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  • Gonzalo Bravo Ral Gonzlez Salinero

    (editores)

    Formas de morir y formas de matar en la Antigedad romana

    MADRID SALAMANCA 2013

    SIGNIFER LIBROS

  • SIGNIFER Monografas de Antigedad Griega y Romana

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    SIGNIFER Libros

    EN PORTADA: Tesoro de Boscoreale procedente de una villa romana situada en las laderas del Vesubio. Copa de plata dorada (10,4 cm).

    Principios del siglo I d. C. Muse du Louvre (Paris). Bj 1923 (Fotografa de Ral Gonzlez Salinero).

    EN CONTRAPORTADA:

    Mosaico con esqueleto e inscripcin griega (185 x 180 cm). Roma, Via Appia (siglo I d. C.). Museo Nazionale Romano.

    ACTAS DEL X COLOQUIO DE LA ASOCIACIN INTERDISCIPLINAR DE ESTUDIOS ROMANOS, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

    DE MADRID LOS DAS 28-30 DE NOVIEMBRE DE 2012

    El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte, conforme a lo

    dispuesto en el art. 534-bis del Cdigo Penal vigente, ni ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningn medio.

    De la presente edicin: Signifer Libros 2013 Gran Va, 2, 2A. SALAMANCA 37001 Apto. 52005 MADRID 28080 ISBN: 978-84-938991-9-6 D.L.: S.195-2013 Diseo de pginas interiores: Luis Palop Imprime: Eucarprint S.L. Pearanda de Bracamonte, SALAMANCA.

  • ndice

    Gonzalo Bravo y Ral Gonzlez SalineroIntroduccin 13

    La manipulacin de la muerte como argumentoJavier Arce

    Ceremonial y teatralidad en las celebraciones de la muerte en Roma 21

    Julio Gmez Santa cruzLa muerte relativizada: morir y matar en clave de humor en la Romaimperial 35

    Alejandro Fornell muozLa muerte en la Antigedad romana a travs del cine 55

    Elena caStillo ramrezMatar al tirano muerto Destruccin de estatuas y ultraje al cadver de los tiranos en la Roma imperial 77

    Gonzalo BravoMuertes virtuales? La manipulacin de la muerte en la primera historiografa cristiana 95

    Atentados versus suicidiosEnrique GozalBeS cravioto

    Atentados en la Hispania antigua 109

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    ndice

    Miguel ngel Novillo LpezProblemtica y deformacin histrica en torno a la muerte de Cayo Julio Csar 127

    Bruno Pedro Carcedo de andrSArvacos bajo Roma y ante la muerte: Clunia y Nova Augusta 141

    Mercedes lpez prezInedia: el suicidio por inanicin en la Antigedad grecorromana 157

    Alfonso Lpez pulidoSuicidio, religin y filosofa: el ejemplo de Peregrino 175

    Aurora Molina martnezHistoria de un suicidio: Marcus Salvius Otho 191

    Morir luchandoMauricio PaStor muoz y Hctor F PaStor AndrS

    Muerte en la arena Formas de morir de los gladiadores 203

    Sabino Perea YBeneS . El amor de/por la muerte en los combates pugilsticos en poca romana 229

    La muerte como represalia polticaJavier CaBrero piquero

    Las proscipciones en el contexto del enfrentamiento poltico durante la Primera Guerra Civil Romana: marianistas contra silanos 251

    Juan Luis PoSadaSMuertes paralelas: el fin de las Julio-Claudias 265

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    ndice

    Jess RodrGuez moraleSSneca y Petronio en Tcito: vida y muerte de un honrado frvolo y de un filsofo hipcrita 279

    Francisco Javier Guzmn armarioVernichtung: la matanza de brbaros como arma poltica en la Antigedad tarda 295

    La muerte como venganza personalFernando Fernndez palacioS

    Y tus prpados cayendo se me antojan guillotinas: formas de matar en Tibulo 309

    Marta Bailn GarcaRespuestas ante las muertes en masa de prohombresdurante la Repblica: prodigio o prctica mgica? 321

    Pilar Fernndez urielDe plantas, pcimas y venenos: Locusta 335

    La muerte de cristianosRal Gonzlez Salinero

    Los primeros cristianos y la damnatio ad bestias:una visin crtica 355

    David Natal villazalaMuerte, identidad y poder en Ambrosio de Miln 371

    Santiago CaStellanoSAsesinato de un emperador: la muerte de Petronio Mximo 385

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    ndice

    ComuniCaCionesCrispn Atinzar requena

    Matar con la venia de los dioses Los ritos religiosos de la guerra en Roma durante la Monarqua y la Repblica primitiva 397

    Jos Antonio Martnez morcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.) 415

    Jos Herranz GonzlezUna de las formas de morir en la Roma antigua: la traicin El caso de Quinto Sertorio 433

    Enrique Hernndez prieto y Roco martn morenoJuegos funerarios: los munera gladiatoria de Escipin en Carthago Nova, una frmula de interaccin con los pueblos hispanos 439

    Noelia vicent ramrezMuerte y riqueza: la iconografa de la muerte en la numismtica romana 459

    Vctor SncHez lpezEl terror y el terrorismo de poca Julio-Claudia 477

    Jorge CueSta FernndezLa persecucin neroniana y el martirio de Pedro y Pablo en los Acta Apocrypha 497

    Domingo Saura zorrillaMorir ahogado en el Nilo: Antnoo y la divinizacin osiriana 509

    Carles Lillo BotellaEleh Ezkerah: la leyenda de los Diez Mrtires Judos y la represin romana en Judea tras la revuelta de Simn bar-Kochba 525

    Jaime de miGuel lpezDe Apollinarum deportatione: un exilio que no fue y la cada del Csar Galo 537

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    Aitor Fernndez delGadoIn nomine imperatoris: intercambios diplomticos y asesinatos de embajadores durante el largo siglo VI 553

    David Soria molinaLa ira de Dagda Druidas y druidesas en la batalla: sus medios para matar y ser muertos en combate a travs de las fuentes greco-latinas y la mitologa celta 579

    Manuel Parada lpez de corSelaSLa puerta al Ms All y otros motivos arquitectnicos en el arte funerario romano 593

  • G. Bravo y R. Gonzlez Salinero (eds.), Formas de morir y formas de matar en la Antigedad romana, Signifer Libros, Madrid, 2013 [ISBN: 978-84-938991-9-6], pp. 415-431.

    La pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)*

    Jos Antonio Martnez MorcilloDoctorando-Universidad de las Islas Baleares

    Las acciones blicas, a lo largo de la historia, han llevado implcitas la aplicacin de toda una serie de acciones punitivas por parte del bando vencedor con posterioridad a la conflagracin, algunas de ellas centradas en la matanza de los supervivientes con posterioridad al asedio, adems como es obvio de las bajas en combate. Roma vea en la guerra un medio para la resolucin de conflictos jurdicos entre Estados, debiendo satisfacer los presupuestos que la hacen conforme al Derecho y a las reglas de lo sagrado (iustum piumque bellum)1. La guerra deba realizarse contra un enemigo justo habiendo sido legalmente declarada. La rerum repetitio es la base legal que engloba la imposicin de clusulas o, en su caso, represalias, que en su sentido literal se refiere a la restitucin de personas y cosas injustamente retenidas. Sin embargo, en varios conflictos se inclu-yeron tambin en ella otros agravios, como intervenciones hostiles contra los romanos o sus aliados, el dao infligido sobre los embajadores y la muerte de stos. La actuacin de los generales se dio, en mayor medida, en el marco de respeto hacia la fides2, en base

    * Este trabajo ha sido realizado gracias a la concesin de una Beca Predoctoral de Personal Investigador desde 2009 (BOIB nm. 92 de 25/06/2009), concedida por la Direcci General de Recerca, Desenvolupament Tecnolgic i Innovaci. Conselleria dInnovaci, Interior i Justcia. Govern de les Illes Balears, y cofinanciada por el Fondo Social Europeo (FSE). Al mismo tiempo, el trabajo se inscribe en el mbito del Proyecto Alianzas, confederaciones y diplomacia en Occidente mediterrneo (siglos III-I a. C.) (HAR2011-27782), Direccin General de Investigacin y Gestin del Plan Nacional de I+D+I, Ministerio de Economa y Competitividad, Gobierno de Espaa.

    1 Cic. De rep. 2.17.31: (Tullius Hostilius) [...] constituitque ius, quo bella indicerentur, quos per se iustissime iuventum sanxit fetiali religione, ut omne bellum, quod denuntiatum inductumque non esset, id iniustum esse atque inpium iudicaretur; Id. 3.23.35: Illa iniusta bella sunt, quae sunt sine causa suscepta, nam extra ulciscendi aut propulsandorum hostium causam bellum geri iustum nullum potest [...] Nullum bellum iustum habetur nisi denuntiatum, nisi idictum, nisi repetitis rebus. Tambin Liv. 3.71.7; 5.27.6 (belli sicut pacis iura); 9.1.10; 26.31.2; 39.29.1. Vid. M. Kaser, Ius Gentium, Granada, 2004, pp. 36-38, con un extenso estudio bibliogrfico sobre el tema.

