Alonso, Luis Enrique

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· colecctón serie SOCIOLOGÍA El creciente uso de las estrategias cualitativas como los grupos de discusión, las entrevistas abiertas, el análisis textual, etcétera, ha demostrado su produc- tividad en el estudio de la realidad social: redescubriendo la irrenunciable vocación cualitativa de la sociología tanto en el ámbito de la investigación de mercados como en el más amplio de la investigación social en general. En La mirada cualitativa en sociología se exponen una seri e de procesos s0ciales y resortes comunicativos que construyen las bases teóricas para el ·uso del grupo de discusión, la entrevista abierta y, en general, el análisis abierto de los discursos como dispositivos de investigación social. Por esta línea y desde una orientación abiertamente pluralista, se reclama la adapta- ción concreta de cada práctica particular a los espacios, niveles y formacio- . de la realidad. social que se investiga, destacando el carácter comple- mentario de las prácticas de inspiración cualitativa con las técnicas de filia- ción cuantitativa. Queda rechazada de entrada cualquier esen- cialista y/o imperialista eñ el uso de las herramientas que posee; lel investi- gador social. En definitiva, una postura abiertamente crítica con el abuso d ftl estructu- ralismo lingüístico y del pansemiologismo de él derivado -que bajo sus diferentes evoluciones y presentaciones colonizó la investigación social cualitativa en los últimos decenios-, reivindicativa de una sociohermenéuti- ca de la red de comunicaciones, imágenes y representaciones sociales que arman la realidad humana y que, por ello, apuesta por el contextualismo y el constructivismo en la formación de la sensibilidad sociológica. LUIS ENRIQUE ALONSO es profesor de 'sociología en la Universidad Autóno- ma de Madrid. Ha sido autor de múltiples publicaciones en los ámbitos de la sociología del consumo, del trabajo, y los nuevos movimientos sociales. ISBN 84 - 245-0776 -2 t ... ,. 507763 Instituto Mora Biblioteca Ernesto de la Torre Villar FDITORIAL FLJNDAMENTO

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· colecctón @D[lli~@Dffi serie SOCIOLOGÍA

El creciente uso de las estrategias cualitativas como los grupos de discusión, las entrevistas abiertas, el análisis textual, etcétera, ha demostrado su produc­tividad en el estudio de la realidad social: redescubriendo la irrenunciable vocación cualitativa de la sociología tanto en el ámbito de la investigación de mercados como en el más amplio de la investigación social en general.

En La mirada cualitativa en sociología se exponen una serie de procesos s0ciales y resortes comunicativos que construyen las bases teóricas para el

·uso del grupo de discusión, la entrevista abierta y, en general, el análisis abierto de los discursos como dispositivos de investigación social. Por esta línea y desde una orientación abiertamente pluralista, se reclama la adapta­ción concreta de cada práctica particular a los espacios, niveles y formacio-

. n~s de la realidad. social que se investiga, destacando el carácter comple­mentario de las prácticas de inspiración cualitativa con las técnicas de filia­ción cuantitativa. Queda rechazada de entrada cualquier orienta~ón esen­cialista y/o imperialista eñ el uso de las herramientas que posee;lel investi­gador social.

En definitiva, una postura abiertamente crítica con el abuso dftl estructu­ralismo lingüístico y del pansemiologismo de él derivado -que bajo sus diferentes evoluciones y presentaciones colonizó la investigación social cualitativa en los últimos decenios-, reivindicativa de una sociohermenéuti­ca de la red de comunicaciones, imágenes y representaciones sociales que arman la realidad humana y que, por ello, apuesta por el contextualismo y el constructivismo en la formación de la sensibilidad sociológica.

LUIS ENRIQUE ALONSO es profesor de 'sociología en la Universidad Autóno­ma de Madrid. Ha sido autor de múltiples publicaciones en los ámbitos de la sociología del consumo, del trabajo, y los nuevos movimientos sociales.

ISBN 84 - 245-0776- 2

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Lo que constituye verdaderamente el problema es la segunda parte del proceso (que ya menos autores se atreven a emprender), esto es, la absolutización de lo sim­bólico hasta el punto de recubrir o anular cualquier otra función de lo social. La semiología -desde esta distorsionada perspectiva- propone una lectura de signifi­cantes, pero jamás es capaz de ofrecer una genealogía de los significados; ve en to­das partes el sentido o la ideología sin establecer los mecanismos materiales que los generan, y acaba convirtiendo la sociedad únicamente en un conjunto de externos mecanismos de integración ideológica.

Semiología y sociología hallan su punto de encuentro en un lugar más modesto, pero más realista; menos absolutizador, pero más contextualizador:

"Pudiendo ampliar y profundizar su interpretación del sentido del discurso con apor­tes de la metodología analítica semiológica y de la concepción antropológica psi­coanalítica, la función del sociólogo/intérprete ideológico es a la vez más modesta y menos rigurosa (no está determinada por una teoría general del lenguaje, ni por una teoría 'profunda' de la personalidad), pero también más realista y pragmática: porque en la práctica de la interpretación y análisis mediante técnicas cualitativas del discurso, la función del sociólogo -como la del historiador- se reduce a relacionar la orientación ideológica de los discursos con la génesis y reproducción de los procesos socia­les. O lo que es lo mismo, el contexto de su interpretación está rep.resentado por una visión global de la situación y del proceso histórico en que emergen los discttrsos ideoló­gicos analizados (o si se prefiere, por emplear la célebre fórmula leninista, por el 'análisis concreto de la situación concreta')" (Ortí, 1986: 166).

El significado que el análisis cualitativo del lenguaje busca no se plantea desde una perspectiva literal/estructural-el de las reglas y formas que arman lógicamente la enunciación-, ni desde una perspectiva funcional-el de "instrumento" para ha­cer cosas o para realizar intereses-, sino desde una perspectiva interactiva, esto es, desde el significado social que surge como resultado de la interacción, y que sirve para que esa interacción se produzca y se reproduzca (Litdewood, 1994: 33-45). El uso de la lengua es una parte integral de la interacción social, y esta interacción de­pende de normas, convenciones, necesidades, obligaciones y poderes. El estudio de los usos del lenguaje supone el estudio de los objetivos de los actores sociales en sus actos de habla, y la influencia del contexto lingüístico, y no lingüístico, en la enun­ciación y comprensión del lenguaje por estos actores concretos. El uso del lenguaje supone una selección de conductas, social y cognitivamente determinadas, que el investigador cualitativo trata de reconstruir de acuerdo con las finalidades del ha­blante y el contexto de las situaciones (Van Dijk, 1980).

CAPÍTULO 2

SUJETO y DISCURSO: EL LUGAR .. DE LA ENTREVISTA ABIERTA EN LAS PRACTICAS

DE LA SOCIOLOGÍA CUALITATIVA

INTRODUCCIÓN

"La deL interlocutor no es una búsqueda fiiciL y de muLtados pre­visibLes y seguros, y eso por una razón fundamental de exigencia, es decil~ porque no da igual cualquier inte:·Locut~r". _ _

Carmen Mamn GaJte (1995: 1)3-1:>4)

"Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo mismo·: .

Jorge LUts Borges (1977: 15)

De forma tentativa, y en un primer desbroce, podemos presentar .la enr.revista, en la investigación social, como un proceso comunicativo por el cual un mvesngador extrae

-----n--,~- e " ' · estado del vocabu-una información de una persona - et tmormame , en termmo pr . , e lario básico de la antropología culrural1- que se halla contenida en la blOgrafia d

) f, · 'r'ca a la uri-1. Vid. Rossi y O'Higgins (1981: 163 y ss.), Taylor y Bogdan ~1992 ; como. re erencla en ~de verse el

lización de esre término y su sustirución por el menos cargado récmcamenre de mrerlocuror, pu magnífico artículo de Maurizio Carani (1990: 151-164).

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~e interlo~utor; entendiendo aquí biografía como el conjunto de las represent _ ctones asoctadas a los acontecimientos vividos por el entrevistado. Esto implica q a:.. la inforr:nación ha sido experimentada y absorbida por el entrevistado y que se~~ proporciOnada con una orientación e interpretación significativas de la experienci del entrevistado. Orientación, deformación o interpretación que muchas veces re~ sulta más interesante informativamente que la propia exposición cronológica 0 sis­temática de acontecimientos más o menos facruales.

La subjetividad directa del producro informativo aenerado por la entrevista es s . . al . b u pnnctp característica y, a la vez, su principal limitación. La entrevista abierta d investigación social tiene su mayor sentido, por tanto, al ser utilizada donde no~ interesan los actos ilocurorios más expresivos, en el sentido, otra vez, de Jakobson (1981: 353 y ss.), de individuos concreros que por su situación social nos interesan para localizar discursos que cristalizan, no tanro los metalenguajes de colectivos centralmente estructurados, sino las situaciones de descentramiento y de diferencia expresa. ·

. ~ llamada fu~ción emotiva o expresiva centrada en el destinador -el yo de la comu­mcactón- se convierte en el punto central de referencia de la práctica de la entrevista abierta de investigación, pues apunta a conseguir una expresión directa de la acti­t~~ del emiso~ ante aqu~~o que constituye su mensaje. Tiende a producir la impre­siOn de una cterta e;]JJl.fl.On, sea verdadera o fingida (de ahí su nombre de función emotiva); es reflejo de la subjetividad del emisor y revela su actitud ante la natura­leza del referente de investigación, en cuanto que objero a conocer, definiéndose así en esta función las relaciones internas entre el mensaje y su autor. Como observa Pierre Giraud (1973: 12), la función autoexpresiva tiende a ser complementaria y concurrente de la función referencial de la comunicación, introduciendo el ele­mento ~e la afectividad subjetiva, el de los propios prejuicios, racionalizaciones y proyecciOnes, y transfiriendo identidad a la dimensión cognoscitiva y objetivante de la función referencial del lenguaje.

.. _E~ yo de la comuni~ación en la entrevista no es, pues, simplemente un yo lin­guzsttco -de hecho ha stdo puesto repetidamente en duda el sentido estrictamente lingüístico de la función expresiva2-, sino un yo especular o directamente social que aparece como un proceso en el que -como señaló en su día el clásico Geor­ges H. Mead (1972)- el individuo se experimenta a sí mismo como tal, no direc­tamente, sino indirectamente en función del otro generalizado, esto es, desde el conjunto de puntos de vista particulares de otros individuos miembros del mismo grupo, o desde el punto de vista generalizado del grupo social al que pertenece.

2 .. D~ una. m:':"e~ muy inreli~enre, Geo_rges Mounin (1983: 23 y ss.) presenta las dificultades de ca­racrenzacaón lmgulsnca de la funcaón expresava del lenguaje, y la tendencia de cierras lingüísticas a dejarla fuera de su ámbito de estudio.

