Caballeros de La Llanura, Los - Zane Grey

download Caballeros de La Llanura, Los - Zane Grey

of 147

Transcript of Caballeros de La Llanura, Los - Zane Grey

LOS CABALLEROS DE LA LLANURA ZANE GREYDigitalizado por http://www.librodot.com

IEl coronel Lee Ripple se hallaba sentado en el prtico de su casa ranchera, situada en la zona oriental de Nuevo Mjico, frente al famoso paisaje en forma de abanico que se extenda entre las grandes escarpas pobladas de rboles que se asomaban sobre las planicies verdes y grises y la ancha y ondulante llanura anterior, a travs de la cual el Camino Viejo segua el curso brillante del Cimarrn, hacia la purprea lejana. Era el paisaje ms hermoso de todo Nuevo Mjico; y los tristes ojos azules del seor de tantas tierras y ganado lo observaron reposadamente antes de volverse en direccin al Oeste, donde el esplendor de la campia abierta se ofreca a su vista. Un milln de acres corran y ondulaban a los lados de las pendientes plateadas, que a su vez, se elevaban en direccin a las montaas de negra base y nevadas cumbres. -Bien, Cornel, le he odo perfectamente, pero no puedo tomar en serio sus palabras dijo Britt el capataz del ranchero, que se hallaba sentado en las escaleras del prtico. -Pues debes tomarlas, Cap - replic Ripple con lenta y grave diccin -. Otro ataque como ste para mi corazn, sera el ltimo de mi vida. -No puedo creerlo - contest Britt obstinadamente, a pesar de la conviccin que haba en el tono y las palabras de su patrn. -Lo s bien, Cap. Cre que este segundo ataque terminara con mi vida. Mi corazn se ha comportado de una manera extraa desde hace mucho tiempo. Pero aquel ataque que sufr en San Antonio fue el primero que revisti gravedad. Consult con un doctor, y me dijo que hiciera testamento y me preparara para lo peor. Aun cuando estaba muy asustado, no le obedec, sino que fui a Nueva Orlens en busca de Holly y la traje a casa sin decirle nada..., porque nada poda decirle. -No es extrao, patrn. Habra sido un golpe muy duro para la chiquilla - contest Britt al mismo tiempo que mova la delgada cabeza que pareca la de un halcn -. La envi usted a la escuela cuando apenas tena ocho aos. Y solamente ha ido a verla media docena de veces durante los nueve aos que ha permanecido ausente. Y cuando la traa usted aqu, al rancho de don Carlos, el nico hogar que ella ha conocido..., el decirle entonces que se hallaba usted, a punto de morir..., ah, habra sido excesivamente cruel! -Es cierto - respondi el coronel amargamente al mismo tiempo que extenda las manos en un gesto de desesperacin -. Aquella maana, cuando la encontr y le dije que haba ido para traerla a casa, se senta tan feliz, tan contenta, que no me atrev a matar su alegra... Pero ahora, Britt, ser preciso decrselo inmediatamente. -Por qu, patrn? Ya sabe usted lo desconcertante que es la vida. Cuntas sorpresas nos reserva! Quin sabe? Es posible que todava viva usted mucho tiempo. -S. Es posible, pero no es probable. Y quiero que Holly pueda hacer su eleccin en tanto que yo est vivo. -Me permite usted, Cornel, preguntarle a qu eleccin se refiere? -Sobre si querr continuar viviendo aqu o marchar a San Antonio, con la familia de su madre. -Holly jams abandonar el rancho de don Carlos - dijo Britt con rapidez. -Te lo ha dicho ella? - pregunt Ripple vehementemente.