    2 La fides romana, cuya traduccin es muy variada, vendra a evocar un concepto afn al de confianza, en base al anlisis filolgico ms convincente en palabras de Nrr: R. Heinze, Fides, Hermes, 64, 1929, pp. 140 ss.; D. Nrr, La fides en el derecho internacional romano, Madrid, 1996, p. 15. Adems del respeto a la palabra dada, debe entenderse tambin como magnanimidad hacia el vencido, compromiso de proteccin frente a terceros y garanta de proporcionalidad entre delito y sancin: E. Garca Riaza, Tempus Poenae. Represalias contra poblaciones sometidas durante la expansin romana en Hispania, en G. Bravo y R. Gonzlez Salinero (eds.), Formas y usos de la violencia en el mundo romano, Madrid, 2007, p. 20. Su estudio y la complejidad de su aplicacin ha centrado la atencin de la historiografa a lo largo de los aos, vid. J. Imbert, De la sociologie au droit: La fides romaine, en Mlanges H. Lvy-Bruhl, Paris, 1959, pp. 407-416; P. Boyanc, 1964, Les Romains, peuple de la fides, BAGB, 23, pp. 419-435; S. Albert, Bellum iustum. Die Theorie des gerechten Kriegesund ihre praktische fr die auswrtigen Auseinanderssetzungen Roms in republikanischer Zeit, Kallmnz, 1980; V. Ilari, Guerra e diritto nel mondo antico, Miln, 1980; E. S. Gruen, 1982, Greek pistis and Roman fides, Athenaeum, 70 (1-2), pp. 50-68; M. Mantovani, Bellum iustum. Die idee des gerechtenKrieges in der rmischen Kaiserzeit, Berna, 1990; C. Gonzlez Romn, El bellum iustum en la concepcin histrica sobre el imperialismo romano

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    a la observancia del ius belli, que regulaba la actuacin de los magistrados romanos en los territorios conquistados, y del bellum iustum, aunque existieron tambin algunos ejemplos de incumplimiento de estos preceptos3.

    Las diversas tensiones surgidas entre poblaciones tenan varias vas de solucin. La primera de ellas es la rendicin incondicional o deditio, que supona la entrega de todo lo humano y divino a la potencia vencedora, en cuyo caso el general encargado del desarrollo de la campaa, normalmente un magistrado cum imperio, tena la potestad de decidir el carcter de las clusulas que se impondran al vencido4. Sin embargo, contaba con una serie de restricciones en sus atribuciones, como pudiera ser el respeto hacia la vida de los habitantes y la correlacin entre pena establecida y crimen cometido. En estas circunstancias el general contaba con su consilium, que funcionaba a la vez como rgano asesor y supervisor. En este contexto se solan aplicar medidas no destructivas de carcter personal (entrega de rehenes), econmico (clusulas) o militar (entrega de armas, imposicin de guarniciones, obligacin de colaborar con tropas auxiliares)5. Se trataba, no obstante, no de una ley regulada sino de una costumbre, de modo que carecemos de las directrices bsicas de su aplicacin, pudiendo tan slo reconstruir sus preceptos a partir de las acciones desarrolladas por los generales durante los conflictos.

    El segundo mtodo aplicado para la finalizacin del conflicto implicaba la inter-vencin armada contra el enemigo que, con sus personas y pertenencias, quedaba a merced de su contrincante6. En este caso, el concepto de indemnizacin ceda paso al de represalia, lo que conceda al vencedor la potestad de decisin sobre diversos aspectos vinculados a la gestin de los bienes materiales, intervencin sobre el territorio y la libertad y la vida de los habitantes, sin incurrir en acciones ilcitas en virtud de que eran legalmente aceptables y moralmente admisibles7. En este caso, el imperium del magistrado no se hallaba restringido a la hora de imponer las medidas que considerase

    de la Tarda Repblica, en F. Gasc y J. Alvar (eds.), Heterodoxos, reformadores y marginados en la Antigedad Clsica, Sevilla, 1991, pp. 41-57. El estudio de la expansin romana en Hispania ofrece numerosos ejemplos al respecto: vid. E. Garca Riaza, Celtberos y Lusitanos frente Roma: diplomacia y derecho de guerra, Vitoria-Gasteiz, 2002.

    3 El ms llamativo y que ha centrado ms la atencin de la historiografa ha sido el episodio de Ser. Sulpicio Galba en 150 (vid. infra). Sobre otros ejemplos concernientes a este tema vid. J. A. Martnez Morcillo, La contravencin del ius belli durante la primera mitad del siglo II a. C.: cinco casos de estudio, en E. Garca Riaza (ed.), De Fronteras a Provincias. Interaccin e integracin en Occidente (ss. III-I a.C.), Palma de Mallorca, 2011, pp. 67-79.

    4 La deditio ha centrado la atencin de gran parte de la historiografa, desarrollndose toda una serie de estudios encargados de definir la naturaleza jurdica de la misma y de sus implicaciones. Vid. E. Taubler, Imperium Romanum: Studien zur Entwickelunggsgeschichte des romischen Reichs, I: Die staatsvertrage und Vertragsverhaltnisse, Classical Philology, 10, 1915, pp. 341-344; B. Paradisi, Deditio in fidem, en VV. AA., Studi in honore di A. Olmi, Miln, 1940, pp. 195ss; F. Visscher, La deditio internationale et laffaire des Fourches Caudines, Comptes Rendus de lAcadmie des Inscriptions et Belles-Lettres, 1946, pp. 82-95; V. Bellini, Deditio in fidem, Revue dHistoire du Droit, 41, 1964, pp. 488ss; W. Dahlheim, Deditio und societas, Munich, 1965; W. Flurl, Deditio in fidem: Untersuchungen zu Livius and Polybios, Munich, 1969; K.-H. Ziegler, Das Vlkerrecht der rmischen Republik, Aufstieg und Nidergang der rmischen Welt, 1, 2, 1970, pp. 68-114.

    5 E. Garca Riaza, 2002, op. cit., pp. 175-225, con un estudio pormenorizado de los acontecimientos de Hispania.6 K.-H. Ziegler, loc. cit., p. 104.7 M. Kaser, op. cit. Para un desarrollo extenso de los tipos de represalias y su aplicacin en el caso hispano vid.

    E. Garca Riaza, op. cit., pp. 226-265.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    oportunas en funcin del grado de resistencia del enemigo8. La aprehensin de botn es, sin duda, la accin ms repetida a lo largo de la historia de la intervencin militar romana, contando con numerosos ejemplos y cuyo estudio ha dado como resultado una monografa especfica en los ltimos aos9. La intervencin sobre el territorio era uno de los castigos ms recurrentes, concretndose en tres direcciones: el traslado de poblacin (de los lugares ms elevados a las llanuras), la deportacin o expulsin y la destruccin de ncleos10. Finalmente, la libertad y la vida de los supervivientes quedaban tambin sujetas a las decisiones de la potencia vencedora, de modo que podan tomarse medidas que englobaran la esclavizacin, el castigo fsico11 y la pena de muerte.

    Este ltimo aspecto es el que focalizar nuestra atencin en el presente trabajo, cuyo objetivo ser doble. Por un lado, pretendemos establecer las caractersticas esenciales que definen la aplicacin de represalias contra las personas en el contexto del interven-cionismo romano en el perodo comprendido entre el ao 200 y el 167 a. C.12, aunque se incluirn casos que se remontan hasta el escenario de la Segunda Guerra Pnica. Asimismo, nos proponemos el establecimiento de un marco comparativo entre ambas vertientes de la expansin mediterrnea de Roma, considerando los acontecimientos acaecidos tanto en Occidente (Galia Cisalpina y Liguria) como en Oriente, con el fin de determinar la existencia o ausencia de una poltica diferenciada de aplicacin del ius belli.

    8 Para una revisin del concepto imperium vid. H. Beck, Consular Power and the Roman Constitution: the Case of imperium Reconsidered, en H. Beck, A. Dupl, M. Jehne y F. Pina Polo (eds), Consuls and Res Publica. Holding High Office in the Roman Republic, Cambridge, 2011, pp. 77-96.

    9 La obra de M. Coudry y H. Humm, editada en 2009 (M. Coudry y H. Humm (eds.), Praeda. Butin de guerre et socit dans la Rome rpublicaine, Stuttgart, 2009) es sin duda el referente actual de la investigacin sobre el botn. Como antecedente del asalto de ciudades y de los procedimientos del saqueo, vid. A. Ziolkowsky, Urbs direpta or how the Romans Sacked Cities, en J. Rich y G. Shipley (eds.), War and Society in the Roman World, Londres/Nueva York, 1995, pp. 69-91.

    10 Para un estudio ms detallado vid. J. A. Martnez Morcillo, Acabar con la identidad del enemigo: poltica romana de reorganizacin de territorios sometidos en contexto de guerra (siglo II a. C.), en J. M. Aldea Celada, P. Ortega Martnez, I. Prez Miranda y M de Soto Garca (coords.), Historia, identidad y alteridad. Actas del III Congreso Interdisciplinar de Jvenes Historiadores, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2012, pp. 137-161, con aportaciones bibliogrficas concretas.

