284 Pags.; 12 €

Edición, introducción y anotación de

Gregorio Torres Nebrera

Se reúnen en este volumen de la

colección "Textos UEx" dos versiones

de la comedia La moza de cántaro, la

original de Lope y la refundida por C.

M. Trigueros. La moza de cántaro es

una entretenida comedia de enredo en la

que el Fénix perfila la actitud de una

decidida mujer que tiene a gala

defender, primero, su libertad y

autonomía, negándose a aceptar

cualquier matrimonio que le venga

propuesto o impuesto, al margen de sus

sentimientos y de su capacidad de

elección, y segundo, la honra propia y

de los suyos, llegando incluso al

homicidio por lavar la ofensa inferida a

su anciano padre, y arrostra la aventura

personal que de este hecho se deriva.

Lope la escribió hacia 1625 o 1626, y a

finales del siglo siguiente, un destacado

escritor ilustrado, el toledano Cándido

María Trigueros, la utilizó, con otras,

para apostar por la valía del teatro de su

ilustre antecesor, haciendo que su

refundición fuera una de las comedias

lopeveguesas más escenificadas en los

teatros madrileños de la primera mitad

del siglo XIX. En esta ocasión se

recupera el texto de la refundición que

no se había reeditado desde la primera

impresión londinense de 1817. La moza

de cántaro fue el segundo montaje, en

2010, de la Joven Compañía Nacional

de Teatro Clásico, dirigida por Eduardo

Vasco.

Cándido María Trigueros: Nacido en

Orgaz, Toledo, en 1736 y muerto en

1798, fue un polifacético escritor, que

destacó tanto en la creación literaria

como en la erudición o en los trabajos

científicos y botánicos. Dejó escrita una

parodia de las expectativas de los

nuevos escritores.

De la página web de Marcial Pons

En la muerte de don Fernando

Jiménez de Gregorio

Más que centenario, creíamos que

Fernando Jiménez de Gregorio era parte

de la historia de nuestra provincia, casi

inmortal al estar en el podio de los

ilustres. Decenas de publicaciones,

miles de artículos, calles dedicadas,

esculturas erigidas en vías públicas,

premios que pregonan su nombre.

Licenciado en Filosofía y Letras y en

Derecho, ha sido miembro de número,

correspondiente honorario de la Real

Academia de Bellas Artes y Ciencias

Históricas de Toledo y correspondiente

de otras reales academias, miembro

fundador del Instituto de Estudios

Toledanos y de otros institutos de

investigación etc. Y, sobre todo,

identificado con su origen jareño y

toledano, hijo adoptivo de Talavera de

la Reina y diploma de Honor por la

Junta de Comunidades de Castilla-La

Mancha.

Profesor de Instituto en Plasencia,

Valdepeñas y en “El Greco” de Toledo,

catedrático en el Instituto Isabel la

Católica de Madrid, profesor de la

Universidad de Murcia y, sobre todo,

maestro de generaciones de

historiadores, para los que siempre tenía

unas palabras, un momento. Consulta

obligada para cuantos hemos trabajado

en la historia de cualquier localidad de

nuestra provincia, Jiménez de Gregorio

es algo más que cronista oficial de la

provincia. Nos ha enseñado a conocer

los paisajes, a transitar por la historia, a

descubrir los topónimos y la

arqueología del territorio provincial, a

valorar las tradiciones y la cultura

local. Investigó y diseñó numerosos

escudos y banderas de nuestros pueblos,

fue animador de certámenes literarios,

conferenciante y pregonero en muchas

localidades, donde siempre daba una

visión personal y profesional del pasado

lejano o cercano de la población en

cuestión. Pero, lo que más resaltan los

que conocieron a Fernando Jiménez de

Gregorio es que fue un hombre bueno,

querido por paisanos, discípulos y todos

cuantos se acercaban a su casa madreña

o belviseña.

Jiménez de Gregorio aportó a la

historiografía el interés por globalizar el

territorio, quizá guiado por la

importante escuela francesa de

entonces. Influido por su origen jareño,

sus investigaciones y análisis

comarcanos marcaron un hito en los

estudios locales. Romeu de Armas,

Presidente que fue de la Academia de la

Historia y profesor del Instituto de

Talavera de la Reina en la época

republicana, le animó a ampliar su

campo de estudio. Le contestó Jiménez

de Gregorio que era “una mezcla de

universitario y de campesino labriego”.

Humildad y laboriosidad que, fiel a su

origen, no ha abandonado nunca a

nuestro historiador y que logra el

reconocimiento a su enorme trabajo,

premiado ya en vida con esa longevidad

que hoy celebramos con este póstumo

recuerdo.

Francisco García Martín; en

La Tribuna de Toledo, 2-VIII-2012