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    FRIEDRICH A. HAYEK. Premio Nobel de Economa 1974 y Presidente Honorariodel Centro de Estudios Pblicos. Esta revista ha publicado El Ideal Democrtico y laContencin del Poder (N 1), La Teora de los Fenmenos Complejos (N 2), LosFundamentos Eticos de una Sociedad Libre (N 3), Los Principios de un Orden SocialLiberal (N 6), La Solucin Competitiva para el Socialismo (N 10) y El Uso del

    Conocimiento en la Sociedad (N 12).* Este ensayo corresponde a una exposicin pronunciada en la duodcima

    Finlay Lecture en la University College de Dubln, en diciembre de 1945. Fue publicadoen 1946 en Dubln y Oxford y aparece en el volumen Individualism and EconomicOrder (The University of Chicago, 1948, reimpreso posteriormente por Gateway Edi-tions Ltd., South Bend, Indiana). Se publica con la debida autorizacin.

    Estudios Pblicos, 22.

    INDIVIDUALISMO:

    EL VERDADERO Y EL FALSO*

    Friedrich A. Hayek

    Hay en este ensayo un notable esfuerzo por precisar el significadode las palabras y los conceptos. Se encontrar en seguida un siste-mtico y esclarecedor paralelo entre dos tradiciones contrapuestas

    del pensamiento individualista, de naturaleza gradualista y conserva-dora una y constructivista y revolucionaria la otra. Hayek propor-ciona una slida fundamentacin del orden libertario desde el puntode vista filosfico, econmico y social, enriqueciendo una vertienteintelectual que, segn l, alcanz expresiones acabadas en las obrasde John Locke, Bernard Mandeville, Josiah Tucker, Adam Ferguson,Adam Smith, Edmund Burke, Lord Acton y Alexis de Tocqueville.Pieza fundamental de la renovacin del pensamiento liberal, estetrabajo, que fue expuesto hace casi cuarenta aos, permite conocer

    uno de los hilos conductores de la trama intelectual de nuestro tiem-po.

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    Del siglo dieciocho y de la revolucin, como una fuente comn, surgieron doscorrientes: la primera condujo a los hombres a las instituciones libres, en tanto que

    la segunda los acerc al poder absoluto.Alexis de Tocqueville

    poyar cualquier principio definido de orden social es, hoy enda, una manera casi segura de incurrir en el estigma de ser un doctrinariopoco prctico. Se ha llegado a considerar un smbolo de criterio y juicio elhecho de no adherir a principios slidos en materias sociales, sino queresolver los problemas segn sus mritos; este tipo de personas, general-

    mente, se deja guiar por conveniencias y est dispuesta a transar al mismotiempo, con tendencias opuestas entre s. Sin embargo, los principios tienenuna forma de imponerse aun cuando no sean explcitamente reconocidos,sino que vayan implcitos en decisiones particulares o estn presentes sloen ideas vagas de lo que se est haciendo. Por esto ha llegado a ser fre-cuente que bajo la consigna de ni individualismo ni socialismo de hecho,transitemos rpidamente de una sociedad de individuos libres a otra decarcter completamente colectivista.

    Propongo no slo emprender la defensa de un principio general deorganizacin social sino tambin intentar demostrar que la aversin a losprincipios generales y la preferencia por resolver caso a caso es el pro-ducto de un movimiento que con la inevitabilidad de la gradualidad noslleva de vuelta, desde un orden social que descansa en el reconocimientogeneral de ciertos principios, a un sistema cuyo ordenamiento es creado pormedio de rdenes directas.

    Luego de la experiencia de los ltimos treinta aos, quiz ni siquiera

    existe necesidad de enfatizar que sin principios vamos a la deriva. La actitudpragmtica, que ha sido la dominante durante este perodo, lejos de incre-mentar nuestro control sobre los acontecimientos, nos ha conducido, dehecho, hacia una situacin que nadie deseaba; y el nico resultado denuestra falta de preocupacin por los principios es, al parecer, que estamosgobernados por medio de una lgica de acontecimientos que vanamenteintentamos ignorar. La interrogante de ahora ya no es saber si necesitamosprincipios rectores, sino si existe todava un conjunto de principios adecua-

    dos de aplicacin general, que pudiese servirnos de gua cuando lo desee-mos. Dnde podramos an hallar un conjunto de preceptos que constitu-yan una ayuda definitiva para la solucin de los problemas de nuestrapoca? Puede en algn lugar encontrarse alguna filosofa coherente queno slo nos proporcione aspiraciones morales sino tambin un mtodo ade-cuado para alcanzarlas?

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    Que la religin en s no nos da una ayuda suficiente en estas mate-rias, est demostrado por los esfuerzos de la Iglesia para elaborar una filo-

    sofa social completa y por los resultados totalmente contradictorios a quellegan quienes parten desde las bases cristianas comunes. Aun cuando, sinlugar a dudas, la disminucin de la influencia de la religin es un motivoimportante de nuestra actual desorientacin moral e intelectual, su renaci-miento no disminuira mucho la necesidad de principios de orden social deaceptacin general. Seguiramos requiriendo de una filosofa poltica quevaya ms all de las normas fundamentales, pero generales que la religin ola moral nos proporcionan.

    El ttulo que escog para este captulo demuestra que para m anparece existir dicha filosofa, entendida como un conjunto de principios que,en realidad, estn implcitos en la mayora de las tradiciones polticas cristia-nas u occidentales y que ya no pueden ser descritas en forma inequvocacon cualquier trmino de fcil comprensin. Por lo tanto, es necesario vol-ver a exponer estos principios en forma completa antes de decidir si an sonde utilidad como guas prcticas.

    La dificultad que encontramos no radica solamente en la conocida

    ambigedad de los trminos polticos comunes o en que incluso un mismotrmino signifique casi lo contrario para diferentes grupos. Mucho ms se-rio es que una misma palabra una a personas que en realidad tienen entre sideales irreconciliables y contradictorios. Trminos como liberalismo odemocracia, capitalismo o socialismo, ya no simbolizan hoy sistemascoherentes de ideas. Han llegado a describir conjuntos de principios y he-chos completamente heterogneos, que el accidente histrico ha asociadocon estas palabras, pero que tienen muy poco en comn, adems de haber

    sido defendidas en diferentes pocas por la misma gente o incuso slo bajoel mismo nombre.

    En este aspecto el trmino poltico individualismo es el que hasido ms distorsionado. Por una parte ha sido distorsionado por sus opo-nentes como una caricatura irreconocible y siempre debemos recordar quelos conceptos polticos que hoy estn pasados de moda son conocidos pormuchos de nuestros contemporneos slo a travs de la figura que susenemigos hicieron de ellos sino que tambin se han utilizado para describir

    diferentes actitudes hacia la sociedad, con tan poco en comn entre s comocon aquellas actitudes tradicionalmente consideradas contrarias. En reali-dad, cuando estaba en la preparacin de este artculo examin algunas delas descripciones usuales de individualismo y casi comenc a lamentar elhecho de haber relacionado alguna vez los ideales en los que creo con untrmino del que se ha abusado tanto y que ha sido tan mal interpretado. De

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    todas formas, cualquiera sea el significado de individualismo al margen deestos ideales, existen dos buenas razones para seguir utilizando el trmino

    en la causa que quiero defender; esta causa ha sido conocida siempre porese trmino, sea el que fuere su significado en diferentes pocas, y estetrmino tiene la distincin de haber influido en que la palabra socialismofuera acuada deliberadamente para expresar su oposicin a l.1 Me ocupa-r de este sistema que proporciona la alternativa al socialismo.

    Antes de explicar lo que quiero decir por verdadero individualismo,sera conveniente adelantar algo sobre la tradicin intelectual a la que perte-nece.

    El verdadero individualismo, que es el que procurar defender co-menz su desarrollo moderno con John Locke, y particularmente con Ber-nard Mandeville y David Hume, y alcanz verdadera relevancia por primeravez en el trabajo de Josiah Tucker, Adam Ferguson y Adam Smith y tambinen la labor de su gran contemporneo Edmund Burke, el hombre a quienSmith describi como la nica persona que conoci con un pensamientoigual al suyo en materias econmicas, sin que hubiera comunicacin previaalguna entre ambos.2 En mi opinin, el individualismo fue representado en

    su forma ms perfecta durante el siglo XIX en el trabajo de dos de susgrandes historiadores y filsofos polticos: Alexis de Tocqueville y LordActon. Pienso que estos dos hombres han tenido ms xito en desarrollar lomejor de la filosofa poltica de los pensadores escoceses, de Burke y de losWhigs ingleses, que cualquiera de los otros escritores que conozco; encambio, los economistas del siglo XIX, o por lo menos los seguidores deBentham o filsofos radicales, se vieron cada vez ms influenciados porotro tipo de individualismo de distinto origen.

    Esta segunda corriente de pensamientos, absolutamente diferente,tambin conocida como individualismo, est representada principalmentepor pensadores franceses y europeos, un hecho que se debe a mi enten-der al papel predominante que tiene el racionalismo cartesiano en su com-posicin. Los representantes ms sobresalientes de esta tradicin son los

    1 Tanto el trmino individualismo como socialismo son una creacin origi-nal de los seguidores de Saint-Simon, fundadores del socialismo moderno. Crearon pri-mero el trmino individualismo para describir la sociedad competitiva, a la cual se

    oponan, e inventaron el trmino socialismo para describir la sociedad centralmenteplanificada en la que toda actividad era dirigida bajo el mismo principio que se aplicabadentro de una sola industria. Respecto de los orgenes de estos trminos, ver el artculodel mismo autor The Counter-Revolution of Science Economica, VIII (New Ser.,1941), p. 146.