    11 La amputacin de manos es el hecho ms significativo de este tipo de represalias. En Egipto, Asiria, la Grecia homrica, los escitas y los griegos de la Guerra del Peloponeso utilizaron ya este mtodo como castigo al vencido, un hecho que cuenta con una connotacin religiosa notable, en especial los escitas, que seccionaban el brazo derecho y el hombro a ciertos prisioneros tras haber sido degollados ritualmente (M. Kaser, op. cit., p. 39, con bibliografa al respecto). Diodoro es el primero que describe una actuacin similar en el contexto hispnico, a propsito de los mercenarios ibricos al servicio de Cartago en el sitio de Selinunte. Estrabn afirma que los lusitanos cortan a sus prisioneros la mano derecha para consagrarla como ofrenda, un texto considerado por Blzquez (J. M. Blzquez Martnez, La religiosidad de los pueblos hispanos vista por los autores griegos y latinos, Emerita, 36, 1958, p. 89) como una alusin a la existencia de sacrificios humanos en Lusitania. Garca Quintela (M. V. Garca Quintela, Mitologa y mitos de la Hispania Prerromana, Madrid, 1999, III, p. 238) sugiere que la amputacin de manos llevada a cabo en ambientes indoeuropeos se debe a dos factores: la bsqueda de trofeos y de pruebas de valor y, por otro lado, a una finalidad vejatoria y represiva. En efecto, tales prcticas al parecer presentan un hilo conductor comn: la consideracin de la mano derecha como un pars pro toto del enemigo, con una simbologa religiosa muy marcada, sin contar con la inmediata asociacin con el empleo de las armas, identificando dicha extremidad con la capacidad de poder empuar las armas, y cuya amputacin sera un claro signo de rendicin (G. Sopea, Dioses tica y ritos. Aproximaciones para una comprensin de la religiosidad entre los pueblos celtibricos, Zaragoza, 1987, p. 94; E. Garca Riaza, op. cit., p. 228). Asimismo, la mano derecha representa un elemento esencial en el saludo entre iguales (Pol. 29.27.2; 31.24.8; 38.21.1), as como la simbologa de los acuerdos y, en definitiva, de la fides (Liv. 22.30.6; 23.9.3; 25.16.13; 28.35.1; 29.24.3; Caes. BG. 1.20.5).

    12 En adelante, todas las fechas que aparecern en el texto sern a. C.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    La eleccin de las fechas que delimitan nuestro anlisis se basa en lo que algunos historiadores han denominado el inicio del imperialismo romano, en base a la referencia de Polibio13. El momento inicial de esta etapa se establece en los aos posteriores a la victoria romana en la II Guerra Pnica (201), que signific la derrota del gran rival romano por la supremaca en el Mediterrneo Occidental. Por su parte, el ao 167 representa el final del reino helenstico de Macedonia tras la victoria de L. Emilio Paulo en Pidna, momento en el cual la poltica exterior romana (en Oriente principalmente) sufre una mutacin considerable al evolucionar, en expresin de Badian, del protectorado a la dominacin14, presentando de esta manera un pragmatismo que determinar el cambio de valoracin en las acciones de guerra, con un control mucho ms laxo por parte del Senado hacia las intervenciones de los magistrados. La defensa de la libertad de Grecia, Macedonia e Iliria proclamada por Roma queda matizada por las decisiones tomadas con posterioridad a la III Guerra Macednica, cuya mxima expresin es la fragmentacin del territorio del reino de Perseo y la deportacin de un ingente nmero de notables griegos15.

    En este punto debemos establecer dos matices que marcan el estudio de las acciones punitivas personales. Por un lado, consideramos en nuestro anlisis aquellos casos en los que se impuso, de manera explcita, la condena a muerte de un nmero determinado de personas; adicionalmente, como fase previa al saqueo de los ncleos de poblacin y en su transcurso, se procedi en ocasiones a la matanza indiscriminada de sus habitantes, un hecho que tendremos tambin presente en nuestro anlisis, haciendo especial hincapi en los casos ms significativos16. Por otro lado, el reducido nmero de intervenciones con las que contamos puede tomarse como un factor explicativo del grado de imposicin del castigo, ltimo recurso de los generales tras el saqueo y la esclavizacin. Se observa, de este modo, la existencia de una escala de aplicacin de las represalias, prefirindose en muchos casos la venta de los supervivientes como esclavos que su desaparicin fsica,

    13 Pol. 1.3.6; W. V. Harris, War and Imperialism in Republican Rome, 327-70 B. C., Oxford, 1979, p. 107; A. M. Eckstein, Conceptualizing Roman Imperial Expansion under the Republic: An Introduction, en N. S. Rosenstein y R. Morstein-Marx (eds.), A Companion to the Roman Republic, Oxford, 2006, pp. 567-589; Idem, Rome Enters the Greek East. From Anarchy to Hierachy in the Hellenistic Mediterranean, 230-170 BC, Oxford, 2008, p. 235.

    14 E. Badian, Foreign Clientelae (264-70 BC), Oxford, 1958, p. 96. Vid. Pol. 3.4.2-3; 1.1.5; 6.2.3; E. S. Gruen, The Hellenistic World and the Coming of Rome, Los Angeles, 1984, pp. 145-150; A. M. Eckstein, op. cit., pp. 54, 219 y 350. La primera intervencin romana en Oriente tuvo lugar en Iliria, estableciendo una intensa red de pactos con diversos pueblos que aseguraban la intervencin futura de Roma en la zona. Posteriormente, el pacto con Egipto cre un equilibrio precario de poderes que se acab colapsando, lo que provoc de manera inmediata la II Guerra Macednica. Los diversos estados griegos solicitaron ayuda a Roma, lo que signific la creacin de un nuevo equilibrio con la potencia itlica como rbitro. Tras el conflicto contra el rey Filipo V, el cnsul T. Quincio Flaminino declar la libertad de los griegos con una clara intencionalidad propagandstica, vid. D. A. Lake, Beyond Anarchy: The Importance of Security Institutions, Int. Sec., 26, 2001, p. 62.

    15 Estos notables seran contrarios a los intereses de la potencia del Lacio, de modo que el intervencionismo en la poltica oriental se hace evidente, una praxis que J.-L. Ferrary (Philhellnisme et Imprialisme. Aspects idologiques de la conqute du monde hellnistique, Roma, 1988, p. 553) define como contradictoria, adquiriendo su philhellnisme une dimension vritablement politique.

    16 Los ejemplos de Veyes en 396, Tarento en 209 y Calcis en 200 son significativos de este modus operandi. Vid. Liv. 5.21.13-14: mnibus locis pugnatur; deinde multa iam edita caede senescit pugna, et dictator praecones edicere iubet ut ab inermi abstineatur. Is finis sanguinis fuit. Dedi inde inermes coepti et ad praedam miles permissu dictatoris discurrit; 27.16.6-7; 31.23.7-8, respectivamente. Vid. otras referencias en W. V. Harris, War and Imperialism..., pp. 50-53 y 263-264.

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    debido a su mayor rentabilidad econmica al formar parte del botn aprehendido17.Con estas bases, estructuraremos nuestro anlisis en dos grandes bloques. En primer

    lugar, nos centraremos en cada caso concreto en que se ha podido documentar la apli-cacin de la pena de muerte como represalia, tanto en Occidente como en Oriente. En segundo lugar, procederemos a la comparacin y anlisis, con la finalidad de cumplir los objetivos propuestos.

    1. la pena de Muerte en la expansin roMana: casos de estudio

    Las acciones punitivas contra personas se encuentran documentadas en varios episodios de la historia de la Repblica romana. Abordaremos este apartado con el anlisis, en primer lugar, los episodios desarrollados en Occidente, para centrarnos a continuacin en la vertiente oriental, con el fin de establecer posteriormente un marco comparativo. En la mayor parte de las confrontaciones que se resolvieron mediante oppugnatio se opt, no obstante, por respetar la vida de los supervivientes al asalto, de modo que, como hemos dicho, hallamos numerosos casos de saqueo, destruccin de estructuras defensivas, incendio, fragmentacin de territorio e, incluso, esclavizacin18. El recurso a la pena de muerte, como veremos, quedaba reservado a aquellas intervenciones que requeran una mayor accin punitiva debido a la oposicin presentada a Roma.

    17 El conjunto de lo aprehendido en el campo de batalla, incluidos los prisioneros, ser objeto de una inmediata diferenciacin, con un tratamiento asimismo diferenciado. Las reservas de metal precioso del ncleo sometido pasaran directamente al erario romano, al igual que el producto de la venta de prisioneros. Por su parte, el general en jefe tendr derecho exclusivo sobre las armas de los vencidos (spolia), si bien el concepto de armamento debe tomarse desde una interpretacin bastante laxa. Los ingresos procedentes de la venta de las armas corresponderan a las manubiae del general, mientras que el resto de lo aprehendido, a criterio del imperator, puede ser empleado en el pago del stipendium militar, repartos entre los soldados o ingresarse en el erario. Vid. M. Tarpin, 2009, Les manubiae dans la procdure dappropiation du butin, en C. Coudry y H. Humm (eds.), Praeda. Butin de guerre et socit dans la Rome rpublicaine / Kriegsbeute und Gesellschaft im republikanischen Rom, Stuttgart, pp. 81-102. Cf. J. B. Curchill, Ex qua quod vellent facerent: Roman Magistrates Authority over Praeda and Manubiae, Transactions and Proceedings of the American Philological Association, 129, 1999, pp. 85-116 y el clsico trabajo de I. Shatzman, The Roman Generals Authority over Booty, Historia, 21, 1972, pp. 177-205. Buen ejemplo de ello constituye el episodio de la toma de la ciudad de los adutucos, que fueron vendidos inmediatamente: Ab iis qui emerant capitum numerus ad eum relatus est milium quinquaginta trium, Caes. BG 2.33.7. Vid. W. V. Harris, On War and Greed in the Second Century B. C., American Historical Review, 76, 1971, pp. 1371-1385; Idem, op. cit., pp. 54ss.; J. S. Richardson, The Triumph, The Praetors and the Senate in the Early Second Century B.C., Journal of Roman Studies, 65, 1975, pp. 50-63; E. Gabba, Il consenso popolare alla politica espansionista romana fra III e I sec. a. C., en W. V. Harris (ed.), The Imperialism of Mid-Republican Rome, Roma, 1984, pp. 115-132; J. Rich, 1995, Fear, Greed and Glory: The Causes of Roman War-Making in the Middle Republic, en J. Rich y G. Shipley (eds.), War and Society in the Roman World, London/Nueva York, pp. 38-68.

