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¿REVOLUCIÓN SIN GUERRILLAS, GUERRILLAS SIN REVOLUCIÓN? La vigencia del concepto Revolución en las Guerrillas Contemporáneas El caso del Ejército de Liberación Nacional en Colombia José Francisco Puello-Socarrás UNSAM-CLACSO La violencia colectiva es una de las formas más frecuentes de participación política… parte integral del proceso político occidental Charles Tilly, The chaos of the living city Año 1992. Se cumplen cinco siglos del Descubrimiento de América y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) alista la celebración del V Centenario 1 . Para este grupo insurgente, al parecer, no habría nada que celebrar. La fecha que recuerda los quinientos años del “encuentro” entre culturas ha llevado al ELN a la declaratoria de uno de los paros armados más crueles en la historia reciente de Colombia, paradójicamente – dirán algunos -, en las tierras bautizadas en honor a El Descubridor, Cristóbal Colón 2 . Hoy por hoy, en medio de los festejos en diferentes países de América Latina y que ahora conmemoran dos siglos desde las Revoluciones de Independencia, parece interponerse una gran interrogante - y por qué no, una sostenida curiosidad - sobre cuál será el “ritual” que en esta oportunidad la guerrilla elenista perpetrará de cara al Bicentenario. Estos sucesos, quizás para muchos más anecdóticos que con algún tipo de flagrancia, interesan no sólo por conocer qué valoraciones de la gesta independentista terminarán imponiéndose en las solemnidades bicentenarias del ELN. Por supuesto, también interesa saber el cómo. 1 En septiembre de 1.992, el ELN anunció para el mes de octubre la celebración bélica del V centenario a través de lo que denominó Operación Vuelo de Águila. Esta operación, según el grupo guerrillero, “llevaba tres años de preparación”. Desde octubre y hasta noviembre de 1.992, la organización guerrillera intensificó los sabotajes – “aunque disminuyó los combates” – en el territorio nacional. La operación también se enmarcó en medio una estrategia defensiva de la guerrilla frente a la ofensiva militar permanente que se llevó a cabo durante esa época y, tácticamente, como un “mecanismo de presión” ante la reanudación de las negociaciones de paz que se adelantaban con el Gobierno colombiano, previstas para el 31 de octubre del mismo año. La respuesta gubernamental consistió en desplegar una fuerte contraofensiva militar facilitada por la declaratoria de “Estado de Conmoción Interior”. Leal Buitrago, Francisco, “Militarizada la Pacificación ” en El Tiempo (21 de marzo de 1.993) y Corte Constitucional de Colombia, Sentencia No. C-031 (1° de febrero de 1.993). 2 Según el historiador Gonzalo Fernández Oviedo y Valdés (1478-1557), el verdadero apellido de El Descubridor era “Colom” y del cual, en todo caso, se derivaría el nombre de Colombia. Francisco de Miranda lo utilizaba también para nombrar al Nuevo Mundo: “la tierra de Colón”.

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¿REVOLUCIÓN SIN GUERRILLAS, GUERRILLAS SIN REVOLUCIÓN? La vigencia del concepto Revolución en las Guerrillas Contemporáneas El caso del Ejército de Liberación Nacional en Colombia José Francisco Puello-Socarrás UNSAM-CLACSO

La violencia colectiva es una de las formas más frecuentes de participación política… parte integral del proceso político occidental

Charles Tilly, The chaos of the living city Año 1992. Se cumplen cinco siglos del Descubrimiento de América y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) alista la celebración del V Centenario1. Para este grupo insurgente, al parecer, no habría nada que celebrar. La fecha que recuerda los quinientos años del “encuentro” entre culturas ha llevado al ELN a la declaratoria de uno de los paros armados más crueles en la historia reciente de Colombia, paradójicamente – dirán algunos -, en las tierras bautizadas en honor a El Descubridor, Cristóbal Colón2. Hoy por hoy, en medio de los festejos en diferentes países de América Latina y que ahora conmemoran dos siglos desde las Revoluciones de Independencia, parece interponerse una gran interrogante - y por qué no, una sostenida curiosidad - sobre cuál será el “ritual” que en esta oportunidad la guerrilla elenista perpetrará de cara al Bicentenario. Estos sucesos, quizás para muchos más anecdóticos que con algún tipo de flagrancia, interesan no sólo por conocer qué valoraciones de la gesta independentista terminarán imponiéndose en las solemnidades bicentenarias del ELN. Por supuesto, también interesa saber el cómo.

1 En septiembre de 1.992, el ELN anunció para el mes de octubre la celebración bélica del V centenario a través de lo que denominó Operación Vuelo de Águila. Esta operación, según el grupo guerrillero, “llevaba tres años de preparación”. Desde octubre y hasta noviembre de 1.992, la organización guerrillera intensificó los sabotajes – “aunque disminuyó los combates” – en el territorio nacional. La operación también se enmarcó en medio una estrategia defensiva de la guerrilla frente a la ofensiva militar permanente que se llevó a cabo durante esa época y, tácticamente, como un “mecanismo de presión” ante la reanudación de las negociaciones de paz que se adelantaban con el Gobierno colombiano, previstas para el 31 de octubre del mismo año. La respuesta gubernamental consistió en desplegar una fuerte contraofensiva militar facilitada por la declaratoria de “Estado de Conmoción Interior”. Leal Buitrago, Francisco, “Militarizada la Pacificación” en El Tiempo (21 de marzo de 1.993) y Corte Constitucional de Colombia, Sentencia No. C-031 (1° de febrero de 1.993). 2 Según el historiador Gonzalo Fernández Oviedo y Valdés (1478-1557), el verdadero apellido de El Descubridor era “Colom” y del cual, en todo caso, se derivaría el nombre de Colombia. Francisco de Miranda lo utilizaba también para nombrar al Nuevo Mundo: “la tierra de Colón”.

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Y es que a casi dos décadas del mencionado paro guerrillero y en contraste con el acontecimiento del V Centenario, inspiración - entre otras cosas, insistimos - de las operaciones violentas que tuvieron lugar como una forma de protesta, si se quiere, una denuncia histórica, ante la tragedia que significó la “Colón-ización” Europea para los pueblos americanos, el Bicentenario animaría un debate a primera vista distinto. No sólo debido al calidoscopio de interpretaciones que vienen ahora suscitándose frente a distintos hechos históricos, acontecimientos políticos y situaciones sociales resucitadas con la excusa del onomástico independentista. En especial, las ideas y proyectos que sensiblemente gravitan en torno al tema de la Revolución. Y más allá que para esta ocasión las reivindicaciones (ó vindicaciones) por parte del ELN podrían no modificarse y, al contrario, seguir conservando la connotación violenta del pasado, definitivamente su sentido será resueltamente otro3. Bajo las múltiples cuestiones que insinúa este marco el presente ensayo tiene como propósito explorar el concepto/concepción de La Revolución en el imaginario político reciente de los movimientos subversivos contemporáneos. Toma como estudio de caso al Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia, intentando introducir la discusión en torno a la vigencia/actualidad o caducidad/extemporaneidad de su imaginario revolucionario. La trayectoria de argumentación es sencilla. Primero, propone un marco teórico y metodológico desde el cual mediar en el fenómeno imaginario y cognitivo presente en el ideal revolucionario del ELN. En segundo lugar, problematiza, el momento de constitución histórica de la insurgencia elena y partiendo de una perspectiva politológica, la relación entre la violencia revolucionaria, los imaginarios políticos y las prácticas discursivas que implican las resistencias insurgentes. Así es posible instalar un parámetro de comparación en la evolución propia del imaginario político en el movimiento armado elenista y sus transformaciones emergentes más recientes. Finalmente, rastreamos los giros en los repertorios políticos del ELN y teniendo como eje la trayectoria discursiva derivamos las novedades en su concepción revolucionaria así como la dimensión que ellas adquieren bajo el nuevo escenario global. Finalmente, bosquejamos las condiciones del concepto de Revolución, a la luz de las condiciones políticas, sociales y

3 Cabe contemplar igualmente una modificación en las “formas de expresión/actuación” como consecuencia de una valoración (sentido) distinta del Bicentenario. Por ello, es preciso indicar que la lógica que aquí se interpone en la investigación política de los imaginarios de la Revolución (en este caso en el ELN y, en otras exploraciones del autor, en conjunto con el Ejército (Neo)Zapatista de Liberación Nacional - EZLN) es de carácter simbólico y no “formal”. La lógica formal es un parámetro epistémico utilizado en la tradición convencional que prevalece en los estudios clásicos de las ciencias sociales, inapelable en la gran mayoría de aproximaciones de la denominada “Violento-logía” (colombiana) que pretende analizar fenómenos de este tipo. Desde nuestra perspectiva, entonces, una misma acción puede tener dos significados/sentidos diferentes tanto como un mismo “sentido” puede materializarse a través de dos acciones diferentes sin que esto signifique “incoherencia”.

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culturales a comienzos del siglo XXI y las perspectivas que podrían ser proyectadas en el marco de los fenómenos de contestación guerrillera en el futuro, llamando la atención sobre algunas especificidades al respecto, como contribución específica y general a los estudios de este tipo. Nuestra tentativa no pretende un análisis histórico ni sociológico – aunque acudimos eventualmente a estos elementos – sino simplemente inventar una síntesis esquemática desde la cual sea posible aproximar un fenómeno de importancia politológica actual.

I. MEDIACIONES Preliminares teórico-metodológicos

Antes que todo, consideramos pertinente exponer algunas mediaciones preliminares de orden analítico, metodológico y conceptual, con el fin de hacer explícito la modalidad de argumentación que se intenta en este análisis. a. Nuestra tentativa procura privilegiar los elementos simbólicos, normativos y cognitivos

presentes en los fenómenos guerrilleros contemporáneos como una vía alternativa para interrogar la dimensión política de los imaginarios, específicamente, el de Revolución4.