OJ'trULO 2. SUJETO Y DISCURSO 69

Esto nos lleva a la relación concreta de la entrevista como un lugar en el que se expre­·sa un yo que poco tiene que ver con el yo como "realidad objetiva", individualista y racionalizado -típico del conductismo, del utilitarismo microeconómico o de cual­quier visión paradigmática fundamentada más o menos cercanamente en el indivi­dualismo metodológico-, sino un yo narrativo, un yo que cuenta histOrias en las que se incluye un bosquejo del yo como parte de la hisroria (Bruner, 1991: 11 O), típico de la perspecriva construcrivista que desde más de tres decenios se vien~b~ndo pa-so en diversos espacios de las ciencias del comportamiento humano3. '----' \

1. LAS FUENTES ORALES Y Ei CONOCIMIENTO BIOGRÁFICO

"Toda fitente histórica derivada de la percepción humana es sub­jetiva, pero sólo la fitente oral nos permite plantear un reto a esa subjetividad, penetra/' las capas de la memoria, excavar en sus pe­numbras, con la esperanza de alcanzarla verdad oculta".

Paul Thompson (1988: 171)

Las fuentes orales permiten así un acercamiento a la realidad social, complementa­ria a otras que se aproximan por distintas vías positivas o expresivas. Si bien es cierto que, en un primer momento, siempre se pretendió el uso de la fuente oral sólo y exclusivamente cuando no había fuente documental o daros formales sobre el asunto a investigar, esto hacía recurrir a la fuente oral como vía casi de salvación, y adquiría una deriva fuertemente positivista al pensar que con la entrevista se re­cogen hechos y no construcciones personales de la realidad4• Cada día es más ha­bitual aceptar el carácter complementario que rodas las ciencias sociales le dan a la entrevista abierta, dado que posibilita un acercamiento a lo social imposible de realizar por otras vías .

La fuente oral, por otra parte, permite escuchar y recoger los testimonios, desde la voz viva y natural, directamente desde los protagonistas y actores sociales. Esta no inrermediación técnica de la fuente oral le ha dado desde sus inicios - o mejor, mentalmente desde su redescubrimiento por parte de la historia social británicas_

-3. Los jalones rípicos de esra visión consrrucrivisra pueden ser: en psicologla (Bruner, 1986), en an­

rropologla (Geerz, 1988) y en sociologla (Goffman, 1973). 4. Una presenración de las diferentes introducciones al rema del uso de las fuenres orales en las ciencias

sociales se encuenrra en la completa compilación realizada por Cristina Sanramarina y José Miguel Marinas 0993), donde ellecror enconreará las defensas más acabadas de la perspectiva biográfica posrposirivisra. --. 5. Un inreresanre balance de una relación, algunas veces más disranre de lo que se piensa, enrre hisro­

na social e hisroria oral, en el universo académico briránico, se encuentra en Frasee (1993: 131-139).

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siempre un marcado aire, por una parte, de crónica cotidiana y, por otra, de rein­tegrador de la palabra a los que nunca la han tenido, a los que habitualmente se la h~bía _negad~' la historia ofi.~ial"o la sociologí~ oficial, o ambas. Sin alejarnos de esta htstona oral de los pobres o de los de abaJo", nosotros aquí insistiríamos más e el carácter directo de la escucha y de la palabra en sus protagonistas -sean su ·Jet n . d' 'd al os tn IVI u es o representantes de sujetos sociales-, incluso la palabra de los podero-sos cuya escucha directa también hace posible la fueme oral.

. Pero al, caráct~r dire~to. y no me~iado de las fu emes orales hay que añadirle el ya cttado_caract~r hzpe~sub;etwo y mediado por la memoria que tiene el producto de la entrevista abierta; pero, en lo tocante a este punro, y en lo que en una visión dema­siado objetivisra y descriptivisra del uso de las entrevistas - y en general de las fuentes orales- puede parecer su mayor inconveniente, también podríamos ase!!U-rar que es su mayor y más interesante virtud. t:>

En relación al hipersubjetivismo, ya hemos insistido que se inscribe en una vía de aproximación a la realidad social, pero, además, hay que rener en cuenta que la entrevista sólo puede ser leída de una forma interpretativa, esró es, la información no es_ni ;erdad ni menr~ra, es un producto de un individuo en sociedad que hay que localiZar, conrextualiZar y comrasrar. No hay lectura de la entrevista sin mo­del,o_ ~e represenr~ción social y, por ramo, sus usos se inscriben en un proyecro de análisis de la realidad que no está en la simple transcripción o acumulación de las fuentes, sino en la construcción, por parte del investigador social, de una mirada propia sobre los materiales obtenidos6.

Otro tamo sucede con la memoria y su mediación, considerada muchas veces como distorsionanre, mixrificanre o generadora de inexactitudes históricas. Sin en:~ar~o,' esta apelación a la memoria tampoco significa ninguna rémora para la unlizacwn de las fuentes orales, sino precisamente una de sus mayores potenciali­dades y hallazgos. La rememoración nos sitúa ame el yo biográfico como un hecho

6. _G~n pa: re de las críricas que se realizan al enfoque b iográfico surgen más para avisar de sus abusos o desvJacJones mgenuas que en sus usos inrerprerarivos: así la llamada, por Bourdieu ( 1994), en su reirera­da cn:zada conrra_ cua~quier forma o resquicio de senrido común sociológico, ilwión biográfica - y que es magm~camen~e smrenzada y des.arrollada desde la misma orienración en Devillard y orros (1995)-, sólo es pernnenre SI se ~onsrruy~ una Imagen mosrrenca y arcaizanre de lo que el enfoque biográfico es. Aparre de ~eco nacer la sol.dez y bnllanrez de los argumenros de Bourdieu, insisriendo en el car.ícrer consrruido de l.a v1da personal y n~ en su l!nealidad y naruralidad -no exenros, por cierro, de un feroz elirismo delmnirr~ n pms~r cada vez mas obs~1onado por ~ue roda enrre por su esrrecha rejilla conceprual-, rambién habría que reclamarle u.n poco mas .de generosidad y comprensión -comprehensión- para los su jeras q ue son ca­paces de consrru1r y dar sen.ndo -co~ún- a su propio relaro biográfico. Lo biográfico no puede ser roma­do co_mo .narural, al conrrano es un smronuz de lo social (Sanramarina y Marinas), pero esros dismrsos & In ~xpmmcrn -como proponen denominarlos Bandera y Marinas (1996) si<>uiendo a Walrer Benjamín-lejos de ser p~ados por 1~ idea _del relaro fácrico, o de lanzarnos al orro exrr:mo (el de la represenrarividad, lo ~o~orén~~ o lo umversal.zable), hay que observarlos desde su aperrura a la comprensión concrera de la SlgmficarlVldad concrera. Senrimos que Bourdieu lleve ranro riempo sólo inreresado en Bourdieu. /

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· l totah en el conocido sentido que le da al concepto Maree! Mauss -un fenó-socut d · d' 1 bl d' · 1 ·1· di que concentra e manera tn tso u e, tversos mve es, y movt tza versas rneno ' . · uciones de la realidad social (Mauss, 1979: 15 5 y ss.)-, y, por ello, recrea el msot . 1 fu . , d 1 d 7 ado en función del presente y, al conrrarto, e presente en ncwn e pasa o . i: lugares del recuerdo, para utilizar uno de los términos. con los que la escuela

hi rl'oaráfica de los Annales (vid. Burke, 1993) ha rebauuzado el tema de la me-sto t:> • , • •

oria en la historia, no son seriales, ltneales y de una cronologta SIIl}p}p....sl\lo que ~s onden a una organización compleja entre lo individual y lo social...-La me'moria r p l d · . , d · · d · arece así no como una simp e escnpcwn e aconrectmientos pasa os, stno co-ap al d l h ' ' · · · · rno La apropiación individu e una cu tura tsronca qu~ stempre nene q~e ser,~t-rada desde lo colectivo; lo que dicho con la belleza habitual de la filosofia poenca de Walter Benjamín (1973: 180), viene a ser algo así: "articular históricamente el pasado no significa conocerlo ' tal y como verdaderamente ha sido'. Significa adue­ñarse de un recuerdo ral y como relumbra en el instante de un peligro"8.

El hecho biográfico aquí no es, por tanto, un hecho positivo, sino un argu­mento coanitivo, la creación de una._gestalt que entrelaza individuo, grupo y cultura incrust~o percepciones y expresiones personales en redes comunicativas interper­sonales, situadas, a su vez, en una serie de matrices sociales que las contexrualizan y las hacen inteligibles (Ruesch y Bateson, 1984: 226 y ss.). El lazo de unión entre lo positivo y lo cognitivo se resuelve en el campo lingüístico, pues es en esa función expresiva del lenguaje, en ese espacio de realización del sujeto, donde se genera el sistema de articulaciones que vinculan la ,experiencia vivida y su enunciación (Pineau y Le Grand: 95-98). La entrevista abierta no es, por tanto, un simple registro en el que el investigador hace de fedatario de los hechos; es el "arre del vínculo" (Halperín, 1995: 24) -del vínculo biocognicivo que une 'experiencia y narración, y del vínculo comunicativo que une a entrevistador y entrevistado- , y, por ramo, es un juego de esrraregias comunicativas, una invención dialógica, es un género discursivo, que antes

7. Para una presenración a fondo del concepro rorali:zador de la biografía y de su rrabajo merodológico específico, es necesario revisar las ya cenrrales aponaciones de Daniel BerralLx (por ejemplo, Berraux, 1993: 149-173). Sobre mareriales y crirerios de uso similares a los de BerralLX, pero quiz:í. más si ruados en una rradi­ción cmparenrada con la recría crítica de la sociedad, vid. Sanramarina y Marinas ( 1994: 259-288).

8. Daniel Berramc (1 995: 69-89), en uno de los más apasionanrcs arrículos de un , ya de por sf, fasci­nanre e imponanre número monográfico que la revisra de la Asociación brumncionnl de Sociologin ha dedi­cado a la investigación biográfica, conecra de manera muy incisiva la dimensión genealógica de .las hisrorias de vida con la posibilidad de atravesar los riempos hisróricos convencionales. Esro inrroduce m­mediaramenre la discursividad en el enfoque hisrórico y reclama el carácrer diacrónico y genérico de b. realidad social. Ningún hecho social es un hecho punrual, ni se presenra aislado; es una rrnmn entrelazada sincrónica y diacrónicamenre, lo que inrroduce la remporalidad, la. duración y el pasado -incluso la "larga duración"- en el conjunro de dimensiones que demarcan la labor sociológica y vuelve a necesirar de esa "unidad desde la diversidad" para el conjunro de las ciencias sociales, reclamada, por cierro, ya desde hace cuarenta años, por el maesrro de historiadores Fernand Braudc:l (vid., por ejemplo, Braudel, 1979: 107-1 28 y 179-184).

