Bion, Grupos, Psicosis, Pensamiento (Resumen).PDF

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Bion, Grupos, Psicosis, Pensamiento (Resumen).PDF psicologia de grupos

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  • I

    GRUPOS

    En este captulo se exponen algunas de las h iptesis sobre gru-pos formu ladas por B ion a lo largo de sus traba jos. Por lo tan to , se incluyen las ideas expuestas en sus artculos sobre el tema, des-tacando algunos puntos que sern desarro llados u lteriormen te. Conceptos tales como con tinen te-con ten ido , camb io catastrfico, el m stico y el grupo, etc ., sern tratados n icamente en su relacin con el tema centra l del m ismo: los grupos y la d inm ica de su funcio-nam iento.

    EL IN D IV ID U O Y EL G RU PO

    El ser humano es un animal gregario. No puede ev itar ser m iembro de un grupo, aun en aquellos casos en que su pertenenc ia al m ismo consista en comportarse de un modo que da la sensacin de no pertenecer a grupo alguno. Las experiencias grupales son las que perm iten observar las caractersticas polticas del ser hum a-no; no porque stas sean creadas en ese momen to , sino porque hace falta un grupo reun ido para que se puedan poner de man ifiesto y convertirse en ob jetos de observacin. A tr ibu ir importanc ia al gru-po reun ido surge de la impresin equ ivocada de que una cosa co-m ienza necesariamente en el momento en que su ex istencia se hace demostrab le. B ion sostiene que ningn ind iv iduo, aunque est ais-lado , puede ser considerado como marginal respecto de un grupo, o falto de man ifestaciones activas de psicologa grupa l, a pesar de que no existan condiciones para dem ostrar estas afirmaciones.

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    Las teoras de Freud , en tre ella? la del comp lejo de Ed ipo1, nos muestran la enorme importanc ia del grupo fam iliar en el de-sarro llo del ser humano. Los traba jos de M. K lein, en particu lar sus hiptesis sobre las primeras relaciones ob jeta les, las ansiedades psicticas y los mecanismos de defensa prim itivos2, perm iten en ten -der que el individuo no slo pertenece desde el comienzo de su vida a un grupo fam iliar, sino que sus primeros contactos con su madre y las personas que lo rodean tienen cualidades de por s pecu liares y de profunda importancia para su desarro llo u lterior.

    Las ansiedades psicticas surgidas en relacin con los primeros ob jetos son reactivadas en muchas situaciones adultas. E l individuo debe estab lecer contacto con la vida emocional del grupo, lo cual le p lan tea el dilema de evo lucionar y diferenciarse y en fren tar los temores asociados a esta evolucin. Las exigencias y comp lejidades derivadas de la pertenenc ia a diversos grupos lo llevan a una regre-sin que puede relacionarse con la descrita por M. K lein en el con-texto de la teora psicoanaltica.

    La observacin de grupos por parte de un observador psicoa- nalticamente en trenado perm ite detectar situaciones que, con o tra perspectiva, pueden pasar inadvertidas. Las teoras psicoanalticas, en tre ellas la del comp lejo de Ed ipo y las teoras k le in ianas3 de las ansiedades psicticas y los tempranos mecanismos de defensa, pue-den ser utilizadas para explicar algunos de los fenmenos observa-dos. La intuicin psicoana lticamente desarro llada perm ite hacer observaciones en las que las reacciones emocionales del observa-dor, incluido en la situacin, son tomadas en cuenta en la descrip-cin, comprensin e in terpretac in de los fen menos.

    Con este enfoque B ion se acerca al estud io de los grupos.Una de sus primeras experiencias con grupos como objeto de

    estud io fue como d irector del sector de rehab ilitacin de un hosp i-ta l psiqu itrico m ilitar duran te la Segunda G uerra Mund ial. Los pa-cientes deb an ser ad iestrados para re integrarse a sus tareas m ilita-res. B ion se propuso considerar la rehab ilitacin como un p rob le-ma grupal; por lo tan to organiz el sector a su cargo, compuesto por varios centenares de hombres, de acuerdo con este enfoque. El proyecto, desarro llado a lo largo de seis semanas, consisti en un programa que reg lamen taba que todos los hombres deban realizar

    1 S. Freud (1923b), El yo y el ello, en Sigmund Freud. Obras completas, vol. XIX, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1976.

    2 M. Klein, Algunas conclusiones tericas acerca de la vida emocional del lac-tante, en Desarrollos del Psicoanlisis, Buenos Aires, Paids.

    3 M. Klein, loe. cit.

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    una hora d iaria de en trenam ien to fsico y ser m iembros de uno o ms grupos destinados al estud io de un oficio. De acuerdo con los intereses que surg ieran, los individuos pod an formar nuevos gru-pos para el desarro llo de una actividad particu lar. Se rea lizaban reu -n iones d iarias de todos los pac ientes, persona l encargado de ellos y d irectores, para la discusin de los programas, prob lemas creados y disposiciones a tomar. Este ltimo pun to del programa fue el p r i-mer paso para la organizacin de sem inarios teraputicos.

    Los resu ltados de esta experiencia, en la que comenzaron a ma-n ifestarse algunas caractersticas de los grupos en su relacin con las tareas p laneadas, pusieron en evidencia la necesidad de un exa-men ms exhaustivo de la estructura e interacc in dinm ica den tro de los grupos.

    Ms ade lan te, en la Tav istock Clinic, de Londres, Bion se ocu-p del tratam ien to de pequeos grupos que le fueron encomenda-dos como terapeu ta . Con el prop sito especfico de ayudar a escla-recer las tensiones que surgan en los m ismos, y con una tcnica que consista en la descripcin de las situaciones creadas en el gru-po que parec an oponerse a la realizacin de la tarea propuesta , e la-bor algunas hiptesis acerca de los comp lejos fenmenos grupales que se ofrecan a su observacin.

    Los hechos que en primer trm ino llamaron su atenc in en el traba jo con diversos grupos se re lac ionaban con la conducta de sus integrantes en el contexto grupal y el clima emocional all desarro-llado. Los grupos reun idos para realizar una tarea especfica evi-denc iaban actitudes y desarro llaban mtodos que no parecan con-ducentes al logro del ob jetivo propuesto . Esto se man ifestaba por una falta de riqueza inte lectua l en las conversaciones desarro lladas duran te las sesiones, con dism inucin del juicio crtico y pertu rba-ciones en la conducta rac iona l de los in tegran tes. Esta forma de p ro -ceder no concordaba, por lo genera l, con la inteligencia y hab ilidad de sus integrantes fuera de la situacin grupal. La solucin de los prob lemas den tro del grupo no era llevada a la prctica con m to-dos adecuados a la realidad.

    Las situaciones creadas en los grupos estaban in tensamen te car-gadas de emocin. Estas emociones e jercan una poderosa influen-cia sobre los in tegran tes y parec an or ien tar la actividad del grupo, sin que sus m iembros se aperc ib ieran de ello. E l terapeu ta partic i-paba de este clima emocional intenso y muchas veces catico al que todos los integrantes con tribu an parcial o to ta lmen te. E l grupo no pareca d ispuesto a exam inar estas situaciones.

    En muchas oportun idades el grupo pareca funcionar como una

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    un idad o como un todo, aunque esta un idad no se manifestaba a travs de los aportes individuales. Este func ionam iento se hizo ms ev idente enfocando al grupo desde o tra perspectiva: al observar al grupo, y no a los individuos que lo componen, ciertos hechos ad-qu irieron nuevos significados.

    En su participacin activa como adu lto en diversos grupos, el ser humano dispone de d iferentes modos de reaccin. En la reu -nin de varias personas para efectuar una tarea pueden discernirse dos tipos de tendencias: una dirigida a la realizacin de la m isma y o tra que parece oponerse a ella. La actividad de traba jo es obstru i-da por una actividad ms regresiva y primaria.

    Para referirse a estos fen menos, que considera tpicos, B ion introduce una term ino loga especfica que da una cierta un idad a los rasgos comunes observados en experiencias dismiles. Estos t r-m inos son: menta lidad grupal, cu ltura grupal, supuestos bsicos, grupo de supuesto bsico y grupo de traba jo .

    M ENTAL IDAD G R U PA L -CU LTU R A D EL GRUPO

    La hiptesis de la existencia de una mentalidad grupal deriva del hecho de que el grupo funciona en muchas oportun idades como una un idad, aunque sus m iembros no se lo propongan ni tengan consciencia de ello.

    E l trm ino designa, pues, la actividad menta l colectiva que se produce cuando las personas se renen en grupo. E l trm ino deli-m ita, tamb in, un rea de investigacin sobre la cual se podrn ha-cer nuevas observaciones e h iptesis. Como trm ino , represen ta una con juncin constan te4 que ir adqu iriendo ms significado en la med ida en que la investigacin contine. La hiptesis de una menta lidad grupal es una formu lacin bsica para investigar los fe-n menos grupales.

    La mentalidad grupal est formada por la opinin, voluntad o de-seo unnimes del grupo en un momento dado. Los individuos contri-buyen a ella en forma annima o inconsciente. La mentalidad grupal puede estar en conflicto con los deseos, opiniones o pensam ientos de los individuos, producindoles molestia, eno jo u otras reacciones.

    4 Conjuncin constante es un trm ino tomado de Hume, y se refiere al he-cho de que ciertos datos de observacin aparecen regularmente unidos. Bion utiliza este trm ino en sus hiptesis acerca del desarrollo del pensam iento. Un concepto o una palabra son enunciados que ligan, bajo su nombre, los elementos observaciona- les constantemente conjugados.

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    La organizacin del grupo en determ inado momento puede ser vista como la resu ltante del in terjuego en tre la menta lidad grupal y los deseos del individuo. Esta organizacin, por ms prim itiva o rud imen taria que sea, es llamada por B ion cultura del grupo. Este concepto incluye la estructura adqu irida por el grupo en un mo-men to dado, las tareas que se propone y la organizacin que adop-ta para la realizacin de las m ismas. La cu ltura del grupo es un he-cho observab le dentro del contexto de la situacin grupal, que pue-de ser descrita por el observador ten iendo en cuen ta la conducta de sus integrantes, los ro les que stos desempean, los lderes que ac-tan y el comportam iento del grupo como tota lidad.

    La cu ltura del grupo es(|unc in5 de la menta lidad grupal y de los deseos del indiv iduo, que son sus factores. La organizacin que el grupo adop ta en un determ inado momento, o duran te un pero-do de tiempo, surge del conflicto en tre la vo luntad colectiva an -n ima e inconsciente y los deseos y necesidades individuales.

    Para dar mayor precisin al concepto de menta lidad grupal, B ion introduce el de supuesto bsico.

    SUPUESTOS B`SICOS

    Supuesto bsico, o suposicin bsica, es un trm ino que califi-ca el de mentalidad grupal. Como se recordar, este ltimo con-cepto se refiere a la existencia de una op in in comn, unn ime y annima del grupo en un momento dado. La menta lidad grupal es el recip iente o continente de todas las contribuc iones hechas por los m iembros del grupo. E l concepto de supuesto bsico nos dice algo acerca del contenido de esta op in in, o de sus d iferentes con ten i-dos posibles, perm itiendo una comprensin ms amplia de los fe-nmenos emocionales en los grupos.