Aspira entonces tomar distancia de los estudios convencionales, los cuales

inveteradamente han enfatizado los componentes lógico-inductivos para aproximar estos fenómenos. La racionalización e instrumentalización, la más de las veces a limine, de las realidades socio-políticas de la violencia y de sus actores acompañada de una discriminación impertinente entre lo empírico y lo imaginario - para hoy simplista y anacrónica - son dos de los obstáculos más restrictivos que, desde nuestro punto de vista, caracterizan esta modalidad de estudios. Específicamente, el denominado campo de la Violentología clásica y muy particularmente el de la “nueva Violentología”, se caracterizan por un uso (casi exclusivo) de herramientas analíticas lógico-formales que impugna con algún tipo de iconoclasia otras alternativas de investigación las cuales consideran problemáticas5. Por ejemplo, los estudios sobre los movimientos guerrilleros en Colombia tienen la tendencia a exacerbar los componentes militaristas de orden táctico-estratégico y los cálculos económicos (racionales) y políticos (instrumentales) supuestamente previstos

4 Para una versión teórica del léxico y relaciones entre Mito / Imaginarios Políticos / Política, que aquí utilizamos, cfr. Puello-Socarrás, José Francisco, Política: Mito, Filosofía y Ciencia. Desde la politología hacia la Mítico-Política, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2006 y “El mito de la Política. Entre filosofías logomíticas y ciencias mitológicas” en Ciencias Sociales. Revista de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas, No. 23, Quito, Universidad Central del Ecuador - Ediciones Abya-Yala, II Trimestre de 2.005. 5 Como su mismo nombre lo indica, Violento-logía: “una aproximación a la Violencia desde la lógica (formal)” – y la razón instrumental, añadimos -. Con este calificativo me refiero al abundante acervo de investigaciones existentes sobre la Violencia, en Colombia principalmente.

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en/por los actores como una forma de “descubrir” las causas (eficientes, suficientes y necesarias) y “diagnosticar” los resortes de la violencia insurgente. De esta forma, los elementos de orden simbólico y la misma dimensión política de los imaginarios presentes en estos fenómenos se omiten o, en el mejor de los casos, se minimizan6. Esta literatura resulta así en su mayoría limitante con el fin de acceder a un mayor (no necesariamente “mejor”) conocimiento sobre estas manifestaciones societales. Es indudable que este tipo de investigaciones plantean de entrada una peculiaridad excepcional que, emanada de la clandestinidad en la que se encuentran estas organizaciones, impone diferentes restricciones. Entre ellas, el acceso fluido a informaciones primarias ó de primera mano mediante entrevistas o alguna herramienta etnográfica siempre convoca complicaciones que, en la mayoría de los casos, resultan indudablemente embarazosas. Estos obstáculos son ciertamente indiscutibles. Pero, aún reconociendo estas dificultades, el esfuerzo por contar con un conocimiento ‘en caliente’ – en palabras de Levi-Strauss - y más próximo a los actores, resulta ser una obligación para ampliar el panorama de las comprensiones7. b. Indagar la Memoria, las voces, producción subjetividades y sujetos, desde los actores

mismos, es un hecho crucial8.

Contrario a ciertas posturas que califican la alternativa de reconstruir las voces “desde los actores” como unilaterales o parcializadas - más grave aún, en ciertas ocasiones se las tacha de apologéticas de los grupos armados y de la Violencia -, este camino resulta ser de gran utilidad metodológica y, como lo insistimos, una exigencia insoslayable a la hora de constituir un conocimiento otro, más complejo y profundo sobre las realidades que convocan estos fenómenos9.

6 Exponentes de la “nueva Violentología” como Paul Collier, investigador del Banco Mundial, en el marco de los enfoques de política comparativa encuentra que: “(…) la violencia civil está asociada con la apropiación y el saqueo por grupos de insurgentes de los ingresos de exportaciones primarias… La gran mayoría de los movimientos insurgentes, más que expresión política, son una forma de crimen organizado, para extraer rentas… Estadísticamente no hay relación entre el conflicto civil y las causas objetivas de las injusticias (grievance)” [Subrayo]. Revista Dinero, “Nueva Violentología” (5 de diciembre de 2000). 7 Algunos autores que posan de “versados” violentólogos, fieles a los enfoques lógico-racionales terminan ellos mismos irracionales e inconsistentes (epistemológicamente hablando) cuando sus aproximaciones desestiman la reconstrucción de los ‘universos de sentido’ (las memorias, los imaginarios, las narrativas, etc., “desde adentro” de los actores). Tal sería el caso de la dimensión política que los movimientos insurgentes se reivindican para sí, más allá de su “ficción o realidad” objetivas. Pues, ¿cómo calificar algo que no se conoce (o es desconocido desde sus lógicas internas)? Desde los principios de la lógica clásica, estas conclusiones – además de irónicas – sería “auto-contradictorias” e incompatibles con las pretensiones que se intentan bajo argumentos que, sólo en apariencia, resultan científicos. 8 Se trata de las investigaciones que han estado atentas a reconstruir la memoria de los actores insurgentes y ofrecer así “una mayor comprensión de los imaginarios, visiones y prácticas políticas, estructuras organizativas, formas y mecanismos de relacionamiento con la sociedad y el estado” e, incluso también, las “estrategias de su accionar militar”. Medina Gallego, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria casos FARC-EP y ELN, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009, p. 29. 9 Es el caso de las investigaciones realizadas desde hace varios años por el profesor Carlos Medina Gallego y que, al decir de Andrés Peñate: “(…) Aunque este trabajo peca en consultar sólo las fuentes del ELN y, por lo

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Nuestra aproximación está atenta entonces al hecho según el cual los movimientos insurgentes, y en general, los actos de contestación y resistencia construyen y producen “sentido”; justamente, esta sería una de sus “funciones primordiales”10. No hay que olvidar que las formas de expresión política en tanto producción de representaciones y prácticas son asaz sintomáticas de las “dis-posiciones” y “posiciones” – habitus, en los términos de Bourdieu – de los grupos insurgentes en el campo de las luchas eminentemente políticas, por ejemplo, cuando intentan alcanzar y/o legitimar objetivos, acciones ó reclamos, una cuestión que primordialmente se provoca a través de una “inmersión” en los actores11. Y aunque todavía esta dimensión analítica convoca grandes controversias, la intersección entre los imaginarios, las ideologías y doctrinas políticas y las mentalidades permite rastrear la manera cómo los actores conciben, instituyen, destituyen y constituyen diferentes tipos de acciones contestatarias y, específicamente, desarrollan las luchas políticas que ellos suscriben, aspectos todos que deben ser progresivamente integrados en los análisis. Un criterio de exploración como éste se sintoniza consistentemente con los llamados estudios sobre contentious politics (“contiendas políticas”) donde el tópico de las revoluciones ha sido una preocupación constante.

La insistencia por explorar “el punto de vista de los actores en un contexto en particular” y aspirar a precisar “por qué ciertas acciones son llevadas a cabo, y otras no” son aspectos claves para multiplicar las explicaciones en torno a fenómenos políticamente significativos, como se procura en todas estas pesquisas12.

tanto, produce una visión parcial, a veces casi apologética, de esta organización, provee datos muy interesantes” Peñate, Andrés, “El sendero estratégico del ELN: del idealismo guevarista al clientelismo armado” en Deas, Malcom y María Victoria Llorente (eds.), Reconocer la guerra para construir la paz, Bogotá, Editorial Norma, 1999. Jesús Bejarano reclamaba, ante este tipo de prejuicios, una apertura en las investigaciones sobre la Violencia practicadas por la Violentología convencional. Cfr. Bejarano, Jesús Antonio, Una agenda para la Paz, Bogotá, Tercer Mundo, 1995. 10 Cfr. Eyerman, Ron y Andrew Jamison, Social Movement. A cognitive approach, University Park, Pennsylvania University Press, 1991 y Eyerman Ron, “La praxis cultural de los movimientos sociales”, en: Ibarra Pedro y Benjamín Tejerina, Los movimientos sociales, Editorial Trotta, Madrid, 1.998, págs. 139-163. 11 Cfr. Bourdieu, Pierre, “Espacio social y poder simbólico”, en: Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 1988, pp. 127-142. 12 Ross, Howard, “Culture and Identity in comparative political analysis” en Lichbach, Mark y Alan Zuckerman (eds.), Comparative politics. Rationality, Culture and Structure, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, pp. 71-72. Evaluando los trabajos sobre las ‘Revoluciones Sociales’ del tipo Theda Skocpol, Tilly y Tarrow han subrayado la importancia de no omitir la ideología – en un sentido amplio – como una “variable” de investigación inapelable para explicar estos procesos (“fallidos” y “exitosos”). Cfr. McAdam, Doug, Sidney Tarrow y Charles Tilly, “Toward an integrated perspective on social movements and revolutions” en Lichbach, Mark y Alan Zuckerman (eds.), Comparative politics. Rationality, Culture and Structure, Cambridge, Cambridge University Press, 1997 (2002), p. 154.

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c. ¿Cómo avanzar en el tratamiento y análisis de las cuestiones imaginarias en el campo de la ideología política contemporánea y, puntualmente, en el fenómeno de los movimientos insurgentes actualmente existentes?

Nuestro particular estudio de caso: la reconstrucción del concepto de Revolución, tiene

como eje referencial las trayectorias discursivas del ELN. En particular, pretendemos rastrear su vigencia teniendo como fuentes documentos producidos por el grupo insurgente y, más recientemente, los planteamientos y exposiciones de motivos, fruto de las negociaciones que el grupo insurgente ha mantenido con las administraciones del Gobierno Nacional de Colombia desde la década de los noventa y hasta el presente13. Lo anterior por varias razones.

