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    5. El Cordobazo

    En 1963, mientras trabajaba en la fbrica de aviones local,Pablose enter de que Industrias KaiserArgentinaestaba empleandopersonal y pagaba meJores salarios que el que l recibacomo mec-nicoen el complejode las Industrias Aeronuticas y Mecnicas delEstado. un da que estaba libre,tomun mnibushasta Santa Isa-bel y solicittrabajoen las plantas de Kiser.All,la oficinade per-sonal de II(Ale tom una sencilla prueba de aptitudmecnica y leinformque tena buenas posibilidadesde conseguirempleo en unade las fbricas.Poco despus 1o contrataron.Sin embargo, muypronto Pablo qued desilusionado con su nuevo trabajo, al descu-brirque los conocimientosde mecnica que haba adquiridoen lafbricade aones eran de poca ulidad en las lneas de montaje deI(aiser. Cuando lo transfirierona una lnea en el departamento depintura,una tarea para la que tena poca experienciay en la que sesentia fuera de lugar, su frustracinaument. Tambin se dio cuen-ta rpidamente de que los salarios ms altos tenan un precio yqueestaba trabajando *tresveces ms' que en la fbrica deavions,donde los ritmosde producciny la marcha del trabajoeran rela-vamente lentos comparados con los que encontr en ll{A-Renault.

    Juan Baca tambin se haba sendo tentado por los salarios msaltos y lo que se reputaba como meJores condicioneslaborales en elcomplejoIKA, dondelos trabajadores disfrutaban de la proteccinde un *verdaderosindicato",que representaba sus intereses antesque los de la empresa. Desde 1959 a 1966 haba trabajado en elcomplejoFiat,pero en 1967 pudo entrar a la planta de Kaiser enPerdrielcomo operariocalificadode herramientas y matrices. Engeneral se senta cornplacidocon el nuevo empleo aunque, para susorpres?, 1o intranquilizel gran nmero de activistas sindicales conlos que se encontr en la planta, de muchos de los cuales sospecha-ba que eran izquierdistas ms que peronistas, el grupo con el que seidentificabaorgullosamente.En mayode 1969 Juan Baca haciahoras extras en casi todas las oportunidades que se le presentaban.I"as numerosas huelgas de los dos lmos aos y la prdida resul-

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    tante de das de trabaJo haban disminuidosu salario neto. ComoPablo, haba aprendfdb que, a pesan de las ventajas aparentes, elempleoen ll(A-Renaulttambintenia sus lnconvenlentes. En estecaso, un slndicatoms independiente y sensible tambin tmplicabams huelgas, la prdida de das de trabajoy problemas flnancierospara su f,amilia.

    En 1966, AlbertodeJ su casa en VillaMara, una prspera ciu-dad agrcola de la pronclade Crdoba, para comen?.ar sus estu-dtos unlversitartosde Arquttectura.El da desu llegada a la ciudad,se vio enfrentadoa un sorprendente despltegue calleJero de airadostrabaJadores mecnicos, slendo testlgo por prlrneravez en su vtdade las huelgas sindicales de las que los dtarios argentinos hablabancontinuamente.Se uni a la columnaen marcha sin entender ple-namente contra qu protestaban los trabaJadores. Su educaclnpolticaqued interrumpidael ao siguiente por la colimba,el ser-viciomilitarobligatorioque, irnicamente, contribuyoa instilaren1, como lo haria en mchos de losJvenes izquierdistas de los aossetenta, el odio a los militares.Cuando volvi a Crdobaal ao si-guiente, encontr a la ciudad notablemente cambiada. El climapolticose haba endurecido y, en la Facultad de Arquitectura,loque antes era.n desacuerdos policosamistosos se haban converti-do atrora en acres disputas ideolgicas.[,os grupos de estudiantesreformlstas que dominaban la polticauniversitariacurndo l se fuede Crdoba haban sido eclipsados por las ms recientes organir,a-ciones manristas y peronistas de izquierda,que se interesaban noslo en proteger la autonomauniversitariacomo lo habanhecholos grupos estudiantiles en los primeros das de la dictaduradeOngana, sino tambin en abogar por una transformacincompletade la sociedad argenna, llegando algunosde ellos a propugnar unarevolucinsocialista.

    Eduardo tambin esperaba empezar sus estudios de Arquitectu-ra. A diferenciade Alberto,lleg a Crdoba despus del golpe y seencontrcon eI examen de ingreso que Ongana haba establecidoen las universidades durante su primerao de gobiemo. El presi-

    dente haba afirmadoque ese examen era necesario para meJorar lacalidadde la educacin superioren el pas, si bien muchos, comoEduardo, crean que no se trataba ms que de un intentodescaradode eliminarel legado del momientode la Refonna Universitariainiciado enCrdoba en 1918, para restaurar la naturalezaelistade la universidadargentinay minar su carcter de principalinsti-tucinpromotora dela moliAasocial en el pas. Eduardo no apro-b el eiamo, una amarga desilusin y una fuente de orgullo heri-do, si no exactamente vergenza, para l y su familia.No haberconseguidola admisin en la universidadle significperder un ao

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    con un trabaJo de empo paretal en la-empJesa telefntclloc{_y"ti."d"p'ara el exameri de tngreso del ao siguiente.En 1968flgtoptoUartoy entr a la Facultad de Ar_quttectgrl,pe1o conserv

    "t"if"odempo parciale4la compaa telefnica:las frustra-

    i"tt" y la irapof el'ano perdidoemponzoaran durante mucho

    tip"l$;da^co-ounainquina peisonal contra un gobterno alque onsideraba eltsta e ilegtimo.

    =-b;; Vaudagna, un cura farroco de la barriada obrera de Lspfatans i ,r.rid...t""flgurasms importantesdel MomientodeSacerAots del Tercer tvtundolocal,noto cambios significavosen

    "r,u.rriohacia 1969. La poblacin de ste se componiacagi entera-

    tt*"G. tt""orls"pios en las industriasmecnicas. l

    -sUm"aqu" nias de h mtad trabqa _a en el compleJoIAME,otrap"tdconiiderableen las plantas de ll(A-Renaulty una-pequeaiua" en las ms distantes fbricas de Fiat, Apesqr del carcterobt to de la barriada, en ella las barreras tradicionalesentre estu-A"ttl"itt"u"ladoreshaban sido rotas parcialmente.Los estudian-tes habn corenzado a actuar comovoluntariosen las activtdadesparroquiales,vlaJando desde sus propiosbarriosa Is Pltanos paraparciparen sus programas de seMcios comunitarlosasi como para

    iE ""tAebateS, cnferencias y dtscuslonespolcas en la iglesia.

    iritr"ipio,los trabaJadores los reclbieroncon ms recelo que gra-ut, peio su presenia haba pasado a ser parte de la da paro-quial.=- t-; das muy dlferentes de Pablo, Juan Baca, Alberto,Eduardov el oadre Vaudgna encontraron un vinculoexcepctorlqlen su par-i"ip'""i"en ei ievantamientodel 29 y 3O denqVo de 1969, quems adelante se conocera como el cordobazo. Todos, cada uno rorsus propias razones, se uniran a la r-evuelta y experimenQd*"-" i"t"osde idenflcacin con la furiosa naturaleza de la P{te9-" "lrUosdas, lo mismoque otros miles

    de-habitantes de laciudad, cada uno con su propibistorlapersonal. La complejidaddel Cordobazoysu carctrde acontecimlentodistlntivamentecor-dobs quedaroh revelados en esa dlversidad.El levantamiento tam-

    bit;;.i;;t"t" ntt punto de inflednen las das de todos ellos' "",t"de los profunosefectos que tendra sobreel pais'

    El Cordoba se erige como uno de los acontecimientosy diviso-rias de aguas histricsgenuinamente seminales de la Ar_gennajgi"igb)h.Su efecto poco lnmediato fue desacreditara ladicta-.t. Ongania y deUilitarlos fundamentos de lo que otrorapare-".f *a"ferte e todos los regfmenes

    posperonlstas. Tanto den-tro "o-o fuera del

    gobiemo, deJencoden fuerzas que obligaran a;g"ttr;;;;;t menos de un ao despus, desmantelando elpro "ama e"onmicogubernamental y algunas {e sus pretensiones

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    autoritariasy abriendo camino a la restauracindel rgimen demo-crco en 1973.

    No obstante, ms que el de precipitante de una nueva crlsis pol-tica y otro cambto de rgimen, el legado ms significativodelCordbazo fue el de un smbolo,El efecto del levantamiento sobre laclase obrera localy la izquierdaargentina fue nada menos que revo-luci,onario.Rpidamente mitologfzadopor ambas, se convlrtien lapiedra de toqtie,el trito medianfeel cual la izquterdaperonista y lasrganizaciones y los pardos mandstas, as comodeterminados sec-tores del movimlentoobrero, evaluaron todas las movtllzacionesobre-ras ulteriores en la ciudad. F'tnalmente, alent a todos aquellos que,tanto dentro como fuera del movtmientoobrero, estaban desconten-tos con el peronismoy el sirndicalismoperonista a elaborar un pro-yecto pollcoalternavo,el cliasismo,para la clasg obrera aqgentlna.ia promesa tncumpltdadel Cordobryy e] notable alpance que ellevantamientotuvoen las mentes de los trabaJadoresy los miembrcsde los grupos tzquierdistas,partlcularmentelos de Crdoba, rfluye-ron en loS acontecimientOsposteriores durante rarios aos. En cler-ta medlda, toda la furlosa agltacinlaboral de los sels aos siguien-tes se produJo a la sombra del Cordobazo.Algunosslndlcatos trata-ron coscientemente de recrearla errperiencia, y otros liausaron comoun eJemplo edlffcantedel poder latente de la clase obrera, pero deuna u otra manera todos lo tomaron como gua.

    Desafortunadamente, lagran significacindel suceso no ha sidotgualada por la precisinde sus descripclones,nl por la eficacia o laplenitude las expcaciones propuestas por qulenes lo analtzaron.on frecuencia,Ias tnvesgaciones sobre el Cordobazo 'fran sldomalogradas por tnterpretaclones excesivamente esquemtlcas,stloglsticasy sociolgicasen su mayor parte, que prestaron rnaatencin tnsuflctente a la compleJidad histrlcadel levantamiento.En general, tales er

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    liderada por los trabajadores del automvil,fue supuestamenteempujada a lo que, efectiva si bien inconscientemente, eran posi-clones revolucionarias.Se o asi el Cordobazo como una especie deasalto obrero al poder estatal, si bien fmstrado y mdimentario.Ensntesis, se describia la protesta como encabezada por los secto-

    res ms privilegiadosde la clase obrera, en una ciudad dondelaconcienciade clase se haba desenvuelto ms precozmente debido asu desarrollo econmicoexcntrico. I

    l.as insasfactorias interpretaciones delCordobazo han sido elresultado de dos enfoques: una aplicacininadecuada de teorassobre la aristocraciobrera, que equipara de manera stmplista lossalarios ms altos del proletariado automotorcon un status privile-giado y por lo tanto con una sensibilidadinusual al deterioro de laeconomia local;y, &la inversa, la atribucinde un status de *van-guardia" a los trabaJadores, y con ellouna mayor inclinacinaemprender una crca sistemtica de las relaciones capitalistasdeproduccinen virtudde su empleo en una empresa industrialmo-erna y multinacional.Amenudo ha habido tambinlisa y llana-mente inexactudes en lo que respecta a los hechos mismos dellevantamiento.Los estudios existentes sobre el Cordobazo hanomittdoreconocer de manera adecuada la diversidad dela claseobrera que participen 1, y tambinsubestimaronla complejidadsocial del acontecimiento:la importanciade la intervencinde otrasclases y grupos que fue exclusivade Crdoba y que careculde losobJevos especficosde los sindicatos. I destmcciny la prdidade vidas causadas por la protesta, por ejemplo,no pueden e4plicar-se simplemente por la ira de la clase obrera. La.violenciaque rodeal suceso fue sin duda mayor que la profundidaddel descontentoobrero, y los centros de destruccin y resistencia, los barrios Clni-cas y Alberdi,eran vecindades estudiantiles y no cotos obreros.Despus que el eJrcito entr en la ciudad al anochecer del 29 demayo, los trabajadores, tal vez asustados por lo que habian desen-

    cadenado, se retiraronen su mayora de la protesta, mientras losestudiantes y los francotiradores,estos ltimosnunca idenfica-dos pero probablemente integrantes de la izquierdaclandesna deCrdoba, resistan el avance del ejrcito.El Cordobazo fue una pro-testa popular con un carcterpredominantemente obrero, pero tam-bin contena elementos de una rebelinpopular y una insur:rec-cin urbana independientes del controlde los trabajadores.