    18 La esclavizacin se convirti en uno de las represalias personales ms utilizadas. Vid. Liv. 32.30.11-12 en la campaa contra los insubres de 197; Liv. 35.40.4 y 41.12.7-9, contra los ligures; y Liv. 39.32.4, contra los ingaunos, en Liguria. Para la expansin oriental, vid. Liv. 38.29.11, para la ciudad de Same; Liv. 38.23.9 y 38.27.7, contra tolostobogios y tectosagos; Liv. 42.63.10, para el caso de la toma de Haliarto; y Liv. 45.34.5 para la intervencin de L. Emilio Paulo en el Epiro.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    Tabla 1: Casos de aplicacin de la pena de muerte en Occidente (218-167)

    Ao Zona General Represalias Referencia Texto original

    209 Carthago Nova

    P. Cornelio Escipin (procos.)

    -Matanza indiscriminada.

    -10.000 prisioneros.

    -Botn.

    Liv. 26.46.10

    quoad dedita arx est, caedes tota urbe passim

    factae nec ulli puberum qui obuius fuit parcebatur

    206 Ilurgis / Iliturgis

    P. Cornelio Escipin (procos.)

    -Matanza indiscriminada.

    -Incendio.

    Liv. 28.20.6App. Iber. 32

    trucidant inermes iuxta atque armatos, feminas pariter ac uiros; usque

    ad infantium caedem ira crudelis peruenit

    185 IngaunosAp. Claudio

    Pulcher (cos.)

    -Prisioneros.-Decapitacin. Liv. 39.32.4

    multa milia hominum in iis cepit; belli auctores

    tres et quadraginta securi percussit

    177 HistriaC. Claudio

    Pulcher (cos.)

    -Botn.-5.732

    prisioneros.-Azote y

    decapitacin de los promotores.

    Liv. 41.11.8 auctores belli uirgis caesi et securi percussi

    Tabla 2: Casos de aplicacin de la pena de muerte en Oriente (218-167)Ao Zona General Represalias Referencia Texto original

    209 TarentoQ. Fabio Mximo

    (cos.)

    -Muerte a los que iban

    armados.-Saqueo (plata labrada, 3.080 libras de oro,

    estatuas y cuadros).

    -30.000 esclavos.

    Liv. 27.16.6

    sine discrimine armatos inermes caedunt, Carthaginienses

    Tarentinosque pariter

    200 CalcisC. Claudio

    Centho (Legado)

    -Muerte a los que estaban en edad militar.

    -Botn.

    Liv. 31.23.7-8

    caedes inde passim fugientium pariter ac

    repugnantium fieri coepta est

    200 Antipatrea L. Apustio (Legado)

    -Saqueo.-Muerte adultos.

    -Derribo murallas.-Incendio.

    Liv. 31.27.4 armis adortus expugnauit puberibusque interfectis

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    1.1. Occidente

    P. Cornelio Escipin, Carthago Nova (209)

    Al gran xito militar que signific la toma de Carhago Nova (base de operaciones cartaginesas en Hispania durante la guerra19) por parte de Escipin en 209, se agrega la oportunidad poltica gracias a la maniobra del magistrado romano de devolver los rehenes a los indgenas20, aunque ello no oculta las acciones realizadas durante el asedio y posterior asalto a la ciudad, cuyos pormenores son narrados en detalle por Livio y Apiano, por lo que no nos centraremos en estos aspectos21, considerando con mayor detalle el contexto posterior a la conquista, determinado por la imposicin de una serie de represalias que afectaron a diversos aspectos del ncleo sometido.

    Es Livio el que hace especial hincapi en las consecuencias de la derrota. El patavino afirma que la ciudad fue tomada al primer asalto (mientras que el alejandrino subraya que cay en un da), y que hasta que no se rindi la ciudadela no se detuvo la matanza que se haba iniciado nada ms irrumpir intramuros, tras lo cual se procedi al saqueo del ncleo22. Existen algunas discrepancias a propsito del alcance de la medida en los autores antiguos. La versin griega, representada por Polibio, defiende que Escipin habra dado orden de eliminar indiscriminadamente a la poblacin en la primera fase, medida que el megalopolitano considera una costumbre orientada a facilitar el control de los vencidos por medio del terror23. Por su parte, la versin latina, representada por Livio24, aunque coincide en lneas generales con la de Polibio (de la cual es posiblemente deudora), afina un poco ms en los pormenores de la represalia, argumentando que la medida se dirigi exclusivamente a los hombres en edad militar, en un intento por reducir la imagen de crueldad de los ejrcitos romanos25. A ello se aade la elaborada tradicin

    19 Pol. 2.13.1; 10.8.1-3; Liv. 26.42.3-4. Como base de operaciones, no cumpli las mismas expectativas para Roma como lo haba sido para Cartago, ya que Escipin tan slo se qued para reorganizarla tras el asalto y regres a Tarraco, vid. M. Salinas de Fras, Violencia contra los enemigos: los casos de Cartago y Numancia, en G. Bravo y R. Gonzlez Salinero (eds.), Formas y usos de la violencia en el mundo romano, Madrid, 2007, pp. 31-40; E. Hernndez Prieto, Desplazamientos y alojamientos durante la conquista de Hispania: las castra hiberna de la Segunda Guerra Pnica, en G. Bravo y R. Gonzlez Salinero (eds.), Ver, viajar y hospedarse en el mundo romano, Madrid/Salamanca, 2012, p. 414.

    20 M. Salinas de Fras, 1995, El gobierno de las provincias hispanas durante la Repblica Romana (218-27 a.C.), Salamanca, p. 29. Vid. S. Ndiaye, Le recours aux otages Rome sous la Rpublique, Dialogues dHistoire Ancienne, 21 (1), 1995, pp. 149-165, con dos breves comentarios hacia los rehenes de Cartagena.

    21 Liv. 26.46; App. Iber. 20-23.22 Liv. 26.46.10: quoad dedita arx est, caedes tota urbe passim factae nec ulli puberum qui obuius fuit parcebatur:

    tum signo dato caedibus finis factus, ad praedam uictores uersi, quae ingens omnis generis fuit.23 Pol. 10.15.4-6: [...] ,

    , , , . : , . .

    24 Liv. 26.46.10: quoad dedita arx est, caedes tota urbe passim factae nec ulli puberum qui obuius fuit parcebatur: tum signo dato caedibus finis factus, ad praedam uictores uersi, quae ingens omnis generis fuit.

    25 W. V. Harris, War and Imperialism..., p. 51; E. Garca Riaza, op. cit., p. 240.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    de la historiografa antigua sobre los Cornelios Escipiones, en la que la conquista de Carthago Nova ocup un lugar privilegiado26. Resulta ms que probable que la narracin intentara matizar el alcance de estas matanzas, proyectando paralelamente una imagen de Escipin caracterizada por la clementia.

    P. Cornelio Escipin, Ilurgis / Iliturgis (206)

    Siguiendo en el contexto de la II Guerra Pnica, la toma de Iliturgis por parte de Escipin Africano conllev tambin una serie de represalias centradas en la vida de las personas. La violencia extrema que caracteriz la sumisin de esta plaza se entiende a partir de su defeccin al bando cartagins, un hecho que qued evidenciado con la entrega de los soldados romanos que, desconocedores de la sublevacin, haban buscado refugio tras sus muros27.

    La accin del procnsul no se hizo esperar, tomando en un da la ciudad, tras lo cual aplic unas duras represalias contra sus habitantes. El cambio de poltica del ncleo y la traicin a los soldados romanos se convirtieron en la justificacin de las acciones posteriores, materializadas en la matanza de los habitantes28. Segn Livio, la intencin de la potencia del Lacio no pasaba por la rendicin del oppidum, sino que se le deba aplicar un castigo en consonancia con la traicin cometida. Este hecho se percibe de manera ntida a partir de las represalias, en las que no se distingue entre sexo y edad en el transcurso de la matanza, un hecho que el patavino justifica argumentando que tanto nios como mujeres haban participado en la defensa de la ciudad en un intento de mitigar la posterior crueldad mostrada por la gens Cornelia29. Asimismo, el incendio de la ciudad demuestra la intencionalidad del magistrado.

    Ap. Claudio Pulcher, ingaunos (185)

    Los acontecimientos del ao 185 quedan fijados en un contexto de campaas enca-minadas a conseguir la sumisin de los pueblos del arco ligur y que haba comenzado el ao 197 con las incursiones de Q. Minucio Rufo en territorio de celayates, cerdiciates e

    26 El sueo proftico de la toma de Carthago Nova es uno de los hechos ms significativos de esta tradicin, a lo que se une la pretendida revelacin divina del momento exacto de realizar el ataque, un hecho que Scullard reinterpreta como un clculo preciso por parte del general, lo que favoreci la conquista del ncleo. Vid. H. H. Scullard, Scipio Africanus. Soldier and Politician, Bristol, 1970, p. 56; E. Torregaray Pagola, La elaboracin de la tradicin sobre los Cornelii Scipiones: Pasado histrico y conformacin simblica, Zaragoza, 1998, p. 58-59.