La trayectoria y los escenarios que ofrecen los procesos de paz y las memorias recogidas alrededor de este marco permiten identificar una pauta interesante para recrear la reconstrucción del concepto/concepción revolucionaria de ELN con base en sus propias prácticas discursivas históricas pero sobre todo las “actualizadas”14. No sólo porque alrededor de ellas se enmarcarían las coyunturas cambiantes del régimen político y procesos institucionales recientes in situ – invocando su actualidad vigente – sino porque, de alguna manera, este espacio ha venido incidiendo en las formas y reformas de la lucha política que se atribuye para sí el ELN. Además, porque también suministrarían elementos materiales para comprender las decisiones tácticas y estratégicas que modelan las formas de acción y los instrumentos de actuación que, en nuestro criterio, configuran un horizonte de sentido consistente para la guerrilla insurgente y que de manera coherente, por decirlo de alguna manera, constituyen un escenario discursivo “abierto” pero también cambiante. Sin embargo, la razón principal que sustenta esta elección está en que los diferentes escenarios que han venido convocado los diferentes momentos de los Procesos de Paz con esta guerrilla constituyen un lugar estructural de controversias y debates, un auténtico foro político para revelar las claves políticas del ELN de su imaginario revolucionario. ¿Cuál es la importancia central que le conferimos a esta dimensión heurística? A través de los forums se conseguiría “capturar” más puntualmente:

13 En este trabajo nos remitimos a la excelente documentación realizada por: Medina Gallego, Carlos, ELN: Una historia de sus orígenes, Quito, Rodríguez, 2001 y Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria casos FARC-EP y ELN, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009, ya citada. 14 Solamente con fines prácticos, nos referimos aquí a las narrativas como el aspecto argumentativo de la “voluntad de verdad” del discurso en su carácter general-abstracto mientras los repertorios (discursivos) apuntarían a la particularidad-concreta. En conjunto, interrelacionan un campo de saber (narrativas) y un campo de poder (repertorios discursivos), multiplicidad de prácticas, estrategias, relaciones e interacciones, lo que, en palabras de Foucault sería una formación discursiva. En este sentido: “(…) el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que [“se lucha”], y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”. Foucault, Michel, El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets, Buenos Aires, 1992.

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- Las abstracciones-reales que los actores producen, reproducen, comparten y

disputan política y socialmente. En el caso de la concepción revolucionaria es posible situar y delimitar el campo donde tiene efectividad el concepto/concepción de Revolución en su sentido más abstracto y, consecuentemente, permite desagregar desde allí los “principios” que lo constituyen y que toman alguna forma en específico o, en todo caso, se organizan alrededor de un conjunto de ideas-guía15;

- Los principios de acción ó “formas de acción” y sus “instrumentos”;

conjuntamente: las acciones-vía16. Mediante éstas, se logran traducir ‘en concreto’ los principios metafísicos (a) y, al mismo tiempo, las prácticas que se derivan de las ideas-guía básicas, coherente y consistentemente.

Esquemáticamente, podríamos esbozar las dinámicas cognitivo-normativas mediante la figura 1.

Este análisis identifica así diferentes “eslabones” o estratos cognitivos/normativos que permiten discernir entre niveles generales y/o “universales” (desde el punto de vista ideológico, los escenarios “macro”) y “micro-niveles”, dominios mucho más singulares y específicos. En los primeros emergerían las ideas-guía – siempre más unitarias y rígidas - mientras en los segundos, las acciones-vía – relativamente diversificadas y más flexibles -. Hay que destacar que en este esquema de representaciones y prácticas las “normas globales” son en últimas las que cristalizan ciertas “lógicas de lo apropiado” alrededor de los sistemas de comportamiento sociopolíticos en general y al interior de los subsistemas que conforman los procesos de contestación particulares. Este nivel resulta así arquitectónico. Por un lado, como un lugar de enunciación de las dinámicas más “estructurales” en torno a los procesos de transformación de los referenciales básicos (ideas-guía) utilizados en las luchas contestatarias; y, por otro lado, en vista de que allí se localizarían los “sistemas de sentido” de los que se desprenden “los conjuntos de prácticas”.

15 Las abstracciones-reales son conceptos/concepciones producidas y reproducidas colectivamente que, como todo concepto, nunca son unilateralmente “abstractos”. Articulan de antemano la Realidad Social y le otorgan un significado, un sentido y un “marco” a la efectividad donde hacen posible las “prácticas”. Cfr. Sohn-Rethel, Alfred, Trabajo material y trabajo manual. Una revolución en el ámbito de la filosofía marxista. Un primer esbozo para una teoría materialista del conocimiento, Barcelona, El Viejo Topo, 1979, p. 28. También, cfr. Žižek, Slavoj, “¿Cómo inventó Marx el síntoma” en Žižek (comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, México, FCE, 2000; El sublime objeto de la ideología, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003 y The parallax view (shorts circuits), Cambridge, MIT Press, 2006. 16 Desde luego, nuestra noción mantiene como fuente de inspiración las vías-voces de Guattari y también el concepto de repertorios modulares de contestación, en tanto marco definido de acción social que al decir de Tilly son a la vez estratégicos y culturales. Cfr. Tilly, Charles, Roads from past to future (Legacies of Social Thought), Oxford, Rowman y Littlefield, 1997 y, especialmente la excelente reseña teórico-metodológica de: Archila Neira, Mauricio, “Poderes y Contestación”, Revista Controversia (Bogotá, CINEP), No. 173, Diciembre 1.998, pp. 29-56.

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Figura 1. Eslabones, niveles y estratos cognitivos-normativos en contentious politics

Fuente. Con base en Puello-Socarrás (2008b). Bajo esta idea cabe igualmente la posibilidad de poder balancear las variables ideológicas (entendidas como “pautas meta-sistémicas” de la actividad humana) y los sistemas cognitivo-normativos, entendidos como “estructuras simbólicas” que ordenan la realidad y la proveen de un significado específico. En síntesis, los marcos cognitivos (cognitive frames) definirían las visiones del mundo que establecen principios de acción (contestataria) y sus modalidades de praxis. Ambas convergen finalmente en un sistema estructurado de instrumentos considerados legítimos a la hora de justificar/descalificar e interpretar/reinterpretar las relaciones sociales de poder generales y particulares, consistentes - materialmente hablando - con el sistema de acción. Ahora bien, los cuatro estratos “normativos” ó dimensiones cognitivas pueden ser detallados de la siguiente manera17: En el primer eslabón (ó nivel más abstracto de la sociedad) se generan visiones o interpretaciones del mundo, es decir, versiones sobre el orden/desorden de lo social. Aquí, los preceptos abstractos circunscriben normativamente “lo que es posible” en una sociedad

17 En otras oportunidades hemos ensayado un esquema análogo para trabajar la dimensión cognitiva en la producción de políticas públicas pero que resulta ser versátil en su aplicabilidad para el caso que nos ocupa. Cfr. Puello-Socarrás, José Francisco, “La dimensión cognitiva en las políticas públicas. Interpelación politológica” en: Revista de Ciencia Política (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia) No. 3, Enero – Junio de 2.007, pp. 65-102; “Instituciones, análisis social y desempeños teóricos” en: Derecho y Sociedad (Bogotá: Universidad INCCA de Colombia) No. 1, Vol. 1, Mayo de 2.008, pp. 113-130 y “El mito neo-liberal. Enfoques cognitivos y política económica en Colombia (1988-2000)” (Disertación de tesis de maestría), Bogotá, Escuela Superior de Administración Pública, 2008a.

Sociedad Global

Condiciones

Políticas Económicas Culturales

Situaciones

Coyunturales

Meta-sistema

Sistema Social

Subsistemas societales

ESLABÓN I Principios Generales

ESLABÓN III Formas de

Acción

ESLABÓN II Principios

Específicos

ESLABÓN IV Instrumentos

Repertorio s

Narrativa

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dada, identificando y justificando la existencia de diferencias entre individuos y/o grupos y asignando una escala jerárquica a la variedad de los procesos sociales. Este nivel es el ámbito por excelencia de los principios generales (o “meta-físicos”) que influirían sobre los procesos de definición e identidad de los actores en su forma más amplia, estableciendo, de forma paradigmática, la hermenéutica social que define e impone un tipo de representaciones políticas y socio-económicas comunes, las condiciones de su evolución, estabilidad/inestabilidad y permanencia/transformación, así como las formas de regulación sobre las relaciones de fuerza desplegadas alrededor de los procesos de lucha y contestación políticas18. Se trata, por así decirlo, de un “meta-sistema”19. El segundo eslabón normativo lo conforman los principios específicos. Estos proceden y emergen desde las ‘visiones de mundo’ precedentes (los “principios generales”) pero en una escala, digámoslo así, más concreta. Cobran relevancia en razón a que definen las “sentencias deductivas e hipotéticas” (inferencias) que permiten a la postre la operacionalización de los valores (abstractos) bajo una modalidad singular (concreteness) al interior del sistema social. En este estrato se ubican las apelaciones (appeals) derivadas del principio general. El tercer eslabón normativo tiene que ver con las formas de acción. Los principios de los estratos superiores están estrechamente vinculados con “consideraciones prácticas de los métodos y medios más apropiados para alcanzar los valores y objetivos definidos”20. En virtud de ello, los marcos cognitivos y normativos no se limitarían a constituir simples mapas mentales sino que instituirían modos de prácticas y modalidades de comportamientos. Las formas de acción así interpelan directamente los dominios o subsistemas (económico, político, cultural, etc.) específicos en la sociedad. Finalmente, el estrato normativo menos abstracto y, en consecuencia, el más concreto de todos, se relaciona con los instrumentos (cuarto eslabón). Cada nivel cognitivo va acotando inmediatamente los alcances y especificaciones de los instrumentos - necesarios y potenciales - y la importancia relativa de cada uno de ellos en una dimensión propiamente instrumental. Por lo tanto, los instrumentos de contestación (modalidades) resultan siempre estar en correspondencia recíproca con las exigencias cognitivas del sistema “como un todo”, desde arriba (top-down) y hacia arriba (bottom-up), respondiendo a los sentidos otorgados a los problemas, su magnitud y su importancia vis-á-vis su materialización efectiva. 18 Esta idea se aproxima bastante al “moral metafísico” de Charles Taylor para quien la imagen de un orden moral no necesariamente reproduce el statu quo sino que es radicalmente contingente. Así, puede “estar tanto detrás de prácticas revolucionarias, como del respaldo del orden establecido”. Taylor, Charles, Imaginarios Sociales Modernos, Barcelona, Paidós, 2006, p. 43. 19 Etkin, Jorge y Leonardo Schvarstein, Identidad en las organizaciones: Invarianza y cambio, Buenos Aires, Paidós, 1.995, pp. 44-65. 20 Surel, Yves, “L’integration européenne vue par l’approche cognitive et normative des politiques publiques”, Revue Française de Science politique, Vol. 50, No. 2, 2.000, p. 498.