    Las suposiciones bsicas estn configuradas por emociones in-tensas de origen prim itivo, consideradas como bsicas por estos mo-tivos. Su existencia determ ina en parte la organizacin que el gru-po adopta y el modo en que encara la tarea que debe realizar; por lo tan to la cu ltura del grupo mostrar siempre evidencias de los su-puestos bsicos subyacentes, o del particu lar supuesto bsico activo en ese momento.

    Los impulsos emocionales subyacentes en el grupo, las suposi-

    5 El trm ino funcin, tal como lo utiliza Bion, incluye el sentido matemti-co, el filosfico y el del lenguaje ordinario, con la expresa intencin de que conser-ve la penumbra de asociaciones derivada de estos campos.

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    dones bsicas, expresan algo as como fantasas grupales, de tipo omn ipo ten te y mgico, acerca del modo de ob tener sus fines o sa-tisfacer sus deseos. Estos impulsos, que se caracterizan por lo irra-cional de su conten ido, tienen una fuerza y rea lidad que se man i-fiesta en la conducta del grupo. Es importan te destacar que las su-posiciones bsicas son inconscientes, y muchas veces opuestas a las op in iones conscientes y racionales de los m iembros que componen el grupo.

    E l trm ino grupo bajo determ inado supuesto bsico se refiere a la particu lar estructura y organ izacin adop tada por el grupo en funcin del supuesto bsico en actividad. Opuesta a esta estructura est aquella basada en el grupo de trabajo, concepto que se exp li-car ms ade lante.

    Los supuestos bsicos jerarqu izados por B ion son tres. E l pri-mero de ellos es llamado supuesto bsico de dependencia (sbD) y puede ser reformu lado en trm inos narrativos: el grupo sustenta la conviccin de que est reun ido para que alguien, de qu ien el grupo depende en forma abso luta, provea la satisfaccin de todas sus ne-cesidades y deseos. En una formu lacin ms mode lizada la creen-cia colectiva es que existe un ob jeto externo cuya funcin es p ro -veer seguridad al grupo, organismo inmaduro. En otra term ino-loga, es la creencia en una de idad pro tec tora cuya bondad , po ten -cia y sab idura no se cuestionan.

    E l supuesto bsico de ataque-fuga (sbF) consiste en la convic-cin grupal de que existe un enem igo, y que es necesario atacarlo o huir de l. En otros trm inos, el ob je to malo es ex terno , y la n i-ca actividad defensiva fren te a este ob jeto es su destruccin (a ta-que) o evitacin (hu ida).

    E l supuesto bsico de apaream iento (sbA ) es, en trm inos narrativos, la creencia colectiva e inconsciente de que, cua lesqu iera que sean los prob lemas y necesidades actuales del grupo, un hecho futuro o un ser no nacido los reso lver; es decir, hay esperanza de tipo mesinico. Esta esperanza irracional y prim itiva es fundamen-tal para defin ir el supuesto bsico de apaream ien to. Muchas veces la esperanza est puesta en una pare ja cuyo h ijo , no conceb ido an, ser el salvador del grupo. Lo importante en este estado emocional es la idea de fu turo , y no la reso lucin en el presen te. En trm inos religiosos es la esperanza de la aparicin de un mesas.

    Resum iendo lo expuesto hasta ahora, podemos decir que los supuestos bsicos son el equ iva lente, para el grupo, de fantasas om -n ipotentes acerca del modo en que se reso lvern sus dificultades. Las tcnicas que utilizan son mgicas. Todos los supuestos bsicos

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    son estados emocionales tend ien tes a evitar la frustrac in inheren te al aprend iza je por experiencia, aprend iza je que implica esfuerzo, do lor y contacto con la rea lidad.

    La conceptualizacin de los tres supuestos bsicos perm ite o r-denar la muchas veces oscura situacin emocional de los grupos. A l delim itar tres grandes configuraciones emocionales especficas, el observador d ispone de un nuevo instrumen to para la comprensin de los fenmenos de los que partic ipa. La sim ilitud de los rasgos de las suposiciones bsicas con los fenmenos descritos por Melanie K lein en sus teoras acerca de ob jetos parciales, ansiedades psic-ticas y defensas prim itivas6 perm ite suponer que los fenmenos de supuesto bsico son reacciones grupales defensivas a las ansiedades psicticas reactivadas por el dilema del individuo den tro del grupo y la regresin que este dilema le impone.

    G RUPO D E SUPUESTO B`S ICO

    De qu manera funciona un grupo en el cual predom ina un determ inado supuesto bsico? En cada caso es necesario analizar las estructuras que se van configurando, tomando en cuenta el su-puesto bsico en actividad y las necesidades y op iniones ind iv idua-les de los m iembros del grupo, en coincidencia o no con el supues-to bsico.

    Los individuos que partic ipan en la actividad llamada supuesto bsico lo hacen en forma automtica e inev itab le, no necesitando para ello ningn en trenam ien to especial, n inguna experiencia emo-cional ni madurez mental. La partic ipac in no requ iere de los in te-grantes capac idad de cooperac in, capac idad que es un requ isito fundamenta l para la partic ipac in en la actividad menta l denom i-nada grupo de traba jo . Para d iferenc iar la partic ipac in espon tnea en el grupo de supuesto bsico de la partic ipac in, inconsciente o consciente, en el grupo de traba jo , B ion propone reservar la pa la-bra cooperacin para esta ltima, y llamar valencia a la capacidad primaria de partic ipar en la activ idad menta l y el quehacer grupal de acuerdo con los supuestos bsicos.

    Valencia, trm ino tomado de la qum ica, seala la mayor o me-nor disposicin del individuo para comb inarse en la actividad de su-puesto bsico. Con esta ana loga, B ion qu iere jerarqu izar su op i-nin de que esta capac idad, si b ien se man ifiesta o,deduce de fen -

    6 M. Klein, loe. cit.

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    menos psicolgicos, caracteriza un nivel de comportam iento ms si-m ilar al del trop ismo de las p lantas que a una conducta intencional. E l terapeu ta del grupo tamb in partic ipa de este nivel de funciona-m iento, y en fren ta en el grupo el m ismo o parecido dilema de to -dos los integrantes.

    Los grupos de supuesto bsico, o grupos bsicos, como tam -b in los denom ina B ion, tienen ciertas formas tpicas de organ izar-se, en particu lar en lo que a comportam iento y liderazgos se refie-re, Las descripciones que se hacen a continuacin son tomadas p re-dom inantemente de situaciones de pequeos grupos teraputicos conducidos con la tcnica propuesta por B ion. Los conceptos, sin embargo, pueden tamb in aplicarse a la comprensin de grandes grupos humanos, como el e jrc ito , las comun idades religiosas, las clases sociales, o cua lqu ier o tra divisin de la sociedad que se con-sidere grupo.

    La cu ltura llamada grupo de dependencia, basada en el supues-to bsico del m ismo nombre, se organiza buscando un lder que cumpla con la funcin de proveer las necesidades del grupo. Este ro, en el grupo terapu tico , es fcilmente atribu ido al terapeu ta que lo coord ina, observndose con frecuencia que la idea de reci-bir tratam iento tiene un significado de expectativa que va mucho ms all de lo que racionalmente parece lgico. El grupo de depen-dencia se comporta frente al terapeu ta como si estuv iera convenci-do de que toda la labor deber ser emprend ida por ste; la prd ida casi tota l de juicio crtico, la pasividad u otras formas de conducta evidencian esta configuracin. E l grupo puede organizarse como es-colares frente a un profesor del cual esperan recibir instruccin, o exigirle que la provea; puede tamb in funcionar como un grupo de adeptos a una idea o a una persona cuya bondad no se cuestiona; o como un grupo de nios que espera ser tratado por turno y en forma individual.

    El terapeu ta comprometido como lo est en la situacin emo-cional del grupo, perc ib ir la molestia asociada a la frustracin de las expectativas grupales que no satisface al realizar su labor in ter-pretativa. Si, a travs de su sealam iento de la fantasa grupal, des-m iente su rol de proveedor o sugiere la necesidad de esclarecer las situaciones subyacentes sugerencia que represen ta para el grupo una negativa por parte del terapeu ta a asum ir el rol que se le ha ad jud icado y la exigencia a funcionar en un nivel ms adulto el grupo puede reacc ionar, ante el peligro que lo amenaza, de modos muy diferentes.

    Una posible respuesta es que el grupo, manten iendo su supues-

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    to bsico, busque en o tra persona o idea el lder deificado. A ve-ces, es el m iembro ms enfermo del grupo el que reemp laza como lder la figura del terapeu ta. En otras oportun idades, el liderazgo se coloca en la h istoria del grupo, la biblia del grupo, ded icndo-se mucho tiempo a su confeccin y enseanza. Esta actividad, que consiste en un recordar o ape lar a las trad iciones de grupo, acta como una memoria que se opone a la evolucin de cualqu ier idea nueva.

    O tra vicisitud es la sustitucin del supuesto bsico de depen-dencia por otro supuesto bsico con el correspond iente cambio del clima emocional, liderazgos y roles. En casos extremos de conflicto con la idea nueva (en nuestro ejemp lo la idea propuesta por el te -rapeu ta con su in terpretac in de la menta lidad gmpal), el grupo puede reaccionar produc iendo una nueva forma de organizacin, que necesita de la participacin de algn grupo externo. Esta for-ma de reaccin llamada fo rm a aberrante, consiste, en el caso del grupo de dependenc ia, en el in ten to de presionar a travs de la ac-cin sobre algn grupo externo, para influirlo o ser influido por ste.

    Deb ido a su prop ia valencia el terapeu ta del grupo est siem-pre expuesto a funcionar en el nivel del supuesto bsico. Esto se pone en evidencia a travs de cambios en su actitud, o modificacio-nes de su tcnica; por e jemp lo, dar in terpretac iones al individuo den tro del grupo, en lugar de man tener su enfoque sobre el grupo como tota lidad. Con esta conducta ayuda a dar cuerpo a la creen-cia colectiva de que es una especie de de idad, reforzando as el rol que se le atribuye. Estas y otras respuestas emocionales del te ra-peu ta pueden ser vistas como fenmenos relacionados con la difi-cu ltad de man tener un nivel cientfico de traba jo en un campo tan perturbado como es el grupo de supuesto bsico.

    La cu ltura llamada grupo de ataque-fuga encuen tra su lder en persona lidades parano ides. E l lder debe dar sustento a la idea de que existe un enem igo dentro o fuera del grupo del que es necesa-rio defenderse o huir. En los grupos teraputicos el enem igo puede ser un m iembro del grupo, la persona del terapeu ta , sus pa labras, la enfermedad fsica o menta l, etctera.