    Obamente,el Cordobazo se produjoen un mbitoeconmico ysocial nlco.El tardioy repenno desar:rolloindustrialde Crdobahaba creado una clase y un movlmientoobrero locafes que eranms independientes,democrticosy combavos que'en cualqulerotra parte del pas, y que tenan algunas caracterscas muy pai-tl-

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    culares. No obstante, en s mismoel desarrollode la ciudad encabe-zado por la industriaautomotrtzofrece una explicacininsatisfac-toria del levantamiento.El Cordobazo fue un hecho complejo enelcual amplios sectores de la clase obrera, as como de otras, partici-paron bajo el peso de influenciasculturales, intelectualesy polti-

    cas que, en conjunto,eran probablemente ms poderosas que losproblemas inmediatosde la industriaautomotnz o la economa lo-cal. L,os orgenes inmediatos del Cordobazo se encuentran en lapolticaobrera local.[.os sindicatosque tomaron parte en l esta-ban influidospor diversos factores,y la protesta se explicamejo1ocomoun resultado de la singularidadsocioeconmicade Crdobasino de las condiciones existentes en determinadossindicatos.

    [. ciudad era ciertamenteun terreno propiciopara una explo-sin popularcon intensa participacinobrera, pero las azorres deello son complicadase incluyenno slo los problemas de la econo-ma localy el carcter de su clase obrera sino tambin influenciaspolticasy culturalesgenerales que afectaban a los trabajadores lomismo que a muchos otros cordobeses. La participacinobrera enel levantamiento fue as el productode una historia particular,contodas las intrincacionesy matices que implicacualquier historla.Ms importante:fue el resultado de las fmstracionese inquinasacumuladas en todas las clases de la ciudad a lo largo de casi tresaos de gobierno autoritario.Esa fmstracinencaj con la tradi-cin de resistencia y militanciade los trabajadores locales y con lasestrategias especficas que los sindicatos cordobeses haban elabo-rado para enfrentarse a la dictadura.

    En primerlugar es importantereconocer la influenciaque tuvie-ron las movilizaconesde la CGTApara hacer posible el Cordobazo.El fracaso de la Confederacin General del Trabajode los Argen-nos en cumplirsu temprana promesa y proponeruna alternativa

    seria al conservadory cada vez ms ineficazsindicalismode nego-

    cios practicado por Augusto Vandor y la ConfederaclonGeneral delTrabajo no implicque el movimientoobrero retornara sbitamenteal statu quo. Con la bendicinde Pern, Vandor pudo recuperar elcontrolde gran parte del movimientosindical,pero quedaronbolsones de resistencia, especialmente en las proncias. En Tucu-mn y Rosario, los ongaristas eran todava una fuerza poderosa yobstaculizaronlos intentos de integrar sus movimientosa la CGTde Vandor. En Crdoba,los partidaos de la CGTAan dominabanel movimientogpemiallocal.A decirverdad, a pesar de las negocia-clones de AleJoSim con Vandor y de los ruidos sordos provenien-tes de otros slndlcatos peronlstas de la CGTA,la allanza obrera to-

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    davia estaba intacta en la cludad . I.a' raznn misma que haba lleva-do a los sindicatosperonlstas a la CGTA, la ineptudo falta de dispo--sicinde la corrienteprlncipaldel movimientoobrero peronista paraproteger los intereses slndicales locales, segua siendo el factor deci-slvo que mantena unida a la altanza. IJna coacidenciade intereses

    y un onsenso sobre las tcticas entre estos,slldicatos impedan queVandor quebrara a Crdobayhacian posible la mtlitancia.La vttalidadinintermmpidade la alianza de la CGTA deCrdoba

    se top cbn la necesldad inmedtata de resolver nuevosproblemasque afectaban a ciertos sectores de la clase obrera cordobesa. [spolticaseconmicas de Ongana afectaban adversamente los inte-ieses obreros en general, pero algunas industrias locales estabanexrerlmentandolo que podra describirseJustfficadamentecomouna crlsis.Las industrias automotrizy metalrgica atravesaban lospeores aos de su historia;las compaias intentabrn aprovechar laituacin de debilidad del Sindicato de MecnicosyAfinesdelTrans-porte Automotoy la constante postcin de indefensin de los tra-baJadores de Fiat para disminuirlos costos laborales mediante lareduccinde la semana de trabajo y las suspensiones temporariasde la produccin. Antelos trabaJadores de los talleres de partes ycomronentes pequeos de lacludad se levant la perspectiva de unaprdida permanente de los medios de vida, dado que a principiosde1969los siempre frgiles empresarios metalrgicosatravesaron unaserie de qulebras. los propietariosde los talleres y las pequeasfbricas autopar$stas que constituianla tndustria local eran infled-bles a todas las demandas sindicales, incluyendolas referldas a lacontroversiade las quitas zonales, una cuesn que se erigien unode los mayores reclamosde la Unin Obrera Metalrgicay alent suconstante colaboracincon los sindicatosde la CGTA

    [,a negativa de la patronal a eliminarlas quitas zo7oLes,la tasasalarial diferencialusada slo en su industriaque otorgaba meno-res sueldos a los trabajadores metalrgfcosdel interior,obliga

    Sima pronunciarse.Era poco lo que la UOMpoda hacer para re-sistirse a las quiebras e lnclusoa lias suspenslones de la produc-cin,pero la credibilidaden la conduccindel sindlcato descansa-ba en sus esfuezos para resolver edtosamente la cuesn de lasqultos zpnoles. [.a controversla sobre stas, una prcca muy maltomada por los trabaJadores de la UOMcordobesa a causa del tra-tamlento prtvtlegiadoque otorgaba a sus prres porte'rws, en reali-dad haba comenzado en 1966. En el convenio colectlvonaclonalalcanzado varios meses despus del golpe de Ongana,'la patronalhaba acordado a regaadientes inlciarsu ellminacln gradual,uncompromisoque en lma lnstanclalos emPresarlos cordobeses nocumplieron.Para Simy la UOMlocal,el problema amenazaba\su

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    liderazgo,dado que en otras provinciaslos empresarios eliminaronunilateialmentela prcca mientras sus jefes se quedaban inm-les. En marzo de 1969, comouna concesin a Vandor prra ayudar-1o en su intentode recuperar la discolaUOMcordobesa, el Ministe-rio de Trabajo eltminlas quitas rcnales. Una vez ms, los empresa-

    rioscordobses lgporaronalegremente la orden del ministerio.2La

    renuencia de Vandor a impulsar la cuestin en nombre de Crdobaempuj a Sima reanudar una estrecha relacinoperativa con lossindicatos de la CGTAen el mes del Cordobazo.

    Los problemas de la UOM conlas g4itas z.onoles se convirtieronen uno de los puntos de reagrupamiento del movimientoobrerocordobs en las semanas que culminaronen el Cordobazo. [-os tra-bqiadores del SMATAtambincontribuyergnc9 un reclamo a lasfrristracionesen ascenso de la clase obrera local.Incapaz de reducirsus costos laborales a travs de despidos, que haban sido unaforma segura de provocar una resPuesta sindical inmedtata,II{A-Renault se levant como el principal parddarioprovincialde la re-vocacinde la ley del "sbado ngls",una concesin especial queen varias proviniasotorgaba a los trabaJadores de determinadastndustrias un jornalenteio a cambio de que trabqiaran medio dalos sbados. Como la ley nunca haba sido aprobada en BuenosAires;Il(A-Renaultpoda apuntar a ella como otro factor responsa-ble de la incapacidad de la empresa prra competircon las nuevasfirmas instaladasall,y argumntar de manera convincenteen fa-vor de su derogacin. La ley eraespecialmente apreciada por lostrabaJadores automotores de Crdoba, que estaban somedos acondi-cioneslaborales ms penosas que la mayora de la clase obre-ra cordobesa, y la preocupacin del sindicatopor una posible anu-lacinera grande.

    A ffnesde marzo, representantes de la UninIndustrialArgen-na presentaron aAdalbert KriegerVasena un documento solicitan-do la abolicinde la ley en las provincias'donde elsbado Wlsan estaba en vigor:Crdoba,Mendoza, San Luis,Santfago delEsteroyTucumn.El 12 de mayo, elgobiernola derog. El SMffAse prepar inmediatamente para resistir,y ElpidioTorres convocauna asamblea general para el 14 de mayo en el Crdoba Sport Club.ta asamblea de ese da, disuelta olentamentepor la poca, termi-n con Torres en el papel ds agltador y conductorde columnasdetrabqladores del SMATAhacia Ia ciudad,cuyas reas cntrtcas s-tos cntrolarondurante algunas horas.3

    El enfrentamlentocon la poltciamarc el ftnde la frialdaddeTores para con los otros sindtcatos de la ctudad. Ias presfones alas que haba estado somedo su liderazgodurante los tres aosprecdentes haban llegado a su climaxcon el problema del sbado

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    mentos era el peso social que la universidadtenia en la vtda cordo-besa. Tradicionalmente,las organlzaciones estudianles habian stdoaceptadas como interlocutorespolcoslegimospor las autorlda-des locales, y la polticauniversitaria nuncase habia limttadoex-clusivamente a asuntos educacionales, comopor primera vez lo

    demostr elocuentementela ReformaUniversitariade 1918. As,habia llegado a crecer entre los estudiantes la er

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    contra el momlentoestudlantil,y permitterongenerosamente quesu edlffcio srdical fuera uttltzadopor los estudlantes con cualquierfln,desde cursos de preparactn del examen de lngreso hasta re-unlones polcas clandestlnas.T Tosco esperaba soldar una allanzacon un grupo que, segn suponaJustiflcadamente,seria un alladonaturalen cualqulerenfrentamiento futurocon el gobterno. Su

    lar-ga asoclacln con el movimientoestudtantil se debt en parte, slnduda, a la atracclnpersonal que sentia por un amblente en el cualsu lnteltgenclay su erudicin,st bten altamente personal y no aca-dmica, eran reclbldas con lntes y respeto. Mayormente,sln em-bargo, se tratabade una decisin calculaday estratgtca. Tosco eraplenamente consclente de que los estudlantes eran un factor deconsiderable poder en la cludady por lo tanto dtgnos de su aten-cln.

    TfabaJadores y estudlantes tambtn encontraronuna causa co-mn en su oposlcinal gobterno provincialde Crdoba. El goberna-dor destgnado por Ongania, CarlosCaballero, procuraba sofrenaral lndcilmovlmiento obrerode la ciudad medlante un esquemavagamente corporativopara permittrque representantes del traba-Jo se sentaran,Junto con los de las empresas, la lglestay los mtlita-res, en un conseJo csesormeramente ceremonlal, un soborno que,con bastante tngenutdad, Caballero crea calmara los nlmos de laclase obrera. Tvoexactamente el efecto opuesto. Aunqueera unacuestin que preocupaba prtnctpalmentea los dirigentesobrerospolcamente ms soffsttcados, como Tosc, todos los grandes stn-dtcatos de la ciudad desdearon pblicamentela ofertadel gober-nador.