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Así las cosas, las acciones contestatarias y sus modos y modalidades, es decir, las formas de expresión bajo las cuales adquieren “existencia/sentido social” (v.gr. actos de lucha y resistencias) imposibilitan descontar el plano abstracto que les otorga su consistencia (Imaginario ideológico) 21. Si bien este trasfondo cognitivo no las determina de una vez y para siempre, sí las condiciona ó constriñe y, en últimas, les “da forma”, las “con-figura”. Por tal razón, la relación entre lo empírico y lo imaginario aquí es inseparable; pretender su escisión, falaz.

II. INSURGENCIA Y REVOLUCIÓN Desde los ‘viejos’ Discursos hacia las ‘nuevas’ prácticas

1. La Irrupción Insurgente22 Resistencia en ‘Illud Tempus’ El Ejército de Liberación Nacional nace el 4 de julio de 1964. Empero, su primera irrupción en la vida pública se produce el 7 de enero de 1965 a través de la toma armada del municipio de Simacota, población del departamento de Santander en el nororiente colombiano. En el desarrollo de estas acciones dan a conocer el Manifiesto de Simacota, declaración inaugural donde se enuncian los propósitos de esta guerrilla, haciendo suya la consigna: “Ni un paso atrás, ¡Liberación o Muerte!”23.

21 No hay teoría que no se traduzca en una praxis concreta ni práctica que no se remita a una dimensión teórica (en su nivel más abstracto, una “manera de ver” la realidad social y problematizarla). Aquí, desde luego, no se pretende subordinar lo teórico a lo práctico pues mantenemos su carácter de inseparabilidad; tampoco asumimos algún tipo de “unidad” automática o inmediatez. Ni una dimensión teórica impotente ni una dimensión de las praxis que sea arbitraria. Este es un viejo dilema que hoy por hoy inspira total actualidad: la postergación de la práctica frente a la teoría revolucionaria y la superioridad de una sobre la otra o, si se quiere, la disyuntiva dogmatismo versus pragmatismo. Cfr. Bonnet, Alberto, “Teoría y praxis: una perspectiva adorniana”, Herramienta, No. 36 (Buenos Aires), Octubre de 2.007. 22 Con base en: Hernández, Milton (Comandante del ELN), Rojo y Negro. Aproximación a la historia del ELN Ejército de Liberación Nacional, Rosario, Estrategia, 2006. En el prólogo a la “primera edición”, Nicolás Rodríguez Bautista, Comandante del ELN, manifiesta: “En una vida histórica tan corta como la del ELN, no es fácil escribir porque los protagonistas vibramos con los hechos de ella, y pedir que todos interpretemos las vivencias de la misma manera es ir contra la dialéctica (…) Lo que aquí se expresa no pretende ser la última palabra; es simplemente la reflexión y el análisis que reflejan las personalidades de una organización guerrillera que se inspiró en ideólogos como Ernesto Che Guevara, y que tuvo como maestros a grandes hombres como Camilo Torres Restrepo, Luis José Solano Sepúlveda, Manuel Vásquez Castaño, entre otros”. Destacamos, precisamente, la pertinencia de acudir a fuentes como éstas, consecuentes con los fines y el perfil de exploración que aquí se pretende. 23 El Manifiesto denunció “la dominación violenta, la explotación del pueblo y el saqueo de los bienes y recursos nacionales por parte de la oligarquía y los imperialistas de Estados Unidos. Situación que hoy continúa” [subrayo]. ELN, “El Tesoro de Simacota”, Revista Insurrección No. 95, enero de 2008. La

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No obstante y aunque el Manifiesto de Simacota es visto como el momento fundacional dentro de la lucha revolucionaria elenista y, en adelante, infatigablemente invocado como punto de partida de la subversión elena, el significado de la primera toma guerrillera desborda sus detalles meramente circunstanciales y no puede interpretarse ex nihilo. Vista en profundidad, se trata de “una historia devenida en Historia” que intenta hacer transversal y sostener en el Tiempo, fundamentar y constituir, el sentido eminentemente histórico en las luchas. En últimas, el carácter subversivo, políticamente legítimo, que implicaría la “re-actualización” de las resistencias en los términos del ELN 24:

(…) Antes de la Conquista la región estaba habitada por tribus que a la llegada de los españoles opusieron feroz resistencia. Ya en Colombia, en una demostración de deseo libertario y de justicia, surge en Santander la insurrección comunera y se extiende hasta Santa Fe de Bogotá, capital del virreinato, y hasta Venezuela, aunque con una visión diferente de lo que actualmente llamamos internacionalismo, plegándose algunas poblaciones a la lucha para hacer llegar la chispa hasta Mérida… (…) además… en la población de Silos, durante el levantamiento de los incas al mando de Túpac Amaru, se proclama a éste como su autoridad y se reconoce la lucha anticolonial con desconocimiento al Rey de España… (…) Desde la proclamación de la independencia son los habitantes de estas tierras los primeros en ponerse en pie de lucha contra la dominación y participan de manera destacada en las guerras que nos llevaron a lograr la primera independencia… (…) La tradición de lucha continúa y en los dos últimos siglos su presencia en las guerras civiles es una constante; muchas de ellas tuvieron su inicio en la región y algunas, su final. Se cuenta también la participación en la insurrección del 28 de julio de 1929 dirigida por el Partido Socialista Revolucionario, que la aplazó a última hora no pudiendo avisar a todo el país, produciéndose levantamientos en el Líbano, San Vicente de Chucurí, Las Gómez, entre otras poblaciones…25.

Simacota, por lo tanto, no resultaba una elección casual. Tampoco aspira ser una historia sobre la lucha para el ELN sino la continuación de las luchas del ELN en la Historia. Con

consigna, seguramente, una paráfrasis recuperada del líder colombiano de la Revolución Comunera, José Antonio Galán: “!Ni un paso atrás, lo que ha de ser que sea!”. 24 La fundamentación mítico-simbólica por excelencia. En este caso: “(…) La historia en el mito es siempre historia ‘conciente’, ante todo: ‘historia comprendida’, ‘vivida’, en fin, el mito remite, sin duda, a un sentido histórico. Si se quiere, acudiendo a un juego de neologismos anglófonos, podríamos decir que el mito es hi-story, “high story”, History. Una historia venida a Historia. Visto en sus consecuencias vital-existenciales, Historia, sentida y vivida, aunque aisladamente, bajo otra subjetividad, puede reducirse a una simple story”. Puello-Socarrás, Op. Cit. (2006), p 33. 25 Hernández, Milton (Comandante del ELN), “Santander: la insurrección de un pueblo”, Op. Cit.

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ello, habilitaban el Restablecimiento de un proyecto todavía inconcluso y que, a pesar de las interrupciones, resulta ininterrumpido26. Esta breve referencia, si bien discursiva sobre los orígenes de la guerrilla elenista, revela sólo algunos de los muchos elementos presentes en relación con los contenidos y las formas de la politización estratégica y simbólica - al exterior y al interior - del ELN en el panorama de su existencia. Expresa al mismo tiempo las definiciones nacientes y sucedáneas que, en términos organizativos, militares, etc., fueron paulatinamente adoptadas/adaptadas por la guerrilla elenista. En todo caso, vinculando para sí una tradición de rebeldía revolucionaria personificada por héroes y heroínas históricos (y, al mismo tiempo, ¡míticos!) de la “primera independencia” en Colombia, el ELN se proponía promulgar su disposición por mantener vigentes – y “vivas” - sus propias luchas y resistencias27. La emergencia revolucionaria Desde otro punto de vista, esta primera irrupción elena aparece en el marco de un auge en el ciclo de movimientos insurreccionales en Colombia. Como en el caso del ELN, la década del sesenta en el país se caracteriza por la emergencia de guerrillas - autoproclamadas e identificadas como revolucionarias -, en su mayoría fruto de distintos rezagos políticos, sociales, culturales y organizacionales, heredados de las antiguas autodefensas campesinas del período inmediatamente anterior conocido como La Violencia (1948-1953) –. Este pasaje tristemente célebre en la historia colombiana fue testigo de una violencia política y civil generalizada y para muchos sin antecedentes, animada constantemente por los partidos políticos tradicionales (Liberal y Conservador). La solución prevista para terminar con la confrontación interpartidista condujo al Pacto del Frente Nacional, compromiso político establecido entre ambas élites partidarias y en donde se decide renunciar a la competencia electoral en la disputa por el Poder Político y más bien intercalarlo entre ambos partidos durante los siguientes cuatro períodos constitucionales 26 La Revolución ‘del Común’ ó Comunera (1781) fue liderada por José Antonio Galán y Lorenzo Alcantuz, dos campesinos de la región y considerada como el antecedente de la Independencia Nacional de Colombia en 1810. Los motines más violentos se desarrollaron en Simacota, Mogotes, Barichara y Curití, poblaciones del municipio de Santander. En otros casos, ciertamente paradigmáticos, como el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), los mecanismos simbólicos al respecto son idénticos lo que mostraría una tendencia bastante llamativa desde el punto de vista de los movimientos guerrilleros contemporáneos. 27 “(…) Además, Simacota no era cualquier lugar. Esa es zona de mucha historia, tierra de los comuneros que se alzaron contra España. Cercano está El Socorro, el pueblo donde los españoles colgaron a José Antonio Galán, el líder de los comuneros. Le cortaron la cabeza, los brazos, los pies, y pusieron partes de su cuerpo en todos esos pueblos en lo que él luchó. El Socorro es la tierra de Galán, y Simacota es la tierra de Lorenzo Alcantuz, uno de los principales capitanes de la lucha de los comuneros... Fabio nos hablaba de todo eso. Simacota no era una coincidencia, en esto todo tiene su concatenación…”. Hernández, Milton (Comandante del ELN), “Santander: la insurrección de un pueblo”, Op. Cit.