    E l grupo puede adop tar una organizacin en la que se destaca la actividad evitativa de cualqu ier man ifestacin del enem igo, o responsab ilizar a cualqu ier persona o subgrupo y atacarlo en con-secuencia. Cuando el terapeu ta es considerado el enem igo, el gru-po se comporta ignorando sus intervenciones, o demostrando su desprecio a travs de pa labras o actos. La hostilidad, as como en el caso an terior la dependenc ia, puede asum ir d iferentes formas; la

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    forma aberran te de este tipo de cu ltura son actividades tenden tes a tomar posesin de la persona del terapeu ta , o de grupos externos, o a ser posedos por un grupo exterior, sus ideas u opiniones.

    En la cu ltura llamada grupo de apareamiento, el liderazgo est relacionado con una pare ja que promete un h ijo, o alguna idea re -lacionada con el fu turo ; el lder es algo o alguien que no ha nacido an. La pare ja puede estab lecerse en tre dos integrantes que d ia lo-gan; el resto del grupo no slo to lera sino que estimu la esta re la-cin. No reacciona con celos ni con rivalidad, ya que esta pare ja es considerada como conten iendo la esperanza del nacimiento de un futuro lder que salvar al grupo. Se tra ta de la esperanza mesini- ca de que una idea o una persona librar al grupo de sus sentim ien-tos de od io, destruccin o desesperacin. Es claro que, para que esto suceda, la esperanza mesinica no debe verse realizada nunca. En la cu ltura dom inada por este supuesto bsico, el terapeu ta , con su curiosidad a ltamente estimu lada, puede tamb in partic ipar de la esperanza mesinica, con la consiguiente prd ida de su eficacia como observador. La forma aberran te de este tipo de grupo es la tendencia a la escisin.

    Frente a la amenaza de la evolucin de la idea nueva (que B ion llama, en otro contexto, idea mesinica y que debe d iferenciarse de la esperanza mesinica) el grupo puede , defensivamente, escindir-se. Produc ida la escisin, una parte del grupo seguir conten iendo la esperanza mesinica, es decir, continuar ba jo el supuesto bsi-co de apaream ien to . Las vicisitudes de la o tra parte dependern de una serie de factores, en tre ellos su to leranc ia a la idea nueva y su tendencia a funcionar nuevamente como grupo de supuesto bsico.

    Es importante destacar que la forma aberran te de cultura apa-rece siempre que el grupo tenga que encarar una idea nueva que promueve evolucin y que no puede instrumentar en una cu ltura de grupo de traba jo , ni neutra lizar en una cu ltura de supuesto b -sico. La idea nueva, en su evolucin, amenaza la estructura del gru-po bsico, trayendo apare jada la posibilidad de la situacin deno-m inada por B ion cambio catastrfico.

    Los supuestos bsicos pueden a lternar den tro de una m isma se-sin, o mantenerse duran te muchos meses; nunca coexisten. Las emociones asociadas a ellos pueden ser descritas en los trm inos ha-b ituales de angustia, m iedo, amor, sexo, od io, etc.; sin embargo la angustia en un grupo de dependenc ia tiene una cualidad d iferente de la angustia en un grupo de ataque-fuga o de apaream ien to ; y lo m ismo sucede con las otras emociones.

    A travs de las descripciones que hemos hecho, queda c lara-

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    mente en evidencia que los mtodos con los cuales el grupo se ma-ne ja cuando est funcionando ba jo un determ inado supuesto son prim itivos y muy a lejados de la realidad. La tenacidad con que el grupo bsico se adh iere a estos mtodos prim itivos se debe a la in-tensidad de los sentim ientos que estn en juego y a los mecanismos de identificacin proyectiva que utiliza para defenderse de las an-siedades psicticas.

    Una caracterstica comn a todos los grupos de supuesto bsico es la hostilidad con que se oponen a cua lqu ier estmu lo hac ia el crec im ien to o desarro llo . En el grupo te rapu tico , el estmu lo hac ia el crec im ien to est en d irec ta re lacin con el insight; el grupo de supuesto bsico se opone hostilm en te a esta posib ilidad .

    O tra caracterstica se refiere al lenguaje y a su uso. En el gru-po bsico, el lenguaje no aparece desarro llado como una forma de pensam iento sino utilizado como una forma de accin. Puede de-cirse que es un lenguaje despo jado de su cualidad comunicativa, cualidad que depende en parte de la formacin y utilizacin de sm-bolos. El lenguaje del grupo bsico tiene, en este sentido, ms se-mejanzas con el lenguaje del psictico que con el lenguaje del neu-rtico. El grupo de supuesto bsico no incluye la nocin de tiempo, y por lo tan to no to lera la frustracin. Esta situacin est estrecha-mente relacionada con su incapacidad para desarro llar un lenguaje simblico que sea un prelud io a la accin, o lenguaje de logro, como tamb in lo llama B ion.

    Para B ion los supuestos bsicos son construcciones crudas, fun-damenta les y prim itivas. As, por e jemp lo, el de lucha-fuga podra expresarse tamb in en trm inos de la qum ica de la adrena lina o de las relaciones g landu lares, el de dependenc ia, con la imagen de la boca cerca del pecho o succionando del m ismo, etc. Por o tra parte , afirma que para que una teora sobre la dependencia sea consi-derada buena debe evocar algo que uno pueda ver en el mundo en que uno vive. La teora general puede resu ltar adecuada para una aplicacin amp lia, pero en la prctica, en el mundo de la realidad, nos encontramos siempre con la situacin precisa y particu lar, no con la general.

    Hubo una evolucin en el pensam iento de B ion con respecto a la dinm ica y al funcionam iento de los grupos, si consideramos el perodo transcurrido desde 1961 a 1970. E l modelo b ipo lar propues-to inicialmente (el grupo con predom in io de los supuestos bsicos en contraposicin dialctica con el grupo de trabajo) sera sustitui-do por la relacin en tre el mstico (genio) y el grupo.

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    Segn Gaburri (1981)7, resu lta convincente la analoga en tre los tres supuestos bsicos con las tres figuras que el pensam iento psi- coanaltico ha estab lecido como fantasas originarias: la fantasa ori-ginaria de seduccin (confianza) es equ iparab le al supuesto bsico de dependenc ia; la fantasa orig inaria de la castracin (persecucin) se puede comparar con el supuesto bsico de lucha-fuga; y la fan-tasa orig inaria de la escena primaria (esperanza) correspondera al supuesto bsico de apaream iento. En el segundo modelo b ion iano de 1970, la un idad afectiva en tre los m iembros del grupo de traba-jo es comparab le con la relacin de reciprocidad entre el mstico y el grupo. Los grupos especializados de traba jo (iglesia, e jrc ito, aristocracia, etc.) se encontraran transformados en el segundo mo-delo de B ion en el grupo institucin.

    As como Freud puso ms el acento en el aspecto introyectivo de la figura del lder por parte de los m iembros del grupo, B ion pos-tul que en el grupo de supuestos bsicos, ste se forma en funcin de una necesidad proyectiva de los m iembros hacia el lder.

    Estos modelos grupales han jugado en la mente de B ion un rol importante en la evolucin de sus ideas, enriqueciendo su compren-sin de los pac ientes psicticos.

    GRUPO DE TRABAJO

    Al hab lar de los supuestos bsicos nos hemos referido p redo -m inantemente al nivel emocional prim itivo que se manifiesta en todo grupo. Es necesario en tender que este nivel prim itivo coexiste siempre con otro nivel de func ionam iento, que es el del grupo de traba jo .

    G rupo de traba jo es un trm ino utilizado por B ion para refe-rirse a un tipo particu lar de mentalidad grupa l, y a la cu ltura que de ste se deriva. El grupo de traba jo (gt) requ iere de sus m iem -bros capacidad de cooperacin y esfuerzo; no se da por valencia sino por una c ierta madurez y en trenam ien to para partic ipar en l. Es un estado mental que implica contacto con la realidad, to leran -cia a la frustrac in, contro l de emociones; es an logo, en sus carac-tersticas, al Yo como instancia psquica descrito por F reud8.

    La organizacin del grupo (cu ltura grupal) en funcin de la menta lidad grupal grupo de traba jo es d istinta de la organizacin

    7 E. Gaburri y A. Ferro, Gli sviluppi Kleiniani e Bion (imprimindose).8 S. Freud, El yo y el ello, loe. cit.

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    (cu ltura grupal) resu ltan te del supuesto bsico. En este nivel de fun-cionam iento del grupo de traba jo la tarea realizada por el grupo su-pone la utilizacin de mtodos racionales y cientficos en su abor: daje. E l lder es aque lla persona capaz de ser eficiente en p ropo r-cionar una posibilidad para que dicho aborda je se realice. La ta-rea, que puede ser do lorosa, promueve crecim iento y maduracin en el grupo y en sus m iembros. En el grupo terapu tico , el te ra -peu ta es un lder de esta funcin.

    E l intercamb io verbal es una funcin del grupo de traba jo , y la accin que de ella resu lta tamb in lo es. El grupo de traba jo , que to lera la frustrac in, perm ite la evolucin de ideas nuevas; s-tas no son deificadas, ni negadas, ni expulsadas, ni su avance es obs-tru ido , como sucede en el grupo de supuesto bsico.

    La coexistencia del grupo de supuesto bsico y del grupo de tra -ba jo determ inan un conflicto permanen temen te p lan teado y siem -pre recurren te dentro del grupo. La actividad del grupo de traba jo es perturbada por el grupo de supuesto bsico; la tendenc ia a la di-ferenciacin del individuo se contrapone a su tendenc ia regresiva a no hacerlo. E l conflicto puede formu larse de diversas maneras: como conflicto en tre la idea nueva y el grupo, en tre el individuo como persona y como m iembro del grupo, entre el grupo de traba-jo y el de supuesto bsico. E l grupo de supuesto bsico se opone a la idea nueva en la forma expresada en todas las consideraciones anteriores sobre el tema; el grupo de traba jo y el individuo den tro del grupo en fren tan el do lor de con traponer ambas tendencias. El individuo como persona dentro del grupo de traba jo est expuesto al inev itab le componente de so ledad, aislam iento y do lor asociados al crecim iento y a la evolucin9.

    9 Un punto que no incluimos en nuestra edicin anterior y que Bion expone en su libro Experiencias en grupo (Buenos Aires, Paids, 2.a ed., 1972) se refiere al concepto de sistema protomental.

    Bion subraya que la estructura psicolgica del grupo complejo, como ha sido denom inado, del grupo de trabajo (gt) es muy poderosa; es una estructura muy vi-tal. pero ios individuos en el grupo temen en forma completamente desproporcio-nada ser ahogados o invadidos por los estados emocionales del supuesto bsico. El empeo puesto en esta lucha mide la fuerza de las emociones del supuesto bsico. A estos temores hay que aadir el provocado por el desconocimiento de las fuerzas con las que el grupo tiene que enfrentarse.

    Cuando en un grupo las fuerzas en conflicto pueden ser caracterizadas como, por ejemplo, grupo de trabajo (gt) versus supuesto bsico de dependencia (sbD), po-demos preguntarnos por el destino del supuesto bsico de apaream iento (sbA) y por el de ataque-fuga (sbF). Asimismo, podemos vincular esta pregunta con otra: a qu se debe que las emociones ligadas a un supuesto bsico se mantengan unidas entre s con tal tenacidad?