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que someternos a las reglas del lenguaje debe dirigirnos a los usos y a los contextos, a los usuarios y los enunciadores, esto es, a los sujetos como-actores sociales (vid. Arfuch, 1995: 32-33).

2. EL SUJETO Y EL HABLA

"Los relatos son partes del orden; por eso los creamos, para dar sentido a nuestras cirronstancias, para reactivar la fábrica huma­na. Y en cuanto creamos y recreamos nuestras historias, creamos y recreamos tanto los hechos y lo que ellos nos dicen como a nosotros mismos. Es as/ como intentamos ordenar y reordenar nuestros contextos':

John Law (1994: 52)

La técnica de la entrevista abierta se presenta útil, por tanto, para obtener informa­ciones de carácter pragmático, es decir, de cómo los sujetos diversos actúan y re­construyen el sistema de representaciones sociales en sus practicas individuales. Así, la entrevista tiene un espacio de cobertura fundamentado en el comportamiento ideal del individuo concreto, en su relación con el objeto de investigación, circuns­cribiendo un espacio pragmático -tal y como utilizaba, por ejemplo, C. S. Peirce el concepto9- en cuanto que el proceso de significación se produce por el hecho de que el discurso es susceptible de ser actualizado en una práctica correspondiente. Y por eso las preguntas adecuadas son aquellas que se refieren a los comportamientos pasados, presentes o futuros, es decir, al orden de lo realizado o realizable, no sólo a lo que el informante piensa sobre el asunto que investigamos, sino a cómo actúa o actuó en relación con dicho asunto. La entrevista abierta, por tanto, no se sitúa en el campo puro de la conducta -el orden del hacer-, ni en el lugar puro de lo lin­güístico - el orden del decir- , sino en un campo intermedio en el que encuentra su pleno rendimiento metodológico: algo así como. el decir del hacer, basado funda­mentalmente en que el hecho de hablar con los interlocutores de lo que hacen y lo que son (lo que creen ser y hacer), es el primer paso de toda etnografía (Catani, 1990: 152).

Por tanto, hay que señalar que las entrevistas abiertas pueden, si son planteadas así, servir complementariamente a los grupos de discusión, porque en ellos lo que obtenemos son siempre representaciones de carácter colectivo, no individual. Los

9. Vid., por ejemplo, Pierce (1974). Una completa revisión de Pierce y todo el pragm:uismo nortea­mericano se encuentra en Pérez de Tudcla (1988).

73 CAPITULO 2. SUJETO Y DISCURSO

os no nos proporcionan conocimiento sobre los co~portamienros~ sino sobre grup. as de representaciones en relación con los obJetos de estudiO. Cuando loalls :~:~imensión pragmática personalizada es interesante dentr~ de 1~ _estr~teg: h . . · · esto es cuando nos interesa movernos en la dtmenslOn smtat,-d la mvesngaclOn, ' . . d 1

e · l di crónica del obJ'eto investigado iO, la pernnenc1a e a en-mática, événementte Y a

vista se hace evidente. d' · . 1 tre p to en este primer nivel, mientras que en el grupo de Is~ston as po-.. or tad~ ' ¡'vas básicas tienen carácter prototípico, es decir, es 1 lugar al que

stc!Ones tscurs . d 1 I d d' . d las diferentes actitudes y opiniones de los mtembros e os gru1;1os e IS-

tten. óen ue aparecen precisamente como producto del propio proceso de deba­cust nf y q 'ento y oposición entre las diversas posturas personales que se llevan te en rentami · · d ' ·

' b las discusiones de grupo - combinándose y homogenetzan ose as1 opt-a .ca o e.n a' aenes y representaciones personales en discursos más o menos tó?icos manes, 1m t> 1 · 1 ta

ue tienden a representar a los grupos sociales qu~ os enunctan- , a entrevts , ~ bargo se sitúa en el discurso de los estereottpos, tal como los define el so­sm em , b (1983 387) como las for-ciolingüista norteamericano William La ov : • esto es, . . mas construidas de marcaje y reconocimiento social que encuadran la conciencia

del hablante. . . • 1 d 1 h bl El campo de actuación de la entrevista en pr~Ft:ndtdad sena as1 e e a a, en

el sentido de la actualización personalizada del codtgo de la lengua, pero frente a la atribución de este campo por parte de Saussure (1980: 40), de un carácter de acto individual, de voluntad e inteligencia - otorgándole luego a la lengua todo lo que de social tiene el ser humano- nosotros, en este trabajo, vamos a pensar en el habla desde el lugar social. Lo que no es otra cosa, por decirlo así, y .utilizando ~,egura­mente de una manera impropia a Octavio Paz, que frente a la Imagen de mono gramático", que da la lingüística estructural del habl~te, nosotros, desde aquí, ~e­clamamos la condición de animal social (dialógico e mtertextual) ~el ~ombre, ~~-

. · · · d ' 'd al ' d sil Como senalo en su dta cluso en sus actos tlocutonos mas m IV! u tza o · . Valentín Voloshinov, en sus requerimientos contra la lingüística formalista y/o es-

tructuralista:

"La realidad concreta del lenauaje en cuanto a discurso no es el ~istem~ abs­tracto de formas lingüísticas, ;i tampoco una enunciación monológtca Y aislada,

. • . 1 · • · 0 sus relaciones con otros 10. Vid. para la clásica d isyuntiva entre lo parad1gmat1CO Y o smtagmanc •

20)

conceptos afines y su u tilización en la estrategia de investigación (Berger, 1991: 1 ~- · . . 6 de las . 'd B 1 · (1991 b) O tra mteresame rev1s1 n 11. Para am liar como resulta necesano este tema, VI • e. tran • ·. . · • · fa · ndo

relaciones entre l~s problemas del esrudio del lenguaje y la merod.olo.g~a ~e la mves.n~clfnl~~~~daenpor:Ñvin en el acercamiento de la sociología a los temas centrales de la hngu•snca, ;.P:m:~r (1;90· 145-iGO). Gouldner, "crisis de la sociología occidenral", se encuentra en Pérez-Agote Y e¡enna ·

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ni el acto psicofísico de su reali · ' · 1 discursiva, llevada a cabo d~cJOn,l smo e a.co~~ecimiento social de interacción me Iante a enunciacJOn 1 d .

(Voloshinov, 1992: 132)12. Y Pasma a en enunciados"

3. LAENTREVISTAABIERTAEN SUS USOS

"Es confortante, en fin, el mundo la. vitla. el h b . l . . . ' ' ' 01n le, e conocz-munto y la. accron como sistemas abiertos':

Edgar Morin (1 974: 250)

~e:~~~;~~otes Fdagels (1990: 129) llega a distinguir entre siete tipos, más o menos ' e o que en general se de · · . . en función del d d .no~I~a entrevista, Siete tipos construidos

gra 0 e apertura Y de directlVldad de 1 · · vcaist(ad?r, y dale'n.·tro de l~s diferentes ámbitos de las cienci: :~:~:~~~:::s~~~ ecnli~nrei.-

psicoan mea o ps1colóo-i ) 1 · . . · -sobre temas precisos 1 o e~ ' a entrevista no directiva, la entrevista focalizada mulación la en . ' a entrevista con re~puestas provocadas pero libres en su for-

' u evista con preguntas abiertas pero si uie d d . la entrevista con pre!mntas listadas y la ent . g n o un or en precisado,

L . . , o revista con preguntas cerradas a mteraccJOn y la conversación con la ent .

chas formas: desde los instrumentos de la g e, po~ tan~o, pueden adquirir mu-puesta múltiple y sus preguntas cerradas enhca~e:ta or~ ' con sus tablas de res­Situada entre el método de en l 'b t ~l diálogo totalmente abierto. cuesta y a 0 serva ' · · . absolutamente libre, se encuentra la entrevista abie~~:n ln~atiCeinpante d~ mterlacchión cen pregu 1 · cuesta rorma se a­. . d ntas, y as respuestas se recogen estandarizadamente Se asu , l

~7~%~~:e :o~:'~~:~~ál C~~l sistema de re:pues<as esradistica:Uenre p~o~:~l;;:~ , mvesrwa or

d . este conocimiento y con este me'todo el . . d

debe asegurar que las preguntas sean formuladas sin ambigüedad y 1 . od .. uo que "bl d , que e m IVI­

La , posi emente respon a, no se vea intimidado por nino-una formulación

pre~~~~:: c:~:l s;;ncti?dmpdrenlsible y ~as ~espuestas normaliz:das, coincidiend~ 0 e as expenenc1as de los d Es

ciones tienen que ser ramb· , . encuesta os. tas contesta-len mutuamente exclusivas y cubrir todas las osibles

:~~~:~::sa ~::~n~~: los cu~~rio~arios sean úriles a fin de obrener informa~ión de

inferencia, en categ~rfa:r;~~:7ca~ :~= ~~:~:~p;:~;~nsi~!::~a~o:~~:r:!:~:c~~~u~:

. 1 ~. Un inceresandsimo estudio de las pro uesras m d 1 . lnerano M ijail Ba¡"rin en la Unión S ·¿ . dp 1

_ ew. 0 ógtcas del drculo encabezado por el crírico . . • ov1 uca e os anos vemre y ·bl fi .

mtencos mrdecruales más recientes se e z l ' su post e en renr:tmtemo con planrea-' ncuenrra en ava a (1991 y 1996a).

75 ortnJLO 2. SUJETO Y DISCURSO

opinión de la población 13 . De la misma manera, el cuestionario tiene que asumí una relación no problemática entre palabras y hechos. La polisemia queda por de­finición excluida porque impediría ya de entrada el proceso de estandarización, cla-

sificación y digitalización subsiguiente de las respuestas. Por el contrario, en la entrevista informal, las preguntas, su secuencia y fraseo-

loo-fa no se trabajan de antemano. En este caso, el entrevistador intenta diseñar la ex~resión, el estilo de las preguntas para cada individuo particular, y preguntar en un orden apropiado para el entrevistado. La meta es asegurar-<tue las preguntas tengan el sentido apropiado para cada situación e invitar a la col\versación" para que se responda con facilidad. Tal enuevista requiere una gran ha~~idad por parte del investigador, que debe no sólo ser un oyente empático, sino también un buen conversador, capaz de mantener un dialogo, y ser un teórico social, enlazando res­puestas y contenidos en un amplio campo de conocimiento. Con la enuevista in­formal no se asume que el planteamiento de preguntas apropiadas y el estilo de respuesta se conozcan de antemano, sino que es en la propia entrevista abierta donde se genera, en la progresión de un proceso de interacción entre investigador e entrevistado. Asimismo el investigador ha de ser consciente de las preguntas rele-

vantes y significativas. El investigador no se aproxima de cualquier forma a la tarea, sin una estructura de

trabajo. Hay normalmente una lista de tópicos que cubren a todos los entrevistados. En este sentido, es incorrecto llamar no directiva a tal entrevista. El investigador tiene que animar, si se necesita, a la charla sobre ciertos temas. Las entrevistas no directi­vas preservan más el psicoanálisis que la investigación social, y no debiera calificarse a las mismas de no estructuradas porque, como M. H ammersley y P. Atkinson (1983) señalan en su discusión sobre "entrevista emográfica", rodas las entrevistas, como en cualquier interacción social, se estructuran por ambos, el investigador y el entrevistado.