Librodot

Los caballeros de la llanura

Zane Grey

2

-No. Pero no tendra inconveniente en apostar cualquier cosa. Holly se ha entusiasmado con el rancho desde el mismo momento de su llegada. Patrn, actualmente es como un pjaro en libertad. Y todo la entusiasma, particularmente los caballos. Est loca por los caballos. Todava no se ha sentado en ninguna silla de montar. Pinselo, Lee Ripple. Es una chiquilla de diecisiete aos, nieta del gran don Carlos, el ms grande de todos los criadores de caballos..., y todava no ha montado ninguno. -Lo s..., lo s, Cap. Siempre me he propuesto hacer que Holly tuviera todo lo que el Oeste pudiera ofrecer. Pero ante todo, quise que adquiriera una ilustracin. Los aos han transcurrido..., y a mi hija le gustan los caballos!... Qu te ha dicho? -La muchacha tiene la misma sangre de usted, la sangre de los Valverde. Me pregunt cuntos caballos tenemos. Y cuando le dije que alrededor de cuatrocientos, que yo supiera, lanz unos gritos de alegra y jur que los montara todos... El Seor se apiade de m! Cunto trabajo voy a tener! Pero, de todos modos, quiero ensearla a cabalgar. No quiero que sean nuestros jinetes quienes se encarguen de hacerlo. -Britt, me llenas de esperanza - replic el coronel, emocionado, al mismo tiempo que se recostaba en el respaldo de la amplia mecedora -. Siempre dese tener un hijo. Pero no por ello he querido menos a Holly... Si continuara viviendo aqu y aprendiera a dirigir este rancho, con tu experta cooperacin, y se casase algn da con uno de esos rudos jinetes... -Dios mo, patrn! - exclam acaloradamente Britt. - Para qu habra usted enviado a Holly a una escuela a que la enseasen a ser una seora distinguida, si finalmente hubiera de casarse con uno de esos toscos trabajadores? -Cap, podra Holly hacer algo mejor? Quiero decir, en el caso de que el afortunado vaquero pertenezca a la raza que t y yo conocemos tan bien. Que no sea un tejano! Holly es medio espaola, y sabes que los tejanos no olvidan nunca El lamo... Debe ser un hombre de buena familia y que tenga un poco de ilustracin. En cuanto al resto, no me preocupa mucho. Holly podra sacar buen partido de cualquier vaquero que ocupase su puesto en el desarrollo de nuestro Oeste... Esos vaqueros son la sal de la tierra. Sin ellos, nunca se habra desarrollado este negocio de la cra de ganado que progresa a saltos gigantescos y que est destinado a pacificar esta regin de la frontera. T lo sabes, Britt, mejor que yo. Has dirigido durante cinco aos consecutivos a esos demonios de jinetes, duros para cabalgar, duros para beber, duros para disparar. Y los has apreciado. -Es posible que no los haya apreciado tanto como debera haberlo hecho - replic Britt lamentndose -. Pero, Cornel, se me enfra la sangre al pensar que Holly se pueda quedar sola en este enorme rancho. -Fra! Tu sangre debera correr con ms rapidez y calor al pensarlo. Ser una cosa maravillosa. Holly parece espaola, aunque sea americana. Tiene la belleza de su madre, pero mi inteligencia. No abrigo ningn temor por ella, Britt... Si le pidiera quedarse aqu...! En tanto que t estuvieras a su lado para aleccionarla, para vigilarla, para ayudarla a dirigir el rancho... Holly no estara sola... No me espanta ese riesgo. -Pero a m s, patrn - declar dramticamente Britt. -Casi deseara que no la hubiera usted trado a casa. -No digas tonteras, viejo! Mi hija te ha querido durante toda su vida. Fuiste t quien le puso el apodo de Holly. T la montaste sobre tus rodillas y la ayudaste a aprender a caminar. No podrs abandonarla ahora. Tendrs que ocupar mi puesto a su lado, como padre de ella. -Cornel, har todo lo que pueda..., pero, francamente, no me agrada la perspectiva de ver a esa muchacha tan guapa convertirse poco a poco en una hermosa mujer en un lugar como ste... El coronel hizo un gesto rpido y violento, como si un impulso originado por la indignacin hubiera sido dominado por la voluntad. -Tampoco a m. Eso es algo de lo cual hasta ahora no me he ocupado, pero de lo que ser preciso que hablemos. La razn es muy sencilla: mira hacia el Sur, viejo amigo. Tienes2