  • 32 GRUPOS

    GRUPO ESPEC IA L IZADO D E TRA BAJO

    La sociedad como grupo tamb in presen ta fenmenos de su-puesto bsico. En su crecim iento, los grupos sociales han resue lto en parte este prob lema delegando, por as decirlo, en determ ina-dos subgrupos, la funcin de contenerlos e instrumentarlos. B ion llama grupo especializado de trabajo a estas organizaciones e institu-ciones.

    A fin de dar respuesta a estas dos preguntas {destino de los supuestos bsicos no operativos y tenacidad de emociones de supuesto bsico), Bion propone postular la existencia de fenmenos protomentales.

    Este concepto trasciende la experiencia pero Bion lo considera necesario para exponer sus ideas.

    El estado o actividad protomental no puede ser caracterizado ni como psquico ni como fsico; cuando evoluciona da lugar a fenmenos psquicos o fsicos. Es un sistema donde lo psquico y lo fsico se hallan indiferenciados; es una matriz de la que surgen los fenmenos.

    De esta matriz (sistema protomental) parten las emociones propias de un su-puesto bsico, que en determ inado momento y tenazmente domina la vida mental del grupo. Los supuestos bsicos no operativos quedan confinados en el sistema pro-tomental.

    Estos niveles protomentales son los que dan origen a las enfermedades de grupo.En sntesis, la matriz de las enfermedades debe buscarse en: 1) la relacin del

    individuo con un determ inado supuesto bsico, ya sea que trate de preservarlo o que luche contra l, y 2) en las etapas protomentales de los otros supuestos bsicos no operativos o activos en ese momento.

    Ambos conceptos, el de sistema protomental y las teoras de los supuestos b-sicos, pueden ser usados a fin de proveer un nuevo enfoque de las enfermedades f-sicas. Recordemos que los sistemas protomentales (pmA, pmD, pmF) forman una base o matriz de los grupos y que al evolucionar aparecern, ya sea como fenme-nos psquicos vinculados al supuesto bsico activo o como fenmenos fsicos. Clasi-ficar las enfermedades fsicas llamadas tambin psicosomticas por su origen en un determ inado sistema protomental conjuntamente con la estructura emocional aso-ciada, es abrir una perspectiva de investigacin en medicina psicosomtica que des-borda los conceptos psicosomticos actuales, otorgando a la enfermedad fsica una dimensin grupal todava no explorada.

    Asimismo, el campo de aplicacin del concepto de sistema protomental puede ser continuado en forma especulativa en la esfera del dinero y su uso. Bion parte de la idea de que el valor del dinero no tiene slo un origen comercial derivado del valor de los objetos y de la necesidad de intercambio, sino que es posible detectar un origen grupal vinculado a un supuesto bsico particular, evolucionado del siste-ma protomental.

    La moneda no habra nacido por la necesidad de trueque sino que, por el con-trario, el comercio en su necesitada bsqueda de un valor aceptado grupalmente, en-contr en la moneda un elemento que era utilizado por los grupos como, por ejem-plo, el precio de la novia y tambin como medio de compensar a un grupo por la prdida de uno de sus miembros.

    La idea no es suscribir el uso de moneda o las fluctuaciones monetarias a nin-

  • GRUPOS 33

    Ap licando estas hiptesis es posible considerar ciertas institu-ciones como la Iglesia, el e jrc ito , etc., como subgrupos que cum -p len la funcin de grupo especializado de traba jo para el resto de la sociedad. Desde este pun to de vista, la Iglesia, con su organ iza-cin y estructura, se especializa en la instrumentacin del supuesto bsico de dependenc ia; el e jrc ito , en la instrumentac in del su-puesto bsico de ataque-fuga, ahorra al resto de la sociedad la la-bor de contener este supuesto bsico. Pueden encontrarse grupos especializados en el supuesto bsico de apaream ien to ; la aristocra-cia como case social, con sus ideas de raza y nac im iento, podra ser un ejemp lo.

    E l fracaso de uno de estos subgrupos institucionalizados en con-tener eficazmente el supuesto bsico porque ste se halla espe-cialmente activo o porque por algn motivo es sustituido por otro provocar reacciones en el subgrupo o en la sociedad de la que for-ma parte. Se produc ir entonces una nueva y d iferente estructura-cin, que podr evo lucionar hacia el cambio o bien reactivar las ten -dencias a evitarlo. E l concepto de grupo especializado de traba jo aporta una nueva perspectiva para la comprensin de los comp le-jos fenmenos de la sociedad en general.

    Bion seala tamb in que es necesario desarro llar una sensibi-lidad capaz de detectar cul es la emocin comn a la mayora de los m iembros de un grupo. E l anlisis grupal dependera entonces de la evaluacin de lo esencial de una emocin manifiesta.

    CAMB IO CATASTR F ICO

    Cambio catastrfico es un trm ino elegido por B ion para sea-lar una con juncin constante de hechos, cuya realizacin puede en-contrarse en campos diversos, en tre ellos la mente, el grupo, la se-sin psicoanaltica y la sociedad. Los hechos a los que la con jun-cin constante se refiere pueden ser observados cuando aparece una idea nueva en cua lqu iera de las reas an teriormen te mencionadas.

    gn supuesto bsico en particular, aunque es posible detectar un particular tipo de relacin, dado que el dinero no es el mismo en un grupo o sociedad en guerra bajo el supuesto bsico de ataque-fuga (sbF), que en sociedades religiosas, sino que as como los conceptos de sistema protomental pueden ser usados para aadir compren-sin a la enfermedad fsica y psquica, se puede agregar conocim iento a la ciencia econmica considerando la enfermedad de los mecanismos de intercambio.

    La fluctuacin en el valor de la moneda estara fuertemente ligada al supuesto bsico activo y dependera del sistema protomental.

  • 34 GRUPOS

    La idea nueva contiene para Bion una fuerza potencialmente dis- ruptiva, que violenta en menor o mayor grado la estructura del cam-po en el que se manifiesta. As un nuevo descubrim iento violenta la estructura de una teora preexistente, un revolucionario la estructura de la sociedad, una interpretacin la estructura de la personalidad.

    Refirindola en particular a los hechos tal como suceden en los pequeos grupos teraputicos, la idea nueva expresada en una inter-pretacin o representada por la persona de un nuevo integrante, pro-mueve un cambio en la estructura del grupo. Una estructura se trans-forma en otra a travs de momentos de desorganizacin, dolor y frus-tracin; el crecim iento estar en funcin de estas vicisitudes.

    U tilizando el modelo de continente y conten ido, es posible es-tud iar estas vicisitudes sin referirse cada vez al campo particu lar en el que se producen. Es posible referirse a la idea nueva como un contenido y al grupo, la men te, la sociedad, como continente, y es-tud iar sus interacciones posibles (ver cap. III).

    Estamos ahora en condiciones de especificar los hechos que B ion liga con el trm ino cambio catastrfico. Estos son violencia, invariancia y subversin del sistema; elementos que, por otra parte, considera inherentes a toda situacin de crecim iento. E l trm ino in-variancia se refiere a aquello que perm ite reconocer en la nueva es-tructura aspectos de la an terior (ver cap. IV).

    Las vicisitudes de la idea nueva-conten ido dentro del grupo- continente ya han sido en parte re latadas al describir las tendencias evitativas del grupo de supuesto bsico frente a todo lo que impli-que evolucin. Las tentativas de expulsin, deificacin, dogmatiza- cin de la idea son reacciones defensivas ante el cambio catastrfico.

    Podemos aplicar este modelo a cualqu ier grupo cientfico, re-ligioso, teraputico, social. Freud, por e jemp lo, fue portador de una idea nueva y revolucionaria; hubo grupos que rechazaron y expu l-saron sus ideas y otros grupos, en cambio, se organizaron a lrede-dor de su persona, formando instituciones que cumplieron con la funcin de contener sus ideas y transformarlas. En un contexto muy d iferente. Cristo y sus ideas provocaron reacciones defensivas y de escisin en grupos en los que puede encontrarse la m isma configu-racin subyacente.

    EL M STICO Y EL GRUPO

    E l individuo excepcional puede ser descrito de d iferentes ma-neras; se le puede llamar genio, mstico o mesas. B ion utiliza p re-

  • GRUPOS 35

    feren temen te el trm ino mstico para referirse a los individuos ex-cepcionales en cualqu ier campo, sea ste el cientfico, el religioso, el artstico u o tro . U tiliza la pa labra Establishment (trm ino actual-mente en boga que designa a las personas que e jercen el poder y la responsab ilidad en el Estado o en otras instituciones) para deno-tar todo aquello que, por extensin, e jerce estas funciones en la per-sonalidad o en el grupo.

    El mstico o genio, portador de una idea nueva, es siempre dis- ruptivo para el grupo; el Establishment tra ta de pro teger al grupo de esta disrupcin. E l prob lema p lanteado por la relacin en tre el m stico-genio y la institucin tiene una configuracin emocional que se rep ite a lo largo de la h istoria en formas muy variadas. El m s-tico necesita del Establishment, y ste del m stico-genio; el grupo institucionalizado (grupo de traba jo) es tan esencial al desarrollo del individuo como ste lo es al primero.

    E l m stico-genio puede presentarse ante el grupo como revo-lucionario, o sostener, por el contrario, que est en un todo de acuerdo con las leyes que rigen el grupo. Puede ser creativo o ni-hilista, y seguramente ser considerado, en algn momento, o por una parte del grupo, como tal. De hecho, todo genio, mstico o me-sas es ambas cosas, ya que la natura leza de sus contribuciones ser seguramente destructiva de ciertas leyes, convenciones, cu ltura o coherencia de algn grupo, o de un subgrupo den tro de un grupo. La fuerza disruptiva del m stico-genio queda lim itada por el medio de comunicacin en el que se vehiculiza su mensaje; y depender del lenguaje de logro su cualidad creativa y promo tora de cambios. E l Establishment tiene como una de sus funciones lograr una ade-cuada contencin y representac in de la idea nueva, creativa o ge-nial, lim itando en parte su poder disruptivo y al mismo tiempo ha-cindola accesible a los m iembros del grupo que no son geniales. El lector puede encon trar mltiples ejemp los de estas configuracio-nes en campos tan variados como la h istoria de las religiones, el des-cubrim iento del psicoanlisis y su institucionalizacin, los descubri-m ientos en ciencia, etctera.

    La relacin en tre el m stico-genio y el grupo puede pertenecer a una de tres categoras. Puede ser comensal, simbitica o parasi-taria. En la relacin comensal, el m stico-genio y el grupo coexisten sin afectarse mutuamente; no hay confrontacin ni cambio, aunque ste puede producirse en cuanto la relacin se modifique. En la re-lacin simbitica hay confrontacin que, en ltimo trm ino, ser be-neficiosa para ambos: las ideas del m stico-genio son analizadas y tenidas en cuenta, sus contribuciones generan hostilidad o benevo-

  • 36 GRUPOS

    lencia. Esta relacin produce crecim iento, tan to en el m stico-genio como en el grupo, aunque este crecim iento no es siempre fcilmen-te discernible. Las emociones predom inantes son amor, odio y co-nocim iento (ver cap. V I). En la relacin parasitaria, donde la en-vidia es un factor central, el resu ltado de la asociacin es la des-truccin y el despo jo de ambos, del m stico-genio y del grupo. Un e jemp lo, entre muchos posibles, es el de un grupo que promueve a un individuo, excepcional por su rol creativo-d isruptivo, a una po -sicin en el Establishment donde su fuerza es absorb ida en funcio-nes adm inistrativas.