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consecutivos (dos períodos cada uno, para un total de dieciséis años). A la luz de las nacientes guerrillas, entre ellas la elenista por supuesto, el “pacto” (excluyente) fue uno de los principales detonantes que llevaron al alzamiento en armas. A pesar de que existen otros muchos aspectos, particularmente de carácter internacional, que influyeron en delinear un contexto ciertamente favorable a este tipo de incursiones, sin embargo, la Revolución Cubana de 1958 es definitivamente el suceso paradigmático de la época. Constituía la demostración de que la “Revolución es posible”. Y, específicamente para el naciente ELN, una prueba histórica que permanecería como un auténtico Mito Político, guía de su concepción ideológica y de sus prácticas revolucionarias. Desde un primer momento, el ELN no sólo se proclama simplemente como una guerrilla revolucionaria. Además valora y se inspira en los legados de la gesta cubana, centralmente, la figura del Che Guevara, quien figurará no sólo como un ícono ideológico sino también como un verdadero personaje conceptual de La Revolución elena y, más allá, guía de sus prácticas. Cuba de todas maneras no señalaría únicamente las esperanzas y posibilidades reales de la Revolución y el horizonte. También mostraría para el ELN, el camino. La Revolución no podrá desestimar la lucha política armada. Y aunque “lo militar” no parecía sugerir matemáticamente la única vía, la postura armada sí mostraría ser unívoca28. Para el ELN este argumento sería crucial a la hora de propiciar una ruptura necesaria con lo que consideraban la “concepción reformista y conciliadora” en el movimiento de masas asociado a los acalorados debates de la época29. En síntesis - proponían en ese momento -: la vía armada no sólo es la más consecuente sino al mismo tiempo la más revolucionaria. La idea era pues “hacer la revolución social por medio de la lucha armada”. ¿Qué Revolución? Desde el “Programa de Simacota” y hasta entrada la década del setenta el ideal y la necesidad de la Revolución para el ELN resulta ser indiscutible. Un tema de irremediable urgencia y actualidad históricas. Sustenta desde luego las razones para la conquista y toma del poder político con el fin de garantizar las transformaciones en la sociedad colombiana.

28 “(…) sin el desarrollo de lo militar, ligado a un proyecto político con arraigo popular es imposible la conquista de las metas propuestas”. Hernández, Milton (Comandante del ELN), “Cuba: La revolución posible”, Op. Cit. 29 “(…) El fervor revolucionario de la época le imprimió a los procesos latinoamericanos una dinámica en la que un conjunto de principios éticos y morales comenzaron a orientar la formación de los revolucionarios, dotándolos de unas características de cultura política, convicciones solidarias, humanismo profundo, entrega absoluta, valor, heroísmo y certeza en el triunfo de la revolución y en la justeza de la lucha armada como única vía posible para la conquista de la felicidad de los oprimidos. Páginas gloriosas de abnegación y sacrificio sin límites están escritas con la sangre generosa de esta generación rebelde…” [Subrayo]. Hernández, Ibídem.

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Aunque todavía tenuemente establecidas, las ideas-guía que habían inducido el qué de la Revolución en abstracto, necesariamente debían generar los cómos que fijarían la existencia del imaginario eleno, es decir, lo revolucionario en ‘concreto’. Como en cualquier emergencia de un proyecto político se precisaría el desarrollo y la realización de un trayecto histórico. Y éste sólo podía ser precipitado a través de la definición y puesta en marcha de sus acciones-vía para reclamar “para sí” la validez de su propia apuesta. Durante este lapso, la acción-vía privilegiada fue la armada. Precisamente ésta, más allá de aparecer como una cándida consigna pragmática o simplemente un método más en las luchas de resistencia insurgente, se convierte en una firme credencial subversiva, al mismo tiempo, filosófico-política y programática. A su alrededor se intenta pues hacer converger una identidad de grupo y, especialmente, la unidad en los “ideales revolucionarios” elenos30. En este complejo proceso de definiciones la institucionalización bifronte en el ELN - discursiva y de sus primeras prácticas - tendría en sus líderes fundadores (como Fabio Vásquez Castaño y Víctor Medina Morón) y a través de relaciones privilegiadas con sectores intelectuales y universitarios (como lo mostró la militancia del sacerdote Camilo Torres) decisivas referencias que presionarían hacia una improvisación – en el buen sentido de la palabra –paradigmática en la evolución histórica de la concepción revolucionaria elena. La anatomía de la Revolución, si bien todavía imprecisa para ese momento, mostraba ser - en todo caso y de la mano de estos eventos - cada vez más dinámica, animada por la inmediatez de las coyunturas y la premura que significaba la urgencia de consolidarla. De hecho, el perfil subversivo eleno que se perfila, empieza a mostrar la apropiación de algunos signos privativos. Entre otros, el rechazo a la vía electoral como una alternativa para la consecución de los objetivos revolucionarios – posición que termina consagrando cierta actitud antielectoral – revela en qué medida se irán cristalizando formas particulares de pensamiento que suscitan, a su vez, acciones revolucionarias propias (por supuesto, también mecanismos específicos) e igualmente fronteras definidas de un marco general sobre el cual se fijaría el sentido de La Revolución31. La lucha armada, insistimos, el camino auténtico y sintéticamente revolucionario, posaría entonces apelar a cierta potestad superior, situación que se ratifica constantemente en medio de las praxis beligerantes. Con ello, no sólo se allanaría un horizonte construido desde lo intelectual-abstracto y “desde arriba”. Esto sería imposible de sostener sino se tiene en cuenta que “desde abajo” y a través de las prácticas reales, la perspectiva de alcanzar una 30 “La palabra revolución ha sido desgraciadamente prostituida por nosotros, los que pretendemos ser revolucionarios. Se ha utilizado con ligereza, como una afición, sin un verdadero respeto y sin una verdadera profundidad…”, Palabras de Camilo Torres, discurso de mayo de 1965 en la Universidad Nacional de Colombia. 31 “(…) el pueblo no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda más que la vía armada…. Todo revolucionario sincero tiene que reconocer la vía armada como la única vía que queda....”. Palabras de Camilo Torres, discurso de enero de 1966 titulada: “Proclama al Pueblo Colombiano”.

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unificación en torno a una concepción revolucionaria naciente se desarrolla, sin lugar a ningún tipo de escisiones, in vitro y in vivo. Las dinámicas discursivas y la “teorización” aplicada (y a la inversa, la aplicación teorizada) de lo revolucionario “en y desde” el ELN se construyen subordinadas a las necesidades que plantea su fortalecimiento militar en tanto organización guerrillera, especialmente, si se toma en cuenta que es una época donde – proponían ellos mismos – “era difícil ubicar todos los elementos concretos por desarrollar” de cara a la Revolución. En adelante, la ida y vuelta de la realidad revolucionaria, la utopía y la cotidianeidad, parecen corresponderse y mal que bien preservarse mutuamente. En este marco, el contentious - contentivo y contenido - de La Revolución, emanado de su narrativa básica de transformación radical y compuesta, por supuesto, por sus ideas-guía, va modelándose alrededor de tres cuestiones básicas: la restauración de la Soberanía Nacional, la instalación de un Gobierno Popular y las exigencias sobre el establecimiento de un Orden Político y Social con “Justicia para Todos”. Todos ellos para este período conforman los principios específicos de la Revolución y poco a poco van traduciéndose en un conjunto de praxis, ya en propiedad acciones-vía elenas, que son organizadas alrededor de un referencial explícito alrededor de la contestación violenta. El carácter militar, no obstante, planea obtener - casi por inercia - repercusiones y productividad políticas acumulativas. Si bien es cierto que al mismo tiempo sería imposible no registrar la presencia de otro tipo de manifestaciones (como la agitación política y social a través de protestas, participación en huelgas y también de acción ideológica desde medios escritos con diferentes tentativas de periódicos y revistas), la preeminencia de lo militar sin duda eclipsa la faceta política general. La subestimación de la dimensión eminentemente política, considerada en todo caso sustantiva en las luchas de resistencia, no irrumpe tanto a causa de un voluntarismo pragmático sino justamente a pesar de él32. En esta causación, la forma de actuación que se configura en tanto lucha armada previene la instalación y extensión de mecanismos considerados para el ELN pertinentes: la Guerra de Guerrillas y el denominado Foco Militar (foquismo), instrumentos ambos que sugieren ser acogidos como responsables de la afirmación de esta guerrilla. Así, la insistencia en que la lucha debe ser político-militar pero enfáticamente armada como la “forma principal de lucha del pueblo colombiano y el campo o las zonas rurales, como escenario básico para la construcción del Ejército de Liberación Nacional”, evidencia y, en

32 “(…) Comienza a producirse una marcada separación entre la lucha de los sectores sociales y la lucha armada, que condujo a la reafirmación desde el Estado Mayor… al auge de lo militar en detrimento de las luchas sociales y las formas organizativas naturales de la población”. Hernández, Milton (Comandante del ELN), “Cuba: La revolución posible”, Op. Cit. Otros elementos como el ejercicio político a través del Frente Unido [de Camilo Torres], la agitación social, el trabajo clandestino urbano y la coordinación con las bases sociales fueron progresivamente “abandonados” en esta etapa de preeminencia militar.