LIBRODOT.COM

Librodot

Los caballeros de la llanura

Zane Grey

3

ante ti el panorama ms hermoso de todo el mundo. Kit Carson se sent en este mismo sitio para contemplarlo, y as lo dijo. Lucien Maxwell hizo lo mismo, y t conoces bien su orgullo y la vanidad que puso en sus posesiones espaolas y en la belleza de sus sesenta millas cuadradas de ranchos. St. Vrain intent comprar este rancho a don Carlos. Chisum, Murphy, la Exersall Company y aquella otra asociacin inglesa, la que compr el rancho de las tres X... Ninguno de esos reyes del ganado puede tener bajo su mirada lo ms hermoso del Oeste, como lo tengo yo. Ninguno de ellos tiene unas tierras de pastos como stas... Mira hacia el Camino Viejo y el Cimarrn. Pacficos, solitarios, grandiosos, eh? Los kiowas y los comanches son amigos mos. Mira los bfalos... Y ahora mira hacia el Este, Britt. No hay campia como sta en toda la anchura de Nuevo Mjico. Mira el ganado. Recuerdas cuando vinimos aqu por primera vez? Parece que fue hace mucho tiempo, pero solamente han transcurrido siete aos desde entonces, siete aos. Hace siete aosfueron un paraso comparados con los aos de la guerra y con muchos aos anteriores. T conoces mi historia, Britt, sabes cmo vine aqu en 1855, con una caravana que se diriga a Santa Fe, cmo conquist a Carlota Valverde y la llev conmigo a Texas. El viejo don Carlos la repudi, y no la perdon por espacio de muchos aos... Mira mis cabezas de ganado, que parecen puntear la llanura; semejan bfalos. Cincuenta mil reses, segn t mismo me has dicho, y medio millar de caballos. Podra vender diez mil cabezas, veinte mil cabezas, y ser rico... Qu es lo que te asusta de esta poca, Britt? -Todava no ha dicho usted todo lo que tena que decir. Contine. -Oh! S a qu te refieres... Pero, escucha, Cap. La guerra termin hace mucho tiempo. Texas se ha repuesto, y su ganado ha construido este imperio. Exactamente lo mismo que los buscadores de oro tuvieron su poca, exactamente del mismo modo la han tenido los trajineros. Las caravanas pasan por all constantemente, Britt, y las que se dirigen a lo largo del Camino Viejo estn formadas por innumerables colonizadores. Un nuevo da comienza a alborear: el da del Oeste prspero y pacfico. -Exactamente. Pero un da pueden suceder muchas cosas, Cornel. Las creencias de usted tienen por fundamento sus esperanzas... Este ao le parece hermoso, Cornel, porque lo mismo los hombres blancos que los amarillos, los proscritos que los ladrones, los buenos y los malos de las llanuras, todos son amigos suyos. Del mismo modo que la casa de don Carlos estuvo siempre abierta para todos, lo ha estado la de usted... Pero he de decirle que tanto para usted, si contina viviendo, como para los dems que aqu residimos, todava no han llegado los tiempos ms duros, los peores y ms sanguinarios. -Kit Carson lo dijo hace aos, pero no lo cre. -S, Kit lo jur en este mismo sitio en que me encuentro ahora... Cornel, me parece que los hombres como usted y Maxwell y Chisum saben mucho ms acerca de vacas que de las dems cosas. Pero somos los hombres como Carson y como yo los que tenemos una visin del futuro. -Britt, me inclino ante esa visin - replic solemnemente Ripple -. Siempre he tenido algn temor, pero siempre he procurado arrojar de m esos temores. Concedamos, pues, que los peores tiempos de la frontera estn por llegar an. Dime cules sern esos tiempos y cules sus efectos. -Es tan fcil decirlo ahora como en la poca en que . Carson lo predijo. Pero ha tardado mucho tiempo en cumplirse la profeca... Comencemos con los bfalos. La caza de bfalos, para aprovechar sus pieles, ha comenzado. Nosotros, los tejanos viejos, siempre temimos que sucediera. Eso significa el principio de una guerra contra los indios, como jams se vio otra en esta frontera. Los amigos de usted, los utes, los kiowas, los comanches, los cheyennes, los arapahoes, los pawnees, todas las tribus se pondrn en pie de guerra. Y eso anuncia unos aos terribles de contienda sangrienta, pues los colonizadores han llegado en grandes cantidades al Oeste. Texas sufrir lo peor de la batalla, porque los bfalos en su camino del Sur al Norte y del Norte al Sur, recorren la mayora de las3