    2 R. Bisset, Life of Edmund Burke (2 ed., 1800). II. 429. Cf. Tambin W. C.Dunn, Adam Smith and Edmund Burke: Complimentary Contemporaries, SouthernEconomic Journal (University of North Carolina) Vol. VII, N 3 (enero, 1941).

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    enciclopedistas, Rousseau y los fisicratas; y, por razones que debemosconsiderar de inmediato, este individualismo racionalista tiende siempre a

    un desarrollo opuesto al sealado, especficamente hacia el socialismo ocolectivismo. Debido a que slo el primer tipo de individualismo es coheren-te, exijo que se le d el nombre de tal; en cuanto al segundo tipo, probable-mente debe ser considerado como una fuente del socialismo moderno, tanimportante como las teoras colectivistas propiamente tales.3

    No puedo dar mejor ejemplo de la prevaleciente confusin sobre elsignificado del trmino individualismo que el de quien, a mi entender, pareceser uno de los ms importantes representantes del verdadero individualis-

    mo, Edmund Burke, sea comnmente (y en forma correcta) conocido comoel principal oponente del as llamado individualismo de Rousseau.

    Burke temi que las teoras de Rousseau disolvieran rpidamente lacomunidad hasta dejar slo polvo y cenizas de la individualidad.4

    Es tambin revelador de dicha confusin que el mismo trmino indi-vidualismo fuera por primera vez incorporado al idioma ingls a travs de latraduccin de uno de los trabajos de otro de los grandes representantes delverdadero individualismo. De Tocqueville, quien lo utiliza en su Democra-

    cia en Amrica para describir una actitud que deplora y rechaza.5 Aun as,

    3 Carl Menger, quien estuvo entre los primeros que en los tiempos modernos sepropusieron revivir el individualismo metdico de Adam Smith y su escuela, fue tambinprobablemente el primero en sealar la conexin existente entre la teora del designiode las instituciones sociales y el socialismo. Lase su obra Untersuchungen ber dieMethode der Sozial Wissenschaften (1883), Libro IV, cap. 2 en la parte final (p. 208)donde l habla de un pragmatismo que, en contra de la intencin de sus representantes,conduce inevitablemente al socialismo.

    Es significativo que los fisicratas fueran llevados desde un individualismo ra-

    cional, que es donde comenzaron, no slo a las cercanas del socialismo (tema comple-tamente desarrollado en la obra de su contemporneo Morelly: Le Code de la Nature,1755), sino por defender al por de los despotismos. Bodeau escribi: El Estado hace delos hombres lo que quiere.

    4 Edmund Burke, Reflections on the Revolution in France (1790), en Woks(ed. Words Classics) IV, 105; As, la comunidad misma, en unas pocas generaciones,se encontrara desconectada hasta llegar a ser slo polvo y cenizas de la individualidad yfinalmente dispersarse a los cuatro vientos. Que Burke (como lo seala A. M. Osbom ensu libro Rousseau and Burke (Oxford 1940), p. 23), despus de atacar a Rousseau por suextremo individualismo, posteriormente lo atacara por su extremo colectivismo, no suna contradiccin sino el resultado de la inevitable tendencia al colectivismo del indivi-

    dualismo racionalista predicado por Rousseau y otros.5 Alexis de Tocqueville, Democracy in America, trad. Henry Reeve (Londres,1864), Vol. II, Libro II, Cap. 2, donde De Tocqueville define el individualismo comoun sentimiento maduro y sereno que dispone que cada miembro de la comunidad sesepare a s mismo de la masa que componen sus similares, y se separe tambin conrespecto a su familia y amigos; de manera que, despus que l forme un pequeo crculopropio, voluntariamente deje el resto a la sociedad en general. En una nota de estepasaje el traductor se disculpa por haber utilizado el trmino francs individualismo

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    no hay duda de que Burke y De Tocqueville estn de acuerdo en todos losplanteamientos fundamentales con Adam Smith, a quien nadie puede negar-

    le el ttulo de individualista, y que el individualismo al cual ellos se oponenes algo totalmente diferente al de Smith.

    Cules son entonces las caractersticas esenciales de verdadero in-dividualismo? Lo primero que debe sealarse es que se trata primordialmen-te de una teora de la sociedad. E individualismo verdadero es un intentopor conocer las fuerzas que determinan la vida social del hombre y, slo ensegunda instancia, un conjunto de mximas polticas derivadas de estaperspectiva de la sociedad. Este hecho por s solo debera ser suficiente

    para refutar el ms absurdo de los malentendidos comunes: la creencia deque el individualismo postula (o basa sus argumentos sobre el supuesto de)la existencia de individuos autnomos y aislados, en lugar de entender queel carcter y la naturaleza de los hombres estn determinados por su exis-tencia en sociedad.6 Si eso fuese efectivo, en realidad no tendra nada conque contribuir a nuestro entendimiento de la sociedad. Pero su argumentobsico es bastante diferente: no hay otra forma para llegar a una compren-sin de los fenmenos sociales si no es a travs de nuestro entendimiento

    de las acciones individuales dirigidas hacia otras personas y guiadas por uncomportamiento esperado.7 Este argumento est dirigido primordialmentecontra las teoras propiamente colectivistas de la sociedad, que pretendenser directamente capaces de considerar a los conjuntos sociales, como lasociedad, y otras en cuanto entidades sui generis que existen en formaindependiente de los individuos que las componen. El paso siguiente en el

    en ingls y explica que no conoce ninguna palabra inglesa exactamente equivalente a

    esta expresin. Como lo seal A. Schatz en el libro que se menciona ms adelante, eluso que le da De Tocqueville al trmino ya establecido en francs, en este particularsentido, es completamente arbitrario y conduce a una seria confusin en el real signifi-cado de l.

    6 El fallecido Albert Schatz concluye correctamente en su excelente investiga-cin sobre la historia de las teoras individualistas que vemos desde el comienzo conclaridad qu es lo que el individualismo no es, y qu es precisamente lo que, en general,se cree que es, vale decir, un sistema de aislacin de la existencia y una apologa delegosmo (Lindividualisme conomique et social (Pars, 1907), p. 558). Este libro, conel cual estoy muy en deuda, merece ser conocido mucho ms como una contribucin noslo al tema sealado por su ttulo, sino tambin a la historia de la teora econmica en

    general. 7 A este respecto, como lo aclara Karl Pribam, el individualismo es un resultadonecesario del nominalismo poltico, mientras que las teoras colectivistas tienen susorgenes en la tradicin realista o esencialista como la denomina ms apropiada-mente K. R. Popper (Pribam: Die Entstehung der Individualistichen Sozial Philosophie(Leipzig, 1912)). Pero este acercamiento nominalista es caracterstico slo del ver-dadero individualismo, mientras que el falso individualismo de Rousseau y de los fisicra-tas, de acuerdo con el origen cartesiano, es muy realista y esencialista.

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    anlisis individualista de la sociedad est dirigido hacia el pseudoindividua-lismo, que tambin lleva hacia el colectivismo prctico.

    El punto es que al delinear los efectos combinados de las accionesindividuales se pone de manifiesto que muchas de las instituciones en lascuales descansan los logros humanos estn funcionando sin una menteque las dirija y las disee. Segn lo expres Adam Ferguson, las nacionestropiezan accidentalmente con las instituciones, que en realidad son el re-sultado de la accin humana y no el resultado del designio humano.8 Lacolaboracin espontnea de los hombres libres a menudo crea cosas queson ms grandiosas de lo que sus mentes en forma individual pueden llegar

    a abarcar por completo. Este es el gran tema de Josiah Tucker y Adam

    8 Adam Ferguson, An Essay on the History of Civil Society (1 ed., 1767), p.187: Las formas de la sociedad derivan de un origen distante y obscuro; tienen suorigen mucho antes de la poca de la filosofa, en los instintos y no en las especulacio-nes del hombre... Nosotros adscribimos a una idea anterior, que lleg a conocerse slopor experiencia, que ninguna sabidura humana podra prever, y que, sin el humorconcurrente y la disposicin de su poca, ninguna autoridad podra facultar a individuoalguno para ejecutar (pp. 187-188).

    Sera interesante comparar estos pasajes con exposiciones similares en que loscontemporneos de Ferguson expresaron la misma idea bsica de los economistas brit-nicos del siglo XVIII: Josiah Tucker, Elements of Commerce (1756), reimpreso enJosiah Tucker: A Selection from his Economic and Political Writings, ed. R. L. Schuyler(New York, 1931), pp. 31-92: El punto principal no es extinguir ni debilitar elegosmo, sino darle una cierta direccin de manera que promueva el inters pblicopromoviendo el suyo propio... La idea principal de este captulo es demostrar que elmotor universal en la naturaleza humana, el egosmo, puede tomar tal direccin en estecaso (as como en todos los otros) de forma que promueva el inters pblico medianteaquellos esfuerzos que debe realizar para lograr el propio. Adam Smith, Wealth ofNations (1776), ed. Cannan, I, 421: Al dirigir la industria de tal manera que su

    producto sea del mejor valor, l procura slo su propia ganancia, y en este caso, ascomo en muchos otros, l es guiado por una mano invisible para promover u fin que noformaba parte de la intencin. Tampoco es lo peor para la sociedad el no ser parte deello. Al perseguir su propio inters frecuentemente promueve el de la sociedad en formams efectiva que cuando se propone promoverlo. Vase tambin The Theory of MoralSentiments (1959), IV parte (Novena ed., 1801), cap. i, p. 386.