    27 Liv. 28.19.2; App. Iber. 32; Zonar. 9.10. Vid. E. Garca Riaza, loc. cit., p. 23, con referencias a la toma de la ciudad a propsito de la legalidad de las represalias.

    28 Liv. 28.19.11-12: [...] et meminerant et admonebant alios supplicium ex se non uictoriam peti: ubi quisque mortem oppeteret, id referre, utrum in pugna et in acie, ubi Mars communis et uictum saepe erigeret et adfligeret uictorem, an postmodo cremata et diruta urbe, ante ora captarum coniugum liberorumque, inter uerbera et uincula, omnia foeda atque indigna passi exspirarent.

    29 Liv. 28.19.6 sobre la matanza indiscriminada; Liv. 29.19.13 sobre la justificacin que ofrece el patavino. Vid. J. Alvar, El sexo y la edad en la derrota: los romanos en Hispania, en M. M. Myro, J. M. Casillas, J. Alvar y D. Plcido (eds.), Las edades de la dependencia, Madrid, 2000, pp. 363-384; E. Garca Riaza, loc. cit., p. 27.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    ilvates30. A partir de este momento, y hasta el 172, el Senado envi anualmente a Liguria ejrcitos consulares con el fin de someter sus pueblos31, con un parntesis obligado por el desarrollo de la guerra contra Antoco III32. As, a los cnsules de ese ao les fue asig-nada Liguria como provincia, en la que tanto apuanos como ingaunos se hallaban en pie de guerra. Mientras M. Sempronio Tuditano iniciaba desde Pisa la campaa contra los apuanos33, el otro cnsul, Ap. Claudio Pulcher, se dirigi contra los ingaunos, logrando la victoria en varios combates34.

    En este contexto, Ap. Claudio asalt seis plazas ingaunas (sex praeterea oppida eorum expugnauit). Las medidas tomadas por el magistrado tras el sometimiento de las ciudades afectaron directamente a la libertad y la vida de las personas. En primer lugar, segn las fuentes, hizo prisioneros a varios miles de habitantes, aplicando posteriormente la pena de muerte a cuarenta y tres de los responsables de la guerra35. La toma de prisioneros no supuso una novedad, ya que la poltica de actuacin en Liguria en los aos anteriores basculaba en torno a este tipo de acciones que podan implicar, incluso, la esclavizacin. Sin embargo, la pena de muerte (la decapitacin, para ser ms exactos) supuso un nuevo mtodo de represalia que inclua una novedad en las acciones punitivas. Debemos sealar, a la luz de lo que transmite nuestra fuente, que la medida no tuvo un carcter general aplicable a la totalidad de la poblacin, centrndose tan slo en aquellos que haban sido considerados como responsables, lo que implicara la existencia de una investigacin previa, un aspecto sobre los que volveremos ms adelante.

    30 Liv. 32.29-31 en relacin a estas campaas. Patterson, en su estudio de la deportacin del ao 180, retrasa la fecha de la primera intervencin hasta el ao 193, estableciendo como punto de partida la invasin de los ligures de Pisa y Placencia (J. Patterson, Samniti, Liguri e Romani, Circello, 1988, p. 33). La fundacin de colonias en los territorios aprehendidos a los pueblos ligures queda patente en diversos trabajos, vid. E. T. Salmon, Roman Expansion and Roman Colonization in Italy, Phoenix, 9 (2), 1955, pp. 63-75; D. Foraboschi, Lineamenti di storia della Cisalpina romana, Roma, 1990; D. J. Gargola, The Mediterranean Empire, en N. Rosenstein y R. Morstein-Marx (eds.), A Companion to the Roman Republic, Oxford, 2010, pp. 147-166. Aunque la labor de colonizacin comenz en este perodo, Cisalpina no fue organizada como provincia hasta ms tarde y a un ritmo lento, vid. R. Chevalier, La romanisation de lItalie du Nord. A propos dun livre et dune exposition, Revue Belge de Philologie et dHistoire, 43 (1), 1965, p. 63.

    31 El envo de cnsules a esta zona es consecuencia de la desconfianza generada en el Senado por la gestin de los pretores, especialmente a raz de la campaa de L. Furio Purpreo. Sobre las campaas de los pretores vid. T. C. Brennan, The Praetorship in the Roman Republic, Oxford, 2000.

    32 W. V. Harris, op. cit., p. 225. Los ligures haban sido enemigos de Roma desde el 238, aunque la situacin se recrudeci por su participacin en el bando de Anbal durante la guerra contra Cartago. Posteriormente, se documentan diversas campaas en el territorio, donde se fundaron numerosas colonias como Bononia (189), Luca (180) y Luna (177).

    33 La campaa de Sempronio Tuditano viene descrita en Livio en varios pasajes. Liv. 39.32.2: Sempronius a Pisis profectus in Apuanos Ligures, uastando agros urendoque uicos et castella eorum aperuit saltum usque ad Macram fluuium et Lunae portum. La devastacin de los campos provoc que los apuanos se refugiaran en los montes (Liv. 39.32.3), desde donde fueron desalojados por la fuerza poco despus, aunque se desconoce el destino final de los supervivientes. Segn Broughton (R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic I: 509-100 B. C., Nueva York, 1951, p. 372) la devastacin del territorio de los apuanos por parte de M. Sempronio se realiz una vez el otro cnsul, Ap. Claudio, hubiese regresado a Roma para apoyar la candidatura de su hermano al consulado.

    34 W. V. Harris, Roman expansion in the West, en A. E. Astin (ed.), Cambridge Ancient History, Vol VIII: Rome and the Mediterranean to 133 B.C., Cambridge, 1989, p. 115, haciendo especial hincapi en la extensin de la guerra a la zona occidental de Liguria.

    35 Liv. 39.32.4: Sex praeterea oppida eorum expugnauit; multa milia hominum in iis cepit; belli auctores tres et quadraginta securi percussit; S. L. Dyson, The Creation of the Roman Frontier, New Jersey, 1985, p. 102.

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    C. Claudio Pulcher, Histria (177)

    Avanzando en el tiempo, un nuevo testimonio se constata en el contexto de la accin del rey Epuln de Histria el ao 178, que haba armado a su pueblo36. Ello provoc una reaccin en el seno de Roma, que decidi intervenir en el territorio antes de que pudiera seguir formndose un ejrcito mayor, una poltica encabezada por los cnsules de ese ao A. Manlio Vulso y M. Junio Bruto37. Ambos magistrados partieron hacia el territorio con el fin de combatir a los histrios, a los que se haba unido el rgulo galo Catmelo, que contaba con no menos de 3.000 hombres a sus rdenes38. Las acciones militares durante el ao 178 no concluyeron ningn resultado positivo para el dominio romano, ya que el campamento situado en el lago Timavo fue atacado por las fuerzas histrias que se hallaban acantonadas en las colinas adyacentes a la espera de poder capturar el mayor botn posible39. Las operaciones en la zona se aplazaron hasta el ao siguiente (177), siendo prorrogados en el cargo ambos cnsules a fin de que pudieran culminar con xito la campaa, tras lo cual consiguieron algunas victorias que derivaron en la rendicin de un nmero indeterminado de ncleos40. La irrupcin del cnsul del 177, C. Claudio Pulcher41, desnivel la balanza definitivamente a favor de los intereses romanos, liderando el asalto de las ciudades de Nasatio, Mtila y Faveria, que an resistan a la dominacin42.

    La primera de ellas fue asediada y el suministro de agua cortado, lo que provoc, segn la versin de Livio, que los habitantes del ncleo se decidieran por el asesinato de sus mujeres y nios, lanzando sus cadveres al otro lado de la muralla43. Cuando las tropas romanas irrumpieron en Nasatio el rey Epuln decidi acabar con su vida, mientras que el resto de los ciudadanos o bien cayeron durante el asalto o fueron capturados como prisioneros, aunque el nmero total de los mismos no nos ha sido transmitido44.

    36 Liv. 41.1.1.37 R. S. Broughton, op. cit., p. 395. Al primero le fue asignada Cisalpina como provincia, aunque se encarg de la

    invasin de Histria. El segundo, que se encontraba en Liguria, acudi en ayuda de su colega en Aquileia para regresar a Roma y encargarse de las elecciones.

    38 Liv. 41.1.8.39 Liv. 41.2.9.40 Tras la victoria romana en Nasatio los diversos ncleos que se encontraban en los alrededores priorizaron la

    negociacin de paz con Roma, cuya culminacin contaba con un requisito fundamental que era la entrega de rehenes. Liv. 41.10.4: Inde legatos primum ad pacem petendam in castra Romana, deinde obsides imperatos miserunt.