LIBRODOT.COM

Librodot

Los caballeros de la llanura

Zane Grey

4

llanuras tejanas. Los cazadores de pieles se concentrarn en el Panhandle, o bajo el Llano Estacado, o entre el Brazos y el Ro Grande. Y los indios de las llanuras lucharn hasta la muerte en defensa de su carne, puesto que viven exclusivamente de los bfalos. Ser una lucha a muerte entre los cazadores de bfalos y las tribus indias. El ejrcito yanqui no podr reducir a los hombres rojos. No lo conseguira en un milln de aos! Recuerde las campaas de Custer. He odo que Carson y Buff Belmet y otros vigas han aconsejado a los militares que no se enfrenten con los indios. Pero cometern el error de no hacer caso, y sern sacrificados... Los colonizadores de que habla usted, tampoco podrn dominar a los indios. Y si los cazadores de bfalos no consiguen tampoco dominarlos, el Oeste se convertir muy pronto en un lugar muy poco saludable. -S, lo comprendo, Britt. De todos modos, yo dira que los cazadores de bfalos quebrantarn la fuerza de las tribus aliadas y las expulsarn de la llanura. -Yo tambin lo creo. Cuando este movimiento de cazadores de pieles se haga ms intenso, habr aqu muchos millares de cazadores. Y todos sern hombres astutos, duros para la lucha, y estarn cargados con rifles de gran calibre y dispondrn de grandes carros de municiones. Supongo que ellos podran derrotar a los indios. Pero la lucha habr de ser muy empeada, puesto que todas las probabilidades no estn en contra de los indios. -Estamos de acuerdo. Nosotros ya no existiremos en ese perodo del futuro en que la fuerza de los hombres de piel roja habr desaparecido. Qu catstrofe predices a continuacin? -Nada menos que el apogeo de la poca de los ladrones. -Ladrones de ganado! - exclam desdeosamente el coronel -. Siempre los hemos tenido, Britt. En Texas, antes de la guerra civil, se realizaban muchos robos de ganados. Los mejicanos y los indios se apoderaban de las reses. Y los robos por parte de los hombres blancos adquirieron mayor importancia. T sufriste las consecuencias cuando hacas las conducciones de manadas a Dodge y a Abilene. Pero qu importancia tuvo todo ello? Apenas un poco ms que la que puede revestir la apropiacin de reses, sin marcar, que suele ocurrir con frecuencia en todos los ranchos. Aqu mismo perdemos cierta cantidad de reses continuamente, segn dicen los muchachos, pero ni siquiera una dcima..., ni una centsima parte de la cantidad que nace anualmente. -Es cierto, Cornel, en lo que a usted respecta - asinti el capataz -. Escuche, patrn, y le dir lo que pienso. Durante el ao pasado llegaron a Nuevo Mjico muchsimos forasteros de mirada fra y de expresin dura. Es posible que no lo haya visto usted, que no lo haya comprendido, pero yo he hablado con hombres que lo han visto y a quienes no ha agradado la situacin. Jesse Chisum es uno de ellos. Ese viejo tejano, con su ganado marcado por lo que llaman campanilla, entiende mucho de todo lo que se refiere a ganadera. Si fuera usted a San Marcos, a Fort Unin, a Summer, o al Pecos, camino de Roswell y Lincoln, lo comprendera perfectamente. Wyoming, Nebraska, Kansas occidental, Colorado oriental y, naturalmente, Texas, envan continuamente muchos jinetes en esta direccin. Jinetes que no indican nombres, que no hacen preguntas y que no tratan amablemente a los occidentales curiosos. Es posible que alguno de stos sea lo que usted llam