    La configuracin recurren te en estas descripciones es la de una fuerza explosiva con un marco que intenta contenerla. En el caso del grupo, la configuracin se da en tre el m stico-genio y el Esta-blishment, con sus funciones de contener, expresar e institucionali-zar la idea nueva aportada por aqul, y pro teger al grupo del poder d isruptivo de la idea.

  • II

    PSICOSIS

    En este captulo se exponen algunos conceptos sobre la psico-sis, sus man ifestaciones clnicas y algunas hiptesis acerca de su ori-gen y desarro llo. Para B ion es de fundamenta l importancia, en la comprensin de los fenmenos asociados al proceso psictico, la conceptualizacin de personalidad psictica, estado menta l cuyas ca-ractersticas dan lugar a todas las man ifestaciones que, de algn modo, son susceptibles de observaciones en forma predom inante en pacientes seriamente trastornados

    Los traba jos publicados por B ion sobre temas relacionados con la psicosis son cronolgicamente posteriores a sus traba jos sobre grupos. A lgunos de estos traba jos son predom inan temen te clnicos, con presentac in de material clnico de pacientes. O tros, ms te -ricos, desarro llan hiptesis acerca del lenguaje y el pensam iento en el esquizofrnico. Los traba jos de esta poca (1950-1962) han sido reun idos posteriormen te por B ion en su libro Second Thoughts1, son discutidos en con junto y en particu lar en el comentario final.

    Los pac ientes de cuyo tratam ien to surgen algunas de las h ip -tesis presentadas en este captulo fueron tratados po r B ion con un encuadre psicoanaltico no d iferente del emp leado hab itua lmente con pacientes neurticos, aunque en algunos casos los pacientes te-nan diagnstico de esquizofrenia. La tcnica utilizada fue siempre exclusivamente in terpretativa, tomando en cuenta tan to la transfe-rencia positiva como la negativa; y con la aplicacin, para la com-

    1 W. R. Bion (1967), Second Thoughts, Londres, W. Heinemann, 1967.

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  • 38 PSICOSIS

    prensin del material, de las teoras kleinianas de las relaciones par-ciales de ob jeto , las posiciones esquizo-parano ide y depresiva, la teora de la envidia y los mecanismos de defensa prim itivos, espe-cialmente los de splitting e identificacin proyectiva. Las descrip-ciones clnicas muestran un sello de originalidad y singularidad en su presentac in, muchas veces basadas en descripciones sutiles de conductas, movim ientos corporales, tonos de voz y respuestas ver-bales del paciente.

    EL IND IV IDUO Y LA PSICOSIS

    El individuo, en cualquier etapa de su desarro llo en que lo con-sideremos, enfrenta fenmenos emocionales de naturaleza diversa, y los resuelve en forma particu lar. D ispone para ese en fren tam ien-to de la conciencia, que por analoga con los rganos de los senti-dos es considerada por Freud como el rgano sensorial para la per-cepcin de las cualidades psquicas2. B ion postu la su existencia desde el com ienzo de la vida, aunque slo en forma rud imentaria. Su desarrollo requ iere estmulos, que son los sentim ientos en un co-m ienzo y, posteriormente, toda la gama de fenmenos mentales. El contacto con la realidad, interna y externa, est estrechamente re-lacionado con este rgano; el modo de encarar dicha realidad de-pende de su funcionam iento. Las mltiples experiencias del indivi-duo en su contacto consigo mismo y con los dems implican una con-frontacin ineludible entre su tendencia a tener conciencia y no tenerla; entre su tendencia a to lerarla o a evadirla. Esta confron-tacin y sus consecuencias configuran las diferentes mentalidades in-dividuales, una de las cuales es la personalidad psictica o parte psi-ctica de la personalidad.

    En este contexto, persona lidad psictica no equivale a un diag-nstico psiquitrico, sino a un modo de funcionam iento menta l, coexistente con otros modos de funcionam iento. Del predom in io de un modo de funcionam iento sobre otro resa ltarn a la observa-cin conductas que podrn, ellas s, determ inar un diagnstico de psicosis o neurosis en el sentido clnico. Para el psicoanalista, el diagnstico psiquitrico tiene un valor relativo; la importancia del diagnstico existe para aquellas personas que se ocupan de la in ter-nacin o cuidado fsico de los pacientes: psiqu iatras, enfermeras,

    2 S. Freud (1900a [1899]), La interpretacin de los sueos, en Sigmund Freud. Obras completas, vols. IV y V, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1976.

  • PSICOSIS 39

    persona l especializado. E l enfoque psicoanaltico es d iferente, so-bre todo si supone, como lo hace B ion, que todo individuo, aun el ms evolucionado, contiene potencia lmente funcionamientos men-tales y respuestas derivadas de la persona lidad psictica y que se ma-nifiestan como una seria hostilidad contra el aparato mental, la con-ciencia de s m ismo y la conciencia de la realidad in terna y externa. E l ob jetivo esencial del analista es comprender e in terpretar tales fenmenos que se presentan a su observacin.

    PERSONAL IDAD PS IC T ICA

    El concepto de persona lidad psictica se refiere ms a un es-tado mental que a un diagnstico psiquitrico; el trm ino delim ita un modo de funcionam iento mental cuyas manifestaciones se evi-dencian en la conducta, en el lenguaje y en el efecto que tienen so-bre el observador. Bion considera que este estado mental coexiste siempre con otro estado mental que es conceptualizado como per-sonalidad no psictica ; el individuo en anlisis presen tar eviden-cias de ambos, con predom in io de uno o de otro, y con d iferentes grados de estructuracin y estabilidad.

    Es posible abordar la investigacin de la persona lidad psicti-ca desde d iferentes ngulos: a travs de sus manifestaciones en la conducta o en el lenguaje, o bien a partir de ciertas hiptesis gen-ticas que estud ian su origen, su estructuracin y su actividad. Es im-portan te discrim inar los mecanismos mentales que interv ienen en su organizacin y estructura, y correlacionar estos mecanismos con los utilizados por la persona lidad no psictica o parte neurtica de la personalidad.

    Entre los rasgos destacados de la persona lidad psictica est la into lerancia a la frustracin jun to con el predom inio de los impul-sos destructivos, que se manifiestan como un odio violento a la rea-lidad tanto interna como externa, odio que se hace extensivo a los sentidos, a las partes de la persona lidad y elementos psquicos que sirven para el contacto con dicha realidad y su reconoc im iento, a la conciencia y a todas las funciones asociadas con la m isma3; en sn-tesis a todo lo que tiene la funcin de vincular.

    3 Estas funciones fueron especialmente descritas por Freud en su artculo For-mulaciones sobre los dos principios del acaecer psquico (1911b), en Sigmund Freud. Obras completas, vol. XII, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1976; corresponden a las funciones de consciencia ligadas a rganos sensoriales: notacin, atencin, jui-cio. pensam iento, etctera.

  • 40 PSICOSIS

    Deb ido a la intensidad de los impulsos destructivos, el amor se torna en sadismo y el conflicto en tre instintos de vida y de muerte no alcanza a solucionarse. La persona lidad psictica se caracteriza, adems, por el temor a una aniquilacin inm inente, lo cual confi-gura el tipo especfico de relaciones ob jeta les entre ellas la trans-ferencia analtica que tiende a estab lecer; se trata de relaciones precip itadas y prematuras que, a la vez que se instalan con tenac i-dad, son sumamente precarias y frgiles.

    El ataque dirigido contra aspectos del se lf determ ina que las principales actividades mentales, en especial el aparato de percep-cin, as como tamb in los vnculos con los ob jetos, aparezcan mu-tilados y transformados en pequeas partcu las o fragmentos que son expulsados v io lentamente. Estas partcu las as evacuadas pue-den ser experimentadas como poseyendo vida independiente e in-contro lada, que amenazan peligrosamente desde afuera. La evacua-cin de dichas partcu las se realiza por medio de la identificacin proyectiva.

    E l mecanismo de la identificacin proyectiva fue descrito por M. K lein4 e incluido en sus hiptesis acerca del desarro llo emocio-nal en los primeros meses de vida. La identificacin proyectiva con-siste en la fantasa omn ipotente de que partes no deseadas de la per-sonalidad y de los ob jetos internos pueden ser disociadas, proyec-tadas y contro ladas en el ob jeto en el que se han proyectado. Este mecanismo, que forma parte de las defensas prim itivas en los pri-meros meses de vida, adqu iere o tra modalidad de funcionam iento en el pasa je de la posicin esqu izo-parano ide a la depresiva. E l fun-cionam iento normal de la identificacin proyectiva constituye uno de los factores principales en la formacin de smbolos y en la co-municacin humana y determ ina la relacin de empatia con el ob -je to , por la posibilidad de situarse en el lugar del otro y compren-der me jor sus sentim ientos.

    E l mecanismo de identificacin proyectiva descrito se caracte-riza porque las partes del Yo y del ob jeto interno escindidas y p ro -yectadas en el ob jeto hacen que se lo experimente como contro la-do por los aspectos proyectados; el ob jeto es vivido, en consecuen-cia, como aquello que se proyect en l. Este mecanismo acta in-tensamente en las primeras pocas de la vida y tiene por funcin aliviar al Yo de partes malas, preservar partes buenas pro teg indo-las de un mundo interno malo, atacar y destru ir al ob je to , etc. Una

    4 M. Klein, Notas sobre mecanismos esquizoides, Rev. de Psicoanlisis, vol. 6, 1, 1948-1949.

  • PSICOSIS 41

    de las consecuencias de este .proceso es que, al proyectar las partes malas (fantasas y sentim ientos malos) en un pecho bueno , el lac-tan te podr en la med ida en que su desarro llo lo perm ita rein- troyectar lo proyectado en forma modificada, es decir, en forma ms to lerab le.

    B ion jerarqu iz este mecanismo considerndo lo como el ori-gen de la actividad que luego se expresar como la capacidad para pensar (ver cap. III). Por o tra parte describi la identificacin pro- yectiva patolgica, mecanismo utilizado por la persona lidad psic-tica. La describi como consistiendo en una fragmentacin vio lenta del aparato psquico en mltiples y d im inutos trozos o fragmentos. Esta expulsin o evacuacin v io lenta conlleva a veces el depsito de esos fragmentos en ob jetos del mundo ex terior, formndose as los llamados ob jetos bizarros. stos estn constituidos por un con-g lomerado no armon iosamente articulado de fragmentos del apara-to psquico, ob jetos internos, partes del Yo, partes del Supery y aspectos de los ob jetos reales. Para la creencia del pac iente, estos ob jetos bizarros enqu istan en los ob jetos rea les, poseyndo los. El ob jeto posedo ataca a su vez la parte de la persona lidad que le ha sido proyectada, despo jndo la de vitalidad. E l resultado ser una relacin continente-conten ido llena de voracidad y envidia que des-po ja de significado y vitalidad al ob jeto y a la relacin. La partcu la de persona lidad se ha transformado en una cosa.