    De las fllasde la clase obrera surgleronacusaclones contra lastcticas tnttmidatortasusadas por el gobterno provrcial:brfgrrdasJanfasmas que incluanpoltcas fuera de servlcioy matones localesy operaban con la bendicinoflctalpara acobardar a los slrdicatosy obltgarlosa cooperar con el goblerno.s Caballero agrav ladesafeccin obrera y estudianttl al encolerlz.ar a los habttantes declase medla de la ctudad cuando a comlenzosde 1969 incrementlos lmpuestos a la proptedad,enaJenndose an ms a un gransqgmento de la poblacln ya descontenta con la suspensln de lasItbertades cvlcasy la prdida de toda participacinpolttcabaJo elrgtmen autorltarlode Ongana. El carcterpopulardelCordobazo,el respaldo que obtuvo de dlversas clases y grupos, debi mucho altorpe maneJo que del gobterno provlngtalhtzo Caballero en un mo-mento parttcularmentesensible.

    El Cordobazo del 29 y 3O de mayo de 1969 lleva su clmaxunacampaa de una semana de duracinde oposlctn a Ongana porparte de los trabaJadores y estudtantes de la ctudad. Durante ese

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    mismomes, mlrchosde los principalessindicatosde Crdoba en-frentaron,de manera coincidente,graves problemas en sus respec-tivas industrias.Adems de los problemas que seguan sufriendolos trabajadoresde Il(A-Renaulty la UOM,los de otras industriaseran sujetos por sus empleadores a nuevas presiones. Atiliolpezyla UninTranviariosAutomorreaparecieron luego de un distancia-miento de casi siete aos de la polticasindicallocalpara organizaruna serie de huelgas de protesta contra una propuesta de reorga-nwacindel sistema de transporte urbano que habra perturbado gra-vemente los planes de jubilaciny las categoras.e En las semanasque culminaronen el Cordobaro,loschoferes, amargados por el fra-caso de las cooperativas obreras que se haban establecidoen algu-nas lneas luego de la privatizacinde la empresa municipalde m-nibus en 1962 e inquietoscon la perspectivade la inminenterees-tmcturacindel sistema de transporte pblico de la ciudad, se con-taron entre los miembros msactivosde la clase obrera cordobesa.Lt;rzy .Fueza, un sindicatononnalmente inmune a conflictostanspers con la patronal, tena sus propiosmotivospara llevarsumilitanciaun paso nrs adelante. Un nuevo plan gubernamental para

    la racionalizacinde la Empresa Proncialde Energla de Crdoba yla privatizacinparcialde la energa elctrica en la pronciaeranconsiderados como el primerpaso haciala disolucinde la empresapblicay finalmentela privatizacincompletade la industria.ro

    Ese mayo fue tambin un mes excepcionalmentetenso para losestudiantes, n la medida en que el gobierno redobl sus esfuerzospara sofocar cualquiersigno de actividadpolticaen las universida-des del pas. El 15 de mayo, una huelga estudiantilde la Universi-dad del Nordesteen Corrientesfue violentamente reprimidapor elejrcito,con el saldo de un estudiante rrluertoy varios heridos. l,osacontecimientosde Corrientes fueron lachispa de una protesta es-tudiantilnacional en la cual quienes an errn leales a la CGTAylosestudiantes marcharondel brazo por ciudades tales como I. Plata,Rosario y Tucumn. Como era de prever, la mayor de las protestasfue la de Crdoba, All,las manifestaciones estudiantilesfueron lasde base ms amplia,incluyendola participacinde los Sacerdotesdel Tercer Mundo,los independientes de Tosco y una serie de sindi-catos peronistas. Despus de enfrentamientos separados con lapolica,que culminaroncon la ereccin por parte de los estudiantesde barricadas en lfs calles del BarrioClnicasel 23 de mayo, lasrelaciones amistosas entre los movimientosobrero y estudiantilseconrtieronen una virtualalianza, y la sede central de la CGTenYlezSarsfleldsinricomo lugar de reunintanto para los sindica-tos como para las organizaciones polticasestudiantiles. El 25demayo Tosco pronuncten la universidadun dtscurso que clment

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    pblicamente la allanza,entre obreros y estudiantes y prepar a unosy otros para los sucesos del Cordobazo.tl

    Entre tanto, dentro del momientoobrero se profundizaba el es-

    prituecumnicode las lmas semrnasy aurygntabanlas

    oportu-iridad."para la cooperacinentre sindicatos.Hasta Torres supersu tradicionalaversin a los enredos comprometedoresy trabaJ enestrecha unin con otros dirigentes como Tosco y slm. Las presio-nes de las provincias,especialmente de la cGT cordobesa, habanimpulsado-tantoa la cGTAnaclonal como a la renuente cGT deVador a coordinarun paro general de24 horas para el3_O_de mayo.En Crdoba, los stndictos negociaron para lniciarloel29 y exten-der la protesta locala 48 horas. Fernando sols, un empleado admi-nistrativode la forjade lKA-Renault,fue uno de los muchos traba-fadores de esa empresa que expresaron su respaldo aun paro acti-'-,

    "ot,abandonohe hs tareary marcha por el centro de la ciudad,

    errvez del paro domhgueroo matero propugnado por Vandory laCGT uardorsto.Los lideres slndicales compartanese senmientoy, dectdtdo el paro de 48 horas, se reuniersn el 28 de, mayo en lasede central dvuzy Fuerza, Junto con los dirigentes de las princi-pales organizacionebestudianles, a finde coordinarla protesta.^Co-ou gesto de apoyo a la demostracin ms ambiciosade Cr-doba, la C-GTAenvib Ongaro a la ctudad para participaren losaconteclmientos.

    Ongaro fue detenido a su llegada a Crdoba en la maanadel27de malo. Su arresto probablemente facilitla coordinacinde laprotesia y aument l cooperacinentre los sindicatos,contribu-yendo a iracer de aqulla un,asunto,estrictamentecordobs sin-imolicacionespartidistas. En Ia reunin del28, Tosco, Torres, Mi-gut nget Coea, Litpez,AlfredoMartini(principallugartenientee Siminla UOMlocal)yvariosrepresentantes estudiantiles acor-

    daron marchar al dia siguiente en columnasseparadas: una desde

    santa Isabel, en la que s agruparianprincipalmentelos trabaJado-res de SMATAqu subiran porvlezSarsfield hasta la plaza, y laotra dirigtdapoi los trabaJadores de LuzyFre?a desde las ofieinasde h EPEC, {ue marchara por laAvenidaColn (para un mapa dela cludad, vase la FlguraI en el Captulo 1). Deban encontrarsealrededor del medioda frente a la sede centralde la CGTy oqganizarall una concentracin. A los cuatro principales sindicatospalici-pantes en la protesta -Luzy Fuerza, elSMATA,la UOMy la UTA-3e les asignaion sectores sparados de la ciudad, donde cada unodeberia cordinarla resistencia en caso de que la policadlsolvlerala manifestactn.(si bten la violentarepresinpollclaly la conse-

    Et Cordobazo 193

    cuente confusin impediranla pulidaejecucinde este plan, en lasprimeras horas del Cordobazo se haran intentos,en especial porparte de LuzyFuerza, para establecer una resistencia ordenada enlos distrltosasignados.)'2

    En escritos y entrevistas posteriores,Tosco destac los objetivospolticospremeditados de los sindicatos;insistien que las inter-pretaciones que postulaban la naturaleza espontnea del Cordobazaeran errneas y que los sindicatosy sus aliados estudiantileste-nan designios tcticos bien definidosy una finalidadpolticade-trs de la protesta. 13 Bn rigorde verdad, en las primeras horas desta los sucesos se desarrollaronen gran parte como se haba pla-neado. En la maana del 29, bien temprano, Torresy sus colabora-dores ms ntimosdel SMATAabandonaron la sede del centro y sedirigierona las puertas de la fbrica de ll{A-Renault.Torres llegjusto en el momento en que el turno nocturno se iba del complejo;el turno matutinoya estaba trabajando en las plantas. Durante lasiguientp horay media, de departamento en departamento corri lavoz de n abandono inminente de las fbricas. FranciscoCuevastrabajaba en un taller de maquinariay era uno de los muchos tra-bajadores que vean a Torres como un hacedor de arreglos, un "brr-rcrata" que negociaba con la empresa a puertas ceffadas, "bqiocuerd&".No obstante, dej sus tareas junto con prcticamenteto-dos los miembrosde su departamento para marchar detrs del liderdel SMAIAcuando su delegado dio la seal. De manera similar,NinoChvez, que trabajaba en el departamento de pintura,vioa suscompaeros abandonar en masa los puestos de tr4bajo.Amedidaque se iban de las plants, los trabajadores tom{banbarras demetal, herramients, rodamientos,pernos ycualquierotra cosa quehubiera a mano para defenderse a s mismos. Fuera de las puertasde la fbrica, Torrespronunciun breve discurso. Aeso de las oncede la maana, y seguido por cerca de 4.OOOtrabajadores del SMATA,entre ellos Pablo y Juan Baca, se encamin a la sede central de laCGTen VlezSarsfield.

    Oscar varez, empleado administrativode la EPEC, se reunaentre tanto con los trabajadores de Luzy Fuerza en las oficinasdesu empresa, varias cuadras al norte de la zona cntrica. [,a colum-na que deban dirigirlos trabajadores de ese sindicatoestaba listapara marchar directamente a Vlez Sarsfielda travs del rea estu-diantildel BarrioClnicas. En las tbricas de Fiat, cuyos represen-tantes sindicales controlados por la empresa no haban sido inclui-dos en la planificacinde la huelga, corrino obstante lavozde lamanlfestaclnen, el centro, y unos pocos trabajadores abandona-ron las plantas para marchar desde Ferreyra. GregorioFlores secontaba entre quienes estaban dispuestos a arriesgar una suspen-

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    sin, y talvezhasta el despido, para deJar sus puestos de.trabaJo-y;;;ffi por la ruta t haJh labiuda. Los capataces mtlitares.de- fds de LAME,por su lado, impidieronallcualquier_abando-"o J. r"plurrta,

    y Manuelcabrera, un trabajador de la fbricade

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    "iootigaao a esperar hasta el findesu turno a las dos

    ;;;;;h"i"o.t ilpunado de obreros de la empresa dispuestos a'.""ri;;;i4i[- tt""itel centro, que por entonces era escenario deconfusiones Y tumultos.---i;; .bajadores de otros sindicatos que habitualmenteerannasivos tamin se movilizaron.Graciela-Garca, una estudianteii"Li"iJ;t" a su casa cuando se sobresalt a la sta de la"ol-.rt".t"

    de ferroviariosque marchaba hacia el centro; era la prime-ravez en aos que vea trabajadores de e-se greryigpartigipare-n;;;;t;i;. Juan' metalurgido,descubri que el-dscontento desus ompaeros con Sim, i representacin sindicalde la UOMlr"";ir.pedo fracaso en resofver losproblemasreferidosa con-Ji"i";." tt U"oy categoras en su fabricaautopaitistano les,*pi""se dia"apoyar a sr sintlicato.MiguelContreras y otros

    orrlt .b.i.banen un-pequeno taer metalrgico-dela calle La. Rio-

    [,|.*||;; d" autdpahes a IKA-Renaulttambin estaban des-contentos con su reprsentacinde la UOMy haban tatado sinJi" " "nfiarseal Snefe. Pero a

    pesar de su oposicina Sim'tambin hicieroncaso al llamadodei sindicatoa abandotar el tra-b";;har hacia el centro. Algunos trabajl{oqsdela UOMnoio'frii.tott.El propietario de un tallerautop_artista dgl.BarrioMitre';;.-;;;-p;;.aoi a. h fbricaGrandes-MotoresDiesel de Fiat,."p"*'a"ltrabajo lleven auto a sus casas a sus operarios afilia-o" " la UOM,

    y ei su barrio cerca del compleJoFiat el da transcu-oiO.r,calma. isos trabajadores, de quienes el empres-ariodiJo que;no tlaianhecho ni uniolodia de huelga"en su taller, eran noobstante la excepcin,ya que inclusolos afiliadosa los sindicatosms lnactivosadhirierona la protesta'-_