    Edmund Burke; Thoughts and Details on Scarcity (1795), en Works (ed. enWorlds Classics), VI, 9: El benigno y sabio creador de todas las cosas, que obliga a loshombres, quiranlo o no, a buscar sus propios y egostas intereses, a unir el bienestargeneral con su propio xito individual. Luego que estas afirmaciones fueron considera-das como despreciables y ridculas por la mayora de los ensayistas durante los ltimos

    cien aos (no hace mucho C. E. Raven denomin la cita anterior de Burke unasentencia siniestra, vase Christian Socialism (1920), p. 34), es interesante encontrarahora a uno de los principales tericos del socialismo moderno adoptando las conclusio-nes de Adam Smith. De acuerdo a A. P. Lerner (The Economics of Control (New York,1944), p. 67), la utilidad social esencial del mecanismo de precios es que si es usadoapropiadamente induce a cada miembro de la sociedad, mientras busca su propio bienes-tar, a realizar cosas que son de inters social general. Fundamentalmente, ste es el grandescubrimiento de Adam Smith y los fisicratas.

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    Smith, de Adam Ferguson y Edmund Burke, el gran descubrimiento de laeconoma poltica que se ha convertido en la base de nuestra comprensin

    no slo de la vida econmica sino de la mayora de los fenmenos propia-mente sociales.

    La diferencia entre esta perspectiva, que explica gran parte del ordenque encontramos en los asuntos humanos, como el resultado imprevisto delas acciones individuales, y la tendencia que atribuye todo el orden que seobserva a un plan deliberado, es el primer gran contraste entre el verdaderoindividualismo de los pensadores britnicos del siglo XVIII y el llamadoindividualismo de la escuela cartesiana.9 Pero es solamente un aspecto de

    una diferencia aun mayor entre la perspectiva que, en general, asigna un papelms bien menor a la razn en los asuntos humanos, y sostiene que el hombreha logrado lo que tiene a pesar de guiarse slo muy parcialmente por la razn,y que su razn individual es harto limitada e imperfecta, perspectiva ante lacual se opone la tendencia que es proclive a creer que la Razn con Rmayscula es siempre total e igualmente asequible a todos los humanos y quecuanto el hombre logre es resultado directo y est condicionado por el controlde la razn individual. Incluso se puede decir que la primera posicin es el

    producto de un agudo conocimiento de las limitaciones de la mente indivi-dual, que induce a una actitud de humildad hacia los procesos socialesannimos e impersonales, mediante los cuales los individuos ayudan a crearcosas mayores que las conocidas, mientras que la ltima, es el producto deuna confianza exagerada en los poderes de la razn individual y de undesprecio consecuente hacia todo lo que no ha sido ideado conscientementepor ella o que no le sea completamente comprensible.

    El planteamiento antirracionalista, que no considera al hombre como

    un ser inteligente y racional sino como un ser irracional y falible, cuyoserrores individuales son corregidos slo en el curso de un proceso social, yque aspira a sacar la mxima utilidad de un material muy imperfecto, esprobablemente la peculiaridad ms caracterstica del individualismo ingls.A mi entender, su predominio en el pensamiento britnico se debe principal-

    9 C. F. Schatz, op. cit., pp. 41-42, 81, 378, 568-69, esp. el pasaje citado por l

    (p. 41 n. 1) de un artculo de Albert Sorel (Comment jai lu la Rforme Sociale enRforme Sociale, 1 de noviembre de 1906, p. 614): Pese a mi respeto harto dirigido eindirecto an por El Discurso del Mtodo, yo saba ya que de ese famoso discurso habansalido tantos absurdos sociales y observaciones metafsicas, tantas abstracciones y uto-pas, como tambin aportes positivos que llegan a Rousseau. Sobre la influencia deDescartes en Rousseau, consultar P. Janet, Histoire de la science politique (3 ed. 1887),p. 423; F. Bouillier, Histoire de la philosophie cartsiene (3 ed. 1868), p. 643; y H.Michel Lide de Ltat (3 ed. 1898), p. 68.

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    mente a la profunda influencia ejercida por Bernard Mandeville, quien fue elprimero en formular la idea central en forma clara.10

    No puedo ilustrar de mejor manera el contraste con el individualis-mo racionalista o cartesiano, que citando un pasaje famoso de la II Partedel Discurso del Mtodo. Descartes sostiene: Rara vez hay tanta perfec-cin en obras que se componen de varias partes separadas y en las cualesse emplearon diferentes manos, como la que existe en aquellas realizadaspor un solo maestro. Luego sugiere (despus de citar, significativamente,el ejemplo de un ingeniero dibujando sus planos) que aquellas nacionesque, comenzando de un estado semibrbaro y avanzando hacia la civiliza-

    cin a paso lento, han fijado sus leyes en forma sucesiva y, segn seaprecia, las han puesto en prctica tan slo movidas por la dolorosa expe-riencia de disputas y delitos especficos, han contado en este proceso coninstituciones menos perfectas que aquellas que, desde el comienzo de suasociacin como comunidades, dispusieron de leyes formuladas por algnlegislador sabio. Y para iluminar este punto, Descartes agrega que en suopinin la pasada preeminencia de Esparta no se deba a la preeminenciade cada una de sus leyes en particular..., sino a la circunstancia de que,

    creadas por un solo individuo, todas tendan a un solo fin.11Sera interesante investigar ms adelante el desarrollo de este indivi-

    dualismo del contrato social o las teoras estructurales de las institucio-

    10 La decisiva importancia de Mandeville en la historia de la economa, pormucho tiempo apreciada slo por unos pocos autores (particularmente, Edwin Cannany Albert Schatz), est ahora comenzando a ser reconocida, gracias a la magnficaedicin de Fable of the Bees, que debemos al fallecido F. B. Kaye. Aun cuando las ideas

    fundamentales del trabajo de Mandeville estn ya implcitas en el poema original de1705, la elaboracin final y especialmente la versin completa del origen de la divisindel trabajo, del dinero y del lenguaje aparecen slo en la segunda parte de la edicin quese public en 1728 (Bernard Mandeville, The Fable of the Bees ed. F. B. Kaye (Oxford,1924), II, 142, 287-88, 349-50). Aqu hay espacio para citar nicamente el pasajecrucial de su versin del desarrollo de la divisin del trabajo donde l observa: general-mente, atribuimos a la excelencia del genio del hombre, y a la profundidad de supenetracin, lo que en realidad se debe a la longitud del tiempo y a la experiencia demuchas generaciones, difiriendo todos muy poco entre s en sus aspectos naturales ysagacidad (bid. p. 142).

    Ha llegado a ser usual describir a Giambattista Vico y su frmula (generalmente

    mal citada): Homo non intelligendo Fitomnia (Opere, ed. G. Ferrari (2 ed.; Miln,1854), V, 183), como el comienzo de la teora antirracionalista de los fenmenossociales, pero podra aparecer como precedido y superado por Mandeville.

    Quiz tambin merezca mencionarse que no slo Mandeville sino tambinAdam Smith ocupan lugares de honor en el desarrollo de la teora del lenguaje, que demuchas maneras plantea los problemas de naturaleza afines a las dems ciencias socia-les.

    11 Ren Descartes, A. Discourse on Method (ed. Everyman), pp. 10-11.

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    nes sociales, desde Descartes pasando por Rousseau y la Revolucin Fran-cesa hasta lo que todava es la actitud caracterstica de los ingenieros socia-

    les.12 Dicho esquema demostrara cmo el racionalismo cartesiano constan-temente ha probado ser un serio obstculo para la comprensin de losfenmenos histricos y que es el principal responsable de la creencia en lasleyes ineludibles del desarrollo histrico y del fatalismo moderno derivadode esta creencia.13

    Sin embargo, todo lo que aqu nos preocupa es que este punto devista, aun cuando tambin es conocido como individualismo, contrastacompletamente con el verdadero individualismo en dos puntos decisivos.

    Mientras que es perfectamente verdadero respecto de este pseudoindivi-dualismo que la creencia en productos sociales espontneos era lgica-mente imposible para cualquier filsofo que contemplara al ser humano indi-vidual como el punto inicial y lo supiera formador de sociedades mediante launin de su voluntad especfica con otro en un contrato formal,14 el verda-dero individualismo es la nica teora que puede hacer inteligibles los pro-ductos sociales espontneos. Y, mientras las teoras estructurales condu-cen necesariamente hacia la conclusin de que los productos sociales

    pueden ser hechos para servir a los propsitos humanos solamente si estnsujetos al control de la razn humana individual, conduciendo de esta formadirectamente al socialismo, el verdadero individualismo sostiene que, si seles deja libres, los hombres lograrn con mayor frecuencia ms de lo que larazn humana individual pudiera idear o prever.

    Este contraste entre el individualismo verdadero y antirracionalista yel falso y racionalista, impregna todo el pensamiento social. Pero debido aque ambas teoras han llegado a ser conocidas por el mismo nombre, y en

    parte porque los economistas clsicos del siglo XIX, particularmente JohnStuart Mill y Herbert Spencer, se vieron casi tan influenciados por la tradi-cin francesa como por la tradicin inglesa, toda clase de conceptos ysupuestos completamente ajenos al verdadero individualismo han llegado aser considerados como partes esenciales de su doctrina.

    12 Sobre el enfoque caracterstico de la mente ingenieril en los fenmenoseconmicos, consultar el estudio del autor: Scientism and the Study of Society, Eco-nomics, vols. IX-XI (New Ser., 1942-44), esp. XI, 34.

    13

    Desde que se public por primera vez esta conferencia, he tomado conoci-miento de un artculo instructivo de Jerome Rosenthal sobre Attitudes of SommeModern Rationalists to History (Journal of the History of Ideas, IV, N 4 (octubre,1943), 429-56), que muestra muy detalladamente la actitud antihistrica de Descartes yespecialmente de su discpulo Malebranche y proporciona ejemplos interesantes deldesprecio expresado por Descartes en su Recherche de la verit par la lumire naturellepor el estudio de la historia, los lenguajes, la geografa y especialmente los clsicos.