13. Esto nos lleva a horizonrcs merodológicos totalmenre disrinros que enmarcan la encuesra exrensi­va, por muestreo estadístico y con cuestionario, y la enrrevisra abiena; debido precisamente a que los dos métodos se derivan, según Cook y Reichardr (1986), de paradigmas de referencia diferentes. Así el cues­tionario funciona como elemenro que, en última instancia, sirve a un proceso de comprobación de las hi­póresis causales que se esrablecen ind irecramenre por inferencias de las informaciones poblacionales y dem~~ráficas, ya exisrenres, por un método riguroso de comparación. Además, la correlación, desde un análtsts de encuesta, se tiende a elaborar a través de la inrroducción de las variables que inrervienen para ~ostrar los posibles efectos enrre las variables iniciales. Una precisión mayor se puede aportar en cuanro el m~esrigador introduzca explicaciones más sutiles a rravés de orras variables inrervinienres. La enrrevista ~bterra pane direcramente de una visión paradigmárica de orienración comprensiva y fcnomenologisra al tntenrar inrerprerar la conducra de los actores, en el mismo marco de referencia que actúan; pero no como un proceso de variables aislables y determinables en su peso relarivo para la acción final, sino como un todo inrerrelacionado sólo aprehensible de una manera hisrórica, dinámica, concrera y ligad a al sentido e:'presado por los propios sujetos en su acción . Mientras las encuestas producen correlaciones y generaliza­Clones sobre las poblaciones, las enrrevisras informales generan inrerpreraciones de la vida cotidiana de los

acrores.

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76 LUIS ENRIQUE ALONSO

Tal interacción roma la forma de conversación, permitiendo al investigador "pro­bar en profundidad a descubrir nuevas pistas que abran dimensiones del problema y que aseguren vivos, exactos y completos los informes de los encuestados que se basan en la experiencia personal" (Burgess, 1994: 111). Las entrevistas informales permiten captar la vida cotidiana; permiten a la gente describir y hablar sobre sus propias vidas con sus propias palabras. Incluso, aunque el investigador y el entre­vistado se ganen un mutuo respeto y reconocimiento, se puede todavía pensar que es el investigador quien habla, quien tiene el control, el que, en definitiva, es el in­truso en el campo que investiga.

Aquí es necesario, rápidamente, distinguir también entre la entrevista de investi­gación social (en sus diferentes versiones: enfocada, no directiva, erc. 14) y las entre­vistas terapéuticas y clínicas. La entrevista de investigación pretende, a través de la recogida de un conjunto de saberes privados, la construcción del sentido social de la conducta individual o del grupo de referencia de ese individuo. La entrevista clí­nica o terapéutica tiene un propósito casi opuesto, favorece a través de la construc­ción de un discurso y unas prácticas discursivas -en una serie de juegos relacionales entre paciente y terapeuta, planteados por escuelas tan diferentes como la de Palo Alto, el psicoanálisis, o la psicoterapia basada en el cliente de Carl Rogers, entre otras

1')- un saber privado capaz de esrrucrurar y estabilizar una determinada ac­

ción personal. Esto no quiere decir que de la entrevista terapéutica no podamos extraer daros para la investigación sociológica, pero no es su objetivo fundamental.

La entrevista de investigación es, por tanto, una conversación entre dos personas, un entrevistador y un informante, dirigida y registrada por el entrevistador con el propósito de favorecer la producción de un discurso conversa_cional continuo y con una cierta línea argumental -no fragmentado, segmentado, precodificado y cerrado por un cues~~OI'lario previo- del entrevistado sobre un rema definido en el marco de una investigación. La entrevista es, pues, una narración conversacional, creada conjuntamente por el entre­vistador y el entrevistado que contienen un conjunto interrelacionado de estructuras que la definen como objeto de esrudio (Grele, 1990: 112).

La entrevista de investigación social encuentra su mayor productividad no ramo para explorar un simple lugar fáctico de la realidad social, sino para entrar en ese lugar comunicativo de la realidad donde la palabra es vector vehiculanre principal de una experiencia personalizada, biográfica e intransferible.

14. En el terreno espedficameme sociológico, ramo Ruiz Olabuenaga e Ispizua (1989) como Miche­lat (1 975) hacen una imeresame revisión de las récnicas de entrevisra en la invesrigación cualitativa'; por otra parte, la clásica referencia es todavía la de Merron y otros (1957).

15. Obras que preseman la emrevisra terapéutica: (Haley, 1980) (Rogers, 1966) y (Sullivan, 1981). Una revisión más general de la emrevista, desde la perspectiva de la psicología conductista y con diferenres aplicaciones clínicas y empresariales, está en Goodale (1990).

OJ'CTULO 2. SUJETO y DISCURSO 77

Uele demarcar cuatro campos básicos de utilización de la entrevista en Esto nos s rofundidad:

P . , d acciones pasadas: enfoques biográficos, archivos orales, l. ReconstrucclOn e d l . , 1 G ál' sis retrospectivo e a acclOn, ere. . d ~

1d· d las representaciones sociales personalizadas: sistemas e norm.as y

2. stu lO e 'd . máaenes y creencias prejuiciales, códigos y estereonpos valores asuml os, 1 o . 1 17 \___ . al' dos rutas y trayectorias virales parncu ares, ere. .

cnsr 1za ' · · 1 • · sgnales y con-Estudio de la interacción entre constiruc10nes ps1co og1cas pe~ v1 . 3. ducras sociales específicas: estudios, por ejemplo, sobre agres! Iddadd,. VlOl~?-

d · d 18 donde el grupo e Iscus1on . l llamadas conductas esvia as, etc. , cla, as l funcionar por la tendencia a la dispersión y falta de homoge-tampoco sue e . . 'd al

. dad de las trayectorias y respuestas mdlvl u es. , . npel . , de los campos semánticos, vocabulario y discursos arquenp!cos

4. rospecclOn 1 . sobre los que luego vamos a pasar un cuestionario ce-de grupos y co ecnvos rrado19.

L . ta de investigación por su constitución es refractaria a cualquier cr~te­a entrev1s d l , · . ) N

0 existe

· · · fi ta de definición de la herramienta meto o og1ca, ya que. a d n? c!enn !S 1 fi' ni sobre la forma de realizar la entrevista ni sobre la co~ ucra mnguna reg a !Ja, . roducro de un proceso interlocurono que del entrevistador. b) Toda entrevista es p . . d fal . , ) no se uede reducir a una contrastación de hipótesis y al c~It.e~lO e saclOn: e Los re~ultados de la entrevista por sí mism?s no .tien·e·n pos!bthdad de generaliza-. , . d' . . da ni mucho menos de umversaltzacwn. . .

c10n m tscnmma al · tra rácrica cual!tatl-La entrevista entonces sólo se puede juzgar, c~~o e~ lqu¡er od ~ nes discursivas

va or sus resultados finales, por la riqueza heunsnca e as pro ~ccw . al , P . b d 1 'bilidad de recoaer y analizar saberes soc! es obtemdas en ella; so re ro o, en a pos! o

. . 1 s acio donde la emrevista abierta tiene un 16. Es el campo paradigmático de la llamada hmorra ora' e ~ . . sus problemas merodológicas,

fu . . · d b res para una aproxtmacton a valor máximo como eme pnmmva e sa e • . 1 J t rd (1986) Sinon y orcos

. b'b]' af' ¡por e¡emp o: ou a • . vid., la cada vez más abundame e mteresante 1 10~r ta, as unto al uso de las historitiJ de vida en m-(1989) y Thompson (1988). También hay que .refe~trsel ~~ es~e ~ ciolo<>fa y de la que hay imporrames vestigación social, rradición ya solemne en la hts~or(~9c8~.1c:87~?~~~ y PuJadas (1992) , Plummer (19.8p). balances; entre ellos se pueden entresacar: Sarabta . _ ¡ - . imporrante documento clastco Balán y otros (1974); de fácil acceso para ellect~r espan~ se en~ue~t~a :r~s El camino metodológico que de Florian Znaniecki (1992), rescatado y traductd~ por f' erCan . o ) emllev~ a cabo en De Miguel (1996). nos lleva de las historias de vida (orales) a las aurob~o~r~ tas l~~cm~u s~ trabajo con mayor y más multidi-

17. Es el campo típico de la sociología del prleJUlClO 'pdo mcboa,¡'o dye Adorno y cols. (1965). 1 · • • • • do e conoct o tra

mensional carga merodo ógtca q~tza stga Slfu didad conducra desviada ha sido desde siempre puesta en 18. La relación emre emrevlsta en pro nd' . y 1 (v'td Hyman 1967). . . . · es aca em1cas a rema · •

relactón por las mas annguas ap?rtacton ál' . de Bauman y Adair (1992: 9-25). 19. Para este rema es modéhco el an tsts

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78 LUIS ENRIQUE ALONSO

crist~izados en di~cursos que han sido construidos por la práctica directa, y no mediada, de los S~Jetos pr?~agonistas_ de la_acción. El empleo de la entrevista pre­supone que el obJeto temanco de la mvesngación, sea cual fuere, será analizado través de la experiencia que de él poseen un cierto número de individuos que, a 1: vez, son parte y producto de la acción estudiada, ya que el análisis del narrador parte de la historia que se narra (Greele, 1990: 124). es

Este tipo de concepción, además, se enfrenta a la idea de la entrevista como u ' . d ·J J na

re_cmca e 1·ecogtaa ae datos para las orientaciones más positivistas, o de recogida de dzscu_rsos para las de carácter más lingüístico; como si los datos tuvieran una exis­tencia y una estructura fija e independiente de la interacción social que los aenera del método que los r~coge .. Lo mismo ocurre cuando hablamos de discurs~s y n~ c?mporramos como s1 los discursos existiesen en sí mismos, independientes y, como SI de ,u~a toma de_ muestras biológicas o geológicas se tratara, se recogieran apro­blemancamenre, Siendo lo verdaderamente importante el análisis ulterior de lo elementos internos en función de su coherencia estructural. s

Así, frente a las posiciones que podríamos denominar textualistas -tal como las deno~ina ~e~ Callinicos en un magnífico artículo crítico del postestructuralis1110 frances (Callmicos, 1986: 263-293)- que presentan los discursos como autónomos -los ~iscursos son considerados como juegos infinitos de significantes que hablan al _suJeto-, y a los texros como totalidades epistemológicas fuera de los cuales no eXJs:e n_ada, por !o q~e al final el sujeto del habla no es más que un guiñapo hecho de s1gmficantes J~mas alca~zables en su sentido profundo para su autor, pues lire­r~lmente le domman; el d1scurso (social, multidimensional, contexrualizado en un tiempo y espacio histórico) se convierte en texto y el texto es objeto de una su­puesta deconstrucción que, después de muchas vueltas, nos acabamos encerando como ~ice el historiador Josep Fontana (1992: 87-100), que no es otra cosa qu~ denommar de una m~~era nuev~ a los estudios literarios académicos de siempre. Nosotr~s, en estas p~gmas, pammos de dos tesis fundamentales, prácticamente contranas a las sostemdas desde el rexrualismo, así: a) el habla tiene referentes ex­rradiscursivos: el discurso no se explica por el discurso mismo; y b) entre estos refe­rentes están las prácti~so_Ci~es parcialmente constitutivas del discurso. Tesis que pueden ser llamadas de realismo materialista y contextualismo, y que marcan desde su base nuestra concepción teórica metodológica de la entrevista abierta.