    Bott"tanto, el principalconngente obrero continuabasu mar-cha desde Santa Isabel.^Lacoluma de ll(A-Renaulthaba crecido;;uri;" miles de personas, al unrsele estudiantes y trab_ajadoresde los barrios que travesaba, as comocolumnabde 1a UOMyotrossinic.to".Ariedidaque los manifestantes avanzaban hacia el cen-ti" f ciudad, trabSadores del SMATAque ge adelantaban a ex-ptot"t la ruta en motoicletallevaronaTorres la nocia de que unai.rot-.concentracin pocial, montaday con perros' estaba 9sp9-;ra;i"Ln fa pf"rapra impedirel aceso a-YlezSarsfield y.la.r"o"it""iOnen ta CC1.. Al[e ar a laplaza,un trabajador, Arsdesnflo,"ioaestudiantes que Soltaba

    montones de gatos yag?bYl-a*lrro:abanrodamientosen las calles, tcticas que les haba

    Et Cordobazo 195

    vistoutllizaren manifestacionesanteriores para desviar la atencinde los perros de la policay asustar a los cabllos. Cuando la policalarwlas primeras granadas de gas lacrimgenoal acercaise lascolumnas alaplaza,, en represalia se les arrojaronbombas caserasdel misrnogas, de las que se deca haban sidb fabricadas porestu-diantes de

    Oumica.Como resultado de la presencia policial,algunos trabajadores sedesplegaron por las barriadas adyacentes -B-arrioNuevCrdoba,,rea estudiantilal este, y BarrioGemes, zona obrera al oeste-,donde los vecinos se apresuraron a dar a los manifestantesesco-bas, botellas y todo loque pudieranusar como defensa. Algunos delos manifestantes, como Pablo, el descontento trabajadordldepar-tamento de pinturade lKA-Renault,creyendo que la protesta iba aser otra insustancial demostracin ms, abandonaron la columnacuando sta lleg al centro, dirigindose a sus casas. La mayora,sin embargo, estaba dispuesta a contemplarsu desenlace y iguiOsu marcha.

    Cundo el grueso de la columna baj porVlezSarsfieldhacia elBoulevardSan Juan, la policiase aterr y abri fuego,matando aun trabajador, MximoMena, e hirtendoa muchos otros. Despusdel pnico inicial,por las filasde los milesde manifestanteJ quepermanecan en VlezSarsfield se dtfundiuna ola de indignaciny resolucin.A la vista de esos millaresde trabajadores ahoia enco-lerizadosy amenvantes que marchaban resueitamente hacia ella,al principiola policavacily comenz a retirarse, luego huy endesbandada. Desde ese momento, la protesta perdisu organiza-cin y se transformen una rebelin espontnea.

    Minutosdespus del choque entre trabaJadores y policia,aterra-dos comerciantes se apresuraron a dar por terminaa h jornada,tapiando las drieras e intermmpiendotoda acdad comercial.Ios trabajadores que habian atravesado los barriosadyacentes vol-vierona unirse al resto de la columna y comenzaron a erigirbarri-cadas y

    encender hogueras en VlezSarsfieTtfrlas calles e los al-rededores. A los trabajadores del SMAIApronto se les unieron losresidentes del centro, que habian observado el enfrentamiento des-de sus ventanas y balcbnes y compartianahora la expresinde in-dignacincolecva no slo contra la accin policial-sinotambincontra tres aos de inmidaciny rgimen autoritario.El estudian-te universitarioLuis Muhioqued sorprendido al ver a los residen-tes de clase media del centro aportar sus colchones, muebles yotraspertenenias para levantarlas barricadas y encender hogueras.Innumerablesgestos de esa solidaridadde todas las clases se ve-ran durante todo el da en los barrios a lo largo y lo ancho de lacludad.

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    Mientrastanto, unidades policialeshaban impedido que la co-trrmrt"or.ro.estudiantilde Tbsco avanzara hacia la sede de la cGT'poiioq,r. sta intentaba lle_gar aYlezSarsfieldpor- una calle para-ieta, 1;i Caada. Encabezad por los trabajadores de Luzy Fuerza..ii

    "ofn-natambin incluia-conngentes de sindicatos legallstas

    ; ,,11;lf1Ay los estatales de la Alociacinde TrabaJadores dele"to (erp) traiasido atacada por la policacon gas lacrimgenoiunto a ias oficinasde la EPEC, ode se habian congregadopara la'-"i"tr". la f,rti.de los afiliadosdel SMAIAse sum la ira de estosl;;b;;G a medida que se abra1 paso hacia YlezSarsfield.Alalcaizar alla los trab4adores mecnicos, la columnade Tosco se

    ""ir"iOen la protesfa general. Algunospermanecieron en Ylez

    Sarsfield mtentrs otros s dirigan los barrios de los alrededores. tu"sedes centrales del SMAIAy Luzy Fuerza para inlciarotrofoco de resistencia. Por doquier,a medid que corra lavoz sobre el

    "q.rpohcial,la protesta 3e convertaen una rebelin-queabarca-

    u o"'1" ciudad.'Haciala una de la tarde, se levantaban barrica-"*yhogueras en un rea que cu a unas l5O cuadras, desde los

    b;.tGberdiy Clnicasal este hasta la Avenida Vlez Sarsfieldal

    ;J;.t desde taUarriaas a orillasdel ro Primeroen el norte hasta;;; Crdoba y Gemes en el sur. En los barrios al este de VlezSarsfield, bandas ".i"ttil"de trabaadores y estudiantes incendia-ban autos y se movana voluntad-mientrasla policase retiraba""1"i """itdoy

    laPlaza San Martin,estremecida y confusa con;F* i"*iaas atomar a-connuacin'

    bo*o las sedes centrales del SMAAy deLuzyFuerza se encon-t "; ;tro de la zona ocupada, Tosc

    y Torres, ste inicialmen-l;";n establecer ciertogrado de organizaciny controlso-ni"f"protesta. Estudiantes y trabaadores.se. trasladaban enmotociletasde una a otra barricada, reuniendoinformacinparacoordinarla resistencia. Haba mensaJeros que iban y venan entreios dos edificiossindicales, y Tosco viaitolas barricadas que consi-

    a-.r. estratgicas. No obtante, la protesta asumiun carcterespontneo, respondiendo a los fluJos y reflujosde la lucha en lasJf" V"i"atener a ningn

    plan tcco ms general. [.a dirtgencia;i"&fu-"bajabaen gra mAiaaen la oscurid, apenas capaz de

    ""g"ii.f".rt""ode loJacontecirnientos,y mucho menos de contro-

    i"tio.Br,las ltimashoras de la tarde,-la protesta se convirtienstrucciOn.En laAvenida Coln, la principalcalle_comercialde la

    "i"J",los manifestanteshaban incendiado las oficinas de Xerox

    Corporaon, un concesionarioCitronyotros negocios' I.destruc-

    "iti"loces de empresas extranjeras como X"t9Iy-Citronno

    cciAental.Ascomo la clase oblera portefnhabia dado riendasuelta a su furiacolecvael 17 de octubiede 1945 contra el Jockey

    El Cordobazo t97

    Cluby otros smbolosdel privtlegioaristocrco, los manifestantescordobeses hicieronblanco en representantes del gobierno y el im-perialismo.Pero el humorgeneral en Crdoba era ms eufrico quevengavo. Lidia Alfonsina, propietarlade una pensin estudiantilen el BarrioClnicas,conocida popularmente entre los estudiantescomo lahrcumana,camin hasta laAvenidaColny la atmsfera lepareci festiva;la destruccin se haca con ms alegria que maldad,La. ttlo.tmo:nano o saqueos desenfrenados de negocios, y a decirverdad algunas de las caractersticas distintivasde la destruccinque rode al Cordobazo fueron la baja incidencia del pillajey la pre-ferengia,por blancos con algn simbolismopoltico iae-otgic. Sibien hubo ejemplos de saqueos y cierta vlolenciagratuita, efcarc-ter de la destruccintuvoun finpolticoms determinado quelaviolenciaejercidaen los disturbiosdel 17 de octubre de lg45 o en elBogotazo y otras protestas urbanas lanoamericanas del siglo )OL

    Sin embargo, cuando la destruccin se dtfundia otras partes dela ciudad, el ejrcito'se prepar para intervenlr.Se convoc.ronuni-dades del Tercer Cuerpo conbase en Crdoba, que se encaminaronal lmikioccidentalde la ciudad a eso de la una dt la tarde. Osvaldo,un estudiante de Ingenieria que estaba haciendo el serviciomilitaren la poca del Cordobaza, apertas saba lo que estaba pasando enel centro, como otros conscriptos, pero al caer la tarde estaba arma-do y uniformadoy reciba la orden de prepararse para marchar so-bre la convulsionadaciudad. El,comandante del cuerpo, generalSnchez Lah'oz,emitia lo largo de la tarde varios comunicadosanunciando una inminenteocupacin de la ciudad y exigiendoquelos manifestantes abandonaran las barricadas y regresaran a sushogares. Estos comunicados demostraban que los militaresopera-ban de acuerdo con la falsa suposicin de que el levantamiento res-pondia a un mando central. A pesar de los intensos esfuerzos deTosco-por restaurar 14 disciplina,esto era manifiestamente imposi-ble. El dirigente lucifuercista,por ejemplo, no habia estado involu-crado en los incendiosde la Avenida Colnni se lo haba consultadosobre la decisin de quemar el club de oficialessubalternos en sudistrito,en las calles San Luis y L^aCaada, una accinque habradesaprobado con especial nfasis, dado que no era til ningunafinalidad tcca inmediatayaseguraba una durarepresinpor partede los militares.

    En las ltimas horas de la tarde hubo una calma pasajera. Ex-haustos tras casi cinco horas de protesta, estudiantes y trbaado-res descansaban en los bancos de las plazas y en las esquinas, har-lando sobre los,sucesos del dia. Por esa hora, las filasde los mani-festantes obreros empezaban a menguar. St bien milesde ellos per-manecleron en las calles a lo largode la noche del 2g, fueron ins

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    los que, como el trabajador del SMATAJuan Baca' terminaronsu;;||5 -anocttecer] Muchostenian familiasqu-e los esperabanil;;;"", lt. sensacin de haber legado al firde un da deiiatao.ra..rnir.ttoms fuerteque cualquierinters en*continuarr-o*q.riipt.muchos era una prtesta ya.consum{1l::recin"rrt""",al emprenderel regireso a sus barrios, cuando

    muchostrabajadores cotirenzarona prcibir,algunos con remordimientoyot-"'"o"aprensin, las cosecuencias de sus actos. La destruc-"iO.t

    ."tradenada haba sido la peor en toda la historiade losi."u"i"*i.ntoscordobeses, y tambin en el plano nacional desde laS"rr-r-n4ibade 1919. Bificioshum,eantes y esqueletos carbo-nizados de Jutos, calles salpicadas con fragmentos dewidriosy ba-rricaaa"y trogueras de uno otro extremo de Crdoba daban la apa-ri.r*i" un ciudaden guerra. El espectculo era tan impactanteoue muchos de los organlzadores obrros comenzaron a amilanar-

    "=i-t.*il".que la frotesta hubierallegado demasiado lejos.La

    iris;iue ti uovlse rer a su sede centralcn la ms segura,.i .lf"i1a ciudad y dei de participarpor completodel levanta-

    -i"rio-.,ran Carlos rbtedo, unperiodistaque cubra los aconteci-

    ;;" ;tun diariolocal, r.os pncipios,visitla sede de la cGTe;"d; natian buscado refugioCorre y otros lideres gremiales.il;"tr all trabajadores austados y dirigentes-aturdtdos,una;"i"que contra"ta con el desafio y la ira que-traba advertido eni;;r*; i lo"obreros de la columriadelSMATAenlaPlryaYlezsarsfieldslo unas pocas horas antes. Torres habia estado en su

    ". "i"i"aldesde ias primeras horas de la tarde y pasado de la

    ""irri"" i"petulanciaydesta 4 abatimiento.Desde el comienzo

    de los incendios en la Avenida colnse haba hundido en un som-bromalhumorycortado temporariamente las comunicaciones coni;;;:;d;"dose durante n perodo de varias horas de la pali-cioacindirecta en el levantamiento'-.'; t .troctr""er,la protesta comenz a asumir un carcterifint, a medida que 1a iniciavapasaba'de los trabajadores

    alos estudiantes. Los dos barrtos estudiantiles,ClinicasyAlberdi,sectnvirtieronen los centros de la resistencia, si bien otros grupos y;-;;.;;"rticipabanall,en especial obreros. Jorge Sanabria, estu-diante universitao,se sorprendi al encontrarse en su barrio,Al-;di,no slo con sus compaeros sino tambin con vecinos queeran amas de casa, trabajdores y comerciantes' ninguno de los

    """f""haba adheridoants a las protestas estudiantiles.El pa{re

    V""g"rmbinhaba llegado l centro de la ciudadcon sus fe-tigr"". para unirse a la demostracin. El BarrioClnicas'en espe-

    "ial,atia a manifestantesde toda la ciudad en un nmero que

    fsto.uUmposteriormente en 5O.0OO personas, y parecia inevita-

    Et Cordobazo r99

    ble un enfrentamientosangrientocon el ejrcito. Enesos momen-tos, los francoradores habian tomado posiciones en los techos delos edificiosdel lugar y empezaban a llegarreservas de armas, delas que se rumoreaba eran la precipitada contribucinde varias or-ganizgcignes Dquierdistasclandestinas, a las que al principiola pro-testa habia pescado desprevenidas.