    14 De James Bonar, Philosophy and Political Economy (1893), p. 85.

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    Quiz la mejor ilustracin de las malas interpretaciones del individua-lismo de Adam Smith y su grupo sea la creencia comn que ellos inventaron

    el fantasma del hombre econmico y que sus conclusiones estn viciadaspor su suposicin de un comportamiento estrictamente racional o general-mente por una falsa sicologa racionalista. Por supuesto estuvieron lejos desuponer algo por el estilo. Ms cercano a la verdad sera decir que desde superspectiva el hombre era por naturaleza flojo e indolente, poco previsor yderrochador y que, slo porque se vio obligado por las circunstancias,logr actuar en forma econmica y cuidadosa para ajustar sus medios a susfines. Pero incluso esto sera injusto para la perspectiva compleja y realista

    que tenan aquellos hombres de la naturaleza humana. Debido a que se hahecho costumbre ridiculizar a Smith y a sus contemporneos por su psicolo-ga supuestamente errnea, quiz podra aventurar mi opinin: pienso quepara todos los efectos prcticos an se puede aprender ms sobre el com-portamiento de los hombres en La Riqueza de las Naciones que en la mayo-ra de los ms pretensiosos tratados modernos sobre sicologa social.

    Con todo, casi no hay duda de que la principal preocupacin de Smithno era tanto lo que el hombre eventualmente pudiera lograr con lo mejor de s,

    sino darle la oportunidad de realizar el mnimo dao con lo peor de s. Noresulta exagerado sostener que el mrito principal del individualismo que l ysus contemporneos defendieron, radica en que es un sistema en el cual loshombres malos pueden provocar un mnimo dao. Es un sistema social que nodepende para su funcionamiento de encontrar hombres buenos para ponerloen marcha, ni de que todos los hombres sean mejores de lo que son ahora,sino que hace uso de todos los hombres en toda su complejidad y variedad,que a veces es mala y a veces buena, a veces inteligente y a menudo hasta

    estpida. Su meta era un sistema en el que fuera posible alcanzar la libertadpara todos, en lugar de restringirla, como lo deseaban sus contemporneosfranceses, a los buenos y sabios.15

    15 A. W. Benn, en su History of English Rationalism in the Nineteenth Century(1906), dice correctamente: Con Quesnay, el seguir la naturaleza significaba averiguarpor medio de un estudio del mundo sobre nosotros y sobre sus leyes qu conducta es mspropicia para la salud y la felicidad; y los derechos naturales significaban libertad para

    seguir el curso as determinado. Dicha libertad slo pertenece a los sabios y a los buenos,y slo poda ser otorgada a aquellos que la autoridad tutelar del Estado considerarsecomo tales. Por otro lado, con Adam Smith y sus discpulos, la naturaleza significa latotalidad de impulsos e instintos mediante los cuales los miembros individuales de lasociedad tienen movimiento y su argumento es que los mejores arreglos son el resultadode un libre juego entre aquellas fuerzas, en la esperanza de que los fracasos parciales sevieran ms que compensados por xitos en cualquier sentido, y que al procurar cada unosu propio inters lograrn la mayor felicidad para todos (I, 289).

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    La preocupacin principal de los grandes pensadores individualistasfue en realidad encontrar un conjunto de instituciones mediante las cuales

    el hombre podra verse estimulado, por decisin propia y a partir de losmotivos que determinan su conducta comn, a contribuir en todo lo posiblepara satisfacer las necesidades de los dems. Descubrieron que el sistemade propiedad privada daba dichos estmulos en un mayor grado de lo quehasta ese momento se haba supuesto. Sin embargo, no sostenan que estesistema fuera incapaz de evolucionar, y menos an, tal como aparece en otrade las distorsiones comunes de sus argumentos, que exista una armonanatural de intereses al margen de instituciones concretas. No slo estaban

    preocupados por los conflictos de los intereses individuales sino ademsenfatizaron la necesidad de instituciones bien construidas donde las re-glas y principios de los intereses en pugna y de las ventajas comprometi-das16 reconciliaran los intereses en conflicto sin dar poder a ningn grupoen especial para hacer prevalecer de esta forma sus intereses e ideas porsobre los de los dems.

    Hay un punto en estas presunciones sicolgicas bsicas que dealguna forma es necesario considerar de manera ms completa. Como se

    cree que el individualismo aprueba y estimula el egosmo humano, esto hace

    Respecto de todo este tema, consultar Elie Halvy, The Growth of PhilosophicRadicalism (1928), esp. pp. 266-70.

    Tambin se destaca el contraste de los filsofos escoceses del siglo XVIII consus contemporneos franceses en el estudio de Gladys Bryson, Man and Society: TheScottish Enquiry of the Eighteenth Century (Princeton, 1945), p. 145. Ella enfatiza quetodos los filsofos escoceses queran escapar del racionalismo cartesiano, con su nfasisen el intelectualismo abstracto y sus ideas innatas, y repetidamente da nfasis a lastendencias antindividualistas de David Hume (pp. 106, 155), utilizando el trmino

    individualista en lo que aqu llamamos el falso sentido racionalista. Pero ocasional-mente ella vuelve a caer en el error comn de considerarlos como representativos ytpicos del pensamiento del siglo (p. 176). Aun existe mucha inclinacin, principal-mente como resultado de la aceptacin del concepto germano de Iluminismo, a conside-rar las ideas de los filsofos del siglo XVIII como similares, mientras que en muchosaspectos las diferencias entre los filsofos franceses e ingleses del perodo son muchoms acentuadas que sus similitudes. La costumbre comn de englobar a Quesnay y AdamSmith, a causa de la antigua creencia de que Smith estaba muy en deuda con losfisicratas, seguramente tendra que terminar, especialmente luego de probarse su false-dad en los recientes descubrimientos de W. R. Scott. (Consultar su obra Adam Smith asStudent and Professor (Glasgow, 1937), p. 124). Tambin es importante que se haya

    consignado que tanto Hume como Smith fueron estimulados en su trabajo por la oposi-cin a Montesquieu. Se puede encontrar algn anlisis de inters sobre las diferenciasentre los filsofos sociales franceses y britnicos del siglo XVIII, aunque un pocodistorsionado por la hostilidad del autor para con el liberalismo econmico de losprimeros, en la obra de Rudolf Goldscheid, Grundlinien zu einer Kritik der Willenskraft(Viena, 1905), pp. 32-37.

    16 Edmund Burke, Thoughts and Details on Scarcity (1795), en Works (ed.World Classics), VI, 15.

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    que mucha gente no lo acepte y debido a que esta confusin es provocadapor una verdadera dificultad intelectual, debemos examinar cuidadosamente

    el significado de tales presunciones. Por supuesto, no puede haber duda deque en el lenguaje de los grandes pensadores del siglo XVIII el amor a smismo del hombre, o incluso sus intereses egostas, representaba algoas como el motor universal. Estos trminos se referan principalmente auna actitud moral que, pensaron, prevalecera ampliamente. Sin embargo,estos trminos no significaban egosmo en el sentido restringido de preocu-pacin exclusiva por las necesidades inmediatas de uno mismo. El egopor el que supuestamente las personas deban preocuparse claramente in-

    clua a la familia y a los amigos. Ninguna diferencia significaba respecto delargumento habra si se hubiera hecho extensivo a todo aquello por lo cual lagente de hecho se preocupa.

    Mucho ms importante que esta actitud moral, que poda ser consi-derada como variable, es el hecho intelectual irrefutable que nadie puedeesperar cambiar y que es, por s mismo, una base suficiente para las conclu-siones a que llegan los filsofos individualistas. Me refiero a la limitacinconstitutiva de los intereses y conocimientos del hombre. En efecto, nadie

    puede llegar a conocer ms que una minscula porcin de la sociedad y porlo tanto todo lo que puede ser incluido en sus motivaciones son los efectosinmediatos de sus actos en el mbito que le es conocido. Las diferencias enlas actitudes morales de los hombres son pocas, tienen poca importanciapara la organizacin social, comparadas con lo que la mente de todos loshombres puede efectivamente comprender. El hombre, sea completamenteegosta o el ms perfecto altruista, es el centro de un reducido crculo, y lasnecesidades humanas por las que l puede efectivamente preocuparse

    son una cantidad insignificante de las necesidades de todos los miembrosde la sociedad. Por lo tanto, la verdadera interrogante no es que el hombresea, o deba ser, guiado por motivos egostas sino que le permitamos orien-tar sus acciones midiendo las consecuencias inmediatas que l conoce y leinteresen o bien que se le imponga hacer lo que parezca apropiado a quie-nes presumen comprender mejor la importancia de estas acciones para lasociedad.

    A la tradicin cristiana aceptada que dice que el hombre debe ser

    libre para seguir su conciencia en materias morales si sus acciones han detener algn mrito, los economistas agregaron que debe ser libre para haceruso completo de sus conocimientos y capacidad; que se le debe permitirtomar decisiones guiado por su preocupacin sobre las cosas precisas quel conoce y por las que se preocupa, si se espera que haga una grancontribucin a los propsitos comunes de la sociedad, tal como es l capaz

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    de hacerlo. El problema principal que tuvieron fue ponderar cmo estaspreocupaciones limitadas, que de hecho determinan las acciones de la gen-

    te, pueden convertirse en alicientes efectivos para contribuir voluntariamen-te en todo lo posible a satisfacer las necesidades situadas fuera de sucampo de visin. Lo que los economistas entendieron por primera vez fueque el crecimiento del mercado era una manera efectiva de hacer al hombrepartcipe de un proceso ms complejo y extenso de lo que l poda compren-der, y que a travs del mercado se le haca contribuir a fines que no eranparte de su propsito.