La entrevista en profundidad es, pues, un constructo comunicativo, no un simple registro de discursos que "hablan al sujeto". Los discursos no son así preexistentes de u~a manera absoluta a la operación de toma de datos que sería la entrevista; consntuyen un marco_ social de la situación de la misma. El discurso aparece, pues, como respuesta a una Interrogación difundida en una situación dual y conversacional, con su presencia y participación, donde cada uno de los interlocutores (enrrevista­dor y entrevistado) ca-construye en cada instante ese discurso. Contrariamente a la

CAPITULO 2. SUJETO Y DISCURSO 79

· d de la roma biológica, cuya repetición permite recoger el mismo producto, la I easrrucción discursiva es siempre singular y difícilmente reproductiva en sus as-con al" . d·c ecros de sintaxis lógica interna. Cada investigador re 1za una entrevista Heren~e p egún su cultura, sensibilidad y conocimiento particular del tema, y, lo que es mas ~mporranre, según sea el contexto espacial, temporal o social en el que se está lle-

vando a cabo de una manera efectiva. . . , La entrevista en profundidad es de esta manera un proceso de determmac!On de

un texto en un contexto20, no de aislamiento de un texto, y por tanto, siguiendo a Anrhony Wilden (1979: 112-113), podemos decir que es un proce~puntua­ción, esto es, un proceso de organización. de los hechos y de representacmp'es. de la conducta: ya que cuando producimos o Interpretamos un texto esramos~hac1endo algo más que producir o interpretar ese texto, estamos actuando o sufnen~o los efectos de una acción (González Martín, 1982: 254-255). Nos estamos moviendo con ello en un proceso y no en una forma, en la puntuación y no en el simple te­rreno de la sintaxis lógica o significante. Tal es el nivel de nuestro enfoque, muy cercano a las ideas sobre la "sociología profana" y el análisis conversacional erno­merodolóaico -que se resiste a considerar al actor social como un simple idiota cultur;;t:"e.~ la expresión de Harold Garfinkel (1984: 67 y ss.)- y, por ello, lógica­mente, bastante lejano de las posiciones estructuralistas y posresrructuralisras.

4. LA PRÁCTICA DE LA ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD

"Entre narradores y escuchadores la relación es directa, imprevisi­ble, problemática. Es, en otms palabrm, una relación verdadera­mente humana, es decir, dramática, sin remltados asegurados. No hablan sólo las palabras, sino los gestos, las expresiones del rostJ·o, los movimientos de lm manos, la luz de los ojos. Relación directa, por tanto, feed-back inmediato, reacciones personales; el diálogo como momento polifónico en el cual ninguno de los presentes está excluido. Quien conserva el silencio entJ·a dentro de la economía general del discurso colectivo: es un silencio que hace posible la

20. Es de considerable interés la definición de contexlo que ofrecen los autores franceses Edmond Marc y Dominique Picard (1992: 75) para los que el contexto no es solamente el entorno de la interac­ción, sino también el conjunto de circunstancias en las que se inserta. Es, por tanto Y fun~amenral­menre, zm(campo social (conjunto de sistemas simbólicos', estructuras' y prá_cticas) qu~ consmuye, a la Vez, un referente, un sistema convencional y un orden que hace posible el mrercamb10 Y le ororg~ sus ~ayores significados. Por otra parte, existe un considerable trabajo técn_ico de _investigación Y. claslfi~a­Clón de los contextos extralingüísticos en diversas escuelas de la etnohngüísnca contemporanea (v1d.

Casado Velarde, 1988).

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80 LUIS ENRIQUE ALONSO

palabra de los otros. Éste es el don de la oralidad· la presencia, el sudor, los rostros, el timbre de las voces, el significado - el sonido­del silencio·:

Franco Ferrarorri (1991 : 19-20)

La entrevista de investigación social es la mínima expresión de un sistema comuni­cativo que se retroalimenta y que, como todo sistema abierto, no puede encenderse como la suma de sus partes, sino como el resultado de una circularidad interaccio­nal cuyos resultados dependen de la organización concreta y sucesiva de las secuen­cias comunicativas y no de la simple programación del canal de información.

Toda comunicación implica un compromiso y define una relación, esto es, una comunicación no sólo transfiere información, sino que a la vez impone conductas. Son las dos operaciones básicas de la relación comunicativa, que Gregory Bateson (1984: 81-116) presenta como dos planos complementarios: por una parte, los as­pectos conativo-relacionales y, por otra, los aspectos referenciales y de contenido de toda comunicación. En la entrevista, como en toda secuencia comunicacional, rodo intercambio de mensajes manifiestos van retroalimentando el contexto interperso­nal y marca los límites sobre la interacción posterior, por lo que no sólo resulta afectado el receptor, sino toda la relación.

La entrevista, al realizarse, tiende a convertirse así en un sistema tipo homeostá­tico21, esto es, en un sistema en equilibrio inestable contrapesado por secuencias comunicativas que perfilan una relación potencialmente conflictiva:

"En la entrevista abierta no basta la propuesta puntual inicial: la información inicial que el entrevistador le transmite al entrevistado cataliza en un proceso que enseguida se agota - retorna al equilibrio- (el dispositivo conversacional uno-consigo-mismo pone en juego relaciones reflexivas de comunicación: hay un amortiguamiento de la retroacción) ... El entrevistador tiene que actuar para provocar al entrevistador a hablar, evitando canalizar o conducir su habla. Los modos generales de actuación siguen siendo la reformulación y la interpreta­ción, pero los tiene que poner en juego con más frecuencia que en el grupo de discusión. El movimiento del entrevistador por la entrevista es tan delicado y problemático como el de un caracol reptando a lo largo del filo de una navaja barbera. Cualquier diseño previo de sus intervenciones -cualquier cuestionario o guía- provocará el corte, y el habla del entrevistado se derramará en el discur­so del entrevistador" (Ibáñez, 1986a: 62).

2 1. Sobre los mecanismos homeostáticos como sistemas de equilibrios oscilantes sobre una paura de interacción básica, vid. la clásica aportación de Jackson (1981: 23-46).

./

81 CAPfTULO 2. SUJETO Y DISCURSO

O rivamente, la entrevista de investigación se construye como un discurso

pera d b' ' 1 . · almente enunciado por el entrevistado; pero que compren e tam ten as Pnnctp 'd d 'd · nes del investigador cada uno con un sentt o y un proyecto e sentt o intervenclO ' .

· do (generalmente distintos), relacionados a parnr de lo que se ha llama-determma . 'al · · , trato de comunicatf:1¡z22, y en functón de un contexto soct o struactOn. do un con . . · d 1 ·

L trevista se establece así como un witgentstemtano JUego e enguaJe con

a en e . . · · de actos de habla programados y con erectos prevtstos e tmprevtstos; pero

una sene . · d también como un juego social en el que se despltegan un largo reperrono e estra-

. ansacciones y caricias23 así como un buen número de resortes gestuales y tegtas, tr ' . . .

' · -'4 codificados por elluaar soc1al prev1o de los mterlocutores, (lg que nos proxemzcos- , o ./ mire fundamentalmente a un juego de poderes. _)

re o· t'nguiremos así tres niveles en la entrevista (niveles relacio~es que deter-ts 1 . . . . , minan el sentido del discurso): l. El contrato comumcanvo. 2. La mreracc10n ver-

bal. 3. El universo social de referencia.

5. EL CONTRATO COMUNICATIVO

"El trabajo sociológico es uno de los componentes centrales de Lo que he venido observando como reflexividad intrínseca de la mo-

dernidad': Anchony Giddens (1 991: 207)

La entrevista aquí resulta siempre paradójica, interesa y se solicit~ por ser una. forma de producir expres~ones de carácter ciertamente íntimo; pero pre~1samente dejart de .ser íntimas al producirse. Situación paradójica, típicamente doblevmculante en el senndo de la escuela de Palo Alto (Watlawick P. y otros, 1981), doble vínculo que hay que

22. Lo que no es más que una generalización del concepto de contrat~ terapéurico, m~y difundido en las diferentes disciplinas clínicas donde se utiliza como un contrato explktto entre un pactente Y un tera­peuta que fija el objetivo del tratamiento en cada fase del proceso, véase, por ej~mplo, Berne (1983). Para un análisis desde la teoría sistémica de la comunicación, vid. Nardone y Wadawtck (1992). .

2 · · · d ' ·a prestados del vocabul:mo 3. Uultzamos aqu( estos térmmos, e una manera mas o m_en~s propt , . ._

habitual del llamado "análisis trnnsaccional" sencillamente para tnd tcar los gmos Y cammos dl rlCOIIOCI mimto muttto en una relación -la situación de la entrevista- que se retroalimenta según pautas fre~uen~­meme recurrentes y, añadimos desde aqu(, socialmente condicionadas; vid. Berne ( 1966) Y con caracter e

generalización Chandezon y Lancestre (1982). . . 24. No es aqu(, lógicamente, el lugar adecuado para hablar de la importancia .del leng~a¡e ges.rual ,

01

mucho menos de las posibilidades de estudios proxémicos y de sicuaci~n en los ~~croespactos de m~e~c­ción; nos limitaremos a señalar su importancia en el ri tual de la entrevtsta y remm~ al l7cror a los clastcos trabajos de Edward T. Hall (1981 y 1989) , artículo este último, además, que conuene Interesantes apun-

tes sobre la entrevista abierta.