    El ejrcitomarchaba al encuentro de esta tensa situacin:lasorimeras tropas llegaron a los lmitesdel BarrioAlberdipoco antesde las cinco. Hacia las seis, se haban trasladado alazonade barri-cadas de la Avenida Coln,y contestaron al fuego de los francotira-dores de los techos con disparos de ametralladoras. A pesar de lafuerte resistencia, las tropas avarz;aban con firmeza, tmando lascalles una a una. Los francotiradores,armados principalmenteconpistolas de bajo calibre, riflesde cazay ccteles molotov,eran supe-rados en potencia de fuego, ya medida que el ejrcitosuba haci eleste por las paralelas Avenida Colny Santa Rosa, algunos mani-festantes buscaron refugio en las pensiones y casas paticularesdelbarrio, rnientras la mayora abandon decididamente\a zona y seuni-a los milesque ocupaban las barricadas y encendian hoguerasen el BarrioClnicas.En otro extremode la ciudad, Eduardo, el mismo estudiante deArquitecturaal que se le habia negado la entrada a la universidaden 1966 como consecuencia del nuevo examen de ingreso deOngana, estaba trabaJando en su empleo de tiempoparCialen laempresa telefnicaen el anochecer del29 de mayo. l y otros ope-radores observaban aprensivamentela manera en qu el ejrcltocoordinaba larepresin del levantamiento entrando a la compaade telfonos e interviniendolas llamadas, reuniendo informaCinapartirde las conversaciones de ciudadanos comunes que propor-cionaban valiososdatos logsticosy ayudaban a determinarconprecisin la localizacinde los francoradores.

    Como haba bolsones de resistencia en otras zonas de la ciudad,se enviarontropas a otros barrios adems del Clnicas.En barria-das como San Martiny Nueva Crdoba, estudiantes yvecinos cons-truyeronbarrieadas por su cuenta, y hubo intercambiode disparosentre los manifestantes y el ejrcito en varios puntos a lo largo deCrdoba.Pero se trataba de cuestiones menores, acciones de diver-sin de los ms importantesacontecimientosque tenan lugaren elBarrioClnicas.

    Poco despus de las once, comandos de Ltny Fuerza entraronen la planta elctrica de VillaRevoly produjeronun apagn en lacludad,exactarpente como lohaban planeado la noche anterior. Elapagn desortent temporariamentea las tropas del ejrcito,per-mlttendoque los manifestantes recuperaran la iniciativ.Fernando

    t

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    sols, el obrero de lKA-Renaultque haba apoyado la idea de un paroactivoy que permaneci en las calles todo el da, estaba al anoche-cer de u"ttr""su barrio,Parque Chacabuco, escuchando la

    radiode onda corta de un amigoque se las haba ingeniado para sintoni-zar las transmisionesdelTercercuerpo de EJrcito. solis compren-

    di entoncespor primera vezla magnitud de la protesta, al escu-

    char al frenticooperador de la radio prometer refuerzos de BuenosAiresy caractertzrh situacinen la ciudad como crtica,al bordede toinarse "incontrolable".En los cuarteles policiales delcentro'HctorMaisuls,un estudiante que habia sido detenido varias horasantes, obserwaba a los policasponerse cadavez ms encolerizadosy ansiosos y dar rienda suelta a su frustraci-ny humillacinpor seri.rcap."u"e suprimirel levantamiento mediante palizas a los ma-nifeitantescaptrados. En la pensin de IafiicumoncLen el BarrioClnicas,las opas del eJrcito entraron en busca de estudiantes,condicinque pr s solJimplicabaahora culpabilidade invitabaas represalias. Nu obstante, por el momentolainiciativahaba vuel-io tit.ro"de la resistencia. Durante las dos horas siguientes losmanifestantes pudieronmoverse con relava libertad,provocando

    ms incendios -incluyendoun intento fallidode quemar el Bancode la Nacin-mientras el ejrcitoquedaba paralizadoy sin comu-nicaciones.

    La energia se restableci a eso de la una de la maana, y el-ejr-cito reanu su asalto, haciendo docenas de detenciones alo largode la noche e infligiendograves prdidas a los francotiradores.ElBarrioAlberdiy eslecialmenteel Clnicas siguieron-siendolos cen-tros de la resislencia durante la noche, aunque los barriosal nOrtey al sur de la disputada zona cntrica se convirtieronen nuevasr..s de disturbidscuando el levantamientose traslad aparente-*.nt"a la periferiade la ciudad, donde la presencia militarera dbil.Alamanecr, Crdoba era una ciudadocupada. Si bien podan oir-se disparos espordicos por doquierylos francoradores del Barrio

    titti"'""segunofreciedoresistencia, el ejrcito

    -h{iaapostado

    tropas en pirntosestratgicos a lo_largoy-loancho de 1a ciudad y s9moviaen tianques pesados. Cuando la infanteria se movilizpara elasalto fin at naro clnicas, centro estratgico de la rebelin, lasmarchas de protesta previamenteplanificadasqala lahuelga gene-rJ " ese di atrajernel apoyo d gran palte del pueblo y obstru-yeron las calles cntricas, obligando a losJefes militaresa posponersu ataque.

    En las sedes del sMAtAyLuzyFuerza, los dirtgentes sindicales,principalesorganizadores obreros del Cordobazo-algunos asombra-dos ybtros cdnsternados por lo que haba gerrerado.su protesta-,planificabanel paso sigulente. Tosco y los trabaJadores de Luzy

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    ElCordobazo 201

    Fuerza que an se encontraban en el centro de la ciudad estaban,en general, en favorde continuar la resistencia. Torres simplementeesperaba que sta terminara, convencidode que haba sAnado supropiodestino -la prdidadel sindicato,tal ve z inclusouna largasentencia de prisin-y de que no tena ms posibilidades de xit-o.Sin embargo, ni Tosco ni Torres se vieronobligados a tomar la

    deci-sin finalde resistiro rendirse. Las tropas del ejrcitoentraron enambos edificiossindicales en las primeras horas de la maana ydetuvieron a todos los dirigentes presentes. Esposados, Tosco yTorres fueronconducidosa la comisara central de la policaen 1Plaza San Martn.Alda siguiente, mientras se lo trasldaba en unavinde la fuerza area a la penitenciara federal de La Pampa,Torres se enterara de que sus peores temores se haban cumplido:un tribunalmilitarlo haba condenado apresuradamente a cuatroaos y ocho meses de crcel. Sobre Tosco haba recado una sen-tencia de ocho aos y tres meses, y otros dirigentes de LuzyFue rza,como Felipe Albertiy Toms Di Toffino,tambin recibierondurascondenas de variosaos.

    Despus de los arrestos de Tosco y Torres, lo que quedaba de laparticipacinobrera en el Cordobazo disminuy.[,a resistencia selimitabaahora al BarrioClnics,pero inclusoallestaba muy debi-litada.Alrededorde las seis de la tarde del 3O de mayo, el ircitolanzo su ofensivafinalsobre el barrioy una hora despus lo ha5aocupado completamente.Se informde nuevos disturbiosen lasbarriadas obreras del norte de la ciudad, en especial en GeneralBustos yYofre,y en el BarrioTalleres los trabajadores ferroviariosincendiaronlos talleres de reparacin del FerrocarrilGeneral Bel-grano. Pero se trataba de protestas aisladas y desorganizadas, losltimosremezones del terremotoque haba tenido su epicentro enel BarrioClnicas. [,os dirigentes sindicalesque seguan en libertad,Simy Correa de la CGTAyMiguelGodoy de la rivalCcTvandorista,acordaron realizaruna sesin de emergencia de las dos centralespara negociarla liberacinde Tosco, Torres y los otros lderes obre-ros encarcelados, pero problemas logsticosimpidieronsu reuniny los militaresrechazaron todas las averiguaciones de los sindica-tos sobre la situacinde los presos. Alanochecer del 30, elCordobazohaba terrninado. Los dos das previos haban dejado unacifraoficialde doce mueftos, pero la real era indudablemnternu-cho ms alta -tal vez de sesenta-. Haba tambincientos de heri-dos, al menos noventa de ellos de gravedad, y rns de un millardepersonas haban sido detenidas. Gran parte de la ciudad estabadaada, y en algunas zonas reinaba la destruccin.

    El levantarnlentohaba excedidoen mucho las expectativas delos organlzadores. Sl bien Tosco era el ntco de todos los dirigen-

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    202 ELCordobazo

    tes obreros que haba imaginado -algo ms que qn3 huelga general

    " """ demoStracin pacca enla sede central de la cGT, ni si-

    ;;;;i;;;"i-ta ieccion policiato la masiva explosinpopular;;;;4ila pr sta. Desde el momento en que-fue asesinadoM-r.i*;Merra, l obrero de ll{A-Renault,el cordobazo n_o haba

    ""p"1oningn plan. Adecir verdad, algunosaspectos del levanta-

    mnto habn sido decididosde antemano. La decisincle provocar;;;g, n h ciudad fue tomada por los trabajadores de LuzyF"""-i"epenientementede los otros sindicatos,como un,plancontingentein"."o. que hubiera

    ula dura represin de-las fuer-

    ""J".E rridad.Lueg de h retiradade la polica,,la9ispersirt

    ; i;"";;.r;'h rficcionde barricadas se prodjode acuerdoLonhs zonas aignadas a las diversas orgartizaciones.sindicalesy

    ""i"i"rtifes.Noibstante,el carcter del Cordobazo fue ms im-

    orovisadoque intencional.Las organizacionesobreras y estudian-""il;;ti"., pi"rr."ola demotracinde129 de mayo no pudie-ilntontrolarloi"rlt*o"que se produjeroncu-ando

    gran parte dei"pof""iOnde la ciudad s volca las calles, algunos como espec-l;;; intrigadosu horrorizados, pero muchos como participantes"U"o"en lJprotesta. El Cordobazb se haba convertidoen una re-Uott populr,un repudio-colectivoal rgimel de Ongana comoi.u"ft"h"e las multiplesfrustracionesd h ciudadana cordobe-." ]a;.""

    expres "r,t "o-portamiento

    excepcionalde individuoscom-unesy crrientes en otras circunstancias'

    La natralezaigualitaria de la p-rotesta impresion,-casi todoslo".i"ep".ti"ipt8"en ella. Rodoifo,cura prroco rt-VillaSiburu;;;i"* del^Movimientode Sacerdotes dlTercer Mundo,habastado en paris como semlnarista durante los levantamientoseS-ini"tUf."de mayo de 1968 y slo recientemente haba regresado-*.u. g,redJ"orprendidopor el carcter ms popular $ecordobazo, una prot"'que paigca menos limitadaa los gstu-diantes radicaliza;; "-q tt"Uacontemplado en Pars, con;65 ms frecuentes y genuii.tosde solidaridad

    entre diferentes;;" t lases. su prpLparroquiaobrera, VillaSiburu,estabaEo"-"iitiiA.por "trabaJdorbs pobreg" empleados en la. construc-id t otros^que trUaUancmo changrines o'empleadas do-"t""",y sio tt. -it ota qqe-1e-desempeabul en los grandesr.rpt o""utomoiies

    o en 1BpEC. No o$stante, esos trabajado-i."-"i"nido al centro de la ciudad para participaren la protes-ia. L,os ejemplos del apoyo de la clase media -amas de casa que.""n""omiary eUia a los estudiantes y obrer-os de las barri-

    """ Vfamiliasespetables,y_aparentemente apolticasque ocul-

    t"r; los mantfesntes aeigrrioClnicasdurante los registrosdel eJrcito "r, "i anochecer del 2g- eran

    innumerables, y

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    Et Cordobazo 2A3

    emblemticos de una protesta que momentneamente haba tras-cendido las diferenciasde clase.