    Era casi inevitable que los autores clsicos, al explicar su punto de

    vista, utilizaran un lenguaje que estaba destinado a ser malentendido y quepor esto se ganaran la reputacin de haber exaltado el egosmo. Rpidamen-te descubrimos la razn cuando tratamos de volver a exponer el argumentocorrecto en un lenguaje simple. Si lo expresamos en forma concisa, diciendoque la gente es o debe ser guiada en sus acciones por sus deseos eintereses, esto ser inmediatamente malentendido o distorsionado, como elargumento falso que dice que la gente es o debiera ser guiada exclusiva-mente por sus necesidades personales o por intereses egostas, cuando lo

    que queremos decir es que se les debiera permitir luchar por lo que ellosestimen bueno.

    Otra frase engaosa, utilizada para acentuar un punto importante, esla famosa presuncin de que cada hombre conoce mejor sus intereses. Asplanteado, ello no es razonable ni necesario para las conclusiones del indi-vidualista. La base del argumento correcto es que nadie puede saberquin tiene el mejor conocimiento en cuestin y que la nica forma en quepodemos averiguarlo es a travs de un proceso social en que todos puedan

    averiguar lo que pueden hacer. La suposicin fundamental, aqu como encualquier otro lugar, es la variedad ilimitada de talentos y habilidades huma-nas y la consecuente ignorancia de cualquier individuo de todo lo que esconocido para todos los otros miembros de la sociedad considerados enconjunto. O, para exponer este argumento fundamental en forma diferente;la Razn humana, con R mayscula, no existe en el individuo como dondisponible para una persona en particular segn parece suponerlo el enfo-que racionalista, sino que debe ser concebida como un proceso interperso-

    nal en que la contribucin de cualquiera es probada y corregida por otros.Este argumento no supone que todos los hombres sean iguales en sustalentos y capacidades naturales, sino solamente que ningn hombre estcalificado para dictar el juicio definitivo respecto de las capacidades queotro posea o se le deba permitir utilizar.

    Aqu quiz puedo mencionar que slo porque los hombres son he-

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    cho desiguales los podemos tratar con igualdad. Si todos los hombres fue-ran completamente iguales, en sus talentos e inclinaciones, deberamos tra-

    tarlos en forma diferente para conseguir cualquier tipo de organizacin so-cial. Afortunadamente no son iguales; y es slo debido a esto que ladiferenciacin de funciones no necesita ser determinada por la decisinarbitraria de alguna voluntad organizadora sino que, despus de crear unaigualdad formal de las reglas aplicables de la misma manera a todos, cadaindividuo encuentra su propio nivel.

    Existe una enorme diferencia entre tratar a la gente con igualdad eintentar igualarlos. Mientras que lo primero es la condicin de una sociedad

    libre, lo segundo significa, como lo describe De Tocqueville, una nuevaforma de esclavitud.17

    A partir del conocimiento de las limitaciones del saber individual ydado que ninguna persona o grupo pequeo de personas pueden conocertodo lo que es conocido por alguien, el individualismo deduce tambin suprincipal conclusin prctica: la exigencia de una estricta limitacin de todopoder coercitivo o exclusivo. Sin embargo, la oposicin est dirigida slo encontra de la utilizacin de la coercin que origina la organizacin o aso-

    ciacin, y no contra la asociacin como tal. Lejos de oponerse a la asocia-cin voluntaria, el caso del individualista descansa, por el contrario, en quemucho de lo que en opinin de la mayora puede ser originado slo median-te la direccin consciente, puede ser mejor logrado a travs de la colabora-cin voluntaria y espontnea de los individuos. Por esto, el individualistacoherente debera ser un entusiasta de la colaboracin voluntaria, siempre ycuando esto esto no signifique la coercin de otros o conduzca a la investi-dura de poderes exclusivos.

    Por supuesto, el verdadero individualismo no es anarquismo, el queslo es otro producto del pseudoindividualismo racionalista, a cual se opo-ne. No niega la necesidad del poder coercitivo pero pretende limitarlo, limi-tarlo a aquellos campos en donde es indispensable prevenir la coercin porotros y en orden a reducir el total de coercin a un mnimo. A pesar de quetodos los filsofos individualistas probablemente concuerdan en estas re-glas generales, se debe admitir que ellas no siempre son suficientes para suaplicacin a casos especficos. No son de gran ayuda la muy mal usada y

    17 Esta frase es utilizada reiteradamente por De Tocqueville para describir losefectos del socialismo, pero es mejor consultar Oeuvres Completes, IX (1886), 541,donde dice: En definitiva, si tuviera que hallar una frmula general para expresar lo queme parece el socialismo en su conjunto, dira que es una nueva frmula de la servidum-bre. Quiz pueda permitrseme agregar que fue esta frase de De Tocqueville la que meayud a escoger el ttulo de uno de mis ltimos libros.

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    mal entendida frase laissez faire, ni la frmula an ms antigua de laproteccin de la vida, libertad y propiedad. De hecho, en cuanto ambas

    tienden a sugerir que dejemos las cosas tal como estn, pueden ser peorque la inexistencia de una respuesta; sin duda no delimitan los camposdeseables o necesarios de actividad gubernamental. Sin embargo, la deci-sin acerca de si la filosofa individualista puede servirnos como una guaprctica debe depender, por ltimo, de saber si nos permitir distinguir entrelo que debe y lo que no debe hacer el gobierno.

    Algunas reglas generales de este tipo, las cuales son aplicables am-pliamente, me parece se desprenden directamente de los principios bsicos

    del individualismo: Si cada hombre va a utilizar su peculiar conocimiento yhabilidad para lograr sus objetivos, y si, al hacer esto, va a efectuar unacontribucin lo ms extensa posible para satisfacer las necesidades situa-das ms all de su alcance, es necesario, primero, que l tenga una rea deresponsabilidad claramente delimitada y, segundo, que para l la importan-cia relativa de los distintos resultados que pueda lograr, correspondan a laimportancia relativa que para otros tengan los efectos remotos y desconoci-dos de su accin.

    Analicemos primero el problema de la determinacin de una esfera deresponsabilidad y dejemos el segundo problema para despus. Si el hombretiene que ser libre para hacer completo uso de su conocimiento o habilidad,la delimitacin de las esferas de responsabilidad no debe tomar la forma deun traspaso de fines particulares que l debe lograr. Esto sera posible impo-niendo un deber especfico y no delimitando una esfera de responsabilidad.Tampoco debe tomar la forma de asignarle recursos especficos selecciona-dos por alguna autoridad, lo que quitara la opcin de sus manos casi tanto

    como la imposicin de tareas especficas. Si el hombre tiene que ejercer suspropias facultades, debe ser como resultado de sus actividades y cuidandoque su esfera de responsabilidad est determinada. La solucin a este pro-blema, el cual ha sido desarrollado gradualmente y que precede al gobiernoen el moderno sentido de la palabra, radica en la aceptacin de principiosformales, de una norma fija para vivir, comn a todos y cada uno de losmiembros de esa sociedad,18 de reglas en las cuales, por sobre todo, sepermita al hombre distinguir entre mo y tuyo, para que tanto l como sus

    congneres puedan averiguar cul es la esfera de responsabilidad de cadauno.

    18 John Locke, Two Treatises of Government (1690), Libro II caps. 4 y 22: Lalibertad de los hombres bajo un gobierno consiste en tener una norma fija para vivir,comn a todos y cada uno de esa sociedad y dictada por el Poder Legislativo constituidoen ella.

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    El importante contraste que hay entre un gobernar por reglas, cuyoprincipal propsito es informar al individuo acerca de cul es la esfera de

    responsabilidad, dentro de la cual debe planear su propia vida, y un gober-nar por rdenes, que impone deberes especficos, se ha tornado tan confu-so en daos recientes que es necesario analizarlo un poco ms. El contrasteenvuelve nada menos que la distincin entre la libertad bajo la ley y lautilizacin de la maquinaria legislativa, sea o no democrtica, para abolir lalibertad. El punto esencial no es si debiera haber algn tipo de principiogua detrs de las acciones del gobierno, sino que el gobierno debe serlimitado, y obligar a los individuos a observar principios que ellos conocen

    y pueden tomar en cuenta en sus decisiones. Significa, adems, que lo queel individuo puede o no hacer, o lo que puede esperar que hagan o no suscongneres, no debe depender de ciertas consecuencias remotas e indirec-tas de sus actos, sino de los resultados inmediatos y fcilmente reconoci-bles que se supone l conoce. El individuo debe tener normas que serefieran a situaciones tpicas, definidas en trminos conocidos por las per-sonas involucradas y sin atender a efectos distantes de la instancia particu-lar. Tales normas, si se observan regularmente, la mayora de las veces

    actuarn de manera beneficiosa, aunque lo hagan en las conocidas excep-ciones o casos difciles que hacen mala a cualquier ley.