    En trm inos de la teora del desarro llo del pensam iento el ob-je to b izarro est formado por elementos beta, ms restos del Yo, del Supery y de ob jetos externos. Los ob jetos b izarros, a la vez prim itivos y complejos, son de natura leza muy diversa, ya que de-penden de los aspectos yoico y superyoico fragmentados y proyec-tados que invaden el ob jeto real. E l in ten to del pac iente psictico de utilizar estos elementos para pensar lo lleva a confund ir ob jetos reales con pensam ientos prim itivos y tra tar a los ob jetos reales de acuerdo con las leyes del funcionam iento mental, encontrndose luego confundido cuando stos obedecen a las leyes de la na tu ra-leza. La parte psictica de la persona lidad tiene ubicado en el mun-do real lo que la persona no psictica ha reprim ido; su inconsciente parece haber sido reemp lazado por un mundo de ob jetos bizarros. B ion seala que el pac iente psictico se mueve no en un mundo de sueos sino en un mundo de ob jetos bizarros que son anlogos a los que para la persona lidad no psictica constituyen el mob laje de los sueos. Se siente encerrado en este mundo pues debe uti-lizar estos ob jetos bizarros en lugar de usar lo que para la persona-lidad no psictica seran pensam ientos. Sus dificultades prov ienen

  • 42 PSICOSIS

    del dao en su formacin simblica. D isponer de smbolos y de la posibilidad de fabricarlos sera a llave para el desarrollo del apa-rato de pensar pensam ientos (ver cap. III).

    Esta descripcin perm ite en tender que la personalidad psicti-ca carece de los medios esenciales para el desarro llo del pensam ien-to verbal.

    B ion abstra jo un mode lo , el de la re lac in con tinen te-con-ten ido , a partir de un aspecto particu lar del funcionam ien to de la identificac in proyectiva, que perm iti un avance en el cono-cim iento de dicho mecan ismo. Segn ese mode lo , el lactan te p ro -yecta una parte de su psiqu ismo, en especial sus emociones incon-tro lab les que func ionan como con ten ido , en el pecho bueno-con-tinen te , para recib irlas de vue lta desintox icadas y poder to le ra r-las. U tiliz los signos $ y cf para rep resen tar el con tinen te y el con ten ido respectivam en te; estos signos, a su vez, deno tan y re -presen tan .

    Este modelo continente-conten ido ($ c f ) es aplicable a m lti-ples situaciones, como lo veremos al estud iar los distintos temas de-sarrollados en este libro. Pero lo que queremos destacar ahora es el uso del modelo como uno de los rasgos esenciales de la identifi-cacin proyectiva que jrepresenta la relacin dinm ica de continen-te-contenido. Esta relacin puede ser de crecim iento o de decre-cim iento. Es la calidad de la emocin que impregna la relacin la que determ inar una u otra consecuencia. As, por ejemp lo, si la relacin est impregnada por la envidia, los elementos continente y contenido son despo jados de sus cualidades esenciales (significa-do, vitalidad) y configuran un modelo que es la anttesis del mode-lo utilizado para el crecim iento. Bion utiliza el signo menos ($?CT) para represen tar esta ltima descripcin. La relacin psicoanaltica provee experiencias emocionales que se aproximan a esta descrip-cin.

    Por contraste, 2 c? configurando un con junto creciente es re-presentado como +(2cT). La diferencia esencial de +(2O1) y (?C f) reside en el hecho de que + (2 c f ) tiene posibilidades de desarro llo y crecim iento, sobre la base de la to lerancia de la duda y de la de un sentido de infinito. B ion caracteriz por un (punto) estas emociones. La frmula de crecim iento quedara as +($-cf).

    En cambio - ( 2 Cf) no se desarrolla; por el contrario, sufre per-manentes ataques despo jantes que pueb lan el espacio mental de los ob jetos bizarros-cosas en s m ismas. B ion caracteriz esta fuerza con el signo

  • PSICOSIS 43

    La parte psictica de la persona lidad que funciona ba jo el do-m inio de ($ c f ) tiende a organizar un Super-yo, que se opone por sus cualidades a todo aprend iza je por la experiencia. Este Su- per-yo, como lo denom ina B ion, se opone a todo desarro llo cien-tfico y se rige por normas morales que ni siqu iera incluyen la no-cin de bien y de mal; surge de las consecuencias confusionantes de la identificacin proyectiva excesiva y pato lg ica, y su criterio moral podra definirse como afirmacin de superioridad destruc-tiva, determ inac in a poseer para evitar que lo posedo posea exis-tencia prop ia.

    E l Supery, tal como se lo entiende hab itua lmente, tiene el po-der de despertar sentim ientos de culpa. El Super-yo descrito por Bion retiene este poder, pero con la caracterstica de que la culpa despertada es de calidad de culpa persecutoria extrema5. La perso-nalidad psictica utiliza este poder, como se puede observar en la experiencia clnica con pacientes seriamente trastornados.

    En sntesis, el factor central que diferencia la persona lidad psi-ctica de la no psictica, si es que es posible aislar tal factor, es el ataque sdico al Yo y a la matriz del pensam iento, jun to con la iden-tificacin proyectiva de los fragmentos, que tiene lugar en el co-m ienzo de la vida del paciente. La persona lidad psictica, a partir de este pun to , difiere ms y ms de la no psictica; la primera no evoluciona, la segunda s. En la persona lidad psictica, el ataque se va rep itiendo y comp lejizando, no hay sntesis posible sino aglo-meracin; la identificacin proyectiva as como el splitting son usa-dos como sustitutos de la represin; los sentim ientos envidiosos y crueles hacen que los procesos de incorporacin de ob jetos (ob je-tos bizarros en este caso) se den como una identificacin proyec-tiva en reverso, es decir, que los ob jetos vuelven por la m isma va por la que fueron expelidos, y con tan ta o mayor hostilidad.

    La persona lidad psictica puede ser modelizada como un esta-do mental destructivo, como una fuerza v iolenta que, por analoga con un ob jeto , puede describirse como voraz, envidiosa, cruel y ase-sina. La existencia de esta fuerza est determ inada por una d ispo-sicin innata; su desarro llo est ligado con el de las primeras re la-ciones objetales.

    Para comprender cmo se instala y desarro lla la personalidad psictica, debemos considerar una disposicin congn ita, un senti-m iento de envidia y una disposicin destructiva primaria, as como

    3 Tal como lo describe L. Grinberg en su libro Culpa y depresin, Buenos Aires, Paids. 2.

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    tamb in la relacin con una madre que ha sido incapaz de realizar su funcin de recib ir, contener y modificar las violentas emociones proyectadas por el n io6.

    6 Segn Bion, la identificacin proyectiva ha sido formulada en trminos deri-vados de una realizacin de la idea comn del espacio tridimensional del individuo. De acuerdo con dicha formulacin kleiniana habra objetos en ese espacio donde se supone que los pacientes proyectan partes de su personalidad que han sido disocia-das previamente. El grado de fragmentacin y la distancia a la cual los fragmentos son proyectados seran un factor determ inante del grado de trastorno mental que el paciente despliega en su contacto con la realidad. La experiencia de Bion con pa-cientes ms trastornados lo convenci de la necesidad de nuevas hiptesis que per-mitieran una comprensin ms profunda acerca de la conducta y reacciones de estos pacientes. Se trata especialmente de aquellas personalidades con gran intolerancia a la frustracin y al dolor psquico; sienten el dolor pero no lo pueden sufrir. El paciente que no puede padecer el dolor fracasa tambin en experimentar o sufrir el placer, no tiene capacidad para la simbolizacin y la abstraccin: las palabras sue-len ser para l indistinguibles de una cosa-en-s-misma; no son representaciones sino elementos concretos o elementos beta.

    De manera que estos pacientes muy regresivos carecen del equipo que los ayu-dara a mapear la realizacin del espacio mental y a tener una nocin discrimina-da de la existencia del espacio exterior. Frente a una experiencia en que pacientes menos regresivos usaran la identificacin proyectiva para ubicar los aspectos frag-mentados del self en los objetos externos, estos otros pacientes se sienten impedidos de proyectar las partes escindidas de su personalidad porque no tienen la nocin de continentes en los que pueda tener lugar esa proyeccin. En cambio, surgir en ellos la identificacin proyectiva explosiva en un espacio vasto, sin lmites, que no pue-de ser representado de ningn modo. Sus emociones son vividas como si se hubie-ran drenado y perdido en la inmensidad. Lo que debera aparecer ante el observa-dor como pensamientos, imgenes visuales y verbalizaciones es considerado por el paciente como escombros de lenguaje y experiencias emocionales dispersos en un espacio cuyos confines temporales y espaciales no tienen definicin. Todo esto ge-nera un miedo muy intenso, un pnico psictico o una catstrofe psictica.

    Bion diferencia por otra parte la identificacin proyectiva de otro conjunto de realizaciones que adquieren una determ inada configuracin a la que denomina hi-prbole. Este trm ino corresponde al sistema de las teoras de la observacin y re-presenta un conjunto de enunciados clnicos en los que se encuentran la proyeccin, la rivalidad, la ambicin, la violencia y la distancia a la que se proyect un objetoo aspectos del mismo. A modo de ilustracin, podemos citar parte de un ejemplo descrito por Bion de los enunciados de un paciente: 1) Siempre cre que usted era muy buen analista, 2) Conoc una mujer en Per, cuando era nio, que era vi-dente. Vemos cmo la bondad del analista, por rivalidad, ha sido proyectada a una larga distancia en tiempo y lugar.

    En otro tipo de pacientes, la personalidad psictica ofrece caractersticas simi-lares en lo que se refiere a la intolerancia a la frustracin. Pero se diferencia por la utilizacin de un mecanismo de splitting diferente del descrito por Bion y que con-duce a la formacin de los objetos bizarros. En estos casos, el tipo particular de disociacin ocurre ms pasivamente, dando lugar a lo que Meltzer denomin el des- mantelamiento de la personalidad que queda reducida a sus capacidades percep- tuales primitivas. El paciente parece quedar reducido a un estado de desmentali-

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    PENSAM IENTO Y LENGU AJE EN LAS PERSONAS CON PREDOM IN IO DE LA PERSONAL IDAD PSIC T ICA

    Bion supone que los trastornos de pensam iento, tan evidentes en el psictico y a veces discernibtes en persona lidades aparen te-mente me jor integradas, se basan en la into lerancia a la frustracin y en la persistencia del mecanismo de identificacin proyectiva pa-tolgica, ta l como acaba de ser descrito. Un aspecto importan te en el funcionam iento de la modalidad patolgica de este mecanismo utilizado por la persona lidad psictica es el determ inado por su in-capacidad para to lerar la frustracin. Se tra ta de evitar la frustra-cin, producindose entonces elementos beta (ver cap. III) no di-fe renc ia les de la cosa-en-s-m isma, en lugar de buscar modificar la frustracin, con produccin de elementos alfa que llevan a la re-presentac in de la cosa-en-s-m isma (ver cap. III). En tales casos, ocurre una perturbac in en el desarro llo del aparato para pensar pensam ientos, con un incremento h ipertrfico de la identificacin proyectiva en forma tal que resu lta una permanen te evacuacin de todo aquello que se relaciona con la frustracin, el do lor y la cons-ciencia de esa situacin. La evasin de la frustracin y del do lor se logran atacando destructivamente la parte del aparato mental ca-paz de percibirlos. Los lm ites en tre el se lf y el ob jeto externo que-dan borrados y las funciones de comunicacin quedan te idas por la tendencia a la evacuacin. Si la into lerancia a la frustracin no

    zacin, es decir, como si hubiera una carencia de mente, caracterstica de la per-sonalidad autista. con dificultades para discriminar entre lo animado y lo inanima-do, etc. (D. Meltzer. J. Bremner, Sh. Hxter, D. Weddell, I. W ittenberg, Explora- tions in Autism, Londres, Clunte Press, 1975).