    La clase obrera haba sido el principalprotagonistadel levanta-miento,pero los intentos de los sindicatosy en especial de Toscopor establecer algn tipode disciplinay organizacina lo largodel29 haban fracasado ampliamente.Las detenciones de Tosco, To-rres y los otros dirigentessindicales en la maana del 30 arruina-ron toda posibilidadde preparar una resistencia obrera ms coordi-nada y sellaron la suerte del levantamiento. Lo que haba provocadoel xito inicialdel Cordobazo -una explosinespontnea de furiapopular que rpidamente trascendisu marco organizativoy eratan descentralizada que las tcticas policialesclsicas no podansuprimirla-se haba convertido enuna desventaja una vez que elejrcitoentr en escena. Para evitar laocupacin de la ciudacl,losmanifestantes habran necesitado una coordinacin organizativaytctica y la aptitudy voluntadde resisr con armas propias, cosasde las que carecarl. L"atarda intenencinde los francotiradores,que eran independientes de los trabajadores y que nunca entraronverdaderamente en contacto con ellos, haba sido un pobre sustitu-

    to de la resistencia organizada de la clase obrera.

    El carcter de la participacinobrera en el Cordobaza.se hacems claro cuando se dejan de lado las explicacionessociolgicasgenerales y las confusas teoras de la aristocracia laboralo la in-dustrializacindependiente y se analizan los hechosdesnudos. Elmitoms grande, que segn se admite pertenece ms al reino delfolclorepolticoque a la exegesis erudita, es que los as llamadossectores privilegiadosde la clase obrera local, en especial los tra-bajadores del automvil,dirigieron unahuelga que tena una in-tencindeliberadamente subversiva, que los sindicatosde los sec-tores industrialesmodernos planificaronuna especie de huelgageneral revolucionariaque culminaraen el equivalente argennode la Comuna de Pars. El segundo mito,que en rigorde verdadtiene la ptina de la respetabilidadacadmica, es que los trabaja-dores de las industriasms dinmicasy de mayores salarios res-pondan sencillamente a su prdida de status y a las penuriaseconmicas impuestas por la dictadura de Ongana, que elCordobazo fue el resultado social del tipo peculiary frgilde desa-rrolloindustrialexperimentadopor AmricaLatinaen el perodode posguerra. El inconvenienteque presentan ambas interpreta-ciones es que qimplificanla naturaleza de la protesta, omitiendoreconocer el carcter masivo de la participacinde la clase obreracordobesa en ella al mismotiempoque ignoranconvenientemente

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    el hecho de que precisamente la mitadde los trabaJadores de lossectores dinmios slo desempearon un papel mnimoen losacontecimientosdel 29 y 3O de mayo. I",os trabajadores de Fiat'an bajo el estrecho controlde sus Sindicatos de planta, estuvie-ron notablemente ausentes de la protesta. Si bien un pequeo gru-po de ellos dej las plantas la maana del29,laabrumadora ma-yoriapermancie sus puestos y regres a sus casas luego delirabajo.El testimoniode Carlos Masera, futuropresidente del cla-sista-sindicatode Trabajadores de concord, pertneciente a Fiat,que se enter de la conflgracinen el centro de la ciudad a ltimahora del 29 mientras estaba en su casa y nunca se uni a la pro-testa, es representavo de los relatos de otros tra.bajadores de Fiat.El papel d los obreros del compleJo IAME,administradopor losmilitares,fue igualmentemnimo.

    Loque es ms importantees Que tales interpretacionesigngranel rol de los otros participantes obreros, distorsionandocon ello lanaturaleza de la prbtesta. En determinadomomentodel Cordobazo,casi todos los dms sindicatos cordobeses estaban en las calles.Ambas CGThaban movilizadoy preparado de antemano a los tra-bajadores para una protesta a finde mes, y l-a pro>dmidadfsicadela"mayoriade ellos cbn el centro de la ciudad, con excepcinde losde hims distantes plantas de Fiat, facilitla partictpaciny adhe-sin hasta de los sindicatos ms sedentarios. El mgr de fondo exis-tente en toda la clase obrera local,avivadopor las movilizacionesdela CGTAy las estratagemas tcticas de la jerarqua-llboral,habasido por lb tanto un fdctorde importanciaconsiderable para expli-car la naturaleza masiva del Cordobazo.

    Para los principalesorgarzadores obreros, la intenciny lasmetas de la protestahabian sido sin duda modestasypragmcas.Problemas lborales inmediatos, como la derogacindel sbado in'gts,la disputa en curso sobre las qutas zpnales y otros conflictoson hs em^presas, estaban en el meollode la participacinde losdirigentesdel sMATAyla uoM.su oposicin al gobie-rnode-orrganiaeralambin en parte el resultado de casi tres aos de prdida inin-termmpida de poder de negociacine influencia;lideres sindicalesnormal-mentecutelosos, cmo Torres y Sim, esperaban revertirlasituacina travs de las tcticas militantesde la protesta aunque,como.en el pasado, habrian preferido las aguas ms calmas de lanegociaciny el comPromiso.

    Fero en eicaso de los trabaJadores de ll(A-Renaultel Cordobazoera tambin la consumacinde la integracindelJoven proletaria-do autornotor al aparato gremial,una expresingeneraliz.adaypro-fundamente sentia, si n de una conciencia de clase, s de su iden-tidad como trabajadores mecnicos, nacida de la experienclaen

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    Et Cordobazo 205

    un lugar de trabaJo comn,que sb manifestaba en su estrechaidentificacinpersonal con el SMATA.Realzaba este nuevo senti-do de la idendad su percepcin de si mismos como un grupo pri-vado de derechos en la sociedad argentina debido a la proscpiOn4el peronismo,percepcin queTorres y la dirigenciasindicalha-ban cultivadodurante ms de una dcada. Para los trabajadoresde Il(A-Renaulten especial, el sindicato se haba convertid-oen unrepositoriode los valores de solidaridady camaradera. Su statuscompartidose deftna ms por la pertenencia a l que a una clasesocia . Si los trabaJadores reaccionaron tan furiosamenteen elCordobazo, no fue meramentea causa de una disminucinsala-rialo la reduccin de las posibilidadesde movilidadsocial, sinopara protestar contra el desprecio de la dictadurae lKA-Renaulthacia su identidady contra las polticasconcebidas para limitarelderecho del sindfcato a hablar en su nombre. La campaa de cons-truccinslndicalde Torres haba tenidotalvez ms xitodel quel mismo.baba deseado, dado que ahora se esperaba que furadigno de la administracindel gremio;el SMAIAera aora unainstitucippor encima de los intereses de su dirigencia.A pesar desu amilanamientoen el fragorde la batalla, la participacin

    deTorres en la organizacin de la huelga del 29 de mayo,y especial-mente su detencin y encarcelamiento,persuadieron a los traba-jadores del SMAIAde que sin duda era digno de la conduccindelsindicato. Pero esa legitimidadsegua siendo prosignal,una -rea encomendada y por lo tanto suJeta a la aprobacinde los tra-baJadores.

    Evidentemente, parte de la gnesis del Cordobazose encuentratambinen un movimlentoobrero peronista en el cual las conside-raciones del inters propioy la polticade poder y no las animosi-dades de clase o incluso laoposicln politicaeran an, a fines dela dcada de 196O, importantes motlvacionesde la militanciasin-dical. Ia. importanciade la contribucinde laJerarquia laboralpe-ronista al Cordobazo ha sido descuidada

    -talvezde manera dli-

    berada, talvez debido a la confusinque todavia rodea al aconte-cimiento-por la izquierdamarxista,que ms tarde procurapro-piarse del levantamiento y transformarloen el punto de partida dela revolucinsocialistaen la Argentina.Quizno haya meJor tes-timoniode la contribugin delmovimientoobrero peronista alCordobazo que la ulteriorevaluacin de uno de sus principaleslnstigadores,el gobernadorCaballero,un hombre dado a desen-frenadas exageraciones sobre la influenciamarxista y la existen-cla de slnlestras camarillas revolucionariasen la ciudad. Si bienCaballer

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    vindicacinde la esencia revolucionariadel peronismo y del tem-ple innato de la clase obrera peronista, que slo necesitaba el re-torno de su lder histricopara lucharpor el alejamientode loselementos corruptos y traidores del movimientoy restaurar supromesa revolucionariaoriginal

    Para muchos que vivieronel Cordobazo sin intermediarios,la ocpe-riencia marcun punto de inflexinpolco.Esto contribuyea opli-car la simpata que existiraen la ciudad, particularmenteentre losestudiantes universitariospero tambin en algunos hbajadores, ha-cia una u otra de las organizaciones izquierdistasen los aos si$uien-tes. Para algunos, el Cordobazo se tradujo en una conccinabsolutarespecto de la inminenciay convenienciade la revolucinsocialistaenla Argentinay en una disposicina trabajar acvamente por ella, amenudo con gran riesgo personal. Para Alberto,por ejemplo, el estu-diante de Arquitecturade VillaMara, fuela confirmacinde su cre-ciente intervencinen polca y lo lleva una posteriordecisindeunirse al PRT. Luis, un estudiante de Derecho, se haba movidohaciael peronismoa travs de su intervencinen organizaciones estudian-tiles catlicasy habia participado en las campaas de la CGTA.Se

    convencide lasposibilidadesde la revolucinen la Aqgentina,pero

    tambin de la necesidad de un socialismoque se adaptara al carctery las condiciones nacionales del pais; su posteriordecisinde unirse alos Montonerossera la mismaque la de muchos estudiantes de laFacultadde Derecho que tenian similaresantecedentes catlicos'

    A pesar de la ulteriormisficacindel Cordobazb, el impactopo-litico inmediatodel levantamientofue menos contradictorio.La gra-vedad de los acontecimientos del29 y 3O de mayo y el abierto desa-fiode los manifestantes tanto al gobierno provincialcomo al nacio-nal, desataron una ola de represin por parte del rgimen que nohizo sinoprofundizarla oposicin.El gobiernode Caballero caypoco despus del Cordobazo,pero Ongania intentrestablecer suutoridad tratando con dureza a la ciudad. El 3f de mayo, escua-drones policiales registrarona fondo la sede central de la CGTAylos edificiosdel SMATAy Lrtzy Fuerza, como rencorosa represaliacontra los sindicatos a los que se consideraba los mximos respon-sables de la insurreccin.ts El mismo da,unidades policialesy delejrcitocomervarona reuniry detener a ms activistassindicales-yestudiantiles,en registros casa por casa a lo largoy lo ancho de laciudad. El sindicatode trabaadores deLuzy Fuerza fue un blancoespecial del rencorgubernamental,convirtindosepara Ongana enel chivoexpiatoriooficialde la protesta. El gran nmero de trabaJa-dores lucifuercistasarrestados y las duras sentenclas de crcel dtc-

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    EL Cordobazo 209

    tadas a Tosco y otros dirigentes gremiales indicaban la conciencia'gubernamentalacerca de la importanciaestratgica del sindicato.Cualquiervalorque los gobiernoshubieran atribuidoen el pasadoa la existencia de un contrapeso a los peronistas en el movimientoobrero cordobs, termincon la violenciadel Cordobazn.De allenms,la eliminacindeLuzy Fuerza como un puntaldentro del mo-vimientoobrero pas a ser una priortdadpara todos los gobiernosargentinos,militaresy civiles.