    41 R. S. Broughton, op. cit., pp. 397-398. Fue enviado a sofocar la rebelin de Histria.42 Esta dominacin no se hizo efectiva de manera contundente. Tras esta campaa, el cnsul pas a Liguria, donde

    sofoc asimismo otra revuelta que se haba iniciado con la toma de Mtina por parte de los ligures, tras lo cual, en palabras de Harris, Cisalpina quedaba en manos de Roma, vid. W. V. Harris, loc. cit., p. 114. Por su parte, Rossi compara el grado de romanizacin de la Cisalpina y de Histria, considerando que el impacto romano fue menor en esta ltima a tenor de la pervivencia de cultos locales, vid. R. F. Rossi, La romanizzazione della Cisalpina, 4, Antichit Altoadriatiche, 1973, p. 37.

    43 Liv. 41.11.4: Ea res barbaros miraculo terruit abscisae aquae: et ne tum quidem memores pacis, in caedem coniugum ac liberorum uersi, etiam ut spectaculo hostibus tam foedum facinus esset, palam in muris trucidatos praeci-pitabant.

    44 Liv. 41.11.6: Cuius capti tumultum ubi ex pauido clamore fugientium accepit rex, traiecit ferro pectus, ne uiuus caperetur; ceteri capti aut occisi.

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    Los otros dos ncleos, Mtila y Faveria, fueron tomados por asalto posteriormente. En ninguno de los casos se describen los pormenores de las actividades militares llevadas a cabo, sino tan slo sus consecuencias. El botn que se obtuvo fue repartido entre los soldados, un total de 5.732 histrios fueron hechos prisioneros y vendidos como esclavos. Finalmente, aquellos que haban sido los promotores de la revuelta fueron castigados fsicamente como paso previo a su decapitacin45.

    1.2. Oriente

    Q. Fabio Mximo, Tarento (209)

    Con relacin a los casos centrados en Oriente, debemos regresar al contexto de la Se-gunda Guerra Pnica y a la reconquista del sur de Italia por parte de Roma. Cabe destacar en nuestro anlisis el caso de Tarento, que haba pasado al bando cartagins unos aos antes46. Hasta el 209 no se produjo la recuperacin de la plaza por parte de Roma, que se concret en la accin del cnsul Q. Fabio Mximo47. La ciudad se encontraba en esos momentos en manos de Cartaln, prefecto de la guarnicin cartaginesa que se hallaba acantonada en el ncleo. La accin de asalto viene referenciada en Livio y Apiano48, y sus consecuencias fueron, nuevamente, la aplicacin de represalias de extrema violencia. En efecto, tras la entrada de las tropas romanas intramuros se inici la matanza indiscri-minada de los habitantes. El patavino hace referencia a la actuacin de los soldados, que se dedicaron a atacar a los habitantes sin diferenciar entre aquellos que se encontraban armados de los que no, sin atender tampoco al origen de los afectados; la narracin de la muerte de Cartaln pone en evidencia la ferocidad del ataque49.

    Las represalias no se centraron tan slo en los defensores de la ciudad, sino que se procedi al saqueo del ncleo y a la esclavizacin de treinta mil personas, probablemente los supervivientes de las acciones punitivas desarrolladas durante el asalto50. Este hecho pone en evidencia el procedimiento de aplicacin de represalias y el grado de severidad51.

    45 Liv. 41.11.8: Duo deinde oppida, Mutila et Faueria, ui capta et deleta. Praeda, ut in gente inopi, spe maior fuit, et omnis militibus concessa est. quinque milia capitum sescenta triginta duo sub corona uenierunt. auctores belli uirgis caesi et securi percussi.

    46 Concretamente en el 212. El episodio aparece narrado en Liv. 25.9-11; App. Hann. 32-33.47 R. S. Broughton, 1951, op. cit., p. 285. La toma de Tarento viene referenciada por numerosos autores, aunque

    sin excesiva profundidad en los acontecimientos: Pol. 10.1.9-10; Cic. De Or. 2273; Sen. 10-11; Brut. 72; Str. 6.3.1; Val. Max. 7.3.7; Plin. NH. 34.40.

    48 Liv. 27.15.9-16.9; App. Hann. 49.49 Sobre la ferocidad mostrada por los soldados romanos, Liv. 27.16.6: alii alios sine discrimine armatos inermes

    caedunt, Carthaginienses Tarentinosque partier. Cartaln, por su parte, fue asesinado mientras iba hacia el cnsul para recordar la hospitalidad establecida entre sus padres, Liv. 27.16.5: Carthalonem autem praefectum Punici praesidii cum commemoratione paterni hospitii positis armis uenientem ad consulem miles obuius obtruncat.

    50 Liv. 27.16.7. El botn aprehendido se contabiliz en una gran cantidad de plata labrada o acuada, numerosas obras de arte y 3.080 libras de oro.

    51 As, el saqueo sera el castigo ms utilizado y el de menor severidad, seguido de la destruccin parcial del ncleo y de la esclavizacin, reservndose la pena de muerte slo para casos de extrema gravedad.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    C. Claudio Centho, Calcis (200)

    El sorteo de las provincias consulares del ao 200 estuvo marcado por el inminente inicio de la guerra contra Macedonia, cuyo mando fue asignado a P. Sulpicio Galba52. Al llegar a la zona de conflicto, el magistrado instal su campamento junto al ro Apso, entre Apolonia y Dirraquio53, donde orden a sus dos legados, C. Claudio Centho y L. Apustio, que iniciaran una serie de incursiones en territorio enemigo54. El primero de ellos se dirigi con la flota a Calcis, aliada de Filipo V y custodiada por una guarnicin liderada por Strapo, donde unos exiliados informaron que era posible apoderarse de la ciudad55.

    Tras un intenso ataque, las tropas del legado lograron entrar en el ncleo, procediendo a la matanza no slo de los defensores, sino tambin de los que huan de la acometida romana. Sin embargo, en este caso Livio afirma que la accin se centr tan solo en aque-llos que se encontraban en edad militar (entre ellos Strapo)56, descartando la aplicacin de la represalia tambin a mujeres y nios. Posteriormente se procedi al saqueo de la ciudad, como se deduce de la acumulacin del botn en el foro de la misma y de su ulterior transporte a las naves57.

    L. Apustio, Antipatrea (200)

    El otro legado del cnsul, L. Apustio, logr capturar en una rpida accin las ciudades de Corrago, Gerruncio y Orgeso58 para, acto seguido, dirigirse hacia a Antipatrea, plaza fuerte que contaba con un eficaz sistema defensivo, favorecido por su posicin en un estrecho desfiladero. Este hecho influy en la oposicin del ncleo al avance de las tropas del legado, ya que rechaz en un primer momento la oferta de entrega incondicional59. Tras un largo asedio, la ciudad finalmente fue tomada por la fuerza de las armas60.

    52 R. S. Broughton, op. cit., p. 323.53 Liv. 31.27.1: Consul Sulpicius eo tempore inter Apolloniam ac Dyrrachium ad Apsum flumen habebat castra,

    quo arcessitum L. Apustium legatum cum parte copiarum ad depopulandos hostium fines mittit.54 La estrategia de Galba en los primeros aos de la guerra contra Filipo V ha sido considerada por Eckstein, que la

    define como una accin caracterizada por la brutalidad que gener una imagen negativa de Roma en Grecia. La accin de sus dos legados, que destruyeron varias ciudades, redund en esta visin. Vid. A. M. Eckstein, T. Quinctius Flamininus and the Campaign against Philip in 198 B. C., Phoenix, 30 (2), 1976, p. 126; Idem, op. cit., p. 278. En cuanto a la reputacin de Galba Paus. 7.8.2.

    55 El papel de los informadores queda patente en este caso, sobre el que ms adelante volveremos.56 Liv. 31.23.7: caedes inde passim fugientium pariter ac repugnantium fieri coepta est; nec ullo iam qui militaris

    aetatis esset non aut caeso aut fugato, Sopatro etiam Acarnane praefecto praesidii interfecto. La destruccin de estos ncleos justo a Calcis, Acantos, Andros y rreo redund en la mala reputacin de Galba. Vid. A. M. Eckstein, loc. cit., p. 126; Idem, 2008, op. cit., p. 278. Se trat, en suma, de un modo de hacer la guerra tpico romano, que persegua la sumisin de las zonas estratgicas, vid. A. M. Eckstein, loc. cit., p. 135.

    57 Liv. 31.23.8: praeda omnis primo in forum conlata, deinde in naues imposita.58 Liv 31.27.2: Apustius extrema Macedoniae populatus, Corrhago et Gerrunio et Orgesso castellis primo impetu

    captis ad Antipatream, in faucibus angustis sitam urbem, uenit.59 Liv. 31.27.3: Ac primo euocatos principes ad conloquium, ut fidei Romanorum se committerent, perlicere est

    conatus.60 Liv. 31.27.4: ui atque armis adortus expugnauit

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    En este caso, L. Apustio decidi actuar con la mxima dureza contra el ncleo que haba resistido el avance romano. No slo se orden su saqueo (cuyo botn fue repartido entre los soldados), sino que decidi intervenir en contra de la vida de los ciudadanos supervivientes dando muerte a los adultos61. Adicionalmente, las infraestructuras de la ciudad tambin fueron afectadas, con la demolicin de las murallas y el incendio de la ciudad. En este caso debemos hacer una invitacin a la prudencia, ya que es posible que la destruccin intencional se limitara a los centros simblicos de poder, tales como lugares de reunin o templos. La idea de la desaparicin absoluta de la ciudad enemiga e, incluso, de la eliminacin del recuerdo del lugar donde sta se alz (delere memoriam hostium sedis) constituye en ocasiones un topos literario empleado para denotar el logro de una victoria total, formando parte del relato oficial de los acontecimientos de las campaas militares coronadas por el triumphus62.