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82 LUIS ENRIQUEAtOl\SO

romper acudiendo a una situación de pacro que facilite el encuentro y el diálogo. El establecimiento del contraro de comunicación es entonces fundamental para el funcio­namiento del dispositivo, sobre todo porque diluye, o al menos elude, esta situación paradójica generalmente remitiendo el uso de la información y la comunicación a un contexro exterior al propio encuentro, contexto más o menos anónimo -depende de los términos del pacto- que no es otro que la investigación o el informe escriro, uso que desbloquea y da salida a la misma situación de la entrevisra25.

Este contraro se halla constituido, inicialmente, por unos parámetros que repre­sentan los saberes mínimos compartidos por los interlocutores sobre lo que hay en juego y sobre los ooj~ivos del diálogo. Y es un aspecto renegociable a lo largo de la entrevista; pero a sabiendas que renegociarlo significa también redefinir el sentido discursivo de la entrevista.

Estos saberes se suelen dividir en dos grandes grupos: a) Saberes implícitos, ca­paces de crear una situación potencialmente comunicativa: códigos lingüísticos y culturales, reglas sociales y modelos de intercambio oral. b) Saberes explícitos, sus­citados en la función de la temática del trabajo, saberes que constituyen la base común de los primeros intercambios entrevistador-entrevistado y que se fundan en los objetivos de la investigación, del cómo, por qué y quién la realiza.

La entrevista es, pues, una forma de diálogo social que, como tal, se ve sometido a la regla de la pertinencia. Cuando las partes desconocen los retos y los objetivos de su diálogo, el d iscurso que producen carece de sentido. Por eso es imprescin­dible y absolutamente reflexiva la labor del investigador; pues la renegociación permanente de las reglas implícitas del contrato, en el curso mismo del diálogo, conduce a la producción de un discurso compuesto y multidimensional (lo que diferencia al investigador del simple entrevistador que efectúa un cuestionario sin posibilidad de modificarlo). A la reflexividad metodológica, propia de la investiga­ción social como proceso de producción de conocimiento, se le añade aquí una re­flexividad de oficio, de capacidad, de mirada sobre el campo que estructura la entrevista, y de escucha activa y metódica (Bourdieu, 1993: 904). Frente a los jue­gos de lenguaje de tipo "estímulo/respuesta", donde los papeles están cerrados y la retroalimentación es inexistente, en la entrevista abierta, como en todos los juegos de tipo conversacional, los papeles tienden a estar más abiertos y la unidad mínima informativa no es simplemente "la respuesta", sino la conversación en sí misma:

"la conversación es una totalidad: un todo que es más que la suma de sus partes, que no puede distribuirse en interlocutores ni en (inter)locuciones -por eso es la

25. Lo oral se convierte asr en escriro, conrraparadoja que sirve precisamente para que Auya lo oral; pero que prescnra inmediaramenre no sólo problemas metodológicos de transcripción, sino.rambién de cambio de tipos lógicos de comunicación; sobre ello vid. Joutard ( 1986: 331-375) y Ferrarorci (1991: 19-29).

CAJ'frULO 2. SUJETO Y DISCURSO 83

unidad mínima-. Cada interlocutor es, no una entidad, sino un proceso: al conver­sar cambia, como cambia el sistema en que conversa" (Ibáñez, 1988: 230).

La entrevista, por tanto, es una variedad especializada de conversación, como interacción estereotipada de las posiciones de poder lingüístico y sociaJ26 -el entre­vistador siempre tiene la potestad de orientar la entrevista en función de sus intereses­que se plasman en ~n pacro. o .. contrato, implícito o ex~líciro: _de comunicación. Ahora bien, la exces1va amb1guedad o la constante reonentacJOn de estas pautas discursivas -la inestabilidad del contrato- crea un status conversacional variable e indeterminado y, por consiguiente, poco utilizable como entrada relevante en el marco de una investigación. Por el contrario, el abuso de la situación de supuesto poder del entrevistador -dentro de esa conversación- puede provocar inmediata­mente la ruptura del pacto y crear la imposibilidad misma de com:y

6. LA INTERACCIÓN VERBAL

"La comunicación no es como una emisora y un receptor. Es una negociación entre dos personas, un acto creativo. No se mide por que el hecho de que el otro entienda exactamente lo que uno dice, sino porque él contribuya con su parte, ambos cambien con la ttc­ción. Y, cuando comunican realmente, lo que j01man es un siste­ma de interacción y reacción bien integrttdo ".

Ray L. Birdwhisrell, citado por Davis (1976: 29)

La interacción se fundamenta en la apertura de los sujetos a la comunicación y a la aceptación de sus reglas. Se puede distinguir entre la interacción no focalizada - simple intercambio de mensajes orales o visuales sin proyecto de construcción común- y la focalizada, en la que dos personas se reúnen y cooperan en mantener un único centro de atención, generalmente por turno (Goffman, 1967: 27-31).

Las conversaciones son así actividades sociales -incluso se puede decir que la conversación es la unidad mínima de interacción social (Ibáñez, 1990a: 189)-, re­guladas no sólo en términos pragmáticos de adecuación al contexro, sino también dentro de las mismas secuencias verbales (cómo están sincronizadas y cómo se pro­ducen). Así, las palabras intercambiadas son en apariencia espontáneas; pero impli­can y manifiestan la posibilidad de activar una labor socialmente reconocida Y

-26. Para un análisis de la enrrevisra como juego de poderes conversacionales, vid. Kress y Fowler

0983: 89-11 0).

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84 LUIS ENRIQUE ALONSO

exigida, y, por otra parte, manifiestan una amplia gama de estrategias de discurso, de movimientos, de trucos conversacionales (usados cotidianamente tanto en las ocasiones más informales como en las más estructuradas) para persuadir, defender la propia posición, realinearse, justificarse, etcP.

La situación de interacción conversacional está siempre regulada por un marco; el marco es, según Gregory Bateson (1985: 218), lo que hace que una conversación sea más que una simple ensalada de palabras; una persona que participara en una conversación en la que no existieran marcos se hallaría recogiendo una comunica­ción como un manojo de palabras sin sentido. El marco crea lo que Goffman (1979: 46 y ss.) denomina territorios del yo, los territorios lingüísticos, corporales, espaciales y sociales que dan sensación de normalidad y verosimilitud a la interac­ción interpersonal.

De este modo, cualquier intento por parte de un analista de entrar en el mundo de la vida de otros es, por tanto, estratégico. Sean cuales sean las metas, la investi­gación empieza con una conversación deliberada y calculada que trata de participar en la cotidianidad de otra persona. En este nivel, el analista se involucra en el pro­ceso de conversación para acceder a las convenciones establecidas y a los procedi­mientos, para poder entender con un conocimiento práctico requerido en la participación en un contexto local de referencia. La meta no es así simplemente descubrir las "reglas" del juego social, sino tomar contacto con ellas, hasta el punto de captarlas en su momento de expresión más dinámica. Tal interacción es, a la vez, arriesgada y estratégica, y la analogía del juego ofrece la forma más apropiada en la cual se pueda llevar y agotar el proceso.

Goffman (1967) centra su atención en la importancia de manejar la interacción social no sólo de la conversación, sino también de las miradas, gestos, roles y di$­cursos verbales, llegando incluso a llamar la atención sobre "el fugaz movimiento facial del individuo que pueda hacer que en el juego exprese su postura ante lo que ocurre" (Goffman, 1967: 1). Respaldando esta afirmación, la psicología experi­mental y personal ha observado recientemente una comprensión de la capacidad de la gente para desarrollar no sólo una aguda sensibilidad ante un matiz social e in­terpersonal que señale el comportamiento apropiado en diferentes situaciones, sino también altos grados de adaptación propia para asegurar conformarse personalmente a las "micrononnas" de la interacción social (Prus, 1996: 157-158). El entrevistador, por tanto, debe desarrollar una identidad que se asocie más con un modelo flexible

27. N o es éste el lugar para detenernos en el estudio interno de los procedimientos y esmuegim c~~~­vasadomzlu -mecanismo de turno, secuencia, composición, etc.- que ha sido uno de los campos de anah· sis más frecuentados por los planteamientos ernomecodológicos, o próximos, con resultados más fecundos; vid. con carácter de resumen, por ejemplo: \Volf (1988: 184-216); y de una manera ya monográfica Y avanzada el muy interesante trabajo de Scubbs (1987).

orfTULO 2. SUJETO Y DISCURSO 85

de "pragmatismo propio" que con un dogmático principio de identidad absoluta. En términos de Goffman (1967), tienen que ser buenos en el "trabajo de cara". Es esd: "trabajo de cara", más que en cualquier otra esrrategia, el que forma una base para la guia propia necesaria para poder introducirse en la vida comunitaria. "La apariencia" es "~na imagen propia definida en .rér~inos de características aproba­das socialmente (Goffman, 1967: 5). Y la apanenc1a puede normalmente ser defi­nida y presentada de una manera acorde al contexto en el cual un encuentro tiene lugar. Debido a esto, es importante para el entrevistador elegir una estrategia cons­cientemente, más que permitir que el poder de la situación le absorba y manipule sin anticipación ni reconocimiento.

El mínimo marco pautado de la entrevista es un guión temático previo, que re­coge los objetivos de la investigación y focaliza la interacción; pero tal guiór¡no está organizado, estructurado secuencialmente. Se trata de que, durante\~1-rr¿­vista, la persona entrevistada produzca información sobre todos los temas que nos interesan; pero no se trata de ir inquiriendo sobre cada uno de los remas en un or­den prefijado, sino de crear una relación dinámica en la que, por su propia lógica comunicativa, se vayan generando los temas de acuerdo con el tipo de sujeto que entrevistamos, arbitrando un primer estímulo verbal de apertura que, verosímil­mente, sea el comienzo de esa dinámica que prevemos. . La entrevista abierta no es una situación de interrogatorio -yo te hago la entre­

VISta y tú me tienes que contestar; inquiero quién eres, desde la autoridad que se le supone al entrevistador, tú me lo tienes que decir-; la entrevista abierra es la situa­c~ón de la confesión, donde a lo que se invita al sujeto entrevistado es a la confiden­cta. Hay, naturalmente, al comienzo de la entrevista una cierra dosis de anaustia

o que hay que resolver y que la manera de hacerlo no está tampoco pautada. Esto es un problema de empatía, de empatía controlada2B, es decir, de formación de un ri­tual en que se coñtrolan y canalizan los afectos. Ritual que se genera produciendo l~s gestos, las expresiones corporales y la elección de palabras que tienden a estabi­lizar, de una manera eficaz, las tendencias disruptivas de la comunicación, creando ~n clima de naturalidad y neutralidad, donde la proyección, la confesión, sean po­sibles. De lo que se trata, por tanto, en la relación social entrevista, como dice Pierre

-d d28· Sobre la sinceridad o simple simulación de este vínculo emp:ídco hay posiciones muy diversas, des e los que apelan casi a un enamoramiento entre el investigador y el sujeto entrevistado, hasta los que (~~~dame~e reconocen su carácter cínico; entre los primeros se encuentra el historiador Ronald Fraser si · 129-bO); entre los segundos sobresale el ya mldco sociólogo Erving Goffman; además de sus clá-

cos títulos m 1 d b · b · · · CO crece consu tarse, para enten er su o ses1ón permanente so re el ser socml - y el mvesn!<.!dor-de;o Unfi_ngi~or, la selección de textos contenida en Goffman (1991) y, especialmente, la introd~cción to ves Wmkm a esta antología. La producción de Goffman, como es lógico , ha originado un inmenso sisrrente. de obras monográficas sobre su pensamiento, el lector en castellano tiene a su disposición una

temática y documemada revisión en la obra de Sebasd:ín de Erice (1994).