    El SMAIAfue otro de los blancos. La preponderancia del sindt-cato erl laorganizacinde la protesta y la allanza,que haba conclui-do con Tosco y los gremiosde la CGTAeran un intranquilizantereeordatorib del poder que podra ejercer el movimientoo6rero cor-dobs en caso de enterrar sus divisionessectarias y emprender unaaccin coordinada.La dureza de la sentencia pronunciada contraTorres fue el primer signo de que el SM^{[Asera considerado tanresponsable del levantamiento como el ms militanteLuzyFuerza.Sin embargo, la estrategta adoptada contra el sindicatono fue la deuna pulga generalizada de la dirigencia sindicalsino un intentodecontrolarmejor ss-actidades. Se pens en una prohibicfnde laactidad polticaen las bases, una disciplinafabrilms estrecha

    yuna grrn presencia militaren y alrededor del complejode SantaIsabel, para intimidara.los trabajadores y hacer que aceptaran pa-sivamente las medidas represivas del rgimen.Esta politica,sinembargo, tuvo el efecto exactamente opuesto. Ins trabaJadores del' SMffAtomaron las medidas como provocacionesflagrantes,y elespritu combativodel sindicato se mantuvo con vida allidondepodra haberse debilitadosi se hubieran resuelto algunos de susreclamos ms destacados.

    la. represalia del gobierno provocuna continuada militanciadelos trabajadores de IKA-Renault,y los lugartenientes deTorres ocu-paron la dirigenciavacantejuntocon otros sindicatos legalistas paraconducir la reslstencia a la reaccin pqscordobazo.E;l2de junio,apenas desvanecido el humo de la destruccin de dos das antes, elSMffAconvoca un prro de 24 horas para protestar contra lasmedidas del gobierno y exigirla liberacinde todos los lderes gre-miales encarcelados.rG Durante las semanas siguientes, el sindica-to pareci avan:r,ar poco a poco hacia una ruptura con Vandor y talvez hacia una alianza perrranente con los sindicatosms militan-tes de la ciudad.

    Casl inmediatamente,el Cordobazo tuvo el efecto de trastornarlas allanzas sindicalesestablecidas en la ciudad. Elcambiomslmportantefue el renacimiento de los slndicatos tegalistas. [ [.IIA,la ATE (trabaJadores estatales) y otros gremlos perorstas que ha-bian vlvldoa la sombra de Vandor desde principiosde la dcada

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    2to ELCordabazo

    recuperaron su independenciay descubrieron un lideren AtilioWoz,de la UTA.En lbs aos siguientes, Lpezylos legalstas acer-;;f,; ".t ti.trrua las posiciones de la izquierda

    peronista y modi-.f; sus prioridadestcticas, pasando de la asociacin con losdiricentesdel movimientoobrero peronista de Buenos Airesa una."t?i"gi"ms local, privilegiandoa lo-s independientes de.Tosco y,r, *"ormedida, a-los sidicatos classtos. Estos momientosaan realidadun temor de larga data de los uandoristas e inclina-an ef equilibriode fuerzas en fvorde los sindicatos no peronistas" ".gda ciudad industrial{elpqs, lo

    qu9 contribuyea expli-car los sfuerzos especiales desplegdos por el gobierno peronista" fgZSa ISTGpa disciplinara ios gremios peronistas locales yromper el movimientoobrero cordobs. - - - -uno de los motivospor los que el SMATA,la UTAyotros sindi-catos Legatstas decidironmantener la alianza que habian con-

    "rit.do'.ttla ciudad fue la crisisde las filasuandoristas como

    ".t"."n"nciadel Cordobazo.La pusilanimidadde Vandor y la

    indecisindemostrada en general por lajerarqua gremialdurantela escalada de acontecimientosque culminen el cordobazo no

    rUi..,sido redimidas por la convocatoriade la CGTa un paro

    g;eraf de24 horas par-el3Od-e-ma.yo'Golpeado vigorosamenteL" sindicatoscrdobeses, Vandbr estaba urTa vez ms a laefensiva. El levantamientohabia demostrado que, al menos encrdoba, la iniciativala tenan otras corrientesdel momientooiirt' que Vandor y los caciques porteo.s. no tenan el mono-i t capaciOad"de moviliiara grandes sectores de la clase.n levantamientosimilaren Rosari, aunque de escala muchomenor, una semana despus del Cordobazo,indicque el inte-;;;;;"neca an indmitoy que laaltanzade la CGTAs-eguia.rin.. Bt propioprestigiode Ongaro tt"Uiqqued-ado restaurado porsu impulsiopro drrnticofbien publicitadoviajea Crdoba ysr, ienciOn tti el2T demayo, que ie consideraba un gesto deci-sivo de solidaridad,en conast con las tcticas dilatoriagy etmatonismo de vandor. sindicatos como los de telefnicos, tr_abaja-or""del calzado y estatales que haban abandonado a ongaro*i"""i"at ret de la CGTAen las semanas posteriores albo'iAo.ro,y el movimientoobrero alternativorecibiuna anda-nada flnalde aPoYo.-e prittcipios'delunio,liberado su secretario general de la crcel'h Cte emprendiOuna nueva campaa de resistencia. Una veza", "g;recibisu ms fuertet*p.19:-*cp1d9b3' donde lasprotestaJobreras seguag sin disminuir.El 17 y 18 deJunio se rea-[iru.ronallparos geinerales para e)dgir la liberacinde todos losp-.*o"polititos.Pco despus Ongana design un gobernador mi-

    2TTI Cordobazo

    litarpara la provincia,que se deslizaba lentamente a un estado dedesobediencia civilprolongada, si no de insurreccinabierta. A lolargo de todo el mes surgieron tensiones, dado que estaba en prepa-racin una huelga general para el 1o de julio,apoyada por Ongaropero rechazada por Vandor. Entonces, el 30 de junio,ste fuebaleado en la sede de la UOMen Avellaneda. Su asesinato fue repu-diado por la CGTAy nunca qued plenamenteaclarado, pero sinduda tena como teln de fondo las speras divisionesy rivalidadesperonistas que haban vueltoa la superficie en las semanas poste-rioresal Cordobazo.tz Blasesinato de Vandor brindal gobierno elpretextoexacto que necesitaba para eliminara la rejuvenecidaCGTA.El da del crimenel gobierno declar el estado de sitio(queno sera levantado hasta marzo de 1973), tom el controlde variosde los principalessindicatos afiliadosa la CGTA y encarcel a granparte de la dirigenciade sta. 18

    . t"a huelga general del 1" de juliose realiz segn lo planificado,pero durante el resto del ao la inflexiblerepresin gubernamentalmantuvo al movimintoobrero a la defensivayledujosus oportuni-dades de capitalizacininmecliatadel Cordobaza y de construccinde una oposicinobrera efectiva a la dictadlrra.Crdoba fue el ni-co lugar donde la resistencia sindicalno se quebr. Aunque la CGTAera un aliado til,el movimiento obrerocordobs tena ahora poderpropioy era capaz de actuar de manera independiente. [,os paros dejunioconvocadospor los trabajadores del SIVIATA,por ejemplo,re-cibieron unaoleada masiva de respaldo de todos los sindicatos de laciudad y sugirieronque el Cordobazo haba establecido un movi-miento obrerounificado,preparado para enfrentar solo al gobiernosi era necesario. Desde la crcel, Torres apoy las tcticas militan-tes para incrementar la presin sobre el gobierno.le Sin embargo,inclusoen Crdoba las perspectivas de corto plaza de la militanciasindical tenanobstculos, dado que el encarcelamientode Tosco yctros dirigentesde LuzyFuerza debilitabalos esfuerzos para com-batir al gobierno. [. resistencia ulteriortendra que ser dirigidaporel SIVIATA,n sindicato acostumbrado al papel de conduccinen laoposicin antigubernamental,pero ahora en manos de los inexper-tos lugartenientesde Torres.

    [.os problemasde la inexperienciade los lderes del SIMATAseagravaban por la historia-recientedel sindicato:su aliaruza con losagentes del poder tradicionaldel movimientoobrero contra los*J-venes Turcos"y agitadores de la CGTAy con ello suvulnerabilidada las presiones provenientes de ta CGT central. f,a inclinacinnatu-ral del sindicatoa aliarse conlos poderes establecidos del movimien-to o rero, sin embargo, se vio scavada por la crisisy el desordenque siguleron al aseslnato de Vandor. DurantevarJos meses el mo-

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    2L2 Et Cordobazo

    vimientoobrero peronista se encontr en un estado de confusin,Tncapaz de ayudar al SMAIAcordobs a resisdr las tccas repre-siva5 del gobierno. Las condiciones locales y una evaluacin friadelas limitaas posibilidades de resistir la campaa de Ongana sin elapoyo de otros slndicatos cordobeses, antes que un p-resunto inte-rs n seguir la lucha contrael gobierno, alentarona la nueva diri-gencia dl SMATAa sostener la allanza obrera nacida en elordobazo. En octubre, cuando el gobierno procur'normalizar" laCGTnaclonalcon el respaldo de los uandoristasyparcpacionstas,el SMAIAyotros sindicatosde Crdoba convocarona un congresode las CGT regionales para explorarla posibilidadde formarotraCGTnacional rival,sta con una base provincialy en oposicin aBuenos Aires.2o

    La capacidad del movlmientoobrero para mantener suresisten-cia depeda en gran medida de la beracin de Tosco de la crcel.Sin elider deLvzyFuerza, las posibilidades de que la cooperacinde los sindicatos se transformrraen una disciplinadaalianza obre-ra eran escasas. Slo Tosco conservaba la lealtadde los sindicatosindependientes, y slo l podia merecer el respeto degran,parte de

    la clse obreraperonista local.Su papel dirigente en el Cordobaznle

    haba ganado un prestigioque oscureca el de todos los otros lde-res, Torres incluido.Se lo necesitaba comoun rbitro,como el cata-liz.adorque impidtera la disipactn de los esfuerzos de- la militanciade base y maniuvieraunidoal movimientoobrero local.Durante loslargos meses de encarcelamiento en la prtsinde Rawson, Toscointntopresenrar la unidad del momientoobrero cordobs median-te un programa comnde oposlcina la dictadura. En cartas saca-das clandestinamente de la crcel y publicadas en Electrumyotrosperidicos locales, trataba, n absenn de esmular lo meJor posi-ble la cooperacin,con la esperanza de recuperar su libertadantesque el movimientoobrero cordobs se fracturara baJo el peso de supropia diversidad.