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buena parte, termina corroborando desde lo discursivo, la constitución de las bases sociales fundacionales del nacimiento eleno como también sus posteriores evoluciones. Ahora bien, estas definiciones que para ese momento podrían incluso calificarse de rudimentarias pero que en su mayoría se forjan como resultado de las coyunturas específicas que tiene que enfrentar el ELN en su corta duración, provocan rápidamente nuevas disyuntivas. Esta vez, sujetas a un clima que favorecería un mayor énfasis en cuestiones más amplias y estratégicas pero que, de igual manera, continuarían incidiendo en la dialéctica que describe la trayectoria conceptual revolucionaria ahora en un largo plazo y frente a la creciente complejidad que debía ser asumida ante un nuevo panorama, en particular, del escenario político. La muerte de Camilo Torres en 1966 definitivamente es un acontecimiento que marca inflexión en la formación aún precaria del ELN. No sólo por el impulso mediático que representó la inserción del “cura” Torres – personaje de conocido renombre en los círculos académicos e intelectuales y en la actividad política de la época - para la organización y el impacto que naturalmente causó su muerte entre las filas elenas en términos morales y éticos, políticamente hablando. Particularmente debido a que los grandes debates en torno a la consecución de los “objetivos estratégicos” del ELN entran en una etapa de redefinición que cuestiona críticamente las certidumbres sobre el éxito revolucionario y, por lo mismo, al mismo concepto de la Revolución que hasta entonces se habían estimado.

Tabla 1. Esquemática cognitiva del concepto Revolución en el ELN. (Irrupción y hasta mediados década 70s)

Niveles Cognitivos (eslabones)

Fórmulas y Mecanismos Políticos

Objetivo / Contenidos (targets)

Idea

s-G

uía Principio general Revolución Conquista y Toma del Poder

Político

Principios Específicos

Soberanía Nacional Orden Social y Político con

“Justicia para todos” Gobierno Popular “Amor para todos”

Reforma Agraria

Desarrollo Nacional Estado Laico

Acc

ione

s-ví

a

Formas de Acción

Militar Lucha Armada

Violencia con características políticas

Vs Oligarquías Criollas e Imperialismo Usamericano

Instrumentos

Guerra de Guerrillas

Concepción “foquista”

Fuente: Autor. Desde este momento cobran relevancia interna los debates frente a las relaciones históricamente problemáticas, retrospectivamente hablando, entre “lo político” y “lo militar” hasta el punto de ser condensadas en dicotomías del tipo: lucha armada vs lucha política, e inclusive, amenazando, en poco tiempo la existencia del ELN como organización. No obstante el hecho sugiere, en adelante, una reformulación en los esquemas cognitivos relacionados con la concepción de La Revolución en el ELN.

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2. Una ‘Nueva Subversión’: ¿giros ó herejías? Apuntes en torno a una ‘nueva historicidad’ El derrumbe del denominado ‘bloque socialista’ mundial sería una de las principales inflexiones que persuadirían en el cambio de siglo sobre el supuesto y definitivo triunfo del sistema capitalista. Igualmente, dejarían la impresión que la apuesta revolucionaria estaría simplemente destinada a la extinción histórica y su sujeto, condenado al fracaso. El convocado “fin de la Historia” es una época que se propone certificar entonces bajo el proto-argumento de una nueva historicidad (en realidad para sus defensores, la consumación, en muchas ocasiones vacilante, de un largo proceso histórico) que La Revolución resultaría clausurada o, por lo menos, suspendida en su carácter post-capitalista. Para los más optimistas, estaría más comprometida que nunca. Bajo la tópica ideológica de los nuevos tiempos, la Cuba de Fidel por ejemplo, modelo inspirador tanto para La Revolución en general como para los anhelos de las Liberaciones Nacionales latinoamericanas en particular - y que había podido mantener una relativa vigencia incluso entre sus detractores (más allá de los resabios ideológicos) -, es normalizada como un vestigio de “esperanzas obsoletas” y, en definitiva para estas posturas, habría perdido irreversiblemente toda validez y significado. Desde entonces, consecuencias de todo tipo - especialmente en términos políticos - originarían múltiples rupturas que estremecen el ciclo revolucionario. Primero, apartándolo aparentemente del impulso original que mal que bien venía acumulando un par de décadas atrás de la mano de las irrupciones insurgentes inaugurales a partir de mediados del siglo XX y, en un segundo momento, imprimiéndole un nuevo aire. El panorama de la etapa finisecular y el inicio del nuevo milenio plantean, de todos modos, un par de situaciones de irrevocable magnitud que para nuestro caso son imposibles de obviar. En conjunto, resultan ser hitos que delinearán, en adelante y en específico, la dialéctica pendular y también las disyuntivas revolucionarias en la región. Por un lado y en medio de un espacio mundial profundamente globalizado bajo la impronta de la hegemonía neoliberal – es decir, en medio del proyecto contrarrevolucionario, tal y como lo enunciaran, entre otros, Milton Friedman -, el espanto que recorrerá el mundo tendrá en el Terrorismo su referencia más espontánea. Lo anterior, no sólo como fruto de las reacciones mundiales que tuvieron como excusa los desafortunados hechos del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York. En su mayor parte como un proceso de reactualización en las políticas contrainsurgentes y de la antigua (y ahora “novedosa”) Doctrina de Seguridad Nacional, iniciado un par de años atrás, auspiciado desde luego casi exclusivamente por los sucesivos gobiernos usamericanos.

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Así, una vez diluida la “amenaza comunista”, se dispone de una nueva punta de lanza internacional y global, perfeccionada por la indiscutible necesidad política que le atribuyen a la lucha antiterrorista los intereses dominantes del establishment a nivel planetario33. En este marco, lo contestatario reaparece incómodo aunque irresistiblemente más sospechoso que en el pasado. Más allá de sus alcances y presunciones, justificada o injustificadamente, revolucionario o no, se equipara a “terrorismo”. El doble efecto de equivalencia y homogeneización, singularización y rarefacción que de allí se desprenden significarán desafíos insondables para el ideal revolucionario. Pues si, por un lado, las dinámicas globalizantes podrían ampliar y eventualmente unificarían las luchas más allá de los espacios tradicionales también enrarecerán las resistencias puntuales; esto incluye, por supuesto, a las propiamente revolucionarias, restándoles así capacidad, sentido, poder y, en últimas, su razón de ser. Por otro lado, el acertijo del terrorismo profundizará el dilema sobre el carácter legítimo de la violencia rebelde. La iconoclastia que logra posicionar la hegemonía reinante frente a los repertorios de lucha, los escenarios tradicionales de resistencia y sus actores, a nivel político y social a través de la discursiva sobre el terrorismo, impone la imposibilidad práctica de encontrar rebeldes políticamente legítimos y, al mismo tiempo, la facilidad de vindicar cualquier expresión subversiva – así sea mínimamente contestataria - como “terrorista”. Ello sin descontar que a las condiciones eminentemente políticas se les tendría que sumar el cálculo de las oportunidades de éxito de los movimientos alzados en armas y la viabilidad real del contenido militar constitutivo de sus fuerzas que en este momento son puestos en duda, por el carácter internacionalizado de las reacciones y sus inmensos apoyos políticos, financieros y, en la mayor parte de los casos, directamente militares. En este aspecto las contingencias son diversas. Sin embargo, la más llamativa tiene que ver con la consolidación de una novedosa modalidad de guerra civil. La lucha contra el terrorismo y por implicación lógica la que se libra versus los movimientos insurgentes y la violencia rebelde que aún “sobreviven” – escenario en el cual, vale decir, las guerrillas colombianas suponen ser un caso ejemplar -, será implementada en medio de guerras civiles irregulares, lo cual contempla dinámicas diferentes y más complejas desde diversos aspectos, escenarios, actores, subjetividades y territorialidades. Si se las compara con sus antecesoras, entre otras cuestiones, el apoyo social (exclusivo), aunque ya presente en el pasado, ha entrado a ser parte sustantiva de las nuevas dinámicas34. 33 Baste referirse a los documentos oficiales de la CIA, primero: Mapping the global future 2020 (“Cartografía del futuro global”) y, especialmente, el segundo: “Latinoamérica 2020: pensando los escenarios de largo plazo”, conclusiones de un seminario realizado en Santiago de Chile (7 y 8 de junio de 2004), en el marco del Proyecto Global Trends 2020 del National Intelligence Council de los Estados Unidos, en donde explícitamente se mencionan los movimientos indígenas y étnicos como un elemento desestabilizador de la región, insinuados como amenaza terrorista. Cfr. CIA, “Mapping the global future 2020: Report of the National Intelligence Council's 2020 Project”, Foreign Affairs, Vol. 84, No. 3, 2005.