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86 LUIS ENRIQUEALO~SQ

Bourdieu (1993: 906), es de reducir al máximo la violencia simbólica que puede ejercerse a través de ella29.

La interacción verbaf?0 se establece, propiamente, a partir de un sistema de in­tervenciones del entrevistador, compuestas por: l. Consignas: instrucciones que determinan el tema del discurso del entrevistado. 2. Comentarios: explicaciones, observaciones, preguntas e indicaciones que subrayan las palabras del entrevistado.

Toda mecánica discursiva se halla fundada en la asociación y en el aj uste de un tema y de un comentario. Las consignas sirven al entrevistador para encaminar y defin ir el tema del discurso subsiguiente del entrevistado. La fo rmulació n de la consigna es determinante para el sentido que hay que atribuir al discurso. Cada con­signa modifica el contrato de comunicación y, por tanto, representa la forma más di­recta de encajar el discurso del entrevistado en los objetivos de la investigación.

Los comentarios tienen como objetivo favorecer la p roducción del d iscurso cop1o un discurso continuo; ajustan de una manera mucho más suave el discurso a los objetivos de la investigación, ya que las consignas - y mucho menos su abuso- cie­rran la posibilidad de continuidad discursiva provocando más bien su ruptura.

Los principales actos de habfa31 llevados a cabo por el entrevistador pueden ser agrupados en tres tipos de instancias:

29 . La contribución merodológica de Pierre Bourdieu y su equipo (Bourdieu, 1993) a la renovación de la práctica de la entrevisrn abierrn, en la investigación social, es sugerente y, a la vez, controvertida; sus propuesrns de reducir la violencia simbólica -que surge de las diferencias de los capitales culturales y relacionales del enrre­visrndor y cntrevisrado-, a base de generar un espacio de "conversación ord inaria" que anule cualquier imposi­ción temática o dominación siruacional por parte del investigador, ha dado lugar a propuesras concreras ran abiertas como la idea del encargo del investigador a personas muy próximas al entrevimdo para así no violemar el campo simbólico en el que se opera, o la posibilidad de entregar a los entrevistados las primeras sesiones de la enrrevisra para su lecrura y reflexión común. Lógicamente las propuesras de Bourdieu han levantado tanta admi­ración como polémica (vid. Mayer, 1995: 355-369), aunque sean menos originales y renovadoras de lo quepa­recen en una primera lectura -gran parte de lo que menciona esraba ya en diferenres tradiciones de la psicología social, la psicoterapia y la antropología- , muchas veces son rambién más efectistas, mistificado ras y parernalisras de la figura del entrevisrndor de lo que parece -buscando una inocencia en el entrevistador que recuerda a la forma en que Diógenes buscaba a los hombres jusros con su linterna- . En cualquier caso, su idea de colocar una conversación planteada de la manera más horizonral posible, como fuenre inapreciable de conocimiento socioló­gico, no puede esrar más cerca de los planreamienros que se sosrienen en esras líneas; sin embargo, aquí preferi­mos mantener -con muchos orros aurores (vid., por ejemplo, Manrique, 1994: 20 1-205)- la idea de converración critica antes que la de conversación ordinaria, tomando dicha conversación crítica como una rela­ción de acoplamiento dinámico entre iguales, pero difercnres, que siempre tiene resultados interpreracionales, esro es, genera significados con inrereses e inrenciones diferentes.

30 . En esre punto seguimos, aunque adaptándolos a nuesrras necesidades e intenciones, dos magnífi­cos rrabajos d e Alain Blancher a los que nuesrras páginas le deben m ucho en v:1. rios aspecros, vid . Blancher (1985 y 19 89).

3 1. U rilizamos el concepro de acres de habla en el clásico sentido de]. L. Ausrin, esro es, como uni­dades discre tas del discurso d elimitadas por un sisrem:1. de reglas y remadas como conductas que expresan unidndts de volumad exprtsa. Cada acre es u n hecho de voluntad para convencer, preguntar, aclarar, d iri­gir, ere.; vid. Ausrin (198 1) su desarrollo en Searle (1986) y como magnífica síntesis de la moderna prag­mática lingüística, Escandell Vida! (1993).

87 o,r ffULO 2 • SUJETO Y DISCURSO

1 al 1 h bl h cer al interlocutor su a) Declaración. Acto por _e .cu e que a a ace cono unto de vista o conocimientos.

b) interrogación. El que habla obliga al interlocutor a res~~~der un pregunta. e) Reiteración. Acto por el cual el que habla asume, repmendolo, un punto de

vista enunciado por el interlocutor.

Estos tres actos del lenguaje se pueden establecer remit iendo roda enunciado a

dos registros discursivos comunes.

l. U n registro referencial, definido como la instancia discursiva de identifica-

ción y de defin ición del objeto del que se hab_la. . .

2. Un registro modal, definido como la instancia discursiva que traduce la ac-

ritud del locutor respecto de la referencia.

Del cruce del tipo de acto con el tipo de registro nos sale_n los seis tipos '~F(ie intervenciones y comentarios del investigador en la entrevista.

a) Una declaración a nivel referencial es ~na comple~entación. b) Una declaración a nivel modal es una mterpretaczon. . e) U na inrerroaación a nivel referencial es una pregunta sobre el contemdo. d) U na interro~ación a nivel modal es una pregunta sobre actitud. e) A la reiteración referencial la denominaremos eco. f) A la reiteración modal la denominaremos reflejo.

Las complementaciones estimulan un discurso narrativo y descri~rivo, tratando de abundar en su exhaustividad y en su profundidad; vienen a añad1~ un elemento de identificación de la referencia al enunciado precedente del entrevistado. Son, o bien síntesis parciales, o bien anticipaciones in~eguras que fuerzan a la conrra~ta­ción por parte del entrevistado, 0 bien infere?c1as que tratan de establecer las Im-

plicaciones lóaicas o praamáricas de los enunc1ados. Las inte1p1~taciones ti~nden a orientar el discurso hacia el_regisrro modal;_ e~ una

intervención que p retende expresar una acritud del entrevistado, no exp!I~ltada, centrada en la causa de lo dicho por el entrevistado, es decir, sobre su s_enndo _tal como se halla constituido por la intervención del sujeto parlante. Este npo de m­tervención es, casi siempre, percibido por el entrevistado como un p~de_r sobre su discurso. La interpretación entonces provoca unos efectos de consennmlento 0 de resistencia, según que se suponga que _revela una~ ,intenciones ~ongruenres ~on e~ contenido proposicional de lo dicho (mterpretaclOn confirmanva), o un~s mten · · · d otorgar una coherencia y una Clones incongruentes u oposmvas que tratan e .

orientación diferentes a las versiones causales de la cadena de las cau~as. ~ m~er­pretación confiere un sentido al acto de palabra y lo transforma en acto mtenc10n ·

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88 LUIS ENRIQUE ALONSo

Preguntas sobre el contenido, toda intervención de modo interrogativo que soli­cita una identificación suplementaria de la referencia.

Preguntas sobre la actitud, roda intervención de modo interrogativo que solicita una identificación de la actitud proposicional del entrevistado.

Ambas intervenciones aceleran el intercambio oral y son fundamentales en la construcción discursiva de la entrevista -frente a la pregunta cerrada e inamovible del cuestionario-; de la buena distribución y dosis de las interrogaciones depende la posibilidad de ir estableciendo el registro discursivo en función de los objetivos integrados en la temática tratada. Sin embargo, una dosis masiva de interrogación perturba el desarrollo de la entrevista de investigación.

El eco opera una selección en el conjunto del discurso que subraya su importan­cia. Aísla reiterando una parte y, por tanto, representa, de entrada, un corte en la totalidad y en la linealidad del discurso que, de producirse en exceso, puede resul­tar trivializador e incluso artificial o irritante.

El reflejo es una forma de reiteración que reproduce en el entrevistador la acri­tud del que habla. En este sentido, el reflejo tiene la función (casi conducrisra) de que el entrevistado se refiera, de una manera más amplia, a su posición personal y hace centrarse el discurso en el desarrollo del propio pensamiento, íntimo y priva­do, del entrevistado. Su empleo excesivo produce una sobremodalización de la en­trevista, mucho más necesaria en la entrevista terapéutica o clínica que en la entrevista de investigación social.

Del uso de todos estos resortes enunciativos depende el resultado de la entre­vista; esto es lo que hace al entrevistador un auténtico investigador. Depende de su habilidad, su sensibilidad y su cultura para llevar a cabo la entrevista; no hay rece­ras ni instrucciones estandarizadas, sino su capacidad de reflexión y decisión sobre el propio trabajo que está realizando.

7. LA ENTREVISTA, EL CONTEXTO SOCIAL Y LA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO

'Ari se desarrollan nuestras conversaciones, victoria perpetua tkl lenguaje sobre la opacidad de las cosas, silencios luminosos que (X­

presan más de lo que callan [ ... ] El mundo entero está en lo q11e decimos ... y enteramente iluminado por lo que callamos ·:

Daniel Pennac (1993: 29)

La entrevista, a nuestro modo de ver, es un acercamiento a la figura del individuo corno un actor que -como diría Goffinan (1974: 505-518)- desempeña, dramatizándolo, u!l

CAPCTULO 2. SUJETO Y DISCURSO 89

cierto modelo de rol social. Y este desempeño, a la vez que dramatización de un có­digo, es una idealización; pues tiende a moldear un desempeño según la forma ideal del rol pertinente. De este modo, cuando el individuo se presenta ame otros, su desempeño tenderá más a incorporar y ejemplificar los valores que espera sean atendidos por la sociedad desde su grupo de referencia32• Lo que no es más que re­cuperar el sentido profundamente social del sujeto; pues como decía Amando de Miguel en una temprana presentación de la microsociología norteamericana de los años sesenta:

"El sujeto de la interacción social no sería propiamente el yo, sino la persona en cuanto representando un papel determinado en función de un status también determinado. Por eso 'persona' es máscara, porque cada una de ellas adopta ramas 'caras' o 'papeles' como situaciones de interacción sean posibles" (De Miguel, 1969: 29) .