    Debido a la falta de un objeto materno que funcionara adecuadamente con la capacidad de contencin de las evacuaciones y proyecciones, no hubo posibilidad para estos pacientes de poder aprehender la nocin de espacio interior tanto del self como de los objetos. Durante ciertos perodos no alcanzaron a distinguir entre estar adentro o estar afuera de los objetos; por lo tanto tuvieron serias dificultades en el uso de los mecanismos de proyeccin e introyeccin. Por lo mismo, no podran uti-lizar la identificacin proyectiva que funciona en un mundo concebido como tridi-mensional. Es por esta razn que este tipo de pacientes parece utilizar un mecanis-mo de identificacin narcisista diferente, el de la identificacin adhesiva, descrita por E. Bick (E. Bick. The Experience of the Skin in Early Object Relations, Int. J. Psycho-anal., 49, 1968). Este tipo de identificacin puede producir una depen-dencia extrema de los objetos estimulando la fantasa de estar pegados o adheridos a la superficie del objeto como una estampilla, por ejemplo, con lo cual devienen una parte de ese objeto, imitando su apariencia y su conducta.

    La historia de la muerte de Palinurus, descrita en La Eneida de Virgilio (y que ser comentada en las notas del cap. VI) provee un modelo para la representacin de la parte psictica de la personalidad.

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    es tan grande como para utilizar los mecanismos de evasin, pero lo suficientemente intensa como para predom inar sobre el princi-pio de realidad, la persona lidad desarro llar omnipotencia y omnis-ciencia como sustituto del proceso de aprend izaje por la experien-cia emocional y no existir una funcin o una actividad psquica que pueda discrim inar entre lo verdadero y lo falso; tampoco habr un tipo de pensam iento capaz de autnticas simbolizaciones.

    B ion tamb in seal que lo patolgico de la identificacin pro-yectiva podra estar dado en lo que denom in exceso. Lo carac-teriz como exceso en la omn ipotencia, o en la distancia a la cual se arro jen los fragmentos o en la frecuencia de su repeticin. Coin- cidentemente y contrastando con la identificacin proyectiva pa to -lgica y/o excesiva, describi la idem ificacin proyectiva realista. sta consiste en la utilizacin de este mecanismo haciendo coinci-d ir el contenido proyectado, en un continente acorde con lo eva-cuado y capaz de devolverlo modificado.

    La constitucin de un lenguaje verbal capaz de ser utilizado en el desarrollo del pensam iento depende en tre otros factores del desarrollo y formacin de verdaderos smbolos.

    La constitucin de los ob jetos bizarros con la confusin inhe-rente al uso extensivo de los mecanismos descritos anteriormente genera muy serias dificultades en la constitucin y estructura del len-guaje. Hab lando ahora del paciente psictico o severamente per-turbado observaremos evidencias de su peculiar utilizacin del len-guaje.

    Las partculas evacuadas, como consecuencia del splitting y de la identificacin proyectiva patolgica, contienen como se ha se-alado partes yoicas, partes de ob jetos, vnculos y partes del apa-rato perceptua l, y configuran los ob jetos bizarros anteriormente ex-plicados. Estas partculas deben ser puestas nuevamente bajo con-tro l, para que la persona lidad psictica pueda in ten tar el desarrollo de un lenguaje verbal.

    El paciente, careciendo de autnticos smbolos, pasar a de-pender de esos ob jetos bizarros para formar una matriz de palabras inadecuadas para ser usadas en el intento de comunicacin. O tro prob lema se agrega por estar dotados de un manejo inaprop iado de su destructividad, que ataca los eslabones de los pensam ientos incipientes de la parte no psictica de la persona lidad y tamb in los eslabones de las impresiones sensoriales jun to con la consciencia de los m ismos. E l resultado es que los ob jetos no pueden ponerse nun-ca en contacto de manera que sus cualidades intrnsecas queden in-tactas y con capacidad de producir un nuevo ob jeto mental. Es de-

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    cir, no pueden formar smbolos: no pueden sintetizar ob jetos ni combinar palabras; slo pueden yuxtaponerlas o aglomerarlas. El ataque contra el lenguaje se manifiesta a veces como un des-po jar a las palabras de su significado. Se tra ta de una verdadera de-nudacin. En sntesis, se tra ta tan to de la destruccin del lenguaje formado como de su matriz. Estos procesos son el factor importan-te en la diferenciacin de la parte psictica de la no psictica de la persona lidad. Los ataques sdicos sobre la matriz del pensam iento y del lenguaje, jun to con la identificacin proyectiva patolgica de los fragmentos, determ inarn que la divergencia entre estas dos par-tes de la persona lidad sea cada vez mayor, hasta que finalmente la separacin se sienta como insalvable.

    El paciente dom inado por la parte psictica de su persona lidad se siente prisionero de su estado mental. Es incapaz de liberarse, porque siente que le falta el aparato de la consciencia de la rea li-dad que representa tanto la llave del escape como la libertad m is-ma que aora. La fantasa de estar encarcelado se intensifica por sentirse rodeado de la amenazadora presencia de los fragmentos evacuados. Cua lqu ier tentativa de sntesis resu lta muy difcil: el pa-ciente puede comprim ir los ob jetos, pero no puede correlacionar-los (ver cap. V I).

    E l esquizofrnico es el tipo de pac iente en el que el predom i-nio de la parte psictica de la persona lidad aparece ms evidente.

    E l lenguaje es utilizado por el esquizofrnico de diferentes ma-neras. T iende a recurrir a la accin en ocasiones en que otros pa-cientes usan el pensam iento, y utiliza el pensam iento omn ipotente frente a aquellos prob lemas cuya solucin depende de una accin. En el primer caso, emp lea la identificacin proyectiva patolgica para tra tar a las palabras como cosas concretas o bien intenta diso-ciar la mente del analista, sugirindole posibilidades interpretativas incompatibles, e imped ir toda integracin en su labor. El paciente esquizofrnico hace uso de una modalidad de funcionam iento de su pantalla beta (ver cap. III) para depositar en el analista elemen-tos beta que despertarn en l las respuestas especficas que el pa-ciente busca. Estas respuestas no son tota lmente explicadas por la teora clsica de la contratransferencia.

    Como los pensam ientos verbales dependen de la elaboracin de la posicin depresiva, involucran un mayor conocim iento de la realidad psquica y enfrentan al pac iente con el sufrim iento do loro-so de la depresin y de la prd ida de ob jetos. Si en una etapa del anlisis el pac iente recupera su capacidad simblica en base a la apa-ricin de elementos alfa, adqu iriendo consciencia de que la comu-

  • 48 PSICOSIS

    nicacin est perturbada por su incapacidad para unir las palabras en forma adecuada, puede sentirse encerrado dentro del anlisis, del analista, o de su prop io estado mental de locura. S iente que cual-qu ier progreso lo confronta con el do lor del conocim iento de su lo-cura. Pero tampoco se atreve a hacer uso de la regresin por m ie-do a verse aprisionado y sin esperanzas de recuperacin. De ah que intente recurrir de nuevo a la identificacin proyectiva pato l-gica para colocar las tem idas palabras, el tem ido lenguaje y la te-m ida consciencia adqu irida dentro del terapeu ta. Este diiema se re -pite una y otra vez en el curso de un tratam iento.

    A l analizar la evolucin del paciente esquizofrnico, se com-prueba que cuando reintroyecta la capacidad para el pensam iento verbal se da cuenta de su estado psquico y de sus alucinaciones. Puede reaccionar con una agravacin que, a veces, requ iere in ter-nacin. Sabe ahora que est insano y acusa con odio al analista por haberlo llevado a reconocer su insania.

    M AN IFESTAC IONES CLN ICAS TRANSFERENC IALES DE LA PERSONAL IDAD PSIC T ICA

    En el paciente psictico hay un permanente ataque a todo vn-culo con el analista que lleve al progreso en cualquier direccin. Las consecuencias del ataque al vnculo dejan al paciente despro-visto del estado mental necesario para el establecim iento de una re -lacin mental de crecim iento.

    B ion enfatiz la cualidad del pecho y el pene, como ob jetos con funciones vinculares. El psictico tiende a atacar fundamenta l-mente el vnculo con el ob jeto y los vnculos entre distintos aspec-tos de su self, el vnculo con la realidad externa e interna y los apa-ratos que perciben dichas realidades. Como consecuencia de este tipo de ataques al vnculo, en la parte psictica quedan en for-ma preem inente relaciones aparentemente lgicas, casi matem-ticas, pero nunca emocionalmente razonables. Estos vnculos muti-lados son de carcter perverso, cruel y estril, y estn asociados con arrogancia, estupidez y curiosidad.

    En la personalidad psictica, en la que predom ina el instinto de muerte, el orgullo suele convertirse en un sentim iento denom i-nado por Bion arrogancia. En cambio, en la persona lidad no psi-ctica, con predom inio del instinto de vida, el orgullo se manifiesta como autovaloracin. La asociacin del sentim iento de arrogancia con una obstinada curiosidad y estup idez, manifestadas a veces por

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    alusiones, referencias o actitudes, configura una trada que es im-portan te detectar en la clnica. B ion refiere estos sentim ientos a la influencia de un ob jeto in terno , con caractersticas del Super-yo prim itivo, que niega y obstruye el emp leo normal de la identifica-cin proyectiva, mecanismo que es el pro to tipo de todo vnculo. La aparicin de estos sentim ientos no necesariamente juntos en el tiem -po, en una sesin o en un material clnico, constituye un indicio im-portan te de la existencia de un desastre psquico que el observador percibe como restos disem inados.

    E l pac iente psictico parece no poder soar, o por lo menos, no trae sueos al anlisis hasta un perodo bastante avanzado del tratam iento. Es necesario d iferenciar el uso de la represin del fe-nmeno onrico en los casos de olvido de sueos en pacientes neu-rticos, de la incapacidad para soar (por ausencia o dficit de la funcin alfa) que se observa en el pac iente psictico. Cuando un pa-ciente psictico manifiesta haber ten ido un sueo, lo ms probab le es que se est refiriendo a una alucinacin ten ida duran te la noche y no a un fenmeno onrico. O tra caracterstica es la falta de aso-ciaciones a los elementos del sueo relatado.