    La demostracin militar de Apustio estuvo encaminada, en opinin de Ferrary, a facilitar la campaa del ao siguiente, impresionando favorablemente a los aliados po-tenciales y, de paso, ejerciendo una fuerte presin intimidatoria sobre aquellos ncleos que, o bien no se haban inclinado por ningn bando o que haban mostrado su hostilidad contra Roma63.

    2. circunstancias de aplicacin de la pena de Muerte en la expansin roMana

    Como sealamos, el recurso a la eliminacin fsica del adversario estaba contemplado por el ius Gentium en caso de victoria sobre el enemigo en campo abierto o en el asalto de ciudades. Por contra, la realizacin de matanzas colectivas tras deditio constituye una flagrante contravencin de la norma. Para Dahlheim, entre las primeras decisiones del vencedor se encontraba la vida o la muerte de la poblacin, adoptndose, por lo comn, la primera alternativa en contextos de rendicin. Algunos casos contrarios se dieron a lo largo de la historia de Roma, como en Leontini en 213, Corinto en 146 (si bien con el argumento de la violacin del ius legationis) y Capsa en 107, sin olvidar el episodio de Abdera en 17064. A estos se unen, para el caso hispano, el de Cauca en 151 y el prota-gonizado por Galba en 150, encontrndose todos ellos documentados en las fuentes por su carcter excepcional65.

    61 Liv. 31.27.4: armis adortus expugnauit puberibusque interfectis.62 La asociacin entre captura de la ciudad, destruccin y triunfo es patente en Liv. per. 59, a propsito de Numancia.

    Vid. E. Garca Riaza, 2007, loc. cit., p. 29.63 J.-L. Ferrary, 1988, op. cit., p. 56, recogiendo una idea ya expresada por N. G. L. Hammond, The Opening

    Campaigns and the Battle of Aoi Stena in the Second Macedonian War, Journal of Roman Studies, 56, 1966, pp. 42-43.64 Liv. 43.4.9-10. E. S. Gruen (op. cit., p. 169) define la actuacin como brutal. Tras la rendicin de la ciudad,

    el pretor L. Hortensio demand la entrega de 100.000 denarios y 150.000 modios de trigo, decretndose un plazo para el envo de legati al cnsul Hostilio, en cuyo transcurso la ciudad fue asaltada, los principales asesinados y el resto de habitantes vendidos como esclavos. Vid. J. A. Martnez Morcillo, 2011, loc. cit., p. 72.

    65 Sall. Iug. 91.6-7; Liv. 24.30.4; Paus. 8.16.8; Zonar. 9.31.5-7. El caso de Galba ha centrado la atencin de la historiografa ms reciente, vid. E. S. Gruen, Roman Politics and the Criminal Courts. 149-78 B. C., Cambridge, 1968; W. V. Harris, op. cit.; D. Nrr, op. cit.; J. Muiz Coello, El proceso de Galba, las quaestiones y la justicia ordinaria (Roma,

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    Dejando de lado estos singulares hechos, observamos una diferencia sustancial en los casos que hemos descrito, pudiendo discernir la existencia de matanzas de la poblacin en el transcurso del asalto a los diversos ncleos (Carthago Nova, Iliturgis, Tarento y Calcis) y la aplicacin de la pena de muerte con posterioridad a la sumisin de los oppida (Antipatrea, ingaunos e histrios). En ambas vertientes la consecuencia es la destruccin fsica del adversario, aunque en el mtodo de aplicacin pueden apreciarse divergencias. As, aquellas que tienen lugar durante el asalto no se encontraban sujetas a la supervisin del magistrado, de modo que poda actuarse contra sectores de la poblacin que se halla-ban desarmados o que no tenan una vinculacin directa con la direccin del conflicto. Este hecho queda patente de manera ntida en Iliturgis y en Tarento, aunque en Carthago Nova la duplicidad de opinin que aparece en las fuentes provoca confusin al respecto. Como hemos mencionado, Polibio defiende que la matanza se llev a cabo de manera indiscriminada entre las diversas capas de la poblacin, aunque Livio matiza los hechos, afirmando que los ataques se centraron exclusivamente en los hombres en edad militar, con el claro inters de reducir la imagen de crueldad de los ejrcitos romanos y de matizar las acciones escipinicas ms controvertidas66.

    Por su parte, la accin de L. Apustio en Antipatrea se realiz con posterioridad a la sumisin de la ciudad, aunque desconocemos en este caso el proceso llevado a cabo para su aplicacin. Parece clara la existencia de una planificacin previa a la aplicacin de la pena de muerte. En los dos ltimos casos este hecho se evidencia con mayor claridad, con una seleccin de los individuos que, segn las fuentes, haban sido los promotores de la sublevacin. As, Ap. Claudio Pulcher ejecut a cuarenta y tres ingaunos en 185, mientras que C. Claudio Pulcher, en 177, procedi de manera anloga, sin que en este caso conozcamos la cantidad total de afectados, inflingindoles antes toda una serie de castigos fsicos. Esta distincin denotara la existencia de todo un proceso de investigacin iniciado por la autoridad romana toda vez hubo acabado la confrontacin armada, pero del que desconocemos sus fases. Es posible que el consejo del magistrado se encargara de marcar las pautas de accin, teniendo en cuenta los mecanismos de informacin y espionaje con que contaba la potencia itlica en las campaas que desarrollaba. En efecto, el conocimiento que tenan sobre el terreno los generales romanos provena de diversas fuentes, como pudieran ser exploradores y espas que trabajaban para la potencia del Lacio, un aspecto que queda ilustrado perfectamente en el caso de los speculatores de Galba en Hispania, infiltrados en el campamento lusitano67. Asimismo, la colaboracin de pueblos limtrofes afines a la poltica romana debi ser de gran ayuda, sin descartar los ms que posibles interrogatorios (acompaadas probablemente de torturas) efectuados

    siglos II /I a. C.), LAntiquit Classique, 73, 2004, pp. 109-126; E. Garca Riaza, loc. cit.; Idem, Las fronteras de la ley: Servio Sulpicio Galba y el gobierno provincial de Hispania, en G. Bravo y R. Gonzlez Salinero (eds.), La corrupcin en el mundo romano, Madrid, 2008, pp. 17-26.

    66 Vid. supra.67 El incidente aparece recogido en numerosas fuentes clsicas, entre las cuales App. Iber. 58-60. Al respecto vid.

    J. Muiz Coello, loc. cit., pp. 109-126; E. Garca Riaza, loc. cit., pp. 17-26; Idem, La poltica romana de atraccin de las lites indgenas: el caso de la Galia cesariana y sus antecedentes hispnicos, en G. Bravo y R. Gonzlez Salinero (eds.), Formas de integracin en el mundo romano, Madrid, 2009, p. 215.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    a los prisioneros capturados68.Podemos afirmar, en el estado de la investigacin actual, que la pena de muerte

    aplicada como represalia en contextos de oppugnatio, ya sea mediante la matanza in-discriminada o fruto de una planificacin, se convirti en un recurso puntual, ajustable tan slo en casos de recia oposicin a la dominacin romana, de manera que se hicieron necesarias las labores de asedio. Observamos cmo en contextos de guerra a gran escala o en circunstancias de gravedad para Roma (caso de la II Guerra Pnica) se opt por una actuacin ms severa, caracterizada por la matanza de grandes contingentes de poblacin. Por su parte, en otros contextos se procedi a la seleccin de elementos que haban tenido una participacin directa con la rebelin. En ocasiones, las fuentes referencian el nmero de personas que fueron seleccionadas, como en la campaa de 185, aunque forman parte de raras excepciones en la transmisin de la informacin. Aun as, el proceso de seleccin debi darse en la mayora de los casos, tratndose muy probablemente de los miembros de los senados o asambleas locales, es decir, aquellos que posean la capacidad decisoria en asuntos de guerra. Los 43 individuos ajusticiados por Ap. Claudio Pulcher debieron pertenecer a este rango social. Se trata de una praxis que cuenta con otros paralelismos en la expansin romana y que hallamos tras la toma de Pidna o en la campaa de Q. Fabio Mximo Serviliano en Ulterior69.

    Por otra parte, la diferencia entre la expansin occidental de la oriental radicara una mayor proyeccin temporal de la aplicacin de la pena de muerte en las campaas romanas en Liguria e Histria. Si bien el modus operandi no vari excesivamente en las intervenciones en ambas vertientes hacindose uso tanto de la matanza indiscriminada como del proceso penal en s lo cierto es que existe una mayor profusin en Occidente. El ltimo caso documentado en la zona oriental corresponde al ao 200, mientras que tanto en Liguria como en Histria se volvi a utilizar esta medida punitiva con posterio-ridad a esta fecha. Asimismo, durante las Guerras Celtibrico-Lusitanas los generales recurrieron nuevamente a la pena de muerte, como en Lagni-Malia, Oxtracas y en las pleis de Viriato70, lugares en que se realiz una seleccin de los contingentes humanos que deban ser ajusticiados71. La diferencia no estriba tan slo en un aspecto geogrfico, sino que cronolgicamente se pude atestiguar una palpable evolucin, predominando las

    68 As ocurre tambin en el caso de las pleis capturadas por Q. Fabio Mximo Serviliano en Hispania Ulterior, que segn Orosio amput las manos a quinientos prncipes de entre los pueblos que acogiera en deditio (deditionis iure susceperat), lderes que haban sido invitados amistosamente (societate inuitatos). Oros. 5.5.12, vid. E. Garca Riaza, op. cit., p. 127.