    El principio ms general sobre el cual se basa un sistema individua-lista es que utiliza la aceptacin universal de principios generales como elmedio para poner orden en los asuntos sociales. Es lo contrario de ungobierno que se rige por principios. Por ejemplo, un plan reciente para unaeconoma controlada establece como principio fundamental de su organi-zacin... que, en cualquier instancia particular, el medio que mejor sirve a la

    sociedad debe ser el que prevalezca.19

    Por esto, es una grave confusinhablar de principios cuando todo lo que se quiere decir es que no son stoslos que deben regir, sino la aplicacin expedita de lo que la autoridad decre-te que sean los intereses de la sociedad. Los principios son un mediopara prevenir discordias entre intereses conflictivos, y no un conjunto depropsitos fijados. Nuestra obediencia a principios generales es necesariaporque no podemos guiar nuestras acciones por medio del conocimientototal y la evaluacin de todas las consecuencias. Mientras los hombres no

    sean omniscientes, el nico modo de poder dar libertad al individuo esmediante dichas reglas generales que delimitan la esfera de su propia deci-sin. No puede haber libertad si el gobierno no se limita a tipos de accinparticulares, pero puede, por el contrario, utilizar sus poderes en cualquier

    19 Lerner, op. cit., p. 5.

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    forma que sirva a objetivos particulares. Como lo sealara Lord Acton tiem-po atrs: Cuando un solo objetivo definido se convierte en el fin supremo

    del Estado, sea la ventaja de una clase, la seguridad o el poder del pas, lafelicidad de la mayora o el apoyo a alguna idea especulativa, el Estado llegaa ser, con el tiempo, inevitablemente absoluto.20

    Pero si nuestra principal conclusin es que un orden individualistadebe descansar en la vigencia de principios abstractos y no en la imposi-cin de rdenes especficos, esto aun deja abierta la interrogante acerca deltipo de normas generales que deseamos. Semejante orden limita el ejerciciode poderes coercitivos principalmente a un mtodo, pero an permite un

    campo de accin casi ilimitado para que el ingenio humano disee el msefectivo conjunto de normas; y, aunque las mejores soluciones a los proble-mas concretos en la mayora de los casos tendrn que ser descubiertas porexperiencia, hay mucho ms que podemos aprender de los principios gene-rales del individualismo con respecto a la naturaleza y los contenidos de-seables de tales normas. Hay, en primera instancia, un importante corolariode lo que ya se ha dicho:

    Las normas, que estn para servir como guas a los individuos en

    sus propios planes, deberan ser concebidas para regir por perodos largos.Las polticas liberales o individualistas deben ser esencialmente polticas alargo plazo; el estilo actual de concentrarse en los efectos a corto plazo, yde justificar esto mediante el argumento que a la larga todos estaremosmuertos, conduce inevitablemente a confiar en rdenes ajustados a lascircunstancias del momento, y no a normas previstas en trminos de situa-ciones tpicas.

    Sin embargo, necesitamos y obtenemos de los principios bsicos del

    individualismo una ayuda mucho ms definida que sta para la construc-cin de un sistema jurdico adecuado. La tentativa de hacer que el hombre,mediante la bsqueda de sus intereses, contribuya tanto como sea posible alas necesidades de otros hombres, lleva no slo al principio general depropiedad privada; tambin nos ayuda a determinar cules deberan serlos contenidos de los derechos de propiedad en relacin a diferentes tiposde cosas. Para que el individuo tome sus decisiones considerando todoslos efectos fsicos provocados por su conducta, es necesario que la esfera

    de responsabilidad, de la que hemos estado hablando, comprenda tan ple-namente como sea posible los efectos directos que tienen sus acciones enbeneficio de otra gente y que deriva de las cosas bajo su control. Esto se

    20 Lord Acton, Nationality (1862), reimpreso en The History of Freedom andOther Essays (1907), p. 288.

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    logra mediante la simple concepcin de la propiedad como el derecho exclu-sivo a utilizar una cosa especfica y donde los efectos mviles, lo que los

    abogados llaman bienes muebles, estn involucrados. Pero suscita pro-blemas mucho ms difciles con relacin a la tierra, dado que el reconoci-miento del principio de propiedad privada nos ayuda muy poco a saber conprecisin qu derechos y obligaciones incluye el ttulo de propiedad. Ycuando observamos problemas de ms reciente origen, tales como el controldel aire o de la energa elctrica, o de las invenciones y de las creacionesartsticas o literarias, slo la vuelta a la razn fundamental de la propiedadnos ayudar a decidir cul deber ser, en la instancia particular, la esfera de

    control o responsabilidad del individuo.No puedo seguir analizando ms el fascinante tema de una estructu-

    ra legal adecuada para un sistema individualista efectivo, ni entrar en ladiscusin acerca de las numerosas funciones suplementarias que le caben,tales como la asistencia en la difusin de informacin y en la eliminacin dela incertidumbre, verdaderamente evitable,21 mediante la cual el gobiernopuede aumentar en gran medida la eficiencia de la accin individual. Lasmenciono tan slo para enfatizar que existen funciones de gobierno (y no

    coercitivas!) adems de la simple ejecucin de las leyes civiles y criminales,que pueden justificarse completamente en el marco de principios individua-listas.

    Sin embargo, aun queda un punto por tratar, al cual ya me he referi-do, pero es tan importante que debo prestarle un poco ms de atencin. Setrata de que cualquier orden individualista viable debe estructurarse no slode forma que las remuneraciones relativas que el individuo puede esperarde los diferentes usos de sus habilidades y recursos correspondan a la

    utilidad relativa del resultado de sus esfuerzos para otros, sino tambin queestas remuneraciones correspondan a los resultados objetivos de su esfuer-

    21 Las acciones que un gobierno puede tomar oportunamente para reducir larealmente evitable incertidumbre de los individuos, es un tema que ha dado pbulo atantas confusiones que temo dejar la breve alusin del texto sin mayor explicacin. Elpunto es que, mientras es fcil proteger a una persona o grupo determinado contra unaprdida que puede ser provocada por un cambio inesperado, previniendo que la genteadvierta el cambio despus que ocurri, lo cierto es que esto simplemente hace que elpeso de la prdida recaiga sobre otros hombros, pero no la previene. Si, por ejemplo, el

    capital invertido en una planta muy onerosa es protegido contra la obsolescencia prohi-biendo la introduccin de nuevos inventos, esto aumenta la seguridad de los propietariosde la planta en cuestin, pero priva al pblico del beneficio de los adelantos. O, en otraspalabras, no reduce realmente la incertidumbre de la sociedad como un todo, si hacemosque el comportamiento de la gente sea ms pronosticable impidindole que se adapte aun cambio imprevisto en su conocimiento del mundo. La nica reduccin genuina de laincertidumbre consiste en aumentar sus conocimientos; nunca en impedir que la gentehaga uso de nuevos conocimientos.

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    zo y no a mritos subjetivos. Un mercado efectivamente competitivo satisfa-ce estas dos condiciones. Pero es con respecto a la segunda que nuestro

    personal sentido de la justicia se rebela tan frecuentemente contra las deci-siones impersonales del mercado. Sin embargo, si el individuo tiene que serlibre para elegir, es inevitable que deba correr el riesgo que implica dichaeleccin y que, en consecuencia, sea recompensada no de acuerdo a lobueno o malo de sus intenciones, sino exclusivamente en funcin del valorde los resultados para los dems. Debemos enfrentar el hecho de que lalibertad individual es incompatible con una total satisfaccin de nuestrospropsitos de justicia distributiva.

    De este modo, mientras la teora del individualismo tiene una contri-bucin definida que hacer a la tcnica para construir una estructura legaladecuada y para mejorar las instituciones que han crecido de manera espon-tnea, su nfasis, por supuesto, est en que la parte de nuestro orden socialque pueda o debiera constituir un producto consciente de la razn humana,sea slo una pequea parte de todas las fuerzas de la sociedad. En otraspalabras, que el Estado, la incorporacin de poder dirigido conscientementey organizado deliberadamente, sea slo una pequea parte del organismo

    mucho ms rico que llamamos sociedad. El Estado debera proporcionarsolamente una estructura en la cual la libre colaboracin de los hombres (ypor esto no dirigida conscientemente) tenga el mximo de campo.

    Esto acarrea algunas consecuencias en las que el verdadero indivi-dualismo se mantiene una vez ms en aguda oposicin con el falso indivi-dualismo del tipo racionalista. La primera es que el Estado como organiza-cin deliberada, por una parte, y el individuo por la otra, no sonconsiderados como las nicas realidades. En cambio, toda la estructura de

    asociaciones intermedias deba suprimirse deliberadamente, segn la inten-cin de la Revolucin Francesa. El verdadero individualismo deja amplioespacio a las convenciones de vnculo social no coercitivo, que son consi-deradas como factores esenciales para preservar el funcionamiento ordena-do de la sociedad humana. La segunda es que el individuo, al participar enlos procesos sociales, debe estar alerta y dispuesto a ajustarse a s mismo alos cambios y someterse a convenciones que no son el resultado de ideasinteligibles, cuya justificacin en la instancia particular puede no ser reco-

    nocible, y la cual a menudo le pareciera ininteligible e irracional.No necesito decir mucho acerca del primer punto. Que el verdaderoindividualismo afirma el valor de la familia y todos los esfuerzos comunes dela pequea comunidad y grupo, que cree en la autonoma local y en lasasociaciones voluntarias, y que verdaderamente descansa en el argumentode que gran parte de la accin coercitiva del Estado puede llevarse a cabo,

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    en mejor forma, mediante una colaboracin voluntaria ms acentuada. Enesto no puede haber mayor contraste con el falso individualismo, que desea

    disolver todos estos grupos pequeos en tomos sin ms cohesin que lasnormas coercitivas impuestas por el Estado, convirtiendo todos los lazossociales en relaciones prescriptivas; en vez de utilizar al Estado principal-mente como una proteccin del individuo contra los poderes coercitivos degrupos ms pequeos.

    Tan importantes para el funcionamiento de una sociedad individua-lista son estos grupos ms pequeos de hombres, como las tradiciones yconvenciones que se desarrollan en una sociedad libre y que, sin ser leyes,

    establecen normas flexibles que son observadas normalmente, y que permi-ten predecir con mucha facilidad la conducta de otra gente. La voluntadpara someterse a dichas normas, no slo mientras uno entienda la raznpara ello, sino mientras uno no tenga razones definidas para transgredirlas,es una condicin esencial para la evolucin gradual y el mejoramiento de lasnormas de vnculo social. La prontitud para someterse a los resultados deun proceso social que nadie ha ideado y cuyas razones nadie puede enten-der, tambin son condicin indispensable para materializar la posibilidad de

    eliminar la coaccin.22 Que la existencia de convenciones y tradiciones co-munes entre un grupo permitir a la gente trabajar juntas tranquila y eficien-temente, con mucho menos organizacin formal y coaccin que un gruposin tales lazos es, por supuesto, un lugar comn. Pero lo contrario de esto,aunque menos familiar, probablemente no es menos verdadero: que la coer-cin slo puede probablemente mantenerse a un mnimo en una sociedad endonde las convenciones y la tradicin hayan hecho que el comportamientodel hombre sea en gran medida pronosticable.23

    22 La diferencia entre el enfoque racionalista y el verdadero individualista quedabien demostrada en las diferentes opiniones expresadas por observadores franceses acer-ca de la aparente irracionalidad de las instituciones sociales inglesas. Por ejemplo,mientras Henri de Saint-Simon se queja de que cien volmenes en folio, en letra chica,no lograran dar cuenta de todas las incongruencias orgnicas que existen en Inglaterra(Oeuvres de Saint-Simon et dEnfantin [Pars, 1865-78], XXXVIII, 179), De Tocquevi-lle replica que estas curiosidades de los ingleses pudieran tener cierta relacin con suslibertades, es algo que no se le pasa por la cabeza.