    Io que Tosco no poda ver desde detrs de los muros de su pri-sin, e lo profundode la Patagonia,argenna, era que en el movi-mientoobrro estaban apareciendolnuevas grietas que no podansuperarse con palabras de aliento,apelaciones al sentido comn yni siquiera con un programa uniflcadorde oposictna Ongana. Enel coiazn de los conflictosque prontosurglranno haba, como enel pasado, rivalidades personales y polticaso clculos estratgicosde parte de la dirigenciagremial,sino diferencias ideolgicas genui-naS. Luegodel Coidobaz, la ideologase conrtien una gran fuer-za dentro de la polticaobrera local.El movlmientoobrero cordobspronto comen a hablar un nuevo lenguaJe, y muchos trabajado-ies demostraron inters en las nociones de revolucin,lucha de cla-

    EI Cordobazo 213

    ses y socialismo,exhibiendouna nueva soflstlcacinpolicaquehabia estado ausente slo unos pocos meses antes. Evidentemente,esta tendencia no haba nacido por milagroen el levantamiento demayo; expresaba influenciasque actuaban desde haca muchoem-po en la ciudad. Enel movimiento obrero,la presencia constante deactivistas de izquierda en Santa Isabel, incapaces desde flnes de losaos cincuenta de disputar seriamente el controlperohista del sin-dicato pero que a pesrr de todo an seguan siendo una fuerza im-portante, y la existencia deun gran bloque de sindicatos nopero-nistas en los independientes de Tosco eran factores qUe preparabana Crdoba.para elclassmo y las luchas obreras de la,.)dcada si-guiente. Intelectualmente, las interpretacionesrevisionistasdel pe-ronismo como movimientorevolucionarioplanteadas por una gene-racin de actistas polcos e intelectuales,alentados sobre todopor los propiosmensajes de Pern a sus partidarios dentro de lajuventud,hicieronposible una relacin ms estrecha entre la claseobrera pgronistaylos activtstas sindicalesde izquierda. Polticamen-te, la influenciade la RevolucinCubana y la iminentectoriadela coalicinde la UnidadPopularde Salvador Allendeen el vecinoChile htcieronque se despertara una profundasimpatapor el so*cialismoy la creencia en su triunfolnetable, no slo entre losidelogos nardstas sino tambinen un ampliosector de la claseobrera cordobe'sa.

    Si el Cordobazo no fue elprecursor de estos cambios, fue no' obstante un poderoso estlmulante de las tendenclas latentes queencontraron expresin en la dcada de 197O. Fue significativocomomitolegitimlzador,transformado por la izquierdade protesta po-pular en pico suceso revolucionario,pero tambin tuvo importan-cia por los cambios reales que ocasion. Dentrode las fuerzas ar-madas, puso en marcha un proceso de disenso y oposicincontrael rgimen, provocandoun debilitamiento fatalde la dictadura queculminaa en la destitucinde Ongania en juniodel ao siguien-te. En trmlnosdel movimientoobrero local,tambtn abriposibi-lidades que antes no existan. Uno de los cambios ms significati-vos tuvo lugaren Ferrerra, donde aos de colusinsindicalcon la.empresa Fiat y una ignominiosapasividaddurante el Cordobazohabian hecho a los trabajadores particularmentesusceptibles alas influenciasque habiadleSatado el levantamientode mayo.Estasuscepbilidad,por otra parte, coincidicon renovados esfuerzosde la empresa itallanapor reducir sus costos laborales e incremen-tar su competitividad,alentada por el progreso que habia hechoen esos aos en Blmercado automotor.2t Aprincipiosde sepem-bre de 1969, Ftat despidi a ms de cien trabaJadores de su plantaGMD,aflllada alSMATA.El stndtcato asuml una accin resuelta

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    en defensa de sus obreros echados, y el ulterioracuerdo de la com-paa para anular los despidos contrast con lavulnerabilidaddelos trabajadores de las otras plantas de Fiat y con la ineficaciadelos que, ada vez con ms frcuencia,ellos liamaban despectiva-mente sus sindicatos amerllos, los sindicatosde planta SITRACySITRAM.22

    El Cordobazo contribuya una mayorpolitizacinde la totali-dad de la clase obrera cordobesa y le dio una sensacin (retrospec-tivamente,exagerada) de su poder. A losactivistas sindicalesquese identificabancon uno u otro de los programas de la izquierda,les demostr lo que muchos de ellos haban sostenido durantemucho tiempopero que probablementehaban llegadoa dudar:que la clase obrera argentina an tena el potencial de actuar comoun protagonista polticoindependiente del esquema corporativope-ronist a.23 Para muchos otros fue el punto de partida de una crticasistemtica del capitalismo argentinoy la elaboracinde un pro-grama poltico p&ralos sindicatosan ms radicalizadoque elpropuestopor Tosco y los independientes, que siempre fueronrea-cios a idenficarse concualquier tendencia polticaque pudieradividirtodaviams al movimientoobrero.Por sobre todo, sin em-bargo, el Cordobazo cambi la dinmicade la polticaobrera local.Durante los siguientesseis aos ejercera una profundainfluenciasobre la imaginacin dela clase obrera de Crdoba y alentara amuchos trabajadores, algunos de los cuales haban estado ausen-tes por completodel levantamiento,a apoyarse en su ejemplocomoprimerpaso hacia la creacinde un papel revolucionariopara laclase obrera.

    NOTAS

    rErnestol.clau, "Argentina:Imperialist Strategr andthe MayCrisis',Nero l-efr, Reuew, oo62 (iulio-agostode l97O),pp. 3-21; Paul H.Lewis, The

    Cnss oJ ArgentneCaptalsm (Chapel Hill:UniversityofNorthCarolinaPress, l99O), pp. 37I-380;Robert Massari, "I,e cordobazo",Socologie duTrc;ua[,r1o 4 (1975), pp. 4A3-418;yJames Petras, "Crdobayla revolucinsocialista en laArgentina",I"osbros. vol. 3, no Zt (agosto de l97l),pp. 28-31, son representativos de estas interpretaciones excesivamente esquem-ticas del Cordobazo. [,os socilogosargentinos se han mantenidoms prxi-mos a la crnica histrica,pero tambin son culpables de asociar demasia-do inmamenteel carcter deldesarrollo industrialde la ciudad conel le-vantamiento. Vase Francisco Delich,Crss g protesta social; maAode 1969(Buenos Aires: Ediciones Signos,l97O); FranciscoDelich,"Crdoba: la

    El Cordobazo 215

    moviliz,acinperrnanente", I-os Libros,no 2I (agosto de 1971), pp. 4-8; yJuan CarlosAgulla,"Significadode Crdoba" , Aportes, no 15 (enero de1970), pp. 48-61.

    Clann,12 de mayo de 1969 , p. 24.3 Jernimo,vol.1O, n" lO (2O de mayo de 1969), p. 1; archivodel SI\4ATA,

    "Volantes, comunicados y diariosdel SMATA,1969",volantesindical"[,alucha por nuestros derechos debe proseguir",19 ,Ce mayo de 1969. De laspublicaciones y los comunicados sindicales de las semanas anteriores alQordobazo surge con claridadque el problema del sdbado ngts fue unac\restin galvxtizadorapara los trabajadores del SMATA. Nonbstante, erala culminacinde unos tres aos de medidas generales antiobreras por partedel gobierno., y en la protesta de los trabajadores estaba implcito,sin duda,un'repudiopolticoal rgimen. Vase James P. Brennan y MnicaB.Gordillo,"WorkingClass Protest, Popular Revolt,and Urban Insurrectionin Argentina:the 1969 Cordobazo'', JournaloJ Socal Hi-story,vol.27, no 3(primaverade 1994), pp. 477-498.

    a Ramn Cuevas y OsvaldoReicz, "Blmomientoestudiantil:de la Re-foimaal Cordobazot, l,os Lbros, rto 2L (agosto de 1971), pp. 17-18.

    sCuevas y Reicz,"Elmovimientoestudiantil',pp. L7-18;A. Prez Lindo,Unuersi.dad, poltica.,Asocedad (Buenos Aires:EditorialUniversitariadeBuenos Aires,1985).

    6

    LaVozdelInterior,2Tde abrilde1964,

    p.9.

    7 Desde 1966 en adelante, la publicacinsemanal de los trabajadores deLuzy Fuerza de Crdoba,Elechum"abund en referencias al uso de lascomodidades del sindicatopor partede los estudiantes.

    s IA.VozdeLlnteror,23 de marzo de 1969, p. 39; Agustn Tosco, '"Testi-monio delCordobazo", Presente en las luchas de La clase obrera: seleccinde trabqros (Buenos Aires: Jorgel"arnoty AdrianaAmantea,f 984), pp. 37 -55.

    e LaVoz det Interar, 7 de mayo de 1969, p. 2I.to Electr:um, rt" 213, 28.demarzo de 1969, p. l.frTosco, "Testimoniodel Cordobazo', pp. 37-55; AgustnTosco, testi-

    moniograbado sobre el Cordobaza, sede central de L:uzy Fuerz.a en, Crdo-ba. r2Entrevistas con ElpidioTorres, Crdoba,25de juliode 1985; MiguelngelCorrea, Crdoba, 3 de juliode 1985; AlfredoMartini,Crdoba, 2Ode juliode 1987. Narracionesde variadaexactitudque pretenden relatarlos sucesos del Cordobaza pueden encontrarse en Roque Alarcn,Cordobazo (Buenos Aires: BditorialEnmarque, 1989); Jorge Bergstein, .ElCordobctzo(Buenos Aires:EditorialCartago,1987);Beba C. Balv y Bea-tnz S. Balv,Lucha de calles, Luchade clases (Crdoba 1969-1971) (Bue-nos Aires: EditorialLa Rosa Blindada,1973); M. Bravo Tedny G. Sarria,ElCordobazo: ungrtodelibertad (La Rioja:Editoradel Nordeste, t989);yDaniel Villar, El Cordobazo (Buenos Aires: CentroEditorde Amrica tati-rr, l97l).

    13 Vase, por eJemplo, AgustinTosco, "ElCordobazo:rebelin obreraypopular",reedltado en Democraca sindical (iuniode 1984), p. 6. El gradode conoclmlentoque tenian lostrabaJadores de la estrategia planeada para

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    la protesta diferasin duda ampliamentede sindicatoa sindicato.En elpequeo y altamente democrtico de Luzy Fuerza, parece que casi todoslos trabajadores haban sido enterados de los planes. En el SIMATA,r1 cam-bio, la directivagremialtransmitidaa los tres turnos el 28 de mayo slodaba instruccionesgenerales. A lostrabajadores delturno matutinose lesdo que esperaran las consignas de sus delegados y que abandonaran lasplantas a eso de las once, concentrndose en la entrada de las fbricas paramarchar hacia el centrc poco despus. Los de los turnos vespertino ynoc-turno tenan la instruccinde reunirse en la sede gremialen el centro a lasdiez y avanz,&ydirectamentedesde alla VlezSarsfield. Enningn mo-mento se l,rs informde los planes para ocupar laciudad, y todas las indi-caciones dadas sealaban que se tratarjade una manifestacin pacfica,con posterior dispersin ante la sede de la CGT; archivodel SMATA,SIVIATA-Crdoba, volumen"Volantes,comunicados y diarios del SIVIATA,1969',directivagremial "Paro nacional',28 de mayo de 1969.raDepartamentode Estado de los Estados Unidos, DocumentosRelacio-nados con los Asuntos Internosde la Argentina,Embajada de los EstadosUnidos en Buenos Aires,"Crdoba,Ex-Gvernor'sViews on MayUprisiflg',A-464,15 de septiembre de 1969.tsLa.VozdeLInteror,31 de mayo de 1969, p. l3; l"dejuniode 1969, p.16; 4 de juniode 1969, p.21.tofi'shivo

    delSMATA, SMATA-Crdoba,

    volumen"Volantes,

    comunica-dos y diarios delSMATA,1969', directivagremial"Alos compaeros delgremio", 4 de juniode 1969.

    17 Departamentode Estado de los Estados Unidos,'Vandor's Assassi-nationand Funeral", A-366,2Ide juliode 1969. La.s teoras sobre la auto-ra del asesinato de Vandor vandesde su atribucina rivalesinternos de laUOMhasta considerar que se tratde la primera eliminacinde un dirigen-te sindical"traidor"llevada a cabo por la rama juvenilde la izquierda pero-nista, una prcticaque, en verdad, se hara comn en Ia dcada siguiente.rsOscar Anzorena, Tiempo de uolencia4 de utopia (Buenos Aires:Edito-rialContrapunto, 1988), p. 89.

    re "Desde el encierro envaun mensaje al gremio el compaeroElpidioTorres', h,Voz det SIT44,TA,SMATA-Crdoba,vol.6, no 35 (30 de juniode1969), p. 3.

    20 l-a.Voz dellnter