    69 En Pidna, C. Claudio y Cn. Domicio se encargaron de la seleccin y traslado a Italia de los ms de mil aqueos que pertenecan a la clase de notables griegos, un hecho que Pina Polo (F. Pina Polo, 2004, Deportaciones como castigo e instrumento de colonizacin durante la Repblica Romana. El caso de Hispania, en F. Marco, F. Pina Polo y J. Remesal (eds.), Vivir en tierra extraa: emigracin e integracin cultural en el mundo antiguo, Barcelona, p. 224) interpreta como una depuracin ideolgica. Por su parte, el ejemplo de Serviliano ya lo hemos comentado a propsito de los castigos fsicos y la amputacin de las manos de quinientos prncipes de entre diversos pueblos, vid. E. Garca Riaza, op. cit., p. 127.

    70 Diod. 33.17; App. Iber. 77 (para el caso de Lagni-Malia); Ibidem, 58 (Oxtracas); Ibidem, 68 (pleis de Viriato). Vid. E. Garca Riaza, op. cit., pp. 122-128.

    71 E. Garca Riaza, op. cit., p. 240.

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    Jos Antonio Martnez MorcilloLa pena de muerte como represalia durante la expansin romana (218-167 a. C.)

    intervenciones regladas a medida que avanza el tiempo.Debemos destacar, adems, la escasa difusin de la pena de muerte como represalia a

    partir del ao 200, especialmente en la zona oriental, donde posteriormente tuvieron lugar dos confrontaciones de especial importancia contra Antoco III y Perseo. Como ya suge-rimos, la actuacin contra la vida de las personas supuso una medida punitiva reservada para casos de extrema gravedad. Todos los ejemplos que hemos estudiado se enmarcan en contextos de guerra abierta, en los que Roma persigue la sumisin de aquellos pueblos que pudieran suponer un problema a su expansin, de modo que una actuacin frrea por su parte en lo que concierne a la aplicacin de represalias se proyectara en un ambiente de intimidacin, que hara ms favorable la rendicin de otros ncleos72. En este sentido, la campaa de Histria resulta ilustrativa, ya que tras la destruccin de Mtila y Faveria y la muerte del rey Epuln, el resto de la zona qued pacificada, lo que se entiende como un gran acto de deditio que qued confirmado con la entrega de rehenes por parte de todos los pueblos limtrofes73.

    Un segundo factor explicativo que no puede ser descartado es la importante influencia del elemento pragmtico (ms que legal) a la hora de limitar la aplicacin de la pena de muerte. Este hecho se explica por el inters de la toma de prisioneros, dado que su venta como esclavos repercutira directamente en el beneficio econmico obtenido de la campaa74, a lo que se unira la profusin de indemnizaciones (en caso de deditiones) con el objetivo de sufragar los gastos generados por la guerra75. As se pone de manifiesto en diversas campaas a lo largo del primer cuarto del siglo II, como la de L. Emilio Paulo contra los ingaunos en 181, que segn las fuentes decidi presentar una propuesta humana y conciliadora76 plasmada en la entrega a la jurisdiccin romana de todas las naves, las ciudades y la demolicin de las murallas77, aunque la violacin de la tregua llevada a cabo por el pueblo insubre le conceda plenos poderes de decisin de represalias de mayor calado. En Oriente contamos con un mayor nmero de ejemplos al respecto, como los saqueos que llev a cabo M Acilio Glabrio en Heraclea y Lamia, el de Same

    72 Algunos ejemplos detallados de este tipo de acciones podemos encontrarlos en W. Dahlheim, op. cit. Para el caso hispano, E. Garca Riaza, Derecho de Guerra Romano en Hispania (218-205 a.C.), Memorias de Historia Antigua, 19-20, 1998-1999, pp. 119-224.

    73 Liv. 41.11.9: Histria tota trium oppidorum excidio et morte regis pacata est; omnesque undique populi obsidibus datis in dicionem uenerunt. sub Histrici finem belli apud Ligures concilia de bello haberi coepta.

    74 E. Garca Riaza, Derecho de Guerra en Occidente durante la expansin romano-republicana. Planteamientos metodolgicos, en E. Garca Riaza (ed.), De fronteras a provincias. Interaccin e integracin en Occidente (ss. III-I a. C.), Palma de Mallorca, 2011, p. 61. Este inters por el botn queda patente en la accin de Emilio Paulo en el Epiro en 167, habindole concedido el Senado el permiso para realizar el saqueo de las ciudades que all se hallaban como recompensa a sus tropas. Liv. 45.34.1; Plut. Aem. 30.1; vid. J.-L. Ferrary, op. cit., p. 350; J. A. Martnez Morcillo, loc. cit., pp. 75-76.

    75 T. aco del Hoyo, The Republican War Economy Strikes Back: a minimalist approach, en F. Kirbihler y N. Barrandos (eds.), Administrer les provinces de la Rpublique romaine 1, Rennes, 2010, p. 173, que se expresa en los siguientes trminos: Moreover, to my thinking, there was never a master plan of expansion and conquest designed by the Republican ruling classes in order to exploit such provincial resources, actually a by-product of Roman success in war. On the other hand, it should be stressed that paying for military expenses was the first financial worry of the Republic, no doubt a first step in securing Roman political primacy over neighbours and powerful enemies.

    76 Plut. Aem. 6.4.77 Ibidem, 6.6-7.

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    por parte de M. Fulvio Nobilior, o los de Lago, Crmasa y Darsa comandados por Cn. Manlio Vulso78.

    Esta tendencia queda cristalizada en la consecucin del Triunfo79, que se convertira en un arma con la que los diversos magistrados podran optar a una mejor consideracin en un ambiente de rivalidad aristocrtica. A tal fin los generales adaptaran sus estrate-gias, especialmente en Occidente, en un intento de imitar los grandes desfiles triunfales derivados de las campaas orientales80, como se pone de manifiesto en el testimonio de las fuentes a propsito de diversas campaas desarrolladas en Cisalpina y Liguria, sirviendo a ttulo de ejemplo los triunfos de C. Cornelio Cethego en 197, de P. Cornelio Escipin Nasica en 191 o del propio C. Claudio Pulcher en 17781. El papel desempeado por la dignidad triunfal es consecuencia directa del ambiente poltico imperante en Roma durante la primera mitad del siglo II, en el que la generalizacin de los conflictos y la creacin de nuevas provincias hacan necesaria la dedicacin de un mayor nmero de magistrados en las tareas blicas82. La proliferacin de generales, si bien era un recurso necesario para el mantenimiento de varios frentes, provocaba tambin una mayor con-centracin de personajes cuyo objetivo de alcanzar el consulado o conseguir un mejor posicionamiento poltico, siendo el Triunfo un mtodo que reforzaba su posicin83. En esta situacin, no es de extraar la tendencia a la realizacin de saqueos, la esclavizacin de poblaciones o la imposicin de guarniciones, evitando la aplicacin sistemtica de la pena de muerte que quedaba reservada a casos de mayor calado.

    78 Heraclea: Pol. 20.9.1; Liv. 36.24.6-7. Lamia: Liv. 37.5.3. Same: Pol. 21.32b; Liv. 38.29.11, en este caso, el magistrado procedi asimismo a la venta de esclavos. Lago: Liv. 38.15.3. Crmasa: Pol. 21.36.1; Liv. 38.15.14. Darsa: Liv. 38.15.4.

    79 Para un estudio detallado del Triunfo romano vid. C. Auliard, Victoires et Triomphes Rome, Paris, 2001; J.-L. Bastien, Le Triomphe Romain et son utilisation politique, Roma, 2007; M. Beard, Roman Triumph, Cambridge, 2007. Sin embargo, resulta una difcil labor determinar el origen de las diversas partidas que aparecen en los desfiles triunfales con el montante transmitido de los saqueos, atendiendo al especfico reparto que el general haca del botn tras su aprehensin, vid., M. Coudry, Partage et gestin du butin dans la Rome rpublicaine: procdures et enjeux, en M. Coudry y H. Humm (eds.), Praeda. Butin de guerre et socit dans la Rome rpublicaine, Stuttgart, 2009, pp. 21-80

    80 Los triunfos de T. Quincio Flaminino en 194 (Liv. 34.52) y de L Emilio Paulo en 167 (Liv. 45.35.40; Plut. Aem. 32.4-34.5) resaltan por la espectacularidad del desfile y por las riquezas conseguidas en campaa. La aportacin en los Triunfos occidentales de ingentes partidas de coronas de oro viene a ratificar esta tendencia, vid. M. Coudry, Les origines rpublicaines de lor coronaire, en M. Coudry y H. Humm (eds.), Praeda. Butin de guerre et socit dans la Rome rpublicaine, Stuttgart, 2009, pp. 153-186.

    81 Liv. 33.23; Idem, 36.40; Idem, 41.13. En todos ellos destacan las referencias a libras de plata, collares de oro y a una gran cantidad de dinero que fue ingresado en el erario.

    82 J.-L. Bastien, op. cit., pp. 215-219.83 Sobre este tema vid. E. Badian, Roman Imperialism in the Late Republic, Pretoria, 1967; W. V. Harris, op. cit.,

    passim.