    23 Es necesario citar a Edmund Burke una vez ms para recordarle al lector

    cun esencial era para ste el fortalecimiento de reglas morales como una condicinpara una posible sociedad libre? Los hombres estn calificados para la libertad civilescribi en la proporcin exacta a su disposicin para colocar ataduras morales a suspropios apetitos; en proporcin a cmo su deseo de justicia est por sobre su voracidad;en proporcin a cmo su propia firmeza y sobriedad de entendimiento estn por sobresu vanidad y presuncin; en proporcin a cmo estn ms dispuestos a escuchar losconsejos del sabio y el bueno, en vez de las lisonjas de los bribones (A Letter to aMember of the National Assembly (1791), en Works (Worlds Classics ed.), IV, 319).

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    Esto me lleva a mi segundo punto: En una sociedad compleja, dondelos efectos de la accin de cualquiera van ms all de su posible rango de

    visin, el individuo tiene la necesidad de someterse a las fuerzas annimasy aparentemente irracionales de esa sociedad. Tal sometimiento debe incluirno slo la aceptacin de las reglas de conducta vlidas, sino tambin unadisposicin para ajustarse a cambios que pueden afectar profundamente sufortuna y oportunidades, por causas que le pueden ser completamente in-comprensibles. Es contra stas que el hombre moderno tiende a rebelarse, amenos que su necesidad pueda demostrar que descansa sobre la raznesclarecida y demostrable a cada individuo. Sin embargo, es justamente

    aqu que el anhelo natural de claridad produce exigencias ilusorias que nin-gn sistema puede satisfacer. El hombre dentro de una sociedad complejaslo puede tener opcin entre ajustarse a lo que le deben parecer las fuerzasciegas del proceso social o, por el contrario, obedecer las rdenes de unsuperior. Mientras conozca slo la dura disciplina del mercado, bien puedeencontrar preferible ser dirigido por algn otro cerebro humano inteligente;pero, cuando lo intenta, pronto descubre que lo anterior le dejaba por lomenos una opcin, mientras que la ltima no le deja ninguna, y que es mejor

    tener una opcin entre varias alternativas desagradables que ser obligado aelegir una.

    La renuencia a tolerar o respetar cualquier fuerza social que no seareconocida como el producto de una concepcin inteligente, lo que es unacausa muy importante para el actual deseo de una planificacin econmico-globalizadora, es verdaderamente slo un aspecto de una tendencia msgeneral. Nos encontramos con esa misma tendencia en el campo moral y delas convenciones, cuando se intenta sustituir los lenguajes existentes por

    un lenguaje artificial, y en toda actitud moderna hacia procesos que gobier-nen el crecimiento del conocimiento. La creencia de que slo un sistemasinttico de moralidades, un lenguaje artificial, o incluso una sociedad artifi-cial puede justificarse en una era de ciencia, as como tambin la crecientereticencia a someterse a cualquier regla moral cuya utilidad no sea demos-trada racionalmente, o a conformarse con las convenciones cuya racionali-dad no sea conocida, son manifestaciones de la misma opinin bsica quepostula que toda la actividad social sea visiblemente parte de un solo plan

    coherente. Ellas son los resultados del mismo individualismo racionalistaque desea ver en todo el producto de la razn individual consciente. Sinembargo, semejante actitud no es ciertamente producto del verdadero indi-vidualismo y puede incluso terminar con un sistema libre y verdaderamenteindividualista. La gran leccin que nos ensea la filosofa individualista aeste respecto es que puede no ser difcil destruir las formaciones espont-

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    neas, bases indispensables de una civilizacin libre, pero puede estar msall de nuestro poder reconstruir deliberadamente tal civilizacin una vez

    que estos cimientos sean destruidos.El punto que estoy tratando de analizar est muy bien ilustrado por

    la aparente paradoja de que los alemanes, comnmente considerados muydciles, sean tambin a menudo descritos como individualistas. Con algo deverdad, este as llamado individualismo alemn es con frecuencia represen-tado como una de las causas por las cuales los alemanes nunca han tenidoxito en el desarrollo de instituciones polticas libres. En el sentido raciona-lista del trmino, por su insistencia en el desarrollo de personalidades ori-

    ginales, que son desde todo punto de vista el producto de la opcin cons-ciente del individuo, la tradicin intelectual alemana verdaderamentefavorece una suerte de individualismo poco conocido en otras partes.Recuerdo bien cun sorprendido, e incluso impactado, qued cuando sien-do un joven estudiante, en mi primer contacto con ingleses y americanos,descubr su gran disposicin a conformarse con las cosas superficiales ycomunes y no, como me pareca natural, a estar orgullosos de ser diferentesy originales en muchos aspectos. Si se duda acerca de la significacin de

    dicha experiencia personal, la encontrarn completamente confirmada en lamayora de los anlisis alemanes acerca, por ejemplo, del sistema ingls delos public schools, as como tambin la hallarn en el famoso libro deDibelius sobre Inglaterra.24 Reiteradamente se encontrarn con la mismasorpresa acerca de esta tendencia hacia la conformidad voluntaria y la verncontrastada con la ambicin del joven alemn a desarrollar una personali-dad original, que en todo sentido expresa lo que l ha llegado a considerarcomo correcto y verdadero. Este culto a la individualidad distinta y diferen-

    te tiene, por supuesto, races profundas en la tradicin intelectual germanay, a travs de la influencia de algunos de sus ms grandes exponentes,especialmente Goethe y Wilhelm von Humboldt, se ha hecho sentir y sepuede ver claramente enLiberty de J. S. Mill.

    Esta clase de individualismo adems de no tener nada que ver conel individualismo verdadero, puede significar un grave obstculo para eltranquilo desarrollo de un sistema individualista. Una pregunta debe seguirvigente que es si una sociedad libre o individualista puede funcionar con

    xitos cuando la gente es demasiado individualista en el falso sentido, ocuando est demasiado renuentes a conformarse con las tradiciones yconvenciones, y cuando rehsan reconocer cualquier cosa que no estconcebida conscientemente o que no pueda mostrarse como racional para

    24 W. Dibelius, England (1923), pp. 464-68 de 1934.

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    cada individuo. Es comprensible que este tipo de individualismo a menu-do haya hecho que la gente de buena voluntad pierda toda posibilidad de

    lograr orden en una sociedad libre y que incluso las haya inducido a pedirun gobierno dictatorial con poder para imponer en la sociedad el orden queno produciran ellas mismas.

    En Alemania, en particular, esta preferencia por la organizacin deli-berada, y el correspondiente desdn por lo espontneo y lo fuera de con-trol, se vio apoyada con gran fuerza por la tendencia hacia la centralizacinque produjo la lucha por la unidad nacional. En un pas donde las tradicio-nes eran esencialmente locales, la pugna por la unidad implicaba una oposi-

    cin sistemtica a casi todo lo que fuera crecimiento espontneo y su consi-guiente sustitucin por creaciones artificiales. Es que, como lo ha descritorecientemente un historiador, los alemanes han estado en desesperadabsqueda de una tradicin que no posean,25 y han terminado por crear unEstado totalitario que los oblig a aceptar una situacin que les parecanecesaria. Lo ocurrido no debera, quizs, habernos sorprendido tanto.

    Si es verdad que la progresiva tendencia hacia el control central detodos los procesos sociales es el resultado inevitable de una aproximacin

    que insiste en que todo debe ser planeado y efectuado de acuerdo a eseplan, y mostrar as un orden reconocible, tambin es cierto que esta tenden-cia tiende a crear condiciones en las cuales slo un gobierno central todo-poderoso puede preservar el orden y la estabilidad. La concentracin detodas las decisiones en las manos de la autoridad misma produce una situa-cin en la cual la estructura de la sociedad es impuesta por el gobierno ydonde los individuos se han convertido en unidades intercambiables, sinninguna otra relacin definida o durable que aquellas determinadas por la

    organizacin total. En trminos de los socilogos modernos, este tipo desociedad ha llegado a conocerse como sociedad de masas, un nombre encierto modo engaoso, ya que los atributos caractersticos de este tipo desociedad no son tanto el resultado de simples nmeros sino de la carenciade una estructura espontnea distinta a la prescrita por la organizacindeliberada, una incapacidad para deducir sus propias diferenciaciones yuna consecuente dependencia del poder que deliberadamente la moldea y ladefine. Est en relacin con nmeros slo en la medida en que en las gran-

    des naciones, el proceso de centralizacin alcance pronto un punto dondela organizacin creada desde las altas esferas asfixie las formaciones espon-tneas que estn fundadas en contactos ms estrechos y ms ntimos queaquellos que pueden existir en toda la unidad.