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Las estructuras formales de los ejércitos son ahora relativamente “débiles” frente a la “robustez” que implican, por ejemplo, las redes de cooperación desde la población civil o sus bases sociales así como el despliegue de estrategias derivadas del control social (mediante dispositivos como el terror, la intimidación, la amenaza, el desplazamiento forzado y la muerte). La generación de “apoyos” se tornará en consecuencia un factor sustancial35. Conjugando ambas observaciones es evidente que la preeminencia estricta de “lo militar” está reevaluada - por lo menos, parcialmente -, tanto desde el punto de vista abstracto como de las praxis en concreto, desde lo estratégico y lo táctico. De otro lado y hablando propiamente desde América Latina y el Caribe, la eclosión de un contexto heterogéneo pero ciertamente unificado en torno al descontento que ha generado el desgaste del modelo neoliberal en la región ha venido proponiendo en el imaginario político colectivo una apertura. En cierto sentido, la construcción progresiva de promesas alternativas de nuevo cuño calificadas en adelante y con igual vacilación de parte de todos los espectros ideológicos de “izquierda”. Muchas de ellas han adquirido (o se han autodenominado) inclusive el rótulo de revolucionarias. Este proceso, sin querer desconocer las complejidades a las que se ha visto sometido, se iniciaría el 1° de enero de 1994, día en que el mundo amaneció en la Selva Lacandona con la incursión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas (México) y, hoy por hoy, registra entre sus más recientes presencias, la conquista electoral del gobierno (aunque no aún del poder político) por parte del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí (FLNM) en El Salvador. Estas manifestaciones de todas maneras han sido variopintas. Pero, a pesar de ello, señalan la presencia de un calidoscopio convergente y, sobre todo, si se examinan sus principales pretensiones – por lo menos, en lo discursivo –, un tono ciertamente elástico pero al fin y al cabo con tintes contrahegemónicos. En medio de las simpatías ó distanciamientos que cada uno de estos procesos o el giro en su conjunto puedan provocar, la cuestión democrática realmente existente se ha logrado no sólo relativizar (en un más allá de la formalidad electoral a la que apunta, ampliando su semántica) sino también, con igual ímpetu, institucionalizar (como la forma de gobierno más legítima y que más seduce, manteniéndose como una condición sine qua non de las apuestas). Así, parecería imposible descartarla de cualquier agenda transformadora. Este elemento por supuesto ha sido absorbido por la paradigmática revolucionaria que hoy creemos parece estar en plena reactualización.

34 Al respecto, cfr. Medina, Carlos, Op. Cit. (2009). 35 Como sucede en las guerras civiles “(…) La base social y política… es mucho más extensa que la plataforma militar, el escenario de la guerra va más allá del simple teatro militar de operaciones”. Medina, Carlos, Ibidem. (2009), p. 49.

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Adelante de las numerosas consideraciones que pueden existir al respecto y que, por supuesto, desbordan las pretensiones de este análisis, resulta un hecho que las nuevas tendencias históricas - evidentemente de signos contrapuestos - introducen condicionamientos colosales a los imaginarios y prácticas revolucionarias tanto como a la misma concepción de La Revolución hoy. Quizás solamente el desenlace en el largo plazo de la actual crisis capitalista – en el sentido más amplio de la expresión – ofrecerá respuestas en verdad firmes para esta encrucijada y, posiblemente, nos permitirá acceder a pruebas más positivas en torno a la normalización de la apuesta revolucionaria para el siglo XXI. De todas maneras, estas situaciones vistas retrospectivamente proporcionan elementos para interpretar buena parte de los giros y de las rupturas (también sus continuidades) detectadas en los ‘viejos y nuevos’ movimientos insurgentes actualmente existentes y, en particular, permiten valorar contrastes de todo tipo frente a sus trayectorias preliminares. Especialmente para el caso del ELN, las condiciones de su permanencia en un ciclo subversivo que está cerca de cumplir medio siglo de existencia casi ininterrumpida. ¿Guerrilla sin Revolución? A casi tres décadas desde su primera aparición, la década de los noventa marca para el Ejército de Liberación Nacional una época que marca un punto de inflexión histórico en su existencia insurgente. Comporta la gestación de grandes desafíos como movimiento rebelde y la proyección de diferentes definiciones como organización subversiva que, analizadas en pretérito, revelan las principales configuraciones en su concepción revolucionaria actual y, especialmente, la vigencia que este grupo proclama para su apuesta revolucionaria. Los rasgos que constituirán esta vez la matriz cognitiva básica de la Revolución se podrían disimular en principio como simples cambios. Sin embargo, stricto sensu significarán profundos giros. En este momento, la coyuntura política en la que se inserta la guerrilla elenista resulta tan novedosa como paradójica. Primero, planteábamos antes, desde un punto de vista global y local y, luego, a nivel regional, el cambio de siglo mostrará un panorama muy diferente. Con escenarios volátiles y de mayor complejidad que, en resumen, establecen una distancia verdaderamente dramática si se lo compara con los que experimentó en su origen durante la década de los sesentas36. Sobre todo, la legitimidad de los grupos guerrilleros y de la violencia rebelde, entre otras cuestiones, está puesta en duda.

36 Desde la década de los 70s y hasta mediados de los 80s, el ELN se ve involucrado en una etapa de crisis y recomposición que tiene en la década de los noventa el resultado de un largo proceso histórico que aquí obviamos con el fin de enfatizar los dos momentos comparativos.

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Más allá de un conjunto innumerables de situaciones puntuales que enmarcan la evolución cognitiva del imaginario revolucionario, llama la atención la ampliación de las acciones-vía, las formas de acción y sus instrumentos correspondientes frente a una relativa cristalización los principios revolucionarios (tanto los generales como los específicos) y las ideas-guía. En primer lugar, el concepto de La Revolución desde las ideas-guía del ELN parece mantenerse irrevocable. No sólo al continuar convocando sus primeras referencias esenciales sino que, además, por lo visto, se actualiza sin llegar a desvirtuar estos contenidos. Respondiendo a la tesis original elena que postulaba en principio el objetivo de la toma del poder político se insiste complementariamente en la convicción de construir poder social (como forma de “contra-poder” estatal). La provocación de cierto estilo de “poder dual” en el marco del proceso revolucionario garantizaría para el ELN una formulación más compleja en la relación históricamente conflictiva entre ‘lo político’ y ‘lo militar’. La novedad sería reeditar “lo político-militar” en su auténtica dimensión (de hecho, fundamento elenista originalmente previsto) escapando de escindir o sobreponer un elemento sobre el otro y apostar así por una construcción social y una co-institución política del poder con un carácter unitario. Se trataría de una dialéctica que buscaría evitar posiciones vanguardistas típicas en el funcionamiento de los tradicionales grupos revolucionarios y que la misma guerrilla elenista había instalado en el pasado. Los nuevos referentes que componen la discursiva elena parecen querer certificar algún tipo de autonomía social y política a la lucha revolucionaria, en adelante autodenominada “popular” y ganar más legitimidades y apoyos. La incursión de un nuevo principio revolucionario (específico, en este caso), el Poder Popular, en la matriz cognitiva plantea un espacio que modifica el sentido de varias de sus prácticas37. El “Poder Popular” permite la revitalización de las formas de acción político-militares de la confrontación armada. Se traduce prioritariamente en el mecanismo de la Guerra Popular Prolongada (GPP) y la idea de articular la lucha armada con la movilización social y

37 “La idea del poder popular, antes de ser un aporte eleno, es un aporte del MIR-Patria Libre notable en la supervivencia de la guerrilla Patria Libre que actuaba en las sabanas de la Costa Atlántica [Colombiana], donde las condiciones tradicionales de una guerrilla no estaban presentes y en las que su mejor aliado fue el alto grado de colaboración de la población civil… [pero] Si bien la concepción del poder popular no había sido esbozada por el ELN, el MIR-PL consideraba que la praxis de esta guerrilla era la más consecuente con este principio”. Copete, José, “El ELN y el concepto de revolución”, Working Paper presentado en el marco del seminario de Mitos Políticos e Imaginarios Sociales, Universidad Nacional de Colombia (I-2008), mimeo.

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política encuentra en este modelo (GPP) su definición inmediata; más allá, un instrumento específico, en los Frentes de Guerra creados por el ELN para tal fin38. Aquí, se introduce una dimensión política y societal que se desprende del principio de “Poder Popular” bajo dos giros de importancia39. Primero, desde el punto de vista político, al propiciar una ruptura con la antigua concepción “antielectoral” y abstencionista que se había abrogado allende el ELN. Esta retractación fue tal, hasta el punto de reconocer en la vía electoral una oportunidad adicional para construcción de poderes locales y que la participación electoral podría ser productivamente revolucionaria. Inclusive, el grupo insurgente terminará apoyando varias propuestas electorales desde que en Colombia se instituye la elección popular de autoridades locales. En segundo lugar, y desde la dimensión societal, lograr movilizar y consolidar organizaciones autogestionarias y mantener así incidencia y “control popular”40. Desde luego, se trata de responsabilizarse de la Organización Popular, la cual promueve proyectos productivos y las condiciones para la creación e implementación de espacios de justicia paralela guerrillera. En este marco, se ha producido una suerte de tránsito en el ELN desde una guerrilla menos militar, en concepción y estructura, hacia una organización más de tipo sociopolítica. Sin abandonar la faceta de la confrontación, invoca un nuevo matiz del cual parecen devenir las praxis incorporadas y sus procesos de consolidación a lo largo del tiempo41. Vinculado a las nuevas disposiciones, la problemática de la nación y de la soberanía, retoman ambas centralidad aunque bajo un nuevo espectro si se las compara con los primeros reclamos. Los avatares de la globalización han reproducido una consolidación característica frente a las exigencias de Soberanía Nacional e imponen una dependencia directa con los principios específicos de Democracia Social y la Paz con Justicia Social. Aquí vale llamar la atención que, desde los noventa, el escenario de la guerrilla en el ELN ha entrado en negociaciones de paz con sucesivos gobiernos colombianos.