Esta actuación puede definirse como la actividad rotal de un participa~e crero en una ocasión dada que sirve para influir, de algún modo, sobre otro parti­cipante. La pauta de actuación preestablecida que se tiende a generar en una interacción suele denominarse "papel" o "rutina" {Goffman, 1974: 286-297). El individuo está siempre involucrado en dos papeles básicos, como "actuante", forja­dor de impresiones, y como "personaje", una figura cuyo espíritu, fortaleza e ima­gen deben ser evocadas en esa situación. Se exige que el individuo se transforme en personaje para poder sostener la realidad social de la interacción cara a cara. La ex­presivi.~ad del individuo involucra dos tipos distintos de actividad significante: la expreston que da y la expresión que emana de él. Así, la entrevista produce los sím­b.olos verbales que el individuo usa con el único propósito de transmitir informa­c~ón -la comunicación en sentido tradicional y limitado del término-; pero stempre es complementada con acciones que tienden a perfilar al actor social como personaje.

d La :ntrevista de investigación social, por tanto, es especialmente interesante para eternunar los discursos arquetípicos33 de los individuos en sus grupos de referencia, -

0 g~2· Reco.rdemos -~ue Me n on y Kicc (1975: 243-245) diferencian grupo di! rifmncin del simple grupo sisre posdd~ 10ceracc10n -que no son más que paree del ambienre social donde un individuo desplie<>a su

ma e •ncerac · · · d · 1 · · ., siem Clones, s10 mas crascen enc1a va oran va personal-; s10 embargo, el g rupo de referencia ene~ prfe sebdeflne en función de eres criterios: l. comprende cierco número de individuos que inreraccúan

e s so re la b d bl "d 2 1 • llliemb ase e pamas esca ec• as; · as personas que mceraccúan se definen a sí mismos como bros d ~os del grupo; 3. escas personas son definidas por ocres (miembros y no miembros) como miem-

3 e grupo.

do h t-. Aclaremos que no escamas manejando aquf ningún concepto psicoanalítico o mitológico (asocia­a •rualmence a C.]. Jung) de arquuipo, sino su más convencional uso cotidiano como ripo ideal que

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ya que el individuo se refiere al grupo de referencia para formular evaluaciones acerca de sí mismo y de los otros. Se trata entonces de una función perceptiva y comparativa en el curso de la cual el sujeto se evalúa a sí mismo. Por tanto, la en­trevista abierta sirve para dar la palabra social a la estructura del carácter de un su­jeto arquetípico; pero no en el sentido estrechamente psicologista de este concepto, sino en el plano interactivo de relación del carácter personal con el otro generaliza­do, esto es, en el ámbito de la integración relativamente estabilizada de la estructu­ra psíquica del organismo con los roles sociales de la persona (Gerth y Milis, 1984). Cuanto más arquetípico, mejor representa un rol social y cuanto más deli­mitable sea el grupo de referencia, más fácil será, por tanto, que la entrevista abierta sea útil en la investigación social.

La entrevista individual abierta tiende a resultar muy productiva para el estudio de casos "desviados" o extremos. En ella queda reflejada, con roda su riqueza, la actirud de ciertos individuos que encarnan el modelo ideal de una determinada ac­rirud arquetípica, mucho menos cristalizada en la "media" del colectivo de referen­cia. Ello es debido a la capacidad de su situación proyectiva para revelar las relaciones con los modelos culrurales de personalidad (reflejados en el otro genera­lizado); o, si se quiere, para expresar la relación, en términos freudianos, entre el narcisismo del "yo ideal" y las exigencias del "ideal del yo":

"La función metodológica básica de este tipo de entrevista en el contexto de una investigación sociológica se limita -en nuestra opinión- a la reproducción del dis­curso motivacional (consciente e inconsciente) de una personalidad típica en una siruación social bien delimitada ... En la elaboración por el entrevistado de su propio discurso, el sociólogo aspira a leer, en todas sus dimensiones y niveles únicamente las coordenadas motivacionales (psíquicas, culturales, clasistas ... ), más que sus ca­racterísticas individuales, de la acción social siruada en la 'clase de sujeto' en presen­cia o, lo que es lo mismo, del sujeto típico de la clase de referencia) [ ... ] En conclusión, lo que aspiramos 'a ver' y podemos estudiar en el discurso del entrevis­tado no son en este género de investigación, sus problemas personales, sino la forma social -cultural y de clase- de la estructura de su personalidad y los condiciona­mientos ideológicos de su proceso motivacional típico" (Orcí, 1986: 178-179).

La entrevista entonces tiende a producir una expresión individual; pero precisa­mente porque esta individualidad es una individualidad socializada por una mentali­dad cotidiana estructurada tanto por hábitus lingüísticos y sociales -en tanto que

sirve de ejemplo y modelo a1 entendimiento y a la voluntad de los orros. Eugenio Trías ( 1983: !63 y ss.) trabajando el concepto de arquetipo, desde el punto de visea filosófico, lo define como síntesis de idea Y símbolo, lo que aquí resulta roralmenre adecuado.

CAPfTULO 2. SUJETO Y DISCURSO 91

sistema de esquemas generadores de prácticas y, al mismo tiempo, de percepción 1

de estas prácticas (Bourdieu, 1991: 91 y ss.)34-, como por estilos de vida, en cuanto ue formaciones y validaciones específicas de la conducta realizadas dentro de los

qrupos de status socioeconómico35. Pues, como insistió en su día C. Wright Milis r1981: 340), las palabr~s s?n portadoras de significados en :irtud d.e las inter~reta­ciones dominantes arnbmdas a ellas por la conducta soctal; las InterpretaciOnes surgen de los modos habituales de conducta que giran en torno a los símbolos y son esos moldes sociales los que construyen los significados de los símbolos.

La entrevista abierta es, por tanto, un proceso de interacción específico y parcial­mente controlado en el que el interlocutor "informante" construye arquetípicamente una imagen de su personalidad, escogiendo una serie de materiales biográficos y pro­yectivos de cara a su representación social (Goffman, 1973), de tal manera que:

"la identidad personal puede ser vista como algo que reside en las convenciones prevalecientes sobre los miembros de un sistema social. La identidad en este sentido no es una propiedad de la persona a quien es atribuida, sino i~~e más bien a la paura del control social que es ejercido sobre esa persona por ella misma y por cuantos la rodean. Este tipo de ordenamiento institucional más que soportar la identidad la construye" (Goffman, 1961: 168) .

La entrevista, de esta manera, se instituye y desenvuelve a partir de su capacidad para dar cuenta de la vivencia individual del informante (manifiesta o latente) del sistema de "marcadores sociales" que encuadran la vida social del individuo especí­fico, ya que en nuestra sociedad rige un sistema de etiquetas36 que insta al indivi­duo a manejar en forma conveniente sus sucesos expresivos, y a proyectar por medio de ellos uoa imagen adecuada de sí, un respeto apropiado por los presentes y una consideración satisfactoria por el encuadre. El discurso que se produce a través de ella, por tanto, es un relato en el que la situación implicativa genera una "inversión de la persona" (Péninou, 1976: 127 y ss.) que al verse a sí misma en realidad observa el sistema de etiquetas sociales que lo enmarcart.

-34. Bourdieu arranca su teoría del hdbitrts del concepto de hábito mmtal, que el clásico historiador del

ane alemán, afincado finalmente en los Estados Unidos, Erwin Panofsky introdujo para designar esos "principios que ordenan los acros", y cuya reconstrucción y seguimiento en la época medieval le sirvieron a este autor para establecer una fascinante y bien documentada relación entre el pensamiento escolástico y la COnstrucción de las catedrales góricas, vid. Panofsky (1985).

35. Es un rema temprana y agudamente rearado, como es habirual en este gran clásico, por Ma.x We­ber, vid., por ejemplo, Weber (1985: 145 y ss.).

. 36. Nos recuerda Amando de Miguel (1969: 24) que fue Parero el primero en utilizar el término de Í:q11~~a y que para este autor, además, son las "eriqueras" y no las pe~sonas la unidad ~ási~a de a~álisis de

realidad social, creando desde entonces una poderosa lfne.a de esrudto dentro de las ctenctas soctales.

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242 LUIS ENIUQUEALONSO

y enri~u~cedora dinámica: "La relación entre estos tres espacios (realidad social, conocumen~o del actor y conocimiento del observador) genera a su vez otra área · menor que mteresa analizar: el solapamiento entre ambos conocimientos; allí don­de la emosociología es ciencia social, y viceversa, el vaivén de conocimientos ent · 1 re emosoc10 ogía y s_ociología, como la ciencia deviene emociencia o como ésta dev' _

. . , (L d Je ne CJencJa amo e Espinosa, 1997: 107). En definitiva, un proyecto en el que el habla atraviese en todas direcciones 1

investigación sociológica. Volvemos así a resaltar el enorme potencial de los discur~ s~s en la creación de lo :ocial -y en el conocimiento de lo social-; enorme poten­Cial, en suma, del lenguaJe. pero no de un lenguaje ensimismado y volcado sobre su propia forma, sino un lenguaje abierto a los conflicros de lo social. En su día el hoy ya clásico filósofo español José Ferrater Mora, en un libro escrito a finales' de los ~?s sesenta, y ti~ulado con el sintomático nombre de Las palabras y Los hombres -qUJza para neutralizar el poderoso influjo en la época del estructuralismo ram­pante, del entonces omnipresente Las palabras y Las cosas de Michel Foucault- se propuso liquidar excesos con una sugerente conclusión: "las cuestiones lingüísticas n_o acaban nunca;, acaso porque a la postre no son únicamente lingüísticas, sino so­Ciales y h~~a?as (Ferr~ter, 1991: 187). El mismo Ferrater, de manera ingeniosa y u~ tanto 1romca, actualizaba una famosa fórmula kantiana: "el lenguaje sin pensa­miento es va~ío, el pensamiento sin lenguaje es ciego" (1991: 177); nosotros po­díamos final1zar parafraseándolo, a su vez: el Lenguaje sin sociedad es vacío, La sociedad sin Lenguaje es ciega.

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