    25 E. Vermeil, Germanys Three Reichs (London, 1944), p. 224.

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    No es sorprendente que en el siglo XIX, cuando estas tendenciasllegaron a ser claramente visibles por primera vez, la crtica a la centraliza-

    cin lleg a ser una de las preocupaciones principales de los filsofos indi-vidualistas. Esta oposicin se ve particularmente resaltada en las obras delos dos grandes historiadores que escog antes como los ms importantesrepresentantes del verdadero individualismo en el siglo XIX, De Tocquevi-lle y Lord Acton; y encuentra expresin en las profundas simpatas deambos por los pases pequeos y por la organizacin federal de ampliasunidades. Ahora existen mejores razones para pensar que los pases peque-os pueden dentro de poco llegar a ser los ltimos oasis que preservarn

    una sociedad libre. Puede ser ya demasiado tarde para detener el curso fatalde la progresiva centralizacin en los pases ms grandes, que estn enca-minados a producir aquellas sociedades de masas en las cuales el despotis-mo finalmente viene a aparecer como la nica salvacin. Si los pases pe-queos logran escapar, depender en definitiva de su inmunidad al venenodel nacionalismo, el cual es una induccin y un resultado de aquel mismoesfuerzo por lograr una sociedad conscientemente organizada desde lasaltas esferas.

    La actitud del individualismo hacia el nacionalismo, que intelectual-mente es slo un hermano gemelo del socialismo, merecera una discusinespecial. Aqu slo puedo sealar que la diferencia fundamental entre loque en el siglo XIX era considerado liberalismo en el mundo de habla ingle-sa y lo que se entenda por tal en el continente europeo, est estrechamenteconectado con su descendencia del verdadero individualismo y el falsoindividualismo racionalista, respectivamente. Era slo el liberalismo en elsentido ingls el que generalmente se opona a la centralizacin, al naciona-

    lismo y al socialismo, mientras el liberalismo generalizado en Europa favore-ca a los tres. Sin embargo, debera agregar que, en ste como en muchosotros aspectos, John Stuart Mill, y el posterior liberalismo ingls derivadode l, pertenece al menos tanto a la tradicin europea como a la inglesa; yno conozco discusin ms esclarecedora acerca de estas diferencias bsi-cas que la crtica de Lord Acton acerca de las concesiones que Mill habahecho a las tendencias nacionalistas del liberalismo europeo.26

    Existen otros dos puntos de diferencia entre ambas mociones acerca

    del individualismo, que tambin estn bien ilustrados en la postura adopta-da por Lord Acton y De Tocqueville sobre democracia e igualdad, respectode tendencias que se hicieron prominentes en su poca. El verdadero indivi-

    26 Lord Acton, Nationality (1862), reimpreso en The History of Freedom, pp.270-300.

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    dualismo no slo cree en la democracia sino que puede asegurar que losideales democrticos surgen de los principios bsicos del individualismo.

    Sin embargo, mientras el individualismo afirma que todo gobierno deberaser democrtico, no tiene una fe ciega en la omnicompetencia de las decisio-nes de la mayora; en particular rehsa admitir que el poder absoluto puedeser, mediante la hiptesis del origen popular, tan legtimo como la libertadconstitucional.27 El verdadero individualismo cree que bajo una democra-cia, no menos que bajo cualquiera otra forma de gobierno, la esfera demandato impuesto debera restringirse dentro de los lmites fijados.28 Seopone particularmente a la ms ominosa y peligrosa de todas las malas

    interpretaciones actuales de democracia, la creencia de que debemos acep-tar como verdaderos y obligatorios para el desarrollo futuro los puntos devista de la mayora. Aunque la democracia est fundada en la convencinde que el punto de vista de la mayora decide en una accin comn, eso nosignifica que la que actualmente es la opinin de la mayora debiera conver-tirse en el punto de vista aceptado por todos, aunque fuese necesario paralograr los propsitos de la mayora. Por el contrario, la justificacin de lademocracia descansa en el hecho de que, con el tiempo, lo que en un mo-

    mento es la opinin de una pequea minora, puede convertirse en la opi-nin de la mayora. Creo, verdaderamente, que una de las interrogantes msimportantes, para la cual la teora poltica tendr que elaborar una respuestaen el futuro prximo, es encontrar una lnea de demarcacin entre el campodonde las opiniones de la mayora deban ser obligatorias para todos y en elcampo donde, por el contrario, la posicin de la minora debiera permitirsepara producir resultados que satisfagan mejor una exigencia del pblico.Ante todo, estoy convenido de que, cuando se comprometen los intereses

    de una rama particular del comercio, la opinin de la mayora siempre serreaccionaria, o estacionaria, y que el mrito de la competencia es que preci-samente le da a la minora una oportunidad para convencer. Cuando puedahacerlo de esta forma sin ningn poder coercitivo, siempre debera tener esederecho. No puedo resumir mejor esta actitud del verdadero individualismohacia la democracia sin antes citar, una vez ms, a Lord Acton, quien escri-bi: el verdadero principio democrtico, que nadie tendr poder sobre elpueblo, se interpreta como que nadie ser capaz de limitar o de eludir su

    poder. El verdadero principio democrtico, que al pueblo no se le obligar ahacer lo que no le gusta, se interpreta como que no se le pedir nunca que

    27 Lord Acton, Sir Erskine Mays Democracy in Europe (1878) reimpreso enThe History of Freedom, p. 78.

    28 Lord Acton, Lectures on Modern History (1906), p. 10.

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    tolere lo que no le gusta. El verdadero principio democrtico, segn el cualla voluntad de cada hombre ser tan libre como sea posible, se interpreta

    como que la libre voluntad del pueblo colectivo no se ver impedida ennada.29

    Sin embargo, al volver al tema de la igualdad, se debera decir deinmediato que el verdadero individualismo no es igualitario en el modernosentido de la palabra. No encuentra razn para tratar de hacer igual a genteque es distinta, en lugar de tratarlos con igualdad. Aunque el individualis-mo se opone profundamente a todo privilegio prescriptivo, a toda protec-cin, mediante la ley o la fuerza, de cualquier derecho que no est basado

    en las normas aplicables de igual forma a todas las personas, tambin niegaal gobierno el derecho a limitar lo que el capaz o afortunado pueda lograr. Seopone igualmente a cualquier limitacin rgida de la posicin que los indivi-duos pueda lograr, ya sea que este poder sea utilizado para perpetuar ladesigualdad o para crear igualdad. Su principio fundamental es que ningnhombre, o grupo de hombres, debera tener el poder para decidir sobre elstatus de otro hombre, y considera esto como una condicin para la libertadtan esencial que no debe ser sacrificada para la gratificacin de nuestro

    sentido de justicia o de nuestra envidia.Desde el punto de vista del individualismo, no parecera existir justi-

    ficacin alguna para hacer que todos los individuos empezaren en el mismonivel, impidindoles beneficiarse de las ventajas que no han ganado, talcomo el haber nacido de padres que son ms inteligentes o ms concienzu-dos que el promedio. En este punto, el individualismo es verdaderamentemenos individualista que el socialismo, ya que reconoce en la familia unaunidad tan legtima como el individuo; y lo mismo vale para otros grupos,

    tales como comunidades lingsticas o religiosas, las cuales mediante susesfuerzos comunes pretenden preservar para sus miembros niveles materia-les o morales diferentes a los del resto de la poblacin. De Tocqueville yLord Acton estn plenamente de acuerdo en este aspecto. Democracia ysocialismo, escribi De Tocqueville, no tienen nada en comn, sino unapalabra, igualdad. Pero es preciso advertir la diferencia: mientras la democra-cia busca la igualdad en libertad, el socialismo busca la igualdad en restric-cin y esclavitud.30 Y Acton se una a l en la creencia de que la causa

    ms profunda de que la Revolucin Francesa fuese tan desastrosa para la

    29 Lord Acton, Sir Erskine Mays Democracy in Europe, reimpreso en TheHistory of Freedom, pp. 93-94.

    30 Alexis de Tocqueville, Oeuvres compltes, IX, 546.

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    libertad, fue su teora acerca de la igualdad31 y que la gran oportunidadjams dada al mundo fue desbaratada porque la pasin por la igualdad hizo

    vana toda esperanza de libertad.32

    Podramos seguir discutiendo durante mucho tiempo acerca de otrasdiferencias que separan las dos corrientes de pensamiento las que, a pesarde llevar el mismo nombre, estn divididas por principios fundamentalesopuestos. Pero no me debo permitir apartarme demasiado de la tarea debuscar la fuente de la confusin que ha resultado de esto y de demostrarque existe una tradicin coherente, se est o no de acuerdo conmigo, deverdadero individualismo, que es en todo caso la nica clase de indivi-

    dualismo que estoy preparado para defender y que, en realidad, creo, es elnico que puede defenderse de manera consistente. De modo que, perm-tanme volver, para concluir, a lo que dije al comienzo: la actitud fundamentaldel verdadero individualismo es la humildad hacia los procesos mediantelos cuales la humanidad ha logrado cosas que no han sido concebidas nientendidas por ningn individuo y que son en realidad ms grandes que lasmentes individuales. La gran pregunta en este momento es si a la mente delhombre se le permitir continuar creciendo como parte de este proceso o si

    la razn humana se va a poner sus propias ataduras.Lo que el individualismo no ensea es que la sociedad es ms gran-

    de que el individuo slo en cuanto ella sea libre. En tanto est controlada odirigida, queda limitada a los poderes de mentes individuales que la contro-lan o la dirigen. Si la arrogancia de la mente moderna, que no respeta nadaque no est conscientemente controlado por la razn individual, no aprendea detenerse a tiempo, podemos, como nos lo advirti Edmund Burke, estarmuy seguros de que todo alrededor nuestro disminuir gradualmente, hasta

    que finalmente nuestras preocupaciones se contraigan hasta alcanzar lasdimensiones de nuestras mentes.

    31 Lord Acton, Sir Erskine Mays Democracy in Europe, reimpreso en TheHistory of Freedom, p. 88.

    32 Lord Acton, The History of Freedom in Christianity (1877) reimpreso enThe History of Freedom, p. 57 y en Estudios Pblicos N 14, p. 261.