    Precisamente, la alucinacin es o tro de los sntomas clnicos que caracterizan la persona lidad psictica. Se tra ta de un fen me-no tpico consistente en la evacuacin, en el mundo externo, de par-tes escindidas de la persona lidad, a travs de los rganos de los sen-tidos. Cuando las partes escindidas de la persona lidad han sido v io-lentamente fragmentadas en partcu las dim inutas, su evacuacin no llega a configurar una alucinacin (en el sentido hab itual del trm i-no) ya que las partculas estn desprovistas de todo componente sensorial ob jetivab le. B ion llama a estas alucinaciones alucinacio-nes invisibles, difcilmente detectab les en la clnica, y slo sugeri-das por algn gesto, actitud, o sacud ida muscular en el paciente.

    Los conceptos p lanteados sobre alucinacin y otras man ifesta-ciones de la persona lidad psictica estn incluidos en la categora ms amplia de transformaciones en alucinosis, que el lector en-con trar en el captulo V.

    O tra configuracin clnica que puede poner de manifiesto la persona lidad psictica es el fenmeno llamado por Bion reversin de la perspectiva. Esta denom inacin fue tomada de un conocido ex-perimento de la psicologa de la percepcin, que consiste en la ob-servacin de una lm ina que tan to puede represen tar un jarrn como dos perfiles. B ion toma este experimento como modelo de toda situacin de insight, en la que la persona lidad es capaz de pa -sar de un punto de v ista a otro acerca de lo que sucede. Esto le brin-

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    da visin binocular, y sienta las bases para la confrontacin y correlacin, tan necesarias para el desarrollo mental. Por el con tra-rio, la reversin de la perspectiva es un fenmeno patolgico com-p le jo, por el cual el pac iente tiende a quedarse en una sola pers-pectiva, desde la cual ve las interpretaciones y todo el anlisis. Esta actitud no es manifiesta: por el contrario, se esconde detrs de un aparente acuerdo y comprensin de la perspectiva que el ana-lista le muestra.

    Revertir la perspectiva es un fenmeno activo e in tenc iona l,, que logra convertir en esttica una situacin dinmica (splitting es-ttico). Toda evolucin es deten ida a travs de este mecanismo, que es evidencia de do lor psquico. El do lor del cual el paciente se pro-tege puede ser el de saberse loco. Si fracasa en su mtodo de obs-tru ir e inmovilizar el anlisis a travs de la reversin de la perspec-tiva, recurre a alucinaciones fugaces y evanescentes, que consisten en un activo ver mal or mal o entender mal.

    Quisiramos mencionar an o tra manifestacin clnica de la personalidad psictica que es la del splitting forzado . Se basa en el tipo particu lar de splitting descrito por B ion para caracterizar la con-ducta del lactante con envidia muy intensa hacia el pecho gratifica-do^ hasta tal punto que de ja de mamar. Para no morirse de inan i-cin, reanuda la succin del pecho pero sobre la base de una esci-sin forzada entre la satisfaccin material (leche y b ienestar corpo-ral) y la gratificacin psquica (amor, comprensin, etc.). Los pa-cientes que usan este tipo de splitting temen las consecuencias del odio y de la envidia, y por lo tanto evitan toda clase de sentim ien-tos. T ratan de conseguir comodidades materiales en forma insacia-ble sin gozar de ellas ni reconocer la existencia de los seres vivos de quienes dependen para ob tener tales beneficios. No pueden ex-perimentar gratitud ni inters por ello y los tratan como ob jetos ina-nimados.

    CAMB IO CATASTR F ICO EN LA CRISIS PSIC T ICA

    En el captulo anterior incluimos el concepto de cambio catas-trfico, caracterizado por la violencia, la subversin del orden y la invariancia.

    El cambio catastrfico es un momento inevitable en todo p ro -ceso de evolucin y crecim iento, como se ver en los captulos IV y VI; pero aqu queremos referirnos al particu lar tipo de cambio ca-tastrfico que se manifiesta en el anlisis de ciertas persona lidades

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    regresivas o borderline, con predom in io de la persona lidad psic-tica.

    En el anlisis de un paciente con estas caractersticas, la evo-lucin es lenta y difcil, y puede, en ocasiones, pasar por una crisis psictica. Esta crisis, que en el me jor de los casos estar conten ida y contro lada en el encuadre de la situacin analtica, puede llegar a desbordar dicho encuadre y pasar a exteriorizarse ru idosamente en el ambiente externo. La crisis m isma, conten ida o no en el mar-co del tratam ien to , es considerada por B ion como ejemp lo de cam-bio catastrfico. Natura lmente, el analista deber prestar particu lar atencin a las reacciones emocionales que aparecen duran te las se-siones, procurando determ inar la participacin de su prop ia pato-loga en una situacin que es peligrosa y difcil para ambos.

    E l cambio que se produce es catastrfico en el sentido restrin-gido de un acontecim iento que determ ina una subversin del orden o sistema de cosas; es catastrfico porque desp ierta sentim ientos de desastre en los participantes y porque aparece en forma brusca y violenta.

    En el caso de una crisis psictica contro lada, los elementos que configuran el cambio catastrfico se hacen menos evidentes y hasta pueden pasar inadvertidos, a menos que se los tenga presentes y puedan ser detectados en la transformacin operada en la actitud del paciente, en el contexto del material verbal y no verbal, y en el efecto que desp ierta en ei analista (ansiedad, preocupacin, sueos conectados con la prob lemtica transferencial, etc.). Si la crisis psi-ctica queda delim itada dentro de los confines del tratam iento ana-ltico sin repercusin ni participacin de agentes externos y es pau-latinamente superada, el cambio catastrfico posibilitar un genui-no progreso en la integracin de la personalidad.

    O tras veces, la crisis psictica se presenta con mayor violencia en sus expresiones y puede desbordar los lm ites de la tarea anal-tica. En lugar de quedar restringida a la participacin exclusiva de la pare ja analtica, interv ienen los fam iliares que interfieren en el anlisis del paciente con llamadas telefnicas, peticiones de in ter-nacin. movilizacin de psiqu iatras, abogados, etc. Bion seala la dificultad para el analista de mantener el vrtice psicoanaltico en circunstancias tan perturbadoras que implican riesgo para su pacien-te y para l.

    Destaca la utilidad de distinguir las invariantes entre la etapa precatastrfica y la postcatastrfica. Por ejemp lo, en el caso de un paciente fronterizo con sntomas hipocondracos en el perodo pre- catastrfico la violencia parece quedar circunscrita al plano terico.

  • 52 PSICOSIS

    En franco contraste, en la etapa postcatastrfica, la violencia se hace paten te de manera explosiva, provocando reacciones en el ana-lista y en las dems personas del amb iente, a travs de ondas de expansin. La emocin se exterioriza claramente y el cambio se produce en forma brusca y a travs de una evidente alteracin del orden establecido que ni el paciente ni el analista pueden evitar. La invariancia puede detectarse, por ejemp lo, en el hecho de que los factores externos que aparecen como fam iliares ansiosos, psi-qu iatras, certificados de internacin y enfermeros, corresponden a los mismos factores internos (dolores h ipocondracos y ob jetos in-ternos) que, en la etapa precatastrfica, in tentaban pro teger al pa-ciente del cambio catastrfico en su forma de crisis psictica.

  • III

    PENSAMIENTO

    E l desarro llo del pensam iento, de su natura leza y de sus con-ten idos a partir de sus orgenes ms prim itivos ha dado lugar a nu-merosos estudios realizados por psiclogos, filsofos, lingistas, e t-ctera.

    Freud fue el primero que se ocup de las perturbac iones del pensam iento desde el punto de vista psicoanaltico. A travs de toda su obra se desprende la importancia que otorga a la fantasa incons-ciente y al deseo, en la gnesis, evolucin y contenido del pensa-m iento. En Formulaciones sobre los dos principios del acaecer ps-qu ico1 reflexiona sobre el origen del pensam iento, sealando ade-ms que provee el medio adecuado para restring ir la descarga mo-tora y aliviar el incremento de tensin producido por el ap lazam ien-to de dicha descarga.

    Hay ciertos prrafos significativos que nos parece til reprodu-cir aqu:

    A l aumentar la importancia de la rea lidad exterior co-br relieve tamb in la de los rganos sensoriales dirigidos a ese mundo exterior y de la conciencia acop lada a ellos, que, adems de las cualidades de p lacer y d isplacer (las n i-cas que le interesaban hasta entonces), aprend i a cap tu-rar las cualidades sensoriales. Se instituy una funcin par-ticu lar, la atencin, que ira a exp lorar perid icamente el

    1 S. Freud (1911), Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psqui-co, en Sigmund Freud. Obras completas, vol. XII, Buenos Aires, Amorrortu edi-tores, 1976.

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  • 54 PENSAMIENTO

    mundo exterior a fin de que sus datos ya fueran consabi-dos antes que se instalase una necesidad interior inap laza-ble. [...]

    La descarga motriz, que durante el imperio del princi-pio de placer hab a servido para aligerar de aumentos de estmulo al aparato anm ico, y desempeaba esta tarea me-diante inervaciones enviadas al in terior del cuerpo (m m i-ca, exteriorizaciones de afecto), recibi ahora una funcin nueva, pues se la us para a lterar la realidad con arreglo a fines. Se mud en accin.

    La suspensin, que se haba hecho necesaria, de la des-carga motriz (de la accin) fue procurada por el proceso del pensar, que se constituy desde el representar. E l pen -sar fue dotado de prop iedades que posib ilitaron al aparato anm ico soportar la tensin de estmulo elevada durante el aplazam iento de la descarga. [...] Para ello se requ iri un transporte de las investiduras libremente desplazables a in-vestiduras ligadas, y se lo obtuvo por medio de una eleva-cin en el nivel del proceso de investidura en su con junto. Es probab le que en su origen el pensar fuera inconciente, en la medida en que se elev po r encima del mero represen-tar y se dirigi a las relaciones entre las impresiones de ob-jeto; entonces adquiri nuevas cualidades perceptibles para la conciencia nicamente por la ligazn con los restos de pa -labra (la cursiva es nuestra).

    Resu lta significativo comprobar que ya entonces, en 1911, Freud ha-ba destacado que el com ienzo del dom inio del principio de rea li-dad es sincrnico con el desarro llo de una habilidad para pensar que llena el hueco entre la frustracin surgida en el momento en que aparece la necesidad y no es satisfecha, y el momento en que una accin aprop iada satisface dicha necesidad.

    Bion enfoc el estudio de los trastornos del pensamiento bsi-camente a travs de la experiencia de la prctica psicoanaltica. En -car dichas perturbac iones tal como aparecen en el consu ltorio, en especial en el psicoanlisis de pac ientes severamente perturbados, en sus mltiples manifestaciones preverbales y verbales, a travs de la comunicacin con el paciente. Es necesario no perder de vista este hecho, en especial cuando en distintos momentos de la evolu-cin de sus ideas aparecen conceptualizaciones aparen temen te ale-jadas del campo psicoanaltico y ms aprop iadas para discusiones epistemolgicas o filosficas. E