38 Los Frentes de Guerra serían aparatos político-militares de presencia militar y de actividad política. Aguilera, Mario, “Las guerrillas y las construcciones de poder popular” en Estrada Álvarez, Jairo (comp.), Izquierda y Socialismo en América Latina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2008, pp. 339-351. 39 En el I Congreso del ELN de 1986 se adopta formalmente la tesis de la GPP. El de Construcción del Poder Popular, en su III Congreso en 1989. Según datos no confirmados pero que pueden ser ilustrativos de la composición actual en el ELN, por cada 1 hombre en armas, existen alrededor de 8-10 hombres vinculados a organizaciones sociales y movimientos. Este cálculo se aproxima al de Carlos Medina Gallego quien habla de “la proporción del ELN es de dos (2) hombres-arma por 14 hombres vinculados a movimientos sociales”. Intervención del profesor Medina Gallego en la convocatoria de la Fundación Arco Iris, en relación con el proceso Gobierno-ELN realizado en Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana (Viernes 12 de octubre de 2007). 40 Aguilera, Mario, Op. Cit., p. 344. 41 De hecho, plantean que la Detención de la Guerra y la finalización del Conflicto se debe Priorizar la Acción Política, los Preceptos Humanitarios y Deslinde con el Narcotráfico. Sin embargo, algunos análisis plantean que “(…) el ELN a través de 25 años de acción puramente militar, no ha podido pasar del simple estadio de la supervivencia”. Neira, Enrique, “Un caso intrincado de violencia: Colombia” en Nueva Sociedad, No. 105 (Bogotá), enero-febrero 1990, p. 141-152.

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Ante esta nueva estructura de oportunidades, el tema de la Democracia y de la Paz figura como un punto necesario de la proyección guerrillera. Desde luego, estratégicamente articulado a un ambiente hostil desde el punto de vista de las consecuencias militares que han afectado a la insurgencia elena producto de la estrategia militarista del Estado Colombiano en esta época y el apoyo internacional del tipo Plan Colombia a lo que se suma el escalamiento del conflicto con grupos paramilitares auspiciados informalmente por sectores estatales Pero, mucho más allá, las trayectorias del “foro de negociaciones” permiten vislumbrar con mayor claridad que en el pasado, las particularidades actuales en el ELN. En este punto, el frente político de las negociaciones de Paz ha llevado no sólo a tener un espacio social más visible y abierto para sus propuestas sino también la ocasión para instalar en su formas de acción un instrumento como la Convención Nacional (un ‘nuevo pacto’ constitucional con fuerte presencia de la sociedad civil), mecanismo que hace parte de la lucha política que actualmente incorpora. En todo caso, las conversaciones de paz, en la generalidad de sus demandas mantienen una fuerte consistencia con la nueva matriz cognitiva de La Revolución. Sin duda hoy, los objetivos del ELN estarían más lejos de la “conquista (absoluta) del Poder Político” (en el corto y mediano plazo y, mucho menos, por la vía militar) que en lograr la progresiva “legitimidad” en el ejercicio (parcial) de su propio poder en las zonas donde tiene vigencia e influencia, cuestión que sin abandonar sus originales ideas-guía han podido adoptar/adaptar acciones que ciertamente amplían sus repertorios y complejizan su existencia insurgente, desde su discursiva, proclamada eminentemente revolucionaria.

Tabla 2. Esquemática cognitiva del concepto Revolución en el ELN (década 90s en adelante)

Niveles Cognitivos (eslabones)

Fórmulas y Mecanismos Políticos

Objetivo / Contenidos (targets)

Idea

s-G

uía Principio general Revolución Toma del Poder Político

Construcción del Poder Social

Principios Específicos Soberanía Nacional Democracia Social

Paz con Justicia Social “Nuevo Gobierno”

“Poder Popular”

Acc

ione

s-ví

a

Formas de Acción

Político-Militar Confrontación Armada

(Irregular) Política

Negociación Política Societal

Redes / Movimientos Sociales

Vs. Monopolio estatal fuerza

legítima Vs. Poder Político Establecido

Vs. Hegemonía

Instrumentos

Guerra Popular Prolongada Frentes de Guerra

Convención Nacional Organización Popular

Fuente: Autor.

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III. ¿LA REVOLUCIÓN ERRABUNDA? Algunas (In)conclusiones

Hemos intentado proponer un horizonte teórico y conceptual que, de la mano de un caso de estudio, posibilite entender el fenómeno imaginario y positivo de La Revolución hoy en las guerrillas contemporáneas. En este momento en particular, los impactos de una nueva y supuesta historicidad donde la Revolución estaría a priori abandonada y destinada al fracaso, no permiten explicar la(s) razón(es) por las cuales, diferentes subjetividades hoy por hoy existentes mantienen la violencia rebelde como una opción liberadora. En estos casos, o se niega olímpicamente la realidad y a este tipo de subjetividades se las señala de irracionales – rechazando, de paso, la posibilidad de analizarlas pues su estudio resultaría nada menos que una necedad - o, en el mejor de los casos, cuando - casi a regañadientes - se acepta su existencia, se las tilda de anacrónicas, premodernas ó subdesarrolladas; en últimas – volvemos con aquí con Lévi-Strauss – “salvajes”. El caso del Ejército de Liberación Nacional en Colombia permite subrayar algunas nuevas cuestiones. El ELN ha mantenido y mantiene hoy una idea de Revolución. Tanto en abstracto como en lo concreto de sus prácticas, en una continuidad histórica que cumple casi medio siglo. Desconocerlo, es simplemente cerrar los ojos, la boca y los oídos a las voces que provienen desde los actores y sujetos que construyen su identidad sobre ideas y acciones que viabilizan su existencia. La guerrilla elenista se constituye por sus prácticas discursivas y aún todavía mantiene sus convicciones inaugurales vigentes42. Empezando porque el ideal revolucionario de transformación radical de las estructuras materiales y simbólicas en determinada sociedad, su concepción de Revolución, permanece intacta. No existen cambios sustantivos en sus principios originales43. Aunque sí en la complejidad con la que ha sido absorbidas diferentes situaciones a lo largo y ancho de su trayectoria como grupo insurgente lo cual confirma los giros desde el punto de vista de la inclusión de nuevos principios específicos y de las acciones-vía más concretas que los realizan. De hecho, el nuevo escenario en el que está inscrito la violencia rebelde permite interpretar de qué manera se ha reconfigurado la concepción revolucionaria en el ELN, en lo que Demetriou denomina los procesos de certificación y legitimación de la violencia

42 “Convocó a la unidad popular y a la lucha revolucionaria, para lograr una patria digna. Llamamiento que hoy sigue vigente”. Los motivos de lucha y los medios asumidos hace 43 años siguen siendo actuales”. 43 A esta interpretación sobre la mantención de “objetivos revolucinarios” también llega: Larose, Peter, “Coercion, compromiso, and co-optation under the new security dilemma: adressing Colombia’s armed groups”, Centre of International Relations, CIR Working Paper (Vancouver) No. 42, March 2005, p. 11, acudiendo a otro tipo de análisis y fuentes documentales.

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insurgente44. Esto se verifica a partir sobre todo de cómo el ELN reactualiza ‘lo revolucionario’ desde las acciones específicas y las nuevas prácticas que adopta la guerrilla elenista posicionándose como actor político de su sujeto revolucionario, buscando legitimar sus propias apelaciones. No obstante, vale la pena llamar la atención sobre otra cuestión vinculada. Aquí, el futuro (revolucionario) causa al pasado (insurgente). De ninguna manera, la renovación de las praxis revitaliza “lo revolucionario”. No se reedita el concepto Revolución discursivamente sino que se transforman las prácticas, aquellas que precisamente lo traducen, reactualizan y ajustan su(s) horizonte(s) de sentido(s). Lo revolucionario es pues, entonces, “la causa” de nuevas prácticas; su permanencia explica su innovación. Precisamente, las acciones-vía en la comparación de los dos períodos objeto de estudio se amplían en el tiempo para dar cabida a estos giros. En esta forma, La Resistencia Insurgente adquiere visos de proyección no sólo política sino también ontológica, desde el punto de vista revolucionario, seguramente, por condiciones específicas. Pues, la misma dinámica del conflicto actual y, especialmente, aquellos de larga duración como el que se desarrolla en Colombia, han llevado a que la guerra más que un enfrentamiento político, militar o estratégico meramente instrumental se haya convertido en un complejo estilo de vida para los actores en conflicto en las nuevas coordenadas. Así las cosas, la concepción revolucionaria y el concepto mismo de Revolución son hechos paradigmáticos – en el sentido de Kuhn – que dependen de situaciones políticas e histórico-sociales específicas. Tal vez estemos presenciando una ruptura, cierta revolución de La Revolución bajo un nuevo paradigma. En este marco, posiblemente, la acción rebelde e insurgente en la manera como diferentes movimientos y, particularmente, los fenómenos de las guerrillas contemporáneas - menos militares y más societales - se han manifestado recientemente, adviertan sobre nuevas transformaciones en este escenario. Por tal razón, hablábamos de concebir lo simbólico y cognitivo desde en su dimensión de habitus. Agradecimientos.- A los miembros del Grupo de Trabajo CLACSO: “El Bicentenario: dos siglos de Revoluciones a la luz del presente”, dirigido por la doctora Beatriz Rajland; a los estudiantes participantes del Seminario Mitos Políticos e Imaginarios Sociales en la Universidad Nacional de Colombia, especialmente, José David Copete, Diana Chavarro, David Esteban Córdoba, Sandra Montealegre, Alejandro Castillo y Orlando Schneider. Al doctor Carlos Medina Gallego por sus amables contribuciones respecto al tema de las revoluciones y las guerrillas contemporáneas. José Francisco Puello-Socarrás (Bogotá, 1977). Politólogo, miembro del Grupo de Trabajo CLACSO: “El Bicentenario: dos siglos de Revoluciones a la luz del presente”. 44 Demetriou, Chares, “Political violence and legitimation: the episode of colonial Cyprus”, Qualitative Sociology, Vol. 30, No. 2, Junio de 1997, pp. 171-193.

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