El conde lucanor de carmen

2
Lo que sucedió a un hombre con su reloj. Hablando una noche Laura, la hermana menor de la familia Oregón, con su hermana mayor y fiel compañera, Amelia, le dijo: Amelia no sé qué hacer con madre. Está todo el día encima de mí, preguntándome dónde voy, de dónde vengo, criticando todo lo que hago y poniéndole faltas a mi comportamiento. Es demasiado protectora y en contadas ocasiones me ha dejado ir a una fiesta en la que nos quedemos todos a dormir. Sin contar, que cada vez que salgo de casa me repite la misma cantinela de que soy la más pequeña y que mire bien donde pongo el pie a cada paso que doy. Esto se me hace muy pesado y estoy deseando irme bien lejos a estudiar para así poder descansar un poco y que me deje en paz. Querida hermanita –dijo Amelia- comprendo tus desesperadas palabras y creo que por ellas, te haría bien saber lo que le pasó a un hombre con su reloj, antes de que hagas algo de lo que te puedas arrepentir. Creó tal curiosidad Amelia en la pequeña Laura que esta insistió en que se la contara en ese mismo instante: Había un hombre muy correcto llamado Baudilio, el cual siempre llevaba un reloj de plata y finas agujas de forja colgando de un cordelillo de cuero negro. Resulta que este reloj lo avisaba para todo y como este buen hombre no tenía muchos víveres, trabajaba de sol a sol desde que tenía quince años para poder llevarse algo a la boca. Desde entonces, cada una de las mañanas, ese reloj había sido el verdugo de su sueño, el hostigador de sus escasos ratos libres y tiempo de ocio. Tal era así, que en el hombre se fue despertando un profundo rencor, hasta que el rencor se convirtió en odio y el odio en desprecio. Pasaron otros tantos años y el hombre adquirió el capital suficiente como para retirarse a vivir cómodamente y pasar su vejez en paz. Vio en estos días la oportunidad de librarse del que para él había sido y seguía siendo ese asqueroso aparato. Lo tiró a un pozo que en su jardín tenía y allí permaneció largo tiempo en el olvido. No pasó mucho tiempo, me atrevería a decir que ni una semana, cuando el hombre comenzó a notar conductas extrañas en la gente, o eso era lo que él pensaba, ya que, cuando él despertaba sus vecinos parecían dormir, cuando él comía todos parecían comer y si él salía de paseo los amantes de la naturaleza ya regresaban del suyo. Pasaban los días y él había perdido la noción del tiempo, mejor dicho, había rechazado al guía de su tiempo. Y así los días se tornaron noches, la alegría sollozaba de tristeza y la tristeza reía con carcajadas de plena felicidad y el silencio comenzó a susurrar en los rincones más ruidosos del mundo. Y entonces fue cuando se dio cuenta de que ya era demasiado tarde para preguntar ¿Qué hora es? aunque para ello hubiera perdido

Transcript of El conde lucanor de carmen

Page 1: El conde lucanor de carmen

Lo que sucedió a un hombre con su reloj.Hablando una noche Laura, la hermana menor de la familia Oregón, con su hermana mayor y fiel compañera, Amelia, le dijo:

Amelia no sé qué hacer con madre. Está todo el día encima de mí, preguntándome dónde voy, de dónde vengo, criticando todo lo que hago y poniéndole faltas a mi comportamiento. Es demasiado protectora y en contadas ocasiones me ha dejado ir a una fiesta en la que nos quedemos todos a dormir. Sin contar, que cada vez que salgo de casa me repite la misma cantinela de que soy la más pequeña y que mire bien donde pongo el pie a cada paso que doy. Esto se me hace muy pesado y estoy deseando irme bien lejos a estudiar para así poder descansar un poco y que me deje en paz.

Querida hermanita –dijo Amelia- comprendo tus desesperadas palabras y creo que por ellas, te haría bien saber lo que le pasó a un hombre con su reloj, antes de que hagas algo de lo que te puedas arrepentir.

Creó tal curiosidad Amelia en la pequeña Laura que esta insistió en que se la contara en ese mismo instante:

Había un hombre muy correcto llamado Baudilio, el cual siempre llevaba un reloj de plata y finas agujas de forja colgando de un cordelillo de cuero negro. Resulta que este reloj lo avisaba para todo y como este buen hombre no tenía muchos víveres, trabajaba de sol a sol desde que tenía quince años para poder llevarse algo a la boca. Desde entonces, cada una de las mañanas, ese reloj había sido el verdugo de su sueño, el hostigador de sus escasos ratos libres y tiempo de ocio. Tal era así, que en el hombre se fue despertando un profundo rencor, hasta que el rencor se convirtió en odio y el odio en desprecio. Pasaron otros tantos años y el hombre adquirió el capital suficiente como para retirarse a vivir cómodamente y pasar su vejez en paz. Vio en estos días la oportunidad de librarse del que para él había sido y seguía siendo ese asqueroso aparato. Lo tiró a un pozo que en su jardín tenía y allí permaneció largo tiempo en el olvido. No pasó mucho tiempo, me atrevería a decir que ni una semana, cuando el hombre comenzó a notar conductas extrañas en la gente, o eso era lo que él pensaba, ya que, cuando él despertaba sus vecinos parecían dormir, cuando él comía todos parecían comer y si él salía de paseo los amantes de la naturaleza ya regresaban del suyo. Pasaban los días y él había perdido la noción del tiempo, mejor dicho, había rechazado al guía de su tiempo. Y así los días se tornaron noches, la alegría sollozaba de tristeza y la tristeza reía con carcajadas de plena felicidad y el silencio comenzó a susurrar en los rincones más ruidosos del mundo. Y entonces fue cuando se dio cuenta de que ya era demasiado tarde para preguntar ¿Qué hora es? aunque para ello hubiera perdido a su fiel reloj plateado, ahora parado en el fondo de un pozo y enmohecido por el abandono.Lo que te quiero decir con esto Laura es que valores lo que tienes y no te quejes de ello, sino de lo que te falta, pues si algún día no lo tuvieras lamentarías su pérdida y es muy triste que para saber lo que tenías antes tengas que echarlo de menos después sin ser capaz de verlo ahora.

A Laura le hizo pensar mucho esto que su hermana le había dicho y comprendió la importancia de las pequeñas cosas, como eran los cuidados de su madre, pues al igual que el reloj había despertado a tiempo a Baudilio para el trabajo enriqueciéndolo poco a poco, se dio cuenta de que su madre le ayudaba mucho más de lo que la entorpecía.

Page 2: El conde lucanor de carmen

Y viendo la pequeña de la casa que esto pasaba en muchas ocasiones lo tomó como una regla general y lo guardó en su memoria con una sencilla frase:

Valora y cuida lo que tienes

por si en un futuro falta te hiciere.